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REVISTA DE PASTORAL LITÚRGICA
http://phase.cpl.es/

vinculada al Jóvenes y liturgia


INSTITUTO SUPERIOR DE LITURGIA DE BARCELONA,
DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA DE CATALUNYA

año 58 (2018) núm. 347

347
Centre de Pastoral Litúrgica septiembre / octubre 2018 (año 58)
Phase

+ Nàpols 346, 1. 08025 Barcelona


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phase Fundador
Pere Tena †

Director
José Antonio Goñi
Vinculada
al Instituto Consejo
Luis Fernando Álvarez, sdb (Madrid)
Superior
Dionisio Borobio (Salamanca)
de Liturgia Juan María Canals, cmf (Madrid)
de Barcelona,
REVISTA DE PASTORAL LITÚRGICA

Manuel Carmona (Jaén)


de la Facultad Ángel Cordovilla (Madrid)
de Teología Lino Emilio Díez, sss (Madrid)
Juan Javier Flores, osb (Roma)
de Catalunya
Jaume Fontbona (Barcelona)
Aurelio García (Valladolid – Roma)
Luis García (León)
Jaume González (Barcelona)
Ramiro González (Ourense)
Jordi Latorre, sdb (Barcelona)
Mons. Julián López (León)
Alejandro Pérez (Málaga)
Salvador Pié (Barcelona)
Jordi-Agustí Piqué, osb (Montserrat – Roma)
Lluís Prat (Solsona)
Guillermo Rosas, sscc (Santiago de Chile)
Manuel Fernando Sedano (Puebla de los Ángeles - México)
Josep Urdeix (Barcelona)

Publicado por Precio de suscripción para el 2018:


España: 62,00 €
Centre de Pastoral Litúrgica Otros países (envío correo aéreo): 97,00 $
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( 933 022 235 – 8 cpl@cpl.es – www.cpl.es Precio de este número: 11,00 €
ISSN 0210-3877 / D.L.: B 7504-1961 Imprenta: Agpograf

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año 58
septiembre – octubre 2018
núm. 347

Jóvenes y liturgia

Editorial
La participación de los jóvenes en la liturgia (José Antonio
Goñi)......................................................................................... 387

Artículos
Luis Fernando Álvarez González
La liturgia y la experiencia de Dios en los jóvenes........... 389
Koldo Gutiérrez
Las celebraciones religiosas con jóvenes........................... 411
Cristián Eichin Molina
Aprendizaje litúrgico con jóvenes..................................... 423
Jorge Zazo Rodríguez
. xperiencia de encuentro a través de la liturgia con los
E
jóvenes................................................................................... 435
Puntos de vista
El Sínodo de los jóvenes y la liturgia: El gusto y la belleza
de la liturgia (Juan Javier Flores Arcas)......................... 445
Catequesis y liturgia (Enrique García Ahumada)......... 448
El papa Francisco asiste matrimonio en el avión (Fran-
cisco Javier Manterola C.)............................................... 453
Noticias
Los salmos oración de Israel, de Cristo y de la Iglesia. El
salterio en la liturgia y en la piedad popular.................... 463

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386 Sumario

Liturgia y devociones populares: liturgia – devociones


populares – inculturación.................................................. 464
La liturgia recurso de humanidad..................................... 465
Liturgia y jóvenes................................................................. 466
«La prex eucharistica»......................................................... 467

Libros
Actas de congresos de liturgia y misceláneas recien-
temente publicadas (José Antonio Goñi – Lluís Prat
– Emilio Vicente de Paz).................................................... 469

In memoriam
Juan Jáuregui Castelo (1955-2017) (José María De Miguel
González)............................................................................ 475

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Editorial

La participación de los jóvenes


en la liturgia
José Antonio Goñi

La participación de los fieles en la liturgia fue uno de los objetivos


de la reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II. Pero
no solo los padres conciliares deseaban «que se lleve a todos los
fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las cele-
braciones litúrgicas que exige la naturaleza de la liturgia misma y a
la cual tiene derecho y obligación, en virtud del bautismo, el pueblo
cristiano» (SC 14), sino que, a lo largo del siglo xx, el movimiento
litúrgico trabajó por promover esta participación. Y así, impedir
que los cristianos «asistan a este misterio de fe como extraños y
mudos espectadores, sino que comprendiéndolo bien a través de
los ritos y oraciones, participen conscientes, piadosa y activamente
en la acción sagrada» (SC 48).
Debemos ser conscientes de que hay diferentes maneras de partici-
par, de tomar parte en la celebración: con el entendimiento y con el
cuerpo, con las respuestas litúrgicas y con el canto, con la escucha
y con la meditación de los textos, con cada uno de los sentidos
(gusto, olfato, vista…), etc. Los propios padres conciliares eran
conscientes de esta diversidad e indicaron que la participación
activa de los fieles fuera «interna y externa, conforme a su edad,
condición, género de vida y grado de cultura religiosa» (SC 19).
No está mal recordar esto, sobre todo cuando pensamos en la
liturgia y los jóvenes. Continuamente escuchamos que la liturgia
no dice nada a los jóvenes, que es un «rollo», que no entienden
nada, que el lenguaje está desfasado, que su simbología les resulta

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388 Editorial

lejana… Pero debemos pensar que la participación puede darse de


muchas maneras, no solo comprendiendo los textos y ritos. Hay
otras maneras de adentrarse en el misterio celebrado y de vincu-
larse a la comunidad. Quizá los jóvenes debieran fijarse en otros
aspectos de la celebración que les resulten más cercanos y que les
sirvan para vivir la liturgia: reunirse y compartir, cantar y expresar
con el cuerpo, sentir la entrega de Jesús por amor e impregnarse
de su estilo de vida, comulgar y manifestar la común-unión con
los amigos con los que comparten la celebración, etc.
Esperemos que la presente XV Asamblea General Ordinaria de
Sínodo de Obispos dedicada a los jóvenes ofrezca también algo
de luz en el campo litúrgico, y se descubran algunas líneas de
actuación que permitan que los jóvenes participen mejor en las
celebraciones, celebrando su fe en el marco de la tradición romana.
Los artículos y puntos de vista de este número de Phase son también
una reflexión en esa misma dirección. Luis Fernando Álvarez Gon-
zález trata la liturgia y la experiencia de Dios en los jóvenes. Koldo
Gutiérrez analiza las celebraciones religiosas con jóvenes. Cristián
Eichin Molina nos acerca al aprendizaje litúrgico con jóvenes. Jorge
Zazo Rodríguez se centra en la experiencia de encuentro a través
de la liturgia con los jóvenes. Juan Javier Flores Arcas comenta el
gusto y la belleza de la liturgia a partir del documento Instrumentum
laboris del Sínodo. Enrique García Ahumada comenta la relación
entre catequesis y liturgia.
Además, Francisco Javier Manterola C. explicará la boda que cele-
bró el papa Francisco en el vuelo Santiago-Iquique el pasado 18 de
enero de 2018 durante su viaje apostólico a Chile y Perú.
José Antonio Goñi
Director de la revista «Phase»

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Núm. 347 – septiembre / octubre – Phase 58 (2018) 389-409

La liturgia y la experiencia de Dios


en los jóvenes
Luis Fernando Álvarez González, sdb

Abstract: The article seeks to Resumen: El artículo se propone


answer to the following ques- responder a la siguiente cues-
tion: What does liturgy add to tión: ¿qué aporta la liturgia
young people? The core of the a los jóvenes? El núcleo de la
reflection is formulated in this reflexión se formula así: la apor-
way: the contribution of the tación de la liturgia es decisiva
liturgy is decisive to grow up in para madurar en la experiencia
the experience of God in youth de Dios en los jóvenes el dina-
the Trinitarian dynamism that mismo trinitario que brota del
springs from the baptism and bautismo y espera ir desarrollán-
expects to be developed over dose a lo largo de la vida entera
the whole life of the followers of de los seguidores del Señor: al
the Lord: To the Father, through Padre, por Jesucristo en el Espí-
Jesus Christ in the Spirit. ritu.
Keywords: Christian Initiation, Palabras clave: fe, iniciación cris-
young people, primacy of God, tiana, jóvenes, primacía de Dios,
Trinity. Trinidad.

Luis Fernando Álvarez González es salesiano presbítero, doctor


en teología litúrgica, profesor ordinario jubilado del Centro
de Estudios Teológicos de Sevilla, del que ha sido director de
2003 a 2012. En la actualidad es delegado para los Salesianos
Cooperadores de la Región Ibérica y delegado nacional para
los Antiguos Alumnos de Don Bosco.

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390 Luis Fernando Álvarez González

T ambién los liturgistas sabemos que «ocuparse de los jóvenes


no es una tarea facultativa para la Iglesia, más bien es una
parte sustancial de su vocación y de su misión en la historia».1 Por
eso, en muchas ocasiones, cuando pensamos en las celebraciones
litúrgicas con jóvenes, intentamos adaptarlas a su vivencia y a su
modo de ver la vida. Nos esforzamos, cuidamos todos los detalles
con esmero y celo pastoral, con ilusión paciente. ¡Los liturgistas
somos pastores!
No creo que la liturgia, tras la reforma del Vaticano II, haya per-
dido su capacidad de introducirnos en el misterio de Dios y hacer
presente entre nosotros la Pascua de Jesús, que es el centro de la
historia de la salvación. Más bien es cierto que hoy los cristianos
vivimos en un mundo muy distinto, que se va desplegando ante
nosotros mientras lo observamos con ojos llenos de asombro. El
Instrumentum laboris del Sínodo sobre los jóvenes señala algunas
de sus características más importantes:
– El cambio de época que estamos viviendo a nivel antropoló-
gico y cultural y que los jóvenes, centinelas y sismógrafos de
todas las épocas, las advierten más que otros como fuente de
nuevas oportunidades y de amenazas inéditas.2
– Algunos analistas hablan de una «metamorfosis» de la con-
dición humana, que plantea enormes desafíos para todos,
especialmente para los jóvenes, en el camino de construcción
de una identidad sólida.3
– El emerger de un nuevo paradigma de religiosidad, descrita
como poco institucionalizada y cada vez más «líquida»,
marcada por una variedad radical de caminos individuales,
incluso entre aquellos que se declaran pertenecientes a la
misma confesión.4

1 Sínodo de los Obispos. XV Asamblea General Ordinaria, Instru-


mentum laboris Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, 1.
2 Ibíd., 51.
3 Ibíd., 51.
4 Ibíd., 63.

Núm. 347 – Phase 58 (2018) 389-409

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La liturgia y la experiencia de Dios en los jóvenes 391

– Muchos jóvenes afirman que están buscando el sentido de la


vida, que siguen los ideales, buscan una espiritualidad y una
propia fe personal, pero solo pocas veces recurren a la Iglesia.5
– Los jóvenes más partícipes de la vida de la Iglesia han expre-
sado su deseo de una liturgia «viva y cercana»,6 que logre
«interceptar su vida cotidiana».7
Aunque no nos resulte agradable es necesario tener muy en cuenta
todo esto, pues «la realidad es más importante que la idea»8 y el
solo hecho de tomar en consideración estos datos de la situación
indica seriedad y se convierte para nosotros en eficaz estímulo
«para reconocerla, interpretarla y elegir caminos nuevos». Por
otra parte, como demuestra claramente la historia de la liturgia,
la Iglesia ha ido respondiendo siempre, con sucesivas reformas
litúrgicas, al reto planteado por las diferentes épocas culturales,
a fin de mantener viva la capacidad de la liturgia de introducir a
los creyentes de cada época en el misterio mismo de Dios para que
tomen parte en él.
Sin embargo, la liturgia, –por medio de la cual se ejerce la obra de
nuestra salvación–, tal y como es, aporta a los jóvenes elementos
que, sin necesidad de adaptación, les son válidos en su situación
concreta, y responden bien a sus necesidades espirituales, a su
modo de pensar y a su estilo de celebrar. Esto conviene ponderarlo
como se debe.
Mi propósito en estas páginas es tratar de presentar dichos elemen-
tos, que se podría decir que son como las claves de acceso a Dios, que
la liturgia cristiana en sí ofrece a los jóvenes de hoy que quieren
saciar su sed de Dios y las demás necesidades espirituales. Esas
claves de acceso a Dios y a la celebración del misterio cristiano
son en realidad el núcleo esencial de la iniciación cristiana y lo
que distingue y define la novedad del culto cristiano. Lo que, por

5 Íd.
6 Ibíd., 69.
7 Ibíd., 29.
8 Cf. Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 231-233.

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392 Luis Fernando Álvarez González

tanto, más puede ayudar a los jóvenes en su trato con Dios a la


manera de Jesús y con él, por él y en él.

1. Liturgia, la primacía de Dios


La primera es la clave de la autenticidad en la relación personal con
Dios. El secreto está en la relación. Ante Dios no nos podemos
esconder detrás de nuestras prácticas rituales. Hemos sido creados
como seres capaces de Dios; es decir, diestros para reconocer su
huella en nuestra historia y para relacionarnos con él, como un
hijo con su padre. La fe es siempre relación, diálogo, confianza:
un acto personal que nos adhiere a una persona determinada.
Algunos la comparan con la amistad, que nos trasforma por amor
a la persona amiga.
Para el papa Benedicto el núcleo de la fe es el amor:
Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano
la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano
por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la
vida y, con ello, una orientación decisiva.9
Pues bien, tanto la oración como la liturgia, que son las manifes-
taciones más típicas del culto cristiano son esencialmente una
relación interpersonal seria con Dios, fundamentada sólidamente
en el amor. Sin él, la oración y la liturgia del cristiano serán «como
una campana que resuena o un platillo que retiñe» (1Cor 13,1).
Tener claro y mantener firme este principio ayudará mucho a los
jóvenes a rezar de corazón y a celebrar una liturgia viva y que les
cambie la vida. El comportamiento ritual –generando lo que signi-
fica– suscita la lealtad y la sinceridad del que celebra ante Dios. Lo
contrario no es verdadero rito, sino fariseísmo o ritualismo vacío.
La segunda es la clave de la primacía absoluta de Dios, el totalmente
Otro. El Deus semper maior a quien no podemos manipular. Dios es
Dios. Para los jóvenes, que son grandes buscadores de sentido y, en

9 Benedicto XVI, Carta encíclica Deus caritas est 1.

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La liturgia y la experiencia de Dios en los jóvenes 393

general, se declaran abiertos a la espiritualidad,10 la cuestión más


importante es el tema de Dios: quién es Dios, qué significa para mi
vida y cómo puedo relacionarme con él. Eso es decisivo para todo
joven, porque cuando la mirada hacia Dios no es lo determinante
en la vida, todo lo demás pierde su orientación.11 Solo Dios basta.
Pues bien, la liturgia cristiana aporta al joven la oportunidad de una
experiencia única, vivida en comunidad, en la que Dios es lo primero
y lo último, en la que aprende la forma correcta de relacionarse con
él (adoración) y en la que acepta libremente el proyecto de Dios en
su historia. En la escuela de la liturgia el joven comprenderá que
no puede haber liturgia si Dios no es lo primero en su existencia;
y que no puede haber fe en Dios que no le transforme la vida. El
Dios-siempre-mayor-que-nosotros llevará al joven a descentrarse
de sí mismo, para «salir del propio amor, querer e interés»12 y con-
virtiéndolo en un-hombre-para-los-demás a la medida de Jesús.
Para los jóvenes buscadores de Dios y para todos los que anhelan
«ver su rostro» la liturgia es como una brújula preciosa y precisa que
señala el camino hacia el Señor, que siempre nos sale al encuentro.13
Y nos hace partícipes de su vida.

10 Cf. Instrumentum laboris Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, 7.


11 J. Ratzinger, Obras completas. XI. Teología de la liturgia. La fundamentación
sacramental de la existencia cristiana (BAC maior 100), Madrid: BAC 2012, XIII.
12 Cf. San Ignacio de Loyola, Libro de los Ejercicios, 189.
13 Sobre esta cuestión me gustaría traer a colación estos dos ejemplos. El
primero es una antigua leyenda sobre el origen del cristianismo en Rusia.
Cuenta que el príncipe Vladimiro de Kiev (978-1015), que andaba buscando
la religión verdadera para instaurarla en su reino, había enviado emisarios
por el mundo entonces conocido para ver cómo eran las celebraciones del
islam, del judaísmo y de la Iglesia de Roma. Cuando volvieron los mensajeros
que había enviado a Bizancio y narraron entusiasmados la solemne liturgia
en la que habían tomado parte en la Iglesia de Santa Sofía en Constantinopla,
pudo madurar el príncipe Vladimiro su decisión sobre la religión verdadera:
Rusia abrazó el cristianismo de Oriente. ¿Qué le refirieron al soberano aque-
llos embajadores? «Nos condujeron –explicaron– al lugar donde celebran
la liturgia a su Dios... No sabríamos decir si en aquel momento, durante la
celebración, estábamos en el cielo o en la tierra... pero ciertamente pudimos
experimentar claramente que allí Dios habita entre los hombres». Es decir, lo
que convenció definitivamente a los enviados del príncipe ruso, y al mismo

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394 Luis Fernando Álvarez González

2. El dinamismo trinitario de la fe en la liturgia


Es la clave trinitaria. «La fe de todos los cristianos se cimienta en la
Santísima Trinidad».14 El Padre bueno y misericordioso está siempre

Vladimiro, fue encontrarse frente a frente con el misterio de Dios que llenaba
completamente aquella liturgia.
El segundo ejemplo lo tomo de la película De dioses y hombres de Xavier
Beauvois (Francia 2010), que narra el martirio, en 1996, de los monjes de
Tibhirine (Argelia). Impresiona la insistencia del director en la importancia
preponderante que tienen en la vida de los monjes los momentos litúrgicos y
los de discernimiento de la comunidad, que madura la evangélica y valiente
decisión de permanecer entre el pueblo a pesar de la persecución. La película
se abre precisamente con el toque de la pequeña campana del monasterio, que
llama a la oración; y la pronta y fiel respuesta de los monjes, encaminándose
al alba en silencio hacia la humilde capilla, para iniciar la jornada poniendo
a Dios, como cada día, en el eje de su historia. El sobrio ritual trapense trans-
forma súbitamente, a la señal del superior, el aspecto exterior de la comuni-
dad monacal, que se pone en pie, se ordena, se inclina profundamente y se
dispone ante su Señor con suma reverencia para ofrecerle el sacrificium laudis
de su oración pura y sincera; el homenaje filial y afectuoso de la adoración. En
sucesivas ocasiones la cámara vuelve nuevamente a aquella capilla, para dejar
constancia de las distintas horas del Oficio divino o de la oración personal. O
amenazadoramente sobrevolada por un helicóptero del ejército mientras los
ocho monjes reunidos en oración, atemorizados, se abrazan y cantan cada vez
más fuerte como si quisieran acallar con sus voces el ruido ensordecedor de
los motores del helicóptero. ¿Es quizás un modo cinematográfico de expresar
que en la liturgia «el acontecimiento de la Cruz y de la Resurrección de Cristo
permanece y atrae todo hacia la vida?»
Estos dos ejemplos subrayan ante todo cómo debe ser nuestra relación con
Dios, nuestra adoración, nuestra respuesta personal. En fin, nuestra liturgia.
Y también aclaran que no es solamente nuestro modo de vivir lo que testi-
monia que Dios existe y su amor puede llenar nuestra vida, sino también y
especialmente nuestro modo de estar ante Dios y de relacionarnos con él,
o sea, nuestro estilo de rezar y celebrar la liturgia de la Iglesia. Dime cómo
celebras y yo te diré qué cristiano eres.
En ambos ejemplos la belleza y la autenticidad de la liturgia cristiana mues-
tran la primacía de Dios. En el primer caso es la belleza del arte convertido
en alabanza y la nobleza y dignidad de los ritos los que manifiestan la gloria
de Dios. En el segundo caso la belleza aparece en la vida de los mártires
entregada por amor a Jesucristo, el amigo, el hermano y el Señor, que ha sido
el amor de sus vidas.
14 Catecismo de la Iglesia Católica, 232.

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La liturgia y la experiencia de Dios en los jóvenes 395

en el origen y en el fin de nuestra ofrenda existencial (= liturgia).


El Señor Jesús, Palabra última y definitiva de Dios, con su amor
personal de hermano y su llamada por nuestro propio nombre,
suscita y sostiene continuamente nuestra respuesta personal a su
alianza (= oración). El Espíritu Santo nos conduce, con su luz y con
su fuerza, hasta la ofrenda filial plena de todo nuestro ser, sin límites
ni reservas (= culto existencial). Comprendemos así, sobrecogidos,
el dinamismo interior de nuestra consagración cristiana: hacer de
nuestra existencia entera una liturgia viva y continuada en el seno de
la comunión de la Trinidad, la liturgia de la vida, el culto existencial.15
Es también la clave cristocéntrica. Sin Cristo no puede haber liturgia
ni oración cristianas. Él está presente en la celebración litúrgica y
asocia a su esposa la Iglesia. En la vida de los discípulos y segui-
dores de Jesús todo comienza con el Bautismo, que, a través de la
inmersión en la fuente bautismal, sumerge al bautizado en la vida
de la Trinidad, de la que participa como verdadero hijo de Dios.
Y realiza una consagración que lo transforma en persona ofrecida
enteramente a Dios. Ese día el cristiano comienza una vida nueva
calcada íntegramente de la vida de Jesucristo. Y esa novedad de
vida es también el alma de su oración y de su liturgia.
En nuestra vida de cristianos la relación personal entre Dios, que
nos toma enteramente para sí, y nosotros, que nos sentimos su
propiedad personal, es muy especial. Esta relación, que nosotros
hemos descubierto perfectamente realizada en Jesús de Nazaret,
con respecto al Padre, bajo la forma de la obediencia filial (cf. Flp
2,6-11), caracteriza absolutamente todo en nuestra vida. Y natu-
ralmente también nuestro modo de orar y de celebrar la liturgia.
En efecto, la oración y el culto, que son fenómenos humanos uni-
versales, adquieren en la vida cristiana un valor absolutamente
nuevo. Nuestra oración –esa verdadera «liturgia del corazón»– y
nuestra liturgia –celebrada en ciertos momentos pero para ser
vivida de continuo– las hacemos siempre por Cristo, con Cristo y
en Cristo. Eso quiere decir que nuestra oración y nuestra liturgia las

15 Se trata de adorar a Dios en la existencia cotidiana más concreta, hecha


de visibilidad relacional y perceptible.

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396 Luis Fernando Álvarez González

hacemos verdaderamente nosotros, como miembros de la Iglesia,


pero por Cristo, con Cristo y en Cristo. O sea, que nuestra oración y
nuestra liturgia esencialmente son una participación en la oración
y la liturgia del Resucitado. O, para decirlo con otras palabras, la
nuestra es una oración y una liturgia que vivimos en el interior de
esa intimidad con el Dios Trinidad en la que nos sumergimos de
por vida en el momento de nuestro bautismo y de nuestra confir-
mación; y reiteramos a lo largo de toda nuestra existencia cristiana
en cada celebración de la Eucaristía.
Esto proporciona a los jóvenes una gran seguridad; comprueban,
en efecto, que cuanto se descubre en el evangelio sobre cómo oraba
Jesús, qué pensaba del culto «en Espíritu y en verdad» (Jn 4,23),
y cómo en su persona culto y vida formaban parte de una misma
realidad, lo pueden ver reflejado en la oración y la liturgia de la Igle-
sia. Y por otra parte sentirán cómo, a pesar de nuestras flaquezas y
debilidades, nuestra oración y nuestra liturgia agradarán siempre
al Padre bueno, porque están apoyadas y sostenidas firmemente
en aquél que intercede por nosotros ante él.

