Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Garcia Calvo Agustin - Lecturas Presocraticas II - Heraclito Razon Comun PDF
Garcia Calvo Agustin - Lecturas Presocraticas II - Heraclito Razon Comun PDF
, ,
Edición crítica ordenación traducción
y comentario de los restos del libro de
Heraclito
Agustín García Calvo
RAZÓN COMÚN
EDICIÓN CRÍTICA, ORDENACIÓN, TRADUCCIÓN
Y COMENTARIO DE LOS RESTOS DEL LIBRO DE
HERACLITO
LECTURAS PRESOCRÁTICAS II
(UIClW^
)
T odos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
procedim iento (ya sea gráfico, electrónico, óptico, químico, m ecánico, fotocopias, etc.) y el alm acena
m iento o transm isión de sus contenidos en soportes m agnéticos, sonoros, visuales o de cualquier otro
tipo sin perm iso expreso del editor.
HERACLITO
L EC T U R A S PR E SO C R Á T IC A S II
A
IR IS M U R D O C H .
que en The P h ilosopher’s Pupil
h a p in tad o com pasivam ente
la m iseria del filósofo c o n te m p o rá n eo ,
viejo y m alen am o rad o ,
S E D E D IC A
E S T A R E N O V A C IÓ N D E L A G U E R R A
C O N T R A T O D A F IL O S O F ÍA
O C IE N C IA D E L A R E A L I D A D ,
Y
B A JO N O M B R E D E E L L A
A
T O D A L A C O M U N ID A D
D E L A S M U JE R E S
Y SU S H O M B R E S
P R O L E G Ó M E N O S ......................................................................................................................................... 9
Λ Ο Γ Ο Σ Π Ε Ρ Ι Π Α Ν Τ Ω Ν — R A Z Ó N G E N E R A L Ο D E LAS COSAS T O D A S 29
Λ Ο Γ Ο Σ Π Ο Λ ΙΤ ΙΚ Ο Σ — R A Z Ó N P O L ÍT IC A o SEA D E g o b i e r n o s y d e
A L M A S ........................................................................................................................................................ 261
Λ Ο Γ Ο Σ Θ Ε Ο Λ Ο Γ ΙΚ 0 Σ — R A Z Ó N T E O L Ó G IC A O SEA D E R E LIG IO N E S
Y ULTIMIDADES........................................................................................................... 319
A PÉ N D IC E : O T R O S H E R A C L IT O S ........................................................................... 373
E P IL E G Ó M E N O S ............................................................................................................................................ 393
en que la diosa se enfrenta claram ente con la lógica heraclitana, única a la que ra
zonablem ente puede, en especial, referirse lo de “ser y no ser... lo m ism o y no lo
m ism o ” (v. a n.° 62), aparte de que el p alín tro p o s del últim o verso es una alusión
cierta al n.° 42; p o r m ás que ella, con el obligado m enosprecio (pues ella va a enun
ciar, sólo que del derechas, lo m ism o que la razón hace del revés en el libro de H e
raclito), quiera atribuir esa lógica a un tropel de m ortales descarriados m ejor que
a la singular fo rm u la ció n de un libro, con gusto y disgusto para Heraclito, según
que esa tropa sean la m ayoría o generalidad de los hom bres engañados p o r sus
ideas o sean la co m u n id a d del lenguaje o razón com ún.
1 Y no es m u ch o m ás lo que, hasta los años de m adurez de Platón, puede ras
trearse que revele la l e c t u r a del libro de H eraclito: un p a r de coincidencias
cercanas en los científicos, com o en A naxágoras la separación de todas las cosas
de su principio ordenador, que recuerda nuestro n.° 40; o las m ás insignificantes en
tre algunos frs. de D em ócrito, co m o 53 ó 64-65, con los n .os 11 y 24; o la influen
cia, m ás p ro fu n d a , en la lógica de Z en ó n de Elea, del que sin em bargo no tenemos
vestigios reveladores de lectura, aunque alguno se descubre en los razonam ientos
de M eliso (v. al n.° 68); ju n to con ecos m ás lejanos o dudosos en otros pensadores
y poetas, que p u ed en verse recogidos y largamente discutidos en R . M ondolfo - L .
Tarán E raclito. T estim o n ian ze e im itazioni, Florencia 1972, X L 1 -L X X X IV .
8 D e que Platón m ism o hubiera leído el libro (y eso que debía de circular p o r
A tenas en su ju ven tu d , sobre todo si atendem os a la noticia que da A ristón p o r D ió
genes Laercio I X 11, de que un ejem plar le pasó para leer Eurípides a Sócrates) o
de que, habiéndolo leído en su edad tem prana, cuando andaba de conversación con
aquel Cratilo, ejem plo de los jóvenes heraclitizantes en A tenas, se hubiera m oles
tado nunca luego, en m edio del fe rv o r poético del nuevo género, el diálogo socrá
tico recién inventado, y entre el entusiasm o de quien se sentía fu n d a n d o esa nueva
cosa que iba a llam arse una Filosofía, en releerlo p o r los años en que escribió n in
guno de los diálogos, de eso no m e siento convencido p o r las escasas citas que en
ellos aparecen, evidentem ente de m em oria (y una que tiene trazas de literal, la del i
n.° 119, está en el H ip ias m ayor, de cuya paternidad debaten los estudiosos) ni p o r
los argum entos que se han elucubrado en tal sentido, y que pueden verse ib.
L X X X IV -C L V H I, d o n d e desprecia M o n d o lfo (p. L X X X I X ) las evidencias, que ya
12 Razón común
m ism o proceso de fija ció n de un texto literario, estem os de veras leyendo los hara
p o s de las canciones de Safó o las com edias de A ristófanes, que, com o toda la p o e
sía anterior, hubieron de pasa r p o r ese m ism o proceso para que pudieran seguirse
leyendo en los siglos literatos. M ás bien debe el lector recordar, para m ayor tran
quilidad suya, que los doctos varones alejandrinos m ás fa m a tienen de haber peca
do de hipercríticos a su vez sobre la autenticidad de sus textos que no de lo contra
rio. Y en fin , bastaría con considerar los casos (bastantes, dada la escasez de citas
antiguas) en que se da alguna coincidencia literal entre las citas tardías de Sexto,
Plutarco, H ipólito o Clem ente con otras de Platón o Aristóteles (lo que se da en
los n .m 1, 42, 63 y 104) o al m en o s de Teofrasto (n.° 71) o de Cleantes y Filodem o
(n.° 84), o con E picarm o (n.° 118), p o r no contar posibles referencias vagas en los
antiguos a lo que aparece literalm ente citado en los tardíos (n .os 11, 50, 52, 57, 76,
81, 131), para confirm arnos en que el libro que vivía aún en las bibliotecas del Im
perio (hasta el siglo I I I ) es el m ism o que ya leyeron o p u d ieron leer los m édicos hi-
pocráticos, el cóm ico E picarm o, los p rim eros m aestros estoicos o Aristóteles y Pla
tón, y desanim arnos de aquella idea, nacida de solo nuestro deseo de no leer razo
nes, para no correr peligro de oírlas, de que hubiera habido entre los doctos ale
jandrinos un falsificador anó n im o y genial, fabricante de un Heraclito apócrifo.
14 D e aquellos doctos varones voy a perm itirm e, en cam bio, nacer bastante
caso, para la ordenación y la interpretación de los restos del libro tal com o aquí,
lector, te ofrezco, de un p a r de noticias que nos han llegado de proclam aciones su
yas acerca del libro de Heraclito, que ellos leían aún entero y con la curiosa aten
ción de eruditos no cargados de pretensiones filosóficas, noticias que, pese a lo poco
fiable del transm isor, n o veo ra zón para pen sa r que ni ellos ni él se hubieran in
ventado gratuitamente.
15 A m b a s nos llegan transm itidas p o r D iógenes Laercio, ensartadas en su acos
tum brado revoltijo cie noticias sobre vidas, escritos y doctrinas. L a prim era, que el
libro no era pro p ia m en te un Perl physeós o D ê rëru m n á tü rá o ‘D el m o d o de ser
de las cosas’ o, con anacronism o, ‘D e la R ealidad’, que no era — es decir— un tra
tado científico, sino m ás bien un Peri politeíás o D é república o ‘D e la sociedad
hu m a n a ’ o ‘D e política y ciudadanía’, y que — lo que m ás m e im porta— las fo r m u
laciones peri physeós están puestas en él en calidad de ejem plos o m odelos: ésta se
nos ofrece, hacia el fin a l de la biografía ( I X 15), a nom bre del gram m atikós (e.e.
hom bre de letras, filó lo g o o crítico literario, p o r oposición a filósofos, científicos o
historiadores) D iódoto, del que no tenem os m ás noticia, pero que p u d o ser el m is
m o D iódoto de Sidón que E strabón X V I 757 m enciona com o herm ano del filó so fo
peripatético Boeto, m aestro de E strabón m ism o, y de situar p o r tanto p o r la p rim e
ra m itad de 1 ante C hr. ; y he a q u í el contexto de la cita de Diógenes:
(y es del m ism o D ió d o to sin duda del que algo antes, I X 12, dice Diógenes que,
entre los varios títulos que varios le daban al libro, D iódoto lo llamaba
lo cual no es ningún título, sino un trím etro yám bico, que sugiere que la exegesis
de D iódoto estaba escrita en parte en ese verso, al estilo acaso de la vieja versión
poética de E scítino de Teos); de m o d o que no hay m o tivo para dudar de que el p a
recer de D ió d o to estaba fu n d a d o en lectura directa del escrito (que en cam bio D ió
genes Laercio seguram ente n o tuvo nunca entre las m anos), y, com o, p o r otra p a r
te, m ientras veo harto claros los m otivos que p o d ía n hacer a los filósofos, de A r is
tóteles en adelante, reducir la lógica heraclitana a una trivial especulación física o
cosm ológica, n o veo en cam bio ninguno para que un gram m atikós se inventara en
la intención inversa juicio tan chocante, no extrañes, lector, que, habiendo yo m is
m o, antes de fija rm e en el pasaje de Diógenes, recibido la m ism a im presión acerca
de la condición de ejem plos de las m anifestaciones físicas en los fragm entos (ejem
plo s m ás bien de relaciones lógicas, p ero ello im plica tam bién que no p u ede la F í
sica separarse de la política, e.e. de las ideas de los hom bres), haya dejado que tal
criterio rija buena parte de la interpretación (y aun ordenación) de los restos que te
dispones a leer conm igo.
16 L a otra noticia es la que se refiere a una división del libro en tres partes, y
la inserta D iógenes Laercio I X 5 del siguiente m odo:
“Y no siguió escuela de nadie, sino que dijo que se investigaba a sí mismo (n.“ 34)
y que de sí mismo lo había aprendido todo. Pero Soción dice que algunos dejaron
dicho que recibió enseñanza de Jenófanes, y que decía Aristón en su De Heraclito
que también se había curado de la hidropesía y había muerto de otra enfermedad;
y eso también Hipóboto lo dice. Y el libro que a su nombre corre es, en su conjunto
peri physeós (científico, sobre la Realidad), pero está dividido en tres discursos o
razones (lógous), en el general o acerca de las cosas todas (peri pántón), y uno de
política o ciudadanía (politikón) y uno de divinidades o religión (theologik ó n ). Y
lo llevó en ofrenda al templo de Artemis, etc.”
L a noticia p u ed e estar tom ada de Soción (Soción de A lejandría, que a com ienzos
del ¡i an te C hr. co m p u so una diadoché to n p h ilo só p h ó n o Sucesión de los F ilóso
fo s, en que se esforzaba en ligarlos a todos p o r relación de discipulato, y que fu e
una de las principales fu en tes de Diógenes, aunque acaso no directa), que parece
ser el texto que estaba consultando D iógenes en el pasaje de nuestra cita, y ello a
pesar del p a so del estilo indirecto ( “D ice Soción que .... dejaron dicho que . . . . y
que decía A ristó n .... q u e ”) al directo ( “Y el lib r o ...e s ...”), p a so que en rigor ya
se había dado con “y eso tam bién H ip ó b o to lo dice”, siendo increíble que al tal H i
pó b o to lo leyera D iógenes directamente; de m o d o que así (teniendo adem ás en cuen
ta lo im probable de que “el libro que a su nom bre corre” pudiera referirse al tiem
p o de D iógenes, siendo m u y bien de referir al de Soción), podría venir de Soción
la noticia de la división en tres discursos o razones. Pero, proceda de él o no, no
viendo y o tam poco a q u í interés ninguno que pudiera p ro m o v er la invención de se
m ejante cosa, y su poniéndola p o r tanto venida de observación sim plem ente de al
16 Razón común
guien que leía el libro entero, he venido, coda vez con m ás confianza, adoptándola
(com o ya B y water el siglo pasado, antes del injustificado abandono del intento) para
que rija la ordenación (y la m ejor interpretación de algunos de los pasajes) de este
libro.
17 C uyos restos, lector, así ves presentados en tres lógoi o razones, uno p r i
mero y principal, en el que veo p ropiam ente el ejercicio de la lógica o dialéctica he
raclitana, con algunos de sus p arad eíg m ata o ejem plos, físicos o morales, inclui
dos, y que era tam bién seguram ente el m ás considerable de extensión, y en el que
en todo caso edito unos tres quintos de los fra g m en to s que nos han transm itido los
citadores; uno segundo, que entiendo dirigido de entrada a la política inm ediata y
en especial al debute con los conciudadanos de E feso, pero extendiéndose luego a
proclam aciones en general sobre las condiciones sociales o hum anas, de política y
m oral juntam ente, según la tradición, luego continuada, que hace uno m ism o el tra
tado del gobierno o desgobierno de la ciudad y de las almas; y uno tercero, no teo
lógico com o un m o d ern o lo entendería (y que así les ha planteado a los estudiosos
problem a sobre có m o iba a separarse de la Primera Parte, con lógos m ism o lla
m ándose th eó s a veces, según se plantea en la edición m ism a de D -K I p. 140 nota),
sino m ás bien co m o dirigido a la crítica de las creencias religiosas y de los cultos,
para term inar ocupándose del tem or que les sirve de m otivo y la cuestión de las ul-
timidades. Pero he p rocurado a! m ism o tiem po que los fragm entos se m e dividan
en las tres razones n o m eram ente p o r su tema, sino asim ism o p o r su tono, que es
evidentem ente distinto para el ejercicio fu n d a m en ta I de razón descubriendo las con
tradicciones de la R ealidad (R a zó n per) p á n tó n j, para razón lanzándose a p rocla
m aciones político-m orales, y para razón dedicada a una crítica de la fe, despiadada
para las religiones, piadosa para el tem or y error hum anos. Cabría incluso pensar
que el “está d ivid id o ” de nuestra noticia n o fu era de transm isión exacta y que lo de
los tres lógoi n o se refiriera c tres partes sucesivas del libro, sino o tres m aneras de
razón que el antiguo lector habría notado en él; pero esta vía m e parece m ucho me-
nos probable, y ello es que el intento de ordenar los restos en una prim era razón
general o de puro ejercicio de la lógica, seguida, a m o d o de com plem entos, por u n a
razor; sobre Sociedad y otra razón sobre religiones, m e ha dado m ás sugerencia ;
út'les que no estorbos vara una lectura y m ejor entendim iento de las 'itas y rodaias
que de! libro nos han quedado
lo Pocas otras in d ’racionet· de índole externa p u ed e « encontrarse en ¡ntn"< o
traía-· de reconstruir el p e d i d o libro. Unicamente, he pensado vu e debía nnpers<■
especiad atención en aquellos autores a lo'' que m ás n u m e o r a s citas les deb^m ^s, t.
saber, Sextf/ E m pírico. Plutarco, San C lem ente y San H ipólito, com o qu.· era d-°
for que con m ás certidum bre p o d ía m o s deducir que tenían, el libro en su hibliotrr
(o ios dos últim os en las públicas d e Alejandría y R om a) y podían directain/'π <rj ¡ee-
U:., ocasionalm ente o con frecuencia. Pero de esos citadores, las m uchas re[eren -
das, probablem ente literales, de Plutarco están dispersa·; p o r uno m ultitud de s o
ooñsrulos, y parece m ás probable para ίη caso su p o ner (e^m o clortimvnfe <.·· ¡n-
aparece para la. sarta de citas de M arc -> Aurelio en su A sí mismo.1 m u: h qve usahr
era un repertorio y casi fichero da citas aprovechables tnm adas λ lo !(/>-<»> a* -ne-'
lecturas; y tam poco las citas de San '.demente, teva rtid^s de h s i;h'">s <’ " d ‘ d'-
su ' $',rórr>?A* 'Tapicerías' o C entones' y en algún otro pasaje de sus o h ”os, ver-
Prolegómenos 17
miten sacar ningún hilo para sorprenderlo in fraganti en la lectura del libro m ism o
(sólo acaso en la ilación de los n .os 76-81-78podría rastrearse algo: v. a n." 76), y más
bien, para ese a b rum ador tesoro de citaciones de antiguos que es su obra, hem os
de suponer el m ism o recurso a notas o fichas, m ás o m enos ordenadas po r m ate
rias. Y tam poco apenas, para Plotino, tenem os un vislum bre de que, escribiendo
entre I V 8,1 y 8,5 de las Enéades (v. a n.° 72) tuviera delante el libro.
19 A s í que p ien so que quedam os reducidos a los casos de Sexto y de H ipólito
para dar con algún sitio en que con cierta p ro b a b ilid ad p o d a m o s pensar en so r
prender al citador transcribiendo, para un m ism o pasaje de su libro, varios del de
Heraclito que tuviera ante los ojos, y así ganar alguna indicación sobre el orden de
este libro.
20 En cuanto a Sexto, es cierto que, aparte de las citas lúcrales, en m últiples
pasajes de su obra (ese ilustre barrido de toda la filo so fía antigua que son sus Skep-
tiká, co ntra ios D ogm áticos, e.e. ontólogos, científicos y moralistas, y contra los
m atem áticos, e.e. gram áticos, rétores, matem áticos, astrólogos y m úsicos, más sus
Esbozos pirrónicos) recuerda actitudes de Heraclito o heracliteas, guiado justam en
te p o r el propósito que en un lugar de los E sb. pirr. / 210-212 enuncia de librar al
escepticismo de la dependencia de Heraclito que algunos le habían atribuido, al p u n
to de pretender “los de en to m e a E n esid em n ” que la sképsis fu ese una vía para
llegar a Heraclito (postura que hem os de tener en cuenta para ju zg a r sus citas de
presuntas opiniones heraditanas, que, aun dentro de la estim able honradez que su e
le m ostrar Sexto, tenderá a presentarlas más bien un tanto dogm atikôs o a m odo
de dóxai, para alejarlo de la pureza de toda opinión que ha de tener la verdadera
s k é p s i s y es cierto que esas presuntas opiniones, por configuradas que estén en la
tradición doxográfica y en la m ism a fidelidad de los que se declaraban hcracliíistas,
no dejan de darnos valiosas sugerencias sobre la lógica heraclitana, p. ej. tocante a
la relación de todo a parte (C. Phys. 1 337) o a l· coincidentia oppositorum fEsb
pirr, I 2 /6 ss.), o a la cuestión del tiem po (C. Phys. / / 216-233) aunque m uchas de
ellas aparezcan bajo la cauta fó rm u la "(los de en torno a) E nesidem o según H era
clito": Encsidem o de C nos os, que enseñaba en A lejandría tal vez en tiem pos de C i
ñ o 1·: cuanta que renovó y purificó la ".senda escéptica con sus re-
suspensio·■: de iodo ju ic ii,. con 'o cuai no parece que casen bien
las acusaciones en Sexto de un cierto dogm atism o heraditano. Pen,, sea ίο aue sea
■ que a Sexto k débanm e po. esa., referencias ind,rectas a ¡a ló
gica nerachtanu, ello es one id fu tan soir/ en un tuga/, donde se rían tres citas li
terales de M em ento seguidas, da miu\s haberse puesto a leer directamente e:
abro, y elle, es en ei pasaje A.dv. m ail 26 ss.. que corresponde al libro i de
ias refutaciones coniru ¡os lógico.> (es i...,.........ne aue. pese a que en un punto se le
dama, com o de ordinario, physikós ‘científico', se centre aquí, y no en ¡a parte C on
tra ios Físicos', la atención sobre. Heraclito), y que reza así:
),
dice literalmente... (n.° 12 lo cual era igual que decir ‘de almas bárbaras es prestar
fe a los sentidos faltos de razón’. 127. En cambio, a la razón la declara juez de la
verdad, no una razón de cualquier clase, sino la común y divina. Pero cuál sea ésta,
hay que explicarlo resumidamente. Que es que le place al physikós que lo-que-nos-
rodea (tó periéchon) sea lógico o racional y dotado de inteligencia. 128. Pero tal
cosa como ésa la proclama ya Homero mucho antes, al haber dicho ( Od. XVIII
136 s.).
Pues tal las ideas son de los hombres sobreterraños
cual cada día las manda el padre de hombres y dioses;
y también Arquíloco dice (fr. 68 D .) que los hombres
piensan su pensar tal como cada día lo manda Zeus;
y dicho está también en Eurípides ( Troad. 881) lo mismo:
Quienquier que seas tú, el oscuro de entender,
Zeus, ya ley de natura, idea de hombres ya,
a tí yo te rezaba.
129. Esa pués razón divina según Heraclito al tirar de ella con el respiro, nos volve
mos ideativos (noeroí) , y en el sueño perdidos en olvido, pero al despertar, de nue
vo inteligentes ( émphrones): que es que en el sueño, al haberse cerrado las entradas
sensitivas, se retira de la compenetración con lo-que-nos-rodea el poder ideativo que
en nosotros hay, salvándose sola la adhesión por medio del respiro, como si dijéra
mos, una raíz (de aquella unión); y habiéndose retirado, abandona la capacidad re
cordatoria que tenía antes. 130. Pero en el despertar, otra vez asomándose por las
entradas sensitivas como por sus ventanas y encontrándose con lo-que-nos-rodea, se
inviste de la potencia lógica o racional. Al modo pués que los carbones, al acercarse
al fuego, por alteración se vuelven inflamados, pero se apagan al retirarse, así tam
bién el don ( moîra) que a nuestros cuerpos nos ha venido en hospedaje de lo-que-
nos-rodea, con la separación se vuelve por poco irracional, mientras que en virtud
de la compenetración a través de las múltiples entradas se constituye en semejante
al todo. 131. Esa razón común, en fin, y divina, y por cuya participación nos hace
mos lógicos o racionales, es la que dice Heraclito criterio o medio de juicio. De ahí
que lo que a todos en común se les aparece, eso dice que es digno de fe (pues con
la razón común y divina se percibe), pero lo que a alguno solo le sobreviene resulta
falto de fe por el motivo inverso. 132. Dando pués comienzo a los escritos sobre la
Realidad {peripliyseós) el susodicho varón, y en alguna manera señalando a lo-que-
nos-rodea, dice (n.° 1). 133. Pues con esas palabras habiendo expresamente adelan
tado que según participación de la razón divina son todas nuestras acciones y las
ideas que tenemos, tras haber recorrido antes (n .os 2-3) unas pocas consideraciones,
añade: (n.° 4). Y ésta no es otra cosa que explicación del modo de gobernación del
todo; por lo cual, en la medida que comuniquemos en la recordación de ello, esta
mos en verdad, pero en cuanto nos apartemos a lo propio (de cada uno), caemos
en falsedad. 134. Pues ello es que de la manera más expresa declara también en esas
palabras medio de juicio la razón común, así como proclama dignas de fe las cosas
que en común y público se aparecen, como que se juzgan según la razón común, y
falsas las que a cada uno en privado se le aparecen. 135. Tal como esto también He
raclito; en cuanto a Demócrito, etc.”
A s í que 1.a m anera m ás prob a b le en que, a la vista de este texto, entiendo la relación
de Sexto con el libro de Heraclito en la ocasión es la siguiente: prim ero, a propósito
Prolegómenos 19
“Pues bien, aunque ya de antes queda expuesta por nosotros la dóxa o doctrina de
Heraclito en los Philosophóumena (el pasaje del libro I que he citado), me place sin
embargo volver a traerla para confrontación también ahora, a fin de que, por una
más inmediata confutación, queden claramente enterados los partidarios de ése ( Noe
to} de que, creyendo ser discípulos de Cristo, no lo son, sino del Tenebroso.”
Pero es aq u í d onde estim o que, para cum plir tan pia d oso propósito, con loable es
crúpulo y reconociendo que no tenía él en la m em oria los pu n to s de doctrina hera
clitana a los que estaba em peñado en reducir la de N oeto, debió acudir San H ip ó
lito a los escriños de la biblioteca y sacar, para durable agradecim iento de los ve
nideros, el libro; en el cual — eso sí— m e parece claro que procedió a buscar lo p r i
m ero el lugar en que explícitam ente se hacía la identificación del Padre con el Hijo,
p u nto principal de la herejía que com bate, com o se vuelve a declarar al fin a l del
I X 10, después de la sarta de citaciones de H eraclito ( “Y que t a m b i é n dice
N oeto que es el m ism o el H ijo que el Padre, nadie lo ignora”); de manera que p ie n
so que hacen m a l los estudiosos m odernos al sospechar que “p a dre/hijo” sea en la
oportuna cita de H eraclito (n.° 47) un añadido de H ipólito, ya que, no siendo, p o r
un lado, nada extraña a la fo rm u la ció n heraclitana esa synállaxis ‘padre/hijo’, ella
debió de ser, p o r otro lado, la que ante todo m o vió al santo doctor a relacionar a
Heraclito con la doctrina de N oeto.
Prolegómenos 21
23 Por lo dem ás, las num erosas citas que a continuación en el pasaje nos da
H ipólito están todas en general escrupulosam ente copiadas, con m uchos rasgos del
dialecto jo n io conservados y m uchas peculiaridades de sintaxis heraclitana, y sólo
aparte de la cita m ism a se p erm ite ocasionalm ente el benem érito m ártir intentar de
pasada (pero con evidente prisa p o r acum ular los m ás lugares posibles) la interpre
tación que las hiciera elocuentes a su propósito. Trate ahora el lector de imaginar
los m o d o s en que a lo largo del pasaje, de haber estado el libro de Heraclito orde
nado tal com o lo edito, debió revolver el u olüm en San H ipólito (no es de creer que
fuera ya un códex, aunque p o c o después de p o r esas fechas debió de ser cuando se
pasó de una fo r m a de libro a la otra en el m u n d o antiguo), unas veces buscando
fó rm u la s pertinentes a sus fines, otras encontrándolas y, p o r ventura, transcribién
dolas tam bién, aunque no lo fu era n tanto:
«9. Heraclito pués dice que es el todo divisible indivisible, génito ingénito, mortal
inmortal, razón eternidad, padre hijo [dios] (n.° 47: ‘dios’ acaso pegado ahí del ‘el
dios’ con que empieza el n.° 48). “Justo es, no a mí, sino al acuerdo prestando oí
dos, estar concordes: inteligente es una sola cosa, saberlas todas” (n.“ 39) Heraclito
dice. Y que eso no lo saben todos ni lo reconocen, así en cierto modo se lo reprocha:
“No entienden cómo, difiriendo de sí mismo, consigo mismo concuerda: armonía de
contravuelta, tal como de un arco y de una lira” (n .“ 42). Y que razón (= el Verbo)
es siempre, siendo el todo y por todo, así lo dice: (n.° 1). Y que es niño (= el Hijo)
el todo y, por el tiempo eterno, eterno rey del universo, así lo dice: (n.° 85). Y que
es el padre de todas las cosas criadas génito ingénito, creación fabricador (imitación
del estilo heraclitano), oigámoslo a él cómo lo cuenta: “Guerra es padre... (n.° 45)” .
Y que es armonía tal como de un arco y de una lira (cita repetida del n.° 42; no se
impone que haya aquí una laguna, como sospecharon los primeros editores), pero
que es inaparente, el Invisible Incognoscible para los hombres, en esos términos lo
cuenta: “Armonía inaparente mejor que la aparente” (n.° 36): alaba y exalta en ad
miración sobre lo que se conoce lo incognoscible de Él y lo invisible de Su poder;
pero que es visible para los hombres y no imposible de encontrar, lo cuenta en esos
términos: “En cuanto que es la vista (n.° 33) enseñanza para el oído, ésas son las
cosas que yo prefiero” —dice, es a saber, las visibles a las invisibles: a partir de ra
zones suyas como ésas es fácil comprenderlo: “Engañados están” dice “los hombres
(n.° 10)”. 10. De ese modo Heraclito en igual suerte coloca y estima las cosas apa
rentes que las inaparentes, como que vienen reconocidamente a ser una misma cosa
lo aparente y lo inaparente: pues ¿qué armonía? —dice— : “la inaparente mejor que
la aparente” (otra vez n.° 36), y también (volviendo al n.° 33) “En cuanto que la
vista es enseñanza para el oído”, (esto es, los órganos de los sentidos) “ésas son”
dice “las cosas que prefiero”, no habiendo preferido las inaparentes. Pues ello es que
tampoco tinieblas ni luz, tampoco malvado ni bueno, dice que sean cosa distinta H e
raclito (anticipa citas de más abajo): censura, por ejemplo, a Hesíodo porque sabe
de día y noche: pues día —dice— y noche es una sola cosa, viniendo a declararlo
así: “ (n.° 31), que es que son una sola cosa”; y también bueno y malo (n.° 52 bis):
“Los médicos, por ejemplo” dice Heraclito “ (n.° 57)” . Y también derecho —dice—
y torcido es la misma cosa: “Recorrido de bataneros” dice “derecho y retorcido” (el
giro del implemento llamado ‘caracol’ en el batán, que es derecho y retorcido: pues
se mueve a la vez para arriba y en redondo) “una sola cosa es” dice “y la misma”
(n.° 59). También lo de ‘arriba’ y lo de ‘abajo’ es una sola cosa y la misma: “Cami
no arriba, camino abajo, uno solo y el mismo” (n.° 60). Y también lo sucio y lo lim-
Razón común
pio dice que son una y la misma cosa, y que una sola y la misma son lo potable y lo
no potable: “El mar (n .“ 5 3 )”. Y proclama también reconocidamente que lo inmor
tal es mortal y lo mortal inmortal por medio de razones como éstas: “ (n.° 67)”. Pero
proclama también resurrección de esa carne visible en la que estamos criados, y co
noce a Dios como causante de esa resurrección, cuando dice: “ <n.° 132)”. Y cuenta
también que el juicio del mundo y de todos los que en él hay sobreviene por medio
del fuego, al decir así: “Pero todo lo timonea el rayo” (n.° 84; si bien puede ser,
como notó H. Frankel, que ésta y la siguiente cita quedaran anotadas al margen y
luego se introdujeran en el texto indebidamente, porque lo que corresponde a ese
anuncio es el n.° 80 que tras ellas viene), esto es, las dirige, llamando rayo al fuego
sempiterno; pero dice también que es inteligente ese fuego (n.° 75 a) y causante de
la administración de las cosas todas, y lo llama falta y hartura (n.° 75 b): y falta es
la ordenación según el fuego, y la deflagración hartura; “Pues todas las cosas” dice
“el fuego sobreviniendo las discernirá y las someterá” (n.° 80; entendido por Hipó
lito como “las juzgará y condenará” ). Y en ese resumen (kephaláiói: ¿a saber, el
que yo he hecho?; o más bien ‘ese’ quiere decir, como otras veces en el pasaje, ‘este’,
‘el siguiente’, y se anuncia ahí de lejos la última cita que se va a dar?) ha expresado
toda de una vez su propia idea y a la vez también la de la herejía de Noeto he de
mostrado (con sintaxis algo dificultosa, que ha llevado a correcciones, tal vez no ne
cesarias) que no es discipula de Cristo, sino de Heraclito: pues que el cosmos pri
mero es fabricador él mismo, viniendo a ser también de sí mismo creador, así lo cuen
ta: “El dios (n.° 48), día noche, invierno verano, guerra paz, hartura hambre: todos
los contrarios juntos, ése es el pensamiento” (y sin que sea forzoso atribuir esas úl
timas palabras a comentario de Hipólito, ahí entendía éste quizá el “toda su idea”
que él anunciaba arriba como para resumen) ; “pero se transforma (n.° 49), tal como,
cuando se une por mezcla de inciensos un incienso, se le nombra según el gusto de
cada uno” (algo chocante es también que tal cita se tome como implicando la anun
ciada tesis de que el cosmos se crea a sí mismo: ¿se ha perdido acaso ahí alguna otra
cita, que tendría que ser la del n.° 81, que nos da San Clemente?). Y claro queda
para todos que los inteligentes secuaces de Noeto (ironía con juego de palabras en
tre noétoús y Noétou; otros prefieren aclarar el juego corrigiendo anoétous ‘insensa
tos’) y dirigentes de la secta, aun cuando puedan decir que no han sido discípulos
oyentes de Heraclito, es lo cierto que, al adoptar las opiniones de Noeto, a todas
luces los mismos principios reconocen y confiesan. Pues dicen ellos así: que uno solo
y el mismo Dios es fabricador de todas las cosas y Padre; y que, cuando bien le pa
reció, estuvo aparente a los justos de los primeros tiempos, siendo él invisible: pues,
cuando no se le ve, es que era invisible (acaso de añadir con los primeros editores
“y cuando se le ve, visible” ), inabarcable cuando no quiere que se le abarque, pero
abarcable cuando se le abarca; así, según la misma razón, invencible (id. “venci
ble”), ingénito (id. “génito” ), inmortal y mortal. ¿Cómo no van a denunciarse los
tales por discípulos de Heraclito?: ¿no es cierto que con esa misma expresión se ade
lantó a especular el Tenebroso? Y en cuanto a que también proclama (seguro que
Noeto) que el mismo es el Hijo que el Padre, nadie hay que no lo sepa; y dice así:
“Así que, cuando no se había generado el Padre, con razón se le llamaba Padre;
pero, cuando le plugo soportar generación, una vez engendrado, vino a ser él mismo
el Hijo de sí mismo, no de otro”. Pues le parece que así se sostiene y prueba la mo
narquía o poder único, al afirmar que hay una sola y la misma cosa que reciba nom
bre de Padre y de Hijo, no el uno procedente del otro, sino él mismo de sí mismo,
por nombre, sí, llamándose Padre y también Hijo, según el giro de los tiempos, pero
que era uno solo ése que se apareció y soportó engendramiento de una Virgen y an-
Prolegómenos 23
duvo hombre entre los hombres, reconociéndose Hijo ante los que lo veían en virtud
de la generación que se había producido, pero sin ocultar tampoco a los que com
prenden que era Padre; que ése, que, clavado a la pasión del leño, también a sí mis
mo entregó el espíritu, habiendo muerto y sin haber muerto, y que a sí mismo al ter
cer día se resucitó, el que estuvo enterrado en el sepulcro y fue traspasado por lanza
y aferrado con clavos, que ése es el Dios del Universo y Padre, eso es lo que cuenta
Cleómenes y su coro, metiendo en muchos la tiniebla heraclitana. 11. Esa herejía es
la que fortificó Calisto, etc.»
Pues bien, con esta transcripción de los párrafos pertinentes de la R efu tatio , creo
que tiene el lector m ás o m enos los m ism os indicios que y o para tratar de deducir,
a partir del hilvanam iento de esa veintena de citas (m ás tres repeticiones y un p a r
de posibles huellas de otros pasos), la m anera m ás probable en que, de estar los
fragm ento s en el orden que los edito, debió ir el santo doctor volviendo sobre el
u olüm en, y qué p u ed e sacarse de ello para vislum brar algunos tram os de ordena
ción del libro. Parece al m enos bastante claro que, ju n to a algunas de las citas que
parecen, com o antes he dicho de la prim era, haberse ido a buscar para hacerlas ca
sar con las principales afirm aciones de la herejía de N oeto, hay otras (y seguram en
te la m ayoría) que, n o teniendo con la herejía m ucho que ver, que se nos alcance,
han debido de encontrarse al paso (estando probablem ente en los alrededores de al
guna de las buscadas) y anotado p o r curiosidad m ás desinteresada.
24 P or m i parte (que sólo después de ordenados los fragm entos m e he vuelto
sobre este hilvanam iento de citas de San H ipólito, sin dejar que consideraciones e x
ternas com o ésta p rim en sobre los criterios internos que m e han guiado en la orde
nación), lo p rim ero que veo de llam ativo es que, con una sola excepción, todas las
citas pertenecen a lugares de la R a zó n General o Primera Parte del libro; de m a
nera que hay que pen sa r o bien que el ejem plar que H ipólito m anejaba no constaba
m ás que de esa parte (abundan en cam bio en San Clem ente las citas de las otras
dos) o que p o r m o tivo s de su polém ica teológica sólo a ésa prestó atención; y que,
p o r tanto, la excepción, el n." 132, o bien lo tenía apuntado de otras fuentes o, de
tener el libro entero, lo sacó de una ojeada ocasional al fin a l de todo el rollo, o bien
que m e he equivocado en la ordenación de ese fra g m ento y debería colocarlo en la
R a zó n General, cerca del n.° 84. Y luego, que la gran m ayoría de las citas se refie
ren al centro (n .os 31 a 67) y al fin a l (n .os 75 a 85) de la R a zó n General, quedando
sólo fu era los n .os 1 y 10. A s í que m e veo obligado a suponer los siguientes pasos
en el viaje del santo p o r el volum en a lo largo de la redacción de su pasaje: L ”)
busca, p o r el centro de la R .G ., el paso ‘padre/h ijo ’ que le interesa, n.° 47, y ya p o r
esos alrededores del libro, ensarta los n .,K 39 y 42; 2 .a) procede a acudir, para una
explicación sobre Lógos o el Verbo, a lo que sabem os, p o r Sexto y Aristóteles, que
era el com ien zo del volum en, n.° 1, y pasa de ahí p o r violento salto a lo que he
ordenado com o últim a fó rm u la de la R .G ., n.° 85, que sabem os, p o r ejem plo p o r
Luciano, que era tópico heraclitano bien conocido, y así lo tenía tal vez el santo en
la m em oria; 3 .a) vuelve al centro de la R . G ., siem pre a la caza de las palabras 'H ijo ’
y ‘P adre’, y encuentra “L a guerra padre de to d o s”, n.° 45, con el que se le enlazan,
volviendo a recorrer el rollo de adelante atrás, el n.° 42 p o r segunda vez, el 36 y el
33, retrocediendo acaso hasta el n.° 10, el de H o m ero y los piojos, en busca de m ás
form ulaciones sobre lo de ‘visible/invisible’, p ero volviendo de nuevo sobre el 36 y
24 Razón común
<}ue dei libro nos quedan, com o si estuvieran escritos de ayer m ism o y para cual
quier tiem po.
^βί) $s>>
27 P or lo dem ás, este libro se na com puesto de tal m anera que es más bien
dos libros y destinados a dos clases de lectores: pues, aparte del texto de los fra g
m entos m ism os, que se ofrecen escritos a m ano con caracteres de traza epigráfica,
en (razo grueso los que estim o con m ás p robabilidad restos literales del libro, en
trazo fin o los m ás dudosos, y con letra redonda cuando se trata de citas indirectas,
num erados consecutivam ente (junto a su n." se hace fig u ra r el d e lfr. correspondien
te del D -K , cuya num eración se em plea com o base en la tabla fin a l de corresponden
cias) y ocasionalm ente distinguiendo con ‘1.°’, ‘2."’, 3 / ’, lo que doy p o r partes con
secutivas de un m ism o paso, y con ‘a \ ‘b ’ lo que presento com o posibles redaccio
nes alternativas de uno m ism o, el resto de la obra aparece dividido en dos seccio
nes: una, la que corresponde a los apartados m arcados con © (fuentes y testim o
nios, a veces sólo posib les ecos, del pasaje) y con © (aparato crítico de variantes
en la transm isión y de conjeturas propuestas para el núm ero correspondiente, se
guido m uchas veces de otras indicaciones críticas sobre el contexto de alguno de sus
citadores), está destinada a los filó lo g o s y concebida según las reglas de edición y
convenciones establecidas a lo largo de estos siglos de la tradición filológica m oder
na; la otra sección com prende el apartado m arcado © , que es una traducción del
paso en espofcont (donde he procurado, entre las m últiples posibilidades, todas ine
xactas, de traspaso de lengua a lengua, decidirm e p o r una sola, y sólo m u y ocasio
nalm ente se dan versiones alternativas que responden a dudas de la interpretación),
y el m arcado © , o de com entario, exegesis del paso y razonam iento sobre él; y esa
sección se destina m ás bien a los lectores ignorantes de griego antiguo (por lo cual
en esas partes n o se usan tam poco caracteres griegos, y los térm inos griegos que en
el com entario deban usarse están transcritos) y n o interesado p o r las precisiones f i
lológicas, sin em bargo de lo cual, el apartado © consta norm alm ente de una p ri
mera parte en que a tales lectores se les inform a de los avalares de la transmisión
del fragm en to correspondiente, traduciéndoles todo o lo más de los contextos en
que lo presentan sus citadores (tam bién p o r darles de paso un repertorio de curio
sidades sobre los avatares del pensam iento a lo largo de los siglos de la Literatura
antigua), y de las posibles variantes o dudas en la m ejor lectura de su texto, antes
de pasar a una parte herm enéutica o de interpretación y de exegesis o glosa, en que
a m en u d o se incluye alguna observación sobre el enlace con otros fragm entos an
teriores o siguientes, para terminar, cuando el caso lo pide, con una más libre p ro
longación de la razón correspondiente en nuevas razones, no ya sobre la razón,
sino sobre lo m ism o que la razón.
28 Y es así que cóm odam ente podría haberse publicado p o r separado un libro
con el texto de los fragm entos y los apartados © y © , y otro libro con los apar
26 Razón común
cos, ha desenvuelto una pericia equiparable a la de los doctos cajistas del Renaci
m iento.
31 A los que ciertam ente no está dedicado este libro es a los historiadores de
la Filosofía, cuando precisam ente se dirige a procurar una m ás fie l y desnuda lec
tura de los fragm entos, y la historificación del pensam iento, según al principio de
estos Prolegóm enos recordaba, ha sido, desde el co m ien zo m ism o de la Historia en
sentido estricto (el establecim iento de la Ciencia o Filosofía con Aristóteles), uno
de los m edios de am ortecer o secluir de la práctica al pensam iento, y al tom ar com o
objeto la razón, evitar que la razón hable.
32 H a y dos extrem os, en sum a, en la m anera de habérselas con estos restos del
escrito, que igualm ente m e repugnan. Consiste el uno en leer vagam ente los fra g
m entos, en usarlos caprichosam ente para dejar que vagas sugerencias vengan a en
lazarse en el ánim o del intérprete con D ios sabe qué noticias o ideas que hayan allí
m ontado los azares de su cultura y de su vida, dando com o resultado lo que se lla
m a una interpretación perso n a l (tan llenos de personalidad están los ám bitos de las
masas, donde, p o r ejem plo, un m e tte u r en scène, p o r m edio de lo que dicen una
lectura personal del M acb eth , decide, a costa de la obra, m ontar un M acbeth p er
sonal suyo), esto es, m ejor llam ado, un acúm ulo de especulaciones filosófico-se-
m iótico-poéticas, tan lejanas de una lectura fie l y verdadera com o pueden serlo las
im ágenes divagatorias que unas borrosas líneas del libro de cabecera nos sugieren
cuando estam os quedán d o n o s dorm idos y casi se nos escurre de las m anos. Y en
tiende, lector, que n o desprecio ese m o d o p o r veneración farisaica de las Grandes
O bras, que m e escandalice ver usadas p o r cualquiera para deleite suyo o m otor de
su pensam iento, ni p o r desdén de las originales genialidades que a tal lector acaso
se le ocurran, sino p o rq u e desconfío de tal originalidad, y p ienso más bien, com o
te dirán los p rim eros fra g m en to s de nuestro libro, que el abandono de uno a las
ideas personales, la idíe phróncsis que ahí se dice, es el cam ino más seguro para
venir a dar en lo trivial y dom inante, ya sea repitiendo a título personal lo que está
dicho, ya cayendo en una vaguedad y confusión de lenguaje que, al ser inútil para
afrontar o denunciar la Idea dom inante, sirva para aum entar el desprecio del len
guaje m ism o (la ra zón com ún) y confirm ar p o r tanto indirectam ente dicha Idea en
su dom inio. L o cual m e parece lo m ás alejado de lo que desearía que tuvieras p o r
lectura, y tanto m ás triste ello cuando se trata de leer algo donde quiere hablar la
razón com ún.
33 Consiste el otro extrem o en encerrarse, no p o r m odestia filológica, que es
exactitud, sino p o r ladina o boba cobardía, en el cerco m ágico de la erudición, que,
m anteniendo la peste m edieval de las A utoridades bajo su nueva fo rm a de estar bi
bliográficam ente al día, sustituye la lectura del texto p o r una acum ulación sin fin
de referencias a todo lo que sobre él se ha escrito y se está escribiendo y desvía a
la discusión de opiniones cultas la p asión que correspondía al entendim iento de la
razón originaria, a cuya lectura, m ientras procura el estudioso ser m u y de su tiem
p o y guardar las fo rm a s que a la seriedad científica corresponden, ya no se volverá
nunca. E s éste el gran m ecanism o que el orden académ ico y cultural tiene estable
cido para alejar un libro del peligro de su lectura, recubriéndolo, bajo pretexto de
beata devoción, con una acum ulación de doctrina sobre el libro, al m o d o que se
encerraban en relicarios para colgar del cuello las páginas de los Evangelios que ya
28 Razón común
nadie leía ni tenía la Iglesia interés ninguno en que se leyeran: se trata de evitar p er
turbaciones que al individuo, si lo hubiere, ingenuo y desprevenido (y p o r consi
guiente al conjunto del O rden de que él es elem ento) pudieran venirle de leer un
libro que, pese a la escritura, venga acaso a estar vivo para sus ojos, y p o r ellos
para sus oídos y su lengua, reduciéndolo a cosa tan inerte com o, p o r ejem plo, un
capítulo de H istoria de la Filosofía: que, cuanto m ás se inform e uno de la cosa que
el libro era, m ás se aleja del peligro de entender la cosa de que el libro habla. L a
m aldición contra la polym ath ië o erudición científica de los H esíodos y Pitágoras,
a que oirás a la razón lanzarse en algunos fragm entos de este libro, p u ede siem pre
oportunam ente renovarse en desesperada defensa de las palabras que de él nos ha
dejado el Tiem po contra sus celosos historiadores y asim iladores a lo ya sabido.
34 A penas hay que añadir, lector, que lo que hoy te prop o n g o es un ten-con
ten entre esos dos extrem os, intentando que la exactitud filológica m e ayude a co m
batir contra m i capricho, sin que ello m e arrastre a tantas eruditas curiosidades que
nos alejen de oír las razones de razón que a q u í queden resonando. Pues de eso es
de lo que se trata: de leer p o r las buenas los restos de este libro com o si no se h u
biera escrito hace 2.500 años, en la época de H eraclito de É feso y sus circunstancias
sociales, sino que estuviera escribiéndose ahora m ism o para ti, lector, según lo vas
leyendo, y hablándote de las cuestiones eternas, que son las m ás actuales siem pre
y, cuanto m ás com unes, m ás de veras tuyas. Q ue bien pu ed en así confundirse ac
tualidad con eternidad: pues, para la operación de la razón com ún, 2.500 años no
son nada, y co m o ella m ism a oirás que dice, el T iem po es un niño.
Λ0ΓΟΣ
ΠΕΡΙ
ΠΑΝΤΩΝ
RAZÓN
GENERA^
o
DE LAS COSAS TODAS
1 D -K 1
Cfr. Demetr. De elocut. 192 : xo δε σαφές έν πλείοσιν, πρώτα μέν έν τοϊς κυρίοις, έπειτα
έν τοϊς συνδεδεμένοις' τό δέ άσύνδετον καί διαλελυμένον δλον άσαφές πάν' άδηλος γάρ
ή εκάατου κώλου άρχή διά τήν λύσιν, ώσπερ τά Η ρακλείτου, καί γάρ ταΰτα σκοτεινά
ποιεί το πλεΐστον ή λύσις.
\melius in Εν. Joh. apud Eus. Praep. ev. XI 19, 1 : καί οϋτος αρα ήν ό λόγος καθ’ όν,
αίεί έόντα, τά γιγνόμενα έγίγνετο, ώς άν καί ο Η ράκλειτος άξιώσειε, καί νή Δ ί’ όν ό βάρ
βαρος άξιοι έν τή τής άρχής τάξει τε καί άξια καθεστηκότα πρός θεόν είναι καί θεόν
είναι κτλ.
© ιο ύ δ ε λόγου scribo : τού δέ λόγου H ipp. : τού λόγου C lem ., A rstt. : λόγου
Sext. τού δ έο ν το ς H ip p ., C lem ., A rstt. (τού ό ντο ς codd. aliquot)
ιχε'ιοιη. Sext. ά ξ ύ νετο ι : ξετο ι H ip p . γίγ ν. ά ν θ ρ . : ά ν θ ρ . γίγ ν.
A rstt. ά κ ο ύ σ α ν τα ς H ipp. γ ινό μ ενο ν H ipp. π ά ν τω ν om.
Sext. ά π ε ίρ ο ισ ιν έο ίκ α σ ιν Sexti Ν : ά π ε ιρ ο ι έο ίκ α σ ιν Sexti cett. : ά π ε ιρ ο ί
είσιν H ipp. το ιο υ τέω ν ό π ο ια H ipp. δ ιη γ εύ μ α ι κ α τά φ ύσ ιν δ ια ι-
ρέω ν έκαστον Sext. : δ ιή γ ευ μ α ι δ ιερ έω ν κ α τά φ ύ σ ιν H ipp. ό π ω ς H ipp.
tam bién en sus Strom ata o C entones la p rim era p a rte , opon ién d o lo a las fantasías
poéticas so b re Z eu s q u e h a citado antes: “P ero d irectam en te fren te a ello, H e ra
clito ‘P ero siendo la razó n esta siem p re’ dice ‘siguen sin e n te n d e r los hom bres, ta n
to ... o írla’” ; y de ahí to m a la cita E u seb io ; el cual, en fin, en o tro lugar de su
Preparación Evangélica recoge u n eco del p asaje en el plo tin ian o A m elio: “Y ésa
era, pues, la razó n según la cual, siendo ella siem pre, suceden las cosas que su
ceden, com o p u ed e que tam b ién H eraclito estim a ra ” .
L eo p o r p rim e ra vez la p rim e ra p a la b ra com o el m ostrativo toûde, ‘de este ’,
que in m ed iatam en te se re p ite , to m án d o lo del toü dé de H ipólito (‘y d e l’); si no,
hab ía que o p ta r o p o r to m a r e sta lección de H ipólito y so sten er que el libro em
p ezara con u n a p artíc u la de enlace (com o si, en vez de ser un m onum ento de los
com ienzos de la p ro sa literaria, fuese un opúsculo de sofisticado coloquialism o de
un siglo m ás ta rd e , d o n d e p o d ría caber tal ju e g o , com o se da de hecho en el co
m ienzo del E co n ó m ico de Je n o fo n te , au n q u e con la intención sin du d a de que el
dé indicara u n enlace con los o tro s m em orabilia socráticos), o bien acep tar las lec
ciones sin dé de A ristó teles y San C lem en te (y ya incluso sin el A rt. toû la de Sex
to ), que a to d as luces son sim plificaciones inducidas p o r no h a b e r ya en tendido el
juego del m ostrativo re p e tid o de ese m odo (m ientras que no se en tiende por qué
H ipólito, con la m a n e ra que in tro d u ce su cita, iba a añ ad ir un dé).
P o r o tra p a rte , esta insistencia en el ‘e ste ’ (p o r tercera vez en el “según esta
ra zó n ” de la frase siguiente) m e resu lta o p o rtu n a y cong ru en te con lo que el p e n
sam iento hace en este libro: es claro que “esta ra z ó n ” es al m ism o tiem po ésta
que se da en tod o s los procesos reales, con la q u e los h o m b res, com o se rep etirá
en los frs. siguientes, se tro p iezan a cada paso, y ésta de este libro, razón que es
p ro piam en te la que h a b l a aquí ella m ism a, p o r más que, ciertam en te, el p ro
nom bre ‘yo’ (com o aquí m ás ab ajo y en n .os 33, 34, 39, 40, 91) siga usándose para
ap u n tar al que lo escribe, esto es, H eraclito , si m alam ente se q uiere, que no se
debe, confundir el p erso n aje histórico de H eraclito de É feso con ese ‘yo’; pero lo
que H eraclito y razón desean de consuno es que ‘esta ra zó n ’ sea ésta de la reali
dad y ésta de este razo n am ien to ju n ta m e n te ; y el ‘e s te ’ en lo que insiste es en esa
su presencia in m ed iata, aquí, en los dos sentidos; la cual presencia (“in m anencia”
diría acaso algún filósofo) es co n trad icto ria, y p o r ta n to , según su propia lógica,
concorde con el hecho de que la razón esté (v. en n.° 40) “se p a ra d a ” de todas las
cosas.
N os hem os q u ed ad o con el térm in o ‘ra z ó n ’ p a ra trad u cir lógos, con tan d o m ás
que nada con que en español ‘ra z ó n ’ se usa tam bién p ara referirse a actividades
lingüísticas, discursos, cuen to s o razo n am ien to s, así com o se cuenta con el uso a rit
m ético de ‘ra z ó n ’, que tam bién es p e rtin e n te p a ra lógos (com o aparece evidente
en n .os 78 ó 107): pues ello es que este lógos, que no es m ás que el nom bre del
verbo légó, que dice ju n ta m e n te ‘c o n ta r’ de ‘c u e n ta ’, ‘c o n ta r’ de ‘c u e n to ’, ‘d ecir’,
‘calcular’, ‘ra z o n a r’, y a quien se llam a p o r diversos m otes ‘ad m inistrador de to d o ’,
‘divinidad’, ‘g u e rra ’, ‘fuego in te lig e n te ’, com ún a tod o s los hom bres y extraño p ara
ellos gen eralm en te, no es o tra cosa que len g u aje (si el lenguaje p u ede m en cio n ar
se a sí m ism o sin convertirse en o tra cosa), y p o r ta n to a la vez ordenación, por
oposiciones y correlacio n es, y a la vez actividad de habla lógica, razón raciocinante.
No hace falta que el com ienzo se en tie n d a com o construcción de G enitivo ab
Razón general 35
soluto ( “S iendo este lógos sie m p re ...”), sino que el G enitivo depen d e en com ún
de los verb o s ‘o ír’, p a ra los q u e ese régim en es n o rm al en griego, y del axynetoi,
‘in in telig en tes’, ‘incapaces de e n te n d e r’, que com o A d j. verbal negativo de xynië-
m i (y la p a la b ra es im p o rtan te: pues no ten ien d o con el A d j. x y n ó n ‘com ún’, que
aparece en el fr. siguiente, m ás relación etim ológica que p o r el prefijo xyn-, del
que xy n ó n es p ro b a b le m e n te u n d erivado, H eraclito hace sin du d a juego etim o
lógico con am bos, de m o d o que axynetoi suene a algo com o ‘incom unes’, por no
decir ‘in co m u n ican tes’) p u ed e tam bién te n e r ese régim en de G enitivo.
E n cu an to a la relación sintáctica del aei ‘siem p re’, e ra problem a ya para A ris
tóteles, com o h em os visto antes. P ero la d uda de A ristó teles, y de m uchos que en
ella le han seguido (v. sen sata reseñ a en W. C apelle ‘D as erste F ragm ent des H e-
rak leito s’ H erm es L IX — 1924— 190-203, que razo n a p o r su p a rte la adscripción
del ‘sie m p re ’ al ‘sie n d o ’), d ep en d e en gran m edida de que se adm ita o no para el
lenguaje de H eraclito un uso de ‘sien d o ’ (de la C ópula esti ‘es’ convertida en V e r
bo) com o ab so lu to , esto es, com o si ‘se r’ tuviera de p o r sí algún significado; p ero
ese uso m e p arece filosófico, fundado en el atrev im iento de la diosa de P arm éni
des de decir E S sin m ás com o única predicación v e rd ad e ra, y extraño p o r tanto a
lenguajes prefilosóficos com o el de H eraclito , donde “siendo siem pre” ni podría
valer, en d ialecto teológico m o d ern o , p o r “existiendo siem p re” (o tra cosa son usos
com o el del h o m érico theoi aién eóntes ‘dioses siem pre-vivientes’, según he de ex
plicar en o tro libro) ni tam poco, faltando un localizador, por algo com o “estando
(¿aquí?) sie m p re ” . P o r o tro lado, hay dificultades p a ra unir el aei, con su valor
más bien de rep etitiv o , con lo siguiente, “u n a y o tra vez resultan ininteligentes” ,
pese a que se haya alegado que los “antes d e ” y “después d e ” que siguen sean el
doble desarro llo de ese “siem p re” ; y adem ás ¿qué sería entonces del “siendo esta
razó n ” al q u e d a r, sin el “siem p re” , más absoluto todavía? E n todo caso, leyendo
com o lo hago, de m o d o que el “sien d o ” tenga su P redicado “ésta ” , aunque sea
de identid ad con un S u jeto “e sta ” , aquella duda pierde m ucho de su fundam ento.
D espu és aparece la p alab ra physis, que ap u n ta a algo com o ‘m odo de ser’, ‘de
hacerse’ o ‘de estar h e ch o ’, de la que arrib a he dicho (a propósito de que Sexto
designaba el escrito de H eraclito com o tra ta n d o acerca de eso, con lo que no h a
cía m ás que darle com o cuasi título el que se les da a todos los escritos de los pre-
socráticos, que es el que luego llevan otros ya científicos, com o el de E picuro, y
que L ucrecio tra d u jo con De rerum natura) que p o d ía, cau tam en te, relacionarse
con el térm in o m o d ern o de ‘re a lid a d ’, y que es tam bién de la que en el n.° 35 va
a decirse que gusta de esconderse: aquí el “según n a tu ra ” se refiere a la operación
de distinguir o diaíresis q u e, en p alabras y en hechos, dice H eraclito que él reali
za, esto es, la razón a través de él: pues ello es que de la razón son las dos o p e
raciones lógicas de distinguir lo uno de lo o tro , fu n d am ento de to d a definición de
seres o realid ad es, y d e d escubrir q u e lo uno e ra lo o tro ; y esa contradicción de
am bas operaciones es el m ovim iento m ism o de esta razón o prim era lógica, com o
se verá en acto en los principales de los fragm entos.
E n cuan to al “los o tro s h o m b res” , h a d ad o tam b ién sus q u eb rad ero s a los in
térp retes: pues p arece de p rim eras que d ebía e n ten d erse por oposición al “yo” que
en la frase inm ed iata a n terio r aparecía, de quien he insinuado que, más que b ru
tam en te identificarlo con el H eraclito histórico, será sim plem ente ‘yo p o r quien
36 Razón común — Heraclito
113 D-K 2
%VN<>K E ^ ri fVV?l T<> ΦΡΟΝΕΕΙΝ.
© Stob. Flor. I l l 1, 179 p o s t quinque alias sententias (n .os 40, 28, 103, 56, 99)
et ante duas alias (η .05 3, 107), q uarum o m n iu m ad caput Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ .
Plot. E nn. V I 5, 10 : κ α ι γ ά ρ κ α ί τό φ ρ ο νεΐν π ά σ ιν ό λ ο ν δ ιό κ α ί «ξυνόν τό φ ρ ο -
νεΐν» , ού τό μεν ώ δ ε, τό δέ ώ δ ί ον.
© C om o S exto, tras la cita del n.° 1, sigue “Pues, habiendo con esas palabras
exp resam en te sostenido que es p o r participación de la razón divina com o lo h a
cem os tod o y lo ideam os, tras p asar p o r unos pocos otros pu n to s, añade (cita del
n.° 4 ) ” , cabe m uy b ien , y es p o r lo dem ás sum am ente p ro b ab le, que este fr. con
el siguiente fu eran aquí, m uy cerca tras el n.° 1 y tal vez in m ediatam ente ante el
4. E sto no lo reconoció B yw ater p a ra su o rd en ació n , pero ya W alzer apunta p ru
d en tem e n te en la n o ta al n.° 1, p. 41, “Seguiva forse B 113(?), B 114, B 2” , es d e
cir, el o rd en que aquí seguim os. Y debe este fr. unirse de inm ediato con el n." 3,
no ya po rq u e vayan seguidos en el florilegio de E sto b eo (lo cual poco más que
nada indica), sino sobre to d o p o r el evidente juego de palabras entre el xynón ‘co
m ú n ’ de éste (de cuyo ju eg o a su vez con axynetoi v. en © al n.° 1) y el xyn nóói
‘con ju icio ’ con que el n.° 3 em pieza (aunque en él, c iertam en te, se rep ite de n u e
vo tói xy n ó i ‘en lo c o m ú n ’), com o insistiendo en la identidad en tre el rasgo de ‘co
m ú n ’ y el de ‘se n sa to ’ p a ra la razón; véase cóm o decim os en esp. ‘sentido com ún’.
P lotino, p o r su p a rte , hace a este paso la siguiente referencia: “Y ello es que, en
efecto, el p en sar es p a ra tod o s e n te ro y pleno ( h ó lo n ): por lo cual ‘com ún el p e n
sa r’, no un p en sar así y o tro de este o tro m o d o ” .
A lgún estudioso q u ería secluir el pâsi ‘p a ra to d o s’, que no aparece en la cita
de P lo tin o , cu an d o es claro que éste no p re te n d e h acerla literal, sino enlazarla en
su discurso, en ta n to que en la antología de E sto b eo debe ap arecer tal cual la se n
tencia h eraclitan a (com o se ve tam bién p o r la cuidadosa transm isión de la form a
jo n ia phronéein, rem p lazad a en P lotino p o r la co rriente). P ero es que me tem o
que los q u e q u erían evitar el ‘a to d o s’ lo hacían p en san d o que no p u ede ser c o
m ún a todos el ser inteligentes, cuando en varios frs. de H eraclito parece decirse
que “ los m ás” o la generalidad (v. en © a n.° 1) no lo son: no entendían ellos
que el phronéein, la facultad de inteligencia o de p en sar, tien e que ser, como ló-
38 Razón común — Heraclito
3 114 D -K
Cfr. Cleanthes Hymnus ad Iouen (apud Stob. 1 12) 20 s. : οΰτ’ έσορώσι θεού κοινόν νόμον
οΰτε κλύουσιν, / φ κεν πειθόμενοι συν νφ βίον έσθλόν εχοιεν. Et Plut. De Iside 45, 369
a : οΰτε ... έν άψύχοις σώμασι τάς τοϋ παντός άρχάς θετέον, ώς Δημόκριτος καί Ε π ί
κουρος, οΰτ’ άποίου δημιουργόν ΰλης ενα λόγον καί μίαν πρόνοιαν, ώς οί Στωϊκοί, πε-
ριγιγνομένην άπάντων καί κρατούσαν (sequitur n.° 42).
© ξυν νώ W ackernagel m alebat; sed cfr. n .os 20, 24; et hic quidem , ut alias, κ ρ α -
τέει, έξα ρ κ έει ac sim ilia rescribendum erat. πολύ S chleierm acher : π ό λ ις
codd. : π ό λ ιο ς P reller π ερ ιγ ίν ε τα ι (π ά ν τ ω ν ) D iels de Plutarchi laudatione.
vinidad ni la escuchan, / que obed ecien d o a ella, p o d rían con sentido com ún (syn
no i) llevar u n a vida b u e n a ”) así com o (v. a n .os 83 y 84) en algún o tro pasaje.
E l Sujeto d el “d e b e n h acerse fu e rte s” (o “ap o y arse”) y del “ra zo n an d o ” (o “h a
b lan d o ”) no e stá explícito en el texto: se supone que serán los hom bres todos,
esto es, el p ñ si del n.° 2, en © al cual v. sob re la oposición e n tre ‘to d o s’ y ‘la ge
n eralid ad ’. E s esa to talid ad de h um anos la que tie n e su fu n d am en to en lo com ún
a todos (que es sin d u d a el len g u aje, lógos o razón com ún), n atu ralm en te, como
que es p o r ello p o r lo q u e e s tá defin id a com o ta l; y se c o m p ara la relación en tre
los hom bres en to ta l y la razón com ún con la que rige e n tre u n a ciudad o estado
y su ley (en o tra p a rte , n.° 89, se co m p arará a su vez la ley que rige un pueblo
con la m uralla q u e lo ciñe, q u e lo define; p ero n o m e h a parecido que el tono de
am bos frs. p erm ita en lazar el n.° 89 con éste, sino d ejarlo p a ra la R azón Política
o Segunda P a rte d e este lib ro ), lo cual es m ás que u n a m era com paración, ya que
con ella se in tro d u ce el c arácter de reg en te y ad m in istrador que la razón tiene para
el conjunto de los h o m b res y p a ra los procesos de la R ealid ad (con lo cual se da
paso a su condición de ‘p ú b lico ’ que en el n.° 4 va a pon erse com o im plicada en
la de ‘com ú n ’).
E n verd ad , según se raz o n a en lo que sigue, las leyes políticas o de los estados
(pero tam bién las leyes de la C iencia, si h u b iera H eraclito conocido este d esarro
llo de la noción de ‘ley’) n o son m ás que crías (y p o r ta n to , reproducciones o im i
taciones en lo parcial) de la ley de o rd en ació n com ún a todos, y p o r tan to única.
Pero entiéndase b ien, au n q u e aquí n o se diga ex p resam en te, que así com o abas
tece a las leyes de los co n ju n to s políticos parciales (com o abastece a las ideaciones
de cada p e rso n a ), así tam b ién e n tra en contradicción con ellas (con la contradic
ción fund am en tal que rige e n tre la noción de ‘to d o ’, que no es pro p iam en te no
ción ninguna, y la de ‘sus p a rte s’, q u e sí lo es, com o lo es la de cada una de las
partes), lo m ism o que e n tra en contradicción (v. n.° 4) con el pensam iento indivi
dual (análo g am en te a com o éste a su vez p u ed a co n tradecirse con la ley de la co
m unidad parcial); o si no , no sería esa ley o lógica que lo rige to d o la ley o lógica
de la contradicción, com o aparece siéndolo en los fragm entos principales de este
libro.
El verbo del final, perigígnetai, resu lta am biguo: p ued e significar (suponiéndo
le el C om pl. en G . pántón, q u e D iels q u ería añadir deduciéndolo del texto de Plu
tarco) ‘las v en ce’, ‘las su p e ra ’, ‘q u ed a p o r encim a de ellas’, o tam bién (sin C om pl.
necesario) ‘so b ra ’, ‘so b rev iv e’, ‘q u ed a en d em asía’: el caso es que am bas cosas vie
nen bien p a ra la in te rp re ta ció n que aquí seguim os: con lo p rim ero , tendríam os
una alusión a la g u erra o co n tradicción e n tre la ley de razón y las leyes parciales
(sobre las cuales q u ed a siem pre victoriosa), de q u e he hecho m érito en el punto
anteceden te; con lo segundo, en co n traríam o s la enunciación de que, después de
h aber dado abasto a t o d o s o a l a s leyes t o d a s (pues tam bién el pási es
am biguo, pudien d o referirse a todas las leyes o a to dos, e.e. los hom bres; p ero ,
según lo dicho arrib a sobre individuos y com unidades parciales, tam bién esas dos
in terpretacio n es tie n e n su sen tid o ), sigue sin em b arg o la razón sobrando o siendo
dem asiada: enunciación — esto es— del m isterio lógico principal de que aquello
que organiza to d o esté fu e ra o p o r encim a de ese to d o (v. n.° 40). Pues si el len
guaje, que razo n a de to d o y tiene to d o razo n ad o , q u iere h ab lar tam bién de sí mis
Razón general 41
m o (com o a veces en este lib ro , em pezando p o r el com ienzo del n.° 1, lógos habla
de lógos y la razó n ra z o n a de la razó n ), entonces ese lenguaje de que se habla e n
tra a fo rm a r p a rte del to d o de las cosas; p e ro , n a tu ra lm e n te , el lenguaje que h a
bla de él q u ed a siem p re fuera.
2 D -K 4
© Sexto, a co ntinuación del n.° 1 (v. en © a éste y en los P rolegóm enos), in
troduce esta cita con algún in te n to de in te rp re ta ció n o glosa, que acaso no sea in
op o rtu n o rem em o rar: “H ab ien d o así ex p resam en te ad elan tad o que es según p a r
ticipación de la razón divina com o actuam os en to d as las cosas y nos hacem os idea
de ellas, tras to car antes o tro s pocos p u n to s, añade: ‘P o r lo cual ... suyo’. Y no
es ésta o tra cosa que explicación del m odo de la adm inistración del todo. P o r lo
cual, en cuanto particip am o s en com ún de la reco rdación de él (e .e . de ló g o s),
decim os v erd ad , m ien tras q u e, en las cosas que nos atengam os a lo privado de
cada uno, m entim os. Pues así, de la m an era m ás expresa y en tales palabras, d e
clara criterio la razó n com ún, y dice que las cosas que en com ún y públicam ente
nos aparecen son de fiar, com o enjuiciadas que v ienen p o r la razón com ún, pero
las que le p arecen en priv ad o a cada u n o , falsas” . E n lo cual el docto escéptico
peca sobre to d o , com o es n a tu ra l, de in te n ta r co n v ertir lo que en el libro de H e
raclito leía en u n a especie de d o ctrin a, epistem ológica m ay o rm en te, y encuadrarlo
en la etern a disputa de escuela sobre si razón o sentidos com o criterios de cono
cim iento, sin q u e re r apercibirse de qu e, siendo el libro prefilosófico, la gracia de
su razón consiste en que no es ni ley de n atu raleza ni criterio de conocim iento,
sino am bas cosas confundidas, com o que la especialización no ha venido todavía
a sep arar u n a o ntología (y u n a C iencia de la R ealid ad ) de una lógica (y una E pis
tem ología), ni p u ed e la razón o p o n erse a los sentidos (ni a ninguna o tra cosa, sino
a to d as), y es el len g u aje tam b ién quien dice lo que ven los ojos, lo m ism o si nos
engañan que si no. P ero ese pecad o de Sexto es el m ism o que los estudiosos de
pensam ientos an te rio re s, de A ristó teles h asta el día, han venido repitiendo im pe
n iten tem en te, cada cual según su idea. E s sólo la H istoria de la Filosofía la que
sabe que cualq u ier p en sam ien to es u n a opin ió n , que se inserta en una panoplia
de opiniones, d eb id am en te co n trap u estas o concordes; y gracias a ella no hay m ie
do de que razón ninguna p u e d a to m arn o s p o r so rpresa.
P o r cierto q u e hay u n a d u d a sob re la literalid ad de esta cita en Sexto, p ro m o
vida sobre to d o p o r la ap arición de la p alab ra koinós, que es b astante reciente en
griego y prin cip alm en te ática, ju g an d o com o sinónim o y no sinónim o con xynós,
que es la que hem os visto ap arecer en los frs. an terio res (y que qu ed aría en gr.
co rrien te rem p lazad a de hech o p o r koin ó s y red u cid a a térm in o p oético), lo cual
le hizo a B ek k er razo n ab lem en te p ro p o n e r la adición que señalo en @ , con la
que se e n te n d e ría que hay en la cita una n o ta sem ántica intercalada p o r Sexto,
del siguiente m odo: “ ... añade: ‘P o r lo cual hay q u e seguir a lo com ún ( x y n ó i) ’
(esto es, a lo com ún koinói: pues xyn ó s es el ko in ó s) ‘P ero , siendo la razón co
m ún e tc .’” ; y no acab a de d ejarm e de m o lestar la d uda de si no debería ad o p tar
esa lectura, com o han hecho los m ás de los ed ito res, m ientras M arcovich sustituía
sin m ás xy n ó i en vez de k o in ó i (y p o r cierto que algunos rasgos revelan cierto des
cuido de la literalid ad en la transcripción de Sexto, que seguram ente ha alterado
las form as jónicas d ebidas, déei, idiën, y h asta el dio del com ienzo no suena m u
cho a h eraclitan o ); sin em b arg o , co n sid eran d o q u e, p rim ero , no podía ser el A dj.
xyn ó s tan ex trañ o a los cultos lectores de Sexto com o p a ra justificar la introm isión
de esa glosa, seg u n d o , que no d e b ía el nuevo A d j. koinós ser ya extraño al dia
lecto de H eraclito , cuando ap arece co rrie n te m en te en H e ró d o to (y en sus usos
Razón general 43
m ás b ien de ‘p ú b lico ’; v .t. p a ra o tra posible aparición en los frs. de H eraclito, n .os
5 y 75 © ) , te rc e ro , q u e sería un ta n to chocante la form ulación de la glosa con la
form a mase, de los A d j. (tal vez h ab ría que escribir, en to d o caso, ‘x y n ó s’ gár hd
‘k o in ó s’, “pues ‘x y n ó s ’ significa lo q u e ' k o in ó s’”, q u e tam poco es satisfactorio),
y cu arto , que el tex to tal cual p u ed e dar u n sentido b ásta n te heraclitano, m e he
decidido p o r no su p o n er tal introm isión de Sexto y e n te n d e r com o de H eraclito
todo el paso.
P ara lo cual, pienso que x yn ó s y ko in ó s no e ra n p a ra él sinónim os todavía,
sino que ten ía xy n ó s las n o tas p red o m in an tes de ‘partícipe con (m ás)’, ‘com ún con
(o tro s)’, p o r oposición a ‘se p a ra d o ’, ‘aislado’ (m oûnos), m ientras que koinós las
de ‘co m u n itario ’, ‘p ú b lico ’, p o r oposición a ‘p riv ad o ’, ‘p ro p io (de u n o )’ (ídios).
D ado lo cual, se en tien d e b ien el in terés de la razó n en proclam ar que la razó n
es pública y n o p riv ad a, p ero p o r lo m ism o que no es la de u n o en particular, sino
la de todos y cualesquiera: si hay que aten erse a lo p úblico, es po rq u e lo público
es aquello en que p articip an en com ún los p articulares.
Q u ed a el asu n to de cóm o e n te n d e r el m ase, de “com ún es el que es público” :
cabría acaso, si se p iensa que este fr. venía en el libro in m ed iatam en te detrás del
an te rio r (a lo cual no veo al m enos n ad a q u e se o p o n g a), que la referencia precisa
fu era a no m o s ‘ley’ (m ase, en gr.); m ás fácil es acaso, sin c o n tar con eso, que en
‘el co m ú n ’ y ‘el p ú b lico ’ tuviéram os la substantivación h ab itual, que sobrentiende
m ás o m enos ‘h o m b re ’; p e ro , aun siendo así, m e jo r es acaso sentir ya aquí una
anticipación del m ase, lógos que vuelve en la frase in m ediata com o Suj. de xy n o ü
(y que a la vez no es o tro que la ley, n o m o s).
E n fin, lo m ás im p o rta n te es tal vez, en el final “viven los m ás com o teniendo
un pensam ien to privado suyo” , e n te n d e r la relación precisa que se enuncia en tre
‘los m ás’ o ‘generalid ad de los h o m b res’ (sobre la q u e v. en © al n.° 1) y lo p ri
v ado, por m edio de la inteligencia o pensam ien to (de que v. en © a n.° 2): pues
en ningún resto del libro ap arecerá tan claram ente dicho que la contradicción de
que, siendo la razón com ún a todos y rigiendo razón a todos y todo proceso, los
hom bres en general no lo en tien d an , no tengan conciencia de lo que hacen (final
de n." 1) y se m u estren extraños a la razón (en los n .os 9-11), consiste precisam en
te en que cada uno cree que su inteligencia, lo que dice y las ideas que se le o c u
rren, son p ropios suyos y personales (com o en el apotegm a de no me acuerdo a h o
ra qué desen g añ ad o v aró n , que a su vez seguro que no se acordaba de H eraclito
al escribirlo, de que “Se creen inteligentes p o rq u e h ablan una lengua que piensa
por ellos”); de m an era que el conju n to de h oi p o llo í ‘los m uchos’, ‘los m ás’, i a
gen eralid ad ’ resulta constituido ju stam en te com o co n junto de aquéllos que tienen
una idië phrônësis, una convicción de que su inteligencia es suya y es por ta n to
cada uno d u eñ o de lo que piensa (y dice y hace); o, com o hem os form ulado a
otros propó sito s, que ‘m a sa ’ es un con ju n to de individuos (que donde no hay m asa
no hay tam poco individuos, y viceversa); y, saltando así de la lógica a la política
(que bien se debe: pues am bas son la m ism a), he aquí que la actitud aristocrática
de H eraclito de que tan to se ha hab lad o frívolam ente (y en el D iscurso Político o
Segunda P arte de este libro se verán proclam aciones que ilustran la cuestión en
o tro to n o ), viene a consistir en u n a crítica de la m ay o ría o generalidad, que es la
m ism a crítica que la de la creencia (dóxa) o convicción personal: pues la opinión
44 Razón común — Heraclito
5 89 D -K
© E n tien d o que la cita de P lu tarco tien e trazas de ser b asta n te fiel, a pesar de
estar hecha en estilo indirecto (no veo tam poco m otivo b a stan te p a ra d u d ar más
de la fidelidad de la p a rte “de los q u e están d u rm ien d o cada uno se desvía” , com o
suelen op in ar los ed ito res; la v ariante de los m anuscritos, que m o n ta m ás o m enos
Razón general 45
a tan to com o ‘se r e tira ’, con ana-, fren te a ‘se desvía’, con apo-, no es de m ayor
m om en to ), y m e p arece de b astan te certid u m b re que d eb e situarse (en virtud de
la cuestión ko in ó n /íd io n ) en esta p a rte del libro (y no ju n to a o tro s frs. que tra tan
sobre el sueño y su analogía con la v ida, com o n .os 100 y 130-133), hasta el pu n to
de que m e atrev o a a d e la n ta r com o lo m ás p ro b ab le que viniera tras el n.° 4 a
m odo de com paración, com o si d ije ra “ ...sien d o la razó n com ún, viven los m ás
com o te n ien d o u n p en sam ien to privado suyo, tal com o sucede que los despiertos
participan tod o s en u n m u n d o com ún y público, en ta n to que los que duerm en se
vuelve cada cual al m u n d o de sus p ro p io s sueñ o s” (sin n ecesidad de que haya p o r
ello que atribuirles a las p alab ras ‘d o rm id o ’ y ‘d e sp ie rto ’ un uso cuasi m ístico).
A plica P lu tarco la cita a su p ro p ó sito (en el tratad illo Sobre la superstición) del
siguiente m odo: “D ice H eraclito q u e p a ra los que ... propio suyo. P ero para el
supersticioso n o hay o rd en o m u n d o com ún o público (n i tam poco privado — añ a
día in n ecesariam en te al texto su ed ito r M a tth a e i) ninguno: pu es ni estando des
pierto se vale de lo p en sa n te ni d u rm ien d o se a p a rta de lo p e rtu rb a d o r, sino que
anda en en soñaciones el razo n am ien to y d espierto e stá el m iedo siem pre, y no
cabe escap ato ria ni m u d an za” : com o se ve, la cita ha debido de traerse a este p ro
pósito b asta n te p o r los pelos; lo cual n o im pide q u e tam b ién en estas frases de P lu
tarco p u ed an ra stre a rse ten u es rasgos de im itación de la sintaxis antitética h e
raclitana.
Sobre las p ro b ab ilid ad es de que el k o in ó n sea de cita literal o sea sustituto plu-
tarq u ian o de un xyn ó n , v. © al n.° 4.
