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phase

año LII
marzo – abril 2012
núm. 308

Nueva evangelización y Liturgia

Editorial
Evangelizar: uno de los principales cometidos de la
Iglesia (José Antonio Goñi)................................................. 111

Artículos
Fernando Sebastián Aguilar
Evangelizar Europa ............................................................ 113
Dionisio Borobio
Posibilidades evangelizadoras de la liturgia ................... 129
Juan Javier Flores Arcas
La liturgia como espacio para la nueva evangelización
a partir de la iniciación cristiana ....................................... 151
Manuel Carmona
La comunidad parroquial de cara a la nueva evangeli-
zación ................................................................................... 161
Jaume González Padrós
Las nuevas ágoras litúrgicas . ............................................ 173

Puntos de vista
La fuerza kerigmática de la liturgia. Observaciones
prácticas (Xavier Morlans) .............................................. 185
El papel evangelizador de las exequias (Xavier Ayme-
rich i Miñarro).................................................................. 189
Crónicas
Reunión del consejo de redacción de Phase (Luis Fer-
nando Álvarez) .................................................................. 195
Libros
Alfonso Berlanga Gaona, La teología litúrgica en el si-
glo xx: valoración y propuesta (Juan Javier Flores Arcas).... 197
Fernando Sebastián Aguilar, Evangelizar (José
Antonio Goñi)............................................................ 200
Actas de Congresos o Jornadas de Liturgia recien-
temente publicadas ................................................... 201
Misceláneas recientemente publicadas . ................... 203
Editorial

Evangelizar: uno de los principales


cometidos de la Iglesia

Tras el mandato misional de Jesús a sus discípulos después


de su resurrección, «id y haced discípulos a todos los pueblos
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo» (Mt 28, 19), la Iglesia no ha dejado nunca de anunciar el
evangelio a hombres de todas las culturas, de cualquier condición,
de todos los continentes. Para que así se haga realidad el cántico
del Cordero: «vendrán todas las naciones y se postrarán ante ti»
(Ap 15, 4). Y se cumpla la visión de Juan en la isla de Patmos: «vi
una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las
naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante
del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus
manos» (Ap 7, 9).
Todos los hombres y mujeres del mundo son destinatarios de la
salvación que Dios nos ha ofrecido por medio de la muerte en cruz
de su Hijo. Todos ellos tienen derecho a participar de la vida divina
que Jesús sembró en nuestros corazones al compartir nuestra condi-
ción humana. Todos tienen derecho, pues, a invocar el nombre del
Señor para recibir la salvación. «Pero ¿cómo invocarán a aquel en
quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído?
¿Cómo oirán sin que se les predique?» (Rom 10, 14). La Iglesia es la
responsable de este anuncio.
Por ello, en este momento de la historia que nos está tocando vivir,
la Iglesia sigue con su cometido misional: evangelizando a hombres
y mujeres y también re-evangelizando a quienes han perdido su fe.
112 Editorial

Hacia esta última realidad se están dirigiendo de modo particular


las fuerzas de la Iglesia europea. El viejo conteniente, de hondas
raíces cristianas, ha perdido su fe en Cristo necesitando una nueva
evangelización. De ahí el deseo del papa Benedicto XVI de dedicar
el último Sínodo a la nueva evangelización para que la reflexión
común ayude a mostrar los caminos a seguir en el anuncio del
mensaje cristiano en esta circunstancia particular que vive Europa.
Con el fin de que se manifieste el papel que la liturgia juega en la
evangelización, ofrecemos este número de la revista Phase. En la cual,
un primer artículo, de Fernando Sebastián, nos acerca a la situación
religiosa cristiana actual de Europa y presenta las pistas de trabajo
para la nueva evangelización. En segundo lugar, Dionisio Borobio,
expone las posibilidades evangelizadoras de la liturgia, donde ocupa
un lugar principal la Eucaristía. Juan Javier Flores trata, después, el
papel que juega la iniciación cristiana en la nueva evangelización.
Y, en cuarto lugar, Manuel Carmona, describe la importancia que
tiene la comunidad parroquial de cara a la nueva evangelización.
Finalmente, Jaume González, nos acerca a la realidad de internet,
que en este siglo xxi es un cauce mediante el cual se puede llevar
la liturgia a las nuevas generaciones, convirtiéndose en un camino
de evangelización. El primer punto de vista, Xavier Morlans nos
apunta la fuerza kerigmática de la liturgia, y en el segundo, de
Xavier Aymerich, nos recuerda el papel evangelizador que pueden
tener celebraciones como las exequias, a las que acuden personas
no creyentes y personas cuya fe se ha enfriado.
El tema de la evangelización ha sido objeto de estudio en otros
números de la revista Phase: ocupó el núm. 190 correspondiente a los
meses de julio-agosto de 1992 (XXXII), al año siguiente (XXXIII), en el
núm. 198, apareció un artículo de Luis F. Álvarez, titulado Un nuevo
«Movimiento litúrgico» para una evangelización nueva, y en el núm.
270, del año 2005 (XLV), escribió al respecto Xavier Aymerich en su
artículo Una liturgia al servicio de la vida cristiana y de la evangelización.
José Antonio Goñi
Phase 308 (2012) 113-128

Evangelizar Europa
Fernando Sebastián Aguilar

Resumen
Las páginas de este artículo se centran en la evangelización de Europa. Describe en
primer lugar la situación cristiana actual del viejo continente que ha perdido sus
raíces de fe. Y propone, después, las características de la pastoral de evangelización
que debiera asumir la Iglesia europea.

Abstract
In this article, the author focuses on the evangelization of Europe. First of all,
describes the current christian situation of the old continent, which has lost its
roots of faith. Later, he suggests the features for the evangelization pastoral to be
assumed by the european Church.

Fue Juan Pablo II en una carta dirigida a los presidentes de las


Conferencias Episcopales de Europa quien proclamó la necesidad
de iniciar una nueva evangelización en las naciones europeas de
vieja tradición cristiana. Pablo VI lo había anunciado ya de forma
más general en su Exhortación apostólica Catechesis tradenda al
decir que habían llegado «nuevos tiempos de evangelización»
para la Iglesia.
Últimamente, Benedicto XVI ha hecho afirmaciones y ha tomado
decisiones que van incorporando esta preocupación de la nueva
evangelización al organigrama y a las tareas ordinarias de la
Iglesia. En varias ocasiones ha manifestado su preocupación ante
el decaimiento de la fe católica en muchas áreas de Europa y la
114 Fernando Sebastián Aguilar

necesidad de intensificar la presencia de la Iglesia y de su acción


evangelizadora en los desiertos religiosos de la Europa seculari-
zada y laicista.
La llamada a una nueva evangelización supone un diagnóstico
muy severo de la situación religiosa europea. Decir que hay que
volver a evangelizar Europa es tanto como reconocer que los
actuales europeos han dejado mayoritariamente de ser cristianos.
Tener que evangelizar de nuevo significa que se ha perdido la
continuidad de la fe y de la vida cristiana como actitud mayoritaria
de la población europea. Hay que volver a evangelizar porque los
efectos de la primera evangelización se han perdido, o, al menos,
se han debilitado tanto que debemos situarnos ante Europa como
ante un continente no cristiano al que hay que anunciar de nuevo
el mensaje cristiano de la fe en Dios y de la salvación cristiana.
Los católicos europeos tenemos la obligación de preguntarnos qué
ha ocurrido en nuestros países europeos para que sea necesaria una
nueva evangelización. Una primera afirmación se hace inevitable.
En Europa hace tiempo que se perdieron las vías ordinarias de la
transmisión de la fe de unas generaciones a otras. Este reconoci-
miento apunta hacia las familias, primeras responsables de la edu-
cación de las nuevas generaciones. Hace tiempo que las familias
cristianas europeas no son capaces de transmitir la fe cristiana de
manera eficaz a sus hijos. A partir, sobre todo, de la segunda guerra
mundial, las estadísticas avisaban ya de la creciente disminución
de la práctica religiosa en Europa, tanto en la Iglesia católica
como en las protestantes. Durante muchos años esta decadencia
religiosa («apostasía silenciosa», la llamó Juan Pablo II) no ha fue
valorada en sus verdaderas dimensiones. Se pensaba que eran
movimientos transitorios, cosas del momento, que se corregirían
por sí mismas. Ahora ya estamos convencidos de se trata de un
movimiento generalizado y de largo alcance. Europa puede dejar
de ser cristiana. Si, por un lado, los católicos (y más todavía los
cristianos no católicos) dejan de practicar y celebrar la fe, si se alejan
de la Iglesia, abandonan la fe y asumen los comportamientos de
los laicistas. Y, por otra parte, van llegando a las ciudades europeas
inmigrantes musulmanes más practicantes y más fecundos que
Evangelizar Europa 115

la población autóctona, no hace falta mucho talento para prever


que en unas pocas docenas de años la población musulmana sea
protagonista de la vida civil y política en nuestras tierras. Esto sin
pensar cuál puede ser la evolución cultural y religiosa de la pobla-
ción musulmana una vez arraigada en Europa. Pues el proceso
de secularización y de expansión del ateísmo práctico no respeta
fronteras materiales ni espirituales.
En su discurso de Navidad a la Curia Romana, el papa Benedicto
XVI acaba de pronunciar unas palabras severas e iluminadoras
acerca de las crisis que padece Europa, capaces ellas solas de cla-
rificar nuestras ideas y orientar nuestros proyectos:
El núcleo de la crisis de la Iglesia en Europa es la crisis de fe. Si no
encontramos una respuesta para ella, si la fe no adquiere nueva
vitalidad, con una convicción profunda y una fuerza real gracias al
encuentro con Jesucristo, todas las demás reformas serán ineficaces.
Políticos, pensadores y educadores tendrían que atender a esta
dimensión moral y religiosa de la crisis. Preocuparse sólo de las
dimensiones económicas de la crisis puede ser un grave error y
para los cristianos una ligereza de graves consecuencias. Esta es
también nuestra responsabilidad, independientemente de las
causa; lo cierto es que es responsabilidad directa de las Iglesias y
de los católicos de Europa hacer frente a la dura crisis de fe que
padece nuestro continente, afectado por ese extraño «cansancio
de la fe», «cansancio de creer» que el papa denuncia.

1. Influencia de los cambios culturales


Estos cambios en la vida religiosa de nuestras sociedades nos ha
hecho reflexionar acerca de las relaciones entre la fe y la vida
cultural de los pueblos. Estamos ante cambios generalizados que
tienen que ser consecuencia de causas también generales. No se
trata de la deserción de una u otra persona. Se trata de comprender
el abandono de la Iglesia en muy pocos años por parte de gene-
raciones enteras. Desde hace 40 ó 50 años generaciones enteras
de jóvenes han abandonado la Iglesia y han abandonado la fe.
Es posible que muchos de ellos sigan siendo de alguna manera
religiosos, pero no se sienten miembros de la Iglesia, ni aceptan
116 Fernando Sebastián Aguilar

su magisterio en cuestiones doctrinales y morales, ni piensen que


puedan encontrar nada importante para su vida en el cristianismo
institucionalizado.
Estos datos nunca son del todo verdad y pueden parecer exage-
rados. Es cierto que muchos jóvenes han pasado por la cateque-
sis, han celebrado su primera comunión y hasta han recibido el
sacramento de la confirmación. Es cierto que muchos de ellos han
celebrado sacramentalmente su matrimonio. Pero, ¿cuántos de
estos matrimonios viven cristianamente su vida matrimonial y
familiar? ¿Cuántos jóvenes, entre los 15 y los 30 años, frecuentan
nuestros templos y participan habitualmente en la Eucaristía
dominical?
Por otra parte, muchos católicos, incluso algunos que siguen
participando asiduamente en la vida de la Iglesia, tienen una
pertenencia fragmentada y debilitada, creen en unos dogmas sí
y en otros, no; aceptan unas normas morales y rechazan otras,
aunque sean inculcadas insistentemente por sus pastores.
Además de la deserción generalizada, se da el fenómeno del
debilitamiento del sentido de pertenencia, de la afirmación de
las preferencias individuales por encima de las exigencias de la
comunión y de la disciplina eclesial. Esta deserción generalizada
no se puede explicar sólo por causas individuales, tenemos que
reconocer que hay una causa general que afecta a todos ellos y
les empuja a vivir secularmente sin referencias ni actuaciones
religiosas. Esta causa común y envolvente de las deserciones
religiosas se extiende por toda Europa y se llama secularización
de la cultura.
Entiendo aquí por cultura la visión del mundo y de nuestra propia
vida en la cual vivimos y con referencia a la cual organizamos
nuestra vida. Esta visión interior corresponde a las relaciones que
mantenemos con el medio y los instrumentos de comunicación y
de dominio del medio de que disponemos. Hace cincuenta años
todos nuestros países eran países de cultura rural, una cultura en
la que Dios tenía un lugar central y, en consecuencia, la Iglesia
jugaba un papel muy importante en la vida de los pueblos y de los
barrios de la ciudad. El aspecto exterior de las casas presididas por
Evangelizar Europa 117

la torre de un templo, con su cruz y sus campanas, era la expresión


de una configuración interior de las conciencias. La referencia a
Dios, los mandamientos de la ley de Dios, la autoridad moral de
la Iglesia, presidía y configuraba la mentalidad y las conciencias
de la inmensa mayoría de los ciudadanos. Hoy ya no es así. Los
templos siguen estando donde estaban, pero ya no son el centro de
la vida social y mucho menos de la vida interior de las personas.
La mayoría de las personas tienen una visión del mundo y unos
criterios de comportamiento en los que las realidades religiosas
ya no tienen un papel central y determinante, si es que conservan
alguna presencia.
¿Qué ha ocurrido? Cada familia, cada persona, tiene su historia
particular. Pero todas ellas viven en mundos diferentes de los de sus
padres. Unos han cambiado de lugar externamente, pero todos han
emigrado interiormente a otros mundos, a otra manera de enten-
der la vida en la que ya no hay sitio para su fe cristiana, ni sienten
necesidad de ella. Tienen que soportar horarios y formas de vida
determinados por el trabajo, por la economía, por el sostenimiento
material de su vida. Viven pendientes de los espacios de ocio que
les dejan sus obligaciones laborales. El ocio, la diversión, el buen
vivir material ha fortalecido su influencia de forma determinante.
La propaganda política y comercial ha convencido a la gente de
que son ciudadanos libres y de que su libertad sirve para pasarlo
bien mientras puedan y hasta donde puedan. Esta es la filosofía
fundamental que proporciona criterios y valores para la vida. En
este mundo del buen vivir la religión, el marco cristiano de la vida,
ha quedado abandonado como la ropa vieja que ya no sirve, como
la casa antigua e incómoda de la que hemos emigrado a otra más
confortable en cuanto hemos podido.
Esto quiere decir que las expresiones de fe, la doctrina, las normas
morales, las instituciones y las celebraciones ya no encajan ni
tienen lugar ni mantienen su influencia en esta nueva concepción
de la vida que se difunde por todas partes y en la cual entramos
en cuanto comenzamos a ser conscientes de nuestra vida. Los
niños reciben su catequesis y rezan al niño Jesús. Pero en cuanto
empiezan a discurrir por su cuenta y reciben las influencias de la
118 Fernando Sebastián Aguilar

nueva cultura, en los colegios, en la universidad, en los medios


de comunicación y en las conversaciones con sus amigos, salen
su mundo infantil y se instalan en este nuevo mundo interior,
laico y ateo. Son ateos prácticos sin haber tenido que renunciar
explícitamente a su fe. De este naufragio sólo se salvan los pocos
que crecen apoyados por una familia especialmente fervorosa o
tienen la suerte de caer en un grupo cristiano que los acoge y los
protege de la contaminación laicista ambiental.
Mientras existían las repúblicas comunistas pensábamos que el
enemigo principal de la fe cristiana y de la religión en general era
el comunismo. Cuando los gobiernos comunistas se diluyeron y
el liberalismo capitalista se ha instalado en el mundo entero, sin el
contrapunto del sistema socialista, sabemos que el materialismo
consumista del capitalismo lleva dentro los gérmenes de la irre-
ligión y del ateísmo. En pocos años el liberalismo de Occidente
ha dejado al descubierto su entraña materialista e irreligiosa. Por
todas partes se ha desarrollado una cultura subjetivista, relati-
vista y materialista que está asfixiando la religiosidad humana.
No es preciso perseguir a los cristianos, basta dejar que la nueva
cultura del bienestar y del egoísmo vaya embotando la conciencia
y oscureciendo la inteligencia de los hombres. Con una retórica de
libertad y solidaridad, lo que de verdad rige y domina los compor-
tamientos sociales es la búsqueda egoísta del bienestar material
sin referencias religiosas ni morales. En este ambiente cultural
subsisten grupos cristianos que unos consideran reminiscencias
del pasado y otros valoran como inicios de un resurgimiento reli-
gioso y cristiano. Esta es la raíz profunda y no confesada de las
crisis y de la debilidad europea.

2. La respuesta de la Iglesia
Ante esta situación caben distintas reacciones. Podemos seguir
como si no ocurriera nada; podemos desanimarnos, podemos
pactar con las nuevas tendencias y promover un cristianismo
blando y condescendiente que sea fácilmente aceptado por aquel-
los que viven en la nueva cultura. Y podemos adoptar la única
postura coherente y responsable que es volver a evangelizar a
Evangelizar Europa 119

estas sociedades irreligiosas que han nacido dentro de nuestras


sociedades cristianas.
Evangelizar es anunciar el evangelio de Jesús, ayudar a creer
en él, en el Dios de la resurrección y de la vida eterna, convocar
a la vida nueva inaugurada por Jesús, en la comunidad de los
discípulos de Jesús, que es la Iglesia de Dios y de los santos. Una
pastoral de nueva evangelización es lo mismo que una pastoral
dirigida expresamente a fortalecer la fe de los que vacilan en su fe
y, especialmente, una pastoral dirigida a los que no tienen fe, a los
que se relacionan con la Iglesia, para ayudarles a creer y a vivir de
acuerdo con la fe cristiana.
Comienza a haber experiencias evangelizadoras por todas partes.
El impulso decidido del papa Benedicto está removiendo las
conciencias y alentando a dar los primeros pasos en este camino.
De hecho las grandes encíclicas del papa y sus discursos más
comentados son ya iniciativas evangelizadoras, proclamaciones
del evangelio de la salvación, con los contenidos y el lenguaje que
requiere una pastoral misionera y evangelizadora. Estos son los
pasos y las características de una pastoral de evangelización que
deberíamos asumir con urgencia en nuestras Iglesias de Europa.
Sólo podemos comentarlos brevemente.

2.1. Fortalecimiento de la fe. Renovación espiritual de las comunidades


cristianas
El primer requisito para poder desarrollar una pastoral de evan-
gelización es contar con una comunidad cristiana inicial que
sea verdaderamente fervorosa, que viva intensamente la fe y el
conjunto de la vida cristiana, que desee vivamente anunciar la
salvación de Dios a los demás y esté dispuesta a ello aun a costa de
fuertes sacrificios personales. El anuncio del evangelio tiene que
ir respaldado por una vida santa, por un testimonio de unidad y
misericordia, por un gran impulso de amor de Dios y del prójimo.
Nada de esto existe donde mandan los criterios mundanos y reina
la tibieza. Obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos en general
tenemos que ponernos en trance de misión. Olvidar nuestras
120 Fernando Sebastián Aguilar

preocupaciones mundanas y vivir una vida intensa de entrega,


comunión y responsabilidad misionera.

2.2. Comprensión y valoración de la situación


Esta comunidad misionera inicial, a cuya cabeza tiene que estar
necesariamente el obispo, tiene que tener el valor y la humildad
de reconocer la verdadera situación de la Iglesia. No basta pensar
en el gran número de bautizados. Hay que ver cuántos de ellos
participan asiduamente en la vida de la Iglesia, cuántos aceptan
su magisterio doctrinal y moral, cuántos dan signos externos de
haber perdido o abandonado la fe como norma de vida. Segu-
ramente un estudio fiable de la situación nos haría ver que en el
conjunto de las naciones europeas no habrá más de un 15% o un
20% de la población que vivan regularmente como cristianos. El
otro 80%, comprendidos los no cristianos, son los destinatarios de
una pastoral de evangelización. Evangelizar en Europa significa
tratar de atraer a la fe cristiana a ese 80% de no cristianos que viven
junto a nosotros.

2.3. Acercamiento material y espiritual


Para evangelizar a estar personas, la primera medida indispen-
sable es acercarse a ellos, hacerse presente en sus ambientes, en
sus lugares de encuentro, en los medios de comunicación que ellos
frecuentan. Hoy católicos y laicos vivimos normalmente bastante
separados. Cada uno tiene sus amigos, sus centros de enseñanza y
de recreo, nuestras lecturas diferentes. Vivimos más alejados de lo
que parece. No se trata sólo, ni principalmente, de un acercamiento
material, sino que es preciso acercarse a ellos espiritualmente, hay
que perder el miedo a sus ideas y mirarlos como personas y como
hijos de Dios, que pueden estar equivocados, pero que siguen
siendo amados por Dios, que fueron redimidos por Cristo, y siguen
llamados a la vida eterna de la gloria. En una palabra, desarrollar
sentimientos de compasión y misericordia, en vez de mirarlos con
temor o con rechazo. Si nos examinamos sinceramente, veremos
que este punto es más necesario de lo que parece.
Evangelizar Europa 121

Los medios de comunicación actuales permiten establecer contac-


tos con muchas personas. Hoy esas mediaciones técnicas ya no son
el problema, sino más bien el espíritu, el acierto y la autenticidad
en la presentación de la doctrina, la sinceridad y la humildad para
saber intervenir sin ofender a nadie y mostrando el rostro miseri-
cordioso y atractivo de Cristo y del Dios de la salvación.
Una parroquia tiene que organizarse teniendo muy en cuenta la
necesidad de establecer relaciones y mantener comunicación más
allá de sus propias fronteras, con los que no vienen, con los que no
nos miran bien, con los que no nos conocen. Es indispensable contar
con un buen equipo de visitadores, jóvenes y adultos, hombres y
mujeres, que visiten las familias en tiempos de dolor o de espe-
ranza, que organicen encuentros de amistad en sus domicilios, que
preparen la visita del párroco a los enfermos o a los ancianos, en
una palabra, que abran caminos de encuentro con los alejados. De
estos encuentros pueden nacer otras conversaciones más directas,
y pueden salir los nuevos candidatos para el catecumenado.

2.4. Renovación de actitudes


En el terreno de las actitudes hay mucho que cambiar antes de ini-
ciar una pastoral misionera. Primero, tenemos que estar conven-
cidos de la necesidad de esta pastoral. Las posturas relativistas,
falsamente comprensivas, de quienes dicen que todos los caminos
son equivalentes para alcanzar la salvación, con tal de que cada
uno sea fiel a su conciencia, no impulsan, sino que más bien
enervan el impulso misionero de los cristianos. Para lanzarse a
evangelizar tiene uno que estar convencido de que el evangelio
de Jesús, la fe en el Dios de Jesús es necesaria para la salvación
eterna y para el bien integral del hombre y de la sociedad ya en
esta vida terrestre.
Ahora bien, en estos momentos, no pocos cristianos y católicos
no aceptan fácilmente que Jesucristo sea el salvador único y
universal de todos los hombres y todos los pueblos. Cierto que
esta doctrina hay que entenderla bien, sin caer en los excesos
rigoristas desautorizados por la Iglesia. Pero actualmente el
122 Fernando Sebastián Aguilar

riesgo no está del lado del rigorismo, sino del lado de relati-
vismo y del laxismo.