3. El Dios que nos habla nos enseña a hablar con él


Es la clave bíblica. ¿Qué hace la asamblea en la celebración? Lo pri-
mero de todo escuchar a Dios. En la Biblia hebrea la palabra Qahal sig-
nifica la reunión del pueblo para escuchar la Palabra de Dios. De ella
proviene el vocablo español Iglesia. Dios nos habla como un amigo
habla a su amigo: con palabras y gestos. Lo mismo en la celebración.
Esto es así porque el plan de la salvación se ha llevado a cabo en la
historia por medio de gestos y palabras inseparablemente unidos.
Por eso, en la celebración la importancia de la Palabra es sumamente
grande: sostiene el diálogo de Dios con su pueblo, recuerda y explica
el acontecimiento celebrado, indica lo que Dios desea de nosotros.
Es el primer elemento de la estructura de la celebración.
Es decir, la Iglesia es, por naturaleza, el grupo de personas que
acogen la Palabra:16 la «casa de la Palabra»17 o «ámbito privilegiado

16 Cf. Benedicto XVI, Exhortación apostólica Verbum Domini, 50.


17 Cf. Ibíd., 52.

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La liturgia y la experiencia de Dios en los jóvenes 397

en el que Dios nos habla en nuestra vida, habla hoy a su pueblo, que
escucha y responde».18 En la liturgia toda la existencia del hombre
se convierte en un diálogo con Dios que habla, escucha y responde
a las preguntas más preocupantes de las personas (y los jóvenes):19
«Dios, que habló en otros tiempos, sigue conversando siempre con
la esposa de su Hijo amado; y el Espíritu Santo, por quien la voz
viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo,
va introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite
en ellos intensamente la palabra de Cristo (cf. Col 3,16)».20 En la
Palabra de Dios proclamada y escuchada, y en los sacramentos,
Jesús dice hoy, aquí y ahora, a cada uno: «Yo soy tuyo, me entrego
a ti», para que el hombre pueda recibir y responder, y decir a su
vez: «Yo soy tuyo».21
Por eso «la importancia de la Palabra de Dios en la liturgia es
máxima. En efecto, de ella se toman las lecturas que se explican
en la homilía, y los salmos que se cantan; las preces, oraciones y
cantos litúrgicos están impregnados de su aliento y su inspiración;
de ella reciben su significado las acciones y los signos».22

18 Íd.
19 «En este diálogo con Dios nos comprendemos a nosotros mismos y
encontramos respuesta a las cuestiones más profundas que anidan en nues-
tro corazón. La Palabra de Dios, en efecto, no se contrapone al hombre, ni
acalla sus deseos auténticos, sino que más bien los ilumina, purificándolos
y perfeccionándolos. Qué importante es descubrir en la actualidad que solo
Dios responde a la sed que hay en el corazón de todo ser humano. En nuestra
época se ha difundido lamentablemente, sobre todo en Occidente, la idea de
que Dios es extraño a la vida y a los problemas del hombre y, más aún, de que
su presencia puede ser incluso una amenaza para su autonomía. En realidad,
toda la economía de la salvación nos muestra que Dios habla e interviene en la
historia en favor del hombre y de su salvación integral. Por tanto, es decisivo
desde el punto de vista pastoral mostrar la capacidad que tiene la Palabra
de Dios para dialogar con los problemas que el hombre ha de afrontar en la
vida cotidiana» (Benedicto XVI, Exhortación apostólica postsinodal Verbum
Domini 23)
20 Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución dogmática Dei Verbum, 8.
21 Cf. Sínodo de los Obispos. XII Asamblea General Ordinaria, Relatio
post disceptationem, 10.
22 Cf. Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución Sacrosanctum
Concilium 24.

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398 Luis Fernando Álvarez González

En este importantísimo tema de la Palabra de Dios es muy necesa-


rio cuidar con mucho esmero y celo pastoral la formación bíblica
de los jóvenes y preparar con gran rigor y seriedad las homilías.
Conozco parejas que se recorren las parroquias de su ciudad a la
búsqueda de algún cura que diga una homilía decente.23

4. La liturgia no es mía o tuya: es de la Iglesia


Es la clave eclesiocéntrica. Interesa mucho no olvidar que la cele-
bración del bautismo nos injerta en una comunidad cristiana, en
la Iglesia. Por eso, cada nuevo cristiano pone su persona y sus
cualidades al servicio de la vida y de la acción común de la Iglesia,
porque sabe que el compromiso con su Dios es inseparable del
compromiso con su comunidad, «lugar teologal donde puede
experimentarse la presencia mística del resucitado», espacio de
vida en común «que no nace de voluntad humana, sino que es
fruto de la Pascua del Señor». El nuevo cristiano es muy consciente
de que la invitación que le hace su Señor a franquear el pórtico
del misterio trinitario solo es posible en la comunión de una vida
compartida y en un proyecto apostólico común; en el seno de una
comunidad que es, a la vez, celebrante y orante; consagrada al
Señor y enviada al mundo.
Pero es preciso tomar en consideración que
en muchas ocasiones, los jóvenes tienen dificultad para encontrar un
espacio en la Iglesia en el que puedan participar y ser protagonistas.
Los jóvenes, a partir de sus experiencias, perciben una Iglesia que
los considera demasiado jóvenes e inexpertos para liderar o tomar
decisiones, ya que se piensa que solo cometen errores.24
Por último, en la liturgia de la Iglesia el joven se ve necesitado de
aceptar un lenguaje y un estilo que no es el suyo, para dirigirse a
Dios. Eso le resulta difícil pues «la variedad es la característica
que mejor expresa la relación de los jóvenes con la fe y la práctica

23 Con respecto al lenguaje y a la calidad de las homilías, una Conferencia


Episcopal pone en evidencia que «los jóvenes sienten una falta de sintonía con la
Iglesia» (Instrumentum laboris Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, 187).
24 Sínodo de los Obispos. XV Asamblea General Ordinaria, Reunión
pre-sinodal (10-14 de marzo 2018), 7.

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La liturgia y la experiencia de Dios en los jóvenes 399

religiosa y en la misma relación con la figura de Jesús».25 Pero el


lenguaje simbólico celebrativo de la Iglesia le ayuda a adquirir un
sentido de pertenencia cada vez mayor y le permite expresarse
en un «idioma común» con otros jóvenes cristianos y con toda la
Iglesia. Y, en suma, una iniciación cristiana bien llevada cabo está
orientada a superar estas dificultades.

5. La celebración, fiesta de la liturgia


Es la clave sacramental. La conciencia de ser el fruto sazonado de
la Pascua de su Señor impulsa a la comunidad cristiana a celebrar
la liturgia como una fiesta sin fin y el eje de su historia. La liturgia
no coincide exactamente con la celebración, no se agota en ella;
porque la liturgia, en cuanto culto existencial, ocupa toda nues-
tra existencia y la celebración es el momento en que esa actitud
existencial se hace acto simbólico, ritual, fiesta de la Iglesia, y, a
la vez, sobreviene la presencia del misterio de Cristo. Pero eso sí,
la liturgia no puede sobrevivir sin la celebración, porque esta la
sostiene en su ser y porque, además «la liturgia se hace nuestra
cuando la celebramos».26
La teología litúrgica lo explica muy bien mediante la categoría
del memorial: la presencia-actualización del misterio de Cristo en
la acción simbólica ritual. En el memorial interviene la oración de
la Iglesia, la epíclesis, que produce una representación del miste-
rio salvador, o sea, una nueva presencia de su eficacia redentora.
Es así como la celebración de la liturgia llega a ser el núcleo de la
fiesta cristiana; y causa y manifestación de la Iglesia. Esto, que
se afirma de toda celebración litúrgica, se cumple sobre todo en
la celebración de la Eucaristía, acto central de cada día para toda
comunidad cristiana, que lo celebra como una fiesta en una liturgia
viva. Notar que no se está hablando aquí de una devoción o de
una práctica piadosa. La liturgia es infinitamente más. La impor-
tancia de la celebración de la liturgia para la comunidad eclesial

25 Instrumentum laboris Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, 29.


26 J. Corbon, Liturgia Fundamental. Misterio – Celebración – Vida (Libros
Palabra 37), Madrid: Palabra 2001, 119.

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400 Luis Fernando Álvarez González

es absolutamente decisiva: la constituye, la reúne, la renueva, la


fecunda pastoralmente. La hace.
Por eso, una liturgia bien celebrada y vivida como una intensa
experiencia espiritual por una comunidad –que se siente convocada
por quien es realmente su único Señor–, hace visible y transparente
la presencia de Dios con una fuerza y una energía incomparables.
Una liturgia así es además necesariamente hermosa, puesto que la
celebración del misterio de Cristo es el lugar propio de la epifanía
de la belleza. El momento en que Dios recrea al hombre y le hace
partícipe de su misterio y de su vida devolviéndole su belleza origi-
nal. Es ciertamente entonces cuando la comunidad cristiana –que
manifiesta de un modo típico y bello en el momento litúrgico la
primacía de Dios sobre toda su vida–, llega a ser profecía de Dios
especialmente para los jóvenes. El modo de celebrar, justamente, dice
mucho de la calidad de vida de una comunidad cristiana. «Decidme
cómo celebráis, cómo oráis y os diré qué tipo de creyentes sois». Si
los momentos de oración comunitaria se viven en un ambiente de
fuerte carga espiritual, esa comunidad podrá llegar fácilmente a ser
una escuela viva de oración para «ayudar a los jóvenes a introducirse
e iniciarse en una verdadera y profunda vida de oración».
Pero la liturgia no se reduce a la celebración: esta es solo un
momento para que «el que tenga sed y quiera, que venga a beber
de balde el agua viva» (Ap 22,17). Además de la celebración de la
liturgia está la oración, verdadera liturgia del corazón.

6. La oración, liturgia del corazón


Sin vida de oración no puede haber liturgia celebrada ni liturgia
vivida. Estamos, por tanto, ante la clave de la espiritualidad litúrgica,
cuyo centro es la vida de oración u oración de la vida.
El Señor Jesús, que nos ama y nos llama a seguirle más de cerca,
nos da a beber el Espíritu Santo en los manantiales de la oración.27
En realidad, la comunidad cristiana que busca de verdad orar
nunca olvida que el Espíritu Santo es el verdadero pedagogo de la

27 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2652.

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La liturgia y la experiencia de Dios en los jóvenes 401

oración común, como también es el mistagogo de la celebración


de la liturgia. Para comprender mejor el trabajo común entre el
Espíritu Santo y la comunidad en el momento de la oración, será
bueno recordar que, en la liturgia celebrada, la sinergia del Espíritu
Santo y de la Iglesia se vive sobre todo en el momento de la epíclesis
en la Eucaristía. Se trata del momento de la máxima densidad del
silencio de la Iglesia y de la fuerza del Espíritu: la epíclesis es oración
pura. O sea, al más pobre ofrecimiento de nuestra fe responde el
don del Espíritu Santo y se hace el cuerpo de Cristo. Pues bien,
la oración de nuestra comunidad, aunque pobre y limitada, en
cuanto liturgia del corazón actualiza y prolonga continuamente
en la vida esta maravilla de Dios cumplida en la celebración. Es
aquí donde el sacerdocio común de los bautizados se vive más
intensamente y antes que nada: sobre el altar de nuestro corazón,
que es nuestra oración.
Si la oración es, sobre todo, un don, podemos y debemos pedirlo
humildemente. En primer lugar porque, como todas las personas,
el cristiano es un mendigo de Dios,28 que no sabe pedir siquiera lo
que le conviene (cf. Rom 8,26). Y además porque la oración es el
encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre.
Dios mismo reúne la comunidad cristiana y la mantiene unida con
su invitación, su Palabra y su amor. Cuando ora, la comunidad
cristiana responde a esa invitación, y reaviva la conciencia de su
relación íntima y vital con Dios y de su misión de salvación entre
los hombres. Los jóvenes, en efecto, desean aprender a orar y
encuentran en la liturgia la mejor escuela de una oración por Cristo,
en Cristo y con Cristo. Ya se ha visto más arriba que el dinamismo
interno de nuestra consagración bautismal es hacer de toda nues-
tra existencia una liturgia viva. Esta comienza en nosotros con la
acogida del don de la oración, que «procede del “amor loco” de
Dios que nos busca, nos desea y quiere que nosotros vivamos».29
En efecto, el misterio de la liturgia «exige que los fieles crean en él,
lo celebren y vivan de él en una relación viviente y personal con

28 Cf. Ibíd., 2559.


29 Corbon, Liturgia y oración, 223.

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402 Luis Fernando Álvarez González

Dios vivo y verdadero. Esta relación es la oración»,30 la vida del


corazón nuevo.31

7. El simbolismo sacramental de la liturgia


Es la clave simbólica-sacramental. La reforma conciliar ha establecido en
la Constitución de Liturgia los principios fundamentales y las normas
prácticas de la renovación litúrgica y ha puesto en nuestras manos los
nuevos libros litúrgicos. Pero para hacer la liturgia que Dios quiere
se necesita además el arte de celebrar. Este arte –que debe poseer no
solo quien preside la celebración sino la comunidad entera– es la
llave maestra para que los jóvenes entren en el misterio de la liturgia.
Sin embargo «nuestro mundo vive una crisis de lo sacramental
tan severa y aguda como pocas veces antes había tenido que supe-
rar. Porque la idea de sacramento presupone una comprensión
simbólica del mundo, pero la comprensión actual del mundo es
funcional, ve las cosas solo como cosas, en función del trabajo y del
rendimiento humano».32
Eso explica que aunque sepamos que el esplendor de la vida nueva
nace de la Pascua de Jesús, a veces, ese manantial de agua viva se
vuelve una cisterna agrietada (cf. Jr 2,13), seca y sin agua. Entonces
hay cristianos que dicen: «La celebración no me dice ya nada, no
transmite nada, no se entiende…». Ese es el momento de los mis-
tagogos, que ayudan a redescubrir en el interior de la celebración
toda su novedad. El Catecismo de la Iglesia Católica propone un
método sencillo y seguro: llegar hasta el centro de la celebración
por la senda de lo que se ve, se oye, se toca, se huele y se gusta. O
sea, por el camino de los sentidos, iluminados por la fe, verdadera
puerta de acceso al misterio que late en la celebración.
Por eso, ayudar a participar a los jóvenes en la liturgia consistirá
principalmente en agudizar los sentidos espirituales del joven,

30 Catecismo de la Iglesia Católica, 2558.


31 Cf. Ibíd., 2562.
32 Ratzinger, Obras completas. XI. Teología de la liturgia, 140.

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La liturgia y la experiencia de Dios en los jóvenes 403

porque son esos sentidos del corazón33 la verdadera puerta de


acceso al misterio de la liturgia celebrada.
El arte de celebrar consiste, en sus líneas esenciales, en disponer y
preparar la celebración de modo que en la acción celebrativa –sin
preocuparse por tener que responder a la pregunta sobre qué signi-
fica esta liturgia– realmente se vea, se escuche, se sienta el perfume,
se toque con las manos y se guste y saboree el misterio de Cristo. Se
trata de iluminar los sentidos con la luz de la fe.

7.1. Ver
«Yo era ciego y ahora veo» (Jn 9,25).
La celebración se ve; pero es necesario aprender a ver la liturgia con
ojos nuevos: El sentido de la vista juega en la celebración de la

33 En el himno Veni, Creator Spiritus, suplicamos: Accende lumen sensibus.


«La sabiduría del antiguo himno al Espíritu Santo no deja ninguna duda
acerca de la plena inserción de los sentidos en la experiencia litúrgica de la fe.
El Espíritu Santo, que actúa en la liturgia, no apaga los sentidos del cuerpo:
los enciende. Los sentidos espirituales, sobre los que ha investigado tanto la
tradición cristiana, no son una alternativa a los sentidos materiales, sino la
afinación de esos mismos sentidos, iluminados por la luz del Espíritu Santo»
(P. Tomatis, Accende lumen sensibus. La liturgia e i sensi del corpo [Bibliotheca
Ephemerides Liturgicae. Subsidia 153], Roma: CLV 2010, 18).
Es el Espíritu Santo quien abre nuestros sentidos a la luz de la fe para percibir
en la Liturgia la presencia del misterio. Me parece muy importante observar
sobre este punto el rito de la signación de los sentidos que se propone en el
Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos. Rito que ha de ser entendido como
una verdadera apertura de los sentidos corporales del catecúmeno al misterio
de la liturgia. De este modo se convierten en los sentidos del corazón: «Recibid
la señal de la cruz, para que oigáis la voz del Señor. Recibid la señal de la cruz
en los ojos, para que veáis la claridad de Dios. Recibid la señal de la cruz en
la boca, para que respondáis a la Palabra de Dios. Recibid la señal de la cruz
en el pecho, para que Cristo habite por la fe en vuestros corazones. Recibid
la señal de la cruz en la espalda, para que llevéis el suave yugo de Cristo». Es
curioso comprobar cómo el Ritual de la Unción de Enfermos de Trento proponía
también una signación, acompañada de una unción con el óleo de enfermos,
en cada uno de los sentidos: «Por esta santa unción y por su piadosísima
misericordia te perdone el Señor cuanto hubieres pecado con los ojos… Con
los oídos… Con el olfato… Con el gusto y la conversación… Con el tacto…
Con los pies. Amén». Así se santifican los sentidos al inicio de la vida, para
participar en la liturgia terrestre y al final de nuestra peregrinación en este
mundo para tomar parte en la liturgia celestial.

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404 Luis Fernando Álvarez González

liturgia un papel muy importante. Como decía el antiguo adagio


per visibilia ad invisibilia: el misterio de Dios invisible se nos hace
patente en lo que ven nuestros ojos en la celebración. Y lo que ven
nuestros ojos nos debe conducir a la fe en el Señor presente en la
celebración. San León Magno afirmaba sin tapujos: «lo que era
visible del Señor pasó a los sacramentos». Eso quiere decir que lo
primero es ver, después, en un segundo momento, entender. Más
aún, si el significado de lo que se ve no nos entra por los ojos no
lo entenderemos del todo bien. Se ven: los signos sacramentales,
el orden de los ministros, los gestos del presidente, la asamblea
reunida, las luces, el ambón, el pan y el vino dispuestos sobre el
altar, la sede del presidente, la cruz, los colores de las vestiduras
y de las flores, el humo del incienso, el adorno del presbiterio, el
lector que proclama la Palabra, las procesiones y las posturas de
los fieles… Vemos, en fin, el misterio de Dios y de ahí pasamos a
su contemplación, a la adoración y a la comunión… y después a
la vida de cada día.
El recordado profesor José Aldazábal hablaba de la mirada del
presidente34 en la celebración, que hace presente la de Cristo.
También hay que referirse a la mirada de los jóvenes de hoy, que
buscan el rostro del resucitado bajo el velo de los signos. O a la
mirada orante y suplicante que expresa la fe y la adoración de
la asamblea cuando en la Eucaristía se presentan el cuerpo y la
sangre del Señor,35 o se elevan para que puedan ser vistos con
los ojos de la fe al final de la plegaria eucarística.36 O la mirada
del pueblo a la cruz en la celebración de la pasión del Viernes
Santo, después que el presidente canta por tres veces: «Mirad el
árbol de la cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo.
Venid a adorarla».
Interesa además descubrir que la mirada del creyente en la litur-
gia es también la mirada de la liturgia sobre el creyente y sobre el
mundo. La liturgia posee un punto de vista, un ángulo de visión

34 J. Aldazábal, Gestos y símbolos (Dossiers CPL 40), Barcelona: CPL 2003, 50.
35 Cf. Ordenación General del Misal Romano, 150.
36 Cf. Ibíd., 151.

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La liturgia y la experiencia de Dios en los jóvenes 405

particular: contiene la mirada misma de Dios sobre nosotros y


sobre el mundo.37 Por eso, además de mirar nosotros durante la
celebración, debemos dejarnos mirar por la liturgia, por Dios.

7.2. Escuchar
«Habla, Señor, que tu siervo escucha» (1Sam 3,10).
La celebración nos habla; pero hay que aprender a hacer silencio y a escu-
char en la liturgia: «¡Escucha, Israel!» (Dt 5,1). La asamblea litúrgica
es fundamentalmente una comunidad que escucha, sobre todo
porque es de la escucha de la Palabra de donde brota la fe y sobre
la que se sostiene el diálogo de Dios con su pueblo. A partir de ahí,
la comunidad cristiana se edifica y va creciendo por la escucha de
la Palabra:38 así se va formando la Ecclesia audiens cuyo miembro
más excelente es María, la Madre del Verbo. Si la Palabra no se
oye, porque el micro no funciona o el lector no lo hace bien, no
tendremos Ecclesia audiens.
Pero en la liturgia también es necesario escuchar a la Ecclesia orans,
que pronuncia en nombre de Jesucristo palabras eficaces tales como
las fórmulas sacramentales: «Yo te bautizo», «Yo te absuelvo»,
«Esto es mi cuerpo, este es el cáliz de mi sangre», «Recibe por esta
señal el sello del Espíritu Santo»… ¡Estas palabras significan para
nosotros algo existencialmente decisivo!
Y también es necesario escuchar, para hacerlas nuestras y rubricar-
las con el Amen final, las oraciones del presidente, bien entonadas,
pronunciadas con sentido y unción, especialmente la plegaria
eucarística. No olvidemos que ello forma parte del ejercicio de
nuestro sacerdocio bautismal.
Y escuchar con humildad la homilía, sentida, fraterna, amigable: el
pan de la Palabra partido y distribuido por el ministro a la asam-
blea, para que todos tengan vida.

37 ¡Cuántas veces las oraciones insisten: «Mira a tu pueblo», «mira nuestra


aflicción», «dirige tu mirada sobre estos dones», etc.!
38 Ordo Lectionum Missae, 7.

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406 Luis Fernando Álvarez González

Hay que decir necesariamente una palabra sobre el canto. La


liturgia nos educa a percibir en la belleza de la música y del canto
la gloria y el esplendor de Dios; y a descubrir cómo en el canto
expresamos la comunión con Dios y con los hermanos. Paul Clau-
del (1868-1955) se convirtió escuchando el canto de vísperas en la
Catedral de París (1886). San Juan Bosco daba una importancia
extraordinaria a la música y al canto en la liturgia para abrir el
corazón de los jóvenes a la presencia de Dios.
En la liturgia, finalmente, se oye también el silencio: habitado por la
presencia del Dios inefable, espacio para la interiorización personal,
para la oración, para la escucha, para habitar la celebración en sus
adentros. En realidad, el silencio llena la celebración con igual vigor
que la Palabra y el canto. Romano Guardini no dudaba en afirmar
que la vida litúrgica comienza con el aprendizaje del silencio. Sin él
toda la celebración está vacía; más aún, la fuerza de la Palabra está
en proporción directa con el silencio en que ha sido engendrada.
Donde no hay silencio no hay oración.

7.3. Oler
«Somos el incienso que Cristo ofrece a Dios» (2Cor 2,15).
La celebración expande su perfume a toda la Asamblea; pero hay que
aprender a percibir en la liturgia el buen olor de Cristo: el código
olfativo envuelve toda la celebración. En la liturgia el perfume
–del aceite, del crisma perfumado, del incienso, de las flores,
de las velas encendidas−, que posee una poderosa capacidad
de atracción, distrae o desvía la atención sobre el cuerpo de los
creyentes para concentrar todo el interés de la asamblea sobre
la presencia del cuerpo del Señor. Quedamos envueltos, como
en una nube, por la presencia graciosa de la Trinidad, que nos
hace a cada uno y a toda la asamblea, verdadero cuerpo de
Cristo, «el incienso que Cristo ofrece a Dios». Así la belleza de
los aromas, que nos acerca al cielo, nos ayuda a percibir en la
liturgia la presencia de Dios.