E n cu an to a la aparición del térm in o ‘k ó sm o s’ (cosm o: o rd e n ac ió n = m u n d o )
en tal co n tex to , no d e ja de p restarse a algunas dudas: pues cuando aparece en
otros frs., p arece referirse, com o es norm al, a uno de los m últiples órdenes o m un
dos, p o r ejem p lo éste (v. n .os 81-82): ah o ra bien, en el contexto de esta p arte, m ás
p u ram en te lógica, del lib ro , no e ra del to d o co n g ru ente que aparecieran referen
cias a m undos d eterm in ad o s (v. sin em bargo o tra vez la p alab ra en n.° 6, y o fre
ciéndose a las m ism as dudas de introducción p o r el citador): no es sólo un kósm os
lo que es com ún p ara todos los que siguen razó n , p ero privado para los que no,
sino en to d o caso, to d a la physis, m odo de ser de las cosas en general o realidad
(v. © a n.° 1), q u e es lo que razón rige, incluidos en ello los varios m undos. Claro
que aquí estam os en la com paración con los d espiertos y los durm ientes y soñan
tes, con respecto a los cuales bien podía hab erse hablado de un orden o m undo
público y uno privado respectivam ente. Sea esto com o sea, nunca se estará d e
m asiado a te n to a la oposición e n tre ‘(un) u n iv erso ’ y ‘(la) to ta lid a d ’ (o, si no, ‘in
fin itu d ’); p o rq u e la C iencia nunca ha podido (ni p o d rá) desenredarse de la con
fusión en tre lo uno y lo otro.
46 Razón común — Heraclito
75 D -K
v
Κ.θ(Λ t o u s K o d k v S o V C oO l^ Ç o iT o L ^ lT v d (
fté v c o v .
Cfr. Men. fr. 460 : αυτόματα γάρ τά πράγματ5έπί τό συμφέρον ρεϊ καν καθεύδης ή πάλιν
τουναντίον.
© T ras algo más de vacilación, sitúo aquí esta cita: la o tra posibilidad sería ju n
tarlo , com o p ro p o n ía B re ith a u p t, con el n.° 100 (que es de o tra cita de M arco A u
relio), con lo cual se nos iría al D iscurso Político o Segunda P arte; p e ro , p o r m ás
que estén muy cercanas las cosas que en uno y o tro lugar se dicen, m e parece p e r
cibir, bajo el estilo indirecto de am bas citas, un to no distinto (enunciativo aquí,
am o n estad o r o d en u n ciad o r allí, com o c o rre sp o n d e ), que me decide p o r esta co
locación (tam bién cab ría, a la inversa, d e ja n d o de atrib u ir en el n.° 100 el deí o
“hay q u e ” a H eraclito , tra sla d a r aquí aquel fr., com o prolongación o m ás bien a n
telación de é ste ), a p a rte de que lo en cu en tro o p o rtu n o , ju n to con el siguiente,
para seguir u n a línea de p en sam ien to que m e p arece m uy p ro b ab le en este trance.
M arco A u relio cita seg u ram en te de m em o ria (com o las otras cuatro veces que
cita a H eraclito , salvo p ro b a b le m e n te la q u e en co n tram os enseguida en el n.° 9),
y no es fácil discrim inar cuánto haya de alteracio n es o añadidos y cuánto deba a tri
buirse a n u estro libro: p o r lo p ro n to , el “y co la b o ra d o res” p u ed e ser u n a glosa a ñ a
dida al “o p e ra rio s” , ergátás (¿o acaso lo q u e en el libro hab ía era una form a más
Razón general 47
rara, ya con el p refijo ‘co-’, com o synergâtail), ten ien d o adem ás en cu en ta que el
verbo co rresp o n d ien te, synergeín, es el que em plea M arco A u relio en lo suyo de
antes y tras la cita. V arios estudiosos h an rech azad o tam b ién que el final, “de las
cosas qu e en el m u n d o se p ro d u c e n ” , p u d ie ra venir de H eraclito ; p ero ciertam en
te algo equ iv alen te a eso deb ía de h a b e r en el texto original; lo m ás dudoso es la
m ención del kó sm o s (de que v. en © al n.° 5), q u e adem ás tam bién aparece en
el texto p o ste rio r del citador.
Lo que, en cam bio, hago p o r p rim era vez con el ka i ‘ta m b ié n ’ del com ienzo,
que los ed ito res e n tie n d e n sin d u d a com o referido al acto de la cita ( “com o ta m
bién ... dice H e ra c lito ”), es atrib u irlo al tex to original. E n to d o caso, ya el atento
lecto r ha visto cóm o h a de ser la conexión de este fr. (por m edio de un “p e ro ”)
con los an terio res: “ ...sie n d o la razó n com ún, viven los m ás com o si tuvieran un
p ensam ien to priv ad o suyo, tal com o los d espiertos tien en un m undo público y co
m ún, m ien tras los d u rm ien tes se desvían cada uno a un o privado suyo; pero ta m
bién los d u rm ien tes co lab o ran en la o rd en ació n de las cosas to d a s” (y así — se so
b re n tie n d e o seguía de hecho en el libro— los h o m bres en general, ajenos a ra
zón, inconscientes de lo que hacen , con esa inconsciencia y extrañeza m ism a, a b
surda y co n trad icto ria com o es, colaboran a la o p eración de la razón o rd en ad o ra,
que es ley de contradicción).
E s in te re sa n te el co n tex to de la m editación del filosófico em p erad o r que da lu
gar a esta cita: “T o d o s” dice “colaboram os a un solo y m ism o resu ltad o , los unos
a sabiendas y siguiendo ate n ta m e n te , los o tro s sin darse cu en ta, tal com o tam bién
los durm ien tes dice H eraclito — creo— que son ... se p roducen. Y cada cual co
labora en u n a m an era; p ero tam b ién , y a m ayor abundancia, el que critica y el
que in te n ta p lan tarse en c o n tra y suprim ir las cosas q u e se p ro d u cen o suceden:
pues tam b ién de tal com o ése n ecesitaba el m undo u o rd e n ” . Se nos conservan
adem ás un p a r de versos de M en an d ro , en que es difícil no reconocer un eco de
este p a sa je , y en g en eral (v. p .e j. el sym phéron, el rheí y la sintaxis del final) de
la form ulación heraclitan a: “pues p o r sí solos los asuntos a lo coincidente y con
gruente / c o rren , au n cuando estés d u rm ien d o , o a su vez al revés ta m b ié n ” .
Lo que hay que ev itar es que de esta glosa, ya filosófica y hasta algo creyente
p o r lo bajo en una especie de P rovidencia, se contam ine al tex to heraclitano m ás
de lo que d eb e; tal vez m ás n e u tra una com o ésta: que estando la R ealidad to d a
co nstruid a, co n stru y én d o se, p o r o b ra de razó n , siendo así lingüística o lógica to d a
ella, tam b ién los h echos y los actos (p o r m ás q u e ajenos de conciencia) no pueden
m enos de ser lingüísticos o racionales, y dicen a su m an e ra (un fa ri fiendo, com o
solem os llam arlo a veces) en cu an to contribuyen a q ue se diga lo que se va dicien
do; y así com o el q u e calla está h ab lan d o con su silencio (que es un silencio lin
güístico in ev itab lem en te), así lo que o b ra c o n tra razón obedece la ley de razón al
op o n erse a ella, y m ás: sólo lo irracional p u ed e hacer que lo racional sea racional,
y es p o r tan to tam b ién racional lo irracional: pues la negación con que lo niega es
el reso rte p rim ero de la razón.
48 Razón común — Heraclito
7 16 D -K
© U n a frase sin d u d a ésta m uy literalm en te tran sm itid a, com o suelen serlo las
de los m uchos fragm entos que debem os a San C lem ente, esta vez inserta en E l
Pedagogo, o trad u cid o con m enos m ala som bra, E l ayo, donde curiosam ente la
em p areja con una cita del p ro feta Isaías (q u e, según las cronologías adm itidas, se
ría dos siglos m ás viejo que H eraclito ), del siguiente m odo: «Y así o tra vez el A yo
les am enaza p o r m edio de Isaías diciendo “A y de los que andan m aquinando a
escondidas, y dicen ellos ‘¿Q uién nos v e ? ’” . Pues, sí, se ocultará tal vez alguno a
la luz sensitiva, p ero a la intelectiva ( n o é tik ó n ) es im posible; o com o dice H e ra
clito, “A lo que no se p one nunca ¿cóm o va a escondérsele u n o ? ”». Y no d ejaba
de te n er algún fu n d am en to el docto P ad re p ara d ar tal uso a la frase y em p are
jarla así con la del p rofeta: pues en cierto m odo, la razón heraclitana ha debido
p artir, para d a r con esta fórm ula, de la vieja im agen del tem o r religioso, que en
griego en co n tram o s ya en H esíodo TD 267 s.: “O jo de Z eu s que todo lo vio y que
todo lo supo (noésas) / a esto tam bién atien d e, si q u iere, y no se le o c u lta” . C óm o
esa im agen de religión y m iedo se ha convertido en una fórm ula de razón es lo
que aquí nos toca considerar.
Lo prim ero es que la locución n e u tra tô mè d yn o n ‘lo que no se p o n e ’ o i o
que no tiene o caso ’ d eb e identificarse n a tu ra lm e n te con lógos o razón (cfr. to so
p h ó n en n .os 25 y 40) y no d eb e identificarse tan sencillam ente: pues es lógos pri
m ariam en te la razón raciocinante (v. © a n." 1), discursiva, en acto y habla, te m
poral si supiéram os lo que es ‘tie m p o ’, en ta n to que esto que no se pone nunca
aparece p o r ello m ism o com o algo p e rm a n e n te , sem p itern am en te p re se n te, y por
tan to con una condición m ás que auditiva visual (siem pre luciendo y viendo), com o
Razón general 49
corresponde m ás que a lógos a rióos, el térm ino elegido p o r la diosa de Parm éni-
des; h asta el p u n to de que se explica bien q u e p a ra ello eligiera San C lem ente en
su glosa lo de p h ó s n o étikó n ‘luz intelectiv a’ (y cfr. el tex to de H esíodo com para
do, con el ojo y el noésas)] y la m an era m ism a en q u e lo ha form ulado H eraclito
im plica la eq u ip aració n con un sol, sólo q u e éste sin pon erse nunca. ¿Cóm o es
pués que lógos p u ed e ser esto siendo a la vez aquello o tro , q u e lo que con stan te
m ente pasa esté ahí p e rm a n e n te , que lo que es un flu jo razo n an te sea una luz que
ve? L o m ás fácil p a ra el en ten d im ien to quizá sea volver la cosa a su m ás m odesta
p resentació n lingüística: pues este m isterio n o es o tro que el m isterio de la id e n
tidad y oposición e n tre la aparición tem p o ral del h ab la y la p erm anencia del sis
tem a de la lengua (el cual, según hem os m ostrado en otro sitio, es, en el tiem po
en que se h ab la, e te rn o y fijo ), el m isterio de que, aun q u e en un m om ento dado
nadie em plee u n a p a la b ra d eterm in ad a de su vocabulario ni ponga en uso una cier
ta regla de su a p a ra to sintáctico, esa p alab ra y esa regla están ahí siem pre, en el
sitio dond e está la lengua; y será a p a rtir de ahí inteligible sin grave e rro r cóm o
el raciocinio co n ta n te y so n an te y la visión de las cosas o ideación fija, que se o p o
nen y com b aten co n stan tem en te en la producción, te n d ría n fu era del tiem po que
identificarse (allí d o n d e está dicho to d o lo que pued e decirse y vistas de una vez
todas las cosas).
H ay que a te n d e r tam b ién al em pleo del verbo án láthoi ‘p u ed e escondérsele’
o ‘pasarle d e sap ercib id o ’, que es el m ism o que se em pleaba al final del n.° 1 (v.
en © ) , sólo q u e en situación en cierto m odo invertida: pues eran allí las cosas que
pasan (según razón) las que les pasaban desapercibidas a los hom bres en general,
m ientras que aq u í a la razón no pued e pasarle desapercibido ninguno de los tales
h om bres: p ues, así com o a la razón nada p u ed e ocultársele (claro, ya que todo se
hace según ella) y tam poco nadie p o r lo ta n to , p o r m ás irracional que sea, en cam
bio a uno de los m uchos o m asa p u ed e ocultársele la razón de las cosas (debido a
su creencia en lo privado de su razón: v. n.° 4); p ero lo más curioso es que, sin
em bargo, la razón que en tien d e (o no en tien d e) es la m ism a que la razón que se
en tiende (o no se e n tie n d e ), y p u ed e así p resen tarse com o una luz que ve (sol
q u e, p o r d ar luz p a ra ver, es él un ojo; ojos que, en cuanto ven, en tan to alum
b ran ), com o tam b ién , a su m an era, en el noetn de la diosa de Parm énides están
confundidas la V oz A ctiva con la Pasiva, el ‘co n ceb ir’ con el ‘concebirse’, el ‘id e a r’
con el ‘ser id e a ’ (m uy claram en te en el fr. 4 de mi ed. en Lecturas Presocráticas I:
“Pues es concebirlo lo m ism o que serlo ”); y q u ed a así d eb idam ente confutada, an
tes de su n acim iento, la oposición en tre ‘o b je tiv o ’ y ‘su b jetiv o ’ en que la p e d an
tería filosófica había de en red arse p ara siem pre.
50 Razón común — Heraclito
$ A 16 D -K
& poo n o v .
/^ Ip ε ΐ ν σ ί -C A ° ( ~ l K -O V ro v iy ^ iA /R O V .
© Las dos citas, p o r desgracia en estilo indirecto am bas y hechas sin duda de
m em oria, parece sin em b arg o evidente que son del m ism o pasaje, y p u ed e que de
las dos sea algo m ás literal la de A p o lo n io de T ian a (el p itagorizante, que vivió
seguram ente en el s. I p o st., que se convertiría en un p erso n aje de m ago legen
dario y que conocem os sob re to d o p o r la Vida q u e de él escribió F ilóstrato dos
siglos m ás ta rd e , p ero del q ue, con to d o , p u ed en ser de veras, co n tra críticas no
m uy fundadas, las Epístolas que se conservan b ajo su n o m b re); en todo caso, pese
a que una y o tra coincidan en p o n e r com o S u jeto ton ánthrópon ‘el h o m b re ’, d e
sanim o al lector de que se lo atrib u y a tal cual a H eraclito: ese uso del A rt. D et.
p a ra significar el género ‘h o m b re ’ es dem asiado filosófico (m uy a la m an o , por ta n
to , de A po lo n io y de Sexto E m p írico ), y no ap arece en los frs. literales de H e ra
clito, donde lo que hallam os m uchas veces es el p lu ral (sin A rt.) o bien (en n.° 118
y con anér en 121) un sing, (sin A rt.) que m e jo r se traduce con ‘un h o m b re ’; en
cuanto al P redicado álogon, tal vez se le p u ed a d a r a la m em oria de A polonio el
crédito de q u e estuviera en el tex to de H eraclito , a p esar de que creo que no a p a
rece con ese sentido m ás que desde P lató n (p ero p e o r es el logikón que ofrece Sex
to, que acaso sólo se usa desde A ristó teles, y n o con ese sen tid o ), de m anera que
ten d ría que ser u n in v en to , no del to d o im p ro b ab le, del lenguaje de H eraclito;
Razón general 51
aún m ás difícil de decidir es la p erten en cia del katà p h ysin ‘según su m odo de se r’,
‘en cuanto a n a tu ra ’, q u e figura en la cita de A p o lo n io; p ero que H eraclito se com
pluguiera de algún m odo en señalar la contradicción en tre el hecho de que la
physis o n a tu ra o ser y proceso de las cosas sea racional o regido p o r razón (v.
n .os 1 y 75) y que la n a tu ra de los h om bres (en g eneral) consista en no en terarse
de ello y así salirse de razón (de la m an era que en los frs. an teriores y siguientes
se form ula), au n q u e p o r esa contradicción m ism a som etiéndose a razón, no puede
del todo descartarse. E n sum a, p o d ría, con m ucha vacilación, pensarse en algo
com o esto p a ra el tex to de H eraclito: Á L O G O I D É E IS I K A T À P H Y S IN
Á N T H R Ó P O I, “P e ro irracionales son según ley de su ser n atu ral los ho m b res” .
Lo que en to d o caso, com o se ve, re q u ie ro , p ara situar este fr. donde lo sitúo,
es un enlace adversativo con las proclam aciones de la inevitable racionalidad de
to d o , com o la del n.° 7: “ ...n o hay m odo de que n ad a no se produzca según razón
(tam bién los d u rm ien tes colaboran en el o rden: a lo que no se pone nadie puede
escapársele); y sin em b arg o , son los h om bres (en general: v. © a n.° 2) irracio
nales o extraños a ra z ó n ” ; y los frs. que siguen se enlazarían bien con éste por m e
dio de un ‘p u e s’ explicativo: pues lo que hacen es m o strar en qué sentido pueden
los hom bres ser ajen o s a razón.
72 D-K 9
<ál Μ ΑΛ^ΤΑ Δ ΙΗ Ν Γ Ε Κ .^
T4 >l r i ΟΛΑ Δ ΙΟ ΙΚ ^ Υ /f Τ|; Τ Ο Υ
© έγκ υρ ο ΰ σ ι P : ά κ υ ρ ο ϋ σ α ν A : om . D .
E n to d o caso, encom iendo a la atención del lector p a rarse en este fr. a sopesar
las dos form ulaciones paralelas de esa co n traried ad que en él se ofrecen: por un
lado, la contradicción es e n tre el tra to continuado (in in terru m p id o , que es lo que
m ás p ro p iam en te dice el A dv. diënekôs) y la oposición o diferencia, tam bién de
savenencia, e n tre los h o m b res y su lenguaje; p o r otro lad o , el en cu en tro o choque
cotidiano con las cosas de la realid ad y la sensación en ellos (no declarada — en
tendam os— en sus p alab ras, sino en el fa ri fie n d o de su co m portam iento) de que
les fu eran ajenas o fo rasteras (xéna), de que h a b laran ellas en u n a lengua extran
je ra . P a ra lo p rim ero : q u e no hay tra to m ás in in terru m p id o que el tra to con el len
guaje (pues h asta los que sueñan colaboran a su ordenación: v. n.° 6; y aparte de
los actos de raciocinio, la razón en sí está ahí siem pre: v. n.° 7) n o hace falta glo
sarlo m ucho; q u e, sin em b arg o , los hom bres en general difieren de él, que en vir
tud de la creencia en sus ideas (y en la p ro p ied ad personal de su lenguaje) se vuel
ven ajenos a razó n (v. n.° 8) y aun están co n tra razó n , se en tien d e tam bién sin
m ás (salvo re c o rd a r q u e esa contradicción es en verdad concordia, com o luego se
fo rm u lará, en n .os 42-43, lo cual no le q uita de ser una contradicción real). Para
lo segundo: com o tod o s los otros trato s están m ediados p o r el del lenguaje y las
cosas tod as constituidas p o r él com o reales, bien p u ede decirse que no hay nada
d eterm in ad o con lo que uno en la vida corriente se tropiece (p ero con lo in d eter
m inado p recisam ente no se tropieza uno) que no sea un choque con la evidencia
de la razón; p ero los h om bres en general dan m uestras de que no lo entienden
así, sino que tom an las realidades — entendam os— com o ajenas al lenguaje y la
razón, y p recisam ente p o r la convicción con que las dan p o r supuestas com o rea
les, no reconocen en ellas la m ism a razón que p o r sus bocas y pensam ientos h a
bla, y es así com o les p arecen m udas o m ás bien que hab lan en o tra lengua (como
si todas no hubieran de ser la m ism a). P ero tam poco hace falta que encarezca
cóm o las dos antítesis se im plican u n a en o tra , siendo al m ism o tiem po y no sien
do repetición de u n a m ism a fórm ula.
56 D -K 10
é^HPÁTHNTAl OÎ ThN
A A» Λ ^
© La cita de San H ipólito (en el contexto de que v. mis P rolegóm enos), con
b astantes g arantías de literal (pese a que la p alab ra gnósis es bastan te nueva: en
Tue. V II 44, 2 ap arece, con el valor más bien de ‘reco nocim iento’ de lo fam iliar,
que es el que aquí p o d ría te n e r m uy bien, y v. p a ra o tra posible aparición n.° 38),
se inserta d eb id am en te en esta p a rte del libro, d o n de se constata la p arad o ja de
los hum anos (de que v. © al n.° 9), y es desvarío de estudiosos m odernos ligarlo
Razón general 55
con los frs. de crítica de H o m ero (n .os 29-30), que son de otro tono y propósito
claram ente. M ejo r lo en te n d ía H ip ó lito , que lo in tro d u ce, a pro p ó sito de m ostrar
que, si en H eraclito está lo de q u e la h arm onía in a p aren te es m e jo r que la apa
ren te (v. n.° 36), tam b ién está que lo visible es m e jo r que lo deducido o sabido
de oídas, después de citar lo del n.° 33, del siguiente m odo: «... esto es, (q u e p re
fiere) las cosas visibles a las invisibles, (c o m o ) es fácil co m p ren d er a p a rtir de ta
les raz o n e s de él com o las siguientes: “E n g a ñ a d o s e s tá n ” dice “los h o m b res ...
ésos los tra e m o s” . A sí H eraclito en igual su erte coloca y estim a las cosas eviden
tes que las in ap aren tes» , etc. (v. n.° 36, que es lo que pasa a citar luego).
P o r lo q u e hace al cu en to de los niños con H o m e ro , es cierto que se hizo muy
po p u lar, y lo en co n tram o s u n a y o tra vez en las varias Vidas de H o m ero que se
com pusieron en la ép o ca helenística y m ás ta rd e , au n que en ellas la adivinanza de
los niños aparece ya dicha en fo rm a de un h exám etro y la historia se ha retorcido
de m odo que los niños, p a ra m ayor confusión, sean pescadores enco n trad o s al pie
del m ar (así en la Vita atrib u id a a H e ró d o to y que suele fecharse en el s. II post,
y en o tra s), y se la h a d o tad o a veces (no en esa Vita) de la cola de q u e , al no
p o d er resolver el acertijo (que en gr. tiene los R elativos “todos los q u e ” en neutro
pl., sin indicio de que p u ed a tra ta rse de ‘p io jo s’ ni de ‘peces’, con lo que resulta
m ás vago el en u n ciad o , p ero acaso m enos en gañoso), H o m ero se m uere en con
secuencia, sea p o r el desánim o que le e n tra (así en la Vita atrib u id a a Plutarco),
sea p o rq u e h abía un oráculo (así en A lcidam ante D e H om ero) que le advertía que
tal suceso e ra anuncio in m ed iato de su fin, y así al separarse de los niños, resbala
y se m ata. P ero con to d o , la form a en que H eraclito usa el cu en to , sin esas com
plicaciones p o sterio res, m u estra bien que lo to m a de una tradición todavía no li
teraria; y no es tan so rp re n d e n te que ya en su época (y m ás en É feso y en las cos
tas asianas p o r d o n d e m ás se p en sab a que h u b iera andado H o m ero ) se hubieran
desarro llad o cuentos en to rn o a la figura del p o eta; de los que éste de H eraclito
sería con m ucho el testim onio m ás antiguo.
A h o ra b ien , ¿q u é es lo que los niños dicen y no acierta a descubrir H o m ero,
m ás listo y sabio (sophós) que ninguno de los hom bres de su m undo y lengua (que
es, para su m u n d o , el m u n d o , y p ara su lengua, la lengua)? D icen ellos que las
cosas que h an visto y a tra p a d o son las que van p erd ien d o , y que en cam bio las
que no han visto ni han podido cap tar p o r tan to son las que llevan consigo; y dice,
p o r H eraclito , la razón que eso se parece m ucho a la m anera en que los hom bres
en general están en g añ ad o s en lo to can te al conocim iento o reconocim iento de las
evidencias que las cosas les ofrecen. No es m ás enigm ática de lo preciso esa inter
p retación que la razón hace de la adivinanza de los niños: por un lado, el ver las
cosas y ten erlas vistas, que im plica concebirlas, hacerse u n a idea de ellas, hace p er
d e r el sentido de la v erd ad era lógica de las cosas (el creer ten er cada uno su idea
y su idíé phrónésis es lo que hace irracionales a los hom bres en general: v. © a
n.° 4), en tan to que el q u ed arse sin esa visión y esa ideación personal de las cosas
les perm ite a los h o m b res llevar razó n , o b ed ecer a razón, ten er sentido com ún y
así e n tra r ellos m ism os en el p roceso lógico de las cosas todas, que la razón rige;
p o r el lado co n trario , cogerse a uno m ism o sab ien d o , darse cu enta de que las co
sas que sabe sencillam ente las sabe y las que n o m b ra las n o m b ra es lo que nos
libra de la carga de los saberes y las ideas que nos sacan de razón, m ientras que
56 Razón común — Heraclito
11 17 D -K
ΔΕ A O K ÍO V $ ltf.
Cfr. et Democr. B 53 D-K : πολλοί λόγον μή μαθόντες ζώσι κατά λόγον. Et Hippocr. De
nictu 15.
Razón general 57
dactado sobre n o tas o cursos del M aestro m ism o) h a e n ten d id o el pasaje de la Ét.
de N ic., que seg u ram en te está co p ian d o , n o com o siendo el texto de H eraclito una
p reclara fo rm ulación del p o d e r de la creencia, sino com o siendo H eraclito m ism o
u n ejem plo de firm e ad hesión a las creencias propias (“ ...e n n ad a diferirá (la
creencia) del sab er, te n ie n d o la creencia el fiarse en que es la cosa tal com o lo
creen; co m o H e ra c lito el efesio tien e u n a creencia tal acerca de las cosas en las
q ue él cree”); así d eb ía de an d ar la fam a (y d esconocim iento) del O scuro en la
escuela perip atética. E n fin, la sen ten cia de D em ó crito que tam bién se cita en ©
igual p u ed e ser reso n an cia de este p asaje (p o r el p o llo í y el m athóntes) que de
o tro s, com o n.° 6 ó 9: “M uchos q u e no h an ap ren d id o razón viven según raz ó n ” :
u n aforism o que resu m iría d ecen tem en te to d o u n giro de la razón heraclitana.
Tam bién el p aso indicado al final de © y algún o tro del hipocrático D e uictu, que
ya hem os recogido en (c) al n.° 1, tien e sin d uda resonancias de esta p arte del libro.
P ero , a p a rte ya de lo q u e filósofos, científicos o teólogos, p u ed an h ab e r en
tendido y aplicado a sus fines de estas form ulaciones de razó n , y d eja n d o algunas
dificultades en la transm isión del tex to , m ás n otables de lo que suelen serlo en las
cuidadosas citas de San C lem ente (m e resuelvo, com o se ve en (v), p o r m an ten er
el texto tran sm itid o salvo el h o kó so i ‘cu a n to s’, c o n tra el que adopto la enm ienda
de B ergk h o ko ío is ‘cuales son las cosas con las q u e ’, estim ándola necesaria p ara
el sentido y fácil adem ás la e rra ta de los am an u en ses), lo que estas frases dicen
en el curso de p en sam ien to que vam os reco n stru y en d o es b astante claro: de un
lado, se insiste en el co n traste e n tre la p resen cia co n tinua de la razón en todas las
cosas o procesos reales y la ex trañ eza o falta de conciencia de ello en los hom bres
en general, tal com o se enunciaba en el n.° 9 (aq u í, en vez del habitual ‘los más
n o ...’ diría, m an ten ien d o sin corregir el te x to , “no son m uchos los q u e ...”), sólo
que ponien d o m ás en evidencia la discordia e n tre la lógica de las cosas (“cuales
son las cosas con q u e se to p an a cada p a so ”) y el m odo de p ensar de m uchos de
ellos (“no piensan (p h ro n é o u si) pensam ien to s tales com o esas cosas o procesos
so n ”), discordia que a su vez se d escubrirá m ás ad elan te lógica concordia; y de
otro lado, se insinúan los tem as en que va a cen trarse la razón en los pasos si
guientes, según mi o rd en am ien to : el de la m áthésis o ap rendizaje por estudio y ex
periencia, que de p o r sí no sirve p a ra d ar conocim iento o conciencia ( g n ó m é ) de
lo que pasa, y el de la creencia u opinión perso n al (dóxa, o íé sis), sobre la que se
hace denuncia en los frs. in m ed iatam en te siguientes, y que ya desde aquí se d e
nuncia, com o fru to de aquella id íép h ró n ésis de que v. n.° 4, que es precisam ente
lo que hace que la lógica de la p rivada inteligencia de los m ás de los hom bres deje
de coincidir con la lógica de las cosas, au n q u e sea p ara coincidir al fin con ella en
gracia de esa m ism a discoincidencia; de m an era que el “a ellos m ism os les parece
que sí” del final del fr. no es m ás que la cara positiva del “no piensan según el
pensam ien to de las cosas” de su com ienzo, ju n tá n d o se am bas caras p o r la falta de
conciencia (que estudio y experiencia no corrigen) que en la frase central se en u n
cia.
Razón general 59
70 D -K |2
13 < , 28D'K
ΔΟΚΕΦΝΤ«»Ν rk O AOUnWTATOj
< ¡r\rw ^KEiK EN TI T<M’ ÉríiTATAl,
ΤΛ o lí) n r W ^ K E l <frVAÁftEW' ΚΑΪ
KÉhfTOl ΚΑΙ ΔΙΚΗ KATAAHVETAl
V E V A V N ΤΕΚΤΟΝΑ^ ΚΑΙ HÁfTVfA^ .
© δοκ εό ντω ν codd. : δ ο κ έο ντα p o st Schleierm acherium edd.; W ilam ow itz uero
δ δο κ ιμ ώ τα το ν corrigere m alebat (γιγν ώ σ κ ε ιν έν τ ι τό δ ’ έ π ίσ τα τα ι, τά ο ύ )
lineam deperditam supplere quam textum codicum corrigere m alo γιγνώ σ -
κει φ υλά σ σ ειν : γ ιγ νώ σ κ ειν φ υλά σ σ ει Schleierm acher : γινώ σ κ ει, φ υλά σ σ ει D iels
collato pro constructione η .° 85 et p ro sensu D e uictu 11, K ahn : (ο ύ ) γινώ σ κ ει
φ υλά σ σ ειν P atin κ α ί μ έντο ι κ α ί a Clem ente insertum Reinhardt putabat :
κ α ί μέν π ύ ρ κ α ί W ilam ow itz.
finitivo (com o si en esp. tra ta ra de decirse “conoce estar en g u ard ia ” ; pese a algún
ejem plo aislado en gr. p o ste rio r, com o en Sóf. A n t. 1089: y conozca” e.e.
“a p re n d a a m a n te n e r la lengua m ás tra n q u ila ...”), uso p a ra el cual epístatai es el
V erbo indicado; ni el añad id o de P atin “ (n o ) conoce e star en g u ard ia” salva de
esa dificultad. H e p re fe rid o p u és p e n sa r en u n a haplografía gignóskein-^gignóskei
que h ab ría h echo saltarse u n tram o de escritura, o quizá ju stam e n te una línea, a
algún copista del te x to de San C lem en te, de m odo que en el salto estuviera algo
del o rd en del “u n a sola cosa sab e, a lo que n o ” que p ropongo. V éase q u e, si no,
q u ed a uno obligado a correcciones p aleográficam ente injustificadas, que tam poco
dan un tex to del to d o satisfactorio: con las de S chleierm acher tendríam os algo
com o “P ues el de m e jo r opinión (lo que hace es) g u ardarse de conocer cosas que
se o p in an ” ; con sólo la p rim era y a d o p tan d o p a ra el final la de D iels (que cierta
m ente en c u e n tra algún apoyo en la sintaxis yuxtapositiva de n .os 57 y 58 y en el
texto del hipocrático D e la dieta en dolencias agudas 11, que dice algo como “ a
una cosa, con to d o , sí que están en guardia y sí que la conocen, que gran daño
a ca rrea”), ten d ríam o s esto otro: “Pues el de m ejo r opinión opiniones conoce, vi
gila” . E n cu an to a la segunda frase, R e in h a rd t sospechó, sin b astan te fundam en
to, que las conectivas k a i m én to i ka i “Y con to d o y con eso, ta m b ié n ” podían ser
del citad o r (con lo cual, p o r cierto, las dos p artes de la cita no ten d rían por qué
h ab e r ido in m ediatas en el libro de H eraclito ), en tan to que W ilam ow itz, p o r aten
der a lo que San C lem ente dice tras la cita (sobre la que ah o ra volverem os) se es
forzaba en en c o n tra r ah í una m ención del fuego {p yr) con poca probabilidad fi
lológicam ente y poca necesidad p o r lo dem ás.
Pues lo que reza el contexto de la cita en San C lem ente es algo com o esto:
“P o r eso tam b ién el A pó sto l ex h o rta ‘p ara que n u estra fe no esté en la sabiduría
{sophía) de los h o m b re s’, los que hacen profesión de persu ad ir, ‘sino en el poder
de D io s’, en el que solo y sin las dem ostraciones p u ede p o r m edio de la desnuda
fe salvar. ‘Pues el más ... de falsed ad es’ dice el E fesio; pues sabe tam bién él, por
la b árb ara filosofía h ab ién d o lo ap ren d id o , la purificación por el fuego de los que
han llevado m ala vida, a la cual más tard e deflagración o destrucción p o r fuego
{ekpyrósis) llam aron los estoicos” ; la cita pued e p arecer algo traíd a por los pelos,
pero en to d o caso ha visto que su p rim era p a rte venía a condenar la preten d id a
sabiduría {sophía, fu n d ad a en creencia, dó xa ) de los que profesan saber (cientí
ficos o retó rico s), en el sentido de la frase de San Pablo; y luego, al en co n trar en
la segunda p arte la am enaza contra aquellos cuyo saber no consiste más que en
un estar precavidos a lo que en verdad no conocen p or m edio de falsedades, y co
nociendo bien el santo otros pasajes del libro de H eraclito en que aparecía el fue
go (dos, n .os 81 y 76, citará poco después en el m ism o libro de los Strom ata), ha
glosado p o r su cu en ta esa co n d en a p a ra acercarla al p ap el del fuego en las pos
trim erías cristianas (y estoicas de p aso ), aun a costa de confundir un poco la con
dena al In fiern o de los m alos y la deflagración del m undo en el G ra n Juicio. N ó
tese de pasad a la curiosa traslación de uso del A d j. ‘b á rb a ro ’: así com o para los
helenos b á rb aro s eran los o tro s, en cuanto que no sabían la v erd ad era lengua, así
p a ra el cristiano serán b árb aro s los que no han oído el L ógos o V erbo verdadero
y están apenas a p ren d ien d o a h ab lar en una filosofía balbuceante.
Por lo dem ás, bien está c o te ja r con n u estro p asaje, en cuanto a reducción del
62 Razón común — Heraclito
saber hum ano a m e ra creen cia, lo q u e dicen unos versos de Jenófanes (fr. B 34
D -K ): “L o que es con certeza, ni vio h o m b re ninguno ni h a b rá que lo sepa / acer
ca de dioses y cu an to de to d o voy razo n an d o : / q u e aun si, a lo m ás, se diera que
uno acertase a decirlo, / él m ism o au n así n o lo sabe; y creencia en todos dom i
n a ” ; y m ás aún, la oposición en el p o em a de P arm énides (vv. 108-110 de mi e d .,
L e d . pres. I, fr. 8 D -K ) e n tre verdad (alëtheiê) y creencias (dóxai), y sobre todo
el p u n to en q u e m ás la o ntología p a rm e n id e a y la lógica h eraclitan a se encuen
tran , cuando le dice la diosa (vv. 28-32, fr. 1 D -K ) “M as has de e n te ra rte de todo,
lo m ism o / corazó n sin tem b lo r d e la b ie n re d o n d a v e rd ad que creencias / de los
m ortales, en las q u e n o cabe fe v erd ad era; / y aun ésas, con to d o , h ab rás de a p re n
d er, cóm o, siendo creídas, / te n d rá n en creencia q u e ser, p o r todos todas e n tra n
d o ” , de m odo q u e el ser de lo falsam en te creído, en cuanto ser de la creencia, vie
ne a p arecerse, a su m a n e ra , al tran ce lógico en q u e, al d iscordar de la razón los
hom bres en g eneral, en virtud de sus creencias p ersonales, con esa m ism a discor
dia obedecen a la ley de la razón.
P ero algo m ás preciso es lo que en este fr. dice la razón: que es q u e, aun cuan
do no se q u iera ace p ta r del to d o mi lectu ra, la sola aparición del phylássein ‘vigi
la r’ o ‘estar en g u ard ia’ o ‘p recav erse’ b a sta n te claram ente indica que la falta de
enten d im ien to v erd ad ero en las creencias (personales y dom inantes) se relaciona
ín tim am en te con su función práctica: la de g u ard arse (uno y el m undo) co ntra las
am enazas que de lo desconocido a te n te n a su co nstitución y seguridad (de uno y
de su m u n d o ); es así com o denu n cia la razón su conversión en creencia, que es al
m ism o tiem po m era h abilidad p reserv ad o ra y previsora, así se tra te de las ideas a
q ue uno se afilia p a ra su sten tarse o se tra te de las ideaciones de la C iencia, som e
tidas tam b ién a su aplicación p ráctica, e.e. a la previsión, seguridad y defensa de
lo desconocido. Y en la segu n d a p a rte del fr., con la pro m esa de justicia, que al
canza tam bién a los co n stru cto res y testificadores del engaño (inevitablem ente:
pues en el ju eg o de la razón están tam bién las astucias y falsedades com prendidas
com o térm inos de su lógica) se inicia la d en u n cia, que se d esarro llará m ás ad elan
te (n.°s 20, 21, 26, 27) de los fabricantes de creencias, los científicos y en general,
com o decim os a h o ra con un term in ach o , m uy gracioso oído desde el lenguaje he-
raclitano, los ideólogos.
14 *131+46 D -K
Razón general <53
V ) τ γ ν o i y i v U ^ à v V O (Γ ο ν ? t^ V
15 107 D-K
ΚΛ Κ·ν“ϊ MÁPrvt”^
¿ Φ ^ Λ Λ Μ Ο Ι KAI « S -Τ Α ^ A ^ Á P O V }
VVXÍ<>
© Sexto E m pírico asegura que su cita es literal, al in tro d u cirla así: “ ... pero la
sensación la refu ta, diciendo p alab ra p o r p alab ra ‘M alos ... b á rb aro s”’; de fiarse
de ello, la cita en el Florilegio de E sto b eo (en una sección que agrupa sentencias
b ajo título de ‘A cerca de la in sen satez’) ten d ría que ser un arreglo, con glosas in
corporadas: “D e H eraclito: ‘M alos se vuelven ojos y oídos de los hom bres insen
satos que tienen espíritus b á rb a ro s’” ; una abreviación (p ero reap arecien d o el tér
mino ‘testig o s’) sería la del refran ero vaticano: “M alos testigos oídos y ojos de los
hom bres in sen sato s” , y tam bién la del m onacense latino (pero su vulgi p arece, aca
so p o r casualidad, h uella del h eraclitano hoi p o llo í ‘los m ás’ o ‘los hom bres en ge
n e ral’): “ ... que ojos y oídos del vulgo son m alos testigos” . No es pués del todo
claro que la cita de Sexto sea literal, h abiendo adem ás en ella una extrañeza sin
táctica, al no co n certar el “quienes tie n e n ” (P art, echóntón en G e n .) con “ los hom
b res” (anthrópoisin en D a t.), que pued e sugerir al m enos el salto de algún térm ino.
P ero poco ha de to car ello al buen enten d im ien to del pasaje. A u n q u e, por cier
to, el propio Sexto, que lo trae a colación de la cansada disputa ‘que si sentidos,
que si raz ó n ’, p a ra m o strar que H eraclito rechaza la aísthésis y pone el lógos como
criterio, nos da claro ejem plo de la m anera en que no debe en ten d erse, cuando,
después de citarlo, lo glosa de este m odo: “ ... lo cual e ra equivalente a ‘de espí
ritus b árb aro s es fiarse de los sentidos, irracionales com o son’” . P ero, aparte la
inepcia de que a los p o b res sentidos se les p u ed a llam ar irracionales ni racionales,
está bien claro p ara n o so tro s, y m ás al leer el fr. en el contexto que vam os hilva
n an d o , que lo que aquí se co ndena es la creencia de que haya un testim onio o p ru e
ba de los sentidos sobre la verdad de las cosas, cuando ojos y oídos no pueden
más que v er y oír las cosas tales cuales están constituidas por las ideas que sobre
ellas teng a la p erso n a o que d om inen en general. Y b ien , así com o es cierto que
las cosas y sus procesos en sí m ism os son todos necesariam ente lógicos y raciona
les, voces de la razón que lo rige to d o , y que tam bién ojos y oídos, en cuanto se
les tom e com o cosas o procesos n atu rales, no p u ed en m enos de ser lógicos, así
tam bién sucede que la creencia en un sab er p ro p io , que es a su vez adhesión a las
ideas generalizadas, es el trance lógico que introduce una irracionalidad o con-
tra-razón e n tre los h om bres (p o r m ás que esa co n tra-razón sea el m odo en que
66 Razón común — Heraclito
tam bién los h o m b res, com o cosas e n tre las cosas, o bed ecen a la lógica de to d o ),
y es vano esp e ra r q u e h ay a u n ch o q u e ex p erim en tal que denuncie la falsedad de
la creencia y nos devuelva a razó n , q u e ojos y oídos p u ed an p o r sí dar testim onio
ni p ru e b a c o n tra la concepción de la R ealid ad en la q ue un o cree, ya que esa R e a
lidad es ideal y sosten id a p o r creencia, y u n v er y o ír que no fu era de lo indefini
do, de lo in fin itam en te disperso y vago (y si fuese así, no sería ver ni oír de cosa
ninguna), no p o d rá m enos de estar som etido a las ó rdenes del alm a (de la persona
y de la m asa) y ver las cosas q u e sus ideas d eterm in an y en las que ella cree y se
sustenta.
P ero ya, p o r lo que vam os leyendo de los p asajes an terio res (y lo que aún se
confirm ará con los q u e siguen), estam os tal vez en condiciones de e n te n d e r con
precisión lo que q u ieren decir los ‘espíritus fo ra ste ro s’ o ‘alm as b á rb a ra s’ de este
texto (donde psyché, p o r cierto , p arece usarse, en co n tra de lo que se verá en los
n .os 105-113, con significado cercano al m o d ern o de ‘alm a’ y al actual de ‘el Y o ’,
e.e. principio de individuación, sustancia del ser de uno y lugar hipotético de las
funciones de v o lu n tad y de ideación): a sab er, así com o b á rb aro s llam an los hele
nos a los que no h ab lan la v e rd a d e ra lengua, q u e es la lengua — diríam os noso
tros— de C u ltu ra, y p o r en d e, a su m an e ra , de razón (y cfr. lo que en © a n.° 13
hem os visto de cóm o el cristiano llam a a su vez b á rb aro s a los que no han oído
al L ógos v e rd a d e ro ), p o r sem ejan te m odo la razón llam a a través de H eraclito b á r
baras a las alm as que no h ablan lengua de razó n , esto es, las que están en discor
dia con la lógica de las cosas, p o r adhesión a la creencia p ro p ia , que son las de
los hom bres en general (cfr. © a n . ° 8 p a ra la p roclam ación del hom bre com o “irra
cional po r n a tu ra le z a ”), las cuales alm as no p u e d e n m enos de te n e r som etidos a
sí los ojos y oídos de sus posesores p a ra que vean y oigan lo que ellas m andan,
de m an era que m al va a esp erarse que experiencias (ni experim entos) pu ed an h a
cer o tra cosa que con firm ar las ideas y realid ad es establecidas, testim onio de es
clavo fiel: m alos testigos, m alas p ru eb as — dice en ese sentido la razón.
16 *133 + 19 D -K
KAK.01 ΛΑΗ^ΙΝ^ΑΓ A K T Í
Δ1 KOI t ÁK<rVÍAl ΕΓΜ^ΤαΜΕΚΟΙ
o v a ' d r n / v .
Razón general 67
© M em bra d uo disiecta copulanda uisa, G nom . Vat. η. 313 (inter tris alias sen
tentias sub H eracliti nom ine) ’Ά ν θ ρ ω π ο ι .... ά ν τίδ ικ ο ι et C lem . Strom . II 24, 5 :
ά π ισ το υ ς είν α ι τ ιν α ς έπ ισ τύ φ ω ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ό ς φ ησ ιν « ά κ ο ϋ σ α ι ... είπείν», ω φ ε
λ η θ είς δ ή π ο υ θ ε ν π α ρ ά Σ ο λο μ ώ ντο ς «εάν ά γ α π ή σ η ς ά κ ο ύ ειν , έκδέξη, κ αί εάν
κ λίνης τό ο ύ ς σ ο υ, σ ο φ ά ς εση» (Ecclesiasticus 6, 33).
lector, que h a visto ya cóm o la Justicia (n.° 13) y la L ey (n.° 3) se usan com o dis
fraces de la razó n que lo rige to d o (p a ra o tro uso de térm inos judiciales v. n.° 21);
y si el térm ino a ntídikoi d eb e to m arse con el valo r de ‘p artes contrarias en un ju i
cio’ , habrem os de e n te n d e r q u e se está tra ta n d o de las co n trarias opiniones de los
hom bres, qu e, te n ie n d o cada u n a su razó n , no p u ed e h ab lar con razón ninguna
de ellas. Pues ya hem os venido oyendo cóm o la sustentación de una creencia p ro
pia es lo que vuelve b á rb a ro s a los h o m b res y no les d e ja ni oír razón ni que razón
v erd ad era h ab le p o r sus bocas. E n los frs. que siguen se seguirá proclam ando la
ausencia de razó n de los h o m b res en g en eral, y en especial de los m ás ilustres sus
te n ta d o re s de opiniones sob re el m undo.
17 34 D -K
/^ Υ Ν Έ Τ Ο Ι Λ κ ο \Η α ΝΓΕ$ K V O O l^irí
© C itan el p aso , a p a rte de San C lem en te, T e o d o reto y E u sebio, que deben h a
berlo tom ad o de él, a p esar de q u e los M S S de Clem . dan, en vez de apeínai ‘e star
au sentes1, apiénai ‘irse, au se n ta rse ’, que p arece ser m ala transm isión. A l m enos,
uno de los em pleos m ás antiguos que ten em o s del dicho o refrán (phátis) que H e
raclito saca a testim o n io , en un verso de trag ed ia de au to r desconocido ( Trag.
Graec. Fragm ., adesp. 431) dice “Piensa, p re se n te , en lo que se debe, no sea q u e,
p re sen te, estés a u sen te {a péis) ” ; o tro verbo (apodëm eîn ‘e sta r de v ia je ’ o ‘fo ras
te ro ’) aparece en o tro em pleo, m ás elab o rad o , en A ristófanes Eq. 1118-20: “y a
cada o ra d o r que h ab la, te quedas con la boca ab ie rta , m ientras que tu m en te
(n o û s ), estan d o p re se n te , anda de v ia je ” (p o r cierto, que esta relación entre el
qued arse b o q u iab ierto y el au sentarse de las m ientes no d e ja de a p o rtar alguna
sugerencia p a ra el enlace que hago de este fr. con el siguiente). A p a rte de esto ,
he aquí el contexto en que cita San C lem ente (después de h a b e r en sartado n .os 41
y 90, que no p a recen te n e r m ucha conexión en tre sí ni con éste, y lo poco de a p o
yo que daría p a ra la relación con n.° 90 el acep tar, com o W alzer, la lección “a los
efesios” , lo que p a ra m í im plicaría p erten en cia a la R azón Política del libro, no
tien e, com o se ve en © , fu n d am en to textual): “Y si quisieres referirte a aquello
que está dicho de ‘E l que ten g a oídos p a ra oír, q u e oiga’, puedes m ás o m enos
oírlo declarán d o se así de boca del Efesio: ‘sin e n te n d e r ... se a u sen tan ’” ; y de aquí
el contex to en la cita de T eo d o reto : “Pues ello es q u e, sencillam ente, casa bien
— creo— con los que replican de m odo sem ejan te q ue vosotros lo que H eraclito
el efesio ha d e ja d o dicho: ‘sin e n te n d e r ... están au se n tes’; y concuerda con el e fe
sio tam bién E m pédocles el agrigentino” , etc.
El paso, p o r lo d em ás, está, si es caso, h arto cargado de térm inos fam iliares
ya a los lectores: el axynetoi ‘inin telig en tes’, de cuyo juego co n tra el A d j. xy n ó n
‘com ún’ v. © a n.° 1; el akoúsantes ‘tras h ab er o íd o ’, tam bién en n.° 1 agrupado
con el ‘sin e n te n d e r’, ap arte sus conexiones con el fr. 'a n terio r y la cuestión de
ojos y oídos de los an terio res; el “se p arecen a so rd os” , que trae un eco del “ se
p arecen a quienes no tuv ieran experien cia” del n.° 1; en fin, el m artyreí ‘da te sti
m o n io ’ (‘p a ra su caso re z a ’), que p o d ría, aunque com o m era resonancia form al,
ju g a r con el “testig o s” del n.° 16. T am bién u n a resonancia de tales pasajes (donde
el ver, sin em b arg o , aparece ju n to al oír, y a su o b je to se le llam a, bastante he-
raclitan am en te, ‘ley co m ú n ’) encon tram o s en el ya citado H im n o de C leantes es
toico, v. 24: “ni m iran a la ley com ún ni la escuchan” .
Sigue pués aquí la razón refo rm u lan d o u n a y o tra vez la situación contradic
to ria que se h a p u esto com o característica de los h o m bres en general: su evidente
capacidad lógica, la de o ír y h ab lar el lenguaje com ún, fre n te a su incapacidad
70 Razón común — Heraclito
18 87 D -K
A H & tW Q j ÉH ΓΑΚΓΙ Λ
É P T O H ^ A l 4 Ι Λ Π .
laza bien esta fórm u la con lo q u e p reced e, y h a sta se m e sugiere que el fr. que
sigue podía ir en el libro in m ed iato d etrás de éste.
19 97 D -K
104 D -K 20
© La transm isión de esta cita es algo com plicada: por su p a rte , P roclo, en su
com entario al A lcibiades Prim ero de P lató n , la in tro d uce así: “B ien hace pués ta m
bién el noble H eraclito al echar p estes de la m ultitu d com o falta de juicio {á n o u n )
y de razón (alógiston): ‘Pues ¿qué ... b u e n o s’. T al es lo de H eraclito; que es ta m
bién por lo que el silógrafo (o “p o eta de escarn io s” ) lo llam ó m ofador del vulgo” ;
refiriéndose con lo últim o a T im ón de F liunte el escéptico (iv-ili) y escarnecedor
de filósofos, de cuyos Sílloi cita D iógenes L aercio IX 6 este verso y m edio: “entre
ellos el grazn ad o r, m o fad o r del vulgo, H eraclito / el enrevesado surgió” ; por otro
lado, San C lem en te, co n tra su costu m b re, hace esta vez una referencia al texto
en estilo indirecto y sin d uda in tro d u cien d o algunas alteraciones: “A sí, las M usas
Jo n ia s” (es la expresión con que P latón en el Sofista 242 d hace al F o rastero d e
signar a H eraclito , ju n to con y en contraste con las M usas Sicilianas, E m pédocles)
“en térm inos precisos dicen que los m ás de los h o m b res y sabios-en-su-opinión si
guen a los aed o s” o “recitad o res épicos que van de pueblo en p ueblo, y que usan
de leyes” (aq u í el tex to de Clem . está seg u ram en te co rrom pido, con nóm oisi en
lugar de algo m ás cercano a lo que dice en el de P roclo) “sab ien d o ” (aquí la lec
tu ra de Clem . p u ed e ser m e jo r que la de P roclo, que dice “no sab ien d o ”) “que
m uchos son m alos, y pocos b u e n o s” . Lo que q u ed a m ás dudoso es el térm ino
ëpiôôntai, que es casi lo que se lee en los M S S de Proclo (v. en © ) y que m an
Razón general 75
tengo, pese a que tal v erb o , denom inativo de épios ‘benigno, am ab le’, apenas a p a
rezca atestiguado y p re se n te aquí u n a m orfología dificultosa, m ientras que, fu e ra
cual fu era, San C lem en te lo ha in te rp re ta d o con u n hépesthai ‘que siguen’, y los
editores suelen sustituirlo p o r un h a rto norm al peíthontai ‘o b ed ecen, hacen caso’.
E n cuanto a la fórm u la final, suele tom arse com o u n a cita que H eraclito hiciera
de una m áxim a, q u e en los A potegm as de los Siete Sabios de D em etrio F alereo
que en el Florilegio de E sto b eo III 1, 172 se recogen aparecería a n om bre de B ia n
te de P rien e, au n q u e la v erd ad es que aquí lo que se lee es “L os m ás de los h o m
bres, m alos” (con el Superl. hoi pleístoi ‘la gran m a y o ría ’, distinto del hoi p o llo í
corrien te, que ap arece en el p resen te y o tro s frs. de H erac lito ), lo que está b a s
ta n te lejos de la fórm ula em pleada en n u estro texto. P ero v. sobre esto en n .os 91
y 92.
A pesar de to d o ello, el sentido del fragm ento se sigue b ien , y me parece que
en la ord en ació n q u e seguim os se in serta d eb id am en te com o transición entre los
que preced en , dedicados, no p recisam ente a m aldecir del vulgo, com o ya Proclo,
apoyándose en el e p íte to de T im ón, in te rp re ta b a, sino más b ien, com o hem os v e
nido viendo, a describir la situación de inconsciencia de los hom bres en general
(y p o r ta n to , su falta de nóos ‘id ea clara’ y phrén ‘inteligencia’: v. en © a n.° 2)
con respecto a su condición lógica, y dando paso a los que siguen, en que el tem a
va a ser la crítica de los científicos (Pitágoras) y los poetas (H om ero y H esíodo),
que son a los que dan fe los hom bres en general; y nótese ya desde aquí que en
la conden a de los saberes, o del creer que se sabe, no se hace distinción entre las
doctrinas y creencias de especialistas, científicos y p o etas, p o r un lado y las ideas
o creencias generalizadas en tre el vulgo p o r el otro: bien al co n trario , tan to lo uno
com o lo otro sirve a la función esencial de ocultar la contradicción, esto es, la ló
gica, de las cosas, y en definitiva — p u ede añadirse en buena glosa de H eraclito—
lo uno es lo m ism o que lo o tro , gracias a los dos procesos com plem entarios p o r
los que la Ciencia (o la R eligión) viene a recoger y confirm ar los tem ores de la
m asa o generalidad y p o r ta n to las ideas y creencias que los salvan, en tanto que
las im ágenes o ideaciones de la Ciencia (y la R eligión) vienen, por la vulgariza
ción, a ser cosas de la m asa o generalidad.
A lguna d uda m e q u ed a sobre la conexión precisa de este fragm ento, que acaso
podría enlazar in m ed iatam en te tras el n.° 17, sólo q ue ocasionando otras dificul
tades para la conexión con lo que sigue; bien cabe, sin em bargo, que tras el fr.
an terio r se haya p erd id o o tro pasaje en que se form ulaba de algún o tro m odo la
ineptitud de los h om bres p ara el en ten d im ien to ; en to d o caso, y sin que debam os
aspirar a dem asiada seguridad o rigidez en la ord en ación, está claro que el autón
‘de ellos’ del com ienzo de este fr. no se refiere a o tra cosa que a los hom bres en
general, p o r m ás que suene algo circular el que al final se diga de ellos que saben
(o debían sab er), sea o no sentencia de B ian te o refrán vulgarizado, que los m ás
son m alos: pues bien p u ed e ser una idea recibida en tre la m ayoría que la m ayoría
son m alos, sin que ello im pida que sigan acogiéndose a las creencias que los reci
tad o res de leyendas les im p arten y en las q u e se aseguran p o r la m era participa
ción en ellas de la m ultitud; la m ultitud, que es la q u e constituye, al m ism o tie m
po, el ser de cada uno.
76 Razón común — Heraclito
21 A 23+ 122 D -K
α) ÁPÍ^TOVf· ΛΗΦΙ^ΗΤ<>νΜΕΚ«Μ
P A P E X Ó M fW O l .
I) Λ Γ Χ Ι ^ Λ ^ Ι Η Κ
de los pun to s en litigio, según H eraclito , sino que hay que in te n ta r, p o r m edio del
exam en d irecto ” o “investigación ( historias) m ism a, ofrecer credibilidad suficien
te a los que o ig an ” . L o m ás im p o rta n te de tal contexto es q u e , pese a que aquí
Polibio esté aplicando la cita a su asunto de h isto riad o r (a pro p ó sito de la expli
cación de las co rrien tes del B o sfo ro ), lo que apenas cabe p e n sar es que fu eran a je
nas al tex to de H eraclito las m enciones de algo com o el testim onio de poetas y
n arra d o re s de leyendas o m itógrafos, que ap arecen al principio del d e Polibio,
sino que era m ás b ien a tales com o ésos a los que ya H eraclito m ism o refería lo
de “fiadores poco seguros de cuestiones en litigio” , y que fue precisam ente eso lo
que le hizo a P olibio sacar a colación la cita. D e m a n e ra que así el fr. enlaza d e
b idam ente con el a n te rio r, q u e con su m ención de los aedos populares iniciaba el
ataq u e a los p o e ta s q u e m ás ad elan te se continúa. P o r o tro lad o , el final del con
texto de P olibio, con su apelación a la historia o investigación directa de los h e
chos, p o r oposición a la tradición m ítica y p o ética, b ien p u ed e g u ardar alguna re
sonancia de lo q u e, según la ordenación que llevo, seguía p ro b ab lem en te, más o
m enos de cerca, en el libro de H eraclito (n.° 22), con su referencia a los hístoras
ándras.
M ás dudas cab en sob re el te n o r exacto del texto original (v. en © y @ ): pues
de la cita de P olibio es claro que al m enos los térm inos apístous bebaiótás ‘avala-
dores no fidedignos’ d eb en venir de H eraclito ; ah o ra bien, siendo el segundo vo
cablo de je rg a ju ríd ica n o to rio , ju sto es p en sar que la frase e n te ra e stab a conce
bida en térm in o s judiciales; y así, tam b ién el parechóm enoi ‘aducien d o ’ o ‘p resen
ta n d o ’, que es lo que n o rm alm en te se em plea luego p a ra la p resentación de p ru e
bas o testigos, p o d ía en u n a u o tra form a de su conjugación p e rte n e cer al original;
y en to n ces, resp ecto al C om pl. am phisbëtoum énôn, viene p o r casualidad a ilus
trarn o s un a n o ta , re p e tid a en dos voces, del léxico de Suidas (según o tro s, Suda
com o título; de la época bizantina, s. X, p ero recoge m ateriales de la m ejor tra
dición helenística), d o n d e, a p a rte de indicar la v ariante de ese verbo, con -bat- y
con -bët-, se añ ad e “Y los jo n io s tam bién anchibateîn y anchibasíén H eraclito ” ,
con lo cual p arece n o m e ram en te an o tarse o tro co m p uesto, con el pref. anchi- ‘ce r
ca d e ’ en vez de am phis- ‘de un lado y o tro ’, sino im plicarse que ese o tro se usó
com o eq u iv alen te (se en tie n d e que en jerg a jurídica) del que d a Polibio; cosa que
p u ede explicarse si anchibateîn había to m ad o el valor de ‘com parecer (a juicio)’,
‘en fren tarse (u n a y o tra p a rte )’, de m odo q ue, si el com puesto con am phis había
tom ado el de ‘e n tra r (a juicio) cada u no de los dos litigantes’ y de ahí el de ‘d e
b atir (en ju ic io )’, se en tien d e bien que am bos, en este valor g eneral, pudieran ser
equivalentes y q u e así Polibio haya rem plazado p o r el que le era fam iliar una lo
cución en que h a b ría H eraclito usado el o tro o m ás bien el nom bre derivado de
él anchibasíén ‘co m p arecen cia’ y en general ‘d eb ate (del litigio)’, que en Suidas
se le atrib u y e y q u e sería poco razonable p en sar que podía en su libro estar en
otro contex to q u e n o en éste.
T en ien d o en c u en ta to d o ello y qu e, p o r el contexto de Polibio (v. arriba), la
frase deb ía referirse a perso n as tales com o p o etas o m itógrafos, el fr. se inserta
aquí con b u en sentido: p a ra confirm arse en sus ideas y resolver sus dudas, se ap o
yan los ho m b res en lo que cu en tan las leyendas o dicen los poem as de H om ero y
de H esíodo: n a d a seguros son los fiadores q u e hacen así com parecer en el debate.
78 Razón común — Heraclito
22 35 D -K
o
XPH ΓΑ Ϊ êV ΜΛΛΑ POAAVK K -
Toh4<> 0\Λ0$04>0ν{ EINÀI „
23 22 D -K
m or de unas pocas rasp ad u ras so p o rtan tan grandísim a fatiga, y aun p o r cierto que
tam bién peligro, ¿q u ién hay ta n d esen am o rad o de las cosas divinas com o para es
currirse a la en señ an za sobre la v erd ad , que ap o rta ganancia de mil p o r u n o ? ” . Y
con u n a ligera alteració n ento n ces del com ienzo, así San C lem ente: ‘“ A ndando a
busca de o ro ’ dice H eraclito ‘tie rra ... p o c o ’. M as los que cavan m inas de la clase
que corresp o n d e a la de aquello que es v e rd ad eram en te oro en c o n trarán el m ucho
en poco: pues al solo q u e en tien d a lo h allará la E sc ritu ra ” . E s decir que tan to C le
m ente com o T e o d o re to , q u e utilizan la frase p a ra sacarle glosa alegórica cada u n o
a su m an e ra , h a n ig n o rad o , p o r accidente o p o r intención, que ya sin duda en el
libro de H eraclito ap arecía com o ilustración de algo re fe re n te al verdadero e n
tendim iento.
D e qué e ra ello, ya se h a dicho en n o ta al fr. a n terio r que la probabilidad de
que éste viniera in m ed iatam en te tras él debe contarse com o m uy alta. Y así, te n
dríam os aquí la atem p eració n d eb id a qu e, no sin u n a som bra de ironía, se aplica
al a n terio r recon o cim ien to de la necesidad, p a ra la aspiración a sabiduría, de la
investigación científica, en el sentido preciso de que la observación y estudio de
las m últiples cuestiones p articulares se asem eja a la rem oción de tie rra y desbro-
zam iento en cam inado a d escubrir algunos m ínim os vislum bres de aquello que está
ju sta m e n te oculto e n tre la b alum ba de los hechos y cuestiones particulares, que
sería to so p h ó n i o sab io ’, lo cual im plica el reconocim iento (que es verdadera in
teligencia) de la razón o lenguaje que se m anifiesta en todas las cosas y sus p ro
cesos. A sí la observación directa y las ciencias especiales las acoge la razón com o
instrum en to s negativos, de desb ro zam ien to , que sacudan y elim inen las ideas re
cibidas sobre las cosas, y así corrijan las creencias que la religión y la tradición
tenían im puestas sobre ellas. P ero enseguida p ro ced erá a declarar m ás explícita
m ente que tam poco los estudios científicos (com o tam poco los m íticos) pueden lle
var a ese d escubrim iento de lo sabio. Y es este m ovim iento de la razón lo que m e
ofrece un enlace bien claro con los frs. sucesivos.
40 D -K 24
^ / r f >*
Η ΔΗ P O A V K A ^ IH WOON EXElNf
OV ΔΙΔ Α ΣΚ ΕΙ ' Ή ^ ί< Μ Ο Ν ΛΚ
Ε Δ ΙΔ Α ^Ε M l P V O A ΓΟΡΗΝ ΑΥΤΊ}
82 Razón común — Heraclito
Cfr. Democr. fr. B 64 D-K : πολλοί πολυμαθέες νοΰν ούκ εχουσιν. Id. fr. 65 : πολυνοϊην,
ού πολυμαθίην «σκέειν χρή.
© La p rim era frase del fr. se hizo sen ten cia m uy frecu en tad a, com o se ve por
las m últiples citas, m ás o m enos fieles a la fo rm a con que la ofrecen los que m ejor
Razón general 83
cia venía rigiendo p a ra la ép o ca de H eraclito (y, to m ad as com o sím bolos, p ara cual
q u ier época): H esío d o re p re se n ta el m odo de sab er — llam ém oslo G enealogía—
que establece en los m itos u n a o rd en ació n en serie, de m a n e ra que esa sucesión
lineal in tro d u ce ya u n a cierta ideació n del T iem p o , y p re p a ra p o r e n d e el adveni
m iento de las C iencias p ro p ia m e n te dichas, q u e sobre esa ideación tra ta rá n de es
tablecer las relaciones causales e n tre los hechos y las cosas; fren te a él, Pitágoras
significa, en g erm en , la ap arición de la C iencia en su form a m ás avanzada siem
p re , la de u n a Física con leng u aje m atem ático , d o n de se tra ta de dar razón de la
R ealidad p o r m edio de los n ú m ero s, y se consigue p o r ta n to que la sospecha de
la contradicción fu n d am en tal se diluya en u n a indagación in term inable acerca de
la m edida de las relaciones e n tre los seres sep arad o s; en cuanto a H ecateo de M i
leto , re p re se n ta , con su G eo g rafía y sus G enealogías, el origen (y sím bolo) de las
Ciencias de la H u m a n id a d , en que la descripción em pírica in te n ta rem plazar a la
tradición m ítica y se fu n d a, sob re to d o , u n a H isto ria p ro p ia m en te dicha, com o ra
cionalización o m o d o de d a r razón (no en vano a estos prim eros historiadores se
les llam ará logo p o io í y logográphoi ‘h aced o res’ o ‘escritores de razones (e n p ro
s a ) ’) de los actos y avatares de los h om bres; lo m ás chocante es la aparición del
n o m bre de Jen ó fan es, qu e, salvo lo que de especulaciones físicas pu d iera h ab er
e n tre los hex ám etro s de sus Sílloi (o de su Peri physeós, si es que com puso un p o e
m a de este tip o ), n o p arece q u e m erezca figurar e n tre los científicos y polim até-
ticos, m ientras q ue, en cam bio, se d em u estra, p o r los restos de sus versos (p .ej.
fr. 23 D -K : “U n solo dios, el m ayor e n tre los h o m b res y dioses”) y por la fe que
podam os d ar (b a sta n te , a m i en te n d e r) al tratad illo D e M elisso X enophane G o r
gia, com o un b uen p red eceso r de H eraclito en cu an to a d e ja r h ab lar a través de
él a la R azó n c o n trad icto ria; tal vez era m ás com prom isario de lo que digo en tre
creencias y v erd ad y de ahí se ganó esta co n d en a a la falta de nóos ju n to con los
o tro s, o tal vez se torció aquí el cálam o h eraclitan o , en el sentido de que escribie
ra m ás bien H eraclito que no la razón p o r él.
P ero , en ju n to , está bien clara la noción de la p o lym athía que aquí se conside
ra incapaz de en señ ar seso, e .e . de llevar al d escu b rim iento de la razón o lenguaje
de las cosas: es la m itografía, genealogía, historia o ciencia física q u e, pese a su
lab o r de investigación (recu érd ese el fr. a n te rio r) y aun precisam ente por ella, res
p eta siem pre d em asiad o , y consolida p o r lo ta n to , las ideas o creencias acerca de
la R ealid ad , en cu an to tra ta de d ar razón (p o r o rd enación o por m edida) de las
realidades sep arad as que la constituyen. E s fre n te a esta desviación de los saberes
fren te a lo que se p ro n u n cia la frase siguiente, q u e así venía pro b ab lem en te en el
libro, com o siguiendo a ésta se cita en el de D iógenes L aercio.
Razón general 85
41 D -K 2 5
Loci uestigia subaundiuntur apud Plut. De Is. 76, 382 b : ή δέ ζώσα και βλέπουσα καί κινή-
σεως άρχήν έξ έαυτής εχουσα καί γνώσιν οικείων καί άλλοτρίων φύσις κάλλους τ1 έσπα-
κεν απορροήν καί μοίραν έκ τοϋ φρονοΰντος όπως κυβερνάται (αύτό) τό τε σύμπαν καθ’
Ηράκλειτον.
Item in Cleanth. Hymn. Iou. 30 : ήν (scii, άπειροσύνην) σύ, πάτερ, σκέδασον "ψυχής «πο,
δός δέ κυρήσαι γνώμης, ή πίσυνος σύ δίκης μέτα πάντα κυβερνάς.
Et in Ps-Lino apud Stob. I 119, 9 : ώς κατ’ εριν συνάπαντα κυβερνάται διά παντός.
© γνώ μ ην A ccu sa tiu u m Heraclito interpretes huc usque dabant, qui ad D ioge
nis in In fin itiu u m redactionem pertinet; dubium uero uidetur rectene Plut, ipse lo
cum legerit; Cleanthes quid em γνώ μ ην h o m in i bene intelligenti sim u l ac D eo tribuit
ο τ ’ εην κ υ β ερ νή σ α ι (possis τό τ ’ restituere) scribo : ότέη κ υβερ νή σ α ι Ρ :
ότε ή κ. Β : ό τι ενκ υβ ερ νή σ α ι F : ότέη (i.e. ή τις) έκυβέρνησε D iels : ή κυβερνά -
τ α ι B yw ater : ό π η (uel όκη) κ υ β ερ νά τα ι G igon, W alzer (όκη et K ahn) : έτεή'
κ υβ ερ νή σ α ι R e in h a rd t, M azzantini.
In Plutarchi textum: κάλλους Papabasiliu (Cfr. Plat. Phaedr. 251b) : άλλως codd.; ο τψ pro
όπως coniciebat Merkland; (αύτό) ex haplographia quadam restauro : τό [τε] (Bentley)
edd. malunt.
thai) una sola cosa, lo de veras in telig en te, o sea la inteligencia que regía todo el
p roceso de las cosas p o r la contradicción e n tre ellas m ism as. P a ra en te n d e r así el
paso, he ten id o que a p a rta rm e , com o se ve en ® , de la creencia que h a poseído
a los edito res y estudiosos de que griômën fu era el C om pl. de epístasthai (pero en
tiendo que su caso A c. sólo se d eb e a que D iógenes h a citado con reducción de
la frase a O r. de In f.), y fu e ra A n te c e d e n te de la oscura form a de R elativo que
le sigue, de m odo que in te rp re ta b a n m ás o m enos de este m odo: “Lo único in te
ligente (sophón) es sab er del juicio, cualq u iera q u e fuese, que g o b ern ó ” (D iels,
con una fo rm a m ás q u e d u d o sa del R eí. g en eralizan te, hotéé) o “p o r el que se go
b ie rn a n ” (Byw ater y o tro s, to m an d o el kybernâtai de las referencias de P lutarco
y P seudo-L ino). E llo es q u e, ap a rte de lo im propio de que a lógos se aluda con
gnóm é ‘acto de ju icio ’ o ‘m o d o sensato de p e n sa r’ y lo m uy pro p io de que se le
llam e tó so p h ó n i o in te lig e n te ’ o Ί ο a stu to ’ o ‘lo sab io ’ (com o en 39, 40, 41), p o r
o tro lado, bien se ve q u e lo que claram en te se o p o n e a la m ultiplicidad de objetos
de estudio de la p o lym a th íé es el o b je to único del que hay que sab er (hén tó so
p h ó n ) y que es al m ism o tiem po el agen te de o rd en ació n de las cosas todas: es el
centrarse en sab er de eso solo a lo que se d eclara b uen juicio, gnóm é, que p o r ta n
to corresp o n d e ap ro x im ad am en te al n ó o n del que en el n.° 24 se dice que no lo
proporcio n a la p olym athíé. C ierto que con mi lectu ra, que apenas altera el texto
transm itido en los M S S de D iógenes (con u n a significativa variante del F, que a
m enudo ofrece e rro re s, a veces de oído, rev elad o res), q u ed a alguna extrañeza m or-
fo-sintáctica, sobre to d o en el tram o hó t’ één en cu an to a la form a del R elativo
(pero pienso q u e es posible p ara el jo n io de H eraclito o sustituible p o r el neu tro
norm al tó t’, si no hay que p en sar en un paso al m ase, que pued e ser en jo nio) y
en cuanto al p asado één ‘e ra ’ o ‘fu e ’ (p ero hay u n a ten d en cia peculiar del Im pf.
én, tam bién en usos áticos, a usarse p a ra en u n ciar un hecho general que se ofrece
en el texto com o co n statán d o se a p a rtir de consideraciones anteriores: aquí suge
riría algo com o “el e n te n d e r de lo solo in telig en te lleva a reconocer lo que e ra o
quería decir ‘g o b e rn a r to d as las cosas p o r m edio de to d a s’”), de m an era que no
bastan esas extrañ ezas p ara reh u sar la lectura y buscar otras alteraciones en la
transm isión, com o en la p ro p u e sta de R e in h a rd t ( “ ...e n te n d e r buen juicio de ver
dad: g o b e rn a r...”) o en o tras que se han hecho.
Por lo d em ás, es n o tab le la precisión con que aquí se form ula lo que se re co
m ienda com o b uen juicio o m odo de p en sar, fren te a los saberes de las Ciencias
(y de los m itos): es un sab er en ejercicio (epístasthai), un hacerse práctico en en
te n d e r lo in telig en te, con lo que se predica una identificación del en tendim iento
o raciocinio de los h o m b res con el e n ten d im ien to o raciocinio que está de hecho
y en ejercicio ahí fu era, en las cosas m ism as, identificación que estorban los sa
beres o creencias p articu lares sob re las diversas cosas, que tien en , p o r el c o n tra
rio, que fundarse en u n a separación en tre el su jeto del sab er (el creyente o cien
tífico y sus opiniones) y sus o b jeto s (las cosas o co njuntos de cosas separados),
o cultándose a la evidencia de que los su jeto s son tam bién objetos p o r lo m ism o
q ue los o b jeto s (la razón de los p rocesos de las cosas) son sujetos. E s p o r esa coin
cidencia de la p ro p ia inteligencia con la inteligencia general com o se da el descu
brim iento de que esa inteligencia n o era o tra cosa que la lógica con que las form as
y procesos de las cosas están regidos, condicionados, producidos, los unos p o r los
Razón general 87
o tro s, p ero todos p o r to d o s (lo que incluye ‘cada uno p o r todos los dem ás y por
sí m ism o’, sin q u e q u e p a sin em b arg o u n a v erd ad era distinción e n tre ‘sí m ism o’ y
io s dem ás’), al co n trario q u e las creencias o saberes científicos (y m íticos), que
están obligados a ren u n ciar a la generalid ad y a d elim itar sus ideas de conexiones
e n tre las cosas, causales o m e ram en te genealógicas o estru ctu rales, a u n a p a rte o
clase de e n tre ellas, de las cuales p ro ced en a establecer explicaciones m utuas, por
otras form as de relación o, en la perfección de su p rogreso, p o r relación causal;
sólo que esa p arcialidad o selección del dom inio de las relaciones es lo que nos
ciega a la razó n de las razo n es to d as, y la verd ad de u n a relación en un dominio
(científico, p o r ejem p lo ) es lo q u e constituye su falsedad p a ra la razón.
*129 D -K 26
Ρ ν Ο Λ Γ ό Ρ Η ^ M N H ^Á rX O Y IfTohH Y
h ¿ k h jíN Á K W á r m m á a i^ tá v á h -
É M IH fA T O É ^ Y T ^ V '^ O -
Aliquid ex hoc loco resonat in uersibus Ionis apud Diog. L. I 120 (=36 B 4 D-K) : ε’ίπερ
Πυθαγόρης ετύμως ό σοφός περί πάντων άνθρώπων γνώμας είδε καί έξέμαθεν.
© L a cita de D iógenes L aercio les hab ía resu ltad o m uy sospechosa a los e stu
diosos (D -K recluyen el fr. a los dudo so s), sob re to do p o rq u e, en ten d ien d o que
Fleraclito decía en serio “h ab ien d o escogido esos lib ros” , y pensando ellos ra zo
nablem en te que P itágoras no d ejó libro ninguno ni debía decir lo contrario te sti
m onio tan antiguo com o el de H eraclito , concluían que al m enos la p arte de las
syngraphás o libros debía de ser u n a falsificación o, según C orssen, p erten ecer (di
ficultosam ente) al contexto de D iógenes; p ero olvidaban que éste introduce su cita
del siguiente m odo en su Vida de Pitágoras: “A lgunos pués dicen que Pitágoras
no dejó ningún escrito com puesto ( syngram m a, lib ro ), com entándolo en son de
brom a (d ia p a ízo n tes) : co n cretam en te, H eraclito el p h ysikó s poco m enos que pega
un grito y dice ‘Pitágoras ... m alam añ a’. Y así lo dice, en vista de q u e, al d ar co
m ienzo P itágoras al tra ta d o ( syn g ra m m a ) Físico, se expresa así: ‘N o, a fe del aire
que respiro , no, a fe del agua que b eb o , jam ás recibiré rep roche a propósito de
esta ra zó n ’; p ero q u ed an escritos de Pitágoras tres libros, E ducativo, Político, Fí
sico ( P aideutikón, P olitikón, P h y s ik ó n )”. E s claro pués que lo de co m entar en b ro
m a la falta de escrituras de P itágoras lo atrib u y e D iógenes (por m edio del goûn
‘c o n c reta m en te ’, ‘p o r e je m p lo ’) a la frase de H eraclito que va a citar, ya q u e, al
llam ar éste en burla libros de P itágoras a las condiciones de viciosa ciencia que
dejó en herencia a su escuela, y h acer títulos de libros im aginarios ‘Inteligencia’
(con el valor m ás bien de ‘In telectu alid ad ’), ‘P lurisciencia’ y ‘M alam añ a’ (‘S o p
hie’, ‘P olym athíé’, ‘K a ko tech n íé’), en ten d ía D iógenes razo n ab lem en te que en ello
se im plicaba la afirm ación p o r p a rte de H eraclito de que P itágoras no había escri
to ningún libro, a lo que pasa D iógenes a o p o n e r su propia creencia de que había
dejad o tres, con tres títulos serios (que co rresp o n d en , p o r cierto, a una p o sterior,
estoica p o r ejem p lo , división del saber en T écnicas educativas, com o Lógica, G ra
Razón general 89
81 D -K 27
roe
l) |<ΟΓΜΔ<*>Ν /ihXHR>S .
28 95 D -K
Eundem locum memoriter repetitum reddere saepe uidetur Plut. A n uirt. doc. poss. 2, 439
d : άλλ5 όμως οΰτ5 άν ιστόν οΰτε βιβλίον ή λύραν ό μή μαθών μεταχειρίσαιτο, καίπερ είς
ούδέν μέγα βλαβησόμενος, άλλ5αίδείται γενέσθαι καταγέλαστος' άμαθίην γάρ Η ράκλει
τός φησι κρύπτειν άμεινον. De aud. 12, 43 d : τάχα μέν γάρ ούδ5 άμαθίην κρύπτειν άμει-
νον, ώς φησιν Η ράκλειτος, άλλ5 ές μέσον τιθέναι καί θεραπεύειν. Symp. Ill 1, 644 f :
Σιμωνίδης ό ποιητής .... έν τινι πότω ξένον ίδών κατακείμενον σιωπή καί μηδενί διαλε-
γόμενον, «ώ άνθρωπ5», είπεν «εί μέν ηλίθιος εί, σοφόν πράγμα ποιείς' εί δέ σοφός, ήλί-
θιον. άμαθίην γάρ άμεινον, ώς φησιν Η ράκλειτος, κρύπτειν' εργον δ5έν άνέσει καί παρ’
οίνον (ξ 464)» .... διό καί Πλάτων ( Legg. 650 a)év οϊνψ μάλιστα καθοράσθαι τά ήθη
τών πολλών νομίζει. Idem (de opusculo deperdito ‘"Ο τι καί γυναίκα παιδευτέον’) apud
Stob. Flor. Ill 18, 31 : άμαθίην, ώς φησιν Η ράκλειτος, καί άλλως κρύπτειν εργον εστίν,
έν οϊνψ δέ χαλεπώτερον' καί Πλάτων δέ φησιν έν οϊνφ τά ήθη φανερά γίγνεσθαι.