2.5. Anuncio del kerigma cristiano


Para promover la fe no sirven del mismo modo todos los elemen-
tos que forman parte de la fe cristiana. La fe no nace ni se incre-
menta ante el anuncio de los mandamientos de la Iglesia o de las
exigencias particulares de la moral cristiana. Ante los avances y
las imposiciones del laicismo, la Iglesia se ve obligada a defender
puntos concretos de la doctrina cristiana o de los derechos civiles
de los católicos y de la misma Iglesia.
Pero estas actuaciones difícilmente animan a nadie a creer en
Jesucristo y en el Dios de la salvación. Para creer en Cristo y en
Dios es preciso recibir con un corazón bien dispuesto el anuncio
del amor y de la salvación de Dios realizada y ofrecida a todos los
hombres en la carne de Cristo. Este anuncio del kerigma cristiano
incluye hoy la presentación de manera convincente de la existencia
y la providencia de Dios, algunos elementos básicos de una sana
antropología (creación, espiritualidad, libertad, inmortalidad,
unidad del género humano, la existencia histórica de Cristo, con
su muerte y resurrección, las promesas de salvación, el perdón
de los pecados, el don del Espíritu Santo y de la vida eterna). No
parece oportuno ocuparse de otras cuestiones (puntos secundarios
de la doctrina, cuestiones concretas de moral, autoridad del papa
o de los obispos), mientras los fundamentos de la fe no estén bien
claros y hayan sido aceptados con firmeza por nuestros oyentes.
No sirve de nada dedicarse a podar y embellecer las ramas de un
árbol, cuando están secas las raíces. El aprecio de la Iglesia y el
gozo de pertenecer a ella llegan fácilmente cuando una persona
la reconoce como mediadora de la salvación y del amor de Dios
recién encontrados.
El problema de nuestros contemporáneos está en su dificultad
para creer lo fundamental de la fe cristiana, no en su falta de
devoción o de respeto hacia los mandamientos concretos de Dios
o de la Iglesia. El hombre contemporáneo vive en una cultura del
todo cerrada, sin trascendencia, sin inmortalidad, sin esperanza
Evangelizar Europa 123

de vida eterna, sin conciencia de ningún ser primordial, creador


y providente. Estas son las primeras carencias que hay que curar.
Cuando no se cree en Dios ni en Cristo, no es posible tampoco
aceptar la autoridad de su Iglesia.
Tenemos que reconocer que muchos sacerdotes, educadores
cristianos y catequistas no están preparados para hablar de estos
temas de manera inteligible y convincente. No se han preocupado
nunca de allanar a una persona el camino de la fe.
Para que tengamos una nueva evangelización hace falta una nueva
formación teológica y pastoral de sacerdotes y evangelizadores.
Para eso hará falta un nuevo estilo de formación en los seminarios
y centros teológicos, una nueva teología, unos nuevos profesores.
No se trata de modificar el mensaje cristiano ni de silenciar algunas
de sus exigencias que puedan resultar difíciles de aceptar en el
contexto cultural actual. No se trata de facilitar las cosas rebajando
la novedad y la grandeza del mensaje cristiano.
Solo la fe cristiana y apostólica, solo el mensaje de Jesús es real-
mente un mensaje de salvación. La salvación viene de Dios y es
él quien decide cómo y cuándo salvarnos. Nosotros no podemos
corregir las iniciativas de Dios. Pero sí podemos, y debemos, expli-
carlas bien, presentarlas como verdaderas ofertas de salvación,
hacerlas comprensibles y aceptables a sus destinatarios. No es solo
una cuestión de lenguaje, sino de fidelidad y de comprensión. Hay
que saber interpretar bien las reacciones de nuestros interlocutores
con el fin de presentarles en su verdadera realidad y significación
las propuestas salvadoras y santificadoras de Dios de manera
positiva y apetecible.
En concreto, entiendo que es necesario conservar el vocabulario
clásico y tradicional, pero añadiendo explicaciones y sinóni-
mos o comparaciones que ayuden a descubrir el valor salvador
permanente de los dones de Dios para el hombre permanente.
Abandonar el lenguaje tradicional como inadecuado y sustituirlo
por otro puede facilitar la deformación y el empobrecimiento
del mensaje.
124 Fernando Sebastián Aguilar

2.6. Ajustar la palabra y los sacramentos


Con esta recomendación me refiero a la necesidad de ajustar las
celebraciones de los sacramentos al anuncio de la palabra y a la fe
de los participantes.
En muchos países de fuerte tradición cristiana, los ciudadanos,
aun después de haber roto con la Iglesia, pretenden bautizar a sus
hijos en las primeras semanas de vida, sin dar garantías de que
serán luego capaces de educarlos cristianamente; o bien preten-
den contraer matrimonio sacramentalmente ni participar en la
vida de la Iglesia y sin aceptar las enseñanzas de la Iglesia sobre
el matrimonio cristiano. Esta es una de las cuestiones más difíciles
que tenemos actualmente en nuestra vida pastoral, por lo menos
en algunos países europeos. Es preciso saber conjugar la estima y
el respeto de los sacramentos, que son verdaderos actos de fe, con
la comprensión hacia aquellos que la han perdido o han dejado
habitualmente de celebrarla en comunidad. Baste con dejar aquí
insinuado este agudo problema pastoral.
La evangelización requiere proceder con claridad y admitir a la
vida comunitaria sólo a los que han escuchado la palabra y han
respondido con fe. O por lo menos van a encontrar en sus familias
las ayudas necesarias para vivir en un contexto eclesial de fe y de
piedad.

2.7. De forma comprensible y convincente


Si nuestros oyentes viven en otro contexto cultural, es evidente
que tendremos que hacer un esfuerzo para que el evangelio de
Jesucristo, la oferta de la salvación de Dios, les resulte com-
prensible y atractiva. Es decir, para que lo que nosotros les
propongamos, en nombre de Dios y de su enviado Jesucristo,
sin dejar de ser el verdadero evangelio de Cristo, les resulte
comprensible y enlace con sus verdaderos intereses humanos,
esos deseos profundos y permanentes del hombre que están
por debajo de las modas y de las diferentes coyunturas cultu-
rales o sociales.
Evangelizar Europa 125

Todos los hombres quieren vivir y ser felices, en virtud de estos


deseos puestos por Dios en nuestro corazón, recibimos con
gratitud y alegría aquello que reconocemos como ayuda para
conseguir estos fines. Ocurre que muchas veces nos equivocamos,
ocurre también que la salvación de Dios aparece ante muchos
desfigurada, falta de realismo y de interés, como consecuencia de
mil comentarios equivocados y maliciosos. Y ocurre también que
el ofrecimiento del evangelio choca contra nuestras tendencias
pervertidas por el pecado, de forma que nosotros no siempre
queremos escucharlas.
Evangelizar a los que han abandonado el cristianismo y creen
conocerlo, es más difícil que evangelizar a quienes lo oyen por
primera vez y lo reciben sin prejuicios. Por eso la nueva evan-
gelización requiere un esfuerzo duplicado en el fervor y en la
preparación intelectual. Harán falta grupos selectos, espiritual-
mente e intelectualmente sobresalientes, para acometer esta tarea.

2.8. Recuperar la mística de la esperanza


Para emprender una gran tares y dedicarse a ella con entusiasmo
y perseverancia a pesar de las dificultades, hace falta lo que se
llama una mística, un gran deseo, que impulse al trabajo, un
gran amor que no se arredre ante las dificultades y sufrimien-
tos. Muchos evangelizadores han tenido que ofrecer su vida
como precio de sus propósitos. Los evangelizadores necesitan
la mística de los mártires. En la claridad y fuerza de sus deseos,
en la fortaleza de su amor, en la firmeza de su esperanza. Una
esperanza que no puede ser otra que la esperanza teologal con la
que esperamos el establecimiento glorioso del reino de Dios. No
caben otras esperanzas. No caben calendarios, ni aspiraciones
humanas, ni reconocimientos de este mundo. Sólo la esperanza
teologal que se apoya directamente en la asistencia divina es firme
y segura, capaz de sostenernos activos por encima de todas las
dificultades y los poderes de este mundo. La sangre del martirio
ha sido, y sigue siendo, muchas veces el precio y la semilla de la
evangelización.
126 Fernando Sebastián Aguilar

2.9. Fortalecer los signos de la caridad


El anuncio del reino y de los bienes invisibles del espíritu, tienen
que estar respaldados por los frutos visibles del amor. Jesús acom-
pañaba su predicación con signos que conmovían a sus oyentes y
los disponían a aceptar su autoridad y la verdad de sus palabras.
La continuación de los signos y de los milagros de Jesús son las
buenas obras de los cristianos, especialmente su generosidad con
los pobres y necesitados.
Gracias a Dios, en estos últimos años la comunidad cristiana ha
crecido en el ejercicio de la cariad y del amor con los pobres. Por
todas partes hay albergues, comedores, roperos que ayudan a los
pobres en sus necesidades más inmediatas. Hay instituciones que
se dedican a promover proyectos de desarrollo y educación por
los lugares más pobres del mundo. Una acción evangelizadora
requiere un servicio de caridad bien organizado y muy generoso.
Hay que llegar con nuestras ayudas hasta donde llegan las necesi-
dades de nuestros hermanos necesitados, madres en dificultades,
niños abandonados, enfermos crónicos y abandonados, ancianos
sin familia, desplazados, emigrantes, etc. Todos tienen derecho
a encontrar acogida y ayuda en las comunidades cristianas. La
ayuda a los inmigrantes es hoy una necesidad urgente en todos
los países europeos.
Podemos privarnos de muchas cosas para aumentar la capacidad
de ayuda de nuestras comunidades. Esta ayuda a los pobres y nece-
sitados tiene que estar visiblemente conectada con la celebración de
la Eucaristía. En todas las Eucaristías dominicales, o por lo menos
un par de veces al mes, en nuestras Eucaristías dominicales tendría
que haber una colecta abundante para la atención a los pobres de
la comunidad. Cáritas, Manos Unidas y el Domund, sin negar sus
necesidades de organización, tendrían que tener una presencia
fuerte en todas las parroquias y comunidades.

2.10. Acoger a los nuevos cristianos comunitaria y vitalmente


Con esto quiero decir que los nuevos cristianos necesitan crecer
y vivir en un ambiente social cristiano. Las personas son seres
Evangelizar Europa 127

sociales que viven en interacción continua unos con otros. No se


puede vivir habitualmente a la contra del ambiente que nos rodea.
No todos tienen suficiente fortaleza para resistir la presión de un
ambiente hostil, sin tener la ayuda de otros ambientes favorables
y acogedores. Los bautizados, niños, jóvenes o adultos, necesitan
ser acogidos en un «pueblo de Dios», en un contexto social, cultu-
ral y religioso, donde puedan manifestar su fe con tranquilidad,
y encuentren las ayudas que necesitan para vivir cristianamente
con suficiente normalidad.
El papa Benedicto XVI ha señalado la necesidad de que los cris-
tianos del futuro vivan agrupados en pequeñas comunidades o
grupos de familias en los que puedan desarrollar su vida cristiana
sin conflictos, con el apoyo de una convivencia acogedora y fra-
terna. Las parroquias tienen que ir organizándose como grupos de
grupos, conjunto de comunidades reducidas que se apoyan en la
vida cotidiana y se reúnen en la gran familia común para escuchar
la Palabra y celebrar la Eucaristía. La consistencia de las pequeñas
comunidades no debe sustituir ni romper la unidad y la conviven-
cia, más amplia pero real y verdadera, de la gran comunidad de
la familia parroquial.

2.11. Recrear una nueva cultura cristiana


De esta manera, los cristianos tenemos que ir recreando las institu-
ciones y los medios de una verdadera cultura. Colegios y univer-
sidades católicas, medios de comunicación católicos, iniciativas
sociales y políticas de todas clases inspiradas en los principios del
catolicismo, de la moral cristiana y de la doctrina social católica,
tienen que ir creciendo con un nuevo estilo. Con el estilo de insti-
tuciones abiertas a todos pero enteramente coherentes en su forma
de pensar y de actuar con los principios morales del cristianismo.
Estas instituciones cristianas no tienen que ser exclusivas. Es bueno
que admitan a personas no cristianas, sobre todo en los centros
de formación, con tal de que respeten la orientación claramente
católica de los programas educativos.
Tampoco tiene que ser exclusivo este modo de actuar. Los católi-
128 Fernando Sebastián Aguilar

cos no deben vivir en un mundo aparte, en una especie de ghetto


cultural. Tiene que haber cristianos en todas partes donde se crea
o se difunde la cultura, con dos condiciones: que les sea permitido
manifestarse en todo de acuerdo con su conciencia cristiana, y que
se respete su derecho a la objeción de conciencia respecto de aquel-
las actuaciones que vayan claramente contra sus convicciones
religiosas o morales. No hay por qué bloquearse en discusiones
eternas sobre disyuntivas que no son reales ni necesarias.
Cuando en Europa haya comunidades cristianas espiritualmente
vigorosas y socialmente influyentes, conseguiremos fácilmente
que los europeos vuelvan a reconocer con alegría y gratitud sus
raíces cristianas, lo mucho que Europa debe al cristianismo, lo
mucho que en el futuro el cristianismo puede ofrecer a Europa y
lo mucho que podría hacer a favor de la humanidad una Europa
mayoritariamente y sinceramente cristiana.

Fernando Sebastián Aguilar

Arzobispo emérito de Pamplona y obispo emérito de Tudela, ha


destacado como uno de los teólogos españoles contemporáneos.
Phase 308 (2012) 129-150

Posibilidades evangelizadoras
de la liturgia
Dionisio Borobio

Resumen
Las posibilidades que ofrece la liturgia para la evangelización es el tema tratado en
este artículo. Son presentadas las bases de la liturgia en su capacidad evangelizadora,
antes de describir el camino que la liturgia ofrece para trasmitir la fe, donde ocupa
un lugar privilegiado la Eucaristía.

Abstract
The author studies the possibilities that the liturgy offers for the evangelization.
He presents the grounds of the liturgy on its capacity for evangelization. Then, he
describes the way that the liturgy provides in order to transmit the faith; here, the
Eucharist plays an exceptional role.

Nadie duda de que la evangelización es una tarea y una misión,


que tienen su origen y fundamento en el mismo Cristo, y encuen-
tran su fuerza en el Espíritu que anima y sostiene la Iglesia para la
continuación de la obra de Cristo y su realización en el mundo. La
Iglesia «existe para evangelizar», a la vez que ella misma necesita
renovarse en una evangelización permanente.1
Tampoco duda nadie de que la liturgia es parte integrante de la

1  En todos los documentos recientes después del Vaticano II se explica y


urge esta misión evangelizadora de la Iglesia. Así se recuerda reciente-
mente en los Lineamenta de preparación de la XIII Asamblea ordinaria
del Sínodo de Obispos, sobre La nueva evangelización para la transmisión
de la fe cristiana (2 de febrero de 2011), especialmente el capítulo II.
130 Dionisio Borobio

misión, y a la vez elemento esencial de la vida de la Iglesia y de cada


uno de los cristianos, en continuidad con el modelo y mandato del
mismo Cristo, para alabanza de Dios y santificación de los hombres.
No es posible ser fieles a Cristo, sin continuidad con su acción sacer-
dotal. No es posible creer sin celebrar, ni celebrar sin vivir.2
Evangelización y liturgia son como las dos caras de una misma
realidad co-implicada: Palabra y sacramentos. Han pasado los
tiempos de un acento predominante en la liturgia, marginando
en alguna medida la evangelización (época postridentina); o de
una insistencia en la evangelización, considerando de menor
importancia la liturgia (época inmediata postvaticana); o de una
yuxtaposición alternativa y no integradora de evangelización y
sacramentos (reacciones ante un mundo descristianizado)…3
Ha llegado el momento de una mayor integración y redescubri-
miento, por un lado de las virtualidades litúrgicas de la evan-
gelización, y por otro de las posibilidades evangelizadoras de
la liturgia. La dificultad no radica en la afirmación, sino en las
reales posibilidades de realización, sin degenerar ni lo que es la
identidad de la evangelización, ni lo que es la verdad de la liturgia
y los sacramentos. ¿Cómo tener presente el rito o la liturgia en la
evangelización, si esta es la previa para la celebración litúrgica?
¿Y cómo evangelizar en y desde la liturgia, si esta es sobre todo
lenguaje simbólico-ritual?
En este breve artículo no pretendemos abordar todas las cuestiones
implicadas sobre el tema en este planteamiento, sino solo responder
a la pregunta sobre «posibilidades evangelizadoras de la liturgia»,
teniendo por referente la celebración más importante que es la Euca-
ristía, y salvando siempre tanto la identidad de cada acción, como
su comprensión más dinámica e inter-relacionada. La pregunta
a la que queremos responder es esta: ¿Cuál es la peculiaridad de

2  Recuérdese la Sacrosanctum Concilium del Vaticano II, así como otros


documentos al respecto, en especial el Catecismo de la Iglesia católica,
segunda parte La celebración del misterio cristiano, núms. 1066 ss.
3  Cf. Pablo VI, Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de 1975). Cf. H.J. Gagey,
«La liturgie, milieu de l’annonce de l’Évangile», La Maison Dieu 265 (2011)
93-109.
Posibilidades evangelizadoras de la liturgia 131

evangelización que se posibilita, realiza y manifiesta en la liturgia?


¿En qué consiste la «especificidad evangelizadora» de la liturgia, y
en qué se distingue de las demás formas de evangelización?
Tengamos en cuenta, en primer lugar, un triple nivel en la
evangelización:4 a) el de la «evangelización misionera»: anuncio
del kerigma para la conversión y la primera fe; b) el de la «evange-
lización permanente o integral», para la educación y crecimiento
en la fe de los bautizados; c) y el de la «evangelización segunda
o nueva evangelización», que se dirige de modo especial a los
descristianizados, alejados, indiferentes, no creyentes. 5 En
principio, la evangelización posible y más normal, en y por la
liturgia, es la que hemos llamado «evangelización permanente
o integral», que tiene por destinatarios a quienes ya están
bautizados, son creyentes (aunque muchos no practicantes),
y participan de modo permanente o esporádico (estacional)
en la celebración. Es cierto que también se dan casos en los
que quienes participan pueden ser alejados, indiferentes, y
hasta agnósticos, como puede suceder sobre todo en los cuatro
sacramentos y otros actos de religiosidad popular. La liturgia,
en cuanto acto público, no excluye a nadie.

1. Evangelización y dimensiones de la misión


Se trata ahora de ver cómo esta evangelización, en todos sus
niveles, puede y debe realizarse a través de todas las dimensiones
de la misión, de modo armónico y complementario, con el objeto
de que conduzca a un verdadero evangelizado iniciado. Porque
es en el interior de esta evangelización múltiple, donde hay que
situar la posible evangelización litúrgica.
Recordemos, en primer lugar varios principios: La misión es una

4  Cf. Juan Pablo II, Encíclica Redemptoris missio (7 de diciembre de 1990),


núms. 30. 33.
5  Cf. Evangelii nuntiandi, núms. 49-57. También en los Lineamenta, cap. I,
al hablar de «los escenarios de la nueva evangelización». Así como lo
que se promueve con el llamado «Cortile dei gentili».
132 Dionisio Borobio

y única: la de Cristo y la de la Iglesia; esta misión tiene diversas


dimensiones: Palabra-Comunión-Caridad-Culto...; cada una de
estas dimensiones es medio de evangelización, pero a su modo; los
responsables de esta misión son todos los miembros del pueblo de
Dios; y la verdad de su cumplimiento consiste en la capacidad de
desarrollar de modo equilibrado e integral todas sus dimensiones,
de modo que se conduzca a la verdadera figura del «ser cristiano»
evangélico, o según el evangelio.
Según esto, no es posible pensar en una evangelización solo desde
y por la liturgia. Es preciso que todas las acciones que la Iglesia,
a través de la comunidad y sus ministerios realiza, bien sea en el
orden de la Palabra (evangelización misionera, educación familiar,
catequesis, catecumenados, formación teológica…), en el orden de
la caridad (atención a pobres, necesitados, marginados, enfermos,
obras de caridad y solidaridad…), o en el orden de la dirección
para la comunión (grupos y pequeñas comunidades, servicios y
ministerios diversos…), sean también evangelizadoras, animando
y promoviendo el crecimiento en la fe y la autenticidad de la vida
evangélica. Solo entonces, la liturgia podrá desplegar su fuerza
evangelizadora, en conexión con las otras dimensiones, como
alimento y experiencia de encuentro con Cristo evangelizador,
con el Señor de la Pascua que sigue salvándonos y llamándonos
a su seguimiento, en y con la comunidad, para dar sentido pleno
a nuestra vida.
Es verdad que una celebración litúrgica puede por sí misma,
despertar la llamada, interrogar la vida, alimentar la fe dormida,
o vivificar la identidad cristiana perdida…, sin que la persona
concernida haya participado en otras acciones en relación con
la Palabra, la caridad o la comunión. Pero la consistencia de esta
experiencia solo se podrá dar, si a esa celebración de impacto siguen
otras acciones de evangelización.6

6  Cf. P. Barras, «La pastorale liturgique et sacramentelle: Une dynamique


à réévaluer en permanence», La Maison Dieu 265 (2011) 27-46. Afirma el
autor: «La pastoral de los sacramentos no es solo ocasión de una evan-
gelización, que, sino el lugar mismo de una evangelización» (p. 41).
Posibilidades evangelizadoras de la liturgia 133

2. La liturgia evangelizadora a su modo


Hemos dicho que la liturgia supone, en principio, la evangeliza-
ción. Y también afirmamos que la liturgia es evangelizadora, como
lo son las demás dimensiones de la misión de la Iglesia. Pero ahora
añadimos: es evangelizadora «a su modo», según su especificidad
y particularidad propias. ¿Cuáles son? ¿En qué consisten?

2.1. La liturgia tiene una calidad evangelizadora


Así lo reconoce la misma Constitución de liturgia, por ejemplo
núms. 9-10: «La liturgia no agota toda la actividad de la Iglesia,
pues para que los hombres puedan llegar a la liturgia es nece-
sario que antes sean llamados a la fe y a la conversión...Y a los
creyentes les debe predicar continuamente la fe y la penitencia, y
debe prepararlos además a los sacramentos, enseñarles a cumplir
todo cuanto mandó Cristo, y estimularlos a toda clase de obras de
caridad, piedad y apostolado…» (núm. 9).
Y en el núm. 10 se recoge de modo excelente esta calidad evange-
lizadora de la liturgia, considerándola como el «culmen y fuente»
de toda la vida eclesial, hacia la que tiende toda la actividad de la
Iglesia, por tanto la evangelización; y de la que parte el impulso
evangelizador por la caridad y por las obras. Y en otro lugar (núms.
33-36) se dan normas que llama «derivadas del carácter didáctico y
pastoral de la liturgia», en donde se afirma que la liturgia «contiene
también una gran instrucción para el pueblo fiel».
De todos estos textos y otros semejantes 7 puede deducirse lo
siguiente: la participación en la liturgia reclama la conversión y la
fe de los participantes; esto supone que precede una evangelización
y una catequesis, a lo que debe acompañar un estímulo para que se
viva en justicia y caridad, y para que se asuma la tarea misionera o
el compromiso apostólico. La razón de esta calidad de la liturgia es

7  Recuérdese lo que al respecto dice el nuevo Catecismo, núm. 1075: «La


catequesis litúrgica pretende introducir en el Misterio de Cristo (es
“mistagogía”), procediendo de lo visible a lo invisible, del signo a lo
significado, de los “sacramentos” a los “misterios”».
134 Dionisio Borobio

que la misma celebración tiene un carácter didáctico, pedagógico


y pastoral, ya que por ella en toda su dinámica y elementos de la
celebración: palabras, oraciones, cantos, gestos y ritos, signos y
símbolos… se alimenta y fortalece la fe de los fieles, a la vez que
se alaba a Dios con un «culto racional». Por tanto, la liturgia en si
misma tiene una calidad evangelizadora.

