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U N IV E R SID A D N A C IO N A L A U T Ó N O M A D E M É X IC O
M é x ic o 1984
Cuadernos del Centro de Estudios Clásicos 19
ganzl912
I N S T I T U T O DE IN V E ST IG A C IO N E S F IL O L Ó G IC A S
ganzl912
^ 3 3
FILOSOFÍA
y lauras
ISBN-968-837-073-8
NOTA PRELIMINAR
6 7
IN T R O D U C C IÓ N
I. D elimitación DEL PROB^LEMA
11
la discusión a un terreno al que no queremos llevarla, por
limitaciones cuya motivación en seguida enunciamos.
Nuestro deslinde, en efecto, no es practicado respecto de
un concepto abstracto de tiempo, para ceñirnos a un ade
cuado encuadre que posibilite un tratamiento con limitacio
nes precisas. Algo de eso hay, y admitimos que el traspasar
esos límites puede enriquecer la problemática. Pero la cues
tión es ante todo metodológica: la presente es una investi
gación de historia de la filosofía griega, y eso nos impone
precavernos al máximo de anacronismos, que difícilmente po
dremos evitar si confrontamos los pensamientos que aquí
examinaremos con el de la filosofía vitalista de un Bergson
o con el enfoque de la ciencia física moderna.
Claro está que las nociones de "tiempo” y "eternidad”
gozan de una cierta impunidad en el lenguaje casi cotidiano,
y parece casi imposible abordarlas en pensadores de los si
glos v y iv a.C. sin pre-conceptos. Sin embargo, sucede que,
al menos en uno de ellos. Platón, hallamos explícitamente
las expresiones "tiempo” y “eternidad” . Por consiguiente,
no se hace necesario entender esas expresiones desde pers
pectivas más modernas; por el contrario, se torna necesario
desprenderse de esas perspectivas para ver cómo Platón las
llegó a concebir. Debemos mirar entonces para atrás, y ha
llaremos inequívocamente a Heráclito y Parménides. Desde
luego, podemos entonces ver proyectada la concepción de
Platón en la idea cristiana de "eternidad” (p. e., en San
Agustín), lo que sin duda no carece de interés, aunque tal
vez para comprender mejor la noción cristiana de "eterni
dad” tal como la entendió San Agustín, y no para ayudarnos
mucho en la hermenéutica de Platón.
En cambio, la presencia de antecedentes, en Heráclito y
Parménides, de las nociones que en magnífica síntesis enun
cia Platón (con las características que éste, por su cuenta,
añade a tal síntesis), nos obliga a rastrear un poco más
atrás aún, en busca de la aparición en Grecia de expresiones
o pensamientos sobre los cuales se fueran amasando reflexio
nes como las que llevaron a Heráclito y a Parménides a ma
nifestarse como lo hicieron.
Esto implicará, de nuestra parte, un breve repaso de la
literatura griega anterior a los años 500-480 a.C., fechas en
tre las que, con bastante probabilidad, escribieron sus obras
Heráclito y Parménides; lo cual remontará nuestra indaga
ción hasta los siglos viu y vn a.C., en que fueron compuestos
12
I
los poema-i homéricos y los atribuidos a Hesíodo. Sobre esa
base trataiemos dé ver qué ideas o qué expresiones pueden
preanunciar lo que dará lugar, más adelante, a distintas
concepciones de “ tiempo” y “eternidad” .
• De este modo, nuestra metodología nos llevará primera
mente a tratar de ponemos en el lugar del hombre de la
época de los poemas homéricos —y de épocas sucesivas—,
para intentar armar a partir de allí las estructuras concep
tuales futuras, en lugar de tratar de detectar, p. e., en qué
momento el hombre comenzó a pensar en coordenadas tem-
poespaciales en un sentido como el que Kant ha enunciado
por vez primera.
13
II. P untos básicos de nuestra tesis
14
el cual se ha creado el universo. Manejándose en un terreno
de metalenguaje, Platón rechaza la común aplicación de una
terminología propia de la “ imagen” —respecto de sus ins
tancias temporales— al modelo, y subraya los vocablos que
corresponden realmente a ésta En esta diferenciación
que hace entre los conceptos y vocablos relativos al modelo
y los correspondientes a la copia, Platón —conscientemente
o no— sintetiza las dos formulaciones opuestas, referentes al
tiempo, que contrapondrían Heráclito a Parménides, y que
hemos aludido en los dos puntos anteriores.
Existen muchos otros puntos sobre los cuales tomamos par
tido, en controversias abiertas, o bien abrimos a la contro
versia. Así nos hemos visto obligados a tomar posición res
pecto de la reconstrucción de las concepciones de Heráclito
y de Parménides, en algunos aspectos, sin los cuales la
consideración aislada del fragmento 30 del primero, y del
fr. 8, 5 del segundo, correría serio riesgo de inducir a peores
equívocos que los que se trata de elucidar. También el exa
men de los posibles usos sintácticos y semánticos del vorbo
griego para “ser” (eífií), aunque no le hayamos constituido
en un estudio exhaustivo ni mucho menos, ha reclamado
nuestra atención para la mejor comprensión de esos pasajes.
Y asimismo hemos debido aventurar alguna hipótesis sobre
el posible origen de la noción de "eternidad" que maneja
Platón, y la proyección que —presumiblemente a través de
Plotino— ha tenido la misma en el pensamiento cristiano
de San Agustín.
15
A . BREVE R E V ISIÓ N DEL C O N C E P T O DE TIE M PO
EN L A L IT E R A T U R A PR E H E R A C L IT E A N A
I. V ocablos que significan " tiempo " en la L iteratura
A rcaica
1. El significado de chrónos
19
mía; siempre es algo sólo con sucesos, o, más correctamente,
con situaciones".
4. “Las situaciones en las cuales se habla de su xCóvoq, su
duración temporal,, de índole casi exclusivamente negativa.
De xsóvo; se habla predominantemente cuando el tiempo
permanece vacío; cuando se lo desperdicia inútilmente, o es
esperado; en una interrupción; cuando alguien es demorado
o retenido, etcétera,"2*
A partir de la delimitación de las características enume
radas, y sobre todo de la última, Frankel arriba a una con
clusión de tipo netamente conceptual: en Homero "se ha- 1
descubierto el tiempo, entonces, al aguardar; por lo demás
no se lo ve, sino sólo las cosas que suceden’’.8*lo"N o hay marco
temporal alguno que abarque los sucesos épicos [ . . . ] Las
cosas no necesitan del medio temporal para hallar una me
diación entre si y ordenarse. Actúan directamente unas sobre
otras y pasan ante el espectador sin una atmósfera de tiempo
notoriamente nítida y pura, como algo que sólo necesite
responder a su propia mecánica.” 4
Por lo demás, para Frankel el concepto de temporalidad
no se halla presente tanto “ en el muy abstracto concepto de
‘tiempo’ mismo, sino en el más concreto del ‘día’ ” , pero
este concepto temporal nos presenta a un “ día" que, “ frente
al carácter positivo o negativo de la situación y frente a la
diferencia de situaciones y acontecimientos, es neutral. El
día se puede llenar con cualquier contenido. Así puede
expresarse el homérico ‘siempre’ con la fórmula todos los
días [ . . . ] "Él día es el recipiente para el acontecer, el espacio
vacío que está listo para ser llenado con este contenido".5*
20
Con Solón, a comienzos del siglo vi, las cosas cambian:
"para él el tiempo es lo que purifica y aclara": "con el
tiempo a todas partes llegará la reparación" (ttp 8é XC^^
nóvaos curoTeicofiévrj).0 Añade Frankel: “ Chronos crea,
pues, derecho; también trae verdad” : “un breve tiempo mos
trará a mis concieudadanos mi locura, la mostrará al llegar
la verdad entre nosotros" (Ael|si Sfi [tavírjv p¿v/ép£v (3aióg
Xpóvos aavoí?, 5sí|ei áATjdsuig ég i'écov éoxopévrjg).7 “ En otro
apotegma confía en que la magnitud y el resultado de su
gestión política se tornen manifiestos 'en el tribunal (o en la
justicia) del tiempo'. La tierra ática, la tierra liberada misma,
testimoniará entonces por él.” *
En el mismo siglo vi hace de lleno su aparición /góvoc en
la filosofía, con Anaximandro. Veamos lo que a veces es con
siderado el fragmento de Anaximandro, según lo transmite
Simplicio siguiendo a Teofrasto: é| <¡iy 8s f| yévscás á<m toI$
oícn r.cd tt|v cpflogav stg raOra yívEtrOat xattl xo X(1ecÍ)v- St&óvcu
Esto en realidad no se contradice con Frankel, ya que éste admite la
existencia "de giros en que se añade al 'día' un adjetivo que le imparte
una cualidad particular: Yi día fatal’, ‘el día de la desgracia', ‘el día
cruel’ Pero "nunca se batía de un día tal en que se ha cumplido
un destino, ha sucedido una desgracia, alguien ha muerto. Siempre
el suceso debe estar por acontecer, o puede acontecer [ . . . ] incluso la
mayor parte de los casos es evitado [ . . . ] La locución con ‘día’ eviden
temente no es elegida porque se haya buscado el concepto de tiempo
en si, sino que es utilizada para introducir en la expresión algo
["objetivo. El día es lo que lo trae (c/. íí. 8 541, N 828), es el paso y
curso del que llega: 'alguna vez llegará el d í a ...’ ” (p. 5.6). También
R. B. Onians {The Ortgins o) Europcan Thought, cap. tx ), no ci
tado por Accame, y que a su vez no cita a Frankel, dice: "Homero
identifica el ‘dia‘ con el destino experimentado, habla del destino como
del finad. avíJipov tinao [■• ■] no significa ci destino, sino el destino de
la muerte, visualizado, concebido como correcto, puesto en una ba
lanza y pesado.’ j (p. 419) .
* Frankel, ob. cit., p. 9; Solón £r.S,10 Diehl (Ewiomía).
7 Frankel, ob. cit., p. 9; Solón fi.9,l-2 Diehl.
s Frankel, op, cit., p. 9; Solón fr.24,3-5 Diebl: <jv|íli<H?tw?otr| TaCx’ñv év
CÍkji 7 póvou, nrytTip nayícrcr) Satnóvcov ’OAufcnhuv ¿¡piara, rij néAoava
Franz Dirlmeier "Der Satz des Anaximandros von Milet” {artículo de
1933, incluido en UBV, p. 88 y ss), para poder negar a Anaximandro
la posibilidad de personificar o sustantirizar el término xpóvog, k>
niega en toda la literatura del siglo vi a.C., y por ende también a
Solón. Para eso apela a una enmienda de la frase del fragm. 24, scgfin
la cual deberla leerse ¡táv 8í«iis üpovo; ("en el trono de la justicia") .
Pero resulta un artificio injustificable, toda Vez que como se ve por
los otros dos ejemplos que cita Frankel, la idea del tiempo que liará
justicia o hará ver claro es muy propia de Solón.
21
yáp axná ftíxrjv vxd xíoiv áWtéi.ov; rr|- á8ixíag xacá xijv xov
¿oóvou TÚSjiv (palabras seguidas del comentario probable
mente de Teofrasto: ‘'hablando asi de estas cosas en términos
más bien poéticos” , lo que ha servido de indicio de que la
cita es textual, aun cuando no se tenga la seguridad sobre
desde qué palabras hay que tomarla como textual); “ de
donde [= de aquellas cosas] hay generación para las cosas,
hacia allí [= hacia esas cosas] se produce también la des
trucción, según la necesidad; en efecto, deben expiar y pagar
reparación unas a otras por su injusticia, según el ordena
miento del tiempo” .
22
Jo que deviene (véveoig, V/erdende) es determinado por medio
del tiempo en orden; y si no hubiera tiempo, habría una con
fusa mezcla (cér/jw:;, re ge IIoses Durcheinander ) de los naci
mientos (vevádECov, Entstehungen) y de las acciones («eó|e<ov,
Handlxtngen), de modo que estarían confundidas las cosas que
pasan 2llora con las referencias a la güeña de Troya".11
Concluye Dirlmeier: "El poder del consiste, pues, en
que convierta al yivveodai carente de orden en uno ordenado.
O a la inversa: Las cosas no surgen <JU7xexvpév<áS (in Caleg.
160, 1), sino según e l ordenam iento que es creado p or el
tiem po: periódicamente."
