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Razón común

, ,
Edición crítica ordenación traducción
y comentario de los restos del libro de

Heraclito
Agustín García Calvo

RAZÓN COMÚN
EDICIÓN CRÍTICA, ORDENACIÓN, TRADUCCIÓN
Y COMENTARIO DE LOS RESTOS DEL LIBRO DE

HERACLITO

LECTURAS PRESOCRÁTICAS II

(UIClW^
)
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Prim era edición, m ayo de 1985


Segunda edición, corregida, abril de 1999
© Agustín García Calvo
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Im preso y hecho en E spaña
ISBN: 84-85708-24-5
D epósito legal: M- 12.336-1999
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28850 T orrejón de A rdoz (M adrid)
RAZÓN COMÚN
EDICIÓN CRÍTICA, ORDENACIÓN, TRADUCCIÓN
Y COMENTARIO DE LOS RESTOS DEL LIBRO DE

HERACLITO

L EC T U R A S PR E SO C R Á T IC A S II
A

IR IS M U R D O C H .
que en The P h ilosopher’s Pupil
h a p in tad o com pasivam ente
la m iseria del filósofo c o n te m p o rá n eo ,
viejo y m alen am o rad o ,

S E D E D IC A
E S T A R E N O V A C IÓ N D E L A G U E R R A
C O N T R A T O D A F IL O S O F ÍA
O C IE N C IA D E L A R E A L I D A D ,
Y
B A JO N O M B R E D E E L L A
A
T O D A L A C O M U N ID A D
D E L A S M U JE R E S
Y SU S H O M B R E S
P R O L E G Ó M E N O S ......................................................................................................................................... 9
Λ Ο Γ Ο Σ Π Ε Ρ Ι Π Α Ν Τ Ω Ν — R A Z Ó N G E N E R A L Ο D E LAS COSAS T O D A S 29
Λ Ο Γ Ο Σ Π Ο Λ ΙΤ ΙΚ Ο Σ — R A Z Ó N P O L ÍT IC A o SEA D E g o b i e r n o s y d e
A L M A S ........................................................................................................................................................ 261
Λ Ο Γ Ο Σ Θ Ε Ο Λ Ο Γ ΙΚ 0 Σ — R A Z Ó N T E O L Ó G IC A O SEA D E R E LIG IO N E S
Y ULTIMIDADES........................................................................................................... 319
A PÉ N D IC E : O T R O S H E R A C L IT O S ........................................................................... 373
E P IL E G Ó M E N O S ............................................................................................................................................ 393

ÍN D IC E D E PA SA JES Y D E A U T O R E S ............................................................................................... 399


T A BLA D E C O R R E S P O N D E N C IA S ...................................................................................................... 410
PROLEGÓMENOS
1 C onvendrá tam bién que dejem os dicho, con las m enos palabras que se p u e ­
da, lo que p en sa m o s sobre la realidad del libro de Heraclito: pues, aunque a q u í ¡o
que nos im porta sea l e e r lo m ejor posible los restos que de él nos queden ου
citas de los antiguos, no puede uno razonablem ente desentenderse de! todo de k
cuestión histórica, m ás que nada p o rq u e ella, cayendo estr libro en un m u n d o la;
históricam ente constituido, vendrá a perturbar en la lectura a m uchos de los lecíc
res que nos acom pañen.
2 Es a saber, !o prim ero, que las sospechas, bastante difundidas estos últim o
decenios, sobre la realidad, autenticidad o historicidad del libro m ism o, esto
que los fra g m en to s que leem os puedan venir de veras de un libro escrito por
d ito en E feso alrededor del 500 antes de Cristo y de que p o r tanto las pocas *»/>
d a s que de él nos dan los antiguos, em p eza n d o p o r la de su peculiar m odo de e/¡
ción p o r depósito de un ejem plar en el tem plo de Árternis Efesia, sean ¡abulacionL,·
y las citas, tardías, que nos han llegado procedan m ás bien de alguna falsifica d o:.
ale¡ ndrina, tienen p o r fo rtu n a m enos fu n d a m e n to que el que podrían tener ios a.·
qucólogos para dudar de si hubo nunca en Efeso de veras un tem plo corno el ti.
A rtenus y si de él son indicio cierto de realidad los restos y capiteles sueltos q w o-
él se dice que nos quedan o son laboriosas jaoidacion.es las noticias que nos i'ego
del co m ien zo de su construcción algo antes de nacer Heraclito, de su incendio gh.
rífico p o r Herósirato a m ediados del siglo iv antes de Cristo > su destrucción po
ciertos godos en el ¡ti después de Cristo.
3 Pero el verdadero fu n d a m e n to para desconfiar de que podam os baenatneuu
leer siquiera los jirones que del libro nos ha dejado el curso de la M isiona esta ei
las alm as de los estudiosos de filosofía, o en sus regiones subconscientes, donde no
ticias de piedras entran sin inconveniente alguno, p ero con alguno tropiezan:, las re
zo n es; que, n o queriéndose leer, o que se lean p o r lo m enos em botadas con ciertc
desprestigio, se preferirá, m ejor que rendirse a la buena suerte que nos ha dejad
sonar algunas fó rm u la s hirientes de razón prefiiosófica o nredentífiea, pensar en a¡-
g ún anónim o erudito de la época helenística o del Im perio, que, rom piendo la pa­
sada capa de filo so fía o ciencia que ya entonces pesaba sobre las almas, se hubier
dedicado a falsificar con m aravilloso ingenio y arte acom pañado m ás insóli''.
m odestia un libro de Heraclito.
10 Razón común

4 N o es de extrañar: al fin es esa m ism a resistencia a la lectura de lo que puede


perturbarnos en nuestras creencias la que hace que en libros y escuelas se enseñe a
asimilar el p ensam iento reducido a serie histórica de opiniones (“Tales, el agua;
A naxim enes, el aire; Heraclito, el fu e g o ...”, com o ya desde Aristóteles y la p o ste­
rior doxografía), y es ello m ism o lo que ha hecho que, sabiendo que la obra de H e­
raclito era solam ente de la extensión n orm al de un libro, lib er o biblíon, y adm i­
tiendo que de ella n os quedan unos cientotrentaytantos fragm entos, sin embargo,
desde los prim ero s intentos· de J. B y water H eracliti E phesii reliquiae hace m ás de
un siglo (O xfo rd 1877), apenas se ha vuelto a intentar la ordenación (fue p o r el con­
trario una desgracia que a estudioso tan docto com o G. S. K irk se le ocurriera di­
vidir los frs. entre los “cosm ic fra g m en ts” y los otros, que es precisam ente la divi­
sión que m ás decididam ente debe n o hacerse, entre una Física y una Lógica, para
entender algo de la razón) y la recopilación p o r orden alfabético de citadores en
los F ragm en te d er V o rso k ra tik e r de D iels-K ranz ha consagrado el abandono, in­
fu n d a d o , del intento de leer las razones hilvanadas en algún razonable orden (del
único intento de ordenación p ropiam ente filológico, el de M . M arcovich H eracli­
tus. G reek T ex t w ith a S h o rt C o m m en tary M érida Venezuela 1967, ed. m inor ib.
1968, dispone a q u í el lector de una confrontación con los núm eros del que edito en
la tabla final, d o n d e tam bién se incluyen para ilustración los de las ediciones de los
estudiosos de Filosofía Ph. W heelw right H eraclitu s Princeton N. J. 1959 y Ch. H.
K ahn T he art and th o u g h t o f H eraclitus C am bridge 1979).
5 H abida cuenta de lo cual, veam os un p o co algunos datos sobre la realidad
del libro entre los antiguos.
6 D e que ese libro se leía en el siglo siguiente a su publicación (en copias m ás
o m enos fielm ente colacionadas con la que se consagró cd cuidado de la diosa) p o r
las islas jonias del Egeo, en A ten a s m ism a y hasta en la M agna Grecia, son testi­
m onios principales los siguientes:
el más rico y revelador, unos cuantos escritos de m édicos de la escuela de H i­
pócrates, tam bién en dialecto jón ico com o el de Heraclito, que no sólo im itan y aun
exageran la peculiar sintaxis antitética heraclitana, y algo p o r ende de la dialéctica
a la que servía, sino que adem ás ofrecen de vez en cuando form ulaciones que son
sin duda eco cercano de algunas que del libro se nos han transm itido p o r otra p a r­
te, dejándonos rastrear en algún otro pasaje resonancia de otros no citados directa­
mente, en especial el D e la d ieta, que es en ese sentido el m ás heraclitano, y que
sólo p o r no retrasar m ás la edición de este libro n o aparece a q u í editado y traduci­
do com o apéndice; dejando de lado la cuestión de cuáles de esos escritos puedan o
no ser posteriores al siglo V o incluso a Platón, co m o algunos sin grave fu n d a m e n ­
to han sospechado del D e la d ieta; y ju n to a los m édicos, el poeta Escítino de Teos,
que com puso una redacción en ya m b o s de lo que él entendía del pensam iento h e­
raclitano, de cuyos restos encontrará el lector en tres o cuatro lugares algún aprove­
cham iento;
luego, num erosas noticias de una escuela de heracliteos o heraclitizantes que tam ­
bién en A ten a s florecía y de la que fu e elem ento notorio Cratilo, p o r quien Platón
en su ju ve n tu d entró en relaciones con esa tradición; p e ro sobre todo Heraclides P ó n ­
tico, que p u b licó p o r entonces una exegesis del libro de Heraclito, que llegó a ha-
Prolegómenos 11

cerse lo bastante p o p u la r co m o para que en alguna com edia se hiciera alusión a


ello, según p u e d e ver el curioso lector en el A P E N D IC E ‘O tros H eraclitos’;
y en fin , en los centros de Occidente, unos cuantos ecos bastante ciertos de lec­
tura en las disputas de la com edia de E picarm o de Siracusa (com o aquella de “es
su m anera de ser para los hom bres genio divino", de que v. al n.° 118), y aquel n o ­
table pasaje de P arm énides (vv. 47-52, n.° 5, de nuestra edición),

... pues de esa vía de busca te rechacé la primera.


Mas luego de otra, a que ya mortales que no saben nada
se tuercen, cabezas de a dos: que falta de tino en sus pechos
les traza derecha la idea torcida, y van arrastrados,
sordos y ciegos al par, pasmados, tropa indistinta,
a quienes ser y no ser les da en sus mientes lo mismo
y no lo mismo, y hay ruta de contravuelta de todo. ,

en que la diosa se enfrenta claram ente con la lógica heraclitana, única a la que ra­
zonablem ente puede, en especial, referirse lo de “ser y no ser... lo m ism o y no lo
m ism o ” (v. a n.° 62), aparte de que el p alín tro p o s del últim o verso es una alusión
cierta al n.° 42; p o r m ás que ella, con el obligado m enosprecio (pues ella va a enun­
ciar, sólo que del derechas, lo m ism o que la razón hace del revés en el libro de H e ­
raclito), quiera atribuir esa lógica a un tropel de m ortales descarriados m ejor que
a la singular fo rm u la ció n de un libro, con gusto y disgusto para Heraclito, según
que esa tropa sean la m ayoría o generalidad de los hom bres engañados p o r sus
ideas o sean la co m u n id a d del lenguaje o razón com ún.
1 Y no es m u ch o m ás lo que, hasta los años de m adurez de Platón, puede ras­
trearse que revele la l e c t u r a del libro de H eraclito: un p a r de coincidencias
cercanas en los científicos, com o en A naxágoras la separación de todas las cosas
de su principio ordenador, que recuerda nuestro n.° 40; o las m ás insignificantes en­
tre algunos frs. de D em ócrito, co m o 53 ó 64-65, con los n .os 11 y 24; o la influen­
cia, m ás p ro fu n d a , en la lógica de Z en ó n de Elea, del que sin em bargo no tenemos
vestigios reveladores de lectura, aunque alguno se descubre en los razonam ientos
de M eliso (v. al n.° 68); ju n to con ecos m ás lejanos o dudosos en otros pensadores
y poetas, que p u ed en verse recogidos y largamente discutidos en R . M ondolfo - L .
Tarán E raclito. T estim o n ian ze e im itazioni, Florencia 1972, X L 1 -L X X X IV .
8 D e que Platón m ism o hubiera leído el libro (y eso que debía de circular p o r
A tenas en su ju ven tu d , sobre todo si atendem os a la noticia que da A ristón p o r D ió­
genes Laercio I X 11, de que un ejem plar le pasó para leer Eurípides a Sócrates) o
de que, habiéndolo leído en su edad tem prana, cuando andaba de conversación con
aquel Cratilo, ejem plo de los jóvenes heraclitizantes en A tenas, se hubiera m oles­
tado nunca luego, en m edio del fe rv o r poético del nuevo género, el diálogo socrá­
tico recién inventado, y entre el entusiasm o de quien se sentía fu n d a n d o esa nueva
cosa que iba a llam arse una Filosofía, en releerlo p o r los años en que escribió n in ­
guno de los diálogos, de eso no m e siento convencido p o r las escasas citas que en
ellos aparecen, evidentem ente de m em oria (y una que tiene trazas de literal, la del i
n.° 119, está en el H ip ias m ayor, de cuya paternidad debaten los estudiosos) ni p o r
los argum entos que se han elucubrado en tal sentido, y que pueden verse ib.
L X X X IV -C L V H I, d o n d e desprecia M o n d o lfo (p. L X X X I X ) las evidencias, que ya
12 Razón común

K. R einhardt apuntaba en P arm enides u n d die G eschichte d er griechischen P hilo­


sophie, Berna 1916, de contradicción entre alusiones platónicas (p. ej. a la supuesta
doctrina del flu jo universal) y form u la cio n es de H eraclito literalmente transmitidas,
o a propósito del fu eg o , cuya ausencia en Platón com o doctrina atribuida a H era­
clito hacía ya notar B a eu m ker P ro b lem d e r M aterie 1890, p . 22, refiriéndose al f a ­
m oso pasaje de Sofista 242 (v. a n .os 42, 52 bis y 81), llega M o n d o lfo a caer en el
argum ento circular de que, si la doctrina del fu e g o que m últiples veces aparece en
los escritos de P latón no se atribuye a H eraclito nunca, es p o rq u e todo el m undo
sabía que tal doctrina era de H eraclito, cuando parece bastante claro que esa nota­
ble ausencia es una de las pocas, aunque negativa, contribuciones de Platón al co­
nocim iento del libro, en p u n to a rechazar de H eraclito lo del fu eg o com o arché y
doctrina cosm ogónica, que sólo con A ristóteles debió de configurarse; p ero es Pla­
tón ciertamente culpable, en cam bio, de la otra fa m o sa dóxa heraclitana, la del flu^
jo perpetuo, que asom a en el C ratilo y en otros varios sitios, aunque la fó rm ula de­
finitivam ente consagrada para la H istoria, p án ta rh ei ‘todo flu y e ’, sólo aparece, a
m i noticia, en el com entador de A ristóteles Sim plicio, doctrina que, com o verá el
lector al entrar p o r los n .os 63 y ss., en m o d o alguno cabe (com o ninguna otra doxa
o doctrina pro p ia m en te dicha) en el libro bien leído, donde en todo caso tendría
que hi berse dicho algo com o p á n ta rhei te kai ërem eî ‘todo flu y e y está quieto’.
9 ' 7 en cuanto a Aristóteles, dedicado a fu n d a r una Ciencia que tranquilizase
a la H nanidad para m uch o s siglos respecto a las contradicciones que el pensa­
m iento ¡ reflo só fico o precientífico había descubierto en las creencias dom inantes y
en la Realiaad y que p o r ello no pod ía m enos de p o n er especial em peño en la his-
torificación y ; lalentendim iento de la razón heraclitana, según el lector com probará
a lo largo de la lectura de nuestros fragm entos, no podía naturalm ente ponerse a
leer el libro ni a sacar de él citas literales. E s bastante cierto que lo tuvo en su bi­
blioteca, al m enos cuando escribía el libro I I I de la R e tó rica , donde (1407 b) trans­
cribe la f r a:, e de su co m ien zo para ejem plo de la incertidum bre de la relación sin ­
táctica que trae consigo la de la pun tu a ció n (v. al n.° 1), aunque aun así no sin cier­
to descuido en la transcripción, de que en la anotación al n.° 1 verá el lector algu­
nos rasgos. M ás d u d o so es ya que se dignara tam bién consultarlo en el m om ento
de un p a r de referencias que hace en el D e sensu (n.° 50) y en la E tica de Nicóm a-
co (n .os 43 y 104). Pero desde luego, no debía de tenerlo a m ano en A so de Misia
(si es que es allí donde escribió lo que ha venido a ser el p rim er libro de los M etá
physikáj o no perd ió tiem po en desenrollar el volum en: p u es no m enos que eso im ­
plica la ram plona m anera con que, de un p lu m a zo (984 a 7) tocante al fuego, que
se atribuye juntam ente a H ípaso m etapontino y a H eraclito efesio (y así seguiría en
la doxografía posterior sonando insaciablem ente), se desentiende del pensam iento
heraclitano en ese recorrido de sus predecesores o prim era H istoria de la Filosofía;
y cuando en el libro I I I (1005 b 23) escribe lo de que “es im posible que nadie su ­
ponga que es lo m ism o ser y no ser, según algunos creen que dice H eraclito” (v.
n.° 62), ya con ese “según algunos creen que dice’’ (cuando a pocas pasadas le ha­
bría ofrecido el libro fó rm u la s com o las de los n .os 63-68, que le habrían hecho ai
m enos vacilar) denuncia explícitam ente la m ism a desatención y falta de lectura, que
eran necesarios para el d ifum inam iento y reducción a doctrina ingenua de una ló ­
gica hiriente que p udiera dificultar la fundación de una Ciencia positiva.
Prolegómenos 13

10 Otro cam ino, en vez del del olvido y desprestigio, el de la asimilación, es


el que siguieron los estoicos, que desde apenas fu n d a d a la escuela tom aron a H e ­
raclito p o r su predecesor dilecto y se apresuraron a desarrollar en fo rm a de doctri­
na, especialm ente cosm ológica, algunas de las form u laciones del libro, con el re­
sultado de que m uchas de las referencias, no citas literales, que nos han llegado en
la literatura y doxografía posterior nos ofrecen una espesa confusión entre posibles
ecos del libro de H eraclito y fo rm ulaciones de los estoicos viejos, de Z en ó n de C hi­
pre a Crisipo, tocantes a cosas com o los dos cam inos de evolución del cosm os, ‘para
arriba’ y ‘para a b a jo ’, y a la ekpyrósis o deflagración; aunque Cleantes, el rector
de la escuela entre Z e n ó n y Crisipo (m ediados del I I I ante C h r J nos ha dejado en
su H im no a Z eu s algunos útiles vislum bres de fó rm u la s probables del libro m ism o.
11 Y p o co s m ás testim onios de lectura del libro nos quedan hasta llegar a la
época alejandrina, a los años de fu n d a ció n de la Filología, de la Biblioteca y de la
Literatura en sentido estricto: un par de citas aceptablem ente fidedignas en Teofras-
to y otro p a r de ellas en P olibio (pues tam poco, en la rama heterodoxa de la C ien­
cia, parece que E picuro se m olestase en leerlo, según m uestran las refutaciones de
su fie l Lucrecio, y pese a los vestigios de alguna cita en los restos de los libros de
Filodem o de Gádara enterrados en H erculano), sin contar los dos preciosos lugares
que debem os al librillo D e m undo, que está en el corpus A ristotelicum , pero que
debe ser ya seguram ente de p o r los fin es de la era antecristiana (los años de E stra­
bón, de quien tam bién tenem os otras dos citas), si no querem os incluir com o testi
m o n io unos epigram as de M eleagro y de Teodoridas (v. a n.° 100), que al m enos,
si no lectura, nos revelan cóm o p o r esos años se había configurado la imagen de
Heraclito com o “p erro ladrador del p u e b lo ” y acuñado seguram ente el epíteto de
skoteinós ‘teneb ro so ’, que había de acom pañarle constantem ente desde entonces y
que se aprovecha así en aquel otro anónim o, probablem ente posterior, pero que al
m enos m uestra una presencia m u y material del libro y acaso el anuncio de una edi­
ción con exegesis:

No te des prisa el librillo a enrollar de Heraclito el efesio


en su varilla: en verdad, senda escabrosa de andar:
sombra es y tiniebla sin luz; pero si un iniciado
te guía allí, claridad más luminosa que el sol.

12 A s í que, en sum a, p o co sería, p o r esas citas m ás antiguas, lo que pudiéra­


m os rastrear del libro, si no fu era p o r lo que en los prim eros siglos del Im perio les
dio p o r releerlo y usarlo para sus diversos fin e s (a Plutarco y Sexto E m pírico y a
los santos padres de los ss. U-lll, H ipólito y Clemente, les debem os la m itad de los
fragm entos, y casi todos los m ás interesantes para el entendim iento de la lógica h e ­
raclitana; y de la otra m itad, casi todo son citas de otros literatos del Im perio o de
la A ntolo g ía de E stobeo) a los m odestos eruditos y rebatidores de herejes que p o r
entonces p u d iero n todavía leerlo en sus bibliotecas, públicas o privadas.
13 Y ese libro que ellos releyeron eran ya ciertamente ejemplares de un libro
doctam ente editado según las artes de crítica textual o filológicas que con la edad
alejandrina se habían desarrollado; pero no hay m o tivo para sospechar en ese tran­
ce m ás adulteraciones de las que podrían hacernos desconfiar de que, a través del
14 Razón común

m ism o proceso de fija ció n de un texto literario, estem os de veras leyendo los hara­
p o s de las canciones de Safó o las com edias de A ristófanes, que, com o toda la p o e ­
sía anterior, hubieron de pasa r p o r ese m ism o proceso para que pudieran seguirse
leyendo en los siglos literatos. M ás bien debe el lector recordar, para m ayor tran­
quilidad suya, que los doctos varones alejandrinos m ás fa m a tienen de haber peca­
do de hipercríticos a su vez sobre la autenticidad de sus textos que no de lo contra­
rio. Y en fin , bastaría con considerar los casos (bastantes, dada la escasez de citas
antiguas) en que se da alguna coincidencia literal entre las citas tardías de Sexto,
Plutarco, H ipólito o Clem ente con otras de Platón o Aristóteles (lo que se da en
los n .m 1, 42, 63 y 104) o al m en o s de Teofrasto (n.° 71) o de Cleantes y Filodem o
(n.° 84), o con E picarm o (n.° 118), p o r no contar posibles referencias vagas en los
antiguos a lo que aparece literalm ente citado en los tardíos (n .os 11, 50, 52, 57, 76,
81, 131), para confirm arnos en que el libro que vivía aún en las bibliotecas del Im ­
perio (hasta el siglo I I I ) es el m ism o que ya leyeron o p u d ieron leer los m édicos hi-
pocráticos, el cóm ico E picarm o, los p rim eros m aestros estoicos o Aristóteles y Pla­
tón, y desanim arnos de aquella idea, nacida de solo nuestro deseo de no leer razo­
nes, para no correr peligro de oírlas, de que hubiera habido entre los doctos ale­
jandrinos un falsificador anó n im o y genial, fabricante de un Heraclito apócrifo.
14 D e aquellos doctos varones voy a perm itirm e, en cam bio, nacer bastante
caso, para la ordenación y la interpretación de los restos del libro tal com o aquí,
lector, te ofrezco, de un p a r de noticias que nos han llegado de proclam aciones su ­
yas acerca del libro de Heraclito, que ellos leían aún entero y con la curiosa aten­
ción de eruditos no cargados de pretensiones filosóficas, noticias que, pese a lo poco
fiable del transm isor, n o veo ra zón para pen sa r que ni ellos ni él se hubieran in­
ventado gratuitamente.
15 A m b a s nos llegan transm itidas p o r D iógenes Laercio, ensartadas en su acos­
tum brado revoltijo cie noticias sobre vidas, escritos y doctrinas. L a prim era, que el
libro no era pro p ia m en te un Perl physeós o D ê rëru m n á tü rá o ‘D el m o d o de ser
de las cosas’ o, con anacronism o, ‘D e la R ealidad’, que no era — es decir— un tra­
tado científico, sino m ás bien un Peri politeíás o D é república o ‘D e la sociedad
hu m a n a ’ o ‘D e política y ciudadanía’, y que — lo que m ás m e im porta— las fo r m u ­
laciones peri physeós están puestas en él en calidad de ejem plos o m odelos: ésta se
nos ofrece, hacia el fin a l de la biografía ( I X 15), a nom bre del gram m atikós (e.e.
hom bre de letras, filó lo g o o crítico literario, p o r oposición a filósofos, científicos o
historiadores) D iódoto, del que no tenem os m ás noticia, pero que p u d o ser el m is­
m o D iódoto de Sidón que E strabón X V I 757 m enciona com o herm ano del filó so fo
peripatético Boeto, m aestro de E strabón m ism o, y de situar p o r tanto p o r la p rim e ­
ra m itad de 1 ante C hr. ; y he a q u í el contexto de la cita de Diógenes:

y muchos son los que comentan o hacen exegesis de su escrito (syngramma):


pues están Antístenes y Heraclides el Póntico, así como Cleantes y Esfero el estoico,
y además Pausanias el llamado Heraclitista, y Nicomedes y Dionisio; y por otro lado
entre los grammatikoí, Diódoto, el cual dice que no es peri physeós el escrito
(syngramma), sino peri politeíás, y que las (formulaciones) peri physeós están pues­
tas a título de ejemplo o modelo (en paradeígmatos éidéif'.
Prolegómenos 15

(y es del m ism o D ió d o to sin duda del que algo antes, I X 12, dice Diógenes que,
entre los varios títulos que varios le daban al libro, D iódoto lo llamaba

“timoneo exacto del nivel en el vivir”,

lo cual no es ningún título, sino un trím etro yám bico, que sugiere que la exegesis
de D iódoto estaba escrita en parte en ese verso, al estilo acaso de la vieja versión
poética de E scítino de Teos); de m o d o que no hay m o tivo para dudar de que el p a ­
recer de D ió d o to estaba fu n d a d o en lectura directa del escrito (que en cam bio D ió ­
genes Laercio seguram ente n o tuvo nunca entre las m anos), y, com o, p o r otra p a r ­
te, m ientras veo harto claros los m otivos que p o d ía n hacer a los filósofos, de A r is ­
tóteles en adelante, reducir la lógica heraclitana a una trivial especulación física o
cosm ológica, n o veo en cam bio ninguno para que un gram m atikós se inventara en
la intención inversa juicio tan chocante, no extrañes, lector, que, habiendo yo m is­
m o, antes de fija rm e en el pasaje de Diógenes, recibido la m ism a im presión acerca
de la condición de ejem plos de las m anifestaciones físicas en los fragm entos (ejem ­
plo s m ás bien de relaciones lógicas, p ero ello im plica tam bién que no p u ede la F í­
sica separarse de la política, e.e. de las ideas de los hom bres), haya dejado que tal
criterio rija buena parte de la interpretación (y aun ordenación) de los restos que te
dispones a leer conm igo.
16 L a otra noticia es la que se refiere a una división del libro en tres partes, y
la inserta D iógenes Laercio I X 5 del siguiente m odo:

“Y no siguió escuela de nadie, sino que dijo que se investigaba a sí mismo (n.“ 34)
y que de sí mismo lo había aprendido todo. Pero Soción dice que algunos dejaron
dicho que recibió enseñanza de Jenófanes, y que decía Aristón en su De Heraclito
que también se había curado de la hidropesía y había muerto de otra enfermedad;
y eso también Hipóboto lo dice. Y el libro que a su nombre corre es, en su conjunto
peri physeós (científico, sobre la Realidad), pero está dividido en tres discursos o
razones (lógous), en el general o acerca de las cosas todas (peri pántón), y uno de
política o ciudadanía (politikón) y uno de divinidades o religión (theologik ó n ). Y
lo llevó en ofrenda al templo de Artemis, etc.”

L a noticia p u ed e estar tom ada de Soción (Soción de A lejandría, que a com ienzos
del ¡i an te C hr. co m p u so una diadoché to n p h ilo só p h ó n o Sucesión de los F ilóso­
fo s, en que se esforzaba en ligarlos a todos p o r relación de discipulato, y que fu e
una de las principales fu en tes de Diógenes, aunque acaso no directa), que parece
ser el texto que estaba consultando D iógenes en el pasaje de nuestra cita, y ello a
pesar del p a so del estilo indirecto ( “D ice Soción que .... dejaron dicho que . . . . y
que decía A ristó n .... q u e ”) al directo ( “Y el lib r o ...e s ...”), p a so que en rigor ya
se había dado con “y eso tam bién H ip ó b o to lo dice”, siendo increíble que al tal H i­
pó b o to lo leyera D iógenes directamente; de m o d o que así (teniendo adem ás en cuen­
ta lo im probable de que “el libro que a su nom bre corre” pudiera referirse al tiem ­
p o de D iógenes, siendo m u y bien de referir al de Soción), podría venir de Soción
la noticia de la división en tres discursos o razones. Pero, proceda de él o no, no
viendo y o tam poco a q u í interés ninguno que pudiera p ro m o v er la invención de se­
m ejante cosa, y su poniéndola p o r tanto venida de observación sim plem ente de al­
16 Razón común

guien que leía el libro entero, he venido, coda vez con m ás confianza, adoptándola
(com o ya B y water el siglo pasado, antes del injustificado abandono del intento) para
que rija la ordenación (y la m ejor interpretación de algunos de los pasajes) de este
libro.
17 C uyos restos, lector, así ves presentados en tres lógoi o razones, uno p r i ­
mero y principal, en el que veo p ropiam ente el ejercicio de la lógica o dialéctica he ­
raclitana, con algunos de sus p arad eíg m ata o ejem plos, físicos o morales, inclui­
dos, y que era tam bién seguram ente el m ás considerable de extensión, y en el que
en todo caso edito unos tres quintos de los fra g m en to s que nos han transm itido los
citadores; uno segundo, que entiendo dirigido de entrada a la política inm ediata y
en especial al debute con los conciudadanos de E feso, pero extendiéndose luego a
proclam aciones en general sobre las condiciones sociales o hum anas, de política y
m oral juntam ente, según la tradición, luego continuada, que hace uno m ism o el tra­
tado del gobierno o desgobierno de la ciudad y de las almas; y uno tercero, no teo­
lógico com o un m o d ern o lo entendería (y que así les ha planteado a los estudiosos
problem a sobre có m o iba a separarse de la Primera Parte, con lógos m ism o lla­
m ándose th eó s a veces, según se plantea en la edición m ism a de D -K I p. 140 nota),
sino m ás bien co m o dirigido a la crítica de las creencias religiosas y de los cultos,
para term inar ocupándose del tem or que les sirve de m otivo y la cuestión de las ul-
timidades. Pero he p rocurado a! m ism o tiem po que los fragm entos se m e dividan
en las tres razones n o m eram ente p o r su tema, sino asim ism o p o r su tono, que es
evidentem ente distinto para el ejercicio fu n d a m en ta I de razón descubriendo las con­
tradicciones de la R ealidad (R a zó n per) p á n tó n j, para razón lanzándose a p rocla­
m aciones político-m orales, y para razón dedicada a una crítica de la fe, despiadada
para las religiones, piadosa para el tem or y error hum anos. Cabría incluso pensar
que el “está d ivid id o ” de nuestra noticia n o fu era de transm isión exacta y que lo de
los tres lógoi n o se refiriera c tres partes sucesivas del libro, sino o tres m aneras de
razón que el antiguo lector habría notado en él; pero esta vía m e parece m ucho me-
nos probable, y ello es que el intento de ordenar los restos en una prim era razón
general o de puro ejercicio de la lógica, seguida, a m o d o de com plem entos, por u n a
razor; sobre Sociedad y otra razón sobre religiones, m e ha dado m ás sugerencia ;
út'les que no estorbos vara una lectura y m ejor entendim iento de las 'itas y rodaias
que de! libro nos han quedado
lo Pocas otras in d ’racionet· de índole externa p u ed e « encontrarse en ¡ntn"< o
traía-· de reconstruir el p e d i d o libro. Unicamente, he pensado vu e debía nnpers<■
especiad atención en aquellos autores a lo'' que m ás n u m e o r a s citas les deb^m ^s, t.
saber, Sextf/ E m pírico. Plutarco, San C lem ente y San H ipólito, com o qu.· era d-°
for que con m ás certidum bre p o d ía m o s deducir que tenían, el libro en su hibliotrr
(o ios dos últim os en las públicas d e Alejandría y R om a) y podían directain/'π <rj ¡ee-
U:., ocasionalm ente o con frecuencia. Pero de esos citadores, las m uchas re[eren -
das, probablem ente literales, de Plutarco están dispersa·; p o r uno m ultitud de s o
ooñsrulos, y parece m ás probable para ίη caso su p o ner (e^m o clortimvnfe <.·· ¡n-
aparece para la. sarta de citas de M arc -> Aurelio en su A sí mismo.1 m u: h qve usahr
era un repertorio y casi fichero da citas aprovechables tnm adas λ lo !(/>-<»> a* -ne-'
lecturas; y tam poco las citas de San '.demente, teva rtid^s de h s i;h'">s <’ " d ‘ d'-
su ' $',rórr>?A* 'Tapicerías' o C entones' y en algún otro pasaje de sus o h ”os, ver-
Prolegómenos 17

miten sacar ningún hilo para sorprenderlo in fraganti en la lectura del libro m ism o
(sólo acaso en la ilación de los n .os 76-81-78podría rastrearse algo: v. a n." 76), y más
bien, para ese a b rum ador tesoro de citaciones de antiguos que es su obra, hem os
de suponer el m ism o recurso a notas o fichas, m ás o m enos ordenadas po r m ate­
rias. Y tam poco apenas, para Plotino, tenem os un vislum bre de que, escribiendo
entre I V 8,1 y 8,5 de las Enéades (v. a n.° 72) tuviera delante el libro.
19 A s í que p ien so que quedam os reducidos a los casos de Sexto y de H ipólito
para dar con algún sitio en que con cierta p ro b a b ilid ad p o d a m o s pensar en so r­
prender al citador transcribiendo, para un m ism o pasaje de su libro, varios del de
Heraclito que tuviera ante los ojos, y así ganar alguna indicación sobre el orden de
este libro.
20 En cuanto a Sexto, es cierto que, aparte de las citas lúcrales, en m últiples
pasajes de su obra (ese ilustre barrido de toda la filo so fía antigua que son sus Skep-
tiká, co ntra ios D ogm áticos, e.e. ontólogos, científicos y moralistas, y contra los
m atem áticos, e.e. gram áticos, rétores, matem áticos, astrólogos y m úsicos, más sus
Esbozos pirrónicos) recuerda actitudes de Heraclito o heracliteas, guiado justam en­
te p o r el propósito que en un lugar de los E sb. pirr. / 210-212 enuncia de librar al
escepticismo de la dependencia de Heraclito que algunos le habían atribuido, al p u n ­
to de pretender “los de en to m e a E n esid em n ” que la sképsis fu ese una vía para
llegar a Heraclito (postura que hem os de tener en cuenta para ju zg a r sus citas de
presuntas opiniones heraditanas, que, aun dentro de la estim able honradez que su e­
le m ostrar Sexto, tenderá a presentarlas más bien un tanto dogm atikôs o a m odo
de dóxai, para alejarlo de la pureza de toda opinión que ha de tener la verdadera
s k é p s i s y es cierto que esas presuntas opiniones, por configuradas que estén en la
tradición doxográfica y en la m ism a fidelidad de los que se declaraban hcracliíistas,
no dejan de darnos valiosas sugerencias sobre la lógica heraclitana, p. ej. tocante a
la relación de todo a parte (C. Phys. 1 337) o a l· coincidentia oppositorum fEsb
pirr, I 2 /6 ss.), o a la cuestión del tiem po (C. Phys. / / 216-233) aunque m uchas de
ellas aparezcan bajo la cauta fó rm u la "(los de en torno a) E nesidem o según H era­
clito": Encsidem o de C nos os, que enseñaba en A lejandría tal vez en tiem pos de C i­
ñ o 1·: cuanta que renovó y purificó la ".senda escéptica con sus re-
suspensio·■: de iodo ju ic ii,. con 'o cuai no parece que casen bien
las acusaciones en Sexto de un cierto dogm atism o heraditano. Pen,, sea ίο aue sea
■ que a Sexto k débanm e po. esa., referencias ind,rectas a ¡a ló­
gica nerachtanu, ello es one id fu tan soir/ en un tuga/, donde se rían tres citas li­
terales de M em ento seguidas, da miu\s haberse puesto a leer directamente e:
abro, y elle, es en ei pasaje A.dv. m ail 26 ss.. que corresponde al libro i de
ias refutaciones coniru ¡os lógico.> (es i...,.........ne aue. pese a que en un punto se le
dama, com o de ordinario, physikós ‘científico', se centre aquí, y no en ¡a parte C on­
tra ios Físicos', la atención sobre. Heraclito), y que reza así:

“T a i e s p u é s t a m b i é n io q u e dice E m p é d o d e s . r.i m u a H e r a c l it o , c o m o <i su vez


1c parecí.", q u e de do:-' i n s t r u m e n t o s e s t a b a dotac I < m b re par,-! eí c o n o c i m ie n to
n·- ■•■ciuiii), :..cti:>aao;¡ y ra zó n , c e a m b a s a !a sc u sa cio ii, de inoclo s e m e j a n t e a ¡os
r e e i t i ñ e o s n n l r s c i f a d o i , ia. d e ja d e s e s t i m a d a de m e r e c e r fe: y 'e·. la ras/xa» le q u e se
n o n e c o m e m e d i o d e i«icio {k n tr rio n ' . Y es así q u e la s e n s a c ió n la re fu ta c u a n d o
18 Razón común

),
dice literalmente... (n.° 12 lo cual era igual que decir ‘de almas bárbaras es prestar
fe a los sentidos faltos de razón’. 127. En cambio, a la razón la declara juez de la
verdad, no una razón de cualquier clase, sino la común y divina. Pero cuál sea ésta,
hay que explicarlo resumidamente. Que es que le place al physikós que lo-que-nos-
rodea (tó periéchon) sea lógico o racional y dotado de inteligencia. 128. Pero tal
cosa como ésa la proclama ya Homero mucho antes, al haber dicho ( Od. XVIII
136 s.).
Pues tal las ideas son de los hombres sobreterraños
cual cada día las manda el padre de hombres y dioses;
y también Arquíloco dice (fr. 68 D .) que los hombres
piensan su pensar tal como cada día lo manda Zeus;
y dicho está también en Eurípides ( Troad. 881) lo mismo:
Quienquier que seas tú, el oscuro de entender,
Zeus, ya ley de natura, idea de hombres ya,
a tí yo te rezaba.
129. Esa pués razón divina según Heraclito al tirar de ella con el respiro, nos volve­
mos ideativos (noeroí) , y en el sueño perdidos en olvido, pero al despertar, de nue­
vo inteligentes ( émphrones): que es que en el sueño, al haberse cerrado las entradas
sensitivas, se retira de la compenetración con lo-que-nos-rodea el poder ideativo que
en nosotros hay, salvándose sola la adhesión por medio del respiro, como si dijéra­
mos, una raíz (de aquella unión); y habiéndose retirado, abandona la capacidad re­
cordatoria que tenía antes. 130. Pero en el despertar, otra vez asomándose por las
entradas sensitivas como por sus ventanas y encontrándose con lo-que-nos-rodea, se
inviste de la potencia lógica o racional. Al modo pués que los carbones, al acercarse
al fuego, por alteración se vuelven inflamados, pero se apagan al retirarse, así tam­
bién el don ( moîra) que a nuestros cuerpos nos ha venido en hospedaje de lo-que-
nos-rodea, con la separación se vuelve por poco irracional, mientras que en virtud
de la compenetración a través de las múltiples entradas se constituye en semejante
al todo. 131. Esa razón común, en fin, y divina, y por cuya participación nos hace­
mos lógicos o racionales, es la que dice Heraclito criterio o medio de juicio. De ahí
que lo que a todos en común se les aparece, eso dice que es digno de fe (pues con
la razón común y divina se percibe), pero lo que a alguno solo le sobreviene resulta
falto de fe por el motivo inverso. 132. Dando pués comienzo a los escritos sobre la
Realidad {peripliyseós) el susodicho varón, y en alguna manera señalando a lo-que-
nos-rodea, dice (n.° 1). 133. Pues con esas palabras habiendo expresamente adelan­
tado que según participación de la razón divina son todas nuestras acciones y las
ideas que tenemos, tras haber recorrido antes (n .os 2-3) unas pocas consideraciones,
añade: (n.° 4). Y ésta no es otra cosa que explicación del modo de gobernación del
todo; por lo cual, en la medida que comuniquemos en la recordación de ello, esta­
mos en verdad, pero en cuanto nos apartemos a lo propio (de cada uno), caemos
en falsedad. 134. Pues ello es que de la manera más expresa declara también en esas
palabras medio de juicio la razón común, así como proclama dignas de fe las cosas
que en común y público se aparecen, como que se juzgan según la razón común, y
falsas las que a cada uno en privado se le aparecen. 135. Tal como esto también He­
raclito; en cuanto a Demócrito, etc.”

A s í que 1.a m anera m ás prob a b le en que, a la vista de este texto, entiendo la relación
de Sexto con el libro de Heraclito en la ocasión es la siguiente: prim ero, a propósito
Prolegómenos 19

de la consabida disputa ‘sentidos o ra zó n ’ que está historiando, se acuerda com o


pertinente del p a so n.° 12 y va a buscarlo en el libro para copiarlo, o tal vez lo tenía
apuntado ya; a continuación, se lanza, sin revolver m u ch o el libro, a una especu­
lación suya sobre lo que tiene p o r doctrina heraclitana, som etiéndola a los térm inos
configurados en la disputa de las escuelas, kritérion y to periéch o n entre otros, y
com enzan d o p o r desprestigiarla un tanto, al llam ar al autor physikós (y eso que la
exposición está, debidam ente, inserta en la refutación de los logikoí o epistem ólo-
gos), y al buscarle form u la cio n es equivalentes en los poetas, aprovechando la ape­
lación ‘d ivin a ’ (theíos) adosada sin discrim inación a la razón com ún, y en fin, apo­
yándose en recuerdo vago de las form ulaciones tocantes al dorm ir y despertar y a
la com paración con el fu eg o , dándoles una interpretación lo m ás física posible; lue­
go, m o v id o sin em bargo p o r la honradez y escrúpulo filológico que en él se aprecia
de ordinario, decide (desde § 132) volver a exam inar el libro, y desenvuelve para
ello al m enos el p rim e r tram o del rollo, de donde nos copia el pasaje del com ienzo
(n.° 1) y tras saltar, con advertencia expresa, unas pocas frases, añade algo de un
p oco m ás adelante del co m ien zo (n.° 4); se apresura a sacar de ahí confirm ación
para el pu n to doctrinal que le interesaba, la razón com o criterio de verdad, aunque
obligándose a una verídica anotación de lo com ún y público de tal razón; y con
eso, p o r desgracia, se contenta en p u n to a consultar el libro, y da po r cerrada la
cuestión de la lógica (para él m ás bien epistem ología) heraclitana. D e m anera que,
aparte de las preciosas indicaciones sobre el com ienzo, que en la edición de los fra g ­
m entos verás, lector, aprovechadas, p o c o p o d e m o s sacar tam poco de Sexto tocante
a la ordenación del libro.
21 L a otra ocasión en que parece que nos es dado acercarnos a un lector del
libro en el m o m en to de leerlo nos la brinda un pasaje de la obra P hilosophóum ena
ë k atà pasôn hairéseô n élenchos, ‘C onsideraciones filosóficas o Refutaciones de to­
das las herejías’, que se venía atribuyendo a Orígenes (así todavía en la Patrología
de M igne, que reproducía la ed. de E. Miller, O xfo rd 1851), pero que luego ha en­
contrado su padre p ro p io en San H ipólito, m ártir en R o m a en 235-36, después de
haber sufrido exilio en Cerdeña, obispo y últim o baluarte de la com unidad greco-
hablante de R o m a fren te a la triunfante, latinohablante y de influjo africano, diri­
gida p o r Calisto, contra quien especialmente se lanza el libro I X de la ‘Refutación'.
Se había dedicado H ipólito, entre otras cosas (p. ej. una C rónica, del m undo, de
la que tenem os la trad. lat. L iber g enerationis, y un A nticristo de p o r los años de
la persecución de Septim io Severo a com ienzos del siglo ¡ I I : una estatua de m ár­
m ol, con H ipólito en silla, en cuyo respaldo se conserva, en parte, la lista de sus
obras nos da una idea del asom broso núm ero), a la refutación de las herejías (con­
servam os algún otro libro, p . ej. contra Beroso, y noticia de que, antes de los Fi-
Iosofúm ena, había com puesto otro com pendio que recorría herejes, de Dosíteo a
N oeto), a lo largo de la cual refutación una Teología de Cristo com o Lógos (V er­
bum ) trata de desenredarse en su relación debida con el Padre.
22 Pues bien, en la vasta obra del É len ch o s, de la que se nos ha conservado,
p o r un lado, el libro I (el único conocido de antes, a nom bre de Orígenes, y al que
propiam ente corresponde el título de P hilosophóum ena) y p o r otro, los I V a X (des­
cubiertos a m ediados del pasado siglo), nos da prim ero H ipólito en 1 4 una breve
referencia de lo que él, en ese m o m en to , tenía p o r doctrina de Heraclito, m ezclan­
20 Razón común

do recuerdos acaso de alguna fó rm u la originaria con anécdotas com o la de H era­


clito llorando la suerte hum ana, que popularizaría L uciano, em parejándolo tam ­
bién, com o era tradicional desde Platón, con E m pédocles, y cargándolo con algu­
nos tópicos del gentry-lore antiguo, tal com o a q u í copio:

“...Eso Empédocles. 4. Y Heraclito, pensador científico o filósofo de la Realidad


(physikos philosophos), el efesio, lloraba el estado de las cosas todas, condenando
la necedad de la vida en general y de los hombres todos, y lamentando la vida de
los mortales. Pues él decía que sabía todas las cosas, y que los otros hombres nada
(¿eco del toús dé állous anthrópous del n.° 1 ?). Y también él pronunció opiniones
más o menos concordes con las de Empédocles, habiendo dicho que Motín y Amis­
tad son principio de todas las cosas, y fuego ideativo la Divinidad, y que venían a
encontrarse entre sí todas las cosas (guardando el emphéresthai de los MSS, corre­
gido también en symphéresthai ‘que concordaban’, sin más razón de la que habría
para corregir en diaphéresthai ‘que discordaban’: v. n.° 42) y que no se mantenían
quietas; y, tal como Empédocles, decía que todo el espacio que a nosotros toca está
lleno de males, y que hasta la luna los males alcanzan, pero que no avanzaban más
allá, como siendo más puro todo el espacio de sobre la luna. 5. Tras ésos surgieron
también otros científicos, etc.”

Pero, tras esas vagas y peregrinas referencias, luego, en el libro IX , a propósito de


la herejía de un tal N oeto de E sm irna, la cual había pervivido en R om a hasta su
tiem po, a través de dos generaciones de discípulos, E pígono y Cleom enes ( I X 7),
le entró a San H ipólito el bendito em peño de no sólo refutarla p o r las buenas, sino
dem ostrar que la doctrina de Noeto, lejos de ser cristiana y original, era en verdad
la de Heraclito el tenebroso; para lo cual, procede p rim ero a enunciar en general
la identidad entre la que él creía doctrina heraclitana y la de N oeto, así ( I X 8):

“Pues bien, aunque ya de antes queda expuesta por nosotros la dóxa o doctrina de
Heraclito en los Philosophóumena (el pasaje del libro I que he citado), me place sin
embargo volver a traerla para confrontación también ahora, a fin de que, por una
más inmediata confutación, queden claramente enterados los partidarios de ése ( Noe­
to} de que, creyendo ser discípulos de Cristo, no lo son, sino del Tenebroso.”

Pero es aq u í d onde estim o que, para cum plir tan pia d oso propósito, con loable es­
crúpulo y reconociendo que no tenía él en la m em oria los pu n to s de doctrina hera­
clitana a los que estaba em peñado en reducir la de N oeto, debió acudir San H ip ó ­
lito a los escriños de la biblioteca y sacar, para durable agradecim iento de los ve­
nideros, el libro; en el cual — eso sí— m e parece claro que procedió a buscar lo p r i­
m ero el lugar en que explícitam ente se hacía la identificación del Padre con el Hijo,
p u nto principal de la herejía que com bate, com o se vuelve a declarar al fin a l del
I X 10, después de la sarta de citaciones de H eraclito ( “Y que t a m b i é n dice
N oeto que es el m ism o el H ijo que el Padre, nadie lo ignora”); de manera que p ie n ­
so que hacen m a l los estudiosos m odernos al sospechar que “p a dre/hijo” sea en la
oportuna cita de H eraclito (n.° 47) un añadido de H ipólito, ya que, no siendo, p o r
un lado, nada extraña a la fo rm u la ció n heraclitana esa synállaxis ‘padre/hijo’, ella
debió de ser, p o r otro lado, la que ante todo m o vió al santo doctor a relacionar a
Heraclito con la doctrina de N oeto.
Prolegómenos 21

23 Por lo dem ás, las num erosas citas que a continuación en el pasaje nos da
H ipólito están todas en general escrupulosam ente copiadas, con m uchos rasgos del
dialecto jo n io conservados y m uchas peculiaridades de sintaxis heraclitana, y sólo
aparte de la cita m ism a se p erm ite ocasionalm ente el benem érito m ártir intentar de
pasada (pero con evidente prisa p o r acum ular los m ás lugares posibles) la interpre­
tación que las hiciera elocuentes a su propósito. Trate ahora el lector de imaginar
los m o d o s en que a lo largo del pasaje, de haber estado el libro de Heraclito orde­
nado tal com o lo edito, debió revolver el u olüm en San H ipólito (no es de creer que
fuera ya un códex, aunque p o c o después de p o r esas fechas debió de ser cuando se
pasó de una fo r m a de libro a la otra en el m u n d o antiguo), unas veces buscando
fó rm u la s pertinentes a sus fines, otras encontrándolas y, p o r ventura, transcribién­
dolas tam bién, aunque no lo fu era n tanto:

«9. Heraclito pués dice que es el todo divisible indivisible, génito ingénito, mortal
inmortal, razón eternidad, padre hijo [dios] (n.° 47: ‘dios’ acaso pegado ahí del ‘el
dios’ con que empieza el n.° 48). “Justo es, no a mí, sino al acuerdo prestando oí­
dos, estar concordes: inteligente es una sola cosa, saberlas todas” (n.“ 39) Heraclito
dice. Y que eso no lo saben todos ni lo reconocen, así en cierto modo se lo reprocha:
“No entienden cómo, difiriendo de sí mismo, consigo mismo concuerda: armonía de
contravuelta, tal como de un arco y de una lira” (n .“ 42). Y que razón (= el Verbo)
es siempre, siendo el todo y por todo, así lo dice: (n.° 1). Y que es niño (= el Hijo)
el todo y, por el tiempo eterno, eterno rey del universo, así lo dice: (n.° 85). Y que
es el padre de todas las cosas criadas génito ingénito, creación fabricador (imitación
del estilo heraclitano), oigámoslo a él cómo lo cuenta: “Guerra es padre... (n.° 45)” .
Y que es armonía tal como de un arco y de una lira (cita repetida del n.° 42; no se
impone que haya aquí una laguna, como sospecharon los primeros editores), pero
que es inaparente, el Invisible Incognoscible para los hombres, en esos términos lo
cuenta: “Armonía inaparente mejor que la aparente” (n.° 36): alaba y exalta en ad­
miración sobre lo que se conoce lo incognoscible de Él y lo invisible de Su poder;
pero que es visible para los hombres y no imposible de encontrar, lo cuenta en esos
términos: “En cuanto que es la vista (n.° 33) enseñanza para el oído, ésas son las
cosas que yo prefiero” —dice, es a saber, las visibles a las invisibles: a partir de ra­
zones suyas como ésas es fácil comprenderlo: “Engañados están” dice “los hombres
(n.° 10)”. 10. De ese modo Heraclito en igual suerte coloca y estima las cosas apa­
rentes que las inaparentes, como que vienen reconocidamente a ser una misma cosa
lo aparente y lo inaparente: pues ¿qué armonía? —dice— : “la inaparente mejor que
la aparente” (otra vez n.° 36), y también (volviendo al n.° 33) “En cuanto que la
vista es enseñanza para el oído”, (esto es, los órganos de los sentidos) “ésas son”
dice “las cosas que prefiero”, no habiendo preferido las inaparentes. Pues ello es que
tampoco tinieblas ni luz, tampoco malvado ni bueno, dice que sean cosa distinta H e­
raclito (anticipa citas de más abajo): censura, por ejemplo, a Hesíodo porque sabe
de día y noche: pues día —dice— y noche es una sola cosa, viniendo a declararlo
así: “ (n.° 31), que es que son una sola cosa”; y también bueno y malo (n.° 52 bis):
“Los médicos, por ejemplo” dice Heraclito “ (n.° 57)” . Y también derecho —dice—
y torcido es la misma cosa: “Recorrido de bataneros” dice “derecho y retorcido” (el
giro del implemento llamado ‘caracol’ en el batán, que es derecho y retorcido: pues
se mueve a la vez para arriba y en redondo) “una sola cosa es” dice “y la misma”
(n.° 59). También lo de ‘arriba’ y lo de ‘abajo’ es una sola cosa y la misma: “Cami­
no arriba, camino abajo, uno solo y el mismo” (n.° 60). Y también lo sucio y lo lim-
Razón común

pio dice que son una y la misma cosa, y que una sola y la misma son lo potable y lo
no potable: “El mar (n .“ 5 3 )”. Y proclama también reconocidamente que lo inmor­
tal es mortal y lo mortal inmortal por medio de razones como éstas: “ (n.° 67)”. Pero
proclama también resurrección de esa carne visible en la que estamos criados, y co­
noce a Dios como causante de esa resurrección, cuando dice: “ <n.° 132)”. Y cuenta
también que el juicio del mundo y de todos los que en él hay sobreviene por medio
del fuego, al decir así: “Pero todo lo timonea el rayo” (n.° 84; si bien puede ser,
como notó H. Frankel, que ésta y la siguiente cita quedaran anotadas al margen y
luego se introdujeran en el texto indebidamente, porque lo que corresponde a ese
anuncio es el n.° 80 que tras ellas viene), esto es, las dirige, llamando rayo al fuego
sempiterno; pero dice también que es inteligente ese fuego (n.° 75 a) y causante de
la administración de las cosas todas, y lo llama falta y hartura (n.° 75 b): y falta es
la ordenación según el fuego, y la deflagración hartura; “Pues todas las cosas” dice
“el fuego sobreviniendo las discernirá y las someterá” (n.° 80; entendido por Hipó­
lito como “las juzgará y condenará” ). Y en ese resumen (kephaláiói: ¿a saber, el
que yo he hecho?; o más bien ‘ese’ quiere decir, como otras veces en el pasaje, ‘este’,
‘el siguiente’, y se anuncia ahí de lejos la última cita que se va a dar?) ha expresado
toda de una vez su propia idea y a la vez también la de la herejía de Noeto he de­
mostrado (con sintaxis algo dificultosa, que ha llevado a correcciones, tal vez no ne­
cesarias) que no es discipula de Cristo, sino de Heraclito: pues que el cosmos pri­
mero es fabricador él mismo, viniendo a ser también de sí mismo creador, así lo cuen­
ta: “El dios (n.° 48), día noche, invierno verano, guerra paz, hartura hambre: todos
los contrarios juntos, ése es el pensamiento” (y sin que sea forzoso atribuir esas úl­
timas palabras a comentario de Hipólito, ahí entendía éste quizá el “toda su idea”
que él anunciaba arriba como para resumen) ; “pero se transforma (n.° 49), tal como,
cuando se une por mezcla de inciensos un incienso, se le nombra según el gusto de
cada uno” (algo chocante es también que tal cita se tome como implicando la anun­
ciada tesis de que el cosmos se crea a sí mismo: ¿se ha perdido acaso ahí alguna otra
cita, que tendría que ser la del n.° 81, que nos da San Clemente?). Y claro queda
para todos que los inteligentes secuaces de Noeto (ironía con juego de palabras en­
tre noétoús y Noétou; otros prefieren aclarar el juego corrigiendo anoétous ‘insensa­
tos’) y dirigentes de la secta, aun cuando puedan decir que no han sido discípulos
oyentes de Heraclito, es lo cierto que, al adoptar las opiniones de Noeto, a todas
luces los mismos principios reconocen y confiesan. Pues dicen ellos así: que uno solo
y el mismo Dios es fabricador de todas las cosas y Padre; y que, cuando bien le pa­
reció, estuvo aparente a los justos de los primeros tiempos, siendo él invisible: pues,
cuando no se le ve, es que era invisible (acaso de añadir con los primeros editores
“y cuando se le ve, visible” ), inabarcable cuando no quiere que se le abarque, pero
abarcable cuando se le abarca; así, según la misma razón, invencible (id. “venci­
ble”), ingénito (id. “génito” ), inmortal y mortal. ¿Cómo no van a denunciarse los
tales por discípulos de Heraclito?: ¿no es cierto que con esa misma expresión se ade­
lantó a especular el Tenebroso? Y en cuanto a que también proclama (seguro que
Noeto) que el mismo es el Hijo que el Padre, nadie hay que no lo sepa; y dice así:
“Así que, cuando no se había generado el Padre, con razón se le llamaba Padre;
pero, cuando le plugo soportar generación, una vez engendrado, vino a ser él mismo
el Hijo de sí mismo, no de otro”. Pues le parece que así se sostiene y prueba la mo­
narquía o poder único, al afirmar que hay una sola y la misma cosa que reciba nom­
bre de Padre y de Hijo, no el uno procedente del otro, sino él mismo de sí mismo,
por nombre, sí, llamándose Padre y también Hijo, según el giro de los tiempos, pero
que era uno solo ése que se apareció y soportó engendramiento de una Virgen y an-
Prolegómenos 23

duvo hombre entre los hombres, reconociéndose Hijo ante los que lo veían en virtud
de la generación que se había producido, pero sin ocultar tampoco a los que com­
prenden que era Padre; que ése, que, clavado a la pasión del leño, también a sí mis­
mo entregó el espíritu, habiendo muerto y sin haber muerto, y que a sí mismo al ter­
cer día se resucitó, el que estuvo enterrado en el sepulcro y fue traspasado por lanza
y aferrado con clavos, que ése es el Dios del Universo y Padre, eso es lo que cuenta
Cleómenes y su coro, metiendo en muchos la tiniebla heraclitana. 11. Esa herejía es
la que fortificó Calisto, etc.»

Pues bien, con esta transcripción de los párrafos pertinentes de la R efu tatio , creo
que tiene el lector m ás o m enos los m ism os indicios que y o para tratar de deducir,
a partir del hilvanam iento de esa veintena de citas (m ás tres repeticiones y un p a r
de posibles huellas de otros pasos), la m anera m ás probable en que, de estar los
fragm ento s en el orden que los edito, debió ir el santo doctor volviendo sobre el
u olüm en, y qué p u ed e sacarse de ello para vislum brar algunos tram os de ordena­
ción del libro. Parece al m enos bastante claro que, ju n to a algunas de las citas que
parecen, com o antes he dicho de la prim era, haberse ido a buscar para hacerlas ca­
sar con las principales afirm aciones de la herejía de N oeto, hay otras (y seguram en­
te la m ayoría) que, n o teniendo con la herejía m ucho que ver, que se nos alcance,
han debido de encontrarse al paso (estando probablem ente en los alrededores de al­
guna de las buscadas) y anotado p o r curiosidad m ás desinteresada.
24 P or m i parte (que sólo después de ordenados los fragm entos m e he vuelto
sobre este hilvanam iento de citas de San H ipólito, sin dejar que consideraciones e x­
ternas com o ésta p rim en sobre los criterios internos que m e han guiado en la orde­
nación), lo p rim ero que veo de llam ativo es que, con una sola excepción, todas las
citas pertenecen a lugares de la R a zó n General o Primera Parte del libro; de m a ­
nera que hay que pen sa r o bien que el ejem plar que H ipólito m anejaba no constaba
m ás que de esa parte (abundan en cam bio en San Clem ente las citas de las otras
dos) o que p o r m o tivo s de su polém ica teológica sólo a ésa prestó atención; y que,
p o r tanto, la excepción, el n." 132, o bien lo tenía apuntado de otras fuentes o, de
tener el libro entero, lo sacó de una ojeada ocasional al fin a l de todo el rollo, o bien
que m e he equivocado en la ordenación de ese fra g m ento y debería colocarlo en la
R a zó n General, cerca del n.° 84. Y luego, que la gran m ayoría de las citas se refie­
ren al centro (n .os 31 a 67) y al fin a l (n .os 75 a 85) de la R a zó n General, quedando
sólo fu era los n .os 1 y 10. A s í que m e veo obligado a suponer los siguientes pasos
en el viaje del santo p o r el volum en a lo largo de la redacción de su pasaje: L ”)
busca, p o r el centro de la R .G ., el paso ‘padre/h ijo ’ que le interesa, n.° 47, y ya p o r
esos alrededores del libro, ensarta los n .,K 39 y 42; 2 .a) procede a acudir, para una
explicación sobre Lógos o el Verbo, a lo que sabem os, p o r Sexto y Aristóteles, que
era el com ien zo del volum en, n.° 1, y pasa de ahí p o r violento salto a lo que he
ordenado com o últim a fó rm u la de la R .G ., n.° 85, que sabem os, p o r ejem plo p o r
Luciano, que era tópico heraclitano bien conocido, y así lo tenía tal vez el santo en
la m em oria; 3 .a) vuelve al centro de la R . G ., siem pre a la caza de las palabras 'H ijo ’
y ‘P adre’, y encuentra “L a guerra padre de to d o s”, n.° 45, con el que se le enlazan,
volviendo a recorrer el rollo de adelante atrás, el n.° 42 p o r segunda vez, el 36 y el
33, retrocediendo acaso hasta el n.° 10, el de H o m ero y los piojos, en busca de m ás
form ulaciones sobre lo de ‘visible/invisible’, p ero volviendo de nuevo sobre el 36 y
24 Razón común

33 y pasando de ahí al de H esíodo y la identidad de ‘día/noche’, ¡i." 31; 4.a) entrado


con esto en la cuestión de coincidentia o p p o sito ru m , busca m ás adelante en el rollo
la fórm ula general tocante a ‘buen o /m a lo ’, n " 52 bis, y a partir de ella, revolvién­
dolo ahora m ás bien de atrás adelante, ensarta los ejem plos de los n .os 57, 59, 60,
53 y 67; 5.°) viene ahora el a .” 132, de cuyas posibilidades de inserción he com en­
tado antes, pero en todo caso, torna ahora sobre el fin a l de la R. G. y pasa, más
bien de adelante atrás, p o r los anteriores al 85 citado al com ienzo, del n.° 84 al 75
en sus dos partes y al 80, siem pre en busca de form ulaciones sobre fu e g o ’; 6.°) y
en fin, cierra la sarta con lo que q uizá presenta co m o un resum en del pensam iento
heraclitana, n .m 48 y 49, que seguram ente no p o r casualidad es lo que sigue en m i
ordenación al n.° 47 con que dio co m ienzo a sus citaciones, habiendo acaso desde
entonces reservado ésta para final.
25 Juzga tú, lector, hasta qué p u n to te parecen naturales en el sanio erudito
m anejos tales de su libro: p ues no se trataba de buscar en esa sarta criterio positivo
para la ordenación de los fragm entos o confirm ación de la que te ofrezco, sino ver
si al m enos resultaba su hilvanam iento m u y discorde con m i ordenación, que se ha
venido haciendo en virtud de otros criterios bien diversos, fu n d a d o s —supongo
en un cálculo com binatorio sobre tas conexiones m ás probables entre los ciento tren-
taytantos fragm entos conservados, considerando, p o r un lado, lo que podía ser la
trama de un libro en el m o m e n to m ism o del establecim iento de una prosa literaria
en griego, p o co después de Ferécides y de A na xim a n dro, de ios que suele decirse
que fu eron los prim eros en hacer un libro en prosa (con cierta atención pués a la
trama de los libros en pro sa m ás cercanos que nos han quedado enteros, que sor,
ios discursos de G orgias, H elena y P alam ed es, el tro zo de le V erdad de A n tifo n tc
el sofista que los papiros nos han devuelto, el tratadillo de los D issoí lógoi, se<u:
ramente de p o r 400, la C o nstitución de A ten as, seguro que de algo antes, y a,
de las partes m ás tem pranas de ios R ecu erd o s de Jenofonte, p o r dejai de i
H eródoio y la historia en generat; pero ello pensando al m ism o tiem po que ei uu. o
de Heraclito era probablem ente m u y sui «eneris y m a l com parable con los naden
ie< veneros a < ¡'sai, y teniendo en cuenta, p o r otro lado, que la dialéctica <·<·».·
t/nc e¡: tu lib x · < n ileíble.. así com o se m anifiesta en la sintaxis de la.·· frases, a:·
debía iambic, Ί u <ú. m o d o inform ar ¡a estructura de¡ es< n ío eulero o de sus in .
R aion^s
v íuá" /v>)j se trataba por lo demás, r on ese experim ento s o in e e: pa.wi
de o an h ip ó lu o , de aprovechar Io últim a ocasión en el nernno (v la m ás clara) en
a w se n<>s o p e ría la oosibilidao de ¡m arinar a alguien teniendo entre sus mano.·
em ero el lib>O d': H ero d ’to: rates no hedió, entre las citas de autores más tardíos ou·'
nos injerían, testim onio fehaciente de que nadie leyera el libro después de los años
de San, Hipólito v San Clem ente de los com ienzos del siglo ¡H: y lo m ás probable
es que nunca llegara d libro a pasar a copiarse del rollo de papiro en la nuevo to>'-
Ί·,: libraria del cuaderno de hojas que le habría perm itido pervivir durante los s i­
guientes siglos tenebrosos n> entre los eruditos bizantinos tu en las escribanías d-
t·. v monasterios, f-'or to cual, doy con ello p or term inados estos prolegóm enos
toe ta realidad histórica del libra aue venían destinados a que consideraciones de
esa lava no te perturbaran dem asiado en et viaje a que le trivio de leer tos rest(>„
Proiegutnenos ¿5

<}ue dei libro nos quedan, com o si estuvieran escritos de ayer m ism o y para cual­
quier tiem po.

^βί) $s>>

27 P or lo dem ás, este libro se na com puesto de tal m anera que es más bien
dos libros y destinados a dos clases de lectores: pues, aparte del texto de los fra g ­
m entos m ism os, que se ofrecen escritos a m ano con caracteres de traza epigráfica,
en (razo grueso los que estim o con m ás p robabilidad restos literales del libro, en
trazo fin o los m ás dudosos, y con letra redonda cuando se trata de citas indirectas,
num erados consecutivam ente (junto a su n." se hace fig u ra r el d e lfr. correspondien­
te del D -K , cuya num eración se em plea com o base en la tabla fin a l de corresponden­
cias) y ocasionalm ente distinguiendo con ‘1.°’, ‘2."’, 3 / ’, lo que doy p o r partes con­
secutivas de un m ism o paso, y con ‘a \ ‘b ’ lo que presento com o posibles redaccio­
nes alternativas de uno m ism o, el resto de la obra aparece dividido en dos seccio­
nes: una, la que corresponde a los apartados m arcados con © (fuentes y testim o­
nios, a veces sólo posib les ecos, del pasaje) y con © (aparato crítico de variantes
en la transm isión y de conjeturas propuestas para el núm ero correspondiente, se­
guido m uchas veces de otras indicaciones críticas sobre el contexto de alguno de sus
citadores), está destinada a los filó lo g o s y concebida según las reglas de edición y
convenciones establecidas a lo largo de estos siglos de la tradición filológica m oder­
na; la otra sección com prende el apartado m arcado © , que es una traducción del
paso en espofcont (donde he procurado, entre las m últiples posibilidades, todas ine­
xactas, de traspaso de lengua a lengua, decidirm e p o r una sola, y sólo m u y ocasio­
nalm ente se dan versiones alternativas que responden a dudas de la interpretación),
y el m arcado © , o de com entario, exegesis del paso y razonam iento sobre él; y esa
sección se destina m ás bien a los lectores ignorantes de griego antiguo (por lo cual
en esas partes n o se usan tam poco caracteres griegos, y los térm inos griegos que en
el com entario deban usarse están transcritos) y n o interesado p o r las precisiones f i ­
lológicas, sin em bargo de lo cual, el apartado © consta norm alm ente de una p ri­
mera parte en que a tales lectores se les inform a de los avalares de la transmisión
del fragm en to correspondiente, traduciéndoles todo o lo más de los contextos en
que lo presentan sus citadores (tam bién p o r darles de paso un repertorio de curio­
sidades sobre los avatares del pensam iento a lo largo de los siglos de la Literatura
antigua), y de las posibles variantes o dudas en la m ejor lectura de su texto, antes
de pasar a una parte herm enéutica o de interpretación y de exegesis o glosa, en que
a m en u d o se incluye alguna observación sobre el enlace con otros fragm entos an­
teriores o siguientes, para terminar, cuando el caso lo pide, con una más libre p ro ­
longación de la razón correspondiente en nuevas razones, no ya sobre la razón,
sino sobre lo m ism o que la razón.
28 Y es así que cóm odam ente podría haberse publicado p o r separado un libro
con el texto de los fragm entos y los apartados © y © , y otro libro con los apar­
26 Razón común

tados © y © , cada u n o destinado a su p ú b lico correspondiente; sólo que la repug­


nancia que en m í ha ido de m ás en m ás creciendo contra la separación entre obra
para especialistas (donde m uchas veces aparecen vivas las contradicciones, dudas o
inseguridades que so n la tram a y p asión m ism a de la investigación de la verdad) y
obra de vulgarización (donde al vulgo se le ofrecen sim plificaciones, seguridades y
verdades com o p u ñ o s, que m ontan m uchas veces a tanto com o descarada falsifica­
ción) m e ha m o v id o a esta tarea un p o c o descom unal de p u blicar junta toda la obra
de lectura de la razón co m ú n heraclitana.
29 N o sé cuánta será la ayuda que esta labor aporte al m ejor entendim iento y
penetración de los fra g m en to s de ese libro, ya sea p o r la ordenación m ism a que p r o ­
p o n e (no quise de antem ano tener cuenta de las anteriores ordenaciones: pu ed e ah o ­
ra ver el lector p o r la tabla de concordancias del fin a l hasta qué p u n to le son ilus­
trativas las coincidencias o dis coincidencias), ya sea p o r las innovaciones en el texto
m ism o (no se cuentan desde luego con los dedos los lugares en que se ofrece aquí
una lección distinta de la sta n d a rd de D iels-K ranz o de K irk y aceptada usualm ente
p o r los estudiosos de Filosofía; p ero confío en que ninguna de esas innovaciones se
haya hecho a h u m o de pajas o p o r externo afán de novedades), ya p o r la herm e­
néutica con que p ro lo n g o cada fó rm u la de razón y entretejo el sentido de las unas
con ¡as otras. Pero, en cam bio, lo que n o debe esperar de a q u í el estudioso es m u ­
cha novedad en la aportación de fu en tes y testim onios: ni m i interés m ás vivo ni m i
disponibilidad de inform ación m e han p erm itid o m ucha rebusca en ese cam po, y
p o r el contrario, será p o c o lo que en el apartado © se encuentre añadido sobre las
referencias de la benem érita recopilación de R. W alzer y de los posteriores editores
que m e han precedido, sin que p o r ello dejen de hallarse a h í algunas am pliaciones
y correcciones de errores en el conocim iento de las fuentes. Y adem ás m e he p e r­
m itido aprovechar el que el libro de W alzer esté ahora disponible en reproduccio­
nes para los estudiosos, así com o la continuada reproducción del D -K y la apari­
ción del libro de M o n d o lfo y Taran arriba citado, para ahorrar aquí m ucho en las
referencias de las citas de fuentes, lo m ás sucintas posible, y en la aportación de bi­
bliografía de literatura secundaria sobre los frs. correspondientes, en la confianza
de que el lector interesado en ello p u ed e fácilm ente hallar en esas obras, p o r m edio
de la tabla de correspondencia con los núm eros de D -K , lo que en ésta no m e m o ­
lesto en repetir. H e preferido, en cam bio, en atención a la claridad y a la co m o d i­
dad de los lectores, no ahorrar dem asiado en espacio ni trabajo en cuanto a evitar
referencias repetidas en varios n .os y, en general, repeticiones en la redacción del co­
mentario.
30 Esta edición se ha beneficiado, especialm ente en la revisión del texto de fu e n ­
tes y testim onios, de la inteligente y generosa ayuda del Prof. A n íb a l G onzález, a
quien renovam os a q u í nuestro incontable agradecim iento; que se alarga tam bién a
don L u is Caramés y con él a la num erosa cofradía de cuantos han participado en
las sucesivas lecturas y discusiones públicas en que se ha ido hilando el entendi­
m iento de esta razón com ún. Otro tanto se debe al director de la editorial L U C I­
N A , que ha cuidado con escrúpulo verdaderam ente filológico la corrección del tex­
to y la pu lcritu d del libro entero; y tam bién a los directores de E F C A y en particu­
lar a don G regorio García García, que sin previa preparación para la com posición
en griego y a través de las com plejidades de los actuales procedim ientos tipográfi-
Prolegómenos 27

cos, ha desenvuelto una pericia equiparable a la de los doctos cajistas del Renaci­
m iento.
31 A los que ciertam ente no está dedicado este libro es a los historiadores de
la Filosofía, cuando precisam ente se dirige a procurar una m ás fie l y desnuda lec­
tura de los fragm entos, y la historificación del pensam iento, según al principio de
estos Prolegóm enos recordaba, ha sido, desde el co m ien zo m ism o de la Historia en
sentido estricto (el establecim iento de la Ciencia o Filosofía con Aristóteles), uno
de los m edios de am ortecer o secluir de la práctica al pensam iento, y al tom ar com o
objeto la razón, evitar que la razón hable.
32 H a y dos extrem os, en sum a, en la m anera de habérselas con estos restos del
escrito, que igualm ente m e repugnan. Consiste el uno en leer vagam ente los fra g ­
m entos, en usarlos caprichosam ente para dejar que vagas sugerencias vengan a en­
lazarse en el ánim o del intérprete con D ios sabe qué noticias o ideas que hayan allí
m ontado los azares de su cultura y de su vida, dando com o resultado lo que se lla­
m a una interpretación perso n a l (tan llenos de personalidad están los ám bitos de las
masas, donde, p o r ejem plo, un m e tte u r en scène, p o r m edio de lo que dicen una
lectura personal del M acb eth , decide, a costa de la obra, m ontar un M acbeth p er­
sonal suyo), esto es, m ejor llam ado, un acúm ulo de especulaciones filosófico-se-
m iótico-poéticas, tan lejanas de una lectura fie l y verdadera com o pueden serlo las
im ágenes divagatorias que unas borrosas líneas del libro de cabecera nos sugieren
cuando estam os quedán d o n o s dorm idos y casi se nos escurre de las m anos. Y en­
tiende, lector, que n o desprecio ese m o d o p o r veneración farisaica de las Grandes
O bras, que m e escandalice ver usadas p o r cualquiera para deleite suyo o m otor de
su pensam iento, ni p o r desdén de las originales genialidades que a tal lector acaso
se le ocurran, sino p o rq u e desconfío de tal originalidad, y p ienso más bien, com o
te dirán los p rim eros fra g m en to s de nuestro libro, que el abandono de uno a las
ideas personales, la idíe phróncsis que ahí se dice, es el cam ino más seguro para
venir a dar en lo trivial y dom inante, ya sea repitiendo a título personal lo que está
dicho, ya cayendo en una vaguedad y confusión de lenguaje que, al ser inútil para
afrontar o denunciar la Idea dom inante, sirva para aum entar el desprecio del len­
guaje m ism o (la ra zón com ún) y confirm ar p o r tanto indirectam ente dicha Idea en
su dom inio. L o cual m e parece lo m ás alejado de lo que desearía que tuvieras p o r
lectura, y tanto m ás triste ello cuando se trata de leer algo donde quiere hablar la
razón com ún.
33 Consiste el otro extrem o en encerrarse, no p o r m odestia filológica, que es
exactitud, sino p o r ladina o boba cobardía, en el cerco m ágico de la erudición, que,
m anteniendo la peste m edieval de las A utoridades bajo su nueva fo rm a de estar bi­
bliográficam ente al día, sustituye la lectura del texto p o r una acum ulación sin fin
de referencias a todo lo que sobre él se ha escrito y se está escribiendo y desvía a
la discusión de opiniones cultas la p asión que correspondía al entendim iento de la
razón originaria, a cuya lectura, m ientras procura el estudioso ser m u y de su tiem ­
p o y guardar las fo rm a s que a la seriedad científica corresponden, ya no se volverá
nunca. E s éste el gran m ecanism o que el orden académ ico y cultural tiene estable­
cido para alejar un libro del peligro de su lectura, recubriéndolo, bajo pretexto de
beata devoción, con una acum ulación de doctrina sobre el libro, al m o d o que se
encerraban en relicarios para colgar del cuello las páginas de los Evangelios que ya
28 Razón común

nadie leía ni tenía la Iglesia interés ninguno en que se leyeran: se trata de evitar p er­
turbaciones que al individuo, si lo hubiere, ingenuo y desprevenido (y p o r consi­
guiente al conjunto del O rden de que él es elem ento) pudieran venirle de leer un
libro que, pese a la escritura, venga acaso a estar vivo para sus ojos, y p o r ellos
para sus oídos y su lengua, reduciéndolo a cosa tan inerte com o, p o r ejem plo, un
capítulo de H istoria de la Filosofía: que, cuanto m ás se inform e uno de la cosa que
el libro era, m ás se aleja del peligro de entender la cosa de que el libro habla. L a
m aldición contra la polym ath ië o erudición científica de los H esíodos y Pitágoras,
a que oirás a la razón lanzarse en algunos fragm entos de este libro, p u ede siem pre
oportunam ente renovarse en desesperada defensa de las palabras que de él nos ha
dejado el Tiem po contra sus celosos historiadores y asim iladores a lo ya sabido.
34 A penas hay que añadir, lector, que lo que hoy te prop o n g o es un ten-con­
ten entre esos dos extrem os, intentando que la exactitud filológica m e ayude a co m ­
batir contra m i capricho, sin que ello m e arrastre a tantas eruditas curiosidades que
nos alejen de oír las razones de razón que a q u í queden resonando. Pues de eso es
de lo que se trata: de leer p o r las buenas los restos de este libro com o si no se h u ­
biera escrito hace 2.500 años, en la época de H eraclito de É feso y sus circunstancias
sociales, sino que estuviera escribiéndose ahora m ism o para ti, lector, según lo vas
leyendo, y hablándote de las cuestiones eternas, que son las m ás actuales siem pre
y, cuanto m ás com unes, m ás de veras tuyas. Q ue bien pu ed en así confundirse ac­
tualidad con eternidad: pues, para la operación de la razón com ún, 2.500 años no
son nada, y co m o ella m ism a oirás que dice, el T iem po es un niño.
Λ0ΓΟΣ
ΠΕΡΙ
ΠΑΝΤΩΝ

RAZÓN
GENERA^
o
DE LAS COSAS TODAS
1 D -K 1

T o V A E Λ<>Γ0ν, τονΔ' Ε0ΗΤ0<1 À E l\


A^VIÍETOI ΓΙΓΝΟΝΤΛΙ ΑΝ$Ρ4>ΡΟ| Μ Ϊ
Ρ Ρ Φ ^ Ε Η Η AHOV^Al ΚΑ\ ÍKOV^AJíT^
τ<> ρρ<£τ<>χ· rirK<>[iÉK^>Nf γλρ ρΧαγ-
T W KATÀ T-dN Α<>Κ>Ν Τ<>ΚΛΕ; .ΑΡΕΙ-
è-OÎKA^lK? PElf<*>MEN<>| Κ?ϊ ΕΓΕ“
m και ε ϊγ ^ κ T o m r m <>Koíwrr
kv4> Δ ΙΗ ΓΕΥ Μ Α Ι, ΚΑΤΑ 4>Vi W Δ'ΛΙ-
?έ<*>Η Ι'κα^τοκ καΊ o rÁ ^ N "
E X £1 . TOVf ΔΕ À / V k W j AM^f<yPOV^
ΛΛΝ^ΛΑΓΕΙ <>KÁjA ΕΓΕΡ^ΕΝΤ^ ΓΟΙ-
O V ^ m f ❖ K ^ P E f ’ <>K.<>$A EVAOATTE^
E P IΛ A N^ANONTAl .

© Sext. A d v . m ath. V II 132 : ένα ρ χό μ ενο ς γ ο ύ ν τώ ν π ε ρ ί φ ύσ εω ς ό π ρ ο ειρ η ­


μένος ά νή ρ κ α ί τρ ό π ο ν τ ιν α δ εικ νύ ς τό π ερ ιέχ ο ν φ η σ ί' «λόγου .... έπ ιλ α ν θ ά ν ο ν-
Razón común Heraclito

H ippol. R ef. IX 9, 3 : ό τι δέ λ ό γ ο ς έστιν ά εί το π ά ν κ α ί δ ιά π α ν τό ς ώ ν, οΰ τω ς


λέγει «του δε ...... εχει».
Clern. Strom . V i l i , 7 : ά ν τικ ρ υ ς δέ ό μέν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς «τού λόγου .... πρώ τον».
Vnae et E us. Praep. Εν. X III 13.
A rstt. lihet. III 5 : ό λω ς όέ δ ει εύ ά γνω σ το ν είν α ι τό γεγρ α μ μ ένο ν κ α ί ευφ ρα σ τον
(εστιν οέ τό α υ τό ), ό π ερ ο ί π ο λ λ ο ί σ ύνδεσ μ ο ι (έ χ ο υ σ ιν , ο ί δέ ο λ ίγ ο ι) ούκ εχου-
σιν ούδ·1 ά μή ρ ό δ ιο ν δ ια σ τ ίξ α ι, ώ σ περ τά Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ , τά γά ρ Η ρ α κ λ ε ίτο υ
δ ια σ τίξ α ι εργο ν δ ιά τό ά δ η λ ο ν είνα ι π ο τέρ ω π ρ ό σ κ ε ιτ α ι, τώ ύστερον ή τώ π ρ ό -
τερ ον, οίο ν έν τή άρχή α υ το ύ τού σ υ γ γρ ά μ α το ς' φ ησι γ ά ρ «τού λόγου το ύ δ ’ εόν-
τος άεί ά ξ ύ νετο ι ά ν θ ρ ω π ο ι γ ίγ ν ο ν τ α ι» ' άδη λ ο ν γ ά ρ τό ά εί π ρ ό ς ό π ο τ έ ρ φ (δ ε ι τώ
ύ σ τέρ φ ή τφ π ο ο τέ ρ ω ) δ ια σ τίξ α ι.

Cfr. Demetr. De elocut. 192 : xo δε σαφές έν πλείοσιν, πρώτα μέν έν τοϊς κυρίοις, έπειτα
έν τοϊς συνδεδεμένοις' τό δέ άσύνδετον καί διαλελυμένον δλον άσαφές πάν' άδηλος γάρ
ή εκάατου κώλου άρχή διά τήν λύσιν, ώσπερ τά Η ρακλείτου, καί γάρ ταΰτα σκοτεινά
ποιεί το πλεΐστον ή λύσις.
\melius in Εν. Joh. apud Eus. Praep. ev. XI 19, 1 : καί οϋτος αρα ήν ό λόγος καθ’ όν,
αίεί έόντα, τά γιγνόμενα έγίγνετο, ώς άν καί ο Η ράκλειτος άξιώσειε, καί νή Δ ί’ όν ό βάρ­
βαρος άξιοι έν τή τής άρχής τάξει τε καί άξια καθεστηκότα πρός θεόν είναι καί θεόν
είναι κτλ.

© ιο ύ δ ε λόγου scribo : τού δέ λόγου H ipp. : τού λόγου C lem ., A rstt. : λόγου
Sext. τού δ έο ν το ς H ip p ., C lem ., A rstt. (τού ό ντο ς codd. aliquot)
ιχε'ιοιη. Sext. ά ξ ύ νετο ι : ξετο ι H ip p . γίγ ν. ά ν θ ρ . : ά ν θ ρ . γίγ ν.
A rstt. ά κ ο ύ σ α ν τα ς H ipp. γ ινό μ ενο ν H ipp. π ά ν τω ν om.
Sext. ά π ε ίρ ο ισ ιν έο ίκ α σ ιν Sexti Ν : ά π ε ιρ ο ι έο ίκ α σ ιν Sexti cett. : ά π ε ιρ ο ί
είσιν H ipp. το ιο υ τέω ν ό π ο ια H ipp. δ ιη γ εύ μ α ι κ α τά φ ύσ ιν δ ια ι-
ρέω ν έκαστον Sext. : δ ιή γ ευ μ α ι δ ιερ έω ν κ α τά φ ύ σ ιν H ipp. ό π ω ς H ipp.

In Aristotelis textum: (εχουσιν οί δε ολίγοι) Diels collate Demetrio αΰτοϋ : αυτή


Richards όποτέρφ (δει ... προτέρφ) διαστίξαι suppleo : προτέρψ διαστ. Α :
όποτέρω διαστ. cett. : όποτέρφ (δει) στίξαι Victorius : ποτέρω (δει) διαστίξαι edd. :
διαστίξαι seel. Kassel.
In Ameli: Η ράκλειος corr. Zoumpos αξία : άταξία D (et N 1).

© ESTA RAZÓN, SIENDO ÉSTA SIEMPRE COMO ES,


PASAN LOS HOMBRES SIN ENTENDERLA, TANTO AN­
TES DE HABERLA OIDO COMO A LO PRIMERO DES­
PUÉS DE OÍRLA: PUES, PRODUCIÉNDOSE TODAS LAS
COSAS SEGÚN ESTA RAZÓN, PARECEN COMO FALTOS
DE EXPERIENCIA, TENIENDO EXPERIENCIA ASÍ DE PA­
LABRAS COMO DE OBRAS TALES COMO LAS QUE YO
Razón general 33

VOY CONTANDO, DISTINGUIENDO SEGÚN SU MODO


DE SER COSA POR COSA Y EXPLICANDO QUÉ HAY
CON ELLA. EN CUANTO A LOS OTROS HOMBRES, LES
PASA DESAPERCIBIDO TODO LO QUE ESTANDO DES­
PIERTOS HACEN, TAL COMO SE OLVIDAN DE TODO LO
QUE DURMIENDO.

© E l texto m ás largo lo da Sexto E m pírico (v. en © ) , que adem ás atestigua


expresam en te que éste e ra el com ienzo del tra ta d o , al decir “P o r ejem p lo , al dar
com ienzo a sus (c u e stio n e s) p é r i physeó s (e .e . de la n a tu ra o m odo de ser de las
cosas, o, an acró n icam en te, de la R e a lid a d ) el an ted icho varón y en algún m odo
señalando con ello a lo periéchon (e .e . lo circundante, u n a expresión cara a Sex­
to , que re p e tid a m e n te identifica con ella el lógos h eraclitano, com o insistiendo en
lo que an acró n icam en te diríam os su o b jetiv id ad ) dice ‘— Ta mb i é n A ristóteles
lo indica cuando, al sacar en su Retórica la p rim era p a rte del texto (hasta “sin e n ­
te n d e rla ”), dice que está “en el principio de su tra ta d o (o lib r o ) ” poniéndolo así
com o ejem plo de la oscuridad que pued e n acer de la falta de conjunciones (pero
ello es po rq u e la escritu ra no registra suficientem ente las entonaciones gram atica­
les de la lengua h ab lad a, que h ab rían resu elto la duda; sobre la ascripción del ‘siem ­
p re ’ vuelvo m ás ab ajo ) del siguiente m odo: “Y en sum a, debe ser lo escrito fácil
de leer en alto y de pron u n ciarse con sentido (que es la m ism a cosa), cosa que la
abundancia de conjunciones (c o n sig u e ), y no lo consigue (la escasez de ellas), ni
tam poco los textos que no es fácil p u n tu ar, com o son los de H eraclito. Pues tra ­
bajo es p u n tu a r las frases de H eraclito debido a no e star claro a cuál de las dos
p artes, a la p o sterio r o a la an terio r, p erten ecen los térm inos, com o en el com ien­
zo del libro m ism o: pues dice ‘Siendo la razón esta siem pre ininteligentes siguen
los hom bres sien d o ’: pues no está claro el ‘siem p re’ con cuál de los dos térm inos
(el siguiente o el p re c e d e n te, h ay ) que separarlo p o r p u n tu ac ió n ” ; y esta relación
de la sintaxis suelta con la oscuridad heraclitan a (que ya ahí se configura en tópi­
co) la recoge el tra ta d o p erip atético Sobre la expresión, que se atribuía a D em e­
trio F alereo: “Y la claridad está en la ab u n d an cia, en prim er lugar, de los térm i­
nos principales, y luego, de los elem entos de conexión: por el co n trario , todo con­
ju n to asindético y d esenlazado es siem pre oscuro: pues no está claro, debido a la
soltura, el com ienzo de cada m iem bro; tal com o las frases de H eraclito: pues tam ­
bién a ésas las hace ten eb ro sas las más de las veces su so ltu ra” . San H ipólito cita
hasta “qué hay con e lla ” , y en su sarta de citas d estinadas a d em o strar que la h e ­
rejía de N o eto era heraclitan a (v. P rolegóm enos), introduce ésta in terpretándola
en teología cristiana así, p a ra evidenciar la herética confusión del V erbo o Hijo
con el P ad re y con el Ser todo: “Y que lógos (o V e rb o ) es siem pre el to d o , y de
todo en to d o siendo lo que es, así lo dice ‘— ’” . L a cita de H ipólito (v. en © ) nos
ha llegado desfigurada p o r unos cuantos erro res de escritura, que son sin em bargo
fáciles de subsan ar com o faltas inintencionadas; la de Sexto da algunas m uestras
de un cierto ap resu ram ien to en la transcripción. E n cuanto a San C lem ente, cita
34 Razón común — Heraclito

tam bién en sus Strom ata o C entones la p rim era p a rte , opon ién d o lo a las fantasías
poéticas so b re Z eu s q u e h a citado antes: “P ero d irectam en te fren te a ello, H e ra ­
clito ‘P ero siendo la razó n esta siem p re’ dice ‘siguen sin e n te n d e r los hom bres, ta n ­
to ... o írla’” ; y de ahí to m a la cita E u seb io ; el cual, en fin, en o tro lugar de su
Preparación Evangélica recoge u n eco del p asaje en el plo tin ian o A m elio: “Y ésa
era, pues, la razó n según la cual, siendo ella siem pre, suceden las cosas que su­
ceden, com o p u ed e que tam b ién H eraclito estim a ra ” .
L eo p o r p rim e ra vez la p rim e ra p a la b ra com o el m ostrativo toûde, ‘de este ’,
que in m ed iatam en te se re p ite , to m án d o lo del toü dé de H ipólito (‘y d e l’); si no,
hab ía que o p ta r o p o r to m a r e sta lección de H ipólito y so sten er que el libro em ­
p ezara con u n a p artíc u la de enlace (com o si, en vez de ser un m onum ento de los
com ienzos de la p ro sa literaria, fuese un opúsculo de sofisticado coloquialism o de
un siglo m ás ta rd e , d o n d e p o d ría caber tal ju e g o , com o se da de hecho en el co­
m ienzo del E co n ó m ico de Je n o fo n te , au n q u e con la intención sin du d a de que el
dé indicara u n enlace con los o tro s m em orabilia socráticos), o bien acep tar las lec­
ciones sin dé de A ristó teles y San C lem en te (y ya incluso sin el A rt. toû la de Sex­
to ), que a to d as luces son sim plificaciones inducidas p o r no h a b e r ya en tendido el
juego del m ostrativo re p e tid o de ese m odo (m ientras que no se en tiende por qué
H ipólito, con la m a n e ra que in tro d u ce su cita, iba a añ ad ir un dé).
P o r o tra p a rte , esta insistencia en el ‘e ste ’ (p o r tercera vez en el “según esta
ra zó n ” de la frase siguiente) m e resu lta o p o rtu n a y cong ru en te con lo que el p e n ­
sam iento hace en este libro: es claro que “esta ra z ó n ” es al m ism o tiem po ésta
que se da en tod o s los procesos reales, con la q u e los h o m b res, com o se rep etirá
en los frs. siguientes, se tro p iezan a cada paso, y ésta de este libro, razón que es
p ro piam en te la que h a b l a aquí ella m ism a, p o r más que, ciertam en te, el p ro ­
nom bre ‘yo’ (com o aquí m ás ab ajo y en n .os 33, 34, 39, 40, 91) siga usándose para
ap u n tar al que lo escribe, esto es, H eraclito , si m alam ente se q uiere, que no se
debe, confundir el p erso n aje histórico de H eraclito de É feso con ese ‘yo’; pero lo
que H eraclito y razón desean de consuno es que ‘esta ra zó n ’ sea ésta de la reali­
dad y ésta de este razo n am ien to ju n ta m e n te ; y el ‘e s te ’ en lo que insiste es en esa
su presencia in m ed iata, aquí, en los dos sentidos; la cual presencia (“in m anencia”
diría acaso algún filósofo) es co n trad icto ria, y p o r ta n to , según su propia lógica,
concorde con el hecho de que la razón esté (v. en n.° 40) “se p a ra d a ” de todas las
cosas.
N os hem os q u ed ad o con el térm in o ‘ra z ó n ’ p a ra trad u cir lógos, con tan d o m ás
que nada con que en español ‘ra z ó n ’ se usa tam bién p ara referirse a actividades
lingüísticas, discursos, cuen to s o razo n am ien to s, así com o se cuenta con el uso a rit­
m ético de ‘ra z ó n ’, que tam bién es p e rtin e n te p a ra lógos (com o aparece evidente
en n .os 78 ó 107): pues ello es que este lógos, que no es m ás que el nom bre del
verbo légó, que dice ju n ta m e n te ‘c o n ta r’ de ‘c u e n ta ’, ‘c o n ta r’ de ‘c u e n to ’, ‘d ecir’,
‘calcular’, ‘ra z o n a r’, y a quien se llam a p o r diversos m otes ‘ad m inistrador de to d o ’,
‘divinidad’, ‘g u e rra ’, ‘fuego in te lig e n te ’, com ún a tod o s los hom bres y extraño p ara
ellos gen eralm en te, no es o tra cosa que len g u aje (si el lenguaje p u ede m en cio n ar­
se a sí m ism o sin convertirse en o tra cosa), y p o r ta n to a la vez ordenación, por
oposiciones y correlacio n es, y a la vez actividad de habla lógica, razón raciocinante.
No hace falta que el com ienzo se en tie n d a com o construcción de G enitivo ab ­
Razón general 35

soluto ( “S iendo este lógos sie m p re ...”), sino que el G enitivo depen d e en com ún
de los verb o s ‘o ír’, p a ra los q u e ese régim en es n o rm al en griego, y del axynetoi,
‘in in telig en tes’, ‘incapaces de e n te n d e r’, que com o A d j. verbal negativo de xynië-
m i (y la p a la b ra es im p o rtan te: pues no ten ien d o con el A d j. x y n ó n ‘com ún’, que
aparece en el fr. siguiente, m ás relación etim ológica que p o r el prefijo xyn-, del
que xy n ó n es p ro b a b le m e n te u n d erivado, H eraclito hace sin du d a juego etim o­
lógico con am bos, de m o d o que axynetoi suene a algo com o ‘incom unes’, por no
decir ‘in co m u n ican tes’) p u ed e tam bién te n e r ese régim en de G enitivo.
E n cu an to a la relación sintáctica del aei ‘siem p re’, e ra problem a ya para A ris­
tóteles, com o h em os visto antes. P ero la d uda de A ristó teles, y de m uchos que en
ella le han seguido (v. sen sata reseñ a en W. C apelle ‘D as erste F ragm ent des H e-
rak leito s’ H erm es L IX — 1924— 190-203, que razo n a p o r su p a rte la adscripción
del ‘sie m p re ’ al ‘sie n d o ’), d ep en d e en gran m edida de que se adm ita o no para el
lenguaje de H eraclito un uso de ‘sien d o ’ (de la C ópula esti ‘es’ convertida en V e r­
bo) com o ab so lu to , esto es, com o si ‘se r’ tuviera de p o r sí algún significado; p ero
ese uso m e p arece filosófico, fundado en el atrev im iento de la diosa de P arm éni­
des de decir E S sin m ás com o única predicación v e rd ad e ra, y extraño p o r tanto a
lenguajes prefilosóficos com o el de H eraclito , donde “siendo siem pre” ni podría
valer, en d ialecto teológico m o d ern o , p o r “existiendo siem p re” (o tra cosa son usos
com o el del h o m érico theoi aién eóntes ‘dioses siem pre-vivientes’, según he de ex ­
plicar en o tro libro) ni tam poco, faltando un localizador, por algo com o “estando
(¿aquí?) sie m p re ” . P o r o tro lado, hay dificultades p a ra unir el aei, con su valor
más bien de rep etitiv o , con lo siguiente, “u n a y o tra vez resultan ininteligentes” ,
pese a que se haya alegado que los “antes d e ” y “después d e ” que siguen sean el
doble desarro llo de ese “siem p re” ; y adem ás ¿qué sería entonces del “siendo esta
razó n ” al q u e d a r, sin el “siem p re” , más absoluto todavía? E n todo caso, leyendo
com o lo hago, de m o d o que el “sien d o ” tenga su P redicado “ésta ” , aunque sea
de identid ad con un S u jeto “e sta ” , aquella duda pierde m ucho de su fundam ento.
D espu és aparece la p alab ra physis, que ap u n ta a algo com o ‘m odo de ser’, ‘de
hacerse’ o ‘de estar h e ch o ’, de la que arrib a he dicho (a propósito de que Sexto
designaba el escrito de H eraclito com o tra ta n d o acerca de eso, con lo que no h a ­
cía m ás que darle com o cuasi título el que se les da a todos los escritos de los pre-
socráticos, que es el que luego llevan otros ya científicos, com o el de E picuro, y
que L ucrecio tra d u jo con De rerum natura) que p o d ía, cau tam en te, relacionarse
con el térm in o m o d ern o de ‘re a lid a d ’, y que es tam bién de la que en el n.° 35 va
a decirse que gusta de esconderse: aquí el “según n a tu ra ” se refiere a la operación
de distinguir o diaíresis q u e, en p alabras y en hechos, dice H eraclito que él reali­
za, esto es, la razón a través de él: pues ello es que de la razón son las dos o p e ­
raciones lógicas de distinguir lo uno de lo o tro , fu n d am ento de to d a definición de
seres o realid ad es, y d e d escubrir q u e lo uno e ra lo o tro ; y esa contradicción de
am bas operaciones es el m ovim iento m ism o de esta razón o prim era lógica, com o
se verá en acto en los principales de los fragm entos.
E n cuan to al “los o tro s h o m b res” , h a d ad o tam b ién sus q u eb rad ero s a los in ­
térp retes: pues p arece de p rim eras que d ebía e n ten d erse por oposición al “yo” que
en la frase inm ed iata a n terio r aparecía, de quien he insinuado que, más que b ru ­
tam en te identificarlo con el H eraclito histórico, será sim plem ente ‘yo p o r quien
36 Razón común — Heraclito

la razón h a b la ’; p e ro la arrogancia ap a re n te de la expresión sería algo chocante,


y no justificada p o r o tras q u e de H eraclito se nos h ayan transm itido. N o he q u e­
rido con la trad u cció n pro n u n ciarm e sob re este p u n to , sino que he p ro curado d e ­
jarla tan am bigua com o el original, d ejan d o que p u e d a e n ten d erse el “los o tro s”
m ás bien p o r oposición con aquellos o tro s h o m b res de m ás arrib a, que tard an en
en ten d er, p u esto q u e no en tie n d e n ni antes de h a b e r oído esta razón ni a lo p ri­
m ero tras h a b e rla oído: éstos de aquí, q u e son sin d u d a los m ism os a los que va­
rias veces se alude con “los m ás” , es decir la g en eralidad, p e ro no la to talid ad , de
los hom bres, serían en cam bio los que ni siquiera llegan a oír razón ni a ponerse
en peligro de e n te n d e rla al fin.
L a relación de los h o m b res con su len g u aje, am bigua, p u esto que el lenguaje
es de todo s, en cu an to q u e n o es de nad ie en p a rtic u lar, p ero de tal m odo que
cada uno y “los m ás” están co ndenados a no ser conscientes de ello, de la g ram á­
tica y lógica de su lengua, ju sta m e n te p a ra que vivan en la ilusión de que la R e a ­
lidad de que h ab lan es in d ep en d ien te de y ex terio r a su lenguaje, tales son las re ­
laciones que razón desea fo rm u lar antes que n a d a en éste y los siguientes n .os del
libro.
Es de n o ta r, al final, la com paración de la inconsciencia de los hom bres en ge­
neral sobre lo que h acen desp ierto s con el olvido en que cae lo que hacen en sus
sueños: que el “N o sab en lo que h a c e n ” e ra u n a co n stan te del libro, ap arte de la
confrontación con n .os 9 y 11, p arece indicarlo el p asaje, seguram ente im itativo,
del hipocrático D e uictu 5 “Y las cosas que hacen no las saben, y las que no hacen
les parece sab erlas” , au n q u e aquí el S u jeto no sean los hom bres solos y deba com ­
pararse con el paso de ib. 11, d o n d e dice “pues la m ente (fióos) de los dioses les
enseñó a los h om bres a im itar lo p ropio de ellos m ism os de m odo que conozcan
lo que hacen y no conozcan lo que im itan ” ; p o r o tra p a rte , que para revelar esa
relación de los h om bres con sus acciones (inconscientes o m ás bien autom áticas
— diríam os n osotros) gustaba H eraclito de servirse de analogía con los sueños, lo
m uestran tam bién los n .os 5 y 100; p ero es aquí rev elad o r cóm o se con trap o n en
las dos form as v erbales, lanthánei p ara los desp ierto s ( “se les o cu ltan ” , “les pasan
desapercib id as” , “escapan a su conciencia” o algo así) y para los durm ientes epi-
lanthánontai, que es p ro p iam en te la Voz M edia del m ism o v erbo, p o r tanto “se
pasan desapercibidos a sí m ism os” , de d o n d e “se o lv idan” : es pués el olvido o des­
enten d im ien to de las acciones del en su eñ o , que trae consigo la escisión en tre el
su jeto d u rm ien te, al d esp ertar, y el sujeto soñ an te de acciones tales, lo que se com ­
p a ra con la relación de los sujetos desp ierto s con sus acciones, que im plica una
escisión tam bién en tre el su jeto de las acciones y el de la conciencia. M ás ha de
verse sobre esa analogía en lo que sigue (n .os 4-7).
Razón general 37

113 D-K 2
%VN<>K E ^ ri fVV?l T<> ΦΡΟΝΕΕΙΝ.

© Stob. Flor. I l l 1, 179 p o s t quinque alias sententias (n .os 40, 28, 103, 56, 99)
et ante duas alias (η .05 3, 107), q uarum o m n iu m ad caput Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ .
Plot. E nn. V I 5, 10 : κ α ι γ ά ρ κ α ί τό φ ρ ο νεΐν π ά σ ιν ό λ ο ν δ ιό κ α ί «ξυνόν τό φ ρ ο -
νεΐν» , ού τό μεν ώ δ ε, τό δέ ώ δ ί ον.

© π ά σ ι om . Plot, (sed habet in clausula p riori sua) φ ρ ονεΐν Plot.

© COMÚN ES A TODOS EL PENSAR.

© C om o S exto, tras la cita del n.° 1, sigue “Pues, habiendo con esas palabras
exp resam en te sostenido que es p o r participación de la razón divina com o lo h a ­
cem os tod o y lo ideam os, tras p asar p o r unos pocos otros pu n to s, añade (cita del
n.° 4 ) ” , cabe m uy b ien , y es p o r lo dem ás sum am ente p ro b ab le, que este fr. con
el siguiente fu eran aquí, m uy cerca tras el n.° 1 y tal vez in m ediatam ente ante el
4. E sto no lo reconoció B yw ater p a ra su o rd en ació n , pero ya W alzer apunta p ru ­
d en tem e n te en la n o ta al n.° 1, p. 41, “Seguiva forse B 113(?), B 114, B 2” , es d e ­
cir, el o rd en que aquí seguim os. Y debe este fr. unirse de inm ediato con el n." 3,
no ya po rq u e vayan seguidos en el florilegio de E sto b eo (lo cual poco más que
nada indica), sino sobre to d o p o r el evidente juego de palabras entre el xynón ‘co ­
m ú n ’ de éste (de cuyo ju eg o a su vez con axynetoi v. en © al n.° 1) y el xyn nóói
‘con ju icio ’ con que el n.° 3 em pieza (aunque en él, c iertam en te, se rep ite de n u e ­
vo tói xy n ó i ‘en lo c o m ú n ’), com o insistiendo en la identidad en tre el rasgo de ‘co ­
m ú n ’ y el de ‘se n sa to ’ p a ra la razón; véase cóm o decim os en esp. ‘sentido com ún’.
P lotino, p o r su p a rte , hace a este paso la siguiente referencia: “Y ello es que, en
efecto, el p en sar es p a ra tod o s e n te ro y pleno ( h ó lo n ): por lo cual ‘com ún el p e n ­
sa r’, no un p en sar así y o tro de este o tro m o d o ” .
A lgún estudioso q u ería secluir el pâsi ‘p a ra to d o s’, que no aparece en la cita
de P lo tin o , cu an d o es claro que éste no p re te n d e h acerla literal, sino enlazarla en
su discurso, en ta n to que en la antología de E sto b eo debe ap arecer tal cual la se n ­
tencia h eraclitan a (com o se ve tam bién p o r la cuidadosa transm isión de la form a
jo n ia phronéein, rem p lazad a en P lotino p o r la co rriente). P ero es que me tem o
que los q u e q u erían evitar el ‘a to d o s’ lo hacían p en san d o que no p u ede ser c o ­
m ún a todos el ser inteligentes, cuando en varios frs. de H eraclito parece decirse
que “ los m ás” o la generalidad (v. en © a n.° 1) no lo son: no entendían ellos
que el phronéein, la facultad de inteligencia o de p en sar, tien e que ser, como ló-
38 Razón común — Heraclito

gos o la razó n m ism a, com o len g u aje, com ún a to d o s y co m u n itaria, y sólo la p re ­


tensión de te n e r u n a i die phrónesis o inteligencia privada (com o aparece en el
n.° 4) es lo que vuelve irracionales o extraños a razó n a los que tal creen; lo cual,
p o r o tra p a rte , n o im pide q u e sus actos sigan regidos p o r la razón com ún, que lo
rige to d o , au n q u e sea p o r contradicción con ella.
P árese el lecto r u n m o m en to a avenirse con estos varios térm inos, cuyos valo­
res y resonancias tra to m alam en te d e sugerirle con los equivalentes españoles: ló ­
gos (con el v erb o légein), de cuyo p arecid o con ‘le n g u a je ’ y ‘razón racio cin an te’,
en tre otro s, he h ab lad o ya en © al n.° 1; rióos o nous (con el verbo noeín), que
en sus usos m ás precisos a lo q u e m ás se p arece es a nuestros ‘id ea’ y ‘facultad
id eativa’ o ‘co n cep tiv a’, q u e sería el elegido p o r la diosa de Parm énides p ara p ro ­
clam ar el id ear o concebir idéntico con el hecho de ser m ism o (y luego sería en
el sistem a científico de A n ax ág o ras el agen te q u e, analizando, constituye las co­
sas), p ero q u e tam b ién , en sus usos corrien tes y adverbiales (com o en el com ienzo
del n.° 3), tien e las con n o tacio n es de ‘b uen ju ic io ’, ‘sen satez’ y hasta ‘aten ció n ’ y
‘(buena) in ten ció n ’; y phroneín, phrónesis (con sus prim itivos phrén, m ejo r en pl.
phrénes, y los ad jetivos en -phrón, e n tre los que só p h ró n con sóphroneín y só-
phrosÿnë: v. en n .os 98 y 99), que tiendo a d e ja r m ás bien n eu tro en tre los rasgos
que opo n en a noús con lógos ( ‘id e a ’ con ‘ra z ó n ’), com o indicando en general ‘in­
teligencia’ (p ero ‘e n te n d e r’ es m ás xyniëm i, del q u e hem os visto en © al n .“ 1),
‘p en sam ien to ’, ‘p e n sa r’, au n q u e tam b ién en m uchos de sus usos con las co n n o ta­
ciones de ‘(bu en ) ju ic io ’, ‘(b u en a) in ten ció n ’.

3 114 D -K

K<X¿\ AÉTONTA^ ífXVPRE^Al XtH


T<¿>! ^Yn4| ΠΑΝΤΩΝ, MÓM^I
POAI<> ΚΑΪ POAV ^XVPO TEP^V ΤΡΕ­
ΦΟΝΤΑΙ ΓΑΡ ΡΛΝΤΕ£ OÍ Aim<¿PEl<>l
ΝΟΜΟΙ VPO EK<H TOV ΟΕΙΟΥ' Κ.ΡΛ-
-Λ. V \ r i *

TEI ΓΛΡ T O ^ V T O tf ΟΚνΟίΟΜ Ε^ ΕΛ ΕΊ,


ΚΑΙ έ^ Λ ΡΚ ,ΕΪ PA-Jl Κ.Al rW rïÎA T ET A l.
Razón general 39

© Stob. Flor. I l l 1, 179 (uideas ad n.° 2).

Cfr. Cleanthes Hymnus ad Iouen (apud Stob. 1 12) 20 s. : οΰτ’ έσορώσι θεού κοινόν νόμον
οΰτε κλύουσιν, / φ κεν πειθόμενοι συν νφ βίον έσθλόν εχοιεν. Et Plut. De Iside 45, 369
a : οΰτε ... έν άψύχοις σώμασι τάς τοϋ παντός άρχάς θετέον, ώς Δημόκριτος καί Ε π ί ­
κουρος, οΰτ’ άποίου δημιουργόν ΰλης ενα λόγον καί μίαν πρόνοιαν, ώς οί Στωϊκοί, πε-
ριγιγνομένην άπάντων καί κρατούσαν (sequitur n.° 42).

© ξυν νώ W ackernagel m alebat; sed cfr. n .os 20, 24; et hic quidem , ut alias, κ ρ α -
τέει, έξα ρ κ έει ac sim ilia rescribendum erat. πολύ S chleierm acher : π ό λ ις
codd. : π ό λ ιο ς P reller π ερ ιγ ίν ε τα ι (π ά ν τ ω ν ) D iels de Plutarchi laudatione.

Ad Plutarchi textum: άποίου Bachet de Meziriac : άποιον ού codd.


In Cleanthis hymnum: φ Ursinus : οι cod.

© CON SENTIDO COMÚN RAZONANDO, DEBEN HA­


CERSE FUERTES EN LO COMÚN DE TODOS, TAL COMO
EN UNA LEY UNA CIUDAD, Y MUCHO MÁS ESFORZA­
DAMENTE: PUES SE CRÍAN TODAS LAS LEYES HUMA­
NAS DE LA DIVINA UNA Y SOLA: PUES EN TANTA ME­
DIDA PUEDE EN CUANTA QUIERE Y LES BASTA A TO­
DAS Y AUN SOBRA.

© Sobre la transm isión en E sto b eo y el enlace con los o tro s frs., v. en © a


n .“ 2. E n el p asaje de P lutarco (“N i... en cosas inanim adas hay que p o n er los p rin ­
cipios del to d o , com o D em ócrito y E p icu ro , ni com o cread o ra de una m ateria in ­
d eterm in ad a la razón única y la sola providencia, según los estoicos, que sobra a
todas las cosas y las d o m in a”) hay ecos evidentes de este tex to , aunque la doctrina
se atribu y e a “los estoicos” ; lo cual no es n ad a insólito, ya que a m enudo los fi­
lósofos de esa escuela gustaron de atribuirse una raigam bre h eraclitana para alg u ­
nas de sus d o ctrin as (aquí se tra ta de la razó n divina inform ando la m ateria sin
cualidades), lo cual hubo de ten er la consecuencia de que a veces los antiguos ci­
tara n com o de H eraclito alguna opinión estoica, y tam bién la de que, al revés, es­
tudiosos m od ern o s hayan sin necesidad relegado com o m eram ente estoica alguna
form ulación que p o d ía estar de veras en el libro. E s, sin em bargo, m uy apreciable
el H im n o a Z eu s de C leantes de A so (el sucesor de Z e n ó n de C itio com o segunda
cabeza de la escuela estoica) com o testim onio de lectura del libro heraclitano,
com o se ve en su uso de este texto (“ni m iran a la ley com ún ( k o in d n ) de la d i­
40 Razón común — Heraclito

vinidad ni la escuchan, / que obed ecien d o a ella, p o d rían con sentido com ún (syn
no i) llevar u n a vida b u e n a ”) así com o (v. a n .os 83 y 84) en algún o tro pasaje.
E l Sujeto d el “d e b e n h acerse fu e rte s” (o “ap o y arse”) y del “ra zo n an d o ” (o “h a­
b lan d o ”) no e stá explícito en el texto: se supone que serán los hom bres todos,
esto es, el p ñ si del n.° 2, en © al cual v. sob re la oposición e n tre ‘to d o s’ y ‘la ge­
n eralid ad ’. E s esa to talid ad de h um anos la que tie n e su fu n d am en to en lo com ún
a todos (que es sin d u d a el len g u aje, lógos o razón com ún), n atu ralm en te, como
que es p o r ello p o r lo q u e e s tá defin id a com o ta l; y se c o m p ara la relación en tre
los hom bres en to ta l y la razón com ún con la que rige e n tre u n a ciudad o estado
y su ley (en o tra p a rte , n.° 89, se co m p arará a su vez la ley que rige un pueblo
con la m uralla q u e lo ciñe, q u e lo define; p ero n o m e h a parecido que el tono de
am bos frs. p erm ita en lazar el n.° 89 con éste, sino d ejarlo p a ra la R azón Política
o Segunda P a rte d e este lib ro ), lo cual es m ás que u n a m era com paración, ya que
con ella se in tro d u ce el c arácter de reg en te y ad m in istrador que la razón tiene para
el conjunto de los h o m b res y p a ra los procesos de la R ealid ad (con lo cual se da
paso a su condición de ‘p ú b lico ’ que en el n.° 4 va a pon erse com o im plicada en
la de ‘com ú n ’).
E n verd ad , según se raz o n a en lo que sigue, las leyes políticas o de los estados
(pero tam bién las leyes de la C iencia, si h u b iera H eraclito conocido este d esarro ­
llo de la noción de ‘ley’) n o son m ás que crías (y p o r ta n to , reproducciones o im i­
taciones en lo parcial) de la ley de o rd en ació n com ún a todos, y p o r tan to única.
Pero entiéndase b ien, au n q u e aquí n o se diga ex p resam en te, que así com o abas­
tece a las leyes de los co n ju n to s políticos parciales (com o abastece a las ideaciones
de cada p e rso n a ), así tam b ién e n tra en contradicción con ellas (con la contradic­
ción fund am en tal que rige e n tre la noción de ‘to d o ’, que no es pro p iam en te no­
ción ninguna, y la de ‘sus p a rte s’, q u e sí lo es, com o lo es la de cada una de las
partes), lo m ism o que e n tra en contradicción (v. n.° 4) con el pensam iento indivi­
dual (análo g am en te a com o éste a su vez p u ed a co n tradecirse con la ley de la co­
m unidad parcial); o si no , no sería esa ley o lógica que lo rige to d o la ley o lógica
de la contradicción, com o aparece siéndolo en los fragm entos principales de este
libro.
El verbo del final, perigígnetai, resu lta am biguo: p ued e significar (suponiéndo­
le el C om pl. en G . pántón, q u e D iels q u ería añadir deduciéndolo del texto de Plu­
tarco) ‘las v en ce’, ‘las su p e ra ’, ‘q u ed a p o r encim a de ellas’, o tam bién (sin C om pl.
necesario) ‘so b ra ’, ‘so b rev iv e’, ‘q u ed a en d em asía’: el caso es que am bas cosas vie­
nen bien p a ra la in te rp re ta ció n que aquí seguim os: con lo p rim ero , tendríam os
una alusión a la g u erra o co n tradicción e n tre la ley de razón y las leyes parciales
(sobre las cuales q u ed a siem pre victoriosa), de q u e he hecho m érito en el punto
anteceden te; con lo segundo, en co n traríam o s la enunciación de que, después de
h aber dado abasto a t o d o s o a l a s leyes t o d a s (pues tam bién el pási es
am biguo, pudien d o referirse a todas las leyes o a to dos, e.e. los hom bres; p ero ,
según lo dicho arrib a sobre individuos y com unidades parciales, tam bién esas dos
in terpretacio n es tie n e n su sen tid o ), sigue sin em b arg o la razón sobrando o siendo
dem asiada: enunciación — esto es— del m isterio lógico principal de que aquello
que organiza to d o esté fu e ra o p o r encim a de ese to d o (v. n.° 40). Pues si el len­
guaje, que razo n a de to d o y tiene to d o razo n ad o , q u iere h ab lar tam bién de sí mis­
Razón general 41

m o (com o a veces en este lib ro , em pezando p o r el com ienzo del n.° 1, lógos habla
de lógos y la razó n ra z o n a de la razó n ), entonces ese lenguaje de que se habla e n ­
tra a fo rm a r p a rte del to d o de las cosas; p e ro , n a tu ra lm e n te , el lenguaje que h a ­
bla de él q u ed a siem p re fuera.

2 D -K 4

ΔΙΟ ΔΕΪ EPELAI T-&1 K.Ol|Nf<Wf %VN<íj


v. / yw r v /
ΠΑΡ' ^ ΚΟΙΝΟ}. T-OV ΛΟΓΟν ΔΈΟΝ'T^
NOV, ^<¿OV5IK ΟΙ ΡΟΛΛΟΙ <à\ lAb
ÁH ËXOKTE} Ο Ρ Ο Ν Ή ^ ΙΝ .

© Sext. A d v . m ath. V II 133 {post n.° 1) : δ ιά το ύ τω ν γ ά ρ ρητώ ς π α ρ α σ τή σ α ς


ό τι κ α τά μετοχήν τού θ ε ίο υ λόγου π ά ν τ α π ρ ά ττο μ έν τε κ α ί νοού μ εν, ολίγα π ρ ο -
δ ιε λ θ ώ ν , ε π ιφ έ ρ ε ι' «διό ... φ ρ ό νη σ ιν» ' ή δέ εστιν ο ύ κ άλλο τ ι άλλ’ έξήγησις τού
τρ ό π ο υ τής τού π α ν τ ό ς δ ιο ικ ή σ εω ς' δ ιό κ α θ ’ ό τι ά ν αύτού τή ς μνήμης
κ οινω νή σ ω μ εν, ά λ η θεύο μ εν, à δέ αν ίδιά σ ω μ εν, ψ ευ δ ό μ εθ α .

© τώ (ξ υ ν ώ , το υ τέσ τι τώ ) p o st B ekkeriu m superflue addiderant editores :


(ξ υ ν ώ ) pro κ ο ινώ M arcovich δ ιό .... ό κ ο ιν ό ς seel. K ahn.

Ad Sexti textum: προδιελΌων codd., Kirk : προαδ. Bekker, edd.

© POR LO CUAL HAY QUE SEGUIR A LO PÚBLICO:


PUES COMÚN ES EL QUE ES PÚBLICO. PERO, SIENDO
LA RAZÓN COMÚN, VIVEN LOS MÁS COMO TENIENDO
UN PENSAMIENTO PRIVADO SUYO.
42 Razón común — Heraclito

© Sexto, a co ntinuación del n.° 1 (v. en © a éste y en los P rolegóm enos), in­
troduce esta cita con algún in te n to de in te rp re ta ció n o glosa, que acaso no sea in­
op o rtu n o rem em o rar: “H ab ien d o así ex p resam en te ad elan tad o que es según p a r­
ticipación de la razón divina com o actuam os en to d as las cosas y nos hacem os idea
de ellas, tras to car antes o tro s pocos p u n to s, añade: ‘P o r lo cual ... suyo’. Y no
es ésta o tra cosa que explicación del m odo de la adm inistración del todo. P o r lo
cual, en cuanto particip am o s en com ún de la reco rdación de él (e .e . de ló g o s),
decim os v erd ad , m ien tras q u e, en las cosas que nos atengam os a lo privado de
cada uno, m entim os. Pues así, de la m an era m ás expresa y en tales palabras, d e­
clara criterio la razó n com ún, y dice que las cosas que en com ún y públicam ente
nos aparecen son de fiar, com o enjuiciadas que v ienen p o r la razón com ún, pero
las que le p arecen en priv ad o a cada u n o , falsas” . E n lo cual el docto escéptico
peca sobre to d o , com o es n a tu ra l, de in te n ta r co n v ertir lo que en el libro de H e ­
raclito leía en u n a especie de d o ctrin a, epistem ológica m ay o rm en te, y encuadrarlo
en la etern a disputa de escuela sobre si razón o sentidos com o criterios de cono­
cim iento, sin q u e re r apercibirse de qu e, siendo el libro prefilosófico, la gracia de
su razón consiste en que no es ni ley de n atu raleza ni criterio de conocim iento,
sino am bas cosas confundidas, com o que la especialización no ha venido todavía
a sep arar u n a o ntología (y u n a C iencia de la R ealid ad ) de una lógica (y una E pis­
tem ología), ni p u ed e la razón o p o n erse a los sentidos (ni a ninguna o tra cosa, sino
a to d as), y es el len g u aje tam b ién quien dice lo que ven los ojos, lo m ism o si nos
engañan que si no. P ero ese pecad o de Sexto es el m ism o que los estudiosos de
pensam ientos an te rio re s, de A ristó teles h asta el día, han venido repitiendo im pe­
n iten tem en te, cada cual según su idea. E s sólo la H istoria de la Filosofía la que
sabe que cualq u ier p en sam ien to es u n a opin ió n , que se inserta en una panoplia
de opiniones, d eb id am en te co n trap u estas o concordes; y gracias a ella no hay m ie­
do de que razón ninguna p u e d a to m arn o s p o r so rpresa.
P o r cierto q u e hay u n a d u d a sob re la literalid ad de esta cita en Sexto, p ro m o ­
vida sobre to d o p o r la ap arición de la p alab ra koinós, que es b astante reciente en
griego y prin cip alm en te ática, ju g an d o com o sinónim o y no sinónim o con xynós,
que es la que hem os visto ap arecer en los frs. an terio res (y que qu ed aría en gr.
co rrien te rem p lazad a de hech o p o r koin ó s y red u cid a a térm in o p oético), lo cual
le hizo a B ek k er razo n ab lem en te p ro p o n e r la adición que señalo en @ , con la
que se e n te n d e ría que hay en la cita una n o ta sem ántica intercalada p o r Sexto,
del siguiente m odo: “ ... añade: ‘P o r lo cual hay q u e seguir a lo com ún ( x y n ó i) ’
(esto es, a lo com ún koinói: pues xyn ó s es el ko in ó s) ‘P ero , siendo la razón co­
m ún e tc .’” ; y no acab a de d ejarm e de m o lestar la d uda de si no debería ad o p tar
esa lectura, com o han hecho los m ás de los ed ito res, m ientras M arcovich sustituía
sin m ás xy n ó i en vez de k o in ó i (y p o r cierto que algunos rasgos revelan cierto des­
cuido de la literalid ad en la transcripción de Sexto, que seguram ente ha alterado
las form as jónicas d ebidas, déei, idiën, y h asta el dio del com ienzo no suena m u ­
cho a h eraclitan o ); sin em b arg o , co n sid eran d o q u e, p rim ero , no podía ser el A dj.
xyn ó s tan ex trañ o a los cultos lectores de Sexto com o p a ra justificar la introm isión
de esa glosa, seg u n d o , que no d e b ía el nuevo A d j. koinós ser ya extraño al dia­
lecto de H eraclito , cuando ap arece co rrie n te m en te en H e ró d o to (y en sus usos
Razón general 43

m ás b ien de ‘p ú b lico ’; v .t. p a ra o tra posible aparición en los frs. de H eraclito, n .os
5 y 75 © ) , te rc e ro , q u e sería un ta n to chocante la form ulación de la glosa con la
form a mase, de los A d j. (tal vez h ab ría que escribir, en to d o caso, ‘x y n ó s’ gár hd
‘k o in ó s’, “pues ‘x y n ó s ’ significa lo q u e ' k o in ó s’”, q u e tam poco es satisfactorio),
y cu arto , que el tex to tal cual p u ed e dar u n sentido b ásta n te heraclitano, m e he
decidido p o r no su p o n er tal introm isión de Sexto y e n te n d e r com o de H eraclito
todo el paso.
P ara lo cual, pienso que x yn ó s y ko in ó s no e ra n p a ra él sinónim os todavía,
sino que ten ía xy n ó s las n o tas p red o m in an tes de ‘partícipe con (m ás)’, ‘com ún con
(o tro s)’, p o r oposición a ‘se p a ra d o ’, ‘aislado’ (m oûnos), m ientras que koinós las
de ‘co m u n itario ’, ‘p ú b lico ’, p o r oposición a ‘p riv ad o ’, ‘p ro p io (de u n o )’ (ídios).
D ado lo cual, se en tien d e b ien el in terés de la razó n en proclam ar que la razó n
es pública y n o p riv ad a, p ero p o r lo m ism o que no es la de u n o en particular, sino
la de todos y cualesquiera: si hay que aten erse a lo p úblico, es po rq u e lo público
es aquello en que p articip an en com ún los p articulares.
Q u ed a el asu n to de cóm o e n te n d e r el m ase, de “com ún es el que es público” :
cabría acaso, si se p iensa que este fr. venía en el libro in m ed iatam en te detrás del
an te rio r (a lo cual no veo al m enos n ad a q u e se o p o n g a), que la referencia precisa
fu era a no m o s ‘ley’ (m ase, en gr.); m ás fácil es acaso, sin c o n tar con eso, que en
‘el co m ú n ’ y ‘el p ú b lico ’ tuviéram os la substantivación h ab itual, que sobrentiende
m ás o m enos ‘h o m b re ’; p e ro , aun siendo así, m e jo r es acaso sentir ya aquí una
anticipación del m ase, lógos que vuelve en la frase in m ediata com o Suj. de xy n o ü
(y que a la vez no es o tro que la ley, n o m o s).
E n fin, lo m ás im p o rta n te es tal vez, en el final “viven los m ás com o teniendo
un pensam ien to privado suyo” , e n te n d e r la relación precisa que se enuncia en tre
‘los m ás’ o ‘generalid ad de los h o m b res’ (sobre la q u e v. en © al n.° 1) y lo p ri­
v ado, por m edio de la inteligencia o pensam ien to (de que v. en © a n.° 2): pues
en ningún resto del libro ap arecerá tan claram ente dicho que la contradicción de
que, siendo la razón com ún a todos y rigiendo razón a todos y todo proceso, los
hom bres en general no lo en tien d an , no tengan conciencia de lo que hacen (final
de n." 1) y se m u estren extraños a la razón (en los n .os 9-11), consiste precisam en­
te en que cada uno cree que su inteligencia, lo que dice y las ideas que se le o c u ­
rren, son p ropios suyos y personales (com o en el apotegm a de no me acuerdo a h o ­
ra qué desen g añ ad o v aró n , que a su vez seguro que no se acordaba de H eraclito
al escribirlo, de que “Se creen inteligentes p o rq u e h ablan una lengua que piensa
por ellos”); de m an era que el conju n to de h oi p o llo í ‘los m uchos’, ‘los m ás’, i a
gen eralid ad ’ resulta constituido ju stam en te com o co n junto de aquéllos que tienen
una idië phrônësis, una convicción de que su inteligencia es suya y es por ta n to
cada uno d u eñ o de lo que piensa (y dice y hace); o, com o hem os form ulado a
otros propó sito s, que ‘m a sa ’ es un con ju n to de individuos (que donde no hay m asa
no hay tam poco individuos, y viceversa); y, saltando así de la lógica a la política
(que bien se debe: pues am bas son la m ism a), he aquí que la actitud aristocrática
de H eraclito de que tan to se ha hab lad o frívolam ente (y en el D iscurso Político o
Segunda P arte de este libro se verán proclam aciones que ilustran la cuestión en
o tro to n o ), viene a consistir en u n a crítica de la m ay o ría o generalidad, que es la
m ism a crítica que la de la creencia (dóxa) o convicción personal: pues la opinión
44 Razón común — Heraclito

de cada u no es la de la g en eralid ad y los m ás son cada uno: es lo uno y lo otro


(que son lo m ism o) lo q u e e n tra en contradicción con la razón com ún; contradic­
ción, p o r o tra p a rte , q u e es a su vez, com o to d as, de razón.

5 89 D -K

r o t S έ ^ ο ^ ι ν £ Vol f o ù KO LVOV K°V"

l^tov ¿Ivoíi, z¿ov S¿ M ijÁ C jjx ív o o v ¿ K .< * < T -

τον ¿Ls iSiov ário^

© Plut. D e superst. 3, 166 c : ó Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς φ η σ ι το ϊς έγρ ηγορόσ ιν .... ά ποσ-


τρ έφ εσ θ α ι. τώ δέ δ εισ ιδ α ίμ ο ν ι κ ο ιν ό ς ο ύ δ ε ίς έστι κ όσ μ ος' οΰτε γά ρ έγρηγορώ ς
τ φ φ ρ ο νο ύ ν τι χ ρ ή τα ι οΰτε κο ιμ ώ μ ενο ς ά π α λ λ ά ττε τα ι το υ τα ρ ά ττο ν το ς, άλλ’
όνειρ ώ ττει μέν ό λο γισ μ ό ς, έγρήγορε δέ ό φ ό β ο ς ά ε ί, φ υγή δ ’ οΰκ εστιν ουδέ με-
τά σ τα σ ις.

© ά ν α σ τρ έφ εσ θ α ι P lutarchi cod. D , W alzer.

In Plutarchi textum: ούδείς (ούδ’ ϊδιός) Matthaei.

© que para los que están despiertos hay un mundo u ordenación


único y común o público, mientras que de los que están durmiendo
cada uno se desvía a uno privado y propio suyo.

© E n tien d o que la cita de P lu tarco tien e trazas de ser b asta n te fiel, a pesar de
estar hecha en estilo indirecto (no veo tam poco m otivo b a stan te p a ra d u d ar más
de la fidelidad de la p a rte “de los q u e están d u rm ien d o cada uno se desvía” , com o
suelen op in ar los ed ito res; la v ariante de los m anuscritos, que m o n ta m ás o m enos
Razón general 45

a tan to com o ‘se r e tira ’, con ana-, fren te a ‘se desvía’, con apo-, no es de m ayor
m om en to ), y m e p arece de b astan te certid u m b re que d eb e situarse (en virtud de
la cuestión ko in ó n /íd io n ) en esta p a rte del libro (y no ju n to a o tro s frs. que tra tan
sobre el sueño y su analogía con la v ida, com o n .os 100 y 130-133), hasta el pu n to
de que m e atrev o a a d e la n ta r com o lo m ás p ro b ab le que viniera tras el n.° 4 a
m odo de com paración, com o si d ije ra “ ...sien d o la razó n com ún, viven los m ás
com o te n ien d o u n p en sam ien to privado suyo, tal com o sucede que los despiertos
participan tod o s en u n m u n d o com ún y público, en ta n to que los que duerm en se
vuelve cada cual al m u n d o de sus p ro p io s sueñ o s” (sin n ecesidad de que haya p o r
ello que atribuirles a las p alab ras ‘d o rm id o ’ y ‘d e sp ie rto ’ un uso cuasi m ístico).
A plica P lu tarco la cita a su p ro p ó sito (en el tratad illo Sobre la superstición) del
siguiente m odo: “D ice H eraclito q u e p a ra los que ... propio suyo. P ero para el
supersticioso n o hay o rd en o m u n d o com ún o público (n i tam poco privado — añ a­
día in n ecesariam en te al texto su ed ito r M a tth a e i) ninguno: pu es ni estando des­
pierto se vale de lo p en sa n te ni d u rm ien d o se a p a rta de lo p e rtu rb a d o r, sino que
anda en en soñaciones el razo n am ien to y d espierto e stá el m iedo siem pre, y no
cabe escap ato ria ni m u d an za” : com o se ve, la cita ha debido de traerse a este p ro ­
pósito b asta n te p o r los pelos; lo cual n o im pide q u e tam b ién en estas frases de P lu ­
tarco p u ed an ra stre a rse ten u es rasgos de im itación de la sintaxis antitética h e ­
raclitana.
Sobre las p ro b ab ilid ad es de que el k o in ó n sea de cita literal o sea sustituto plu-
tarq u ian o de un xyn ó n , v. © al n.° 4.
E n cu an to a la aparición del térm in o ‘k ó sm o s’ (cosm o: o rd e n ac ió n = m u n d o )
en tal co n tex to , no d e ja de p restarse a algunas dudas: pues cuando aparece en
otros frs., p arece referirse, com o es norm al, a uno de los m últiples órdenes o m un­
dos, p o r ejem p lo éste (v. n .os 81-82): ah o ra bien, en el contexto de esta p arte, m ás
p u ram en te lógica, del lib ro , no e ra del to d o co n g ru ente que aparecieran referen­
cias a m undos d eterm in ad o s (v. sin em bargo o tra vez la p alab ra en n.° 6, y o fre­
ciéndose a las m ism as dudas de introducción p o r el citador): no es sólo un kósm os
lo que es com ún p ara todos los que siguen razó n , p ero privado para los que no,
sino en to d o caso, to d a la physis, m odo de ser de las cosas en general o realidad
(v. © a n.° 1), q u e es lo que razón rige, incluidos en ello los varios m undos. Claro
que aquí estam os en la com paración con los d espiertos y los durm ientes y soñan­
tes, con respecto a los cuales bien podía hab erse hablado de un orden o m undo
público y uno privado respectivam ente. Sea esto com o sea, nunca se estará d e ­
m asiado a te n to a la oposición e n tre ‘(un) u n iv erso ’ y ‘(la) to ta lid a d ’ (o, si no, ‘in ­
fin itu d ’); p o rq u e la C iencia nunca ha podido (ni p o d rá) desenredarse de la con­
fusión en tre lo uno y lo otro.
46 Razón común — Heraclito

75 D -K

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Κ.θ(Λ t o u s K o d k v S o V C oO l^ Ç o iT o L ^ lT v d (

K*i (TUV£^Y"OU^ ζών ¿VDp JíoV^A.^ SfL^YQ*

fté v c o v .

© M arc. A u r. V I 42 : π ά ν τες εις εν ά π ο τέλεσ μ α συνερ γοΰ μ εν, οί μέν είδ ό τω ς


κ α ί π α ρ α κ ο λ ο υ θ η τικ ώ ς, ο ί δέ ά ν επ ισ τά τω ς, ώ σ περ κ α ί το ύ ς κ α θ ε ύ δ ο ν τα ς, ο ϊ-
μ α ι, ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς έρ γ ά τα ς είν α ι λέγει κ α ι σ υ ν ερ γο ύ ς .... γ ιγνο μ ένω ν. άλλος δέ
κ α τ’ άλλο σ υ ν ερ γε ί’ έκ π ε ρ ιο υ σ ία ς δέ κ α ί ό μ εμ φ όμ ενος κ α ί ό ά ν τιβ α ίν ε ιν π ειρ ώ -
μενος κ α ί ά ν α ιρ ε ίν τά γ ιγ ν ό μ ε ν α ' κ α ί γ ά ρ τού το ιο ύ το υ έχρηζεν ό κόσμος.

Cfr. Men. fr. 460 : αυτόματα γάρ τά πράγματ5έπί τό συμφέρον ρεϊ καν καθεύδης ή πάλιν
τουναντίον.

© In Aureli textu ό μέν μεμφ. Α άντιβαίνειν Xylander : άνταβ. A

© que también los durmientes son operarios y colaboradores de


las cosas que en el mundo se producen.

© T ras algo más de vacilación, sitúo aquí esta cita: la o tra posibilidad sería ju n ­
tarlo , com o p ro p o n ía B re ith a u p t, con el n.° 100 (que es de o tra cita de M arco A u ­
relio), con lo cual se nos iría al D iscurso Político o Segunda P arte; p e ro , p o r m ás
que estén muy cercanas las cosas que en uno y o tro lugar se dicen, m e parece p e r­
cibir, bajo el estilo indirecto de am bas citas, un to no distinto (enunciativo aquí,
am o n estad o r o d en u n ciad o r allí, com o c o rre sp o n d e ), que me decide p o r esta co­
locación (tam bién cab ría, a la inversa, d e ja n d o de atrib u ir en el n.° 100 el deí o
“hay q u e ” a H eraclito , tra sla d a r aquí aquel fr., com o prolongación o m ás bien a n ­
telación de é ste ), a p a rte de que lo en cu en tro o p o rtu n o , ju n to con el siguiente,
para seguir u n a línea de p en sam ien to que m e p arece m uy p ro b ab le en este trance.
M arco A u relio cita seg u ram en te de m em o ria (com o las otras cuatro veces que
cita a H eraclito , salvo p ro b a b le m e n te la q u e en co n tram os enseguida en el n.° 9),
y no es fácil discrim inar cuánto haya de alteracio n es o añadidos y cuánto deba a tri­
buirse a n u estro libro: p o r lo p ro n to , el “y co la b o ra d o res” p u ed e ser u n a glosa a ñ a ­
dida al “o p e ra rio s” , ergátás (¿o acaso lo q u e en el libro hab ía era una form a más
Razón general 47

rara, ya con el p refijo ‘co-’, com o synergâtail), ten ien d o adem ás en cu en ta que el
verbo co rresp o n d ien te, synergeín, es el que em plea M arco A u relio en lo suyo de
antes y tras la cita. V arios estudiosos h an rech azad o tam b ién que el final, “de las
cosas qu e en el m u n d o se p ro d u c e n ” , p u d ie ra venir de H eraclito ; p ero ciertam en­
te algo equ iv alen te a eso deb ía de h a b e r en el texto original; lo m ás dudoso es la
m ención del kó sm o s (de que v. en © al n.° 5), q u e adem ás tam bién aparece en
el texto p o ste rio r del citador.
Lo que, en cam bio, hago p o r p rim era vez con el ka i ‘ta m b ié n ’ del com ienzo,
que los ed ito res e n tie n d e n sin d u d a com o referido al acto de la cita ( “com o ta m ­
bién ... dice H e ra c lito ”), es atrib u irlo al tex to original. E n to d o caso, ya el atento
lecto r ha visto cóm o h a de ser la conexión de este fr. (por m edio de un “p e ro ”)
con los an terio res: “ ...sie n d o la razó n com ún, viven los m ás com o si tuvieran un
p ensam ien to priv ad o suyo, tal com o los d espiertos tien en un m undo público y co­
m ún, m ien tras los d u rm ien tes se desvían cada uno a un o privado suyo; pero ta m ­
bién los d u rm ien tes co lab o ran en la o rd en ació n de las cosas to d a s” (y así — se so­
b re n tie n d e o seguía de hecho en el libro— los h o m bres en general, ajenos a ra ­
zón, inconscientes de lo que hacen , con esa inconsciencia y extrañeza m ism a, a b ­
surda y co n trad icto ria com o es, colaboran a la o p eración de la razón o rd en ad o ra,
que es ley de contradicción).
E s in te re sa n te el co n tex to de la m editación del filosófico em p erad o r que da lu­
gar a esta cita: “T o d o s” dice “colaboram os a un solo y m ism o resu ltad o , los unos
a sabiendas y siguiendo ate n ta m e n te , los o tro s sin darse cu en ta, tal com o tam bién
los durm ien tes dice H eraclito — creo— que son ... se p roducen. Y cada cual co ­
labora en u n a m an era; p ero tam b ién , y a m ayor abundancia, el que critica y el
que in te n ta p lan tarse en c o n tra y suprim ir las cosas q u e se p ro d u cen o suceden:
pues tam b ién de tal com o ése n ecesitaba el m undo u o rd e n ” . Se nos conservan
adem ás un p a r de versos de M en an d ro , en que es difícil no reconocer un eco de
este p a sa je , y en g en eral (v. p .e j. el sym phéron, el rheí y la sintaxis del final) de
la form ulación heraclitan a: “pues p o r sí solos los asuntos a lo coincidente y con­
gruente / c o rren , au n cuando estés d u rm ien d o , o a su vez al revés ta m b ié n ” .
Lo que hay que ev itar es que de esta glosa, ya filosófica y hasta algo creyente
p o r lo bajo en una especie de P rovidencia, se contam ine al tex to heraclitano m ás
de lo que d eb e; tal vez m ás n e u tra una com o ésta: que estando la R ealidad to d a
co nstruid a, co n stru y én d o se, p o r o b ra de razó n , siendo así lingüística o lógica to d a
ella, tam b ién los h echos y los actos (p o r m ás q u e ajenos de conciencia) no pueden
m enos de ser lingüísticos o racionales, y dicen a su m an e ra (un fa ri fiendo, com o
solem os llam arlo a veces) en cu an to contribuyen a q ue se diga lo que se va dicien­
do; y así com o el q u e calla está h ab lan d o con su silencio (que es un silencio lin­
güístico in ev itab lem en te), así lo que o b ra c o n tra razón obedece la ley de razón al
op o n erse a ella, y m ás: sólo lo irracional p u ed e hacer que lo racional sea racional,
y es p o r tan to tam b ién racional lo irracional: pues la negación con que lo niega es
el reso rte p rim ero de la razón.
48 Razón común — Heraclito

7 16 D -K

T<> MH AVM<>K P<?TE Γ<0<- AV T \j


A Á & O I i.

© Clem . Paedag. II 99 : τα ύτη δέ π ά λ ιν ó π α ιδ α γ ω γ ό ς α ύ το ις ά π ειλ ει δ ιά


Ή σα 'ίου λέγω ν (Is. 29, 1 5 )' « ο ύ α ί ο ί έν κρυφ ή βουλήν π ο ιο ϋ ν τε ς, κ α ί έροΰσι
‘τίς ή μ ά ς ό ρ α ;’»' λή σ ετα ι μέν γά ρ ϊσ ω ς τό α ισ θ η τό ν φ ω ς τ ις, τό δέ νοη τόν ά δ ύ -
να τό ν εστιν, ή ώ ς φ η σ ιν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , «τό μή .... λ ά θ ο ι;» .

© A LO QUE NO SE PONE NUNCA ¿CÓMO VA A ES­


CONDÉRSELE UNO?

© U n a frase sin d u d a ésta m uy literalm en te tran sm itid a, com o suelen serlo las
de los m uchos fragm entos que debem os a San C lem ente, esta vez inserta en E l
Pedagogo, o trad u cid o con m enos m ala som bra, E l ayo, donde curiosam ente la
em p areja con una cita del p ro feta Isaías (q u e, según las cronologías adm itidas, se­
ría dos siglos m ás viejo que H eraclito ), del siguiente m odo: «Y así o tra vez el A yo
les am enaza p o r m edio de Isaías diciendo “A y de los que andan m aquinando a
escondidas, y dicen ellos ‘¿Q uién nos v e ? ’” . Pues, sí, se ocultará tal vez alguno a
la luz sensitiva, p ero a la intelectiva ( n o é tik ó n ) es im posible; o com o dice H e ra ­
clito, “A lo que no se p one nunca ¿cóm o va a escondérsele u n o ? ”». Y no d ejaba
de te n er algún fu n d am en to el docto P ad re p ara d ar tal uso a la frase y em p are­
jarla así con la del p rofeta: pues en cierto m odo, la razón heraclitana ha debido
p artir, para d a r con esta fórm ula, de la vieja im agen del tem o r religioso, que en
griego en co n tram o s ya en H esíodo TD 267 s.: “O jo de Z eu s que todo lo vio y que
todo lo supo (noésas) / a esto tam bién atien d e, si q u iere, y no se le o c u lta” . C óm o
esa im agen de religión y m iedo se ha convertido en una fórm ula de razón es lo
que aquí nos toca considerar.
Lo prim ero es que la locución n e u tra tô mè d yn o n ‘lo que no se p o n e ’ o i o
que no tiene o caso ’ d eb e identificarse n a tu ra lm e n te con lógos o razón (cfr. to so ­
p h ó n en n .os 25 y 40) y no d eb e identificarse tan sencillam ente: pues es lógos pri­
m ariam en te la razón raciocinante (v. © a n." 1), discursiva, en acto y habla, te m ­
poral si supiéram os lo que es ‘tie m p o ’, en ta n to que esto que no se pone nunca
aparece p o r ello m ism o com o algo p e rm a n e n te , sem p itern am en te p re se n te, y por
tan to con una condición m ás que auditiva visual (siem pre luciendo y viendo), com o
Razón general 49

corresponde m ás que a lógos a rióos, el térm ino elegido p o r la diosa de Parm éni-
des; h asta el p u n to de que se explica bien q u e p a ra ello eligiera San C lem ente en
su glosa lo de p h ó s n o étikó n ‘luz intelectiv a’ (y cfr. el tex to de H esíodo com para­
do, con el ojo y el noésas)] y la m an era m ism a en q u e lo ha form ulado H eraclito
im plica la eq u ip aració n con un sol, sólo q u e éste sin pon erse nunca. ¿Cóm o es
pués que lógos p u ed e ser esto siendo a la vez aquello o tro , q u e lo que con stan te­
m ente pasa esté ahí p e rm a n e n te , que lo que es un flu jo razo n an te sea una luz que
ve? L o m ás fácil p a ra el en ten d im ien to quizá sea volver la cosa a su m ás m odesta
p resentació n lingüística: pues este m isterio n o es o tro que el m isterio de la id e n ­
tidad y oposición e n tre la aparición tem p o ral del h ab la y la p erm anencia del sis­
tem a de la lengua (el cual, según hem os m ostrado en otro sitio, es, en el tiem po
en que se h ab la, e te rn o y fijo ), el m isterio de que, aun q u e en un m om ento dado
nadie em plee u n a p a la b ra d eterm in ad a de su vocabulario ni ponga en uso una cier­
ta regla de su a p a ra to sintáctico, esa p alab ra y esa regla están ahí siem pre, en el
sitio dond e está la lengua; y será a p a rtir de ahí inteligible sin grave e rro r cóm o
el raciocinio co n ta n te y so n an te y la visión de las cosas o ideación fija, que se o p o ­
nen y com b aten co n stan tem en te en la producción, te n d ría n fu era del tiem po que
identificarse (allí d o n d e está dicho to d o lo que pued e decirse y vistas de una vez
todas las cosas).
H ay que a te n d e r tam b ién al em pleo del verbo án láthoi ‘p u ed e escondérsele’
o ‘pasarle d e sap ercib id o ’, que es el m ism o que se em pleaba al final del n.° 1 (v.
en © ) , sólo q u e en situación en cierto m odo invertida: pues eran allí las cosas que
pasan (según razón) las que les pasaban desapercibidas a los hom bres en general,
m ientras que aq u í a la razón no pued e pasarle desapercibido ninguno de los tales
h om bres: p ues, así com o a la razón nada p u ed e ocultársele (claro, ya que todo se
hace según ella) y tam poco nadie p o r lo ta n to , p o r m ás irracional que sea, en cam ­
bio a uno de los m uchos o m asa p u ed e ocultársele la razón de las cosas (debido a
su creencia en lo privado de su razón: v. n.° 4); p ero lo más curioso es que, sin
em bargo, la razón que en tien d e (o no en tien d e) es la m ism a que la razón que se
en tiende (o no se e n tie n d e ), y p u ed e así p resen tarse com o una luz que ve (sol
q u e, p o r d ar luz p a ra ver, es él un ojo; ojos que, en cuanto ven, en tan to alum ­
b ran ), com o tam b ién , a su m an era, en el noetn de la diosa de Parm énides están
confundidas la V oz A ctiva con la Pasiva, el ‘co n ceb ir’ con el ‘concebirse’, el ‘id e a r’
con el ‘ser id e a ’ (m uy claram en te en el fr. 4 de mi ed. en Lecturas Presocráticas I:
“Pues es concebirlo lo m ism o que serlo ”); y q u ed a así d eb idam ente confutada, an ­
tes de su n acim iento, la oposición en tre ‘o b je tiv o ’ y ‘su b jetiv o ’ en que la p e d an ­
tería filosófica había de en red arse p ara siem pre.
50 Razón común — Heraclito

$ A 16 D -K

odj o c À o γ “o v ¿ Ív o c í n o c r^ c < ^ ύ η ν ro v <xv -

& poo n o v .

/^ Ip ε ΐ ν σ ί -C A ° ( ~ l K -O V ro v iy ^ iA /R O V .

© a) A poll. T yan. Epist. 18 : Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ó φ υ σ ικ ό ς άλογον είνα ι κ α τά


φ ύσ ιν εφησε το ν ά ν θ ρ ω π ο ν .

b) Sext. A d v . m ath. V III 286 : κ α ί μην ρ η τώ ς ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς φ ησι τό μή είνα ι


λ ο γικ ό ν ά ν θ ρ ω π ο ν , μ οΰνον δ ’ ύ π ά ρ χ ε ιν φ ρ ενή ρ ες τό π ερ ιέχο ν.

© a) que irracional es, según su modo de ser propio, el hom­


bre. b) que no es racional el hombre, y que lo único que hay in­
teligente es lo circundante.

© Las dos citas, p o r desgracia en estilo indirecto am bas y hechas sin duda de
m em oria, parece sin em b arg o evidente que son del m ism o pasaje, y p u ed e que de
las dos sea algo m ás literal la de A p o lo n io de T ian a (el p itagorizante, que vivió
seguram ente en el s. I p o st., que se convertiría en un p erso n aje de m ago legen­
dario y que conocem os sob re to d o p o r la Vida q u e de él escribió F ilóstrato dos
siglos m ás ta rd e , p ero del q ue, con to d o , p u ed en ser de veras, co n tra críticas no
m uy fundadas, las Epístolas que se conservan b ajo su n o m b re); en todo caso, pese
a que una y o tra coincidan en p o n e r com o S u jeto ton ánthrópon ‘el h o m b re ’, d e ­
sanim o al lector de que se lo atrib u y a tal cual a H eraclito: ese uso del A rt. D et.
p a ra significar el género ‘h o m b re ’ es dem asiado filosófico (m uy a la m an o , por ta n ­
to , de A po lo n io y de Sexto E m p írico ), y no ap arece en los frs. literales de H e ra ­
clito, donde lo que hallam os m uchas veces es el p lu ral (sin A rt.) o bien (en n.° 118
y con anér en 121) un sing, (sin A rt.) que m e jo r se traduce con ‘un h o m b re ’; en
cuanto al P redicado álogon, tal vez se le p u ed a d a r a la m em oria de A polonio el
crédito de q u e estuviera en el tex to de H eraclito , a p esar de que creo que no a p a ­
rece con ese sentido m ás que desde P lató n (p ero p e o r es el logikón que ofrece Sex­
to, que acaso sólo se usa desde A ristó teles, y n o con ese sen tid o ), de m anera que
ten d ría que ser u n in v en to , no del to d o im p ro b ab le, del lenguaje de H eraclito;
Razón general 51

aún m ás difícil de decidir es la p erten en cia del katà p h ysin ‘según su m odo de se r’,
‘en cuanto a n a tu ra ’, q u e figura en la cita de A p o lo n io; p ero que H eraclito se com ­
pluguiera de algún m odo en señalar la contradicción en tre el hecho de que la
physis o n a tu ra o ser y proceso de las cosas sea racional o regido p o r razón (v.
n .os 1 y 75) y que la n a tu ra de los h om bres (en g eneral) consista en no en terarse
de ello y así salirse de razón (de la m an era que en los frs. an teriores y siguientes
se form ula), au n q u e p o r esa contradicción m ism a som etiéndose a razón, no puede
del todo descartarse. E n sum a, p o d ría, con m ucha vacilación, pensarse en algo
com o esto p a ra el tex to de H eraclito: Á L O G O I D É E IS I K A T À P H Y S IN
Á N T H R Ó P O I, “P e ro irracionales son según ley de su ser n atu ral los ho m b res” .
Lo que en to d o caso, com o se ve, re q u ie ro , p ara situar este fr. donde lo sitúo,
es un enlace adversativo con las proclam aciones de la inevitable racionalidad de
to d o , com o la del n.° 7: “ ...n o hay m odo de que n ad a no se produzca según razón
(tam bién los d u rm ien tes colaboran en el o rden: a lo que no se pone nadie puede
escapársele); y sin em b arg o , son los h om bres (en general: v. © a n.° 2) irracio­
nales o extraños a ra z ó n ” ; y los frs. que siguen se enlazarían bien con éste por m e ­
dio de un ‘p u e s’ explicativo: pues lo que hacen es m o strar en qué sentido pueden
los hom bres ser ajen o s a razón.

72 D-K 9

<ál Μ ΑΛ^ΤΑ Δ ΙΗ Ν Γ Ε Κ .^
T4 >l r i ΟΛΑ Δ ΙΟ ΙΚ ^ Υ /f Τ|; Τ Ο Υ ­

ΤΟΙ Δ Ι Λ Φ Ε MONTAIj Κ4! «1$ Κ ,Λ ^


ΗΜΕΡΑΝ ÉnO/fOV^I, TAVTà AVΓοΐ>
^ÍMA Φ Α ΙΝ Ε Τ Α Ι,

© M arc. A u r. IV 46 (post η." 117) : κ α ί όχι «φ .... φ α ίνετα ι» .


52 Razón común — Heraclito

© έγκ υρ ο ΰ σ ι P : ά κ υ ρ ο ϋ σ α ν A : om . D .

© CON LO QUE MÁS DE CONTINUO TRATAN, RAZÓN


que todo lo gobierna, CON ESO ESTÁN EN DIFERENCIA, Y
LAS COSAS CON LAS QUE CADA DÍA TOPAN, ÉSAS SE
LES APARECEN COMO EXTRAÑAS.

© Lo da M arco A u relio en aquel p árrafo del libro IV de su A sí m ism o o R e ­


flexiones d o n d e in se rta casi seguidas tres citas de H eraclito (n .os 117, 9, 100), tan
diversas de sentido e n tre sí, que asom bra un poco cóm o p u d o creer que venían
bien todas a su p ro p ó sito (q u e, p o r vago que sea, es en general el de anim arse a
reconocer el o rd en de tod o s los sucesos, q u e incluyen la propia m u erte, y sacar
de ello el desapego y seren id ad p a ra la vida), así que lo m ás p ro bable será pensar
que en ese tran ce de su escrito acudió el e m p e ra d o r a un rep e rto rio de sentencias
que tuviera an o tad as tal vez de u n a lectu ra del libro de H eraclito , y que de allí
las copió seguidas sin m ayor discrim inación. E llo es que ésta, que es la más larga
de ellas, es tam b ién la q u e tien e m ás trazas de ser casi literal, con u n a disposición
sintáctica (dos p arejas de m iem bros antitéticos, p aralelas a su vez) que bien p o ­
dría ser heraclitana, lo cual n o excluye q u e haya h ab id o algunas reducciones a grie­
go corrien te en algunas form as de p alab ras; en to d o caso, el tôi tá hola dioikoúnti
‘que adm inistra las to ta lid a d e s’ no p arece que p u d iera estar así en el libro (con
un verbo dioikéó, m ás recien te, y un uso del tá hola a todas luces filosófico, au n ­
que el térm ino m ism o, con la form a oúla, sí que aparece en los frs.: n.° 46), pero
en cam bio, m e inclino a p en sar que no se tra ta de u n a inserción del citador, sino
m ás bien de sustitución de algo equ iv alen te q u e en el texto h u b iera, lo bastante
raro lingüísticam ente p a ra pedirle glosa, algo com o O Û L A O IK É O N T I o P Á N -
T A O I E K Í Z O N T I o O Û L A K Y B E R N É S A N T I.
E n cuanto al enlace p ro b ab le de este fr. con lo que an teced e, v. en © al n.° 8.
Y p o r o tra p a rte , el enlace (explicativo) con los frs. q ue siguen p arece sum am ente
lógico y n atu ral, com o q u e son d esarrollos y precisiones de esta contradicción p rin ­
cipal de que, rigiendo razón to d o y estan d o p o r ta n to tam b ién en las realidades
cotidianas de los h o m b res, la generalidad de ellos (en virtud de la creencia p e r­
sonal de cada u n o , a lo que desde el n .“ 11 se vuelve) p arezcan com o ajenos a ra ­
zón. Ú nicam en te, m e h a tu rb a d o algo la facilidad con que a este fr. se enlazaría
tam bién el n.° 42, el de “Pues no en tien d en c ó m o ...” ; p ero , considerando que en
él se hace ya form ulación explícita de la ley de h arm o n ía de contradicción en que
razón consiste, m e he decidido p o r situ arlo , con los que le siguen, en una nueva
vuelta de la lógica sobre la cuestión, haciendo seguirse aquí solam ente los frs. que
se lim itan a insistir en la constatación de la c o n tra ried ad e n tre los hom bres y la
lógica.
Razón general 53

E n to d o caso, encom iendo a la atención del lector p a rarse en este fr. a sopesar
las dos form ulaciones paralelas de esa co n traried ad que en él se ofrecen: por un
lado, la contradicción es e n tre el tra to continuado (in in terru m p id o , que es lo que
m ás p ro p iam en te dice el A dv. diënekôs) y la oposición o diferencia, tam bién de­
savenencia, e n tre los h o m b res y su lenguaje; p o r otro lad o , el en cu en tro o choque
cotidiano con las cosas de la realid ad y la sensación en ellos (no declarada — en­
tendam os— en sus p alab ras, sino en el fa ri fie n d o de su co m portam iento) de que
les fu eran ajenas o fo rasteras (xéna), de que h a b laran ellas en u n a lengua extran­
je ra . P a ra lo p rim ero : q u e no hay tra to m ás in in terru m p id o que el tra to con el len­
guaje (pues h asta los que sueñan colaboran a su ordenación: v. n.° 6; y aparte de
los actos de raciocinio, la razón en sí está ahí siem pre: v. n.° 7) n o hace falta glo­
sarlo m ucho; q u e, sin em b arg o , los hom bres en general difieren de él, que en vir­
tud de la creencia en sus ideas (y en la p ro p ied ad personal de su lenguaje) se vuel­
ven ajenos a razó n (v. n.° 8) y aun están co n tra razó n , se en tien d e tam bién sin
m ás (salvo re c o rd a r q u e esa contradicción es en verdad concordia, com o luego se
fo rm u lará, en n .os 42-43, lo cual no le q uita de ser una contradicción real). Para
lo segundo: com o tod o s los otros trato s están m ediados p o r el del lenguaje y las
cosas tod as constituidas p o r él com o reales, bien p u ede decirse que no hay nada
d eterm in ad o con lo que uno en la vida corriente se tropiece (p ero con lo in d eter­
m inado p recisam ente no se tropieza uno) que no sea un choque con la evidencia
de la razón; p ero los h om bres en general dan m uestras de que no lo entienden
así, sino que tom an las realidades — entendam os— com o ajenas al lenguaje y la
razón, y p recisam ente p o r la convicción con que las dan p o r supuestas com o rea­
les, no reconocen en ellas la m ism a razón que p o r sus bocas y pensam ientos h a­
bla, y es así com o les p arecen m udas o m ás bien que hab lan en o tra lengua (como
si todas no hubieran de ser la m ism a). P ero tam poco hace falta que encarezca
cóm o las dos antítesis se im plican u n a en o tra , siendo al m ism o tiem po y no sien­
do repetición de u n a m ism a fórm ula.

56 D -K 10

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54 Razón común — Heraclito

ΓΛΪΔΕ<- 4>$EÎ>A} KATAKTéiW T e^ E^H“


ΡΑΤΗ^ΑΚ r ï Ρ<>ΝΤΕ<· * <><ιΑ ΕΙΔΟΜΕΚ
V > ' ./v > t
ΚΑΙ ΕΛΑ^ΟΜ ΕΚ ΤΑΥΤΑ ΛΡΟΛΕΙΡοΜΕΝ*
<f\k ΔΕ ❖ΫΤΕ ΕΪΔΟΗΕΚ O VT ΕΛΛ^Ο-
Μ£Ν\ ΤΑΥΤΑ OÉPOMEM*

© H ippol. Ref. IX 9, 5 {post n.° 33) : ... το υ τέσ τι τ ά ο ρ α τά τώ ν α ο ρ ά τω ν,


( ώ ς ) α π ό τώ ν το ιο ύ τω ν α υ το ύ λόγω ν κ α τα νο εΐν ρ ό δ ιο ν «’Ε ξ η π ά τη ντα ί» φ ησιν
«οί ά ν θ ρ ω π ο ι .... φ έρ ο μ εν’». ο ύ τω ς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς έν ’ίση μ οίρ α τ ίθ ε τ α ι κ α ι τιμ ά
τά έμφανή το ϊς ά φ α νέσ ιν κτλ. (sequitur n.° 36).

© κ α ί έλάβομεν B ernays, edd. : κ α ί κ α τελά β ο μ εν cod., K ahn.

In Hippolyti textum: (ώ ς) addo : (ταύτό δε καί) Wendland.

© ENGAÑADOS ESTÁN LOS HOMBRES TOCANTE AL


CONOCIMIENTO DE LAS COSAS APARENTES Y REALES
POR MANERA MUY SEMEJANTE A LA DE HOMERO, EL
QUE VINO A SER MÁS SABIO QUE LOS HELENOS TO­
DOS: PUES TAMBIÉN A ÉL UNOS NIÑOS QUE ANDABAN
MATANDO PIOJOS LE ENGAÑARON AL DECIRLE “TO­
DOS LOS QUE VIMOS Y COGIMOS, ÉSOS LOS VAMOS
DEJANDO, Y TODOS LOS QUE NO VIMOS NI COGIMOS,
ESOS LOS TRAEMOS”.

© La cita de San H ipólito (en el contexto de que v. mis P rolegóm enos), con
b astantes g arantías de literal (pese a que la p alab ra gnósis es bastan te nueva: en
Tue. V II 44, 2 ap arece, con el valor más bien de ‘reco nocim iento’ de lo fam iliar,
que es el que aquí p o d ría te n e r m uy bien, y v. p a ra o tra posible aparición n.° 38),
se inserta d eb id am en te en esta p a rte del libro, d o n de se constata la p arad o ja de
los hum anos (de que v. © al n.° 9), y es desvarío de estudiosos m odernos ligarlo
Razón general 55

con los frs. de crítica de H o m ero (n .os 29-30), que son de otro tono y propósito
claram ente. M ejo r lo en te n d ía H ip ó lito , que lo in tro d u ce, a pro p ó sito de m ostrar
que, si en H eraclito está lo de q u e la h arm onía in a p aren te es m e jo r que la apa­
ren te (v. n.° 36), tam b ién está que lo visible es m e jo r que lo deducido o sabido
de oídas, después de citar lo del n.° 33, del siguiente m odo: «... esto es, (q u e p re ­
fiere) las cosas visibles a las invisibles, (c o m o ) es fácil co m p ren d er a p a rtir de ta ­
les raz o n e s de él com o las siguientes: “E n g a ñ a d o s e s tá n ” dice “los h o m b res ...
ésos los tra e m o s” . A sí H eraclito en igual su erte coloca y estim a las cosas eviden­
tes que las in ap aren tes» , etc. (v. n.° 36, que es lo que pasa a citar luego).
P o r lo q u e hace al cu en to de los niños con H o m e ro , es cierto que se hizo muy
po p u lar, y lo en co n tram o s u n a y o tra vez en las varias Vidas de H o m ero que se
com pusieron en la ép o ca helenística y m ás ta rd e , au n que en ellas la adivinanza de
los niños aparece ya dicha en fo rm a de un h exám etro y la historia se ha retorcido
de m odo que los niños, p a ra m ayor confusión, sean pescadores enco n trad o s al pie
del m ar (así en la Vita atrib u id a a H e ró d o to y que suele fecharse en el s. II post,
y en o tra s), y se la h a d o tad o a veces (no en esa Vita) de la cola de q u e , al no
p o d er resolver el acertijo (que en gr. tiene los R elativos “todos los q u e ” en neutro
pl., sin indicio de que p u ed a tra ta rse de ‘p io jo s’ ni de ‘peces’, con lo que resulta
m ás vago el en u n ciad o , p ero acaso m enos en gañoso), H o m ero se m uere en con­
secuencia, sea p o r el desánim o que le e n tra (así en la Vita atrib u id a a Plutarco),
sea p o rq u e h abía un oráculo (así en A lcidam ante D e H om ero) que le advertía que
tal suceso e ra anuncio in m ed iato de su fin, y así al separarse de los niños, resbala
y se m ata. P ero con to d o , la form a en que H eraclito usa el cu en to , sin esas com­
plicaciones p o sterio res, m u estra bien que lo to m a de una tradición todavía no li­
teraria; y no es tan so rp re n d e n te que ya en su época (y m ás en É feso y en las cos­
tas asianas p o r d o n d e m ás se p en sab a que h u b iera andado H o m ero ) se hubieran
desarro llad o cuentos en to rn o a la figura del p o eta; de los que éste de H eraclito
sería con m ucho el testim onio m ás antiguo.
A h o ra b ien , ¿q u é es lo que los niños dicen y no acierta a descubrir H o m ero,
m ás listo y sabio (sophós) que ninguno de los hom bres de su m undo y lengua (que
es, para su m u n d o , el m u n d o , y p ara su lengua, la lengua)? D icen ellos que las
cosas que h an visto y a tra p a d o son las que van p erd ien d o , y que en cam bio las
que no han visto ni han podido cap tar p o r tan to son las que llevan consigo; y dice,
p o r H eraclito , la razón que eso se parece m ucho a la m anera en que los hom bres
en general están en g añ ad o s en lo to can te al conocim iento o reconocim iento de las
evidencias que las cosas les ofrecen. No es m ás enigm ática de lo preciso esa inter­
p retación que la razón hace de la adivinanza de los niños: por un lado, el ver las
cosas y ten erlas vistas, que im plica concebirlas, hacerse u n a idea de ellas, hace p er­
d e r el sentido de la v erd ad era lógica de las cosas (el creer ten er cada uno su idea
y su idíé phrónésis es lo que hace irracionales a los hom bres en general: v. © a
n.° 4), en tan to que el q u ed arse sin esa visión y esa ideación personal de las cosas
les perm ite a los h o m b res llevar razó n , o b ed ecer a razón, ten er sentido com ún y
así e n tra r ellos m ism os en el p roceso lógico de las cosas todas, que la razón rige;
p o r el lado co n trario , cogerse a uno m ism o sab ien d o , darse cu enta de que las co­
sas que sabe sencillam ente las sabe y las que n o m b ra las n o m b ra es lo que nos
libra de la carga de los saberes y las ideas que nos sacan de razón, m ientras que
56 Razón común — Heraclito

en cam bio el no d arse cu en ta de ello, el no e n te n d e r que el saber es un saber y


las cosas son ideas es lo q u e hace que sigam os llevando con nosotros y cargando
con las ideas o p iojos de n u e stra m iseria, la p ro p ia y la general.
Y no se m e llam e a falta p o rq u e ofrezca aquí dos in terp retacio n es de la in te r­
pretación que H eraclito sugiere y dos soluciones co ntradictorias de la adivinanza
de los niños: p o r m i p a rte , m e h ab ría q u ed ad o m ás bien com pungido si no hubie­
ra enco n trad o m ás que u n a solución u n ilateral y no co n trad icto ria, u n a vez e n te n ­
dido que la ley de lógos m ism o es la contradicción.
H ab ría, en fin, que h acer n o ta r que n o es in d iferen te tam poco que sean unos
n iñ os los q u e p ro p o n e n la adivinanza, en el sentido que ya P. F ried lán d er in te r­
p re ta b a que “los niños conciben m e jo r que H o m e ro la estru ctu ra antitética de ló­
gos”; pues ello es q u e el te n e r m enos carga de ideas y p o r ende estar m e n o s
f o r m a d o com o h o m b re es la condición que p erm ite funcionar m ás lógicam en­
te a los niños y descu b rir m ás fácilm ente la lógica de las cosas.

11 17 D -K

o v ΓΑΪ 4 >h>NÉOV$t TOWVTA ΡΟΛΛ^ί


❖ K0Í01* ÉrKV^ÉO V^IK, ΟΫΔΕ H A-
Π r / v ^ I K · É < s> V T O Íf l

ΔΕ A O K ÍO V $ ltf.

© Clem . Strom . II 8, 1 : «ού γ ά ρ .... δοκ έουσ ιν» κ α τά τον γ εν να ίο ν Η ρ ά κ ­


λειτον. ά ρ 5 ού δ ο κ εϊ σοι κ α ί ο ύ το ς το ύ ς μή π ισ τεύ ο ν τα ς ψ έγ ειν; «ό δέ δ ίκ α ιό ς
μου έκ π ίσ τεω ς ζήσεται» ό προΓρήτης είρηκεν (H a b . 2, 4).
A rstt. Eth. Nie. η 5, 1146 b : ... ο ύ θ έ ν δ ιο ίσ ει επιστήμη δ ό ξ η ς' ενιοι γ ά ρ π ισ τεύ-
ουσιν ούδέν ή ττο ν ο ίς δ ο ξ ά ζ ο υ σ ιν ή ετεροι ο ίς έ π ίσ τα ν τα ί' δηλοϊ δ ’ Η ρ ά κ λ ε ι­
τος. Vnde et [A rstt.] M agn. M or. β 6, 1201 b 4 ss. : ... ο ύ θ έ ν δ ιο ίσ ει (scii, ή δ ό ­
ξ α ) τής επισ τήμ ης, δ ό ξη ς έχούσης τό π ισ τεύ ειν ο ύ τω ς έχειν ώ ς δ ο ξά ζο υ σ ιν , οίον
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ό Έ φ έ σ ιο ς το ια ύ τη ν εχει δ ό ξ α ν υ π έρ ών α ύ τ φ έδόκει.

Cfr. et Democr. B 53 D-K : πολλοί λόγον μή μαθόντες ζώσι κατά λόγον. Et Hippocr. De
nictu 15.
Razón general 57

(v) το σ α ϋ τα T h. G o m p erz π ο λλο ί : ο ί π ο λ λ ο ί B ergk : delebat R ein h ard t


ό κ ο ίο ις B ergk : ό κ ό σ ο ι codd. : ό κ ό σ ο ις G a ta k er έγκυρσέουσιν ex
illo codicum έγκ υρ σ εύ ο υσ ιν cum Cobetio seruo, incognitam deuerbatiui form am ,
h a u d tamen o m n in o incredibilem : έγκΰρσ ω σ ι B ergk : έγκ υρ έουσ ιν Schuster, M ar-
covich : έγκ υρ εϋ σ ιν edd. alii π α θ ό ν τε ς B rin k m ann.

© PUES NO PIENSAN MUCHOS COSAS TALES COMO


SON AQUELLAS CON LAS QUE SE ANDAN TROPEZAN­
DO; NI AUN DESPUÉS DE HABER APRENDIDO LAS CO­
NOCEN; PERO ELLOS SE CREEN QUE SÍ.

© Lo cita San C lem en te, p a ra aplicarlo a la cuestión de la Fe de una m anera


algo enrevesada: ‘“ Pues no ... creen que sí’, según el noble H eraclito. ¿N o te p a­
rece a tí q u e tam b ién él está censu ran d o a los que no tien en fe? ‘Pero el justo y
mío vivirá de fe ’ ha dicho el p ro feta (H ab acu c 2 ,4 ) ” : parece pués que aquí el san­
to P ad re, lejos de confundir pístis (‘fe ’, ‘confianza’, ‘fidelidad’) con dóxa (‘opi­
n ió n ’, ‘creen cia’), com o h ab ría m otivos p ara confundirlas (así en m i traducción el
verbo d okéousin ha d ado “creen que sí”), las o p o n e de tal m anera que p u eda en­
te n d e r el tex to com o alegato p o r la fe (que evid en tem ente se confunde con un ‘pen­
sar según la ev idencia’, que m uchos no p iensan), y co n tra un ‘creer que se sabe’,
que para él se identifica con la falta de fe: es una m edia vuelta del revés, que por
infiel que sea al sentido de la frase citada, no d eja de ser ilustrativa. M ás simple
es la m an era en que este texto (y tal vez otras p artes no conservadas del pasaje)
parece h a b e r q u ed ad o zu m b an d o en la m em oria de A ristóteles, cuando en el pa­
saje de la Ética de N icóm aco citado en © , tra ta n d o de la intem perancia o, como
dicen ah o ra, falta de co n tro l, escribe así: “E n cuanto a ... lo de que sea una creen­
cia (d ó x a ) v e rd a d e ra ( ? ) , p ero no sab er ( epistém ë) , con respecto a lo que caen
en in tem p eran cia, n inguna diferencia le hace a n u estra razón: pues algunos de los
que están en u n a creencia no tien en dudas, sino que piensan exactam ente saber
(eid én a i). A sí p ués, si p o r el hecho de fiarse (pisteúein) ligeram ente los que tie­
nen una creencia van a o b ra r m ás en co n tra de lo p resupuesto que los que saben,
en nada van a diferir ciencia de creencia: pues los hay que en m odo alguno se fían
m enos en las cosas que creen que o tro s en las que saben; y lo pone de m anifiesto
H era c lito ” ; d o n d e, d e ja n d o de lado los confusos distingos aristotélicos entre — por
trad u cir a lo m oderno— la adhesión del sujeto a su saber y el fu n d am en to o b je ­
tivo para el m ism o, lo que parece d esp ren d erse es que el pasaje de H eraclito le
había im p resio n ad o com o insistiendo en el p o d e r de la creencia p a ra h acer que
los hom bres no sepan lo que hacen, p ara discordar de la lógica de las cosas. Lo
gracioso es que el au to r del tratad illo llam ado Gran Ética (que los estudiosos sue­
len consid erar b a sta n te ta rd ío en la época helenística, p ero que algunos creen re­
58 Razón común — Heraclito

dactado sobre n o tas o cursos del M aestro m ism o) h a e n ten d id o el pasaje de la Ét.
de N ic., que seg u ram en te está co p ian d o , n o com o siendo el texto de H eraclito una
p reclara fo rm ulación del p o d e r de la creencia, sino com o siendo H eraclito m ism o
u n ejem plo de firm e ad hesión a las creencias propias (“ ...e n n ad a diferirá (la
creencia) del sab er, te n ie n d o la creencia el fiarse en que es la cosa tal com o lo
creen; co m o H e ra c lito el efesio tien e u n a creencia tal acerca de las cosas en las
q ue él cree”); así d eb ía de an d ar la fam a (y d esconocim iento) del O scuro en la
escuela perip atética. E n fin, la sen ten cia de D em ó crito que tam bién se cita en ©
igual p u ed e ser reso n an cia de este p asaje (p o r el p o llo í y el m athóntes) que de
o tro s, com o n.° 6 ó 9: “M uchos q u e no h an ap ren d id o razón viven según raz ó n ” :
u n aforism o que resu m iría d ecen tem en te to d o u n giro de la razón heraclitana.
Tam bién el p aso indicado al final de © y algún o tro del hipocrático D e uictu, que
ya hem os recogido en (c) al n.° 1, tien e sin d uda resonancias de esta p arte del libro.
P ero , a p a rte ya de lo q u e filósofos, científicos o teólogos, p u ed an h ab e r en ­
tendido y aplicado a sus fines de estas form ulaciones de razó n , y d eja n d o algunas
dificultades en la transm isión del tex to , m ás n otables de lo que suelen serlo en las
cuidadosas citas de San C lem ente (m e resuelvo, com o se ve en (v), p o r m an ten er
el texto tran sm itid o salvo el h o kó so i ‘cu a n to s’, c o n tra el que adopto la enm ienda
de B ergk h o ko ío is ‘cuales son las cosas con las q u e ’, estim ándola necesaria p ara
el sentido y fácil adem ás la e rra ta de los am an u en ses), lo que estas frases dicen
en el curso de p en sam ien to que vam os reco n stru y en d o es b astante claro: de un
lado, se insiste en el co n traste e n tre la p resen cia co n tinua de la razón en todas las
cosas o procesos reales y la ex trañ eza o falta de conciencia de ello en los hom bres
en general, tal com o se enunciaba en el n.° 9 (aq u í, en vez del habitual ‘los más
n o ...’ diría, m an ten ien d o sin corregir el te x to , “no son m uchos los q u e ...”), sólo
que ponien d o m ás en evidencia la discordia e n tre la lógica de las cosas (“cuales
son las cosas con q u e se to p an a cada p a so ”) y el m odo de p ensar de m uchos de
ellos (“no piensan (p h ro n é o u si) pensam ien to s tales com o esas cosas o procesos
so n ”), discordia que a su vez se d escubrirá m ás ad elan te lógica concordia; y de
otro lado, se insinúan los tem as en que va a cen trarse la razón en los pasos si­
guientes, según mi o rd en am ien to : el de la m áthésis o ap rendizaje por estudio y ex­
periencia, que de p o r sí no sirve p a ra d ar conocim iento o conciencia ( g n ó m é ) de
lo que pasa, y el de la creencia u opinión perso n al (dóxa, o íé sis), sobre la que se
hace denuncia en los frs. in m ed iatam en te siguientes, y que ya desde aquí se d e­
nuncia, com o fru to de aquella id íép h ró n ésis de que v. n.° 4, que es precisam ente
lo que hace que la lógica de la p rivada inteligencia de los m ás de los hom bres deje
de coincidir con la lógica de las cosas, au n q u e sea p ara coincidir al fin con ella en
gracia de esa m ism a discoincidencia; de m an era que el “a ellos m ism os les parece
que sí” del final del fr. no es m ás que la cara positiva del “no piensan según el
pensam ien to de las cosas” de su com ienzo, ju n tá n d o se am bas caras p o r la falta de
conciencia (que estudio y experiencia no corrigen) que en la frase central se en u n ­
cia.
Razón general 59

70 D -K |2

PAÍA^W Á ^ V fMATA Tí Λ0-


^ M A T A ,

(?) lam b í. D e anim a a p u d Stob. Flor. II 1, 16 : π όσ ψ δή οΰν βέλτιον Η ρ ά κ ­


λειτο ς π α ίδ ω ν α θ ύ ρ μ α τ α νενό μ ικ εν είνα ι τα α ν θ ρ ώ π ιν α δ οξά σ μ α τα .

© A d Ianblichi textum: νενόμικεν F P L : ένόμισεν vulgo.

© JUGUETES DE NIÑOS las creencias humanas.

© L a breve fó rm u la, tran sm itid a en el p asaje de una o b ra p erd id a de Jám blico


el neoplatónico (ss. n i-iv ) incluido en el Florilegio de E sto b eo (“E n fin pués, cuán­
to m ejo r H eraclito ju g u etes de niños está en sentencia de que son las creencias
h um an as”), es sin d u d a literal en su pred icad o “ju g uetes de niños” (con el térm i­
no hom érico áthyrm a, de athyrô ‘d iv ertirse’), y si el S u jeto tá anthrópina doxás-
m ata no lo es, algo m uy sem ejan te ten ía que h a b e r en el texto de H eraclito. Es
claro, en to d o caso, q u e debe la fórm ula insertarse en este contexto de denuncia
de las creencias, opiniones o p areceres de los h om bres, que son lo que los separa
de acorde con la razó n , y el fr. que enlazo a continuación bien podría venir inm e­
diato tras este p asaje com o desarro llo explicativo.
La com paración de las creencias con ju g u etes de niños im plica no precisam en­
te que la relación de los hom bres con sus creencias sea com o la d e los niños con
sus ju g uetes, sino qu e, así com o, tom án d o se los niños en serio sus juegos, los m a­
yores los consideran m eros juegos, así tam bién la seriedad con que se tom an los
hom bres sus creencias la d enuncia la razón al revelar esas ideas tam bién com o m e­
ros juegos, con la connotación precisa de ‘d iversión’ y ‘e n tre te n im ie n to ’, que des­
vía y oculta de la conciencia la razón v erd ad era de las cosas. N o m uy o p o rtu n a ­
m ente a p ro p ó sito de este texto alega W alzer los p asajes de P latón Leyes I 644 d
y V II 803 c, en que las acciones de los h om bres se p resen tan com o juguetes de
los dioses. P o r lo d em ás, cfr. p a ra la relación del adulto con el niño com o la de
la divinidad con los h o m b res n.° 121, p ara el T iem po com o juego de un niño n.° 85.
60 Razón común — Heraclito

13 < , 28D'K
ΔΟΚΕΦΝΤ«»Ν rk O AOUnWTATOj
< ¡r\rw ^KEiK EN TI T<M’ ÉríiTATAl,
ΤΛ o lí) n r W ^ K E l <frVAÁftEW' ΚΑΪ
KÉhfTOl ΚΑΙ ΔΙΚΗ KATAAHVETAl
V E V A V N ΤΕΚΤΟΝΑ^ ΚΑΙ HÁfTVfA^ .

© Clem . Strom . V 9 : δ ιά το ύ το κ α ί ό α π ό σ το λ ο ς ( I Cor. 2 ,5 ) π α ρ α κ α λ εΐ


«ι'να ή π ίσ τ ις ημ ώ ν μή ή έν σ ο φ ία ά νθ ρ ώ π ω ν» τώ ν π ε ίθ ε ιν έπα γγελλομ ένω ν, «άλλ’
έν δ υ νά μ ει θ εο ύ » τή μόνη κ α ι άνευ τώ ν α π ο δ ε ίξ ε ω ν δ ιά ψ ιλ ή ς τής π ίσ τεω ς σ φ ζειν
δυνα μένη. «δο κ εό ντω ν .... μάρτυρας» ό Έ φ έ σ ιό ς φ ησ ιν. ο ΐδ εν γ ά ρ κ α ί ούτος
δ ιά τής β α ρ β ά ρ ο υ φ ιλ ο σ ο φ ία ς μ α θ ώ ν τήν δ ιά π υ ρ ό ς κ ά θ α ρ σ ιν τώ ν κ α κ ώ ς βε-
βιω κ ότω ν, ήν ύσ τερ ο ν έκπ ύ ρ ω σ ιν έκάλεσαν ο ί Σ τω ίκ ο ί.

© δοκ εό ντω ν codd. : δ ο κ έο ντα p o st Schleierm acherium edd.; W ilam ow itz uero
δ δο κ ιμ ώ τα το ν corrigere m alebat (γιγν ώ σ κ ε ιν έν τ ι τό δ ’ έ π ίσ τα τα ι, τά ο ύ )
lineam deperditam supplere quam textum codicum corrigere m alo γιγνώ σ -
κει φ υλά σ σ ειν : γ ιγ νώ σ κ ειν φ υλά σ σ ει Schleierm acher : γινώ σ κ ει, φ υλά σ σ ει D iels
collato pro constructione η .° 85 et p ro sensu D e uictu 11, K ahn : (ο ύ ) γινώ σ κ ει
φ υλά σ σ ειν P atin κ α ί μ έντο ι κ α ί a Clem ente insertum Reinhardt putabat :
κ α ί μέν π ύ ρ κ α ί W ilam ow itz.

© PUES EL MÁS ACREDITADO DE LOS QUE ESTÁN


EN CREENCIA (DE CONOCER, UNA SOLA COSA SABE:
A LO QUE NO) CONOCE ESTAR EN GUARDIA. Y AUN
CON TODO Y CON ESO, TAMBIÉN JUSTICIA PRENDERÁ
A LOS MAQUINADORES Y ATESTIGUADORES DE FAL­
SEDADES.