2.2. Especificidad evangelizadora de la liturgia: la mistagogía eucarística


En efecto, la liturgia es evangelizadora «a su modo», diferente del
«modo» como se realiza la evangelización por las otras dimen-
siones de la misión. Varias son las razones que lo explican:
– Por la presencia viva de Cristo evangelizador, que a través de los
signos litúrgicos, sigue anunciando el evangelio, el reino. Cristo está
presente en toda acción evangelizadora, pero en la liturgia lo está
de forma especial.
– Por la presencia de una asamblea o comunidad, que toda ella se
siente al mismo tiempo evangelizada, necesitada de evangelización
y evangelizadora.
– Porque esta evangelización se hace en la liturgia prioritariamente
desde los símbolos y ritos, desde la acción litúrgica y no desde otras
acciones. Son los ritos, los gestos, los símbolos, los que constituyen
el centro de referencia y unificación de esta acción evangelizadora.
– Porque tal evangelización sucede en un marco especial, que es el
«espacio celebrativo», diferente en cada caso (distintos sacramentos
o celebraciones), y con simbología propia, tanto desde el punto de
vista arquitectónico (baptisterios), como escultórico e iconográfico,
o musical e iluminativo… todo lo cual constituye lo que se ha venido
a llamar la «via pulchritudinis» para la evangelización.8
Y esto significa que se trata de una evangelización esencialmente
«mistagógica», es decir: Desde la experiencia celebrativa, a partir
de los signos y símbolos concretos de aquella celebración, condu-
ciendo a una experiencia del misterio celebrado, pero en relación

8  Cf. Documento final de la Asamblea plenaria del Pontificio Consejo de


la Cultura, que tuvo lugar del 27 al 28 de marzo de 2006, La via pulchri-
tudinis, la vía de la belleza, camino privilegiado de evangelización y de diálogo.
Posibilidades evangelizadoras de la liturgia 135

con la asamblea orante y litúrgica, y en referencia a un cambio y


autenticidad de vida cristiana.
No está de más recordar en este momento que la mistagogía es el
modo más propio y original por el que la Iglesia, desde los primeros
siglos,9 unió evangelización, catequesis, educación o pedagogía de
la fe, con la liturgia y los sacramentos, y a la vez con la experiencia
de comunidad y la transformación de la vida. Esencialmente, la
mistagogía es el proceso por el que se conduce a alguien de la
letra al espíritu, del signo al significado, de lo visible a lo invisible
(«per visibilia ad invisibilia»), del símbolo a lo simbolizado, de la
forma externa al contenido interno…Y esto, bien siguiendo un
método comparativo analógico (destacando la semejanza y la
desemejanza), o un método tipológico (del tipo prefigurativo a la
realidad), o un método anagógico (de «anagogía», conduciendo en
ascensión desde lo más imperfecto a lo más perfecto). La mistago-
gía es el arte de pasar de ver las cosas con «los ojos de la carne», a
ver las cosas con «los ojos de la fe»; es el arte de ayudar a traspasar
el umbral de lo visible material, para adentrarse en el misterio de
lo invisible espiritual.10
Para que todo esto suceda, es necesario que preceda una catequesis
también «de carácter mistagógico», por la que, como bien afirma
Benedicto XVI en la Sacramentum caritatis núm. 64,11 se han de tener
en cuenta tres elementos:
1) Ante todo, la interpretación de los ritos a la luz de los aconteci-
mientos salvíficos.

9  No es necesario que recordemos aquí cómo los padres de los siglos iv-vi
nos hablan en este sentido (Cf. E. Mazza, La mistagogía. Una teología della
liturgia in época patrística, Roma: CLV 1988.
10  Sobre el tema «mistagogía» pueden verse dos estudios recientes al
respecto en español: M. Ofilada Mina, «Mistagogía: experiencia, vida
eclesial y epistemología de la ciencia litúrgica», Burgense 44 (2003) 519-
544; R. González Gougil, «La mistagogía, camino obligado hacia el
misterio que se actualiza en las celebraciones litúrgicas», Auriensia
13 (2010) 117-168.
11  Benedicto XVI, Exhortación apostólica Sacramentum caritatis (22 de
febrero de 2007), como fruto del Sínodo de Obispos sobre la Eucaristía.
136 Dionisio Borobio

2) La iniciación o introducción en el sig nificado de los signos con-


tenidos en los ritos.
3) El significado de los mismos ritos en relación con la vida cristiana
en todas sus facetas.
Todo ello requiere en los sujetos que experimentan el proceso
mistagógico:
1) Que hayan vivido ya al menos un encuentro inicial con Cristo,
y se dejen guiar por la fuerza del Espíritu, cual «mistagogo invi-
sible»: Kerigma.
2) Que hayan sido iniciados a una lectura o interpretación de los
gestos, signos, ritos y símbolos, de modo que puedan ver el misterio
invisible desde lo visible.12
3) Que sean capaces de dejarse guiar por la dinámica de la cele-
bración (diversas partes, palabra, oraciones, ritos), y de este modo
sumergirse en la misma dinámica transformante del misterio.
4) Que predomine en ellos no tanto la lógica de una comprensión
racional, sino más bien la lógica de una vivencia admirativa, de
receptividad y gratitud.
5) Que sean capaces de dejarse impresionar por la belleza de los
símbolos, por la estética del ámbito celebrativo (arquitectura,
escultura, pintura, elementos ornamentales), por la música, la
iluminación, el canto… («via pulchritudinis»).13
Por otro lado, también se requiere, por parte del mistagogo o
pedagogo que inicia en los misterios o celebra:
1) Que él mismo viva la experiencia del misterio.

12  Cf. Sacramentum caritatis, núm. 64. Recuerda que «los padres sinodales
han propuesto unánimemente una catequesis de carácter mistagógico
que lleve a los fieles a adentrarse más en los misterios celebrados».
13  Cf. Sacramentum caritatis, núm. 35: «La relación entre el misterio creído
y celebrado se manifiesta de modo peculiar en el valor teológico y
litúrgico de la belleza. En efecto, la liturgia… es veritatis splendor». Por
tanto, la belleza tiene también una calidad mistagógica, en cuanto que
transparenta el misterio del amor de Dios revelado en el misterio pascual
(cf. Pontificio Consejo de la Cultura, La via pulchritudinis, la vía de la
belleza, camino privilegiado de evangelización y de diálogo).
Posibilidades evangelizadoras de la liturgia 137

2) Que por su actitud, sus gestos y sus palabras transparente lo


invisible.
3) Que su «talante celebrativo» remita no a sí mismo sino al misterio
que celebra y se actualiza.
4) Que sea capaz de unir la celebración con la vida.
Solo cuando se parte de esta calidad mistagógica de la liturgia y
de estas actitudes mistagógicas de los que celebran, se pueden
identificar y destacar las posibilidades de evangelización que en
ella misma se encierran.

3. La liturgia «culmen y fuente» de la evangelización


Creemos que esta frase, tan cierta y difundida como no suficien-
temente explicitada, debe explicarse por dos como principios, o
axiomas, que nos descubren todo su sentido.14

3.1. La liturgia (los sacramentos) objeto – medio – y meta de la evange-


lización
Por ello se demuestra en qué medida hay una implicación intrín-
seca e inseparable entre los aspectos señalados. Es «objeto» de
evangelización, en cuanto que toda evangelización verdadera
debe implicar un anuncio, una enseñanza, una iniciación a los
símbolos litúrgicos. Es «medio», en cuanto que por la liturgia y los
signos se conduce a los participantes a un mayor conocimiento del
Evangelio, a un encuentro con Cristo evangelizador. Y es «meta»,
porque toda evangelización tiene en definitiva como meta la misma
celebración del misterio, o la expresión de la fe, que sella aquel
anuncio, y lo alimenta para ser vivido.

14  Para recordarlo conviene recordar algunos textos del Catecismo de la Igle-
sia católica, como el núm. 1072: «La sagrada liturgia …debe ser precedida
por la evangelización, la fe y la conversión; sólo así puede dar sus frutos
en la vida de los fieles: la Vida nueva según el Espíritu, el compromiso
en la misión de la Iglesia y el servicio de su unidad» (cf. también núm.
1074).
138 Dionisio Borobio

3.2. La liturgia (los sacramentos) exigitivo de una evangelización espaciada


Es espaciada porque supone y parte de un «antes» eminentemente
evangelizador que implica: la llamada a renovar la conversión y
la fe, la catequesis, el encuentro con la comunidad o el grupo, la
revisión de la vida cristiana, la aceptación de los compromisos que
conlleva la misma celebración.15
Es espaciada porque conduce a un «en» celebrativo, que
culmina el proceso anterior, y que expresa en ritos y símbolos,
en participación viva de la asamblea, lo que está escondido y
es misterioso: el contenido vivido del misterio celebrado educa
y alimenta la fe.
Es espaciada, finalmente, porque conduce a un «después» de
realización y verificación ética-moral de aquello que expresó y
celebró, llevándolo a las circunstancias de la propia vida, según la
situación a la que se refiere la celebración litúrgica o el sacramento
concreto que se celebra. El «después» es único en lo fundamental:
caridad, justicia, fraternidad... Pero diversificado por la situación
antropológica, sacramental y eclesial de que se trata.

4. Posibilidades evangelizadoras de la liturgia


La cuestión es ahora ver en qué medida la liturgia de ayer y de hoy,
los sacramentos celebrados, son momentos y ocasiones de evan-
gelización, y cómo. La respuesta no es fácil. Ofrecemos algunas
sugerencias, a partir de un concepto amplio de «liturgia», que no
se encierra en los ritos de una celebración, sino que se extiende a
lo largo y ancho de la vida del creyente.

4.1. Evangelización desde la «liturgia existencial»


En principio, todos los momentos de la vida llevan una cierta carga

15  Cf. D. Borobio, «Entre el ideal y la realidad: directrices para una pastoral
de los sacramentos», Sal Terrae 11(1994) 891-915; D. Borobio, «Pastoral
sacramental e imagen de Iglesia», Phase 156 (1986) 455-477. En este
sentido P. Barras, «La pastorale liturgique et sacramentelle: Une dyna-
mique à réévaluer en permanence», La Maison Dieu 265 (2011) 27-46.
Posibilidades evangelizadoras de la liturgia 139

evangelizadora: en todos se puede revelar Dios, el Transcendente


y Absoluto. En todos viene Dios a nuestro encuentro. Sin embargo,
hay momentos que tienen especial densidad y «pregnancia»: son
momentos de «choque existencial», son «topes del poder humano»,
son «imprevisibles vitales». Por ejemplo: un éxito, un fracaso, un
accidente, un encuentro con alguien, un evento de la naturaleza,
un acontecimiento eclesial o social…
Todos estos momentos son una llamada a la «evangelización», es
decir, a la lucidez, a la verdad, a la humildad, a la justicia, al Otro
desconocido o conocido, a la autenticidad religiosa. Esta llamada
puede permanecer implícita y escondida; puede manifestarse en
gestos o ritos naturales; puede expresarse en ritualidad explícita-
mente religiosa…En todo caso, es evidente que necesita la ayuda
de otros para desvelarse, y esta ayuda puede ser también evan-
gelizadora.16 Y lo será así, si somos capaces de desvelar el «plus
de significación» latente y presente: con una palabra de ánimo,
consuelo, reflexión; con acciones de ayuda concreta: caridad,
asistencia; con los gestos religiosos explícitos: invocar a Dios,
hacer una oración, recordar un pasaje bíblico…Se trata de una
evangelización desde lo cotidiano de la vida, desde la «liturgia
existencial» que comporta nuestro ser-en-el-mundo en cuanto
referido, de una u otra forma, al Absoluto, a Dios, al Dios de
Jesucristo. Por ahí se empieza.17
Más aún, en la conciencia del cristiano creyente, no puede haber
separación entre liturgia existencial de la vida, y celebración litúr-

16  Cf. D. Borobio, «Sacramentos y sacramentalidades en la postmoder-


nidad», en Asociación Española de Profesores de Liturgia, La
sacramentalidad de la liturgia, Barcelona: CPL 2010, 65-109.
17  Recuérdese al respecto lo que dice el Catecismo de la Iglesia católica, núm.
1070: «La palabra “Liturgia” en el Nuevo Testamento es empleada para
designar no solamente la celebración del culto divino (Hch 13, 2; Lc 1,
23), sino también el anuncio del Evangelio (Rom 15, 16; Flp 2, 14-17.
30) y la caridad en acto (Rom 15, 27; 2Cor 9, 12; Flp 2, 25). En todas
estas situaciones se trata del servicio de Dios y de los hombres. En la
celebración litúrgica, la Iglesia es servidora, a imagen de su Señor, el
único “Liturgo” (Heb 8, 2 y 6), del cual ella participa en su sacerdocio,
es decir, en el culto, anuncio y servicio de la caridad».
140 Dionisio Borobio

gica del culto. La misma Escritura (cf. Rom 1, 9; 15, 16; Flp 2, 17)
y enseñanza de la Iglesia lo certifican. En efecto, el Catecismo de la
Iglesia católica sitúa la descripción de la liturgia en el marco más
amplio del Nuevo Testamento, y observa que la palabra liturgia
designa ahí «no solamente la celebración del culto divino, sino tam-
bién el anuncio del Evangelio y la caridad en acto». Y en el documento
Ecclesia in Europa se añade: «No se debe olvidar que el culto espiritual
agradable a Dios (cf. Rom 12, 1) se realiza ante todo en la existencia
cotidiana, vivida en la caridad por la entrega libre y generosa de
uno mismo incluso en momentos de aparente impotencia» (núm.
80). Cabe decir, por tanto, que toda la vida cristiana es de alguna
manera «liturgia» en sentido amplio, desde la que uno puede
evangelizar y ser evangelizado.

4.2. Evangelización desde el «itinerario sacramental»


Llamamos «itinerario sacramental», al proceso de la vida y de sus
etapas, en cuanto que para los creyentes está jalonado, e implica
la celebración de los sacramentos de la Iglesia. Los sacramentos
van acompañando el proceso vital (nacer, crecer, comprometerse,
casarse, madurar, enfermar, morir...). Son como los «símbolos
cristianos del acompañamiento existencial». El mismo Catecismo
explica la relación que los siete sacramentos tienen con las diversas
etapas de la vida.18
Con otras palabras, los sacramentos van acompañando al hombre
a lo largo de las diversas situaciones vitales y cristianas por las que
normalmente pasa su vida, desde el nacimiento hasta la muerte:
son los kairoi existenciales, que encuentran su pleno sentido en
el kairos pascual de Cristo, y que van iluminando el kronos de la
historia personal y eclesial hasta la plenitud del eschaton.

4.3. Sacramentos y compromiso evangelizador


Por todo lo dicho, resulta evidente que estos momentos álgidos
de la vida, con su ritualidad y celebraciones, con la conmoción

18  Catecismo de la Iglesia católica, núm. 1210; cf. S. Tomás de Aquino, Summa
Theologica 3, 65, 1.
Posibilidades evangelizadoras de la liturgia 141

personal y comunitaria que conllevan, son y deben ser momentos


de evangelización importante. Es decir, momentos en los que: se
revela la verdad de Dios y de Jesucristo su Hijo en el Espíritu; se
predica y acoge el mensaje del Evangelio; se asume, se renueva e
impulsa la vocación cristiana; se renuevan los lazos y la pertenencia
a la comunidad; se acogen y profesan públicamente los compro-
misos cristianos; se da testimonio ante el mundo de la verdad en
que creemos.
Es evidente que cada uno de los sacramentos implica una posibi-
lidad propia de evangelización, según edad y situación vital de
los sujetos; según capacidad de intervención de la familia y los
diversos agentes de pastoral; según las mediaciones que hacen
posible la mayor eficacia de esta acción pastoral. Ahora bien, puede
decirse que, cuando el «antes», el «en» y el «después» se hacen
en verdad, es decir, cuando implican todo lo que deben implicar
de preparación, catequesis, intervención de la comunidad, sím-
bolos y participación celebrativa, acompañamiento posterior...,
entonces los sacramentos son una posibilidad de evangelización
incomparable.

5. La Eucaristía como centro de referencia litúrgica evan-


gelizadora
Ya sabemos que la Eucaristía es el centro de los sacramentos, lo
mismo que es el centro de la Iglesia, porque en ella se continúa la
presencia de Cristo de una forma privilegiada y extraordinaria
(especies de pan y vino).19 La Eucaristía es el centro de la evange-
lización, tanto extralitúrgica como litúrgica. Por lo mismo, en ella
se despliega de modo especial la mistagogía, pues por ella aquella
conversión y transformación bautismal primera está llamada a
ser una conversión y transformación permanente. Varias son las
razones que avalan esta afirmación:
– Cristo evangelizador está presente en la Eucaristía evangelizando

19  Cf. Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia, núm. 22. Cf. Presbyterorum
Ordinis, núm. 5.
142 Dionisio Borobio

también hoy: por sus palabras: Escritura; por sus signos, sobre todo
el pan y el vino, verdadero «milagro de su presencia viva»; por la
asamblea eclesial, signo de comunión y fraternidad, de unidad y
diversidad en sus servicios y ministerios.
– La Eucaristía es la expresión y actualización más excelente del mis-
terio (misterio pascual) hacia el que nos conduce la evangelización
mistagógica, y desde el que se nutre nuestra permanente evangeli-
zación. Todo el contenido evangelizador de cualquier acto litúrgico
no hace sino expresar de forma especial, uno de los aspectos del
misterio que se contiene en la Eucaristía.
– La Eucaristía, en su misma estructura, dinámica y contenido, es el
referente mistagógico permanente, ya que ella nos hace vivir en
un territorio siempre conocido, pero también siempre nuevo y por
conocer, al que ya estamos iniciados, pero en el que siempre debemos
iniciarnos más y vivir mejor.

6. La Eucaristía evangelizadora en su dinámica celebrativa


En la Eucaristía se manifiesta de modo especial el carácter didas-
cálico y evangelizador de la liturgia (SC 33; cf. núm. 59). La misma
celebración de la Eucaristía es evangelizadora:
1. Por su estructura, cuyas partes (ritos introductorios - palabra –
ritos - despedida) encierran un mensaje evangelizador.
2. Por su dinámica, que en mutua referibilidad, va remitiendo y
profundizando la vida evangélica.
3. Por su contenido, que implica y expresa los aspectos fundamen-
tales de la evangelización y de la vida cristiana.
Fijándonos ahora en los dos primeros aspectos, podemos recordar
más explícitamente cómo en ellos se expresan y proponen para
alimento de la fe diversos elementos evangelizadores:20
– Los ritos introductorios: Están expresando al mismo tiempo la
comunitariedad y organicidad (orden de servicios-ministerios) de
la asamblea; la reconciliación y el perdón; la unidad y fraternidad.
Bien realizados y participados, son un excelente mensaje de unidad

20  Cf. Catecismo de la Iglesia católica, núms. 1345-1355.


Posibilidades evangelizadoras de la liturgia 143

y solidaridad, de pertenencia eclesial y participación, de exigencia


de comunidad en la vida y de compromiso reconciliador en un
mundo dividido.
– La liturgia de la Palabra: Es la parte más directamente evangelizadora
de la Eucaristía, pues por ella Cristo sigue anunciando el evangelio a
su pueblo, y por ella este pueblo es llamado e interpelado, instruido
y educado, convertido y transformado, a través de los diversos
tipos de palabra por los que se expresa este dialogo divino-humano:
Palabra, homilía, oración, canto, profesión de fe, peticiones, bendi-
ciones, sobre todo plegaria eucarística. Si se participa sinceramente
en este diálogo, la palabra alcanza su eficacia evangelizadora.
– La colecta y presentación de ofrendas: Cargada desde el principio
(cf. san Justino) de un sentido social, de koinonía y fraternidad,
de solicitud y amor por los más pobres y necesitados, no sólo nos
recuerda que junto a los dones nosotros debemos hacernos don,
sino también que este don debe extenderse en la solidaridad y
justicia de la vida. Si la evangelización es inseparable del testimo-
nio, aquí encontramos la expresión eucarística más clara de esta
exigencia para la vida.
– El rito eucarístico: En este rito con estructura de banquete, que se
realiza mientras se proclama la plegaria o gran oración eucarística,
encontramos condensados y expresados en palabras y gestos, los
grandes contenidos de la evangelización «eucarística-mistagógica».
Con la ventaja de que en este momento no se trata tanto de un con-
tenido, cuanto de una persona que actúa ofreciéndose a sí misma
como contenido de salvación y liberación, de amor entregado, de
reconciliación y perdón, de alianza y comunión. En el rito eucarístico
Cristo aparece evangelizándonos, por una autodonación al Padre y
en el Espíritu, que transforma radicalmente nuestra vida, y nos lleva
a consentir con el Evangelio en el mismo empeño evangelizador
(cf. Plegaria eucarística IV y Vc)
– La preparación y el rito de la comunión: En este momento, que
incluye el Padre nuestro, el rito de la paz, la fracción del pan y
la comunión, se manifiestan en elocuente simbolismo, diversos
aspectos evangelizadores. Si el Padre nuestro es expresión de la
eficacia evangelizadora de la oración; el rito de la paz, es también
compromiso de evangelización que nos empeña en un esfuerzo
permanente por la verdadera paz; la fracción del pan, además
de que nos habla de ese compartir el pan eucarístico, verdadera
144 Dionisio Borobio

gracia de Dios dándose, nos recuerda la importancia humana


y cristiana del compartir en la vida; y la comunión, llevando a
su punto culminante todos estos sentidos, es la realización más
sublime de la unidad y solidaridad, del perdón y la paz...que nos
reúne a todos en el mismo don.
– Los ritos de despedida: Manifiestan y recuerdan de forma sencilla, que
la Eucaristía es al mismo tiempo reunión y misión, evangelización
y compromiso evangelizador. El que por gracia pudo reunirse,
porque ya había sido misionado, es enviado también por gracia
para extender y realizar la misión.
Ciertamente, la celebración eucarística es evangelizadora, en
primer lugar para los iniciados que pueden ver, no solo con los
«ojos de la carne», sino sobre todo con los «ojos de la fe». Pero
también puede ser una ocasión evangelizadora para otros (una
manifestación de lo sagrado, con profundo valor educativo),
ya que puede tocar el corazón de los que buscan, iluminar a
los alejados, y sacudir la conciencia de quienes con sinceridad
luchan por la verdad, la justicia, el amor, la reconciliación, la
solidaridad…

7. La Eucaristía es evangelizadora por su contenido y mis-


terio
Los contenidos evangelizadores y su fuerza evangelizadora, se
comprenden desde tres principios: Que la Eucaristía no es «algo»,
sino «alguien» presente y vivo; que por la Eucaristía aparece nues-
tra asociación a la obra evangelizadora de Cristo; que existe un lazo
indisoluble entre Cristo evangelizador-Iglesia evangelizadora; y
Eucaristía acto culminante de evangelización. Por tanto, que lo
que expresamos y celebramos y confesamos en la Eucaristía nos
compromete a realizarlo en la vida.