Razón general 93
42 D -K
© γε B Ρ 1 F : τε Ρ 2 edd.
© L a frase, que tran sm ite D iógenes L aercio, al com ienzo de la Vita, tras a q u é
lla (n.° 25) de que “b u en juicio es e n te n d e r de u n a sola cosa” , está tal vez algo
Razón general 95
3Q 9 a = A 22 D -K
¡ A Í j Á ^ í re e l Γ C¡> Où
(según P lu tarco y Sim plicio) o del cosm os u o rd en ación to tal (según el escolio al
v. de la Ilíada y la cita de N um enio en C alcidio): pues, al desap arecer la guerra,
e .e . la co ntradicción, to d a la realid ad q u ed aría desaparecida (supongo que el
oichésesthai gár pánta “q u e se irían al traste las cosas to d a s” de Simplicio es lo que
m ás de cerca conserva la redacción del libro, m ás ten ien d o en cu enta que ya con
su oíchoito án p ánta aphanisthénta h ab ía Simplicio ad elan tad o u n a glosa de la mis
m a lo cu ció n ). M enos seguro es que en el texto se incluyera alguna explicación de
cóm o es la contradicción el fu n d am en to lógico de la realid ad (al estilo de lo que
ap arece en la Etica de E u d e m o aristotélica, “pues n o p u e d e , según él, h a b e r h ar
m onía no h ab ien d o agudo y grave, ni tam poco anim ales sin h em b ra y m acho, con
trarios en tre sí” , o al estilo de lo de P lu tarco , “todas las cosas ..., que tienen su
génesis en la p u g n a y contradicción de afectos” , o al de lo del escolio a la Ilíada,
“estim ando que el m odo de ser o physis de los seres se constituye según discor
d ia”), ya que las fo rm ulaciones lógicas de tal principio, y de m aneras m enos tri
viales, co rresp o n d ían a la sección siguiente del libro (n .os 42-48), y aquí no tocaba
m ás que h acer n o ta r la ceguedad o am athíé de H o m ero , el tenido por m ina de to
dos los saberes y e d u cad o r de todos los helenos, que ni aun e ra capaz de recono
cer el v erd ad ero sentido de la G u e rra , que él can taba, y la necesidad lógica de la
contradicción com o fu n d am en to de la diferencia, y p o r tan to identidad, de las co
sas todas. U n a crítica en igual sen tid o , com o no reconocim iento de la identidad
en la diferencia, va a ap arecer enseguida a p ro p ó sito de H esíodo.
H e d u d ad o algún tiem po en incluir en esta conexión u n a referencia de la opi
nión “de H e ra c lito ” de q u e H o m ero se m o strab a astrónom o en algunos de sus ver
sos (lo cual sólo p o d ría cab er aquí con la sorna co rresp o n d ien te), pero al fin creo
h ab er hallado m otivos p a ra negarle a H eraclito esa referencia y atribuírsela a otro,
tal vez H eraclito H o m érico , y así p u ed e verla el lector en el A péndice (n.° *141)
D E O T R O S H E R A C L IT O S .
57 D -K 31
In Hippolyti textum: ουδέ ... ουδέ ... ουδέ ... ουδέ : οΰτε ... οΰτε ... οΰτε ... οΰτε Sauppe
οϊδεν : οΰκ οίδεν ed. Gottingensis, Miller έστι γάρ έν». καί άγαθόν καί
κακόν Bernays et Bunsen : έστι γάρ εν άγαθόν καί κακόν cod.
106 D -K 32
VH VS DIES PA K OMNI HST.
1 00 Razón común — Heraclito
unos los hacía buen o s y a o tro s m alos, com o desconociendo que la m an era de ser
(p h y sis) de to d o día es una m ism a, en o tro lugar q u ed a la d u d a p la n tead a” (re
m ite a alguna o b ra suya no c o n serv ad a). A sí que ten em os que to m a r su cita com o
una paráfrasis m ás libre de la sentencia que Séneca hab ía v ertido con m ás fideli
dad a la característica sintaxis de la razó n h eraclitan a (m otivo de p erplejidad p a ra
m entes m enos lógicas y m ás conform es, com o sus in tentos d e explicación rev e
lan), si bien en el “com o desco n o cien d o ” (hôs agnooúnti) de P lutarco puede ra s
trearse u n a h uella del m o d o en que la m áxim a se in troducía en el libro como se
gunda m u estra (cfr. el “u no q u e no conocía” del fr. an terio r) d e la falta de en te n
dim iento en que se basan los m últiples saberes de tipo hesiódico (aquí la crítica
ap u n ta m ás d irectam en te a la p a rte final o de los días del o tro poem a, Trabajos y
Días 765 y siguientes).
E n cuanto al en ten d im ien to de la sentencia m ism a, es, com o de ordinario, la
lógica (p o r llam ar, com o hace con razón el vulgo, lógica al sentido com ún) la que
lo ofrece; a sab er, que el cuantificador ‘u n o ’ es equivalente al ‘to d o s’ en lo que
toca a la definición o significación del concepto que caiga bajo el alcance del uno
o del otro: así, un día cualq u iera, en cuanto se le cu enta com o uno, y form a p o r
tan to elem en to de u n a serie de días n u m erab le, de los cuales gracias a esa num e-
rabilidad finita se p u ed e d ecir ‘to d o s’ (y ‘tod o s y cada u n o ’, pas, o m nis), ha de
ser, a m odo de elem en to de un co n ju n to , idéntico en cualidad con el conjunto e n
tero (pues, si los días no fu eran conm utables el uno con el o tro , y por tan to todos
el m ism o, no se les p o d ría tam poco h a b e r co n tad o ), idénticos, esto es, en una cu a
lidad que no es o tra cosa que la p ro p ia significación de ‘d ía ’ o conjunto de notas
constituyentes del concepto ‘d ía ’, que p u ed an ocasionalm ente desarrollarse en una
definición finita o term in ab le de lo que es ‘d ía ’; de m an era que las o tras cualida
des o sucesos, no p e rtin e n te s, que p u ed an en un día d arse, p o r fuerza han de q u e
dar abstraídas y b o rrad as en el significado, desde el m om ento en que es un día
en tre los días; así que al fin, pese a lo to rp e de su glosa, decía acaso Séneca m ás
verdad de lo que él creía, cu an d o , tras el p asaje que he citado, añade a m odo de
conclusión m oral: “P or lo ta n to , tal hay que o rd e n a r (ordinandus est: nótese la
alusión, no q u erid a, a la o rd in alid ad , que in serta a cada día en la serie de to dos)
cada día com o si ce rra ra la fila y consum ara y co m p letara la vid a” .
N ótese aquí, en fin, de una vez p o r to d as, que no es que razón q u i e r a
que ello sea ásí y q u e todos los días sean el m ism o, sino sencillam ente que lo es
y son el m ism o p o r el m ero hecho de que están contados y concebidos; y razón
no hace m ás cosa q u e decirlo con verdad: decir lo que está dicho.
102 Razón común — Heraclito
33 5 5 + lO la D -K
© 1.°) όσον cod. (bis) : όσω ν M iller edd. άκοή scribo : άκοή cod.
(τ ά φ α ν ερ ά τώ ν δ ο κ εό ντω ν ) uel aliquid tale praecessisse pro sensu uidetur
(cfr. H ippolyti interpretationem τά ο ρ α τά τώ ν ά ο ρ ά τω ν ), h a u d tam en p ro cons
tructionis necessitate.
2 °) τώ ν : τ ο ι («vielleicht») K ranz.
© L a p rim era p a rte del paso la cita dos veces San H ip ó lito en u n trance en
que está tra ta n d o de m o stra r que la relación de ‘incógnito / conocido’, ‘invisible /
visible’ en la h e re jía de N o eto en cu en tra exacto p rec ed e n te en la lógica de H e ra
clito; y así dice p rim ero : “E nsalza y adm ira con p referen cia so b re lo que se co n o
ce lo desconocido de ello y lo invisible de su p o d er; p ero q ú e es visible para los
hom bres y no im posible de descubrir, en aquellos térm inos lo razona: ‘E n cuanto
que ... p re fie ro ’ dice, esto es, las cosas visibles a las invisibles, (a q u í p ro b ab le
m ente se ha p erd id o p a rte del te x to ) a p a rtir de tales razones suyas es fácil com
p ren d erlo (y sigue la cita de n.° 1 0 )” ; y poco m ás ad elan te sigue, deduciendo q u e,
puesto que los dos opuesto s se exaltan altern ativ am en te, ha de ser porque p a ra
H eraclito (com o p a ra N o eto ) se confunden en uno lo oculto y lo evidente, del si
guiente m odo: “A sí H eraclito acepta y estim a en igual su erte las cosas evidentes
que las ocultas, com o que reco n o cid am en te se p resen tan lo evidente ( em phanés)
y lo oculto ( a p hanés) com o en algún m odo siendo una sola cosa: ‘Pues es’ dice
(sigue cita del n." 36) y tam bién ‘E n cuanto que es la vista p a ra el oído enseñanza
(esto es, los órganos (p e ro sospecho que la palab ra está corrom pida en lugar d e ,
otra vez, tó horatá, “las cosas visibles” ) ) , ésas so n ’ dice ‘las que yo p refiero ’, no
habiendo dado p referen cia a las ocultas ( a p h a n ê) ” . E n tales condiciones de tra n s
m isión de la cita, los edito res han to m ad o , sin em b argo, el texto m anteniendo el
N. akoé ‘o íd o ’ que el m anuscrito da y que co rrijo en su D. akoéi, alterando ellos
en cam bio el hóson ‘c u a n to ’, ‘en c u a n to ’, ‘en la m edida q u e ’, que da dos veces el
M S., en su G . pl. hósón, de m an era que han de in te n tar e n te n d e r algo como “D e
cuantas cosas (h a y ) vista, oído, en señanza, ésas prefiero yo” , con sintaxis y se
m ántica poco satisfactorias (de m an ten er así el tex to , sería en todo caso preferible
leer con o tra en to n ació n de la frase, que diese algo com o “de cuantas cosas vista
oído (so n ) en señ an za, ésas prefiero yo”), ap arte de la m ayor incongruencia que
resulta con el contexto de San H ipólito. Y en fin, se pierde así el enlace con la
segunda p a rte , citada p o r Polibio, que en cam bio, leyendo com o lo hago, resulta
la continuación inm ed iata y n atu ral de la frase citada p o r San H ipólito. La cita de
Polibio es com o sigue: “Pues, h ab ien d o en n osotros p o r condición natu ral dos que
podrían decirse com o instru m en to s con los que nos inform am os de todas las cosas
y nos dam os al estu d io , p ero siendo más v erd ad era con no poca diferencia la vis
ta, según H eraclito , ‘Pues ojos ... los o íd o s’, de ésos dos T im eo se lanzó a sus es
tudios p o r el m ás g rato , p ero p eo r de los cam inos: p ues de las inform aciones v e
nidas p o r la vista se abstuvo hasta el extrem o, m ien tras que en cam bio hizo e m
peñoso acopio de las venidas p o r el o íd o ” .
104 Razón común — Heraclito
E stá , en to d o caso, claro que lo q u e aquí q uiere decir ‘o íd o ’ son los oídos de
recibir de oídas noticias y conocim ientos, en vez de p o r observación directa: así
lo en ten d ía Polibio cu an d o aplicaba la frase de H eraclito a su crítica de T im eo, y
así hay que en te n d e rlo tam b ién p a ra la p rim era p a rte , que San H ipólito fuerza un
ta n to p ara aplicarlo a la relació n de ‘ev id e n te ’ y ‘desconocido’, p ero donde en todo
caso no se tra ta p a ra n a d a de u n a disputa e n tre m isterio y conocim iento em pírico
ni de sentidos con intuición ni m enos, con m i le c tu ra , de u n a en tre sentidos, con
preferencia de los ojos sobre los oídos (q u e, de te n e r que elegir lógos en tal con
tien d a, discursivo y sucesivo com o h a de ser él, te n d ría que o p tar, al contrario,
p o r lo auditivo sobre lo visual), sino que sencillam ente se tra ta de op o n er la evi
dencia in m ed iata que las cosas dan , p u esto q u e razó n en todas se m anifiesta, con
las opiniones o ideas recibidas de p o e ta s o científicos, que son ju sta m en te las que
im piden ese en ten d im ien to in m ed iato de la razó n o lógica de contradicción que
las cosas o procesos m ism os, no som etidos a tales ideaciones o creencias, no p o
drían m enos de estar d eclarán d o le a cualquiera.
E s así com o este d o b le frag m en to se nos in se rta con o p o rtu n id ad y congruen
cia en este tran ce del libro en que lo pongo, rem atan d o el pasaje de la censura de
los pluriscientes, épicos, genealógicos o pitagóricos, en cualquier caso em bauca
dores de los m ás, que p refieren ver las cosas a través de las doctrinas que han
aprendido de ellos, m e jo r que sin m ás abrir los ojos a la evidencia de la lógica de
las cosas m ism as: pues al fin, com o en la p rim era frase se dice, es esa ópsis u o b
servación desp rev en id a la q u e ha de servir de en señ anza, m aestra y d esengañado
ra, p a ra las oídas o akoé de las ideas recibidas de las au toridades p o r los m ás y
cada uno.
34 101 D -K
ΕΔ1^Η<·/4ΜΗΝ· ÉK£WT<Ó>IÍ.
Aliquid exinde fort, resonat et in Philo de los. 22, 127 : έρευνησάτω δ1 έκαστος αύτόν καί
τόν ελεγχον οϊκοθεν άνευ τών παρ’ εμού πίστεων εϊσεται κτλ.
© ME INVESTIGUÉ A MÍ MISMO.
106 Razón común — Heraclito
cía indirectam en te en el hístoras al com ienzo de este p asaje, n.° 22, en cuanto que
am bos vienen a usarse p a ra referirse a la investigación científica) apenas puede
pensarse que se p ro d u je ra en el curso del libro a o tro propósito que al de p o ner
en co ntraste la sum isión a la au to rid ad de p o etas o pitagóricos p a ra la adquisición
de saberes m últiples con el m éto d o de la observación d irecta de las cosas, de m odo
que “M e investigué a m í m ism o ” q u iera en p rim er lugar decir, negativam ente,
“N o estudié doctrinas u o p in io n es” ; y es así com o sitúo este fr. ju stam en te en el
rem ate del p a sa je , crítico y m etódico, destinado a rechazar la plurisciencia y en
general las creencias com o m edios de llegar a sentir la razón o lógica de las cosas
y sus procesos.
L uego, adem ás, la frase, que es p o r cierto uno de los seis lugares en nuestros
frs. en que aparece la P rim era P erso n a Sg. (los otro s, en n .05 1, 33, poco más ad e
lante en n .os 39 y 40 y en n.° 91), no dice “a m í m ism o” sin la intención de que la
investigación se refiera a m í m ism o com o o b je to , siendo yo al m ism o tiem po, p o r
h ablar a lo filósofo, el S u jeto de la investigación, si tal cosa se im agina como p o
sible. E sto d eb e, de p rim eras, en ten d erse en dos sentidos: en u n o , tom ándom e sim
p lem ente com o o b je to , yo sería, según dice el añadido de P lotino, uno de los se
res, y p o r ta n to , ejem p lo de to d o ser (sin que a ello estorbe la v en taja de ser el
más inm ediato p a ra mi investigación), en cuya sola constitución lógica habrá sin
más de revelarse la lógica general o ley de razón que constituye el conjunto de las
cosas todas: pues ‘cada u n o ’ es ‘to d o s’ (en gr. pâs y en otras lenguas un mismo
cuantificador p u ed e servir a los dos usos) y, desde el m om ento que ‘to d o ’ es ‘un o ’,
‘u n o ’ tam bién es ‘to d o ’ (así en un E stad o p erfectam en te constituido “Y o soy el
E sta d o ” sería del to d o exacto), de m anera qu e, en cuanto fuese yo capaz de o b
jetiv arm e a m í m ism o to talm en te, no h aría falta la investigación de m ás objetos
p ara reco n o cer la ley general que hace ser a todos todos y a cada uno cada uno;
en el o tro sen tid o , el o b je to im plica in sep arab lem en te al su jeto , e.e. que ese m í
m ism o al que investigo no es o tro que yo m ism o que lo investigo: entonces, si lle
go yo a ser un investigador p erfectam en te lúcido, cándido, im parcial, desinteresa
do, en tal m edida yo no soy o tro que la razón m ism a, que, en su actividad o cara
subjetiva, da razón de la razón que lo rige to d o ; de m anera q u e, siendo yo razón,
está claro que b asta con estu d iarm e a m í m ism o p ara en ten d erlo todo: pues todo
está hecho y g o b ern ad o p o r razón. P ero m enos m alo será añ ad ir que los dos sen
tidos de la fórm ula tien en que m ontarse en uno m ism o, y que es precisam ente mi
total reducción a o b jeto lo que (un poco hacia la intención con que lo glosaba
M arx) m e vuelve su jeto v erd ad ero ; pues si algo es cierto, es que la oposición fi
lósofa (y vulgar) en tre ‘o b je to ’ y ‘su je to ’ es la que la razón descubre com o últim a
(o prim era) de todas las falsedades.
Y sólo en tal en ten d im ien to pued e decirse que la fórm ula heraclitana tiene algo
que ver, no ciertam en te con el gnóthi santón de D elfos y sus desarrollos en suce
sivas m ísticas del Y o (n ad a más enem igo de razón com ún), pero sí con la aventura
investigativa de m í m ism o hacia el reconocim iento de que no sé nada, la aventura
socrática, a la que el oráculo délfico que proclam a a Sócrates el más sabio hubo
de lanzar a S ócrates, y que n uestras fuentes p onen en parangón con la frase de
H eraclito (P lutarco) o se la atribuyen, confundiéndolo sin más con Sócrates (Aris-
tónim o) o p re te n d e n co n trap o n erla con el saberlo to do de H eraclito (así Proclo)
108 Razón común — Heraclito
o, sin duda con trad ició n m ás c e rte ra, aparece en D iógenes L aercio convertida en
eso de que H eraclito (al revés de los m ás) d eclarab a ya de m uchacho que no sabía
n ad a y acab ab a de viejo reco n o cien d o que lo sabía to d o ; lo cual, desde luego, tie
ne inm ed iatam en te q u e v er con la investigación q u e n u estra frase enuncia, y es
de e n ten d e r con precisión en el sentido de que la a v en tu ra de dedicar la propia
vida a investigarse a u n o m ism o n o p u ed e d ar sino, p rim ero , en descubrir que no
sabe uno n a d a de lo q u e creía sab er, y luego, en el reconocim iento de que ese h a
llazgo es to d o lo q u e u n o , com o tal u n o , p u ed e sab er; lo dem ás es cosa de la ra
zón com ún, que ciertam en te n o soy yo.
35 123 D -K
ΔΕ Κ Ρ Υ Ρ Τ Ε ^ Α Ι Φ ΙΛ ΕΕΙ .
Ac sine Heracliti mentione Idem De somn. I 2, 6 : έμοί τοίνυν δοκεί σύμβολον είναι τό
φρέαρ επιστήμης' ού γάρ έστιν επιπόλαιος αύτής ή φύσις, άλλα πάνυ βαθεία, ούδ’ έν φα-
νερω πρόκειται, άλλ’ έν άφανεϊ που κρύπτεσθαι φιλεί. Et Idem De spec, legum IV 8, 51 :
... τής φύσεως ούκ άεί κρύπτεσθαι φιλούσης, άλλ’, όπόταν καιρός ή, τό ’ίδιον κάλλος άπο-
φαινούσης άηττήτοις δυνάμεσιν.
Itidem Iul. Or. VII 216 c : φιλεί γάρ ή φύσις κρύπτεσθαι καί τό άποκεκρυμμένον τής τών
θεών ούσίας ούκ άνέχεται γυμνοίς εις άκαθάρτους άκοάς ρίπτεσθαι ρήμασιν.
Manii. IV 869 ss. : «Conditur en» inquit «uasto natura recessu mortalisque fugit uisus et
pectora nostra».
Sen. Nat. quaest. VII 30-31 : nec miremur tam tarde erui, quae tam alte iacent...... Quam
multa praeter hos (scii, cometas) per secretum eunt numquam humanis oculis orientia! Ñe
que enim orr nia deus homini fecit. Quota pars operis tanti nobis committitur? Ipse qui ista
Razón general 109
tractat, qui condidit, qui totum hoc fundauit deditque circa se, maior et sui pars operis ac
melior, effugit oculos: cogitatione uisendus est. Multa praeterea cognata numini summo et
uicinam sortita potentiam obscura sunt, aut fortasse, quod magis mireris, oculos nostros et
implent et effugiunt, siue illis tanta subtilitas est, quantam consequi acies humana non pos
sit, siue in sanctiore secessu maiestas tanta delituit et regnum suum, idem et se, regit nec
ulli dat aditum nisi animo. Quid sit hoc, sine quo nihil est, scire non possumus, et miramur
si ...
In Senecae textum: fecit : notum fecit uel patefecit add. codd. recc., edd. maior
et sui pars operis scribo : maior est pars sui op. codd. pier. : maiorque e. p. s. o. alii : maior
est sui op. alii : est dei. edd. idem et se scribo: idem se codd. pier. : id est se
recc., edd.
54 D -K 36
^ > t A. y t ,
A m O N l H Λ<Μ ΝΗ^ <Μ Ν ΈΜ ^ K f^ W .
Cfr. Hippocr. De uictu 111 : οί δέ άνθρωποι έκ τών φανερών τά άφανέα σκέπτεσθαι ούκ
έπίστανται. τέχνησι γάρ χρεόμενοι όμοίησιν άνθρωπίνη φύσει ού γιγνώσκουσιν' θεών
γάρ νόος έδίδαξε μιμεισθαι τά έωυτών γιγνώσκοντας à ποιέουσι καί ού γιγνώσκοντας à
μιμέονται. πάντα γάρ όμοια άνόμοια έόντα, καί σύμφορα πάντα διάφορα έόντα, διαλε-
γόμενα ού διαλεγόμενα, γνώμην εχοντα άγνώμονα, ύπεναντίος ό τρόπος έπάστων όμο-
112 Razón común — Heraclito
λογεόμενος' νόμος γάρ καί φύσις, οισι πάντα διαπρησσόμεθα, ούχ όμολογεϊται όμολο-
γεόμενα κτλ.
A d Hippolyti textum: (έστιν) suppl. Miller («post δε uocula uerme exesa in C, quam lacu
nam M expleuit uoc. έστιν» subnotat ed. Migne; ό θσ Wendland) et θεός ó suppleo : ότι
δέ ό θεός αφανής scribunt edd. τίς γάρ φησίν αρμονία ή cod., quod ut supra ui-
des interpunctum seruo : τί γάρ φησιν; αρμονία ή Bernays et Bunsen : έστι γάρ, φησίν,
άρμονίη Miller, edd.
A d Hippocratis: θεών : θεώι Μ : όσων Θ γινώσκοντας edd. : -οντες Μ.
© C ita S. H ip ó lito la frase p o r dos veces (según el texto que doy, sólo la p ri
m era literalm en te) en dos p asajes casi seguidos; la prim era vez lo introduce así:
“Y que (e s ) in ap aren te ( D io s ) , invisible, incognoscible, p a ra los hom bres, lo dice
en aquellas palabras: ‘A ju ste ...a p a re n te ’. E nsalza y m ira con m ás adm iración que
lo que se conoce lo incógnito y no a p a re n te de Su p o d e r” (tras lo que se enlaza
la cita del n.° 33); y líneas m ás ab ajo (tras h a b e r citado tam bién el n.° 10) añade:
“A sí H eraclito en c u en ta igual p one y aprecia las cosas aparen tes que las inapa-
ren tes, com o si reco n o cid am en te v inieran a ser u n a m ism a cosa lo ap aren te y lo
in ap aren te (é sta es la p a rte que he tra ta d o al final del com entario del fr. an terio r,
com o pud ien d o e n c e rrar algún rastro de lectu ra de otras líneas del lib ro ): pues
¿cuál es — dice él— el aju ste o h arm onía?: el in a p a re n te m ejo r que el a p a re n te ”
(y vuelve a continuación a sacar el n.° 33). P or su p a rte , P lu tarco , en el tratadillo
De la generación del alma en el Tim eo, lo trae así: “Pero del alm a nada hay que
sea acrisolado y p u ro de m ezcla ni qued a a p a rte de las dem ás cosas: pues ‘ajuste
... a p a re n te ’, según H eraclito , en el cual aju ste las diferencias y las otred ad es el
D ios que com bina las ha o cultado y su m erg id o ” . P ero acaso un eco m ás fiel de
este pasaje del libro nos conserva en su im itación, en tre o tro s, el del hipocrático
Sobre la dieta que en © cito: “P ero los h om bres no saben de investigar a partir
de las aparen tes las cosas inap aren tes: pues no se dan cuenta de que están usando
de artes asem ejadas al m odo de ser hu m an o . Q ue es que la m ente ( n ó o s) de los
dioses les ha en señ ad o a im itar lo que de los dioses era propio conociendo lo que
hacen y no conociendo lo que im itan. Pues todas las cosas son iguales siendo des
iguales, así com o concordes todas siendo discordes, conversantes ( dialegóm ena)
sin conversar, d o tad as de juicio siendo sin juicio, c o n trap u esta la m anera de cada
uno (con la de o tro ) al estar conform e (c o n e lla ): pues ley (n o m o s) y n atu ra
(p h y s is ) , que son con las que llevam os a cabo to d as las cosas, no están de acuer
do (e n tre sí) al estar de ac u e rd o ” .
A l m enos la relación de id en tid ad y oposición e n tre las relaciones y procesos
Razón general 113
de la realidad con las relaciones y operaciones lógicas, que es sin duda lo que la
frase qu ería suscitar, está en los citadores y en el p asaje hipocrático aceptable
m e n te p ercib id a en g en eral, au n q u e con diversas desviaciones. Pues ello es que
este ajuste o harm onie de q u e aquí se h abla es aquella h arm o n ía palíntonos o pa-
líntropos que en el n.° 42 va a p resen tarse m ás d eclarad am en te, esto es, la rela
ción lógica fu n d am en tal de la contradicción, y es p o r ta n to n o m b re de las synal-
láxies o en sam blajes de co n trario s que van a form ularse en el núm ero 46. Es a
este descubrim iento de la ley de contradicción lógica com o constitutiva de los se
res (cada uno y el co n ju n to ) a lo que se dedica esta p a rte central de la razón (de
su tra ta d o general o peri p á n tó n ) según la p resen te ordenación de los fragm entos,
y a esa p a rte cen tral sirven de introducción las sentencias del núm ero anterior y
de éste: b ajo el aju ste ap a re n te de las cosas (que es diferencia de una con otra y
definición de cada u n a) debe descubrirse el ajuste secreto o p u ra m en te lógico: la
lógica bajo la física.
A h o ra , qué es lo que vale exactam ente la com paración cuando se dice que el
ajuste in ap aren te es kréssón ‘m ás fu erte, d o m in an te, av en taja d o , preferib le’ que
el a p a re n te , pienso que debe estim arse así: las diferencias m utuas y consiguientes
identidades de cada una de las cosas tal com o aparecen no se desprecian absolu
ta m e n te , com o m eras fantasías o ilusiones (com o si las ilusiones no fuesen igual
m ente realid ad es), sino que se les concede la estim a de po d er ser reveladoras de
la razón o lenguaje que hace las cosas, que las cosas h ab lan , un lenguaje que de
ordinario no se oye y que es p o r ello secreto, un o rd en o harm onía que no apa
rece com o tal; y com o esa razón p ro fu n d a, que no suele oírse, es sin em bargo la
razón que rige las razones ap aren tes (recuérdese del n." 3 que “todas las leyes h u
m anas se crían de la sola ley div in a”), es en ese sentido m ás fu erte y dom inadora
de ellas; y com o, p o r o tro lado, si está o culta, lo está p o r las creencias en los ajus
tes ap aren tes, que siendo sólo reales se tom an com o verd ad ero s, con ello está di
cho que la razón escondida será m ejo r, e.e. m ás v e rd ad era, que las razones que
la recubren. Sólo pués el descubrim iento de la lógica oculta en las relaciones re a
les p uede, p o r anticip ar la fórm ula de los sofistas, ton héttó lógon kreítto poieín
‘hacer m ejo r la razón p e o r' o ‘vencedora la razón p e rd id a ’; y pienso que sólo en
tendiendo en tal sentido estas fórm ulas de introducción sobre las relaciones entre
lógica y realidad (la del n.° 35 y ésta) se p odrán e n te n d er m enos mal las procla
m aciones lógicas de esta p arte central del libro y aquello al fin de que a la razón
se la pueda n o m b rar no sólo guerra, sino tam bién fuego.
114 Razón común — Heraclito
37 93 D -K
4 * A IV A ^ , T ¿ M A X T eK W J^T í
Cfr. Luc. Vit. auct. 14 : αινίγματα λέγεις, ώ ούτος, ή γρίίρους συντίθης' άτεχνώς γάρ,
ώσπερ ό Λοξίας, ούδέν άποσαφεϊς.
In Plutarchi textum: (καί σε) suppi Reiske πρόλαβε scribo : πρόσλαβε codd.,
edd. Πυθία .... όψιν ordinauit Wyttenbach : πρός όψιν post Πυθ. habent codd.
donde m ás razo n ab lem en te cae este fam oso frag m en to, con tal de que la referen
cia del oráculo de D elfos se to m e a m odo de com paración con la m anera en que
lógos se m anifiesta; p a ra lo cual m e he p erm itid o incluir en él el hós ‘co m o ’, que
los ed itores suelen d a r al citad o r con el valor de ‘q u e ’. E s éste P lutarco, el único
que en su tratad illo Sobre que ahora n o da la Pitia oráculos en verso parece dar
una cita literal del p aso , del siguiente m odo: “Y tam bién conoces, creo, lo que en
H eraclito se dice, ‘com o el S eñor ... señ as’. P ero p rev en te con tan buenas razones
y hazte la id ea de q u e el dios de allí se vale de la P itia p a ra la audición, tal como
el sol se vale de la luna p a ra la visión” . T am bién u n trozo de no sé qué au to r con
servado en el Florilegio de E sto b e o , m enos literal, tiene asim ism o el hós, aunque
ligado al co ntexto del citador: “Pues así com o el S eñor que está en D elfos ni dice
ni oculta, sino q u e da señas, según H eraclito, así de los p receptos alegóricos de
P itágoras, en ta n to que el q u e p arece expresarse se e stá escondiendo, el que es
conderse se está co n cib ien d o ” . D e Jám blico ten em o s, en el tra ta d o D e los miste
rios, esta cita ad a p ta d a a su contexto: “Y de m an era sim bólica declaran el pensa
m iento del dios y el anuncio de lo porvenir, según H eraclito , ni diciendo ni ocul
tan d o , sino d an d o señas, ya que con el arte de la predicción re p ro d u cen el m odelo
de la fabricación de co sas” ; y del m ism o en o tro lugar, conservado en E stobeo:
“Y tal com o m u estran los hechos m ism os, el p ropio dios que está en D elfos, ni
diciendo, según H eraclito , ni ocultan d o , sino dando p o r señas sus adivinaciones,
despierta a la investigación dialéctica a los que escuchan los o ráculos” . E s, en fin,
una curiosidad que en un paso de la obrilla de L uciano se equipare el estilo de
A polo Pítico, no con el de lógos m ism o, sino con el del propio H eraclito , cuando
a su som bra se le dice “A divinanzas dices, oh tú , o com pones acertijos: pues, tal
com o el Sesgo, n ad a dices a las claras” ; ni es esta confusión en tre el m odo de re
velación de la razón m ism a y el estilo personal de H eraclito una táctica de distrac
ción que se qued e en L uciano solo.
P ero lo que aquí nos im p o rta es aprovechar la com paración p ara el m ás p re
ciso enten d im ien to de la dialéctica de física con lógica, de las relaciones entre la
realidad y la razón. E n p rim er lugar, las cosas y sus ajustes aparen tes no dicen o
razonan d irectam en te, p ero tam poco sencillam ente esconden, la razón verdadera
que los rige, la h arm onía in ap aren te; y luego, p ara sugerir cóm o es la relación en
tre lo uno y lo o tro , se em plea un verbo sem aínei, que, si encu en tra dificultades
de in terp retació n , es m ás bien p o r el éxito ex trao rd in ario que sus derivados han
tenido, sobre to d o ú ltim am en te, en los lenguajes técnicos de lógicos y gram áticos,
con los sem antem as y su p rogenie de sem as y sem em as, y la Sem ántica, que para
la G ram ática debía restringirse al estudio de los significados de las palabras que
los tengan , y que los lógicos pusieron de m oda p a ra referirse al estudio de los va
lores (de verd ad o falsedad) de las proposiciones. H ay ciertam en te una deleitosa
inversión dialéctica, cuando se im agina que los significados de las palabras dan,
con sus n o tas, señas de las cosas, supuestam en te exteriores o anteriores al lengua
je , que tra ta n de d e n o ta r, con lo cual es cierto qu e, en cuanto las m encionan, en
tan to las ocultan (pues qu e, al hacerlas ser, p a ra la designación, una cosa d ete r
m inada p o r tales n o tas, las hacen ser lo que precisam ente se supone que no eran),
inversión — digo— con respecto a lo que aquí razón parece e sta r diciendo, que
son las cosas, sus relaciones y procesos ap aren tes (y en tre las cosas, claro, los hom
116 Razón común — Heraclito
bres en general y sus ideas) las que dan señas de la razón v erd ad era que las hace
ser y p o r ellas h ab la, señas siem pre excesivas, p ro p iam en te infinitas (por em plear
‘p ro p iam e n te ’ ju sta m e n te al revés q u e C a n to r), y p o r ello m ism o vagas, im preci
sas, y así p arcialm en te engañosas. P e ro en fin, au n q u e tal inversión dialéctica no
carezca de in terés p a ra el en ten d im ien to de esto , m ás vale aten erse ah o ra al m e
nos elabo rad o valor sem ántico del “sém aínei”, com o sem e jan te al n u estro de “da
señ as” , y le e r sencillam ente que la relación es tal que ni los hechos revelan su ra
zón de ser ni tam p o co sin m ás la o cu ltan , sino q u e ofrecen la posibilidad de lee r
los, com o u n fa ri fien d o , ev id en tem en te p o r m edio de tácticas de selección y o r
denam ien to que saquen de la m en tira v erd ad , com o suele decirse; y lo que m ás
im p o rta, que ese “ni ... ni ..., sino . . . ” del tex to , debe leerse al m ism o tiem po
com o un “y ... y ..., esto es que el ‘d a r señ as’ qu iere decir sim ultáneam ente
‘re v elar’ y ‘o c u lta r’: las relaciones reales (con las creencias de los hom bres inclui
das) dicen la v erd ad al o cu ltarla y la ocu ltan al decirla; com o es n a tu ra l, puesto
que la razón está en esa co n tradicción m ism a, siendo ella lo co ntrario de la irra
cionalidad y a la vez lo m ism o.
38 86 D -K
© E s San C lem en te sin d u d a, en con tra de lo que suelen creer los editores, el
que da la versión m ás com pleta y literal del paso (“P ero esconder ciertas h o ndu
ras del conocim iento es in credulidad b u en a, según H eraclito: pues por increduli
dad suelen escapar de que se las conozca”), aun cuando d eb a pensarse que las pa
labras ‘ho n d u ras del co n o cim ien to ’ son una glosa que San C lem ente ha pu esto de
algo que estab a en el libro (sobre o tra aparición de gnósis ‘reco nocim iento’ v. sin
em bargo al n.° 10) y que tam poco en Plutarco aparece; en cam bio, la cita que éste
nos conserva en la Vida de C oriolano (“P ero sí, las más de las cosas divinas, según
H eraclito, p o r desconfianza suelen escapar de que se las conozca”) parece clara
m ente pro d u cid a p o r u n salto (m ás bien en la m em oria q u e en la lectura) m oti
vado en p a rte p o r la repetició n de p alab ra apistië-apistiëi y tam bién po rq u e al pro
pósito de su cita le b astab a a P lutarco con el últim o p redicado y le sobraba el
anterior.
Y a se ve que, leída así la frase, su buen en ten d im iento estriba en qué signifi
cado tenga el térm in o apistíé ‘in cred u lid ad ’, ‘desconfianza’ y tam b ién , refiriéndose
al o b je to , ‘in cred ib ilid ad ’, y hasta qué pun to se use con igual valor la prim era vez
que la segunda, valor que in evitablem ente ten d rá que ver con el su jeto y el objeto
a que esa actitud de incredulidad se refiera una vez y o tra . A sí pués, m antener
ocultas un a p arte de las cosas (el m én hace so b ren ten d er que no to d as), sean ellas
ias que sean (q u e en el tex to de C lem ente son p ro fu ndidades del conocim iento y
en el de Plutarco las m ás de las divinas), es una apistíé agathé, esto es, un acto
que a razón le p arece lo ab le, y que apenas p u ede e n ten d erse m ás que en el sen
tido de falta de fe o ju sta precaución p a ra con los hom bres, falta de fe en ellos
que será de razón m ism a, que p o r ello les oculta bajo la parcial revelación de las
apariencias la o tra cara de la v erd ad , sin la cual p o r cierto qu ed an sum idos en la
falsedad, pues la lógica de las apariencias se les convierte en creencia falsa; ahora
bien, ¿por qué razón alab a sem ejan te táctica suya de desconfianza para con los
hom bres?: es sin d uda lo que dice la segunda frase: que es por apistíé p o r lo que
aquellas cosas suelen escapar a su conocim iento; y ésta parece que ha de ser in
evitablem ente u n a desconfianza o incredulidad de los hom bres p a ra con las reve
laciones de razón; condición que razón estim a in h eren te al ser de los hom bres en
118 Razón común — Heraclito
39 50 ( 2 .a) D -K
hom ologeín o p o n erse d e acuerd o es algo q u e es p ropio que los hom bres hagan,
aun sin a te n d e r a ta n to com o a la lógica y a lo q u e en el libro de H eraclito pueda
decir ella, sim plem ente p o r o bediencia a una especie de d ecreto o decisión común
q ue, al p a re c e r, h an to m a d o en corporación los h o m bres en general; y si se me
perm ite p asar a in te rp re ta rlo en o tro s térm in o s, n o creo q u e sea infiel p en sa r que
se refiere al convenio q u e los h om bres han establecido p o r su m e ra condición de
hab lantes, ese a m o d o de senado (de subconscientes) que es la com unidad de los
partícipes de u n a lengua y de la lengua, lo cual ciertam en te les obliga a u n cierto
m odo de consenso u hom ología.
A esto debe co n trap o n erse lo que dice la segunda frase, y no m e pesa que la
cabeza de am bas, tal com o las ed ito , díkaion y so phón respectivam ente, m arquen
esa antítesis, d ejad a p o r lo dem ás, tal com o el texto nos h a llegado, a la p u ra yux
taposición: pues si la hom ología dicha (que no excluye la antilogía en tre ellos, sino
bien p o r el co n trario ) es sim plem ente debida o p ro pia de su condición de hom
bres, sop h ó n en cam bio, lo v erd ad eram en te astu to , con astucia tan profunda que
llegue a hacerse blanca inteligencia, es algo que en n u estro fr. sólo se dice de la
razón m ism a (com o en n.° 25 y com o se h ará m ás claro en los dos siguientes) y es
por ello u n a sola cosa (razón; y el hén ‘uno so lo ’ se le aplica tam b ién en n .os 25 y
41), no un consenso, sino un p u ro sentido com ún; el cual, con la lectura m ás pro
bable que hago del tex to , con entonación de com a tras hén, y que se refleja en la
prim era trad u cció n , se describiría enseguida com o un saber todas las cosas [la ter
cera traducción d aría un sentido casi equivalente; la segunda le atribuiría a lógos
una proclam ación algo trivial “todas las cosas son u n a ” : pues él te n d ría que añadir
al m enos “y no son u n a (sino m últip les)” ; y con la c u arta, el fr. se saldría de este
contexto y se acercaría más al del n .“ 25], en lo cual im porta precisar que con ello
en todo caso no p u ed e en ten d erse un saber to tal (totalizador y to ta litario ), que
sería un h ólon m ás que u n pánta, que im plicaría que, m ás que saber, era tener
sabido, y que p o r to d o ello resu ltaría rep u g n an te con razó n , sino tan sólo un lle
var la cu enta de cualesquiera cálculos o procesos, ser la razón que se ejercita en
todas y cada una de las razones que se produzcan y que aparece en cualquier synál-
laxis o co ntradicción, com o siendo el principio de contradicción m ism o (lo que no
le priva, com o verem os, de e n tra r a su vez en contradicción con sus propias for
m ulaciones), que es lo que aquí p arece que se quiere hacer valer frente a la ne
cesaria parcialidad de los raciocinios (y consiguientes opiniones) de los hom bres,
que así nunca p u ed en ser so p h o í de veras, inteligentes en tal sentido. No es, en
fin, a despropósito reco rd ar que el anecdotario p o sterio r (así en D iógenes Laercio
IX 5: v. en © a n.° 34) le h abía de atrib u ir a H eraclito la proclam ación de que
sabía todas las cosas {pánta egnókénai ‘tenerlas todas conocidas’), en lo que bien
cabe sospechar laten te la h ab itu al aberración asim ilatoria de confundir la razón,
el pu ro Y o que hab la y razo n a, con el Y o o p erso n aje de la H istoria; lo cual de
paso daría algún pie p a ra sosten er aquí la lección del m anuscrito.
122 Razón común — Heraclito
40 108 D-K
Vestigia loci uel eidem attinentia : Apoll. Tyan. apud Eus. Praep. Εν. IV 13 : ... θεω μέν
... ένί τε δντι και κεχωρισμένω πάντων.
Philol. 44 Β 20 D-K : εστι γάρ ήγεμών καί αρχών απάντων, θεός, είς, άεί ών, μόνιμος,
άκίνητος, αυτός έαυτφ όμοιος, ετερος τών άλλων.
Xenophan. 21 Β 23 D-K : άλλ’ άπάνευθε πόνοιο, νόου φρεσί πάντα κραδαίνει.
Heraclid. Pont. fr. 78 Voss : (έδόκει Π υθαγόρα) μηδένα είναι σοφόν ή τόν θεόν.
Epich. 23 Β 4 D-K : ... τό σοφόν εστιν ού καθ’ εν μόνον, άλλ’ όσσα περ ζή, πάντα καί
γνώμην εχει.
visto cóm o so p h ó n ‘v e rd a d e ram e n te a stu to ’, ‘in telig en te’ funciona com o un apodo
de razón m ism a, que m ás a d e la n te ju g a rá tam b ién con otros n o m bres, m ás físicos
que lógicos, com o ‘g u e rra ’ o ‘fu eg o ’.
P o r lo d em ás, el p aso en laza b ien con los anteriores y con el siguiente, como
insistiendo de varias form as en lo único, esto es, in com parable y p o r tan to incon
table (pues es él el q u e cu en ta) de lógos; lo cual aquí aparece ta n to m ás efectiva
m en te cu an to q u e se le co n tra p o n e con los lógous de los hom bres que he oído
— dice H eraclito , y es la q u in ta vez que en n uestros frs. usa la 1." Pers. Sing.— ,
com o d an d o a e n te n d e r q u e las razo n es, au n siendo ejercicios de razón, son otra
cosa que la razó n , están p rivadas de razó n , y que lo están precisam ente en cuanto
que ninguna de ellas llega a este reconocim iento m ism o de que la razón está apar
te y fu era d e to d as las razo n es, com o lo está de las cosas m ism as, sus relaciones
y procesos, q u e sin em b arg o son tam b ién ejercicio de razón: pues es vana la con
tien d a en tre la in te rp re ta ció n con un p á n tó n n e u tro , “sep arad a de todas las las co
sas” y la con p á n tó n m ase, que p ro p u siera H eid el, “sep arad a de to d o s” , ya que
ningún h o m b re ha alcanzado la sabiduría, que es conocer a lógos: p ero razón, al
estar ap arte de las cosas, q u e sin em bargo rige, está p o r ello m ism o igualm ente
ap arte de las ideas de los ho m b res, p o r m ás que sean tam b ién pro d u cto de razón.
Lo qu e im p o rta p ués es e n te n d e r esta contradicción de ‘estar fu era / estar den
tr o ’ (un filósofo p referiría sacar n om bres y h ab lar de ‘trascen d en cia’ y de ‘inm a
n en cia’, a fin de q u ed arse acaso un poco m ás tran q u ilo, p o r esa virtud que la de
nom inación tien e p o r sí m ism a de d arn o s la ilusión de que sabem os lo q u e esta
m os diciendo, p u esto que ten em o s sus nom bres en el vocabulario), que es la con
tradicción íntim a de lógos m ism o, principio de contradicción, es decir la que le
hace e n tra r en contradicción consigo m ism o. E sa contradicción, p o r lo dem ás, no
req u iere ya a estas altu ras m ucha glosa: la razón está en todas las razones, la len
gua está en cada acto de h ab lar (y en cada h a b la n te ), la gram ática general e stá en
la gram ática de cada u n a de las lenguas (y en su evolución), y en fin, com o la rea
lidad o en jam b re de las relaciones e n tre las cosas y sus procesos es inseparable de
la operació n lingüística, que las hace ser cosas p ro p iam en te dichas con sus nom
bres, tam b ién en to d a relación y proceso de la R ealid ad está la razón intervinien
do; y sin em b arg o , p o r el o tro lado, es claro q u e ninguna frase es la lengua (ni
serie de frases, p o r m ás q u e q u iera ser sin fin), ningún hab lan te es el puro re p re
sen tan te de la lengua q u e hab la (com o se ve en que ni él ha dictado sus leyes ni
es dueño de su te so ro ), desde el m o m en to en que no soy p u ram en te Y O que dice
“Y o ” , sino u n o e n tre o tro s; y en ninguna de las razones p u ede e star la razón, ya
que p o r fuerza se en fren ta n y dialogan la una con la o tra y razón es la razón de
diálogo y co ntradicción; y así la razón que rige la organización y desorganización
de las relaciones e n tre las cosas y constituye la id en tidad de cada u n a en su dife
rencia con las o tras n o p u e d e ser u n a cosa en tre las cosas ni estar en la R ealidad.
E s así com o la razón está m etid a en to d o y está fu era de to d o al m ism o tiem po,
y es esa condición de e sta r fuera y d en tro la que la separa de to d a cosa (y p erso
n a ), obligadas com o están ellas a o b ed ecer al principio de no contradicción para
te n e r un p u esto en este m undo. P u ed e que los h om bres en general olviden lo pri
m e ro , la p resen cia d e la razó n en to d o com o ra z ó n com ún; p ero acaso m ás inca
paces son de reco n o cer esto segundo, la separación de la razón de todas las cosas
124 Razón común — Heraclito
41 32 D -K
© ο ΰνο μ α E useb i D .
lógos; y m e tem o q u e esa distracción hacia lo sem ántico haya seguido prim ando
en m uchos de los co m en tad o res del fragm ento.
P ero es de p en sar q u e esa trasposición del n o m b re divino a designación de prin
cipios de la R ealid ad e ra ya p a ra H eraclito u n a trivialidad, después de las espe
culaciones científico-teológicas de Ferécides de Siros o de Sam os y de los órficos,
y que aquí sim plem ente da p o r supuesto el significado religioso-científico del nom
bre Z eu s y lo utiliza, m ientras que en cam bio lo solo im p o rtan te de la frase es la
sintaxis, p o r la que se dice de lo in teligente que es lo único que “quiere y no quie
re ” (pero curio sam en te con el o rd en “n a tu ra l” invertido, “no qu iere y q u ie re ”) al
m ism o tiem po que se le llam e con tal n o m b re. “N o q u ie re ” y sin em bargo “quie
re ” son adem ás térm in o s que tocan al principio m ism o de v o luntad (verbo ethéló,
que suele v aler m ás bien p o r algo com o ‘estar dispuesto a ’, ‘no te n e r inconvenien
te e n ’, ju n to a su casi-sinónim o boúlom ai, que im plica m ás bien algo com o ‘tener
em peño e n ’, ‘estar en la decisión d e ’, v. en © a n.° 103), que to can — esto es—
al centro m ism o del ser; y p o r o tra p a rte , lo que no quiere y q u iere es que se le
diga o razo n e, légesthai, el verbo de que es nom b re lógos.
N o quiere pués razón q u e se la razone b ajo n o m bre, que se la denom ine: n a
tu ra lm en te , puesto q u e el n o m b re o idea es la m u erte de la razó n , y e n el m o
m ento en que se la d en o m in e, así sea con el m ás alto y general de los nom bres
que puedan im aginarse, Z eus sublim ado a principio de to d o ser, D ios, en ese m o
m ento se la está h aciendo ser lo que no era, se la está haciendo ser, cuando ella,
que es la que hace ser a los seres todos lo que cada uno es, no p u ed e hacerse ser
a sí m ism a, so p en a de que con ello q u ede fija en su conclusión y paralizada en
su actividad lógica y creación de seres: u n a razón razonada ya no es razón que ra
zona. Y quiere sin em b arg o , adm ite, acepta, que se la llam e con ese nom bre sumo
o nom bre de los n om bres: m ejo r dicho, es la única a la que se p o d ría dar ese nom
bre de Z eus totalizador: pues cu alquier o tra idea a la que el n om bre se aplique,
así sea la de ‘to d o ’, ‘to d as las cosas’ o ‘to ta lid a d ’, resultará siem pre lim itada y cor
ta respecto a la p reten sió n , ya que siem pre q u ed ará fu e ra de la idea aquello que
la idea: pues Z eus, com o se ve en los versos de E squilo citados p o r C lem ente, no
puede ser sólo to d o , sino tam bién lo que esté p o r encim a o más allá de esto; y así
es com o se aviene a m edias a recibir el nom b re de los nom bres, sea el de Zeus,
o sea tam b ién , p a ra el caso, el de lógos o el de to sophón, que tam bién son nom
bres de lo inden o m in ab le. P ero el p u n to está en que no quiere y quiere al mismo
tiem po, y al hacer así lo que ningún ser pued e (pues todo ser ha de q u e re r ser lo
que es, y ta n to m ás d ecididam ente cuanto más de verdad lo sea: firm eza de la vo
luntad no es o tra cosa que seguridad en la definición), se ap a rta con tal enunciado
de los seres todos (v. n.° an terio r) y se enuncia a sí m ism o com o principio de con
tradicción, de id en tid ad y d iferencia, razón de ser de las cosas todas.
126 Razón común — Heraclito
O S ΙΛ^ΙΜ ? A U ^ E fo M E líW
/É<*>V Τ0>|.. ^VM<t>É fETAl^ !<*>Vr4l ÓH<>-
Λ Ο ΓΕΕΙΚ ‘ Γ / Α λ ίκ Τ ^ Γ Ο ^ Α Ρ Μ Ο Ν ΙΗ ..
OK<^m TÓ^OV MI AVPH ¿ .
Cfr. Porphyr. De antro nymph. 29 : καί διά τούτο παλίντονος ή αρμονία, καί τοξεύει διά
τών εναντίων.
Et aliquid fort, exinde resonat Scythinus apud Plut. De Pyth. orac. 17, 402 a : περί. τής
λύρας' «ήν αρμόζεται Ζηνός εύειδής ’Απόλλων, πάσαν άρχήν καί τέλος συλλαβών, εχει
δέ λαμπρόν πλήκτρον ήλίου φάος».
Razón general 127
r o )’; p e ro , com o aquello es lo que da la cita de H ipólito (y los más de los M S S del
D e tranquillitate anim i o D el buen h u m o r) y com o, p o r o tra p a rte , siendo pa l in
to nos n o to rio e p íteto hom érico p a ra arcos, tóxa, e n tien d o bien su introm isión en
vez del palíntropos, p e ro al revés n o la en tie n d o , .m antengo el ‘de c o n tra v u e lta ’,
que es pro p io y suficiente p a ra el e n ten d im ien to , con tal de que se piense, m ejo r
que en la en sam b lad u ra de los in stru m en to s, en su función: p ara el arco, las te n
siones co n trap u estas de los brazos del a rq u e ro sob re m ástil y sobre cuerda, que
cooperan a un solo efecto , y p a ra la lira, el alejam ien to hacia lo agudo en un sen
tid o , hacia lo grave en el c o n trario , que viene a d ar, al alcanzar la separación m á
xim a o de octava, en el unísono p erfecto.
P or lo dem ás el “no e n tie n d e n ” , referid o sin d uda a los hom bres en general,
recu erd a el axynetoi del n." 17 y el 1 (v. © allí), au n q u e m ás de cerca vendría e n
lazando con el “de cu an to s h e oído, n in g u n o llega a ta n to com o...” (n.° 40); en
todo caso, es condición precisa, p a ra que las cosas sean com o son, que los h o m
b res en general no en tie n d a n de veras la ley de razó n , que diferencia es identidad
(pues, si lo en ten d iesen , serían razón ellos m ism os, y no ellos p o r tan to ); y en efec
to , de que cum plen esa ley de no e n te n d e r dan ya testim onio los citadores an ti
guos de esta frase: así P lató n en el Banquete, au n q u e hay que decir que p o n ién
dolo en el discurso de E rixím aco, a quien no caracteriza com o especialm ente agu
do; pero es curioso v er cóm o lo dice: “E n cu an to a la m úsica, tam bién es claro
p a ra cualquiera, p o r poco que p are m ientes en ello, que se en cu en tra en las m is
m as condiciones que esas artes ((q u e está g o b ern ad a p o r el dios de a m o r)), tal
com o quizá tam b ién H eraclito q uiere razo n arlo (que lo que es por las locuciones
que usa no lo razo n a bien): pues dice q u e lo u n o , discordando ello consigo mis
m o, (co n sig o ) con cu erd a, com o aju ste de un arco y de u n a lira. P ero es m ucha
sinrazón ( alogía) decir q u e el aju ste o h arm o n ía d iscuerda o que lo es de elem en
tos que están disco rd an tes todavía; lo que es que acaso quiso decir lo siguiente,
q ue de elem en to s antes d iscordantes, lo agudo y lo grave, p ero que después se
h an puesto en acu erd o ( h o m o lo g ésá n tó n ) tiene n acim iento” , etc.; au n q u e es ju s
to añadir tam b ién que esa escap ato ria favorita de asim ilar la contradicción d esa
rrollándo la “en el tie m p o ” el p ro p io P lató n la corrige en p arte en el conocido paso
del Sofista en que se com para a E m pédocles (“las M usas m ás b landas”) con H e
raclito ( “las m ás ten sas”): “Pues ‘d iscordando siem pre co n cu erd a’ dicen las m ás
tensas de am bas M usas, m ientras que las m ás blandas rela jaro n la condición de
que eso sea así siem p re” , etc. E n cu an to a P lu tarco , con ver que en sus tres citas
está añadida la p a la b ra k ó sm o u y que p o r ta n to la cosa qued a referida a la h a r
m onía del cosm os, ya se percibe lo lejos que se ha desviado en la interp retació n
asim ilatoria o científico-religiosa, y apen as si m erece rec o rd a r el p asaje del D e la
procreación del alma en el Tim eo, que dice así: “ ... y es vida del T odo intelectiva
y harm o n ía y razón q u e tra e con p ersu asió n m ezclada la fuerza de necesidad
( anánkén), a la que llam an los más destino (h eim a rm én ën ), pero Em pédocles am or
a la p ar que re y e rta , y H eraclito ajuste de co n traten sió n del cosm os, com o de lira
y arco, y A n ax ág o ras juicio ( n o ú n ) e in fin itu d ” ; y m ás lejos aún están los versos
de Escítino d o n d e ap arece A polo aju stan d o la lira universal y tañ én d o la con los
rayos del sol (v. a n.° *136). P orfirio en su D e la gruta de las N infas ha jugado no
sin cierta gracia con las p alabras q u e reco rd ab a: “Y p o r eso es de contratensión
Razón general 129
D -K
ciertan, y los m enos diferen tes los que conciertan m en o s” , e tc .; donde m e parece
que el m e jo r m odo de descifrarlo es refiriéndolo a la escala m usical (aunque el
ajuste o h arm o n ía no d eb e referirse al acorde sinfónico o sim ultáneo, poco e je r
citado e n tre los antiguos, sino al sucesivo o sim plem ente m elódico, p o r más que
sea bien sabido que las consonancias o disonancias en la línea m elódica son las
m ism as que en la unió n sinfónica), en la cual las dos notas m áxim am ente diferen
tes, am bas del m ism o n o m b re, p ero no de igual sonido, una aguda y o tra grave,
es decir sep arad as u n a o ctava, son las que m ejo r co nciertan, en tan to que las m í
nim am en te sep arad as, p .e j. a m enos de to n o o de sem itono, son las que concier
tan m ás difícilm ente.
80 D -K 44
ÍAÉ(e|IY δε) ΧΡΗ T¿K FÓAEMOtf É-WflÁ
h 4 m k / i AÍRHK EhN IU I ΓΙΓΑΤΦ-
ME/YA PÁNT4 ΚΛΓ epiií k4 xfw m em .
Cfr. Plut. De soli. anim. 7, 964 c : ... Εμπεδοκλής καί Η ράκλειτος .... πολλάκις όδυρό-
μενοι καί λοιδοροϋντες τήν φύσιν, ώς ανάγκην καί πόλεμον οΰσαν, αμιγές δέ μηδέν μηδ’
ειλικρινές εχουσαν κτλ.
rra o principio de co n tradicción com o siendo com ún a todos y todas las cosas, y
especialm ente se hace v er que lo que se llam a justicia no es m ás que p leito, esto
es, que el ap a re n te equilibrio de unas cosas fre n te a o tras no consiste en m ás que
en su m u tu a co n trap o sició n , in com patibilidad, rivalidad p o r u n m ism o sitio (que
dos no p u e d e n o cu p ar al tiem p o ), y que es, en fin, ese principio de contradicción
el que rige los proceso s de las cosas to d as, p o r los q u e viene cada u n a a ser lo
que es y p o r los q u e se tran sfo rm an unas en otras y llegan a ser lo que no eran;
que es tam b ién la m a n e ra en q u e, según el difícil chreómena, se sirven u n a de otra,
en cuanto que es el h echo de que B no sea A lo que le perm ite a A ser A (y no B ).
T o d o lo cual, según la restitu ció n que hago del com ienzo del fragm ento, como
algo que se d eb e (diré) p ercibir (con el Inf. jon io idéein ‘ver’, m ás justificable fi
lológicam ente q u e la c o n je tu ra h ab itu al eidénai ‘sa b e r’; pero la diferencia no toca
m ucho al sen tid o , salvo que ese ‘v e r’, equivalente de ‘p a ra r m ientes e n ’ o ‘en ten
d e r’, alude al golpe de vista o d escubrim iento, m e jo r que no el ‘sa b er’, que, al
valer p o r ‘te n e r v isto ’, p o d ría im plicar un ‘te n e r sab id o ’, ‘h ab erse hecho una idea
de ello ’, q u e no es ciertam en te lo que razón pide) y q u e, si se d eb e , es ju stam en te
p o rq u e está d eb id o , p o rq u e no es lo que les pasa a los hom bres en general, que
p o r el con trario se creen que la justicia es lo con trario (y final o resolución) de la
con tien d a y que la “coexistencia pacífica” de los contrarios es verd ad eram en te una
paz, sin v islum brar la g u e rra que en verd ad es esa paz, aunque sólo sea p o r el h e
cho de que (saltando al siguiente nivel lógico) ‘p az’ no tiene m ás significado que
el que le da su co ntraposición con ‘g u e rra ’. P o r lo dem ás, la aparición de lógos
com o principio de contradicción ya nos ha hecho discurrir en © a los frs. an te
riores, y con n o m b re de g u erra vuelve a ap arecer en el siguiente, y p ro b ablem en
te inm ediato o m uy cercano en la ordenación del libro.
53 D -K 45
Ρ<>ΛΕΜΟ$ ΡΛΚ T<¿N ME Y ΓΆΤ Hf
P ÍN T E N AÈ ' M 'i T O Y Í MfK
Sine Heracliti mentione Lucian. Qiiom. hist, conscr. 2 : ... καί ώς έοικεν, αληθές άρ’ ήν
εκείνο τό «πόλεμος απάντων πατήρ», ε’ί γε καί συγγραφέας τοσούτους άνέφυσεν ύπό μια
τή όρμή. Et Id. Icaromen. 8 : ετερος δέ τις ούκ ειρηνικός άνήρ πόλεμον τών όλων πατέρα
εΐναι έδόξαζεν.
tre la del n.° 85 y, tra s u n a intrig an te repetición del final del n.° 42, la del n.° 36,
p reced id a de esto: “Y q u e es el p ad re de todas las cosas nacidas” (según una vieja
co n jetu ra aten d ib le, “Y q u e es la (g u e rra ) p ad re d e ...”) “génito ingénito, crea
ción c read o r, le oím os a aquél diciéndolo: ‘G u e rra ... libres” ’. P o r o tro lado, en
u na p a rte co n servada del D e pietate de F ilodem o (cfr. al n.° 44) se encuentra una
cita de C risipo estoico al te n o r siguiente: “Y en el (lib ro ) te rce ro (d e l Sobre el
ser de las cosas d ice) q u e el m u n d o es uno solo el de los seres intelectivos, re p ú
blica ju n ta m e n te de dioses y de ho m b res, y que la g u erra y Z e u s son el m ism o,
tal com o dice q u e tam b ién H eraclito d iscu rre” ; d o n de h ab ría algún m otivo p a ra
su p oner en la m em o ria del estoico resto de u n a frase distinta del libro en que ex
plícitam ente se d ije ra que G u e rra y Z eus son el m ism o (H Ô U T Ô S P Ó L E M O S
K A Î Z E Ú S , tal com o en n.° 129 se dice “E l m ism o H ad es y D io n iso ”), aunque
tal vez sea m ás p ru d e n te p e n sa r que se tra ta de u n a form ulación de C risipo, d e
ducida de la co nsideración c o n ju n ta del n.° 41 y de éste, en que a P olem os se le
da el trata m ie n to patér p ro p io de Z eus. U n a cita parcial del paso se hace tam bién
p o r dos veces en el co m en tario de Proclo al Timeo, directa en un lugar (“Y si es
que el no b le H eraclito m iran d o hacia eso m ism o decía lo de ‘G u e rra p ad re de to
dos’, tam p o co ése decía n ad a a b su rd o ”), indirecta en otro: “Y otros hay que el
que esas cosas se hay an prod u cid o de tal m odo no lo rechazan, sólo que (d icen )
que se las recibe a h o ra p o r tradición com o im ágenes de las contradicciones ( enan-
tióseis) que h u b o antes en el tod o : pues dicen que g u erra es el p ad re de todas las
cosas, según H e ra c lito ” . T am bién en el D e Isis y Osiris de P lutarco hay una refe
rencia al paso: “ ... h ab ien d o los helenos ... sacado la leyenda d e que de A frodita
y de A res es nacida H arm o n ía ... P ero m ira a los h o m bres de ciencia concordando
con eso: pues H eraclito d erech am en te a g u erra la n o m bra p ad re y rey y señor
(.k y rio n ) de to d as las cosas” . E cos, en fin, hay de la sentencia en L uciano, uno
en el C óm o se escribe la Historia, haciendo un razo n able chiste, al co m entar cóm o
las recientes guerras h an prom ovido una tu rb a de h isto riad o res, “y, a lo que p a
rece, resulta que e ra verdad aquello de ‘G u e rra p a d re de to d o s’, en vista de que
de un solo im pulso ha criado tan to s h isto riad o res” , o tro en el Icarom enipo: “P ero
no sé qué o tro , v arón n ad a de paz, opinaba que g u erra es p a d re del conjunto de
to d o s” (hólón en vez de pántón).
P o r lo d em ás, lo q ue el paso dice es tan claro y preciso, que b astará con p a
rarse aquí a percibir el valor ju sto de los térm inos em pleados: P ólem os ‘gu erra’
es, p o r un lado, patér, com o Z eus patèr andrón te theón te ‘p ad re de hom bres y
dioses’ (v. m ás a rrib a ), lo cual, sin excluir la p a te rn id a d n atu ra l (lo natu ral que
sirve com o justificación de lo social o in m ed iatam en te real), a lo que prim aria
m ente alude es a la función de jefe o regidor (de la fam ilia o de la G ran Fam ilia);
y es, p o r o tro lado, basileús ‘re y ’, p ero con preem in encia e n tre sus funciones de
la de ad m in istrad o r de la justicia (com o varios em pleos del térm ino en diversas
gobernaciones helénicas d em u estran ), y son esas funciones, de regidor y de ju ez,
las que a la g u erra, q u e es la lógica co n trad icto ria, se le atribuyen con razón, en
cuanto que es ella la q u e establece y m an tien e la ordenación de las cosas de la
realidad (y e n tre ellas los hom bres de la sociedad) en géneros y clases, en que,
con la con tradicción deb id a, cada u no es irred u ctib lem en te d iferen te de cualquie
ra o tro y al m ism o tiem p o el m ism o que los dem ás, en cuanto ejem p lar de la mis-
136 Razón común — Heraclito
m a clase o g én ero ; y asim ism o hace justicia e n tre las cosas (hom bres incluidos),
en cuanto q u e d eterm in a cuáles son las p ro p ied ad es de cada u n a, p e ro tam bién,
con la contradicción d eb id a, las p ro p ied ad es de cada clase y g énero, que son tam
b ién casos de cosas, y a decir v e rd a d , las p rim eras en cuanto a determ inación de
su ser p ro p io y definición, de las cuales las individuales no p u ed e n ser sino forza
das im itaciones.
P ero estas actividades de P a d re y R ey se h acen m ás explícitas en los ejem plos
que siguen en el frag m en to , según u no de los cuales “a los unos los h a designado
(pero ju stam en te édeixe, h a señalad o o n o m b rad o a d ed o , com o P ad re o R ey, p o r
acto inm ed iato de arb itrio so b eran o ) dioses, a los o tros h o m b re s” , es decir, que
ha establecido la m ás alta división de clases e n tre los seres p hrónim oi, inteligentes
(ni que decir tien e q u e las sucesivas divisiones, com o ‘ho m b res / m u je res’, ‘dio
ses /d io s a s ’, ‘niños / ad u lto s’, ‘viejos / jó v e n e s’, e tc ., están hechas p o r acto del m is
m o d ed o ), y según el segundo ejem p lo , “a unos los ha hecho (epoiêse, que bien
ha querid o ahí razó n m arcar la id en tid ad e n tre la designación arb itraria y la p ro
ducción m aterial) esclavos, a los o tro s lib res” , es decir, que ha establecido la p rin
cipal división de clases sociales, de las que o tras sucesivas, com o ‘patricios / p le
beyos’, ‘burgueses / p ro le ta rio s’, ‘funcionarios / m arg in ad o s’, etc ., es evidente que
son m eros desarrollos del m ism o acto de creación.
U n a cosa, sin em b arg o , conviene ad v ertir an te situaciones com o ésta, en que
lógos o razón to m a n o m b re de guerra: pues el decirse que eso es sim plem ente un
uso figurado o p o r m e tá fo ra del n o m b re p u ed e d escarriar del entendim iento: si la
razón o lógica q u e establece y o rd e n a la realid ad sem ántica, haciendo que cada
uno sea el que es p o r ser o tro que los dem ás y a la vez uno de un co n junto gracias
a ser el m ism o que los o tro s, con el resto de la tax o n om ía y ordenación jerárq u ica
que ello co m p o rta, si tal razón p u e d e , p o r m etá fo ra , llam arse tran q u ilam en te gue
rra , es en virtud de q u e los choques llam ados m ateriales en tre las cosas, incluidas
las guerras de los ho m b res, son a su vez m etáfo ra de aquellos procesos lógicos: y
ciertam en te no son las guerras o tra cosa q u e operaciones lógicas diversas de d e
term inación p o r d ep en d en cia y de definición de id en tid ad , esto es, de estableci
m iento y salvaguarda de fro n teras en tre en tid ad es que, p a ra ser cada una lo que
es y todas en co n ju n to to d as, necesitan d iferenciarse m u tu am en te, determ inarse
una p o r o tra p o r regulación de la m u tu a d ep en d en cia, q u e d ar unas com prendidas
den tro de o tras según b u e n a o rd en ació n je rá rq u ic a, o cupar cada cual el puesto
que en el co n ju n to le co rresp o n d e, y en la prosecución sucesiva del proceso, asi
m ilar cada u n a a otras o d ejarse asim ilar p o r o tra , p ara , con la transform ación,
asegurarse de o bien seguir siendo la m ism a o bien d esaparecer.
Razón general 137
10 D -K 4 6
C fr. H i p p o c r . D e n u trim . 4 0 : τ ό σ ύ μ φ ω ν ο ν δ ι ά φ ω ν ο ν , τ ό δ ι ά φ ω ν ο ν σ ύ μ φ ω ν ο ν .
In Apulei textum: impete scribo : per se codd., edd. nubilis scribo (scilicet ad illud
σκοτεινφ attinens) : mobilis codd. : nodulis Kroll : modulis Seal. (orsus) suppleo :
est (elocutus) Thom. sub instantia scribo : suo instantia codd. con
fundit codd. : confudit edd.
de ‘am bos a la u n a ’ (las raíces sem ánticas a las que se ad h ieren son, en la co rre
lación prim era, la m uy g enérica -pher-, de m a n e ra q u e la p a re ja sugiere, espacial
m en te, algo com o ‘convergente / d iv erg en te’, y en espacio lógico, algo com o ‘coin
cidente / d ife re n te ’, y la raíz, del len g u aje técnico m usical, -aeid- ‘c a n ta r’, con la
cual resu lta algo com o ‘uníso n o / d íso n o ’; p ero lo esencial del juego lógico está
en el de los p refijo s); y se cierra la serie de ejem plos con un p a r de pares de o tra
estru ctu ra lógica, p u esto q u e se tra ta de dos p redicaciones co n trapuestas con m u
tu o intercam bio de los térm in o s T y E (thêm a y rhéma, p o r así llam arlos), una de
ellas en que T es ‘de to d a s las cosas’ y lo q u e de él es dice es ‘u n a sola’, la o tra
en que T es ‘de u n a so la’ y lo que de él se dice es ‘todas las cosas’: es decir que
razón ju eg a con el ya sabido d escubrim iento en q u e la razón se volvía sobre su
lenguaje, descub rien d o q u e to d as las diversas cosas de la realid ad que él distingue
p o r sus n om bres son en v erd ad to d as u n a (ése es el m o m en to que se suele sim
bolizar con el n o m b re de T ales de M ileto ), p ero ju e g a a la vez con el m om ento
lógico inverso o de reflexión sobre la reflexión, q u e es la revelación de que en uno
solo están en verdad las cosas m últiples y diversas, que la unidad im plica la to ta
lidad de las m ultiplicidades. Sin em b arg o , lo m ás im p o rtan te p a ra la razón es que
am bos m odos de la synállaxis e n tre los térm in o s ‘u n o ’ y ‘to d o s’ juegan a su vez
en una nueva correlació n , a sab er, q u e “de to d as las cosas, una sola” , al m ism o
tiem pc que ser lo o p u esto de “de u n a sola, to d as las cosas” , es tam bién idéntico
con ell , com o nuevo ejem p lo de la correlación fu n d am en tal en tre ‘id en tid ad ’ y
‘diferencia’ que aquí está p ro clam an d o la razón; y es de n o ta r cóm o, co rrespon
d ien tem en te, en ta n to q u e la sintaxis e n tre T y E , e n tre ‘to dos y u n o ’, ‘uno y to
do s’, se m an tien e asindética (y la com a e n to n ativ a que une y separa a T con E es
equivalente de la cópula ‘es’), en cam bio la correlación e n tre correlaciones se se
ñala con el doble ka i ‘y ta m b ié n ’, que no sin vacilaciones nos ofrece la tradición
textual del Oaso.
E n cuanto a la o rd en ació n de los frag m en to s, he estim ado que, después de la
form ulación general de la g u erra o contradicción com o principio lógico (n .os 44 y
45), con este deb ía co m en zar (sin que piense en un enlace inm ediato en el libro)
la serie de p asajes en qu e la razón se p o n e a sí m ism a en o b ra y no habla de la
contradicción, sino q u e la realiza en las form ulaciones de las synápsies, synalláxies
o correlaciones (v. los n .os siguientes), q u e es lo q u e se m e aparece com o el n ú
cleo o cen tro de esta p rim era p a rte , lógos o discurso g eneral, del libro.
Razón general 141
so ( i . a) d -κ 47
tlvou to fiocv SioL^çj. coy o<:S>
io(í.^£íov; yr-
v^tov άγ£v ^ o v ^ v ^ r o v á W v ^ c o v ; loyov
cx.Ígjvo¿} ηοέζε^οζ υιόν.
© Es el com ienzo (v. Prolegóm enos) del pasaje de la R efutatio en que San H i
pólito, tras a d e la n ta r la iden tid ad en tre las doctrinas de N oeto y las de H eraclito,
se ap resta a sacar del libro de H eraclito form ulaciones que p ru eb e n el aserto. E sta
prim era, citada en Infinitivo ( “H eraclito , p ues, p o r su p a rte , dice que . . . ”), bien
podría sospecharse q u e no es p ro p iam en te u n a cita, sino una especie de resum en
del pensam ien to h eracliteo qu e, ya ciertam en te im itando la sintaxis de las co rre
laciones heraclitan as (cfr. n .os 46 y 48), ha ad elan tad o San H ipólito; si no fu era
que, ciertam en te, las tres p rim eras correlaciones, ‘divisible / indivisible’, ‘génito /
in génito’, ‘m o rtal / in m o rta l’ p u e d e n bien suponerse form uladas por el santo p a
d re, no siendo los térm inos peculiarm en te h eraclitanos, y sí triviales en la tra d i
ción filosófica y teológica (aunque p a ra lo de ‘m o rtal / in m o rta l’ hay q u e aten d er
a n .os 65-67; en cu an to a la cuestión de ‘in g én ito ’ v. el n.° 81; y aunque lo de ‘d i
visible / indivisible’ no aparece explícitam ente en ningún o tro de los fragm entos,
resulta qu e es una correlación de p rim er o rd e n , en cu an to q u e, ap arte de atañ e r
por una cara al p ro b lem a p erp e tu o de to d a Física, el de la ‘continuidad / discon
142 Razón común — Heraclito
67 (1.·) D -K 48
bis illum hanc clausulam praenuntiasse p o tiu s existim o, quin et locum totum (τούτω
τ φ κ εφ α λ α ίψ ) hoc et insequenti n.° 49 continuatis constare censeo.
© A parece hacia el final del p asaje en que San H ipólito ha acum ulado citas
del libro p a ra evidenciar lo h eraclitan o de la d o ctrin a de N oeto: “Y en ese resu
m en ha expuesto to d o en u no su p en sam ien to p ro p io , y a la p a r tam bién he m os
tra d o en breves térm in o s el de la secta de N o eto com o siendo discípulo no de C ris
to, sino de H eraclito. Pues el o rd en am ien to (k ó s m o n ) p rim ero com o fabricador
él m ism o, viniendo a ser tam b ién de sí m ism o c read o r, así lo razona: Έ1 dios ...
p en sam ien to ” ’; d o n d e la introducción de H ipólito p rese n ta una sintaxis d u ra, que
ha invitado a algunas correcciones, q u e en © p u e d e n verse, lo que no em pece al
en tendim ien to de su sentido: en la fórm ula h eraclitana en tien d e el santo padre
que el kósm o s u o rd en ació n del m undo se identifica con el D em iurgo y se p resen
ta com o c read o r de sí m ism o, p u esto que el D ios se explica en las p arejas de con
trarios en que el m undo está constituido. E n las letras que pueden leerse del p a
piro de F ilodem o se ve al m enos b astan te claro que se citaban seguidos el n." 84
y p a rte de éste, d o n d e p u ed e leerse con alguna certid u m b re, según lo restituyo (v.
en © ) , “ ... y da señas (cfr. n.° 37) tam bién de que los contrarios son dios, n o
che / . . . ” ; lo cual p arece un traslad o a O r. de Inf. b astante fiel de lo que H ipólito
cita directam en te, de m an era que de paso confirm a que el térm ino tanantia ‘los
en fren tad o s’, ‘los co n tra rio s’, que los edito res suelen excluir de la cita con todo el
final, ‘todos ... p e n sa m ie n to ’, y atrib u irlo al citad o r, debía de p erten ecer sin em
bargo al texto de H eraclito . Lo que en ese final se p resta ciertam en te a dudas es
el térm ino noûs (v. sin em bargo los usos de nous o n óos en n .os 3, 20, 24), donde
uno esperaría m ás bien una repetición de theós o un equivalente; p ero aun así,
m e decido a to m arlo com o legítim o y d e ja r que con tribuya a la in terp retació n del
pasaje en tero ; pues no se ve bien tam p o co el in terés de San H ipólito en intercalar
ahí ese inciso, d o n d e noûs te n d ría que te n e r el valo r con que él lo usa m ás arriba,
‘m odo de p e n sa r’ (de H eraclito y de la secta de N o e to ), que sólo p o r violenta bra-
quilogía h aría sintaxis con ‘los c o n tra rio s’. E n fin, en el texto de H ipólito viene
Razón general 145
inm ediatam en te d etrás de esto la cita de n.° 49, que los ed itores suelen d ar como
continuación in m ed iata de éste, “E l dios, ... ham b re. Y se tran sfo rm a . . . ” ; pero
dada la frecuencia con que en el p asaje acum ula H ipólito inm ed iatam en te unidos
lugares ev id en tem en te sep arad o s en el libro de H eraclito , no h e visto que ello se
im ponga (v. al n.° 49).