© U n frag m en to , com o se ve en © , m uy ato rm en ta d o por la crítica; y ello es


que difícilm ente p u ed e leerse tal com o lo tran sm iten los M S S de San C lem ente,
sobre tod o al ser casi increíble q u e el v erbo gignóskei ‘co noce1 p u ed a regir un In-
Razón general 61

finitivo (com o si en esp. tra ta ra de decirse “conoce estar en g u ard ia ” ; pese a algún
ejem plo aislado en gr. p o ste rio r, com o en Sóf. A n t. 1089: y conozca” e.e.
“a p re n d a a m a n te n e r la lengua m ás tra n q u ila ...”), uso p a ra el cual epístatai es el
V erbo indicado; ni el añad id o de P atin “ (n o ) conoce e star en g u ard ia” salva de
esa dificultad. H e p re fe rid o p u és p e n sa r en u n a haplografía gignóskein-^gignóskei
que h ab ría h echo saltarse u n tram o de escritura, o quizá ju stam e n te una línea, a
algún copista del te x to de San C lem en te, de m odo que en el salto estuviera algo
del o rd en del “u n a sola cosa sab e, a lo que n o ” que p ropongo. V éase q u e, si no,
q u ed a uno obligado a correcciones p aleográficam ente injustificadas, que tam poco
dan un tex to del to d o satisfactorio: con las de S chleierm acher tendríam os algo
com o “P ues el de m e jo r opinión (lo que hace es) g u ardarse de conocer cosas que
se o p in an ” ; con sólo la p rim era y a d o p tan d o p a ra el final la de D iels (que cierta­
m ente en c u e n tra algún apoyo en la sintaxis yuxtapositiva de n .os 57 y 58 y en el
texto del hipocrático D e la dieta en dolencias agudas 11, que dice algo como “ a
una cosa, con to d o , sí que están en guardia y sí que la conocen, que gran daño
a ca rrea”), ten d ríam o s esto otro: “Pues el de m ejo r opinión opiniones conoce, vi­
gila” . E n cu an to a la segunda frase, R e in h a rd t sospechó, sin b astan te fundam en­
to, que las conectivas k a i m én to i ka i “Y con to d o y con eso, ta m b ié n ” podían ser
del citad o r (con lo cual, p o r cierto, las dos p artes de la cita no ten d rían por qué
h ab e r ido in m ediatas en el libro de H eraclito ), en tan to que W ilam ow itz, p o r aten ­
der a lo que San C lem ente dice tras la cita (sobre la que ah o ra volverem os) se es­
forzaba en en c o n tra r ah í una m ención del fuego {p yr) con poca probabilidad fi­
lológicam ente y poca necesidad p o r lo dem ás.
Pues lo que reza el contexto de la cita en San C lem ente es algo com o esto:
“P o r eso tam b ién el A pó sto l ex h o rta ‘p ara que n u estra fe no esté en la sabiduría
{sophía) de los h o m b re s’, los que hacen profesión de persu ad ir, ‘sino en el poder
de D io s’, en el que solo y sin las dem ostraciones p u ede p o r m edio de la desnuda
fe salvar. ‘Pues el más ... de falsed ad es’ dice el E fesio; pues sabe tam bién él, por
la b árb ara filosofía h ab ién d o lo ap ren d id o , la purificación por el fuego de los que
han llevado m ala vida, a la cual más tard e deflagración o destrucción p o r fuego
{ekpyrósis) llam aron los estoicos” ; la cita pued e p arecer algo traíd a por los pelos,
pero en to d o caso ha visto que su p rim era p a rte venía a condenar la preten d id a
sabiduría {sophía, fu n d ad a en creencia, dó xa ) de los que profesan saber (cientí­
ficos o retó rico s), en el sentido de la frase de San Pablo; y luego, al en co n trar en
la segunda p arte la am enaza contra aquellos cuyo saber no consiste más que en
un estar precavidos a lo que en verdad no conocen p or m edio de falsedades, y co­
nociendo bien el santo otros pasajes del libro de H eraclito en que aparecía el fue­
go (dos, n .os 81 y 76, citará poco después en el m ism o libro de los Strom ata), ha
glosado p o r su cu en ta esa co n d en a p a ra acercarla al p ap el del fuego en las pos­
trim erías cristianas (y estoicas de p aso ), aun a costa de confundir un poco la con­
dena al In fiern o de los m alos y la deflagración del m undo en el G ra n Juicio. N ó­
tese de pasad a la curiosa traslación de uso del A d j. ‘b á rb a ro ’: así com o para los
helenos b á rb aro s eran los o tro s, en cuanto que no sabían la v erd ad era lengua, así
p a ra el cristiano serán b árb aro s los que no han oído el L ógos o V erbo verdadero
y están apenas a p ren d ien d o a h ab lar en una filosofía balbuceante.
Por lo dem ás, bien está c o te ja r con n u estro p asaje, en cuanto a reducción del
62 Razón común — Heraclito

saber hum ano a m e ra creen cia, lo q u e dicen unos versos de Jenófanes (fr. B 34
D -K ): “L o que es con certeza, ni vio h o m b re ninguno ni h a b rá que lo sepa / acer­
ca de dioses y cu an to de to d o voy razo n an d o : / q u e aun si, a lo m ás, se diera que
uno acertase a decirlo, / él m ism o au n así n o lo sabe; y creencia en todos dom i­
n a ” ; y m ás aún, la oposición en el p o em a de P arm énides (vv. 108-110 de mi e d .,
L e d . pres. I, fr. 8 D -K ) e n tre verdad (alëtheiê) y creencias (dóxai), y sobre todo
el p u n to en q u e m ás la o ntología p a rm e n id e a y la lógica h eraclitan a se encuen­
tran , cuando le dice la diosa (vv. 28-32, fr. 1 D -K ) “M as has de e n te ra rte de todo,
lo m ism o / corazó n sin tem b lo r d e la b ie n re d o n d a v e rd ad que creencias / de los
m ortales, en las q u e n o cabe fe v erd ad era; / y aun ésas, con to d o , h ab rás de a p re n ­
d er, cóm o, siendo creídas, / te n d rá n en creencia q u e ser, p o r todos todas e n tra n ­
d o ” , de m odo q u e el ser de lo falsam en te creído, en cuanto ser de la creencia, vie­
ne a p arecerse, a su m a n e ra , al tran ce lógico en q u e, al d iscordar de la razón los
hom bres en g eneral, en virtud de sus creencias p ersonales, con esa m ism a discor­
dia obedecen a la ley de la razón.
P ero algo m ás preciso es lo que en este fr. dice la razón: que es q u e, aun cuan­
do no se q u iera ace p ta r del to d o mi lectu ra, la sola aparición del phylássein ‘vigi­
la r’ o ‘estar en g u ard ia’ o ‘p recav erse’ b a sta n te claram ente indica que la falta de
enten d im ien to v erd ad ero en las creencias (personales y dom inantes) se relaciona
ín tim am en te con su función práctica: la de g u ard arse (uno y el m undo) co ntra las
am enazas que de lo desconocido a te n te n a su co nstitución y seguridad (de uno y
de su m u n d o ); es así com o denu n cia la razón su conversión en creencia, que es al
m ism o tiem po m era h abilidad p reserv ad o ra y previsora, así se tra te de las ideas a
q ue uno se afilia p a ra su sten tarse o se tra te de las ideaciones de la C iencia, som e­
tidas tam b ién a su aplicación p ráctica, e.e. a la previsión, seguridad y defensa de
lo desconocido. Y en la segu n d a p a rte del fr., con la pro m esa de justicia, que al­
canza tam bién a los co n stru cto res y testificadores del engaño (inevitablem ente:
pues en el ju eg o de la razón están tam bién las astucias y falsedades com prendidas
com o térm inos de su lógica) se inicia la d en u n cia, que se d esarro llará m ás ad elan­
te (n.°s 20, 21, 26, 27) de los fabricantes de creencias, los científicos y en general,
com o decim os a h o ra con un term in ach o , m uy gracioso oído desde el lenguaje he-
raclitano, los ideólogos.

14 *131+46 D -K
Razón general <53

V ) τ γ ν o i y i v U ^ à v V O (Γ ο ν ? t^ V

O Ç o C C flV Y ¿ u í¿ < T & o C ( .

© a) G n o m o lo g iu m P arisinum n. 209 (ó δέ γε Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ελεγε τή ν οϊησιν


π ρ ο κ ο π ή ς έγκ ο π ή ν), G nom . M onacense n. 199, M axim us Conf. Serm. 34, p. 624;
et sine Heracliti m entione (ό τώ ν α ρ χ α ίω ν λόγος) Philop. apud Jo h an n em D am .
Sacra parall. 693 e; B io n i dat D iog. V II 23 et Stobaei Flor.

b) D iog. L aert. IX 7 : τήν τε ο ϊη σ ιν ίερ ά ν νόσ ον έλεγε κ α ι τή ν δ ρ α σ ιν ψ εύδεσ-


θ α ι; E picuro sententiam tribuit G nom . Vaticanum 753 n. 294.

© a) La opinion personal, empecimiento de avanzamiento.


b) La opinion personal, morbo sacro, y la vista, engañarse.

© N o es del to d o seg u ro , com o se ve p o r la trad ición de las citas dada en © ,


si son de atrib u ir al libro de H eraclito las dos sentencias o si una de ellas o si am ­
bas pu d ieran ser reform u lacio n es de un m ism o p asaje; las colecciones de p rover­
bios (G nom ologia) le atribuyen la p rim era (pero la de E sto b eo la pone a nom bre
de B ión, com o D iógenes en la Vida de éste V II 23, y F ilópono [vi post ] la citaba
an ó nim am en te com o “el decir de los antiguos”), en la que aparece el juego de las
dos palab ras que en algo tra to de rep ro d u cir en © , p ro ko p ês enkopén (lit. con la
raíz —k o p — ‘c o rta r’, ‘co rte en un aco rta m ie n to ’ o ‘en un ad elantam iento rá p id o ’),
palabras que no son de la literatu ra vieja, pero bien p o dían estar en la lengua h a­
blada desde antiguo; en cam bio, la Vida de D iógenes po n e en boca de H eraclito
la segunda (que o tro re fra n e ro le d a, tam bién m uy d e n tro de carácter, a E picuro),
en que a la opinión se la llam a epilepsia, ataq u e o parálisis epiléptica, o mal sa­
grado (según la sabida veneración con que se recibía tal ata q u e , y que uno de los
más preclaros escritos atrib u id o s a H ipócrates se dedica a disipar, reduciendo la
epilepsia a razó n , com o los o tro s m ales), y en que luego se enlaza (no es tam poco
claro si el enlace es de D iógenes o estab a así en el libro) una segunda parte en
que de la vista se dice que es un m entir o un en gañarse. O tra dificultad para la
atribución a H eraclito en la que se ha insistido es el p ropio térm ino, que en ambas
sentencias ap arece, oíésis, que, m ás que N om bre del V erb o oíesthai en sí, debe
tom arse com o denom in ació n del frecu en te inciso coloquial que form a su Prim era
P ersona, —oíom ai—, —otm ai—, algo com o un —creo y o —, —m e parece a m í—,
de m odo que ju stifiq u e su valor preciso de ‘opinión p e rso n a l’ no sin sus connota-
64 Razón común — Heraclito

d o n e s de ‘p resu n ció n ’ (bien la trad . “E igertdünkel” en D -K ), térm ino que no p a ­


rece, p o r lo d em ás, atestig u arse antes de P latón; p e ro , siendo la form ación bien
posible p a ra el gr. de H eraclito , ello no b asta a resolver la du d a de si, por m ás
vulgarizada q u e anduviese luego la senten cia, e sta b a tam b ién en su libro o no.
P e ro ello es, en to d o caso, q u e esta m aldición de la opinión p ersonal, com o
d etenim ien to en id ea fija de la razó n racio cin an te, según a), o, según b), com o
epilepsia (con lo q u e ello im plica de cerrazó n del su jeto en sí m ism o y abandono
del com ún sen tid o ), cu ad ra h a rto bien con lo q u e en o tro s frs. hem os venido le­
y endo del dokeín o de la idie phrónesis com o id ea de uno co n tra razón com ún; y
bien parece q u e d eb ería en el libro venir en este co n texto que la pongo, com o p ro ­
longación del fr. a n te rio r y p rep aració n p a ra los q u e siguen.
E n cuanto a la segunda p a rte de b), si p u d iera adm itirse que la coordinación
con la prim era e ra ya del tex to de H eraclito , ello ven d ría de perlas ju stam en te
p a ra hacer enlace in m ed iato con el fr. q u e doy a continuación, que va a decir
cóm o, b ajo el d o m in io de la creencia irracional, tam bién el testim onio de los se n ­
tidos es engañoso y m en tira. Y si a alguien le choca que se diga esto de la vista,
al con fro n tar con n.° 33, en que se p refiere lo visto a lo oído, no tiene sino con­
sid erar los diferen tes co ntextos en q u e esta fórm ula y las o tras aparecen según mi
ordenació n , que hacen bien razo n ab le que razó n form ule de la vista condicionada
p o r ideación perso n al lo q u e aq u í dice y de lo visto m e jo r que lo sabido de oídas
lo que allí.

15 107 D-K

ΚΛ Κ·ν“ϊ MÁPrvt”^
¿ Φ ^ Λ Λ Μ Ο Ι KAI « S -Τ Α ^ A ^ Á P O V }

VVXÍ<>

© Sext. A d v . m ath. V II 126 : ... άλλά τή ν μέν α ϊσ θ η σ ιν ελέγχει λέγω ν κ α τά


λέξιν «κ α κ ο ί .... έχόντω ν», ο π ερ ίσ ον ήν τ φ ‘β α ρ β ά ρ ω ν έστι ψ υ χώ ν τ α ϊς ά λ ό γο ις
α ίσ θή σ εσ ι πιστεύει,ν’.
Stob. Flor. I l l 4, 54 (Π ερ ί ά φ ρ ο σ ύνη ς) : ... Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ ' κ α κ ο ί γ ίγ ν ο ν τ α ι ο φ ­
θ α λ μ ο ί κ α ί ώ τα άορρόνων ά ν θ ρ ώ π ω ν ψ υ χ ά ς β α ρ β ά ρ ο υ ς έχόντω ν.
Razón general 65

G nom . Vat. 311 : κ α κ ο ί μ ά ρ τυ ρ ες ώ τα κ α ι ο φ θ α λ μ ο ί α φ ρ ό ν ω ν ά ν θ ρ ώ π ω ν.


G nom M onacense lat. (W oelfflin Caec. Balb. p. 20) : ... oculos e t aures vulgi m a­
los testes esse.

© In Sexti textu τώ Bekker, Mutschmann : τών codd.

© MALOS TESTIGOS PARA LOS HOMBRES OJOS Y


OÍDOS DE QUIENES TIENEN ESPÍRITUS BÁRBAROS
(, QUE NO HABLAN LENGUA DE RAZÓN).

© Sexto E m pírico asegura que su cita es literal, al in tro d u cirla así: “ ... pero la
sensación la refu ta, diciendo p alab ra p o r p alab ra ‘M alos ... b á rb aro s”’; de fiarse
de ello, la cita en el Florilegio de E sto b eo (en una sección que agrupa sentencias
b ajo título de ‘A cerca de la in sen satez’) ten d ría que ser un arreglo, con glosas in­
corporadas: “D e H eraclito: ‘M alos se vuelven ojos y oídos de los hom bres insen­
satos que tienen espíritus b á rb a ro s’” ; una abreviación (p ero reap arecien d o el tér­
mino ‘testig o s’) sería la del refran ero vaticano: “M alos testigos oídos y ojos de los
hom bres in sen sato s” , y tam bién la del m onacense latino (pero su vulgi p arece, aca­
so p o r casualidad, h uella del h eraclitano hoi p o llo í ‘los m ás’ o ‘los hom bres en ge­
n e ral’): “ ... que ojos y oídos del vulgo son m alos testigos” . No es pués del todo
claro que la cita de Sexto sea literal, h abiendo adem ás en ella una extrañeza sin­
táctica, al no co n certar el “quienes tie n e n ” (P art, echóntón en G e n .) con “ los hom ­
b res” (anthrópoisin en D a t.), que pued e sugerir al m enos el salto de algún térm ino.
P ero poco ha de to car ello al buen enten d im ien to del pasaje. A u n q u e, por cier­
to, el propio Sexto, que lo trae a colación de la cansada disputa ‘que si sentidos,
que si raz ó n ’, p a ra m o strar que H eraclito rechaza la aísthésis y pone el lógos como
criterio, nos da claro ejem plo de la m anera en que no debe en ten d erse, cuando,
después de citarlo, lo glosa de este m odo: “ ... lo cual e ra equivalente a ‘de espí­
ritus b árb aro s es fiarse de los sentidos, irracionales com o son’” . P ero, aparte la
inepcia de que a los p o b res sentidos se les p u ed a llam ar irracionales ni racionales,
está bien claro p ara n o so tro s, y m ás al leer el fr. en el contexto que vam os hilva­
n an d o , que lo que aquí se co ndena es la creencia de que haya un testim onio o p ru e­
ba de los sentidos sobre la verdad de las cosas, cuando ojos y oídos no pueden
más que v er y oír las cosas tales cuales están constituidas por las ideas que sobre
ellas teng a la p erso n a o que d om inen en general. Y b ien , así com o es cierto que
las cosas y sus procesos en sí m ism os son todos necesariam ente lógicos y raciona­
les, voces de la razón que lo rige to d o , y que tam bién ojos y oídos, en cuanto se
les tom e com o cosas o procesos n atu rales, no p u ed en m enos de ser lógicos, así
tam bién sucede que la creencia en un sab er p ro p io , que es a su vez adhesión a las
ideas generalizadas, es el trance lógico que introduce una irracionalidad o con-
tra-razón e n tre los h om bres (p o r m ás que esa co n tra-razón sea el m odo en que
66 Razón común — Heraclito

tam bién los h o m b res, com o cosas e n tre las cosas, o bed ecen a la lógica de to d o ),
y es vano esp e ra r q u e h ay a u n ch o q u e ex p erim en tal que denuncie la falsedad de
la creencia y nos devuelva a razó n , q u e ojos y oídos p u ed an p o r sí dar testim onio
ni p ru e b a c o n tra la concepción de la R ealid ad en la q ue un o cree, ya que esa R e a ­
lidad es ideal y sosten id a p o r creencia, y u n v er y o ír que no fu era de lo indefini­
do, de lo in fin itam en te disperso y vago (y si fuese así, no sería ver ni oír de cosa
ninguna), no p o d rá m enos de estar som etido a las ó rdenes del alm a (de la persona
y de la m asa) y ver las cosas q u e sus ideas d eterm in an y en las que ella cree y se
sustenta.
P ero ya, p o r lo que vam os leyendo de los p asajes an terio res (y lo que aún se
confirm ará con los q u e siguen), estam os tal vez en condiciones de e n te n d e r con
precisión lo que q u ieren decir los ‘espíritus fo ra ste ro s’ o ‘alm as b á rb a ra s’ de este
texto (donde psyché, p o r cierto , p arece usarse, en co n tra de lo que se verá en los
n .os 105-113, con significado cercano al m o d ern o de ‘alm a’ y al actual de ‘el Y o ’,
e.e. principio de individuación, sustancia del ser de uno y lugar hipotético de las
funciones de v o lu n tad y de ideación): a sab er, así com o b á rb aro s llam an los hele­
nos a los que no h ab lan la v e rd a d e ra lengua, q u e es la lengua — diríam os noso­
tros— de C u ltu ra, y p o r en d e, a su m an e ra , de razón (y cfr. lo que en © a n.° 13
hem os visto de cóm o el cristiano llam a a su vez b á rb aro s a los que no han oído
al L ógos v e rd a d e ro ), p o r sem ejan te m odo la razón llam a a través de H eraclito b á r­
baras a las alm as que no h ablan lengua de razó n , esto es, las que están en discor­
dia con la lógica de las cosas, p o r adhesión a la creencia p ro p ia , que son las de
los hom bres en general (cfr. © a n . ° 8 p a ra la p roclam ación del hom bre com o “irra ­
cional po r n a tu ra le z a ”), las cuales alm as no p u e d e n m enos de te n e r som etidos a
sí los ojos y oídos de sus posesores p a ra que vean y oigan lo que ellas m andan,
de m an era que m al va a esp erarse que experiencias (ni experim entos) pu ed an h a­
cer o tra cosa que con firm ar las ideas y realid ad es establecidas, testim onio de es­
clavo fiel: m alos testigos, m alas p ru eb as — dice en ese sentido la razón.

16 *133 + 19 D -K

KAK.01 ΛΑΗ^ΙΝ^ΑΓ A K T Í
Δ1 KOI t ÁK<rVÍAl ΕΓΜ^ΤαΜΕΚΟΙ
o v a ' d r n / v .
Razón general 67

© M em bra d uo disiecta copulanda uisa, G nom . Vat. η. 313 (inter tris alias sen­
tentias sub H eracliti nom ine) ’Ά ν θ ρ ω π ο ι .... ά ν τίδ ικ ο ι et C lem . Strom . II 24, 5 :
ά π ισ το υ ς είν α ι τ ιν α ς έπ ισ τύ φ ω ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς φ ησ ιν « ά κ ο ϋ σ α ι ... είπείν», ω φ ε ­
λ η θ είς δ ή π ο υ θ ε ν π α ρ ά Σ ο λο μ ώ ντο ς «εάν ά γ α π ή σ η ς ά κ ο ύ ειν , έκδέξη, κ αί εάν
κ λίνης τό ο ύ ς σ ο υ, σ ο φ ά ς εση» (Ecclesiasticus 6, 33).

© LOS HOMBRES, MALOS LITIGANTES EN JUICIO DE


VERDADES, NO SABIENDO ELLOS OÍR NI TAMPOCO
HABLAR.

© Se m e o cu rrió , y cada vez se m e ha hecho m ás p ro b a b le, que debían ju n ­


tarse en una frase estas dos citas del libro q u e nos h an llegado p o r vías tan diver­
sas: la de “Los h o m b res, m alos litigantes en juicio de v erd ad es” , que es la segun­
da de cuatro sentencias atribuidas a H eraclito (v. a n.° 96) en la colección de m á­
ximas vaticana, y la del segundo m iem bro, que da San C lem ente en el siguiente
contexto: “R eg añ an d o a unos p o r ser descreídos, H eraclito dice ‘no sabiendo ellos
oír ni tam poco h a b la r’, c o rro b o rad o al fin en cierto m odo de p arte de Salom ón
‘Si deseas oír, recibirás, y si inclinas tu oído, serás sab io ’” . P ara adm itir como h e ­
raclitana la p rim era cita, alguna dificultad ofrece el térm ino antídikoi, ‘co ntendien­
te s’ o ‘p artes co n trarias en un ju ic io ’, que no aparece en la lite ratu ra h asta los dis­
cursos de los o rad o res áticos; p e ro , no q u ed an d o m ucho de textos jurídicos an te ­
riores, y m ás co n sid eran d o que la aparición en uso m etafórico de la palabra en
E squilo (A g. 41: “ ... el gran co n ten d ien te en juicio con P riam o, M enelao sobera­
no y A g a m e n ó n ...”) p resu p o n e un uso m ás antiguo en el lenguaje judicial, la o b ­
jeción es de poco p eso; y la construcción con el G . alëthinôn de la cosa objeto de
litigio (esa fo rm a del A d j. en sí tam poco aparece hasta los áticos, y podría ser sus­
titu to de una m ás vieja, p .e j. aléthéón) m ás bien apoya la atribución. E n cuanto
a lo citado p o r San C lem en te (aplicándolo, con una distorsión explicable, a cen­
sura de los que no tien en fe, p e ro , m ás p ro p ia m e n te , de los que no se fían de la
palab ra, lo cual le hace ce n tra r la atención en el ‘o ír’ y olvidarse del ‘h ab lar’), es
de n o ta r que incluir en la cita la O r. Pral. de la frase hab ría sido inoportuno a su
propósito.
E n tod o caso, lo q u e hace más convincente la unión de los dos frs. en uno es
que la m an era en que casan, no solo sintácticam ente, sino por lo o p o rtu n o de que
sea la inhabilidad p a ra oír al o tro y p ara h ab lar uno lo que se proclam e com o m ala
condición p ara litigantes en un juicio oral, parece su p erar lo que puede atribuirse
a la casualidad tran q u ilam en te.
P o r lo d em ás, que la contradicción lógica aparezca aquí b a jo form a de litigio
(com o ap arecerá otras veces, n .os 43-45, b a jo form a de guerra) no sorprenderá al
68 Razón común — Heraclito

lector, que h a visto ya cóm o la Justicia (n.° 13) y la L ey (n.° 3) se usan com o dis­
fraces de la razó n que lo rige to d o (p a ra o tro uso de térm inos judiciales v. n.° 21);
y si el térm ino a ntídikoi d eb e to m arse con el valo r de ‘p artes contrarias en un ju i­
cio’ , habrem os de e n te n d e r q u e se está tra ta n d o de las co n trarias opiniones de los
hom bres, qu e, te n ie n d o cada u n a su razó n , no p u ed e h ab lar con razón ninguna
de ellas. Pues ya hem os venido oyendo cóm o la sustentación de una creencia p ro ­
pia es lo que vuelve b á rb a ro s a los h o m b res y no les d e ja ni oír razón ni que razón
v erd ad era h ab le p o r sus bocas. E n los frs. que siguen se seguirá proclam ando la
ausencia de razó n de los h o m b res en g en eral, y en especial de los m ás ilustres sus­
te n ta d o re s de opiniones sob re el m undo.

17 34 D -K

/^ Υ Ν Έ Τ Ο Ι Λ κ ο \Η α ΝΓΕ$ K V O O l^irí

ΕΟί'ΚΑ^ΐΛΤ * <ΜΤΙ·7 ^VToftl HAfTvftî


W e ó n t a ^ λ ρ ε ϊ ν α ι \

® Clem . Strom . V 115, 2-3 (post n .os 41 et 90) : κ α ν τό ρητόν εκείνο ά ν α γ α -


γ ειν έθέλης {L u c. 14,35) «ό εχω ν ώ τα ά κ ο ύ ειν άκ ο υ έτω », εΰ ρ ο ις άν ώ δέ π ω ς έμ-
φ α ινό μ ενο ν π ρ ο ς τοϋ Έ φ ε σ ίο υ ' « ά ξύ νετο ι .... ά π ιέν α ι» .
T h eo d o r. Therap. I 70 : άλλά γ ά ρ ά τεχνώ ς, ο ίμ α ι, ά ρ μ ό ττει το ις ομ οίω ς ύμ ΐν άν-
τιλέγουσ ιν ά π ερ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ό Έ φ έ σ ιο ς ε ϊρ η κ ε ν «ά ξύνετοι .... ά π εΐν α ι» .
ξυμ φ ω νει δέ τω Έ φ ε σ ίω κ α ί ό Ά κ ρ α γ α ν τ ίν ο ς Ε μ π ε δ ο κ λ ή ς λέγω ν (fr. 4, 1-2
D -K ).
E t E us. Praep. Evang. X III 13, 42.

(v) φ ά τ ις : φ ά σ ι τις T h eo d o reti Μ π α ρ α ρ έ ο ν τα ς B ά π ε ΐν α ι


T h e o d ., E us. : ά π ιέ ν α ι Clem .

In Clementis textu πρός τούς Έ φεσίοους Walzer.


Eusebi locus om. πως.
In Theodoreti: όμοίοις V.
Razón general 69

© SIN ENTENDER TRAS HABER OÍDO, A SORDOS SE


PARECEN: PARA SU CASO REZA EL DICHO DE QUE
‘PRESENTES, ESTÁN AUSENTES’.

© C itan el p aso , a p a rte de San C lem en te, T e o d o reto y E u sebio, que deben h a ­
berlo tom ad o de él, a p esar de q u e los M S S de Clem . dan, en vez de apeínai ‘e star
au sentes1, apiénai ‘irse, au se n ta rse ’, que p arece ser m ala transm isión. A l m enos,
uno de los em pleos m ás antiguos que ten em o s del dicho o refrán (phátis) que H e ­
raclito saca a testim o n io , en un verso de trag ed ia de au to r desconocido ( Trag.
Graec. Fragm ., adesp. 431) dice “Piensa, p re se n te , en lo que se debe, no sea q u e,
p re sen te, estés a u sen te {a péis) ” ; o tro verbo (apodëm eîn ‘e sta r de v ia je ’ o ‘fo ras­
te ro ’) aparece en o tro em pleo, m ás elab o rad o , en A ristófanes Eq. 1118-20: “y a
cada o ra d o r que h ab la, te quedas con la boca ab ie rta , m ientras que tu m en te
(n o û s ), estan d o p re se n te , anda de v ia je ” (p o r cierto, que esta relación entre el
qued arse b o q u iab ierto y el au sentarse de las m ientes no d e ja de a p o rtar alguna
sugerencia p a ra el enlace que hago de este fr. con el siguiente). A p a rte de esto ,
he aquí el contexto en que cita San C lem ente (después de h a b e r en sartado n .os 41
y 90, que no p a recen te n e r m ucha conexión en tre sí ni con éste, y lo poco de a p o ­
yo que daría p a ra la relación con n.° 90 el acep tar, com o W alzer, la lección “a los
efesios” , lo que p a ra m í im plicaría p erten en cia a la R azón Política del libro, no
tien e, com o se ve en © , fu n d am en to textual): “Y si quisieres referirte a aquello
que está dicho de ‘E l que ten g a oídos p a ra oír, q u e oiga’, puedes m ás o m enos
oírlo declarán d o se así de boca del Efesio: ‘sin e n te n d e r ... se a u sen tan ’” ; y de aquí
el contex to en la cita de T eo d o reto : “Pues ello es q u e, sencillam ente, casa bien
— creo— con los que replican de m odo sem ejan te q ue vosotros lo que H eraclito
el efesio ha d e ja d o dicho: ‘sin e n te n d e r ... están au se n tes’; y concuerda con el e fe ­
sio tam bién E m pédocles el agrigentino” , etc.
El paso, p o r lo d em ás, está, si es caso, h arto cargado de térm inos fam iliares
ya a los lectores: el axynetoi ‘inin telig en tes’, de cuyo juego co n tra el A d j. xy n ó n
‘com ún’ v. © a n.° 1; el akoúsantes ‘tras h ab er o íd o ’, tam bién en n.° 1 agrupado
con el ‘sin e n te n d e r’, ap arte sus conexiones con el fr. 'a n terio r y la cuestión de
ojos y oídos de los an terio res; el “se p arecen a so rd os” , que trae un eco del “ se
p arecen a quienes no tuv ieran experien cia” del n.° 1; en fin, el m artyreí ‘da te sti­
m o n io ’ (‘p a ra su caso re z a ’), que p o d ría, aunque com o m era resonancia form al,
ju g a r con el “testig o s” del n.° 16. T am bién u n a resonancia de tales pasajes (donde
el ver, sin em b arg o , aparece ju n to al oír, y a su o b je to se le llam a, bastante he-
raclitan am en te, ‘ley co m ú n ’) encon tram o s en el ya citado H im n o de C leantes es­
toico, v. 24: “ni m iran a la ley com ún ni la escuchan” .
Sigue pués aquí la razón refo rm u lan d o u n a y o tra vez la situación contradic­
to ria que se h a p u esto com o característica de los h o m bres en general: su evidente
capacidad lógica, la de o ír y h ab lar el lenguaje com ún, fre n te a su incapacidad
70 Razón común — Heraclito

p a ra oír de veras (e n te n d e r, xyniénai) y p a ra h a b la r de veras, esto es, p a ra reco ­


nocer que ese len g u aje n o es el len g u aje p erso n al de cada u n o , ni tam poco el de
su p articu lar sociedad o com unidad p o lítica, sino q u e es v e rd a d eram en te com ún
y, habland o tam b ién p o r ellos, h ab la en el p roceso de las cosas todas. Y es esa
situación co n trad icto ria la q u e aquí en c u e n tra feliz fórm ula con lo de ‘p resentes,
están au sen tes’ (com o el q u e, asistiendo a u n discurso, anda vagando con su fan­
tasía p o r otros sitios, y o y én d o lo , no lo oye): p ues es, p o r u n lado, evidente que
esos hom b res, p o r m ás distraídos q u e an d en , están aquí, m etidos en razón (“A lo
que nunca se p o n e ¿cóm o va u n o a o cu ltársele?”), p u esto que no hay m ás sitio en
que e sta r que los que el len g u aje h a definido y va d eterm in an d o ; y es, p o r otro
lado, evidente q u e, gracias p recisam en te al d o n del len g u aje, que les p erm ite m en­
tir, hacerse ideas, en g añarse, están ausentes de aquí, ausentes de razón, viajando
p o r un m undo de realid ad es, q u e es el de sus creencias y en el que sus vidas pasan
realm en te, m u n d o q u e, p a ra q u e sea re a l, tien en que creer a n terio r a y ajeno de
razón; lo cual del m ism o golpe los vuelve a ellos ex tra n jero s a razón y ausentes
de lo que no se p u e d e estar au sen te. (C laro que esa contradicción parece la form a
específicam ente h u m an a de cum plir la ley de contradicción y el m odo en que en
su irracionalidad son racio n ales.)

18 87 D -K

A H & tW Q j ÉH ΓΑΚΓΙ Λ
É P T O H ^ A l 4 Ι Λ Π .

© Plut. D e aud. poet. 9, 28 d : ό γ ά ρ ο ύ τω ς ά π α ν τώ ν κ α ι ά ν τερ είδ ω ν κ α ί μή


π α ν τί λό γφ π λ ά γ ιο ν ώ σ περ π ν ε ύ μ α τι π α ρ α δ ιδ ο ύ ς εα υτόν, ά λλ’ ο ρ θ ώ ς έχειν νο-
μ ίζω ν το «βλάξ ... έπ το ή σ θ α ι» , π ο λ λ ά δ ια κ ρ ο ύ σ ε τα ι τώ ν ούκ ά λ η θ ώ ς ουδέ ώ φε-
λίμ ω ς λεγομένω ν.
Id. D e audiendo 7, 41 a : ο ί μέν γ ά ρ κ α τα φ ρ ο ν η τικ ο ί κ α ί θ ρ α σ ε ίς ήττον ώ φ ε-
λ ο ύ ν τα ι υ π ό τώ ν λεγόντω ν, ο ί δέ θ α υ μ α σ τ ικ ο ί κ α ί ά κ α κ ο ι μάλλον β λ ά π το ν τα ι,
κ α ί το ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν ο ύ κ έλέγχουσ ιν ε ίπ ό ν τα «βλάξ ... φιλεΐ».

© έπ το ή σ θ α ι φ ιλ εϊ X y lan d er, edd. : φ ιλ εϊ έ π τ ο ή σ θ α ι D e aud. poet. Δ : φ. πε-


π ο ιή σ θ α ι codd. alii : π α ιδ ε ύ ε σ θ α ι φ ιλ εϊ D e audiendo : fort, π α π τ α λ ά ε σ θ α ι φ. uel
sim ile exquirendum .
Razón general 71

© HOMBRE VAGO, A CADA RAZÓN LE DA POR QUE­


DAR PASMADO.

© P o r dos veces cita P lutarco el paso, u n a en su obrilla de C óm o debe oír el


jo ven las poesías y o tra en la de A cerca del oír (cuyos tem as no tan p o r casualidad
hub iero n de tra e rle a la m em o ria estos tran ces de la razón heraclitan a, en que la
cuestión de oír tan in sisten tem en te ju e g a ), aunque p o r desgracia no con e n tero
acuerdo tex tu al e n tre u n a vez y o tra , com o se ve en © : ahí sugiero que, de la
discoincidencia, acaso q u ep a sospechar que la form a eptoésthai ‘q u ed ar p asm ad o ’
del C ó m o ... p u ed e ser u n a sustitución de P lutarco p o r o tra form a m ás rara que
estuviera o culta b a jo el im posible paideúesthai (‘ed u c arse’) del D el oír, y que ac a­
so, com o Inf. P re s., d ije ra algo distinto com o ‘p o n erse a ech ar m iradas recelosas’;
p ero tam bién el ‘q u e d a r a tó n ito ’ o ‘p a sm a d o ’ sirve b ien al propósito de la fórm ula.
L a cual viene o tra vez y de o tro m odo a d iseñar la actitud contradictoria de
los hom bres en g en eral an te la razón. A l ho m b re típico de la generalidad se le d e ­
term ina aquí com o bláx, un A d j. del qu e, com o suele suceder con los de insulto,
no p u ed e esperarse m ucha precisión sem ántica (la raíz p arece la m ism a *m lH k-
de m alakós y en últim o térm in o , de blandus y quién sabe si de m alus), pero que
parece aludir a la desidia o flojedad y que he traducido p o r ‘vago’ p ara que éste
suene con su doble valor de ‘p e rezo so ’ y de ‘im preciso’ o ‘n ebuloso’. Tal es el q u e ,
a cada razón (que oye), d elan te o con m otivo de cada razón, queda pasm ado (o
receloso), com o si en la vaguedad o confusión lógica de su propia estructura h u ­
biera algo que le hiciera tem er la acción de cu alquier razonam iento, q u e, al re v e ­
larle la im precisión lógica en que su ser se funda y se defiende, pondría en peligro
la integridad de su p erso n a; ya que ella consiste en la creencia firm e de que a q u e ­
lla indefinición y volubilidad suya, d añ ad a com o está de íntim a contradicción, es
sin em bargo su definición y su ser personal en tre los seres.
D e h a b e r en ten d id o en tal sentido el p ropósito de la fórm ula p arece, por cier­
to, estar m uy lejos el b uen P lu tarco , com o se ve p o r los contextos en que la cita:
en el de C ó m o ... viene a decir: “Pues el que así salga al paso y haga resistencia y
no a to d a razón se o frezca, com o a un viento, a flanco descubierto, sino que ju z ­
gue que está bien dicho lo de ‘H om b re vago, a cada razón le da por quedar p a s­
m a d o ’, a m uchas razones escapará de las q u e no con verdad ni con utilidad se d i­
cen ” ; y en el D el oír: “Pues los desdeñosos y decididos m enos provecho sacan de
los que h ab lan , en ta n to que los adm irativos y sim ples m ás dañ o reciben, y no d e ­
ja n p o r falso a H eraclito cuando dijo ‘H o m b re vago, a cada razón suele educar-
se’[?]” . E n u no y o tro caso parece e n te n d e r P lutarco que se tra ta de un ‘quedarse
p asm ad o ’ en el sentido de acoger con d em asiada credulidad las razones que se
oyen; p ero seguro que no e ra eso en el tex to de H eraclito (sea cual sea el v erbo
que él em pleó de veras), sino un q u ed ar ex trañ ad o y, con extrañeza sem ejante a
aquélla que en el n.° 9 les hace p arecer ex tran jeras las cosas con que tropiezan
cada día, rech azar to d a razón con que razón q uiera hablarles. E n ese sentido e n ­
72 Razón común — Heraclito

laza bien esta fórm u la con lo q u e p reced e, y h a sta se m e sugiere que el fr. que
sigue podía ir en el libro in m ed iato d etrás de éste.

19 97 D -K

KVMEj ΓΑΡ K.AÏ ^AV^OV$l^. ON AV


ΜΗ Γ\ΓΝ4>ΪΚ<$><?\ .

© Plut. A n seni 7, 787 c : ο το ίνυ ν μ έγιστον α ί π ο λ ιτ ε ϊα ι κ α κ όν εχου σ ιν, τόν


φ θ ό ν ο ν , ή κ ισ τα δ ιε ρ είδ ε τα ι π ρ ό ς τό γ ή ρ α ς' «κύνες .... γιγνώ σ κ ω σ ι» κ α θ ’ Η ρ ά ­
κλειτον.

© κ α ί β α ΰ ζο υ σ ιν codd. seruo : κ α τα β α ΰ ζο υ σ ιν W akefield, K oraes, D -K


ον άν codd. : ώ ν ά ν D iels : τώ ν άν W ilam ow itz.

A d Plutarchi textum: μέγ. κακόν εχ. αί πολ. codd. aliquot.

© PUES TAMBIÉN LOS PERROS LADRAN, AL QUE NO


CONOZCAN.

© T am bién citado p o r P lu tarco , esta vez en la obrilla D e si debe el viejo dedi­


carse a la política, d o n d e lo introduce de este m odo: “Pues bien, el m ayor m al que
padecen las gobernacio n es, la envidia, es en la v ejez en quien m enos hace fuerza:
‘Pues ... co n ozcan’, según H e ra c lito ” ; aplicándolo sin du d a en cuanto entiende
que la enem istad y envidia de los políticos (y los súbditos) ataca sobre todo a los
hom bres nuevos en la g o bernación y desconocidos, m ientras que afecta m enos a
los viejos, p o r conocidos.
Razón general 73

E l texto se ha visto ato rm en tad o p o r los editores (v. en © ; el sentido con la


lección de D -K sería “Pues los perro s lad ran contra los q u e ” o “las cosas que no
conocen”), sin d u d a innecesariam en te: la u n ió n laxa de la S u bordinada de R e la ­
tivo, sin atracción, n o es tan ex trem a rareza en griego, y el k a i ‘tam b ién ’, lejos de
ser superfluo, sirve bien p a ra m arcar el enlace de esta fórm ula sobre perros con
o tra en que se fo rm u lara algo análogo de p a rte de los h o m bres, la cual podría ser
la del fr. a n te rio r (q u e P lutarco h u b iera to m ad o n o ta de este pasaje y usara en
ocasiones distintas sus dos p artes se d eja bien c reer), según h e apuntado en ©
allí, tras h acer co n star que el verbo que indicara la reacción del hom bre vago a
to d a p alab ra de ra z ó n q u e oye p o d ría ser o tro distinto del ‘estar pasm ad o ’ y que
se aludiera a algo m ás sem ejan te a este la d ra r de los perros. E n fin, el hecho de
que aquí ap arezca el R elativo en la form a m asculina, hón ‘al q u e ’, sugiere e n to n ­
ces u n a referen cia (no p o r concordia gram atical, sino por alusión o juego re tó ri­
co) al mase, lógos del contexto p reced en te: así com o los p erro s lad ran al (h o m ­
bre) que no conocen (o reconocen: v. en © a n.° 10), así el h o m bre vago se e s­
p an ta o hace aspavientos an te cada lógos o razón que oye y que no reconoce com o
tal razón.
Sigue pués el p asaje p resen tan d o , ju n to a la co nstatación de la actitud c o n tra ­
dictoria de los h o m b res en general, qu e, obed ecien d o en todos sus actos y p a la ­
bras a razón, no tien en conciencia de ello ni reconocen al d u eñ o de todas sus ra ­
zones, una form ulación m ás explícita, que se cen tra en el verbo gignóskein: es él
el que sirve p ara indicar esa falta de consciencia, q u e hace a los hom bres ilógicos
en el sentido de inconscientes de su logicidad.

104 D -K 20

T Íf Π4Ρ AVT<*>hí NÓO^· H


AHH<á>N Í0 IA 0 Y ¿ ΗΓΊ0<*>ΚΓ/4Ι, M I
Δ Ι AA^ ΚΛΛ4Μ XFÉ<*>NTAl <>JÍIA<*>I,
Ε ΙΔ 0 Τ Ei OTI OÍ POAAOÍ K A K O Í,
❖ A Í T O I Δ£ ΑΓΛΑΟΙ.
74 Razón común — Heraclito

© Proel. In A lcib . I 525, 21 : ό ρ θ ώ ς ο ύ ν κ α ί ό γ εν ν α ίο ς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς α π ο σ ­


κ ο ρ α κ ίζε ι τό π λ ή θ ο ς ώ ς ά νο υ ν κ α ί α λ ό γ ισ τ ο ν «τίς .... α γ α θ ο ί» , τα ύ τα μέν ό
Η ρ ά κ λ ε ιτο ς· δ ιό κ α ί ό σ ιλ λ ο γρ ά φ ο ς (scii. T im on, a pud D iog. L. IX 6) όχλολοί-
δορ ον α ύ τό ν άπεκά λεσ εν.
Clem . Strom . V 59, 4 ss. : α ί γ ο ύ ν Ί ά δ ε ς Μ ο ύ σ α ι δ ια ρ ρ ή δ η ν λέγουσ ι το ύ ς μέν
π ολλού ς κ α ί δ ο κ η σ ισ ό φ ο υ ς δήμω ν ά ο ίδ ο σ ι έ π ε σ θ α ι κ α ί νό μ ο ισ ι χ ρ έε σ θ α ι, εϊδό-
τα ς ό τι π ο λλο ί κ α κ ο ί, ο λ ίγο ι δέ α γ α θ ο ί' το ύ ς ά ρ ίσ το υ ς δέ κτλ. (sequitur n.° 9 4 ).

© ά ο ιδ ο ύ ς ή π ιό ω ν τ α ι scribo (i.e. ή π ιά ο ν τ α ιp e r diectasin dialectique epicaepa-


roedian; cfr. χρ έω ν τα ι infra) : α ίδ ο ύ ς ή π ιό ω ν τε Procli codd. : ά ο ιδ ο ισ ι π ε ίθ ο ν ­
τ α ι B ernays, D iels, M arcovich, K ahn : ά ο ιδ ο ΐσ ιν ή π ιό ω ν τ α ι B ollack-W ism ann
χρ έω ντα ι : χ ρ ειώ ν τε Procli codd. : χ ρ ε ίω ν τα ι edd. εΐδ ό τες : είδό-
τα ς Clem . : ούκ εΐδ ό τες Proci.

© PUES ¿QUÉ JUICIO NI SESO ES EL DE ELLOS?: AN­


DAN HALAGANDO A RECITADORES DE PUEBLO, Y
POR MAESTRO TOMAN A LA TURBAMULTA, SABIEN­
DO QUE ‘LOS MÁS SON MALOS, Y POCOS BUENOS’.

© La transm isión de esta cita es algo com plicada: por su p a rte , P roclo, en su
com entario al A lcibiades Prim ero de P lató n , la in tro d uce así: “B ien hace pués ta m ­
bién el noble H eraclito al echar p estes de la m ultitu d com o falta de juicio {á n o u n )
y de razón (alógiston): ‘Pues ¿qué ... b u e n o s’. T al es lo de H eraclito; que es ta m ­
bién por lo que el silógrafo (o “p o eta de escarn io s” ) lo llam ó m ofador del vulgo” ;
refiriéndose con lo últim o a T im ón de F liunte el escéptico (iv-ili) y escarnecedor
de filósofos, de cuyos Sílloi cita D iógenes L aercio IX 6 este verso y m edio: “entre
ellos el grazn ad o r, m o fad o r del vulgo, H eraclito / el enrevesado surgió” ; por otro
lado, San C lem en te, co n tra su costu m b re, hace esta vez una referencia al texto
en estilo indirecto y sin d uda in tro d u cien d o algunas alteraciones: “A sí, las M usas
Jo n ia s” (es la expresión con que P latón en el Sofista 242 d hace al F o rastero d e ­
signar a H eraclito , ju n to con y en contraste con las M usas Sicilianas, E m pédocles)
“en térm inos precisos dicen que los m ás de los h o m b res y sabios-en-su-opinión si­
guen a los aed o s” o “recitad o res épicos que van de pueblo en p ueblo, y que usan
de leyes” (aq u í el tex to de Clem . está seg u ram en te co rrom pido, con nóm oisi en
lugar de algo m ás cercano a lo que dice en el de P roclo) “sab ien d o ” (aquí la lec­
tu ra de Clem . p u ed e ser m e jo r que la de P roclo, que dice “no sab ien d o ”) “que
m uchos son m alos, y pocos b u e n o s” . Lo que q u ed a m ás dudoso es el térm ino
ëpiôôntai, que es casi lo que se lee en los M S S de Proclo (v. en © ) y que m an ­
Razón general 75

tengo, pese a que tal v erb o , denom inativo de épios ‘benigno, am ab le’, apenas a p a ­
rezca atestiguado y p re se n te aquí u n a m orfología dificultosa, m ientras que, fu e ra
cual fu era, San C lem en te lo ha in te rp re ta d o con u n hépesthai ‘que siguen’, y los
editores suelen sustituirlo p o r un h a rto norm al peíthontai ‘o b ed ecen, hacen caso’.
E n cuanto a la fórm u la final, suele tom arse com o u n a cita que H eraclito hiciera
de una m áxim a, q u e en los A potegm as de los Siete Sabios de D em etrio F alereo
que en el Florilegio de E sto b eo III 1, 172 se recogen aparecería a n om bre de B ia n ­
te de P rien e, au n q u e la v erd ad es que aquí lo que se lee es “L os m ás de los h o m ­
bres, m alos” (con el Superl. hoi pleístoi ‘la gran m a y o ría ’, distinto del hoi p o llo í
corrien te, que ap arece en el p resen te y o tro s frs. de H erac lito ), lo que está b a s­
ta n te lejos de la fórm ula em pleada en n u estro texto. P ero v. sobre esto en n .os 91
y 92.
A pesar de to d o ello, el sentido del fragm ento se sigue b ien , y me parece que
en la ord en ació n q u e seguim os se in serta d eb id am en te com o transición entre los
que preced en , dedicados, no p recisam ente a m aldecir del vulgo, com o ya Proclo,
apoyándose en el e p íte to de T im ón, in te rp re ta b a, sino más b ien, com o hem os v e­
nido viendo, a describir la situación de inconsciencia de los hom bres en general
(y p o r ta n to , su falta de nóos ‘id ea clara’ y phrén ‘inteligencia’: v. en © a n.° 2)
con respecto a su condición lógica, y dando paso a los que siguen, en que el tem a
va a ser la crítica de los científicos (Pitágoras) y los poetas (H om ero y H esíodo),
que son a los que dan fe los hom bres en general; y nótese ya desde aquí que en
la conden a de los saberes, o del creer que se sabe, no se hace distinción entre las
doctrinas y creencias de especialistas, científicos y p o etas, p o r un lado y las ideas
o creencias generalizadas en tre el vulgo p o r el otro: bien al co n trario , tan to lo uno
com o lo otro sirve a la función esencial de ocultar la contradicción, esto es, la ló ­
gica, de las cosas, y en definitiva — p u ede añadirse en buena glosa de H eraclito—
lo uno es lo m ism o que lo o tro , gracias a los dos procesos com plem entarios p o r
los que la Ciencia (o la R eligión) viene a recoger y confirm ar los tem ores de la
m asa o generalidad y p o r ta n to las ideas y creencias que los salvan, en tanto que
las im ágenes o ideaciones de la Ciencia (y la R eligión) vienen, por la vulgariza­
ción, a ser cosas de la m asa o generalidad.
A lguna d uda m e q u ed a sobre la conexión precisa de este fragm ento, que acaso
podría enlazar in m ed iatam en te tras el n.° 17, sólo q ue ocasionando otras dificul­
tades para la conexión con lo que sigue; bien cabe, sin em bargo, que tras el fr.
an terio r se haya p erd id o o tro pasaje en que se form ulaba de algún o tro m odo la
ineptitud de los h om bres p ara el en ten d im ien to ; en to d o caso, y sin que debam os
aspirar a dem asiada seguridad o rigidez en la ord en ación, está claro que el autón
‘de ellos’ del com ienzo de este fr. no se refiere a o tra cosa que a los hom bres en
general, p o r m ás que suene algo circular el que al final se diga de ellos que saben
(o debían sab er), sea o no sentencia de B ian te o refrán vulgarizado, que los m ás
son m alos: pues bien p u ed e ser una idea recibida en tre la m ayoría que la m ayoría
son m alos, sin que ello im pida que sigan acogiéndose a las creencias que los reci­
tad o res de leyendas les im p arten y en las q u e se aseguran p o r la m era participa­
ción en ellas de la m ultitud; la m ultitud, que es la q u e constituye, al m ism o tie m ­
po, el ser de cada uno.
76 Razón común — Heraclito

21 A 23+ 122 D -K

α) ÁPÍ^TOVf· ΛΗΦΙ^ΗΤ<>νΜΕΚ«Μ
P A P E X Ó M fW O l .
I) Λ Γ Χ Ι ^ Λ ^ Ι Η Κ

0 a) Polyb. IV 40, 2 : το ύ το γ ά ρ ιδ ιό ν έστι, τώ ν νύ ν κ α ιρ ώ ν , έν ο ΐς π ά ν τω ν


κ α ί π ορ ευ τώ ν γεγ ο νό τω ν ο ύκ α ν έτι π ρ έπ ο ν εϊη π ο ιη τ α ΐς κ α ί μ υ θ ο γρ ά φ ο ις
χρ ή σ θ α ι μ άρτυσ ι π ε ρ ί τώ ν α γνο ο υ μ ένω ν, ό π ερ ο ί π ρ ο ήμ ώ ν π επ ο ιή κ α σ ι π ερ ί τώ ν
π λ ε ίσ τω ν « ά π ισ το υ ς ά μ φ ισ β η το υ μ έν ω ν π α ρ ε χό μ ε ν ο ι β εβ α ιω τά ς» κ α τά τον
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν π ειρ α τέ ο ν δέ δ ι’ α ύ τή ς τή ς ισ το ρ ία ς ικ α ν ή ν π α ρ ισ τ ά ν α ι π ίσ τ ιν το ίς
ά κ ούουσ ιν.

b) Su 1. s.v. ‘ά μ φ ισ β α τε ϊν ’ : ένιο ι τό ά μ φ ισ β η τεϊν, ’Ί ω ν ε ς δέ κ α ί ά γ χ ιβ α τεϊν ,


κ α ί ά γ χ ιβ α σ ίη ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς . E tiam s.v. ‘ά γ χ ιβ α τ ε ϊν ’.

© Fort, in P olybi laudatione sic fere de Suida restituendum : ά π ισ το υ ς π ρ ο ς ά γ ­


χιβ α σ ίη ν π α ρ εχό μ ενο ι β εβ α ιω τά ς.

In Suidae textu ενιοι δέ Μ, άγχισβασίην A F.

© a) ...ADUCIENDO POCO FIABLES AVALADORES DE


LAS CUESTIONES EN LITIGIO. b) APROXIMACIÓN (o
quizás) COMPARECENCIA (a juicio). (Acaso pués lo que de­
cía era:) ... PRESENTANDO POCO FIABLES GARANTES
PARA LA COMPARECENCIA, (y por extensión, ) PARA LA
VISTA Y RESOLUCION DEL PLEITO.

© Polibio p re se n ta la cita del siguiente m odo: “Pues eso es lo que es propio


de las opo rtu n id ad es de hoy día, en las cuales, h ab ien d o q u e d ad o adem ás tran si­
tables todos los lugares, no ha de ser ya d ecen te valerse de poetas y m itógrafos
com o testigos acerca de las cuestiones desconocidas, que es lo que han hecho los
que nos p reced iero n acerca de las m ás de ellas, ad u ciendo fiadores poco seguros
Razón general 77

de los pun to s en litigio, según H eraclito , sino que hay que in te n ta r, p o r m edio del
exam en d irecto ” o “investigación ( historias) m ism a, ofrecer credibilidad suficien­
te a los que o ig an ” . L o m ás im p o rta n te de tal contexto es q u e , pese a que aquí
Polibio esté aplicando la cita a su asunto de h isto riad o r (a pro p ó sito de la expli­
cación de las co rrien tes del B o sfo ro ), lo que apenas cabe p e n sar es que fu eran a je ­
nas al tex to de H eraclito las m enciones de algo com o el testim onio de poetas y
n arra d o re s de leyendas o m itógrafos, que ap arecen al principio del d e Polibio,
sino que era m ás b ien a tales com o ésos a los que ya H eraclito m ism o refería lo
de “fiadores poco seguros de cuestiones en litigio” , y que fue precisam ente eso lo
que le hizo a P olibio sacar a colación la cita. D e m a n e ra que así el fr. enlaza d e ­
b idam ente con el a n te rio r, q u e con su m ención de los aedos populares iniciaba el
ataq u e a los p o e ta s q u e m ás ad elan te se continúa. P o r o tro lad o , el final del con­
texto de P olibio, con su apelación a la historia o investigación directa de los h e ­
chos, p o r oposición a la tradición m ítica y p o ética, b ien p u ed e g u ardar alguna re ­
sonancia de lo q u e, según la ordenación que llevo, seguía p ro b ab lem en te, más o
m enos de cerca, en el libro de H eraclito (n.° 22), con su referencia a los hístoras
ándras.
M ás dudas cab en sob re el te n o r exacto del texto original (v. en © y @ ): pues
de la cita de P olibio es claro que al m enos los térm inos apístous bebaiótás ‘avala-
dores no fidedignos’ d eb en venir de H eraclito ; ah o ra bien, siendo el segundo vo­
cablo de je rg a ju ríd ica n o to rio , ju sto es p en sar que la frase e n te ra e stab a conce­
bida en térm in o s judiciales; y así, tam b ién el parechóm enoi ‘aducien d o ’ o ‘p resen­
ta n d o ’, que es lo que n o rm alm en te se em plea luego p a ra la p resentación de p ru e ­
bas o testigos, p o d ía en u n a u o tra form a de su conjugación p e rte n e cer al original;
y en to n ces, resp ecto al C om pl. am phisbëtoum énôn, viene p o r casualidad a ilus­
trarn o s un a n o ta , re p e tid a en dos voces, del léxico de Suidas (según o tro s, Suda
com o título; de la época bizantina, s. X, p ero recoge m ateriales de la m ejor tra ­
dición helenística), d o n d e, a p a rte de indicar la v ariante de ese verbo, con -bat- y
con -bët-, se añ ad e “Y los jo n io s tam bién anchibateîn y anchibasíén H eraclito ” ,
con lo cual p arece n o m e ram en te an o tarse o tro co m p uesto, con el pref. anchi- ‘ce r­
ca d e ’ en vez de am phis- ‘de un lado y o tro ’, sino im plicarse que ese o tro se usó
com o eq u iv alen te (se en tie n d e que en jerg a jurídica) del que d a Polibio; cosa que
p u ede explicarse si anchibateîn había to m ad o el valor de ‘com parecer (a juicio)’,
‘en fren tarse (u n a y o tra p a rte )’, de m odo q ue, si el com puesto con am phis había
tom ado el de ‘e n tra r (a juicio) cada u no de los dos litigantes’ y de ahí el de ‘d e ­
b atir (en ju ic io )’, se en tien d e bien que am bos, en este valor g eneral, pudieran ser
equivalentes y q u e así Polibio haya rem plazado p o r el que le era fam iliar una lo ­
cución en que h a b ría H eraclito usado el o tro o m ás bien el nom bre derivado de
él anchibasíén ‘co m p arecen cia’ y en general ‘d eb ate (del litigio)’, que en Suidas
se le atrib u y e y q u e sería poco razonable p en sar que podía en su libro estar en
otro contex to q u e n o en éste.
T en ien d o en c u en ta to d o ello y qu e, p o r el contexto de Polibio (v. arriba), la
frase deb ía referirse a perso n as tales com o p o etas o m itógrafos, el fr. se inserta
aquí con b u en sentido: p a ra confirm arse en sus ideas y resolver sus dudas, se ap o ­
yan los ho m b res en lo que cu en tan las leyendas o dicen los poem as de H om ero y
de H esíodo: n a d a seguros son los fiadores q u e hacen así com parecer en el debate.
78 Razón común — Heraclito

Y adviértase q u e la com p aració n con el litigio judicial no es m enos o p o rtu n a que


la de la g u erra al p ro p ó sito de la razón: q u iere en el p leito te n e r razón cada una
de las dos p a rte s, y la id ea q u e uno ad o p ta p a ra su stentarse o en la que se con­
firm a venciendo sus dudas es el resu ltad o de u n a v ictoria sem ejan te sobre la con­
traria; pero es ju sta m e n te al v en cer u n a de las dos razones cuando la razón p ie r­
d e, ya que ella consistía p recisam en te en la co n tradicción e n tre u n a y o tra; p o r
fuerza, cada u n a de las dos p a rte s del juicio m ien te, y es la contienda en tre am bas
la que era la v erd ad . A sí es com o, al te n e r razó n u n o , p ie rd e la razón.

22 35 D -K

o
XPH ΓΑ Ϊ êV ΜΛΛΑ POAAVK K -
Toh4<> 0\Λ0$04>0ν{ EINÀI „

© Clem . Strom . V 140, 5-6 : « όλβιος, ος θ ε ίω ν π ρ α π ίδ ω ν έκτήσατο π λο ύ το ν,


δειλό ς δ ’, φ σ κοτόεσ σα θ ε ώ ν π έ ρ ι δ ό ξ α μέμηλεν» (E m p ed o cl. fr. 132 D -K )'
γ νώ σ ιν κ α ι α γ νω σ ία ν ό ρ ο υ ς εύ δ α ιμ ο ν ία ς κ α κ ο δ α ιμ ο ν ία ς τε θ ε ίω ς έ δ ή λ ω σ εν
«χρή .... είνα ι» κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , κ α ι τ φ ό ν τι α ν ά γκ η «πολλά π λ α ν η θ ή ν α ι δ ιζή -
μενον εμμεναι έσθλόν» (P hocyl. fr. 13 D ie h l).

Cfr. Porphyr. De abstin. II 49 : ϊστωρ γάρ πολλών ό όντως φιλόσοφος κτλ.

© φ ιλ ο σ ό φ ο υ ς ut eius serm oni alienum H eraclito abiudicabant W ilam ow itz,


D reich g ràb er, M arcovich (cum μ άλα et ά ν δ ρ α ς), alii defenderunt.

© PUES BIEN HAN DE SER DE MUY MUCHAS COSAS


INVESTIGADORES LOS HOMBRES ASPIRANTES A SABI­
DURÍA.

© Lo da San C lem en te in tercalad o e n tre dos citas, de E m pédocles y de Focí-


Razón general 79

lides, en un p asaje d estin ad o a m o strar que la felicidad es in separable del conoci­


m iento: ‘“ Feliz al q u e le tocó de divino seso riqueza, / y p o b re el que oscura fe
sobre dioses g u ard a en el p e c h o ’: conocim iento y desconocim iento p o r divino m odo
los h a declarado (E m p é d o c le s) condiciones de felicidad y de desgracia: ‘Pues ...
sab id u ría’, según H e ra c lito , y de hech o es necesario ‘que m ucho ande errab u n d o
el h o m b re q u e busq u e ser b u e n o ’” ; de las cuales tres citas, si algo dicen al p ro ­
pósito del S anto las de E m p éd o cles y Focílides (éste, en la m ed id a que el an d ar
m uchos cam inos se aplique m etafó ricam en te a los estudios), po co desde luego tie ­
ne que ver con él la de H eraclito (lo que en su libro pro clam ara la razón acerca
de felicidad p u e d e vislum brarse p o r n .os 54-57 y 97); y en cam bio, de la m anera
que se inserta en el co n tex to de los an terio res, ya algo se a p u n tab a (v. (c) a fr.
a n terio r) con m otivo de la aparición aquí del térm in o hístoras ‘exam inadores’, ‘in ­
v estigadores’, q u e, com o en el contexto de Polibio allí citado, vendrían a c o n tra­
p on erse a los m itógrafos y aedos cuyo testim onio se venía denunciando; y cierta­
m ente el enlace con el fr. siguiente, que puntu aliza d eb id a m en te en qué sentido
se reconoce aquí, p o r oposición a la tradición m ítica, la observación científica, se
m e ap arece ta n estrech o que sin grandes dudas p ro p o n d ría que se siguieran in ­
m ed iatam en te.
E n cuan to a la p a la b ra ph ilo só p h o u s que aparece en la cita (com o A d j., de án-
dras), d esp ertó suspicacia (v. en ® ) com o siendo im propia p a ra el tiem po y len ­
gua de H eraclito ; cierto q u e, de recibirla, sería aq u í su m ás antigua aparición;
p ero de época cercan a (y en dialecto jónico) en co n tram os el v erbo correspondien­
te, p hiloso p h éó n , en H e ró d o to I 30 (“aspirando a sabiduría, m ucha tie rra con fi­
nes de observación llevas re c o rrid a ”), el N o m b re, es p h ilosophíen en las obras hi-
pocráticas (D e prisca m ed. I 620), y philo so p h o s com o A dj. en otra de ellas (D e
dec. orn. 5 = IX 232: “pues un m édico am an te de sabiduría, igual a un dios”), de
m an era qu e no es ta n ex trañ o que en el libro de H eraclito se em pleara. P or o tra
p a rte , suprim iéndola del tex to , la sintaxis (con el solo Ac. predicativo en la O r.
de In f.) qued a lig eram en te coja; y en fin, está el tex to de Porfirio (2 .a m itad del
III post; v. en © ) , q u e tal vez tiene resonancias de n u estro pasaje (hay coinciden­
cia casi literal de la p a rte hístór p o lló n ) y en el que la p alab ra aparece, aunque ya
com o Subst. de largo uso: “Pues (e s ) investigador de m uchas cosas el filósofo p ro ­
piam en te dicho y o b serv ad o r de señales y ap to a co m p ren d er los asuntos de n a ­
tu ra, inteligente y o rd e n a d o y m esu rad o , m an ten ien d o de todas p artes su p erso n a” .
E n fin, he de confesar que el fragm ento, leído sin philosóphous, m e ha tenido
un tan to sospechoso de su au ten ticid ad p o r el hecho de que la parte eü mála p o ­
llón hístoras ándras fo rm a cu atro pies dactilicos (y no sin una cierta sintaxis hexa-
m étrica en su com ienzo), criterio que m e ha ayudado (v. en la Intr. al A p. ‘D E
O T R O S H E R A C L IT O S ’) a segregar de n u estra colección de citas algunas que no
d eben ser del libro de H eraclito , sino de algún po em a. A sí que m ejo r tal vez que
con el ph ilo só p h o u s m an ten id o el texto tenga un giro m ás prosaico.
Pues, p o r lo dem ás, el fr. cae o p o rtu n a m e n te en la concatenación de fórm ulas
del p asaje q u e voy reconstru y en d o : d eb e e n ten d erse u na conexión adversativa con
lo p re c e d e n te , en cu an to qu e, en crítica de la tradición legendaria, se encarece la
observación directa y el estudio de los hechos reales (cfr. en n.° 33 cóm o la ópsis
o visión directa se p refiere al saber de o ídas), au n q u e enseguida vendrá la crítica
80 Razón común — Heraclito

co rresp o n d ien te a la m e ra investigación científica com o m edio de verd ad ero e n ­


tendim iento.

23 22 D -K

XFV^ON Π4Ρ OI ΔΙ^ΗΜΕ/ΥΟΙ ΓΗΝ'


ΠΟΛΛΗΚ ÓPV^OV^I KAI EvH¿ “
ΟΛΙΓΟΝ.

© T h eo d o ret. Therap. I 88 : κ α ί ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς δέ π ά λ ιν π α ρ ε γ γ υ ά ξενα γεΐσ -


θ α ι ύ π ό τής π ίσ τεω ς ο ϋτω λέγω ν ( η .° 135). κ α ι π ά λ ι ν «χρυσόν .... ολίγον», εί
δέ έκεϊνοι ο λίγω ν ενεκα ψ η γμ ά τω ν π λεΐσ το ν όσον ύ π ο μ ένο υ σ ι π ό νο ν , κ α ί μέντοι
κ α ί κ ίν δ υ ν ο ν, τίς ο ΰ τω ς έστι τώ ν θ ε ίω ν ά νέρ α σ το ς, ώ ς τήν π ε ρ ί τή ς ά λ η θ ε ία ς δ ια -
δ ρ ά ν α ι δ ιδ α σ κ α λ ία ν , μ υ ρ ιο π λ ά σ ιο ν έχουσ αν κ έρ δ ο ς;
C lem . Strom . IV 4, 2 : «χρυσόν δ ιξή μ ενο ι» φ η σ ίν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς «γήν ...
ολίγον», ο ί δέ τοϋ χρυσ οϋ ό ντω ς γ έν ο υ ς τό σ υγγενές μεταλλεύοντες εύρήσουσι
τό πολΰ έν ο λ ίγω ' εύρήσ ει γ ά ρ τον σ υνήσ οντα ενα ή γρ α φ ή .

© δ ιζό μ ενο ι Theodoreti L S.

© PUES ORO LOS QUE ANDAN BUSCÁNDOLO TIERRA


EXCAVAN MUCHA Y ENCUENTRAN POCO.

© L a frase la tran sm ite T e o d o re to a p a re n te m en te del m odo m ás literal (con


el gár de enlace explicativo con lo a n terio r) diciendo: “P ero tam bién Lleraclito a
su vez invita a d ejarse guiar p o r la fe, al decir así (a q u í n.° 135, que es tam bién
de los citados p o r C le m .). Y o tra vez: ‘Pues de o ro ... p o c o ’. P ero si aquéllos por
Razón general 81

m or de unas pocas rasp ad u ras so p o rtan tan grandísim a fatiga, y aun p o r cierto que
tam bién peligro, ¿q u ién hay ta n d esen am o rad o de las cosas divinas com o para es­
currirse a la en señ an za sobre la v erd ad , que ap o rta ganancia de mil p o r u n o ? ” . Y
con u n a ligera alteració n ento n ces del com ienzo, así San C lem ente: ‘“ A ndando a
busca de o ro ’ dice H eraclito ‘tie rra ... p o c o ’. M as los que cavan m inas de la clase
que corresp o n d e a la de aquello que es v e rd ad eram en te oro en c o n trarán el m ucho
en poco: pues al solo q u e en tien d a lo h allará la E sc ritu ra ” . E s decir que tan to C le­
m ente com o T e o d o re to , q u e utilizan la frase p a ra sacarle glosa alegórica cada u n o
a su m an e ra , h a n ig n o rad o , p o r accidente o p o r intención, que ya sin duda en el
libro de H eraclito ap arecía com o ilustración de algo re fe re n te al verdadero e n ­
tendim iento.
D e qué e ra ello, ya se h a dicho en n o ta al fr. a n terio r que la probabilidad de
que éste viniera in m ed iatam en te tras él debe contarse com o m uy alta. Y así, te n ­
dríam os aquí la atem p eració n d eb id a qu e, no sin u n a som bra de ironía, se aplica
al a n terio r recon o cim ien to de la necesidad, p a ra la aspiración a sabiduría, de la
investigación científica, en el sentido preciso de que la observación y estudio de
las m últiples cuestiones p articulares se asem eja a la rem oción de tie rra y desbro-
zam iento en cam inado a d escubrir algunos m ínim os vislum bres de aquello que está
ju sta m e n te oculto e n tre la b alum ba de los hechos y cuestiones particulares, que
sería to so p h ó n i o sab io ’, lo cual im plica el reconocim iento (que es verdadera in­
teligencia) de la razón o lenguaje que se m anifiesta en todas las cosas y sus p ro ­
cesos. A sí la observación directa y las ciencias especiales las acoge la razón com o
instrum en to s negativos, de desb ro zam ien to , que sacudan y elim inen las ideas re ­
cibidas sobre las cosas, y así corrijan las creencias que la religión y la tradición
tenían im puestas sobre ellas. P ero enseguida p ro ced erá a declarar m ás explícita­
m ente que tam poco los estudios científicos (com o tam poco los m íticos) pueden lle­
var a ese d escubrim iento de lo sabio. Y es este m ovim iento de la razón lo que m e
ofrece un enlace bien claro con los frs. sucesivos.

40 D -K 24
^ / r f >*
Η ΔΗ P O A V K A ^ IH WOON EXElNf
OV ΔΙΔ Α ΣΚ ΕΙ ' Ή ^ ί< Μ Ο Ν ΛΚ

Ε Δ ΙΔ Α ^Ε M l P V O A ΓΟΡΗΝ ΑΥΤΊ}
82 Razón común — Heraclito

© D iog. L a e rt. IX 1 : μ εγα λό φ ρ ω ν δέ γ έγ ο νε π α ρ ’ ό ν τιν α ο ύ ν κ α ί υ π ερ ό π τη ς,


ώ ς κ α ί έκ τοϋ σ υ γγρ ά μ μ α το ς α υ το ύ δήλον, έν φ φ η σ ι « Π ολυμ α θίη .... Έ κ α -
τα ιο ν» . είνα ι γ ά ρ κτλ. (η.° 25) .
A th en . X III 610 b : το σ α ύ τα τού Μ υρ τίλο υ έξης κ α τα λ έξα ν το ς κ α ί π ά ν τω ν α ύτόν
έ π ί τή μνήμη θ α υ μ α σ ά ν τω ν , ό Κ υνο ύ λκ ο ς εφ η ' «‘π ο υ λ υ μ α θ η μ ο σ ύ ν η ς, τή ς ού κε-
νεώ τερ ο ν ο ύ δ έ ν ’ 'Ί π π ω ν έφη ό ά θ ε ο ς, άλλά κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ό θ ε ϊό ς φ ησι
‘π ο υ λ υ μ α θ ίη .... δ ιδ ά σ κ ε ι’, κ α ι ό Τ ίμ ω ν δέ εφη ‘έν δε π λα τυ σ μ ό ς π ο υ λ υ μ α θ η -
μοσύνης, τή ς ού κενεώ τερο ν ά λ λο ’».
Clem . Strom . I 93 : κ ά ν τ φ Δ η μ ο δ ό κ φ , εί δή το ύ Π λ ά τω ν ο ς τό σ ύγγρ α μ μ α , «μή
ού κ ή το ύ το φ ιλ ο σ ο φ εϊν» λέγει « π ερί τά ς τέ χ ν α ς κ υ π τ ά ζ ο ν τ α ζήν ο ύ δ έ π ολυμ α -
θ ο ύ ν τα , άλλ’ άλλο τι, έπ εί έγω γε ω μην κ α ί ό ν ε ιδ ο ς είνα ι» (P ia t. A m a t. 137 b ) .
ή δ ε ι γ ά ρ , ο ίμ α ι, ώ ς ά ρ α «ήδη π ο λ υ μ α θ ίη .... δ ιδ ά σ κ ει» κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτο ν .
Iulian. Orat. V II 187 D : ... κ α ί ο ύτε β ίβ λο υ ς ά ν ελ ίξ α ι δ ει μυρίας" «π ο λυ μ α θία »
γ ά ρ , φ α σ ι, «νόον ού δ ιδ ά σ κ ει» .
P ro d . In Tim. I 102, 22 : τί γά ρ θ α υ μ α σ τό ν ή τώ ν γεγ ο νό τω ν γνώ σ ις; «π ολνμ α -
θ ε ίη νό ο ν ού φ ύει» φ η σ ιν ό γ εν ν α ίο ς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς .
Serenus in Flor. Iohann. D am . II 116, 205 : Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς μέν έλεγε π ο λ υ μ ά θ ε ια ν
νο ύ ν μή έμ π ο ιεΐν , ’Α ν ά ξ α ρ χ ο ς δέ π ο λ υ μ ά θ ε ια ν κ ά ρ τα μέν ώ φ ελεϊν, κ ά ρ τα δέ
βλάπτειν.
A . G eli. Noct. A tt. Praef. 12 : E go u e ro , cum illud E phesii uiri sum m e nobilis uer-
bum cordi h ab e re m , q u o d p ro fecto ita est Π ο λ υ μ α θ ίη νό ο ν ού δ ιδ ά σ κ ει, ipse q u i­
dem etc.

Cfr. Democr. fr. B 64 D-K : πολλοί πολυμαθέες νοΰν ούκ εχουσιν. Id. fr. 65 : πολυνοϊην,
ού πολυμαθίην «σκέειν χρή.

© ή δή H eraclito uindicans scribo : ήδη C lem . : om . reliqui π ο υ λ - A th en .


-θείη Proci, (-θ ε ια ν S er.) έχειν A th e n ., C lem . : om. reliqui
δ ιδ ά σ κ ε ι : φ ύ ει Proci, (έμ π ο ιεΐν S er.) α ύ τ ις δέ D iog. F τε κ α ί D iog.
B Ρ : κ α ί F.

© ELLO ES, EN FIN, QUE PLURISCIENCIA NO ENSEÑA


A TENER SESO: QUE SE LO HABRÍA ENSEÑADO A HE­
SÍODO Y TAMBIÉN A PITÁGORAS, Y ASIMISMO A JE-
NÓFANES Y A HECATEO.

© La p rim era frase del fr. se hizo sen ten cia m uy frecu en tad a, com o se ve por
las m últiples citas, m ás o m enos fieles a la fo rm a con que la ofrecen los que m ejor
Razón general 83

podem os sospechar q u e la leían en el libro, D iógenes L aercio (que salta, sin em ­


bargo, el échein ‘a te n e r’) y San C lem ente (de quien, en atención al habitual cui­
dado con que da o tras citas, m e p erm ito sacar las p artículas de com ienzo de frase,
que no ap arecen en los dem ás, y qu e, desfiguradas en sus M S S b ajo la form a édé
‘y a’, solían secluir los ed ito res); en cuanto a los dem ás, A te n e o la re cu erd a como
citada en una conversación convivial p o r un tal C inulco en m edio de u n a de H i-
p ón, ‘Pluridisciplina, q u e n ad a m ás vano que ella’, y o tra de T im ón (de quien v.
© a n.° 20) Ύ allí el dilatarse / de la pluridisciplina, que cosa m ás vana no hay
o tra ’, aun q u e los ed ito res suelen d u d ar de que la p rim era p u ed a de veras atribuir­
se a H ipó n de Sam os (V ante; v. D -K I 38), al qu e, p o r cierto, siendo popular­
m ente conocido com o ateo , se co n trap o n e ahí H eraclito com o theíos; Juliano la
da com o p ro v erb io divulgado, con un “dicen ” ; P roclo, en su com entario al Timeo,
la in tro d u ce así: “P u es ¿qué tiene de m aravilloso el conocim iento (gnósis) de los
hechos producidos ( ton g eg o n ó tó n )7 \ ‘plurisciencia no cría seso’ dice el noble H e ­
raclito” ; el m atem ático S ereno (iv p o s t) la da, n ad a literalm en te , en p a re ja con
o tra de A n ax arco (iv ante; v. D -K II 72), ‘Plurisciencia m ucho aprovecha, y m u­
cho daño h ace’, que Clem . cita tam b ién , más p o r extenso (v. D -K ib.); A ulo G e-
lio, en el Prefacio a sus N oches áticas, la re cu erd a así: “E n cuanto a mí, teniendo
en sum a estim a aquella sentencia del varón efesio de tan alto ren o m b re, la cual,
p o r cierto, es así ‘P lurisciencia ... seso’, yo desde lu e g o ...” ; y San C lem ente la re ­
laciona con un pasaje que él dice del D em ódoco, p ero que ap arece, con algunas
v ariantes, en los E nam orados de Platón: “T am bién en el D em ódoco, si es que,
en fin, es de P latón el escrito, ‘No vaya a ser que sea el philo so p h eín ’ dice ‘un
pasarse la vida m etien d o la nariz p o r en tre las técnicas y aprendiendo m últiples
saberes, sino alguna o tra cosa; que bien p en sab a yo que eso e ra hasta d esh o n ra’:
que es que sabía, creo yo, q u e, en sum a, ‘ello es, en fin, que plurisciencia ... seso’,
según H e ra c lito ” ; d o n d e no pued e m enos C lem ente de su poner que P latón debía
conocer sentencia tan notoria. Y en efecto, de lo n o to ria que en su tiem po era
son testim onio las dos m áxim as conservadas a nom b re de D em ócrito: “M uchos plu-
riscientes no tienen seso” y “Plurijuicio (p o ly n o ië n ), no plurisciencia, es lo que
hay que e je rc ita r” . P ero el único que da el pasaje e n tero es D iógenes Laercio,
que lo inserta al com ienzo de su Vita, que es p o r cierto (y esto es digno de mucha
nota) el solo p asaje de ella en que ofrece una m edia docena de citas que tienen
todas las trazas de p ro ced er (p o r vía in directa, sin duda) del libro de H eraclito,
m ientras qu e, al llegar a la sección de resum en de la doctrina, no va a poner más
que unas cuantas opiniones físico-astrales que ni siquiera pienso que procedan de
H eraclito ; pero aquí, en la segunda frase de la Vita, dice: “Y e ra, al pie de cual­
q u iera, ho m b re de alto genio y tam bién despreciativo, com o se desprende tam ­
bién de su propio escrito, donde dice ‘Plurisciencia ... H e c a te o ’; pues dice que es
. ..” , a lo que sigue la cita del fr. que aquí tam bién o rdenam os detrás de éste, y
añade o tro del m ism o p asaje del libro (n .“ 29), p ara pasar a otras tres citas de p a r­
tes más alejad as, según n u estra ordenación.
P or lo que toca a esa segunda p arte de la cita, que sólo D iógenes nos conser­
va, la condena del estudio y sab er de las cosas m últiples se cen tra en él, como se
ve, en cu atro no m b res, agrupados cu idadosam ente de dos en dos, en los cuales
estim o que q u ed an bien rep resen tad as las diversas m aneras en que esa pluriscien-
84 Razón común — Heraclito

cia venía rigiendo p a ra la ép o ca de H eraclito (y, to m ad as com o sím bolos, p ara cual­
q u ier época): H esío d o re p re se n ta el m odo de sab er — llam ém oslo G enealogía—
que establece en los m itos u n a o rd en ació n en serie, de m a n e ra que esa sucesión
lineal in tro d u ce ya u n a cierta ideació n del T iem p o , y p re p a ra p o r e n d e el adveni­
m iento de las C iencias p ro p ia m e n te dichas, q u e sobre esa ideación tra ta rá n de es­
tablecer las relaciones causales e n tre los hechos y las cosas; fren te a él, Pitágoras
significa, en g erm en , la ap arición de la C iencia en su form a m ás avanzada siem ­
p re , la de u n a Física con leng u aje m atem ático , d o n de se tra ta de dar razón de la
R ealidad p o r m edio de los n ú m ero s, y se consigue p o r ta n to que la sospecha de
la contradicción fu n d am en tal se diluya en u n a indagación in term inable acerca de
la m edida de las relaciones e n tre los seres sep arad o s; en cuanto a H ecateo de M i­
leto , re p re se n ta , con su G eo g rafía y sus G enealogías, el origen (y sím bolo) de las
Ciencias de la H u m a n id a d , en que la descripción em pírica in te n ta rem plazar a la
tradición m ítica y se fu n d a, sob re to d o , u n a H isto ria p ro p ia m en te dicha, com o ra ­
cionalización o m o d o de d a r razón (no en vano a estos prim eros historiadores se
les llam ará logo p o io í y logográphoi ‘h aced o res’ o ‘escritores de razones (e n p ro ­
s a ) ’) de los actos y avatares de los h om bres; lo m ás chocante es la aparición del
n o m bre de Jen ó fan es, qu e, salvo lo que de especulaciones físicas pu d iera h ab er
e n tre los hex ám etro s de sus Sílloi (o de su Peri physeós, si es que com puso un p o e ­
m a de este tip o ), n o p arece q u e m erezca figurar e n tre los científicos y polim até-
ticos, m ientras q ue, en cam bio, se d em u estra, p o r los restos de sus versos (p .ej.
fr. 23 D -K : “U n solo dios, el m ayor e n tre los h o m b res y dioses”) y por la fe que
podam os d ar (b a sta n te , a m i en te n d e r) al tratad illo D e M elisso X enophane G o r­
gia, com o un b uen p red eceso r de H eraclito en cu an to a d e ja r h ab lar a través de
él a la R azó n c o n trad icto ria; tal vez era m ás com prom isario de lo que digo en tre
creencias y v erd ad y de ahí se ganó esta co n d en a a la falta de nóos ju n to con los
o tro s, o tal vez se torció aquí el cálam o h eraclitan o , en el sentido de que escribie­
ra m ás bien H eraclito que no la razón p o r él.
P ero , en ju n to , está bien clara la noción de la p o lym athía que aquí se conside­
ra incapaz de en señ ar seso, e .e . de llevar al d escu b rim iento de la razón o lenguaje
de las cosas: es la m itografía, genealogía, historia o ciencia física q u e, pese a su
lab o r de investigación (recu érd ese el fr. a n te rio r) y aun precisam ente por ella, res­
p eta siem pre d em asiad o , y consolida p o r lo ta n to , las ideas o creencias acerca de
la R ealid ad , en cu an to tra ta de d ar razón (p o r o rd enación o por m edida) de las
realidades sep arad as que la constituyen. E s fre n te a esta desviación de los saberes
fren te a lo que se p ro n u n cia la frase siguiente, q u e así venía pro b ab lem en te en el
libro, com o siguiendo a ésta se cita en el de D iógenes L aercio.
Razón general 85

41 D -K 2 5

<E5TI> ΤΑ Ρ ΕΚ ΤΟ ^ΟΦΟΚ ΕΓ "


τ α < !$ α \ γ γ /4 > η η ? ο τ* ε η κ κ υ -

^•EF’WHfAI ΡΛΚΤΛ ΔΙΑ ΪΜΝΎ<?>Κ.

© D iog. L. IX 1, p o s t η .° 24, ante η .° 29.

Loci uestigia subaundiuntur apud Plut. De Is. 76, 382 b : ή δέ ζώσα και βλέπουσα καί κινή-
σεως άρχήν έξ έαυτής εχουσα καί γνώσιν οικείων καί άλλοτρίων φύσις κάλλους τ1 έσπα-
κεν απορροήν καί μοίραν έκ τοϋ φρονοΰντος όπως κυβερνάται (αύτό) τό τε σύμπαν καθ’
Ηράκλειτον.
Item in Cleanth. Hymn. Iou. 30 : ήν (scii, άπειροσύνην) σύ, πάτερ, σκέδασον "ψυχής «πο,
δός δέ κυρήσαι γνώμης, ή πίσυνος σύ δίκης μέτα πάντα κυβερνάς.
Et in Ps-Lino apud Stob. I 119, 9 : ώς κατ’ εριν συνάπαντα κυβερνάται διά παντός.

© γνώ μ ην A ccu sa tiu u m Heraclito interpretes huc usque dabant, qui ad D ioge­
nis in In fin itiu u m redactionem pertinet; dubium uero uidetur rectene Plut, ipse lo­
cum legerit; Cleanthes quid em γνώ μ ην h o m in i bene intelligenti sim u l ac D eo tribuit
ο τ ’ εην κ υ β ερ νή σ α ι (possis τό τ ’ restituere) scribo : ότέη κ υβερ νή σ α ι Ρ :
ότε ή κ. Β : ό τι ενκ υβ ερ νή σ α ι F : ότέη (i.e. ή τις) έκυβέρνησε D iels : ή κυβερνά -
τ α ι B yw ater : ό π η (uel όκη) κ υ β ερ νά τα ι G igon, W alzer (όκη et K ahn) : έτεή'
κ υβ ερ νή σ α ι R e in h a rd t, M azzantini.

In Plutarchi textum: κάλλους Papabasiliu (Cfr. Plat. Phaedr. 251b) : άλλως codd.; ο τψ pro
όπως coniciebat Merkland; (αύτό) ex haplographia quadam restauro : τό [τε] (Bentley)
edd. malunt.

© que es BUEN JUICIO SABER DE LO INTELIGENTE


SOLO, Y AQUELLO QUE ERA GOBERNAR TODAS LAS
COSAS POR MEDIO DE TODAS.

© D a D iógenes L aercio el paso in m ed iatam en te tras la cita del n.° 24, de m a­


n e ra que es posible q u e en el libro estuviese a continuación o m uy cercana, y en
to d o caso co n trap o n ien d o a la polym athíé, que no da seso (nóon), lo que es buen
juicio o recto acu erd o (gnóm e), que consiste en saber de o en te n d er en (epístas-
86 Razón común — Heraclito

thai) una sola cosa, lo de veras in telig en te, o sea la inteligencia que regía todo el
p roceso de las cosas p o r la contradicción e n tre ellas m ism as. P a ra en te n d e r así el
paso, he ten id o que a p a rta rm e , com o se ve en ® , de la creencia que h a poseído
a los edito res y estudiosos de que griômën fu era el C om pl. de epístasthai (pero en ­
tiendo que su caso A c. sólo se d eb e a que D iógenes h a citado con reducción de
la frase a O r. de In f.), y fu e ra A n te c e d e n te de la oscura form a de R elativo que
le sigue, de m odo que in te rp re ta b a n m ás o m enos de este m odo: “Lo único in te ­
ligente (sophón) es sab er del juicio, cualq u iera q u e fuese, que g o b ern ó ” (D iels,
con una fo rm a m ás q u e d u d o sa del R eí. g en eralizan te, hotéé) o “p o r el que se go­
b ie rn a n ” (Byw ater y o tro s, to m an d o el kybernâtai de las referencias de P lutarco
y P seudo-L ino). E llo es q u e, ap a rte de lo im propio de que a lógos se aluda con
gnóm é ‘acto de ju icio ’ o ‘m o d o sensato de p e n sa r’ y lo m uy pro p io de que se le
llam e tó so p h ó n i o in te lig e n te ’ o Ί ο a stu to ’ o ‘lo sab io ’ (com o en 39, 40, 41), p o r
o tro lado, bien se ve q u e lo que claram en te se o p o n e a la m ultiplicidad de objetos
de estudio de la p o lym a th íé es el o b je to único del que hay que sab er (hén tó so ­
p h ó n ) y que es al m ism o tiem po el agen te de o rd en ació n de las cosas todas: es el
centrarse en sab er de eso solo a lo que se d eclara b uen juicio, gnóm é, que p o r ta n ­
to corresp o n d e ap ro x im ad am en te al n ó o n del que en el n.° 24 se dice que no lo
proporcio n a la p olym athíé. C ierto que con mi lectu ra, que apenas altera el texto
transm itido en los M S S de D iógenes (con u n a significativa variante del F, que a
m enudo ofrece e rro re s, a veces de oído, rev elad o res), q u ed a alguna extrañeza m or-
fo-sintáctica, sobre to d o en el tram o hó t’ één en cu an to a la form a del R elativo
(pero pienso q u e es posible p ara el jo n io de H eraclito o sustituible p o r el neu tro
norm al tó t’, si no hay que p en sar en un paso al m ase, que pued e ser en jo nio) y
en cuanto al p asado één ‘e ra ’ o ‘fu e ’ (p ero hay u n a ten d en cia peculiar del Im pf.
én, tam bién en usos áticos, a usarse p a ra en u n ciar un hecho general que se ofrece
en el texto com o co n statán d o se a p a rtir de consideraciones anteriores: aquí suge­
riría algo com o “el e n te n d e r de lo solo in telig en te lleva a reconocer lo que e ra o
quería decir ‘g o b e rn a r to d as las cosas p o r m edio de to d a s’”), de m an era que no
bastan esas extrañ ezas p ara reh u sar la lectura y buscar otras alteraciones en la
transm isión, com o en la p ro p u e sta de R e in h a rd t ( “ ...e n te n d e r buen juicio de ver­
dad: g o b e rn a r...”) o en o tras que se han hecho.
Por lo d em ás, es n o tab le la precisión con que aquí se form ula lo que se re co ­
m ienda com o b uen juicio o m odo de p en sar, fren te a los saberes de las Ciencias
(y de los m itos): es un sab er en ejercicio (epístasthai), un hacerse práctico en en ­
te n d e r lo in telig en te, con lo que se predica una identificación del en tendim iento
o raciocinio de los h o m b res con el e n ten d im ien to o raciocinio que está de hecho
y en ejercicio ahí fu era, en las cosas m ism as, identificación que estorban los sa­
beres o creencias p articu lares sob re las diversas cosas, que tien en , p o r el c o n tra ­
rio, que fundarse en u n a separación en tre el su jeto del sab er (el creyente o cien­
tífico y sus opiniones) y sus o b jeto s (las cosas o co njuntos de cosas separados),
o cultándose a la evidencia de que los su jeto s son tam bién objetos p o r lo m ism o
q ue los o b jeto s (la razón de los p rocesos de las cosas) son sujetos. E s p o r esa coin­
cidencia de la p ro p ia inteligencia con la inteligencia general com o se da el descu­
brim iento de que esa inteligencia n o era o tra cosa que la lógica con que las form as
y procesos de las cosas están regidos, condicionados, producidos, los unos p o r los
Razón general 87

o tro s, p ero todos p o r to d o s (lo que incluye ‘cada uno p o r todos los dem ás y por
sí m ism o’, sin q u e q u e p a sin em b arg o u n a v erd ad era distinción e n tre ‘sí m ism o’ y
io s dem ás’), al co n trario q u e las creencias o saberes científicos (y m íticos), que
están obligados a ren u n ciar a la generalid ad y a d elim itar sus ideas de conexiones
e n tre las cosas, causales o m e ram en te genealógicas o estru ctu rales, a u n a p a rte o
clase de e n tre ellas, de las cuales p ro ced en a establecer explicaciones m utuas, por
otras form as de relación o, en la perfección de su p rogreso, p o r relación causal;
sólo que esa p arcialidad o selección del dom inio de las relaciones es lo que nos
ciega a la razó n de las razo n es to d as, y la verd ad de u n a relación en un dominio
(científico, p o r ejem p lo ) es lo q u e constituye su falsedad p a ra la razón.

*129 D -K 26

Ρ ν Ο Λ Γ ό Ρ Η ^ M N H ^Á rX O Y IfTohH Y

h ¿ k h jíN Á K W á r m m á a i^ tá v á h -

τ< * > Η , κ λΪ i 'A í S Á n z K o j τλ υ Τ λ }

É M IH fA T O É ^ Y T ^ V '^ O -

ΦΙΗΝ’, ‘ΡοΛΥΜΛ^ΙΗΚ', <K.AK?TeXKÍHN‘>.

© D iog. L. V III 6 : ένιο ι μέν ούν Π υ θ α γ ό ρ α ν μηδέ εν κ α τα λ ιπ ε ίν σύγγραμμά


φ α σ ιν, δ ια π α ίζ ο ν τ ε ς ' Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς γο ύ ν ό φ υ σ ικ ό ς μ ονονουχί κ έκ ρ α γε κ α ί φ η σ ιν
« Π υ θ α γό ρ η ς .... κ α κ ο τεχνίη ν» . ο ϋτω δ ’ εΐπ εν, έπ ειδ ή π ερ έναρχόμ ενος ό Π υ θ α ­
γ ό ρ α ς τού φ υ σ ικ ο ύ σ υ γγρ ά μ μ α το ς λέγει ώ δ ε ’ «ού μά τό ν ά έρ α , τό ν α ν α π νέω , ού
μά τό ύ δ ω ρ , τό π ίν ω , ού κ ο τ’ οισ ω ψ ό γο ν π ε ρ ί τού λόγου τούδε». γ έ γ ρ α π τα ι δέ
τώ Π υ θ α γ ό ρ α σ υ γγρ ά μ μ α τα τ ρ ία , ‘Π α ιδ ε υ τ ικ ό ν ’, ‘Π ο λ ιτικ ό ν ’, ‘Φ υ σ ικ ό ν ’.

Aliquid ex hoc loco resonat in uersibus Ionis apud Diog. L. I 120 (=36 B 4 D-K) : ε’ίπερ
Πυθαγόρης ετύμως ό σοφός περί πάντων άνθρώπων γνώμας είδε καί έξέμαθεν.

© π υ θ α γ ό ρ η ς Ρ : -γ ό ρ α ς F : -γό ρ ο ις Β ίσ τορείν ΐσχυσ εν F εκ-


88 Razón común — Heraclito

λεξ. τ. τ. σ υγγρ. dam nabat T h. G o m p erz, τ α ύ τα ς τ. σ υγγρ. Z eller, κ α ι έκλ. τ. τ.


συγγρ. D iogeni tribuebat C orssen, εκ δεξά μ ενο ς corrigebat W ilam ow itz, quippe
quos fefellerat σ ο φ ίη ν π ο λ υ μ α θ ίη ν κ α κ ο τεχνίη ν illusoria nom ina trium librorum
esse, quos nullos P ythagoram scripsisse ita p e r iocum asserere H eraclitum D iogenes
subintelligebat. Planius quidem legeretur si τα ύ τη ς τά σ δ ε σ υ γ γρ α φ ά ς scriberes
έποίησ εν F έω υτοϋ P 2 : εαυτού B P 1 F π ο λ υ μ α θ ίη ν B : -μα-
θ ε ίη ν P F.

A d Diogenis textum: ούν om. B F διαπέζοντες B : διαπεσόντες Reiske


κοτ’ οΐσω Diels : κατοίσω codd.

© PITÁGORAS EL DE MNESARCO SE EJERCITÓ EN IN­


VESTIGACIÓN MÁS QUE NINGUNO DE LOS HOMBRES
TODOS, Y TAMBIÉN, ESCOGIENDO (DE SUS RESULTA­
DOS), SE PREPARÓ ESTOS LIBROS A SU PROPIO NOM­
BRE: ‘INTELIGENCIA’, ‘PLURISCIENCIA’, ‘MALAMAÑA’.

© L a cita de D iógenes L aercio les hab ía resu ltad o m uy sospechosa a los e stu ­
diosos (D -K recluyen el fr. a los dudo so s), sob re to do p o rq u e, en ten d ien d o que
Fleraclito decía en serio “h ab ien d o escogido esos lib ros” , y pensando ellos ra zo ­
nablem en te que P itágoras no d ejó libro ninguno ni debía decir lo contrario te sti­
m onio tan antiguo com o el de H eraclito , concluían que al m enos la p arte de las
syngraphás o libros debía de ser u n a falsificación o, según C orssen, p erten ecer (di­
ficultosam ente) al contexto de D iógenes; p ero olvidaban que éste introduce su cita
del siguiente m odo en su Vida de Pitágoras: “A lgunos pués dicen que Pitágoras
no dejó ningún escrito com puesto ( syngram m a, lib ro ), com entándolo en son de
brom a (d ia p a ízo n tes) : co n cretam en te, H eraclito el p h ysikó s poco m enos que pega
un grito y dice ‘Pitágoras ... m alam añ a’. Y así lo dice, en vista de q u e, al d ar co­
m ienzo P itágoras al tra ta d o ( syn g ra m m a ) Físico, se expresa así: ‘N o, a fe del aire
que respiro , no, a fe del agua que b eb o , jam ás recibiré rep roche a propósito de
esta ra zó n ’; p ero q u ed an escritos de Pitágoras tres libros, E ducativo, Político, Fí­
sico ( P aideutikón, P olitikón, P h y s ik ó n )”. E s claro pués que lo de co m entar en b ro ­
m a la falta de escrituras de P itágoras lo atrib u y e D iógenes (por m edio del goûn
‘c o n c reta m en te ’, ‘p o r e je m p lo ’) a la frase de H eraclito que va a citar, ya q u e, al
llam ar éste en burla libros de P itágoras a las condiciones de viciosa ciencia que
dejó en herencia a su escuela, y h acer títulos de libros im aginarios ‘Inteligencia’
(con el valor m ás bien de ‘In telectu alid ad ’), ‘P lurisciencia’ y ‘M alam añ a’ (‘S o p ­
hie’, ‘P olym athíé’, ‘K a ko tech n íé’), en ten d ía D iógenes razo n ab lem en te que en ello
se im plicaba la afirm ación p o r p a rte de H eraclito de que P itágoras no había escri­
to ningún libro, a lo que pasa D iógenes a o p o n e r su propia creencia de que había
dejad o tres, con tres títulos serios (que co rresp o n d en , p o r cierto, a una p o sterior,
estoica p o r ejem p lo , división del saber en T écnicas educativas, com o Lógica, G ra ­
Razón general 89

m ática o M úsica, O ra to ria política y C iencia). E llo es que con la interpretación


que doy (con la que el eklexám enos ‘h abiendo escogido’ no tiene p o r C om pl. ‘li­
b ro s’, sino algo de la investigación historien antes m encionada) el texto p u ed e leer­
se sin enm iendas ni sospechas.
V iene con él H eraclito a reco n o cer en Pitágoras el caso sum o de investigador
y de sophós ‘in te le c tu a l’, con análoga resonancia despectiva a la que puede tener
en tre n o so tro s la p alab ra; y algo de ello resu en a en unos versos de Ión de Quíos
(por m ediados de V ante) q u e conserva D iógenes L aercio en o tro sitio, y que di­
cen, refiriéndose a F erécides: “A sí él, p o r alto valor distinguido y por h onra, /
vida tras fallecer goza en esp íritu aún, // si es que en v erdad P itágoras, el sobre
todos los h om bres / in telig en te, a saber bien acertó y a a p re n d e r” . C om o tal so­
p h ó s (algo cercano ya a los sofistas de poco después de H e ra clito ), había de tener
que ver, p o r un lado, con las artes retóricas del lógos o discurso o razonam iento,
de lo que en el fr. siguiente oirem os todavía referencia; p e ro , p o r o tro lado (y es
esto lo que p a ra la p o sterid ad ha q u ed ad o más bien ligado al n om bre de Pitágo­
ras), está to m ad o com o investigador científico, y m e p arece claro que en este pa­
saje usa H eraclito la figura de Pitágoras com o la del, p o r antonom asia, hom bre
de C iencia a la m o d ern a (com o H esíodo será, p o r excelencia, el hom bre de saber
al viejo m o d o genealógico), en el sentido de ‘aquél que, p o r reconocim iento de
las realidad es m últiples y consiguiente m edición de la R ealidad, preferiblem ente
p o r razón aritm ética, racionalizándola, cree saber lo que e s’ (cfr. lo que dice D on
Sem T ob G losas 2597-2612 de que del m undo no se sabe m ás cosas que el nom bre
que le hem os p uesto salvo algunos cóm putos relativos de los m ovim ientos: “e nin-
gunt sabidor / no 1’ sopo n o m b re çierto, / si n o n que co n tad o r / es de su meçi-
m iento: // p eo n es que cam ino / uno an d a, en q u an to / tienpo el o tro vino, / gran
jo rn a d a dos ta n to , // él el tien p o lo cu en ta, / que el un m eçim iento / a el dos tanto
m o n ta / que el o tro , p o r çie rto ”), y es p o r ta n to Pitágoras aquí el rep resentante
de la C iencia sin m ás, o Plurisciencia, q ue, al racionalizar o aplicar un lógos a las
cosas y sus m ovim ientos, oculta el lógos o razón co n tradictoria que las constituye,
en cuanto q u e p resen ta la contradicción com o h arm o nía; y así, pese a la antes re­
conocida necesidad de la m últiple investigación (n.° 22), se revela la C iencia po­
sitiva, no m enos que la R etó rica, com o in stru m en to de engaño p a ra los hom bres,
y ligada p o r ta n to in m ed iatam en te con la K akotechníé o M alam aña.

81 D -K 27
roe

εώ ν K O PiA ^IY ¿Ivou.


90 Razón común — Heraclito

l) |<ΟΓΜΔ<*>Ν /ihXHR>S .

© a) Schol. in E u r. Hec. 131 : κ ο π ίδ α ς τε κ α ί τά ς τώ ν λόγω ν τέχ να ς άλλοι


τε κ α ί ό Τ ίμ α ιο ς ο ΰ τω ς γ ρ ά φ ε ι' «ώστε κ α ί φ α ίν ε σ θ α ι μή τό ν Π υ θ α γ ό ρ α ν εύρά-
μενον τώ ν α λ η θ ιν ώ ν κ ο π ίδ ω ν , μηδέ το ν ύ φ ’ Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ κ α τη γο ρ ο ύ μ ενο ν, άλλ5
α ύ τό ν τόν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν είν α ι τόν ά λ α ζο νευ ό μ ενο ν» . E t cie T im aeo descripsit E tym .
G ud. s.u. ‘κ ο π ίς ’ : μή το ν Π υ θ α γ ό ρ α ν εύρομεν ό ντω ν α λ η θ ιν ώ ν κ ο π ίδ ω ν , itidem
Etym . M agn. s.u. ‘κ ο π ίς ’ : κ α ί τά ς τώ ν λό γω ν τέ χ ν α ς κ ο π ίδ α ς έ λ ε γ ο ν μή τόν
Π υ θ α γ ό ρ α ν εύρομεν ό ντα α λ η θ ιν ώ ν κ ο π ίδ ω ν .

b) Philod. Rhet. I cols. 57, 62 (e D iog. B abylonio) : τά μέν γ ά ρ ο ύ θ έ ν ε υ φ υ έ ς


π ρ ο σ φ έρ ετα ι π ρ ο ς α π ά τη ν μεμ ηχανημ ένον, ή δέ τώ ν ρητόρω ν εισαγω γή π ά ν τα
τά θ ε ω ρ ή μ α τα π ρ ο ς το ΰ τ’ έχει τε ίν ο ν τα κ α ί, κ α τά τον Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , κ ο π ίδ ω ν έσ-
τίν α ρχηγός.

Cfr. Hesych. : κοπίζειν' ψεύδεσθαι.

© π υ θ α γ ό ρ α ν τό ν εύράμ ενον τ ά τώ ν scribo : τό ν π υ ίία γ ό ρ α ν εύράμενον τώ ν


Schol. : τό ν π υ θ . εύρομεν ό ντα E ty. M agn. : τό ν π υ θ . εύρεμεν όντω ν Etym . G ud.
: τό ν π υ θ . εύρετήν ό ντα τώ ν H em sterh u y s, edd. : τόν π υ θ . εύρετήν όντα ά λ η θι-
νό ν Schw artz : τό ν π υ θ . ά ρ ξά μ ενο ν τώ ν olim D iels (Π υ θ α γό ρ α ς) κο­
π ίδ ω ν α ρ χη γό ς M arcovich.

C um et Tim aeus et P hilodem us u n u m eundem que locum neglegenter referre uidean-


tur, sic Heracliti sententiam , p o st n.° 26 continuatam , libenter restituerim:

KAI EVJ>£TO TA TÛH ΚΠΙΔ>Κ ΛΪ>ΧΗΓ<>>.


0 4
Ad. scholi textum: ( ελεγον) άλλοι .... γράφων Schwartz γράφει Μ : γράφωσιν Α.
A d Philodemi: προσφέρεται col. 57 : εχει col. 62.

© a) ... que fue PITÁGORAS el que inventó lo DE LOS


TRINCHETES (o CORTES RETÓRICOS DE EFECTO). b)
. . . es INICIADOR DE LOS TRINCHETES. (Puede restituirse el
texto de Heraclito, como viniendo a continuación del n.° 26, del si­
guiente modo:) Y TAMBIÉN INVENTÓ LO DE LOS TRIN­
CHETES, INICIADOR (EN ELLO).
Razón general 91

© A través de algunas citas poco fidedignas, se d e ja ver que h a b ía en el libro


una referen cia a las kopídes, u n tru co retó rico , cuyo n o m b re traduzco con ‘trin­
ch etes’ p o r tra ta rse ig u alm en te en griego de u n a p alab ra in u sitad a, al m enos en
los escritores m ás recien tes, p o r ser u n claro derivado de kó p tó ‘c o rta r’ y p o r p ro ­
venir de algún v ocabulario artesan al, p ero de cuyo significado apenas podem os
m ás que c o n je tu ra r q u e deb ía de referirse a algún efecto im presivo conseguido
p o r cuidado del co rte de fin de frase o tratam ien to de la cláusula; y que la inven­
ción de tal tru co se la atrib u ía H eraclito a P itágoras. L o que esas citas dicen es
com o sigue: u n escolio a la H écuba de E uríp id es contiene a su vez una cita de Ti­
m eo (se sup o n e que el h isto riad o r, de finales del iv ante, p ero no está excluido
q ue sea de T im eo L o cro , el pitag ó rico , de I p o st), el m ism o p asa je del que apa­
recen copias abrev iad as, y con v ariantes im p o rtan tes, en dos com pilaciones lexi­
cográficas tard ías, con ayuda de las cuales se p u ed e restitu ir así la cita de Tim eo
en el escolio: “Y trin c h e te s llam ab a tam b ién a las artes de los discursos, entre
o tro s, T im eo, escribiendo así: ‘D e m odo que au n se ve que no es P itágoras el que
inventó lo de los trin ch etes p ro p iam en te dichos, ni al que H eraclito acusa de ello,
sino que lo fue H eraclito m ism o, el vano d esp o tricad o r’” . P o r o tra p a rte , en el
tratad o d e R e tó ric a d e F ilodem o el epicúreo (i ante) en contram os, to m ad o , al p a­
recer, de D iógenes de B abilonia el estoico (s. π ante), este pasaje: “Pues, de un
lado, cosa ninguna b ien n acid a se aplica arm ad a de m aquinaciones al engaño; y
p o r o tro , la iniciación de los m aestros de retó rica tiene todos sus principios diri­
gidos a ese fin, y es, según las p alab ras de H eraclito , iniciadora de trin ch etes” .
A sí que en ninguno de los dos textos está in m ed iatam ente dicho que H eraclito atri­
buyera a Pitágoras esa invención retó rica; p ero cabe p en sar que en Tim eo lo de
“no es P itágoras ... ni al q u e ” sea figura retó rica p a ra referirse dos veces a Pitá­
goras, la segunda q u erien d o decir “ni a Pitágoras tal com o H eraclito lo acusa de
ello», y que F ilodem o to m a ra , p a ra aplicarla a la eisagógé o iniciación retórica la
locución “iniciador de trin c h e te s” que en el libro de H eraclito estaría aplicada a
P itágoras. C on lo cual p u ed e razo n ab lem en te reconstruirse así el texto heraclita-
no: “y tam bién inventó lo de los trin ch etes, siendo su iniciador” ; y esto bien po­
dría estar escrito in m ed iatam en te tras el n.° 26, com o cerran d o la acusación de la
plurisciencia de ser un p ro ced im ien to o “m alam añ a” para el engaño de los hom ­
b res con esta o tra de d esarro llar técnicas verbales, o rato rias, destinadas igualm en­
te al engaño (ya el glosario de H esiquio explica el verbo kopízein con pseúdesthai
‘en g añ a r’); q u e a P itág o ras así se le atribuya un ejercicio de artes serb ale s, sea en
el sentido de la elocución, sea en el de la argum entación, no está ciertam en te apo­
yado p o r o tro s testim onios fidedignos, ni m enos de la antigüedad del de H eraclito
(si bien lo que a él p u ed a en gen eral atrib u írsele, fu era del N ú m ero , las reglas de
abstinencia y la m etem psicosis, es u n m ar de dudas p a ra los estudiosos), p ero tam ­
poco tiene p o r qué ex trañ arn o s dem asiado que ciertas reglas (retóricas avant la let­
tre) , ya p a ra la p redicación de la d o ctrin a, ya p a ra la dem ostración co rtan te d e los
principios, se h u b ieran p u esto en uso en su escuela.
E s, en to d o caso, co n g ru en te que H eraclito añ a d a a sus críticas de la Ciencia
(re p re sen tad a en P itág o ras) o tra de los recursos de lenguaje dedicados a im poner
convicción o p ersu ad ir de doctrinas positivas; com o es tam bién congruente que,
m ás ta rd e , T im eo m alév o lam en te p u ed a volver la acusación contra el propio H e-
92 Razón común — Heraclito

raclito: p a ra el tra n c e en q u e u n a C iencia positiva (y u n a escritura en prosa) están


em pezand o a institu irse, y con ella la fijación del p en sam ien to en ideas, es n atu ral
que se hiciese m uy viva la aten ció n y conciencia de la ra zó n sobre sí m isma y sus
po d eres, u n a v u elta del len g u aje sob re sí m ism o, sus recursos, sus efectos en las
alm as; y ta n to m ás n a tu ra l qu e, siendo cualq u ier táctica de persuasión o im posi­
ción de ideas lo m ás o p u esto de la lógica h eraclitan a, d o n d e tra ta de hab lar la ra ­
zón m ism a (que de tod os m odos h ab la en las relaciones e n tre las cosas y en tre los
hom bres) p a ra den u n ciar su p ro p ia contradicción, ley q u e constituye la realidad,
se considerasen con especial rep u g n an cia los asom os de uso del lenguaje o razón
p o r los ho m b res y los consiguientes trucos retó rico s de im presión y persuasión,
que, al usar del len g u aje, im piden que el len g u aje h able. L a oposición en tre lógi­
ca viva (lenguaje q u e se va descubriendo a sí m ism o según habla) y ap arato re tó ­
rico (leng u aje que so m ete su curso a u n fin p reco n ceb id o ), oposición que Tim eo
en su frase se com placería en desconocer, h ab ía de ser p o r fuerza vital p a ra el p e n ­
sam iento que tratam o s de o ír a trav és de los restos de este libro.

28 95 D -K

Kf’VPTEI)'/ ÍMAOÍHN KfÉ^OK H Éj T<>


MÉ>ON O F P f l N,

© Stob. Flor. I l l 1, 175, p o st n.° 40.

Eundem locum memoriter repetitum reddere saepe uidetur Plut. A n uirt. doc. poss. 2, 439
d : άλλ5 όμως οΰτ5 άν ιστόν οΰτε βιβλίον ή λύραν ό μή μαθών μεταχειρίσαιτο, καίπερ είς
ούδέν μέγα βλαβησόμενος, άλλ5αίδείται γενέσθαι καταγέλαστος' άμαθίην γάρ Η ράκλει­
τός φησι κρύπτειν άμεινον. De aud. 12, 43 d : τάχα μέν γάρ ούδ5 άμαθίην κρύπτειν άμει-
νον, ώς φησιν Η ράκλειτος, άλλ5 ές μέσον τιθέναι καί θεραπεύειν. Symp. Ill 1, 644 f :
Σιμωνίδης ό ποιητής .... έν τινι πότω ξένον ίδών κατακείμενον σιωπή καί μηδενί διαλε-
γόμενον, «ώ άνθρωπ5», είπεν «εί μέν ηλίθιος εί, σοφόν πράγμα ποιείς' εί δέ σοφός, ήλί-
θιον. άμαθίην γάρ άμεινον, ώς φησιν Η ράκλειτος, κρύπτειν' εργον δ5έν άνέσει καί παρ’
οίνον (ξ 464)» .... διό καί Πλάτων ( Legg. 650 a)év οϊνψ μάλιστα καθοράσθαι τά ήθη
τών πολλών νομίζει. Idem (de opusculo deperdito ‘"Ο τι καί γυναίκα παιδευτέον’) apud
Stob. Flor. Ill 18, 31 : άμαθίην, ώς φησιν Η ράκλειτος, καί άλλως κρύπτειν εργον εστίν,
έν οϊνψ δέ χαλεπώτερον' καί Πλάτων δέ φησιν έν οϊνφ τά ήθη φανερά γίγνεσθαι.
Razón general 93

© Trim etrum fo rt. Scythini iure B yw ater suspicabatur.

A d Stob. I l l 18 locum: άμαθίαν S A εθη Md.

© ESCONDER LA IGNORANCIA VALE MÁS QUE SA­


CARLA AL MEDIO.

© C onfío en q u e la cita del Florilegio de E sto b e o , que en general y en las otras


sentencias q u e nos d a b a jo el n o m b re de H eraclito se m u estra fidedigno, debe ser
literal; P lu tarco , q u e en cu atro de sus opúsculos re c u erd a la frase, p arece tenerla
ap ren d id a de m em o ria y asim ilada a su m an e ra , en dos de ellos enlazándola ade­
m ás con el p asaje de las L eyes de P lató n (final del libro I, 648-650 y com ienzo del
II) en que se reco m ien d a el vino y la fiesta com o p iedra de to q u e con que se dan
a conocer los vicios de las alm as desenfren ad as; y ello parece h a b e r condicionado
la in terp retació n de la frase en la m em oria de P lutarco: en el Si la virtud puede
enseñarse dice: “M as sin em b arg o , ni un telar ni u n libro ni una lira va a ponerse
a m anejarlo s el que no lo haya ap ren d id o , aun cuando no haya d e sufrir p o r ello
m ayor d añ o , p ero le re tra e el te m o r de q u ed ar en ridículo: ‘pues la ignorancia’
dice H eraclito ‘es m e jo r esco n d erla’” ; en el D el oír: “Pues tal vez tam poco escon­
d er la ignorancia es m e jo r, com o dice H eraclito , sino po n erla en m edio (donde
resuena tergiv ersad a la segunda p a rte de la frase, que en las otras citas de P lutar­
co no a p a re c e) y re m e d ia rla ” ; en sus S ym posiaká o C onversaciones conviviales re­
cuerda el dicho de Sim ónides a u n convidado silencioso: “‘Si eres necio, sabia­
m ente haces; p ero si sabio, n eciam en te’” ; a lo q u e añade sin m ás, com o si lo pu­
siera todavía, un ta n to an acró n icam en te, en boca de Sim ónides: “ ‘Pues la igno­
rancia es m ejo r, com o dice H eraclito , esconderla; p ero tra b ajo es ello en medio
de la relajació n y con el v in o ’” ; y sigue m ás ad elante: “P o r lo cual tam bién juzga
que es en el vino d o n d e m ás hay q u e o bservar los caracteres de los m ás” ; y en un
fragm ento que nos conserva E sto b eo del p erd id o Q ue tam bién a la m ujer hay que
educarla dice, m ezclando ya d ecididam ente a H eraclito con Platón: “La ignoran­
cia, com o dice H eraclito , es tam bién tra b a jo en otras ocasiones ocultarla, pero en
el vino es lo m ás difícil; y tam b ién P lató n dice q u e en el vino los caracteres se re­
velan cla ra m e n te ” . S ospecha, en fin, sobre la pro ced encia de la fórm ula del libro
de H eraclito induce el hecho de qu e, com o hizo n o ta r By w ater y M arco vich re­
coge, constituya un trím etro yám bico, que así hab ría acaso que atrib u ir a Escítino
de T eos, de cuya versificación de la razón h eraclitana v. P rolegóm enos; podría,
sin em barg o , tra ta rse de u n a reform ulación de u n a frase que h u b iera en el libro
no muy diferente.
P ero aun aten ién d o n o s a la form ulación del Florilegio, que es la que vierto en
© , y a p esar de q u e estim o m uy p ro b ab le que la frase to can te a la ignorancia
(amathíé) viniera en el libro en este contexto en que se está criticando la polym a-
thíé, no acabo de decidir con certeza si hay que e n te n d e rla escrita a lo derecho,
com o si de P itágoras y dem ás pluriscientes se d ijera “E sa polym athië, que es en
94 Razón común — Heraclito

verdad u n a am athíe, m ás vale q u e se la g u ard en y no la p o n g an al descubierto


con la proclam ación de sus d o c trin a s” , o si m ás bien d eb ería leerse m ás reto rci­
d am en te, com o si, en te n d ie n d o q u e la plurisciencia es un m edio de disim ular la
ignorancia (en el sentido de ‘irracio n alid ad ’), se h u b iera sugerido casi com o p o r
cita im plícita en b o ca de los pitagóricos y sabed o res en g en eral “M ás cuen ta nos
tien e esconder la ig n o ran cia d etrás de la plurisciencia que no d eja rla ap arecer al
d escu b ierto ” . L a dificultad p a ra decidir está, com o se ve, en que con am bas in ­
terp retacio n es el p asaje en c u e n tra b u e n a ilación en el contexto en que lo pongo,
cerrando la crítica de la C iencia, q u e “no en señ a a te n e r ju icio ” y es p o r ello u n a
ignorancia, en el sen tid o de ‘d esen ten d im ien to de ra z ó n ’, y d an d o paso a la crítica
p aralela del o tro m odo de irracio n alid ad o creer sab er, que es el de los poetas y
m itógrafos.

42 D -K

© D iog. L. IX 1 p o st n.° 25 : τό ν γε 'Ό μ η ρ ο ν εφ α σ κ εν ά ξ ιο ν .... ομ οίω ς.

© γε B Ρ 1 F : τε Ρ 2 edd.

© que Ιο que es Homero, se merecía que se le arrojase de los


concursos y se le apalease, y también Arquíloco lo mismo.

© L a frase, que tran sm ite D iógenes L aercio, al com ienzo de la Vita, tras a q u é ­
lla (n.° 25) de que “b u en juicio es e n te n d e r de u n a sola cosa” , está tal vez algo
Razón general 95

alterad a, au n q u e sólo sea p o r su reducción a cita p o r estilo indirecto (pues, por


lo dem ás, la traza de la frase es bien h eraclitan a), p ero en todo caso corresponde
bien al paso que reco n stru im o s, do n d e, tras h ab erse d esarrollado con la crítica de
la Ciencia (P itágoras) la p rim era p a rte de la co n dena en unciada e n n.° 24 del sa­
b er de las m últiples cosas com o incapaz de d ar juicio (en ten d im ien to de la razón
que las rige to d as), se p asa a la segunda p a rte , que es la to can te a los poetas.
E n cu an to a H o m e ro , su v io len ta co n d en a com o fu en te de saberes engañosos
(m ás considerada será la de P lató n Resp. X 598-608 y prom ovida ciertam ente por
m uy otros m otivos) se justifica con el ejem plo que en el fr. siguiente se nos ha
conservado p o r fo rtu n a , y que viene a cen trarse en el desconocim iento de la ley
lógica de la contradicción; p o r lo que toca a A rq u ílo co, no nos perm iten los restos
de sus versos ra stre a r las form ulaciones que m ás h u b ieran podido m otivar la con­
d en a de razón: no será, p o r cierto, un verso com o el del fr. 38 D iehl, en que se
proclam a (com o ya en la Ilíada Σ 309) lo im parcial, o com ún a uno y o tro con­
ten d ien te, del dios de la g u erra, “Q u e es en verdad a los hom bres E nialio dios
com ún” , de m odo que el xy n ó n p o d ría en ten d erse com o ‘com ún’ en el sentido he-
raclitano (v. n.° 44); ni la proclam ación del vayvén o rythm ós de la suerte que rige
la vida h u m an a en fr. 67, ni tam poco la irónica alab anza (fr. 84) de Z eu s como
pro fe ta, que al m ism o tiem po tiene en sus m anos el cum plim iento de la profecía,
parecen tan ajenos a los tonos con que habla razón en este libro; y únicam ente
cuando en el fr. 68 se dice q u e los h om bres “tales p ensam ientos tienen cuales son
los hechos con los que to p a n ” , p o d ría sentirse la fórm ula en fren tad a con la que
ya en el n.° 11 hem os leído, en fren tam ien to , p o r o tra p a rte , que no d ejaría de ser
él m ism o una contradicción lógica en que logos m ism o se m anifestaría en acto.
P ero, sea lo que sea lo que en las form ulaciones particulares de A rquíloco o
en las de H o m ero p o d ía invitar a la razón a elegirlos com o cabezas de condena­
ción (y m ás verem os todavía con respecto a H esíodo en n .os 31 y 32), ya se en­
tiende que la crítica lo es de la poesía en general, ta n to épica com o epódica, en
cuanto que razón descubre tam bién en ella, com o en la C iencia, aunque de otro
m odo, la presencia de un creer saber, un aliento de la idíé phrónésis, que hace
estorbo con su parcialidad y positividad al descubrim iento de la voz de razón en
los sucesos y procesos de las cosas, y que no p o r m anifestarse p o r m edio de mitos
y fantasías (atién d ase adem ás a lo que en la P a rte T ercera o sobre Religión oire­
m os, n .os 124 y 125, en co n tra de saberes típicam ente irracionales com o los de adi­
vinos, m ísticos y b acan tes) ha de ser m enos esto rb o que la creencia de saber p ro ­
pia de las C iencias, sino acaso, p o r el halago m ism o de los procedim ientos poéti­
cos, cautivar m ejo r al en ten d im ien to en las prisiones de ideas que p re te n d e n apa­
recer sólo com o im ágenes y m itos.
96 Razón común — Heraclito

3Q 9 a = A 22 D -K

¡ A Í j Á ^ í re e l Γ C¡> Où

re βξων hi c' άν C o ΓΖ o( Π O J \ OtrO 4 Q ί,Ύ ^ <T£ “

< τ& οα yècç η ά -v ü o c .

0 Simpl. in Cat. 412, 22 : ού σ υ γχω ρ ή σ ο υσ ι δέ όσ οι τ ά ν α ν τ ία ά ρ χ ά ς έθεντο,


ο ϊ τε άλλοι κ α ι ο ί Η ρ α κ λ ε ίτ ε ιο ι' εί γ ά ρ τό έτερον τώ ν ενα ντίω ν έ π ιλ είψ ει, οϊ-
χο ιτο άν π ά ν τα ά φ α ν ισ θ έν τα . δ ιό κ α ί μ έμ φ ετα ι τώ Ό μ ή ρ φ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς είπ ό ντι
.... ο ίχ ή σ εσ θ α ι γ ά ρ φ η σ ι π ά ν τα .
A rstt. Eth. E ud. Η 1, 1235 a : κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ε π ίτιμ α τ φ π ο ιή σ α ν τι (Σ 107)
«ώς ερις εκ τε θ ε ώ ν κ α ί ά ν θ ρ ώ π ω ν ά π ό λ ο ιτο » ' ού γ ά ρ άν είν α ι ά ρ μ ο νία ν μή όν-
το ς οξέος κ α ί β α ρ έο ς, ο ύ δ έ τά ζώ α άνευ θ ή λ εω ς κ α ί ά ρ ρ ενο ς ένα ντίω ν δντω ν.
Plut. D e Is. 48, 370 d : κ α ί τον μέν "Ο μ η ρ ο ν εύχόμενον έκ τε θ ε ώ ν έριν έκ τ ’
α ν θ ρ ώ π ω ν ά π ο λ έ σ θ α ι λ α ν θ ά ν ε ιν φ ησι τή π ά ν τω ν γενέσ ει κ α τα ρώ μ ενο ν, έκ
μ άχης κ α ί ά ν τ ιπ α θ ε ία ς τή ν γένεσ ιν έχό ντω ν, ή λιο ν δέ κτλ. (η .° 7 9 ).
N um enius apud Chalcid. in Tim. 297 : N um enius la u d a t H eraclitum re p re h e n d e n ­
tem H o m eru m , qui o p ta u e rit in teritu m ac u astitatem malis u itae, quod non in tel­
lig e n t m undum sibi deleri p lacere, siquidem silua, quae m alorum fons est, ex ter­
m inaretur.
Schol. V en. A ad Σ 107 : Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , τήν τώ ν ό ντω ν φ ύ σ ιν κ α τ ’ έριν σ υ ν ε σ τά -
ν α ι νο μ ίζω ν , μ έμ φ ετα ι "Ο μ η ρ ο ν , σ ύγχυσ ιν κόσμου δο κ ώ ν α ύτόν εύ χεσ θα ι. π ρ ο ς
ον άν τις ε ϊπ ο ι ό τι ού λέγει νύ ν τή ν ένα ν τίω σ ιν έριν, ά λ λά τήν έχθ ρ α ν. Cfr. et
E u stath iu m et Schol. T ad locum .

© (El paso puede reconstruirse así aproximadamente:) Home­


ro, que, al formular (en boca de Aquiles) el voto de que “ASÍ
DE ENTRE DIOSES Y HOMBRES DISCORDIA AL FIN PE­
RECIERA”, no se daba cuenta de que con ello IBAN A IRSE
AL TRASTE LAS COSAS TODAS.

© D e las m últiples referencias al tex to , n inguna literal, que p u ed en verse en © ,


se deduce con cierta seguridad q u e en el paso que el libro dedicaba a la crítica
de H o m ero se h allab a al m enos u n a cita del verso 107 del libro X V III de la Iliada
acom pañ ad a de la observación de qu e, al fo rm u lar tal v o to , no se d ab a cuenta H o ­
m ero (el lanthánein que aparece en la cita de P lu tarco tiene trazas de provenir ta m ­
bién del libro) de q u e con ello se fo rm u lab a el de la destrucción de todas las cosas
Razón general 97

(según P lu tarco y Sim plicio) o del cosm os u o rd en ación to tal (según el escolio al
v. de la Ilíada y la cita de N um enio en C alcidio): pues, al desap arecer la guerra,
e .e . la co ntradicción, to d a la realid ad q u ed aría desaparecida (supongo que el
oichésesthai gár pánta “q u e se irían al traste las cosas to d a s” de Simplicio es lo que
m ás de cerca conserva la redacción del libro, m ás ten ien d o en cu enta que ya con
su oíchoito án p ánta aphanisthénta h ab ía Simplicio ad elan tad o u n a glosa de la mis­
m a lo cu ció n ). M enos seguro es que en el texto se incluyera alguna explicación de
cóm o es la contradicción el fu n d am en to lógico de la realid ad (al estilo de lo que
ap arece en la Etica de E u d e m o aristotélica, “pues n o p u e d e , según él, h a b e r h ar­
m onía no h ab ien d o agudo y grave, ni tam poco anim ales sin h em b ra y m acho, con­
trarios en tre sí” , o al estilo de lo de P lu tarco , “todas las cosas ..., que tienen su
génesis en la p u g n a y contradicción de afectos” , o al de lo del escolio a la Ilíada,
“estim ando que el m odo de ser o physis de los seres se constituye según discor­
d ia”), ya que las fo rm ulaciones lógicas de tal principio, y de m aneras m enos tri­
viales, co rresp o n d ían a la sección siguiente del libro (n .os 42-48), y aquí no tocaba
m ás que h acer n o ta r la ceguedad o am athíé de H o m ero , el tenido por m ina de to ­
dos los saberes y e d u cad o r de todos los helenos, que ni aun e ra capaz de recono­
cer el v erd ad ero sentido de la G u e rra , que él can taba, y la necesidad lógica de la
contradicción com o fu n d am en to de la diferencia, y p o r tan to identidad, de las co­
sas todas. U n a crítica en igual sen tid o , com o no reconocim iento de la identidad
en la diferencia, va a ap arecer enseguida a p ro p ó sito de H esíodo.
H e d u d ad o algún tiem po en incluir en esta conexión u n a referencia de la opi­
nión “de H e ra c lito ” de q u e H o m ero se m o strab a astrónom o en algunos de sus ver­
sos (lo cual sólo p o d ría cab er aquí con la sorna co rresp o n d ien te), pero al fin creo
h ab er hallado m otivos p a ra negarle a H eraclito esa referencia y atribuírsela a otro,
tal vez H eraclito H o m érico , y así p u ed e verla el lector en el A péndice (n.° *141)
D E O T R O S H E R A C L IT O S .

57 D -K 31

Λ Ι Δ ^ Κ Α Λ ^ ΔΕ P A E Ífr« » r Ή < ίο > Γ

TOVTOK ΕΡί<>ΤΛΝΎ,Λ1 PAEÎfl ΕΪΔΕΗΛΙ,


<^τι^ ή η έ ρ ΗΚ κα'ι e v ^ ^ n h n ❖ υ κ
Êrirw^KJEK* ί^ΤΙ ΤΑΐ ΕΝ .
98 Razón común — Heraclito

© H ippol. R ef. IX 10, 2 : το ιγ α ρ ο ϋ ν ο ύ δέ σ κ ό τος ο υ δ έ φ ώ ς, ο υ δ έ π ο νη ρ ό ν


ο υ δ έ α γ α θ ό ν έτερόν φ η σ ιν είν α ι ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , άλλα εν κ α ί τό α υ τ ό ' έπ ιτιμ ά
γ ο ϋ ν Ή σ ιό δ ω , ό τι η μ έρ α ν κ α ί ν ύ κ τα ο ίδ ε ν η μ έρ α γ ά ρ , φ η σ ι, κ α ί νύ ξ έστιν εν,
λέγω ν ώ δέ πω ς· « δ ιδ ά σ κ α λ ο ς .... έν». κ α ί ά γ α θ ό ν κ α ί κ α κ ό ν κτλ. ( η .° 57).

© εύφ ρό νη ν M iller : εύφ ρο σ ύ νη ν cod.

In Hippolyti textum: ουδέ ... ουδέ ... ουδέ ... ουδέ : οΰτε ... οΰτε ... οΰτε ... οΰτε Sauppe
οϊδεν : οΰκ οίδεν ed. Gottingensis, Miller έστι γάρ έν». καί άγαθόν καί
κακόν Bernays et Bunsen : έστι γάρ εν άγαθόν καί κακόν cod.

© PERO MAESTRO DE LAS MÁS ENSEÑANZAS (o DE


LOS MÁS), HESÍODO: ÉSE ENTIENDEN QUE ES EL QUE
MÁS COSAS SABE, UNO QUE NO CONOCÍA ‘DÍA Y NO­
CHE’: QUE ES QUE SON UNA SOLA COSA.

© E l frag m en to , citado sin d u d a fielm ente (pese a alguna rareza sintáctica


com o el epístantai rigiendo, con valor de ‘sab er q u e ’, el Infinitivo, y la duda de la
separación del final con la frase siguiente), lo introduce San H ipólito (tras el n .“ 33
y d elan te del n.° 57) con lo siguiente: “E llo es pués que tam poco som bra ni luz,
tam poco m alvado ni b u en o dice él que son distinto (u n o de o tr o ) , sino una sola
y la m ism a cosa: p o r ejem p lo , censu ra a H esíodo de que supiera ‘d ía ’ y ‘n o ch e’:
pues día — dice— y noche son uno solo, razo n an d o al te n o r siguiente: ‘P ero m aes­
tro ... una sola co sa’. T am b ién b u en o y m alo ” etc. (v. © al n." 57): es decir, que,
tras p ro p o n e r p a ra ejem p lo dos synalláxies heraclitan as, ‘som bra/luz’ (que no ap a­
rece así en n u estro s frs.: cfr. n.° 46) y ‘m alo /b u e n o ’, pasa a testim oniar de la p ri­
m era con esta id en tid ad en la contradicción ‘d ía/n o ch e’, p a ra luego tra e r a testi­
m onio de la segunda el paso de los m édicos que hacen bien haciendo mal.
P ero este fr. viene claram en te a re m a ta r el p asaje de la crítica de los saberes,
de científicos y de poetas, tras la co n d en a de H o m e ro , con ésta de H esíodo, a
quien se p re se n ta com o el m áxim o re p e rto rio de saberes sobre la realidad (el G.
pleístón p o d ía tam b ién leerse com o m ase., ‘(m aestro ) de los más de los h o m b re s’,
aunque he p referid o en te n d e rlo com o n e u tro , igual que el siguiente pleísta), ya
que ‘H esío d o ’ funciona com o n o m b re de to d a la p oesía didáctica arcaica, en cuyas
explicaciones o m odos de d a r razón de las cosas, o rd en ar el caos, p o r vía g en ea­
lógica, hem o s visto la fo rm a de racionalización in te rm e d ia e n tre la m ítica o p reh is­
tó ric a y la de la n a c ie n te C iencia. L a re fe re n cia m ás d ire cta es aq u í a los vv. 124
(“P e ro de N o che a su vez luego Cielo y D ía n a c ie ro n ”) y 748-57 de la Teogonia·.
Razón general 99

“Y N oche con D ía , y en d o al e n cu en tro , / u no al o tro al cruzarse se h ab laron p a ­


sando el b ro n ceñ o / gran um bral: el u no va a e n tra r, y la o tra hacia fu era / m ar­
cha; y nun ca a los dos la casa d en tro los g u ard a, / sino que siem pre la u n a, están ­
dose p u e rta s afu era, / ru e d a p o r sobre la tie rra , y el o tro , qued án d o se d en tro , /
ag uarda la p ro p ia sazón de su viaje, en ta n to que llega, / luz m ilm irandera el uno
llevando a los so b re te rra ñ o s, / la o tra tray en d o en brazos a Sueño, herm ano de
M u e rte , / N oche fu n esta, de b ru m a en tren eb lin o sa v elad a ” . L a insistencia en la
oposición y au n incom p atib ilid ad de N oche y D ía e ra b astan te p a ra provocar a la
lógica; p ero en g en eral, to d a la o rd en ació n del C aos al m odo d e la Teogonia está
fun d ad a en el d esd o b lam ien to de p arejas de opuestos, desconociendo — tal es la
crítica del lógos en H eraclito — q u e la diferencia es al m ism o tiem po la identidad,
en cuanto que no h ay id en tid ad de cada uno de los térm inos m ás que en su op o ­
sición al o tro , ni hay d iferencia e n tre uno y o tro que no im plique la identidad de
am bos en aquello com ún sobre lo que se o p o n en uno y otro.
E s así com o la o rd en ació n genealógica (y lo m ism o po d ría aplicarse a la cien­
tífica) es u n a razó n falsa, en cuanto enuncia m edia verd ad , que es la m entira en ­
te ra , y p o r m or de d a r razón de las cosas sep arad as y sus relaciones m utuas, olvi­
da que esa separación e stab a d ad a p o r la razó n m ism a (com o resu ltad o de sus o p e­
raciones an terio res) y, al q u ed arse, p a ra d a r razón de las cosas, fu era de las cosas
ella m ism a, no p u ed e m enos de m en tir acerca de la realidad: p ues, siendo la re a ­
lidad lógica, la oposición e n tre dos cosas no p u ed e ser m ás q u e un caso de o p e ­
ración de lógos, cuya es la ley de que dos cosas, p ara ser dos, tien en p o r ello que
ser una y la m ism a al m ism o tiem po.
P o r fo rtu n a , el fr. siguiente, aunque m enos literalm ente transm itido, nos ilus­
tra todavía, a p ro p ó sito de H esío d o , de o tro paso de la crítica, no referida ya a
la dualidad o d iferencia, sino a la pluralidad.

106 D -K 32
VH VS DIES PA K OMNI HST.
1 00 Razón común — Heraclito

© a) Seneca E p. X II 7 : Id eo H eraclitu s, cui cognom en fecit orationis obs­


curitas, «Vnus» in q u it «dies p a r om ni est». H o c alius aliter excepit. D ixit enim ( p a ­
rem fo rtasse) p arem esse horis; n ec m en titu r: n am , si dies est tem pus viginti et
q u a ttu o r h o ra ru m , necesse est om nis in te r se dies p ares esse, quia nox h a b e t quod
dies perdidit. A lius ait p a re m esse u n u m diem om nibus sim ilitudine: nihil enim h a­
b e t longissim i tem p o ris spatiu m q u o d n o n et in u n o die inuenias, lucem et noc­
tem , et in aetern u m dies uices p lures facit istas, n o n alias co n tractio r, alias pro d u c­
tior.

b) Plut. Cam . 19, 138 a : π ε ρ ί δέ ήμ ερω ν α π ο φ ρ α δ ώ ν είτε χρή τ ίθ ε σ θ α ί τιν α ς


ειτε μή ο ρ θ ώ ς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς έπέπ ληξεν Ή σ ιό δ ω , τά ς μεν ά γ α ϋ ά ς π ο ιο υ μ ένω , τά ς
δε φ α ϋ λ α ς, ώ ς ά γ ν ο ο ϋ ν τι φ ύ σ ιν ή μ έρ α ς ά π ά σ η ς μ ία ν ο ύσ α ν, έτέρ ω θ ι δ ιη π ό ρ η τα ι.

© A d Senecae textum: (p. f.) suppleo.


A d Plutarchi: μή Reiske secludebat.

Heracliti sententiam sic restituere satis apte possis:

IHMÉfH MÍH JM^Hl .

© ... no entendiendo cómo UN SOLO DÍA ES IGUAL A TO­


DOS.

© Séneca p arece estar o freciendo u n a traducción literal de la sentencia (por


m ás que luego d esb arre en las in terp retacio n es), cu ando la cita así: “P o r ello H e ­
raclito, a quien dio so b ren o m b re la oscuridad de su discurso, ‘U n solo día’ dice
‘es igual a to d o ( d í a ) ’. E sto uno lo ha to m ad o de un m odo, otro de o tro. Pues
dijo ( ‘igual’ acaso) (e n el sentido d e ) que fu era igual en h oras, y no m iente: pues
si ‘d ía ’ es el tiem po de v en ticu atro h oras, forzoso es que todos los días en tre sí
sean iguales, ya que la noche tiene lo que ha p erd ido el día. O tro dice que (es
q u e ) un solo día es igual a todos en lo p arecido: pues n ad a tiene el espacio de
tiem po m ás largo que no p u ed as e n c o n tra r tam b ién en un solo día, luz y noche,
y p o r siem pre el día rep ro d u ce m ú ltip lem en te esas alternativas, no unas cuando
es m ás corto y o tras distintas cuando m ás larg o ” . P o r su p a rte , Plutarco nos infor­
m a de que la sen ten cia e stab a incluida en la censura de H esíodo, y debía venir
p o r tan to tras el fr. a n te rio r, tal vez casi in m ed iatam en te; así la inserta Plutarco
en su Vida de Cam ilo: “Y a p ro p ó sito de días nefastos, si algunos hay que consi­
derarlos (ta le s ) o si no será que con razó n H eraclito fustigó a H esíodo, que a
Razón general 101

unos los hacía buen o s y a o tro s m alos, com o desconociendo que la m an era de ser
(p h y sis) de to d o día es una m ism a, en o tro lugar q u ed a la d u d a p la n tead a” (re ­
m ite a alguna o b ra suya no c o n serv ad a). A sí que ten em os que to m a r su cita com o
una paráfrasis m ás libre de la sentencia que Séneca hab ía v ertido con m ás fideli­
dad a la característica sintaxis de la razó n h eraclitan a (m otivo de p erplejidad p a ra
m entes m enos lógicas y m ás conform es, com o sus in tentos d e explicación rev e­
lan), si bien en el “com o desco n o cien d o ” (hôs agnooúnti) de P lutarco puede ra s­
trearse u n a h uella del m o d o en que la m áxim a se in troducía en el libro como se­
gunda m u estra (cfr. el “u no q u e no conocía” del fr. an terio r) d e la falta de en te n ­
dim iento en que se basan los m últiples saberes de tipo hesiódico (aquí la crítica
ap u n ta m ás d irectam en te a la p a rte final o de los días del o tro poem a, Trabajos y
Días 765 y siguientes).
E n cuanto al en ten d im ien to de la sentencia m ism a, es, com o de ordinario, la
lógica (p o r llam ar, com o hace con razón el vulgo, lógica al sentido com ún) la que
lo ofrece; a sab er, que el cuantificador ‘u n o ’ es equivalente al ‘to d o s’ en lo que
toca a la definición o significación del concepto que caiga bajo el alcance del uno
o del otro: así, un día cualq u iera, en cuanto se le cu enta com o uno, y form a p o r
tan to elem en to de u n a serie de días n u m erab le, de los cuales gracias a esa num e-
rabilidad finita se p u ed e d ecir ‘to d o s’ (y ‘tod o s y cada u n o ’, pas, o m nis), ha de
ser, a m odo de elem en to de un co n ju n to , idéntico en cualidad con el conjunto e n ­
tero (pues, si los días no fu eran conm utables el uno con el o tro , y por tan to todos
el m ism o, no se les p o d ría tam poco h a b e r co n tad o ), idénticos, esto es, en una cu a­
lidad que no es o tra cosa que la p ro p ia significación de ‘d ía ’ o conjunto de notas
constituyentes del concepto ‘d ía ’, que p u ed an ocasionalm ente desarrollarse en una
definición finita o term in ab le de lo que es ‘d ía ’; de m an era que las o tras cualida­
des o sucesos, no p e rtin e n te s, que p u ed an en un día d arse, p o r fuerza han de q u e ­
dar abstraídas y b o rrad as en el significado, desde el m om ento en que es un día
en tre los días; así que al fin, pese a lo to rp e de su glosa, decía acaso Séneca m ás
verdad de lo que él creía, cu an d o , tras el p asaje que he citado, añade a m odo de
conclusión m oral: “P or lo ta n to , tal hay que o rd e n a r (ordinandus est: nótese la
alusión, no q u erid a, a la o rd in alid ad , que in serta a cada día en la serie de to dos)
cada día com o si ce rra ra la fila y consum ara y co m p letara la vid a” .
N ótese aquí, en fin, de una vez p o r to d as, que no es que razón q u i e r a
que ello sea ásí y q u e todos los días sean el m ism o, sino sencillam ente que lo es
y son el m ism o p o r el m ero hecho de que están contados y concebidos; y razón
no hace m ás cosa q u e decirlo con verdad: decir lo que está dicho.
102 Razón común — Heraclito

33 5 5 + lO la D -K

Ï) <1A OANfPA T^>W ΔΟΚΕ OH TON


O^OH AKOHI H aV h ^ I^ T áV-
ΤΑ ΕΓ<λ> P F 'O r i Μ£<λ>.
Zj ❖4>·^ΑΛΜ<>ΐ VÀŸ T<»K <&T<*>7V
Ακ.Ν£έ$Τ£Ρ0Ι MÁfTVPE^.

© 1.°) H ip p o l. R ef. IX 9 : επ α ιν εί κ α ι π ρ ο θ α υ μ ά ζ ε ι π ρ ό τοϋ γιγνω σ κ ομ έ-


νου το ά γνω σ το ν α ύ το ΰ κ α ί α ό ρ α το ν τή ς δυ νά μ εω ς. ό τι δέ έστιν ο ρ α τό ς ά ν θ ρ ώ -
π ο ις κ α ί ούκ ά ν εξεύ ρ ετο ς, έν το ύ το ις λέγει' «όσον .... π ρ οτιμ έω » φ η σ ίν, τουτέσ-
τι τα ο ρ α τά τώ ν ά ο ρ ά τω ν , ά π ό τώ ν το ιο ύ τω ν α ύτού λόγω ν κ α τα νο εΐν ρ ό δ ιο ν ( se­
quitur n.° 10 ). E t id. ib. IX 10 : ο ύ τω ς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς έν ίση μ ο ίρ α τ ίθ ε τ α ι κ α ί τιμ ά
τά έμφανή το ϊς ά φ α νέσ ιν, ώ ς έν τ ι τό έμ φ α νές κ α ί τό ά φ α ν ές όμ ολογουμ ένω ς
ύ π ά ρ χο ν . τις γ ά ρ .... ( η .° 36} κ ρ είττω ν» , κ α ί «όσον ... μ άθησις» (τουτέσ τι τά
ό ρ γα να ) «ταύτα» φ η σ ίν «εγώ π ρ ο τιμ έω » , ού τά ά φ α νή πρ ο τιμ ή σ α ς.

2.°) Polyb. X II 27, 1 : δ υ εϊν γ ά ρ ό ντω ν κ α τά φ ύ σ ιν ώ ς ά ν εϊ τινω ν ό ρ γά νω ν


ήμ ϊν, ο ίς π ά ν τ α π υ ν θ α ν ό μ ε θ α κ α ί π ο λ υ π ρ α γ μ ο ν ο ύ μεν, ά λ η θ ιν ο τέ ρ α ς δ ’ ούσης
ού μικρω τής ό ρ ά σ εω ς κ α τά τό ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν (« ο φ θ α λ μ ο ί ... μ ά ρ τυρ ες»), τούτω ν
Τ ίμ α ιο ς τήν ή δ ίω μέν, ή ττω δέ τώ ν ό δ ώ ν ώ ρμησε π ρ ο ς τό π ο λ υ π ρ α γ μ ο ν ε ΐν τώ ν
μέν γ ά ρ δ ιά τή ς ό ρ ά σ εω ς εις τέλος ά π έσ τη , τώ ν δέ δ ιά τή ς ά κ οή ς ά ντεπο ιή σ α το .

© 1.°) όσον cod. (bis) : όσω ν M iller edd. άκοή scribo : άκοή cod.
(τ ά φ α ν ερ ά τώ ν δ ο κ εό ντω ν ) uel aliquid tale praecessisse pro sensu uidetur
(cfr. H ippolyti interpretationem τά ο ρ α τά τώ ν ά ο ρ ά τω ν ), h a u d tam en p ro cons­
tructionis necessitate.

2 °) τώ ν : τ ο ι («vielleicht») K ranz.

A d Hippolyti textum: άνεξεύρετος : άν έξευρετόν cod. Post άοράτων quicquam


excidisse uidetur Pro τά όργανα, quod, post μάθησις utique positum, haudqua-
quam huc pertinet, libenter τά ορατά (cfr. supra) scripserim.
A d Polybi: post πολυπραγμονοΰμεν edd. άκοής καί όράσεως addunt όδών Ca-
saubon : όλων M F S : ώτων G.
Razón general 103

© 1.°) (... las evidencias a las opiniones ...), EN CUANTO


QUE ES LA VISTA ENSEÑANZA PARA EL OÍDO, ÉSAS
SON LAS QUE YO PREFIERO. 2.°) PUES OJOS SON TES­
TIGOS MÁS EXACTOS QUE LOS OÍDOS.

© L a p rim era p a rte del paso la cita dos veces San H ip ó lito en u n trance en
que está tra ta n d o de m o stra r que la relación de ‘incógnito / conocido’, ‘invisible /
visible’ en la h e re jía de N o eto en cu en tra exacto p rec ed e n te en la lógica de H e ra ­
clito; y así dice p rim ero : “E nsalza y adm ira con p referen cia so b re lo que se co n o ­
ce lo desconocido de ello y lo invisible de su p o d er; p ero q ú e es visible para los
hom bres y no im posible de descubrir, en aquellos térm inos lo razona: ‘E n cuanto
que ... p re fie ro ’ dice, esto es, las cosas visibles a las invisibles, (a q u í p ro b ab le ­
m ente se ha p erd id o p a rte del te x to ) a p a rtir de tales razones suyas es fácil com ­
p ren d erlo (y sigue la cita de n.° 1 0 )” ; y poco m ás ad elan te sigue, deduciendo q u e,
puesto que los dos opuesto s se exaltan altern ativ am en te, ha de ser porque p a ra
H eraclito (com o p a ra N o eto ) se confunden en uno lo oculto y lo evidente, del si­
guiente m odo: “A sí H eraclito acepta y estim a en igual su erte las cosas evidentes
que las ocultas, com o que reco n o cid am en te se p resen tan lo evidente ( em phanés)
y lo oculto ( a p hanés) com o en algún m odo siendo una sola cosa: ‘Pues es’ dice
(sigue cita del n." 36) y tam bién ‘E n cuanto que es la vista p a ra el oído enseñanza
(esto es, los órganos (p e ro sospecho que la palab ra está corrom pida en lugar d e ,
otra vez, tó horatá, “las cosas visibles” ) ) , ésas so n ’ dice ‘las que yo p refiero ’, no
habiendo dado p referen cia a las ocultas ( a p h a n ê) ” . E n tales condiciones de tra n s­
m isión de la cita, los edito res han to m ad o , sin em b argo, el texto m anteniendo el
N. akoé ‘o íd o ’ que el m anuscrito da y que co rrijo en su D. akoéi, alterando ellos
en cam bio el hóson ‘c u a n to ’, ‘en c u a n to ’, ‘en la m edida q u e ’, que da dos veces el
M S., en su G . pl. hósón, de m an era que han de in te n tar e n te n d e r algo como “D e
cuantas cosas (h a y ) vista, oído, en señanza, ésas prefiero yo” , con sintaxis y se­
m ántica poco satisfactorias (de m an ten er así el tex to , sería en todo caso preferible
leer con o tra en to n ació n de la frase, que diese algo com o “de cuantas cosas vista
oído (so n ) en señ an za, ésas prefiero yo”), ap arte de la m ayor incongruencia que
resulta con el contexto de San H ipólito. Y en fin, se pierde así el enlace con la
segunda p a rte , citada p o r Polibio, que en cam bio, leyendo com o lo hago, resulta
la continuación inm ed iata y n atu ral de la frase citada p o r San H ipólito. La cita de
Polibio es com o sigue: “Pues, h ab ien d o en n osotros p o r condición natu ral dos que
podrían decirse com o instru m en to s con los que nos inform am os de todas las cosas
y nos dam os al estu d io , p ero siendo más v erd ad era con no poca diferencia la vis­
ta, según H eraclito , ‘Pues ojos ... los o íd o s’, de ésos dos T im eo se lanzó a sus es­
tudios p o r el m ás g rato , p ero p eo r de los cam inos: p ues de las inform aciones v e ­
nidas p o r la vista se abstuvo hasta el extrem o, m ien tras que en cam bio hizo e m ­
peñoso acopio de las venidas p o r el o íd o ” .
104 Razón común — Heraclito

E stá , en to d o caso, claro que lo q u e aquí q uiere decir ‘o íd o ’ son los oídos de
recibir de oídas noticias y conocim ientos, en vez de p o r observación directa: así
lo en ten d ía Polibio cu an d o aplicaba la frase de H eraclito a su crítica de T im eo, y
así hay que en te n d e rlo tam b ién p a ra la p rim era p a rte , que San H ipólito fuerza un
ta n to p ara aplicarlo a la relació n de ‘ev id e n te ’ y ‘desconocido’, p ero donde en todo
caso no se tra ta p a ra n a d a de u n a disputa e n tre m isterio y conocim iento em pírico
ni de sentidos con intuición ni m enos, con m i le c tu ra , de u n a en tre sentidos, con
preferencia de los ojos sobre los oídos (q u e, de te n e r que elegir lógos en tal con­
tien d a, discursivo y sucesivo com o h a de ser él, te n d ría que o p tar, al contrario,
p o r lo auditivo sobre lo visual), sino que sencillam ente se tra ta de op o n er la evi­
dencia in m ed iata que las cosas dan , p u esto q u e razó n en todas se m anifiesta, con
las opiniones o ideas recibidas de p o e ta s o científicos, que son ju sta m en te las que
im piden ese en ten d im ien to in m ed iato de la razó n o lógica de contradicción que
las cosas o procesos m ism os, no som etidos a tales ideaciones o creencias, no p o ­
drían m enos de estar d eclarán d o le a cualquiera.
E s así com o este d o b le frag m en to se nos in se rta con o p o rtu n id ad y congruen­
cia en este tran ce del libro en que lo pongo, rem atan d o el pasaje de la censura de
los pluriscientes, épicos, genealógicos o pitagóricos, en cualquier caso em bauca­
dores de los m ás, que p refieren ver las cosas a través de las doctrinas que han
aprendido de ellos, m e jo r que sin m ás abrir los ojos a la evidencia de la lógica de
las cosas m ism as: pues al fin, com o en la p rim era frase se dice, es esa ópsis u o b ­
servación desp rev en id a la q u e ha de servir de en señ anza, m aestra y d esengañado­
ra, p a ra las oídas o akoé de las ideas recibidas de las au toridades p o r los m ás y
cada uno.

34 101 D -K

ΕΔ1^Η<·/4ΜΗΝ· ÉK£WT<Ó>IÍ.

© Plut. A d v . Col. 20, 1118 c : ó δ 5 Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ώ ς μ έγα τι κ α ί σεμνόν δ ια -


π επ ρ α γ μ ένο ς «έδιζησ άμην» φ ησ ιν «έμεω υτόν», κ α ί τώ ν έν Δ ελ φ ο ϊς γρα μ μ ά τω ν
θ ε ιό τ α το ν έδό κ ει τό « γνώ θ ι σ αυτό ν» ' ο δή κ α ί Σ ω κ ρ ά τη ς α π ο ρ ία ς κ α ί ζητήσεω ς
τα ύ τη ς ά ρχήν ένέδω κ εν, ώ ς ’Α ρ ισ το τέλη ς έν τ ο ίς Π λ α τω ν ικ ο ΐς εϊρηκε.
Iul. Or. V I 185 e : ο ύ κ ο ΰ ν ό μέν έν Δ ελ φ ο ίς θ ε ό ς τό « γ ν ώ θ ι σαυτόν» π ρ ο α γ ο -
ρ εύει, Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς δέ «έδιζη σ ά μ η ν έμεω υτόν», άλλα κ α ι Π υ θ α γ ό ρ α ς ο ϊ τε ά π ’
Razón general 105

εκείνου μέχρι Θ εο φ ρ ά σ το υ τό κ α τά δ ύ να μ ιν ό μ ο ιο ύ σ θ α ι θ ε ώ φ α σ ι, κ α ί γάρ κ α ί


’Α ριστοτέλης.
A elianus apud S uidam s.u. ‘Π ό σ το υ μ ο ς’ (fr. 317 H e rd e r) : τ ά δε π ρ ώ τα χρυσο-
χ ό ο ς ήν, έπεί δέ ά π α ξ α υ τό ν είσ ήλθεν ό δε ό φ ιλ ό λ ο γο ς ερω ς, ές τά ς ’Α θ ή ν α ς
ώ ρμησε κ α ί έξεμ ουσ ώ θη τά Ε λ λ ή ν ω ν έ κ ε ϊθ ι, κ α ί ές γ ή ρ α ς β α θύ ήλασε π ο λλά
κ α ί κ α λ ά είδώ ς. ο ύ κ ο υ ν ά π ε ικ ό ς ήν κ α ί τό ν δ ε τόν Π όσ το υμ ο ν λέγειν λόγον εκ εί­
νον ό νπ ερ ούν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς είπ εν έφ ’ εα υ το ύ ' «έμεω υτόν έδιζησ άμην»;
T atianus Or. ad Graec. 3 : το ν γ ά ρ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν ούκ α ν ά π ο δ ε ξ α ίμ η ν «έμαυτόν
έδιζησ άμην» ε ίπ ό ν τ α , δ ιά τό α ύ το δ ίδ α κ το ν είνα ι κ α ί ύ π ε ρ ή φ α ν ο ν , o v ó ’ αν έ π α ι-
νέσ α ιμ ι κ α τα κ ρ ύ ψ α ν τα τή ν π ο ίη σ ιν έν τώ τής Ά ρ τ έ μ ιδ ο ς ν α ώ , μ υσ τηρ ιω δώ ς
ό π ω ς ύσ τερον ή τα ύ τη ς εκδο σ ις γ ίγ νη τα ι.
D iog. L. IX 5 : γ έγο νε δέ θ α υ μ ά σ ιο ς έκ π α ίδ ω ν , ό τι κ α ί νέο ς ών έφ α σκε μηδέν
είδ έν α ι, τέλειο ς μ έντοι γενό μ ενο ς π ά ν τ α έγνω κ ένα ι. ήκουσέ τε ο ύδενός, ά λ λ’
α ύ τό ν εφη δ ιζ ή σ α σ θ α ι κ α ί μ α θεϊν π ά ν τα π α ρ ’ έαυτού.
A ristonym us a p u d Stob. Flor. I l l 21, 7 : έκ τώ ν Ά ρ ισ τ ω ν ύ μ ο υ Τ ο μ α ρ ίω ν Η ρ ά κ ­
λειτο ς νέο ς ώ ν π ά ν τω ν γέγο νε σ ο φ ώ τερ ο ς, ό τι ή δει εαυτόν μηδέν είδότα.
D io Chrys. 38 [55], 1 : έχομεν είπ ειν το ύ ς δ ιδ α σ κ ά λ ο υ ς τώ ν ένδοξω ν ά νδρώ ν,
ότω έκα σ τος σ υγγενό μ ενο ς λόγου ά ξ ιο ς έγένετο, δ ίχ α γε Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ τού Έ φ ε -
σίου κ α ί Η σ ιό δ ο υ τού Ά σ κ ρ α ίο υ ' ό μέν γ ά ρ ...., Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς δέ ετι γεννα ιό τε-
ρον α ύ τό ς έξευρεϊν τήν τού π α ν τό ς φ ύ σ ιν ο π ο ία τυ γ χ ά ν ει ούσ α , μ ηδενός δ ιδ ά -
ξα ντο ς, κ α ί γ εν έσ θ α ι π α ρ ’ αυτού σοφός.
H esych. : έδίζη σ α έ μ ε ω υ τ ό ν έζήτησ α έμαυτόν.
Proel, in Tim . I p. 351 : Π λά τω ν μέν ούν τοσ αύτη χ ρ ή τα ι έν το ίς λ ό γ ο ις άσ φ α -
λ ε ία ' ο ί δέ άλλοι ο ύ χ ο ύτω ς, άλλ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς μέν εαυτόν π ά ν τα είδ έν α ι λέγω ν
π ά ν τ α ς το ύ ς ά λ λο υ ς ά νεπ ισ τή μ ο να ς π ο ιεί.
Plot. IX 5, 5 : ό ρ θ ώ ς ά ρ α «τό γά ρ α ύτό ν ο εϊν έστίν τε κ α ί είνα ι» (P arm . 28 Β 3
D -K = 4 ed. nostrae) κ α ί «ή τώ ν άνευ ύλης έπιστήμη τα ύ τό ν τώ π ρ ά γμ α τι» ( m i­
hi ignotum laudat) κ α ί τό «έμαυτόν έδιζησ άμην» ώ ς έν τώ ν όντω ν.

Aliquid exinde fort, resonat et in Philo de los. 22, 127 : έρευνησάτω δ1 έκαστος αύτόν καί
τόν ελεγχον οϊκοθεν άνευ τών παρ’ εμού πίστεων εϊσεται κτλ.

© έδιζη σ ά μ η ν : έδ ίζη σ α H esych., quam inusitatam fo rm a m fort, iure respectes


κ α ί έμ α θ ο ν π ά ν τ α π α ρ ’ έμεω υτού e D iogenis contextu uel ώς εν τώ ν όντω ν
e Plotini alea q uidem tenui H eraclito adtribuere temptaueris.

A d Aeliani textum: ό φιλόλογος οδε G.


A d Dionis: έξευρεϊν Reiske : έξεύρεν Μ : έξεύρε U B Ρ Η.
A d Philonis: αύτόν: αυτόν, αύτών codd. aliquot αύτού post ελεγχον add. Μ Ρ
καί ante άνευ codd. aliquot.

© ME INVESTIGUÉ A MÍ MISMO.
106 Razón común — Heraclito

© U n a de las frases m ás citadas de H eraclito , n o p u e d e decirse sin em bargo


que ninguno de n u estro s citad o res (v. en © ) dé m u estras de h ab erla tom ado de
lectu ra directa de su lib ro , sino que todos ellos p u e d e n h a b erla recogido de la tra ­
dición casi com o p ro v erb io (q u e com o tal figura en el glosario de H esiquio); con
lo cual, son pocas p o r cierto las p ro b ab ilid ad es, q u e en ® señalo con to d o , de
que p u ed an ven ir del lib ro algunos añadidos con q u e la frase se nos da un par de
veces, en la Vida de D iógenes L aercio (“Y ello es que fue desde la niñez caso asom ­
broso, ya q ue, e n tre o tras cosas, decía, siendo jo v en , que no sabía n ad a, llegado
a m adurez, en cam bio, q u e te n ía to d as las cosas conocidas; y que no fue discípulo
de n ad ie, sino q u e a sí m ism o se h ab ía investigado y que h ab ía aprendido todas
las cosas de sí m ism o”), y en el p aso de las E néades en que la eq u ip ara P lotino
con una fórm u la de P arm én id es y con o tra que p arece tam b ién cita, aunque no se
m e alcanza de q u é autor: “B ien dicho, p o r ta n to , ‘Pues es concebirlo lo m ism o
que serlo ’ y tam b ién ‘L a ciencia de las cosas sin m ateria es idéntica con su o b je to ’
y tam bién aquello de ‘A m í m ism o m e investigué’ com o siendo uno de en tre los
seres” , p o r m ás q u e uno y o tro añad id o no desdecirían p o r su sentido de lo que
podía darse en el discurso original, el de D ió g en es, si no es m era paráfrasis de la
m ism a frase, p o r el m atheín ‘h a b e r a p re n d id o ’, q u e ratifica la contraposición a la
polym athië y en señ an za de las au to rid ad es, y el de Plotino p o rq u e, si bien en té r­
m inos acaso dem asiado filosóficos, co m en ta bien la objetivación del S ujeto o ‘sí
m ism o’ com o ejem p lo de las cosas tod as; sobre lo que vuelvo m ás abajo.
P o r lo d em ás, resu lta q u e de los m últiples citad o res los que dan la frase de la
m an era m ás p ro b a b le m e n te literal, P lu tarco y Ju liano, son los que seguram ente
la in te rp re ta n m ás desviada de su sen tid o original, al e q u ip ararla con el gnóthi sau-
tón ‘conócete a tí m ism o’ del fro n tó n de D elfos y (P lutarco) con la investigación
a que llevó a Sócrates o (Juliano) con la recom en d ación de los filósofos, de P itá­
goras a T eo frasto , de asem ejarse lo m ás posible a la divinidad; en cam bio, los que
dan form as m enos literales de la cita se acercan m ás a lo que debía ser el sentido
de la frase: E lian o (citado en Suidas), que dice que p o d ría h ab erla dicho de sí m is­
m o P ostu m o , q u e, llevado p o r el philólogos érós, llegó estudiando hasta la vejez;
T aciano, qu e, equivocando el verbo (“a m í m ism o m e e n se ñ é ”), la refiere a lo au ­
todidacto y d esdeñoso de H eraclito ; el m ism o D ió g enes, q u e, com o hem os visto,
la entiend e com o declaración de no h a b e r ap ren d id o de m aestros (por o tra p a rte ,
ya se ha visto cóm o en su contexto figura la referen cia al saber que no se sabe,
que tam bién se atrib u y e a H eraclito en el fr. de los Tom itos de A ristónim o con­
servado en E sto b e o ); y sobre to d o , D ión C risóstom o, que señala que sólo de H e ­
síodo y de H eraclito no se p u ed e citar el n o m b re de su m aestro , com o se hace con
todos los dem ás fam osos, y que H eraclito , con m ás grandeza aún que H esíodo
(que lo atribuye a las M usas), dice “ que h ab ía descubierto él m ism o la physis o
m odo de ser del to d o , cuál y cóm o se da que ella sea, sin h ab erle dado enseñanza
nadie, y que de sí m ism o h ab ía venido a ser sabio ( s o p h ó s) ” ; y hasta Proclo, más
de lejos, cuando critica a H eraclito de qu e, en co n traste con la m o d erad a seguri­
dad que p o n e P lató n en sus razo n es, al decir que él sabía todas las cosas, hacía a
todos los o tro s ig norantes.
P ero el caso es que tal frase “M e investigué a m í m ism o” (con un verbo dízes-
thai ‘bu scar’ sem án ticam en te cercano a aquél o tro historeîn ‘ex am in ar’ que a p a re ­
Razón general 107

cía indirectam en te en el hístoras al com ienzo de este p asaje, n.° 22, en cuanto que
am bos vienen a usarse p a ra referirse a la investigación científica) apenas puede
pensarse que se p ro d u je ra en el curso del libro a o tro propósito que al de p o ner
en co ntraste la sum isión a la au to rid ad de p o etas o pitagóricos p a ra la adquisición
de saberes m últiples con el m éto d o de la observación d irecta de las cosas, de m odo
que “M e investigué a m í m ism o ” q u iera en p rim er lugar decir, negativam ente,
“N o estudié doctrinas u o p in io n es” ; y es así com o sitúo este fr. ju stam en te en el
rem ate del p a sa je , crítico y m etódico, destinado a rechazar la plurisciencia y en
general las creencias com o m edios de llegar a sentir la razón o lógica de las cosas
y sus procesos.
L uego, adem ás, la frase, que es p o r cierto uno de los seis lugares en nuestros
frs. en que aparece la P rim era P erso n a Sg. (los otro s, en n .05 1, 33, poco más ad e­
lante en n .os 39 y 40 y en n.° 91), no dice “a m í m ism o” sin la intención de que la
investigación se refiera a m í m ism o com o o b je to , siendo yo al m ism o tiem po, p o r
h ablar a lo filósofo, el S u jeto de la investigación, si tal cosa se im agina como p o ­
sible. E sto d eb e, de p rim eras, en ten d erse en dos sentidos: en u n o , tom ándom e sim ­
p lem ente com o o b je to , yo sería, según dice el añadido de P lotino, uno de los se­
res, y p o r ta n to , ejem p lo de to d o ser (sin que a ello estorbe la v en taja de ser el
más inm ediato p a ra mi investigación), en cuya sola constitución lógica habrá sin
más de revelarse la lógica general o ley de razón que constituye el conjunto de las
cosas todas: pues ‘cada u n o ’ es ‘to d o s’ (en gr. pâs y en otras lenguas un mismo
cuantificador p u ed e servir a los dos usos) y, desde el m om ento que ‘to d o ’ es ‘un o ’,
‘u n o ’ tam bién es ‘to d o ’ (así en un E stad o p erfectam en te constituido “Y o soy el
E sta d o ” sería del to d o exacto), de m anera qu e, en cuanto fuese yo capaz de o b ­
jetiv arm e a m í m ism o to talm en te, no h aría falta la investigación de m ás objetos
p ara reco n o cer la ley general que hace ser a todos todos y a cada uno cada uno;
en el o tro sen tid o , el o b je to im plica in sep arab lem en te al su jeto , e.e. que ese m í
m ism o al que investigo no es o tro que yo m ism o que lo investigo: entonces, si lle­
go yo a ser un investigador p erfectam en te lúcido, cándido, im parcial, desinteresa­
do, en tal m edida yo no soy o tro que la razón m ism a, que, en su actividad o cara
subjetiva, da razón de la razón que lo rige to d o ; de m anera q u e, siendo yo razón,
está claro que b asta con estu d iarm e a m í m ism o p ara en ten d erlo todo: pues todo
está hecho y g o b ern ad o p o r razón. P ero m enos m alo será añ ad ir que los dos sen­
tidos de la fórm ula tien en que m ontarse en uno m ism o, y que es precisam ente mi
total reducción a o b jeto lo que (un poco hacia la intención con que lo glosaba
M arx) m e vuelve su jeto v erd ad ero ; pues si algo es cierto, es que la oposición fi­
lósofa (y vulgar) en tre ‘o b je to ’ y ‘su je to ’ es la que la razón descubre com o últim a
(o prim era) de todas las falsedades.
Y sólo en tal en ten d im ien to pued e decirse que la fórm ula heraclitana tiene algo
que ver, no ciertam en te con el gnóthi santón de D elfos y sus desarrollos en suce­
sivas m ísticas del Y o (n ad a más enem igo de razón com ún), pero sí con la aventura
investigativa de m í m ism o hacia el reconocim iento de que no sé nada, la aventura
socrática, a la que el oráculo délfico que proclam a a Sócrates el más sabio hubo
de lanzar a S ócrates, y que n uestras fuentes p onen en parangón con la frase de
H eraclito (P lutarco) o se la atribuyen, confundiéndolo sin más con Sócrates (Aris-
tónim o) o p re te n d e n co n trap o n erla con el saberlo to do de H eraclito (así Proclo)
108 Razón común — Heraclito

o, sin duda con trad ició n m ás c e rte ra, aparece en D iógenes L aercio convertida en
eso de que H eraclito (al revés de los m ás) d eclarab a ya de m uchacho que no sabía
n ad a y acab ab a de viejo reco n o cien d o que lo sabía to d o ; lo cual, desde luego, tie ­
ne inm ed iatam en te q u e v er con la investigación q u e n u estra frase enuncia, y es
de e n ten d e r con precisión en el sentido de que la a v en tu ra de dedicar la propia
vida a investigarse a u n o m ism o n o p u ed e d ar sino, p rim ero , en descubrir que no
sabe uno n a d a de lo q u e creía sab er, y luego, en el reconocim iento de que ese h a­
llazgo es to d o lo q u e u n o , com o tal u n o , p u ed e sab er; lo dem ás es cosa de la ra ­
zón com ún, que ciertam en te n o soy yo.

35 123 D -K

ΔΕ Κ Ρ Υ Ρ Τ Ε ^ Α Ι Φ ΙΛ ΕΕΙ .

© Them ist. Or. V 69 a-b : αΰτη π α λ α ιά φ ύ σ ις ά ν θ ρ ώ π ω ν κ α ί τό «άλλος δ ’


άλλω ερεζε θεώ ν» Ό μ η ρ ο υ (Β 400) π α λ α ιό τερ ο ν ήν. μ ήποτε γ ά ρ ούκ άρεστόν
τώ θ ε ώ τα ύ τη ν έν ά ν θ ρ ώ π ο ις γ εν έσ θ α ι π ο τέ τή ν σ υ μ φ ω νία ν, «φ ύσ ις δέ» κ α θ ’
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν « κ ρ ύ π τεσ θ α ι φ ιλέει» κ α ι π ρ ο τή ς φ ύσ εω ς ό τή ς φ ύσ εω ς δ η μ ιο υ ρ ­
γό ς, ον δ ιά το ύτο μ άλισ τα σ εβό μ εθ α κ α ι τε θ ή π α μ ε ν , ό τι μή π ρ ό χ ειρ ο ς ή γνώ σ ις
αύτού.
Proel, in R em publ. II 107. 5 : ... κ α ί ό τι τό π λ α σ μ α τώ δ ες το ύ το κ α τά φ ύσ ιν π ώ ς
έστιν, δ ιό τ ι κ α ί ή φ ύ σ ις κ ρ ύ π τε σ θ α ι φ ιλ εί, κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν .
Philo in Genesin IV 1 : a rb o r est, secundum H eraclitu m , n a tu ra n o stra, quae se
obducere atq u e absco n d ere am at.

Ac sine Heracliti mentione Idem De somn. I 2, 6 : έμοί τοίνυν δοκεί σύμβολον είναι τό
φρέαρ επιστήμης' ού γάρ έστιν επιπόλαιος αύτής ή φύσις, άλλα πάνυ βαθεία, ούδ’ έν φα-
νερω πρόκειται, άλλ’ έν άφανεϊ που κρύπτεσθαι φιλεί. Et Idem De spec, legum IV 8, 51 :
... τής φύσεως ούκ άεί κρύπτεσθαι φιλούσης, άλλ’, όπόταν καιρός ή, τό ’ίδιον κάλλος άπο-
φαινούσης άηττήτοις δυνάμεσιν.
Itidem Iul. Or. VII 216 c : φιλεί γάρ ή φύσις κρύπτεσθαι καί τό άποκεκρυμμένον τής τών
θεών ούσίας ούκ άνέχεται γυμνοίς εις άκαθάρτους άκοάς ρίπτεσθαι ρήμασιν.
Manii. IV 869 ss. : «Conditur en» inquit «uasto natura recessu mortalisque fugit uisus et
pectora nostra».
Sen. Nat. quaest. VII 30-31 : nec miremur tam tarde erui, quae tam alte iacent...... Quam
multa praeter hos (scii, cometas) per secretum eunt numquam humanis oculis orientia! Ñe­
que enim orr nia deus homini fecit. Quota pars operis tanti nobis committitur? Ipse qui ista
Razón general 109

tractat, qui condidit, qui totum hoc fundauit deditque circa se, maior et sui pars operis ac
melior, effugit oculos: cogitatione uisendus est. Multa praeterea cognata numini summo et
uicinam sortita potentiam obscura sunt, aut fortasse, quod magis mireris, oculos nostros et
implent et effugiunt, siue illis tanta subtilitas est, quantam consequi acies humana non pos­
sit, siue in sanctiore secessu maiestas tanta delituit et regnum suum, idem et se, regit nec
ulli dat aditum nisi animo. Quid sit hoc, sine quo nihil est, scire non possumus, et miramur
si ...

© δέ T hem ist. (γά ρ Π ) : om . cett.

In Senecae textum: fecit : notum fecit uel patefecit add. codd. recc., edd. maior
et sui pars operis scribo : maior est pars sui op. codd. pier. : maiorque e. p. s. o. alii : maior
est sui op. alii : est dei. edd. idem et se scribo: idem se codd. pier. : id est se
recc., edd.

© PERO LA REALIDAD GUSTA DE ESCONDERSE.

© L a sentencia la da a no m b re de H eraclito T em istio de B itinia (s. IV post),


enlazándola con un dè que es dudoso si p erten ece a la sintaxis del citador (“É sa
es de antiguo la p h ysis de los h om bres, y aquello de H o m ero de que ‘U n o a uno,
otro a o tro de los dioses sacrificaba’ m ás antiguo era. Pues váyase a saber si es
que no le place a la divinidad que esa concordia llegue a darse nunca entre los
hom bres. ‘P ero n a tu ra ’ según H eraclito , ‘gusta de esconderse’ y delante de la n a ­
tu ra el fab ricad o r de la n a tu ra , al cual p o r eso veneram os y tenem os en m aravilla,
porque no está a la m an o su conocim ien to ”), p ero en to d o caso co n jetu ro que tam ­
bién en el texto de H eraclito la frase debía venir enlazada con lo an terio r por m e­
dio de un dé o partícu la equiv alen te; tam bién la cita Proclo en su com entario a la
República de P latón: “ ...y que eso que se llam a im aginario es tam bién de algún
m odo según n a tu ra , p u esto que tam bién la n atu ra o realidad ‘gusta de esconder­
se’, según H e ra c lito ” . P ero que la frase ro d ab a ya com o tópico de cita desde antes
lo m anifiestan las que de ella hace rep etid am en te, au n q u e a veces sin m ención de
H eraclito , el ju d ío Filón de A lejan d ría (s. I p o st), en un fr. de su com entario al
Génesis que nos ha llegado en versión latina (“El árbol (d e la ciencia del bien y
del m a l) es, siguiendo a H eraclito , n u estra n a tu ra , que gusta de velarse y escon­
d erse ”), en el tra ta d o D e los ensueños (“Pues b ien, me parece a mí que el pozo
es sím bolo de Ciencia: pues no es som era la n a tu ra de ésta, sino muy profunda,
ni está ahí al d escu b ierto , sino que en algún sitio in ap a re n te ‘gusta de esconder­
se’”), don d e el co n traste ‘al d escubierto (en phnaerôi) / en lo in aparente (en
aphaneí)’ tiene alguna traza de prov en ir de lectu ra de p artes vecinas en el libro
de H eraclito , y en las Alegorías de las leyes sagradas m osaicas ( “ ... no gustando
la n atu ra siem pre de ocultarse, s in o ...”), así com o la cita de Juliano (“Pues gusta
la n atu ra de escon d erse, y lo escondido de la esencia de los dioses no consiente
que se le a rro je con p alab ras desnudas a oídos no p urificados”), y la latina de Ma-
110 Razón común — Heraclito

nilio en su p o em a astronóm ico (‘“ V e ahí q u e se esco n d e’ dice él ‘la n a tu ra en vas­


to retiro / y a las m iradas m o rtales y a n u estras m ientes escap a’”), así com o el p a ­
saje de S éneca, d o n d e divaga a su m a n e ra sob re lo in escrutable de m uchos fen ó ­
m enos n atu rales y del D io s q u e los rige, p ero e n tre ello acaso d eja ra stre a r algu­
nas hebras de lógica h e ra c lita n a q u e h u b ie ra n p o d id o acaso llegarle p o r la trad i­
ción de la escuela estoica, sobre to d o aquello de “escapa a los ojos: se le ha de
ver con el p e n sa m ie n to ” , y luego lo de “M uchas cosas ... son oscuras, o quizá — lo
que m ás p u ed e aso m b rarte— a la p a r llenan n u estro s ojos y los b u rla n ” , y aun
tam bién lo de “en d em asiado santo retiro se ha q u ed ad o oculto y allí rige su p ro ­
pio rein o , esto es, a sí m ism o” (la transm isión del texto es en esto últim o algo d e ­
fectuosa), y hasta aquello de “q u é sea esto sin lo que n ad a es, no podem os sab er­
lo ” . P ero , en sum a, se ve q u e ninguno de los citad ores seguram ente ha tom ado
directam en te de lectu ra del libro la senten cia, sino q ue la h a recogido de una tra ­
dición culta en q u e se h ab ía divulgado, al m enos desde la época helenística.
E n to d o caso, m e ha p arecid o sum am ente p ro b ab le que la frase se sitúe com o
arran q u e del nu ev o , p o r así llam arlo, capítulo del libro, en q u e, concluida la crí­
tica de las creencias y sab eres, se vuelve la razón a enunciar directam en te los p rin ­
cipios de lógica o contradicción que rigen las cosas y sus procesos; que es ju sta ­
m ente lo que en los frs. que o rd en o a continuación va a producirse, com enzando
p o r la dialéctica de la evidencia visible fren te a la invisible.
P ara la traducción del térm in o que aquí ju eg a com o cabeza de la sentencia,
physis, en tre los diversos inconvenientes que o tras p alabras m odernas tienen para
ofrecer un significado no d em asiado d isp arate del de p h ysis ( ‘n a tu ra ’, que es cier­
tam en te la equivalencia ad o p tad a p o r los latinos, o ‘n atu ra le z a ’, dem asiado c ar­
gado de notas in o p o rtu n as p o r sus usos m o d ern o s, ‘d ev en ir’ o ‘pro ceso ’, que son
dem asiado parciales y filosóficos, ‘m an era de ser de las cosas’, com o a veces gloso
el térm in o ), ya se ve que he elegido com o m al m en o r el del anacronism o, p o n ien ­
do ‘rea lid a d ’, que es p o r cierto una idea de creación m o derna (en estrecha re la ­
ción con la de ‘existir’, que lo está a su vez con la de ‘creer e n ’), p ero que con
todo se p resta m e jo r que o tras p ara h acer en n u estro m undo de ideas algo an álo ­
go a ló que physis podía hacer en el c o n tem p o rán eo de H eraclito , significando por
un lado las cosas en general en su aparición, relaciones m utuas y proceso, y por
o tro lado la contraposición con lo irreal, im aginario o sim plem ente supuesto por
abstracción o deducción. C laro q u e, to m ad o así, resulta sum am ente chocante que
de la realidad se diga que gusta de (o suele) escon d erse, cuando es p retensión de
la realidad el ap a re c er y hasta el im ponerse; p ero pienso que lo que ahí haya de
chocante está tam bién análo g am en te en la frase original, con la dialéctica de re ­
lación en tre lo físico o ap a re n te y lo lógico o v e rd a d e ro , que en los frs. siguientes
tra ta tam bién de form ularse. M e tem o , con to d o , que lo que de hiriente tenga la
fórm ula de que la realidad gusta de esconderse (y lo q u e, sin saberlo ellos bien,
la hizo llam ativa p a ra tan to s citadores) sólo se percibe algo m ejo r si se tiene c u en ­
ta, no de la p alab ra physis aislada, sino de la antítesis en que tan to había de ju g ar,
no to riam en te en la discusión de los antiguos sob re el len g u aje, ‘physei/thései’: ‘por
n atu ra o de p o r sí / p o r arb itrio o con v en ció n ’; suele e n tre nosotros el térm ino ‘re a ­
lidad’ ju g a r en o tra antítesis com o ‘a p a re n te m en te / en re a lid a d ’, que m ás bien re ­
cuerda la o tra antigua 'lógói!érgói’, m ás literalm en te ‘de p alab ra o en razones / en
Razón general 111

la práctica o de h e c h o ’ (de cuyo segundo térm ino he p ro p u esto en otro sitio el n a ­


cim iento de la noción m o d e rn a de ‘realid ad ’): ello es que la p reten sió n de una
physis o realid ad a je n a y a n te rio r a to d o leng u aje, in d ep e n d ien te de arbitrio y ra ­
zón, la apelación a algo q u e está p o r d eb ajo de las p alab ras, es ju stam en te la con­
vención y falsedad q u e constituye la apariencia que los ho m b res (todos y cada
uno) to m an com o v erd ad de las cosas y las relaciones: lo que en el libro pués hace
la frase de que la realid ad gusta de ocultarse es d en unciar esa creencia y sugerir
cóm o, al revés, p o r d e b a jo de las cosas están las p alabras y la razó n , de m odo que
el descubrim iento de u n a n a tu ra o realid ad no p u ed a ser m ás que el reconocim ien­
to de la convención. E n ese sentido se p u ede decir que lo que aq u í hace la lógica
es invertir la relación m ism a e n tre ‘in a p a re n te ’ y ‘a p a re n te ’ y que, al citar el fr.
que leerem o s a co n tin u ació n , n o glosaba m al San H ip ó lito (sin que ello im plique
ta n to com o q u e se tra ta de u n a referen cia a o tra frase del libro no citada) al decir
que H eraclito p o n ía en igual estim ación las cosas p ate n tes con las ocultas, como
si ‘in a p a re n te ’ y ‘a p a re n te ’ fuesen u n a y la m ism a cosa.

54 D -K 36
^ > t A. y t ,
A m O N l H Λ<Μ ΝΗ^ <Μ Ν ΈΜ ^ K f^ W .

© H ippol. R ef. IX 9, 5 : ό τι δέ (έ σ τιν ) ά φ α νή ς ó (θ ε ό ς , ό ) α ό ρ α το ς άγνω σ ­


το ς ά ν θ ρ ώ π ο ις, έν το ύ τ ο ις λέγει' «άρμονίη ... κρείττω ν». έπ α ιν ει κτλ. ( sequitur
η." 3 3 ).
Id. ib. IX 10, 1 : ... ώ ς εν τι τό εμ φ ανές κ α ι τό α φ α νές όμ ολογουμ ένω ς ύ π α ρ χ ο ν
τις γ ά ρ , φ ησ ιν, α ρ μ ο νία ; ή ά φ α ν ή ς φ α νερ ή ς κρ είττω ν. κ α ί «όσον κτλ. ( sequitur
ή .° 33 iteru m ).
Plut. D e anim ae procr. 27, 1026 c : τή ς δέ ψ υ χή ς ο ύ δ έν μέν ειλικ ρ ινές ο ύ δ ’ ά κ ­
ρατον ο υ δ έ χ ω ρ ίς ά π ο λ ε ίπ ε τα ι τώ ν ά λλω ν' «άρμονίη» γά ρ «άφ α νή ς φ ανερής
κρείττω ν» κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , έν ή τά ς δ ια φ ο ρ ά ς κ α ί τά ς ετερότητας ό μ ιγνύς
θ ε ό ς έκρ υ ψ ε κ α ί κ α τέδυσ εν.

Cfr. Hippocr. De uictu 111 : οί δέ άνθρωποι έκ τών φανερών τά άφανέα σκέπτεσθαι ούκ
έπίστανται. τέχνησι γάρ χρεόμενοι όμοίησιν άνθρωπίνη φύσει ού γιγνώσκουσιν' θεών
γάρ νόος έδίδαξε μιμεισθαι τά έωυτών γιγνώσκοντας à ποιέουσι καί ού γιγνώσκοντας à
μιμέονται. πάντα γάρ όμοια άνόμοια έόντα, καί σύμφορα πάντα διάφορα έόντα, διαλε-
γόμενα ού διαλεγόμενα, γνώμην εχοντα άγνώμονα, ύπεναντίος ό τρόπος έπάστων όμο-
112 Razón común — Heraclito

λογεόμενος' νόμος γάρ καί φύσις, οισι πάντα διαπρησσόμεθα, ούχ όμολογεϊται όμολο-
γεόμενα κτλ.

© κ ρ είττω ν H ip p o lyti et Plutarchi codd.; sed cfr. n.° 28.

A d Hippolyti textum: (έστιν) suppl. Miller («post δε uocula uerme exesa in C, quam lacu­
nam M expleuit uoc. έστιν» subnotat ed. Migne; ό θσ Wendland) et θεός ó suppleo : ότι
δέ ό θεός αφανής scribunt edd. τίς γάρ φησίν αρμονία ή cod., quod ut supra ui-
des interpunctum seruo : τί γάρ φησιν; αρμονία ή Bernays et Bunsen : έστι γάρ, φησίν,
άρμονίη Miller, edd.
A d Hippocratis: θεών : θεώι Μ : όσων Θ γινώσκοντας edd. : -οντες Μ.

© AJUSTE IN APARENTE, MEJOR QUE EL APARENTE.

© C ita S. H ip ó lito la frase p o r dos veces (según el texto que doy, sólo la p ri­
m era literalm en te) en dos p asajes casi seguidos; la prim era vez lo introduce así:
“Y que (e s ) in ap aren te ( D io s ) , invisible, incognoscible, p a ra los hom bres, lo dice
en aquellas palabras: ‘A ju ste ...a p a re n te ’. E nsalza y m ira con m ás adm iración que
lo que se conoce lo incógnito y no a p a re n te de Su p o d e r” (tras lo que se enlaza
la cita del n.° 33); y líneas m ás ab ajo (tras h a b e r citado tam bién el n.° 10) añade:
“A sí H eraclito en c u en ta igual p one y aprecia las cosas aparen tes que las inapa-
ren tes, com o si reco n o cid am en te v inieran a ser u n a m ism a cosa lo ap aren te y lo
in ap aren te (é sta es la p a rte que he tra ta d o al final del com entario del fr. an terio r,
com o pud ien d o e n c e rrar algún rastro de lectu ra de otras líneas del lib ro ): pues
¿cuál es — dice él— el aju ste o h arm onía?: el in a p a re n te m ejo r que el a p a re n te ”
(y vuelve a continuación a sacar el n.° 33). P or su p a rte , P lu tarco , en el tratadillo
De la generación del alma en el Tim eo, lo trae así: “Pero del alm a nada hay que
sea acrisolado y p u ro de m ezcla ni qued a a p a rte de las dem ás cosas: pues ‘ajuste
... a p a re n te ’, según H eraclito , en el cual aju ste las diferencias y las otred ad es el
D ios que com bina las ha o cultado y su m erg id o ” . P ero acaso un eco m ás fiel de
este pasaje del libro nos conserva en su im itación, en tre o tro s, el del hipocrático
Sobre la dieta que en © cito: “P ero los h om bres no saben de investigar a partir
de las aparen tes las cosas inap aren tes: pues no se dan cuenta de que están usando
de artes asem ejadas al m odo de ser hu m an o . Q ue es que la m ente ( n ó o s) de los
dioses les ha en señ ad o a im itar lo que de los dioses era propio conociendo lo que
hacen y no conociendo lo que im itan. Pues todas las cosas son iguales siendo des­
iguales, así com o concordes todas siendo discordes, conversantes ( dialegóm ena)
sin conversar, d o tad as de juicio siendo sin juicio, c o n trap u esta la m anera de cada
uno (con la de o tro ) al estar conform e (c o n e lla ): pues ley (n o m o s) y n atu ra
(p h y s is ) , que son con las que llevam os a cabo to d as las cosas, no están de acuer­
do (e n tre sí) al estar de ac u e rd o ” .
A l m enos la relación de id en tid ad y oposición e n tre las relaciones y procesos
Razón general 113

de la realidad con las relaciones y operaciones lógicas, que es sin duda lo que la
frase qu ería suscitar, está en los citadores y en el p asaje hipocrático aceptable­
m e n te p ercib id a en g en eral, au n q u e con diversas desviaciones. Pues ello es que
este ajuste o harm onie de q u e aquí se h abla es aquella h arm o n ía palíntonos o pa-
líntropos que en el n.° 42 va a p resen tarse m ás d eclarad am en te, esto es, la rela­
ción lógica fu n d am en tal de la contradicción, y es p o r ta n to n o m b re de las synal-
láxies o en sam blajes de co n trario s que van a form ularse en el núm ero 46. Es a
este descubrim iento de la ley de contradicción lógica com o constitutiva de los se­
res (cada uno y el co n ju n to ) a lo que se dedica esta p a rte central de la razón (de
su tra ta d o general o peri p á n tó n ) según la p resen te ordenación de los fragm entos,
y a esa p a rte cen tral sirven de introducción las sentencias del núm ero anterior y
de éste: b ajo el aju ste ap a re n te de las cosas (que es diferencia de una con otra y
definición de cada u n a) debe descubrirse el ajuste secreto o p u ra m en te lógico: la
lógica bajo la física.
A h o ra , qué es lo que vale exactam ente la com paración cuando se dice que el
ajuste in ap aren te es kréssón ‘m ás fu erte, d o m in an te, av en taja d o , preferib le’ que
el a p a re n te , pienso que debe estim arse así: las diferencias m utuas y consiguientes
identidades de cada una de las cosas tal com o aparecen no se desprecian absolu­
ta m e n te , com o m eras fantasías o ilusiones (com o si las ilusiones no fuesen igual­
m ente realid ad es), sino que se les concede la estim a de po d er ser reveladoras de
la razón o lenguaje que hace las cosas, que las cosas h ab lan , un lenguaje que de
ordinario no se oye y que es p o r ello secreto, un o rd en o harm onía que no apa­
rece com o tal; y com o esa razón p ro fu n d a, que no suele oírse, es sin em bargo la
razón que rige las razones ap aren tes (recuérdese del n." 3 que “todas las leyes h u ­
m anas se crían de la sola ley div in a”), es en ese sentido m ás fu erte y dom inadora
de ellas; y com o, p o r o tro lado, si está o culta, lo está p o r las creencias en los ajus­
tes ap aren tes, que siendo sólo reales se tom an com o verd ad ero s, con ello está di­
cho que la razón escondida será m ejo r, e.e. m ás v e rd ad era, que las razones que
la recubren. Sólo pués el descubrim iento de la lógica oculta en las relaciones re a­
les p uede, p o r anticip ar la fórm ula de los sofistas, ton héttó lógon kreítto poieín
‘hacer m ejo r la razón p e o r' o ‘vencedora la razón p e rd id a ’; y pienso que sólo en ­
tendiendo en tal sentido estas fórm ulas de introducción sobre las relaciones entre
lógica y realidad (la del n.° 35 y ésta) se p odrán e n te n d er m enos mal las procla­
m aciones lógicas de esta p arte central del libro y aquello al fin de que a la razón
se la pueda n o m b rar no sólo guerra, sino tam bién fuego.
114 Razón común — Heraclito

37 93 D -K

4 * A IV A ^ , T ¿ M A X T eK W J^T í

T<> EN Δ ε λ Φ Ο Ϊ^ , <>VTE AÉül 0Y-


T£ K P V P T E l, ÁAAA ^HMAINEI .