Damos cuenta de las objeciones de Dirlmeier porque con
ciernen al uso de chrónos en el siglo vi a.C.; pero naturalmente
que el concepto de "tiempo" que extrae de comentarios de
Simplicio —distintos al concerniente a Anaxim2ndro— contiene
ya toda una evolución lejana a la era arcaica. Dirlmeier se
opone sobre todo a jaeger, quien lee en la frase atribuida a
Anaximandro un concepto del tiempo como juez ordenador,
que pronuncia una “ sentencia" o (para conferir tal sig
nificación a -tólis, término que no se halla en contextos jurí
dicos que conozcamos antes del P olítico y Leyes de Platón,
Jaeger se basa en la acepción “ fijar la pena" que puede tener
el verbo correspondiente, Time»), en forma similar al yambo
de Solón.12
Ahora bien, la tesis de Dirlmeier de aceptar como cita tex
tual de Anaximandro sólo las palabras que hay entre rx> xearóv
y -toe ¿5uúa? es inaceptable, ya que el comentario de Teofrasto
(o de Simplicio) “ hablando así de estas cosas en términos más
bien poéticos" asegura la textualidad de las palabras citadas
inmediatam ente antes, y si bien cabe discutir desde dónde co
mienza la cita textual, no resulta lógico controvertir dónde
termina , ya que es patente que la cita termina con las palabras
que preceden inmediatamente al comentario sobre el estilo de
la misma. Y estas palabras son precisamente xatá ii)v roí xpóvo;
-tdljiv. Que el fragmento tiene —aunque más no sea en forma
figurada, mediante esos “ términos más bien poéticos"— un tono
marcadamente ético y jurídico, resulta claro, mal que le pese
a Dirlmeier, a partir de expresiones como Stfióvat Síxtiy xai
váiVY y Tt)S áSixíaj. Pero eso no significa que ese tono ético-
23
jurídico confiera, com o quiere Jaeger, un carácter personífica-
dor del tiempo, com o juez que castiga ¡as infracciones. En cuan
to al yambo de Solón, parece correcta la interpretación de
Kirie, de que Solón apela a la tierra com o testigo, “ porque
con el correr del tiem po ella ha llegado a ser libre; esto es lo
q u e el ju icio d el T iem p o significa’*.!*
Precisamente en un poeta-filósofo de fines del siglo vi (y
que, por ende, puede presumirse que manejaría un con
cepto de “ tiempo’’ cuando menos tan elaborado como el de
Solón y Anaximandro, Jenófanes, leemos (frag. 18 D-K):
“ por cierto que no todas las cosas los dioses han mostrado
a los mortales desde un comienzo, sino que [éstos], buscan
do, con el tiempo (o “ con el correr del tiempo, XQÓvtp), han
descubierto lo mejor” . Esto armoniza mucho más, no hace
falta decirlo, con los otros dos pasajes de Solón que cita
Friinkel (fr. 3,16 y 9,1-2 Diehl), aunque en ellos ypóvog
aparezca sustantivado. Y estimo que no puede ser muy dis
tinto su sentido en la frase de Anaximandro, a pesar del
añadido xáljt;, cuya acepción resulta difícil de determinar,
ya que sólo en textos del siglo v hallamos usos de dicho
vocablo, sea referidos al ámbito militar o al de la tasación
de tributos o impuestos.1* En este último caso se halla la
segunda de las dos posibilidades interpretativas que sugiere
Kirk, en el sentido de que "el tiempo no controla la can
tidad, sino más bien el periodo en el cual la proporción
fijada debe ser pagada”, y que “ el tiempo ha hecho una
evaluación [del daño causado por un contrario al otro, en
términos de duración] de una vez y para siempre, a los
efectos de que, más temprano o más tarde en el tiempo sea
pagada la compensación", ideas respecto de las cuales Kirk
encuentra alguna analogía en Esquilo (Coáforas 648 ss, Su
plicantes 732 s).1
15
4
1
3
En todo caso, al llegar a Píndaro,16 según Fránkel (quien
24
V no se ocupa en este trabajo de Anaximandro más que con
una frase de paso, y deja de lado a Jenófanes, en una discu
tible separación entre ''literatos" y "filósofos", en la cual sin
embargo Solón es tratado como ejemplo del primer grupo),
ya no cabe hablar de un "tiempo vacío", como en Homero.
El adjetivo chrónios (yQÓvtoq), que en Homero significaba
“ tarde", tiene ahora el sentido positivo de "temporal". Tam
bién se diferencia Píndaro de Homero en la aplicación de
chrónos para el "tiempo puntual” . "Pero la aplicación pro
piamente típica de Píndaro del concepto ‘tiempo' es la de
decir que las cosas vendrán con el tiempo."17 En esto po-
< demos hallar una similitud con lo que hemos visto en Solón,
Anaximandro y Jenófanes. En contraste con la indiferencia
de Homero por el tiempo, llegamos en Píndaro a una "exal
tada veneración" del tiempo que lo lleva a presentarlo como
“ Padre de todas las cosas” t* (jfgóvo; ó ircmcov iuhyiq; de
todos modos el contexto de esta célebre frase —Olimp. II
17—‘ muestra a chrónos impotente para borrar las acciones
llevadas a cabo con justicia o contra justicia: "ni siquiera
el Tiem po, Padre de todas las cosas, p o d r ía ...").
La diferencia entre el concepto arcaico de "tiempo" y el
concepto clásico, queda quirá mejor trazada al comparar
Fránkel a Píndaro con Esquilo: “Para la concepción arcai
ca, el tiem po estaba activo en las cosas que sucedían; era la
fuerza que conduce todo, en cierto modo el viento que nos
cierra los acontecimientos. Por eso estaba siempre llegando,
como gusta decir a Píndaro, era el tiempo tardío y futuro.
Pero ahora, en la concepción clásica, es también tiem po en
nosotros, el que lo experim enta, cuando afrontamos los su-
cesos y pasamos por ellos. Así dice Clitenestra, en Esquilo,
cuando habla de los sueños malos: 'yo he visto más apari
ciones que [las que hay] en el tiempo que duerme con el
sueño’ (Agam enón 894).15 El tiempo duerme, pues, con
i 25
el que duerme.” 20
Sin duda, en esta linea se hallan los pasajes de Prometeo
y Euménides: “ no hay nada que el tiempo, al envejecer, no
enseñe” (Prom. 981: aAA’£'/6iSáo;:sL jtch'ü’ó yr|oáa-/<jov yoóvog)
y "el tiempo, al envejecer, purifica todo a la vez” (Eum.
286: jqóv05 jtcc&atQel jictvxa yúpáojcoov ópoü). Como dice Ro-
milly, en el primer caso, "este envejecimiento es el del ser
que aprende, y no el del tiempo, que lo instruye” , y respecto
del segundo ejemplo, "el envejecimiento, también aquí es
el del hombre que, con la edad, adquiere la paz; el tiempo,
una vez más, ha sustituido al hombre [ . . . ] el tiempo es
dado com o envejecimiento con nosotros” .21
En este tránsito de Homero a Esquilo —antes de cuyo
término, ciertamente, debe ubicarse a Heráclito y a Parmé-
nides— hallamos un concepto de tiempo, detrás de chrónos,
con sentido de "duración” , pero con distintas connotaciones:
en Homero, una duración es en sí misma indiferente al poeta,
interesado éste sólo en lo que circunstancialmente llene ese
espacio vacío. Con Solón, Anaximandro y Jenófanes chrónos
adquiere un contenido que no es el de la experiencia posi
tiva o negativa que lo llene, sino el de una "duración” que
no es vacia sino que trae algo consigo: verdad, conocimiento,
reparación de delitos y compensación del esfuerzo realizado.
“ Los tres modos del tiempo (com o los llamamos nosotros)22
aparecen en Homero implícitamente, pero perfectamente cla
ros en las palabras sobre el adivino en litada 1 70: 05 ?|5t¡ tá
x sóvxa xd x’éooó^isva jtpó t soviet.23 Tanto más digno de aten
ción es que falte aún un concepto más general de ‘tiempo’
en el que estén ordenadas las cosas” , anota Frankel.24 Cier
tamente, como señala Mondolfo, esta fórmula "considera la
26
sucesión infinita de los hechos diversos en e 1 uso del tiempo:
no presenta una 'permanencia constante de un ser único y
siempre idéntico", como aparece por primera vez en el fr.
30 de Heráclito.25 Por lo demás, al pasar de Píndaro a Es
quilo, advertimos que ese chrónos ya no aparece tanto en las
cosas o sólo en las cosas, sino en la vivencia del hombre mis
mo: así aparece como maestro o purificador del hombre
que experimenta su paso, al envejecer. Sobre esto del enve
jecimiento, cabe hablar algo más, ya en Homero y fuera del
vocablo chrónos. Pero antes revisaremos otro término.
2. El significado de aión
27
psyché en Homero.4 Y luego, aunque en forma más
intuitiva que basada en una investigación con los recaudos
bibliográficos adecuados, Onians en 1954 toma nota de la
frecuente conexión entre aión y psyché en Homero.
28
■
7 Degani, p. 131.
8 Valga la interesante anotación del contraste que ofrece dicha evo
lución, segón Degani (p. 13), en cuanto "de una noción atemporal,
propia del valor 'fuerza vital' y 'médula espina!', o temporalmente
limitada, como ‘duración de la vida’, se pasa —en un periodo rela
tivamente breve— a la connotación de lo eterno cxtratcinporal".
9 Degani, p. 19.
29
y alt&v es típicamente homérica: y es posible precisamente por
que alcóv es el principio vital. Cuando, después de H om ero,
pierde d ic h o valor, tal conexión n o será ya posible. Una neta
oposición entre los dos términos se halla, por ejem plo, ya en
Pindaro (ir. i36,3 = 231 Bergb): v.ax ttávxcav Estrtai ftaváiqi
ttepioílevsE / £aiév 8'éti Xsbrercu aitóvog eiSaiXov p e í cuerpo de
todos sigue a Ja muerte prepotente; pero, aún viviente, resta
u na imagen de la vida’ ’]. La —qu e es el atwvo; elStaí.ov—
viene de los dioses, es inmortal (v-4) y se opon e a la vida
terrena (alwv), que, en cam bio, es sometida a la muerte.10
A través de lo q u e denom ina una "particularidad sintáctica” ,
Degani hace notar cóm o cam bia el con cepto de H om ero a Eurí
pides: el primero habla de ríva Xí Úiel a’uúv ("la vida abandona
a alguien"), mientras Eurípides dice Xurovo* alwva {Bacantes 92:
abandonando la vida): “ A quí n o es, pues, el cdcúv el que aban
d on a al m oribundo, sino el m oribun do el que abandona al
ctlo’iv [ . . . ] A’uáv n o es ya la energía vital, sino q u e se ha con
vertido en sinóni o de fiío; [ . . . ] Después de Homero, uítúv
30
v'fPB
31
citando a mí, sino a la razón, sabio es convenir que todas
( ------- -- nv»mosuia, etcétera ). pero
las cosas son uno', dice Heráciño. ”
finv fi á la b n n o ta al p ie de p ^ 1’ ^ remite a Platón, Leyes
Diversos motivos determinan la consideración de las cinco pa 80oc-804b, donde se afirm a que el hombre no es más que una
rejas (tres de ellas foiraadas por términos conmarios, dos no; marioneta para ser ,m ovido p o r Dios, y p or lo tanto todo
lógon aióna y theón y díkárán) como una paráfrasis o expli; o que hace es un juego de niños: hay que vivir jugando
cación de Hipólito de las frases finales, donde no sólo la afir- con juegos que plazcan a los dioses.
mac¡6n "dice Heráclito" sino el súbito “no escuchándome a mi" M °ndolf ° pasa revSta a diversas interpretaciones, que db
dan la pauta de que sólo esto es textual. En cualquier caso, vergen e n cuanto a s1 eI ju eg o de A ión es para H eráclito un
aión no podría significar- de lo que en Plndaro, por lo unto ej empIo de una actividad dirigida a un fin o, al contrario,
es eirónea la versión "eterno” (no estamos frente a un adjetivo carente de meta; y en este caso, si expresa una op in ión
sino ante un sustantivo, por lo cual, si se quiere perseverar propia o p o Iemiza c o ntra una op in ión vulgar; pero so bre
en el auacronismo, habría que decir “eternidad”): en ese plano en cuanto a si eI fragmento posee un significado cós-
la traducción sólo puede ser “tiempo”.
mjco o un sig ñificado humano.ts Degani, p o r su parte, con
De todos modos, el breve fragmento 52 no es fácil de en sid era que ’ Ia cuestión no reside en si el aión paizon se
refiere aI tiempo de la vida individual o al tiempo d el unb
tender; alWv nat; éo't'i maíCcov, neooeúwv, nmMi; il PaoiA'l'JÍ-q.
que en principio habría que traducir aproximadamente verso: en uno u otro caso, en cuanto lo circundante es vivido
“tiempo es un niño que juega a los dados: remado de un en r elación siempre con un hic et nunc, si n o para trascen-
derIoi Es cierto q ue aión es el tiempo de cada uno , q ue se
niño”. Frankel piensa la frase en términos más arcaicos, y
también más metafísicos: “La existencia (Dasein) es un nino une con Ia p ro p¡a e x p eriencia y suerte; pero también es slmul-
que juega, en el juego de piezas; un niño gobierna como táneamente eI tiemp o del universo, el destino, el prin cip 'o
rey." Y explica: "El curso de la naturaleza, el señorío de la cósmico q ue reguIa o transforma a la humanidad entera.i«
necesidad, las normas de ley y tradición, o también el cui A nosotros nos parece excesiva especulación para tan p o
dadoso planeamiento o lo que fuere que aun regula nuestra cas palabras, que, p or otra p arte, no se pueden concertar con
vida: todo esto no significa más que las caprichosas jugadas alguna precisión ccrn otros fragmentos en que el pensamien
to de Heráclito, m d usive referido al tiempo (aunque sin
de ajedrez de un niño. que juega de acuerdo con reglas arbi
trarias, si se lo compara con una ley divina.”14 En lo cual vocabIos com o chrónos y aión ), es más asibIe. P or eso, si bien
Frankel conjetura que estamos frente a una comparación del citamos eI preferimos comentar m is simplemente,
com o Fesmgiére, que su sentido es inc¡erto.1T
tipo de la sugerida en el fr. 124: "el más bello ordenamiento
cósmico es como un montón de desperdicios dispersos al azar-’ ’ 15 Mondolfo, ZM, p. 64-68, notas.
