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TRABAJO PRÁCTICO
Cátedra: Filosofía
Profesora: Ivana Budniewski
Alumna: Lucía Municoy
Año lectivo: 2018
CONSIGNAS
1. Explica la vinculación de este principio con lo propio de una concepción empirista sobre
el conocimiento.
2. Luego de la lectura de la meditación primera de la obra Meditaciones Metafísicas de
René Descartes, elabora un texto libre de una extensión de dos o tres carillas que ponga
en vinculación el texto de Descartes con alguna obra literaria de tu campo. En la
elaboración del escrito se debe: a) explicitar el tema/argumento presente en la primera
meditación y desarrollar el tratamiento que realiza Descartes [ejemplo: argumento del
sueño/vigilia]. b) explicitar cómo lo asocias a la obra literaria que has elegido.
DESARROLLO
Así lo afirma uno de los principales pensadores empiristas: John Locke, en su Ensayo sobre el
intelecto humano, dirá que no hay ideas ni principios innatos, sino que la experiencia es el origen
(y el límite) de las ideas. Tal como lo citan Giovanni Reale y Darío Antiseri:
Nuestro intelecto puede combinar de diversos modos las ideas que recibe,
pero de ninguna manera puede concederse a sí mismo ideas simples, (…).
El que quiera forjar con su propio intelecto una idea simple, que no haya
sido recibida desde los objetos externos a través de los sentidos o desde la
reflexión sobre las operaciones de su espíritu, se encontrará con la misma
incapacidad. (1995:434)
Si partimos de esta tesis de Locke, su relación con el primer principio de Hume no es difícil de
establecer, pues aunque uno hable de „experiencia sensible‟ y el otro, de „impresiones‟, el
concepto es el mismo: que las ideas devienen de “todas aquellas percepciones producto de lo que
vemos, escuchamos, olemos, sentimos, amamos, odiamos, queremos o deseamos” (González
Montero, 2012:71). Sí, incluso las „ideas complejas‟ de Hume, que resultan de la combinación de
todas las impresiones que obtenemos de la experiencia y que dieron lugar a una primera idea
simple:
Sin embargo, cuando se trata de nuestra primera lectura literaria existencialista –como fue mi
caso-, la impresión que deja resuena más intensamente que cualquier otra.
Efectivamente, Niebla se trata de una obra existencialista que permanentemente pone en duda
qué es lo real y qué lo ficcional. Durante el transcurso de la historia, en más de una ocasión, el
protagonista manifiesta la incertidumbre al respecto de su existencia. “¿Sueño o vivo?” se
pregunta Augusto en el capítulo V, y luego, en conversación con su amigo Víctor, plantea –no
sin temor- la posibilidad de ser parte del sueño de alguien más:
La línea que divide lo uno y lo otro no se distingue con facilidad, es borrosa, como la niebla por
la cual transita el personaje principal: “La vida es esto, la niebla. La vida es una nebulosa”
(Unamuno, 2008:40).
Pero ¿a qué se refiere con sueño? ¿De qué nos habla cuando habla de vigilia? Para responder a
estas preguntas, debemos recuperar y explicar su meditación.
Con el propósito de echar luz sobre el conocimiento humano, Descartes destruirá todas sus
antiguas opiniones, incluso las que consideraba más verdaderas, y procederá a poner en duda los
fundamentos sobre los que se construyeron esas certezas, entre las cuáles se encuentra el
1
Neologismo utilizado por Unamuno para nombrar un nuevo género, distinto de la novela: “Invento el género, e
inventar un género no es más que darle un nombre nuevo, y le doy las leyes que me place” (Unamuno, 2008:134).
conocimiento aprendido de los sentidos o por los sentidos: “He experimentado a veces que tales
sentidos me engañaban, y es prudente no fiarse nunca por entero de quienes nos han engañado”
(1977:18).
Esta burla de los sentidos puede compararse con los sueños en los que, debido a las
representaciones tan verosímiles de las cosas, Descartes creyó estar despierto, se creyó en estado
de vigilia, un estado que implica la plena conciencia de sus actos:
En este momento, estoy seguro de que yo miro este papel con los ojos de
la vigilia, de que esta cabeza que muevo no está soñolienta, de que alargo
esta mano y la siento de propósito y con plena conciencia: lo que acaece
en sueños no me resulta tan claro y distinto como todo esto. Pero,
pensándolo mejor, recuerdo haber sido engañado, mientras dormía, por
ilusiones semejantes. Y fijándome en este pensamiento, (…) acabo
atónito, y mi estupor es tal que casi puede persuadirme de que estoy
durmiendo. (Descartes, 1977:18).
Así he vivido desde que murió mi madre, conmigo mismo, nada más que
conmigo mismo, es decir, dormido. Y no he sabido lo que es dormir
juntamente, dormir dos un mismo sueño. ¡Dormir juntos! No estar juntos
durmiendo cada cual su sueño, ¡no!, sino dormir juntos, ¡dormir juntos el
mismo sueño! ¿Y si durmiéramos tú y yo, Rosario, el mismo sueño?
(Unamuno, 2008:100)
Pero si bien Descartes (1977) no puede aseverar si está dormido o despierto, sí cree que ciertas
verdades están libres de cualquier sospecha de falsedad, como es el caso de la figura de las cosas,
la cantidad o magnitud, el número, y el lugar en el que están, el tiempo de duración y otras por el
estilo
Sin embargo, siguiendo el propósito de destruir los cimientos de sus afirmaciones, finalmente
propondrá el argumento del genio maligno, que cuestionará incluso las ciencias matemáticas.
BIBLIOGRAFÍA
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