0 Plut. D e Pyth. or. 18, 404 d : ο ίμ α ι δέ (κ α ί σ ε) γ ιγ νώ σ κ ειν το π α ρ ’ Ή ρ α κ -


λείτω λεγό μ ενο ν' « ώ σ θ’ ά ν α ξ .... σημαίνει»· π ρ ό λ α β ε δέ το ύ το ις εΰ λεγομ ένοις
κ α ί νόη σ ον το ν ε ν τα ύ θ α θ ε ό ν χρ ώ μ ενο ν τή Π υ θ ία π ρ ο ς ά κ ο ή ν, κ α θ ώ ς ή λιος
χ ρ ή τα ι σελήνη π ρ ο ς ό ψ ιν.
Stob. Flor. I 199 : ώ ς γ ά ρ ό ά ν α ξ ό έν Δ ελ φ ο ΐς ο ύτε λέγει ούτε κ ρ ύ π τει, άλλα
ση μ α ίνει, κ α τά το ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , ο ύτω τώ ν Π υ θ α γ ο ρ ικ ώ ν συμβόλω ν κ α ί τό φ ρ ά -
ζ ε σ θ α ι δ ο κ ο ύ ν κ ρ υ π τό μ ενό ν έστι κ α ί τό κ ρ ύ π τε σ θ α ι νοούμ ενον.
Iam bl. D e m yst. I l l 15 : σ υμ βο λ ικ ώ ς δέ τήν γνώ μ ην τού θ εο ύ έμ φ α ίνο υ σ ι κ α ί την
τού μέλλοντος π ρ ο δ ή λ ω σ ιν, κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , ο ύ τε λέγοντες ούτε κ ρ ύ π το ντες,
έπειδή τής δ η μ ιο υ ρ γ ία ς τό ν τρ ό π ο ν ά π ο τ υ π ο ύ σ ι δ ιά τή ς πρ οδηλώ σ εω ς.
Id. apud Stob. Eel. II 2, 5 (Epist. ad D exippum ) : ώ ς δέ τά έργα α ύ τά δείκ νυσ ιν,
α ύ τό ς ό έν Δ ελ φ ο ΐς θ ε ό ς, ούτε λέγω ν, κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , ούτε κ ρ ύ π τω ν , άλλά
σ ημ αίνω ν τά ς μ α ντεία ς, εγείρ ει π ρ ο ς δια λ εκ τικ ή ν έρεύνησιν το ύ ς έπη κ ό ο υ ς τώ ν
χρησμώ ν.

Cfr. Luc. Vit. auct. 14 : αινίγματα λέγεις, ώ ούτος, ή γρίίρους συντίθης' άτεχνώς γάρ,
ώσπερ ό Λοξίας, ούδέν άποσαφεϊς.

© ώ ς θ ’ ά ν α ξ scribo : ώ σ θ ’ ά ν α ξ P lutarchi cod. Ε : ώ σ θ τ ά. Β : ώ ς ό ά ν α ξ


T u rneb. (ώ ς Plutarcho dant edd.)

In Plutarchi textum: (καί σε) suppi Reiske πρόλαβε scribo : πρόσλαβε codd.,
edd. Πυθία .... όψιν ordinauit Wyttenbach : πρός όψιν post Πυθ. habent codd.

© ... Y TAL COMO EL SEÑOR, CUYO TEMPLO DIVINA-


TORIO ES EL QUE ESTÁ EN DELFOS, NI DICE NI OCUL­
TA, SINO QUE DA SEÑAS.

© Es en este co n tex to , a m odo de reflexión m etódica sobre la pro p ia lógica,


Razón general 115

donde m ás razo n ab lem en te cae este fam oso frag m en to, con tal de que la referen ­
cia del oráculo de D elfos se to m e a m odo de com paración con la m anera en que
lógos se m anifiesta; p a ra lo cual m e he p erm itid o incluir en él el hós ‘co m o ’, que
los ed itores suelen d a r al citad o r con el valor de ‘q u e ’. E s éste P lutarco, el único
que en su tratad illo Sobre que ahora n o da la Pitia oráculos en verso parece dar
una cita literal del p aso , del siguiente m odo: “Y tam bién conoces, creo, lo que en
H eraclito se dice, ‘com o el S eñor ... señ as’. P ero p rev en te con tan buenas razones
y hazte la id ea de q u e el dios de allí se vale de la P itia p a ra la audición, tal como
el sol se vale de la luna p a ra la visión” . T am bién u n trozo de no sé qué au to r con­
servado en el Florilegio de E sto b e o , m enos literal, tiene asim ism o el hós, aunque
ligado al co ntexto del citador: “Pues así com o el S eñor que está en D elfos ni dice
ni oculta, sino q u e da señas, según H eraclito, así de los p receptos alegóricos de
P itágoras, en ta n to que el q u e p arece expresarse se e stá escondiendo, el que es­
conderse se está co n cib ien d o ” . D e Jám blico ten em o s, en el tra ta d o D e los miste­
rios, esta cita ad a p ta d a a su contexto: “Y de m an era sim bólica declaran el pensa­
m iento del dios y el anuncio de lo porvenir, según H eraclito , ni diciendo ni ocul­
tan d o , sino d an d o señas, ya que con el arte de la predicción re p ro d u cen el m odelo
de la fabricación de co sas” ; y del m ism o en o tro lugar, conservado en E stobeo:
“Y tal com o m u estran los hechos m ism os, el p ropio dios que está en D elfos, ni
diciendo, según H eraclito , ni ocultan d o , sino dando p o r señas sus adivinaciones,
despierta a la investigación dialéctica a los que escuchan los o ráculos” . E s, en fin,
una curiosidad que en un paso de la obrilla de L uciano se equipare el estilo de
A polo Pítico, no con el de lógos m ism o, sino con el del propio H eraclito , cuando
a su som bra se le dice “A divinanzas dices, oh tú , o com pones acertijos: pues, tal
com o el Sesgo, n ad a dices a las claras” ; ni es esta confusión en tre el m odo de re ­
velación de la razón m ism a y el estilo personal de H eraclito una táctica de distrac­
ción que se qued e en L uciano solo.
P ero lo que aquí nos im p o rta es aprovechar la com paración p ara el m ás p re­
ciso enten d im ien to de la dialéctica de física con lógica, de las relaciones entre la
realidad y la razón. E n p rim er lugar, las cosas y sus ajustes aparen tes no dicen o
razonan d irectam en te, p ero tam poco sencillam ente esconden, la razón verdadera
que los rige, la h arm onía in ap aren te; y luego, p ara sugerir cóm o es la relación en ­
tre lo uno y lo o tro , se em plea un verbo sem aínei, que, si encu en tra dificultades
de in terp retació n , es m ás bien p o r el éxito ex trao rd in ario que sus derivados han
tenido, sobre to d o ú ltim am en te, en los lenguajes técnicos de lógicos y gram áticos,
con los sem antem as y su p rogenie de sem as y sem em as, y la Sem ántica, que para
la G ram ática debía restringirse al estudio de los significados de las palabras que
los tengan , y que los lógicos pusieron de m oda p a ra referirse al estudio de los va­
lores (de verd ad o falsedad) de las proposiciones. H ay ciertam en te una deleitosa
inversión dialéctica, cuando se im agina que los significados de las palabras dan,
con sus n o tas, señas de las cosas, supuestam en te exteriores o anteriores al lengua­
je , que tra ta n de d e n o ta r, con lo cual es cierto qu e, en cuanto las m encionan, en
tan to las ocultan (pues qu e, al hacerlas ser, p a ra la designación, una cosa d ete r­
m inada p o r tales n o tas, las hacen ser lo que precisam ente se supone que no eran),
inversión — digo— con respecto a lo que aquí razón parece e sta r diciendo, que
son las cosas, sus relaciones y procesos ap aren tes (y en tre las cosas, claro, los hom ­
116 Razón común — Heraclito

bres en general y sus ideas) las que dan señas de la razón v erd ad era que las hace
ser y p o r ellas h ab la, señas siem pre excesivas, p ro p iam en te infinitas (por em plear
‘p ro p iam e n te ’ ju sta m e n te al revés q u e C a n to r), y p o r ello m ism o vagas, im preci­
sas, y así p arcialm en te engañosas. P e ro en fin, au n q u e tal inversión dialéctica no
carezca de in terés p a ra el en ten d im ien to de esto , m ás vale aten erse ah o ra al m e­
nos elabo rad o valor sem ántico del “sém aínei”, com o sem e jan te al n u estro de “da
señ as” , y le e r sencillam ente que la relación es tal que ni los hechos revelan su ra ­
zón de ser ni tam p o co sin m ás la o cu ltan , sino q u e ofrecen la posibilidad de lee r­
los, com o u n fa ri fien d o , ev id en tem en te p o r m edio de tácticas de selección y o r­
denam ien to que saquen de la m en tira v erd ad , com o suele decirse; y lo que m ás
im p o rta, que ese “ni ... ni ..., sino . . . ” del tex to , debe leerse al m ism o tiem po
com o un “y ... y ..., esto es que el ‘d a r señ as’ qu iere decir sim ultáneam ente
‘re v elar’ y ‘o c u lta r’: las relaciones reales (con las creencias de los hom bres inclui­
das) dicen la v erd ad al o cu ltarla y la ocu ltan al decirla; com o es n a tu ra l, puesto
que la razón está en esa co n tradicción m ism a, siendo ella lo co ntrario de la irra ­
cionalidad y a la vez lo m ism o.

38 86 D -K

Α Λ Λ Α T A MEN THf ΓΚ^Ε^ β-Á^H


K-fYFTE1N iri^TÍH ΛΓΑΟΗ * Á P \ j -
TÍ HI ΓΑΡ ΛΙΛΟΥΓΓΑΙίΕΙ ΜΗ ΙΊΓΙΥ ^ -

© Clem . Strom . V 88, 5 : ... «άλλα τ ά μέν τή ς γνώ σ εω ς β ά θη κ ρ ύ π τειν ά π ισ -


τίη ά γ α θ ή » , κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν « ά π ισ τίη γ ά ρ δ ια φ υ γ γ ά ν ε ι μή γ ιγνώ σ κ εσ θα ι» .
Plut. Coriol. 38, 232 d : ... «άλλά τώ ν μέν θ ε ίω ν τ ά π ο λλά » , κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν ,
«ά πισ τίη δ ια φ υ γ γ ά ν ε ι μή γιγνώ σ κ εσ θ α ι» .

© Solum τ ά μεν H eraclito tribuo : τά μέν γνώ σ εω ς β ά θ η Clem . : τω ν μέν θ είω ν


τά π ο λλά Plut. κ ρ ύ π τειν ά π ισ τίη ά γ α θ ή ά π ισ τίη γά ρ Clem . (ά π ισ τίη ι
Razón general 117

α γ α θ ή i ά π ισ τίη L ) : ά π ιο τίϊ) P lutarchi Y : π ίσ τιν N ά π ισ τίη δ ια φ . μή γ.


B ollack-W ism ann, K ah n Sic autem locum Diels olim restituere tem ptauerat :
τοϋ λόγου τά π ο λ λ ά κ ρ ύ π τειν κ ρ ύ ψ ις ά γ α θ ή ' ά π ισ τίη γ ά ρ κτλ.

© PERO SÍ, CIERTAS COSAS profundas del conocimiento


ESCONDERLAS ES DESCONFIANZA BUENA: PUES POR
DESCONFIANZA VAN ESCAPANDO DE QUE SE LAS CO­
NOZCA.

© E s San C lem en te sin d u d a, en con tra de lo que suelen creer los editores, el
que da la versión m ás com pleta y literal del paso (“P ero esconder ciertas h o ndu­
ras del conocim iento es in credulidad b u en a, según H eraclito: pues por increduli­
dad suelen escapar de que se las conozca”), aun cuando d eb a pensarse que las pa­
labras ‘ho n d u ras del co n o cim ien to ’ son una glosa que San C lem ente ha pu esto de
algo que estab a en el libro (sobre o tra aparición de gnósis ‘reco nocim iento’ v. sin
em bargo al n.° 10) y que tam poco en Plutarco aparece; en cam bio, la cita que éste
nos conserva en la Vida de C oriolano (“P ero sí, las más de las cosas divinas, según
H eraclito, p o r desconfianza suelen escapar de que se las conozca”) parece clara­
m ente pro d u cid a p o r u n salto (m ás bien en la m em oria q u e en la lectura) m oti­
vado en p a rte p o r la repetició n de p alab ra apistië-apistiëi y tam bién po rq u e al pro­
pósito de su cita le b astab a a P lutarco con el últim o p redicado y le sobraba el
anterior.
Y a se ve que, leída así la frase, su buen en ten d im iento estriba en qué signifi­
cado tenga el térm in o apistíé ‘in cred u lid ad ’, ‘desconfianza’ y tam b ién , refiriéndose
al o b je to , ‘in cred ib ilid ad ’, y hasta qué pun to se use con igual valor la prim era vez
que la segunda, valor que in evitablem ente ten d rá que ver con el su jeto y el objeto
a que esa actitud de incredulidad se refiera una vez y o tra . A sí pués, m antener
ocultas un a p arte de las cosas (el m én hace so b ren ten d er que no to d as), sean ellas
ias que sean (q u e en el tex to de C lem ente son p ro fu ndidades del conocim iento y
en el de Plutarco las m ás de las divinas), es una apistíé agathé, esto es, un acto
que a razón le p arece lo ab le, y que apenas p u ede e n ten d erse m ás que en el sen­
tido de falta de fe o ju sta precaución p a ra con los hom bres, falta de fe en ellos
que será de razón m ism a, que p o r ello les oculta bajo la parcial revelación de las
apariencias la o tra cara de la v erd ad , sin la cual p o r cierto qu ed an sum idos en la
falsedad, pues la lógica de las apariencias se les convierte en creencia falsa; ahora
bien, ¿por qué razón alab a sem ejan te táctica suya de desconfianza para con los
hom bres?: es sin d uda lo que dice la segunda frase: que es por apistíé p o r lo que
aquellas cosas suelen escapar a su conocim iento; y ésta parece que ha de ser in­
evitablem ente u n a desconfianza o incredulidad de los hom bres p a ra con las reve­
laciones de razón; condición que razón estim a in h eren te al ser de los hom bres en
118 Razón común — Heraclito

general; y cóm o es q u e a los h o m b res se les p u ed e acusar de una (m ala) incredu­


lidad o desconfianza, com o vicio q u e los ciega al conocim iento de la v erdad, cuan­
do tan to se ha insistido en Ja p rim era p a rte del libro (n .os 12, 13, 14) en que es
precisam ente la creencia o dóxa lo que les im pide oír la voz de razón ord in aria­
m en te, es cosa que pienso q u e ya se va en ten d ien d o sin grandes dificultades: para
ello se debe te n e r p re se n te que la noción m o ral de ‘con fiar e n ’, ‘p re sta r fe a ’ o
‘dar crédito a ’, a la q u e a ta ñ e la raíz peith-, que es la de pis lis y apistië, y la noción
epistém ica de ‘e sta r en la creencia de q u e ’, ‘te n e r la convicción de q u e ’, que co­
rresp o n d en a la raíz d o k- de dóxa y dogm a, están m uy separadas en principio y
la relación e n tre am bas sólo se va tra b a n d o con el progreso de la religión o ciencia
en n u estro m u n d o , h asta culm inar con las de ‘fe ’ y ‘creer e n ’, que se consagran en
el C redo de N icea; con ello se en tien d e sin esto rb o que esa desconfianza de que
razón acusa a los h o m b res consista p recisam ente en el aferram ien to a las opinio­
nes o creencias de cada uno (que resu ltan ser las ideas dom inantes del m undo en
general), y que ese sab er perso n al o idíé phrónesis esté in m ed iatam en te relacio­
nada con la apistië o desconfianza de razó n , de q u e aquí se habla: pues al fin ¿qué
es lo que p ro m u ev e la adhesión a la fe perso n al o credo general sino el tem or de
p erderse en el descu b rim ien to de la v erd ad , esto es, de las m entiras en que mi p ro ­
pio ser se siente co nstituido? A sí co b ra un sentido pro fu n d o y contradictorio la
proclam ación m oral q u e aparece en los Trabajos hesiódicos (v. 372) sobre pistéis
y apistíai com o dos m edios de perdición, “ pues p ierd en igual confianza y descon­
fianza a los h o m b re s” : pues es desconfianza de razó n , que se traduce en fe en sus
ideas propias (y en las ideas en g en eral), lo que los p ierd e, com o en otro sentido
bien opuesto los p e rd e ría la confianza en razó n , que a rra straría consigo el descu­
brim iento de la falsedad de las ideas y de la p ro p ia constitución de cada uno. Y
así razón, p o r falta de fe a su vez en la capacidad de ellos p ara la v erdad, prefiere
ocultarla en p a rte , no ya p o r ju sticia, sino p o r táctica razonable, por si su ap ari­
ción críptica y dud o sa se ofrece m e jo r a d ejarlo s d esp o jarse de su natural descon­
fianza de la razón.

39 50 ( 2 .a) D -K

Λΐ'ΚΛΙΟΝ·, ΟΥΚ ÉMOY, AAKA Τ<$ Μ -


ΜΛΤΟ^ ΛΚ0Ϋ^ΝΤ/4> ¿ΜΟΛΟΓΕΪΝ '
âyriN ΕΝ ΓΜΝΎΛ ΕΙΔΕΚΑI .
Razón general 119

® H ip p o l. R ef. IX 9 (post n.° 47) : ... θ ε ό ν δ ίκ α ιο ν , «ούκ εμού .... είδέναι»


ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς φ η σ ι, κ α ί ό τι το ύ το ούκ ϊσ α σ ι π ά ν τες ο ύ δ έ ό μ ολογούσ ιν, έπιμέμ-
φ ετα ι ώ δ έ π ω ς (sequitur n.° 42).

© N o m in i θ ε ό ν praecedenti δ ίκ α ιο ν edd. continuabant, ut ibi prorsus p ro Chris­


tiano additam ento secluddendum pleru m q u e censerent : θ ε ό ν δ ίκ α ιο ν ούκ ... iam
B ergk, H . G om p erz δ ό γμ α το ς cod. (δογμ £ : «δ fa s t wie λ» D -K ) : λόγου
B ernays et B u n sen , B erg k , edd. ομ ολογέειν B ernays έστιν : έστιν.
έστι κ α ί S auppe έν edd. : έν cod. ε ιδ έν α ι cod. : ε ίν α ι M iller prim o
et edd. praeter B ernaysium et B ergkium et H . G om perz.

In Hippolyti textu είσασιν cod.

© JUSTO ES, NO A MÍ, SINO AL ACUERDO PRESTAN­


DO OÍDO, QUE ESTÉN CONCORDES: INTELIGENTE ES
UNA SOLA COSA, SABERLAS TODAS. (O bien) INTELI­
GENTE ES SABER QUE TODAS LAS COSAS UNA. (O
menos probablemente) INTELIGENTE ES QUE UNA SOLA
COSA LAS SEPA TODAS. {O todavía) INTELIGENTE ES
QUE TODOS Y CADA UNO SEPAN UNA SOLA COSA.

© C om o se ve p o r las anotaciones críticas de © , este fragm ento, que debe­


m os a San H ipólito solo y p o r tan to al m anuscrito único de la Refutatio, se ha vis­
to m uy ato rm e n ta d o p o r ed ito res y estudiosos, que han trata d o de enten d erlo de
algún m odo m ed ian te un p ar de correcciones sustanciales, con las que se ha veni­
do ed itan d o , y que no veo según buen a filología justificables. T am bién p ara mí el
paso es p ro b lem ático , y las dudas que sobre su m ejo r enten d im ien to aún m e asal­
tan (de que dan algún testim onio las versiones alternativas que p o r escrúpulo doy
al lector en © ) h an llegado al p u n to de h acerm e vacilar tam bién sobre su inser­
ción en este o rd e n a m ie n to , q u ed án d o m e alguna sospecha de qué pudiera estar
tam bién al pie del n.° 25, con el que tiene evidentes sim ilitudes. M e decido sin em ­
bargo, au n q u e con esta ad v erten cia, a situarlo aquí, en atención m ás que nada a
su razonable enlace con los dos siguientes, y al m enos ofrezco sin tocarla en nada
la lección del m an u scrito , p o r m ás extrañ eza que a m í tam bién m e haya suscitado
en un p a r de pu n to s. D e lo que sí estoy en cam bio bastan te cierto es de que la
versión de las ediciones habituales es e rró n e a , no sólo p o r la falta de respeto al
texto tran sm itid o , sino adem ás p o r la sintaxis n ad a heraclitana (ese sophón, que
120 Razón común — Heraclito

p o r lo dem ás es siem pre re fe re n te a lógos, com o supuesto giro im personal, so-


p h ó n esti, del que d e p en d iera el hom ologeîn, que a su vez regiría una O r. de In ­
finitivo, cosa n u nca vista ni en H e ró d o to ni siquiera apenas en los áticos) y p o r
ciertos prejuicios sob re la su p u esta d o ctrin a h eraclitea (la proclam ación de que to ­
das las cosas sean u n a , q u e e ra ciertam en te de Jen ó fan es, com o se d esprende de
referencias com o las q u e p u e d e n verse en 21 A 29, 31, 33 y 34 de D -K y que fá­
cilm ente se hizo luego tópico p a ra los p hysiológoi o “viejos filósofos” en general)
que esa in te rp re ta ció n h ab itu al exige. Lo q u e sí he tenido que h acer, a fin de h a­
cer m ás cabal la cita, h a sido, en vista de q u e el p aso viene en H ipólito inm edia­
ta m e n te tras la cita, en estilo in d irecto , q u e verem os en n.° 47, y aprovechando
que sus p alab ras finales, theón díkaion ‘dios ju s to ’ les so b rab an , con b u en a razón,
a los editores (secluidas están en D -K y los dem ás) y les p arecían una inserción
cristiana, m a ta r dos p ájaro s de un tiro y, coincidiendo — veo— con una vieja p ro ­
pu esta de B erg k y H . G o m p erz, ap ro v ech ar de ellas el díkaion (d ejan d o el theón
com o discutible, según se a n o ta rá al n.° 47), el cual viene así a ser im personal que
rige n o rm alm en te (así díkaion esti en H e ró d o to I 39 etc.) al hom ologeîn, que q u e ­
da con su uso absoluto ‘estar de ac u e rd o ’ norm al y h eracliteo; que lo siguiente, lo
de “Inteligente es u n a sola cosa, saberlas to d a s” , q u ed e form ando frase ap arte y
yuxtapuesta a la a n te rio r (sea cual sea la conexión im plícita que con ella tenga)
no m e parece ajen o a la sintaxis heraclitana. P o r desgracia esta lectura del texto,
que estim o filológicam ente satisfactoria, no b asta p ara llegar a certidum bre sobre
su en ten d im ien to . D oy pués, con las debidas dudas, el siguiente.
L a prim era frase, desde luego, proclam a com o ju sto o cosa debida que estén
(se so b ren tien d e sin d u d a que los oyentes en g eneral) de acuerdo (en algo, p re ­
sum iblem ente en sus p areceres), y que ello es deb id o no ya en virtud de que me
presten oído a m í — dice H eraclito y la razón p o r él— , sino sim plem ente p o r o b e ­
diencia a un cierto acuerd o o decisión em an ad a de alguna instancia que no se nos
explica: hay ciertam en te un p ar de extrañezas en el texto, una en la p alab ra dóg-
matos, que los edito res casi u n án im em en te han rem plazado por lógou, com o p e n ­
sando que u n a m ano cristiana hab ría introducido el dógm atos con el sentido ecle­
siástico de ‘d o g m a’ (p ero no sé qué in terés p o d ía te n e r ni San H ipólito ni ningún
copista en sustituir así la p alab ra lógou, que tan o p o rtu n a se ofrecía, con el valor
de V erbum o Segunda P erso n a, a traslad ar a teología cristiana lo que H eraclito
dice, com o el p ropio H ipólito hace varias veces), y que prefiero e n ten d e r, más
que com o equivalente de dóxa ‘o p in ió n ’, con el m ás técnico y político de ‘placi­
tum ', ‘acuerdo de una corporación o ju n ta ’, ‘lo que édoxe tëi bouléi’, con que a p a­
rece en los áticos (y tá dedogm éna con tal valor en H eró d o to III 76); y por o tro
lado, en el em oú, que es una de las seis veces en que aparece en nuestros frs. la
1.a Pers. sing, (las otras, en n .os 1, 33, 34, 40, 91), y que con la lección arreglada
p o r los edito res se o p o n d ría a lógou, com o si H eraclito ad virtiera que no es a él,
H eraclito histórico y a título personal, a quien se ha de oír, sino a la razón m ism a,
contraposición que a m í tam bién m e p arecería lógica y o p o rtu n a , sólo que no es
eso lo que se lee en el m anuscrito, y con la lección de éste resulta que aquí em oú,
com o ‘m í’ y al m ism o tiem po ‘razó n p o r m i b o c a ’ (pues yo, p o r un lado, soy lo
m ism o que razón: v. a n.° 34), a lo q u e se co n trap o n e es a aquella decisión o acu er­
do tom ad o oficialm ente; así que parece que lo q u e en la frase se dice es que ese
Razón general 121

hom ologeín o p o n erse d e acuerd o es algo q u e es p ropio que los hom bres hagan,
aun sin a te n d e r a ta n to com o a la lógica y a lo q u e en el libro de H eraclito pueda
decir ella, sim plem ente p o r o bediencia a una especie de d ecreto o decisión común
q ue, al p a re c e r, h an to m a d o en corporación los h o m bres en general; y si se me
perm ite p asar a in te rp re ta rlo en o tro s térm in o s, n o creo q u e sea infiel p en sa r que
se refiere al convenio q u e los h om bres han establecido p o r su m e ra condición de
hab lantes, ese a m o d o de senado (de subconscientes) que es la com unidad de los
partícipes de u n a lengua y de la lengua, lo cual ciertam en te les obliga a u n cierto
m odo de consenso u hom ología.
A esto debe co n trap o n erse lo que dice la segunda frase, y no m e pesa que la
cabeza de am bas, tal com o las ed ito , díkaion y so phón respectivam ente, m arquen
esa antítesis, d ejad a p o r lo dem ás, tal com o el texto nos h a llegado, a la p u ra yux­
taposición: pues si la hom ología dicha (que no excluye la antilogía en tre ellos, sino
bien p o r el co n trario ) es sim plem ente debida o p ro pia de su condición de hom ­
bres, sop h ó n en cam bio, lo v erd ad eram en te astu to , con astucia tan profunda que
llegue a hacerse blanca inteligencia, es algo que en n u estro fr. sólo se dice de la
razón m ism a (com o en n.° 25 y com o se h ará m ás claro en los dos siguientes) y es
por ello u n a sola cosa (razón; y el hén ‘uno so lo ’ se le aplica tam b ién en n .os 25 y
41), no un consenso, sino un p u ro sentido com ún; el cual, con la lectura m ás pro­
bable que hago del tex to , con entonación de com a tras hén, y que se refleja en la
prim era trad u cció n , se describiría enseguida com o un saber todas las cosas [la ter­
cera traducción d aría un sentido casi equivalente; la segunda le atribuiría a lógos
una proclam ación algo trivial “todas las cosas son u n a ” : pues él te n d ría que añadir
al m enos “y no son u n a (sino m últip les)” ; y con la c u arta, el fr. se saldría de este
contexto y se acercaría más al del n .“ 25], en lo cual im porta precisar que con ello
en todo caso no p u ed e en ten d erse un saber to tal (totalizador y to ta litario ), que
sería un h ólon m ás que u n pánta, que im plicaría que, m ás que saber, era tener
sabido, y que p o r to d o ello resu ltaría rep u g n an te con razó n , sino tan sólo un lle­
var la cu enta de cualesquiera cálculos o procesos, ser la razón que se ejercita en
todas y cada una de las razones que se produzcan y que aparece en cualquier synál-
laxis o co ntradicción, com o siendo el principio de contradicción m ism o (lo que no
le priva, com o verem os, de e n tra r a su vez en contradicción con sus propias for­
m ulaciones), que es lo que aquí p arece que se quiere hacer valer frente a la ne­
cesaria parcialidad de los raciocinios (y consiguientes opiniones) de los hom bres,
que así nunca p u ed en ser so p h o í de veras, inteligentes en tal sentido. No es, en
fin, a despropósito reco rd ar que el anecdotario p o sterio r (así en D iógenes Laercio
IX 5: v. en © a n.° 34) le h abía de atrib u ir a H eraclito la proclam ación de que
sabía todas las cosas {pánta egnókénai ‘tenerlas todas conocidas’), en lo que bien
cabe sospechar laten te la h ab itu al aberración asim ilatoria de confundir la razón,
el pu ro Y o que hab la y razo n a, con el Y o o p erso n aje de la H istoria; lo cual de
paso daría algún pie p a ra sosten er aquí la lección del m anuscrito.
122 Razón común — Heraclito

40 108 D-K

❖ A<>r«V¿ ΗΚΟΥ1Λ, OVAt\¡


Λ Φ ΙKKEIT/4I E$ TOVTót <¿^Ti ΠΓΚ<*>~
f ΚΕΙΚ ΟΤΙ $<>Φ<>Κ έ<.ΤΙ rV ÍN T W
h e x ^ n î m é n o n .

© Stob. Flor. III 1, 174 : Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ ' «όκόσω ν .... κ εχω ρισμένον».

Vestigia loci uel eidem attinentia : Apoll. Tyan. apud Eus. Praep. Εν. IV 13 : ... θεω μέν
... ένί τε δντι και κεχωρισμένω πάντων.
Philol. 44 Β 20 D-K : εστι γάρ ήγεμών καί αρχών απάντων, θεός, είς, άεί ών, μόνιμος,
άκίνητος, αυτός έαυτφ όμοιος, ετερος τών άλλων.
Xenophan. 21 Β 23 D-K : άλλ’ άπάνευθε πόνοιο, νόου φρεσί πάντα κραδαίνει.
Heraclid. Pont. fr. 78 Voss : (έδόκει Π υθαγόρα) μηδένα είναι σοφόν ή τόν θεόν.
Epich. 23 Β 4 D-K : ... τό σοφόν εστιν ού καθ’ εν μόνον, άλλ’ όσσα περ ζή, πάντα καί
γνώμην εχει.

© Post γ ιγ νώ σ κ ειν uerba haec ή γά ρ θ ε ό ς ή ·θηρίον in cod. leguntur, quam ad-


notationem textui insertam G esn er seclusit («ist nur R em iniscenz aus Arist. Pol. A
2 1253 a 25» D -K ), ut Heracliti uerba retinebat S chuster ό τι σοφ όν εστιν,
π ά ν τω ν κεχ. B ollack-W ism ann, K ahn.

© DE CUANTOS HE OÍDO RAZONES, NINGUNO LLE­


GA HASTA TANTO COMO RECONOCER QUE LO INTE­
LIGENTE ESTÁ SEPARADO DE LAS COSAS TODAS.

© E stá en el Florilegio de E sto b e o , tras el título “D e H e rac lito :” , lo que es


aceptable g aran tía de literalid ad (u n a anotación tard ía inserta por los copistas tras
el “reco n o cer” , que dice “pues o dios o b e stia ” , la h an secluido com o tal ra zo n a ­
blem ente los e d ito res), pese a que el so p h ó n sin artículo en tal función sintáctica
resulte algo ch ocante y co n traste con el to so p h ó n del n.° 41 y del 25 (el sophón
del n.° 39 lo hem os en ten d id o com o P red icad o ), p ero así se usa tam bién lógói en
n.° 9 y p a ra los n o m b res (com o pólem os, pyr, ánthrópos, aión) puestos en cabeza
o tem a de sentencia p arece el uso norm al en H eraclito . E n todo caso, ya hem os
Razón general 123

visto cóm o so p h ó n ‘v e rd a d e ram e n te a stu to ’, ‘in telig en te’ funciona com o un apodo
de razón m ism a, que m ás a d e la n te ju g a rá tam b ién con otros n o m bres, m ás físicos
que lógicos, com o ‘g u e rra ’ o ‘fu eg o ’.
P o r lo d em ás, el p aso en laza b ien con los anteriores y con el siguiente, como
insistiendo de varias form as en lo único, esto es, in com parable y p o r tan to incon­
table (pues es él el q u e cu en ta) de lógos; lo cual aquí aparece ta n to m ás efectiva­
m en te cu an to q u e se le co n tra p o n e con los lógous de los hom bres que he oído
— dice H eraclito , y es la q u in ta vez que en n uestros frs. usa la 1." Pers. Sing.— ,
com o d an d o a e n te n d e r q u e las razo n es, au n siendo ejercicios de razón, son otra
cosa que la razó n , están p rivadas de razó n , y que lo están precisam ente en cuanto
que ninguna de ellas llega a este reconocim iento m ism o de que la razón está apar­
te y fu era d e to d as las razo n es, com o lo está de las cosas m ism as, sus relaciones
y procesos, q u e sin em b arg o son tam b ién ejercicio de razón: pues es vana la con­
tien d a en tre la in te rp re ta ció n con un p á n tó n n e u tro , “sep arad a de todas las las co­
sas” y la con p á n tó n m ase, que p ro p u siera H eid el, “sep arad a de to d o s” , ya que
ningún h o m b re ha alcanzado la sabiduría, que es conocer a lógos: p ero razón, al
estar ap arte de las cosas, q u e sin em bargo rige, está p o r ello m ism o igualm ente
ap arte de las ideas de los ho m b res, p o r m ás que sean tam b ién pro d u cto de razón.
Lo qu e im p o rta p ués es e n te n d e r esta contradicción de ‘estar fu era / estar den­
tr o ’ (un filósofo p referiría sacar n om bres y h ab lar de ‘trascen d en cia’ y de ‘inm a­
n en cia’, a fin de q u ed arse acaso un poco m ás tran q u ilo, p o r esa virtud que la de­
nom inación tien e p o r sí m ism a de d arn o s la ilusión de que sabem os lo q u e esta­
m os diciendo, p u esto que ten em o s sus nom bres en el vocabulario), que es la con­
tradicción íntim a de lógos m ism o, principio de contradicción, es decir la que le
hace e n tra r en contradicción consigo m ism o. E sa contradicción, p o r lo dem ás, no
req u iere ya a estas altu ras m ucha glosa: la razón está en todas las razones, la len­
gua está en cada acto de h ab lar (y en cada h a b la n te ), la gram ática general e stá en
la gram ática de cada u n a de las lenguas (y en su evolución), y en fin, com o la rea­
lidad o en jam b re de las relaciones e n tre las cosas y sus procesos es inseparable de
la operació n lingüística, que las hace ser cosas p ro p iam en te dichas con sus nom ­
bres, tam b ién en to d a relación y proceso de la R ealid ad está la razón intervinien­
do; y sin em b arg o , p o r el o tro lado, es claro q u e ninguna frase es la lengua (ni
serie de frases, p o r m ás q u e q u iera ser sin fin), ningún hab lan te es el puro re p re­
sen tan te de la lengua q u e hab la (com o se ve en que ni él ha dictado sus leyes ni
es dueño de su te so ro ), desde el m o m en to en que no soy p u ram en te Y O que dice
“Y o ” , sino u n o e n tre o tro s; y en ninguna de las razones p u ede e star la razón, ya
que p o r fuerza se en fren ta n y dialogan la una con la o tra y razón es la razón de
diálogo y co ntradicción; y así la razón que rige la organización y desorganización
de las relaciones e n tre las cosas y constituye la id en tidad de cada u n a en su dife­
rencia con las o tras n o p u e d e ser u n a cosa en tre las cosas ni estar en la R ealidad.
E s así com o la razón está m etid a en to d o y está fu era de to d o al m ism o tiem po,
y es esa condición de e sta r fuera y d en tro la que la separa de to d a cosa (y p erso­
n a ), obligadas com o están ellas a o b ed ecer al principio de no contradicción para
te n e r un p u esto en este m undo. P u ed e que los h om bres en general olviden lo pri­
m e ro , la p resen cia d e la razó n en to d o com o ra z ó n com ún; p ero acaso m ás inca­
paces son de reco n o cer esto segundo, la separación de la razón de todas las cosas
124 Razón común — Heraclito

y de todos; o al m en o s así lo sugiere este frag m en to . E l siguiente se encargará de


fo rm ular de la m a n e ra m ás n ítid a esa contradicción íntim a de la razón consigo
m ism a.

41 32 D -K

ZK <><>4% llo v ió ΛΕΓΕΣΑΙ

É^ÉAEl ΚΛΪ È^ÉAEl ΟΝΟΜΑ .

© Clem . Strom . V 114 : ... «Ζ ευς έστιν α ιθ ή ρ , Ζ ε υ ς δέ γή , Ζ ευς δ ’ ο υ ρ α ν ό ς,


Ζ ε υ ς τοι τά π ά ν τ α χ ώ τι τ ώ ν δ ’ ύπ έρτερ ο ν» (A eschyli H eliades fr. 7 0 ). ο ίδ α έγώ
κ α ί Π λ ά τω ν α π ρ ο σ μ α ρ τυ ρ ο ϋ ντα Ή ρ α κ λ ε ίτω γ ρ ά φ ο ν τι «εν .... όνομα».
V nde E us. Praep. Ε ν. X III 13.

© ο ΰνο μ α E useb i D .

In Aeschyli uersu φ et τώνδε τοι cod., corr. edd.

© UNO Y SOLO LO INTELIGENTE NO QUIERE Y QUIE­


RE QUE SE LE DIGA NOMBRE DE ZEUS.

© San C lem en te, a quien debem os el frag m en to , p arece h ab er p arad o m ientes


en él tan sólo en aten ció n a la generalización del n o m bre de Z eus, p ad re de h o m ­
bres y dioses, p a ra significar un principio físico, com o lo atestigua el que lo dé al
pie de un a cita de dos versos de u n a tragedia de E squilo perd id a (“E s é te r Z eus,
y Z eus es tie rra , y cielo Z eu s, / Z eu s, sí, es to d o , y lo que aún sobre esto esté ”),
y acaso su referen cia a P lató n “que testim o n ia a favor de H e rac lito ” , si es que alu­
de al pasaje del Cratilo 396 b en q u e se especula con las dos form as del n om bre,
Zéna y D ía en el A c ., q u e en tre las dos estarían diciendo que es por É l p o r el que
vivimos (dià+ zên), o tro caso en q u e el n o m b re d eb e hab lar, que ónom a debe ser
Razón general 125

lógos; y m e tem o q u e esa distracción hacia lo sem ántico haya seguido prim ando
en m uchos de los co m en tad o res del fragm ento.
P ero es de p en sar q u e esa trasposición del n o m b re divino a designación de prin­
cipios de la R ealid ad e ra ya p a ra H eraclito u n a trivialidad, después de las espe­
culaciones científico-teológicas de Ferécides de Siros o de Sam os y de los órficos,
y que aquí sim plem ente da p o r supuesto el significado religioso-científico del nom ­
bre Z eu s y lo utiliza, m ientras que en cam bio lo solo im p o rtan te de la frase es la
sintaxis, p o r la que se dice de lo in teligente que es lo único que “quiere y no quie­
re ” (pero curio sam en te con el o rd en “n a tu ra l” invertido, “no qu iere y q u ie re ”) al
m ism o tiem po que se le llam e con tal n o m b re. “N o q u ie re ” y sin em bargo “quie­
re ” son adem ás térm in o s que tocan al principio m ism o de v o luntad (verbo ethéló,
que suele v aler m ás bien p o r algo com o ‘estar dispuesto a ’, ‘no te n e r inconvenien­
te e n ’, ju n to a su casi-sinónim o boúlom ai, que im plica m ás bien algo com o ‘tener
em peño e n ’, ‘estar en la decisión d e ’, v. en © a n.° 103), que to can — esto es—
al centro m ism o del ser; y p o r o tra p a rte , lo que no quiere y q u iere es que se le
diga o razo n e, légesthai, el verbo de que es nom b re lógos.
N o quiere pués razón q u e se la razone b ajo n o m bre, que se la denom ine: n a­
tu ra lm en te , puesto q u e el n o m b re o idea es la m u erte de la razó n , y e n el m o­
m ento en que se la d en o m in e, así sea con el m ás alto y general de los nom bres
que puedan im aginarse, Z eus sublim ado a principio de to d o ser, D ios, en ese m o­
m ento se la está h aciendo ser lo que no era, se la está haciendo ser, cuando ella,
que es la que hace ser a los seres todos lo que cada uno es, no p u ed e hacerse ser
a sí m ism a, so p en a de que con ello q u ede fija en su conclusión y paralizada en
su actividad lógica y creación de seres: u n a razón razonada ya no es razón que ra ­
zona. Y quiere sin em b arg o , adm ite, acepta, que se la llam e con ese nom bre sumo
o nom bre de los n om bres: m ejo r dicho, es la única a la que se p o d ría dar ese nom ­
bre de Z eus totalizador: pues cu alquier o tra idea a la que el n om bre se aplique,
así sea la de ‘to d o ’, ‘to d as las cosas’ o ‘to ta lid a d ’, resultará siem pre lim itada y cor­
ta respecto a la p reten sió n , ya que siem pre q u ed ará fu e ra de la idea aquello que
la idea: pues Z eus, com o se ve en los versos de E squilo citados p o r C lem ente, no
puede ser sólo to d o , sino tam bién lo que esté p o r encim a o más allá de esto; y así
es com o se aviene a m edias a recibir el nom b re de los nom bres, sea el de Zeus,
o sea tam b ién , p a ra el caso, el de lógos o el de to sophón, que tam bién son nom ­
bres de lo inden o m in ab le. P ero el p u n to está en que no quiere y quiere al mismo
tiem po, y al hacer así lo que ningún ser pued e (pues todo ser ha de q u e re r ser lo
que es, y ta n to m ás d ecididam ente cuanto más de verdad lo sea: firm eza de la vo­
luntad no es o tra cosa que seguridad en la definición), se ap a rta con tal enunciado
de los seres todos (v. n.° an terio r) y se enuncia a sí m ism o com o principio de con­
tradicción, de id en tid ad y d iferencia, razón de ser de las cosas todas.
126 Razón común — Heraclito

O S ΙΛ^ΙΜ ? A U ^ E fo M E líW
/É<*>V Τ0>|.. ^VM<t>É fETAl^ !<*>Vr4l ÓH<>-
Λ Ο ΓΕΕΙΚ ‘ Γ / Α λ ίκ Τ ^ Γ Ο ^ Α Ρ Μ Ο Ν ΙΗ ..
OK<^m TÓ^OV MI AVPH ¿ .

© H ippol. R ef. IX 9 (post n.° 39) : κ α ι ό τι το ύ το ο ύ κ ϊσ α σ ι π ά ν τες ο ύ δ έ όμο-


λογούσ ι, έπ ιμ έμ φ ετα ι ω δέ π ω ς ' «ού .... λύρης» (sequitur n.° 1).
P lat. Sym p. 187 a (loquitur E ryxim achus) : μουσική δ έ κ α ί π α ν τ ί κ α τά δ η λ ο ς τφ
κ α ί σμ ικρόν π ρ ο σ έχ ο ν τι το ν νο ύ ν ό τι κ α τά τα ύ τά έχει το ύ το ις, ώ σ περ ίσω ς κ α ί
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς β ο ύ λετα ι λ έ γ ε ιν τό εν γ ά ρ φ η σ ι δ ια φ ερ ό μ ενο ν α ύ τό α ύ τ φ συμφ έ-
ρ εσ θ α ι, ώ σ περ ά ρ μ ο νία ν τό ξο υ τε κ α ί λύρ α ς, έστι δέ πολλή ά λ ο γ ία α ρ μ ο νία ν φ ά -
ν α ι δ ια φ έ ρ ε σ θ α ι ή έκ δ ια φ ερ ο μ ένω ν έτι ε ίν α ι' ά λλ’ ϊσ ω ς τό δ ε έβούλετο λέγειν,
ό τι έκ δ ια φ ερ ο μ ένω ν π ρ ό τερ ο ν , τού ο ξέο ς κ α ί β α ρ έο ς, έ π ε ιτα ύστερον όμ ολογη-
σ άντω ν γέγο νεν κτλ.
Id. Soph. 242 d : ... « δια φ ερ ό μ ενο ν» γ ά ρ «άεί σ υμ φ έρεται» φ α σ ίν α ί συντονώ -
τερ α ι τώ ν Μ ουσ ώ ν, α ί δέ μ α λα κ ώ τερ α ι τό μέν ά εί τ α ύ θ ’ ού τω ς έχειν έχά λασ α ν
κτλ.
Plut. D e Is. 45, 369 b : ... « π α λίντο νο ς» γ ά ρ «άρμ ονίη κ όσ μ ου, όκ ω σ περ λύρης
κ α ί τόξου» κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν .
Id. D e tranq. an. 15, 473 f : ... « π α λίντρο π ο ς» γ ά ρ «άρμονίη κόσμου, όκ ω σπερ
λύρης κ α ί τό ξο υ » , κ α ί τώ ν ά ν θ ρ ω π ίν ω ν κ α θ α ρ ό ν ο ύδ έν ο ύ δ ’ άμ ιγές, άλλ’ ώ σ περ
έν μ ουσική, κτλ.
Id. D e anim . procr. 27, 1026 b : ζω ή τε το ύ π α ν τό ς έστιν έμφ ρω ν κ α ί α ρ μ ο ν ία
κ α ί λόγος ά γω ν π ε ιθ ο ί μεμιγμένην ά ν ά γ κ η ν , ήν ειμ αρμένην ο ί π ο λ λ ο ί κ α λο ύσ ιν,
’Ε μ π εδ ο κ λ ή ς δέ φ ιλ ία ν όμού κ α ί νείκ ο ς, Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς δέ π α λ ίν τ ρ ο π ο ν άρμ ονίη ν
κόσμου, «όκω σπερ λύρης κ α ί τό ξο υ » , Π α ρ μ εν ίδ η ς δέ φ ώ ς κ α ί σκότος, ’Α ν α ξ α ­
γ ό ρ α ς δέ νο ύ ν κ α ί ά π ε ιρ ία ν .
Sim pl. in Phys. p. 50 a : ... ο ύ τε π ρ ό ς το ύ ς π α ρ ά δ ο ξ α κ α ί ά π ε μ φ α ίν ο ν τα λέγον­
τ α ς ' το ια ύ τ α ι γ ά ρ θ έ σ εις, ώ ς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς έδό κ ει τό ά γ α θ ό ν κ α ί τόν κ α κ ό ν εις
τα ύ τό ν λ έ γ ω ν σ υ ν ιέ ν α ι δ ίκ η ν τόξου κ α ί λ ύ ρ α ς' ο ς κ α ί έδό κ ει θ έσ ιν λέγειν δ ιά
τό ούτω ς ά δ ιο ρ ίσ τω ς φ ά ν α ι.

Cfr. Porphyr. De antro nymph. 29 : καί διά τούτο παλίντονος ή αρμονία, καί τοξεύει διά
τών εναντίων.
Et aliquid fort, exinde resonat Scythinus apud Plut. De Pyth. orac. 17, 402 a : περί. τής
λύρας' «ήν αρμόζεται Ζηνός εύειδής ’Απόλλων, πάσαν άρχήν καί τέλος συλλαβών, εχει
δέ λαμπρόν πλήκτρον ήλίου φάος».
Razón general 127

© ( έ α υ τφ ξ υ μ φ έρ ε τα ι) e Platone in H ippolyti laudationem restituo όμο-


λογέειν H ip p o lyti cod. : ό μ ολογέει M iller, D -K , W endland : ομ ολογεί εν D iels
(«vielleicht». P erpendere oportet q u id illud όμ ολογησ ά ντω ν in Platonis Sym posio
ualeat) : om . M arcovich (σ υμ φ έρ ετα ι cum Zellerio accipiens) π α λ ίν τρ ο π ο ς
H ip p o l., Plut. 473 codd. pier, (et 1026) : π α λ ίν το ν ο ς Plut. 473 codd. al., 369,
P orphyr. P o st άρ μ ο νίη (-ία ν) Plut, κόσμου ter addit τόξου κ α ί
λύρης H ip p o l : τό ξο υ τε κ α ί λ ύ ρ α ς P lat. : λύρ η ς κ α ί τό ξο υ P lu t. ter.

© NO ENTIENDEN CÓMO ES QUE, DIFIRIENDO (CON­


SIGO, SE AVIENE) CONSIGO MISMO A PONERSE DE
ACUERDO: AJUSTE DE CONTRA VUELTA, TAL COMO
DE UN ARCO Y DE UNA LIRA.

© L a cita la da San H ip ó lito , en tre la de n.° 39 y la de n.° 1, en cuyas anota­


ciones pu ed en verse los contextos, intro d u cién d o la con “Y que eso no lo saben
todos ni están tam poco en acuerdo ((e ste hom ologeoítsin parece revelar que ha
en ten d id o , m al seg u ram en te, el hom ologéein com o d ep en d ien te del “no entien­
d e n ”) ) viene a criticarlo así: ‘N o en tien d en ... lira’” ; y es bastan te evidente que
es la única literal q u e del paso ten em o s, esto es, to m ad a de lectura del libro: pues
las dos veces que P lató n lo utiliza y las tres que lo hace P lutarco, por no hablar
de las otras resonancias, tam bién recogidas en © , se ve que lo citan de m em oria
(au n q u e P lu tarco las tre s veces con u n a form a fija, a sab er, aquélla con que en la
m em oria se le q u ed ó fijad a o tal vez en sus tablillas de anotación de frases m e­
m orables); lo que pasa es que el texto de H ipólito está seguram ente corrom pido,
y com o se razona en © , lo que m e ha parecido más verd ad ero y económ ico ha
sido su p o n er un salto p o r haplografía del doble heautói ‘consigo m ism o’ (que en
la cita del B anquete to m a la form a de auto hautôi ‘él consigo m ism o’), lo cual me
ha perm itido rein tro d u cir, a p artir de las dos citas de P lató n , el xym phéretai ‘con­
viene, se av ien e’, que debía estar en el original, haciendo antítesis con el diaphe-
róm enon ‘diferen cián d o se, d isco rd an d o ’ (com o lo introducían tam bién Z eller y
M arcovich, p ero rem p lazan d o al hom ologéei), al m ism o tiem po que m antengo el
hom ologéein de la cita de H ipólito, com o Inf. d ep en d ien te de ese xym phéretai
(com o en P latón Prot. 317 a), que precisa el sentido de ese acuerdo o avenencia
com o ‘ser de igual ra z ó n ’, com o hom ología, con la intencionada resonancia eti­
m ológica (hom o-logo-) que tam bién parece oírse en otros usos de la p alabra (v.
en © a n.° 39).
E n cuan to a la segunda p a rte y m ás llam ativa, con su arco y su lira, que es la
que recoge tam bién P lu tarco y recu erd an Sim plicio y P orfirio, sólo tiene la duda
del A dj. q u e d eb a llevar harm onie ‘a ju ste ’, s ipalintropos ‘de m archa atrás, de con­
tra v u elta’ o si palintonos ‘de co n traten sió n , tenso en sentido inverso (del dispa­
128 Razón común — Heraclito

r o )’; p e ro , com o aquello es lo que da la cita de H ipólito (y los más de los M S S del
D e tranquillitate anim i o D el buen h u m o r) y com o, p o r o tra p a rte , siendo pa l in ­
to nos n o to rio e p íteto hom érico p a ra arcos, tóxa, e n tien d o bien su introm isión en
vez del palíntropos, p e ro al revés n o la en tie n d o , .m antengo el ‘de c o n tra v u e lta ’,
que es pro p io y suficiente p a ra el e n ten d im ien to , con tal de que se piense, m ejo r
que en la en sam b lad u ra de los in stru m en to s, en su función: p ara el arco, las te n ­
siones co n trap u estas de los brazos del a rq u e ro sob re m ástil y sobre cuerda, que
cooperan a un solo efecto , y p a ra la lira, el alejam ien to hacia lo agudo en un sen­
tid o , hacia lo grave en el c o n trario , que viene a d ar, al alcanzar la separación m á­
xim a o de octava, en el unísono p erfecto.
P or lo dem ás el “no e n tie n d e n ” , referid o sin d uda a los hom bres en general,
recu erd a el axynetoi del n." 17 y el 1 (v. © allí), au n q u e m ás de cerca vendría e n ­
lazando con el “de cu an to s h e oído, n in g u n o llega a ta n to com o...” (n.° 40); en
todo caso, es condición precisa, p a ra que las cosas sean com o son, que los h o m ­
b res en general no en tie n d a n de veras la ley de razó n , que diferencia es identidad
(pues, si lo en ten d iesen , serían razón ellos m ism os, y no ellos p o r tan to ); y en efec­
to , de que cum plen esa ley de no e n te n d e r dan ya testim onio los citadores an ti­
guos de esta frase: así P lató n en el Banquete, au n q u e hay que decir que p o n ién ­
dolo en el discurso de E rixím aco, a quien no caracteriza com o especialm ente agu­
do; pero es curioso v er cóm o lo dice: “E n cu an to a la m úsica, tam bién es claro
p a ra cualquiera, p o r poco que p are m ientes en ello, que se en cu en tra en las m is­
m as condiciones que esas artes ((q u e está g o b ern ad a p o r el dios de a m o r)), tal
com o quizá tam b ién H eraclito q uiere razo n arlo (que lo que es por las locuciones
que usa no lo razo n a bien): pues dice q u e lo u n o , discordando ello consigo mis­
m o, (co n sig o ) con cu erd a, com o aju ste de un arco y de u n a lira. P ero es m ucha
sinrazón ( alogía) decir q u e el aju ste o h arm o n ía d iscuerda o que lo es de elem en ­
tos que están disco rd an tes todavía; lo que es que acaso quiso decir lo siguiente,
q ue de elem en to s antes d iscordantes, lo agudo y lo grave, p ero que después se
h an puesto en acu erd o ( h o m o lo g ésá n tó n ) tiene n acim iento” , etc.; au n q u e es ju s­
to añadir tam b ién que esa escap ato ria favorita de asim ilar la contradicción d esa­
rrollándo la “en el tie m p o ” el p ro p io P lató n la corrige en p arte en el conocido paso
del Sofista en que se com para a E m pédocles (“las M usas m ás b landas”) con H e ­
raclito ( “las m ás ten sas”): “Pues ‘d iscordando siem pre co n cu erd a’ dicen las m ás
tensas de am bas M usas, m ientras que las m ás blandas rela jaro n la condición de
que eso sea así siem p re” , etc. E n cu an to a P lu tarco , con ver que en sus tres citas
está añadida la p a la b ra k ó sm o u y que p o r ta n to la cosa qued a referida a la h a r­
m onía del cosm os, ya se percibe lo lejos que se ha desviado en la interp retació n
asim ilatoria o científico-religiosa, y apen as si m erece rec o rd a r el p asaje del D e la
procreación del alma en el Tim eo, que dice así: “ ... y es vida del T odo intelectiva
y harm o n ía y razón q u e tra e con p ersu asió n m ezclada la fuerza de necesidad
( anánkén), a la que llam an los más destino (h eim a rm én ën ), pero Em pédocles am or
a la p ar que re y e rta , y H eraclito ajuste de co n traten sió n del cosm os, com o de lira
y arco, y A n ax ág o ras juicio ( n o ú n ) e in fin itu d ” ; y m ás lejos aún están los versos
de Escítino d o n d e ap arece A polo aju stan d o la lira universal y tañ én d o la con los
rayos del sol (v. a n.° *136). P orfirio en su D e la gruta de las N infas ha jugado no
sin cierta gracia con las p alabras q u e reco rd ab a: “Y p o r eso es de contratensión
Razón general 129

la h arm o n ía y lanza sus flechas p o r m edio de los co n trario s” ; al m enos no se ol­


vida del to d o de q u e se tra ta de u n a cuestión lógica, y algo de ello qued a tam bién
reco rd ad o en el co m en tario de Sim plicio a la Física de A ristó teles, cuando, criti­
cando a H eraclito a cerb am en te p o r enunciar u n a thésis o fórm ula general, en vez
de buenas proposiciones particu lares, m enciona sin em bargo lo del “a m odo de
arco y lira ” en conexión con que dice H eraclito que “lo bueno y lo m alo a una
m ism a cosa co n c u rre n ” , lo cual no d eja de te n e r su p u n ta razonable.
P ero , a p a rte de la fu erza de asim ilación a que la fórm ula h a debido verse so­
m etida e n tre antiguos y m o d ern o s, lo que ella de p o r sí dice está b astan te claro;
p o r un lad o , el su jeto de quien se dice ha de ser to sophón, el m ism o de los frs.
an terio res, lo v e rd a d e ram e n te in teligente o principio lógico, y lo que de ello se
dice es q u e, al co n trad ecirse consigo m ism o (pues en efecto se contradice, p .ej. al
estar d e n tro , in fo rm an d o to d o , y estar fu era de todo: v. n.° 40; al q u erer y no que­
re r llam arse D ios: v. n.° 41), con esa contradicción íntim a suya es com o viene a
concordar consigo m ism o, h asta estar en razón igual (h o m o lo g éein ) con la razón,
e.e. consigo m ism o: n a tu ra lm e n te , puesto que ello es principio de contradicción,
y así la sola m an era q u e tiene de estar concorde consigo es contradecirse consigo
m ism o. P o r o tro lado, el su jeto de lo que se dice p o d ría ser u n o cualquiera (de
los que son cada uno u no y en sum a todos), en cuanto que su id entidad (consigo)
im plica su diferencia (con o tro ) y su diferencia su identidad; p e ro , así com o esto
p u ede decirse de cada u n o en p articu lar, cuando eso m ism o q u iere decirse en ge­
n eral o en abso lu to , esto es, acerca de aquel uno que no es tam poco propiam ente
uno, pu esto que no tien e a su lado o tro , su id en tid ad no p o drá ser o tra cosa que
la diferencia consigo m ism o; y así, la ley de razón, que rige la en tid ad p o r con­
tradicción de cada u no y todos los seres, resu lta, cuando a ella en sí m ism a se la
quiere co n sid erar, co n trad icto ria consigo m ism a: pues, p o r un lado, es algo, eso,
la ley de razó n , lo intelig en te o Z eus o com o se le llam e, y p o r o tro lado, no es
eso, sino bien p o r el contrario .

D -K

ro ocvrι^ουν <ruj¿<jp¿£QV κχι i κ.


Ç Ô v t o ô V K o L Â Â . i < r Z t j V K ot L

Π-oCV Zoc K.Qtt’ í.


130 Razón común — Heraclito

© A rstt. Eth. Nie. V I I I 2, 1155 b : ... κ α ι π ε ρ ί α υ τώ ν το ύ τω ν ά νώ τερ ον έπ ιζη -


τοΰσ ιν κ α ι φ υ σ ικ ώ τερ ο ν, Ε υ ρ ιπ ίδ η ς μέν φ ά σ κ ω ν έρά ν μεν όμ βρου γ α ΐα ν ξηρα ν-
θ ε ΐσ α ν , έράν δέ σεμνόν ο υ ρ α ν ό ν π λη ρ ο ύ μ ενο ν όμ βρου π εσ είν ές γ α ΐα ν , κ α ι
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς τό ά ν τίξ ο υ ν .... γ ίγ ν ε σ θ α ι- έξ εν α ν τία ς δέ το ύ τ ο ις άλλοι τε κ α ί Ε μ ­
π εδ ο κ λ ή ς' τό γ ά ρ ό μ ο ιο ν τού ό μ οιου έφ ίεσ θ α ι.

Cfr. Id. Eth. Eud. locum ad n.° 30 laudatum.


Cfr. etiam textum in libro De mundo laudationi n.° 46 praecedentem. Et Hippocr. De uictu
1 11 (uideas ad n.° 36) et 18 : άρμονίης συντάξιες έκ τών αύτών ούχ αί αύταί, έκ τού οξέος
καί έκ τοϋ βαρέος, όνόματι μέν όμοιων, φθόγγω δέ ούχ όμοιων, τά πλεΐστον διάφορα
μάλιστα συμφέρει, τά δέ έλάχιστον διάφορα ήκιστα συμφέρει κτλ.

© In Hippocratis textu αί αύταί Θ : έαυταί Μ καί έκ Θ : έκ Μ


φθόγγων Θ πλεΐστον ... έλάχιστον Wilamowitz : -α ... -α codd.

© ... que lo a contrapelo concordante, y de los elementos dis­


pares la harmonía más hermosa, y que todas las cosas suceden se­
gún discordia.

© E sto , au n q u e p o r seguir la costum bre lo ed ito con su n ú m ero , no es en v er­


dad ningún frag m en to del libro, sino una conflación fo rm ad a en la m em oria de
A ristóteles con residuos del n.° 42 y o tro s del 44, de m an era que para lo que más
sirve es p ara sugerir u n a sucesión in m ed iata o m uy cercana del n.° 44 con el 42.
Se le trae a colación, bien a d esp ro p ó sito , en la Etica nicornaquea a propósito de
la cuestión trivial de si es la sem ejan za o diferencia lo que ocasiona am or (philía)
en tre los seres: “Y aun acerca de eso m ism o m ás p o r lo alto llevan la cuestión y
más a lo n atu ral ( (physikóteron) ), E uríp id es p o r su p a rte diciendo que ‘de lluvia
siente la reseca tie rra am or / y am or el santo cielo, cuando henchido está / de llu­
via, de caer a tie rra ’, y H eraclito q u e lo a co n trap elo ( ( a ntíxoun, que se refiere
más que n ad a a piezas q u e, al te n e r m uescas o b arbas de sentido co n trario una
con o tra, aju stan bien, térm in o que no aparece en los frs. de H eraclito, aunque
no es im posible que se u sara alguna vez en el lib r o ) )... según discordia; y al con­
trario de ésos, e n tre o tro s, E m pédocles: pues dice que lo igual desea a lo igual” .
M ás ecos del tópico de la h arm o n ía de co n trario s hem os visto en el texto de la
Ética de E u d em o citado al n.° 30, y verem os en la introducción a la cita del n.° 46
en el libro D e m u n d o . Y con un to n o m ás h eraclitano ap arece en el hipocrático
D e la dieta, p .e j. en el paso citado al n.° 36 y en éste otro: “coordinaciones (( syntá-
x e is)), de los m ism os elem en to s, no las m ism as, de lo agudo y de lo grave, iguales
de n o m b re, p e ro de sonido n o iguales, que los m ás d iferentes son los que m ás con­
Razón general 131

ciertan, y los m enos diferen tes los que conciertan m en o s” , e tc .; donde m e parece
que el m e jo r m odo de descifrarlo es refiriéndolo a la escala m usical (aunque el
ajuste o h arm o n ía no d eb e referirse al acorde sinfónico o sim ultáneo, poco e je r­
citado e n tre los antiguos, sino al sucesivo o sim plem ente m elódico, p o r más que
sea bien sabido que las consonancias o disonancias en la línea m elódica son las
m ism as que en la unió n sinfónica), en la cual las dos notas m áxim am ente diferen­
tes, am bas del m ism o n o m b re, p ero no de igual sonido, una aguda y o tra grave,
es decir sep arad as u n a o ctava, son las que m ejo r co nciertan, en tan to que las m í­
nim am en te sep arad as, p .e j. a m enos de to n o o de sem itono, son las que concier­
tan m ás difícilm ente.

80 D -K 44
ÍAÉ(e|IY δε) ΧΡΗ T¿K FÓAEMOtf É-WflÁ
h 4 m k / i AÍRHK EhN IU I ΓΙΓΑΤΦ-
ME/YA PÁNT4 ΚΛΓ epiií k4 xfw m em .

© O rig. C. Cels. V I 42 : εΐΐΡ έξης το ύ το ις, βουλόμενος τά α ιν ίγ μ α τα , ών οΐε-


τα ι π α ρ α κ η κ ο ό τα ς η μ ά ς, τά π ε ρ ί του Σ α τα ν ά είσ ά γειν, φ ησι θ ε ιό ν τ ιν α πόλεμον
α ίν ίττε σ θ α ι το υ ς π α λ α ιο ύ ς , Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν μέν λέγο ντα ώ δε «εΐ δέ χρή .... χρεώ -
μενα», Φ ερ εκύδη ν δέ π ο λ λ φ ά ρ χα ιό τερ ο ν γενόμ ενον Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ μ υ θ ο π ο ιεϊν
σ τρ α τεία ν σ τρ α τεία π α ρ α τα ττο μ ένη ν κ α ί τή ς μέν ή γεμ ό να Κ ρ όνον δ ιδ ό ν α ι, τής
έτέρα ς δ ’ Ό φ ιο ν έ α κτλ.
Philod. D e piet. 57a, 1 : [γινόμενα] κ α τ’ ε[ριν π ά ν τ α καί] χρεώ μ [ενά φ]ησιν
Ή ρ [ά κ λ ειτο ς].

Cfr. Plut. De soli. anim. 7, 964 c : ... Εμπεδοκλής καί Η ράκλειτος .... πολλάκις όδυρό-
μενοι καί λοιδοροϋντες τήν φύσιν, ώς ανάγκην καί πόλεμον οΰσαν, αμιγές δέ μηδέν μηδ’
ειλικρινές εχουσαν κτλ.

© ίδ έειν δέ haplographia resoluta (ώ δ ειδ έεινδ έ) scribo : εί δέ cod. : εΐδένα ι


S chleierm acher, M arcovich, K ahn, K o etsch er : ε ΐδ έν α ι δέ D iels έριν
132 Razón común — Heraclito

Schleierm acher : έρείν cod. χρ εώ μ ενα cod. : χρ εώ ν D iels, edd. : κ α τα χ-


ρεώ μενα S chuster : κ ρ ινό μ εν α B yw ater : φ θ ε ιρ ό μ ε ν α M ullach : χω ρ εόμ ενα G un-
derm an n , K oetscher.

A d Origenis textum: τ ο ύ τ ο ι ς ( έ κ τ ί θ ε σ θ α ι ) et ( ά π ο ) δ ι δ ό ν α ι edd.


In Philodemi textu litteras deperditas ita restituo: [ γ ί ν ε σ θ α ι ] κ α τ ’ ε [ ρ ι ν κ α ί κ α τ ά ] χ ρ ε ώ ν [ π ά ν ­
τ α φ ] η σ ί ν Ή ρ [ ά κ λ ε ι τ ο ς ] P h i l i p p s o n Hermes LV, edd. (pro κ α τ ’ D i e l s π α ρ ’ olim legebat).

© PERO SE DEBE VER LA GUERRA CÓMO ES CO­


MÚN, Y JUSTICIA CONTIENDA, Y CÓMO SEGÚN CON,
TIENDA SE PRODUCEN TODAS LAS COSAS Y SE VALEN
(unas de otras).

© D ebem os el frag m en to a O rígenes, que en su Contra Celso lo introduce así:


“Y luego a seguido de eso, q u erien d o tra e r a cu en to los acertijos aquellos acerca
de S atanás, de los que cree que ten em o s noso tro s alguna torcida noticia, dice que
a una cierta g u erra divina se h an referid o p o r acertijo los antiguos, H eraclito di­
ciendo así ‘P ero se d eb e ... se v a le n ’, y que F erécides, que fue m ucho m ás antiguo
que H eraclito , co n tab a la leyenda de un ejército e n fre n tad o con un ejército , y que
daba por caudillo del u no a C ro n o y del o tro a O fio n eo ” , etc. A d em ás, de los res­
tos de rollos incinerados de la biblioteca de H ercu lan o , en los cuales las obras del
epicúreo Filodem o de G ád a ra (s. I ante) ocupan u n a p arte im p o rtan te, los vestigios
de letras de un p a r de líneas de su tra ta d o Sobre la veneración de los dioses p a re ­
cen con b astan te certid u m b re co rresp o n d er a u n a cita de H eraclito que sería, con
una ligera v arian te de o rd en de p alab ras, si vale mi restitución (v. en © y © ) , la
últim a p arte del fr. que da O rígenes. L a alusión q u e aparece en el tratadillo Cuá­
les de los anim ales son m ás inteligentes de P lutarco (“ ... E m pédocles y H eraclito
. . . a m enudo d ep lo ran d o y m aldiciendo la realid ad , en cu an to siendo fuerza de
necesidad y g u erra y no ten ien d o en sí n ad a p u ro de m ezcla ni acrisolado” , etc.)
lo m ism o p u ede ser residuo de este paso que del siguiente.
Ello es que en co n tram o s aquí a la razón llam ándose a sí m ism a con nom bre
de ‘g u erra ’ (de que es ella m ism a da b u en a inform ación, p o r si hacía falta, el p re ­
dicado xyn ó n ‘c o m ú n ’, que en los n .os 2 y 3 hem os visto aplicarse a lógos y a tó
phronéein ‘el p e n sa r’: v. en © a esos frs.), al m ism o tiem po que se form ula cóm o
justicia dike (que en los usos griegos pasa de los valores pro p iam en te judiciales a
referirse a hechos de equilibrio y com pensación en los hechos físicos) es en verdad
éris ‘c o n tien d a’ o ‘p o rfía ’ (recu érd ese su división en m ala y b u en a porfía o com ­
petición en el com ienzo de los Trabajos de H esío d o ) y cóm o es según esa ley de
contienda o com petición com o se d esarro llan los hechos todos y se usan m u tu a ­
m ente (según la in terp retació n que hago del chreómena, algo difícil p o r cierto,
pero siem pre p referib le a alterarlo , com o suele hacerse, en chreón, p a ra que diga
“y según n ecesid ad ”): es decir, que se en uncia claram ente la razón en cuanto gue­
Razón general 133

rra o principio de co n tradicción com o siendo com ún a todos y todas las cosas, y
especialm ente se hace v er que lo que se llam a justicia no es m ás que p leito, esto
es, que el ap a re n te equilibrio de unas cosas fre n te a o tras no consiste en m ás que
en su m u tu a co n trap o sició n , in com patibilidad, rivalidad p o r u n m ism o sitio (que
dos no p u e d e n o cu p ar al tiem p o ), y que es, en fin, ese principio de contradicción
el que rige los proceso s de las cosas to d as, p o r los q u e viene cada u n a a ser lo
que es y p o r los q u e se tran sfo rm an unas en otras y llegan a ser lo que no eran;
que es tam b ién la m a n e ra en q u e, según el difícil chreómena, se sirven u n a de otra,
en cuanto que es el h echo de que B no sea A lo que le perm ite a A ser A (y no B ).
T o d o lo cual, según la restitu ció n que hago del com ienzo del fragm ento, como
algo que se d eb e (diré) p ercibir (con el Inf. jon io idéein ‘ver’, m ás justificable fi­
lológicam ente q u e la c o n je tu ra h ab itu al eidénai ‘sa b e r’; pero la diferencia no toca
m ucho al sen tid o , salvo que ese ‘v e r’, equivalente de ‘p a ra r m ientes e n ’ o ‘en ten ­
d e r’, alude al golpe de vista o d escubrim iento, m e jo r que no el ‘sa b er’, que, al
valer p o r ‘te n e r v isto ’, p o d ría im plicar un ‘te n e r sab id o ’, ‘h ab erse hecho una idea
de ello ’, q u e no es ciertam en te lo que razón pide) y q u e, si se d eb e , es ju stam en te
p o rq u e está d eb id o , p o rq u e no es lo que les pasa a los hom bres en general, que
p o r el con trario se creen que la justicia es lo con trario (y final o resolución) de la
con tien d a y que la “coexistencia pacífica” de los contrarios es verd ad eram en te una
paz, sin v islum brar la g u e rra que en verd ad es esa paz, aunque sólo sea p o r el h e­
cho de que (saltando al siguiente nivel lógico) ‘p az’ no tiene m ás significado que
el que le da su co ntraposición con ‘g u e rra ’. P o r lo dem ás, la aparición de lógos
com o principio de contradicción ya nos ha hecho discurrir en © a los frs. an te­
riores, y con n o m b re de g u erra vuelve a ap arecer en el siguiente, y p ro b ablem en­
te inm ediato o m uy cercano en la ordenación del libro.

53 D -K 45
Ρ<>ΛΕΜΟ$ ΡΛΚ T<¿N ME Y ΓΆΤ Hf
P ÍN T E N AÈ ' M 'i T O Y Í MfK

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T O V j MÉtt AOVAOYf ÉP^ÍH^E f P>Y^
AÈ £AEV^£?OY<>.
134 Razón común — Heraclito

0 H ippol. R ef. IX 9, 4 (post n.° 85) : ό τι δέ έσ τιν ό π α τή ρ π ά ν τω ν τώ ν γ εγ ο ­


νό τω ν γενη τό ς ά γένη το ς, κ τίσ ις δη μ ιο υ ρ γό ς, εκείνου λ εγο ν το ς ά κ ο ύ ο μ ε ν « π ό­
λεμος .... ελευ θέρους». ό τι δέ έσ τιν άρ μ ο νίη ό κ ω ς π ερ τό ξο υ κ α ι λύρης. ό τι δέ
(sequitur n.° 36).
C hrysipp. ap u d Philod. D e p iet., p. 81, 21 : έν δέ τώ τ ρ ίτ φ (scii. Π ε ρ ί φ ύσεω ς
Χ ρ ύ σ ιπ π ο ς λ έγει) τό ν κ όσ μον ένα τώ ν φ ρ ο νίμ ω ν, σ υμ πολιτευόμ ενον θ ε ο ίς κ α ι
ά ν θ ρ ώ π ο ις, κ α ι το ν π ό λεμ ο ν κ α ί τό ν Δ ία τό ν α ύ τό ν ε ίν α ι, κ α θ ά π ε ρ κ α ί τον
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν λέγειν.
P ro d , in Tim. 24 e : κ α ί εί ό γ εν ν α ίο ς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς εις τα ύ τη ν ά π ιδ ώ ν έλεγε « π ό ­
λεμος π α τή ρ π ά ν τω ν » , ο ύ δ ’ ο ύ το ς ά τ ό π ω ς έλεγεν.
Id. ib. 20 d : ο ί δέ γ εγ ο ν έ ν α ι μέν τα ύ τα το ύ το ν τό ν τρ ό π ο ν ο ύ κ ά π ο γ ιγ νώ σ κ ο υ σ ι,
π α ρ α λ α μ β ά ν εσ θ α ι δέ νύ ν ώ ς εικ ό ν α ς τώ ν έν τώ π α ν τ ί π ρ ο ο υ σ ώ ν έ ν α ν τιώ σ ε ω ν
π όλεμ ον γά ρ είν α ι το ν π ά ν τω ν π α τ έρ α κ α τά τό ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν .
P lut. D e Is. 48, 370 c : ... Ε λ λ ή ν ω ν .... έκ δ ’ ’Α φ ρ ο δ ίτη ς κ α ί ’Ά ρ ε ο ς 'Α ρ μ ο νία ν
γ εγ ο νένα ι μ υθ ο λ ο γο ύ ντω ν .... σ κ ό π ει δέ το ύ ς φ ιλ ο σ ό φ ο υ ς ά ν δ ρ α ς το ύ το ις
συμφερομένους" Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς μέν γ ά ρ ά ν τικ ρ υ ς π ό λεμ ον ο νο μ ά ζει π α τέρ α κ α ί
β ασ ιλέα κ α ί κ ύ ρ ιο ν π ά ν τω ν .

Sine Heracliti mentione Lucian. Qiiom. hist, conscr. 2 : ... καί ώς έοικεν, αληθές άρ’ ήν
εκείνο τό «πόλεμος απάντων πατήρ», ε’ί γε καί συγγραφέας τοσούτους άνέφυσεν ύπό μια
τή όρμή. Et Id. Icaromen. 8 : ετερος δέ τις ούκ ειρηνικός άνήρ πόλεμον τών όλων πατέρα
εΐναι έδόξαζεν.

0 A d Hippolyti textum: ό (πόλεμος) Miller primo γενητός Bernays, Buns. :


γενητών cod. άκούωμεν Miller primo, Bernays.
A d Plutarchi: μυθολογούντων Bernays : -οϋνται codd.

D e P hilodem o : E rat fo rt, in Heracliti libro (cfr. n.° 129)

<&V T<><- Ρ<>ΛΕΗΟ} MI -‘\£V<- .

© GUERRA DE TODOS ES PADRE, DE TODOS REY, Y


A LOS UNOS LOS SEÑALÓ DIOSES, A LOS OTROS HOM­
BRES, A LOS UNOS LOS HIZO ESCLAVOS, A LOS OTROS
LIBRES.

© La cita ap a re c e, con envidiable lim pieza de dudas textuales (y com o buen a


m uestra, p o r ta n to , de sintaxis h eraclitan a), en la R efutación de San H ipólito, e n ­
Razón general 135

tre la del n.° 85 y, tra s u n a intrig an te repetición del final del n.° 42, la del n.° 36,
p reced id a de esto: “Y q u e es el p ad re de todas las cosas nacidas” (según una vieja
co n jetu ra aten d ib le, “Y q u e es la (g u e rra ) p ad re d e ...”) “génito ingénito, crea­
ción c read o r, le oím os a aquél diciéndolo: ‘G u e rra ... libres” ’. P o r o tro lado, en
u na p a rte co n servada del D e pietate de F ilodem o (cfr. al n.° 44) se encuentra una
cita de C risipo estoico al te n o r siguiente: “Y en el (lib ro ) te rce ro (d e l Sobre el
ser de las cosas d ice) q u e el m u n d o es uno solo el de los seres intelectivos, re p ú ­
blica ju n ta m e n te de dioses y de ho m b res, y que la g u erra y Z e u s son el m ism o,
tal com o dice q u e tam b ién H eraclito d iscu rre” ; d o n de h ab ría algún m otivo p a ra
su p oner en la m em o ria del estoico resto de u n a frase distinta del libro en que ex­
plícitam ente se d ije ra que G u e rra y Z eus son el m ism o (H Ô U T Ô S P Ó L E M O S
K A Î Z E Ú S , tal com o en n.° 129 se dice “E l m ism o H ad es y D io n iso ”), aunque
tal vez sea m ás p ru d e n te p e n sa r que se tra ta de u n a form ulación de C risipo, d e ­
ducida de la co nsideración c o n ju n ta del n.° 41 y de éste, en que a P olem os se le
da el trata m ie n to patér p ro p io de Z eus. U n a cita parcial del paso se hace tam bién
p o r dos veces en el co m en tario de Proclo al Timeo, directa en un lugar (“Y si es
que el no b le H eraclito m iran d o hacia eso m ism o decía lo de ‘G u e rra p ad re de to ­
dos’, tam p o co ése decía n ad a a b su rd o ”), indirecta en otro: “Y otros hay que el
que esas cosas se hay an prod u cid o de tal m odo no lo rechazan, sólo que (d icen )
que se las recibe a h o ra p o r tradición com o im ágenes de las contradicciones ( enan-
tióseis) que h u b o antes en el tod o : pues dicen que g u erra es el p ad re de todas las
cosas, según H e ra c lito ” . T am bién en el D e Isis y Osiris de P lutarco hay una refe­
rencia al paso: “ ... h ab ien d o los helenos ... sacado la leyenda d e que de A frodita
y de A res es nacida H arm o n ía ... P ero m ira a los h o m bres de ciencia concordando
con eso: pues H eraclito d erech am en te a g u erra la n o m bra p ad re y rey y señor
(.k y rio n ) de to d as las cosas” . E cos, en fin, hay de la sentencia en L uciano, uno
en el C óm o se escribe la Historia, haciendo un razo n able chiste, al co m entar cóm o
las recientes guerras h an prom ovido una tu rb a de h isto riad o res, “y, a lo que p a ­
rece, resulta que e ra verdad aquello de ‘G u e rra p a d re de to d o s’, en vista de que
de un solo im pulso ha criado tan to s h isto riad o res” , o tro en el Icarom enipo: “P ero
no sé qué o tro , v arón n ad a de paz, opinaba que g u erra es p a d re del conjunto de
to d o s” (hólón en vez de pántón).
P o r lo d em ás, lo q ue el paso dice es tan claro y preciso, que b astará con p a ­
rarse aquí a percibir el valor ju sto de los térm inos em pleados: P ólem os ‘gu erra’
es, p o r un lado, patér, com o Z eus patèr andrón te theón te ‘p ad re de hom bres y
dioses’ (v. m ás a rrib a ), lo cual, sin excluir la p a te rn id a d n atu ra l (lo natu ral que
sirve com o justificación de lo social o in m ed iatam en te real), a lo que prim aria­
m ente alude es a la función de jefe o regidor (de la fam ilia o de la G ran Fam ilia);
y es, p o r o tro lado, basileús ‘re y ’, p ero con preem in encia e n tre sus funciones de
la de ad m in istrad o r de la justicia (com o varios em pleos del térm ino en diversas
gobernaciones helénicas d em u estran ), y son esas funciones, de regidor y de ju ez,
las que a la g u erra, q u e es la lógica co n trad icto ria, se le atribuyen con razón, en
cuanto que es ella la q u e establece y m an tien e la ordenación de las cosas de la
realidad (y e n tre ellas los hom bres de la sociedad) en géneros y clases, en que,
con la con tradicción deb id a, cada u no es irred u ctib lem en te d iferen te de cualquie­
ra o tro y al m ism o tiem p o el m ism o que los dem ás, en cuanto ejem p lar de la mis-
136 Razón común — Heraclito

m a clase o g én ero ; y asim ism o hace justicia e n tre las cosas (hom bres incluidos),
en cuanto q u e d eterm in a cuáles son las p ro p ied ad es de cada u n a, p e ro tam bién,
con la contradicción d eb id a, las p ro p ied ad es de cada clase y g énero, que son tam ­
b ién casos de cosas, y a decir v e rd a d , las p rim eras en cuanto a determ inación de
su ser p ro p io y definición, de las cuales las individuales no p u ed e n ser sino forza­
das im itaciones.
P ero estas actividades de P a d re y R ey se h acen m ás explícitas en los ejem plos
que siguen en el frag m en to , según u no de los cuales “a los unos los h a designado
(pero ju stam en te édeixe, h a señalad o o n o m b rad o a d ed o , com o P ad re o R ey, p o r
acto inm ed iato de arb itrio so b eran o ) dioses, a los o tros h o m b re s” , es decir, que
ha establecido la m ás alta división de clases e n tre los seres p hrónim oi, inteligentes
(ni que decir tien e q u e las sucesivas divisiones, com o ‘ho m b res / m u je res’, ‘dio­
ses /d io s a s ’, ‘niños / ad u lto s’, ‘viejos / jó v e n e s’, e tc ., están hechas p o r acto del m is­
m o d ed o ), y según el segundo ejem p lo , “a unos los ha hecho (epoiêse, que bien
ha querid o ahí razó n m arcar la id en tid ad e n tre la designación arb itraria y la p ro ­
ducción m aterial) esclavos, a los o tro s lib res” , es decir, que ha establecido la p rin ­
cipal división de clases sociales, de las que o tras sucesivas, com o ‘patricios / p le­
beyos’, ‘burgueses / p ro le ta rio s’, ‘funcionarios / m arg in ad o s’, etc ., es evidente que
son m eros desarrollos del m ism o acto de creación.
U n a cosa, sin em b arg o , conviene ad v ertir an te situaciones com o ésta, en que
lógos o razón to m a n o m b re de guerra: pues el decirse que eso es sim plem ente un
uso figurado o p o r m e tá fo ra del n o m b re p u ed e d escarriar del entendim iento: si la
razón o lógica q u e establece y o rd e n a la realid ad sem ántica, haciendo que cada
uno sea el que es p o r ser o tro que los dem ás y a la vez uno de un co n junto gracias
a ser el m ism o que los o tro s, con el resto de la tax o n om ía y ordenación jerárq u ica
que ello co m p o rta, si tal razón p u e d e , p o r m etá fo ra , llam arse tran q u ilam en te gue­
rra , es en virtud de q u e los choques llam ados m ateriales en tre las cosas, incluidas
las guerras de los ho m b res, son a su vez m etáfo ra de aquellos procesos lógicos: y
ciertam en te no son las guerras o tra cosa q u e operaciones lógicas diversas de d e ­
term inación p o r d ep en d en cia y de definición de id en tid ad , esto es, de estableci­
m iento y salvaguarda de fro n teras en tre en tid ad es que, p a ra ser cada una lo que
es y todas en co n ju n to to d as, necesitan d iferenciarse m u tu am en te, determ inarse
una p o r o tra p o r regulación de la m u tu a d ep en d en cia, q u e d ar unas com prendidas
den tro de o tras según b u e n a o rd en ació n je rá rq u ic a, o cupar cada cual el puesto
que en el co n ju n to le co rresp o n d e, y en la prosecución sucesiva del proceso, asi­
m ilar cada u n a a otras o d ejarse asim ilar p o r o tra , p ara , con la transform ación,
asegurarse de o bien seguir siendo la m ism a o bien d esaparecer.
Razón general 137

10 D -K 4 6

^VNAAAÁ^IE>, OVAA KAl O VXI ΟΥΛΑ*


¿ Y Κ Ψ Ε Ρ Ω Μ Ε Ν Ο Ν Α Ι Λ Ο Ε P O H E N O H ,¿ Y t f -

/41ΔΟΝ Δ ΙΑ ΙΛ Ο Ν , RAÍ ÈK. P A K T ^ N ÊW,


KAI EN¿<> PÁ N T A .

© [A rstt.] D e m u n d o 5, 396 b : ίσ ω ς δέ τώ ν ένα ντίω ν ή φ ύ σ ις γλ ίχετα ι κ α ι


έκ το ύ τω ν α π ο τελ εί τό σ ύμ φ ω νο ν, ούκ έκ τώ ν ό μ ο ιω ν .... τα ύ τό δέ το ύ το ήν κ α ί
τό π α ρ ά τώ σ κ ο τεινώ λεγόμ ενον Ή ρ α κ λ ε ίτω ' « σ υνά ψ ιες .... π ά ντα » . E t apud
Stob. Eel. I p. 269, 25-270, 17. E t in libri D e m u n d o editione L o rim er Syriacam
quoque uersionem conferre licet.
A pul. D e m u n d o 19-20 : ... et, u t res est, co n trario rum im pete n atu ra flectitur e t
ex dissonis fit unus idem que co n cen tu s....... H oc H eraclitus sen ten tiaru m suarum
nubilis ad hunc (o rs u s ) m odum est: « σ υ νλ α τιψ ιδ ις .... π ά ν τα » . Sic totius m undi
sub in stan tia initio ru m in ter se im pares conuentus p ari nec discordante consensu
n a tu ra uelu t m usicam tem p erau it; nam que um idis arid a et glacialibus flam m ida,
uelocibus pigra, directis obliqua confundit unum que ex om nibus et ex uno om nia,
iuxta H eraclitu m , constituit.

C fr. H i p p o c r . D e n u trim . 4 0 : τ ό σ ύ μ φ ω ν ο ν δ ι ά φ ω ν ο ν , τ ό δ ι ά φ ω ν ο ν σ ύ μ φ ω ν ο ν .

© σ υ να λλά ξιες scribo duplicem lectionem antiquam uestigatus : σ υ ν λ α τιψ ιδ ις


uel σ υ νλα τιψ ια ις uel σ υ ν α τιψ ια ις A pulei codd. uel sim ile ex exem plis his quae ab
editione P. T hom as sum o:
Ο Υ Ν Λ Α Π Ψ ΙΑ ΙΟ Ο Λ Α Κ Α ΙΟ Τ Χ Ο Λ Α Ψ ΙΝ
Φ ΙρΜ εΝ Ο Ν Α ΙΑ Φ εΙρ εΜ εΝ Ο Ν Ο Υ Ν Α Λ Ο Ν Α ΙΑ Λ Ο Ν Α ΙΚ εΓ Α Ν Γ ω Ν
εΝ Κ Α ΙεΖ εΝ Ο Ο εΙΓΑ Ν Γ Α Υ B Ο Υ Ν Λ Τ ΙΨ ΙαΙΟ Ο Λ αΚ αΙΟ Τ Χ Ο α αΨ
ΙΝ Φ ΙρΜ εΝ Ο Ν αΙαΙεΙρεΜ εΝ Ο Ν Ο Υ Ν Δ Δ Ο Ν Λ ΙαΛ Ο Ν Λ ΙΚ εΓ αΝ Γ ί^Ο Ν
εΝ Κ Δ ΙεΖ εΝ Ο Ο εΙΓ αΝ ίαΥ V
(fuit nim iru m q u o n d a m duplex lectio ad hunc m o d u m inserta: cr u \> s> t^L è $
ubi postea nota $ uelut τι, nota 1 autem uelut δ lectae sunt) : σ υ ν ά ψ ιες [A rstt.]
codd. plerique : συλνλ α ψ ιες ed. Lips. : σ υ λλ ά ψ ιες L o rim er, H offm ann, M arco­
vich, B ollack-W ism ann, K ahn ούλα κ α ί ο ύ χ ί ο ύ λα [A rstt.] codd. plerique
(ούλα aliquoties, όλου ... όλου P; at ο ύ λα utique est Io nicum p ro όλα : male «ver-
derbliches» D -K ) : ό λα κ α ί ο ύ χ όλα [A rstt.] Ρ, S to b ., A pul. P ost συμφε-
ρόμενον addunt κ α ί [A rstt.] codd. plerique κ α ί ante έκ om . [A rstt] codd.
aliquot, Stob.
138 Razón común — Heraclito

In Apulei textum: impete scribo : per se codd., edd. nubilis scribo (scilicet ad illud
σκοτεινφ attinens) : mobilis codd. : nodulis Kroll : modulis Seal. (orsus) suppleo :
est (elocutus) Thom. sub instantia scribo : suo instantia codd. con­
fundit codd. : confudit edd.

© CORRELACIONES, NOCIONES ENTERAS Y A LA


VEZ NO ENTERAS: ‘COINCIDENTE’/‘DIFERENTE’, ‘CON-
SONANTE’/‘DISONANTE’, Y LO MISMO ‘DE TODAS LAS
COSAS, UNA SOLA’ QUE TAMBIÉN ‘DE UNA SOLA, TO­
DAS LAS COSAS’.

© Lo cita la o b ra del corpus aristotélico Sobre el universo, que suelen atribuir


al s. I post, y q u e gozó de m ucho favor, com o lo p ru e b a n , ap a rte de sus n u m e ro ­
sos M SS, u n a versión siriaca que nos ha llegado y u n a latin a de A puleyo, D e m u n ­
do; el pasaje aparece tam b ién , tal vez a p a rtir de ahí, incluido en las Eclogae de
E stobeo. Q u e el a u to r lo h ab ía en ten d id o no m ás de un m odo superficial, a lo se­
m ántico y cosm ológico, lo m u estra la m an era en q ue lo introduce: “P ero quizá
son los contrarios lo que ap etece la R ealid ad y a p artir de ellos lleva a cabo lo
co n cordan te, no a p a rtir de los iguales. (S iguen unos tópicos acerca de la unión
de fem enino y m asculino, de la com binación de colores y sonidos en la p in tu ra y
en la m úsica, y de la de vocales y consonantes en la g ram átic a.) Y eso m ism o era
tam bién lo q u e en el te n e b ro so H eraclito se razonaba: ‘uniones ... todas las co­
sas’” ; lo m ism o en la versión de A puleyo: “Y , de h echo, a im pulso de contrarios
se rige la R ealid ad y a p a rtir de elem en to s disonantes se hace una sola y m ism a
consonancia. (S iguen m ás o m enos los m ism os tó p ic o s.) E sto es lo que H eraclito
en las nebulosidades de sus sentencias se puso a decir del siguiente m odo: ‘C o rre­
laciones ... to d as las cosas’. A sí, a la in m in en te instauración del m undo en tero ,
los encuen tro s desiguales de los principios en u n igual y no discordante consenso
los tem peró N a tu ra com o u n a m úsica; pues con los húm edos los secos y con los
glaciales los tó rrid o s, con los veloces los len to s, con los derechos los desviados,
los entrem ezcla, y u n a sola cosa a p a rtir de to d as y de una sola todas las cosas,
siguiendo a H eraclito , co n stitu y e” . N o m en g u arían estas consabidas pedanterías
n u estro agrad ecim ien to p o r la transm isión literal del p aso, si no fu era que hay al­
gunas perp lejid ad es en esa transm isión, que no nos d e ja n leerlo con e n te ra tra n ­
quilidad, y en especial la q u e to ca a la p alab ra q u e lo encabeza: suelen los e d ito ­
res adm itir el térm in o synápsies que dan los M S S del Peri kó sm ou, térm ino b as­
ta n te usual en A ristó teles y P lató n , y q u e no significa m ás que algo com o ‘u n io ­
n e s’; pero a p a rtir de las form as incom prensibles q ue exhiben los de A puleyo (y
p a ra otro tran ce sem ejan te v. n.° 83), m ás algún o tro residuo en la tradición, me
parece descu b rir o tra lección antigua, q u e d eb ió de verse rem plazada p o r ésa, y
que debe de ser synalláxies, el n o m b re verbal de synallássó ‘p o n er en relació n ’ y
Razón general 139

‘relacionarse c o n ’, dicho p .e j. de los trato s de negocios y de los am orosos, y que


aunque no aparece h a sta las L eyes de P lató n (el v erb o , desde E squilo y Tucídi-
des), estim o que b ien p u e d e ser la fo rm a originaria, tal vez invento de H eraclito
p ara este uso, p o r ello m al com prensible p a ra los p o steriores; p e ro p u ed e que se
oculte o tra fo rm a to d av ía m ás incom p ren d id a y ra ra b a jo esta doble tradición del
texto.
E n tod o caso, el significado q u e le atribuyo a esa p ala b ra, que es com o tem a
o título de la frase, es el de u n térm in o de lógica que la Lógica aquí naciente en
el libro de H eraclito h u b iera tra ta d o de p o n e r en uso p a ra indicar cosas sem ejan­
tes a los m o d ern o s d e ‘relació n ’, to m ad o en su valor m ás general y m ás preciso,
o de ‘oposición d ialéctica’, esto es, aquello que en esta Lógica tendría que refe­
rirse a los casos de contradicción en que la co ntraposición e n tre los dos térm inos
de la relación establece la en tid ad (o definición im plícita, p o r m edio de negación)
de cada uno de am bos, de m a n e ra que el ser de cada uno de los dos está en el
o tro , y p o r en d e, siendo ap a re n te m en te la relación e n tre dos térm inos, como por
o tro lado cada u no sin el o tro no es ninguno, se cum ple exactam ente que la sola
en tid ad (y unidad) v e rd a d e ra es la relación m ism a, to m ad a to d a de u n a vez. A
eso debió p arecerle a H eraclito que sonaba ad ecu ad am en te una p alabra com o ésa,
que, ap a rte de te n e r uso co rrien te p a ra indicar los enfren tam ien to s, que son au-
nam ientos, de las relaciones sociales, en cerrab a en sí, bien visibles, el térm ino
alio- ‘o tro ’ y el térm in o syn- ‘co n ’, ‘a la p a r’, ‘ju n ta m e n te ’. P o r lo m ism o he prefe­
rido tam bién e n te n d e r el texto p u n tu ad o de la m an era que en © se ve (que a al­
gunos p o d rá p arecer h a rto sutil, p ero que no estim o im propia de la sintaxis h era­
clitana, donde razón ten ía que arreglarse casi sólo con los recursos de la yuxtapo­
sición y la coordinación p ara revelar conexiones que u n a sintaxis más hipotáctica
y desarrollada tra ta , no sin em brollo frecu en te, de rep roducir con m edios más ex­
plícitos y variad o s), según la cual la p a re ja que in m ed iatam en te sigue, pero con
unión p o r kai ‘y ta m b ié n ’ de sus dos térm in o s, oída kai ouchí oída, no es todavía
directam en te un ejem p lo de syrtállaxis ‘correlació n ’, sino que avisa previam ente
de algo que atañ e al e sta tu to lógico de las correlaciones, a sab er que se trata de
cosas que son, p o r un lado, en teras o enterizas (n eu tro pl. oúla, equivalente de
át. hola ‘totales, e n te ro s’, p ero con p referencia p o r co nnotaciones del tipo de ‘con­
tin u o ’ o ‘m acizo’), y q u e, p o r o tro lado, no son tales: n atu ralm en te, puesto que
la relación, e.e. contradicción, de uno con o tro es el único ser e n te ro y verdadero
(y com pleto, en ta n to no én tre a su vez en relación con o tra relación, hechas cosa
una y o tra ), p e ro , p o r o tro lado, la condición de presentación sucesiva de uno y
otro de sus térm inos (ya se yuxtapongan en el en unciado, ya tam bién se coordi­
nen, p o r ‘y ’ u ‘o ’) es evid en te a la audición de su fórm ula, y es p o r ende inevitable
que la relación, al m ism o tiem po que en teriza, esté disgregada en sus dos térm i­
nos y carezca de esa integridad.
V ienen después los ejem plos de esas correlaciones: en prim er lugar, sym pho-
ron / diáphoron y synâidon / diâidon, form ulados am bos por m edio de la contra­
posición de los prefijo s syn- y dia-, que se sienten d otados de sentidos bastante
taxativam ente opuesto s uno a o tro , com o siendo negación del o tro cada sentido,
dia- con el sentido de la separación, divergencia, d iferencia, y del ‘cada uno por
su lad o ’, syn- con el sentido de la convergencia, coincidencia, co n juntam iento, y
140 Razón común — Heraclito

de ‘am bos a la u n a ’ (las raíces sem ánticas a las que se ad h ieren son, en la co rre­
lación prim era, la m uy g enérica -pher-, de m a n e ra q u e la p a re ja sugiere, espacial­
m en te, algo com o ‘convergente / d iv erg en te’, y en espacio lógico, algo com o ‘coin­
cidente / d ife re n te ’, y la raíz, del len g u aje técnico m usical, -aeid- ‘c a n ta r’, con la
cual resu lta algo com o ‘uníso n o / d íso n o ’; p ero lo esencial del juego lógico está
en el de los p refijo s); y se cierra la serie de ejem plos con un p a r de pares de o tra
estru ctu ra lógica, p u esto q u e se tra ta de dos p redicaciones co n trapuestas con m u ­
tu o intercam bio de los térm in o s T y E (thêm a y rhéma, p o r así llam arlos), una de
ellas en que T es ‘de to d a s las cosas’ y lo q u e de él es dice es ‘u n a sola’, la o tra
en que T es ‘de u n a so la’ y lo que de él se dice es ‘todas las cosas’: es decir que
razón ju eg a con el ya sabido d escubrim iento en q u e la razón se volvía sobre su
lenguaje, descub rien d o q u e to d as las diversas cosas de la realid ad que él distingue
p o r sus n om bres son en v erd ad to d as u n a (ése es el m o m en to que se suele sim ­
bolizar con el n o m b re de T ales de M ileto ), p ero ju e g a a la vez con el m om ento
lógico inverso o de reflexión sobre la reflexión, q u e es la revelación de que en uno
solo están en verdad las cosas m últiples y diversas, que la unidad im plica la to ta ­
lidad de las m ultiplicidades. Sin em b arg o , lo m ás im p o rtan te p a ra la razón es que
am bos m odos de la synállaxis e n tre los térm in o s ‘u n o ’ y ‘to d o s’ juegan a su vez
en una nueva correlació n , a sab er, q u e “de to d as las cosas, una sola” , al m ism o
tiem pc que ser lo o p u esto de “de u n a sola, to d as las cosas” , es tam bién idéntico
con ell , com o nuevo ejem p lo de la correlación fu n d am en tal en tre ‘id en tid ad ’ y
‘diferencia’ que aquí está p ro clam an d o la razón; y es de n o ta r cóm o, co rrespon­
d ien tem en te, en ta n to q u e la sintaxis e n tre T y E , e n tre ‘to dos y u n o ’, ‘uno y to ­
do s’, se m an tien e asindética (y la com a e n to n ativ a que une y separa a T con E es
equivalente de la cópula ‘es’), en cam bio la correlación e n tre correlaciones se se­
ñala con el doble ka i ‘y ta m b ié n ’, que no sin vacilaciones nos ofrece la tradición
textual del Oaso.
E n cuanto a la o rd en ació n de los frag m en to s, he estim ado que, después de la
form ulación general de la g u erra o contradicción com o principio lógico (n .os 44 y
45), con este deb ía co m en zar (sin que piense en un enlace inm ediato en el libro)
la serie de p asajes en qu e la razón se p o n e a sí m ism a en o b ra y no habla de la
contradicción, sino q u e la realiza en las form ulaciones de las synápsies, synalláxies
o correlaciones (v. los n .os siguientes), q u e es lo q u e se m e aparece com o el n ú ­
cleo o cen tro de esta p rim era p a rte , lógos o discurso g eneral, del libro.
Razón general 141

so ( i . a) d -κ 47
tlvou to fiocv SioL^çj. coy o<:S>
io(í.^£íov; yr-
v^tov άγ£v ^ o v ^ v ^ r o v á W v ^ c o v ; loyov
cx.Ígjvo¿} ηοέζε^οζ υιόν.

® H ippol. R ef. IX 9 : Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς μέν ούν φ ησ ιν είνα ι .... υ ιό ν, [θεόν] [ δ ί­


κ α ιο ν (sequitur n.° 39).

Cfr. P h i l o Quis rer. diu. her. 4 3 , 2 1 4 : ο ύ τ ο ύ τ ’ έ σ τ ίν , ό φ α σ ι ν 'Έ λ λ η ν ε ς τ ο ν μ έ γ α ν κ α ι


α ο ίδ ιμ ο ν π α ρ ’ α ύ τ ο ίς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν κ ε φ ά λ α ιο ν τ ή ς α ύ τ ο ϋ π ρ ο σ τ η σ ά μ ε ν ο ν φ ιλ ο σ ο φ ία ς
α ύ χ ε ϊν ώ ς έ φ ’ ε ύ ρ ή σ ε ι κ α ιν ή ; π α λ α ιό ν γ ά ρ ε ύ ρ η μ α Μ ω υ σ έ ω ς έ σ τ ι τ ό έ κ τ ο ύ α υ τ ο ύ τ α έ ν α ν -
τ ία τ μ η μ ά τ ω ν λ ό γ ο ν ε χ ο ν τ α ά π ο τ ε λ ε ϊσ θ α ι, κ α θ ά π ε ρ έ ν α ρ γ ώ ς έ δ ε ίχ θ η .

© A d H i p p o l y t i t e x t u m : Post ο ΰ ν B e r n a y s , D i e ls ε ν suspicabantur θ ε ό ν fort,


ex eodem loci in libro sequentis uocabulo natum quod in n .° 4 8 ό θ ε ό ς apparet, nisi quidem per
librari additionem, ab illo δ ί κ α ι ο ν insequenti accitam, id explicare mauis δ ίκ α ιο ν
autem cum n .° 3 9 coniunxi, qua ibi uideris ratione.

© ... que es el todo divisible / indivisible, génito / ingénito,


mortal / inmortal, razonamiento / eternidad, padre / hijo.

© Es el com ienzo (v. Prolegóm enos) del pasaje de la R efutatio en que San H i­
pólito, tras a d e la n ta r la iden tid ad en tre las doctrinas de N oeto y las de H eraclito,
se ap resta a sacar del libro de H eraclito form ulaciones que p ru eb e n el aserto. E sta
prim era, citada en Infinitivo ( “H eraclito , p ues, p o r su p a rte , dice que . . . ”), bien
podría sospecharse q u e no es p ro p iam en te u n a cita, sino una especie de resum en
del pensam ien to h eracliteo qu e, ya ciertam en te im itando la sintaxis de las co rre­
laciones heraclitan as (cfr. n .os 46 y 48), ha ad elan tad o San H ipólito; si no fu era
que, ciertam en te, las tres p rim eras correlaciones, ‘divisible / indivisible’, ‘génito /
in génito’, ‘m o rtal / in m o rta l’ p u e d e n bien suponerse form uladas por el santo p a ­
d re, no siendo los térm inos peculiarm en te h eraclitanos, y sí triviales en la tra d i­
ción filosófica y teológica (aunque p a ra lo de ‘m o rtal / in m o rta l’ hay q u e aten d er
a n .os 65-67; en cu an to a la cuestión de ‘in g én ito ’ v. el n.° 81; y aunque lo de ‘d i­
visible / indivisible’ no aparece explícitam ente en ningún o tro de los fragm entos,
resulta qu e es una correlación de p rim er o rd e n , en cu an to q u e, ap arte de atañ e r
por una cara al p ro b lem a p erp e tu o de to d a Física, el de la ‘continuidad / discon­
142 Razón común — Heraclito

tin u id a d ’, p o r la o tra , p o r la de la lógica, alude p e rtin e n te m e n te al de lo ‘analiza­


ble / inanalizab le’ del concepto, ‘u n id ad irred u ctib le / co n juntación de notas con­
ceptuales’: cfr. el oûla ka i oûchi oüla del n.° 46), p ero en cam bio la que sigue, en
que razón se p o n e a sí m ism a b ajo n o m b re de lógos en correlación con aión ‘el
T iem p o ’, ‘el tiem p o to d o ’, ‘ev o ’, ‘e te rn id a d ’ (cfr. su o tra aparición en el n.° 85),
no se ve bien de d ó n d e se le h ab ría ocu rrid o in v en tarla a San H ipólito (pues L ó ­
gos, com o el V erb o de la teología cristiana, no tien e, que yo sepa, relaciones es­
peciales con el T iem po o la E te rn id a d , salvo q u e “E n el principio era el V erbo, y
el V erb o estab a con D ios, y el V erb o e ra D io s”), y p arec e, en cam bio, una buena
synállaxis heraclitan a: p u es, p o r un lad o , el razo n am ien to , la razón o lenguaje en
acto, ju stam en te p o r ser, com o dicen, tem p o ral, esto es, p erp etu am en te insimul-
tán eo consigo m ism o, es lo co n trario de la e te rn id a d o to talid a d del T iem po, n e ­
cesariam ente estática y d ad a de u n a vez p o r siem p re, to d o coincidente consigo m is­
m o, m ientras q u e, p o r el o tro lado, estan d o el len g u aje o razón de ser de las cosas
antes y fu era de to d as ellas, siendo convención y sistem a de signos intem poral,
que está ahí siem pre idéntico consigo m ism o, p resid iendo a sus sucesivas form u­
laciones, p u ed e tam b ién , si q u iere, llam arse e te rn id a d , con la ideación del T iem ­
po o ‘tiem po to d o ’ q u e él m ism o ha creado com o últim a y prim era de las ideas de
las cosas.
E n fin, en cu an to a la o tra correlación, ‘p ad re / h ijo ’, p o r m ás que suene sos­
pechosa con sus resonancias de la T eología trin itaria (y de hecho, cuando H ipólito
recapitula, al final de IX 10, las coincidencias e n tre H eraclito y N o eto , no deja
de advertir “Y q u e t a m b i é n dice (N o e to ) que es el m ism o el H ijo que el
P a d re, nadie lo ig n o ra” ; p ero esto m ás bien p ru e b a que t a m b i é n en H e ra ­
clito se leía), tam poco p u ed e d escartarse com o synállaxis p e rtin en te del libro de
H eraclito: pues es la relación p aterno-filial el ejem p lo p o r excelencia de relación
de determ in ació n o d ep en d en cia m anifestándose com o relación en tre hom bres, la
prim era o fu n d am en tal de las relaciones fam iliares en que to d a la Sociedad se fu n ­
da: pues, en un sentido de la relación, el p ad re hace ser al h ijo , en cuanto que le
da una prim era d eterm in ació n o definición, com o ‘hijo de P ’, y en el sentido in­
verso de la relació n , el hijo hace al p ad re p ad re (con m áxim a claridad y sin com ­
plicaciones, en el caso de un unig én ito ), en cu an to que es su aparición y sum isión
a aquella determ in ació n com o ‘hijo de P ’ lo que a P le da el sustento para confir­
m ar en la R ealid ad su estatu to ideal de padre: los dos sentidos típicos de la rela­
ción de dep en d en cia, en qu e, com o dicen los gram áticos, el d e term in an te d e te r­
m ina al determ in ad o al paso que el d eterm in ad o rige al d eterm in an te; de m anera
qu e, siendo los térm inos d erech am en te co n trap u esto s p o r un lado, p o r el o tro es
verdad tam bién que el hijo es el p ad re, pues que en él tiene su ser ab stracto y
definición, y el p ad re es el hijo, pues que él es la realización de su condición de
padre. Y la relación típica de d ep en d en cia es tal vez el ejem plo más elem ental en
que la razón o principio de contradicción p u ede p resen tarse a sí m ism a funcio­
nando.
No quiero , con to d o , insistir en v alo rar un frag m ento cuya procedencia literal
del libro se p resta a justificadas dudas; p ero no se olvide — dicho sea de paso—
q u e, sea lo que q u iera de la tesis de H ipólito de q u e la h e re jía de N o eto e ra h e ­
raclitana, lo que es innegable es que la T eología cristiana en general hubo de re e n ­
Razón general 143

co n trar en su consecuente desarrollo m uchas de las p e rp lejid ad es que suscitó, con


el libro de H eraclito , el surgim iento de la Lógica en n u estro m undo; y es ju sta ­
m ente esa coincidencia (q u e no im plica, claro, h erencia p o r tradición escrita) lo
que hace a veces difícil distinguir en un texto de H ip ó lito , O rígenes o C lem ente
lo que pro v ien e de lectu ra del libro y lo que es introm isión de la especulación te o ­
lógica cristiana. N i es tam poco de ex tra ñ a r qu e, antes de los cristianos, quisieran
los judíos h elenizantes e n c o n tra r, con cierto fu n d am en to , la lógica heraclitana en
las form ulaciones del Génesis heb raico , tal com o aparece en el p asaje citado en
® de Filón de A le ja n d ría (s. i post): “¿N o es eso lo que dicen los helenos que
aquel gran d e y d e c an tad o en tre ellos H eraclito , pon iéndolo com o principio de su
filosofía, se gloría de ello com o de descubrim iento nunca visto?: pues viejísim o h a ­
llazgo es de M oisés lo de que a p a rtir de lo idéntico se p ro d u cen los contrarios,
estando (re sp e c to a ello ) en razón de divisiones, según claram ente se ha m os­
tra d o ” .

67 (1.·) D -K 48

O ó y HMÉfH EV^pôwH, XEIM«W


PÓAEMO^ El f HKH,
Al ‘ T Í M K T U ΑΓΑΗΤΑ,

© H ippol. Ref. IX 10 : έν δέ το ύ τω τφ κεφαλαία) π ά ν τα όμοϋ τόν ίδ ιο ν νοϋν


έξέθ ετο ' ά μ α δέ κ α ι τό ν τή ς Ν οητού αίρ έσ εω ς δ ι’ ολίγω ν έ π έ δ ειξ α ούκ ό ντα Χ ρ ισ ­
τού άλλά Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ μ α θ η τ ή ν τό ν γά ρ π ρ ώ το ν κόσμον α ύ τό ν δημ ιουρ γόν,
π ο ιη τή ν κ α ί εαυτού γινό μ εν ο ν, ο ύτω λέγει' «ό θ ε ό ς .... νούς» (continuatur n.° 49).
Philod. D e piet. 6 a, p. 70 G : ......] ε[........ δ ί]κ η ς κ α ί τ [ .........]ν έν οις φ ησι δ [...]ς
κ ερ α υ νό ς π [ά ν τ’ ο ία ]κ ίζε ι κ α ί Ζ [εύ ς .... σ ημ ]αίνει δέ κ α [ί τά ]ν α ν τία θε[όν ε]ί-
ν α ι, ν ύ κ τα [ήμέραν ...

© εύφ ρόνη edd. : ε ύ φ ρ ά νθ η cod. ά π α ν τ α cod. secundum M iller, K irk


: π ά ν τ α edd. alii. τά ν α ν τ ία ... νο ύ ς H ippolyto edd. tribuont, cui quidem
iudicio uerba eius p riora τό ν ίδ ιο ν νο ύ ν έξέθετο satis ansae dabant; attam en eis uer-
144 Razón común — Heraclito

bis illum hanc clausulam praenuntiasse p o tiu s existim o, quin et locum totum (τούτω
τ φ κ εφ α λ α ίψ ) hoc et insequenti n.° 49 continuatis constare censeo.

A d H ip p o ly ti te x tu m : ( ô v ) δ ι 1 ο λ ί γ ω ν M i lle r ed. M ig n e ad ca lc e m , edd. έ π έ δ ε ιξ ε


B e r n a y s et B u n s e n π ρ ώ τ ο ν co d . : π ο ι η τ ό ν B e r n a y s , B u n s e n , edd.
π ο ι η τ ή ν κ α ι co d . s e c u n d u m M il le r : κ α ί π ο ι η τ ή ν edd.
A d P h ilo d e m i: σ η μ ] α ίν ε ι et θ ε [ ό ν ε ] ί ν α ι s u p p le o L o c u m to tu m sic C ro e n e rt et D ie ls
restitu eba nt: [ θ ε ο ύ ς Έ ρ ι ν ύ α ς δ ’ ώ ς ε π ι κ ο ύ ρ ο υ ς ] ε [ ί π ε τ ή ς Δ ί ] κ η ς , κ α ί τ [ ό ν κ ό σ μ ο ] ν , έ ν ο ί ς
φ η σ ι δ [ ιχ ώ ]ς ' « κ ε ρ α υ ν ό ς π [ ά ν τ ’ ο ία ] κ ίζ ε ι κ α ί Ζ [ε ύ ς ' σ υ μ β ] α ίν ε ι δ έ κ α [ ί τ ά ] ν α ν τ ία θ ε [ ια
θ ε ] ϊ ν α ι ν ύ κ τ α [ ή μ έ ρ α ν , π ό λ ε μ ο ν ε ιρ ή ν η ν κ τ λ .

© EL DIOS, DÍA / NOCHE, INVIERNO / VERANO, GUE­


RRA / PAZ, HARTURA / HAMBRE: TODOS LOS CONTRA­
RIOS JUNTOS, ÉSE ES EL PENSAMIENTO.

© A parece hacia el final del p asaje en que San H ipólito ha acum ulado citas
del libro p a ra evidenciar lo h eraclitan o de la d o ctrin a de N oeto: “Y en ese resu ­
m en ha expuesto to d o en u no su p en sam ien to p ro p io , y a la p a r tam bién he m os­
tra d o en breves térm in o s el de la secta de N o eto com o siendo discípulo no de C ris­
to, sino de H eraclito. Pues el o rd en am ien to (k ó s m o n ) p rim ero com o fabricador
él m ism o, viniendo a ser tam b ién de sí m ism o c read o r, así lo razona: Έ1 dios ...
p en sam ien to ” ’; d o n d e la introducción de H ipólito p rese n ta una sintaxis d u ra, que
ha invitado a algunas correcciones, q u e en © p u e d e n verse, lo que no em pece al
en tendim ien to de su sentido: en la fórm ula h eraclitana en tien d e el santo padre
que el kósm o s u o rd en ació n del m undo se identifica con el D em iurgo y se p resen ­
ta com o c read o r de sí m ism o, p u esto que el D ios se explica en las p arejas de con­
trarios en que el m undo está constituido. E n las letras que pueden leerse del p a ­
piro de F ilodem o se ve al m enos b astan te claro que se citaban seguidos el n." 84
y p a rte de éste, d o n d e p u ed e leerse con alguna certid u m b re, según lo restituyo (v.
en © ) , “ ... y da señas (cfr. n.° 37) tam bién de que los contrarios son dios, n o ­
che / . . . ” ; lo cual p arece un traslad o a O r. de Inf. b astante fiel de lo que H ipólito
cita directam en te, de m an era que de paso confirm a que el térm ino tanantia ‘los
en fren tad o s’, ‘los co n tra rio s’, que los edito res suelen excluir de la cita con todo el
final, ‘todos ... p e n sa m ie n to ’, y atrib u irlo al citad o r, debía de p erten ecer sin em ­
bargo al texto de H eraclito . Lo que en ese final se p resta ciertam en te a dudas es
el térm ino noûs (v. sin em bargo los usos de nous o n óos en n .os 3, 20, 24), donde
uno esperaría m ás bien una repetición de theós o un equivalente; p ero aun así,
m e decido a to m arlo com o legítim o y d e ja r que con tribuya a la in terp retació n del
pasaje en tero ; pues no se ve bien tam p o co el in terés de San H ipólito en intercalar
ahí ese inciso, d o n d e noûs te n d ría que te n e r el valo r con que él lo usa m ás arriba,
‘m odo de p e n sa r’ (de H eraclito y de la secta de N o e to ), que sólo p o r violenta bra-
quilogía h aría sintaxis con ‘los c o n tra rio s’. E n fin, en el texto de H ipólito viene
Razón general 145

inm ediatam en te d etrás de esto la cita de n.° 49, que los ed itores suelen d ar como
continuación in m ed iata de éste, “E l dios, ... ham b re. Y se tran sfo rm a . . . ” ; pero
dada la frecuencia con que en el p asaje acum ula H ipólito inm ed iatam en te unidos
lugares ev id en tem en te sep arad o s en el libro de H eraclito , no h e visto que ello se
im ponga (v. al n.° 49).
El paso pués d eb e rá leerse del siguiente m odo, d ando ocasión p o r cierto a que
lam entem os u n a vez m ás la deficiencia de n u estro sistem a de p u n tu ació n (alejan­
drino y m o d e rn o ), q u e no da razó n de las diversas entonaciones de frase y comas
que aquí juegan: 1.°) e n tre am bos térm inos de cada correlación se da la en to n a ­
ción de com a p ecu liar que m arca la relación o synállaxis m ism a, que es en defini­
tiva la m ism a com a q u e sep ara y une el T y el E de u n a predicación bim em bre,
en lugar de la C ópula, p e ro q u e m ás precisam en te h a b ría que explicar con algo
com o ‘qu e es y no e s ’, p .e j. “día / n o ch e” = “día que es y no es n o ch e” ; 2.") las
correlaciones sucesivas están separadas p o r o tra ento nación de com a, la de la m era
yuxtaposición, q u e n o es en cam bio u n a relación de dep en d en cia, y p o r ello no es
necesariam ente dual, sino in d efinidam ente m últiple: u n a separación, p o r tanto,
que se pu ed e trad u cir p o r un ‘y ’ o ‘ + ’; 3.°) el to tal, sin em bargo, de la sucesión
coordinad a de co rrelaciones es un m iem bro E o predicación activa que se dice de
un T an tep u esto a to d a ella, ho theós, p o r m edio de o tra inflexión entonativa, que
m e perm ito escribir con el p u n to alto: en efecto, lo que se dice de ‘el dios’, qué
es lo que debe valer com o definición de ‘el d io s’, es que es la sum a de todas las
parejas correlativas q u e se p resen ten en sucesión; en lo cual — no se nos oculte—
se encierra un absu rd o esencial a la cuestión: pues es claro que lo que se enum era
frente a ‘el d io s’ es no m ás que una serie de ejem plos característicos, caprichosa­
m ente d eten id a, siem pre p rolongable con p untos suspensivos, ya que las correla­
ciones nunca p u ed en ser ‘to d a s’, nunca un núm ero d eterm in ad o de ellas; y sin em ­
bargo, lo que m erecería el nom bre de ‘el d io s’ sería esa im posible sum a de todas
ellas: pues si el dios es, en cierto m odo, la razón, la razón es el principio o ley de
todas, cada una y cu alesq u iera, las correlaciones; 4.°) eso es precisam ente lo que
se añade en la últim a p a rte del pasaje, donde se dice, separado y unido a lo an ­
terio r por una inflexión que habría que escribir con puntos suspensivos seguidos
de p u nto alto (dos p u n to s), “los contrarios todos ju n to s, éso es el p en sam iento” :
esto es, q u e, p rim ero , se resum e la a n terio r sucesión de p arejas (p ro piam ente irre-
sum ible) con ‘los co n trario s todos ju n to s ’, y de ese T de la últim a frase se predica
“ése es el p en sam ien to ” , de m an era que se ha p roducido una confirm ación, pero
por inversión e n tre T y E , de la gran predicación prim era: pues si de ‘el dios’ se
decía todo aquello, ah o ra de to d o aquello se dice que es, si no el dios, algo a to ­
das luces equivalente a tal propósito: el noüs, según nuestro texto, ideación o pen­
sam iento conceptivo (del dios), que — reinvirtiendo el esquem a T - E — no sería
otra cosa que el im posible conju n to sim ultáneo de todas las correlaciones posibles
que sucesivam ente se form ularan.
P o r lo d em ás, siendo la sintaxis principalm ente la que dice lo que im porta, es
acaso ocioso d eten erse m ucho en algunas m enudencias sem ánticas del pasaje: que
se use a tal p ro p ó sito el nom b re theós p resu p o n e desde luego que ya para H e ra ­
clito e ra trivial el uso sublim ado o filosófico de la p alab ra (v. sobre ello el n.° 119
y en general el D iscurso Religioso o T ercero de la o b ra ), siendo lo im portante
146 Razón común — Heraclito

que razón q u iere aquí, com o en o tra ocasión no q u e rrá , llam arse ho theós, com o
le pasa con el n o m b re de Z e u s en el n.° 41; e n cu an to a la p rim era correlación de
la serie, ‘día / n o c h e ’ (llam ada ésta aquí euphróné con el eufem ism o consagrado
que aparece o tras veces en los fragm entos: n .os 31, 51, 133), recuérdese lo que so­
b re ella se h a ad ela n ta d o en n.° 31 a p ro p ó sito de la crítica de H esíodo; ‘invierno /
estío ’ se p re se n ta n a tu ra lm e n te en la cad en a asociativa com o prolongación o am ­
pliación de la m ism a (sus form ulaciones m ás ab stractas serían respectivam ente
‘luz / oscu rid ad ’, ‘frío / calo r’); q u e en la siguiente, ‘g u e rra / p a z ’ aparezca com o
térm ino en synállaxis el d e p ó lem o s, q u e razó n m ism a ha usado (n .os 44 y 45) com o
n o m b re de sí m ism a, del principio de co ntradicción, no p u ed e so rp rendernos más
que el que el p ro p io n o m b re lógos h ay a ap arecido en n.° 47 com o térm in o de co­
rrelación con alón ‘T ie m p o ’: p o r algo el principio de contradicción tiene que dar
ejem plo estan d o en contradicción consigo m ism o (v. al n.° 42); y en cualquier sig­
nificado del térm in o , siem pre será razó n que la g u erra es p az, lo m ism o y al revés
que la paz es g u erra; y en fin, to can te al o tro ejem p lo , ‘h a rtu ra / h a m b re ’, que
m ás en abstracto p o d ría ser ‘lleno / vacío’ o incluso ‘m ateria / n a d a ’, y que ha te ­
nido un cierto éxito p a ra la asim ilación cosm ológica de la lógica heraclitea, lo v e­
rem os re a p a rec e r (con ‘n ecesid ad ’ en lugar de ‘h a m b re ’) en el n.° 75, referido, al
parecer, al n o m b re físico de razó n , el fuego. P ero no se olvide, desde aquí, que
cualquier separación e n tre un sentido físico y uno lógico de este juego de los con­
trarios y de la sum a de los juegos de co n trario s, es el e rro r fundam ental en la lec­
tu ra de las razones de este libro.

49 67 (2.a) D -K

Λ Λ Λ .0 1 0 Υ Τ Λ Ι Λ£, ¿ΚΟΤ,ΛIT
¿Υ Μ Μ 1 ΓΗ Ι OV^MA^IK, ÓNO-
ΜΛ^ΕΤΛΙ KA & ΗΔΟΝΗΝ Ê KA^TOV.

© H ippol. R ef. IX 10 (post n.° 48) : « ά λ λ ο ιο ύ τα ι .... έκαστου», φ α ν ερ ό ν δε


π ά ο ι το ύ ς νο η το ύ ς Ν οητού δ ια δ ό χ ο υ ς κ α ι τή ς α ίρ έσ εω ς π ρ ο σ τά τα ς, εί κ α ί Η ρ ά κ ­
λειτου λέγοιεν έα υ το ύ ς μή γ εγ ο ν έ ν α ι ά κ ρ ο α τά ς, άλλά γε τά Ν οητω δ ό ξα ν τα αί-
ρουμ ένου ς α ν α φ α ν δ ό ν τα ύ τά ό μ ολογείν. λέγο υ σ ι γ ά ρ κτλ.
Razón general 147

C fr. I d ib. V 2 1 , 2 : λ έ γ ο υ σ ι ν ο ύ ν ο ί Σ η θ ι α ν ο ί τ ό ν π ε ρ ί κ ρ ά σ ε ω ς κ α ί μ ί ξ ε ω ς λ ό γ ο ν σ υ ν ε σ -
τ ά ν α ι τ φ δ ε τ φ τ ρ ό π ω ' τ ή ν α κ τ ίν α τ ή ν φ ω τ ε ιν ή ν ά ν ω θ ε ν έ γ κ ε κ ρ ά σ θ α ι, κ α ί τ ο ν σ π ιν θ ή ρ α
τ ο ν έ λ ά χ ισ τ ο ν έν τ ο ϊς σ κ ο τ ε ιν ο ϊς ϋ δ α σ ι κ ά τ ω κ α τ α μ ε μ ϊχ θ α ι λ ε π τ ώ ς κ α ί σ υ ν η ν ώ σ θ α ι κ α ί
γ ε γ ο ν έ ν α ι έν έ ν ί φ υ ρ ά μ α τ ι, ώ ς μ ία ν ο σ μ ή ν έκ π ο λ λ ώ ν κ α τ α μ ε μ ιγ μ έ ν ω ν έ π ί τ ο ϋ π υ ρ ά ς
θ υ μ ια μ ά τ ω ν ' κ α ί δ ε ι τ ό ν έ π ισ τ ή μ ο ν α τ ή ς ό σ φ ρ ή σ ε ω ς, έ χ ο ν τ α κ ρ ιτ ή ρ ιο ν ε υ α γ έ ς , ά π ό τ ή ς
μ ια ς τ ο ϋ θ υ μ ιά μ α τ ο ς ό σ μ ή ς δ ια κ ρ ίν ε ιν λ ε π τ ώ ς έ κ α σ το ν τ ώ ν κ α τ α μ ε μ ιγ μ έ ν ω ν έ π ί το ϋ
π υ ρ ό ς θ υ μ ι α μ ά τ ω ν , ο ί ο ν ε ί σ τ ύ ρ α κ α κ α ί σ μ ύ ρ ν α ν κ α ί λ ί β α ν ο ν ή ε ί τ ι ά λ λ ο ε ϊη μ ε μ ιγ μ έ -
ν ο ν . E t I d . ib . X 1 1 , 3 : ... ή δ έ τ ο ϋ π ν ε ύ μ α τ ο ς ε ύ ω δ ί α φ έ ρ ε τ α ι μ έ σ η ν ε χ ο υ σ α τ ά ξ ι ν κ α ί
έ ξ ικ ν ε ϊτ α ι, ώ σ π ε ρ ή τ ώ ν θ υ μ ια μ ά τ ω ν ο σ μ ή έ π ί τ φ π υ ρ ί φ έ ρ ε τ α ι.
E t C ra m e r A n e c d . P a r. I 1 6 7 , 17 : ... ο ί ο ν γ ά ρ κ α ί τ ό π ύ ρ π ά σ χ ε ι π ρ ο ς τ ά θ υ ό μ ε ν α , ε ίτ ε
λ ι β α ν ω τ ό ς ε ϊτ ε δ έ ρ μ α τ α ' τ ή ν ό σ μ ή ν σ α φ η ν ί ζ ε ι τ ο ύ έ κ α τ έ ρ ο υ .
E t S e x t. A d v . m a th . V I I 1 3 0 : ό ν π ε ρ ο ύ ν τ ρ ό π ο ν ο ί ά ν θ ρ α κ ε ς π λ η σ ι ά σ α ν τ ε ς τ φ π υ ρ ί κ α τ ’
ά λ λ ο ίω σ ιν δ ιά π υ ρ ο ι γ ίγ ν ο ν τ α ι, χ ω ρ ισ θ έ ν τ ε ς δ ε σ β έ ν ν υ ν τ α ι, ο ϋ τ ω κ α ί κ τλ .

© όκ ω σ π ερ ( π ϋ ρ ) D iels, edd. : όκω σ περ (π ϋ ρ , δ ) M arcovich : ό κ ω ς πύρ


P fleiderer : alii alia (uelut αήρ Z eller, μϋρον H eid el, ελαιον H . F rànkel, οίνος
ante όνο- S chuster) κ α ϋ ’ η δ ο ν ή ν έ κ ά σ το ν adiciebant : su n t qui συμμιγή im perso­
naliter accipi p o sse credant; B ollack-W ism ann, K ahn ad illud ό θ ε ό ς referunt
ό κ ό τα ν M iller : ό π ό τα ν cod. (θ ύ ω μ α ) B ern, et B uns, B yw ater.

A d H ip p o ly ti I X 10 te x tu m : ν ο η τ ο ύ ς : ά ν ο ή τ ο υ ς M ille r , edd. λ έ γ ο ιε ν ε α υ τ ο ύ ς M i­
lle r suspicatus est, K i r k , edd. : λ έ γ ο ισ α ν ε α υ τ ο ύ ς co d . : λ έ γ ο ι ς α ν α ύ τ ο ύ ς B e r n , et B u n s .
τ ά Ν ο η τ φ M ille r ed. M ig n e : τ ώ N . co d . τ α ύ τ ά M ille r : τ α ύ τ α cod .
A d eiu sd em X 11 : φ έ ρ ε τ α ι π α ν τ α χ ή ώ ς έ π ί τ ώ ν έ ν π υ ρ ί θ υ μ ι α μ ά τ ω ν τ ή ν ε ύ ω δ ί α ν π α ν -
τ α χ ή φ ε ρ ο μ έ ν η ν έ π ε γ ν ώ κ α μ ε ν Η i e c .W e n d l a n d in app. c ritic o .

© PERO SE HACE OTRO Y OTRO, TAL COMO, CUAN­


DO SE UNE POR MEZCLA DE INCIENSOS (UN INCIEN­
SO), SE LE NOMBRA SEGÚN EL GUSTO DE CADA UNO
(QUE LO HUELE)

© La cita viene en San H ipólito in m ed iatam en te tras la del n.° 48, p ero no es
seguro (v. © a ese n.°) que ello indique que venía así en el libro, teniendo alloioü-
tai por S ujeto ho theós ‘el d io s’ o ho noús ‘el p e n sa m ie n to ’, sino que es bien po­
sible que h u b iera en m edio alguna o tra frase, en que se d ijera p .e j. “Y todos (los
contrarios) son el m ism o ” (cfr. n." 48) o algo sem ejante. A c ep to , sin em bargo,
qu e, con esa transición u o tra , el fr. venía cercano tras el n.° 48, y así se inserta
aquí, sobre to d o en aten ció n a que su ligazón a su vez con el n.° 50 sugiere bien
que se tra ta b a de u n a adv erten cia sobre la necesidad de la diferencia para el juicio
que a los m ortales se les im p o n e, y que ten d ría así lugar o p o rtu n o en esta orde­
nación. T ras esta cita da H ipólito p o r term in ad a su aducción de lugares de H e ra ­
clito y pasa a aplicarla a su tesis sobre la h erejía de N oeto: “Y es claro p a ra todos
148 Razón común — Heraclito

que los sensatos ( “in sen sato s” según u n a corrección p ro b ab le: hay en to d o caso
juego con el n o m b re del h e re je ) sucesores de N o eto y dirigentes de la secta, aun
cuando digan que no h a n sido ellos n u n ca oyen tes de H erac lito , al m enos p o r cier­
to , al acep tar las o piniones q u e N o e to tuv o , a to d as luces co ncuerdan en lo m is­
m o. Pues d icen ” , etc. Se da en ® u n tex to de o tro libro de la Refutatio, no sólo
p o rq u e, sin h acer m ención de H eraclito , es evid en te el recu erd o de esta im agen
de los arom as m ezclados, sino sobre to d o p o rq u e confirm a excelentem ente la li­
gazón que h ag o de este n.° con el 50: “D icen , p u e s, los setianos (según los que
el M esías h a b ía sido S et, el te rc e r h ijo de A d á n y E v a ) que la razón tocante a la
m ezcla y com binación está establecida del siguiente m odo: que la radiación lum i­
nosa ha venido de a rrib a a q u e d a r m ezclada, y q u e h asta la chispa m ás m enuda
está abajo en las aguas ten eb ro sas com b in ad a sutilm ente y hecha un id ad con ellas
y ha resultad o en u n a sola m asa, com o un solo aro m a p ro ce d en te de m uchos in­
ciensos bien m ezclados sob re el fuego; y d eb e el en ten d id o en olfato, usando de
un criterio ágil, a p a rtir del único o lo r del incienso d iscernir sutilm ente cada uno
de los inciensos m ezclados sobre el fuego, com o p o r ejem plo esto raq u e y m irra y
olíbano o cualquier o tro q u e esté m ezclad o ” ; y o tro paso del libro X , en que, in­
troduciendo u n a co m paración a o tro p ro p ó sito ( . . . “y el buen olor del hálito (p n e ü -
m a ) se ex tien d e, g u ard an d o u n a o rd en ació n in term ed ia (e n tre la luz y la tinie-
b la ) y llega tal com o se exhala el aro m a de los inciensos so bre el fu eg o ”), m uestra
cóm o la im agen al m enos h ab ía q u ed ad o en las m em orias; com o tam bién una h u e ­
lla de la m ism a, au n q u e to m a d a de o tro m o d o , se p u ed e h allar en la n o ta de los
A nécdota Parisiensia: “pues así com o le p asa al fuego con respecto a las cosas que
se quem an en o fren d a, ya sea incienso o ya cueros: po n e en evidencia el olor de
lo uno o de lo o tro ” . E n cu an to al paso de Sexto E m pírico (“ ... a la m an era, pues,
que los carb o n es, al h ab erse acercado al fuego, p o r alteración se vuelven incan­
descentes, y ap artad o s de él, se ap ag an , así ta m b ié n ...”) tien e sobre to d o interés
p o r el em pleo del térm ino alloíósis ‘alteració n ’, q u e es el n om bre del verbo alloioú-
tai ‘se a lte ra ’, ‘se hace o tro y o tro ’, que encabeza el fragm ento.
E l sentido de éste es claram en te el de p recisar la relación en tre la identidad o
com ún razón de las cosas y su diversidad o alterid ad m utua: se dice que ello (el
principio lógico, p u ro de to d o rasgo sem ántico, en el que todas las cosas son la
m ism a, en cuanto ten ien d o todas la m ism a razón de ser) se altera en su m ism idad,
o siendo el m ism o, se p resen ta com o o tro y o tro ; y p a ra explicar esa co n tradic­
ción, se acude a com paración con el olor de un incienso que arde, donde se q u e ­
m an ju n tas varias gom as o resinas arom áticas: la situación es que lo que hay es
sim plem ente u n o lor de o fren d a aro m ática, p ero los que lo huelen, en vez de lla­
m arlo así, con el n o m b re m ás abstracto y vago, m ás sem ánticam ente vacío, de la
o frenda ard ien te (p o d ría ser la p a la b ra thyóm a restituida en el fr., que significaba
sólo eso, ‘sacrificio a rd ie n te ’, y cuya raíz e ra p ro b a b le m en te la m ism a de thym ós
‘ánim o’ y fü m u s ‘h u m o ’, de m an era que n o e ra específicam ente nom bre de ningún
arom a; en tre n o so tro s, la p alab ra incienso, q u e de p o r sí no significaba m ás que
‘q u em ad o ’, h a p asad o a sugerir un aro m a d e te rm in a d o , p e ro que en verdad no es
el de ninguna resin a o y erb a en especial, sino ‘lo que se quem a en los incensarios
de la iglesia’), p refiere, en cam bio, n o m b ra r lo que huele con alguno de varios
n om bres de arom as, que p o d ría n ser de los q u e ap arecen en el texto de H ipóli-
Razón general 149

to V y qu e trad u zco , m ás bien a tientas, con ‘e sto ra q u e ’, ‘m irra ’, ‘o líb an o ’: pues


bien, la elección de u n o u o tro de esos nom bres d ep en d e de la hëdoné de cada
u n o , es decir del p lacer o gusto, lo que h a venido a q u e re r decir en griego, com o
en tre noso tro s (sin m ucha alusión ya a la peculiar sensibilidad de u no, p .e j. la ol­
fativa), su capricho p erso n al; y rehuyase la ten tació n de creer que cada uno reco­
noce u n o de los co m p o n en tes reales de la m ezcla a rd ien te y le d a su n o m b re, p o r
sinécdoque, al a ro m a co n ju n to de la ofrenda: pues n a d a garantiza tal correspon­
dencia, y el n o m b re q ue cada uno dé al aro m a n o viene de ningún análisis, sino
del com plejo de experiencias reales entrem ezcladas con los azares de su asim ila­
ción del vocab u lario , lo que en sum a viene a trad u cirse en eso que llam am os ca­
pricho personal. A lgo así es lo que el fr. sugiere p a ra la realidad en general: ella
de p o r sí, si se la p u d ie ra p ercibir desde ningún p u n to p articu lar, sino con sentido
v erd ad eram en te com ún, n o es m ás que la m ism a to d a ella, reducida a su razón
de ser (la razó n , con la que im plícitam ente se co m para el fuego que provoca, al
quem arla, los arom as de la o fren d a), p ero de hecho se p rese n ta a lterad a, como
o tra que lo q u e es, y alte ra d a p recisam ente en cuanto que se p resen ta com o una
y o tra cosa; y el q u e esas cosas cuenten com o d iferentes (y en especial, contrarias)
una de o tra , es algo q ue se p one en relación con el vocabulario de la lengua (el
onom ázein o ‘d a r n o m b re s’), cuya organización no es ciertam en te cosa tan de ca­
pricho p erso n al, com o en lo co m parado, sino p ro p iam ente arbitrio de la com uni­
dad lingüística (de cada lengua), p ero qu e, lo m ism o que el capricho personal, se
p resen ta com o en trecru ce azaroso de experiencias reales con la tex tu ra del léxico
sem ántico, h e re d a d o o im portado.
Lo principal es que la dialéctica de iden tid ad y alterid ad , de la v erdad, sem án­
ticam ente vacía, fren te a las diferencias sem ánticas, se pone a su vez en relación
con una dialéctica e n tre dos instancias, la de la p u ra razón com ún y la del arbitrio
p articu lar, sea p ersonal o sea de colectividades idiom áticam ente diferenciadas. Y
lo que se sugiere es q u e esa alteración de la razón es u n a necesidad (la que es en
verdad la m ism a no p u ed e ap arecer sino com o o tra , esto es, o tra y otra y otra ...
sin fin), necesidad que lógicam ente se liga con la n ecesidad de que las personas
sean tam b ién , com o las cosas, m últiples y o tra cada una respecto a las otras: que
los puntos de p ercepción y juicio sean particulares n ecesariam ente. P ero a esa n e­
cesidad se refiere m ás explícitam ente el fr. que ah o ra sigue.

7 D -K 50
El Ρ Λ Ν Τ Λ Τ Λ <>HTA K A F N ^ ríHO\V>,
<> Γ Ι <TI) P Î JV E<- ΛΗ ΔΙΑΓΝΟΪΕΛί,
150 Razón común — Heraclito

© A rstt. de sensu 5, 443 a : δ ο κ εϊ δ 5 έ νίο ις ή κ α π ν ώ δ η ς ά ν α θ υ μ ία σ ις είνα ι


οσμή, ούσ α κ ο ινή γ ή ς τε κ α ί ά έρ ο ς, κ α ί π ά ν τες έ π ιφ έ ρ ο ν τα ι έ π ί το ύ το π ε ρ ί οσμής,
διό κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ο ΰ τω ς εί'ρηκεν, ώ ς «εί π ά ν τ α .... δ ια γνο ϊεν » . έπ εί δέ τήν
οσμήν π ά ν τες έπ ιφ έρ ο ν τα ι, ο ί μέν ώ ς ά τ μ ίδ α , ο ί δ ’ ώ ς ά ν α θ υ μ ία σ ιν , οί δ ’ ώ ς
ά μ φ ω τα ύ τα , κτλ.

E t cfr. Hippol. V 21 ad n.° 49.

© ô τι ( τ ι) scribo : ό τι codd. p ier : om . codcl. aliquot, edd.

In A ris to te lis te x tu m : [καί πάντες .... όομής ] edd. fe r e o m n es , def. Diels έπεί :
έπί co d d . p ie r. περί δέ τής οσμής πάντες έπιφέρονται (έπί τοΰτο) Kirk re s c rib e ­
bat.

© SI TODAS LAS COSAS QUE HAY SE HICIERAN


HUMO, QUÉ ES LO QUE ES CADA CUAL NARICES HA­
BRÍA QUE LO DISTINGUIERAN.

© E nlazo , p ues, este fragm ento con el a n te rio r (v. © a 49 y nótese en especial
que el pasaje de H ip ó lito R ef. V allí aducido contiene un diakrínein ‘discernir’, a
propósito de olfato , q u e suena bien a eco de este án diagnoten ‘distinguirían’), e n ­
ten diendo que en éste (com o tam bién en el n.° 51) se tra ta de insistir en la nece­
sidad de distinción a q u e los h om bres están obligados para su sensación y juicio;
necesidad que no es de ojos u oídos, sino lógica: pues, aunque los olores no están
som etidos a u n a diferenciación y clasificación sem ántica com parable a la de la vi­
sión, ni aun a la de los sonidos, y p arece el o lfato conden ad o a la indefinición y
vaguedad y lo m enos pro p io p ara estab lecer oposiciones diacríticas, con to d o , si
el m undo llega a reducirse to d o a vaho y sólo p o r olfato p ercep tib le, no im porta:
las narices se en carg arán de o rganizar las m ism as distinciones y oposiciones que
ah o ra parecen d e p e n d e r de la vista y el oído.
Por lo d em ás, la cita está en una obrilla de A ristó teles, Sobre la sensación y
los sensibles, que a fines de la E d a d M edia se ag ru pó con o tras p a ra form ar los
Parua Naturalia, y se la tra e con ocasión h a rto científica y trivial, para m ostrar
que algunos co n sid erab an el o lor un kap n ó s ‘v a h o ’, ‘v a p o r’, ‘h u m o ’: “Y les parece
a algunos que la exhalación vap o ro sa es o lo r, com p uesta en com ún de tierra y de
aire; por lo cual tam b ién H eraclito ha d e ja d o así dicho, que ‘si todas ... distin­
gu ieran ’. P ero , d ado que al o lor todos se refieren , los unos com o vapor, los otros
com o exhalación, o tro s com o am bas c o s a s ...” ; en cuyo tex to he p referid o , m ejor
Razón general 151

que la sup resió n m al justificable de u n hóti ‘q u e ’ an te rhínes ‘n arices’ que suelen


aceptar los ed ito res, escribirlo com o h ó ti ti ‘qué cada cu al’, que da u n a sintaxis
pienso qu e no rm al p a ra A ristó teles (cfr. Tue. V II 75) y no im posible p a ra H e ra ­
clito, que p recisaría el C o m p lem en to del ‘distinguirían’, el cual q u ed a, si no, du­
ram en te elíptico. Y confieso q u e n o tengo confianza en la literalidad de la cita:
pues, si b ien p arece claro que A ristó teles m an ejó o casionalm ente el libro de H e ­
raclito, com o se m u e stra en la cita del n.° 1 (sobre la cual v. observaciones allí y
en los P ro leg ó m en o s), ésta sería la única cita literal (a p arte de ésa del com ienzo
del libro) que de él tenem o s; p ero no pienso tam poco que p u e d a estar m uy des­
figurada, aten d id a sob re to d o la in o p o rtu n id ad m ism a de lo m ás de la frase al p ro ­
pósito del citad o r, y tam b ién la com paración con la sintaxis del n.° 51.
E n to d o caso, p arece evid en te q u e, con esta hipótesis de la reducción objetiva
de las varias cosas a m asa vaga y continua, quiere el libro p o n e r de relieve la n e ­
cesidad de la diákrisis o diágnósis ‘diferenciación’, ‘discernim iento’, que sólo es
una necesidad n a tu ra l en la m ed id a en que, al m odo h eracliteo , se considera que
physis o realid ad es en v erd ad lógos o razón, de m anera que del m ism o golpe lo
subjetivo de esa n ecesidad q u ed a confundido con lo objetivo de la m ism a (la
diágnósis del su jeto es lo m ism o q u e la alloíósis a que ello, el su jeto -o b je to mis­
m o, aparecía som etido en el n .“ 49: alteración de ello es discrim inación m ía): es
decir que lo que hace que las cosas tengan que aparecérsem e com o m últiples y
ord en ad as p o r oposiciones m utu as, correlaciones y series análogas de correlacio­
nes, es lo m ism o que hace que yo ten g a que ap arecer com o uno en tre m uchos (to ­
dos los que dicen Y O ), y p o r ta n to la contradicción de m í (q u e, en cuanto puro
Y O , soy razón p u ra) conm igo m ism o com o ser real es idéntica (al m ism o tiem po
que o p u esta) con la contradicción de que las cosas sean en v erdad todas la misma
y en realidad cada u n a d istinta de cada una.

99 D -K 51

0 C lem . Protr. 11 : κ α ι γ ά ρ , ώ σ περ «ήλίου .... ν ύ ξ ήν τ ά π ά ν τα » , ο ύτω ς, εί


μή τόν λό γο ν έγνω μεν κ α ί το ύτω κ α τη υ γά σ θ η μ εν, ο ύ δ έν ά ν τώ ν σιτευομένω ν ορ ­
ν ίθ ω ν έ λ ειπ ό μ ε θ α , έν σ κ ό τει π ια ιν ό μ ε ν ο ι κ α ί θ α ν ά τ ω τρ εφ ό μ ενο ι.
152 Razón común — Heraclito

Plut. D e fort. 3, 98 c : κ α ί, ώ σ περ «ήλιου .... εύ φ ρόνη ν άν ήγομεν», ώ ς φησιν


Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , ο ύ τω ς ενεκα τώ ν α ισ θή σ εω ν , εΐ μή νοϋ ν μηδέ λόγον ό ά ν θ ρ ω π ο ς
εσχεν, ούδέν ά ν δ ιέφ ερ ε τώ β ίω τώ ν θ η ρ ίω ν . Id. A q . et ign. 7, 957 a : Η ρ ά κ λ ε ι­
το ς μέν ούν «εΐ μή ή λιός» φ η σ ιν «ήν, εύφ ρόνη άν ήν». εστι δέ είπ εϊν ώ ς, εΐ μή
θ ά λ α ττ α ήν, π ά ν τω ν ά ν ά γ ρ ιώ τα το ν ζώ ο ν κ ά νδ εέσ τα το ν ό ά ν θ ρ ω π ο ς ήν.

© ήλιου μή ό ντο ς C lem ., Plut. Fort. : εΐ μή ή λ ιο ς ήν Plut. A q . ign. ενε­


κα τώ ν άλλω ν ά σ τρω ν C lem ., Plut. Fort. : om . Plut. A q . ign. εύφρόνη
Plut. : νύ ξ C lem . άν ήν Plut. A q . ign. : ά ν ήν τά π ά ν τ α Clem . : -ν άν ή γ ο ­
μεν Plut. Fort. : (ο ύ κ ) ά ν ήν P atin.

In P lu ta r c h i A q . et ig n .: α ν p o s t π ά ν τ ω ν B e rn a rd a k is : o m . co d d . κ ά ν δ ε έ σ τ α τ ο ν
edd. : ά ν α ι δ έ σ τ α τ ο ν ( u e l - ο ς ) co d d .

© DE NO HABER SOL, EN VIRTUD DE LAS OTRAS ES­


TRELLAS HABRÍA NOCHE.

© La frase, que cita P lu tarco p o r dos veces, u n a de ellas reducida, y o tra San
C lem ente (con algunos rasgos que sugieren que sea eco de una de las de P lutarco,
a pesar de la frecuencia con que cita d irectam en te del libro), no parece habernos
llegado literalm en te en ninguna de las tres citas: he to m ad o el texto (v. en © )
que al m enos dos de ellas nos o frecían, pienso q u e, con to d o , no m uy desviado
del original en lo que im p o rta p ara su sentido. Las tres veces se aduce, p o r cierto,
b astante a desp ro p ó sito : así San C lem ente en su Protréptico o Discurso exhorta­
torio: “Y en efecto, así com o ‘no h ab ien d o ... serían noche todas las cosas’, así,
si no hubiésem os conocido al V erb o y q u ed ad o p o r él ilum inados, en nada nos
quedaríam o s atrás de las aves que se ceb an , en g o rd ándose en la tiniebla y alim en­
tándose p ara la m u e rte ” ; así P lutarco en su D e la fo rtu n a : “ Y así com o ‘no h a ­
biendo ... viviríam os de n o ch e’, según dice H eraclito, así, lo que es p o r los sen­
tidos, si no hubiese ten id o juicio ni razón el h o m b re, en n ad a se distinguiría en su
vida de las b estias” ; y en su tratad illo Si es m ás útil el agua o el fuego: “H eraclito,
pues, p o r su p a rte , ‘Si sol’ dice ‘no h u b iera, hab ría n o ch e’; p ero cabe decir que,
si no hubiera m ar, sería el ho m b re el anim al de todos m ás salvaje y más n e ­
cesitado” .
Pero lo m ás notab le con el sentido de este paso es que, habiéndolo entendido
Plutarco y C lem en te m alam en te trivíalizado, según se ve p o r sus citas (com o si cu­
piera en algún sitio de la lógica heraclitan a p ararse a ex altar la suprem acía del sol
sobre los o tro s astros; que es, p o r cierto , lo que D iógenes L aercio le hace opinar
en IX 10, fun d ien d o sin d u d a noticias de la o b ra de o tro H eraclito, según verem os
en la Intr. al A P É N D IC E ), to m an d o p ara ello el C om pl. héneka ton állón ástrón
‘con m otivo d e ’ o ‘en atención a las otras estrellas’ com o externo al P redicado
(“p o r los o tro s astros, sería n o ch e” , e.e. “a p esar de la presencia de los otros as­
Razón general 153

tros, sería n o c h e ”), en vez de to m arlo en relació n in te rn a (“p o r los o tro s astros
sería n o c h e ” , e .e . “h ab ría n o che gracias a” o "en atención a los o tro s astro s”), re ­
sulta que los estudiosos m o d ern o s h an continuado casi todos en el m ism o error,
a mi noticia (A . P atin en su Einheitslehre, de 1885, al p ro p o n e r, con añadido al
texto, leer “ ( n o ) h ab ría n o c h e ” , revelaba al m enos la conciencia de que lo propio
en la razó n h eraclitan a sería fo rm u lar que la presencia de noche y la de sol, e.e.
noche/día, son la m ism a cosa: cfr. n .os 31 y 48), cuando la a te n ta prosecución de
nuestra lectu ra y o rd en ació n de los fragm entos tan claram ente revela que de lo
que se tra ta aquí (com o e n el n.° 50 con la hipótesis irreal de la reducción de todo
a hum o) es de insistir en que la necesidad de diákrisis o establecim iento de con­
trarios a q u e el juicio h u m an o (y la realidad m ism a) está som etido no depende de
la aparición azarosa de tales o cuales form as de re a lid a d , sino q u e está, por de­
bajo de to d a realid ad (lógos com o verd ad p ro fu n d a de p h y sis), com o necesidad
lógica o ley de razó n , tan o b jetiv a com o subjetiva, y ju stam en te m anifestándose
en unas u o tras form as de realidad: pues es cierto que, tal com o vem os las cosas
en este m u n d o , ‘sol’ ( = ‘d ía ’) y ‘n o ch e’ se aparecen com o synállaxis inseparable,
dándose ser un térm in o al o tro , ejem plo de to d a correlación, en que dos, p o r ser
opuestos, son el m ism o; p ero si, en hipótesis co n trafactual, no hu b iera sol, daría
igual: la correlación ‘noch e / d ía ’ ten d ría que seguir vigente de algún m odo, y otros
astros h ab ría (o cualq u ier o tra cosa que fuese com o astros) que con su aparición /
desaparición sirvieran p a ra d ar cuerpo a la m ism a contradicción lógica de m ani­
festación visual: la m ism a — se en tien d e— , en cuanto que ‘día / n o che’, que es
igual que ‘luz / no lu z’, ‘verse / no v erse’, no es m ás que aparición de la correla­
ción ‘ser / no se r’ en q u e to d a iden tid ad y contradicción de seres está ordenada
p o r razón; y así, al m enos en cuanto haya de h a b e r una revelación visiva o lum i­
nosa de la lógica, la realid ad peculiar del sol es in d iferente, ya que lo único que
de él im p o rta es el valor sem ántico que le da la correlación sintáctica con su pro­
pia falta (n o ch e), y ese valor sem ántico nunca faltarían estrellas que se encargaran
de in co rp o rarlo , en cu an to b astaran p ara definir u n a noche p o r su pro p ia falta.

102+23 D -K 52

f) T<£l H ÈK ΚΑΛΑ PÁffIÁ t í


AVA^Á ΚΑΙ Δ ΙΚ Α ΙΑ * A N W ^ W I ΔΕ
À n h ΑΔΙΚ.Α Vr>EIAH<M5lN\ À A i
KAIA.
154 Razón común — Heraclito

¿~) ΔΙΚΚ<. <>KOMA OVK Λ Ν' ΗΙΔΕ-


/ > ^ , > > vv ^ -r
f ΑΛ", El T4VT4 (θ \ ΤΑΥΤΑ) ΜΗ WH.

© 1.°) P o rp h y r. Quaest. H o m . ad A 4 : ά π ρ ε π ε ς, φ α σ ιν , εί τέ ρ π ει το ύ ς θ ε ο ύ ς
πολέμω ν θ έ α . άλλ5 ο ύ κ ά π ρ ε π ε ς' τά γ ά ρ γ ε ν ν α ία ερ γα τέ ρ π ει, άλλω ς τε' πόλεμ οι
κ α ί μ ά χα ι ή μ ϊν δ ε ιν ά δ ο κ ει, τώ δέ θ ε ω ο υ δ έ τα ύ τ α δ ε ιν ά ' συντελεί γ ά ρ ά π α ν τα
Ô θ ε ό ς π ρ ό ς ά ρ μ ο νία ν τώ ν άλλω ν ή κ α ί όλω ν, ο ίκ ο ν ο μ ώ ν τ ά σ υμ φ έρ οντα , όπ ερ
κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς λέγει, ώ ς «τώ μέν .... δ ίκ α ια » .

Aliquid exinde apud Hippol. IX 10 : ... εστι γάρ εν (n.° 31} καί αγαθόν καί κακόν (η." 52
bis)' οί γοϋν ιατροί κτλ.
Et Hippocr. De uictu I 11 : τά μεν ούν άνθρωποι διέθεσαν, ουδέ ποτε κατά τωύτό έχει
οΰτε ορθώς οΰτε μή ορθώς' όσα δέ θεοί διέθεσαν, άιεί ορθώς έχει καί τά ορθά καί τά
μή ορθά' τοσοϋτον διαφέρει. Et ib. 24 : άγωνίη, παιδοτριβίη τοιόνδε' διδάσκουσι παρα-
νομείν κατά νόμον, άδικειν δικαίως κτλ.
Et Cleanth. Hymn, in lou. 15 : καί ου φίλα σοι φίλα έστίν.

2.°) Clem . Strom . IV 9, 7 : δ τα ν γ ά ρ ά φ έ λ ^ ς τό α ίτ ιο ν τού φ όβου τήν άμ αρ-


τ ία ν , ά φ εϊλες το ν φ ό β ο ν ' π ο ύ δ 5 έτι κ ό λ α σ ις, ό τα ν ά π ή τό π εφ υ κ ό ς έπ ιθ υ μ εϊν;
« δ ικ α ίφ γ ά ρ ού κ ε ιτα ι νόμος» ή γ ρ α φ ή φ η σ ιν ( A d Tim. 1 1 ,9 } . κ α λώ ς ο ύ ν Η ρ ά κ ­
λειτο ς «δίκ ης όνομά» φ η σ ιν «ούκ ά ν .... ήν», Σ ω κ ρ ά τη ς δέ νόμ ον ‘έ ν εκ α ά γ α θ ώ ν
ούκ άν γ εν έσ θ α ι.

Cfr. Ps.-Her. Epist. VII 10 : τά μάλιστα δοκοϋντα δικαιοσύνης είναι σύμβολα, οί νόμοι,
αδικίας είσί τεκμήριον' εί γάρ μή ήσαν, άνέδην άν επονηρεΰεσθε' νυν δ5 εϊ τι καί μικρόν
έπιστομίζεσθε φόβψ κολάσεως, κατέχεσθε εις πάσαν αδικίαν.

© 1.°) κ α ί ά γ α θ ά om . codd. aliquot


In Hippocratis textum: ό σ α δ ε θ ε ο ί D i e ls : ό κ ό σ α θεοί Μ : όσα δε όσοι Θ : όκόσα δέ θ εο ί
L ittr é ( θ ε ό ς Ρ ) ά γ ω ν ίη : ά γ ν ω σ ίη Θ B e rn a y s , J o n e s .

2 ° ) ή δ εσ α ν Sylburg : έδη σ α ν codd., B ollack-W ism ann : εδεισ α ν H o eschl : an


έίδησαν? τ α ύ τ α ού τα ύ τά scribo (prius etiam de τ ά ού τ α ύ τ ά cogitaue-
ram) : τα ύ τα codd. : τ α ύ τ ά R e in h a rd t : « τά δικ α od. τά ν τία » adn. D-K .

2 .° ) In Clementis: π ο ύ δ 1 ε τ ι κ ό λ α σ ι ς scribo : π ο λ ΰ δ έ ε τ ι κ ό λ α σ ι ν cod. : π ρ ό ς δ 5 έτι κ.


S y lb u r g : π ο λ υ δ ' έ τ ι ( μ ά λ λ ο ν τ ή ν ) κ . S tâ h lin .

© 1.°) PARA EL DIOS, HERMOSAS TODAS LAS COSAS


Razón general 155

Y BUENAS Y JUSTAS: PERO LOS HOMBRES TIENEN LAS


UNAS CONCEBIDAS COMO INJUSTAS, LAS OTRAS
COMO JUSTAS. 2.°) EL NOMBRE ‘JUSTICIA’ NO LO HA­
BRÍAN SABIDO, SI NO HUBIERA SIDO QUE ESAS COSAS
NO ERAN LAS MISMAS (LAS UNAS QUE LAS OTRAS).

© E n el enlace in m ed iato de los dos frs. en cu en tro la solución de la dificultad


del segundo, que no h ab ían logrado e n te n d e r m is p red eceso res, el taûta que dan
los M S S de San C lem en te y q u ed ab a sin referen cia (“ ...si no hu b iera esas cosas”),
ni aun con la corrección de R e in h a rd t tautà (“ ...si no fu eran las m ism as cosas”),
p ero que así, m ed ian te la fácil corrección p o r resolución de u n a haplografía de tau-
taoutauta en taûta com etida p o r el copista (si es que n o e n ten d ió ou tautà com o
una advertencia in serta), tiene su referen cia n atu ral en el “cosas injustas-justas”
del prim er fragm ento.
É ste lo da el filólogo P orfirio (fines del s. Ill post) en los restos de su com en­
tario a la Ilíacla, al p ro p ó sito de justificar el p lacer de los dioses en las guerras de
los hom bres (“In d e c e n te , dicen, que com plazca a los dioses un espectáculo de gue­
rras. P ero no in decente: pues las acciones nobles dan placer. Y de o tro m odo: gue­
rras y batallas a n o so tro s nos p arecen cosas esp an tab les, p ero a la divinidad tam ­
poco espantables esas cosas: pues todas las com pone la divinidad con vistas al ajus­
te con las o tras, o aun con el co n ju n to e n te ro , adm inistrando las conveniencias,
que es tam bién lo que H eraclito dice de que ‘p a ra el dios ... ju sta s’” , sin que te n ­
ga yo p o r m uy seguro q u e la cita sea del to d o literal, p ero no creyendo tam poco
que esté m uy desfigurada; a ese lugar del libro p arecen aludir textos com o el del
hipocrático D e la dieta (“Las cosas pués que los h om bres han establecido nunca
perm anecen en la m ism a condición, ni en ‘b ien ’ ni en ‘no b ie n ’; p ero cuantas han
establecido los dioses, siem pre están bien, ta n to las ‘b ie n ’ com o las ‘no b ien ’: tan
grande es la d iferen cia”) y m ás de lejos o tro del m ism o (“E jercicio de lucha, gim ­
nástica, son tal com o lo siguiente: en señan a infringir la ley según ley, a hacer in­
ju ria con ju sticia” , etc.) y la fórm ula del H im n o en que C leantes estoico le dice a
Z eus “Y las cosas no am igas p ara tí son am igas” ; en fin, que la antítesis funda­
m ental ‘b u en o / m alo ’ figuraba com o synállaxis en el libro lo sugieren tam bién los
testim onios que uso en n.° 52 bis. En cuanto al segundo fragm ento, lo introduce
San C lem ente del siguiente m odo: “P ues, cuando quites lo causante del m iedo, el
pecado, has q u itad o el m iedo; y ¿dónde ya castigo, cuando falte la concupiscencia
natu ral? Pues ‘p a ra el ju sto no está p u esta la ley’ dice la E scritura ((es de San P a­
blo A Tim oteo I 1,9, d o n d e sigue “sino p ara los injustos y no sum isos” continuan­
do con un a larga lista de p e c a d o re s)). B ien, p o r ta n to , H eraclito ‘N om bre de jus­
ticia’ dice ‘no lo h ab rían sabido, si no h u b iera esas cosas’; y Sócrates, que no ha­
bría p o r causa de los b uenos surgido ley” ; de lo que p u ede oírse un eco, m uy ter­
giversado, en una de las Epístolas que circularon en el Im perio a nom bre de H e­
raclito: “A q u ellas que m ás p arecen ser enseñas de ju sticia, las leyes, son testim o­
nio de injusticia: p ues, si no las h u b iera, a rien d a suelta haríais m al; y aun así,
aunque un poco os refren áis p o r m iedo de castigo, a to d a injusticia estáis aten id o s” .
156 Razón común — Heraclito

L eído , pues, el p asaje com o lo p ro p o n g o , enlaza d eb id am en te con los an te rio ­


res, en qu e se h a fo rm u lad o p a ra los h o m b res la n ecesidad de diákrisis en tre con­
trap u esto s, p e ro volviendo a p recisar ya la relación q ue esa necesidad sostiene con
la razón m ism a: pues p a ra el dios (q u e es el m ism o tra ta m ie n to con que razón se
tra ta en el n.° 48) no rigen en v erd ad contradicciones, n atu ra lm e n te , puesto que
él es el principio de contrad icció n (y es así com o en ese n.° 48 aparecía ho theós
‘el dios’ com o la sum a, re a lm e n te im posible, de to d as las p a re ja s de co n trad icto ­
rios), aunque sea ciertam en te la m a n e ra en qu e, al e n tra r la razó n o principio de
contradicción en contradicción consigo m ism a (pues ella no está en contradicción
con n ad a), al m ism o tiem p o q u e deso b ed ece su p ro p ia ley, p o r ello m ism o la o b e­
dece. P ero a lo que en to d o caso es razó n ex trañ a es a cu alquiera de las c o n tra­
dicciones sem án ticam en te configuradas, y p o r en d e a la que bien p u ed e llam arse
p rim era de ellas (y p rim era no sólo p a ra la fundación del m u n d o m oral o social,
sino tam b ién , p o r ello m ism o, del m u n d o o realid ad e n te ra ), que es la de ‘bueno /
m alo’, en cualq u iera de las tres apariciones sem ánticas que del griego se sacan en
la fórm ula, ka ló n I (aischrón) resp ecto al can o n de la valía, agathón l(ka kó n ) en
la escala del b eneficio, díkaion I ádiko n p a ra el criterio de virtud — p o r ofrecer al­
gunas equivalencias aproxim adas.
Puede d ar qué p en sar el q u e, fre n te a la necesidad de oposiciones de los hom ­
bres, p a ra en u n ciar la falta de oposiciones p a ra el dios, se usen los térm inos de
cada antítesis que solem os decir positivos (lo q u e, a su vez, no qu iere decir o tra
cosa sino ‘b u e n o s’), diciendo que p ara él to d as las cosas son nobles y herm osas,
buenas y de p rovecho, ju stas y virtuosas: pues se diría que lo m ism o podía fo r­
m ularse diciendo que son to d as feas y viles, inútiles y m alas, injustas y viciosas;
y sin em bargo, es razo n ab le y n atu ral que se o p e re de este m odo: pues una co­
rrelación es siem pre asim étrica, y es en cada u n a el térm ino llam ado negativo, el
m alo, el que es en v erd ad positivo, en cu an to que es su aparición la que p ro p ia ­
m ente crea la antítesis (en el sentido en que San C lem ente aduce a San P ablo para
reco rd ar que es p o r los m alos p o r los que la ley se hace), de m an era que el té r­
m ino llam ado positivo, el b u en o , q u ed a sim plem ente com o el indiferente o no m ar­
cado (‘b u e n o ’, p o r ejem p lo , no es n ad a sino ‘no m alo ’), y así com o se enuncia en
Fonología p a ra las oposiciones privativas q u e, en caso de neutralización, el térm i­
no no m arcado es de o rd in ario el re p re se n ta n te de la p a re ja , com o archifonem a,
así es lógico y n atu ral qu e, al q u ererse en leng u aje h um ano n o m b ra r la in d iferen­
cia divina a la oposición ‘b u en o / m alo ’ (que en el lenguaje hum ano no puede p ro ­
piam ente te n e r n o m b re), se la llam e con los n om bres del térm ino no m arcado o
bueno.
E llo es q u e, con la segunda p a rte del p asaje, se vuelve a insistir in m ed iata­
m ente en que p a ra los ho m b res, en cam bio, la n ecesidad de la oposición e n tre lo
uno y lo o tro es de tal o rd en qu e, sin ella, p .e j. sin la de ‘ju sto / in ju sto ’, ni si­
qu iera ten d rían el n o m b re, e .e . la idea m ism a, de ‘ju sticia ’, o generalizando, que
la constitución de ideas o sem antem as p ara d esignar la substancia com ún a los dos
térm inos de cada oposición se fun d a en el p revio funcionam iento de esa oposi­
ción: sin la sintaxis de la contradicción, no h ab ría sem antem as o ideas constitui­
das. Pero esá falta de ideas im plicaría falta de la R ealid ad m ism a; y en esa falta
de realidad está a su vez im plicada la falta de h o m b res, m últiples, diferentes y
Razón general 157

opuestos u no con o tro , p rim ariam en te com o ‘buen o s / m alos’: dicho está con ello
lo necesario q u e es p a ra los h o m b res que esas cosas, injusticias y justicias p o r ejem ­
plo, sean “no las m ism as” las unas que las otras.

58 (1.a) D -K 52 bis

© H ip p o l. R ef. IX 10 {post n.° 31) : ... έστι γ ά ρ εν. κ α ι α γ α θ ό ν κ α ί κ α κ ό ν


ο ι γο ϋ ν ια τρ ο ί (η.° 57).
Simpl. in Phys. p. 82, 20-23 : εί δέ ο ύ τω ς έν τό όν .... κ α ί ό τοϋ Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ λό­
γ ο ς α λ η θ ή ς ό λέγω ν τό α γ α θ ό ν κ α ί τό κ α κ ό ν τα ύ τό ν είνα ι. Id. ib. 50, 7 : πολλοί
τρ ό π ο ι λό γω ν είσ ίν ο ίς ά ντιλ έγειν ού χρή τόν φ ιλ ο σ ό φ ω ς κ α ί νο μ ίμ ω ς δια λεγό-
μ ε ν ο ν ούτε γ ά ρ π ρ ο ς το ύ ς ά ν α ιρ ο ύ ν τα ς τά ς ά ρ χ ά ς τώ ν το ίς π ρ ο σ δ ια λ εγο μ ένο ις
ύπ ο κ ειμ ένω ν ούτε π ρ ο ς το ύ ς π α ρ ά δ ο ξ α κ α ί ά π ε μ φ α ίν ο ν τα λ έγο ν τα ς' το ια ύ τα ι
γ ά ρ α ί θ έ σ ε ις, ώ ς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς έδό κ ει, τό α γ α θ ό ν κ α ί τό κ α κ όν εις τα ύ τό ν λέγων
σ υ ν ιένα ι δ ίκ η ν τό ξο υ κ α ί λ ύ ρ α ς' ός κ α ί έδό κ ει θ έ σ ιν λ έγειν δ ιά τό ούτω ς άδιο-
ρ ίσ τω ς φ ά ν α ι (sequitur Plat. Soph, 242 d : v. a d n.° 42).
A rstt. T o p . θ 5, 159 b : δ ιό κ α ί ο ί κ ο μ ίζο ν τες ά λ λ ο τρ ία ς δ ό ξ α ς, ο ίο ν ά γ α θ ό ν καί
κ α κ ό ν είνα ι τα ύ τό ν , κ α θ ά π ε ρ Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς φ η σ ιν, ού δ ιδ ό α σ ι μή π α ρ ε ίν α ι άμα
τώ α ύτώ τ ά ν α ν τία , ο ύ χ ώ ς ού δ ο κ ο ύ ν α ύ το ϊς το ύ το , άλλ’ ό τι κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτο ν
οϋτω λεκτέον. Id. Phys. a 2, 185 b : ... αλλά μήν, εΐ τώ λόγω εν τά ό ντα π ά ν τα
ώ ς λ ω π ίο ν κ α ί ίμ ά τιο ν, το ν Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ λόγον σ υ μ β α ίνει λέγειν αύτοϊς· τα ύτόν
γά ρ εσ ται ά γ α θ ώ κ α ί κ α κ ώ είνα ι κ α ί ά γ α θ ώ κ α ί μή ά γ α θ ώ ε ίν α ι, ώστε ταύτόν
εσ ται ά γ α θ ό ν κ α ί ούκ ά γ α θ ό ν , κ α ί ά ν θ ρ ω π ο ς κ α ί ίπ π ο ς , κ α ί ού π ερ ί τού έν εί­
ν α ι τά ό ντα ό λό γο ς εσ ται, άλλα π ερ ί τού μ η δ έ ν κ α ί τό τ ο ιω δ ί είνα ι κ α ί τοσ ω δί
τα ύτό ν.

Cfr. etiam ad n.0 62.

φ Que bueno y malo son una y la misma cosa.


158 Razón común — Heraclito

© H e vacilado en re co n o cer, hacien d o n ú m ero a p arte , que tal form ulación p u ­


diera darse en el lib ro , distin ta de las dem ás de este p asaje; algo invita a ello la
coincidencia del testim o n io de H ip ó lito con rep etid as referencias de A ristóteles y
aristotélicos: aquél, desp u és de h a b e r citado, a p ro p ósito de noche y día (n.° 31)
pues son u n o so lo ” , añad e: “T am bién b u en o y m alo: p o r e je m p lo ...” y sigue
el p asaje de los m édicos, n.° 57. E n cu an to a A ristó teles, se expresa así en los T ó ­
picos: “P o r lo cual tam b ién los q u e in tro d u cen opiniones ajen as, com o que bueno
y m alo son lo m ism o, ta l com o H eraclito dice, no conceden que no (p u e d e n ) d a r­
se a un m ism o (s u je to ) los (p re d ic a d o s) co n trario s, no p o r cuanto que a ellos no
les parezca q u e así es, sino p o rq u e siguiendo a H eraclito hay que razo n ar así” : y
en el libro I de la Física: “ ... p ero ello es qu e, si p a ra la razón una sola cosa son
todas las cosas q u e son, com o (sinónim as al m o d o d e ) ‘ro p a ’ y ‘vestim en ta’, re ­
sulta que es la razón de H eraclito la q u e están ellos razonando: pues lo m ism o le
será ( a u n o ) ser b u en o que m alo, y tam b ién b u en o que no bu en o ; de m anera que
serán la m ism a cosa b u en o q u e no b u en o y h o m b re que caballo, y no será ya el
razo nam ien to sob re q u e sean u n a sola las cosas que son, sino sobre que no son
ninguna; y así el ser p a ra quien es de tal o cual m an era y el ser p a ra quien es en
tal o cual cu an tía serán lo m ism o” ; de d o n d e apen as cabe ra stre a r que hu b iera en
el libro de H eraclito algo que corresp o n d iese al ju eg o de ‘ser p a ra tal o cual lo m is­
m o ’ con ‘ser lo m ism o tal o cual co sa’, o si, p o r la fórm ula final, le sonaba de allí
algo to can te a la oposición e n tre ‘d e term in ació n ’ (e.e. cualitativa) y ‘cuantifica-
ción’, com o a lo largo de estos pasos centrales de la R azón G eneral oirem os fo r­
m ularse, ni siquiera si, p o r el com ienzo, p o d ría la p ala b ra lógos h a b er aparecido
en la fórm ula su p u esta, com o “p a ra razó n , son u n o y lo m ism o bueno y m alo ” .
P o r su p a rte , Sim plicio, q u e p o r desgracia no dispuso del libro de H eraclito para
com pulsar las vagas referencias del C o n d u cto r, lo sigue así en un p a r de puntos
del com en tario a la Física: en u n o , “ ... p ero si es en ese sentido uno el s e r..., ta m ­
bién la razón de H eraclito será v e rd a d e ra, la que dice que lo bueno y lo m alo son
lo m ism o” ; y en o tro , “V arias m an eras de razo n am ien to son a las que no debe
pon erse a rep licar el q u e razona científica- y legítim am ente: pues ni a los que su­
prim en sin m ás los principios de los supuestos ad o ptados p o r los que están con
ellos discutiendo, ni a los q u e usan razo n am ien to s p aradójicos y absurdos: pues
tales son las tesis (sin fin ) , com o H eraclito o p in ab a, al decir que lo bueno y lo
m alo coinciden en lo m ism o, a m an era de arco y de lira; el cual tam bién creía que
estaba form ulando u n a tesis (sin f in ) , p o r el hecho de hab lar con tal falta de
definición” .
Poco es, en fin, lo q u e esos testim onios p u e d e n inform arnos sobre la presencia
en el libro de la fórm u la y sobre su form ulación precisa. M ucho en cam bio nos
ilustran (y p o r eso m ás que n ad a m e he d eten id o a ofrecérselos a los lectores) so­
bre la reacción q u e en A ristó teles, y con él en general en la Filosofía o C iencia,
hubieron de d e sp e rta r los d escubrim ientos de la contradicción p o r o b ra de la ló­
gica o dialéctica prefilosófica, descubrim ientos que tra ta n de recubrirse con la acu­
sación de triv ialm en te co n trad icto ria p a ra la razón que los descubre.
T an to m ás lejos q u ed an A ristó teles y los filósofos de p o d e r sospechar lo que
bajo una fórm u la com o ésta de que ‘b u e n o ’ y ‘m alo ’ son uno y lo m ism o (que si
Razón general I 59

no se form ulaba así en el libro, desde luego se sugería con la serie de ejem plos
que los frs. siguientes nos ofrecen) está ju g an d o o latiendo: q u e el denunciar la
falsedad de las distinciones en tre ‘b ie n ’ y ‘m al’, ‘m alos’ y ‘b u e n o s’ im perante en
política y realid ad , e ra el solo m odo de hacer q u e , en v erd ad , lo bueno sea bueno
y lo m alo m alo, esto es, el bien verd ad y el m al m entira.

61 D -K 53

^ÁAAtiA, YA<x>P KA<M h & T A T W KA1


M U r ^ W N , ÎX^V^l MÉK F<JT1M <>N
KAl W T H h < > N t AL· AÍV
T ON KUl ¿ A É ^ n o H .

© H ippol. R ef. IX 10, 5 (post n.° 60) : κ α ί τό μ ια ρ όν φ ησι κ α ί τό κ α θ α ρ ό ν εν


κ α ί τό α υτό είνα ι, κ α ί τό π ό τιμ ο ν κ α ί τό ά π ο το ν εν κ α ί τό α υτό ε ίν α ι' «θά λα σ ­
σα» φ ησιν «ΰδω ρ .... ό λέθρ ιο ν» (sequitur n.° 67).

C f r . S e x t. P y r r . hyp. I 5 5 : κ α ί τ ό θ α λ ά τ τ ι ο ν ϋ δ ω ρ ά ν θ ρ ώ π ο ι ς μ ε ν ά η δ έ ς έ σ τ ι π ιν ό μ ε ν ο ν
κ α ί φ α ρ μ α κ ώ δ ε ς , ιχ θ ΰ σ ι δ έ ή δ ισ τ ο ν κ α ί π ό τ ιμ ο ν .
E t H i p p o c r . D e u ictu 10 : ... θ α λ ά σ σ η ς δ ύ ν α μ ι ν , ζ ώ ω ν σ υ μ φ ο ρ ώ ν τ ρ ο φ ό ν , α σ ύ μ φ ο ρ ω ν δ έ
φθόρον.
E t I d . D e n u trim . 19 : έ ν τ ρ ο φ ή φ α ρ μ α κ ε ίΐ ] ά ρ ι σ τ ο ν , έ ν τ ρ ο φ ή φ α ρ μ α κ ε ί η φ λ α ύ ρ ο ν φ λ α ϋ -
ρ ο ν κ α ί ά ρ ι σ τ ο ν π ρ ό ς τ ι.

© In S e x ti textu ά ν θ ρ ώ π ο ι ς o m . co d d . a liq u o t.

© LA MAR, AGUA LA MÁS PURA Y LA MÁS SUCIA:


160 Razón común — Heraclito

PARA LOS PECES, POTABLE Y SALUBRE; PARA LOS


HOMBRES, IMBEBIBLE Y MORTÍFERA.

© C om ienza con este p aso en m i o rd en ació n u n a serie de ellos destinados a


m o strar la lógica de id en tid ad de los contrario s p o r m edio de la relatividad, el
‘p a ra qu ién ’ y el ‘p a ra q u é ’. É ste lo cita H ip ó lito , e n tre dos de la m ism a serie (n .os
60 y 67), in tro d u cién d o lo así: “Y tam b ién lo sucio dice y lo puro que son una y
la m ism a cosa, así com o lo p o tab le y lo im bebible son u n a y la m ism a: ‘La m a r’
dice ‘ag ua... m o rtífe ra ’” . Y ecos de él re su en an en Sexto E m pírico, en sus E sb o ­
zo s del pirronism o (“T am b ién el agua m arin a es p a ra los hom bres ingrata de b e ­
b er y ponzo ñ o sa, y p a ra los peces dulcísim a y p o ta b le ”), así com o en el hipocrá-
tico D e la dieta, d o n d e, a p ro p ó sito de la función de los intestinos, se m enciona
la “virtud de la m ar, n odriza de los seres vivos con ella convenientes, y de los no
convenientes p erd ició n ” , y en el D el alim ento, d o n d e al final de la frase se expli­
cita el principio de relatividad: “E n la alim entación, el m edicam ento, excelente;
en la alim entación, el m ed icam en to , m alo: m alo y excelente en relación con alg o ” .
El p u n to de la cosa está en que la relativ id ad que se exhibe en esta y las si­
guientes form ulaciones d eb e e n ten d erse precisam en te com o he anunciado, com o
un m e d i o de que la razó n se vale p a ra p o n e r en evidencia el verd ad ero p rin ­
cipio lógico, la dialéctica de ‘id e n tid a d ’ y ‘d iferen cia’ o de ‘ser uno (m ism o)’ y ‘ser
o tro (en tre o tro s )’, q u e de m o d o m ás d irecto y p u ro se h a expuesto, o m ejo r di­
cho, ejercitad o , en los pasos an terio res. P ero no es incongruente con ello (o lo
es, pero con la incongruencia que es congruencia de la razón) que la razón acuda
p ara los h om bres a esta evidencia de la relatividad de los predicados (com o en la
sección siguiente del libro acudirá a la transform ación tem p o ral o sucesiva), a m odo
de trucos, q u e, siéndolo en p rim era instancia (pues es claro que si A es una cosa
p ara B y o tra cosa p a ra C, los dos diferen tes p redicados no se dirigen en verdad
a A , sino a la relación resp ectiv am en te A - B y A -C ), son p o r o tra p arte vías de
descubrim iento de la form ulación m ás exacta y pura.
Ni debe e x tra ñ a r tam poco que sean tan num erosas las citas que nos han llega­
do de esta sección d ed icad a a la relatividad (com o lo son las correspondientes a
la pafte que viene luego sobre la tran sfo rm ació n ), considerando cuán natu ral es
que la atención de la tu rb a de científicos, filósofos y literatos antiguos se fijase
m ás bien en fórm ulas relativas o tran sfo rm acio n istas, que al fin y al cabo, son, sin
pasar más allá, b a sta n te fáciles de asim ilar, cuando lo m ism o vem os repetirse en
m uchos de los estudiosos m od ern o s y de nuestros días, que con gusto reducirían
la dialéctica h eraclitan a a form ulaciones de esos tipos, relativam ente asequibles y
tran quilizad o ras, y olvidarían tras ello lo q u e de m ás inasim ilable y chocante p u ­
dieran leer en esa lógica; es n atu ral — digo— , o si no, no sería lo que es la n a tu ­
raleza hum ana.
Razón general 161

13+37 D -K
54
f) VE<j ΗΔ0ΗΤΑ1 ΜΑΛ­
ΛΟΝ Η ΚΑΟΛΡ-&Ι ΥΔΑΤΙ.

© l.°) Clem . Strom . I 2, 2 : εί δέ μή π ά ν τω ν ή γ νώ σ ις, ό νο ς λύρ α ς, ή φασιν


ο ί π α ρ ο ιμ ια ζό μ εν ο ι, τ ο ις π ο λ λ ο ΐς τά σ υ γγρ ά μ μ α τα ' «ϋες» γ ο ϋ ν «β ορβ όρφ ....
ϋδα τι».
Id. Protr. 92, 4 : ο ί δέ σ κω λήκω ν δ ίκ η ν π ερ ί τέλμ ατα κ α ί β ορβ όρ ους, τά ήδονής
ρ εύ μ α τα , κ α λ ιν δ ο ύ μ εν ο ι ά νο νή το υ ς κ α ί ά νο ή το υ ς έκβ όσ κ οντα ι τρ υ φ ά ς, ύ ώ δεις
τινές ά ν θ ρ ω π ο ι' «ϋες» γ ά ρ , φ ησ ιν, « ή δο ντα ι β ο ρ β ό ρ φ μάλλον .... ϋ δ α τι» κ α ί
« επί φ ο ρ υ τώ μ α ρ γα ίνο υ σ ι» κ α τά Δ η μ ό κ ρ ιτο ν. E t Id. Strom . II 68, 3 : χ ο ίρ ο ς βορ­
βόρω ή δ ε τα ι κ α ί κ ό π ρω .
Sext. Pyrr. hyp. I 55 : ... ιχ θ ύ σ ι δέ ή δ ισ το ν κ α ί π ό τιμ ο ν (η.° 53) σύες τε ή διον
β ο ρ β ό ρ φ λ ο ύ ο ν τα ι δυ σ ω δ εσ τά τω ή ϋ δ α τ ι δ ιε ιδ ε ι κ α ί κ α θ α ρ ώ .
A th en . V 178 e : « ά π ρ επ ές γά ρ ήν» φ ησ ιν ’Α ρ ισ το τέλη ς «ήκειν ε ίς τό συμπόσιον
συν ίδ ρ ώ τι π ολλώ κ α ί κ ο ν ιο ρ τ φ » ' δ ει γ ά ρ τό ν χ α ρ ίε ν τα μήτε ρ υ π ά ν μήτε αύχμεϊν
μήτε β ορβ ό ρ ω χ α ίρ ε ιν , κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτο ν .
Plot. Enn. I 6, 6 : δ ιό κ α ί α ί τελετα ί ο ρ θ ώ ς α ίν ίττο ν τα ι τόν μή κ εκ α θ α ρ μ ένον
κ α ί είς "Α ιδ ο υ κ είσ εσ θ α ι έν β ο ρ β ό ρ φ , ό τι τό μή κ α θ α ρ ό ν βορβόρω δ ιά κάκην
φ ίλ ο ν, ο ία δή κ α ί ϋ ες, ού κ α θ α ρ α ί τό σώ μα, χ α ίρ ο ο υ σ ι τώ τοιούτω .
O strakon A egypt. 12319, 12 : ή α ί ϋ ες π ερ ιεσ τη κ υ ϊα ι έθεώ ρ ουν ά ν θ ρ ω π ο ν έν βορ­
βόρω β α [π τιζό μ εν]ο ν, «οϊω ν» αν εφ α σ αν «τών ά [γ α θ ώ ν ό ά ν θ ρ ω ]π ο ς άπολα ύει».
V incentius B ellouacus Op. m or. I ll 9, 3 : legitur in prouerbiis philosophorum
quod, cum quidam d iceret, audiente P ythagora, quod libentius m o raretu r in m u­
lierum consortio quam in p h ilosophorum co n tu b ern io, respondit Pythagoras «Et
sus libentius in luto quam in aqua pura».

2.°) C olum ella V III 4, 4 : Siccus etiam puluis et cinis, ubicum que cohortem por­
ticus uel tectu m p ro teg it, iuxta p arietes rep o n en d u s est, u t sit quo aues se perfun­
d ant; nam his rebus plum am p en n asq u e em u n d an t, si m odo credim us E phesio H e ­
raclito, qui ait sues .... lauari.

L o c u m to tu m re m in is c itu r G a l e n . P r o tr . 13 : έ ν τ ί ν ι τ ο ί ν υ ν ε τ ι τ ή ν ΐ σ χ υ ν έ π ι δ ε ί ξ ο ν τ α ι ή
ε π ί τ ίν ι μ έ γ α φ ρ ο ν ή σ ο υ σ ι; τ ά χ ’ ο ύ ν ε π ί τώ δ ι1 ό λ η ς η μ έ ρ α ς π ο ν ίε σ θ α ι δ ικ α ιο ΰ σ ιν ' ά λ λ α
162 Razón común — Heraclito

τ ο ϋ τ ό γ ε κ α ι τ ο ϊς δ ρ τ υ ξ ι κ α ί τ ο ϊς π έ ρ δ ιξ ιν υ π ά ρ χ ε ι, κ α ί, ε ϊπ ε ρ ε π ί τ ο ύ τ φ , μ έ γ α χ ρ ή φ ρ ο -
ν ε ϊν ε π ί τ φ δ ι’ ό λ η ς η μ έ ρ α ς β ο ρ β ό ρ φ λ ο ύ ε σ θ α ι.