7.1 Liberación pascual


La Eucaristía es actualización del misterio pascual, verdadero
kairós de salvación y liberación: «En la liturgia, la Iglesia celebra
principalmente el misterio pascual, por el que Cristo realizó la
Posibilidades evangelizadoras de la liturgia 145

obra de nuestra redención».21 Es el mismo Cristo de la liberación


pascual (kairós) el que se hace presente activamente en la Euca-
ristía (anamnesis), liberándonos realmente de nuestros pecados y
esclavitudes, y asociándonos a la tarea liberadora en medio del
mundo. La liberación y justificación del pecado que se realizó por
gracia pascual en el bautismo, continúa realizándose hoy por la
Eucaristía, o si se prefiere «por la mistagogía eucarística».22

7.2. Sacrificio y servicio por los demás


Se dan miles de sacrificios inútiles causados por la codicia, el
egoísmo, la injusticia, la violencia. El misterio que actualiza la
Eucaristía y el mensaje que anuncia llevan consigo la carga evan-
gelizadora de un Cristo que lucha contra todo sacrificio inútil, que
vive y muere con y por los demás, que hace de su vida una entrega
de amor, de reconciliación, de alianza y de paz, de sacrificio hasta
la muerte en la cruz. En la Eucaristía somos invitados a ofrecer-
nos y asociarnos al mismo sacrificio de Cristo, con disposición de
ofrecer también nuestra vida a favor de los demás sobre el altar del
mundo. «La mistagogía eucarística expresa nuestra aceptación de
una invitación a amar como Cristo nos amó primero».23

7.3. Unidad y comunión


Vivimos con frecuencia en medio de divisiones, conflictos, y
confrontaciones de todo tipo. En la Eucaristía, Cristo, buen pastor y
verdadera vid, se nos manifiesta como aquel que ha venido a reve-
larnos la unidad y el amor trinitario, la armonía entre lo humano
y lo divino, entre Dios y el hombre (misterio de la encarnación),
por lo que él también entrega su vida, para devolvernos a la amis-
tad perdida, a la unidad deseada. En Cristo, comunión y misión,

21  Catecismo de la Iglesia católica, núm. 1067.


22  Cf. G.F. Baumbach, «Mistagogia eucarística», Domingo Catequético (18
septiembre de 2011) 1-10, donde dice: «El misterio pascual es el corazón
de la experiencia sacramental de la que emerge la mistagogía eucarística»
(p. 4).
23  Baumbach, «Mistagogia eucarística», 3.
146 Dionisio Borobio

están intrínsecamente unidas. Así lo ha querido también para la


Iglesia, y así quiere que se exprese, celebre y realice en la misma
por la Eucaristía (cf. 1Cor 10, 16-17). Y es que el cuerpo eucarístico
y el cuerpo eclesial aparecen unidos y como exigidos. Eucaristía y
comunión eclesial se exigen mutuamente. La mistagogía eucarís-
tica nos introduce y nos hace participar de modo permanente
en este misterio de unidad y comunión (cf. 1Cor 11, 1ss.; Hch 2,
40-45). Y esta unidad y comunión eucarísticas deben extenderse
en la misión evangelizadora extraeucarística.

7.4. Reconciliación y perdón


La realidad humana nos habla de modo permanente de rencores,
odios, venganzas, divisiones y guerras. Sin embargo, el hombre
sigue aspirando y teniendo ansia y nostalgia de reconciliación.24
La Eucaristía nos conduce a vivir el encuentro con Cristo reconci-
liador, que sigue predicando por su Palabra y realizando con
sus signos la obra de la reconciliación de los hombres con Dios y
entre sí. El misterio pascual, centro de la celebración eucarística,
implica una actualización del perdón y la reconciliación obrados
de una vez para siempre por Cristo, en el sacrificio de redención y
salvación de la cruz. Participar en la Eucaristía, significa, por tanto,
estar dispuestos por la conversión y la fe a recibir esta reconci-
liación; a ser evangelizados sobre la misericordia y el perdón de
Dios y entre los hombres; a ser verdaderamente evangelizadores
reconciliando y promoviendo la reconciliación, el amor, la justicia
y la paz. El «dejaos reconciliar con Dios», deberá convertirse en
«sed ministros de la reconciliación» entre los hombres (cf. 2Cor
5, 16-20).25 La reconciliación es así no solo una gracia recibida,
desde la evangelización mistagógica eucarística, sino también
una misión identificante de la novedad cristiana, en medio de un
mundo «desreconciliado».26

24  Cf. Juan Pablo II, Reconciliatio et paenitentia, núms. 1-22.


25  Cf. Conferencia Episcopal Española, Dejáos reconciliar con Dios,
Madrid 1989.
26  Cf. E. Parmentier, «Ser cristiano en una sociedad sin religión», Concilium
2 (2011) 197-209.
Posibilidades evangelizadoras de la liturgia 147

7.5. Convite fraterno, justicia y caridad


Comer juntos es compartir la vida, creando fraternidad. La riqueza
de sentidos que comporta el comer y beber juntos, se expresa en la
densidad comunicativa del compartir y fraternizar. Para los cris-
tianos el «banquete eucarístico» es un privilegio, pero también una
interpelación, que nos invita a revisar nuestras actitudes personales
y nuestras responsabilidades colectivas de caridad y justicia, sobre
todo respecto a los que no tienen pan, ni pueden participar en este
banquete. La última cena, con el lavatorio de los pies, manifiesta de
modo especial esta conexión entre comida, caridad y servicio (Jn 13,
1-20; cf. Hch 2, 42. 44; 4, 34). Por eso, por la Eucaristía, a través de los
diversos símbolos, ritos y palabras, también somos evangelizados,
e impulsados a ser evangelizadores, viviendo y promoviendo la
acogida, el amor fraterno, la solidaridad, la comunicación de bienes,
la atención preferente a los necesitados. El servicio de los últimos es
el campo de prueba, la acreditación más convincente, o el criterio de
verificación más auténtico del proyecto eucarístico. La mistagogía
caritativa de la Eucaristía, es la evangelización permanente sobre
la justicia y la caridad.27

7.6. Eucaristía, misión y transformación del mundo


El hombre vive en el mundo transformando permanentemente este
mundo. Para el cristiano, el desarrollo integral, la transformación
plena encuentra su verdadero sentido y punto de referencia en la
acción del Espíritu Santo, tal como aparece en la historia de la sal-
vación y en la misma Eucaristía, donde la acción del Espíritu sobre
las ofrendas es símbolo de su acción transformadora en el mundo.
Cristo es el «momento privilegiado» de la actuación transformante
del Espíritu. En Cristo se manifiesta en qué consiste la verdadera
transformación y el auténtico progreso del hombre: En la Euca-
ristía se expresa y realiza ya in misterio, in sacramento, esa acción

27  Un ejemplo elocuente de ésta unión entre Eucaristía, justicia y caridad


nos lo ofrece san Juan Crisóstomo, In Ep. 2 ad Cor Hom. 20,3. En el
mismo sentido Juan Pablo II, Mane nobiscum Domine, núm. 24; Ecclesia
de Eucharistia… O también Benedicto XVI, Sacramentum caritatis, sobre
todo en la tercera parte: Eucaristía, misterio que se ha de vivir, núms. 70-97.
148 Dionisio Borobio

transformadora del Espíritu, por la conversión del pan y el vino


en el cuerpo y la sangre de Cristo (epíclesis), y por la «fructuosa»
transformación de los corazones. Por tanto, la Eucaristía es ya el
mundo nuevo, el anticipo del nuevo cielo y la nueva tierra hacia
las que peregrinamos. Por ella igualmente somos llamados a una
tarea transformadora en el mundo, cuyo punto de referencia es
siempre la Eucaristía y cuya meta es la plenitud escatológica.28
En una palabra, la Eucaristía es evangelizadora por su misterio y
contenido. Es en su celebración permanente donde renovamos la
gracia y compromisos de la iniciación cristiana, donde caemos en la
cuenta de que seguimos siendo aprendices de la fe y de la evangeli-
zación toda nuestra vida; donde viviendo la experiencia de la fe y el
encuentro con el misterio, nos disponemos a hacer partícipes a otros de
este don; donde renovando nuestra misión primera, somos enviados
para un testimonio misionero en el mundo. La Eucaristía es para esa
misión tanto un principio, como un impulso constante y un proyecto.
No basta celebrar la Eucaristía, hay que «eucaristizar» la vida.

8. Entre el sentido y la realidad: Conclusión y aplicación


Hasta ahora hemos insistido en la calidad mistagógica y verdad
evangelizadora de la Eucaristía, desde su dinámica y su misterio.
Ahora queremos hacer un intento de acercamiento a la realidad
socio-cultural y eclesial de las posibilidades evangelizadoras de
la Eucaristía. ¿Qué y cómo hacer para que todo esto se realice, al
menos respecto a aquellos que con «cierta normalidad» partici-
pan en la Eucaristía? ¿Qué ofrecer en el «antes», en el «en» y en el
«después» de la celebración? ¿En qué condiciones la liturgia puede
desplegar todas sus potencialidades evangelizadoras?

8. 1. Entender y vivir el sacramento (la liturgia) como un proceso


Toda celebración supone una preparación más o menos pro-
longada (antes), un momento celebrativo realizante (en), y una
continuación comprometida actualizadora (después). Cuando a lo

28  Cf. Ad gentes, núm. 36; Apostolicam Actuositatem, núms. 3-4; Juan Pablo
II, Christifideles laici, núm. 21.
Posibilidades evangelizadoras de la liturgia 149

largo de este proceso se integran de modo equilibrado y adaptado


la Palabra evangelizadora y catequética, la oración y celebración
correspondiente, la caridad implicada y el comportamiento ético
requerido, y la relación acompañante y testificante de la comuni-
dad… no hay duda de que el sacramento puede ser un momento
y un lugar privilegiado de evangelización.

8.2. Privilegiar la acogida


Porque es un momento decisivo para el encuentro con las personas,
en cualquier situación de fe se hallen: fe viva y activa, practicantes
permanentes, practicantes ocasionales, creyentes no practicantes,
alejados… La acogida supone la capacidad de recibir, escuchar,
comprender, dialogar, animar…Y todo ello sin prepotencia sino con
humildad, dispuestos a «caminar-con» más que a «decidir-por». Este
será el primer paso de una evangelización. De ahí la importancia del
servicio de quien acoge y orienta, dispuesto a acompañar.

8.3.Valorar el caminar mistagógico


Esto quiere decir que desde el principio damos importancia a
todos los elementos integrantes de la mistagogía: a la palabra y
al rito, a la oración y a la acción, al individuo y a la comunidad,
a la vida concreta de la persona y a la experiencia de fe. «Este
caminar mistagógico nos hace partícipes, tanto individual como
colectivamente, de la herencia perdurable de la iniciación cris-
tiana que nos hace miembros de la Iglesia».29 Toda celebración
litúrgica o sacramental es siempre una renovación de la calidad
mistagógica de la iniciación.

8.4. Dar espacio al testimonio


El testimonio es un elemento constitutivo de la evangelización
permanente, y por lo tanto del sacramento evangelizador, bien
sea que tenga lugar más en un momento o en otro, que sea dado
por una u otra persona, en el discurrir cotidiano o en momento

29  Baumbach, «Mistagogia eucarística», 9.


150 Dionisio Borobio

especiales. «Todos los cristianos están llamados a este testimonio,


y en este sentido pueden ser verdaderos evangelizadores».30

8.5. Contar con los sacramentales


Es evidente que la situación de fe de no pocos que demandan los
sacramentos es «insuficiente»: muchos no piden lo que la Iglesia
quiere ofrecerles; y la gran mayoría pide y quiere el rito sacramental,
no algo que se parece al sacramento sin serlo, porque a muchos esto
«no les sirve». Por eso, nos parece que la respuesta teológicamente
más adaptada a su situación no es precisamente el sacramento,
sino lo «pre-sacramental» o la liturgia previa al sacramento, como
momento de un proceso hacia el sacramento en sentido estricto.31

8.6. Autentificar la celebración


La fuerza evangelizadora de una celebración depende ciertamente
de la acción de Dios, por Cristo y en el Espíritu Santo, pues siempre
será opus Trinitatis. Pero también hay que decir que depende de
la actitud y talante litúrgico del que preside la celebración, y de
todos cuantos intervienen con su servicio o ministerio. De ello
depende el que las palabras interpelen, el que los signos hablen,
el que el misterio se trasluzca, el que la experiencia y el encuen-
tro transforme y, en una palabra, el que la evangelización por el
sacramento se realice.
Dionisio Borobio
Sacerdote oriundo de Bilbao, doctor en teología litúrgica y licen-
ciado en filosofía, ha dedicado su vida a la docencia de la liturgia y
de los sacramentos hasta su reciente jubilación como catedrático
de la Universidad Pontificia de Salamanca.

30  Juan Pablo II, Christifideles laici, núm. 33


31  Véase más ampliamente al respecto en D. Borobio, Cultura, fe, sacramento,
Barcelona: CPL 2002, 79-106
Phase 308 (2012) 151-159

La liturgia como espacio para la


nueva evangelización a partir de la
iniciación cristiana
Juan Javier Flores Arcas

Resumen
Por medio de este artículo nos acercamos al cauce que ofrece la iniciación cristiana
para la nueva evangelización. Dentro de las posibilidades evangelizadoras de la
liturgia, la iniciación cristiana ocupa un lugar principal.

Abstract
We approach the channel that offers Christian initiation for the new evangelization.
Within the evangelization abilities of the liturgy, Christian initiation holds a main
position.

1. La nueva evangelización: un concepto amplio


La nueva evangelización se trata de un concepto amplio que ha
sido muy utilizado por el beato Juan Pablo II, que hizo de él una
especie de programa pastoral de su pontificado.
Es un tema que comienza a utilizar, en su discurso en América
Latina, concretamente en Puerto Príncipe (Haití), el 9 de marzo
de 1983 dirigiéndose a los obispos asistentes a la XIX asamblea
del CELAM.1 En dicho discurso se aludió a la celebración del V

1  Juan Pablo II, Discurso a la XIX asamblea del CELAM (Puerto Príncipe, 9
de marzo de 1983), 3: AAS 75 (1983) 778
152 Juan Javier Flores Arca

centenario de la primera evangelización del continente americano


animando a tener un compromiso «no de reevangelización pero sí
de una evangelización nueva. Nueva en su ardor, en sus métodos,
en su expresión». Desde aquél momento el concepto ha entrado
en el vocabulario eclesial y se habla de «nueva evangelización»
en sentido muy amplio llegando a alcanzar innumerables signi-
ficados hasta el punto que se ha podido decir que «es un término
omnicomprensivo que se aplica a menudo a todo el quehacer de
la Iglesia».2
El próximo Sínodo de Obispos, que se celebrará en octubre 2012,
tratará precisamente de la nueva evangelización y lleva como título
La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana.
Si tuviéramos que ofrecer una síntesis de lo que puede ser esta
nueva evangelización, se podría insistir en dar por sabido que
es la capacidad, por parte de la Iglesia, de vivir su dinámica
misionera dentro de las nuevas coordenadas culturales que en
los últimos decenios se han ido creando. De este modo la nueva
evangelización será el instrumento que ayuda a reclamar la
finalidad misionera de la Iglesia con nuevas energías e impulsos,
según las nuevas culturas y el desarrollo de la vocación laical en
las iglesias locales.
Muchas Iglesias se hallan metidas en esta labor que puede desarrol-
larse con nombres diversos, como renovación misionaria o conver-
sión pastoral, conscientes que estas realidades se encuentran en
el corazón de la nueva evangelización como acto permanente de
expansión del mandato misionero que la Iglesia ha recibido de
Cristo Jesús.
Lo que nos preguntamos es precisamente qué incidencia tiene en
la celebración litúrgica o, quizás, el contrario.

2  R. Calvo Pérez, «La nueva Evangelización, dicha y tarea de la Iglesia», en


¡Abba! Enciclopedia del cristianismo contemporáneo en España y Latinoamerica.
Testigos. Biblia. Historia de la tierra, Burgos 2011, Monte Carmelo, 567-572.
La cita se encuentra en p. 572.
La liturgia como espacio para la nueva evangelización 153

2. Evangelizar a través de los sacramentos de la iniciación


cristiana
La forma habitual de ingreso en la vida cristiana es el bautismo
recibido en edad infantil, en un período que sigue inmediata-
mente al nacimiento. Ya en el mismo Ritual se dice que en la cele-
bración del bautismo «debe brillar la alegría de la resurrección».3
Esto está indicando un profundo sentido pascual y por tanto
resurreccional. ¿No será también éste el marco de cada evange-
lización?
Los grados de la iniciación cristiana introducen a las etapas de
investigación y maduración en el camino de fe emprendido y el
primero de ellos está dedicado casi exclusivamente a la evangeli-
zación. Son cuatro, según el ritual del bautismo de adultos:
1. Precatecumenado o tiempo dedicado a la evangelización.
2. Catecumenado. Puede durar varios años y durante el mismo tiene
lugar la catequesis y los ritos anejos.
3. El tiempo de la purificación e iluminación que coincide con la
Cuaresma.
4. La mystagogia o experiencia y vivencia espiritual.
De estos cuatro grados, el primero es precisamente el precatecu-
menado y trata directamente el tema de la evangelización puesto
que es el tiempo caracterizado por la primera evangelización.
Los prenotandos del Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos al
describir este período dicen «que tiene gran importancia y no se
debe de omitir ordinariamente», puesto que durante el mismo
«se hace la evangelización, o sea, se anuncia abiertamente y con
decisión al Dios vivo y a Jesucristo, enviado por él para salvar a
todos los hombres, a fin de que los no cristianos, al disponerles el
corazón al Espíritu Santo, crean, se conviertan libremente al Señor
y se unan con sinceridad a él, quien por ser el camino, la verdad
y la vida, satisface todas sus exigencias espirituales; más aún, las
supera infinitamente».4

3  Prenotandos del Ritual del Bautismo de niños, núm. 7


4  Prenotandos del Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, núm. 10.
154 Juan Javier Flores Arca

El Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos insiste en que en este


tiempo de evangelización se haga una explanación del evangelio
adecuada a los candidatos; se les preste una ayuda atenta para que
con más clara pureza de intención cooperen con la divina gracia
(cf. núm. 11). De los catecúmenos se dirá también que deberán
aprender a cooperar activamente a la evangelización y a la edifi-
cación de la Iglesia con el testimonio de su vida y con la profesión
de la fe (cf. núm. 19, 4).
Pero no todo se ha conseguido ya con esta primera etapa del
proceso de iniciación cristiana a pesar de que cuando se inicia el
segundo grado o catecumenado «se presupone acabada la primera
evangelización, el comienzo de la conversión y de la fe, y cierta
idea de la Iglesia» (cf. núm. 68).
Podemos decir, no obstante que toda la iniciación cristiana tiene
un fuerte poder evangelizador, aunque en algunas etapas esté
más intensificado. El cardenal Camilo Ruini decía refiriéndose
a la Iglesia italiana reunida en la asamblea de Verona que «la
iniciación cristiana se presenta hoy a nuestras Iglesias como una
desafío crucial y como una gran arsenal donde se necesita mucha
dedicación e incluso pasión formativa y evangelizadora de segura
fidelidad y a la vez un gran empeño para afrontar creativamente
las dificultades actuales».5
El mismo esquema general de la iniciación cristiana está ya pro-
poniendo el primado de la evangelización frente a los desafíos
reinantes y a las condiciones actuales, no limitándose sólo a la prác-
tica sacramental en sí sino abriendo su misma estructura a niveles
evangelizadores no sacramentales pero siempre evangelizadores.
La famosa expresión de Tertuliano diciendo que «no se nace
cristiano»6 puede ser indicativa de un modo permanente de evan-

5  C. Ruini, La missione della Chiesa, la vita della società. Intervento conclusivo,


Verona 20 ottobre 2006, n. 4 p.5 (http:/www.db.convegnoverona.it/pls/
convegnoverona/V3S2EW_consultazione.)
6  Fiunt, non nascuntur christiani, Tertuliano, Apologeticum XVIII, 4, ed.
E. Dekkers (CCL 1), Turnholti 1954.
La liturgia como espacio para la nueva evangelización 155

gelizar desde la misma acción litúrgico-celebrativa y que es una


tarea que dura toda la vida.

3. Una nueva evangelización desde la acción litúrgica


La Exhortación apostólica Spiritus et Sponsa del beato Juan Pablo
II, con motivo de los 40 años de la Constitución de liturgia del
Concilio Vaticano II Sacrosanctum Concilium, habla de esta nueva
evangelización desde la liturgia. Y dice concretamente que:
Mirando al futuro, son múltiples los desafíos a los que la liturgia debe
responder. En efecto, a lo largo de estos cuarenta años, la sociedad ha
sufrido cambios profundos, algunos de los cuales ponen fuertemente
a prueba el compromiso eclesial. Tenemos ante nosotros un mundo
en el que, incluso en las regiones de antigua tradición cristiana, los
signos del Evangelio se van atenuando. Es tiempo de nueva evange-
lización. La liturgia se ve interpelada directamente por este desafío.
A primera vista, parece quedar marginada por una sociedad amplia-
mente secularizada. Pero es un hecho indiscutible que, a pesar de
la secularización, en nuestro tiempo está emergiendo, de diversas
formas, una renovada necesidad de espiritualidad. Esto demuestra
que en lo más íntimo del hombre no se puede apagar la sed de Dios.
Existen interrogantes que únicamente encuentran respuesta en un
contacto personal con Cristo. Solo en la intimidad con él cada exis-
tencia cobra sentido, y puede llegar a experimentar la alegría que
hizo exclamar a Pedro en el monte de la transfiguración: «Maestro,
¡qué bien se está aquí!» (Lc 9, 33).7
La acción litúrgica lleva en sí su fuerza evangelizadora que le es
connatural con su propia misión. Lo dice claramente la Constitu-
ción conciliar de liturgia:
Por eso, al edificar día a día a los que están dentro para ser templo
santo en el Señor y morada de Dios en el Espíritu, hasta llegar a la
medida de la plenitud de la edad de Cristo, la liturgia robustece tam-
bién admirablemente sus fuerzas para predicar a Cristo y presenta

7  Spiritus et Sponsa. Carta apostólica del Santo Padre Juan Pablo II en el XL


aniversario de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium sobre
la Sagrada Liturgia, núm. 11.
156 Juan Javier Flores Arca

así la Iglesia, a los que están fuera, como signo levantado en medio
de las naciones, para que, bajo de él, se congreguen en la unidad los
hijos de Dios que están dispersos, hasta que haya un solo rebaño y
un solo pastor.8
Toda acción litúrgica lleva en sí misma una fuerza evangelizadora
que manifiesta su propia identidad. Evangeliza a su manera y
con su propio método y según su propia naturaleza y a distintos
niveles, sin duda. Evangeliza con los sacramentos de la iniciación
cristiana sobre todo pero también en todos y en cada acción litúr-
gica lo hace continuamente. Con los sacramentos de la iniciación
cristiana podemos encontrar toda una amplia gama de aspectos
evangelizadores que van desde una primera evangelización hasta
una continua y progresiva evangelización. Incluso se puede hablar
de una mística de dichos sacramentos.9
Lo mismo podríamos decir de la oración de la Iglesia, es decir de
la oración litúrgica. Si Cristo ha unido a sí toda la humanidad, de
ello se deduce que se llega a establecer una unión íntima entre la
oración de Cristo y la de todo el género humano, una unión que
posibilita un diálogo entre la Cabeza y el Cuerpo. La Ordenación
General de la Liturgia de las Horas dice que «todas las riquezas
del Hijo se difunden así de la cabeza a todo el cuerpo: la comu-
nicación del Espíritu, la verdad, la vida y la participación de su
filiación divina que se hacía patente en toda su oración mientras
estaba en el mundo».10
De esta riqueza forma parte la alabanza perenne de la Iglesia, porque
hay aspectos de la vida de Cristo que la alabanza eclesial sabe
enriquecer para así comprenderlos mejor. Me refiero, ante todo,
a la oración del mismo Cristo, a su relación filial con el Padre, a

8  Sacrosanctum Concilium, núm. 2.


9  Cf. J. Castellano Cervera, «La mística dei sacramenti dell’iniziazione
cristiana», en E. Ancilli–M. Paparozzi (eds.), «La mistica. Fenomeno-
logia e riflessione teologica», vol. II, Roma: Città Nuova, 1984, 77-111. En
la página 79 dice dicho autor que «nell’iniziazione cristiana primitiva,
anche per le particolari circostanze con cui viene vissuta, si ha una espe-
rienza conoscitiva, affetiva, rituale e trasformante del mistero di Cristo,
comunicato attraverso i sacramenti».
10  Institutio Generalis de Liturgia Horarum, núm. 7.
La liturgia como espacio para la nueva evangelización 157

sus sentimientos íntimos y profundamente recónditos que, en las


ocasiones en que se nos han revelado, los hemos visto invadidos
por la oración sálmica.
El diálogo hecho comunión se abre a perspectivas inmensas,
interpersonales y comunitarias. Algunas de las oraciones que
forman parte de ese inmenso tesoro teológico que nos transmite la
Liturgia de las Horas, dejan entrever que este diálogo tiene como
único tema la alabanza que motiva, a su vez, el mismo diálogo, al
ser reflejo del diálogo intratrinitario y que acaba por impregnar
toda la vida del orante.
La pastoral litúrgica, a través de la introducción a las diversas
celebraciones, debe suscitar el gusto por la oración.11
Es una de las grandes metas de la pastoral y de la espiritualidad
litúrgica, pero es también una exigencia eclesial, pues de este gusto
por la oración depende la vida litúrgica de la iglesia en su vertiente
sacramental-orante.
Y también aquí hay una aportación a la nueva evangelización pues
esa capacidad de vivir su dinámica misionera tiene una dimensión
orante que se incorpora a la eterna y permanente oración eclesial.
Como cada obra eclesial a la nueva evangelización no le puede
faltar la dimensión contemplativa que le incorpora al corazón
mismo del cristianismo.

