Buenas tardes hermanas y hermanos, estamos celebrando
con fervor cristiano la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María Santísima.
La Palabra de Dios nos muestra cómo a través de una mujer,
Eva, el pecado hirió a la humanidad y cómo una Santa mujer, María, le trajo la Salvación en Cristo Jesús.
María, la sin pecado, nos trajo al Salvador, como fruto de su
obediencia, amor a la humanidad pero también movida por una gran valentía y confianza en El Señor.
Se hizo esclava del Dios liberador, concibió en sus entrañas
a Jesús, por obra del Espíritu Santo y desde ese momento se dedicó a servir.
Hoy toda la Iglesia se postra ante Ti, Madre Inmaculada, y
con gran ternura te decimos: Dios te salve, María! Con el corazón rebosante de gozo por nuestra Madre Inmaculada, esperemos de pie al Padre Agustín, mientras entonamos el Canto de Entrada.