0 2.°) uel cinere om . codd. pier.

l .° A d Sexti textum: σ ύ ε ς δ έ edd.


A d Plotini: τ ε λ ε τ α ί : τ ε λ α ί Ε α ίν ίτ τ ε τ α ι A Ε κ ε ίσ ε τ α ι y
A d ostraci: ή quidem pro ε ι accipiendum.
A d Vincenti: l u t o : c a e n o cod. Mon.

© l.°) LOS CERDOS SE GOZAN CON EL CIENO MÁS


QUE CON EL AGUA LIMPIA. 2.°) ... que los cerdos con
cieno, las aves de corral con polvo o con ceniza se lavan.

© La frase se h ab ía hecho p roverbial y llega así al Im perio y a los anecdota-


rios m edievales, ya sólo en la p a rte re fe re n te a cerdos, ya con el añadido sobre
aves; pero es co n stan te que p ro ced ía del libro de H eraclito , y es pro b ab le que San
C lem ente, que la usa varias veces, nos conserve p a ra la p a rte prim era un texto
b astante literal (en to d o caso, la cita de Sexto E m pírico confirm a que de él eran
tam bién los térm inos “q u e con el agua lim pia”); y en cuanto a la segunda, sólo
tenem os la cita in d irecta de C olum ela, p ero el p asaje de G aleno co rro b o ra que
debían en el libro de H eraclito fig u rar enlazadas la referen cia del lavado (y gozo)
de los cerdos con la del de las aves. P o r lo d em ás, los contextos de los m últiples
citadores (m encionen o no el n o m b re de H eraclito , o incluso, en el caso de Vi-
cencio, lo co n fundan con Pitágoras) tien en bien poco interés p a ra nosotros: com o
era de esp erar, salvo Sexto E m p írico , que tod av ía lo trae a propósito de relativi­
dad, los citadores le han d ad o u n a m era aplicación m oral, es decir, sobre la base
de que el b a rro (y el polvo) es algo m alo , y p o r ta n to p u ed e tom arse com o ale­
goría de cosas m alas: San C lem en te, p a ra los q u e no saben usar de los buenos li­
bros, o para los q u e se revuelcan en sucios deleites; A te n e o , citando a A ristó te ­
les, sobre la conveniencia de venir lim pio a los convites; P lotino, refiriéndolo a la
condena, que en los M isterios se p ro m e te a los im puros, de yacer en cieno en el
otro m undo; V icencio recogiendo u n a an écd o ta en que el Sabio (Pitágoras) lo com ­
p a ra con la p referen cia de algunos p o r p asar la vida e n tre m ujeres m ejo r que e n ­
tre filósofos; C olum ela lo tra e a p ro p ó sito de u n a recom endación de que haya p o l­
vo y ceniza en los corrales cu b ierto s, p a ra que p u e d a n con ello las aves lavarse a
su m anera; y G alen o lo aplica a censura de la v anagloria de los gim nastas, que se
pasan el día b añ án d o se en polvo, com o p erdices o codornices, y en lodo, com o
cerdos; ú n icam en te, el texto que se lee en el te ju e lo egipcio es un chiste b astante
gracioso p o r elab o ració n de la sentencia heraclitan a: “Si las cerdas puestas aire-
Razón general 163

d ed o r co n tem p laran a un ho m b re haciendo inm ersiones en lo d o , ‘¡De qué goces’


dirían ‘está disfru tan d o el h o m b re !” ’.
E n fin, es claro q u e no cabe que en el libro de H eraclito ap areciera el cieno
ni el polvo com o algo m alo (ni siquiera estoy del to do seguro de que el hedontai
‘d isfru tan ’ estuviera en el tex to original, donde en cam bio debía figurar el loúon-
tai ‘se b a ñ a n ’ o ‘se lav an ’ que da Sexto) ni que el fr. p ertenezca a un contexto de
predicación m o ral (p ero D -K y los otros edito res p articipan de esa desviación de
los citado res antiguos, cuando se les o curre atrib u ir a H eraclito todo el pasaje de
A te n e o , “Pues no d eb e el que goza estar sucio ni p olvoriento ni gozar con el cie­
no, según H e ra c lito ”), sino q u e se tra ta sencillam ente de o tra ilustración de la ló­
gica de contradicción m anifestán d o se com o principio de relatividad: ‘lim pio’ / ‘su­
cio’, ‘lavarse’ / ‘m a n c h a rse ’, sólo tien en sentido p o r m u tu a oposición y con respec­
to a la línea divisoria de los dos térm in o s, línea que es el ‘p a ra q u ién ’, cerdo u
h o m b re, h o m b re o gallina.

9 + 4 D -K

1-) OVOVS» cruÇ^OC'C' (XV í A l c d o a Λ


jXvLÁtev

z rus,
si Fe î Lc i ÍTa s
bouts
esset
felices
m cleiec t a t i on i t us cor| i o-
cticere m u s , cum inw.eru ^
ant orobum. comeclenitAm.

© 1.°) A rstt. Eth. Nie. κ 5, 1176 a : δο κ εί δ ’ είνα ι έκάστω ζφ ω κ α ί ηδονή


ο ικ εία , ώ σ περ κ α ί ε ρ γ ο ν ή γ ά ρ κ α τά τήν ε ν έ ρ γ ε ια ν κ α ί έφ ’ έκάστω δέ θεω ρ ούν-
τι το ύ τ5 αν φ α ν είη ' έτέρα γά ρ ίπ π ο υ ήδονή κ α ί κ υνό ς κ α ί α ν θ ρ ώ π ο υ , κ α θ ά π ε ρ
Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς φ η σ ιν ό νο υ ς .... χρυσόν.
M ichael in Eth. Nie. ad loe. : κ α ί ή μέν π ρ ο κ ειμ ένω ν δ ιά ν ο ια α ΰτη , τό δέ λεγό­
μενον υ π ό τή ς λέξεω ς Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ τού Έ φ ε σ ίο υ κ α ί εμού π ο λίτο υ τό όνους ....
χρ υσ όν, σ ύρ μ α τα τό ν χό ρ το ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς λέγει, δς κ α τά φ ύσ ιν ή δ ύ ς έστι τώ όνω.
α ί μέν τώ ν ετέρω ν τώ ε ϊδ ει δ ια φ έρ ο υ σ ιν είδει.
164 Razón común — Heraclito

2 ° ) A lb ert. M agn. D e ueget. V I 14, 401 : o ro b u m est h erb a, quae a quibusdam


u o catu r uicia auium ... est au tem delectabilissim um pastum boum , ita quod bos
cum iucunditate com edit ipsum ; p ro p te r q u o d H eraclitus dixit quod, si felicitas ....
ad com edendum .

© όνο υ ς : ό νο ν codd. L O , uersio L at. σ ά ρ μ α τ1 αν L loyd-Jones {Cfr.


η .” 82).

© l.°) ... que los asnos mejor escogerían granzas que no


oro. 2.°) ... que, si la felicidad estuviese en los deleites del
cuerpo, llamaríamos felices a los bueyes cuando encuentran arve­
ja para comer.

© Las dos p artes del p asaje se h an tran sm itid o p o r cita indirecta y no literal:
la p rim era, en la Etica de N icóm aco de A ristó teles, que la introduce así: “Y p a ­
rece que hay tam b ién p a ra cada anim al un p lacer peculiar suyo, com o tam bién
una actividad p ro p ia (pues es ella según la enérgeia (fu erza o fu nción) (d e cada
u n o ) ), y a quien sob re cada u no de ellos lo exam ine así ha de hacérsele evidente:
pues distinto es el p lacer de un caballo y el de un p erro y el de un h om bre, tal
com o H eraclito dice que los asnos ... o ro ” ; y tam poco el com entario a ese lugar
aristotélico del b izantino M ichael (“C onque tal es el sentido del pasaje propuesto;
en cuanto a lo que se dice b ajo la p alab ra de H eraclito , el efesio y com patriota
m ío, lo de que ‘los asnos ... o ro ’, llam a H eraclito granzas al fo rra je, que según
n atu ra es grato p a ra el asno. Los placeres de los diferentes en especie difieren en
especie”) m e convence de que M ichael haya hecho ninguna com pulsación de la
cita sobre el libro de H eraclito (que seg u ram en te no e stab a ya a su alcance); pero
ciertam en te la presencia del térm in o inusitado syrm ata, que in terp reto com o sig­
nificando las granzas o p aja g orda con o tra broza de los cereales tras la trilla, ga­
rantiza una cierta m ed id a de literalidad. Y la segunda p arte la tenem os sólo por
una cita de San A lb e rto M agno (s. x m ) , a quien sabe D ios por qué cam inos le
llegaría (lo más p ro b ab le es que a través de una o b ra perd id a de algún P adre cris­
tiano antiguo; tam b ién pudo venirle con la fu en te botánica, griega traducida, de
donde to m a la noticia sobre la p lan ta que llam a, con n om bre griego, aunque con
género cam biado, orobum , y qu e, siguiendo su identificación con la uicia auium ,
llam o aquí arveja: en to d o caso, alguna especie de alm orta o de alg arroba), y que
la ap o rta de este m odo: “el o ro b u m es u n a p lan ta que algunos llam an uicia auium
(a lg arro b a de los p á ja r o s ) ... ; y es p asto m uy d eleitoso del vacuno, de m an era que
el buey la com e con gran gozo; p o r lo cual dijo H eraclito q u e, si ... co m er” ; en
donde ya se ve que el inciso “si la felicidad estuviese en los deleites del c u e rp o ”
es un añad id o , de San A lb e rto o de su fu e n te , ex traño a H eraclito (p ara quien
todavía ni se hab ía inven tad o ‘el c u e rp o ’) y que d ebía segregarse de la cita.
Razón general 165

Lo que sospecho con fu n d am en to es que el térm ino que figurara en el original


debía de ser ólbios, q u e, u n poco com o el lat. beatus, significa al m ism o tiem po
‘rico’ y ‘feliz’, con u n a am bigüedad algo sem ejante a la de ‘a fo rtu n a d o ’ o la de
‘p ró sp e ro ’, de m a n e ra q u e seguiría en esta segunda p a rte del p asaje lo que en la
p rim era se u sab a, el co n traste e n tre el oro y las granzas (ya se sabe cuán popular
es que el oro y la p a ja , el carbón y el din ero , el d inero y la m ierda, ju eg u en en tre
sí y se sustituyan en un cu en to ) com o m edio de indicar el contraste en tre los p u n ­
tos de referen cia, ‘h o m b re ’ y ‘asn o ’, añ adiéndose aquí que la noción de ‘rico’ (y
feliz a lo h u m an o ) te n d ría , al tro car el p u n to de referencia ‘h o m b re’ p o r el de
‘bu ey ’, que aplicarse al caso en q u e u n a vaca da con un bu en cam po de arvejas
p a ra p a sta r (y tam b ién algunos granos de legum inosa se p re sta n al intercam bio y
juego con las m o n ed as); o sea que el p asaje p o d ría h a b e r sido en el original algo
com o Ó N O IS S Ÿ R M A T A É C H E IN K R É S S O N Ë C H R Y S Ó N , B Ó E S T E Ó L-
B IO I, H O K Ó T A N Ó R O B O N P H É R B E S T H A I H E U R ÍS K Ó S IN , e .e . “P ara los
asnos, te n e r granzas m e jo r q u e no o ro , y los bueyes afo rtu n ad o s, cuando encuen­
tran arveja p a ra p a c e r” .
E n to d o caso, el paso se in serta aquí d eb id am en te en la ordenación que sigo,
y añade a la ilustración de la relatividad referid a a la correlación fundam ental de
‘bueno / m alo ’ o tro ejem p lo de la relatividad de los valores, sacado, con especial
pu n ta y gracia, del cam po de la riqueza y el din ero , donde la a rb itraried ad de la
línea divisoria de las antítesis, p a tró n o criterio, que determ in e el térm ino positivo
y el negativo, relu m b ra con sin igual resp lan d o r, p a ra que razó n deje fácilm ente
so b ren ten d er su fó rm u la, “son lo m ism o ‘b a ra to ’ y ‘c a ro ’, ‘p o b re ’ y ‘ric o ’” .

111 D -K 56

NOV^O^ ν Π Ε ΙΗ Ιί È Γ ο ί H^EN ΑΔΥ KM


A t a ^<>n ? a im <H KÓPON, KÁKATO ^
A M Á P A Y f |tf.

© Stob. Flor. III 1, 177 (post n.° 103) : «νούσος ... ά ν ά π α υ ο ιν» .

© ήδυ κ α ί : ή δ ύ , κ α κ ό ν H eitz, D iels.


166 Razón común — Heraclito

© LA ENFERMEDAD HA HECHO A LA SALUD COSA


GRATA Y BUENA, EL HAMBRE A LA HARTURA, EL
CANSANCIO AL DESCANSO.

© E s u n a de las citas q u e el Florilegio de E sto b e o trae b ajo el encabezam iento


‘D e H eraclito ’; ésta viene tra s el n.° 103 y an te el n.° 99. A lgunos estudiosos del
texto hab ían p ro p u e sto u n a corrección, con la q u e diría cosa g rata, el m al al
bien, que no se im p o n e, ni aun tien e p ro p ia m e n te sen tid o , ju sta m en te p o r­
que es la antítesis g en eral ‘b ien / m a l’ la q u e se e stá po n ien d o a p ru e b a con estas
ilustraciones. P e ro es ciertam en te algo ch ocante que el hëdy kai agathón ‘grato y
b u e n o ’ esté en n e u tro , refirién d o se in m ed iatam en te a hygieíén ‘salud’, que es fe­
m enino, p o r m ás que sea desd e luego su función predicativa lo que p erm ita esa
falta de sum isión a la co ncordancia; y tam b ién , p o r o tro lado, que se em plee el
epoíésen ‘h izo’ con la función de co n ectan te de P redicado ( = ‘hizo se r’, ‘volvió’,
‘convirtió e n ’), cuando esa función co m p etía o rig in ariam ente en griego y en otras
lenguas in d o eu ro p eas a la raíz dheH , la de éthëke ‘p u so ’ y fëc it ‘hizo’, aunque es
cierto que ya en u n p asaje de Odisea X X III 11-12 altern an los dos verbos p ara tal
uso. E n sum a de lo cual, m e siento inclinado a e n te n d e r el texto com o diciendo
epoíésen, p o r u n lad o , q u e la e n ferm ed ad h i z o p ro p ia m en te a la salud (y el
ham bre a la h a rtu ra , el cansancio al d escanso), si bien, p o r o tro lado, hédy kai
agathón añ ad a, a m odo de S u b p red icad o , que p ro d u jo la salud, siendo ésta cosa
grata y b u en a (com o tam b ién la h a rtu ra y el d escanso), esto es, que la en ferm e­
dad define y constituye la salud, p ero adem ás la constituye com o el térm ino ‘b u e ­
n o ’ de la antítesis.
A sí en ten d id o , ten em o s con este p aso, según lo o rd e n o , u n a sutil transición e n ­
tre aquellas m an ifestaciones de la dialéctica de ‘diferencia / id en tid a d ’ por vía de
sim ple relatividad, que se han ejem plificado en los n .os an terio res, y las m anifes­
taciones de lo m ism o p o r vía de tran sfo rm ació n , q u e van a ap arecer desde el n.° 68.
Pues aquí, a la vez que se form ula explícitam ente cóm o es el co ntrario el que d e­
term ina a su co n trario (y en verd ad “lo h a c e ” , le hace ser) y que se an o ta que es­
tos ejem plos ilustran la diferen cia/id en tid ad de ‘m alo ’ y ‘b u e n o ’, a la vez sucede
que la oposición e n tre los dos térm in o s de cada synállaxis, no ya p o r su sintaxis,
sino por la sem ántica de los térm in o s elegidos, sugiere casi p o r fuerza una a lter­
nativa tem p o ral e n tre am bos, p a ra los tres ejem p lo s, ‘enferm ed ad / salud’, ‘ham ­
bre / h a rtu ra ’ (que figura en la lista de correlaciones de n.° 48), ‘cansancio / des­
canso’ (cfr. n.° 72), con tal de que se so b re n tie n d a (com o es lo natu ral) que los
opuestos n om bres de predicaciones de cada p a re ja se refieren am bos a un m ism o
Sujeto: esto es, q u e no es aquí el S ujeto lo que se to m a com o línea divisoria, ‘p a ra
q u ien ’ o criterio de oposición relativa, al estilo de los frs. anteriores: no es aquí
el caso de q u e x sea M (con respecto a a) y W (con respecto a b ), sino que x es
altern ativ am en te o M o W , y precisam en te M en cu anto (ya) no W y W en cuanto
(ya) no M (sin q u e a ni b cu enten com o criterio , puesto que se ha d e jad o de mo-
Razón general 167

m ento qu e a y b se co n fu n d an , q u e h agan a y b com o si fuesen uno m ism o), es


decir q u e, si los co n trario s se identifican, si “M = W ”, es sólo en cuanto que se d e ­
finen m u tu a m e n te p o r n egación, que “ ‘Ai’ es ‘no W ” y “‘W’ es ‘no M ”’; pero eso
es lo q u e, p a ra la ideació n h ab itu al, sólo cobra sentido al hacerse sucesión la al­
ternativa: “en t¡ es M y en t2 es W ” tra e consigo in m ed iatam en te que “lo que p a ra
t] es M , p a ra t2 es W ”, de d o n d e sin m ás resu lta que en t en general (esto es, en
la anulación de la oposición e n tre tiem pos, en tre ti y t2) M es lo m ism o que W ,
‘e n ferm o ’ igual que ‘sa n o ’, e tcétera. C laro q u e esta ideación tem p o ral de la alter­
nativa ya ve el p iad o so lecto r q u é co n tratiem p o s ac arrea p a ra aquella identidad
en tre a y b, e n tre Ύ Ο en t¡’ y Ύ Ο en t2 , en tre ‘yo sa n o ’ y ‘yo e n fe rm o ’, que se
daba p o r su p u esta en el p lan team ien to .

58 (2.») D -K 57

❖Î ro vn U tp o Íj T É n ^ t m ^ kaîo/î-
TE^t ΡΛΝΤΗ KAK<*>¿
r ov¿ αγγ^τουντλ^ ερλιτια i<*w-
TAI, MHAEN A lIO l ΛΑΗ^Λ-
NTItf PAPA T<£n ΤΑΥΤλ
ÈÎTA^ÔMEWO) TÀ Áfi<M Μ Ϊ TÍ* Ií4 j%

© H ippol. R ef. IX 10 (post 52 bis) : ... εστι γά ρ εν. κ α ί ά γ α θ ό ν κ α ί κ α κ ό ν


«οί γ ο ύ ν ια τρ ο ί» φ η σ ιν ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς «τέμνοντες .... νόσους».

Cfr. Ps.-Her. Epist. VI 3 : Ήρακλεόδωρον εμόν θειον ούτοι (scil. οί ιατροί) άπέκ-
τειναν καί μισθόν ελαβον.
Vestigia loci legi uidentur apud Xenoph. Mem. I 2, 54 : αυτοί τε αυτών όνυχας τε καί τρί­
χας καί τύλους άφαιροϋσι καί τοϊς ίατροις παρέχουσι μετά πόνων τε καί άλγηδόνων καί
άποτέμνειν καί άποκάειν, καί τούτων χάριν οϊονται δεϊν αύτοΐς καί μισθόν τίνειν. Et
Plat. Gorg. 521 e : ... ώς έν παιδίοις ιατρός αν κρίνοιτο κατηγορούντος όψοποιοϋ ... «ώ
168 Razón común — Heraclito

παίδες, πολλά υμάς και κακά δδε εϊργασται άνήρ .... τέμνων τε και κάων...». Et Id. Po­
lit. 293 b : τούς ιατρούς δέ ούχ ήκιστα νενομίκαμεν, έάντε έκόντας έάντε άκοντας ήμάς
ίώνται, τέμνοντες ή κάοντες ή τινα άλλην άλγηδόνα προσάπτοντες κτλ. E t Ceb. Pinax 49 :
...ούκ αν ε’ίη οΰτε άγαθόν είναι τό ζην ούτε κακόν, ώσπερ ούδέ τό τέμνειν καί καίειν έν
τοίς άρρωστοΰσίν έστι νοσερόν καί υγιεινόν. E t Aeschyl. Ag. 849 s. : ήτοι κέαντες ή
τέμνοντες εύφρόνως πειρασόμεσθα πήμ’ άποστέψαι νόσου.
Cfr. etiam Hippocr. De uictu I 15 : σκυτέες τά όλα κατά μέρεα διαιρέουσι καί τά μέρεα
όλα ποιέουυσι' τάμνοντες δέ καί κεντέοντες τά σαθρά ύγιέα ποιέουυσι' καί άνθρωπος
ταύτα πάσχει' έκ τών όλων μέρεα διαιρείται καί έκ τών μερέων συντιθεμένων δλα γίγ-
νεται' κεντεόμενοι δέ καί τεμνόμενοι τά σαθρά ύπό τών ίητρών ύγιάζονται. καί τόδε ίη-
τρικής' τό λυπέον άπαλλάσσειν καί ύφ ’ ού πονεϊ άφαιρέοντα ύγιέα ποιεϊν. Et ib. I 24 :
άγωνίη, παιδοτριβίη τοιόνδε' διδάσκουσι παρανομεϊν κατά νόμον, άδικεϊν δικαίως, εξα­
πατάν, κλέπτειν, άρπάζειν, βιάζεσθαι' τά α’ίχιοτα καί κάλλιστα' ό μή ταύτα ποιέων κα­
κός, ό δέ ταύτα ποιέων αγαθός.

© έ π α ίτ ια ίώ ν τα ι scribo : έ π α ιτ ιώ ν τα ι cod., Η . G o m p erz, M arcovich («qué-


jan se» ), K ahn : έπ α ιτ έο ν τα ι B ern, et B u n s., edd. -.fort, ε π ’ ά ν τία ίώ ντα ι m alueris
μηδέν ... μ ισ θώ ν cod. (μ ισ θ ω ^ ) : μ η δένα ... μ ισ θό ν Sauppe (μ ισ θόν et
D iels, e d d .), M arcovich, K ah n ά ξ ιο ι B ern , et B u n s., edd. : ά ξ ιο ν cod.,
M arcovich, K ah n τα ύ τα cod. : τα ύ τά S auppe, edd. : possis et ( τ α ύ τα )
τ α ύ τα τά ά γ α θ ά κ α ί τά ς νό σ ο υ ς H ip p o lyto D iels tribuebat κ α ί τά ς
νό σ ο υ ς cod. : κ α τά τά ς ν. susp. P etersen : κ α ί ( τ ά κ α κ ά ) τά ς ν. Sauppe : τά
κ α ί α ί νο ύ σ ο ι W ilam ow itz (κ α ί α ί νό σ ο ι etiam M arcovich) : κ α ί τά ς ν. (έκβ ά λ-
λ ο ν τες) Η . G o m p erz μ ισ θό ν λ α μ β ά νειν, π . τ. ά ρ ρ . τα ύ τα ερ γα ζό μ ενο ι,
τά άγ. κ. τ. νό σ ο υ ς distinguont B ollack-W ism ann E tiam de legendo ...
μηδέν ά ξ ιο ν μ ισ θώ ν λα μ β ά νειν π α ρ ά τ. άρρ. τα ύ τά ερ γ α ζο μ ένο υ ς τά ά γ α θ ά κ α ί
τά ς νόσ ο υ ς diu cogitaram.

In Aeschyli versu τενόντες ... πήματος τρέψαι νόσον codd. : corr. Porson, edd.
A d Hippocratis 1 15: τάμνοντες Μ : τέμν. Θ ταύτα Θ : τωϋτό Μ : ταύτά Bywater.
De 1 24 ν. ad n.° 52.

© LOS MÉDICOS, POR EJEMPLO, SAJANDO, CAUTERI­


ZANDO, SOMETIENDO A TODA CLASE DE MALAS
PRUEBAS A LOS ENFERMOS, CULPOSAMENTE CURAN,
NO MERECEDORES DE RECIBIR NADA DE HONORA­
RIOS DE LOS ENFERMOS, HACIÉNDOLES ESOS BIENES
TAMBIÉN A LAS ENFERMEDADES.

© E l tex to , que tran sm ite solo San H ip ó lito , tras el n.° 31 (crítica de la duali­
dad hesiódica ‘día / n o c h e ’: “pues son u n a sola co sa”), y la fórm ula, acaso ta m ­
bién del libro, “Y tam b ién b ien y m a l” (n.° 52 bis), se lee tra b a jo sa m e n te, y no
sin adm itir alguna alteració n en el m anuscrito; con m uchas m enos de las que sue-
Razón general 169

len su p on er los ed ito res lo leo , n o sin alguna vacilación en u n p ar de puntos (v.
en © ) , p ero ello m e lleva a e n co n trar un sentido b a stan te d iferen te de los que
suelen acep tarse, p rin cip alm en te d o n d e en cu en tro un idntai ‘c u ra n ’ acom pañado
de un A c. n. ad verbial o, m e jo r dicho, de aplicación in te rn a al sem antem a del v e r­
bo, solo que p recisam en te co n trastan d o con él, epaítia ‘cu lpable’, en construcción
algo so rp re n d e n te (“h acen curas cargadas con culpa de d a ñ o ”), pero pienso que
sólo lo b astan te p a ra h a b e r d eso rien tad o al tran scrip to r, que nos ofrece en lugar
de ello, con apenas alteració n de letras, u n epaitióntai ‘inculpan’, ‘rep ro ch a n ’, que
apenas alguno de los estudiosos h a tra ta d o de m a n ten er, ligándolo penosam ente
con el co ntexto (así M arcovich haciéndole significar “se q u e ja n ”), m ientras que
los m ás adm iten la corrección poco justificable en epaitéontai ‘reclam an ’ (la paga),
que adem ás tam p o co resuelve, sin otras correcciones, el p ro b lem a de la frase; y
luego al final, d o n d e, p a ra m a n te n e r el tex to del códice, entien d o que el verbo
ergazóm enoi funciona con su régim en norm al de dos A cusativos y que p o r tan to
los llam ados iró n icam en te bienes (co rtar, qu em ar, so m eter a pru eb as) se los h a ­
cen los m édicos tam b ién a las enferm ed ad es (p o r lo cual no tienen derecho a re ­
cibir paga de los enferm os, o no m ás del que tienen a recibirla de las enferm ed a­
des), en vez de la in terp retació n más atray en te, y ciertam ente m ás sim ple, de que
son las en ferm ed ad es las que hacen esos m ism os bienes que los m édicos (cortar,
q u em ar, etc., con tal de que se piense en m ales, com o llagas o úlceras, que atacan
visiblem ente los tejid o s), p ara llegar a la cual han de so m eter los editores el texto
a correcciones n a d a justificables en b u en a crítica tex tual, o tam b ién en vez de o tra ,
que se o b tien e con m uy poca alteración de ese final, en el sentido de “haciendo
ser la m ism a cosa bienes y e n ferm ed ad es” , que en cam bio no acaba de casar con
lo que antecede.
Y tam p o co los ecos del p asaje, que cito en © , ayudan m ucho a asegurarnos
del sentido exacto: el de la epístola del falso H eraclito ( “A H eracleo d o ro , mi tío,
lo m a ta ro n esos m édicos y recib iero n la p a g a ”), el de Je n o fo n te (“ ... y en treg an
a los m édicos a c o rta r y q u em ar de ellos con penas y dolores, y en prem io de eso
piensan que se les d eb e encim a p ag ar h o n o rario s”), el del Gorgias, en que el co­
cinero acusa al m édico an te los niños, diciéndoles los m ales que les hace “cortan­
do y q u e m a n d o ” , el del Político, en que se dice de los m édicos “ya sea que q u e­
riendo o sin q u e re r nos cu ren , co rtan d o o quem an d o o infligiéndonos algún otro
d o lo r” , así com o los versos del A g a m en ó n de E squilo (“o bien quem ando o bien
co rtando en b ie n q u e re r / tratarem o s de ro m p er el ím petu del m a l”), no tocan más
que a lo m ás general de la p a ra d o ja que en el paso de H eraclito se form ula; algo
m ás in teresan te el del hipocrático D e la dieta, “Los p eleteros dividen los enteros
en p artes y las p artes las hacen en tero s; p ero , co rtan do y punzando las partes d a­
ñadas, las hacen sanas; tam bién lo m ism o le pasa al hom bre: de la entereza, se
divide en p a rte s, y de las p a rte s, viene a ser en tereza; p ero , punzándolos los m é­
dicos y co rtán d o lo s en lo d añ ad o , vienen a sanar. Y esto es lo de la m edicina: ap a r­
ta r lo que aflige y, q u itan d o (el m éd ico ) aquello p o r lo que sufre (el e n fe rm o ),
hacerlo sa n o ” , no llega tam p o co , au nque ro n d a la contradicción en que juegan los
tres factores ‘m éd ico ’ / ‘e n fe rm e d ad ’ // ‘e n fe rm o ’, a revelar con precisión su juego
en el pasaje h eraclitan o , ni tam poco el texto en qu e, m ás ad elan te en la misma
o b ra, se dice “C om petición dep o rtiv a, ejercitación de m uchachos, algo como lo
170 Razón común — Heraclito

siguiente: en señ an a delin q u ir según ley, a in ju ria r con justicia, en g añ ar, h u rta r,
h acer rap iñ a, h acer fuerza: los hechos m ás viles, tam b ién los m ás nobles: el que
no los hace, m alo, y el q u e los hace, b u e n o ” .
P ero, a p e sa r de las d udas sob re el tex to y la consiguiente diferencia de in te r­
pretacion es, se d eja e n te n d e r b a sta n te en q u é sentidos po d ía el ejem plo de la m e­
dicina venir en el libro a m an ifestar la lógica de contradicción com o alternativa
real: el d o lo r y d estro zo de las curaciones es un bien siendo un m al; la diferencia
se justifica aquí, en la creen cia h ab itu al, en aten ció n al ‘p a ra q u é ’; p ero es ta m ­
bién ese ‘p a ra q u é ’ lo q u e q u ed a p u esto en juicio con el enunciado: con la lectura
m ás vulgarizada del p a sa je , lo que h acen los m édicos es lo m ism o que hacen las
enferm ed ad es (p o r lo cual n o m erecen que se les p aguen sus actividades com o si
fu eran en sí beneficiosas), y en consecuencia, lo m ism o que sirve p a ra el m al (en ­
ferm ar) sirve p a ra el b ien (cu rarse), p e ro en to n ces, desde el m o m en to que los dos
fines opuestos se valen de los m ism os m edios, re su lta m ás que dudoso que esos
dos fines, ‘e n fe rm a r’ / ‘c u ra rse ’, y p o r e n d e ‘e n fe rm e d ad ’ / ‘salu d ’, sean en sí m ás
bien diferentes que no am bos el m ism o, sino en v erd ad , com o suele descubrir r a ­
zón, diferentes en cu an to el m ism o, el m ism o en cu anto diferentes. C on la lectura
que com o m ás p ro b a b le ofrezco, la cosa se ce n tra m ás bien en torno a la cuestión
del ‘p a ra q u ié n ’, p u esto q u e no te n d ría n que ser p recisam ente los enferm os los
que les p ag aran a los m édicos p o r los dolores y p ru eb as curativas que les infligen,
ya que eso q u e les hacen a ellos, sa ja r, q u em ar, so m eter a p ru eb as, es lo m ism o
que les hacen a las en ferm ed ad es m ism as: p arece pués que las sajad u ras, ca u te­
rios y to rm en to s q u e son b u en as p a ra el en ferm o son m alas p ara la enferm edad;
que tan to m ás sano va el enferm o cu an to m ás en ferm a su en ferm ed ad , y tanto
m ás enferm o él cu an to m ás sana ella; p ero es ento n ces ese criterio de distinción
en tre bien y m al o p u n to de referen cia el que re su lta cuestionado: ¿cóm o va a ser
la diferencia e n tre el en ferm o y su en ferm ed ad ta n n eta que sirva p a ra o p o n er de
polo a polo b ien a m al, cuando es evid en te que la m edicina sólo actúa sobre el
enferm o en cu an to en ferm o , esto es, constituido o determ in ad o por la en ferm e­
dad, y sólo actúa sob re la en ferm ed ad en cu an to actúa sobre el enferm o?: ¿no
está reso n an d o esta reflexión h eraclitan a en la sentencia que p ro n to form ularía H i­
pócrates, de que no hay en ferm ed ad es, sino enferm os? P ero si se cura el enferm o
(m atando a la e n fe rm e d ad ), no es ya el que e ra el que se cura, puesto que aquél
estaba constituido y definido com o enferm o ; y si vence la en ferm edad (m atando
al enferm o ), ella con lo m ism o se destru y e a sí m ism a, que sólo tenía realidad en
cuanto se realizab a en el enferm o.
N o se tom e esta glosa de la reflexión con h u m o r frívolo, pues al fin lo que tra ­
ta razón de rev elar a trav és de estas form ulaciones es la ab erració n , necesaria p o r
o tro lado p a ra la realid ad , de creer en la en tid ad in d ep en d ien te de los seres a la
vez que en su oposición a o tro s, tal que lo que sea b u en o p a ra el uno sea p a ra el
o tro m alo. Y así las tres antítesis de ‘salud / e n fe rm e d ad ’, de ‘m édicos / en ferm e­
d ad es’ y de ‘e n ferm ed ad / e n fe rm o ’ tien en que d en unciarse com o ejem plos exi­
mios de la falsificación real.
Razón general 171

48 D-K 58

T<£l OVU Τ<>^4>1 ¿M O M A HN


ΓΟΚ AÍ ^ÁNATOj.

© E tym . M agn. 198, 23, s.u. ‘Β ίο ς ’ : εοικε δέ ύ π ό τώ ν α ρ χ α ίω ν όμω νύμω ς λέ-


γ ε σ θ α ι β ίο ς τό τό ξ ο ν κα'ι, ή ζω ή ' Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς οΰν ό σ κ ο τεινό ς' «τώ ο ύ ν .... θ ά ­
να τος». ή το ι π α ρ ά τήν β ία ν τής τά σ εω ς ...
Schol. in Iliad. A 49 : Ά ρ ισ τ ά ρ χ ο υ ό τό νο ς τή ς β ιό ς ο ξ ύ το νο ς, δ ιά τήν π ρ ο ς το ν
βίον α ντιδ ια σ το λ ή ν, εοικε γ ά ρ π α ρ ά τώ ν α ρ χ α ίω ν ό μ ω νύμ ω ς λέγεσ θ α ι βίος τό
τόξον κ α ί ή ζω ή ' Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ούν ό σ κ ο τεινό ς' «τώ ούν .... θ ά να το ς» .
Tzetzes Exeg. in Iliad, p. 101 : β ιό ς δέ τό τόξον λέγετα ι π ρ ο ς α ντιδ ια σ το λ ή ν τού
βίου, Ô σ ημ α ίνει τή ν ζ ω ή ν ....... ό τι δέ β ίο ς έλέγετο κ α ί α ύ τό , φ ησιν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς
ό σ κ ο τεινό ς' «τώ δέ .... θ ά να το ς» .
E u stath . in Iliad. A 49 : ... ό τι π ο λ λ ά κ ις α ί δ ιά φ ο ρ ο ι σ η μ α σ ία ι αλλαγήν π ο ιο ύ ν ­
τα ι τού τό νο υ , ώ σ περ έ π ί τε άλλω ν εστιν ίδ εϊν κ α ί έ π ΐ τοϋ β ιο ς κ α ί β ίο ς ... δ ιό
κ α ί ά σ τείω ς ό σ κ ο τεινό ς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς εφη ώ ς ά ρ α τού β ιού, ή το ι τού τόξου, τό
μέν όνομ α β ίο ς, τό δέ έργον θ ά ν α τ ο ς ' π α ρ ω ν ό μ α σ τα ι μέν γ ά ρ εκ τοϋ βίου, ώ ς
τού ζήν α ίτιο ς, θ α ν α τ ο ϊ δέ το ύ ς β λη θέντα ς κ α ί σ τερ ίσ κ ει τοϋ ζήν.

Cfr. Hippocr. De nutr. 21 : τροφή ού τροφή, ήν μή (δύνηται τρέφειν. ού τροφή τροφή,


ήν) δύνηται' τροφή (ού τροφή, ήν μή οΐόν τε ή τρέφειν' ού τροφή) τροφή, ήν οΐόν τε ή
τρέφειν' ούνομα τροφή, εργον δέ ούχί' εργον τροφή, ούνομα δέ ούχί.
Et Id. De uictu 18 : άρμονίης συντάξιες έκ τών αύτών ούχ αί αύταί' έκ τοϋ οξέος (Α )
καί έκ τού βαρέος ( Α) , ονόματι μέν όμοίων, φΰόγγψ δέ ούχ όμοιων.

© ούν E tym ., Schol. : δέ T zetz. ονό μ α τι Schol.

In loca Hippocratica: (δ ύ ν η τ α ι.......ήν) (ού .... ού τροφή) restituo : (ού) τροφή τροφή
Diels ήν οΐόν τε : ήν μή οΐόν τε cod. : [μή] Diels (A ) (Α ) suppleo.
Etiam εκ τού (βαρέος) οξέος καί έκ τοϋ (οξέος) βαρέος perpenderam.

© ASÍ, DE LA VIRA EL NOMBRE (SUENA A) VIDA,


EL HECHO (ES) MUERTE.

© P ara el enlace, he supu esto , sin gran seguridad, que después de las m ani­
festaciones de la contradicción lógica en alternativas reales (n.° 56) y en contrarias
172 Razón común — Heraclito

in terp retacio n es de daños y p erju icio s, salud y en ferm ed ad (n.° 57), se pasaba a
reconocer tam b ién en los azares lingüísticos de antífrasis y hom onim ias m anifes­
taciones de lo m ism o. L o cierto es q u e la frase nos la dan cu atro veces co m enta­
dores de la Ilíada y el E tym o lo g icu m M agnum (au n q u e es m uy pro b ab le que to ­
dos la copien de u n a m ism a fu en te) a p ro p ó sito del térm ino biós ‘arco (con su fle­
ch a)’ (védico jyá- ‘cu erd a del a rc o ’), m ás o m enos sinónim o del tóxon que enca­
beza la frase, y casi h o m ó fo n o con bíos ‘vida’, salvo p o r el acento; p ero no pienso
que haya que escribir biós en el tex to de H eraclito (ni desde luego su p o n er, com o
alguno de los citad o res antiguos, q u e “e n tre los antiguos” h abía una form a del
nom bre del arco, bíos, del to d o h o m ó fo n a con el de la v ida), sino que sencilla­
m en te ju g ab a H eraclito con la p roxim idad de los dos nom bres p a ra con trastarla
con la antítesis real de los significados, que es lo q u e he tra ta d o de rep ro d u cir con
la traducción.
Y en sentido sem ejan te ju e g a n a veces los tex tos hipocráticos con la oposición
en tre el nom b re de la cosa y su acción: en el D e la nutrición, tal com o lo restituyo
(v. en © ) , “U n alim ento, n o alim ento, si n o tiene la fu erza de alim entar; un no-
alim ento, alim ento, si la tien e; un alim ento, no alim ento, si no es tal que alim en­
te; un no-alim en to , alim en to , si es tal que alim enta: n o m b re ‘alim en to ’, p ero ac­
ción r o ; acción alim ento, p e ro n o m b re n o ” ; y en el D e la dieta, con una lectura
(v. en © ) que cu en ta con la designación e n tre los jonios de las cuerdas de igual
posició en dos tetraco rd io s o h ep taco rd io s sucesivos con un m ism o n om bre, o sim-
p lem em s 1ε deno m in ació n p o r u n a m ism a le tra del alfabeto de las notas de igual
posición en escalas sucesivas del can to (seg u ram en te a intervalo de octava, com o
en tre nosotros el D O de dos escalas), “L as com binaciones harm ónicas de unas m is­
m as (cu erd as o v o c e s ), no las m ism as: del A agudo y del A grave, de nom bre igua­
les, p ero en sonido no iguales” .
E n cualquier caso, el frag m en to testim o n ia de q u e no se d esdeñaba ocasional­
m ente la razó n , a trav és de H eraclito , de ju g a r tam b ién con los azares de la rela­
ción en tre la estru ctu ra foném ica de las p alab ras y su significado (un poco al m odo
que, m ás in d iscretam en te, se com placía en ju g a r con ello el Prof. L acan, d esarro ­
llando a su m odo los usos de asociaciones p o r h om onim ia que hacía el psicoaná­
lisis de F re u d ), e n tre la iden tid ad o sem ejanza foném ica y la oposición o diferen­
cia sem ántica.
P ero es de ad v ertir, p o r m ás evidente que ello sea, que cuando el lenguaje ju e ­
ga, com o aquí, con sus p ropios m ecanism os y convenciones, no es la m ism a la si­
tuación que cuando usa, com o de o rd in ario , los d ato s de la realidad p ara testim o­
nio del lenguaje o lógica de contradicción sobre el que esa realidad está fundada:
pues no se to m a aquí tam poco el lenguaje com o u na p a rte de la realidad, sino
com o tal lenguaje; y la diferencia de situación se trad u ce p o r fuerza en una dife­
rencia de to n o en las form ulaciones, que p o d ríam o s explicar grosso m o d o dicien­
do que se da, cuando se vuelve el lenguaje sobre sí m ism o, una no ta de ironía,
que falta cu ando h abla de las cosas (pues ellas son en serio m anifestaciones del
lenguaje que las d ete rm in a a ellas y a sus relaciones); es a sab er, que en los casos
de hom ofo n ía, u n a m ism a com binación de fonem as en un m ism o ord en sirviendo
a dos ideas o significados d iferen tes, es quizá d o n d e m ás vivam ente se descubre
la arbitrarie d ad o p u ra convención sob re la que se fu n d an los signos de u n a len­
Razón general 173

gua (a la lengua en g en eral, n atu ralm en te, no ten ien d o ella p ro p ia m en te signos
foném icam ente constituidos, n o le corresponde tal m odo de a rb itrarie d ad , sino,
en lugar de ello, la p ro p ia ley ab stracta de la posibilidad de constitución arbitraria
de signos en lenguas d ife re n te s), arb itraried ad que de ordinario perm an ece oculta
a la conciencia de los h ab lan tes, o cultam iento que es esencial p a ra el éxito del len­
guaje en la constitución de realid ad es; ah o ra b ien, se sabe q u e, al lado de esto,
reina siem pre e n tre los h om bres u n a rebelión co n tra el reconocim iento de la a r­
b itraried a d , q u e les fu erza n o to riam en te a la doble ten tació n de hacer sus pala­
bras en algún m odo o n om atopéyicas o de tom arlas com o com puestos parlantes,
predicaciones congeladas (que son las dos tentaciones que se explayan largam ente
en el Cratilo, a cuyo p e rso n a je , no sin alguna o tra secret^ iro n ía, to m ab a Platón
com o m u estra de los h eraclitan o s); pues b ien, el resu ltad o de lo uno y lo otro es
un p e rp e tu o conflicto de los h om bres con su len g u aje, el que les hace las cosas y
los hace a ellos m ism os (los hace ser ho m b res, y les hace a cad a uno ser quien
es); y es algo de ese conflicto lo que aquí razó n , el len guaje m ism o, les revela,
com o si les dijese “ ¿V eis cóm o el arco suena a vida y hace m u erte?: pues bien
podéis p o r ahí sospechar q u e la enferm ed ad se llam a e n ferm ed ad y hace salud, la
guerra gu erra y hace paz, que tú , al ser hijo , haces al p ad re p ad re. T am bién las
cosas son, a su m o d o , signos, y ta n arb itraria su realid ad com o el sonido de los
n o m b res” . Ju sta m e n te en cuanto la razón dice la v erdad de las cosas, al descubrir
su contradicción, e n tra en contradicción consigo m ism a; y en cuanto la razón, el
puro leng u aje g en eral, im pone la ley de la arb itra ried ad , la ley del capricho, de
los signos, e n tra con ello en contradicción con las lenguas diversas que la o b ede­
cen, y q u e, al ser así m anifestaciones o ejem plos de la lengua g eneral, son al m is­
m o tiem po negación suya y traición a ella.

59 D -K 59
Γ Ν Α 4-E<*>K <W ¿·, ΕΥΟΕΪΛ Μ <>Κ?ΛΙΗ,
M ÍA É ) T Í KAI H AVT H .

® H ippol. R ef. IX 10 (post n.° 57) : κ α ι εύθυ δέ, φ η σ ι, κ α ι στρεβλόν τό αυτό


έσ τι' «γρα φ έω ν» φ η σ ι « ο δ ό ς ε υ θ ε ία κ α ι σκολιή» (ή του ο ρ γά νο υ του καλουμέ-
νου κ οχλίο υ έν τώ γ ν α φ ε ίφ π ερ ισ τρ ο φ ή , ε υ θ ε ία κ α ι σ κ ολιή ' ά ν ω γά ρ όμοϋ κ α ί
κύκλω π ερ ιο ίχ ε τα ι) «μ ία έστί» φ ησ ι «καί ή αυτή», κ α ί τό ά ν ω ... (sequitur η." 60).
174 Razón común — Heraclito

Cfr. Hippocr. De uictu 22 : κεραμείς τον τρόχον δινέουσι, και οΰτε πρόσω οΰτε οπίσω
προχωρεί, άμφοτέρω δέ άμα, τοϋ όλου άπομίμημα τής περιφορής κτλ.
Et Id. ib. 6 : πρίουσιν άνθρωποι ξϋλον' ό μέν έλκει, ό δέ ώθει, τό δέ αυτό τοΰτο ποιέου-
σι' πλέον δέ ποιέοντες μειον ποιέουσι κτλ. Et ib 7 : ώσπερ οί τέκτονες τό ξύλον πρίζου-
σιν' ό μέν ελκει, ό δέ ώθει, τωυτό ποιέοντες' κάτω δέ πιεζόντων, άνω έρπει κτλ. Et ib.
16 : τέκτονες πρίοντες ό μέν ωθεί, ό δέ ελκει, τωυτό ποιέοντες άμφοτέρως. φέρε,
τρυπώσιν' ό μέν έλκει, ό δέ ώθει' πιεζόντων, άνω έρπει, τό δέ (άνω ) κάτω' μείω ποιέον­
τες πλείω ποιέουσι, και πλείω ποιέοντες μείω ποιέουσι.

© γνα φ έω ν scribo : γ ρ α φ έω ν cod., K irk, B ollack-W ism ann : γ ν α φ ε ίω B ern.


et B uns., D -K : γ ν ά φ ω ν M arcovich, K ahn.

In Hippolyti textum: γναφείφ Bern. et. Buns., edd..: γραφείψ cod. περιοίχεται
scribo : περιέχεται cod., Walzer : περιέρχεται Roeper, D-K : περιέλκεται Bern, et Buns.
In loca Hippocratica: άμφοτέρω δέ scribo (cfr. πορροτέρω etc.) : άμφοτέρωσε Μ : άμφο­
τέρως Θ, edd. όλου Θ Μ : πόλου Ρ άπομιμα τ. π. Θ : μιμητής περι­
φερής Μ : απομιμείται περιφορήν Joly πλέον .... μειον codd. : μεϊον .... πλέον
Fredrich πρίζουσιν Θ 1, Joly : τρυπώσιν Θ Μ : πρίουσιν Diels κάτω
δέ πιεζόντων άνω έρπει edd. : κ. δ. π. άνέρπει Θ : κ. δ. πιέζοντον ά. έ. Μ : κ. δ. πιεζό-
μενον ά. ε. Fredrich άμφοτέρως φέρε Ρ : ά. φέρει Μ : άμφότεροι Θ, Joly
καί, πλείω .... ποιοϋσι om. Θ Μ, edd. φέρε .... ώθει seel. edd. άνω addo.

E rat fort, in Heracliti libro exem p lu m aliud, ut p u ta :

TéKTOUfy Kv a o n m o N T E ^ ? ❖ nr/Y ε λ κ ε ί,
<? úk E\ f Τ<*>ΥΤ0· PO1 ÚO N T Z ^ AnooT£f<*>î .

© RECORRIDO DE BATANEROS: DERECHO Y RETOR­


CIDO, ES UNO SOLO Y EL MISMO.

© Con éste y los siguientes pués se vuelve el discurso a d ar ejem plos, p o r así
decir, geom étricos de la id en tid ad en la contradicción. É ste se lo debem os a San
H ip ó lito , q u e lo da tras el n.° 57 y seguido in m ed iatam en te del 60 (al p u nto de
que p u ed a bien p en sarse que iban seguidos en el lib ro ), y lo introduce con “P ero
tam bién d erech o , dice, y torcido son la m ism a co sa” (de m odo que este trozo hay
m otivo, p o r el citad o r in tercalad o , p a ra atrib u irlo tam b ién a H eraclito ), y sigue,
intercalan d o e n tre p aréntesis una explicación sobre el ingenio m ecánico que se usa
para ejem plo: ‘“ R eco rrid o de b a ta n e ro s’ dice ‘d erech o y re to rc id o ’ (el giro del im ­
plem ento llam ado ‘caraco l’ en el b a tá n , que es d erecho y retorcido: pues va m o ­
viéndose a la vez hacia arrib a y en red o n d o ) ‘es uno solo’ dice ‘y el m ism o’” ; d o n ­
de hay un incidente textual que ha d ado q u é ro e r a los editores: pues lo que da
el m anuscrito de H ipólito es, al com ienzo de la cita, graphéón ‘de escribanos’, y
Razón general 175

en el paréntesis explicativo grapheíói ‘en el estilete’ o ‘pincel de escribir’, en tanto


que la explicación d el santo no d e ja lugar a dudas de que lo q u e él leía era una
referencia a u n a p ieza llam ad a caracol, u n tornillo de A rq u ím ed es o sin fin, que
no p u ed e p e rte n e c e r a n in g u n a técnica de escritura, p e ro sí a u n b atán o m áquina
de lavar (y p ren sar) ro p a ; p o r lo cual h an hecho b ien los ed itores en su poner una
alteración de la copia, restitu y en d o el n o m b re del b a tá n , que, au n q u e en su form a
m ás v ieja y p ro p ia de H eraclito deb ía ser m ás bien knapheíon (o aún m ejor,
knaphéïon, com o ap arece en H e ró d o to ), p u d o San H ip ó lito leerla en su ejem plar
en la fo rm a gnaph- (lo q u e no he sentido necesario es, au n q u e así se restituye en
el paréntesis explicativo, alejarn o s m ás de la le tra del m anuscrito, p a ra escribir
tam b ién en la frase de H eraclito gnapheíói ‘en el b a tá n ’, com o h an venido hacien­
do los ed ito res siguiendo a B ern ay s, cuando escribiendo sim plem ente gnaphéón
‘de b a ta n e ro s’ p o r graphéón tenem os u n a locución ‘recorrido d e b a ta n e ro s’, que
se en tie n d e b ien, so b re to d o p en san d o en qu e, accionado a m ano el bloque o plan ­
cha que giraba y su b ía-b ajab a p o r el tornillo sin fin, de hecho el m ovim iento del
op erario h abía de ser tam b ién helicoidal, seguir a la vez los dos com ponentes con­
tradictorios q u e se to m an p a ra ejem p lo ; y hasta p o d ía H eraclito conocer una lo­
cución fija ‘cam ino de b a ta n e ro s’ p a ra indicar tal tipo de m ovim iento; y hay, en
fin, que c o m p arar los ejem plos hipocráticos que saco a colación, donde figuran
los nom bres de artesan o s, keram eís ‘alfarero s’ y téktones ‘carp in tero s’); hay, úni­
cam ente, u n a fastidiosa coincidencia en que tam bién la escritura, especialm ente
u na cursiva, p o d ía, con el m ovim iento del pincel o estilete, o frecer ejem plo para
la iden tid ad en tre ‘av an zar’ y ‘d ar v u eltas’, y de hecho K irk, p ersuadido de que
los batan es en tiem p o s de H eraclito no podían estar dotados de un ‘caracol’ o to r­
nillo de A rq u ím ed es (supongo que h asta que A rq u ím ed es no lo inventara; pero
bien se en tien d e que su dispositivo de pren sa fuese ya tal que, com o el de la n o ­
ria, un m ovim iento circular incidiera sobre el vertical y así fu era el ‘recorrido del
b a ta n e ro ’ sem ejan te al del b u rro de la n o ria), m an ten ía el graphéón del M S (la
enm ienda de M arcovich, gnáphón, con un no m b re que aparece en H eró d o to I 92
p a ra u n a especie de p o tro de to rtu ra , tam poco aclara el p ro b lem a); pero con todo,
aten d id a la explicación de San H ipólito y el escrúpulo que suele m o strar en sus
lecturas, p arece q u e el p asaje d eb e leerse com o lo hacem os y referirse al m ovi­
m iento del to rn o del b atán .
E stim o de m ucho in terés la com paración de algunos pasos del hipocrático D e
la dieta, en que ap arecen ejem plos sem ejan tes de m ovim ientos contradictorios:
uno que dice “A lfarero s hacen girar el to rn o , y ni p ara ad elan te ni para atrás avan­
za, y en am bos sentidos al m ism o tiem po, im itación del to d o y su m ovim iento cir­
cu lar” (esto últim o p arece b astan te filosófico, e.e. ajen o a H eraclito, p ero no la
fórm ula del ejem p lo ); y especialm ente este o tro ejem p lo , que se repite con va­
riantes en tres lugares de la m ism a obra: “A sierran unos hom bres m adera: el uno
tira y el o tro em p u ja , y eso que hacen es la m ism a cosa; y haciendo m ás (la m a­
d e r a ) , ( la ) hacen m e n o s” (e .e ., haciéndola m ás trozos, la hacen de m en o r volu­
m en; esta ú ltim a p a ra d o ja p arece m enos h eraclitan a, y es en to d o caso in d epen­
d iente de la p rim era); y en o tro lugar: “com o los carpinteros asierran la m adera:
el uno tira y el o tro em p u ja , haciendo la m ism a cosa; y al a p re ta r (ello s) para
ab ajo , se escurre p a ra a rrib a ” (lo últim o m e q u ed a incierto de en tender: lo más
176 Razón común — Heraclito

p robable es que se refiera a q ue, m oviendo la sierra, com o es norm al, no ho ri­
zontal, sino en desnivel, al p resio n ar h aciendo b a ja r uno de los extrem os, la p ro ­
pia resistencia del m ad ero hace lev an tarse al o tro ); y en el terc er lugar: “C arp in ­
tero s aserran d o , el u n o e m p u ja y el o tro tira, h aciendo la m ism a cosa de los dos
m odos. D igam os, tala d ra n : el uno tira y el o tro em puja: al ap reta r ellos, se des­
liza p a ra arrib a, y lo de arrib a p a ra ab ajo (a q u í p ro b ab le m en te referido al efecto
de un berb iq u í o de u n sacacorchos, q u e, al p resio n ar sobre la m ad e ra , la hacen
subir relativ am en te, en la m ed id a que el in stru m en to se e n tierra en e lla ): hacien­
do las cosas m enos, las h acen m ás, y haciéndolas m ás, las hacen m enos” ; esto es,
que, al dism inuir las cosas aserrán d o las u h o rad án d o las, las hacen ser m ás cosas
de las que e ra n , y al así m ultiplicarlas, las hacen m enguar de m asa. E llo es que
la repetició n y la configuración m ism a de la fórm u la sugiere que podría pro ced er
del libro de H eraclito , p reced ien d o tal vez a la de los b a tan e ro s, y con esta form a
aproxim ada: “C A R P IN T E R O S A S E R R A N D O M A D E R A : E L U N O T IR A Y
E L O T R O E M P U JA , H A C IE N D O L A M ISM A C O S A D E LA S D O S M A ­
NERA S”.
E n sum a, con el ejem p lo del to rn o de b atán lo que razón form ula es la id en ­
tid ad de los co n trad icto rio s m anifestán d o se com o coincidencia de las dos nociones
geom étricas m ás elem en talm en te co n trap u estas, las de ‘re c to ’ y ‘curvo’ (acaso el
lector q u iera ver cóm o en un ensayo de G e o m e tría sin aritm ética, publicado com o
5 .a desim plicación de un libro D e los núm eros, se reducía esa contradicción a la
de ‘idea co n tin u am en te fiel a sí m ism a’ co n tra ‘idea p e rp e tu am en te infiel a sí m is­
m a’, es decir, dos m odos opu esto s de ideación del m ovim iento, espacialización del
tiem p o ), cuya co n traried ad q u ed a, en efecto, de m an era exim ia puesta en eviden­
cia a la vez que an u lad a con la observación del m ovim iento helicoidal, esto es,
aquél en q u e “avanza derech o en ta n to en cuanto g ira” y “tan to m ás gira cuanto
más quiere avanzar d e re c h o ” ; y n a tu ra lm e n te , el S ujeto de esas predicaciones no
puede ser un a, un móvil co rrien te, sino u n a x no resu elta, un ¿quién?, ya que la
noción m ism a de ‘S u je to ’ o de ‘m óvil’ qued a p u esta en cuestión p o r la coinciden­
cia en uno del reco rrid o curvo y el recto , y en la m ism a coincidencia, que es an u ­
lación, de eutheía ‘re c to ’ y skolié ‘cu rv o ’ se im plica el descubrim iento de la unidad
del ob jeto (S u jeto de esos p redicados) com o contradicción in terna; que es la re ­
velación que la razón persigue en esta p a rte cen tral del libro m ediante la m ulti­
plicación de los ejem plos físicos, geom étricos o lingüísticos.
Razón general 177

60 D-K 60
¿A - tj AN< r> ΚΛΤ<*> M U KM <*>VTH.

© H ippol. R ef. IX 10 {post n.° 59) : κ α ί τό άνω κ α ί το κ ά τω εν έστι κ α ί το


αυτό : «οδό ς .... ώ υτή» (sequitur n.° 53).
D íog. L. IX 1, 8 (ex T h eo p h rasto ) : τώ ν δε ένα ντίω ν τό μέν ε π ί τήν γένεσ ιν άγον
κ α λ ε ϊσ θ α ι πόλεμ ον κ α ί έριν, τό δέ ε π ί τήν έκπ ύ ρ ω σ ιν ο μ ο λ ο γία ν κ α ί ειρήνην κ α ί
τήν μ εταβολήν ό δό ν άνω κ ά τω , τό ν τε κόσμον γ ίγ ν ε σ θ α ι κ α τ’ αυτήν.
h id e P lot. E nn. IV 8, 1 : ... Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , ο ς ήμ ΐν π α ρ α κ ε λ εύ ετα ι ζη τεΐν τοΰτο
ά μ ο ιβ ά ς τε ά ν α γ κ α ία ς τιθ έμ ενο ς έκ τώ ν ένα ντίω ν ό δ ό ν τε ά νω κ ά τω είπ ώ ν ...
Inde Iam bi, apud S tob. I 378 : Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς μέν γά ρ ά μ ο ιβ ά ς ά ν α γ κ α ία ς τίθ ε τα ι
έκ τώ ν ένα ντίω ν, ό δ ό ν τε άνω κ α ί κάτω δ ια π ο ρ ε ύ ε σ θ α ι τά ς ψ υ χ ά ς ύπ είλη φ ε κτλ.
E t C leom edes D e m o tu circ. corp. cael. I 11 : ... ο δ ό ς γά ρ ά νω κ ά τω , φησίν ό
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , δ ι5 όλης ο υ σ ία ς τρ έ π εσ θ α ι κ α ί μετα βά λλειν π ε φ υ κ υ ία ς είς π ά ν τώ
δη μ ιο υ ρ γώ ύ π εικ ο ύ σ η ς ...
E t M ax. Tyr. 41, 4 i : ... μεταβολήν ό ρ ά ς σ ω μάτω ν κ α ί γενέσ εω ς, άλλαγήν όδώ ν
άνω κ α ί κ ά τω , κ α τά τό ν Η ρ ά κ λ ε ιτο ν .
T ertull. A d v . Marc. II 28 : nunc et de pusillitatibus et m alignitatibus ceterisque
notis et ipse aduersus M arcionem antithesis aem ulas faciam : si ignorauit deus meus
esse alium sup er se, etiam tuus om nino non sciit esse alium infra se. quid enim ait
H eraclitus ille ten eb ro su s?: eadem uia sursum et deorsum .

Cfr. H ip p o c r. De nutr. 4 5 : ό δ ό ς ά ν ω κ ά τ ω μ ία . I d . De uictu I 5 : χ ω ρ ε ϊ δ έ π ά ν τ α κ α ί


ΌεΧα κ α ί α ν θ ρ ώ π ι ν α ά ν ω κ α ί κ ά τ ω ά μ ε ιβ ό μ ε ν α . P l a t o Phil. 43 a : ... ώ ς ο ί σ ο φ ο ί φ α σ ι ν
ά ε ί γ ά ρ ά π α ν τ α ά ν ω τ ε κ α ί κ ά τ ω ρ ε ί ( ρ έ ί ν P a le y ) . P h ilo De aet. mundi 2 1 ,1 0 9 : ... τ ά σ τ ο ι­
χ ε ία τ ο υ κ ό σ μ ο υ τ α ϊς ε ις ά λ λ η λ α μ ε τ α β ο λ α ϊς , τ ό π α ρ α δ ο ξ ό τ α τ ο ν , θ ν ή κ ε ιν δ ο κ ο ύ ν τ α ά ϋ α -
ν α τ ί ζ ε τ α ι δ ο λ ι χ ε ύ ο ν τ α ά ε ί κ α ί τ ή ν α υ τ ή ν ό δ ό ν ά ν ω κ α ί κ ά τ ω σ υ ν ε χ ώ ς ά μ ε ί β ο ν τ α . Id. De
somn. I 2 4 , 156 : κ α ί ό δ ό ς τ ι ς ή δ 5 έ σ τ ίν ά ν ω κ α ί κ ά τ ω τ ώ ν ά ν θ ρ ω π ε ί ω ν π ρ α γ μ ά τ ω ν κ τ λ .
Id . De uita Mos. I 6 , 31 : τ ύ χ η ς γ ά ρ ά σ τ α θ μ η τ ό τ ε ρ ο ν ο ύ δ έ ν , ά ν ω κ α ί κ ά τ ω τ ά ά ν ιΊ ρ ώ π ε ι α
π ε τ τ ε υ ο ύ σ η ς ( η . ° 8 5 adinditur)...
M a rc . A u r . V I 17 : ά ν ω κ ά τ ω κ ύ κ λ ω φ ο ρ α ί τ ώ ν σ τ ο ιχ ε ί ω ν κ τ λ .

© μίη ed. M igne ώ υτή cod.; fo rm a utique suspecta: cfr. n.° 59.

© CAMINO ARRIBA, CAMINO ABAJO, UNO SOLO Y EL


MISMO.

© C itado en San H ip ó lito a seguido del an terio r (v. al n.° 59), lo que contri­
buye a hacérnoslo e n te n d e r situado en tre los ejem plos de aparición geom étrica de
178 Razón común — Heraclito

la id entid ad en la oposición, en cam bio casi to d as las otras citas nos lo dan in te r­
p retad o en conexión con los p rocesos de tran sm u tació n , ya de los elem entos físi­
cos (así en D iógenes L aercio: “y q u e de los co n trarios el que m ueve a creación se
llam a guerra y discordia y el q u e a la conflagración acuerdo y paz, y la conversión
(d e uno a o tro ) cam ino a rrib a a b a jo , y q u e según ella se d esarrolla el universo” ;
y en Plotino: H eraclito , q u e nos reco m ien d a investigarlo estableciendo m u ta­
ciones necesarias a p a rtir de los contrario s y que las llam ó cam ino arriba y a b a jo ” ;
y en C leom edes, el astró n o m o quizá de fines del IIp ost: “ ... cam ino arrib a abajo,
dice H eraclito , a trav és del e n te ro ser to tal, que tie n e p o r n a tu ra volverse y tra n s­
m u tarse, cediendo p a ra to d o al c re a d o r...” ; en M áxim o de T iro , el p red icad o r pla­
tónico del s. I I post: “ ... ves la tran sm u tació n de cuerpos y de procesos, alte rn ati­
va de cam inos arrib a y a b a jo , según H e ra c lito ” ; así com o en las referencias, sin
n o m b re, de Filón en el D e lo im perecedero del m u n d o : “ ... los elem entos del u n i­
verso, p o r Jas m utaciones de unos en o tro s, lo m ás so rp re n d en te , pareciendo m o ­
rir, se inm ortalizan, p ro lo n g án d o se p o r siem pre y altern an d o continuam ente el
m ism o cam ino arrib a y a b a jo ” ; y de M arco A u relio : “arrib a, abajo, en red o n d o ,
las m ociones de los e lem en to s”), o ya tam b ién de las alm as y los sucesos hum anos
(así en Jám blico: “p ues H eraclito establece m utaciones necesarias a p artir de los
contrarios, y está en creencia de q u e las alm as van reco rrien d o cam ino arrib a y
a b a jo ” ; en el D e los ensueños de Filón: “ ... tam b ién hay un com o cam ino arriba
y ab ajo de los asuntos h u m a n o s” , y en su D e la vida de M oisés: “pues nada más
inestable que fo rtu n a , que vía arrib a y ab ajo ju e g a al tres-en-raya con las cosas
de los h o m b res” , fu n d ien d o con el n.° 85), de m an era que sólo la referencia en el
hipocrático D el alim ento ( “cam ino arrib a, cam ino ab ajo , uno solo”) y la cita de
T ertu lian o , con su curiosa intro d u cció n , en que saca el helenism o antithesis lógi­
co-retórico (“A h o ra , to can te así a las m enudencias y m alicias com o a los otros m e­
dios consabidos, tam b ién yo fre n te a M arción fo rm u laré antítesis que rivalicen con
las suyas: si es cierto q u e mi D ios ignoró q u e hab ía o tro p o r encim a de él, asim is­
mo el tuyo p a ra n ad a supo q u e hab ía o tro p o r d e b a jo de él. Pues ¿qué dice aquel
H eraclito , el T en eb ro so ?: la m ism a es la vía p a ra arrib a y p a ra a b a jo ”) nos dan
la frase sin involucrarla en esas aplicaciones físicas o hasta históricas; la in te rp re ­
tación física que la liga con m etabolé ‘tran sm u tació n ’ y con am eíbein ‘cam biar, al­
te rn a r’, debe de p ro c e d e r de algún tex to filosófico com o el de T eofrasto que está
d etrás de la exposición de D iógenes L aercio (v. supra), (aunque es de n o tar que
ya el hipocrático D e la dieta ofrece una aplicación a cosas com o ésas: “p e ro corren
todas las cosas divinas y hum anas arrib a y ab ajo a lte rn án d o se”), y del que todos
los dem ás p o d rían deriv ar bien trivialm ente.
P ero , si bien es cierto q u e los ejem plos de apariciones dinám icas y p o r a lter­
nancias tem p o rales de la contradicción vienen en n u estra ordenación enseguida
después de éstos (v. n.° 68 y siguientes), lo que h a p odido facilitar esa in te rp re ta ­
ción filosófica, no hay p o r q u é d arle en esta fórm u la del libro a la p alab ra hodós
‘cam ino’ ningún sen tid o tran scen d en tal y referid o a las vías de los procesos físicos
de elem en to s ni de alm as: p a ra que razón lo use com o ejem plo p ertin e n te de ap a­
rición real de su ley de id en tid ad en la contradicción, basta con considerar lo que
es un cam ino norm al y co rrien te (ex cep tu an d o — q u iero decir— las vías de un solo
sentido de autopistas o ferro carriles m etro p o litan o s) a sab er, una m ism a direc­
Razón general 179

ción constituida p o r dos sentidos o p u esto s, de m a n era que u n cam ino en cuesta
es el m ism o p a ra subir que p a ra b a ja r, así com o u n a ru ta (con valores que tam ­
bién p u ed en te n e r los adv. gr. ánó y kcító) es u n a p a ra ir de la costa al interior y
p a ra b a ja r del in te rio r a la costa, y cualquier vía, en fin, es en sí la m ism a para la
ida y p a ra la ven id a, siendo así que p a r a a q u é l que va yendo es de ida y
p a ra el que viene de venida; p ero ella es en sí u n a sola, y es ju stam en te el hecho
de que coincidan en ella dos sentidos contrarios, de izquierda a derecha — diga­
mos— y de d erech a a izquierda, lo que la constituye com o u n a dirección, com o
u n a vía.
Pues es tal vez en la oposición ‘d erecha / izq u ierd a’ donde m ás netam ente se
declara a n u estra reflexión el m isterio evidente que cada día nos dice, sin que lo
oigam os, la reflexión de noso tro s m ism os en el espejo: que, siendo ‘izquierda’ y
‘d ere ch a ’ nociones e n te ra m e n te relativas a la actitud del S u jeto , contem plador o
cam inante, con resp ecto a sí m ism o to m ad o com o o b je to (pues si p lanto un espe­
jo en m edio de la cu esta, tam b ién m e veo b ajan d o en cuanto voy subiendo), sin
em bargo, es sólo la creencia o consideración objetiva de la oposición ‘izquierda /
d e rec h a’ com o u n a realid ad la condición q u e hace de los dos sentidos una direc­
ción, de las dos flechas contrarias u n a línea definida (·*-*), y de m í m ism o uno
solo, com o sujeto y com o o b je to de observación al m ism o tiem po. Y aun si q u e­
rem os in te rp re ta r dinám icam en te la oposición ‘abajo / a rrib a ’, ‘hacia adelante / h a ­
cia a trá s’, esto es, h acer el cam ino tiem po, ¿quién no sabe, aunque no se lo con­
fiese con frecuencia, que ir ad elante (el tiem po o nosotros) sólo tiene sentido
(com o “ir de lo p asad o a lo fu tu ro ”) en cuanto tiene sentido lo co n trario , que el
ir adelan te es ir p asan d o a p asado lo futuro?
En fin, que la convención ‘izquierda / d e re c h a ’ resulte más frágil y tra n sp aren ­
te a la reflexión, no quita p a ra que la m ás sólida y prim itiva de ‘abajo / arrib a’ se
reduzca tam b ién a ser la m ism a: pues ¿quién va a im pedir que el pu n to de obser­
vación, girando 90 grados respecto a la vía o línea de m ovim iento, se sitúe de tal
m odo que el ‘arrib a / a b a jo ’ de antes sea ‘izquierda / d e rec h a’ ahora? Sólo que el
m antenim ien to de la oposición de sentidos com o p e rten ecien te a la realidad o b ­
jetiva d em u estra ser una necesidad a que to d a ciencia está cond en ad a, no sin que
sea origen de co n tin u a p erp lejid ad y progreso de su te o ría , en conexión inm ediata
con la doble y co n trad icto ria atribución de ‘infinitud’ y ‘to ta lid ad ’ (e.e. finitud)
que debe conceder a la R ealid ad sobre la que versa: en la form a más desesperada
y p u ra de la C iencia, en el m aterialism o epicúreo, ¿no debían los átom os, en el
espacio sin fin, caer sin em bargo en un sentido d eterm in ad o , de arriba a abajo,
que no p o d ía confundirse con su co n trario , y cuya flecha no podía estar definida
p o r o tra cosa que p o r la p ro p ia caída de los átom os en la infinitud?
180 Razón común — Heraclito

103 D -K

%V N ¿ N ΓΛ> Àf-XH Κ.Λ1 Éf"


K V K /^ V ΡΕΉΦΕΓΠΛ

© P orphyr. Quaest. Horn, ad Ξ 200 : ώ ς φ έρε ά ά π ό γρ α μ μ ώ ν, ή ο ίο ν του τ ε ­


τρ α γώ νο υ π ρ ο ς π έρ α σ ι μέν έστι τ ο ϊς ά π ό του καί. έ π ί τ ι - δ ύ ο γά ρ ό ντω ν π ερ ά τω ν
τό μέν έστιν άρχή ά φ ’ ού, τό δέ τέλο ς εις δ ' εστι γ ά ρ επ ’ α ύ το ϊς τό π ό θ ε ν π ο ϊ.
τή ς δέ όλης το ύ κύκλου π ε ρ ιφ ε ρ ε ία ς ο ύ κ έτι' π α ν γ ά ρ ο ά ν τ ις έπινοήση οημεϊον
άρχή τ ’ έστι κ α ί π έ ρ α ς' «ξυνόν .... π ερ ιφ ερ εία ς» κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν .

C fr. H i p p o c r . D e n u tr im . 9 : ά ρ χ ή δ έ π ά ν τ ω ν μ ί α κ α ί τ ε λ ε υ τ ή π ά ν τ ω ν μ ί α , κ α ί ή α υ τ ή
τ ε λ ε υ τ ή κ α ί ά ρ χ ή . I d . D e u ictu 19 : π λ ο κ ε ΐ ς ά γ ο ν τ ε ς κ ύ κ λ ω π λ έ κ ο υ σ ι ν ' ά π ό τ ή ς ά ρ χ ή ς ε ις
τ ή ν ά ρ χ ή ν τ ε λ ε υ τ ώ σ ι. τ ω υ τ ό π ε ρ ίο δ ο ς εν τ ώ σ ώ μ α τ ι' ό κ ό θ ε ν ά ρ χ ε τ α ι, έ π ί τ ο ύ τ ο τ ε λ ε υ τ ά '
I d . D e lo e. in h orn . 1 : έ μ ο ί δ ο κ ε ί ά ρ χ ή μ έ ν ο ύ ν ο ύ δ ε μ ί α ε ί ν α ι τ ο ϋ σ ώ μ α τ ο ς , ά λ λ α π ά ν τ α
ο μ ο ίω ς ά ρ χ ή κ α ί π ά ν τ α τ ε λ ε υ τ ή ' κ ύ κ λ ο υ γ ά ρ γ ρ α φ έ ν τ ο ς ή ά ρ χ ή ο ύ χ ε ύ ρ έ θ η .

© PUES EN UNO SON PRINCIPIO Y FIN en contorno de


redondel.

© Lo cita así P orfirio en su com en tario al p asaje de la Iliada en que H era le


finge a A fro d ita q u e va a ir a visitar los fines de la tie rra , a O céano y a Tetis:
“com o, digam os, las figuras hechas de líneas, o q u e son de la clase del cuadrado,
se en cuen tran con lím ites, los de de d ó n d e y los de h asta qué: pues, habiendo dos
puntos lím ites, el u no es principio, desde el cual, y el o tro fin, hasta el cual: pues
se da en ellos el de d ó nd e ad o n d e. P ero no así ya en el c o n to rn o e n tero de la cir­
cunferencia: pues cualq u ier m arca en que u no fije la atención, es ta n to principio
com o fin: pues en uno son ... de red o n d el, según H eraclito». D e donde hay ya
lugar a sospechar que la ú ltim a p a rte de la frase, epi k y k lo u periphereíás, que re ­
pite el k y k lo u periphereíás d el citador, d eb e ser u n añ adido d e P orfirio, com o ya
W ilam ow itz señ alab a, siendo adem ás periphéreia p o ste rio r a H eraclito, al m enos
com o térm in o geom étrico; au n q u e el térm in o k y k lo s y la referencia a la im agen
de la circunferencia aparecen en algunos de los textos hipocráticos que son sin
du d a resonancia del pasaje: no en el D el alim ento, que dice sin m ás “Principio de
todas las cosas, u n o , y fin de tod as, u n o , y el m ism o el fin que el principio” , pero
sí en el D e la dieta, “U n o s tren zad o res (sin d u d a p elu q u ero s, puesto que habla
antes del “arreg lo de los m uch ach o s” ) m oviendo en red o n d o trenzan: (p a rtie n ­
Razón general 181

d o ) del principio, en el principio term in an (seg u ram en te, m ás que tren zad o , un
m odo de h acer bucle a to rn illo , m arcándolo prim ero en la raíz y haciendo correr
la cu rv atu ra hacia las p u n ta s, p a ra que desde allí se tran sm ita a su vez hasta la
ra íz ): lo m ism o el ciclo en el cuerpo: de donde em pieza, en eso te rm in a” ; y sobre
to d o en el D e los lugares: “M e parece que principio, p ues, no hay ninguno en el
cuerpo, sino que to d o s los p u n to s son igualm ente principio y to dos fin: pues, tra ­
zado un re d o n d el, no se en co n tró el prin cip io ” .
P ero , se acud iera o n o en el libro a la figura g eom étrica de la circunferencia,
el sentido de la fórm u la está, com o en los ejem plos an terio res de aparición visible
de la contradicción lógica, en la declaración de cóm o la id entidad consigo misma
de una línea o curso tem p o ral se funda en la coincidencia (aquí el térm ino es xynón
‘com ún, en u n o ’, no p o r m ero azar el m ism o que en los n .os 2 y 4 se u saba para
referirse a lo com ún a to d o s de la razó n y la inteligencia, com unidad oculta por
la creencia de cada uno en la suya) del principio de la línea o curso con su fin,
que en cam bio en la concepción de la línea o curso com o reales tienen p o r fuerza
que concebirse com o opu esto s el uno al otro: pues coinciden fin y principio para
cualquier curso lineal (véase lo dicho al n.° 60 sobre los dos sentidos de una di­
rección), en cu an to q u e sólo p o r aten ció n al proceso de trazado o de recorrido de
la línea se im pone la contradicción e n tre ‘prin cip io ’ y ‘fin ’, p ero a la línea en sí le
resulta in d iferen te la consideración del fin com o principio o del principio como
fin, y es o tra vez la necesidad del p u n to de vista p articu lar de uno lo que establece
la oposición com o re a l, m ientras que la verd ad com ún, in d ep en d ien te de esa aten­
ción priv ad a, está en la form ulación de la confusión de los contrarios en la iden­
tidad de la línea o curso.
E s cierto q u e es en el caso de u n a curva cerrad a d o n d e m ás claram ente se m a­
nifiesta la coincidencia del fin con el principio, y m ás claro que en ninguna en el
caso lím ite de la circunferencia, que pued e definirse com o la línea p erp etu am en te
infiel a sí m ism a (com o cu alquier curva: v. al n.° 59), p ero con u n a infidelidad o
desviación siem pre igual a sí m ism a, y en cuyo curso p o r consiguiente no se da
ningún p u n to d iferen te o privilegiado, que p u d iera em pezar a fu n d ar una separa­
ción e n tre principio y fin. P ero sin em bargo es de b uen m étodo no d ejarse llevar
de la im agen, ni siquiera de ésa, com o tan tas veces ha sucedido con concepciones
filosóficas o científicas de la to talid ad , com o ‘e te rn o re to rn o ’, com o ‘curvatura del
espacio’ o com o ‘ciclos históricos’, p o r ejem plo: pues la visión cíclica, que en prin­
cipio viene a correg ir la concepción d o m in an te del m ovim iento o progreso en lí­
n e a, de un principio a u n fin, a su vez con esa corrección m an tien e la creencia fun­
d am ental en aquello q u e vuelve a rep etirse, a la vuelta del ciclo, idéntico consigo
m ism o en cu an to d iferen te de lo o tro , del resto del decurso. Y es así que, tom ada
en sí m ism a, la concepción cíclica de la to talid ad m iente igualm ente que la otra,
y ju sta m e n te , p o r reflexiva y filosófica, es acaso m ás insidiosa que la sim ple creen­
cia en el curso con principio y fin. D e poco vale la form ulación “todo vuelve” , si
no tra ta de com p letarse al m enos con su o tra m itad coordinada, com o “T o d o vuel­
ve y n ad a v uelve” , que tiene traza ya de fórm u la de razón.
182 Razón común — Heraclito

62 A7+C1.5 D-K

ΠΛΙΥΤΛ TA VTA kai o v t a a v t á . -


eTN’Aí TI KAI OVK e J n a i t a v t ó h
E^TI KAI <JV W T Ó .

© A liq u id tale in libro fu isse ab indiciis his conicio : H ippocr. D e uictu 5 : π ά ν ­


τ α τα ύ τά κ α ί ού τά α ύ τ ά ’ φ ά ο ς Ζ η ν ί, σ κ ό το ς Ά ίδ τ ], φ ά ο ς Ά ίδ η , σ κότος Ζ ηνί.
A rstt. Met. Γ 3, 1005 b 23 : α δ ύ ν α το ν γ ά ρ ό ν τιν α ο ύ ν τα ύ τό ν ύ π ο λ α μ β ά νειν είνα ι
κ α ί μή ε ίν α ι, κ α θ ά π ε ρ τιν ε ς ο ’ίο ν τα ι λέγειν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν . E t A lex. A phr. ad loe.
288 H ayduck : εί γ ά ρ δ ιά τό μή δ ύ ν α σ θ α ι τ ά ν α ν τ ία ά μ α ύ π ά ρ χ ε ιν άνηρ εϊτο τό
κ α ί ύπ ο λ α μ β ά νειν δ ύ ν α σ θ α ι, εί δ ύ ν α ιτο ά μ α ύ π ά ρ χ ε ιν τ ά ν α ν τία , κ α ν ύπολα μ -
β ά νειν τις το ύτο ο ύ τω ς εχειν δ ύ ν α ιτο όν γε ά λ η θές. τή ς δέ δ ό ξη ς τα ύ τη ς φ α σ ί
κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ν τιν ε ς γ εγ ο νένα ι, τ ά ν α ν τ ία τα ύ τά ά λ λή λοις είνα ι λέγοντα. λέ-
γ ο ιεν γά ρ ά ν οϋτω λέγο ντες κ α ί π ρ ό ς τό κείμ ενο ν τό ό τι τ ά ν α ν τ ία ά δ ύ ν α το ν άμα
τώ α ύτώ ύ π ά ρ χ ε ιν , δ ι’ ού δ ο κ ει δ ε δ ε ιχ θ α ι μή ο ίό ν τε ον τό ν α υτόν τό α ύτό ύ π ο -
λα μ β ά νειν είνα ί τε κ α ί μή είνα ι, χ ρ ώ ν τα ι δέ τώ λόγω το ύ τω π ο λλο ί κ α ί τώ ν π ερ ί
φ ύσ εω ς, ώ σ περ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν ο ιο ν τα ί τινες.
P arm . Β 6 D -K 8-9 = 51-52 ed. nostrae : ... ο ίς τό π έλ ειν τε κ α ί ούκ είνα ι τα ύ τό ν
νενό μ ισ τα ι κού τα ύ τό ν , π ά ν τω ν δέ π α λ ίν τ ρ ο π ό ς έστι κ έλ ευθος.
Videas et ad n." 52 bis.

© Todas las cosas, las mismas y no las mismas. Ser una cosa
y no serla, lo mismo es, y no lo mismo.

© P ued e que sea algo excesivo p re se n ta r com o un fragm ento del libro pro p ia­
m en te estas form ulaciones, que no ap arecen explícitam ente citadas a nom bre de
H eraclito; p ero es q ue, de un lado, el h ilvanam iento del discurso de razón, tal
com o de n u e stra o rd en ació n va saliendo, en este su m o m en to central, y precisa­
m ente aquí d elan te de los fragm entos de los ríos, m e estaba exigiendo una fó r­
m ula general de sem ejan te traza, y de o tro lado, la consideración c o n ju n ta de los
tres testim onios q u e en © cito, q u e son adem ás de los m ás antiguos que de la
o b ra de H eraclito nos h an llegado, d eja p o co d u d o so que debía leerse en ella al­
guna form ulación com o la que restituyo: en el h ipocrático D e la dieta, que en ta n ­
tos puntos reconocem os com o una prosecución fiel de la lógica y el estilo heracli-
tan o s, se lee lo que ofrezco com o p rim era p a rte , seguido de una ejem plificación
Razón general 183

que tam poco desdice n a d a de lo que en el libro p o d ía m uy bien leerse (cfr. n.° 129):
“T odas las cosas, las m ism as y no las m ism as: luz con Z eu s, tiniebla con H ades;
luz con H a d e s, tin ieb la con Z e u s” (esto es, p rim ero , id en tid ad de la diferencia en ­
tre el m odo científico y el m ítico de n o m b rar; y luego, id en tid ad en la oposición
en tre co n trario s); y p o r o tra p a rte , A ristó teles en el libro terce ro de los M etáphysi-
ká escribe así o p o rtu n a m e n te : “P ues es im posible q u e q u ien q u iera que sea conci­
b a que es lo m ism o ser y n o ser, tal com o algunos p iensan que dice H eraclito ” ;
donde la aseveración de im posibilidad p o r p a rte de A ristó teles sugiere bien cómo
la form ulación que le escandaliza d ebía p ro v en ir de u n a o b ra , e x tra ñ a al progreso
de la filosofía o ciencia n o rm al, q u e apenas p o d ría ser o tra que la de H eraclito
(ni añ ad e m ucho, salvo, p o r el m e jo r e n red o en tre la cuestión objetiva y la sub­
jetividad del que sostiene tal creencia, el com entario a ese lugar de A lejan d ro de
A frodisias, del s. IIp ost: “p ues, si p o r el hecho de no p o d e r al m ism o tiem po d ar­
se los con trario s se elim inaba el q u e siquiera se pudiese así creerlo , caso de que
p u d ieran a la vez d arse los co n trario s, tam bién creer po d ría uno que así fu e ra, sien­
do ello v erd ad . Y de esa creencia afirm an algunos que vino a ser tam bién H era­
clito, al decir q u e los co n trario s eran lo m ism o el uno con el o tro . Pues puede
que, al decir así, estén tam b ién diciendo c o n tra lo p ro p u esto , lo de que es im po­
sible que los co n trario s se den a la vez p a ra una m ism a cosa, en virtud de lo cual
parece darse p o r d em o strad o que no es posible que uno m ism o crea que una mis­
m a cosa es y no es. ‘P e ro de ese razo n am ien to usan tam bién m uchos de los que
tratan acerca de la re a lid a d ’, tal com o de H eraclito lo creen algunos”); y entre los
que A ristó teles dice q u e así leían en su libro (sin te n e r tiem po, p o r su p a rte , de
d e te n erse a co m p ro b ar tal lectu ra) la form ulación, hay que c o n tar desde luego a
P arm énid es, en aquellos fam osos versos en que la diosa, después de ap artarlo de
la vía de que no es, le p reviene de ésta otra, qu e, pese a todas las dudas que los
estudiosos h an m an ifestad o , no p u ed e ser o tra que la de la lógica h eraclitana, por
m ás q u e, ju sta m e n te p a ra d esprestigiar tal vía, p refiera la diosa atribuirla no a un
p e n sad o r, sino a u n a tro p a de gentes divididas consigo m ism as, diciendo con ello
acaso, al acercar la form ulación no a una lógica h eraclitan a, sino a la razón co­
m ún, m ás v erd ad de lo que quería: “D eb e ser cosa el decir y el saber: pues cabe
ser algo, / m as no ser n ad a no cabe; en lo cual m ed itar te aconsejo; / pues de esa
vía de busca te rechacé la prim era. / M as luego de o tra , a que ya m ortales que no
saben n ad a / se tu e rc e n , cabezas de a dos: que falta de tino en sus pechos / les
traza derech a la idea to rcid a, y van arrastrad o s, / sordos y ciegos al p a r, pasm a­
dos, tro p a indistinta, / a quienes ser y no ser les da en sus leyes lo m ism o / y no
lo m ism o, y hay ru ta de co n trav u elta de to d o ” : n ota cóm o esta últim a alusión a
la ru ta palíntropos (v. en n.° 42) confirm a la referen cia al libro de H eraclito, así
com o antes los rasgos de su caricatu ra, com o el d íkranoi ‘de doble cabeza’, son
b asta n te aptos p a ra la lógica de la contradicción, que la diosa ha de ten e r especial
em peño en re fu ta r, a fin de q u e q u ed e com o única vía la que dice “es” , esto es,
aquélla do n d e el h echo de que el q u e es lo que es sea lo que es no se determ ina
p o r el hecho de que n o sea lo que no es, sino q u e se establece de u n a vez por
siem pre, en sí m ism o y p o r sí m ism o.
P ero , p iénsese lo q u e se piense de la exactitud o literalidad de las fórm ulas
que p re se n to o su m e ra aproxim ación a las que en el libro debían de leerse, ello
184 Razón común — Heraclito

es q u e, aun tal com o las leo a través de esas referen cias, son razonables fórm ulas
de razón, que resu m en b ien lo que en la lista de ejem plos an teriores se iba más
directa- y m enos explícitam ente m anifestando sob re la id en tid ad en la contradic­
ción, y p re p a ra n a los nuevos ejem plos que a co ntinuación o rd e n o , donde se m ues­
tra, en el hech o y p ro ceso , la n ecesidad de los p redicados contradictorios, ‘el m is­
m o ’ y ‘no el m ism o’ recay en d o sobre u n m ism o ser que p re te n d a ser v erd ad ero al
m ism o tiem po que real.

49a+ 1 2 (1.a) D -K

ΠΟΤΑΜΟΪ^Ι TOÍ<?lN AYTOfytf EM-


p i H O M É N 1 TE ΚΑΊ ΟΥΚ ÉM^a Î nO -
MEN". EÎMÉN TE ΚαΊ <>VK ΕΪΚΕΑΓ.

© H eraclitus Quaest. H om . 24 : ô γ ο ϋ ν σ κ ο τεινό ς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς άσα φ ή κ α ι δ ιά


συμβόλω ν ε ικ ά ζ ε σ θ α ι δ υ ν ά μ ε ν α θ εο λ ο γ εί τά φ υ σ ικ ά δ ι’ ώ ν φ ησι ( η .° 6 7 ). κ α ί
π ά λ ι ν «π ο τα μ ο ϊς .... εΐμεν».
Sen. Ερ. 58, 22 : quaecu m q u e uidem us aut tangim us, Plato in illis non num erat
quae esse p ro p rie p u tat: fluunt enim et in assidua d em inutione atque adiectione
sunt, nem o n ostrum idem est in sen ectu te qui fuit iuuenis; nem o nostrum est idem
m ane qui fuit pridie, co rp o ra n o stra ra p iu n tu r flum inum m ore, quicquid uides, cu­
rrit cum tem p o re; nihil ex iis quae uidem us m anet: ego ipse, dum lo q u o r m utari
ista, m utatus sum . 23. hoc est quod ait H eraclitus: «In idem flum en bis descendi­
mus et non descendim us», m an et enim idem flum inis n om en, aqua transm issa est.
P iat. Crat. 402 a : λέγει π ο υ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ό τι π ά ν τ α χ ω ρ εΐ κ α ί ούδέν μένει, κ α ί
π ο τα μ ο ύ ροή ά π ε ικ ά ζ ω ν τά ό ντα λέγει ώ ς δ ίς ε ις τό ν α υ τ ό ν π ο τα μ ό ν ο ύ κ αν εμ-
βαίης.
A rstt. Met. A 6, 987 a, 29 : εκ νέου τε γ ά ρ σ υ ν ή θη ς γενόμ ενος (scii. Π λ ά τω ν )
π ρ ώ το ν Κ ρατύλω κ α ί τ α ίς Ή ρ α κ λ ε ιτ ε ίο ις δ ό ξ α ις, ώ ς α π ά ν τω ν τώ ν α ισ θ η τώ ν άεί
ρ εόντω ν κ α ί επισ τή μ η ς π ε ρ ί α ύτώ ν ο ύ κ ούσ ης, τ α ύ τ α μέν κ α ί ύστερον ούτω ς ύ πέ-
λαβεν.
Id. ib. Γ 5 1010 a : ετι δέ π ά σ α ν ό ρ ώ ντες τα ύ τη ν κ ινουμ ένη ν τήν φ ύ σ ιν, κ α τά δέ
τού μ ετα βά λλοντος ο ύ θ έν ά λ η θευό μ ενο ν, π ε ρ ί γε τό π ά ν τη π ά ν τω ς μεταβάλλον
Razón general 185

ούκ έ νδ έχ εσ θ α ι ά λ η θ ε ύ ειν ' έκ γ ά ρ τα ύ τη ς τή ς ύ π ο λ ή ψ εω ς έξήνθησεν ή άκροτάτη


δ ό ξα τώ ν ειρημένω ν, ή τώ ν φ α σ κ ό ντω ν ή ρ α κ λ ειτίζειν κ α ί ο ϊα ν Κ ρ ά τυ λ ο ς ειχεν,
ος τό τελευ τα ϊο ν ο ύ θ έ ν φ ετο λέγειν, άλλα τό ν δά κ τυ λ ον έκίνει μ όνον, κ α ί Ή ρ α κ -
λείτω έπ ετίμ α είπ ό ν τ ι ό τι δ ίς τ φ α ύ τφ π ο τα μ φ ούκ έστιν έμ β ή να ΐ' α ύ τό ς γάρ
φ ετο ο ύ δ ’ ά π α ξ .
Simpl. in Phys. 1313, 8 : το ύ ς δέ π ε ρ ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν φ υ σ ιο λ ό γο υ ς εις τήν ένδελεχή
τής γενέσ εω ς ροήν ά φ ο ρ ώ ν τα ς κ α ί ό τι γινό μ ενα κα'ι ά π ο γ ιν ό μ ε ν α π ά ν τα έστι τά
σ ω μ α τικ ά , ό ντω ς δέ ο υ δ έπ ο τε ό ντα , ώ ς κ α ί ό Τ ίμ α ιο ς είπ εν, είκ ό ς έστι λέγειν
ότι ά εί π ά ν τα ρ εί κ α ί ό τι εις τόν α ύ τό ν π ο τα μ ό ν δ ίς ο ύ κ αν έμβαίης.
Id. ib. 77, 30 : ... δ ιά τή ν συνεχή ροήν τήν π ά ν τα ένα λ λά σ σ οντα ' ήν ό Η ρ ά κ λ ε ι­
το ς ή ν ίξα το δ ιά τού εις τό ν α ύτό ν π ο τα μ ό ν δ ίς μή αν έμβήναι, τή ένδελεχεϊ τού
π ο τα μ ο ύ ροή τή ν γένεσ ιν ά π ε ικ ά ζ ω ν πλέον τό μή ον έχουσ αν τοϋ ο ν το ς' τό γάρ
όν, ώ ς φ ησ ιν ό Π α ρ μ εν ίδ η ς, άλλα έχει σημεία.
Plut. D e sera num . idnd. 15, 559 c : ... ή λήσομεν εις το ν Ή ρ α κ λ είτε ιο ν ά π α ντα
π ρ ά γ μ α τ α π ο τα μ ό ν έμ βαλόντες, εις ον ου φ η σ ι δ ίς έμβήναι τφ π ά ν τα κ ιν ειν καί
έτεροιοϋν τήν φ ύσ ιν μ εταβάλλουσ αν.
Id. Quaest. nat. 2, 912 a : τά γ ά ρ π η γ α ία κ α ί π ο τά μ ια ν ά μ α τα π ρ ό σ φ α τα μέν έστι
κ α ί νεο γενή ' « π ο τα μ ο ϊς γ ά ρ δ ίς το ις α ύ το ΐς ούκ αν έμβαίης», ώ ς φ ησιν Η ρ ά κ ­
λειτο ς' ετερα γ ά ρ έ π ιρ ρ ει ύ δ α τ α ' τρ έφ ει δέ κ α ί τα ύ τα τώ ν όμ βρ ιω ν χείρον.
A rius D id. apud E u s. Praep. Ε ν. XV 20, 2 : π ερ ί δέ ψ υ χή ς Κ λεά νθη ς μέν τά
Ζ ή νω νο ς δ ό γμ α τα π α ρ α τ ιθ έ μ ε ν ο ς π ρ ο ς σύ γκρ ισ ιν τήν π ρ ο ς το ύ ς άλλους φ υσ ι­
κ ο ύ ς φ η σ ιν ό τι Ζ ή νω ν τή ν ψ υ χ ή ν λέγει αύσ τησ ιν ή ά ν α θ υ μ ία σ ιν , κ α θ ά π ε ρ Η ρ ά κ ­
λειτο ς ( η .° 108). β ουλόμενος γά ρ έμ φ α ν ίσ α ι ό τι α ί ψ υ χ α ί ά ν α θ υ μ ιώ μ ε ν α ι νοε-
ρ α ί ά εί γ ίγ ν ο ν τ α ι, είκ ασ εν α ύ τ ά ς το ϊς π ο τα μ ο ϊς λέγω ν ο ύ τω ς' « π ο τα μ ο ισ ι τοισιν
α ύ το ισ ιν έμ β α ίνο υ σ ιν ετερα κ α ί ετερα ύ δ α τα έπ ιρ ρ ει» ' κ α ί ψ υ χ α ί δέ ά π ό τών
υγρώ ν ά ν α θ υ μ ιώ ν τα ι.
Plut. D e E 18, 392 a : ήμ ΐν μέν γά ρ ό ντω ς τού είνα ι μέτεστιν ο ύ δ έν, άλλά πάσα
θ ν η τή φ ύ σ ις έν μέσω γενέσ εω ς κ α ί φ θ ο ρ ά ς γενομένη φ ά σ μ α π α ρ έ χε ι κ α ί δόκη-
σιν ά μ υ δ ρ ά ν κ α ί ά β έβ α ιο ν αυτή ς .... « π ο τα μ φ γ ά ρ ο ύ κ έστιν έμβήναι δ ίς τφ
α ύ τφ » , κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , ο ύ δέ θ ν η τή ς ο ύ σ ία ς δ ίς ά ψ α σ θ α ι κ α τά εξιν, άλλ’
όξύτη τι κ α ί τά χ ει μ ετα βολής σ κ ίδνησ ι κ α ί π ά λ ιν σ υ ν ά γει (η .° 6 9 ), μάλλον δέ
ούδέ π ά λ ιν ο ύ δ ’ ύ σ τερ ο ν, άλλ’ άμα σ υ νίσ τα τα ι κ α ί ά π ο λ ε ίπ ε ι, κ α ί π ρ ό σ εισ ι καί
ά πεισ ι.

C fr. G r e g . N a z . C a rm . m o r . 14 : έ μ π ε δ ο ν ο ύ δ έ ν ( η ." 6 9 ) . έ γ ω γ ε ρ ό ο ς \^ ο λ ε ρ ο ύ π ο τ α μ ο ί ο
α ί έ ν έ π ε ρ χ ό μ ε ν ο ς , ε σ τ α ό ς ο ύ δ έ ν ε χ ω ν . ο ύ τ ε δ ί ς , ο ν τ ό π ά ρ ο ι θ ε , ρ ό ο ν π ο τ α μ ο ΐ ο π ε ρ ή σ ε ις
έ μ π α λ ιν ο ύ τ ε β ρ ο τ ό ν δψεαι, ον τό π ά ρ ο ς.

© π ο τα μ ο ϊσ ι το ισ ιν α ύ το ισ ιν ex A rio D id ym o traxi : -ο ίς τ ο ϊς -ο ις Heracliti


Horn. codd. (α υτο ύ Ο ) α ύ το ΐς ( δ ίς ) S chleierm acher τε κ α ί ούκ έμ-
β αίνομ εν om . Ο ήμέν τε κ α ί ούκ ήμεν Ο

A d D id y m i te x tu m : α ΰ α τ η σ ι ν ή u el s im ile s c rib e n d u m censeo : α ’ί σ θ η σ ι ν ή co d d . : α ι σ θ η ­


τ ι κ ή ν W e l l m a n n , edd. ν ο ε ρ α ί : ν ε α ρ α ί M e e w a l d t, M a r c o v ic h π ο τ α μ ο ΐ-
σ ι . . . . έ μ β α ί ν ο υ σ ι ν : Z e n o n is S to ic i la u d a tio n e m H e r a c litu m lau dan tis s ic fe r m e redactam
186 Razón común — Heraclito

fu is s e s u s p ic o r « π ο τ α μ ο ϊ σ ι τ . α ύ τ . ( έ μ β α ί ν ο μ έ ν τ ε κ α ί ο ύ κ έ μ β α ί ν ο μ έ ν » φ η σ ι ν , δ τ ι ) έμ -
β α ίν ο υ σ ιν p r a e te r ε τ ε ρ α . . . . ε π ι ρ ρ ε ϊ etia m κ α ι ψ υ χ α ί ά ν α θ υ μ . H e r a c lito edd. da­
b a n t ( κ α ί e x c e p to v . A r n i m ) ψ υ χ α ί δ έ ( ά ε ί ) C a p e l le ά ν α θ υ μ ιώ ν τ α ι :
ά ν α θ . ( ε τ ε ρ α ι κ α ί ε τ ε ρ α ι ) Η . G o m p e r z : ά ν α θ υ μ ι ώ μ ε ν α ι W ila m o w itz .
A d P lu ta r c h i Q u a e s t.: ε μ β α ί η U 1.

© EN UNOS MISMOS RÍOS ENTRAMOS Y NO ENTRA­


MOS, ESTAMOS Y NO ESTAMOS.

© E l fam oso p asaje de los ríos, q u e fue principal ocasión p a ra el desarrollo e n ­


tre los antiguos y m o d ern o s de un gentry-lore h eraclitan o ce n trad o en el pánta rheí
(que no aparece en n inguna cita fidedigna del libro) o fluir continuo, y que en la
edición de D iels-K ranz d a lugar a tre s distintos frag m entos ap aren te s, se en cu en ­
tra aquí redu cid o a este solo: pues, a poco que se consideren los testim onios, se
ve que es ta n solo H eraclito H o m érico , el in té rp re te p o r alegoría, según la tra d i­
ción estoica, de las a p a re n te m en te im pías fórm ulas hom éricas, el que en su libri­
llo, seguram en te del s. I post, nos h a d ado u n a cita literal del pasaje, a seguido de
la del n.° 67, com o m uestras de cóm o H eraclito theologeî tá p h y sik á “teologiza las
realid ad es” , e.e. tra ta los hechos científicos con len g uaje divinal; p ues, ap arte de
él, sólo S éneca conserva en su cita los dos térm inos de la contradicción, “e n tra ­
m os y no e n tra m o s” , pese a q u e el conocim iento de la fórm ula le viene tam bién
a él ev iden tem en te a través de fu en tes platónicas (“C uantas cosas veam os o to ­
quem os, no las cu en ta P latón en tre aquellas q u e estim a que p ro p iam en te son: pues
fluyen y se e n cu en tran en p e rp e tu a dism inución y au m ento. N inguno de nosotros
es el m ism o en la vejez q u e fue de jo v en ; ninguno de n o sotros es a la m añ an a el
m ism o que fue la víspera. V an arre b a tad o s n u estro s cuerpos a m an era de ríos.
C uanto ves, corre con el tiem p o ; n ad a de las cosas que vem os perm an ece; yo m is­
m o, m ientras hablo de que cam bian esas cosas, he cam biado. E sto es lo que dice
H eraclito: ‘A un m ism o río dos veces b ajam o s y no b ajam o s’. Pues sigue el m ism o
el nom bre del río: el agua ha p a sa d o ”), y apen as si del texto de A rio D ídim o, el
filósofo de tiem pos de A u g u sto , tran sm itid o p o r E u seb io (“Y acerca del alm a,
C leantes, p o n ien d o las opiniones de Z en ó n a co n fro ntación con los otros científi­
cos, dice que Z e n ó n llam a al alm a desecación o evaporación, tal com o H eraclito:
pues querien d o m an ifestar cóm o las alm as, al sufrir evaporación, se van co n tin u a­
m ente haciendo intelectivas, las com p aró a los ríos, diciendo así: ‘A los que e n ­
tran en unos m ism os ríos les fluyen encim a o tras y otras aguas’; y tam bién alm as
salen por ev ap o ració n de los elem en to s h ú m ed o s”) p o dem os vislum brar, a través
de la confusión, q u e deb ía d arse allí u n a cita del p a saje , m ezclada con la que de
Z en ó n el estoico d eb ía de h acer C lean tes, sob re to d o si aceptam os la restitución
del texto que en © p ro p o n g o , según la cual h ab ría o rig inariam ente rezado así:
“ ... las com paró con los ríos (e .e . que las co m p aró , Z e n ó n n atu ralm en te, con los
ríos heraclitanos: los ed ito res suelen atrib u ir to d a la cita que sigue, con alm as y
Razón general 187

evaporación incluidas, al p ro p io H e ra c lito ), diciendo así: ‘E n unos m ism os ríos


(en tram o s y no e n tra m o s’ dijo f.vc. H eraclito ], p o rq u e ) a los que e n tra n les fluyen
encim a o tras y o tras aguas; y tam b ién a lm a s...’” .
P e ro el re sto de los testim onios lo único q u e nos hace ver es q u e la sentencia,
red u cid a a la m itad de la antítesis y p o r en d e traicio nada, se hab ía hecho popular
desde p ro n to com o d oxa h eraclitan a, com o “N o p u ede un o e n tra r dos veces en el
m ism o río ” , d esarro llán d o se en la doctrin a del fluir p e rp e tu o y el río heraclitano,
que resultó u n o de los p ro ced im ien to s m ás fecundos (el o tro fue el de la reduc­
ción de to d o a fuego) p a ra q u e los filósofos y dem ás asim ilasen y concibiesen,
com o d o ctrin a, lo q u e e ra lógica; y si hilvano en © esos testim onios, es m ás que
n ad a p o rq u e d an u n a b u en a m u estra de cóm o, a p a rtir de P la tó n (pero ya acaso
en p a rte desde los p ro p io s h eraclitidas, com o el C ratilo con q u ien tra tó en su ju ­
ventud) y de A ristó teles, p o d ía liquidarse la actividad de u n p en sad o r prefilosófi-
co al q u e d a r asim ilada y co nsagrada com o d o ctrin a, que luego se re p itie ra una y
o tra vez en esa fo rm a, sin d udas ni v uelta a la form ulación original, salvo en ro ­
tu ras so rp re n d e n te s de la transm isión escolar, a lo largo de la historia de la filo­
sofía, antig u a, m o d ern a y aun casi co n tem p o rán ea: se dice así, p rim ero , en el Cra­
tilo de P lató n : “D ice en alguna p a rte H eraclito que todas las cosas corren y nada
p erm an ece, y c o m p aran d o a la co rrien te de u n río los seres, dice que dos veces
en el m ism o río no p u ed es e n tra r” ; y luego A ristó teles en el P rim ero de la M eta­
física: “P ues desde jo v en h ab ien d o (P la tó n ) tenido tra to p rim ero con C ratilo y
las doctrinas h eraclitan as, com o que están todas las cosas sensibles fluyendo siem­
pre y que n o cabe ciencia acerca de ellas, esas creencias tam bién m ás tard e así las
tu v o ” ; y en el T ercero : “ ... y aun tam bién viendo to d a esa realidad en m ovim ien­
to , y que p o r culpa de lo cam biante n ad a decía verdad: pues de esa m an era de
concebir vino a flo recer la m ás ex trem a d octrina de las que qu ed an dichas, la de
los que decían que h era c lite ab a n , y tal com o era la que C ratilo sostenía, el cual a
lo últim o ni aun ten ía a bien decir n ad a, sino que sólo m ovía el d ed o , y reprocha­
b a a H eraclito al decir éste que dos veces en el m ism o río no cabe en trar: pues él
p en sab a q u e ni siq u iera u n a ” (y quizá, de ser fidedigna la noticia, ya en Cratilo
m ism o la fórm ula sonaba con el “dos veces” que no ap arece en n u estra cita literal
y q u e algunos han q u e rid o añadir en ella); de m odo q u e, establecida bien en los
fun d ad o res la d o ctrin a y la an écd o ta aco m p añ an te, no es de ex tra ñ ar que en los
proseguid o res siguiera ro d a n d o tan co n v enientem ente: así, en los com entarios de
Sim plicio a la o b ra aristotélica (a qu ien , sin em bargo, ta n to debem os por haberse
dignado co n su ltar y citar literalm en te grandes trozos del libro de P arm énides, pero
que no se tom ó esa m o lestia con el de H eraclito ), que dice así en un lugar del co­
m en tario a la Física: “Y los razo n ad o res de n a tu ra (p h y sio ló g o u s) de en torno a
H eraclito , m iran d o a la p e rp e tu a co rrien te de los p rocesos, y a que están llegando
a ser y d e ja n d o de ser to d as las cosas corp o rales, p ero que en v erd ad no son nu n ­
ca, com o tam b ién T im eo d ijo , es com prensible que d ijeran que siem pre todas las
cosas fluyen (pán ta rheí: acaso es éste el lugar de fijación de la fórm ula heracli­
ta n a ) y q u e en el m ism o río no p u ed es e n tra r dos v eces” ; y así en otro lugar: “ ...
p o r la co n tin u a c o rrien te que p ro d u ce el cam bio de todas las cosas, a la q u e H e­
raclito aludió p o r adivinanza con lo de que no cabe e n tra r dos veces en el mismo
río, asem ejan d o a la p e rp e tu a co rrien te del río el proceso de las cosas, que más
188 Razón común — Heraclito

tiene del no ser que del ser: pues lo q u e es, com o dice P arm énides, o tras señales
tie n e” ; y tam b ién de la m ism a versión fijad a le llegaba a P lutarco la cosa, m ás o
m enos d irectam en te, el cual en su obrilla D e los tardíam ente castigados p o r los d io ­
ses dice: o n o d ejarem o s v er q u e hem os a rro ja d o todos los asuntos al río he-
raclitano, al q u e dice que n o se e n tra dos veces, p o r el hecho de que todas las co­
sas las m ueve y las hace o tras la realid ad cam b ian te” ; y en la de Cuestiones fisicas:
“P ues las m anan tiales de fu en tes y de ríos son frescas y recién surgidas: pues dos
veces en los m ism os ríos no p u ed es e n tra r, según dice H eraclito: pues otras aguas
vienen a fluir encim a (n o ta la sem ejan za con el tex to de A rio , que p arece sugerir
u na fu ente in m ed iata c o m ú n ): pues tam b ién alim en tan esas aguas p eo r que las de
lluvias” ; y en la D e la E que hay en D elfos: “Pues lo que es a nosotros del ser en
v erd ad nada nos toca, sino q u e to d a n a tu ra m o rta l, venida a ser en m itad de
nacim iento y d estrucción, u n fan tasm a ofrece y apariencia insegura y borro sa de
sí m ism a...: p ues en un río n o es d ado e n tra r dos veces en el m ism o, según H e ­
raclito, ni tam poco asirse dos veces de una substancia m ortal en firm eza, sino que
p o r la rapidez y velocidad del cam bio d esp arram a y o tra vez ju n ta (a q u í, con un
sujeto no explícito, p u ed e h a b e r eco de o tro p asaje de H eraclito: v. n.° 6 9 ), pero
m ás bien ni o tra vez ni desp u és, sino que a la vez se constituye y cesa, está p re ­
sente y está a u se n te ” . E n fin, u n a resonancia cierta de la doxa h eraclitana vulga­
rizada desarrolla G reg o rio N azianceno en aquellos versos: “N ad a constante: yo
m ism o, de tu rb io río c o rrien te / siem pre avanzando, jam ás nada de firm e a to ­
car. / N i cruzarás dos veces el curso del río que antes / nunca atrás, ni m o rtal n u n ­
ca al que viste v erás” .
P ero, d ejan d o la historia de esta curiosa y d em asiado com prensible fijación de
una doctrin a del flujo h eraclitan o , ya p u ed e el lecto r e n ten d er sencillam ente, con
la lectu ra fiel q u e sin d u d a nos h a d ejad o la cita de H eraclito H om érico, en qué
sentido debía form ularse en el libro la frase de los ríos que ha dado pie a todo
ello: com o un ejem plo más que razón usa p a ra p o n e r en evidencia la aparición de
la contradicción lógica en las realidades. E s p o r ta n to esencial a ese propósito que
la antítesis suene con sus dos m itades co ordinadas (“en tram o s y no e n tram o s” ,
cfr., pese a la credulidad p restad a a lo del pánta rheí, la reform ulación de A. M a­
chado “T odo pasa y to d o q u e d a ”), com o que n o es la m era fluidez continua (tri­
vial m anifestación de u n a de las dos m itades del sentido com ún) lo que razón d e ­
sea revelar en la realid ad , sino la contradicción. Pues lo in teresa n te de todo esto
que llam am os physis al m odo antiguo o, más o m enos lo m ism o, realidad al m odo
contem p o rán eo consiste en su condición de ser u n a co m p onenda (im posible en v e r­
dad, pero así real) de dos com p o n en tes incom patibles: uno la idea de la cosa, que
es p o r su p ro p ia definición in tem p o ral, e te rn a (las ideas sólo cam bian cuando a
su vez se hacen realid ad es), esto es, idéntica consigo m ism a, y o tro aquello que
se supone p o r d eb a jo de las ideas de las cosas, incapaz p o r tan to de ideación, el
lugar en que se h ab la, y del que p o r ta n to no se h abla si no es haciéndolo ser lo
que no era, aquello ad o n d e ap u n tan esto, aquello, a q u í o yo, m ientras ni aquello
ni esto ni aquí ni yo ten em o s n o m b re ni pod em o s m enos de ser continuam ente
infieles a noso tro s m ism os, inasibles, im p erm an en tes, tan inestables com o el curso
del lengu aje m ism o en que esos índices su en an y d esap arecen . Siendo pués la re a ­
lidad o physis la co m p o n en d a de lo uno con lo o tro , n ecesariam ente falsa, e.e. v e r­
Razón general 189

d ad eram en te im posible, lo que hace razón en esta fórm ula no es más que p o ner
en evidencia, p o r sep aració n de am bos com ponentes y su sucesiva coordinación,
lo ilógico de la co m p o n en d a, cuyo descubrim iento es ju stam en te función de la ló­
gica, voz de la razón.
A lguna p erp lejid ad p u ed e p ro d u cir la segunda coordinación de la fórm ula, “es­
tam os y no estam o s” , que sólo en la cita de H eraclito H om érico ap arece, sobre
todo p o rq u e el D . sin p rep . p ota m o ísi toísin autoísin no parece el régim en propio
p ara este eím en ‘estam o s’; au n q u e la v erd ad es que tam poco es el propio para el
em baínom en ‘e n tra m o s’; p ero colocado com o está ese D . en m iem bro tem ático de
frase b im em b re, no d irectam en te C om pl. de los V erbos, no en cu en tro inadm isi­
ble la construcción, en el sentido de algo com o “R esp ecto a unos m ism os ríos, (a
ellos) en tram o s y no en tram o s, (en ellos) estam os y no estam o s” ; y lo cierto es
que la doble ejem plificación, con un V erbo de m ovim iento y o tro de estancia, re ­
sulta a m ás no p o d e r o p o rtu n a p a ra la fórm ula: pues bien conviene que la no iden­
tidad y la id en tid ad del río se pon g an a p ru e b a b ajo esos dos m odos: que no es
el m ism o, y lo es al p a r, el río al q u e (dos veces, p o r ejem plo) bajam os o en tra­
m os; y que no es el m ism o, y a la p a r lo es, éste en el que (d u ra n te un rato) es­
tam os m etidos. Y no es, c iertam en te, posible, p a ra el griego de H eraclito , pensar
que el eím én te ka i o u k eím en tenga el sentido de “som os y no som os” , ya que
este uso absoluto de la C ópula, com o si fuese un v erd ad ero V erbo y tuviese su
corresp o n d ien te sem an tem a o significado, es cosa que sólo se desarrolla en el dia­
lecto filosófico (y se inicia p recisam ente con la hazaña lingüística de la diosa de
P arm énides), y no p u ed e p o r ta n to ap arecer en un discurso prefilosófico com o es
el de lógos en H eraclito ; p ero , sin em bargo, bien claro está que en la form ulación
se im plica tam b ién que aquello que d irectam en te se dice de los ríos se deba en­
ten d er igualm ente de cada u no de noso tro s, q u e al m ism o tiem po que no idéntico,
al venir varias veces al río o al estar en él m etido un ra to , al m ism o tiem po es idén­
tico consigo m ism o. E n sum a, lo prim ero y principal de la form ulación es que en
ella se diga, y se oiga, lo uno y lo o tro ju n ta m e n te , que no es el m ism o y que es
el m ism o, y que así, p o r m edio ciertam en te de la co ordinación, la contradicción
de lo uno con lo o tro se form ule.
190 Razón común — Heraclito

6 D -K

K £<><■ ΕΨ’ HHEfHI ΗΛΙΟ> y\EI TE


<k>VT<>f

0 Proel, in Tim . I l l 311, 42 D . : ... δ ιά δή το ύ το κ α ί το ν ή λιο ν νέον θ ε ό ν είώ -


θ α σ ι κ α λεΐν (κ α ί «νέος έφ ’ ήμερη ήλιός» φ ησ ιν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ), ώ ς Δ ιο ν υ σ ια κ ή ς
μ ετέχοντα δυνά μ εω ς.
P lot. Ε η η . II 1, 2 : π ώ ς γ ά ρ α ν , φ ησ ι (scii, ό Π λ ά τω ν τ ά ο ύ ρ ά ν ια ) σώ ματα έχον-
τα κ α ί όρώ μ ενα το ά π α ρ α λ λ ά κ τω ς έξει κ α ί τό ά ε ί ώ σ α ύτω ς; σ υγχω ρ ώ ν κ α ί έπ ί
το ύ τω ν δ η λο νό τι τώ Ή ρ α κ λ ε ίτω , ο ς έφη ά εί κ α ι τό ν ή λιο ν γ ίγ ν ε σ θ α ι' Ά ρ ισ τ ο -
τέλει μέν γ ά ρ ο ύ δ έν αν π ρ ά γ μ α εΐη. Cfr. P hiloponus de A et. m u n d i X V II 15.
A rstt. M eteor, β 2, 3544 b : ... δ ι’ ής (scii, τή ς φ λ ο γ ό ς) τό είκ ός λα βόντες ούτω
κ α ί π ε ρ ί τού ήλιου ύπ έλ α β ο ν. τό δ 3 ο ΰκ έστιν ό μ ο ιο ν ή μέν γ ά ρ φ λόξ δ ιά συνε­
χο ύ ς ύγρ ο ύ κ α ί ξη ρού μ ετα βα λλόντω ν γ ίγ ν ε τ α ι, κ α ί ού τρ έ φ ετα ι (ού γ ά ρ ή αυτή
ο ύσ α δ ια μ ένει ο ύ δ έν α χ ρ ό νο ν, ώ ς ε ίπ εϊν ), π ε ρ ί δέ τόν ήλιον ά δ ύ ν α το ν τούτο
σ υμ β α ίνειν, έπ εί τρ εφ ο μ ένο υ γε τό ν α υ τό ν τρ ό π ο ν , ώ σ περ εκ είν ο ι φ α σ ι, δήλον
ό τι κ α ί ό ή λ ιο ς ού μ όνον, κ α θ ά π ε ρ Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς φ η σ ι, νέο ς έφ ’ ήμερη έστίν, άλλ’
ά εί νέο ς συνεχώ ς.
A lex. A p h r. in M eteor, ad locum : π ε ρ ί δέ τόν ή λιο ν ού δ έν το ιο ύ το ν γ ίγ ν ετα ι,
έπ εί, εί γε έτρέφ ετο ô ή λ ιο ς ο ύ τω ς ώ ς κ α ί τό π ύ ρ , κ α θ ά φ α σ ιν, ού μόνον, ώ ς
Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς φ η σ ι, νέο ς ώ ν έφ ’ ήμέρη αν ήν, κ α θ ’ έκάστην ή μ έρ α ν ά λ λο ς έξα π-
τόμ ενος, τού π ρ ώ το υ έν τή δύ σ ει σ β εννυμ ένου, ά λλ’ ά εί τε κ α ί σ υνεχώ ς νέο ς τε
κ α ί άλλοτε άλλο ς έγίγνετο , ώ σ περ κ α ί α ΐ φ λό γες, έν τώ γ ίγ ν ε σ θ α ι τό είν α ι έχω ν.
O lym piod. in M eteor, a d loe. : ύ π ερ β η σ ό μ εθ α δέ τήν Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ π α ρ α δ ο ξ ο λ ο ­
γ ί α ν ούκ έτι γ ά ρ νέο ς έφ ’ ήμέρη γενή σ ετα ι ό ή λ ιο ς, δ ιά τό ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , άλλα
νέος κ α θ ’ έκασ τον νύ ν. έλεγε γά ρ ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ό τι π ύ ρ ύ π ά ρ χ ο ν ό ή λιο ς, ότα ν
μέν έν τ α ϊς ά ν α το λ α ϊς ύ π ά ρ χ η , ά ν ά π τε τα ι δ ιά τή ν έκεϊσε θερ μ ό τη τα , ότα ν δέ έν
τα ϊς δυσ μ ο ΐς ελθη , σ β έν νυ τα ι δ ιά τήν έκεϊσε ψ ύ ξιν .
Plat. R espubl. V I 498 a : π ρ ο ς δέ τό γ ή ρ α ς έκτος δή τινω ν ολίγω ν ά ποσ β έννυν-
τα ι π ο λύ μάλλον τού Η ρ α κ λ ε ίτ ε ιο υ ή λιο υ, όσον α ύ θ ις ούκ έξά π το ν τα ι.
Schol. Plat, ad loe. : Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ό Έ φ έ σ ιο ς φ υ σ ικ ό ς ώ ν έλεγεν ό τι ό ή λιος έν
τή δυτική θα λά σ σ η έλθώ ν κ α ί κ α τα δ ύ ς έν αυτή σ β έν νυ τα ι, εϊτα δ ιελ θ ώ ν τό ύ π ό
γην κ α ί ές άνα το λ ή ν φ θ ά σ α ς έξ ά π τε τα ι π ά λ ιν , κ α ί το ύ το α ίε ί γίγ νετα ι.
O lym piod. in P haedonem l ' i l , 7 : π ο ύ ό ρ ά τα ι τ ά ά σ τρ α κ α ί π ο ια ό ρ ά τα ι; δ ιά δέ
το ύ το ό ήμ έτερος κ α θ η γ εμ ώ ν φ λο γώ σ εις φ η σιν έξ έκείνω ν έν τω α ίθ έ ρ ι γ ίγ ν εσ ­
θ α ι κ α ί τα ύ τα ς ό ρ ά σ θ α ι, κ α ί μ ήποτέ, φ η σ ι, το ύ τό έστιν δ π ερ ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς λέ­
γει, ά π τό μ ενο ς μέτρα κ α ί σ βεννύμ ενος μέτρα (η.° 8 1 ); ού γ ά ρ δή π ο υ α ύ τό ς ό
ή λιο ς, άλλ’ ό π ρ ο ς ή μ ά ς ήλιος.
Razón general 191

© νέο ς ... ή λ ιο ς Proci. : ό ή λ ιο ς /.../ νέο ς ... έστίν A rstt., edd. (ά ε ί τε


ώ υ τό ς) e parte altera sententiae n on laudata uestigia subaudire licet in illo άεί κ α ί
τό ν ήλ. γίγ ν. Plotini necnon in ipso ά εί A ristotelis (cfr. scholium in Plat. R em p.).

A d Plotini textum: εχοντα : όντα Philop. το άπ. Philop. : om. Plot.

© NUEVO A CADA DÍA EL SOL (y siempre el mismo).

© T am b ién la transm isión de esto que era sin d uda o tro ejem plo de la coinci­
dencia y contradicción e n tre ‘el m ism o’ y ‘d ife re n te ’, y que o rd e n o así tras el de
los ríos, es ilustrativa de los m odos de alteración y asim ilación de la lógica hera­
clitana, e n ten d id a com o physiologia o pre-ciencia, en tre los filósofos. C om o se ve,
en tien d o que P roclo, a q u ien d ebem os al m enos o tra cita literal del libro (n.° 20),
nos ha conservado bien la p rim era p a rte de la frase en su com entario al Tim eo:
“ ... p o r eso, en fin, tam b ién al sol acostum bran a llam arlo dios nuevo (y ‘nuevo
a cada día el sol’ dice H eraclito ), com o particip an te de la fuerza dionisíaca” ; de
la cual tam b ién hace cita A ristó teles, con ligera alteración y adaptación a su p ro ­
pio tex to , en el libro II de sus M eteorologica: “... p o r la cual (e .e . la llam a, p h ló x )
habiendo sacado la sem ejan za, así tam bién acerca del sol se figuraron. Pero la
cosa no es igual: pues la llam a se p ro d u ce p o r el continuo intercam bio en tre hú­
m edo y seco, s e p r o d u c e y no s e a l i m e n t a (pues no perm anece sien­
do la m ism a tiem po ninguno, p o r así decir), p ero con el sol es im posible que su­
ceda eso, ya que, alim en tán d o se, p o r cierto, del m ism o m odo, según dicen aqué­
llos, claro está q u e tam b ién el sol no sólo, tal com o H eraclito dice, es a cada día
nuevo, sino siem pre nuevo co n tin u am en te” ; y fielm ente los aristotélicos com enta­
dores del p asaje glosan y celeb ran la agudeza del m aestro (com o si se cam biara
en algo in teresan te la cuestión con decir ‘a cada m o m en to ’ en vez de ‘a cada día’),
sin que q u ep a so spechar que se h u b ieran vuelto ellos a consultar el libro de H e­
raclito, p ero añ ad ien d o en cam bio (sobre lo q u e vuelvo m ás ab ajo ) un desarrollo
sobre cóm o el sol se ren u ev a cada día en la su puesta fisiología heraclitana: así A le­
jan d ro de A frodisias (s. Il-lllpost): “ ... p ero con el sol nada sem ejan te sucede,
pu esto q u e, si se criara el sol tam b ién tal com o el fuego, según dicen, no sólo, según
dice H eraclito , hab ía de estar siendo nuevo a cada día, cada día encendiéndose
o tro , apagado el a n te rio r en la p u esta, sino que siem pre y continuam ente vendría
a hacerse nuevo y cad a vez o tro , tal tam b ién com o las llam as tien en en su devenir
su se r” ; y así O lim p io d o ro (s. V-VIpost): “ ... y sobrepasarem os la p a rad o ja de H e­
raclito: pues no ya resu ltará nuevo a cada día el sol según H eraclito, sino nuevo
a cada ah o ra. P ues decía H eraclito q u e, siendo fuego el sol, cuando se encuentra
en el o rie n te , se vuelve a en cen d er gracias al calor de allí, y cuando an d a en el
po n ien te, se apaga p o r el frío q u e allí h a c e ” ; apenas hace falta deten erse en la de­
bilidad de los estudiosos m od ern o s que conceden au to rid ad a la atribución de ta ­
les fantasías fisiológicas a H eraclito . M ás grave es que el propio P latón en un p a­
saje de la R epública m u estra que él tam bién creía re co rd a r que en H eraclito el
192 Razón común — Heraclito

sol se encendía y se ap agaba: p e ro a la vejez, fu era, en fin, de algunos m uy


contados, se apagan m ucho m ás q u e el sol h eraclitan o , en cuanto que no se en ­
cienden o tra vez” (y un escolio anónim o al p asaje lo red o n d ea: “H eraclito el efe­
sio, que e ra u n científico (p h y s ik ó s ), decía que el sol an d an d o p o r la m ar de p o ­
niente y hun d ién d o se en ella se apaga, y luego, tras re c o rre r la vía de b ajo tierra
y ad elantarse al n acien te, vuelve a en cen d erse, y eso sucede siem pre”), p ero que
eso debía de ser en P lató n o en la tradición h eraclitan a que recoge fru to de una
confusión en tre un recu erd o de este p asaje del libro y o tro del n.° 81, donde no
se habla del sol, sino del fuego, nos lo confirm a o tro texto de O lim piodoro en su
com entario al Fedón, d o n d e ig ualm ente nos ofrece algo de este fragm ento sobre
el fuego encend ién d o se y apagándose confundido con el sol: “¿D ónde se ven los
astros y cóm o son los que se ven? Y p o r eso n u estro m aestro (P la tó n ) dice que
igniciones llam eantes se p ro d u cen de ellos en el é te r y que ésas son lo que se ve,
y por v en tu ra, se p reg u n ta, es eso ju sta m e n te lo que H eraclito dice, ‘en cendién­
dose m edidas y apagándose m ed id as’: p ues, en fin, no es desde luego el sol m is­
m o, sino el sol resp ecto a n o so tro s” . D e m odo q u e no hay m otivo p ara p ensar que
en este p u n to del libro se decía o tra cosa sino que el sol es cada día nuevo.
P ero, siendo esto , com o p ro p o n g o , un ejem p lo m ás de la lógica de coinciden­
cia en tre ‘el m ism o’ y ‘o tro ’, ten ía que fo rm ularse con su o tra m itad, que nuestros
citadores en cam bio n o conservan, y que he ten id o que reconstruir, según el m o ­
delo de la fórm ula de los ríos (v. n.° 63); ú nicam ente en el pasaje de Plotino p o ­
dría rastrearse algún vestigio de una lectura en que re so n a ra el ‘siem pre’ de esa
o tra m itad de la fórm ula: “Pues ¿cóm o — dice (e .e . P lató n — los seres c ele stes),
teniendo cuerpos y siendo visibles, van a m an ten erse in m u tab lem en te siem pre
igual?, conviniendo tam bién en tales pensam ien to s evid en tem en te con H eraclito,
el cual dijo q u e siem pre tam b ién el sol se estab a p ro duciendo; pues, lo que es
p a ra A ristó teles, no ha de h a b e r en ello dificultad alguna” ; si es que el ‘estarse
producien d o (gígnesthai) siem p re’ p u ed e to m arse com o una conflación en la m e­
m oria de P lotino (tam poco inm une al ‘siem pre de co n tin u o ’ de la in terp retació n
aristotélica) e n tre el ‘ser nuevo cada vez’ y ‘ser siem pre el m ism o’. P ero se vea
ahí o no se vea algún rastro del texto original, ello es que la fórm ula de razón no
podía te n e r o tra sintaxis ni sentido que la coordinación inm ediata de los dos p re ­
dicados co n trad icto rio s, ‘nuevo cada v ez’, que im plica, p o r cierto, un tiem po com ­
puesto de veces o m om entos sucesivos, y ‘el m ism o siem pre’, que im plica la otra
ideación del tiem p o , com o un aión o etern id ad to d o él sim ultáneo consigo mismo.
A sí com o se explica d eb id am en te que la necesidad de elim inar la contradicción (y
de hacer, de p aso, com patibles las dos ideaciones del tiem po, com o es oficio de
to d a ciencia) haya p rom ovido en n u e stra tradición no sólo la elim inación de una
de las m itades de la fórm ula (al m odo q u e en el n.° 63 hem os visto cóm o, salvo
p o r una cita, la fórm u la de los ríos h ab ía q u ed ad o reducida a la m itad de ‘no en ­
tram os en los m ism os’ y a la trivialidad del pánta rheí), sino adem ás el desarrollo
de una physiologia h eraclitan a sobre el en cen d im iento y apagam iento diario del
astro rey: pues es sobre la reducción de cualq u ier p ensam iento lógico a doctrina
precientífica com o la ciencia o filosofía ha de fu n d a r sus propias ideas com o p ro ­
greso del sab er y anulación del p ensam iento.
Razón general 193

88 D-K 6 5

T/\VTX> <(T,AVT<*>I^ T* ËNI Z & K ΚΛ1


TEONHK<>5? Ka'| τ θ Ε Γ ϊΉ Γ Ο Ρ · ^
Ka'| T<? K A ^ EV A ^ N , KaI NfÉOW KM
ΓΗ Ml<ÓN* ΤΑΔΕ ΓΑΡ Π ΕΤΛ ΓΗ^ ólYTA
ΕΚ ΕΪ^ /ί Ê^TI, Κ Λ Κ ΕΪΐα PÍA IIY ΜΕΤλ-
ΓΕ^<>Ν·Γ4 T/4V T/4.

© Plut. Consol. A p o ll. 10, 106 e : π ό τε γά ρ έν ήμ ϊν α ύ το ις ο ύ κ έστιν ό θ ά ­


να το ς; κ α ι, ή φ ησ ιν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , «ταύτό .... τα ύτα » . ώ ς γ ά ρ έκ τού αυτού πηλού
δ ύ ν α τα ί τ ις π λ ά ττω ν ζώ α σ υγχεΐν κ α ί π ά λ ιν π λ ά ττειν κ α ί σ υγχεΐν κ α ί τ ο ύ θ ’ εν
π α ρ ’ εν π ο ιε ΐν ά δ ια λ ή π τω ς, ούτω κ α ί ή φ ύ σ ις .... κ α ί ό τή ς γενέσεω ς ποτα μ ό ς
ού το ς ενδελεχώ ς ρέω ν ο ΰ π ο τε σ τ ή σ ε τ α ι.... κ α ί μήποτε τ ο ύ δ ’ είκ ώ ν fj ό π ε ρ ί ημάς
ά ή ρ , εν π α ρ ’ εν η μ έρ α ν κ α ί νύ κ τα π ο ιώ ν , επ α γω γό ς ζω ή ς τε κ α ί θ α ν ά τ ο υ κ αί
ύ π νο υ κ α ι έγρηγόρσ εω ς.
Sext. Pyrr. h yp A ll 230 : ό δέ Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς φ ησιν ό τι κ α ί τό ζήν κ α ί τό ά π ο θ α ν ε ϊν
κ α ί έν τώ ζήν η μ ά ς έστι κ α ί έν τώ τ ε θ ν ά ν α ι κτλ. (uideas ad n.° 113).

C fr. E u r . ( P o ly id u s ?) a p u d P l a t . G o r g . 4 9 2 e : τ ι ς δ ’ ο ΐ δ ε ν ε ΐ τ ο ζ ή ν μ έ ν έ σ τ ι κ α τ θ α ν ε ί ν ,
τ ό κ α τ θ α ν ε ί ν δ έ ζ ή ν ; E t I d . P h r ix u s a p u d S to b . F lo r . 1 2 0 , 18 : τ ί ς δ ’ ο ΐ δ ε ν ε ί ζ ή ν τ ο ύ θ 5 ô
κ έ κ λ η τ α ι θ α ν ε ΐ ν , τ ό ζ ή ν δ έ θ ν ή σ κ ε ι ν έ σ τ ί; c u m A ris to p h a n is p a ro e d ia R a n . 1477 : τ ί ς δ ’
ο ΐ δ ε ν ε ί τ ό ζ ή ν μ έ ν έ σ τ ι κ α τ θ α ν ε ί ν , τ ό π ν ε ι ν δ έ δ ε ι π ν ε ΐ ν , τ ό δ έ κ α θ ε ύ δ ε ι ν κ ώ δ ι ο ν ; et ib.
1082 : φ ά σ κ ο υ σ α ς ο ύ ζ ή ν τ ό ζή ν .
E tia m P lu t. D e Ε 1 8 , 3 9 2 c : ... φ θ ε ί ρ ε τ α ι μ έ ν γ ά ρ ό ά κ μ ά ζ ω ν γ ε ν ο μ έ ν ο υ γ έ ρ ο ν τ ο ς , έ φ -
θ ά ρ η δ 1 ό ν έ ο ς ε ις τ ό ν ά κ μ ά ζ ο ν τ α , κ α ί ό π α ϊ ς ε ις τ ό ν ν έ ο ν , ε ι ς δ έ τ ό ν π α ΐ δ α τ ό ν ή π ι ο ν '
δ τ ’ έ χ θ έ ς ε ι ς τ ό ν σ ή μ ε ρ ο ν τ έ θ ν η κ ε ν , ό δ έ σ ή μ ε ρ ο ν ε ις τ ό ν α ύ ρ ι ο ν α π ο θ ν ή σ κ ε ι ' μ έ ν ε ι δ έ
ο ύ δ ε ί ς ο ύ δ ’ έ σ τ ιν ε ις , ά λ λ α γ ι γ ν ό μ ε θ α π ο λ λ ο ί '
E t M e lis s . fr. 8 D - K ad n . “ 6 8 d es crip tu m .

© τα ύ τό τ α ύ τφ τ ’ ένι scribo (ένι q uidem p ro έν p er anastrophen legens; cfr. ad


Parm enidis v. 73 ed. nostrae) : τα ύ τό τ ’ ένι Φ Π , K irk, M arcovich : τα ύτό γ ’ ένι
Ο : τα ύ τώ τ ’ ενι B ernays : τα ύ τό p o st W ilam ow itzium D -K , Plutarchi edd. : (ε ν )
τα ύ τό τ ’ ένι A . M ad d alen a. P ost τεθ ν η κ ό ς fort, e Sexti textu sententia res­
tituenda qualis haec : έν τώ ζή ν γ ά ρ τεθνή κα μ εν, έν τφ δέ τ ε θ ν ά ν α ι ζώμεν
τό ante έγρ. p o s t R eiskiu m seel. edd. τό ante κ α θ . habet O : om . Φ Π B
τ ά δ ε ...τ α ύ τ α Plutarcho dabant Schleierm acher, W ilam ow itz, Patón.
194 Razón común — Heraclito

In P h ita r c h i te x tu m : γ ά ρ o m . co d d . p ie r ., edd. γ ε ν ο μ έ ν ο υ X 3 g , E u s . : γ ι ν . rell.


τ ’ ε χ θ έ ς : τ ε χ θ ε ί ς Γ : δ έ χ-θ ές E u s .

© LO MISMO Y EN LO MISMO VIVIENTE Y MUERTO,


Y TAMBIÉN LO DESPIERTO Y LO DURMIENTE, Y TAM­
BIÉN JOVEN Y VIEJO. Pues esto, convertido, es aquello, y
aquello a su vez, convertido, es eso.

© T rasm itido solam en te p o r u n a cita de P lu tarco , y acaso lo b astante cercano


en su form ulación a la del n.° 67 p a ra que a alguien p u ed a parecerle sospechoso
de ser una derivación a lte ra d a suya, lo m an ten g o sin em bargo com o fragm ento le­
gítim o, en atención a su sintaxis de coordinación de p a re ja s de contrarios, a que
p resen ta u n a declaración explícita sob re la noción de ‘lo m ism o’ que puede bien
ser de razón en este tran ce en que lo sitúo, y tam b ién al ex trañ o t’éni, que los e d i­
to res han solido suprim ir p o r inexplicable, y q u e precisam ente p o r ello he tratad o
de en te n d e r com o p ro p io del tex to heraclitan o . A sí lo in tro d u ce (y vagam ente glo­
sa) Plutarco en su C onsolación a A p o lo n io : “Pues ¿cuándo no está la m uerte en
nosotros m ism os?; y, según lo que H eraclito dice, ‘lo m ism o ... es e so ’; pues, así
com o del m ism o b a rro p u ed e uno, m o d elan d o figuras, em brollarlas luego, y o tra
vez m odelarlas y em b rollarlas y seguir hacién d o lo , lo uno tras lo o tro , incesante­
m ente, así tam b ién n a tu ra ... y el río ese de la generación nunca se p ara rá de fluir
co n tin u am en te... Y acaso sea im agen de esto el aire que nos ro d ea, que va h a ­
ciendo lo uno tras lo o tro día y n o che, ap o rta d o r de vida y m u erte y de sueño y
vela” ; do n d e, com o se ve, se aleja el citad o r, según lo ordinario (v. a n.° 63), de
la form ulación lógica de la iden tid ad de contradicción, p ara perd erse en la m era
doctrina del fluir p e rp e tu o (pues siem pre se les a n to ja a los hom bres m enos duro
reconocer la m u erte que d escubrir la vanid ad de la diferencia en tre m uerte y vida),
com o pasa tam b ién en el o tro p asaje de P lu tarco , en su D e la E de D elfos, en que
suelen los estudiosos h allar un eco de esto: “ ... pues perece el hom bre m aduro al
surgir el viejo, y pereció el jo v en en el hom b re m ad u ro , y el m uchacho en el jo ­
ven, y en el m uchacho el infan te; y el ayer en el hoy está m u erto , y el hoy al m a­
ñana va m u rien d o ; y nad ie q u ed a ni es u n o , sino q u e venim os a ser m uchos». A lgo
m ás fiel a la sentencia h eraclitan a p arece reso n ar en los versos de E u rípides que
P latón cita en el Gorgias, “P ero ¿quién sabe si el vivir no es m orir / y es el m orir
vivir?” , p ro b ab lem en te de la trag ed ia p erd id a sobre el vidente Políido, resonancia
que tam bién nos llega en o tro s del Frixo del m ism o E u rípides que conserva E sto-
beo en su A ntología: “Y ¿quién sabe si es vivir eso que llam áis m orir, y el vivir
es ir m u rie n d o ? ” ; y, venido sin d uda de lejan a ascendencia h eraclitan a, ello se h a ­
bía hecho tópico eu rip id eo ta n n o to rio , q u e p o d ía A ristófanes en las Ranas p a ro ­
diarlo con aquello de “ P ero ¿quién sabe si el vivir n o es m o rir, / y el respirar ce­
n ar, y el d o rm ir lana en v elló n ?” , d o n d e se revela b ien , p o r cierto, el tem o r de
la confusión gen eralizada de todas las diferencias sem ánticas convencionales, que
Razón general 195

se siente am en azar tra s la fo rm ulación de la id en tidad de los contrarios; por su


p a rte , P lató n en el Gorgias hace a su S ócrates, tras la cita de esos versos, alejarse
en referencias a u n cierto sophós a q u ien h ab ría oído so stener que los vivos esta­
mos m u erto s y aquello de q u e el cuerp o (som a) es un sepulcro (séma), que algu­
nos p o r ta n to h ab ían d esatin ad am en te atribuido a H eraclito , el cual p o r cierto ni
siquiera en el m al en ten d im ien to de P latón p a ra con él podía ser m odelo de tal
sophós o sabio. P ero lo que sí m e p arece que atañ e de veras a la form ulación de
esa prim era p a re ja del frag m en to es lo que Sexto E m pírico recu erd a en los E sbo­
zos pirrónicos: “Y H eraclito dice q u e ta n to el vivir com o el m o rir están tan to en
el vivir noso tro s com o en el estar m u e rto s” (p ara la continuación v. a n.° 113), lo
cual, con las locuciones “en el vivir” y “en el estar m u e rto s” , h asta tal pu n to en ­
cuentro q u e co rresp o n d e al m isterioso t’éni, q u e com pleto com o tautdi t’éni ‘y en
lo m ism o ’ (v. en © y m ás a b a jo ), y que lo explica, que m e siento ten ta d o (como
en © se p ro p o n e ) a restitu ir en el tex to de H eraclito u n a especie de frase paren-
tética, fu n d ad a en la de Sexto, de m odo que el fr. com enzara así: “Lo mismo y
en lo m ism o viviente y m u erto (pues en el vivir estam os m u ertos, y en el estar
m uertos vivim os), y tam b ién . . . ” . E n fin, o tras resonancias del fr. pu ed en tam bién
sentirse en el tex to de M eliso sobre la im posibilidad de que haya m últiples, ya que
entonces cada u no te n d ría que ser com o el ser m ism o, único, que m ás a propósito
cito y traduzco en © al n.° 68.
T am bién p re se n ta p ro b lem a la segunda p arte del fragm ento ( “Pues esto ... es
eso ”), que W ilam ow itz sep a ra b a y atrib u ía ya a P lu tarco , y que c ierta m e n te, com o
explicación in tro d u cid a p o r gár, no es m uy p ropio de la sintaxis de razonam iento
heraclitan a, y corre adem ás peligro de trivializar un ta n to , con esa explicación di­
nám ica o p o r conversión, la desn u d a enunciación de la iden tid ad en la diferencia;
p ero , p o r o tro lad o , hem os de v er en los n .os que siguen que u n a form ulación de
procesos y conversiones de lo uno en lo o tro se daba innegablem ente en el libro
de H eraclito , com o u n o d e los m odos de m anifestación de la lógica de iden­
tidad en la contradicción, y en fin, el ju eg o con los m ostrativos (al m enos el de
táde y ekeína, ‘e sto ’ y ‘aq u ello ’) tam bién en el n.° 67 vuelve a ap arecem o s.
D espu és de las form ulaciones de los n .os 63 y 64, en que de una cosa se p redi­
caba ju n ta m e n te que es la m ism a y que no lo es, un ju eg o m uy distinto es el que
aquí razón practica, al d eclarar de dos cosas contrarias que son la m ism a, y tan
gran distinción de form ulaciones m e obliga a sup o n er en tre éste y los frs. anterio ­
res cierto trech o de discurso lógico p erd id o , que acaso hiciera m enos dura tal trans­
posición de térm inos y cam bio, com o si d ijéram os, de la actitud de razón ante la
relación e n tre los n o m b res de los hechos y el p ro n o m b re de identidad ‘lo m ism o’,
sin que p o r ello d eje de reconocerse la lógica p ro fu nda que ju e g a a su vez en ese
salto. E n to d o caso, d ado que leam os el com ienzo del texto tal com o lo propongo,
no podem os d escuidar la insistencia en la declaración de identidad que ahí se im ­
plica: “lo m ism o y en lo m ism o” (v. m ás arriba sobre su posible desarrollo, fun­
dado en la cita de S exto); lo cual pienso que d eb e en ten d erse en el sentido de que
no sólo ‘vivo’ y ‘m u e rto ’, p o r ejem p lo , son lo m ism o (en cuanto precisam ente que
el uno es la negación, e .e . la definición, del o tro ), sino que ello es adem ás verdad
p ara un m ism o S u jeto o T em a de predicación, llam ém oslo A , de m odo que es lo
mismo decir “A vive” q u e decir “A está m u e rto ” , ya que cada u n a de am bas p re ­
196 Razón común — Heraclito

dicaciones sólo será v erd ad de A (es decir, tautológica con A ) en cuanto que la
o tra tam b ién lo sea: p u esto q ue, siendo ‘vivo’ ‘m u e rto ’ y ‘m u e rto ’ ‘vivo’, sólo p o ­
d rá A ser lo u n o al ser lo o tro , sólo vivir en cu an to que esté m u e rto , sólo estar
m u erto en cu an to que esté viviendo, y de ese m odo ser v erd ad eras (tautológicas
con A ) las dos predicaciones ju n ta m e n te . Pues n ó tese que la m an era en que los
seis térm inos de las tres p a re ja s ap arecen en la fórm ula, en n eu tro de singular,
favorece tal in te rp re ta ció n , en que se citan p ro p iam en te com o n o m bre de P red i­
cados (tam bién tien e q u e v er con ello la p resen cia del A rtícu lo en la segunda p a ­
re ja , que conservo a costa de la sim etría, com o elem ento ju stam en te citador de
un Predicado: “lo de ‘e stá d e sp ie rto ’ y lo de ‘e stá d u rm ie n d o ’”).
B ien se siente q u e se da con esto un prog reso de razó n , al m enos en la expli-
citud o uso descu b ierto del P ro n . ‘lo m ism o’, desd e la sim ple form ulación de las
synalláxies de co n trario s, p asan d o p o r la synállaxis m ism a de ‘lo m ism o / no lo m is­
m o ’ (n .os 63 y 64), h asta esta fo rm ulación de la id en tid ad e n las p arejas de P re ­
dicados con trad icto rio s; no q u ita que a co ntinuación se m oleste razón en explicar
(n.° 67) cóm o es que lo uno sea lo o tro , y luego en d esarro llar enunciaciones de
la génesis o physis de las cosas com o aparición de la ley lógica.
E n fin, en cu an to a los tres ejem plos de p a re ja aq u í tom ados, es la de ‘vivo /
m u e rto ’ la que los n .os 66 y 67 desarro llan ; p a ra la de ‘d esp ierto / d u rm ien te’, debe
recordarse lo q u e en los n .os 5 y 6 se hab ía dicho de cóm o, oponiéndose los d u r­
m ientes a los desp iertos (p o r lo de q u e cada u no se retira a su m undo pro p io ),
tam bién los d u rm ien tes co lab o ran en la constitución del m undo.

66 Sub 62 D -K

Λ Ν ^<*>Ρ<Η ^ E O Í , ^EOÍ

Ρ Ο Γ AÓro<> n ú 4>VT<>} .

© Clem . Paedag. III 2, 1 : ό δέ ά ν θ ρ ω π ο ς έκεϊνος, φ σ ύ νο ικ ο ς ό λόγος, ού


π ο ικ ίλ λ ε τα ι, ού π λ ά τ τε τα ι, μ ορφ ήν έχει τήν τού λό γου, έξο μ ο ιο ύ τα ι τ φ θ ε φ , κ α ­
λός έστιν, ού κ α λ λ ω π ίζ ε τ α ι’ κ ά λλο ς έστι το ά λ η θ ιν ό ν κ α ί γ ά ρ ό θ ε ό ς έστι' θ ε ό ς
δέ έκεϊνο ς ό ά ν θ ρ ω π ο ς γ ίγ ν ετ α ι, ό τι β ο ύ λετα ι ό θεό ς. ο ρ θ ώ ς ά ρ α είπ εν Η ρ ά κ ­
λ ειτος « ά ν θ ρ ω π ο ι .... ώ υτός». μ υσ τήριον έμ φ α νές' θ ε ό ς έν ά ν θ ρ ώ π φ κ α ι ό
Razón general 197

ά ν θ ρ ω π ο ς θ ε ό ς, κ α ι το θέλ η μ α τοϋ π α τ ρ ό ς ό μεσίτης έκτελεϊ' μεσίτης γά ρ ό λ ό ­


γ ο ς ό κ ο ιν ό ς ά μ φ ο ϊν.

© LOS HOMBRES DIOSES, LOS DIOSES HOMBRES:


PUES RAZÓN, LA MISMA.

© N o reconocido com o fr. ap a rte p o r los editores, que p arecen creer que se
tra ta de u n a versión libre del siguiente (y hay ciertam ente algunas citaciones an ­
tiguas, qu e en las © del n.° 67 se verán , d o n d e se h a confundido seguram ente el
recu erd o de am b o s), lo estim o sin em bargo claram en te distinto (m ás bien incluso,
una vez así reco n o cid o , de lo q u e m e q u ed an algunas dudas es de si es tan seguro
que d eb a o rd en arse en esta conexión, en tre el n.° 65 y el 67, y no en o tro lugar),
y desde luego la p resen cia de la fo rm a jó n ica hóutós ‘el m ism o’ en la cita de San
C lem en te, que ta n ab u n d a n te m e n te d em u estra conocim iento directo del original
y del que no rec u e rd o n inguna falsificación p a ra sus fines, con adem ás carácter dia­
lectal y to d o , de un tex to literal de H eraclito , g arantiza lo bastan te la autentici­
dad. H e aquí cóm o in tro d u ce el santo d o cto r la cita, ju g an d o , com o tan tas veces,
con la coincidencia (n ad a azarosa, p o r supuesto) de q u e lógos, el n o m bre que el
lenguaje se da a sí m ism o, o razó n se da a sí m ism a, en el libro de H eraclito sea
el n o m b re que le da a la S egunda P erso n a de D ios, o a D ios hecho hom bre, la
nueva T eología de los cristianos: “Y aquel h o m b re, con quien el V erbo (lógos)
convive, no se da de p in tu ras, no se am asa las carnes: tiene la form a del V erbo,
se iguala a D ios; es h erm o so , no se h erm osea; es h erm osura lo verdadero; pues
tam b ién D ios lo es; y dios se hace aquel h o m b re, p o rq u e lo q u iere D ios. Con ra ­
zón, p u es, dijo H eraclito: ‘Los hom bres ... la m ism a’: m isterio esclarecido: D ios
en h o m b re, y el h o m b re D ios; y la v oluntad del P ad re la cum ple el M ediador:
pues m ed iad o r es el V erb o (la ra z ó n ) com ún a am bos” . Es un ejem plo eximio de
cóm o, usan d o sin infidelidad form al, con la identificación de contrarios y el re ­
cuerdo de su rasgo de ‘c o m ú n ’, las fórm ulas de razón (a quien ni D ios ni el H om ­
bre le im p o rtan p a ra n ad a en cuanto seres o prod u cto s sem ánticos del pensam ien­
to, sino q u e sólo se llam a dios la razón en cuanto no es n ad a, sino que está h a ­
ciendo, p o r m u tu a negación, todas las cosas, y no es el h o m b re, así nom brado, el
q ue con ella ju eg a, sino el que está h ab lan d o o razonando sin ser ni saberse n a ­
die) se d esarro lla u n a nueva T eología p o r personificación o sustantivación de la
acción y los agentes de su lenguaje.
A p a rte de ello, p a ra el b uen en ten d im ien to de la relación en tre las antítesis,
“Los hom bres dioses, los dioses h o m b re s” , y la proclam ación explicativa “pues ra ­
zón, la m ism a” , d eb e reco rd arse que en lógos está m uy vivo el valor de ‘razón’ al
m odo que se usa en A ritm ética, com o indicando la relación e n tre dos térm inos:
así que lo q u e m ás d irectam en te se dice com o explicación de la doble predicación
identificatoria de co n trario s no es ta n to que la razón o lenguaje sea el m ism o para
hom bres q u e p a ra dioses (que ciertam en te lo es, ya q u e , p o r deb ajo de las dife-
198 Razón común — Heraclito

re n d a s en tre los varios g éneros de seres que h ab len o razo n en , está el hecho ge­
neral del len g u aje m ism o, la lógica com ún), sino que la relación que se ejerce en
la predicación “Los h o m b res son dioses” es la m ism a que se e jerce en la de “Los
dioses son h o m b re s” , es decir que es la m ism a la razón que rige p a ra p o n er ‘hom ­
b re ’ com o te m a y decir de él ‘d io s’ que p a ra in v ertir las funciones (y aquí, com o
índice de ello, el o rd en de sucesión de los térm inos) y p o n ien d o ‘dios’ com o tem a,
decir de ello que es h o m b re.
P ero acaso lo m ás p a lp ita n te q u e esta fórm u la nos ofrece está en que presen ta
el m ás nítido caso de razó n contrad icién d o se a sí m ism a: p u es se da la coinciden­
cia de que, e n tre los frag m en to s del libro co n servados, tenem os fren te a éste aquél
(n.° 45) en que se nos decía q u e g u erra, la ley de contradicción m ism a, h a hecho
en tre otras cosas ser a unos dioses y a o tro s h o m b res, esto es, que h a im puesto
la distinción sem ántica y el establecim iento de térm inos que se niegan el uno al
otro ; aquí razó n ap arece d eshaciendo esa operació n y p ro clam ando que ésa m is­
m a era un a distinción vana. Y es así que ta n v erd ad ero es que razón obliga a que
‘h o m b re ’ sea lo co n trario que ‘d io s’ y ‘d io s’ lo co n trario que ‘h o m b re’ com o es ver­
d ad ero que razó n pro clam a q u e ‘h o m b re ’ es dios y q ue ‘dios’ es hom bre; pues en
la m u tu a negación de los térm in o s está a la vez la identificación del uno con el
o tro y del o tro con el uno. A sí es com o razó n , que es ley de contradicción, no
p u ede ap arecer co ncorde consigo sino co ntradiciéndose consigo m ism a.

67 62 D -K

A^/ÁKATOl OWHT-^Í, W H T O Í ΑΝΑ­


ΚΑΤΟΙ, TON EKElV<áW ΟΛ­
ΗATO N > T<>N Δ Ϊ ku\HO>N ¡MON TE-
<8>KE<¿TE^.

© H ippol. R ef. IX 10 (post n.° 53) : λέγει δέ ό μ ο λογουμ ένω ς τό α θ ά ν α το ν ε ί­


ν α ι θ ν η τό ν κ α ί τό θ η ν τό ν α θ ά ν α τ ο ν δ ιά το ύ τω ν λ έ γ ω ν « ά θ ά ν α το ι .... τεθνεώ -
τες» (sequitur n.° 132).
H eracl. Quaest. Horn. 24 : ό γ ο ΰ ν σ κ ο τεινό ς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς άσαφ ή κ α ί δ ιά
Razón general 199

συμβόλω ν ε ίκ ά ζ ε σ θ α ι δ υ νά μ ενα θ ε ο λ ο γ εί τ ά φ υ σ ικ ά , δ ι5 ών φ η σ ι « θ εο ί θ ν η το ί,
ά ν θ ρ ω π ο ι ά θ ά ν α τ ο ι, ζώ ντες τον εκείνω ν θ ά ν α τ ο ν , θν ή σ κ ο ν τες τήν εκείνω ν
ζωήν» (sequitur n.° 63).
M axim . Tyr. IV 4 h : σ κ ό π ει κ α ί τό ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν « θ ε ο ί θ ν η τ ο ί, ά ν θ ρ ω π ο ι ά θ ά -
να το ι» . E t Id. X L I 4 : κ α ί α ύ θ ις αύ (scii, ό ρ ά ς) ζ ώ ν τα ς μέν τόν έκείνω ν β ίο ν,
ά π ο θ ν ή σ κ ο ν τα ς δέ τήν έκείνω ν ζω ήν. ζή π υ ρ τόν γ ή ς θ ά ν α τ ο ν κτλ. (η .° 77).
Philo L eg u m alleg. 1 108 : εύ κ α ί ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , κ α τά τούτο Μ ω υσέω ς ά κ ο λο υ θ ή -
σας τώ δ ό γ μ α τ ί' φ η σ ι γ ά ρ «ζώ μεν τον έκείνω ν θ ά ν α τ ο ν , τεθ ν ή κ α μ εν δε το ν
έκείνω ν βίον», ώ ς νύ ν μέν, ότε ζώ μ εν, τε θ ν η κ υ ία ς τή ς ψ υ χή ς κ α ί ώ ς ά ν έν σήμα-
τι τ φ σ ώ ματι έντετυμ βευμ ένης, εί δέ ά π ο θ ά ν ο ιμ ε ν , τή ς ψ υ χ ή ς ζώ σης τόν ίδ ιο ν
β ίον κ α ί ά π η λ λα γμ ένη ς κ α κ ο ύ κ α ί νεκρού συνδέτου τού σώ ματος.
H ierocl. in A u r. carm. 24 : ένθεν κ α ί λέγετα ι ο ρ θ ώ ς ύ π ό Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ ότι ζώ μ εν
τόν έκείνω ν θ ά ν α τ ο ν , τεθνή κ α μ εν δέ τόν έκείνω ν β ίον.
L ucian. Vitar, auct. 14 : τ ί δέ ο ί ά ν θ ρ ω π ο ι; :: θ ε ο ί θ ν η το ί. :: τί δέ ο ί θεο ί; ::
ά ν θ ρ ω π ο ι ά θ ά ν α το ι.

E t e x in d e reso n a t H e r m e s a p u d S to b . E d . I 3 9 : δ ι ό τ ο λ μ η τ έ ο ν ε ί π ε ι ν τ ο ν μ έ ν ά ν θ ρ ω π ο ν
ε π ί γ ε ι ο ν ε ί ν α ι θ ν η τ ό ν ΐ ί ε ό ν , τ ο ν δ ε ο υ ρ ά ν ι ο ν θ ε ό ν α θ ά ν α τ ο ν ά ν θ ρ ω π ο ν . E t P o im a n d re s
12 : ό ά γ α θ ό ς δ α ί μ ω ν τ ο ύ ς μ έ ν θ ε ο ύ ς ε ΐπ ε ν α θ α ν ά τ ο υ ς α ν θ ρ ώ π ο υ ς , τ ο ύ ς δ έ α ν θ ρ ώ π ο υ ς
θ εο ύ ς θνη τούς.

© θ ε ο ί θ ν η το ί, ά ν θ ρ ω π ο ι ά θ ά ν α τ ο ι H eracl. H o rn ., M ax. (et altera quidem


constructione L ucian.) ζώ ντες τόν έκείνώ ν θ ά ν α τ ο ν H ip p o l., H eracl. Horn.
: ζώ ν τα ς μέν τό ν έκείνω ν β ίον M ax. : ζώ μεν τό ν έκείνω ν θ ά ν α τ ο ν Philo, H ierocl.
το ν δέ έκείνω ν β ίον τεθ ν εώ τες H ippol : θν ή σ κ ο ν τες τήν έκείνω ν ζωήν H e ­
racl. H orn. : ά π ο θ ν ή σ κ ο ν τε ς δέ τήν έκείνω ν ζω ήν M ax. : τεθ ν ή κ α μ εν δέ τό ν
έκείνω ν βίον Philo, H ierocl. A n duplicata fo rm u la restituenda, qualis ad
exem plum ζώ ντες τό ν έκείνω ν θ ά ν α τ ο ν , θ νή σ κ ο ντες τήν έκείνω ν ζόη ν, γεγονό-
τες μέν το ν έκείνω ν θ ά ν α τ ο ν , τό ν δ 5 έκείνω ν βίον τεθ ν εώ τες, unde p er haplogra-
phiam H ippolyti redactio exstiterit?

© LOS INMORTALES MORTALES, LOS MORTALES IN­


MORTALES, VIVIENDO (ÉSTOS) LA MUERTE DE AQUÉ­
LLOS, Y DE LA VIDA DE AQUÉLLOS ESTANDO (ÉSTOS)
MUERTOS.

© E ste paso del libro, q u e, com o se ve p o r los testim onios, se había hecho bas­
tan te vulgar y desfigurado en el re p e rto rio de sentencias de los cultos del Im perio
de varia p ersuación, se nos tran sm ite, al p a re c e r, en su form a original p o r San H i­
pólito, que, a continuación del n.° 53, lo introduce así: “Y razona concordem ente
que lo inm o rtal es m o rtal y lo m o rtal in m o rtal, según tales palabras razonándolo:
200 Razón común — Heraclito

‘Los inm ortales ... m u e rto s’” . E n o tro s de los citad ores, H eraclito el H om érico y
M áxim o de T iro, el o ra d o r de fines de IIpost, se leen com o sujetos ‘dioses’ en vez
de ‘inm o rtales’, ‘h o m b re s’ en vez de ‘m o rta le s’, lo cual viene seguram ente de que
se había divulgado, a p a rtir de este paso, u n a fórm ula de definición “Los h o m ­
bres. dioses m ortales; los dioses, h o m b res in m o rtales” , de que da testim onio L u­
ciano, así com o los p asajes d el H erm es y d el P o im an d res q u e en © se citan, y que
no es de creer que estuviera en el original; ello es que la cita se hace en H eraclito
H om érico de este m odo: “A sí, H eraclito el T e n e b ro so , en cuestiones poco claras
y que pu ed en p o r sím bolos re p re se n ta rse, hace teología de los hechos físicos, p o r
aquello en que dice ‘Los dioses, m o rtales, los h o m b res, inm ortales, viviendo la
m u erte de aquéllos, m u rien d o la vida de aq u éllo s’” (tras lo cual añade el n.° 63);
y parecid am en te M áxim o, que en un lugar de su discurso 4.° h a dicho “M ira tam ­
bién a H eraclito: ‘Los dioses, m o rtales, los h o m b res, in m o rtale s’” , en el 41.° vuel­
ve a acordarse del tex to , p a ra decir: “Y a su vez de nuevo (los ves) viviendo la
vida (seg u ram en te u n m ero lapsus linguae o calam i) de aquéllos y m uriendo el
vivir de aquéllos” ; con lo que enlaza lo de “Vive el fuego la m u erte de la tierra,
e tc .” (n.° 77). P o r su p a rte , Filón da u n a versión algo distinta en sus A legorías de
las leyes: “B ien tam b ién H eraclito , avenido en eso a la opinión de M oisés: pues
dice ‘Vivim os la m u erte de aquéllos, y estam os m u ertos de la vida de aquéllos’,
com o estan d o ah o ra, cu ando vivim os, m u erta el alm a y com o en una tum ba se­
p u ltad a en el cu erp o (sobre lo de som a / sem a cfr. en © al n.° 65), p ero , si m o ­
rim os, viviendo el alm a su vida p ro p ia y a p a rta d a del m al y cadáver del cuerpo
ligado a ella” (p ero el ju eg o de ‘n o so tro s’ con ‘alm as’ nos lleva al n." 113); que es
la m ism a versión ex actam en te (acaso pués to m án d o lo de Filón m ism o, si no am ­
bos de un escrito m ás divulgado) q u e da H ierocles de A leja n d ría (s. V post): “de
donde tam bién dice bien H eraclito que vivim os la m u erte de aquéllos, y estam os
m uertos de la vida de aq u éllo s” . E l caso es que tales discrepancias, y especialm en­
te la aparición de un P art, de Près, thnëiskontes o apothnëiskontes ‘m u rien d o ’ (en
vez de ‘estan d o m u e rto s’, tethneótes) en H eraclito H om érico y M áxim o, no deja
de sugerir la sospecha de si en el tex to original no estarían reduplicadas las p a re ­
jas, con P art, en P rès, y en P e r f ., de d o n d e fácilm ente se hab ría producido un sal­
to p o r igualdad de tram o s en la copia de H ipólito o sus am anuenses, de m odo
que, según indico en © , p o d ría haberse leído en el libro de H eraclito algo com o
lo siguiente: “ ... V IV IE N D O L A M U E R T E D E A Q U É L L O S , M U R IE N D O E L
V IV IR D E A Q U É L L O S ,, N A C ID O S A L A M U E R T E D E A Q U É L L O S , D E
L A V ID A D E A Q U É L L O S E S T A N D O M U E R T O S .” ; no llego, sin em bargo, a
dar a esa sospecha ta n ta au to rid ad com o p a ra ascenderla a pro p u esta en el texto
principal (hay, e n tre otros m otivos, indicios de in au tenticidad en la frase que H e ­
raclito H om érico y M áxim o p ro p o rcio n an , com o la form a zóén ‘vida’, que en todo
caso habría que con v ertir en la p ro p iam en te jó n ica zó é n ), y la relego com o m era
posibilidad al a p a ra to crítico. E n cualq u ier caso, con el texto tal com o H ipólito lo
transm ite hay b astan te p a ra e n te n d e r, au n q u e en ab rev ia tu ra, el entrecruce en tre
los varios sentidos de la relación dialéctica.
Pues ello es qu e, u n a vez p la n te a d a la doble p redicación bim em bre con in te r­
cam bio de T em a y P red icad o , “Los in m o rtales, m o rta les,, los m ortales, in m o rta­
les” , apenas p u ed e en te n d e rse lo que sigue más q u e atribuyendo los Participios,
Razón general 201

‘vivientes’ y ‘m u e rto s’, no distribuidos, el uno a los dioses y el o tro a los hom bres,
sino cada uno a ltern ativ am en te referid o a cada uno de los dos S ujetos, con lo cual
el excesivam ente vago ekeínón ‘de aquéllos’ parece que debe sugerir el valor del
P ron. recíproco alléllón ‘los unos la de los o tro s’, que así en © desarrollo aproxi­
m ativam en te com o “éstos-de aquéllos” ; no hallo p rec ed e n tes p ara tal uso de
ekeínón, p ero pienso q u e p u ed e convenir bien a las form as brevilocuentes hasta
lo enigm ático q u e razó n em plea a veces en H eraclito, con la intención sin duda
de que el lecto r m ism o se vea obligado a d esarro llar p o r su cu enta la form ulación
de las relaciones y se e jerza así en él una dialéctica en acción. P ro cediendo así n o ­
sotros, desarrollam os la cosa del siguiente m odo: A ) l) Los inm ortales son m o rta ­
les, en cu an to que lo q u e viven es la m u erte de los m ortales: ‘m u e rte ’ en su p u ­
rificación ex trem a actú a com o negación (de ‘v id a’, que en v erdad no se sabe lo
que es h asta que ‘m u e rte ’ la niega), y p o r ta n to en ‘in m o rta l’ se da la negación de
la negación, que da la vida sin m u erte, la de los dioses; A )2) Los m ortales son
inm ortales, en cuanto que lo que viven es la m u erte de los inm ortales, esto es, la
negación de la in m o rtalid ad (la in m ortalidad es, p ara los m ortales, sim plem ente
o tro n om b re de su m u e rte , y sólo se dice de ellos que viven en la m edida en que
rechazan la in m o rtalid ad o m u e rte ); B ) l) los inm ortales son m ortales, en cuanto
que m u eren , es decir, niegan, o m ás bien están m u ertos (es decir, están negados)
a la vida de los m o rtales, o sea que carecen de ese m odo de vida que consiste sólo
en la resistencia a la m u e rte y que sólo p o r la m u erte se define; B)2) Los m ortales
son inm ortales, en cu an to que m u eren o m ás bien están m uertos a la vida de los
inm ortales: pues, desde el m om ento que su ap a re n te vivir es en verdad un estar
m uertos, al reco n o cerlo, es decir, negarse a su vida, alcanzan así, en su m uerte,
por p u ra negación, la vida de los inm ortales.
Es un juego dialéctico a lo que razón invita, y ciertam ente la form ulación de
este fr. no debía estar en el libro de H eraclito m ás q u e, al igual que la de los a n ­
teriores o el siguiente, a m odo de ejem plo de su lógica, que descubre la identidad
en la contradicción, la definición en la negación, la contradicción en la identidad.
Pero esta atención principal a lo que dice la sintaxis de las fórm ulas no tiene p o r
qué b o rra r sin m ás las resonancias sem ánticas de los nom bres o verbos que a p a ­
rezcan en cada ejem plo. Y así en éste, dígase el lector a sí m ism o cuánto no habrá
el ejercicio de razón d esp ertad o en su corazón de alusiones a lo más palpable y
an o n ad o ram en te sensible que los nom bres y verbos de vida y m u erte, de m orir y
de vivir, sugieren y que a su corazón m ortal han de tocarle cada vez que sin las
defensas habituales se d eje oírlas. Y no son m eram en te acom pañantes una de otra
esas operaciones de la p u ra lógica de negación y contradicción en general y de los
sem antem as de este ejem plo en particular: pues aquella antítesis entre razón y co­
razón no es m ás que u n a de las falsificaciones necesarias para el m antenim iento
de la realid ad , y en verdad en cam bio lo que con la fórm ula de negación y con­
tradicción la razón está haciendo es lo m ism o q u e le están diciendo al corazón p a ­
labras com o ‘m u e rte ’ o ‘v id a’.
202 Razón común — Heraclito

68 126D'K

TA Ψ Υ Χ Ρ Α Φ Ε Ρ Ε Τ Α Ι , Θ Ε Ρ Μ Ο Ν VV'-
Χ Ι Τ Α \ , ^ Γ Ρ ^ Ν ,4V/4ÍNETAI ? Κ Α Ρ -
ΟΑΛΕ<>Ν Ν Ο Τ Ι ^ Ε Τ Λ Ι .

© Tzetzes Schol. ad exeg. Iliad, p. 126 H erm . : ό π α λ α ιό ς γ ά ρ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ό


Έ φ έ σ ιο ς εκα λείτο δ ειν ό ς δ ιά τό τώ ν λόγω ν α υ τ ο ί σ κ ο τ ε ιν ό ν «τά ... νο τίζετα ι» .
Ps. H eracl. Epist. V 2 : ο ύχ ά λ ώ σ ετα ι νόσ ω Η ρ ά κ λ ε ιτο ς · νό σ ο ς Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ άλώ -
σετα ι γ νώ μ η ' κ α ί έν τώ π α ν τ ί ύ γ ρ ά α ύ α ίν ε τα ι, θ ε ρ μ ά ψ ύ χ ετ α ι, ο ΐδ εν έμή σοφίη
ό δ ο ύ ς φ ύσ εω ς, ο ϊδ ε κ α ί νόσ ου π α ύ λ α ν.

In d e a tq u e e lo c is u icin is u estigia d is ce rn u n tu r a p u d M e iis s . fr. 8 D - K : ε ί γ ά ρ ή ν π ο λ λ ά ,


τ ο ια ύ τ α χ ρ ή α υ τ ά ε ίν α ι, ο ΐό ν π ε ρ ε γ ώ φ η μ ι τ ό εν ε ίν α ι, εί γ ά ρ έ σ τ ι γ ή κ α ί ϋ δ ω ρ κ α ί ά ή ρ
κ α ί π ϋ ρ κ α ί σ ίδ η ρ ο ς κ α ί χ ρ υ σ ό ς , κ α ί τ ό μ έν ζ ώ ο ν , τ ό δ ε τ ε θ ν η κ ό ς , κ α ί μ έ λ α ν κ α ί λ ε υ κ ό ν
κ α ί τ ά ά λ λ α , ό σ α φ α σ ίν ο ί ά ν θ ρ ω π ο ι ε ίν α ι ά λ η θ ή , εί δ ή τ α ύ τ α έ σ τ ι κ α ί η μ ε ίς ό ρ θ ώ ς ό ρ ώ -
μ εν κ α ί ά κ ο ύ ο μ ε ν , ε ίν α ι χ ρ ή έ κ α σ τ ο ν τ ο ιο ύ τ ο ν , ο ΐό ν π ε ρ τ ό π ρ ώ τ ο ν έ δ ο ξ ε ν ή μ ίν , κ α ί μή
μ ε τ α π ί π τ ε ι ν μ η δ έ γ ί γ ν ε σ θ α ι έ τ ε ρ ο ί ο ν , ά λ λ ’ α ί ε ί ε ί ν α ι έ κ α σ τ ο ν , ο ΐ ό ν π έ ρ έ σ τ ιν ' ν ϋ ν δ έ φ α -
μ ε ν ο ρ θ ώ ς ό ρ ά ν κ α ί ά κ ο ύ ε ι ν κ α ί σ υ ν ι έ ν α ι ' δ ο κ ε ϊ δ έ ή μ ί ν τ ό τ ε θ ε ρ μ ό ν 'ψ υ χ ρ ό ν γ ί γ ν ε σ θ α ι
κ α ί τό ψ υ χρ ό ν θ ερ μ ό ν, κ α ί τό σκληρόν μ α λ θ α κ ό ν κ α ί τό μ α λ θα κ ό ν σ κληρόν, κ α ί τό ζώ ον
ά π ο θ ν ή σ κ ε ιν κ α ί έκ μή ζ ώ ν τ ο ς γ ίγ ν ε σ θ α ι, κ α ί τ α ϋ τ α π ά ν τ α έ τ ε ρ ο ιο ϋ σ θ α ι, κ α ί δ τ ι ή ν τε
κ α ί ô ν υ ν ο ύ δ έ ν ό μ ο ϊο ν ε ίν α ι .... ώ σ τ ε σ υ μ β α ίν ε ι μ ή τ ε ό ρ ά ν μ ή τ ε τ ά ό ν τ α γ ιγ ν ώ σ κ ε ιν ' ο ύ
τ ο ί ν υ ν τ α ύ τ α ά λ λ ή λ ο ι ς ο μ ο λ ο γ ε ί ' φ α μ έ ν ο ι ς γ ά ρ ε ί ν α ι π ο λ λ ά , κ α ί ί δ ι α κ α ί ε ίδ η τ ε κ α ί ίσ χ ύ ν
έ χ ο ν τ α , π ά ν τ α έ τ ε ρ ο ιο ϋ σ θ α ι ή μ ίν δ ο κ ε ι κ α ί μ ε τ α π ίπ τ ε ιν έκ τ ο ύ έ κ ά σ τ ο τ ε ό ρ ω μ έ ν ο υ κ τλ .

© LAS COSAS FRÍAS SE CALIENTAN, LO CALIENTE SE


ENFRÍA, LO HÚMEDO SE SECA, LO ÁRIDO SE MOJA.

© E ste precioso paso sólo nos ha llegado p o r u n escolio de C heches el bizan­


tino (que seg u ram en te lo copiaba de la cita en u n escolio antiguo), p ero que su
fórm ula les so n ab a b astan te a h eraclitan a a los aficionados nos lo p ru eb a el que
el au to r de la 5 .a de las C artas fo rjad as a n o m b re de H eraclito , ya seguram ente a
com ienzos del Im p erio , se la atrib u y a a su plum a, au nque abreviada: “N o a tra p a ­
rá la enferm ed ad a H eraclito: a la en ferm ed ad de H eraclito la atra p a rá su buen
juicio. T am bién en el to d o las cosas h ú m edas se secan, las calientes se enfrían.
Sabe mi inteligencia los cam inos de n a tu ra , sabe tam b ién el cese de la en ferm e­
d a d ” ; cuyo a u to r p arece e sta r ya en la in te rp re ta ció n cosm ológica del cam ino a rri­
Razón general 203

b a/abajo h eraclitan o (com o siendo ‘hacia el fuego/desde el fu eg o ’), y desde luego


m uestra, en esta C arta y en la 6 .“, conocer la historia de la e n ferm ed ad de H e ra ­
clito, h idro p esía, q u e recoge tam b ién la V ida de D iógenes L aercio, d o n d e H e ra ­
clito preg u n ta a los m édicos “si p o d rían de u n a inundación h acer seq u ía” (IX 3),
y se añ a d e , lo q u e, n a tu ra lm e n te , no está en la C arta, el fracaso de la curación
que él m ism o in te n ta , p o n ién d o se cubierto de estiércol a desecar al sol, y la m u er­
te consiguiente (ib., au n q u e en 5 se an o ta la opinión de A ristó n y de H ipóboto
de que se curó de la hid ro p esía y m urió de o tra cosa); ahora b ien , esa historia de
la hidropesía p arece sin d uda fu n d ad a re m o tam en te (y seguro que surgida lo p ri­
m ero com o b u rla del p en sad o r y tam b ién siguiendo, en lo que le hace m orir de
la h idropesía, el conocido esq u em a de la p e n a del blasfem o adecuada a su peca­
do) en las sentencias del n.° 111 sobre que es m u erte p a ra los espíritus volverse
agua y del n.° 109 sobre el alm a seca, p ero tam bién en éste, com o se ve especial­
m ente en la citad a p re g u n ta de H eraclito a los m édicos en L aercio. E n fin, p o r
o tro lado, el uso de auaínetai ‘se seca’, de b u en a raigam bre jó n ica, y de los té r ­
m inos infrecu en tes karphaléon ‘árid o ’ y notízetai (derivado del n o m bre del N oto
o viento del Sur p o rta d o r de lluvia) ‘se m o ja ’ garantizan que se tom e la cita, a u n ­
que ta n ta rd ía , com o acep tab lem en te literal.
L o so rp re n d e n te es q u e el escolio de C heches (“P ues el antiguo H eraclito el
E fesio ten ía n o m b re de terrib lem en te hábil debido a lo te n eb ro so de sus palabras
o razonam ientos: ‘L as cosas frías ... se m o ja ’”) lo saque com o ejem plo de la fa ­
m osa ten eb ro sid ad de H eraclito , cuando cualquier lector tiende más bien de p ri­
m eras a estim ar esas frases no sólo claras, sino tan triviales (pues ¿no es lo que
dice todo el m undo a cada p aso, que algo que está frío se calienta y que algo seco
se m oja?) que m ás bien lo que no se explica es que fórm ulas ta n corrientes se m o ­
lestara razón en hacerlas escribir en aquel libro; com o no sea que era ju stam en te
eso lo que p o r inexplicable se le an to ja b a ten eb ro so a C heches o aquél de quien
lo tom ara.
Y es p o r ahí p o r d o n d e d eb e dirigirse n u estro buen enten d im ien to de este paso.
Pues nótese qu e, si se h u b iera em p lead o , com o en las fórm ulas an terio res, p redi­
caciones nom inales y se h u b iera dicho “lo frío es caliente, lo caliente frío, lo h ú ­
m edo seco, lo seco h ú m e d o ” , habríam os oído, com o las otras veces, form ulada cla­
ram en te la id en tid ad en la contradicción, y al m ismo tiem po com prenderíam os
bien la atribución de ten eb ro sid ad a tales frases por p a rte de sus citadores (ya que
en buena m edida d eb en de h ab er sido esas fórm ulas contradictorias las que le aca­
rrearo n a H eraclito e n tre los filosofantes el rem o q u ete de ten eb ro so ); p ero he aquí
que, al em p learse esta vez los predicados verbales, y en P resen te, a la vez que las
frases se vuelven a p a re n te m en te triviales y no contradictorias, a la vez se in tro d u ­
ce en la fo rm ulación un ju eg o que sólo podía p ro p o rcionarle a la razón un im ple­
m ento com o el V erb o de nuestras lenguas con sus T iem pos; aunque no es sólo el
T iem po del V erb o lo que ju eg a, sino ante to d o el tiem po que dura la form ula­
ción. P ues se tra ta , d esde luego, de frases bim em bres o rotas p o r com a medial o
de esquem a ‘T - E ’, com o “Lo frío , se c alien ta” : es decir que hay derecho a dis­
tinguir dos fases en la fórm ula, aquella en que se expone de qué se va a hablar
(T) y aquélla en q u e se dice lo que haya que decir (E ); ah o ra b ien, en T está cier­
tam en te ‘lo frío ’, p e ro ahí no le pasa nad a; en cam bio, en E tenem os que “se ca­
204 Razón común — Heraclito

lie n ta ” , p ero n o sabem os q u é, pues ahí no está ya ‘lo frío ’, que quedó atrás en el
m iem bro T ; y si nos em p eñ am o s en h acer abstracción de la com a y to m ar la frase
com o dicha to d a de u n a vez (que es lo que ha de h acerse cuando frases tales en
el hab la co rrien te se p ro n u n c ia n ), ento n ces a la p reg u n ta p e rtin e n te “ ¿Q ué es
pués: caliente o frío ? ” , m alam en te vam os a resp o n d er: p o rq u e , si es frío, es que
no es verd ad q u e se h ay a calen tad o ; y, si es calien te, es que no era de lo frío de
lo que se decía que se calentaba.
E l juego de ra z ó n , de sintaxis c o n tra sem ántica, funciona tam bién con otras
form ulaciones bim em bres v erbales en otros T iem pos, com o con “-se h a calenta­
d o ” , “-se c a le n tó ” o “-se c a le n ta b a ” ; sólo q u e con el uso del P rese n te, que añade
una insistencia em p ráctica en q u e lo que se dice está p asan d o aquí (o ah o ra o ge­
n eralm en te ), al exaltarse el ch o q u e e n tre la d enom inación fija y la actuación en
h abla, se p o n e m ás v io len tam en te al descu b ierto la absu rd a trivialidad de que las
cosas frías se calien ten o de q u e las h ú m ed as se sequen. Y es, en fin, la co nstata­
ción del m ism o trivial absu rd o de lengu aje-y -realid ad lo que sigue latiendo en las
honestas reflexiones de M eliso, de las que tal vez los pasajes siguientes dan la m e­
jo r m uestra: “P ues si h u b iera cosas m últiples, fuerza es que fuesen ellas tales ju s­
tam en te com o digo yo que es lo uno. Q u e, si es v erdad que hay tierra y agua y
aire y fuego y h ierro y o ro , y esto viviente y aquello m u erto , y negro y blanco y
las de íás cosas q u e dicen los h o m b res que son v e rd ad e ras, si es cierto, en fin,
que es > cosas hay y que noso tro s vem os y oím os d eb id am en te, fuerza es que sea
cada co ;a t ü com o a lo p rim ero nos pareció q u e e ra, y no que se transm ute y se
haga con ello o ira d iferen te, sino que sea siem pre cada cosa tal y com o es. A hora
bien, decimoL que d e b id a m e n te vem os y oím os y entendem os: pero nos parece
que lo caliente se vuelve frío y lo frío caliente, y lo du ro blando y lo blando duro
y que lo viviente m u ere y q u e de ser no viviente viene a serlo, que esas cosas to ­
das se hacen o tras de la que son, y q u e aquello que era y lo que es ah o ra en nada
son iguales... D e m a n e ra que lo que pasa es que ni las vem os ni conocem os las
cosas que son. Pues b ien , no son esas consideraciones congruentes las unas con
las otras: pues, afirm ando noso tro s q u e hay cosas m últiples y que tienen sus p ro ­
pias form as cada u n a y su virtud p ro p ia, to d as ellas nos p arece que se hacen otras
de lo que son y que se tran sfo rm an de lo que en cada m om ento se está viendo” .
P ero a este fr. de H eraclito le hem os d edicado especial atención en las L ectu­
ras presocráticas (especialm ente pp. 172-73), y hem o s aplicado la m ism a técnica a
otros casos com o “L a cigüeña negra , pasó v olando sobre la lag u n a” (donde en T
está la cigüeña, p ero no hace n ad a, y en E algo pasa volando sobre la laguna,
pero ahí no está ya la cigüeña n egra) o com o “E l vino de la garrafa , se ha vuelto
vinagre” (d o n d e la p re g u n ta al co n ju n to de la frase sobre si es vino o es vinagre
en cu en tra la m ás clara p erp lejid ad , que tien e u n a in m ediata aparición teológica
con la fórm ula de la transu b stan ciació n en el m isterio de la E u caristía), y en fin,
hem os eq u ip arad o esta m anifestación lógica de la contradicción con la m anifesta­
ción ap are n te m en te física q u e reviste en la fó rm u la de Z e n ó n “U n móvil ,, no s 1
m ueve,ni en el sitio d o n d e está ,n i en el sitio d o n d e no e stá ” (cfr. ib. 127-31 y
169-71), de m a n e ra que tal vez no d eb a aquí insistir m ás en el uso y sentido de
tales fó rrm la s de razón. M e toca aquí ta n sólo h acer n o ta r cóm o este uso de las
predicacic nes v erbales (y sus T iem pos) sirve bien com o paso a los n .os que siguen,
Razón general 205

en que las fo rm ulaciones van a referirse exp resam en te a los acontecim ientos y al
tiem po a p a re n te m en te físico (pero que no p u ed e ser diferente en v erdad del lógi­
co; pues n o hay m ás Física h eraclitan a que su L ógica), y ello tal vez da razón, o
sentido al m enos, a la o rd en ació n que aquí prosigo.

C 5+ 91 D -K 69
X
ΕΜΡΕΔΟΝ Ο Ί Α ίΗ .

2) ¿KÍAKH^I KM ΠΛΛΙΜ
ΛΓΕΙ, ΜΛΛΛΟΝ AÉ ΟΥΔΕ ΠΛΑΙ Ν'
0 \Ά ' ν'¿TE ΓΟΗ, λ λ Κ /4MA
Í^ TA Γ/41 Ml ΛΡΟΛΕΙΠΕΙ, K;l PfeV
El 51 Ml i'PEI^I,

© 1.°) G reg. N az, Carm. m or. 14, 27 : εμπεδον ο ύ δ έν (epigram m a latius lau­
datum ad n.° 63).
L ucian. Vit. auct. 14 : τα ύ τα ο δ ύ ρ ο μ α ι κ α ί ό τι εμπεδον ο ύ δ έν, ά λ λά κω ς έ ς κ υκ εώ ­
ν α π ά ν τα σ υ νειλέο ντα ι κ α ί έστι τω υ τό τέρ ψ ις ά τερ ψ ίη , γνώ σ ις ά γνω σ ίη , μέγα
μ ικρόν, άνω κ ά τω , π ερ ιχ ω ρ έο ν τα κ α ί άμ ειβόμ ενα έν τή τού α ίώ ν ο ς π α ιδ ιή .

2.") Plut. D e E 18, 392 b (post η .° 63) : ... κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , ο ύ δ έ θ ν η τή ς ούσ ίας


δ ίς ά ψ α σ θ α ι κ α τά έξιν, άλλ’ ό ξύ τη τι κ α ί τά χ ει μ εταβολής «σκίδνησι ... άπεισι».
Ps.-FIeracl. Epist. V I 3-4 : ούκ ισ α σιν ό τι θ ε ό ς έν κόσμω μ εγάλα σώ ματα ια τρ εύ­
ει έπ α νισ ώ ν α υ τώ ν τό ά μ ε τ ρ ο ν τά θ ρ υ π τό μ εν α ε ν ο π ο ιε ί, τά ό λ ισ θ ή σ α ν τα ν π ο φ -
θ ά ς π ιέ ζ ε ι, σ υ ν ά γει τά σ κ ιδ νά μ ενα , φ α ιδ ρ ύ ν ει τά ά π ρ ε π ή , κ α τείρ γ ει τά λειφ θέν-
τα , δ ιώ κ ει τά φ εύ γο ν τα .... τό ξηρόν εις ύ γρό ν τή κ ει κ α ί εις λύσ ιν αύτό κ α θίσ τη -
σι κτλ.
206 Razón común — Heraclito

© 2.°) E tiam praecedens illud ο υδέ .... μ εταβολής, quam uis p er Stoicam pa-
raphrasin, H eraclito D -K atque alii tribuebant. Itidem μάλλον .... α π ο λ ε ίπ ε ι, quod
certe haud eadem p hilosophiae uestigia exhibet, additum uel saltem attrectatum p u ­
tabant. A lii q u o n d a m fra g m en tu m totum Heraclito abiudicabant.