El paso pués d eb e rá leerse del siguiente m odo, d ando ocasión p o r cierto a que
lam entem os u n a vez m ás la deficiencia de n u estro sistem a de p u n tu ació n (alejan
drino y m o d e rn o ), q u e no da razó n de las diversas entonaciones de frase y comas
que aquí juegan: 1.°) e n tre am bos térm inos de cada correlación se da la en to n a
ción de com a p ecu liar que m arca la relación o synállaxis m ism a, que es en defini
tiva la m ism a com a q u e sep ara y une el T y el E de u n a predicación bim em bre,
en lugar de la C ópula, p e ro q u e m ás precisam en te h a b ría que explicar con algo
com o ‘qu e es y no e s ’, p .e j. “día / n o ch e” = “día que es y no es n o ch e” ; 2.") las
correlaciones sucesivas están separadas p o r o tra ento nación de com a, la de la m era
yuxtaposición, q u e n o es en cam bio u n a relación de dep en d en cia, y p o r ello no es
necesariam ente dual, sino in d efinidam ente m últiple: u n a separación, p o r tanto,
que se pu ed e trad u cir p o r un ‘y ’ o ‘ + ’; 3.°) el to tal, sin em bargo, de la sucesión
coordinad a de co rrelaciones es un m iem bro E o predicación activa que se dice de
un T an tep u esto a to d a ella, ho theós, p o r m edio de o tra inflexión entonativa, que
m e perm ito escribir con el p u n to alto: en efecto, lo que se dice de ‘el dios’, qué
es lo que debe valer com o definición de ‘el d io s’, es que es la sum a de todas las
parejas correlativas q u e se p resen ten en sucesión; en lo cual — no se nos oculte—
se encierra un absu rd o esencial a la cuestión: pues es claro que lo que se enum era
frente a ‘el d io s’ es no m ás que una serie de ejem plos característicos, caprichosa
m ente d eten id a, siem pre p rolongable con p untos suspensivos, ya que las correla
ciones nunca p u ed en ser ‘to d a s’, nunca un núm ero d eterm in ad o de ellas; y sin em
bargo, lo que m erecería el nom bre de ‘el d io s’ sería esa im posible sum a de todas
ellas: pues si el dios es, en cierto m odo, la razón, la razón es el principio o ley de
todas, cada una y cu alesq u iera, las correlaciones; 4.°) eso es precisam ente lo que
se añade en la últim a p a rte del pasaje, donde se dice, separado y unido a lo an
terio r por una inflexión que habría que escribir con puntos suspensivos seguidos
de p u nto alto (dos p u n to s), “los contrarios todos ju n to s, éso es el p en sam iento” :
esto es, q u e, p rim ero , se resum e la a n terio r sucesión de p arejas (p ro piam ente irre-
sum ible) con ‘los co n trario s todos ju n to s ’, y de ese T de la últim a frase se predica
“ése es el p en sam ien to ” , de m an era que se ha p roducido una confirm ación, pero
por inversión e n tre T y E , de la gran predicación prim era: pues si de ‘el dios’ se
decía todo aquello, ah o ra de to d o aquello se dice que es, si no el dios, algo a to
das luces equivalente a tal propósito: el noüs, según nuestro texto, ideación o pen
sam iento conceptivo (del dios), que — reinvirtiendo el esquem a T - E — no sería
otra cosa que el im posible conju n to sim ultáneo de todas las correlaciones posibles
que sucesivam ente se form ularan.
P o r lo d em ás, siendo la sintaxis principalm ente la que dice lo que im porta, es
acaso ocioso d eten erse m ucho en algunas m enudencias sem ánticas del pasaje: que
se use a tal p ro p ó sito el nom b re theós p resu p o n e desde luego que ya para H e ra
clito e ra trivial el uso sublim ado o filosófico de la p alab ra (v. sobre ello el n.° 119
y en general el D iscurso Religioso o T ercero de la o b ra ), siendo lo im portante
146 Razón común — Heraclito
que razón q u iere aquí, com o en o tra ocasión no q u e rrá , llam arse ho theós, com o
le pasa con el n o m b re de Z e u s en el n.° 41; e n cu an to a la p rim era correlación de
la serie, ‘día / n o c h e ’ (llam ada ésta aquí euphróné con el eufem ism o consagrado
que aparece o tras veces en los fragm entos: n .os 31, 51, 133), recuérdese lo que so
b re ella se h a ad ela n ta d o en n.° 31 a p ro p ó sito de la crítica de H esíodo; ‘invierno /
estío ’ se p re se n ta n a tu ra lm e n te en la cad en a asociativa com o prolongación o am
pliación de la m ism a (sus form ulaciones m ás ab stractas serían respectivam ente
‘luz / oscu rid ad ’, ‘frío / calo r’); q u e en la siguiente, ‘g u e rra / p a z ’ aparezca com o
térm ino en synállaxis el d e p ó lem o s, q u e razó n m ism a ha usado (n .os 44 y 45) com o
n o m b re de sí m ism a, del principio de co ntradicción, no p u ed e so rp rendernos más
que el que el p ro p io n o m b re lógos h ay a ap arecido en n.° 47 com o térm in o de co
rrelación con alón ‘T ie m p o ’: p o r algo el principio de contradicción tiene que dar
ejem plo estan d o en contradicción consigo m ism o (v. al n.° 42); y en cualquier sig
nificado del térm in o , siem pre será razó n que la g u erra es p az, lo m ism o y al revés
que la paz es g u erra; y en fin, to can te al o tro ejem p lo , ‘h a rtu ra / h a m b re ’, que
m ás en abstracto p o d ría ser ‘lleno / vacío’ o incluso ‘m ateria / n a d a ’, y que ha te
nido un cierto éxito p a ra la asim ilación cosm ológica de la lógica heraclitea, lo v e
rem os re a p a rec e r (con ‘n ecesid ad ’ en lugar de ‘h a m b re ’) en el n.° 75, referido, al
parecer, al n o m b re físico de razó n , el fuego. P ero no se olvide, desde aquí, que
cualquier separación e n tre un sentido físico y uno lógico de este juego de los con
trarios y de la sum a de los juegos de co n trario s, es el e rro r fundam ental en la lec
tu ra de las razones de este libro.
49 67 (2.a) D -K
Λ Λ Λ .0 1 0 Υ Τ Λ Ι Λ£, ¿ΚΟΤ,ΛIT
¿Υ Μ Μ 1 ΓΗ Ι OV^MA^IK, ÓNO-
ΜΛ^ΕΤΛΙ KA & ΗΔΟΝΗΝ Ê KA^TOV.
C fr. I d ib. V 2 1 , 2 : λ έ γ ο υ σ ι ν ο ύ ν ο ί Σ η θ ι α ν ο ί τ ό ν π ε ρ ί κ ρ ά σ ε ω ς κ α ί μ ί ξ ε ω ς λ ό γ ο ν σ υ ν ε σ -
τ ά ν α ι τ φ δ ε τ φ τ ρ ό π ω ' τ ή ν α κ τ ίν α τ ή ν φ ω τ ε ιν ή ν ά ν ω θ ε ν έ γ κ ε κ ρ ά σ θ α ι, κ α ί τ ο ν σ π ιν θ ή ρ α
τ ο ν έ λ ά χ ισ τ ο ν έν τ ο ϊς σ κ ο τ ε ιν ο ϊς ϋ δ α σ ι κ ά τ ω κ α τ α μ ε μ ϊχ θ α ι λ ε π τ ώ ς κ α ί σ υ ν η ν ώ σ θ α ι κ α ί
γ ε γ ο ν έ ν α ι έν έ ν ί φ υ ρ ά μ α τ ι, ώ ς μ ία ν ο σ μ ή ν έκ π ο λ λ ώ ν κ α τ α μ ε μ ιγ μ έ ν ω ν έ π ί τ ο ϋ π υ ρ ά ς
θ υ μ ια μ ά τ ω ν ' κ α ί δ ε ι τ ό ν έ π ισ τ ή μ ο ν α τ ή ς ό σ φ ρ ή σ ε ω ς, έ χ ο ν τ α κ ρ ιτ ή ρ ιο ν ε υ α γ έ ς , ά π ό τ ή ς
μ ια ς τ ο ϋ θ υ μ ιά μ α τ ο ς ό σ μ ή ς δ ια κ ρ ίν ε ιν λ ε π τ ώ ς έ κ α σ το ν τ ώ ν κ α τ α μ ε μ ιγ μ έ ν ω ν έ π ί το ϋ
π υ ρ ό ς θ υ μ ι α μ ά τ ω ν , ο ί ο ν ε ί σ τ ύ ρ α κ α κ α ί σ μ ύ ρ ν α ν κ α ί λ ί β α ν ο ν ή ε ί τ ι ά λ λ ο ε ϊη μ ε μ ιγ μ έ -
ν ο ν . E t I d . ib . X 1 1 , 3 : ... ή δ έ τ ο ϋ π ν ε ύ μ α τ ο ς ε ύ ω δ ί α φ έ ρ ε τ α ι μ έ σ η ν ε χ ο υ σ α τ ά ξ ι ν κ α ί
έ ξ ικ ν ε ϊτ α ι, ώ σ π ε ρ ή τ ώ ν θ υ μ ια μ ά τ ω ν ο σ μ ή έ π ί τ φ π υ ρ ί φ έ ρ ε τ α ι.
E t C ra m e r A n e c d . P a r. I 1 6 7 , 17 : ... ο ί ο ν γ ά ρ κ α ί τ ό π ύ ρ π ά σ χ ε ι π ρ ο ς τ ά θ υ ό μ ε ν α , ε ίτ ε
λ ι β α ν ω τ ό ς ε ϊτ ε δ έ ρ μ α τ α ' τ ή ν ό σ μ ή ν σ α φ η ν ί ζ ε ι τ ο ύ έ κ α τ έ ρ ο υ .
E t S e x t. A d v . m a th . V I I 1 3 0 : ό ν π ε ρ ο ύ ν τ ρ ό π ο ν ο ί ά ν θ ρ α κ ε ς π λ η σ ι ά σ α ν τ ε ς τ φ π υ ρ ί κ α τ ’
ά λ λ ο ίω σ ιν δ ιά π υ ρ ο ι γ ίγ ν ο ν τ α ι, χ ω ρ ισ θ έ ν τ ε ς δ ε σ β έ ν ν υ ν τ α ι, ο ϋ τ ω κ α ί κ τλ .
A d H ip p o ly ti I X 10 te x tu m : ν ο η τ ο ύ ς : ά ν ο ή τ ο υ ς M ille r , edd. λ έ γ ο ιε ν ε α υ τ ο ύ ς M i
lle r suspicatus est, K i r k , edd. : λ έ γ ο ισ α ν ε α υ τ ο ύ ς co d . : λ έ γ ο ι ς α ν α ύ τ ο ύ ς B e r n , et B u n s .
τ ά Ν ο η τ φ M ille r ed. M ig n e : τ ώ N . co d . τ α ύ τ ά M ille r : τ α ύ τ α cod .
A d eiu sd em X 11 : φ έ ρ ε τ α ι π α ν τ α χ ή ώ ς έ π ί τ ώ ν έ ν π υ ρ ί θ υ μ ι α μ ά τ ω ν τ ή ν ε ύ ω δ ί α ν π α ν -
τ α χ ή φ ε ρ ο μ έ ν η ν έ π ε γ ν ώ κ α μ ε ν Η i e c .W e n d l a n d in app. c ritic o .
© La cita viene en San H ipólito in m ed iatam en te tras la del n.° 48, p ero no es
seguro (v. © a ese n.°) que ello indique que venía así en el libro, teniendo alloioü-
tai por S ujeto ho theós ‘el d io s’ o ho noús ‘el p e n sa m ie n to ’, sino que es bien po
sible que h u b iera en m edio alguna o tra frase, en que se d ijera p .e j. “Y todos (los
contrarios) son el m ism o ” (cfr. n." 48) o algo sem ejante. A c ep to , sin em bargo,
qu e, con esa transición u o tra , el fr. venía cercano tras el n.° 48, y así se inserta
aquí, sobre to d o en aten ció n a que su ligazón a su vez con el n.° 50 sugiere bien
que se tra ta b a de u n a adv erten cia sobre la necesidad de la diferencia para el juicio
que a los m ortales se les im p o n e, y que ten d ría así lugar o p o rtu n o en esta orde
nación. T ras esta cita da H ipólito p o r term in ad a su aducción de lugares de H e ra
clito y pasa a aplicarla a su tesis sobre la h erejía de N oeto: “Y es claro p a ra todos
148 Razón común — Heraclito
que los sensatos ( “in sen sato s” según u n a corrección p ro b ab le: hay en to d o caso
juego con el n o m b re del h e re je ) sucesores de N o eto y dirigentes de la secta, aun
cuando digan que no h a n sido ellos n u n ca oyen tes de H erac lito , al m enos p o r cier
to , al acep tar las o piniones q u e N o e to tuv o , a to d as luces co ncuerdan en lo m is
m o. Pues d icen ” , etc. Se da en ® u n tex to de o tro libro de la Refutatio, no sólo
p o rq u e, sin h acer m ención de H eraclito , es evid en te el recu erd o de esta im agen
de los arom as m ezclados, sino sobre to d o p o rq u e confirm a excelentem ente la li
gazón que h ag o de este n.° con el 50: “D icen , p u e s, los setianos (según los que
el M esías h a b ía sido S et, el te rc e r h ijo de A d á n y E v a ) que la razón tocante a la
m ezcla y com binación está establecida del siguiente m odo: que la radiación lum i
nosa ha venido de a rrib a a q u e d a r m ezclada, y q u e h asta la chispa m ás m enuda
está abajo en las aguas ten eb ro sas com b in ad a sutilm ente y hecha un id ad con ellas
y ha resultad o en u n a sola m asa, com o un solo aro m a p ro ce d en te de m uchos in
ciensos bien m ezclados sob re el fuego; y d eb e el en ten d id o en olfato, usando de
un criterio ágil, a p a rtir del único o lo r del incienso d iscernir sutilm ente cada uno
de los inciensos m ezclados sobre el fuego, com o p o r ejem plo esto raq u e y m irra y
olíbano o cualquier o tro q u e esté m ezclad o ” ; y o tro paso del libro X , en que, in
troduciendo u n a co m paración a o tro p ro p ó sito ( . . . “y el buen olor del hálito (p n e ü -
m a ) se ex tien d e, g u ard an d o u n a o rd en ació n in term ed ia (e n tre la luz y la tinie-
b la ) y llega tal com o se exhala el aro m a de los inciensos so bre el fu eg o ”), m uestra
cóm o la im agen al m enos h ab ía q u ed ad o en las m em orias; com o tam bién una h u e
lla de la m ism a, au n q u e to m a d a de o tro m o d o , se p u ed e h allar en la n o ta de los
A nécdota Parisiensia: “pues así com o le p asa al fuego con respecto a las cosas que
se quem an en o fren d a, ya sea incienso o ya cueros: po n e en evidencia el olor de
lo uno o de lo o tro ” . E n cu an to al paso de Sexto E m pírico (“ ... a la m an era, pues,
que los carb o n es, al h ab erse acercado al fuego, p o r alteración se vuelven incan
descentes, y ap artad o s de él, se ap ag an , así ta m b ié n ...”) tien e sobre to d o interés
p o r el em pleo del térm ino alloíósis ‘alteració n ’, q u e es el n om bre del verbo alloioú-
tai ‘se a lte ra ’, ‘se hace o tro y o tro ’, que encabeza el fragm ento.
E l sentido de éste es claram en te el de p recisar la relación en tre la identidad o
com ún razón de las cosas y su diversidad o alterid ad m utua: se dice que ello (el
principio lógico, p u ro de to d o rasgo sem ántico, en el que todas las cosas son la
m ism a, en cuanto ten ien d o todas la m ism a razón de ser) se altera en su m ism idad,
o siendo el m ism o, se p resen ta com o o tro y o tro ; y p a ra explicar esa co n tradic
ción, se acude a com paración con el olor de un incienso que arde, donde se q u e
m an ju n tas varias gom as o resinas arom áticas: la situación es que lo que hay es
sim plem ente u n o lor de o fren d a aro m ática, p ero los que lo huelen, en vez de lla
m arlo así, con el n o m b re m ás abstracto y vago, m ás sem ánticam ente vacío, de la
o frenda ard ien te (p o d ría ser la p a la b ra thyóm a restituida en el fr., que significaba
sólo eso, ‘sacrificio a rd ie n te ’, y cuya raíz e ra p ro b a b le m en te la m ism a de thym ós
‘ánim o’ y fü m u s ‘h u m o ’, de m an era que n o e ra específicam ente nom bre de ningún
arom a; en tre n o so tro s, la p alab ra incienso, q u e de p o r sí no significaba m ás que
‘q u em ad o ’, h a p asad o a sugerir un aro m a d e te rm in a d o , p e ro que en verdad no es
el de ninguna resin a o y erb a en especial, sino ‘lo que se quem a en los incensarios
de la iglesia’), p refiere, en cam bio, n o m b ra r lo que huele con alguno de varios
n om bres de arom as, que p o d ría n ser de los q u e ap arecen en el texto de H ipóli-
Razón general 149
7 D -K 50
El Ρ Λ Ν Τ Λ Τ Λ <>HTA K A F N ^ ríHO\V>,
<> Γ Ι <TI) P Î JV E<- ΛΗ ΔΙΑΓΝΟΪΕΛί,
150 Razón común — Heraclito
In A ris to te lis te x tu m : [καί πάντες .... όομής ] edd. fe r e o m n es , def. Diels έπεί :
έπί co d d . p ie r. περί δέ τής οσμής πάντες έπιφέρονται (έπί τοΰτο) Kirk re s c rib e
bat.
© E nlazo , p ues, este fragm ento con el a n te rio r (v. © a 49 y nótese en especial
que el pasaje de H ip ó lito R ef. V allí aducido contiene un diakrínein ‘discernir’, a
propósito de olfato , q u e suena bien a eco de este án diagnoten ‘distinguirían’), e n
ten diendo que en éste (com o tam bién en el n.° 51) se tra ta de insistir en la nece
sidad de distinción a q u e los h om bres están obligados para su sensación y juicio;
necesidad que no es de ojos u oídos, sino lógica: pues, aunque los olores no están
som etidos a u n a diferenciación y clasificación sem ántica com parable a la de la vi
sión, ni aun a la de los sonidos, y p arece el o lfato conden ad o a la indefinición y
vaguedad y lo m enos pro p io p ara estab lecer oposiciones diacríticas, con to d o , si
el m undo llega a reducirse to d o a vaho y sólo p o r olfato p ercep tib le, no im porta:
las narices se en carg arán de o rganizar las m ism as distinciones y oposiciones que
ah o ra parecen d e p e n d e r de la vista y el oído.
Por lo d em ás, la cita está en una obrilla de A ristó teles, Sobre la sensación y
los sensibles, que a fines de la E d a d M edia se ag ru pó con o tras p a ra form ar los
Parua Naturalia, y se la tra e con ocasión h a rto científica y trivial, para m ostrar
que algunos co n sid erab an el o lor un kap n ó s ‘v a h o ’, ‘v a p o r’, ‘h u m o ’: “Y les parece
a algunos que la exhalación vap o ro sa es o lo r, com p uesta en com ún de tierra y de
aire; por lo cual tam b ién H eraclito ha d e ja d o así dicho, que ‘si todas ... distin
gu ieran ’. P ero , d ado que al o lor todos se refieren , los unos com o vapor, los otros
com o exhalación, o tro s com o am bas c o s a s ...” ; en cuyo tex to he p referid o , m ejor
Razón general 151
99 D -K 51
In P lu ta r c h i A q . et ig n .: α ν p o s t π ά ν τ ω ν B e rn a rd a k is : o m . co d d . κ ά ν δ ε έ σ τ α τ ο ν
edd. : ά ν α ι δ έ σ τ α τ ο ν ( u e l - ο ς ) co d d .
© La frase, que cita P lu tarco p o r dos veces, u n a de ellas reducida, y o tra San
C lem ente (con algunos rasgos que sugieren que sea eco de una de las de P lutarco,
a pesar de la frecuencia con que cita d irectam en te del libro), no parece habernos
llegado literalm en te en ninguna de las tres citas: he to m ad o el texto (v. en © )
que al m enos dos de ellas nos o frecían, pienso q u e, con to d o , no m uy desviado
del original en lo que im p o rta p ara su sentido. Las tres veces se aduce, p o r cierto,
b astante a desp ro p ó sito : así San C lem ente en su Protréptico o Discurso exhorta
torio: “Y en efecto, así com o ‘no h ab ien d o ... serían noche todas las cosas’, así,
si no hubiésem os conocido al V erb o y q u ed ad o p o r él ilum inados, en nada nos
quedaríam o s atrás de las aves que se ceb an , en g o rd ándose en la tiniebla y alim en
tándose p ara la m u e rte ” ; así P lutarco en su D e la fo rtu n a : “ Y así com o ‘no h a
biendo ... viviríam os de n o ch e’, según dice H eraclito, así, lo que es p o r los sen
tidos, si no hubiese ten id o juicio ni razón el h o m b re, en n ad a se distinguiría en su
vida de las b estias” ; y en su tratad illo Si es m ás útil el agua o el fuego: “H eraclito,
pues, p o r su p a rte , ‘Si sol’ dice ‘no h u b iera, hab ría n o ch e’; p ero cabe decir que,
si no hubiera m ar, sería el ho m b re el anim al de todos m ás salvaje y más n e
cesitado” .
Pero lo m ás notab le con el sentido de este paso es que, habiéndolo entendido
Plutarco y C lem en te m alam en te trivíalizado, según se ve p o r sus citas (com o si cu
piera en algún sitio de la lógica heraclitan a p ararse a ex altar la suprem acía del sol
sobre los o tro s astros; que es, p o r cierto , lo que D iógenes L aercio le hace opinar
en IX 10, fun d ien d o sin d u d a noticias de la o b ra de o tro H eraclito, según verem os
en la Intr. al A P É N D IC E ), to m an d o p ara ello el C om pl. héneka ton állón ástrón
‘con m otivo d e ’ o ‘en atención a las otras estrellas’ com o externo al P redicado
(“p o r los o tro s astros, sería n o ch e” , e.e. “a p esar de la presencia de los otros as
Razón general 153
tros, sería n o c h e ”), en vez de to m arlo en relació n in te rn a (“p o r los o tro s astros
sería n o c h e ” , e .e . “h ab ría n o che gracias a” o "en atención a los o tro s astro s”), re
sulta que los estudiosos m o d ern o s h an continuado casi todos en el m ism o error,
a mi noticia (A . P atin en su Einheitslehre, de 1885, al p ro p o n e r, con añadido al
texto, leer “ ( n o ) h ab ría n o c h e ” , revelaba al m enos la conciencia de que lo propio
en la razó n h eraclitan a sería fo rm u lar que la presencia de noche y la de sol, e.e.
noche/día, son la m ism a cosa: cfr. n .os 31 y 48), cuando la a te n ta prosecución de
nuestra lectu ra y o rd en ació n de los fragm entos tan claram ente revela que de lo
que se tra ta aquí (com o e n el n.° 50 con la hipótesis irreal de la reducción de todo
a hum o) es de insistir en que la necesidad de diákrisis o establecim iento de con
trarios a q u e el juicio h u m an o (y la realidad m ism a) está som etido no depende de
la aparición azarosa de tales o cuales form as de re a lid a d , sino q u e está, por de
bajo de to d a realid ad (lógos com o verd ad p ro fu n d a de p h y sis), com o necesidad
lógica o ley de razó n , tan o b jetiv a com o subjetiva, y ju stam en te m anifestándose
en unas u o tras form as de realidad: pues es cierto que, tal com o vem os las cosas
en este m u n d o , ‘sol’ ( = ‘d ía ’) y ‘n o ch e’ se aparecen com o synállaxis inseparable,
dándose ser un térm in o al o tro , ejem plo de to d a correlación, en que dos, p o r ser
opuestos, son el m ism o; p ero si, en hipótesis co n trafactual, no hu b iera sol, daría
igual: la correlación ‘noch e / d ía ’ ten d ría que seguir vigente de algún m odo, y otros
astros h ab ría (o cualq u ier o tra cosa que fuese com o astros) que con su aparición /
desaparición sirvieran p a ra d ar cuerpo a la m ism a contradicción lógica de m ani
festación visual: la m ism a — se en tien d e— , en cuanto que ‘día / n o che’, que es
igual que ‘luz / no lu z’, ‘verse / no v erse’, no es m ás que aparición de la correla
ción ‘ser / no se r’ en q u e to d a iden tid ad y contradicción de seres está ordenada
p o r razón; y así, al m enos en cuanto haya de h a b e r una revelación visiva o lum i
nosa de la lógica, la realid ad peculiar del sol es in d iferente, ya que lo único que
de él im p o rta es el valor sem ántico que le da la correlación sintáctica con su pro
pia falta (n o ch e), y ese valor sem ántico nunca faltarían estrellas que se encargaran
de in co rp o rarlo , en cu an to b astaran p ara definir u n a noche p o r su pro p ia falta.
102+23 D -K 52
© 1.°) P o rp h y r. Quaest. H o m . ad A 4 : ά π ρ ε π ε ς, φ α σ ιν , εί τέ ρ π ει το ύ ς θ ε ο ύ ς
πολέμω ν θ έ α . άλλ5 ο ύ κ ά π ρ ε π ε ς' τά γ ά ρ γ ε ν ν α ία ερ γα τέ ρ π ει, άλλω ς τε' πόλεμ οι
κ α ί μ ά χα ι ή μ ϊν δ ε ιν ά δ ο κ ει, τώ δέ θ ε ω ο υ δ έ τα ύ τ α δ ε ιν ά ' συντελεί γ ά ρ ά π α ν τα
Ô θ ε ό ς π ρ ό ς ά ρ μ ο νία ν τώ ν άλλω ν ή κ α ί όλω ν, ο ίκ ο ν ο μ ώ ν τ ά σ υμ φ έρ οντα , όπ ερ
κ α ί Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς λέγει, ώ ς «τώ μέν .... δ ίκ α ια » .
Aliquid exinde apud Hippol. IX 10 : ... εστι γάρ εν (n.° 31} καί αγαθόν καί κακόν (η." 52
bis)' οί γοϋν ιατροί κτλ.
Et Hippocr. De uictu I 11 : τά μεν ούν άνθρωποι διέθεσαν, ουδέ ποτε κατά τωύτό έχει
οΰτε ορθώς οΰτε μή ορθώς' όσα δέ θεοί διέθεσαν, άιεί ορθώς έχει καί τά ορθά καί τά
μή ορθά' τοσοϋτον διαφέρει. Et ib. 24 : άγωνίη, παιδοτριβίη τοιόνδε' διδάσκουσι παρα-
νομείν κατά νόμον, άδικειν δικαίως κτλ.
Et Cleanth. Hymn, in lou. 15 : καί ου φίλα σοι φίλα έστίν.
Cfr. Ps.-Her. Epist. VII 10 : τά μάλιστα δοκοϋντα δικαιοσύνης είναι σύμβολα, οί νόμοι,
αδικίας είσί τεκμήριον' εί γάρ μή ήσαν, άνέδην άν επονηρεΰεσθε' νυν δ5 εϊ τι καί μικρόν
έπιστομίζεσθε φόβψ κολάσεως, κατέχεσθε εις πάσαν αδικίαν.
opuestos u no con o tro , p rim ariam en te com o ‘buen o s / m alos’: dicho está con ello
lo necesario q u e es p a ra los h o m b res que esas cosas, injusticias y justicias p o r ejem
plo, sean “no las m ism as” las unas que las otras.
58 (1.a) D -K 52 bis
no se form ulaba así en el libro, desde luego se sugería con la serie de ejem plos
que los frs. siguientes nos ofrecen) está ju g an d o o latiendo: q u e el denunciar la
falsedad de las distinciones en tre ‘b ie n ’ y ‘m al’, ‘m alos’ y ‘b u e n o s’ im perante en
política y realid ad , e ra el solo m odo de hacer q u e , en v erd ad , lo bueno sea bueno
y lo m alo m alo, esto es, el bien verd ad y el m al m entira.
61 D -K 53
C f r . S e x t. P y r r . hyp. I 5 5 : κ α ί τ ό θ α λ ά τ τ ι ο ν ϋ δ ω ρ ά ν θ ρ ώ π ο ι ς μ ε ν ά η δ έ ς έ σ τ ι π ιν ό μ ε ν ο ν
κ α ί φ α ρ μ α κ ώ δ ε ς , ιχ θ ΰ σ ι δ έ ή δ ισ τ ο ν κ α ί π ό τ ιμ ο ν .
E t H i p p o c r . D e u ictu 10 : ... θ α λ ά σ σ η ς δ ύ ν α μ ι ν , ζ ώ ω ν σ υ μ φ ο ρ ώ ν τ ρ ο φ ό ν , α σ ύ μ φ ο ρ ω ν δ έ
φθόρον.
E t I d . D e n u trim . 19 : έ ν τ ρ ο φ ή φ α ρ μ α κ ε ίΐ ] ά ρ ι σ τ ο ν , έ ν τ ρ ο φ ή φ α ρ μ α κ ε ί η φ λ α ύ ρ ο ν φ λ α ϋ -
ρ ο ν κ α ί ά ρ ι σ τ ο ν π ρ ό ς τ ι.
© In S e x ti textu ά ν θ ρ ώ π ο ι ς o m . co d d . a liq u o t.
13+37 D -K
54
f) VE<j ΗΔ0ΗΤΑ1 ΜΑΛ
ΛΟΝ Η ΚΑΟΛΡ-&Ι ΥΔΑΤΙ.
2.°) C olum ella V III 4, 4 : Siccus etiam puluis et cinis, ubicum que cohortem por
ticus uel tectu m p ro teg it, iuxta p arietes rep o n en d u s est, u t sit quo aues se perfun
d ant; nam his rebus plum am p en n asq u e em u n d an t, si m odo credim us E phesio H e
raclito, qui ait sues .... lauari.
L o c u m to tu m re m in is c itu r G a l e n . P r o tr . 13 : έ ν τ ί ν ι τ ο ί ν υ ν ε τ ι τ ή ν ΐ σ χ υ ν έ π ι δ ε ί ξ ο ν τ α ι ή
ε π ί τ ίν ι μ έ γ α φ ρ ο ν ή σ ο υ σ ι; τ ά χ ’ ο ύ ν ε π ί τώ δ ι1 ό λ η ς η μ έ ρ α ς π ο ν ίε σ θ α ι δ ικ α ιο ΰ σ ιν ' ά λ λ α
162 Razón común — Heraclito
τ ο ϋ τ ό γ ε κ α ι τ ο ϊς δ ρ τ υ ξ ι κ α ί τ ο ϊς π έ ρ δ ιξ ιν υ π ά ρ χ ε ι, κ α ί, ε ϊπ ε ρ ε π ί τ ο ύ τ φ , μ έ γ α χ ρ ή φ ρ ο -
ν ε ϊν ε π ί τ φ δ ι’ ό λ η ς η μ έ ρ α ς β ο ρ β ό ρ φ λ ο ύ ε σ θ α ι.
9 + 4 D -K
z rus,
si Fe î Lc i ÍTa s
bouts
esset
felices
m cleiec t a t i on i t us cor| i o-
cticere m u s , cum inw.eru ^
ant orobum. comeclenitAm.
© Las dos p artes del p asaje se h an tran sm itid o p o r cita indirecta y no literal:
la p rim era, en la Etica de N icóm aco de A ristó teles, que la introduce así: “Y p a
rece que hay tam b ién p a ra cada anim al un p lacer peculiar suyo, com o tam bién
una actividad p ro p ia (pues es ella según la enérgeia (fu erza o fu nción) (d e cada
u n o ) ), y a quien sob re cada u no de ellos lo exam ine así ha de hacérsele evidente:
pues distinto es el p lacer de un caballo y el de un p erro y el de un h om bre, tal
com o H eraclito dice que los asnos ... o ro ” ; y tam poco el com entario a ese lugar
aristotélico del b izantino M ichael (“C onque tal es el sentido del pasaje propuesto;
en cuanto a lo que se dice b ajo la p alab ra de H eraclito , el efesio y com patriota
m ío, lo de que ‘los asnos ... o ro ’, llam a H eraclito granzas al fo rra je, que según
n atu ra es grato p a ra el asno. Los placeres de los diferentes en especie difieren en
especie”) m e convence de que M ichael haya hecho ninguna com pulsación de la
cita sobre el libro de H eraclito (que seg u ram en te no e stab a ya a su alcance); pero
ciertam en te la presencia del térm in o inusitado syrm ata, que in terp reto com o sig
nificando las granzas o p aja g orda con o tra broza de los cereales tras la trilla, ga
rantiza una cierta m ed id a de literalidad. Y la segunda p arte la tenem os sólo por
una cita de San A lb e rto M agno (s. x m ) , a quien sabe D ios por qué cam inos le
llegaría (lo más p ro b ab le es que a través de una o b ra perd id a de algún P adre cris
tiano antiguo; tam b ién pudo venirle con la fu en te botánica, griega traducida, de
donde to m a la noticia sobre la p lan ta que llam a, con n om bre griego, aunque con
género cam biado, orobum , y qu e, siguiendo su identificación con la uicia auium ,
llam o aquí arveja: en to d o caso, alguna especie de alm orta o de alg arroba), y que
la ap o rta de este m odo: “el o ro b u m es u n a p lan ta que algunos llam an uicia auium
(a lg arro b a de los p á ja r o s ) ... ; y es p asto m uy d eleitoso del vacuno, de m an era que
el buey la com e con gran gozo; p o r lo cual dijo H eraclito q u e, si ... co m er” ; en
donde ya se ve que el inciso “si la felicidad estuviese en los deleites del c u e rp o ”
es un añad id o , de San A lb e rto o de su fu e n te , ex traño a H eraclito (p ara quien
todavía ni se hab ía inven tad o ‘el c u e rp o ’) y que d ebía segregarse de la cita.
Razón general 165
111 D -K 56
© Stob. Flor. III 1, 177 (post n.° 103) : «νούσος ... ά ν ά π α υ ο ιν» .
58 (2.») D -K 57
❖Î ro vn U tp o Íj T É n ^ t m ^ kaîo/î-
TE^t ΡΛΝΤΗ KAK<*>¿
r ov¿ αγγ^τουντλ^ ερλιτια i<*w-
TAI, MHAEN A lIO l ΛΑΗ^Λ-
NTItf PAPA T<£n ΤΑΥΤλ
ÈÎTA^ÔMEWO) TÀ Áfi<M Μ Ϊ TÍ* Ií4 j%
Cfr. Ps.-Her. Epist. VI 3 : Ήρακλεόδωρον εμόν θειον ούτοι (scil. οί ιατροί) άπέκ-
τειναν καί μισθόν ελαβον.
Vestigia loci legi uidentur apud Xenoph. Mem. I 2, 54 : αυτοί τε αυτών όνυχας τε καί τρί
χας καί τύλους άφαιροϋσι καί τοϊς ίατροις παρέχουσι μετά πόνων τε καί άλγηδόνων καί
άποτέμνειν καί άποκάειν, καί τούτων χάριν οϊονται δεϊν αύτοΐς καί μισθόν τίνειν. Et
Plat. Gorg. 521 e : ... ώς έν παιδίοις ιατρός αν κρίνοιτο κατηγορούντος όψοποιοϋ ... «ώ
168 Razón común — Heraclito
παίδες, πολλά υμάς και κακά δδε εϊργασται άνήρ .... τέμνων τε και κάων...». Et Id. Po
lit. 293 b : τούς ιατρούς δέ ούχ ήκιστα νενομίκαμεν, έάντε έκόντας έάντε άκοντας ήμάς
ίώνται, τέμνοντες ή κάοντες ή τινα άλλην άλγηδόνα προσάπτοντες κτλ. E t Ceb. Pinax 49 :
...ούκ αν ε’ίη οΰτε άγαθόν είναι τό ζην ούτε κακόν, ώσπερ ούδέ τό τέμνειν καί καίειν έν
τοίς άρρωστοΰσίν έστι νοσερόν καί υγιεινόν. E t Aeschyl. Ag. 849 s. : ήτοι κέαντες ή
τέμνοντες εύφρόνως πειρασόμεσθα πήμ’ άποστέψαι νόσου.
Cfr. etiam Hippocr. De uictu I 15 : σκυτέες τά όλα κατά μέρεα διαιρέουσι καί τά μέρεα
όλα ποιέουυσι' τάμνοντες δέ καί κεντέοντες τά σαθρά ύγιέα ποιέουυσι' καί άνθρωπος
ταύτα πάσχει' έκ τών όλων μέρεα διαιρείται καί έκ τών μερέων συντιθεμένων δλα γίγ-
νεται' κεντεόμενοι δέ καί τεμνόμενοι τά σαθρά ύπό τών ίητρών ύγιάζονται. καί τόδε ίη-
τρικής' τό λυπέον άπαλλάσσειν καί ύφ ’ ού πονεϊ άφαιρέοντα ύγιέα ποιεϊν. Et ib. I 24 :
άγωνίη, παιδοτριβίη τοιόνδε' διδάσκουσι παρανομεϊν κατά νόμον, άδικεϊν δικαίως, εξα
πατάν, κλέπτειν, άρπάζειν, βιάζεσθαι' τά α’ίχιοτα καί κάλλιστα' ό μή ταύτα ποιέων κα
κός, ό δέ ταύτα ποιέων αγαθός.
In Aeschyli versu τενόντες ... πήματος τρέψαι νόσον codd. : corr. Porson, edd.
A d Hippocratis 1 15: τάμνοντες Μ : τέμν. Θ ταύτα Θ : τωϋτό Μ : ταύτά Bywater.
De 1 24 ν. ad n.° 52.
© E l tex to , que tran sm ite solo San H ip ó lito , tras el n.° 31 (crítica de la duali
dad hesiódica ‘día / n o c h e ’: “pues son u n a sola co sa”), y la fórm ula, acaso ta m
bién del libro, “Y tam b ién b ien y m a l” (n.° 52 bis), se lee tra b a jo sa m e n te, y no
sin adm itir alguna alteració n en el m anuscrito; con m uchas m enos de las que sue-
Razón general 169
len su p on er los ed ito res lo leo , n o sin alguna vacilación en u n p ar de puntos (v.
en © ) , p ero ello m e lleva a e n co n trar un sentido b a stan te d iferen te de los que
suelen acep tarse, p rin cip alm en te d o n d e en cu en tro un idntai ‘c u ra n ’ acom pañado
de un A c. n. ad verbial o, m e jo r dicho, de aplicación in te rn a al sem antem a del v e r
bo, solo que p recisam en te co n trastan d o con él, epaítia ‘cu lpable’, en construcción
algo so rp re n d e n te (“h acen curas cargadas con culpa de d a ñ o ”), pero pienso que
sólo lo b astan te p a ra h a b e r d eso rien tad o al tran scrip to r, que nos ofrece en lugar
de ello, con apenas alteració n de letras, u n epaitióntai ‘inculpan’, ‘rep ro ch a n ’, que
apenas alguno de los estudiosos h a tra ta d o de m a n ten er, ligándolo penosam ente
con el co ntexto (así M arcovich haciéndole significar “se q u e ja n ”), m ientras que
los m ás adm iten la corrección poco justificable en epaitéontai ‘reclam an ’ (la paga),
que adem ás tam p o co resuelve, sin otras correcciones, el p ro b lem a de la frase; y
luego al final, d o n d e, p a ra m a n te n e r el tex to del códice, entien d o que el verbo
ergazóm enoi funciona con su régim en norm al de dos A cusativos y que p o r tan to
los llam ados iró n icam en te bienes (co rtar, qu em ar, so m eter a pru eb as) se los h a
cen los m édicos tam b ién a las enferm ed ad es (p o r lo cual no tienen derecho a re
cibir paga de los enferm os, o no m ás del que tienen a recibirla de las enferm ed a
des), en vez de la in terp retació n más atray en te, y ciertam ente m ás sim ple, de que
son las en ferm ed ad es las que hacen esos m ism os bienes que los m édicos (cortar,
q u em ar, etc., con tal de que se piense en m ales, com o llagas o úlceras, que atacan
visiblem ente los tejid o s), p ara llegar a la cual han de so m eter los editores el texto
a correcciones n a d a justificables en b u en a crítica tex tual, o tam b ién en vez de o tra ,
que se o b tien e con m uy poca alteración de ese final, en el sentido de “haciendo
ser la m ism a cosa bienes y e n ferm ed ad es” , que en cam bio no acaba de casar con
lo que antecede.
Y tam p o co los ecos del p asaje, que cito en © , ayudan m ucho a asegurarnos
del sentido exacto: el de la epístola del falso H eraclito ( “A H eracleo d o ro , mi tío,
lo m a ta ro n esos m édicos y recib iero n la p a g a ”), el de Je n o fo n te (“ ... y en treg an
a los m édicos a c o rta r y q u em ar de ellos con penas y dolores, y en prem io de eso
piensan que se les d eb e encim a p ag ar h o n o rario s”), el del Gorgias, en que el co
cinero acusa al m édico an te los niños, diciéndoles los m ales que les hace “cortan
do y q u e m a n d o ” , el del Político, en que se dice de los m édicos “ya sea que q u e
riendo o sin q u e re r nos cu ren , co rtan d o o quem an d o o infligiéndonos algún otro
d o lo r” , así com o los versos del A g a m en ó n de E squilo (“o bien quem ando o bien
co rtando en b ie n q u e re r / tratarem o s de ro m p er el ím petu del m a l”), no tocan más
que a lo m ás general de la p a ra d o ja que en el paso de H eraclito se form ula; algo
m ás in teresan te el del hipocrático D e la dieta, “Los p eleteros dividen los enteros
en p artes y las p artes las hacen en tero s; p ero , co rtan do y punzando las partes d a
ñadas, las hacen sanas; tam bién lo m ism o le pasa al hom bre: de la entereza, se
divide en p a rte s, y de las p a rte s, viene a ser en tereza; p ero , punzándolos los m é
dicos y co rtán d o lo s en lo d añ ad o , vienen a sanar. Y esto es lo de la m edicina: ap a r
ta r lo que aflige y, q u itan d o (el m éd ico ) aquello p o r lo que sufre (el e n fe rm o ),
hacerlo sa n o ” , no llega tam p o co , au nque ro n d a la contradicción en que juegan los
tres factores ‘m éd ico ’ / ‘e n fe rm e d ad ’ // ‘e n fe rm o ’, a revelar con precisión su juego
en el pasaje h eraclitan o , ni tam poco el texto en qu e, m ás ad elan te en la misma
o b ra, se dice “C om petición dep o rtiv a, ejercitación de m uchachos, algo como lo
170 Razón común — Heraclito
siguiente: en señ an a delin q u ir según ley, a in ju ria r con justicia, en g añ ar, h u rta r,
h acer rap iñ a, h acer fuerza: los hechos m ás viles, tam b ién los m ás nobles: el que
no los hace, m alo, y el q u e los hace, b u e n o ” .
P ero, a p e sa r de las d udas sob re el tex to y la consiguiente diferencia de in te r
pretacion es, se d eja e n te n d e r b a sta n te en q u é sentidos po d ía el ejem plo de la m e
dicina venir en el libro a m an ifestar la lógica de contradicción com o alternativa
real: el d o lo r y d estro zo de las curaciones es un bien siendo un m al; la diferencia
se justifica aquí, en la creen cia h ab itu al, en aten ció n al ‘p a ra q u é ’; p ero es ta m
bién ese ‘p a ra q u é ’ lo q u e q u ed a p u esto en juicio con el enunciado: con la lectura
m ás vulgarizada del p a sa je , lo que h acen los m édicos es lo m ism o que hacen las
enferm ed ad es (p o r lo cual n o m erecen que se les p aguen sus actividades com o si
fu eran en sí beneficiosas), y en consecuencia, lo m ism o que sirve p a ra el m al (en
ferm ar) sirve p a ra el b ien (cu rarse), p e ro en to n ces, desde el m o m en to que los dos
fines opuestos se valen de los m ism os m edios, re su lta m ás que dudoso que esos
dos fines, ‘e n fe rm a r’ / ‘c u ra rse ’, y p o r e n d e ‘e n fe rm e d ad ’ / ‘salu d ’, sean en sí m ás
bien diferentes que no am bos el m ism o, sino en v erd ad , com o suele descubrir r a
zón, diferentes en cu an to el m ism o, el m ism o en cu anto diferentes. C on la lectura
que com o m ás p ro b a b le ofrezco, la cosa se ce n tra m ás bien en torno a la cuestión
del ‘p a ra q u ié n ’, p u esto q u e no te n d ría n que ser p recisam ente los enferm os los
que les p ag aran a los m édicos p o r los dolores y p ru eb as curativas que les infligen,
ya que eso q u e les hacen a ellos, sa ja r, q u em ar, so m eter a p ru eb as, es lo m ism o
que les hacen a las en ferm ed ad es m ism as: p arece pués que las sajad u ras, ca u te
rios y to rm en to s q u e son b u en as p a ra el en ferm o son m alas p ara la enferm edad;
que tan to m ás sano va el enferm o cu an to m ás en ferm a su en ferm ed ad , y tanto
m ás enferm o él cu an to m ás sana ella; p ero es ento n ces ese criterio de distinción
en tre bien y m al o p u n to de referen cia el que re su lta cuestionado: ¿cóm o va a ser
la diferencia e n tre el en ferm o y su en ferm ed ad ta n n eta que sirva p a ra o p o n er de
polo a polo b ien a m al, cuando es evid en te que la m edicina sólo actúa sobre el
enferm o en cu an to en ferm o , esto es, constituido o determ in ad o por la en ferm e
dad, y sólo actúa sob re la en ferm ed ad en cu an to actúa sobre el enferm o?: ¿no
está reso n an d o esta reflexión h eraclitan a en la sentencia que p ro n to form ularía H i
pócrates, de que no hay en ferm ed ad es, sino enferm os? P ero si se cura el enferm o
(m atando a la e n fe rm e d ad ), no es ya el que e ra el que se cura, puesto que aquél
estaba constituido y definido com o enferm o ; y si vence la en ferm edad (m atando
al enferm o ), ella con lo m ism o se destru y e a sí m ism a, que sólo tenía realidad en
cuanto se realizab a en el enferm o.
N o se tom e esta glosa de la reflexión con h u m o r frívolo, pues al fin lo que tra
ta razón de rev elar a trav és de estas form ulaciones es la ab erració n , necesaria p o r
o tro lado p a ra la realid ad , de creer en la en tid ad in d ep en d ien te de los seres a la
vez que en su oposición a o tro s, tal que lo que sea b u en o p a ra el uno sea p a ra el
o tro m alo. Y así las tres antítesis de ‘salud / e n fe rm e d ad ’, de ‘m édicos / en ferm e
d ad es’ y de ‘e n ferm ed ad / e n fe rm o ’ tien en que d en unciarse com o ejem plos exi
mios de la falsificación real.
Razón general 171
48 D-K 58
In loca Hippocratica: (δ ύ ν η τ α ι.......ήν) (ού .... ού τροφή) restituo : (ού) τροφή τροφή
Diels ήν οΐόν τε : ήν μή οΐόν τε cod. : [μή] Diels (A ) (Α ) suppleo.
Etiam εκ τού (βαρέος) οξέος καί έκ τοϋ (οξέος) βαρέος perpenderam.
© P ara el enlace, he supu esto , sin gran seguridad, que después de las m ani
festaciones de la contradicción lógica en alternativas reales (n.° 56) y en contrarias
172 Razón común — Heraclito
in terp retacio n es de daños y p erju icio s, salud y en ferm ed ad (n.° 57), se pasaba a
reconocer tam b ién en los azares lingüísticos de antífrasis y hom onim ias m anifes
taciones de lo m ism o. L o cierto es q u e la frase nos la dan cu atro veces co m enta
dores de la Ilíada y el E tym o lo g icu m M agnum (au n q u e es m uy pro b ab le que to
dos la copien de u n a m ism a fu en te) a p ro p ó sito del térm ino biós ‘arco (con su fle
ch a)’ (védico jyá- ‘cu erd a del a rc o ’), m ás o m enos sinónim o del tóxon que enca
beza la frase, y casi h o m ó fo n o con bíos ‘vida’, salvo p o r el acento; p ero no pienso
que haya que escribir biós en el tex to de H eraclito (ni desde luego su p o n er, com o
alguno de los citad o res antiguos, q u e “e n tre los antiguos” h abía una form a del
nom bre del arco, bíos, del to d o h o m ó fo n a con el de la v ida), sino que sencilla
m en te ju g ab a H eraclito con la p roxim idad de los dos nom bres p a ra con trastarla
con la antítesis real de los significados, que es lo q u e he tra ta d o de rep ro d u cir con
la traducción.
Y en sentido sem ejan te ju e g a n a veces los tex tos hipocráticos con la oposición
en tre el nom b re de la cosa y su acción: en el D e la nutrición, tal com o lo restituyo
(v. en © ) , “U n alim ento, n o alim ento, si n o tiene la fu erza de alim entar; un no-
alim ento, alim ento, si la tien e; un alim ento, no alim ento, si no es tal que alim en
te; un no-alim en to , alim en to , si es tal que alim enta: n o m b re ‘alim en to ’, p ero ac
ción r o ; acción alim ento, p e ro n o m b re n o ” ; y en el D e la dieta, con una lectura
(v. en © ) que cu en ta con la designación e n tre los jonios de las cuerdas de igual
posició en dos tetraco rd io s o h ep taco rd io s sucesivos con un m ism o n om bre, o sim-
p lem em s 1ε deno m in ació n p o r u n a m ism a le tra del alfabeto de las notas de igual
posición en escalas sucesivas del can to (seg u ram en te a intervalo de octava, com o
en tre nosotros el D O de dos escalas), “L as com binaciones harm ónicas de unas m is
m as (cu erd as o v o c e s ), no las m ism as: del A agudo y del A grave, de nom bre igua
les, p ero en sonido no iguales” .
E n cualquier caso, el frag m en to testim o n ia de q u e no se d esdeñaba ocasional
m ente la razó n , a trav és de H eraclito , de ju g a r tam b ién con los azares de la rela
ción en tre la estru ctu ra foném ica de las p alab ras y su significado (un poco al m odo
que, m ás in d iscretam en te, se com placía en ju g a r con ello el Prof. L acan, d esarro
llando a su m odo los usos de asociaciones p o r h om onim ia que hacía el psicoaná
lisis de F re u d ), e n tre la iden tid ad o sem ejanza foném ica y la oposición o diferen
cia sem ántica.
P ero es de ad v ertir, p o r m ás evidente que ello sea, que cuando el lenguaje ju e
ga, com o aquí, con sus p ropios m ecanism os y convenciones, no es la m ism a la si
tuación que cuando usa, com o de o rd in ario , los d ato s de la realidad p ara testim o
nio del lenguaje o lógica de contradicción sobre el que esa realidad está fundada:
pues no se to m a aquí tam poco el lenguaje com o u na p a rte de la realidad, sino
com o tal lenguaje; y la diferencia de situación se trad u ce p o r fuerza en una dife
rencia de to n o en las form ulaciones, que p o d ríam o s explicar grosso m o d o dicien
do que se da, cuando se vuelve el lenguaje sobre sí m ism o, una no ta de ironía,
que falta cu ando h abla de las cosas (pues ellas son en serio m anifestaciones del
lenguaje que las d ete rm in a a ellas y a sus relaciones); es a sab er, que en los casos
de hom ofo n ía, u n a m ism a com binación de fonem as en un m ism o ord en sirviendo
a dos ideas o significados d iferen tes, es quizá d o n d e m ás vivam ente se descubre
la arbitrarie d ad o p u ra convención sob re la que se fu n d an los signos de u n a len
Razón general 173
gua (a la lengua en g en eral, n atu ralm en te, no ten ien d o ella p ro p ia m en te signos
foném icam ente constituidos, n o le corresponde tal m odo de a rb itrarie d ad , sino,
en lugar de ello, la p ro p ia ley ab stracta de la posibilidad de constitución arbitraria
de signos en lenguas d ife re n te s), arb itraried ad que de ordinario perm an ece oculta
a la conciencia de los h ab lan tes, o cultam iento que es esencial p a ra el éxito del len
guaje en la constitución de realid ad es; ah o ra b ien, se sabe q u e, al lado de esto,
reina siem pre e n tre los h om bres u n a rebelión co n tra el reconocim iento de la a r
b itraried a d , q u e les fu erza n o to riam en te a la doble ten tació n de hacer sus pala
bras en algún m odo o n om atopéyicas o de tom arlas com o com puestos parlantes,
predicaciones congeladas (que son las dos tentaciones que se explayan largam ente
en el Cratilo, a cuyo p e rso n a je , no sin alguna o tra secret^ iro n ía, to m ab a Platón
com o m u estra de los h eraclitan o s); pues b ien, el resu ltad o de lo uno y lo otro es
un p e rp e tu o conflicto de los h om bres con su len g u aje, el que les hace las cosas y
los hace a ellos m ism os (los hace ser ho m b res, y les hace a cad a uno ser quien
es); y es algo de ese conflicto lo que aquí razó n , el len guaje m ism o, les revela,
com o si les dijese “ ¿V eis cóm o el arco suena a vida y hace m u erte?: pues bien
podéis p o r ahí sospechar q u e la enferm ed ad se llam a e n ferm ed ad y hace salud, la
guerra gu erra y hace paz, que tú , al ser hijo , haces al p ad re p ad re. T am bién las
cosas son, a su m o d o , signos, y ta n arb itraria su realid ad com o el sonido de los
n o m b res” . Ju sta m e n te en cuanto la razón dice la v erdad de las cosas, al descubrir
su contradicción, e n tra en contradicción consigo m ism a; y en cuanto la razón, el
puro leng u aje g en eral, im pone la ley de la arb itra ried ad , la ley del capricho, de
los signos, e n tra con ello en contradicción con las lenguas diversas que la o b ede
cen, y q u e, al ser así m anifestaciones o ejem plos de la lengua g eneral, son al m is
m o tiem po negación suya y traición a ella.
59 D -K 59
Γ Ν Α 4-E<*>K <W ¿·, ΕΥΟΕΪΛ Μ <>Κ?ΛΙΗ,
M ÍA É ) T Í KAI H AVT H .
Cfr. Hippocr. De uictu 22 : κεραμείς τον τρόχον δινέουσι, και οΰτε πρόσω οΰτε οπίσω
προχωρεί, άμφοτέρω δέ άμα, τοϋ όλου άπομίμημα τής περιφορής κτλ.
Et Id. ib. 6 : πρίουσιν άνθρωποι ξϋλον' ό μέν έλκει, ό δέ ώθει, τό δέ αυτό τοΰτο ποιέου-
σι' πλέον δέ ποιέοντες μειον ποιέουσι κτλ. Et ib 7 : ώσπερ οί τέκτονες τό ξύλον πρίζου-
σιν' ό μέν ελκει, ό δέ ώθει, τωυτό ποιέοντες' κάτω δέ πιεζόντων, άνω έρπει κτλ. Et ib.
16 : τέκτονες πρίοντες ό μέν ωθεί, ό δέ ελκει, τωυτό ποιέοντες άμφοτέρως. φέρε,
τρυπώσιν' ό μέν έλκει, ό δέ ώθει' πιεζόντων, άνω έρπει, τό δέ (άνω ) κάτω' μείω ποιέον
τες πλείω ποιέουσι, και πλείω ποιέοντες μείω ποιέουσι.
In Hippolyti textum: γναφείφ Bern. et. Buns., edd..: γραφείψ cod. περιοίχεται
scribo : περιέχεται cod., Walzer : περιέρχεται Roeper, D-K : περιέλκεται Bern, et Buns.
In loca Hippocratica: άμφοτέρω δέ scribo (cfr. πορροτέρω etc.) : άμφοτέρωσε Μ : άμφο
τέρως Θ, edd. όλου Θ Μ : πόλου Ρ άπομιμα τ. π. Θ : μιμητής περι
φερής Μ : απομιμείται περιφορήν Joly πλέον .... μειον codd. : μεϊον .... πλέον
Fredrich πρίζουσιν Θ 1, Joly : τρυπώσιν Θ Μ : πρίουσιν Diels κάτω
δέ πιεζόντων άνω έρπει edd. : κ. δ. π. άνέρπει Θ : κ. δ. πιέζοντον ά. έ. Μ : κ. δ. πιεζό-
μενον ά. ε. Fredrich άμφοτέρως φέρε Ρ : ά. φέρει Μ : άμφότεροι Θ, Joly
καί, πλείω .... ποιοϋσι om. Θ Μ, edd. φέρε .... ώθει seel. edd. άνω addo.
TéKTOUfy Kv a o n m o N T E ^ ? ❖ nr/Y ε λ κ ε ί,
<? úk E\ f Τ<*>ΥΤ0· PO1 ÚO N T Z ^ AnooT£f<*>î .
© Con éste y los siguientes pués se vuelve el discurso a d ar ejem plos, p o r así
decir, geom étricos de la id en tid ad en la contradicción. É ste se lo debem os a San
H ip ó lito , q u e lo da tras el n.° 57 y seguido in m ed iatam en te del 60 (al p u nto de
que p u ed a bien p en sarse que iban seguidos en el lib ro ), y lo introduce con “P ero
tam bién d erech o , dice, y torcido son la m ism a co sa” (de m odo que este trozo hay
m otivo, p o r el citad o r in tercalad o , p a ra atrib u irlo tam b ién a H eraclito ), y sigue,
intercalan d o e n tre p aréntesis una explicación sobre el ingenio m ecánico que se usa
para ejem plo: ‘“ R eco rrid o de b a ta n e ro s’ dice ‘d erech o y re to rc id o ’ (el giro del im
plem ento llam ado ‘caraco l’ en el b a tá n , que es d erecho y retorcido: pues va m o
viéndose a la vez hacia arrib a y en red o n d o ) ‘es uno solo’ dice ‘y el m ism o’” ; d o n
de hay un incidente textual que ha d ado q u é ro e r a los editores: pues lo que da
el m anuscrito de H ipólito es, al com ienzo de la cita, graphéón ‘de escribanos’, y
Razón general 175
p robable es que se refiera a q ue, m oviendo la sierra, com o es norm al, no ho ri
zontal, sino en desnivel, al p resio n ar h aciendo b a ja r uno de los extrem os, la p ro
pia resistencia del m ad ero hace lev an tarse al o tro ); y en el terc er lugar: “C arp in
tero s aserran d o , el u n o e m p u ja y el o tro tira, h aciendo la m ism a cosa de los dos
m odos. D igam os, tala d ra n : el uno tira y el o tro em puja: al ap reta r ellos, se des
liza p a ra arrib a, y lo de arrib a p a ra ab ajo (a q u í p ro b ab le m en te referido al efecto
de un berb iq u í o de u n sacacorchos, q u e, al p resio n ar sobre la m ad e ra , la hacen
subir relativ am en te, en la m ed id a que el in stru m en to se e n tierra en e lla ): hacien
do las cosas m enos, las h acen m ás, y haciéndolas m ás, las hacen m enos” ; esto es,
que, al dism inuir las cosas aserrán d o las u h o rad án d o las, las hacen ser m ás cosas
de las que e ra n , y al así m ultiplicarlas, las hacen m enguar de m asa. E llo es que
la repetició n y la configuración m ism a de la fórm u la sugiere que podría pro ced er
del libro de H eraclito , p reced ien d o tal vez a la de los b a tan e ro s, y con esta form a
aproxim ada: “C A R P IN T E R O S A S E R R A N D O M A D E R A : E L U N O T IR A Y
E L O T R O E M P U JA , H A C IE N D O L A M ISM A C O S A D E LA S D O S M A
NERA S”.
E n sum a, con el ejem p lo del to rn o de b atán lo que razón form ula es la id en
tid ad de los co n trad icto rio s m anifestán d o se com o coincidencia de las dos nociones
geom étricas m ás elem en talm en te co n trap u estas, las de ‘re c to ’ y ‘curvo’ (acaso el
lector q u iera ver cóm o en un ensayo de G e o m e tría sin aritm ética, publicado com o
5 .a desim plicación de un libro D e los núm eros, se reducía esa contradicción a la
de ‘idea co n tin u am en te fiel a sí m ism a’ co n tra ‘idea p e rp e tu am en te infiel a sí m is
m a’, es decir, dos m odos opu esto s de ideación del m ovim iento, espacialización del
tiem p o ), cuya co n traried ad q u ed a, en efecto, de m an era exim ia puesta en eviden
cia a la vez que an u lad a con la observación del m ovim iento helicoidal, esto es,
aquél en q u e “avanza derech o en ta n to en cuanto g ira” y “tan to m ás gira cuanto
más quiere avanzar d e re c h o ” ; y n a tu ra lm e n te , el S ujeto de esas predicaciones no
puede ser un a, un móvil co rrien te, sino u n a x no resu elta, un ¿quién?, ya que la
noción m ism a de ‘S u je to ’ o de ‘m óvil’ qued a p u esta en cuestión p o r la coinciden
cia en uno del reco rrid o curvo y el recto , y en la m ism a coincidencia, que es an u
lación, de eutheía ‘re c to ’ y skolié ‘cu rv o ’ se im plica el descubrim iento de la unidad
del ob jeto (S u jeto de esos p redicados) com o contradicción in terna; que es la re
velación que la razón persigue en esta p a rte cen tral del libro m ediante la m ulti
plicación de los ejem plos físicos, geom étricos o lingüísticos.
Razón general 177
60 D-K 60
¿A - tj AN< r> ΚΛΤ<*> M U KM <*>VTH.
© μίη ed. M igne ώ υτή cod.; fo rm a utique suspecta: cfr. n.° 59.
© C itado en San H ip ó lito a seguido del an terio r (v. al n.° 59), lo que contri
buye a hacérnoslo e n te n d e r situado en tre los ejem plos de aparición geom étrica de
178 Razón común — Heraclito
la id entid ad en la oposición, en cam bio casi to d as las otras citas nos lo dan in te r
p retad o en conexión con los p rocesos de tran sm u tació n , ya de los elem entos físi
cos (así en D iógenes L aercio: “y q u e de los co n trarios el que m ueve a creación se
llam a guerra y discordia y el q u e a la conflagración acuerdo y paz, y la conversión
(d e uno a o tro ) cam ino a rrib a a b a jo , y q u e según ella se d esarrolla el universo” ;
y en Plotino: H eraclito , q u e nos reco m ien d a investigarlo estableciendo m u ta
ciones necesarias a p a rtir de los contrario s y que las llam ó cam ino arriba y a b a jo ” ;
y en C leom edes, el astró n o m o quizá de fines del IIp ost: “ ... cam ino arrib a abajo,
dice H eraclito , a trav és del e n te ro ser to tal, que tie n e p o r n a tu ra volverse y tra n s
m u tarse, cediendo p a ra to d o al c re a d o r...” ; en M áxim o de T iro , el p red icad o r pla
tónico del s. I I post: “ ... ves la tran sm u tació n de cuerpos y de procesos, alte rn ati
va de cam inos arrib a y a b a jo , según H e ra c lito ” ; así com o en las referencias, sin
n o m b re, de Filón en el D e lo im perecedero del m u n d o : “ ... los elem entos del u n i
verso, p o r Jas m utaciones de unos en o tro s, lo m ás so rp re n d en te , pareciendo m o
rir, se inm ortalizan, p ro lo n g án d o se p o r siem pre y altern an d o continuam ente el
m ism o cam ino arrib a y a b a jo ” ; y de M arco A u relio : “arrib a, abajo, en red o n d o ,
las m ociones de los e lem en to s”), o ya tam b ién de las alm as y los sucesos hum anos
(así en Jám blico: “p ues H eraclito establece m utaciones necesarias a p artir de los
contrarios, y está en creencia de q u e las alm as van reco rrien d o cam ino arrib a y
a b a jo ” ; en el D e los ensueños de Filón: “ ... tam b ién hay un com o cam ino arriba
y ab ajo de los asuntos h u m a n o s” , y en su D e la vida de M oisés: “pues nada más
inestable que fo rtu n a , que vía arrib a y ab ajo ju e g a al tres-en-raya con las cosas
de los h o m b res” , fu n d ien d o con el n.° 85), de m an era que sólo la referencia en el
hipocrático D el alim ento ( “cam ino arrib a, cam ino ab ajo , uno solo”) y la cita de
T ertu lian o , con su curiosa intro d u cció n , en que saca el helenism o antithesis lógi
co-retórico (“A h o ra , to can te así a las m enudencias y m alicias com o a los otros m e
dios consabidos, tam b ién yo fre n te a M arción fo rm u laré antítesis que rivalicen con
las suyas: si es cierto q u e mi D ios ignoró q u e hab ía o tro p o r encim a de él, asim is
mo el tuyo p a ra n ad a supo q u e hab ía o tro p o r d e b a jo de él. Pues ¿qué dice aquel
H eraclito , el T en eb ro so ?: la m ism a es la vía p a ra arrib a y p a ra a b a jo ”) nos dan
la frase sin involucrarla en esas aplicaciones físicas o hasta históricas; la in te rp re
tación física que la liga con m etabolé ‘tran sm u tació n ’ y con am eíbein ‘cam biar, al
te rn a r’, debe de p ro c e d e r de algún tex to filosófico com o el de T eofrasto que está
d etrás de la exposición de D iógenes L aercio (v. supra), (aunque es de n o tar que
ya el hipocrático D e la dieta ofrece una aplicación a cosas com o ésas: “p e ro corren
todas las cosas divinas y hum anas arrib a y ab ajo a lte rn án d o se”), y del que todos
los dem ás p o d rían deriv ar bien trivialm ente.
P ero , si bien es cierto q u e los ejem plos de apariciones dinám icas y p o r a lter
nancias tem p o rales de la contradicción vienen en n u estra ordenación enseguida
después de éstos (v. n.° 68 y siguientes), lo que h a p odido facilitar esa in te rp re ta
ción filosófica, no hay p o r q u é d arle en esta fórm u la del libro a la p alab ra hodós
‘cam ino’ ningún sen tid o tran scen d en tal y referid o a las vías de los procesos físicos
de elem en to s ni de alm as: p a ra que razón lo use com o ejem plo p ertin e n te de ap a
rición real de su ley de id en tid ad en la contradicción, basta con considerar lo que
es un cam ino norm al y co rrien te (ex cep tu an d o — q u iero decir— las vías de un solo
sentido de autopistas o ferro carriles m etro p o litan o s) a sab er, una m ism a direc
Razón general 179
ción constituida p o r dos sentidos o p u esto s, de m a n era que u n cam ino en cuesta
es el m ism o p a ra subir que p a ra b a ja r, así com o u n a ru ta (con valores que tam
bién p u ed en te n e r los adv. gr. ánó y kcító) es u n a p a ra ir de la costa al interior y
p a ra b a ja r del in te rio r a la costa, y cualquier vía, en fin, es en sí la m ism a para la
ida y p a ra la ven id a, siendo así que p a r a a q u é l que va yendo es de ida y
p a ra el que viene de venida; p ero ella es en sí u n a sola, y es ju stam en te el hecho
de que coincidan en ella dos sentidos contrarios, de izquierda a derecha — diga
mos— y de d erech a a izquierda, lo que la constituye com o u n a dirección, com o
u n a vía.
Pues es tal vez en la oposición ‘d erecha / izq u ierd a’ donde m ás netam ente se
declara a n u estra reflexión el m isterio evidente que cada día nos dice, sin que lo
oigam os, la reflexión de noso tro s m ism os en el espejo: que, siendo ‘izquierda’ y
‘d ere ch a ’ nociones e n te ra m e n te relativas a la actitud del S u jeto , contem plador o
cam inante, con resp ecto a sí m ism o to m ad o com o o b je to (pues si p lanto un espe
jo en m edio de la cu esta, tam b ién m e veo b ajan d o en cuanto voy subiendo), sin
em bargo, es sólo la creencia o consideración objetiva de la oposición ‘izquierda /
d e rec h a’ com o u n a realid ad la condición q u e hace de los dos sentidos una direc
ción, de las dos flechas contrarias u n a línea definida (·*-*), y de m í m ism o uno
solo, com o sujeto y com o o b je to de observación al m ism o tiem po. Y aun si q u e
rem os in te rp re ta r dinám icam en te la oposición ‘abajo / a rrib a ’, ‘hacia adelante / h a
cia a trá s’, esto es, h acer el cam ino tiem po, ¿quién no sabe, aunque no se lo con
fiese con frecuencia, que ir ad elante (el tiem po o nosotros) sólo tiene sentido
(com o “ir de lo p asad o a lo fu tu ro ”) en cuanto tiene sentido lo co n trario , que el
ir adelan te es ir p asan d o a p asado lo futuro?
En fin, que la convención ‘izquierda / d e re c h a ’ resulte más frágil y tra n sp aren
te a la reflexión, no quita p a ra que la m ás sólida y prim itiva de ‘abajo / arrib a’ se
reduzca tam b ién a ser la m ism a: pues ¿quién va a im pedir que el pu n to de obser
vación, girando 90 grados respecto a la vía o línea de m ovim iento, se sitúe de tal
m odo que el ‘arrib a / a b a jo ’ de antes sea ‘izquierda / d e rec h a’ ahora? Sólo que el
m antenim ien to de la oposición de sentidos com o p e rten ecien te a la realidad o b
jetiva d em u estra ser una necesidad a que to d a ciencia está cond en ad a, no sin que
sea origen de co n tin u a p erp lejid ad y progreso de su te o ría , en conexión inm ediata
con la doble y co n trad icto ria atribución de ‘infinitud’ y ‘to ta lid ad ’ (e.e. finitud)
que debe conceder a la R ealid ad sobre la que versa: en la form a más desesperada
y p u ra de la C iencia, en el m aterialism o epicúreo, ¿no debían los átom os, en el
espacio sin fin, caer sin em bargo en un sentido d eterm in ad o , de arriba a abajo,
que no p o d ía confundirse con su co n trario , y cuya flecha no podía estar definida
p o r o tra cosa que p o r la p ro p ia caída de los átom os en la infinitud?
180 Razón común — Heraclito
103 D -K
C fr. H i p p o c r . D e n u tr im . 9 : ά ρ χ ή δ έ π ά ν τ ω ν μ ί α κ α ί τ ε λ ε υ τ ή π ά ν τ ω ν μ ί α , κ α ί ή α υ τ ή
τ ε λ ε υ τ ή κ α ί ά ρ χ ή . I d . D e u ictu 19 : π λ ο κ ε ΐ ς ά γ ο ν τ ε ς κ ύ κ λ ω π λ έ κ ο υ σ ι ν ' ά π ό τ ή ς ά ρ χ ή ς ε ις
τ ή ν ά ρ χ ή ν τ ε λ ε υ τ ώ σ ι. τ ω υ τ ό π ε ρ ίο δ ο ς εν τ ώ σ ώ μ α τ ι' ό κ ό θ ε ν ά ρ χ ε τ α ι, έ π ί τ ο ύ τ ο τ ε λ ε υ τ ά '
I d . D e lo e. in h orn . 1 : έ μ ο ί δ ο κ ε ί ά ρ χ ή μ έ ν ο ύ ν ο ύ δ ε μ ί α ε ί ν α ι τ ο ϋ σ ώ μ α τ ο ς , ά λ λ α π ά ν τ α
ο μ ο ίω ς ά ρ χ ή κ α ί π ά ν τ α τ ε λ ε υ τ ή ' κ ύ κ λ ο υ γ ά ρ γ ρ α φ έ ν τ ο ς ή ά ρ χ ή ο ύ χ ε ύ ρ έ θ η .
d o ) del principio, en el principio term in an (seg u ram en te, m ás que tren zad o , un
m odo de h acer bucle a to rn illo , m arcándolo prim ero en la raíz y haciendo correr
la cu rv atu ra hacia las p u n ta s, p a ra que desde allí se tran sm ita a su vez hasta la
ra íz ): lo m ism o el ciclo en el cuerpo: de donde em pieza, en eso te rm in a” ; y sobre
to d o en el D e los lugares: “M e parece que principio, p ues, no hay ninguno en el
cuerpo, sino que to d o s los p u n to s son igualm ente principio y to dos fin: pues, tra
zado un re d o n d el, no se en co n tró el prin cip io ” .
P ero , se acud iera o n o en el libro a la figura g eom étrica de la circunferencia,
el sentido de la fórm u la está, com o en los ejem plos an terio res de aparición visible
de la contradicción lógica, en la declaración de cóm o la id entidad consigo misma
de una línea o curso tem p o ral se funda en la coincidencia (aquí el térm ino es xynón
‘com ún, en u n o ’, no p o r m ero azar el m ism o que en los n .os 2 y 4 se u saba para
referirse a lo com ún a to d o s de la razó n y la inteligencia, com unidad oculta por
la creencia de cada uno en la suya) del principio de la línea o curso con su fin,
que en cam bio en la concepción de la línea o curso com o reales tienen p o r fuerza
que concebirse com o opu esto s el uno al otro: pues coinciden fin y principio para
cualquier curso lineal (véase lo dicho al n.° 60 sobre los dos sentidos de una di
rección), en cu an to q u e sólo p o r aten ció n al proceso de trazado o de recorrido de
la línea se im pone la contradicción e n tre ‘prin cip io ’ y ‘fin ’, p ero a la línea en sí le
resulta in d iferen te la consideración del fin com o principio o del principio como
fin, y es o tra vez la necesidad del p u n to de vista p articu lar de uno lo que establece
la oposición com o re a l, m ientras que la verd ad com ún, in d ep en d ien te de esa aten
ción priv ad a, está en la form ulación de la confusión de los contrarios en la iden
tidad de la línea o curso.
E s cierto q u e es en el caso de u n a curva cerrad a d o n d e m ás claram ente se m a
nifiesta la coincidencia del fin con el principio, y m ás claro que en ninguna en el
caso lím ite de la circunferencia, que pued e definirse com o la línea p erp etu am en te
infiel a sí m ism a (com o cu alquier curva: v. al n.° 59), p ero con u n a infidelidad o
desviación siem pre igual a sí m ism a, y en cuyo curso p o r consiguiente no se da
ningún p u n to d iferen te o privilegiado, que p u d iera em pezar a fu n d ar una separa
ción e n tre principio y fin. P ero sin em bargo es de b uen m étodo no d ejarse llevar
de la im agen, ni siquiera de ésa, com o tan tas veces ha sucedido con concepciones
filosóficas o científicas de la to talid ad , com o ‘e te rn o re to rn o ’, com o ‘curvatura del
espacio’ o com o ‘ciclos históricos’, p o r ejem plo: pues la visión cíclica, que en prin
cipio viene a correg ir la concepción d o m in an te del m ovim iento o progreso en lí
n e a, de un principio a u n fin, a su vez con esa corrección m an tien e la creencia fun
d am ental en aquello q u e vuelve a rep etirse, a la vuelta del ciclo, idéntico consigo
m ism o en cu an to d iferen te de lo o tro , del resto del decurso. Y es así que, tom ada
en sí m ism a, la concepción cíclica de la to talid ad m iente igualm ente que la otra,
y ju sta m e n te , p o r reflexiva y filosófica, es acaso m ás insidiosa que la sim ple creen
cia en el curso con principio y fin. D e poco vale la form ulación “todo vuelve” , si
no tra ta de com p letarse al m enos con su o tra m itad coordinada, com o “T o d o vuel
ve y n ad a v uelve” , que tiene traza ya de fórm u la de razón.
182 Razón común — Heraclito
62 A7+C1.5 D-K
© Todas las cosas, las mismas y no las mismas. Ser una cosa
y no serla, lo mismo es, y no lo mismo.
© P ued e que sea algo excesivo p re se n ta r com o un fragm ento del libro pro p ia
m en te estas form ulaciones, que no ap arecen explícitam ente citadas a nom bre de
H eraclito; p ero es q ue, de un lado, el h ilvanam iento del discurso de razón, tal
com o de n u e stra o rd en ació n va saliendo, en este su m o m en to central, y precisa
m ente aquí d elan te de los fragm entos de los ríos, m e estaba exigiendo una fó r
m ula general de sem ejan te traza, y de o tro lado, la consideración c o n ju n ta de los
tres testim onios q u e en © cito, q u e son adem ás de los m ás antiguos que de la
o b ra de H eraclito nos h an llegado, d eja p o co d u d o so que debía leerse en ella al
guna form ulación com o la que restituyo: en el h ipocrático D e la dieta, que en ta n
tos puntos reconocem os com o una prosecución fiel de la lógica y el estilo heracli-
tan o s, se lee lo que ofrezco com o p rim era p a rte , seguido de una ejem plificación
Razón general 183
que tam poco desdice n a d a de lo que en el libro p o d ía m uy bien leerse (cfr. n.° 129):
“T odas las cosas, las m ism as y no las m ism as: luz con Z eu s, tiniebla con H ades;
luz con H a d e s, tin ieb la con Z e u s” (esto es, p rim ero , id en tid ad de la diferencia en
tre el m odo científico y el m ítico de n o m b rar; y luego, id en tid ad en la oposición
en tre co n trario s); y p o r o tra p a rte , A ristó teles en el libro terce ro de los M etáphysi-
ká escribe así o p o rtu n a m e n te : “P ues es im posible q u e q u ien q u iera que sea conci
b a que es lo m ism o ser y n o ser, tal com o algunos p iensan que dice H eraclito ” ;
donde la aseveración de im posibilidad p o r p a rte de A ristó teles sugiere bien cómo
la form ulación que le escandaliza d ebía p ro v en ir de u n a o b ra , e x tra ñ a al progreso
de la filosofía o ciencia n o rm al, q u e apenas p o d ría ser o tra que la de H eraclito
(ni añ ad e m ucho, salvo, p o r el m e jo r e n red o en tre la cuestión objetiva y la sub
jetividad del que sostiene tal creencia, el com entario a ese lugar de A lejan d ro de
A frodisias, del s. IIp ost: “p ues, si p o r el hecho de no p o d e r al m ism o tiem po d ar
se los con trario s se elim inaba el q u e siquiera se pudiese así creerlo , caso de que
p u d ieran a la vez d arse los co n trario s, tam bién creer po d ría uno que así fu e ra, sien
do ello v erd ad . Y de esa creencia afirm an algunos que vino a ser tam bién H era
clito, al decir q u e los co n trario s eran lo m ism o el uno con el o tro . Pues puede
que, al decir así, estén tam b ién diciendo c o n tra lo p ro p u esto , lo de que es im po
sible que los co n trario s se den a la vez p a ra una m ism a cosa, en virtud de lo cual
parece darse p o r d em o strad o que no es posible que uno m ism o crea que una mis
m a cosa es y no es. ‘P e ro de ese razo n am ien to usan tam bién m uchos de los que
tratan acerca de la re a lid a d ’, tal com o de H eraclito lo creen algunos”); y entre los
que A ristó teles dice q u e así leían en su libro (sin te n e r tiem po, p o r su p a rte , de
d e te n erse a co m p ro b ar tal lectu ra) la form ulación, hay que c o n tar desde luego a
P arm énid es, en aquellos fam osos versos en que la diosa, después de ap artarlo de
la vía de que no es, le p reviene de ésta otra, qu e, pese a todas las dudas que los
estudiosos h an m an ifestad o , no p u ed e ser o tra que la de la lógica h eraclitana, por
m ás q u e, ju sta m e n te p a ra d esprestigiar tal vía, p refiera la diosa atribuirla no a un
p e n sad o r, sino a u n a tro p a de gentes divididas consigo m ism as, diciendo con ello
acaso, al acercar la form ulación no a una lógica h eraclitan a, sino a la razón co
m ún, m ás v erd ad de lo que quería: “D eb e ser cosa el decir y el saber: pues cabe
ser algo, / m as no ser n ad a no cabe; en lo cual m ed itar te aconsejo; / pues de esa
vía de busca te rechacé la prim era. / M as luego de o tra , a que ya m ortales que no
saben n ad a / se tu e rc e n , cabezas de a dos: que falta de tino en sus pechos / les
traza derech a la idea to rcid a, y van arrastrad o s, / sordos y ciegos al p a r, pasm a
dos, tro p a indistinta, / a quienes ser y no ser les da en sus leyes lo m ism o / y no
lo m ism o, y hay ru ta de co n trav u elta de to d o ” : n ota cóm o esta últim a alusión a
la ru ta palíntropos (v. en n.° 42) confirm a la referen cia al libro de H eraclito, así
com o antes los rasgos de su caricatu ra, com o el d íkranoi ‘de doble cabeza’, son
b asta n te aptos p a ra la lógica de la contradicción, que la diosa ha de ten e r especial
em peño en re fu ta r, a fin de q u e q u ed e com o única vía la que dice “es” , esto es,
aquélla do n d e el h echo de que el q u e es lo que es sea lo que es no se determ ina
p o r el hecho de que n o sea lo que no es, sino q u e se establece de u n a vez por
siem pre, en sí m ism o y p o r sí m ism o.