7.4. Tocar
«¿Quién me ha tocado?» (Mc 5,31).

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La liturgia y la experiencia de Dios en los jóvenes 407

El Espíritu toca en la celebración el arpa de nuestro ser con las cuerdas


de la sensibilidad; pero hay que aprender a dejarse afinar humildemente
por la liturgia: Tocar a Dios y dejarse tocar por él. «Si logro tocar
aunque solo sea sus vestidos, quedaré curada» (Mc 5,28). «Acerca
tu dedo y comprueba mis manos; acerca tu mano y métela en mi
costado. Y no seas incrédulo, sino creyente» (Jn 20, 27). En todas
las celebraciones litúrgicas somos tocados por la gracia:
En el bautismo tocamos la frente de los niños para signarlos, ungi-
mos su pecho y su cabeza, los sumergimos en el agua, imponemos
la mano sobre su cabeza, tocamos con el dedo sus oídos y la boca.
En la confirmación se hace la imposición de manos, la unción
y la signación con el crisma perfumado en la frente, el padrino
coloca su mano derecha sobre el hombro del confirmando. En
la Eucaristía el ministro besa el altar y el evangeliario, todos son
invitados a comer el cuerpo del Señor y a beber su sangre y quien
quiere recibe el pan en su propia mano. Antes de la comunión los
fieles intercambian la paz del Señor con un abrazo o estrechando
las manos. En la penitencia hay imposición de manos sobre la
cabeza del penitente. En la unción de enfermos se ungen la frente
y las manos del enfermo con óleo. En la ordenación se ungen las
manos con el crisma, se entregan los signos propios de cada orden,
se imponen las manos sobre la cabeza durante la oración de con-
sagración. En el matrimonio los esposos se dan el consentimiento
mutuo mientras se toman el uno al otro entre las manos, imponen
el uno al otro la alianza y se dan el beso de paz.

7.5. Gustar
«Tomad, comed: esto es mi cuerpo… Bebed todos, porque esta es
mi sangre» (Mt 26,26-27).
En la celebración se come y se bebe; pero hay que aprender a acoger al
Señor y entrar en comunión plena con él en la liturgia: comer pan con
otros y beber vino con otros ha sido asumido por Jesucristo como
signo eficaz para expresar la donación total de su vida y realizar
la unidad de todos los miembros de cuerpo. La Iglesia ha vuelto a
recuperar toda la autenticidad de estos signos y prefiere la comu-
nión con el pan y con el vino.

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408 Luis Fernando Álvarez González

8. Para concluir
1. Estas claves de acceso a la celebración del misterio cristiano,
como se ve, constituyen en realidad una preparación idén-
tica a la de la iniciación cristiana con todo lo que esta aporta
a las necesidades espirituales y religiosas de los jóvenes hoy.
Es sobre todo mistagogia (catequesis litúrgica), que procede
de lo visible a lo invisible, del signo a lo que significa, de los
sacramentos al misterio de Cristo celebrado.
2. En la mistagogia es fundamental valorar mucho la calidad
de la celebración: celebraciones que evangelicen, susciten y
nutran la fe en Jesucristo.
3. Hoy es necesario superar algunas actitudes que representan
para los jóvenes un serio obstáculo a la participación litúrgica,
entre las que destaco la superficialidad espiritual. Es obvio que
sin una vida interior personal de un cierto espesor las celebra-
ciones de la comunidad cristiana se vacían sin ningún remedio
y el misterio de Cristo celebrado no llegará a tocar el corazón
y la vida de los jóvenes. Tendremos celebraciones carentes de
atractivo, lastradas por la rutina y sin belleza alguna. Algunas
formas de esta superficialidad pueden ser: la escasa sensibi-
lidad litúrgica –me refiero a una sensibilidad litúrgica sana–,
que corroe en su interior una relación con Dios que tiene lugar
per ritus et preces, o sea, a través de los símbolos.39 Otra forma
de esta superficialidad puede ser la aplicación indiscriminada
de la ley del mínimo esfuerzo, que convierte en planas y sin
ningún relieve las celebraciones de una comunidad eclesial
(¡de celebraciones así nadie sentiría nostalgia, se desearía más
bien olvidarlas o desertar de ellas!).40 Otra forma es la prisa,
especialmente en la oración común.

39 En la liturgia el acceso al núcleo del misterio que se celebra se hace a


través de un camino que está hecho de pequeños detalles cada uno de los
cuales es importante y abre una puerta. Los reduccionismos la desnaturalizan
tanto como los perfeccionismos. El criterio más sano será acudir sabiamente
a las indicaciones que ofrecen los libros litúrgicos.
40 Sabemos todos que este tipo de celebraciones no convierten nuestras
comunidades en profecía de Dios para los jóvenes. ¿Cómo hacer, entonces?

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La liturgia y la experiencia de Dios en los jóvenes 409

4. También conviene cuidar la belleza y la hondura de la cele-


bración de la comunidad cristiana, que no depende tanto de
los cánones de la estética cuanto de su capacidad de hacer
patente el gesto de amor realizado por Jesús.41 Los amó hasta
el extremo; haced esto en conmemoración mía. Los discípulos y
seguidores del Señor celebramos la liturgia porque él nos la
mandó celebrar como su memorial. Repetimos en la celebra-
ción de la liturgia los mismos gestos de Jesús porque tienen
la hermosura y la belleza de quien entrega su vida por sus
amigos; porque reconocemos en la liturgia la norma suprema
para hacer también nosotros hermosa y santa nuestra vida.
Cuando nuestras celebraciones son capaces de reproducir y
expresar –en las palabras, en los ritos, en el canto, en el orden
de los elementos, en el silencio, en la oración sentida–, ese amor
«hasta el extremo» y ese hacer «en recuerdo y a ejemplo» del
buen pastor que se entrega, serán verdaderamente bellas.
5. Nada de todo esto será posible: 1) si no escuchamos a los
jóvenes dedicándoles tiempo y estando con ellos; 2) si no nos
preparamos para responder a sus preguntas evitando hacerlo
con frases hechas o respuestas que no sintonizan con la con-
ciencia moderna.

41 En cuanto prolongación y actualización de los gestos del Señor la liturgia


tiene su belleza en sí misma. O sea la verdadera belleza es el amor y la santidad.
Eso es lo que debe hacer claramente transparente nuestra celebración.

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Núm. 347 – septiembre / octubre – Phase 58 (2018) 411-422

Las celebraciones religiosas


con jóvenes
Koldo Gutiérrez, sdb

Abstract: The article talks of the Resumen: El artículo habla sobre


religious celebrations with las celebraciones religiosas con
young people. Can the liturgy, los jóvenes. ¿Puede la liturgia,
the religious celebrations in y en concreto las celebraciones
particular, be a chance for the religiosas, ser una oportunidad
youth ministry of our time? In para la pastoral juvenil de nues-
tro tiempo? Queriendo respon-
respond to these questions, the
der estas preguntas, el autor se
author focuses on the path the fija en el camino que la Iglesia
Church is following until the está recorriendo hasta el Sínodo
Synod on young people. The sobre los jóvenes. El autor pro-
author proposes two lines of pone dos líneas de reflexión:
thought: a youth ministry of una pastoral juvenil de la expe-
the experience of the faith and riencia de la fe y fomentar la
encourage active participation participación activa en las cele-
in the religious celebrations. braciones religiosas.
Keywords: beauty, faith, youth, Palabras clave: belleza, fe, jóvenes,
liturgy, mystagogy, Synod. liturgia, mistagogía, sínodo.

Koldo Gutiérrez es salesiano. Actualmente es director del Centro


Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil. Fue director de la revista
Misión Joven de pastoral juvenil. Su dedicación pastoral siempre
ha estado relacionada con los jóvenes y la pastoral juvenil.

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412 Koldo Gutiérrez

E stamos inmersos en un nuevo Sínodo de Obispos. En esta oca-


sión, el tema marcado por la Iglesia son los jóvenes y la pastoral
juvenil. En muchas ocasiones los agentes de pastoral se preguntan
cuáles deberían ser las características de las celebraciones litúrgicas
para que los jóvenes las sientan como propias; o, también, cómo
conseguir una participación consciente, activa y fructuosa, tal y
como pedía el Concilio Vaticano II.

1. El XV Sínodo Ordinario de los Obispos


El Sínodo de los Obispos, tal como hoy lo conocemos, es una
institución promovida por el papa Pablo VI al finalizar el Conci-
lio Vaticano II. El Papa quería responder a la petición de mayor
participación en el gobierno de la Iglesia, y, también, buscaba
visibilizar los aires de reforma que proponía el aula conciliar. Cin-
cuenta años después de la conclusión del Concilio, constatamos
que el pontificado del papa Francisco ha reverdecido el impulso
por la participación y la reforma eclesial. Muchos dicen que esta-
mos viviendo una nueva etapa en la reforma conciliar. Una etapa
caracterizada por la importancia que adquiere el pueblo santo de
Dios en el magisterio de Francisco.

1.1. Los Sínodos de Francisco


Todos los Sínodos del postconcilio han hablado de una manera o
de otra sobre la evangelización. El papa Francisco inició su pontifi-
cado, en marzo de 2013, pocos meses después de la conclusión del
Sínodo sobre la nueva evangelización para la transmisión de la fe
(octubre 2012). En el tiempo trascurrido desde aquel Sínodo hasta
la fecha, el papa Francisco ha convocado dos Sínodos. Uno sobre
la familia, que ha necesitado de dos asambleas, y otro sobre los
jóvenes. Uniendo estos acontecimientos, me atrevo a afirmar que
el santo Padre ve a la familia y a los jóvenes como aliados naturales
de la Iglesia en la evangelización. Desde mi punto de vista, en los
próximos años la familia y los jóvenes tendrán un protagonismo
destacado en la misión evangelizadora de la Iglesia.

Núm. 347 – Phase 58 (2018) 411-422

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Las celebraciones religiosas con jóvenes 413

1.2. El tema del presente Sínodo


Una vez acabado el Sínodo de la familia, la Secretaría General del
Sínodo preguntó a las Conferencias Episcopales cuál podría ser el
tema para la siguiente asamblea.1 Se propusieron cuatro: la forma-
ción de los sacerdotes, la pastoral juvenil, el diálogo interreligioso
y la paz. Todos eran temas de gran actualidad, pero, después de
valorar las propuestas, se optó por el tema de los jóvenes y la pasto-
ral juvenil. No están claros los motivos de esta elección, pero, para
quienes trabajamos con jóvenes, es una alegría poder comprobar
que la Iglesia mira con simpatía a los jóvenes porque descubre
en ellos aspiraciones profundas de autenticidad, de verdad, de
libertad, de generosidad. «A través del camino de este Sínodo, la
Iglesia quiere reiterar su deseo de encontrar, acompañar y cuidar
a todos los jóvenes, sin excepción».2
La elección de este tema es coherente con el programa que la Iglesia
está siguiendo en el pontificado del papa Francisco, que, como
sabemos, está recogido en la exhortación postsinodal Evangelii
gaudium. En Evangelii gaudium [EG] el Papa propuso una ruta que
está sirviendo de guía a la pastoral de la Iglesia. Encontramos en
Evangelii gaudium algunos temas que después han sido desarro-
llados en el magisterio del papa Francisco. Por ejemplo, en Evan-
gelii gaudium el santo Padre hablaba de los seres humanos como
custodios de la creación (EG 215); después ha desarrollado esta
perspectiva en la Encíclica Laudato si’ [LS]. En Evangelii gaudium
hablaba de la situación de la familia en el mundo actual (EG 66);
este tema ha sido profundamente estudiado en la Exhortación
Amoris laetitia. Para ver qué dice Evangelii gaudium sobre los jóvenes
y la pastoral juvenil hay que fijarse en los números 105 al 108 de
Evangelii gaudium. Sin duda que estos números servirán de base

1 Así se recoge en el diálogo mantenido por el papa Francisco con los


superiores generales de los religiosos, el 25 de noviembre de 2016, en Roma
(cf. [En línea], La civiltà cattolica <http://www.laciviltacattolica.it/articolo/
il-vangelo-va-preso-senza-calmanti/> [Consulta: mayo de 2018]).
2 Sínodo de los Obispos. XV Asamblea General Ordinaria, Docu-
mento preparatorio Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, inicio del
bloque 2.

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414 Koldo Gutiérrez

en la reflexión del presente Sínodo y en la posterior Exhortación


postsinodal.

1.3. Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha


Recordemos que la palabra Sínodo significa, según su etimología
griega (sin-odós), caminar juntos. «El camino de la sinodalidad es
el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio».3 Una
Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha. En el presente Sínodo
la Iglesia quiere escuchar a los jóvenes porque «escuchando sus
aspiraciones podemos entrever el mundo del mañana que se apro-
xima y las vías que la Iglesia está llamada a recorrer».4
El presente Sínodo se ha propuesto escuchar a los jóvenes. Para
ello, la Secretaría General del Sínodo ha propuesto algunas inicia-
tivas. La primera de estas iniciativas ha consistido en ofrecer una
encuesta dirigida a los jóvenes. Muchos de ellos han respondido a
través de las distintas Conferencias Episcopales. El 14 de diciembre
de 2017, el departamento de juventud de la Conferencia Episcopal
Española presentó los resultados de este cuestionario. Entre otras
cosas, este documento dice que los jóvenes piden a la Iglesia que
les escuche. Todo empieza por la escucha. Otra de las iniciativas
ha consistido en la apertura de una página web donde los jóvenes
que quieran puedan escribir sus puntos de vista sobre la situación
de los jóvenes en la Iglesia y en el mundo. La tercera iniciativa es
la convocatoria en Roma, para los próximos 18 y 19 de marzo, de
un nutrido grupo de jóvenes del mundo entero, creyentes y no
creyentes, donde el papa Francisco quiere escuchar directamente
a los jóvenes.

3 Cf. [En línea], Santa Sede <http://w2.vatican.va/content/francesco/


es/speeches/2015/october/documents/papa-francesco_20151017_50-
anniversario-sinodo.html> [Consulta: mayo de 2018].
4 Documento preparatorio Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional,
introducción.

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Las celebraciones religiosas con jóvenes 415

1.4. El documento preparatorio y la pastoral litúrgica


El documento preparatorio para el XV Sínodo Ordinario de Obis-
pos tiene tres partes: los jóvenes en su contexto; la fe, el discerni-
miento, la vocación; la acción pastoral. Este es un esquema típico
de la teología pastoral: escucha de la realidad; propuesta de unos
criterios de interpretación; orientaciones pastorales estratégicas.
Este documento no tiene referencias directas sobre la pastoral
litúrgica. Aunque si referencias indirectas cuando reconoce las
dificultades que tenemos por encontrar un lenguaje pastoral que
los jóvenes entiendan.
A veces nos damos cuenta de que entre el lenguaje eclesial y el de
los jóvenes se abre un espacio difícil de colmar, aunque hay muchas
experiencias de encuentro fecundo entre las sensibilidades de los
jóvenes y las propuestas de la Iglesia en ámbito bíblico, litúrgico,
artístico, catequético y mediático. Soñamos una Iglesia que sepa dejar
espacios al mundo juvenil y a sus lenguajes, apreciando y valorando
la creatividad y los talentos.5

2. Una pastoral juvenil de la experiencia de la fe


El Sínodo es un proceso pastoral de discernimiento. Como sabe-
mos, el discernimiento es una de las palabras importantes del
magisterio de Francisco. «Lo importante es no caminar solos,
contar siempre con los hermanos y especialmente con la guía de
los obispos, en un sabio y realista discernimiento pastoral» (EG 33).

2.1. Fe, discernimiento, vocación, acompañamiento


Como criterios para orientar la pastoral juvenil, el documento
preparatorio propone cuatro: la fe, el discernimiento, la vocación y
el acompañamiento. Tenemos delante una fotografía de la pastoral
juvenil del futuro: una pastoral juvenil de la fe, el discernimiento,
la vocación y el acompañamiento. La pastoral juvenil fija su mirada
en el joven, en su radical identidad vocacional y en su proceso de

5 Documento preparatorio Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional,


bloque 3 parte 4 (instrumentos).

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416 Koldo Gutiérrez

crecimiento en la fe. En este camino de búsqueda de su identidad


y de crecimiento adquieren una especial importancia el discerni-
miento y el acompañamiento.
La fe, el discernimiento, la vocación y el acompañamiento son
temas de gran interés. Además, están mutuamente interrelacio-
nados. Pero, en esta ocasión, destaco la importancia de la fe. La fe
está en el centro. El documento al que me estoy refiriendo recupera
algunos argumentos de la Encíclica Lumen fidei [LF]. Habla de fe
como una participación del modo de ver de Jesús (cf. LF 18), y
afirma que «la fe que recibimos como don sobrenatural, se presenta
como luz en el sendero, que orienta nuestro camino en el tiempo»
(LF 4). La fe es don, luz y proceso. La fe consiste sobre todo en una
adhesión a Jesús.

2.2. Una pastoral juvenil de la experiencia de la fe


Hoy es importante una pastoral juvenil de la experiencia de la fe.
En ella encontramos un acomodo natural a la pastoral litúrgica.
«Por pastoral litúrgica se entiende por tanto toda acción orientada
a que los fieles actúen activa y conscientemente en las celebraciones
litúrgicas de acuerdo con su propia condición, ministros o simples
fieles, de modo que hallen en ellas la fuente de su vida cristiana».6
Una pastoral juvenil de la experiencia de la fe busca poner en
relación cielo y tierra, pretende encontrar los mejores caminos
pedagógicos para acompañar hasta la experiencia de Dios, y está
dispuesta a acompañar hasta la puerta de la fe.

2.3. Poner en relación cielo y tierra


Vivimos tiempos de secularización y pluralismo. Muchas veces
nos preguntamos cómo debemos los cristianos estar presentes en
este mundo. San Pablo proponía: «No os acomodéis a este mundo»
(Rom 12, 2) y «examinad todo y retened lo bueno» (1Tes 5,21). Por
su parte, san Mateo decía: «Vosotros sois la sal de la tierra y la luz

6 Ver voz «litúrgica, pastoral», en V. Pedrosa – J. Sastre – R. Berzosa


(eds.), Diccionario de pastoral y evangelización, Burgos: Monte Carmelo 2000.

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Las celebraciones religiosas con jóvenes 417

del mundo» (Mt 5,5). Según el evangelista, los cristianos están en


medio del mundo como sal y, al mismo tiempo, tienen algo que
ofrecer como luz que han recibido. Porque estamos en medio del
mundo como sal podemos conectar con las preguntas de sentido
de los hombres, sus deseos de felicidad, la apuesta por un mundo
más justo. Porque estamos en medio del mundo como luz pode-
mos abrir una ventana al cielo. La pastoral juvenil quiere escuchar
y comprender las preguntas que se hacen los jóvenes de hoy, y
también busca abrir a la experiencia de Dios.
No podemos olvidar que el fundamento de nuestra fe es Dios y
que quien pone a Dios en el centro de su existencia tiene energía
para preguntarse por el hombre. La pregunta más desafiante en
la secularizada sociedad europea es la pregunta por Dios que va
acompañada por la pregunta sobre quién es el hombre a los ojos de
Dios. En pastoral juvenil la pregunta sobre Dios es fundamental y
también la pregunta sobre el joven a los ojos de Dios.

2.4. Acompañar hasta la experiencia de Dios


Una pastoral juvenil de la experiencia de la fe busca caminos
pedagógicos para despertar y suscitar el deseo de la fe, iniciar y
acompañar hasta la experiencia de Dios. El deseo de la fe y la expe-
riencia de Dios son instancias que ayudan en la maduración de la
vida cristiana. A través de estas instancias llegamos a lo íntimo de
la persona: su libertad y la llamada al amor que constituyen a todo
ser humano. La pastoral juvenil lo sabe y, por este motivo, busca
encaminar hasta el encuentro con el misterio de Dios revelado en
Jesucristo por la gracia del Espíritu.
Mistagogía significa iniciar en los misterios. La mistagogía conoció
su versión más original en los primeros siglos de la Iglesia.
En aquel momento los padres ofrecieron una propuesta especial,
que no era simplemente una enseñanza de doctrinas como la mayor
parte de las filosofías de la época, ni la llamada a valores morales,
que las leyes protegían, sino la propuesta a participar en el misterio
de Cristo muerto y resucitado, fuente de transformación interior del
hombre, de una novedad de vida, de una clara identidad cristiana.
Esto conducía a un nuevo modo de vivir, de emplear bien el tiempo,

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418 Koldo Gutiérrez

de cuidar la honestidad en el trabajo, de pensar en las relaciones


familiares, de concebir la muerte, de entablar relaciones sociales
basadas en la justicia, el amor y la misericordia.7
La mistagogía hoy es urgente. El documento de preparación para
el Sínodo habla de tres nacimientos:
El nacimiento natural como mujer o como hombre en un mundo
capaz de acoger y sostener la vida; el nacimiento del bautismo cuando
alguien se convierte en hijo de Dios por la gracia; y luego, un tercer
nacimiento, cuando tiene lugar el paso del modo de vida corporal
al espiritual, que abre al ejercicio maduro de la libertad.8

2.5. Educar en la fe
El papa Francisco suele decir que «educar es dar vida». La edu-
cación nace del amor y lleva al amor. En este sentido educar es
acoger, escuchar, comprender, dialogar, proponer. Educar en la fe
además de todo esto también es iniciar, acompañar y sostener la
experiencia de la fe.9
En lo que se refiere a los itinerarios de educación en la fe hemos
vivido unos años llenos de dudas. El cambio cultural, visible
también en un ambiente de pluralismo religioso, está siendo tan
profundo que está obligando a replantear los itinerarios de edu-
cación en la fe de manera profunda. Para poder hacer esta tarea
es necesario dejarse iluminar por nuevas perspectivas teológicas,
pastorales y espirituales siempre en diálogo con la cultura actual.
Hoy se subrayan algunos importantes elementos en la educación
en la fe: la propuesta de la fe y no la imposición, la acogida solícita
desde donde se encuentre cada joven, la importancia del Primer
Anuncio, la oferta de una catequesis adecuada, el acompañamiento
y la mistagogía. En definitiva, «todo en el itinerario ha de estar al

7 Conferencia Episcopal Española, Instrucción pastoral sobre los


catecismos de la Conferencia Episcopal Española para la iniciación cristiana
de niños y adolescentes Custodiar, alimentar y promover la memoria de Jesucristo,
Madrid: EDICE 2014, 20.
8 Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, parte segunda, inicio.
9 Cf. Custodiar, alimentar y promover la memoria de Jesucristo, 15-21.

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Las celebraciones religiosas con jóvenes 419

servicio de las personas en su edad, circunstancias y necesidades,


más que al de una simple organización pastoral».10

3. Fomentar la participación activa en las celebraciones


religiosas
Quisiera ofrecer algunas pistas para fomentar la participación
activa de los jóvenes en las celebraciones litúrgicas.

3.1. El silencio y la oración


La primera propuesta que ofrezco habla de habilitar para los
jóvenes espacios de silencio y ofrecer consistentes itinerarios
pedagógicos de oración.
En una sociedad como la nuestra saturada de mensajes e infor-
mación, pantallas y redes, estímulos y deseos, muchas personas
hablan de la importancia del silencio, no solo desde una perspec-
tiva cristina, sino también desde una perspectiva laica. Personal-
mente hablo desde la perspectiva cristiana que nos abre a un Otro
ante quien me sitúo.
El documento que sirve de preparación para el Sínodo habla del
silencio.
En una sociedad con cada vez más ruidos, que propone una super-
abundancia de estímulos, un objetivo fundamental de la pastoral
juvenil vocacional es ofrecer ocasiones para saborear el valor del
silencio y de la contemplación y formar en la relectura de las propias
experiencias y en la escucha de la conciencia.11
En este momento solo hablo del silencio y de la oración. Una mirada
a la historia del cristianismo hace ver la importancia que este ha
dado al silencio. Como botón de muestra podemos recordar la his-
toria de los padres y madres del desierto. Eran hombres y mujeres
que se retiraban a lugares solitarios para poder vivir la comunión

10 Cf. Ibíd., 33.


11 Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, bloque 3 parte 4, instrumentos.