(con un antecedente, al menos, en el fr. 83. 'V. más sabio 1® D^ni, p. 75-76.
de los hombres parecería un mono en comparación con 17 A- J- Eestugierc* ‘'Le sens philosophique du mot AIQN", pp XI,
¡949., .P-, 176 M. Marcovich, Htr. Ed. Malar, f . 493-495, a posar de
H H. Frinkel, “Einc hcrakicitiscbe Dcnkform (articulo de 1958, in edmuai- Ia ^ ^ ^ dad del fragmento, aventura la interprct.ición de qUe ■
cluido ron algunos añadidos en WFFGD, p. 264). El juego designado uidn cignfica aquí "madores y vejez del hombre" (e/. Esquilo, Aga-
por ttaa^ci -v que hemos vertido como "juego de , y lu<^, menen, 106) , de ^modo que el sentido sería:' "un hombre maduro no
siguiendo a Ft-Snkel, primero como "de piesas” y después “de aje- tíen« perspicacia que un nino”, y neo<Ñetv implica "una acción
dres", es mencionado repetidamente por Platón. Cf. C<irmtáeíj 174b; ,or a y sin signiíicación , mientras paatkTtíTt se aplicarla a Ia sabi
Gorgtas, 450d (pasaje sobre el cual E. R. Doodds, en su del Gor duría política de un citidadano maduro. La frase entera significarla
gias, anota que debe ser un juego que requiere habilidad) , República, ensoncen “un hombre maduro o de edad es tan tonto como un nifio
¡ 535b (en la nota correspondiente de la edición de Jotren-CampLe^ e.n tod,o ,sentldo' y especialmente en cuanto a Ja sabiduría o pevspica-
t. iii, p. 19, se dice que hay varias maneras de jugarlo, y que aquí, cia po tica. el rey en el trono se comporta como un niño". Como se
corno luego en VI 487b, se nata de un modo en el cual se bloquea Ve Ja oscura frase de Heráclito, con la cual ya Hipólito no sabía qué
al adversario, impidiéndole mover). De todos modos, las menciones de ^acer^ da^para todos los gustos. Lamentablemente, dentro de nuestra
Platón, aun cuando pueden aludir a versiones más complicadas o sofis- investigación este aforismo -c on la mayor parte de sus interpretacio
t'c:adas del juego, están teñidas del tono acaroso que implica lo !||;- nes— sólo poede valer como curiosidad.
52
33
II. F ormas A nticuas he P ercibir el T iempo
34
haya advertido que tal decisión Ies acarreará la muerte. Tal
el caso de AquileJ —tomado por Sócrates como paradigma
de su propio deber, Apología 28cd—, quien sabe que, si
mata a Héctor para vengar a Patioclo, le tocará en suerte
pronto una muerte similar; y no obstante, asume su destino
y va al combate (II. XVIII 94-126).
Ahora bien, si la muerte aparece como un tema, no es
porque se describan combates en los que, heroicamente o no,
mueran guerreros, sino porque, o bien tales descripciones con
tienen matices emotivos que incitan a la reflexión, o bien
se reflexiona directamente sobre la muerte. Y esto, en la
mayoría de los casos, arroja un saldo negativo en cuanto
a la valoración de la muerte. Se llega incluso, en el tardío
canto IX, a presentarnos un Aquiles anti-heroico, que pre
fiere o dice preferir la vida pacífica en su campo natal a
continuar en una lucha que no tiene' para él ventaja alguna;
y en este punto la Ilíttda entronca con la Odisea —en prin
cipio, mucho más ajena al tema de la muerte—, cuyo canto
X I ofrece (mediante el artificio poético de un sortilegio má
gico que permite a Ulises, no sólo descender bajo tierra,
donde yacen los muertos, sino devolverles a éstos el habla,
por un momento) el dramático cuadro del encuentro de
Ulises con su madre, a la cual no puede abrazar porque
no tiene consistencia y se esfuma en cada intento de su hijo.
O el lamento de Aquiles —que responde al elogio de Ulises,
quien considera que Aquiles es allí dueño y señor— de no
poder vivir, aunque más no fuera com o siervo de un labriego
pobre, en lugar de ese volátil imperio sobre otros muertos.
Pero más de una vez el poeta nos recuerda que esa heroi-
¿idad, en la cual marcha al combate a pesar de saber que
ello traerá consigo la muerte inexorable, y que esa bravura,
que lleva a un guerrero a acometer contra decenas o cente
nares de enemigos, se asienta sobre un hecho cierto y paté
tico: tarde o temprano, la muerte llega. El héroe le sale al
paso, para caer con honor y merecer el homenaje de la pos
teridad, eso es todo. Pero si la muerte, que acecha a cada
paso, no esperara en última instancia el desenlace fatal de
alguna enfermedad, sobre todo en un momento de la vejez,
estos héroes homéricos no se batirían con tanta facilidad.
No se trata de restarles méritos; claramente lo dice Sar-
pedón: “ ¡Oh amigo! Si el librarnos de esta guerra nos per
mitiera luego vivir siempre (ateí), sin envejecer y sin morir
(ayf|pcü -/al dOaváiw), no combatiría yo en primera línea ni
35
te llevaría a la lucha; pero mil muertes penden sobre noso
tros, y ningún mortal puede evitarlas” (II. X II 322-327). Y el
máximo héroe troyano, Héctor, también usa esta palabra
clave, agiros/ cuando se lamenta: ‘‘A h, si viviera sin morir
y sin envejecer (áytjpa^) por el resto de los días, y fuera
honrado como Atenas o A polo . . . ” (II. VIH 539).
La misma expresión athánatos kai agiros aparece repeti
damente en Homero (c f. II. II 147; Od. V 136, 238; VII 257
y XXIII 336) y Hesíodo, Teogonia (277, 305, 949, etcétera).
Por eso, cuando hallamos que Hipólito (Reí. 1 6,1 = D-K.
12 A 11 = D-K 12 B 2), siguiendo al parecer a Teofrasto,
atribuye a lo Infinito de Anaximandro el ser aídion kai
agéro, mientras Aristóteles (Fis. III 4,203b = D-K 12 A 15
= 12 B 3) dice que dicho Infinito es athdnaton kai anóle-
thron, y tras comprobar que no existen usos seguros de aidion
ni de anólethron antes del siglo v a.C., tendemos a combinar
los términos seguramente arcaicos de ambas fórmulas en una
sola, y llegar así a la conclusión de que para Anaximandro
lo Infinito —que, dice también Aristóteles, es tó 0eiov, “ lo
divino” — es athánaton kai agéro, es decir, contiene los atri
butos más envidiados por los héroes homéricos y por Hesíodo.
Sin duda que a nadie, en ningún momento, le ha gustado
morir de muertes violentas como las descriptas en la litada,
donde a menudo la espada hace saltar afuera, entre otras
cosas, el hígado y las tripas. Pero para nosotros es de sumo
interés que se tema tanto o más la muerte que sobrevenga
naturalmente al término de una vejez achacosa.
Ciertamente, debemos tener en cuenta el contexto social
en que se mueven los poemas homéricos, donde predomina
el genos patróos o “clan patriarcal” . En dicho contexto es
algo prácticamente inaudito hablar de la “vejez placentera"
(Od. X IX 368), y más frecuentemente es calificada de “ tris
te” (Od. X XIV 250) la vejez, o, peor, "odiosa” (II. X IX
336). Porque, contra lo que podría creerse a primera vista,
el patriarca, o, para darle el nombre homérico, el dnax basi-
leits o “ señor rey” no es un padre anciano sino un padre
adulto, vigoroso. En la Odisea el cuadro está perfectamente
delineado: en el reino de Itaca, el clan que prevalece es el
que tiene por jefe a Ulises. Ulises es, pues, el dnax basileús
de Itaca. Durante su ausencia, ni su padre, el anciano Laer-
36
tes, ni su hijo, el joven Telémaco, tienen la fuerza sufi
ciente para imponerse siquiera en su propia casa y expulsar
a los príncipes que pretenden casarse con Penélope para
adueñarse del codiciado cetro. Telémaco es un joven adoles
cente, neos (en Od. IV 663 se dice neos país, para acentuar
su poca edad). Laertes, por su parte, es un hombre que ya
da lástima, "abrumado por la vejez” (Od. X XIV 223).
Análogo al cuadro de Itaca es, aunque sin exhibir la abun
dancia de clanes —preanunciadora de la polis — el que nos
presenta Troya. N o está aquí tan clara la relación de Príamo
y sus hijos —y entre ellos, el mis bravo y vigoroso, Héctor—
con el gobierno de Troya. Pero Príamo evidentemente no
decide la suerte de Troya; Héctor, mientras vive, sí (el hijo
de éste, Astyánax, por ser muy niño, no puede ser compa
rado con Telémaco). Basta con tener a la vista el patético
ruego de Príamo a su hijo Héctor, para pedirle que no
vaya a la muerte segura del combate con Aquiles, argumen
tándole en base a su vejez: un neos atravesado por el agudo
bronce aún puede ser amado, porque incluso muerto es her
moso; pero que los perros desfiguren los cabellos grises, las
barbas canosas y las partes pudendas de un anciano inánime,
es para los mortales el más mísero de ios destinos (//. X X lI
59-76).
El que está en la plenitud de su vigor es un anér, senci
llamente un "hombre” (un “ varón”, Jl. XV 328, etcétera).
Claro que el vocablo griego, como su traducción española,
puede tener usos neutros en tal sentido, y así hablarse de
un neóteros an¿~r en contraposición con un anér géron (un
“ hombre anciano" no debe combatir con “ un hombre más
joven”, Od. XVII 52-53). Además, la palabra hébe (?¡pq),
que en general designa al púber o adolescente (y que, en
el griego del siglo v, fonna el compuesto ?<pi$os, '■efebo” ),
puede ser empleada para designar a alguien que tiene la
mayor fuerza, como se dice literalmente de Eneas: “ posee
la flor de la juventud (hébes ánlhos), cuando la fuerza es
mayor” (ll. X III 484). Así, si Telémaco es, como dijimos
más arriba, un joven adolescente aún, un néos país, a sus
enemigos les interesa que muera “ antes de que llegue a la
flor de la juventud” (xolv uirpov lxéa0cu, Od- IV 668).2
El anciano Néstor se queja en II. V il 157, "si fuera aún joven
37
y conservara firme mi vigor, H éctor me veria com batú” .s
Q u e. la vejez es la antesala d e la muerte queda dicho en
Los ancianos pueden ser venerables (presbjteroi) y hacer
valer su consejo, pero este consejo n o pesa lo mismo en la - c i tada a l' comienzo d e este ca p ítu lo - sobre l a im-
p ° stbthdad de ser como los dioses, que no envejecen ni
Grecia homérica q u e durante la época clásica, y, ni qué
muelan, sino que siempre", aieí eóntes, en lugas
decirlo, que en la Rom a senatorial, donde sénior y senecttt.s
de sucederles lo que a n° s°tros, que somos “mortales" Y egste
son palabras casi sagradas.
casácun- se nem e más con el deterioro de la en erva
l C om o cabe observar, la edad cuenta: neos país, h ébe, anér,
géron. La sucesión de etapas, entre las que una o dos (hébe I.egar la veje2, cuyo paso es p ercibido con : sí : ; : •sufi-
y anér) denotan el momento de mayor vigor y madurez, nos 51eeinCUrcooidoi p a m £ vertirnos que hay allí un sentim iento
muestra una sucesión en la cual el último término, géron,
aparece notoriamente deteriorado. El hom bre puede sentir
a veces que su vigor decae debido al cansancio, al hambre
2. El tiem po en las referencias horarias y calendarías
o a la sed, a una herida, etc., pero com o situaciones tran
sitorias en las cuales la impotencia le hace pensar que han
A p ropóisito de la atribución q ue a Anaxímandro hace
entrado en juego poderes divinos.4 Sabe, sm embargo, aun
h . o. Kuk de Ia invención de un reloj solar, D. R. Dic ks2
que no esté pensando siempre en ello, que llegará una etapa
hace notar los conocim ientos astronómicos que se req uiere
de su vida en que perderá el vigor en forma inexorable o
p ara realizar tamaña empresa. Y añade: “Además, a despecho
irrecuperable. Y no sólo perderá con e llo su posible hermo
sura, su fuerza, su poder o su status, sino que estará mas de la m ención de Herodoto de que los griegos aprendie
ron de los babiIon1os a dividir el día en 12 partes (Il 109
cercano a la muerte.*
referencia sólo parcialmente correcta; com o si se tratara del
3 Un desconocimiento de esta peculiaridad del pen miento homé penom i de 24 horas q ue los babilonios dividían en 12) tal
rico se advierte en J. de Romilly, Le Temps, p. I26 y ss., cuando divm ón no Ileg ó a usarse en Grecia, incluso en escritos den-
declara que "la tliferencia enurle jóvenes y viejos, las cualidades tificos; hasta fines deI «g to IV; por el contrario, el momento
defectos de unos y otros, la felicidad o la desgracia de su diciúr. deI dia era indicado a grandes rasgos mediante frases tales
respectiva, parecen constitiúr temas sobre los cuales todo el mundo co mo ;tp(°iai; [ . . . ] y xsgl ,U.i¡{}ovoav áyo(li¡v o rcptv dyooT¡v
está de acuerdo", aunque, a partir de esc supuesto “acuerdo", habla
de su posible resquebrajamiento en para quien los [•••] De hecho, eI gnom on no fue usado para dar
colman con creces la falta de íuler.i.a física con su mayor --■■‘Mr.ci.i. la. h.ora„ (excepto tal vez al mediodía) hasta el periodo hele-
nistico.
mientras en Sófocles se pone en tela de juicio tal sabiduría de los
anclanos, y en Eurípides se hallarla ^ a reivindicación del valor de N aturalmente, la determinación de las horas del día tiene
la juventud , con ^unas pocas excepciones. Según de Romilly, ésta sería
una evolución acorde con los hechos histórico . Pero, sm ent.rar a q ue i;e6 muc ho má s vaga en la literatura pre-heraclítea.