P ero , p iénsese lo q u e se piense de la exactitud o literalidad de las fórm ulas
que p re se n to o su m e ra aproxim ación a las que en el libro debían de leerse, ello
184 Razón común — Heraclito
es q u e, aun tal com o las leo a través de esas referen cias, son razonables fórm ulas
de razón, que resu m en b ien lo que en la lista de ejem plos an teriores se iba más
directa- y m enos explícitam ente m anifestando sob re la id en tid ad en la contradic
ción, y p re p a ra n a los nuevos ejem plos que a co ntinuación o rd e n o , donde se m ues
tra, en el hech o y p ro ceso , la n ecesidad de los p redicados contradictorios, ‘el m is
m o ’ y ‘no el m ism o’ recay en d o sobre u n m ism o ser que p re te n d a ser v erd ad ero al
m ism o tiem po que real.
49a+ 1 2 (1.a) D -K
C fr. G r e g . N a z . C a rm . m o r . 14 : έ μ π ε δ ο ν ο ύ δ έ ν ( η ." 6 9 ) . έ γ ω γ ε ρ ό ο ς \^ ο λ ε ρ ο ύ π ο τ α μ ο ί ο
α ί έ ν έ π ε ρ χ ό μ ε ν ο ς , ε σ τ α ό ς ο ύ δ έ ν ε χ ω ν . ο ύ τ ε δ ί ς , ο ν τ ό π ά ρ ο ι θ ε , ρ ό ο ν π ο τ α μ ο ΐ ο π ε ρ ή σ ε ις
έ μ π α λ ιν ο ύ τ ε β ρ ο τ ό ν δψεαι, ον τό π ά ρ ο ς.
fu is s e s u s p ic o r « π ο τ α μ ο ϊ σ ι τ . α ύ τ . ( έ μ β α ί ν ο μ έ ν τ ε κ α ί ο ύ κ έ μ β α ί ν ο μ έ ν » φ η σ ι ν , δ τ ι ) έμ -
β α ίν ο υ σ ιν p r a e te r ε τ ε ρ α . . . . ε π ι ρ ρ ε ϊ etia m κ α ι ψ υ χ α ί ά ν α θ υ μ . H e r a c lito edd. da
b a n t ( κ α ί e x c e p to v . A r n i m ) ψ υ χ α ί δ έ ( ά ε ί ) C a p e l le ά ν α θ υ μ ιώ ν τ α ι :
ά ν α θ . ( ε τ ε ρ α ι κ α ί ε τ ε ρ α ι ) Η . G o m p e r z : ά ν α θ υ μ ι ώ μ ε ν α ι W ila m o w itz .
A d P lu ta r c h i Q u a e s t.: ε μ β α ί η U 1.
tiene del no ser que del ser: pues lo q u e es, com o dice P arm énides, o tras señales
tie n e” ; y tam b ién de la m ism a versión fijad a le llegaba a P lutarco la cosa, m ás o
m enos d irectam en te, el cual en su obrilla D e los tardíam ente castigados p o r los d io
ses dice: o n o d ejarem o s v er q u e hem os a rro ja d o todos los asuntos al río he-
raclitano, al q u e dice que n o se e n tra dos veces, p o r el hecho de que todas las co
sas las m ueve y las hace o tras la realid ad cam b ian te” ; y en la de Cuestiones fisicas:
“P ues las m anan tiales de fu en tes y de ríos son frescas y recién surgidas: pues dos
veces en los m ism os ríos no p u ed es e n tra r, según dice H eraclito: pues otras aguas
vienen a fluir encim a (n o ta la sem ejan za con el tex to de A rio , que p arece sugerir
u na fu ente in m ed iata c o m ú n ): pues tam b ién alim en tan esas aguas p eo r que las de
lluvias” ; y en la D e la E que hay en D elfos: “Pues lo que es a nosotros del ser en
v erd ad nada nos toca, sino q u e to d a n a tu ra m o rta l, venida a ser en m itad de
nacim iento y d estrucción, u n fan tasm a ofrece y apariencia insegura y borro sa de
sí m ism a...: p ues en un río n o es d ado e n tra r dos veces en el m ism o, según H e
raclito, ni tam poco asirse dos veces de una substancia m ortal en firm eza, sino que
p o r la rapidez y velocidad del cam bio d esp arram a y o tra vez ju n ta (a q u í, con un
sujeto no explícito, p u ed e h a b e r eco de o tro p asaje de H eraclito: v. n.° 6 9 ), pero
m ás bien ni o tra vez ni desp u és, sino que a la vez se constituye y cesa, está p re
sente y está a u se n te ” . E n fin, u n a resonancia cierta de la doxa h eraclitana vulga
rizada desarrolla G reg o rio N azianceno en aquellos versos: “N ad a constante: yo
m ism o, de tu rb io río c o rrien te / siem pre avanzando, jam ás nada de firm e a to
car. / N i cruzarás dos veces el curso del río que antes / nunca atrás, ni m o rtal n u n
ca al que viste v erás” .
P ero, d ejan d o la historia de esta curiosa y d em asiado com prensible fijación de
una doctrin a del flujo h eraclitan o , ya p u ed e el lecto r e n ten d er sencillam ente, con
la lectu ra fiel q u e sin d u d a nos h a d ejad o la cita de H eraclito H om érico, en qué
sentido debía form ularse en el libro la frase de los ríos que ha dado pie a todo
ello: com o un ejem plo más que razón usa p a ra p o n e r en evidencia la aparición de
la contradicción lógica en las realidades. E s p o r ta n to esencial a ese propósito que
la antítesis suene con sus dos m itades co ordinadas (“en tram o s y no e n tram o s” ,
cfr., pese a la credulidad p restad a a lo del pánta rheí, la reform ulación de A. M a
chado “T odo pasa y to d o q u e d a ”), com o que n o es la m era fluidez continua (tri
vial m anifestación de u n a de las dos m itades del sentido com ún) lo que razón d e
sea revelar en la realid ad , sino la contradicción. Pues lo in teresa n te de todo esto
que llam am os physis al m odo antiguo o, más o m enos lo m ism o, realidad al m odo
contem p o rán eo consiste en su condición de ser u n a co m p onenda (im posible en v e r
dad, pero así real) de dos com p o n en tes incom patibles: uno la idea de la cosa, que
es p o r su p ro p ia definición in tem p o ral, e te rn a (las ideas sólo cam bian cuando a
su vez se hacen realid ad es), esto es, idéntica consigo m ism a, y o tro aquello que
se supone p o r d eb a jo de las ideas de las cosas, incapaz p o r tan to de ideación, el
lugar en que se h ab la, y del que p o r ta n to no se h abla si no es haciéndolo ser lo
que no era, aquello ad o n d e ap u n tan esto, aquello, a q u í o yo, m ientras ni aquello
ni esto ni aquí ni yo ten em o s n o m b re ni pod em o s m enos de ser continuam ente
infieles a noso tro s m ism os, inasibles, im p erm an en tes, tan inestables com o el curso
del lengu aje m ism o en que esos índices su en an y d esap arecen . Siendo pués la re a
lidad o physis la co m p o n en d a de lo uno con lo o tro , n ecesariam ente falsa, e.e. v e r
Razón general 189
d ad eram en te im posible, lo que hace razón en esta fórm ula no es más que p o ner
en evidencia, p o r sep aració n de am bos com ponentes y su sucesiva coordinación,
lo ilógico de la co m p o n en d a, cuyo descubrim iento es ju stam en te función de la ló
gica, voz de la razón.
A lguna p erp lejid ad p u ed e p ro d u cir la segunda coordinación de la fórm ula, “es
tam os y no estam o s” , que sólo en la cita de H eraclito H om érico ap arece, sobre
todo p o rq u e el D . sin p rep . p ota m o ísi toísin autoísin no parece el régim en propio
p ara este eím en ‘estam o s’; au n q u e la v erd ad es que tam poco es el propio para el
em baínom en ‘e n tra m o s’; p ero colocado com o está ese D . en m iem bro tem ático de
frase b im em b re, no d irectam en te C om pl. de los V erbos, no en cu en tro inadm isi
ble la construcción, en el sentido de algo com o “R esp ecto a unos m ism os ríos, (a
ellos) en tram o s y no en tram o s, (en ellos) estam os y no estam o s” ; y lo cierto es
que la doble ejem plificación, con un V erbo de m ovim iento y o tro de estancia, re
sulta a m ás no p o d e r o p o rtu n a p a ra la fórm ula: pues bien conviene que la no iden
tidad y la id en tid ad del río se pon g an a p ru e b a b ajo esos dos m odos: que no es
el m ism o, y lo es al p a r, el río al q u e (dos veces, p o r ejem plo) bajam os o en tra
m os; y que no es el m ism o, y a la p a r lo es, éste en el que (d u ra n te un rato) es
tam os m etidos. Y no es, c iertam en te, posible, p a ra el griego de H eraclito , pensar
que el eím én te ka i o u k eím en tenga el sentido de “som os y no som os” , ya que
este uso absoluto de la C ópula, com o si fuese un v erd ad ero V erbo y tuviese su
corresp o n d ien te sem an tem a o significado, es cosa que sólo se desarrolla en el dia
lecto filosófico (y se inicia p recisam ente con la hazaña lingüística de la diosa de
P arm énides), y no p u ed e p o r ta n to ap arecer en un discurso prefilosófico com o es
el de lógos en H eraclito ; p ero , sin em bargo, bien claro está que en la form ulación
se im plica tam b ién que aquello que d irectam en te se dice de los ríos se deba en
ten d er igualm ente de cada u no de noso tro s, q u e al m ism o tiem po que no idéntico,
al venir varias veces al río o al estar en él m etido un ra to , al m ism o tiem po es idén
tico consigo m ism o. E n sum a, lo prim ero y principal de la form ulación es que en
ella se diga, y se oiga, lo uno y lo o tro ju n ta m e n te , que no es el m ism o y que es
el m ism o, y que así, p o r m edio ciertam en te de la co ordinación, la contradicción
de lo uno con lo o tro se form ule.
190 Razón común — Heraclito
6 D -K
© T am b ién la transm isión de esto que era sin d uda o tro ejem plo de la coinci
dencia y contradicción e n tre ‘el m ism o’ y ‘d ife re n te ’, y que o rd e n o así tras el de
los ríos, es ilustrativa de los m odos de alteración y asim ilación de la lógica hera
clitana, e n ten d id a com o physiologia o pre-ciencia, en tre los filósofos. C om o se ve,
en tien d o que P roclo, a q u ien d ebem os al m enos o tra cita literal del libro (n.° 20),
nos ha conservado bien la p rim era p a rte de la frase en su com entario al Tim eo:
“ ... p o r eso, en fin, tam b ién al sol acostum bran a llam arlo dios nuevo (y ‘nuevo
a cada día el sol’ dice H eraclito ), com o particip an te de la fuerza dionisíaca” ; de
la cual tam b ién hace cita A ristó teles, con ligera alteración y adaptación a su p ro
pio tex to , en el libro II de sus M eteorologica: “... p o r la cual (e .e . la llam a, p h ló x )
habiendo sacado la sem ejan za, así tam bién acerca del sol se figuraron. Pero la
cosa no es igual: pues la llam a se p ro d u ce p o r el continuo intercam bio en tre hú
m edo y seco, s e p r o d u c e y no s e a l i m e n t a (pues no perm anece sien
do la m ism a tiem po ninguno, p o r así decir), p ero con el sol es im posible que su
ceda eso, ya que, alim en tán d o se, p o r cierto, del m ism o m odo, según dicen aqué
llos, claro está q u e tam b ién el sol no sólo, tal com o H eraclito dice, es a cada día
nuevo, sino siem pre nuevo co n tin u am en te” ; y fielm ente los aristotélicos com enta
dores del p asaje glosan y celeb ran la agudeza del m aestro (com o si se cam biara
en algo in teresan te la cuestión con decir ‘a cada m o m en to ’ en vez de ‘a cada día’),
sin que q u ep a so spechar que se h u b ieran vuelto ellos a consultar el libro de H e
raclito, p ero añ ad ien d o en cam bio (sobre lo q u e vuelvo m ás ab ajo ) un desarrollo
sobre cóm o el sol se ren u ev a cada día en la su puesta fisiología heraclitana: así A le
jan d ro de A frodisias (s. Il-lllpost): “ ... p ero con el sol nada sem ejan te sucede,
pu esto q u e, si se criara el sol tam b ién tal com o el fuego, según dicen, no sólo, según
dice H eraclito , hab ía de estar siendo nuevo a cada día, cada día encendiéndose
o tro , apagado el a n te rio r en la p u esta, sino que siem pre y continuam ente vendría
a hacerse nuevo y cad a vez o tro , tal tam b ién com o las llam as tien en en su devenir
su se r” ; y así O lim p io d o ro (s. V-VIpost): “ ... y sobrepasarem os la p a rad o ja de H e
raclito: pues no ya resu ltará nuevo a cada día el sol según H eraclito, sino nuevo
a cada ah o ra. P ues decía H eraclito q u e, siendo fuego el sol, cuando se encuentra
en el o rie n te , se vuelve a en cen d er gracias al calor de allí, y cuando an d a en el
po n ien te, se apaga p o r el frío q u e allí h a c e ” ; apenas hace falta deten erse en la de
bilidad de los estudiosos m od ern o s que conceden au to rid ad a la atribución de ta
les fantasías fisiológicas a H eraclito . M ás grave es que el propio P latón en un p a
saje de la R epública m u estra que él tam bién creía re co rd a r que en H eraclito el
192 Razón común — Heraclito
88 D-K 6 5
C fr. E u r . ( P o ly id u s ?) a p u d P l a t . G o r g . 4 9 2 e : τ ι ς δ ’ ο ΐ δ ε ν ε ΐ τ ο ζ ή ν μ έ ν έ σ τ ι κ α τ θ α ν ε ί ν ,
τ ό κ α τ θ α ν ε ί ν δ έ ζ ή ν ; E t I d . P h r ix u s a p u d S to b . F lo r . 1 2 0 , 18 : τ ί ς δ ’ ο ΐ δ ε ν ε ί ζ ή ν τ ο ύ θ 5 ô
κ έ κ λ η τ α ι θ α ν ε ΐ ν , τ ό ζ ή ν δ έ θ ν ή σ κ ε ι ν έ σ τ ί; c u m A ris to p h a n is p a ro e d ia R a n . 1477 : τ ί ς δ ’
ο ΐ δ ε ν ε ί τ ό ζ ή ν μ έ ν έ σ τ ι κ α τ θ α ν ε ί ν , τ ό π ν ε ι ν δ έ δ ε ι π ν ε ΐ ν , τ ό δ έ κ α θ ε ύ δ ε ι ν κ ώ δ ι ο ν ; et ib.
1082 : φ ά σ κ ο υ σ α ς ο ύ ζ ή ν τ ό ζή ν .
E tia m P lu t. D e Ε 1 8 , 3 9 2 c : ... φ θ ε ί ρ ε τ α ι μ έ ν γ ά ρ ό ά κ μ ά ζ ω ν γ ε ν ο μ έ ν ο υ γ έ ρ ο ν τ ο ς , έ φ -
θ ά ρ η δ 1 ό ν έ ο ς ε ις τ ό ν ά κ μ ά ζ ο ν τ α , κ α ί ό π α ϊ ς ε ις τ ό ν ν έ ο ν , ε ι ς δ έ τ ό ν π α ΐ δ α τ ό ν ή π ι ο ν '
δ τ ’ έ χ θ έ ς ε ι ς τ ό ν σ ή μ ε ρ ο ν τ έ θ ν η κ ε ν , ό δ έ σ ή μ ε ρ ο ν ε ις τ ό ν α ύ ρ ι ο ν α π ο θ ν ή σ κ ε ι ' μ έ ν ε ι δ έ
ο ύ δ ε ί ς ο ύ δ ’ έ σ τ ιν ε ις , ά λ λ α γ ι γ ν ό μ ε θ α π ο λ λ ο ί '
E t M e lis s . fr. 8 D - K ad n . “ 6 8 d es crip tu m .
dicaciones sólo será v erd ad de A (es decir, tautológica con A ) en cuanto que la
o tra tam b ién lo sea: p u esto q ue, siendo ‘vivo’ ‘m u e rto ’ y ‘m u e rto ’ ‘vivo’, sólo p o
d rá A ser lo u n o al ser lo o tro , sólo vivir en cu an to que esté m u e rto , sólo estar
m u erto en cu an to que esté viviendo, y de ese m odo ser v erd ad eras (tautológicas
con A ) las dos predicaciones ju n ta m e n te . Pues n ó tese que la m an era en que los
seis térm inos de las tres p a re ja s ap arecen en la fórm ula, en n eu tro de singular,
favorece tal in te rp re ta ció n , en que se citan p ro p iam en te com o n o m bre de P red i
cados (tam bién tien e q u e v er con ello la p resen cia del A rtícu lo en la segunda p a
re ja , que conservo a costa de la sim etría, com o elem ento ju stam en te citador de
un Predicado: “lo de ‘e stá d e sp ie rto ’ y lo de ‘e stá d u rm ie n d o ’”).
B ien se siente q u e se da con esto un prog reso de razó n , al m enos en la expli-
citud o uso descu b ierto del P ro n . ‘lo m ism o’, desd e la sim ple form ulación de las
synalláxies de co n trario s, p asan d o p o r la synállaxis m ism a de ‘lo m ism o / no lo m is
m o ’ (n .os 63 y 64), h asta esta fo rm ulación de la id en tid ad e n las p arejas de P re
dicados con trad icto rio s; no q u ita que a co ntinuación se m oleste razón en explicar
(n.° 67) cóm o es que lo uno sea lo o tro , y luego en d esarro llar enunciaciones de
la génesis o physis de las cosas com o aparición de la ley lógica.
E n fin, en cu an to a los tres ejem plos de p a re ja aq u í tom ados, es la de ‘vivo /
m u e rto ’ la que los n .os 66 y 67 desarro llan ; p a ra la de ‘d esp ierto / d u rm ien te’, debe
recordarse lo q u e en los n .os 5 y 6 se hab ía dicho de cóm o, oponiéndose los d u r
m ientes a los desp iertos (p o r lo de q u e cada u no se retira a su m undo pro p io ),
tam bién los d u rm ien tes co lab o ran en la constitución del m undo.
66 Sub 62 D -K
Λ Ν ^<*>Ρ<Η ^ E O Í , ^EOÍ
Ρ Ο Γ AÓro<> n ú 4>VT<>} .
© N o reconocido com o fr. ap a rte p o r los editores, que p arecen creer que se
tra ta de u n a versión libre del siguiente (y hay ciertam ente algunas citaciones an
tiguas, qu e en las © del n.° 67 se verán , d o n d e se h a confundido seguram ente el
recu erd o de am b o s), lo estim o sin em bargo claram en te distinto (m ás bien incluso,
una vez así reco n o cid o , de lo q u e m e q u ed an algunas dudas es de si es tan seguro
que d eb a o rd en arse en esta conexión, en tre el n.° 65 y el 67, y no en o tro lugar),
y desde luego la p resen cia de la fo rm a jó n ica hóutós ‘el m ism o’ en la cita de San
C lem en te, que ta n ab u n d a n te m e n te d em u estra conocim iento directo del original
y del que no rec u e rd o n inguna falsificación p a ra sus fines, con adem ás carácter dia
lectal y to d o , de un tex to literal de H eraclito , g arantiza lo bastan te la autentici
dad. H e aquí cóm o in tro d u ce el santo d o cto r la cita, ju g an d o , com o tan tas veces,
con la coincidencia (n ad a azarosa, p o r supuesto) de q u e lógos, el n o m bre que el
lenguaje se da a sí m ism o, o razó n se da a sí m ism a, en el libro de H eraclito sea
el n o m b re que le da a la S egunda P erso n a de D ios, o a D ios hecho hom bre, la
nueva T eología de los cristianos: “Y aquel h o m b re, con quien el V erbo (lógos)
convive, no se da de p in tu ras, no se am asa las carnes: tiene la form a del V erbo,
se iguala a D ios; es h erm o so , no se h erm osea; es h erm osura lo verdadero; pues
tam b ién D ios lo es; y dios se hace aquel h o m b re, p o rq u e lo q u iere D ios. Con ra
zón, p u es, dijo H eraclito: ‘Los hom bres ... la m ism a’: m isterio esclarecido: D ios
en h o m b re, y el h o m b re D ios; y la v oluntad del P ad re la cum ple el M ediador:
pues m ed iad o r es el V erb o (la ra z ó n ) com ún a am bos” . Es un ejem plo eximio de
cóm o, usan d o sin infidelidad form al, con la identificación de contrarios y el re
cuerdo de su rasgo de ‘c o m ú n ’, las fórm ulas de razón (a quien ni D ios ni el H om
bre le im p o rtan p a ra n ad a en cuanto seres o prod u cto s sem ánticos del pensam ien
to, sino q u e sólo se llam a dios la razón en cuanto no es n ad a, sino que está h a
ciendo, p o r m u tu a negación, todas las cosas, y no es el h o m b re, así nom brado, el
q ue con ella ju eg a, sino el que está h ab lan d o o razonando sin ser ni saberse n a
die) se d esarro lla u n a nueva T eología p o r personificación o sustantivación de la
acción y los agentes de su lenguaje.
A p a rte de ello, p a ra el b uen en ten d im ien to de la relación en tre las antítesis,
“Los hom bres dioses, los dioses h o m b re s” , y la proclam ación explicativa “pues ra
zón, la m ism a” , d eb e reco rd arse que en lógos está m uy vivo el valor de ‘razón’ al
m odo que se usa en A ritm ética, com o indicando la relación e n tre dos térm inos:
así que lo q u e m ás d irectam en te se dice com o explicación de la doble predicación
identificatoria de co n trario s no es ta n to que la razón o lenguaje sea el m ism o para
hom bres q u e p a ra dioses (que ciertam en te lo es, ya q u e , p o r deb ajo de las dife-
198 Razón común — Heraclito
re n d a s en tre los varios g éneros de seres que h ab len o razo n en , está el hecho ge
neral del len g u aje m ism o, la lógica com ún), sino que la relación que se ejerce en
la predicación “Los h o m b res son dioses” es la m ism a que se e jerce en la de “Los
dioses son h o m b re s” , es decir que es la m ism a la razón que rige p a ra p o n er ‘hom
b re ’ com o te m a y decir de él ‘d io s’ que p a ra in v ertir las funciones (y aquí, com o
índice de ello, el o rd en de sucesión de los térm inos) y p o n ien d o ‘dios’ com o tem a,
decir de ello que es h o m b re.
P ero acaso lo m ás p a lp ita n te q u e esta fórm u la nos ofrece está en que presen ta
el m ás nítido caso de razó n contrad icién d o se a sí m ism a: p u es se da la coinciden
cia de que, e n tre los frag m en to s del libro co n servados, tenem os fren te a éste aquél
(n.° 45) en que se nos decía q u e g u erra, la ley de contradicción m ism a, h a hecho
en tre otras cosas ser a unos dioses y a o tro s h o m b res, esto es, que h a im puesto
la distinción sem ántica y el establecim iento de térm inos que se niegan el uno al
otro ; aquí razó n ap arece d eshaciendo esa operació n y p ro clam ando que ésa m is
m a era un a distinción vana. Y es así que ta n v erd ad ero es que razón obliga a que
‘h o m b re ’ sea lo co n trario que ‘d io s’ y ‘d io s’ lo co n trario que ‘h o m b re’ com o es ver
d ad ero que razó n pro clam a q u e ‘h o m b re ’ es dios y q ue ‘dios’ es hom bre; pues en
la m u tu a negación de los térm in o s está a la vez la identificación del uno con el
o tro y del o tro con el uno. A sí es com o razó n , que es ley de contradicción, no
p u ede ap arecer co ncorde consigo sino co ntradiciéndose consigo m ism a.
67 62 D -K
συμβόλω ν ε ίκ ά ζ ε σ θ α ι δ υ νά μ ενα θ ε ο λ ο γ εί τ ά φ υ σ ικ ά , δ ι5 ών φ η σ ι « θ εο ί θ ν η το ί,
ά ν θ ρ ω π ο ι ά θ ά ν α τ ο ι, ζώ ντες τον εκείνω ν θ ά ν α τ ο ν , θν ή σ κ ο ν τες τήν εκείνω ν
ζωήν» (sequitur n.° 63).
M axim . Tyr. IV 4 h : σ κ ό π ει κ α ί τό ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν « θ ε ο ί θ ν η τ ο ί, ά ν θ ρ ω π ο ι ά θ ά -
να το ι» . E t Id. X L I 4 : κ α ί α ύ θ ις αύ (scii, ό ρ ά ς) ζ ώ ν τα ς μέν τόν έκείνω ν β ίο ν,
ά π ο θ ν ή σ κ ο ν τα ς δέ τήν έκείνω ν ζω ήν. ζή π υ ρ τόν γ ή ς θ ά ν α τ ο ν κτλ. (η .° 77).
Philo L eg u m alleg. 1 108 : εύ κ α ί ό Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς , κ α τά τούτο Μ ω υσέω ς ά κ ο λο υ θ ή -
σας τώ δ ό γ μ α τ ί' φ η σ ι γ ά ρ «ζώ μεν τον έκείνω ν θ ά ν α τ ο ν , τεθ ν ή κ α μ εν δε το ν
έκείνω ν βίον», ώ ς νύ ν μέν, ότε ζώ μ εν, τε θ ν η κ υ ία ς τή ς ψ υ χή ς κ α ί ώ ς ά ν έν σήμα-
τι τ φ σ ώ ματι έντετυμ βευμ ένης, εί δέ ά π ο θ ά ν ο ιμ ε ν , τή ς ψ υ χ ή ς ζώ σης τόν ίδ ιο ν
β ίον κ α ί ά π η λ λα γμ ένη ς κ α κ ο ύ κ α ί νεκρού συνδέτου τού σώ ματος.
H ierocl. in A u r. carm. 24 : ένθεν κ α ί λέγετα ι ο ρ θ ώ ς ύ π ό Η ρ α κ λ ε ίτ ο υ ότι ζώ μ εν
τόν έκείνω ν θ ά ν α τ ο ν , τεθνή κ α μ εν δέ τόν έκείνω ν β ίον.
L ucian. Vitar, auct. 14 : τ ί δέ ο ί ά ν θ ρ ω π ο ι; :: θ ε ο ί θ ν η το ί. :: τί δέ ο ί θεο ί; ::
ά ν θ ρ ω π ο ι ά θ ά ν α το ι.
E t e x in d e reso n a t H e r m e s a p u d S to b . E d . I 3 9 : δ ι ό τ ο λ μ η τ έ ο ν ε ί π ε ι ν τ ο ν μ έ ν ά ν θ ρ ω π ο ν
ε π ί γ ε ι ο ν ε ί ν α ι θ ν η τ ό ν ΐ ί ε ό ν , τ ο ν δ ε ο υ ρ ά ν ι ο ν θ ε ό ν α θ ά ν α τ ο ν ά ν θ ρ ω π ο ν . E t P o im a n d re s
12 : ό ά γ α θ ό ς δ α ί μ ω ν τ ο ύ ς μ έ ν θ ε ο ύ ς ε ΐπ ε ν α θ α ν ά τ ο υ ς α ν θ ρ ώ π ο υ ς , τ ο ύ ς δ έ α ν θ ρ ώ π ο υ ς
θ εο ύ ς θνη τούς.
© E ste paso del libro, q u e, com o se ve p o r los testim onios, se había hecho bas
tan te vulgar y desfigurado en el re p e rto rio de sentencias de los cultos del Im perio
de varia p ersuación, se nos tran sm ite, al p a re c e r, en su form a original p o r San H i
pólito, que, a continuación del n.° 53, lo introduce así: “Y razona concordem ente
que lo inm o rtal es m o rtal y lo m o rtal in m o rtal, según tales palabras razonándolo:
200 Razón común — Heraclito
‘Los inm ortales ... m u e rto s’” . E n o tro s de los citad ores, H eraclito el H om érico y
M áxim o de T iro, el o ra d o r de fines de IIpost, se leen com o sujetos ‘dioses’ en vez
de ‘inm o rtales’, ‘h o m b re s’ en vez de ‘m o rta le s’, lo cual viene seguram ente de que
se había divulgado, a p a rtir de este paso, u n a fórm ula de definición “Los h o m
bres. dioses m ortales; los dioses, h o m b res in m o rtales” , de que da testim onio L u
ciano, así com o los p asajes d el H erm es y d el P o im an d res q u e en © se citan, y que
no es de creer que estuviera en el original; ello es que la cita se hace en H eraclito
H om érico de este m odo: “A sí, H eraclito el T e n e b ro so , en cuestiones poco claras
y que pu ed en p o r sím bolos re p re se n ta rse, hace teología de los hechos físicos, p o r
aquello en que dice ‘Los dioses, m o rtales, los h o m b res, inm ortales, viviendo la
m u erte de aquéllos, m u rien d o la vida de aq u éllo s’” (tras lo cual añade el n.° 63);
y parecid am en te M áxim o, que en un lugar de su discurso 4.° h a dicho “M ira tam
bién a H eraclito: ‘Los dioses, m o rtales, los h o m b res, in m o rtale s’” , en el 41.° vuel
ve a acordarse del tex to , p a ra decir: “Y a su vez de nuevo (los ves) viviendo la
vida (seg u ram en te u n m ero lapsus linguae o calam i) de aquéllos y m uriendo el
vivir de aquéllos” ; con lo que enlaza lo de “Vive el fuego la m u erte de la tierra,
e tc .” (n.° 77). P o r su p a rte , Filón da u n a versión algo distinta en sus A legorías de
las leyes: “B ien tam b ién H eraclito , avenido en eso a la opinión de M oisés: pues
dice ‘Vivim os la m u erte de aquéllos, y estam os m u ertos de la vida de aquéllos’,
com o estan d o ah o ra, cu ando vivim os, m u erta el alm a y com o en una tum ba se
p u ltad a en el cu erp o (sobre lo de som a / sem a cfr. en © al n.° 65), p ero , si m o
rim os, viviendo el alm a su vida p ro p ia y a p a rta d a del m al y cadáver del cuerpo
ligado a ella” (p ero el ju eg o de ‘n o so tro s’ con ‘alm as’ nos lleva al n." 113); que es
la m ism a versión ex actam en te (acaso pués to m án d o lo de Filón m ism o, si no am
bos de un escrito m ás divulgado) q u e da H ierocles de A leja n d ría (s. V post): “de
donde tam bién dice bien H eraclito que vivim os la m u erte de aquéllos, y estam os
m uertos de la vida de aq u éllo s” . E l caso es que tales discrepancias, y especialm en
te la aparición de un P art, de Près, thnëiskontes o apothnëiskontes ‘m u rien d o ’ (en
vez de ‘estan d o m u e rto s’, tethneótes) en H eraclito H om érico y M áxim o, no deja
de sugerir la sospecha de si en el tex to original no estarían reduplicadas las p a re
jas, con P art, en P rès, y en P e r f ., de d o n d e fácilm ente se hab ría producido un sal
to p o r igualdad de tram o s en la copia de H ipólito o sus am anuenses, de m odo
que, según indico en © , p o d ría haberse leído en el libro de H eraclito algo com o
lo siguiente: “ ... V IV IE N D O L A M U E R T E D E A Q U É L L O S , M U R IE N D O E L
V IV IR D E A Q U É L L O S ,, N A C ID O S A L A M U E R T E D E A Q U É L L O S , D E
L A V ID A D E A Q U É L L O S E S T A N D O M U E R T O S .” ; no llego, sin em bargo, a
dar a esa sospecha ta n ta au to rid ad com o p a ra ascenderla a pro p u esta en el texto
principal (hay, e n tre otros m otivos, indicios de in au tenticidad en la frase que H e
raclito H om érico y M áxim o p ro p o rcio n an , com o la form a zóén ‘vida’, que en todo
caso habría que con v ertir en la p ro p iam en te jó n ica zó é n ), y la relego com o m era
posibilidad al a p a ra to crítico. E n cualq u ier caso, con el texto tal com o H ipólito lo
transm ite hay b astan te p a ra e n te n d e r, au n q u e en ab rev ia tu ra, el entrecruce en tre
los varios sentidos de la relación dialéctica.
Pues ello es qu e, u n a vez p la n te a d a la doble p redicación bim em bre con in te r
cam bio de T em a y P red icad o , “Los in m o rtales, m o rta les,, los m ortales, in m o rta
les” , apenas p u ed e en te n d e rse lo que sigue más q u e atribuyendo los Participios,
Razón general 201
‘vivientes’ y ‘m u e rto s’, no distribuidos, el uno a los dioses y el o tro a los hom bres,
sino cada uno a ltern ativ am en te referid o a cada uno de los dos S ujetos, con lo cual
el excesivam ente vago ekeínón ‘de aquéllos’ parece que debe sugerir el valor del
P ron. recíproco alléllón ‘los unos la de los o tro s’, que así en © desarrollo aproxi
m ativam en te com o “éstos-de aquéllos” ; no hallo p rec ed e n tes p ara tal uso de
ekeínón, p ero pienso q u e p u ed e convenir bien a las form as brevilocuentes hasta
lo enigm ático q u e razó n em plea a veces en H eraclito, con la intención sin duda
de que el lecto r m ism o se vea obligado a d esarro llar p o r su cu enta la form ulación
de las relaciones y se e jerza así en él una dialéctica en acción. P ro cediendo así n o
sotros, desarrollam os la cosa del siguiente m odo: A ) l) Los inm ortales son m o rta
les, en cu an to que lo q u e viven es la m u erte de los m ortales: ‘m u e rte ’ en su p u
rificación ex trem a actú a com o negación (de ‘v id a’, que en v erdad no se sabe lo
que es h asta que ‘m u e rte ’ la niega), y p o r ta n to en ‘in m o rta l’ se da la negación de
la negación, que da la vida sin m u erte, la de los dioses; A )2) Los m ortales son
inm ortales, en cuanto que lo que viven es la m u erte de los inm ortales, esto es, la
negación de la in m o rtalid ad (la in m ortalidad es, p ara los m ortales, sim plem ente
o tro n om b re de su m u e rte , y sólo se dice de ellos que viven en la m edida en que
rechazan la in m o rtalid ad o m u e rte ); B ) l) los inm ortales son m ortales, en cuanto
que m u eren , es decir, niegan, o m ás bien están m u ertos (es decir, están negados)
a la vida de los m o rtales, o sea que carecen de ese m odo de vida que consiste sólo
en la resistencia a la m u e rte y que sólo p o r la m u erte se define; B)2) Los m ortales
son inm ortales, en cu an to que m u eren o m ás bien están m uertos a la vida de los
inm ortales: pues, desde el m om ento que su ap a re n te vivir es en verdad un estar
m uertos, al reco n o cerlo, es decir, negarse a su vida, alcanzan así, en su m uerte,
por p u ra negación, la vida de los inm ortales.
Es un juego dialéctico a lo que razón invita, y ciertam ente la form ulación de
este fr. no debía estar en el libro de H eraclito m ás q u e, al igual que la de los a n
teriores o el siguiente, a m odo de ejem plo de su lógica, que descubre la identidad
en la contradicción, la definición en la negación, la contradicción en la identidad.
Pero esta atención principal a lo que dice la sintaxis de las fórm ulas no tiene p o r
qué b o rra r sin m ás las resonancias sem ánticas de los nom bres o verbos que a p a
rezcan en cada ejem plo. Y así en éste, dígase el lector a sí m ism o cuánto no habrá
el ejercicio de razón d esp ertad o en su corazón de alusiones a lo más palpable y
an o n ad o ram en te sensible que los nom bres y verbos de vida y m u erte, de m orir y
de vivir, sugieren y que a su corazón m ortal han de tocarle cada vez que sin las
defensas habituales se d eje oírlas. Y no son m eram en te acom pañantes una de otra
esas operaciones de la p u ra lógica de negación y contradicción en general y de los
sem antem as de este ejem plo en particular: pues aquella antítesis entre razón y co
razón no es m ás que u n a de las falsificaciones necesarias para el m antenim iento
de la realid ad , y en verdad en cam bio lo que con la fórm ula de negación y con
tradicción la razón está haciendo es lo m ism o q u e le están diciendo al corazón p a
labras com o ‘m u e rte ’ o ‘v id a’.
202 Razón común — Heraclito
68 126D'K
TA Ψ Υ Χ Ρ Α Φ Ε Ρ Ε Τ Α Ι , Θ Ε Ρ Μ Ο Ν VV'-
Χ Ι Τ Α \ , ^ Γ Ρ ^ Ν ,4V/4ÍNETAI ? Κ Α Ρ -
ΟΑΛΕ<>Ν Ν Ο Τ Ι ^ Ε Τ Λ Ι .
lie n ta ” , p ero n o sabem os q u é, pues ahí no está ya ‘lo frío ’, que quedó atrás en el
m iem bro T ; y si nos em p eñ am o s en h acer abstracción de la com a y to m ar la frase
com o dicha to d a de u n a vez (que es lo que ha de h acerse cuando frases tales en
el hab la co rrien te se p ro n u n c ia n ), ento n ces a la p reg u n ta p e rtin e n te “ ¿Q ué es
pués: caliente o frío ? ” , m alam en te vam os a resp o n d er: p o rq u e , si es frío, es que
no es verd ad q u e se h ay a calen tad o ; y, si es calien te, es que no era de lo frío de
lo que se decía que se calentaba.
E l juego de ra z ó n , de sintaxis c o n tra sem ántica, funciona tam bién con otras
form ulaciones bim em bres v erbales en otros T iem pos, com o con “-se h a calenta
d o ” , “-se c a le n tó ” o “-se c a le n ta b a ” ; sólo q u e con el uso del P rese n te, que añade
una insistencia em p ráctica en q u e lo que se dice está p asan d o aquí (o ah o ra o ge
n eralm en te ), al exaltarse el ch o q u e e n tre la d enom inación fija y la actuación en
h abla, se p o n e m ás v io len tam en te al descu b ierto la absu rd a trivialidad de que las
cosas frías se calien ten o de q u e las h ú m ed as se sequen. Y es, en fin, la co nstata
ción del m ism o trivial absu rd o de lengu aje-y -realid ad lo que sigue latiendo en las
honestas reflexiones de M eliso, de las que tal vez los pasajes siguientes dan la m e
jo r m uestra: “P ues si h u b iera cosas m últiples, fuerza es que fuesen ellas tales ju s
tam en te com o digo yo que es lo uno. Q u e, si es v erdad que hay tierra y agua y
aire y fuego y h ierro y o ro , y esto viviente y aquello m u erto , y negro y blanco y
las de íás cosas q u e dicen los h o m b res que son v e rd ad e ras, si es cierto, en fin,
que es > cosas hay y que noso tro s vem os y oím os d eb id am en te, fuerza es que sea
cada co ;a t ü com o a lo p rim ero nos pareció q u e e ra, y no que se transm ute y se
haga con ello o ira d iferen te, sino que sea siem pre cada cosa tal y com o es. A hora
bien, decimoL que d e b id a m e n te vem os y oím os y entendem os: pero nos parece
que lo caliente se vuelve frío y lo frío caliente, y lo du ro blando y lo blando duro
y que lo viviente m u ere y q u e de ser no viviente viene a serlo, que esas cosas to
das se hacen o tras de la que son, y q u e aquello que era y lo que es ah o ra en nada
son iguales... D e m a n e ra que lo que pasa es que ni las vem os ni conocem os las
cosas que son. Pues b ien , no son esas consideraciones congruentes las unas con
las otras: pues, afirm ando noso tro s q u e hay cosas m últiples y que tienen sus p ro
pias form as cada u n a y su virtud p ro p ia, to d as ellas nos p arece que se hacen otras
de lo que son y que se tran sfo rm an de lo que en cada m om ento se está viendo” .
P ero a este fr. de H eraclito le hem os d edicado especial atención en las L ectu
ras presocráticas (especialm ente pp. 172-73), y hem o s aplicado la m ism a técnica a
otros casos com o “L a cigüeña negra , pasó v olando sobre la lag u n a” (donde en T
está la cigüeña, p ero no hace n ad a, y en E algo pasa volando sobre la laguna,
pero ahí no está ya la cigüeña n egra) o com o “E l vino de la garrafa , se ha vuelto
vinagre” (d o n d e la p re g u n ta al co n ju n to de la frase sobre si es vino o es vinagre
en cu en tra la m ás clara p erp lejid ad , que tien e u n a in m ediata aparición teológica
con la fórm ula de la transu b stan ciació n en el m isterio de la E u caristía), y en fin,
hem os eq u ip arad o esta m anifestación lógica de la contradicción con la m anifesta
ción ap are n te m en te física q u e reviste en la fó rm u la de Z e n ó n “U n móvil ,, no s 1
m ueve,ni en el sitio d o n d e está ,n i en el sitio d o n d e no e stá ” (cfr. ib. 127-31 y
169-71), de m a n e ra que tal vez no d eb a aquí insistir m ás en el uso y sentido de
tales fó rrm la s de razón. M e toca aquí ta n sólo h acer n o ta r cóm o este uso de las
predicacic nes v erbales (y sus T iem pos) sirve bien com o paso a los n .os que siguen,
Razón general 205
en que las fo rm ulaciones van a referirse exp resam en te a los acontecim ientos y al
tiem po a p a re n te m en te físico (pero que no p u ed e ser diferente en v erdad del lógi
co; pues n o hay m ás Física h eraclitan a que su L ógica), y ello tal vez da razón, o
sentido al m enos, a la o rd en ació n que aquí prosigo.
C 5+ 91 D -K 69
X
ΕΜΡΕΔΟΝ Ο Ί Α ίΗ .
2) ¿KÍAKH^I KM ΠΛΛΙΜ
ΛΓΕΙ, ΜΛΛΛΟΝ AÉ ΟΥΔΕ ΠΛΑΙ Ν'
0 \Ά ' ν'¿TE ΓΟΗ, λ λ Κ /4MA
Í^ TA Γ/41 Ml ΛΡΟΛΕΙΠΕΙ, K;l PfeV
El 51 Ml i'PEI^I,
© 1.°) G reg. N az, Carm. m or. 14, 27 : εμπεδον ο ύ δ έν (epigram m a latius lau
datum ad n.° 63).
L ucian. Vit. auct. 14 : τα ύ τα ο δ ύ ρ ο μ α ι κ α ί ό τι εμπεδον ο ύ δ έν, ά λ λά κω ς έ ς κ υκ εώ
ν α π ά ν τα σ υ νειλέο ντα ι κ α ί έστι τω υ τό τέρ ψ ις ά τερ ψ ίη , γνώ σ ις ά γνω σ ίη , μέγα
μ ικρόν, άνω κ ά τω , π ερ ιχ ω ρ έο ν τα κ α ί άμ ειβόμ ενα έν τή τού α ίώ ν ο ς π α ιδ ιή .
© 2.°) E tiam praecedens illud ο υδέ .... μ εταβολής, quam uis p er Stoicam pa-
raphrasin, H eraclito D -K atque alii tribuebant. Itidem μάλλον .... α π ο λ ε ίπ ε ι, quod
certe haud eadem p hilosophiae uestigia exhibet, additum uel saltem attrectatum p u
tabant. A lii q u o n d a m fra g m en tu m totum Heraclito abiudicabant.
I n P s .-H e r . litte ra ru m te x tu m : λ ε ι φ θ έ ν τ α s c r ib o : λ η φ θ έ ν τ α co d d . : δ ι α λ η φ θ έ ν τ α B e r n a y s .
ju n ta los que se d e sp a rra m a n , enluce los indecentes, re tie n e a los que se h a n que
dado atrás, persigue a los q u e huyen ... lo seco lo deslíe en húm edo y lo pone en
disolución
P ero , sea de ello lo que sea, acep tan d o que p ro vengan del libro al m enos las
principales de estas fórm ulas, la de “n ad a firm e” y las p a re ja s de V erbos contra
dictorios que le siguen, nos toca aquí e n te n d e r con la m ayor precisión posible: si
túo aquí estas p roclam aciones com o estrech am en te ligadas a las de P redicado ver
bal con S u jeto co n trad icto rio , que hem os leído y com entado en el n.° 68, sólo que
ah o ra usa razón la o tra táctica de contradicción, que es la de p arejas de coordi
nados p o r ka i (cfr. en n.° 65), au n q u e ya p arejas de V erbos, con lo que se da ju s
tam ente el paso a lo que en los frs. siguientes vem os que era el to n o de esta parte
del libro, d o n d e la lógica to m a la form a del enunciado de conversiones y trans
form aciones físicas (que es, p o r cierto, de lo que más ha llevado a descarriar la
in terp retació n del p en sam ien to de H eraclito , com o u n a Física o physiologia), para
term in ar con u n a consideración del T iem po m ism o. E n to d o caso, y aunque el tra
m o “p ero m ás bien tam poco de nuevo ni después, sino que a la p a r” no sea p ro
p iam ente del libro, es sin d u d a un añadim iento de b uen sentido, en cuanto que se
ad elan ta a corregir, com o razón pide, la in terp retació n cronológica de las antítesis
sucediéndose “en la línea del tie m p o ” (pálin en verdad no ten ía por qué en ten
derse en la fórm ula “d esp arram a y pálin ju n ta ” com o im plicando ningún ‘después’,
sino con su función m etafrástica, com o si dijéram os ‘a su vez’ en el sentido de ‘al
revés’ o ‘dicho del rev és’), y hace constar d eb id am ente que las predicaciones con
trarias de cada p a re ja , au n q u e p o r necesidades de la producción tem poral tengan
que pron u n ciarse la una tras la o tra , d eben en ten d erse com o valiendo una y otra
“a la p a r” , “al m ism o tie m p o ” ; pues ello es q u e, en el p u nto en que la contradic
ción lógica se resuelve en una sucesión tem p o ral, se en tiende ya com o m eram ente
física o referen te a u n a R ealidad sep arad a, y la Lógica se divorcia de la Física,
que es lo que razón tra ta de im pedir p o r los m edios que el lenguaje le perm ite.
P or o tro lado, esta serie de V erbos se p resen tan sin Sujeto o T em a alguno,
que aparezca al m enos en el texto (los de la p rim era p a re ja , “d esparram a y ju n ta ”
vienen tam bién sin el C o m p lem en to , que n o rm alm ente les acom pañaría, como
T ransitivos; pero esto es más fácil de en te n d e r, igual en griego que en español,
en cuanto se suponga un C om pl. general indefinido, com o ‘cualquier cosa que ju n
ta y d e sp a rra m a ’, es decir, que la presu n ta transitividad del V erbo se cierra sobre
su propio sem an tem a), y no hay p o r qué pen sar que estaba en lo precedente y
que P lutarco lo ha suprim ido con su cita, ni im aginarlo, com o D iels quería, en for
ma de un theós ‘D io s’ com o el que aparece en la carta pseudoheraclitana: esa ca
rencia de T em a explícito, ap arte de ser un rasgo de sintaxis arcaica reconocida
m ente (cfr. acaso en n.° 49 sym m ig ê), es especialm ente útil para la razón; con la
ilación que establezco en tre 1." y 2 .a, p o r cierto, bien p u ed e oírse desprendiéndose
de la prim era frase, “N ad a firm e” , un S ujeto im plícito, con la form a de “Todo
ello ” , esto es, “C u alq u ier cosa que sea lo que en general haya” ; pero lo más in
teresan te de la fórm ula tal com o la tenem os consiste en que se ju eg a con los pro
pios sem antem as de los V erbos desnudos, de m an era que el resultado sea “tanto
un d esp arram ar com o un ju n ta r” (tan to análisis com o síntesis, que diríam os a lo
culto), “ta n to constituirse com o ce sa r” , “ta n to venir acá com o irse de a q u í” ; con
208 Razón común — Heraclito
lo cual, lo m ism o las traslaciones q u e las tran sfo rm aciones, lo m ism o los m ovi
m ientos que los cam bios, en que la R ealid ad se im pone y m anifiesta, declaran te
n er a la vez los dos sentidos co n trario s de la acción, que p o r ta n to , al identificarse
y con ello anularse m u tu a m e n te , los privan de su p reten sió n de v erd ad ero s, des
cubren la im posibilidad de ‘lo m ism o aquí / lo m ism o allí’, de ‘ahora p resen te / ah o
ra a u se n te ’, de ‘antes disperso / luego ju n to ’. Y esas contradicciones de la reali
dad son, sin em b arg o , tam b ién la voz de la razón.
70 *126b D -K
Λ Α Κ α(ΛΛ^......)Τ4[ </■(..ΕΛΛΟΓΕ
C fr. A ë t . I 2 3 , 7 : Η ρ ά κ λ ε ι τ ο ς η ρ ε μ ί α ν μ ε ν κ α ί σ τ ά σ ιν έ κ τ ώ ν ό λ ω ν ά ν η ρ ε ι ( έ σ τ ι γ ά ρ τ ο ύ
τ ο τ ώ ν ν ε κ ρ ώ ν ) , κ ίν η σ ι ν δ έ τ ο ϊ ς π ά σ ι ν ά π ε δ ί δ ο υ , ά ί δ ι ο ν μ έ ν τ ο ί ς ά ι δ ί ο ι ς , φ ί) α ρ τ ή ν δ έ
τ ο ις φ θ α ρ τ ο ΐς .
E tia m P la t. Crat. 40 2 a , et H ip p o c r . D e u ictu 5.
@ Sic edd. reliqua parum tuto restituebant : ά[λλο άεί α ϋ ξε]τα ι π ρ ό ς ό [άν ή
έλλι] Itidem in com m entatoris textum : άλ[λ[άτ]τω ν [τό είδ ο ς, αί].
© Es sum am ente im probable que de estos pobres restos del texto de un co
m en tad or anónim o del Teeteto de P latón pu eda deducirse un fragm ento del libro
Razón general 209
(de la raíz de aieí ‘siem p re’ y aión ‘evo, T iem po to ta l’, p ero que podía reinterpre-
tarse com o el negativo de idíois) se co n trap u siera, no phthartoís ‘a las p ereced e
ra s’, sino idíois ‘a las p articu lares, individuales o p riv a d as’, de m odo que la ley de
m ovim iento im p u esta a la R ealid ad se refiriese, de u n a m a n e ra, a las cosas (y p e r
sonas), en cu an d o te n ie n d o cad a u n o q u e ser o tro o en o tro sitio, y de o tra m a
nera a la razón m ism a, en cu an to que el m ovim iento (o cam bio) sea la m era m a
nifestación real de la ley lógica de contradicción.
C osa que en to d o caso, a p a rte de esa b ro m a, d e b e rá el bu en lector te n e r p re
sente p ara el en ten d im ien to de los n .os que siguen: que el paso a o tro sitio o la
transform ación en o tro (el p ro b lem a central de to d a Física: dar cuenta de la pura
noción de ‘un m óvil’) no es aq u í m ás q u e aparición real de la id entidad y co n tra
dicción en tre ‘u n o ’ y ‘o tr o ’.
71 125 D -K
C fr. P lu t. D e S to ic , re p u g n . 3 4 , 1 0 4 9 f : π ρ ώ τ ο ν γ ά ρ έ ν τ ώ π ρ ώ τ α ) π ε ρ ί ψ ύ σ ε ω ς τ ό ά ί δ ι ο ν
τ ή ς κ ιν ή σ ε ω ς κ υ κ ε ώ ν ι π α ρ ε ι π ά σ α ς (s c il. ό Χ ρ ύ σ ι π π ο ς ) , ά λ λ α ά λ λ ω ς σ τ ρ έ φ ο ν τ ι κ α ί τ α -
ρ ά σ σ ο ν τ ι τ ώ ν γ ι γ ν ο μ έ ν ω ν , τ α ϋ τ ’ ε ’ί ρ η κ ε ν .
Et Marc. Aur. I V 27 : ... ή τ ο ι κ ό σ μ ο ς δ ι α τ ε τ α γ μ έ ν ο ς ή κ υ κ ε ώ ν σ υ μ π ε φ ο ρ η μ έ ν ο ς μ ε ν ά λ λ ά
κ ό σ μ ο ς . E t I d . V I 10 : ... ή τ ο ι κ υ κ ε ώ ν κ α ί ά ν τ ε μ π λ ο κ ή κ α ί σ κ ε δ α σ μ ό ς ή ε ν ω σ ις κ α ί τ ά ξ ι ς
Razón general 211
κ α ί π ρ ό ν ο ι α . E t I d . I X 3 9 : ... ή τ ο ι α π ό μ ι,ά ς π η γ ή ς ν ο ε ρ ά ς π ά ν τ α . . . . ή ά τ ο μ ο ι κ α ί ο ύ δ έ ν
άλλο ή κ υ κ εώ ν κ α ί σ κ εδα σ μ ό ς.
E t L u c ia n . V it. a iic t., q u o d u id eris ad n .° 69.
E t H ip p o c r. M o rb . I V 51 : τ ό π ιο ν ô β ο ύ τ υ ρ ο ν κ α λ έ ο υ σ ι ε π ιπ ο λ ή ς δ ιίσ τ α τ α ι.
I n T h e o p h ra s ti te x tu m : ά λ λ ο τ ε : σ ώ ζ ε τ α ι W i m m e r , W a l z e r ε ι δ έ μή : ε ί δ ή B e r-
n a y s , B y w a t e r , D ie ls .
I n P lu ta r c h i: ά ί δ ι ο ν Ε : α ί δ ο ι ο ν rell.
contiguas con ella en el encéfalo se p aran . P e ro el ciceón, com o tam bién dice H e
raclito, si no lo revuelve u n o , se d esco m p o n e” . E sto s filósofos pués parecen haber
referido el ciceón h eraclitan o m ás b ien a la sesera (y p u e d e que h u b iera una lo
cución p o p u lar que así alu d iera a ella, com o se dice ‘d ar vueltas a la o lla’ o ‘al
guisado’ en tal sen tid o ), p ero en cam bio, las referen cias indirectas de la frase que
nos h an llegado lo en tie n d e n m e jo r com o u n p o ta je cósm ico; dice P lutarco en las
Contradicciones estoicas, atrib u y en d o la cosa a C risipo, sin darse cuenta, al p a re
cer, de que éste lo h u b iera to m ad o de H eraclito: “Pues a lo p rim ero en el libro
p rim ero del Péri p h yseó s o D e la R ea lid a d , h ab ien d o com p arad o lo sem piterno
del m ovim iento a u n ciceón, que unas de u n m o d o , otras de o tro revuelve y al
b o ro ta de las cosas que suceden, eso h a d e ja d o d ich o ” ; y a M arco A u relio (p ro
b ablem en te p o r la m ism a vía estoica) p o r tres veces le sobreviene la im agen del
posible p o ta je cósm ico: u n a así: “ya sea un cosm os o rd en a d am en te distribuido, ya
un ciceón acum ulado (a q u í p arece estar m anco o co rrom pido el te x to ), p ero cos
m os” ; otra: “ya sea un ciceón o en trelazam ien to o d esp arram e, o ya una integ ra
ción y ord en am ien to y p ro v id en cia” ; y o tra así: “ya sean de una sola fuente in te
lectiva todas las cosas ..., ya átom os y ninguna o tra cosa que ciceón y d e sp a rra
m e” . C on un cam bio del ciceón p o r la m an teq u illa se en cu en tra el m ism o verbo
diístatai ‘se d esco m p o n e’ o ‘se d esag reg a’ en un p u n to del corpus hipocrático: “y
la grasa que llam an boútyron se desagrega p o r en cim a” . E n fin, en el pasaje de
L uciano citado y trad u cid o al n.° 69, lo m ás n o tab le es que aparezca el verbo con
trario syneiléontai (“en cierto m odo to d as las cosas se acum ulan en un ciceón”),
lo cual m e sugería (v. en © ) que acaso la cita e stab a co rtad a en T eofrasto y que
en el original se leía la doble fó rm u la, “tam bién el ciceón se acum ula al m enearlo,
y al no m en earlo se d esag reg a” .
Sea com o sea, la fórm ula p arece bien p ro v en ir del libro y haberse encontrado
por este tran ce en q u e la sitúo: quiere razón ex altar la necesidad p a ra las cosas
del m ovim iento (y cam bio) de un lugar a o tro (de u n a en o tra ) com o único m edio
de que la contradicción se m anifieste (y oculte) b a jo form a de realidad o physis:
pues, sin ese m ovim iento — dice— las cosas p e rd e ría n cohesión y se d esp a rram a
rían cada una p o r su lado; ah o ra b ien, u n a cosa no es ella m ás que en cuanto no
es o tra ; pero p a ra ser n o -o tra tiene que m an ten erse en cohesión p erp e tu a con su
co ntraria; y entonces ¿cóm o una cosa va a m o strar y a creerse que es ella m isma
y distinta de la otra?: sólo m ed ian te el tru co que la hace ser la m ism a en o tro sitio
(así la cosa se co n trap o n e con su espacio) y que la hace ser o tra m ientras sigue
siendo la m ism a (así la contradicción literalm en te se r e a l i z a , gracias a la ad
m isión de la id ea lineal del tiem p o ), de m odo que lo que la obliga a hacerse otra
es lo m ism o que le p erm ite ser la m ism a. P ero , si no, las cosas, al q u ed ar absolu
tam ente irrelacionadas la una con la o tra, no p o d rían ser siquiera tales cosas, y
razón no estaría, com o está, revelándose (y ocultán d ose) en form a de physis o re a
lidad: pues la id en tid ad de u no no es sino lo m ism o que su relación con otro.
Razón general 213
84 D -K 72
-f) ΜΕΤΛ^ΑΛΛ^Ν ΑΝΑΔΥΕΤΑΙ .
2t) K Á M A T ¿ ¿ £ i TI Tofy AVT«Í<- MoX-
^EÎN Ka\ A t X í j $ A \ .
PAVAA EN
© A d P lo t in i 8, 1 te x tu m : ε δ ω κ ε ν : δ ο κ ε ί V o i k m a n n , edd. α ΐ ι τ ώ : α ύ τ ώ codd.
α ύ τ ο ΐς V o ik m a n n .
A d eiu sd em 8, 5 : ή ante Ή ρ . o m . co d d . a liq u o t.
214 Razón común — Heraclito
© Las dos sentencias 1." y 2 .a y la locución 3.a venían seg uram ente m uy Cone
xas en tre sí en un m ism o p asaje del lib ro , según la m an era que P lotino las e n h e
bra en un tram o del libro IV de las Enéades, d o n d e de paso se nos sugiere que
quizá haya to m ad o aquí el libro de H eraclito (pues en ningún otro sitio m e ofrece
P lotino fe de h ab erse m olestado en com pulsar d irectam en te el libro) buscando en
él ayuda p a ra el p ro p ó sito que en ese tran ce le p reo cu p a; y dice así, con un tono
que no p o r em otivo ha de im pedir la fidelidad: al descender de la Ideación
(n o ú s) al razo n am ien to , no logro e n te n d e r cóm o es que, aun ahora m ism o, des
ciendo así y cóm o es que m e e n cu en tre con que el alm a ha llegado a estar dentro
de mi cuerpo, siendo ella tal com o apareció en sí m ism a, aun estando en cuerpo.
Pues lo que es H eraclito , que nos ex h o rta a investigar eso, al establecer in tercam
bios necesarios e n tre los co n trario s, h ab ien d o dicho ‘cam ino arrib a y a b a jo ’ y tam
bién ‘m udán d o se se re p o sa ’ y tam bién ‘fatiga ... de los m ism os’, ha d eja d o la cosa
entreg ad a a la c o n je tu ra , descuidado de p o n ern o s en claro la razón, com o d e b ién
dose quizá buscar en noso tro s m ism os, tal com o tam bién él m ism o tras haberla
buscado la e n c o n tró ” ; y unas páginas adelante: “Pues bien, no disienten una con
otra la siem bra p ara el nacim iento y el descenso p a ra term inación del to d o , ... ni
tam poco la huida de ju n to al dios y el viaje erra b u n d o ni el e rro r, sobre el que
está la justicia, ni tam p o co el ‘descanso en la h u id a ’ de H e ra c lito ” . Los otros te s
tim onios son sin d u d a derivaciones de P lotino y su m am en te im probable que im
pliquen lectura del libro de H eraclito en sus auto res: Jám blico, que en un paso
conservado en la colección de E sto b eo dice: “Pues lo que es H eraclito, establece
intercam bios necesarios e n tre los contrarios: está en creencia de que recorren un
cam ino arriba y ab ajo las alm as, y q u e lo de p erm an ecer en unos m ism os es can
sancio y el m udarse trae re p o so ” ; y E n eas de G aza (s. v i), que en su diálogo Teo
frasto, donde convierte al cristianism o al filósofo de ese n o m b re, dice: “Pues lo
que es H eraclito , estab lecien d o una sucesión necesaria, dijo que arriba y abajo vie
ne a ser el viaje de un alm a, ya que es cansancio en unos m ism os tra b a ja r arriba
y an d ar en el co rtejo de los dioses y estar b ajo su m ando: que por eso, con el an
sia del estar en q u ietu d y con la esperan za del m ando dice que se m ueve hacia
abajo el alm a” ; y unas páginas adelan te: “ ... no sabiendo a cuál se debe seguir
m ejor, si a H eraclito, al que le place que de las penas del alm a arriba sea reposo
la huida a esta v id a ...” . Si acaso algo se ap ren d e de estos re-citadores, es el sen
tido de la d eg en eració n del en te n d im ie n to , ya b astan te iniciada en el uso que Plo
tino hace de la cita; p ero al m enos en él se d eclara bien que no está claro el sen
tido de la razó n , ni p o r ta n to la aplicación de la fórm ula a las alm as o al alm a de
uno (a cuya investigación dice P lotino que H eraclito invita, sin duda recordando
Razón general 215
lo otro p o r sep arad o , sino de am bos m odos al m ism o tiem po: pues las piedras, o
los elem entos, o los áto m o s, en cu an to p re te n d e n , m oviéndose y tra n sfo rm án d o
se, m an ten er su ser, ad q u ieren con ello sin m ás u n alm a o p erso nalidad com o la
m ía, y yo p o r mi p a rte , en cu an to p re te n d o ser re a l o te n e r un alm a, m e som eto
a las m ism as condiciones y contradicciones que a la noción de ‘un m óvil’ le p e r
tenecen en general.
73 *137+ A 1, 7 + A 8 D -K
z) návroc kvk f^ t
3 ^ t i v < ¿ i)i.oC ^U V £V ■
c j 1)
ÿ o u r i e c v e /i£ ^
tam bién cu en ta, así com o de las q u e ten g a con los m étra o m edidas que con él es
tán ligados.
E n fin, si la cita de E sto b e o (a) fu e ra lo b astan te literal, e l pántós d ebería leer
se con un a im plicación adversativa, com o ‘de todos m o d o s’, ‘a p esa r de to d o ’, que
sugiere que la fórm u la v in iera en contraposición con o tras com o las del n.° 72 re
ferentes a la necesidad de m overse y ser o tro y a la h u id a de sí m ism o (y de la
ley), que es, de tod o s m odos, sum isión a la ley y al p ropio sér de uno, e .e . a la
suerte que en rep artició n de la R ealid ad le co rresp onde a u no, a todos y a cada
uno. N i voy a e n tre te n e r al lecto r en este p u n to con la consideración de la m ara
villa de que la razó n , q u e es liberación (de u no m ism o, de la fe en la R ealidad),
sea al m ism o tiem po la ley de necesidad que lo rige todo.
90 D -K 74
P V P O } TE ΛΝΎΛΜΟΙ&Η TA ÍM K T A
V Λ ^ ^ y
M I p v r /4Γ/4ΗT4>N, ΧΓΤ-
^OV ΧΡΗΜΑΤΑ ΚΛ! XPHMA&N X F Y ^ .
Cfr. Lucr. 1 635 ss. : quapropter qui materiem rerum esse putarunt ignem atque ex igni sum
mam consistere solo, magnopere a uera lapsi ratione uidentur, Heraclitus init quorum dux
proelia primus, clarus ob obscuram linguam magis inter inanis quamde grauis inter Graios
qui uera requirunt. E t ib. 690 ss. : dicere porro ignem res omnis esse neque ullam rem ue-
ram in numero rerum constare nisi ignem, quod facit hic idem, perdelirum esse uidetur. Et
ib. 701 ss. : praeterea quare quisquam magis omnia tollat et uelit ardoris naturam linquere
solam quam neget esse ignis, ignem tamen esse relinquat? aequa uidetur enim dementia di
cere utrumque.
A d Plutarchi textum: φυλάττουσιν scribo (cfr. Plot. I 4, 9; Stoicam uerbi usurpationem sus
picor) : φυλάττουσαν codd. : ΰπαλλάττουσαν post Wilamowitzium edd. fere omnes, iden
tidem prorsus sententiam Heraclito tribuentes post πάλιν add. αν A corr, άφ’ Π 1,
έφ’ Τ Ε.
A d Diogenis: τά ante γιγνόμενα seel. edd.
A d Lucreti uersum 703: ignem additum in O : aliam in Q : quiduis Lachm. : alii alia.
© P arece h ab erlo tran scrito fielm ente P lutarco en su obrilla D e la E que está
en D elfos, com o p arén tesis a u n a referen cia que tra e a teorías que com paran el
cam po del n ú m ero con el de la realidad: “ ... im itando el núm ero al principio
( arché) que organiza el total de las cosas: q ue, en efecto, así com o m antienen
(¿los estoico s?) que el principio p roduce de sí m ism o el m undo ord en ad o y del
m undo ord en ad o a su vez a sí m ism o se p ro d u ce (‘contracam bio de fuego las co
sas to d a s’ dice H eraclito ‘y el fuego ... o ro ’), así la co n juntación del C inco consigo
m ism o no tiene p o r n a tu ra e n g en d rar n ad a im perfecto ni ex trañ o a ella, sino que
tiene delim itadas las tran sfo rm acio n es” ; d o n d e en la cita los editores han restitu i
do bien, de las lecciones de los M SS, el térm in o antam oibé ‘c o n tracam b io ’, que
así aparece en H eraclito p o r vez p rim era y es tal vez acuñación suya p a ra este
uso; los otros testim onios del p asaje lo red u cen al sim ple am oibé ‘cam bio’ (que es
la versión qu e, al p are c e r, a través de T eo frasto les llegó a Sim plicio, H eraclito
H om érico, D iógenes L aercio y E u seb io de C esarea), y p o r lo dem ás, siendo sin
d u d a citas indirectas, apenas p u ed en a p o rta r n ad a in teresante: Sim plicio, en su co
Razón general 221
m entario a la Física de A ristó teles, “pues cam bio de fuego dice H eraclito que son
todas las cosas” ; H eraclito H o m érico , que conserva, com o la cita de P lutarco, el
tá pánta con A rtícu lo , “p u es, en fin, de fuego, según H eraclito el físico, vienen a
ser cam bio las cosas to d a s ” ; D ió g en es, en u n a segunda p a rte de la com pilación de
noticias de opiniones de H eraclito (cfr. a n.° 73), an o tan d o , acaso significativa
m ente a este p ro p ó sito , la falta de claridad de la segunda d o ctrina (una nota de
filósofo, que se d esesp era de no h allar en la lógica d octrina), “Y aquéllas de las
creencias que to can a cuestiones p articu lares, así son las que tiene: que el fuego
es elem en to ( sto ich eío n } y cam bio de fuego las cosas to d as, las que p o r rarefac
ción y condensación se p ro d u cen ; p ero con claridad n ad a ex p o n e ” ; E usebio (fines
del III p o st), en su P reparación evangélica. “Y H eraclito principio {arché) de to
das las cosas dijo q u e e ra el fuego, del que to d as las cosas surgen y en el que se
deshacen: pues q u e son cam bio las cosas to d a s” ; y tam b ién F ilón (v. al n.° 75),
in trod u cien d o p o r cam bio to d as las cosas” , y L uciano (v. a n.° 85) “ ... in ter
cam biándose en el ju eg o del T iem p o ” , y Plotino (v. a n.° 72), estableciendo
cam bios necesarios a p a rtir de los co n tra rio s” , en los cuales tal vez se d e ja en tre
ver alguna conexión con las o tras cuestiones de esta sección del libro.
M ás in teresan te es, p a ra la cuestión del fuego en general, lo que p u e d a suge
rirnos la polém ica an tih eraclitan a de L ucrecio, de la que recojo en este pu n to al
gunos versos: “A sí q u e los q u e crey ero n m a te ria ser de las cosas / el fuego y en
fuego solo el to tal fundarse de to d as, / bien se les ve de razón v erd ad era cómo
zozobran ; / de los q u e H eraclito el prim ero guió a b atalla la tro p a , / preclaro más
bien p o r su oscuro len g u aje en la grey vaniloca / que no entre los graves griegos
que a p ru e b a cierta se inform an. ... Y m ás, que decir que son fuego las cosas to
das y que o tra / no hay de verdad sino el fuego en el n ú m ero de las cosas, / que
es lo que hace ese m ism o, es bien folia notoria. ... Y en fin, ¿p o r qué va uno a
q u ita r las m últiples cosas / y la realidad del ard o r a q u e re r d ejarla por sola, / más
bien que, neg an d o los fuegos, d e ja r que haya fuego p o r contra? / Pues igual de
locura p arece decir u n a cosa y la o tra ” (con dudas p ara lo de ‘fuegos/fuego’ por
un salto en el texto de los M SS, de que v. en © ) : pues, si bien la disputa no toca
este fragm ento ni al fuego com o m on ed a de las realidades, y aunque es evidente
que L ucrecio no leyó el libro de H eraclito (com o tam poco acaso lo hizo su E pi
curo) y q u e tom a m ás bien com o tem a de su ataq u e una vulgata estoica de su
puesta doctrin a h eraclitan a, con to d o era im p o rtan te ver cóm o la C iencia, tam
bién su ram a m aterialista o h etero d o x a, había de revolverse co n tra la lógica pre-
filosófica (reducida a doctrin a p rev iam en te), y hasta parece adem ás que en tre los
versos de L ucrecio ap u n ta algún vislum bre de la contradicción, que en esta parte
del libro de H eraclito se razo n a, e n tre las cosas diversas y la R ealidad, que es
fuego.
N ingún fragm ento acaso m ás eficaz que éste p ara desanim ar a los lectores de
to d a trivial in te rp re ta ció n fisiológica o cosm ogónica del fuego heraclitano: aquí la
relación e n tre él y las cosas se en cu en tra, lo m ás clara- y o p o rtu n am en te posible,
e q u ip arad a con la relación en tre las cosas y el d inero (chrysós ‘o ro ’ vale sin duda
aquí p o r ‘o ro a m o n e d a d o ’ o ‘d in e ro ’: en el p asaje de P lató n L eyes V III 849 e so
bre la organización del m ercado se dice ya n óm ism a p a ra ello: «trocar {alláttes-
thai) m o n ed a p o r m ercancías y m ercancías (chrém ata) p o r d in ero ”), relación pués
222 Razón común — Heraclito
que es la que m edia e n tre las cosas m últiples, sep aradas y diferentes una de o tra
por los rasgos de cada u n a , y aquello q u e, an u lan d o las diferencias cualitativas e n
tre las cosas p a ra reducirlas todas a p u ra cuantía com putable (intercam biables una
con o tra com o elem en to s de un c o n ju n to ), h a venido a ser la cosa de las cosas o
el signo de ‘cosa en g e n e ra l’: así es com o el fuego tien e que e n ten d erse, en un sal
to en tre dos niveles de significación q u e salta razó n lo m ism o de arriba p a ra abajo
que de ab ajo p a ra arrib a: com o la aparició n de la R ealid ad en sí o de la Cosa de
todas las cosas; la p resen cia, esto es, de la idea com o ajen a o ex traña a la razón
que la ideab a, com o realización, física, genética, de la contradicción de la razón
consigo m ism a; del len g u aje com o actuación o p u ra sintaxis, al lenguaje com o se
m ántica o significado, esto es, volviéndose sobre sí m ism o com o realidad; y es así
com o el fuego es contracam b io de las cosas to d as, que en el nivel lógico inferior
están constituidas com o m últiples, sep arad as espacialm ente (y p e rp e tu am en te m o
viéndose p o r tan to ) y distintas cu alitativam ente una de o tra , definidas la una por
negación de la o tra , p e ro que to d as en co n ju n to p u e d e n cam biarse, y d eb en , por
el dinero suprem o que a to d as las re p re se n ta , p o r la C osa de las cosas o R ealidad
en abstracto , esa R ealid ad que discernim os com o casam iento, forzoso, en tre la
esencia y la h abencia, el ser la cosa lo que es y el h a b e r de ella por acá o allá, así
com o a la inversa p u ed e esa R ealid ad en sí, y d eb e, cam biarse en cosas separadas
y diferentes.
C onviene, p o r ta n to , p rev en ir confusiones p o r excesiva sim plicidad cuando se
p lan tee a su vez la relación e n tre p y r y lógos, e n tre fuego y razón, dejándolos va
gam ente identificarse y diciendo que este fuego es sim plem ente la razón o que la
razón es fuego: es a sab er, que ‘fu eg o ’ es ciertam en te un n o m b re de la razón, pero
precisam ente un nom bre: esto es, que fuego es la razón en cuanto nom b rad a o
denom inad a, y q u e la razó n , en cuanto se la n o m b ra y se la hace ser un significa
do, es fuego; no es p o r ta n to el fuego la razón en cu anto está actuando o diciendo
(¿cóm o p o d ría serlo, cuando el proceso m ism o de contracam bio en tre el fuego y
las cosas separadas es u n a relación en acto, un acto de razó n ?), sino que sólo cuan
do la razón, en contradicción consigo m ism a o cum pliendo su ley al q u eb ran ta rla,
se m ira y n o m b ra com o C osa (de las cosas to d as), se significa com o physis y se
presta así al ju eg o tem p o ral de la génesis o cam bio de unas cosas en otras y de
todas en u n a, sólo ento n ces la razón es fuego.
P or lo dem ás, que razón elija p ara sí m ism a este nom bre de p y r o fuego, ap a r
te del prestigio religioso y tradicional de que está cargado el nom bre (recuérdese,
p or ejem p lo , que en los him nos m ás antiguos q u e conservam os en nuestras len
guas, los del R ig-Veda, la adoración de A g n is se p resen ta com o centro principal
de atención a la D ivinidad, única y m ultifo rm e), prestigio del que bien puede ra
zón hacer uso (com o lo hace del pro p io no m b re de theós o divinidad: v. n .“ 48),
aun sin fijarse en eso, parece claro que en el fuego se da, com o en ninguna o tra
aparición de la realid ad , la doble condición de, p o r un lado, ser una cosa sin ser
ninguna (ni siquiera u n a m ateria m en su rab le), y, p o r o tro , ser incapaz de p erm a
nencia alguna, te n e r com o co n n atu ral consigo el m ovim iento y cam bio, y así p o
der servir com o re p re se n ta n te de las cosas en general y figuración de la génesis o
proceso a que su realización sep arad a las co n d en a a todas.
Q ue sea el fuego, p o r o tra p a rte , la realificación por excelencia de la razón o
Razón general 223
(f) H ippol. IX 10, 7 (post n.° 84) : λέγει δέ κ α ι φ ρ ό νιμ ο ν το ύ το είνα ι τό πΐιρ
κ α ί τή ς δ ιο ικ ή σ εω ς τώ ν όλω ν α ίτιο ν , κ α λ ε ίσ θ α ι δ ’ α ύ τό χρησμοσύνην κ α ί κ ό
ρ ο ν χρησμοσύνη δέ έστιν ή δ ια κό σ μ η σ ις κ α τ’ αυτό ν, ή δ 5 έκπύρ ω σ ις κ όρ ος (se
quitur n." 80).
I n H ip p o ly ti te x tu m : κ α λ ε ι σ θ α ι δ 5 α υ τ ό h a p lo g ra p h ia m q u o n d a m reso liien s s c r ib o : κ α λ ε ϊς
δ έ α υ τ ό co d . : κ α λ ε ϊ δ έ α υ τ ό edd. κ α τ ’ α υ τ ό ν : κ α τ ’ α υ τ ό iu re susp. S a u p p e .
© D e un breve tram o del pasaje de San H ipólito de que nos vienen tantas ci
tas fidedignas, pod em o s acaso d educir que h ab ía en el libro de H eraclito, m ás o
m enos conexas, un p ar de fórm ulas com o éstas, que en tal caso habrían de ser de
este trance en que las pongo; p ero esta vez no nos ofrece H ipólito, com o las más
de las veces, la cita d irecta, sino in co rp o rad a a su p ropio texto y glosada con m a
yor o m en o r tino: “Y dice tam b ién que intelectivo (p h ró n im o n ) es ese fuego y
causante de la adm inistración del to tal de las cosas to d as, y que él se llam a” (se
gún la en m ienda habitual “y lo llam a” ) “carencia y saciedad. Y carencia es la o r
denación del m undo ( d ia kó sm ésis) según él (e .e . H eraclito ; pero con la co rrec
ción prob ab le de Sau p p e, sería “según él” e .e . el fu eg o) y la deflagración ( ek p yró -
sis) saciedad” . Pese a lo indirecto de la cita, pienso que la presencia de algo com o
la fórm ula 1.a la ratifican referencias com o la de Sexto E m pírico (“Y a la razón
la declara ju ez de la v erd ad , no una razón com o q u iera, sino la com ún y divina.
P ero quién es ésa, hay que indicarlo brev em en te: que es que le place al científico
(p h y sik ó i) que lo que nos ro d ea (p e rié c h o n ) sea racional ( lo g ik ó n ) e intelectivo
(phrenéres) ” ; y vuelve en el libro siguiente: “Y con to d o , ex presam ente dice H e
raclito aquello de que no es racional el h o m b re (v. n.° 8) y que lo único que hay
inteligente (phrenéres) es lo que ro d e a ”), d o n d e, p or un lado, la razón se id e n ti
fica con el ám bito circu n d an te, que ha de ser, ya u no o ya cosas m últiples, el fu e
go o aparición o b jetiv a de lógos (v. al n.° 74), y p o r o tro lado, a eso circundante
se le aplica un A d j. phrenéres sem ejan te en raíz y significado al p h ró n im o n que
pone San H ipólito; y h asta un eco, rem o to , de esa racionalidad del o b jeto podría
Razón general 225
hallarse en la confusa dóxa que conserva A ecio: “H eraclito y H ec ate o (¿es posi
ble que el h istoriógrafo H ec a te o de M ileto o el de A b d e ra se desviara a tales es
peculaciones, o hay u n e rro r b ajo ese n o m b re ? ), que u n encendim iento ideativo
( n o e r ó n ) , el p ro c e d e n te del m ar, es el sol” . E n cuanto a la p a rte 2 .a, lo que H i
pólito hace, m uy co n tra su costum bre en las citas heraclitanas, de glosar la “ca
rencia y sacied ad ” (chrésm osyne ka i kóros) con las dos fases cósm icas de diakósm é-
sis y ekpyrósis, organización de un m undo de cosas m últiples y a su vez subsun-
ción de to d as en el fuego, no es m ás que adopción m aquinal de u n tópico que co
rría p o r d o q u iera en el gentry-lore im perial acerca del asunto; del que d an testi
m onio los p asajes de F ilón, no ta n to el citado al n.° 74, que term in a en “ ... cofra
de de la d o ctrin a h eraclitea, introd u cien d o ‘saciedad y caren cia’ y ‘una sola cosa
el to d o ’ y ‘todas p o r alte rn a c ió n ’” , p ero sí el del D e las leyes particulares, que reza:
“P ero la distribución en m iem bros del ser vivo declara o bien cóm o una sola cosa
todas o que de u n a sola y a u n a sola, que es lo que los unos llam aron saciedad y
carencia, los o tro s deflagración y distribución en o rden, deflagración en virtud de
la dom inación de lo cálido, que se ha im puesto sobre los dem ás principios, y dis
tribución en o rd en según la ley de igualdad fiso n o m ía ) de los cu atro elem entos,
que los unos a los o tro s se co n ced en ” (no hace m ás que ro zar el tópico P lutarco,
cuando en su D e la E, a p ropósito de la organización ritual del año, dice “Pero,
com o no es igual el tiem po de los ciclos en los cam bios (m e ta b o la ís), sino m ayor
el del uno, que llam an saciedad, y el de la carencia m e n o r...”), con lo cual tene
m os más que suficiente p a ra reco n o cer que la doctrina de la diakósm ésis y
ekpyrósis, que era n o to riam en te estoica (con m ás o m enos em peño que los m aes
tros de la E sto a h u b ieran tenido en atribuirle un fundam ento h eracliteo ), se ha
colado en n u estra tradición com o un desarrollo y trivialización de la fórm ula del
libro de H eraclito en que el fuego se llam a sencillam ente carencia y saciedad, y
que no hay m otivo p a ra atrib u ir a este trance del libro (ni a ninguno o tro ) una
doctrina científica de conflagración periódica.