4. El valor de un nuevo modo de evangelizar


Los Lineamenta del Sínodo de Obispos de 2012 sobre la nueva
evangelización, hablando de este nuevo modo de evangelizar se
expresan en estos términos:
Como es posible intuir, el campo de la iniciación es verdaderamente
un ingrediente esencial del mandato evangelizador. La «nueva
evangelización» tiene mucho qué decir a este respecto: es necesario,
en efecto, que la Iglesia continúe en modo fuerte y determinado esos
ejercicios de discernimiento actualmente en acto, y al mismo tiempo

11  Spiritus et Sponsa. núm. 18.


158 Juan Javier Flores Arca

encuentre energías para entusiasmar nuevamente a aquellos sujetos


y aquellas comunidades que muestran signos de cansancio y de resig-
nación. El futuro rostro de nuestras comunidades depende mucho
de las energías investidas en esta acción pastoral, y de las iniciativas
concretas propuestas y realizadas en vista de una reconsideración y
de un nuevo lanzamiento de dicha acción pastoral.12
Y al final del documento se vuelve al tema y habla de la urgencia
del «ministerio» de la nueva evangelización:
Es necesario afirmar claramente la esencialidad de este ministerio
de evangelización, de anuncio y de transmisión, dentro de nuestras
Iglesias. Es igualmente necesario que cada comunidad considere nue-
vamente las prioridades en las propias acciones, para concentrar ener-
gías y fuerzas en este empeño común de la «nueva evangelización».13
La misma creación de un especial consejo para la promoción de la
nueva evangelización14 con la finalidad de reflexionar y encontrar
las formas mas adecuadas para renovar el anuncio del evangelio
en las diferentes culturas en que es proclamado y vivido, está
indicando ya un nuevo modo de actuar donde la liturgia tiene un
papel importantísimo.

5. El «ministerio» de la nueva evangelización


Si la nueva evangelización es un ministerio, tiene por tanto una
clara dimensión litúrgica y lleva aneja una fuerte carga teológica
que la determina.
Evangelizar como celebrar se pueden y se deben intercambiar entre
sí. No son sinónimos pero son semejantes y entre los dos se crea
una relación perfecta que produce frutos de vida y de santidad.
Un ejemplo desde la sencillez que viví en una vigilia pascual
–noche santa de la Pascua– en el Monte Athos, concretamente
en el monasterio de Simonos Petra.

12  Lineamenta del Sínodo de Obispos de 2012, núm. 19.


13  Lineamenta del Sínodo de Obispos de 2012, núm. 22
14  Fue anunciado por el papa Benedicto XVI en la homilía de las vísperas
celebradas el 28 de junio de 2010, en la basílica romana de San Pablo
Extramuros
La liturgia como espacio para la nueva evangelización 159

Se trataba de celebrar la resurrección de Jesucristo. Para la liturgia


romana, la vigilia pascual es, casi desde el inicio, una vigilia bau-
tismal y durante ella está previsto el ingreso de nuevos miembros
a la Iglesia por lo que lo sacramental tiene una preponderancia
total. No es así en la liturgia griega de raigambre monástica. Todo
estaba y estuvo centrado en Cristo, que resurge de las tinieblas de
la muerte y resucita al mundo de la luz.
Nada fue improvisado y mucho menos acelerado.
Fue una larga –larguísima– Vigilia centrada en la resurrección
que pasó de la oscuridad a través de la luz nueva que venía, nada
menos, que de la Anastasi de Cristo, es decir desde la basílica del
Santo Sepulcro de Jerusalén, hasta el poder luminoso de nuestra
vida y nuestras acciones.
¿Hubo evangelización?
La pregunta se puede hacer en otros modos y se puede responder
con otras palabras. Lo que hubo en Simonos Petra y de lo que
fui testigo participante sobretodo fue: anuncio evangelizador,
novedad pascual, vivencia de la resurrección, experiencia eclesial,
fuerza misional y todo ello brotando de una celebración litúrgica.
Se evangelizó con y por la novedad del anuncio insaciable de la
resurrección de Cristo. Hubo evangelización, anuncio y transmi-
sión del misterio de Cristo, muerto y resucitado.
Y todo fue nuevo, pues parecía que era la primera vez que se
celebraba la Pascua.
La evangelización, como la Pascua, tiene que ser siempre nueva y
debe llevar el sello de Cristo resucitado.
Juan Javier Flores Arcas
Monje benedictino de la abadía de Silos (Burgos), da clases en
Pontificio Instituto Litúrgico del Ateneo San Anselmo de Roma, del
cual es rector, y forma parte de los consultores de la Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
INSTITUTO SUPERIOR
DE LITURGIA DE BARCELONA
25 AÑOS AL SERVICIO DE LA SAGRADA LITURGIA

ACTO CONMEMORATIVO
CON LA PARTICIPACIÓN DE

MONS. PERE TENA GARRIGA


Obispo, auxiliar emérito de Barcelona
Fundador del Instituto Superior de Liturgia

MONS. VICTOR SÁNCHEZ ESPINOSA


Arzobispo de Puebla de los Ángeles (México) y
responsable del Departamento de Liturgia del CELAM

MONS. ANTONIO CARDENAL CAÑIZARES LLOVERA


Prefecto de la Congregación para el Culto Divino
y la Disciplina de los Sacramentos

MONS. LLUÍS CARDENAL MARTÍNEZ SISTACH


Arzobispo de Barcelona y Gran Canciller de la
Facultad de Teología de Cataluña

Seminario Conciliar de Barcelona,


c. Diputación 231 – Viernes 11 de
Mayo de 2012 – de las 10h a las 14h.
A las 12h se ofrecerá un refresco con
interludio musical.
Phase 308 (2012) 161-171

La comunidad parroquial
de cara a la nueva evangelización
Manuel Carmona

Resumen
En las páginas de este artículo se explica el papel de la comunidad parroquial de
cara a la nueva evangelización, ya que quienes se convierten al cristianismo es en
la vida parroquial donde alimentan y viven la fe recibida.

Abstract
In this article, the author explains the role of parish community facing the new
evangelization. The people who converts to Christianity feed and live their received
faith in the parish life.

Secundando la reiterada invitación de Juan Pablo II a una «nueva


evangelización en su ardor, en sus métodos, en su expresión»,1 el papa
Benedicto XVI la ha propuesto como tarea principal para toda la
Iglesia, creando incluso un Consejo Pontificio para su promoción
y convocando el próximo Sínodo de los Obispos sobre la nueva
evangelización para la transmisión de la fe cristiana. El 2 de febrero
del año pasado, fiesta de la Presentación del Señor, la secretaría
general del Sínodo presentó a todas las Iglesias los Lineamenta, que
tratan de esbozar lo que se ha de entender por «nueva evangeli-

1  Juan Pablo II, Discurso a la XIX Asamblea del CELAM (9 de marzo de


1983), 3: AAS 75 (1983)778.
162 Manuel Carmona

zación», invitando a valorar y proponer los aspectos que parecen


más decisivos para su discusión. A la luz, pues, de las perspectivas
abiertas con sus advertencias e indicaciones, vamos a intentar
señalar lo que principalmente implica esta urgencia actual de la
Iglesia para una comunidad parroquial.

1. La parroquia, ámbito territorial a evangelizar por una


comunidad cristiana local
Según se establece en el Código de Derecho Canónico «como regla
general, la parroquia ha de ser un territorio» y «comprende a todos
los fieles del mismo»2 constituidos como Iglesia o comunidad estable,
al estar presididos por un pastor.3 Y los Lineamenta advierten desde
el principio lo que Pablo VI recordaba en la Encíclica Evangelii
nuntiandi:
La tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la
misión esencial de la Iglesia... Evangelizar constituye, en efecto, la
dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda.
Ella existe para evangelizar.4
Toda su actividad tiene, pues, este cometido y razón fundamental. De
ahí que esta Exhortación postsinodal introduzca como novedad
no reducir ya la evangelización al primer anuncio de los aún no
bautizados o a la llamada a la conversión de los alejados, sino que
«también incluye en ella la predicación, la catequesis, la liturgia, la
vida sacramental, la piedad popular y el testimonio de vida de los cris-
tianos (cf. Evangelii nuntiandi 17, 21, 48ss)», como nos recuerda el
secretario general del Sínodo en su prefacio a los Lineamenta. Estos
llegan a precisar la transmisión del Evangelio y su objetivo en estos
términos decisivos:
La misión de la Iglesia consiste, por lo tanto, en realizar la «traditio
Evangelii», el anuncio y la transmisión del Evangelio, que es «fuerza

2  Código de Derecho Canónico, can. 158.


3  Cf. Código de Derecho Canónico, can. 515.
4  Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota doctrinal acerca de
algunos aspectos de la evangelización, 2.
La comunidad parroquial de cara a la nueva evangelización 163

de Dios para la salvación de todo el que cree» (Rom 1, 16) y que en


última instancia, se identifica con Jesucristo (cf. 1Cor 1, 24) […]: no
solamente tiene como contenido Jesucristo. Mucho más, éste último
es, a través del Espíritu Santo, también el promotor y el sujeto primario
de su anuncio, de su transmisión. El objetivo de la transmisión de la
fe es la realización de este encuentro con Jesucristo, en el Espíritu, para
llegar a vivir la experiencia del Padre suyo y nuestro.5 Transmitir la fe
significa crear en cada lugar y en cada tiempo las condiciones para que este
encuentro entre los hombres y Jesucristo se realice. […] La finalidad de
la transmisión de la fe, el objetivo de la evangelización, es llevar por
Cristo «al Padre en un mismo Espíritu» (Ef 2, 18); esta es la experiencia
de la novedad del Dios cristiano. En esta perspectiva, transmitir la
fe en Cristo significa crear las condiciones para una fe pensada, celebrada,
vivida y rezada: esto implica inserir en la vida de la Iglesia (Lineamenta 11).
Los Lineamenta advierten reiteradamente que «el sujeto de la trans-
misión de la fe es toda la Iglesia, que se manifiesta en las Iglesias
locales», ya que es en ellas donde «se realiza el anuncio, la transmisión
y la experiencia vivida del Evangelio. Más aún, las mismas Iglesias
locales, además de ser sujetos, son también el fruto de esa acción del
anuncio del Evangelio y de la transmisión de la fe, como resulta de la
experiencia de las primeras comunidades cristianas (cf. Hch 2, 42-47): el
Espíritu congrega a los creyentes en torno a las comunidades que viven
fervorosamente la propia fe, nutriéndose de la escucha de la palabra de los
apóstoles y de la Eucaristía, y consumando la propia vida en el anuncio
del reino de Dios» (Lineamenta 15). Ese reinado proclamado y ya
plenamente realizado en Cristo, como primicia, y pregustado en
«el pan partido con alegría y sencillez de corazón» que sustentaba su
unión en el amor. La comunidad cristiana se distingue así, desde
el principio, por vivir el presente a la luz y como anticipo del futuro de
Dios abierto ya por el Señor Resucitado. Hacia él, en efecto, caminaban
aquellos primeros discípulos, marcando la pauta ya, en la expe-
riencia gozosa de «la fracción del pan» que sustentaba la «vida en
común», por la que eran «bien vistos» y de la que el Señor se servía,
como signo y fermento para atraer a otros a su comunión. Un amor
fraterno que no tenía otra explicación que la esperanza de la que con
ello daban razón. De ahí el nombre de «parroquia» –que significa

5  Juan Pablo II, Spe salvi 22.


164 Manuel Carmona

«pueblo asentado»–, con el que ha terminado por denominarse el


lugar de su asentamiento: justo por estar no tanto instalados y afin-
cados en lo transitorio del mundo, sino en peregrinación hacia el
destino definitivo del reino al que en Cristo llama Dios, dando su
sentido último y su auténtico valor a todo lo terreno…
Los Lineamenta remiten, así, a la invitación de Benedicto XVI de
«releer el presente a partir de la esperanza que el cristianismo ofrece
como don»,6 advirtiendo a continuación:
Si los cristianos comprenden nuevamente qué es la esperanza, podrán
actuar en el contexto de sus conocimientos y de sus experiencias,
dialogando con los otros hombres, intuyendo qué pueden ofrecer
al mundo como don, qué pueden compartir, qué elementos pueden
asumir para expresar aún mejor esa esperanza, y a qué elementos, en
cambio, es justo oponerse (Lineamenta 7).
Se hace pues claro que la parroquia no es otra cosa sino el ámbito
donde una comunidad cristiana, establecida localmente como Igle-
sia, «nutre de la escucha de la palabra de los apóstoles y de la Eucaristía»
–o sea, de su celebración dominical– el amor fraterno con el que
testimonia gozosamente y da razón convincente de la esperanza
que lo explica y sustenta.

2. «Pero, si la sal se vuelve sosa…»


A la luz de lo afirmado es perfectamente comprensible la advertencia
introductoria de los Lineamenta:
La pregunta acerca de la transmisión de la fe no debe orientar las
respuestas en el sentido de la búsqueda de estrategias comunicati-
vas eficaces,… sino que debe ser formulada… y transformarse en
una pregunta de la Iglesia sobre sí misma. Esto permite encuadrar
el problema de manera no extrínseca, sino correctamente, porque
cuestiona a toda la Iglesia en su ser y en su vivir. Tal vez así se pueda
comprender también que el problema de la infecundidad de la
evangelización hoy, de la catequesis en los tiempos modernos, es
un problema eclesiológico, que se refiere a la capacidad o a la inca-

6  Benedicto XVI, Porta fidei 3.


La comunidad parroquial de cara a la nueva evangelización 165

pacidad de la Iglesia de configurarse como real comunidad, como verda-


dera fraternidad, como un cuerpo y no como una máquina o empresa
(Lineamenta 2).
Una comunión fraterna basada ciertamente en la esperanza que motiva
el caminar juntos como discípulos de Cristo y hacia la misma meta,
como ya hemos precisado y recalcan los Lineamenta al afirmar:
En un momento en el cual la opción de la fe y del seguimiento de
Cristo resulta menos fácil y poco comprensible, o incluso contrariada
y combatida, aumenta la tarea de la comunidad y de los cristianos
individualmente de ser testigos y heraldos del Evangelio, como lo
hizo Jesucristo. La lógica de un comportamiento como éste, nos la
sugiere el apóstol san Pedro, cuando nos invita a dar razón, a «dar
respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza» (1Pe 3, 15)
(Lineamenta 16).
Nada pues de extraño que la falta actual de vigor testimonial en la
transmisión de la fe, por parte de las sociedades tradicionalmente
cristianas de Occidente, pueda achacarse precisamente al debili-
tamiento de esta condición genuina de la comunidad cristiana ante el
impacto de la mentalidad hoy dominante:
– Por un lado, la visión secular que en Occidente ha terminado por
afectar incluso a la predicación que se escucha en nuestras parro-
quias, reduciendo casi exclusivamente la fe y sus exigencias al pre-
sente y sus circunstancias, al compromiso terreno y sus exigencias. De ahí
que tantas veces se tache a las oraciones del Misal o de los rituales
de «no decir ya nada», por «no estar suficientemente encarnadas en la
vida y preocupaciones cotidianas de la gente»; de ahí la facilidad con que
se confían de forma habitual y sin más reparos los ritos exequiales
a un diácono o ministro encargado de realizarlos uno tras otro en
la capilla del cementerio, conforme van llegando y de modo más o
menos rutinario. Siendo, sin embargo, una de las ocasiones pastorales
donde, dar razón de la esperanza que explica y decide la vida cristiana y su
optimismo ante la muerte, puede contar con escucha propicia por parte
incluso de alejados y tener mucho más eco en los que ese día sufren
su impacto.
– Por otro lado y como dificultad para experimentar, celebrar y
testimoniar la fe de forma comunitaria, los Lineamenta advierten
que «la mentalidad hedonista y consumista predominante conduce a
los cristianos hacia una superficialidad y un egocentrismo, que no es
166 Manuel Carmona

fácil contrarrestar. La «muerte de Dios», anunciada en las décadas


pasadas por tantos intelectuales, cede el lugar a un estéril culto al
individuo» (Lineamenta 6). Es el motivo principal del alejamiento
masivo de tantos bautizados, que viven al margen de los criterios
y exigencias del Evangelio y sólo pisan la iglesia, en todo caso, por
puro cumplimiento o en contadísimas ocasiones con motivo de
alguna celebración familiar o entierro.
En una situación así, es claro que el conjunto de los bautizados que
constituyen la feligresía por habitar en una parroquia no reúne
ya las condiciones más adecuadas para evangelizar con convicción
y ser fermento de comunión eclesial en el ámbito donde ha sido
implantada. Los Lineamenta advierten, entonces, del «riesgo de
que una acción tan importante y fundamental vea caer el peso
de su ejecución sólo sobre la figura de los catequistas, oprimidos
por la tarea a ellos confiada y por la soledad en la cual se encuentran al
realizarla» (Lineamenta 15). La «situación de cansancio» que de ello
se deriva conduce «al riesgo de hacer débil la capacidad de nuestras
iglesias locales de anunciar, transmitir y educar en la fe» (Lineamenta
15). Un cansancio o falta de vigor acusado precisamente por
aquellos que, en el seno de la comunidad parroquial, tienen
especialmente encomendada la transmisión de la fe y de la praxis
cristiana. Desaliento muchas veces derivado del modo tan com-
probadamente efímero en que, de hecho, son admitidos y acceden a
los sacramentos los que les fueron confiados, que en su mayoría
no vuelven a ver ni por la catequesis ni por la misa dominical,
una vez pasada la fiesta: toda una contradicción por tratarse justo
de los sacramentos de iniciación, cuya finalidad más propia es la
integración efectiva en la comunidad eclesial que garantiza la perma-
nencia en la fe y que tiene en la participación asidua de la Eucaristía
dominical la ocasión privilegiada, donde sustentar y adquirir la
madurez de su identidad cristiana.
En este sentido podemos entender la motivación que aduce el
papa, en la Carta con la que anuncia la próxima convocatoria del
«año de la fe»:
No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta
(cf. Mt 5, 13-16)… Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimen-
tarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el
La comunidad parroquial de cara a la nueva evangelización 167

pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos
(cf. Jn 6, 51).7

3. Urgencia de la «nueva evangelización» a nivel parroquial


No nos puede ya extrañar que los Lineamenta comiencen por
advertir:
La tarea de la evangelización se encuentra así frente a nuevos desa-
fíos, que cuestionan prácticas ya consolidadas, que debilitan caminos
habituales y estandarizados; en una palabra, que obligan a la Iglesia a
interrogarse nuevamente sobre el sentido de sus acciones de anuncio y
de transmisión de la fe (Lineamenta 3). [Ello] exige un primer momento
de autoverificación y de purificación, para reconocer los vestigios de
temor, de cansancio, de aturdimiento, de repliegue sobre sí mismo, que la
cultura en la cual vivimos haya podido generar en nosotros. En un
segundo momento, será urgente el impulso, la puesta en marcha,
gracias a la acción del Espíritu Santo, hacia aquella experiencia de Dios
como Padre, que el encuentro vivido con Cristo nos permite anunciar a todos
los hombres (Lineamenta 5).
Tal cometido demanda la existencia de una verdadera comunidad
parroquial y no sólo del conjunto de bautizados, más o menos
alejados, que cuentan como feligreses por estar allí domiciliados.
Tal situación requiere una comunidad de fieles, donde compartir con
gozo la misma fe y la misma esperanza, y no sólo la mera asistencia de
«creyentes practicantes» por puro cumplimiento, que enseguida
miran el reloj si se alarga el acto. Tal planteamiento demanda
con urgencia una comunidad cristiana que, ante todo, tenga clara
conciencia de que su tarea primordial y su misma razón de ser
no son las devociones o necesidades sacramentales que para sí
necesita, sino más bien –y como ya se nos ha dicho– «el anuncio,
la transmisión y la experiencia vivida del Evangelio que en ella se
realiza» (Lineamenta 15); con la convicción además de que ella,
como Iglesia, no es «sólo el sujeto, sino también el fruto de esa acción
del anuncio del Evangelio y de la transmisión de la fe, como resulta de
la experiencia de las primeras comunidades cristianas (cf. Hch 2,

7  Ya lo indicaba así el Directorio General para la Catequesis, núms. 90-91.


168 Manuel Carmona

42-47)» (Lineamenta 15). Esta doble certeza funda, precisamente,


la doble exigencia que reclama «la nueva evangelización», según
los Lineamenta:
– no se puede transmitir aquello en lo cual no se cree y no se vive…
«Llamó a los que él quiso... para que estuvieran con él, y para enviar-
los a predicar...» (Mc 3, 13-14). No se puede transmitir el Evangelio
sin saber lo que significa «estar» con Jesús, vivir en el Espíritu de Jesús
la experiencia del Padre; así también, paralelamente, la experiencia de
«estar» con Jesús impulsa al anuncio, a la proclamación, al compartir lo
que se ha vivido, habiéndolo experimentado como bueno, positivo y bello
(Lineamenta 12).
– el modo como la Iglesia descubre su vocación de «Ecclesia mater» que
engendra hijos para el Señor, trasmitiendo la fe, enseñando el amor
que genera y nutre a los hijos» (Lineamenta 2), «sabiendo que la
tarea fundamental de la Iglesia es educar en la fe, en el seguimiento y
en el testimonio, ayudando a entrar en una relación viva con Cristo
y con el Padre» (Lineamenta 20).
La «nueva evangelización» y sus exigencias urgen así a poder
contar con una comunidad parroquial, capaz de ser ámbito y refe-
rencia significativa desde la que recuperar a los más alejados y donde
integrar a los que se han de iniciar en la vida cristiana.