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420 Koldo Gutiérrez

con Dios. Lo que buscaban era poder conocer en profundidad su


relación con Dios y no tanto evitarse responsabilidades.
En el momento de la historia, también hablan del valor del silencio
la psicología y espiritualidades de corte oriental. Debemos hilar
fino para que nuestra propuesta sobre el silencio no pierda su
original sentido cristiano. Desde el punto de vista cristiano «la
oración es llamada simultánea a seguir caminos de inmanencia
(Dios en el corazón) y de trascendencia. Estos caminos culminan
en la revelación crística».12
Una consecuencia lógica de lo que llevamos dicho hasta este
momento es la importancia que en pastoral juvenil tiene hoy la
oferta de itinerarios pedagógicos de oración unidos a los itinerarios
de educación en la fe. Creo que este es un camino fecundo.

3.2. La vía de la belleza


La segunda propuesta habla de la vía de la belleza. Hace unos años
escribía Bruno Forte:
Ante la crisis de la posmodernidad, ante la indiferencia que nos
rodea, no basta con decir que Cristo es verdad y es bueno, sino que
hace falta mostrar también que Cristo es bello. Hoy la fuerza que nos
atrae no es la estricta lógica de la verdad, ni la rigurosa ética del bien,
sino el esplendor de la verdad y del bien, es decir, de su belleza.13
En esta misma línea se sitúa el papa Francisco cuando dice:
Es deseable que cada Iglesia particular aliente el uso de las artes en
su tarea evangelizadora, en continuidad con la riqueza del pasado,
pero también en la vastedad de sus múltiples expresiones actuales,
en orden a transmitir la fe en un nuevo lenguaje parabólico. Hay que
atreverse a encontrar los nuevos signos, los nuevos símbolos, una
nueva carne para la transmisión de la Palabra, las formas diversas
de belleza que se valoran en diferentes ámbitos culturales, e incluso
aquellos modos no convencionales de belleza, que pueden ser poco

12 Ver la voz «métodos de oración hoy», en C. Rossini – P. Sciandini (eds.),


Enciclopedia de la oración, Madrid: San Pablo, 2014.
13 Cf. B. Forte, La transmisión de la fe, Madrid: Sal Terrae 2015, 180-184.

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Las celebraciones religiosas con jóvenes 421

significativos para los evangelizadores, pero que se han vuelto par-


ticularmente atractivos para otros (EG 167).
La vía de la belleza propone el gusto por símbolos e imágenes,
narraciones y testimonios, emociones y pasiones. Tiene en cuenta
las emociones y las pasiones, el gozo y la alegría.
Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del prag-
matismo utilitarista. Cuando alguien no aprende a detenerse para
percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para
él en objeto de uso y abuso inescrupuloso (LS 215).
El papa Francisco pide creatividad.
Si dejamos que las dudas y temores sofoquen toda audacia, es posible
que, en lugar de ser creativos, simplemente nos quedemos cómodos y
no provoquemos avance alguno y, en ese caso, no seremos partícipes
de procesos históricos con nuestra cooperación, sino simplemente
espectadores de un estancamiento infecundo de la Iglesia (EG 129).

3.3. El misterio y la mistagogía


La mistagogía, de la que ya hemos hablado anteriormente, es la
tercera propuesta. Nos preguntamos por los caminos que podemos
proponer. Los primeros pasos del proceso mistagógicos llevan al
despertar el deseo de Dios, hacer consciente de la propia interiori-
dad, ayudar a conectar con las preguntas por el sentido, reconocer
estar habitado por una presencia.
Aquí tiene el proceso mistagógico un paso decisivo: el del reco-
nocimiento de esa presencia como centro de la propia vida, con el
consiguiente descentramiento del sujeto que culmina con la entrega
de sí mismo a Dios.14
Necesitamos mistagogos que nos ayuden en estos procesos del
deseo, el sentido, el reconocimiento de una presencia que nos
desborda. Mistagogo es el educador que propone y acompaña
hasta la experiencia de Dios. El mistagogo no se improvisa sino que
exige tiempo de maduración personal. El mistagogo es tal por su

14 J. Martín Velasco, «Mística y pastoral juvenil. Mistagogía», Revista


Pastoral Juvenil (508) 14.

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422 Koldo Gutiérrez

experiencia. Es alguien habituado en su propia vida al deseo, las


preguntas por el sentido, y por estar experimentado en las cosas
de Dios. El documento que sirve de preparación para el presente
Sínodo dice que los educadores auténticos y creíbles siempre serán
escuchados por los jóvenes.15
¿Qué hace un mistagogo? El mistagogo se sirve del encuentro con
testigos coherentes, las celebraciones litúrgicas, la experiencia de
oración personal y comunitaria, la propuesta de compromisos,
distintas reflexiones que ayudan a vivir y a pensar.

3.4. El pueblo santo de Dios


Pongo en consideración el valor de la religiosidad popular. Todos
sabemos que el magisterio del papa Francisco tiene en gran con-
sideración al pueblo santo de Dios. En este sentido, la religiosidad
popular está siendo redescubierta y revalorizada.
¿En qué sentido puede la religiosidad popular fomentar la par-
ticipación activa en las celebraciones religiosas? La religiosidad
popular es sobre todo una expresión evidente de la inculturación
de la fe. La religiosidad popular puede ser vista como una encar-
nación de la fe y del Evangelio en la cultura.
Ya Pablo VI en la Exhortación Evangelii nuntiandi había puesto
en valor la piedad popular. Primero reconocía sus límites pero
inmediatamente después afirmaba su valor.
Pero cuando está bien orientada, sobre todo mediante una pedagogía
de evangelización, contiene muchos valores. Refleja una sed de Dios
que solamente los pobres y sencillos pueden conocer. Hace capaz de
generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de mani-
festar la fe. Comporta un hondo sentido de los atributos profundos de
Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante.
Engendra actitudes interiores que raramente pueden observarse en
el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia,
sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los
demás, devoción (EN 48).

15 Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, bloque 1, parte 2.

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Núm. 347 – septiembre / octubre – Phase 58 (2018) 423-434

Aprendizaje litúrgico con jóvenes


Cristián Eichin Molina, ofm

Abstract: The article intends to pro- Resumen: El artículo quiere pro-


pose a new model of liturgical poner un nuevo modelo de for-
formation with young people: mación litúrgica con jóvenes:
the one of the liturgical lear- el del aprendizaje litúrgico. La
ning. The liturgical celebration celebración litúrgica se consi-
is regarded as the first moment dera como el primer momento
of the learning in young people, del aprendizaje en el joven,
and then moving to a process of para luego pasar a un proceso
active, participatory and eccle- de aprendizaje activo, partici-
sial learning from and in the pativo y eclesial desde y en la
liturgy. liturgia.
Keywords: ars celebrandi, forma- Palabras clave: aprendizaje litúr-
tion, liturgical learning, mysta- gico, ars celebrandi, formación,
gogy. mistagogía.

Cristián Eichin Molina es hermano franciscano; licenciado en litur-


gia y teología de los sacramentos por el Instituto Católico de
París; doctor en Teología Práctica por la Universidad Pontificia
de Salamanca; profesor de la Pontificia Universidad Católica
de Valparaíso de Chile; presidente de la Asociación Chilena de
Liturgia, exdirector de la Comisión Nacional de Liturgia de la
Conferencia Episcopal de Chile.

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424 Cristián Eichin Molina

L a propuesta de este artículo está en relación con la de la ense-


ñanza-aprendizaje litúrgica en jóvenes. En la sociedad de la
información y de la participación en la que nos desenvolvemos
como Iglesia, los jóvenes son protagonistas de su formación. De
ahí, surgen innumerables interrogantes y desafíos para la teología
en general y para la liturgia en particular. Ante ese escenario, ya
la Iglesia está comprometida a evangelizar con nuevos métodos
y nuevos lenguajes de aprendizaje. Para eso creo que es oportuno
pensar la formación litúrgica con los mismos jóvenes, asumiendo
un nuevo paradigma educativo, para que así la liturgia sea efec-
tiva y eficazmente significativa para ellos. Para fundamentar este
planteamiento señalaré el fundamento del aprendizaje litúrgico,
el porqué de la formación, para luego presentar el modelo de
aprendizaje litúrgico significativo y sus criterios de evaluación.

1. El corazón de la formación litúrgica es celebrar


Participando en el misterio pascual en la liturgia podemos adqui-
rir una formación adecuada: la repetición de las celebraciones y
la gradualidad en su profundización permiten formar el espíritu
de quienes celebran.1 No obstante, para ello se requiere prepa-
ración y habilidades en el celebrar, pues no se nace celebrando
la liturgia de la Iglesia, sino que se inicia. Celebrar a Jesucristo
mediante signos sensibles nos lleva a todos a alcanzar el estatus
de «con-celebrantes», es decir, juntos celebramos. De este modo,
participar en la liturgia lleva a formarnos en la liturgia, ya que,
en ella, al ser parte de una con-celebración, permite que cada uno
se sienta integrante de la comunidad («nosotros», y no un «yo»
más un «tú») y de la auto-limitación, es decir, hacemos juntos las
acciones propias de la liturgia.2

1 Recordemos lo que nos dice Sacrosanctum Concilium núm. 33: «Aunque


la sagrada liturgia es, principalmente, culto a la divina majestad, contiene
también una gran instrucción para el pueblo fiel. En efecto, en la liturgia Dios
habla a su pueblo: Cristo sigue anunciando el Evangelio. El pueblo responde
a Dios con cánticos y oraciones».
2 Cf. R. Puigdollers, «La liturgia y los jóvenes», Phase 46 (2006) 306.

Núm. 347 – Phase 58 (2018) 423-434

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Aprendizaje litúrgico con jóvenes 425

Con lo anterior, el arte de celebrar y lo que involucra su prepara-


ción, es ya un paso importante de la formación litúrgica, porque
no aborda solo el aspecto cognitivo del contenido litúrgico, sino
elementos de enseñanza que involucran el cuerpo y todo su
lenguaje. Por eso hay que estar atentos a dejarse formar por los
distintos lenguajes de la liturgia: «Si en el interior de la celebración
prevalece el plano del contenido de los mensajes y no el rito para
ser mediación de la experiencia del evento salvífico esto significará
anular el sentido de la celebración misma».3
El mismo acontecimiento de celebrar es ya un paso en la formación
que, desde la liturgia, es mistagógico. Esto responde a que la litur-
gia en su conjunto tiene la capacidad innata de educar en sí misma.
Mientras la Iglesia celebra, educa a la asamblea celebrante a hacer
de su vida un culto, y sus textos eucológicos, a la luz de la Palabra
de Dios, constituyen un lugar de memoria para quien participa de
la acción litúrgica.4 En este contexto, la formación litúrgica habría
que entenderla como la interpretación y comprensión del lenguaje
de la liturgia dada por la tradición y su aplicación en la vida coti-
diana de la persona, formándola en el bien actuar de sus decisiones
cotidianas y ayudándolas a madurar en la vida cristiana y social
hasta llegar a una sabiduría litúrgica, una vida mística como culto
espiritual, fruto de la experiencia litúrgico-sacramental.

2. El sentido de la formación litúrgica


La formación es ya un imperativo que hay que promover, como
un anhelo muy querido por el Concilio Vaticano II. En Sacrosanc-
tum Concilium, al hablar de la «participación plena, consciente y
activa en las celebraciones» es posible a través de una adecuada
educación litúrgica.5 En este artículo la educación litúrgica será

3 F. Nasini, «Ars celebrandi e didascalizzazione della liturgia», Rivista


litúrgica 98 (2001) 136.
4 Cf. M. Sodi, «La dimensione liturgica della pastorale nella vita della
comunità cristiana», en Istituto di Teologia Pastorale. Facoltà di Teo-
logia. Università Pontificia Salesiana – Roma, Pastorale Giovanile. Sfide,
prospettive ed esperienze, Torino 2003, 128.
5 Cf. Íd.

phase 347 texto.indb 425 20/09/18 17:51:22


426 Cristián Eichin Molina

abordada como un proceso más profundo y existencial, social y


comunitario, en vista a la progresiva inserción eclesial y social. Se
debe pensar que la formación en la actualidad se ve enfrentada a
nuevos paradigmas, en donde la principal es de la sociedad del
conocimiento y de la información, gracias a las redes sociales.6
Esto lleva a que las redes sociales y el internet, creen realidad y con-
figuren las identidades desde las experiencias de espacio y tiempos
virtuales. La sociedad del conocimiento y de la información plantea
grandes preguntas y desafíos a la formación de la liturgia, ya que
los jóvenes de nuestro tiempo son nativos digitales y, en conse-
cuencia, han integrado nuevos lenguajes simbólicos-virtuales.
La formación litúrgica no solo es para adquirir una habilidad ins-
trumental de los ritos, sino para ser cristiano y saber interactuar
en la Iglesia y con la sociedad. Como toda formación, la liturgia
exige que
además, de formar/se a la liturgia desde el punto de vista teológico,
histórico y antropológico, la conciencia de que se es formado por la
liturgia, y de ella la persona se plasma; su eficacidad per signa sensi-
bilia forma, edifica, construye y obra el proceso de maduración, no
solo para alimentar la madurez en Cristo (cf. Ef 4,13) como singular
y como ecclesia, sino también para transformarse humanamente
maduro como persona en comunidad.7
La formación litúrgica comenzaría por la celebración misma, per
ritus et preces, y de disponer que todo su lenguaje se exprese. Desde
ahí se debe iniciar un proceso de aprendizaje constante, gradual y
diverso de la liturgia, que permita al joven desempeñarse técnica-
mente en la preparación y ejecución de la liturgia como también

6 Cf. B. Zoia – P.J. Canto Herrera, «El profesorado universitario en la


sociedad del conocimiento: competencias profesionales docentes», Revista de
Formación e Innovación Educativa Universitaria 2/2 (2009) 88: [en línea] <http://
refiedu.webs.uvigo.es/Refiedu/Vol2_2/REFIEDU_2_2_4.pdf> [Consultado:
4 de diciembre de 2015].
7 S. Maggiani, «Prefazione», en: A. Grillo (ed.), La formazione liturgica.
Atti della XXXIII settimana di Studio dell’Associazione Professori di liturgia, Edi-
zioni Liturgiche-CLV, Roma 2006, 6-7.

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Aprendizaje litúrgico con jóvenes 427

en habilidades y valores que la acción litúrgica confiere para su


madurez en Cristo.

3. Aprendizaje litúrgico significativo, activo y cooperativo


Considerando el caso de una formación de la liturgia, debemos
tener presente el contexto donde se encuentra inmersa; para gene-
rar un proceso educativo con estos jóvenes sería oportuno pensar
una propuesta centrada en el aprendizaje y en los jóvenes, ya que
ellos abordarán la liturgia de manera profunda y significativa.
A partir de ahí, los jóvenes son sujetos de cambios. Además, a lo
recién expuesto hay que agregar que, en el caso de la formación en
liturgia, se considera importante la transmisión de la fe mediante
un lenguaje ritualizado acompañado de palabras fundantes que
dan sentido a la ritualidad. Esta tradición se transmite y es recep-
cionada por los jóvenes, a través de diversas modalidades que
ofrece, entre otros medios, la enseñanza universitaria.
La formación litúrgica requiere de elementos de la pedagogía
universitaria para facilitar la comprensión e interpretación que
hará el sujeto con respecto a la liturgia desde su acción. Para eso
dicha pedagogía ofrece técnicas de aprendizajes, diversas e inclu-
sivas en donde el joven descubra el conocimiento explorando los
elementos litúrgicos.
El enfoque que propongo para la formación del joven comienza
desde el arte de celebrar. Este enfoque se justifica en una perspec-
tiva actual de la docencia universitaria, donde el joven es sujeto del
aprendizaje, descubridor y constructor del conocimiento litúrgico,
de sus signos y de su estructura, siempre guiado o acompañado
por un responsable de la formación litúrgica. Es lo que se llama
aprendizaje significativo, un aprendizaje según el modelo cons-
truccionista de educación, que permita integrar la evaluación en
donde se centre en el proceso del joven más que en los sucesos del
aprendizaje mismo.8 Para explica esto, decimos que existen tres
condiciones para cumplir un aprendizaje significativo:

8 Cf. P. Ahumada, La evaluación en una concepción de Aprendizaje significativo,


Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso 2001, 41.

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428 Cristián Eichin Molina

– Que exista apropiación de lo que se aprende, es decir, que el


joven desarrolle un sentido de pertenencia de lo aprendido y
que no se sienta ajeno a dicho proceso.9
– Que se le asigne un significado experiencial, es decir, que lo que
aprende el joven se conecte con lo que él ha experimentado o
está experimentando como persona, con su vida actual o con
su pasado.10
– Que desarrolle autonomía en el aprendizaje, es decir, que el
joven deberá aproximarse al aprendizaje en forma personal
e independiente, de forma que no sienta que es una carga
obligatoria el hacerlo.11
Este tipo de aprendizaje significativo debe estar acompañado y
contenido en un ambiente eclesial, vale decir, debe considerar un
ambiente formativo, de la siguiente manera:
– El modo del aprendizaje debe ser variado y múltiple de
acuerdo a la persona y al conocimiento.
– El contexto del aprendizaje debe ser comunitario. Este apren-
dizaje estará centrado en el proceso a través de actividades
variadas, tanto presenciales como virtuales.
– El responsable del aprendizaje, (o al que podemos llamar el
mistagogo: el que conduce al misterio), será un facilitador y
mediador de los aprendizajes litúrgicos, ya que el foco del
aprendizaje está en el joven.
– La formación debe encaminar a los jóvenes a obtener informa-
ción, habilidades, valores, modos de pensamientos, medios de
expresión para que ellos aprendan a aprender celebrando. Es
una formación que, a largo plazo, les permitirá a los jóvenes
educarse a sí mismos.

9 Cf. Ibíd, 46.


10 Cf. Íd.
11 Cf. Íd.

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Aprendizaje litúrgico con jóvenes 429

Nos encontramos con un nuevo dato pedagógico: el cambio de


paradigma del aprendizaje del modo clásico, en donde se transmi-
tían los contenidos de profesor a alumno, a la elaboración de res-
puestas por parte de los estudiantes a los retos de la vida.12 El modo
de aprendizaje era más bien la memorización y el contexto era
competitivo. En cambio, en el nuevo paradigma, el conocimiento
se descubre y se construye con la ayuda del mediador, y el modo
de aprendizaje varía en relación al conocimiento y a la persona, y
el contexto es más bien cooperativo. Este nuevo paradigma nos
puede ayudar a entender una formación litúrgica, principalmente
con jóvenes, ya que el aprendizaje se da en un ambiente de mutua
formación entre formador y estudiante, y en esa dinámica, juntos
experimentarían la profundidad de los signos de salvación.13
Mientras más activo esté el joven, más posibilidades para retener
los contenidos estará.

4. El conocimiento litúrgico previo de los jóvenes para el


proceso de aprendizaje en la liturgia
Todo lo anterior se concreta en procesos de aprendizaje. Las per-
sonas en general, incluyendo a los jóvenes, aprenden de acuerdo
a estrategias educativas o didácticas que inicien a la persona en
un camino de madurez cristiana y humana. Lo mismo ocurre en
la liturgia: la enseñanza es un proceso que es influido por las habi-
lidades con que las personas asumen el aprendizaje. Aquí entra
con su fuerza el catecumenado como proceso mistagógico. Sin
embargo, previo a la iniciación a la liturgia se requiere considerar
que el joven pueda conocer y explorar elementos mínimos del
lenguaje simbólico litúrgico y de la fe. A continuación, propongo
posibles criterios para una iniciación a la liturgia:

12 Cf. J.L. Moral, Jóvenes, religión e Iglesia, Madrid 2011, 280-281.


13 Con respecto a la reciprocidad en la formación litúrgica, sugiero el
siguiente artículo: R. Ferrone, «Réciprocité dans la formation liturgique»,
La Maison Dieu 284 (2016) 91-107.

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430 Cristián Eichin Molina

– En primer lugar, educar e iniciar a la oración,14 sea en la


alabanza, el agradecimiento, las bendiciones, la súplica,15 o
fomentar la participación de celebraciones distinguiendo
entre celebraciones litúrgicas precatecumenales o respectiva-
mente catecumenales y liturgias sacramentales, en razón de
que no toda celebración ritual es liturgia eclesial.16 También
podrían darse ocasiones para participar en celebraciones
ecuménicas en torno a la Palabra de Dios. Y también a formar
en las experiencias lúdicas y celebrativas de la vida.
– Una iniciación a la Palabra de Dios como fundamento de la
iniciación litúrgica. Ya el Documento de Aparecida lo señalaba
antes de mencionar la liturgia como un lugar de encuentro.17
Esto se puede fomentar con celebraciones de la Palabra de
Dios, en el compartir de lectio divina (aunque no es celebración
litúrgica) incluso con jóvenes y otras Iglesias cristianas, en
cursos de formación bíblica, entre otros. Es indispensable una
familiaridad con la Sagrada Escritura para la mistagogía.
– Las celebraciones litúrgicas, en especial la eucarística, deben
considerar el contexto vital de la asamblea litúrgica en donde
la celebración es fuente y cumbre de la actividad pastoral y de
la vida cotidiana.18 Junto a esto, y en la medida de lo posible,
implementar un tiempo de catequesis mistagógica y luego de
estudio sistemático sobre los signos litúrgicos, por ejemplo,
las partes de la Eucaristía, los distintos signos de la litúrgica

14 O, mejor dicho, dejarse educar por Dios en la oración. A través de la


liturgia, Dios es el primer pedagogo que enseña a su pueblo a la oración (cf.
G. Boselli, Il senso spirituale della liturgia, Magnano 2011, 165).
15 Cf. Sodi, «La dimensione liturgica della pastorale nella vita della comu-
nità cristiana», 124.
16 Cf. K. Koch, «La liturgia de la Iglesia como fiesta de la fe viva», en G.
Augustin – K. Koch (eds.), La liturgia como centro de la vida cristiana, Santander
2013, 71-72.
17 Documento de Aparecida 247-250.
18 Remito a la secuencia de la Iglesia en salida del papa Francisco en la
Evangelii gaudium 24, en donde festejar es el culmen de: primerear, involucrarse
acompañar, fructificar y celebrar.