A propósito del fr. 57 d e Heráclito, Kirk* dice que “la misma
^ a ^ ^ r éstos, lo cual demandaría un escudo mucho más riguroso
que el trazado por de Romilly, no se ve cómo, con tal perspecciva, paíaemo ^ . . ^ a para representar uno u otro
se podría compre.ndev los ejemplos -n o aislados— que hemos puesto de [deI día, o sea d i a ’ y noch e”] o bien la suma de
llíada y la Odisea. ambos, ,e?to es, el p eriodo total de veinticuatro horas” . A hora
4 E. R. Dodds, The Greeks and the Irrational, cap. 1, p. 5, 8 y ss.
11 En el siglo vi a.C., Teognis de Megara decía que los dioses han n!ea, ^ í fle1!1L'ra. . ^ ni el y ocablo más usado por Homero
concedido a los morales una vejez desdichada (Elegía, I, v.272; cf. p ¡ en !ánI1.flCar dia • émar (^lltap), designan ni en Heráclito
v.lOlí-1012). Por su parte ^ n ^ ^ o de Colofón menciona dos ; ; . ei1 la literatura Pre-heraclítea, un periodo de veinticuatro
keres (generalmente númenes de la muerte), de las cuales una, horas. Hay una razón muy elemental para afirmarlo y es
lleva a la muerte; otra "al ^to!rmino de la penosa vejez" (Nanno,
2,v.5-7) . Y en la elegía 19 (Diehl), Solón describe la ^u'cha de la b1 A •partir / e textos de D.ógenes Laercio, de Euscbio y del léxco
b¡zamino Suda; Kirk-Paven, p 102-103. , tuscbio y del léxco
edad del hombre en etapas de 7 años cada una, desde la primera septena
en que el niño echa su primer diente hasta la décima, en que, si. la p.229-30í3, equinoxes and the presocratics", JHS, 86, 1966,
muerte llega, no se puede decir que sea a destiempo (v.18) . 3 Kirk, p. 156.
38
39
que. como hemos visto antes, se está muy lejos, durante ese
tramo de la literatura griega, de poder determinar veinti
cuatro horas del m odo que sea. Claro está que Kirk puede
alegar que no hace falta pensar en “veinticuatro horas” ; bas
ta con pensar en "el día entero”, incluyendo, por ende, "la
noche” . Pero esto es algo que al menos el autor de la pre
sente investigación no ha podido comprobar conclusivamen
te, y esto lo ha llevado a pensar que se trata de un supuesto,
bien que basado en un hecho. El hecho es éste: para los
griegos clásicos, el día es el periodo en que hay luz, y en el
cual se desarrollan normalmente actividades. Mas aún, de
jando de lado el hecho de que de noche circunstancialmente
puede hacerse algo —cenar, disfrutar, hacer el amor, deshacer
la tela, como Penélope—, contar los periodos en que haya
luz es lo mismo que para nosotros contar los días, ya que
en cada día nuestro hay un solo periodo de luz. La dife
rencia está en que cada día nuestro incluye también la
noche. En Homero, en cambio, leemos: "durante nueve días”
los griegos caían víctimas de las flechas troyanas. Pues bien,
a lo largo de la litada se pone de manifiesto que se com
bate mientras hay luz; en cuanto el sol se pone, cesa la lucha
(de allí que, en una ocasión, para que la lucha termine
antes, Hera obliga al sol a ponerse antes, 11. XV11I 240-241).
Luego de los nueve días en que mueren aqueos, “ al déci-
■mo” , A q u ü e s convoca a la asamblea (I 53-54), cosa que tam
bién se hacía con luz.
Incluso cabe notar que hay en griego una palabra que
significa "el día entero” , panemérioi (jtavr;n¿Qioi), y en la
litada leemos que "los jóvenes aqueos cantaron jtavTjpÉpioi
un himno para aplacar al dios; pero cuando el sol se puso
y llegó la noche, se acostaron junto a las amarras de las
naves” (l 472-476). Aquí no hay duda posible de que “ el
día entero" no incluye a la noche (lo cual no impide que,
como contrapartida, se hable de "la noche entera” : "[dioses
y hombres] durmieron pannjchioi, II 2). Se puede hablar
de “noche y día” (V 490, X X II 432, Od. X XIV 63, etcétera),
para reforzar la expresión, como insinuando que en esos
periodos ni de noche cesa la actividad, pero las situaciones
desaiptas muestran que es más un refuerzo retórico que
práctico (y que de todos modos no baria más que apoyar
nuestra afirmación de que émar no incluye la noche).4 En*
40
Hesíodo, Erga 385-386 se menciona cuarenta noches y días
en que las semillas están ocultas: aquí la situación es dis
tinta, ya que aqui no se trata de un proceso que se inte
rrumpa de noche o se cambie por otro; pero por lo mismo,
si se hablara sólo de cuarenta días, la frase no alteraría su
significación (sí el metro del verso, naturalmente, y la posi
bilidad de memor'uarlo, dado lo frecuente de la fórmula)
ya que no por eso alguien va a pensar que de noche las
semillas salen de la tierra a tomar el fresco.
Dentro del día, Homero discierne claramente tres partes:
la mañana temprana (eós o "aurora” ), el mediodía (mesón
émar): litada X X I 111, Od. VII 288) y la tarde (deile: II.
X X I 111; Hes. Erga 810, 821). A veces se menciona, en la
Odisea (y en Hesíodo, Erga), un momento próximo al ere
púsculo, poti héspera (Od. XVII 191), poli hésperon (Erga
552), o bien hespérios (Od. XV 505), que en la litada es
preanunciado como Hésperos (“ astro de la noche”; X X II
317-318: la estrella vespertina).
Vagamente —sin nombres particulares ni claras delimita
ciones— se distinguen partes del día según el recorrido del
sol; pero preferentemente, si no se menciona la salida o
puesta del sol, se dice que éste "ha alcanzado el medio del
cielo" (II. V III 68), lo que asimila esta expresión a la de "me
diodía". En una ocasión, por lo menos, se habla de tres
partes de la noche, mensurables al parecer por el recorrido
de los astros: “la noche está muy adelantada y la aurora
próxima,/ las estrellas han recorrido un buen trecho de su
camino, y la noche ha recorrido/ dos de las partes; sólo
41
resta la tercera" (IU X 251-253; cf. O d■ X II 312: "cuando la
noche estaba [en su último] tercio, y los astros declinaban").
Sin duda en ese último tercio hay que ubicar al lucero, que
precede a la aurora (//. X X III 226-227).
Dice Thomas Heath: “ No hay duda de que, desde los
tiempos más tempranos, el mes griego (pV¡v) era lunar, esto
es, un mes basado en el movimiento aparente de la luna.
Pero desde el principio se comenzó a sentir, entre los griegos
como entre los pueblos más civilizados, un deeso de poner
en correspondencia el recuento del tiempo por la luna con
las estaciones del año, con vista al regulamtento de los mo
mentos de sacrificios a los dioses que tenían que ser ofrecidos
en ciertos periodos en el año; de ahí que, desde el comienzo,
hubo un motivo para afanarse por el establecimiento de un
año lunar-solar.”8 Nosotros no podemos hablar de lo que
sucedió "desde el principio", pero sí de lo que se dice en la
literatura griega más antigua que tenemos, que es la homé
rica y pre-heraclftea en general, y allí podemos verificar lo
que afirma Heath. "M es", ptís-pTjvó;, aparece vinculado eti
mológicamente con pt|Ví|, “ luna” y con una tendencia a divi
dir ese periodo lunar en dos mitades: la mitad inicial del
mes, [menós] histaménoio (Od. X IV 162 = X IX 307; cf.
Erga 780, menós d'histaménou) y la mitad final, phthmontos
menós (Od. X IV 162 = X I X 307; cf. Erga 798).
En la última parte de Erga, consagrada a la diversidad de
oportunidades que proporcionan los distintos días de cada
mes, se ejemplifica —según hace notar T . A. Sinclair—,s con
tres maneras de contar los días del mes: 1) del 1 al 29 o al
30 (esta sección comienza en el verso 765; en el v. 766 se
califica el día So como el ‘‘mejor del mes” 7); 2) en las dos
mitades que hallamos en Homero, en pasajes ya citados; 3) en
tres periodos de diez días —o acaso nueve, como sugiere el
pasaje de Tucídides VII 50.4— lo que implica la intercala
ción de un mésos entre el histámenos y el phth'món. Esto
aparece sugerido por las expresiones hékte d'he métse del
verso 782 y he próte hékte en el 785: el 6o día de la mitad
42
[del mes] y el 69 del principio; cf. versos 795, 805, 810 y
811). Está tercera división parece ser la que ha predominado
luego en el calendario ático, pero no deja de sorprender la
mezcla de los tres modos de contar; tal vez se deba a una
superposición de usos populates con usos más precisos, o bien
de usos de regiones distintas, Pero en la medida que el
poema pretende ser didáctico, tal variedad de usos debía de
estar difundida, com o para que los destinatarios pudieran
entender de qué se estaba hablando.
Pero lo que más llama la atención es que Hesíodo consi
dere, por ejemplo, que el 89 y el 99 día del mes son los más
aptos para disponerse a "tareas humanas" (v. 772-77S), y que
el 69 de la mitad del mes es bueno para dar a luz varones,
no niñas (v. 785), el 49 para llevar una esposa a la casa
(v. 800), etcétera, sin hacer diferencia de meses ni estaciones-
Lo que cabe pensar es que tal calendario de consejos res
ponde a creencias sobre el poder mágico de los números (de
ahí que el 7° sea un "día sagrado", v. 770, en tanto conviene
evitar el 15? para comenzar a sembrar, y. 780-781, aunque a
propósito de este último caso Sinclair nos diga, curiosamen
te: “sin embargo, el trece no era generalmente un número
desgraciado en los tiempo clásicos").8 De todos modos, debía
resultar difícil seguir tales consejos, ya que para eso debía
contarse con alguna clase de almanaque de pared o de escri
torio, por así decirlo (en un momento en que la escritura
alfabética distaba aún de estar difundida en Grecia), y sa
berse manejar con algún calendario lunar o lunisolar para
llevar la cuenta, de los días con una cierta exactitud que no
condujera a errores funestos (dejando de lado, además, la
cuestión de cómo regular las fechas de nacimientos de varo
nes y mujeres, por ejemplo).
Nosotros sabemos que un calendario semejante ha existi
do, inclusive en forma oficial, en Atenas desde la segunda
mitad del siglo v a.C. Dividido en 12 meses, arrancaba de la
primera oportunidad en que la luna era visible tras el sols
ticio de junio (aunque con la adición de siete meses suple
mentarios o embólima en el ciclo de 19 años calculado por
el astrónomo Metón, para que, en definitiva, cada año del
ciclo resultara integrado por 365 5/19 días),9 Estos doce
8 Ob. d t, p. lvii y ss.
9 Véase Heatb, A r is t m c h u s , p. 293-294, con el texlo de Gémino. En
las notas siguientes citamos las Cuentes de donde liemos extraído las
denominadones de los meses.
43
meses del aúo clásico ateniense eran llamados, sucesivamen
te: H ekatom bión}0 Metageityón,u Boedromión,1 12* Pyano-
1
0
psión,12 Maimaktrerión,14 Posideíón,15*1 8 (aquí se intercala el
mes embólimon) Gamellón,1* Anthesterión,lT Elaphebolión,1*
Mounychión,19 Thargelión20 y Skirrophorlón.21
Pero en el siglo vn, o al menos en Erga (verso 501; según
Sinclair, "la primera mención de un nombre de un mes”),
sólo tenemos noticias del nombre de un mes, el que Hesiodo
llama Lcnaióna, y que, por el contexto del poema (versos
505 y ss.) —donde se habla de heladas y del viento Boreal—,
parece estar situado en pleno invierno. No es improbable que
tal denominación esté vinculada con las fiestas dionisiíacas
(a las que Heráclito llama Lénai, fr. 14, y las alude con el
verbo lenaizó, fr. 15), ya que éstas recibían por nombre el de
Léñala, bajo el cual se celebraban, a estar con el léxico
Liddell-Scott-Jones, "en el mes -'Vnvoiwv (esto es, Gamelion)” .
Precisamente Gamellón es el séptimo mes a contar desde la
luna siguiente al solsticio de invierno europeo: si bien, según
Tucídides (11.15), las fiestas "dionisíacas más antiguas" se
celebraban en Atenas el día 12 "del mes Anthesterión", o sea,
el octavo mes- En todo caso, entre el séptimo y el octavo
mes de la Atenas clásica puede probablemente ubicarse el
Lenaión de Hesiodo, que sin duda no se correspondía exac
tamente con calendarios posteriores.
Ahora bien, Hesiodo cita un solo mes —invernal—, pero
sabe de estaciones, hórai (S¡pai). Hay que recordar "las tareas
de cada estación" (422) y prestar atención al grito de la
grulla, porque "es portadora de la señal de la semilla y anun
cia la estación del invierno lluvioso” (448-450); trabajar la
tierra "en la estación de la siembra" (460); no hay que pasar
44
por alto "ni la aparición de la clara primavera ni de la
estación lluviosa" (491-492); no hay que darse reposo, ni
siquiera "en los días invernales", cuando el frió aleja al hom
bre del campo (494495); y debe advertirse a los servidores,
"aún en el medio del verano", que "hagan cabañas", porque
“el verano no durará siempre" (502-503); hay que "evitar
las siestas a la sombra, o tenderse hasta la aurora en la esta
ción de la cosecha, cuando el sol seca la piel" (574-575,
etcétera.
Un poeta lírico probablemente contemporáneo de Hesío-
do. Alemán, nos dice en un poema "a Dionisio" (76 Bergk,
56 Diehl) que las “estaciones son tres” (wQa; S’Sotixt ipel?):
verano e invierno (Oépoq r.al xe4*a) (siendo la] tercera [el]
verano tardío (Diehl reconstruye r.dwttüQav, Berk. x&JUÓQav)
y la cuarta la primavera (Fqp = £ag), cuando todo florece".