I n P s .-H e r . litte ra ru m te x tu m : λ ε ι φ θ έ ν τ α s c r ib o : λ η φ θ έ ν τ α co d d . : δ ι α λ η φ θ έ ν τ α B e r n a y s .

© l.u) NADA CONSTANTE. 2.°) DESPARRAMA Y DE


NUEVO JUNTA, PERO MÁS BIEN NI AUN DE NUEVO NI
DESPUÉS, SINO QUE A LA PAR SE CONSTITUYE Y
CESA, VIENE Y SE VA.

© U n tram o de dud o sa literalid ad , que a p esar de todo pienso que debe de


ser un resto m ás o m enos fiel de form ulaciones que en este tran ce del libro se p ro ­
ducían. La p a rte 1.a no nos h a llegado p ro p iam en te com o cita, sino com o a rra n ­
que del epigram a de San G reg o rio N azianceno que he usado y traducido para el
n.° 63, coincidiendo literalm en te con lo que L uciano en su Subasta de vidas pone
en boca de su H eraclito : “ ... eso es lo q u e lam en to , y que n a d a co n stan te, sino
que com o en un p o ta je (v. n." 71) todas las cosas se revuelven en tre sí y es lo m is­
mo placer / displacer, conocim iento / d esconocim iento, grande / peq u eñ o , arriba /
ab ajo , girando y altern án d o se en el ju eg o del T iem po (v. n.° 8 5 ) ” ; de donde al
m enos se saca una cierta idea de la m an era en q u e, sea en el vago recuerdo de
una posible lectu ra del libro p o r L uciano, sea en su com binación de noticias do-
xográficas, se relacio n ab a p ara él la proclam ación de “N ada firm e” con, por un
lad o , la lógica de au n am ien to de contradicciones, y p ó r otro con la frase del kykeón
y con la del T iem po ju g an d o al castro. E n cuanto a la p arte 2 .a, se la debem os a
Plutarco solo, en cuyo texto no es fácil d eslindar lo que haya de cita literal y lo
que sean observaciones intercaladas de P lutarco m ism o: pues después de haber ci­
tad o , con escasa fidelidad, el paso de los ríos (v. n.° 63), añade: “ ... según H e ra ­
clito, ni tam poco asir una esencia m ortal dos veces seguidas, sino que por la ra ­
pidez y velocidad del cam bio, ‘d erram a y de nuevo ju n ta ’ (e sto , por la falta mis­
m a de un S ujeto a p a re n te , parece bien ser lite ra l), ‘pero m ás bien ni aun de n u e ­
vo ni después, sino que a la p a r’ (e sto , p o r lo m uy explicativo, resulta sospecho­
so, aunqu e, si el pálin ‘de n u e v o ’ del tram o an terio r viene de H eraclito, tam bién
po d ría venir de él e sta co rrecció n ) ‘se constituye y cesa, viene y se v a’ (q u e es la
p arte de m ás p ro b ab le literalid ad , con las antítesis de P redicados v e r b a l e s
contrapuesto s, y con la resonancia en la ú ltim a del ‘estando presen tes, están au ­
sen tes’ del n.° 1 7 )” ; y confirm ación p a ra una al m enos de las antítesis se en cuen­
tra en la 6 .a de las C artas heraclitan as (v. en © al n.° 68), d o n d e dice: “no saben
que D ios en el m undo grandes cuerpos cura, igualando sus desm edim ientos: los
que languidecen los rein teg ra, a los que han resb alad o se adelan ta a darles apoyo,
Razón general 207

ju n ta los que se d e sp a rra m a n , enluce los indecentes, re tie n e a los que se h a n que­
dado atrás, persigue a los q u e huyen ... lo seco lo deslíe en húm edo y lo pone en
disolución
P ero , sea de ello lo que sea, acep tan d o que p ro vengan del libro al m enos las
principales de estas fórm ulas, la de “n ad a firm e” y las p a re ja s de V erbos contra­
dictorios que le siguen, nos toca aquí e n te n d e r con la m ayor precisión posible: si­
túo aquí estas p roclam aciones com o estrech am en te ligadas a las de P redicado ver­
bal con S u jeto co n trad icto rio , que hem os leído y com entado en el n.° 68, sólo que
ah o ra usa razón la o tra táctica de contradicción, que es la de p arejas de coordi­
nados p o r ka i (cfr. en n.° 65), au n q u e ya p arejas de V erbos, con lo que se da ju s­
tam ente el paso a lo que en los frs. siguientes vem os que era el to n o de esta parte
del libro, d o n d e la lógica to m a la form a del enunciado de conversiones y trans­
form aciones físicas (que es, p o r cierto, de lo que más ha llevado a descarriar la
in terp retació n del p en sam ien to de H eraclito , com o u n a Física o physiologia), para
term in ar con u n a consideración del T iem po m ism o. E n to d o caso, y aunque el tra ­
m o “p ero m ás bien tam poco de nuevo ni después, sino que a la p a r” no sea p ro ­
p iam ente del libro, es sin d u d a un añadim iento de b uen sentido, en cuanto que se
ad elan ta a corregir, com o razón pide, la in terp retació n cronológica de las antítesis
sucediéndose “en la línea del tie m p o ” (pálin en verdad no ten ía por qué en ten ­
derse en la fórm ula “d esp arram a y pálin ju n ta ” com o im plicando ningún ‘después’,
sino con su función m etafrástica, com o si dijéram os ‘a su vez’ en el sentido de ‘al
revés’ o ‘dicho del rev és’), y hace constar d eb id am ente que las predicaciones con­
trarias de cada p a re ja , au n q u e p o r necesidades de la producción tem poral tengan
que pron u n ciarse la una tras la o tra , d eben en ten d erse com o valiendo una y otra
“a la p a r” , “al m ism o tie m p o ” ; pues ello es q u e, en el p u nto en que la contradic­
ción lógica se resuelve en una sucesión tem p o ral, se en tiende ya com o m eram ente
física o referen te a u n a R ealidad sep arad a, y la Lógica se divorcia de la Física,
que es lo que razón tra ta de im pedir p o r los m edios que el lenguaje le perm ite.
P or o tro lado, esta serie de V erbos se p resen tan sin Sujeto o T em a alguno,
que aparezca al m enos en el texto (los de la p rim era p a re ja , “d esparram a y ju n ta ”
vienen tam bién sin el C o m p lem en to , que n o rm alm ente les acom pañaría, como
T ransitivos; pero esto es más fácil de en te n d e r, igual en griego que en español,
en cuanto se suponga un C om pl. general indefinido, com o ‘cualquier cosa que ju n ­
ta y d e sp a rra m a ’, es decir, que la presu n ta transitividad del V erbo se cierra sobre
su propio sem an tem a), y no hay p o r qué pen sar que estaba en lo precedente y
que P lutarco lo ha suprim ido con su cita, ni im aginarlo, com o D iels quería, en for­
ma de un theós ‘D io s’ com o el que aparece en la carta pseudoheraclitana: esa ca­
rencia de T em a explícito, ap arte de ser un rasgo de sintaxis arcaica reconocida­
m ente (cfr. acaso en n.° 49 sym m ig ê), es especialm ente útil para la razón; con la
ilación que establezco en tre 1." y 2 .a, p o r cierto, bien p u ed e oírse desprendiéndose
de la prim era frase, “N ad a firm e” , un S ujeto im plícito, con la form a de “Todo
ello ” , esto es, “C u alq u ier cosa que sea lo que en general haya” ; pero lo más in­
teresan te de la fórm ula tal com o la tenem os consiste en que se ju eg a con los pro­
pios sem antem as de los V erbos desnudos, de m an era que el resultado sea “tanto
un d esp arram ar com o un ju n ta r” (tan to análisis com o síntesis, que diríam os a lo
culto), “ta n to constituirse com o ce sa r” , “ta n to venir acá com o irse de a q u í” ; con
208 Razón común — Heraclito

lo cual, lo m ism o las traslaciones q u e las tran sfo rm aciones, lo m ism o los m ovi­
m ientos que los cam bios, en que la R ealid ad se im pone y m anifiesta, declaran te ­
n er a la vez los dos sentidos co n trario s de la acción, que p o r ta n to , al identificarse
y con ello anularse m u tu a m e n te , los privan de su p reten sió n de v erd ad ero s, des­
cubren la im posibilidad de ‘lo m ism o aquí / lo m ism o allí’, de ‘ahora p resen te / ah o ­
ra a u se n te ’, de ‘antes disperso / luego ju n to ’. Y esas contradicciones de la reali­
dad son, sin em b arg o , tam b ién la voz de la razón.

70 *126b D -K

Λ Α Κ α(ΛΛ^......)Τ4[ </■(..ΕΛΛΟΓΕ

© A nonym , in Plat. Theaet. 152 e (Berliner K lassikertexte 2, 71, 12) : Ε π ίχ α ρ ­


μος ό [όμιλή]σας το ίς Π υ θ α γ ο ρ ε ίο υ ς] άλλα τ[έ] τιν α έ[πινενόη]κεν δ[ειν]ά τ[όν
τε π ε ρ ί το]ϋ αύξο[μένου λόγον.] έφοδ[εύει, δε κ α τά τό] Ή ρ α [κ λ ε ίτο υ '] «άλλως
.... ελλι]πές». ει οΰν [μηδείς] [π α ύ ε]τα ι [ρέω ν κ α ί άλ]λ[άτ]τω ν [............] ο υσ ία ι
άλλ[οτε άλλαι] γ ίγ ν ο ν τ α ι [κατά συν]εχή ρύσιν.

C fr. A ë t . I 2 3 , 7 : Η ρ ά κ λ ε ι τ ο ς η ρ ε μ ί α ν μ ε ν κ α ί σ τ ά σ ιν έ κ τ ώ ν ό λ ω ν ά ν η ρ ε ι ( έ σ τ ι γ ά ρ τ ο ύ ­
τ ο τ ώ ν ν ε κ ρ ώ ν ) , κ ίν η σ ι ν δ έ τ ο ϊ ς π ά σ ι ν ά π ε δ ί δ ο υ , ά ί δ ι ο ν μ έ ν τ ο ί ς ά ι δ ί ο ι ς , φ ί) α ρ τ ή ν δ έ
τ ο ις φ θ α ρ τ ο ΐς .
E tia m P la t. Crat. 40 2 a , et H ip p o c r . D e u ictu 5.

@ Sic edd. reliqua parum tuto restituebant : ά[λλο άεί α ϋ ξε]τα ι π ρ ό ς ό [άν ή
έλλι] Itidem in com m entatoris textum : άλ[λ[άτ]τω ν [τό είδ ο ς, αί].

© DE UN MODO LO UNO, DE O (TRO LO OTRO aumen)


TA CON RESPECTO A LO (que quede tal)TO.

© Es sum am ente im probable que de estos pobres restos del texto de un co­
m en tad or anónim o del Teeteto de P latón pu eda deducirse un fragm ento del libro
Razón general 209

de H eraclito ; com o hay, con to d o , alguna lejan a posibilidad, lo incluyo. El co­


m entario se refiere al pu n to en que el Sócrates de P latón está diciendo: “ ... pues
no e s nunca n a d a , sino que siem pre está viniendo a ser; y sea que en eso todos
p o r igual los sabios, fu era de P arm én id es, estén de acuerdo, P ro tágoras con H e ­
raclito y E m p éd o cles, y en tre los p o etas los m ás exim ios de u n a y o tra poesía, de
la cóm ica E p icarm o , de la trágica H o m ero , que, al h a b e r dicho O c é a n o engen­
d ram iento de dioses y T etis la m ad re (II. X IV 201, 3 0 2 ), dicho dejó que todas
las cosas son crías del flujo y el m ov im ien to ” ; es a la m ención de E picarm o cuan­
do el co m en tad o r an o ta lo q u e, acep tan d o lo que los editores suplen de letras p e r­
didas, diría así: “E p icarm o , el que tuvo tra to con los Pitagóricos, en tre o tras ideas
que h a d eja d o elab o rad as, m uy ingeniosas, tiene el R azo n am ien to C reciente, y ex­
plora según lo de H eraclito : ‘Lo uno de un m odo ... fa lto ’. A sí q u e , si nadie cesa
de fluir y m u d ar ... las esencias se h arán unas veces unas, otras o tras, en un flujo
co n tin u o ” . Ni siq u iera es seguro que la cita sea de H eraclito , y no m ás bien un
verso de E picarm o (supliendo los huecos de o tro m odo), a cuyo estilo m ás bien
parecen c o rresp o n d er locuciones com o ‘crece’ (o acaso ‘so b ra’) y ‘falta’ o ‘queda
c o rto ’. Lo único q u e p arece claro es que el au to r ligaba (com o tam bién el pasaje
de P latón ) la su puesta proclam ación h eraclitana del flujo p e rp e tu o com o la lógica
de coincidentia oppositorum , en el sentido de que la fó rm ula p u ram en te lógica de
que lo uno es lo o tro (p .e j. joven lo m ism o que viejo) se rein terp reta em prácti-
cam ente, sobre el tiem p o , com o que uno se está h aciendo o tro de continuo, con
lo cual ya estam os enseguida en la d octrina sem ántica del p erp etu o fluir de todo;
el tránsito está, en efecto, en el R azo n am ien to C reciente de E picarm o, que el co­
m e n tad o r recu erd a y que se nos ha conservado (fr. 23 B 2 D -K , que tam bién he
usado en las Lecturas presocráticas pp. 156-58, donde puede el lector ver texto y
trad u cció n ), especialm en te en los vv. 8-10 “en m u d anza, en fin, y cam bio todos
todo el tiem po están. / M as lo que p o r su ley se m uda y nunca en lo m ism o quieto
está, / eso h abrá de ser ya o tro que lo que así m udado h a ” .
T am bién es de co n sid erar un p asaje del hipocrático D e la dieta, que al conte­
ner varios térm inos del sentido de ‘au m en tar / dism inuir’, ‘m ayor / m en o r’, ‘so­
bran te / d eficien te’, pued e tom arse com o indicio de que había tal pasaje com o éste
en el libro de H eraclito. En cuanto a la dóxa que A ecio presen ta (y que cito junto
al conocido p asaje del Cratilo p lató n ico ), nos m uestra ya, en cam bio, la reducción
com pleta a d octrina de flujo y m ovim iento (com o en tantas otras ineptas referen ­
cias de antiguos a ¡a su puesta doctrina heraclitana, siem pre buscada y querida de
los filosofantes, algo al fin asible y concebible): “ H eraclito la quietud y estabilidad
la suprim ía del to tal de las cosas (pues eso es propio de los cadáveres), y en cam ­
bio m ovim iento a to d as se lo concedía, sem piterno a la sem piternas, y perecedero
a las p e re c e d era s” ; y si m olesto al lector tray én d o lo a colación, es más que nada
por la insegura posibilidad de que la noticia se fu n d e (m uy rem otam ente: pues to ­
das las de A ecio sobre H eraclito se m uestran fund adas, com o en el A P É N D IC E
verem os, en m eras doxografías o com pilaciones de opiniones de filósofos) en al­
gún p asaje de p o r este tran ce del libro en que se proclam ase (cfr. n.° 71) la nece­
sidad del m ovim iento; no pudo incluso m enos de o currírsem e (pero es una ocu­
rrencia tan divertida com o insensata) que en las últim as palabras q u ed ara eco, d e ­
form ado, de un ju eg o de p alabras heraclitano en que a aidíois ‘a las sem piternas’
210 Razón común — Heraclito

(de la raíz de aieí ‘siem p re’ y aión ‘evo, T iem po to ta l’, p ero que podía reinterpre-
tarse com o el negativo de idíois) se co n trap u siera, no phthartoís ‘a las p ereced e­
ra s’, sino idíois ‘a las p articu lares, individuales o p riv a d as’, de m odo que la ley de
m ovim iento im p u esta a la R ealid ad se refiriese, de u n a m a n e ra, a las cosas (y p e r­
sonas), en cu an d o te n ie n d o cad a u n o q u e ser o tro o en o tro sitio, y de o tra m a­
nera a la razón m ism a, en cu an to que el m ovim iento (o cam bio) sea la m era m a­
nifestación real de la ley lógica de contradicción.
C osa que en to d o caso, a p a rte de esa b ro m a, d e b e rá el bu en lector te n e r p re ­
sente p ara el en ten d im ien to de los n .os que siguen: que el paso a o tro sitio o la
transform ación en o tro (el p ro b lem a central de to d a Física: dar cuenta de la pura
noción de ‘un m óvil’) no es aq u í m ás q u e aparición real de la id entidad y co n tra­
dicción en tre ‘u n o ’ y ‘o tr o ’.

71 125 D -K

KAI O KVKE<*>N ΔΙΙ^ΤΑΓΑΙ ΜΗ Kl-

© T h eo p h r. De uertig. 9 : γ ίγ ν ε τ α ι δ ’ ίλ ιγ γ ο ς κ α ι ότα ν εις το α υτό βλέπω σι


κ α ι ά π α τεν ίζ ω σ ι ....· τής ό ψ εω ς δέ σ τά σ ης ενός μ ο ρίο υ, κ α ί τά λλα τά συνεχή έν
τφ έγκεφ ά λω ϊσ τα τα Γ δ ιισ τά μ εν α δέ κ α ί χ ω ρ ιζό μ εν α τά β α ρ έα κ α τα β α ρ ύ ν ει κ α ί
π ο ιε ί τό ν ίλ ιγγο ν, τά γ ά ρ π εφ υ κ ό τ α κ ιν εϊσ θ α ι τήνδε τήν κ ίνη σ ιν άλλοτε κα ί
συμμένει δ ιά τ ο ύ τ η ν εί δέ μή, ώ σ περ κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς φ η σ ιν, «καί .... κ ιν ο ύ μ ε­
νος».
[Alex. A p h r.] Probi. I l l 42 : δ ιά τί ίλ ιγγιώ σ ιν εις τε τα ύ τό β λέποντες κ α ν κύκλον
κ ινούμ ενον ϊδ ω σ ιν; .... τής ό ψ εω ς γ ά ρ στάσης, ενός μ ορίου, κ α ί τά άλλα συνεχή
έν τώ έγκεφ ά λω ϊσ τα τα ι. ό δέ κ υκ εώ ν, ώ σ περ κ α ι Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς φ ησ ιν, εάν μή
τις τα ρ ά ττη , δ ιίσ τα τα ι.

C fr. P lu t. D e S to ic , re p u g n . 3 4 , 1 0 4 9 f : π ρ ώ τ ο ν γ ά ρ έ ν τ ώ π ρ ώ τ α ) π ε ρ ί ψ ύ σ ε ω ς τ ό ά ί δ ι ο ν
τ ή ς κ ιν ή σ ε ω ς κ υ κ ε ώ ν ι π α ρ ε ι π ά σ α ς (s c il. ό Χ ρ ύ σ ι π π ο ς ) , ά λ λ α ά λ λ ω ς σ τ ρ έ φ ο ν τ ι κ α ί τ α -
ρ ά σ σ ο ν τ ι τ ώ ν γ ι γ ν ο μ έ ν ω ν , τ α ϋ τ ’ ε ’ί ρ η κ ε ν .
Et Marc. Aur. I V 27 : ... ή τ ο ι κ ό σ μ ο ς δ ι α τ ε τ α γ μ έ ν ο ς ή κ υ κ ε ώ ν σ υ μ π ε φ ο ρ η μ έ ν ο ς μ ε ν ά λ λ ά
κ ό σ μ ο ς . E t I d . V I 10 : ... ή τ ο ι κ υ κ ε ώ ν κ α ί ά ν τ ε μ π λ ο κ ή κ α ί σ κ ε δ α σ μ ό ς ή ε ν ω σ ις κ α ί τ ά ξ ι ς
Razón general 211

κ α ί π ρ ό ν ο ι α . E t I d . I X 3 9 : ... ή τ ο ι α π ό μ ι,ά ς π η γ ή ς ν ο ε ρ ά ς π ά ν τ α . . . . ή ά τ ο μ ο ι κ α ί ο ύ δ έ ν
άλλο ή κ υ κ εώ ν κ α ί σ κ εδα σ μ ό ς.
E t L u c ia n . V it. a iic t., q u o d u id eris ad n .° 69.
E t H ip p o c r. M o rb . I V 51 : τ ό π ιο ν ô β ο ύ τ υ ρ ο ν κ α λ έ ο υ σ ι ε π ιπ ο λ ή ς δ ιίσ τ α τ α ι.

© μή om . Theophr., ex A lex. A p h r. rest. edd. praeter Bollack-W ism ann. A n


fu erit potius, si praesertim L u cia n u m respicias, κ α ί ό κ υκ εώ ν σ υνειλέετα ι κ ινο ύ ­
μενος, δ ιίσ τα τ α ι μή κ ινο ύ μ ενο ς?

I n T h e o p h ra s ti te x tu m : ά λ λ ο τ ε : σ ώ ζ ε τ α ι W i m m e r , W a l z e r ε ι δ έ μή : ε ί δ ή B e r-
n a y s , B y w a t e r , D ie ls .
I n P lu ta r c h i: ά ί δ ι ο ν Ε : α ί δ ο ι ο ν rell.

© TAMBIÉN EL POTAJE LLAMADO CICEÓN SE DES­


COMPONE AL NO MENEARLO.

© L a necesidad del m ovim iento p ara la constitución de la R ealidad se form u­


laba en este tran ce p o r una alusión al kykeón, que vino a e n tra r en el gentry-lore
com o rasgo heraclitan o . E ra el kykeó n una especie de gazpacho, p o ta je o salsa (el
nom bre se sentía claram en te relacionado con kyká n ‘re m o v er’, ‘m en e ar’, ‘reme-
je r ’), que en la Iliada (XI 624-641) tiene p o r ingredientes vino de Pram nos, sin
duda m ezclado con agua, queso de cabra rallado y flor de harin a, tal com o He-
cam ede se lo p re p a ra a los convidados de N ésto r, p ara to m ar acom pañado de, al
parecer, pastas de h arin a con cebolla y miel a m odo de tapas (‘com pango paTa la
b eb id a ’: v. 630), lo b astan te líquido com o p ara apagar la sed (vv. 641-42), aunque
luego aparece con o tro s ingredientes más, com o m iel, ad o rm id era u otras espe­
cias. P ero , en cualq u ier caso, se tra ta b a evid en tem en te de un m ejunge para cuya
gracia, com o p a ra una salsa m ayonesa, era esencial la b u ena rem oción, que hicie­
ra cuajar en tre sí los varios com ponentes.
La cita más p ro b ab lem en te literal se saca de T eo frasto , que la trae, para grata
sorpresa, a p ro p ó sito de una explicación científica del m areo: “y se produce vér­
tigo tam bién cuando m iran a una m ism a cosa y tienen los ojos en ella fijos ... Y
al estar quieta la vista, que es un m iem bro solo, tam bién las otras partes que están
contiguas con ella en el encéfalo se paran ; p ero , al desagregarse y separarse las
partes pesadas, pro d u cen pesadez y ocasionan el vértigo. Pues las cosas que en su
m odo de ser tienen el m overse m antienen este m ovim iento y perm anecen en uno
gracias a él; qu e, si no, com o tam bién dice H eraclito , ‘tam bién ... m e n ea rse ’” ; don­
de en la cita falta el “n o ” de “no m e n e a rse ” , que se restituye bien por la copia
del pasaje que hizo el au to r de una colección de Problem as al estilo aristotélico,
atribuida (falsam ente, según dicen) a A lejan d ro de A frodisias: “ ¿P or qué se m a­
rean al m irar a una m ism a cosa y si ven algo m oviéndose a la red o n d a? ... Pues,
al estar la vista q u ieta, que es un m iem bro solo, tam bién las otras partes que están
212 Razón común — Heraclito

contiguas con ella en el encéfalo se p aran . P e ro el ciceón, com o tam bién dice H e ­
raclito, si no lo revuelve u n o , se d esco m p o n e” . E sto s filósofos pués parecen haber
referido el ciceón h eraclitan o m ás b ien a la sesera (y p u e d e que h u b iera una lo­
cución p o p u lar que así alu d iera a ella, com o se dice ‘d ar vueltas a la o lla’ o ‘al
guisado’ en tal sen tid o ), p ero en cam bio, las referen cias indirectas de la frase que
nos h an llegado lo en tie n d e n m e jo r com o u n p o ta je cósm ico; dice P lutarco en las
Contradicciones estoicas, atrib u y en d o la cosa a C risipo, sin darse cuenta, al p a re ­
cer, de que éste lo h u b iera to m ad o de H eraclito: “Pues a lo p rim ero en el libro
p rim ero del Péri p h yseó s o D e la R ea lid a d , h ab ien d o com p arad o lo sem piterno
del m ovim iento a u n ciceón, que unas de u n m o d o , otras de o tro revuelve y al­
b o ro ta de las cosas que suceden, eso h a d e ja d o d ich o ” ; y a M arco A u relio (p ro ­
b ablem en te p o r la m ism a vía estoica) p o r tres veces le sobreviene la im agen del
posible p o ta je cósm ico: u n a así: “ya sea un cosm os o rd en a d am en te distribuido, ya
un ciceón acum ulado (a q u í p arece estar m anco o co rrom pido el te x to ), p ero cos­
m os” ; otra: “ya sea un ciceón o en trelazam ien to o d esp arram e, o ya una integ ra­
ción y ord en am ien to y p ro v id en cia” ; y o tra así: “ya sean de una sola fuente in te ­
lectiva todas las cosas ..., ya átom os y ninguna o tra cosa que ciceón y d e sp a rra­
m e” . C on un cam bio del ciceón p o r la m an teq u illa se en cu en tra el m ism o verbo
diístatai ‘se d esco m p o n e’ o ‘se d esag reg a’ en un p u n to del corpus hipocrático: “y
la grasa que llam an boútyron se desagrega p o r en cim a” . E n fin, en el pasaje de
L uciano citado y trad u cid o al n.° 69, lo m ás n o tab le es que aparezca el verbo con­
trario syneiléontai (“en cierto m odo to d as las cosas se acum ulan en un ciceón”),
lo cual m e sugería (v. en © ) que acaso la cita e stab a co rtad a en T eofrasto y que
en el original se leía la doble fó rm u la, “tam bién el ciceón se acum ula al m enearlo,
y al no m en earlo se d esag reg a” .
Sea com o sea, la fórm ula p arece bien p ro v en ir del libro y haberse encontrado
por este tran ce en q u e la sitúo: quiere razón ex altar la necesidad p a ra las cosas
del m ovim iento (y cam bio) de un lugar a o tro (de u n a en o tra ) com o único m edio
de que la contradicción se m anifieste (y oculte) b a jo form a de realidad o physis:
pues, sin ese m ovim iento — dice— las cosas p e rd e ría n cohesión y se d esp a rram a ­
rían cada una p o r su lado; ah o ra b ien, u n a cosa no es ella m ás que en cuanto no
es o tra ; pero p a ra ser n o -o tra tiene que m an ten erse en cohesión p erp e tu a con su
co ntraria; y entonces ¿cóm o una cosa va a m o strar y a creerse que es ella m isma
y distinta de la otra?: sólo m ed ian te el tru co que la hace ser la m ism a en o tro sitio
(así la cosa se co n trap o n e con su espacio) y que la hace ser o tra m ientras sigue
siendo la m ism a (así la contradicción literalm en te se r e a l i z a , gracias a la ad ­
m isión de la id ea lineal del tiem p o ), de m odo que lo que la obliga a hacerse otra
es lo m ism o que le p erm ite ser la m ism a. P ero , si no, las cosas, al q u ed ar absolu­
tam ente irrelacionadas la una con la o tra, no p o d rían ser siquiera tales cosas, y
razón no estaría, com o está, revelándose (y ocultán d ose) en form a de physis o re a ­
lidad: pues la id en tid ad de u no no es sino lo m ism o que su relación con otro.
Razón general 213

84 D -K 72
-f) ΜΕΤΛ^ΑΛΛ^Ν ΑΝΑΔΥΕΤΑΙ .
2t) K Á M A T ¿ ¿ £ i TI Tofy AVT«Í<- MoX-
^EÎN Ka\ A t X í j $ A \ .
PAVAA EN

© Plot. E nn. IV 8, 1 : εις λογισ μ όν έκ νού κ α τα β ά ς α π ο ρ ώ , π ώ ς π ο τε κ α ί νυν


κ α τα β α ίν ω κ α ί ό π ω ς π ο τέ μοι ένδον ή χρυχή γ εγέν η τα ι τού σώ ματος, τούτο ούσα
ο ίο ν έφά νη κ α θ ’ έα υ τή ν, κ α ίπ ε ρ ο ύ σ α έν σ ώ ματι. ό μέν γ ά ρ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , ος ήμϊν
π α ρ α κ ελ εύ ετα ι ζη τεϊν το ύ το , ά μ ο ιβ ά ς τε α ν α γ κ α ία ς τιθ έ μ ε ν ο ς έκ τώ ν έναντίω ν,
«όδόν τε άνω κάτω » είπ ώ ν κ α ί «μεταβάλλον ά ν α π α ύ ε τα ι» κ α ί «κ ά μ α το ς .... άρ-
χεσ θ α ι» , ε ίκ ά ζειν έδω κ εν άμ ελήσας σαφή ήμ ϊν π ο ιή σ α ι τό ν λό γο ν, ώς δ έον ίσως
π α ρ ’ α ύ τ φ ζη τεϊν, ώ σ περ κ α ί α ύ τό ς ζη τή σ α ς εύρεν .... 8, 5 : ού το ίνυ ν δ ια φ ω νεί
άλλήλοις ή τε εις γένεσ ιν σ π ο ρ ά ή τε εις τελείω σ ιν κ ά θ ο δ ο ς τού π α ν τό ς .... ο ύ δ ’
ή Έ μ π ε δ ο κ λ έο υ ς φ υγή ά π ό τού θεο ύ κ α ί π λά νη ο ύ δ ’ ή ά μ α ρ τία , έφ ’ ή ή δίκη,
ο ύ δ ’ ή Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ « ά ν ά π α υ λ α έν τή φυγή».
lam bí, apud Stob. Flor. I 378, 20 : Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς μέν γ ά ρ ά μ ο ιβ ά ς ά ν α γ κ α ία ς τ ί­
θ ε τ α ι έκ τώ ν ένα ν τίω ν, ό δ ό ν τε άνω κ α ί κάτω δ ια π ο ρ ε ύ ε σ θ α ι τ ά ς ψ υ χ ά ς ύπείλη-
φε κ α ί τό μέν το ϊς α ύ τ ο ΐς έπιμ ένειν κ ά μ α το ν ε ίν α ι, τό δέ μ ετα βά λλειν φ έρ ειν άνά-
π α υ σ ιν.
A en. G az. T heophr. 9 (Pair. Gr. 85, p. 877) : ό μέν γ ά ρ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς δ ια δο χή ν
ά ν α γ κ α ία ν τιθ έ μ ε ν ο ς άνω κ α ί κ ά τω ψ υ χή ς τήν π ο ρ εία ν εφη γ ίγ ν ε σ θ α ι, έπεί κ ά ­
μ ατος έ π ί το ϊς α ύ το ΐς άνω μ ο χθ εΐν κ α ί το ϊς θ ε ο ίς σ υ μ π ερ ιπ ο λ εϊν κ α ί ά ρ χ ε σ θ α ι-
δ ιά τούτο τή τού ή ρ εμ εϊν έ π ιθ υ μ ία κ α ι άρ χή ς έλ π ίδ ι κ ά τω φ η σ ι φ έρ εσ θ α ι τήν
ψ υχήν. Id. ib. 11 (p. 881) : ούκ είδ ώ ς οτω χρή μάλλον σ υ ν έπ εσ θα ι, πότερ ον
Ή ρ α κ λ είτω , φ δ ο κ εϊ τώ ν άνω π ό νω ν τής ψ υ χ ή ς ά ν ά π α υ λ α ν είν α ι τήν εις τόνδε
τον β ίον φ υγήν ...

© A d P lo t in i 8, 1 te x tu m : ε δ ω κ ε ν : δ ο κ ε ί V o i k m a n n , edd. α ΐ ι τ ώ : α ύ τ ώ codd.
α ύ τ ο ΐς V o ik m a n n .
A d eiu sd em 8, 5 : ή ante Ή ρ . o m . co d d . a liq u o t.
214 Razón común — Heraclito

© l.°) MUDÁNDOSE SE REPOSA. 2.°) FATIGA ES


PARA UNOS MISMOS TRABAJAR Y ESTAR BAJO EL
MANDO DE LOS MISMOS. 3.°) DESCANSO EN LA HUI­
DA.

© Las dos sentencias 1." y 2 .a y la locución 3.a venían seg uram ente m uy Cone­
xas en tre sí en un m ism o p asaje del lib ro , según la m an era que P lotino las e n h e ­
bra en un tram o del libro IV de las Enéades, d o n d e de paso se nos sugiere que
quizá haya to m ad o aquí el libro de H eraclito (pues en ningún otro sitio m e ofrece
P lotino fe de h ab erse m olestado en com pulsar d irectam en te el libro) buscando en
él ayuda p a ra el p ro p ó sito que en ese tran ce le p reo cu p a; y dice así, con un tono
que no p o r em otivo ha de im pedir la fidelidad: al descender de la Ideación
(n o ú s) al razo n am ien to , no logro e n te n d e r cóm o es que, aun ahora m ism o, des­
ciendo así y cóm o es que m e e n cu en tre con que el alm a ha llegado a estar dentro
de mi cuerpo, siendo ella tal com o apareció en sí m ism a, aun estando en cuerpo.
Pues lo que es H eraclito , que nos ex h o rta a investigar eso, al establecer in tercam ­
bios necesarios e n tre los co n trario s, h ab ien d o dicho ‘cam ino arrib a y a b a jo ’ y tam ­
bién ‘m udán d o se se re p o sa ’ y tam bién ‘fatiga ... de los m ism os’, ha d eja d o la cosa
entreg ad a a la c o n je tu ra , descuidado de p o n ern o s en claro la razón, com o d e b ién ­
dose quizá buscar en noso tro s m ism os, tal com o tam bién él m ism o tras haberla
buscado la e n c o n tró ” ; y unas páginas adelante: “Pues bien, no disienten una con
otra la siem bra p ara el nacim iento y el descenso p a ra term inación del to d o , ... ni
tam poco la huida de ju n to al dios y el viaje erra b u n d o ni el e rro r, sobre el que
está la justicia, ni tam p o co el ‘descanso en la h u id a ’ de H e ra c lito ” . Los otros te s­
tim onios son sin d u d a derivaciones de P lotino y su m am en te im probable que im ­
pliquen lectura del libro de H eraclito en sus auto res: Jám blico, que en un paso
conservado en la colección de E sto b eo dice: “Pues lo que es H eraclito, establece
intercam bios necesarios e n tre los contrarios: está en creencia de que recorren un
cam ino arriba y ab ajo las alm as, y q u e lo de p erm an ecer en unos m ism os es can ­
sancio y el m udarse trae re p o so ” ; y E n eas de G aza (s. v i), que en su diálogo Teo­
frasto, donde convierte al cristianism o al filósofo de ese n o m b re, dice: “Pues lo
que es H eraclito , estab lecien d o una sucesión necesaria, dijo que arriba y abajo vie­
ne a ser el viaje de un alm a, ya que es cansancio en unos m ism os tra b a ja r arriba
y an d ar en el co rtejo de los dioses y estar b ajo su m ando: que por eso, con el an ­
sia del estar en q u ietu d y con la esperan za del m ando dice que se m ueve hacia
abajo el alm a” ; y unas páginas adelan te: “ ... no sabiendo a cuál se debe seguir
m ejor, si a H eraclito, al que le place que de las penas del alm a arriba sea reposo
la huida a esta v id a ...” . Si acaso algo se ap ren d e de estos re-citadores, es el sen­
tido de la d eg en eració n del en te n d im ie n to , ya b astan te iniciada en el uso que Plo­
tino hace de la cita; p ero al m enos en él se d eclara bien que no está claro el sen­
tido de la razó n , ni p o r ta n to la aplicación de la fórm ula a las alm as o al alm a de
uno (a cuya investigación dice P lotino que H eraclito invita, sin duda recordando
Razón general 215

el “m e investigué a m í m ism o ” del n.° 34) debe de estar fun d ad a en el texto de


H eraclito , sino sugerid a al n eo p lató n ico p o r su preocupación con la su erte de la
p ro p ia alm a.
D esen ten d ién d o n o s pués de la glosa antigua (y tam bién de m uchas m odernas,
que o bien h an seguido red u cien d o la cosa a la historia del ciclo de las almas o
bien han p en sad o q u e el S u jeto , n e u tro , del “m u d ándose descan sa” debía ser el
Fuego e té re o , som etido a cuerp o m o rtal, o alguna o tra fan tasía q u e su in terp re­
tación cosm ológica de H eraclito les sugiera), leem os aq u í esas fórm ulas com o di­
chas v erd a d e ram e n te en g en eral, referidas a la necesidad del m ovim iento de los
seres reales (e n tre los cuales, p o r cierto , lo m ism o cosas que perso n as, y h asta yo
m ism o en cu an to p e rso n a , e.e. cosa), y oportu n as p o r ta n to p ara el trance del dis­
curso en q u e las sitúo. “M u d án d o se (de sitio y de ser) se reposa (ello en general,
o, si se q u iere, el fuego, p ero en cuanto nom bre re p resen ta n te de las cosas en ge­
neral: v. n.° 74), es decir que sólo consigue, el co n junto de las cosas y cada cosa
en p articu lar, u n a convicción de estabilidad o fijeza en su pro p io ser m ediante el
p ro cedim ien to de m ud arse a o tro sitio o de adq u irir atributos o tro s de los que te­
nía, e .e . ser o tro que lo q u e era, p ero p a ra seguir siendo el m ism o. P o rq u e, efec­
tiv am en te, es fatiga in so p o rtab le (en verdad, aniqu iladora) “tra b a ja r p a ra unos
m ism os y estar b ajo el m an d o de los m ism os” , o sea servir siem pre (y dos m o­
m entos seguidos) a unos m ism os am os, es decir p erm an ecer atenidos a una misma
ley: sólo m u d an d o co n tin u am en te de am o, lo cual q uiere decir cam biando la ley
de la pro p ia constitución, p u ed e cada uno (y todos en co n junto) yacer en la ilu­
sión de su p ro p ia au to n o m ía y p o r en d e p erm an en cia a través de las m udanzas;
de ese m o d o , al m u d a r de ó rd en es y de ley constitutiva a cada paso, viene cada
cual (y todos) a o b ed ecer a la ley v erd ad era, la de razón, que es contradicción,
gracias a la cual ju sta m e n te , al estar p e rp e tu a m e n te en o tro sitio y hacerse conti­
nu am en te o tro , disfruta cada uno (y todos) de la fe de ser siem pre el m ism o. Y
es así com o el “descanso en la h u id a ” (y en ese térm ino phygé no pueden desoírse
las resonancias sem ánticas de ‘h u id a de la b a ta lla ’, de ‘fuga de un esclavo de su
d u e ñ o ’ y de ‘d estierro de la p ro p ia p a tria ’) tiene que q u e re r referirse, al mismo
tiem po, a la huida de sí m ism o (de cada uno y del todo de la R ealidad), en la que
p or co n tra en cu en tra uno el descanso y paz de su constitución com o ser real (pues
al huir de sí m ism o, com o es él m ism o el que huye, la huida se le vuelve garantía
de su perm an en cia y u n id ad ), p ero al m ism o tiem po tam bién a la huida perp etu a
con que cada uno (y to d o ) tra ta de escapar de la ley de razón (que, de no escapar,
descubriría en su id en tid ad su contradicción) y de ese m odo descansar de la gue­
rra (en una paz que en verd ad es g u erra, pero que en realidad se llam a p az), de
liberarse del servicio a unos m ism os am os o leyes (p ara servir a otros, n atu ral­
m ente; pero en ese cam bio de am o y ley está la ilusión real de la libertad de uno,
de su v o lu n tad p ro p ia, q u e se le ofrece com o p ru e b a de que él es el que es), de
ab a n d o n a r la p a tria en que su ser se hizo, p ara con ese traslado de lugar probarse
u no la pro p ia in d ep en d en cia respecto a las condiciones exteriores, y por ta n to la
sub-stancia de sí m ism o, sea uno cada u n o o sea la R ealid ad toda.
E n sum a, las fórm ulas de razón p u ed en oírse referidas a m í, en cuanto ser mo­
ral, o p u e d e n oírse referid as a los m ovim ientos y transform aciones de los elem en­
tos físicos; p ero lo q u e razó n no consiente es que se oigan referidas a lo un o o a
216 Razón común — Heraclito

lo otro p o r sep arad o , sino de am bos m odos al m ism o tiem po: pues las piedras, o
los elem entos, o los áto m o s, en cu an to p re te n d e n , m oviéndose y tra n sfo rm án d o ­
se, m an ten er su ser, ad q u ieren con ello sin m ás u n alm a o p erso nalidad com o la
m ía, y yo p o r mi p a rte , en cu an to p re te n d o ser re a l o te n e r un alm a, m e som eto
a las m ism as condiciones y contradicciones que a la noción de ‘un m óvil’ le p e r­
tenecen en general.

73 *137+ A 1, 7 + A 8 D -K

a) H^TI Π4Γ ΕΙΜΛΓΜΕΙΥΛ

H oU 8 loí t p ffc fL Ó S & U m


ll
0 V Z 0L .

z) návroc kvk f^ t
3 ^ t i v < ¿ i)i.oC ^U V £V ■

c j 1)

ÿ o u r i e c v e /i£ ^

μα. i p loo nocvzlj χενέειαΛ κ*ϊ


t Λ t t
n.L^lOÔO'U jÜ EC^ôY LÎZaL>ffllY^ .

© a) Stob. E d . I 5, 15 : γ ρ ά φ ει γ ο ϋ ν «εστι .... π ά ντω ς» .


Razón general 217

b) 1) D iog. L. IX 7 : έδό κ ει δέ α ύ τψ κ α θ ο λ ικ ή ς μέν τ ά δ ε - εκ π υ ρ ά ς μέν π ά ν τα


σ υνεσ τά να ι κ α ι ές το ύ το ά ν α λ ύ ε σ θ α ΐ' π ά ν τα δέ γ ίγ ν ε σ θ α ι .... τ ά όντα.
2) A ët. I 27, 1 : Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς π ά ν τα κ α θ ’ ειμ αρμένην, τήν δέ αύτήν ύ π ά ρ χειν
κ α ι ανά γκη ν.
3) Sim pl. in A rstt. Phys. p. 24, 4 D . : π ο ιε ί δέ κ α ί τ ά ξ ιν τιν ά κ α ί χρ ό νο ν τής
τού κόσμου μ εταβολής κ α τά .... άνάγκη ν.

c) 1) A ë t. I 7, 22 : Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς το π ερ ιο δ ικ ό ν π ΰ ρ ά ίδ ιο ν , ειμ αρμένην δέ λό­


γο ν έκ τή ς έ ν α ν τιο δ ρ ο μ ία ς δ η μ ιο υ ρ γό ν τώ ν όντω ν.
2) Id. 1 2 8 ,1 : Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ο υ σ ία ν ειμ αρμένη ς ά π ε φ α ίν ετο λόγον τον δ ιά ουσ ίας
τού π α ν τό ς δ ιή κ ο ν τ α ' α ύτη δ ’ έστι τό α ίθ έ ρ ιο ν σώ μα, σ π έρ μ α τή ς τού π α ν τό ς γε-
νέσ εω ς κ α ί π ερ ιό δ ο υ μ έτρον τετα γμ ένης.

© a) είμ α ρ μ ένα F : ειμαρμένη C Ρ.

© a) PUES ESTÁN DE TODOS MODOS REPARTIDOS


LOS DESTINOS. b)l) que todas las cosas suceden según des­
tino, y por la conversión en contrario están ajustados los se­
res. b)2) ... que todas las cosas según destino ... y necesi­
dad. b)3) ... según una cierta necesidad predestinada. c)l) ...
que el destino ... razón. c)2) que ... razón ... destino ... si­
miente de la realización del todo y medida del ciclo ordenado.

© A p en as si p u ed e en trev erse, p o r una sentencia, p ro b ab lem en te m anca, con­


servada en la com pilación de E sto b eo (no veo m otivo p ara p ensar que proceda
de la doxografía de A ecio , y bien p u ed e ser resto de una cita literal del libro de
H eraclito) y p o r algunos rastros en L aercio y en A ecio y Sim plicio, sin du d a muy
d eg en erad o s a trav és de larga reco p ia, ininteligente y escolar, de O piniones de Fi­
lósofos, cóm o d ebía ser este p asaje, que sin em bargo m e em peño en hacer asom ar
aquí, pen san d o que esos p o b res testim onios nos g u ardan resto de alguna fórm ula
del original, y q u e ellos nos sugieren lo b astan te p ara o rd e n arla en este trance,
dadas las m aneras en q u e lo enlazan con, p o r un lado, la realización (génesis) de
las cosas en virtu d de la lógica de contradicción y, p o r o tro , con el fuego y razón
estableciendo sucesiones o rd en ad as según m edida.
E sto b eo p ués in tro d u ce así su frase: “A sí p o r ejem plo, escribe: ‘Pues ... des­
tin o s’” (con un ésti heim arm éna en n e u tro p l., referible tal vez a un S ujeto pánta
‘todas las cosas’ o se m e ja n te , que no aparece ahí; pero no se tra ta todavía del tér­
m ino heim arm éné, que uno de los M S S co m prensiblem ente in troduce, luego fijo
y vulgarizado p a ra significar algo com o ‘d estin o ’ o ‘f a tu m ’). D iógenes L aercio, en
218 Razón común — Heraclito

su descabalada acum ulación de noticias, dice así: “Y ten ía p o r opiniones, en lo ge­


n eral, las siguientes: q u e de fuego ... todas las cosas están constituidas y en él se
disuelven, y que to d as ... seres” (d o n d e ap arece ya el filósofo k a th ’ heim arm énën
con el gígnesthai, y en conexión con el fuego y con la organización de las cosas
p o r conversión-en-contrario o enantiotropé), y p ro ced ien d o sin duda de igual fu en ­
te, A ecio: “H eraclito , que to d as las cosas según d estin o , y que ése m ism o venía
a ser tam b ién n ecesid ad ” (anánké); la eq u ip aració n e n tre am bas nociones es tan
del gentry-lore filosófico, q u e no se le p u ed e d a r m ucha consideración, pero no
quita que en el libro de H eraclito h u b iera acaso en este contexto algún uso del
n o m b re an á n ké (a u n q u e ello es que n o aparece en ninguno de nuestros frs. lite­
rales; sí en el h ipocrático D e uictu 5, d o n d e se dice “todas las cosas suceden por
divina necesid ad ”), el cual ap arece tam b ién en el lugar del co m entario de Sim pli­
cio a la Física, d o n d e heim arm éné figura com o A d j. de anánké, ligado adem ás con
un a ordenación del tiem p o (chrónos: “ ... y p ro d u ce tam b ién una cierta o rd e n a ­
ción y tiem po ( (o rd en tem p o ral) ) de la tran sfo rm ació n del universo según una cier­
ta necesidad p re d e stin a d a ”) que apenas p u ed e creerse que g u ard e ningún eco del
contexto original. E n fin, A ecio , en o tra e n tra d a de su re p e rto rio dice: “H eraclito
el fuego cíclico o p eriódico (lo considera D io s) sem p itern o , y el destino (h eim ar­
m én ën ) razó n , que p o r concurso de co n trario s (en a n tiodrom íá) es fabricadora (dé-
m iourgós) de los seres” ; y en la o tra: “H eraclito la esencia del destino la decla­
rab a razó n , la que atraviesa p o r la esencia del todo: y ésa es el cuerpo celestial
(a ith é rio n ), sim iente de la realización (génesis) del to d o y m edida del ciclo (p e ­
ríodos) o rd e n a d o ” (p a ra m étron cfr. n.° 81); de m odo q u e, ap arte de rep etirse la
conexión de la heim arm éné con el choque de contrarios p o r un lado y con el fuego
p o r el o tro , lo que de estas tres últim as en trad as se desp ren d e com o posible es
que en el texto de H eraclito se fo rm u lara algo en el sentido de que la ley o n ece­
sidad de la distribución de d estinos, p o r la que la R ealid ad se constituye, se id en ­
tificaba con la razón m ism a.
Lo que de tod o s esos vagos indicios pienso que se pued e sacar com o más p ro ­
bable es que razón en este tran ce de su libro, en que en tra a referirse al desarrollo
tem poral o génesis de la R ealid ad o physis com o aparición de sí m ism a, de la ló­
gica de co ntradicción, ren o v ab a la ad vertencia de la inviolable ley (cfr. n.° 3) o
fuerza (anánké) que rige la constitución de los seres m últiples y m u tuam ente di­
ferentes, esto es, la repartició n de suertes o destinos que dice en a, único resto de
cita pro b ab lem en te literal (que no incluye, p o r cierto , con mi lectura, ningún n o m ­
bre del D estin o , en el sentido de las supersticiones o filosofías d o m inantes), ley
rígida y so b eran a q u e no es o tra que la de la contradicción, ya m encionada en
n.° 44 con el gignóm ena pánta k a t’ érin ka í chreóm ena (d o n d e suele leerse chreón,
la necesidad m ás bien en el sentido del d e b e r in elu d ible), es decir, la ley de razón
misma: cada u no no tiene su su erte o destin o , e .e . su propio sér, si no es p o r lu­
cha o negación del o tro , que hace a su vez al uno real en cuanto contradictorio
consigo m ism o. Se explican con ello las conexiones con lo que los doxógrafos lla­
m a ro n e n a n tio tro p é o en a n tio d ro m íá (p u es lleg ar a d a r un n o m b re a la
a c t i v i d a d lógica es al m enos un in ten to de p aralizarla y c o n ju rar el peligro
p a ra uno m ism o que ella im plica); y de las conexiones de esto con el fuego, cu an ­
do se en tien d a m e jo r el fuego a trav és de la lectu ra de los n .os siguientes, se dará
Razón general 219

tam bién cu en ta, así com o de las q u e ten g a con los m étra o m edidas que con él es­
tán ligados.
E n fin, si la cita de E sto b e o (a) fu e ra lo b astan te literal, e l pántós d ebería leer­
se con un a im plicación adversativa, com o ‘de todos m o d o s’, ‘a p esa r de to d o ’, que
sugiere que la fórm u la v in iera en contraposición con o tras com o las del n.° 72 re ­
ferentes a la necesidad de m overse y ser o tro y a la h u id a de sí m ism o (y de la
ley), que es, de tod o s m odos, sum isión a la ley y al p ropio sér de uno, e .e . a la
suerte que en rep artició n de la R ealid ad le co rresp onde a u no, a todos y a cada
uno. N i voy a e n tre te n e r al lecto r en este p u n to con la consideración de la m ara­
villa de que la razó n , q u e es liberación (de u no m ism o, de la fe en la R ealidad),
sea al m ism o tiem po la ley de necesidad que lo rige todo.

90 D -K 74

P V P O } TE ΛΝΎΛΜΟΙ&Η TA ÍM K T A
V Λ ^ ^ y
M I p v r /4Γ/4ΗT4>N, ΧΓΤ-
^OV ΧΡΗΜΑΤΑ ΚΛ! XPHMA&N X F Y ^ .

© Plut. D e E 8, 388 d : ... ά π ο μ ιμ ο υμ ένο υ του α ρ ιθ μ ο ύ τήν τ ά όλα δ ια κ ο σ ­


μούσαν ά ρ χ ή ν ' ώ ς γ ά ρ εκείνην φ υ λά ττο υ σ ιν έκ μέν έα υτή ς τον κόσμον, εκ δέ
τού κόσμου π ά λ ιν έαυτή ν ά π ο τελ είν (« π υ ρ ό ς .... π ά ντα » φ ησιν ό Η ρ ά κ λ ε ιτο ς
«και π ύ ρ .... χρ υ σ ό ς» ), ο ύ τω ς ή τής π εμ π ά δ ο ς π ρ ό ς έαυτήν σ ύ νο δο ς ούδ έν οϋτ’
ατελές ο ύ τ’ άλ λό τρ ιο ν γεν νά ν π έφ υ κ εν, άλλ’ ώ ρισ μ ένα ς έχει μ εταβολάς.
Simpl. in Phys. 23, 33 : π υ ρ ό ς γά ρ άμ οιβ ήν είν α ι φ ησιν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς π ά ν τα .
H eracl. Quaest. Horn. 43 : π υ ρ ό ς γ ά ρ δή κ α τά το ν φ υ σ ικ ό ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν άμοιβή
τ ά π ά ν τ α γ ίγ ν ετα ι.
D iog. L. IX 8 : κ α ί τά ε π ί μ έρους δέ αύτώ ώ δ ’ έχει τώ ν δ ο γ μ ά τ ω ν π ύ ρ είναι
στο ιχεΐο ν κ α ί π υ ρ ό ς ά μ ο ιβ ή ν τά π ά ν τ α ά ρ α ιώ σ ει κ α ί π υ κ νώ σ ει τά γιγνόμ ενα .
σ α φ ώ ς δέ ο ύ δ έν έκ τίθ ε τα ι.
Philo L eg u m all. I l l 7 : ... κ α ί π ά ν τ α άμοιβή είσ ά γω ν (v . ad n.° 75).
Lucian. Vit. auct. 14 : ... κ α ί ά μ ειβ ό μ ενα έν τή το ύ α ίώ ν ο ς π α ιδ ιή (v. ad n.° 85).
Plot. E nn. IV 8 : ... ά μ ο ιβ ά ς τε ά ν α γ κ α ία ς τιθ έ μ ε ν ο ς έκ τώ ν ένα ντίω ν κτλ. (ν.
ad n.° 72 ibidem que Iam blichi iterationem ).
220 Razón común — Heraclito

Eus. Praep. Ε ν. X IV 3, 720 c : ό δε Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς α ρ χή ν τώ ν π ά ν τω ν εφη είνα ι


το π ϋ ρ , έξ οΰ τά π ά ν τ α γ ίγ ν ε τ α ι κ α ί εις ο α ν α λ ύ ε τα ι' α μ ο ιβ ή ν γ ά ρ είνα ι τα π ά ν τα .

Cfr. Lucr. 1 635 ss. : quapropter qui materiem rerum esse putarunt ignem atque ex igni sum­
mam consistere solo, magnopere a uera lapsi ratione uidentur, Heraclitus init quorum dux
proelia primus, clarus ob obscuram linguam magis inter inanis quamde grauis inter Graios
qui uera requirunt. E t ib. 690 ss. : dicere porro ignem res omnis esse neque ullam rem ue-
ram in numero rerum constare nisi ignem, quod facit hic idem, perdelirum esse uidetur. Et
ib. 701 ss. : praeterea quare quisquam magis omnia tollat et uelit ardoris naturam linquere
solam quam neget esse ignis, ignem tamen esse relinquat? aequa uidetur enim dementia di­
cere utrumque.

© τε om . Ο αντα μ ο ιβ ή τ ά B ern ard ak is, Schw artz, D iels : άντα μ οίβ η -


τ α ι Γ : α ν τα μ είβ ετα ι O , B ollack-W ism ann όκ ω σ π ερ B ernardakis : έκ
ώ σ περ Γ : ώ σ περ Ο

A d Plutarchi textum: φυλάττουσιν scribo (cfr. Plot. I 4, 9; Stoicam uerbi usurpationem sus­
picor) : φυλάττουσαν codd. : ΰπαλλάττουσαν post Wilamowitzium edd. fere omnes, iden­
tidem prorsus sententiam Heraclito tribuentes post πάλιν add. αν A corr, άφ’ Π 1,
έφ’ Τ Ε.
A d Diogenis: τά ante γιγνόμενα seel. edd.
A d Lucreti uersum 703: ignem additum in O : aliam in Q : quiduis Lachm. : alii alia.

© CONTRACAMBIO DE FUEGO LAS COSAS TODAS Y


EL FUEGO DE TODAS ELLAS, TAL COMO DEL ORO LAS
MERCANCÍAS Y DE LAS MERCANCÍAS EL ORO.

© P arece h ab erlo tran scrito fielm ente P lutarco en su obrilla D e la E que está
en D elfos, com o p arén tesis a u n a referen cia que tra e a teorías que com paran el
cam po del n ú m ero con el de la realidad: “ ... im itando el núm ero al principio
( arché) que organiza el total de las cosas: q ue, en efecto, así com o m antienen
(¿los estoico s?) que el principio p roduce de sí m ism o el m undo ord en ad o y del
m undo ord en ad o a su vez a sí m ism o se p ro d u ce (‘contracam bio de fuego las co­
sas to d a s’ dice H eraclito ‘y el fuego ... o ro ’), así la co n juntación del C inco consigo
m ism o no tiene p o r n a tu ra e n g en d rar n ad a im perfecto ni ex trañ o a ella, sino que
tiene delim itadas las tran sfo rm acio n es” ; d o n d e en la cita los editores han restitu i­
do bien, de las lecciones de los M SS, el térm in o antam oibé ‘c o n tracam b io ’, que
así aparece en H eraclito p o r vez p rim era y es tal vez acuñación suya p a ra este
uso; los otros testim onios del p asaje lo red u cen al sim ple am oibé ‘cam bio’ (que es
la versión qu e, al p are c e r, a través de T eo frasto les llegó a Sim plicio, H eraclito
H om érico, D iógenes L aercio y E u seb io de C esarea), y p o r lo dem ás, siendo sin
d u d a citas indirectas, apenas p u ed en a p o rta r n ad a in teresante: Sim plicio, en su co­
Razón general 221

m entario a la Física de A ristó teles, “pues cam bio de fuego dice H eraclito que son
todas las cosas” ; H eraclito H o m érico , que conserva, com o la cita de P lutarco, el
tá pánta con A rtícu lo , “p u es, en fin, de fuego, según H eraclito el físico, vienen a
ser cam bio las cosas to d a s ” ; D ió g en es, en u n a segunda p a rte de la com pilación de
noticias de opiniones de H eraclito (cfr. a n.° 73), an o tan d o , acaso significativa­
m ente a este p ro p ó sito , la falta de claridad de la segunda d o ctrina (una nota de
filósofo, que se d esesp era de no h allar en la lógica d octrina), “Y aquéllas de las
creencias que to can a cuestiones p articu lares, así son las que tiene: que el fuego
es elem en to ( sto ich eío n } y cam bio de fuego las cosas to d as, las que p o r rarefac­
ción y condensación se p ro d u cen ; p ero con claridad n ad a ex p o n e ” ; E usebio (fines
del III p o st), en su P reparación evangélica. “Y H eraclito principio {arché) de to ­
das las cosas dijo q u e e ra el fuego, del que to d as las cosas surgen y en el que se
deshacen: pues q u e son cam bio las cosas to d a s” ; y tam b ién F ilón (v. al n.° 75),
in trod u cien d o p o r cam bio to d as las cosas” , y L uciano (v. a n.° 85) “ ... in ter­
cam biándose en el ju eg o del T iem p o ” , y Plotino (v. a n.° 72), estableciendo
cam bios necesarios a p a rtir de los co n tra rio s” , en los cuales tal vez se d e ja en tre­
ver alguna conexión con las o tras cuestiones de esta sección del libro.
M ás in teresan te es, p a ra la cuestión del fuego en general, lo que p u e d a suge­
rirnos la polém ica an tih eraclitan a de L ucrecio, de la que recojo en este pu n to al­
gunos versos: “A sí q u e los q u e crey ero n m a te ria ser de las cosas / el fuego y en
fuego solo el to tal fundarse de to d as, / bien se les ve de razón v erd ad era cómo
zozobran ; / de los q u e H eraclito el prim ero guió a b atalla la tro p a , / preclaro más
bien p o r su oscuro len g u aje en la grey vaniloca / que no entre los graves griegos
que a p ru e b a cierta se inform an. ... Y m ás, que decir que son fuego las cosas to ­
das y que o tra / no hay de verdad sino el fuego en el n ú m ero de las cosas, / que
es lo que hace ese m ism o, es bien folia notoria. ... Y en fin, ¿p o r qué va uno a
q u ita r las m últiples cosas / y la realidad del ard o r a q u e re r d ejarla por sola, / más
bien que, neg an d o los fuegos, d e ja r que haya fuego p o r contra? / Pues igual de
locura p arece decir u n a cosa y la o tra ” (con dudas p ara lo de ‘fuegos/fuego’ por
un salto en el texto de los M SS, de que v. en © ) : pues, si bien la disputa no toca
este fragm ento ni al fuego com o m on ed a de las realidades, y aunque es evidente
que L ucrecio no leyó el libro de H eraclito (com o tam poco acaso lo hizo su E pi­
curo) y q u e tom a m ás bien com o tem a de su ataq u e una vulgata estoica de su­
puesta doctrin a h eraclitan a, con to d o era im p o rtan te ver cóm o la C iencia, tam ­
bién su ram a m aterialista o h etero d o x a, había de revolverse co n tra la lógica pre-
filosófica (reducida a doctrin a p rev iam en te), y hasta parece adem ás que en tre los
versos de L ucrecio ap u n ta algún vislum bre de la contradicción, que en esta parte
del libro de H eraclito se razo n a, e n tre las cosas diversas y la R ealidad, que es
fuego.
N ingún fragm ento acaso m ás eficaz que éste p ara desanim ar a los lectores de
to d a trivial in te rp re ta ció n fisiológica o cosm ogónica del fuego heraclitano: aquí la
relación e n tre él y las cosas se en cu en tra, lo m ás clara- y o p o rtu n am en te posible,
e q u ip arad a con la relación en tre las cosas y el d inero (chrysós ‘o ro ’ vale sin duda
aquí p o r ‘o ro a m o n e d a d o ’ o ‘d in e ro ’: en el p asaje de P lató n L eyes V III 849 e so­
bre la organización del m ercado se dice ya n óm ism a p a ra ello: «trocar {alláttes-
thai) m o n ed a p o r m ercancías y m ercancías (chrém ata) p o r d in ero ”), relación pués
222 Razón común — Heraclito

que es la que m edia e n tre las cosas m últiples, sep aradas y diferentes una de o tra
por los rasgos de cada u n a , y aquello q u e, an u lan d o las diferencias cualitativas e n ­
tre las cosas p a ra reducirlas todas a p u ra cuantía com putable (intercam biables una
con o tra com o elem en to s de un c o n ju n to ), h a venido a ser la cosa de las cosas o
el signo de ‘cosa en g e n e ra l’: así es com o el fuego tien e que e n ten d erse, en un sal­
to en tre dos niveles de significación q u e salta razó n lo m ism o de arriba p a ra abajo
que de ab ajo p a ra arrib a: com o la aparició n de la R ealid ad en sí o de la Cosa de
todas las cosas; la p resen cia, esto es, de la idea com o ajen a o ex traña a la razón
que la ideab a, com o realización, física, genética, de la contradicción de la razón
consigo m ism a; del len g u aje com o actuación o p u ra sintaxis, al lenguaje com o se­
m ántica o significado, esto es, volviéndose sobre sí m ism o com o realidad; y es así
com o el fuego es contracam b io de las cosas to d as, que en el nivel lógico inferior
están constituidas com o m últiples, sep arad as espacialm ente (y p e rp e tu am en te m o­
viéndose p o r tan to ) y distintas cu alitativam ente una de o tra , definidas la una por
negación de la o tra , p e ro que to d as en co n ju n to p u e d e n cam biarse, y d eb en , por
el dinero suprem o que a to d as las re p re se n ta , p o r la C osa de las cosas o R ealidad
en abstracto , esa R ealid ad que discernim os com o casam iento, forzoso, en tre la
esencia y la h abencia, el ser la cosa lo que es y el h a b e r de ella por acá o allá, así
com o a la inversa p u ed e esa R ealid ad en sí, y d eb e, cam biarse en cosas separadas
y diferentes.
C onviene, p o r ta n to , p rev en ir confusiones p o r excesiva sim plicidad cuando se
p lan tee a su vez la relación e n tre p y r y lógos, e n tre fuego y razón, dejándolos va­
gam ente identificarse y diciendo que este fuego es sim plem ente la razón o que la
razón es fuego: es a sab er, que ‘fu eg o ’ es ciertam en te un n o m b re de la razón, pero
precisam ente un nom bre: esto es, que fuego es la razón en cuanto nom b rad a o
denom inad a, y q u e la razó n , en cuanto se la n o m b ra y se la hace ser un significa­
do, es fuego; no es p o r ta n to el fuego la razón en cu anto está actuando o diciendo
(¿cóm o p o d ría serlo, cuando el proceso m ism o de contracam bio en tre el fuego y
las cosas separadas es u n a relación en acto, un acto de razó n ?), sino que sólo cuan­
do la razón, en contradicción consigo m ism a o cum pliendo su ley al q u eb ran ta rla,
se m ira y n o m b ra com o C osa (de las cosas to d as), se significa com o physis y se
presta así al ju eg o tem p o ral de la génesis o cam bio de unas cosas en otras y de
todas en u n a, sólo ento n ces la razón es fuego.
P or lo dem ás, que razón elija p ara sí m ism a este nom bre de p y r o fuego, ap a r­
te del prestigio religioso y tradicional de que está cargado el nom bre (recuérdese,
p or ejem p lo , que en los him nos m ás antiguos q u e conservam os en nuestras len ­
guas, los del R ig-Veda, la adoración de A g n is se p resen ta com o centro principal
de atención a la D ivinidad, única y m ultifo rm e), prestigio del que bien puede ra ­
zón hacer uso (com o lo hace del pro p io no m b re de theós o divinidad: v. n .“ 48),
aun sin fijarse en eso, parece claro que en el fuego se da, com o en ninguna o tra
aparición de la realid ad , la doble condición de, p o r un lado, ser una cosa sin ser
ninguna (ni siquiera u n a m ateria m en su rab le), y, p o r o tro , ser incapaz de p erm a­
nencia alguna, te n e r com o co n n atu ral consigo el m ovim iento y cam bio, y así p o ­
der servir com o re p re se n ta n te de las cosas en general y figuración de la génesis o
proceso a que su realización sep arad a las co n d en a a todas.
Q ue sea el fuego, p o r o tra p a rte , la realificación por excelencia de la razón o
Razón general 223

lenguaje, es algo que ya en la especulación m ítica se vislum braba bien, si atende­


m os especialm ente al hecho de qu e, cuando el titán P ro m eteo se lo ro b a a Z eus
p a ra los h o m b res y se lo lleva escondido en u n a caña hueca (H esiodo TD 50-52,
Theog. 566 s.), apen as p u ed e desoírse la alusión con ello a la laringe y al don de
lenguaje y razón q u e en ella late.
L o qu e desde luego no debía razón consentirnos seguir haciendo es en ten d er
el fuego com o u n a arché o principio ni com o un stoicheíon o elem ento de alguna
d o ctrina de C iencia prim itiva (physiologia) o de cosm ogonía: arché y stoicheíon
son conceptos co n v en ien tem en te fijados p o r filósofos o científicos (y especialm en­
te en A ristó teles, cu an d o se vuelve despectivam ente sobre el p en sam iento que le
preced ía), con el establecim iento m ism o de la Filosofía o C iencia, a fin de recluir
en opinión o creencia (m era elección sem ántica en la m en te de u n individuo con
nom bre pro p io ) aquello que p o d ía h ab er de d escubrim iento, de o b ra viva y nega­
tiva de las ideas d o m in an tes, en la actividad del p en sam iento no som etido todavía
a ser C iencia o Filosofía.

(f) H ippol. IX 10, 7 (post n.° 84) : λέγει δέ κ α ι φ ρ ό νιμ ο ν το ύ το είνα ι τό πΐιρ
κ α ί τή ς δ ιο ικ ή σ εω ς τώ ν όλω ν α ίτιο ν , κ α λ ε ίσ θ α ι δ ’ α ύ τό χρησμοσύνην κ α ί κ ό ­
ρ ο ν χρησμοσύνη δέ έστιν ή δ ια κό σ μ η σ ις κ α τ’ αυτό ν, ή δ 5 έκπύρ ω σ ις κ όρ ος (se­
quitur n." 80).

l.° ) H u c r e fe r r i fo r t , o p o r t e t S e x t. A d v . m ath. V I I I 127 : τ ο ν λ ό γ ο ν κ ρ ι τ ή ν τ ή ς ά λ η θ ε ί α ς


ά π ο φ α ί ν ε τ α ι , ο ύ τ ο ν ο ί ο ν δ ή π ο τ ε , ά λ λ α τ ο ν κ ο ι ν ό ν κ α ί θ ε ι ο ν , τ ί ς δ ’ έ σ τ ιν ο ύ τ ο ς , σ υ ν ι ό μ ω ς
ΰ π ο δ ε ι κ τ ε ο ν ' ά ρ έ σ κ ε ι γ ά ρ τ ώ φ υ σ ι κ φ τ ό π ε ρ ι έ χ ο ν η μ ά ς λ ο γ ι κ ό ν τ ε ο ν κ α ί φ ρ ε ν ή ρ ε ς , et
ib. V I I I 2 8 6 : ... τ ό μ ή ε ί ν α ι λ ο γ ι κ ό ν τ ό ν ά ν θ ρ ω π ο ν ( η . “ 8 ) μ ό ν ο ν δ ’ ύ π ά ρ χ ε ι ν φ ρ ε ν ή ρ ε ς
τ ό π ε ρ ιέ χ ο ν .
V ix q u o q u e A ë t . I I 2 0 , 16 : Η ρ ά κ λ ε ι τ ο ς κ α ί Έ κ α τ α ϊ ο ς ά ν α μ μ α ν ο ε ρ ό ν τ ό έ κ θ α λ ά σ σ η ς
ε ίν α ι τ ό ν ή λ ιο ν .
224 Razón común — Heraclito

2.°) Philo L eg u m all. I l l 7 (uideas am plius ad n.° 74) : .... Η ρ α κ λ ε ίτ ε ιο υ δόξης


έτα ϊρ ο ς, κόρ ο ν κ α ι χρησ μοσ ύ νην κ α ί εν τό π ά ν κ α ί π ά ν τ α αμ οιβή είσάγω ν.
Id. D e spec. leg. I 208 : ή δέ εις μέλη τοϋ ζ φ ο υ δια νομ ή δ η λο ί, ή το ι ώ ς εν τά
π ά ν τα ή ότι εξ ένός τε κ α ί εις έν, ό π ερ ο ί μέν κόρ ο ν κ α ί χρησμοσύνην έκάλησαν,
ο ί δ ’ έκπ ύρ ω σ ιν κ α ί δ ια κ ό σ μ η σ ιν , έκπ ύρ ω σ ιν μέν κ α τά τήν τού θ ερ μ ο ύ δ υ ν α σ ­
τεία ν τώ ν άλλω ν έ π ικ ρ α τή σ α ντο ς, δια κ ό σ μ η σ ιν δέ κ α τά τήν τώ ν τεττά ρ ω ν σ το ι­
χείω ν ισ ο νο μ ία ν, ήν ά ν τιδ ιδ ό α σ ιν άλλήλοις.
P lut. D e E 9, 389 c : έπ εί δ ’ ο ύ κ ίσ ο ς ό τώ ν π ερ ιό δ ω ν έν τ α ϊς μ ετα β ο λ α ϊς χρ όνος,
άλλά μείζω ν ό τή ς έτέρ α ς, ήν κ ό ρ ο ν κ α λ ο ϋ σ ιν, ό δέ τή ς χρησ μοσ ύνης έλάττω ν
κτλ.

I n H ip p o ly ti te x tu m : κ α λ ε ι σ θ α ι δ 5 α υ τ ό h a p lo g ra p h ia m q u o n d a m reso liien s s c r ib o : κ α λ ε ϊς
δ έ α υ τ ό co d . : κ α λ ε ϊ δ έ α υ τ ό edd. κ α τ ’ α υ τ ό ν : κ α τ ’ α υ τ ό iu re susp. S a u p p e .

© l.°) Inteligente el fuego 2.°) Carencia y saciedad.

© D e un breve tram o del pasaje de San H ipólito de que nos vienen tantas ci­
tas fidedignas, pod em o s acaso d educir que h ab ía en el libro de H eraclito, m ás o
m enos conexas, un p ar de fórm ulas com o éstas, que en tal caso habrían de ser de
este trance en que las pongo; p ero esta vez no nos ofrece H ipólito, com o las más
de las veces, la cita d irecta, sino in co rp o rad a a su p ropio texto y glosada con m a­
yor o m en o r tino: “Y dice tam b ién que intelectivo (p h ró n im o n ) es ese fuego y
causante de la adm inistración del to tal de las cosas to d as, y que él se llam a” (se ­
gún la en m ienda habitual “y lo llam a” ) “carencia y saciedad. Y carencia es la o r­
denación del m undo ( d ia kó sm ésis) según él (e .e . H eraclito ; pero con la co rrec­
ción prob ab le de Sau p p e, sería “según él” e .e . el fu eg o) y la deflagración ( ek p yró -
sis) saciedad” . Pese a lo indirecto de la cita, pienso que la presencia de algo com o
la fórm ula 1.a la ratifican referencias com o la de Sexto E m pírico (“Y a la razón
la declara ju ez de la v erd ad , no una razón com o q u iera, sino la com ún y divina.
P ero quién es ésa, hay que indicarlo brev em en te: que es que le place al científico
(p h y sik ó i) que lo que nos ro d ea (p e rié c h o n ) sea racional ( lo g ik ó n ) e intelectivo
(phrenéres) ” ; y vuelve en el libro siguiente: “Y con to d o , ex presam ente dice H e ­
raclito aquello de que no es racional el h o m b re (v. n.° 8) y que lo único que hay
inteligente (phrenéres) es lo que ro d e a ”), d o n d e, p or un lado, la razón se id e n ti­
fica con el ám bito circu n d an te, que ha de ser, ya u no o ya cosas m últiples, el fu e­
go o aparición o b jetiv a de lógos (v. al n.° 74), y p o r o tro lado, a eso circundante
se le aplica un A d j. phrenéres sem ejan te en raíz y significado al p h ró n im o n que
pone San H ipólito; y h asta un eco, rem o to , de esa racionalidad del o b jeto podría
Razón general 225

hallarse en la confusa dóxa que conserva A ecio: “H eraclito y H ec ate o (¿es posi­
ble que el h istoriógrafo H ec a te o de M ileto o el de A b d e ra se desviara a tales es­
peculaciones, o hay u n e rro r b ajo ese n o m b re ? ), que u n encendim iento ideativo
( n o e r ó n ) , el p ro c e d e n te del m ar, es el sol” . E n cuanto a la p a rte 2 .a, lo que H i­
pólito hace, m uy co n tra su costum bre en las citas heraclitanas, de glosar la “ca­
rencia y sacied ad ” (chrésm osyne ka i kóros) con las dos fases cósm icas de diakósm é-
sis y ekpyrósis, organización de un m undo de cosas m últiples y a su vez subsun-
ción de to d as en el fuego, no es m ás que adopción m aquinal de u n tópico que co­
rría p o r d o q u iera en el gentry-lore im perial acerca del asunto; del que d an testi­
m onio los p asajes de F ilón, no ta n to el citado al n.° 74, que term in a en “ ... cofra­
de de la d o ctrin a h eraclitea, introd u cien d o ‘saciedad y caren cia’ y ‘una sola cosa
el to d o ’ y ‘todas p o r alte rn a c ió n ’” , p ero sí el del D e las leyes particulares, que reza:
“P ero la distribución en m iem bros del ser vivo declara o bien cóm o una sola cosa
todas o que de u n a sola y a u n a sola, que es lo que los unos llam aron saciedad y
carencia, los o tro s deflagración y distribución en o rden, deflagración en virtud de
la dom inación de lo cálido, que se ha im puesto sobre los dem ás principios, y dis­
tribución en o rd en según la ley de igualdad fiso n o m ía ) de los cu atro elem entos,
que los unos a los o tro s se co n ced en ” (no hace m ás que ro zar el tópico P lutarco,
cuando en su D e la E, a p ropósito de la organización ritual del año, dice “Pero,
com o no es igual el tiem po de los ciclos en los cam bios (m e ta b o la ís), sino m ayor
el del uno, que llam an saciedad, y el de la carencia m e n o r...”), con lo cual tene­
m os más que suficiente p a ra reco n o cer que la doctrina de la diakósm ésis y
ekpyrósis, que era n o to riam en te estoica (con m ás o m enos em peño que los m aes­
tros de la E sto a h u b ieran tenido en atribuirle un fundam ento h eracliteo ), se ha
colado en n u estra tradición com o un desarrollo y trivialización de la fórm ula del
libro de H eraclito en que el fuego se llam a sencillam ente carencia y saciedad, y
que no hay m otivo p a ra atrib u ir a este trance del libro (ni a ninguno o tro ) una
doctrina científica de conflagración periódica.
Lo que pued e pués darse razo n ab lem en te com o vestigio de lo que el libro te­
nía en este tran ce es que del fuego se decía que es carencia y saciedad y con ello
por tan to se le igualaba en acto con la ley m ism a de contradicción, que se m ani­
fiesta, en tre o tro s m odos, com o synállaxis de pares de térm inos contradictorios
(cfr. el n .“ 48 ‘h am bre / sacied ad ’), y que co n secu entem ente, seguram ente en el
m ism o paso, se declarab a ex presam ente que el fuego de que se estaba hablando
era un fuego lógico, racional o intelectivo, n atu ralm en te, puesto que es el fuego
de la razó n , que lo m ism o obliga, por análisis, a las cosas a diferenciarse una de
o tra (donde la u n a en la negación de la o tra en cu en tra su propia id en tid ad ), como
igualm ente, p o r síntesis, anula la contradicción de una con o tra, y un paso más
allá, la diferencia a su vez en tre las varias p arejas de contrarios, com o siendo to ­
das ejem plos de una m ism a ley, y de ese m odo (lo que en la versión cosm ogónica
de los estoicos sería la ekpyrósis) hace que la R ealidad to d a aparezca com o indis­
tinta y una. P ero no p o r ello olvidem os tam poco (v. al n.° 74) que tam poco es jus­
to decir que p y r sim plem ente sea lógos, el fuego la razón, sino sólo que es la de­
nom inación electa de la razón, lo que es razón cuando se considera a sí misma
com o real.
226 Razón común — Heraclito

76 31 (L·) D-K

P V F ^ ΤΡΟΡΛΓ PN¿TO)í 4ΛΑΑ^Α ,


❖ Λ Λ Λ ^ Η } ΔΕ Γ·Φ· ΜΕΝ ΗΜΙ^Υ ΓΗ ,
Τ< > Δ Ϊ fiMI^V PPH^THf· .

0 Clem . Strom . V 14 {post η.° 81) : ό τι δέ κ α ι γενη τόν α υ τό ν είν α ι έδογμά -


τιζε ν , μηνύει τά έ π ιφ ερ ό μ εν α ' « π υρ ό ς .... π ρησ τήρ». δ υ ν ά μ ει γά ρ λέγει ό τι π υρ
ύ π ό του δ ιο ικ ο ΰ ν το ς λόγου κ α ι θ εο ύ τά σ ύ μ π α ντα δ ι’ ά έ ρ ο ς τρ έ π ετ α ι εις ύγρόν
τό σπέρμ α τή ς δ ια κο σ μ ή σ εω ς, ο κ α λεϊ θ ά λ α σ σ α ν ' έκ δέ τούτου α ύ θ ις γ ίγ ν ετ α ι
γή κ α ί ο υ ρ α ν ό ς κ α ί τα έμπ εριεχό μ ενα .
E adem apud E us. Praep. Εν. X III 13, 62.

C fr. A r s t t . P r o b i. 9 3 4 b 3 4 : τ ό γ ά ρ α λ μ υ ρ ό ν (s c ii, ΰ δ ω ρ ) θ ε ρ μ ό τ ε ρ ο ν τ ο υ π ο τ ί μ ο υ . δ ι ό
κ α ί φ α σ ί τ ιν ε ς τ ώ ν ή ρ α κ λ ε ιτ ιζ ό ν τ ω ν έκ μ έν τ ο υ π ο τ ίμ ο υ ξ η ρ α ιν ο μ έ ν ο υ κ α ί π η γ ν υ μ έ ν ο υ
λ ίθ ο υ ς γ ίγ ν ε σ θ α ι κ α ί γ ή ν , έκ δ έ τ ή ς θ α λ ά τ τ η ς τ ό ν ή λ ιο ν ά ν α θ υ μ ιά σ θ α ι.
E t Z e n o S to ic , sec. A t . D i d . a p u d S t o b . E e l. I 17, 3 : Ζ ή ν ω ν α δ έ ο ύ τ ω ς ά π ο ( ρ α ί ν ε σ θ α ι
δ ι α ρ ρ ή δ η ν ' τ ο ι α ύ τ η ν δ έ δ ε ή σ ε ι ε ί ν α ι έ ν π ε ρ ι ό δ ω τ ή ν τ ο υ ό λ ο υ δ ι.α κ ό σ μ η σ ιν έ κ τ ή ς ο υ σ ί α ς ,
ό τ α ν έκ π υ ρ ό ς τ ρ ο π ή ε ις ϋ δ ω ρ δ ι 5 ά έ ρ ο ς γ έ ν η τ α ι, τ ό μ έν τ ι ΰ φ ίσ τ α σ θ α ι κ α ί γ ή ν σ υ ν ίσ -
τ α σ θ α ι, έκ τ ο ύ λ ο ιπ ο ϋ δ έ τ ό μ έν δ ια μ έ ν ε ιν ϋ δ ω ρ , έκ δ έ τ ο ϋ ά τ μ ιζ ο μ έ ν ο υ ά έ ρ α γ ίγ ν ε σ θ α ι,
έκ τ ίν ο ς δ έ το ϋ ά έ ρ ο ς π ϋ ρ έ ξ ά π τ ε ιν .
E t L u c r . I 7 8 2 ss. : q u i n e t i a m r e p e t u n t {s c ii. S to ic i u el h era clitiz a n tes , h a u d q u a q u a m H e ­
ra clitu s, de q u o uideas a d n ." 7 4 ) a c a e lo a t q u e ig n ib u s e iu s , e t p r im u m f a c iu n t u n d a m se
u e r t e r e in a u r a s a e r i s , h in c ig n e m g ig n i, t e r r a m q u e c r e a r i e x ig n i, r e t r o q u e in t e r r a m c u n c t a
r e u e r t i , u m o r e m p r i m u m , p o s t a e r a , d e i n d e c a l o r e m , n e c c e s s a r e h a e c i n t e r se m u t a r e , m e a ­
r e a c a e lo a d t e r r a m , d e t e r r a a d s i d e r a m u n d i.

A d C lem en tis E u s e b iq u e te x tu m : ό τ ι τ ό π ϋ ρ .... ο υ ρ α ν ό ς κ α ί γ ή E u s .


A d D io g e n is : έ ξ ά π τ ε σ θ α ι D ie ls co rrig e b a t.
A d L u c r e ti: u n d a m s c r ib o : ig n e m co d d . ig n e m g ig n i . . . . e x ig n i . . . i n te rra m
co d d . : im b r e m g .........e x im b r i . . . . a t e r r a : p o s t M a r . edd.

© VUELTAS DE FUEGO, LO PRIMERO MAR, Y DE


MAR A SU VEZ, LA UNA MITAD TIERRA, Y LA OTRA
MITAD TORMENTA.
Razón general 227

© N o d eja el frag m en to de cargar con algo de sospecha, p e ro m ás bien por


las interp retacio n es cosm ogónicas que ya desde los citadores antiguos se le cuel­
gan: así en San C lem ente: “p ero que sostenía que es nacido y p e re c e d ero , lo re ­
velan las siguientes p alabras: ‘vueltas ... to rm e n ta ’. Pues en substancia viene a d e­
cir que el fuego, p o r o b ra de la razón y dios que adm inistra el co n ju n to de todas
las cosas, pasan d o p o r aire se vuelve en hú m ed o , lo que es com o sim iente de la
o rd enació n del m u n d o , a lo que llam a m ar, y de ése a su vez se en g en d ra tierra
y cielo y lo que él con tien e ( tá em periechóm ena) ” . Tales especies de cosm ogonías
son las que en co n tram o s ya en los P roblem as de A ristóteles atribuidas a los “he-
raclitizantes ( h erakleitízontes) ” : “pues el agua salada es m ás caliente que la p o ­
table. Q u e es tam b ién p o r lo que dicen algunos de los heraclitizantes que de la
po tab le, desecada y c u ajad a, nacen p iedras y tie rra , en ta n to que del m ar sale por
exhalación el sol” ; y después se rep iten p a ra los estoicos, com o en el pasaje dado
en © : “ ... y que Z e n ó n así declarab a expresam ente; y que tal p o r necesidad se
produce en ciclo la o rd en ació n del to d o a p a rtir de la esencia, que, cuando del
fuego viene a d arse u n a v uelta en agua pasan d o p o r aire , algo de ello subsista y
se constituya en tie rra , m ientras que del resto , lo uno p erm anezca agua, pero de
lo ev apo rad o se haga aire, y de algo del aire p ren d a fu eg o ” ; y en fin, en el paso
de L ucrecio, dirigido p o r cierto no co n tra H eraclito (contra quien el poem a se ha
lanzado en un trozo a n te rio r, que hem os visto al n.° 74), sino co n tra los que sos­
tienen los C u atro E lem en to s, y aquí seguram ente tam bién los estoicos, nunca di­
rectam en te m encionados en el poem a. “Q u é, y aun van a buscar desde el cielo y
de sus lum breras, / y lo p rim ero hacen ya que la onda en aura se vuelva / de aire,
de aquí que el fuego se en g en d re y se críe la tierra / del fuego, y en tierra al revés
que todo se reco n v ierta / prim ero lo húm edo, el aire después, ya la cálida fuer­
za, / y que n ad a se p a re en tre sí de m u d ar y an d ar su ca rrera / del cielo al suelo
terren o , del suelo a las altas estrellas” ; do n d e, pese a un cierto enrevesam iento
de las fórm ulas (y hay algún e rro r en los M SS, que los editores suelen corregir de
o tro m odo que el que ahí ofrezco), se ve bien que se tra ta igualm ente de la his­
toria del ciclo cosm ogónico, e lab o rad a p o r los heraclitizantes y los estoicos, con
incluso alusión a lo del cam ino arrib a/ab ajo re in te rp re tad o com o los dos sentidos
de ese ciclo. A sí q u e, en sum a, la actitud que m e parece razonable es reconocer,
desde luego, la glosa de San C lem ente com o im puesta p o r esa tradición bien co­
nocida, p ero sin que ello nos obligue a desconfiar de la cita m ism a, sino reconocer
que aquí, com o en la cita de los otros pasos antes y después de éste (n.os 81 y 78),
sin duda cercanos en el libro de H eraclito , que tenem os sobrados m otivos para
creer que el santo d o cto r tenía en tre las m anos, no hizo sino copiar de él ho­
nestam en te.
Son pués este p asaje del libro y los dos siguientes los que han tenido princi­
palm ente la culpa del desarrollo de una cosm ogonía heraclitana (y los filósofos es­
toicos, llevados de su m ism a aguda adm iración de H eraclito y de su gusto en con­
siderarlo lejan o an teceso r suyo, fueron los que m ás fijaro n la idea y contribuye­
ron a la confusión), con el consiguiente filosofam iento, conversión en térm inos
científicos o referen tes sin más a la R ealid ad , de térm inos com o éste de tropaí ‘vuel­
ta s’ (cfr. en n.° 74 el de antam oibé ‘co n tracam b io ’), que se usa aq u í con un signi-
228 Razón común — Heraclito

fícado ni p u ram en te lógico o lingüístico (com o tropos ‘tro p o ’ en R etórica) ni p ro ­


p iam en te real, sino am bas cosas ju n ta m e n te , com o co rresp o n d e a u n a Física que
es una Lógica, y q u e, al en te n d e rse com o ‘tran sfo rm ació n ’ real in d ep en d ien te del
lenguaje, se trivializa y q u ed a p re p a ra d o p a ra su asim ilación al m undo de las ideas.
Lo que de p o r sí dice la sentencia, lib erán d o la de sus in te rp re ta d o res, ya puede
el lector — confío— irlo ley en d o con u n a relativ a desnudez y desprevención: ‘fu e­
g o’ es, com o hem os visto, el n o m b re elegido p o r la razón p a ra denom inarse a sí
m ism a en cuanto se m anifiesta com o R ealid ad ; ah o ra b ien, esa realidad m ism a no
sería racional si no fuese co n trad icto ria; y así, au n q ue p o r un lado h a de ser to d a
ella una y la m ism a, fuego p o r así decir, p o r o tro lado, h a de ser m últiple y p re ­
sentarse com o cosas d iferen tes; p a ra lo cual el n o m b re ‘fu eg o ’ ha de sufrir un tro ­
po o conversión que lo haga ap arecer com o o tro n o m bre con trap u esto con el p ri­
m ero , sea el n o m b re ‘m a r’; tro p o , p o r supuesto, que no es m era retó rica tam p o ­
co, sino que hace que el fuego, ese p alp itar de la razón en cuanto estando aquí y
a la vez d eján d o se d en o m in ar, que es to d a la realid ad , se perciba en p arte com o
otro m odo de palp itació n , com o agua y m ar, q u e cum ple bien la condición de ser
lo m ism o que fuego y lo co n trario (y es fiel a razón el arte poética de V aléry:
“m idi le ju ste y com pose de feux / la m er, la m er, to u jo u rs reco m m en cée”). A h o ra
b ien , ‘m a r’ a su vez es un n o m b re que se p a rte , p o r tro p o rea l, en dos con trap u es­
tos, en cuanto que es la m ar, p o r un lad o , el lugar de la estabilidad, llanura y h o ­
rizontalidad (así e n tre los rom anos aequor, la llan ura p o r excelencia; y tam bién
cam ino, com o en eslavo pqti, o p u e n te , com o en lat. po n s, lo que es en gr. o tro
nom bre del m ar, p o n to s), y es, p o r el o tro lad o , el lugar de la intranquilidad y
desconcierto, de las tro m b as y tem pestades: así que ‘m a r’ q u e rrá decir, por lo p ri­
m ero, tie rra , y p o r lo segundo q u e rrá decir préstér, el n om bre raro y preciso que
la razón ha elegido (de u n a raíz verbal preH , que significa ju n ta m e n te ‘in cendiar’
y ‘soplar (de v ie n to )’), p a ra aludir al n u b arró n y aire bochornoso, cargado de r e ­
lám pagos. A sí, hasta el segundo m o m en to dialéctico de las tropaí o vueltas, que
hacen que la realidad racional o fuego, después de un prim er desdoblam iento por
antítesis, se desdoble nuev am en te p o r antítesis en cada uno de los dos térm inos
(aquí sólo se m enciona el ram o ‘m a r’), y así sucesivam ente — se nos deja sugeri­
do— por cada nuevo d escubrim iento de la contradicción en la unidad de un sig­
nificado (y de la cosa co rresp o n d ien te), se va co nstituyendo la aparición m últiple
y diferenciada de la R ealid ad , sin que p o r ello, a través de todos los tro p o s o vuel­
tas, deje la R ealid ad toda de ser fuego o razón d en om inada.
Razón general 229

76 D -K 7 7

f) ?H I m T*N ΓΗ^ $Ali4T«)f W AHF


<:ΗΙ Τ$Ν W ¿ $ ^ΑΚΛΓοΗ' VA4W*ttl
■V . > ' . / A \
ΤνΊΊ AEfO^· ❖ΛΜΛΤό-Ν', ΓΗ ΡΝ ΥΔΑ^.
.£) ΓΗ £ VÁHAToj Ÿ A W ΓΕΚΕ^ΑΓ Μ\
νΆΛΤ<>> $ÁNATO$ ÁÉPA ΓΕΜ Ε^ΑΙ,
ΚΑΙ Á É K ^ P V f ' ΚΑΙ E M P A K W
y) m < H ^án-at^ i í h , ιαι
AÉK>¿ W Æ R ^ VAAT! Γ Ε Ν Ε ^ .

© 1.“) M ax. T yr. IV 4 h : σ κ ό π ει κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν « θ εο ί .... α θ ά να το ι»


(η .° 67} .... X L I 4 i : ό ρ ά ς ούν αλλαγήν ό δ ώ ν άνω κ α ί κ ά τω κ α τά τόν Ή ρ ά κ - ·
λ ε ιτ ο ν κ α ί α ύ θ ις αύ « ζώ ντα ς ... ζω ήν» (π.° 6 7 ). «ζή .... ϋδα τος».

2.°) M arc. A u r. IV 46, 1 : α ε ί του Η ρ α κ λ ε ίτ ε ιο υ μ εμ νή σ θα ι, ότι «γής .... εμ-


π α λιν» (sequontur n .os 117, 9, 100).

3.") Plut. D e E 18, 392 c : άλλ5 ήμ εΐς ενα φ ο β ο ύ μ εθ α γ ελο ίω ς θ ά ν α τ ο ν , ήδη το-
σ ούτου ς τεθ ν η κ ό τες κ α ί θ ν ή σ κ ο ν τες' ού γ ά ρ μ όνον, ώς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς έλεγε,
«π υρ ός .... ύ δ α τ ι γένεσ ις» , άλλ5 ετι σ αφ έσ τερον επ ’ α ύτώ ν ημ ώ ν κτλ.
E t Id. D e prim . frig. 10, 949 a : επεί δ ’ ή φ θ ο ρ ά μεταβολή τίς έστι τώ ν φ θ ειρ ο -
μένω ν εις το ύ ν α ν τίο ν έκάσ τω , σ κοπώ μ εν εί κ αλώ ς εϊρ η τα ι τό «πυρός θ ά ν α τ ο ς
άέρ ο ς γένεσ ις» ' θ ν ή σ κ ε ι γά ρ κ α ί π ύ ρ ώ σ περ ζώ ο ν, ή β ία σβεννύμενον ή δ ι’ αυτού
μ αραινόμενον.

C fr. et ad n.“ 111.

© 1.°) Fort, sic exp lendum : ... γ ή ς θ ά ν α τ ο ν ( , γή ζή τό ν π υ ρ ό ς θ ά ν α τ ο ν )

3.°) Itidem fo rt, a d fin e m : ύ δ α τ ι γένεσ ις ( , ύ δ α τ ο ς γ ή ) άέρ ι : άέρος D e


prim . frig.
230 Razón común — Heraclito

© 1.°) VIVE EL FUEGO LA MUERTE DE LA TIERRA;


TAMBIÉN EL AIRE VIVE LA MUERTE DEL FUEGO. EL
AGUA VIVE LA MUERTE DEL AIRE, LA TIERRA LA
DEL AGUA. 2.°) MUERTE DE LA TIERRA EL HACER­
SE AGUA; TAMBIÉN MUERTE DEL AGUA EL HACERSE
AIRE, Y DEL A IR E (EL HACERSE) FUEGO; Y AL R E ­
VÉS: 3.°) MUERTE DEL FUEGO, GENERACIÓN PARA
EL AIRE; Y MUERTE DEL AIRE, GENERACIÓN PARA EL
AGUA.

© Es ciertam en te poco p ro b ab le que este hilv an am iento de tres citas re p ro ­


duzca fielm ente el discurso que aquí siguiera el libro: la p a rte 1.a, debida a M áxi­
m o de T iro, tiene visos, au n q u e no venga de p rim era m an o , de tran sm itir una cita
literal; en cu an to a M arco A u relio , a quien debem os la p a rte 2 .a, y P lutarco, a
quien la 3 .a, no son de estim ar e n tre los m ás seguros guardianes de la fidelidad al
tex to , pero tam poco son de los m ás d esaprensivos, y de am bos podem os contar
con que h abían alguna vez consultado el libro (o al m enos extractos literales de
él) y habían conservado notas de p asajes que les in teresab an . A sí q u e, en sum a,
y com o po r o tra p a rte p u ed en apreciarse en las sentencias, tal com o se nos tra n s­
m iten, algunos rasgos de b u en a sintaxis h eraclitan a, p refiero desechar la sospecha
de que las p artes 2 .a y 3 .a sean citas m uy libres de lo m ism o que la p a rte 1.a, o
que al m enos 2 .a y 3 .a sean diversas alteraciones de un m ism o texto original, y p re ­
sentar así el co n ju n to com o un recu erd o al m enos relativam ente fiel de lo que en
el libro hubiera.
M áxim o e n h e b ra la cita de la 1.a sin in term isión tras la que hace del n.° 67 (v.
allí el co n tex to ), p ero eso le ha venido sin d uda sugerido p o r m era asociación ver­
bal (aunque no d eb e desoírse la resonancia que en este uso de ‘vida’ y ‘m u e rte ’
razón buscaba con lo que en aquel lugar hab ía dicho); p o r su p a rte , M arco A u ­
relio introduce la cita de 2 .a con “S iem pre g u ard ar m em oria del dicho heracliteo
de que ‘m u erte de la tie rra ... y al rev és’, añ ad ien d o en fila y sin m ás ilación la
de los n .os 117, 9 y 100; en cuanto a P lu tarco , en su D e la E que hay en D elfos
saca así la cita: “P ero n o so tro s una sola m u erte rid icu lam ente tem em os, habiendo
ya m u erto y estan d o m u rien d o tan tas: pues no sólo, com o H eraclito decía, ‘m u er­
te del fuego ... p a ra el ag u a’, sino que aún m ás claram ente en nosotros mismos
. . . ” ; y en su D el frío originario vuelve a citar la p rim era porción de 3 .a con a lte ­
ración de un caso: “M as, com o la destrucción es u n a cierta alteración de los seres
que se destruyen en lo que es co n trario p a ra cada u n o , exam inem os si está bien
dicho lo de ‘m u erte del fuego, generación del a ire ’: pues m uere tam bién el fuego
com o un anim al, ya ap agado p o r fuerza o ya consum iéndose p o r sí m ism o” .
Leyendo pués así este paso del discurso, lo p rim ero que hay que te n e r en cuen­
ta p a ra en te n d e r lim piam ente y librarlo de la carga de que esté contando una his-
Razón general 231

to ría de la evolución del m u n d o , con su períodos o ciclo evolutivo y sus dos se n ­


tidos de d esarro llo , cam ino arrib a y cam ino ab ajo , el de la rarefacción y el de la
condensación, q u e fu ero n ya segu ram en te las in terp retacio n es de los heraclitizan-
tes y sin d u d a las de los estoicos, es re c o rd a r que los nom bres y form as de rea li­
dad con que aq u í se ju eg a d eb en fo rm ar, en el uso hab itu al del lenguaje, synallá-
xies o p a re ja s an titéticas, de tal m a n e ra qu e, p u d ien do funcionar el u n o como n e ­
gación del o tro , al m enos en alguna form ulación lingüística, y servir la negación
del uno com o definición o constitución del o tro , se conjuguen debidam ente p a ra
decir lo que razó n aq u í q u iere, q u e es revelarse a sí m ism a en la constitución de
la R ealid ad . A sí, en efecto , vive el fuego la m u erte de la tie rra , esto es, que la
negación o desap arició n de los rasgos de ‘m acizo’ y de ‘e sta b le ’ o ‘in e rte ’ para la
realidad le devuelve su vida com o p u ro fuego, inasible, p e rp etu a m e n te inestable,
activo (cabe sospechar, p ero no es in evitable, que en la cita se haya p erdido a c o n ­
tinuación la fó rm u la inversa: pues es tam b ién la negación de esos rasgos del fuego
lo que hace a la re a lid a d a p arecer com o tie rra ); p ero tam b ién se p u ed e decir que
es el aire (üér, el aire y cielo inferior o de las nubes, p o r oposición al cielo de las
estrellas) el que vive la m u erte del fuego, en cuanto que funciona tam bién una a n ­
títesis ‘fuego / a ire ’, p .e j. en el sentido de ‘ard ien te / no a rd ie n te ’ y a cada paso
q u eda m u erto el fuego en fo rm a de aire frío (com o d esaparece el aire respirable
cuando lo invade el fuego), de m odo que tam bién la negación del fuego p u eda
constituir la realid ad del aire; y p o r m odo sem ejan te, p u diendo ju g a r ‘a g u a ’ en o p o ­
sición, com o se dice en F onología, privativa con ‘a ire ’, p .ej. en cuanto ‘húm edo /
seco’ (con la substancia com ún ‘flú id o ’ p o r ejem p lo ), vivirá el agua la m uerte o
negación del aire (y viceversa); y así tam b ién , haciendo mil veces oposición ‘tie ­
rr a ’ con ‘a g u a’, p .e j. com o ‘sólido / flú id o ’, p o d rá la tierra vivir la negación del
agua (y viceversa). A sí resulta (p arte 2 .a) que la tie rra deja de ser tie rra cuando
las notas de ‘h u m e d a d ’ son tan notorias que hay que llam arla agua; y m uere el
agua cuando se hace tan seca que debe llam arse aire, y deja el aire de ser aire
cuando, de p u ro ard ie n te , hay que llam arlo fuego; de m anera que la negación de
lo uno es constitución de lo o tro ; y tam bién en sentido inverso (parte 3 .a), la d es­
aparición o negación de ‘fuego’ es aparición y denom inación de ‘aire’; y la n eg a­
ción de ‘a ire ’ es o tras veces aparición del agua (tal vez, pero no im prescindible­
m en te, se ha p erd id o u n a últim a cláusula q u e dijera que la negación del agua es
surgim iento de la tierra).
E n fin, com o ve el ingenuo lector, una ilación de fórm ulas lo m ás adecuada
para desan im ar a los p o sterio res filosofantes o h istoriadores del pensam iento de
in te n tar re o rd e n a rla com o u n a historia de la evolución cíclica del m undo pasando
p o r sus cu atro elem en to s, p o r vía sucesivam ente de rarefacción y de condensa­
ción. P ero esa tra b a jo sa reo rd en ació n es la que se p ro d u jo ya desde los antiguos
y se ha ratificado en los m odernos: cualq u ier cosa an tes que oír una denuncia de
razón que p one al descu b ierto su p ro p ia in tervención, com o lenguaje, en la cons­
titución de la R ea lid a d , que es la intervención que la C iencia o Filosofía debe ig­
n o ra r (ignorán d o se ella m ism a com o un caso de len guaje) a fin de p o d e r consti­
tuirse y p ro g resar com o tal C iencia (de la R ealid ad ) o Filosofía.
232 Razón común — Heraclito

78 31 (2.a) D -K

4Μ Λ&Α AUXÉETCI, K.AI ΜΕΤ?ΕΕΓλΙ í\ j


τ<>Μ AVT<>H Λ^ΓΟΚ, ¿K t f o j
ñn Η ΓΕ/ίέ^4ΑΙ ^ Λ Λ Α ^ Α * ΓΗ fVT-
ΧέεΤΑί, ΚΑΙ MEirÉETAl EÎ* W ^VT^fT
Α<>ΓοΗτ S* Η Γ ε Ν ϊ^ ΓΗ .

© Clem . Strom . V 14 (post n.° 76) : ό π ω ς δέ π ά λ ιν ά ν α λ α μ β ά νετα ι κ α ί έκπυ-


ρ ο ύ τα ι, σ α φ ώ ς δ ιά το ύ τω ν δ η λ ο ϊ' «-θάλασσα .... γή». ο μ ο ίω ς κ α ι π ε ρ ί τώ ν άλλω ν
σ τοιχείω ν τά α υ τά . π α ρ α π λ ή σ ια το ΰτω κ α ί ο ί έλλο γιμ ώ τα το ι τώ ν Σ τω ϊκ ώ ν δογ-
μ α τίζο υ σ ι π ε ρ ί τε έκπ υ ρ ώ σ εω ς δ ια λ α μ β ά νο ντες κ α ί κόσμου δ ιο ικ ή σ εω ς κ α ί του
ιδ ίω ς π ο ιο υ κόσμου τε κ α ί ά ν θ ρ ώ π ο υ κ α ί τή ς τώ ν ήμ ετέρω ν ψ υ χώ ν έπ ιδ ια μ ο νή ς.

V n d e E u s . P ra e p . Ε ν . X I I I 1 3, 6 2 : ό π ω ς . . . . δ η λ ο ϊ ' « θ ά λ α σ σ α . . . . γ ε ν έ σ θ α ι » . ο μ ο ί ω ς . ...
έ π ιδ ια μ ο ν ή ς .

© ( ϊ ή ) θ ά λ α σ σ α B u rn e t, K ranz, M arcovich π ρ ό σ θ ε ν E us. : πρ ώ τον


Clem . (θ ά λ α σ σ α , γή ... γ ε ν έ σ θ α ι) restituo ex haplographia (quae iam,
puto, ibi interuenerat unde Clem entis locum E usebius exscripsit, quippe qui illud
γή exinde inintelligibile prorsus suppressit) γή p o st γ εν έσ θ α ι om . Eus. :
γήν Schuster, B rieger.

© MAR SE DIFUNDE, Y SE MIDE A LA MISMA RAZÓN


TAL CUAL ANTES ERA DE VENIR A SER (MAR. TIE­
RRA SE CONFUNDE, Y SE MIDE A LA MISMA RAZÓN
TAL CUAL ANTES ERA DE VENIR A SER) TIERRA.

© C onservado sólo, con el n.° 81 y el 76, en los Strom ata o Centones de San
C lem ente (y en la copia que del m ism o hizo E u seb io en su Preparación evangéli­
ca), con esta intro d u cció n y co m entario: “P ero cóm o a su vez se recoge y se re ­
duce a fuego (e k p ÿ r o û ta i), claram en te p o r m edio de aquellas palabras lo m ani­
Razón general 233

fiesta: ‘m ar ... tie rra ’; igual tam bién acerca de los o tros elem entos la m ism a cosa.
C reencias tam b ién m uy sem ejan tes a las de él so stienen los m ás renom brados de
los estoicos, d esarro llán d o lo a p ro p ó sito de la deflagración (ek p y rosis) y adm inis­
tración del m u n d o y de cada m undo y h o m b re en p articu lar y de la perseveración
de n u estras alm as” ; copiado to d o ello tal cual en E u se b io , salvo que, al final de
la cita de H eraclito , h a suprim ido la p alab ra “tie rra ” , que sin duda le resultaba
ininteligible; y lo es, en efecto, p ese a los equilibrios de los estudiosos (m uestra
de la dificultad se ve en las correcciones p ro p u estas que registro en © , añadir un
gé al com ienzo, q u e hace decir “la tie rra se d erram a m a r” , etc., o en m endar el gé
del final en gên, p a ra que se lea “ ... antes de que la tie rra llegara a se r”); el texto
que doy se funda en su p o n er que u n copista del texto de C lem ente com etió una
haplografía, m uy explicable en tre los dos m iem bros casi iguales, y salto del “ ...
llegar a ser (m a r” al “ ... llegar a se r) tie rra ” ; el “igual tam bién para los otros ele­
m en to s” que San C lem en te añade sugiere que en el original la fórm ula se rep etía
aún m ás veces. L o m ás ex trañ o es que a p o rte San C lem ente tal texto com o p e n ­
sando qu e “c la ra m e n te ” se refiere a la ekpyrósis o deflagración (aunque si en el
original ap arecía, com o se p ro p o n e en mi restitución, p a ra la fórm ula de la tierra
el verbo synchéetai, que p ro p ia m e n te , p o r oposición al diachéetai del m ar, signi­
fica “se co n -fu n d e” o “se con g lo m era” , p ero que se u saba n o rm alm ente con el v a­
lor de “se tra sto rn a ” , “se d e sb a ra ta ” , ello podía h aberle dado una sugerencia de
alusión a la destrucción apocalíptica); claro que ello, p o r otra p a rte , perm ite una
razonable deducción negativa sobre el libro de H eraclito , ya q u e, siendo evidente
el interés que el san to P ad re tenía en hallar en él algo que declarase la doctrina
de la deflagración o destrucción del m undo p o r el fuego, estoica ciertam ente y bas­
tan te cristianizada, no debió de d ar con nada m ejo r que tal pasaje.
L iberados ya noso tro s de tales intenciones asim ilatorias, encontram os en el tex­
to preciosas indicaciones sobre el ju eg o de los nom bres de las cosas (o m aterias)
con la razón y sobre la relación a su vez con la noción de ‘m e d id a’ que aquí ap a­
rece y vuelve en los n .os 79 y 80. V iene el m ar a ser m ar y com o m ar se derram a
por do q u iera, com o a su ser de agua corresp o n d e; o bien, com o tam bién puede
leerse, ello, la realid ad de las realidades o fuego, viene a hacerse m ar y tom a las
notas o cualidades de agua; y asim ism o, a su vez, la tie rra se conglom era en tie ­
rra, o ello se hace tierra y recibe en sí las cualidades o notas de ser tierra; y sin
em bargo, esas apariciones bajo nom bres y m odos d iferentes de realidad no quitan
para que p u eda y d eb a m edirse según la m ism a cuenta y razón que regía, siem pre
la m ism a, antes de que ello apareciese com o m ar o com o tierra: es decir que la
tie rra, en cuanto cu an tía nu m erab le, se m ide con los mism os m ódulos, se com pu­
ta en igual m o n ed a, cu an d o es tie rra que cuando no es tierra; y lo m ism o el m ar
y los otros m odos posibles de m ateria, de apariciones de la realidad: en oposición
a las diferencias cualitativas o sem ánticas que p u ed en separarlos, los cuantifica-
dores. y especialm ente los n úm eros, que d eben d ar razón de su cuantía son exac­
tam ente los m ism os p ara ello com o aire que com o agua o com o oro o com o nube,
y m ás aún , los m ism os p ara ello que p ara la falta de ello (com o si se estuviera con­
tando con los n úm eros negativos de la m atem ática m o d ern a), pues que con los mis­
mos núm eros se dice la h a rtu ra que el h am b re, la cuenca vacía que la cuenca plena.
Lo que este d escubrim iento de razón form ula principalm ente es una distinción
234 Razón común — Heraclito

fundam en tal e n tre las dos caras de las realid ad es, la del ser y la del hab er: p o r un
lado están las diferencias e n tre las cosas en v irtu d de la clase de ser a que p e rte ­
necen, esto es, del significado de las p alab ras que designan a u n a u o tra, y esa di­
ferencia es la id eal o sem án tica (¿cóm o el agua sería agua sin el n o m bre ‘agua’ o
el aire sin ‘a ire ’?); p o r el o tro lado está la p u ra m asa in nom inada y sus diferencias
de cuantía b ru ta , q u e es lo q u e hace q u e, adem ás de ser lo q u e sea, haya de ello:
el h a b e r p o r d e b a jo , p o r así decir, del ser. Pues b ien , que esa habencia o m ateria
b ru ta sea, a su m a n e ra , racio n al, com o n o p u ed e m enos de serlo, es lo que hace
lógos cuando actú a com o ra z ó n aritm ética, com o n ú m ero ; y no hay en verdad m e­
dida de la cu an tía si n o es lógica, aritm ética: en ese sen tido, el m étron o m edida
de cualqu ier cu an tía es lógos. P e ro lo que aq u í a n te todo se form ula es que el ra ­
ciocinio de la m ateria b ru ta , de la m e ra co n tin u id ad , es in d ep en d ien te de las di­
ferencias, sem ánticas, id eales, e n tre las clases de las cosas: las m edidas del trigo
o del aceite o del gas p u e d e n ser distintas; p ero u n a n u m eración que sirviera p a ra
co n tar m edidas de trig o , d iferen te de o tra que sirviese p a ra el gas o p a ra el aceite,
es un absurdo en su p ro p ia form ulación. R azó n es, ciertam en te, la que crea, en
contradicción con su co m u n id ad , las diferencias cualitativas en tre las cosas y los
significados de los n o m b res de las cosas; p ero razó n es tam b ién la que las reduce
todas por igual a p u ro n ú m ero , y anula así las oposiciones sem ánticas que había
engendrad o e n tre ellas; el vocabulario sem ántico (infinito p o r indefinición) y el
subsistem a de los cu antificadores (infinito, al surgir en ellos la serie num érica, p o r
interm inable) co lab o ran en la constitución de cualq u ier sistem a de lengua, al m is­
m o tiem po que en el seno del sistem a se o p o n en e n tre sí irreconciliablem ente; y
en la sintaxis de la p ro d u cció n , cuando ap arecen tres gatos, tres nubes, tres cele­
m ines de trigo y tres ja rro s de agua, la obligación com ún de ser todos tres (no p u ­
d iendo ser ‘tre s ’ jam ás rasgo sem ántico de ninguno de ellos) está destruyendo las
pretension es ideales de d iferenciarse cada u no n e ta m en te de los otros por el h e ­
cho de ser lo que es.
N o se olvide que razón se ha llam ado a sí m ism a, en cuanto realidad de cua­
lesquiera realid ad es, fuego, y que de ese fuego, racional, se ha dicho (n.° 74) que
es com o la m on ed a de las cosas todas: esa m o n ed a com ún, a la que cualesquiera
cosas y m aterias equivalen, sin d ejar de llam arse, si q u iere, fuego racional, es ta m ­
bién el nú m ero (cfr. el p asaje de E p icarm o , a n .“ 70, que es, sin d uda, com o ta n ­
tas cosas en él, de raigam bre h eraclitan a) o raciocinio de la cuantía b ru ta , del m ero
h a b er algo, a cuya ley se m ide el agua (y se co nm esura con cualesquiera otras m a­
terias) tan to si es agua com o antes de ser agua, se m ide (y conm esura) la dura tie ­
rra, tan to siendo tie rra com o sin serlo. Q u e el fuego se revele alternativam ente
com o pura cu an tía, raciocinable o n u m erab le, o com o raciocinante contradicción
en tre las varias cosas y m aterias sem án ticam en te d iferen tes, es en co njunto rev e­
lación del m ovim iento co n trad icto rio (sem ántica / aritm ética) que razón tom a
cuando aparece com o p hysis o realidad.
Razón general 235

94 D -K 7 9

ΗΛΙΟ*}· OVX VPff^H^ETAI MÉTM‘ El


ΔΕ MH? Έ PI NV£i MIN ΔΙΚ Hj ÍPÍ —
KOVPOI É^EVfHS<>Y^IK.

© P lut. D e exil. 11, 604 a : ό δέ το υ ς π ερ ιτρ έχ ο ν τα ς εξω κ α ι το υ βίου το πλεϊσ-


τον έν π α ν δ ο κ ε ίο ις κ α ι π ο ρ θ μ ε ίο ις α ν α λ ίσ κ ο ν τα ς ευδαιμονίζουν ό μ οιος έστι τ φ
το υ ς π λ ά ν η τα ς ο ίο μ ένψ τώ ν α π λ α νώ ν αστέρω ν π ρ ά ττειν άμ εινον. κ α ίτ ο ι τώ ν
π λ α ν ή τω ν έκα σ το ς έν μ ια σ φ α ίρ α κ α ΰ ά π ε ρ έν νήσω π ερ ιπ ο λ ώ ν δ ια φ υ λ ά ττει τήν
τά ξ ιν ' «ήλιος» γ ά ρ «ούχ .... μέτρα» φ ησ ίν ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ' «εΐ δέ μή .... έξευρή-
σουσιν».
Id. D e Is. 48, 370 d : Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς μέν γ ά ρ ά ντικ ρ υ ς ... (η.° 45) κ α ί τόν μέν "Ο μ η ­
ρον ... (π.° 30) ... τήν γένεσ ιν έχόντω ν, ή λιον δέ μή ύ π ερ β ή σ εσ θ α ι το ύ ς π ρ οσ ή ­
κ ο ν το ς ό ρ ο υ ς' εΐ δέ μή, Κ λ ώ θ ά ς μιν Δ ίκ η ς ε π ικ ο ύ ρ ο υ ς έξευρήσειν.

Cfr. H ip p o l. Ref. VI 26, 1 (de Pythagorae sententia) : « έ κ τ ή ς ΐ δ ί η ς έ ά ν ά π ο δ η μ ή ς , μή έ π ι σ -


τ ρ έ φ ο υ ' εί δ έ μ ή , Έ ρ ι ν ύ ε ς Δ ίκ η ς έ π ίκ ο υ ρ ο ί σε μ ε τ ε λ ε ύ σ ο ν τ α ι» , ίδ ίη ν κ α λ ώ ν τ ο σ ώ μ α ,
Έ ρ ι ν ύ α ς δ έ τ ά π ά ιΐη .
Et Iambi. Protr. 21 ( ‘Σ ύ μ β ο λ α Π υ ΰ α γ ό ρ ο υ ’) 14 : ά π ο δ η μ ώ ν τ ή ς ο ι κ ί α ς μή έ π ι σ τ ρ έ φ ο υ '
Έ ρ ιν ύ ε ς γ ά ρ μ ε τ έ ρ χ ο ν τ α ι, et ib. 29 ss.
P s .- H e r . Epist. IX 1, 2 0 : π ο λ λ α ί Δ ί κ η ς Έ ρ ι ν ύ ε ς , α μ α ρ τ η μ ά τ ω ν φ ύ λ α κ ε ς .
P h ilo d . De piet. 6 a C r o e n e r t : [ι^ ε ο ύ ς Έ ρ ι ν ύ α ς t) ’ ώ ς έ π ι κ ο ύ ρ ο υ ς ] ε [ ί π ε τ ή ς Δ ί ] κ η ς κ α ί
τ [ ό ν κ ό σ μ ο ] ν , έ ν ο ΐ ς φ η σ ι δ [ ι χ ώ ] ς ' « κ ε ρ α υ ν ό ς κ τ λ . ( η ." 8 4 ) .

© ή λιο ς : ή. γ ά ρ D e exil. : ή. δέ D e Is. έρ ινύες : fo rt, κ λώ ΰ ες scriben­


du m e Schusteri in loco de Iside em endatione : γλ ώ ττα ς D e Is. : κ λ ώ θ α ς Schuster
: Λ ύσ σ α ς B u ttm an n .

© EL SOL NO SALTARÁ SOBRE SUS MEDIDAS; Y SI


NO, LAS ERINIAS, GUARDIANES DE LA JUSTICIA, LO
DESCUBRIRÁN.

© C ita así P lu tarco , sin d uda m uy p o r los pelos, en su obrilla D el exilio: « Y


el que a los que an d an corrien d o p o r ahí fu e ra y g astando lo m ás de la vida en
posadas y tra n sp o rte s los tien e p o r felices es p arecido al que cree que los planetas
236 Razón común — Heraclito

o astros e rra n te s se lo p asan m e jo r q u e las estrellas fijas; y eso que de los planetas
cada cual, girando en u n a m ism a esfera, com o en u n a isla, g u arda la ordenación:
pues ‘el sol ... m ed id as’ dice H eraclito ‘y si no ... d escu b rirán ’” ; y vuelve a sacarlo
en la D e Isis y Osiris: “P ues lo que es H eraclito , al c o n tra rio ... (a q u í el n.° 4 5 ),
y de H o m ero ... (a q u í el n.° 30) dice que no se da c u en ta de que con ello está
condenan d o la génesis de to d o s los seres, q u e tie n e n su génesis en batalla y con­
trarie d ad , y que el sol no h a de saltarse los lím ites que le corresponden ( toús
prosékontas hórous, com o glosa de m étra) ; y q ue, si n o , las Parcas ( K lóthas según
la enm ienda de Schuster del glóttas ‘len g u as’ que d an los códices) guardianes de
Justicia lo d escu b rirán ” .
P ero hay adem ás un dicho, atrib u id o a veces a P itágoras, que podía ser “Si de
la (tie rra ) p ro p ia te au sen tas, no te des la vuelta; y si n o , las E rinias, guardias de
Justicia, te p e rse g u irá n ” (así, p a ra San H ipólito en el libro V I, que añade “lla­
m ando (tie rra ) p ro p ia al cu erp o y E rin ias a las p asio n es”), o bien “A l ausentarse
de la casa, n o te des la vuelta: pues las E rinias te p ersig u en ” (así p a ra Jám blico,
que tam bién hizo u n a colección de D ogm as Pitagóricos, en su Protréptico); que
las E rinias g u ardianes de Justicia ap arecieran tam b ién en el D e pietate de Filode-
m o, en conexión con la cita del n.° 84, d ep en d e de u na restitución dudosa del p a ­
piro; lo que se lee en la IX de las E pístolas p seu d o h eraclitan as, “M uchas E rinias
de Ju icia, centinelas de los e rro re s” , p arece m ás bien recu erd o del texto de H e-
raclitc Pues bien, lo que sospecho es que ese dicho, tradicional o acaso atribuido
ya a H ág< ras, y q u e claram en te enuncia u n a regla supersticiosa, la de que, al sa­
lir uno de la casa o de la ciudad, no se vuelva a m irar atrás (si no era m ás bien al
revés: qae no le d iera u no las espaldas a la casa o ciudad), acom pañada, com o
solían tales norm as (cfr. las de H esiodo TD 706-764: m oíra en 745, poiné en 749
y 755), de u n a am enaza de castigo p a ra el que la in frinja, lo conocía ya com o tal
H eraclito v que lo q u e aquí hace es aplicárselo al sol m ism o (no sin el grano de
hum or inevitable de o ír en u n a lógica que cita u n a fórm ula supersticiosa: no ap a­
recen más E rinias ni P arcas en n u estro s restos del libro; en cuanto a D ike ‘Ju sti­
cia’ v. en n.° 52; y p a ra el ataq u e de las religiones la P arte T e rc era de este libro),
p a ra el caso de que se salte las norm as de m ovim iento que le corresponden (acaso
la form a del dicho q u e H eraclito conocía ten ía Klóthes, según la corrección de la
cita que m ás arrib a he referid o , en vez del Erinyes después generalizado).
Lo que hace pués este p a sa je , sin d uda e n tre o tros ejem plos en que se exalta
lo inviolable de los m étra o m edidas (num éricas), es aplicar la ley de la cuantifi-
cación racional o aritm ética, que en el n.° 78 hem os visto referid a a las m aterias,
tam bién a las cosas (ni D ios T o d o p o d ero so p u e d e , en efecto, hacer que cinco m an ­
zanas, en ta n to en cuanto to d as y cada u n a de ellas sean ‘m an zan a’, no sean cin­
co) y tam bién en tre las cosas a los individuos d en o m inados o puntos de N om bre
P ropio (pues no p u ed e ser q u e yo, p o r ejem p lo , sea H eraclito si no soy precisa­
m ente uno, de un co n ju n to de un id ad es, y n ad a m enos ni nada m ás que u no),
p ara lo cual se elige a un ser com o el Sol, que está típicam ente en el trance < ’
delim itación de ‘cosa g en érica’ con ‘individuo singular’, de N om bre C om ún con
N om bre P ro p io (si el Sol es único en su g én ero , entonces no es de género ningu­
no, sino q je el suyo es au to m áticam en te un n o m b re propio; si no lo es, entonces
no; con L cual roza incid en talm en te aquello del n.° 64 sobre el sol nuevo cada
Razón general 237

día), el tran ce lím ite, en fin, e n tre el caso en que el uno se deduce del núm ero
(de un co n ju n to en q u e los elem entos son todos el m ism o) y el caso en que el uno
no es n ú m ero ninguno (el caso del Sol en cuanto N o m bre P ropio) si es pro p ia­
m ente u n o , o sólo es u n o en cu an to renuncia a ser el que es, com o individuo sin­
gular, inconm esurable: p e ro tam b ién el Individuo singular y el Sol están obligados
a atenerse a los m étra o razo n es q u e d eterm in an su singularidad m ism a; pues, si
bien es cierto que el Sol, en cuanto ‘el Sol’, no p u ede contarse, com o las m anza­
nas, y así p arece q u e escapa al lógos o ley del n ú m ero , está en cam bio atenido a
g u ard ar u n n ú m ero cierto de rasgos definitorios, que ju sta m en te le hacen ser él
m ism o, incom p arab le con ningún o tro , rasgos no p ro p iam en te sem ánticos (pues
del Individuo no hay ninguna id ea), sino m ás bien p u ram e n te locales o tem p o ra­
les (p a ra el Sol, p o r ejem p lo , los lugares en donde esta r en cada m om ento, o las
leyes de aparición, d esaparición y tray ecto ria), p ero no p o r ello exentos de som e­
tim iento a lógica y n u m eració n (d ejan d o ah o ra de lado que la contradicción m is­
m a de ‘ser ind iv id u o ’ es de p o r sí u n a obediencia a y revelación de la ley de razón,
que p o r contradicción rige la realid ad ), de tal m an era q u e, en el caso de que un
capricho perso n al le hiciera salirse de sus norm as constitutivas, “las E rinias o las
Parcas, com o dice el refrán , las guardianas o policías de Justicia, lo descubrirían” ,
y se en tien d e q u e, som etido al juicio consiguiente, donde el ju ez no puede ser
otro que el juicio m ism o, la razón com o fuego (v. n.° siguiente), la condena h a ­
bría de ser sencillam ente la denegación de su iden tidad individual: el Sol ya no es
el Sol, sino, lo m ás, o tro cualquiera.

66 D -K 80

ΡΑΙίΤΛ ΓΛΡ TO F V r ΕΡΕΛ^ΟΚ KPl·


ΝΊΤΪ KA\ Κ-ΑΤ4ΑΗΨΕΤΛΙ .

© H ippol. R ef. IX 10 : λέγει δέ κ α ί τού κόσμου κ ρ ίσ ιν κ α ί π ά ν τω ν τών έν


αύτώ δ ιά π υ ρ ό ς γ ίγ ν ε σ θ α ι, λέγω ν ο ύτω ς ( η .° 84} .... λέγει δέ κ α ί (η .° 75) ... κα-
λ ε ΐσ θ α ι δέ α υτό ( ib .) ... κό ρ ο ς, « π ά ντα γάρ» φ ησι «τό π ϋρ .... κατα λήψ εται».

Cfr. Id. ib. VI 9, 3 : Μ ο υ σ έ ω ς γά ρ λέγοντος ότι ό θ ε ό ς π ϋ ρ φ λ έ γ ω ν έ σ τ ι κ α ί κ α τ α ν α λ ίσ -


κον, δεξά μ ενος (scil. ό Σ ί μ ω ν ό Μ ά γ ο ς ) τ ό λ ε χ θ έ ν υ π ό Μ ο υ σ έ ω ς ο ύ κ ο ρ -θ ώ ς , π ϋ ρ ε ί ν α ι
238 Razón común — Heraclito

τών δλων λέγει τήν αρχήν, ού νοήσας τό είρημένον, ότι θεός ού πϋρ, άλλα πϋρ φλέγον
καί καταναλίσκον, ούκ αυτόν διασπών μόνον τόν νόμον Μουσέως, άλλα καί τόν σκο­
τεινόν Ηράκλειτον συλαγωγών.
Etiam Mart. Cap. I 87 : quidam etiam claudus faber uenit, qui licet crederet esse Iunonius,
totius mundi ab Heraclito dictus est demorator.

® κρίνει κ α ί seel. R e in h a rd t, totum fr. ab H eraclito abiudicans.

A d Martiani textum: demorator : deuorator Grotius. Aliquid latet quod illi ‘Iunonius’ aduer-
setur.

© PUES TODAS LAS COSAS EL FUEGO SOBREVINIEN­


DO LAS DISCERNIRÁ Y LAS SOMETERÁ, (en griego más
tardío, ) LAS JUZGARÁ Y CONDENARÁ.

© E l fr. ha suscitado sospechas de au ten ticid ad en los estudiosos; las m ás ju s­


tificadas serían las q u e se fu n d aran en el uso de los V erbos en F ut. krin eî y katalép-
setai, que con el valo r judicial con q u e el citad o r p arece en ten d erlo s ( ‘ju zg ar’ con
A c. del re o , ‘c o n d e n a r’) co rresp o n d en segu ram en te a un gr. más tard ío del que
pued e suponerse p a ra H eraclito; p ero bien p u d iera ser que no haya que e n te n d e r­
lo con valores tan precisos de esos V erb o s, sino con los m ás generales y prim arios
que doy en © ; p o r o tro lado, es difícil concebir que San H ip ó lito , que en ese p a ­
saje de su o b ra está transcrib ien d o , ev id en tem en te de lectura directa del libro, una
larga serie de frases h eraclitan as, sacadas con n o to rio cuidado y literalidad (aparte
la interp retació n que p a ra sus fines les atrib u y a), fu era en este pu n to a inventarse
una cita falsa; da la im presión, p o r la m an era de tra e r la cita (“Y dice tam bién
que el juicio del universo y de todos los seres que hay en él se produce por fuego,
diciendo así (y aquí el n.° 84) ; y dice tam bién (a q u í el n.° 75) y lo llam a (n.° 75)
carencia y saciedad. ‘Pues to d as las cosas’ dice ‘el fuego ... so m e te rá ’”), de que,
buscando en el libro de H eraclito testim onios del Juicio U niversal por el fuego
que ha anunciado, prim ero da con algunos que sólo vagam ente le sirven para ello,
y al fin en cu en tra éste, que se p resta fácilm ente a tal in terp retació n . Por lo d e ­
m ás, el pasaje de o tro libro del Contra todas las herejías (aquí está atacando al
gnóstico Sim ón el M ago) que se trae a colación no ap o rta m ucho al enten d im ien to
de las relaciones e n tre H eraclito , el fuego y San H ip ólito, salvo que d eja evidente
que el santo P ad re creía te n e r una noción precisa de lo que H eraclito decía, y que
ello no incluía la concepción del fuego com o u n a arché o principio universal: “ ...
pues, diciendo M oisés que D ios es fuego que arde y que consum e, no recogiendo
él com o es debido lo que M oisés dice, afirm a que el fuego es el principio del total
de las cosas, sin h a b e r pen sad o en lo que estab a dicho, que D ios no fuego es, sino
fuego que arde y que consum e, no sólo d estro zan d o así la Ley de M oisés m ism a,
sino arrasan d o tam b ién al ten eb ro so H e ra c lito ” . E n fin, el pasaje de las Bodas de
Razón general 239

M ercurio y Filología de M arciano C apela (v p o st), que in tro d u ce a H efesto di­


ciendo “Llegó tam b ién un cierto h e rre ro cojo, que p o r m ás que creyera ser juno-
nio (o de J u n o ) , fue llam ado p o r H eraclito dem orator (¿ d e te n e d o r? ; G rotius co­
rregía deuorator ‘d e v o ra d o r’) del m undo e n te ro ” , esconde b a jo el dem orator al­
gún n o m b re o p red icad o del fuego (pero que ju eg ue co n tra la condición de ser
“de Ju n o ”), q u e aú n n o hem os descubierto. Lo incluyo aquí p o r la posibilidad de
que esa p alab ra se refiera a la función de ju ez de todo con que en este fr. aparece
el fuego.
Sea com o sea, en caso de que el fr. se recib a, b a stará, p a ra leerlo razonable­
m en te en su lugar del lib ro , re c o rd a r que el fuego es un fuego inteligente y racio­
nal (v. n.° 75), que es — m e jo r dicho— lógos m ism o en cuanto p resen tán d o se como
physis o realid ad en g en eral, org an izad a según sus leyes, que son las leyes mismas
del lengu aje o ap arición real de ellas, y pro p io de razón es discernir y p o r ende
ju zgar (cfr. el katá p h ysin diairéon del n.° 1 y el rhínes án diagnoíen del n.° 50),
d eterm in an d o qué es lo q u e se diferencia de qué y qué notas corresp o n d en a la
definición de cada cosa, com o pro p io de razón es tam b ién , p o r el co n trario , des­
cubrir que los d iferen tes son el m ism o y som eterlos a todos a u n a com ún identi­
dad (en cu an to siendo — diríam os— todos ellos algo): esto es, q u e, siendo las le­
yes de constitución de la R ealid ad p ro p iam en te inviolables (pues que son los h e­
chos m ism os los q u e h ab lan y dicen su ley, o, dicho al revés, la enunciación lin­
güística de la ley no es o tra cosa que su cum plim iento en la realid ad ), la razón
com o fuego o realid ad de todas las realidades estará aq u í siem pre velando para
que las cosas se d iferencien o disciernan y se constituyan debidam ente p o r oposi­
ción de unas con o tra s, que es la definición de cada u n a, y velando, por o tra par­
te, p o r q u e no se olviden de que esas leyes que las constituyen com o diferentes y
p o r en d e cada cual idéntica consigo m ism a son p u ra convención lingüística (si el
sol, p o r ejem p lo , o sara h acer algo o recibir alguna n o ta que no correspondiese a
su definición, su castigo sería inm ediato y sim ple: el de no ser el sol), y que re ­
cuerden que to d as ellas están som etidas a la síntesis to ta l, a ser todas la R ealidad
en general, el fuego.

30 D -K 81

Á p/ nT4W , o v t e o v r f ΛΚ-
240 Razón común — Heraclito

ÉPOÍH^EIY, ÁAA’ HAf ΑΕΙ KAI


»« > v i r < /
EjTlK ΚΛΙ £ K A I, P v r ΛΕΙ^<*>0/Γ; ΛΡ-R
Kf/^N" P lÉ T M tel A P ^ E W v m r f y f MÉÏÏ4.

© Clem . Strom . V 14 : σ α φ έσ τα τα δ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ό Έ φ έ σ ιο ς τα ύ τη ς έστι τής


δό ξη ς, τόν μέν τ ιν α κόσμον ά ίδ ιο ν είνα ι δ ο κ ιμ ά σ α ς, το ν δέ τιν α φ θειρ ό μ ενο ν ,
το ν κ α τά τή ν δ ια κ ό σ μ η σ ιν, είδ ώ ς ο ύ χ έτερον ό ντα έκείνου π ω ς έχο ντο ς' άλλ’ ό τι
μέν ά ίδ ιο ν τό ν εξ ά π ά σ η ς τή ς ο υ σ ία ς, ά ιδ ίω ς π ο ιό ν , κόσμον ή δ ει, φ α νερ ό ν π ο ιε ί
λέγω ν «κόσμον τό ν .... μέτρα», ό τι δέ κ α ί γενη τό ν κτλ. (se q . n.° 76).
E adem exscripta a p u d E us. Praep. Ε ν. X III 13, 31.
Simpl. in A rstt. D e caelo 294 : κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς δέ δ ι’ α ίνιγμ ώ ν τήν έαυτού σ ο ­
φ ία ν έκφ έρω ν ού τα ύ τα ά π ε ρ δ ο κ ει το ϊς π ο λ λ ο ις σ η μ α ίν ει' ό γ ο ύ ν εκείνα είπώ ν
π ε ρ ί γενέσ εω ς, ώ ς δ ο κ ει, τού κόσ μου, κ α ί τά δ ε γ έ γ ρ α φ ε ' «κόσμον τό νδ ε ούτε
.... ά εί»' π λή ν ότι ό ’Α λ έξα ν δ ρ ο ς, β ουλόμενος τον Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν γενητόν κ α ί
φ θ α ρ τ ό ν λέγειν το ν κόσ μον, (κ ό σ μ ο ν ) άλλω ς ά κ ο ύ ει τού κόσμου ν ύ ν «ού γ ά ρ
μαχόμενά» φ η σ ι «λέγει, ώ ς ά ν τω δ ό ξ α ι' κόσμον γάρ» φ η σ ιν « εντα ύ θ α ού τήνδε
λέγει τήν δ ια κ ό σ μ η σ ιν , ά λ λά κ α θ ό λ ο ν τά ό ντα κ α ί τήν το ύ τω ν δ ιά τ α ξ ιν , κ α θ ’ ήν
εις έκά τερον έν μέρει ή μεταβολή τού π α ν τό ς, π ο τέ μέν εις π ύ ρ , π ο τέ δέ εις τον
το ιό νδ ε κό σ μ ο ν' ή γ ά ρ το ια ύ τη το ύ τω ν έν μέρει μεταβολή κ α ί ό το ιο ύ το ς κόσμος
ούκ ήρ ξα τό π ο τε, ά λ λ’ ήν άεί». κ α ί τα ύ τα δέ π ρ ο σ τίθ η σ ιν ό ’Α λ έξα ν δ ρ ο ς, ό τι οι
λέγοντες π ο τέ μέν ο ύ τω ς τό π α ν , π ο τέ δέ άλλω ς έχειν ά λ λοίω σ ιν μάλλον τού π α ν ­
τός, άλλ’ ού γένεσ ιν κ α ί φ θ ο ρ ά ν λέγουσιν.
Plut. De anim . procr. 5, 1014 a : «κόσμον τόνδε» φ ησίν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς «οΰτε ...
έποίησεν», ώ σ περ φ ο β η θ είς μή θ εο ύ ά π ο γ ν ό ν τες ά ν θ ρ ω π ό ν τιν α γ εγ ο νένα ι τού
κόσμου δ η μ ιο υ ρ γό ν ύ π ο νο ή σ ω μ εν' βέλτιον ούν Π λ ά τω ν ι π ειθ ο μ έν ο υ ς τόν μέν
κόσμον ύ π ό θ εο ύ γ ε γ ο ν έ ν α ι λέγειν κτλ.
O lym piod. in P haedonem 237, 7 : π ο ύ ό ρ ά τα ι τά ά σ τρ α κ α ί π ο ια ό ρ ά τα ι; δ ιά δέ
τούτο ό ήμ έτερος κ α θ η γ εμ ώ ν φ λο γώ σ εις φ η σ ίν έξ έκείνω ν έν τώ α ιθ έ ρ ι γ ίγ ν εσ ­
θ α ι κ α ί τα ύ τα ς ό ρ ά σ θ α ι' «καί μήποτέ» φ η σ ι «τούτό έστι ό π ερ ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς λέ­
γ ει ‘ά π τό μ ενο ς μ έτρα κ α ί σ β εννύμ ενος μ έτρ α ’», ού γ ά ρ δ ή π ο υ α υ τό ς ό ή λιος,
άλλ’ ό π ρ ό ς ήμ άς ήλιος.
G alen. D e trem ore V II 617 Κ. : άτε γ ά ρ ά εικ ίν η το ν ον τό έμφ υτον θ ερ μ ό ν ο ύ τ’
εϊσω μόνον ο ΰ τ’ έξω κ ιν ε ίτα ι, δ ια δ έ χ ε τ α ι δέ άεί τή ν έτέρα ν αύτού κ ίνη σ ιν ή έτέ-
ρσ.' τα χύ γ ά ρ ά ν ή μέν έσω μονή κ α τέπ α υ σ εν εις ά κ ιν η σ ία ν, ή δέ έκτος έσκέδασέ
τε κ α ί τα ύτη δ ιέ φ θ ε ιρ εν α ύ τό , μ έτρια δέ σβεννύμ ενον κ α ί μ έτρια ά ν α π τό μ εν ο ν,
ώ ς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς έλεγεν, ά εικ ίν η το ν ο ύ τω μένει.
H eracl. Quaest. Horn. 26 : τή ν μέν ό ξυ τά τη ν φ λ ό γα σ υνεχώ ς "Η λ ιο ν τε κ α ί Δ ία
π ρ ο σ α γ ο ρ εύ ει, τό δέ επ ί γή ς π ύρ 'Ή φ α ισ τ ο ν , έτο ίμ ω ς άπ τό μ ενό ν τε κ α ί σ β εννύ­
μενον.
Razón general 241

Cfr. Arstt. De cáelo A 10, 279 a 12 : γενόμενον μέν ούν άπαντες είναί φασιν (scii, τον
ουρανόν), άλλα γενόμενον οι μέν άίδιον, οί δέ φθαρτόν οί δέ εναλλάξ ότε μέν ούτως,
ότέ δέ άλλως Κχειν καί τούτο άεί διατελεΐν, ώσπερ Εμπεδοκλής ό Ά κραγαντϊνος και
Η ράκλειτος ό Έφέσιος.
Et Plat. Soph. 242 d : v. ad n.° 42. Et Plut. De E 18, 392 b : v. ad n .D 69.
Et Aët. II 4, 3 : Η ράκλειτος ού κατά χρόνον είναι γενητόν τόν κόσμον, άλλα κατ’ επί­
νοιαν.

© κόσ μον τό ν δ ε κόσμω ν τόν αύ. ά π . scribo : κόσμον το ν α ύ. ά π . C lem . : κ όσ­


μον τό νδ ε Sim pl., Plut. άπ τό μ ενο ν ... κ α ί ά π ο σ β . Clem . : ά π τόμ ενος ...
κ α ί σβεννύμ ενος O lym p. : άπ τό μ ενό ν τε κ α ί σβενν. H eracl. H orn. : σβενν. κ α ί
... ά ν α π τό μ εν ο ν G al. μέτρα ... μέτρα C le m ., Sim pl. : μ έτρ ια ... μ έτρια Sim ­
plici cod. A , G al. : μέτρω ... μέτρω E us.

Ad Clementis textum: άϊδίως : ιδίως Bernays, Kirk.


Ad Simplici: κόσμον addo.
Ad Plutarchi: μή θεού : μή θεόν Benseler.
Ad Galeni: μονή : melius fort, μόνη rescribendum.

© ESTE MUNDO, DE TODOS LOS MUNDOS EL MISMO,


NI NINGUNO DE LOS DIOSES NI DE LOS HOMBRES LO
HA HECHO, SINO QUE FUE SIEMPRE Y ES Y SERÁ,
FUEGO SIEMPREVIVO, MEDIDAS AL ENCENDERSE Y
MEDIDAS AL APAGARSE.

© E sta sentencia, que em pieza con una declaración solem ne y term ina con la
fórm ula de las m edidas del fuego, ya enigm ática p ara los antiguos, había quedado
resonando en la m em oria de los cultos, de Platón a G alen o , p ero sólo la conserva
en tera San C lem en te (y la copia que de él hizo E usebio), el cual en un pasaje de
sus Centones, tras h a b e r citado a E m pédocles com o sosteniendo la creencia en una
futura conversión de todas las cosas en fuego, añade así: “Y con toda claridad es
de esa creencia H eraclito el efesio, al h ab er sostenido que hay un cierto m undo
que es sem p itern o (a íd io n ) y que alguno o tro hay que se destruye, el que resulta
de la ordenación de m undos (d ia k ó sm é sin ) , sabiendo él que no es (é s te ) distinto
de aquél cuando se en cu en tra en ciertos estados; pero que sabía sem piterno el m un­
do que consta de la esencia to ta l, siendo tal o cual sem p itern am en te, lo deja claro
al decir así: ‘M u n d o , el m ism o de todos (a q u í el texto parece defectivo y que debe
com pletarse con el ‘este m u n d o ’ que dan Simplicio y P lu tarco ) ... m edidas al a p a­
g arse’; p ero que es tam b ién g é n ito ...” (sigue el n .“ 76); donde aparece claro que
San C lem en te reconocía ya p a ra H eraclito un doble uso de la p alabra kósm os ‘o r­
d en ació n ’ o ‘m u n d o ’, una p ara referirse a u n a ordenación p articular, p .ej. este
242 Razón común — Heraclito

m undo nuestro con su cielo y tie rra , y o tro p a ra aludir al co n ju n to de cualesquiera


m undos posibles, esto es, a la R ealid ad en general. T am bién Sim plicio, en su co­
m entario al D el cielo aristotélico, tran sm itien d o la m itad p rim era del fragm ento,
incluye unas in terp retacio n es suyas y de A le ja n d ro de A frodisias, que son p erti­
n entes a tal pro p ó sito : “P ero tam b ién H eraclito , m anifestando p o r m edio de adi­
vinanzas su p eculiar sabid u ría, no significa eso p recisam en te que a los m ás les p a ­
rece: p o r ejem p lo , él, q u e dijo aquellas otras cosas sobre la génesis, según parece,
del m und o , tam b ién lo siguiente h a d e ja d o escrito: ‘E ste m undo ni ... fue siem ­
p re ’; sólo que A le ja n d ro , q u erien d o q u e H eraclito diga del m undo que es génito
y p erec ed ero , m u n d o lo oye de m odo distinto del m undo ahora: ‘Pues no cosas
contradictorias p ro c la m a ’, dice ‘com o a alguien p u ed e p arecerle: pues m u n d o ’ dice
‘en ese lugar no llam a a la o rd en ació n de m undos (d ia k ó s m é s in ), sino en general
a los seres y a su disposición ( diá ta xin ) , según la que (v ie n e ) a una u o tra cosa
alternativ am en te la conversión ( m etabolé) del to d o , unas veces a fuego, y otras
veces al m undo tal com o éste: pues tal com o ésa es la conversión alternativa de
ellos, y un m undo tal com o ése no com enzó n unca, sino que fue siem pre’. Y eso
añade todavía A le ja n d ro , que los que dicen que unas veces está así el todo y otras
de o tro m odo, alteració n m ás bien del tod o , p ero no génesis y destrucción procla­
m an ” . M enos ilustrativo es p a ra el en ten d im ien to el m odo con que P lu tarco, en
su D e la generación del alma en el Tim eo, in tro d u ce la prim era p arte del fragm en­
to: “ ‘E ste m u n d o ’ dice H eraclito ‘ni ... lo h izo ’, com o hab ien d o tem ido que, tras
renunciar al dios, viniéram os a p en sar que algún h o m bre resu ltara ser el fabrica­
dor del m undo; m e jo r, p ues, siguiendo a P lató n , decir que el m undo ha venido a
ser p o r ob ra de D io s” , etc.
E n cuanto a la p a rte últim a del fr., ap a rte de San C lem ente, de quien d eb e­
mos su p o n er que ofrece la versión literal, varian tes de la m ism a encontram os en
el com entario de O lim piodoro al Fedón, que a p o rta una ten tativ a de in te rp re ta ­
ción de la fórm ula en P lató n m ism o com o referid a a la realid ad sensible del sol y
de los astros: «¿D ó n d e se ven las estrellas y cóm o es lo que se ve de ellas? Pero
por eso n u estro m aestro dice que se p ro d u cen de ellas conflagraciones en el éter
y que ésas son las que se ven. “ Y p o r v e n tu ra ” dice “ ¿será eso justam en te lo que
H eraclito cu en ta, ‘en cen d ién d o se m edidas y apagán d ose m ed id as’?” (con los P ar­
ticipios en m asculino, no referibles a pyr, sino a kó sm o s o a h élio s)\ pues no es,
en fin, el sol en sí m ism o, sino el sol p a ra nosotros». T am bién en un tra tad o de
G aleno, que lo recu erd a a p ropósito de los m ovim ientos del hum or cálido en el
organism o: “ Pues, com o siem pre-m óvil que es lo cálido con n atu ral, ni sólo hacia
d en tro ni hacia fuera sólo se m ueve, sino que al uno de sus m ovim ientos está su­
cediendo siem pre el o tro : pues p ro n to la d eten ció n hacia d e n tro lo h ab ría hecho
p arar en inm ovilidad, y la de hacia fu era lo h ab ría dispersado y de ese m odo lo
habría destruido; p e ro , m esu rad am en te apagándose y m esu rad am en te volviéndo­
se a encen d er, com o H eraclito decía, así p erm an ece siem pre-m óvil” ; donde se han
rem plazado los m étra ‘m ed id as’ p o r el A c. adverbial del A d j. métria ‘m esu rad a­
m e n te ’, com o aparece tam b ién en u no de los m anuscritos de Sim plicio; y con la
m ism a alteración debía de re c o rd a r el paso H eraclito H om érico, cuando lo tra d u ­
ce con un hetoim ós ‘p re sta m e n te , a disposición’ (“la llam a m ás rápida co n tin u a­
m ente la n o m b ra ‘S ol’ y ‘Z e u s’, m ientras que el fuego de so bre la tierra ‘H e festo ’,
Razón general 243

p restam en te en cen d ién d o se y ap ag án d o se”), en tan to que E usebio o su am anuen­


se en la copia de San C lem en te h an sustituido los m étra p o r m étrói ‘con m edida’.
Ello es que esos N .-A c. n. pl. del N o m b re, métra, que ya resu ltab an , com o se
ve, ininteligibles p a ra algunos de los antiguos, h an seguido p reo cu p an d o a los m o­
dernos; los cuales h asta ah o ra , si no m e engaño, han venido co n tentándose con
enten d erlo s com o algún m odo de C om plem ento de los P art. M edios ‘encendién­
d o se’ y ‘ap ag án d o se’, ya fu e ra n u n a especie de A d v erbios, ‘m esu rad am en te’, con
una adverbialización d irecta del N om bre, sin p rec e d en te y c o n tra to d a regla de
transform ación de la p a la b ra p a ra cam bio de funciones que rija en gr. antiguo, ya
una especie de A c. O b je to de los P art. M edios, “encendiéndose m edidas” , e.e.
“en cendien d o p a ra sí m ed id as” y “ap agándoselas” , con una sintaxis h a rto absur­
d a, ya que el uso consagrado de la V oz M edia de tales V erbos p a ra un Suj. como
p y r no p u ed e d a r o tro en ten d im ien to sino que el fuego se encienda y se apague,
y no que se p o n g a a en cen d erse m edidas com o u n h o m bre p .e j. puede m uy bien
encenderse un fuego. Y a se ve en © que he procedido a en te n d er los m étra como
P redicados del fuego (siendo él m edidas, tan to al encenderse com o al apagarse),
según una sintaxis p erfe c tam e n te norm al y griega, de m odo que no de u n a trivial
infracción de la g ram ática, sino de la cosa m ism a p rovenga la extrañeza que p u e ­
da ocasionar la frase a los que no estén p rep arad o s a reconocer que el fuego sea
él m ism o las m edidas y conm esuraciones de las cosas to d as, pero que no ex traña­
rá ta n to a quienes h a y a n leído en los frs. an terio res cóm o él es lógos e n cuanto
real o físico, la razón aritm ética o cuen ta según la que las cosas todas se m iden en
sus procesos (n.° 78) y el p a tró n o equivalencia de las cosas todas (n .u 74), que
sólo se diferencian unas de o tras y se constituyen cada cual com o cada cual en cuan­
to que se aju stan a las leyes lógicas que establecen la significación y definición de
cada una p o r las m u tu as oposiciones en el total del vocabulario o realidad.
A sí es que lo que proclam a razón aquí es que hay cosm os u ordenaciones di­
versas, que se sustituyen m u tu am en te y se cam bian las unas en las o tras, pero que
hay una ordenación de las orden acio n es, un m undo de todos los m undos posibles,
un o rden que es el m ism o p ara todos los ó rd en es o que los hace a todos, siendo
en tre sí d iferen tes, ser tam bién todos el m ism o, al igual que hay lenguas diversas,
de gram áticas y vocabularios diferen tes, p ero tam bién p o r encim a (o p o r debajo)
de todas ellas u n a lengua com ún a to d as, con una gram ática g eneral, de la que las
p articulares ap arecen com o aproxim aciones y desviaciones, y sin vocabulario en
el sentido de las lenguas particu lares, sino en su lugar u n a revelación de la iden­
tidad del vocabulario con la gram ática, de la física con la lógica. Pues bien, ese
m undo de m undos, o rd en ació n de las o rdenaciones, no tiene sentido p ensar que
lo haya p roducido agen te ninguno ex tern o , ni dios ni h o m bre (pues dioses y hom ­
bres están tam bién p o r fuerza d en tro de esa o rd en ación total, y la razón que h a­
bla no pu ede co n v ertirse, sin d e ja r de hablar, en ninguna divinidad o hum anidad
de la que se h ab le), así com o no p u ed e pensarse del lenguaje o razón en general
que ni convenio de h om bres an terio res a la convención lingüística m ism a ni ins­
piración de un dios q u e no fuese razón o lenguaje él m ism o hayan sido su causa
ni su origen; no p u ed e ser p o r tan to el m undo de m undos, la R ealidad o physis o
nátüra, tem p o ral en el sentido de que tran scu rra o cam bie, com o las cosas y m un­
dos particu lares, a lo largo de un tiem po, e.e. u n a falta de sim ultaneidad consigo
244 Razón común — Heraclito

m ism o, tal q u e p u d ie ra decirse de él que “estab a allí y ah o ra está aq u í” o que “es


así, pero antes e ra de o tro m o d o ” : p u es, co m p ren d iendo él en sí las opuestas lo­
calizaciones y diferencias de los m un d o s p articu lares, no p u ed e ser sino todo él
sim ultáneo consigo m ism o, ni cabe tiem p o a n te rio r o ex terio r a él, que sería una
contradicción en la form ulación m ism a; y eso es lo que se dice, subsum iendo en
uno los T iem pos verbales de la fórm ula, trad icio n al ya desde H o m ero , con lo de
“fue siem pre y lo es y lo se rá ” , q u e, con ap ariencia afirm ativa, es, p a ra el caso,
equivalente a su negación, “ni fue ni es ni se rá ” , p u esto que los T iem pos verbales
están hechos ju sta m e n te p a ra las cosas y m undos convencionalm ente distinguidos
uno de otro.
P ero ello en sí es el p o d e r m ism o de la distinción y la id en tid a d , el “fuego siem-
previvo” , que es la razón ap arecién d o se com o realid ad; y es p o r ta n to , com o cosa
de las cosas, el criterio y razó n aritm ética y leyes o m edidas que las o p onen y cons­
tituyen: m edidas al en cen d erse, en cu an to qu e, al ap arecerse él m ism o com o re a ­
lidad de las realid ad es, hace a las cosas varias ser la m ism a, ju stam e n te en cuanto
que quieren ser reales, ser algo físico; y m edidas al apagarse, en cuanto que, al
d esaparecer el fuego o razón com o R ealid ad , d eja a las cosas diferenciarse p o r con­
vención y ser cada u n a lo que es; p e ro , lo m ism o al encenderse que al apagarse,
en la operación positiva (de sí, n eg ad o ra de las cosas) o en la negativa (de sí, cons­
titutiva de las cosas), en la institución de id en tid ad lo m ism o que en la de d iferen­
cia (que son dos caras de la m ism a) sigue siendo siem pre él la cu enta y las m edi­
das de las cosas, el fuego y razón q u e hace a las cosas diferentes ser algo (fuego
y razó n ), p e ro a costa de las diferen tes ser la m ism a, y las hace alternativam ente,
según la m ism a ley, d e ja r de ser algo de v eras (fuego y razón) para ser cada una
la que es y d iferen te de las otras.
E n fin, he añad id o al final de © , a m odo de re c o rd ato rio , algunas citas usadas
a o tro pro p ó sito (la del D el cielo de A ristóteles: que del cielo “los unos dicen que
sem pitern o , los o tro s que p ereced ero ..., y o tros que altern ativ am en te a veces está
así y a veces de o tro m o d o y que eso sigue p asan d o siem pre, com o E m pédocles
el agrigentino y H eraclito el efesio ” ; a correg ir con lo del Sofista de Platón:
“ . . . ‘pues d iscordando siem pre co n cu erd a’ dicen las m ás tensas de las M usas ( H e ­
ra c lito ), m ientras que las m ás blandas (E m p é d o c le s) la condición de que eso fu e ­
ra siem pre así la re la ja r o n ...” ; y lo de P lutarco: “ ... y m ás bien ni de nuevo ni
después, sino a la vez”), p o r lo que p u ed an te n e r de eco de este p asaje del libro
o de alguno in m ed iato , y en to d o caso reco rd ar algo v e rd a d ero sobre la negación
de la tem p o ralid ad de las altern ativ as y sobre el uso del aeí ‘siem pre’ en la lógica
heraclitana. T am b ién , p o r m ás dudosa que sea la fe que se p u ed a p restar a su do-
xografía, u n a doxa de A ecio, que dice así: “H eraclito , que no según tiem po ( katà
ch ró n o n ) es génito el m u n d o , sino según p en sam ien to ( k a t’ epínoian)"·, donde,
en versión a leng u aje filosófico, p u ed e sin em b arg o que qued e rastro de alguna
proclam ación que razó n hiciera p o r aquí sob re negación de una locación tem poral
del m undo de m undos y sobre el tiem po de la realid ad com o tiem po del p en sa­
m iento. P o r lo d em ás, sob re el tiem po h allarem os todavía fórm ulas de razón en
los últim os frs. ( n .os 83-85) de esta P a rte G e n e ra l del libro.
Razón general 245

124 D -K 8 2

< ^ rfr εΊ κ η κεχνηέκ^Ν


❖ K Á A A IfP ^ <T <à>^ Ô K ^ n o ^ ·.

© T h eo p h r. M etaph. 15 : αλο γο ν δέ κ ά κ είν ο ις (scil. το ϊς τά ς ύ λ ικ ά ς ά ρ χά ς


ϋ ε μ έ ν ο ις) δό ξειεν ά ν , εί ό μέν όλος ο υ ρ α ν ό ς κ α ί εκ α σ τα τώ ν μερών ά π α ν τα έν
τά ξ ει κ α ί λόγω κ α ί μ ο ρ φ α ΐς κ α ί δ υ νά μ εσ ι κ α ί π ε ρ ιό δ ο ις, έν δέ τ α ις ά ρ χ α ϊς μηθέν
το ιο ϋ το ν , άλλ’ «ώ σ περ .... κάλλισ τός» φ η σ ιν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς «ό κόσμος».

© σ άρ ξ q u o d codd. offeru n t seruo, uocabulum tam en aliquod masc. inusitatum


intelligendum ratus, struem quandam uariorum significans e coaceruatione uel e con­
textu factam , quasi centonem (cfr. σ ά ρ α ξ, σ ά ρ α κ α ς apud L y d u m D e magistr. 1 12
cum σ ειρ ά , sarcire, sarcinae; et δάρκες· δέσ μ α ι apud H esychium ) uel fa rtu m (si
praesertim φ ά ρ ξ legeris: cfr. φ ρ ά ξ α ι/φ ά ρ ξ α ι, farcire; et β ά ρ α ξ apud E pilycum co­
m icum ) : σάρξ seruant et Me D iarm id, F ried làn d er, K irk : σ άρον uel σ ά ρ μ α D iels,
edd.: σω ρός U sen er κεχυμ ένον U sener τώ ς restituo (post Η ρ ά κ ­
λειτος) ό ante κόσ μος del. W im m er, D -K , edd., incredibilem insertionem
illius φ ησ ιν Ή ρ . intra ό καλλ. κόσ μος Theophrasto tribuentes : [ό κόσμος] M e D iar­
m id, F ried làn d er ... είκη κεχ. ό κ ά λλ ισ τό ς' ό κόσμος B ollack-W ism ann.

© TAL COMO REVOLTIJO (o CENTÓN o PUZPURRI o


BARAJA) DE COSAS ECHADAS AL AZAR ES EL MÁS
HERMOSO REVOLTIJO, ASÍ EL MUNDO.

© La cita la tran sm ite solo T eo frasto en sus M etafísicas: “Y aun a aquéllos


(e .e . “los que p onen principios m ateriales p ara la re a lid ad ” ) les habría de parecer
co n tra razó n q u e, en tan to que el cielo e n tero y to das y cada una de las partes
(e s tá ) en o rd en ació n y en razón y form as y potencias y ciclos, en cam bio en los
principios n ad a de eso, sino que ‘tal com o ... el m ás h erm o so ’ dice H eraclito ‘así
el m u n d o ’” ; d o n d e la principal dificultad p ara el en ten d im ien to está en torno al
térm ino sárx que d an los M S S y que en gr. corriente significa ‘c arn e’, principal­
m ente com o carnes del organism o vivo (no q u ita que ello p ro ceda de un uso an ­
terio r p ara ‘c a rn e ’ com o vian d a), el cual, ap arte lo im propio para el sentido, sien­
do fem . no co n cuerda con el ho kállistos ‘el m ás h e rm o so ’, ‘el m e jo r’, que viene
luego; p o r lo cual se han p ro p u esto varias correcciones: U sen er sórós ‘m ontón’.
246 Razón común — Heraclito

que es paleog ráficam ente h a rto costosa y sin justificación; D iels propuso sarán o
sárm a ‘b a rre d u ra ’, ‘b a su ra ’ (de saíró ‘b a rre r’), en lo que le han seguido los e d ito ­
res y estudiosos (p ero conservan el sárx M e D iarm id, F ried làn d er y K irk, no sin
alte ra r el final del te x to ), corrección q u e, a p a rte lo poco justificable tam bién del
e rro r de los M SS, obliga a cam biar la estru ctu ra de la frase e n te ra (“com o b a rre ­
d u ra de cosas echadas al azar es el m ás herm oso de los ó rd e n e s” o m undos; y to ­
davía tien en D -K q u e explicar el sentido a n o ta n d o “E n el sentido, sin d uda, de
que así le p arece a la m ay o ría, que no co m p ren d e el lógos” , co ntra la in te rp re ta ­
ción de T eo frasto m ism o) y p a ra ello suprim ir el art. ho an te kósm os, no sólo sin
justificación b a sta n te del e rro r, sino h aciendo q u e la inserción del citador “dice
H eraclito ” se in tercale en m edio del sintagm a ho kállistos kó sm o s ‘el m undo más
h e rm o so ’, con u n a violencia inu sitad a y sin m otivo. A sí que he p referid o venir a
reconocer en sárx, alterad o en la transm isión o no (p odía h ab e r sido algo cercano,
com o sárax o phárx, en to d o caso un vocablo desconocido p ara los copistas), un
vocablo d istinto, m asculino, inusitado en gr. co rrien te (v. en (v) sugerencias de eti­
m ología que p u ed an explicarlo), y con el significado de ‘algo que p o r su esencia
m ism a consiste en una m ezcla azarosa o caprichosa de m uchos com ponentes va­
ria d o s’, com o p o d ría ser o bien ‘c e n tó n ’, ‘colcha de to d a su erte de reta zo s’ o bien
‘en salad a ’ o ‘rev u elto de ingredientes de que al azar o capricho se disponga’ o ‘puz-
p u rri’ o m ás en general ‘b a ra ja ’ en el sentido de ‘b a ru llo ’ o ‘resultado del revolver
y b a ra ja r’, en fin alguna cosa cuya gracia esté en la m ás indiscrim inable acum ula­
ción; con lo cual m an ten g o en cam bio la estru ctu ra de frase que me parece sinta­
xis razonable (el añad ido que pro p o n g o de tos ‘así’, con cierta justificación paleo-
gráfica, ratifica esa e stru c tu ra ), y adem ás en cu en tro un sentido del texto más c er­
cano a lo que T eo frasto en te n d ía claram en te en él al citarlo y com entarlo.
E llo es que me p arece T eo frasto h ab er en ten d id o bien hasta cierto punto la
frase que copiaba o m ás bien reco rd ab a del libro, hasta donde un filósofo podía,
en el sentido de que aquella evidencia de o rd en ació n que al considerar las p artes
o subconjuntos de la R ealid ad se nos im pone no puede valer para la ordenación
total m ism a o co n ju n to de la R ealidad (lo que a T eo frasto le parece ilógico es por
el co n trario la lógica m ism a), en cu an to que la R ealidad de las realidades, el m un­
do de m undos o todo-lo-que-hay no p u ede ju sta m e n te ser de veras to tal, no p u e ­
de ser un todo com o los todos de un cierto nú m ero de p artes. Lo que razón aquí
sugiere es que esa o rd en ació n de las ord en acio n es o realidad de las realidades ya
no es una realid ad , ya no u n a o rd en ació n , sino que se confunde con el princi­
pio mism o de o rd en ació n o fuego, que es, según hem os oído, la razón en cuanto
se m anifiesta com o realidad; y lo sugiere c e rte ram e n te por la vía de form ular aquí
la identificación en tre azar y o rdenación: con resp ecto al cosm os u ordenación to ­
tal pasa algo sem ejan te a lo que pasa con esas especiales estructuras com o los cen ­
tones, los puzpurris o la b araja bien b a ra ja d a antes de em pezar el juego: que para
ellas la m ejo r gracia y el o rd en más herm oso consiste en el m ás rico barullo y el
desorden más perfecto (nótese la p eculiar contradicción que late en el sintagm a
‘desorden p e rfe c to ’), en el que q u ed en los m enos posibles restos reconocibles de
una ley de ord en ació n : tam bién p a ra el m undo de los m undos, siendo sin fin y sin
principio (n.° 81), lejos de regir la ley de oposiciones m u tu as, proporciones y es­
tructuras que constituyen cada m undo (y cada cosa), lo que rige es la identifica­
Razón general 247

ción en tre los que son p a ra las realidades polos opuestos, el azar m ás caprichoso
y la m ás rígida de las leyes; pues no hay libre capricho, azar caótico ni suceso in­
m otivado que p a ra la razó n m ism a (no p a ra las ideas que sus seres contrapuestos
se hagan de ella) no sea lógica y resu ltad o de su p ro p ia operación com o razón que
se realiza com o fuego, co n stru cto r y d estru cto r de m undos; dicho ridiculam ente,
el capricho de la razón es la ord en ació n , y así el caos o sinfín de la R ealidad que
a nosotros se nos ap arece (en cuanto renunciam os a la falsificación de h acer que
el sinfín sea un to d o y o rd en arlo según la ley de los to d o s parciales) es la ley de
la ordenació n p a ra la razó n m ism a.
Y era seg u ram en te im p o rta n te que razón hiciera constar aquí esto, no fu éra­
m os a re c a e r en p en sar que el Fuego e ra un o rd e n a d o r o cread o r del T o d o , una
m edida, m ódulo o criterio de la ordenación to tal, cuando se nos h a dicho (n.° 81)
que él es, en to d o caso, un cread o r de m edidas, y m e jo r dicho, que las m edidas
son su acción m ism a, su encen d erse y apagarse, en cuanto m anifestación real de
la razón o lenguaje de la realid ad ; así que era bien proclam ar ex p resam ente que
la contradicción e n tre azar y ley es cosa de los todos parciales que razón o len­
guaje presen tan com o o rd en acio n es fundadas en la contradicción entre los seres,
pero que la razón m ism a es la anulación de esa contradicción e n tre azar y ley. Y
es así que a form ulaciones en to rn o a esta cara de la cuestión se dedican, según
la ordenación de los frs. que aquí ofrezco, tras este n.° los tres siguientes, con que
term ina la p arte principal del libro o R azón G eneral.

11 D -K i

. A / ·> < -Λ'


a) K<á>MAl
\
Ρ Λ Κ Γ ΛΙΓΑ, EFTEWN
<i i r
AVr\A K-l HM EM

I) PÂH rir £ rP ET < > N ΓΛΗΓΗ] IfE M E ü l

© a) A p u l. D e m u n d o 36, ed. P. Thom as : T an d em om nium anim alium agres­


tium et cicurum , p in n ataru m et pedestrium et aqu atilium , n atu ra gignitur, nutri­
tu r, absum itur p aren s caelestibus institutis : «νω μά .... πληγή», ut H eraclitus ait.
248 Razón común — Heraclito

b) [A rstt.] D e m u n d o 6, 401 a 8 : τώ ν τε ζ φ ω ν τά τε ά γ ρ ια και, ήμ ερα, τά τε εν


ά έρ ι κ α ι ε π ί γ ή ς κ α ί έν ΰ δ α τ ι βοσ κό μ ενα, γ ίγ ν ε τ α ι κ α ί α κ μ ά ζει κ α ί φ θ ε ίρ ε τα ι
το ΐς τοϋ ϋ ε ο ϋ π ε ιϋ ό μ ε ν α ί)εσμοΙς· «πάν γ ά ρ .... νέμ ετα ι», ώ ς φ ησιν Η ρ ά κ λ ε ιτο ς .

Cfr. C l e a n th . Hymn, in Iouem 10 ss. : . . . . κ ε ρ α υ ν ό ν ' τ ο υ γ ά ρ υ π ό π λ η γ ή ς φ ύ σ ε ω ς π ά ν θ ’


ε ρ π ε τ ά ( έ ρ ρ ε ι ) , ο ι σ ύ κ α τ ε υ θ ύ ν ε ι ς κ ο ι ν ό ν λ ό γ ο ν ...
Et P la t. Critias 109 b : θ ε ο ί .... ο ΐο ν ν ο μ ή ς π ο ίμ ν ια , κ τ ή μ α τ α κ α ί θ ρ έ μ μ α τ α ε α υ τ ώ ν η μ ά ς
έ τ ρ ε φ ο ν , π λ ή ν ο ύ σ ώ μ α σ ι σ ώ μ α τ α β ι α ζ ό μ ε ν ο ι , κ α θ ά π ε ρ ποιμένες κ τ ή ν η π λ η γ ή ν έ μ ο ν τ ε ς ,
ά λ λ ’ ή μ ά λ ι σ τ α ε ύ σ τ ρ ο φ ο ν ζ ώ ο ν , έ κ π ρ ύ μ ν η ς ά π ε υ θ ύ ν ο ν τ ε ς ο ΐ ο ν ο ’ί α κ ι π ε ι θ ο ί ψ υ χ ή ς ε φ α π -
τ ό μ ε ν ο ι κ α τ ά τή ν α υ τώ ν δ ιά ν ο ια ν , ο ύ τ ω ς ά γ ο ν τε ς τό θ ν η τ ό ν π ά ν έκ υ β έρ ν ω ν .
Et P r o e l , in Rempubl. I I 2 0 , 2 3 : α ύ τ ο κ ι ν ή τ ω ς γ ά ρ ζ ώ σ ι κ α ί ο ύ π ε ρ ι ά γ ο ν τ α ι μ ό ν ο ν υ π ό
τ ή ς ε ιμ α ρ μ έ ν η ς , ώ σ π ε ρ τ ά π λ η γ ή ν ε μ ό μ ε ν ά φ α σ ι ν , ά λ λ α κ α ι έ α υ τ ά ς π ε ρ ι ά γ ο υ σ ι ν . Et Id .
in Ale. I p . 2 7 9 , 19 : ... ό τ ι τ ά μ έ ν ά λ ο γ α ζ ώ α τ ώ ν π λ η γ ή ν ε μ ο μ έ ν ω ν εστί. Et O ly m p io d .
in Ale. I p . 1 7 8 , 16 : ... ά ρ χ ε ι ν δ έ ο ύ κ ά λ ο γ ω ν , τ ώ ν π λ η γ ή ν ε μ ο μ έ ν ω ν , ά λ λ ’ ά ν θ ρ ώ π ω ν .

© a) νω μ ά .... π λη γή satis perspicue legi credo (si praesertim consuetorum scri­


bae peccandi m o d o ru m p e r ceteras libri Graecas laudationes patentium rationem ha­
bueris) in ea signorum serie quam A p u le i codd. hic praebent, quorum ad exem ­
p lu m codicum B et F scriptionem P. T hom as sic transcripsit:
πιεηΓαΠ Α Ν Τ Α εΥ εΡΓεΤ ω Μ Ο Ο Χ αΓΓίΝ Α M ePIM fetoN oiTahyti B
m e n f a ' ria N T a E Y 8 P R e r(o M O S S a R IN a M e P H E S S e T O N O S a h Y T I F
: π ά ν .... νέμ ετα ι A ristotelici D e m u n d o Graeci codices, quae lectionis prioris m i­
nus accurata redactio uidetur, siue exem plar unde A p uleius Latine uorterat correc-
tiorem Heracliti laudationem praebebat, siue A pu leiu s ipse (cfr. ad n." 46 de altera
in libro D e m u n d o Heraclitea laudatione) ex Heracliti libro uel florilegio aliquo uiri
Aristotelici H eracliteam laudationem curiosius correxerat. Ceterum νω μ ά π ά ν τ ’ α ίγ α
π ληγή prouerbium fu isse credo, q u o d itidem atque alias (n .os 10, 17, 23, 54, 71,
126) Heraclitana ratio sibi adhibuisset, έ π ίτο ν ο ς d en ique, q u o d hac significatione
incognitum nobis erat, m ire tam en aptum ad ictum pastorilis fu n d a e indicandum ui­
detur., unde et m elius fu lm in is ictui (n.° 84) sim ilitudo elucet.

b) π λ η γ ή Stob. (et π λη γή ν fort, uersio A rm en ia ), edd. : τή ν γη ν [A rstt.] codd.,


B ollack-W ism ann : π α ν γην fort, uersio Syriaca.

In Cleanthis hymnum: π ά ν θ ’ ε ρ π ε τ ά έ ρ ρ ε ι scribo : π ά ν τ α ε ρ η γ α («spatio 10 litterarum pos­


tea relicto» W a c h s m u th J cod. : π ά ν τ ’ έ ρ ρ ί γ α σ ι ν U r s in u s : π ά ν τ ’ ε ρ γ α τ ε λ ε ί τ α ι v. A r n im
ο ί scribo : ώ cod., ante quod lacunam in ed. sua priori W a s c h s m u th signauerat
κ α τ ε υ θ ύ ν ε ι ς B r u n c k : κ α τ ε υ θ υ ν ε ί ς cod. : an κ α τ ε υ θ υ ν έ ε ι ς scribendum?
κ ο ι ν ό ν λ ό γ ο ν U r s i n u s : λ ό γ ο ν κ ο ι ν ό ν cod.

© a) GOBIERNA A TODA CABRA, A CUANTOS BICHOS


SE ARRASTRAN, BRAVIOS Y DOMÉSTICOS, GOLPE TEN-
Razón general 249

SO (DE HONDA). b) Todo ser que se arrastra por golpe se


le gobierna.

© L a versión c o rrien tem en te adm itida de la cita es la que doy b ajo b, la que
se lee en la o b ra Sobre el universo del corpus aristotélico y que suele atribuirse al
s. I ante o p o st, d o n d e se in tro d u ce así: “ ... y de los anim ales, ta n to salvajes como
dom ésticos, los q u e se crían en el aire y sobre la tie rra y en el agua, se engendran
y llegan a m ad u rez y p erecen obed ecien d o a las disposiciones de la divinidad: pues
‘todo ser ... g o b iern a’, según dice H eraclito ” siguiendo el texto com o citado en
E sto b eo (pues los M S S de la obrilla tien en en vez de ‘p o r golpe’ un ‘la tie rra ’ (p a ­
c e ), que es lo que p arece h ab er leído la versión siria que tenem os, ‘to d a la tie­
rr a ’), y algo parecid o , ‘a g o lp e’, debía h a b e r tras la versión arm enia. A h o ra bien,
en la traducción latina que de esa o b ra tenem os a n om bre de A puleyo, que por
lo dem ás sigue b astan te literalm ente el original en la p a rte preced en te (“E n fin,
de todos los anim ales bravios y m ansos, de los alados y los de patas y los acuáti­
cos, la n a tu ra se en g en d ra, se alim enta, se consum e obedeciendo a celestiales dis­
posiciones:”), al llegar el p u n to de la cita, los códices presen tan (com o suele su­
ceder cuando los am anuenses de O ccidente, que desde la época ten eb ro sa desco­
nocían del to d o o casi los caracteres griegos, se en cu en tran en el texto latino que
copian intercalad a una cita en griego, que a veces d ejan en blanco, m ientras otras
tratan de d ib u jar los caracteres que no en tien d en , con ta n to m ás peligro cuanto
que adem ás se ignoraba en latín el uso de los acentos y que el texto griego podía
te n e r algunos enlaces y abrev iatu ras) u n a sarta de caracteres un ta n to enrevesados
ciertam en te, p ero de los cuales está claro, en p rim er lugar, que no pueden ser des­
figuración de un tex to com o el que da el original griego (y que Diels m ism o se
em p eñ ab a en leer aquí, no sin cierta desaprensión), en tre otras cosas porque son
m uchas más letras de las que co rresp o n d erían , y en tan to que se da a veces en
estas copias ininteligentes que el am anuense se salte algunos caracteres, no hay
caso en que añada p o r su cuen ta m ás; y luego, tras acostum brarse un poco a los
m odos de e rro r que se dan en las otras citas griegas del libro (e n tre ellas, o tra de
H eraclito , la del n." 46, donde el lector recu erd a que dedujim os, co ntra el original
griego, la fo rm a synalláxies) , pienso que se llega a leer bastan te claram ente lo que
los copistas latinos transcrib iero n a su m odo, y que es sin dem asiadas dudas lo
que edito b ajo a, y de lo que una vez descubierto (y percibido que la p arte “A
to d a cabra la g obierna g o lp e ” debía de ser un proverbio, que razón había tom ado
por su cu en ta, com o vem os tam bién con más o m enos evidencia en n .os 10, 17,
23, 71 y 126, p ara h acer de la voz pop u lar voz de razó n ), la versión b da la neta
im presión de ser una abreviación en cita libre y de m em oria: que la diferencia en­
tre las dos tradiciones se d eb a a que el ejem p lar griego de donde A puleyo tra d u ­
cía era de u n a línea en que no se había substituido p o r la cita libre la literal, o a
que A puleyo m ism o se m olestó en corregir su original buscando la versión preci­
sa, si no en un ejem p lar del libro de H eraclito , al m enos en algún florilegio de
dichos u o tra fuen te ind irecta que tuviese en su b iblioteca, es cuestión que no me
resuelvo a decidir.
250 Razón común — Heraclito

E n cuanto a los ecos in dudables de la frase, que doy en © , el m ás in teresante


es un paso del H im n o a Z eu s de C leantes estoico (tan rico en otros ecos del libro
de H eraclito: v. n .os 3, 17, 25 y 52), de d o n d e se d esp ren d e desde luego la estre­
cha unión e n tre este dicho del golpe y el del ray o , que doy com o n.° 84, los cuales
dos C leantes identifica e n tre sí, así com o con la o p eración de lógos m ism o, sin
du d a razo n ab lem en te; lo m alo es q u e esos versos están plagados de dudas te x tu a­
les y con u n a lag u n a (indicada p o r u n blanco en el M S de E sto b e o que conserva
el H im no) al final del v. 10: ap o y án d o m e en el tex to de P seudoaristóteles-A pule-
yo, h e tra ta d o de restitu ir el original de C lean tes, de la m an e ra que se razona en
© , con lo cual viene a decir algo com o esto: el rayo: / pues van a su golpe
to dos los bichos que cría n a tu ra / ad o n d e tú la com ún razón d irig e s...” . In tere san ­
te es tam b ién (pues rev ela u n a m em o ria de la frase m ás cuidadosa de lo que en
P lató n se suele, y liga asim ism o este golpe de p a sto r con el de tim onel que ap a ­
rece en n.° 84) el p asaje del C ridas q u e dice así: “Los dioses ..., com o p astores a
reb añ o s, com o a reses y cría de sus ganados nos criaban, sólo que no m oviendo a
la fuerza con cuerpos cuerpos, com o pasto res q u e g obiernan reses a golpe, sino,
según convenía a un anim al tan m an ejab le, dirigiendo de p o p a com o con tim ón,
con persuasión ap o d erán d o se del alm a según el p en sam ien to de ellos, así guiando
todo lo m o rtal lo co n d u cían ” . D e aq u í p ro b a b le m e n te derivan las alusiones al di­
cho en los com en taristas de P lató n , Proclo en su com entario a la República (“ ...
pues viven m oviéndose p o r sí m ism as y no sólo se d e ja n desviar por la ley del des­
tino, tal com o dicen de los seres que se g o b iern an p o r golpe, sino que tam bién a
sí m ism as se d esv ían .” ) y en el del A lcibiades / ( “ ... que de los seres vivos los irra­
cionales son de los q u e se g o biernan p o r g o lp e”) y O lim piodoro en su com entario
al m ism o (“ ... p ero m an d ar no en irracionales, los que se gobiernan por golpe,
sino en h o m b re s”).
El caso es qu e, au n q u e el fr. se refiera explícitam ente a anim ales, ap rovechan­
do lo que pienso que e ra un re frá n , “G o b iern a a to d a cabra golpe (de h o n d a )” ,
usado para sugerir que al m ás díscolo y caprichoso en sus d erro te ro s se le p asto ­
rea, dirige y recon d u ce a golpe seco, com o a las cabras el cabrerizo a tiro de h o n ­
da, y todavía a n o ta n d o a m odo de glosa del re frá n , que ello se refiere a todo bi­
cho viviente, tan to los que se consideran dom ésticos y m ansos com o los que se
creen libres y bravios, sin em bargo la fórm ula de razón se in sertaba aquí con un
valor más g en eral, com o form ando p arte (con n .os 84 y 85) de este últim o tram o ,
en que razón se lanza a desen g añ arn o s de las ideas que tengam os hechas sobre el
U niverso o la o rd en ació n to tal de la R ealid ad y a p resen tar para ello algunas in­
dicaciones sob re las ilusiones principales que constituyen esa R ealidad, m ovim ien­
to y tiem po: después de h a b e r d eclarado en n." 82 la vanidad de la noción m isma
de ‘o rd en a c ió n ’ o ‘cosm os’ en cu an to p re te n d e a la totalid ad (pues para ella el
más perfecto d eso rd en sería la m ás herm osa o rd en ació n ), se sugiere aquí la mo-
m entaneid ad (esto es, el sin-tiem po) con q u e cu alq u ier im aginable desviación ca­
prichosa o de libre arb itrio a que p u d iera p re te n d e r alguno de los m últiples que
creen ser uno cada uno, así seres vivos com o p ied ras com o astros (y la im agen del
golpe de h o n d a no d e ja de to car al p ro b lem a q u e la C iencia iba enseguida a tra ta r
de p lantearse y resolver com o choque de las partículas elem entales) qued a inm e­
d iatam ente corregida p o r golpe de razón (de m an era que la corrección es sim ul­
Razón general 251

tán e a con la p reten sió n de e rro r o d esv iació n ), y todas las p reten d id as cabriolas
o caprichos del que se cree ser u no e n tre todos q u edan en v erdad integradas en
la operación de o rd en ació n sin lím ite ni cansancio a que razón (com o fuego que
es m edidas y cu enta de las cosas) se dedica: pues no hay erro r, desviación ni ca­
b riola q u e, apenas fo rm u lad a en u n len g u aje, no en tre de inm ediato a fo rm ar par­
te del sistem a (que p a ra ello y p o r ello ciertam en te se am plía y m odifica inm edia­
ta m e n te) y no venga así a e n tra r en las filas de la razón.
E s im p o rta n te , con to d o , insistir en la m o m en tan eid ad o sin-tiem po del p ro ­
ceso: pues, si h u b iera de veras u n m o m en to de irracionalidad, que sólo sucesiva­
m en te, “en el tie m p o ” , viniera seguida de o tro m om ento de arrep en tim ien to , cas­
tigo o corrección, sería com o p en sar que el lenguaje de la realid ad , que dice todo
lo que pasa, en un m o m en to h a dicho algo sin sistem a de lengua e n la que h a­
blar; pero tam b ién las equivocaciones o lapsus linguae son a su m odo lingüísticos
y racionales (com o F re u d puso em p eñ o en d em o strar), y si en las lenguas p arti­
culares to d o se ha de decir tem p o ral-, sucesiva-, in sim u ltán eam en te, la lengua en
general, razón m ism a, dice sim u ltán eam en te (ni “está siem pre diciendo” ni “tiene
to d o dich o ” son, n a tu ra lm e n te , verbos ap ropiados para esto) cualesquiera cosas
q u e en las lenguas p articu lares y en los m om entos sucesivos se digan y se co n tra­
digan. Y esa insistencia en la m o m en tan eid ad está aquí bien sugerida p o r la im a­
gen del golpe tenso de la h o n d a (epítonos es un A d jetiv o que leo aquí, sin prece­
dentes, p ero con b u e n a form ación y sentido p ro p io , aplicado al golpe, com o alu­
diendo a la tensión de la h o n d a y p o r tan to a la tensión dirigida, con el prefijo
epi-, de golpe sobre el cu ern o de la cab ra), con la cual adem ás se apunta debida­
m ente la conexión con la o tra im agen, la del ray o , que en el n.° siguiente encon­
tram os p a ra form ulación del m ism o desengaño de ideas sobre el tiem po.

© H ippol. R ef. IX 10 (post n.° 132) : λέγει δέ κ α ί του κόσμου κ ρ ίσ ιν καί


π ά ν τω ν τώ ν έν α ύτω δ ιά π υ ρ ό ς γ ίγ ν ε σ θ α ι λέγω ν οΰτω ς· «τά .... κ ερ α υ νός», του-
τέσ τι κ α τε υ θ ύ ν ει, κ ερ α υ νό ν τό π υ ρ λέγω ν τό α ιώ ν ιο ν.

Cfr. Cleanth. Hymn, in Iou. 6-9 : τοίον εχεις ΰποεργόν άκινήτοις ύπό χερσί,ν άμφήκη
πυρόεντα άειζώοντα κεραυνόν' τοϋ γάρ ύπό πληγής φύσεως π ά νθ’ ερπετά (ερρει), οί αν
252 Razón común — Heraclito

κ α τ ε υ θ ύ ν ε ις κ ο ιν ό ν λ ό γ ο ν , δ ς δ ιά π ά ν τ ω ν φ ο ιτ ά μ ε ιγ ν ύ μ ε ν ο ς μ ε γ ά λ ω ν μ ικ ρ ο ισ ι φ ά ε σ σ ι.
Et P h i l o d . De piet. 6 a p . 7 0 (cfr. ad n .° 7 9 ) : ... έ ν ο ϊ ς φ η σ ι δ [ ι χ ώ ] ς ' « κ ε ρ α υ ν ό ς π [ ά ν τ ’
ο ί α ] κ ί ζ ε ι » κ α ί. Ζ [ ε ύ ς ...
Et P l a t . Critias, quod, ad n .° 83 adnotauimus.

© τά δέ : τά δ ε S auppe suspicabatur, B o e d e r, B ollack-W ism ann, K ahn.

In Cleanthis hymnum: υ π ό : έ ν ι B ru n c k : μ ε τ ά M e in e k e π υ ρ ό ε ν τ ’ α ίε ιζ . corr.


W a c h s m u th De π ά ν θ ’ . . . . λ ό γ ο ν uide sis ad n .° 83 Post πάντω ν «spa­
tium 6 litt. cod. reliquit» W a c h s m u t h μ ε γ ά λ ω ν μ ικ ρ ο ισ ι : μ ε γ ά λ ο ις ( μ ε γ ά λ φ i.e.
ή λ ί φ D ie ls ) μ ι κ ρ ο ϊ ς τ ε B r u n c k <ρά’ έ σ σ ί cod.
Philodemi textum C r o e n e r t et D ie ls rest. : u. sis ad n . “ 7 9 .

© Y LAS COSAS TODAS LAS TIMONEA EL RAYO.