Lo que pued e pués darse razo n ab lem en te com o vestigio de lo que el libro te
nía en este tran ce es que del fuego se decía que es carencia y saciedad y con ello
por tan to se le igualaba en acto con la ley m ism a de contradicción, que se m ani
fiesta, en tre o tro s m odos, com o synállaxis de pares de térm inos contradictorios
(cfr. el n .“ 48 ‘h am bre / sacied ad ’), y que co n secu entem ente, seguram ente en el
m ism o paso, se declarab a ex presam ente que el fuego de que se estaba hablando
era un fuego lógico, racional o intelectivo, n atu ralm en te, puesto que es el fuego
de la razó n , que lo m ism o obliga, por análisis, a las cosas a diferenciarse una de
o tra (donde la u n a en la negación de la o tra en cu en tra su propia id en tid ad ), como
igualm ente, p o r síntesis, anula la contradicción de una con o tra, y un paso más
allá, la diferencia a su vez en tre las varias p arejas de contrarios, com o siendo to
das ejem plos de una m ism a ley, y de ese m odo (lo que en la versión cosm ogónica
de los estoicos sería la ekpyrósis) hace que la R ealidad to d a aparezca com o indis
tinta y una. P ero no p o r ello olvidem os tam poco (v. al n.° 74) que tam poco es jus
to decir que p y r sim plem ente sea lógos, el fuego la razón, sino sólo que es la de
nom inación electa de la razón, lo que es razón cuando se considera a sí misma
com o real.
226 Razón común — Heraclito
76 31 (L·) D-K
C fr. A r s t t . P r o b i. 9 3 4 b 3 4 : τ ό γ ά ρ α λ μ υ ρ ό ν (s c ii, ΰ δ ω ρ ) θ ε ρ μ ό τ ε ρ ο ν τ ο υ π ο τ ί μ ο υ . δ ι ό
κ α ί φ α σ ί τ ιν ε ς τ ώ ν ή ρ α κ λ ε ιτ ιζ ό ν τ ω ν έκ μ έν τ ο υ π ο τ ίμ ο υ ξ η ρ α ιν ο μ έ ν ο υ κ α ί π η γ ν υ μ έ ν ο υ
λ ίθ ο υ ς γ ίγ ν ε σ θ α ι κ α ί γ ή ν , έκ δ έ τ ή ς θ α λ ά τ τ η ς τ ό ν ή λ ιο ν ά ν α θ υ μ ιά σ θ α ι.
E t Z e n o S to ic , sec. A t . D i d . a p u d S t o b . E e l. I 17, 3 : Ζ ή ν ω ν α δ έ ο ύ τ ω ς ά π ο ( ρ α ί ν ε σ θ α ι
δ ι α ρ ρ ή δ η ν ' τ ο ι α ύ τ η ν δ έ δ ε ή σ ε ι ε ί ν α ι έ ν π ε ρ ι ό δ ω τ ή ν τ ο υ ό λ ο υ δ ι.α κ ό σ μ η σ ιν έ κ τ ή ς ο υ σ ί α ς ,
ό τ α ν έκ π υ ρ ό ς τ ρ ο π ή ε ις ϋ δ ω ρ δ ι 5 ά έ ρ ο ς γ έ ν η τ α ι, τ ό μ έν τ ι ΰ φ ίσ τ α σ θ α ι κ α ί γ ή ν σ υ ν ίσ -
τ α σ θ α ι, έκ τ ο ύ λ ο ιπ ο ϋ δ έ τ ό μ έν δ ια μ έ ν ε ιν ϋ δ ω ρ , έκ δ έ τ ο ϋ ά τ μ ιζ ο μ έ ν ο υ ά έ ρ α γ ίγ ν ε σ θ α ι,
έκ τ ίν ο ς δ έ το ϋ ά έ ρ ο ς π ϋ ρ έ ξ ά π τ ε ιν .
E t L u c r . I 7 8 2 ss. : q u i n e t i a m r e p e t u n t {s c ii. S to ic i u el h era clitiz a n tes , h a u d q u a q u a m H e
ra clitu s, de q u o uideas a d n ." 7 4 ) a c a e lo a t q u e ig n ib u s e iu s , e t p r im u m f a c iu n t u n d a m se
u e r t e r e in a u r a s a e r i s , h in c ig n e m g ig n i, t e r r a m q u e c r e a r i e x ig n i, r e t r o q u e in t e r r a m c u n c t a
r e u e r t i , u m o r e m p r i m u m , p o s t a e r a , d e i n d e c a l o r e m , n e c c e s s a r e h a e c i n t e r se m u t a r e , m e a
r e a c a e lo a d t e r r a m , d e t e r r a a d s i d e r a m u n d i.
76 D -K 7 7
3.") Plut. D e E 18, 392 c : άλλ5 ήμ εΐς ενα φ ο β ο ύ μ εθ α γ ελο ίω ς θ ά ν α τ ο ν , ήδη το-
σ ούτου ς τεθ ν η κ ό τες κ α ί θ ν ή σ κ ο ν τες' ού γ ά ρ μ όνον, ώς Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς έλεγε,
«π υρ ός .... ύ δ α τ ι γένεσ ις» , άλλ5 ετι σ αφ έσ τερον επ ’ α ύτώ ν ημ ώ ν κτλ.
E t Id. D e prim . frig. 10, 949 a : επεί δ ’ ή φ θ ο ρ ά μεταβολή τίς έστι τώ ν φ θ ειρ ο -
μένω ν εις το ύ ν α ν τίο ν έκάσ τω , σ κοπώ μ εν εί κ αλώ ς εϊρ η τα ι τό «πυρός θ ά ν α τ ο ς
άέρ ο ς γένεσ ις» ' θ ν ή σ κ ε ι γά ρ κ α ί π ύ ρ ώ σ περ ζώ ο ν, ή β ία σβεννύμενον ή δ ι’ αυτού
μ αραινόμενον.
78 31 (2.a) D -K
V n d e E u s . P ra e p . Ε ν . X I I I 1 3, 6 2 : ό π ω ς . . . . δ η λ ο ϊ ' « θ ά λ α σ σ α . . . . γ ε ν έ σ θ α ι » . ο μ ο ί ω ς . ...
έ π ιδ ια μ ο ν ή ς .
© C onservado sólo, con el n.° 81 y el 76, en los Strom ata o Centones de San
C lem ente (y en la copia que del m ism o hizo E u seb io en su Preparación evangéli
ca), con esta intro d u cció n y co m entario: “P ero cóm o a su vez se recoge y se re
duce a fuego (e k p ÿ r o û ta i), claram en te p o r m edio de aquellas palabras lo m ani
Razón general 233
fiesta: ‘m ar ... tie rra ’; igual tam bién acerca de los o tros elem entos la m ism a cosa.
C reencias tam b ién m uy sem ejan tes a las de él so stienen los m ás renom brados de
los estoicos, d esarro llán d o lo a p ro p ó sito de la deflagración (ek p y rosis) y adm inis
tración del m u n d o y de cada m undo y h o m b re en p articu lar y de la perseveración
de n u estras alm as” ; copiado to d o ello tal cual en E u se b io , salvo que, al final de
la cita de H eraclito , h a suprim ido la p alab ra “tie rra ” , que sin duda le resultaba
ininteligible; y lo es, en efecto, p ese a los equilibrios de los estudiosos (m uestra
de la dificultad se ve en las correcciones p ro p u estas que registro en © , añadir un
gé al com ienzo, q u e hace decir “la tie rra se d erram a m a r” , etc., o en m endar el gé
del final en gên, p a ra que se lea “ ... antes de que la tie rra llegara a se r”); el texto
que doy se funda en su p o n er que u n copista del texto de C lem ente com etió una
haplografía, m uy explicable en tre los dos m iem bros casi iguales, y salto del “ ...
llegar a ser (m a r” al “ ... llegar a se r) tie rra ” ; el “igual tam bién para los otros ele
m en to s” que San C lem en te añade sugiere que en el original la fórm ula se rep etía
aún m ás veces. L o m ás ex trañ o es que a p o rte San C lem ente tal texto com o p e n
sando qu e “c la ra m e n te ” se refiere a la ekpyrósis o deflagración (aunque si en el
original ap arecía, com o se p ro p o n e en mi restitución, p a ra la fórm ula de la tierra
el verbo synchéetai, que p ro p ia m e n te , p o r oposición al diachéetai del m ar, signi
fica “se co n -fu n d e” o “se con g lo m era” , p ero que se u saba n o rm alm ente con el v a
lor de “se tra sto rn a ” , “se d e sb a ra ta ” , ello podía h aberle dado una sugerencia de
alusión a la destrucción apocalíptica); claro que ello, p o r otra p a rte , perm ite una
razonable deducción negativa sobre el libro de H eraclito , ya q u e, siendo evidente
el interés que el san to P ad re tenía en hallar en él algo que declarase la doctrina
de la deflagración o destrucción del m undo p o r el fuego, estoica ciertam ente y bas
tan te cristianizada, no debió de d ar con nada m ejo r que tal pasaje.
L iberados ya noso tro s de tales intenciones asim ilatorias, encontram os en el tex
to preciosas indicaciones sobre el ju eg o de los nom bres de las cosas (o m aterias)
con la razón y sobre la relación a su vez con la noción de ‘m e d id a’ que aquí ap a
rece y vuelve en los n .os 79 y 80. V iene el m ar a ser m ar y com o m ar se derram a
por do q u iera, com o a su ser de agua corresp o n d e; o bien, com o tam bién puede
leerse, ello, la realid ad de las realidades o fuego, viene a hacerse m ar y tom a las
notas o cualidades de agua; y asim ism o, a su vez, la tie rra se conglom era en tie
rra, o ello se hace tierra y recibe en sí las cualidades o notas de ser tierra; y sin
em bargo, esas apariciones bajo nom bres y m odos d iferentes de realidad no quitan
para que p u eda y d eb a m edirse según la m ism a cuenta y razón que regía, siem pre
la m ism a, antes de que ello apareciese com o m ar o com o tierra: es decir que la
tie rra, en cuanto cu an tía nu m erab le, se m ide con los mism os m ódulos, se com pu
ta en igual m o n ed a, cu an d o es tie rra que cuando no es tierra; y lo m ism o el m ar
y los otros m odos posibles de m ateria, de apariciones de la realidad: en oposición
a las diferencias cualitativas o sem ánticas que p u ed en separarlos, los cuantifica-
dores. y especialm ente los n úm eros, que d eben d ar razón de su cuantía son exac
tam ente los m ism os p ara ello com o aire que com o agua o com o oro o com o nube,
y m ás aún , los m ism os p ara ello que p ara la falta de ello (com o si se estuviera con
tando con los n úm eros negativos de la m atem ática m o d ern a), pues que con los mis
mos núm eros se dice la h a rtu ra que el h am b re, la cuenca vacía que la cuenca plena.
Lo que este d escubrim iento de razón form ula principalm ente es una distinción
234 Razón común — Heraclito
fundam en tal e n tre las dos caras de las realid ad es, la del ser y la del hab er: p o r un
lado están las diferencias e n tre las cosas en v irtu d de la clase de ser a que p e rte
necen, esto es, del significado de las p alab ras que designan a u n a u o tra, y esa di
ferencia es la id eal o sem án tica (¿cóm o el agua sería agua sin el n o m bre ‘agua’ o
el aire sin ‘a ire ’?); p o r el o tro lado está la p u ra m asa in nom inada y sus diferencias
de cuantía b ru ta , q u e es lo q u e hace q u e, adem ás de ser lo q u e sea, haya de ello:
el h a b e r p o r d e b a jo , p o r así decir, del ser. Pues b ien , que esa habencia o m ateria
b ru ta sea, a su m a n e ra , racio n al, com o n o p u ed e m enos de serlo, es lo que hace
lógos cuando actú a com o ra z ó n aritm ética, com o n ú m ero ; y no hay en verdad m e
dida de la cu an tía si n o es lógica, aritm ética: en ese sen tido, el m étron o m edida
de cualqu ier cu an tía es lógos. P e ro lo que aq u í a n te todo se form ula es que el ra
ciocinio de la m ateria b ru ta , de la m e ra co n tin u id ad , es in d ep en d ien te de las di
ferencias, sem ánticas, id eales, e n tre las clases de las cosas: las m edidas del trigo
o del aceite o del gas p u e d e n ser distintas; p ero u n a n u m eración que sirviera p a ra
co n tar m edidas de trig o , d iferen te de o tra que sirviese p a ra el gas o p a ra el aceite,
es un absurdo en su p ro p ia form ulación. R azó n es, ciertam en te, la que crea, en
contradicción con su co m u n id ad , las diferencias cualitativas en tre las cosas y los
significados de los n o m b res de las cosas; p ero razó n es tam b ién la que las reduce
todas por igual a p u ro n ú m ero , y anula así las oposiciones sem ánticas que había
engendrad o e n tre ellas; el vocabulario sem ántico (infinito p o r indefinición) y el
subsistem a de los cu antificadores (infinito, al surgir en ellos la serie num érica, p o r
interm inable) co lab o ran en la constitución de cualq u ier sistem a de lengua, al m is
m o tiem po que en el seno del sistem a se o p o n en e n tre sí irreconciliablem ente; y
en la sintaxis de la p ro d u cció n , cuando ap arecen tres gatos, tres nubes, tres cele
m ines de trigo y tres ja rro s de agua, la obligación com ún de ser todos tres (no p u
d iendo ser ‘tre s ’ jam ás rasgo sem ántico de ninguno de ellos) está destruyendo las
pretension es ideales de d iferenciarse cada u no n e ta m en te de los otros por el h e
cho de ser lo que es.
N o se olvide que razón se ha llam ado a sí m ism a, en cuanto realidad de cua
lesquiera realid ad es, fuego, y que de ese fuego, racional, se ha dicho (n.° 74) que
es com o la m on ed a de las cosas todas: esa m o n ed a com ún, a la que cualesquiera
cosas y m aterias equivalen, sin d ejar de llam arse, si q u iere, fuego racional, es ta m
bién el nú m ero (cfr. el p asaje de E p icarm o , a n .“ 70, que es, sin d uda, com o ta n
tas cosas en él, de raigam bre h eraclitan a) o raciocinio de la cuantía b ru ta , del m ero
h a b er algo, a cuya ley se m ide el agua (y se co nm esura con cualesquiera otras m a
terias) tan to si es agua com o antes de ser agua, se m ide (y conm esura) la dura tie
rra, tan to siendo tie rra com o sin serlo. Q u e el fuego se revele alternativam ente
com o pura cu an tía, raciocinable o n u m erab le, o com o raciocinante contradicción
en tre las varias cosas y m aterias sem án ticam en te d iferen tes, es en co njunto rev e
lación del m ovim iento co n trad icto rio (sem ántica / aritm ética) que razón tom a
cuando aparece com o p hysis o realidad.
Razón general 235
94 D -K 7 9
o astros e rra n te s se lo p asan m e jo r q u e las estrellas fijas; y eso que de los planetas
cada cual, girando en u n a m ism a esfera, com o en u n a isla, g u arda la ordenación:
pues ‘el sol ... m ed id as’ dice H eraclito ‘y si no ... d escu b rirán ’” ; y vuelve a sacarlo
en la D e Isis y Osiris: “P ues lo que es H eraclito , al c o n tra rio ... (a q u í el n.° 4 5 ),
y de H o m ero ... (a q u í el n.° 30) dice que no se da c u en ta de que con ello está
condenan d o la génesis de to d o s los seres, q u e tie n e n su génesis en batalla y con
trarie d ad , y que el sol no h a de saltarse los lím ites que le corresponden ( toús
prosékontas hórous, com o glosa de m étra) ; y q ue, si n o , las Parcas ( K lóthas según
la enm ienda de Schuster del glóttas ‘len g u as’ que d an los códices) guardianes de
Justicia lo d escu b rirán ” .
P ero hay adem ás un dicho, atrib u id o a veces a P itágoras, que podía ser “Si de
la (tie rra ) p ro p ia te au sen tas, no te des la vuelta; y si n o , las E rinias, guardias de
Justicia, te p e rse g u irá n ” (así, p a ra San H ipólito en el libro V I, que añade “lla
m ando (tie rra ) p ro p ia al cu erp o y E rin ias a las p asio n es”), o bien “A l ausentarse
de la casa, n o te des la vuelta: pues las E rinias te p ersig u en ” (así p a ra Jám blico,
que tam bién hizo u n a colección de D ogm as Pitagóricos, en su Protréptico); que
las E rinias g u ardianes de Justicia ap arecieran tam b ién en el D e pietate de Filode-
m o, en conexión con la cita del n.° 84, d ep en d e de u na restitución dudosa del p a
piro; lo que se lee en la IX de las E pístolas p seu d o h eraclitan as, “M uchas E rinias
de Ju icia, centinelas de los e rro re s” , p arece m ás bien recu erd o del texto de H e-
raclitc Pues bien, lo que sospecho es que ese dicho, tradicional o acaso atribuido
ya a H ág< ras, y q u e claram en te enuncia u n a regla supersticiosa, la de que, al sa
lir uno de la casa o de la ciudad, no se vuelva a m irar atrás (si no era m ás bien al
revés: qae no le d iera u no las espaldas a la casa o ciudad), acom pañada, com o
solían tales norm as (cfr. las de H esiodo TD 706-764: m oíra en 745, poiné en 749
y 755), de u n a am enaza de castigo p a ra el que la in frinja, lo conocía ya com o tal
H eraclito v que lo q u e aquí hace es aplicárselo al sol m ism o (no sin el grano de
hum or inevitable de o ír en u n a lógica que cita u n a fórm ula supersticiosa: no ap a
recen más E rinias ni P arcas en n u estro s restos del libro; en cuanto a D ike ‘Ju sti
cia’ v. en n.° 52; y p a ra el ataq u e de las religiones la P arte T e rc era de este libro),
p a ra el caso de que se salte las norm as de m ovim iento que le corresponden (acaso
la form a del dicho q u e H eraclito conocía ten ía Klóthes, según la corrección de la
cita que m ás arrib a he referid o , en vez del Erinyes después generalizado).
Lo que hace pués este p a sa je , sin d uda e n tre o tros ejem plos en que se exalta
lo inviolable de los m étra o m edidas (num éricas), es aplicar la ley de la cuantifi-
cación racional o aritm ética, que en el n.° 78 hem os visto referid a a las m aterias,
tam bién a las cosas (ni D ios T o d o p o d ero so p u e d e , en efecto, hacer que cinco m an
zanas, en ta n to en cuanto to d as y cada u n a de ellas sean ‘m an zan a’, no sean cin
co) y tam bién en tre las cosas a los individuos d en o m inados o puntos de N om bre
P ropio (pues no p u ed e ser q u e yo, p o r ejem p lo , sea H eraclito si no soy precisa
m ente uno, de un co n ju n to de un id ad es, y n ad a m enos ni nada m ás que u no),
p ara lo cual se elige a un ser com o el Sol, que está típicam ente en el trance < ’
delim itación de ‘cosa g en érica’ con ‘individuo singular’, de N om bre C om ún con
N om bre P ro p io (si el Sol es único en su g én ero , entonces no es de género ningu
no, sino q je el suyo es au to m áticam en te un n o m b re propio; si no lo es, entonces
no; con L cual roza incid en talm en te aquello del n.° 64 sobre el sol nuevo cada
Razón general 237
día), el tran ce lím ite, en fin, e n tre el caso en que el uno se deduce del núm ero
(de un co n ju n to en q u e los elem entos son todos el m ism o) y el caso en que el uno
no es n ú m ero ninguno (el caso del Sol en cuanto N o m bre P ropio) si es pro p ia
m ente u n o , o sólo es u n o en cu an to renuncia a ser el que es, com o individuo sin
gular, inconm esurable: p e ro tam b ién el Individuo singular y el Sol están obligados
a atenerse a los m étra o razo n es q u e d eterm in an su singularidad m ism a; pues, si
bien es cierto que el Sol, en cuanto ‘el Sol’, no p u ede contarse, com o las m anza
nas, y así p arece q u e escapa al lógos o ley del n ú m ero , está en cam bio atenido a
g u ard ar u n n ú m ero cierto de rasgos definitorios, que ju sta m en te le hacen ser él
m ism o, incom p arab le con ningún o tro , rasgos no p ro p iam en te sem ánticos (pues
del Individuo no hay ninguna id ea), sino m ás bien p u ram e n te locales o tem p o ra
les (p a ra el Sol, p o r ejem p lo , los lugares en donde esta r en cada m om ento, o las
leyes de aparición, d esaparición y tray ecto ria), p ero no p o r ello exentos de som e
tim iento a lógica y n u m eració n (d ejan d o ah o ra de lado que la contradicción m is
m a de ‘ser ind iv id u o ’ es de p o r sí u n a obediencia a y revelación de la ley de razón,
que p o r contradicción rige la realid ad ), de tal m an era q u e, en el caso de que un
capricho perso n al le hiciera salirse de sus norm as constitutivas, “las E rinias o las
Parcas, com o dice el refrán , las guardianas o policías de Justicia, lo descubrirían” ,
y se en tien d e q u e, som etido al juicio consiguiente, donde el ju ez no puede ser
otro que el juicio m ism o, la razón com o fuego (v. n.° siguiente), la condena h a
bría de ser sencillam ente la denegación de su iden tidad individual: el Sol ya no es
el Sol, sino, lo m ás, o tro cualquiera.
66 D -K 80
τών δλων λέγει τήν αρχήν, ού νοήσας τό είρημένον, ότι θεός ού πϋρ, άλλα πϋρ φλέγον
καί καταναλίσκον, ούκ αυτόν διασπών μόνον τόν νόμον Μουσέως, άλλα καί τόν σκο
τεινόν Ηράκλειτον συλαγωγών.
Etiam Mart. Cap. I 87 : quidam etiam claudus faber uenit, qui licet crederet esse Iunonius,
totius mundi ab Heraclito dictus est demorator.
A d Martiani textum: demorator : deuorator Grotius. Aliquid latet quod illi ‘Iunonius’ aduer-
setur.
30 D -K 81
Á p/ nT4W , o v t e o v r f ΛΚ-
240 Razón común — Heraclito
Cfr. Arstt. De cáelo A 10, 279 a 12 : γενόμενον μέν ούν άπαντες είναί φασιν (scii, τον
ουρανόν), άλλα γενόμενον οι μέν άίδιον, οί δέ φθαρτόν οί δέ εναλλάξ ότε μέν ούτως,
ότέ δέ άλλως Κχειν καί τούτο άεί διατελεΐν, ώσπερ Εμπεδοκλής ό Ά κραγαντϊνος και
Η ράκλειτος ό Έφέσιος.
Et Plat. Soph. 242 d : v. ad n.° 42. Et Plut. De E 18, 392 b : v. ad n .D 69.
Et Aët. II 4, 3 : Η ράκλειτος ού κατά χρόνον είναι γενητόν τόν κόσμον, άλλα κατ’ επί
νοιαν.
© E sta sentencia, que em pieza con una declaración solem ne y term ina con la
fórm ula de las m edidas del fuego, ya enigm ática p ara los antiguos, había quedado
resonando en la m em oria de los cultos, de Platón a G alen o , p ero sólo la conserva
en tera San C lem en te (y la copia que de él hizo E usebio), el cual en un pasaje de
sus Centones, tras h a b e r citado a E m pédocles com o sosteniendo la creencia en una
futura conversión de todas las cosas en fuego, añade así: “Y con toda claridad es
de esa creencia H eraclito el efesio, al h ab er sostenido que hay un cierto m undo
que es sem p itern o (a íd io n ) y que alguno o tro hay que se destruye, el que resulta
de la ordenación de m undos (d ia k ó sm é sin ) , sabiendo él que no es (é s te ) distinto
de aquél cuando se en cu en tra en ciertos estados; pero que sabía sem piterno el m un
do que consta de la esencia to ta l, siendo tal o cual sem p itern am en te, lo deja claro
al decir así: ‘M u n d o , el m ism o de todos (a q u í el texto parece defectivo y que debe
com pletarse con el ‘este m u n d o ’ que dan Simplicio y P lu tarco ) ... m edidas al a p a
g arse’; p ero que es tam b ién g é n ito ...” (sigue el n .“ 76); donde aparece claro que
San C lem en te reconocía ya p a ra H eraclito un doble uso de la p alabra kósm os ‘o r
d en ació n ’ o ‘m u n d o ’, una p ara referirse a u n a ordenación p articular, p .ej. este
242 Razón común — Heraclito
124 D -K 8 2
que es paleog ráficam ente h a rto costosa y sin justificación; D iels propuso sarán o
sárm a ‘b a rre d u ra ’, ‘b a su ra ’ (de saíró ‘b a rre r’), en lo que le han seguido los e d ito
res y estudiosos (p ero conservan el sárx M e D iarm id, F ried làn d er y K irk, no sin
alte ra r el final del te x to ), corrección q u e, a p a rte lo poco justificable tam bién del
e rro r de los M SS, obliga a cam biar la estru ctu ra de la frase e n te ra (“com o b a rre
d u ra de cosas echadas al azar es el m ás herm oso de los ó rd e n e s” o m undos; y to
davía tien en D -K q u e explicar el sentido a n o ta n d o “E n el sentido, sin d uda, de
que así le p arece a la m ay o ría, que no co m p ren d e el lógos” , co ntra la in te rp re ta
ción de T eo frasto m ism o) y p a ra ello suprim ir el art. ho an te kósm os, no sólo sin
justificación b a sta n te del e rro r, sino h aciendo q u e la inserción del citador “dice
H eraclito ” se in tercale en m edio del sintagm a ho kállistos kó sm o s ‘el m undo más
h e rm o so ’, con u n a violencia inu sitad a y sin m otivo. A sí que he p referid o venir a
reconocer en sárx, alterad o en la transm isión o no (p odía h ab e r sido algo cercano,
com o sárax o phárx, en to d o caso un vocablo desconocido p ara los copistas), un
vocablo d istinto, m asculino, inusitado en gr. co rrien te (v. en (v) sugerencias de eti
m ología que p u ed an explicarlo), y con el significado de ‘algo que p o r su esencia
m ism a consiste en una m ezcla azarosa o caprichosa de m uchos com ponentes va
ria d o s’, com o p o d ría ser o bien ‘c e n tó n ’, ‘colcha de to d a su erte de reta zo s’ o bien
‘en salad a ’ o ‘rev u elto de ingredientes de que al azar o capricho se disponga’ o ‘puz-
p u rri’ o m ás en general ‘b a ra ja ’ en el sentido de ‘b a ru llo ’ o ‘resultado del revolver
y b a ra ja r’, en fin alguna cosa cuya gracia esté en la m ás indiscrim inable acum ula
ción; con lo cual m an ten g o en cam bio la estru ctu ra de frase que me parece sinta
xis razonable (el añad ido que pro p o n g o de tos ‘así’, con cierta justificación paleo-
gráfica, ratifica esa e stru c tu ra ), y adem ás en cu en tro un sentido del texto más c er
cano a lo que T eo frasto en te n d ía claram en te en él al citarlo y com entarlo.
E llo es que me p arece T eo frasto h ab er en ten d id o bien hasta cierto punto la
frase que copiaba o m ás bien reco rd ab a del libro, hasta donde un filósofo podía,
en el sentido de que aquella evidencia de o rd en ació n que al considerar las p artes
o subconjuntos de la R ealid ad se nos im pone no puede valer para la ordenación
total m ism a o co n ju n to de la R ealidad (lo que a T eo frasto le parece ilógico es por
el co n trario la lógica m ism a), en cu an to que la R ealidad de las realidades, el m un
do de m undos o todo-lo-que-hay no p u ede ju sta m e n te ser de veras to tal, no p u e
de ser un todo com o los todos de un cierto nú m ero de p artes. Lo que razón aquí
sugiere es que esa o rd en ació n de las ord en acio n es o realidad de las realidades ya
no es una realid ad , ya no u n a o rd en ació n , sino que se confunde con el princi
pio mism o de o rd en ació n o fuego, que es, según hem os oído, la razón en cuanto
se m anifiesta com o realidad; y lo sugiere c e rte ram e n te por la vía de form ular aquí
la identificación en tre azar y o rdenación: con resp ecto al cosm os u ordenación to
tal pasa algo sem ejan te a lo que pasa con esas especiales estructuras com o los cen
tones, los puzpurris o la b araja bien b a ra ja d a antes de em pezar el juego: que para
ellas la m ejo r gracia y el o rd en más herm oso consiste en el m ás rico barullo y el
desorden más perfecto (nótese la p eculiar contradicción que late en el sintagm a
‘desorden p e rfe c to ’), en el que q u ed en los m enos posibles restos reconocibles de
una ley de ord en ació n : tam bién p a ra el m undo de los m undos, siendo sin fin y sin
principio (n.° 81), lejos de regir la ley de oposiciones m u tu as, proporciones y es
tructuras que constituyen cada m undo (y cada cosa), lo que rige es la identifica
Razón general 247
ción en tre los que son p a ra las realidades polos opuestos, el azar m ás caprichoso
y la m ás rígida de las leyes; pues no hay libre capricho, azar caótico ni suceso in
m otivado que p a ra la razó n m ism a (no p a ra las ideas que sus seres contrapuestos
se hagan de ella) no sea lógica y resu ltad o de su p ro p ia operación com o razón que
se realiza com o fuego, co n stru cto r y d estru cto r de m undos; dicho ridiculam ente,
el capricho de la razón es la ord en ació n , y así el caos o sinfín de la R ealidad que
a nosotros se nos ap arece (en cuanto renunciam os a la falsificación de h acer que
el sinfín sea un to d o y o rd en arlo según la ley de los to d o s parciales) es la ley de
la ordenació n p a ra la razó n m ism a.
Y era seg u ram en te im p o rta n te que razón hiciera constar aquí esto, no fu éra
m os a re c a e r en p en sar que el Fuego e ra un o rd e n a d o r o cread o r del T o d o , una
m edida, m ódulo o criterio de la ordenación to tal, cuando se nos h a dicho (n.° 81)
que él es, en to d o caso, un cread o r de m edidas, y m e jo r dicho, que las m edidas
son su acción m ism a, su encen d erse y apagarse, en cuanto m anifestación real de
la razón o lenguaje de la realid ad ; así que era bien proclam ar ex p resam ente que
la contradicción e n tre azar y ley es cosa de los todos parciales que razón o len
guaje presen tan com o o rd en acio n es fundadas en la contradicción entre los seres,
pero que la razón m ism a es la anulación de esa contradicción e n tre azar y ley. Y
es así que a form ulaciones en to rn o a esta cara de la cuestión se dedican, según
la ordenación de los frs. que aquí ofrezco, tras este n.° los tres siguientes, con que
term ina la p arte principal del libro o R azón G eneral.
11 D -K i
© L a versión c o rrien tem en te adm itida de la cita es la que doy b ajo b, la que
se lee en la o b ra Sobre el universo del corpus aristotélico y que suele atribuirse al
s. I ante o p o st, d o n d e se in tro d u ce así: “ ... y de los anim ales, ta n to salvajes como
dom ésticos, los q u e se crían en el aire y sobre la tie rra y en el agua, se engendran
y llegan a m ad u rez y p erecen obed ecien d o a las disposiciones de la divinidad: pues
‘todo ser ... g o b iern a’, según dice H eraclito ” siguiendo el texto com o citado en
E sto b eo (pues los M S S de la obrilla tien en en vez de ‘p o r golpe’ un ‘la tie rra ’ (p a
c e ), que es lo que p arece h ab er leído la versión siria que tenem os, ‘to d a la tie
rr a ’), y algo parecid o , ‘a g o lp e’, debía h a b e r tras la versión arm enia. A h o ra bien,
en la traducción latina que de esa o b ra tenem os a n om bre de A puleyo, que por
lo dem ás sigue b astan te literalm ente el original en la p a rte preced en te (“E n fin,
de todos los anim ales bravios y m ansos, de los alados y los de patas y los acuáti
cos, la n a tu ra se en g en d ra, se alim enta, se consum e obedeciendo a celestiales dis
posiciones:”), al llegar el p u n to de la cita, los códices presen tan (com o suele su
ceder cuando los am anuenses de O ccidente, que desde la época ten eb ro sa desco
nocían del to d o o casi los caracteres griegos, se en cu en tran en el texto latino que
copian intercalad a una cita en griego, que a veces d ejan en blanco, m ientras otras
tratan de d ib u jar los caracteres que no en tien d en , con ta n to m ás peligro cuanto
que adem ás se ignoraba en latín el uso de los acentos y que el texto griego podía
te n e r algunos enlaces y abrev iatu ras) u n a sarta de caracteres un ta n to enrevesados
ciertam en te, p ero de los cuales está claro, en p rim er lugar, que no pueden ser des
figuración de un tex to com o el que da el original griego (y que Diels m ism o se
em p eñ ab a en leer aquí, no sin cierta desaprensión), en tre otras cosas porque son
m uchas más letras de las que co rresp o n d erían , y en tan to que se da a veces en
estas copias ininteligentes que el am anuense se salte algunos caracteres, no hay
caso en que añada p o r su cuen ta m ás; y luego, tras acostum brarse un poco a los
m odos de e rro r que se dan en las otras citas griegas del libro (e n tre ellas, o tra de
H eraclito , la del n." 46, donde el lector recu erd a que dedujim os, co ntra el original
griego, la fo rm a synalláxies) , pienso que se llega a leer bastan te claram ente lo que
los copistas latinos transcrib iero n a su m odo, y que es sin dem asiadas dudas lo
que edito b ajo a, y de lo que una vez descubierto (y percibido que la p arte “A
to d a cabra la g obierna g o lp e ” debía de ser un proverbio, que razón había tom ado
por su cu en ta, com o vem os tam bién con más o m enos evidencia en n .os 10, 17,
23, 71 y 126, p ara h acer de la voz pop u lar voz de razó n ), la versión b da la neta
im presión de ser una abreviación en cita libre y de m em oria: que la diferencia en
tre las dos tradiciones se d eb a a que el ejem p lar griego de donde A puleyo tra d u
cía era de u n a línea en que no se había substituido p o r la cita libre la literal, o a
que A puleyo m ism o se m olestó en corregir su original buscando la versión preci
sa, si no en un ejem p lar del libro de H eraclito , al m enos en algún florilegio de
dichos u o tra fuen te ind irecta que tuviese en su b iblioteca, es cuestión que no me
resuelvo a decidir.
250 Razón común — Heraclito
tán e a con la p reten sió n de e rro r o d esv iació n ), y todas las p reten d id as cabriolas
o caprichos del que se cree ser u no e n tre todos q u edan en v erdad integradas en
la operación de o rd en ació n sin lím ite ni cansancio a que razón (com o fuego que
es m edidas y cu enta de las cosas) se dedica: pues no hay erro r, desviación ni ca
b riola q u e, apenas fo rm u lad a en u n len g u aje, no en tre de inm ediato a fo rm ar par
te del sistem a (que p a ra ello y p o r ello ciertam en te se am plía y m odifica inm edia
ta m e n te) y no venga así a e n tra r en las filas de la razón.
E s im p o rta n te , con to d o , insistir en la m o m en tan eid ad o sin-tiem po del p ro
ceso: pues, si h u b iera de veras u n m o m en to de irracionalidad, que sólo sucesiva
m en te, “en el tie m p o ” , viniera seguida de o tro m om ento de arrep en tim ien to , cas
tigo o corrección, sería com o p en sar que el lenguaje de la realid ad , que dice todo
lo que pasa, en un m o m en to h a dicho algo sin sistem a de lengua e n la que h a
blar; pero tam b ién las equivocaciones o lapsus linguae son a su m odo lingüísticos
y racionales (com o F re u d puso em p eñ o en d em o strar), y si en las lenguas p arti
culares to d o se ha de decir tem p o ral-, sucesiva-, in sim u ltán eam en te, la lengua en
general, razón m ism a, dice sim u ltán eam en te (ni “está siem pre diciendo” ni “tiene
to d o dich o ” son, n a tu ra lm e n te , verbos ap ropiados para esto) cualesquiera cosas
q u e en las lenguas p articu lares y en los m om entos sucesivos se digan y se co n tra
digan. Y esa insistencia en la m o m en tan eid ad está aquí bien sugerida p o r la im a
gen del golpe tenso de la h o n d a (epítonos es un A d jetiv o que leo aquí, sin prece
dentes, p ero con b u e n a form ación y sentido p ro p io , aplicado al golpe, com o alu
diendo a la tensión de la h o n d a y p o r tan to a la tensión dirigida, con el prefijo
epi-, de golpe sobre el cu ern o de la cab ra), con la cual adem ás se apunta debida
m ente la conexión con la o tra im agen, la del ray o , que en el n.° siguiente encon
tram os p a ra form ulación del m ism o desengaño de ideas sobre el tiem po.
Cfr. Cleanth. Hymn, in Iou. 6-9 : τοίον εχεις ΰποεργόν άκινήτοις ύπό χερσί,ν άμφήκη
πυρόεντα άειζώοντα κεραυνόν' τοϋ γάρ ύπό πληγής φύσεως π ά νθ’ ερπετά (ερρει), οί αν
252 Razón común — Heraclito
κ α τ ε υ θ ύ ν ε ις κ ο ιν ό ν λ ό γ ο ν , δ ς δ ιά π ά ν τ ω ν φ ο ιτ ά μ ε ιγ ν ύ μ ε ν ο ς μ ε γ ά λ ω ν μ ικ ρ ο ισ ι φ ά ε σ σ ι.
Et P h i l o d . De piet. 6 a p . 7 0 (cfr. ad n .° 7 9 ) : ... έ ν ο ϊ ς φ η σ ι δ [ ι χ ώ ] ς ' « κ ε ρ α υ ν ό ς π [ ά ν τ ’
ο ί α ] κ ί ζ ε ι » κ α ί. Ζ [ ε ύ ς ...
Et P l a t . Critias, quod, ad n .° 83 adnotauimus.
52 D -K
A IW K
<*>M ' ΡΛΙΛ05·
L
i Λ Hí H
Cfr. P l a t . Leges X 9 0 3 d .
Et P h ilo Vit. Mos. I 6 , 31 : uideas a d n ." 6 0.
Et P l u t . De E, 2 1 , 3 9 3 e : ... ή τ ο υ π ο ι η τ ι κ ο ύ π α ι δ ό ς έ σ τ α ι φ α υ λ ό τ ε ρ ο ς , ή ν ε κ ε ί ν ο ς εν
τ ι ν ι ψ α μ ά θ ω σ υ ν τ ιθ ε μ έ ν τ ) κ α ί δ ι α χ ε ο μ έ ν η π ά λ ι ν ύ φ ’ α ύ τ ο ύ π α ί ζ ε ι π α ι δ ι ά ν (allud.. ad H o r n .
O 361 : ... ’Απόλλω ν ... ε ρ ε ι π ε δε τείχος Α χα ιώ ν ρεϊα μ ά λ 1 ώ ς ό τ ε τ ι ς ψ ά μ α θ ο ν π ά ι ς ά γ χ ι
θ α λ ά σ σ η ς , ο ς τ ’ έ π ε ί ο ύ ν π ο ίη σ η α θ ύ ρ μ α τ α ν η π ιέ τ )σ ι.ν , ά ψ α ύ τ ι ς σ υ ν έ χ ε υ ε π ο σ ί ν κ α 'ι χ ε ρ -
σ ίν ά θ ύ ρ ω ν ) , τ α ύ τ η π ε ρ ί τ ά ό λ α χ ρ ώ μ ε ν ο ς α ε ί κ α ί τ ό ν κ ό σ μ ο ν ο ύ κ ό ν τ α π λ ά τ τ ω ν , ε ί τ ’
άπολλνων γ ε ν ό μ ε ν ο ν .
Et G r e g . N a z . Carm. I I 1, 8 5 , 11 : π ά ν τ α χ ρ ό ν ο ς π ε α α ο ΐ σ ι ν ό μ ο ί ϊ α τ ή δ ε κ υ λ ί ν δ ε ι κ ά λ λ ο ς ,
έ ϋ κ λ ε ίη ν , π λ ο ύ τ ο ν , κ ρ ά τ ο ς , ό λ β ο ν ά π ισ τ ο ν .
Et S c y th in u s T e i u s apud S to b . Eel. I 8 , 4 3 : χ ρ ό ν ο ς έ σ τ ιν ύ σ τ α τ ο ν κ α ί π ρ ώ τ ο ν π ά ν τ ω ν
κ α ί ε χ ε ι έ ν έ α υ τ ψ π ά ν τ α , κ α ί έ σ τ ιν ε ις ά ε ί κ α ί ο ύ κ έ σ τ ιν ό π α ρ ο ι χ ό μ ε ν ο ς έ κ τ ο ύ έ ό ν τ ο ς
α ύ τ ώ έ ν α ν τ ί η ν ό δ ό ν π α ρ ε ώ ν α ι ώ ν ' τ ό γ ά ρ α ΰ ρ ι ο ν ή μ έ ν τ ώ έ ρ γ ω χ θ ε ς έ σ τ ιν , τ ό δ έ χ θ έ ς
α ΰ ρ ιο ν .
π α ρ ο ί χ ε τ α ι / ε ξ έ ό ν τ ο ς ( α υ τ ό ς ) α ύ τ ώ ι ( τ ή ν ) έ ν α ν τ ί η ν ό δ ό ν / π α ρ ’ έ ν ι α υ τ ό ν ( ........ ) τ ό
δ ’ α ΰ ρ ι ο ν / ή μ α τ ι τ ρ ί τ ω ι χ θ ε ς ε σ τ ιν , ( τ ο ϋ ) τ ο δ ε χ θ ε ς α ΰ ρ ι ο ν . A n te a u e ro S c h u s te r a d
h e xa m etro s, B y w a t e r a d ia m b o s , M e in e k e p a r tim a d sca zon tes tra n s fu n d ere c o n a ti sunt.
© E l fr. com pleto nos lo da San H ip ó lito , in m ed iatam en te tras el n.° 1, intro
duciéndolo así: ”Y que es niño el to d o (a q u í hay un ju eg o de p alab ras, sin duda
intencion ad o , en tre país ‘n iñ o ’ y p á n ‘to d o ’) y p o r la e tern id a d rey e tern o de los
seres todos, así lo dice: Έ1 T iem po ... p a ra el n iñ o !” ’; la prim era frase Luciano
en la Subasta ele Vidas, del siguiente m odo: “ ... y es la m ism a cosa placer / dis
placer .... girándose y en trem u d án d o se en el ju eg o del T iem po-todo. — Pues ¿qué
es el T iem p o -to d o ?— U n niño ju g an d o , que ju eg a al tres-en -ray a, (co n co rd an te)
/ discordante (v. n.° 4 6 ) ” ; referencias m ás alejadas en el C o m entario de Proclo al
Tim eo (“y otros tam bién han d ejad o dicho que el F ab ricad o r en la fabricación del
m undo ju eg a, tal com o H e ra c lito ”) y en el Pedagogo de San C lem ente: “se rego
cija el espíritu de los niños-en-C risto que en la p erseverancia m o ran y se gobier
nan, y ése es el ju eg o divino: algún ju eg o com o ése dice H eraclito que su Zeus
está ju g a n d o ” . E n cu an to a ecos de la fórm ula (sólo prim era p a rte ) pueden oírse
algunos dudosos en el tex to de las Leyes de P latón y en el de la Vida de Moisés
de Filón citado al n.° 60; tam bién acaso en el de P lutarco D e la E que hay en Del-
fo s, que dice así: “ ... o será m ás to rp e que el niño creativo, si al juego que aquél
juega en alguna aren a p o r él am o n to n ad a y d esp arram ad a (alu d ien d o a la Ilíada,
donde se dice de A p o lo “y arrasó el p arap eto de los aqueos / fácil sin m ás, como
cuando a la vera del m ar un niño la aren a, / que luego que en sus chiquilladas ca
sitas alzó de ju g u e te , / de nuevo las d esp arram ó con pies y m anos ju g a n d o ” ) a
ese juego en las cosas todas se dedica p o r siem pre y el universo que no había lo
am asa y después, ya surgido, lo d e stru y e ” ; m ás cierto es el eco (aunque no dice
para ‘tiem p o ’ aión, sino chrónos) en los versos de San G regorio N azianceno: “todo
el tiem po así com o fichas del tres-en-raya lo hace / ro d ar, h erm osura, riqueza, po
d er, fam a, dicha m e n tid a ” . P ero lo más grave es un pasaje que E sto b eo nos trans
m ite de E scítino de T eos, un p o eta y fiel h eraclitano, del s. I V an te, de quien se
nos dice q u e virtió en yam bos (lo que incluye tam bién versos trocaicos) los dichos
del libro, en el cual p a sa je , im perfectam en te tran sm itido, con un par de puntos
mal resolubles p a ra la crítica tex tu al, y en prosa (U . von W ilam ow itz inten tó una
versión en te trá m e tro s trocaicos, con b astan te arte y luego W est ha inten tad o otra
en el m ism o m etro: v. en © ) , se habla del T iem po (chrónos) del siguiente modo:
“T iem po es lo últim o y lo prim ero de todas las cosas, y tiene todas las cosas en sí
m ism o, y es uno p o r siem pre y no lo es, el ya desap arecido del ser al m ism o por
la vía inversa p resen tán d o se com o T iem po-todo: pues lo que es m añana, p o r cier-
256 Razón común — Heraclito
ro llam ado p o lis ‘ciu d ad ’, m ientras q u e, p o r una noticia de San Isidoro, h abía p eo
nes que sólo avanzaban “d e re c h o ” y otros que uage (p resum iblem ente, al sesgo),
p ero sin d uda este tip o , que se aproxim a al ajed rez, se aleja m ucho de la petía de
sim ple disposición de fichas en lugares relativos, que es seg uram ente a la que H e
raclito se refiere.
Ello es que se tra ta de un ju eg o en que las dos clases de fichas de color con
trario luch an p o r o cu p ar sobre el sistem a de líneas u n a disposición de la que las
adversarias tra ta n co n tin u am en te de im pedirlas, y el logro de esa disposición (p.ej.
tres en raya) p o r las unas o las o tras es el final del ju ego; y del basilêië con que
term ina la frase h eraclitan a apenas p u ed e p ensarse o tra cosa sino que recoge la
fórm ula usad a p a ra c a n ta r ese final, sea con el valor de ‘rea le za ’ o ‘coronación’,
ya que es o rd in ario en tales ju eg o s, rem edos de la g u erra, que la victoria im plique
algo com o alzam iento o dom inio del R ey, único p o r definición, y en tre los rom a
nos del Im p erio el v en ced o r de u n a p a rtid a de latrunculi se proclam aba imperator,
o bien sea, com o caería bien p a ra precisar la relación con n u estro “C astro hecho
y d e rec h o ” , con el de ‘p alacio ’ o ‘re a l’, aunque no en cuentro atestiguado tal sig
nificado p a ra basilëië o át. basileía, con la elipsis de oikía, que se hizo norm al para
basiliké; p e ro , en to d o caso, lo que se p roclam a es “ ¡Del niño la victoria!” , e.e.
“ ¡Del niño el cierre o disposición d o m in ad o ra de las fichas!” ; final que tra e con
sigo a p a re ja d a la cuestión, p ertin e n te a nuestro p ro p ó sito , de cóm o puede decirse
que en la disposición de final o cierre están im plícitas las jugadas anteriores que
han llevado a ella, el curso de to d a la p artid a; pues el tres-en -ray a, con cuales
quiera de sus com plicaciones y hasta el ajedrez m ism o, no es ciertam ente un ju e
go de veras infinito, en cuanto que, siendo nú m ero determ in ad o los lugares, las
fichas y las reglas convenidas, cabe decir con b uen sentido que todas las jugadas,
sucesiones de jug ad as y p artid as en teras, están previstas en el sistem a o aparato,
que to d o ju eg o que se ju eg u e estab a ya jugado; p o r o tro lado, p arece que a una
m ism a disposición final sobre el esquem a o casillero se p u ede h ab e r llegado a tra
vés de m últiples p artid as o sucesiones diferen tes, si bien tam poco esas posibilida
des “hacia a trá s” son infinitas, sino núm ero d eterm in ad o ; así resu lta que la petía
(com o el ajed rez) no es p ro p iam en te un juego de azar (es curioso que Plutarco
en su D e la falsa vergüenza 5 d esaconseja los juegos de azar al sabio, en tan to que
en el D el exilio 11 le reco m ien d a e n tre te n e r sus tiem pos vacíos con la p etía), pero
no es tam poco un ju eg o creativo o d ep en d ien te de la m era habilidad de uno, ya
que por fuerza d ep en d e tam bién del ap rovecham iento del e rro r del o tro (jugán
dose p o r am bas p artes “del m ejo r m o d o ” cada vez, el ju eg o q u ed a condenado a
term in ar, según las diversas estructuras y reglas, o en tablas o con la victoria del
1.” que ju eg a o con la del 2.°), y es así com o un niño, práctico en el juego, puede
ser la m ano que cierre la p artid a, con sólo reco n o cer algunas líneas de fallo del
adversario (que acaso p re te n d ía ju g a r o p o r rigurosa lógica o creativam ente y por
corazonad a, com o en cam po de azar ab ierto ), y aión o T iem po-todo sería el niño
que se las supiera to d as, esto es, que tu v iera p r e s e n t e s to d o el núm ero de
com binaciones sucesivas que le dan fatalm ente la victoria.
L a fórm ula h eraclitan a no dice seguram ente qué es eso a lo que llam an tiem po
los m ortales, p ero dice claram en te lo que no es, que es ju stam en te eso que los
m ortales tien en que creer que es, p o r su p ro p ia condición de m ortales, es decir,
258 Razón común — Heraclito
trario las vías sin fin q u e a la renuncia a ese saber se le abren (“N o se sabe lo que
p asa”), vías que no sigue, sino que crea razón m ism a en el cam po de lo que no
está hech o (o d icho), en la m edida en que no se lo d a por hecho p ara saberlo.
D os voces tien e razó n , u n a voz sem ántica y o tra m atem ática (com o en el sis
tem a de u n a lengua está el a p a ra to de las p alabras significativas y el ap arato de
los cuantificadores, y com o en la Lógica tradicional se o p onen la com prensión y
la extensión de los co n cep to s), y así com o en la p arte central de este D iscurso G e
neral o peri p á n tó n ‘sob re to d as las cosas’ denunciaba razó n , volviéndose sobre su
pro p ia o b ra , la contradicción constitutiva de la realid ad y cóm o eran y no eran lo
m ism o id en tid ad (de u no) y diferencia (con o tro s), así en esta últim a p a rte , en
que con su voz m atem ática, es decir, física (pues m atem ático ha de ser el lenguaje
de la C iencia) se volvía sobre sí m ism a en cuanto R ealid ad o p h ysis (fuego racio
nal), denuncia la contradicción, no de los conceptos (pues no hay en las form ula
ciones cuantitativas lugar a contradicción sem ántica), sino en el seno de la idea
ción del tiem p o , que es el artilugio, oculto p o r harto evidente, sobre el que toda
form ulación m atem ática (e.e. física, en cuanto el lenguaje m atem ático sirve a la
ciencia de la R ealid ad ) está fu n d ad a. Y así, con una y o tra voz, el lenguaje m is
m o, en cu an to den u n cia lo que él ha h echo, q u ed a libre para h acer lo que no está
hecho ni se sabe.
ΛΟΓΟΣ
ΠΟΛΙΤΙΚ0Σ
RAZÓN
POLÍTICAO SEA
DE GOBIERNOS Y DE ALMAS
CS D -K 86
έπκκποκ
C fr. D io g . L . I X 3 : ά ν α χ ω ρ ή σ α ς δ ε ε ις τ ό ι ε ρ ό ν τ ή ς Ά ρ τ έ μ ι δ ο ς μ ε τ ά τ ώ ν π α ί δ ω ν ή σ τ ρ α -
γ ά λ ι ζ ε ν ' π ε ρ ι σ τ ά ν τ ω ν δ ’ α υ τ ό ν τ ώ ν Έ φ ε σ ί ω ν , « τ ί, ώ κ ά κ ι σ τ ο ι , θ α υ μ ά ζ ε τ ε ; » ε ΐ π ε ν ' «ή ο ύ
κ ρ ε ιτ τ ο ν τ ο ύ τ ο π ο ιε ίν ή μ ε θ ’ ύ μ ώ ν π ο λ ιτ ε ύ ε σ θ α ι;» . κ α ί τ έ λ ο ς μ ισ α ν θ ρ ω π ή σ α ς κ α ί έ κ π α τ ή -
σ α ς έν τ ο ίς ό ρ ε σ ι δ ιη τ ά τ ο , π ό α ς σ ιτ ο ύ μ ε ν ο ς κ α ί β ο τ ά ν α ς .
87 121 D -K
© E stra b ó n lo tran sm ite así en su noticia sobre É feso: “Y son en ella nacidos
varones dignos de cu en ta, de e n tre los antiguos H eraclito , al que se llam a el T e
neb ro so , y H e rm o d o ro , acerca del cual dice el m ism o H eraclito: ‘Lo propio ...
con o tro s’. Y p arece ser que ese h o m b re com piló ciertas leyes p a ra los rom anos”
(para el curioso relacio n am ien to de H erm o d o ro con las leyes decem virales, v. Pli-
266 Razón común — Heraclito
cluye una cierta seried ad , m enos m alos que los adultos p a ra m a n ten e r la polis y
su gobierno.
P ero conviene sob re to d o , a inten ció n de este fr. y de los siguientes (en espe
cial n .os 90 y 91), en que se m aldice de las m ayorías gob ern an tes y se exalta, fren
te a ellas, la valía de un h o m b re b u en o , p recisar en qué sentido la razón condena
las instituciones dem ocráticas: pues ya en el D iscurso G eneral (v. cóm o en © a
n .os 1 y 4) hoi p o llo í q u e d a b a n denunciados de ininteligentes (propio de la m ayo
ría es el en g añ arse), p ero ello e ra p recisam ente p o r incom unes, po rq u e cada uno
de los m uchos tiene su idea p ro p ia, que lo ap arta de la razón com ún; es lógico
pués que se denuncie la ilusión dem ocrática, que estim a que p o r sum ación de las
ideas propias de cada u no se p u ed e, acaso p o r virtud del n ú m ero , producir una
inversión del engaño privado en verd ad com ún, cuando parece claro que la sum a
no hará m ás que ratificar y ro b u stecer la ilusión individual; p e ro ello no implica
ciertam en te una defen sa de las m inorías (que seg u ram ente no padecen sino la m is
ma en ferm ed ad con m en o r núm ero ) ni del individuo aislado, que norm alm ente no
es más que una u nidad y un voto de la creencia y el e rro r c o n ju n to , m ás o m enos
m ayoritario. U n h o m b re bu en o , p a ra la razó n , no p u ed e ser sino aquél que, en
virtud de una cierta conciencia de su p ropia contradicción constitutiva, participa
algo m enos en la creencia en su idíé phrónésis o sabiduría p articular, y resulta por
ello algo m ás racional y com unitario. Q ue sea razón la que ha apreciado algo de
eso bajo el nom b re de H erm o d o ro (o del de B iante: n.° 92) o que sea alguna p a
sión de am istad (y de inquina con tra los efesios) en H eraclito m ism o, no es cues
tión que aquí d eb a d eten ern o s m ucho.
125a D -K 88
© ,a cita que parece literal está en el com en tario del bizantino C heches al P lu
to o D i?ro de A ristó fan es; “Y ciego lo p resen ta a P luto com o cóm plice no de vir
tu d, su i d ■m aldad; de d o n d e tam b ién H eraclito el efesio, m aldiciendo a los efe
sios, no haciendo votos p o r ellos, ‘¡O jala no ... o b ráis!’” . U n a versión bastante
alterad a cons ;rva la V III de las E pístolas apócrifas heraclitanas, introduciéndola
de m odo que p arece sugerir la ligazón del fr. con el anterior: “ Q uedas testificado
de sabio, H erm o d o ro , en tan to que los efesios co n tradicen al testim onio de la D i
vinidad. Pagarán ellos su so b erb ia, y ya ah o ra están obligándose a pagarla, al hin
charse de perverso juicio. N o q u itan d o la riqueza castiga la D ivinidad, sino que
aun les da más a los m alvados, p ara qu e, ten ien d o con qué p ecar, queden convic
tos y, sobrados de m edios, pongan a la vista su p ro p ia perversidad; m ientras que
la escasez de m edios es una co b ertu ra. ‘N o os ab an d o n e la fo rtu n a, para que re
cibáis reproche de o b ra r m al’” .
A p arte lo d em ás, la in terp retació n sintáctica q u e el au to r de la Epístola hace
de la frase parece la m ás n atu ral (pues hay o tra , en la que el m é ‘ojala n o ’ no rige
sólo, com o en ésa, la principal, q u ed an d o la S ub o rdinada de hína ‘para q u e ’ en
dependencia suelta de la frase votiva-negativa, com o equivaliendo a “ ¡O jala no se
os acabe!: así q u ed aréis c o n v ic to s...” , sino que rige a la frase en te ra con la O r. de
hína incluida, de m odo que el sentido sería algo com o “ ¡Ó jala no os veáis en la
situación de q u e, faltándoos la riqueza, quedéis c o n v ic to s...”), y es por consiguien
te más pro b ab le que se tra te , com o C heches tam b ién dice, de una m aldición (“ ¡Así
sigáis ricos p ara d ar p ru e b a s ...!”), m ás bien que de u na bendición (que sería, por
lo dem ás, irónica: “ ¡O jala no p erdáis la riqueza!: p o rq u e, si la perdéis, se os
v e rá ...”), y en fin, p o r ta n to , más p ro b ab le es q u e la riqueza, y no la pobreza,
sea lo que razón cu en te com o ocasión de den u n cia de la m aldad; si bien, p o r cier
to, bien e: tiende razón (pues que ‘p o b re z a ’ y ‘riq u e z a ’ no son m ás que una syná-
llaxis, c o r o ‘h a rtu ra / h a m b re ’ en el n.° 48 y el 75, y am bas una m ism a por ser
Razón política 269
44 D -K 89
© C ita la frase D iógenes L aercio solo, al com ienzo de la Vida: “Y decía tam
bién que ‘La so b e rb ia ... (n.° 1 0 2 )’ y que ‘H a de luchar ... m u ralla’. Y atacaba a
270 Razón común — Heraclito
los efesios (v. n.° 8 8 ) ” ; p e ro el tex to es algo problem ático: los M S S principales
tienen, tras hypèr toû n ó m o u ‘sobre y p o r la ley’, u n hypèr toû gignom énou, que
no se en tien d e, au n q u e W . V ollgraff lo defendió (lo m enos m alo sería ligarlo con
el siguiente hó kó sp er teícheos, leyendo trab a jo sa m e n te “p o r la que viene a ser
com o m u ralla”), p e ro del q u e tam poco p u ed e uno desen ten d erse (aunque es lo
que suelen h acer los ed ito res; D iels h ab ía p en sad o que fu era una repetición co
rregida de lo a n te rio r, h ypèr toû ge n ó m o u ‘al m enos p o r la le y ’): m e he decidido
p o r reconocerlo com o alteració n de un hyp èr toû g ’ h ikn eo m én o u (o ya antes es
crito h ikn o u m én o u con la fo rm a ática co rrien te), q u e incluye un uso del P art, hik-
neúm enos com o ‘satisfactorio, ad ecu ad o , c o n v en ien te’, bien atestiguado precisa
m ente en jo n io (p .e j. H e ró d o to V I 84 y 86), p ero desconocido seguram ente para
los copistas (o incluso p a ra el p ro p io D iógenes L aercio). H e visto, p o r desgracia,
o tra m an era de reco n stru ir el tex to , m ás costosa p a ra la regla de la crítica textual,
aunque acaso m ás satisfactoria p a ra el sentido: hyp èr toû g ’ ischóm enon hókósper
teícheos “con ten ién d o se (e l p u e b lo ) sobre ella (o , escribiendo hyp o por hypèr, ‘es
tando contenido p o r ella ’) tal com o sob re (o ‘p o r’) la m u ralla” . P ero, en fin, eli
giendo, com o he h ech o, la lección que m ejo r explica la corrupción del texto, h a
bría seguram ente que co m p letar la o b ra rep itien d o hypèr d etrás de hókósper (una
casi haplografía explica bien la co rru p ció n ), si se q u iere una sintaxis aceptable.
E llo es qu e, leyen d o com o lo hago (y au n q u e n o se adm ita e n te ra m e n te m i re s
titución), la sentencia im plica una com paración de la ley con la m uralla, sobre la
cual (el valor de la P rep . hyp èr obliga a la doble traducción ‘sobre y p o r’) m onta
el pueblo p a ra d efen d erla y d efen d erse: así tam b ién con la ley, fundándose en la
cual y en defensa de la cual (p ara p ro p ia defensa) tiene que luchar el pueblo (dé-
m os). Q ué es lo que p u ed e m over a razón a h acer proclam ación tal es quizá d u
doso (aunque algo se d eterm in a situándola com o lo hago, e n tre la m aldición de
los efesios y la dem ocracia y el n.° 90), p ero en to d o caso no puede olvidarse la
resonancia de lo que en el n.° 3 se dice de “apoyarse en lo com ún de todos, com o
en una ley una ciudad (polis)” y de que las leyes to d as se alim entan de la sola di
vina, que es la razón com ún m ism a; y desde luego, es de evitar en te n d e r que el
chré ‘es debido, hay q u e ’ im plique aquí que quien p ro n u n cia esta fórm ula esté h a
ciendo una exho rtació n a cum plir con lo que dice, sino tan sólo una constatación
de que así tiene que ser y es a lo que está obligado el pueblo; y puestos en tal vía
de e n ten d im ien to , lo q u e oím os en el uso del térm in o tôn dém on es el valor des
pectivo (cfr. n.° 20) que podía esperarse de una voz que d etrac ta la dem ocracia
(casi com o si en tre nosotros dijéram o s ‘la m asa’), con lo cual el sentido de la p ro
clam ación resulta acep tab lem en te claro: la gente, in definida, indistinta, carente de
ser propio, p ara ser una m asa definida (p .e j. ‘los efesios’), constitutiva de polis o
estado, tiene que c o n tar con un arm a de definición (com o igualm ente un indivi
duo, para ser alguien d e te rm in a d o ), que es precisam ente la m uralla, que cerca y
define la polis, y asim ism o la ley qu e, al im ponerse en com ún a todos los de d e n
tro, los diferencia de los o tro s y les da su id en tid ad. E s p o r tan to lógico que el
pueblo haya de luchar sobre y p o r su ley y su m uralla: pues en ello le va, m ás que
la vida, el ser.
Razón política 271
33 D -K 9 0
KAÏ ^O V A H I Γ Ε Ι^ Ε ^ Λ Ι
9 2 49 D -K
nor de público testim o n io , con tu juicio y el de los sem ejantes a tí d ebería quedar
co n ten to , ya según el ejem plo del citarista qu e, desd eñando la tu rb a de los espec
tad ores, prod u cía can to p a ra sí m ism o y p ara las M usas, ya siguiendo a H eraclito
el científico (p h y sic u m ) , q u e juzgaba sum a de toda gloria agrad ar a uno solo, si
e ra el m e jo r el que a p ro b a b a ” . L a form a exacta de la 1.a parte parece ser la que
da G aleno en su D el diagnóstico p o r la diferencia de pu lso s (“Pues no de desidio
sos esta razón re q u ie re , sino de d eb id am en te tensos y anim osos; y los tales son
decididam en te pocos e n tre los de hoy día; p e ro , siguiendo a H eraclito , ‘U n o para
mí diezm il’; y con m ás gusto h ab ré de dirigir mis razonam ientos a ése uno que no
a las m iríadas de los q u e p o r u no solo valen o p o r n inguno”) y la confirm a Cice
ró n, citando en griego en u n a carta a A tico: “T ú p o r tu p arte se lo leerás a Sexto,
y su juicio m e lo escribirás d eten id am en te: ‘uno p ara m í diezm il’” . O tra cita apro
xim ada qu eda en o tra o b ra del m ism o T eo d o ro P ró d ro m o (“Se gloría la H élade
de los diezmil hijos suyos, y se gloría el P o n to de Basilio solo, y de que hunde en
un p o nto (u n verbo in u sitad o , p ero pienso q u e pued e sostenerse el juego de p a
labras) a la H élad e en hom bría de bien: pues uno solo, según H eraclito, es diez-
m il.”) y en el epigram a que da D iógenes L aercio: “Yo H eraclito. ¿A qué arriba-
abajo me andáis, oh to rp es, tray en d o ? / P ara vosotros no: para entendidos pené. //
U n hom bre solo, cienm il p ara m í, y los cientos sin cuento / nadie. Lo clam o así
en los infiernos tam bién.»
La fórm ula tien e, e n tre o tras, la gracia de que es uno de los seis casos en que
aparece la Prim era P erso n a (los otros son el n .u 1, adonde v. anotación, el n .” 39,
en que aparece p ara negarse y los n .os 33, 34 y 40) y tiene por ta n to algún sentido
preguntarse hasta qué p u n to esta contabilidad es voz de razón o de H eraclito tan
sólo. C abe sospechar esto (sobre to d o quienes tengan la cabeza llena de las opi
niones que acerca del p erso n aje histórico y su carácter han acum ulado antiguos y
m odernos), pero en to d o caso es de advertir (cfr. lo dicho a n.° 89) el aliento ra
cional que la fórm ula ad q u iere cuando se la oye, no com o la usan sus citadores
en general, sino en su p ureza negativa, com o equivaliendo a “El núm ero no cuen
ta ” : pues la ilusión o falsedad que suele a cada uno de los m uchos condenarnos,
p or creencia en el sab er p ro p io , a la irracionalidad, no se cura p o r la adición (la
m asa está com puesta de individuos), y el áristos ‘e x celen te’ o ‘el m ejo r’ que aquí
aparece no pued e ser p ara razón sino el ejem plo de aquél en que m enos suceda
tal cosa y qu e, p o r descreencia en sí, se deje m ejo r llevar de la razón.
274 Razón común — Heraclito
92 39D'K
EN PriHNHl ÈrÉ/ίΕΤ^ ΤεΎ-
T4ME4>, 0 $ PAEI4W Η Έ5Κ AH%
(sobre la cual se vuelve p o r o tro n o m b re en los frs. siguientes: v. n.° 94) y del G e
nitivo de la p erso n a com o O b jetiv o , se d esea que se oiga tam bién lógos com o ‘ra
z ó n ’ (con un G enitivo de la p erso n a que no sabe entonces si enten d erse com o O b
jetivo o com o S u b jetiv o ), cuya abundancia en uno p o r encim a de los hom bres en
general viene en definitiva a referirse a aquella falta de idië phrónésis ‘sabiduría
p riv ad a’ que es docilidad a la razón com ún.
38 D -K
© TALES.
94 29 D -K
C fr. A n o n y m . I a m b i 5 , 2 ( I I 89 D - K ) : ή ά μ α θ ί α ή δ η έ σ τ ι μ ε γ ά λ η κ α ί σ υ ν ή θ ε ι α π ο ν η ρ ώ ν
λ ό γ ω ν τ ε κ α ί έ π ι θ υ μ η μ ά τ ω ν τ α ύ τ η ν (s c ii, τ ή ν ιμ υ χ ή ν ) π ε ρ ι π ο ι ε ϊ ν ε π ί δ υ σ κ λ ε ί α , ά λ λ α μή
α θ ά ν α τ ο ν ά ν τ ’ α υ τ ή ς λ ε ίπ ε σ θ α ι, ά ν τ ί θ ν η τ ή ς ο ΰ σ η ς , ε υ λ ο γ ία ν ά έ ν α ο ν κ α ί ά ε ί ζ ώ σ α ν .
© Lo cita San C lem en te en sus Centones, u n a vez b astan te, al parecer, literal
m en te, au n q u e enlazán d o lo con su cita (no literal) del n.° 20, sin que ello impli
que, com o ya an o tan D -K d eb id am en te, que estuvieran am bos pasos relacionados
en el libro (es b a sta n te visible que San C lem ente no citaba por lectura directa del
libro, sino p o r p ap eletas o notas que tenía recogidas), del siguiente m odo: “Así,
las M usas Jonias (H e ra c lito : v. a n.° 42) ex presam ente dicen que los m ás y sa-
bios-en-opinión siguen a los cantores de los pueblos y usan las leyes, sabiendo que
‘m uchos los m alos y pocos los b u en o s’, m ientras que los m ejores van en pos de
la fam a: ‘Pues elig en ’ dice ‘sola ... g an a d o ’” ; y o tra vez lo recu erd a librem ente
(au n q u e en un p ar de pu n to s los M S S han conservado aquí lección más fiel) así:
“Y de ahí que H eraclito sola a cam bio de todas las cosas la fam a elegía, m ientras
que está de acuerd o en cederles a los m ás el p o nerse hartos com o reses de gana
d o ” . Se ha querid o relacio n ar con este paso (aunque a la verdad el único funda
m ento es el em pleo com ún del térm ino poético aénaon ‘siem pre-fluyente’) uno de
un tratadillo de un sofista anónim o, de tiem pos de Cricias o P lató n , conservado
en gran p a rte p o r Jám blico en su Protréptico, y que reza así: “N ecedad es ya gran
de y hábito de perversas razones y pasiones el so brestim arla (tén psychén ‘el alma
de la v id a’) a costa de infam ia, y no m ejor d e ja r tras uno algo inm ortal a cambio
de ella, a cam bio de la que es m o rtal, una alabanza de sí siem pre-fluyente y viva
p o r siem p re” .
Lo prim ero que h ab ría que discernir para el entendim iento es si tal enunciado
im plica (com o San C lem en te en su 2 .a cita ha creído) una actitud del que habla
de aprobación a la elección de “los m e jo re s” o si más bien, según ya W ilam owitz
opinaba razo n ab lem en te, se tra ta del “pun to de vista de los áristoi, no del de H e
raclito ” ; así parece m ás bien, y el em pleo en p rosa de tan d e to n an te ep íteto como
el aénaon p a ra la fam a, confirm a aún ese distanciam iento; con ese pu n to de in
terp retació n está tam b ién ligado el cóm o e n te n d e r el térm ino thnëtôn, que, como
se ve en © , he p referid o leer (según tam bién W ilam ow itz) com o un G . ‘de los
m o rtales’ d e p e n d ie n te de ‘fam a’, que sugiere un choque un tan to irónico con el
‘siem pre-flu y en te’ de su e p íteto ; la o tra in terp retació n, thnëtôn concertando a dis
tancia con hapántón y d an d o algo com o “sola la fam a siem pre-viva a cam bio de
todas las cosas m o rtales” , im plica una sintaxis dificultosa y nada heraclitana.
E n tien d o pués que esto se sitúa en una enum eración de las diversas elecciones
de los hom bres según su carácter o estatu to : los áristoi ‘o p tim a te s’ o ‘distinguidos’
op tan por la fam a, la m ayoría p o r el bien com er y darse buena vida; seguirán en
los n .os 95-96 alusiones al m o rir en la g u erra y a los cargos u honores; y sólo des
278 Razón común — Heraclito
pués, fren te a esas elecciones p articu lares, decía tal vez razón (n .os 97-99) algo de
lo que po d ía q u e re r decir, en com ún o “p a ra to d o s” (n.° 98), ‘sentido de la vida’.
95 24 D -K
© Lo cita San C lem en te, e m p areján d o lo a su gusto (es decir, sin razón) con
un pasaje de la R epública (468 e) de P latón en que a los m uertos en guerra se les
hace ante to d o ser de la raza de oro de los hom bres: “Y luego, H eraclito p o r su
parte dice ‘A los caídos ... h o m b re s’, y tam b ién P latón en el quinto de la Politeía
escribe Ύ en fin, de los que h an m u erto en acción m ilitar el que falleciere con
h o n o r ¿no direm os acaso, lo p rim ero , que es de la raza á u r e a ? ...” ’; y seguram ente
de C lem ente lo recoge T e o d o re to en su Cura de las enferm edades griegas (e.e. del
paganism o): “Y p o r cierto q u e H eraclito tam b ién a los que han perecido en las
guerras los co nsidera m ereced o res de to d a h o n ra: ‘A los caídos ... h o m b res’” (tras
lo cual cita el n.° 114, que está tam b ién en San C lem en te, aunque en o tro libro).
Razón política 279
P ero la in terp retació n de q u e aquí razón haga o tra cosa que co nstatar el hecho
carece tam bién (cfr. a n.° 94) de todo fu n d am en to , y tam bién a q u í el em pleo del
ra ro térm in o épico areiphátous (lit. ‘m u erto s p o r A re s’ o ‘sacrificados a A re s ’; en
el lugar de la Ilíada d o n d e ap arece, X IX 31, T etis p ro m ete a p a rta r de los cadá
veres a las m oscas “q u e a los h om bres caídos en g u erra reco m en ”) m ás bien sub
raya, con ta n lujoso eufem ism o, el alejam iento de quien habla; y p o r o tra parte,
el enlace con el n.° siguiente sobre las tim aí ‘h o n ra s’ precisa m ejo r el tono del frag
m ento. H ay únicam en te u n a d u d a sobre la relación con el n.° 105, si se recibe
com o au tén tico , d o n d e ap arece el m ism o ep íteto aplicado a ‘alm as’: v. en © a ese
núm ero.
Sea de esto lo q u e sea, lo que m ás b u en am en te se en tiende es que sigue aquí
la razón política ech an d o las cu entas de los m odos de dedicación de las vidas (su
puestas elecciones de cada u n o ), y lo que cada u n a im p o rta de ganancia en rela
ción con lo que de p érd id a: así, los m uertos a m ano m arcial o en aras de M arte
reciben en com pensación (p o r p o n e r a los m u erto s, com o absurdam ente suele h a
cerse, com o S ujetos de tales cosas) h o n o r de dioses y de hom bres. Q ue tam bién
los dioses los h o n ren (p .e j. en el p asaje arrib a citado T etis con los cadáveres, pero
tam bién con h onras m ás altas, com o la lluvia de sangre que Z eus trib u ta a Sarpe
d on, o m ás aú n , en m itografías de época m ás estatal, en el progreso de la política
y de la g u erra, elevándolos a ser unos de los suyos) es un rasgo curioso, cuya es
tim ación d e p en d e de la actitud con respecto a los dioses de que se p arta ; de la
cual para el libro de H eraclito d an buenos indicios los frs. de R azó n T eológica o
T e rc era P arte.
*132 D -K 96
X K V > /
97 A21 D -K
> /
© BIENESTAR.
© La p alab ra sale de esta cita de San C lem ente: “Pues A naxágoras el Clazo
m enio, po r un lado, cuen tan que el fin de la vida dice que es la contem plación
(th e ô riâ n )y la lib ertad q u e de ella viene, y que H eraclito el efesio dice que la eua-
réstësin"', de d onde segu ram en te ha sacado T eo d o re to su noticia, en que opina por
su cuenta sobre el significado de la p alabra: “P ero tam bién H eraclito el efesio, m u
dando la apelación, d eja firm e el sentido: pues en lugar de ‘el p la c e r’ ha puesto
‘euaréstësin’”. Lo raro de la p alab ra p a ra el griego de H eraclito (lo m alo es que
los térm inos de esta form ación se hicieron co rrientes en tre los autores im periales
y cristianos; p ero hay ya un fr. del cóm ico viejo Lisipo con el V erbo euaresteín
‘encontrarse b ien ’, y en los R ecuerdos de Jen o fo n te aparece euarestotérós ‘m ás con
fo rm em e n te ’ y los térm inos co n trario s, dysaréstësis y fam ilia, son m ás corrientes:
v. en n.° 92 dysárestos ‘m alco n ten tad izo ’ aplicado al p ropio H eraclito) es lo que
p recisam ente m e m ueve a p en sar que no debe h a b e r venido de o tro sitio que del
libro de H eraclito.
C óm o aparecía en él y con qué valor preciso es o bra de co n jetu ra (desde lue
go, hay que d escartar la referencia al télos bíou ‘fin de la vida’ de San C lem ente:
lo del fin de la vida es una cuestión que se establece y casi canoniza con la división
de las sectas postsocráticas; y la equiparación de T e o d o reto con hëdoné ‘placer’
no tiene m ás fu n d am en to que esa canonización de las opciones), p ero lo m ás pro
bable parece que estuviera en este recorrido de los varios usos de la vida; y si le
atribuim os rasgos sem ánticos sem ejan tes a los de ‘b ie n estar’ (la form ación es N om
b re V erbal de un V erb o d erivado de un A dj. com puesto con eu- ‘b ien ’ y la raíz
de aréskein ‘ag rad ar, co m p lacer’), podía acaso e n tra r aquí com o crítica de una de
las opciones p a ra la vida, p ero m ás p ro b ab lem en te acaso en u nciaba efectivam ente
un desideratum g eneral, no indigno de razón: pues al fin, tra tán d o se de e s t a r ,
que lo deseable sea estar bien, e.e. d eseab lem en te, no deja de ser una provechosa
tautología.
282 Razón común — Heraclito
98 116 D -K
112 D -K 9 9
© T am b ién cita del Florilegio de E sto b e o , e n tre n.° 56 y n.° 2, con m enos fun
d am en to aún que el n.° 97 p a ra justificar sospechas: la sintaxis, no exenta de al
guna dificultad, suen a bien heraclitan a. T am bién aq u í (cfr. a n.° 97) Diels tratab a
de en m en d ar el sôphroneîn en tô phroneín, sin m ay o r necesidad (aunque W alzer
284 Razón común — Heraclito
100 734-74 D - K
OV Δ Ε Ϊ ΚΑ^ΕΥΔ^ΝΤΑ^ P«l-
EÎN ΚΑΪ ΛΕΓΕΙΚ, ΟΫΛ* ΕΪ(ΚΑΐ) VÁÍAAi
T O K í< & N < f> N .