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Aprendizaje litúrgico con jóvenes 431

eucarística, ayudaría a adquirir conocimientos que permitan


una vivencia más profunda.
– Integrar la homilía como actualización del evangelio y como
inteligencia de la liturgia. Ella es un lugar espiritual que favo-
rece el encuentro personal y comunitario con Jesucristo y es el
momento más alto de la mistagogía.19 En ella se invita a asumir
el «gozo y la esperanza, la tristeza y angustia de los hombres de
nuestro tiempo» (GS 1) y, obviamente, la situación vital de los
jóvenes, leída desde la Iglesia en sintonía con la celebración.20
Es de desear, sobre todo para grandes celebraciones litúrgicas,
que la homilía fuera preparada junto con los jóvenes.
– En esta misma línea, y cuando el ordo ritual e introducciones
de los libros litúrgicos lo permitan, elegir textos litúrgicos
(plegarias eucarísticas, misas especiales) y bíblicos que
puedan iluminar la situación de los interlocutores y en donde
encuentren sentido a sus búsquedas.
– La preparación de la liturgia debe ser pensada con los jóvenes,
es decir, pensar, discernir y actuar juntos sobre el cómo habitar
y celebrar la liturgia.
– Conectar con el lenguaje narrativo e icónico propio de los
jóvenes, integrando símbolos, conjugando emotividad y
racionalidad, presentando ahí los contenidos de la fe y de la
liturgia.21

19 J.P. García Maestro, Alternativas proféticas. La pastoral del cambio a partir


de Evangelii gaudium, Madrid: San Pablo 2015, 92.
20 Un aporte actual lo que el papa Francisco escribe sobre la homilía y
su importancia en el anuncio del Evangelio en contexto litúrgico, Evangelii
gaudium 135-159.
21 Cf. K. Gutiérrez, «La pedagogía litúrgica y la pastoral juvenil», Phase
55 (2015) 237. Agregaría en este punto otros elementos para una mistagogía
actual: por ejemplo, tal como lo propone el teólogo Pedro Rodríguez él integra
en este proceso el arte, la vía de la belleza, la contemplación de la naturaleza,
la palabra poética, el buen discernimiento del tiempo libre y el testimonio
como condición simbólica del testigo (cf. P. Rodríguez, La herida esencial.
Consideraciones de Teología fundamental para una mistagogía, Madrid: San Pablo
2013, 139-284).

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432 Cristián Eichin Molina

En el caso del aprendizaje litúrgico, se habla de un cristiano que está


formado en la liturgia cuando ha madurado su propia identidad
de creyente de modo tal que puede vivir cualquier celebración
litúrgica de manera plena en sus formas, sus significados y sus
valores. Esta madurez se expresa en el saber celebrar y no solo en
el saber sobre la celebración, o, en otras palabras, saber realizar litúr-
gicamente la propia identidad como creyente.22 Este saber celebrar
le permitirá integrar en la liturgia todas las dimensiones humanas,
sociales, académicas que se disponen a acoger el anuncio de la
Buena Noticia de Jesucristo en la liturgia. Gradualmente dicho
creyente llegará a una etapa de asimilación e integración de los
significados litúrgicos en su vida cotidiana.

5. Criterios de evaluación del aprendizaje litúrgico signi-


ficativo, activo y cooperativo
Uno de los aportes del aprendizaje significativo, activo y coope-
rativo es el modo de evaluar. Sin la intención de profundizar en
materia de pedagogía y de evaluación de procesos, presento lo
siguiente. Según este modelo se priorizan los procesos por sobre
los resultados, es decir, se evalúan las evidencias de cómo el joven apren-
de.23 Como se trata de un aprendizaje en donde el joven es sujeto
activo de su aprendizaje y se encuentra en un clima comunitario,
emergen procesos de autoevaluación y coevaluación, donde el
joven recopila evidencias de su proceso de aprendizaje y sus pares
entregan información complementaria sobre cómo se desempeña
en un encuentro o jornada.24
Un elemento importante en este aprendizaje significativo, coo-
perativo y activo es la retroalimentación, entendida como aquella
información entregada por un agente (profesor, ministro de la
Iglesia, libro, amigo, la experiencia) que ayude a aclarar ideas, a

22 Cf. L. Girardi, «Riforma, formazione, rinnovamento», en Grillo, La


formazione liturgica, 39-40.
23 Cf. Ahumada, La evaluación, 36.
24 Cf. Íd.

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Aprendizaje litúrgico con jóvenes 433

motivar o incentivar, para que el joven pueda buscar por sí mismo


elementos evaluativos a su práctica litúrgica25.
La retroalimentación estará incluida en el mismo proceso de la
conversación litúrgica. Este elemento del aprendizaje significativo
es una herramienta para evaluar los resultados de aprendizaje
que se esperan con el proceso del joven que asume el aprendizaje.
Las siguientes preguntas pueden orientar, de una manera fácil y
sencilla, la retroalimentación:
– ¿Hacia dónde voy? Se trata de la información que entrega el
facilitador del proceso al joven sobre los resultados de apren-
dizaje deseados y esperados.26 En la liturgia, será una continua
inserción eclesial a través de la celebración litúrgica.
– ¿Cómo lo estoy haciendo? En la respuesta están involucrados
el mistagogo con el joven en proceso, entregando información
de las tareas o actividades que se han realizado de acuerdo
con el proceso de formación.27
– ¿Qué es lo que sigue? Acá se debe tener en cuenta la secuen-
cia del proceso formativo, incluyendo desafíos aumentados,
automaticidad, más estrategias y procesos para trabajar en las
tareas.28 Aquí podemos incorporar la progresiva participación
en las diversas celebraciones litúrgicas y en la vivencia de los
signos litúrgicos en la vida cotidiana.
– Integrar las tres preguntas anteriores: Las tres preguntas se deben
trabajar en un mismo nivel y no por separadas.29
Una retroalimentación se inspirará en la libertad del joven que
inicia un proceso, en la claridad y transparencia de los objetivos

25 Cf. J. Hattie – H. Timperley, «El poder de la Retroalimentación», Review


of Educational Research 77 (marzo 2007) 81.
26 Ibíd., 89.
27 Ibíd., 91.
28 Cf. Íd.
29 Íd.

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434 Cristián Eichin Molina

o resultados de aprendizaje, y se realizará con paciencia y frater-


nidad.
Los criterios de evaluación antes visto, sobre las evidencias y la
retroalimentación, en donde también aparece lo estratégico y lo
valórico, se entremezclan en el proceso de formación litúrgica. La
acción celebrada en comunidad encamina un proceso de iniciación
a la liturgia desde la misma liturgia acompañada de la conversa-
ción litúrgica. Una profunda y seria formación litúrgica invitará
al joven a abrirse a la trascendencia desde la experiencia humana
y cristiana, sin desvincularse de su realidad terrenal. La apertura
será por la mediación corporal de la belleza del misterio pascual
celebrado en la liturgia.

6. Conclusión
El aprendizaje litúrgico significativo exige un cambio de para-
digma en la forma que iniciamos y enseñamos, ya no desde la
transmisión del contenido, sino desde el rito y la celebración vivida.
Se vuelve fundamental procurar experiencias significativas que
desencadenen procesos de aprendizaje, los cuales, junto con las
comunidades, y en particular con el mistagogo, los acompañen y
retroalimenten, y puedan ayudarlos a ser jóvenes activos en la cele-
bración, abriéndose a la trascendencia cristiana y rejuveneciendo
a la misma Iglesia en su modo de celebrar.

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Núm. 347 – septiembre / octubre – Phase 58 (2018) 435-444

Experiencia de encuentro
a través de la liturgia
con los jóvenes
Jorge Zazo Rodríguez

Abstract: Mediation is essential for Resumen: La mediación es esencial


any interpersonal encounter and, para todo encuentro interper-
with greater justification, for the sonal y, con mayor razón, para
encounter with God in which el encuentro con Dios en que
consists of religious experience. consiste la experiencia religiosa.
The only mediator between God El único mediador entre Dios y
and the man is, strictly, Jesus the el hombre es, propiamente, el
Lord. But his presence is, in turn, Señor Jesús. Pero su presencia, a
interceded too, under Balthasar’s su vez, según conocida tesis de
well-known thesis: through the Balthasar, es también mediada:
Scriptures, the Church and, inside por la Escritura, la Iglesia y,
the Church, in a pre-eminent dentro de ella, de forma emi-
form, through Eucharist. Based nente, por la Eucaristía. Desde
on theses requirements, the estos presupuestos, se estable-
author sets up five guiding prin- cen cinco principios rectores
ciples for the liturgical action, para la acción litúrgica, espe-
especially the one which is cele- cialmente la que se celebra con
brated with an assembly compo- una asamblea compuesta mayo-
sed mostly by young people. ritariamente por jóvenes.
Keywords: encounter, religious Palabras clave: encuentro, experien-
experience, young people, cia religiosa, jóvenes, media-
mediation. ción.
Jorge Zazo Rodríguez es doctor en teología fundamental por la
Universidad Gregoriana de Roma. En la diócesis de Ávila dirige
la Extensión Cultural y el Secretariado de Pastoral Juvenil.

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436 Jorge Zazo Rodríguez

No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea,
sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que
da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.1

E l inicio de la fe está, por tanto, en la experiencia de un encuentro


interpersonal entre Dios y el hombre.2 Cuando nos referimos
exclusivamente a los seres humanos, todo encuentro interperso-
nal es siempre y necesariamente mediado. Solo puede descubrirse
a alguien que está ante nosotros y con quien es posible llegar a
establecer una verdadera relación de mutua confianza cuando hay
una manifestación sensible, corporal y verbal de su presencia, de
su personalidad y de su personeidad –en términos zubirianos–.
Dicho de otra manera, solo accedemos al tú del otro en la medida
en que este es mediado por su cuerpo, sus palabras y sus acciones.3
¿Podría hablarse, en el caso religioso, de una experiencia inmediata
de Dios por parte del hombre? A priori parece que tal opción es
posible, dada la afirmación de Hch 17,28. Si en Dios vivimos, nos
movemos y existimos, si él es el fundamento último que da con-
sistencia a nuestro ser, entonces el acceso a su trascendencia nos
puede ser directamente brindado mediante nuestra inmanencia, a
través de la profundización en aquello que los místicos describen
como nuestra más profunda intimidad. Así interpretan algunos
la conocida expresión agustiniana: «no vayas fuera, permanece
en ti mismo, pues en el interior del hombre habita la verdad».4
De tal experiencia directa de Dios parece también hablar Rahner,
poniéndola en boca de san Ignacio.5

1 Benedicto XVI, Carta encíclica Deus caritas est 1.


2 Cf. J. Zazo Rodríguez, El encuentro. Propuesta para una teología funda-
mental, Salamanca: Secretariado Trinitario 2010.
3 Cf. P. Laín Entralgo, Teoría y realidad del otro. Volumen 2: Otredad y
projimidad, Revista de Occidente, Madrid 1961, 56-93.
4 San Agustín, De vera religione 39, 72: Obras completas 4, BAC, Madrid
1948, 158. Ahora bien, hay que tener en cuenta cómo continúa el pasaje: «et
si tuam naturam mutabilem inveneris, trascende et teipsum».
5 Cf. K. Rahner, Palabras de Ignacio de Loyola a un jesuita de hoy, Santander:
Sal Terrae 1990, 6-11.

Núm. 347 – Phase 58 (2018) 435-444

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Experiencia de encuentro a través de la liturgia con los jóvenes 437

Ahora bien, ¿habrían llegado el de Loyola y los otros místicos a esa


experiencia directa de Dios si previamente no se hubieran dado
mediaciones que ponían ante su conciencia creyente la realidad
de una Persona ante ellos, infinita e inabarcablemente superior
a ellos mismos? El propio san Agustín reconoce que su conver-
sión –es decir, su encuentro con Cristo, según la descripción del
papa Benedicto– fue posible gracias a mediaciones tan concretas
y externas como la lectura de las cartas de san Pablo, la predica-
ción de san Ambrosio y el testimonio de su madre santa Mónica.
La percepción interna –por algunos descrita como inmediata– de
Dios nunca es completamente ajena a realidades externas que
permiten el reconocimiento de una experiencia como experiencia
de Dios.6 De hecho, no es solo que las mediaciones posibiliten el
encuentro con Dios; es que solo gracias a ellas es posible discernir
su verdad, sin reducciones sentimentalistas o idealistas.7 Por eso,
hay que afirmar sin duda que la experiencia religiosa es, como el
encuentro interpersonal, una experiencia mediada.8 Otra cosa es que
haya mediaciones de varios tipos y que, junto a las objetivas y a
las absolutas haya otras de carácter subjetivo. Pero esa cuestión
ya ha sido suficientemente estudiada.9
La Escritura habla de Cristo como el único mediador entre Dios y
los hombres (cf. 1Tim 2,5). Dado que el contexto de la afirmación
vincula explícitamente conocimiento y salvación, no sería cabal

6 Cf. O. González de Cardedal, Cristianismo y mística, Madrid: Trotta


2015. Ahí se expone con claridad que la mística cristiana es esencialmente
distinta de la de otras religiones, ya que no es comprensible ni separable de
los presupuestos dogmáticos de la confesión de fe.
7 Cf. J. Moureaux, L’expérience chrétienne. Introduction à une théologie, París:
Aubier 1952, 19-36.
8 Ibíd., 31: «L’expérience religieuse est enfin une expérience médiatisée. La
présence et la saisie de Dieu qu’elle comporte sont une présence et une saisie
à travers la médiation d’un signe ou d’un ensemble de signes. La présence
de Die une peut pas être une présence directe, si directe signifie contact pur
d’essence à essence, de personne spirituelle à personne spirituelle. Ni moi-
même, ni les autres, ni Dieu à plus fort raison, ne sont donnés ainsi à ma
conscience».
9 Cf. A. Léonard, Cohérence de la foi. Essai de théologie fondamentale, París:
Desclée 1989.

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438 Jorge Zazo Rodríguez

desvincular ambos conceptos.10 Es decir, no se trata solo de que


Jesús sea aquél por quien nos viene la gracia del Padre, sino que
es también quien posibilita el encuentro del hombre con Dios, ese
conocimiento que, en perspectiva hebrea, es siempre algo más que
adquisición de conceptos y tiene que ver con la mutua entrega de
dos personas que se confían recíprocamente.11 La razón de esto
es, sencillamente, que el salvador es imagen visible del Dios invisi-
ble (Col 1,15). Siendo, por tanto, el encuentro con Dios mediado
exclusivamente por Cristo, y habiendo asumido él ya para siempre
nuestra condición humana,12 no cabe duda de que la fe reviste esen-
cialmente la forma de un encuentro interpersonal.13 La cuestión es
que esa mediación de Cristo tiene, a su vez, que ser mediada para
nosotros en el tiempo y en la materia. Ha de ser mediada porque,
una vez ascendido a la diestra del Padre, el encuentro con el resuci-
tado puede ser universal –por participar su carne glorificada de la
omnipresencia del creador–, pero requiere una corporeidad propia
en la que pueda percibirse su forma.14 Tales realidades sensibles

10 El otro gran texto del Nuevo Testamento en el que se utiliza la categoría


explícitamente de mediador aplicada a Cristo es la Carta a los hebreos, donde
la vinculación entre fe y gracia salvífica es también innegable. De hecho, la
función sacerdotal del Salvador viene descrita por dos adjetivos, uno de los
cuales es pistós, que debe traducirse correctamente no tanto como «fiel», sino
como «digno de fe» (cf. A. Vanhoye, Carta a los hebreos, Madrid: BAC 2014.
11 Cf. T. Morgan, Roman Faith and Christian Faith. Pistis and Fides in the
Early Roman Empire and Early Churches, Oxford: University Press 2015.
12 Cf. K. Rahner, «Eterna significación de la humanidad de Cristo en
nuestra relación con Dios», en Escritos de Teología 3, Madrid: Cristiandad 2002,
47-58.
13 Tal categoría, por tanto, no puede ser reducida a mero símbolo o cifra
de expresión religiosa, como hace J. Martín Velasco en El encuentro con Dios,
Caparrós, Madrid 21997. Probablemente ello se deba, como explica el propio
autor en la nota 54 de la p. 276, a los límites propios de una aproximación
exclusivamente fenomenológica y no teológica a la cuestión de la relación
del hombre con Dios.
14 Laín Entralgo, Teoría y realidad del otro 2, 135-162, pone de manifiesto
como el encuentro interpersonal siempre supone una corporeidad percibida
y otra percipiente. En caso de que una o ambas fueran insuficientes, daría
lugar, a lo sumo, a lo que el autor califica como formas deficientes del encuentro.
Este requiere, en acertada imagen sanjuanista del filósofo, la presencia y la
figura.

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Experiencia de encuentro a través de la liturgia con los jóvenes 439

que median en el tiempo el cuerpo del redentor son la Escritura y


la Iglesia y, dentro de ella, de forma excelente, los sacramentos y,
sobre todo, la Eucaristía.15
Es necesario tener en cuenta los datos que acaban de exponerse
para comprender varias cuestiones en torno al tema sobre el que
estamos reflexionando:
1. Ante todo, que cuando se habla de encuentro en la liturgia
debemos referirnos fundamentalmente al encuentro de Dios
con el hombre. Todos los demás encuentros de los que es
posible hablar –de los cristianos entre sí como comunidad
celebrante, de la Iglesia ministerial y evangelizadora con oca-
sionales practicantes necesitados de renovar el primer anun-
cio y la experiencia kerygmática, de los ministros ordenados
con el laicado, de la fe madura de los adultos con la incipiente
de los jóvenes, etc.– son siempre secundarios y derivados de
este, que es el sustancial. Por supuesto, no hay sacramentos sin
Iglesia –y por eso Balthasar tiene mucho cuidado de introducir
la mediación sacramental y eucarística como una dimensión
concreta de la mediación eclesial–, ni Iglesia sin sacramentos.16
Pero todo se articula coherentemente desde este encuentro
de Dios con el hombre en la celebración.
2. El encuentro interpersonal es una realidad dialógica. Eso
supone que cada una de las dos partes implicadas tiene que
realizar un movimiento de salida de sí mismo, de escucha
del otro en la autenticidad de su ser-otro y responder según
la misma intensidad de la entrega recibida –esto es, una ver-
dadera correspondencia que esté a la altura de la donación de

15 Cf. H.U. Von Balthasar, Gloria. I. La percepción de la forma, Madrid:


Encuentro 1985, 469-536. Por fidelidad a esta cita hemos presentado Escritura
e Iglesia como dos realidades sensibles distintas aunque, a decir verdad,
probablemente fuera más exacto hablar de la Iglesia como mediación y la
Escritura, junto con los sacramentos, solo dentro de ella.
16 O, mejor dicho, Iglesia que no sea sustancialmente mediación sacra-
mental originaria y originante, por ser sacramento universal de salvación con
consecuencias reveladoras (cf. S. Pié Ninot, Eclesiología. La sacramentalidad
de la comunidad cristiana, Salamanca: Sígueme 2007.

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440 Jorge Zazo Rodríguez

uno mismo que se percibe en el encuentro–. Ahora bien, en


el encuentro con Dios, tal y como lo entiende la fe cristiana,
la primacía y la prioridad la tiene él. Tiene la primacía por su
infinita superioridad óntica y porque se debe a él que cree
las condiciones necesarias para que el encuentro realmente
pueda tener lugar: tanto porque adopta la forma para que su
trascendencia no desborde absolutamente nuestra contingen-
cia cuanto porque permite que podamos ofrecerle un cierto
tipo de correspondencia en nuestra condición creatural. Pero
tiene la prioridad porque es él quien además da el primer
paso.17 Por eso, en la liturgia debe subrayarse principalmente
la acción de Dios, lo que supone: destacar, según la doctrina
conciliar, la Sagrada Escritura;18 fidelidad a la forma litúrgica
establecida normativamente como superación de toda ten-
dencia reductora, subjetivista o sentimentalista; desaparición
de todo protagonismo de los agentes humanos para subrayar
la prevalencia absoluta de la iniciativa de Cristo que por el
Espíritu viene a nosotros y nos asocia a su acción de gracias al
Padre. Por supuesto, tal prioridad no puede llevarnos a caer
en unas formas litúrgicas que, por subrayar exclusivamente
lo divino, despreciaren lo humano. Si la experiencia de la fe es,
ante todo, la experiencia de un encuentro, entonces no pode-
mos olvidar que es posible porque Dios se ha hecho hombre y
ha asumido el lenguaje y el cuerpo humano –en otras palabras,

17 Cf. O. González de Cardedal, Dios, Salamanca: Sígueme 2004, 10-11:


«Lo más importante no es si nosotros preguntamos o buscamos a Dios; lo
decisivo es si Dios nos pregunta y busca a nosotros […] Lo primordial no son
la respuesta y el problema del hombre, sino la llamada y la propuesta de Dios.
En la historia de Occidente nos encontramos con dos tipos de preguntas: unas
las que el hombre se hace por Dios y otras las que Dios hace directamente al
hombre. La afirmación bíblica clave es que Dios nos precede siempre en el ser
y en la libertad, en la palabra y en la pregunta. Las nuestras son en las suyas
y desde las suyas. Más aún, las suyas siguen fundándonos y haciéndonos
ser, aun cuando le neguemos la respuesta. La Biblia es el libro que relata la
historia de un Dios que sale al encuentro de un hombre que no le buscaba, de
un Dios que respondía cuando no preguntaban por él. No es el libro del deseo
humano de Dios, sino es ante todo el libro del deseo divino del hombre».
18 Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium 24.

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Experiencia de encuentro a través de la liturgia con los jóvenes 441

porque la humanidad y sus claves de epistemológicas de com-


prensión y expresión forman parte del lenguaje de la fe–,19 y
que reclama la respuesta de quienes acogen y responden a ese
salirnos Dios al encuentro en Cristo. En definitiva, se trata de
comprender rectamente el principio de la actuosa participatio,
tal y como es definido por el magisterio.20
3. El riesgo actual de la comprensión de la experiencia es que
se entienda como mero sentimentalismo o subjetivismo,
o, peor aún, quede reducida a un solo tipo, de carácter fre-
cuentemente somático-afectivo, como si solo esta fuera la
verdadera experiencia humana. Es bueno y necesario que
los jóvenes deseen un lenguaje que les sea accesible; pero
este ni puede discriminar u olvidar la tradición recibida
de nuestros mayores –la experiencia de la fe se renueva
cada generación, pero no nace en cada generación: pro-
piamente, el sujeto del acto de fe es la Iglesia entera en su
realidad sincrónica y diacrónica– ni puede equipararse a
cualquier otro ámbito humano. La experiencia religiosa
tiene un campo propio de expresión. Para que se entienda
esta idea fundamental, pongamos un ejemplo. En los años
setenta y ochenta se compusieron, con buena intención pero
poca reflexión teológica, cantos para la liturgia que preten-
dían salir al encuentro de los jóvenes utilizando melodías
atractivas para ellos. Sin embargo, no basta con que la letra
fuera ortodoxa o incluso la aprobada eclesiásticamente, si
se trataba de un texto del Ordinario de la Misa. La verdad

19 Cf. H.U. von Balthasar, La oración contemplativa, Madrid: Encuentro


3
2007, 121: «Toda santidad auténtica en la Iglesia y toda su influencia histó-
rica siempre han ido a la par con la humanidad de Cristo tomada en serio,
mientras todas las cursilerías en la vida y en el arte cristianos se deben a su
desconocimiento». A veces también en el campo litúrgico hay quienes se dejan
llevar por esas cursilerías de las que habla el genial teólogo suizo.
20 Cf. Sacrosanctum Concilium 14-20; Benedicto XVI, Exhortación apostó-
lica postsinodal Sacramentum caritatis 52-65; Congregación para el Culto
divino y la disciplina de los sacramentos, Instrucción Redemptionis sacra-
mentum 36-42; J. Ratzinger, «El espíritu de la liturgia», en Obras Completas
11, Madrid: BAC 2012, 97-101.