© D ad o p o r San H ip ó lito en su sarta de citas heracliteas, introduciéndolo com o


testim onio de u n a am en aza de juicio final p o r fuego (pero v. en © al n.° 75 cóm o
debe enten d erse esto) y p o r consiguiente in te rp re ta n d o ‘ra y o ’ com o ‘fuego’ (lo
cual ciertam en te no es exacto; p ero es curioso que en su interp retació n el rayo ins­
tan tá n eo se identifique con el fuego sem p itern o , p y r aiónion, com o verem os más
abajo) del siguiente m odo: “ Y dice tam b ién que juicio del universo y de cuantas
cosas hay en él se p ro d u ce p o r fuego, al decir así: ‘Y las ... ray o ’, esto es, las di­
rige, llam ando rayo al fuego sem p itern o ” , y confirm ado, así com o su ligazón con
el n.° 83, p o r lo que del tex to del D e pietate de F ilodem o epicúreo se d eja restituir
(“ ...e n donde dice de doble m odo ‘R ayo todas las cosas tim o n e a ’ y Z e u s ...”), así
com o p o r el p asaje del C ridas de P latón que hem os leído en © al n.° 83, y por
los versos del H im n o a Z eu s de C leantes, que traduzco aquí m ás por extenso
(“ ...ta l tienes p o r ayu d an te a tus m anos nunca vencidas, / el de doble filo, el a r­
d ien te, el siem pre-vívido rayo: / pues van a su golpe todos los bichos que cría n a ­
tu ra / ado n d e tú la com ún razón diriges, que to d as / las cosas recorre grandes fun­
diéndose en luces p e q u e ñ a s”), tiene g randes p ro b ab ilidades (sobre todo si el tá dé
pánta ‘y las cosas to d a s’ es de leer así y no com o táde pánta ‘todas estas cosas’)
de h a b er venido en el libro in m ed iatam en te tras el n.° 83, de la estrecha relación
con el cual dan tam bién indicio los p asajes del C ridas y de C leantes.
E sta o tra fórm u la de razón pués generaliza la a n terio r del golpe de ho n d a, re ­
ferida directam en te a los seres vivos, p a ra aplicarse a las cosas cualesquiera que,
con su id en tid ad cada cual, q u e es la diversidad con o tras, y con sus m ovim ientos
y m utuos e n trech o q u es, constituyen la p hysis o R ealidad: a todas ellas las tim onea
o dirige p o r su ru m b o el ray o , fórm u la en la cual es de oír, lo p rim ero , la im pro­
piedad o ex trañ eza de que el rayo, que m ás b ien de o rd in ario serviría p a ra hacer
zo zobrar la nav e, funcione com o recto tim onel, y luego rec o rd a r, según a Platón
le había llam ado la atención en el lugar citado, q u e la elección del tim ón implica
que la dirección del ru m b o se haga “de p o p a ” , esto es, p o r d etrás o a espaldas de
Razón general 253

la nave que dirige; p e ro , dom in an d o to d o ello, desde luego, la im presión de m o­


m en tan eid ad del p roceso (e .e . intem p o ralid ad ) que a h o ra con el rayo, com o antes
con la ho n d a, nos q u iere sugerir razón: que es que la ilusión principal que cons­
truye la R ealid ad (y el p ro b le m a cen tral de to d a Física) es la del m ovim iento (la
im posibilidad de la noción de ‘u n m óvil’, que Z en ó n de E le a dem ostró p a ra siem­
p re con la fórm ula “L o que se m ueve no se m ueve ni donde está ni donde no
está ” , que glosam os en las Lecturas presocráticas / pp. 129-131 y 169-171), ilusión
fu n d am en tal p a ra u n a ideación del tiem p o , y qu e, im posible com o es, se nos im ­
po n e p o r fuerza com o recu rso p a ra curar la im posibilidad m ás p ro fu n d a de que
uno sea el que es (p ara d e m o stra r lo cual tiene que e sta r aquí y allá, y p o r tanto
antes y después, sin d e ja r de ser el m ism o), es decir que sea uno diferente de to ­
dos los dem ás: pues b ien , lo que aquí razón denuncia es la ilusoriedad de ta l creen­
cia: no sólo es ya que lo que a cada uno (y a la g eneralidad) se le aparece como
m ovim iento p re d e te rm in ad o p o r un im pulso y dirigido a u n a m e ta sea en verdad
una operación de razón m ism a, p a ra la cual el m ás d esatado arbitrio y la necesi­
dad m ás inviolable se co n funden (cfr. a n.° 83), sino que adem ás no hay e n verdad
siquiera ‘a n te s’ y ‘d e sp u é s’ en los procesos (cuanto m enos un ‘a h o ra ’ que estuvie­
ra en tre ‘a n te s’ y ‘d e sp u é s’ y p o r ta n to u n a línea que quisiera ser ideación, como
del m ovim iento, tam b ién del tiem po m ism o), pues que el proceso no es tal p ro ­
ceso, sino v e rd a d e ram e n te in tem p o ral, esto es, in stan tán eo a la m an era que su­
giere la o p eració n del ray o , en la cual ni el im pulso inicial ni la m e ta pu ed en dis­
tinguirse del acto m ism o (salvo cuando la Ciencia desarrolle, p a ra seguir susten­
tan d o la creencia d o m in an te, la idea de ‘velocidad de la luz’ o sem ejan tes), ope­
ración qu e, n a tu ra lm e n te , ha de cum plirse a espaldas del o b jeto o sujeto del m o­
vim iento y en especial a espaldas de la conciencia de los sem ovientes que estén
obligados, p o r lo dicho, a hacerse u n a idea de sus m ovim ientos. N o es ta n to pués
que se afirm e la in stan tan eid ad de la operación de la razón o rayo, sino que con
la in -stan tan eid ad se niega la ideación habitual del tiem po, com o siendo al mismo
tiem po sucesividad y al m ism o tiem po conju n to (sim ultáneo) de los m om entos
sucesivos.
A sí que no es precisam en te que el rayo sea el fuego, que hem os in terpretado
com o el n o m b re que la razón se da a sí m ism a cuando se m anifiesta com o R eali­
d ad , p ero sí es verdad q u e , así com o el fuego es aiónion ‘sem p itern o ’, según bien
dice San H ip ó lito , así el rayo es in stan tán eo , y en am bas apariciones de razón oí­
m os los dos m odos contrarios (pero el m ism o, p o r ta n to , para razón) de negar el
tiem po im puesto en las creencias particu lares y en la C iencia, que en vano quiere
ser com patible ni con la in stan tan eid ad ni con la sem piternidad. E s así lógico que
a una denu n cia explícita de tal creencia se d ed iq u e ahora la que es, según nuestra
o rd enació n , la ú ltim a fórm ula de la P a rte G en eral del libro.
254 Razón común — Heraclito

52 D -K

A IW K
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i Λ Hí H

© H ippol. R ef. IX 9 (post n.° 1) : ό τι δέ έστι π α ϊς το π α ν κ α ί δ ιά α ίώ ν ο ς α ιώ ­


ν ιο ς β ασ ιλεύς τώ ν όλω ν, ο ύ τω ς λ έ γε ι- « αιώ ν .... βασιληίη» (sequitur n.° 45).
Lucian. Vit. auct. 14 : ... κ α ί εστι τώ υ τό τέ ρ ψ ις ά τερ ψ ίη .... π ερ ιχ ω ρ έο ν τα κ α ί
ά μ ειβόμ ενα έν τή το ϋ α ίώ ν ο ς π α ιδ ιή . .: τ ί γ ά ρ ό α ιώ ν έστι; :: π α ϊς π α ίζ ω ν , πεσ-
σεύω ν, (σ υ μ φ ερ ό μ ενο ς) δ ια φ ερ ό μ ενο ς.
Proel, in Tim . I p. 334 : άλ λο ι δέ κ α ί το ν δ η μ ιο υ ρ γό ν έν τώ κ οσ μ ουρ γείν π α ίζ ε ιν
είρ ή κ α σ ι, κ α θ ά π ε ρ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς .
C lem . Paedag. I 5 : ά γ α λ λ ιά τ α ι τό π ν εύ μ α τώ ν έν Χ ρ ισ τφ π α ιδ ιώ ν έν υπομ ονή
π ολιτευο μ ένω ν, κ α ί αύτη ή θ ε ία π α ιδ ιά ' το ια ύ τη ν τιν ά π α ίζ ε ιν π α ιδ ιά ν τό ν εα υ ­
τού Δ ία Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς λέγει.

Cfr. P l a t . Leges X 9 0 3 d .
Et P h ilo Vit. Mos. I 6 , 31 : uideas a d n ." 6 0.
Et P l u t . De E, 2 1 , 3 9 3 e : ... ή τ ο υ π ο ι η τ ι κ ο ύ π α ι δ ό ς έ σ τ α ι φ α υ λ ό τ ε ρ ο ς , ή ν ε κ ε ί ν ο ς εν
τ ι ν ι ψ α μ ά θ ω σ υ ν τ ιθ ε μ έ ν τ ) κ α ί δ ι α χ ε ο μ έ ν η π ά λ ι ν ύ φ ’ α ύ τ ο ύ π α ί ζ ε ι π α ι δ ι ά ν (allud.. ad H o r n .
O 361 : ... ’Απόλλω ν ... ε ρ ε ι π ε δε τείχος Α χα ιώ ν ρεϊα μ ά λ 1 ώ ς ό τ ε τ ι ς ψ ά μ α θ ο ν π ά ι ς ά γ χ ι
θ α λ ά σ σ η ς , ο ς τ ’ έ π ε ί ο ύ ν π ο ίη σ η α θ ύ ρ μ α τ α ν η π ιέ τ )σ ι.ν , ά ψ α ύ τ ι ς σ υ ν έ χ ε υ ε π ο σ ί ν κ α 'ι χ ε ρ -
σ ίν ά θ ύ ρ ω ν ) , τ α ύ τ η π ε ρ ί τ ά ό λ α χ ρ ώ μ ε ν ο ς α ε ί κ α ί τ ό ν κ ό σ μ ο ν ο ύ κ ό ν τ α π λ ά τ τ ω ν , ε ί τ ’
άπολλνων γ ε ν ό μ ε ν ο ν .
Et G r e g . N a z . Carm. I I 1, 8 5 , 11 : π ά ν τ α χ ρ ό ν ο ς π ε α α ο ΐ σ ι ν ό μ ο ί ϊ α τ ή δ ε κ υ λ ί ν δ ε ι κ ά λ λ ο ς ,
έ ϋ κ λ ε ίη ν , π λ ο ύ τ ο ν , κ ρ ά τ ο ς , ό λ β ο ν ά π ισ τ ο ν .
Et S c y th in u s T e i u s apud S to b . Eel. I 8 , 4 3 : χ ρ ό ν ο ς έ σ τ ιν ύ σ τ α τ ο ν κ α ί π ρ ώ τ ο ν π ά ν τ ω ν
κ α ί ε χ ε ι έ ν έ α υ τ ψ π ά ν τ α , κ α ί έ σ τ ιν ε ις ά ε ί κ α ί ο ύ κ έ σ τ ιν ό π α ρ ο ι χ ό μ ε ν ο ς έ κ τ ο ύ έ ό ν τ ο ς
α ύ τ ώ έ ν α ν τ ί η ν ό δ ό ν π α ρ ε ώ ν α ι ώ ν ' τ ό γ ά ρ α ΰ ρ ι ο ν ή μ έ ν τ ώ έ ρ γ ω χ θ ε ς έ σ τ ιν , τ ό δ έ χ θ έ ς
α ΰ ρ ιο ν .

(ν) πεσ σ εύω ν L ucian. : π εττεύ ω ν H ippol.

In Luciani textum: περιχωρέοντα A C : περιχορέοντα Γ : περιχορεύοντα ω ψ Δ φ


συμφερόμενος δ. ίαιη corrector in ψ addiderat : συνδιαφερόμενος Bernays.
In Scythini: καί ούκ είσιν Bywater παρεών αιών dubitanter scribo : παρ’ αιώνα.
Τώυ Usener : παρεωνιατών cod. ή μέν scribo : ήμίν Wilamowitz, qui locum to­
tum sic ad trochaicos reduxerat : πάντων χρόνος / ύστατον καί πρώτον έστι, κάν έαυτώ
πάντ’ έχει / κάστιν εις κοΰκ έστιν' αίεί δ5 εξ έόντος οϊχεται / καί πάρεστιν αύτός αύτώ
τήν έναντίην όδόν. / αΰριον γάρ ήμίν εργφ χθες, τό δέ χθες αΰριον. Sic autem West : ύστα­
τον πρώτον τε πάντων εν θ ’ εαντώι πάντ’ εχων, / εις άεί κοΰχ (εις' πάλιν γάρ) εϊσιν δς
Razón general 255

π α ρ ο ί χ ε τ α ι / ε ξ έ ό ν τ ο ς ( α υ τ ό ς ) α ύ τ ώ ι ( τ ή ν ) έ ν α ν τ ί η ν ό δ ό ν / π α ρ ’ έ ν ι α υ τ ό ν ( ........ ) τ ό
δ ’ α ΰ ρ ι ο ν / ή μ α τ ι τ ρ ί τ ω ι χ θ ε ς ε σ τ ιν , ( τ ο ϋ ) τ ο δ ε χ θ ε ς α ΰ ρ ι ο ν . A n te a u e ro S c h u s te r a d
h e xa m etro s, B y w a t e r a d ia m b o s , M e in e k e p a r tim a d sca zon tes tra n s fu n d ere c o n a ti sunt.

© EL TIEMPO-TODO ES UN NIÑO JUGANDO, QUE JUE­


GA AL CASTRO o TRES-EN-RAYA: ¡CASTRO-HECHO-Y-
DERECHO PARA EL NIÑO! o ¡DE UN NIÑO LA CORONA!

© E l fr. com pleto nos lo da San H ip ó lito , in m ed iatam en te tras el n.° 1, intro­
duciéndolo así: ”Y que es niño el to d o (a q u í hay un ju eg o de p alab ras, sin duda
intencion ad o , en tre país ‘n iñ o ’ y p á n ‘to d o ’) y p o r la e tern id a d rey e tern o de los
seres todos, así lo dice: Έ1 T iem po ... p a ra el n iñ o !” ’; la prim era frase Luciano
en la Subasta ele Vidas, del siguiente m odo: “ ... y es la m ism a cosa placer / dis­
placer .... girándose y en trem u d án d o se en el ju eg o del T iem po-todo. — Pues ¿qué
es el T iem p o -to d o ?— U n niño ju g an d o , que ju eg a al tres-en -ray a, (co n co rd an te)
/ discordante (v. n.° 4 6 ) ” ; referencias m ás alejadas en el C o m entario de Proclo al
Tim eo (“y otros tam bién han d ejad o dicho que el F ab ricad o r en la fabricación del
m undo ju eg a, tal com o H e ra c lito ”) y en el Pedagogo de San C lem ente: “se rego­
cija el espíritu de los niños-en-C risto que en la p erseverancia m o ran y se gobier­
nan, y ése es el ju eg o divino: algún ju eg o com o ése dice H eraclito que su Zeus
está ju g a n d o ” . E n cu an to a ecos de la fórm ula (sólo prim era p a rte ) pueden oírse
algunos dudosos en el tex to de las Leyes de P latón y en el de la Vida de Moisés
de Filón citado al n.° 60; tam bién acaso en el de P lutarco D e la E que hay en Del-
fo s, que dice así: “ ... o será m ás to rp e que el niño creativo, si al juego que aquél
juega en alguna aren a p o r él am o n to n ad a y d esp arram ad a (alu d ien d o a la Ilíada,
donde se dice de A p o lo “y arrasó el p arap eto de los aqueos / fácil sin m ás, como
cuando a la vera del m ar un niño la aren a, / que luego que en sus chiquilladas ca­
sitas alzó de ju g u e te , / de nuevo las d esp arram ó con pies y m anos ju g a n d o ” ) a
ese juego en las cosas todas se dedica p o r siem pre y el universo que no había lo
am asa y después, ya surgido, lo d e stru y e ” ; m ás cierto es el eco (aunque no dice
para ‘tiem p o ’ aión, sino chrónos) en los versos de San G regorio N azianceno: “todo
el tiem po así com o fichas del tres-en-raya lo hace / ro d ar, h erm osura, riqueza, po­
d er, fam a, dicha m e n tid a ” . P ero lo más grave es un pasaje que E sto b eo nos trans­
m ite de E scítino de T eos, un p o eta y fiel h eraclitano, del s. I V an te, de quien se
nos dice q u e virtió en yam bos (lo que incluye tam bién versos trocaicos) los dichos
del libro, en el cual p a sa je , im perfectam en te tran sm itido, con un par de puntos
mal resolubles p a ra la crítica tex tu al, y en prosa (U . von W ilam ow itz inten tó una
versión en te trá m e tro s trocaicos, con b astan te arte y luego W est ha inten tad o otra
en el m ism o m etro: v. en © ) , se habla del T iem po (chrónos) del siguiente modo:
“T iem po es lo últim o y lo prim ero de todas las cosas, y tiene todas las cosas en sí
m ism o, y es uno p o r siem pre y no lo es, el ya desap arecido del ser al m ism o por
la vía inversa p resen tán d o se com o T iem po-todo: pues lo que es m añana, p o r cier-
256 Razón común — Heraclito

to , es en realid ad ayer, y el ayer m a ñ a n a ” : es m uy difícil decidir (y m ás con el


inseguro en ten d im ien to del cen tro del p a sa je , p a ra el que no h e dado con una lec­
ción satisfactoria) cu án to de eso p ro ced ía del libro de H eraclito , p ero es probable
que la anulación de la oposición ‘ayer / m a ñ a n a ’ figurase allí en tre las synalláxies
de razón de los n .os 46-48; n o p ien so , en cam bio, que el p aso co rrespondiente del
libro, caso de h a b e rlo , estu v iera ju n to a este n.° 85, y no es de creer que Escítino
tro cara aión p o r chrónos, sino m ás b ien , en to d o caso, que hu b iera un m om ento
en aquella o tra p a rte del libro en que razón h a b la ra del tiem po (chrónos, que no
aparece en ninguno de n u estro s fragm entos) com o sucesión o insim ultaneidad,
p a ra d enu n ciar ju sta m e n te (p o r synalláxies com o la de ‘ayer / m a ñ a n a ’) la ilusión
de esa serie de m o m en to s sucesivos: pues tod o s los m om entos están en éste, y
éste no es ningún m o m en to en tre los m om entos.
A quí se tra ta de aión (el N o m b re d erivado del A dv. aieí ‘siem pre’, de la m is­
m a raíz que lat. aeuom y aeternus), que p arece referirse al tiem po considerado
to d o de una vez (a u n q u e el to d o , en vez de ser una era o la etern id ad , sea sim ­
plem ente la ed ad , el tiem po to d o de u n a vida), en el que cualquier m om ento de
ese todo estuviera com p ren d id o com o en u n c o n ju n to , p o r oposición a chrónos,
que más bien se refiere (salvo que m ás ta rd e aión cae en desuso en la lengua co­
rrien te , y chrónos se hace cargo en p a rte de su ám bito sem ántico) al tiem po com o
sucesión, al tiem po q u e pasa (inasib lem en te, in co n ceb iblem ente), y hasta a los m o ­
m entos que tra ta n de identificarse en la sucesión, p .e j. los de la m úsica y la m é ­
trica, distinción un ta n to d u ra de e n te n d e r p a ra nosotros: pues ello es que el p ro ­
greso de la ideación del tiem p o (que el p rogreso histórico im periosam ente nece­
sitaba) ha tenido que incluir la progresiva confusión de las dos nociones, y todas
las lenguas eu ro p eas desconocen la duplicidad de térm inos que todavía las a n ti­
guas m anten ían . A q u í, p u es, es de la id ea de ‘tie m p o ’ o del T iem po-todo o de la
S em piternidad de lo que se habla, y de lo que se dice que es un niño (ya esto a
los lectores de H eraclito les so naba seg u ram en te a p arad o ja: pues A ió n debía ser
m ás bien alguien en el final de su vida y con to d o su tiem po a las espaldas; y véase
cóm o, al d o m in ar e n tre n osotros cada vez m ás la ideación del tiem po, el Tiem po
es en las figuras de los calendarios un viejo tan v en erable com o h o rre n d o ), y un
niño que está ju g an d o (en gr. hay p aro n o m asia, país p a ízó n , com o si dijéram os
‘un niño n iñ e a n d o ’), y m ás p recisam en te, que ju eg a a un juego de posiciones re ­
lativas, bien conocido p o r todas p artes (v. p .e j. H . J. R . M urray H istory o f B oard
G ames other than Chess ‘U niv. P re ss’ O xford 1952, cap. I l l ‘G am es o f A linem ent
and C o n fig u ratio n ’), au n q u e con n u m erosas v arian tes, de las cuales la más simple
es acaso la que escojo p ara efectos de la trad u cció n , la de 3 por 3 lugares o tres-
en-raya, que tam b ién solíam os llam ar de niños el castro, proclam ándose la jugada
de cierre o v en ced o ra con la fórm ula “C astro hecho y d e rec h o ” , jugándolo con
chinas o teju elo s sobre un esquem a trazad o en el suelo com o un cuadrado con sus
dos m edianas y sus dos diagonales, que d e te rm in a b a n , con el central de en trec ru ­
ce, los 9 p u n to s que eran lugares posibles de las fichas, si bien p arece que en tre
los antiguos hab ía dos tipos de petía (de la que el ju ego rom ano de los latrunculi
‘b an d o lerillo s’ o ‘soldados m ercen ario s’ se consid era u n a m odalidad), una, según
cuenta el lexicógrafo Pólux (X 97), con 5 rayas y 5 fichas (descripción que p ro ­
p iam ente no se en tien d e) y o tra con las fichas (h asta 60) situándose en un casille­
Razón general 257

ro llam ado p o lis ‘ciu d ad ’, m ientras q u e, p o r una noticia de San Isidoro, h abía p eo ­
nes que sólo avanzaban “d e re c h o ” y otros que uage (p resum iblem ente, al sesgo),
p ero sin d uda este tip o , que se aproxim a al ajed rez, se aleja m ucho de la petía de
sim ple disposición de fichas en lugares relativos, que es seg uram ente a la que H e ­
raclito se refiere.
Ello es que se tra ta de un ju eg o en que las dos clases de fichas de color con­
trario luch an p o r o cu p ar sobre el sistem a de líneas u n a disposición de la que las
adversarias tra ta n co n tin u am en te de im pedirlas, y el logro de esa disposición (p.ej.
tres en raya) p o r las unas o las o tras es el final del ju ego; y del basilêië con que
term ina la frase h eraclitan a apenas p u ed e p ensarse o tra cosa sino que recoge la
fórm ula usad a p a ra c a n ta r ese final, sea con el valor de ‘rea le za ’ o ‘coronación’,
ya que es o rd in ario en tales ju eg o s, rem edos de la g u erra, que la victoria im plique
algo com o alzam iento o dom inio del R ey, único p o r definición, y en tre los rom a­
nos del Im p erio el v en ced o r de u n a p a rtid a de latrunculi se proclam aba imperator,
o bien sea, com o caería bien p a ra precisar la relación con n u estro “C astro hecho
y d e rec h o ” , con el de ‘p alacio ’ o ‘re a l’, aunque no en cuentro atestiguado tal sig­
nificado p a ra basilëië o át. basileía, con la elipsis de oikía, que se hizo norm al para
basiliké; p e ro , en to d o caso, lo que se p roclam a es “ ¡Del niño la victoria!” , e.e.
“ ¡Del niño el cierre o disposición d o m in ad o ra de las fichas!” ; final que tra e con­
sigo a p a re ja d a la cuestión, p ertin e n te a nuestro p ro p ó sito , de cóm o puede decirse
que en la disposición de final o cierre están im plícitas las jugadas anteriores que
han llevado a ella, el curso de to d a la p artid a; pues el tres-en -ray a, con cuales­
quiera de sus com plicaciones y hasta el ajedrez m ism o, no es ciertam ente un ju e ­
go de veras infinito, en cuanto que, siendo nú m ero determ in ad o los lugares, las
fichas y las reglas convenidas, cabe decir con b uen sentido que todas las jugadas,
sucesiones de jug ad as y p artid as en teras, están previstas en el sistem a o aparato,
que to d o ju eg o que se ju eg u e estab a ya jugado; p o r o tro lado, p arece que a una
m ism a disposición final sobre el esquem a o casillero se p u ede h ab e r llegado a tra ­
vés de m últiples p artid as o sucesiones diferen tes, si bien tam poco esas posibilida­
des “hacia a trá s” son infinitas, sino núm ero d eterm in ad o ; así resu lta que la petía
(com o el ajed rez) no es p ro p iam en te un juego de azar (es curioso que Plutarco
en su D e la falsa vergüenza 5 d esaconseja los juegos de azar al sabio, en tan to que
en el D el exilio 11 le reco m ien d a e n tre te n e r sus tiem pos vacíos con la p etía), pero
no es tam poco un ju eg o creativo o d ep en d ien te de la m era habilidad de uno, ya
que por fuerza d ep en d e tam bién del ap rovecham iento del e rro r del o tro (jugán­
dose p o r am bas p artes “del m ejo r m o d o ” cada vez, el ju eg o q u ed a condenado a
term in ar, según las diversas estructuras y reglas, o en tablas o con la victoria del
1.” que ju eg a o con la del 2.°), y es así com o un niño, práctico en el juego, puede
ser la m ano que cierre la p artid a, con sólo reco n o cer algunas líneas de fallo del
adversario (que acaso p re te n d ía ju g a r o p o r rigurosa lógica o creativam ente y por
corazonad a, com o en cam po de azar ab ierto ), y aión o T iem po-todo sería el niño
que se las supiera to d as, esto es, que tu v iera p r e s e n t e s to d o el núm ero de
com binaciones sucesivas que le dan fatalm ente la victoria.
L a fórm ula h eraclitan a no dice seguram ente qué es eso a lo que llam an tiem po
los m ortales, p ero dice claram en te lo que no es, que es ju stam en te eso que los
m ortales tien en que creer que es, p o r su p ro p ia condición de m ortales, es decir,
258 Razón común — Heraclito

condenados a creer q u e cada u no es cada u n o , y sin em bargo uno e n tre todos, y


p o r tan to a d e ja r cada uno sucesivam ente su lugar a o tro ; condena que asim ism o
tienen ellos q u e tra sp a sa r, en su visión del m u n d o , a los o tro s seres, lo m ism o a
los supuestam en te sem ovientes que a los su p u estam ente in ertes, a los cuerpos y
puntos en m ovim iento, a los átom os y a los astros. A h o ra b ien, ‘tiem p o ’ no tiene
m ás sentido — dice razó n — que q u erien d o significar una de las dos cosas incon­
cebibles, o el m o m en to p u ro (recu erd e el lecto r cóm o la C iencia en su progreso
ha tenido que seguir creyendo y confirm ando la realid ad del in stan te , y h asta p ara
ello d esarro llan d o , p o r m edio del desarrollo de los cálculos o p o rtu n o s, prodigios
com o el de ‘velocidad in sta n tá n e a ’), o to d a la e te rn id a d (aión), e .e . el co njunto
de todas las sucesiones concebidas de u n a vez, com o p o r el ojo de un D ios om ­
nisciente y to d o p o d e ro so (lo que no tiene sentido es que sea la co m p onenda en tre
am bas cosas que n o rm alm en te m an ejam o s, a m odo de línea con su P resen te, su
P asado y su F u tu ro , p a ra m ed ir los procesos físicos y la duración de n u estras vi­
das), y adem ás lo uno y lo o tro , el m o m en to y la e te rn id a d , com o en este fr. final
se enuncia claram en te, son lo m ism o: pues en este m om ento (que no es ya éste,
en cuanto lo he n o m b rad o ) están incluidos o p resen tes todos los m om entos de una
supuesta o rd en ació n to tal (en ese sen tid o , el com ienzo del fr. de Escítino citado
arrib a), y es sólo n u estra m o rtal necesidad (im poniéndose p o r m edio de los T iem ­
pos verbales del V erb o de las lenguas particu lares) la que obliga a im aginar las
expectativas y los recu erd o s com o p a r t e s d e l a R e a l i d a d , con lo
que, a la vez que se establece un tiem po lineal y co m putable, se hace que este P re ­
sente inasible crea ser tam b ién un p u n to real sob re la línea; p ero , p o r otro lado
(tal vez a esta “vía c o n tra ria ” se refiere el cen tro del pasaje de E scítino), la Sem-
p iternidad o T iem p o -to d o , q u e es un tiem po q u e no pasa, d o n d e no hay presente
o eje de orden ació n de sucesión en dos sentidos co ntrarios (y p o r en d e, ayer es
m añana y m añ an a ay er), d o n d e yacen los tiem pos tod os o rd en ad o s en tre sí a m odo
geom étrico o com o en un c o n ju n to , en d o n d e, pues que n ad a pasa, to d o está h e ­
cho, ese T iem p o -to d o no es m ás que la ilusión co m p lem entaria con la del m om en­
to , su ideación la culm inación de las ideaciones del tiem po (com o en la ju g ad a de
cierre o victoriosa del niño culm inan todas las ju g ad as), y en verdad no o tra cosa
sino el otro m odo de negación o reducción al absu rdo que razón practica con la
idea de ‘tie m p o ’ de los h om bres: ‘tie m p o ’ es en v erd ad o m om ento inasible-incon-
cebible o T iem p o -to d o , que no pasa y falta p o r ta n to a la p retensión fundam ental
del tiem po; p e ro , al ser en v erd ad u n a u o tra de esas dos cosas im posibles (y más
en verdad las dos, pues que la etern id ad es el m o m ento y el m om ento la e tern i­
d ad ), se vuelve en co n tra de lo que es e n r e a l i d a d ; y lo que razón p ro ­
clam a es su m en tira com o p a rte de la R ealid ad , la cual p o r otro lado sin esa ilu­
sión del tiem po p arcialm en te ideado y com putable a trechos no es tam poco nada:
pues ni siquiera su creencia fu n d am en tal, la de q u e uno es u n o y otro es o tro , p u e ­
de m an ten erse sin la creencia de que u n o , siendo el m ism o, cam bia de lugar (en
el tiem po) y qu e, con el tiem p o , uno se co nvierte en otro.
A sí pués, al p o n e r en evidencia, llevándola a sus extrem os lógicos (punto y to ­
talidad) la necesaria ilusoriedad de la ideación del tiem po, lo que hace razón es,
com o siem pre a lo largo de su discurso, c o n d en ar a la m ás rígida inm ovilidad
(“N ada p asa”) la p reten sió n del sab er de la R ealid ad , y con ello abrir por el con­
Razón general 259

trario las vías sin fin q u e a la renuncia a ese saber se le abren (“N o se sabe lo que
p asa”), vías que no sigue, sino que crea razón m ism a en el cam po de lo que no
está hech o (o d icho), en la m edida en que no se lo d a por hecho p ara saberlo.

D os voces tien e razó n , u n a voz sem ántica y o tra m atem ática (com o en el sis­
tem a de u n a lengua está el a p a ra to de las p alabras significativas y el ap arato de
los cuantificadores, y com o en la Lógica tradicional se o p onen la com prensión y
la extensión de los co n cep to s), y así com o en la p arte central de este D iscurso G e ­
neral o peri p á n tó n ‘sob re to d as las cosas’ denunciaba razó n , volviéndose sobre su
pro p ia o b ra , la contradicción constitutiva de la realid ad y cóm o eran y no eran lo
m ism o id en tid ad (de u no) y diferencia (con o tro s), así en esta últim a p a rte , en
que con su voz m atem ática, es decir, física (pues m atem ático ha de ser el lenguaje
de la C iencia) se volvía sobre sí m ism a en cuanto R ealid ad o p h ysis (fuego racio­
nal), denuncia la contradicción, no de los conceptos (pues no hay en las form ula­
ciones cuantitativas lugar a contradicción sem ántica), sino en el seno de la idea­
ción del tiem p o , que es el artilugio, oculto p o r harto evidente, sobre el que toda
form ulación m atem ática (e.e. física, en cuanto el lenguaje m atem ático sirve a la
ciencia de la R ealid ad ) está fu n d ad a. Y así, con una y o tra voz, el lenguaje m is­
m o, en cu an to den u n cia lo que él ha h echo, q u ed a libre para h acer lo que no está
hecho ni se sabe.
ΛΟΓΟΣ
ΠΟΛΙΤΙΚ0Σ

RAZÓN
POLÍTICAO SEA

DE GOBIERNOS Y DE ALMAS
CS D -K 86

έπκκποκ

© Lucian. Vit. auct. 14 : συ δέ τί κ λά εις, ώ βέλτιστε; π ολύ γ ά ρ ο ΐμ α ι κάλλιόν


σοι πρ οσ λα λ ειν. :: Η Ρ Α Κ Λ Ε ΙΤ Ο Σ . Ή γ έ ο μ α ι γ ά ρ , ώ ξεϊν ε, τά ά ν θ ρ ω π ή ϊα
π ρ ή γμ α τα ό ϊζ υ ρ ά κ α ι δ α κ ρ υ ώ δ ε α , κ α ι ο ύ δ έν α ύτώ ν ο τ ι μή έ π ικ ή ρ ιο ν τώ δή ο ίκ -
τείρ ω τέ σ φ εα ς κ α ί ο δ ύ ρ ο μ α ι.

C fr. D io g . L . I X 3 : ά ν α χ ω ρ ή σ α ς δ ε ε ις τ ό ι ε ρ ό ν τ ή ς Ά ρ τ έ μ ι δ ο ς μ ε τ ά τ ώ ν π α ί δ ω ν ή σ τ ρ α -
γ ά λ ι ζ ε ν ' π ε ρ ι σ τ ά ν τ ω ν δ ’ α υ τ ό ν τ ώ ν Έ φ ε σ ί ω ν , « τ ί, ώ κ ά κ ι σ τ ο ι , θ α υ μ ά ζ ε τ ε ; » ε ΐ π ε ν ' «ή ο ύ
κ ρ ε ιτ τ ο ν τ ο ύ τ ο π ο ιε ίν ή μ ε θ ’ ύ μ ώ ν π ο λ ιτ ε ύ ε σ θ α ι;» . κ α ί τ έ λ ο ς μ ισ α ν θ ρ ω π ή σ α ς κ α ί έ κ π α τ ή -
σ α ς έν τ ο ίς ό ρ ε σ ι δ ιη τ ά τ ο , π ό α ς σ ιτ ο ύ μ ε ν ο ς κ α ί β ο τ ά ν α ς .

© MALHADADO (todo lo de las prácticas humanas).

© R ecojo la p alab ra del pasaje de burla de H eraclito que hace Luciano en la


Subasta de vidas; “Y tú ¿qué lloras, ilustre? Q ue m ucho más decen te, creo, te se­
ría conversar con alguien. H E R A C L IT O .— P orque es que, fo rastero , considero
los asuntos h um anos d eplorables y lam entosos y nada en ellos que no sea m alha­
dado. P o r eso, en fin, los com padezco y m e la m e n to ” ; pues es la palabra tan in u ­
sitada (sólo aquí, y aun con la o tra form ación del A d j., epikëros es sum am ente
raro en n u estra lite ra tu ra ) que basta esa consideración para to m arla pro b ab lem en ­
te com o p alab ra h eraclitan a; y L uciano en ese pasaje pone en boca de su H e ra ­
clito, ap a rte la aceptable im itación del d ialecto, unas cuantas fórm ulas que hem os
reconocido com o b astan te fieles al original.
P o r o tra p a rte , esa predicación de epikérion (es u na form ación con el pref. epi-
y el suf. adjetival -io- sobre el viejo nom bre kér de la P arca o destino m ortal, algo
com o ‘d estin ad o -a-fin -fu n esto ’) a los negocios o actividades de los hom bres en g e­
neral, los anthrópeia prégmata, concuerda bien con la frecu en tad a leyenda de la
m isantropía de H eraclito y su ap artam ien to de la política de su patria; de la cual
264 Razón común — Heraclito

el rasgo acaso m ás in te re sa n te (p a ra ap reciar el éxito y m odalidades de la leyenda


en el Im perio sirve la lectu ra de las E pístolas atrib u idas a H eraclito ) es el que nos
da la anécd o ta referid a p o r D iógenes L aercio: “Y h ab ién d o se re tirad o al san tu a­
rio de A rtem is, ju g ab a con los m uchachos a las tab as; con q u e, habiéndole ro d e a ­
do los efesios, ‘¿Q u é os quedáis m iran d o , m ald ito s?’ dijo: ‘¿O no es m e jo r hacer
eso que convivir con v u estra p o lítica?’; y al fin, h ab ien d o cogido odio a la hum a­
nidad y ap artád o se del tráfag o , p asab a la vida en los m o n tes, alim entándose de
yerbas y de p a sto s” ; d o n d e no es de excluir que h ay a ju gado un eco del “niño ju ­
gando al tres-en -ray a” (n.° 85); p e ro , en to d o caso, algo deb ía de h ab e r de la ac­
titud política que la predicación ‘m a lh a d a d o ’ y la a n écd o ta revelan en la p arte de
D iscurso Político del libro, que co n cu erd a bien con los frs. literales que aquí
siguen.

87 121 D -K

A$\QH 1;<Í>£<,íoi¿ Η^ΗΔ<0·Ν ΑΡ/ΑΓ^Λ"


<;4λι r  j \ ΚΛΪ t o í¿ Anh^oi^ τ η κ
Ρ<>ΛΙΝ ΚΑΤΛΑΙΓ,Ε Ϊ Κ ? ΟΓΠΝΈ^ ΐ m<>"
Δ ^ΡΟ Μ Λ ΝΔΡΛ ÉW VT& Κ ❖ K H lfW té-

ί^ Α Α Ο Ν ΟΛΝΎΕ^ " ΠΗΔΕ εΓ^


<ν>Ν"Η ε! δ ε μη; λ λ λ η ι
ΚΑΙ ΜΕΓ Αλλ<*>Κ*

© Strab. X IV 25, ρ. 642 : ά ν δ ρ ες δ 5 ά ξ ιό λ ο γ ο ι γ εγ ό να σ ιν έν αυτή (scii.


Έ φ έ σ ω ) , τώ ν μέν κ α λ α ιώ ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς τε ό σ κ ο τεινό ς κ α λούμ ενος κ α ί Έ ρ μ ό δ ω -
ρος, π ε ρ ί ού ό α ύ τό ς φ η σ ι' « ά ξιο ν .... άλλω ν», δ ο κ ει δ ’ ο ύ το ς ό άνήρ νό μ ο υ ς τι-
ν ά ς 'Ρ ω μ α ίο ις σ υ γ γρ ά ψ α ι.
Diog. L. IX 2 : κ α θ ά π τ ε τ α ι δέ κ α ι τώ ν Έ φ ε σ ίω ν ε π ί τώ τό ν έτα ίρ ο ν έκβαλεΐν
Razón política 265

Έ ρ μ ό δ ω ρ ο ν , έν ο ίς φ η σ ιν ' « ά ξιο ν .... άλλων», ά ξ ιο ύ μ εν ο ς δέ κ α ί νόμ ους θ ε ίν α ι


π ρ ο ς α υ τώ ν , ύ π ε ρ ε ΐδ ε δ ιά τοϋ ήδη κ εκ ρ α τή σ θ α ι τή π ο ν ε ρ ά π ο λ ιτε ία τή ν πόλιν.
Cic. Tuse. V 36, 105 : est apud H eraclitu m physicum de principe E p hesiorum H er-
m odoro: u n iuersos ait E phesios esse m o rte m ultan d os, quod, cum ciuitate expe­
llerent H e rm o d o ru m , ita locuti sint: «N em o de nobis unus excellat; sin quis exs­
tite rit, alio in loco e t ap u d alios sit», an hoc non ita fit in om ni populo? .... A ris­
tides .... n o n n e ob eam causam expulsus est p atria, quod p ra e te r m odum iustus
esset?
M uson. fr. IX (‘" Ο τ ι ού κ α κ ό ν ή φ υ γ ή ’) p. 47 H en se : ... ήδη τινές ά ν δ ρ ες α γ α ­
θ ο ί όντες έξη λά θη σ α ν υ π ό τώ ν π ο λ ιτώ ν , ώ σ περ Α ,θ ή ν η θ εν μέν ’Α ρ ισ τείδ η ς ό δ ί­
κ α ιο ς, έξ Ε φ έ σ ο υ δέ Έ ρ μ ό δ ω ρ ο ς , έφ ’ φ κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , ό τι έφ υγεν, ήβηδόν
έκέλευεν Έ φ ε σ ίο ις ά π ά γ ξ α σ θ α ι.
Iam bi. Vita Pyth. 30, 172 : κ α ί π ά ν τες ο ύ το ι (scii, οί Π υ θ α γ ό ρ α π ρ ο σ ελ θό ντες)
π α ρ ά το ϊς α ύτώ ν π ο λ ίτ α ις ισ ό θ εω ν τιμ ώ ν έτυχο ν' ού γ ά ρ κ α θ ά π ε ρ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς
γ ρ ά ψ ε ιν Έ φ ε σ ίο ις έφη το ύ ς νό μ ο υ ς, ά π ά γ ξ α σ θ α ι το ύ ς π ο λ ίτα ς ήβ ηδόν κελεύ-
σας, ά λ λα μετά π ο λλή ς εύ νο ια ς κ α ί π ο λ ιτικ ή ς επισ τήμ ης νο μ ο θ ετειν έπεχείρησαν.

Cfr. P s e u d o -D io g . E pist. 28, 6 : ή β η δ ό ν σ ύ μ π α ν τ ε ς ή σ α χ ρ ρ ο ν εϊν μ ά θ ε τ ε ή ά π ά γ ξ α σ Ο ε .


L u c ia n . Vit. auct. 14 : έγ ώ δ έ κ έ λ ο μ α ι π ά σ ιν ή β η δ ό ν ο ιμ ώ ζ ε ιν .
E t P s .-H e ra c l. E pist. IX 1 (a d H er m o d o r u m ) : Έ φ έ σ ι ο ί σε ά ν δ ρ ώ ν ό ν τ α ά ρ ισ τ ο ν έ λ α ίιν ο υ -
σ ιν.

© ά π ά γ ξ α σ θ α ι S tra b ., M u so n ., Iam bi, (et Ps.-D iog.) : ά π ο θ α ν ε ϊν D iog. L. (et


C ic.?) ά ν δ ρ α om . D iog. L. φ ά ντες S trab. : λέγοντες Diog. L.
ει δέ μή : ει δέ τις το ιο ύ το ς D iog. L. άλλη : ά λ λοι D iog. L.

© LO PROPIO PARA LOS EFESIOS, DE LA MAYORÍA


DE EDAD EN ADELANTE AHORCARSE TODOS Y DE­
JARLES EL GOBIERNO DE LA CIUDAD A LOS MENO­
RES, ELLOS QUE A HERMODORO, HOMBRE DE ENTRE
ELLOS EL DE MÁS VALÍA, LO ECHARON A DESTIERRO,
PROCLAMANDO ‘DE NOSOTROS NO HAYA UNO QUE
SEA EL DE MÁS VALÍA; Y SI LO ES, A OTRA PARTE Y
CON OTROS’.

© E stra b ó n lo tran sm ite así en su noticia sobre É feso: “Y son en ella nacidos
varones dignos de cu en ta, de e n tre los antiguos H eraclito , al que se llam a el T e ­
neb ro so , y H e rm o d o ro , acerca del cual dice el m ism o H eraclito: ‘Lo propio ...
con o tro s’. Y p arece ser que ese h o m b re com piló ciertas leyes p a ra los rom anos”
(para el curioso relacio n am ien to de H erm o d o ro con las leyes decem virales, v. Pli-
266 Razón común — Heraclito

nio el V iejo, q u e dice en X X X IV 21 de la N atural Historia: “H u b o tam bién una


(e sta tu a ) de H e rm o d o ro efesio en el lug ar de los Com icios (e n el fo ro ), in té r­
p rete que fue de las leyes q u e los decém viros escribían, erigida a costa pública”);
p o r su p a rte , D iógenes L aercio lo da, con algunos irresp etu o so s reto q u es, al co­
m ienzo de su Vida: “Y ataca tam b ién a los efesios con m otivo de h a b e r d e ste rra ­
do a su cam arad a H e rm o d o ro , en d o n d e dice ‘Lo p ro pio ... con o tro s’. Y aun con­
siderándosele p o r p a rte de ellos digno de h acerles leyes, lo d esdeñó, p o r el hecho
de estar ya d o m in ad a p o r la m ala política la ciu d ad ” ; tam b ién C icerón ofrece una
traducción en las Tusculanas: “E stá en la o b ra de H eraclito el científico (p h ysi­
cu m ) acerca de un v aró n principal de los efesios, H erm o d o ro : dice que a los efe­
sios todos h abía que castigarlos con la m u e rte , p o r el hecho de q u e, al expulsar
de la ciudad a H erm o d o ro , d eclararo n así: ‘N inguno de e n tre nosotros sobresalga
él solo; pero si alguno surgiere, sea en o tro lugar y e n tre o tro s’. ¿No sucede acaso
así en cualquier pueb lo ? .... A ristid es ... ¿no fue p o r esa causa a rro jad o de su p a­
tria, po rq u e e ra ju sto sobre m e d id a ? ” ; y el estoico M usonio R ufo (que sufrió él
m ism o destierro b ajo N eró n y V esp asian o ), en u n a de las n o tas de su enseñanza
(“D e que el d estierro no es u n m al”) to m ad as p o r un discípulo que E sto b eo nos
ha conservado, reu n ie n d o tam b ién el caso de H e rm o d o ro con el de A ristides, re ­
cuerda una p a rte de la cita: “ ...y a en tiem pos algunos h o m b res, siendo buenos,
se vieron arro jad o s de las ciudades, com o de A te n a s A ristides el Ju sto, y de É feso
H erm o d o ro , con m otivo del cual H eraclito , p o rq u e lo habían d e sterrad o , m an d a­
ba a los efesios ah o rcarse de la m ayoría de edad en a d e la n te ” ; Jám blico en la Vida
de Pitágoras co n tra p o n e , de m an era su g eren te, el caso de H eraclito con el de los
pitagóricos, ap reciados legisladores de sus p atrias: “Y aun todos ésos de p arte de
sus conciudadanos recib iero n h o n ras sem ejan tes a las divinas: pues no al m odo
que H eraclito les dijo a los efesios que les iba a dictar las leyes, m andándoles ah o r­
carse a los ciudadanos de la m ayoría de ed ad en ad elan te, sino con m ucha bien ­
q uerencia y sabiduría política se p usieron a legislar” ; en fin, una parodia de ello
hallam os en u n a epístola apócrifa de D iógenes el Cínico (“T odos de m ayoría de
edad en ad elan te o a p ren d ed a te n e r juicio o ah o rcao s”), y o tra en boca del H e ­
raclito de L uciano: “Pues yo os m ando a todos de m ayoría de edad en adelante a
que os zu rzan ” . E n cuanto a las E pístolas pseudoheraclitanas* en la III el rey D a ­
río am enaza a los efesios si no hacen volver del d estierro a H e rm o d o ro , y la IV ,
V II, V III y IX son de H eraclito a H e rm o d o ro , sobre asuntos m orales-políticos y
la últim a acerca de su d estierro (“los efesios a tí, q ue eres el m ejo r de los hom ­
bres, te echan fu e r a ...”).
Son de n o ta r ese p a r de rasgos de h um or h eraclitano que son, u no, el p o ner
en boca de los efesios la justificación de la expulsión en form a de texto legal (con
sus caracteres fo rm ales, com o el lm p . de 3 .a ésto), y o tro , el que la pro p ia m aldi­
ción de H eraclito tom e tam b ién el to n o de una p ro p u e sta de ley, especialm ente
con el A dv. hëbëdôn (p a ra distinguir, com o adu lto s, a los que han pasado la p ru e ­
ba de efebos, e n tra n d o en ed ad de llevar arm as y p articip ar en la asam blea), que
tan im preso q u ed aría en los ecos tard ío s de la frase, que todos (m enos C icerón)
lo repiten . Y ju n to a esto , lo que haya de co n m o v ed or en la salvedad que la m al­
dición hace a favor de los m en o res de ed ad , a los q ue se considera, no sin in ten ­
ción parad ó jica fren te a las norm as vigentes en las instituciones, pero que no ex­
Razón política 267

cluye una cierta seried ad , m enos m alos que los adultos p a ra m a n ten e r la polis y
su gobierno.
P ero conviene sob re to d o , a inten ció n de este fr. y de los siguientes (en espe­
cial n .os 90 y 91), en que se m aldice de las m ayorías gob ern an tes y se exalta, fren ­
te a ellas, la valía de un h o m b re b u en o , p recisar en qué sentido la razón condena
las instituciones dem ocráticas: pues ya en el D iscurso G eneral (v. cóm o en © a
n .os 1 y 4) hoi p o llo í q u e d a b a n denunciados de ininteligentes (propio de la m ayo­
ría es el en g añ arse), p ero ello e ra p recisam ente p o r incom unes, po rq u e cada uno
de los m uchos tiene su idea p ro p ia, que lo ap arta de la razón com ún; es lógico
pués que se denuncie la ilusión dem ocrática, que estim a que p o r sum ación de las
ideas propias de cada u no se p u ed e, acaso p o r virtud del n ú m ero , producir una
inversión del engaño privado en verd ad com ún, cuando parece claro que la sum a
no hará m ás que ratificar y ro b u stecer la ilusión individual; p e ro ello no implica
ciertam en te una defen sa de las m inorías (que seg u ram ente no padecen sino la m is­
ma en ferm ed ad con m en o r núm ero ) ni del individuo aislado, que norm alm ente no
es más que una u nidad y un voto de la creencia y el e rro r c o n ju n to , m ás o m enos
m ayoritario. U n h o m b re bu en o , p a ra la razó n , no p u ed e ser sino aquél que, en
virtud de una cierta conciencia de su p ropia contradicción constitutiva, participa
algo m enos en la creencia en su idíé phrónésis o sabiduría p articular, y resulta por
ello algo m ás racional y com unitario. Q ue sea razón la que ha apreciado algo de
eso bajo el nom b re de H erm o d o ro (o del de B iante: n.° 92) o que sea alguna p a­
sión de am istad (y de inquina con tra los efesios) en H eraclito m ism o, no es cues­
tión que aquí d eb a d eten ern o s m ucho.

125a D -K 88

ΜΗ ΕΓΜΛΙΡΟΙ ŸMÎM PAOVTO^/EOE-


^101, ÍV ΕΞΕΛΕΓΧΟΜΕ MHfEVoWl.

© Tzetzes ad A risto p h , Plut. 88 : τυφ λ ό ν δε τό ν Π λούτον π ο ιε ί ώ ς ούκ άρετής,


κ α κ ία ς δέ π α ρ α ίτ ιο ν ό θ εν κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ό Έ φ έ σ ιο ς, άρ ώ μ ενος Έ φ ε σ ίο ις ,
ούκ έπ ευχό μ ενο ς, «μή .... π λο ύ το ς» έφη, « Έ φ έσ ιο ι, ιν’ .... π ονηρευόμενοι».
Ps.-H eracl. Epist. V III 3 : σ ο φ ό ς μ εμ αρτύρησ αι, Ή ρ μ ό δ ω ρ ε, Έ φ έ σ ιο ι δέ άντι-
λέγουσι § εοΰ μ α ρ τυ ρ ία , ά π ο τ ίσ ο ν τ α ι έαυτώ ν ΰ β ρ ιν κ α ί νύ ν ά π ο τ ίν υ ν τα ι γνώ μης
268 Razón común — Heraclito

ά ν α π ιμ π λ ά ν τε ς σ φ ά ς κ α κ ή ς' ούκ ά φ α ιρ ο ύ μ ενο ς π λ ο ύ το ν κ ο λ ά ζ ει θ ε ό ς, άλλα κ α ί


μάλλον δ ίδ ω σ ι π ο ν η ρ ο ΐς, ϊν ’ εχοντες δ ι’ ών ά μ α ρ τά νο υ σ ιν έλέγχω ντα ι κ α ί πε-
ρ ιο υ σ ιά ζο ντες ο κ η νο β α τώ σ ιν α ύ τώ ν τήν μ ο χΌ η ρ ία ν ή δε ά π ο ρ ία π α ρ α κ ά λ υ μ μ ά
έστιν. «μή έ π ιλ ίπ ο ι ύ μ ά ς τύ χη , ιν ’ ο ν ε ιδ ίζη σ θ ε π ο νη ρ ευόμ ενοι».

© ύμ ϊν T zetz. : ύ μ ά ς P s.-H eracl. π λ ο ύ το ς : τύχη Ps.-H eracl.


Έ φ έ σ ιο ι om . P s.-H eracl. έξελ έγχο ισ θε : όνειδίζησΦ ε Ps.-H eracl. : an έξε-
λέγχησθε?

In Tzetzis textum: π α ρ α ίτ ι ο ν N e s tle : π α ρ α ιτ ί ο υ cod.

© ¡ÓJALA NO OS FALTE LA RIQUEZA, EFESIOS, PARA


QUE QUEDÉIS CONVICTOS DE LO MAL QUE OBRÁIS!

© ,a cita que parece literal está en el com en tario del bizantino C heches al P lu­
to o D i?ro de A ristó fan es; “Y ciego lo p resen ta a P luto com o cóm plice no de vir­
tu d, su i d ■m aldad; de d o n d e tam b ién H eraclito el efesio, m aldiciendo a los efe­
sios, no haciendo votos p o r ellos, ‘¡O jala no ... o b ráis!’” . U n a versión bastante
alterad a cons ;rva la V III de las E pístolas apócrifas heraclitanas, introduciéndola
de m odo que p arece sugerir la ligazón del fr. con el anterior: “ Q uedas testificado
de sabio, H erm o d o ro , en tan to que los efesios co n tradicen al testim onio de la D i­
vinidad. Pagarán ellos su so b erb ia, y ya ah o ra están obligándose a pagarla, al hin­
charse de perverso juicio. N o q u itan d o la riqueza castiga la D ivinidad, sino que
aun les da más a los m alvados, p ara qu e, ten ien d o con qué p ecar, queden convic­
tos y, sobrados de m edios, pongan a la vista su p ro p ia perversidad; m ientras que
la escasez de m edios es una co b ertu ra. ‘N o os ab an d o n e la fo rtu n a, para que re ­
cibáis reproche de o b ra r m al’” .
A p arte lo d em ás, la in terp retació n sintáctica q u e el au to r de la Epístola hace
de la frase parece la m ás n atu ral (pues hay o tra , en la que el m é ‘ojala n o ’ no rige
sólo, com o en ésa, la principal, q u ed an d o la S ub o rdinada de hína ‘para q u e ’ en
dependencia suelta de la frase votiva-negativa, com o equivaliendo a “ ¡O jala no se
os acabe!: así q u ed aréis c o n v ic to s...” , sino que rige a la frase en te ra con la O r. de
hína incluida, de m odo que el sentido sería algo com o “ ¡Ó jala no os veáis en la
situación de q u e, faltándoos la riqueza, quedéis c o n v ic to s...”), y es por consiguien­
te más pro b ab le que se tra te , com o C heches tam b ién dice, de una m aldición (“ ¡Así
sigáis ricos p ara d ar p ru e b a s ...!”), m ás bien que de u na bendición (que sería, por
lo dem ás, irónica: “ ¡O jala no p erdáis la riqueza!: p o rq u e, si la perdéis, se os
v e rá ...”), y en fin, p o r ta n to , más p ro b ab le es q u e la riqueza, y no la pobreza,
sea lo que razón cu en te com o ocasión de den u n cia de la m aldad; si bien, p o r cier­
to, bien e: tiende razón (pues que ‘p o b re z a ’ y ‘riq u e z a ’ no son m ás que una syná-
llaxis, c o r o ‘h a rtu ra / h a m b re ’ en el n.° 48 y el 75, y am bas una m ism a por ser
Razón política 269

contrarias y m u tu am en te definidoras: la p o b reza de los pobres está inscrita en la


riqueza de los ricos) que ta n to una situación com o la o tra sirven p ara que ocasio­
n alm en te se ponga algo m ás al descu b ierto , así en individuos com o en ciudades,
la m aldad , que no es sino o tro n o m b re de la ininteligencia o sea de la ilusión de
cada uno (y cada estad o ) de te n e r lo que tien e, de e n ten d e r y g o b ern ar su vida.

44 D -K 89

Μ ΑΧΕΣΑΙ XPH T<>N ΛΗΜΟΚ VTÈP W


K<>M<>V VT£? T«Y Γ IK N 'E O H É N 'o Y j^
rrr ( ν η ή τείχεο ^ .

© D iog. L. IX 2 : έλεγε δέ κ α ί «ύβριν .... π υ ρ κ α ϊή ν» (π .° 102) κ α ί «μάχεσ­


θ α ι .... τείχεος». κ α θ ά π τ ε τ α ι δέ κτλ. (η .° 88).

© υπ έρ τοϋ γ ’ ίκνεομένου scribo : ύπ έρ τοϋ γιγνο μ ένου F B P 1 (om. P 2), Voll-


graff, B ollack-W ism ann : υ π έρ τοϋ γε νόμου Diels quasi lectionem ex em endatione
duplicem (ύπ έρ γε τού νόμ ου M arcovich, ut iambice euaderet) : om . edd.
-π ερ ύπ έρ restituo : (όκω ς) ύ π έρ B P F, Long A liter tam en sententia con­
cipi po tu it : ύ π έρ (uel ύ π ό ) τού γ ’ ίσχόμενον οκω σ περ τείχεος.

© HA DE LUCHAR EL PUEBLO SOBRE Y POR LA LEY,


POR LA BIEN ORDENADA AL MENOS, TAL COMO SO­
BRE Y POR LA MURALLA.

© C ita la frase D iógenes L aercio solo, al com ienzo de la Vida: “Y decía tam ­
bién que ‘La so b e rb ia ... (n.° 1 0 2 )’ y que ‘H a de luchar ... m u ralla’. Y atacaba a
270 Razón común — Heraclito

los efesios (v. n.° 8 8 ) ” ; p e ro el tex to es algo problem ático: los M S S principales
tienen, tras hypèr toû n ó m o u ‘sobre y p o r la ley’, u n hypèr toû gignom énou, que
no se en tien d e, au n q u e W . V ollgraff lo defendió (lo m enos m alo sería ligarlo con
el siguiente hó kó sp er teícheos, leyendo trab a jo sa m e n te “p o r la que viene a ser
com o m u ralla”), p e ro del q u e tam poco p u ed e uno desen ten d erse (aunque es lo
que suelen h acer los ed ito res; D iels h ab ía p en sad o que fu era una repetición co­
rregida de lo a n te rio r, h ypèr toû ge n ó m o u ‘al m enos p o r la le y ’): m e he decidido
p o r reconocerlo com o alteració n de un hyp èr toû g ’ h ikn eo m én o u (o ya antes es­
crito h ikn o u m én o u con la fo rm a ática co rrien te), q u e incluye un uso del P art, hik-
neúm enos com o ‘satisfactorio, ad ecu ad o , c o n v en ien te’, bien atestiguado precisa­
m ente en jo n io (p .e j. H e ró d o to V I 84 y 86), p ero desconocido seguram ente para
los copistas (o incluso p a ra el p ro p io D iógenes L aercio). H e visto, p o r desgracia,
o tra m an era de reco n stru ir el tex to , m ás costosa p a ra la regla de la crítica textual,
aunque acaso m ás satisfactoria p a ra el sentido: hyp èr toû g ’ ischóm enon hókósper
teícheos “con ten ién d o se (e l p u e b lo ) sobre ella (o , escribiendo hyp o por hypèr, ‘es­
tando contenido p o r ella ’) tal com o sob re (o ‘p o r’) la m u ralla” . P ero, en fin, eli­
giendo, com o he h ech o, la lección que m ejo r explica la corrupción del texto, h a ­
bría seguram ente que co m p letar la o b ra rep itien d o hypèr d etrás de hókósper (una
casi haplografía explica bien la co rru p ció n ), si se q u iere una sintaxis aceptable.
E llo es qu e, leyen d o com o lo hago (y au n q u e n o se adm ita e n te ra m e n te m i re s­
titución), la sentencia im plica una com paración de la ley con la m uralla, sobre la
cual (el valor de la P rep . hyp èr obliga a la doble traducción ‘sobre y p o r’) m onta
el pueblo p a ra d efen d erla y d efen d erse: así tam b ién con la ley, fundándose en la
cual y en defensa de la cual (p ara p ro p ia defensa) tiene que luchar el pueblo (dé-
m os). Q ué es lo que p u ed e m over a razón a h acer proclam ación tal es quizá d u ­
doso (aunque algo se d eterm in a situándola com o lo hago, e n tre la m aldición de
los efesios y la dem ocracia y el n.° 90), p ero en to d o caso no puede olvidarse la
resonancia de lo que en el n.° 3 se dice de “apoyarse en lo com ún de todos, com o
en una ley una ciudad (polis)” y de que las leyes to d as se alim entan de la sola di­
vina, que es la razón com ún m ism a; y desde luego, es de evitar en te n d e r que el
chré ‘es debido, hay q u e ’ im plique aquí que quien p ro n u n cia esta fórm ula esté h a ­
ciendo una exho rtació n a cum plir con lo que dice, sino tan sólo una constatación
de que así tiene que ser y es a lo que está obligado el pueblo; y puestos en tal vía
de e n ten d im ien to , lo q u e oím os en el uso del térm in o tôn dém on es el valor des­
pectivo (cfr. n.° 20) que podía esperarse de una voz que d etrac ta la dem ocracia
(casi com o si en tre nosotros dijéram o s ‘la m asa’), con lo cual el sentido de la p ro ­
clam ación resulta acep tab lem en te claro: la gente, in definida, indistinta, carente de
ser propio, p ara ser una m asa definida (p .e j. ‘los efesios’), constitutiva de polis o
estado, tiene que c o n tar con un arm a de definición (com o igualm ente un indivi­
duo, para ser alguien d e te rm in a d o ), que es precisam ente la m uralla, que cerca y
define la polis, y asim ism o la ley qu e, al im ponerse en com ún a todos los de d e n ­
tro, los diferencia de los o tro s y les da su id en tid ad. E s p o r tan to lógico que el
pueblo haya de luchar sobre y p o r su ley y su m uralla: pues en ello le va, m ás que
la vida, el ser.
Razón política 271

33 D -K 9 0

KAÏ ^O V A H I Γ Ε Ι^ Ε ^ Λ Ι

© Clem . Strom . V 115, 1 : ο ϊδ α εγώ κ α ί Π λ ά τω ν α π ρ ο σ μ α ρ τυ ρ ο ύ ντο Ή ρ α κ -


λείτω γ ρ ά φ ο ν τι «εν .... όνομα» (η.° 4 1 ). κ α ί π ά λ ιν «νόμος .... ενός».
V nde E us. Praep. Ε ν. X III, 13, 42.

© βουλή E useb i cod. E 2 : βουλή C lem ., E useb i codd. cett.

© LEY ES TAMBIÉN OBEDECER A LA VOLUNTAD DE


UNO SOLO.

© Lo da San C lem en te, p a ra sus fines, a continuación del n.° 41 ( “Solo lo


in te lig e n te ...”).
E n el o rd en que lo sitúo, viene a com pletar el n.° 89, con u n a sagaz salvedad
acerca de la ley que se in serta en la crítica de la dem ocracia: si lo que proclam áis,
efesios, es el resp eto de la ley, de acuerdo; p ero no penséis que eso justifica de
p o r sí un régim en dem ocrático: pues reco rd ad que ley es tam bién (y hasta puede
ser una ley h ikn éu m en o s ‘c o n v en ien te’, si leem os esa restricción en el n.° 89) la
ley de un rey o de un tiran o o d ictad o r, p o r m ás que se diga que esa ley (nomos)
se confunde con la volu n tad (boulé, tam bién ‘d elib eració n ’ o ‘decisión’) del gober­
nan te único. Y a se ve que no se tra ta p ara n ad a de que quiera la razón defender
la ley regia o tiránica, sino sólo d eshacer la ilusión de que la ley em anada de una
asam blea dem ocrática (con m ás o m enos intervención de una boulé ‘co n sejo ’ o ‘cá­
m ara a lta ’) sea cosa distinta de la ley de un m o narca absoluto, que se supone que
es em anación de su volu n tad om ním oda: al fin, la v oluntad de uno solo y la vo­
lu n tad de u n a m ultitu d organizada en unidad política, son cosas bien poco dife­
ren tes para razón (en v erd ad , idénticas), la una y la o tra condenadas por la creen­
cia en el sab er p ro p io , ya p ersonal o ya m asivam ente im puesto, que contradice la
razón com ún.
Y m ás dice to d av ía razón con esto (aunque en rigor, ni H eraclito en persona
tenía p o r qué d arse c u en ta de esta prolongación del sentido), en cuanto que la
cosa p u ed e asim ism o referirse no a los entes políticos, sino al en te personal mis­
m o; d o n d e, con inversión de T em a y P red icad o , se está diciendo al mismo tiem po
que el o b ed ecer (uno) a la v oluntad de uno (m ism o, e .e . a la p ro p ia voluntad) es
tam bién ley y no o tra cosa.
272 Razón común — Heraclito

9 2 49 D -K

Eli £MOI nVNOI, ÜN AVlfR} HI.

© T heod. P ro d r. a p u d L azerius Miscell. 1754, p. 20 : εί γ ά ρ ό εις μ ύ ρ ιο ι, π α ρ ’


Ή ρ α κ λ είτω , εάν ά ρ ισ το ς ή, π ά ν τω ς κ α ί ή μ ία χ ελ ιδ ώ ν ά ν τί μ υρίω ν λ ο γ ίζ ο ιτ’ αν,
εάν κλη ρ ώ τα ι τό άρ ισ το ν.
Sym m ach. Epist. IX 115 : quo si m ihi ullus h o n o r testim onii publici adfectandus
fo ret, iudicio tu o et sim ilium co n ten tu s esse d e b e re m , uel fidicinis exem plo, qui
indignatus considentium tu rb a m sibi et M usis can tu m ciebat, uel secundum H e ra ­
clitum physicum , qui sum m an laudis a rb itra b a tu r p lacere uni, si esset optim us, qui
p ro b aret.
G alen. D e diagn. puls. V III 773 K : ού γά ρ τρ υ φ ώ ντω ν όδ ε ό λόγος, άλλ’ ίκ α νώ ς
ουντεταμ ένω ν τε κ α ί π ρ ο θ ύ μ ω ν δ ε ΐτ α ι' το ιο ύ το ι δ ’ εισί π α ν τελ ώ ς ο λ ίγο ι τώ ν νύ ν,
άλλα κ α τά τό ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , «εις έμοί μ ύριοι», κ α ί ή δ ιο ν αν το ύ ς λόγους π ρ ο ς
τούτον τόν ένα π ο ιη σ α ίμ η ν ή π ρ ο ς το ύ ς μ υρίο υς το ύ ς ενός ή ο ύ δ ενό ς ά ξιους.
T heod. P ro d r. Tetrastich, in Basil. I : α ύ χ εϊ μέν Ε λ λ ά ς μ υ ρ ίο υ ς το ύ ς έκγόνους,
α ύ χ εϊ δέ Π ό ντο ς τόν Β α σ ίλ ιο ν μόνον κ α ί κ α τα π ο ν τε ϊν τώ κ α λώ τήν Ε λ λ ά δ α ' εις
γ ά ρ , κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ν , έστι μ ύριοι.
Epigram m a apud D iog. L. IX 16 (cfr. O lym piod. in Gorg. p. 267 J. et Suidas
n. 2046) : Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς έγώ ' τί μ’ άνω κάτω έλκετ’ άμ ουσ οι; ο ύχ ύμ ΐν έπ ό νο υ ν,
το ϊς δ ’ έμ’ έπισ τα μ ένο ις. εις έμοί ά ν θ ρ ω π ο ς τρ ισ μ ύ ρ ιο ι, ο ί δ ’ ά ν ά ρ ιθ μ ο ι ο ύ δ είς.
τ α ύ τ’ α ύδώ κ α ί π α ρ ά Φ ερσεφόντ].

Cfr. C ic. a d A tt. 16, 11, 1 : tu u e ro leges S e x to e iu s q u e iu d ic iu m m ih i p e rs c rib e s : εις έμοί,


μ ύ ρ ιο ι. Et S en. E p. V II 10 : D e m o c ritu s a it « U n u s m ih i p ro p o p u lo e s t, e t p o p u lu s p ro u n o » .

© In L a z e r i textu υ ante εις legi uidetur.

© UNO PARA MÍ DIEZMIL, SI ES EL MEJOR.

© La frase es de las que se hicieron frecu en tad as en el gentry-lore de los an ­


tiguos, al m enos su p rim era p arte: en tera sólo la ofrece el bizantino T eo d o ro P ró ­
drom o en un p asaje salvado en una M iscelánea publicada en 1754 (“Pues, si el
uno diezm il, al aviso de H eraclito , en caso de que sea el m ejo r, tam bién sin duda
la una golondrina p u ed e contarse p o r diezm il, en caso de que le toque en suerte
lo de ‘la m e jo r’”), p ero la au ten ticid ad de la 2 .a p a rte parece confirm arla una car­
ta latina de Sím aco ( i l p o st), que dice: “Q u e si h u b iera yo de p re te n d e r algún ho-
Razón política 273

nor de público testim o n io , con tu juicio y el de los sem ejantes a tí d ebería quedar
co n ten to , ya según el ejem plo del citarista qu e, desd eñando la tu rb a de los espec­
tad ores, prod u cía can to p a ra sí m ism o y p ara las M usas, ya siguiendo a H eraclito
el científico (p h y sic u m ) , q u e juzgaba sum a de toda gloria agrad ar a uno solo, si
e ra el m e jo r el que a p ro b a b a ” . L a form a exacta de la 1.a parte parece ser la que
da G aleno en su D el diagnóstico p o r la diferencia de pu lso s (“Pues no de desidio­
sos esta razón re q u ie re , sino de d eb id am en te tensos y anim osos; y los tales son
decididam en te pocos e n tre los de hoy día; p e ro , siguiendo a H eraclito , ‘U n o para
mí diezm il’; y con m ás gusto h ab ré de dirigir mis razonam ientos a ése uno que no
a las m iríadas de los q u e p o r u no solo valen o p o r n inguno”) y la confirm a Cice­
ró n, citando en griego en u n a carta a A tico: “T ú p o r tu p arte se lo leerás a Sexto,
y su juicio m e lo escribirás d eten id am en te: ‘uno p ara m í diezm il’” . O tra cita apro­
xim ada qu eda en o tra o b ra del m ism o T eo d o ro P ró d ro m o (“Se gloría la H élade
de los diezmil hijos suyos, y se gloría el P o n to de Basilio solo, y de que hunde en
un p o nto (u n verbo in u sitad o , p ero pienso q u e pued e sostenerse el juego de p a ­
labras) a la H élad e en hom bría de bien: pues uno solo, según H eraclito, es diez-
m il.”) y en el epigram a que da D iógenes L aercio: “Yo H eraclito. ¿A qué arriba-
abajo me andáis, oh to rp es, tray en d o ? / P ara vosotros no: para entendidos pené. //
U n hom bre solo, cienm il p ara m í, y los cientos sin cuento / nadie. Lo clam o así
en los infiernos tam bién.»
La fórm ula tien e, e n tre o tras, la gracia de que es uno de los seis casos en que
aparece la Prim era P erso n a (los otros son el n .u 1, adonde v. anotación, el n .” 39,
en que aparece p ara negarse y los n .os 33, 34 y 40) y tiene por ta n to algún sentido
preguntarse hasta qué p u n to esta contabilidad es voz de razón o de H eraclito tan
sólo. C abe sospechar esto (sobre to d o quienes tengan la cabeza llena de las opi­
niones que acerca del p erso n aje histórico y su carácter han acum ulado antiguos y
m odernos), pero en to d o caso es de advertir (cfr. lo dicho a n.° 89) el aliento ra­
cional que la fórm ula ad q u iere cuando se la oye, no com o la usan sus citadores
en general, sino en su p ureza negativa, com o equivaliendo a “El núm ero no cuen­
ta ” : pues la ilusión o falsedad que suele a cada uno de los m uchos condenarnos,
p or creencia en el sab er p ro p io , a la irracionalidad, no se cura p o r la adición (la
m asa está com puesta de individuos), y el áristos ‘e x celen te’ o ‘el m ejo r’ que aquí
aparece no pued e ser p ara razón sino el ejem plo de aquél en que m enos suceda
tal cosa y qu e, p o r descreencia en sí, se deje m ejo r llevar de la razón.
274 Razón común — Heraclito

92 39D'K
EN PriHNHl ÈrÉ/ίΕΤ^ ΤεΎ-
T4ME4>, 0 $ PAEI4W Η Έ5Κ AH%

© D iog. L. I 88 : μ έμ νητα ι τοϋ Β ία ντο ς κ α ι Ί π π ώ ν α ξ , ώ ς π ρ ο είρ η τα ι, κ α ί ό


δυσ ά ρ εσ το ς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς μ άλισ τα α υ τό ν έπήνεσε γ ρ ά ψ α ς «έν .... άλλων», κ α ί οί
Π ρ ιη ν εϊς δέ α ύτω τέμ ενο ς κ α ΰτέρ ευ σ α ν τό Τ ευ τά μ ειο ν λεγόμενον.

© EN PRIENE NACIÓ BIANTE EL DE TEUTÁMEO,


CUYA RAZÓN Y FAMA FUE MÁS QUE LA DE LOS
OTROS.

© La cita es de D iógenes L aercio en su libro I, en la vida de B iante, que la


canonización de la época literaria contó co n stan tem en te com o uno de los Siete Sa­
bios, y la introduce así: “Y de B iante hace m ención tam bién H ip o n acte, com o q u e­
da dicho, y el m alcontentadizo H eraclito le hizo la más alta alabanza, al escribir
‘E n Priene ... o tro s’. Y los p rieneses m ism os le consagraron un san tu ario , el que
se llam a T e u ta m e o ” ; d o n d e H . G om p erz p re te n d ía , con m uy poco fu n dam ento,
que esta últim a frase p ro v in iera tam bién de H eraclito.
Lo cierto es que en el libro p arece hab erse traíd o a cuento al sabio B iante
com o ejem plo del h o m b re solo que es igual a m uchos (n .“ 91), com o m ás tra n s­
p aren te a la razón al creer m enos en su sab er; las noticias que de B iante nos han
llegado (de las sentencias q u e D iógenes L aercio le atribuye la últim a y m ás p e r­
tinente a nuestro caso dice “M uchos son los m alos”) no dan pie para juzgar de
los m otivos de esa elección, y m enos con los intercam bios de rasgos y sentencias
en tre los Siete Sabios que ofrecen los an ecd o tario s; pero es útil co n trastar con la
actitud crítica fren te a P itágoras y los científicos, H esíodo y los po etas, que en el
discurso general leim os (n .os 24-32) esta alabanza de B iante; que tam bién en el li­
bro se hiciera m ención de T ales es p ro b ab le (v. n.° 93), y seguram ente en tal con­
texto y por contraposición con m íticos y pitagóricos.
E s, p o r o tra p a rte , n o tab le la am bigüedad de la últim a p arte de la frase, en
que, con los varios usos de lógos, cabe e n te n d e r algo com o “del cual hubo m ás
cu enta y conversación que de los o tro s ” , o sea casi “cuya fam a fue m ayor que la
de los o tro s” , adem ás de lo que escribo en © ; p ero m e atrevo a pensar que, dado
el m odo en que razón a lo largo del libro usa su propio n o m b re, la am bigüedad
es intencio n ad a, y p o r d e b a jo del en ten d im ien to m ás trivial de lógos com o ‘fam a’
Razón política 275

(sobre la cual se vuelve p o r o tro n o m b re en los frs. siguientes: v. n.° 94) y del G e ­
nitivo de la p erso n a com o O b jetiv o , se d esea que se oiga tam bién lógos com o ‘ra ­
z ó n ’ (con un G enitivo de la p erso n a que no sabe entonces si enten d erse com o O b ­
jetivo o com o S u b jetiv o ), cuya abundancia en uno p o r encim a de los hom bres en
general viene en definitiva a referirse a aquella falta de idië phrónésis ‘sabiduría
p riv ad a’ que es docilidad a la razón com ún.

38 D -K

© D iog. L. I 23 : δ ο κ ει δε {scil. Θ α λ ή ς) κ α τά τ ιν α ς π ρ ώ το ς άστρολογήσαι


κ α ι ή λ ια κ ά ς εκ λ είψ εις κ α ι τρ ο π ά ς π ρ ο ειπ είν , ώ ς φ η σιν Ε ύ δ η μ ο ς έν τή π ε ρ ί τώ ν
ά σ τρολ ογο υ μ ένω ν ισ το ρ ία ' ο θ εν α υ τό ν κ α ί Ξ ενο φ άνης κ α ί Η ρ ό δ ο τ ο ς θ α υ μ ά ­
ζ ε ι' μ α ρ τυρ εί δ ’ α ύ τώ κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς κ α ί Δ η μ ό κ ρ ιτος.

© π ρ ο εΐπ εν B 1 Λ αύτώ : α ύτώ B F : α ύτό Ρ.

© TALES.

© T am b ién en su libro I, en la Vida de T ales de M ileto, trae D iógenes Laercio


la siguiente n ota: “Y parece ser, según algunos, que fue el p rim ero (T a le s) en es­
tu d iar los astros ( astrologêsai) y en pred ecir los eclipses de sol y los solsticios {tro­
p a s ) , según dice E u d em o en la H istoria de las Investigaciones de A stronom ía; por
lo cual tam b ién Jen ó fan es y H eró d o to le m uestran adm iración; y dan tam bién tes­
tim onio p o r él (o “de ello ” ? ) H eraclito y D em ó crito ” . D e m an era que, com o se
ve, es dudoso (h ab id a cu en ta adem ás de la vacilación de escritura de los M SS: v.
en © ) si lo que D iógenes L aercio transm ite es u n a noticia de que en su libro exal­
ta ra H eraclito las actividades astronóm icas de T ales (en ese caso sería de confron­
ta r la crítica de H o m e ro y H esíodo: v. n .os 30-32) o si sim plem ente, al igual que
D em ócrito (tam p o co hay o tro ra stro del texto de éste) m encionaba (favorable­
276 Razón común — Heraclito

m ente) a Tales. P ero es m uy p ro b a b le , en to d o caso, esto últim o y que su nom bre


apareciera aquí, e n tre los sabios “de razó n m ay o r” , ju n to al de B iante (n.° 92): al
fin y al cabo, T ales tie n e esta doble gracia de h a b e r q u ed ad o p a ra los antiguos ca­
nonizado en tre los Siete Sabios y de ser p a ra noso tros el inicio al m ism o tiem po
del raciocinio crítico (pues “todas las cosas m últiples son una no-cosa” : v. L ectu ­
ras presocráticas I pp. 146 ss. ‘S obre el ag u a’) y del raciocinio científico al mismo
tiem po: pues “todas las cosas están llenas de dioses” , esto es, hay cuerpos dotados
de energías (ib. pp. 135-144).

94 29 D -K

KAÉO¿ iÉKA<»í M H T ® r< Ù È


MAAOi K E K Ó W T M ΚΓΗΚΕΛ,

© Clem . Strom . V 60, 4 : α ί γ ο ύ ν Ί ά δ ε ς Μ ο ύσ α ι δ ια ρ ρ ή δ η ν λέγουσι το ύ ς μέν


π ολλού ς ... ( η .° 2 0 ), ε ίδ ό τα ς ό τι π ο λ λ ο ί κ α κ ο ί, ο λ ίγο ι δέ ά γ α θ ο ί, το ύ ς ά ρ ίσ το υς
δέ τό κλέος μ ετα δ ιώ κ ε ιν ' « α ίρ εύ ν τα ι γάρ» φ η σ ιν «εν .... κτήνεα».
Id. ib. IV 50, 2 : κ ά ντεύ θ εν 'Η ρ ά κ λ ειτο ς εν ά ν τί π ά ν τω ν κλέος ή ρ εϊτο, το ϊς δέ
π ολλοίς π α ρ α χ ω ρ εϊν ομ ολογεί κ εκ ο ρ ή σ θ α ι ό κ ω σ π ερ κτήνεσιν.

C fr. A n o n y m . I a m b i 5 , 2 ( I I 89 D - K ) : ή ά μ α θ ί α ή δ η έ σ τ ι μ ε γ ά λ η κ α ί σ υ ν ή θ ε ι α π ο ν η ρ ώ ν
λ ό γ ω ν τ ε κ α ί έ π ι θ υ μ η μ ά τ ω ν τ α ύ τ η ν (s c ii, τ ή ν ιμ υ χ ή ν ) π ε ρ ι π ο ι ε ϊ ν ε π ί δ υ σ κ λ ε ί α , ά λ λ α μή
α θ ά ν α τ ο ν ά ν τ ’ α υ τ ή ς λ ε ίπ ε σ θ α ι, ά ν τ ί θ ν η τ ή ς ο ΰ σ η ς , ε υ λ ο γ ία ν ά έ ν α ο ν κ α ί ά ε ί ζ ώ σ α ν .

© εν ά ν τί ά π . : εν ά ν τί π ά ν τω ν Clem . IV : έ ν α ν τία π ά ν τω ν Clem . V


κ εκ ο ρ έα τα ι C o b et όκω σ περ : ο ύχ ώ σ περ C lem . IV : ό π ω ς Clem . V.

A d A n o n y m i Ia m b i, te x tu m : ή seel. P is te lli λ ε ί π ε σ θ α ι ( κ λ έ ο ς ) a C le m e n te tra c­


tu m W ila m o w itz [ά\“> ά ν α τ ο ν ά ν τ 5 α υ τ ή ς ] F r i e d l â n d e r .
Razón política 277

© PUES ELIGEN SOLA A CAMBIO DE TODAS LAS CO­


SAS JUNTAS LOS MEJORES LA FAMA SIEMPRE-FLUYEN-
TE DE LOS MORTALES; EN TANTO QUE LOS MÁS SE
PONEN HARTOS TAL COMO RESES DE GANADO.

© Lo cita San C lem en te en sus Centones, u n a vez b astan te, al parecer, literal­
m en te, au n q u e enlazán d o lo con su cita (no literal) del n.° 20, sin que ello impli­
que, com o ya an o tan D -K d eb id am en te, que estuvieran am bos pasos relacionados
en el libro (es b a sta n te visible que San C lem ente no citaba por lectura directa del
libro, sino p o r p ap eletas o notas que tenía recogidas), del siguiente m odo: “Así,
las M usas Jonias (H e ra c lito : v. a n.° 42) ex presam ente dicen que los m ás y sa-
bios-en-opinión siguen a los cantores de los pueblos y usan las leyes, sabiendo que
‘m uchos los m alos y pocos los b u en o s’, m ientras que los m ejores van en pos de
la fam a: ‘Pues elig en ’ dice ‘sola ... g an a d o ’” ; y o tra vez lo recu erd a librem ente
(au n q u e en un p ar de pu n to s los M S S han conservado aquí lección más fiel) así:
“Y de ahí que H eraclito sola a cam bio de todas las cosas la fam a elegía, m ientras
que está de acuerd o en cederles a los m ás el p o nerse hartos com o reses de gana­
d o ” . Se ha querid o relacio n ar con este paso (aunque a la verdad el único funda­
m ento es el em pleo com ún del térm ino poético aénaon ‘siem pre-fluyente’) uno de
un tratadillo de un sofista anónim o, de tiem pos de Cricias o P lató n , conservado
en gran p a rte p o r Jám blico en su Protréptico, y que reza así: “N ecedad es ya gran­
de y hábito de perversas razones y pasiones el so brestim arla (tén psychén ‘el alma
de la v id a’) a costa de infam ia, y no m ejor d e ja r tras uno algo inm ortal a cambio
de ella, a cam bio de la que es m o rtal, una alabanza de sí siem pre-fluyente y viva
p o r siem p re” .
Lo prim ero que h ab ría que discernir para el entendim iento es si tal enunciado
im plica (com o San C lem en te en su 2 .a cita ha creído) una actitud del que habla
de aprobación a la elección de “los m e jo re s” o si más bien, según ya W ilam owitz
opinaba razo n ab lem en te, se tra ta del “pun to de vista de los áristoi, no del de H e­
raclito ” ; así parece m ás bien, y el em pleo en p rosa de tan d e to n an te ep íteto como
el aénaon p a ra la fam a, confirm a aún ese distanciam iento; con ese pu n to de in­
terp retació n está tam b ién ligado el cóm o e n te n d e r el térm ino thnëtôn, que, como
se ve en © , he p referid o leer (según tam bién W ilam ow itz) com o un G . ‘de los
m o rtales’ d e p e n d ie n te de ‘fam a’, que sugiere un choque un tan to irónico con el
‘siem pre-flu y en te’ de su e p íteto ; la o tra in terp retació n, thnëtôn concertando a dis­
tancia con hapántón y d an d o algo com o “sola la fam a siem pre-viva a cam bio de
todas las cosas m o rtales” , im plica una sintaxis dificultosa y nada heraclitana.
E n tien d o pués que esto se sitúa en una enum eración de las diversas elecciones
de los hom bres según su carácter o estatu to : los áristoi ‘o p tim a te s’ o ‘distinguidos’
op tan por la fam a, la m ayoría p o r el bien com er y darse buena vida; seguirán en
los n .os 95-96 alusiones al m o rir en la g u erra y a los cargos u honores; y sólo des­
278 Razón común — Heraclito

pués, fren te a esas elecciones p articu lares, decía tal vez razón (n .os 97-99) algo de
lo que po d ía q u e re r decir, en com ún o “p a ra to d o s” (n.° 98), ‘sentido de la vida’.

95 24 D -K

ÁrH'ÍOATOVf ❖Eol ú AlWSrtVM.

© Clem . Strom . III 16, 1 : ε ίτα Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς μέν φ η σ ιν « ά ρ η ϊφ ά το υ ς ....


ά ν θ ρ ω π ο ι» , κ α ί Π λά τω ν έν τώ π έ μ π τψ τή ς Π ο λ ιτε ία ς γ ρ ά φ ε ι «τών δέ δή ά π ο -
θ α ν ό ν τω ν έ π ι σ τρ α τεία ς δ ς αν εύ δ ο κ ιμ ή σ α ς τελευτήση, ά ρ ’ ού π ρ ώ το ν μέν
φήσω μεν τού χρυσ ού γέν ο υ ς είνα ι; κτλ.
T h eo d o ret. Therap. V III 39 (‘Π ερ ί τή ς τώ ν μ α ρ τύρ ω ν τιμ ή ς’) : ό δέ γε Η ρ ά κ λ ε ι­
το ς κ α ί το ύ ς έν τ ο ις π ο λέμ ο ις ά ν α ιρ ε θ έ ν τα ς π ά σ η ς ά ξ ιο υ ς ύ π ο λ α μ β ά νει τιμ ή ς'
«ά ρ η ϊφ ά το υς» γ ά ρ φ η σ ιν «οί θ ε ο ί .... ά ν θ ρ ω π ο ι» .
Cfr. et Schol. Epict. a d n.° 105.

© In T h e o d o r e ti textu τ ο ί ς ante π ο λ . o m . co d d . c o m p lu re s , o í ante ά ν ί} ρ . a lii addunt.

© A LOS CAÍDOS-EN-ARMAS LOS DIOSES LOS HON­


RAN Y LOS HOMBRES.

© Lo cita San C lem en te, e m p areján d o lo a su gusto (es decir, sin razón) con
un pasaje de la R epública (468 e) de P latón en que a los m uertos en guerra se les
hace ante to d o ser de la raza de oro de los hom bres: “Y luego, H eraclito p o r su
parte dice ‘A los caídos ... h o m b re s’, y tam b ién P latón en el quinto de la Politeía
escribe Ύ en fin, de los que h an m u erto en acción m ilitar el que falleciere con
h o n o r ¿no direm os acaso, lo p rim ero , que es de la raza á u r e a ? ...” ’; y seguram ente
de C lem ente lo recoge T e o d o re to en su Cura de las enferm edades griegas (e.e. del
paganism o): “Y p o r cierto q u e H eraclito tam b ién a los que han perecido en las
guerras los co nsidera m ereced o res de to d a h o n ra: ‘A los caídos ... h o m b res’” (tras
lo cual cita el n.° 114, que está tam b ién en San C lem en te, aunque en o tro libro).
Razón política 279

P ero la in terp retació n de q u e aquí razón haga o tra cosa que co nstatar el hecho
carece tam bién (cfr. a n.° 94) de todo fu n d am en to , y tam bién a q u í el em pleo del
ra ro térm in o épico areiphátous (lit. ‘m u erto s p o r A re s’ o ‘sacrificados a A re s ’; en
el lugar de la Ilíada d o n d e ap arece, X IX 31, T etis p ro m ete a p a rta r de los cadá­
veres a las m oscas “q u e a los h om bres caídos en g u erra reco m en ”) m ás bien sub­
raya, con ta n lujoso eufem ism o, el alejam iento de quien habla; y p o r o tra parte,
el enlace con el n.° siguiente sobre las tim aí ‘h o n ra s’ precisa m ejo r el tono del frag­
m ento. H ay únicam en te u n a d u d a sobre la relación con el n.° 105, si se recibe
com o au tén tico , d o n d e ap arece el m ism o ep íteto aplicado a ‘alm as’: v. en © a ese
núm ero.
Sea de esto lo q u e sea, lo que m ás b u en am en te se en tiende es que sigue aquí
la razón política ech an d o las cu entas de los m odos de dedicación de las vidas (su­
puestas elecciones de cada u n o ), y lo que cada u n a im p o rta de ganancia en rela­
ción con lo que de p érd id a: así, los m uertos a m ano m arcial o en aras de M arte
reciben en com pensación (p o r p o n e r a los m u erto s, com o absurdam ente suele h a­
cerse, com o S ujetos de tales cosas) h o n o r de dioses y de hom bres. Q ue tam bién
los dioses los h o n ren (p .e j. en el p asaje arrib a citado T etis con los cadáveres, pero
tam bién con h onras m ás altas, com o la lluvia de sangre que Z eus trib u ta a Sarpe­
d on, o m ás aú n , en m itografías de época m ás estatal, en el progreso de la política
y de la g u erra, elevándolos a ser unos de los suyos) es un rasgo curioso, cuya es­
tim ación d e p en d e de la actitud con respecto a los dioses de que se p arta ; de la
cual para el libro de H eraclito d an buenos indicios los frs. de R azó n T eológica o
T e rc era P arte.

*132 D -K 96
X K V > /

TIMAI K*1 AH4fWoV¿ KTaAíW M R

© G n o m o lo g iu m Vaticanum 743 n. 312 (sequitur n.° 16).

© LAS HONRAS A DIOSES Y A HOMBRES LOS HACEN


ESCLAVOS SUYOS.
280 Razón común — Heraclito

© Q ue la frase no ap arezca m ás que en un G nom ologio o colección de m áxi­


mas no es m otivo suficiente p a ra rech azarla ,de las auténticas, com o hacen D -K y
los que les siguen: el leng u aje es p erfe c tam e n te p ro p io p a ra H eraclito (p ara el ka-
tadouloûntai en V oz M edia cfr. H e ró d o to V II 51), su sentido, algo irrev eren te o
paradójico p o r la inclusión “ a dioses” , la d eja bien situar en el contexto que lo
hago, y no es, p o r o tra p a rte , tan n o tab le o d e to n a n te que tuviera que llam ar la
atención de los au to res antiguos ni de los pad res cristianos; en fin, ese G no m o lo ­
gio la p resen ta en fila con o tras tres, de las que al m enos la siguiente debe reco­
nocerse com o fr. h eraclitan o (n.° 16); lo qu e, en cam bio, debe recordarse a este
p ro p ósito, y rep etirse a tan to s o tro s, es que a q u ien rechaza la autenticidad (sin ex­
plicarlo p o r confusión de n o m b re en la atribución de la sentencia) le qued a la car­
ga, g eneralm en te d esaten d id a, de im aginar qué literato tard ío o bizantino y para
qué pudo p o n erse a fab ricar u n a tal sentencia y atrib uírsela a H eraclito.
Si nos dignam os pués leer esto com o fr. del lib ro , parece razo nable, p o r el p a ­
ralelo de la coordinación theoüs - anthrópous con la theoí -... ánthropoi, enlazarlo
estrecham en te con el n.° 95, en el com en tario al cual ya se ha advertido cóm o esta
frase precisa o p o rtu n a m e n te el sentido de la anterio r: que las honras que los d io ­
ses (y hom bres) p u e d a n ren d irles a los hom bres distinguidos, lo m ism o que las h o n ­
ras que los h o m b res rin d en a los dioses, sean un m edio p ara hacer tan to a los unos
com o a los o tro s esclavos de ellas, ap arte lo atrevido de incluir en ello a los dioses
(pero la oposición ‘d io ses/h o m b res’ no es m ás que un caso de la guerra de razón
en n .os 66-67, y v. en la P a rte T e rc e ra del libro el tra ta m ien to teológico), hace así
e n tra r las h o n ras en la crítica de las dedicaciones de la vida, som etidas todas a una
econom ía de com pensación. Y p o r lo que toca a las hum anas, no es de olvidar
que timaí, que tiene en su raíz m ism a la idea de ‘co m pensación’ y ‘p ag o ’, ya en
los usos de tiem pos de H eraclito incluía sin d uda (com o p asaría con lat. honores)
ju n to al valor de ‘h o n ra s’, el de ‘cargos públicos’ (honoríficos, e.e. no rem u n era­
dos en d in ero ), lo q u e, al paso que recu erd a la ren uncia a la gobernación (y la
legislación) que la tradición atribuye a H eraclito , en riquece el sentido de la sen­
tencia con una alusión a los m odos en que el p o d e r es tam bién una esclavitud.

97 A21 D -K

> /

© Clem . Strom . II 130 : ’Α ν α ξ α γ ό ρ α ν μεν γ ά ρ το ν Κ λα ζομ ένιον τήν ί>εωρίαν


Razón política 281

φ ά ν α ι τοϋ βίου τέλο ς είνα ι κ α ί τήν ά π ό τα ύ τη ς ελ ευ θ ερ ία ν, Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ν τε τόν


Έ φ έ σ ιο ν τή ν εύαρέστησιν.
T h eo d o ret. Therap. X I 7 : κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς δε ό Έ φ έ σ ιο ς τήν μέν π ρ οσ η γορ ία ν
μετέβαλε, τήν δέ δ ιά ν ο ια ν κ α τ α λ έ λ ο ιπ ε ν α ν τί γ ά ρ τής ήδ ο νή ς εύαρέσ τησ ιν τέθει-
κεν.

© In T h e o d o r e ti textu ο ύ ante κ α τ α λ . co d d . c o m p lu re s addunt.

© BIENESTAR.

© La p alab ra sale de esta cita de San C lem ente: “Pues A naxágoras el Clazo­
m enio, po r un lado, cuen tan que el fin de la vida dice que es la contem plación
(th e ô riâ n )y la lib ertad q u e de ella viene, y que H eraclito el efesio dice que la eua-
réstësin"', de d onde segu ram en te ha sacado T eo d o re to su noticia, en que opina por
su cuenta sobre el significado de la p alabra: “P ero tam bién H eraclito el efesio, m u­
dando la apelación, d eja firm e el sentido: pues en lugar de ‘el p la c e r’ ha puesto
‘euaréstësin’”. Lo raro de la p alab ra p a ra el griego de H eraclito (lo m alo es que
los térm inos de esta form ación se hicieron co rrientes en tre los autores im periales
y cristianos; p ero hay ya un fr. del cóm ico viejo Lisipo con el V erbo euaresteín
‘encontrarse b ien ’, y en los R ecuerdos de Jen o fo n te aparece euarestotérós ‘m ás con­
fo rm em e n te ’ y los térm inos co n trario s, dysaréstësis y fam ilia, son m ás corrientes:
v. en n.° 92 dysárestos ‘m alco n ten tad izo ’ aplicado al p ropio H eraclito) es lo que
p recisam ente m e m ueve a p en sar que no debe h a b e r venido de o tro sitio que del
libro de H eraclito.
C óm o aparecía en él y con qué valor preciso es o bra de co n jetu ra (desde lue­
go, hay que d escartar la referencia al télos bíou ‘fin de la vida’ de San C lem ente:
lo del fin de la vida es una cuestión que se establece y casi canoniza con la división
de las sectas postsocráticas; y la equiparación de T e o d o reto con hëdoné ‘placer’
no tiene m ás fu n d am en to que esa canonización de las opciones), p ero lo m ás pro­
bable parece que estuviera en este recorrido de los varios usos de la vida; y si le
atribuim os rasgos sem ánticos sem ejan tes a los de ‘b ie n estar’ (la form ación es N om ­
b re V erbal de un V erb o d erivado de un A dj. com puesto con eu- ‘b ien ’ y la raíz
de aréskein ‘ag rad ar, co m p lacer’), podía acaso e n tra r aquí com o crítica de una de
las opciones p a ra la vida, p ero m ás p ro b ab lem en te acaso en u nciaba efectivam ente
un desideratum g eneral, no indigno de razón: pues al fin, tra tán d o se de e s t a r ,
que lo deseable sea estar bien, e.e. d eseab lem en te, no deja de ser una provechosa
tautología.
282 Razón común — Heraclito

98 116 D -K

ΓΑ^Ι METENTI Π ΓΝ«Ή -


Κ,εΐΚ è w V T ï t y MI

© Stob. Flor. I l l 5, 6 (ante n .os 110-109) : Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ ' « ά ν θ ρ ώ π ο ισ ι ....


σω φ ρονεϊν».

© σ ω φ ρ ο νεϊν : φ ρ ο νεΐν D iels collato η .° 2 uel εύ φ ρ ο νείν, adiciens άλλ’ ου


π ο ιο ϋ σ ι.

© A LOS HOMBRES TODOS LES ES DADO LLEGAR A


CONOCERSE A SÍ MISMOS Y MANTENERSE CUERDOS.

© La frase está en el Florilegio de E sto b e o , que tantas o tras nos ha transm i­


tido (tras ésta vienen los n .os 110 y 109, q u e tam b ién o rd e n o en esta p arte del li­
bro), sin que haya m otivos serios p a ra d u d ar de lo exacto de la atribución ni, en
general, de la literalidad. A q u í tra ta b a D iels de corregir el sóphroneín en phro-
neín, acercándola m ás al n.° 2 (“C om ún es a tod o s el p e n sa r”), pero la enm ienda
no se justifica; y au n q u e ciertam en te hay u n a relación íntim a en tre am bas form u­
laciones, se en tien d e bien que allí, en el D iscurso G e n e ral, se tra ta del puro en u n ­
ciado de lo com ún del p en sar, m ientras que aquí, en la p a rte política, razón habla
(au nque, p o r cierto, en consecuencia de aquella constatación) con un cierto tono
de recom endación o al m enos de advertencia: métesti ‘les toca, les com pete, les
im porta, es asu n to de ellos’; en cu an to a sóphroneín, no lo leo ciertam ente con el
valor más m arcad am en te m oral que to m aro n las p alabras de esta fam ilia en tre los
áticos, de ‘p ru d e n c ia ’, ‘te m p la n z a ’ (u n a de las V irtudes C ardinales en el canon ta r ­
dío y cristiano, que ya aparece configurado en los Recuerdos de Je n o fo n te), sino
con el más originario que se en c u e n tra en el saóphrona de II. X X I 462 (A polo a
Posidón: “T e rrítre m a n te , que no estoy yo en mi sano juicio / dirás, si batallo por
los m ortales c o n tig o ...”) y sóphroneín en H e ró d o to III 35: algo com o ‘estar cu er­
d o ’, ‘ser discreto y avisad o ’, p o r oposición a la h ab itual dem encia, o al m enos em ­
brollo y desconcierto.
P or lo d em ás, el pási ‘a tod o s y cualq u iera q u e cada uno sea ’ m arca una o p o ­
sición, com o en el n.° 2 (v. © allí), con la g en eralid ad o hoi p o llo í ‘los m ás’; y al
in sertar la sentencia en el o rden que lo h ago, ya se ve que entiendo que, tras la
enum eración de las p articu lares elecciones de los h o m bres sobre sentido de sus vi­
Razón política 283

das, venía razón en este paso a re c o rd a r lo que no es cosa de elección particular,


sino com ún a cualesq u iera h o m b res, a sab er, averiguar y reconocer lo q u e uno es
y no es (en el sentido que en la p a rte general se ha dicho “M e investigué a mí
m ism o” , n. ° 34; no e n tro en la cuestión de las posibles relaciones históricas de esto
con la inscripción de D elfo s, co m en tad a p o r Cricias y Sócrates en los diálogos pla­
tónicos) y así (a p esar de ello — casi se añadiría con gusto) no caer en dem encia,
m an ten erse en sano juicio, d e ja r que el pen sam ien to siga pensan d o en u no.

112 D -K 9 9

<?<*><¡>f>OKEIN ΑΡΕΤΗ ΜΕΓΙΣΤΗ, t í '>0-


o í h ^ / U h ^ é a ΛΕΓΕΙΝ' K4¡ P O IE ÍK ,
M T /4 -ΦΥ^ΙΝ .

© Stob. Flor. I l l 1, 178 (post n.° 56).

© σ ω φ ρ ο νείν : τό φ ρ ο νεϊν D iels, W alzer κ α τά : κ α λ ά V alckenaer


P ost σ οφ ίη distinxerunt B ollack-W ism ann, K ahn.

© ESTAR CUERDOS ES LA VIRTUD MAYOR, ASÍ


COMO INTELIGENCIA ES DECIR VERDAD Y HACERLA,
SEGÚN EL MODO DE SER DE LAS COSAS (Y DE UNO)
PRESTANDO OÍDO.

© T am b ién cita del Florilegio de E sto b e o , e n tre n.° 56 y n.° 2, con m enos fun­
d am en to aún que el n.° 97 p a ra justificar sospechas: la sintaxis, no exenta de al­
guna dificultad, suen a bien heraclitan a. T am bién aq u í (cfr. a n.° 97) Diels tratab a
de en m en d ar el sôphroneîn en tô phroneín, sin m ay o r necesidad (aunque W alzer
284 Razón común — Heraclito

y otros le h an seguido); algo m ás grave es lo del final de la frase, donde el epaíon-


tas ‘p o nien d o oíd o , e n te rá n d o se , haciéndose ex p erto s’ no d e ja de ser un tan to duro
en uso sin C om p lem en to ; p o r lo cual (y p o rq u e e x trañ a que el poieín ‘h ac er’ vaya
a te n e r p o r C om pl. el m ism o de légein ‘d ecir’, aléthéa ‘cosas v e rd a d e ras’) p ro p o ­
nía V alck en aer tro c a r la P rep . katà en kalá ‘cosas herm osas y n o bles’, dejando
p h ysin com o C om pl. del epaíontas; m ientras que D iels, haciendo d e p en d er el ‘se­
gún n a tu ra ’ del ‘o b ra r’, p re te n d ía que con epaíontas se so b ren ten d iera a su vez el
G . de lo m ism o, physeós, ‘p re sta n d o oído (a n a tu ra )’; prefiero m an te n er el texto,
con esa dificultad sintáctica, sobre la que ah o ra diré algo, y desde luego enlazar
el katà p h ysin ‘según n a tu ra ’ o ‘re a lid a d ’ o ‘m odo de ser de las cosas (en tre las
cuales, uno m ism o )’ con el ‘p re sta n d o o íd o ’ m ejo r q u e con el poieín ‘o b ra r’, com o
creo que suele hacerse.
E n tien d o pués la sen ten cia com o fo rm u lad a en dos pasos, hasta cierto p u nto
paralelos: en el p rim ero , razó n denu n cia, en contraposición a las m enciones de vir­
tudes o valores q u e en los frs. an terio res (n .os 94-96) se reco rrían , y preludiando
la actitud típica de S ócrates, la p reten sió n de u n a areté ‘valor m o ra l’ o ‘v irtu d ’ que
no se confunda con el (bien) p en sar; p ero en el segundo, denuncia la p retensión
de u n a sophíé ‘sab id u ría’ o ‘in teligencia’ que sea o tra cosa que h ablar con verdad
(esto es, sin m en tira) y que esté sep arad a del o b ra r o hacer: pues tam bién tiene
sentido “o b ra r con v e rd a d ” o “hacer cosas v e rd a d e ras” , ya que tam bién los h e ­
chos de la R ealid ad (y e n tre ellos, las acciones de los hom bres) son elocuentes o
lógicos, un fâ r ïfie n d ô , y se d e ja n red u cir a form ulaciones lógicas, sujetas a la cues­
tión de la v erdad. T al sería lo q u e aquí razón ad v ierte, añ ad iendo en la cláusula
final que ello ha de suced er o hacerse, “según n a tu ra ” , es decir en virtud de la
visión de la R ealid ad com o lógica (con sus seres p arlan tes incluidos) que ha fo r­
m ulado en la p arte general del libro, “p restan d o o íd o ” (nótese cóm o el oír, en esa
posición final, suena com o la síntesis de to d a virtud y to d a inteligencia), sin decir
a qué o a quién ; p ero so b re n te n d e r ese C om p lem en to p arece ya bien fácil: pues
¿a qué se va a p re sta r oído (p ara en ten d im ien to ) sino a lo que habla?

100 734-74 D - K

OV Δ Ε Ϊ ΚΑ^ΕΥΔ^ΝΤΑ^ P«l-
EÎN ΚΑΪ ΛΕΓΕΙΚ, ΟΫΛ* ΕΪ(ΚΑΐ) VÁÍAAi
T O K í< & N < f> N .
Razón política 285

© M arc. A u r. IV 46 (post n.° 9) : ... κ α ί .ότι «ού δ ει .... λέγειν» (κ αί γ ά ρ καί


τότε δοκ ο ϋμ εν π ο ιε ϊν κ α ί λέγειν), κ α ί ό τι « ο ύ δ ’ .... τοκ έω ν ώ ν», το υτέσ τι κατά
ψ ιλ ό ν , κ α θ ό τ ι π α ρ ειλή φ α μ εν.
M eleager A n th . Pal. V II 79 ( Έ ίς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν το ν Έ φ έ σ ιο ν το ν σοφ όν το ν άγέ-
λ α σ το ν’) : ώνϋ-ρωπ5, Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς εγώ ' σ ο φ ά μ οϋνος ά νευρ ώ ν φ α μ ι' τά δ 3 ές π ά-
τρ α ν κρέσ σ ονα κ α ί σ ο φ ίη ς' δ ά ξ γ ά ρ κ ά ς το κ εώ να ς ιώ ν, ξένε, δ ύ σ φ ρ ο ν α ς ά ν δ ρ α ς
ύ λά κ τευ ν, λ α μ π ρ ά θ ρ ε ψ α μ έ ν ο ισ ι χ ά ρ ις, ούκ ά π ’ έμεΰ; μή τρ η χ ύ ς επ εί' τά χ α κ α ί
σύ τ ι πεύση τρ η χύτερ ο ν. π ά τ ρ α ς χ α ιρ ε σύ δ ’ έξ ’Ε φ έσου.

Cfr. Theodoridas Anth. Pal. VII 479 (Έ ίς Ηράκλειτον τόν μέγαν τον Έφέσιον τόν άγέ-
λαστον τον σοφώτατον’) : πέτρος εγώ τό πάλαι γυρή καί άτριπτος έπιβλής, τήν Η ρ ακ ­
λείτου δ’ ένδον έχω κεφαλήν, αιών μ1 έτριψεν κροκάλαις ίσον' εν γάρ άμάξί] παμφόρψ
αΐζηών εΐνοδίη τέταμαι' αγγέλλω δέ βροτοϊσι, καί άστηλός περ έοϋσα, -θειον ύλακτητήν
δήμου έχουσα κύνα.

© Fragmenta d uo continuanda censeo, laudatorem κ α ί ότι p o st parenthesin


suam perperam iterauisse ratus ο ύ δ ’ ε ί( ν α ι) igitur scribo (uerbi είν α ι no­
tam puta m ale lectam p o s t illud ού δ ει prius) : ού δ ει (ώ ς ) C asaubon, K oraës,
D -K : ο ύ δ 5 ώ ς S chenkl, T ran n o y : ού δ ει ( τ ά ) F ried làn d er : ού δ ε ι codd.
το κ εώ νω ν restituit R endall : το κ έω ν ώ ν codd. : το κ έω ν ώ ς D alfen : alii alia.

¡η Meleagri textum: ώνθρωφ1 Reiske δάξ scribo : λάξ cod., edd. κάς
τοκεώνας ιών scribo : καί τοκέων άσίφ cod. : καί τοκέωνας, ίώ Headlam : κάκτος ’Ίωνας
εώ Desrousseaux : alii aliter ύλακτείν Desrousseaux λαμπράς cod. 1
κάρις cod. τρηχύς επει scribo : τρηχύς, έπεί edd. τάχα μαί
cod. πείση Brunck post πάτρας interpunxit Headlam epigram­
ma totum ad dialogum redigere diuerse edd. temptabant.

© NO SE DEBE COMO DURMIENTES OBRAR Y HA­


BLAR, NI TAMPOCO SER NIÑOS DE SUS PAPAÍTOS.

© M e he decidido p o r to m a r seguidas las dos p artes de la cita, que M arco A u ­


relio, en su sarta de citas de H eraclito , y tras la del n .“ 9, p resen ta así: “Y que
‘no se deb e ... h a b la r’ (pues ello es que tam bién entonces nos parece que obram os
y hablam os) y q u e ‘ni tam poco ... p a p á s’, esto es, en lenguaje llano, ‘según lo que
tenem os p o r trad ició n ’” ; pues pienso que tras la introm isión de su paréntesis ex­
plicativo ‘pues ello ... h ab lam o s’ (q u e, con los ed ito res en general, estim o que no
puede atrib u irse al tex to de H eraclito ) el citador repitió superfluam ente su ‘y q u e’
para dar la segunda p a rte de la cita, lo que a su vez prom ovió una p eq u eñ a alte­
286 Razón común — Heraclito

ración de los copistas (v. en © ) p a ra el com ienzo de ésta, la cual pienso que así
enm iendo con m enos costo q u e en las p ro p u estas de estudiosos anteriores.
P ara la p rim e ra p a rte , no p u e d e d ejarse de re c o rd a r la resonancia del n.° 5 (con­
trad ich o , com o es ra z ó n , p o r el n.° 6), n o ta n d o , sin em bargo, com o de ordinario
p a ra la diferencia de actitu d e n tre la p a rte de R azó n G en e ra l y la de R azón P o ­
lítica, que allí se tra ta de u n a co n statació n y aquí de u n a m od alid ad de aviso ético
(negativo), au n q u e se to m e com o salido de aquella constatación.
E n cuanto a la segunda p a rte de la cita, es su m am ente dificultosa de en ten d er,
ya p o r el valor del térm in o tokeónón, q u e p o r cierto sólo p o r c o n jetu ra de R en-
dall (pero bien fu n d ad a) se h a restitu id o al te x to , d o n d e los M S S dicen tokéón
hón ‘de los p ad res (e .e . ‘p a d re y m a d re ’} de los cuales’; ese térm in o , que p arece,
con su sufijo -ón-, vocablo hipocorístico o de h ab la infantil, tokeónes p o r el n o r­
mal tokées, ap arecía tam b ién p ro b a b le m e n te en u n epigram a de M eleagro (ll-l
ante) dirigido “A H eraclito efesio, el in telig en te ( s o p h ó n ) , el sin-risa (a g éla sto s)”,
p ero plagado a su vez de dificultades tex tu ales en el p u nto in te re sa n te, que he tra ­
tad o de rem ed iar (v. en © ) : no en tien d o cóm o h a sta ah o ra podían e n te n d e r ese
verso sus ed ito res y citad o res, con el absu rd o láx ‘con el p ie ’, que corrijo en dcix,
la form a rara de odáx ‘a m u e rd o s’ (y q u e se tra ta de H eraclito com o p e rro la d ra ­
dor, y ocasionalm ente m o rd e d o r, lo apoya el o tro epigram a, de T eo d o rid as, que
luego verem os, d o n d e se le llam a “divino p e rro la d ra d o r del p u e b lo ”), ni tam p o ­
co, p a ra los edito res q u e ad m iten la en m ien d a tokeónas, in tro d u cid a aquí por
H eadlam , ten ién d o se q u e identificar los ‘p a p a íto s’ o ‘p ap á y m a m á’ con los
dysphronas ándras ‘h om bres m alin ten cio n ad o s’, q u e son sin d u d a ‘ex trañ o s’ o ‘fo ­
ra ste ro s’, com o confirm an el verso 2 y el últim o del epigram a, que parece q u e rer­
nos p re se n ta r a H eraclito com o feroz crítico, sí, de los suyos (de los efesios), pero
tam bién d efensor fre n te a los ajenos; y e n tre los diversos in ten to s de in te rp re ta ­
ción p o r los que ha p asad o to d o el epig ram a, lo q u e hacen algunos de sus últim os
ed itores de co n vertirlo en un diálogo e n tre H eraclito sepulto y un viandante tam ­
bién resulta forzad o y poco satisfactorio; con mis lecciones pués viene a decir, p a ­
sado a prosa: “O h h o m b re, H eraclito soy: que fui único en descubrir sabidurías
(so p h á ) I proclam o; p ero mis hechos p a ra con la tie rra p a tria , más im p ortantes
que la sabiduría incluso: // p ues, aun p resto a ir tam b ién a m uerdos co ntra los p a ­
paítos (to k e ó n a s ) , fo ra ste ro , a los h om bres m alintencionados / los acosaba a la­
dridos, ilustre agradecim iento a los que m e criaro n . // ¿N o te alejas de mí? No pi­
ses ru d am en te: acaso tam b ién tú tengas que oír / algo m ás rudo. P ero salud a tí,
el que de É feso vienes, de mi p a tria ” . E l o tro epigram a, de T eodoridas de S ira­
cusa (i ante), b astan te m isterioso en su sentido (lo del perro lad rad o r es una im a­
gen que deb ía de h ab erse form ad o en la época h elenística, con fundam ento acaso
en algún frag m en to p erd id o de nuestro libro; p ero adem ás no se m e alcanza con
precisión en qué m a n e ra esta p ied ra e n cerrab a en sí la cabeza de H eraclito ), está
dirigido p arecid am en te “A H eraclito , el g ran d e, el efesio, el sin-risa, el inteligen­
te e n tre to d o s” , y viene a decir así: “P ied ra yo a n ta ñ o , re d o n d a , sin desgastar, m on­
tad a en alto, / p e ro d e n tro ten g o la cabeza de H eraclito . // E l T iem po (a ió n ) m e
ha desgastado igual q u e a guijarros: pues en u n carro / de m ozos de to d o tra n s­
po rte tirad a estoy en el cam ino; // p e ro anuncio a los m o rtales, aun no siendo ya
estela fu n eraria, / que ten g o en mí al divino p e rro la d ra d o r del p u e b lo ” .
Razón política 287

D e m an era qu e, ayudados p o r el posible uso de la p alab ra en M eleagro (aun­


que no se im pone que la h u b iera en ten d id o bien: sólo, que le h abía llam ado la
atención p o r su rareza) y p o r la tradu cció n q u e de ella d a M arco A u relio (q u e tam ­
poco hay certid u m b re de que en te n d ie ra bien) con la locución ‘según lo que por
tradición te n e m o s’, h a b rá que in te rp re ta r esa segunda p a rte de la cita m ás o m e­
nos com o lo hago en © , sup o n ien d o que la razó n saltaba ahí con intención des­
pectiva al lenguaje fam iliar y q ue, de todos m odos, debía apoyarse en u n a locu­
ción hech a, co rrien te en tiem pos de H eraclito , país tokeónón, aproxim adam ente
equivalente a la n u e stra ‘de tal palo tal astilla’.
D an d o to d o lo cual p o r p ro b ab le, la sentencia se d eja in te rp re ta r aceptable­
m en te, así com o su enlace con lo que o rd en o com o a n terio r (n.° 99): pues en opo­
sición al oír (a quien se d eb e, a razón) según lo q u e im pone el lenguaje m ism o de
las cosas y de uno, com o condición del decir y h acer, se rechaza aquí el decir y
hacer que se p ro d u ce sordo a ello, com o en los durm ientes, que creen que hacen
y dicen lo que no dicen ni hacen; y tam poco es dem asiado so rp ren d en te la ilación
con el segundo rechazo: pues el oír y hacer caso a los p ad res y m ayores en vez de
a razón es o tro m odo de inconsciencia o irracionalidad, que re cu erd a m ucho lo
que en la R azón G en eral del libro (n .os 20, 21 y 33) se form ulaba com o crítica del
oír y hacer caso a las au to rid ad es, científicos y po etas, en lugar de darse cuenta
directam en te de lo que dicen las cosas con que uno tropieza m ás a cada paso.

*130 D -K 101
NON C O N V EN IT MDI CVLV/1 ESSE I T A, VT RI pI CV-
LVS IPSE YID M RIS.

© G nom ol. M onae. Lat. I 19 : «non .... uidearis» H eraclitus dixit.

Cfr. Plat. Symp. 189 b (Aristophanes loquitur) : άλλα μή με φΰλαττε, ώς έγώ φοβούμαι
περί των μελλόντων ρηθήσεσθαι, οΰ τι μή γελοία εϊπω .... , άλλα μή καταγέλαστα.
Et illud Η ράκλειτον ... άγέλαστον in Meleagri et Theodoridis epigrammation titulis ad
n.° 100 notatis.
Et fort, illud δει γάρ τόν χαρίεντα κτλ. ex Athenaei laudatione ad n.” 54 perpensum.
288 Razón común — Heraclito

© ridiculus : ridendus B ollack-W ism ann A liq u id tale fu isse po tu it quale

^ 'V ΡΡΕΡΕΊ ΓΕΛΟΙΑ (^1. r^oceiy Kpu λ ί χ ε ο ί ) , ΜΗ


ΓEAAjT4$ OAK$[ .

© No está bien que el hecho o dicho de risa sea tal que pa­
rezcas de risa tú mismo.

© T ransm itido sólo en un G nom ologio latino (q ue afirm a tras la cita “H era­
clitus dixit”), es d udoso que p rovenga, p o r heren cia de colecciones de dichos más
antiguas, de una frase del libro; p ero m e ha m ovido a considerar la posibilidad el
reco rd ar que H eraclito se hab ía g anado e n tre los literato s el m ote de ‘el sin-risa
(agélastos)’ (v. a n.° 100, en los títulos que la A nto lo g ía Palatina trae para los e p i­
gram as de M eleagro y T eo d o rid as), lo cual pudo venir sugerido p o r un rechazo
que en el libro se hiciera del decir o h acer chistes o cosas risibles (geloia), con la
prevención de que el que lo hace p u ed a volverse o b jeto de risa él m ism o (gelas-
tós), de lo cual p u d iera ser un eco lo que dice el A ristófanes de Platón en el B a n ­
quete: “Pero no sigas vigilando, que ya tengo yo mis tem ores sobre lo que haya
ah o ra de decirse, no p o r cierto de q u e diga algo de risa (geloía) (pues eso puede
ser ganancia y co n n atu ral de n u estra m usa), sino de que (d ig a ) cosas ridiculas (ka-
tagélasta) ” ; y aun p o d ía h a b e r tras la cita de A te n e o que doy al n." 54, con p re ­
vención sobre el m odo de gozar o alegrarse, un recu erdo de tal paso. D e ser así,
habría en la m áxim a latina u n a aceptable conservación de esa contraposición e n ­
tre ridiculum (que no sé si se ha p arad o m ientes — p o r la trad , que dan D -K p a­
rece que no— en que tiene que ser un S ubstantivo n eu tro , ‘chiste’, ‘cosa para h a ­
cer re ír’, tal com o lo usa C icerón en el O rador 87-88) p ara geloîon o geloía, y ri­
diculus para gelastós o katagélastos.
En todo caso, no sería indigno de razón q u e, en esta serie de proclam aciones
político-m orales, se h u biera p ro n u n ciad o sobre ese juego lingüístico (y accional)
de la brom a, chiste o gracia, advirtien d o el riesgo de que quien lo ju ega se vea
convertido él en o b je to de risa de los otros (y en definitiva, de quien puede: del
lenguaje m ism o), lo que no está lejos de la táctica ilustrem ente recom endada por
G orgias (que A ristó teles ap ru eb a al citarla en la Retórica III 1419 b ), que “H ay
que d estru ir la seried ad de los contrarios con la risa, y la risa con la se rie d ad ” . Y
por cierto, que es curioso, h ab lan d o de H eraclito , considerar cóm o se contradice
la presencia evidente de “rasgos de h u m o r” en los fragm entos del libro con la fam a
de hom bre sin-risa y aun m isantrópico con qu e, según una justicia chocante, pero
ord in aria, h u b o de cargarle la sociedad.
Razón política 289

M e decido, en cam bio, p o r rechazar de los posibles fragm entos del libro un p a r de
otras citas de tono m o ra l que se encuentran en el G nom ologio Vaticano, detrás de
las dos que he tom ado co m o n .os 96 y 16 (pudo haberse perdido tras ellas un cam ­
bio de nom b re de autor), una la que dice “L a educación (p a id e ía n ) es un segundo
so l para los que están educados”, que otras fuentes atribuyen a Platón, y otra la
que reza “Decía que ‘el cam ino m ás corto para la buena fa m a es el hacerse bue­
n o ’”, que se parece dem asiado a lo que se lee en los R ecuerdos de Sócrates de Je­
nofonte (I 7, 1): “Pues siem pre decía que no había m ejor cam ino para la buena
fa m a que p o r el que uno se hiciera bueno en aquello en que quisiera parecer bue­
n o ” (y sigue la dem ostración p o r casos).

43 D -K 102
V£HJ\f XfH ^EJWVWAl ΜΆΛΛΟΝ fl ΡνΓ-
lU ÍH tf.

© D iog. L. IX 2 (post n.° 29) : ελεγε δέ κ α ί «ϋβριν .... π υ ρ κ α ϊή ν » , κ α ί (η." 89).

© σβεννύειν P2 (F) π υ ρ κ α ϊά ν Β.

© LA SOBERBIA HAY QUE IR A APAGARLA MEJOR


QUE A FUEGO DE INCENDIO.

© D a d a sólo p o r D iógenes L aercio en la ristra de citas m isceláneas (ésta va


en tre la del n.° 29 y la del n .“ 89, sin rastro de ilación alguno), no hay m otivos
p a ra du d ar de su p rocedencia del libro, más o m enos re m o ta (pues Laercio cier­
tam en te nunca tuvo el libro en sus m anos), y en tal caso debe razonablem ente si­
tuarse en esta serie de ex hortaciones (m ás bien negativas) y avisos a que razón
parece haberse lanzado en este tram o de su R azón Política.
H ybris (que es p ro b ab le, aunque con alguna dificultad, que derive, com o de
290 Razón común — Heraclito

o tro m odo superbia, soberbia, de la raíz de hypèr, super ‘so b re ’) es un perso n aje
que se h a hecho m uy conocido en n u estro gentry-lore, com o significando lo que
m ás p ro p iam en te p u e d e llam arse ‘p ecad o p a ra los griegos’ (y no se olvide que to ­
davía en tre los cristianos San A gu stín p .e j. m an tien e a la S oberbia en su dignidad
de prim ero de los p ecados capitales, b ien fu n d ad a en el m ito con la hybris prim e­
ra de L uzbel), au n q u e ese valor de ‘d esm esura im p aciente de la resignación con
n u estro esta d o ’ se d esarro lló y fijó sob re to d o con la teología de los trágicos áti­
cos. P ara la hybris del libro de H eraclito , b asta con las connotaciones que p u eda
llevar nuestro ‘so b e rb ia ’, q u e ciertam en te im plica no sólo la desm esurada estim a
de sí m ism o, sino la actitu d de desprecio p a ra con los o tros: no es de ex trañ ar
que, en ten d ién d o se flo jam en te el uso de ‘los m ás’ en el libro y la crítica de poetas
y científicos, p u d iera H eraclito m ism o p asar p o r un hybristés; p e ro , oyendo la con­
dena de la idíé phrónésis (n.° 4) y el “oyéndom e no a m í, sino al d e c re to ” (n.° 39),
se en tiend e bien que la razó n com ún c o n d en ara la so b erb ia, eq u ip arán d o la, p o r
los “hum o s” del sob erb io , con el incendio, d o n d e el fuego se consum e él m ism o
en consum ir lo ajen o . Y p u ed e a alguien ex trañ arle q u e , alabándose “el alm a seca”
en n.° 109, se reco m ien d e ap ag ar (ev id en tem en te, con agua) el incendio de la so­
berbia; pero ello se e n te n d e rá m e jo r cuando en los frs. siguientes (n .os 104-113)
se m anifieste la oposición e n tre psyché y thym ós, que es pro p iam en te el órgano
de la soberbia.

103 110 D -K

Á N ^P<¿F<H ¿ ΓΙΓΚΕ^ΛΙ <SW V -

•?IK OVK. ΛΜ ΕΙΝ Ο Ν .

© Stob. Flor. III 1, 176 (p o st n.° 28).

© NO ES PARA LOS HOMBRES MEJOR QUE LES SU­


CEDAN CUANTAS COSAS QUIEREN.
Razón política 291

© T ran sm itid a en el Florilegio de E sto b eo en u na de sus series de sentencias


heraclitanas.
E l bu en en ten d im ien to se cen tra en el del V erb o thélousin ‘q u ie re n ’: el gr, an­
tiguo jugó to d a su vida con dos casi-sinónim os, (e)thélô y boúlom ai, de los que el
prim ero insiste m ás bien en la actitud an te el h echo, la disposición o b u en a vo­
lu n tad , y el segundo en la decisión o d eliberación de lo que se em prende (en boulé
se confunden n u estro s ‘decisión’ y ‘v o lu n ta d ’), q u e am bos se o p o n en a los que va­
len m ás bien p o r ‘d e se a r’, (e)éldom ai, hlm eíró, epithÿm éô; y aunque éste último
(el usual en ático) deriv a de thym ós (algo com o ‘p o n er ánim o e n ’) y este térm ino
funciona p a ra aludir al lu g ar u ó rgano de pasiones com o la ira o la soberbia, la
confusión, de que cu alq u ier lengua da testim onio, e n tre la pasión (supuestam ente
subracional) y su p ro m o ció n al ám bito de las facultades su p eriores, com o idea (de
la p ro p ia pasión) y v o lu n tad , tam b ién se atestigua con la historia de las palabras
griegas, de tal m o d o q u e thym ós y sus derivados vienen a referirse a actividades
de las facultades su p erio res, y así thélein ‘q u e re r’ p u ed e ser cosa de thym ós o
ánim o.
C on to d o , es claro q u e lo que aquí razón denuncia no es la m era pasión por
algo o deseo de algo, sino u n a volu n tad p ro p iam en te dicha, que se sabe y se for­
m ula a sí m ism a: “Sé lo q u e q u ie ro ” , so b ren ten d ién d ose que no puedo q u e rer otra
cosa sino lo que p a ra m í es m ejo r. E s de esa v oluntad de la que aquí razón p ro ­
clam a q u e, p a ra los h o m b res (en este D ativo hay una tram p a de razón: pues está
claro que el dicho sólo vale “p a ra los h o m b res” en cuanto que los hom bres fueran
racionales u h o m b res v erd ad ero s, ya que p a ra quien vale sin m ás es p a ra la ver­
dad, p ara la razón m ism a; p ero hasta las tram p as de razón son inocentes), no es
m ejo r qu e les sucedan q u e no que no les sucedan todas las cosas que quieren; lo
cual, com o se ve, im plica u n a lúcida denuncia de que, en contra de la pretensión
que en la idea de ‘v o lu n tad p e rso n a l’ está in serta, “N o saben lo que q u ieren ” .

85 D -K 104
OVM<ál Μ Α ΧΕΣΑ Ι ΧΑΛΕΡφΝ' ❖ TI
ΓΑΡ AH <$>£ΛΗΙ, V V X H ¿ ¿K ÉET A l .

© Plut. Cor. 22, 224 c : Κ ο ρ ιο λ α νό ς .... μ α ρ τυ ρ ία ν ά π έ λ ιπ ε τ φ είπ ό ν τι «θυμ φ


292 Razón común — Heraclito

.... ώ ν ειτα ι» ' λα βώ ν γ ά ρ έσ θή τα καί, σκευήν έν fj μ άλισ τα μή δό ξειν δ ς ήν εμελ-


λεν δρ ώ μ ενο ς, ώ σ περ ό Ό δ υ σ σ ε ύ ς , « ά νδρώ ν δυσμενέω ν κ α τέδ υ π όλιν» (O d . IV
246).
Id. D e cohib. ira 9, 457 d : α ν θ ρ ώ π ω ν μέν γ ά ρ κ ρ α τή σ α ι κ α ί χείρ ο σ ι βελτιόνω ν
υ π ή ρ ξε, το δ ’ έν ψ υχή σ τή σ αι κ α τά θυμοί) τ ρ ό π α ιο ν (φ χα λ επ ό ν είνα ι δια μ ά χεσ -
θ α ί φ ησιν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ' «ο τ ι γ ά ρ α ν .... ώ νειτα ι» ) μεγάλης έστι κ α ι νικ η τικ ή ς
ισχύος.
Id. Erot. 11, 755 d : ’Έ ρ ω τ ι δέ μ ά χ εσ θ α ι χ α λ επ ό ν, ού ‘θ υ μ ώ ’, κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν
«ό τ ι γ ά ρ αν θελήσ η», κ α ί «ψ υχή ς ώ νειτα ι» καί, χρ η μ ά τω ν κ α ί δόξης.
Iam bi. Protr. p. 21, 29 : μ ά ρ τυς τ ο ϊς λ εχθείσ ιν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ' θ υ μ ώ γ ά ρ φ ησι μ ά ­
χ ε σ θ α ι χ α λ ε π ό ν ' «ό τ ι γ ά ρ α ν χρ ή ζη γ ίγ ν ε σ θ α ι, ψ υ χ ή ς ώ νέετα ι». κ α ι τούτο
ά λ η θ ώ ς είπ ε' π ο λ λ ο ί γ ά ρ χ α ρ ιζ ό μ ε ν ο ι θ υ μ ώ ά ντη λ λ ά ξα ντο την έαυτοϋ ψ υχή ν
κ α ί θ ά ν α τ ο ν φ ίλ τερο ν έπο ιή σ α ντο .
A rstt. Eth. E ud. II 7, 1223 b 22 : έοικε δέ κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς λέγειν, εις τήν ίσχύν
τού θυμ ού β λέψ ας, ό τι λ υ π η ρ ά ή κ ώ λυ σ ις α ύ τ ο ύ ' «χαλεπόν» γ ά ρ φ ησι «θυμ ώ μ ά­
χ ε σ θ α ι' ψ υ χ ή ς γά ρ ώ νειτα ι» .
Id. Eth. Nie. II 2, 1105 a 8 : έτι δέ χα λ επ ώ τερ ο ν ή δονή μ ά χεσ θ α ι ή θ υ μ ώ , κα-
θ ά π ε ρ φ ησιν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς .
Id. Pol. V 11, 1315 a 29 : α φ ε ιδ ώ ς γ ά ρ έαυτώ ν έχου σιν ο ί δ ιά θ υ μ ό ν έπ ιχ ειρ ο ύ ν-
τες, κ α θ ά π ε ρ κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς είπ ε, χα λ επ ό ν φ ά σ κ ω ν είνα ι θ υ μ ώ μ ά χεσ θ α ι'
ψ υ χή ς γά ρ ώ ν εϊσ θ α ι.

C fr. D e m o c r . 6 5 B 2 3 6 D - K : θ υ μ ω μ ά χ ε σ θ α ι μ ε ν χ α λ ε π ό ν , ά ν δ ρ ό ς δ έ τ ο κ ρ α τ έ ε ι ν ε ύ λ ο -
γ ίσ τ ο υ .
A n o n y m . D e s u b lim i 9 : τ ό εκ τ ο υ π α ν τ ό ς κ ε ρ δ α ί ν ε ι ν ώ ν ο ύ μ ε θ α τ ή ς ψ υ χ ή ς .

© θ. μ. χ. Plut. Cor., Iam bi. : alias alio ordine (δ ια μ ά χ . de cohib. ira codd.
pler.) ό τι Plut, ira, E rot., Iam bl. : ô Plut. Cor. ô .... θέλη om .
A rstt. θέλη Plut. C or., ira (θέλη ς T Μ 1) : θελήση Plut. Erot. : χρήζη γ ίγ ­
ν ε σ θ α ι Iam bl. ώ νέετα ι Iam bl. : ώ ν ειτα ι alias.

In de c o h ib . ira lo c o τ ή ante "ψ υχή add. co d d . a liq u o t.

© CONTRA EL ÁNIMO DE UNO ES DURO COMBATIR:


PUES, CUALQUIER COSA QUE QUIERA, LA COMPRA A
PRECIO DE ALMA Y VIDA.

© D e las pocas frases que le q u ed aro n p ren d id as a A ristó teles, la cita, con el
habitual descuido, p o r tres veces: en la Ética de E u d em o (“Y parece ser que tam ­
bién H eraclito decía, aten d ien d o a la violencia del ánim o, que es penoso su con-
tenim iento: pues ‘D u ro e s’ dice ‘com batir con el ánim o: pues com pra a precio de
Razón política 293

alm a y v ida’”), en la Ética de N icóm aco (“y todavía m ás difícil com batir con el
gusto que con el ánim o, tal com o dice H eraclito ”) y en la Política: “ ... pues en
disposición de d erro ch e de sí m ism o están los que em p ren d e n algo p o r fuerza de
su ánim o, tal com o d ijo tam b ién H eraclito , al d eclarar que era du ro com batir con
el ánim o, pues co m p rab a a precio de alm a y v ida” ; de m a n era que la versión más
com pleta y exacta se la d ebem os a los tardíos: P lu tarco, que usa el paso p o r tres
veces, en la Vida de C oriolano (de quien dice que “D e jó testim onio a favor del
que dijo ‘C o n tra el ánim o ... y v ida’: pues, tras to m a r v estim enta y traza en la que
m enos fu era a a p arecer, al v érsele, el que e ra , tal com o O diseo ‘se m etió en ciu­
dad de hom bres h o stiles’ (O d . IV 2 4 6 )”), en el D el reprim ir la ira (“P ues lo que
es do m in ar sobre h o m b res, aun a m ás viles se les dio sobre m ejores que ellos;
p ero el p lan tar en el alm a tro feo de victoria sobre el ánim o, con el que dice H e ­
raclito que es d uro co m b atir, ‘p ues cu alquier ... vida’, es em p resa de fuerza gran­
de y lanzada a la v icto ria”) y en el Erótico (“p ero con el am or com batir es duro,
no ‘con el án im o ’, según H eraclito: ‘pues cualquier cosa que q u ie ra ’, tam bién ‘la
com pra a precio de alm a y v id a ’ y de riqueza y de fa m a ”); y Jám blico, que la saca
así en su Protréptico: “T estigo a favor de lo dicho, H eraclito: pues dice que contra
el ánim o es d uro com batir: p ues, cu alquier cosa que re q u iera que se haga, a p re ­
cio de alm a y vida la co m p ra’; y es verd ad eso que dijo: que m uchos, com placien­
do a su ánim o, d iero n en pago la p ro p ia vida de uno y estim aron la m u erte p o r
p re fe rib le ” . Y en u n a sentencia que se cita de D em ó crito (“C o n tra el ánim o com ­
b atir, sí, es d u ro , p ero el vencerlo es de varó n b ien-razonado ( eulogístou ) ”) la p ri­
m era p arte p arece u n a cita im plícita de H eraclito ; en fin, hay m em oria del final
en una frase del tratad illo anónim o D e lo sublim e: “lo de sacar ganancia de todo
lo com pram os a precio del alm a y v id a” . C on lo cual ya de paso ha visto el lector
las m aneras en que los antiguos m ás o m enos concebían den tro de sus ideas lo que
la sentencia dice.
P o r cierto que lo m ás chocante de ella y lo que m ás se p ren d ió en la m em oria
de sus citadores es el uso del térm in o económ ico ónéetai ‘lo co m p ra’ o ‘se lo com ­
p r a ’, que co n trasta con el g u errero del com ienzo: lograr lo que es voluntad (v. a
n.° 103) de thym ós se paga con un ta n to de phÿché, y eso es lo que hace difícil
luchar co n tra th ym ó s... ¿quién?: ev id en tem en te un terce ro , que no es ni thym ós
ni psyché.
P or m edio pués de esa relación de g u erra y de econom ía, razón tra ta de fo r­
m ular algo preciso sobre los que los h om bres tom an com o com ponentes de uno
m ism o, p ero que no son uno m ism o, puesto que uno p u ede g u errear con uno de
ellos y pag ar una cantid ad del o tro . Thym ós, a quien U lises y A rquíloco h abla­
ban, cada uno al suyo, pese al origen de la p alab ra ( = la t. fü m u s ), que sugería el
ard o r de la ira, el c o raje, el ánim o y hasta el gusto de uno (v. arriba cóm o A ris­
tóteles Et. Nie. lo enlaza con hédoné), que o casionalm ente “lo arrastran a un o ” ,
está sin em bargo cerca de ser, com o en (c) al n.° 102 sugiero, u n a de las potencias
superiores o conscientes del alm a, u n a v o lu n tad , y com o tal lleva aquí el V erbo
thélei ‘q u ie ra ’ (y ese ánim o sabe lo que q u ie re ), p o r m ás que luego p er naturam
secundam p u ed a volver a h acerse v oluntad ard ien te, pasional y arre b atad a; pero
es ese ánim o el que da carácter y ser al h o m b re, el q ue “lo ap erso n a” , com o dice
D on Sern T ob de la “lo cu ra” ( Glosas 355 s.). P o r el co n trario , psyché (p ropiam en­
294 Razón común — Heraclito

te ‘a lien to ’) no sólo es algo inferior y cercano a confundirse con aquello que el


alm a perso n al, al estab lecerse, d eja com o resto y abstracción b ajo el nom bre de
‘c u erp o ’ (y no en vano el m aterialism o epicúreo seguía así la distinción, que L u ­
crecio trad u jo con anim a b ajo anim us), sino que ni siquiera p u ed e decirse que sea
un ser definido, sino m ás b ien u n a cu an tía, un h a b e r, aliento de vida o cantidad
de alm a; au n q u e no p u ed e ciertam en te negarse q u e es ya alm a d e u n o , pero
no constituyéndolo a u n o , com o el ánim o, sino a m odo de riqueza o capital de
que uno dispone; p o r lo cual en la frase de H eraclito aparece com o G. de precio,
en el lugar que n o rm alm en te ocu p arían térm inos com o argyríou ‘p la ta ’, ‘d in e ro ’
o p o llo ú ‘m u ch o ’.
A sí que lo q u e razón form u la es q u e cualq u ier voluntad o capricho del ánim o
de u n o , cuyo logro está d estin ad o a consolidar su v o lu ntad y su ser m ism o, se paga
con u n a cierta cuantía del aliento de vida de que dispone uno: p o r eso — dice—
es difícil luchar (¿q u ién ?) c o n tra el ánim o de uno: pues, al pagarse la consecución
de sus fines (que son el ser de la p erso n a) con su gasto de vida, q u eda del mismo
golpe m en guada esa riq u eza de vida o fuerza que e ra la que podía com batir con él.
C óm o es, en fin, que razó n , que en la concepción vulgar es la m ás alta de las
facultades superiores (p ero no sabe la concepción vulgar que razón ya no es de
uno) parece en esta fó rm u la, p o r bajo la actitud de m era constatación, to m ar p a r­
tido p o r el h a b e r de ánim a c o n tra la p reten sió n del ánim o, sólo se en ten d erá un
tanto cuando en los frs. q u e o rd e n o aq u í siguientes (n .os 106-107) trasparezca algo
más de las relaciones e n tre psyché y lógos.

105 *136 D -K

Μ
Η

© Schol. Epicteti B odl, p. L X X I Schenkl : Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ ’ « ψ υ χ α ί.... νούσοις».


Razón política 295

© ÁNIMAS SACRIFICADAS-EN-GUERRA, MÁS LIMPIAS


QUE NO LAS EN ENFERMEDADES.

© Pese a lo tard ío y poco ilustre de su proced en cia (una colección de escolios


a E p ic teto ), no p u e d e n negarse altas p robabilidades de autenticidad a una frase
de tan peculiar sintaxis con sus brevilocuencias (“que en en ferm ed ad es” por “que
las de los m u erto s en en fe rm e d ad e s”) bien heraclitan as, ni se im agina qué especie
de uir doctus p u d o divertirse en fabricarla a p a rtir, com o D -K piensan, del térm i­
no aréiphátous del n.° 95. M ás m e ha p reo cu p ad o la form a en que el códice escri­
be el P red icad o , katheróterai, que acaso p o d ría o cu ltar, en vez del corriente
katharóterai ‘m ás lim pias’, algún térm ino m ás raro.
P ero aun así, pienso que la fórm ula se d e ja in sertar en el contexto q u e la p o n ­
go, con tal de que oigam os en ese A d jetiv o , ju n to a los valores habituales de ‘lim ­
pias, p u ra s’, tam b ién algo del que parece acaso prim itivo, el de ‘b a rrid a s’, esto es,
‘exhau stas’, ‘m o n d as’ y casi ‘a rrasad as’, un poco en el sentido que decim os noso­
tros “d ejarlo a uno lim pio (de d in e ro )” : se e n te n d e ría entonces esto com o un ejem ­
plo confirm ad o r de lo que en el n.° 104 se ha form ulado en general: pues, siendo
el m orir en g u erra un acto exim io de thym ós o ánim o, que logra sus voluntades a
costa de alm a y vida, es n atu ral que las alm as areífatas, a la p a r que m ás rep en ­
tinam ente consum idas, estén más desp o jad as y limpias (de alm a) que las consu­
m idas en otras m u ertes; sin que d eje de sonar, con el solem ne eufem ism o del vo­
cablo (aplicado aquí a las ánim as d irectam en te), un eco del n.° 95: pues sería este
lim pio arrasam ien to de alm a y vida lo que dioses y hom bres com pensan con el
pago de sus h onras a los caídos.

45 D -K 106

V V X ÍH ΡΕΊΡΛΤΑ \<¿>H OYK É ^E Y


Κ>Κ> ÉnroPEV<>NEfW¿
OVT<¿ frAOVK a S ío h í x n .
296 Razón común — Heraclito

© D iog. L. IX 7 : λ έγετα ι δέ κ α ί «ψ υ χή ς .... έχει» (sequitur n.° 14).


T ertull. D e anim a 2 : h ab u it et p hilosophia lib ertatem ingenii et m edicina neces­
sitatem artificii ad e x ten ten d o s d e anim a re tra c tatu s: late q u a e ru n tu r incerta, la ­
tius disp u tan tu r p raesu m p ta; q u a n ta difficultas p ro b a n d i, ta n ta operositas suaden­
di, ut m erito H eraclitu s ille ten eb ro su s u astiores caligines an im aduertens apud exa­
m inatores anim ae, taed io q u aestio n u m p ro n u n tia rit: «T erm inos anim ae n e q u a ­
quam inuenies om nem uiam ingrediens». C h ristiano autem paucis ad scientiam
huius rei opus est.

Cfr. Sextus Sententiae 403 : animae sapientis magnitudinem non reperies, sicut ne dei qui­
dem ( uersio latina; uel:) magnitudinem animi fidelis assequi non potes, sicut nec magnitu­
dinem dei assequi potes (de uersione Syriaca) (cfr. ib. 306 : non poterit sapiens compelli
facere quod non uult, sicut nec deus).

© π ε ίρ α τα ίω ν G . H e rm a n n , D iels : π ε ιρ α τ α ιο ν B 1 F P 2 : π ειρ α τέ ο ν P 1
έξεύ ροι ó uel εϋ ρ ο ι ó codd., B ollack-W ism ann (sed cfr. Tertulliani Sextique sen­
tentias) β α θ ύ ν F : βα-θυς B P.

© FRONTERAS DEL ÁNIMA NO HABRÁS ANDANDO


DE DESCUBRIRLAS, CUALQUIERA Y TODAS LAS VÍAS
QUE RECORRAS: TAN HONDO RAZONAMIENTO TIENE.

© Lo da D iógenes L aercio , intro d u cid o con “Y se dice tam bién ‘F ro n teras ...
tie n e ”·’, tras lo que e n sa rta el n.° 14, con algunas faltas de los M SS, que se corri­
gen sin dificultad, confirm ándolo tam bién la cita trad u cid a que da T ertu lian o al
com ienzo de su D e anim a en el siguiente párrafo : “T uvo la filosofía la libertad del
ingenio y tuvo la m edicina la necesidad del arte com o m edios p ara am pliar las re ­
consideraciones sobre el alm a: ex ten sam en te se investigan las cuestiones inciertas,
más exten sam en te se d isputan las opiniones ad o p tad as; cuanto m ayor la dificultad
de p ro b ar, tan to m ayor el em p eñ o en convencer, al p u n to de que con razón aquel
H eraclito el ten e b ro so , viendo dem asiado vastas las tinieblas e n tre los exam ina­
dores del alm a, p o r ted io de las investigaciones, proclam ó: ‘Los térm inos del áni­
m a en m odo alguno los en co n trarás, cualq u ier vía p o r la que te m etas’. A l cris­
tiano, en cam bio, p a ra la ciencia de este tem a, pocas palabras le hacen falta ” . Y
acaso en las Sentencias de Sexto el pitagórico (il p o s t) según su traducción latina
(“L a m agnitud del ánim a del sabio no la en co n trarás, com o tam poco p o r cierto la
de D io s”) o según la siríaca (“L a m agnitud de un ánim o fiel no podrás alcanzarla,
com o tam poco p o d rás alcanzar la m agnitud de D io s”) h abía un eco deform ado de
la sentencia h eraclitan a.
Razón política 297

Lo que aquí razón form u la acerca del alm a-y-vida (v. a n.° 104), que por co­
m odidad llam arem os ánim a, es, en p rim er lugar, no directam en te que no tenga
peírata ‘fines, lím ites’, e .e . q u e sea ápeiros ‘sin-fin, infinita’, sino que sus límites
no pued en alcanzarse p o r n inguna vía de cálculo que se tire; y luego, explica esa
inasequibilidad de los lím ites con u n a expresión tal vez inten cio n ad am en te am bi­
gua: o bien “el lógos, la razón y cu en ta (en definitiva, de algún m odo num érica)
que tiene el ánim a es dem asiado p ro fu n d o p ara p e n e tra rlo ” , o bien “el razona­
m iento o cálculo q u e el ánim a (o sus lím ites: la concordancia del échei ‘tien e’ es
a su vez am bigua) re q u ie re es dem asiado p rofundo p a ra que se p u eda llegar hasta
el fin del cálculo” ; p e ro , com o se ve, los dos m odos de leerlo no se o ponen, sino
que se co m plem entan: pues el cálculo que se req u eriría p a ra d a r razón del ánim a
es el m ism o cálculo de razón p o r el que está constituida el ánim a; y solo razón
m ism a — se so b ren tien d e— p u ed e d ar cuen ta de lo que ella m ism a hace de vida
y de vidas, cu ando h ab la com o R ealid ad ; p ero no uno de n osotros, cuyos cálculos
están con d en ad o s a la prosecución lineal, tem p o ral, y a ensayar una u o tra vía de
cálculo altern ativ am en te; en esas condiciones, todo cálculo de la vida y vidas es
interm inab le (piénsese, p a ra em pezar, en la com plejidad progresiva de las vidas
según la escala je rá rq u ic a — y ocasionalm ente, evolutiva— que la C iencia nos p re­
senta, m anifestad a en la de los organism os co rresp ondientes, desde los cristales
de sal o nieve y tod av ía las conchas de caracoles o los esqueletos de estrella de
m ar, relativ am en te asequibles a u n a G eo m etría, hasta los huesos de los anim ales
llam ados superiores y hum anos — p o r no ir m ás allá de los huesos— , donde las
dificultades p a ra d a r razón de la form a p o r cálculo num érico parecen abru m ad o ­
ras); pero eso no im plica que al ánim a, a la vida y vidas, se le atribuya una ver­
dad era infinitud, com o — digam os— la del agua o el propio ápeiron de A naxim an­
d ro , es decir, la de los n om bres de m ateria-y-no-cosa, que lleva en sí la negación
al cálculo aritm ético y a la extensión lógica o m anifestación del concepto en r e ­
presentacio n es individuales o elem entos de un co n ju nto (salvo en el nivel de abs­
tracción siguiente, d o n d e las cuantías de agua m edidas o las clases de agua se tra ­
ten com o individuos), sino sólo la interm inabilidad del cálculo correspondiente,
que en definitiva es la innum erab ilid ad o in term inabilidad de cálculo de los n ú ­
m eros n atu rales (o de los prim os), a la que se reduce el caso de cualquier sucesión
de individuos o rd en ad o s según razón y diferentes en tre sí según la m ism a razón
p or la que se o rd en an sucesivam ente: pues, si bien la condición de h ab er o cuan­
tía de ánim a aparece claram en te en los frs., especialm ente en el n.° 104, por otro
lado se habla de p sy c h a í ‘án im as’ (p .e j. en n.° IOS y n .os 111-113), lo que implica
que el ánim a p u ed e ser d e u n o y las ánim as p o r ta n to en cierto sentido indi­
viduales y p restas a la num eració n ; y es esa contradicción la que produce la in ter­
m inabilidad del cálculo de alm as-y-vidas p ara uno de nosotros: pues es evidente
que la pro fu n d id ad inalcanzable de la razón del ánim a o sus lím ites lo m ism o que
se refiere al n ú m ero constitutivo de u n a cualquiera de nuestras ánim as, se refiere
al núm ero de las ánim as, co n tem p o rán eas y sucesivas, en que la noción de ‘alma-
y-vida’ se p resen ta distribuida o distribuyéndose; com o a propósito del n.° 107 se­
guirem os razo n an d o .
298 Razón común — Heraclito

107 115D-K
VVX É in A<>rOi E A V m .

© Stob. Flor. I 180 a (post n.° 3) : Σ ω κ ρ ά το υ ς· «ψ υχής .... αΰξω ν».

Cfr. Hippocr. De uictu 1 6 : ... έκάστη δέ ψυχή μέζω καί έλάσσω εχουσα περιφοιτά τά
μόρια τά έωυτής, ούτε προσθέσιος οΰτε διαιρεσιος δεομένη τών μερέων' κατά δέ αύξησιν
των υπαρχόντων καί μείωσιν δεόμενα χώρης έκαστα διαπρήσσεται, ές ήντιν5 αν ελθη,
καί ανέχεται τά προσπίπτοντα.......διά τούτο άνθρώπου ψυχή έν άνθρώπω αύξεται, έν
άλλφ δέ ούδενί, καί τών άλλων ζώων τών μεγάλων ώσαύτως' όσα δ’ έάλω άπ’ άλλων,
υπό βίης αποκρίνεται.
Et Id. Epid. VI 5, 1 : ανθρώπου ψυχή άεί φύεται μέχρι θανάτου.

© Σ ω κ ρ ά το υ ς cod., qui p o s t hanc Socratis sententias adfert : Heraclito tribuit,


cum praecedentibus, H e n se , Schenkl, F ried lan d er, D iels. έω υτον quidem scriben­
dum .

In Hippocratis de uictu textum: έω υτή ς, (α υ τή δ έ) ο ύ τ ε D ie l s έκα σ τα (δ έ)


δ ια π ρ ή σ σ ε τ α ι F re d ric h δεομένη : δεό μ ενα Θ δεό μ ενα Θ : δεομένη cett.,
edd. χώ ρης Θ 1 : χώ ρην Θ 2 : χώ ρην δέ Μ α ν έλθη Θ : έσέλθη Μ
ανέχετα ι Θ : δέχετα ι Μ δ 1 έάλω scribo : δε άλλως Μ Ρ : ά λ λ ω ς Θ : ά λ λ ο ϊ α W i-
la m o w itz : δ ι α λ λ ά σ σ ε ι D i e ls , edd. ά λ λ ω ν Θ Μ : ά λ λ ή λ ω ν cett., edd.

© DEL ÁNIMA ES UNA RAZÓN QUE A SÍ MISMA SE


VA AUMENTANDO.

© E l Florilegio de E sto b eo tra e la sentencia a nom bre de S ócrates, p ero , vi­


niendo tras una serie de 7 sentencias heraclitan as y seguida de o tras de Sócrates,
es fácil explicar la confusión y restitu irla a H eraclito , com o los estudiosos han h e­
cho razo n ab lem en te. A lgo adem ás confirm a su p resencia en el libro algún texto
del hipocrático D e la dieta, que tan tas veces reconocem os y usam os com o m uestra
fiel de estilo h eracliteo , en especial el siguiente, que en la m edida que resulta in­
teligible (con adem ás sus n u m erosas dificultades de crítica textual) parece sugerir
un desarrollo a lo m édico del funcionam iento de la razón del ánim a: “ ... Y cada
ánim a, llevando en sí los elem entos de ‘m ás’ y los de ‘m e n o s’, va erra n te reco­
rriendo las parcelas de sí m ism a, sin re q u e rir ni de añadim iento ni de división de
partes; en cam bio, según la ley de au m en to y dism inución de los elem entos p re ­
sentes, req u irien d o de espacio se llevan a cabo cada una de las actividades,· a cual­
Razón política 299

q u ier espacio que ella vaya, y se retien en los elem entos que de fu era se incorpo­
ren ... (Q u e sólo p e rm a n e c en ju n to s los elem entos hom ó tro p o s y los discordantes
se se p a ra n ) ... P o r eso un ánim a de ho m b re en un h o m bre au m en ta, y no en nin­
gún otro ser, y la de los o tro s anim ales, de los g randes, lo m ism o; y en cam bio,
cuantas cosas h an q u e d a d o p ren d id as de o tro s seres, se rechazan a la fu erz a” . T am ­
bién relacio n ad a con la sentencia p arece u n a frase del tratad o hipocrático De las
epidemias: “E l ánim a de un hom b re siem pre se acrecienta (p h y e ta i) hasta la m uer­
te ” .
Se d esp ren d en al m enos de los textos de los m édicos sobre la relación del áni­
m a con su razón de au m en to algunos puntos: que el ánim a lleva en sí los elem en­
tos de ‘m ás’ y ‘m en o s’; que de p o r sí no req u iere au m ento ni dism inución de p ar­
tes; que lo que pasa es q u e en el organism o sí se da un au m en to y dism inución de
elem ento s constitutivos (y adquisición de o tros venidos de fu era, en caso de que
sean conco rd es), lo q u e re q u ie re espacio (y es así que el ánim a, sin dividirse pro­
p iam ente, acude a lugares diversos del organism o); que el ánim a se aum enta en
el organism o que le co rresp o n d e (al m enos en el hom bre y los “anim ales gran­
d es”), rech azan d o sin em bargo los elem entos venidos del exterior; y que ese au­
m ento o acrecen tam ien to del ánim a sigue hasta la m u erte. Por o tro lado, tocante
al térm ino aúxón ‘que a u m e n ta ’, no p u ede d esaten d erse la aparición en los frs.
del cóm ico E p icarm o , que tan heraclitano se nos ha m ostrado a veces, de una re ­
flexión sobre el au m e n to , referid o al núm ero y a la m edida, que rep ercu te en la
im posibilidad de la unidad de un hom b re (lo que v endría a d ar en esa form a de
razonam ien to de los sofistas que se llam ó ju stam en te ho auxanóm enos lógos i a
razón que se va a u m e n ta n d o ’), de lo que he d ado cuen ta en las Lecturas preso-
oráticas I pp. 155-58.
P ero, sea lo que sea lo que en esos testim onios q u ede de las razones del libro,
tal vez la relación de este fr. con el resto nos perm ita en te n d e r d eb id am en te, o al
m enos no e n te n d e r com o no se debe: desde luego, el “del ánim a e s ...” (sin A rtí­
culo en griego) hay que tornarlo sim ultán eam en te com o referido al alm a-y-vida en
general, tom ada casi com o nom bre de m ateria (v. al n.° 106) y com o referido a
cada ánim a, esto es, al ánim a de cada uno; y así, que sea la razón y cuenta de
ella una razón que se va au m en tan d o a sí m ism a, tan to q u e rrá decir que la razón
del ánim a se au m en ta en el cam po de la m ultiplicación en ánim as, com o que la
de un ánim a se au m en ta p o r en riquecim iento o com plicación en la estructura del
ánim a particular; pues, según verem os, lo uno va con lo otro.
P ero, en cu alquiera de los dos casos, ¿qué es una razón o cuenta que va au­
m entándose a sí m ism a?: apenas pued e tratarse de o tra cosa que de una sucesión
creciente en que el térm in o originario no sea n ad a más que la razón de aum ento,
que produce un térm in o a p artir del an terio r; p ero esto es lo q u e se d a, por ex­
celencia, en las sucesiones num éricas, ya lo escribam os en la form a “2, 22, (22) ,
...” o bien “2, 2.2, (2.2)2, o ya tom em os la form a, ap aren tem en te m ás sim­
ple, pero en verdad no tal, de la sucesión aritm ética, en su aparición m ism a como
serie de los e n tero s, “ 1, 1 + 1, ( 1 + 1 ) + 1 . ..” ; el caso es, de m om ento, que no haya
diferencia alguna e n tre la razón que va (en el cálculo, esto es, “en el tiem p o ”) pro­
duciendo el térm in o (m ayor) siguiente a p a rtir del p rec ed e n te, y el térm ino pri­
m ero, que es en v erd ad el único, funcionando de diversos m odos. Tal es la razón
300 Razón común — Heraclito

que razón le atribuye a lo que llam a psyché, alm a-y-vida, y es razonable que se le
atribuya: p ues, desde el m o m en to que d eja el ánim a de ser m era cuantía indefi­
nida (agua) y se lanza p ro p iam en te a ser, e n tra en el reino de los núm eros, y por
un lado viene su con cep to a d istribuirse en el h a b e r o extensión lógica, y lo que
es ya ‘un a v ida’ d ar lugar a o tra vida, o m ás bien 2 vidas dar lugar a 2.2 vidas,
e. q. s., según el prodigio m atem ático de la rep ro d u cción de lo m ism o en m últi­
ples, que apenas p o d rá hallarse rasgo m ás preciso que el de la reproducción para
definir lo que es la V ida en cu an to vidas (y si alguien d ijera que tam bién los cris­
tales se rep ro d u cen así, en virtu d de la razón m ism a que los constituye, ¿cóm o p o ­
dría luego no con sid erar vivos a los cristales?); m as, p o r o tro lado, la creciente
com plejidad (no ya in finita, p ero de cálculo interm inable) de la sucesiva re p ro ­
ducción de la V ida en vidas, no p u ed e m enos de e sta r tam bién en la estru ctu ra de
cada ánim a o vida: pues los rasgos definitorios de cada cual son al m ism o tiem po
sus relaciones de oposición con las o tras que no son ella; y así, a m edida que las
ánim as van au m en tan d o en n ú m ero , va au m en tan d o la com plejidad de cada una
de las ánim as, de tal m an era q u e, si la razón in h eren te al ánim a ha llegado en un
m om ento d ad o , p o r ejem p lo éste, a pro d u cir operaciones de com plejidad m illo­
nésima., cada ánim a de las p roducidas según la últim a operación ten d rá un grado
m illonésim o de com p lejid ad de su ecuación o curva definitoria.
Peí > alguien h a rá bien en re c o rd a r en este p u n to que ciertam en te psyché no
es lógc , que el ánim a no es n ú m ero , tan sólo d e e l l a es la razón que se au­
m enta a sí m ism a de esos m odos, p e ro ella tiene adem ás un com ponente sem án­
tico, ella es algo a p a rte de sus núm ero s, aliento p o r ejem p lo , el aliento de la vida;
pues bien, de esa relación en tre el h a b e r (indefinido) y el ser (num érico) algo vis­
lum brará el lector observ an d o el p rogreso m ism o de las m atem áticas (y de la vida),
en cuanto qu e, a m edida que avanza el proceso de racionalización o num erifica-
ción de las vidas y, p o r decirlo en dos palab ras, cuantos m ás son, más cada uno
es cada uno, en la m ism a m edida la sustancia sem ántica se vuelve tenue y se con­
sum e en sus propios núm ero s; p o r lo cual, a la inversa, la M atem ática ha de d e­
sarrollarse en el sentido de que los nú m ero s, que eran índices de la extensión, se
tra te n com o v erd ad ero s conceptos y los seres con que las operaciones juegan no
sean ya o tros que los n úm eros. P ero sobre esto los frs. que siguen, con la oposi­
ción en tre ‘h ú m e d o ’ y ‘seco ’, ten d rán algo que d ecirnos, a la vez que este e n ten ­
dim iento (hasta d o n d e cabe) de la razón del ánim a nos ayuda a no en tenderlos mal.
Razón política 301

sub 12 D -K 108

© A rius D id. apud E us. Praep. Ε ν. X V 20, 2 : ... Ζ ή νω ν τή ν ψ υ χή ν λέγει


αΰστησιν ή ά ν α θ υ μ ία σ ιν , καΟ άπερ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς (locum totum ad n.° 63 habes).

© αΰσ τησ ιν ή scribo : α ϊσ θ η σ ιν ή cod. : α ισ θ η τικ ή ν Ε . W ellm an, edd.

© el ánima ... desecamiento o evaporación.

© E n el texto de A rio D ídim o conservado p o r E u seb io , que hem os usado en


el n." 63 a p ropósito de los ríos, debía de h ab er, b ajo la lección ev identem ente al­
terad a del M S, aísthesin ‘sensación’, u n a p alab ra que tien e probabilidades de ve­
nir de H eraclito: “ (C learites dice que) Z en ó n llam a al ánim a desecam iento ( aústé-
sin ) o ev aporación, tal com o H eraclito ” . Lo que he restituido es una form a no
atestiguada en o tra p a rte , p ero de derivación regular; po d ría tra ta rse de o tro tér­
m ino, de form ación igualm ente rara, p ero siem pre — pienso— de la raíz (h)au-,
de (ex)(h)aúó, (h)auaínó, auchm éó (lat. haurió; en reí. t. seguram ente con anÿô
y ánó ‘llevar a té rm in o ’), de donde tam bién austeros y el m ás prim itivo aúos ‘en­
ju to ’, que p o r co n jetu ra m ás v enerable aparece en el n.° 109; y del anathymíasin
que sigue y que, según A rio , C leantes atribuía a Z en ó n com o térm ino alternativo,
pienso más bien que es una glosa o traducción de alguno de ellos para el térm ino
inusitado y que es poco pro b ab le que proviniera de H eraclito. E n fin, hay que re ­
cordar que en la p arte del texto de A rio que sigue (v. a n.° 63), aunque he con­
siderado que lo que dice es de atrib u ir a Z enón y no a H eraclito, la parte que reza
“queriend o evidenciar cóm o las ánim as, al exhalarse por evaporación, se van ha­
ciendo a cada vez intelectivas ( n oera í) ” tiene algunas p ro b abilidades de conservar
un eco de las razones heraclitanas.
P or lo dem ás, y valgan lo que valieren estas c o n jetu ras, confío en que no hay
ya para n osotros dificultad m ayor en e n te n d e r cóm o al ánim a se la puede consi­
d erar exhalación p o r d esecam iento o exhaustion (del agua), y en general la rela­
ción o choque que e n tre fuego y agua se da en el caso del ánim a: pues siendo ‘fue­
g o’, com o en la R azón G en eral hem os visto, un fuego racional, intelectivo (noe-
rón), y n o m b re de lógos m ism o en cu an to se p resen ta com o realidad (realidad de
las realid ad es), y siendo ‘a g u a’, com o hem os venido viendo, alusión al b ru to ha­
ber o cuantía, a la indefin itu d , es sum am ente razonable que el advenim iento del
ánim a a su realidad de ánim as y a sustento de seres definidos se le llame exhaus­
tion o desecam iento del agua p o r el fuego, esto es, sum isión de la cuantía a la ra­
zón de realid ad y de la vida indefinida al estatu to de vidas de uno u otro.
302 Razón común — Heraclito

109 118 D -K

ΛΥΓΗ ^ H P H , W X H ^04><^ΤΛ ΤΗ KM

v "Ψ AVH W K H (
TÁTH M I iK ^ T H ,

® Stob. Flor. III 5, 8 {post n.° 110) : «αυγή .... άρίστη».


M uson. X V III a, p. 96, 3 Η (‘Π ερ ί τρ ο φ ή ς’) : εκείνους μέν ούν (scii, το ϊς θ ε ο ϊς )
ά ρ κ ειν το υ ς ά π ό γη ς κ α ί ύ δ α τ ο ς ά ν α φ ερ ο μ έν ο υ ς α τμ ο ύ ς, η μ ά ς δέ όμ οιοτά τη ν
ταύτη π ρ ο σ φ έρ εσ θ α ι τρ ο φ ή ν α ν είπ ε τήν κ ο υ φ ο τά τη ν κ α ί κ α θ α ρ ω τ ά τ η ν ούτω
δ ’ αν κ α ί τήν ψ υ χ ή ν ημ ώ ν ύ π ά ρ χ ε ιν κ α θ α ρ ό ν τε κ α ί ξη ρ ά ν, ό π ο ια ού σ α άρίστη
κ α ί σοφ ω τάτη είη αν, κ α θ ά π ε ρ Ή ρ α κ λ ε ίτω δ ο κ εϊ λ έγο ν τι ο ύ τω ς' «αυγή ....
άρίστη».
Clem . Paedag. II 2, 29 : ο ϋτω δ ’ α ν κ α ί ή ψ υχή ήμ ώ ν ύ π ά ρ ξ α ι κ α θ α ρ ά κ α ί ξηρά
κ α ί φ ω το ειδ ή ς' «αυγή δέ ψ υ χή ξη ρ ά σ ο φ ω τάτη κ α ί ά ρίσ τη», τα ΰτη δέ κ α ί ε π ο π ­
τική , ουδέ έστι κ ά θ υ γ ρ ο ς τ α ίς έκ τοϋ ο ίνο υ ά ν α θ υ μ ιά σ εσ ι νεφ έλ η ς δ ίκ η ν σω μα-
τοπ οιουμ ένη .
Philo apud E us. Praep. Εν. V III 14, 66 : μόνη γ ά ρ ή Ε λ λ ά ς ά ψ ε υ δ ώ ς ά ν θ ρ ω -
π ο γο ν εί, φ υτό ν ο υ ρ ά ν ιο ν κ α ί βλάστημα θ ε ιο ν ή κ ρ ιβ ω μ έν ο ν, λογισμ όν ά π ο τίκ -
τουσ α οίκ ειο ύ μ ενο ν έπιστήμ η. τό δ ’ α ίτιο ν , λεπ τό τη τι ά έρ ο ς ή δ ιά ν ο ια π έφ υ κ εν
ά κ ο νά σ θα Γ δ ιό κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ούκ ά π ό σ κ ο π ο ύ φ ησιν. «ού γή ξηρή, ψ υχή ....
άρίστη». E t Id. D e prov. II 109 : ... quam ob rem etiam H eraclitus non gratis at-
que inconsulto dixit: «In te rra sicca anim us est sapiens ac uirtutis am ans».
Plut. De esu cam . I 6, 995 e : «αυγή ξηρή ψ υχή σ ο φ ω τά τη », κ α τά τον Η ρ ά κ λ ε ι­
τον.
Id. R om . 28, 36 a : αύτη γά ρ ψ υ χή ξη ρ ά κ α ί ά ρ ίσ τη , κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , ώ σπερ
άσ τρα πή νέφ ο υ ς δ ια π τα μ έν η τού σώ ματος.
Id. D e def. orac. 41, 432 f : αϋτη ξη ρ ά ψ υ χ ή , κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν .
G alen. Ser. m in. II 47, 9 : ά λλ’ ού κ α ί ξη ρ ό τη τα σ υγχω ρήσω μεν α ιτία ν είνα ι συνέ-
σεως, (ώ ς) οι γ ’ ά μ φ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν ; κ α ί γ ά ρ κ α ί ο ύ το ς είπεν «αύγή ξηρή ψ υχή
σοφ ω τάτη », τήν ξη ρ ό τη τα π ά λ ιν ά ξ ιω ν συνέσεω ς είνα ι α ι τ ία ν κ α ί βελτίονά γε
δ ό ξα ν τα ύτη ν νο μ ισ τέο ν έννο ή σ α ντα ς το ύ ς ά σ τέρ α ς α υ γ ο ε ιδ ε ίς θ ’ ά μ α κ α ί ξηρ ούς
όντα ς ά κ ρ α ν σ ύνεσιν έχειν.
H erm . in Plat. Phaedr. p. 27, 28 : έπ ιτή δ ειο ν δέ κ α ι τό θ έ ρ ο ς κ α ί ή μεσημβρία
π ρ ο ς ά να γω γή ν κ α ί κ α τά τον Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , δς φ η σ ιν «αύγή ξηρή ψ υχή σ ο φ ω ­
τάτη».
A rist. Q uint. II p. 64, 29 Ja h n : λέγει δέ π ο ύ το ι κ α ί ό σ ο φ ό ς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς το ιά δ ε
ούκ ά π ά δ ω ν τήν γ ά ρ ε ύ π α θ ο ύ σ α ν έν α ίθ έ ρ ι δηλώ ν, φ η σ ι «ψ υχή αύγή ξηρή
σοφω τάτη».
E ustath. in Iliad. 1411, 31 (ad Ψ 261) : .... κ α ί ο ύτω σ κ ω π τικ ώ ς π α χ ε ΐς κ α ί α ύ το ύ ς
Razón política 303

λ έγεσ ϋ α ι, ο ία μή λ ε π το ύ ς το ν νο ύ ν κ α ί ο ξείς μηδέ ο ϊο υ ς ά ρ έσ κειν τφ είπ ό ν τι ότι


ξηρή ψ υχή σ οφ ω τάτη .
P orphyr. D e antr. n ym p h . 11 : ( ό ) α ύ τό ς δέ φ ησ ιν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς «ξηρά ψυχή
σοφ ω τάτη ».

© αύγή ξηρή ψ υχή S tobaei L Μ d A 1, M u so n ., Philonis ap. E us. B O N C F


G (α ύ. ξη ., ψ . I), P lut. D e esu, G a le n ., H erm . : αύγή (αύγή Ρ 3) δέ ψ υχή ξηρά
C lem . : ού γή ξηρή, ψ υ χή Philonis ap. E us. ceteri, M angey (et D e prou, in terra
sicca) : ψ υ χή αύγή ξηρή A rist. Q . : αύτη ψ υχή ξη ρ ά P lut. R o m ., D e def. : ξηρή
ψ υχή E u stath . : ξη ρ ά ψ υ χή P o rp h . : αύή-ξη^ή-ψ υχή S tobaei A 2 : αύή ψ υχή Trin-
cavellus (Stob. é d .), W alzer («di sostanza aerea?» ) : αύη ψ υχή S tephanus, D -K
σ οφ ω τάτη κ α ί άρίσ τη S to b ., M u so n ., P hilo ., C lem . : σοφ ω τάτη P lut. De
esu, G a le n ., H e rm ., A ristid . Q ., E u s ta th ., P orph. : κ α ί άρίστη P lut. R o m . : om.
Plut. D e def.

In A ristid is textu τ ο ι M e ib o m (cod. S eal.) : τ ι co d d . έν R : ά ν ’ cett.

© RELUMBRE SECO, EL ÁNIMA MÁS INTELIGENTE Y


LA MEJOR. V ÁNIMA ENJUTA, LA MÁS INTELIGEN­
TE Y BUENA.

© E s uno de los p u n to s m ás difíciles de crítica textual de los fragm entos, que


al fin q u ed o indeciso y m e veo obligado, com o D -K , a p re se n tar u n a alternativa
en tre dos lecturas; ten g a el lecto r al m enos noticia precisa de la dificultad: la frase
la citan m uchas fu en tes, au n q u e sin d uda no in d ep endientes en tre sí, y h asta es
posible que casi todas p ro ced en tes de una com ún (p .ej. u n a cita en Panecio o Po­
sidonio o alguno de los estoicos m ás leídos): el Florilegio de E sto b eo la d a en la
form a “augé ... aríste” tras el n.° 98 y el 110; M usonio R ufo (en los apuntes de un
discípulo que E sto b eo ha conservado) la introduce así, en la m ism a form a: “ ...
que a ellos pués (e .e . a los dioses p ara alim en to ) les bastan los vahos que se le­
vantan de tierra y agua, p ero que nosotros — dijo— p odem os to m ar como alim en­
to el m ás sem ejan te a ése el que sea m ás ligero y más p u ro ; y que así puede nues­
tra ánim a en co n trarse p u ra y seca, tal com o conviene p a ra ser la m ejo r y m ás in­
teligente, según le p arece a H eraclito cuando dice así: ‘augé ... aríste’”; San Cle­
m ente en el E du ca d o r la tra e , en form a algo a lterad a, que puede sugerir u n a tra­
dición diferen te (p ero la glosa que hace coincide casi con la de M usonio, sólo que
añade phótoeidés ‘lu m in o sa’, que sugiere cóm o en ten d ía el augé) del siguiente
m odo: “ ... y así p u ed e q u e n u estra ánim a se en cu en tre lim pia y seca y lum inosa:
‘augé dè psyché xërà ... aríste’, y p o r en d e tam b ién contem plativa epoptiké (e.e.
iniciada en los M isterios hasta la v isió n ), ni tam poco e stá cargada de hum edad
por las exhalaciones del vino volviéndose co rp ó rea a m an era de u n a n u b e ” ; Filón,
304 Razón común — Heraclito

citado p o r E u seb io , la da tam b ién así: con la ligereza del aire suele aguzarse
el pensam ien to ; p o r lo cual tam b ién H eraclito no a despropósito dice ‘augé ...
arísté”’ (p ero u n a p a rte de los M S S de E u seb io escriben, en vez de augé, hoû géi
‘en cuya tie rra ’, con lo cual ha de te n e r que v er el q ue en la versión latina del D e
la providencia de Filón se lea “P o r lo cual, tam b ién H eraclito no en balde y sin
propósito dijo ‘E n tie rra seca el ánim o es sabio y d ado a la v irtu d ’”); en cuanto a
P lutarco, da la frase en la form a de E sto b e o (sólo h asta sophótáté) en su D el co­
m er carne, p ero en su Vida de R ó m u lo y en el D e la cesación de los oráculos ap a­
rece en vez de augé el M ostrativo haúte ‘e sa ’ (“pues ese alm a, seca y la m ejo r,
según H eraclito , com o relám pago a través de n ube lanzada a través del c u erp o ” ,
donde en cam bio la glosa, com o se ve, lo es m ás bien de un augé; y “ésa, el alm a
seca, según H e ra c lito ”); tam b ién la fo rm a de E sto b eo (h asta so p h .) da G aleno:
“Pues bien, ¿no reco n o cerem o s incluso que es la seq uedad causante de e n ten d i­
m iento, com o lo h acen los de en to rn o a H eraclito ?: pues ello es que ése dijo ‘augé
... sophótáté’, estim an d o a su vez que la seq u ed ad es causante de entendim iento;
y p o r cierto que de m ás valor ha de juzgarse esa creencia al considerar que las
estrellas, siendo a la p a r relu m b ran tes (augoeidets) y secas, tienen sum o en te n d i­
m ien to ” , d o n d e la glosa dice m ucho sobre cóm o G aleno en ten d ía el augé; tam ­
bién el com en tario de H erm ias (p o r 200 po st) al Fedro da la frase en esa form a:
“Y favorables tam b ién p a ra la elevación (anagógén) así el verano com o el m edio­
día, tam bién según H eraclito , que dice ‘augé ... so p h ótáté”’; y tam bién así el réto r
A ristides (π post)·, “y dice, p o r cierto, tam b ién en algún sitio el inteligente (so-
p h ó s ) H eraclito algo com o esto, no d isco rd an tem en te: pues, refiriéndose a la que
en el é te r se ha sentido b ien, dice ‘psyché augè xéré s o p h .’”, donde sin em bargo
la alteración de o rd en im plica o tro en ten d im ien to ; y sólo el bizantino E ustacio,
com entando un verso de H o m ero , y P orfirio (ill-iv) en su D e la gruta de las ninfas
dan una versión sin augé: “... y que así p o r escarnio tam bién se les llam a ‘gordos’,
com o no finos de m e n te y agudos, ni tam p o co tales com o le place al que dijo que
‘xéré ps. s o p h .’”\ y respectivam ente: “y el m ism o H eraclito dice ‘xerá ps. s o p h .’".
A h o ra bien, ya un docto lector corrigió en un M S de E sto b eo augé en aué ta ­
chando a la vez xërè, y así aparece aué ps. soph. k. ar. en la ed. de T rincavellus,
y aun W alzer retien e esa lección, ten ién d o se que e n te n d e r, poco p ro b ab lem en te,
en aué un A d j. desconocido (“ ¿de substancia a é re a ? ” W alzer); ya en ésas, la au ­
to ridad de S tep h an u s (H en ri E stien n e, el Thesaurus Linguae Graecae) prefirió leer
aúé ‘seca’, que es de un A d j. arcaico, p ero relativ am ente frecuente (ello, desde
luego, implica suprim ir el xéré, com o una glosa de ese A d j., luego inm iscuida en
el tex to ), y ésa es — creo— la lectu ra a que m ás se inclinan hoy los estudiosos.
T iene, pues, el lecto r los principales datos del problem a: parece evidente que
la única lección que se ex tendió en tre los antiguos ten ía augé xéré, y que los más
de sus citadores se arreg lab an p ara e n te n d e rla de algún m odo que sugería lo de
‘re lu m b re ’ o ‘re sp la n d o r’: que la leyeran con el corte donde está en mi prim era
versión, y p o r ta n to con el conocido Substantivo augé ‘resp la n d o r’, es posible (pero
no necesario) p a ra M usonio, Filón, P lutarco en el D e com er carne, G aleno y H e r­
m ias, pero no p ara San C lem en te, P lutarco en los o tros sitios, A ristides Q u in ti­
liano (ni desde luego Porfirio y E u stacio , que no tien en augé)·, por o tro lado, la
corrección de S tephanus da un tex to sencillo de e n te n d e r y acorde, pero en cam ­
Razón política 305

bio no se en tien d e p o r q u é un A d j. bien conocido com o aúe h abía de corrom perse


(y necesitar glosa) desde la te m p ra n a tradición de la frase, ni p o r qué co rro m p er­
se de esa m a n e ra que d ab a u n a frase m alam en te inteligible. C abe pen sar, como
te rc er cam ino, que lo que p asab a con los citadores antiguos es q u e entendían augé
no com o el S ubstantivo, sino com o un A d j., desconocido por lo dem ás, que sig­
nificara algo com o ‘esp le n d e n te , cla ra ’; y b ien , p u ed e que eso fu e ra lo que estaba
escrito en el libro de H eraclito (y lo que, p o r la rareza de la p alab ra acaso nece­
sitó glosa), no siendo acaso dem asiado atrevido añadir, p o r lo que otras veces en
el libro asom a, q u e razó n se p erm itie ra ju g ar (m ás bien al m o d o de L acan) con
la palab ra, com o desco m p o n ién d o la en a-ug-é (con la raíz de hygrós, uuidus ‘h ú ­
m e d o ’); de m an era que entonces la traducción sería (según que se piense que h a­
bía duplicación de A d jetiv o s yuxtapuestos o que el segundo es glosa inm iscuida)
algo com o esto: Á N IM A L A M P A (E N JU T A ), LA M Á S IN T E L IG E N T E Y
BUENA.
P ero, p o r ap asio n ante que sea la crítica del tex to , la frase de todos m odos se
deja in sertar y e n te n d e r bien en el contexto que la sitúo, con la duda únicam ente
de si había en ella, ju n to a la d eterm inación de ‘e n ju ta ’ para el ánim a (que es des­
de luego in d ispensable), alguna n o ta de ‘am p o ’ o ‘re sp la n d o r’ p a ra ella, lo que no
aparece sostenido p o r ningún o tro paso del libro que tengam os. C onque, atenién­
donos a lo m ás cierto, en ten d em o s, después de h ab er oído que la razón del ánima
es una razón que se in crem en ta a sí m ism a (n.° 107) y q u e el ánim a adviene a ser
ánim a de seres p o r un proceso de exhaustion del agua o infinitud por el fuego de
razón, que la vuelve num érica y real (108), que ahora razón proclam a q u e, de las
alm as, ya num éricas y racionales en tal sentido, la m ás inteligente (y la m ejor, sin
duda, por lo m ism o, al m enos p ara razón) es la más e n ju ta , es decir, en la que
m ás se ha cum plido ese proceso de exhaustion; que no debe confundirse con el
proceso p o r el que razón se au m en ta com o en las sucesiones num éricas (v. a 108);
ni debe tam poco e x tra ñ a r excesivam ente qu e, p o r un lado, el ánim o (thym ós) com ­
pre sus voluntades a costa de ánim a (v. a n." 104), m ientras que, por o tro , el p ro ­
greso de racionalización del ánim a sea una desecación de la infinitud de que p ro ­
cede: pues nada tien e que ver lógos con thym ós, y en m odo alguno la consolida­
ción del ser individual (p o r cum plim iento de su voluntad o id ea), que a costa de
vida se logra, coincide con el au m en to de inteligencia, que se produce por con­
sunción de la infinitud p o r la razón; y bien p o r el co ntrario se sugiere que la ex­
haustion o p érd id a de la vida en la razón, lejos de im plicar increm ento del ser,
viene a ser una devolución de la infinitud (¿a quién?): pues al cabo, ¿no es razón
la ley de contradicción y su inteligencia el d escubrim iento de que los seres eran el
m ismo p o r ser distintos y de que el m ovim iento y cam bio de la realidad no eran
más que expresiones, m al en ten d id as, de la contradicción que su stentaba todo?
A sí en algún sentido el d escubrim iento del ju eg o , que es inteligencia, devuelve al
ánim a, después de la realid ad , a la infinitud o indefinición en que no e ra nada,
sino que sólo había de ella.
306 Razón común — Heraclito

110 117 D -K

Λ κηγ, me^ y^ h i í λγετλι ytv


Ρ Λ ΙΛ < > $ /Á ^ H ^ O V ^Φ Μ Λ ^Μ Ε Α Κ ^, < ?Y K

É f W 'W ¿ 'r h ¡m ín -e i, y tp -h n T^N Y V -


x h k £ x <*}k .

0 Stob. Flor. III 5, 7 (post n.° 98, ante n.° 109).

© UN HOMBRE EN CUANTO QUE SE EMBORRACHA,


SE DEJA CONDUCIR POR UN MUCHACHO IMBERBE
DANDO TRASPIÉS, SIN PERCATARSE DE POR DÓNDE
VA, TENIENDO HÚMEDA EL ÁNIMA.

© D ado p o r el Florilegio de E sto b e o , d elan te del que he o rd en ad o anterior


(n.° 109), con nitidez eje m p la r en la transm isión del texto y preciosos rasgos de
sintaxis heraclitana.
N o tien e, p o r su p u esto , ningún to n o de reconvención m oral (com o sí los ver­
sos de Jenó fan es D -K 21 B 1, 17 s., que tocan el te m a), sino que funciona como
ejem plo, por contrap o sició n , de lo dicho en n.° 109 sobre la inteligencia del ánim a
más seca o consum ida p o r el fuego de razón, augé, a la que se co n trap o n e la hygré,
la m ás cargada de agua, esto es, infinitud o vagued ad , que se m anifiesta en lo e rra n ­
te de la an d ad u ra; cierto que en el ejem plo el agua es la del vino, pero esto para
nada le quita o p o rtu n id ad : basta reco rd ar cóm o la em briaguez (de vino igual que
de cualquier o tra h ierb a) busca su gracia en el p erd erse en la indefinición, vague­
dad u olvido, y d esarro lla al p ro p ó sito actitudes m ísticas com o las acom pañantes
de las orgías y éxtasis de D ioniso, d o n d e se tra ta de diluir el ser de uno en la cuan­
tía (D ioniso se disfraza de dios, p ero es la vida) y de hundirse en una n atu ra pre-
convencional, pre-lógica, o sea indefinida, infinita; p o r m ás que razón tenga que
decir co ntra el ser perso n al (v. a n .os 104 y 113), no es ciertam en te tal vía de em ­
briaguez o m ística la q u e recom ienda (p o r lo d em ás, v. en n .os 127 y 129 la actitud
frente a los cultos b áquicos), sino la de desecación del alm a en razón; en fin, lo
que pasa con tal vía es sim plem ente que es falsa, y razón no p u ed e ten e r o tra m o­
ral que decir y h acer v erd ad , com o dice en n.° 99; allí ap arece, p o r cierto, el mis­
mo V erbo epaïôn ‘p re sta n d o o íd o ’ y p o r ta n to ‘a ten d ien d o a, e n te n d ie n d o ’ que
Razón política 307

aq u í aparece n egado p a ra el eb rio , que no se p erc a ta de ni en tien d e la vía por la


que va.
E n fin, la aparición d el m uchacho im b erb e, anébou ‘n o éphébos todavía, no lle­
gado a m ayoría de e d a d ’, que sabe guiar al eb rio , no p u ed e m enos de recordarnos
la salvedad que a fav o r de los ánéboi se hace en la m aldición de los efesios (n.° 87)
y h asta la aparición del niño ju g an d o (n.° 85) a quien se da el descubrim iento de
lo que es el T iem po-todo: pues, p o r m ás que del ánim a sea la razón q u e se au ­
m en ta a sí m ism a (y acaso h asta la m u erte; v. n.° 107), está claro que ello no quie­
re decir q u e con el au m en to de los núm eros de la ed ad au m en te el entendim iento
o percatarse de lo q u e pasa, la docilidad a razó n , sino que la progresiva consoli­
dación del ser de u no y de su sab er privado tra e n consigo que au m en te m ás bien
con la ed ad la capacidad de no darse cuen ta de lo que pasa; irracionalidad que
ciertam en te con la b o rra c h e ra y el olvido no se cura.

36 D -K 111
ΓΛΓ $ÁKAT4j 'VAW
'ν'ΔΛΤΙ ΔΕ ^ÁNATO^ ΓΗΚ ΓεΚΊ^ΛΓ ΕΚ
ΓΚΐ ΔΕ ΠΓΝΈΤΛΙ, VAATO^
id VVXH.

© C lem . Strom . V I 17, 1-2 : Ό ρ φ έ ω ς δέ π ο ιή σ α ντο ς «έσχιν ΰδω ρ ψ υχή θ ά ­


ν α το ς, ϋ δ ά τεσ σ ι δ ’ αμ οιβή ( γ ή ) , ϋ δ α το ς δ’ εκ γ α ΐα , τό δ ’ έκ γ α ία ς π ά λ ιν ύδω ρ,
έκ τού δή ψ υχή ολον α ιθ έ ρ α άλλάσσουσα», Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς εκ το ύ τω ν συνιστάμε-
νο ς το ύ ς λό γο υς ώ δέ π ω ς γ ρ ά φ ε ι' «ψ υχήσιν θ ά ν α τ ο ς .... ψ υχή».
Philo D e aetern. m u n d i 21, 111 : εύ γ ά ρ κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς έν οίς φ η σ ι «ψ υχήσι ....
γην γ εν έσ θ α ι» ' ψ υ χή ν γ ά ρ ο ίό μ ενο ς είν α ι τό π νεύ μ α , τή ν μέν ά έ ρ ο ς τελευτήν γέ-
νεσ ιν ϋ δ α τ ο ς, τήν δέ ϋ δ α τ ο ς γής π ά λ ιν γένεσ ιν αϊ,νίττεται, θ ά ν α τ ο ν ού τήν εις
ά π α ν ά ν α ίρ εσ ιν ό νο μ ά ζω ν , άλλα τήν εις έτερον σ το ιχεΐο ν μεταβολήν.
H ippol. R ef. V 16, 4 : ού μόνον δέ το ύ τό , φ η σ ι, οί π ο ιη τ α ί λέγουσιν, ά λλ’ ήδη
κ α ί οί σ ο φ ώ τα το ι τώ ν Ε λ λ ή ν ω ν , ώ ν έστι κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς εις, λέγω ν «ψ ύχησι
γά ρ θ ά ν α τ ο ς ύ γρή σ ι γενέσ θα ι» .
308 Razón común — Heraclito

De testibus aliis qui dactylos ψ υ χ ή σ ιν θ ά ν α τ ο ς ΰγρήσι γενέσθαι uel similis adferunt, uide
sis ad uoluminis finem apud alios Heraclitos n .° * 1 4 2 ).

© γ ά ρ H ippol. : om . C lem ., Philo.