Razón política 285
Cfr. Theodoridas Anth. Pal. VII 479 (Έ ίς Ηράκλειτον τόν μέγαν τον Έφέσιον τόν άγέ-
λαστον τον σοφώτατον’) : πέτρος εγώ τό πάλαι γυρή καί άτριπτος έπιβλής, τήν Η ρ ακ
λείτου δ’ ένδον έχω κεφαλήν, αιών μ1 έτριψεν κροκάλαις ίσον' εν γάρ άμάξί] παμφόρψ
αΐζηών εΐνοδίη τέταμαι' αγγέλλω δέ βροτοϊσι, καί άστηλός περ έοϋσα, -θειον ύλακτητήν
δήμου έχουσα κύνα.
¡η Meleagri textum: ώνθρωφ1 Reiske δάξ scribo : λάξ cod., edd. κάς
τοκεώνας ιών scribo : καί τοκέων άσίφ cod. : καί τοκέωνας, ίώ Headlam : κάκτος ’Ίωνας
εώ Desrousseaux : alii aliter ύλακτείν Desrousseaux λαμπράς cod. 1
κάρις cod. τρηχύς επει scribo : τρηχύς, έπεί edd. τάχα μαί
cod. πείση Brunck post πάτρας interpunxit Headlam epigram
ma totum ad dialogum redigere diuerse edd. temptabant.
ración de los copistas (v. en © ) p a ra el com ienzo de ésta, la cual pienso que así
enm iendo con m enos costo q u e en las p ro p u estas de estudiosos anteriores.
P ara la p rim e ra p a rte , no p u e d e d ejarse de re c o rd a r la resonancia del n.° 5 (con
trad ich o , com o es ra z ó n , p o r el n.° 6), n o ta n d o , sin em bargo, com o de ordinario
p a ra la diferencia de actitu d e n tre la p a rte de R azó n G en e ra l y la de R azón P o
lítica, que allí se tra ta de u n a co n statació n y aquí de u n a m od alid ad de aviso ético
(negativo), au n q u e se to m e com o salido de aquella constatación.
E n cuanto a la segunda p a rte de la cita, es su m am ente dificultosa de en ten d er,
ya p o r el valor del térm in o tokeónón, q u e p o r cierto sólo p o r c o n jetu ra de R en-
dall (pero bien fu n d ad a) se h a restitu id o al te x to , d o n d e los M S S dicen tokéón
hón ‘de los p ad res (e .e . ‘p a d re y m a d re ’} de los cuales’; ese térm in o , que p arece,
con su sufijo -ón-, vocablo hipocorístico o de h ab la infantil, tokeónes p o r el n o r
mal tokées, ap arecía tam b ién p ro b a b le m e n te en u n epigram a de M eleagro (ll-l
ante) dirigido “A H eraclito efesio, el in telig en te ( s o p h ó n ) , el sin-risa (a g éla sto s)”,
p ero plagado a su vez de dificultades tex tu ales en el p u nto in te re sa n te, que he tra
tad o de rem ed iar (v. en © ) : no en tien d o cóm o h a sta ah o ra podían e n te n d e r ese
verso sus ed ito res y citad o res, con el absu rd o láx ‘con el p ie ’, que corrijo en dcix,
la form a rara de odáx ‘a m u e rd o s’ (y q u e se tra ta de H eraclito com o p e rro la d ra
dor, y ocasionalm ente m o rd e d o r, lo apoya el o tro epigram a, de T eo d o rid as, que
luego verem os, d o n d e se le llam a “divino p e rro la d ra d o r del p u e b lo ”), ni tam p o
co, p a ra los edito res q u e ad m iten la en m ien d a tokeónas, in tro d u cid a aquí por
H eadlam , ten ién d o se q u e identificar los ‘p a p a íto s’ o ‘p ap á y m a m á’ con los
dysphronas ándras ‘h om bres m alin ten cio n ad o s’, q u e son sin d u d a ‘ex trañ o s’ o ‘fo
ra ste ro s’, com o confirm an el verso 2 y el últim o del epigram a, que parece q u e rer
nos p re se n ta r a H eraclito com o feroz crítico, sí, de los suyos (de los efesios), pero
tam bién d efensor fre n te a los ajenos; y e n tre los diversos in ten to s de in te rp re ta
ción p o r los que ha p asad o to d o el epig ram a, lo q u e hacen algunos de sus últim os
ed itores de co n vertirlo en un diálogo e n tre H eraclito sepulto y un viandante tam
bién resulta forzad o y poco satisfactorio; con mis lecciones pués viene a decir, p a
sado a prosa: “O h h o m b re, H eraclito soy: que fui único en descubrir sabidurías
(so p h á ) I proclam o; p ero mis hechos p a ra con la tie rra p a tria , más im p ortantes
que la sabiduría incluso: // p ues, aun p resto a ir tam b ién a m uerdos co ntra los p a
paítos (to k e ó n a s ) , fo ra ste ro , a los h om bres m alintencionados / los acosaba a la
dridos, ilustre agradecim iento a los que m e criaro n . // ¿N o te alejas de mí? No pi
ses ru d am en te: acaso tam b ién tú tengas que oír / algo m ás rudo. P ero salud a tí,
el que de É feso vienes, de mi p a tria ” . E l o tro epigram a, de T eodoridas de S ira
cusa (i ante), b astan te m isterioso en su sentido (lo del perro lad rad o r es una im a
gen que deb ía de h ab erse form ad o en la época h elenística, con fundam ento acaso
en algún frag m en to p erd id o de nuestro libro; p ero adem ás no se m e alcanza con
precisión en qué m a n e ra esta p ied ra e n cerrab a en sí la cabeza de H eraclito ), está
dirigido p arecid am en te “A H eraclito , el g ran d e, el efesio, el sin-risa, el inteligen
te e n tre to d o s” , y viene a decir así: “P ied ra yo a n ta ñ o , re d o n d a , sin desgastar, m on
tad a en alto, / p e ro d e n tro ten g o la cabeza de H eraclito . // E l T iem po (a ió n ) m e
ha desgastado igual q u e a guijarros: pues en u n carro / de m ozos de to d o tra n s
po rte tirad a estoy en el cam ino; // p e ro anuncio a los m o rtales, aun no siendo ya
estela fu n eraria, / que ten g o en mí al divino p e rro la d ra d o r del p u e b lo ” .
Razón política 287
*130 D -K 101
NON C O N V EN IT MDI CVLV/1 ESSE I T A, VT RI pI CV-
LVS IPSE YID M RIS.
Cfr. Plat. Symp. 189 b (Aristophanes loquitur) : άλλα μή με φΰλαττε, ώς έγώ φοβούμαι
περί των μελλόντων ρηθήσεσθαι, οΰ τι μή γελοία εϊπω .... , άλλα μή καταγέλαστα.
Et illud Η ράκλειτον ... άγέλαστον in Meleagri et Theodoridis epigrammation titulis ad
n.° 100 notatis.
Et fort, illud δει γάρ τόν χαρίεντα κτλ. ex Athenaei laudatione ad n.” 54 perpensum.
288 Razón común — Heraclito
© No está bien que el hecho o dicho de risa sea tal que pa
rezcas de risa tú mismo.
© T ransm itido sólo en un G nom ologio latino (q ue afirm a tras la cita “H era
clitus dixit”), es d udoso que p rovenga, p o r heren cia de colecciones de dichos más
antiguas, de una frase del libro; p ero m e ha m ovido a considerar la posibilidad el
reco rd ar que H eraclito se hab ía g anado e n tre los literato s el m ote de ‘el sin-risa
(agélastos)’ (v. a n.° 100, en los títulos que la A nto lo g ía Palatina trae para los e p i
gram as de M eleagro y T eo d o rid as), lo cual pudo venir sugerido p o r un rechazo
que en el libro se hiciera del decir o h acer chistes o cosas risibles (geloia), con la
prevención de que el que lo hace p u ed a volverse o b jeto de risa él m ism o (gelas-
tós), de lo cual p u d iera ser un eco lo que dice el A ristófanes de Platón en el B a n
quete: “Pero no sigas vigilando, que ya tengo yo mis tem ores sobre lo que haya
ah o ra de decirse, no p o r cierto de q u e diga algo de risa (geloía) (pues eso puede
ser ganancia y co n n atu ral de n u estra m usa), sino de que (d ig a ) cosas ridiculas (ka-
tagélasta) ” ; y aun p o d ía h a b e r tras la cita de A te n e o que doy al n." 54, con p re
vención sobre el m odo de gozar o alegrarse, un recu erdo de tal paso. D e ser así,
habría en la m áxim a latina u n a aceptable conservación de esa contraposición e n
tre ridiculum (que no sé si se ha p arad o m ientes — p o r la trad , que dan D -K p a
rece que no— en que tiene que ser un S ubstantivo n eu tro , ‘chiste’, ‘cosa para h a
cer re ír’, tal com o lo usa C icerón en el O rador 87-88) p ara geloîon o geloía, y ri
diculus para gelastós o katagélastos.
En todo caso, no sería indigno de razón q u e, en esta serie de proclam aciones
político-m orales, se h u biera p ro n u n ciad o sobre ese juego lingüístico (y accional)
de la brom a, chiste o gracia, advirtien d o el riesgo de que quien lo ju ega se vea
convertido él en o b je to de risa de los otros (y en definitiva, de quien puede: del
lenguaje m ism o), lo que no está lejos de la táctica ilustrem ente recom endada por
G orgias (que A ristó teles ap ru eb a al citarla en la Retórica III 1419 b ), que “H ay
que d estru ir la seried ad de los contrarios con la risa, y la risa con la se rie d ad ” . Y
por cierto, que es curioso, h ab lan d o de H eraclito , considerar cóm o se contradice
la presencia evidente de “rasgos de h u m o r” en los fragm entos del libro con la fam a
de hom bre sin-risa y aun m isantrópico con qu e, según una justicia chocante, pero
ord in aria, h u b o de cargarle la sociedad.
Razón política 289
M e decido, en cam bio, p o r rechazar de los posibles fragm entos del libro un p a r de
otras citas de tono m o ra l que se encuentran en el G nom ologio Vaticano, detrás de
las dos que he tom ado co m o n .os 96 y 16 (pudo haberse perdido tras ellas un cam
bio de nom b re de autor), una la que dice “L a educación (p a id e ía n ) es un segundo
so l para los que están educados”, que otras fuentes atribuyen a Platón, y otra la
que reza “Decía que ‘el cam ino m ás corto para la buena fa m a es el hacerse bue
n o ’”, que se parece dem asiado a lo que se lee en los R ecuerdos de Sócrates de Je
nofonte (I 7, 1): “Pues siem pre decía que no había m ejor cam ino para la buena
fa m a que p o r el que uno se hiciera bueno en aquello en que quisiera parecer bue
n o ” (y sigue la dem ostración p o r casos).
43 D -K 102
V£HJ\f XfH ^EJWVWAl ΜΆΛΛΟΝ fl ΡνΓ-
lU ÍH tf.
© σβεννύειν P2 (F) π υ ρ κ α ϊά ν Β.
o tro m odo superbia, soberbia, de la raíz de hypèr, super ‘so b re ’) es un perso n aje
que se h a hecho m uy conocido en n u estro gentry-lore, com o significando lo que
m ás p ro p iam en te p u e d e llam arse ‘p ecad o p a ra los griegos’ (y no se olvide que to
davía en tre los cristianos San A gu stín p .e j. m an tien e a la S oberbia en su dignidad
de prim ero de los p ecados capitales, b ien fu n d ad a en el m ito con la hybris prim e
ra de L uzbel), au n q u e ese valor de ‘d esm esura im p aciente de la resignación con
n u estro esta d o ’ se d esarro lló y fijó sob re to d o con la teología de los trágicos áti
cos. P ara la hybris del libro de H eraclito , b asta con las connotaciones que p u eda
llevar nuestro ‘so b e rb ia ’, q u e ciertam en te im plica no sólo la desm esurada estim a
de sí m ism o, sino la actitu d de desprecio p a ra con los o tros: no es de ex trañ ar
que, en ten d ién d o se flo jam en te el uso de ‘los m ás’ en el libro y la crítica de poetas
y científicos, p u d iera H eraclito m ism o p asar p o r un hybristés; p e ro , oyendo la con
dena de la idíé phrónésis (n.° 4) y el “oyéndom e no a m í, sino al d e c re to ” (n.° 39),
se en tiend e bien que la razó n com ún c o n d en ara la so b erb ia, eq u ip arán d o la, p o r
los “hum o s” del sob erb io , con el incendio, d o n d e el fuego se consum e él m ism o
en consum ir lo ajen o . Y p u ed e a alguien ex trañ arle q u e , alabándose “el alm a seca”
en n.° 109, se reco m ien d e ap ag ar (ev id en tem en te, con agua) el incendio de la so
berbia; pero ello se e n te n d e rá m e jo r cuando en los frs. siguientes (n .os 104-113)
se m anifieste la oposición e n tre psyché y thym ós, que es pro p iam en te el órgano
de la soberbia.
103 110 D -K
85 D -K 104
OVM<ál Μ Α ΧΕΣΑ Ι ΧΑΛΕΡφΝ' ❖ TI
ΓΑΡ AH <$>£ΛΗΙ, V V X H ¿ ¿K ÉET A l .
C fr. D e m o c r . 6 5 B 2 3 6 D - K : θ υ μ ω μ ά χ ε σ θ α ι μ ε ν χ α λ ε π ό ν , ά ν δ ρ ό ς δ έ τ ο κ ρ α τ έ ε ι ν ε ύ λ ο -
γ ίσ τ ο υ .
A n o n y m . D e s u b lim i 9 : τ ό εκ τ ο υ π α ν τ ό ς κ ε ρ δ α ί ν ε ι ν ώ ν ο ύ μ ε θ α τ ή ς ψ υ χ ή ς .
© θ. μ. χ. Plut. Cor., Iam bi. : alias alio ordine (δ ια μ ά χ . de cohib. ira codd.
pler.) ό τι Plut, ira, E rot., Iam bl. : ô Plut. Cor. ô .... θέλη om .
A rstt. θέλη Plut. C or., ira (θέλη ς T Μ 1) : θελήση Plut. Erot. : χρήζη γ ίγ
ν ε σ θ α ι Iam bl. ώ νέετα ι Iam bl. : ώ ν ειτα ι alias.
© D e las pocas frases que le q u ed aro n p ren d id as a A ristó teles, la cita, con el
habitual descuido, p o r tres veces: en la Ética de E u d em o (“Y parece ser que tam
bién H eraclito decía, aten d ien d o a la violencia del ánim o, que es penoso su con-
tenim iento: pues ‘D u ro e s’ dice ‘com batir con el ánim o: pues com pra a precio de
Razón política 293
alm a y v ida’”), en la Ética de N icóm aco (“y todavía m ás difícil com batir con el
gusto que con el ánim o, tal com o dice H eraclito ”) y en la Política: “ ... pues en
disposición de d erro ch e de sí m ism o están los que em p ren d e n algo p o r fuerza de
su ánim o, tal com o d ijo tam b ién H eraclito , al d eclarar que era du ro com batir con
el ánim o, pues co m p rab a a precio de alm a y v ida” ; de m a n era que la versión más
com pleta y exacta se la d ebem os a los tardíos: P lu tarco, que usa el paso p o r tres
veces, en la Vida de C oriolano (de quien dice que “D e jó testim onio a favor del
que dijo ‘C o n tra el ánim o ... y v ida’: pues, tras to m a r v estim enta y traza en la que
m enos fu era a a p arecer, al v érsele, el que e ra , tal com o O diseo ‘se m etió en ciu
dad de hom bres h o stiles’ (O d . IV 2 4 6 )”), en el D el reprim ir la ira (“P ues lo que
es do m in ar sobre h o m b res, aun a m ás viles se les dio sobre m ejores que ellos;
p ero el p lan tar en el alm a tro feo de victoria sobre el ánim o, con el que dice H e
raclito que es d uro co m b atir, ‘p ues cu alquier ... vida’, es em p resa de fuerza gran
de y lanzada a la v icto ria”) y en el Erótico (“p ero con el am or com batir es duro,
no ‘con el án im o ’, según H eraclito: ‘pues cualquier cosa que q u ie ra ’, tam bién ‘la
com pra a precio de alm a y v id a ’ y de riqueza y de fa m a ”); y Jám blico, que la saca
así en su Protréptico: “T estigo a favor de lo dicho, H eraclito: pues dice que contra
el ánim o es d uro com batir: p ues, cu alquier cosa que re q u iera que se haga, a p re
cio de alm a y vida la co m p ra’; y es verd ad eso que dijo: que m uchos, com placien
do a su ánim o, d iero n en pago la p ro p ia vida de uno y estim aron la m u erte p o r
p re fe rib le ” . Y en u n a sentencia que se cita de D em ó crito (“C o n tra el ánim o com
b atir, sí, es d u ro , p ero el vencerlo es de varó n b ien-razonado ( eulogístou ) ”) la p ri
m era p arte p arece u n a cita im plícita de H eraclito ; en fin, hay m em oria del final
en una frase del tratad illo anónim o D e lo sublim e: “lo de sacar ganancia de todo
lo com pram os a precio del alm a y v id a” . C on lo cual ya de paso ha visto el lector
las m aneras en que los antiguos m ás o m enos concebían den tro de sus ideas lo que
la sentencia dice.
P o r cierto que lo m ás chocante de ella y lo que m ás se p ren d ió en la m em oria
de sus citadores es el uso del térm in o económ ico ónéetai ‘lo co m p ra’ o ‘se lo com
p r a ’, que co n trasta con el g u errero del com ienzo: lograr lo que es voluntad (v. a
n.° 103) de thym ós se paga con un ta n to de phÿché, y eso es lo que hace difícil
luchar co n tra th ym ó s... ¿quién?: ev id en tem en te un terce ro , que no es ni thym ós
ni psyché.
P or m edio pués de esa relación de g u erra y de econom ía, razón tra ta de fo r
m ular algo preciso sobre los que los h om bres tom an com o com ponentes de uno
m ism o, p ero que no son uno m ism o, puesto que uno p u ede g u errear con uno de
ellos y pag ar una cantid ad del o tro . Thym ós, a quien U lises y A rquíloco h abla
ban, cada uno al suyo, pese al origen de la p alab ra ( = la t. fü m u s ), que sugería el
ard o r de la ira, el c o raje, el ánim o y hasta el gusto de uno (v. arriba cóm o A ris
tóteles Et. Nie. lo enlaza con hédoné), que o casionalm ente “lo arrastran a un o ” ,
está sin em bargo cerca de ser, com o en (c) al n.° 102 sugiero, u n a de las potencias
superiores o conscientes del alm a, u n a v o lu n tad , y com o tal lleva aquí el V erbo
thélei ‘q u ie ra ’ (y ese ánim o sabe lo que q u ie re ), p o r m ás que luego p er naturam
secundam p u ed a volver a h acerse v oluntad ard ien te, pasional y arre b atad a; pero
es ese ánim o el que da carácter y ser al h o m b re, el q ue “lo ap erso n a” , com o dice
D on Sern T ob de la “lo cu ra” ( Glosas 355 s.). P o r el co n trario , psyché (p ropiam en
294 Razón común — Heraclito
105 *136 D -K
Μ
Η
45 D -K 106
Cfr. Sextus Sententiae 403 : animae sapientis magnitudinem non reperies, sicut ne dei qui
dem ( uersio latina; uel:) magnitudinem animi fidelis assequi non potes, sicut nec magnitu
dinem dei assequi potes (de uersione Syriaca) (cfr. ib. 306 : non poterit sapiens compelli
facere quod non uult, sicut nec deus).
© π ε ίρ α τα ίω ν G . H e rm a n n , D iels : π ε ιρ α τ α ιο ν B 1 F P 2 : π ειρ α τέ ο ν P 1
έξεύ ροι ó uel εϋ ρ ο ι ó codd., B ollack-W ism ann (sed cfr. Tertulliani Sextique sen
tentias) β α θ ύ ν F : βα-θυς B P.
© Lo da D iógenes L aercio , intro d u cid o con “Y se dice tam bién ‘F ro n teras ...
tie n e ”·’, tras lo que e n sa rta el n.° 14, con algunas faltas de los M SS, que se corri
gen sin dificultad, confirm ándolo tam bién la cita trad u cid a que da T ertu lian o al
com ienzo de su D e anim a en el siguiente párrafo : “T uvo la filosofía la libertad del
ingenio y tuvo la m edicina la necesidad del arte com o m edios p ara am pliar las re
consideraciones sobre el alm a: ex ten sam en te se investigan las cuestiones inciertas,
más exten sam en te se d isputan las opiniones ad o p tad as; cuanto m ayor la dificultad
de p ro b ar, tan to m ayor el em p eñ o en convencer, al p u n to de que con razón aquel
H eraclito el ten e b ro so , viendo dem asiado vastas las tinieblas e n tre los exam ina
dores del alm a, p o r ted io de las investigaciones, proclam ó: ‘Los térm inos del áni
m a en m odo alguno los en co n trarás, cualq u ier vía p o r la que te m etas’. A l cris
tiano, en cam bio, p a ra la ciencia de este tem a, pocas palabras le hacen falta ” . Y
acaso en las Sentencias de Sexto el pitagórico (il p o s t) según su traducción latina
(“L a m agnitud del ánim a del sabio no la en co n trarás, com o tam poco p o r cierto la
de D io s”) o según la siríaca (“L a m agnitud de un ánim o fiel no podrás alcanzarla,
com o tam poco p o d rás alcanzar la m agnitud de D io s”) h abía un eco deform ado de
la sentencia h eraclitan a.
Razón política 297
Lo que aquí razón form u la acerca del alm a-y-vida (v. a n.° 104), que por co
m odidad llam arem os ánim a, es, en p rim er lugar, no directam en te que no tenga
peírata ‘fines, lím ites’, e .e . q u e sea ápeiros ‘sin-fin, infinita’, sino que sus límites
no pued en alcanzarse p o r n inguna vía de cálculo que se tire; y luego, explica esa
inasequibilidad de los lím ites con u n a expresión tal vez inten cio n ad am en te am bi
gua: o bien “el lógos, la razón y cu en ta (en definitiva, de algún m odo num érica)
que tiene el ánim a es dem asiado p ro fu n d o p ara p e n e tra rlo ” , o bien “el razona
m iento o cálculo q u e el ánim a (o sus lím ites: la concordancia del échei ‘tien e’ es
a su vez am bigua) re q u ie re es dem asiado p rofundo p a ra que se p u eda llegar hasta
el fin del cálculo” ; p e ro , com o se ve, los dos m odos de leerlo no se o ponen, sino
que se co m plem entan: pues el cálculo que se req u eriría p a ra d a r razón del ánim a
es el m ism o cálculo de razón p o r el que está constituida el ánim a; y solo razón
m ism a — se so b ren tien d e— p u ed e d ar cuen ta de lo que ella m ism a hace de vida
y de vidas, cu ando h ab la com o R ealid ad ; p ero no uno de n osotros, cuyos cálculos
están con d en ad o s a la prosecución lineal, tem p o ral, y a ensayar una u o tra vía de
cálculo altern ativ am en te; en esas condiciones, todo cálculo de la vida y vidas es
interm inab le (piénsese, p a ra em pezar, en la com plejidad progresiva de las vidas
según la escala je rá rq u ic a — y ocasionalm ente, evolutiva— que la C iencia nos p re
senta, m anifestad a en la de los organism os co rresp ondientes, desde los cristales
de sal o nieve y tod av ía las conchas de caracoles o los esqueletos de estrella de
m ar, relativ am en te asequibles a u n a G eo m etría, hasta los huesos de los anim ales
llam ados superiores y hum anos — p o r no ir m ás allá de los huesos— , donde las
dificultades p a ra d a r razón de la form a p o r cálculo num érico parecen abru m ad o
ras); pero eso no im plica que al ánim a, a la vida y vidas, se le atribuya una ver
dad era infinitud, com o — digam os— la del agua o el propio ápeiron de A naxim an
d ro , es decir, la de los n om bres de m ateria-y-no-cosa, que lleva en sí la negación
al cálculo aritm ético y a la extensión lógica o m anifestación del concepto en r e
presentacio n es individuales o elem entos de un co n ju nto (salvo en el nivel de abs
tracción siguiente, d o n d e las cuantías de agua m edidas o las clases de agua se tra
ten com o individuos), sino sólo la interm inabilidad del cálculo correspondiente,
que en definitiva es la innum erab ilid ad o in term inabilidad de cálculo de los n ú
m eros n atu rales (o de los prim os), a la que se reduce el caso de cualquier sucesión
de individuos o rd en ad o s según razón y diferentes en tre sí según la m ism a razón
p or la que se o rd en an sucesivam ente: pues, si bien la condición de h ab er o cuan
tía de ánim a aparece claram en te en los frs., especialm ente en el n.° 104, por otro
lado se habla de p sy c h a í ‘án im as’ (p .e j. en n.° IOS y n .os 111-113), lo que implica
que el ánim a p u ed e ser d e u n o y las ánim as p o r ta n to en cierto sentido indi
viduales y p restas a la num eració n ; y es esa contradicción la que produce la in ter
m inabilidad del cálculo de alm as-y-vidas p ara uno de nosotros: pues es evidente
que la pro fu n d id ad inalcanzable de la razón del ánim a o sus lím ites lo m ism o que
se refiere al n ú m ero constitutivo de u n a cualquiera de nuestras ánim as, se refiere
al núm ero de las ánim as, co n tem p o rán eas y sucesivas, en que la noción de ‘alma-
y-vida’ se p resen ta distribuida o distribuyéndose; com o a propósito del n.° 107 se
guirem os razo n an d o .
298 Razón común — Heraclito
107 115D-K
VVX É in A<>rOi E A V m .
Cfr. Hippocr. De uictu 1 6 : ... έκάστη δέ ψυχή μέζω καί έλάσσω εχουσα περιφοιτά τά
μόρια τά έωυτής, ούτε προσθέσιος οΰτε διαιρεσιος δεομένη τών μερέων' κατά δέ αύξησιν
των υπαρχόντων καί μείωσιν δεόμενα χώρης έκαστα διαπρήσσεται, ές ήντιν5 αν ελθη,
καί ανέχεται τά προσπίπτοντα.......διά τούτο άνθρώπου ψυχή έν άνθρώπω αύξεται, έν
άλλφ δέ ούδενί, καί τών άλλων ζώων τών μεγάλων ώσαύτως' όσα δ’ έάλω άπ’ άλλων,
υπό βίης αποκρίνεται.
Et Id. Epid. VI 5, 1 : ανθρώπου ψυχή άεί φύεται μέχρι θανάτου.
q u ier espacio que ella vaya, y se retien en los elem entos que de fu era se incorpo
ren ... (Q u e sólo p e rm a n e c en ju n to s los elem entos hom ó tro p o s y los discordantes
se se p a ra n ) ... P o r eso un ánim a de ho m b re en un h o m bre au m en ta, y no en nin
gún otro ser, y la de los o tro s anim ales, de los g randes, lo m ism o; y en cam bio,
cuantas cosas h an q u e d a d o p ren d id as de o tro s seres, se rechazan a la fu erz a” . T am
bién relacio n ad a con la sentencia p arece u n a frase del tratad o hipocrático De las
epidemias: “E l ánim a de un hom b re siem pre se acrecienta (p h y e ta i) hasta la m uer
te ” .
Se d esp ren d en al m enos de los textos de los m édicos sobre la relación del áni
m a con su razón de au m en to algunos puntos: que el ánim a lleva en sí los elem en
tos de ‘m ás’ y ‘m en o s’; que de p o r sí no req u iere au m ento ni dism inución de p ar
tes; que lo que pasa es q u e en el organism o sí se da un au m en to y dism inución de
elem ento s constitutivos (y adquisición de o tros venidos de fu era, en caso de que
sean conco rd es), lo q u e re q u ie re espacio (y es así que el ánim a, sin dividirse pro
p iam ente, acude a lugares diversos del organism o); que el ánim a se aum enta en
el organism o que le co rresp o n d e (al m enos en el hom bre y los “anim ales gran
d es”), rech azan d o sin em bargo los elem entos venidos del exterior; y que ese au
m ento o acrecen tam ien to del ánim a sigue hasta la m u erte. Por o tro lado, tocante
al térm ino aúxón ‘que a u m e n ta ’, no p u ede d esaten d erse la aparición en los frs.
del cóm ico E p icarm o , que tan heraclitano se nos ha m ostrado a veces, de una re
flexión sobre el au m e n to , referid o al núm ero y a la m edida, que rep ercu te en la
im posibilidad de la unidad de un hom b re (lo que v endría a d ar en esa form a de
razonam ien to de los sofistas que se llam ó ju stam en te ho auxanóm enos lógos i a
razón que se va a u m e n ta n d o ’), de lo que he d ado cuen ta en las Lecturas preso-
oráticas I pp. 155-58.
P ero, sea lo que sea lo que en esos testim onios q u ede de las razones del libro,
tal vez la relación de este fr. con el resto nos perm ita en te n d e r d eb id am en te, o al
m enos no e n te n d e r com o no se debe: desde luego, el “del ánim a e s ...” (sin A rtí
culo en griego) hay que tornarlo sim ultán eam en te com o referido al alm a-y-vida en
general, tom ada casi com o nom bre de m ateria (v. al n.° 106) y com o referido a
cada ánim a, esto es, al ánim a de cada uno; y así, que sea la razón y cuenta de
ella una razón que se va au m en tan d o a sí m ism a, tan to q u e rrá decir que la razón
del ánim a se au m en ta en el cam po de la m ultiplicación en ánim as, com o que la
de un ánim a se au m en ta p o r en riquecim iento o com plicación en la estructura del
ánim a particular; pues, según verem os, lo uno va con lo otro.
P ero, en cu alquiera de los dos casos, ¿qué es una razón o cuenta que va au
m entándose a sí m ism a?: apenas pued e tratarse de o tra cosa que de una sucesión
creciente en que el térm in o originario no sea n ad a más que la razón de aum ento,
que produce un térm in o a p artir del an terio r; p ero esto es lo q u e se d a, por ex
celencia, en las sucesiones num éricas, ya lo escribam os en la form a “2, 22, (22) ,
...” o bien “2, 2.2, (2.2)2, o ya tom em os la form a, ap aren tem en te m ás sim
ple, pero en verdad no tal, de la sucesión aritm ética, en su aparición m ism a como
serie de los e n tero s, “ 1, 1 + 1, ( 1 + 1 ) + 1 . ..” ; el caso es, de m om ento, que no haya
diferencia alguna e n tre la razón que va (en el cálculo, esto es, “en el tiem p o ”) pro
duciendo el térm in o (m ayor) siguiente a p a rtir del p rec ed e n te, y el térm ino pri
m ero, que es en v erd ad el único, funcionando de diversos m odos. Tal es la razón
300 Razón común — Heraclito
que razón le atribuye a lo que llam a psyché, alm a-y-vida, y es razonable que se le
atribuya: p ues, desde el m o m en to que d eja el ánim a de ser m era cuantía indefi
nida (agua) y se lanza p ro p iam en te a ser, e n tra en el reino de los núm eros, y por
un lado viene su con cep to a d istribuirse en el h a b e r o extensión lógica, y lo que
es ya ‘un a v ida’ d ar lugar a o tra vida, o m ás bien 2 vidas dar lugar a 2.2 vidas,
e. q. s., según el prodigio m atem ático de la rep ro d u cción de lo m ism o en m últi
ples, que apenas p o d rá hallarse rasgo m ás preciso que el de la reproducción para
definir lo que es la V ida en cu an to vidas (y si alguien d ijera que tam bién los cris
tales se rep ro d u cen así, en virtu d de la razón m ism a que los constituye, ¿cóm o p o
dría luego no con sid erar vivos a los cristales?); m as, p o r o tro lado, la creciente
com plejidad (no ya in finita, p ero de cálculo interm inable) de la sucesiva re p ro
ducción de la V ida en vidas, no p u ed e m enos de e sta r tam bién en la estru ctu ra de
cada ánim a o vida: pues los rasgos definitorios de cada cual son al m ism o tiem po
sus relaciones de oposición con las o tras que no son ella; y así, a m edida que las
ánim as van au m en tan d o en n ú m ero , va au m en tan d o la com plejidad de cada una
de las ánim as, de tal m an era q u e, si la razón in h eren te al ánim a ha llegado en un
m om ento d ad o , p o r ejem p lo éste, a pro d u cir operaciones de com plejidad m illo
nésima., cada ánim a de las p roducidas según la últim a operación ten d rá un grado
m illonésim o de com p lejid ad de su ecuación o curva definitoria.
Peí > alguien h a rá bien en re c o rd a r en este p u n to que ciertam en te psyché no
es lógc , que el ánim a no es n ú m ero , tan sólo d e e l l a es la razón que se au
m enta a sí m ism a de esos m odos, p e ro ella tiene adem ás un com ponente sem án
tico, ella es algo a p a rte de sus núm ero s, aliento p o r ejem p lo , el aliento de la vida;
pues bien, de esa relación en tre el h a b e r (indefinido) y el ser (num érico) algo vis
lum brará el lector observ an d o el p rogreso m ism o de las m atem áticas (y de la vida),
en cuanto qu e, a m edida que avanza el proceso de racionalización o num erifica-
ción de las vidas y, p o r decirlo en dos palab ras, cuantos m ás son, más cada uno
es cada uno, en la m ism a m edida la sustancia sem ántica se vuelve tenue y se con
sum e en sus propios núm ero s; p o r lo cual, a la inversa, la M atem ática ha de d e
sarrollarse en el sentido de que los nú m ero s, que eran índices de la extensión, se
tra te n com o v erd ad ero s conceptos y los seres con que las operaciones juegan no
sean ya o tros que los n úm eros. P ero sobre esto los frs. que siguen, con la oposi
ción en tre ‘h ú m e d o ’ y ‘seco ’, ten d rán algo que d ecirnos, a la vez que este e n ten
dim iento (hasta d o n d e cabe) de la razón del ánim a nos ayuda a no en tenderlos mal.
Razón política 301
sub 12 D -K 108
109 118 D -K
ΛΥΓΗ ^ H P H , W X H ^04><^ΤΛ ΤΗ KM
v "Ψ AVH W K H (
TÁTH M I iK ^ T H ,
citado p o r E u seb io , la da tam b ién así: con la ligereza del aire suele aguzarse
el pensam ien to ; p o r lo cual tam b ién H eraclito no a despropósito dice ‘augé ...
arísté”’ (p ero u n a p a rte de los M S S de E u seb io escriben, en vez de augé, hoû géi
‘en cuya tie rra ’, con lo cual ha de te n e r que v er el q ue en la versión latina del D e
la providencia de Filón se lea “P o r lo cual, tam b ién H eraclito no en balde y sin
propósito dijo ‘E n tie rra seca el ánim o es sabio y d ado a la v irtu d ’”); en cuanto a
P lutarco, da la frase en la form a de E sto b e o (sólo h asta sophótáté) en su D el co
m er carne, p ero en su Vida de R ó m u lo y en el D e la cesación de los oráculos ap a
rece en vez de augé el M ostrativo haúte ‘e sa ’ (“pues ese alm a, seca y la m ejo r,
según H eraclito , com o relám pago a través de n ube lanzada a través del c u erp o ” ,
donde en cam bio la glosa, com o se ve, lo es m ás bien de un augé; y “ésa, el alm a
seca, según H e ra c lito ”); tam b ién la fo rm a de E sto b eo (h asta so p h .) da G aleno:
“Pues bien, ¿no reco n o cerem o s incluso que es la seq uedad causante de e n ten d i
m iento, com o lo h acen los de en to rn o a H eraclito ?: pues ello es que ése dijo ‘augé
... sophótáté’, estim an d o a su vez que la seq u ed ad es causante de entendim iento;
y p o r cierto que de m ás valor ha de juzgarse esa creencia al considerar que las
estrellas, siendo a la p a r relu m b ran tes (augoeidets) y secas, tienen sum o en te n d i
m ien to ” , d o n d e la glosa dice m ucho sobre cóm o G aleno en ten d ía el augé; tam
bién el com en tario de H erm ias (p o r 200 po st) al Fedro da la frase en esa form a:
“Y favorables tam b ién p a ra la elevación (anagógén) así el verano com o el m edio
día, tam bién según H eraclito , que dice ‘augé ... so p h ótáté”’; y tam bién así el réto r
A ristides (π post)·, “y dice, p o r cierto, tam b ién en algún sitio el inteligente (so-
p h ó s ) H eraclito algo com o esto, no d isco rd an tem en te: pues, refiriéndose a la que
en el é te r se ha sentido b ien, dice ‘psyché augè xéré s o p h .’”, donde sin em bargo
la alteración de o rd en im plica o tro en ten d im ien to ; y sólo el bizantino E ustacio,
com entando un verso de H o m ero , y P orfirio (ill-iv) en su D e la gruta de las ninfas
dan una versión sin augé: “... y que así p o r escarnio tam bién se les llam a ‘gordos’,
com o no finos de m e n te y agudos, ni tam p o co tales com o le place al que dijo que
‘xéré ps. s o p h .’”\ y respectivam ente: “y el m ism o H eraclito dice ‘xerá ps. s o p h .’".
A h o ra bien, ya un docto lector corrigió en un M S de E sto b eo augé en aué ta
chando a la vez xërè, y así aparece aué ps. soph. k. ar. en la ed. de T rincavellus,
y aun W alzer retien e esa lección, ten ién d o se que e n te n d e r, poco p ro b ab lem en te,
en aué un A d j. desconocido (“ ¿de substancia a é re a ? ” W alzer); ya en ésas, la au
to ridad de S tep h an u s (H en ri E stien n e, el Thesaurus Linguae Graecae) prefirió leer
aúé ‘seca’, que es de un A d j. arcaico, p ero relativ am ente frecuente (ello, desde
luego, implica suprim ir el xéré, com o una glosa de ese A d j., luego inm iscuida en
el tex to ), y ésa es — creo— la lectu ra a que m ás se inclinan hoy los estudiosos.
T iene, pues, el lecto r los principales datos del problem a: parece evidente que
la única lección que se ex tendió en tre los antiguos ten ía augé xéré, y que los más
de sus citadores se arreg lab an p ara e n te n d e rla de algún m odo que sugería lo de
‘re lu m b re ’ o ‘re sp la n d o r’: que la leyeran con el corte donde está en mi prim era
versión, y p o r ta n to con el conocido Substantivo augé ‘resp la n d o r’, es posible (pero
no necesario) p a ra M usonio, Filón, P lutarco en el D e com er carne, G aleno y H e r
m ias, pero no p ara San C lem en te, P lutarco en los o tros sitios, A ristides Q u in ti
liano (ni desde luego Porfirio y E u stacio , que no tien en augé)·, por o tro lado, la
corrección de S tephanus da un tex to sencillo de e n te n d e r y acorde, pero en cam
Razón política 305
110 117 D -K
36 D -K 111
ΓΛΓ $ÁKAT4j 'VAW
'ν'ΔΛΤΙ ΔΕ ^ÁNATO^ ΓΗΚ ΓεΚΊ^ΛΓ ΕΚ
ΓΚΐ ΔΕ ΠΓΝΈΤΛΙ, VAATO^
id VVXH.
De testibus aliis qui dactylos ψ υ χ ή σ ιν θ ά ν α τ ο ς ΰγρήσι γενέσθαι uel similis adferunt, uide
sis ad uoluminis finem apud alios Heraclitos n .° * 1 4 2 ).
© A sí tra e la cita e n te ra (sólo que sin el “P u es”) San C lem ente en sus C ento
nes, co n fro n tán d o la gracio sam en te con unos versos órficos, q u e, com o él no sos
p echaba que no fu eran de O rfeo , ten ían que ser an terio res a H eraclito y p o r tanto
la form ulación de éste u n a reelab o ració n de ellos en prosa: “Y habiendo dicho O r
feo en poesía ‘M u e rte es p a ra el ánim a el agua, a las aguas es tru e q u e / tierra,
m as tie rra de agua, y de tie rra agua de nuevo, / de la que el ánim a en fin, que el
é te r todo tra sp a sa ’, H eraclito , a p a rtir de ah í fo rm an d o sus razones en prosa, así
m ás o m enos escribe: ‘M u erte .... án im a’” ; de que los versos son una creación ta r
día (y de en tre los m uchos atribuidos a O rfeo , no de los citados en fecha antigua;
pues es éste de C lem en te, si no me en g añ o , su único testim onio) poca du d a cabe,
y es p o r o tra p a rte ind u d ab le que están calcados sob re la sentencia h eraclitan a, y
de su constitución p o d rían p o r tan to usarse a su vez com o testim onio, si no fuera
lo ev identem en te alterad o de su transm isión (y no p o r obra de descuido de los co
pistas, sino p o r algún d o cto ), que m e ha obligado (v. en © ) a buscar la re stitu
ción m ás económ ica del tex to ; y adem ás tien en esos versos visible conexión con
aquel otro (fr. 77 D -K ) que se había disim ulado de ser tal verso y así engañado a
los ed ito res, y que el lecto r p u ede ver aquí e n tre los relegados en apéndice a los
O tro s H eraclitos (n.° *142). Igual da la p rim era frase de la cita Filón en su D e la
eternidad del m undo, glosándola a lo filósofo: “ Pues bien dice H eraclito tam bién
en aquellas p alab ras suyas ‘M u erte .... venir a ser tie rra ’: p ues, considerando que
‘á n im a ’ es el espíritu o alien to (tô p n e û m a ) , llam a p o r enigm a al fallecim iento del
aire nacim iento del agua y al del agua a su vez nacim iento de la tierra, n o m b ran
do ‘m u e rte ’ no a la su presión ab so lu ta, sino a la conversión en o tro elem e n to ” . Y
San H ipólito (fu era del lugar de su ristra de citas heraclitanas) da tam bién así el
com ienzo: “Y no sólo eso — dice— lo cu en tan los p o etas, sino ya tam bién los más
sabios de los h elen o s, de los cuales es uno H eraclito , cuando dice ‘Pues m uerte
para las ánim as ven ir a hacerse a g u a’” .
Razón política 309
98 D -K 11 2
© Plut. Fac. lun. 28, 943 d : ( α ί άνω γενό μ ενα ι ψ υ χ α ί) ... ά κ τίν ι τή ν όψ ιν
έο ικ υ ία ι, π υ ρ ί δέ τή ν ψ υ χή ν άνω κ ο υ φ ιζο μ ένη ν, ώ σ περ εν τα ύ θ α , τφ μέν περί
τήν σελήνην α ίθ έ ρ ι, κ α ί τό ν ο ν ά π ’ αυτού κ α ί δ ύ ν α μ ιν , οίον τα στομούμενα
β αφ ήν, ίσ χ ο υ σ ι' τό γ ά ρ α ρ α ιό ν ετι κ α ί δ ια κ εχυ μ ένο ν ρ ώ ν νυ τα ι κ α ί γ ίγ ν ετ α ι στα
θ ε ρ ό ν κ α ί δ ια υ γέ ς, ώ σ θ ’ υ π ό τή ς τυ χο ύσ η ς ά ν α θ υ μ ιά σ εω ς τρέφ εσθαΐ" κ α ί καλώ ς
Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ς είπ εν ό τι α ί « ψ υ χ α ί .... "Α ιδην».
77 (2.a) D -K 113
tov ÍKIÍ v W $άν<*£θν Κ0(ϊ
¿ K - tíV e C S to v
25 D -K 114
rÁ r
A A V K Á H O -V ii.
314 Razón común — Heraclito
0 Clem . Strom . IV 50 (post A esch yli uersus fr. inc. 315 N a u ck laudatos) : «μό
ρου .... λα γχά νο υ σ ι» , κ α θ ’ Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν .
T h ed o ret. Therap. V III 39 (post n.° 95) : κ α ί π ά λ ιν «μ όνοι γ ά ρ .... λ α γχά νο υ -
σιν». άλλα τό ν δ ε το ν λό γο ν εγω γε ού π ρ ο σ ίε μ α ι' π λ εΐσ το ι γ ά ρ δή π α μ π ό νη ρ ο ν
ά σ π α σ ά μ ενο ι β ίο ν το ν β ία ιο ν ύ π έμ εινα ν θ ά ν α τ ο ν .... 41. ο ύ κ ο υ ν π ά ν τ α ς ά ρηϊ-
φ ά το υ ς κ α τά το ν Η ρ ά κ λ ε ιτ ο ν τιμ η τέο ν, άλλ’ έκείνο υς ο ϊ τό ν ύ π έρ τή ς εύσεβείας
ά σ π α σ ίω ς κ α τεδ έξ α ντο θά να το ν" εκ είν ο ι γ ά ρ α λ η θ ώ ς, κ α τά γε το ύ το ν α ύ τό ν, μό
ν ο ι μ είζο νες' ού δή ένεκα κ α ί μ είζο νο ς ά π ο λ α ύ ο υ σ ι μ οίρας.
H ippol. R ef. V 8, 42 : το ύ τό , φ η σ ίν (scil. ό Ν α α σ σ η ν ό ς), έστιν ô λέγουσ ιν ο ι
κ α τω ρ για σ μ ένο ι τώ ν Έ λ ε υ σ ιν ίω ν τ ά μ υσ τή ρ ια ' θέσ μ ιο ν δέ έστι τά μ ικ ρ ά μεμυη-
μένους α ύ θ ις τά μ εγάλα μ υ εϊσ θ α ΐ' «μ όροι γά ρ μ είζονες ... λα γχά νο υσ ι» .... 44.
τα ύ τ’ έστί, φ η σ ι, τ ά μ ικ ρ ά μ υ σ τή ρ ια τ ά τή ς σ α ρ κ ικ ή ς γενέσεο^ς, à μ υη θέντες οί
ά ν θ ρ ω π ο ι μ ικ ρά π α ύ σ α σ θ α ι ο φ είλ ο υ σ ι κ α ί μ υ εϊσ θ α ι τά μ εγάλα τά έπ ο υ ρ ά ν ια '
ο ί γ ά ρ το ύ ς έκεϊ, φ η σ ι, λ α χό ν τες μ ό ρο υς μ είζο να ς μ ο ίρ α ς λα μ β άνουσ ι.
© Lo trae San C lem ente en sus C entones en una serie de citas de antiguos b as
tan te irrelev an tes, y lo tra e , sin d uda sacado de él, T eo d o re to en su Cura, altera
do y rodead o de los siguientes desdichados in ten to s de in terp retació n , tras la cita
del n.° 95, con el que se em p eñ a en ligarlo: “ ... y o tra vez: ‘Pues solos (m ó n o i
por m ó ro i) los m ayores p articipan de un m ayor d estin o ’. P ero esta razón yo no
la adm ito: p u es, al fin, m uchísim os son los qu e, tras h aberse dedicado a una vida
llena de m ald ad , so p o rta ro n una m u e rte v io le n ta ...” , y algo m ás adelante: “A sí
que no a todos los areífatos hay, según H eraclito , que rendirles ho n ras, sino sólo
a aquéllos q u e en defensa de la p ied ad religiosa g u stosam ente recibieron m uerte:
pues ésos sí que de v erd ad , según ese m ism o a u to r, son los solos m ayores: en vir
tud de lo cual, en fin, tam b ién disfrutan de m ayores destin o s” ; y San H ipólito en
la Refutación (p ero en lugar ap arte de la sarta h eraclitan a del 1. IX ) in te n ta , al ci-
Razón política 315
115 20 D -K
Ϋ Ο Ί ΪΤ ’ EXEIH, K A M .O K ΔΕ A H A "
PAV * KAt KATAAEÍPoV-
M<5 Γ Ε Α ίέ ^ Α Ι.
© Sólo San C lem en te conserva este precioso p aso, trayéndolo dichosam ente a
colación de su a taq u e a los m arcionitas, que co n d en aban el en g endram iento de hi
jo s, p re ten d ien d o apoyarse en filósofos que hablab an asim ism o co ntra la génesis:
“P ero los filósofos de que hem os hecho m ención, de los que im píam ente han ap ren
dido los de la secta de M arción que la génesis es m ala, p ara a n d a r cacareándolo
com o creencia p ro p ia suya, no p o r n atu ra (physe'i) q uieren que sea m ala ella, sino
para el ánim a que con ello, a la v erd ad , se ha d esp erd ig ad o ... (q u e ello es propio
de los que creen en la caída del alm a al en carnarse y en la transm igración de al
m as, reservándose p a ra o tro lugar la refutación de e s to ) ... A sí, H eraclito se ve
que m aldice de la génesis, puesto que — dice él— ‘U n a vez venidos ... a ser sus
partes y d estin o s’; y es claro que con él conviene E m pédocles al d ecir... (se hil
vanan citas de E m p. y o tro s, irrelev an tes a n u estro p ro p ó s ito ).” U nas palabras de
la cita, “y m ás b ie n ” o “p ero más aún d escan sar” o “re p o sarse ” (anapaúesthai, el
mism o V erbo que aparece en n.° 72), han q u erid o algunos secluirlas, consideran
do absurd am en te que podían ser una glosa (no se ve de qué) de San C lem ente;
ni tam poco una corrección p ro p u esta p ara que diga “más bien que descansar” tie
ne fu n d am en to alguno.
Pero la razón, ap a rte de ser b astan te clara (y m ás ya precisado el valor de m o
ro; ‘p a rte s’ com o en © al n.° 114 lo hem os in te n ta d o ), es lum inosa: lo que razón
aquí desea es te rm in a r haciendo una descripción sum aria de cóm o es la vida de
(cada uno de) los h o m b res en general: en cuanto que han nacido o se les h a hecho
venir a ser alguien, q u ieren (ethélousin: no es un m ero deseo, sino una voluntad
consciente: v. a n.° 103) dos cosas que en verdad se revelan contradictorias: por
un lado, sí, vivir, sea ello lo que sea, p e ro , p o r o tro , ser cada u n o uno en tre to
dos, ten er sus p a rte s, lo tes, pu esto s, cargos o destinos correspondientes a cada
cual; p ero m ás que eso q u ieren (o, m ejo r dicho, lo que quieren es: el m állon pue
de ser m etalingüístico, ‘m ás b ie n ’, ‘m e jo r d ich o ’, o no serlo, ‘m ás aú n ’, com o en
318 Razón común — Heraclito
© he preferid o ) rep o sarse, descansar (¿d e vivir?; ¿de sus cargos y destinos?: no,
sino de la contradicción e n tre am bas cosas, que es en lo que consiste la vida de
cada uno); y así q u e, en virtu d de secreta lógica, lo que hacen es d e ja r, tras de sí
en él tiem po y com o rem p lazan tes suyos, a o tro s p a ra que vengan a ser (la frase
term in a con el m ism o V erb o q u e em pieza, gertóm enoi ... genésthai, sugiriéndose
p o r m edio de la im agen cíclica la rep etició n in term inable) los que sean v erd ad e
ram en te sus p artes o destinos, esto es, el destino de la p e rp e tu a substitución del
uno p o r el o tro ; el cual destino de substitución b ien re co rd ará el lecto r que es una
consecuencia n ecesaria (sin exageración alguna diría que m atem ática) del p la n te a
m iento m ism o o m ás b ien axiom as iniciales en que se fu n d ab a la R ealid ad , a sa
ber que uno es solo idéntico consigo m ism o y a la vez es u n o en tre todos, in te r
cam biable p o r ta n to con tod o s ellos com o elem en to de un co n ju n to (no o rd in al
m ente ord en ad o : pues esto en v erd ad no es un c o n ju n to , sino u n a serie; y la serie
de los núm ero s, la razó n que se au m en ta a sí m ism a, com o en n.° 107 veíam os,
deriva tam bién de la acep tació n , con ocultación, de los dos axiom as co n trad icto
rios), olvidándose de q u e razó n d esn u d a, no la R e a lid ad , proclam a que la id enti
dad de uno consigo y su d iferencia con los o tro s son lo m ism o, al m ism o tiem po
que no lo son.
ΛΟΓΟΣ
ΘΕΟΛΟΓΙΚ0Σ
RAZON
TEOLÓGICA O SEA
DE RELIGIONES Y ULTIMIDADES
Arstt. D e part. an. A 5, 645 a 17 : καθάπερ
Ηράκλειτος λέγεται προς τούς ξένους είπείν
τούς βουλομένους έντυχεϊν αύτω, ο'ΐ έπειδή
προσιόντες είδον αυτόν θερόμενον προς τω
ιπνφ, έστησαν (έκέλευε γάρ αυτούς ε ί σ -
ι έναι θ α ρ ρ ο ύ ν τ α ς - εί ναι γάρ
κ α ί ε ν τ α ύ θ α θ ε ο ύ ς ) , ούτω καί
προς την ζήτησιν περί έκαστου των ζφων
προσιέναι δει μή δυσωπούμενον, ώς έν απα-
σιν οντος τινός φυσικού καί καλού.
© Era debido anteponer, a su vez, a la entrada de los frs. de esta tercera parte
de la obra o R a zó n Teológica la referencia de esa aventura y dicho oral de H era
clito, que A ristóteles transm ite cuidadosam ente (aunque no sin el desdén habitual
de relegarlo a un paréntesis y reducirlo al estilo indirecto: la reconversión al directo
daría algo com o E N T R A D : T A M B IÉ N A Q U Í H A Y D IO SE S) en la entrada de
su libro I del D e las p artes de los anim ales, libro destinado a proclam ar los prin
cipios de la investigación científica; la cosa tiene todas las trazas de ser un sucedido
contado desde tiem pos de Heraclito m ism o o casi (no m e atrevo a pensar que apa
reciera tam bién bajo alguna fo rm a en el libro) y tal vez, si no real, al m enos ver
dadero. C om o hem os visto tantas veces que en el libro la razón no se desdeña de
usar palabras del tipo de ‘d io s’ y ‘d ivin o ’ para referirse a la verdad o razón com ún
322 Razón común — Heraclito
116 47 D -K
seguram ente pro v ien e del T eodosio a quien se rem ite en cabeza de capítulo, d e
sarrollando la opin ió n de q u e el escepticism o no es invención ninguna de P irrón,
ya que sentencias de to n o escéptico ap arecen desde H o m e ro y los Siete Sabios en
ad elante; y sigue u n a en u m eració n al caso: “Q u é , y aú n m ás, q u e tam bién Jenó-
fanes y Z e n ó n el e lé a ta y D em ó crito , según ellos (¿ scil. los au to res referidos p o r
T e o d o sio ? ), resu ltan ser escépticos... y que P latón atribuye ... y que E m pédocles
dice ...; m ás aún, q u e H eraclito ‘N o ... c o n je tu ra s’, y que H ip ó crates después d u
dosa- y hu m an am en te se m anifiesta, y antes H o m e ro .. P ero venga la cita de d o n
de venga, es un ta n to ch ocante que sem ejan te frase (clara p o r lo dem ás: la co
rrección de W ilam ow itz, q u e viene a d a r algo com o “N o hagam os” en vez de “N o
sigamos h acien d o ” , no se im pone) se in te rp re ta ra com o m anifestación de escepti
cism o, cu ando p arece sim plem ente estar rech azan d o la producción desaprensiva
(eiké ‘al d escu id o ’, ‘a la v e n tu ra ’) de teo rías u opiniones; p e ro tal vez quien la
tom ó del libro de H eraclito p u d o ver algo en el co n texto que le anim aba a e n ten
derla así.
E sa consideración es tam b ién p eq u eñ a p a rte p a ra incitarm e a situarla aquí, c er
ca del com ienzo, con consideraciones m etódicas y críticas, de la R azón Teológica,
y a e n te n d e r p o r tan to que el p e rí ton m egístón ‘sobre las cuestiones m ayores’ o
‘mas graves’ o ‘m ás elev ad as’ se refería especialm ente, con m ás o m enos ironía,
a las cuestiones religiosas y tran scen d en tes. C ierto q ue la breve frase pued e oírse
con sentido m ás general y colocarse en o tra p a rte del libro; p ero no he en co n tra
do lugar m ás a p ro p iad o que éste p a ra ella, d o n d e adem ás concuerda bien con el
sentido de las que o rd e n o a continuación.
E n cu alquier caso, el rechazo del sym baleín ‘c o n je tu ra r’, ‘explicarse algo’, ‘d ar
una explicación’, al m enos el c o n je tu ra r eiké ‘a la b u en a de D io s’, pero acaso ta m
bién m ás en g eneral, es b ien voz de razó n , p a ra la cual nunca se tra ta de encon
tra r explicaciones satisfactorias que enlacen en tre sí p o r relaciones (por ejem plo,
causales) los d atos d iscordantes, sino al revés, de llevar a descubrir, tras y por la
discordia de los d ato s, la concordia in ap aren te.
324 Razón común — Heraclito
117 71 D-K
■® ή : oí D.
© Los asideros p a ra atrib u ir con certeza al libro la frase o p arte de ella y para
restituirla a su posible form a o riginaria son ciertam en te poco firm es: se halla den
tro de la breve sarta de citas heraclitan as que da M arco A u relio en su libro, la
cual encabeza diciendo él “ ... acordarse siem pre del heracliteo que (y cita n.° 7 7 ),
pero acordarse tam b ién (el m ism o V erb o m em nésthai) del que se olvida de por
donde va el cam ino (co n construcción poco heraclitea: ten d ría que ser h ó ké ‘por
d ó n d e ’, com o en n.° 109) y que (vien e el n.° 9) . . . ” ; así que, en la circunstancia,
es difícil especialm ente creer que el m em nésthai ‘acordarse, te n e r en la m em o ria’
perten eciera al posible tex to de H eraclito (salvo que su uso a n terio r p o r M arco
A urelio viniera ya sugerido p o r la frase que iba a citar, en tre las varias de H e ra
clito que sin d u d a tenía ap u n tad as y que en este lugar hilvana); pero en cam bio
es m uy pro b ab le qu e, en la d ep en d en cia que fuese, apareciera en el libro ‘el que
se olvida de p o r d ó n d e el cam ino lleva’ (no se tra ta desde luego, com o D -K su
gieren, de una paráfrasis del n.° 110, y el uso del V erbo epilanthánom ai, com o en
n .“ 1 y el de hodós, com o en n .os 59 y 60, suenan bien a referencias im plícitas a
la R azón G e n e ra l), y de ap arecer allí, no hallo sitio más propio que éste para
ordenarlo.
E n efecto, esto de que razón se avenga a volverse razón teológica y a trata r
sobre religiones y creencias es una co n d escendencia, com o en el tono de varios
de los frs. que siguen se m anifiesta, p a ra con los hom bres en general, que no se
dan cuen ta de cóm o el len g u aje rige sus p alab ras y los procesos de la R ealidad (y
que necesitan, p o r consiguiente, de fantasías y esp eranzas), y es así probable que
en estos prim eros p árrafo s del tratam ien to teológico volviera razón a referirse a
la condición norm al de “los m ás” , que se olvidan del cam ino (esto es, de que el
p ara arriba y el p ara ab ajo son el m ism o y no lo son), y que necesitan p o r tanto
creer en un cam ino.
Razón teológica 325
119 D -K U S
(W f Δ /U M W .
Cfr. Epich. apud Stob. Flor. Ill 37, 18 : ό τρόπος άνθρο'ίποισι δαίμων άγαθός, οίς δε καί
κακός.
Et Democr. 65 B 170 D-K : εΰδαιμονίη ψυχής καί κακοδαιμονίη.
Et Id. B 171 : εΰδαιμονίη ούκ έν βοσκήμασιν οίκεί ουδέ έν χρυσω' ψυχή οϊκητήριον δαί-
μονος.
Et Plat. Tim. 90 a : τό δέ δή περί τοϋ κυριωτάτου παρ’ ήμίν ψυχής είδους διανοείσϋαι
δει τήδε, ώς αρα αυτό δαίμονα ό θεός έκάστω δέδωκε, τοϋτο ô δή φαμεν οίκεΐν μέν ήμών
επ’ άκρω τώ σώματι .... 90 c : ατε δέ αεί θεραπεύοντα τό θειον έχοντά τε αυτόν εύ κε-
κοσμημένον τόν δαίμονα σύνοικον έαυτω, διαφερόντως εύδαίμονα είναι.
119 82+ 83 D -K
Cfr. Arstt. Top. Ill 2, 117 b 17 : σκοπεϊν δε καί εί επί τα γελοιότερα ε’ίη όμοιον, καθάπερ
ό πίθηκος τφ άνθρώπφ τού ϊππου μή οντος όμοιου' ού γάρ κάλλιον ό πίθηκος, όμοιό-
τερον δέ τώ άνθρώπφ.
qué les hacéis plan to ? { trenos o lam entos rituales, que para época reciente conoce
m os bien para el caso de A d o n is ); p ero si les hacéis planto, no sigáis ya ésos con
siderándolos dioses’”. Pero ello es que el dicho, con escasas variantes, se lo atribu
yen a Jenófanes p rim ero Aristóteles en la R e tó ric a (“... com o Jenófanes a los eléa-
tas que le preguntaban si debían sacrificar a Leucótea y hacerle planto o si no, les
aconsejaba, si la creían dios, n o hacerle planto, y si hum ana, n o sacrificarle”) , y
luego Plutarco p o r tres veces, ya referido a los egipcios; así en su D e la supersti
ción: “Jenófanes el científico (p h y sik ó s) , viendo a los egipcios darse golpes de p e
cho en sus fiestas y hacer plantos, les advirtió adecuadam ente: ‘Si ésos’ dijo ‘son
dioses, no les hagáis planto; y si hom bres, no les sacrifiquéis’”; y parecido (referido
a Osiris) en el E ró tico y en el D e Isis y O siris. D e m o d o que el argum ento debe
con las m ayores probabilidades dejársele a Jenófanes (de quien adem ás sabem os
que fu e un gran viajero y p u d o pasar en sus peregrinaciones p o r Egipto, en tanto
que de H eraclito no tenem os noticias de que saliera de los alrededores de Éfeso),
lo cual no quita para que en la fo rm u la ció n del dicho reconozcam os (y no es caso
único, pese al ataque de Jenófanes en el n.° 24) una afinidad suya con la actitud
que en todo este p a so del libro de H eraclito tom an sus razones, com o R a zó n Teo
lógica, frente a creencias y cultos religiosos.
Φ^ΕΓΓΦΜΕΝΉ X1AÍ<*>N·
I ΚΑΠΓΪΤΛΙ THI O-WKHI Δ\λ T»N
In Pindari loco άκοϋσαι Leonicus : άκούσαι codd. οΰ abest αρ. Aristid. II 383,
ubi et μουσικάν.
121 79 D -K
oye llam ar p o r la d iv in id ad ” o h asta “se llam a con respecto a la divinidad, tal com o
el niño se oye llam ar p o r el h o m b re ” o h asta “se llam a ‘n iñ o ’ con respecto a ‘hom
b re ’” : no m e convence n a d a tal p ro p u e sta , h ab id a cu enta de que el régim en de
G. de la p erso n a a la que se oye se ve rem p lazad o c o rrien tem en te p o r regím enes
con P re p ., incluida ésta, pros, y rec o rd a n d o adem ás que eso de ‘o ír’ aparece más
de una vez en los frs. (v. n .os 16, 39, 99) con usos m uy cercanos del de ‘e n te n d e r’,
com o corresp o n d e al en ten d im ien to de u n a razón que es p a ra nosotros necesaria
m en te discursiva, te m p o ra l, in sim u ltán ea, y p o r en d e, con ligera m etáfo ra, au
ditiva.
C on esas precisiones, el sentido de la frase es tra n sp a re n te , aunque pide luego
p a ra r m ientes en esa co m paración e n tre dos relaciones, la de ‘h o m b re ’ (anér ‘va
ró n ’ y ‘h o m b re hecho y d e re c h o ’) a ‘n iñ o ’ (y ‘m u ch acho’) con la de ‘genio divino’
(daím ón) a ‘h o m b re ’ llam ándose en am bos casos la relación ‘o ír’: un niño o m u
chacho, en fin, u no no e n te ra m e n te conform ado o asim ilado a las convenciones
(no lingüísticas, sino culturales) d o m in an tes, oye lo que un adulto dice con una
cierta extrañ eza, p o rq u e , aun cuando en tien d a la gram ática y participe en la m is
m a lengua, no en tien d e los sentidos reales que a las frases les dan m uchos conve
nios de en tre adultos (q u e p u ed en llegar al p u n to de volver del revés el pu ro sen
tido a que el niño gram aticalm en te alcanza) y que sólo p o r el total som etim iento
a las órdenes que el tra to social im pone le serán asequibles en su día; de un m odo
análogo — dice la sentencia— oye un adulto (y v aró n) lo que la divinidad diga, en
caso de que se digne h ablarle: pues, au n q u e el genio o dios em plee la m ism a le n
gua suya y él p o r ta n to llegue a e n te ra rse del sentido gram atical de lo que oye,
inevitablem ente lo c o rro m p erá con infusión de las creencias y prejuicios a que su
adscripción social le obliga, y que no tien en p o r q u é te n e r nada que ver (puede
el equívoco llegar d e rech am en te a la reversión del sentido) con aquellas otras im
plicaciones, propias de los d ém ones, con q u e el genio divino lo d ijera, o más bien
con la falta de cualesquiera im plicaciones culturales: pues es lo p ro bable y decen
te que el dios le h ab lara (com o acaso el niño no form ado) sin más intención que
la de que se oyera en el p u ro sentido gram atical, com o si no hablara siquiera en
una lengua n acional, sino en la lengua de las lenguas, en p u ra lógica. E n todo
caso, la analogía, com o se ve, no im plica m enosprecio del en tendim iento infantil
frente al adu lto (v. a n .os 87 y 110), pues que n ad a en ella invita a establecer una
escala cuantitativa ‘n iñ o -ad u lto -d io s’, sino que razó n utiliza el norm al m en o sp re
cio de los adultos p ara con el en ten d im ien to p ueril para ab atir a los adultos con
la sugerencia de lo que p u ed en p en sar los dioses sobre su m odo de entenderlos,
y así por ta n to insistir en la incapacidad de los h om bres p ara tra ta r de ni con lo
divino; com o en la co ntinuación en el n.° 122 se nos confirm a.
Razón teológica 337
78 D-K 122
rÀf- ΛΝ^Ρ^>ΡΕΙ0Κ MÉK ΟΥΚ ΕΧΕΙ
ΓΑΤ^ΜΛ^ ·£ΕΊΟΗ A i ΕΧΕΙ.
© Sobre el lugar de cita del fr. y su continuidad con el a n te rio r, v. a n.° 121.
Lo que M arcovich p ro p o n e de, con una transposición de p alabras, reducir la fó r
m ula a un trím etro yám bico y tercio del siguiente, con lo que vendría de la versi
ficación de razones heraclitan as p o r E scítino de T eos o de un cóm ico, im itador de
la sentencia que en H eraclito h u b iera, no se im pone.
Es de ad v ertir aquí la sintaxis de esta frase, con un T em a general, ethos, an
tepuesto y ante gár, d istribuido luego, p o r m én ... dé, en dos T em as de dos P re
dicaciones, sintaxis que parece bien p ropia de la prosa recién in v entada, y garan
tiza la bu ena transm isión de O rígenes, pese a que estas dos frases (com o la otra
que cita de H eraclito , n.° 44) estén tom adas del libro de Celso que reb ate.
E n cuanto a la sem ántica de éthos, baste lo dicho al n.° 118; y sobre la contra
dicción de que aparezca siendo, p a ra un h o m b re, daím ón él m ism o, m ientras que
en los n .os siguientes se hable de otros dém ones o divinidades y aquí se atribuya
un êthos a los h om bres y o tro a los dioses, tam bién hem os advertido en © a ese
n.°. Q ued a p o r ap u ra r el valor de gnóm ás: en los frs. se en cu en tra gnóm é (y en
texto deb atid o ) en el n." 25 con su valor habitual de ‘p e n sa m ien to ’, ‘ac u erd o ’, etc.;
pero está claro que e n te n d e r aquí la p alab ra con sus valores habituales sería con
d en ar la frase a una ch atu ra increíble p ara la razón heraclitana; valor de algo como
‘noción’, e.e. casi ‘id e a ’, le he atribuido en P arm énides, D -K B 8, 53= L ect. pres.
I v. 111: “Q u e es que aco rd aro n de form as n o m b rar sus dos nociones (e .e . la de
‘que es’= luz, y la de ‘que no e s’= so m b ra) . . . ” ; y v. 119: “ ... no vaya nunca n o
ción de m ortales al paso a ro z a rte ” ; m ás cercano a n u estro texto parece lo que se
lee en el hipocrático D e la dieta 12: “así será la gnóm é del h o m bre in aparente al
conocer las cosas a p a re n te s” . C on to d o , la razón h eraclitana d eb e decir algo bien
preciso to can te a la diferencia en tre el m odo de ser de dioses y de hom bres (¿cómo
a los hom bres se les iba a n eg ar alguna especie de p en sam ientos, nociones, ideas,
338 Razón común — Heraclito
o í δε A ñ o r a r 01 ék τ 4> η φλυεγ^ν ta
ν ό μ ο ν μ ε ν Θ Μ : ν . γ ά ρ a lii θ ε ό ς δ ιε κ ό σ μ η σ ε ν Θ Ρ θ ε ο ί δ ιέ θ ε σ α ν Μ :
ό σ ο ι δ ιέ θ ε σ α ν Θ : θ ε ό ς δ ιέ θ η κ ε Ρ. ( ό τ ι ) ο ΰ τ ω ς ε σ τ α ι γ ν ώ μ η d is tin x it J o ly :
σ υ ν έ λ α β ε ν p o s t ό τ ι add. D i e ls : ό τ ι ... ε σ τ α ι seel. F r e d r i c h .
bien puestas com o las n o bien: ta n grande es la diferencia. 12: ... A sí será inapa-
re n te el conocim ien to (g n ó m é ) del h o m b re al conocer las cosas a p a re n te s ...” (hay
en tre los M S S u n a curiosa disidencia, de que v. en © , p ero es sin duda porque
dos de los copistas quisiero n correg ir ‘los dioses’ en ‘el dios’, de quien había v e
nido a ser m ás co rrien te decir cosas q u e sonab an algo com o éstas); no que no haya
en esa o b ra, y au n en algunas o tras del corpus H ippocraticum , otros pasos que
den a so spechar v e h em en tem en te u n a im itación m uy fiel (aun descontando la a
veces evid en te ten d en cia al m anierism o o estilización ultrah eraclitan a) de razones
del libro de H eraclito (p .e j. en cu an to a los ejem p los de la lógica, especialm ente
el de los a serrad o res, de que v. a n.° 59), p ero es que, adem ás, en este caso el
en caje con los frs. a n te rio re s, tal com o los vengo o rd e n an d o , se hacía tan persu a
sivo (com o que aquí se d esarro lla con exactitud la diferencia radical en tre ‘dioses’
y ‘h o m b re s’ que en los an terio res se fo rm u lab a), que to d o ello m e hace estim ar
las probab ilid ad es lo b astan te alto com o p a ra p en sar que con esta intercalación se
ofrecen al lector resto s, m ás o m enos fieles, de lo q ue debía de venir en este lugar
del libro.
E n efecto, el e n ten d im ien to h u m an o no es capaz de descubrir la lógica que
yace bajo las realidades: se diría que la progresiva m atem atización de la Física,
e .e. el recon o cim ien to de q u e “ese inm enso libro /.../ está escrito en lengua m a
tem ática ” , que decía G alileo, era u n a aproxim ación a tal descubrim iento, pero
una y o tra vez resu lta tam b ién esa vía desviada o b o rrad a , por la separación mis
m a en tre len g u aje y R ealid ad a que la Física (la Ciencia) sigue obligada, arras
tra n d o m ás bien en su perversió n a las artes m atem áticas. Pues ello es que los h o m
bres ni aun se dan c u en ta de que las técnicas (y ciencias) que em plean no están
adecuadas a la v erd ad , sino a las necesidades de la condición hum ana; y en con
secuencia, p o r un lado, h an de m overse los h om bres (com o, p o r lo dem ás, todas
las cosas) guiados p o r la razón u orden ació n divina, y en tal sentido se dice que
la m ente (noús) de los dioses les enseñó a im itar la actuación divina y su dinám ica
(que es en v erd ad dialéctica: pues en el texto hipocrático los dioses aparecen id e n
tificados con razón m ism a; lo cual p u ed e ser u n a ligera infidelidad al original, tal
al m enos com o en este tran ce está u sando de los dioses), p ero , por o tro lado, la
situación ha de ser q u e, sabiendo cuáles son las cosas que hacen, no pu ed en re
conocer en ellas los m odelos a que o b ed ecen ; así — se im plica— , al equivocarse
sobre sus actos (to m án d o lo s com o reales, sin reconocerlos com o lingüísticos, com o
el fa rifie n d o , y faciendo, q u e p o d ría rev elar la razó n tras la realid ad ), han de eq u i
vocarse asim ism o en tod o lo que a los dioses, haciéndolos tam bién reales, les a tri
buyan. Y es así com o u n a form ulación com o ésta sirve de paso adecuado a la con
dena de las ideas y prácticas religiosas que en los frs. siguientes se form ula.
Razón teológica 341
*128 d - κ 124
Α ΓΑ Λ Μ Α ^ ΕΫΧΟ/\ίΤΛΙ
AIÍOVOV^IN ^P E f iKOVOV^IK'<)YK in,
λ γ « δ 'δου ^ κ <^rkf> á iíit o v íin .
rece inevitable e n te n d e rlo com o anafórico a p a rte a n te rio r del tex to , y p o r tanto
con gran p ro b ab ilid ad a esta p a rte (y el anaisthésían ‘insensibilidad’ que aparece
en el texto de C lem en te citado al n.° 125 m ás b ien co nfirm a que él rec o rd ab a algo
de e sta frase); de m a n e ra que n o sólo m e resuelvo p o r co nsiderar esto com o fr,
legítim o (no es p a ra d esan im ar el que en A ristó crito se introduzca con “d ijo ” , ni
siquiera com p aran d o con la ap o stro fe a los egipcios que él m ism o tra e y de la que
v. tras n.° 119: sus fu en tes son sin d u d a indirectas y elab o rad as p o r la tradición
literaria, y p o r o tra p a rte , el te x to , p ru d e n te m e n te re stitu id o , es buen ejem plo de
pro sa heraclitan a), sino q u e adem ás n o d eb ería seg u ram en te h a b e r tenido escrú
pulo en ligarlo d irectam en te d elan te del n.° 125, sea lo que sea de la ordenación
en éste de sus dos p a rte s, y au n q u e A ristó crito to m a ra p ro b ab lem en te am bas p a r
tes de diversa fu en te.
E n cu an to a la restitu ció n del te x to , ya se ve en © cóm o la igualdad de te r
m inaciones de los D . pl. rep etid o s a ko ú o u si y apaitoüsi con la 3 .a plural (no ática)
apodidoúsi ha d eb id o de co n fu n d ir en alguna o sucesivas ocasiones a los copistas,
o a los citadores m ism os, y cóm o he tra ta d o , co m p arando las lecciones de las A c
tas y de A ristó crito , de re p a ra r lo m ás económ icam ente posible el daño.
Y p o r lo d em ás, el enlace con la p a rte a n te rio r, que no p re te n d o que sea in
m ed iato , sino a través de p asajes p erd id o s, resu lta sin em bargo bastan te p e rc ep
tible: después de h a b e r m o strad o razó n la separación o inconm esurabilidad que
ha de m ed iar e n tre aquello q u e, incluso según la idea de ‘dios’ o ‘genio divino’
que los ho m b res se h acen , h ab ría que atrib u ir c o n g ru en tem en te a las divinidades
y las condiciones a q u e están los h om bres som etid o s, se lanza a una crítica (que
deb ía de o cu p ar la p a rte central de la R azó n T eológica) co n tra las prácticas de cul
to religioso, oració n , sacrificios, purificaciones, m isterios y orgías báquicas, a que
los hom bres se ded ican , p o n ien d o en evidencia los absurdos que laten en el seno
de esas prácticas, p o r ejem p lo , el de q u e, co n fundiendo el signo con la cosa (que
tal es el destino al q u e en to d o los ho m b res, ju sta m e n te p o r su condición lingüís
tica, están condenados: to m ar el signo p o r la cosa), recen a las estatuas (que, por
otro lad o , ellos siguen sabiendo que no oyen) y d ep ositen a sus pies los diezm os
y prim icias o p artes debidas del sacrificio, afirm ándose en la ilusión de que ha h a
bido algo com o un co n tra to e n tre h om bres y dioses, según el cual ésa es la parte
que los dioses p a ra sí reclam an , siendo ev id en te, p o r o tro lado, que no pueden
ellos reclam ar p a rte n inguna en las cosas y trato s de los hum anos. P ero sobre esto
más al n.° 125, que el lecto r h a rá bien en leer com o viniendo en el libro seguido
detrás de éste.
Razón teológica 343
5d - κ 125
ΚΑ^ΑΙΡΟΝΊΛΙ Λ’ <AI'nAT|) ΜΛ<*>! λΙΪΜΛΪΪ
MUI/VÔMEAT^ljOÎOK EÎ Π } El$ ΡΗΛ^β*·
£Α<, PHAWI Á PO N RΟΙΤΟ (M ÍN T ^ A I
Δ1 AH ΛΦΚΟΙΗ, £Ϊ T\j ΛνΤ<?Κ ΑΚ&ώ-
m n enom m ai το οντ<*> p o ié o n ta ),
ΚΑΪ roîi ΑΓΑΛΜΑΣΙ ΔΪ TWTÉOIÍIN EV-
XOtf TAI, ^KOÎONT EÏ‘ n i Α # Ι^ Ι ΛΕ^-
Χ Η Ο Υ Ο ΙΤ ·^ ΟΥ ΤΙ Γ Ι Γ Ν Χ ^ Κ ^ Ν ^ ν ^
OV4’ ΗΓ<«>Α^ θ1τΐΝΕ$ ΕΙ$Ι .
© La transm isión, algo com plicada, del fragm ento es com o sigue: lo da casi e n
tero , y en este o rd e n , A ristó crito en su Teosofía (v. a n.° 124), introducido así:
“ ... que H eraclito , criticando a los que sacrificaban a los dém ones, decía ‘Y se p u
rifican y llegando h asta “ ... conversando con las p a re d e s” , tras el cual escri
be un thyein ‘sacrificar’, que no tiene lugar ahí (sugerido acaso por el thyontas ‘a
Razón teológica 345
purificaciones (req u erid as e n tre o tras cosas p a ra acercarse con rezos y ofrendas a
los altares) se in se rta ra d etrás de la p rim era crítica a la oración a im ágenes (y a
las ofrendas d eb id as), p a ra volverse luego, tras u n a especie de paréntesis que se
ría, tal com o lo escribo, la an o tació n del elem en to de lo cura que hay en tales p rác
ticas, a la crítica del igualm ente insen sato rezar a p ied ras o leños y a la rem em o
ración final de lo que está p o r b a jo de to d as esas críticas, la ignorancia de los h o m
bres sobre q u é p u e d a n ser, no ya las im ágenes, sino las divinidades m ism as o daí-
m ones, sean dioses o sean héroes, h íbridos de ‘h o m b re ’ y ‘dios’, sem ihum anos as
cendidos a condición divina.