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442 Jorge Zazo Rodríguez

enunciada ha de estar en correspondencia con la verdad


formal que la estructura musical transmite. La experiencia
que está en el origen de un canto de los Beatles o de Simon &
Garfunkel, por ejemplo, y la experiencia que suscitan, tienen
poco que ver con una experiencia cristiana, y ajustar una
letra a ella supone una disonancia estridente.21 Por el con-
trario, hay creaciones novedosas, con arraigo en los modelos
armónicos tradicionales, que conectan adecuadamente con
la sensibilidad actual y que, al mismo tiempo, transmiten
una determinada experiencia de trascendencia. Pensemos,
por ejemplo, en las composiciones de André Gouzes, de la
Comunidad del Emmanuel, de Taizé, de Marco Frisina, de
Bosé y tantos otros ejemplos.
4. Uno de los principales temas de la pastoral juvenil con-
temporánea, sobre todo en los países occidentales, es el
del primer anuncio. Conscientes de la lejanía existencial de
muchos jóvenes respecto de la fe, no faltan quienes proponen
celebraciones kerygmáticas. Indudablemente, el mínimo
sentido común orienta a que los elementos variables de la
liturgia –homilía, preces, moniciones, cantos, etc.– deban
adaptarse a la mayoría de la comunidad celebrante, teniendo
en cuenta su capacidad de comprensión, sus problemas
personales, sus inquietudes y su propia experiencia de
Cristo. Toda celebración es, por su propia naturaleza, un
acto evangelizador, pues es presentación del resucitado en
la confesión de una comunidad creyente que se adhiere a
la alabanza, a la acción de gracias y a la petición de la Igle-
sia en su totalidad y que, de esta forma, consiente que el
Espíritu actualice en el tiempo la respuesta de amor que el
Hijo ofrece al Padre por toda la eternidad. Ahora bien, una
cosa es afirmar esto y otra muy distinta caer en el riesgo de
instrumentalizar la liturgia. La celebración litúrgica es un fin
en sí misma y una fuente de vida cristiana; nunca un medio

21 Sobre la importancia de la belleza y las formas litúrgicas como transmi-


sión de la verdad cf. las acertadas reflexiones de F. Cassingena-Trévedy, La
belleza de la liturgia, Salamanca: Sígueme 2008.

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Experiencia de encuentro a través de la liturgia con los jóvenes 443

para conseguir otro objetivo, por sagrado que sea. El fin de


la liturgia es, en la perspectiva que hemos planteado, ser
mediación de la presencia de Cristo para que el encuentro
con él sea real a través de una realidad corporal y de una
Palabra interpelante, así como la posibilitación merced a
la acción del Espíritu que se derrama en los sacramentos
para que el creyente, elevado sobre su mera condición
creatural y unido al Señor como los sarmientos a la vid, en
cierto modo, por tanto, ya divinizado, pueda corresponder
adecuadamente a la relación que el resucitado le ofrece. ¿Es
esto evangelizador? Sí, por supuesto. Evangelizar consiste
en este presentar a Cristo y permitir que su vida fluya en
nuestro interior. ¿Es lo que normalmente se entiende por
«acción evangelizadora» cuando se piensa en una «liturgia
evangelizadora»? La respuesta a esta pregunta ya dependerá
del contexto de su formulación.
5. Lo que sin duda será imprescindible es que la acción evan-
gelizadora con jóvenes tenga muy en cuenta una formación
litúrgica en sus diversas etapas.22 En el primer nivel,23 llamado
misionero, la prioridad será una correcta educación estética.
Uno de los problemas más urgentes de la juventud actual es
su incapacidad para una auténtica experiencia de la belleza,
habida cuenta de la reducción hedonista que se constata en
la postmodernidad. Solo en la medida en que se abren los
ojos del espíritu a las realidades superiores se pude alcan-
zar a percibir la real presencia del Salvador más allá de las
formas inmediatas. Es, por tanto, imprescindible suscitar
la capacidad de estupor, de admiración y de recreación ante lo
bello, sin lo cual la liturgia no puede cumplir su función en la

22 Cf. M. Sodi, «La dimensione liturgica della pastorale nella vita della
comunità cristiana», en AA.VV., Pastorale giovanile. Sfide, prospettive ed espe-
rienze, Torino: Elledici 2003, 123-142.
23 Al hablar de las etapas de la evangelización con jóvenes seguimos Comi-
sión de Apostolado Seglar. Conferencia Episcopal Española, Jóvenes
en la Iglesia, cristianos en el mundo en el tercer milenio. Proyecto marco de pastoral
de juventud, Madrid: Edice 2007, 69-115.

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444 Jorge Zazo Rodríguez

experiencia de encuentro. Después, en la etapa catecumenal,


la labor evangelizadora será ofrecer las claves de intelección
de los signos litúrgicos dentro de la historia de la salvación.
Hoy más que nunca los textos sagrados resultan distantes,
por haberse perdido como referencia cultural en Europa.
Toda acción catequética debería seguir, por ello, el itinerario
propuesto en la Iniciación cristiana de adultos, incluyendo
la dimensión mistagógica que no debería jamás abandonarse
en la acción pastoral de la Iglesia. Finalmente, en la llamada
etapa pastoral, la clave probablemente se encuentre en la pro-
fundización espiritual y comunitaria los misterios celebrados.
Toda esta reflexión, aquí brevemente esbozada, y probablemente un
poco compleja, por las limitaciones propias de un espacio ajustado,
es algo más que una teoría. Permita el amable lector que, dado que
estamos hablando de experiencias, concluya con una mía personal.
Desde los dieciséis años –hace, por tanto, más de veintitrés– he
estado involucrado, de una forma u otra, en pastoral juvenil. Desde
mi ordenación, excepto el trienio en Roma para la obtención del
doctorado, se me han encomendado ministerios centrados priori-
tariamente en los adolescentes y jóvenes. Sirvo como director del
secretariado diocesano de este campo desde hace nueve cursos. En
todo este tiempo, con tantas vivencias en mi corazón, lo que he visto
es inequívoco: toda liturgia celebrada con devoción, con atención
a la forma según el sentir y la disciplina de la Iglesia, con un sobrio
cuidado a los signos, ha sido capaz de suscitar en muchos chicos
el encuentro con el Señor y una experiencia, a veces incipiente, del
misterio de la Iglesia. Por el contrario, las banalidades hechas en pro
de una supuesta cercanía, donde se primaba la creatividad sobre
la fidelidad, o –lo que ahora comienza a verse cada vez más– los
barroquismos recargados y ostentosos que obedecen más a una
mentalidad decimonónica que a un verdadero espíritu de austero
estupor ante el misterio, lo uno y lo otro solo conducen al encuentro
del joven con la genialidad, las ideas, los complejos o las manías de
la comunidad celebrante –y, principalmente, del ministro presi-
dente–. Celebremos, pues, en la sencillez propuesta por la sabiduría
de la santa madre Iglesia, para que desde lo externo de la liturgia
los jóvenes y todos podamos pasar a lo interno de la experiencia y,
desde ahí, a lo supremo de nuestra divinización.

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Puntos de vista

El Sínodo de los jóvenes y la liturgia:


El gusto y la belleza de la liturgia
Juan Javier Flores Arcas, OSB

Con el sugestivo título de Los jóvenes, la fe y el discernimiento voca-


cional fue publicado el documento base, es decir, el Instrumentum
laboris, de la XV Asamblea General Ordinaria de Sínodo de Obispos
que tendrá lugar en Roma del 3 al 28 de octubre de 2018.
El documento con el que se trabajará en el Aula del Sínodo consta
de tres partes: Reconocer la Iglesia en escucha de la realidad (1ª parte);
Interpretar: fe y discernimiento vocacional (2ª parte) y Elegir caminos
de conversión pastoral y misionera (3ª parte).
Esta tercera parte tiene el objetivo de llegar a «elegir» con el fin de
ayudar a tomar, o como se dice en el número 3, de entender cuáles
son los pasos concretos que el Espíritu nos llama a realizar y en
qué dirección movernos para responder a la llamada de Dios a la
luz de la vocación acogida.
En esta tercera parte encontramos un parágrafo dedicado a la
liturgia con este sugestivo título: El gusto y la belleza de la liturgia.
Lo primero que se podría comentar, para iniciar, es el hecho de
que entre 214 parágrafos solo haya tres dedicados a la liturgia, los
cuales sin embargo encierran propuestas que pueden ser interesan-

Juan Javier Flores Arcas es monje benedictino de la abadía de Santo


Domingo de Silos, doctor en liturgia y profesor del Pontificio
Instituto Litúrgico del Ateneo San Anselmo de Roma, donde
fue rector.

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446 Puntos de vista

tes y sugerentes. Y a su vez se constata algo evidente: que en este


documento preparatorio para el próximo Sínodo, tiene ciertamente
más cabida la liturgia de la Iglesia que lo tuvo en concreto en el
documento anterior que los jóvenes entregaron al papa Francisco
el Domingo de Ramos, es decir, el llamado Documento final de la
reunión pre-sinodal de los jóvenes (19-24 marzo). Entonces las tímidas
propuestas sobre la liturgia no parecían muy significativas. En ese
sentido hemos avanzado positivamente pues el actual Instrumento
de trabajo aunque tenga poca referencia a la liturgia en sí y a la cele-
bración litúrgica en concreto, no obstante el párrafo que le dedica
–en realidad son tres números– es mucho más sustancioso que el
documento anterior, y contiene propuestas que, si se desarrollan
bien, pueden ser significativas.
En los números 187-189 se puede encontrar una reflexión y algunas
propuestas interesantes que dignifican la liturgia y que la presentan
a los jóvenes con gran fuerza.
Evidentemente se parte de principios generales constatando
que «los jóvenes sienten una falta de sintonía con la Iglesia» y,
concretando más y con sus mismas palabras se dice que «parece
que no comprendemos el vocabulario, y por tanto, tampoco las
necesidades de los jóvenes» (núm. 187). Y, a su vez, se evidencia
que los jóvenes buscan una experiencia religiosa auténtica y hasta
radical» y «son sensibles a la calidad de la liturgia» (núm. 187).
En la misma línea se constata que «cuando la liturgia y el ars cele-
brandi son bien preparados hay siempre un número significativo
de jóvenes activos y partícipes» (núm. 188).
En la misma línea y partiendo de la «estructura fundamental de la
fe» según Lumen fidei 40, se sugiere la importancia de desarrollar el
vínculo genético entre fe, sacramentos y liturgia en la planificación
de los itinerarios de pastoral juvenil, a partir de la centralidad de
la Eucaristía, fuente y cumbre de toda la vida cristiana y fuente
y cima de toda la evangelización (cf. núm. 188). Una auténtica
propuesta programática que habría que aplicar a su vez a todo el
pueblo de Dios.
Siguiendo estos mismos criterios, se manifiesta que los jóvenes
hoy buscan experiencias más que conceptos, relaciones más que

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Puntos de vista 447

nociones, y en esta misma línea se pide que las celebraciones


eucarísticas y otros momentos de celebración puedan ser una
oportunidad importante para un «primer anuncio» a los jóvenes.
De igual modo se insiste en «hacer gustar a los jóvenes el espíritu
de la liturgia» y a su vez se pide una reflexión sobre «cómo ofrecer
una formación litúrgica adecuada a todos los jóvenes» de hoy.
Al final se menciona el tema de la «piedad popular» que en distin-
tos contextos ofrece a los jóvenes un acceso privilegiado a la fe, ya
sea porque está vinculada a la cultura y a las tradiciones locales,
y también porque valoriza el lenguaje del cuerpo y de los afectos,
elementos que a veces en la liturgia tienen dificultad a encontrar
espacio.
Todas estas propuestas, que son interesantes y sugestivas, tendrán
que ser estudiadas y comentadas a lo largo de las sesiones del
Sínodo de Obispos.
Por nuestra parte, no nos queda más que esperar que se tomen en
serio y que supongan un buen aldabonazo que sitúe la liturgia, su
celebración, su teología, su espiritualidad en el alto puesto que le
corresponde, siempre en el corazón de la Iglesia.

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448 Puntos de vista

Catequesis y liturgia
Enrique García Ahumada, fsc

1. La catequesis debe ser kerigmática


Catequesis es la iniciación y desarrollo cristiano para quienes se
interesan por la Buena Noticia de Jesús Salvador. La antecede la
misión, realizada por el testimonio de vida de personas y comu-
nidades cristianas cuyo diálogo respetuoso hace atrayente el
Evangelio a quienes no lo conocen o no lo viven. La catequesis
comienza cuando a quienes intriga el modo de ser de los cristia-
nos, se les anuncia sintéticamente el amor de Dios manifestado en
Jesús, llamando a conocerlo y seguirlo. Eso es el kerigma cristiano
o misionero. Kerigma era en la cultura grecorromana el pregón de
un heraldo acerca de un hecho importante para el gobernante. El
modo abnegado y sencillo de vivir de los cristianos es el primer
componente indispensable del primer anuncio de salvación, el
segundo es su diálogo amable con sus interlocutores, el tercero y
principal es el kerigma cristiano. A un niño podemos decirle que
Dios es amor y que en todas partes puede pensar en su presencia
amorosa. Le encantará ponerse en su presencia, sentirse amado por
él, invitado a amar a los demás y ayudarles a ser también felices
con Dios. Se lo diremos porque nos hace felices saberlo. Hasta ahí
estamos en la etapa de misión.
La catequesis profundiza la vida con Dios. Para eso se puede
explicar un kerigma de Jesús. Puede ser el más simple y frecuente
que usó al llamar a ser del reino de Dios apartándose del mal. O
puede ser el más reflexivo que proclamó al magistrado Nicodemo:

Enrique García Ahumada es hermano del Instituto de los Herma-


nos de las Escuelas Cristianas, es licenciado en catequesis y
pastoral y doctor en teología, enseña en el Seminario Pontificio
de Santiago de Chile y en la Universidad Finis Terrae, es profe-
sor de estado en religión y asesor de la Sección Catequesis del
Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

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Puntos de vista 449

«Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo unigénito, para


que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna»
(Jn 3,16). Este versículo capital resume la Biblia, expone la vida
cristiana con sus misterios de la Trinidad por la presencia del Padre,
del Hijo y del Espíritu de amor, y los de la creación, la encarnación,
la redención, la Iglesia de los creyentes y la meta final del plan de
Dios. En el Nuevo Testamento los apóstoles usaron con entusiasmo
su propio kerigma, el anuncio de que Jesús hacía el bien, nos amó
hasta el fin, murió por nosotros para quitar los pecados del mundo
y resucitó para confortar nuestra esperanza en la vida eterna. La
catequesis ha de explicar creativamente esos tres kerigmas bíblicos,
muy relacionados entre sí.

2. La catequesis debe ser mistagógica


La vida cristiana es unirse cada vez más con Dios. Exige amar a
los necesitados y sufrientes. Es vida nueva, porque desde niños
somos egocéntricos y tendemos a buscar placer, poder y poseer.
La gratitud por el amor recibido puede convertirnos en personas
que hacemos gratis el bien a otros. Además de instrucción, requiere
adentrarse en la unión con Dios misterioso, presente aunque
invisible. Mistagogía es conducir al misterio de Dios, esencial a
la catequesis.
La gloria de Dios es la manifestación de su bondad. Lo dice un texto
importante: «Moisés dijo a Yahvé: “Déjame, ver tu gloria”. Él le
contestó: “Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad”» (Ex 33,18-
19a). El creyente se dedica a prolongar la bondad o amor de Dios,
que hizo las maravillas de la creación para que todos gozáramos
la vida. La mayor maravilla está revelada por obra de Jesucristo
en el siguiente texto: «Su divino poder nos ha concedido cuanto
necesitamos para la vida y la piedad, mediante el conocimiento
perfecto del que nos ha llamado por su propia gloria y virtud. Por
medio de ellas nos han sido concedidas las preciosas y sublimes
promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza
divina» (2Pe 1,3-4). Esa participación es el extraordinario don de
la vida eterna. El menor, como el mayor, puede sumergirse en el
misterio del amor generoso de Dios y prolongarlo con todo su

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450 Puntos de vista

actuar: hacer agradable la vida a quienes lo rodean, jugar gozando


con otros, estudiar para mejorar el mundo, trabajar para servir
según su capacidad o talento por la gloria de Dios. Lo cotidiano,
trivial al parecer, adquiere sentido divino si se busca expresamente
la gloria de Dios y especialmente la vida divina en las personas.
La catequesis se hace mistagógica, conductora al misterio de Dios
que es amor hasta la unión con él. Al aprender ese modo de vivir,
el cristiano se hace misionero.

3. La catequesis ha de conducir al culto de Dios


Aquí prefiero referirme a experiencias. En el Colegio De La Salle
de Santiago de Chile en 1968 los padres de familia nos pidieron
preparar sus hijos a empezar a comulgar. Nuestra comunidad reli-
giosa, con base en el Concilio Vaticano II terminado en 1965, decidió
ayudarles a que ellos los prepararan con ayuda nuestra. Aceptaron.
Cada semana los reuníamos para explicarles unos temas que ellos
transmitirían a sus hijos con sus propias palabras. Les interesó
mucho empezar a comprender el Evangelio para vivirlo y transmi-
tirlo, y entender cosas básicas del Concilio. Después de separarlos
en pequeños grupos a cargo cada uno de un hermano, compartían
al final del encuentro lo que estaban dispuestos a decir a sus hijos.
También cada semana juntábamos a sus hijos para jugar, serenarse
con un canto religioso, después sugerirles que agradecieran al Señor
lo que quisieran, y que preguntaran a sus padres sobre lo conversado
en su reunión con los hermanos. Una vez al mes reuníamos a los
padres y los niños. Primero preguntábamos a los niños en presencia
de sus padres qué habían aprendido de ellos. Algunos acertaban a
decir algunas enseñanzas recibidas, otros se quedaban callados.
En segundo lugar animábamos una celebración sencilla basada
en un texto bíblico que sintetizaba el tema del mes. Ofrecíamos la
palabra para comentarlo y con un canto religioso favorecíamos la
libre oración de los fieles. Todo terminaba compartiendo galletas
y bebidas que los padres habían traído. Algunos papás o mamás
a veces propusieron juegos. Al terminar el año escolar los niños, a
medida que se sentían preparados y aprobados por sus padres y
por los hermanos, comenzaban a comulgar los domingos en misa
en sus parroquias o capillas.

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Puntos de vista 451

En 1970 la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile


estudió las experiencias existentes sobre preparación de niños a
la Eucaristía. La más novedosa era la de mamás catequistas. Ellas
superaron la costumbre de confiar a catequistas, generalmente
adolescentes, la enseñanza del catecismo durante un mes antes
del 8 de diciembre, en que los niños y niñas aprobados hacían
solemnemente la primera comunión. En cambio, unas señoras
preparaban en sus casas grupos de cinco a diez niños, logrando
con ayuda de algunos párrocos entregar a sus padres breves temas
escritos para conversar en casa con sus hijos sobre textos del Evan-
gelio. Había creciente compromiso de los padres o madres en la
formación cristiana de sus hijos. Por primera vez en la historia, en
vez de solo declarar la obligación de los padres de ser los primeros
catequistas de sus hijos, la Iglesia les ayudaba a serlo mediante estas
voluntarias. Varias diócesis publicaban con gran difusión manua-
les de la mamá catequista para reuniones paralelas de padres y de
hijos durante un año para prepararlos a empezar a comulgar. Los
obispos prefirieron a eso formar familias cristianas. Decidieron una
preparación en dos años a los niños bajo la responsabilidad de sus
padres, el primero dedicado a Jesucristo y el segundo a la Iglesia
y los sacramentos. Fundaron la catequesis familiar de iniciación
a la vida eucarística.
Mis superiores me enviaron en 1972 y 1973 a estudiar en el Insti-
tuto Internacional Lumen Vitae de Bruselas. Desde 1974 trabajé
en el Instituto Arquidiocesano de Catequesis, donde el liturgista
presbítero Carlos Decker difundía con su equipo su programa
de catequesis familiar «Al encuentro del Dios vivo». En abril de
1974 el episcopado me nombró director de la Oficina Nacional de
Catequesis. Permanecí a medio tiempo en ambas instituciones
hasta 1987, en que empecé a trabajar en catequesis en el Consejo
Episcopal Latinoamericano, CELAM. Esos trece años colaboré en
confeccionar los materiales y en formar personal especialmente
para esa catequesis familiar.
La primera innovación del programa de Santiago fue incluir, según
la necesidad observada en nuestras evaluaciones periódicas con
los directores diocesanos de catequesis, entre cuatro y doce temas

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452 Puntos de vista

iniciales antes de presentar la palabra de Dios y a Jesús en primer


año. Eran para mejorar las relaciones intrafamiliares y educativas,
con leves motivaciones bíblicas comentadas en su aspecto humano.
Hacía falta esa etapa misionera familiar. Innovación importante
fue incluir una celebración de la Palabra después de cada unidad
temática de cuatro o cinco encuentros de los padres. Al término del
primer año se propone una celebración comunitaria del perdón,
con confesión individual, y del bautismo para quienes lo pedían.
Desde 1975 los niños solo se reunían los dos años en celebraciones
infantiles semanales de la Palabra. No conozco en la historia ante-
rior de la catequesis la inclusión de algún proceso de tal formación
litúrgica práctica. Lamentablemente, algunos autores posteriores
han debilitado o suprimido dicha formación litúrgica de los niños
mediante celebraciones de la Palabra. Las de adultos se mantienen
y se han generalizado a otros programas de catequesis para diver-
sas edades y tipos de interlocutores. Es gran logro de la catequesis
posterior al Concilio. En 2005 en la Facultad de Teología de la
Universidad Católica de Chile hicimos un Congreso Internacional
de Catequesis Familiar de Iniciación Eucarística. Aportaron expe-
riencias y reflexiones representantes de Chile, Perú, Argentina,
República Dominicana, Alemania, España y Corea del Sur. Esta
catequesis familiar se extiende ahora en América, Europa, Asia y
África. Se necesitan evaluaciones periódicas para adaptarse a las
realidades locales cuidando aspectos básicos.
En síntesis, si toda catequesis es para «vivir en Cristo», ha de ser
crecientemente mistagógica. La catequesis es educativa, pero la
liturgia es esencialmente santificadora, porque en ella el prota-
gonista es Dios con su gracia. Todo programa de catequesis debe
incluir momentos de oración que conduzcan a celebraciones de la
Palabra y en lo posible a los sacramentos. En la catequesis social
y económico-política que elaboramos entre 1980 y 1984 durante
la dictadura militar en Chile de 1973 a 1990, no incluimos sacra-
mentos, sí celebraciones de la Palabra. Al adaptarla en el programa
semanal nacional de «Catequesis social» de Radio María de abril a
noviembre de 2017 en preparación a las elecciones presidenciales
y parlamentarias, cada emisión terminaba con oración. No nos
bastaba formar activistas sociales. El objetivo de la catequesis es

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Puntos de vista 453

formar cristianos dedicados al «reino de Dios y su justicia» (Mt


6,33). Eso implica iniciar y desarrollar la vida de oración, para «que
Cristo habite por la fe en los corazones» (Ef 3,13). En consecuencia,
los cristianos extenderán el reino de la bondad de Dios.

El papa Francisco
asiste matrimonio en el avión
Francisco Javier Manterola C.

La sorpresa que provocó el papa Francisco al casar a una pareja


en el avión, pide una reflexión canónico-litúrgica acerca de los
criterios que usamos. Ni expediente matrimonial, ni formalidades,
ni Ritual, pero matrimonio válido y lícito. Más allá de que el Papa
goza de «potestad ordinaria que es suprema, plena, inmediata y
universal en la Iglesia, y que siempre la puede ejercer libremente»
(CIC, c. 331) y, que como supremo legislador él interpreta la ley
universal (cf. CIC, c. 16), la celebración de ese matrimonio implica
una originalidad tal que conviene profundizar.