Ya en Homero aparece ójccóqt), aunque para hacer referencia
a la estrella Perro de Orión.22 Pero en Odisea X I 192 apa
rece junto a 0¿9o; y la florida ¿tuien". Al respecto, el léxico
Liddell-Scott dice: "la parte del año entre la aparición de
Sirio y la de Arcturo”, "la última parte del verano". Y aña
de; "en tiempos tardíos, se convierte en el nombre de una
estación definida, otoño [ . . . ] pero también usada a veces
para denotar verano (distinguiéndose al otoño como phthi-
nópOTon o metópOTon)".28 Cabe agregar que la palabra que
traducimos como "florida", tethatyia., viene del mismo verbo
thdlló que, en el citado fragmento del poema de Alemán,
se predica de la "primavera". Esta última es, por lo demás,
la estación florida por antonomasia; £v síajnvfj (II II
471), o bien &v0ea ytyvEcai (II 468; literalmente "flores
nacen en estación", pero el acoplo es tan frecuente que hay
que decir "flores nacen en primavera")^
Frente al conjunto de datos acumulados referentes a las
partes del día y de la noche, del mes y del año, y a las esta
ciones, en cuya descripción naturalmente es posible exten-
22 It„ x x n 26-29. Esta estrella es habiuulmcnle llamada "Sino",
aunque este nombre no figura antes de Hesiodo, y ni siquiera estamos
seguros de que se refiera a la que Homero denomina "Perro de Orión",
ya que en Erga, 609-610 menciona juntas a “ Orión" y “ Sirio" como
estrellas. Dado que Esquilo (Agamenón, 967), menciona al “ Perro
Sirio", es posible que “ Sirio", por seguir a “ Orión", fuese denomina
da “ Perro de Orión".
28 Cf. Ebeling, Lex. Hom. II, óiuópip parte extrema del verano,
"alto verano".
21 Cf. Teognis, Elegía, II 176: fivOeotv tl«otvoís 6áM,ei.
derse mucho más pero que creemos haberlo presentado en
lo básico, cabe formularse cuando menos dos preguntas rele
vantes para nuestra investigación. La primera es: ¿hay un
marco común a todas estas referencias horarias y calendarías,
de modo tal que pueda ser pensado un concepto de tiempo
cronológico (aun cuando la palabra correspondiente no se
use en tal sentido o se la use sólo en forma parcial o ais
lada)? La segunda: cuando el hombre siente transcurrir su
propia vida, tal como ha sido mostrado en el apartado ante
rior, ¿no relaciona este transcurso con tales referencias hora
rias y calendarías?
La primera pregunta debe ser respondida negativamente,
aun cuando algunas expresiones de Homero y Hesíodo p o
drían inducir a creer que en Zeus se encarna un tal marco
común para todas las referencias aludidas, por ejemplo:
“transcurrieron nueve años del gran Zeus" (II. II 134), "cuan
do las estaciones de Zeus hacen caer los frutos" (Od X XIV
344), “para observar los días [que provienen] de Zeus” (He
síodo Erga 765), “ éstos son [los] días [que nacen] del pen
sativo Zeus" (Erga 769). Pero el Zeus pintado por Homero
y Hesíodo no ofrece ninguna fuente de pautas para pensar
que posibiliten medidas en horas, días, meses y años. Máxime
que con el nombre de Zeus no se representaba entonces a u n
astro como el sol o la luna (sólo a partir del siglo iv a.C„
en el pseudo-platónico E p in o m is 987c y el aristotélico M e
teor 343b30, se alude al planeta que los romanos, en su
mitología correlativa de la griega, llamaron Júpiter), y su con
notación originaria de dios del cielo —o, más concretamente,
del rayo— es de un carácter muy genérico. Y aunque estu
viera presente tal connotación tras las frases ejemplificadas,
trátase de casos muy aislados; en todo caso, de ellas puede
decirse lo que vale para el sol, la luna y otros puntos even
tuales de referencia, como —hemos visto— el lucero, el astro
vespertino, Perro de Orion, etc.: la falta de conocimientos
astronómicos parece ser lo que impide englobar todas esas
referencias en un sistema com o es el calendario, el cual he
mos visto que es tardío (y más tardía aún, según el estudio
de Dicks —cuya opinión citamos al comenzar este apartado-
la guía según horas de reloj). Difícilmente haya existido un
calendario tal antes de Solón.23
46
Según Hérodoto {II 4), los egipcios fueron los primeros
que descubrieron el año, a partir de los astros, dividiéndolo
en doce partes. Los griegos, dice, copiaron este sistema, pero
debían añadir, “ en vista a las estaciones” , un mes embóli-
mon o suplementario cada tres años-<> en tanto los egipcios,
que asignaban también treinta días a cada mes, añadían cinco
días a cada año, con lo cual se podía completar “ el ciclo de
las estaciones". En estas dos frases de Hérodoto que hemos
entrecomillado, "en vista a las estaciones" y "el ciclo de las
estaciones” está la clave de la respuesta negativa que damos
a la primera pregunta, y a la vez el elemento-clave para
responder a la segunda. En efecto, es con referencia a las
estaciones, más precisamente con referencia al ciclo de la.s es~
t aciones, que se puede organizar el calendario (y que se nece
sita contar con él, ya que no se puede más que "presentir"
la llegada de una estación si no se dispone de calendario,
por más que puedan contarse —en base al sol y a la lu n a -
días, meses y hasta años).
Veamos ahora el papel de esta referencia en relación con
la segunda pregunta. En el apartado anterior, al hablar de la
edad humana, con sus etapas precedentes a la vejez, citamos
un verso de la litada (X III 484) en que se habla de la
juventud de Eneas, en estos términos: "posee la flor de la ju
ventud, cuando la fuella es mayor". Esta expresión, bastante
común en la poesía lírica posterior, contiene una palabra
que vimos antes ligada generalmente a la mención de la
primavera (c/. II. II 468, avfSza YÍyvsrai <Sot|, citado más
arriba, donde hemos visto que esta última palabra, en tal
contexto, no implica cualquier estación, sino la primavera).
Y todavía hoy suele hablarse de la juventud como “ la pri
mavera de la vida". Hay otro pasaje homérico que, al des
cribir el palacio de Alcinoo, conecta la evolución estacional
con la edad del hombre, al referirse a aquélla con un ténnino
propio de ésta, como "envejecer": "los frutos de estos árboles
no se pierden ni faltan en invierno ni en verano, de año en2 6
47
año, sino que siempre el Céfiro, soplando, hace nacer unos
y caer otros: la pera envejece sobre la pera, la manzana sobre
la manzana, la uva sobre la uva y el higo sobre el higo”
(Od. VII 117-121).
Allí está la semejanza de ambos procesos, y allí también
la diferencia, sobre todo cuando se compara ese pasaje con el
poema de Minermo, en este aspecto tan homérico: "nosotros,
como las hojas que nacen en la florida estación de la pri
mavera, cuando crecen tan rápidamente bajo los rayos del
sol, como ellas disfrutamos de la flor de la juventud apenas
un instante [ . . . ] Pero se acercan las negras Keres; una, por
tando el término de la penosa vejez; la otra, la muerte. Y tan
poco transcurre el fruto de la juventud, cuanto el sol se
esparce sobre la tierra” , etcétera (fr. 2,1-8 Diehl).
En la Iliada VI 145-149 dice Glauco a Diómedes: "Mag
nánimo Tideida, ¿por qué preguntas por mi estirpe? Tal
como la generación de las hojas, asi es la de los hombres. El
viento esparce las hojas por el suelo, y luego el bosque, al
reverdecer, engendra otras al llegar la primavera: así tam
bién una generación de hombres nace, otra muere.” En la
misma comparación de Glauco se ve la diferencia, al menos
en el conjunto completado por las otras citas que hemos
hecho. Las hojas, las frutas de los árboles nacen y caen, y los
suceden otras hojas y frutas. También unos hombres nacen
y mueren, y a una generación sigue la otra. Pero, en defi
nitiva, de los frutos del jard’n de Alcinoo se dice que sub
sisten “ de año en año" (epetésios, vocablo que suele ser
traducido como “ perenne”). En cambio —y antes que en M i
nermo— hemos oído la frecuente queja del hombre por el
hecho de que, en algt'in momento, llega a la “ penosa vejez”,
y de allí a la muerte hay un paso, sin retorno. En la misma
explicación de Glauco, la comparación con las hojas —que
es la probable fuente de la comparación que hace Minermo—
sugiere nítidamente la melancolía por la caducidad humana;
en el paralelo con la caida de las hojas, el "reverdecer” del
bosque con la primavera aparece privilegiado. Porque la
vejez y la muerte de las hojas, flores y frutos puede perci
birse, pero exislencialmente lo que se vive es la posibilidad
de la vejez y muerte humana--1
27 Creo pertinente, en este punto, dar cabida a la observación efec
tuada por el profesor Eugenio Fucdarcili —en oportunidad del diá
logo entablado tras el resumen oral de la presente disertación—, según
la cual no se veía tanto la diferencia del proceso humano con el na-
48
Leamos un par de frases más de la Odisea: "cuando pasó
el año, y volvieron (nepl 5'?iqojiov = jreptTQéitto, LSJ) las
estaciones" (X 469), o "cuando al volver el año llegaron
las estaciones" (XI 295 = X IV 294), frases donde el prefijo
o preposición jtEgi denota el carácter cíclico de la vida de la
naturaleza, tal como lo ve el hombre, enfrentado con el
carácter lineal de la vida humanat que fatalmente termina
con la muerte. T a l es el pensamiento homérico, que sigue
en vigencia hasta Herádito o poco antes.
49
B. EL T IE M P O EN H E R A C L IT O
I. R asgos Principales de la F iijdsofía de H eráclito
54
rece citar textualmente a H eráclito y atribuirle las dos afirma
ciones que le adjudica Simplicio, en el texto a que más arriba
hemos aludido. Es en Cratilo 402a, donde se lee: "E n algún
lugar (pou) dice Heráclito que todo se mueve {pánta choreí)
y nada permanece, y, com parando las cosas a la corriente de
un rio, dice que en el mismo río n o nos bañamos dos veces.”
Pero la partícula adverbial p o u indica una duda o im preci
sión que sugiere que la cita es hecha de memoria, y n o cierta
m ente con la memoria casi in falible con que se pu ede recitar
un verso de H om ero —don d e la métrica ayuda— aprendido
desde la infancia. En el T eelelo I60d Platón junta a H eráclito
con Hom ero para d e d r : "según Hom ero, H eráclito y toda la
tribu [de gente] de esa especie, todas las cosas se mueven com o
corrientes” . Este curioso agrupamiento de Heráclito con H om ero
se repite en la misma obra, si bien en este segundo caso no se
los m enciona, contraponiéndolos a Parménides y a M eliso: "¿N o
tenemos acaso la tradición de los antiguos, quienes mediante
la poesía ocultaban [su pensamiento] a la mayoría, [al d ed r]
que O céano y Tesis son la génesis de todas las cosas, de
m odo que son com o corrientes, y que nada está firme? Y los
que vinieron después, más sabios, lo manifestaron en form a más
evidente, para que también los zapateros, al escucharlos, com
prendieran su sabiduría, y cesaran de creer, insensatamente, que
algunas de las cosas están firmes, mientras otras se mueven, y
aprendieran qu e tod o se mueve, honrándolas” (T e e te to I80c-d;
en d-e sigue la com paración con "los Melisos y Parménides").
La alusión a H om ero es patente a través de la m ención de las
palabras de /liada X IV 201 y 246 ("O céan o, génesis de los d io
ses y la m adre T etis", y "O céano, quien, génesis de todas las
cosas, [las] engen dró", y la expresión "to d o se mueve” está
claramente referida a H eráclito, aun cuando en el pasaje an
terior, tanto estas dos palabras co m o la m etafórica “ corrientes",
valgan —a estar con Platón— tanto pa ra H om ero com o para
Heráclito.
En D e Cáelo XII 1, 298b, Aristóteles hace una m ención de lo
que vimos llama en la M etafísica "doctrinas” o "discursos” "he-
raclíteos” , pero con una variante: de "lo s primeros que habla
ron de la naturaleza" dice que afirm an que "todas las otras
cosas se generan y fluyen sin que haya nada firme, p e r o que
sólo una cosa perm anece, d e la cual todas aquéllas nacen p or
transformación: esto parecen querer decir H eráclito de Efeso y
m uchos o tros". A u n qu e esto de que algo "permanezca p o r d eb ajo”
(tal seria la traducción literal de újtopéva) se parece al planteo
de la sustancia material co m o arché efectuado en M et. A 3,
98Sb (donde la identifica con el fuego), adquiere aquí particu
lar relevancia p o r estar en el mismo contexto en que apare-
55
cen las famosas palabras pdnta {aunque con e l adjetivo ália,
“ otras" o "las demás", ya que una queda a salvo d el flu jo ) y
rheín, Esto im plica que para Aristóteles el flu jo atribuido a
Herielito n o era tan universal, ya q u e al menos habla algo per
manente.
56
KarI Reinhardt es categórico: “ la teoría del flujo como
doctrina de Heráclito es sólo un malentendido entretejido
a partir de la metáfora (Gleichnis) —continuamente repe
tida— de la corriente que sigue siendo la misma, mientras el
agria corre en ella de un lado para el otro [ . . . ] el pensa
miento fundamental de Heráclito es más bien lo más exac
tamente opuesto a la teoría del flujo: persistencia en el cam
bio, constancia en la transformación, xaótóv en el ptrcutútrsw
t*érpov. en el pErapá&fiv, unidad en la dualidad, eternidad
en la caducidad” .7
Kirk, por su parte, corrige: "la insistencia de Reinhardt
en que la ¡dea de la afirmación sobre el río es una Gleich-
nis ha sido mal planteada: por supuesto, es una imagen pero
ha de haber sido una imagen proyectada para arrojar luz
sobre alguna opinión particular. Platón pensó que esta opi
nión era la de que todas las cosas cambian constantemente.