4. El itinerario catecumenal donde afianzar la conversión,


hasta vivir del domingo
Por negarse precisamente a un cristianismo efímero e inconsistente
frente el paganismo ambiental y su hostilidad, la Iglesia tuvo que
fraguar e instituir el «itinerario catecumenal» a recorrer, antes de admi-
tir a los sacramentos que integraban ya definitivamente en ella: las
etapas a superar trataban así de afianzar la conversión inicial al Señor
y el deseo de pertenencia a la Iglesia que sustenta y da permanencia a la
fe y la vida cristiana. No, no optaban simplemente por una Iglesia de
meros bautizados, sino de discípulos que tenían en el bautismo sólo el
comienzo, por el Espíritu ya sellado, del seguimiento y experiencia de
Cristo en la Iglesia. Sobre todo el domingo, al partir el pan con el que
alimentar la comunión con él y con del Padre que nos hace crecer y
madurar como hijos y hermanos, para poder testimoniarlo…
La comunidad parroquial de cara a la nueva evangelización 169

En consonancia con esta apreciación y haciéndose eco del interés


que suscita hoy en las Iglesias, los Lineamenta advierten:
El campo de la iniciación es verdaderamente un ingrediente esencial del
mandato evangelizador. La «nueva evangelización» tiene mucho que
decir a este respecto: es necesario, en efecto, que la Iglesia continúe
en modo fuerte y determinado esos ejercicios de discernimiento
actualmente en acto, y al mismo tiempo encuentre energías para
entusiasmar nuevamente a aquellos sujetos y aquellas comunidades que
muestran signos de cansancio y de resignación. El futuro rostro de
nuestras comunidades depende mucho de las energías invertidas
en esta acción pastoral, y de las iniciativas concretas propuestas y
realizadas en vista de una reconsideración y de un nuevo lanza-
miento de dicha acción pastoral (Lineamenta 18).
El catecumenado pre o post-bautismal, «asumido como modelo
paradigmático para reorganizar las propias prácticas de anuncio
y regeneración en la fe: recuerda constantemente a toda la Iglesia
la función de la iniciación en la fe, despertando la responsabilidad
de toda la comunidad cristiana»8 (Lineamenta 14).
Y es que «iniciar en la fe» significa propiamente «integrar en la
vida de fe de la comunidad cristiana». Alude, en concreto, al proceso
a seguir para lograr el afianzamiento de la conversión inicial y de la
asidua participación en la celebración dominical y en la vida testimonial
de la comunidad cristiana. El acompañamiento y preparación a los
sacramentos de iniciación no puede pues reducirse –como sigue
siendo habitual– al mero aprendizaje nocional y didáctico de las ver-
dades propuestas por el Catecismo autorizado. Sino que requiere
como marco vital la presencia de una comunidad cristiana local,
«capaz –como nos dicen los Lineamenta– de crear las condiciones
para una fe pensada, celebrada, vivida y rezada: esto implica inserir en
la vida de la Iglesia» (Lineamenta 11).
Son estos los objetivos y esta la condición para una «nueva evan-
gelización», a la hora decisiva de hacer o recuperar nuevos cristia-
nos. Son estos los criterios determinantes a tener en cuenta, por ser
precisamente los coherentes con el resultado que se pretende. Son

8  Cf. Sacrosanctum Concilium 106.


170 Manuel Carmona

estas las cualidades a evaluar para superar el reiterado desaliento, a


la vista de los resultados tan efímeros de las que se suelen poner
como requisito. Me remito, como botón de muestra, a la primera
comunión o integración ya plena en la Eucaristía dominical, que com-
pleta la iniciación cristiana: ¿qué tiene que ver el curso escolar con
el nivel de adhesión al Señor y a la celebración dominical para cuya
plena participación se prepara?; ¿qué razón es esa de «no estar
todavía en el curso donde toca», para impedir que dos hermanos,
que vienen siempre juntos de la mano de sus padres a la misa dominical,
puedan acercarse también juntos a la comunión el día que tengan
las disposiciones de fe para que se les pueda también a ellos dar?;
¿qué tiene que ver el día en que su familia pueda más cómodamente
organizar su fiesta con el domingo en el que la familia cristiana, reunida
para el banquete eucarístico que denota y sustenta su existencia,
pueda acoger al neocomulgante ya en su mesa como signo más expresivo
de su plena integración en ella?
El hecho de que se esté implantando, de modo tan general y sin la
más mínima reserva, la celebración de las primeras comuniones en
sábado por la mañana, al margen ya del domingo y de la comuni-
dad cristiana como ámbito y referencia, supone la pérdida de pers-
pectiva eclesial para reconocer su verdadero significado sacramental: se
trata, nada menos, que de culminar su iniciación a la vida cristiana
y comenzar ya su participación plena en la misa del domingo que
le dará el crecimiento y la permanencia en ella.
La importancia, pues, de la primera comunión radica en la
importancia decisiva que tiene el domingo para la vida cristiana.
¿O es que se ha perdido la conciencia de que, desde el principio,
desde el mismo día de la resurrección, la Eucaristía del domingo
es precisamente lo que sostiene la unión de los cristianos con el
Señor y de ellos mismos entre sí?9 ¿No estamos aquí tocando «el
ser y vivir mismo de la Iglesia» al que, según nos aseguran los Linea-
menta, apunta más propiamente la «nueva evangelización» que urge
acometer (cf. Lineamenta 2).
No, la misa con niños de primera comunión no es una «misa infan-

9  Cf. Íd.
La comunidad parroquial de cara a la nueva evangelización 171

til» o «para niños» a la que asisten sus familiares, como si se tratase


de un espectáculo que solo a ellos interesa. Justo por apreciarlo así
se exime a la comunidad parroquial de tenerlo que «soportar» en
su misa habitual, trasladándolo ya al sábado por la mañana como
solución ideal, ya que permite a sus familiares montar en sábado
también la fiesta que viene mucho mejor. Supone la pérdida del
sentido más genuino que tiene dicha celebración y, en definitiva, su
degradación. Conlleva como resultado que, una vez realizada y de
modo más o menos generalizado, ya no se tiene tanta ilusión por la
segunda y las demás comuniones, ni por seguir en la catequesis de
perseverancia que les daría consistencia.
No se irá, pues, logrando esa «adicción al domingo» como sostén de la
vida cristiana y plantel de la comunidad de fieles que necesita la parroquia
como sujeto de evangelización en donde ésta esté implantada. La
nueva evangelización, en la que la parroquia como tal se ha impli-
car, requiere pues una celebración dominical que cree adicción a
los que en ella realizan y culminan su iniciación, como proceso de
integración en su experiencia del Señor y de la fraternidad cristiana. Una
celebración capaz de provocar lo que el papa expresa de la vivencia
por él encontrada en otras iglesias, en contraste con las que en Occi-
dente necesitan una «nueva evangelización»:
La alegría de ser cristianos, de estar sostenidos por la felicidad interior
de conocer a Cristo y de pertenecer a su Iglesia. De esta alegría nacen
también las energías para servir a Cristo en las situaciones agobiantes
de sufrimiento humano, para ponerse a su disposición, sin replegarse
en el propio bienestar. Encontrar esta fe dispuesta al sacrificio, y preci-
samente alegre en ello, es una gran medicina contra el cansancio de ser
cristianos que experimentamos en Europa.10
Manuel Carmona
Sacerdote de la diócesis de Jaén, doctor de teología, ejerce su ministerio
en la catedral de Jaén, y es además profesor de liturgia y delegado
diocesano de liturgia.

10  Benedicto XVI, Felicitación de Navidad a la Curia Romana (22 de diciembre


de 2011).
BILIOTECA LITÚRGICA

La Pascua en la tradición y en sus fuentes


Por José Manuel Bernal

Una recopilación de los testimonios más importantes, bíbli-


cos, patrísticos, canónicos y litúrgicos, referentes a la Pascua.
Este es el contenido de este libro, fruto de muchos años de
trabajo, y que pretende ayudar a descubrir
el modo cómo las comunidades cristianas
han entendido la Pascua y cómo la han
celebrado a lo largo del tiempo.
Las fuentes que el libro pone a nuestro
alcance se nos ofrecen convenientemente
contextualizadas, señalando la época en
que fueron producidas, los autores que las
formularon cuando es posible saberlo, las
áreas geográficas en que deben situarse. Y permite, así, reco-
rrer el proceso histórico que ha ido siguiendo la celebración
central cristiana, su desarrollo, la formación de las distintas
tradiciones, también las controversias que ha originado.

Biblioteca Litúrgica 41 260 pág., 25,00 €

Centre de Pastoral Litúrgica


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Phase 308 (2012) 173-183

Las nuevas ágoras litúrgicas


Jaume González Padrós

Resumen
El lugar que ocupa la liturgia en internet es el centro de atención de este artículo. Las
nuevas generaciones se abren al mundo por medio de internet. Por ello es necesario
que la liturgia esté presente en este portal informático para utilizar los nuevos
soportes de comunicación de la sociedad moderna como instrumento evangelizador.

Abstract
The point in this article is the place of Liturgy on the Internet. New generations are
open to the world through the Internet. It is therefore necessary for the Liturgy to
be present in this web portal in order to use the new communication media as an
evangelization instrument for the modern society.

La liturgia interesa. A finales del siglo pasado y en este xxi hay


que concluir, a tenor de la presencia de este tema en la red, que la
liturgia interesa.
Escribo la palabra en cuestión (liturgia) y el famoso buscador
me da en 0.11 segundos aproximadamente 13.600.000 resulta-
dos. Al pie de la página me invita a búsquedas relacionadas con
liturgia: liturgia definición (64.500 resultados aprox.), liturgia
diaria (706.000), tiempos litúrgicos (82.100), calendario litúrgico
(538.000), año litúrgico (130.000), Eucaristía (5.560.000), colores
litúrgicos (14.700), sacramentos (3.480.000).
Otros conceptos son sugeridos también por la máquina, según por
dónde uno dirige su búsqueda: paraliturgia definición, apuntes
liturgia, litúrgico, 7 sacramentos, con cada uno de ellos indivi-
dualmente vistos, etc.
174 Jaume González Padrós

Hay, pues, en la red, una gran presencia del tema, un hecho que no
podemos calificar de anecdótico, ni infravalorarlo alegando que
en ella se encuentra, simplemente, de todo. Es cierto, pero detrás
de cada una de estas páginas, blogs, etc., hay personas, grupos,
colectivos eclesiales, que la han creado y la mantienen al día, más
o menos, con interés.
Y como es lógico, dada la gran cantidad de material, estamos ante
una realidad muy heterogénea. Intentaremos hacer una clasifica-
ción, muy sumaria.

1. Información
Un dato que encontramos, por poco que nos movamos en este
mundo virtual, es que son muchísimas las páginas dedicadas a
informar sobre temas litúrgicos, a clarificar dudas, a responder
interrogantes que plantean los navegantes interesados, en oca-
siones pasando de la mera aportación circunstancial de datos a
una formación de nivel catequético. Significado de los ritos, de
los objetos, de los colores, de los espacios, etc. Muchas veces se
pueden leer afirmaciones con fundamento, pero también abundan
interpretaciones libres, a menudo con un tinte arqueológico, e,
incluso, desde perspectivas ideológicas varias.
Otro tema importante, en cada una de estas páginas, es saber la
competencia de quien responde y desde dónde lo hace. A menudo
es un sacerdote o un catequista, pero también es habitual que nadie
sepa quién está, de hecho, detrás de la respuesta, y desde qué
conocimiento se expresa. Una gran cuestión, por tanto, es saber el
crédito que podemos y debemos dar a ciertos diagnósticos e infor-
maciones que pretenden ser fundamentadas. El anonimato –que lo
es, a pesar de tener delante un nombre e, incluso, un rostro- sitúa
la cuestión en un plano de incertidumbre.
No obstante, quien tenga hoy una duda sobre temas litúrgicos
y conexión a internet, habrá solucionado el problema en fase
inmediata con uno o, a lo sumo, varios clics. Con este simple gesto
habrá tenido acceso a una, a menudo, satisfactoria información. Un
ejemplo: preguntamos al buscador: ¿qué es el lavabo de la misa?
Las nuevas ágoras litúrgicas 175

Y nos responde con 1.010.000 resultados aproximadamente. Sólo


con las diez primeras entradas, el lector que no tenga un interés
demasiado exigente, habrá podido satisfacer su curiosidad gracias
a algunas páginas bien fundamentadas, en este caso. Objetivo
conseguido. Sin salir de casa, con dos clics.

2. Formación
Como hemos afirmado, las webs que pretenden informar en
materia litúrgica, a menudo se convierten, de hecho, en ámbitos
formativos para los lectores. Los datos que transportan forman un
cuerpo doctrinal que se presenta sólido, y que el internauta percibe
como una ocasión para aprender más.
Con todo, nos parece más ajustado incluir en este apartado aquellas
páginas que, de entrada, se presentan ya como realmente dedica-
das a la formación litúrgica. Preguntado el buscador, nos da unas
652.000 entradas sobre páginas que se ocupan, más directamente
o tangencialmente, de la formación litúrgica destinada a personas
y grupos diversos, aunque abundan más los que se dirigen a un
público amplio, especialmente catequistas y personas con respon-
sabilidades en las comunidades cristianas.
Por ejemplo: «formacionliturgica.org», es un sitio dependiente
de la Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal
Argentina, que ofrece formación litúrgica a distancia especial-
mente dirigida a los agentes de pastoral.
También tiene formación litúrgica para grupos parroquiales la
diócesis de Ciudad Real (España), con unos temas brevemente
expuestos en archivos para descargar, y que dependen, según
dicen los mismos administradores de la web, del magisterio
teológico de Borobio, López Martín, Sartore y De Eribe. También
son frecuentes las citas, en recuadro destacadas, del Catecismo de
la Iglesia Católica (1992).
Como estos dos ejemplos, podríamos seguir citando muchos
más, con una notable presencia de aportaciones de las Iglesias
de Latinoamérica, donde el ansia de formación está muy viva y
176 Jaume González Padrós

despierta, generando, así, buenas iniciativas, ya sea claramente


institucionales o de origen más particular. La vitalidad de aquellas
comunidades cristianas se percibe incluso en internet.
Al lado de la formación que se da y recibe a través de internet,
también encontramos páginas anunciando cursos presenciales,
organizados por instancias diferentes: delegaciones diocesanas
de liturgia, parroquias, institutos de vida consagrada, cofradías
o hermandades, etc. De estas últimas, por ejemplo, encontramos
en la web de una hermandad la noticia de una iniciativa de la
archidiócesis de Sevilla del pasado año:
La delegación diocesana de hermandades y cofradías de la archidiócesis de
Sevilla, pone en marcha un curso de liturgia destinado especialmente a
diputados de culto, priostes y miembros de grupos de acólitos que
deseen iniciar sus conocimientos y ponerse al día en cuanto a infor-
mación litúrgica se refiere de acorde a los postulados de Concilio
Vaticano II.
Internet, espacio para la formación litúrgica y para la promoción
de la misma.

3. Profundización/debate
En el marco de la formación, pensamos que es ajustado a la reali-
dad, señalar otro ámbito que es más propio de lo que llevan a cabo,
por propia iniciativa, profesores de liturgia, los cuales exponen en
sus páginas o blogs, mucha materia para el aprendizaje en pro-
fundidad y, también, dan ocasión para el debate entre los mismos
especialistas y, a veces, incluso con el gran público, a través de la
posibilidad de escribir comentarios al respecto de un artículo o
comentario.
No dudamos en afirmar que estas webs son las que consideramos
de mayor calidad, y que, sin lugar a dudas, prestan un buen ser-
vicio al verdadero estudio y promoción de la liturgia, lo cual no
se puede dar si no es a partir de un conocimiento competente de
la materia en sus distintos aspectos: teológico, histórico, bíblico,
espiritual, etc.
Vamos a destacar, a modo de ejemplo, en este marco, dos páginas.
Las nuevas ágoras litúrgicas 177

Primero, el blog («liturgia-opus-trinitatis») del profesor Matías


Augé, claretiano, quien, en Roma se ha dedicado durante mucho
tiempo a la docencia de la liturgia con gran competencia, como es
reconocido por todos, en varios centros teológicos, especialmente
en San Anselmo y en la Universidad Lateranense.
En esta página, totalmente en italiano, encontramos escritos
propios y ajenos, homilías dominicales, y otros textos de notable
importancia, ya sea para la profundización de cuestiones siempre
necesarias o para responder a datos puntuales y de actualidad.
Dieciséis enlaces nos transportan a otras webs –también italianas–
y que tienen relación con la liturgia, ya sea de personas dedicadas
a su estudio, o bien instituciones vinculadas a él.
El índice está dividido en once temas, destacando dos como los más
tratados: «Cuestiones actuales» con 179 artículos, y «Eucaristía»
con 126 (en el momento de escribir este artículo, evidentemente).
La primera cifra ya nos indica que el profesor Augé, aunque emé-
rito en su condición profesoral, sigue perfectamente activo en la
reflexión y el debate hodierno, iluminando no poco, gracias a su
ciencia y memoria, cuestiones que actualmente pueden torcerse
al ser planteadas, y que él ayuda a centrar.
Completa el cuadro de esta página la citación de algunos párrafos
de Concilios y Padres de la Iglesia, así como la recomendación de
algunos libros y de la Rivista Liturgica.
El primer escrito que encontramos en este blog pertenece al 9 de
febrero del 2009 y se trata de la homilía del VI domingo del tiempo
ordinario. Al día siguiente, el autor escribe un artículo, no breve,
sobre el tiempo ordinario o «durante l’anno», para continuar el 11
de febrero con un decálogo destinado a integrar la espiritualidad
litúrgica y la espiritualidad de los consagrados; con la misma
fecha, leemos una interesante reflexión sobre el sentido de lo sagrado,
concepto que, de un tiempo a esta parte, es bastante invocado,
aunque, desde ciertos sectores, asociado siempre a determinadas
formas rituales, como si ellas, per se, tuviesen la capacidad de
hacernos percibir «lo sacro» al celebrar litúrgicamente.
Al respecto, el profesor Augé acaba su artículo, afirmando:
178 Jaume González Padrós

Celebrare con senso del sacro è celebrare con fede viva. La crisi della fede
si traduce in crisi del celebrare i misteri della fede. Sia che celebriamo in
latino, in lingua volgare, con una forma rituale o con un’altra, dobbiamo
farlo sempre con spirito di fede e di comunione.1
En definitiva, quien esté familiarizado con la lengua italiana
encontrará, en este blog, abundante material para su formación,
y de toda solvencia.
La segunda página que citamos aquí es la que tiene por nombre
«lexorandi.es». Justo en la presentación encontramos este párrafo
aclaratorio: «Es una iniciativa de profesores y estudiosos de la
lex orandi en España, que desean promover el conocimiento de
la ciencia litúrgica y una más profunda adhesión al misterio del
culto cristiano. Con estos propósitos, presentamos al público de
lengua española una web donde se podrán encontrar recursos de
utilidad para todos aquellos relacionados con la ciencia litúrgica
o que tengan interés en ella». Esta página fue fundada por Adolfo
Ivorra y Pedro M. Merino, y está administrada por el primero de
ellos con Salvador Aguilera.
Destaca, en esta web, la atención prestada al rito mozárabe, con
abundante información. Y también es notable el material que se
presenta en cuanto a recursos de todo tipo: Praenotanda de los libros
litúrgicos, magisterio pontificio y documentos, textos litúrgicos,
bibliografía, revistas, etc.
En el apartado «Teología» se descubren nueve entradas, con nota-
ble contenido cada una. Destaca la que se dedica a la presentación
de «Personajes importantes para la ciencia litúrgica», el autor de
la cual es Aurelio García. A fecha de hoy podemos leer trece nom-
bres, si bien el último se escribió en el 2010. Deseamos que se vaya
completando esta bellísima colección.
Completa la web un blog que dirige también Adolfo Ivorra, donde

1  «Celebrar con sentido de lo sagrado consiste en celebrar con fe viva. La


crisis de la fe se traduce en una crisis de la celebración de los misterios
de la fe. Tanto si celebramos en latín o en lengua vulgar, con una forma
ritual o con otra, debemos actuar siempre con espíritu de fe y de comu-
nión» (La traducción es nuestra).
Las nuevas ágoras litúrgicas 179

podemos encontrar sus reflexiones con un tono más inmediato y


directo con respecto a las cuestiones tratadas. También en él no
deja de expresar sus perplejidades a raíz de lecturas o realidades
litúrgicas contempladas.
Las webs recomendadas en esta página no son muchas, pero signi-
ficativas; entre ellas encontramos los centros docentes litúrgicos
en España, como el Instituto Superior de Liturgia de Barcelona,
y el bienio de liturgia en la Universidad Eclesiástica San Dámaso
en Madrid, una web sobre liturgia en italiano y otra sobre el rito
mozárabe, sin descuidar la bibliografía litúrgica on line en «Alcui-
nus.org», y la patrología en «plgo.org».
Otras webs recomendadas son la de la Asociación Española de
Profesores de Liturgia, las fuentes litúrgicas de la biblioteca de la
Universidad de Navarra, la italiana «Maranatha.it», y el famoso
buscador bibliográfico de la fundación Dialnet.
Tenemos, pues, un buen instrumento en lengua castellana, que
debemos agradecer a los profesores antes citados, y que deseamos
vaya desarrollándose y completándose con el paso del tiempo.
Para los estudiosos de la liturgia, hoy, «lexorandi.es» representa
ya una referencia importante.