1. ¿Cómo ocurrió?
En el contexto de su viaje apostólico a Chile y Perú, el 18 de enero
de 2018, en el vuelo Santiago-Iquique, que dura unas dos horas
y media, se acercan al Papa los asistentes jefes de cabina Carlos
Ciuffardi (41 años) y Paula Podest (39 años), casados por el civil en

Francisco Javier Manterola C., es sacerdote diocesano de la arqui-


diócesis de Santiago de Chile, ordenado hace treinta años, y
licenciado en derecho canónico. Actualmente es párroco de la
parroquia San Vicente de Paúl, juez en el Tribunal Interdioce-
sano de Santiago y profesor en la Facultad de Teología de la
Pontificia Universidad Católica.

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454 Puntos de vista

marzo de 2010, padres de dos hijas de seis y tres años, para pedirle
una fotografía y la bendición de sus argollas. El Papa les pregunta
si están casados por la Iglesia y le responden que quisieron hacerlo,
pero no pudieron. El Papa se ofrece para casarlos. Responden
espontáneamente que sí, los interroga acerca de su decisión y les
pide que busquen testigos. Le piden al presidente de la línea aérea,
don Ignacio Cueto, y a monseñor Mauricio Rueda (asistente del
Papa), que actúen de testigos. Luego el Papa les pide el consenti-
miento y se levanta el acta. Salen de la cabina, se lo cuentan a sus
compañeros de trabajo, hay aplausos y felicitaciones de la tripu-
lación, y ¡ya está!: son marido y mujer ante Dios y ante la Iglesia.
Por su parte, el Santo Padre encarga al nuncio apostólico en Chile,
que vele por la inscripción del matrimonio.

1.1 ¿Improvisación?
Carlos y Paula habían dispuesto su matrimonio religioso para
abril de 2010. El matrimonio civil estaba previsto para el sábado
27 de febrero previo. Ese día, a las 3:34 horas de la madrugada,
ocurrió uno de los terremotos más fuertes de la historia conocida
en Chile: alcanzó 8,8 grados de magnitud. Además de muchas
iglesias destruidas, hubo colapso de carreteras y teléfonos como
ocurre con un terremoto de esa magnitud. Obviamente Carlos y
Paula no pudieron celebrar su matrimonio civil ese día, sino el 6
de marzo siguiente. Dado que el sacerdote amigo que los asistiría
en su matrimonio religioso era de otra ciudad, tampoco pudo
cumplir con el compromiso acordado y debieron posponerlo hasta
nueva ocasión.1
Esa ocasión se les presentó nada menos que ante el Romano Pontí-
fice. No se lo esperaban pero él se los propuso. Tuvieron un diálogo
entre espiritual y pastoral. El Papa confió en la palabra de los novios
y suponemos que el Papa concluyó que no había impedimentos.
La noticia sorprendió al mundo. Francisco lo hizo por el bien de
ellos pero también, como consta en los relatos periodísticos y lo

1 Información proporcionada telefónicamente por el mismo Carlos


Ciuffardi.

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Puntos de vista 455

confirma Carlos, como un estímulo para que muchas parejas se


animen al matrimonio. Esto repercute en nosotros, pastores y res-
ponsables de que la ley esté al servicio del hombre y no al revés. A
partir de la actitud del Romano Pontífice, nos preguntamos hasta
dónde flexibilizar nuestros criterios para facilitar el matrimonio
sin traicionar el sentido de la disciplina vigente.

1.2. Primer elemento de discernimiento


Una proporción no despreciable de católicos que conviven o están
unidos solo civilmente, no lo hace por «prejuicios o resistencias
a la unión sacramental» (Amoris laetitia 294), sino por otro tipo
de razones.2 Entonces «cuando la unión alcanza una estabilidad
notable mediante un vínculo público –y está connotada de afecto
profundo, de responsabilidad por la prole, de capacidad de superar
las pruebas– puede ser vista como una oportunidad para acom-
pañar hacia el sacramento del matrimonio…» (Amoris laetitia 78).
Francisco no solo los acompañó sino que los convirtió en esposos
sin más formalidades que las mínimas exigidas para la forma ad
validitatem.
Ante esto nos preguntamos por el sentido del andamiaje jurídico
que hemos construido para proteger el matrimonio, pero que
muchas veces termina oscureciendo el sentido del matrimonio
mismo.3 Para responder, hay que recordar que no todas las leyes
tienen el mismo valor. Las hay desde invalidantes, es decir que
afectan a la validez del acto (cf. CIC, c. 10), otras que mandan para
proteger algún bien, hasta las exhortativas que solo aconsejan
mejores conductas. De los 110 cánones dedicados al matrimonio
en el Código de 1983, algunos protegen la validez del acto, otros la
legitimidad y otros los valores que expresan mejor el sentido del
mismo. No todos tienen el mismo nivel de exigibilidad.

2 Entre los más frecuentes, la dificultad económica para realizar la fiesta


y la falta de decisión.
3 Recomiendo entre otros a P.-J. Viladrich, El modelo antropológico del
matrimonio (Documentos del Instituto de Ciencias para la Familia 31), Madrid:
Rialp 2001, especialmente las páginas 11-53.

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456 Puntos de vista

De igual manera en el Ritual del matrimonio, no todos los elemen-


tos tienen el mismo nivel de exigencia pero nunca puede faltar la
manifestación del consentimiento ante el testigo cualificado que
lo pide y recibe en nombre de la Iglesia, que conviene (exigible
litúrgicamente) que sea iluminado por la Palabra de Dios y seguido
de la oración por los esposos.

2. Requisito indispensable: la forma «ad validitatem»


Durante el primer milenio cristiano, los fieles contraían matri-
monio como lo hacían sus contemporáneos. Si bien para los
esposos cristianos era importante tener un reconocimiento del
obispo, no era más que una aprobación de su estado de vida.
Aunque la mayoría se casaba in facie Ecclesiae, otros no, pues no
se exigía para la validez. Se daba preponderancia al derecho
natural al matrimonio mediante la celebración, normalmente
dentro de un marco litúrgico en un ambiente festivo familiar
sin más requisitos.
Los llamados matrimonios clandestinos, es decir los que no se
celebraban in facie Ecclesiae, trajeron como consecuencia la proli-
feración de personas casadas que pretendían segundos o terceros
matrimonios, algunos con toda publicidad, pero obviamente nulos
por haber matrimonio anterior.
Aunque el Concilio IV de Letrán (1215) intentó prohibir los matri-
monios clandestinos, fue el Concilio de Trento (Decreto Tametsi,
1563) el que declaró nulos los matrimonios que no se ajustaran
a la forma pública. No se dudaba de la validez de los anteriores
matrimonios clandestinos, pero en adelante no serían reconocidos
válidos. La forma exigía que fueran ante el párroco, o ante el ordi-
nario del lugar o ante un sacerdote delegado por alguno de ellos,
y, al menos, dos testigos.
Así nos llega en la legislación actual (cf. CIC, c. 1108) que además
incorpora la forma extraordinaria en inminente peligro de muerte
o, ante la imposibilidad de asistencia del párroco o del ordinario
del lugar (cf. CIC, c. 1116).
La forma requerida lleva implícita la manifestación pública recono-
cible por otros, de la decisión de los contrayentes que queda garan-

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Puntos de vista 457

tizada por el testigo cualificado que lo pide en nombre de la Iglesia,


y por los dos testigos comunes. En este foro damos por conocida la
importancia de la correcta delegación para el testigo cualificado.

2.1. Segundo discernimiento


En el caso que nos ocupa, el Romano Pontífice, siendo ordinario
en cualquier lugar del mundo, ante dos testigos, pidió y recibió, en
nombre de la Iglesia, el mutuo consentimiento de los contrayentes.
No cabe duda que el matrimonio de Carlos y Paula es válido y
lícito pero, ¿valía la pena sacrificar las formalidades que expresan
la dignidad de lo que ellos desean para su vida de esposos? Ellos
consideraron que sí, y el Papa también.
Pero, además del bien para ellos, suponemos que en su calidad de
pastor universal, quiso suscitar la discusión en que nos hallamos.
Por eso nos preguntamos: ¿sería recomendable que otros ordinarios
hicieran lo mismo dentro de su jurisdicción? Creo que no. Se lograría
más confusión que facilidad para el matrimonio. La certeza jurídica
tiene valor para los esposos, para la Iglesia y para la sociedad. Creo
mejor que ese ordinario los remita al párroco, pidiéndole que les dé
facilidades. Además es signo de respeto al pastor local.
Por otro lado, ¿sería bueno promover celebraciones matrimoniales
atenuando los requisitos y formalidades guardando solo la forma
ad validitatem? En nuestra cultura secularizada habría que discernir
muy bien qué cosa atenuar y cuál no. Anteponer sin más la ley
canónica a las exigencias de la vida actual podría ser un abuso,
pero hay requisitos y formalidades que evangelizan por sí mismos
y que se deben cuidar. Veamos cuáles de la preparación y de su
celebración, se podrían atenuar y cuáles no.

3. Disposiciones relativas a la preparación


La normativa canónica pide que «antes de que se celebre el matri-
monio debe constar que nada se opone a su celebración válida y
lícita» (CIC, c. 1066).4 Mediante la información (o investigación o

4 La asistencia a los novios está confiada a los Ordinarios y a las iglesias


particulares (cánones 1063 y 1064). En Familiaris consortio, en adelante FC,

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458 Puntos de vista

expediente) prematrimonial se examina a los contrayentes5 para


asegurar que no hay impedimentos y que se ven capacitados y
libres de vicios para que inicien su vida matrimonial en una ade-
cuada celebración litúrgica. Conviene que se haga en la parroquia
de uno de ellos por ser la comunidad donde viven su fe (cf. CIC, c.
1115). Sin embargo, hay que ser flexibles para respetar el derecho
de los contrayentes a elegir otra iglesia fuera del sector parroquial
propio avisando al párroco correspondiente (cf. CIC, c. 1070).
Es muy importante tener seguridad acerca del estado de libertad
de los contrayentes («soltería»). Usualmente se hace mediante
la declaración jurada de testigos que reemplaza las antiguas
proclamas. Su necesidad es bastante obvia, razón por la cual es
obligatoria salvo peligro de muerte en que ordinariamente bastará
la declaración de los contrayentes (cf. CIC, c. 1068).
De alguna forma hay que acreditar el bautismo. Ordinariamente
se hace mediante certificados, porque además facilitan la poste-
rior anotación del matrimonio en la partida del bautismo de los
cónyuges. Cuando se han bautizado en otras parroquias, con los
medios informáticos que hoy disponemos, se puede facilitar el
trámite solicitándolos desde la secretaría parroquial.6
Finalmente, la norma canónica busca la celebración fructosa del
matrimonio, para lo cual conviene que estén confirmados (cf. CIC,
c. 1065 §1)7 y que acudan a la penitencia y Eucaristía (cf. CIC, c. 1065
§2). Debe recomendarse, pero no puede exigirse a todos por igual.

66, el papa san Juan Pablo II propuso un criterio de gradualidad y continuidad


teniendo en cuenta la preparación remota, próxima e inmediata al matrimo-
nio. Son los laicos, concretamente matrimonios y familias junto a los pastores
quienes tienen una responsabilidad especial (cf. cánones 225 y 226). También
Francisco en Amoris laetitia 206-209 vuelve sobre esta responsabilidad de la
Iglesia local en la preparación de los novios.
5 Se hace de acuerdo a las normas establecidas por la Conferencia Epis-
copal (can. 1067).
6 Cuando no es posible conseguir fácilmente los certificados de bautismo
y confirmación, basta una declaración a tenor del canon 876 y 894. Hay que
cuidar de asentar esa declaración para dejar la constancia del matrimonio.
7 Creo abusivo exigir la confirmación como es en algunos países. No es

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Puntos de vista 459

4. Celebración: lugar sagrado y liturgia


Todo matrimonio, aún de no cristianos, tiene algo de sagrado,
por lo cual corresponde que se celebre en un lugar adecuado a ese
carácter. Por eso el canon 1118 ofrece una gradación de lugares
posibles que compatibilizan la dignidad de la celebración con los
intereses de los novios.
El primer parágrafo dirigido a contrayentes bautizados manda –
pues pretende proteger la dignidad del sacramento– celebrarlo en
una iglesia parroquial. Es un bien litúrgico y pastoral que conviene
a los esposos, a la Iglesia y a la sociedad. Además, la celebración
en la iglesia parroquial confirma la publicidad pues la comunidad
será testigo, directa o indirectamente, de la celebración.
Pero los novios podrían elegir otro lugar que sea significativo
para ellos. Si se trata de una iglesia u oratorio distinta de la iglesia
parroquial, no hay óbice para que el párroco autorice. Pero si ese
lugar no ha sido dedicado al culto, la licencia corresponde solo el
Ordinario (cf. CIC, c. 1118 §2). La creciente conciencia ecológica
y la desafección a los lugares sagrados piden hoy día más flexi-
bilidad y comprensión de los ordinarios para dar esa facilidad.
Finalmente, si una de las partes no es bautizada, los novios pueden
elegir libremente el lugar más conveniente, incluida una iglesia, y
no necesitan licencia alguna (cf. CIC, c. 1118 §3).
Respecto a la liturgia, el canon 1119 obliga «salvo caso de necesidad,
a observar los ritos prescritos en los libros litúrgicos aprobados
por la Iglesia». Ocurre con cierta frecuencia que los novios quieren
iniciar su vida matrimonial con una celebración religiosa origi-
nal. Acogiendo las legítimas adaptaciones y evitando el vaciado
de contenido debe quedar asegurada la forma requerida para la
validez, la proclamación de la Palabra, la oración sobre los esposos
y la oración dominical.

requisito indispensable según canon 1065,1 y urgir su celebración pone en


riesgo hasta su misma validez (cf. canon 889 §2).

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460 Puntos de vista

4.1. Discernimiento
En esta línea va Familiaris consortio, que pide que la celebración del
matrimonio, inserta en la liturgia «debe ser de por sí válida, digna
y fructuosa» (Familiaris consortio 67) y debe expresar el carácter
eclesial. La celebración será ocasión privilegiada para «iluminar
a los novios para vivir con mucha hondura la celebración litúrgica
ayudándoles a percibir y vivir el sentido de cada gesto» (Amoris
laetitia 213), especialmente el «peso teológico y espiritual del
consentimiento» (Amoris laetitia 214) y «meditar con las lecturas
bíblicas» el sentido de los gestos y compromisos que adquieren
(cf. Amoris laetitia 216). Conocer el Ritual y el Leccionario que se les
ofrece, será riquísima ocasión para preparar su boda y su vida
matrimonial.
Estas importantes advertencias son para todos, pero han de ser
adecuadas a las personas y situaciones de tal manera que sean
una ayuda y no una carga. En ningún caso se pueden convertir en
requisito para el matrimonio.

5. Inscripción
La inscripción (cf. CIC, cc. 1121-1123) garantiza la prueba del matri-
monio celebrado y sus efectos. De igual forma el asentamiento de
la nota matrimonial en la partida de bautismo de los esposos. Es
responsabilidad del párroco del lugar donde se celebró el matri-
monio avisar al párroco donde fueron bautizadas las partes. Estos
trámites meramente administrativos están llamados a producir
certeza en beneficio de los esposos y de otros fieles en la Iglesia.
Los documentos que se extiendan a partir de dichas anotaciones se
convertirán en documentos públicos que certificarán lo que dicen.
Por eso es necesario hacerlo con toda diligencia.
El nuncio en Chile recibió el encargo del Papa de hacer la inscrip-
ción y las anotaciones marginales. Para eso consiguió los certifi-
cados de bautismo de los esposos Ciuffardi Podest, contactó al
párroco de la parroquia en que preveían casarse, y encargó a ese
párroco que avisara a los párrocos respectivos que asentaran la
nota matrimonial. Si el Santo Padre no hubiera tenido el apoyo de
la Nunciatura, seguramente no se habría logrado.

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Puntos de vista 461

6. Valoración del matrimonio asistido por el Papa en el


avión
A modo de conclusión, el matrimonio que celebró Francisco en el
vuelo Latam Santiago Iquique el 18 de enero de 2018, nos deja las
siguientes reflexiones:
a) El Romano Pontífice, usando de su potestad, convirtió la
unión civil de Carlos y Paula en matrimonio sacramento
con solo pedirles y recibir el consentimiento en nombre de
la Iglesia, ante dos testigos. No hizo la investigación pre-
matrimonial o expediente sino que confió en la palabra de
los novios en que no había impedimentos. Está bien, pero a
los párrocos se nos pide la investigación prematrimonial o
expediente para asegurar la validez, la licitud y la celebra-
ción fructuosa. Es por el bien de los esposos, de la Iglesia y
de la sociedad.
b) El deseo del Papa de que «muchas parejas se animen a
casarse», no parece lograrse atenuando requisitos y forma-
lidades. Para quienes dilatan su matrimonio religioso por
motivos económicos para celebrar con sus invitados, cosa
que corresponde a la naturaleza social del matrimonio,
debemos dar facilidades prestando locales parroquiales,
flexibilizando horarios o ayudando en la documentación.
Para quienes dudan casarse por falta de decisión, los requi-
sitos y formalidades pueden ser una ayuda, incluso hasta
para evitar matrimonios nulos.
c) El impacto lo provoca en quienes debemos replantearnos
cómo hacer las cosas más fáciles y atractivas para los novios,
que viven en una sociedad secularizada que les exige
muchas cosas al preparar su matrimonio religioso. Creo
que parte de la solución comienza por hacernos servidores
como Jesús, que «no vino a ser servido sino a servir y dar su
vida en rescate por muchos» (Mc 10,45).

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revista Misa Dominical.

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Noticias

Los salmos oración de Israel,


de Cristo y de la Iglesia.
El salterio en la liturgia
y en la piedad popular

El 16 y 17 del pasado mes de marzo se ha desarrollado en Palermo


el XV Congreso Litúrgico Pastoral organizado por la Pontificia
Facultad Teológica de Sicilia San Juan Evangelista bajo el título
«Los salmos oración de Israel, de Cristo y de la Iglesia. El salterio
en la liturgia y en la piedad popular». Su objetivo fue profundizar
en el uso que hace hoy en día la liturgia del Salterio, la perspectiva
con la que se lee, los problemas que dicho uso plantea para ofrecer
sugerencias que mejoren su uso. Estas fueron las ponencias que
se impartieron: De los salmos al Salterio. Rezar con el libro de los
salmos (Gianni Barbiero, del Pontificio Instituto Bíblico); La lectura
de los salmos en el Nuevo Testamento (Matteo Crimella, de la Facultad
Teológica de la Italia Septentrional); Oración salmódica e identidad
plural en el cristianismo de los primeros siglos (Vincenzo Lombino, de
la Facultad Teológica de Sicilia); La lectura mistagógica de los salmos
en los ritos sacramentales y en la celebración del año litúrgico (Pietro
Sorci, de la Facultad Teológica de Sicilia); El salmo responsorial en la
liturgia: historia, significado, elecciones, ejecución (Gabriele Tornambè,
doctorando de la Universidad de Friburgo); Los salmos en la Liturgia
de las Horas: tradiciones diversas: Oficio catedral y monástico, Oriente
y Occidente (Goffredo Boselli, monje de la Comunidad de Bose);
Los salmos en la oración matutina y vespertina de la Iglesia (Dome-
nico Messina, de la Facultad Teológica de Sicilia); La tradición de
los «siete salmos penitenciales», la celebración de la reconciliación y la
atención pastoral de los enfermos (Pierangelo Muroni, del Pontificio
Instituto Litúrgico San Anselmo); Los salmos en la piedad popular
(Alberto Giardina, del Oficio Litúrgico de la diócesis de Trapani);

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464 Noticias

Simbolismo de los instrumentos musicales y del canto en el «Comenta-


rio a los salmos» de san Agustín (Cosimo Scordato, de la Facultad
Teológica de Sicilia).

Liturgia y devociones populares:


liturgia – devociones populares –
inculturación

Del 25 al 30 del pasado mes de junio se reunieron un total de 36


participantes (30 jesuitas y 6 no jesuitas) de 18 países de todo el
mundo en el Mwangaza Jesuit Spirituality Centre de Nairobi
(Kenia) para el VII Congreso de la Asociación Internacional Jung-
mann de Jesuitas y Liturgia, en un ambiente de oración, reflexión
académica y convivencia fraterna.
La conferencia inaugural corrió a cargo de Dennis Smolarski SJ,
profesor de la Universidad de Santa Clara y presidente de la Aso-
ciación Jungmann, que presentó una panorámica de la relación
entre liturgia y las prácticas devocionales y de piedad popular, a
partir de documentos oficiales de la Iglesia.
El primer día estuvo dedicado a la inculturación del culto y la
piedad popular. Intervino en primer lugar Mark Francis, csv, doctor
en liturgia y presidente de la Catholic Theological Union (CTU),
mostrando la inculturación litúrgica, principalmente a través de
la lente de la piedad popular. Después, Laurenti Magesa, funda-
dor del Simposio Ecuménico de Teólogos del África Oriental y
profesor de teología moral, se centró en las devociones populares
en el catolicismo africano, distinguiéndolas de la liturgia de la
Iglesia, que al pueblo africano le resulta más intelectual y lejana a
su manera de expresar la fe. Finalmente tuvo lugar la intervención
de John Lukwata, doctor en liturgia y director del Departamento
de Sagrada Liturgia de la Universidad Católica de África Oriental
(CUEA); como no pudo acudir fue leída por Francis Wambua, sj.
En su texto expuso cómo las devociones populares se han utilizado
como una vía para encontrar a Dios, para celebrar y transmitir la
fe católica en África.

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Noticias 465

El segundo día estuvo centrado en la concreción de la liturgia y las


devociones populares en diferentes regiones. Eddie Fernandez,
sj, profesor de teología pastoral y ministerio en la Universidad de
Santa Clara (California), se refirió a diversas formas de devoción
y religiosidad popular de la población de origen latino en los Esta-
dos Unidos y su fuente en las poblaciones de origen. Mientras que
Ricky Manalo, csp, doctor en teología y profesor en la Universidad
de Santa Clara (California), prestó atención al contexto asiático.
El tercer día se dedicó a visitas culturales y de la vida animal
africana.
El cuarto día se centró en la liturgia y la formación jesuita. Wilfred
Sumani SJ, profesor de liturgia en el Hekima College (Zimbabue),
hizo hincapié en que la liturgia en las casas de formación debe
tomarse como una misión que comienza en el noviciado y que
esta no se reduce sólo a la misa, sino también a otras celebraciones
litúrgicas.

La liturgia recurso de humanidad

El Centro de Acción Litúrgica de Italia ha organizado del 27 al 30


de agosto en Matera (Italia) su 69 Semana Litúrgica Nacional con
el tema «La liturgia recurso de humanidad», para mostrar cómo
«el que sigue a Cristo, hombre perfecto, se perfecciona cada vez
más en su propia dignidad de hombre» (GS 41), de modo que «sus
pensamientos sean nuestros pensamientos, sus sentimientos los
nuestros, sus elecciones las nuestras» (Francisco, Audiencia del 4
de abril de 2018).
Goffredo Boselli, liturgista, monje de Bose, comenzó tratando La
humanidad de la liturgia. El padre Giulio Michelini, ofm, biblista,
preside del Instituto Teológico de Asís, se centró en Los evangelios,
narraciones de la humanidad de Cristo. Pierangelo Muroni, profesor
del Pontificio Instituto Litúrgico San Anselmo (Roma), tuvo su
intervención La liturgia celebra y vive la humanidad de Cristo. El padre

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466 Noticias

Corrado Maggioni, cm, subsecretario de la Congregación para el


Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos habló sobre Len-
guaje humano y lenguaje litúrgico. Valeria Trapani, profesora de la
Facultad Pontificia Teológica de Sicilia desarrolló Para una liturgia
hospitalaria. Luca Palaui, director de la Oficina de Catequesis de
la diócesis de Módena-Nonatola expuso Los jóvenes en la asamblea
litúrgica: dificultad de participación. El padre Raniero Cantalamessa,
ofm cap., predicador de la casa pontificia, intervino en último lugar
con su ponencia Por nosotros los hombres y por nuestra salvación. Hubo
además cuatro grupos de trabajo: Para una liturgia justamente
humana: entre la libertad y el fixismo (Silvano Sirboni, director
de la Revista Pastoral Litúrgica); Liturgia y nuevas herramientas
de comunicación [oh mundo digital] (Antonio Di Leo, director de
la Oficina Litúrgica Regional); La confirmación recurso de huma-
nidad para los jóvenes (Maria Pina Rizzi, profesora de religión
católica); Liturgias diversas, un solo bautismo [aspecto ecuménico]
(Raffaele Ogliari, monje de Bose).