Fue más allá de Heráclito, al convertir la analogía del río
en una metáfora, en lugar de un símil: pero su aprehensión
de la ¡dea subyacente es improbable que haya sido comple
tamente errónea. El error que cometió estuvo en el énfasis;
lo que Heráclito quiso decir con la ilustración de la afir
mación sobre el río fue la coincidencia entre estabilidad (del
río entero) y cambio (de las aguas fluyendo más allá de un
punto fijo), más bien que la continuidad del cambio” .*
Del confrontamiento entre las diversas formas en que es
citada la metáfora del río, de las cuales hemos citado varias,
Kirk concluye que la frase original es la que nos transcribe
Cleanto vía Ario Dídimo-Eusebio y que configura el frag
mento 12, del cual el 49a y los otros testimonios son variantes
interpretativas.9 Como se ve, Kirk coincide con Reinhardt
en que la atribución de platón a Heráclito en CratUo 402a
(“todo se mueve y nada permanece” ) y la del pánta rheí en
general no es más que una interpretación unilateral (pro
cedente probablemente de Cratilo) de la afirmación sobre
el flujo de las aguas del río, aunque Reinhardt piensa que lo
que Heráclito enfatizaba era lo permanente en el cambio,
mientras Kirk estima que lo enfatizado era la coincidencia
i Reinhardt, P a r m cn id e s , p. 206-207.
e Kirk, p. 577.
9 En cuanto al fragmento 91, que retoma ia metáfora del rio en
términos de Platón, Aristóteles y Estoicos, Kirk, p 351, sólo acepta
los verbos cxí§vqoi — «rovÓYcl. «JWÍotatcti ¿jioXebm, nQÓactoi —
&aiov-
57
entre lo estable y lo cambiante. Que Heráclito creía firme
mente en un cambio continuo de las cosas queda poca duda,
aunque más no fuera, como dice Mondolfo, “ como transmu
tación de un opuesto en el otro” -10 En ese sentido no ha
¡d o tal vez mucho más allá que los milésicos, por ejemplo,
que Anaximandro, si bien las menciones de pareja de con
trarios que hallamos en los fragmentos de su obra son mucho
más numerosas, por cierto, que las que obtenemos de los
precarios testimonios sobre Anaximandro. Además, el énfasis
que parece haber puesto en el cambio de un contrario en
otro sobre cualquier otro tipo de movimiento es un rasgo
característico de su filosofía, pero que no la convierte en
una “filosofía del movimiento” —al menos, más que otras—,
sino, en todo caso, en una "filosofía de la contraposición”,
al menos como rasgo dominante lingüístico-conceptual.
En tal caso, pierde pie la atribución a Heráclito de una
teoría del flujo de las cosas, de un movilismo universal,_ con
trafigura —como vimos es entendida por Platón en Teeteto
ISOc-e— del inmovilismo parmenídeo.
58
los cuatro tipos de causa que él mismo ha elaborado: las
causas material, formal, eficiente y final; y también que allí
no ha habido indicios de ningún otro tipo de causalidad.
Dado tal propósito, su relato es, en sus detalles, ahistórico,
porque presupone que desde el principio el problema de la
causalidad fue abordado como un problema de causalidad,
y, además, que cualquier desviación de su propia doctrina
debe haber sido aún un fragmento de esa doctrina antes que
una concepción fundamentalmente diferente del problema.’’1
En este sentido, teniendo en cuenta el señalamiento de
Cherniss, y la relación particular de la cuestión con Herá
clito, debemos atender preferentemente dos puntos.
a) Los conceptos de "principio" y de “elemento” que ma
neja Aristóteles en el pasaje citado, donde presenta a los
primeros filósofos como si hubieran utili ado tales concep
tos, referidos a materias distintas (en el caso de Heráclito, el
fuego), reclaman nuestra atención sobre lo que pensaba Aris
tóteles al manejarlos com o lo hace.
La palabra arché (áo^f]) la hallamos ya en Homero para
aludir p.e. al “comienzo de la discordia” (¡liada X X II 116);
y fuera de Homero —y posteriormente— con significado de
“ imperio", "mandato” , “ mando” , p.e. en Pindaro, lia. Olímp.
64, Herodoto I 16, etcétera (aun cuando el verbo correspon
diente, árcho (á(>Xü>), aparezca en Homero tanto en el sen
tido de “ comenzar" cono en e lde “ mandar”). Pero en el
texto de Aristóteles que citamos es fácil entender en qué
piensa este filósofo al usar dicho vocablo. Dice no sólo que
es “ aquello a partir de lo cual son todas las cosas que son"
(o sea, más que el "comienzo” —como se lee en la cita
homérica— seria "lo que hace comenzar” , o mejor, “aquello
a partir de lo cual comienza la existencia de las cosas” ); sino
también que es la “ sustancia” que permanece mientras cam
bian los accidentes” . De las frases aristotélicas citadas cabe in
ferir que Aristóteles entiende por arché el “ principio” , no sólo
en el sentido de “ comienzo” sino en la acepción de "prin
cipal” (como lo delata la aristotélica equiparación con la
ousta, la sustancia que parmanece en medio de los cam
bios). Y esto se nota más en las frases que dedica a Tales,
que en su mayor parte hemos salteado en la cita del pa-
1 Cherniss, Arislcllc's Crlticism o f Presocratic Philosophy, p. 218.
Hemos xpuesto más detenidamente el panto de vista de Cherniss
—asi como'de su discípulo McDiarmid, y también otras concepciones
opuestas— sobre el tema en LFP, 1, p. 28-38.
59
5=
60
Según los historiadores neohegelianos de la filosofía anti
gua, la teoría de que nada se genera ni destruye pues hay
un sustrato permanente es la que caracteriza a los presocrá
ticos “ conciliadores” . Se los llama así porque “ concilian” el
ser inengendrado, imperecedero y permanente de Parménides
con la existencia de múltiples cosas en movimiento de Herá-
clito. Estos historiadores siguen a Aristóteles al adjudicar a
Empédocles la persistencia de cuatro elementos, a Anaxá-
goras la de lo que el propio Aristóteles llama “ homeomerias” ,
y a atomistas la de los átomos. De ese m odo, y de acuerdo
con la teoría del correspondiente filósofo “ conciliador”, esta
mos compuestos —nosotros y todas las cosas que nos rod ean -
de “ elementos”, o de “ átomos” , o de “ homeomerias” , y, al
morir nosotros y las cosas, los “ elementos” , “ átomos’ u “ ho
meomerias” —que son permanentes— pasan a integrar otros
individuos u otras cosas. El verdadero ser, el de los “ elemen
tos”, “ átomos” u “ homeomerias”, no se genera ni perece.
Ya de por si resulta bastante dificil leer esta teoria en los
fragmentos que se han conservado de los escritos de los pre
socráticos llamados “ conciliadores”. Más fácil, en cambio, es
extraerla de exégesís antiguas que siguen o reproducen a Teo-
frasto. Pero ya Aristóteles, como queda dicho, es quien ha
forjado el esquema conceptual y terminológico de dicha teo
ria. Y el caso es que no la aplica sólo a Empédocles, Anaxri-
goras y a los atomistas, sino prácticamente a todos los pre
socráticos desde Tales, entre ellos a Heráclito. Excluye a
Anaximandro de la lista —sin duda alguna, era el pensador
que ofrecía más dificultades para ser encasillado de esa for
ma—, aunque Teofrasto lo ha reintegrado a la misma, pen
sando tal vez que se trataba de una omisión.
b) El segundo punto que debemos tener en cuenta —al
atender el citado comentario de Chemiss— podría formu
larse con una pregunta y el examen de la misma: ¿hay en
los fragmentos de Heráclito que han llegado hasta nosotros
algo que pueda significar lo principal en el proceso univer
sal, sea el fuego o cualquier otra cosa?
Ahora bien, en la medida que todos o la mayor parte de
los fragmentos que de Heráclito tenemos parecen provenir
—indirectamente— de Teofrasto, ¿qué garantías podemos te
ner de que sus citas no estén viciadas por su interpretación
personal o derivada de Aristóteles?3 En lo que respecta a la
3 Cf- McDiarniid, “ Theophrastus on the Presonatic Causes” , p. 85-
15C.
afirmación de que el fuego es para Heráclito arché y stoü
cheion, hay una primera dificultad insalvable. Por un lado,
la palabra stoicheíon no aparece en ningún fragmento atri
buido a Heráclito {ya en la antigüedad, hemos visto, Eudemo
decía que el primero en usarla fue Platón), y en cuanto a
arché, hay una sola frase que ha merecido ser incluida entve
los fragmentos: £wóv yáp upyr| xai :t¿pa; é?cX. xxndov (fr-
103)/ esto es, “en el círculo, en efecto, es común el principio
(arché) y el término” . Como se ve, esto no tiene nada en
común con el concepto aristotélico de arché. Por eso vamos
a emplear la siguiente metodología: haremos un repaso a
los pasajes presumiblemente textuales en que aparezca la
palabra “fuego” , examinando si tiene relación, siquiera apro-
indagaremos otros vocablos usados por Heráclito que parez
can ser “lo principal” en su filosofía.
02
4 ) 22 B 66: Jtávra to rcüp íjieM óv v.glvEt x a l y.arctJ.fp{>ETctL
("todas las cosas, al llegar el fuego, juzgará y aprehenderá”,
texto de Hipólito, R efu ta ció n IX,10,7).
5) 22 B 76: jtvp tóv y % ^úvarov xm áqp tóv aupó;
ílávatov, Ü5cúp 5¡f¡ tóv á^pog 6ávatov, yrj tóv ÍÍSarog (“ [el]
fuego vive la mueite de [la] tierra, y [el] aire vive la muerte
de [el] fuego, [el] agua la del aire, [la] tierra [la] del agua”,
texto de Máximo de Tiro, XII 4 p. 489 Holbeín).
1 C f. Kirk, p. 191-201.
2 Kirk, p. 191.
63
r
64
1
i
■ ■
65
viceversa no implica una desaparición de aquéllas en un
momento y de éste en otro: el oro, en primer lugar, lejos
de desaparecer, o bien se amontona o bien se utiliza para
adquirir otras mercancías; por otro, el que se quedó sin oro
y con mercancías, sabe que éstas siguen valiendo oro, y como
tales pueden ser convertibles nuevamente en oro (salvo que
se trate de mercaderías consumibles, en cuyo caso el com
prador ha de contar con más oro para volver a comprar
otras mercancías, o bien contar con mercancías para obtener
más oro; no creo que la metáfora deba ser llevada tan lejos
en el detalle, pero, para quien pretenda usarla indebida
mente, valen las consecuenci as).12
En todo caso, tanto en el Ir. 90 com o en el 30 el fuego apa
rece como algo sumamente importante, sino como “ lo impor
tante” por antonomasia: aquello que vale tanto como todas
las cosas juntas o como el mundo entero, y probablemente
como módulo de su valor o ritmo.
Esto, de todos modos, aleja al ‘ fuego” de los fragmentos
de Heráclito de la arché de Aristóteles, y máxime de su con
dición material. Como nosotros sabemos que es anacrónico
pensar que en esa época existia una contraposición "mate-
rÍa”-‘‘forma” , y más aún una diferenciación tajante entre
“ materia” y “ espíritu” , sólo nos resta pensar que Aristóteles,
puesto a buscar la arché de los presocráticos como algo de
índole material, ha recordado el curioso papel protagónico
que confería Heráclito al “ fuego” en algunos de sus “ afo
rismos”, lo que lo condujo a incluir a Heráclito en su listado
de Met. A 3, 984a, sobre la base de que “ lo principal” para
66
Heráclito era el fuego, aun cuando su propia concepción de
la arché, que ya 'hemos clescripto, hacía surgir una contra
dicción en la filosofía de alguien a quien se atribuía la
afirmación de que "todo fluye y nada permanece", pero que
admitía una sustancia —por material que fuera presentada-
permanente por debajo de los cambios.
Con esto, no hemos resuelto claramente qué es el "fuego”
para Heráclito, pero de momento dejamos paso a una ter
cera pregunta que subsiste tras las respuestas dadas: ¿hay
algo —que no sea el fuego— que se nos aparezca como "lo
principal" para Heráclito? La respuesta a tal pregunta es
afirmativa, aun cuando dé lugar a más de una contestación
posible.
Por de pronto, está el fr. 80: "es necesario saber que la
guerra es común, y la justicia discordia, y que todas las cosas
sucede según discordia y necesidad", lo cual se anuda, por
un lado, con el fr. 8: "lo opuesto concuerda, y de las cosas
discordantes [surge la] más bella armonía, y todo sucede
según discordia"; y por otro, con el fr, 53: "Guerra es padre
de todas las cosas, rey de todas las cosas; a unos ha acreditado
[como] dioses, a otros [como] hombres, a unos ha hecho
esclavos, a otros libres". Cabria pensar, sobre todo a la luz
de Ja frase sobre libres y esclavos, que Heráclito está alu
diendo a la guerra humana. Pero no sólo sería excesivo, para
tal interpretación, considerarla com o "padre de todas las
cosas” ; sino que sucede que algunos comentaristas antiguos
(como Plutarco, Numenio, un escoliasta de Iliada X V IIl 107;
cf. D-K 22 A 22) han atribuido a Heráclito una censura a
una frase homérica —la comentada por el escoliasta, en la
que Aquiles desea “que perezca [la] discordia entre dioses
y hombres”—, censura que implica que Heráclito habría dado
proyección cósmica al asunto, ya qu habría dicho que Homero
“ no comprendió que lo que deseaba sería la destrucción del
mundo” (Numenio fr. 1G, ed. Thedinga), o bien, simple
mente, que con ello desaparecerían todas las cosas" (Simpli
cio, Com. a Categorías, p. 412, 26 ed. Kalbfleisch). Antes que
ellos, ya la peripatética Etica a Eudemo (VII I, 1235a) dice
que Heráclito censuró ese verso porque implicaría el cese de
la discordia, "pues entonces no habría armonía entre con
trarios como [lo] agudo y [lo] grave y, entre los animales,
[entre el] macho y [la] hembra” .
Vemos así que no sólo está en juego la guerra o la dis
cordia, sino también la armonía (como ya lo dice el fr. 8).
67
Y en ese sentido es de suma importancia el fr. 54, donde se
dice que la "armonía invisible vale más [o “ [es] superior"
— x.O£ÍxtO)v] que [la] visible", que puede compararse con la
hermosa frase del fr. 125: la “ naturaleza (cpi'xjL?) ama ocul
tarse”. Aquí tenemos, pues, la palabra ph-ysis, tan cara a
Aristóteles, pero en un contexto un tanto esotérico, que
a nosotros nos sugiere una similitud con el fr. 54, y por allí
uan estrecha relación con los conceptos de “guerra" y "dis
cordia".