P ero esa ignorancia de los h o m b res acerca de dioses y sem idioses está hecha,
com o a lo largo de to d o el libro razó n pro clam a co n stan tem e n te, no de m era falta
de sab er, sino de creen cia en q u e se sabe: son las ideas acerca de divinidades, n a
cidas del te m o r supersticioso (d eisid a im o n ía) , g en eralm en te dom inantes y p a rti
cularm en te asum idas, las q u e les im p id en e n te n d e r qué son divinidades, atrib u
yéndoles, p o r u n lad o , lo que a los h o m b res les falta (vida sin m u e rte , inteligencia
sin m e n tira ), p e ro cargándolas, p o r o tro , con las condiciones (necesidad de p o d er,
intereses económ icos) q u e a los h om bres en general y a cada uno en p articular
constituyen com o seres y com o reales; es de esa equivocación de donde surgen las
prácticas de h ab lar co n im ágenes q u e no oyen (com o p o r esp ejo , el o ran te re p re
senta así su p ro p ia incap acid ad de o ír a los que h ab lan de veras: v. a n.° 121 y ),
de lim piarse de la m ancha de los crím enes que co n stan tem en te les acongoja y a
los que d e b en su vida (pues la contradicción real de ser u n o en tre todos y ser so
lam ente uno se m anifiesta en que u n o sólo p u ed e vivir de la m u erte de otros) con
sangre de los crím enes cultuales, m u erte de anim ales, que en definitiva son siem
p re , com o la cierva p o r Ifigenia o p o r B lancanieves, sustitutos de los verdaderos
sacrificios de sem ejan tes, e .e . de o tro s q u e, sin ser yo, son yo; y tales prácticas,
que se rev elarían in m ed iatam en te com o locas y e n a jen ad as, si se las viera desde
fu era de la e n ajen ació n , le son útiles a razón p a ra rev elar la contradicción que
late bajo la n o rm alid ad de las creencias social- y p riv ad am en te dom inantes y de
la realidad m ism a. E s así com o la crítica de las religiones a que esta R azón T e o
lógica se dedica viene a ser a la vez una revelación de la m en tira en la fe, del m ie
do en la seguridad.
126 69 D -K
Cfr. Sext. Adv. math. VII 329 : σπάνιος μέν γάρ εστιν ό συνετός, πολύς δέ ό είκαϊος.
127 1 4 D -K
Cfr. Arnob. Adv. nat. V 29 : ac ne quis forte a nobis tam impias arbitretur confictas res
esse, Heraclito testi non postulamus ut credat, nec mysteriis uolumus quid super talibus sen
serit ex ipsius accipiat lectione: totam interroget Graeciam, quid sibi uelint hi phalli, quos
per rura per oppida mos subrigit et ueneratur antiquus: inueniet causas eas esse quas dici
mus etc.
Razón teológica 349
© νυ κ τιπ ό λο ι .... μ ύσ ται casu recto scribo (iam B ollack-W ism ann) : Datiui
su n t in Clementis contextu α κ εα (n.° 128) fu it fo rsa n in hac sententia
ά ν ιέρ ω ς τι Clem . P μ υεύ ντα ι E usebi Β Ι Ο : μ ύ ο ντα ι E u seb i Η : μυοϋνται
Clem . : μυέονται, n im iru m fuerat.
68 D -K 1 2 8
-4Κ.ΕΛ
© REMEDIOS.
129 15 D -K
de la V ida, p o r la resu rrecció n de lo n atu ral (v. a n.° 127), y es en tal condición
com o h a in co rp o rad o esos elem en to s, sin d uda tradicionales y an teriores a la lle
gada de D ioniso, q u e son las procesiones del falo erguido, acom pañadas de can
ciones y p arlam en to s desvergonzados (uno de los orígenes de n u estro te a tro ), d o n
de se tra ta de lib erar las fuerzas germ inales, al tiem p o que se las libera de los res
p etos y convenciones con q u e el o rd e n h ab itu al las tiene restringidas; y es en vir
tu d de ello com o los oficiantes báquicos, con el p roceso de inversión de valores
que es pro p io de la religión n u ev a, d en u n cian (y con la furia de que dan testim o
nio las leyendas de P e n te o o de L icurco tracio) de aborrecible y m o rtífera la ac
titud de los que no se e n treg an al ferv o r orgiástico y al desen freno que se ha vuel
to ritual; que en ese sentido de la inversión de valores he em pleado en © el té r
m ino ‘p e c a d o ’. A sí p u és, se lanza d erech a razón a rev elar que esa p reten d id a re
surrección y vida de D ioniso es lo m ism o q u e los h om bres llam an m u erte, claro
está que no en el sentido de la piad o sa glosa de San C lem ente, en que cristiana
m ente es el pecado el que a su vez ha venido a ser m u erte, ni en el de la in te r
p retación que P lu tarco rech aza, p a ra o frecer p o r su p a rte una analogía con los cul
tos egipcios de altern an cia de vida y m u erte: es sencillam ente, que vida es m u er
te, ya sea del m odo q u e en los n .os 112-115 a p ro p ó sito del ánim a o vida y de las
vidas se ha form u lad o que vida de noso tro s los seres es m u erte de la vida y vice
versa, ya com o en n .os 65-67 se tra ta b a la oposición ‘m ortales / in m ortales’, ya
com o aho ra volverá a form ularse explícitam ente en n.° 130, ya sea, en general, en
cuanto que ‘v id a’ y ‘m u e rte ’ form an u n a synállaxis h a rto fu n d am en tal, de m anera
que ‘vida’ sólo p o r ‘m u e rte ’ q u ed a constituida com o noción concebible y m a
nejable.
Pues p o d rían c o n testar a eso los oficiantes de los ritos de orgía y desenfreno,
y m ás aún los de los cultos m ísticos y extáticos, que ju sta m e n te de lo que se trata
es de s a l i r s e d e s í m i s m o , de tal m odo q u e, elim inado yo, la vida
reine; pero razones le sobran a razón p a ra reco n o cer que lo que con tales consig
nas se predica y, lo q u e es m ás, se vende y tiene éxito e n tre las poblaciones, no
pu ede ser sino un falso león o león dom éstico, es decir, que la p retensión de e n a
jen am ien to en la vida infinita no es m ás que o tro m edio de m antenim iento de la
vida p ro p ia, y p o r consiguiente las orgías de u n a noche o los arreb ato s ocasionales
nada m ás que en tre te n im ie n to , m odos de llenar el tiem po vacío que la ideación
de la vida com o tiem po im plica n ecesariam en te, n ada m ás que distracciones del
posible descubrim iento; p o r lo cual precisam en te h iere razón con tal im piedad a
los que en arb o lan la vida com o b a n d e ra , y es así la declaración de que el que los
hom bres llam an H ades es el m ism o q u e el que llam an D ioniso una flecha tan som
bría com o esplendorosa.
Razón teológica 355'
2 1 D -K 130
ΕίΤΊΗ ΕΓΕ^Ε/ίΓε^ <>PÉ-
ΟΜΕ/γ, <>K^A ΔΕ EVAWTEf VWO^ .
sino, lo m ás, posibles de leer com o signos de un len guaje (lo q u e en v erd ad son,
en cuanto que la razó n se co nvierte en realid ad ) que p u ed a rev elar algo de una
verd ad ex trañ a a las realid ad es al m ism o tiem po que m anifiesta en ellas. Así la
vanidad de la apelación (religiosa o de o tra laya) a la vida en sí se ratifica, al des
cubrirnos en la vida q u e o p onem os a la m u erte la p resencia con stan te de la m u er
te m ism a. Sobre la analogía se v olverá con m ás ahínco e n el n.° 133; p e ro antes,
al m enos según o rd e n o , h a de exaltarse tod av ía el p o d e r y realid ad , en relación
con la m u erte, de los ensueños.
96 D -K 131
© νέκ υες S tra b ., Schol. : νέκ υ ες γ ά ρ P lo t., Plut. : νέκ υ ες δέ O rig. Frag
m entum insequenti n.° 132 continuandum censeo.
In P lu ta r c h i textu la cu n as s u p p i. T u r n e b u s et B e n s e le r .
© U n a locución que vino a ser de dom inio del gentry-lore, de m an era que de
las num erosas fu en tes que p ara él tenem os apenas puede creerse que vengan de
lectura directa la de E stra b ó n (“p o r igual con los m uladares estim an (los naba-
te o s) los cuerpos m u erto s, tal com o H eraclito dice ‘cadáveres ... estiércoles’, por
lo cual al pie de los basu rero s e n tierran a los re y e s”), acaso, p o r transm isión in
directa, la de un escolio al v. del últim o libro de la Ilíada en que A polo les re
cuerda a los dioses, a pro p ó sito de las vejaciones de A quiles al cadáver de H éc
tor, “pues es al fin sord a tierra lo que él u ltraja en su fu ria” (“ ... porque de tierra
el cuerpo, y p o rq u e p esado y terro so , com o tam bién E m pédocles, y aun H eracli
to: ‘cadáveres ... estiérco les’”), tal vez la de P lutarco (“pues, así com o los colores
requieren de la luz, así los gustos de la sal, p ara excitar el sentido; p e ro , si no,
pesados le caen al gusto y nauseab u n d o s: pues ‘cadáveres ... estiércoles’, según
H eraclito ; p ero to d a v ianda es un cadáver o p a rte de cadáver; sólo que la fuerza
de la sal, añadién d o sele com o un alm a, le a p o rta gracia y p la c e r”), y aunque ab re
viada, la del O nom ástico de Poluce: “ ‘más de desech ar que estiércoles’, si hay que
decirlo con H e ra c lito ”); p ero ello es m ás que dudoso para el resto de los testim o
nios, que d eben de h a b e r to m ad o la locución ya del alm acén de los cultos (aunque
O rígenes de su ad versario C elso, que pudo h ab erla leído en el libro), y que ad e
más la usan no sólo e n te n d id a com o frase co m p leta, sino cercándola de la torcida
in terp retació n que era de esp erar: P lotino “Y es dios gracias a ella este universo,
y es tam bién dios el sol en cu an to anim ado de vida, y tam bién nosotros, si por
algo, p o r eso m ism o: pues ‘cadáveres ... estiérco les’” , Filón, ... “pero inm ortal en
la vida de en tre n o so tro s, ya que lo que es con respecto al vivir en D ios, inani
m ado y cadáver y ‘m ás que los estiérco les’, com o alguno dijo, ‘de desech ar’” . O rí
Razón teológica 359
genes, p ero en m odo alguno, p o r cierto, p u ede D ios las cosas feas, ni tam p o
co las co n tra n a tu ra las quiere ... y del alm a, sí, p u ed e que le sea posible ap arejar
una vida sem p itern a, p ero ‘cad áv eres’ dice H eraclito ‘m ás de desechar que estiér
coles’: la carn e, en fin, llena de las cosas que ni aun decir es b ien , declararla ab
su rdam en te sem p itern a ni q u e rrá D ios ni p o d rá ” , y en fin, Juliano en un o de sus
Discursos, “pues d eb e él (e l c ín ic o )... y despreciar de to d o en todo el cuerpo y
considerarlo, según H eraclito , ‘m ás de desech ar que estiércoles’, y por los m edios
m ás fáciles satisfacer sus cuidados, h asta que el D ios, com o de un instrum ento,
o rdene valerse de é l” ; que es de d o n d e sin d u d a ha derivado la versión, ya term i
n ad a de a d u lte ra r, q u e ap arece en Suidas, b a jo el epígrafe ‘H e ra c lito ’, “ ... que H e
raclito dijo de d esp reciar de todo en to d o el cuerpo y considerarlo m ás de dese
char que estiércoles», etc., y en el bizantino Jorg e C ed ren o , “el cuarto H eraclito,
que pronunció tam b ién él sentencias m ás o m enos conform es con P itágoras; pero
dijo tam bién eso, que es preciso de to d o en to d o d espreciar el cuerpo y conside
rarlo m ás de desech ar que estiérco les” .
Poco vam os a sacar el lecto r ni yo de ta n ta lite ra tu ra , com o no sea tom ándolo
com o m uestra eje m p la r del m odo en que una locución escrita pued e llegar a ga
nar, en la tradición de los cultos, u n a m ala in terp retació n cada vez más segura a
m edida que se aleja de su contexto original. A penas hay que añ ad ir que los estu
diosos m odernos han seguido to m ándose la frase com o una declaración de H e ra
clito, que en algún p u n to , al m odo q u e Juliano dice de los cínicos, se hubiera d e
dicado a reco m en d ar a rro ja r los cadáveres com o su m am ente despreciables. P or
mi p a rte , no hallaba lugar, en tre n uestros num erosos restos de razones de la ra
zón, donde situar sem ejan te trivialidad postsocrática; p e ro sólo cuando la fortuna
me trajo a relacionarlo con la m isteriosa frase incom pleta del n." 132 caí en la cuen
ta de que esto p ro b a b le m e n te no hab ía siquiera sido u na frase com pleta (o lo m ás,
una frase de p rep aració n an titética, con m èn, a o tra que viniese a contradecirla
d eb id am en te), sino sólo la p rep aració n del tem a p a ra lo que en ese n.° se dice.
A quí pués se co n stata sim plem ente el hecho, reconocido tam bién por la práctica
de la sociedad norm al, de que los cadáveres son ekbletóteroi ‘m ás desechables’ o
‘desp erd iciad ero s’ que el estiércol, com o lo son, puesto que el estiércol se guarda
en el m uladar p ara servir de ab o n o , m ientras que n o rm alm en te a los cadáveres
hum anos se les co n d en a a la inutilidad. Y sin e m b a rg o ... el lecto r h ará bien en
tom ar este nékyes (la p alab ra es más rica y secreta que n u estro ‘cad áv eres’, pues
vale tam bién p ara lo que n osotros decim os ‘los m u e rto s’), no directam en te como
S ujeto de lo que pasa en el n." 132, p ero sí com o T em a a lo que ello va a referir
se, y en leer con cierta confianza este fr. en ligazón in m ed iata con el siguiente.
360 Razón común — Heraclito
132 63 D -K
nacidos, y sabe a D ios causante de esa resurrección al decir así: ‘pero al que ...
m u erto s’” ; de m an era q u e es n atu ral que varias de las co n je tu ra s hayan buscado
la p alab ra theós ‘d io s’ en el com ienzo del tex to , m ientras se las habían diversa
m ente con el m olesto eónti. P ero , au n q u e p o r m i p a rte he hecho tam b ién varias
tentativas en otras direcciones (incluidas u n a, enlazando d irectam en te los n .os
131-32 con la crítica de los cultos entusiásticos, tras el 129, que hace ap arecer aquí
un enthéói o ya co n tracto énthói ‘lleno del d io s’, ‘en tran ce ex tático ’, la p alab ra
de que deriva la fam ilia de enthousiasm és, y o tra que in tro d u ce el heúdonti ‘p a ra
el d u rm ien te ’ que la in terp retació n q u e aquí doy p o d ría h acer e sp erar), al fin, con
to d o , pienso que la te rc e ra dificultad p u ed e eludirse d ejan d o q u e San H ipólito in
te rp re ta ra p o r su cu en ta el ‘p a ra el que allí e stá ’ com o u n a referen cia a ‘D io s’, con
lo cual desaparece tam bién la p rim era, si p odem os conservar el eónti del M S con
algún sentido razo n ab le (en cuanto a la segunda, hay que resignarse a que se haya
perdido en la copia o haya sim plem ente q u ed ad o fu era de la cita el V erb o im
p ersonal con valor de ‘se v e ’, ‘ap areció ’, ‘p a re c e ’ del q ue d ep en d an los Infinitivos,
así com o tam bién quizá un re fe re n te pro n o m in al en A c. que les sirviera de Sujeto
y que recogiera, según mi in terp retació n , ‘los m u e rto s’ del fr. a n te rio r), sentido
del ‘para el que allí e s tá ’ que encon traríam o s dándole a éntha ‘allí’ o ‘en to n c es’ el
valor anafórico de referirse al sueño (el h yp n o s del n.° 130), de m an era que, en
oposición a la desestim a que en la vigilia se hace de los m u ertos, al que está d o r
m ido se le levantan en fren te, e tc.; es de n o ta r que el V erb o epanístasthai ‘volver
a alzarse’ es el p ropio p a ra referirse p recisam ente a cadáveres que resucitan; y que
los cadáveres resucitados en el sueño se conviertan (con inversión de la oposición
‘vigilia / su eñ o ’) en g uardianes o vigilantes así de los vivos, incluso los que están
despiertos, com o de los cadáveres (n ekró n , o tro d erivado de lo m ism o que el né-
kyes de n.° 131, de m odo que el co n ju n to de am bas p artes de la sentencia vendría
a cerrarse en anillo) resu lta m ucho m ás ilum inador q ue dificultoso.
Leem os pués la in com pleta frase tal com o se nos ha transm itido, y la ligamos
con los frs. an terio res m ás o m enos del siguiente m odo: “ ... así com o cuantas co
sas vem os d u rm ien d o son so p o r” (n.° 130): (y p árese m ientes en lo que en el sue
ño pasa: q u e ) “ los cadáveres h um anos, más desechables que estiércol” (p a ra los
vivos en la vig ilia), “en cam bio, al que está en el sueño se le aparecen volviendo
a levantarse y h aciéndose vigilantes a su vez de aquellos vivos que despiertos los
despreciaban lo m ism o que de los otros m uertos que yacen en su rein o ” ; con lo
cual tenem os una llam ada de atención sobre la aparición de ánim as de difuntos,
que tam bién p ara L ucrecio (p .e j. I 134 s., “al p u n to q ue ver cream os y o ír a a q u é
llos delante / cuyos huesos, pasad a la m u erte, la tierra cierre y ab race”) m erecen
atención com o grave fu n d am en to de los tem o res religiosos; pero aquí (sin que esté
ausente el ataq u e a la creencia religiosa, con su noción contradictoria de ‘ánimas
de difunto s’, e.e. ‘vidas de m u erto s’) la función de esto es o tra , como destinado
que aparece a seguir utilizando la analogía del sueño com o m edio de a rro jar al
gunos vislum bres de claridad en las tinieblas de m u erte y vida: si en los ensueños,
que no son más que so p o r (n.° 130), p u ed en alcanzar ta n to p o d er y llegar a inver
tir la relación e n tre ‘v igilante’ y ‘d o rm id o ’ aquéllos que la visión norm al y realista
tiene p o r los m ás desvalidos y desechables de los seres, bien se insinúa que aqué
llos que en la vigilia se tien en p o r despiertos y p o r guardianes, dirigentes o cela
362 Razón común — Heraclito
d o res, de o tro s vivos lo m ism o que de los m u erto s (cuyos cadáveres desechan) p u e
den estar som etidos a u n a ilusión análoga, p a ra los ojos del d espierto, a aquélla
que hace lev an tarse los m u erto s a los ojos del d o rm ido; en la x o cuarto térm ino
de esa regla de tres, la situación de u n d e sp e rta r a su vez de esta ilusión de la vi
gilia, situación p o r cierto en la q u e n o caben p a ra v erla ni concebirla otros ojos
que los de la razó n m ism a, q u e, com o razó n que es, ya no es visión ni tiene ojo
(ni cabe, p o r ta n to , q u e h ay a ahí ningunos seres v e rd ad e ram e n te despiertos que,
a m odo de daím ones o ángeles, rem p lacen a los falsos despiertos de la vida), en
esa situación se d escubre la ilusión de los que creen estar viviendo sus vidas y go
bern an d o sobre vivos y m u erto s de un m o d o análogo a com o los hom bres, al des
p e rta r, denuncian de ilusión las p reten sio n es que los m u erto s se arro g aran en su
sueño. P ero aún en el fr. siguiente va a ju g arse m ás explícitam ente con la analogía.
ÍH £Υ·ΦΡ0ΝΉΙ Af1*
ΤΕΎ4Ι, t<*>VT<*>\ ΛΓ04ΑΝ<^Η APOCES
AÉ ΛΡΤΕΤΑΙ
ÉrrHror<¿í Λ' γ τ ε τ λ ι e va o n t o ·? .
© εύφ ρόνη Sylburg : ευφ ροσ ύνη cod. φ ά εο ς scribo : φ ά ο ς cod., edd.
έαυτω cod. ά π ο θ α ν ώ ν p ro glossem ate W ilam ow itz secludebat
ά π ο σ β εσ θ είς ζώ ν cod. : ά π ο σ β εσ θ εις ό ψ εις ζώ ν edd. om nes
Razón teológica 363
© C onserva el p asaje San C lem ente en sus Centones, p rese n tán d o lo com o
m uestra de la analogía ‘sueño / m u e rte ’: “Y a su vez, cuantas cosas dicen acerca
del sueño, las m ism as hay tam b ién que oírlas referidas a la m u erte: p u es uno y
o tra m anifiestan la d eserción ( apóstasin) del ánim a, la u n a en m ás, el o tro en m e
nos; lo cual ju sta m e n te es tam bién d ado recogerlo de H eraclito: ‘un hom bre ...
d u rm ien te ’” ; p ero el tex to , que tal com o lo da el M S apenas ofrece evidencias de
o rden gram atical de h a b e r sufrido alteraciones, no ha d e jad o sin em bargo de v er
se zaran d ead o p o r críticos y estudiosos (v. en © ) , qu e, no en ten d ién d o lo a su gus
to, han p ro p u esto to d a laya de co n jetu ras, princip alm ente por supresión de algu
nas palabras o ten tativ a de nuevas puntuacio n es; sin e n tra r en ellas, advierto sólo
que p o r mi p a rte no he hecho sino acep tar la trivial corrección de Sylburg, que
hace ap arecer (com o en n .05 31, 48, 51) el nom b re eufem ístico de la noche, euph-
róné, norm al en el libro de H eraclito (podríam os decir algo com o ‘la S eren a’), y
en cam bio corregir la form a phá o s ‘luz’ en su G enitivo pháeos, de m odo que el
V erbo háptetai ten g a ahí el m ism o régim en de G . que tiene en sus dos siguientes
apariciones y p o r ta n to , com o en ellas, el significado de ‘alcanzar a ’, ‘to car a’, ‘e n
tra r en relación co n ’: no d eja de aso m b rarm e un poco que mis p redecesores en la
lectura, que p o r cierto suelen, que yo sepa, unir el heautôi ‘p a ra sí m ism o’ con
ese háptetai, no hayan visto la incongruencia gram atical que ahí se daba: pues, si
se quería leer ese V erbo en esta p rim era ocasión, al con trario que en las otras,
con su acepción de ‘p re n d e r, e n c e n d e r’, al te n e r que tom arlo en Voz M edia, les
qued ab a el heautôi (“enciende p ara sí p ara sí m ism o”) re d u n d a n d o sin m otivación
visible; que la contigüidad de los sem antem as de p h á o s ‘luz’ y háptetai ‘toca co n ’
o ‘se en cien d e’ se d u je ra a un copista p ara to m ar el V erbo en su segunda acepción
se com prende y sirve p a ra explicar la consiguiente alteración del G . pháeos en A c.
pháos; pero en los doctos varones actuales la seducción se com prende m enos; es
cribiendo, p o r los d em ás, com o lo hago, con el M S, el heóutói aposbestheís ‘ap a
gado para sí m ism o’ (d o n d e ni aun es preciso secluir con W ilam ow itz el apothanón
com o glosa) hace balanza con el aposbestheís ópseis ‘apagado d e o jo s’ del m iem
bro siguiente.
364 Razón común — Heraclito
Pues ello es que el paso d eb e leerse desm em b rad o según con la puntuación d e
fectivam ente indico: el m iem b ro A , “U n h o m b re ... p a ra sí m ism o” se opone con
el m iem b ro B “y viviendo, ... d u rm ie n te ” , q u e a su vez co ntiene una antítesis e n
tre el subm iem bro b ' “to ca con el m u erto ... de o jo s” y el b" “despierto ... d u r
m ien te ” , en cu an to que A se refiere al q u e ha m u erto y i? al que está vivo, ya
dorm ido, ya d esp ierto ; y q u e, cum pliendo B fre n te a A la ley de los m iem bros cre
cientes, en cam bio, d e n tro de B , b" sea m ás corto que b ' no debe ser m otivo su
ficiente p a ra añadirle u n a rep etició n del “ap agado de o jo s” (q u e, p o r lo dem ás,
ten d ría su sen tid o , en cu an to que el d esp ierto , al c e rra r los o jo s, im ita al durm ien
te ), ya que sem ejan te chólósis o claudicación la hem os en co n trad o alguna o tra vez
(así en n.° 77), y en g eneral la p ro sa an titética, recién in v en tad a p a ra la razón he-
raclitana, n o p arece sentirse m ay o rm en te obligada a la ley de los m iem bros cre
cientes, que cada vez im p eraría m ás en la retó rica p o sterio r. C on tal ordenación
de antítesis p u és, vuelve a ofrecérsen o s, com o en n.° 130, un m odo de form ula
ción de relaciones analógicas, qu e, lo m ism o que allí, harem os bien en leer en o r
den, p a ra n o so tro s, in v ertid o , de tal m odo qu e, así com o b" ilustra a b ' , así B ilus
tra a A : en efecto (b") un h o m b re, d esp ierto , alcanza a e n tra r en relación con el
d u rm iente (con u n d u rm ien te cu alq u iera, p ero en especial consigo m ism o cuando
d u rm ie n te ), en cu an to que la conciencia vigilante, com o p o d e r superior que es,
p ued e inducir, c o n tro lar, reg u lar y h asta analizar el sueño (p ero no pued e lo m is
m o con el m u e rto , en especial consigo m ism o cuando m u e rto ); en cam bio, análo
gam ente (b ') , el q u e está d u rm ien d o , ju sta m e n te al c e rrar los ojos y renunciar a
la visión de la vigilia, e n tra en relación con el m u e rto (con los m uertos y consigo
m ism o m u erto en p a rtic u la r), en cu an to q u e esa renuncia a la visión consciente
m e otorga la gracia de u n a aproxim ación a una visión ex terio r a m í m ism o (el que
en el sueño ve no soy yo, com o lo d em u estra el hecho de que puedo verm e tam
bién a m í m ism o, y h asta m i p ro p io cadáver) con la q u e rozo la condición del m u er
to, p ara quien to d o es e x terio r y ajen o (p ero hay todavía alguien que ve, y ése al
que ve soy tod av ía yo); pues bien, un salto análogo al que se da de b" a b ' d é
m oslo ah o ra de B a A , de la relación en que un h o m bre vivo pued a e n tra r con el
m u erto y con su m u e rte (p o r m odo análogo y antitético a com o despierto se rela
ciona con su d u rm ien te) a la relación en que un h o m b re m u erto pueda e n tra r con
o tra cosa: aq u í es la condición de h a b e r q u ed ad o , al m orir, “apagado p ara sí mis
m o” lo que al m u e rto le p erm ite e n tra r en relación con “una luz” o “la luz” (y
eso en la noche de su m u e rte , a la q u e, com o a la o tra noche, se la llam a pro p i
ciatoriam en te la S eren a): ese h ab er q u ed ad o ap ag ad o, no de ojo s, com o en el sue
ño, sino ap agado él m ism o p ara sí m ism o, resu lta ahora b a stan te claro: no ha de
h ab er ya alguien que yo v ea y que de algún m odo sea yo, sino que p ara mi propia
visión yo d ebo h a b e r desap arecid o ; p ero ello tra e consigo que tam poco sea yo
aquél para quien yo haya desap arecid o (pues yo sólo podía ser un ser, alguien d e
term inado , en cu an to q u e p o d ía verm e, y p o r en d e sab erm e, co n tro larm e, anali
zarm e), sino m ás bien cualquier cosa indefinida y ajena: es en esas condiciones
com o, al h ab erse ap ag ad o , e n tra el m u e rto , en v irtu d de ese m ism o apagarse para
sí, en relación con u n a luz o la luz, que es, n a tu ra lm en te, la razón m ism a, esto
es, el sitio en que la oposición e n tre el q u e ve y lo que él ve se ha anulado, en
que el lenguaje descubre del to d o que h ab lab a acerca de sí m ism o, en que la ra
Razón teológica 365
27 D -K 134
MENTI /4rO<MW/fT*¿ A&A
O'/Κ ΕΛΡφΝ'ΤΛΙ OY4.È ÁOKÍOVÍI .
Y sin em bargo, pese a esa g en eralid ad de la fórm ula, es tam bién razonable
p o r p a rte de la razó n que aquí dé la fórm u la p a ra el ‘u n a vez m u erto s’ o ultim i-
dades de cada uno: p ues, siendo la m u e rte el F u tu ro prim ero y p o r excelencia, es
de advertir, en cam bio, q u e ‘h a b ien d o m u e rto ’ q u iere decir tam bién la desap ari
ción del q u e esp era y cree, de m a n e ra q u e entonces, ag o tad a to d a la cuenta de
las hipótesis, creencias y esp eran zas, se ab re el d escubrim iento de cualquier cosa
de las sin fin en q u e no h ab ía creído ni esp erad o ; quién es aquél a quien ello se
descubre, es u n a cuestión, n a tu ra lm e n te , im plicada tam bién en el descubrim iento
de lo no creído ni esp erad o . P ero al fin, la sentencia g u arda la form a, la sintaxis,
de la esperanza; y sobre ello se m anifiesta aún razón en el fr. que he o rd enado
com o últim o.
135 18 D - K
ÍA K ΜΗ ΕΛΡΗΤΛΙ,
© E stá tam b ién en o tro lug ar de los Centones de San C lem ente (sin cuyas citas
poco fun d am en to hab ríam o s tenido p a ra reh acer esta p a rte de la R azón Teológica
del libro), donde lo in tro d u ce en descabellada, p ero ilustrativa, com paración con
una frase de Isaías: «Y se d em u estra pués que es v erd ad por encim a de todo lo
dicho p o r el p ro feta, ‘Si no tenéis fe, no p u ed e ser tam poco que os m antengáis en
u n o ’ (o ‘firm es’: “si n o n credideritis, n on perm anebitis” dice la V ulgata, p ro b ab le
m ente en ten d ien d o m al; tal vez C lem ente en ten d ía “Si no tuviereis fe, no cabe tam
poco que en te n d á is” ) ; eso es tam bién lo que H eraclito el efesio, p arafraseando el
verbo inspirado, ha d e ja d o dicho: ‘Si no ... c ie rta ’” . D e C lem ente sin d u d a lo ha
tom ado, com o de o rd in ario , T e o d o re to en su Cura del paganism o, aunque em pa
reján d o lo con un verso del cóm ico E picarm o: “C osa pués del m ás alto interés la
fe: pues, en fin, siguiendo a E p icarm o digo ‘V e la m ente y la m en te oye: sordo y
ciego lo d em ás’; y tam b ién H eraclito a su vez da señas d e d ejarse guiar p o r la fe,
al decir así: ‘Si no esperáis, no en co n traréis lo ... c ie rta ’” , p o n iendo los V erbos
en 2 .a del pl., sin d uda sin fun d am en to : lo que H eraclito em plea es el viejo V erbo
élpomai, com o en el n.° 134, con los valores de ‘d esear (o tem er) por algo fu tu ro ’
y por tan to ‘hacerse ideas acerca de lo que a uno le e sp e ra ’, y en una 3 .a Pers.
sing, para la que ciertam en te no hay S ujeto en el texto transm itido: bien podía
estar (sería ánthrópos ‘un h o m b re ’ o tis ‘alguien’) en una frase in m ediatam ente an
terio r a este fragm ento.
Por lo dem ás, después de leídos los an terio res com o lo hem os venido hacien
do, apenas pued e so n ar m ás claro el sentido de éste, que sin em bargo a tan ta s erra
das cavilaciones y fantasías ha d ado lugar en tre los estudiosos. Para m ás preci
sión, hay que o p o n er d eb id am en te las dos form as verbales que ju eg an en paro n o
masia (aunque no estén etim ológicam ente e m p a re n ta d as), el V erbo de la Pral.
exeurései ‘e n c o n tra rá ’, ‘d escubrirá (algo o c u lto )’ o ‘(lo) in v e n ta rá ’, y el A dj V er
bal de la S ubpredicación anexereúnéton, del V erb o exereunáó, ereunáo, que es ‘in
d a g ar’, ‘in q u irir’, ‘b u scar’; de m anera qu e, aun sin estar tan form alizada en griego
com o en n u estra lengua, la oposición en tre ‘e n c o n tra r’ y ‘bu scar’ está ahí jugando
bastante claram ente: la S ubpredicación añade al “No en co n tra rá lo inesp erad o ”
la precisión de que eso es im buscable, negado a la indagación, y más aún, áporon
‘falto de cam inos o m edios (p ara hallarlo o reso lv erlo )’, con im plicación ya tam
bién de ‘indecid ib le’, ‘irreso lu b le’; en efecto, la indagación y cálculo sobre el ob
je to de la b ú squeda supone hacerse una idea acerca de cóm o es o al m enos de lo
que es, lo cual au to m áticam en te lo priva de su condición de anélpiston ‘inespera
d o ’ o ‘in esp erab le’, de m odo q u e, sea lo que sea lo que p o r vías de indagación y
aspiración a una m eta se en cu e n tre , eso no será ya lo in esp erad o , un poco en el
sentido de com o, volviéndolo a lo positivo, dice la fórm ula de A . M achado “E n
cuentro lo que no b u sco ” .
370 Razón común — Heraclito
P ero el corazón de la frase está en la relación en tre Prótasis, “Si no esp era” y
A pódosis “N o e n c o n tra rá lo in e sp e ra d o ” ; d o n d e algunos, desde T h. G om perz, p re
ferían p o n er la com a tras anélpiston, supliéndolo desde luego tam bién com o O b
je to de la A pódosis: “Si no esp era lo in esp erad o , no (lo) e n c o n tra rá ” : un ilu stra
tivo erro r, que m u estra cóm o, antes de avenirse a e n te n d e r la razonable co n tra
dicción de lo q u e aquí se dice, se p refiere ap en car con la estéril y frívola co n tra
dicción de ‘esp e ra r lo in e sp e ra d o ’ (pues, salvo p o r ilusión o engaño, cualquier cosa
que se espere es u n a cosa que se esp era, y no se ve de qué p u ed e a la lógica ser
virle llam arla falsam ente in esp erad a, com o en las cortesías de las señoras, que,
con m ueca de so rp resa, p roclam an in esp erad o el regalo que m ás esp erad o , y oca
sionalm ente tem id o , se ten ían ); p ero en cam bio, “Si no e sp era” o “si no se hace
esperanzas, n o e n c o n tra rá lo in e sp e ra d o ” es u n a razo n ab le y lúcida contradicción;
ta n to , en v erd ad , que hasta se d e ja ría aco m p añ ar en la v erdad por su co n traria,
“Si espera, no e n c o n tra rá lo in e sp e ra d o ” (no q u e diga p o r eso que hay m otivo
para corregir el tex to en , p o r ejem p lo , eán k ë ‘si p or algún la d o ’ o ‘si de algún
m o d o ’, en vez de eàn m é ‘si n o ’, de lo que dan ciertam en te tentaciones, en vista
no ya del fácil e rro r de copia que h ab ría tro cad o el jó n . kë p o r el corriente mé,
sino por la posible censura del citad o r, C lem ente u o tro , q u e, queriendo aplicar
la frase a la exaltación de la F e, todavía lo te n d ría más difícil con el “Si esp e ra ”
que lo que lo ha ten id o , y ya con m ucho d esp iad ad o tra b a jo para torcer la in ter
pretació n , con el “Si no e sp e ra ”), au n q u e n atu ra lm e n te am bas verdades im plica
rían una diferente relación en tre Prótasis y A pódosis: “Si esp era, no en co n trará
lo in esp erad o ” es de razón en cuanto q u e, a cada esperanza que uno concibe o
idea sobre lo p o r venir que se hace, está b o rran d o una (pero son sin fin) de las
posibilidades de d a r con algo inesp erad o ; p ero m ás de razón es todavía, con la fó r
m ula tal com o lo leem os, que “Si no esp era, no e n co n trará lo in esp e ra d o ” , que
va en el m ism o sentido de lo que hem os en ten d id o y explicado en el n .“ 134: m an
tiene razón la condescendencia que rige toda la R azón T eológica, y reconociendo
la necesidad de que los h om bres en general tengan esperanzas y se hagan ideas
de lo por venir, an o ta aquí p iad o sam en te qu e, p o r o tra p a rte , ése es el m odo de
que se en cu en tren con lo inesperado: pues ‘in e sp e rad o ’ no es m ás que negación
de ‘e sp era d o ’, de m an era que es preciso que esperen y conciban visiones de lo por
venir para que p u ed an hallar y d escubrir lo que es la negación y frustración de
todas las ideas y las esperanzas: siendo la verd ad im posible de buscar y perseguir
por cam ino alguno, no la en c o n tra rá ciertam en te b uscándola, persiguiéndola, ni
en sum a, esp erán d o la o haciéndose idea de ella, ya que ella es por definición o
contra-definición in esp erab le (ella es la negación tam bién del ser mismo del bus
cador, que con las esperanzas se su sten ta), p ero p o r o tro lado, sólo la negación
de las falsas v erd ad es sucesivas y la frustración de todas las expectativas perm ite
que p u ed a en co n trarse la in esp erad a o “cualq u ier cosa que no esperan ni creen ” ;
com o se dice en el n,° 134: pues si no h u b iera esperanzas que fru stra r ni verdades
que revelar falsas, tam p o co h ab ría razón p ara em p lear un V erbo en F u tu ro , “e n
c o n tra rá ” ni “no e n c o n tra rá ” , y no estaría razó n , com o está, partien d o de la R e a
lidad, en que dom ina la ilusión o ideación del T iem po.
Y esto, que p o d ía razón form u lar en general (con aplicación incluso com o m é
todo o an tim éto d o de la investigación científica: ela b o rar teo ría tras teo ría, a fin
Razón teológica 371
DE OTROS
HERACLITOS
Con lo que antecede tienes, lector, lo que he pensado que podías leer com o restos,
con varios grados de probabilidad, del libro de H eraclito, a lo que no es probable
que ni hallazgos de harapos de libros antiguos en las arenas de E gipto o las cenizas
de H erculano ni la busca de citas en recónditos m am otretos tardíos o bizantinos ven
gan a añadir gran cosa. Q uedan unas pocas citas a n o m bre de Heraclito, de cues
tiones científicas todas ellas, astronom ía m ayorm ente o psicología, algunas de las
cuales todavía en las ediciones anteriores figuraban com o fragm entos o al m enos
les concedíati los estudiosos autoridad para especular sobre supuestas doctrinas he-
raclitanas, y que no han p o d id o en esta ordenación ni interpretación encontrar
cabida.
Y p u ed e que ante este rechazo alguien se quede pensando que m e ha pasado
com o al m al relojero rem endón, que, después de recom poner a su gusto la m aqui
naria, se encuentra con que le han sobrado piezas; y que así a m í esas pocas citas
de doctrina científica que digo no hacían m ás que estorbarme en la manera de leer
y consiguiente ordenación que he propuesto para la gran m ayoría de los fra g m en
tos. Pero confía en que no habría caído en tan burda fu e rza del prejuicio, siendo
tan fá cil confesar unas pocas veces ignorancia o desconcierto (ya has visto que he
tenido que hacerlo aun con algunos de los que he adm itido), ni m e habría perm i
tido m eram ente p o r razones internas excluir algunos núm eros de la serie.
Pero ello es que, ayudando Fortuna, ha coincidido que con esa repugnancia de
tales citas a la interpretación y ordenam iento se juntaban unas consideraciones ex
ternas, que a q u í te cuento:
a) L a prim era, que, de los supuestos fragm entos literales, m e he dado cuenta
de que cinco, casi todos, estaban nada m enos que en verso, siendo cuatro de ellos
buenos trozos de hexám etro de factura alejandrina, y el otro tal vez una segunda
m itad de tetrámetro trocaico.
b) P or otra parte, leyendo las A legorías del m isterioso Heraclito H om érico (a
quien debem os sobre todo la conservación literal del n.° 63) y la excelente Praefatio
de Fr. O elm ann a su edición de la colección teubneriana, pp. X L - X L l l l , he sabido
que de ese libro se nos ha perdido, desde antes del s. XII, la parte, que estaría dedi
cada a com entar del libro X al X X de la O disea, en lo que, según O elm ann hace
notar, tendría que haber habido, a p ropósito de las Vacas del S o l y otros pasos,
m ucho de cuestiones astronóm icas. A s í que el libro de H eraclito Flomérico, que de
bió de com ponerse, en el fe rv o r alegorizante de los estoicos, p o r el s. / po st, queda
376 Apéndice
120 D -K *136
_ w _ X _ „ HOV> T£ TÉ M A T A
caico y el p rim er m iem b ro del siguiente. E s cierto que a E stra b ó n debem os otras
dos citas de H eraclito , la del n.° 131 sob re los cadáv eres, y la del n.° 87, con n o
ticias sobre él (a q u ien , p o r cierto , llam a ya ho S koteinós ‘el T e n e b ro so ’) y sobre
H erm o d o ro ; y d u ra n te algún tiem po m e en tretu v e con la posibilidad de que algo
de esto h u b iera p o d id o e sta r en el lib ro , a p ro p ó sito de m o stra r la relatividad de
la oposición ‘izqu ierd a / d e re c h a ’ (‘P o n ie n te / N a c ie n te’), referid a al m odo de e n
te n d e r el eje p erp en d icu lar ‘arrib a / a b a jo ’ (‘N o rte / S u r’ y no en tro aquí en las
curiosidades de cóm o p u ed e h acer p u n ta o p u esta de la P o lar el “hito del sereno
Z e u s” , e.e. el p u n to del p erfecto M edio d ía, p a ra q uienes, no habiendo asim ilado
la idea de u n a T ie rra re d o n d a , no p o d ían v er la C ruz del S ur), hasta que la evi
dencia de la locución p o ética, a n o ta d a adem ás p o r el citador, y el reconocim iento
de los tro q u eo s m e h icieron ab a n d o n a r tales especulaciones.
Y no es p o r o tra p a rte p a ra ex trañ arse m ucho el que E stra b ó n citara com o de
H eraclito un p asaje de u n a o b ra que ya en sus tiem pos se ten ía com o u n a trasla
ción a verso del libro de H eraclito. D e E scítino de T eos, de quien sabem os que
seguram ente en el s. IV h ab ía llevado a cabo u n a em presa sem ejan te (D iógenes
L aercio IX 16: “Y dice Jeró n im o q u e tam b ién E scítino, el p o eta de los Y am bos,
tom ó a su cargo pub licar en m etro la razón de aqu él (d e H e ra c lito )”), tenem os
o tro paso en te tr. trocaicos (que e n tra n b ajo la designación genérica de ‘yam bos’),
que, citado p o r P lutarco en su D e que la Pitia ya no dé en verso los oráculos, dice
así hablan d o de la lira:
ήν α ρ μ ό ζετα ι
Ζ η νό ς ευ ειδή ς ’Α π ό λ λ ω ν, π ά σ α ν ά ρ χή ν κ α ι τέλος
σ υλλαβώ ν, εχει δέ λ α μ π ρ ό ν π λ ή κ τρ ο ν ήλίου φ ά ο ς.
¿ D E H E R A C L I T O D E H A L IC A R N A S O ?
3 D -K *137
— '¿y — — EV ΡΟΔ<Η ΛΝ ^Ρ ^Τ Έ ΙΟ ν.
Cfr. Arstt. De anima I I I 3, 428 b 1 : φαίνεται δέ γε καί ψευδή, περί ών άμα ύπόληψιν
αληθή έχει, οΐον φαίνεται ό ήλιος ποδιαϊος, πεπίστευται δ’ είναι μείζω τής οικουμένης.
Et Epic. A d Pyth. 91 : το δε μέγεθος ήλιου .... κατά μέν το προς ήμάς τηλικοϋτόν έστι
ήλίκον φαίνεται, κατά δέ τό κατ’ αύτό ήτοι μεϊζον τοϋ όρωμένου ή μικρψ έλαττον ή τηλι-
κοΰτον. Schol. ad loe. post φαίνεται : τούτο καί έν τή ία περί φΰσεως.
Et Cic. De fin. I 6, 20 : sol Democrito magnus uidetur, quippe homini erudito in geome-
triaque perfecto: huic {scii. Epicuro) pedalis fortasse, etc.
© In T h e o dore ti textu δ έ γ ε B L
100 D -K
ΓΗ ΛΕ OV E I .
C fr. M a c r . in S o m n . S c ip . I 2 0 , 3 0 : C i c e r o . . . . o s t e n d e n s in s o le m a x im u m l u m e n e s s e ,
n o n s o lu m a it « d u x e t p r i n c e p s e t m o d e r a t o r l u m i n u m r e l i q u o r u m » ( a d e o e t c e t e r a s s te lla s
s c it e s s e l u m i n a ) , s e d h u n c d u c e m e t p r i n c i p e m , q u e m H e r a c l i t u s , f o n t e m c a e le s tis lu c is a p
p e lla t.
© (el so1, dirigente de las) sazones del tiempo que traen todas
las cosas / y Tierra las cría.
© V iene la p rim era p a rte en las Investigaciones platónicas de P lutarco del si
guiente m odo: “A sí q u e, ten ien d o u n a tan n ecesaria ligazón y conjuntam iento con
el cielo, no es el tiem p o m ovim iento sim plem ente, sino, com o qued a dicho, m o
vim iento en o rd en ació n d o tad a de su m edida y lím ites y ciclos; de los cuales el
sol, siendo p resid en te y vigilante p a ra d elim itar y discernir y para indicar y m ani
Otros Heraclitos 383
festar las m utaciones y las ‘sazones del tiem po que tra e n todas las cosas’, según
H eraclito, tam poco de obras viles ni de p eq u eñ as, sino de las m ayores y m ás prin
cipales, viene a ser co lab o rad o r con el dios sob eran o y p rim e ro ” ; y p arece indu
dable que en su D e la cesación de los oráculos cita el m ism o p asa je, aunque sin
nom bre de au to r, con alteració n del com ienzo y añadim iento de la segunda parte:
“ ¿N o es cierto que el añ o , que en sí m ism o principio y fin abarca a la vez de todas
las cosas que ‘las sazones del tiem po tra e n y la T ierra c ría ’, tam poco c o n tra cos
tu m b re de los h o m b res recib e n o m b re de ‘g en eració n ’ {geneá) ? ” ; así com o parece
claro que al m ism o p asaje d eb e de referirse M acrobio en su com entario al Sueño
de Escipión, cuando dice: “C icerón ... m o stran d o que en el sol está la m ayor lum
b re, no sólo dice ‘caudillo y príncipe y g o b ern an te de las dem ás lu m b res’ (a tal
pu nto sabe que tam b ién las otras estrellas son lu m b res), sino q u e a este ‘caudillo
y prín cip e’, al que H eraclito llam a así, lo llam a fuente de la luz celeste” ; de m a
n era que, ju n ta n d o el testim o n io de M acrobio con los de P lu tarco , se confirm a
que es en relación con el sol, p resid en te y caudillo y guía que las hace m anifes
tarse, com o en el p asaje en cuestión se h ab lab a de las hórai ‘estaciones’ o ‘sazones
del tiem p o ’ o ‘del a ñ o ’ (p o d ría incluso in te n ta r restitu irse delante de lo citado por
Plutarco algún tro zo de h ex ám etro com o hélios hégem oneús ‘el sol, caudillo (de
las horas q u e ...) ’).
E n to d o caso, de la estru ctu ra m étrica de fin y principio de hex ám etro no pue
de uno decen tem en te d e sen ten d erse, au n q u e la sintaxis del com ienzo en el origi
nal, dada la diferencia e n tre las dos citas de P lutarco, d eb e q u e d a r en d u d a; y así
com o no se ve qué p o d ría estar haciendo sem ejan te p asaje en el libro de H e ra
clito (las otras referencias al sol que en sus frs. ap arecen , n .‘,s 51 y 79, no condicen
p o r cierto con nada de esto ), bien p o d ría ser p a rte del p o em a astronóm ico de H e
raclito de H alicarnaso (v. a n.° *137) o de o tro p o eta helenístico; ni debe m olestar
m ucho el cálculo de com patibilidad e n tre esta exaltación del sol y de sus H oras
con lo del n.° *137 sobre el tam añ o del sol; pues hasta cabe im aginar que la con
traposición estab a en la estru ctu ra del pasaje: “el sol, ta n p eq u eñ o com o parece
y de ancho de un pie de h o m b re, ... es el caudillo y príncipe de todas las otras
luces del cielo y de las H o ras que tra e n todas las cosas que la T ie rra cría” .
f'126a D -K
A q a n Á TOY Ji / N f H M H ^ 5 η Π E" Γ — V L» - X
384 Apéndice
C fr. J o h . L y d u s D e m ens. I I I 14 : δ θ ε ν ο ύ κ ά π ό σ κ ο π ο ύ Η ρ ά κ λ ε ι τ ο ς γ ε ν ε ά ν τ ο ν μ ή ν α κ α -
λ ε ϊ, c u m ce teris q u a e a p u d D - K 2 2 A 19 inuentes.
© A d A n a t o li te x tu m : ώ ρ έ ω ν : ώ ρ ί ω ν co d . έ β δ ο μ ά σ ι : έ β δ ο μ ό ς edd. ( sed
cfr. V a lla e tra n s la tio n e m ) τ ο ύ ς α ρ κ . : τ ά ς α ρ κ . edd. : an τ ώ ά ρ κ τ ω erat?
de D iels rech azan d o la au ten ticid ad y H . G o m p erz d efen d ién d o la), lo cierto es
que la rep u g n an cia de sem ejan tes puerilidades científico-supersticiosas con la ra
zón h eraclitan a se ve claram en te confirm ada de fu era no sólo p o r el uso del D ual
sëm eiô ‘señas (d o s)’, q u e es desde luego incom patible con el jo n io de H eraclito,
y que m u estra bien que este fr., com o los dos an terio res, está en dialecto ático o
m ás bien hom érico, y no sólo p o r el evid en te estilo poético (es útil com parar en
la inscripción m usical de Sícilo la locución m uy sem ejan te m ném ës athanátou sëma
polychrón io n ‘señal m u ltitém p o ra de m em oria in m o rtal’), sino p o rq u e lo citado re
sultan ser los cuatro p rim ero s pies de u n h ex ám etro n o rm al h a sta la diéresis tras
el cuarto. D e m a n e ra que, atrib ú y ase o n o la confusión d e n o m b re a que este tro
zo de verso, com o los dos an terio res, p ro ced ía del p o e m a de H eraclito de H ali
carnaso (es desde luego p ro b a b le q u e al m enos esos tre s frs. vengan de la m isma
o b ra ), ello es que ni él ni aquellas im p ertin en tes citas sobre generaciones con él
relacionadas (y que to d as se explican p o r u n a m ism a confusión de origen) tienen
p o r qué p e rtu rb a r m ás a los lectores de los restos del libro del efesio.
*138 D -K *140
ποίην τις βιότοιο τάμοι τρίβον; είν αγορη μέν
νείκεα καί χαλεπαί πρήξιες, έν δέ δόμοις
φροντίδες· έν δ’ άγροΐς καμάτων άλις, έν δέ Φαλάσοτι
τάρβος· επί ξείνης δ’, ήν μέν έχτ)ς τι, δέος,
ήν δ’ άπορες, άνιηρόν. έχεις γάμον; ούκ αμέριμνος
έσσεαι· ού γαμέεις; ζης έτ’ έρημότερος.
τέκνα πόνοι· πήρωσις άπαις βίος. αί νεότητες
άφρονες- αί πολιαί δ’ έμπαλιν άδρανέες.
ήν άρα τοϊν δοιοΐν ενός αϊρεσις, ή τό γενέσθαι
μηδέποτ’ ή τό ΰ-ανεΐν αύτίκα τικτόμενον.
© Se incluye aq u í este epig ram a con m otivo de que en un códice del siglo X IV
aparece copiado con un títu lo que dice “D e H eraclito el filósofo en co ntra de la
v id a” , pu d ien d o ven ir esto de una trad ició n antigua diferen te de la que nos ofrece
el m ism o epigram a en el Florilegio de E sto b e o , recogido de ahí en el libro IX de
la A ntolo g ía Palatina con el título “D e P osidipo; p ero según otros, de P latón el
cóm ico” . L a factu ra es típica de la epigram ática helenística, y bien p u ed e ser que
la atribución a P osidipo de Pela en M acedonia (principios del III ante, algo más
viejo por ta n to que H eraclito de H alicarn aso ) sea lo m ás razonable. P ero , p o r si
acaso la o tra atrib u ció n , a H eraclito (de H alicarn aso ), tien e algún fundam ento (lo
de “el filósofo” sería ento n ces un añad id o fácil de explicar, y m ás teniendo en cuen
ta que el epigram a es u n a sarta de contradicciones) y p u ed e contribuir, por la com
paración con los o tro s versos que aq u í incluyo, a precisar nu estra noción del estilo
del H alicarnasés y a d esen red ar la confusión de n o m bres, quede aquí leído.
¿ D E H E R A C L I T O H O M E R IC O ?
*141 105 D -K
Otros Heraclitos 387
¿ D E U N P O E M A Ó R F IC O ?
¿ D E C R IS IP O U O T R O E S T O IC O ?
*143 67a D -K
alii autem dicunt quod mundi medietas est sol, quem cor totius mun
di esse uolunt. «quemadmodum enim» inquiunt «anima hominis se
dem et domicilium in corde habet, unde per membra corporis uires
suas spargens in omnibus corporis membris tota sua membra uege-
tat, ita uitalis calor a sole procedens omnibus quae uiuunt uitam su-
ministrat»; cui sententiae Heraclitus adquiescens optiman similitudi
nem dat de aranea ad animam, de tela araneae ad corpus, sic: «ara
nea stans in medio telae sentit, quam cito musca aliquem filum suum
corrumpit, itaque illuc celeriter currit quasi de fili persectione do
lens: sic hominis anima, aliqua parte corporis laesa, illuc festine meat
quasi impatiens laesionis corporis, cui firme et proportionaliter iunc-
ta est».
C fr. C h a lc id . in T im . c p . 2 2 0 : s o lu s u e r o h o m o e x m o r ta li b u s p r in c i p a l i m e n tis b o n o , h o c
e s t , r a t i o n e u t i t u r , u t a it id e m C h r y s ip p u s , s ic u t a r a n e a in m e d i e t a t e c a s s is o m n i a f ilo r u m
t e n e t p e d i b u s e x o r d i a , u t , c u m q u i d e x b e s tio lis p la g a s i n c u r r e r i t , e x q u a c u m q u e p a r t e d e
p r o x i m o s e n t ia t, sic a n i m a e p r i n c ip a l e p o s it u m in m e d i a s e d e c o r p o r i s s e n s u u m e x o r d i a r e
t i n e r e , u t , c u m q u i d n u n t i a b u n t , d e p r o x i m o r e c o g n o s c a t.
E c T e r t u l l . D e an. 14 : n o n lo n g e h o c e x e m p l u m (i . e . A r c h i m e d i s o r g a n u m h y d r a u li c u m )
e s t a S t r a t o n e e t A e n e s i d e m o e t H e r a c l i t o : n a m e t ip s i u n i t a t e m a n i m a e , q u a e in t o t u m c o r
p u s d if f u s a e t u b i q u e ip s a , u e l u t f l a t u s in c a la m o p e r c a u e r n a s , ita p e r s e n s u a li a u a r iis m o
d is e m i c e t , n o n t a m c o n c is a q u a m d i s p e n s a t a . A t I d e m ib . 15 : ... u t n e q u e e x t r i n s e c u s a g i
ta r i p u t e s p r i n c i p a l e i s t u d , s e c u n d u m H e r a c l i t u m , etc. E t S e x t. A d v . m a th . V I I 3 4 9 : ... o í
μ έ ν έ κ τ ο ς τ ο υ σ ώ μ α τ ο ς (s c ii, π ε ρ ι έ χ ε σ θ α ι τ η ν ψ υ χ ή ν ) , ώ ς Α ί ν η σ ί δ η μ ο ς κ α τ ά Η ρ ά κ λ ε ι
τ ο ν , ο ί δ έ έ ν δ λ ψ τ ψ σ ώ μ α τ ι , κ α θ ά π ε ρ τ ι ν έ ς κ α τ ά Δ η μ ό κ ρ ι τ ο ν , et ib . V I I I 2 8 6 , a d n .° 8.
Otros Heraclitos 391
© In H is d o s i te x tu m : sic : « a r a n e a : s i c ( u t ) a r a n e a edd. p e r s e c ti o n e D i e l s :
p e r f e c t io n e co d .
las vías sensitivas de varios m odos se lan za, no ta n to frag m en tad a com o distribui
d a ” , m ientras que en el cap. siguiente dice “ ... de m an e ra que no puedas pensar
que se agita p o r de fu e ra ese elem en to so b eran o (p rin c ip a le ), según H e ra c lito ...” ;
de las cuales b a sta n te in com patibles doxas es la segunda la que hallam os rep eti
d am ente referid a a H eraclito (el elem en to espiritual, e.e. la razó n , que en el tin
glado estoico y o tro s se co nvierte en el h ég em o n ikó n o instancia soberana del ap a
rato aním ico, an d a p o r fu era, n a tu ra lm e n te , com o que no p u ed e estar d en tro de
uno) en p asajes de Sexto E m p írico com o el siguiente: “los unos fu e ra del cuerpo
(e .e . dicen que se e n c u e n tra el a lm a ), com o E n esidem o-siguiendo-a-H eraclito,
m ientras que o tro s en el cuerpo e n te ro , com o algunos-siguiendo-a-D em ócrito” .
P ero , h u b iera o no algo en el ecléctico E n esid em o que d iera lugar, a través de
confusiones com o la de T e rtu lia n o , a la atrib u ció n a H eraclito que sólo en el es
colástico H isdoso florece en el s. XII, sea su cita o no una m era paráfrasis de la
de C risipo, lo q u e ciertam en te n o d eb ían hab erse disim ulado los estudiosos es que
sem ejan te com p aran za es del to d o in com patible con las m aneras en que podem os
oír a razón en buenos fragm entos (n .os 104-113) h ab lar acerca del ánim a o alma-
y-vida y de las ánim as; m ás aún: p a ra u n p en sam ien to to d av ía relativam ente libre
y prefilosófico no cab en siquiera im aginerías de ese tipo, p o rq u e la substantiva-
ción ‘el alm a’ n o p u ed e h ab erse aún fijad o ni establecido com o idea dom inante;
en cam bio, u n a vez q u e la C iencia o Filosofía se h an constituido, la fijación de la
idea de ‘alm a’ es inevitable y co n g ru en te con to d o el ap arato de concepción de la
R ealidad ; y desde ese m o m en to , la com paración con la arañ a en su tela resulta
tan obvia, brillante y o p o rtu n a , que casi tiene que o currírsele a cualquier filósofo.
EPILEGÓMENOS
1 Por lo demás, recojo a q u í brevem ente las varias doxas a propósito de alm a
que en algún sitio aparecen referidas a Heraclito y que han m erecido la bastante co n
sideración para fig u ra r al m enos en el apartado A del D -K y tenerse en cuenta para
especulaciones de los estudiosos de Filosofía.
2 Prim ero, otro pasaje del com entario de Calcidio al T im eo, del que suele p e n
sarse que en gran parte procede del que h izo el estoico P osidonio (II-I an te): “H e
raclito p o r su parte, concordando en ello los estoicos, conecta nuestra razón con la
divina que rige y gobierna los asuntos del m undo: que, al haberse hecho, debido a
la inseparable concom itancia, sabedora de la decisión racional, descansando las á n i
mas, anuncia las cosas futuras con ayuda de los sentidos; y que de ahí sucede que
aparezcan imágenes de lugares desconocidos y visiones (sim u lacra) de hom bres tan
to vivos com o m uertos; y el m ism o afirm a la utilidad de la adivinación y que reci
ben prem oniciones los que lo m erecen con intervención de las divinas potestades”.
Es un buen ejem plo de cóm o, después de una larga tradición de doxas filosóficas,
pueden haberse algunos ecos de proclam aciones de razó n que en el libro hubiera
configurado en doctrina y venido a confundir con otras de escuelas varias.
3 Luego, lo que se dice en el D el alm a 405 a de Aristóteles, contradiciéndose
descaradam ente con lo que del fu eg o com o arché se dice en el Prim ero de los M e
tafísica: “Pero H eraclito dice que el principio (a rc h é n ) es ánim a (psychén), si es
cierto que lo es la evaporación (a n a th ÿ m ià sin ), de la que las otras cosas se cons
tituyen”; donde, aparte la m anía de colocar la noción científica de arché de un m odo
o de otro, se conserva ciertamente un eco desfigurado de algo que debía de sonar
en el libro (v. a n.° 108J; de lo cual, p o r un progreso en la escnlarización de la n o
ción de ‘an athym iasis’, leem os esto en los Placita de A ecio I V 3, 12: “Heraclito el
alma del Universo ( dice que es) evaporación a p artir de los elem entos húm edos
que en él hay, y que la de los seres anim ados, procedente de la de fu era y de la
evaporación en ellos m ism os, hom ogénea ( con la de fu era ) ”; donde se ha juntado
tam bién probablem ente algo de lo que sobre la exterioridad de la m ente hem os vis
to desarrollarse en Sexto Em pírico.
4 E llo tam bién en esta perfecta culm inación de la configuración doxográfica
que leem os en M acrobio 14, 19: “Heraclito el científico (physicus) ( dice que el
alma es) una pavesa (scintillam ) de la esencia estelar”.
5 Y en fin , de la m ism a tradición escolar que los anteriores, este otro punto de
los Placita de A ecio I V 7, 2: “(H eraclito, que el alma es imperecedera^ ( com pleta
394 Razón común
6 Y concluyo asim ism o con un breve recorrido al cúm ulo de doctrinas m eteo
rológicas o astronóm icas que en averiadas fuentes aparecen atribuidas a Heraclito.
7 Prim ero, la sarta que viene, tras algunas entreveradas con rastros fidedignos
del libro, que ya a varios p ro p ó sito s hem os utilizado, en D iógenes Laercio I X 9-11:
"... p u e s (dice q u e ) al espesarse el fu e g o se vuelve h ú m edo y concentrándose llega
a hacerse agua, m ientras que al congelarse el agua se convierte en tierra; y que ésa
es la ‘vía hacia a b a je ’; y que a su vez en cam bio la tierra se desparrama, de la cual
viene a hacerse el agua, y de ella las restantes cosas, rem itiéndolas m ás o m enos to
das a la evaporación (a n a th ÿ m iâ sin ) a p artir de la m ar: y ésa es la ‘vía hacia arri
b a ’. Pero que se p ro d u cen evaporaciones a partir de la tierra y de la mar, las unas
esplendentes y p u ra s, y las otras tenebrosas; y que se van aum entando el fu eg o p o r
obra de las esplendentes y lo h ú m ed o p o r obra de las otras. E n cuanto a cóm o es
lo circundante ( to p eriéch o n , a q u í el ám bito celestial), no lo manifiesta: sólo que
hay en él unos cuencos que están vueltos con la concavidad hacia nosotros, en los
cuales acum ulándose las evaporaciones esplendentes prod u cen llamas, las cuales
( dice q u e ) son los astros; y que la m ás esplendente es la llama del sol y la m ás cá
lida; que es que las otras estrellas están m ás alejadas de la tierra, y que p o r eso res
plandecen y calientan m enos; y que la luna, siendo m ás vecina de la tierra, no se
m ueve p o r un espacio lim pio, m ientras que en cam bio el sol está p u esto en uno trans
parente y sin m ezcla, y está a una distancia de nosotros bien proporcionada; así
que p o r eso calienta m ás y da m ás luz. Y que hacen eclipses so l y luna al darse la
vuelta para arriba los cuencos. Y que las configuraciones de la luna según el curso
del m es se producen al revolverse en ella ligeramente el cuenco. Y que día y noche
se producen, así co m o m eses y estaciones del año y los años y las temporadas llu
viosas y los vientos y los fe n ó m e n o s de ese orden, según las diferentes evaporacio
nes: que es que la evaporación esplendente vuelta llama en el círculo del sol hace
el día, y la contraria al pred o m in a r da p o r resultado la noche; y que al aum entar a
partir de lo esplendente lo cálido hace verano, y al acrecentarse a partir de lo tene
broso lo húm ed o p ro d u ce invierno. Y congruentem ente con eso tam bién sobre los
dem ás fe n ó m e n o s razona causas (aitiologeí: tal es la actividad central de toda Cien
cia o Filosofía). E n cuanto a la Tierra, nada m anifiesta sobre cóm o es ella, así
com o tam poco sobre los cuencos. Y ésos eran los pareceres (tà .dokoúnta) que él
tenía”. H aya tenido el lector paciencia con esta retahila, p o rq u e en su puerilidad es
colar (lejos está tam bién ella de la robusta teorificación de la época helenística, de
donde rem otam ente procede) ha de servirle bien para enfrentarla con las verdade
ras razones que de los restos del libro h em os leído, de cuyas m uchas incom patibi
lidades con estas imaginerías de la R ealidad no m e paro a hacer el porm enor.
8 Y luego, la lista de doxas que, a nom bre de Heraclito o, según lo que se ha
advertido antes, con vacilación entre los nom bres de H eraclito y Heraclides (P ón
tico), aparecen en los A ré sk o n ta o Placita de A ecio, laboriosam ente reconstruidos
p o r D iels a partir de la E p ito m é o R esu m en pseudoplutarquiano m ás algunos ex
tractos o paráfrasis en E stobeo, Teodoreto y algún otro: donde es de notar que las
Epilegómenos 395
tres que aparecen prim eras ( 1 3, sobre que la arché fu ego, con H ípaso m etaponti-
no, com o desde A ristóteles; I 7, con el fu e g o cíclico y la h eim arm én ë, citado al
n. ° 73; 1 8, sobre la materia cam biante y flú id a para los estoicos, com o para H era
clito) y tam bién 1 23, sobre el m ovim iento inherente a todas las cosas, usado al
n.° 70, se ve al m enos que proceden de m anejos y triviali zaciones de fórm ulas que
en el libro había, cosa que ni siquiera cabe pensar de ninguno de los num erosos
que siguen: I 13, de los pségm ata o raspaduras, que los m ás de los estudiosos le
pasan a Heraclides; I I 1, de que el cosm os es uno solo, para Tales, Pitágoras, E m
pedocles, Ecfanto, Parm énides, M eliso, Heraclito, A naxágoras, Platón, A ristóte
les, Z e n ó n (presum iblem ente el estoico; atención al sitio en que se enlista a H e ra
clito, que cronológicam ente le cae bien a H eraclides); 11 4, de que el cosm os es gé-
nito no según tiem po, sino según pensam iento, de lo que sin em bargo hem os usado
para n.° 81; I I 11, que, para H eraclito y Parm énides, el cielo es ígneo; I I 13, que,
tam bién con Parm énides, las estrellas son acum ulaciones de fuego; I I 13 (las m ás
fuentes a Heraclides, un códice a H eraclito), que cada estrella tiene su tierra y aire,
etc.; I I 16 (con Parm énides para una fuente, con los Estoicos para otra), que los
astros se alim entan de la anathÿm iâsis terrestre; I I 20 (con H ecateo), que el so l es
un encendim iento intelectivo (n o e ró n ) salido del m ar; I I 20, la cita sobre el tam a
ño de un pie del sol, que hem os em pleado antes; I I 21, de que es esferoidal, algo
com bado (?: h y p ó k y rto n ); I I 24 (en una fuente, con H ecateo), sobre los eclipses
p o r vuelta de la convexidad del cuenco, com o en lo de D iógenes Laercio que h e
m os visto (que de A e c io proceda m ucho de ese pasaje de D iógenes es m u y p ro b a
ble); I I 25 (las fu en tes vacilan entre H eraclides y Heraclito), de que la tierra está
rodeada p o r una brum a; I I 27, de que es esferoidal; I I 28, de cóm o sol, luna y es
trellas, esféricos, recibiendo anathÿm iâsis, dan luz a la vista, y el sol m ás que la
luna, p o r lo que tam bién hem os visto en D iógenes L aercio; I I 32, de que el G ran
A ñ o es de 18.000 años solares para Heraclito (cuenta que corrige D iógenes el es
toico m ultiplicando p o r 365); (en I I I 1, Heraclides Póntico sobre cometas); I I I 3,
explicación de truenos y relám pagos (con intervención de anathÿm iâsis para éstos),
así com o de los p résteres (que aparecen, bien de otro m odo, en n." 76); (en I I I 12,
Heraclides Póntico, ju n to con E cfanto, hacen a la tierra girar a m odo de rueda);
I I I 16, Heraclides/Heraclito, ju m o con Aristóteles, explicando las mareas; I V 3, H e
raclides en Diels D o x o g r., pero H eraclito en varios códices, según W ehrli H eraclei-
des, de que el alm a es com o una luz (p h ô to e id ê ); I V 3, la cita sobre alm a univer
sal y anim al ya sacada antes; I V 7, la del alma imperecedera, tam bién allí usada;
(en I V 9 H eraclides, ju n to con Parm énides, E m pédocles, A naxágoras, D em ocrito
y Epicuro, explica las sensaciones diferentes p o r una p ro porción de sus vías o p o
ros correspondientes con los diferentes sensibles que les tocan; que es lo más cer
cano de H eraclides que encuentro a la historia de la araña de n.° *143); y V 23, H e
raclito con los Estoicos, sobre que los hom bres alcanzan la m adurez, e.e. capaci
dad generativa, a las dos hebdóm ades (así com o conocim iento de bien y mal), lo
cual se relaciona estrecham ente con lo que al n.° *139 hem os visto sobre ciclos hep-
tádicos de astros y de edad hum ana.
9 H abría todavía que añadir el pasaje, que D -K (22 B 139) relegan a fa lsifi
cación bizantina, sobre m ovim iento de los astros, bajo título “D e Heraclito el filó
so fo ”, así com o una nota de Jorge Paquím eres (cit. p o r D -K . ib. nota) sobre coin-
396 Razón común
12 N o es que diga que habría sido de p o r sí im posible que en alguna parte del
libro, abandonándole la v o z de la razón com ún, hubiera Heraclito cedido a la ten
tación de presentar opiniones y teorías sobre los fe n ó m e n o s reales: bien cerca y en
frente tenem os el caso de P arm énides que notoriam ente así lo hizo, cuando en su
poem a, cansado de dejar a la diosa que dijera sim plem ente la verdad, con ju stifi
cación expresa de que tam bién las creencias tienen su ser com o creencias y hay por
tanto que saberlas ( “M as has de enterarte de todo, lo m ism o / corazón sin tem blor
de la bienredonda verdad que creencias / de los mortales, en las que no cabe fe ver
dadera; / y aun ésas, con todo, habrás de aprender, cóm o, siendo creídas, / tendrán
en creencia que ser, p o r todos todas en tra n d o ”: 1, 28-32), a fin de que no nos en
gañen al encontrarlas entre los hom bres ( “p o r tal ordenación lo aparente todo te
cuento, I m vaya nunca noción de m ortales al paso a rozarte”: 118 s. Lect. Pre-
Epilegómenos 397
socr. l= D - K 8 60 s.), hace a la diosa, com o parte segunda del poem a, pasar a ex
p o n e r doxas astronóm icas y psicológicas: “A q u í te m e p a ro ya en la razón de fia r
y la idea I en torno a verdad. M as ve desde a q u í las creencias m ortales / sabiendo,
atento al orden engañador de m is versos” (108-110= D -K 8, 50-52): así que (¿por
qué no?) algo parecido p o d ía a Heraclito haberle tam bién pasado, y no p o r ello
dejaríamos de oír, pasa n d o de largo las partes en que se expusieran verdades, aqué
llas otras en que la razón co m ú n se dedicara a decir verdad, esto es, a revelar la
m entira de las verdades ya sabidas; no: es, sencillam ente, que no tenem os fu n d a
m ento para sospechar tal cosa, y p o d e m o s leer los restos del libro de Heraclito lim
pios de tales adherencias doctrinarias, no un P éri physeós en el sentido postsocrá-
tico de Física o Ciencia o etiología de una realidad tom ada com o externa al lengua
je que razona sobre ella, sino m ás bien un lugar en que el lenguaje m ism o muestra
en acto su p ropia lógica (una Lógica de la contradicción, anterior a toda filo so fía ),
tam bién presentándose a él m ism o co m o realidad o fu eg o , en la parte de la R azón
General, para lanzarse luego contra las ideas dom inantes sobre gobiernos y perso
na, en la R a zó n Política, y contra creencias y prácticas religiosas y esperanzas p o s
trimeras, en la R a zó n Teológica; m ientras que, en cam bio, el que eso quisiera p ro n
tamente convertirse, con el desarrollo de la Filosofía o Ciencia, en un sistem a más
de opiniones y teorías, es lo m ás natural del m u ndo, y lo que una y otra vez ha
sucedido y ha de suceder, tam bién con este intento de resurrección de la razón co
m ú n de las reliquias del libro de Heraclito: tal es la necesidad y m iedo que nos obli
ga a tener ideas sobre las cosas olvidando que las cosas están hechas tam bién de
nuestras ideas.
Las referencias van al n.° del fr. en esta edición y a sus secciones © , © , © o a los párrafos de Prol(egómenos) y
Epil(egómenos).
En tipo mayor, los lugares usados en © como fuente. Marcados con **, aquéllos en que hay en © alguna propuesta
crítica sobre el contexto del citador.
Los nombres se dan en su forma latina aun cuando estén usados en la griega o la española (Jenófanes =
Xenophanes, Estobeo = Slobaeus, Crisipo = Chrysippus, etc.; pero Philon, no Philo, y así en los otros semejantes).
Disculpa de que las observaciones de filólogos modernos aparezcan referidas con el solo nombre de autor; el
curioso lector deberá buscar la referencia precisa en el repertorio de Mondolfo-Tarán o en la anotación de las ediciones
precedentes.
Salvo excepción, la cita de antiguos es a la edición preferente que ofrece la lista de González-Facal Repertorium
Litterarum Graecarum, Madrid 1982.
1 2 1 1 1 1 36 68 49 66 102 111
2 92 2 23 3 4 37 53 103 0 72B 54
3 0 37 57 47 *137 (2.°)
4 (.JPh 0 38 App. 1 55 38 33 0 63b 24 93
IX) (2.°) 39 112 0 100 62 92
5 130 75 86 117 125 · 40 16 6 16 18 24
+ 126 +78 41 19 120 85 54 25
6 32 36 58 48A 64 42 119 93 30 21 29
7 37 58 78 112 50 43 103 88 102 104 102
8 46 98 0 75 43 44 100 82 103 65 89
9 51 102 37 71 55 45 71 42 67 35 106
(1.°) 46 132 56 114 App. 1 14(b)
9a 43 0 0 0 30 + 134
(=A22) 47 48 5 113 11 116
10 59 112 25 .124 46 48 66 39 79 58
115
11 55 41 80 76 83(b) 49 113 98 63 91
84
12 41+42 21+44 40 L.113B 108 49a 81 0 App. 1 63
(el 63F) 110
+ 12 1.a prt.
13 54 0 36 72A 54 50 1 118 26 36 47-r 39
(1.°)
127 51 45 117 27 78 42
14 124 76 87 115
cfr. 46
+ 125
52 79 24 93 94 85
15 127 77 50 116 129 53 24 25 29 83 45
16 27 73 81 122 7 54 47 9 80 36
116
17 5 57 3 4 11 55 13 11 5 14 33
18 7 19 11 7 135 (1·°)
19 6 0 0 17 16 56 47 92 21 22 10
2.a parte nota
20 86 0 99 98 115 57 35 114 43 19 31
21 64 16 49 89 130 58 57 + 58 107 46 73 52bis
22 8 4 10 8 23 +57
23 60 100 45 69 52 59 50 111 32 74 59
(2.°) 60 69 108 33 103 60
24 102 86 96 100 95 53
61 52 101 35 70
25 101 70 97 96 114 62 67 66 47 92 67
26 77 65 48 90 133 63 123 68 73 110 132
27 122 66 74 84 134 64 28 35 79 119 84
28 118 71 + 87 20+ 19 85 + 87 13 65 24 30 55 120 75
29 111b 85 95 97 94 (2.°)
30 20 29 51 37 81 66 26 72 82 121 80
31 21 32 53 38 76 67 36 121 77 123 48+49
1 parte
67a 0 0 0 App. 1 *143
31 23 33 53 39 78 68 129 0 88 App. 128
2.a parte
69 128 0 0 App. 1 126
32 65 119 84 118 41 12
70 79 0 0 58
33 110 83 104 66 90 nota
34 3 55 2 2 17 71 73 0 0 5 117
35 49 3 7 9 22 nota
Tabla de correspondencias 411
D-K Byvv. Wheel. Marc. Kahn Esta D-K Byw. Wheel. Marc. Kahn Esta
F il o l o g ía
Lecturas presocráticas
Redacción de u n a p arte de las lecturas y discusiones orales sobre textos de Z e
non, H eraclito, Parm énides y otros. 240 págs.
L in g ü íst ic a y L ó g ic a
C ontra el Tiempo
Es una guerra en que, a lo largo de 15 ataques, se trata de descubrir, y así combatir,
el proceso de conversión de u n tiem po indefinido (de u n solo sentido, es decir,
ninguno, y de «infinita velocidad») en el Tiem po real, que es en verdad, en cuanto
ideado y m edido, u n espacio, en el que se funda la Realidad, imposible, y se practi
ca tam bién la reducción a Tiem po de nuestras vidas. E n ese combate, se acude a las
tácticas y vías más diversas, desde el ataque a la concepción científica (y vulgar) del
Tiempo, más que a la teoría física, a los instrum entos m atemáticos usados a su ser
vicio, hasta el análisis de la mem oria, las artes tem porales y los ensueños, pasando
por la penetración en los mecanismos de lenguaje y lógica, en el ritm o, en las idea
ciones históricas del Tiempo, y p o r u n recorrido a los pensam ientos y form ulacio
nes sobre tiem po entre los antiguos. 304 págs.
D el lenguaje
D edicado, entre o tro s temas, al estudio de la relación entre relaciones en el sis
tem a y sucesión en el discurso, la frase y sus m odalidades, entonaciones y senti
do, la sílaba rítm ica y la sílaba convencional, el cam po m ostrativo, m undo d o n
de se habla p o r oposición al m undo de los significados o de que se habla. C on
34 esquem as ilustrativos. 440 págs.
H ablando de lo que habla. Estudios de lenguaje
(Prem io N acio n al de E nsayo 1990)
C olección de estudios inéditos o publicados p oco accesiblemente, ordenados
en los siguientes cam pos: I. L enguaje; m éto d o y té rm in o s; II. C u estiones
pragm áticas. Sentido, entonación y m odalidad; III. R elaciones entre hechos
em prácticos, sintácticos y semánticos; IV. O rganización sintáctica y p u n tu a
ción; V. Tres casos de afasia; V I. E scritura y fonem as; V II. R ítm ica (reedición
del libro D e l ritm o d el lenguaje); V III. D el lenguaje a la política. 416 págs.
N arrativa
Locura. 17 casos.
La psicoanalista, más bien heterodoxa, Mónica F lorentin presenta 16 casos, más
bien veniales o parciales, p o r medio de sendos diálogos entre loco interrogado y
loco interrogante, de sexos más o menos opuestos el uno al otro, de entre los 49
reunidos, para ese fin, durante dos veranos en una dehesa abandonada, y añade
uno más sacado de su propia lejana adolescencia. El resultado sugiere algo de la
locura de la norm alidad. 192 págs.
P oesía
A l burro m uerto
«Yo canto a u n b u rro y la m uerte...» Tras u n exabrupto de entrada, once ende
chas de vario ritm o, que no van a conseguir resucitarlo, se dirigen, sin em bar
go, a un burro, que era al m ism o tiem po E L B U R R O Y T Ú , y maldicen, de
paso, al m u n d o que lo ha m atado. 64 págs.