4. Propaganda
Al lado de páginas de verdadera solvencia teológica en materia
litúrgica, abundan las que están al servicio de tendencias y «sen-
sibilidades» concretas, algunas de ellas legítimas (otras quizás no
tanto) dentro de la comunidad eclesial.
También en ellas uno puede encontrar muy distinta calidad en
el material presentado.2 Nuestros lectores ya sabrán que, con la
entrada en vigor de los libros anteriores a la reforma del Vaticano
II, desde ciertos ámbitos se han multiplicado las acciones para

2  Se comprenda que, desde estas páginas, no demos más señas por lo


que respecta a estas webs, las cuales, por otra parte, estando en la red,
pueden ser encontradas sin dificultad.
180 Jaume González Padrós

darlos a conocer al público en general, no sin una cierta apología,


la cual pasa no pocas veces por denigrar las expresiones concretas
de lo que dictó el Concilio. Internet se ha revelado, también para
esto, muy útil.
Desde vídeos donde se explica, paso a paso, cómo celebrar con el
Misal del 1962, hasta lugares en red donde se hace auténtica pro-
paganda para ciertos usos litúrgicos, como, por ejemplo, comulgar
siempre en la boca, o estimular a los fieles a exigir reclinatorios
para poder recibir la comunión arrodillados, etc.
A menudo, ciertas webs caen en una flagrante injusticia, compa-
rando, con reportajes fotográficos, celebraciones muy dignas con
el usus antiquor con auténticas caricaturas de lo querido y prescrito
por el Vaticano II y sus libros. La injusticia está ahí: no en poner
en evidencia lo vulgar y torcido de ciertas expresiones actuales en
materia de sacramentos, sino en comparar lo bello de un modo con
lo feo del otro. La comparación tendría que ser entre semejantes:
una bella celebración realizada con los libros anteriores a la reforma
litúrgica con otra celebración, no menos bella, llevada a cabo con
los libros de la forma ordinaria del rito romano.3 Entonces, con
esta suma en positivo, sí se podría empezar un debate que edifi-
caría a todos.
Sea como sea, no podemos ignorar la existencia de estos espa-
cios de información e intercambio en el que se convierten estas
páginas en internet, y que, normalmente, tienen una especial
incidencia entre un público joven, ya que, por una parte, suelen
ser personas jóvenes las que acceden a internet y, por otra, preci-
samente porque, dada su edad, no conocen lo anterior al Concilio
experimentan como novedad lo que se les presenta bajo etiqueta
de autenticidad y seriedad. A menudo –digámoslo todo– estos
jóvenes son católicos practicantes que tienen una experiencia más

3 ����������������������������������������������������������������������
También cabría, teóricamente, la comparación entre expresiones defi-
cientes entre una forma y la otra. Ya que de las dos podemos encontrar
ejemplos de ello, si bien, en la actualidad, por razón de la excepciona-
lidad, los grupos que celebran con el usus antiquor cuidan muy bien el
aspecto estético y armónico de la celebración, ya que ello es, precisa-
mente, desde su punto de vista, un argumento a favor de su praxis.
Las nuevas ágoras litúrgicas 181

bien deprimente en su parroquia y/o escuela religiosa de lo que es


una celebración litúrgica, especialmente de las llamadas –y por un
tiempo tan famosas– «misas jóvenes». Sólo hay que pasar la vista
sobre la pantalla, delante de estas webs a las que nos referimos, y
observar en las fotografías que, la edad de los participantes no es,
como cabría esperar a priori, muy madura, sino más bien joven; e
incluso, muy joven. Hay que tomar nota.
Como también no se puede pasar por alto una nueva realidad que
ha aparecido desde hace pocos años y que consiste en poner, ante
la mirada de todos, hechos que son bien concretos y circunscritos.
Ciertas webs de denuncia de los abusos litúrgicos, y otras tantas
no especializadas si quiera en estos temas, sino dedicadas a la
información general dentro de la vida eclesial, pero que también
se hacen eco de ello, han ayudado a tomar conciencia de lo público
en cualquier acción litúrgica. Lo que sucede en una parroquia
remota de un pueblo o de un anónimo barrio en una gran ciudad,
a los pocos minutos puede estar ante los ojos de todos, cruzando
océanos y continentes, ante una pantalla, ya que alguien, con su
teléfono, por ejemplo, ha realizado una fotografía o gravado un
video, que ha descargado en la red. Ejemplos de ello no faltan,
que han creado notables perplejidades, especialmente cuando los
protagonistas son personas que, por su responsabilidad dentro
de la Iglesia, deberían expresar más discernimiento y madurez.
Internet, pues, sirve a la verdad poniendo ante la comunidad
eclesial y sus pastores aquello que merece ser denunciado por
falso. A caballo entre lo indiscreto y lo profético, entre el vicio y
la virtud, a menudo, a través de la navegación virtual, se conoce
mejor el mundo real, también el mundo litúrgico, que algunos
imaginan preso de negros terrores y, otros, invadido de un rosado
y dulzón pastel. Cabría esperar, no obstante, que quienes hacen
este servicio llevados por la indignación y el deseo de fidelidad
en lo que es de Dios y de la Iglesia, también nos obsequiasen,
al menos con semejante frecuencia, con ejemplos dignos de ser
contados por bellos y edificantes. Sería un buen contrapeso a la
fealdad de lo negativo.
182 Jaume González Padrós

5. Vida espiritual
Finalmente, en nuestra aproximación a estas nuevas ágoras, nos
topamos con muchas otras páginas con un real interés de estar
al servicio de la vida espiritual de los bautizados, proponiendo
material para ello, y también anunciando lugares y tiempos donde
se ofrece crecer en el conocimiento y vivencia de una verdadera
experiencia espiritual desde la liturgia.
Si preguntamos al buscador con las palabras «espiritualidad litúr-
gica» nos responde con 97.200 resultados.
Así mismo, en esta línea, muchas webs hacen posible que, sin apar-
tarnos del ordenador personal, tengamos ante los ojos las lecturas
bíblicas de la misa de cada día, especialmente de los domingos, y,
no pocas veces, acompañadas de comentarios homiléticos, o bien
cercanos a la llamada lectio divina, es decir, una lectura espiritual
de la Sagrada Escritura, muy oportuna para una comprensión y
celebración litúrgica de la Palabra. Al pedir al buscador «Lecturas
misa», nos da un resultado de 1.850.000 entradas. Muchas webs
diocesanas están aquí presentes.
Debemos, pues, valorar muy positivamente esta realidad; dar las
gracias a tantas personas dentro de la comunidad eclesial, que
ponen su tiempo y sus conocimientos al servicio de una mayor
y mejor difusión de la Palabra, así como de los textos litúrgicos
(si bien en este caso en menor medida) para que los bautizados
podamos experimentar el bien de la cercanía a este pan del cielo
que es la misma Palabra de Dios.
Precisamente, como ya hemos insinuado, sí que echamos de menos
en la red ámbitos donde se haga una verdadera mistagogía a partir
de la eucología y de los ritos litúrgicos. El comentario de la euco-
logía menor y mayor de la Eucaristía dominical, por ejemplo, no
es tan fácil de encontrar en internet. Y menos todavía por lo que
respecta a los otros sacramentos y sacramentales. Es significativo
que, si en el buscador insertamos «oraciones de la misa» nos da
más de 400.000 resultados, pero no remitiendo a páginas con la
eucología eucarística, sino hacia formularios de la oración de los
fieles o bien oraciones para antes o después de la misa, o conside-
Las nuevas ágoras litúrgicas 183

raciones tangenciales sobre el tema. Tampoco nos sirve de mucho,


en vistas a una profundización en la espiritualidad litúrgica, si
preguntamos a internet por «eucología del misal romano», donde
en 3.420 resultados, nos acerca a sitios muy distintos, y la mayoría
de ellos, estudios sobre el tema, parcialmente destacados en este
marco buscado.

6. Para concluir
Internet, pues, se manifiesta como una ventana abierta a todo un
abigarrado mundo litúrgico, en el cual se puede entrar con gran
provecho, pero también puede ser algo desconcertante, dado que
las fronteras entre lo objetivo y lo subjetivo, lo estrictamente litúr-
gico y lo devocional, la reflexión seria y los impulsos a la moda,
son muy tenues.
A pesar de ello, estamos convencidos que la formación litúrgica y su
pastoral, ya no se pueden programar ni realizar sin tener en cuenta
este mundo de información y de comunicación que es internet y
sus páginas. Por otra parte, quien se acerque a ellas con espíritu
crítico, podrá encontrar muy buenos subsidios, si los precisa, para
vivir y hacer vivir con hondura las celebraciones sacramentales y
litúrgicas en general. Todo un reto, dicho sea de paso, para tantas
ediciones en papel, que durante muchos años han sido únicas
en este campo, y siguen cumpliendo bien su misión hoy, aunque
para un futuro no muy lejano, hay que preguntarse si las hojas
impresas no se habrán tenido que rendir ante las pantallas de los
computadores.
La liturgia interesa, e internet nos lo pone ante los ojos. Y, mani-
festándose, en muchos aspectos, ambiguo y heterogéneo vemos,
curiosamente, que lo virtual es «real como la vida misma».
Jaume González Padrós

Director del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona y direc-


tor de la revista Liturgia y Espiritualidad del CPL. Además es
párroco de la parroquia Sant Llorenç de Barcelona y profesor de la
Facultad de Teología de Catalunya.
LA COLECCIÓN CUADERNOS PHASE

“Vosotros orad así” (Mt 6,9)


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Puntos de vista

La fuerza kerigmática de la liturgia.


Observaciones prácticas
Xavier Morlans
La acción litúrgica como fuente y cima de la vida cristiana (cf. SC
10) y como expresión máximamente emblemática del dinamismo
sacramental de la revelación en hechos y palabras (cf. DV 2), participa
también en modo extraordinario del carácter kerigmático –de primer
anuncio– de la evangelización. Entendemos por primer anuncio
aquella acción pastoral de tiempo breve y concentrado que pretende
alumbrar en el corazón de los destinatarios la primera fe o bien rea-
vivar la fe adormecida de los practicantes habituales u ocasionales.1
La misma disposición del presbiterio según la reforma del Con-
cilio Vaticano II con la sede, el ambón y el altar de cara al pueblo
predispone a un ejercicio constante de comunicación con la asam-
blea (además de las connotaciones de comunión y de sacrifico
ofrecido al Padre). Tanto los fieles que asisten habitualmente a las
acciones litúrgicas como los que asisten ocasionalmente o muy
excepcionalmente se benefician cada uno según su momento de fe,
del carácter de renovado primer anuncio que vehiculan diversos
aspectos de la liturgia.

1  Véase: Joseph Gevaert, El primer anuncio. Proponer el Evangelio a quien


no conoce a Cristo. Finalidades, destinatarios, contenidos, modos de presencia,
Santander: Sal Terrae 2004; Equipo Europeo de Catequesis, La conver-
sión misionera de la catequesis. Relación entre fe y primer anuncio en Europa,
Madrid: PPC 2009; Xavier Morlans, El primer anuncio. El eslabón perdido,
Madrid: PPC 2009; Juan Carlos Carvajal Blanco, Pedagogía del primer
anuncio. El Evangelio ante el reto de la increencia, Madrid: PPC 2012.
186 Puntos de vista

En primer lugar la liturgia de la Palabra que precede a la liturgia de


todo sacramento (bautismo, confirmación, Eucaristía, matrimo-
nio, ordenación, reconciliación y unción de los enfermos) posee la
máxima eficacia en el momento de ser proclamada la Palabra de
Dios en las diversas lecturas (cf. SC 7). No hay momento verbal
en la vida de la Iglesia de mayor eficacia. Por ello el papa Bene-
dicto XVI en su exhortación postsinodal Verbum Domini (2010) y
recogiendo las proposiciones del Sínodo de los Obispos sobre la
Palabra de Dios en la Iglesia (2008), establece la analogía entre la
presencia de Jesucristo en las especies del pan y el vino consagrado,
y la presencia del mismo Señor Resucitado en la proclamación
de la Palabra, e invita, por tanto, a desarrollar una teología de la
sacramentalidad de la Palabra (cf. Verbum Domini 56). Es decir, la
audición de la palabra de Dios tiene una fuerza capaz de provocar
la fe inicial y de alimentar y santificar, a su manera, la vida de los
oyentes si la acogen con corazón humilde y bien predispuesto.
Nuestro pueblo cristiano y buena parte de sus pastores apenas
empieza a ser consciente de dicha realidad. Prueba de ello es el nivel
todavía «bajo», en general, de lo que debería ser la proclamación
de la Palabra de Dios y a menudo, en el mejor de los casos, es una
lectura correcta pero demasiado rápida, sin pausas, sin énfasis, sin
vida. ¿Cómo puede activarse la fuerza sacramental de la Palabra de
Dios si ésta no está servida por unos lectores y lectoras conscientes
de su ministerio, que han meditado el texto y que lo hacen resonar
para la asamblea?
Cabe preguntar en el mismo sentido por lo que respecta a los
posibles oyentes ocasionales de dicha Palabra (en ceremonias exe-
quiales, en primeras comuniones, bodas y bautizos) ¿cómo podrá
tocar los corazones e invitar a un primer acercamiento a Jesucristo
y al Padre, una lectura sosa y anodina? La fuerza kerigmática está
ahí objetivamente contenida en el texto y dispuesta a ser ungida
por el Espíritu Santo en el acto de ser proclamada, pero la mate-
rialización de la lectura y/o las condiciones acústicas del lugar o
del equipo de megafonía pueden frustrar desgraciadamente la
eclosión de dicha fuerza sacramental.
Puntos de vista 187

La mayor atención se concentra en la homilía que por su carácter de


acto de comunicación en vivo y en directo goza, fenoménicamente
hablando; del máximo poder kerigmático. Efectivamente la homi-
lía en tanto que sirve a la asamblea la Palabra que acaba de ser pro-
clamada, con la intención de acercarla al máximo a la sensibilidad,
situaciones, problemas y esperanzas de los oyentes, constituye el
momento más explícitamente kerigmático de la acción litúrgica.
Por eso tanto las proposiciones del Sínodo de los Obispos de 2008,
como Benedicto XVI en Verbum Domini insisten sobre la necesidad
de que los pastores se preparen bien las homilías, recordando el
carácter de servicio a la Palabra y no de explanación de las propias
opiniones, que debe tener la homilía (cf. Verbum Domini 59).

La misma recitación de la plegaria eucarística en lengua vernácula,


realizada también de manera audible, a pesar de su carácter de
texto mistagógico propio para iniciados, tiene a pesar de todo un
poder kerigmático, siempre y cuando el presidente la recite de
manera creíble: dicha con unción y naturalidad, con solemnidad
y con ternura, de manera que cualquier persona que la oiga pueda
tener la percepción de que el celebrante se está dirigiendo a un ser
importante, sí, pero bondadoso, cercano y entrañable.

En general existen tres tipos de entonación en la recitación de la


plegaria eucarística:
a) Rutinaria: una lectura seguida sin alzar la vista del misal con un
tempo más bien ligero, de manera que no resulta creíble que allí esté
en juego la entrega actualizada de «Alguien» – Jesucristo salvador
– a «Alguien» – el Padre–.
b) Solemne sobreactuada: Se endurece la voz y se proyecta hacia el
cielo. La sensación que se transmite es que quien así habla se esta
dirigiendo a una autoridad gubernamental alejada y altiva.
c) Didáctica exagerada: Es una reacción contra las dos formas ante-
riores pero peca de afectada. Recitación lenta y pronunciación con
énfasis pero con un tono explicativo y una cantinela que parece que
es cosa para niños.
Es todo un reto dar con el tono de voz adecuado que responda
a la elevación propia de la liturgia pero que resulte creíble como
188 Puntos de vista

palabras dichas en presente de indicativo a Alguien que es la fuente


del amor y de la vida.
En otro orden de cosas las pequeñas cuñas o moniciones –admi-
nistradas con contención para no «matar» los símbolos en acción–
pueden tener su carga kerigmática. Son invitaciones a abrir el
corazón al Señor que pasa actuando en la asamblea. Importante
la bienvenida y la invitación al acto penitencial, evitando la rutina
y ofreciendo algún ángulo de entrada sorpresivo y atrayente. Y,
por favor, desterremos para siempre aquello de «como decíamos el
domingo pasado», o «una vez más, nos reunimos para…», o «como
cada domingo…», terribles reiteraciones que matan la novedad del
«aquí» y «ahora» que es la condición básica para que se produzca
un anuncio que de pie a un acontecimiento: el encuentro vivo con
Jesucristo resucitado.
Una vez reconocido el valor kerigmático que brota del mismo
dinamismo de la acción litúrgica, en el corazón del pastor sigue
resonando, no obstante, la pregunta acuciante: ¿Y cómo haré para
trasladar el primer anuncio del amor de Dios ofrecido en Jesucristo
a tantas y tantas persona que en numero cada vez mayor jamás
pisan una iglesia en nuestro occidente postcristiano? Y es que «la
sagrada liturgia no agota toda la actividad de la Iglesia; ya que es
necesario que los hombres sean llamados a la fe y a la conversión
antes de que puedan entrar en la liturgia» decía la misma Consti-
tución sobre la liturgia (SC 9). Por eso es de esperar que el próximo
sínodo de los obispos convocado en octubre de 2012 para deliberar
sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana,
después de tratar sobre la potencialidad evangelizadora de la
liturgia, se extienda también más allá de los límites internos de la
comunidad cristiana (liturgia, catequesis, religiosidad popular)
y afronte con decisión e imaginación la potenciación también de
formas y métodos de primer anuncio para los no creyentes y para
los católicos que un día se alejaron y que ya que no frecuentan los
circuitos eclesiales habituales.
Xavier Morlans
Es profesor de la Facultad de Teología de Catalunya y consultor del
Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.
El papel evangelizador
de las exequias
Xavier Aymerich i Miñarro

La relación entre la celebración litúrgica y la evangelización es un


tema que suscita muchas reflexiones y comentarios. Cierto que el
objetivo de la liturgia no es en primer término la transmisión de
la fe, sino la celebración de la fe por parte de aquellos que ya han
sido previamente evangelizados: «antes que los hombres puedan
llegar a la liturgia, es necesario que sean llamados a la fe y a la
conversión» (Sacrosantum Concilium 9). Pero también es cierto
que, como «fuente y cumbre» que es de toda la vida cristiana, la
liturgia es la mejor expresión de la fe de la Iglesia («lex orandi – lex
credendi»). En efecto, la celebración nos introduce en el núcleo del
misterio que creemos, celebramos y vivimos los cristianos. Por eso
la liturgia tiene también un gran valor pedagógico, catequético,
evangelizador, porque expresa, explica, transmite la fe a través de
palabras y signos: «los sacramentos no sólo suponen la fe, sino que
también la alimentan, la refuerzan y la manifiestan con palabras
y acciones; por eso se llaman sacramentos de la fe» (Catecismo de
la Iglesia católica 1123).
Estas reflexiones tienen muchas aplicaciones pastorales. La pri-
mera es constatar que un cristiano que participa habitualmente
en las celebraciones, especialmente la Eucaristía dominical, recibe
una gran formación, ya que la liturgia incluye la proclamación de
la Palabra de Dios, la oración de la Iglesia en los textos eucológi-
cos, además de la aportación que el celebrante pueda hacer en su
190 Puntos de vista

homilía y otros comentarios. Además, la liturgia incluye también


en ella misma otros aspectos importantes de la vida cristiana, como
la plegaria (personal y comunitaria, y de todo tipo: alabanza, peti-
ción de perdón, acción de gracias, súplica, ofrenda…), la llamada a
la fraternidad y la solidaridad… Sin duda alguna, la liturgia es un
gran espacio de formación y evangelización, que siempre se puede
completar con otras acciones pastorales, pero nunca sustituir.
En esta misma línea, la realidad pastoral actual nos sugiere nuevas
reflexiones. En nuestro contexto occidental, estamos en una socie-
dad muy secularizada, en la que ha dejado de transmitirse la fe
de forma automática a través de los medios tradicionales (familia,
escuela, entorno social…). En este contexto, gran parte de la pobla-
ción ya no profesa la fe católica y, lo que es peor, muchos de los
bautizados no tienen conciencia ni vivencia cristiana ni participan
de la vida de la Iglesia. En el caso de los adultos, la fe ha quedado
para muchos en un recuerdo de infancia, que en algunos incluye
unos valores que interiorizaron y con los que se identifican, y en
unos pocos mantiene como máximo la práctica de la oración per-
sonal. En el caso de los jóvenes, el alejamiento es mucho mayor,
y para muchos la fe cristiana y la vida de la Iglesia es un mundo
totalmente desconocido. En cualquier caso, la falta de formación
es grande, y el desconocimiento a menudo queda agravado por
la imagen deformada o negativa que de la Iglesia se transmite en
ciertos ámbitos sociales o medios de comunicación.
En este contexto, cualquier ocasión debe ser aprovechada para
establecer contacto con los fieles alejados o con los no creyentes.
Muchos son los documentos que están promoviendo la «nueva
evangelización», y muchas las iniciativas de diversa índole que se
están proponiendo en este sentido a todos los niveles de la Iglesia.
He ahí donde también juega su papel la celebración litúrgica.
En efecto, en muchas de nuestras celebraciones participan perso-
nas que no son practicantes habituales, pero que son convocados
por algún motivo especial. Este es el caso de las misas con jóvenes
o con niños de la catequesis, que los responsables de la pastoral
proponen precisamente como medio para acercar a la Iglesia a esos
destinatarios y a sus familias. Lo mismo sucede en fieles que parti-
Puntos de vista 191

cipan sólo puntualmente en ocasiones especiales, como romerías,


fiestas patronales, misas de celebración particular de un grupo…
Hay que cuidar especialmente estas celebraciones, ya que pueden
ser una ocasión propicia para la evangelización.
Este fenómeno se acentúa en celebraciones como bautizos, pri-
meras comuniones, bodas, exequias…, en las que incluso llegan a
participar personas no creyentes, que acuden para acompañar al
familiar o amigo protagonista del sacramento o sacramental. En
este caso, la celebración constituye para esas personas un primer
contacto con una realidad para ellos totalmente desconocida. Es,
pues, todavía en estos casos más importante cuidar ese momento
para acercarse a esas personas e intentar suscitar en su interior la
inquietud de la fe.
De todos los casos citados, quisiera detenerme a comentar el de las
exequias. El motivo es la especial predisposición de los asistentes
a este tipo de ceremonias respecto a las demás. En efecto, en el
caso de bodas, bautizos, primeras comuniones… el clima entre los
asistentes es de alegría y fiesta, que a menudo repercute en poca
predisposición a entrar en el sentido religioso de la ceremonia. Sin
menospreciar las posibilidades pastorales de dichas celebraciones,
que siempre hay que intentar, es cierto que a menudo las dificul-
tades para conectar con los asistentes son grandes. La atención
pastoral en este caso debe priorizar a los propios protagonistas
o a los familiares más directos, ya que buena parte de los demás
«invitados» muchas veces son más un estorbo que una ayuda para
mantener el clima espiritual de la celebración. Y no sólo los «invi-
tados», sino también los fotógrafos y otro tipo de profesionales.
Como párroco, podría compartir muchas anécdotas, algunas con
altas dosis de humor, que por cierto debemos mirar de no perder
y, junto con la paciencia, aplicar a las situaciones comprometidas
con las que a menudo nos encontramos.
Todo esto no sucede en las exequias. La propia naturaleza de la
muerte, con toda la carga de dolor y tristeza que conlleva, hace
que todos los asistentes a la celebración, incluso los más alejados
de la práctica y de la vivencia religiosa, acudan a ella con una pre-
disposición especial. Además, la muerte es un acontecimiento que
192 Puntos de vista