Por lo demás, el fr. 80 puede ser cotejado con los frag
mentos 1 y 2, que en el texto que, directa o indirectamente,
tuvo ante sí Sexto Empírico, deben haber estado muy próxi
mos entre sí (en efecto, después de transcribir el 1 hace un
breve comentario, tras el cual dice Sexto: "después de haber
añadido [Heráclito] otras pocas cosas, agrega", y aquí viene
la cita del fr. 2)- Coloquemos un par de frases de estos dos
fragmentos en columnas paralelas a dos frases del fr. 80, y
el cotejo será significativo.
22 B 1 22 B 80
22 B 2
68
lógico conectar con el fr. 32 el 64, "todas las cosas gobierna
el Rayo ', que con los textos referidos al fuego. Citemos tam
bién el fr. 41, aunque más no sea por comenzar igual que
el 32: "uno [o “ una sola cosa"], lo sabio: conocer la inteli
gencia (y v d )¡L T | ) por medio de la cual todo es piloteado a
través de todo’’. También en el fr, 108 lo "sabio” es privile
giado: "está separado de todas las cosas" (aunque esto en
tiendo implica una discriminación de rango —tal como cuan
do se dice que es “ lo único sabio” — y no una separación
ontológica). En el fr. 114, el nolis permite acceder a lo “ co
mún” (£i>vóv), que es la única ley "divina”, de la cual se
alimentan las leyes humanas. En todos estos casos se habla
de una sabiduría o inteligencia humana correlativa de la
principal, que es divina, y que por ello constituye nuestra
posibilidad de tomar conocimiento de ésta. Esta referencia
a lo divino nos conduce al fr. 102, donde se dice que, mien
tras para los hombres hay cosas justas e injustas, “ para el
Dios todas las cosas son bellas, buenas y justas” , con lo cual
Dios viene a estar por sobre los contrarios, lo que de algún
modo se equivale con su mención en el fr. 67 y con lo que
se dice sobre la armonía. Finalmente, cabe decir que la
pkfsis, ya nombrada a propósito del 123, es concebida como
pauta reguladora (con la preposición katá) en los fragmen
tos 1 y 112: katá physín.
¿Qué decir frente a un panorama tan complejo? Si todo
esto es "lo principal” para Heráclito, ¿es lícito decir que
hay algo principal para él? Como no estamos en condiciones
—dada la precariedad de las fuentes— de reconstruir la cos-
movisión de Heráclito, sólo podemos esbozar cómo interpre
tamos esta complejidad
Es patente, en una prolija revisiún de los textos presun
tamente originarios de Heráclito que han llegado hasta noso
tros, que, al menos en ésos (que son los únicos de que
disponemos), Heráclito no propone argumentos filosóficos.
Nunca demuestra ni intenta demostrar nada: en cambio,
nos muestra lo que parece haber sentido com o una revelación
mística] Si conoció argumentos retóricos o filosóficos, no le
interesaron, probablemente no creyó en ellos, no pensó en
que convencerían a nadie. Por ello, al pensar en una sola
cosa como la principal, la de mayor importancia, líos la des
cribe con sucesivos "nombres”, que significaran otros tantos
aspectos de esa riquísima "única" realidad. Ni siquiera des
echó los más reconocidos tradicionalmente, como “ Zeus” (o
09
vov xaí ¿ixoopevvúptvov pitea. Y algunas de estas palabras
“ A p o lo ” , aludido en los fr. 92 y 93), ni el más abstracto
son referidas al sol por Platón (Rep. VI 498a, donde afirma
pero generalizado “ D ios", porq ue, a p esar de sus “ ^ “ ¡0 , que para algunos la vejez w
-c a " mucho más que el
pabla que esas palabras representaban algo para mirnLa ge ¡ te. sol de Heráclito", ya que aquélla no lló.zuOVTar. También igu-
Pero cabe inferir una preferencia p o r tres tip0s de t o w Woü. ran en quienes comentan el texto aristotélico de Meteor 11 2,
a) algunos que fueran útiles para ;nostrar d « r ic t ó x de 355a, donde es citado lo que cuenta para nosotros como fr. 6
" sabiduría” absoluta propio de esa única realidad (coq¡ov, de Heráclito, r; sol es nuevo cada día”. Tal el de Alejan
dro de (72, 31 Hayduck), para quien Heráclito signi
YVbÍlio)tros que evidenciaran el carácter '■fcdtttonadw" y "en; fica que el sol t., é ^ v o ; en cada aurora, mientras en el ocaso
elo b ante” de esa única realidad resp ecto de Ja m ultipliCidad üfíí.vi' su parte, al comentar el mismo pasaje aristo-
y sobre todo de las contrariedades inherentes a esa multipl1- dice algo prácticamente idéntico: “ al salir
el sol áv&ó.zuerai mientras al ponerse "; análogamen
cidad (?v, 1tÓAtpo;, 101?, d e s v ía vÓPo ; , y sobre todo
te el iffí al pasaje platónico de R ep. VI 498a, y el mismo
Oíirnpjdooro (136,5 Stüve) al comentar el Fedón (p. 237,12-14,
* c ) algo similar al sol, que ya en H om ero (p . e. en H. 111 ed. 'V No^rvi:i): “ tal como dice H erádio, cln-cópsvo; péTpa xal
277, «ávr'icpopQ. zal návr'btaxoúci) " todo lo ve y todo lo oye , <r:-t-mM:-.-:: ^nea, pues sin duda no [se trata de] el sol en sí,
y con su paso luminoso y más o menos cálido regula buena smo [de] el sol respecto de nosotros". Dejando de lado la inter
parte de la vida del hom bre. Acaso es a imagen del so1 pretación de este texto (que no comenta ya al Fedón precisa
(com o en la célebre alegoría plató rnra de R epúbhca. VI mente), es patente que en él el adverbio métra aproxima más al
507a-509c) com o H eráclito considera al fueg°. En ese semido. fr. 30 que los otros comentarios, que aluden al fr. 6. De todos
modos, las métra ' !.;u en el fr. 94, donde se dice que el
que se p odl'á ver m ejor al detenernos en seguida, cuando
“sol no [los] . Y en el fr. 31, las dos primeras pala
hablemos en detalle del sol en H eráclito, es para éste el
bras, que como las primeras dos del fr. 67 (6 óeós), sirven en
fuego ‘lo principal” . En un sentido de todos m odos muy ale cierto modo de título del l>reve texto que sigue, son -cponuí,
j ado, com o se ve, de lo que Aristóte!e s entendía por arché. imitación manifiesta de la expresión iiXíou -cp^01ta(, “ solsticios”.
Sin embargo, ¿cómo se compaginan estas frases en cierto modo
astronómicas con caracterizaciones como la que en el fr. 3 se
4. El sol en el pensamiento de Heráclito hace acerca del tamaño del sol ("el ancho de un pie humano'')?
E.í ú . 3 ofrece un enigma para los helenistas propio de la
La importancia del sol en la m edición temporal de la S;.f!:s;í;í Kírk1 para revista a cuatro interpretaciones que va re-
diazando sucesivamente:
vida humana es delectable incluso en fragmentos de Herá
1) la de quien ve a l ejemplificarse Ja subjeti
clito donde no se lo menciona explícitamente, com o el caso
vidad Y del juicio humano; pero Heráclito, nota
del 67: "el dios [es] día-noche, verano-invierno” , donde estas
Kirk, piensa que al menos algunos (los que comprendían el
dos primeras parejas de contrarios q ue se identifican con
Logos) alebraban un grado de sabiduría su iciente como para
Dios o son subsumidas por él, implican una presencia o una
no cometer un error tan grueso;
ausencia del sol, una cercanía o lejanía de éste respecto de 2) la de Reinbardt, una so isticada explicación que no entra
la tierra.
remos a di- ‘ lU: aquí, porque nos distraerla del tema;
!I) la de FrSnkel tampoco, por los mismos motivos;
Precisamente es en este sentido que Diógenes Laercio habla del 4) la ele Gigon resulta (para Kirk y también p an nosotros)
papel del sol en el pensamiento de Heráclito: "el sol está situa
la sugestión más plausible: Heráclito rechaza aquí la agrono
do en [un lugar] transparente y puro, y guarda una distancia
mía extremadamente dogmática de los milésicos, por medio de
proporcionada (oúuHEtpov) de nosotros, y p r esto calienta o
una concepción exageradamente empírica de tanto o mayor va
ilumina más" (IX 10). En este testimonio hallamos al menos
un vocablo, oú^^expov, correlativo de otro tamban neutro, pero lidez que la de aquallos. No obstante, Kirk también concluye
plural, uhpa, que figura en las últimas palabras con que Cle
mente, en el fr. 30, caracteriza al "fuego siemprevivo”: c1rc-cópe- i Kirk, p. 281 y ss.
71
p o r refutar también esta interpretación: "e l ancho d el sol n o
era un tema particularmente apropiado para un ataque anti
dogm ático", y añade: "la única o p in ió n milésica conocida sobre
este tema es la —no tan irrazonable— atribuida a Anaxim andro
p or A ecio II 21,1, de que el sol es aproxim adam ente del tamaño
de la tierra". Kirk piensa, p or su parte, que este fr. 3 "esta
relacionando el aparente tamaño d el sol con el tamaño de una
mera parte del hom bre, con la im plicancia de que las aparien
cias son engañosas", con lo cual su posición no está tan lejos-
de la de Deichgráber, que comenzó p or rechazar.
Ahora bien, Aecio, de donde extraemos este fr. 3 de Heráeliio,
es también quien atribuye a Anaxim andro, com o señala Kirk,
la asimilación del tamaño del sol aparente con la superficie de la
tierra. Decimos "aparente" porque, según A ecio y otros doxó-
grafos, para Anaximandro el sol que vemos no es en realidad
más que la faz que presenta el orificio de salida del fuego
encerrado en un gran anillo, y este anillo o círculo del sol real
es 27 o 28 veces mayor que la superficie de la tierra. E insis
timos en hablar de “ superficie de la tierra” , porqu e parece que
Anaxim andro la lia con cebid o com o cilindrica, aunque con un
ancho tres veces mayor que el largo, en tanto que el ‘ circulo
de la luna” es 19 veces mayor qu e dicha superficie terráquea.
Muchas más cosas de esta índole se cuenta qu e se le ocurrieron
a Anaxim andro. y probablem ente algunas, com o la de la obli
cuidad del Zodiaco, bastante próximas a la astronomía cientí
fica. C on tod o, las que acabamos de aludir, a la vez que nos
sugieren un espíritu intuitivo e im aginativo privilegiado com o
el de aquellos que dan impulso a la ciencia, poseen una inne
gable dosis de fantasía. ¿En base a que Anaxim andro podía
hacer semejantes cálculos sobre tamaños reales y aparentes de
la tierra, sol y luna? Adviértase qu e estos cálculos n o im pidie
ron, p o r ejem plo, que Anaxágoras, más de un siglo más tarde,
pensase que el sol, era de un tamaño igual o acaso mayor que
el Peloponeso.
Heráclito ha vivido en Jonia; probablem ente nació sólo 30 o
40 años después de que, algo más al Norte, m urió Anaxim an
dro. N o es im probable, por lo tanto, que haya con ocid o la obra
de Anaxim andro, y sus teorías y cálculos astronómicos le hayan
resultado absurdos. Pero en lugar de decir: "lo que Anaximan
d ro afirma acerca del tamaño del sol, la luna y la tierra <s un
soberbio disparate, sin fundamento alguno", ha preferido iro
nizar: el tamaño del sol es del "ancho de un pie hum ano” e
filaos] oú K'tttü cpúoiv dvQpoj [,-retov] fíp o ; aofióg [<¡ig So/cei]. Como
se ve, Heráclito habría dicho lo contrario de lo que le atribuye Teo-
ftasto. £1 papiro data, aproximadamente, del siglo v. a.C., o sea, un
siglo antes de Teofrasto. De todos modos, en aquella ocasión, el p ro
fesor Burkert ha expresado su cautela en tanto los descubridores del
manuscrito no lo editen.
3 Kirk, p. 285-28C.
4 En la "restauración tentativa" de Burkert {referida en nota 2)
también aparece este fragmento, con estas palabras, que siguen ¡nme-
tliatamcnte a las ya citadas del £r.S: [oüó¿ óuk tovxo] oúj{ i«i£p6áX.Jl,<»v
|i¿r [pcov SposJ- Es de notar que aquí se conjugan las dos citas de
Plutarco, aunque el verbo n o es vas@flt¡tfvoi) sino fotcofJriájlíii y se halla
en participio presente.
73
un castigo, si se diera el caso. Pero ¿se da e l caso? O ío f G igon5
dice q u e "es sumamente probable q u e Heráclito, en el fr. ÍH,
haya tom ado posición frente al problem a d el eclipse de sol".