In Orphicos apud Clementem uersus: θ ά ν α τ ο ς .... γ α ϊα ita rescribendum censeo : θ ά ν α τ ο ς


δ 5 ΰ δ ά τ ε σ σ ιν α μ ο ιβ ή έκ ΰ δ α τ ο ς γ α ϊαcod. : B y w a t e r ψ υχή pro θ ά ν α τ ο ς scribebat, α μ ο ιβ ή
secludebat; H e rm a n n μέν post ΰ δ α τ ο ς adiciebat.

® PUES MUERTE PARA LAS ÁNIMAS VENIR A SER


AGUA, Y MUERTE PARA EL AGUA VENIR A SER TIE­
RRA: PERO DE TIERRA VIENE A HACERSE AGUA, Y
DE AGUA ÁNIMA.

© A sí tra e la cita e n te ra (sólo que sin el “P u es”) San C lem ente en sus C ento­
nes, co n fro n tán d o la gracio sam en te con unos versos órficos, q u e, com o él no sos­
p echaba que no fu eran de O rfeo , ten ían que ser an terio res a H eraclito y p o r tanto
la form ulación de éste u n a reelab o ració n de ellos en prosa: “Y habiendo dicho O r­
feo en poesía ‘M u e rte es p a ra el ánim a el agua, a las aguas es tru e q u e / tierra,
m as tie rra de agua, y de tie rra agua de nuevo, / de la que el ánim a en fin, que el
é te r todo tra sp a sa ’, H eraclito , a p a rtir de ah í fo rm an d o sus razones en prosa, así
m ás o m enos escribe: ‘M u erte .... án im a’” ; de que los versos son una creación ta r­
día (y de en tre los m uchos atribuidos a O rfeo , no de los citados en fecha antigua;
pues es éste de C lem en te, si no me en g añ o , su único testim onio) poca du d a cabe,
y es p o r o tra p a rte ind u d ab le que están calcados sob re la sentencia h eraclitan a, y
de su constitución p o d rían p o r tan to usarse a su vez com o testim onio, si no fuera
lo ev identem en te alterad o de su transm isión (y no p o r obra de descuido de los co­
pistas, sino p o r algún d o cto ), que m e ha obligado (v. en © ) a buscar la re stitu ­
ción m ás económ ica del tex to ; y adem ás tien en esos versos visible conexión con
aquel otro (fr. 77 D -K ) que se había disim ulado de ser tal verso y así engañado a
los ed ito res, y que el lecto r p u ede ver aquí e n tre los relegados en apéndice a los
O tro s H eraclitos (n.° *142). Igual da la p rim era frase de la cita Filón en su D e la
eternidad del m undo, glosándola a lo filósofo: “ Pues bien dice H eraclito tam bién
en aquellas p alab ras suyas ‘M u erte .... venir a ser tie rra ’: p ues, considerando que
‘á n im a ’ es el espíritu o alien to (tô p n e û m a ) , llam a p o r enigm a al fallecim iento del
aire nacim iento del agua y al del agua a su vez nacim iento de la tierra, n o m b ran ­
do ‘m u e rte ’ no a la su presión ab so lu ta, sino a la conversión en o tro elem e n to ” . Y
San H ipólito (fu era del lugar de su ristra de citas heraclitanas) da tam bién así el
com ienzo: “Y no sólo eso — dice— lo cu en tan los p o etas, sino ya tam bién los más
sabios de los h elen o s, de los cuales es uno H eraclito , cuando dice ‘Pues m uerte
para las ánim as ven ir a hacerse a g u a’” .
Razón política 309

N o d eb e, p o r lo d em ás, lev an tar sospechas el estrecho paralelism o de form u­


lación con la que hem os visto en el n.° 77 de la R azón G eneral: p u es p arece claro
q ue de lo q u e se tra ta es de q u e aquí razó n , con in ten cionada referencia im plícita
a aquella fórm ula g en eral, la usa en esta p a rte político-m oral p a ra decir algo, sin
em bargo , p articu lar p a ra las ánim as (en P lural); y p or o tro lado, aquí la form ula­
ción, aun q u e cíclica tam b ién , es estrictam en te dual y contradictiva, lo que subra­
yo traducien d o el dé cen tral con ‘p e ro ’ y los o tro s con ‘y ’: más se po d ría aún, es­
cribiendo algo com o “P u es m u e rte p a ra el ánim a venir a ser agua, así com o para
el agua venir a ser tierra; p e ro , así com o la tie rra viene a hacerse agua, así de
agua án im a” ; pues lo que a razó n im p o rta es esclarecer la dialéctica de la relación
en tre las ánim as y el agua o indefinitud: que, si es cierto que al hum edecerse (v.
a n.° 110) se van h u n d ien d o en la indefinitud y p erd ién d o se com o tales ánim as rea­
les y que el cum plim iento d e tal p roceso “venir a ser ag u a” , significaría su m uer-
te-de-ser, su desaparición com o ánim as reales (y p lurales), por o tro lado hay que
reco rd ar que es de esa infinitud de ánim a de d o n d e las ánim as se hacen; y es así
o p o rtu n o tra e r a p aralelo lo que pasa con una p a re ja , p o r ejem plo ‘tierra / agua’,
de las m aterias que constituyen y m ueven la realid ad (v. a n.° 77); sin que p o r ello
se olvide lo que razó n aquí no dice (v. a n .os 107-109), q u e, siendo razó n , como
fuego, la realid ad de las realid ad es, el proceso de desecación o raciocinación del
ánim a lleva a otro m odo (el o p u esto ) de m u erte o desaparición com o ser, una de­
volución a la indefin itu d , sólo que p o r m edio de la definición y su razonam iento.

98 D -K 11 2

VVXAl <>-?M4>NT/M M T f > U a HN\

© Plut. Fac. lun. 28, 943 d : ( α ί άνω γενό μ ενα ι ψ υ χ α ί) ... ά κ τίν ι τή ν όψ ιν
έο ικ υ ία ι, π υ ρ ί δέ τή ν ψ υ χή ν άνω κ ο υ φ ιζο μ ένη ν, ώ σ περ εν τα ύ θ α , τφ μέν περί
τήν σελήνην α ίθ έ ρ ι, κ α ί τό ν ο ν ά π ’ αυτού κ α ί δ ύ ν α μ ιν , οίον τα στομούμενα
β αφ ήν, ίσ χ ο υ σ ι' τό γ ά ρ α ρ α ιό ν ετι κ α ί δ ια κ εχυ μ ένο ν ρ ώ ν νυ τα ι κ α ί γ ίγ ν ετ α ι στα­
θ ε ρ ό ν κ α ί δ ια υ γέ ς, ώ σ θ ’ υ π ό τή ς τυ χο ύσ η ς ά ν α θ υ μ ιά σ εω ς τρέφ εσθαΐ" κ α ί καλώ ς
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς είπ εν ό τι α ί « ψ υ χ α ί .... "Α ιδην».

© α ί ante τ()υχαί edd. H eraclito dabant κ α τ’ Ά ίδ η ν restituo (cfr. ad


n.° 129) : κ α θ ’ "Α ιδ η ν Plut, (an eius codices), edd.
310 Razón común — Heraclito

In P h itarch i textum : έ ο ι κ υ ϊ α ι π υ ρ ί W y t t e n b a c h : έ ο ι κ έ ν α ι π ε ρ ί cocld. ψ υχήν :


φ ύ σ ιν P o h le n z , S a n d b a c h p o s t ε ν τ α ύ θ α ( έ ξ ο μ ο ι ο ύ ν τ α ι ) ( c fr . C ic . Tuse. I 4 3 ) uel
έ ν δ ιά τ τ ω ν τ α ι P o h le n z : ( τ ω ά έ ρ ι ) S a n d b a c h ά π ’ α υ τ ο ύ W y tte n b a c h : ά φ ’ α υ τ ο ύ
E B L o c u m to tu m ά κ τ ί ν ι . . . . α ί θ έ ρ ι m e n o n d u m intelligere fa teo r.

© LAS ÁNIMAS VAN HUSMEANDO TRAS EL REY DE


LOS MUERTOS.

© Sólo P lutarco ofrece esta m isteriosa cita en su D e la cara en la luna, trayén-


dolo al pro p ó sito de e sta r él h ab lan d o de las ánim as que han ascendido o van su­
b iendo a las regiones celestiales: “ ... asem ejadas en el aspecto a un rayo de luz,
y p o r el fuego aligerada hacia lo alto el ánim a, tal com o aquí, p o r el é te r que ro ­
dea a la luna, m an tien en , to m án d o lo de él, com o los m etales que se aceran por
inm ersión, tensión y fuerza: pues lo ralo y disperso (d e su su bstancia) todavía se
co rro b o ra y se vuelve estable y traslúcido, al p u n to de n u trirse de cualquier exha­
lación que se ofrezca; co nque bien dijo H eraclito q u e las ‘ánim as ... H a d es’” . A sí
que, con la co reografía de alm as alunizadas que tien e P lutarco aquí m o n tad a, se
hace difícil averiguar qué es lo que él en ten d ía en la frase de H eraclito al citarla
y ap ro b arla (tan to m ás cu an to que su tex to , plagado de las dudas que en © se
m anifiestan, ni siquiera tra ta n d o de su perarlas com o he hecho en esa traducción,
acaba de ser inteligible), p ero en to d o caso no parece que haya pasado m ás allá
del valor de ‘o lfa te a n ’ p ara el V erbo (para ilu strar el m odo de alim entación que
él im agina p a ra las alm as) ni que haya p arad o m ientes en el C om pl. k a th ’ Haídén
o, con la form a épica y jó n ica del N o m b re, ka t’ A tdén; p ero p en sar, com o creo
que suelen e n te n d e r los estudiosos, que es un m ero C om pl. local, “olfatean p o r”
o “ a lo largo de la m ansión de H ad es” o “del H a d e s” (con el valor, que es desde
luego antiguo, del N om bre p ara designar el reino m ás bien que al rey), no es nada
satisfactorio, ni siquiera ap arecen ánim as en el H ad es en el resto de los frs. (y la
o tra vez que el N om bre surge, en n." 129, se refiere al dios) ni tiene m ucho sen­
tido que ap arecieran , visto el m odo con que de ánim a y ánim as habla razón en
este paso. P or eso he p referid o oír la P rep. katá con el sentido de ‘a p o r’, ‘en bu s­
ca d e ’ (sentido q ue, c iertam en te, ha de ser función de un V erbo que p o r su lado
sugiera la idea de ‘b ú sq u e d a ’), el cual, au n q u e no lo en cu en tro atestiguado con
ese V erb o , más bien raro , osm óntai ‘h u sm ean ’, ni otros de significado parecido
com o osphraínom ai, rhïnelatéô, está bien claro en sitios com o Od. III 106, p lazó-
m enoi katà leída “e rra n te s (p o r los m ares) a p o r b o tín ” (y cfr., con katà léién,
H e ró d o to II 152); y con ello, aunque d irectam en te m antengo H ades o A ides com o
no m bre del dios, d ejo desde luego en te n d e rse q u e, p o r la h ab itu al m etonim ia, “las
ánim as van h u sm ean d o en busca del rein o so te rra ñ o o de los m u e rto s” , y aún m ás,
“en pos d e ” o “a la busca del ám bito de la m u e rte ” en g eneral, sin descuidar, de
paso, que el no m b re del dios en la fo rm a A id es les sugería a los griegos, p o r fácil
Razón política 311

ju eg o de palab ras, lo invisible (aïdés), e .e . la d esaparición, y aun lo sem piterno,


aidios.
Im aginar p ués las ánim as com o lebreles q u e andan (en sus vidas reales sin
d u d a) al husm eo de los rastro s de la m u erte (y d e los m u erto s) im plica q u e esa
m u erte las atra e p o d e ro sa m e n te , com o aquello que fu e ra su presa y alim ento na­
tu ral; p ero ello q u ed a aún am biguo, m ientras d udam os si la m u e rte que olfatean
es la m u erte m ism a de las ánim as (la cual, com o hem os visto en n.° 111, es agua)
o si es la de alguno o tro ; y esa am bigüedad d eb e de algún m odo m an ten erse en
n u e stro en ten d im ien to : p u es, p o r un lad o , las alm as y vidas han de estar al acecho
de la m u e rte de los seres p ro p ietario s suyos, com o cosa que las libera de la con­
d en a a la realid ad y el n ú m ero (según en n.° 113 se dirá m ás claro); p ero , p o r otro,
d e b en tam b ién ir h u sm ean d o en pos de su p ro p ia m u erte en cuanto aliento, ánim a
o cuantía indefinida de ánim a y vida: pues es esa m u erte la que irresistiblem ente
las a tra e a d a r vida a los seres; am bos sentidos, sin em bargo, no hay que tom arlos
sólo separad o s, sino tam b ién confundidos: lo q u e en sum a se dice es que las áni­
m as p ad ecen u n a co n stan te vocación de m u erte; no es de olvidar que las prim eras
p sych a í que en n u estro m u n d o surgen son las ánim as de los m uertos (y así a p are­
cen e je m p la rm e n te, a rro já n d o se al H ad es, en los prim eros versos de la Ilíada)·,
co n que, siendo psyché n o m b re del aliento m ism o de la vida, al p o n erlas en esa
relación con el reino de la m u e rte , form ula aquí razó n la contradicción en que con­
siste cualquier v erd ad so b re alm as y vidas.

77 (2.a) D -K 113
tov ÍKIÍ v W $άν<*£θν Κ0(ϊ
¿ K - tíV e C S to v

© N um enius a p u d P orp h y r. D e antr. nym ph. 10 : η γο ύ ντο γ ά ρ π ρ ο σ ιζά νειν


τώ ύ δ α τ ι τά ς ψ υ χ ά ς θ ε ο π ν ό ω ό ντι, ώ ς φ ησιν ό Ν ο υ μ ή νιο ς, δ ιά το ύ το λέγω ν καί
τό ν π ρ ο φ ή τη ν είρ η κ έν α ι έμ φ έρ εσ θ α ι επ ά νω τού ύ δ α τ ο ς θ ε ο ύ π ν εύ μ α (G en. I 2)
το ύ ς τε Α ιγ υ π τ ίο υ ς δ ιά το ύ το το ύ ς δ α ίμ ο ν α ς ά π α ν τ α ς ο ύ χ έσ τά ν α ι επί στερεού,
άλλ’ α π α ν τά ν έ π ί π λ ο ίο υ κ α ί τό ν "Η λ ιο ν κ α ί ά π λ ώ ς π ά ν τ α ς ο ύ σ τινα ς είδένα ι
χρή τά ς ψ υ χ ά ς έ π ιπ ο τω μ έ ν α ς τώ ύ γρ ώ τά ς εις γένεσ ιν κ α τιο ύ σ α ς ' δ θ ε ν καί
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν «ψ υχήσι» φ ά ν α ι «τέρψ ιν» (μή « θά να το ν») «ύγρήσι γ εν έσ θ α ι» , τέρ-
312 Razón común — Heraclito

ψ ιν δέ είνα ι α ύ τ α ΐς τήν εις γένεσ ιν π τ ώ σ ιν ά λλαχο ΰ δέ φ ά ν α ι «ζην .... θ ά να το ν» .


Sext. Pyrr. hyp. I l l 230 : ό δέ Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς φ η σιν ο τι κ α ί τό ζήν κ α ί τό ά π ο θ α -
νείν κ α ί έν τ φ ζήν ή μ ά ς έστι κ α ί έν τ φ τ ε θ ν ά ν α ι ( η .° 6 5 ). ότε μέν γ ά ρ ημ είς
ζώ μ εν, τά ς ψ υ χ ά ς ημ ώ ν τ ε θ ν ά ν α ι κ α ί έν ή μ ιν τ ε θ ά φ θ α ι, ότε δέ ή μ εϊς ά π ο θ ν ή σ κ ο -
μεν, τά ς ψ υ χ ά ς ά ν α β ιο ϋ ν κ α ί ζήν.
E t Philo L eg u m alleg., q u o d uideas ad n.° 67.
D e laudatione N u m e n i p rio ri ψ υ χ ή σ ι .... ύ γρή σ ι uide sis ad ñ .os 111 et *142.

© Fort, p o st n.° 112 sic fe rm e continuandum

Z&MEN T4N huÎNOiï AH


I n P o r p liy r i te x tu m : α π α ν τ ά ν s c r ib o : π ά ν τ α ς c o d d . : del. H e r c h e r .

© Que vivimos nosotros la muerte de ellas y viven ellas la


muerte nuestra.

© Cita de una cita que hacía el p latónico-pitagórico N um enio de A pam ea (il


post) conservada en el D e la gruta de las ninfas de Porfirio (ill post): “Pues creían
que se acercaban las ánim as al agua com o alentada-de-divinidad ( th eo p n ó ó i) que
era, según dice N u m en io , razo n an d o que tam bién por eso el p ro feta dejó dicho
que se m ovía p o r cim a del agua el espíritu de D ios (G énesis I 2 ); y que por eso
las divinidades (d a ím o n a s) egipcias no todas están puestas en pie sobre firm e,
sino que vienen al en cu en tro sobre una barca ta n to el Sol com o, en una palabra,
todas cuantas d eben sab er de las ánim as que acuden volando a lo húm edo, las que
van a descender a g eneración; de donde (sigue N u m en io ) que tam bién H eraclito
dice que ‘p ara las ánim as es p lacer’ (no ‘m u e rte ’) ‘venir a hacerse h ú m ed as’, y que
placer es p ara ellas la caída en generación; y que en o tra p a rte dice que ‘vivimos
... n u e stra ’” . T al transm isión in directa no tiene p o r qué hacernos desconfiar d e­
m asiado de que la frase p roviniera del libro (en © propongo una posible redac­
ción originaria, qu e, a continuación del n.° 112, v endría a decir algo com o “Vivi­
mos la m uerte de ellas, y n u estra m u erte viven ellas”), ni m enos hay m otivo para
p ensar, com o ha solido hacerse, que se tra ta de u n a paráfrasis to rp e del n.° 77:
nuevam ente (cfr. a n .“ 111) se tra ta de una referen cia im plícita a la form ulación
de la R azón G en eral en ese n.°, p ero el tem a es aq u í bien otro: no u n a fórm ula
lógica de la id en tid ad en la contradicción ‘in m ortal / m o rta l’, sino una revelación
sobre la relación e n tre las ánim as y los seres. M ás podría hacerm e desconfiar a
mí, que sep aro , p o r el co n trario , la p rim era cita h eraclitan a de ese pasaje com o
apócrifa, identificándola con o tras sem ejan tes del m ism o verso (con sólo añadido
Razón política 313

lo que en tien d o com o ad v erten cia p aren tética de N um enio) y relegándola al A p é n ­


dice de los O tro s H eraclito s (n.° *142), donde p u ed e estudiarla el lector, el hecho
de que el m ism o N um enio p u d iera tra e r contiguas u na cita pseu d o h eraclitan a con
o tra que viniera de v erd ad del libro; p ero tam poco esto parece ta n inexplicable,
sobre to d o si, com o es p ro b a b le , N u m en io , que de todos m odos sep ara cuidado­
sam ente am bas citas con un allachoú ‘en o tra p a rte ’, había tom ado las dos de li­
bros diversos, en que u n a y o tra ap arecían atribuidas ya a H eraclito. Y contribuye
no poco a disipar la d u d a lo q u e se lee en los E sb o zos pirrónicos d e Sexto E m pí­
rico com o paráfrasis del m ism o paso: “Y H eraclito dice que ta n to el vivir como
el m orir está tan to en el vivir noso tro s com o en el estar m uertos: que cuando no­
sotros vivim os, están m u ertas n u estras alm as y sepultadas en n osotros, y cuando
nosotros m orim os, las alm as resucitan y viven” .
A p a rte tales dudas, ya se ve cóm o el texto, aun en cita indirecta, suena a ra­
zón h eraclitan a y cóm o confirm a la in terp retació n que en © a los frs. anteriores
hem os venido usando: pues ‘n o so tro s’ no pued e referirse sino a nosotros los seres,
esto es, los que no sólo nos rep artim o s el lenguaje com ún en lenguajes privados
de cada uno (y cada nació n ), sino que estam os obligados, cu alquiera que nuestra
lengua sea, a señalarnos con dos m odos de P ro n o m b re P ersonal, uno p ara mí y
o tro p a ra n o so tro s, com o co rresp o n d e a la im posibilidad re al, en q u e n u estro ser
se determ in a, de ser cada uno único y, casi al m ism o tiem p o , ser uno cualquiera
de en tre todos. Son o som os pués tales seres los que vivim os, es decir, hacem os
de la vida indefinida vida de cada u n o , a costa de la m u erte de la vida o infinitud,
de m odo que m u eren -d e-án im a las ánim as en la m edida que nos hacen vivir-de-
ser a cada uno de n o so tro s; y viceversa, viven las ánim as nu estra m u erte, en cuan­
to que es la disolución o negación de nuestro ser lo que las devuelve a la vida in­
definida; d o n d e am bos m odos de proceso, el físico de la disolución y el lógico de
la negación, no quiere razón que se distingan uno de o tro si no es para confun­
dirse: pues en verdad (v. a n.° 110) no hay em briaguez ninguna que libere del ser
de los seres a la libre vida, com o no sea que esa em briaguez sea lo mismo que el
descubrim iento de la falsedad real p o r lim pia audición del razo n am ien to , y que la
disolución en agua infinita no sea o tra cosa que el d esecam iento en fuego de razón.

25 D -K 114
rÁ r

A A V K Á H O -V ii.
314 Razón común — Heraclito

0 Clem . Strom . IV 50 (post A esch yli uersus fr. inc. 315 N a u ck laudatos) : «μό­
ρου .... λα γχά νο υ σ ι» , κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν .
T h ed o ret. Therap. V III 39 (post n.° 95) : κ α ί π ά λ ιν «μ όνοι γ ά ρ .... λ α γχά νο υ -
σιν». άλλα τό ν δ ε το ν λό γο ν εγω γε ού π ρ ο σ ίε μ α ι' π λ εΐσ το ι γ ά ρ δή π α μ π ό νη ρ ο ν
ά σ π α σ ά μ ενο ι β ίο ν το ν β ία ιο ν ύ π έμ εινα ν θ ά ν α τ ο ν .... 41. ο ύ κ ο υ ν π ά ν τ α ς ά ρηϊ-
φ ά το υ ς κ α τά το ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν τιμ η τέο ν, άλλ’ έκείνο υς ο ϊ τό ν ύ π έρ τή ς εύσεβείας
ά σ π α σ ίω ς κ α τεδ έξ α ντο θά να το ν" εκ είν ο ι γ ά ρ α λ η θ ώ ς, κ α τά γε το ύ το ν α ύ τό ν, μό­
ν ο ι μ είζο νες' ού δή ένεκα κ α ί μ είζο νο ς ά π ο λ α ύ ο υ σ ι μ οίρας.
H ippol. R ef. V 8, 42 : το ύ τό , φ η σ ίν (scil. ό Ν α α σ σ η ν ό ς), έστιν ô λέγουσ ιν ο ι
κ α τω ρ για σ μ ένο ι τώ ν Έ λ ε υ σ ιν ίω ν τ ά μ υσ τή ρ ια ' θέσ μ ιο ν δέ έστι τά μ ικ ρ ά μεμυη-
μένους α ύ θ ις τά μ εγάλα μ υ εϊσ θ α ΐ' «μ όροι γά ρ μ είζονες ... λα γχά νο υσ ι» .... 44.
τα ύ τ’ έστί, φ η σ ι, τ ά μ ικ ρ ά μ υ σ τή ρ ια τ ά τή ς σ α ρ κ ικ ή ς γενέσεο^ς, à μ υη θέντες οί
ά ν θ ρ ω π ο ι μ ικ ρά π α ύ σ α σ θ α ι ο φ είλ ο υ σ ι κ α ί μ υ εϊσ θ α ι τά μ εγάλα τά έπ ο υ ρ ά ν ια '
ο ί γ ά ρ το ύ ς έκεϊ, φ η σ ι, λ α χό ν τες μ ό ρο υς μ είζο να ς μ ο ίρ α ς λα μ β άνουσ ι.

Cfr. P h ile m o fr. 9 6 , 7 K e il : λ ύ π α ς δ ’ έ χ ο ν τ α ς μ ε ί ζ ο ν α ς τ ο ύ ς μ ε ί ζ ο ν α ς .


Et P l a t . Crat. 3 9 8 b : έ π ε ιδ ά ν τ ις α γ α θ ό ς ώ ν τ ε λ ε υ τ ή σ η , μ ε γ ά λ η ν μ ο ίρ α ν κ α ί τ ιμ ή ν ε χ ε ι
κ α ί γ ίγ ν ε τ α ι δ α ίμ ω ν κ α τ ά τ η ν τ ή ς φ ρ ο ν ή σ ε ω ς ε π ω ν υ μ ία ν .

© μ όροι : μ όνοι T h e o d o re t. bis μ είζο νο ς μ ο ίρ α ς T h eo d o ret.


λα μ β ά νου σ ι H ippol. in altero loco.

A d Theodoreti 41 textum: τού ς post πάντας add. V ε κ ε ίν ο ι : ε κ ε ίν ω ν Κ .

© PUES A CARGOS MAYORES MAYORES CARGAS LES


TOCAN, A SUERTES MAYORES MAYORES MUERTES.

© Lo trae San C lem ente en sus C entones en una serie de citas de antiguos b as­
tan te irrelev an tes, y lo tra e , sin d uda sacado de él, T eo d o re to en su Cura, altera ­
do y rodead o de los siguientes desdichados in ten to s de in terp retació n , tras la cita
del n.° 95, con el que se em p eñ a en ligarlo: “ ... y o tra vez: ‘Pues solos (m ó n o i
por m ó ro i) los m ayores p articipan de un m ayor d estin o ’. P ero esta razón yo no
la adm ito: p u es, al fin, m uchísim os son los qu e, tras h aberse dedicado a una vida
llena de m ald ad , so p o rta ro n una m u e rte v io le n ta ...” , y algo m ás adelante: “A sí
que no a todos los areífatos hay, según H eraclito , que rendirles ho n ras, sino sólo
a aquéllos q u e en defensa de la p ied ad religiosa g u stosam ente recibieron m uerte:
pues ésos sí que de v erd ad , según ese m ism o a u to r, son los solos m ayores: en vir­
tud de lo cual, en fin, tam b ién disfrutan de m ayores destin o s” ; y San H ipólito en
la Refutación (p ero en lugar ap arte de la sarta h eraclitan a del 1. IX ) in te n ta , al ci-
Razón política 315

tarlo, una aplicación m ás em b ro llad a, au n q u e m ás sutil, a propósito de los dos gra­


dos de iniciación a los M isterios de E leusis, y refiriéndose a las opiniones de los
h erejes N aasenos: “E so — afirm a él— es lo que dicen los que están p erfectam ente
consagrados en los m isterios de las celebraciones eleusinas; ah o ra b ien, es de re ­
gla divina q u e los q u e estén iniciados en los m en o res a su vez se inicien en los gran­
des: ‘Pues a cargos ... to c a n ’” ; y m ás ad elante: “ ésos son — dice él— los m isterios
m enores de la g eneración carnal, en los cuales los h om bres tras h aberse iniciado,
deb en p a ra rse u n p o co , y luego iniciarse en los g randes, los celestiales: pues a los
que allí — dice— les tocan cargos o su ertes, m ayores destinos recib en ” . E n fin, al­
gún eco lejan o de la frase p u ed e en co n trarse en textos antiguos, com o un verso
del cóm ico Filem ón (“m ayores pen as tien en los que m ayores so n ” ) y aquel paso
del Cratilo: “C u an d o alguno siendo b u en o llega al fin de su vida, gran destino
(.m o íra n ) y h o n ra recibe y se convierte en genio divino (d a ím ó n ) según la deno­
m inación que a su b uen seso (p h ro n éseó s) corresponde (ju eg o etim ológico: daí-
m ones= daém ones ‘en te n d id o s, sabios’, siendo agathós ‘b u e n o ’ equivalente a phró-
nim os ‘de buen seso ’) ” .
Sea lo que sea de los usos q u e de la sentencia hicieran áticos o p adres cristia­
nos, tratem o s ah o ra de oírla com o de nuevas; lo cual no es fácil, estando form u­
lada con u n juego d e p a ro n o m asia e n tre los dos térm inos m óroi y moíras, de igual
raíz (y la de m éros ‘p a r te ’, m eírom ai ‘to m ar en p artició n ’ y heim arm énë ‘lo te asig­
n ad o , d estin o ’) y de significados que se en trecru zan lo bastan te p a ra no d e ja r oír
con precisión la d iferencia con que aquí se usan; no he podido al m enos d ar con
una equivalencia d ecen te de la fórm ula en n u estra lengua, p o r lo cual he tenido
en © que ofrecer u n a traducción gem inada, p en sando q u e, si se sobrepusieran los
sentidos de am bas, “cargos-cargas” con “su ertes-m u ertes” , se ten d ría una pasable
aproxim ación a lo que debía de estar diciendo la frase en el libro, y m ejor todavía
sí se añade a ello la duplicidad sem ántica de nuestro térm ino ‘d estin o ’ (com o ‘pues­
to de un soldado o fu n cio n ario ’ y com o ‘sino fatal de la vida de u n o ’), que alude
sin duda b astan te a lo que form ula la paron o m asia heraclitana. E n todo caso, de
los dos térm inos es m oíra el que m ás bien se especializó p a ra significar el destino
p o r excelencia de un h o m b re (to d o fu tu ro es m u erte) y así llegó a hacerse nom bre
propio de la divinidad de tal d estin o , M oíra, que los latinos tra d u je ro n con Parca,
sin duda p o rq u e, con razón etim ológica o sin ella, les sonaba tam bién a pars -rtis
(p e ro antes el p o e ta Livio A n d ró n ico con M oría; y el V erb o m orior ‘m o rir’, con
m ors -rtis ‘m u e rte ’, es seg u ram en te de aquella m ism a raíz), de m anera que así de­
bem os e n te n d e r el térm in o segundo, moíras, com o 'destinos (finales), m u e rte s’, y
d e ja r al prim ero con un valor m ás general de ‘lotes de un so rteo , participaciones,
puestos o destinos q u e uno o c u p a’.
Pues bien, ¿qué particip acio n es o destinos p u ed en ser ésos?: no o tro s, sin duda,
que la participación de cada u no en el ser que a todos, a cada u n o el suyo, co­
rresp o n d e, es decir, la locación personal en tre los otros que a un o le hace ser,
com o a todos, p ero no igual que ninguno; y es a ese d estin o , cargo o su erte al
que la fórm ula p one en relación de p roporción directa con el D estin o , o séase
M u erte, que le toca a cada uno. C ierto que establecer una relación cuantitativa,
con ‘m ás g ran d es’, en cosas com o el ser de uno (y su m u erte) que son tan ajenas
al ‘más o menos’, tan propias del ‘sí o no’, parece lo más extraño a razón que pue­
316 Razón común — Heraclito

da darse; p ero razó n ju e g a en serio, y b asta con e n te n d er que los cuantificadores


se aplican, no d irectam en te a las cosas, sino en el, com o dicen, m etalenguaje, en
el nivel lógico m ás alto, com o si se d ije ra ‘m ayor fe en que uno es u n o ’, ‘m ás fir­
m e creencia en su d estino p ro p io ’, d o n d e los cuantificadores tienen su debido lu­
gar de uso (pues, si b ien uno no p u ed e m ás que ‘o ser o no se r’, las probabilidades
de que esa proposición disyuntiva sea v erd ad era o tertio exclüsó hacen ya escala
de g ra d o s), a lo cual b ien p u ed e co rresp o n d er u n a sim ilar cuantificación del D e s­
tino fatal, de la M u e rte m ism a: pues cuanto m ayor es la fe en que se es ‘o uno u
o tro ’ y cada uno p o r ta n to cada uno, ta n to m ás g ran de se hace la probabilidad de
que la m u erte de uno sea de veras la de u no (e.e. la de to d o el ser: pues uno es
uno po rq u e tod o s son tod o s) y de q u e sea v erd a d e ram e n te u n a cuestión de ‘sí o
n o ’. A sí es com o se en tien d e q u e a m ás altos o m ás seguros puestos o cargos les
to q u en destinos m ás seguros o m u ertes m ás considerables; y en tie n d o , p o r ta n to ,
que el fr. p u ed e o rd en arse, com o lo hago, no supo niéndolo continuación inm e­
d iata, pero sí a través de algún p asaje p erd id o , tras los que preced en , de m odo
que de las relaciones dialécticas e n tre ‘vida’ y ‘vidas n u e stra s’ en tre ‘m uerte-de-
v ida’ y ‘m u e rte -d e -ser’ se p asab a a algunas form ulaciones so b re lo que es el ser y
destino de los h om bres. Q u e en fin, si al lector le q u ed an dudas sobre lo que son
m ó ro i (y sobre el sentido con q u e vengo leyendo to d a esta p a rte de la R azón),
confío en que el fr. siguiente, d o n d e ju eg a lum inosam ente la m ism a p alab ra m ó ­
roi, acabe de precisárselas.

115 20 D -K

reW ÓHENOI -^ < ¿ E IN E^ÉAOVíl

Ϋ Ο Ί ΪΤ ’ EXEIH, K A M .O K ΔΕ A H A "
PAV * KAt KATAAEÍPoV-
M<5 Γ Ε Α ίέ ^ Α Ι.

© Clem . Strom . I l l 14, 1 : ο ί φ ιλ ό σ ο φ ο ι δέ, ώ ν έμνή σθημεν, π α ρ ’ ών τήν γέ-


νεσιν κακ ήν είνα ι ά σ εβ ώ ς έ κ μ α θ ό ν τες οί α π ό Μ α ρ κ ίω ν ο ς κ α θ ά π ε ρ Ιδ ίφ δ ό γμ α τι
Razón política 317

φ ρ υ ά ττο ν τα ι, ού φ ύ σ ει κ α κ ή ν β ο ύ λο ντα ι τα ύ τη ν είνα ι, άλλα τή ψ υχή τή το αλη­


θ έ ς δ ια δο ύ σ η .... (d e a nim arum descensu et transm igratione excursus) .... Ή ρ ά κ -
λ ιτο ς γ ο ύ ν κ α κ ίζ ω ν φ α ίν ε τ α ι τήν γένεσ ιν, έ π ε ιδ ά ν , φ η σ ι, «γενόμενοι .... γενέσ-
θ α ι» . δήλος δέ α ύ τφ σ υμ φ ερ ό μ ενο ς κ α ί Ε μ π ε δ ο κ λ ή ς λέγω ν (sequitur E m ped. fr.
118 D -K atque alia).

® μάλλον δέ ά ν α π α ύ ε σ θ α ι Clem enti tribuentes secl. Schleierm acher, M ullach,


W alzer : μ. ή ά. A n n a R ü sto w apud D -K I6 p. 492.

© UNA VEZ VENIDOS A SER, QUIEREN VIVIR Y TE­


NER SUS PARTES Y DESTINOS, PERO MÁS AÚN DES­
CANSAR; Y DEJAN TRAS DE SÍ HIJOS A QUE VENGAN
A SER (SUS) PARTES Y DESTINOS.

© Sólo San C lem en te conserva este precioso p aso, trayéndolo dichosam ente a
colación de su a taq u e a los m arcionitas, que co n d en aban el en g endram iento de hi­
jo s, p re ten d ien d o apoyarse en filósofos que hablab an asim ism o co ntra la génesis:
“P ero los filósofos de que hem os hecho m ención, de los que im píam ente han ap ren ­
dido los de la secta de M arción que la génesis es m ala, p ara a n d a r cacareándolo
com o creencia p ro p ia suya, no p o r n atu ra (physe'i) q uieren que sea m ala ella, sino
para el ánim a que con ello, a la v erd ad , se ha d esp erd ig ad o ... (q u e ello es propio
de los que creen en la caída del alm a al en carnarse y en la transm igración de al­
m as, reservándose p a ra o tro lugar la refutación de e s to ) ... A sí, H eraclito se ve
que m aldice de la génesis, puesto que — dice él— ‘U n a vez venidos ... a ser sus
partes y d estin o s’; y es claro que con él conviene E m pédocles al d ecir... (se hil­
vanan citas de E m p. y o tro s, irrelev an tes a n u estro p ro p ó s ito ).” U nas palabras de
la cita, “y m ás b ie n ” o “p ero más aún d escan sar” o “re p o sarse ” (anapaúesthai, el
mism o V erbo que aparece en n.° 72), han q u erid o algunos secluirlas, consideran­
do absurd am en te que podían ser una glosa (no se ve de qué) de San C lem ente;
ni tam poco una corrección p ro p u esta p ara que diga “más bien que descansar” tie­
ne fu n d am en to alguno.
Pero la razón, ap a rte de ser b astan te clara (y m ás ya precisado el valor de m o­
ro; ‘p a rte s’ com o en © al n.° 114 lo hem os in te n ta d o ), es lum inosa: lo que razón
aquí desea es te rm in a r haciendo una descripción sum aria de cóm o es la vida de
(cada uno de) los h o m b res en general: en cuanto que han nacido o se les h a hecho
venir a ser alguien, q u ieren (ethélousin: no es un m ero deseo, sino una voluntad
consciente: v. a n.° 103) dos cosas que en verdad se revelan contradictorias: por
un lado, sí, vivir, sea ello lo que sea, p e ro , p o r o tro , ser cada u n o uno en tre to­
dos, ten er sus p a rte s, lo tes, pu esto s, cargos o destinos correspondientes a cada
cual; p ero m ás que eso q u ieren (o, m ejo r dicho, lo que quieren es: el m állon pue­
de ser m etalingüístico, ‘m ás b ie n ’, ‘m e jo r d ich o ’, o no serlo, ‘m ás aú n ’, com o en
318 Razón común — Heraclito

© he preferid o ) rep o sarse, descansar (¿d e vivir?; ¿de sus cargos y destinos?: no,
sino de la contradicción e n tre am bas cosas, que es en lo que consiste la vida de
cada uno); y así q u e, en virtu d de secreta lógica, lo que hacen es d e ja r, tras de sí
en él tiem po y com o rem p lazan tes suyos, a o tro s p a ra que vengan a ser (la frase
term in a con el m ism o V erb o q u e em pieza, gertóm enoi ... genésthai, sugiriéndose
p o r m edio de la im agen cíclica la rep etició n in term inable) los que sean v erd ad e­
ram en te sus p artes o destinos, esto es, el destino de la p e rp e tu a substitución del
uno p o r el o tro ; el cual destino de substitución b ien re co rd ará el lecto r que es una
consecuencia n ecesaria (sin exageración alguna diría que m atem ática) del p la n te a ­
m iento m ism o o m ás b ien axiom as iniciales en que se fu n d ab a la R ealid ad , a sa­
ber que uno es solo idéntico consigo m ism o y a la vez es u n o en tre todos, in te r­
cam biable p o r ta n to con tod o s ellos com o elem en to de un co n ju n to (no o rd in al­
m ente ord en ad o : pues esto en v erd ad no es un c o n ju n to , sino u n a serie; y la serie
de los núm ero s, la razó n que se au m en ta a sí m ism a, com o en n.° 107 veíam os,
deriva tam bién de la acep tació n , con ocultación, de los dos axiom as co n trad icto ­
rios), olvidándose de q u e razó n d esn u d a, no la R e a lid ad , proclam a que la id enti­
dad de uno consigo y su d iferencia con los o tro s son lo m ism o, al m ism o tiem po
que no lo son.
ΛΟΓΟΣ
ΘΕΟΛΟΓΙΚ0Σ

RAZON
TEOLÓGICA O SEA

DE RELIGIONES Y ULTIMIDADES
Arstt. D e part. an. A 5, 645 a 17 : καθάπερ
Ηράκλειτος λέγεται προς τούς ξένους είπείν
τούς βουλομένους έντυχεϊν αύτω, ο'ΐ έπειδή
προσιόντες είδον αυτόν θερόμενον προς τω
ιπνφ, έστησαν (έκέλευε γάρ αυτούς ε ί σ -
ι έναι θ α ρ ρ ο ύ ν τ α ς - εί ναι γάρ
κ α ί ε ν τ α ύ θ α θ ε ο ύ ς ) , ούτω καί
προς την ζήτησιν περί έκαστου των ζφων
προσιέναι δει μή δυσωπούμενον, ώς έν απα-
σιν οντος τινός φυσικού καί καλού.

© Tal com o de Heraclito se cuenta que les dijo a los forasteros


que querían verse con él, los cuales, de que al acercarse lo vieron
calentándose a la lumbre, se quedaron parados (que es que les ani­
m aba a que e n t r a s e n sin t e m o r : p u e s
t a m b i é n a l l í h a b í a d i o s e s ) , así tam bién a la inves­
tigación sobre cada uno de los animales debe uno acercarse sin tur­
bación, com o que hay en todos ellos algo de natural y noble.

© Era debido anteponer, a su vez, a la entrada de los frs. de esta tercera parte
de la obra o R a zó n Teológica la referencia de esa aventura y dicho oral de H era­
clito, que A ristóteles transm ite cuidadosam ente (aunque no sin el desdén habitual
de relegarlo a un paréntesis y reducirlo al estilo indirecto: la reconversión al directo
daría algo com o E N T R A D : T A M B IÉ N A Q U Í H A Y D IO SE S) en la entrada de
su libro I del D e las p artes de los anim ales, libro destinado a proclam ar los prin­
cipios de la investigación científica; la cosa tiene todas las trazas de ser un sucedido
contado desde tiem pos de Heraclito m ism o o casi (no m e atrevo a pensar que apa­
reciera tam bién bajo alguna fo rm a en el libro) y tal vez, si no real, al m enos ver­
dadero. C om o hem os visto tantas veces que en el libro la razón no se desdeña de
usar palabras del tipo de ‘d io s’ y ‘d ivin o ’ para referirse a la verdad o razón com ún
322 Razón común — Heraclito

p o r oposición a la estructura aparente de la R ealidad y a las creencias de los h o m ­


bres en general y de cada uno privadam ente, ya se entiende aproxim adam ente en
qué sentido debe oírse la frase de H eraclito a los forasteros; pero, en todo caso, re­
huyendo la íentación de pensar que se trata de hacer a la razóti diosa, co m o los h o m ­
bres de la R evolución, sino m ás bien de reducir tam bién los dioses a razón. D e qué
m o d o ha de entenderse esa tarea específicam ente teológica, com o, p o r un lado, crí­
tica despiadada de las creencias y cultos dom inantes, y p o r el otro, piadosa suge­
rencia, no de esperanza, p ero de algún m o d o de confianza, para los que andan dor­
m idos (que tam bién colaboran en la ordenación: n.° 6) y que necesitan de las creen­
cias religiosas, dan testim onio los frs. escasos que ordeno en esta últim a parte de
las razones.

116 47 D -K

Γ1Η ElKH P E rl T<*>K ΜΕΓ^ΤωΚ jVH·


λ λ λ 4 κ ε 4 λ .

© D iog. L. IX 72 (P yrrhonis uita) : ού μην άλλα κ α ί Ξ ενο φ ά νη ς κ α ι Ζ ήνω ν


ό Έ λ ε ά τη ς κ α ί Δ η μ ό κ ρ ιτο ς κ α τ ’ α υ το ύ ς σ κ επ τικ ο ί τυ γ χ ά ν ο υ σ ιν .... κ α ί Π λ ά τω ­
ν α .... κ α ί Ε ύ ρ ιπ ίδ η ν λέγειν ... άλλα κ α ί Έ μ π ε δ ο χ λ έ α .... ετι μην Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν
«μή .... σ υ μ βα λλώ μ εθα » , κ α ί Ί π π ο κ ρ ά τ η ν ε π ειτα ένδ ο ια σ τώ ς κ α ί ά ν θ ρ ω π ίν ω ς
ά π ο φ α ίν ε σ θ α ι, κ α ί π ρ ιν 'Ό μ η ρ ο ν κτλ.

© σ υμ β α λώ μ εθ α W ilam ow itz, W alzer.

© NO SIGAMOS A LA BUENA DE DIOS HACIENDO


ACERCA DE LOS TEMAS MÁS ALTOS CONJETURAS.

© C ita la frase D iógenes L aercio en su Vida de P irrón en un largo pasaje que


Razón teológica 323

seguram ente pro v ien e del T eodosio a quien se rem ite en cabeza de capítulo, d e ­
sarrollando la opin ió n de q u e el escepticism o no es invención ninguna de P irrón,
ya que sentencias de to n o escéptico ap arecen desde H o m e ro y los Siete Sabios en
ad elante; y sigue u n a en u m eració n al caso: “Q u é , y aú n m ás, q u e tam bién Jenó-
fanes y Z e n ó n el e lé a ta y D em ó crito , según ellos (¿ scil. los au to res referidos p o r
T e o d o sio ? ), resu ltan ser escépticos... y que P latón atribuye ... y que E m pédocles
dice ...; m ás aún, q u e H eraclito ‘N o ... c o n je tu ra s’, y que H ip ó crates después d u ­
dosa- y hu m an am en te se m anifiesta, y antes H o m e ro .. P ero venga la cita de d o n ­
de venga, es un ta n to ch ocante que sem ejan te frase (clara p o r lo dem ás: la co­
rrección de W ilam ow itz, q u e viene a d a r algo com o “N o hagam os” en vez de “N o
sigamos h acien d o ” , no se im pone) se in te rp re ta ra com o m anifestación de escepti­
cism o, cu ando p arece sim plem ente estar rech azan d o la producción desaprensiva
(eiké ‘al d escu id o ’, ‘a la v e n tu ra ’) de teo rías u opiniones; p e ro tal vez quien la
tom ó del libro de H eraclito p u d o ver algo en el co n texto que le anim aba a e n ten ­
derla así.
E sa consideración es tam b ién p eq u eñ a p a rte p a ra incitarm e a situarla aquí, c er­
ca del com ienzo, con consideraciones m etódicas y críticas, de la R azón Teológica,
y a e n te n d e r p o r tan to que el p e rí ton m egístón ‘sobre las cuestiones m ayores’ o
‘mas graves’ o ‘m ás elev ad as’ se refería especialm ente, con m ás o m enos ironía,
a las cuestiones religiosas y tran scen d en tes. C ierto q ue la breve frase pued e oírse
con sentido m ás general y colocarse en o tra p a rte del libro; p ero no he en co n tra­
do lugar m ás a p ro p iad o que éste p a ra ella, d o n d e adem ás concuerda bien con el
sentido de las que o rd e n o a continuación.
E n cu alquier caso, el rechazo del sym baleín ‘c o n je tu ra r’, ‘explicarse algo’, ‘d ar
una explicación’, al m enos el c o n je tu ra r eiké ‘a la b u en a de D io s’, pero acaso ta m ­
bién m ás en g eneral, es b ien voz de razó n , p a ra la cual nunca se tra ta de encon­
tra r explicaciones satisfactorias que enlacen en tre sí p o r relaciones (por ejem plo,
causales) los d atos d iscordantes, sino al revés, de llevar a descubrir, tras y por la
discordia de los d ato s, la concordia in ap aren te.
324 Razón común — Heraclito

117 71 D-K

ΔΕ ΚΛ! T<Ñ ΕΓΙΛΑΝ'ΟΑ-


NonÉNW fî H <0>4<H ΛΓΕΙ.

0 M arc. A u r. IV 46 : α ε ί του Η ρ α κ λ ε ίτ ε ιο υ μ εμ νή σ θα ι, όχι ( η .° 77)


μ εμ νήσ θα ι δέ κ α ί του .... ά γ ει, κ α ί ό τι (π .° 9).

■® ή : oí D.

© ... pero acordarse tam bién de aquél que se olvida de por


donde el camino lleva.

© Los asideros p a ra atrib u ir con certeza al libro la frase o p arte de ella y para
restituirla a su posible form a o riginaria son ciertam en te poco firm es: se halla den­
tro de la breve sarta de citas heraclitan as que da M arco A u relio en su libro, la
cual encabeza diciendo él “ ... acordarse siem pre del heracliteo que (y cita n.° 7 7 ),
pero acordarse tam b ién (el m ism o V erb o m em nésthai) del que se olvida de por
donde va el cam ino (co n construcción poco heraclitea: ten d ría que ser h ó ké ‘por
d ó n d e ’, com o en n.° 109) y que (vien e el n.° 9) . . . ” ; así que, en la circunstancia,
es difícil especialm ente creer que el m em nésthai ‘acordarse, te n e r en la m em o ria’
perten eciera al posible tex to de H eraclito (salvo que su uso a n terio r p o r M arco
A urelio viniera ya sugerido p o r la frase que iba a citar, en tre las varias de H e ra ­
clito que sin d u d a tenía ap u n tad as y que en este lugar hilvana); pero en cam bio
es m uy pro b ab le qu e, en la d ep en d en cia que fuese, apareciera en el libro ‘el que
se olvida de p o r d ó n d e el cam ino lleva’ (no se tra ta desde luego, com o D -K su­
gieren, de una paráfrasis del n.° 110, y el uso del V erbo epilanthánom ai, com o en
n .“ 1 y el de hodós, com o en n .os 59 y 60, suenan bien a referencias im plícitas a
la R azón G e n e ra l), y de ap arecer allí, no hallo sitio más propio que éste para
ordenarlo.
E n efecto, esto de que razón se avenga a volverse razón teológica y a trata r
sobre religiones y creencias es una co n d escendencia, com o en el tono de varios
de los frs. que siguen se m anifiesta, p a ra con los hom bres en general, que no se
dan cuen ta de cóm o el len g u aje rige sus p alab ras y los procesos de la R ealidad (y
que necesitan, p o r consiguiente, de fantasías y esp eranzas), y es así probable que
en estos prim eros p árrafo s del tratam ien to teológico volviera razón a referirse a
la condición norm al de “los m ás” , que se olvidan del cam ino (esto es, de que el
p ara arriba y el p ara ab ajo son el m ism o y no lo son), y que necesitan p o r tanto
creer en un cam ino.
Razón teológica 325

119 D -K U S

(W f Δ /U M W .

0 Stob. Flor. IV 40, 23 : Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς εφη ώ ς « ή θο ς .... δαίμω ν».


Plut. Quaest. Plat. I 1, 999 d : π ό τερ ο ν ο ύν τήν ε α υ τό ν φ ύ σ ιν ώ ς κ ρ ιτικω τέρ α ν
ή γο νιμ ω τέρ α ν ο ΰσ α ν θ ε ό ν π ρ ο σ εϊπ ε, κ α θ ά π ε ρ Μ ένα ν δ ρ ο ς «ό ν ο υ ς γά ρ ήμών ό
θεός» κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς « ή θ ο ς ά ν θ ρ ώ π ο υ δ α ίμ ω ν» , ή κτλ.
A lex. A p h r. D e fa to 6 (= D e anim a p. 185, 21 ί . ) : κ α τ ά δέ το ν α υτόν τρόπ ον
κ α ί επ ί τή ς ψ υ χ ή ς εϋ ρ ο ι τις α ν π α ρ ά τήν φ υσ ικ ή ν κ α τα σ κ ευ ή ν δ ια φ ό ρ ο υ ς γιγ-
νο μ ένα ς έκάστω τά ς τε π ρ ο α ιρ έ σ εις κ α ί τά ς π ρ ά ξ ε ις κ α ί το ύ ς β ίο υ ς' «ήθος» γάρ
« ά ν θ ρ ώ π ω δ α ίμ ω ν» , κ α τά τό ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , το υτέσ τι φ ύσ ις.
P s.-H er. F pis t. IX 6 : μ α ντεύ ετα ι τό έμόν ή θ ο ς , όπ ερ έκάστω δ α ίμ ω ν.

Cfr. Epich. apud Stob. Flor. Ill 37, 18 : ό τρόπος άνθρο'ίποισι δαίμων άγαθός, οίς δε καί
κακός.
Et Democr. 65 B 170 D-K : εΰδαιμονίη ψυχής καί κακοδαιμονίη.
Et Id. B 171 : εΰδαιμονίη ούκ έν βοσκήμασιν οίκεί ουδέ έν χρυσω' ψυχή οϊκητήριον δαί-
μονος.
Et Plat. Tim. 90 a : τό δέ δή περί τοϋ κυριωτάτου παρ’ ήμίν ψυχής είδους διανοείσϋαι
δει τήδε, ώς αρα αυτό δαίμονα ό θεός έκάστω δέδωκε, τοϋτο ô δή φαμεν οίκεΐν μέν ήμών
επ’ άκρω τώ σώματι .... 90 c : ατε δέ αεί θεραπεύοντα τό θειον έχοντά τε αυτόν εύ κε-
κοσμημένον τόν δαίμονα σύνοικον έαυτω, διαφερόντως εύδαίμονα είναι.

© ά ν θ ρ ώ π ω S to b ., A lex, (et E p ic h ., P s.-H eracl.) : ά ν θ ρ ώ π ο υ Plut.

In Plutarchi textum: ή γον. : καί γον. Je Bn.

© SU MODO DE SER ES LO QUE ES PARA UN HOM­


BRE SU GENIO DIVINO.

© D a la sentencia el Florilegio de E sto b eo ; P lutarco en sus Investigaciones pla ­


tónicas la in tro d u ce iden tifican d o , p o r un lado, el térm in o éthos con physis, aun­
que por o tro em p a re já n d o lo con un verso de M en an d ro en que lo que hay es noús:
“Si a su p ro p ia n a tu ra , pues, com o que era so b re m an e ra capaz de juicio y fecun­
da, la llam ó dios, tal com o M en an d ro ‘Pues nuestro seso es la divinidad’ (o más
bien ‘Pues es el seso el dios n u e stro ’) y H eraclito ‘Su m odo de ser es el genio de
un h o m b re ’, o s i...” ; y en dos lugares de sus co m en tarios a las obras aristotélicas
326 Razón común — Heraclito

A le ja n d ro de A fro d isia s.(m p o st), incidiendo ex p resam ente en la identificación de


éthos con physis, lo cita así: “Y de la m ism a m an e ra, tam b ién en el alm a puede
uno h allar, según la constitución n a tu ra l (p h ysilcén ), que resu ltan diferentes en
cada uno las p referen cias y las acciones y las vidas: pues ‘su m odo ... divino’, se­
gún H eraclito : esto es, n a tu ra ” . H ay adem ás algunos ecos cercanos de la sen ten ­
cia en un verso de E p icarm o , d o n d e en cam bio lo q u e ap arece en el lugar de éthos
es tropos: “E s su m a n e ra a los h o m b res genio b u en o y los hay en que tam bién /
m alo ” ; en dos m áxim as a n o m b re de D em ó crito : “B u en av en tu ra {eu-daim on-íé)
es cosa del alm a y tam b ién m a la v e n tu ra ” ; “B u e n a v e n tu ra no m o ra en los m an ja ­
res ni en el oro: el ánim a es m o rad a del divino g en io ” : con u n uso de psyché que
no es ya h eraclitan o , ni en su libro p o d ría el daím ón h a b ita r en el ánim a; y en
fin, en un p asaje del Tim eo, con to d o el a p a ra to psicológico de P lató n , m ás ap a­
rato so cuanto él m ás viejo: “m as p o r lo que to ca, en fin, al tipo de alm a principal
en n osotro s, se d eb e p e n sa r así: que es que el D ios se lo tien e dado a cada uno
com o genio divino, eso, en sum a, q u e decim os q u e h a b ita de nosotros en lo más
alto del cuerpo . . . ” ; y m ás ad elan te “ (y es forzoso q ue el que se ha dedicado más
al estudio y la v e rd a d ), com o que e stá siem pre rin diendo culto a lo divino y lo
tiene bien tra ta d o y a p a re ja d o al genio divino que consigo m ora, sea sobrem anera
bien av en tu rad o (e u d á im o n a )”. P or o tro lado, la frase tiene tam bién su reconoci­
m iento en la últim a de las Epístolas heraclitan as apócrifas: “M e lo presagia mi
m odo de ser. el que es p ara cada cual genio d ivino” .
Q u e esos varios usos d e los antiguos n os en señ en o nos desvíen poco o m ucho
(en to d o caso, el m ás cercan o , el d e E p ic a rm o , q u e re m p la z a éthos p o r tropos
‘giro, traza, m o d o de s e r’, nos guía b ie n sobre el valor con q u e leer aq u í ese té r­
m ino; pero tam poco se aleja m ucho de ese valor la o tra sustitución, por physis 'n a ­
tu ra , realid ad , m odo de se r’, con sólo que se le aplique al ser de la p erso n a), ello
es que la sentencia d eb e leerse altern ativ am en te (ya que sim ultáneam ente no cabe)
de las dos m aneras que el ju eg o en tre T em a y P redicado se establece en tre los dos
m iem bros, según q u e haya o no fo c u s o énfasis reversivo sobre el p rim ero, con
la, en p arte consiguiente, situación de la en to n ació n de com a ante o después de
anthrópói, a sab er, o éthos, anthrópói daím ón (daím ón P red icad o ), “E l m odo de
ser, es p ara un h o m b re algo com o un genio divino” o éthos antrópói, daím ón (éthos
P redicado ), “E l m odo de ser que un h o m b re ten g a, eso es lo que es el genio di­
vino” . C on la p rim era lectu ra, ap a re n te m en te m oralística, se exalta el valor del
éthos en cu an to q u e se le atrib u y e el rango y p o d e r de un daím ón; con la segunda,
m ás bien ateística, se am engua o anula el prestigio del daím ón en cuanto que se
le reduce a ser el éthos de cada h om bre.
P o r lo que atañ e al significado de am bos térm in o s, éthos, que, con su otra for­
m a éthos ‘u san za’, no pienso q u e d eb a sep ararse de la raíz S W E H - que tenem os
en lat. suéscó -éu i -étum y consuétüdó, significa algo com o el h ábito o form a de
ser que se ad q u iere y se ratifica p o r costu m b re, h asta venir a ser el co n junto de
actitudes-y reacciones q u e a u no lo caracterizan , la costum bre de ser de una m a­
n era d ete rm in a d a ; lo cual no im plica (m ás bien al co n trario ) n ad a in nato en esa
constitución, p e ro sí algo q u e se establece desde el m o m en to y en la m edida en
que se form a la p e rso n a com o tal, p u esto q u e ello es lo que constituye su propia
personalid ad , según a h o ra decim os; y en cu an to a daím ón, cuya etim ología más
Razón teológica 327

pro b ab le es la que p a rte de la raíz de daínym i ‘d ar p a rte (en m a n ja re s)’ y dató


‘d istrib u ir’, de m odo q u e el daím ón sería según ello ‘el re p a rtid o r (de bienes y m a­
les)’, es decir, el genio o h ad a de cualq u ier cu en to , que tiene la virtud de conce­
der al pro tag o n ista (e .e . a la p erso n a) las gracias o desdichas que m erezca o que
al d a d o r le plazca, solió usarse en griego con un valor g eneral, casi com o ‘divini­
d a d ’, au n q u e siem pre con la provisión de que e ra m ás am plio que theós ‘dios’, pues­
to que bajo él cabían, ju n to con los dioses p ro p iam en te dichos, o tro s seres divinos
que no te n ía n ese rango (y es ilustrativo cóm o los cristianos to m a ro n el térm ino
p a ra referirse a cu alq u ier gén ero de divinidades pag anas, ya que el térm ino theós
h abía ascendido a o tro uso, las cuales así q u ed aro n enseguida convertidas en d e­
m onios), p e ro , p o r o tro lado, tuvo desde p ro n to un uso m ás preciso (cam ino de
él debe de estar en H esiodo TD 314, daím oni d ’ hotos ééstha, to ergázesthai ámei-
non, o según p ro p u se u n a vez leer, d a ím o rí id ’ hotos k t l , o sea algo com o “M ira
a tu genio, cóm o eras: m e jo r el tra b a ja r” , e .e . “C onsidera cóm o te hizo ser tu g e­
n io :”), a sab er, refirién d o se a u n a divinidad p rivada que guía los pasos de cada
u no, sem ejan te al ángel guard ián de los cristianos (y ya en el m ism o H esiodo TD
122 ss. se p reviene el n ú m ero de ellos necesario p a ra tal distribución, contando
que, al desap arecer de la tie rra los h om bres de la e d ad de o ro , “ellos los santos
genios se llam an so b re te rra ñ o s, / b u enos, am paros de m al, guardianes de hom ­
bres m ortales, / ... d ad o res de h acien d a”), divinidad personal sem ejan te tam bién
p o r ta n to al G enius de los ro m an o s, divinidad de cada lugar d e term in ad o , en la
m edida en que ese lug ar es u n a perso n a; y en fin, el uso que S ócrates hizo, ni en
b rom a ni en serio, de su d em o n io , aquél q u e nunca le anim aba a n a d a, pero le
decía “N o ” de vez en cu an d o , es un uso fiel a ese sentido que daím ón había to ­
m ado desde m ucho an tes, p ero adem ás lo escurridizo del dem onio socrático, que
nunca se d eja sab er si es un ángel ex terio r a la p erso na o si está en ella, com o voz
de la conciencia, revela bien algo de lo que ya razón p re te n d e en la sentencia h e ­
raclitana con este salto de T em a a P red icad o , en los dos sentidos, de m odo de ser
de uno a ángel g u ard ián, y viceversa. Y p a ra ese paso tam bién es ilustrativa la his­
to ria de la p alab ra genius qu e, de significar la divinidad adscrita, ha llegado a va­
ler en tre n o so tro s p a ra el genio, e .e . te m p eram en to y reacción característica, de
la persona.
P ero, en fin, es el oírla en su segundo sen tid o , com o “No hay más genio divino
ni ángel guard ián q u e el te m p e ra m e n to que cada uno tenga y se le haya hecho” ,
lo que m e ha m ovido sob re to d o a situarla en esta o rd en ació n , com o abriendo la
crítica de las creencias religiosas que luego siguen; sin q u e, p o r o tra p a rte , deba
so rp ren d er d esm ed id am en te que en los frs. siguientes (n .os 121 y 124) vuelva a h a ­
blarse de daím ón com o co n tan d o con su ex-sistencia y op o n ién d o lo a los hom bres:
pues tenem os p re se n te (v. a 117) que razón aquí habla condescendiendo h asta cier­
to p u nto con la fe y necesidades de los m ás, al m enos p ara usarlas com o m edio
de evidencia de sus contradicciones. P ero asim ism o, la crítica de la divinidad, p e r­
sonal o no , no d eb e h acernos olvidar el p rim er sentido de la sentencia, donde la
crítica recae m ás bien sob re éthos al d eclarar cóm o a los hom bres se les convierte
en divinidad su te m p e ra m e n to ; y lo que razón piensa sobre la constitución privada
de cada u no ha sonado b a sta n te claro desde el n.° 3 (la idíé phrónésis) y en ad e­
lante.
328 Razón común — Heraclito

119 82+ 83 D -K

<<>K<^PEf^ Ρ1ΦΗ Κ.<*>Ν" ❖ M A A If T O ^


M j x r t j ΛΛΛ<*>Ι ΓΕΚ ΕΙ ΐΥ Ν £ Α Λ Λ Ε ΙΝ ?
<T<¿>^ A/m<¿P<*>K 4 ^0<Í><¿TATOj
PP<H <£IT<>W PÍ^HKO^ ΟΛΝΤΪΤΛΙ KMf~
OÍHI Κ*ϊ Κ.ΛΛΛΙ1 K¿¡ Λ Λ Α ^ P A il.

© Plat. H ipp. M ai. 289 a (Socrates loquitur) : μ α ν θ ά ν ω , ώ 'Ι π π ία , ώ ς ά ρ α χρή


ά ντιλ έγειν π ρ ο ς τό ν τ α ύ τ α έρ ω τώ ντα τά δ ε ' ώ ά ν θ ρ ω π ε , α γ ν ο ε ίς ό τι τό τού Η ρ α κ ­
λείτου εύ εχει, ώ ς ά ρ α « π ιθ ή κ ω ν .... σ υμβάλλειν», κ α ί χυ τρ ώ ν ή καλλίστη α ισ χ ­
ρ ά π α ρ θ έ ν ω ν γ έν ει σ υμ βά λλειν, ώ ς φ η σ ιν Ι π π ί α ς ό σοφ ός, ο ύ χ ο ύτω ς, ώ 'Ιπ π ία ;
:: π ά ν υ μεν ούν, ώ Σ ώ κ ρ α τε ς, ό ρ θ ώ ς ά π εκ ρ ίνω . :: ά κ ουε δ ή ' μετά το ύ το γά ρ εύ
ο ΐδ ’ ό τι φ ή σ εί' τ ί δέ, ώ Σ ώ κ ρ α τες; τό τώ ν π α ρ θ έ ν ω ν γ έν ο ς θ ε ώ ν γένει άν τις
συμβάλλτ), ού τα ύ τό ν π είσ ε τα ι ό π ερ τό τώ ν χυ τρ ώ ν τώ τώ ν π α ρ θ έ ν ω ν συμβαλ-
λόμενον; ο ύχ ή καλλίστη π α ρ θ έ ν ο ς α ισ χ ρ ά φ α ν εΐτα ι; ή ού κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς τα ύτό
το ύ το λέγει, ον σύ έπάγτ), ό τι « ά ν θ ρ ώ π ω ν .... π ά σ ι» ; όμολογήσω μεν, Τ π π ία , τήν
καλλίστην π α ρ θ έ ν ο ν π ρ ο ς θ ε ώ ν γέν ο ς α ίσ χ ρ ά ν είνα ι;
Plot. Ε πη. V I 3, 11 : έ π ε ιτα δ ιά τί ού κ α ί τό κ α λό ν λέγο ιτο άν τώ ν π ρ ό ς τι; άλλά
φ αμ εν καλόν μέν κ α θ ’ εαυτό κ α ί π ο ιό ν , κ ά λλ ιο ν δέ τώ ν π ρ ό ς τ ι' κ α ίτ ο ι κ α ί κ α ­
λόν λεγόμενον φ α νείη ά ν π ρ ό ς άλλο α ισ χ ρ ό ν , ο ίο ν ά ν θ ρ ώ π ο υ κ ά λλος π ρ ό ς θ ε ώ ν
«π ιθήκω ν» φ η σ ίν, «ό κ ά λλ ισ το ς α ισ χ ρ ό ς σ υ μ βά λλειν έτέρω γ έν ει» ' ά λλ’ έφ ’ έαυ-
τού μέν κ α λό ν, π ρ ό ς άλλο δέ ή κ ά λλ ιο ν ή το ύ α ντίο ν.

Cfr. Arstt. Top. Ill 2, 117 b 17 : σκοπεϊν δε καί εί επί τα γελοιότερα ε’ίη όμοιον, καθάπερ
ό πίθηκος τφ άνθρώπφ τού ϊππου μή οντος όμοιου' ού γάρ κάλλιον ό πίθηκος, όμοιό-
τερον δέ τώ άνθρώπφ.

© (ό κ ω σ π ε ρ ) .... (τ ώ ς ) addo ά λ λ φ codd. : ά ν θ ρ ώ π ω ν B ek k e r, edd.


: ά ν θ ρ ω π ίν ω S ydenham : ά ν θ ρ ω π ε ίω H e in d o rf (fuisse α νω (ν) putant) : uerum ta­
m en est a p u d Plot, έτέρω (nisi p ro ήμετέρω suspicaberis) et fo rsa n haud frustra
equos apu d A rstt. interuenit σ ο φ ία quid em codd.

A d Platonis textum: ταύτό τούτο T W : αυτό τούτο F, edd.


A d Pio tini: θεών W : θεόν cett.
Razón teológica 329

© (TAL COMO) EL MÁS HERMOSO DE LOS MONOS ES


FEO A COMPARAR CON OTRA ESPECIE, (ASÍ) EL MÁS
INTELIGENTE DE LOS HOMBRES ANTE UN DIOS APA­
RECERÁ MONO ASÍ EN INTELIGENCIA COMO EN HER­
MOSURA COMO EN TODAS LAS OTRAS CUALIDADES.

© P o r m ás que el citar literalm en te a H eraclito no sea por cierto u n a de las


virtudes de P latón (p o r o tra p a rte el H ipias m a yo r no ha dejad o de suscitar ale­
gaciones contra su p lato n icid ad , p ero sin m ás fu n d am ento que p a ra tantos otros
diálogos q u e la id ea de ‘P la tó n ’ en el crítico llevaba a con d en ar a la condición de
apócrifos), ello es que varios rasgos de la cita anim an a considerarla, no sin algu­
nas prevenciones, com o literal, con lo que sería una de las más antiguas que del
libro de H eraclito nos han llegado. Juzgue en to d o caso el lector sobre la lectura
del texto p latónico, en q u e su ‘S ó crates’ alega la sentencia fren te a su ‘H ipias’ (a
quien al principio del diálogo se ha llam ado “el h erm oso {k a ló s) ” y aquí “el in­
teligente ( s o p h ó s) ” , no sin intención sin duda y con pertinencia a la cuestión tra ­
ta d a), sob re el posible esm ero de la cita y de paso, sobre las razones que m e asis­
ten p a ra u nir, con tra lo que suele h acerse, en u n a sola sentencia las m itades en
que el diálogo la divide: “C o m p ren d o , H ipias, qu e, en sum a, hay que contestar
frente al que eso p reg u n ta lo siguiente: T ú , h o m b re, no reconoces que aquello de
H eraclito está bien, a sab er, que ‘el m ás herm oso ... o tra especie’, y tam bién la
m ás herm o sa de las ollas fea a co m p arar con la especie de las m uchachas, como
dice H ipias el inteligente. ¿N o sería así, H ipias? :: Pues sí, por cierto que sí, Só­
crates, que respondiste d eb id am en te. :: E n fin, sigue oyendo. Pues después de eso
bien sé que dirá él: Y ¿q u é, Sócrates?: la especie de las m uchachas si la com para
uno con la especie de los dioses, ¿no le p asará justo lo m ism o que a las ollas al
com pararse con la de las m uchachas?: ¿no aparecerá fea la m uchacha m ás herm o­
sa? O ¿no dice tam b ién eso m ism o H eraclito , a quien tú traes a cuento, que ‘el
m ás inteligente ... cu alid ad es’? ¿H ab rem o s de reco n o cer, H ipias, que la m ás her­
m osa de las m uchachas es fea an te la especie de las diosas?” . H ay adem ás un paso
de Plotino d onde p a rte de la cita (p ro b ab lem en te a p a rtir del H ipias) se usa del
siguiente m odo: “Y luego, ¿p o r qué no h abría tam bién lo herm oso de contarse en­
tre las cualidades ‘con relación a ’? P ero es que decim os que ‘h erm o so ’, sí, es en
sí m ism o y cu alidad-no-cuantitativa, m ientras q u e ‘m ás h erm o so ’ es de las cosas
‘con relación a ’. Y con to d o , ello es qu e, aun llam ándose h erm oso, puede parecer
feo ante o tra cosa, com o p .e j. h erm o su ra de ho m b re fren te a la de dioses: Έ1 más
h erm o so ’ dice ‘de los m onos, feo a co m p arar con la o tra especie’. Pero es que en
sí m ism o es (sim p le m e n te ) ‘h e rm o so ’, m ientras que fren te a o tra cosa es o ‘más
h erm o so ’ o lo c o n tra rio ” . P o r últim o, un p u n to de los Tópicos o M edios de aplicar
con adecuación p ro b a b le principios generales al caso particular de A ristóteles
(... “pero exam inar tam b ién si iba a ser sem ejan te tiran d o a lo ridículo, tal como
330 Razón común — Heraclito

el m ono p a ra el h o m b re, no siendo el caballo sem ejan te a éste: pues no es más


herm oso el m o n o , au n q u e sí m ás sem ejan te al h o m b re ”) p arece g u ard ar un eco
de la sentencia.
E lla po d ría pués fig u rar en la R azó n G en eral, e n tre las fórm ulas que revelan
(n .os 52-55) la contradicción p o r m edio de la relativ id ad, y p o r cierto que esos usos
que los filósofos hacen de la cita (p ara in te n ta r discrim inar en tre el A d jetiv o com o
Predicado absoluto y com o relativo a escala, e n tre la d eterm inación y la cuantifi-
cación en el len g u aje, sob re la in d ep en d en cia e n tre los A d j. de relación y los di­
rectam en te sem ánticos, e .e . e n tre ‘se m e ja n te ’ y ‘b u e n o ’, au n q u e siem pre creyen­
do, com o a filósofos c o rresp o n d e, que están h ab lan d o , no del lenguaje, sino de la
R ealid ad ) m ás b ien ab o n arían q u e se le h u b iera o rd e n ad o en aquel tran ce; sin e m ­
b argo, la relación co m p arativ a q u e m e p arecía evid en te que h abía que su p oner en ­
tre las dos m itad es, así com o la estrech a relación con los frs. que aquí siguen, en
cuanto a exaltar la distancia e n tre ‘h o m b re ’ y ‘d io s’, ju n to con algunos rasgos del
estilo, m e han p e rsu ad id o de que d eb ía m ás b ien leerse en esta p arte; de m odo
que, sin d escuidar, sino bien p o r el co n trario , la intención de referencia im plícita
a las form ulaciones de la p a rte gen eral (al m odo que lo he supuesto p a ra algunos
frs. de la R azó n P olítica), de lo que aquí se tra ta , com o en los tres frs. siguientes,
es de esp an tar un poco al crey en te (que es i o s m ás’) haciéndole considerar que,
contando ya con que él ten g a u n a idea de lo que son ‘dioses’ y m antenga con ellos
tra to , su idea es siem pre d em asiado p o b re y co n trad icto ria con lo que parece q u e ­
re r sugerir la creación m ism a del térm in o ‘dios’ o ‘in m o rtal’: razón pués le hace
v er al creyente qu e, p o r p u ra fidelidad a lo que esa idea de ‘dios’ im plica, debe
reconocer que la distancia e n tre dioses y h om bres es tal que no puede tratársela
en un m odo cuan titativ o de ‘m ás o m en o s’, sino que im plica una incom parabilidad
p o r salto de g én ero , sem ejan te a la q u e los p ropios h om bres suelen establecer e n ­
tre el H om b re y el m ás listo y ad elan tad o de los anim ales, aprovechando de paso
p ara el paralelo que los h om bres han estim ado siem pre a los m onos (con buenas
razones in d u d a b le m e n te ), al m ism o tiem po que listos, feos p o r excelencia, no sólo
con respecto al H o m b re , sino tam b ién a otras especies, p .e j. los caballos, com o
A ristóteles nos re cu erd a en su tex to o p o rtu n a m e n te . La consecuencia que de ese
reconocim iento m ana (y que razón se guard a m uy bien de pronunciar) es la de la
incom unicabilidad e n tre dioses y h om bres y la vanidad de las religiones tal com o
se practican , con u n a ideación de lo divino siem pre dem asiado h u m ana y un tra to
con ello siem pre d em asiado “fam iliar” , e.e. fun d ad o en conocim iento.
P o r lo d em ás, es inevitable que el m ono esté aquí funcionando al m ism o tiem ­
po con la condición que le es m ás proverb ial e n tre n osotros, la de im itador, y es
así com o veo aq u í an unciarse la sugerencia, que en el n .“ 123 se hace explícita, de
un sem ejan te pap el de rem ed o de los actos de los dioses p o r p a rte de los hom bres.

H ay a este p ro p ó sito un dicho que A ristócrito el m aniqueo (s. v) en su T eosofía


atribuye a H eraclito, seguram ente p o r confusión (y p o c o queda en el dicho de len­
guaje heraclitano), pese a que lo trae detrás de su cita, sin duda literal y esmerada,
del n.° 125, y que reza asi: “E l m ism o frente a los egipcios dijo ‘Si son dioses, ¿para
Razón teológica 331

qué les hacéis plan to ? { trenos o lam entos rituales, que para época reciente conoce­
m os bien para el caso de A d o n is ); p ero si les hacéis planto, no sigáis ya ésos con­
siderándolos dioses’”. Pero ello es que el dicho, con escasas variantes, se lo atribu­
yen a Jenófanes p rim ero Aristóteles en la R e tó ric a (“... com o Jenófanes a los eléa-
tas que le preguntaban si debían sacrificar a Leucótea y hacerle planto o si no, les
aconsejaba, si la creían dios, n o hacerle planto, y si hum ana, n o sacrificarle”) , y
luego Plutarco p o r tres veces, ya referido a los egipcios; así en su D e la supersti­
ción: “Jenófanes el científico (p h y sik ó s) , viendo a los egipcios darse golpes de p e ­
cho en sus fiestas y hacer plantos, les advirtió adecuadam ente: ‘Si ésos’ dijo ‘son
dioses, no les hagáis planto; y si hom bres, no les sacrifiquéis’”; y parecido (referido
a Osiris) en el E ró tico y en el D e Isis y O siris. D e m o d o que el argum ento debe
con las m ayores probabilidades dejársele a Jenófanes (de quien adem ás sabem os
que fu e un gran viajero y p u d o pasar en sus peregrinaciones p o r Egipto, en tanto
que de H eraclito no tenem os noticias de que saliera de los alrededores de Éfeso),
lo cual no quita para que en la fo rm u la ció n del dicho reconozcam os (y no es caso
único, pese al ataque de Jenófanes en el n.° 24) una afinidad suya con la actitud
que en todo este p a so del libro de H eraclito tom an sus razones, com o R a zó n Teo­
lógica, frente a creencias y cultos religiosos.

<■ VAAA MAIN0MÉN4H fTOMATl ÁTl·


Α Λ 5 Γ4 ΚΑΙ ΚΑΙ / Á M V N ^

Φ^ΕΓΓΦΜΕΝΉ X1AÍ<*>N·
I ΚΑΠΓΪΤΛΙ THI O-WKHI Δ\λ T»N

® Plut. D e Pyth. or. 6, 397 a : «ούχ όράς» είπ εν (scil. ό Σ α ρ α π ίω ν ) «όσην


χ ά ρ ιν έχει τά Σ α π φ ικ ά μέλη κ η λο ϋ ντα κ α ί π α τ α θ έ λ γ ο ν τα τ ο ύ ς ά κ ροω μ ένους;
‘Σ ίβ υ λ λ α ’ δέ ‘μ α ινομένω σ τό μ α τι’ κ α ^ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν ‘α γ έλ α σ τα ... ϋ ε ό ν ’. ό δέ Π ίν ­
δ α ρ ο ς {fr. 32) ά κ ο ΰ σ α ί φ ησ ι του θ εο ύ τό ν Κ ά δμ ο ν ‘[ού] μουσικήν ό ρ θ ά ν ’, ούχ
ή δ ε ία ν ο ύ δ έ τρ υ φ ερ ά ν ο ύ δ ’ έπικ εκ λασ μ ένην το ϊς μ έ λ ε σ ιν η δ ο νή ν γά ρ ού προ-
σ ίετα ι τό α π α θ έ ς κ α ί άγνόν».
332 Razón común — Heraclito

C lem . Strom . I 70, 3 : Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς γ ά ρ ούκ ά ν θ ρ ω π ίν ω ς φ η σ ίν , άλλα συν θεώ


(τ ό ) μέλλον Σ ιβύλλη π ε φ ά ν θ α ι.
Iam bl. D e m yst. I l l 8 : κ α ί λό γ ο υ ς μέν π ρ ο ϊεμ ένη (scii, ή α π ό τώ ν θ ε ώ ν π α ρ ο ύ σ α
έ π ικ ρ ά τ ε ια ), ού μετά δ ια ν ο ία ς δέ τώ ν λεγό ντω ν, άλλα μ α ιν ο μ ένφ , φ α σ ί, στόμα-
τ ι φ θ εγγο μ ένω ν α ύ τ ο ύ ς κ α ί ύ π η ρ ετο ύ ντω ν όλω ν κ α ί π α ρ α χ ω ρ ο ύ ν τω ν μόνη τή
το ύ κ ρ α το ύ ν το ς εν ερ γεία ...
Ps.-H eracl. Epis. V III 1 : Σ ίβ υ λ λ α έν π ο λ λ ο ίς κ α ί το ύ το έ φ ρ ά σ θ η , ή ξειν σοφόν
Ίτα λ ίη σ ιν έξ Ί ά δ ο ς χ ώ ρ η ς' εϊδέ σε π ρ ο το σ ο ύτο υ α ίώ ν ο ς, Έ ρ μ ό δ ω ρ ε , ή Σ ίβ υ ­
λλα εκείνη, κ α ί τό τε ή σ θ α - Έ φ έ σ ιο ι δέ ο ύ δ έ ν ύ ν β ο ύ λ ο ντα ι ό ρ ά ν , ο ν δ ιά θ ε ο -
φ ο ρ ο υ μ ένη ς γ υ ν α ικ ό ς ’Α λ ή θ ε ια εβλεπε.

© ά γέλ α σ τα .... θ ε ό ν H eraclito abiudicabat Η . F ràn k e l : χ ιλ ίω ν .... φω νή uel


.... θ εό ν alii : nos δέ tantum .

In Pindari loco άκοϋσαι Leonicus : άκούσαι codd. οΰ abest αρ. Aristid. II 383,
ubi et μουσικάν.

© j A SIBILA, HACIENDO SONAR CON BOCA ENLO­


QUECIDA CANTOS SIN RISA Y SIN GALA Y SIN ARO­
MAS, ALCANZA CON LA VOZ A LOS MIL AÑOS POR
OBRA DEL DIOS.

© Lo cita e n te ro P lu tarco en su D e que la Pitia no da ahora oráculos en verso


en este co n tex to , en q u e hace h ab lar a Sarapión: «“ ¿N o ves” dijo “cuánto agrado
tienen las canciones de Safó, que en can tan y en h echizan a los que escuchan? Y
en cam bio ‘la Sibila con boca e n lo q u ecid a’ según H eraclito ‘haciendo sonar cantos
... del dio s’; y P ín d aro dice que ‘de boca del dios oyó C adm o una m úsica re c ta ’,
no agradab le ni sensual ni llena de q uiebros en el canto: pues placer no adm ite en
sí lo im pasible y sa n to ”»; d o n d e, com o se ve, la m a n era de tra e r la cita perm ite
sospechar, com o se h a h ech o , que P lutarco ha p ro lo n g ad o el texto de H eraclito
(que acaso sería sólo “la Sibila con boca e n lo q u ecid a” , según an o ta D iels que H.
F rán k el le ind icab a en u n a carta) o bien in tercalad o en él alguna cosa; es evidente
la intención de c o n tra p o n e r con la p oesía de Safó, p o r lo cual he pensado que el
dé ‘y en cam b io ’ no d eb ía de ser del original, sino del citador; p ero es bien posible
q ue esa contrap o sició n se hiciera con este tex to p recisam ente p o rq u e ten ía ya en
sí esas caracterizaciones antisáficas de la voz de la Sibila; y p o r lo dem ás, de los
tres A d jetiv o s con q u e se la caracteriza, dos (so b re agélasta v. a n.° 101, donde se
recu erd a que se hizo m o te del p ro p io H eraclito , y o rdinario sería que a ello h u ­
biera contrib u id o el q u e el A d j. ap areciera m ás de u n a vez en su obra) akallópista
y am yrista ‘sin a d e re z o ’ y ‘sin p erfu m es’ son vocablos inusitados, y aunque eran
form aciones seg u ram en te igual de fáciles de im provisar p a ra P lutarco que p ara H e-
Razón teológica 333

raclito, ello es que no se rep iten ni en P lutarco ni, q u e yo sepa, en to d a la litera­


tu ra im perial (ni en la a n te rio r); y en fin, q u e al m enos el diá ton theón ‘p o r m e­
dio del dios’ final y h a sta el régim en de G . del chillón etón exikneítai ‘alcanza a
mil añ o s’ no estuvieran en el original, no viéndose m otivos claros p a ra el añadi-
m iento, es d uro de creer. C onfirm an p eq u eñ as p artes de la cita y a p o rtan una in ­
terp reta ció n de ese últim o giro los otros testim onios: San C lem ente (“P ues H e ra ­
clito dice que no h u m an a m e n te , sino con divinidad le está revelado a la Sibila lo
po rv en ir”), Jám blico en el D e los misterios, refirién dose a la dom inancia que se
hace p resen te de p a rte de los dioses (“ ... y p ro d u cien d o , sí, palab ras, p e ro no con
actividad p en san te de los que las dicen, sino haciéndolas ellos sonar con boca,
com o dicen, enloquecida y som etién d o se en tero s al servicio y retirá n d o se ante la
sola energía del q u e d o m in a ...”), y en la V III de las Epístolas atribuidas a H e ra ­
clito: “L a Sibila en m uchas ocasiones dio tam b ién a e n te n d e r eso, que había de
llegarles un sabio a las Italias de la tie rra íad e o jo n ia (so b re H erm o d o ro en la
legislación latina v. a n.° 8 7 ): te vio con ta n to tiem po ( aió n o s) de ad elan to , H e r­
m o d o ro , la Sibila aq u ella, y en aquel entonces estabas; y en cam bio, los efesios
ni aun ah o ra q u ieren ver al que p o r m edio de u n a m u je r arrastrada-por-la-divini-
dad la V erd ad m ira b a ” . A sí, au n q u e salvando algunos resq u em o res, leem os el tex ­
to en tero com o venido de la razón heraclitana.
E n cuan to a lo q u e dice, está claro q ue, si lo o rd en o en este paso, es pensando
que está, com o el a n te rio r y los siguientes n .os, destinado a exagerar la distancia
en tre los h om bres y los dioses (y desanim ar así a los creyentes de todo intento de
co m p ren d er a los dioses y de p o n erse en pie de trato con ellos), aquí p o r un doble
m edio, p o r un lado ex altan d o la falta de to d a condescendencia en las voces sibi­
linas p a ra con las artes y agrados de los h om bres, y p o r el o tro elevando hasta lo
increíble el p o d e r que a esas voces les da el dios que las prom ueve; p e ro dentro
de esto, algunos p u n to s de in terp retació n req u ieren debatirse.
La Sibila, en p rim e r lugar (de la que ésta sería la m ás an tig u a m ención),1es
dudoso si d eb e to m arse com o N om b re P ropio (en tal caso, se referiría a la de E n ­
tras en la Jo n ia) o si m ás bien com o designación genérica, o m e jo r todavía com o
N om bre P ro p io , p ero de u n p erso n aje singular, au n q u e de apariciones m últiples,
al estilo de la E sfinge o de la T arasca: pues, a p esar de que se citan luego Sibilas
determ inad as p o r sus locaciones, com o m ujeres inspiradas p o r el dios a la p ro fe­
cía (y V arró n red actó el canon de las D iez Sibilas) y que se supone q u e debían
sucederse u n a a o tra en el p u esto , sin em bargo suele u n o sentir en las apariciones
antiguas (¿cuál es p .e j. la Sibila a que en A ristó fan es P az 1095 y 1116 se refiere
H ierocles y le rem ed an los celeb ran tes de la Paz?) que la Sibila es de algún m odo
la m ism a en cualq u ier lugar, de E ritra s a C um as, y en cualquier época; pero, en
cualquier caso, siem pre su figura está ligada con los cultos de A p o lo y la profecía,
com o la de la Pitia en D elfos. Pues b ien, que la Sibila hable con boca enloquecida
y que en consecuencia p roduzca fórm ulas ásperas, oscuras y sin gracias, son ra s­
gos bien conocidos p a ra tales creencias; p ero ¿cóm o es que la Sibila, p o r gracia
del dios, alcanza con su voz a los mil años?: ya hem os visto que C lem ente y el
au tor de las epístolas heraclitan as h an en ten d id o que se tra ta de su p o d e r para la
previsión de lo fu tu ro (y p o r cierto que el segundo, que seguram ente ha sacado
su profecía del sabio de la ía d e que llega a las Italias de la tradición que dio lugar
334 Razón común — Heraclito

a la colección ju d aica, y a n tirro m a n a , de los L ibros sibilinos, arm a un curioso tin ­


glado cronológico colocando el o ráculo de la Sibila to d a una era antes de H erm o-
d o ro, m ás o m enos o tro ta n to de lo q u e ib a desde H erm o d o ro y H eraclito a la
época en que él escribía p ro fetizan d o del revés), p e ro esa in terp re tació n tiene p o ­
cas probab ilid ad es de a tin a r (pese a lo q u e diga C alcidio, I V p o st., trad , del Tim eo
251 sobre la adm isión de la pro fecía en H eraclito , fu ndado quizá no m ás que en
este texto): los oráculos reales, salvo en la L ite ra tu ra , solían h acer previsiones a
corto plazo, m uy m etidas en la actualid ad de los consultantes. E n tre los estudio­
sos co n tem p o rán eo s suele en te n d e rse algo com o q u e “atraviesa con la voz distan­
cia de mil añ o s” ; p e ro , si b ien ese m o d o de leerlo , con su sugerencia de la voz
de bronce q u e salta m o n tañ as y a tru e n a pu eb lo s, re su lta algo im presivo y hasta
poético, tiene el in co n v en ien te tam b ién de q ue, en p ro sa, no se entiende.
A n te lo cual, se m e o cu rre reco g er los vestigios de u n a tradición p o p u lar to ­
cante a sibilas o a la Sibila q u e d eb ió de re c o rre r to d a la A n tig ü e d ad , en la cual
la Sibila, sin d u d a a consecuencia de lo que he dicho sobre ser siem pre la m ism a
en los m últiples lugares, e ra p ro d ig io sam en te m akraíón o longeva y envejecía in­
term inablem en te: de esa trad ició n , de la que en cu en tro una aparición ta rd ía , pero
m uy viva, cu ando T rim alción (P etr. 48) cu enta q u e había visto en C um as a la Si­
bila colgada en u n a red o m a (¿o acaso una jau la?: com o si con los siglos hubiera
ido encogiendo h asta p a re c e r u n a cuerva u o tra ave p a rla n te ), q u e, al preguntarle
los chiquillos “Sibylla, tí théleis ‘Sibila, ¿qué q u ie re s? ” ’, resp o n d ía ‘ A pothaneín
théló ‘M orir q u ie ro ’” , no m e ex tra ñ a ría q u e co rrieran ya versiones en tiem pos de
H eraclito p o r el país originario de los cuentos m ilesios, y q u e, de E ritra s a C u­
m as, a través de apen as seiscientos años, la m ism a Sibila de que aquí se habla si­
guiera viviendo en tiem pos de P etro n io . C laro q u e, de e n te n d e r así lo de “alcanza
los mil añ o s” , el “con la v o z” o “p o r la v o z” h abía que oírlo en relación no direc­
tam en te in stru m en tal, sino com o “gracias a la voz, p o r favor del dios” .
P ero , estím ese esta sugerencia com o se d eb a, ello es que la frase viene tam ­
bién p o r este m edio, a p a rte la intransigibilidad de las palabras inspiradas, a insis­
tir en la distancia e n tre dioses y h om bres (pues incluso u n a longevidad de mil años
o una fam a m ilenaria, que sólo p o r intervención del dios se alcanzan, no son nada
com parable con la vida de los dioses) y así en este contexto la leem os.

121 79 D -K

ΛΝ-Hr NHPIO} HKOV^E m í


ÍMl} ^ ΑΝΔΚ>),
Razón teológica 335

© O rig. C. Cels. V I 12 : ό μ ω ς μέντοι έβουλήθη (scil. ό Κ έλσ ος) κ α ί τούτο


(scii, ό τι «ή σ ο φ ία τού κόσμου μ ω ρ ία π α ρ ά θεώ έστι» I Cor. 3, 19) δ ε ϊξ α ι πε-
π λα σ μ ένο ν ήμ ϊν κ α ί λ η φ θ έν α π ό τώ ν π α ρ ’ 'Έ λ λ η σ ι σ οφ ώ ν, άλλην μέν είνα ι
φ ησ άντω ν τήν ά ν θ ρ ω π ίν η ν σ ο φ ία ν, άλλην δέ τήν θ ε ία ν , κ α ί έκ τέθ ετα ί γ ε Η ρ α κ ­
λείτου λέξεις, μ ία ν μέν έν ή φ η σιν « ή θο ς .... δέ έχει» (η.° 122), έτέραν δ έ «άνήρ
.... άνδρό ς» . E t Id. ib. 13.
E t E us. T heoph., e uersione Syriaca G erm anice a G ressm ann traducta p. 74 : ille
u ero n o n d u m adultus in hom inibus intellectus ad exactam cum eis quae in caelo
sunt incorporeis diuinis intellegentibus co m p aratio n em rec te om nino uelut puerilis
appellatus est. A tq u e etiam si om nium terrestriu m perfectissim us erit, nihilo p o ­
tio r est p u e ro , cum sibi ipse p osterioribus p erfectionibus aucto co m p aratu r.

© HOMBRE SIN SESO OYE DE BOCA DE UN GENIO


DIVINO TAL COMO NIÑO DE BOCA DE UN HOMBRE.

© N o d eb ería seg u ram en te h a b e r ten id o escrúpulos en unir este fr. directa­


m ente con el siguiente n.° 122, que ju n to s conserva O rígenes (princ. de III) en su
defensa de los cristianos Contra Celso del siguiente m odo: “C on to d o , quiso tam ­
bién sin em bargo (C e lso ) p re se n ta r esa sentencia ( a sab er, que ‘L a inteligencia
del m undo es n eced ad an te D io s’, de la P rim era a los C o rin tio s) com o forjada
p ara nosotros y h e re d a d a de los sabios de en tre los H elen o s, que d ijero n que una
era la inteligencia h u m an a y o tra la divina; y saca ciertam en te a cuento unos di­
chos de H eraclito , u no en el que dice ‘Pues ... tie n e ’ (n.° 122), y el o tro , ‘H om ­
b re ... de un h o m b re ’” : p ues, au n q u e O rígenes los p rese n ta en o rd en inverso, bien
poca im p o rtan cia tien e eso, co nsiderando sobre todo q u e sin d u d a no tom aba él
las frases del libro de H eraclito , si es que disponía de él, ni aun siquiera las com ­
pulsaba allí, sino que las sacaba del libro perd id o de C elso, la R a zó n verdadera
(que bien p u d o , p o r el títu lo , te n e r m ucho de h erencia h e rac litan a), donde podían
ap arecer en el o tro o rd en o en lugares separados. A sí que el lecto r h a rá bien en
leer seguidos los dos fragm entos. P ara ellos a p o rta tam bién testim onio un pasaje
de la Teofanía de E u seb io conservado en versión siríaca, que m e disculpo de ofre­
cer a través de su traducción alem ana. “P ero la inteligencia, todavía infantil, de
los hom bres, p u esta a p ru e b a de com paración con los seres in corpóreos, divinos,
inteligentes, que hay en el cielo, con to d a razón se la llam ó pueril. Y, aun cuando
sea la m ás p erfecta de e n tre las terren ales, en n ad a es m ejo r que un niño, cuando
se la com para consigo m ism a d o tad a de las perfecciones adquiridas luego” .
E n cu an to al ékouse ‘o y ó ’ (pero sin d uda A o r. gñom ico o de sentencia), se ha
solido ad o p ta r (así D -K y W alzer) la p ro p u esta de E . P ete rsen de que el V erbo
a koúó ‘o ír’ está aquí usado con su valor ‘sentirse llam ar’', de do n d e ‘te n e r n o m b re’
o ‘re n o m b re ’, y p o r ta n to con un sentido de la frase com o “El h om bre sin seso se
336 Razón común — Heraclito

oye llam ar p o r la d iv in id ad ” o h asta “se llam a con respecto a la divinidad, tal com o
el niño se oye llam ar p o r el h o m b re ” o h asta “se llam a ‘n iñ o ’ con respecto a ‘hom ­
b re ’” : no m e convence n a d a tal p ro p u e sta , h ab id a cu enta de que el régim en de
G. de la p erso n a a la que se oye se ve rem p lazad o c o rrien tem en te p o r regím enes
con P re p ., incluida ésta, pros, y rec o rd a n d o adem ás que eso de ‘o ír’ aparece más
de una vez en los frs. (v. n .os 16, 39, 99) con usos m uy cercanos del de ‘e n te n d e r’,
com o corresp o n d e al en ten d im ien to de u n a razón que es p a ra nosotros necesaria­
m en te discursiva, te m p o ra l, in sim u ltán ea, y p o r en d e, con ligera m etáfo ra, au ­
ditiva.
C on esas precisiones, el sentido de la frase es tra n sp a re n te , aunque pide luego
p a ra r m ientes en esa co m paración e n tre dos relaciones, la de ‘h o m b re ’ (anér ‘va­
ró n ’ y ‘h o m b re hecho y d e re c h o ’) a ‘n iñ o ’ (y ‘m u ch acho’) con la de ‘genio divino’
(daím ón) a ‘h o m b re ’ llam ándose en am bos casos la relación ‘o ír’: un niño o m u ­
chacho, en fin, u no no e n te ra m e n te conform ado o asim ilado a las convenciones
(no lingüísticas, sino culturales) d o m in an tes, oye lo que un adulto dice con una
cierta extrañ eza, p o rq u e , aun cuando en tien d a la gram ática y participe en la m is­
m a lengua, no en tien d e los sentidos reales que a las frases les dan m uchos conve­
nios de en tre adultos (q u e p u ed en llegar al p u n to de volver del revés el pu ro sen­
tido a que el niño gram aticalm en te alcanza) y que sólo p o r el total som etim iento
a las órdenes que el tra to social im pone le serán asequibles en su día; de un m odo
análogo — dice la sentencia— oye un adulto (y v aró n) lo que la divinidad diga, en
caso de que se digne h ablarle: pues, au n q u e el genio o dios em plee la m ism a le n ­
gua suya y él p o r ta n to llegue a e n te ra rse del sentido gram atical de lo que oye,
inevitablem ente lo c o rro m p erá con infusión de las creencias y prejuicios a que su
adscripción social le obliga, y que no tien en p o r q u é te n e r nada que ver (puede
el equívoco llegar d e rech am en te a la reversión del sentido) con aquellas otras im ­
plicaciones, propias de los d ém ones, con q u e el genio divino lo d ijera, o más bien
con la falta de cualesquiera im plicaciones culturales: pues es lo p ro bable y decen­
te que el dios le h ab lara (com o acaso el niño no form ado) sin más intención que
la de que se oyera en el p u ro sentido gram atical, com o si no hablara siquiera en
una lengua n acional, sino en la lengua de las lenguas, en p u ra lógica. E n todo
caso, la analogía, com o se ve, no im plica m enosprecio del en tendim iento infantil
frente al adu lto (v. a n .os 87 y 110), pues que n ad a en ella invita a establecer una
escala cuantitativa ‘n iñ o -ad u lto -d io s’, sino que razó n utiliza el norm al m en o sp re­
cio de los adultos p ara con el en ten d im ien to p ueril para ab atir a los adultos con
la sugerencia de lo que p u ed en p en sar los dioses sobre su m odo de entenderlos,
y así por ta n to insistir en la incapacidad de los h om bres p ara tra ta r de ni con lo
divino; com o en la co ntinuación en el n.° 122 se nos confirm a.
Razón teológica 337

78 D-K 122
rÀf- ΛΝ^Ρ^>ΡΕΙ0Κ MÉK ΟΥΚ ΕΧΕΙ
ΓΑΤ^ΜΛ^ ·£ΕΊΟΗ A i ΕΧΕΙ.

© O rig. C. Cels. V I 12 (contextum uide sis ad n.° 121).

© γ νώ μ α ς ούκ εχει transp. M arcovich ut ad trim etrum redigeret.

© PUES MODOS DE SER, EL HUMANO NO INCLUYE


SEÑAS DE CONOCIMIENTO, EL DIVINO LAS INCLUYE.

© Sobre el lugar de cita del fr. y su continuidad con el a n te rio r, v. a n.° 121.
Lo que M arcovich p ro p o n e de, con una transposición de p alabras, reducir la fó r­
m ula a un trím etro yám bico y tercio del siguiente, con lo que vendría de la versi­
ficación de razones heraclitan as p o r E scítino de T eos o de un cóm ico, im itador de
la sentencia que en H eraclito h u b iera, no se im pone.
Es de ad v ertir aquí la sintaxis de esta frase, con un T em a general, ethos, an ­
tepuesto y ante gár, d istribuido luego, p o r m én ... dé, en dos T em as de dos P re­
dicaciones, sintaxis que parece bien p ropia de la prosa recién in v entada, y garan­
tiza la bu ena transm isión de O rígenes, pese a que estas dos frases (com o la otra
que cita de H eraclito , n.° 44) estén tom adas del libro de Celso que reb ate.
E n cuanto a la sem ántica de éthos, baste lo dicho al n.° 118; y sobre la contra­
dicción de que aparezca siendo, p a ra un h o m b re, daím ón él m ism o, m ientras que
en los n .os siguientes se hable de otros dém ones o divinidades y aquí se atribuya
un êthos a los h om bres y o tro a los dioses, tam bién hem os advertido en © a ese
n.°. Q ued a p o r ap u ra r el valor de gnóm ás: en los frs. se en cu en tra gnóm é (y en
texto deb atid o ) en el n." 25 con su valor habitual de ‘p e n sa m ien to ’, ‘ac u erd o ’, etc.;
pero está claro que e n te n d e r aquí la p alab ra con sus valores habituales sería con­
d en ar la frase a una ch atu ra increíble p ara la razón heraclitana; valor de algo como
‘noción’, e.e. casi ‘id e a ’, le he atribuido en P arm énides, D -K B 8, 53= L ect. pres.
I v. 111: “Q u e es que aco rd aro n de form as n o m b rar sus dos nociones (e .e . la de
‘que es’= luz, y la de ‘que no e s’= so m b ra) . . . ” ; y v. 119: “ ... no vaya nunca n o ­
ción de m ortales al paso a ro z a rte ” ; m ás cercano a n u estro texto parece lo que se
lee en el hipocrático D e la dieta 12: “así será la gnóm é del h o m bre in aparente al
conocer las cosas a p a re n te s” . C on to d o , la razón h eraclitana d eb e decir algo bien
preciso to can te a la diferencia en tre el m odo de ser de dioses y de hom bres (¿cómo
a los hom bres se les iba a n eg ar alguna especie de p en sam ientos, nociones, ideas,
338 Razón común — Heraclito

ni m enos acuerdos o d ecisiones?), y lo q u e m ás m e ha te n ta d o en tal sentido ha


sido atribuirle a la p a la b ra u n v alo r sem ejan te al q ue tien e com o p ropio gnóm a
-atos (no hace falta sosp ech ar q u e en la tradición tex tu al se haya corrom pido gnóm a
en gnóm ás), com o p .e j. en H e ró d o to V II 52, el de ‘seña de conocim iento’ o ‘de
reco n o cim ien to ’, ‘m edio de e sta r seguro de lo q u e se p ien sa ’; con lo que el senti­
do de la frase p a re c e b a sta n te claro y co n tin u ar bien con lo que precede.
P roclam a pués razó n q u e, ya en su éthos, q u e es casi com o physis p a ra p erso ­
nas, en su p ro p ia h arn a z o m o d o de ser, son rad icalm ente diversos hom bres y di­
vinidades (no q u ita q u e en el n.° 121 la diferencia se fo rm u lara por analogía con
la separación e n tre n iñ o y v arón ad u lto ; p e ro v. en (c) a ese n ú m e ro ), puesto que
en tre los rasgos de la h arn az divina e stá el te n e r gnóm ás, es decir, criterios o dis­
positivos de señales p o r los que p o d e r distinguir en sus conocim ientos o nociones
lo v erd a d e ro de lo falso, en ta n to que la h arn az h u m an a no incluye tal dispositivo
ni criterios, sino que — se im plica— están los h om bres condenados a una p erp e tu a
co n jetu ra (sym bállesthai: v. a n.° 116), con la consiguiente confusión, en am bos
sentidos, e n tre falso y v e rd a d e ro , y co n denados p o r ende a la in certid u m b re, si
no es que vienen a caer, p o r cansancio de la in certid u m b re, en la seguridad h u ­
m ana, esto es, en creer v erd ad y p re sta r fe firm e a algunas de sus opiniones o
conjeturas.
A sí se prosigue la form ulación del alejam ien to y la incom unicabilidad en tre los
dioses y los seres divinos q u e ellos m ism os han ten id o que im aginar, deb id am en ­
te, com o d o tad o s de los rasgos q u e le faltan al m o d o de ser hum ano, y e n tre ellos,
in m ed iatam en te tras el de la vida sin m u e rte , el de la capacidad de un saber al
m ism o tiem po seguro y v erd ad ero .

o í δε A ñ o r a r 01 ék τ 4> η φλυεγ^ν ta

Á<PAKEA ^ K É P T F ^ A I OVK m $ T > W W


T £ X K Η I ■>I r;íX P" Ε<ύ Π E Λ Γ Ο 1 < > Μ 0 Ι Κ ^ Ι Κ , 4 W -
OPWÍNHt <¡>V5n <>V Γ ΙΓ Κ ^ Κ ^ Γ
M f ίΔ Ι Δ Λ ξ , Ε Μ Ι Μ Ε Ί ^ / Η TA
Razón teológica 339

im n rh^ y^ h t a ^ Â p < ? i o y ^i m oí/


Π Γ Â M lliÉO K T A I.

® H ippocr. D e uictu 1 11 : oí δέ .... μ ιμέονται. π ά ν τα γ ά ρ ό μ ο ια α ν ό μ ο ια εόν-


τα .... (v. ad η .° 3 6 )' νόμ ον μέν ά ν θ ρ ω π ο ι εθεσ α ν α υ τ ο ί έω υτοΐσ ιν, ού γινώ σ-
κ οντες π ε ρ ί ών έθεσ α ν, φ ύ σ ιν δέ π ά ν τω ν θ ε ο ί διεκ ό σ μ η σ α ν' τ ά μέν ούν ά ν θ ρ ω ­
π ο ι ...., ό σ α δέ θ ε ο ί δ ιέ θ ε σ α ν .... δ ια φ έ ρ ει (v. ad n.° 52) .... 12 .... ο ΰ τω ς έσται
γνώ μη ά ν θ ρ ώ π ο υ α φ α ν ή ς γ ιγνώ σ κ ο υ σ α τά φ α ν ερ ά κτλ.

© θ ε ώ ν γ ά ρ Η Ε : θ ε ώ Μ : θ ε ιο ν γ. Ρ : όσω ν γ. Θ ού γινώ σ κ ο ντες Μ

ν ό μ ο ν μ ε ν Θ Μ : ν . γ ά ρ a lii θ ε ό ς δ ιε κ ό σ μ η σ ε ν Θ Ρ θ ε ο ί δ ιέ θ ε σ α ν Μ :
ό σ ο ι δ ιέ θ ε σ α ν Θ : θ ε ό ς δ ιέ θ η κ ε Ρ. ( ό τ ι ) ο ΰ τ ω ς ε σ τ α ι γ ν ώ μ η d is tin x it J o ly :
σ υ ν έ λ α β ε ν p o s t ό τ ι add. D i e ls : ό τ ι ... ε σ τ α ι seel. F r e d r i c h .

© Pero los hombres, para examinar a partir de las cosas apa­


rentes las inaparentes, no tienen ciencia: pues, usando artes ase­
mejadas al modo de ser humano, no lo reconocen: que es que
la mente de los dioses les enseñó a i m i t a r l a s o b r a s
de ellos, dioses, conociendo lo que
h a c e n y no c o n o c i e n d o lo q u e i m i t a n .

© M e decido en este caso p o r ascender a condición de fr. del libro un pasaje


del hipocrático D e la dieta, al que tan tas veces hem os acudido p a ra testim onio (y
m ás debíam os h a b e r acudido seg u ram en te), p en sando que es m uy probable que
en este tro zo , y especialm ente en su últim a p a rte , quede un recuerdo muy cercano
de algo que debía h a b e r en las razones de H eraclito; p o r lo dem ás, el texto (pese
a las dudas de lectu ra y p untuación que se ven en © ) se m antiene fuertem ente
heraclitano en lo que le sigue: “pues iguales son todas las cosas al ser desiguales,
y concordes to d as al ser discordes, razo n an tes sin raz o n a r, d o tadas de criterio
(g n ó m én ) sin te n e r criterio , con trad icto rio el sentido de cada u n a de ellas al ser
en tre ellas conform e. Pues ley y n a tu ra , p o r quienes todas las cosas realizam os,
no están conform es e n tre sí estan d o conform es: la ley se la pusieron los hom bres
a sí m ism os, sin co n o cer los hechos sobre los que la po n ían , m ientras que la n a­
tura de to d as las cosas los dioses la o rd en aro n : así que las cosas que los hom bres
dispusieron, nun ca se m an tien en en lo m ism o, ni bien puestas ni no bien puestas
que estén ; en cam bio, cu antas dispusieron los dioses, siem pre están bien, tanto las
340 Razón común — Heraclito

bien puestas com o las n o bien: ta n grande es la diferencia. 12: ... A sí será inapa-
re n te el conocim ien to (g n ó m é ) del h o m b re al conocer las cosas a p a re n te s ...” (hay
en tre los M S S u n a curiosa disidencia, de que v. en © , p ero es sin duda porque
dos de los copistas quisiero n correg ir ‘los dioses’ en ‘el dios’, de quien había v e­
nido a ser m ás co rrien te decir cosas q u e sonab an algo com o éstas); no que no haya
en esa o b ra, y au n en algunas o tras del corpus H ippocraticum , otros pasos que
den a so spechar v e h em en tem en te u n a im itación m uy fiel (aun descontando la a
veces evid en te ten d en cia al m anierism o o estilización ultrah eraclitan a) de razones
del libro de H eraclito (p .e j. en cu an to a los ejem p los de la lógica, especialm ente
el de los a serrad o res, de que v. a n.° 59), p ero es que, adem ás, en este caso el
en caje con los frs. a n te rio re s, tal com o los vengo o rd e n an d o , se hacía tan persu a­
sivo (com o que aquí se d esarro lla con exactitud la diferencia radical en tre ‘dioses’
y ‘h o m b re s’ que en los an terio res se fo rm u lab a), que to d o ello m e hace estim ar
las probab ilid ad es lo b astan te alto com o p a ra p en sar que con esta intercalación se
ofrecen al lector resto s, m ás o m enos fieles, de lo q ue debía de venir en este lugar
del libro.
E n efecto, el e n ten d im ien to h u m an o no es capaz de descubrir la lógica que
yace bajo las realidades: se diría que la progresiva m atem atización de la Física,
e .e. el recon o cim ien to de q u e “ese inm enso libro /.../ está escrito en lengua m a­
tem ática ” , que decía G alileo, era u n a aproxim ación a tal descubrim iento, pero
una y o tra vez resu lta tam b ién esa vía desviada o b o rrad a , por la separación mis­
m a en tre len g u aje y R ealid ad a que la Física (la Ciencia) sigue obligada, arras­
tra n d o m ás bien en su perversió n a las artes m atem áticas. Pues ello es que los h o m ­
bres ni aun se dan c u en ta de que las técnicas (y ciencias) que em plean no están
adecuadas a la v erd ad , sino a las necesidades de la condición hum ana; y en con­
secuencia, p o r un lado, h an de m overse los h om bres (com o, p o r lo dem ás, todas
las cosas) guiados p o r la razón u orden ació n divina, y en tal sentido se dice que
la m ente (noús) de los dioses les enseñó a im itar la actuación divina y su dinám ica
(que es en v erd ad dialéctica: pues en el texto hipocrático los dioses aparecen id e n ­
tificados con razón m ism a; lo cual p u ed e ser u n a ligera infidelidad al original, tal
al m enos com o en este tran ce está u sando de los dioses), p ero , por o tro lado, la
situación ha de ser q u e, sabiendo cuáles son las cosas que hacen, no pu ed en re ­
conocer en ellas los m odelos a que o b ed ecen ; así — se im plica— , al equivocarse
sobre sus actos (to m án d o lo s com o reales, sin reconocerlos com o lingüísticos, com o
el fa rifie n d o , y faciendo, q u e p o d ría rev elar la razó n tras la realid ad ), han de eq u i­
vocarse asim ism o en tod o lo que a los dioses, haciéndolos tam bién reales, les a tri­
buyan. Y es así com o u n a form ulación com o ésta sirve de paso adecuado a la con­
dena de las ideas y prácticas religiosas que en los frs. siguientes se form ula.
Razón teológica 341

*128 d - κ 124
Α ΓΑ Λ Μ Α ^ ΕΫΧΟ/\ίΤΛΙ
AIÍOVOV^IN ^P E f iKOVOV^IK'<)YK in,
λ γ « δ 'δου ^ κ <^rkf> á iíit o v íin .

© A ristocr. Theosoph. 74 : ... ό τι ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ορώ ν το ύ ς 'Έ λ λ η ν α ς γέρ α


το ϊς δ α ίμ ο σ ιν ά π ο ν έμ ο ντα ς ε ίπ ε ’ «δα ιμ ό νω ν .... ώ σπερ ά π α ιτο ιεν» .
E t A cta S. A p o llo n ii p. 116 K lette.

© ώ σ περ ά κ ο ύ ο υ σ ιν scribo : ώ. ά κ ο ύ ο ιεν A rist. : ώ. άκ ούομ εν A cta


ούκ ά π α ιτο ύ σ ιν ά π ο δ ιδ ο ύ σ ιν ώ σ περ ά π α ιτο ΰ σ ιν scribo : ο ύκ ά π α ιτο ύ σ ιν ούκ
ά π ο δ ιδ ο ύ σ ιν A cta : ούκ ά π ο δ ιδ ο ύ σ ιν ώ σ περ ούκ ά π α ιτο ιεν A rist.

© LES REZAN A LAS IMÁGENES DE LAS DIVINIDA­


DES, QUE NO OYEN, COMO A QUIENES OYEN; NO PI­
DIENDO ELLAS NADA, LES DAN SU PARTE COMO A
LOS QUE LA PIDEN.

© A p arece en la Teosofía de A ristó crito , que pocos caps, an tes ha ofrecido el


n.° 125 e n te ro , y que in tro d u ce así esta cita: “ ... que H eraclito , viendo a los h e ­
lenos (e .e . a los p a g a n o s) pag an d o ofren d a a las divinidades (d a ím o s in ), dijo:
‘Les rezan ... p id e n ’” ; y lo m ism o aparece, con v ariantes, en las A ctas de San A p o -
lonio, de fines del s. III, es decir, m uy anterio res a A ristó crito , si bien en la v er­
sión arm enia de las m ism as falta este p asaje, lo que le hacía a D iels sospechar que
era un añadido sob re la redacción prim itiva; ap arte de ello, la lección ev idente­
m ente a lte ra d a (y d isidente en tre los dos testim onios: v. en © ) d e la últim a parte
de la cita (y añádase que se introduce con un “d ijo ” , lo que p arece alejarla de las
probabilidades de h a b e r salido del libro) ha hecho que los editores rechacen el frag­
m ento; p ero ¿cóm o explicar entonces su presencia?: que sea, com o D -K anotan,
una refundición de la segunda p arte del n.° 125 ya de p o r sí no se m antiene m ucho
(si el “a los que no oyen com o a quienes o y en ” p u ed e pasar com o paráfrasis, en
correcto estilo h eraclitan o p o r cierto, del “com o quien conversa con las p a re d es” ,
ya el final “les d an , sin p ed ir, com o a quienes p id e n ” es dem asiado p ara p aráfra­
sis), p ero es que adem ás el toutéoisin agálmasin del n.° 125 ‘a esas im ágenes’ p a ­
342 Razón común — Heraclito

rece inevitable e n te n d e rlo com o anafórico a p a rte a n te rio r del tex to , y p o r tanto
con gran p ro b ab ilid ad a esta p a rte (y el anaisthésían ‘insensibilidad’ que aparece
en el texto de C lem en te citado al n.° 125 m ás b ien co nfirm a que él rec o rd ab a algo
de e sta frase); de m a n e ra que n o sólo m e resuelvo p o r co nsiderar esto com o fr,
legítim o (no es p a ra d esan im ar el que en A ristó crito se introduzca con “d ijo ” , ni
siquiera com p aran d o con la ap o stro fe a los egipcios que él m ism o tra e y de la que
v. tras n.° 119: sus fu en tes son sin d u d a indirectas y elab o rad as p o r la tradición
literaria, y p o r o tra p a rte , el te x to , p ru d e n te m e n te re stitu id o , es buen ejem plo de
pro sa heraclitan a), sino q u e adem ás n o d eb ería seg u ram en te h a b e r tenido escrú­
pulo en ligarlo d irectam en te d elan te del n.° 125, sea lo que sea de la ordenación
en éste de sus dos p a rte s, y au n q u e A ristó crito to m a ra p ro b ab lem en te am bas p a r­
tes de diversa fu en te.
E n cu an to a la restitu ció n del te x to , ya se ve en © cóm o la igualdad de te r­
m inaciones de los D . pl. rep etid o s a ko ú o u si y apaitoüsi con la 3 .a plural (no ática)
apodidoúsi ha d eb id o de co n fu n d ir en alguna o sucesivas ocasiones a los copistas,
o a los citadores m ism os, y cóm o he tra ta d o , co m p arando las lecciones de las A c ­
tas y de A ristó crito , de re p a ra r lo m ás económ icam ente posible el daño.
Y p o r lo d em ás, el enlace con la p a rte a n te rio r, que no p re te n d o que sea in­
m ed iato , sino a través de p asajes p erd id o s, resu lta sin em bargo bastan te p e rc ep ­
tible: después de h a b e r m o strad o razó n la separación o inconm esurabilidad que
ha de m ed iar e n tre aquello q u e, incluso según la idea de ‘dios’ o ‘genio divino’
que los ho m b res se h acen , h ab ría que atrib u ir c o n g ru en tem en te a las divinidades
y las condiciones a q u e están los h om bres som etid o s, se lanza a una crítica (que
deb ía de o cu p ar la p a rte central de la R azó n T eológica) co n tra las prácticas de cul­
to religioso, oració n , sacrificios, purificaciones, m isterios y orgías báquicas, a que
los hom bres se ded ican , p o n ien d o en evidencia los absurdos que laten en el seno
de esas prácticas, p o r ejem p lo , el de q u e, co n fundiendo el signo con la cosa (que
tal es el destino al q u e en to d o los ho m b res, ju sta m e n te p o r su condición lingüís­
tica, están condenados: to m ar el signo p o r la cosa), recen a las estatuas (que, por
otro lad o , ellos siguen sabiendo que no oyen) y d ep ositen a sus pies los diezm os
y prim icias o p artes debidas del sacrificio, afirm ándose en la ilusión de que ha h a­
bido algo com o un co n tra to e n tre h om bres y dioses, según el cual ésa es la parte
que los dioses p a ra sí reclam an , siendo ev id en te, p o r o tro lado, que no pueden
ellos reclam ar p a rte n inguna en las cosas y trato s de los hum anos. P ero sobre esto
más al n.° 125, que el lecto r h a rá bien en leer com o viniendo en el libro seguido
detrás de éste.
Razón teológica 343

5d - κ 125
ΚΑ^ΑΙΡΟΝΊΛΙ Λ’ <AI'nAT|) ΜΛ<*>! λΙΪΜΛΪΪ
MUI/VÔMEAT^ljOÎOK EÎ Π } El$ ΡΗΛ^β*·
£Α<, PHAWI Á PO N RΟΙΤΟ (M ÍN T ^ A I
Δ1 AH ΛΦΚΟΙΗ, £Ϊ T\j ΛνΤ<?Κ ΑΚ&ώ-
m n enom m ai το οντ<*> p o ié o n ta ),
ΚΑΪ roîi ΑΓΑΛΜΑΣΙ ΔΪ TWTÉOIÍIN EV-
XOtf TAI, ^KOÎONT EÏ‘ n i Α # Ι^ Ι ΛΕ^-
Χ Η Ο Υ Ο ΙΤ ·^ ΟΥ ΤΙ Γ Ι Γ Ν Χ ^ Κ ^ Ν ^ ν ^
OV4’ ΗΓ<«>Α^ θ1τΐΝΕ$ ΕΙ$Ι .

© A risto cr. Theosoph. 68 : ... ό τι Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς μ εμφόμενος το ύ ς θ ύ ο ν τα ς το ϊς


δ α ίμ ο σ ιν εφη « κ α θ α ίρ ο ν τ α ι .... λεσχηνεύοιτο θύ ειν» .
O rig. C. Cels. V II 62 : κ α ί μην κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ώ δέ π ω ς ά π ο φ α ίν ε ι- «και το ϊς
ά γά λμ α σ ί .... οΐ'τινές είσι». τί γ ο ύ ν σ ο φ ώ τερ ο ν το ϋ Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ η μ ά ς δ ιδ ά σ κ ο υ -
σιν; ό μέν γε μάλα ά π ο ρ ρ ή τω ς ύ π ο σ η μ α ίν ει η λ ίθ ιο ν τό το ίς ά γά λμ α σ ιν εύχεσ-
θ α ι, εάν μή γιγνώ σ κ η τ ις θ ε ο ύ ς κ α ί ή ρ ω α ς ο ϊτιν ές είσιν.
Id. ib. I 6 : έν το ίς εξής ούν θέλω ν α ύτό κ ο ιν ο π ο ιή σ α ι ώ ς ού π ρ ώ το ν ύ π ό τούτου
εύρ εθέν ε κ τ ίθ ε τα ι Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ λέξιν τήν λέγουσ αν «όμ οια ώ ς ει τις τ ο ίς δόμοις
λεσχηνεύοιτο» π ο ιε ϊν το ύ ς π ρ ο σ ιό ν τα ς ώς θ ε ο ΐς το ίς ά ψ ύ χ ο ις. ούκ ο ύν κ α ί π ερ ί
τούτου λεκτέον ό τι, ο μ ο ίω ς τώ άλλω ή θ ικ ώ τό π ω , έγκ α τεσ π ά ρ η σ α ν το ϊς ά νθρ ώ -
π ο ις ε ν ν ο ια ι, ά φ ’ ώ ν κ α ί ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς κ α ί εϊ τ ις άλλος Ε λ λ ή ν ω ν ή β α ρ βά ρω ν
το ύ τ’ ένενόησε κ α τα σ κ ευ ά σ α ι. έ κ τ ίθ ε τα ι γ ά ρ κ α ί Π έρ σ α ς το ύ το φ ρ ο ν ο ύ ν τα ς, π α ­
ρ α τιθ έμ ενο ς Η ρ ό δ ο τ ο ν ίσ το ρ ο ύ ντα α ύτό (I 131).
Clem . Protr. IV 50, 4 : σύ δέ άλλ’ εί μή π ρ ο φ ή τιδ ο ς ύ π α κ ο ύ ε ις, τού γε σού άκου-
σον φ ιλ ο σ ό φ ο υ , τού Έ φ ε σ ίο υ Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ , τή ν α ν α ισ θ η σ ία ν ό ν ε ιδ ίζο ν το ς το ϊς
ά γ ά λ μ α σ ί’ «καί ά γ ά λ μ α σ ί .... λεσχηνεύοιτο».
G reg. Naz. Or. 25, 15 : σ ύ γχει μέν κ α ί τήν Ε λ λ ή ν ω ν δ εισ ιδ α ιμ ο ν ία ν , ώ ς πρότε-
ρον, κ α ί τήν π ο λ ύ θ ε ο ν α ύ τώ ν ά θ ε ία ν κ α ί το ύ ς π α λ α ιο ύ ς θ ε ο ύ ς κ α ί το ύ ς νέους
κ α ί το ύ ς α ισ χ ρ ο ύ ς μ ύ θ ο υ ς κ α ί τά ς α ίσ χ ρ ο τέρ α ς θ υ σ ία ς π η λώ πηλόν κ α θ α ι-
ρ όντω ν, ώ ς α ύ τώ ν τίν ο ς λέγο ντο ς ή κ ο υ σ α , λέγω δή σώ μασι σώ ματα τ ο ϊς τώ ν
ά λογω ν ζ φ ω ν τά εαυτώ ν.
344 Razón común — Heraclito

E lias C ret. in Greg. N a z. loe. laucl. : ... ο ΰ ς δ ια π α ίζ ω ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς « κ α ΰ α ίρ ο ν-


τα ι δέ» φ ησ ιν «α'ίματι μ ια ινό μ εν ο ι, ώ σ περ αν ει τ ις εις π η λ ό ν .... ά π ο ν ίζ ο ιτο » '
τό γ ά ρ το ϊς τώ ν α λόγω ν ζώ ω ν σώ μασ ί τε κ α ι α ιμ α σ ιν , ά τ ο ϊς -θεοϊς α υτώ ν π ρ ο-
σέφ ερ ον, οϊεσ& αι κ α θ α ίρ ε ιν τά ς τώ ν ιδ ίω ν σ ω μάτω ν ά κ α θ α ρ σ ία ς τ ά ς έκ τώ ν
μ υσαρώ ν κ α ί ά κ α ϋ ά ρ τω ν μίξεω ν έγκ εχρ ω σ μ ένας α ύ το ϊς ο μ ο ιο ν τ φ τον έκ τού
πηλού έμ π επλασ μ ένον ρ ύ π ο ν τ ο ϊς σώ μασι π ηλώ π ε ιρ ά σ θ α ι ά π ο ρ ρ ίπ τε ιν .
A poll. Tyan. Epist. 27 : Τ ο ϊς έν Δ ελ φ ο ΐς ίερεύσ ι. α'ίματι β ω μ ούς μ ια ίνο υ σ ιν ιε­
ρ ε ίς , ε ιτ α θ α υ μ ά ζ ο υ σ ί τ ιν ε ς π ό θ ε ν α ί π ό λ ε ις ά τ υ χ ο ύ σ ιν , ό τα ν μ εγά λα
δυστυχήσ ω σ ιν. ώ τή ς ά μ α θ ία ς. Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ήν σ ο φ ό ς, άλλ’ ο ύ δ έ εκείνος Έ φ ε -
σ ίου ς έπεισ ε μή π ηλώ π η λό ν κ α θ α ίρ ε σ θ α ι.

© κ α θ α ίρ ο ν τ α ι .... π ο ιέ ο ν τ α fo rt, p o st κ α ί το ϊς .... είσι transferendum


α'ίματι άλλω α'ίματι scribo (άλλω iam F ràn k el) : άλλω ς α ίμ α α'ίματι D . S. R o ­
bertson, K irk : α'ίματι α'ίματι B lass, K ochalsky : άλλω ς α ϊμ α τι A ristocr. : α'ίματι
Elias ο ΐο ν A rist. : ώ σ περ αν E lias ει τις α ύ τό ν : εΐ τις μιν Snell,
E rbse ά γά λ μ α σ ι δέ A rist. : δέ om . O rig ., C lem . τ ις το ϊς δόμ. O rig.
ού τι O rig. : θ ύ ε ιν A rist., qui reliqua om nia om ittit γιγνώ σ κ ο ντες
H. W eil.

In O rig e n is textu ά π ο ρ ρ ή τ ω ς / o r í . ά π ό ρ η τ ώ ν u e l s im ile re s c rib e n d u m .


In A p o l l o n i te x tu m : δ υ σ τ υ χ . : δ υ σ θ ε τ ή σ ω σ ι ν K a y s e r ώ τ ή ς ά μ α θ ία ς om . L r N
Ρ s ή ν N Ζ ( K a y s e r ) : δ ’ ή ν cett. ante ή ν add. ό Έ φ έ σ ι ο ς L r N P s.

© Y SE PURIFICAN CON SANGRE, DE OTRA SANGRE


MANCHADOS COMO ESTÁN, TAL CUAL SI UNO QUE SE
HA METIDO EN BARRO CON BARRO SE LIMPIARA
(QUE DE ÉL SE PENSARÍA QUE ESTABA LOCO, SI AL­
GUNO DE LOS HOMBRES SE DIERA CUENTA DE QUE
TAL ESTABA HACIENDO), Y ASÍ TAMBIÉN A ESAS IMÁ­
GENES LES REZAN, TAL COMO SI UNO ANDUVIERA
CONVERSANDO CON LAS PAREDES, NO TENIENDO NO­
CIÓN ALGUNA DE QUÉ COSA SON LOS DIOSES NI TAM­
POCO LOS SEMIDIOSES.

© La transm isión, algo com plicada, del fragm ento es com o sigue: lo da casi e n ­
tero , y en este o rd e n , A ristó crito en su Teosofía (v. a n.° 124), introducido así:
“ ... que H eraclito , criticando a los que sacrificaban a los dém ones, decía ‘Y se p u ­
rifican y llegando h asta “ ... conversando con las p a re d e s” , tras el cual escri­
be un thyein ‘sacrificar’, que no tiene lugar ahí (sugerido acaso por el thyontas ‘a
Razón teológica 345

los que sacrifican’ de su introducción) y que se co nsidera corrupción del oú ti ‘en


n a d a ’ con que sigue en O rígenes Contra Celso la cita; el cual la trae así: “Y ello
es, p o r cierto , que tam b ién H eraclito así m ás o m enos lo declara: Ύ así tam bién
a esas im ágenes ... sem idioses’. ¿Q u é cosa en v erd ad m ás sabia que H eraclito nos
enseñan ellos?: lo q u e es él, m uy m isteriosam ente (¿ o acaso “ex p resam en te” , si
hay u n a ligera corru p ció n en el te x to ? ) tach a de insensato el re z a r a las im ágenes,
si no conoce u no q u é cosas son dioses y sem idioses” ; y ya antes en la m ism a obra
había reco rd ad o , m en o s literalm en te, el paso: “en lo que sigue, pues, queriendo
hacerlo de opinión pública, com o que no fue ése el prim ero que lo in v en tó , saca
a cuento la sentencia de H eraclito que dice que ‘lo m ism o que si uno conversara
con las p a re d e s’ h acen los q u e com o a dioses se acercan a las cosas inanim adas.
Pues bien, tam b ién acerca de eso hay que decir qu e, igual que con el o tro lugar
com ún sobre m o ral, se han esparcido en tre los h o m bres ocurrencias, a p artir de
las cuales ta n to H eraclito com o cualquiera o tro de los helenos o de los bárbaros
tuvo la idea de co n stru ir esa sentencia; pues saca tam b ién a cu en to a los persas
que reflex io n aro n eso , citando a H eró d o to que lo c u e n ta” ; m ás breve referencia
del paso tra e San C lem en te en el Protréptico: “p ero tú , bien, si no haces caso a
la profetisa, oye al m enos a tu filósofo, al efesio H eraclito , rep ro ch án d o les la in­
sensibilidad (anaisthésían) a las im ágenes: ‘tam b ién a esas ... con las p are d e s’” .
E n cuanto a la p rim era p a rte , la de las purificaciones, dan testim onio, a p arte de
A ristócrito , un paso de San G reg o rio N azianceno en sus Serm ones (“confunde tú
tam bién la superstición de los h elenos, com o antes lo hiciste, y su ateísm o poli­
teísta y los dioses arcaicos y los nuevos y los afrentosos m itos y los sacrificios aún
m ás afrentosos de los que se lim pian de b arro con b a rro , com o a alguno de ellos
le oí decir, o sea, en fin, con los cuerpos de los anim ales irracionales sus propios
cuerpos”), con el co m en tario , m ás aten to , que a ese lugar hace Elias C retense:
“ ...b u rlán d o se de los cuales, H eraclito ‘Y se purifican’ dice ‘con sangre estando
m anchados, tal com o si u n o , h abiéndose m etido en b arro , con b arro se lim piara’:
pues lo de creer purificar con las carnes y con las sangres de los anim ales irracio­
nales que a sus dioses les o fren d ab an las im purezas de sus propios cuerpos que en
ellos han q u ed ad o incrustadas con los contactos abom inables e im puros es igual a
lo de tra ta r de lavar con b arro la suciedad que del b arro ha q u ed ad o pegada a los
cuerp o s” ; y en fin, u n a de las Cartas conservadas bajo el nom bre de A polonio de
T iana (el pitagórico del s. I post, que alcanzó tal fam a de m ago, luego glorificado
por F ilóstrato ) dice así: “A los sacerd o tes de D elfos. C on sangre m ancháis los al­
tares los sacerd o tes, y luego se p reg u n tan con asom bro algunos de dónde vienen
que sufran desgracias las naciones, cuando se e n cu en tran en trances desgraciados.
¡Ah de la ignorancia! In telig en te era H eraclito , p ero ni aun él persuadió a los efe-
sios de que no con b a rro de b a rro se lim p iaran ” .
C om o se ve, las p ro b ab ilid ad es de literalidad son buenas para casi to d o el tex­
to, pero en cam bio la unid ad de sus dos partes no está garan tizad a más que por
la cita de A ristó crito , que bien pudo haberlas ju n ta d o él m ism o; es incluso ten ta ­
d o r (v. en © a n.° 124) p en sar que las ha p u esto en o rd e n inverso a com o estu­
vieran en el libro, yendo d elan te la de los rezos, que con el anafórico toutéoisin
‘a esas’ parece continuación y am pliación del n.° 124; p ero tam poco hallo funda­
m ento suficiente p a ra a lte ra r el o rd en , y veo b ien posible que la referen cia a las
346 Razón común — Heraclito

purificaciones (req u erid as e n tre o tras cosas p a ra acercarse con rezos y ofrendas a
los altares) se in se rta ra d etrás de la p rim era crítica a la oración a im ágenes (y a
las ofrendas d eb id as), p a ra volverse luego, tras u n a especie de paréntesis que se­
ría, tal com o lo escribo, la an o tació n del elem en to de lo cura que hay en tales p rác ­
ticas, a la crítica del igualm ente insen sato rezar a p ied ras o leños y a la rem em o ­
ración final de lo que está p o r b a jo de to d as esas críticas, la ignorancia de los h o m ­
bres sobre q u é p u e d a n ser, no ya las im ágenes, sino las divinidades m ism as o daí-
m ones, sean dioses o sean héroes, h íbridos de ‘h o m b re ’ y ‘dios’, sem ihum anos as­
cendidos a condición divina.
P ero esa ignorancia de los h o m b res acerca de dioses y sem idioses está hecha,
com o a lo largo de to d o el libro razó n pro clam a co n stan tem e n te, no de m era falta
de sab er, sino de creen cia en q u e se sabe: son las ideas acerca de divinidades, n a­
cidas del te m o r supersticioso (d eisid a im o n ía) , g en eralm en te dom inantes y p a rti­
cularm en te asum idas, las q u e les im p id en e n te n d e r qué son divinidades, atrib u ­
yéndoles, p o r u n lad o , lo que a los h o m b res les falta (vida sin m u e rte , inteligencia
sin m e n tira ), p e ro cargándolas, p o r o tro , con las condiciones (necesidad de p o d er,
intereses económ icos) q u e a los h om bres en general y a cada uno en p articular
constituyen com o seres y com o reales; es de esa equivocación de donde surgen las
prácticas de h ab lar co n im ágenes q u e no oyen (com o p o r esp ejo , el o ran te re p re ­
senta así su p ro p ia incap acid ad de o ír a los que h ab lan de veras: v. a n.° 121 y ),
de lim piarse de la m ancha de los crím enes que co n stan tem en te les acongoja y a
los que d e b en su vida (pues la contradicción real de ser u n o en tre todos y ser so­
lam ente uno se m anifiesta en que u n o sólo p u ed e vivir de la m u erte de otros) con
sangre de los crím enes cultuales, m u erte de anim ales, que en definitiva son siem ­
p re , com o la cierva p o r Ifigenia o p o r B lancanieves, sustitutos de los verdaderos
sacrificios de sem ejan tes, e .e . de o tro s q u e, sin ser yo, son yo; y tales prácticas,
que se rev elarían in m ed iatam en te com o locas y e n a jen ad as, si se las viera desde
fu era de la e n ajen ació n , le son útiles a razón p a ra rev elar la contradicción que
late bajo la n o rm alid ad de las creencias social- y p riv ad am en te dom inantes y de
la realidad m ism a. E s así com o la crítica de las religiones a que esta R azón T e o ­
lógica se dedica viene a ser a la vez una revelación de la m en tira en la fe, del m ie­
do en la seguridad.

126 69 D -K

... ÍH < ? j Λ Ν' POTE Γε>ΙΤΟ ^ΡΛΚί<*>^,


Razón teológica 347

® lam b í. D e m yst. V 15 : θ υ σ ιώ ν το ίνυ ν τίΑημι δ ιτ τ ά ει'δη, τα μεν τώ ν ά π ο -


κ εκ α θ α ρ μ ένω ν π α ν τ ά π α σ ιν α ν θ ρ ώ π ω ν , οί,α «έφ’ ενός ... σ π α ν ίω ς» , ω ς φ ησιν
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , ή τιν ω ν ο λίγω ν εύ α ρ ιθ μ ή τω ν ά ν δ ρ ώ ν, τ α δέ ενυλα κτλ.

Cfr. Sext. Adv. math. VII 329 : σπάνιος μέν γάρ εστιν ό συνετός, πολύς δέ ό είκαϊος.

© A d Iamblichi textum: άνθρωπω Μ.

© ... (CONTANDO) DE A UNO, PUEDE QUE ALGUNA


VEZ SALIERA (ALGUNO) ESCASAMENTE.

© L a cita, difícil de delim itar, de e n te n d e r y de situ ar, ap arece así en el D e


los misterios de Jám blico: “Pues b ien, de sacrificios distingo dos clases: la una la
(d e los) de los h om bres p e rfectam en te y de to d o en to d o purificados, tal cual ‘de
a uno ... escasam en te’, com o dice H eraclito , o de unos pocos varones fáciles de
contar; y la o tra , la (d e los sacrificios) m ateriales” , e tc étera. A u n q u e no hay m u­
cho fu n dam en to p a ra decidirlo, m e decido p o r creer que la locución de H eraclito
citada (pues no hay lug ar a atrib u irle m ás p a rte del tex to de Jám blico, ni aun ras­
tre a r en él cuál p u d iera ser su S u jeto , tal vez un n e u tro plural, com o en el con­
texto de Jám blico, p ero no desde luego uno com o eíde ‘clases’) se p resen tab a en
el libro referid a tam b ién , com o en Jám blico, a algo com o ‘sacrificios’, ‘purifica­
ciones’ o ‘cultos religiosos’ en g en eral, y p o r consiguiente coloco el fr. en esta o r­
denación, tras los p asajes de crítica de purificaciones y oraciones, y antes del ata ­
que a los cultos especialm ente m istéricos o m ísticos; y es razonable pensar que Jám -
blico, p o r sus aficiones especiales, debió de interesarse p refe re n tem e n te p o r la p a r­
te de la R azón T eológica del libro (cfr. n.° 128; au n que tam bién él cita el n .” 12,
que hem os atrib u id o a la R azó n G e n e ra l), y en ella en co n trar esta locución; la al­
ternativa era, acu diendo a la in cierta colación con una frase de Sexto E m pírico en
que ju eg a el Singular spánios ‘escaso’ ju n to al de p o ly s ‘n u m ero so ’ de un m odo
que algo recu erd a esta locución (“Pues escaso es el e n te n d id o , y num eroso el irre­
flexivo” o “que se ab an d o n a al a zar”), con sid erar q ue la locución aparecía en la
R azón Política, con el a taq u e al n ú m ero dem ocrático, cerca del “uno solo para m í
diezm il” , n.° 91.
Sea de su o rd en ació n com o sea, la locución es adem ás lo bastan te ra ra para
h a b er llam ado la aten ció n de Jám blico y p a ra que los estudiosos m odernos p ro ­
p iam en te no la en tien d an : doy la q u e m e p arece la in te rp reta ció n más n atu ral, to ­
m ando e p h ’ henos ‘sobre u n o ’ com o se usa en el cóm puto serial, cuando se habla
de soldados q u e m arch an ‘de u n o en u n o ’, com o otras veces de los que m archan
epi tettárón ‘de a c u a tro ’ o, altern ativ am en te, ‘de c u atro en fo n d o ’, y p o r consi-
348 Razón común — Heraclito

guíente el V erb o gígnom ai en su valor, n o rm al, p a ra referirse al resu ltad o de una


cu en ta, de m o d o que el spaníós ‘escasam en te’, d estacado al final de la locución,
lo que añad e es u n a exageración de la ra re z a o corto n ú m ero del to tal; lo que Jám -
blico añ ad e, “o de unos pocos fáciles de c o n ta r” p u e d e ser u n a traducción, tal vez
tim o rata, de lo m ism o, p e ro p u e d e tam b ién que el “o ” a p o rte u n a corrección, con
estim ación m enos radical, a lo q u e decía la locución h eraclitana. Pues m i im pre­
sión, insegura c iertam en te, es que ésta d ebía de ser u n a locución burlesca de las
que se usan p a ra no decir “n a d a ” o “n in g u n o ” d irectam en te, com o si fu e ra “con­
tándolos u no p o r u n o , a lo m e jo r resu ltab a que h ab ía u n o , p e ro hinchando la
c u e n ta” .
E n tod o caso, si la locución se refería a los casos de culto o cerem onia de p u ­
rificación que p u d ie ra n co n tarse com o efectivos (esto es, que lim pian de veras de
las ilusiones de los m ás), razón estim aría de sum am ente escasas o de nulas las p ro ­
babilidades de tal acierto , de q u e la religión fuese p o r u n m o m en to racional. So­
bre lo cual es vano a ñ ad ir m ás, d ad a la in certidu m bre del sentido y sitio del
fragm ento.

127 1 4 D -K

... NVtíTIP^AOI, ΜΑΓΟΙ, |A'K.X<Mr AÍWAl,


ίΐν^ΤΛΙ... ΤΑ ΝΟ Μ Ι^ΝΕΝΆ ΚΑΤ’ Al'Wfó·'
POV¿ MVyTHhA À tflE f^ T Ï MVEVNTAl.

© Clem . Protr. II 22, 2 : τίσ ι δε μ α ντεύετα ι Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ό Έ φ έ σ ιο ς; νυ κ τι-


π ό λ ο ις, μ ά γο ις, β ά κ χο ις, λ ή ν α ις, μ ύ σ τα ις' το ύ το ις α π ε ιλ ε ί τ α μετά θ ά ν α τ ο ν , τού-
το ις μ α ντεύετα ι το π υ ρ ’ «τά» γ ά ρ «νο μ ιζό μ ενα .... μ υούντα ι». νόμ ος ούν κ α ί
ΰ π ό λ η ψ ις κενή τ ά μ υσ τή ρ ια κ α ί το ύ δ ρ ά κ ο ντο ς α π ά τη τίς έστι θρ η σκευόμενη κτλ.
Eus. Praep. Ε ν. II 3, 37.

Cfr. Arnob. Adv. nat. V 29 : ac ne quis forte a nobis tam impias arbitretur confictas res
esse, Heraclito testi non postulamus ut credat, nec mysteriis uolumus quid super talibus sen­
serit ex ipsius accipiat lectione: totam interroget Graeciam, quid sibi uelint hi phalli, quos
per rura per oppida mos subrigit et ueneratur antiquus: inueniet causas eas esse quas dici­
mus etc.
Razón teológica 349

© νυ κ τιπ ό λο ι .... μ ύσ ται casu recto scribo (iam B ollack-W ism ann) : Datiui
su n t in Clementis contextu α κ εα (n.° 128) fu it fo rsa n in hac sententia
ά ν ιέρ ω ς τι Clem . P μ υεύ ντα ι E usebi Β Ι Ο : μ ύ ο ντα ι E u seb i Η : μυοϋνται
Clem . : μυέονται, n im iru m fuerat.

In Clementis textum: τίσι δε Eus. I O : τ. δη Clem., Eus. cett.

© ... RONDADORES NOCHERNIEGOS, MAGOS, CO­


FRADES DE BACO, SORES DE DIONISO, INICIADOS ...
LOS QUE SE TIENEN ENTRE LOS HOMBRES POR MISTE­
RIOS SAGRADOS, NADA SAGRADAMENTE SE INICIAN
EN ELLOS.

© La referen cia es de San C lem ente en el Protréptico o Suasorio, que p o r des­


gracia la da e n tre v e rad a con su pro p io texto, del siguiente m odo: “Y ¿a quiénes
les profetiza H eraclito el efesio?: a ro n d ad o res de noche, a m agos, a bacos, a le­
nas, a m istas: a ésos les am enaza con lo de tras la m u erte, a ésos les profetiza el
fuego: pues ‘los q u e se tien en ... en ello s’. A sí p u es, ley y creencia vana los mis­
terios y un cierto engaño de la S erpiente son al que se rin d e c u lto ...” ; así que es,
com o se ve, difícil decidir h asta dónde llega la cita literal; y nada ayuda la copia
en E usebio del p asaje de C lem en te, si bien p o r la form a del últim o verbo (v. en
© ) ap orta una g aran tía a la literalidad de la segunda p a rte de la cita; asimismo
es probab le que la enu m eració n de los oficiantes m aldecidos, aunque no sea en el
m ism o C aso, p ro ced a del original. Poco nos ilum ina la indudable referencia de A r­
nobio en su Contra las naciones (e .e . los paganos), que tuvo la m ala idea (si es
que de veras estab a en su m ano) de absten erse explícitam ente de citar a H eracli­
to: “ Y, no sea q u e alguien se crea que ta n im pías ideas las hem os in v entado no­
sotros, no ya pedim os que p reste fe a H eraclito p o r testigo ni querem os que se
en tere po r lectu ra de él m ism o de qué es lo que él opinó acerca de tales m isterios:
pregúntele a la G recia e n te ra qué es lo que significan estos falos q u e por los cam ­
pos, p o r las ciudades la costum bre antigua en d ereza y venera: en co n trará que las
causas son las que decim os . . . ” : ú nicam ente apoya algo m ás la estrecha conexión
con que este fragm ento y los n .os 129-30 debían de sucederse en el libro. P o r otra
p a rte , pued e que la p a la b ra ákea ‘rem ed io s’ q u e es el n.° 128 apareciera inserta
en estas m ism as frases que está aquí refiriendo San C lem ente, p o r ejem plo al co­
m ienzo de la segu n d a, d an d o algo com o “esos rem edios que se tien e n en tre los
hom bres p o r m isterios” .
E s bien posible que lo que h u b iera aquí fuese, com o San C lem ente dice, algu­
na im precación co n tra los oficiantes en u m erad o s, aco m p añ ad a de algún m odo de
350 Razón común — Heraclito

am enaza, al estilo de los profetas: no se d esd eñ a a veces razón de to m ar esa fi­


gura (recu érd ese el n.° 13 c o n tra los co n stru cto res y testigos de falsedades), y de
ser así, no sería im p ro b ab le q u e volviese a ap arecer aquí alguna am enaza con la
v enida del fuego sem ejan te a la del n.° 80 (sin que sea m otivo bastan te p ara tra s­
lad ar aquí ese frag m en to ), q u e razó n e n te n d e ría en el sentido de que todas las
ideas reales a que los creyentes se aferran se co n fu nden en la p u ra realidad del
fuego, e.e. la razó n com o realid ad , m ien tras d e ja ría que los devotos de esos cul­
tos la e n ten d iesen com o p u d ie ra n ; n o hay, sin em b arg o , que afiliarse dem asiado
a tal im aginación del p asaje, pues que C lem en te conocía lo b asta n te bien el libro
de H eraclito (es él quien cita el n.° 13) p a ra h a b e r e n h eb rad o p o r su cuen ta la d e ­
nuncia de m istéricos y orgiásticos y la reco rd ació n de “lo de tras la m u e rte ” (que
debe corresp o n d er a lo q u e dice en n.° 134) con lo de la venida del fuego, cristia­
nam en te en ten d id a.
Sea com o sea, lo q u e im p o rta en este tran ce es preg u n tarse cóm o es que ra ­
zón, después de h a b e r denu n ciad o las prácticas n o rm ales de oración, sacrificio y
purificaciones, se enco n a especialm en te, en este n.° y los que siguen, co ntra esos
cultos, diversos p ero con los rasgos com unes de la iniciación, la orgía y el m iste­
rio, de la religión dionisíaca, de la m agia y de la m ística: alguien po d ría co n ten ­
tarse con re c o rd a r que ésos e ra n (en cierto m o d o , lo son siem pre) los tipos de re ­
ligión m ás recien tes, m ás “o rie n ta le s” , m ás a la m o d a y m ás vivos, y que es táctica
de razón elem ental dirigir la crítica de la religión a sus form as m ás dom inantes en
el m undo y m ás posesivas de las alm as; p e ro , sin que esa explicación táctica deje
de ser razo n ab le, algo hay en esos m odos de culto (la m agia, venida con su nom ­
bre de la P ersia y en general las danzas y celebraciones n o cturnas, m ás o m enos
ligadas a la devoción de H éc a te y las co rrerías b ru jeriles; las sectas de D ioniso,
p e n etran d o p o r la T racia, con las prácticas del éxtasis o salirse de uno m ism o para
te n e r al dios en el lugar del alm a y las orgías en q ue resucita la natu raleza y la
vida; los m isterios, com o los tradicionales de E leusis u otros m ás o m enos ilum i­
nados p o r O rfeo , resto s acaso de religiones de antes del O lim po, en los que a los
creyentes, con la iniciación g radual y la visión de los secretos, se les asegura una
ultratu m b a v en tu ro sa) algo hay qu e, p o r m ás que no se tra te sino de form as exal­
tadas de lo que es p ro p io de to d a religión, rep u g n a con razón especialm ente: que
es que en tales cultos la ilusión de liberación de la determ inación y de las leyes
(las sociales y tam b ién las físicas, que son tam b ién sociales, en cuanto que la so­
ciedad es n a tu ra le z a), la ilusión de liberación de uno del alm a o propio ser y de
la m u erte, está co n stan tem en te recru d ecien d o , con su apelación a instancias p re ­
ten d id am en te ilegales o subracionales, el im perio de la creencia o falsedad gene­
ral y dom in an te (p o r eso está “la H é la d e ” o “el O ccid en te” constantem ente n e ­
cesitando la invasión de m ísticas “o rie n ta le s”) y alejan d o aún m ás las posibilida­
des de descubrim iento de la contradicción en que la R ealid ad y la vida propia está
fundada. N ad a de ex trañ o pués en que razón se incline con especial encono a la
crítica de esas form as de religión, y com o oirem os en los núm eros siguientes, les
co ntrapon g a, p o r un lad o , incluso la decencia de la sociedad norm al, y les haga,
por o tro , ver la m u e rte en la vida que p ro m eten .
Razón teológica 351

68 D -K 1 2 8

-4Κ.ΕΛ

© lam bí. D e m yst. 1 11 : θ ε ρ α π ε ία ς ο ύν ενεκα τή ς εν ή μ ΐν ψ υ χ ή ς κ α ι μετριότη-


το ς τω ν δ ια την γένεσ ιν π ρ ο σ φ υ ο μ ένω ν αυτή κ α κ ώ ν λύσ εω ς τε α π ό τω ν δεσμών
κ α ί α π α λ λ α γ ή ς χ ά ρ ιν τ ά τ ο ια ϋ τ α π ρ ο σ ά γετα Γ κ α ί δ ιά το ΰ το εικ ό τω ς α υ τά ακεα
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς π ρ ο σ εϊπ εν , ώ ς έξακεσ όμ ενα τά δ ειν ά κ α ί τ ά ς ψ υ χ ά ς έ ξά ν τεις άπερ-
γ α ζό μ εν α τώ ν έν τή γενέσ ει σ υμ φ ορώ ν.

© REMEDIOS.

© La p alab ra se la atribuye a H eraclito Jám blico en su D e los m isterios (“así


que con vistas a la curación del ánim a que en n osotros hay y en gracia de u n a m o­
deración de los m ales que p o r la generación se le apegan y de liberación de las
ataduras y escap ato ria es p o r lo que los tales cultos se trib u ta n ; y p o r eso p ro b a­
blem ente los llam ó rem edios H eraclito , com o q u e van a rem ed iar las pen as y a
d e ja r a las alm as sanas de las desgracias que en la generación se d a n ”) de tal m a­
n e ra que no cabe d uda de que tam b ién en H eraclito , com o en Jám blico, la pala­
bra se aplicaba, si no p recisam en te, com o H . G om p erz sostenía, a la “erección de
los falos” y a los “p arlam en to s o b scen o s” , aco m pañantes de m uchos cultos anti­
guos y po p u lares, de q u e habla Jám blico en sus capítulos a n terio re s, al m enos a
cultos orgiásticos y en gen eral noto rio s p o r los excesos en ellos au torizados y exi­
gidos. D e cóm o bien p u d o esa apelación figurar en las frases del n." 127, hem os
hablado en © a ese núm ero.
P or lo dem ás, tam poco cabe duda de que el to n o y sentido con que la apela­
ción se aplicaba en tal contexto a tales cultos no e ra ciertam ente el de la glosa que
hace Jám blico, sino que m ás bien recu erd a aquél con que P en teo (si es que era
razonable la atribución a él de los vv. 328-29 de las Bacantes de E urípides que una
vez p ro p u se), rech azan d o fren te a T iresias la e n tra d a del culto dionisíaco, em plea
la m ism a p alab ra (“P o rq u e estás loco de rem ate, y ni en las drogas / hallarás re­
m edios y no sin ellas en ferm o e stá s” , aludiendo con ‘drogas’ seguram ente tam bién
al vino), es decir, calificando los ritos m ágicos, fálicos, orgiásticos o m ísticos de
m edicinas p a ra la norm al irracio n alid ad , necedad o locura, de los hom bres, rem e­
dios vanos n a tu ra lm e n te , com o que no sólo no atacan al lu gar de la enferm edad,
sino que p u ed en , al m u d arla de form a y p resen tarse, com o orgía o arre b a to , en
alternancia tem p o ral con la n o rm alid ad , co rro b o ra r su e n ferm ed ad y en tre otras
cosas confirm ar, con esa altern ativ a, la condición fu n d am en tal de la fe en el
tiem po.
352 Razón común — Heraclito

129 15 D -K

f í ΜΗ ΓΛΡ Δ ί Ο Ν Υ ^ Ι J'OMPHN FPOI-


ÍOHTQ ΚΛ1 VMJyEON Xl^MA /lA<>ÍOl·
UK ÍNAUÉ¿, <^ΑΪΔΕΚΤΑΤΑ ΕίΡΓΑ^Τ41.
Δε ί Δ μ ι Δι<>νyjo$ ,
❖ ΤΕ<*>| mÍN<?MT/Al KM AHIsTAI^VfIΛΓ.

0 Clem . Protr. II 34 : ... ού κ α τα λ α μ β ά νει το ν Π ρ ό σ υ μ ν ο ν έτεθνή κ ει γά ρ .


ά φ ο σ ιο ύ μ ενο ς τ φ εραστή ό Δ ιό ν υ σ ο ς έ π ί τό μνημεϊον όρ μ ά κ α ί π α σ χ η τιά . κλά-
δ ον ούν σ υκής, ώ ς ετυχεν, έκτεμώ ν, α ν δ ρ είο υ μ ορίου σ κ ευ ά ζετα ι τρ ό π ο ν έφέζε-
τα ί τε τ φ κ λ ά δ ω , την ύ π ό σ χ εσ ιν εκτελώ ν τ φ ν εκ ρ φ . υπ ό μ νη μ α του π ά θ ο υ ς τ ο ύ ­
του μ υσ τικ ό ν, φ α λλ ο ί κ α τά π ό λ ε ις ά ν ίσ τα ν τ α ι Δ ιο ν ύ σ ω - «εί μη .... ειργα σ ταί»
φ ησιν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ’ «ώ υ τός .... λη ν α ϊζο υ σ ιν» , ού δ ιά την μ έθην του σώ ματος,
ώ ς εγώ οί,μαι, το σ ο ύ το ν όσον δ ιά την έπ ο ν είδ ισ το ν τή ς ά σ ελγεία ς ίερ ο φ α ντία ν .
Plut. D e Is. 28, 362 a : κ α ί μ έντοι, Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ τού φ υσ ικ ο ύ λέγοντος « 'Ά ιδ η ς
κ α ί Δ ιό ν υ σ ο ς ώ υ τό ς, ό τεψ .... λ η ν α ϊζο υ σ ιν» , εις τα ύ τη ν ύ π ά γ ο υ σ ι την δ ό ξ α ν οί
γ ά ρ ά ξ ιο ύ ν τες 'Ά ιδ η ν λέγεσ θ α ι τό σ ώ μα τή ς ψ υ χ ή ς, ο ίο ν π α ρ α φ ρ ο ν ο ύ σ η ς κ α ί
μ εθυού σ η ς εν α ύ τ φ , γ λ ίσ χρ ω ς ά λ λ η γο ρ ο ΰ σ ι' β έλτιον δέ το ν ’Ό σ ιρ ιν εις τα ύ τό
σ υνά γειν τ φ Δ ιο ν ύ σ ω τ φ τ ’ Ό σ ίρ ιδ ι το ν Σ ά ρ α π ιν , ότε την φ ύσ ιν μετέβαλε,
τα ύ τη ς τυ χ ό ν τι τή ς π ρ ο σ η γο ρ ία ς.

© έ π ο ιο ϋ ντο codd. ά σ μ α τα Η α ν α ιδ έ ς, ά ϊδ έσ τα τα (paronom as-


tice ad α ιδ ώ ς et ad Ά ϊδ η ς luditur) scribo : ά ν α ιδ έ ς, α ν α ιδ έ σ τα τα iam R eich (et
α ν α ιδ έ ς ( , ,.) τ α τ α W ilam ow itz) : α ν α ιδ έ σ τα τα codd. εϊρ γα σ τ’ άν Schleier-
m acher, edd. 'Ά ιδ η ς κ α ί Δ ιό ν υ σ ο ς ο ύ το ς ότε ούν μ. κ. λη ρ α ίνο υ σ ιν Plut.

© PUES SI NO LE HICIERAN A DIONISO SU PROCE­


SIÓN Y CANTARAN UN HIMNO A LAS VERGÜENZAS
DESVERGONZADO, PECADO DE VERGÜENZA Y MUER­
TE. PERO UNO MISMO ES HADES DIOS DE MUERTE
QUE ESE DIONISO POR QUIEN LOQUEAN Y HACEN BA­
CANALES.
Razón teológica 353

© L o tran sm ite San C lem ente en el Suasorio de este m odo: m on u m en to


m istérico de esa afección, los falos que p o r las ciudades se le erigen a D ioniso:
‘pues si no ... p ecad o de vergüenza y m u e rte ’ dice H e ra clito , ‘p ero u n o m ism o ...
b acan ales’, no ta n to — pienso yo— p o r la e b rie d a d d el cu erp o , cuanto p o r la afren ­
tosa revelación sacra de la im p u d icia.” ; p e ro la p rim era frase nos ha llegado evi­
d en tem en te co rro m p id a en su final, lo que h a im p ed ido e n te n d e r pro p iam en te el
sentido de to d a ella: a lo m ás claro que se llegaba, m an te n ien d o , o casi, la lección
de los M S S (v. en © ) e ra a algo com o “Si n o fuera a D ioniso a quien le hacen la
procesión y e n to n a n him no a las v ergüenzas, h ab ría q u ed ad o hecho lo m ás d es­
v ergonzad o ” , es decir, “Si no fuesen en h o n o r de D ioniso esos cultos, serían de
lo m ás afren to so ” ; p e ro la restitu ció n que p ro p o n g o no sólo tien e la v irtu d de d a r
a la frase un sentido m ás acorde con su estru ctu ra g ram atical, am én de m enos ch a­
to y m ás h eraclitan o , sino que — lo que es m ás— p ro p o rc io n a un enlace con la
frase segunda (ésta la da tam b ién P lu tarco , con ligera v arian te, en su D e Isis y O si­
ris: “y con to d o , al decir H eraclito el científico ‘H a d es y D ioniso el m ism o, p o r
quien loq u ean y hacen b acan ales’, lo aplican a esa creencia: pues los que consi­
d eran que se llam a al cuerp o H ad es del alm a, com o que en él se encu en tra fu era
de quicio y b o rrach a, con tím ida alegoría in te rp re ta n : p ero m e jo r tra e r a Osiris a
equiparación con D io n iso , y con O siris a Sarapis, h a b ien d o él, cuando cam bió de
n a tu ra , recibido esa ap elació n ”), enlace que hasta a h o ra resu ltab a h a rto sutil o c a ­
prichoso; se tra ta con mi p ro p u e sta de que se restituye una p a la b ra (la pérd id a en
los M S S se explica so b rad am en te bien p o r haplografía y p o r la rarez a del térm ino)
aïdéstata, Superi, de un A d j. aidés, apenas atestiguado, con significado de ‘invisi­
b le’, que tiene la virtud de que hace paron o m asia o ju eg o etim ológico (y que ra ­
zón no se d esd eñ a de tales juegos lo hem os co m p ro b ado rep etid am en te en los frag ­
m entos), p o r un lad o , con las p alabras de raíz aid- ‘vergüenza, resp eto , afre n ta ’
que ap arecen , ya p o r duplicado, in m ed iatam en te an tes, anaidés ‘desvergonzado’
y aidoíoisin ‘verg ü en zas’, e .e . ‘v erijas’, ‘m iem bros p u d e n d o s’, con alusión princi­
palm ente a los falos de las fiestas báquicas y de o tras, y p o r o tro lado, con el nom ­
bre A id es del dios de las ánim as so terrañ as y de la m u e rte , de cuyo inevitable a
su vez relacio n am ien to , p a ra h ab lan tes de dialectos que lo ten ía n en esa form a,
con aquel A d j. aïdés ( ‘invisible’, p ero acaso tam bién ‘inuísus’, ‘m al v isto ’ y ta m ­
bién ‘que hace d e sa p a re ce r’) ya hem os ten id o ocasión de h ab la r en © al n.° 112 ;
y en fin, p a ra ser m ás precisos, no m e inclino a p en sar que esa locución aïdéstata
eírgastai ‘ha q u ed ad o hecho lo m ás vergonzoso y m ás de H ad es (m ortal, ab o rre­
cible)’ la im provise aq u í la razó n h eraclitan a, sino m ás bien a q u e la traiga a m odo
de cita im plícita de u n a fórm ula co n d en ato ria que em plearían los oficiantes de los
cultos báquicos (e n tre los cuales p u d o to m ar ese A d j. los usos y resonancias que
le atribuy o ), con lo cual, de p aso, se explica m ejo r la falta de án, e.e. del M odo
Irreal, en la apódosis, que los edito res h ab ían tra ta d o de rem ediar. P e ro , sea de
esto lo que sea, el caso es que la restitución p ro p o rcio n a el paso n atu ral para la
m ención de H ad es en la réplica que sigue y su identificación con aquel D ioniso.
A través de un ju eg o de p alabras pués llega razó n , sin em b arg o , a la fórm ula
m ás p e n e tra n te que p o d ía hallar p a ra la crítica de los cultos báquicos u orgiásti­
cos: téngase en c u en ta q u e la religión de D ioniso se p resen ta com o u n a religión
354 Razón común — Heraclito

de la V ida, p o r la resu rrecció n de lo n atu ral (v. a n.° 127), y es en tal condición
com o h a in co rp o rad o esos elem en to s, sin d uda tradicionales y an teriores a la lle­
gada de D ioniso, q u e son las procesiones del falo erguido, acom pañadas de can­
ciones y p arlam en to s desvergonzados (uno de los orígenes de n u estro te a tro ), d o n ­
de se tra ta de lib erar las fuerzas germ inales, al tiem p o que se las libera de los res­
p etos y convenciones con q u e el o rd e n h ab itu al las tiene restringidas; y es en vir­
tu d de ello com o los oficiantes báquicos, con el p roceso de inversión de valores
que es pro p io de la religión n u ev a, d en u n cian (y con la furia de que dan testim o ­
nio las leyendas de P e n te o o de L icurco tracio) de aborrecible y m o rtífera la ac­
titud de los que no se e n treg an al ferv o r orgiástico y al desen freno que se ha vuel­
to ritual; que en ese sentido de la inversión de valores he em pleado en © el té r­
m ino ‘p e c a d o ’. A sí p u és, se lanza d erech a razón a rev elar que esa p reten d id a re ­
surrección y vida de D ioniso es lo m ism o q u e los h om bres llam an m u erte, claro
está que no en el sentido de la piad o sa glosa de San C lem ente, en que cristiana­
m ente es el pecado el que a su vez ha venido a ser m u erte, ni en el de la in te r­
p retación que P lu tarco rech aza, p a ra o frecer p o r su p a rte una analogía con los cul­
tos egipcios de altern an cia de vida y m u erte: es sencillam ente, que vida es m u er­
te, ya sea del m odo q u e en los n .os 112-115 a p ro p ó sito del ánim a o vida y de las
vidas se ha form u lad o que vida de noso tro s los seres es m u erte de la vida y vice­
versa, ya com o en n .os 65-67 se tra ta b a la oposición ‘m ortales / in m ortales’, ya
com o aho ra volverá a form ularse explícitam ente en n.° 130, ya sea, en general, en
cuanto que ‘v id a’ y ‘m u e rte ’ form an u n a synállaxis h a rto fu n d am en tal, de m anera
que ‘vida’ sólo p o r ‘m u e rte ’ q u ed a constituida com o noción concebible y m a­
nejable.
Pues p o d rían c o n testar a eso los oficiantes de los ritos de orgía y desenfreno,
y m ás aún los de los cultos m ísticos y extáticos, que ju sta m e n te de lo que se trata
es de s a l i r s e d e s í m i s m o , de tal m odo q u e, elim inado yo, la vida
reine; pero razones le sobran a razón p a ra reco n o cer que lo que con tales consig­
nas se predica y, lo q u e es m ás, se vende y tiene éxito e n tre las poblaciones, no
pu ede ser sino un falso león o león dom éstico, es decir, que la p retensión de e n a ­
jen am ien to en la vida infinita no es m ás que o tro m edio de m antenim iento de la
vida p ro p ia, y p o r consiguiente las orgías de u n a noche o los arreb ato s ocasionales
nada m ás que en tre te n im ie n to , m odos de llenar el tiem po vacío que la ideación
de la vida com o tiem po im plica n ecesariam en te, n ada m ás que distracciones del
posible descubrim iento; p o r lo cual precisam en te h iere razón con tal im piedad a
los que en arb o lan la vida com o b a n d e ra , y es así la declaración de que el que los
hom bres llam an H ades es el m ism o q u e el que llam an D ioniso una flecha tan som ­
bría com o esplendorosa.
Razón teológica 355'

2 1 D -K 130
ΕίΤΊΗ ΕΓΕ^Ε/ίΓε^ <>PÉ-
ΟΜΕ/γ, <>K^A ΔΕ EVAWTEf VWO^ .

© C lem . Strom . III 21, 1 : τ ί δέ; ο ύ χί κ α ι Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς θ ά ν α τ ο ν την γένεσιν


κα λει, Π υ θ α γ ό ρ α τε κ α ί τω έν Γ ο ρ γία Σ ω κ ρ ά τει έμψ ερώ ς, εν ο ίς φ ησι « θ ά να το ς
... ύ π νος» ; άλλα το ύ τω ν μέν ά λ ις - έπ ειδ ά ν δέ π ερ ί τώ ν ά ρ χώ ν δια λα μ β ά νω μ εν,
τότε κ α ί τά ς ε ν α ν τιό τη τα ς τα ύ τα ς, α ς ο ι τε φ ιλ ό σ ο φ ο ι α ίνίσ σ ο ντα ι ο ϊ τε π ερ ί
Μ α ρ κ ίω να δ ο γ μ α τίζο υ σ ιν , έπ ισ κ εψ ώ μ εθ α .
Id. ib. V 105, 2 : π ά λ ιν τε αύ ό Π λά τω ν έν μέν τφ έβδόμω τή ς Π ο λ ιτε ία ς (521
c) τήν έ ν τα ϋ θ α η μ έρ α ν νυ κ τερ ιν ή ν κέκληκε (δ ιά «τούς κ οσ μ ο κ ρ ά το ρ α ς» , ο ίμ α ι,
«τού σ κ ότους τούτου» ( E p h es. 6, 1 2 )), ύ π ν ο ν δέ κ α ί θ ά ν α τ ο ν τήν εις σώ μα κ ά ­
θ ο δ ο ν τή ς ψ υ χ ή ς, κ α τά τα ύ τά Ή ρ α κ λ είτω .

© ύ π ν ο ς : ζωή N estle : ύ π α ρ M arcovich.

In C lem en tis te x tu m : Π υ θ α γ ό ρ α τ ε edd. : Π υ θ α γ ό ρ α ς δ έ co d .

© MUERTE ES TODO LO QUE DESPIERTOS VEMOS:


TODO LO QUE DURMIENDO, SOPOR.

© C itado p o r San C lem en te en sus Centones, con el inconveniente de que el


copista de nuestro M S, en ten d ien d o m al, debió de alte ra r la introducción de la
cita (v. en ® ), de m odo que resu ltab a atribuida a P itágoras; p ero los editores han
corregido bien sin d u d a, y lo que dice a continuación confirm a la atribución a H e ­
raclito: “P ero ¿qué?: ¿no es cierto que tam bién H eraclito llam a m uerte a la ge­
neración, en acorde con P itágoras y con el Sócrates del Gorgias, donde dice ‘M uer­
te ... so p o r’? P ero b aste de esto , y ya cuando en trem os a tra ta r sobre los princi­
pios, exam inem os entonces las contradicciones esas que los filósofos form ulan por
enigm a y que los secuaces de M arción hacen d ogm a” ; y tam bién confirm a la atri­
bución, po r m ás to rcid a que la glosa sea, la referen cia en otro libro de los Cento­
nes: “Y de nuevo a su vez P lató n en el séptim o de la R epública h a dejad o llam ado
‘n o c tu rn a l’ al día que allí hace (e .e . en la especie de H ades con que se com para
la vida sin filosofía) (deb id o — creo yo— a ‘los em p erad o res de esta tin ieb la’ (que
se dice en la Epístola a los efesio s)), y sopor y m u erte al descenso del alm a al cuer­
po del m ism o m odo que H eraclito ” .
356 Razón común — Heraclito

Se pasa con este fr. a lo q u e en m i o rd en ació n es la últim a p a rte de la R azón


T eológica, a sab er, lo to can te a los novísim os, p o strim erías, ultim idades o escato-
logía; p ero se pasa, com o se ve, p o r m ed io de u n estrecho enlace con los pasajes
an terio res, dedicados a la crítica de las religiones de la vida y los m isterios: p e r­
cibe razón q u e el fu n d am en to y prestigio de esas religiones (com o tam b ién de la
religión en g en eral, según la lín ea que explícitam ente seguirían E p icuro y L u cre­
cio) se encu en tra en el m iedo y la in certid u m b re de los ho m b res ante su m uerte
(incertidum bre y m iedo q u e n o son m ás q u e reflejo em otivo de la im posibilidad
lógica sobre la q u e está m o n ta d a la realid ad , incluida la de cad a u n o ), y así se apres­
ta , con la im pía p ie d a d p a ra con “los q u e se olvidan de p o r d ó n d e va el cam ino”
que suena a lo largo de to d a su T eología, a a fro n ta r esa aparición de las ultim i­
dades, no c iertam en te p a ra o frecer esp eran za, com o las religiones, p e ro sí para
tra ta r de desvelar algo de la tra m a q u e b ajo el m iedo yace. E s así com o em pieza,
de u n a m an era a p a re n te m en te trad icio n al, a utilizar la analogía con el sueño, y a
ella se dedican, al m enos según m i in te rp re ta ció n , éste y los tres frs. que le si­
guen; ya en la R azó n G en eral se hizo uso de esa analogía (n .os 1 y 5) y aun en la
Política (n.° 100) se la to ca al paso; p ero bien se percibe cóm o aquí su uso es o tro ,
con el tono de to d a esta p a rte teológica.
E n el fr. p resen te lo p rim ero es reco n o cer q u e, en bu en estilo de p rosa hera-
clitana, la coordinación de los dos m iem bros im plica una relación com parativa,
casi com o si d ijera “A sí com o lo que vem os desp iertos ..., así lo que vem os d o r­
m idos ...” , p ero que esa relación es reversible, de m odo que es el segundo m iem ­
bro el que debe más bien ilum inar el p rim ero , casi com o si d ijera “A sí com o lo
que vem os dorm idos ..., así lo que vem os d espiertos . . . ” ; y en segundo lugar, debe
q u ed ar claro (pues que en n u e stra lengua están desgraciadam ente confundidos el
sueño de do rm ir y el sueño de soñar, so m n u s y so m n ium , hypnos y enypnion, lo
que en © m e ha im pedido em p lear su eñ o ) que el P redicado que en ese segundo
m iem bro se em plea es hypnos, n o m b re del sueño de dorm ir, de m anera que no
es la banalidad de que lo que se ve d u rm ien d o son sueños lo que ahí se dice, sino
que esos sueños no son m ás que sopor o dorm ición (un poco al m odo que Freud
explicaba a veces los sueños com o destinados a h acer dorm ir o d ejar d orm ir), y
es con esa situación con la que quiere razón que se com pare lo que pasa con lo
que vem os en la vida de la vigilia: to d as estas cosas que vem os, la realidad en
sum a, incluida la de noso tro s m ism os, es m u erte de un m odo sem ejante a com o
los ensueños son d orm ición, es decir, q u e son apariciones prom ovidas por la m uer­
te y destinadas a m a n te n e r la m orición o vida de la m u erte, que es la realidad de
nuestras vidas (p a ra la oposición e n tre la vida y los destinos propios v. los n .os
114-115 al final de la R azón Política); el uso que hace razón de la analogía es as­
tu to , p ero razonable: ap rovecha la actitud norm al de relativo desprecio de las en ­
soñaciones, o en to d o caso rechazo de su realid ad (lo m ás, d eben leerse com o sím ­
bolos, una especie de len g u aje que nos revela algo sobre una realidad o tra que
las ensoñaciones m ism as), lo q u e las reduce a dorm ición, e.e. a m ecanism o para
la continuación de la vida real, y p ro p o n e que tal actitud se traslade por analogía
a las realidades de la vigilia: las cuales no serán ento n ces sino m ecanism os de m o­
rición (pues que el vivir es m o rir de m odo análogo a com o el dorm ir es tam bién
vivir), en to d o caso incapaces d e recibir fe alguna e n su realid ad últim a y directa.
Razón teológica 357

sino, lo m ás, posibles de leer com o signos de un len guaje (lo q u e en v erd ad son,
en cuanto que la razó n se co nvierte en realid ad ) que p u ed a rev elar algo de una
verd ad ex trañ a a las realid ad es al m ism o tiem po que m anifiesta en ellas. Así la
vanidad de la apelación (religiosa o de o tra laya) a la vida en sí se ratifica, al des­
cubrirnos en la vida q u e o p onem os a la m u erte la p resencia con stan te de la m u er­
te m ism a. Sobre la analogía se v olverá con m ás ahínco e n el n.° 133; p e ro antes,
al m enos según o rd e n o , h a de exaltarse tod av ía el p o d e r y realid ad , en relación
con la m u erte, de los ensueños.

96 D -K 131

KÉKVE^, KOPFiW £Κ.£ΛΗΤ«ΓρΜ...

© S trab. X V I 26, 784 : ίσ α κ ο π ρ ία ις η γ ο ύ ντα ι (scii, ο ί Ν α β α τ α ΐο ι) τα νεκρά


σ ώ μ ατα, κ α θ ά π ε ρ Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς φ ησ ι «νέκυες κ ο π ρ ιώ ν έκβλητότεροι», δ ιό κ α ί
π α ρ ά το υ ς κ ο π ρ ώ ν α ς κ α το ρ ύ ττο υ σ ι το ύ ς βασιλείς.
Schol. Τ (Β) ad Ω 54 : ό τι ά π ό γης το σώ μα κ α ι ό τι β αρ ύ κ α ί γεώ δ ες, ώς κ α ί
Ε μ π ε δ ο κ λ ή ς, κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς «νέκυες κ ο π ρ ιώ ν έκβλητότεροι».
Plut. Sym p. IV 4, 3, 669 a : ώ ς γ ά ρ τά χρ ώ μ α τα (το ύ φ ω )τ ό ς , ούτω ς ο ί χυμοί
(το ύ ά ) λ ό ς δ έο ν τα ι π ρ ο ς τό (κ ιν ή ) σ α ι την α ϊσ θ η σ ιν ' εί δέ μή, β α ρ είς τή γεύσει
π ρ ο σ π ίπ το υ σ ι κ α ί ν α υ τ ιώ δ ε ις ' «νέκυες» γά ρ « κ ο π ρ ιώ ν έκβ λητότεροι», κ α θ ’
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν ' κ ρ έα ς δέ π α ν νεκ ρ ό ν έστι κ α ί νεκρού μ έρ ος' ή δέ τώ ν άλώ ν δύνα -
μις, ώ σ περ ψ υχή π α ρ α γ εν ο μ ένη , χ ά ρ ιν α ύτώ κ α ί η δ ο νή ν π ρ ο σ τίθ η σ ι.
Plot. Enn. V 1, 2 : κ α ί θ ε ό ς έστι δ ιά τα ύ τη ν ό κ όσ μ ος ο δ ε, έστι δέ κ α ί ήλιος
θ ε ό ς ό τι έμ ψ υχο ς κ α ί τά άλλα ά σ τρα , κ α ί η μ είς, εϊπ ερ τι, δ ιά το ύ το ' «νέκυες»
γ ά ρ « κ οπ ριώ ν έκβλητότεροι».
Philo D e fu g a et inv. 61 : ... α θ ά ν α το ν δ ’ έν τ φ π α ρ ’ ή μ ΐν β ίω , έπ εί π ρ ό ς γε τήν
έν θ ε ώ ζω ή ν ά ψ υ χ ο ν κ α ί νεκ ρ ό ν κ α ί «κ ο π ρίω ν» , ώ ς έφη τις, «έκβλητότερον».
Pollux O nom . V 163 : « κ ο π ρ ίω ν έκβλητότερος», εί δ ει κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν λέγειν.
O rig. C. Cels. V 14 : ... άλλ’ ο ύ τι γε τά α ισ χ ρ ά ό θ ε ό ς δ ύ ν α τ α ι ουδέ τ ά π α ρ ά
φ ύσ ιν β ο ύ λ ε τ α ι.... 19. κ α ί ψ υ χ ή ς μέν α ιώ ν ιο ν βιοτή ν δ ύ ν α ιτ ’ αν π α ρ α σ χ ε ϊν «νέκ­
υες» δέ, φ η σ ιν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , « κ ο π ρ ίω ν έκβλητότεροι»' σ ά ρ κ α δη , μεστήν ών ουδέ
ε ίπ εϊν κ α λό ν, α ιώ ν ιο ν ά π ο φ ή ν α ι π α ρ α λ ό γω ς ούτε β ουλή σ ετα ι ό θ ε ό ς ούτε
δ υνήσετα ι.
Iulian. Or. V II 226 c : δ ει γ ά ρ α ύ τό ν (scii, ό Κ υ ν ικ ό ς) .... ό λ ιγω ρ εΐν δ έ πάντη
358 Razón común — Heraclito

τοϋ σ ώ μ ατος κ α ι ν ο μ ίζ ειν α υ τό , κ α τά το ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , «κ ο π ρ ίω ν έκβλητότε-


ρον», εκ του ράσ του δέ α ύ τώ τά ς θ ε ρ α π ε ία ς ά π ο π λ η ρ ο ύ ν , εω ς αν ό θ ε ό ς ώ σπερ
ό ρ γά νω τώ σ ώ μ ατι χ ρ ή σ θ α ι έπ ιτά ττη . Inde Suid. s.u. ‘Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ’: όνομα
κ ύ ρ ιο ν, ό τι Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς εφη ο λ ιγω ρ εϊν π ά ν τη τού σ ώ μ α τος κ α ί νο μ ίζειν α ύ τό κ ο ­
π ρ ίω ν έκβλητότερον κτλ. E t G eorgius C ed ren u s H ist. C om p. 157 c : τέτα ρ το ς
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , κ α ί ο ύ το ς σ χεδό ν σ ύμ φ ω να τώ Π υ θ α γ ό ρ α φ θεγξά μ ενο ς. εφη δέ κ α ί
το ύ το , ό τι π ά ντη τού σ ώ μ α το ς χρ εώ ν ο λ ιγω ρ εϊν κ α ί ν ο μ ίζειν α ύτό κ ο π ρ ίω ν
έκβλητότερον.

© νέκ υες S tra b ., Schol. : νέκ υ ες γ ά ρ P lo t., Plut. : νέκ υ ες δέ O rig. Frag­
m entum insequenti n.° 132 continuandum censeo.

In P lu ta r c h i textu la cu n as s u p p i. T u r n e b u s et B e n s e le r .

© CADÁVERES HUMANOS, MÁS DE DESECHAR QUE


ESTIÉRCOLES...

© U n a locución que vino a ser de dom inio del gentry-lore, de m an era que de
las num erosas fu en tes que p ara él tenem os apenas puede creerse que vengan de
lectura directa la de E stra b ó n (“p o r igual con los m uladares estim an (los naba-
te o s) los cuerpos m u erto s, tal com o H eraclito dice ‘cadáveres ... estiércoles’, por
lo cual al pie de los basu rero s e n tierran a los re y e s”), acaso, p o r transm isión in­
directa, la de un escolio al v. del últim o libro de la Ilíada en que A polo les re ­
cuerda a los dioses, a pro p ó sito de las vejaciones de A quiles al cadáver de H éc­
tor, “pues es al fin sord a tierra lo que él u ltraja en su fu ria” (“ ... porque de tierra
el cuerpo, y p o rq u e p esado y terro so , com o tam bién E m pédocles, y aun H eracli­
to: ‘cadáveres ... estiérco les’”), tal vez la de P lutarco (“pues, así com o los colores
requieren de la luz, así los gustos de la sal, p ara excitar el sentido; p e ro , si no,
pesados le caen al gusto y nauseab u n d o s: pues ‘cadáveres ... estiércoles’, según
H eraclito ; p ero to d a v ianda es un cadáver o p a rte de cadáver; sólo que la fuerza
de la sal, añadién d o sele com o un alm a, le a p o rta gracia y p la c e r”), y aunque ab re­
viada, la del O nom ástico de Poluce: “ ‘más de desech ar que estiércoles’, si hay que
decirlo con H e ra c lito ”); p ero ello es m ás que dudoso para el resto de los testim o­
nios, que d eben de h a b e r to m ad o la locución ya del alm acén de los cultos (aunque
O rígenes de su ad versario C elso, que pudo h ab erla leído en el libro), y que ad e­
más la usan no sólo e n te n d id a com o frase co m p leta, sino cercándola de la torcida
in terp retació n que era de esp erar: P lotino “Y es dios gracias a ella este universo,
y es tam bién dios el sol en cu an to anim ado de vida, y tam bién nosotros, si por
algo, p o r eso m ism o: pues ‘cadáveres ... estiérco les’” , Filón, ... “pero inm ortal en
la vida de en tre n o so tro s, ya que lo que es con respecto al vivir en D ios, inani­
m ado y cadáver y ‘m ás que los estiérco les’, com o alguno dijo, ‘de desech ar’” . O rí­
Razón teológica 359

genes, p ero en m odo alguno, p o r cierto, p u ede D ios las cosas feas, ni tam p o ­
co las co n tra n a tu ra las quiere ... y del alm a, sí, p u ed e que le sea posible ap arejar
una vida sem p itern a, p ero ‘cad áv eres’ dice H eraclito ‘m ás de desechar que estiér­
coles’: la carn e, en fin, llena de las cosas que ni aun decir es b ien , declararla ab ­
su rdam en te sem p itern a ni q u e rrá D ios ni p o d rá ” , y en fin, Juliano en un o de sus
Discursos, “pues d eb e él (e l c ín ic o )... y despreciar de to d o en todo el cuerpo y
considerarlo, según H eraclito , ‘m ás de desech ar que estiércoles’, y por los m edios
m ás fáciles satisfacer sus cuidados, h asta que el D ios, com o de un instrum ento,
o rdene valerse de é l” ; que es de d o n d e sin d u d a ha derivado la versión, ya term i­
n ad a de a d u lte ra r, q u e ap arece en Suidas, b a jo el epígrafe ‘H e ra c lito ’, “ ... que H e ­
raclito dijo de d esp reciar de todo en to d o el cuerpo y considerarlo m ás de dese­
char que estiércoles», etc., y en el bizantino Jorg e C ed ren o , “el cuarto H eraclito,
que pronunció tam b ién él sentencias m ás o m enos conform es con P itágoras; pero
dijo tam bién eso, que es preciso de to d o en to d o d espreciar el cuerpo y conside­
rarlo m ás de desech ar que estiérco les” .
Poco vam os a sacar el lecto r ni yo de ta n ta lite ra tu ra , com o no sea tom ándolo
com o m uestra eje m p la r del m odo en que una locución escrita pued e llegar a ga­
nar, en la tradición de los cultos, u n a m ala in terp retació n cada vez más segura a
m edida que se aleja de su contexto original. A penas hay que añ ad ir que los estu­
diosos m odernos han seguido to m ándose la frase com o una declaración de H e ra ­
clito, que en algún p u n to , al m odo q u e Juliano dice de los cínicos, se hubiera d e ­
dicado a reco m en d ar a rro ja r los cadáveres com o su m am ente despreciables. P or
mi p a rte , no hallaba lugar, en tre n uestros num erosos restos de razones de la ra ­
zón, donde situar sem ejan te trivialidad postsocrática; p e ro sólo cuando la fortuna
me trajo a relacionarlo con la m isteriosa frase incom pleta del n." 132 caí en la cuen­
ta de que esto p ro b a b le m e n te no hab ía siquiera sido u na frase com pleta (o lo m ás,
una frase de p rep aració n an titética, con m èn, a o tra que viniese a contradecirla
d eb id am en te), sino sólo la p rep aració n del tem a p a ra lo que en ese n.° se dice.
A quí pués se co n stata sim plem ente el hecho, reconocido tam bién por la práctica
de la sociedad norm al, de que los cadáveres son ekbletóteroi ‘m ás desechables’ o
‘desp erd iciad ero s’ que el estiércol, com o lo son, puesto que el estiércol se guarda
en el m uladar p ara servir de ab o n o , m ientras que n o rm alm en te a los cadáveres
hum anos se les co n d en a a la inutilidad. Y sin e m b a rg o ... el lecto r h ará bien en
tom ar este nékyes (la p alab ra es más rica y secreta que n u estro ‘cad áv eres’, pues
vale tam bién p ara lo que n osotros decim os ‘los m u e rto s’), no directam en te como
S ujeto de lo que pasa en el n." 132, p ero sí com o T em a a lo que ello va a referir­
se, y en leer con cierta confianza este fr. en ligazón in m ed iata con el siguiente.
360 Razón común — Heraclito

132 63 D -K

... in ^ A £l Í<>NTI KAl


ο υ λ α κ λ <. rir/m ê A i é r E r r i X / v -
T-^K M I ΝΈΚ.Γ«>Ν\

® H ippol. R ef. IX 10 (post n.° 67) : λέγει δέ κ α ί σ α ρ κ ό ς ά νά σ τα σ ιν τα ύ τη ς


φ α ν ερ ά ς εν ή γ εγ εν ή μ εθ α , κ α ί το ν θ ε ό ν ο ιδ ε τα ύ τη ς τή ς ά να σ τά σ εω ς α ίτιο ν ,
ού τω ς λ έ γ ω ν « ένθ α ... νεκρώ ν» (sequitur n.° 84).

© έ νθ α δ ’ έόντι cod., D -K : έ ν θ α δ έο ν τι W alzer : έ ν θ α δ ιά θ εό ν τε uel εν­


θ ά δ ε έόντα ς B ern ay s, B u n sen : ε ν θ ά δ ε έστι uel εν θ ε ώ δ έον τ ι P etersen : ένθα
θ ε ό ν δ ει Sauppe (postea φ ύ λ α κ α scribens) : έ ν θ α θ ε ό ν τ ιν ’ Patin (id.) : έ νθ α δ ’
εύ δ ο ντι uel έ ν θ α θ ε ώ δ ό ν τι uel έ ν θ έ φ (siue έ ν θ φ ) δ ’ έόντι (post n.° 128 fra g m en ­
tis 130-131 transpositis) ipse uarie tem ptaueram . A liq u id certe quale δο κ εΐ uel έφάνη
desideratur. φ ύ λ α κ ες B ollack-W ism ann έγερ τί ζώ ντω ν B ernays,
B unsen : έγερ τιζό ντω ν cod.