Liturgia y jóvenes

Del 27 al 30 de agosto se han desarrollado en el monasterio de


Camaldoli (Italia) las 46 Semanas de Estudio de la Asociación de
Profesores y Cultores de Liturgia de Italia, bajo el título «Liturgia
y jóvenes».
Con el deseo de afrontar la difícil relación que las jóvenes genera-
ciones tienen con la liturgia, y en línea con el Sínodo de los Obispos
del mes de octubre sobre los jóvenes, tuvieron lugar las siguientes
intervenciones: Fe, rito y cultura contemporánea: puntos de no retorno
por Giorgio Bonaccorso, del Instituto de Liturgia Pastoral (Padua);
El mundo juvenil entre la inmediatez virtual y la mediación ritual por
Lorenzo Voltolin, de la Facultad Teológica del Triveneto; Jóvenes
y religiosidad por Paola Bignardi, del Istituto Toniolo (Milán), El
encuentro de la juventud por Alberto de Bernardi, de la Universidad
de Bolonia; La cuestión juvenil del movimiento litúrgico: la experien-
cia de Romano Guardini por Andrea Grillo, del Pontificio Instituto

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Noticias 467

Litúrgico San Anselmo (Roma); Liturgia y pastoral juvenil por


Manuel Belli, de la Escuela de Teología del Seminario de Bérgamo;
Experiencia musical y modelo ritual por Fabio Trudu, de la Pontificia
Facultad Teológica de Cerdeña (Cagliari); Jóvenes y liturgia: reforma
y/o iniciación por Luigi Girardi, del Instituto de Liturgia Pastoral
Santa Justina (Padua).

«La prex eucharistica»

Durante los días 28, 29 y 30 de agosto, la Asociación Española de


Profesores de Liturgia ha tenido su XLIII Jornadas, dedicadas
en esta ocasión a la plegaria eucarística. Abrió el encuentro, tras
el saludo del presidente, Jaume González Padrós, Manuel Gon-
zález López-Corps, de la Universidad Eclesiástica San Dámaso
(Madrid), para ofrecer el marco histórico y teológico de la plegaria
eucarística. Manel Nin OSB, exarca apostólico en Grecia, trató las
plegarias orientales. Aurelio García Macías, de la Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (Roma),
se centró en la dimensión espiritual de la plegaria eucarística.
Y, finalmente, Giuseppe Midili OCarm, del Pontificio Instituto
Litúrgico Sant’Anselmo (Roma), expuso la dimensión celebrativa
de la plegaria eucarística. Durante las Jornadas tuvieron lugar tres
comunicaciones acompañada cada una de un seminario de trabajo:
Raíces bíblicas de la plegaria eucarística (Jordi Font); Las plegarias
eucarísticas de la liturgia hispano-mozárabe (Luis Rueda); El uso
de las plegarias eucarísticas (Pedro M. Merino).

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Novedades
UNCIÓN DE LOS ENFERMOS.
LITURGIA Y PASTORAL
Por Eugenio Sapori. 380 págs.
Eugenio Sapori nos ofrece una aproximación
a este sacramento desde una perspectiva
antropológica, histórica, teológica y litúrgica.
Su análisis de la traducción y recepción de los
rituales después del Vaticano II en diversas
conferencias episcopales nos brinda una visión
29,00 € amplia de la pastoral litúrgica en este campo y
de los retos que presenta hoy la administración
de este sacramento.

EL NÚMERO 40.
SU SENTIDO RELIGIOSO EN LA BIBLIA
Por Roger Poelman. 124 págs.
El P. Poelman, gran divulgador de los textos
bíblicos, nos ofrece un comentario de los
principales textos bíblicos que tienen el número
cuarenta como clave de lectura.
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LOS ÁNGELES,
MENSAJEROS DE LOS
DESIGNIOS DIVINOS
Varios autores. 96 págs.
En estas páginas, hemos
reunido trabajos de diversa
índole, de diversos autores y
de perspectivas diversas sobre
el tema de los ángeles. Una
pluralidad de textos que nos
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dan una visión de los diversos
ángulos propios del tema de la
existencia, de la naturaleza y de
la función de los ángeles.

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Libros

Actas de congresos de liturgia


y misceláneas recientemente publicadas

Asociación Española de Profesores de Liturgia (ed.), Liturgia y


reforma luterana (Culmen et Fons 20), Barcelona: Centre de Pastoral
Litúrgica 2018, 312 pp.

El 500 aniversario de la Reforma actas –ponencias y seminarios– de


de Lutero sirvió para que la Aso- las LXII Jornadas de la Asociación
ciación Española de Profesores de que tuvieron lugar en Málaga, del
Liturgia reflexionara sobre sus con- 28-30 de agosto de 2017 han sido
secuencias y, en particular, sobre su recogidas en el presente volumen.
impacto en la liturgia cristiana. Las

Centro di Azione Liturgica (ed.), La liturgia luogo della mise-


ricordia. 67ª Settimana Liturgica Nazionale. Gubbio, 22-25 agosto
2016), Roma: Centro Liturgico Vincenziano - Edizioni Liturgiche
2017, 160 pp.

El libro publica las actas de la 67ª Litúrgica se propuso reflexionar


Semana Litúrgica Nacional de sobre la liturgia como lugar de la
Italia organizada por el Centro de misericordia, mostrando cómo los
Acción Litúrgica que se desarrolló sacramentos y sacramentales son
en Gubbio del 22 al 25 de agosto de un don de la divina misericordia
2016. En el marco del año jubilar de para las diferentes circunstancias
la misericordia, el Centro de Acción de la vida.

Centro di Azione Liturgica (ed.), Una liturgia viva per una Chiesa
viva. I 70 anni del CAL. 68ª Settimana Liturgica Nazionale. Roma,
21-24 agosto 2017, Roma: Centro Liturgico Vincenziano - Edizioni
Liturgiche 2018, 200 pp.

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470 Libros

El libro publica las actas de la 68ª hacer memoria del pasado para
Semana Litúrgica Nacional de reencontrar las inspiraciones, las
Italia organizada por el Centro de motivaciones y los principios para
Acción Litúrgica que se desarrolló el camino del futuro, con la certeza,
en Roma del 21 al 24 de agosto tal y como afirmó el papa Francisco
de 2017 bajo el título Una liturgia en la audiencia a los participantes
viva para una Iglesia viva. Con oca- de la Jornada, de que «la reforma
sión del 70 aniversario del Centro litúrgica es irreversible».
de Acción Litúrgica han querido

Kim de Wildt - Benedikt Kranemann - Andreas Odentahl (eds.),


Zwischen-Raum Gottesdienst. Beitäge zu einer multiperspektivischen
Liturgiewissenchaft, Stuttgart: Verlag W. Kohlhammer 2016, 336 pp.

Este libro, Espacio celebrativo. Artí- nan con los antropológicos, ecumé-
culos para una ciencia litúrgica bajo nicos, estéticos, culturales, históri-
muy diversas perspectivas, es una cos. (Suscitan muchas preguntas).
miscelánea dedicada al experto Si alguien quiere dar un vistazo
liturgista Albert Gerhards. Los sobre la diversidad y la apertura
autores reflejan un muy diverso a discursos actuales sobre la cien-
espectro de campos de interés en cia litúrgica y disciplinas afines,
los cuales Gerhards se ha movido encontrará consejos adecuados en
durante los últimos decenios. Los los 22 artículos de esta miscelánea.
temas de ciencia litúrgica se combi-

Gilles Drouin (ed.), Liturgie de pèlerinage et piété populaire, Paris:


Salvator 2018, 274 pp.
Se dan muchas y variadas manifes- severamente como anacrónicos
taciones de piedad popular ligadas o incluso poco cristianos. Ahora
a peregrinaciones: Lourdes, Mont- estas formas de devoción se miran
martre, Jornadas Mundiales de la como preparación para la liturgia,
Juventud… ¿Cómo puede la Igle- para conducir mejor a las gentes al
sia situarse ante estas realidades corazón de la fe.
semejantes pero con expectativas
diversas para quienes participan El autor es el director del Instituto
en ellas? Ya no estamos cierta- Superior de Liturgia de París, y
mente en los primeros tiempos del preparó esta obra colectiva a partir
movimiento litúrgico, en los que de un coloquio organizado por
estos fenómenos eran juzgados este Instituto en enero de 2017. En

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Libros 471

ella se exploran, más allá de las gicos de la relación entre liturgia de


experiencias concretas, los aspectos peregrinación y devoción popular.
históricos, antropológicos y teoló-

Ottmar Fuchs – Manuel Uder (eds.), Liturgie und Pastoral. Impulse


für die Seelsorge aus dem gottesdienstlichen Feiern, Trier: Deutsches
Liturgisches Institut 2017, 175 pp.

Este libro, Liturgia y pastoral. Impul- litúrgica puede iniciar, acompañar


sos para una pastoral a partir de las y enriquecer las ofertas de la pasto-
celebraciones litúrgicas, recoge los ral eclesial. Indica cómo los rituales,
trabajos de la 14ª Academia de las lecturas y oraciones, los signos y
verano del Instituto de Liturgia de símbolos, la música y los espacios
Tréveris (2015). Las conferencias celebrativos ofrecen nuevas pers-
recogidas en este volumen van al pectivas para la pastoral. Cómo se
núcleo central: la liturgia es el alma puede ser pastor a partir de una
de la pastoral y cómo la celebración espiritualidad litúrgica.

Andrea Grillo – Elena Massimi (eds.), Donne e uomini: il servizio


nella liturgia. Atti della XLV settimana di studio dell'associazione profes-
sori di liturgia (Verona, 28-31 agosto 2017) (Bibliotheca Ephemerides
Liturgicae. Subsidia 187), Roma: Centro Liturgico Vincenziano –
Edizioni Liturgiche 2018, 280 pp.

El desafío que el Congreso de la el tema del ministerio, desde dife-


Asociación de Profesores de Litur- rentes puntos de vista, poniendo la
gia de Italia quiso aceptar y que teología y la praxis litúrgica en un
esta publicación atestigua, puede diálogo decisivo y abierto con la
formularse: en la articulación de cultura contemporánea. Los auto-
la «ministerialidad litúrgica» se res destacan algunos de los objeti-
manifiesta, simbólicamente, el vos alcanzados, pero sobre todo los
recorrido de reconciliación minis- caminos todavía sin recorrer. Este
terial y eclesial, madurado en el texto puede ser un punto de partida
camino de la cultura común y de para seguir elaborando respuestas
la conciencia cristiana, durante los a las numerosas cuestiones que la
últimos 100 años. Este volumen ministerialidad plantea a la Iglesia
ofrece una amplia reflexión sobre de hoy.

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472 Libros

Andrea Grillo – Paolo Tomatis (eds.), Dove va il movimento


liturgico? Assisi 1956-2016: un ritorno alla pastorale liturgica. Atti
della XLIV Settimana di Studio dell’Associazione Professori di Litur-
gia. Assisi, 29 agosto – 2 settembre 2016 (Bibliotheca Ephemerides
Liturgicae. Subsidia 181), Roma: Centro Liturgico Vincenziano
– Edizioni Liturgiche 2017, 240 pp.
El resultado de la XLIV Semana de proyecto del movimiento litúrgico
Estudio de la Asociación de Profe- y su desarrollo a lo largo del siglo
sores de Liturgia de Italia celebrada pasado; cuestiones concretas, como
en Asís, del 29 de agosto al 2 de el papel de las fuentes textuales y
septiembre de 2017 se recogen en las formas de traducción; compa-
el presente volumen, que ofrece un ración intraeclesial, sobre la herme-
panorama amplio y significativo en néutica del movimiento litúrgico
torno a la realidad y la idea del movi- respecto a las tensiones nucleares
miento litúrgico y se organiza en como continuidad-discontinuidad
torno a tres núcleos fundamentales: o universalidad-particularidad.

Uwe Michael Lang (ed.), Authentic Liturgical Renewal in Contem-


porary Perspective: Proceedings of the Sacra Liturgia Conference held
in London, 5th–8th July 2016, London: Bloomsbury T&T Clark,
2017, 297 pp.
Este volumen contiene las actas de diferentes países que examinan el
la Conferencia que tuvo lugar en culto católico desde una variedad
Londres del 5 al 8 de julio de 2016 de perspectivas, histórica, pastoral,
sobre el estado actual y el futuro social, cultural y artística. En con-
del culto católico. Tras la contri- junto, las diferentes intervenciones
bución inicial del cardenal Robert que componen los capítulos del
Sarah, prefecto de la Congregación libro presentan una perspectiva del
para el Culto Divino y los Sacra- camino de la renovación litúrgica
mentos, encontramos otras figu- en nuestro mundo contemporáneo.
ras destacadas provenientes de

André Lossky – Goran Sekulovski (eds.), Nos pratiques homiléti-


ques: enjeux liturgiques et théologiques (Semaines d’études liturgi-
ques Saint-Serge 62), Münster: Aschendorff Verlag 2017, 222 pp.

La existencia de la homilía dentro tiempos de la historia de la Iglesia,


de la celebración litúrgica está con una doble función: parenética
atestiguada, desde los primeros y actualizadora de la palabra de

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Libros 473

Dios. Y hoy la homilía interesa a un esta semana se recoge en el presente


amplio abanico de familias litúrgi- volumen, donde se abordan varias
cas. Por eso fue este el tema esco- cuestiones generales como el lugar
gido para la 62ª semana de estudios que ocupan las ciencias bíblicas en
litúrgicos del Instituto de Teología una homilía, el género alegórico
Ortodoxa «Saint Serge» de París, y otras corrientes de la exégesis
que tuvo lugar en junio de 2015. patrística antigua.
La mayor parte de lo expuesto en

Pius-Parsch-Institut (ed.), Protokolle zur Liturgie. Veröffentli-


chungen der Litugiewissenchaftlichen Gesellschat Klosterneuburg. 6:
2014/2015, Würzburg: Echter Verlag 2017, 240 pp.

Desde 2007 la Gesellschaft Kloster- y catequesis, sobre la importancia


neuburg, Austria (volúmenes prác- de la liturgia en la pastoral, sobre
ticamente anuales que contienen el sacerdocio común en la Iglesia y
las conferencias pronunciadas por sobre las respuestas a las preguntas
científicos, expertos en liturgia y de nuestro tiempo, sobre aspectos
especialistas en pastoral que han históricos sobre liturgia y música,
tenido lugar en el citado monas- sobre las celebraciones litúrgicas
terio, lugar donde Pius-Parsch escolares… Protocolos sobre litur-
inició el movimiento litúrgico gia. Publicaciones de la sociedad cien-
popular). Este volumen, el sexto tífico-litúrgica de Klosterneuburg.
(corresponde al año 2015) presenta, Tomo 6.
entre otros, artículos sobre liturgia

Pius-Parsch-Institut (ed.), Protokolle zur Liturgie. Veröffentlichun-


gen der Litugiewissenchaftlichen Gesellschat Klosterneuburg. 7: 2016,
Würzburg: Echter Verlag 2017, 240 pp.

El séptimo volumen, también otros; sobre la renovación de la litur-


publicado el 2017 (corresponde al gia y el Antiguo Testamento; sobre
año 2016), presenta, entre otros, los desafíos en la teología de la litur-
artículos sobre la teología como ser- gia y el servicio pastoral diaconal…
vicio a la fe; sobre ecumenismo en la Protocolos sobre liturgia. Publicaciones
celebraciones litúrgicas: del «unos de la sociedad científico-litúrgica de
con otros» a «unos para otros», lo Klosterneuburg. Tomo 7.
que podemos aprender unos de

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474 Libros

Pietro Sorci (ed.), L’anno liturgico, anno della misericordia del Signore
(Ho theologos), Roma: Città Nuova 2017, 340 pp.

Con ocasión del año de la miseri- los días 4 y 5 de 2016, al año litúrgico
cordia, la Pontificia Facultad Teoló- como año de la misericordia del
gica San Juan Evangelista de Sicilia Señor. Las diferentes intervencio-
dedicó su XIV Congreso Litúrgico nes que se impartieron han sido
Pastoral, que tuvo lugar en Palermo recogidas en el presente volumen.

Stephan Wahle – Benjamin Leven (eds), Liturgie und Glaube.


Gottesdienstliche Feiern und persönliche Formen des Glaubens, Trier:
Deutsches Liturgisches Institut 2017, 210 pp.

La celebración litúrgica se ha con- su fe personales, con sus preguntas


vertido para muchas personas de y dudas. Ahora bien, ¿cómo y en
nuestra sociedad en el único lugar qué creen hoy los hombres? El libro
en el cual entran en contacto vivo Liturgia y fe. Celebraciones litúrgicas y
con la fe cristiana. Las lecturas de la formas personales de fe propone res-
Sagrada Escritura, los cantos anti- puestas a estas preguntas. Recoge
guos y nuevos, las grandes plega- los trabajos de la 15ª Academia de
rias y los numerosos signos visibles verano del Instituto de Liturgia de
abren un espacio de fe, en el cual Tréveris (2016).
las personas entran con su vida y

José Antonio Goñi – Lluís Prat – Emilio Vicente de Paz

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In memoriam

Juan Jáuregui Castelo


(1955-2017)
Juan Jáuregui Castelo murió la noche del sábado, día 24 de junio
de 2017, a los 61 años de edad. Había nacido en Galdácano (Viz-
caya), el 13 de agosto de 1955. Los primeros pasos de Juan hacia
el sacerdocio los recorrió en la Orden Trinitaria, donde ingresó
siendo todavía un niño; en la Universidad Pontificia de Salamanca
cursó los estudios de filosofía y teología del quinquenio institu-
cional, y en esta misma ciudad emitió la profesión solemne el 16
de diciembre de 1978, y al año siguiente, en su pueblo natal, fue
ordenado presbítero la víspera de la Asunción, el 14 de agosto de
1979. Tenía 24 años y ejerció el ministerio sacerdotal durante 38
años. El 28 de febrero de 2000 entró a formar parte del presbiterio
de la Iglesia de Santander.
De entre las muchas facetas que caracterizaron la vida y la obra
de Juan Jáuregui, me gustaría destacar tres: sacerdote, escritor,
músico compositor.
Sacerdote
La vocación primera, la que determinó y plenificó su existencia fue
la sacerdotal, primero como sacerdote trinitario y luego, y hasta
el final de sus días, como sacerdote incardinado en la diócesis de
Santander. Aquí atendió diversas parroquias empezando por
la zona de Riva-Ruesga, junto a Ramales, y posteriormente en

José María De Miguel González, osst, profesor emérito de la Uni-


versidad Pontificia de Salamanca.

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476 In memoriam

Penagos con Cabárceno, Sobarzo y Santa María de Cayón con sus


preciosas iglesias parroquiales.
Escritor
Su vocación de escritor le nació al contacto con el pueblo, de la
necesidad de alimentar la fe de los fieles a los que servía en aque-
llos pequeños pueblos de Cantabria. Así surgieron los libros para
seguir los tres ciclos del año litúrgico, según los evangelios de
Mateo, Marcos y Lucas. En ellos, Juan Jáuregui no quiso ofrecer
homilías, sino comentarios espirituales de la Palabra de Dios al
hilo de los evangelios dominicales, convencido de que lo que se
puede transmitir en una homilía queda en el aire y con frecuencia
se olvida al salir de la iglesia. Por eso le pareció un buen servicio
poner en manos de los fieles estos comentarios, salpicados de
imágenes poéticas y referencias a la vida, para mantenerlos en
contacto vivo con la Palabra a lo largo de la semana.
Músico compositor
La tercera faceta de Jáuregui que me parece muy digna de tenerse
en cuenta, es la de compositor, de formación en gran parte auto-
didacta, dotado de una gracia particular para la melodía. En total,
grabó 25 discos de música religiosa para las celebraciones de la
Eucaristía y de los demás sacramentos, en honor de María, los
salmos e himnos de la Liturgia de las Horas, además de los cuatro
dedicados a villancicos, que me parecen especialmente inspira-
dos. No puedo terminar esta breve semblanza sin recordar que
Juan Jáuregui fue fundador de la coral «San Juan de Mata» en
Salamanca, y de la escolanía «Príncipe de Asturias», de Ramales,
con la que grabó cinco discos.
Al cabo de un año de su fallecimiento, su recuerdo permanece vivo,
su música continúa acompañando las celebraciones litúrgicas, así
el coro parroquial «Virgen Grande» de Torrelavega, dirigido por
Teresa Cano Portilla, ha ofrecido este servicio solemnizando la
santa misa en distintas iglesias de la diócesis de Santander durante
los meses de julio y agosto, haciendo resonar su último trabajo,
realizado poco antes morir, para el jubileo lebaniego de 2017 con
el título Nuestra gloria, Señor, es tu cruz. Descanse en paz.

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phase Fundador
Pere Tena †

Director
José Antonio Goñi
Vinculada
al Instituto Consejo
Luis Fernando Álvarez, sdb (Madrid)
Superior
Dionisio Borobio (Salamanca)
de Liturgia Juan María Canals, cmf (Madrid)
de Barcelona,
REVISTA DE PASTORAL LITÚRGICA

Manuel Carmona (Jaén)


de la Facultad Ángel Cordovilla (Madrid)
de Teología Lino Emilio Díez, sss (Madrid)
Juan Javier Flores, osb (Roma)
de Catalunya
Jaume Fontbona (Barcelona)
Aurelio García (Valladolid – Roma)
Luis García (León)
Jaume González (Barcelona)
Ramiro González (Ourense)
Jordi Latorre, sdb (Barcelona)
Mons. Julián López (León)
Alejandro Pérez (Málaga)
Salvador Pié (Barcelona)
Jordi-Agustí Piqué, osb (Montserrat – Roma)
Lluís Prat (Solsona)
Guillermo Rosas, sscc (Santiago de Chile)
Manuel Fernando Sedano (Puebla de los Ángeles - México)
Josep Urdeix (Barcelona)

Publicado por Precio de suscripción para el 2018:


España: 62,00 €
Centre de Pastoral Litúrgica Otros países (envío correo aéreo): 97,00 $
+ Nàpols 346, 1. 08025 Barcelona
( 933 022 235 – 8 cpl@cpl.es – www.cpl.es Precio de este número: 11,00 €
ISSN 0210-3877 / D.L.: B 7504-1961 Imprenta: Agpograf

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phase
phase
REVISTA DE PASTORAL LITÚRGICA
http://phase.cpl.es/

vinculada al Jóvenes y liturgia


INSTITUTO SUPERIOR DE LITURGIA DE BARCELONA,
DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA DE CATALUNYA

año 58 (2018) núm. 347

347
Centre de Pastoral Litúrgica septiembre / octubre 2018 (año 58)
Phase

+ Nàpols 346, 1. 08025 Barcelona


( 933 022 235 – 8 cpl@cpl.es – www.cpl.es

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