suscita en todos los seres humanos, incluso los más superficiales


en sus planteamientos vitales, la pregunta por el sentido de la
vida. A esa pregunta que toda persona se hace en ese momento
tiene la oportunidad de ofrecer su respuesta la fe cristiana. Por
eso es tan importante cuidar la celebración de las exequias, para
poder influir en los asistentes. En primer lugar, crear una buena
impresión: muchos de los alejados o no creyentes elaborarán su
imagen de la Iglesia y de la fe cristiana a partir de la impresión
que les cause su asistencia a este tipo de celebraciones. Pero tam-
bién, en segundo lugar, transmitir el mensaje de la fe de forma
clara y distinta.
Precisamente en esta cuestión del mensaje las exequias ofrecen
una gran oportunidad evangelizadora. Porque, tal como decía, la
muerte es una situación que suscita preguntas, interrogantes, las
preguntas e interrogantes más centrales de la vida. Toda la filosofía
y todas las religiones intentan dar respuesta a esas cuestiones
trascendentales. La celebración de las exequias, pues, da ocasión a
comunicar el núcleo de la fe cristiana, que está basada precisamente
en el misterio pascual de Cristo, la muerte y resurrección del Señor.
Toda la historia de la salvación es una muestra del amor y la mise-
ricordia de Dios, el Padre bueno y misericordioso que quiere que
todos los hombres se salven, que culmina en Jesucristo, muerto y
resucitado por nosotros. Los que nos hemos incorporado a Cristo
por la fe y el bautismo tenemos esa esperanza: participamos con
Cristo de su muerte, pero también de su resurrección. Y por él y
en él tenemos acceso a una vida nueva, la vida de hijos e hijas de
Dios, una vida que empieza en este mundo, pero continúa en la
plenitud de la vida eterna. Todos estos conceptos, centrales de la
fe cristiana, son inherentes al sentido de las exequias, y poderlos
comunicar, con sencillez pero con convicción, adaptados a la
situación concreta de cada familia, pero también de forma clara y
sin tapujos, es sin duda una gran oportunidad.
Concretando, me atrevo a sugerir algunas pistas para poder apro-
vechar al máximo las exequias en esa dimensión evangelizadora:
– No ahorrar esfuerzos en la preparación de la celebración, comen-
zando por el espacio (tanto si es la iglesia parroquial como la capilla
Puntos de vista 193

del mismo tanatorio): que resulte un lugar acogedor que ayude a


la interiorización y a la oración.
– Todos los signos han de ser también cuidados y destacados: desde
el toque de las campanas, hasta el cirio pascual, la aspersión… En
algunos casos, y sin abusar, una catequesis sobre estos signos puede
ayudar también a entender el sentido de lo que celebramos.
– La atención pastoral a la familia del difunto. La celebración exe-
quial ha de venir precedida por un contacto que exprese el afecto
y soporte de la Iglesia. Ojalá que esa atención pastoral haya sido
ya previa, durante la enfermedad, con la administración de los
sacramentos propios (unción de los enfermos, confesión, viático);
en esos casos la celebración resulta sin duda más rica para todos.
Pero, en todo caso, es necesario que los familiares sientan próxima
la presencia de la comunidad y en este caso de su representante,
el párroco o ministro que presidirá la celebración de las exequias.
– En algunos casos se podrá aprovechar también el contacto previo,
directamente a través del sacerdote o bien a través de la compañía
funeraria, para entregar a los familiares del difunto algún tipo de
texto o hoja informativa. En este sentido, valga como ejemplo el
folleto La tristeza y el dolor de la muerte, la confianza de la vida de Dios,
que el Centro de Pastoral Litúrgica ha publicado recientemente
por encargo de los obispos de Cataluña, y que constituye un buen
material para la pastoral de las exequias.
– Este contacto con la familia también sirve para preparar la cele-
bración. El sacerdote se interesa por la persona difunta, por las
circunstancias de la muerte, por los familiares... para adaptar al
máximo los textos y sus palabras en cada situación. Los mismos
familiares pueden sugerir al sacerdote algún aspecto del difunto
que convendría destacar. Es muy importante que la celebración
de las exequias no dé la impresión de un discurso neutro, sino
adaptado y personalizado en cada caso.
– En la medida de lo posible, habría que invitar a los familiares del
difunto a participar en la celebración. Es evidente que las situa-
ciones de cada defunción son muy diversas, y en cada caso serán
también diferentes las posibilidades de participación. En los casos
de familias practicantes, fácilmente se podrá proponer que ellos
mismos escojan o sugieran algunas de las lecturas de la Palabra
de Dios, que redacten las intenciones de la oración universal... En
194 Puntos de vista

todos los casos se debería ofrecer la posibilidad, como mínimo,


de leer alguno de los elementos de la liturgia, como la 1ª lectura,
el salmo, las preces... En estos casos, se pueden tener preparados
los textos para poderlos ofrecer previamente y que se los puedan
preparar (ver las «hojas verdes» de Misa Dominical Sacramentos,
núms. 64-69: Para leer los laicos en la celebración de las exequias, el
matrimonio, el bautismo). Incluso, en algún caso, los familiares
pueden decir unas palabras de acción de gracias o de recuerdo
del difunto. Todos estos elementos ayudan a que los asistentes
«participen» (en el sentido litúrgico profundo) más intensamente
en la celebración.
– Será importante, pues, que el celebrante escoja con acierto las lectu-
ras de la Palabra de Dios, las oraciones, los textos eucológicos pro-
pios…, y también que los proclame y recite con aquella devoción
del que realmente cree y vive lo que está diciendo, transmitiendo
autenticidad y eludiendo toda tentación de rutina y trato imper-
sonal (lógica en el ministro que debe celebrar muchas veces este
tipo de ceremonias). Lo mismo cabe decir de los cantos o músicas,
que en todos los casos deben ayudar a transmitir el mensaje de
esperanza cristiana ante la muerte.
– Muy importante serán las palabras propias del celebrante en la
introducción, las moniciones, la despedida… y sobre todo la homi-
lía. Tampoco aquí cabría ahorrar esfuerzos para que los asistentes
puedan captar el contenido de la fe adaptado al caso concreto del
difunto por el que oramos.
En definitiva, estoy convencido de que las exequias constituyen
un momento privilegiado para la evangelización, y vale la pena
cuidar este tipo de celebraciones para hacer llegar la buena noticia
del evangelio en un momento especial como es la muerte de un
ser querido. Si se hace, puede ser una ocasión para acercarse a las
personas que viven el dolor y la tristeza, interpelándolas y susci-
tando o renovando en ellas la inquietud espiritual de la fe cristiana.
Xavier Aymerich i Miñarro
Delegado Episcopal de Liturgia de Sant Feliu de Llobregat
y Director de la revista Misa Dominical del CPL
Crónicas

Reunión del consejo de redacción de


Phase
(9 y 10 de febrero de 2012)

Durante los días 9 y 10 de febrero de 2012 tuvo lugar en Barcelona


la reunión anual del consejo de redacción de la revista Phase.
Estuvieron presentes casi la totalidad de los consejeros, entre ellos
el fundador de la revista, monseñor Pere Tena, obispo auxiliar
emérito de Barcelona. Por primera vez asistieron también dos de
los tres nuevos consejeros: el liturgista Roberto Russo, profesor de
la Facultad de Teología de Montevideo y el biblista Jordi Latorre,
profesor de la Facultad de Teología de Catalunya.
Durante el primer tiempo de trabajo el consejo valoró atentamente
los contenidos de los fascículos publicados en el último año, que
ha sido el LI de la revista. El análisis resultó muy enriquecedor, se
destacó la calidad de algún fascículo en especial y se constató un
nivel de satisfacción bastante alto.
El segundo momento de trabajo se destinó a la selección de temas
que habrán de ser abordados en el año LII de Phase. Fue un trabajo
fatigoso y lento, pero muy interesante. El diálogo se hizo abierto y
fluido; se fueron proponiendo los diferentes temas y explicando
las motivaciones por los que se veía necesario escribir de ellos. Se
matizaron y precisaron más y más los diferentes temas hasta tener
un número determinado de cuestiones fundamentales. Con esa
tarea lista se procedió a continuación a organizar los contenidos
de cada uno de los fascículos, a considerar los autores, etc.
196 Crónicas

En los próximos números se tratarán cuestiones referentes al 50


aniversario del inicio del Concilio Vaticano II, al Año de la fe y al
20 aniversario del Catecismo de la Iglesia católica. Otros asuntos que
merecerán atención son: la liturgia y las devociones, las celebra-
ciones de algunos grupos eclesiales, las asambleas dominicales en
espera del presbítero y la relación liturgia-fe. Habrá 4 fascículos
monográficos y los 2 restantes con temas variados de actualidad.
También hubo tiempo para conocer y conversar sobre la marcha
de las suscripciones a Phase.
Luis Fernando Álvarez
Libros

Alfonso Berlanga Gaona, La teología litúrgica en el siglo xx: valo-


ración y propuesta (Dissertationes-Series Theologica 31), Roma:
Pontifica Universitas Sanctae Crucis 2010, 397 pp.

La teología litúrgica está de moda Se trata sin duda alguna de una


y esta obra lo demuestra. Se trata primera síntesis global de la situa-
de una tesis doctoral presentada ción actual de los estudios litúr-
en la Facultad de Teología de la gicos bajo la amplia perspectiva
Universidad pontifica de la Santa teológica.
Cruz, en Roma.
Nos podemos preguntar al hilo de
La obra se estructura en las la lectura de este libro ¿cuáles son
siguientes partes. El primer capí- las grandes conclusiones que se
tulo expone el contexto teológico pueden extraer después de conocer
en el que surge la cuestión de la teo- ampliamente los estudios actuales
logía litúrgica. Los tres siguientes sobre el tema?
capítulos constituyen la parte más
consistente de la investigación a El vasto panorama presentado
partir de una serie de modelos de permite al lector hacerse una idea
teología litúrgica que constituyen apropiada de los estudios sobre
el esqueleto del trabajo: el teoló- liturgia en la perspectiva adop-
gico-sistemático, el celebrativo y tada. Se podrían hacer, no obstante,
el antropológico ritual y pastoral. algunas aseveraciones al margen
Esto le permite a su autor analizar de una lectura tranquila y sose-
pormenorizadamente autores y gada. ¿No parece excesivo el trato
obras que tratan del tema en cues- dado al profesor Triacca con más
tión y de ese modo dibujar el pano- de 60 páginas? (desde la 226 a la
rama amplio de la teología litúrgica 287). Ciertamente en la p. 358 se
como puede o podría concebirse decanta claramente el autor: «para
hoy. El capítulo quinto constituye nuestro estudio son más fructí-
la propuesta personal y concreta feras las intuiciones de Achille
del autor. M. Triacca». Quizás otros autores
198 Libros

hubieran necesitado un estudio que se reclama como propia es


detallado para entrar más plena- la de una ciencia «operativa», y
mente en su pensamiento. Incluso no simplemente la de una ciencia
en la propuesta final nuestro autor especulativa que reflexiona –entre
permanece ligado excesivamente otros «lugares teológicos»– sobre
a los autores que estudia hasta el determinadas acciones rituales.
punto que no siempre se llega a
La acción litúrgica debe aparecer
ver su aportación personal, con
entonces como una realidad exis-
claridad e independencia, respecto
tencial y concreta que, sin embargo,
a sus maestros.
es normalmente vivida de modo
Si hay una insistencia y un que- no reflejo por el sujeto humano. Lo
hacer continuo en el movimiento propio de la teología litúrgica, en su
litúrgico y en la renovación que le doble movimiento «especulativo»
ha seguido, sería el del retorno a la y «práctico», es captar la «forma»
celebración. La renovación promo- de este encuentro y llevarlo a la
vida por el movimiento litúrgico consideración refleja, explicitando
ha manifestado claramente que los principios y la lógica interna,
los sacramentos existen solamente verificando la congruencia con las
en cuanto son celebrados (cf. P. demás fuentes de la revelación,
Caspani, «Teologia sacramenta- para hacer así que el resplandor de
ria. Introduzione», Scuola Católica la «verdad de la acción» mueva al
2 (2011) 220). Por tanto, a partir sujeto a la acción misma; es decir,
de esta línea, se insiste y se exige mueva a celebrar y celebrar mejor.
hoy partir de la celebración, lo que «La teología litúrgica debe estudiar
supone situar el discurso en un las celebraciones litúrgicas» dice
ámbito que no coincide con el de nuestro autor en la página 359.
la teología dogmática y su modo Nos preguntamos: ¿sólo ellas? ¿El
de reflexionar sobre los sacramen- entorno, la pre y la post celebra-
tos. Adentrarse en la perspectiva ción, no entran también dentro del
propia de la «teología litúrgica» estudio? ¿Nos quedamos sólo con
implica no sólo un momento una ciencia analítica o incluiremos
«especulativo», sino también y también dentro lo especulativo?
necesariamente un situarse en la
Se insiste y se destaca pormenori-
perspectiva de sujetos que actúan.
zadamente a lo largo de esta bien
Exige además la perspectiva de
documentada obra en la necesi-
la «praxis». Es verdad que este
dad de un método interdisciplinar,
particular punto de vista no puede
aunque da la impresión que todo
desentenderse de los resultados
lo relacionado con la «liturgia de
adquiridos en el estudio sistemá-
la Palabra» no entra dentro de ese
tico de la Revelación. Pero la óptica
método como puede verse en el
Libros 199

conjunto de temas y autores estu- la Iglesia. Sin embargo, la teología


diados. Así podríamos preguntar- litúrgica supera lo celebrado y la
nos si los temas bíblicos no mere- celebración, aunque pueda partir
cen también un lugar en el amplio de ella. Si abogamos insistente-
campo de la teología litúrgica. mente por un método interdisci-
Sobretodo después de la Verbum plinar hemos de cuidar y conocer
Domini hay que replanteárselo con el contexto, los autores, los medios
mayor cuidado. y la vida misma del celebrar. Todo
cuanto entra en juego en la amplia
Vayamos al último capítulo donde
acción litúrgica.
el autor nos ofrece su propuesta de
teología litúrgica. Tras un exhaus- Una cosa es importante también.
tivo status quaestionis y una expo- La teología litúrgica es una ciencia
sición sistemática de los autores joven (p. 351). Estamos totalmente
que se han planteado esta cues- de acuerdo, por ello es urgente el
tión, se nos ha prometido desde el diálogo sereno entre los liturgis-
principio de la obra una propuesta tas y los teólogos. Pero no sólo
original. con ellos. El método interdisci-
plinar nos llevará más lejos aún.
Nuestro autor dice que el teólogo
Hay que abandonar prejuicios y
litúrgico necesita más que nadie
precomprensiones y lanzarse a
de la experiencia celebrativa para
la colaboración mutua y fructí-
desarrollar su trabajo, y una conti-
fera. Por supuesto será siempre
nuidad teleológica, es decir, que
importante un concepto adecuado
conduzca a la celebración (p. 364).
de liturgia como lo ha expresado
Estamos totalmente de acuerdo
y lo continúa haciendo el magis-
pero lo celebrativo no es sólo el estu-
terio de la Iglesia. Nuestro autor
dio de los praenotanda actuales,
insiste en destacar pormenoriza-
sino de las fuentes amplias de la
damente el carácter esencial de
celebración. Volvemos al aspecto
acción sagrada de la sagrada litur-
especulativo a partir del momento
gia en permanente sinergia entre
celebrativo. La obra que estudia-
la acción de Cristo-Sacerdote y su
mos lo dice claramente: El objeto
misma Iglesia en una respuesta
propio de la teología litúrgica es la
que no es solo individual. No hay
elaboración reflexiva y científica
duda de que este es el camino real
sobre el Mysterium celebrado en
adecuado para una comprensión
cuanto celebrado (pp. 364-365).
total de la liturgia.
Los misterios de la historia de la
salvación están vivos y operantes
en las celebraciones litúrgicas de Juan Javier Flores Arcas
200 Libros

Fernando Sebastián Aguilar, Evangelizar (Ensayos 426), Madrid:


Encuentro 2010, 418 pp.
Fernando Sebastián, tras haber la superación de la secularización
recibido la jubilación como arzo- interna en la comunidad cristiana,
bispo de Pamplona y obispo de y, por otra, presenta sugerencias
Tudela, ha reescrito su libro sobre para poder llegar con el anuncio del
la evangelización que hace veinte evangelio a quienes están alejados
años publicó también en la edi- de la Iglesia, a los que ha de salir
torial Encuentro bajo el título a buscar y entra en el terreno de
Nueva evangelización en España. la incredulidad y del laicismo. Es,
Fe, cultura y política. Tal y como él por tanto, un intento por descubrir
mismo explica en la presentación, y recorrer los nuevos caminos de la
al «repasar el texto original para evangelización.
ver cómo organizaba mi trabajo
El primer capítulo está dedicado
de revisión, vi enseguida que no
a la historia de esta «nueva» evan-
era posible pensar en una nueva
gelización desde los tiempos del
edición meramente repetitiva, ni
papa Pablo VI, como precursor,
siquiera en una nueva edición lige-
hasta Benedicto XVI, pasando por
ramente retocada». Ya que, «pasa-
Juan Pablo II. En el segundo capí-
dos estos veinte años, la situación
tulo examina las características de
espiritual y religiosa de nuestra
una pastoral de evangelización,
sociedad, de nuestros ciudadanos,
que el antiguo arzobispo navarro
es profundamente diversa, sus
entiende centrada en la fe: la de los
actitudes ante el mensaje cristiano,
que nunca creyeron en serio, de
sus dificultades para creer cristia-
quienes la perdieron, o de quienes
namente son muy diferentes». La
creen pero tienen una fe débil y
sociedad actual no es la misma
enferma. En el siguiente capítulo
que aquella de entonces, «la incre-
monseñor Sebastián trata de res-
dulidad, la indiferencia religiosa
ponder a la pregunta de por qué se
se han extendido y casi normali-
ha producido en los países occiden-
zado», y «ha cambiado también
tales una apostasía generalizada
la situación doctrinal y pastoral
de las convicciones cristianas. En
dentro de la Iglesia».
el cuarto capítulo analiza el autor
El libro trata de comprender el men- las relaciones mutuas entre la fe
saje de Jesús para poder presentarlo y la cultura, llamando la atención
de modo comprensible, convin- cómo los cambios culturales, como
cente y atrayente a las nuevas gene- ahora ocurre, provocan crisis de fe
raciones españolas partiendo de la generalizadas. El capítulo quinto
situación social y espiritual. En sus está dedicado a los agentes y las
páginas, se mira, por una parte, a actitudes evangelizadoras, que
Libros 201

también requieren de conversión más importantes para evangelizar,


para vivir el mensaje que anuncian. entre los que destaca dar más aten-
ción a la formación y preparación
El capítulo sexto está centrado en el
de los catecúmenos y de los fieles
contenido del anuncio; un anuncio
cristianos ante los sacramentos, ya
que debe estar adaptado a la men-
que, aunque la acción del Espíritu
talidad de quien lo recibe para
está asegurada ex opere operato,
hacerlo comprensible y convin-
entran en juego las disposiciones
cente ya que no es lo mismo dirigir
del sujeto para que esa acción sea
el mensaje de salvación a quien
fructífera.
no lo ha oído nunca que hacerlo a
quienes lo han escuchado y lo han El libro concluye con un capítulo
rechazado, influenciados por el donde ofrece las tendencias y el
laicismo o secularismo dominante, futuro de la Iglesia, lanzando un
por inútil o incompatible con el grito de esperanza en una Iglesia
verdadero desarrollo y la felicidad siempre renovada y siempre joven.
de los hombres. En el capítulo sép-
timo se describen los instrumentos José Antonio Goñi

Actas de Congresos
o Jornadas de Liturgia
recientemente publicadas

Ewald Volgger – Albert Urban (eds.), Liturgie und Versöhnung.


Wege des Heils, Trier: Deutsches Liturgisches Institut 2011, 254 pp.
Siguiendo la tradición de publi- grupo versaron sobre la reconci-
car los trabajos de la Academia de liación, bajo múltiples aspectos:
Verano del Instituto de Liturgia de sacramento; año litúrgico; desde el
Tréveris (Trierer Sommerakade- punto de vista bíblico; culpa y sen-
mie), acaba de salir a la luz el libro timiento de culpa en la psicología;
correspondiente a la VIII Acade- celebraciones especiales; nuevos
mia del Verano (2009), Liturgia y caminos para parroquias y grupos...
reconciliación. Caminos de salvación.
Las conferencias y los trabajos de Lluís Prat
202 Libros

Renata Salvarani (ed.), La trama di Liturgie e culture tra l’età di


Gregorio Magno e il pontificato di Leone III. Aspetti rituali, ecclesiologici
e istituzionali (Monumenta Studia Instrumenta Liturgica 64), Città
del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana 2011, 224 pp.
Este volumen recoge las actas del Academia Teológica) tuvo como
congreso que tuvo lugar en Roma, fin analizar desde un punto de
en la Universidad Europea de vista histórico las diferentes formas
Roma durante los días 24 y 25 de de las liturgias cristianas medie-
febrero de 2011 sobre Liturgia y cul- vales, poniendo en evidencia las
tura entre la edad de Gregorio Magno trasformaciones de los usos en las
y el pontificado de León III. El con- diversas áreas litúrgicas y los cam-
greso, organizado por diferentes bios eclesiológicos. Se trata de un
centros académicos (Universidad estudio que no sólo concierne a
Europea de Roma, Universidad liturgistas, sino también a teólogos
del Sagrado Corazón, Pontificia e historiadores de la Iglesia.

Valerio Ascani (ed.), L’Evangeliario nella storia e nella liturgia


(Liturgia e Vita), Magnano: Edizioni Qiqajon – Comunità di Bose
2011, 306 pp.
La preparación del nuevo evange- las iglesia en Italia. Sus actas han sido
liario para la Iglesia ambrosiana recogidas en la segunda parte de
llevó a la Iglesia milanesa a orga- este volumen que la Comunidad de
nizar un congreso durante los días Bose ha publicado incluyendo una
23 y 24 de septiembre de 2010 en primera parte que contiene unos
el Museo Diocesano de Milán y en estudios sobre el Evangeliario.
Villa Panza en Varese, bajo el título
Un evangeliario contemporáneo para Juan de Pablos
Libros 203

Misceláneas
Recientemente publicadas
Achille Maria Triacca, Lo Spirito Santo nella liturgia e nella vita della
Chiesa (Monumenta Studia Instrumenta Liturgica 62), Città del
Vaticano: Libreria Editrice Vaticana 2011, 405 pp.

El presente volumen recoge diver- 17 capítulos que tocan desde el


sos estudios sobre el Espíritu Santo punto de vista pneumatológico la
realizados por el liturgista Achille celebración, la homilía, la epícle-
Maria Triacca y que se encontraban sis, los sacramentos, la misión,
publicados en diferentes revistas o la Iglesia, la inculturación, los
libros. Se encuentran repartidos en exorcismos…

Daniel Galadza – Nina Glibetić – Gabriel Radle (eds.), ΤΟΞΟΤΗΣ.


Studies for Stefano Parenti (Αναλεκτα Κρυπτοφερρηs 9), Grottaferrata:
Monastero Esarchico 2010, 392 pp.

Con ocasión del 50 cumpleaños mente, en el ámbito de la litur-


del profesor Stefano Parenti, sus gia bizantina. Inicia el libro la
alumnos más destacados le han bibliografía del homenajeado: 141
ofrecido una serie de artículos estudios, sin incluir las publica-
de investigación en un volumen ciones de carácter más popular o
publicado por el monasterio periodístico.
bizantino de Grottaferrata. Los
trabajos se centran, principal- Juan de Pablos
LA COLECCIÓN EMAÚS
Los profetas, mensajeros de Dios
Por Nuria Calduch-Benages
Una asequible y completa exposición del sentido de la
misión profética en el Antiguo Testamento, presentando
cada uno de los profetas, su situación histórica y su
mensaje.
Emaús 98. 136 pág., 7,50 €

Las figuras bíblicas, testimonios de Cristo


Por Rodolf Puigdollers
Una presentación de los personajes más relevantes del
Antiguo y del Nuevo Testamento, y el testimonio que nos
dan de Jesucristo.
Emaús 99. 132 pág., 7,50 €

Orar en el momento actual


Por Ángel Briñas
El sentido y la importancia de la oración en el momento
actual, el modelo de Jesús, las dificultades y los caminos
a seguir, la experiencia profunda a la que nos conduce.
Emaús 100. 132 pág., 7,50 €

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