© ... PERO AL QUE ESTÁ ALLÍ (le parece) QUE SE


VUELVEN A LEVANTAR ANTE ÉL Y QUE SE CONVIER­
TEN EN VIGILANTES DE LOS VIVOS QUE ESTÁN EN
VELA Y DE LOS MUERTOS.

© T ransm itido sólo p o r San H ipólito en su larga sarta de citas heraclitanas (y


esto, ap arte las dificultades de in terp retació n , añ ad e p a ra m í el to rm en to de que
sería el único de la sa rta que n o q u edase o rd en ad o en la R azó n G eneral; pero no
he dejad o que mi persu ació n de que ahí el santo p ad re sólo leía de esa p arte de
la o b ra m e fuerce en la ord en ació n ; y adem ás, bien p udo te n e r ap u n tad a de algún
otro sitio la cita, p o r cierto incom pleta, de éste), el fragm ento ha dado m ucho que
ro er, com o se ve en © , a los ed ito res y estudiosos, p o rq u e , prim ero, lo del co­
m ienzo, con el eónti ‘p a ra el que e s’ o ‘e stá ’, com o lo da el M S, no se deja en ­
ten d er fácilm ente, y segundo, parece evidente q u e falta un V erbo del que d epen­
dan las O raciones de Infinitivo, y tercero , que no se da en el texto satisfacción a
lo que San H ip ó lito anuncia en la introducción de la cita, que reza así: “Y habla
tam bién de la resurrección ( anástasin) de esa carn e aparencial en la que somos
Razón teológica 361

nacidos, y sabe a D ios causante de esa resurrección al decir así: ‘pero al que ...
m u erto s’” ; de m an era q u e es n atu ral que varias de las co n je tu ra s hayan buscado
la p alab ra theós ‘d io s’ en el com ienzo del tex to , m ientras se las habían diversa­
m ente con el m olesto eónti. P ero , au n q u e p o r m i p a rte he hecho tam b ién varias
tentativas en otras direcciones (incluidas u n a, enlazando d irectam en te los n .os
131-32 con la crítica de los cultos entusiásticos, tras el 129, que hace ap arecer aquí
un enthéói o ya co n tracto énthói ‘lleno del d io s’, ‘en tran ce ex tático ’, la p alab ra
de que deriva la fam ilia de enthousiasm és, y o tra que in tro d u ce el heúdonti ‘p a ra
el d u rm ien te ’ que la in terp retació n q u e aquí doy p o d ría h acer e sp erar), al fin, con
to d o , pienso que la te rc e ra dificultad p u ed e eludirse d ejan d o q u e San H ipólito in ­
te rp re ta ra p o r su cu en ta el ‘p a ra el que allí e stá ’ com o u n a referen cia a ‘D io s’, con
lo cual desaparece tam bién la p rim era, si p odem os conservar el eónti del M S con
algún sentido razo n ab le (en cuanto a la segunda, hay que resignarse a que se haya
perdido en la copia o haya sim plem ente q u ed ad o fu era de la cita el V erb o im ­
p ersonal con valor de ‘se v e ’, ‘ap areció ’, ‘p a re c e ’ del q ue d ep en d an los Infinitivos,
así com o tam bién quizá un re fe re n te pro n o m in al en A c. que les sirviera de Sujeto
y que recogiera, según mi in terp retació n , ‘los m u e rto s’ del fr. a n te rio r), sentido
del ‘para el que allí e s tá ’ que encon traríam o s dándole a éntha ‘allí’ o ‘en to n c es’ el
valor anafórico de referirse al sueño (el h yp n o s del n.° 130), de m an era que, en
oposición a la desestim a que en la vigilia se hace de los m u ertos, al que está d o r­
m ido se le levantan en fren te, e tc.; es de n o ta r que el V erb o epanístasthai ‘volver
a alzarse’ es el p ropio p a ra referirse p recisam ente a cadáveres que resucitan; y que
los cadáveres resucitados en el sueño se conviertan (con inversión de la oposición
‘vigilia / su eñ o ’) en g uardianes o vigilantes así de los vivos, incluso los que están
despiertos, com o de los cadáveres (n ekró n , o tro d erivado de lo m ism o que el né-
kyes de n.° 131, de m odo que el co n ju n to de am bas p artes de la sentencia vendría
a cerrarse en anillo) resu lta m ucho m ás ilum inador q ue dificultoso.
Leem os pués la in com pleta frase tal com o se nos ha transm itido, y la ligamos
con los frs. an terio res m ás o m enos del siguiente m odo: “ ... así com o cuantas co­
sas vem os d u rm ien d o son so p o r” (n.° 130): (y p árese m ientes en lo que en el sue­
ño pasa: q u e ) “ los cadáveres h um anos, más desechables que estiércol” (p a ra los
vivos en la vig ilia), “en cam bio, al que está en el sueño se le aparecen volviendo
a levantarse y h aciéndose vigilantes a su vez de aquellos vivos que despiertos los
despreciaban lo m ism o que de los otros m uertos que yacen en su rein o ” ; con lo
cual tenem os una llam ada de atención sobre la aparición de ánim as de difuntos,
que tam bién p ara L ucrecio (p .e j. I 134 s., “al p u n to q ue ver cream os y o ír a a q u é­
llos delante / cuyos huesos, pasad a la m u erte, la tierra cierre y ab race”) m erecen
atención com o grave fu n d am en to de los tem o res religiosos; pero aquí (sin que esté
ausente el ataq u e a la creencia religiosa, con su noción contradictoria de ‘ánimas
de difunto s’, e.e. ‘vidas de m u erto s’) la función de esto es o tra , como destinado
que aparece a seguir utilizando la analogía del sueño com o m edio de a rro jar al­
gunos vislum bres de claridad en las tinieblas de m u erte y vida: si en los ensueños,
que no son más que so p o r (n.° 130), p u ed en alcanzar ta n to p o d er y llegar a inver­
tir la relación e n tre ‘v igilante’ y ‘d o rm id o ’ aquéllos que la visión norm al y realista
tiene p o r los m ás desvalidos y desechables de los seres, bien se insinúa que aqué­
llos que en la vigilia se tien en p o r despiertos y p o r guardianes, dirigentes o cela­
362 Razón común — Heraclito

d o res, de o tro s vivos lo m ism o que de los m u erto s (cuyos cadáveres desechan) p u e ­
den estar som etidos a u n a ilusión análoga, p a ra los ojos del d espierto, a aquélla
que hace lev an tarse los m u erto s a los ojos del d o rm ido; en la x o cuarto térm ino
de esa regla de tres, la situación de u n d e sp e rta r a su vez de esta ilusión de la vi­
gilia, situación p o r cierto en la q u e n o caben p a ra v erla ni concebirla otros ojos
que los de la razó n m ism a, q u e, com o razó n que es, ya no es visión ni tiene ojo
(ni cabe, p o r ta n to , q u e h ay a ahí ningunos seres v e rd ad e ram e n te despiertos que,
a m odo de daím ones o ángeles, rem p lacen a los falsos despiertos de la vida), en
esa situación se d escubre la ilusión de los que creen estar viviendo sus vidas y go­
bern an d o sobre vivos y m u erto s de un m o d o análogo a com o los hom bres, al des­
p e rta r, denuncian de ilusión las p reten sio n es que los m u erto s se arro g aran en su
sueño. P ero aún en el fr. siguiente va a ju g arse m ás explícitam ente con la analogía.

ÍH £Υ·ΦΡ0ΝΉΙ Af1*
ΤΕΎ4Ι, t<*>VT<*>\ ΛΓ04ΑΝ<^Η APOCES
AÉ ΛΡΤΕΤΑΙ

ÉrrHror<¿í Λ' γ τ ε τ λ ι e va o n t o ·? .

© Clem . Strom . IV 141, 1 : όσα δ ’ αύ π ερ ί ύ π ν ο υ λέγο υ σ ι, τα α υτά χρή κ α ι


π ερ ί θ α ν ά τ ο υ έ ξ α κ ο ύ ε ιν έκά τερο ς γ ά ρ δη λο ϊ τη ν ά π ό σ τα σ ιν τής ψ υ χ ή ς, ό μέν
μάλλον, ό δέ ή τ τ ο ν δ π ερ εστι κ α ί π α ρ ά Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ λ α β ε ϊν « ά ν θ ρ ω π ο ς ...
εύδ ο ντο ς» .

© εύφ ρόνη Sylburg : ευφ ροσ ύνη cod. φ ά εο ς scribo : φ ά ο ς cod., edd.
έαυτω cod. ά π ο θ α ν ώ ν p ro glossem ate W ilam ow itz secludebat
ά π ο σ β εσ θ είς ζώ ν cod. : ά π ο σ β εσ θ εις ό ψ εις ζώ ν edd. om nes
Razón teológica 363

[άποσβ. όψ εις] ζώ ν δέ D iels olirn cum Schw arzio, ά π ο θ α ν ώ ν seruans, p o st ζώ ν


δέ interpungens [εϋδω ν] G igon [ά π ο σ β εσ θ είς ό ψ εις] W ilam ow itz
εϋδω ν ά π ο σ β . ο ψ . : εΰδω ν έγρ η γο ρ ό το ς ά π τ ε τ α ι L ow the εϋδω ν
ά ποσβ. όψ . έγρ η γο ρ ώ ς ά π τ. εΰδ. adn. ed. M igne.

© UN HOMBRE EN LA NOCHE CON LA LUZ TOCA, AL


HABER QUEDADO, MUERTO, APAGADO PARA SÍ MIS­
MO: Y VIVIENDO, TOCA CON EL MUERTO AL DORMIR,
AL HABER QUEDADO APAGADO DE OJOS; DESPIERTO,
TOCA CON EL DURMIENTE.

© C onserva el p asaje San C lem ente en sus Centones, p rese n tán d o lo com o
m uestra de la analogía ‘sueño / m u e rte ’: “Y a su vez, cuantas cosas dicen acerca
del sueño, las m ism as hay tam b ién que oírlas referidas a la m u erte: p u es uno y
o tra m anifiestan la d eserción ( apóstasin) del ánim a, la u n a en m ás, el o tro en m e­
nos; lo cual ju sta m e n te es tam bién d ado recogerlo de H eraclito: ‘un hom bre ...
d u rm ien te ’” ; p ero el tex to , que tal com o lo da el M S apenas ofrece evidencias de
o rden gram atical de h a b e r sufrido alteraciones, no ha d e jad o sin em bargo de v er­
se zaran d ead o p o r críticos y estudiosos (v. en © ) , qu e, no en ten d ién d o lo a su gus­
to, han p ro p u esto to d a laya de co n jetu ras, princip alm ente por supresión de algu­
nas palabras o ten tativ a de nuevas puntuacio n es; sin e n tra r en ellas, advierto sólo
que p o r mi p a rte no he hecho sino acep tar la trivial corrección de Sylburg, que
hace ap arecer (com o en n .05 31, 48, 51) el nom b re eufem ístico de la noche, euph-
róné, norm al en el libro de H eraclito (podríam os decir algo com o ‘la S eren a’), y
en cam bio corregir la form a phá o s ‘luz’ en su G enitivo pháeos, de m odo que el
V erbo háptetai ten g a ahí el m ism o régim en de G . que tiene en sus dos siguientes
apariciones y p o r ta n to , com o en ellas, el significado de ‘alcanzar a ’, ‘to car a’, ‘e n ­
tra r en relación co n ’: no d eja de aso m b rarm e un poco que mis p redecesores en la
lectura, que p o r cierto suelen, que yo sepa, unir el heautôi ‘p a ra sí m ism o’ con
ese háptetai, no hayan visto la incongruencia gram atical que ahí se daba: pues, si
se quería leer ese V erbo en esta p rim era ocasión, al con trario que en las otras,
con su acepción de ‘p re n d e r, e n c e n d e r’, al te n e r que tom arlo en Voz M edia, les
qued ab a el heautôi (“enciende p ara sí p ara sí m ism o”) re d u n d a n d o sin m otivación
visible; que la contigüidad de los sem antem as de p h á o s ‘luz’ y háptetai ‘toca co n ’
o ‘se en cien d e’ se d u je ra a un copista p ara to m ar el V erbo en su segunda acepción
se com prende y sirve p a ra explicar la consiguiente alteración del G . pháeos en A c.
pháos; pero en los doctos varones actuales la seducción se com prende m enos; es­
cribiendo, p o r los d em ás, com o lo hago, con el M S, el heóutói aposbestheís ‘ap a­
gado para sí m ism o’ (d o n d e ni aun es preciso secluir con W ilam ow itz el apothanón
com o glosa) hace balanza con el aposbestheís ópseis ‘apagado d e o jo s’ del m iem ­
bro siguiente.
364 Razón común — Heraclito

Pues ello es que el paso d eb e leerse desm em b rad o según con la puntuación d e ­
fectivam ente indico: el m iem b ro A , “U n h o m b re ... p a ra sí m ism o” se opone con
el m iem b ro B “y viviendo, ... d u rm ie n te ” , q u e a su vez co ntiene una antítesis e n ­
tre el subm iem bro b ' “to ca con el m u erto ... de o jo s” y el b" “despierto ... d u r­
m ien te ” , en cu an to que A se refiere al q u e ha m u erto y i? al que está vivo, ya
dorm ido, ya d esp ierto ; y q u e, cum pliendo B fre n te a A la ley de los m iem bros cre­
cientes, en cam bio, d e n tro de B , b" sea m ás corto que b ' no debe ser m otivo su­
ficiente p a ra añadirle u n a rep etició n del “ap agado de o jo s” (q u e, p o r lo dem ás,
ten d ría su sen tid o , en cu an to que el d esp ierto , al c e rra r los o jo s, im ita al durm ien­
te ), ya que sem ejan te chólósis o claudicación la hem os en co n trad o alguna o tra vez
(así en n.° 77), y en g eneral la p ro sa an titética, recién in v en tad a p a ra la razón he-
raclitana, n o p arece sentirse m ay o rm en te obligada a la ley de los m iem bros cre­
cientes, que cada vez im p eraría m ás en la retó rica p o sterio r. C on tal ordenación
de antítesis p u és, vuelve a ofrecérsen o s, com o en n.° 130, un m odo de form ula­
ción de relaciones analógicas, qu e, lo m ism o que allí, harem os bien en leer en o r­
den, p a ra n o so tro s, in v ertid o , de tal m odo qu e, así com o b" ilustra a b ' , así B ilus­
tra a A : en efecto (b") un h o m b re, d esp ierto , alcanza a e n tra r en relación con el
d u rm iente (con u n d u rm ien te cu alq u iera, p ero en especial consigo m ism o cuando
d u rm ie n te ), en cu an to que la conciencia vigilante, com o p o d e r superior que es,
p ued e inducir, c o n tro lar, reg u lar y h asta analizar el sueño (p ero no pued e lo m is­
m o con el m u e rto , en especial consigo m ism o cuando m u e rto ); en cam bio, análo­
gam ente (b ') , el q u e está d u rm ien d o , ju sta m e n te al c e rrar los ojos y renunciar a
la visión de la vigilia, e n tra en relación con el m u e rto (con los m uertos y consigo
m ism o m u erto en p a rtic u la r), en cu an to q u e esa renuncia a la visión consciente
m e otorga la gracia de u n a aproxim ación a una visión ex terio r a m í m ism o (el que
en el sueño ve no soy yo, com o lo d em u estra el hecho de que puedo verm e tam ­
bién a m í m ism o, y h asta m i p ro p io cadáver) con la q u e rozo la condición del m u er­
to, p ara quien to d o es e x terio r y ajen o (p ero hay todavía alguien que ve, y ése al
que ve soy tod av ía yo); pues bien, un salto análogo al que se da de b" a b ' d é­
m oslo ah o ra de B a A , de la relación en que un h o m bre vivo pued a e n tra r con el
m u erto y con su m u e rte (p o r m odo análogo y antitético a com o despierto se rela­
ciona con su d u rm ien te) a la relación en que un h o m b re m u erto pueda e n tra r con
o tra cosa: aq u í es la condición de h a b e r q u ed ad o , al m orir, “apagado p ara sí mis­
m o” lo que al m u e rto le p erm ite e n tra r en relación con “una luz” o “la luz” (y
eso en la noche de su m u e rte , a la q u e, com o a la o tra noche, se la llam a pro p i­
ciatoriam en te la S eren a): ese h ab er q u ed ad o ap ag ad o, no de ojo s, com o en el sue­
ño, sino ap agado él m ism o p ara sí m ism o, resu lta ahora b a stan te claro: no ha de
h ab er ya alguien que yo v ea y que de algún m odo sea yo, sino que p ara mi propia
visión yo d ebo h a b e r desap arecid o ; p ero ello tra e consigo que tam poco sea yo
aquél para quien yo haya desap arecid o (pues yo sólo podía ser un ser, alguien d e­
term inado , en cu an to q u e p o d ía verm e, y p o r en d e sab erm e, co n tro larm e, anali­
zarm e), sino m ás bien cualquier cosa indefinida y ajena: es en esas condiciones
com o, al h ab erse ap ag ad o , e n tra el m u e rto , en v irtu d de ese m ism o apagarse para
sí, en relación con u n a luz o la luz, que es, n a tu ra lm en te, la razón m ism a, esto
es, el sitio en que la oposición e n tre el q u e ve y lo que él ve se ha anulado, en
que el lenguaje descubre del to d o que h ab lab a acerca de sí m ism o, en que la ra ­
Razón teológica 365

zón, no ten ien d o ya contradicciones que desvelar, se fu n d e en la contradicción con­


sigo m ism a, p o r te n ta r con algunas aproxim aciones de form ulación lo q u e p ro p ia­
m ente no p u ed e fo rm u larse (no p o r inefabilidad m ística, sino sencillam ente p o r­
que el len g u aje n o p u ed e h ab lar de sí m ism o sino a co sta de d e ja r de ser él m is­
m o), y que m ás d iscretam en te razón aquí m enciona com o “la lu z” (en la noche),
acerca de la cual da solam ente esa p ista de que el m u e rto , el que se h a apagado
p a ra sí m ism o, e n tra con ella en alguna relación de la que a su vez d a indicio la
m an era en que el vivo, al d o rm ir roza con su m u e rto , análogam ente y al revés de
com o el d esp ierto se relacio n a con su d u rm ien te. H asta ahí tie n e a bien razón a rro ­
ja r algún vislum bre de esa luz en la tiniebla de la m u e rte , no p a ra d erivar de ello
tan to com o u n a esp eran za p a ra los h om bres necesitados de esp eranza (y fe), sino
precisam en te p a ra lo que en los dos frs. restan tes se form ula.

27 D -K 134
MENTI /4rO<MW/fT*¿ A&A
O'/Κ ΕΛΡφΝ'ΤΛΙ OY4.È ÁOKÍOVÍI .

0 Clem . Strom . IV 144, 2 : τήν δέ έ λ π ίδ α τήν μετά θ ά ν α τ ο ν ού μόνον οί τή ν


β ά ρ β α ρ ο ν σ ο φ ία ν μ ετιό ντες ισ α σ ι το ϊς μέν ά γ α θ ο ίς κ αλήν, τ ο ϊς δέ φ α ύ λ ο ις έμ-
π α λ ιν , άλλα κ α ί ο ί Π υ θ α γ ό ρ ε ιο ι' τέλος γ ά ρ κ ά κ εΐν ο ι τήν έ λ π ίδ α ΰ π η γ ό ρ ευ ο ν
τ ο ϊς φ ιλ ο σ ο φ ο ύ σ ιν, ό π ο υ γε κ α ι ό Σ ω κ ρ ά τη ς έν Φ α ίδ ω ν ι (67 c ) μετά α γ α θ ή ς έλ-
π ίδ ο ς φ ησί τά ς κ α λ ά ς ψ υ χ ά ς ένθένδ ε ά π ιέ ν α ι, κ α ί π ά λ ιν το ύ ς π ο ν η ρ ο ύ ς κ α κ ίζω ν
ά ν τιτ ίθ η σ ι ( R esp . 330 e ) , « ζώ σ ι γ ά ρ μετά κ α κ ή ς έλπ ίδος» λέγω ν. σ υνά δ ειν τούτω
κ α ι ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς φ α ίν ε τα ι, δ ι5 ών φ ησι π ε ρ ί α ν θ ρ ώ π ω ν δ ια λ εγ ό μ ενο ς' « α ν θ ρ ώ ­
π ο υ ς ... δοκ έο υσ ιν» . Idem Protr. II 22, 1 : ά ξ ια μέν οΰν ν υ κ τό ς τά τελέσματα
κ α ί π υ ρ ό ς, κ α ί τού «μ εγαλήτορος» (μάλλον δέ μ α τα ιό φ ρ ο ν ο ς) Έ ρ ε χ θ ε ιδ ώ ν
δήμου, π ρ ο ς δέ κ α ί τώ ν άλλω ν Ε λ λ ή ν ω ν , ο ύ σ τινα ς «μένει τελευ τή σ α ντα ς άσσα
ουδέ έλποντα ι».
T h eo d o r. Therap. V III 41 : έκείνο δέ τού Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ μ άλα θ α υ μ ά ζ ω , ότι «μέ­
νει το ύ ς ά ν θ ρ ώ π ο υ ς ά π ο θ ν ή σ κ ο ν τα ς όσα ούκ έλ π ο ντα ι ουδέ δοκέουσι».
T hem ist. de anim a αρ. Stob. Flor. IV 52, 49 : « κ ρ ύ ψ α ντες γ ά ρ έχουσι θ ε ο ί β ίον
ά ν θ ρ ώ π ο ισ ι» ( O D 42) κ α τά το ν σ ο φ ό ν Η σ ίο δ ο ν , οΐ) σ α ρ κ ίν ο ις τισ ί δεσμοϊς
π ρ ο ς το σώ μα τήν ψ υ χ ή ν κ α τα τε ίν α ν τε ς, άλλ’ ένα δεσμ όν αυτή κ α ί μ ίαν φ υλα κήν
366 Razón común — Heraclito

μ ηχανησά μενοι κ α ι π ερ ιβ α λ ό ν τες την ά δ η λ ό τη τα κ α ί α π ισ τία ν τω ν μετά τ ε ­


λ ε υ τ ή ν έπεί τήν γε π εισ θ ε ισ α ν «όσα α ν θ ρ ώ π ο υ ς π ερ ιμ ένει τελευτήσ α ντα ς», κ α θ ’
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , ο ύ δ έν ά ν κ α τά σ χ ο ι.

© ά π ο θ α ν ό ν τ α ς C lem . Strom . : τελευτή σ α ντα ς Protr. (et T h em .) : ά νθρ .


ά π ο θ ν ή σ κ ο ν τα ς T heo d . ασ σ α C lem , bis : ό σ α T h eo d . (οεα L D V) (et
T h em .) ά νεξευ ρ ένη το ν T h e o d o re ti V : ά νεξεύρ η τον L. Μ .: ά ν εξεύρ ετον Β.

In Themisti textum: φυλακήν A : μηχανήν S.

© A LOS HOMBRES LES AGUARDAN UNA VEZ MUER­


TOS CUALESQUIERA COSAS QUE NO ESPEREN NI SE FI­
GUREN.

© Lo cita u n a vez San C lem en te en los Centones, tra ta n d o , cierto, de reducir­


lo a las opiniones de los filósofos, p ero citándolo al fin, y al p are ce r, literalm ente:
“Y de la esperanza p ara tras la m u erte no sólo los que participan en la sabiduría
barbárica (e .e . o rie n ta l) sab en que es p ara los buen os v en turosa, para los viles al
revés, sino tam bién los pitagóricos: pues tam bién ellos com o finalidad a los que
filosofan les sugerían la esp eran za; en p u n to a lo cual, por cierto, tam bién Sócra­
tes en el Fedón dice q u e con buen a esp eran za las ánim as de bien p arten de aquí,
y a su vez a los m alvados m aldiciéndoles, dice al co n trario (e n la R epública) ‘pues
viven con m ala esp e ra n z a ’. C on eso parece co n co rd ar tam bién H eraclito, a través
de lo que dice d iscurriendo sobre los hom bres: ‘a los ... fig u ren ’” ; las otras citas
son derivadas de ésta, y no ap o rtan novedades: el propio C lem ente, que vuelve
sobre ello en el Protréptico, ap ro vechándolo d esh o n estam en te para m aldecir a los
paganos: “D ignas pués de la noche las cerem onias de iniciación y tam bién del fu e­
go, así (la s) del ‘m ag n án im o ’ (y m ás bien, vaniloco) dem o de los descendientes
de E rec teo , com o tam b ién con ellos (la s) de los dem ás helenos, a todos los cuales
les ‘aguardan u n a vez fallecidos cu alesquiera cosas que ni aun se esp era n ’” ; Teo-
d o re to , que en su Cura del paganism o lo recoge con al m enos cierta honesta ex-
trañeza: “P ero de aquello de H eraclito m ucho m e m aravillo, lo de que ‘aguardan
a los que m u eren cuantas cosas no esp eran ni se im aginan’” ; y un pasaje del D el
alma de T em istio que se conserva en el Florilegio de E sto b eo , donde, ap arte de
la cita, parcial y a d u lte ra d a , ap o rta algo curioso sobre la incertidum bre de las ul-
tim idades com o cadena: “ ‘Pues escondida les tienen los dioses la vida a los hom ­
b res’, según el sabio H esío d o (e n Trabajos y Días 42, donde bíon vale por ‘p a n ’,
‘m edios de v id a’; p ero T em istio lo usa de o tro m o d o ), no ya p o r haber con a ta ­
duras carnales algunas som etido al cuerpo el alm a, sino al h a b e r m aquinado para
ella y puéstole en cerco com o única a ta d u ra y sola guarda la inseguridad y la des­
confianza de lo que venga tras el fin: p o rq u e lo que es a la que ha sido persuadida
Razón teológica 367

(e .e . inform ada en su fe ) de ‘cuantas cosas a los h o m bres les aguardan tras h ab er


acab ad o ’, según H eraclito , p a ra n ad a ha de re te n e rla (e sa a ta d u r a ) ” .
Podem os p ués leer sin m uchos to rm en to s textuales una sentencia de m aravi­
llosa precisión y llena de la piad o sa astucia que razón em plea a lo largo de to d a
la R azón T eológica: p u es, reconociendo a los h om bres en general encadenados al
F u tu ro (ya que en el sab er de su m u erte se asientan to dos sus saberes, y su vida
se reduce a tiem po ju sta m e n te en cuanto fu tu ra) y sabiéndolos p o r ta n to conde­
nados a la esp eran za (aq u élla ju sta m e n te que en los Trabajos y D ías 90-100 se tra ­
ta con ejem p lar am b igüedad, no se sabe si com o u n único b ien que h a quedado
o com o m al que no ha escapado de n u e stra tin a ja ), se ap resta razón a pro p o rcio ­
narles la fórm ula q u e, con la traza de una pro m esa en la Principal, se arregla, p o r
la negación en la de R elativ o G en eralizan te, p ara d e ja r diluirse en el aire todas
las esperanzas y creencias: pues lo que a los h om bres les esp era tras su m uerte
¿que és?: son «cualesquiera cosas» (hássa) con la sola condición de que no se las
esperen ni tengan creencia ni idea alguna acerca de ellas; es decir que quedan de
un golpe de razón anuladas todas las innum erables suposiciones que los hom bres
han estado forzados a elab o rar sobre las ultim idades o postrim erías; pero todas
las im aginaciones que esos actos de fe y esp eran za co n tin u am en te renovados han
hecho surgir las aprov ech a razón p a ra hacer com o que anuncia a su vez las v er­
daderas postrim erías, que son ju stam en te lo que no son ninguna de las im agina­
ciones surgidas a lo largo de los siglos, ni m undo so terrañ o de ánim as, ni Islas B ien ­
av enturad as, ni G lo ria C elestial ni tam poco N ad a, y ninguna, p o r supuesto, de las
que ah o ra se le p u e d a n o cu rrir a u no com o nueva ideación de su destino, puesto
que, apenas se le o cu rra y la im agine, tam b ién ésa q u ed a rá excluida au to m ática­
m ente de las posibilidades; y es así com o razo n ab lem ente la esperanza viene a con­
sistir en la contradicción y frustración de to d as las esperanzas.
La v erd ad es q u e la fórm ula es tan v erd ad era que igual p o d ía h aberse en u n ­
ciado, prescindiendo del apothanóntas ‘una vez m u e rto s’, de u n a m anera general,
para vivos y p ara m uertos: a sab er, que, sabido que cualesquiera previsiones de
futuro que los h om bres h agan, con cu alesquiera ideas de la R ealidad que corres­
pon d ien tem en te se construyan, están co n denadas, p o r ser particulares y no com u­
nes, a ser falsas, resulta que p ara la verdad qued a ab ierta una infinidad de posi­
bilidades, con la sola condición de que de esa infinidad se resten todas las verda­
des que uno u o tro hayan concebido y sostenido (sosteniéndolos a ellos sus v e r­
dades): verdad p u ede ser cualquier cosa m enos lo que uno crea que es verdad; y
el trance recu erd a, p o r cierto , la superstición de an te la p u e rta cerrad a, que m ás
de una vez he usado p ara diversos fines, en virtud de la cual, al ir uno a en fren ­
tarse con un trance de su vida que se le a n to ja decisivo (p .ej. al llam ar a una p u e r­
ta para una visita de la que d ep en d e ta n to ), sabiendo él que, cualquier cosa que
im agine sobre cóm o van a p asar las cosas, siem pre resu ltarán de otro m odo, p ro ­
cura, ante el tran ce, im aginar todas las m aneras terrib les, desagradables, penosas,
in o p o rtu n as, en que ello va a d esarrollarse (p ro cu ra an te la p u e rta , todavía ce rra­
da, im aginar en la acogida y ro stro de la p erso n a que vaya a ab rirle todas las frial­
dades, enojos, hastíos, hasta ausencias, que más p u ed a n d e sb ara tar sus deseos),
en la esperan za de que así al m enos está elim inando algunas de las posibilidades
indeseables y ab rien d o paso a las m ás deseables y que no se atreve a im aginar.
368 Razón común — Heraclito

Y sin em bargo, pese a esa g en eralid ad de la fórm ula, es tam bién razonable
p o r p a rte de la razó n que aquí dé la fórm u la p a ra el ‘u n a vez m u erto s’ o ultim i-
dades de cada uno: p ues, siendo la m u e rte el F u tu ro prim ero y p o r excelencia, es
de advertir, en cam bio, q u e ‘h a b ien d o m u e rto ’ q u iere decir tam bién la desap ari­
ción del q u e esp era y cree, de m a n e ra q u e entonces, ag o tad a to d a la cuenta de
las hipótesis, creencias y esp eran zas, se ab re el d escubrim iento de cualquier cosa
de las sin fin en q u e no h ab ía creído ni esp erad o ; quién es aquél a quien ello se
descubre, es u n a cuestión, n a tu ra lm e n te , im plicada tam bién en el descubrim iento
de lo no creído ni esp erad o . P ero al fin, la sentencia g u arda la form a, la sintaxis,
de la esperanza; y sobre ello se m anifiesta aún razón en el fr. que he o rd enado
com o últim o.

135 18 D - K

ÍA K ΜΗ ΕΛΡΗΤΛΙ,

© Clem . Strom . II 17, 4 : α λ η θές δ ’ ούν ôv π α ν τ ό ς μάλλον ά π ο δ ε ίκ ν υ τα ι τό


ύ π ό τού π ρ ο φ ή το υ είρημένον (Isa. 7 ,9 ) «εάν μή π ισ τεύσ η τε, ούδέ μή συνήτε».
τούτο κ α ι Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ό Έ φ έ σ ιο ς τό λό γιο ν π α ρ α φ ρ ά σ α ς ε ιρ η κ ε ν «εάν .... ά π ο ­
ρον» .
T h eo d o ret. Therap. I 88 : π ρ ο υ ρ γ ια ίτ α το ν ά ρ α χρ ή μ α ή π ίσ τ ις ’ κ α τά γά ρ δή τον
’Ε π ίχ α ρ μ ο ν τό ν Π υ θ α γ ό ρ ε ιο ν λέγω «νούς όρή κ α ί νο ύ ς ά κ ο ύ ε ΐ' τά λλα κ ω φ ά κ α ί
τυ φ λ ά » ' κ α ί ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς δέ π ά λ ιν π α ρ ε γ γ υ ά ξ ε ν α γ ε ϊσ θ α ι ύ π ό τή ς π ίσ τεω ς ούτω
λ έ γ ω ν «εάν .... ά π ο ρ ο ν» .

© μή fu it fortasse κη έλπ η τα ι .... έξευρήσ ει : έλπ ίζη τε (-ετε B C)


εύρήσετε (-τα ι Μ ) T h e o d o re t.
Razón teológica 369

© SI NO ESPERA, NO ENCONTRARÁ LO INESPERADO,


IMPOSIBLE DE BUSCAR COMO ES Y SIN VÍA CIERTA.

© E stá tam b ién en o tro lug ar de los Centones de San C lem ente (sin cuyas citas
poco fun d am en to hab ríam o s tenido p a ra reh acer esta p a rte de la R azón Teológica
del libro), donde lo in tro d u ce en descabellada, p ero ilustrativa, com paración con
una frase de Isaías: «Y se d em u estra pués que es v erd ad por encim a de todo lo
dicho p o r el p ro feta, ‘Si no tenéis fe, no p u ed e ser tam poco que os m antengáis en
u n o ’ (o ‘firm es’: “si n o n credideritis, n on perm anebitis” dice la V ulgata, p ro b ab le ­
m ente en ten d ien d o m al; tal vez C lem ente en ten d ía “Si no tuviereis fe, no cabe tam ­
poco que en te n d á is” ) ; eso es tam bién lo que H eraclito el efesio, p arafraseando el
verbo inspirado, ha d e ja d o dicho: ‘Si no ... c ie rta ’” . D e C lem ente sin d u d a lo ha
tom ado, com o de o rd in ario , T e o d o re to en su Cura del paganism o, aunque em pa­
reján d o lo con un verso del cóm ico E picarm o: “C osa pués del m ás alto interés la
fe: pues, en fin, siguiendo a E p icarm o digo ‘V e la m ente y la m en te oye: sordo y
ciego lo d em ás’; y tam b ién H eraclito a su vez da señas d e d ejarse guiar p o r la fe,
al decir así: ‘Si no esperáis, no en co n traréis lo ... c ie rta ’” , p o n iendo los V erbos
en 2 .a del pl., sin d uda sin fun d am en to : lo que H eraclito em plea es el viejo V erbo
élpomai, com o en el n.° 134, con los valores de ‘d esear (o tem er) por algo fu tu ro ’
y por tan to ‘hacerse ideas acerca de lo que a uno le e sp e ra ’, y en una 3 .a Pers.
sing, para la que ciertam en te no hay S ujeto en el texto transm itido: bien podía
estar (sería ánthrópos ‘un h o m b re ’ o tis ‘alguien’) en una frase in m ediatam ente an ­
terio r a este fragm ento.
Por lo dem ás, después de leídos los an terio res com o lo hem os venido hacien­
do, apenas pued e so n ar m ás claro el sentido de éste, que sin em bargo a tan ta s erra­
das cavilaciones y fantasías ha d ado lugar en tre los estudiosos. Para m ás preci­
sión, hay que o p o n er d eb id am en te las dos form as verbales que ju eg an en paro n o ­
masia (aunque no estén etim ológicam ente e m p a re n ta d as), el V erbo de la Pral.
exeurései ‘e n c o n tra rá ’, ‘d escubrirá (algo o c u lto )’ o ‘(lo) in v e n ta rá ’, y el A dj V er­
bal de la S ubpredicación anexereúnéton, del V erb o exereunáó, ereunáo, que es ‘in­
d a g ar’, ‘in q u irir’, ‘b u scar’; de m anera qu e, aun sin estar tan form alizada en griego
com o en n u estra lengua, la oposición en tre ‘e n c o n tra r’ y ‘bu scar’ está ahí jugando
bastante claram ente: la S ubpredicación añade al “No en co n tra rá lo inesp erad o ”
la precisión de que eso es im buscable, negado a la indagación, y más aún, áporon
‘falto de cam inos o m edios (p ara hallarlo o reso lv erlo )’, con im plicación ya tam ­
bién de ‘indecid ib le’, ‘irreso lu b le’; en efecto, la indagación y cálculo sobre el ob­
je to de la b ú squeda supone hacerse una idea acerca de cóm o es o al m enos de lo
que es, lo cual au to m áticam en te lo priva de su condición de anélpiston ‘inespera­
d o ’ o ‘in esp erab le’, de m odo q u e, sea lo que sea lo que p o r vías de indagación y
aspiración a una m eta se en cu e n tre , eso no será ya lo in esp erad o , un poco en el
sentido de com o, volviéndolo a lo positivo, dice la fórm ula de A . M achado “E n ­
cuentro lo que no b u sco ” .
370 Razón común — Heraclito

P ero el corazón de la frase está en la relación en tre Prótasis, “Si no esp era” y
A pódosis “N o e n c o n tra rá lo in e sp e ra d o ” ; d o n d e algunos, desde T h. G om perz, p re ­
ferían p o n er la com a tras anélpiston, supliéndolo desde luego tam bién com o O b ­
je to de la A pódosis: “Si no esp era lo in esp erad o , no (lo) e n c o n tra rá ” : un ilu stra­
tivo erro r, que m u estra cóm o, antes de avenirse a e n te n d e r la razonable co n tra­
dicción de lo q u e aquí se dice, se p refiere ap en car con la estéril y frívola co n tra­
dicción de ‘esp e ra r lo in e sp e ra d o ’ (pues, salvo p o r ilusión o engaño, cualquier cosa
que se espere es u n a cosa que se esp era, y no se ve de qué p u ed e a la lógica ser­
virle llam arla falsam ente in esp erad a, com o en las cortesías de las señoras, que,
con m ueca de so rp resa, p roclam an in esp erad o el regalo que m ás esp erad o , y oca­
sionalm ente tem id o , se ten ían ); p ero en cam bio, “Si no e sp era” o “si no se hace
esperanzas, n o e n c o n tra rá lo in e sp e ra d o ” es u n a razo n ab le y lúcida contradicción;
ta n to , en v erd ad , que hasta se d e ja ría aco m p añ ar en la v erdad por su co n traria,
“Si espera, no e n c o n tra rá lo in e sp e ra d o ” (no q u e diga p o r eso que hay m otivo
para corregir el tex to en , p o r ejem p lo , eán k ë ‘si p or algún la d o ’ o ‘si de algún
m o d o ’, en vez de eàn m é ‘si n o ’, de lo que dan ciertam en te tentaciones, en vista
no ya del fácil e rro r de copia que h ab ría tro cad o el jó n . kë p o r el corriente mé,
sino por la posible censura del citad o r, C lem ente u o tro , q u e, queriendo aplicar
la frase a la exaltación de la F e, todavía lo te n d ría más difícil con el “Si esp e ra ”
que lo que lo ha ten id o , y ya con m ucho d esp iad ad o tra b a jo para torcer la in ter­
pretació n , con el “Si no e sp e ra ”), au n q u e n atu ra lm e n te am bas verdades im plica­
rían una diferente relación en tre Prótasis y A pódosis: “Si esp era, no en co n trará
lo in esp erad o ” es de razón en cuanto q u e, a cada esperanza que uno concibe o
idea sobre lo p o r venir que se hace, está b o rran d o una (pero son sin fin) de las
posibilidades de d a r con algo inesp erad o ; p ero m ás de razón es todavía, con la fó r­
m ula tal com o lo leem os, que “Si no esp era, no e n co n trará lo in esp e ra d o ” , que
va en el m ism o sentido de lo que hem os en ten d id o y explicado en el n .“ 134: m an­
tiene razón la condescendencia que rige toda la R azón T eológica, y reconociendo
la necesidad de que los h om bres en general tengan esperanzas y se hagan ideas
de lo por venir, an o ta aquí p iad o sam en te qu e, p o r o tra p a rte , ése es el m odo de
que se en cu en tren con lo inesperado: pues ‘in e sp e rad o ’ no es m ás que negación
de ‘e sp era d o ’, de m an era que es preciso que esperen y conciban visiones de lo por
venir para que p u ed an hallar y d escubrir lo que es la negación y frustración de
todas las ideas y las esperanzas: siendo la verd ad im posible de buscar y perseguir
por cam ino alguno, no la en c o n tra rá ciertam en te b uscándola, persiguiéndola, ni
en sum a, esp erán d o la o haciéndose idea de ella, ya que ella es por definición o
contra-definición in esp erab le (ella es la negación tam bién del ser mismo del bus­
cador, que con las esperanzas se su sten ta), p ero p o r o tro lado, sólo la negación
de las falsas v erd ad es sucesivas y la frustración de todas las expectativas perm ite
que p u ed a en co n trarse la in esp erad a o “cualq u ier cosa que no esperan ni creen ” ;
com o se dice en el n,° 134: pues si no h u b iera esperanzas que fru stra r ni verdades
que revelar falsas, tam p o co h ab ría razón p ara em p lear un V erbo en F u tu ro , “e n ­
c o n tra rá ” ni “no e n c o n tra rá ” , y no estaría razó n , com o está, partien d o de la R e a ­
lidad, en que dom ina la ilusión o ideación del T iem po.
Y esto, que p o d ía razón form u lar en general (con aplicación incluso com o m é­
todo o an tim éto d o de la investigación científica: ela b o rar teo ría tras teo ría, a fin
Razón teológica 371

de que en el fracaso y refu tació n de todas se descubra lo que no era ninguna te o ­


ría, e.e. lev an tar v erd ad es no p a ra su d em ostración, sino p ara su afalsiguación) lo
dice con sum a p ertin en cia p a ra las u ltim idades de la m u erte: cuantas m ás ideas te
hagas de la tuya y cu an to m ás esperes de ella (gloria, transm igración, aniquilación
o lo que im agines), m ás desilusiones te estás p re p a ra n d o y m ás posibilidades en
cierto m odo (pero son sin fin) de que tú o quien sea se en cu en tre con lo que no
era ninguna de tus esperanzas o tem ores.
APÉNDICE

DE OTROS
HERACLITOS
Con lo que antecede tienes, lector, lo que he pensado que podías leer com o restos,
con varios grados de probabilidad, del libro de H eraclito, a lo que no es probable
que ni hallazgos de harapos de libros antiguos en las arenas de E gipto o las cenizas
de H erculano ni la busca de citas en recónditos m am otretos tardíos o bizantinos ven­
gan a añadir gran cosa. Q uedan unas pocas citas a n o m bre de Heraclito, de cues­
tiones científicas todas ellas, astronom ía m ayorm ente o psicología, algunas de las
cuales todavía en las ediciones anteriores figuraban com o fragm entos o al m enos
les concedíati los estudiosos autoridad para especular sobre supuestas doctrinas he-
raclitanas, y que no han p o d id o en esta ordenación ni interpretación encontrar
cabida.
Y p u ed e que ante este rechazo alguien se quede pensando que m e ha pasado
com o al m al relojero rem endón, que, después de recom poner a su gusto la m aqui­
naria, se encuentra con que le han sobrado piezas; y que así a m í esas pocas citas
de doctrina científica que digo no hacían m ás que estorbarme en la manera de leer
y consiguiente ordenación que he propuesto para la gran m ayoría de los fra g m en ­
tos. Pero confía en que no habría caído en tan burda fu e rza del prejuicio, siendo
tan fá cil confesar unas pocas veces ignorancia o desconcierto (ya has visto que he
tenido que hacerlo aun con algunos de los que he adm itido), ni m e habría perm i­
tido m eram ente p o r razones internas excluir algunos núm eros de la serie.
Pero ello es que, ayudando Fortuna, ha coincidido que con esa repugnancia de
tales citas a la interpretación y ordenam iento se juntaban unas consideraciones ex­
ternas, que a q u í te cuento:

a) L a prim era, que, de los supuestos fragm entos literales, m e he dado cuenta
de que cinco, casi todos, estaban nada m enos que en verso, siendo cuatro de ellos
buenos trozos de hexám etro de factura alejandrina, y el otro tal vez una segunda
m itad de tetrámetro trocaico.
b) P or otra parte, leyendo las A legorías del m isterioso Heraclito H om érico (a
quien debem os sobre todo la conservación literal del n.° 63) y la excelente Praefatio
de Fr. O elm ann a su edición de la colección teubneriana, pp. X L - X L l l l , he sabido
que de ese libro se nos ha perdido, desde antes del s. XII, la parte, que estaría dedi­
cada a com entar del libro X al X X de la O disea, en lo que, según O elm ann hace
notar, tendría que haber habido, a p ropósito de las Vacas del S o l y otros pasos,
m ucho de cuestiones astronóm icas. A s í que el libro de H eraclito Flomérico, que de­
bió de com ponerse, en el fe rv o r alegorizante de los estoicos, p o r el s. / po st, queda
376 Apéndice

com o candidato aceptable para la atribución de algunas de las referencias astronó­


m icas a nom b re de Heraclito.
c) E n fin , m e encuentro, exam inando el inform e arsenal escolar de opiniones
de filó so fo s que son los A etii p lacita (y sobre los que reposa la m ayoría de las atri­
buciones de doctrinas científicas a Heraclito) en la edición de los D oxographi de
Diels (1965, repr. de la 1." ed. de 1879), con que los nom bres, en G enitivo, H erak-
leítou y H erak leíd o u , de H eraclito y de H eraclides Póntico aparecen, o en las fu e n ­
tes divergentes, o en los MSS disidentes, de tal m o d o confundidos que de un re­
cuento que hago de m o m en to (y no p ro m eto que sea exhaustivo) de los lugares en
que en los Placita aparece una opinión a nom bre de Heraclito, que son 24, no m e­
nos que en 5 aparece en alguno de los testim onios o MSS el nom bre de Heraclides
o, en el caso de 1 13, acerca de los pségm ata o partículas m ínim as, ya los más de
los estudiosos habían antes que y o renunciado a tanto y pasado la atribución de H e­
raclito a H eraclides; p ero adem ás, contando sobre la colección de frs. de H eracli­
des de Fr. W ehrli H erak leid es P o n tik o s2 1969, veo que de sus 181 frs. (m uchos de
ellos sólo títulos) en 11 alguna de las fuen tes da en cam bio el nom bre de Heraclito
(en uno de los casos, un híbrido eraclidus); así que no p u ed e uno m enos de asom ­
brarse de que, sobre tradición tan incierta y confusa, hayan incluso estudiosos m uy
serios procedido a atribuir al libro de Heraclito m ucha doctrina científica que tiene
su lugar có m o d o y congruo en los varios tratados de Heraclides Póntico sobre la
R ealidad (perí physeós) o sobre astros o sobre almas; de quien sabem os encima
que era heraclitista y p u b licó del libro de Heraclito una exegesis, para aum ento de
la confusión.

A q u í, sin em bargo, te presento, lector, los hijos supositicios de Heraclito de que


tengo noticia, a fin de que ju zg u es p o r tu parte, y p o r el gusto de algunas curiosi­
dades que con ellos vienen.
¿ D E E S C ÍT IN O D E T E O S?

120 D -K *136
_ w _ X _ „ HOV> T£ TÉ M A T A

Á V k to ^ a w t i V n δ ( t > ά ρ κ τ ο υ <?v a W p í o v Δι<>>(

® Strab. I 6, p. 8 : βελτίω ν δ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς κ α ί ό μ η ρ ικ ώ τερ ο ς ομ ο ίω ς ά ν τί


τού α ρ κ τ ικ ο ί τη ν ά ρ κ το ν ό ν ο μ ά ζ ω ν «ήούς .... Δ ιό ς» ' ό γ ά ρ α ρ κ τικ ό ς έστι
δύσ εω ς κ α ί ά να το λ ή ς ό ρ ο ς, ο ύ χ ή άρκτος.

© ή ο ύ ς .... δέ τ ’ ad tetrametron redigo : ή ο ύ ς κ α ί έσ πέρ α ς τέρ μ α τα ή άρκτος


κ α ί ά ν τίο ν τής Strab.

© De aurora y tarde límite medial / la Osa, y frente de la Osa


el hito del sereno Zeus.

© D e en tre los falsos es éste el m ás v en erab le, p o r la antigüedad de la cita,


que hace E stra b ó n (i ante-l p o st), del siguiente m odo: “P ero m ejo r H eraclito y
más a la h o m érica, m encio n an d o asim ism o, en lugar del (p o lo ) ártico (o estrella
p o la r), la O sa: ‘D e a u ro ra ... Z e u s’; pues es el (p o lo ) ártico el que es hito (o
p u n ta de eje m ed ial) de la p u esta y nacim iento (d e los a s tr o s ) , no la O sa ” ; donde
se ve que la in tención de cita literal se cen tra en el últim o m iem bro, ‘h ito del se­
reno Z e u s’ (que es tam bién al que ap u n ta la observación de E stra b ó n so b re estilo
hom érico, e.e. p o ético ), m ien tras que lo an terio r lo cita reducido a sintaxis de p ro ­
sa, de don d e con la m áxim a econom ía restituyo cinco pies de un tetrá m e tro tro ­
378 Apéndice

caico y el p rim er m iem b ro del siguiente. E s cierto que a E stra b ó n debem os otras
dos citas de H eraclito , la del n.° 131 sob re los cadáv eres, y la del n.° 87, con n o ­
ticias sobre él (a q u ien , p o r cierto , llam a ya ho S koteinós ‘el T e n e b ro so ’) y sobre
H erm o d o ro ; y d u ra n te algún tiem po m e en tretu v e con la posibilidad de que algo
de esto h u b iera p o d id o e sta r en el lib ro , a p ro p ó sito de m o stra r la relatividad de
la oposición ‘izqu ierd a / d e re c h a ’ (‘P o n ie n te / N a c ie n te’), referid a al m odo de e n ­
te n d e r el eje p erp en d icu lar ‘arrib a / a b a jo ’ (‘N o rte / S u r’ y no en tro aquí en las
curiosidades de cóm o p u ed e h acer p u n ta o p u esta de la P o lar el “hito del sereno
Z e u s” , e.e. el p u n to del p erfecto M edio d ía, p a ra q uienes, no habiendo asim ilado
la idea de u n a T ie rra re d o n d a , no p o d ían v er la C ruz del S ur), hasta que la evi­
dencia de la locución p o ética, a n o ta d a adem ás p o r el citador, y el reconocim iento
de los tro q u eo s m e h icieron ab a n d o n a r tales especulaciones.
Y no es p o r o tra p a rte p a ra ex trañ arse m ucho el que E stra b ó n citara com o de
H eraclito un p asaje de u n a o b ra que ya en sus tiem pos se ten ía com o u n a trasla­
ción a verso del libro de H eraclito. D e E scítino de T eos, de quien sabem os que
seguram ente en el s. IV h ab ía llevado a cabo u n a em presa sem ejan te (D iógenes
L aercio IX 16: “Y dice Jeró n im o q u e tam b ién E scítino, el p o eta de los Y am bos,
tom ó a su cargo pub licar en m etro la razón de aqu él (d e H e ra c lito )”), tenem os
o tro paso en te tr. trocaicos (que e n tra n b ajo la designación genérica de ‘yam bos’),
que, citado p o r P lutarco en su D e que la Pitia ya no dé en verso los oráculos, dice
así hablan d o de la lira:

ήν α ρ μ ό ζετα ι
Ζ η νό ς ευ ειδή ς ’Α π ό λ λ ω ν, π ά σ α ν ά ρ χή ν κ α ι τέλος
σ υλλαβώ ν, εχει δέ λ α μ π ρ ό ν π λ ή κ τρ ο ν ήλίου φ ά ο ς.

“que la concierta bien / el de Z eus herm oso A p o lo , to d a del principio al fin / ab a r­


cándola, y p o r clara p ú a usa de la luz del so l”; d o n d e no sólo el m etro, sino la im a­
ginería sideral condice bien con este fr. tal com o lo leo; de Escítino es adem ás el
trozo, reducido a pro sa y que W ilam ow itz tra tó tam bién, bastan te hábilm ente, de
restituir a tetr. trocaicos, que hem os citado al n .“ 85 a propósito del tiem po. E n
sum a, la atribución de estos tro q u eo s al p o em a de E scítino m e ha parecido la más
plausible; en cu an to a cóm o hay que e n te n d e r la labor de E scítino en su poem a,
ya por los o tro s dos pasos se ve qu e, p o r m ás fiel que se p re te n d iera a la razón
heraclitan a, distab a m ucho de ser u n a m era versificación del libro de H eraclito y
que incluía d esarrollos y vuelos de la fantasía.
P e ro , sea lo q u e q u iera de la atrib u ció n a E scítino, parece claro que hay que
darle este fr. a un p o e ta de IV -I ante que o se llam ara H eraclito , com o el de H a ­
licarnaso, o p asara p o r tan fiel re c a n ta d o r de H eraclito com o para justificar el
m odo de cita de E strab ó n .
Otros Heraclitos 379

¿ D E H E R A C L I T O D E H A L IC A R N A S O ?

3 D -K *137
— '¿y — — EV ΡΟΔ<Η ΛΝ ^Ρ ^Τ Έ ΙΟ ν.

© A ët. I I 2 1 , 4 : ’Α ν α ξ ίμ α ν δ ρ ο ς το ν μέν ή λιο ν ’ίσον είν α ι τή γή , τον δέ κύκλον


.... , ’Α ν α ξ α γ ό ρ α ς π ο λ λ α π λ ά σ ιο ν Π ελο π ο νή σ ο υ , Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς «εύρος π . ά.».
T h e o d o re t. Therap. IV 22 (ex A ëtio ) : ... Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς δ έ π ο δ ια ΐο ν .
D iog. L. IX 7 : ... ό τι τε ό ή λ ιό ς έστι τό μ έγεθο ς ο ίο ς φ α ίν ε τα ι .... κ α ί την όρα-
σιν ψ εύ δ εσ θ α ι.
P s.-H eracl. Epist. IX 3 : θ ε ο ϊς ξυ ν ο ικ ώ ν δ ι’ άρ ετή ς ο ίδ α ήλιον ό π ό σ ο ς έσ τί, π ο νη ­
ρ οί δέ ο ύ δ ’ ό τι είσίν.

Cfr. Arstt. De anima I I I 3, 428 b 1 : φαίνεται δέ γε καί ψευδή, περί ών άμα ύπόληψιν
αληθή έχει, οΐον φαίνεται ό ήλιος ποδιαϊος, πεπίστευται δ’ είναι μείζω τής οικουμένης.
Et Epic. A d Pyth. 91 : το δε μέγεθος ήλιου .... κατά μέν το προς ήμάς τηλικοϋτόν έστι
ήλίκον φαίνεται, κατά δέ τό κατ’ αύτό ήτοι μεϊζον τοϋ όρωμένου ή μικρψ έλαττον ή τηλι-
κοΰτον. Schol. ad loe. post φαίνεται : τούτο καί έν τή ία περί φΰσεως.
Et Cic. De fin. I 6, 20 : sol Democrito magnus uidetur, quippe homini erudito in geome-
triaque perfecto: huic {scii. Epicuro) pedalis fortasse, etc.

© In T h e o dore ti textu δ έ γ ε B L

© (EI sol) ... de ancho de un pie de hombre.

© A parece en u n a de las opiniones de A ecio, en tal contexto: “A naxim andro


el sol dice que es igual a la tie rra , y su ó rb ita ..., A n axágoras, que es m uchas ve­
ces m ayor q u e el P elo p o n eso , H eraclito ‘de ancho ... h o m b re ’” ; y de ahí segura­
m en te, un a fo rm a red u cid a en la Cura de T eo d o reto : “Y H eraclito , que de un pie
(p o d ia ío n ) ” ; m ás grave es q u e en la Vida de D iógenes L aercio dice, revuelto en
una m iscelánea de opiniones: “Y que el sol es de ta m a ñ o tal com o ap arece” , para
añadir ch o can tem en te unas líneas m ás abajo com o o tra de las doxas heraclitanas
“y que la vista se e n g a ñ a ” o “es e n g a ñ o ” (n.° 14 b)\ la alusión en una de las Epís­
tolas pseu d o h eraclitan as (“ ... co h ab itan d o con los dioses en gracia de la virtud, sé
el sol cóm o es de g ran d e, en ta n to q u e los m alvados, ni siquiera que lo son”);
380 Apéndice

p ero lo que sí revela claram en te el testim onio de A ristóteles en el D el alm a (“ ...


y se d an tam b ién p o r cierto apariencias engañosas, de cosas que a la vez tienen
u na concepción o idea v e rd a d e ra, com o es que p arece el sol de un pie (p o d ia ío s ),
m ientras que se está en la creencia de que es m ayor que el m undo h a b ita d o ”) y
el de E p icu ro en la Carta a Pitoclés (“ ... y en cu an to al tam añ o del sol en lo
que es respecto a n o so tro s, es así de gran d e com o p arece, y en lo que es respecto
a la cosa m ism a, o bien es m ay o r de lo que se ve o m en o r en u n poco, o tal cual
de g ra n d e ” ; con la ad v erten cia en u n escolio de q u e lo m ism o se decía en el Perl
physeós o D e la R ealidad), así com o referencias en C icerón Sobre los fin es (“E l
sol a D em ó crito le p arece g ran d e, com o a h o m b re que e ra él instruido y perfecto
en la G eo m etría: a éste (a E p ic u ro ), tal vez de un pie { p e d a lis)" , etc.) y en otros
es que la cuestión del tam añ o del sol, que si m ay o r que el P eloponeso o que la
T ierra, com o la deducción científica reclam a, que si del tam añ o que nos aparece
(de un pie, en cu an to q u e un h o m b re ten d id o viene a ta p arlo con un pie a distan­
cia de p iern a ten d id a , su pongo), según reclam an “los sen tid o s” , había venido a
ser uno de esos casos típicos de d isputa en tre “la ra z ó n ” y “los sentidos” que acom ­
p añan al establecim iento de u n a C iencia o Filosofía, y que com o tal tuvo su éxito
en tre los postsocráticos p a ra el en fren tam ien to de la ram a o rto d o x a, más o m enos
aristotélica, de la C iencia y la ram a h e tero d o x a, m ás que n ad a epicúrea; de m a­
nera que la atribución de u n a observación sobre el caso al libro prefilosófico de
H eraclito se m e a n to ja b a ya de p o r sí in o p o rtu n a y no veía en qué lugar podría
razón hab erse p arad o a ello, com o no fu e ra en tre los pasos (n .os 52-55) de eviden­
cia de la contradicción p o r relatividad, donde en to d o caso ten d ría que haberse
dicho que el sol es al m ism o tiem po de un pie de grande y tan grande com o el
P eloponeso; pues ‘g ra n d e ’ y ‘p e q u e ñ o ’ sólo tien en sentido p o r referencia a un m ó ­
dulo convencional, y p a ra razón ‘g ra n d e ’ y ‘p e q u e ñ o ’ son lo m ism o, o m ejo r di­
cho, ni siquiera cu en tan p ara ella, ya que ni aun p u eden o p o nerse el uno al otro
por m utua negación.
P ero en fin, el reco n o cer la innegable construcción m étrica del dicho, un final
de hexám etro espondaico m uy del gusto alejan d rin o (lo que ya D iels debió de p e r­
cibir al ed itar los Placita de A ecio en sus D oxographi, sin que le arred rara para
incluirlo en tre los frs. de H eraclito ), m e ha hecho excluirlo decididam ente, sin por
ello desen ten d erm e del cargo de explicar su p resencia, no sólo en la en trad a de
A ecio reco b rad a a través de la E pítom e p seu d o p lu tarq u ian a, sino en la sarta de
opiniones de la Vida de D iógenes L aercio; p ero , aun en caso de que estuviera ya
en el original de A ecio (i o II p o st), bien p u ede e n ten d erse que entrase allí p ro ­
cedente de la o b ra de o tro H eraclito lo b astan te n o to rio , y en especial (acaso a
través de alguna antología) de un poem a astronóm ico en hexám etros o dísticos
poco p o sterio r a E p icu ro y la disputa de los tam añ o s; y de aquella colección de
los prim eros Placita de A ecio o de o tra sem ejan te pudo llegar la referencia, no
sin confusión con la reso n an te dóxa de E p icu ro , a la indigesta m ole de apuntes
de opiniones de D iógenes L aercio.
Otros Heraclitos 381

E n cuanto a H eraclito de H alicarnaso, a quien siento predilección p o r endosarle


ese trozo de hexám etro y los dos siguientes al m enos, sabem os de él que fu e un p o e ­
ta am igo de C alim aco (por tanto, prim era m ita d d e ls. ///a n te ), de que nos dan n o ­
ticia el pro p io D iógenes Laercio, en la lista de tocayos de Heraclito que al fin a l de
la V ida ofrece (“el tercero, el p o eta de elegía halicarnasés") y E stobeo, X I V 656:
“Heraclito el poeta, el cam arada de C alim aco”; y sobre todo, conservam os de Ca­
lim aco un epigram a dedicado a su muerte, sabida, al parecer, tras largo tiempo,
que dice así: “A lg u ien m e contó, H eraclito, tu sino, y a llanto I m e m ovió. M e acor­
dé cuántas veces los dos I I al so l en charla hicim os hundirse. Ya en algún sitio, /
forastero halicarnasés, vieja ceniza eres tú; I I ah, pero viven tus Ruiseñores: a ellos
A id es / de todo arrebatador m ano ja m á s echará”; p o r d o n d e nos enteram os de que
su obra m ás conocida, o al m enos la m ás apreciada de Calimaco, se titulaba R ui­
señores (A cd ó n es, fe m . en gr.), lo cual unido a la noticia de D iógenes Laercio hace
a los estudiosos su p o n er que se trataba de una elegía o libro de elegías, cosa que
en rigor no quiere decir m ás que ‘p o e m a com puesto en dísticos elegiacos’; pero que
el asunto fu era lo bastante astronóm ico o celestial para que de él pudieran salir es­
tos frs. que p ro p o n g o o que hubiera com puesto otro p o em a astronóm ico (dado el
fe rv o r p o r la poesía didáctica del cielo en la época alejandrina, y el Im perio, de que
p o em as conservados o títulos num erosos nos dan testim onio, desde antes de A rato
hasta después de M anilio, casi m e atrevo a decir que lo m ás im probable es que no
hubiese él escrito alguno) son cuestiones que quedan abandonadas a la conjetura.
D e Heraclito de H alicarnaso no nos ha llegado, aparte estas propuestas mías,
m ás que un epigram a (A n th . Pal. V I I 465), bajo el sim ple epígrafe H e ra k leíto u ‘De
H eraclito’, que p o n g o aquí, aparte su gracia, p o r lo p o co que pueda servir para com ­
paraciones de lenguaje (el dialecto em pleado a q u í es el dorio convencional de los
alejandrinos):

à κ ό νις ά ρ τίσ κ α π το ς, ε π ί σ τά λας δέ μετώ πω ν


σ εύο ντα ι φ ύλλω ν ή μ ιθ α λ είς στέφ ανοι,’
γρ ά μ μ α δ ια κ ρ ίν α ν τε ς, ο δ ο ιπ ό ρ ε , π έτρ ο ν ϊκ ω μ εν,
λευρά π ερ ισ τέλλειν ό σ τέα φ α τί τίν ο ς'
«Ξ ειν’, Ά ρ ε τ η μ ιά ς είμ ι' π ά τ ρ α Κ ν ίδ ο ς' Ε ύ φ ρ ο ν ο ς ή λ θ ο ν
εις λέχο ς' ώ δ ίνω ν ούκ ά μ ο ρ ο ς γ ε ν ό μ α ν
δισ σ ά δ ’ όμού τίκ το υ σ α , τό μέν λ ίπ ο ν ά ν δ ρ ί π ο δ η γό ν
γ ή ρ ω ς' ον δ ’ ά π ά γ ω , μ ναμ όσυνον πόσιος».

“E l polvo, recién cavado, y sobre el fro n ta l de la estela / coronas de hojas se ven


aún m edio verdes temblar: I I tras descifrar, caminante, la letra, veam os la piedra /
los blancos huesos dirá que ella recubre de quién: I I ‘A retém iade soy, forastero; m i
patria, Cnidos; al lecho / entré de E ufrón; no pasé sin de dolores saber: I I que p a ­
reja pariendo a la vez, dejé el uno p o r guía al m arido / de su vejez; al que yo me
llevo, recuerdo de él’”.
382 Apéndice

100 D -K

"■ < ^ Μ 6 Λ1 ΓΛΝΤΑ <ΡΈ ?

ΓΗ ΛΕ OV E I .

© Plut. Quaest. Plat. 8, 4, 1007 d : ο ΰ τω ς ο ΰ ν ά ν α γ κ α ία ν π ρ ο ς τον ο υ ρ α ν ό ν


έχω ν συμ πλοκήν ό χ ρ ό ν ο ς ο ύ χ ά π λ ώ ς έστι κ ίν η σ ις, άλλ’ ώ σ περ εΐρ η τα ι, κ ίνησ ις
έν τά ξ ει μέτρον έχούση κ α ί π έρ α τα κ α ί π ε ρ ιό δ ο υ ς - ώ ν ό ή λ ιο ς επ ισ τά τη ς ών κ αί
σ κ ο π ό ς ό ρ ίζ ε ιν κ α ί β ρ α β εύ ειν κ α ί ά ν α δ ε ικ ν ΰ ν α ι κ α ί ά ν α φ α ίν ε ιν μ ετα βολάς κ α ί
«ώ ρ α ς, α ι π ά ν τα φ έρ ο υσ ι» , κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν , ο υ δ έ φ α ύ λ ω ν ο υ δ έ μ ικρώ ν, αλλά
τώ ν μ εγίστω ν κ α ί κ υ ρ ιω τά τω ν τώ ήγεμ ό νι κ α ί π ρ ώ τψ θ ε ώ γ ίγ ν ε τ α ι συνεργός. Id.
D ef. orae. 12, 416 a : ούκ ένια υ τό ς ά ρ χή ν έν α ύ τώ κ α ί τελευτήν όμού τι π ά ν τω ν
ών «φ έρουσ ιν ώ ρ α ι, γή δέ φ ύει» π ερ ιεσ χ η κ ώ ς ο ύ δ ’ α ν θ ρ ώ π ω ν ά π ό τρ ό π ο υ γ ε ­
ν εά κ έκλη ται;

C fr. M a c r . in S o m n . S c ip . I 2 0 , 3 0 : C i c e r o . . . . o s t e n d e n s in s o le m a x im u m l u m e n e s s e ,
n o n s o lu m a it « d u x e t p r i n c e p s e t m o d e r a t o r l u m i n u m r e l i q u o r u m » ( a d e o e t c e t e r a s s te lla s
s c it e s s e l u m i n a ) , s e d h u n c d u c e m e t p r i n c i p e m , q u e m H e r a c l i t u s , f o n t e m c a e le s tis lu c is a p ­
p e lla t.

© ώ ρ α ς, α ϊ π . φ. Quaest. Plat. : π ά ν τω ν ώ ν φ έρ ο υ σ ιν ώ ρ α ι Def. orae.


γή δέ φ ύ ει in solo D ef. orae, additur.

In Q uaest. P ia t, te x tu m : έ σ τ ι ante κ ί ν η σ ι ς add. co d d . a liq u o t (έ π ιτ α χ θ ε ίς ε π ί σ ­


κοπος R e i n h a r d t : σ κ ό π ο ς def. M u lla c h .
In D e f. o r a c .: έ σ χ η κ ώ ς S c h w a r tz : π ε ρ ι ε χ ώ ς ( π ρ ο σ ε χ ώ ς J κ ) co d d .

© (el so1, dirigente de las) sazones del tiempo que traen todas
las cosas / y Tierra las cría.

© V iene la p rim era p a rte en las Investigaciones platónicas de P lutarco del si­
guiente m odo: “A sí q u e, ten ien d o u n a tan n ecesaria ligazón y conjuntam iento con
el cielo, no es el tiem p o m ovim iento sim plem ente, sino, com o qued a dicho, m o ­
vim iento en o rd en ació n d o tad a de su m edida y lím ites y ciclos; de los cuales el
sol, siendo p resid en te y vigilante p a ra d elim itar y discernir y para indicar y m ani­
Otros Heraclitos 383

festar las m utaciones y las ‘sazones del tiem po que tra e n todas las cosas’, según
H eraclito, tam poco de obras viles ni de p eq u eñ as, sino de las m ayores y m ás prin­
cipales, viene a ser co lab o rad o r con el dios sob eran o y p rim e ro ” ; y p arece indu­
dable que en su D e la cesación de los oráculos cita el m ism o p asa je, aunque sin
nom bre de au to r, con alteració n del com ienzo y añadim iento de la segunda parte:
“ ¿N o es cierto que el añ o , que en sí m ism o principio y fin abarca a la vez de todas
las cosas que ‘las sazones del tiem po tra e n y la T ierra c ría ’, tam poco c o n tra cos­
tu m b re de los h o m b res recib e n o m b re de ‘g en eració n ’ {geneá) ? ” ; así com o parece
claro que al m ism o p asaje d eb e de referirse M acrobio en su com entario al Sueño
de Escipión, cuando dice: “C icerón ... m o stran d o que en el sol está la m ayor lum ­
b re, no sólo dice ‘caudillo y príncipe y g o b ern an te de las dem ás lu m b res’ (a tal
pu nto sabe que tam b ién las otras estrellas son lu m b res), sino q u e a este ‘caudillo
y prín cip e’, al que H eraclito llam a así, lo llam a fuente de la luz celeste” ; de m a­
n era que, ju n ta n d o el testim o n io de M acrobio con los de P lu tarco , se confirm a
que es en relación con el sol, p resid en te y caudillo y guía que las hace m anifes­
tarse, com o en el p asaje en cuestión se h ab lab a de las hórai ‘estaciones’ o ‘sazones
del tiem p o ’ o ‘del a ñ o ’ (p o d ría incluso in te n ta r restitu irse delante de lo citado por
Plutarco algún tro zo de h ex ám etro com o hélios hégem oneús ‘el sol, caudillo (de
las horas q u e ...) ’).
E n to d o caso, de la estru ctu ra m étrica de fin y principio de hex ám etro no pue­
de uno decen tem en te d e sen ten d erse, au n q u e la sintaxis del com ienzo en el origi­
nal, dada la diferencia e n tre las dos citas de P lutarco, d eb e q u e d a r en d u d a; y así
com o no se ve qué p o d ría estar haciendo sem ejan te p asaje en el libro de H e ra ­
clito (las otras referencias al sol que en sus frs. ap arecen , n .‘,s 51 y 79, no condicen
p o r cierto con nada de esto ), bien p o d ría ser p a rte del p o em a astronóm ico de H e ­
raclito de H alicarnaso (v. a n.° *137) o de o tro p o eta helenístico; ni debe m olestar
m ucho el cálculo de com patibilidad e n tre esta exaltación del sol y de sus H oras
con lo del n.° *137 sobre el tam añ o del sol; pues hasta cabe im aginar que la con­
traposición estab a en la estru ctu ra del pasaje: “el sol, ta n p eq u eñ o com o parece
y de ancho de un pie de h o m b re, ... es el caudillo y príncipe de todas las otras
luces del cielo y de las H o ras que tra e n todas las cosas que la T ie rra cría” .

f'126a D -K

A q a n Á TOY Ji / N f H M H ^ 5 η Π E" Γ — V L» - X
384 Apéndice

© A n a to l. D e decade p. 36 H eib erg : ά ρ κ το ς επ τά σ τερ ο ς' Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς ' κ α τά


λόγον δέ ώ ρέω ν σ υμ βά λλετα ι έβ δο μ ά σ ι κ α τά σελήνην, δ ια ιρ ε ίτ α ι δέ κ α τά το ύ ς
ά ρ κ το υ ς « ά θ . μν. σημ.». π λ ε ιά ς έξά σ τερ ο ς ...
E t L. V alla D e exp. et fu g . rebus III 17 : sep ten trio stellarum septem . H eraclitus
ratio n em an n o n ae colligendae ad sep tem lu n ae tra n sfert m utationes. P leades sep­
tem stellae ...

C fr. J o h . L y d u s D e m ens. I I I 14 : δ θ ε ν ο ύ κ ά π ό σ κ ο π ο ύ Η ρ ά κ λ ε ι τ ο ς γ ε ν ε ά ν τ ο ν μ ή ν α κ α -
λ ε ϊ, c u m ce teris q u a e a p u d D - K 2 2 A 19 inuentes.

© A d A n a t o li te x tu m : ώ ρ έ ω ν : ώ ρ ί ω ν co d . έ β δ ο μ ά σ ι : έ β δ ο μ ό ς edd. ( sed
cfr. V a lla e tra n s la tio n e m ) τ ο ύ ς α ρ κ . : τ ά ς α ρ κ . edd. : an τ ώ ά ρ κ τ ω erat?

© (las Osas) / señas las dos de memoria inmortal.

© C itad o solo en el tra ta d o Sobre la década de A n a to lio de B erito , el co lab o ­


ra d o r de Ju stin ian o , en el siguiente contexto: “L a O sa, de siete estrellas: H eracli­
to ; y según la c u en ta de los tiem pos, la p o n e en relación con las hebdóm adas se­
gún la luna; p ero lo in te rp re ta según las O sas, ‘señas ... in m o rtal’. L a Pléyade, de
seis estrellas” ; que se en tien d e algo m e jo r ten ien d o en cuenta la traducción (p a r­
cial, saltan d o el trozo que nos in teresa) de L o renzo V alla: “E l S ep ten trió n , de sie­
te estrellas. H eraclito la cu en ta de la recolección de la cosecha la transfiere a las
siete m utaciones de la luna. Las Pléyades, siete estrellas” . P o r varios otros textos
(Plut. D e la ces. d. l.orác. 415 e, “Los q u e leen ‘h éb ó n tó rí (e n H esíodo fr. 171,
2 ) hacen de 30 años la g eneración (g e n e á n ), según H eraclito , tiem po en el que
quien ha en g en d rad o a u no cría al en g en d rad o p o r él h asta ser a su vez capaz de
en g e n d ra r” ; u n frag m en to de Filón: “es posible q u e al año trigésim o un hom bre
venga a ser ab u e lo ” , e tc.; C ensorino 17, 2: “siglo es el espacio m ás largo de una
vida h u m an a delim itad o p o r el p a rto y la m u erte. P o r lo cual los que com putaron
por trein ta años el siglo m ucho p arece que se eq uivocaron: pues este tiem po es
H eraclito testim onio de q u e se llam a geneán, en cu an to que está en ese espacio el
ciclo de la vida; y llam a ciclo de la vida h a sta que la n a tu ra vuelve de la sim iente
hum ana a la sim ien te” ; y el enlace con la tre in te n a lu n ar, /1 4 + 1 /+ /1 4 + 1 /, en Juan
Lido D e los m eses III 14 : “de d o n d e no sin sentido H eraclito llam a al m es gene­
ración (g e n e á n )") se ve q u e en el p asaje de la o b ra ado n d e esto p ertenecía se tra ­
taba tam b ién de los ciclos lunares y se p o n ía a las est jilas en relación con los
años de la vida hum an a.
P ero, sea lo q u e sea de todas esas astrologias m ás o m enos pitagóricas (más
discusión sob re el asunto tiene el lecto r en D -K I 14 p. 179 n o ta , con las opiniones
Otros Heraclitos 385

de D iels rech azan d o la au ten ticid ad y H . G o m p erz d efen d ién d o la), lo cierto es
que la rep u g n an cia de sem ejan tes puerilidades científico-supersticiosas con la ra ­
zón h eraclitan a se ve claram en te confirm ada de fu era no sólo p o r el uso del D ual
sëm eiô ‘señas (d o s)’, q u e es desde luego incom patible con el jo n io de H eraclito,
y que m u estra bien que este fr., com o los dos an terio res, está en dialecto ático o
m ás bien hom érico, y no sólo p o r el evid en te estilo poético (es útil com parar en
la inscripción m usical de Sícilo la locución m uy sem ejan te m ném ës athanátou sëma
polychrón io n ‘señal m u ltitém p o ra de m em oria in m o rtal’), sino p o rq u e lo citado re ­
sultan ser los cuatro p rim ero s pies de u n h ex ám etro n o rm al h a sta la diéresis tras
el cuarto. D e m a n e ra que, atrib ú y ase o n o la confusión d e n o m b re a que este tro ­
zo de verso, com o los dos an terio res, p ro ced ía del p o e m a de H eraclito de H ali­
carnaso (es desde luego p ro b a b le q u e al m enos esos tre s frs. vengan de la m isma
o b ra ), ello es que ni él ni aquellas im p ertin en tes citas sobre generaciones con él
relacionadas (y que to d as se explican p o r u n a m ism a confusión de origen) tienen
p o r qué p e rtu rb a r m ás a los lectores de los restos del libro del efesio.

*138 D -K *140
ποίην τις βιότοιο τάμοι τρίβον; είν αγορη μέν
νείκεα καί χαλεπαί πρήξιες, έν δέ δόμοις
φροντίδες· έν δ’ άγροΐς καμάτων άλις, έν δέ Φαλάσοτι
τάρβος· επί ξείνης δ’, ήν μέν έχτ)ς τι, δέος,
ήν δ’ άπορες, άνιηρόν. έχεις γάμον; ούκ αμέριμνος
έσσεαι· ού γαμέεις; ζης έτ’ έρημότερος.
τέκνα πόνοι· πήρωσις άπαις βίος. αί νεότητες
άφρονες- αί πολιαί δ’ έμπαλιν άδρανέες.
ήν άρα τοϊν δοιοΐν ενός αϊρεσις, ή τό γενέσθαι
μηδέποτ’ ή τό ΰ-ανεΐν αύτίκα τικτόμενον.

© Cod. Paris. 1630 (s. X I V ) /. 19Γ : Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ φ ιλ ο σ ό φ ο υ κ α τά τοϋ β ίου'


«π οίη ν .... τικ τό μ εν ο ν » . Id em epigram m a su b aliis n o m inibus : A n th o l. Pal. IX
359 ( ‘Π ο σ ε ιδ ίπ π ο υ , ο ί δέ Π λ ά τω ν ο ς τοϋ κ ω μ ικ ο ϋ ’), S tob. Flor. IV 34, 57, Posi-
dipp. Epigr. 21 (p. 79 Schott).
386 Apéndice

© ¿Por qué carrera de vida podrá uno tirar?: en la plaza, / plei­


tos y mil negocios duros: en casa también // más quebradero. En
el campo, fatigas sin cuento: en los mares, / miedo. En tierra ex­
tranjera, si algo te llevas, temor: // si estás sin qué, sufrimiento.
¿Te casas?: Libre de penas / nunca estarás; ¿no te casas?: más
triste vives aún. // Los hijos, trabajo: sin hijos, manquera. Las
mocedades, / insensatez: a su vez las canas, incapacidad. // Así
que, a elegir de dos cosas una, o no haber nacido / nunca, o bien
al momento que a uno lo paren, morir.

© Se incluye aq u í este epig ram a con m otivo de que en un códice del siglo X IV
aparece copiado con un títu lo que dice “D e H eraclito el filósofo en co ntra de la
v id a” , pu d ien d o ven ir esto de una trad ició n antigua diferen te de la que nos ofrece
el m ism o epigram a en el Florilegio de E sto b e o , recogido de ahí en el libro IX de
la A ntolo g ía Palatina con el título “D e P osidipo; p ero según otros, de P latón el
cóm ico” . L a factu ra es típica de la epigram ática helenística, y bien p u ed e ser que
la atribución a P osidipo de Pela en M acedonia (principios del III ante, algo más
viejo por ta n to que H eraclito de H alicarn aso ) sea lo m ás razonable. P ero , p o r si
acaso la o tra atrib u ció n , a H eraclito (de H alicarn aso ), tien e algún fundam ento (lo
de “el filósofo” sería ento n ces un añad id o fácil de explicar, y m ás teniendo en cuen­
ta que el epigram a es u n a sarta de contradicciones) y p u ed e contribuir, por la com ­
paración con los o tro s versos que aq u í incluyo, a precisar nu estra noción del estilo
del H alicarnasés y a d esen red ar la confusión de n o m bres, quede aquí leído.

¿ D E H E R A C L I T O H O M E R IC O ?

*141 105 D -K
Otros Heraclitos 387

0 Schol. H o m . A T ad Σ 251 ('Έ κ τ ο ρ ι δ ’ ήεν ε τα ίρ ο ς, ίή δ 5 έν νυ κ τί γένοντο)


: Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς εντεύθεν ά σ τρο λ ό γο ν φ ησ ί το ν 'Ό μ η ρ ο ν κ α ι έν ο ίς φ ησι ( Ζ 488)
«μ οίραν δ ’ οΰ τιν ά φ η μ ι π εφ υ γμ ένο ν έμμεναι άνδρώ ν».
E u stath . in Iliad, p. 1142, 5 : έν δέ τώ «μια δ ’ έν ν υ κ τ ί έγένοντο» Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς
π α ρ ετή ρ η σ ε κ α ί ά σ τρο λ ό γο ν είνα ι τό ν π ο ιη τή ν, ο ς έν μ ια ν υ κ τ ί γενομ ένους τον
" Ε κ το ρ α κ α ί τόν Π ο λ υ δ ά μ α ν τα ό μ ω ς πολύ δ ια φ έ ρ ο ν τ α ς ισ το ρ εί δ ιά ώ ρ α ς α κ ρ ί­
βειαν.

© Que era astrólogo Homero.

© Se nos tran sm ite en un escolio al verso de la Iliada que dice, hablando de


P olidam an te, “C on H é c to r e ra él cam arad a, y en u n a noche n ac iero n ” , del siguien­
te m odo: “A p a rtir de ahí dice H eraclito que e ra astrólogo H o m ero , y tam bién
en donde dice (V I 488) ‘Y digo que al sino no hay h o m b re ninguno que haya es­
cap ad o ’” ; y en el com en tario de E ustacio al m ism o lugar (X V III 251) de la Ilíada:
“Y en lo de Ύ en u n a noche n a ciero n ’ observó H eraclito que tam b ién astrólogo
era el p o e ta ; el cual explica q u e, h ab ien d o nacido en u n a m ism a noche H é cto r y
P olidam an te, eran sin em bargo m uy diferen tes (e l verso siguiente de H o m ero dice
‘P ero el uno en h a b la r, el o tro en lucha gran trech o ven cía’) deb id o a la exacta
observación de la h o ra ” . P u ed e ser q u e am bos testigos sean in d ep en d ien tes entre
sí, pero p ro ced en tes de la m ism a fu en te uno y o tro , en la cual, p o r ta n to , puede
que estuviese tam b ién la referen cia al o tro verso de la Ilíada, el del sino, que da
el escolio, y la explicación (pues es difícil que el hos ‘el cual’ se refiera al poeta,
sino m ás bien a H eraclito ) de la diferencia de carácter e n tre H é c to r y Polidam an­
te por la “ exacta observación de la h o ra ” que en E u stacio se recoge.
Sea com o sea, la im pertinencia a la razón de H eraclito de sem e jan te com en­
tario (que, e n tre o tras cosas, incluye un uso de astrológos no con el significado
general de ‘estudioso de los astro s’, sino ya con el p o sterio r de ‘astró lo g o ’ o ‘ago­
rad o r del destino de cada p articu lar p o r las estrellas de su nacim ien to ’) se m e apa­
recía b astan te clara, au n q u e anduve algún tiem po tra ta n d o de situarlo (leído, na­
tu ra lm en te , con to n o de m ofa) p o r e n tre los n .os 29 y 30 de las críticas de H om e­
ro, hasta que caí en la cu en ta de qu e, en cam bio, era m uy propio de las Alegorías
de H eraclito H o m érico , de las qu e, según antes he ad v ertido, nos falta justam ente
la p arte del co m en tario a la Odisea en q u e las cuestiones astrales debían d e abun­
dar; y au n q u e los versos aquí tocados sean de la Ilíada, bien sea que a propósito
de o tro pasaje de la Odisea se volvía sobre ellos, bien q u e se nos haya perdido
algo del com en tario al libro X V III de la Ilíada, parece lo más razonable atribuir
a las Alegorías tales citas, sin que p u ed a, p o r o tro lado, pensarse que ni Eustacio
ni los otro s escoliastas estab an en condiciones de distinguir m ucho en tre un H e­
raclito y otro.
388 Apéndice

¿ D E U N P O E M A Ó R F IC O ?

*142 77 (1.a) D-K

\KV XHI ' yl ^<?TÚA\j VΓ H I$ l ΓΕΗί^Α\ .

.© O lym piod. in Gorg. 237, 6 : τη ν γένεσ ιν ύ γ ρ ά ν κ α λο ύ σ ιν ο ί π α λ α ιο ί- οΰτω


γ ο ϋ ν κ α ί λ έγετα ι π ε ρ ί τή ς ψ υχής· « ψ υχήσ ι .... γ εν έσ θ α ι» , δ ιά τό ρευστόν κ α ί
ύγρη λόν κ α ί δ ιά τό ά ν θ ε ϊν α υ τώ ν ε ν τα ύ θ α τά ς ζω ά ς. (A dnotatio in m argine : τον
λόγον Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ φ α σ ίν). E t Id. ib. 142, 8 : ώ ς γ ά ρ εφη Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , ψ υ χή ς
έστι -θάνατος ή υ γ ρ α σ ία . A d n o t. in marg. : ση. το ν Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ π ε ρ ί ψ υ χ ή ς λ ό ­
γ ο ν ' «ψ υχήσι θ α ν . ύ γρ . γεν.» .
Iulian. Orat. V 165 d : λ έγετα ι τ ο ι κ α ί π ρ ο ς Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ «ψ υχ. θ α ν . ύ γρ. γεν.».
A rist. Q uint, p. 64, 31 Jah n (post n.° 109) : την δέ ύ π ό τή ς α ερ ίο υ ζά λη ς τε κ α ί
ά ν α θ υ μ ιά σ εω ς θ ο λο υ μ ένη ν εμ φ α ίνει λέγω ν «ψ υχ. θ α ν . ύ γ ρ , γεν.», τεκ μ ηρ ιοΰσ ι
δέ το ύ το κ α ί ια τρ ώ ν π α ιδ ε ς.
P orphyr. D e antro nym p h . 10 (uideas am plius laudatum ad n.° 113) : ώ ς φ ησιν ó
Ν ουμ ή νιο ς .... λέγω ν ...., ό θ ε ν κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν ψ υ χή σ ι φ ά ν α ι τέρ ψ ιν (μή ‘θ ά ­
ν α τ ο ν ’) ύ γρ. γ εν ., τέ ρ ψ ιν δ ’ είν α ι α ύ τ α ϊς τήν εις γένεσ ιν πτώ σ ιν.
P ro d , in Tim . I 126, 22 d : ό δέ γε φ ιλ ό σ ο φ ο ς Π ο ρ φ ύ ρ ιο ς .... φ ησιν ό τι .... ότε
δέ τό ε π ιθ υ μ η τικ ό ν ύ π ό π ή ς γενη σ ιο υ ρ γο ϋ κ α τα κ λ υ ζό μ εν ο ν ύ γρ ό τη το ς εκνευρ ί­
ζετα ι κ α ί β α π τ ίζ ε τ α ι το ΐς τή ς ύλης ρ εύ μ α σ ι, κ α ί άλλος ο ύ το ς ψ υ χώ ν τώ ν νοερώ ν
θ ά ν α τ ο ς, «ύγρή σ ι γ εν έσ θ α ι» φ η σ ιν Η ρ ά κ λ ε ιτο ς .

C f r . C le m . S tro m . V I 17 cu m u ersib u s q u ib u s d a m O rp h ic is , rtecn o n a lia tes tim on ia ad n . ” I l l


adlata.

© ψ υχή σ ι : ψ υ χ ή ν A ristidis codd. β ρ ο τέα ις in solo O lym piodori loco


237 et Procli M seruatum τέρ ψ ιν p ro θ ά ν α τ ο ν N u m e n iu m legere uoluisse
e P orphyrio colligitur.

© Para las almas humanas hacerse húmedas, muerte.


Otros Heraclitos 389

© C om o se ve p o r los num erosos testim onios, el verso se h abía ganado, en el


Im perio al m enos, u n a atribución g en eralizada a H eraclito: lo d a com o hexám etro
com pleto O lim piodoro (v p o s t) en su C om entario al Gorgias, donde solam ente
dice “A la generación la llam an h ú m ed a los antiguos; así tam b ién , p o r ejem plo,
se dice acerca del alm a ‘P a ra las ... m u e rte ’, debido a lo flúido y acuoso y por lo
de que de ellas florecen entonces las vidas” ; p ero en una n o ta al m argen se lee
“La razón , de H eraclito — d icen” ; y ya antes en o tro pasaje del m ism o C om enta­
rio h ab ía escrito O lim piodoro “P ues, com o dice H eraclito , m u erte del alm a es la
h u m ed ad ” (d o n d e to d av ía p o d ía tra ta rse de u n recu erdo del fr. autén tico , n.° 111);
pero ahí o tra an o tació n reza “N o ta: la razó n de H eraclito acerca del alm a ‘P a ra
las alm as hacerse húm edas m u e rte ’” . E sta versión, sin (salvo un M S de Proclo) el
brotéais ‘m o rtales’, ‘h u m a n a s’ (que p u ed e ser un añadido de alguien p a ra com ple­
ta r el verso, p ero q u e p u e d e tam bién conservar el verso originario) es la que dan
los otros testim onios: Juliano en u no de los D iscursos “V iene tam b ién , p o r cierto,
de H eraclito el dicho de q u e ‘P ara las ... m u e rte ’” ; el ré to r A ristides Q uintiliano
(com ienzos de π p o st) “P ero a la en tu rb iad a p o r la tem pestuosidad del aire y la
evaporación la designa al decir ‘P ara las ... m u e rte ’; y de eso dan tam bién te sti­
m onio los H ijos de la M edicina (e .e . los m édicos en general: no se im plica q u e
hubiera A ristides leído un texto en tal sentido en los escritos h ip o c rá tic o s)” ; P o r­
firio (fines de III p o st) en su D e la gruta de las ninfas hem os visto ya, a propósito
de o tra cita que con ésta nos conserva, en el n .“ 113 cóm o, citando al pitagórico-
platónico N um enio de A p am ea (il p o st) dice (v. en n.° 113 texto m ás am plio)
“... como dice Num enio ... al decir que ... de donde tam bién (dice Num enio) que lo
que H eraclito dice es q u e es p ara las alm as p lacer (no m u erte) el volverse h ú m e­
das, y que p lacer es p ara ellas la caída en la g en eració n ” ; y Proclo ( v p o st), cita n ­
do al m ism o P orfirio, no se ve claro hasta dónde: “P ero lo que es Porfirio el filó­
sofo ... dice que ... p ero , cuando el (e le m e n to ) volitivo ( ep ith ym étikó n ) in u n ­
dándose p o r o b ra de la h u m ed ad g enerativa se en erva y se em papa con los flujos
de la m ateria, es tam b ién ésa o tra m u erte de las alm as, de las intelectivas ( noerón)
el volverse húm edas — dice H e ra c lito ” . P ero hay que te n er adem ás en cuenta los
testim onios de C lem en te y Filón que en n.° 111 he d a d o p ara el verdadero fr. de
H eraclito, del q u e esto no es más que una versificación; y tam bién los versos que
allí cita com o de O rfeo San C lem ente.
Q ue éste p ro ced a del m ism o poem a órfico que aquéllos, que son igualm ente
una paráfrasis versificada de H eraclito n.° 111, p arece muy p ro b ab le, aunque no
veo b astan te fu n d am en to p ara p ro p o n e r un m odo de enlace e n tre todos ellos. Q u e
al au to r, m ás o m enos neopitag ó rico , de u n tal p o e m a le viniera bien la fórm ula
heraclitan a p a ra el desarrollo de las consabidas h istorias de alm as, propias de esa
(y otras m uchas) sectas (com o el favor que la cita ha en co n trad o entre los neopla-
tónicos tam bién m u estra) se com prende bien. Q u e, en fin, la adscripción del v e r­
so al n om b re de H eraclito se fu n d ara ya en u n a p resencia del nom bre en el texto
o el título del p o em a m ism o, o que sim plem ente algún au to r o antología an terio r
a A ristides y a N um enio p re se n ta ra la versificación de la sentencia h eraclitana
com o de H eraclito , de d o n d e el e rro r se h ab ría p ro p agado en ad elan te, no veo
apoyos p a ra decidirlo ni tien e m ayor in terés a n u estro propósito.
390 Apéndice

L o hexam étrico de la form ulación es en to d o caso indenegable, ni a nadie le


chocará el alarg am ien to de -tos en la 4.a thesis, si b ien éste y otros rasgos m e su­
gieren m ás bien u n tip o de h ex ám etro distinto del alejan d rin o del posible poem a
de H eraclito de H alicarn aso , y m uy cercano en cam bio al usual en los in n u m era­
bles p o em as órficos d e d esd e el s. IV ante h asta el Im perio.

¿ D E C R IS IP O U O T R O E S T O IC O ?

*143 67a D -K

© H isdosus Scholasticus ad Chalcid. in T im ., cod. Paris. Lat. 8624 (X IIsa e c .)


f. 2 :

alii autem dicunt quod mundi medietas est sol, quem cor totius mun­
di esse uolunt. «quemadmodum enim» inquiunt «anima hominis se­
dem et domicilium in corde habet, unde per membra corporis uires
suas spargens in omnibus corporis membris tota sua membra uege-
tat, ita uitalis calor a sole procedens omnibus quae uiuunt uitam su-
ministrat»; cui sententiae Heraclitus adquiescens optiman similitudi­
nem dat de aranea ad animam, de tela araneae ad corpus, sic: «ara­
nea stans in medio telae sentit, quam cito musca aliquem filum suum
corrumpit, itaque illuc celeriter currit quasi de fili persectione do­
lens: sic hominis anima, aliqua parte corporis laesa, illuc festine meat
quasi impatiens laesionis corporis, cui firme et proportionaliter iunc-
ta est».

C fr. C h a lc id . in T im . c p . 2 2 0 : s o lu s u e r o h o m o e x m o r ta li b u s p r in c i p a l i m e n tis b o n o , h o c
e s t , r a t i o n e u t i t u r , u t a it id e m C h r y s ip p u s , s ic u t a r a n e a in m e d i e t a t e c a s s is o m n i a f ilo r u m
t e n e t p e d i b u s e x o r d i a , u t , c u m q u i d e x b e s tio lis p la g a s i n c u r r e r i t , e x q u a c u m q u e p a r t e d e
p r o x i m o s e n t ia t, sic a n i m a e p r i n c ip a l e p o s it u m in m e d i a s e d e c o r p o r i s s e n s u u m e x o r d i a r e ­
t i n e r e , u t , c u m q u i d n u n t i a b u n t , d e p r o x i m o r e c o g n o s c a t.
E c T e r t u l l . D e an. 14 : n o n lo n g e h o c e x e m p l u m (i . e . A r c h i m e d i s o r g a n u m h y d r a u li c u m )
e s t a S t r a t o n e e t A e n e s i d e m o e t H e r a c l i t o : n a m e t ip s i u n i t a t e m a n i m a e , q u a e in t o t u m c o r ­
p u s d if f u s a e t u b i q u e ip s a , u e l u t f l a t u s in c a la m o p e r c a u e r n a s , ita p e r s e n s u a li a u a r iis m o ­
d is e m i c e t , n o n t a m c o n c is a q u a m d i s p e n s a t a . A t I d e m ib . 15 : ... u t n e q u e e x t r i n s e c u s a g i­
ta r i p u t e s p r i n c i p a l e i s t u d , s e c u n d u m H e r a c l i t u m , etc. E t S e x t. A d v . m a th . V I I 3 4 9 : ... o í
μ έ ν έ κ τ ο ς τ ο υ σ ώ μ α τ ο ς (s c ii, π ε ρ ι έ χ ε σ θ α ι τ η ν ψ υ χ ή ν ) , ώ ς Α ί ν η σ ί δ η μ ο ς κ α τ ά Η ρ ά κ λ ε ι ­
τ ο ν , ο ί δ έ έ ν δ λ ψ τ ψ σ ώ μ α τ ι , κ α θ ά π ε ρ τ ι ν έ ς κ α τ ά Δ η μ ό κ ρ ι τ ο ν , et ib . V I I I 2 8 6 , a d n .° 8.
Otros Heraclitos 391

© In H is d o s i te x tu m : sic : « a r a n e a : s i c ( u t ) a r a n e a edd. p e r s e c ti o n e D i e l s :
p e r f e c t io n e co d .

© E n un co m en tario de un tal H isdoso, llam ado E scolástico, al com entario de


Calcidio al Tim eo de P lató n , que en co n tró en un códice de la B iblioteca de P arís
del s. XII M . P ohlenz, el gran estudioso de los estoicos, y publicó en 1903, se lee
lo siguiente: “O tro s en cam bio dicen que el cen tro del m undo es el sol, que q u ie ­
ren que sea el corazón del m undo en tero . ‘D el m ism o m o d o ’ dicen ‘que el alm a
del hom b re tien e en el corazón su sede y dom icilio, de d o n d e p o r los m iem bros
del cuerpo esparcien d o sus fuerzas en todos los m iem bros del cuerpo vivifica p o r
en tero los que son m iem bros suyos, así el calor vital p ro ce d en te del sol a to dos
los que viven les sum inistra vida’; al cual p arecer d an d o H eraclito su aquiescen­
cia, ofrece u n a excelente sim ilitud de la a rañ a al alm a, de la te larañ a al cuerpo,
así: i a arañ a m an ten ién d o se en el m edio siente la te la, tan p ro n to com o una m o s­
ca e stro p ea alguno de sus hilos, y así acude allí ráp id am en te, com o doliéndose con
el corte del hilo: así el alm a del h o m b re, h erid a alguna p arte del cu erp o , allí m a r­
cha p ro n ta m e n te , sin p o d e r sufrir la lesión del cu erpo, al que está firm e- y p ro ­
porcionalm en te u n id a ’” . A n te lo cual, antes de p reg u n tarn o s cóm o el nom bre de
H eraclito p u d o llegar a sem ejan te sitio, lo que no d eb ía ocultársele a nadie es q u e
la cita de la com p aran za del alm a con la a rañ a es poco m ás que una paráfrasis de
ésta que enco n tram o s en el pro p io com en tario de C alcidio (IV post) al Tim eo (el
único diálogo p o r d o n d e las E d ad es M edias se alim entaron d e platonism o hasta
el s. x i i ) , com o sigue: “P ero solo el hom b re de e n tre los seres m ortales disfruta
del bien soberan o (principali, e .e . h ë g em o n ikô i) de la m en te, esto es, de la r a ­
zón, com o dice el m ism o C risipo que ‘así com o la a rañ a en la m itad del retículo
retiene con sus p atas tod o s los arran q u es de los hilos, de m an era que, cuando al­
guna bestezuela viniere a chocar en las red es, de cualquier p a rte que sea lo sienta
com o de in m ed iato , así el elem ento sob eran o del alm a, puesto en la sede central
del cuerp o , retien e los arran q u es de los sentidos, de m anera q u e, cuando ellos den
algún aviso, lo reconozca de in m ed iato ’” ; sólo que el final, con el ánim a no sim ­
plem ente reconociendo la señal, sino acudiendo a la herid a, suen a en el texto de
H isdoso algo m ás ep icúreo que no estoico; y es tam b ién digne de nota que en H is­
doso la cuestión de la arañ a está ín tim am en te ligada con la de la equiparación e n ­
tre el alm a y el sol com o cen tro dispen sad o r de v ida, al p u n to de que todo ello
pudiera venir de una m ism a fu en te; y ello lo acerca un poco a lo que de la exal­
tación solar hem o s visto a p ro p ó sito de los versos del n.° *138.
Sobre de d ó n d e p u ed e h ab er venido la p ereg rin a atribución a H eraclito, da al­
gún vislum bre el tra ta d o de T ertu lian o Sobre el alma, donde en un lugar dice q u e
“No lejos está este ejem p lo (a sab er, el del órgano hidráulico de A rq u ím ed es)
de E strab ó n (e l sucesor d e T eofrasto en el P e ríp a to ) y de E nesidem o y H eraclito
(so b re ‘E n esid em o siguiendo a H e ra c lito ’ v. en P ro legóm enos) : pues tam bién ellos
salvaguardan la u n id ad del alm a, q u e, difundida p o r to d o el cu erpo y p o r doquie­
ra ella m ism a, tal com o el soplo en u n a flau ta p o r los orificios, así — dicen— p o r
392 Apéndice

las vías sensitivas de varios m odos se lan za, no ta n to frag m en tad a com o distribui­
d a ” , m ientras que en el cap. siguiente dice “ ... de m an e ra que no puedas pensar
que se agita p o r de fu e ra ese elem en to so b eran o (p rin c ip a le ), según H e ra c lito ...” ;
de las cuales b a sta n te in com patibles doxas es la segunda la que hallam os rep eti­
d am ente referid a a H eraclito (el elem en to espiritual, e.e. la razó n , que en el tin­
glado estoico y o tro s se co nvierte en el h ég em o n ikó n o instancia soberana del ap a­
rato aním ico, an d a p o r fu era, n a tu ra lm e n te , com o que no p u ed e estar d en tro de
uno) en p asajes de Sexto E m p írico com o el siguiente: “los unos fu e ra del cuerpo
(e .e . dicen que se e n c u e n tra el a lm a ), com o E n esidem o-siguiendo-a-H eraclito,
m ientras que o tro s en el cuerpo e n te ro , com o algunos-siguiendo-a-D em ócrito” .
P ero , h u b iera o no algo en el ecléctico E n esid em o que d iera lugar, a través de
confusiones com o la de T e rtu lia n o , a la atrib u ció n a H eraclito que sólo en el es­
colástico H isdoso florece en el s. XII, sea su cita o no una m era paráfrasis de la
de C risipo, lo q u e ciertam en te n o d eb ían hab erse disim ulado los estudiosos es que
sem ejan te com p aran za es del to d o in com patible con las m aneras en que podem os
oír a razón en buenos fragm entos (n .os 104-113) h ab lar acerca del ánim a o alma-
y-vida y de las ánim as; m ás aún: p a ra u n p en sam ien to to d av ía relativam ente libre
y prefilosófico no cab en siquiera im aginerías de ese tipo, p o rq u e la substantiva-
ción ‘el alm a’ n o p u ed e h ab erse aún fijad o ni establecido com o idea dom inante;
en cam bio, u n a vez q u e la C iencia o Filosofía se h an constituido, la fijación de la
idea de ‘alm a’ es inevitable y co n g ru en te con to d o el ap arato de concepción de la
R ealidad ; y desde ese m o m en to , la com paración con la arañ a en su tela resulta
tan obvia, brillante y o p o rtu n a , que casi tiene que o currírsele a cualquier filósofo.
EPILEGÓMENOS
1 Por lo demás, recojo a q u í brevem ente las varias doxas a propósito de alm a
que en algún sitio aparecen referidas a Heraclito y que han m erecido la bastante co n ­
sideración para fig u ra r al m enos en el apartado A del D -K y tenerse en cuenta para
especulaciones de los estudiosos de Filosofía.
2 Prim ero, otro pasaje del com entario de Calcidio al T im eo, del que suele p e n ­
sarse que en gran parte procede del que h izo el estoico P osidonio (II-I an te): “H e ­
raclito p o r su parte, concordando en ello los estoicos, conecta nuestra razón con la
divina que rige y gobierna los asuntos del m undo: que, al haberse hecho, debido a
la inseparable concom itancia, sabedora de la decisión racional, descansando las á n i­
mas, anuncia las cosas futuras con ayuda de los sentidos; y que de ahí sucede que
aparezcan imágenes de lugares desconocidos y visiones (sim u lacra) de hom bres tan­
to vivos com o m uertos; y el m ism o afirm a la utilidad de la adivinación y que reci­
ben prem oniciones los que lo m erecen con intervención de las divinas potestades”.
Es un buen ejem plo de cóm o, después de una larga tradición de doxas filosóficas,
pueden haberse algunos ecos de proclam aciones de razó n que en el libro hubiera
configurado en doctrina y venido a confundir con otras de escuelas varias.
3 Luego, lo que se dice en el D el alm a 405 a de Aristóteles, contradiciéndose
descaradam ente con lo que del fu eg o com o arché se dice en el Prim ero de los M e­
tafísica: “Pero H eraclito dice que el principio (a rc h é n ) es ánim a (psychén), si es
cierto que lo es la evaporación (a n a th ÿ m ià sin ), de la que las otras cosas se cons­
tituyen”; donde, aparte la m anía de colocar la noción científica de arché de un m odo
o de otro, se conserva ciertamente un eco desfigurado de algo que debía de sonar
en el libro (v. a n.° 108J; de lo cual, p o r un progreso en la escnlarización de la n o ­
ción de ‘an athym iasis’, leem os esto en los Placita de A ecio I V 3, 12: “Heraclito el
alma del Universo ( dice que es) evaporación a p artir de los elem entos húm edos
que en él hay, y que la de los seres anim ados, procedente de la de fu era y de la
evaporación en ellos m ism os, hom ogénea ( con la de fu era ) ”; donde se ha juntado
tam bién probablem ente algo de lo que sobre la exterioridad de la m ente hem os vis­
to desarrollarse en Sexto Em pírico.
4 E llo tam bién en esta perfecta culm inación de la configuración doxográfica
que leem os en M acrobio 14, 19: “Heraclito el científico (physicus) ( dice que el
alma es) una pavesa (scintillam ) de la esencia estelar”.
5 Y en fin , de la m ism a tradición escolar que los anteriores, este otro punto de
los Placita de A ecio I V 7, 2: “(H eraclito, que el alma es imperecedera^ ( com pleta
394 Razón común

Diels a partir de la paráfrasis de T e o d o re to ): pues, saliendo al alm a del todo, vuel­


ve a retirarse a lo que es con ella h o m o g én eo ”.

6 Y concluyo asim ism o con un breve recorrido al cúm ulo de doctrinas m eteo­
rológicas o astronóm icas que en averiadas fuentes aparecen atribuidas a Heraclito.
7 Prim ero, la sarta que viene, tras algunas entreveradas con rastros fidedignos
del libro, que ya a varios p ro p ó sito s hem os utilizado, en D iógenes Laercio I X 9-11:
"... p u e s (dice q u e ) al espesarse el fu e g o se vuelve h ú m edo y concentrándose llega
a hacerse agua, m ientras que al congelarse el agua se convierte en tierra; y que ésa
es la ‘vía hacia a b a je ’; y que a su vez en cam bio la tierra se desparrama, de la cual
viene a hacerse el agua, y de ella las restantes cosas, rem itiéndolas m ás o m enos to­
das a la evaporación (a n a th ÿ m iâ sin ) a p artir de la m ar: y ésa es la ‘vía hacia arri­
b a ’. Pero que se p ro d u cen evaporaciones a partir de la tierra y de la mar, las unas
esplendentes y p u ra s, y las otras tenebrosas; y que se van aum entando el fu eg o p o r
obra de las esplendentes y lo h ú m ed o p o r obra de las otras. E n cuanto a cóm o es
lo circundante ( to p eriéch o n , a q u í el ám bito celestial), no lo manifiesta: sólo que
hay en él unos cuencos que están vueltos con la concavidad hacia nosotros, en los
cuales acum ulándose las evaporaciones esplendentes prod u cen llamas, las cuales
( dice q u e ) son los astros; y que la m ás esplendente es la llama del sol y la m ás cá­
lida; que es que las otras estrellas están m ás alejadas de la tierra, y que p o r eso res­
plandecen y calientan m enos; y que la luna, siendo m ás vecina de la tierra, no se
m ueve p o r un espacio lim pio, m ientras que en cam bio el sol está p u esto en uno trans­
parente y sin m ezcla, y está a una distancia de nosotros bien proporcionada; así
que p o r eso calienta m ás y da m ás luz. Y que hacen eclipses so l y luna al darse la
vuelta para arriba los cuencos. Y que las configuraciones de la luna según el curso
del m es se producen al revolverse en ella ligeramente el cuenco. Y que día y noche
se producen, así co m o m eses y estaciones del año y los años y las temporadas llu­
viosas y los vientos y los fe n ó m e n o s de ese orden, según las diferentes evaporacio­
nes: que es que la evaporación esplendente vuelta llama en el círculo del sol hace
el día, y la contraria al pred o m in a r da p o r resultado la noche; y que al aum entar a
partir de lo esplendente lo cálido hace verano, y al acrecentarse a partir de lo tene­
broso lo húm ed o p ro d u ce invierno. Y congruentem ente con eso tam bién sobre los
dem ás fe n ó m e n o s razona causas (aitiologeí: tal es la actividad central de toda Cien­
cia o Filosofía). E n cuanto a la Tierra, nada m anifiesta sobre cóm o es ella, así
com o tam poco sobre los cuencos. Y ésos eran los pareceres (tà .dokoúnta) que él
tenía”. H aya tenido el lector paciencia con esta retahila, p o rq u e en su puerilidad es­
colar (lejos está tam bién ella de la robusta teorificación de la época helenística, de
donde rem otam ente procede) ha de servirle bien para enfrentarla con las verdade­
ras razones que de los restos del libro h em os leído, de cuyas m uchas incom patibi­
lidades con estas imaginerías de la R ealidad no m e paro a hacer el porm enor.
8 Y luego, la lista de doxas que, a nom bre de Heraclito o, según lo que se ha
advertido antes, con vacilación entre los nom bres de H eraclito y Heraclides (P ón­
tico), aparecen en los A ré sk o n ta o Placita de A ecio, laboriosam ente reconstruidos
p o r D iels a partir de la E p ito m é o R esu m en pseudoplutarquiano m ás algunos ex­
tractos o paráfrasis en E stobeo, Teodoreto y algún otro: donde es de notar que las
Epilegómenos 395

tres que aparecen prim eras ( 1 3, sobre que la arché fu ego, con H ípaso m etaponti-
no, com o desde A ristóteles; I 7, con el fu e g o cíclico y la h eim arm én ë, citado al
n. ° 73; 1 8, sobre la materia cam biante y flú id a para los estoicos, com o para H era­
clito) y tam bién 1 23, sobre el m ovim iento inherente a todas las cosas, usado al
n.° 70, se ve al m enos que proceden de m anejos y triviali zaciones de fórm ulas que
en el libro había, cosa que ni siquiera cabe pensar de ninguno de los num erosos
que siguen: I 13, de los pségm ata o raspaduras, que los m ás de los estudiosos le
pasan a Heraclides; I I 1, de que el cosm os es uno solo, para Tales, Pitágoras, E m ­
pedocles, Ecfanto, Parm énides, M eliso, Heraclito, A naxágoras, Platón, A ristóte­
les, Z e n ó n (presum iblem ente el estoico; atención al sitio en que se enlista a H e ra ­
clito, que cronológicam ente le cae bien a H eraclides); 11 4, de que el cosm os es gé-
nito no según tiem po, sino según pensam iento, de lo que sin em bargo hem os usado
para n.° 81; I I 11, que, para H eraclito y Parm énides, el cielo es ígneo; I I 13, que,
tam bién con Parm énides, las estrellas son acum ulaciones de fuego; I I 13 (las m ás
fuentes a Heraclides, un códice a H eraclito), que cada estrella tiene su tierra y aire,
etc.; I I 16 (con Parm énides para una fuente, con los Estoicos para otra), que los
astros se alim entan de la anathÿm iâsis terrestre; I I 20 (con H ecateo), que el so l es
un encendim iento intelectivo (n o e ró n ) salido del m ar; I I 20, la cita sobre el tam a­
ño de un pie del sol, que hem os em pleado antes; I I 21, de que es esferoidal, algo
com bado (?: h y p ó k y rto n ); I I 24 (en una fuente, con H ecateo), sobre los eclipses
p o r vuelta de la convexidad del cuenco, com o en lo de D iógenes Laercio que h e ­
m os visto (que de A e c io proceda m ucho de ese pasaje de D iógenes es m u y p ro b a ­
ble); I I 25 (las fu en tes vacilan entre H eraclides y Heraclito), de que la tierra está
rodeada p o r una brum a; I I 27, de que es esferoidal; I I 28, de cóm o sol, luna y es­
trellas, esféricos, recibiendo anathÿm iâsis, dan luz a la vista, y el sol m ás que la
luna, p o r lo que tam bién hem os visto en D iógenes L aercio; I I 32, de que el G ran
A ñ o es de 18.000 años solares para Heraclito (cuenta que corrige D iógenes el es­
toico m ultiplicando p o r 365); (en I I I 1, Heraclides Póntico sobre cometas); I I I 3,
explicación de truenos y relám pagos (con intervención de anathÿm iâsis para éstos),
así com o de los p résteres (que aparecen, bien de otro m odo, en n." 76); (en I I I 12,
Heraclides Póntico, ju n to con E cfanto, hacen a la tierra girar a m odo de rueda);
I I I 16, Heraclides/Heraclito, ju m o con Aristóteles, explicando las mareas; I V 3, H e ­
raclides en Diels D o x o g r., pero H eraclito en varios códices, según W ehrli H eraclei-
des, de que el alm a es com o una luz (p h ô to e id ê ); I V 3, la cita sobre alm a univer­
sal y anim al ya sacada antes; I V 7, la del alma imperecedera, tam bién allí usada;
(en I V 9 H eraclides, ju n to con Parm énides, E m pédocles, A naxágoras, D em ocrito
y Epicuro, explica las sensaciones diferentes p o r una p ro porción de sus vías o p o ­
ros correspondientes con los diferentes sensibles que les tocan; que es lo más cer­
cano de H eraclides que encuentro a la historia de la araña de n.° *143); y V 23, H e ­
raclito con los Estoicos, sobre que los hom bres alcanzan la m adurez, e.e. capaci­
dad generativa, a las dos hebdóm ades (así com o conocim iento de bien y mal), lo
cual se relaciona estrecham ente con lo que al n.° *139 hem os visto sobre ciclos hep-
tádicos de astros y de edad hum ana.
9 H abría todavía que añadir el pasaje, que D -K (22 B 139) relegan a fa lsifi­
cación bizantina, sobre m ovim iento de los astros, bajo título “D e Heraclito el filó ­
so fo ”, así com o una nota de Jorge Paquím eres (cit. p o r D -K . ib. nota) sobre coin-
396 Razón común

cidencia de astros en sus posiciones, refutando a h o i p eri to n H e rá k le ito n ‘los de


en torno a H era clito ’; y seguram ente se m e escapan todavía algunas referencias
semejantes.
10 Pero lo que deseaba sobre todo al som eter al lector a esta lista de im perti­
nencias creo que está cum plido ya con esto: a saber, p o n e r de m anifiesto la coinci­
dencia de que, en tanto que los autores a quienes debem os num erosas citas literales
o fidedignas del libro y que ofrecen las m ejores probabilidades de haberlo leído di­
rectamente, San H ipólito, San Clemente, el m ism o Plutarco, pese a alguna veleidad
de la m em oria, y las m ism as colecciones de E stobeo, en cuanto toca a recopilación
de fó rm u la s literales, n o nos pro p o rcio n a n ni una cita que pertenezca a tales teori-
ficaciones científicas sobre astros, vientos, almas, años astrales o ciclos de la vida
hum ana, son en cam bio las fu en tes m ás m ezquinas y sospechosas, es decir aquéllas
a las que o bien n o debem os n i una m ala cita literal y fidedigna de todo el libro,
com o son los Placita de A ecio, o que son el colm o de la indiscrim inación en la co­
lecta bibliográfica, que es el caso de D iógenes Laercio, las que precisam ente nos
han cargado el nom bre de Heraclito con toda esa m orralla de doxas o doctrinas
filosóficas.
11 Rastrear con m ás cuidado de d ónde p u ed a proceder cada una de esas m ues­
tras de saber de la Realidad, se lo dejo ya a otros m ás entendidos que yo en cues­
tiones 'e H istoria de la Ciencia, habiéndom e a q u í lim itado a sugerir las vías más
p ro b a t de la confusión, sea p o r elaboración postsocrática en heraclitistas más o
m enos in fie es, co m o Heraclides Póntico, “el que a Heraclito para todos explicó”,
com o dice el cóm ico A n tífa n es (W ehrli H erak leid es fr. 10= A ten eo I V 134 b), o
aquel E neside.no k a th ’ H e rá k le ito n , de cuya labor sabem os bastante sobre todo
p o r Sexto E m pírico, o tam bién en alguno de los estoicos que gustaban de darse a
Heraclito p o r padre, sea p o r m era confusión de nom bres, principalm ente, tenida
cuenta de los observaciones que al principio de este A p éndice he consignado, con
el del m ism o Heraclides, o en algún caso, p o r la parte perdida de sus A legorías,
con el de Heraclito H om érico, o con el del poeta, acaso astronóm ico, Heraclito de
Halicarnaso.

12 N o es que diga que habría sido de p o r sí im posible que en alguna parte del
libro, abandonándole la v o z de la razón com ún, hubiera Heraclito cedido a la ten­
tación de presentar opiniones y teorías sobre los fe n ó m e n o s reales: bien cerca y en
frente tenem os el caso de P arm énides que notoriam ente así lo hizo, cuando en su
poem a, cansado de dejar a la diosa que dijera sim plem ente la verdad, con ju stifi­
cación expresa de que tam bién las creencias tienen su ser com o creencias y hay por
tanto que saberlas ( “M as has de enterarte de todo, lo m ism o / corazón sin tem blor
de la bienredonda verdad que creencias / de los mortales, en las que no cabe fe ver
dadera; / y aun ésas, con todo, habrás de aprender, cóm o, siendo creídas, / tendrán
en creencia que ser, p o r todos todas en tra n d o ”: 1, 28-32), a fin de que no nos en­
gañen al encontrarlas entre los hom bres ( “p o r tal ordenación lo aparente todo te
cuento, I m vaya nunca noción de m ortales al paso a rozarte”: 118 s. Lect. Pre-
Epilegómenos 397

socr. l= D - K 8 60 s.), hace a la diosa, com o parte segunda del poem a, pasar a ex­
p o n e r doxas astronóm icas y psicológicas: “A q u í te m e p a ro ya en la razón de fia r
y la idea I en torno a verdad. M as ve desde a q u í las creencias m ortales / sabiendo,
atento al orden engañador de m is versos” (108-110= D -K 8, 50-52): así que (¿por
qué no?) algo parecido p o d ía a Heraclito haberle tam bién pasado, y no p o r ello
dejaríamos de oír, pasa n d o de largo las partes en que se expusieran verdades, aqué­
llas otras en que la razón co m ú n se dedicara a decir verdad, esto es, a revelar la
m entira de las verdades ya sabidas; no: es, sencillam ente, que no tenem os fu n d a ­
m ento para sospechar tal cosa, y p o d e m o s leer los restos del libro de Heraclito lim ­
pios de tales adherencias doctrinarias, no un P éri physeós en el sentido postsocrá-
tico de Física o Ciencia o etiología de una realidad tom ada com o externa al lengua­
je que razona sobre ella, sino m ás bien un lugar en que el lenguaje m ism o muestra
en acto su p ropia lógica (una Lógica de la contradicción, anterior a toda filo so fía ),
tam bién presentándose a él m ism o co m o realidad o fu eg o , en la parte de la R azón
General, para lanzarse luego contra las ideas dom inantes sobre gobiernos y perso­
na, en la R a zó n Política, y contra creencias y prácticas religiosas y esperanzas p o s­
trimeras, en la R a zó n Teológica; m ientras que, en cam bio, el que eso quisiera p ro n ­
tamente convertirse, con el desarrollo de la Filosofía o Ciencia, en un sistem a más
de opiniones y teorías, es lo m ás natural del m u ndo, y lo que una y otra vez ha
sucedido y ha de suceder, tam bién con este intento de resurrección de la razón co­
m ú n de las reliquias del libro de Heraclito: tal es la necesidad y m iedo que nos obli­
ga a tener ideas sobre las cosas olvidando que las cosas están hechas tam bién de
nuestras ideas.

Z am ora, 18 de agosto de 1984


INDICE
DE PASAJES Y DE AUTORES

Las referencias van al n.° del fr. en esta edición y a sus secciones © , © , © o a los párrafos de Prol(egómenos) y
Epil(egómenos).
En tipo mayor, los lugares usados en © como fuente. Marcados con **, aquéllos en que hay en © alguna propuesta
crítica sobre el contexto del citador.
Los nombres se dan en su forma latina aun cuando estén usados en la griega o la española (Jenófanes =
Xenophanes, Estobeo = Slobaeus, Crisipo = Chrysippus, etc.; pero Philon, no Philo, y así en los otros semejantes).
Disculpa de que las observaciones de filólogos modernos aparezcan referidas con el solo nombre de autor; el
curioso lector deberá buscar la referencia precisa en el repertorio de Mondolfo-Tarán o en la anotación de las ediciones
precedentes.
Salvo excepción, la cita de antiguos es a la edición preferente que ofrece la lista de González-Facal Repertorium
Litterarum Graecarum, Madrid 1982.

Acta S. Apollonii I I 13 : Epil.8 62 FC


p. 106 Klette : 1 24 FC I I 16 : Epil.8 in A rs tt. M e te o r. 3544 b :
A e lia n u s 1120 : Epil.8 64 F C
fr. 317 Herder : 34 FC 1120,16 : 75(1.“) FC apud Sim pl. iit de Caelo : 81
1 1 2 1 ,4 : *137 F C ; Epil.8 FC
A eneas G azaeus
1124 : Epil.8 [ A l e x a n d e r A p h r o d is ie n s is ]
Theophrastus 9 : 7 2 FC P r o b i. I I I 42 : 71 F C
1125 : Epil.8
ib. 11 : 7 2 FC
1127 : Epil.8 Amelius Apamensis
Aenesidemus 1128 : Epil.8 in Ev. loh. apud Eus. : 1 FC
: Prol. 20 ; *143 FC ; E pil.ll II 32 : Epil.8
Anatolius
Aeschylus III 1 : Epil.8
de Decade p. 36 Heiberg :
: 46 C IU 3 : Epil.8
*1391/1
Ag. 41 : 16 FC I I I 12 : Epil.8
ib. 849 s. : 57 FC III lñ : Epil.8 Anaxagoras
Heliades fr. 70 : 41 FC IV 3,12 : Epii.3 ; Epil.8 : Prol. 7 ; 2 C ; 42 FC ; 97 FC ;
fr. inc. 315 Nauck ; 114 F IV 7,2 ; Epii.5 ; Epil.8 *137 FC ; Epil.8
IV 9 : Epil.8 Anaxarchus
A ë tiu s
V 23 : Epil.8 apud Serenum : 24 FC
: ante *136 ; Epii.10
13 : Epii.8 A lb e rtu s M a g n u s apud A ctium : *137 FC
/ 7 ,2 2 : 7 3 (c 1) FC ; Epil.8 de Veget. VI 14,401 : Anaximander
18 ; Epil.8 5 5 ( 2 .° ) F C Prol.25 ; 106 C ; *137 FC
I 13 : ante *136 ; Epil.8
Alcidamas Anaximenes
1 2 3 ,7 : 70 FC ; Epil.8
de H om ero : 10 C : Prol.4
127.1 : 73(b 2) FC
128.1 : 73(c 2) FC A l e x a n d e r A p h r o d is ie n s is Liuius Andronicus
I I 1 : Epil.8 de F a to ( = d e A n im a p. : 114 C
114,3 : 81 FC; Epil.8 185) 6 : 118 F C Anécdota Graeca Parisina
II I I : Epil.8 in A rs tt. M e ta p h . 1005 b : 1 167,17 Cramer : 49 FC
400 Indice

Antiphanes comicus A risto te le s von Arnim : 63 V ; 83 V


: Epii.11 : Prol.4 ; Prol.8 ; Prol.9 :
Arnobius
Antiphon sophista Prol. 13 ; Prol.15 ; Prol.24 ;
adv. Nat. V 29 : 127 FC
Aletheia : Prol.25 Prol.31 ; 4 C ; 8 C ; 24 F ; 46
C; 54(1.°) FC ; 74 C ; Epii.8 A th e n a e u s
Antisthenes I V 134 b : Epii. 11
de A nim a I I I 405 a : Epii.3
: Prol.15 V. 178 e : 54(1.°) FC ; 101
ib. 1113,428 b : *137 FC
de Caelo 1 10,279 a : 81 FC FC
A p o l l o n i u s T y a n e n s is
Eth. Eud. II 7,1223 b ■ X III 610 b : 24 FC
Epist. 18 : 8 ( a ) FC
ib. 27 : 1 25 FC 104 FC Athênalôn Politeià
apud Eus. : 40 FC ib. VU 1,1235 a : 30 FC ; : Prol. 25
43 F
sanctus Augustinus
A p u le iu s Eth. Nic. : P rol. 9
: 102 C
de Mundo 19-20 : 46 ib . 1 12 ,11 0 5 a : 104 FC
FCV ib . V I I 5 ,1146 b : 11 FC
ib. 36 : 8 3 ( a ) FVC ib. V I I I 2 ,11 55 b : 43 FC
ib . X 5 ,1176 a : 55(1.°) FC Bachet de Meziriac : 3 V
Aratus
Metaph. I 984 a 7 : P rol.9 ;
: ante *138 Baeumker : Prol.8
Epii.3
Archilocus ib. 1 6 ,9 8 7 a : 63 FC Basilius Ponticus
: 29 ; 29 FC ; 104 C ib. I I I 3,1005 b : P ro l.9 ; 62 : 91 FC
fr. 38 Diehl : 29 C FC Bekker : 4 VC ; 15 V ; 119 V
fr. 67 : 29 C ib . I I I 5 ,10 10 a : 63 FC
fr. 68 : Prol.20 ; 29 C Benseler : 81 V ; 131 V
M e te o r , I I 2 ,35 44 b : 64
fr. 84 : 29 C FC Bentley : 25 V
Archimedes de Part. A n. 1 5,645 a : ante Bergk : 11 VC ; 39 VC
: 59 C ; *143 C 116
Bernardakis : 51 V ; 74 V
Aristarchus Phys. 1 2 ,185 b : 5 2 b is FC
(Platonica) : 34 FC Bernays : 10 V ; 20 V ; 31 V ; 36
: 58 F
Polit. 12.1253 a : 40 V V ; 39 V ; 45 V ; 47 V ; 48 V
Aristides lustus Ib . V 11, 1315 a : 104 FC ; 49 V ; 52 V ; 57 V ; 59 V ;
: 87 FC 65 V ; 69(2.°) V ; 71 V ; 81
P robi 934 b : 76 FC
Rhet. : ante 120 V ; 85 V ; 132 V
A ris tid e s Q u in tilia n u s
11383 : 120 V ib. I I I 5 ,1 4 0 7 b : P r o l . 9 ; 1 Berossus haereticus
FCV : Prol.21
II p. 64, 29 Juhn : 109 FC
ib. p. 64, 31 : *142 FC
ib. 111 1419 b : 101 C Bias
de Sensit 5,443 a : Prol.9 ; : 20 C ; 87 C ; 92 ; 92 FC ; 93 C
A ris to c ritu s 5 0 FCV
BIBLIA A.T.
1'heosophia : ante 120 Top. I ll 2.117 b : 119 FC
Gen. : 35 FC
ib. 68 : 125 F C ib . V i l i 5,159 b ■. 52 b is
ib. 1,1 ss. : 47 C
ib. 74 : 124 F C FC
ib. 1,2 : 113 FC
Ariston [A ris to te le s ]
Isai. 7.9 ■. 135 FC
apud Laertium 1 X 5 : Prol.16 ; M ai^n. M o r . I I 6,1201 b :
ib. 29,15 : 7 FC
68 C 11 FC
llabac. 2.4 : 11 FC
ib. IX 11 : Prol.8 de M undo : Prol. 11
Ecclesiasticus 6,33 : 16 1·'
ib. 5,396 a -b : 43 F ; 4 6 FC N.T.
A ris to n y m u s ib. 6,401 a : 83 FC
Euangelia : Prol.33
Tomaría apud Stob. : 34 ib. uersio Arm enia : 83 FC
Ev. Lue. 14.35 : 17 F
FC ib. uersio Syriaca Lorim er : 46 £Y. loh. / : 47 C
FC ; 83 FC
Aristophanes ad Eph. 6.12 : 130 FC
uide el 'Apuleius' / ad Cor. 2.5 : 13 FC
: Prol. 13
E q .1118-20 : 17 C A r iu s D id y m u s ib. 3.19 : 121 1-C
Pax 1095 et 1116 : 120 C a p u d E u s e b iu m : 63 F C i f / ad Tim. 1,9 : 52(2.°) FC
Ran. 1082 et 1477 : 65 FC ; 108 FC Bion
Plui. 88 : 88 FC apud Stobaeum : 76 FC : 14 FC
Pasajes y autores 401

Blass : 125 V Cicero ib. 11 2 ,2 9 :10 9 F C


Boeder : 84 V : Prol.20 ib. II 99,5 : 7 F C
ad A lt. 16,11,1 : 91 FC ib. I l l 2,1 : 66 F C
Boethus Sidonius Tuse. V 36,105 : 87 FC Protr.ll : 51 F C
: Prol. 15 de Fin. I 6,20 : *137 FC ib. 9 2 ,4 : 5 4 ( 1 .° ) F C
Bollack-Wismann : 20 V ; 38 V ; Orator 87-88 : 101 C ib. 11 2 2 ,1 :13 4 F C
40 V ; 46 V ; 49 V ; 52 V ; 57 Somn. Scip. : *138 FC ib. 11 2 2 ,2 : 12 7 F C
V ; 59 V ; 71 V ; 74 V ; 82 V Cleanthes ib. 11 34 : 129 F C
; 83 V ; 84 V ; 89 V ; 99 V ; : Prol. 15 ; 63 FC ; 108 C ib. IV 5 0 ,4 : 125 F C
101 V ; 106 V ; 127 V ; 132 V Hym n, ad lou. : Prol.10 ; C le o m e d e s
Breithaupt : 6 C Prol. 13 de Motu circ. corp. cael. I
ib. vv. 6-9 : 84 F C ^ 11 : 60 F C
Brieger : 78 V
ib. vv. 10 ss. : 83 F C ^
Brinkmann : 11 V Cleomenes haereticus
ib. V. 15 : 52(1.°) FC
ib. vv. 20 s. : 3 FC
-, Prol.22 ; Prol.23
Brunck : 83 V ; 84 V ; 100 V
ib. V. 24 : 17 C Cobet : 11 V ; 94 V
Bunsen : 31V ; 36 V ; 39 V ; 45 V ; 48 ib. V . 30 : 25 FC
V ; 49 V ; 57 V ; 59 V ; 132 V Codex Parisinas 1630
C le m e n s f. ¡91' : *140 FC
Burnet : 78 V
·. Prol.12 ; Prol. 13 ; Prol. 18 ; C o lu m e l l a
Buttmann : 79 V Prol.23 ; Prol.24 ; Prol.27 ; V III 4 ,4 : 5 4 ( 2 .° ) F C
Bywater : Prol.4 ; Prol. 16 ; 2 C ; 124 C ; Epii. 10
Corsscn : 26 VC
25V ; 28 V ; 44 V ; 49 V ; 57 S tro m a ta I 2 ,2 : 5 4 (1 .° )
Cratylus
V ; 71 V ; 85 V ; 111 V FC
: Prol.6 ; Prol.8 ; 58 C ; 63 FC
ib. I 70,3 : 120 F C
ib. 1 93 : 24 F C Critias
Callimachus ib. I I 8,1 : 11 F C : 94 C ; ‘Critias’ 98 C
: ante *138 ib. ¡ I 17,4 : 135 F C Croenert : 48 V ; 79 V ; 84 V
Epigr. ad Heracl. Halic. : ante ib. 11 2 4 ,5 : 16 F C
*138 ib. 11 68,3 : 5 4 ( 1 .° ) F C
ib. I I 130 : 97 F C Dalfen : 100 V
Callistus pappa
ib. Ill 14 : i 15 F C
: Prol.21 : Prol.23 Darius rex
ib. I l l 16,1 : 95 F C
Epist. pseud.-Heracl. I ll : 87 C
G. Cantor : 37 C ib. I I I 21,1 : 130 F C
ib. I V 4,2 : 23 F C Demetrius rhetor
Capelle : 1 C ; 63 V
ib. I V 9 ,7 : 5 2 ( 2 .° ) F C ^ de EIoc. 192·. 1 FC
C'asaubon : 33(2.°) V ; 100 V ib. I V 50,2 : 94 F C ; 114 Demetrius Phalereus
Catalogus codicum astrol. Gracc. FC Apophth. : 20 C
IV 32 V II 106 : Epil.9 ib. I V 141,1 : 133 F C Democritus
ib. I V 144,2 : 134 F C : Prol.20 ; 3 FC ; 54 F ; 93 FC ;
Cebetis Pinax : 57 F ib. V 9 : 13 F C 116 FC ; *137 FC ; *143 FC
Celsus haereticus ib. V 14 : 76 F C ; Epii.8
apud Origenem : 44 C ; 121 F : ib. V 14 : 78 F C B 53 D -K : Prol.7 ; 11 FC
125 F ; 131 FC ib. V 14 : 81 F C n 64 : Prol.7 ; 24 FC
Ratio liera : 121 C ib. V" 5 9,4 : 20 F C B 65 : Prol.7 ; 24 FC
Censorinus ib. V 60,4 : 94 F C B 170 : 118 FC
17,2 ■ * 139 C ib. V 88,5 : 38 F C B 171 : 118 FC
ib. V 105,2 : 130 F C B 236 : 104 FC
C h a lc id iu s ib. V 111,7 : 1 F C
in Tim. 220 : *143 FC ib. V 114 : 41 F C Desrousseaux : 100 V
ib. 251 : 120 C ; Fpil.2 ib. V 115,1 : 90 F C Diels : 1 V ; 3 VC ; 13 VC ; 19 VC
ib. 297 : 3 0 F C ; 20 V ; 25 VC ; 26 V ; 27 V ;
ib. V 115, 2 -3 : 17 F C
C h r y s ip p u s ib . V 140, 5-6 : 2 2 F C 38 V ; 42 V ; 44 V ; 47 V ; 48
: Prol. 10 ; *143 FC ib . V I 17, 1-2 : 111 F C ; V ; 49 V ; 50 V ; 52 V ; 56 V
. 45 FC
a p u d P h ilo d e m u m ■ *142 FC ; 57 V ; 58 V ; 69 C ; 71 V ;
apud Plutarchum 1049 : 71 FC P a eda g. I 5 : 85 F C 74 V ; 76 V ; 82 V ; 83 C ; 84
402 Indice

VC ; 89 VC ; 98 VC ; 99 VC Ecphantus Phrixus apud Stob. : 65 FC


; 106 V ; 107 V ; 120 C ; 123 ; Epil.8 ¿Polyidus? apud Ptai. Gorg. :
V ; 124 C ; 133 V ; ante *136 E lia s C r e t e n s i s 65 FC
; *137 C ; *139 C ; *143 V ; in G re g . N a z . O ra t. 25 : apud Arstt. Eth. Nie. V III : 43
Epil.5 ; Epil.8 125 F C FC
Diels-Kranz Vorsokr. : Prol.4 ; Schol. in Hec. 131 : 2 7 ( a )
Empedocles FC
Prol.17 ; Prol.27 : Proi.29 ; : Prol.20 : Prol.22 ; 20 C ; 42
et passim FC ; 44 FC ; 70 C ; 72 FC ; Eusebius Caesariensis
Diodotus grammaticus 81 FC ; 116 FC ; 131 FC ; Praep. Evang. : 65 V
: Prol. 15 Epil.8 ib. I I 3, 37 : 127 FC
B 4,1-2 D -K : 17 F ib. I V 13 : 40 FC
D io g e n e s B a b y lo n iu s ib. V I I I 14 : 109 FC
: Epil.8 B 118 : 115 FC
B 132 : 22 FC ib. X I 19,1 : 1 FC
a p u d P h ilo d e m u m R h et. : ib. X I I I 13 : 1 FC ; 41 F
2 7 (b ) F C apud Arstt. Eth. Nie. V III : 43
FC ib. X I I I 13, 31 : 81 FC
[Diogenes Cynicus] ib. X I I I 13,42·. 17 FC ; 90
Epist.28,6 : 87 FC Epicharmus F
: Prol.6 ; Prol. 13 ; 70 VC ib. X I I I 13,62 : 7 6 FC ; 78
D io g e n e s L a e rtiu s B 2 D -K : 70 C ; 78 C ; 107 C FC
: Epil.S ; Epil.10 B 4 D -K : 40 FC ib. X I V 3 , 720 C : 7 4 FC
1 2 3 : 93 F C apud Stobaeum I I I 37 : Prol.6 ; ib. X V 20,2 : 63 F C S ;
1 8 8 : 92 F C 118 FC 108 FC
1 120 : 26 FC apud Theodoretum : 135 FC Theophania uersio Syria­
V I I 23 : 14(a) F
E p ic te tu s ca p. 74 Gressmann :
V I I I 6 : 26 F C
S c h o l. E p ic t. B o d l. p. 121 FC
I X 1 : 24 F C ; 25 F C ; 29
L X X 1 S c lte n k l : 95 FC ; E u s ta th iu s
FC 105 F C
I X 1 ,8 : 60 F C in 11. ad I 4 9 : 58 FC
1 X 2 : 87 F C ; 89 F C ; 102 Epicurus ib. ad X V I I I 107 : 3 0 FC
FC : Prol. 11 ; 1 C ; 3 FC ; 14(b) FC ib. ad X V I I I 251 : *141
I X 3 : 68 C ; 86 FC ; 60 C ; 74 C ; 130 C ; *137 FC
I X 5 : P ro l. 16 ; 34 F C ; 39 FC ; Epil.8 ib. ad X V I I I 261 : 109 FC
C ad Pythocl. 91 : * 137 FC
I X 6 : 20 F (Schol. ad toe. : * 137 FC)
I X 7 : 1 4 (b ) F C ; 7 3 (b 1 ) Epigonus haereticus H. Frânkel : Prol.23 ; 49 V ; 120
F C ; 106 F C ; *1 3 7 F C : Prol.22 VC ; 125 V
I X 8 : 74 F C Fredrich : 59 V ; 107 V ; 123 V
E p ig r a m m a a n o n y m u m ad
IX 9-11 : Epil.7
H e r a c litu m a p u d L a e r ­ S. Freud : 58 C ; 83 C ; 130 C
IX 10 : 51 C
tiu m I X 16 : 91 F C
IX 11 : Prol.8 Friedlânder : 10 C ; 82 VC ; 94 V
A liu d ibidem : Prol. 11
IX 12 : Prol. 15 ; 100 V ; 107 V
IX 15 : Prol. 15 Epilycus
I X 76 : 91 F C ; *136 C ; ante : 82 V
* 138 Erbse : 125 V G a le n u s
IX 72 : 116 F C Protr. 13 : 54 FC
E t y m o lo g ic u m G u d ia n u m
s.v. ‘k o p is ' : 2 7 ( a ) F C de T r e m o r e V U 617 : 81
D io n C h ry so s to m u s
38 [5 5 ], 1 : 34 F C E t y m o lo g ic u m M a g n u m ¥C ^
s .v . ‘k o p is ’ : 2 7 ( a ) F C de D ia g n . Pu ls. V I I I 773 :
Dionysius ¿Heracleota? 91 F C
i . v . ‘b io s ’ : 58 F C
: Prol.15 ; Prol.26 S c rip t, m in . I I 4 7,9 : 109
Eudemus Rhodius
Dissoi lógoi FC
: 93 FC
: Prol.25 Galileo : 123 C
Euripides
Dositheus haereticus : Prol.8 ; 116 FC A. Garcia
: Prol.21 Bacch. 328 ss. : 128 C de tos N um . 5." desim pi : 59 C
Dreichgrâber : 22 V Troad. 881 : Prol.20 ; 60 C
Pasajes y autores 403

Lect. presocr. I pp. 127-131 et Headlam : 100 VC Herodotus


169-171 : 68 C ; 84 C : Prol.25 ; 4 C ; 39 C ; 59 C ; 93
Hecataeus Milesius
ib. pp. 135-144 et 146 ss. : 93 C : 24 ; 24 FC ; Epil.8 FC
ib. pp. 156-158 : 70 C ; 107 C 1 30 : 22 C
¿an Abderita? : 75 FC
ib. pp. 172-173 : 68 C I 39 : 39 C
ib. Parm. v. 111 : 122 C Heidel : 40 C ; 49 V 192 : 59 C
ib. Parm. vv. 118 s. : Epil. 12 Heindorf : 119 V I 130 : 22 C
(Emerita X I 137-142) : 128 C 1131 : 125 FC
Heitz : 56 V
II 152 : 112 C
Gataker : 1 1 V
Hemsterhuys : 27 V III 35 : 98 C
A u l u s G e lliu s Hense : 107 V III 76 : 39 C
N o c t. A it . P ra e f. 12 : 24 V I 84 & 86 :8 9 C
Heraclides Ponticus V II 51 : 96 FC
FC : Prol.6 ; Prol.15 ; ante *136 ; V II 52 : 122 C
Epil.8 ; Epil. 11
G e o rg iu s C e d re n u s [Herodotus]
fr. 78 Voss : 40 FC
H is t. C o m p . 157 c : 131 Vita Hom eri : 10 C
fr. 10 Wehrli : Epil. 11
FC Herostratus : Prol.2
Heraclitus Halicarnassensis
Georgius Pachymeres Hesiodus
: *137 C ; ante *138 ; *138 C ;
: Epil.9
*139 C ; *140 C : *142 C ; : Prol.24 ; Prol.33 ; 20 C ; 21 C
Gesner : 40 V Epil. 11 ; 24 ; 24 FC ; 29 C ; 30 C ; 31
Gigon : 25 V ; 133 V A P V II 465 : ante *138 ; 31 FC ; 32 ; 32 FC ; 34 FC ;
48 C ; 92 C ; 93 C
G n o m o lo g iu m M o n a c e n s e H e r a c l it u s F lo m e r ic u s
O D 11-26 : 44 C
n. 199 : 1 4 ( a ) F C : ante *136 ; *141 C ; *143 C ;
ib. 42 : 134 FC
Epil. 11
G n o m . M o n a c . L a t. ib. 50-52 : 74 C
W o e lfflin C aec. B a lb . p.
Quaest. Horn. 24 : 63 F C ;
ib. 90-100 : 134 C
67 F C
20 : 15 F C ib. 122 s. : 118 C
id. 1 19 : 101 F C
ib. 26 : 81 F C
ib. 267 s. \ 7 C
ib. 43 : 74 F C
ib. 314 : 118 C
G n o m o lo g iu m P a ris in u m
n. 209 : 1 4 (a ) F C [Heraclitus] ib. 372 : 38 C
lipis!. : 86 C ib. 706-764 : 79 C
G n o m o lo g iu m V a tica n u m
753
ib. IIl-IV & V II-IX : 97 C ib. 765 ss. : 32 C
: post 101 C
ib. V 2 : 68 F C Theog. 124 : 31 C
ib. V I 3 : 57 FC ib. 566 s. : 74 C
n. 294 : 1 4 (b ) F C
n. 311 : 15 F C
ib. V I 3 -4 : 6 9 ( 2 .° ) F C ^ ib. 749-757 : 31 C
ib. V II 10 : 52(2.°) FC Fr. 171,2 : *139 FC
n. 312 : 9 6 F C
n. 313 : 16 F C
ib. V I I I 1 : 120 F C
ib. V I I I 3 : 88 F C H e s y c h iu s
H. Gomperz : 39 VC ; 57 V ; 63 V ib. I X 1 : 87 FC i. v. ‘dárkes : 82 V
; 92 C ; 128 C ; *139 C ib. I X 1,20 : 79 FC s. v. ‘edizësa’ : 34 FC
Th. Gomperz : 11 V ; 26 V ; 135 ib. I X 3 : *137 F C .v. i'. ‘kopizein : 27 FC
C ib. 1 X 6 : 118 F C
H ie r o c l e s P la to n ic u s
Gorgias Hercher : 113 V' in Carmen Aureum 24 :
Helena & Palamedes : Prol.25 67 FC
G. Hermann : 106 V ; 111 V
apud Arstt. Rhet. I l l : 101 C
Hieronymus Rhodius
Hermes apud Laertium I X 16 : *136 C
G r e g o riu s N a z ia n z e n u s
apud Slob. I 39 : 67 FC
Carm. 11 1, 85,11 : 85 FC Hippasus Metapontinus
Carm. mor. 14 : 63 FC H e r m ia s : Prol.9 ; Epil.8
ib. 14,27 : 6 9 ( 1 .° ) F C in Plat. Phaedr. schol. p.
O ra t. 25,1 5 : 1 25 F C
‘Hippias’
27, 28 : 109 F C apud Plat. : 119 FC
Gressmann : 121 F
Hermodorus Ephesius Hippobotus
Grotius : 80 VC : 87 FC ; 88 FC ; 120 FC ; *136 apud Laertium I X 5 : Prol. 16 ;
Gundermann : 44 V C 68 C
404 Indice

H IP P O C R A T IC A ib. I X 10 : 35 C ; 3 6 FC** S c h o l. V e n . A ad X V I I I 107


: Prol.6 ; Prol.13 ; 57 C ; 116 ib. I X 10 : 3 3 ( 1 .° ) FC** : 30 F C
FC ib. I X 10 : 52(1.°) FC S c h o l. T a d X V I I I 1 0 7 :3 0 F
de Dec. Orn. 5 : 22 C ib. I X 10 : 31 FC^ S c h o l. T ad. X X I V 54 : 131
Epid. V I 5,1 : 107 FC ib. I X 10 : 5 2 b is FC FC
de Loc. in Horn. 1 : 61 FC ib. I X 10 : 5 7 FC
de M orbis I V 51 : 71 FC ib. I X 10 : 5 9 FC**
de M orb. Sacr. : 14 C ib. I X 10 : 6 0 FC Iamblichus
de Nutrim. 9 : 61 FC ib. I X 10 : 53 FC a p u d S to b . I I 1 ,1 6 : 12 FC
ib. 19 : 53 FC ib. I X 10 : 6 7 FC E p is t. a d D e x ip p . ib. 11,2
ib. 21 : 58 F C / 1 ib. I X 10 : 132 FC ■ : 3 7 FC
ib. 40 : 46 FC ib. I X 10 > 8 4 FC de A n im a ib. I I I 1,378 :
ib. 45 : 60 FC ib. I X 10 : 7 5 ( a - b ) FC** , 60 FC
de Prise. Med. I 620 : 22 C ib. I X 10 : 80 FC ib. 3 78 ,20 : 7 2 FC ; 74FC
de Viclu I : Prol.6 ib. I X 10 : 4 8 FC^ de M y st. I 11 : 128 FC
ib . 5 : 1 C ; 11 FC ; 60 F ; 62 ib. I X 10 : 4 9 FC** ib . I I I 8 : 120 FC
FC ; 70 FC ; 73 C ib. I X 10 : Prol. 22 ; 47 C ib . I I I 15 : 3 7 FC
ib. 6 : 59 FC** ; 107 FC** ib. X 11,3 : 49 FC ib. V 15 : 126 FC
ib. 7 : 59 FC** Flippon Protr. : 94 C
ib. 10 : 53 FC apud A then X I I I : 24 FC ib. 2 1 ,1 4 : 79 FC
ib . 11 : 36 FC ; 43 FC ; 52(1.°) ib . 2 1 ,2 9 : 79 FC ; 1 0 4 FC
Hipponax
FC ; 123 F C ^ ib. 29 ss. : 79 FC
: 92 FC
ib. 12 : 122 C ; 123 C V ita P y th . 30,172 : 8 7 FC
ib. 15 : 57 FC Hisdosus Scholasticus
A n o n ym u s Iamblichi
ib. 16 : 59 FC** ad Chalcid. in Tim. : *143
5,2 : 94 FC
ib. 18 : 58 FC** FC**
ib. 19 : 61 FC Hoeschl : 52 VC Iohannes Damascenus
ib. 22 : 59 FC**
Hoffmann : 46 V Sacra Parali. 693 e : 14(a) FC
ib. 24 : 52(1.°) FC ; 57 FC
F lo r . I l 116 : 2 4 FC
de Viclu in Morb. A c. 11 : 13 Homerus
VC : 1 C ; 10 ; 10 C ; 20 C ; 21 C ; Ion Cliius
29 ; 29 FC ; 30 ; 30 FC ; 31 C apud Laertium 1 120 : 26 FC
H i p p o ly tu s ; 70 C ; 81 C ; 93 C ; 116FC Isidorus Hispalensis
: Prol. 12 ; Prol. 13 ; Prol. 18 ; Il I 3-4 : 112 C : 85 C
Prol.19 ; Prol.21 ; Prol.22 ; Il II 400 : 35 FC
I u lia n u s im p .
Prol.23 ; Prol.24 ; Prol.26 ; Il V I 488 : *141 C
O ra t. V 165 cl : *142 FC
Epil.10 // X I 624-641 : 71 C
ib. V I 185 e : 3 4 FC
Antichristus & Liber Genera­ Ii X I V 200 : 61 C
ib. V U 187 d : 2 4 FC
tionis : Prol.21 Il X IV 201 = 302 : 70 C
ib. 216 c : 35 FC
Réf. omn. huer. I 4 ; Prol.22 Il X V 361 ss. : 85 FC
ib. V I I 226 c : 131 FC
ib. V 8,42 : 114 F C Il X V III 107 : 30 FC
ib . V 16,4 : 111 F C // X V III 251 : *141 FC Iustinianus
ib. V 21,2 : 49 FC ; 50 FC Il X V III 309 : 29 C : *139 C
ib. VI 9,3 : 80 FC Il X I X 31 : 95 C
ib. VI 26,1 : 79 FC II X X I 462 : 98 C
ib. I X 7-8 : Prol.22 Il X X I II 261 : 109 F Joly : 59 V ; 123 V
ib. I X 9-10 : Prol.23 Il X X I V 54 : 131 FC Jones : 52 V
ib. 1 X 9 · . 4 7 F C O d 111 106 : 112 C
ib. 1 X 9 : 3 9 F C Od IV 246 : 104 FC
ib. 1 X 9 : 4 2 F C O d X - X X : ante *136 ; *141 C Kahn : Prol.4 ; 4 V ; 10 V ; 13 V ;
ib . I X 9 : 1 F C O d X IV 464 : 28 F 20 V ; 25 V ; 38 V ; 40 V ; 44
ib . I X 9 : 85 F C O d X V I I I 136 s. : Prol.20 V ; 46 V ; 49 V ; 57 V ; 59 V
ib. I X 9 : 4 5 F C Od X X I II 11-12 : 56 C ; 84 V ; 99 V
ib . 1 X 9 : 3 6 F C ^ Schol. in II. I 49 : 58 FC
ib . 1 X 9 : 3 3 ( 1 .° ) F C Schol. A T ad X V 111 25 1 : Kassel : 1 V
ib . I X 9 : 10 F C ^ *141 FC Kayser : 125 V
Pasajes y autores 405

Kirk : Prol.4 ; Prol.29 ; 4 V ; 48 V Macrobius de Melisso X enophane Gorgia


; 49 V ; 50 V ; 59 VC ; 65 V ; in Som n. Scip.14,19 : Epii.4 : 24 C
81 V ; 82 VC ; 125 V ib. 120,3 : *138 FC
Menander
Kochalsky : 125 V A. Maddalena : 65 V : 118 FC
Koetscher : 44 V Mangey : 109 V fr. 460 : 6 FC
Koraës : 19 V ; 100 V Merkland : 25 V
Manilius
Kranz : 33(2.°) V ; 78 VC : ante *138 M ic h a e l B y z a n tin u s
et uide ‘Diels-Kranz’ IV 869 ss. : 35 FC in E th . N ic . 1176 a :
Kroll : 46 V Marcio haereticus 5 5 ( 1 .° ) FC
: 60 FC ; 115 FC ; 130 FC (ed.) Migne : Prol.21 ; 36 V ; 133
Marcovich : Prol.4 ; 4 VC ; 11 V ; V
Lacan : 58 C ; 109 C 20 V ; 22 V ; 27 V ; 28 C ; 42
Miller : Prol.21 ; 31 V ; 33(1.°) V
Lachmann : 74 V VC ; 44 V ; 46 V ; 49 V ; 57
; 36 V ; 39 V ; 42 V ; 45 V ;
L a z e r iu s VC ; 59 VC ; 63 V ; 65 V ;
48 V ; 49 V
M is c e ll. 1754, p . 20 : 91
78 V ; 89 V ; 122 VC ; 130 V
Mondolfo : Prol.8
FC M a rc u s A u re liu s A n to n in u s Mondolfo-Tarán : Prol.7 ;
Leonicus : 120 V : Prol. 18 Prol. 29
I V 27 : 71 FC
[Linus] Moyses
I V 46 : 9 F C ; 7 7 ( 2 .° ) F C ;
apud Stob. I 119,9 : 25 FC : 47 FC ; 57 VC ; 80 FC
1 00 F C i f ; 117 F C
Lipsius : 46 V V I 10 : 71 FC Mullach : 44 V ; 115 V ; *138 V
Littré : 52 V V I 17 : 60 FC H. J. R. Murray
V I 42 : 6 F C Hist, o f Board Games III : 85
Lloyd-Jones : 55(1.°) V
I X 39 : 71 FC C
Long : 89 V
Martianus Capella M u s o n iu s R u f u s
Longinus 1 8 7 : 80 FC** fr . 9 p . 4 7 H en se : 87 FC
de Subi. 9 : 104 FC
K. Marx : 34 C f r . 18 a p . 96,3 : 10 9 FC
Lorimer : 46 V
Matthaei : 5 VC Mutschmann : 15 V
Lowthe : 133 V
M a x im u s T y r iu s
L u c ia n u s
I V 4 ,h : 67 F C ; 7 7 (1 .° )
: Prol.21 ; Prol.24 Nestle : 88 V ; 130 V
FC
lcarom. 8 : 45 FC
X L I 4, i : 6 0 F C ; 67 F C ; Nicomedes
Quom. Hist, conscr. 2 : 45 FC
7 7 (1 .° ) F C : Prol. 15
V ita ru m auct. 14 : 37 FC ;
6 7 F C ; 6 9 (1 .° ) F C ; 71 M a x im u s C o n f e s s o r Noetus Smyrnaeus haereticus
FC ; 7 4 F C ; 8 5 F C ^ ; S erm . 34, p . 624 : 1 4 (a ) : Prol.21 ; Prol.22 ; Prol.23 ; 33
86 F C ; 87 FC FC C ; 47 C ; 48 C ; 49 FV
Lucretius Mazzantini : 25 V N u m e n iu s A p a m e n s is
: Prol.11 ; 1 C ; 104 C; 130 C a p u d C h a lc id . in T im . 297
Mc Diarmid : 82 VC
1134 ss. : 132 C : 30 F C
I 635 ss. : 74 FC Meewaldt : 63 V a p u d P o r p h y r . de A n tr o
I 690 ss. : 74 FC Meibom : 109 V 10 : 113 F C ; * 1 4 2 F C
I 701 ss. : 74 F C ^ Meineke : 84 V ; 85 V
1 782 ss. : 76 F C ^
Ioh. Lydus M e le a g e r Fr. Oelmann
de Magistr. 1 12 : 82 V : Prol. 11 Praef. ad Heracl. Horn. : ante
de Mens. I I I 14 : *139 FC AP V I I 79 : 100 F C * * ; 101 *136
FC
O ly m p io d o r u s
Melissus in Plat. A lcib. 1178,16 : 83 VC
A. Machado : Prol, 7 in P la t. G o rg . 142,8 :
(CXXXVI 44,1) : 63 C B 8 D -K : 65 FC ; 68 FC ; *142 F C
(CLXI 13,1) : 135 C Epil.8 ib. 237 ,6 : *142 F C
406 Indice

ib. 267 : 91 FC Philodemus Gadarensis A m at. (‘D em odocus’ apud


in Plat. Phaedonem 237,7 : Prol. 11 ; Prol. 13 Clem.) : 24 F
. : 64 FC ; 81 FC I c o l. 57,62 : 27(b) FC Crat. : Prol.8 ; 58 C
in Arstt. Meteor. 3544 b : de Piet. 6 a : 48 FCV ; 79 ib. 396 b : 41 C
64 FC FC ; 84 V ib. 398 6 : 114 FC
Orígenes ib. 57“ 1 : 44 F C ^ ib . 402 a : 63 FC ; 70 FC
: Prol.21 ; Prol.23 ib. 81,21 : 45 FC Critias 109 b : 83 FC ; 84 FC
contra Cels. 1 6 : 125 FC Philolaus Gorg. : 130 FC
ib. V 14 : 131 FC 44 B 20 D -K : 40 FC ib. 492 e : 65 FC
ib. V I 12-13 : 121 FC ; 122 Philon Iudaeus ib. 521 e : 57 FC
FC : *139 C Hipp. mai. : Prol.8
ib. V I 42 : 44 FC de Im nort. M undi 21,109 : 60 ib . 289 a : 119 F C ^
ib. VII 62: 125 F C ,/ Leges : 46 C
FC
ib . 21,111 : 111 FC
ib. I 644 d : 12 C
[Orpheus]
131 ib. 1 648 - II 650 : 28 FC
: 111 FCV ; (127 C) ; *142 FC de F u g a et In v . 61 :
ib. V II 803 c : 12 C
Ostrakon A egyptium FC
ib. V III 849 e : 74 C
12319,12 : 54 FC de los. 22,127 : 34 FC
ib. X 903 d : 85 FC
de P r o v . I I 109 : 109 FC
Phaedo 67 c : 134 FC
de Som n. 1 2,6 : 35 FC
Phaedr. 251 b : 25 V
ib. 1 24,156 : 60 FC
Panaetius Phil. 48 a : 60 F
de Sp ec. Leg. I 208 :
: 109 V Polit. 293 b : 57 FC
75(2.°) FC
Prot. 317 a \ 42 C
Papabasiliu : 25 V ib. I V 8,51 : 35 FC
Resp. 330 e : 134 FC
Parmenides de Vita Mos. 16,31 : 60 FC ; 85
FC ib. V 468 a·. 95 FC
: 1 C ; 2 C ; 7 C ; 42 F ; 63 FC ;
in G en e s in uers. L a t. I V 1
ib. VI 498 a : 64 FC
70 C ; Epil.8 ; Epil.12 ib. V I I 521 c : 130 FC
B 1,28-32 D -K : 13 C ; Epil. 12
: 35 FC
ib. X 598-608 : 29 C
L e g u m all. 1 108 : 67 FC ;
B 3 D -K (4 ed. nostr.) : 7 C ; 34 Soph. 242 d : Prol.8 ; 20 C ;
FC
13 FC
ib. I l l 7 : 74 FC ; 75(2.°) 42 FC ; 52 bis F ; 81 FC
vv. 47-52 ed.n. (B 6 D -K) : Symp. 187 a : 42 FC
Prol.6
FC
ib. 189 b : 101 FC
Quis rer. div. her. 43,214 : 47
vv. 51-52 ed.n. : 62 FC Theaet. 152 e : 70 C
FC
v. 73 ed.n. (B 8 D-K) : 65 V Tim. 90 a : 118 FC
a p u d E u s. V I I I 14 : 109
vv. 108-110 ed.n. (B 8) :
FC Schol. in Resp. 498 a : 64 FC
Epil. 12 Anonym, in Theaet. 152 e :
vv. 108-111 : 13 C Ioh. Philoponus
70 FC
vv. I l l & 119 : 122 C de A e te rn . M u n d i X V I I
15 : 64 F
Platon comicus
vv. 118 s. ed.n. : Epil. 12 : *140 FC
apud Io h . D a m a s c. :
Patin : 13 VC ; 51 VC ; 132 V 14(a) FC Plinius sen.
Paton : 65 V Nat. Hist. X X X I V 21 : 87 C
Philostratus
Pausanias Heraclitista Vita Apoll. Tyan. : 8 C ; 125 C P lo tin u s
: Prol.15 : Prol. 18
Phocylides
/ 4,9 : 74 V
Petersen : 57 V ; 121 C ; 132 V fr. 13 Diehl : 22 FC
16,6 : 54(1.°) FC
Petronius Arbiter Pindarus 111,2 : 64 FC
Sat. 48 : 120 C fr. 32 : 120 FC IV 8,1 : 60 FC ; 74 FC
Pfleiderer : 49 V Pistelli : 94 V I V 8 ,1-8,5 : P ro l.8 ;7 2 FC
Pi a ton V 1,2 : 131 FC
Pherecydes Syrus
Prol.6 ; Prol.7 ; Prol.8 ; VI 3,11 : 119 FC
: Prol.25 ; 26 C ; 41 C VI 5,10 : 2 F VC
apud Origenem : 44 FC Prol. 13 ; Prol.22 ; 8 C ; 14 C
; 34 F ; 41 F ; 46 C ; 58 C ; 63 1X 5,5 : 34 FC
Philemon
FC ; 81 FC ; 90 F ; 94 C ; 98 P lu ta rc h u s
fr. 96,7 K : 114 FC
C ; ante 102 ; 116 FC ; : Prol.12 ; Prol.13 ; Prol.18 ;
Philippson : 44 V Epil.8 Epil. 10
Pasajes y autores 407

M O R A L IA de Prim. Frig. 10,949 a : Posidonius


de A u d . P o e t. 9,28 d : 18 77(3.°) FC : 109 C ; Epil.2
FC A q . et Ign. 7,957 a : 51 FC
Preller : 3 V
de A u d ie n d o 7,41 a : 18 de Soil. A nim . 7,964 c : 44 FC
FC de Esu Carn. I 6,995 e : Proclus
ib. 12,43 d : 28 FC 109 FC in Plat. A lcib. 1279,10 : 83 FC
de Fort. 3,98 c : 51 FC Quaest. Plat. I 2,999 d : ib. 525,21 : 20 FC
Consol. Apoll. 10,106a : 118 FC in Plat. R em p. I l p . 20 : 83 FC
65 FC ib. 8,4,1007 d : *138 ib. II 107,5 : 35 FC
de Superst. : ante 120 de Anim. Procr. 5,1014 a in Plat. Tim. 20 d : 45 FC
ib . 3,166 : 5 FC : 81 FC ; 105 FC
de Vit. Pud. 5 : 85 C ib. 27,1026 b : 42 FC ib. 22 d : *142 FC
de Is. et Os. : ante 120 ib. 27,1026 c : 36 FC ib 24 e : 45 F
ib . 28,362 a : 129 FC de Stoic. Repugn. 34,1049f : 71 ib 1 102,22 : 24 FC
ib. 45,389 a : 3 FC FC ib I p . 334 : 85 FC
ib . 45,369 b : 42 FC adv. Col. 20,1118 c : 34 ib. I p . 351 : 34 FC
ib . 48,370 c : 45 FC FC ib. III 311,42 : 64 FC
ib . 48,370 d : 30 FC ; 79 et Mid. doc. apud Slob. ¡ I I 18: Protagoras
FC 28 FC : 70 C
ib. 76,382 b : 25 FC,/1 V IT A E Pyrrhon
de E D e lp h . 8 ,38 8 d : 74 Rom. 28,36 a : 109 FC : (Prol.20) ; 116 FC
FC^
Camill. 19,138 a : 32(b) Vide et ‘Sextus’
ib. 9,38 9 c : 75(2.°) FC
FC Pythagoras
ib. 18,392 a : 63 FC
ib. 18,392 b : 69(2.°) FC ; Coriol. 22,224 c : 104 FC : Prol.33 ; 20 C ; 24 ; 24 C ; 26 ;
81 FC ib. 38,232 d : 38 FC 26 FC ; 27 FC ; 29 C ; 34 F ;
ib. 18,392 c : 65 FC ; 77(3.°) [Plutarchus] 37 FC ; 40 FC ; 54 FC ; 70
FC Epitom e : *137 C ; Epil.8 FC ; 79 FC ; 87 FC ; 92 C ;
ib. 393 e : 85 FC Vide et ‘Aëtius’ 130 FC ; 131 FC ; (134 FC) ;
de P y th . O ra c . 6 ,3 9 7 a :
[Plutarchus] Epil.8
120 FC de Vita et Poes. Horn. : 10 C fr. 19 D -K : 26 FC
ib. 17,402 a : 42 FC ; *136 C Pohlenz : 112 V ; *143 C
ib. 18,404 a : 37 F C ^ Poimandres
de Def. Orac. 415 e : *139 C Reich : 129 V
12 : 67 FC
ib. 12,416 a : *138 FC Reinhardt : Prol.8 ; 11 V ; 13 VC
ib. 41,432 f : 109 FC Pollux ; 25 VC ; 52 VC ; 80 V ;
an Virt. doc. poss. 2,439 d : 28 Onom. V 163 : 131 FC *138 V
FC ib. X 97 : 85 C
Reiske : 26 V ; 32 V ; 34 V ; 37 V
de C o h ib . Ira 9 ,45 7 d :
Polybius ; 65 V ; 100 V
104 FC : Prol. 11
de T ra n q . A n . 15,473 f : Rendall : 100 VC
I V 40,2 : 21(a) FC ; 22 C
42 FC X I I 27,1 : 33(2.°) FC
Richards : 1 V
de Sera Num . V in d .
Rig-Veda
15,559 c : 63 FC Porphyrius Tyrius : 74 C
de Exil. 11 : 85 C de Abst. I l 49 : 22 FC
ib. 11,604 a : 79 FC Robertson : 125 V
de Antro Nymph. 10 : 113
Sym p. I l l 1,644 f \ 28 FC F C ^ ; *142 FC Roeper : 59 V
ib. IV 4,3,669 a : 131 FC ib. 11 : 109 FC Anna Riistow : 115 V
Erot. : ante 120 ib. 29 : 42 FC
ib. 11,755 d : 104 FC Quaest. Hom. ad II. I V 4 :
an Seni sit ger. Resp. 52(1.°) FC Salomon rex
7,787 c : 19 FC ib. ad X I V 200 : 61 FC : 16 FC
Quaest. N a t. 2 ,91 2 a : 63
Porson : 57 V Sandbach : 1 1 2 V
FC
de Fac. L u n . 2 8,9 43 d : Posidippus Sappho
112 FC : *140 FC : Prol. 13 ; 120 FC
408 Indice

Sauppe : 31 V ; 39 V ; 57 V ; 75 ib . III 230 : 65 FC ; 113 ib. 1 119,9 : 25 FC


VC ; 84 V ; 132 V FC ib. 1120,18 : 65 FC
Scaliger : 46 V Sextus Pythagoricus ib. 1269,25 - 270,17: 46 F
Sententiae 306 & 403 : 106 FC ib 111,16 : 12 FC
Schenkl : 100 V ; 105 F ; 107 V ib. 112,5 : 3 7 FC
Schleiermacher : 3 V ; 13 VC ; 40 Shakespeare ib. I l l 1,172 : 20 C
Macbeth : Prol.32
V ; 44 V ; 63 V ; 65 V ; 115 ib. I I I 1,174: 4 0 FC
V ; 129 V Sibyllini Libri ib. I I I 1,175 : 2 8 FC
Schuster : 11 V ; 44 V ; 49 V ; 78 : 120 C ib. I I I 1,176 : 103 FC
V ; 79 VC ; 85 V Simon Magus ib. I l l 1,177 : 5 6 FC
: 80 FC ib. I I I 1,178 : 99 FC
Schwartz : 27 V ; 74 V ; 133 V ; ib. I I I 1,179 : 2 FC ; 3FC
*138 V Simonides Ceius ib. I I I 1,180 : 107 FC
apud Plut. Sym p. I l l : 28 FC
Scythinus Teius ib. I I I 1,199 : 3 7 FC
: Prol.6 ; Prol.15 ; 28 V ; 85 Simplicius ib. I I I 1,378 : 6 0 FC
FVC ; 122 VC ; *136 C : Prol.8 ib. I I I 1,378,20 : 7 2 FC
apud Plut, de Pyth. 17: 42 FC ; in A rs tt. de C a e lo 2 94 : 81 ib. I I I 4,54 : 15 FC
*136 C F C ,/ ib. 1115,6 : 9 8 FC
apud Stob. 1 8 : 85 F C ^ ; *136 in A rs tt. Cat. 412,22 : 30 ib. I I I 5,7 : 11 0 FC
C FC ib. I I I 5,8 : 109 FC
Seiküou Epigr. in A rs tt. P h y s. p . 2 3 ,3 3 : ib. I l l 18,31 : 28 FC
: *139 C 74 F C ib. 11121,7 : 3 4 FC
ib . p . 2 4 ,4 : 73 (b 3) F C ib. 11137,38 : 118 FC
Sem Tob ib. I V 34,57 : * 1 4 0 FC
ib .p . 5 0 , 7 : 4 2 F C ; 52 bis
Glos. Sab. 355 s. : 104 C
FC ib. I V 40,23 : 118 FC
ib. 2597-2612 : 26 C ib. I V 52,49 : 134 FC
ib . p . 77,30 : 63 F C
Seneca ib . p . 82 2 P -2 3 : 52 bis F C Vide et ‘[Aristóteles] de M u n d o ’
Nal. Quaest. V il 30-31 : 35 ib. 1313,8 : 63 FC et ‘Cleanthes H ym n, ad
FC** loti. '
Snell : 125 V
Epist. VII 10 : 91 FC S tra b o n
ib. X I I 7 : 3 2 ( a ) F C V Socrates
: Prol. 11
ib. 58,22 : 6 3 F C : Prol.8 ; 34 FC ; 52(2.°) FC ;
1 6 ,p . 8 : * 1 3 6 FC
65 C ; 98 C ; 99 C ; ante 102
S eren u s X I V 25, p . 642 : 87 FC
; 107 FC ; 118 C
a p u d D a m a sc. F lo r . II : X V I p. 757 : Prol. 15
'Socrates' : 98 C ; 119 FC ; 130
24 F C X V I 26, p . 784 : 131 FC
FC 134 FC
S e x tu s E m p i r i c u s Straton Lampsacenus
Sophocles
Prol.12-13 ; Prol.18-19 ; A nt. 1089 : 13 C : * 143 FC
Prol.20 (adv. Phys. I 337 & S u d a uel S u id a s
Sotion
11 211 -233)-21 ; Prol.24 ; s .v v . ‘a n c h ib a te în ’ &
: Prol. 16
E pil.ll ‘a m p h is b a te în ’ : 21(b)
adv. Math. VU 126-134 : Sphaerus FC
Prol. 20 : Prol. 18 s.v. 'H e râ k le ito s ' : 131 FC
ib. V I I 126 : 15 F C Stahiin : 52 V .ç.v. ‘P o s t o u m o s ’ : 34 FC
ib. VU 130 : 49 FC n. 2046 : 91 FC
Stephanus : 109 VC
ib. V I I 132 : 1 F C ; 2 C
Stobaeus Sydenham : 119 V
ib. V I I 133 : 4 F C
ib. VU 329 : 126 FC : Prol. 12 ; 14(a) F ; 87 C ; Sylburg : 52 VC ; 133 VC
ib. V II 349 : *143 FC Epil.8 ; Epil. 10 Symmachus
ib. V I I I 127 : 75(1.°) FC A n th o l. (E c l. & F l o r . ) !
E p is t. I X 115 : 91 FC
ib. V I I I 286 : 8 ( b ) F C ; 5,15 : 73(a) FC
75(1.°) FC ; *143 FC ib. I 8,43 : 85 FCV
P y rrh . F ly p o t. ¡ 5 5 : 53 FC ib. //2:3F
; 5 4 ( 1 .° ) F C ib. 1 14,656 : ante *138 L. Tarán : v. ‘Mondolfo-Tarán’
ib. 1210-212 : Prol.20 ib. 117.3 : 76 FC T a t i a n u s S y ru s
ib. 1 216 ss. : Prol.20 ib. 1 39 : 67 FC O r . ad G ra e c o s 3 : 34 F C
Pasajes y autores 409

Tertullianus Timaeus ¿Locrus? Wehrli : ante *136 ; Epil.8 ;


adv. Marc. I l 28 : 60 FC : 63 FC Epil. 11
de Anima 2 : 106 FC Timon Phliasius H. Weil : 125 V
ib. 14-15 : *143 FC apud Laertium I X 6 : 20 FC
ib. 18 : *143 FC apud Athenaeum X I I I : 24 FC Wellmann : 63 FC ; 108 V
Thales Tragica adespota Wendland : 10 V ; 36 V ; 42 V ;
: Prol.4 ; 46 C ; 92 C ; 93 ; 93 431 : 17 C 49 V
FC ; Epil.8 lrannoy : 100 V West : 85 VC
Themistius Trincavellus : 109 VC Wheelwright : Prol.4
Orat. V 69 a-b : 35 FC Wilamowitz : 13 VC ; 19 V ; 22 V
Turnebus : 37 V ; 131 V
de Anima apud Stob, IV ; 26 V ; 43 V ; 57 V ; 61 C ;
52 : 134 FC T z e tz e s
63 V ; 65 VC ; 85 VC ; 94
Exeg. in II. p. 101 : 58 FC
Theodoretus Cyrensis ib. I I p. 126 : 68 FC VC ; 107 V ; 116 VC ; 129 V
Therap. (Graec. A ffect. Cur.) : ; 133 V ; *136 C
in Aristoph. Plut. 88 : 88
Epil. 5 ; Epil. 8 FC Wimmer : 79 V ; 82 V
ib. 170 : 17 FC
Wismann : v. ‘Bollack-Wismann’
ib. I 88 : 23 FC ; 135 FC
ib. I V 22 : *137 FC Ursinus : 3 V ; 83 V Wyttenbach : 37 V ; 112 V
ib. V I II 39 : 95 FC Usener : 82 VC ; 85 V
ib. V III 39-41 : 114 FC
ib. VIII 41 : 134 FC Xenophanes
ib. X I 7 : 97 FC Valckenaer : 99 VC : Prol. 16 ; 24 ; 24 C ; 93 FC ;
Theodoridas P. Valéry 116 FC ; ante 120
: Prol.11 Cim. mar. 3-4 : 76 C A 29&31&33&34 D -K : 39 C
A P VU 479 : 100 FC ; 101 FC B 1,17 ss. D -K : 110 C
L. Valla
B 23 : 24 C ; 40 FC
Theodorus Prodromus de Expet. et Fug. Reb. I I I 17 :
B 34 : 13 C
apud Lazerium : 91 FC *139
Tetrastich, in Basil. I : 91 Xenophon
Varro
FC M emorab. : Prol.25 ; 97 C ; 98
: 120 C
C
Theodosius ¿Bithynius? Victorius : 1 V ib. 1 2,54 : 57 FC
: 116 C
V in c e n tiu s B e llo v a cu s ib. I 7,1 : ante 102
Theophrastus Op. Mor. 1119,3 : 54(1.°) Oecon. 1 : 1C
: Prol.11 ; Prol.13 ; 34 F ; 60 FC Xylander : 6 V ; 10 V
FC ; 74 C ; *143 FC Volkmann : 72 V
Me tap h. 15 : 82 FC
de Vertig. 9 : 71 FC Vollgraff : 89 VC
Zeller : 26 V ; 42 VC ; 49 V
P. Thomas : 46 V ; 83 V Zenon Citieus
Thucydides Wachsmuth : 83 V ; 84 V : Prol.10 ; Epil.8
: 46 C Wackernagel : 3 V apud Arium apud Eus. :
V II 44,2 : 10 C Wakefield : 19 V 63 FVC ; 108 C
V U 75 : 50 C apud A riu m apud Stob. : 76 FC
Walzer : Prol.29 ; 2 C ; 5 V ; 12 C
Timaeus Tauromenitanus Zenon Eleaticus
; 17 V C ; 25 V ; 59 V ; 71 V ;
: 33 FC 74 V ; 94 VC ; 99 VC ; 109 : Prol.7 ; 116 FC
apud schol. in Eur. Hec. : B 4 D -K : 68 C ; 84 C
VC ; 115 V ; 116 V ; 121 C ;
27(a) FC 132 V Zoumpos : 1 V
TABLA DE CORRESPONDENCIAS
Con las ediciones citadas en Prol. 4

Wheel­ Marco- Esta Esta


D-K Bywaler wright Kahn edición D-K Bywater Wheel­ Marco- Kahn
vich vich
wright edición

1 2 1 1 1 1 36 68 49 66 102 111
2 92 2 23 3 4 37 53 103 0 72B 54
3 0 37 57 47 *137 (2.°)
4 (.JPh 0 38 App. 1 55 38 33 0 63b 24 93
IX) (2.°) 39 112 0 100 62 92
5 130 75 86 117 125 · 40 16 6 16 18 24
+ 126 +78 41 19 120 85 54 25
6 32 36 58 48A 64 42 119 93 30 21 29
7 37 58 78 112 50 43 103 88 102 104 102
8 46 98 0 75 43 44 100 82 103 65 89
9 51 102 37 71 55 45 71 42 67 35 106
(1.°) 46 132 56 114 App. 1 14(b)
9a 43 0 0 0 30 + 134
(=A22) 47 48 5 113 11 116
10 59 112 25 .124 46 48 66 39 79 58
115
11 55 41 80 76 83(b) 49 113 98 63 91
84
12 41+42 21+44 40 L.113B 108 49a 81 0 App. 1 63
(el 63F) 110
+ 12 1.a prt.
13 54 0 36 72A 54 50 1 118 26 36 47-r 39
(1.°)
127 51 45 117 27 78 42
14 124 76 87 115
cfr. 46
+ 125
52 79 24 93 94 85
15 127 77 50 116 129 53 24 25 29 83 45
16 27 73 81 122 7 54 47 9 80 36
116
17 5 57 3 4 11 55 13 11 5 14 33
18 7 19 11 7 135 (1·°)
19 6 0 0 17 16 56 47 92 21 22 10
2.a parte nota
20 86 0 99 98 115 57 35 114 43 19 31
21 64 16 49 89 130 58 57 + 58 107 46 73 52bis
22 8 4 10 8 23 +57
23 60 100 45 69 52 59 50 111 32 74 59
(2.°) 60 69 108 33 103 60
24 102 86 96 100 95 53
61 52 101 35 70
25 101 70 97 96 114 62 67 66 47 92 67
26 77 65 48 90 133 63 123 68 73 110 132
27 122 66 74 84 134 64 28 35 79 119 84
28 118 71 + 87 20+ 19 85 + 87 13 65 24 30 55 120 75
29 111b 85 95 97 94 (2.°)
30 20 29 51 37 81 66 26 72 82 121 80
31 21 32 53 38 76 67 36 121 77 123 48+49
1 parte
67a 0 0 0 App. 1 *143
31 23 33 53 39 78 68 129 0 88 App. 128
2.a parte
69 128 0 0 App. 1 126
32 65 119 84 118 41 12
70 79 0 0 58
33 110 83 104 66 90 nota
34 3 55 2 2 17 71 73 0 0 5 117
35 49 3 7 9 22 nota
Tabla de correspondencias 411

D-K Byvv. Wheel. Marc. Kahn Esta D-K Byw. Wheel. Marc. Kahn Esta

72 93 64 4+0 5 9 110 104a 52 71 67 103


73 94 14 0 5 1 00 111 104b 99 44 67 56
1.a parte 11 2 107 10 0 32 99
74 97 0 89 13 100 11 3 91a 80 0 31 2
nota 2.a parte
114 91b 81 23 30 3
75 90 124 0 91 6 11 5 Θ 45 112 101 107
76 25 34 0 41 77 11 6 106 9 0 29 98
77 72 47 0 108 *142 11 7 73 48 69 106 110
1.a parte cfr. 111
118 74-76 46 68 109 109
00
O
77 72 47 0 113 119 121 69 94 114 118
2.a parte
12 0 30 39 62 45 *136
78 96 61 90 55 122 121 114 95 105 64 87
79 97 105 92 57 121 12 2 9 0 111 Αρρ. 1 21(b)
80 62 26 28 82 44 123 10 17 8 10 35
81 138 0 18 26 27 12 4 46 40 107 125 82
82 99 104 0 56 119 nola
1.a parte 1.a parte 125 84 50 31 77 71
83 98 104 0 56 119 125a 0 96 106 Αρρ. 1 88
2.a parte 2.a parte
126 39 22 42 49 68
84 83 23 56a 52 72 *126a 0 0 Θ 0 *139
1 parte (1·°)
*126b 0 0 0 0 70
84 82 89 56b 53 72 *127 0 0
2.a parte 0 0 (v. ante
(2.°) η.° 120)
85 105 51 70 105 104 *128 0 0 0 0 124
86 116 63 12 86 38 *129 17 0 17 25 26
87 117 54 109 60 18 *130 0 0 0 0 101
88 78 113 41 93 65 *131 134 0 0 0 14(a)
89 95 15 24 6 5 *132 0 0 Θ 0 96
90 22 28 54 40 74 *133 0 0 0 0 16
91 41+40 21 0 51 69 1.a parte
1.a parte (2.°) *134 135 0 0 0 (ν. ante
+31 cfr. 63 n.° 102)
92 12 79 75 34 120 *135 137 0 0 0 (v.ibid.)
93 11 18 14 33 37 *136 0 0 0 0 105
94 29 122 52 44 79 *137 63 0 0 0 73(a)
95 108 53 110 107 28 *138 0 0 0 0 *140
+ 109 *139 133 0 0 0 (v.epil.9)
96 85 60 76 88 131 A 16 0 0 0 0 8
97 115 90 22 61 19 A23 14 0 0 12 21(a)
98 38 59 72 111 112 A 7+ 0 0 0 0 62
99 31 38 60 46 51 C l,5
1 00 34 123 64 42 a *138 (sub.62) 0 0 0 0 66
101 80 8 15 28 34 es 0 0 0 0 69
101a 15 12 6 15 33 (1·°)
(2.°) (sub.84) 0 0 0 0 72
1 02 61 106 91 48 52 (3.°)
(1.°) A l,7 0 0 0 0 73(b)
1 03 70 109 34 99 61 + A8
1 04 Illa 91 101 59 20 A8 0 0 0 0 73(c)
105 119 0 63a 23 *141 (sub.64) 0 0 0 0 75
nota (1-°)
106 120 94 59 20 32 (siib .ll) 0 0 0 0 83(a)
107 4 13 13 16 15 C5 0 0 0 0 86
108 18 7 83 27 40 A 21 0 0 0 0 97
109 108 0 110 107 28 (sub.12) 0 0 0 0 108
(= 9 5 ) C l,ll 0 0 0 0 123
García Calvo, A.

F il o l o g ía

Lecturas presocráticas
Redacción de u n a p arte de las lecturas y discusiones orales sobre textos de Z e­
non, H eraclito, Parm énides y otros. 240 págs.

R a zó n com ún (Lecturas presocráticas II)


Edición, ordenación, traducción y com entario de los restos del libro de H e ra ­
clito. 416 págs.

L in g ü íst ic a y L ó g ic a

C ontra el Tiempo
Es una guerra en que, a lo largo de 15 ataques, se trata de descubrir, y así combatir,
el proceso de conversión de u n tiem po indefinido (de u n solo sentido, es decir,
ninguno, y de «infinita velocidad») en el Tiem po real, que es en verdad, en cuanto
ideado y m edido, u n espacio, en el que se funda la Realidad, imposible, y se practi­
ca tam bién la reducción a Tiem po de nuestras vidas. E n ese combate, se acude a las
tácticas y vías más diversas, desde el ataque a la concepción científica (y vulgar) del
Tiempo, más que a la teoría física, a los instrum entos m atemáticos usados a su ser­
vicio, hasta el análisis de la mem oria, las artes tem porales y los ensueños, pasando
por la penetración en los mecanismos de lenguaje y lógica, en el ritm o, en las idea­
ciones históricas del Tiempo, y p o r u n recorrido a los pensam ientos y form ulacio­
nes sobre tiem po entre los antiguos. 304 págs.

D e la construcción (D el lenguaje II)


La instancia de o rg an izació n de la frase y las relaciones de dependencia. C o ­
nexión de las relaciones sintácticas con las asociativas y m orfém icas, con las
sem ánticas y co n las em prácticas. C u estio n es im plicadas en ello de la génesis
de la gram ática, de relación entre estu d io genético y descriptivo, de la unidad
‘p ala b ra ’ com o léxica y com o sintáctica, de la clasificación de las palabras en
relación co n sus funciones, entre otras. N u m e ro so s esquem as ilustrativos y
dibujo s de o rg an izació n de frases. 480 págs.

D el lenguaje
D edicado, entre o tro s temas, al estudio de la relación entre relaciones en el sis­
tem a y sucesión en el discurso, la frase y sus m odalidades, entonaciones y senti­
do, la sílaba rítm ica y la sílaba convencional, el cam po m ostrativo, m undo d o n ­
de se habla p o r oposición al m undo de los significados o de que se habla. C on
34 esquem as ilustrativos. 440 págs.
H ablando de lo que habla. Estudios de lenguaje
(Prem io N acio n al de E nsayo 1990)
C olección de estudios inéditos o publicados p oco accesiblemente, ordenados
en los siguientes cam pos: I. L enguaje; m éto d o y té rm in o s; II. C u estiones
pragm áticas. Sentido, entonación y m odalidad; III. R elaciones entre hechos
em prácticos, sintácticos y semánticos; IV. O rganización sintáctica y p u n tu a­
ción; V. Tres casos de afasia; V I. E scritura y fonem as; V II. R ítm ica (reedición
del libro D e l ritm o d el lenguaje); V III. D el lenguaje a la política. 416 págs.

N arrativa

Eso y ella. 6 cuentos y una charla


C o n las dudas que dice su Preám bulo, estrena aquí el au to r el género literario
p o r excelencia, la narrativa (sobre el cual la charla final es u n a reflexión), por
si esos 6 cuentos p u ed en servir tam bién para desvelar algo de la locura de la
norm alidad, y en especial de la herida más notoria de su m undo, las mujeres.
168 págs.

Locura. 17 casos.
La psicoanalista, más bien heterodoxa, Mónica F lorentin presenta 16 casos, más
bien veniales o parciales, p o r medio de sendos diálogos entre loco interrogado y
loco interrogante, de sexos más o menos opuestos el uno al otro, de entre los 49
reunidos, para ese fin, durante dos veranos en una dehesa abandonada, y añade
uno más sacado de su propia lejana adolescencia. El resultado sugiere algo de la
locura de la norm alidad. 192 págs.

¿ Q u é conos? 5 cuentos y una charla


E n contra de la literatura dom inante, en que se habla de las m ujeres y del sexo
com o si se supiera lo que son o bien se hace que las m ujeres hablen com o si
fueran hom bres, estos cinco cuentos intentan, p o r diferentes procedim ientos
(desde la p enetración en lo anim al hasta el encantam iento de Alm a y A m ado)
dejar que lo m ujer se manifieste más de veras, a costa de delicadezas y de gro­
serías; y así tam bién en la charla que los acom paña se trata de que diga algo el
coño m ism o, esa boca que nunca habla. 192 págs.

P oesía

A l burro m uerto
«Yo canto a u n b u rro y la m uerte...» Tras u n exabrupto de entrada, once ende­
chas de vario ritm o, que no van a conseguir resucitarlo, se dirigen, sin em bar­
go, a un burro, que era al m ism o tiem po E L B U R R O Y T Ú , y maldicen, de
paso, al m u n d o que lo ha m atado. 64 págs.

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