Esto es rechazado p or Kirk: H eráclito “afirma con suficiente
claridad que el sol no traspasará sus medidas, esto es, q u e eso
no es en absoluto un acontecim iento natural'1.0 Sin embargo, y
sobre la base de q u e “ H eráclito tenía eu cuenta fenóm enos m e
teorológicos o astronómicos reales", Kirk presume que “ proba
blem ente quiso significar, simplemente, que, si de algún m od o
el sol excede su curso norm al y su conducta, esto será com pen
sado con una retirada correspondiente: por ejem plo, si llega a
aparecer demasiado cerca y permanece demasiado tiem po en
verano (esto es, en un verano largo, caliente y seco), ha de ser
em pujado lejos y por un periodo más largo en el invierno si
guiente (que será frió, húm edo y más largo q u e lo usual, con
lo que se restablecerá el equilibrio)” .7
74
Kirk (tal vez en un nostálgico anhelo de que la neblina y
humedad londinense sea alguna vez castigada), y ni siquiera
la descripción de un verano excesivamente caliente, seco y
prolongado, en que se espera lo contrario como compen
sación.8
Existe, en cambio, al menos una instancia descripta en
que el sol no guarda sus medidas en la literatura pre-hera-
cliteana, y que Kirk no ignora, pero juzga que es una excep
ción que justifica la regla. Se trata del canto XVIII de la
Iliada (versos 239-241), en donde leemos que Hera “ envió”
al "sol infatigable” “ a marchar forzadamente hacia la corrien
te del Océano; el sol se puso, y los divinos aqueos cesaron,
etcétera” . Puede alegarse que el sol lo hizo “ forzadamente”
(o “ contra su voluntad”), pero esto no hace a la cuestión. Lo
que importa es que el sol no guarda sus medidas, y, si para
Homero fuera esto una transgresión, el castigo vendría lo
mismo. Pero no viene, poique las cosas no son tan inexora
bles para Homero (al menos este tipo de cosas). Y en la
Odisea X X III 243-241, la situación es bastante próxima la
la ya descripta, ya que Atenea “alargó la noche cuando
llegaba a su término, y a Eos, la del trono áureo, detuvo en
el Océano". Como Eos es la aurora, no cabe duda que está
anticipando la luz solar, a pesar de que no se mencione al
sol. (En lo concerniente a la distinta ubicación del sol res
pecto del mar en ambos pasajes, debe tenerse en cuenta que
la Iliada transcurre en Troya, donde el sol se pone en el
Océano, en tanto que en la Odisea estamos en la costa
oriental de la isla de Itaca, donde el sol aparece en el Océa
no). Hay un tercer ejemplo, éste no mencionado por Kirk,
pero que es semejante al primero, en II. V 506-507, donde
Ares, para socorrer a los troyanos, “cubrió (el campo] de
batalla con la noche” .
Pero entonces, ¿cabe la posibilidad de que el sol traspase
sus medidas? En el mundo de Homero evidentemente si, ya
que el capricho divino puede alargar la noche, acortar el
dia etc. N o en la cosmovisión de Heráclito (preanunciada
por la de Anaximandro), ya que el Mgoj regula muy espe-
75
cialraente la oposición entre contra ios. Si Heráclito acude,
empero, a una figura mític f i a s Erínfas, guardianas de
Diké"), es pa a subrayar la validez de una regularidad que
en Homero regia pa a el ciclo de la flor y del fruto, por
ejemplo, o para la inflexibilidad de la muerte humana (si
bien ‘‘el día de la muerte" está determinado por el destino,
que es una figura mítica inescrutable), y que correspondía
extender a situaciones en que Homero había procedido ju
guetonamente.
Porque no es que haya un mundo mitológico, en que H o
mero y ot os poetas han ubicado hechos y pe sonajes, frente
a un mundo lógico y científico que de pronto se instaure
con los milésicos o bien con Heráclito y Parménides (al fin
y al cabo, ambos hablan de Diké, con mayúscula; He áclito,
además, vimos que, aun con reservas, menciona a Zeus, fr.
32). Hay uri universo significativo, que ya desde los primeros
testitiíonios griegos —los homéricos— evidencia una forma de
pensar progresivamente más racional por parte del hombre.
Y el mito puede coadyuvar o no a tal racionalidad signifi
cativa: positivamente, cuando se habla de la llegada de la
noche tras la puesta del sol, en su momento; negativamente,
cuando esa llegada se anticipa, por motivos antinaturales y
a todas luces irracionalmente caprichosos, como en los pasa
jes citados ^(que nos pueden resultar muy poéticos, pero
que translucen la prepotencia que se quiere asignar a los
dtosesJ.yEl lenguaje mítico en Heráclito (fr. 94) coadyuva,
pues, a' la racionalización de la significatividad del universo.
Los tres fragmentos que hemos citado sobre el sol (3, 6,
94; aparte de su carácter presuntamente implícito en el 67)
nos hablan de éste en términos naturales. Pero anteriormente
hemos hablado de la concepción heraclítea del fuego a ima
gen y semejanza del sol; el fr. 16 nos pone frente a esta
comparación, con mucha probabilidad: “ ¿cómo podría al
guien pasar inadvertido (Xá&oi) a lo que no tiene ocaso?" "L o
que no tiene ocaso" ( tó pq Büvov) se contrapone, por supues
to, a ‘‘lo que tiene ocaso", o sea, al sol. Ahora bien, como
advierte Kirk,0 más de una vez Homero habla del sol como
algo que ve y oye todo lo que pasa en la tierra (11. III 277,
Od. X I 109; confróntese Teognis I 1182-1183 Diehl‘. Puede
pensarse una de dos cosas o ambas a la vez: que hay hechos
que durante el día el sol no puede advertir; o bien que el
O K.ir¿, p. 313.
76
sol no advierte lo que pasa una vez que él se pone y llega
la noche. En ambos casos, pero especialmente en el segundo,
lo que no se pone ’ adquiere una dimensión superior, en
comparación con el sol. '
Pues bien si, como decimos, el sol es contrapuesto a algo
que le es superior, esto tiene sentido en la medida que
guarda alguna similitud; el sol "se pone" (fr. 16), tiene
' fases” (r90aaú Od. X V 404, Erga 479; cf. fr. 3la), ' medidas"
(comentarios al fr. 6 ya citados; cf. fr. 30). Este algo es, pues,
el fuego, concebido en una dimensión cósmica como algo que
todo lo sabe y nunc se pone.
Hasta cierto punto, entonces, la comparación del fuego
con el sol podría equipararse a aquella otra del fr. 90, en
que se compara la relación del fuego con las cosas con la
del oro con las mercancías. Pero la comparación con el sol
es ventajosa, pues el oro puede servir. de patrón de las mer
cancías, a los efectos del comercio, pero el sol es patrón
del tiempo (del "tiempo-calendario”, ciertamente, pero del
tiempo en fin). Su recorrido espacial tiene, como hicimos
notar en contra de Kirk, valor temporal: sus mitra pasan a
tener vigencia universal: para el universo del hombre al
menos.
Y de allí, finalmente, la importancia que tienen los testi
monios de quienes atribuyen a Heráclito la afirmación de
que el sol se enciende en cada au ora y se apaga en cada
ocaso. En efecto, si los comentarios de Alejandro de Afrodisia
y Olimpiodoro a las Meteorológicas 354b de Aristóteles po
drían constituir una interpretación —de la frase "el sol es
nuevo cada día” , que cita Aristóteles— viciada por alguna
confusión con el fr. 30, las afirmaciones de Platón en Rep.
498a y su escoliasta, así como del comentario de Olimpiodoro
al Fedón, no tienen en vista dicha frase, y por tanto cons
tituyen una fuente independiente de la otra, como advierte
Kírk correctamente.10 Téngase en cuenta que, para un pen
sador de la época de Heráclito, el mundo (que es "único y
común para todos los que están despiertos", fr. 89, donde
se alude al mundo humano, evidentemente) está iluminado
todo el tiempo que el sol lo ilumine, y oscurecido cuando
el sol no lo ilumina; de modo tal que podría afirmarse que el
mundo se enciende con el sol y se apaga con el sol, esto
es, de acuerdo con sus medidas.
io Kirl:, p. 266-269.
77
II. Examen del Fragmento 30
1. Problemas básicos de 22 B 30
FILO S O FIA
Y L S t RAS
menos discutidos, de modo que los iremos abordando suce
sivamente. Ellos son básicamente:
a) significado de la palabra xjopot; en Heráclito;
b) validez textual de tóv®e;
c) validez textual de xóv amóv áxavrcov (y posibles signi
ficados de esta expresión);
d) puntuación del fragmento: ¿hay un punto después de
üctai, y con jtüp ¿ e^ ídv comienza una nueva frase?
e) significado del verbo clpí en la tríada f¡v xol Etrtiv xal
ftrrai: generalmente se lo entiende en sentido copulativo,
de m odo tal que ligaría al sujeto -xóoiiog con el "predicado
nominal" jtüg ¿ eL£<«ov; otros, en cambio, com o por ejemplo
los que afirman la existencia de un punto como el aludido
en d), estiman que el verbo debe ser entendido en sentido
"existencial” ;
f) ubicación de \iézoa antes de los dos participios presen
tes "se enciende y se apaga” , como lo hallamos en Simplicio,
Galeno, etcétera, o después, como en Clemente; y, en el
caso del segundo participio, si el usado por Heráclito ha sido
cfSevvúpEvov o su compuesto íui<xrfkvvú|ievov;
g) correspondencia de dichos participios presentes ázrrópzvov
y áaooP$vvú(,ievov (o cPevvúpEvov) con el sustantivo más pró
ximo, jcvQ, como lo indica el texto de Clemente, o con
xóopo;, como lo hace Simplicio; y en cualquier caso, signifi
cado de ellos;
h) significado espacial, temporal, etcétera, de p¿T(>a-
Examinemos punco por punto:
a) Va Alejandro de Afrodisia (al menos, tal como es ci
tado por Simplicio en el Com.a D e Cáelo, p. 294, tras la
transcripción de la frase inicial del fragmento So, como he
mos visto) dice que v.ócpo; en tal lugar no significa lo mismo
que Sioxóapiioy; (o sea, la "formación del universo", voca
blo usado desde Anaxágoras), “ sino en general las cosas (xa
óvra) y disposición (fiiátaEiv) de éstas". Más moderadamente,
hallamos tal sentido de "orden" sin referencia al mundo ni
a su proceso de ordenamiento, en la comprensión de Gigon 1
y Kirk,2 entre otros, han hecho de la palabra xóopoC en el
ir. SO, Cabe preguntarse, en este caso, por qué Heráclito
habría de negar que este xócrpos haya sido hecho por dioses
80
o por hombres y afirmar, en cambio, su permanencia. Al
tratar este problema, Kirk llega a la conclusión de que allí
xóopos significa ‘orden de las cosas" (como Alejandro), pero
subyaciendo siempre un posible proceso originario, contra
puesto presumiblemente al ordenamiento que Hesíodo atri
buye, en Teogonia 74 y Erga 276 a los dioses (con el verbo
diÉrals; cf. el vocablo &táxa£tv en Alejandro ).8 De todos m o
dos, Kirk deduce "que xóa(to; tóvSe es más que el orden de
cosas; que es cosas + orden (del cual no pueden, sin em
bargo, ser disociadas) es sugerido por la estrecha conexión
que probablemente ha tenido con el fr. SI" . 4 No se trata,
pues, de un “ concepto abstracto de orden” , como el que
Jula Kerschensteiner rechaza en favor de un "concepto con
creto de universo” .5 Pero desechado este último, queda en
pie la traducción de Kranz: "ordenamiento universal'’ (Weit-
ordnung).
b) Respecto de la validez textual de xóvóe no ha sido
formulada objeción alguna que conozcamos. Ciertamente, el
decir "este cosmos" podría dar la impresión de que "éste”
es uno entre muchos mundos, vieja idea difundida en la
época helenística, pero cuyo significado no se ve claro en
Heráclito, a menos que se tenga en mente una fxjrijpcoatq o
conflagración del tipo concebido por los estoicos. Si no, bas
taría con decir, como Clemente (quien, empero, participa
de la interpretación estoicizante), xóopog, esto es, “ un orde
namiento universal", o, a lo sumo, xóv xóo|tov, “ el ordena
miento universal. Pero en la medida que, precisamente, xóo-
(iog no es identificado con "cosmos" o “universo", sino con
"ordenamiento universal", y que xóvóe lo que asegura ante
todo es la connotación de actualidad, el resultado más literal
sería el de “ el presente ordenamiento universal", lo cual no
deja —ni tampoco quita— lugar forzosamente a la idea de que
haya otros “ mundos” u otros "ordenamientos universales".
En todo caso, se habla del ordenamiento que de las cosas
vive y hace frente Heráclito (y que, según la concepción
81
que éste haya tenido, puede haber sido distinto antes y
podrá cambiar después; según se interprete también la afir
mación de la permanencia de su realidad a través de las
tres instancias temporales enunciadas). Es este ordenamiento
actual lo que ¡os dioses no han creado (ni tampoco los
hombres).
c) La validez textual de tov cunóv dxávtcov, en cambio,
como ya lo anticipáramos, ha sido objeto de discusiones. Tal
vez haya sido Karl Reinhardt 67 el primero que ha dudado
de la autenticidad de estas tres palabras. Aduce tres testimo
nios contra ellas: Plutarco, Alejandro de Afrodisia (citado
por Simplicio) y Simplicio, quienes no han conocido un texto
que contenga esos vocablos incluidos por Clemente. No obs
tante, sensatamente Reinhardt se pregunta por el origen y
sentido de esta posible interpolación, y concluye que "se
refiere a las palabras precedentes [de Clemente] róv
cbrúcrns rijc ótelas ISííoc xoióv xoirpov [: que él sabía que es
eterno "el mundo cuya peculiaridad procede de la sustancia
(ovoíag) entera"] y designa el ordenamiento mundial, que
es uno y el mismo para todos los xóapot, a diferencia del
kosmos de la Sia-xócprjots". Reinhardt prosigue su expli
cación, y deduce que "en las palabras róv afrróv ánávtcov
tenemos que percibir una explicación estoica".
Como se ve, la frase en discusión no admite, a estar con
Reinhardt, la traducción "para todos los [seres]" que da
Kranz, sino más bien "el mismo que todos los [mundos]", y
se inscribiría en la interpretación lisa y llana estoicizante.
Pero, entic otros, Gigon rechaza la interpretación de Rein
hardt, con el argumento de que, para los estoicos, tal afir
mación habría sido muy extraña: "Una glosa explicativa
habra sonado más clara y más simple. A la inversa, las
palabras son fáciles de comprender a partir de Heráclito,
como aún puede mostrarse. El texto de Diels es, entonces,
correcto.” ' "T od o es un ordenamiento. Nada queda fuera.
Esto es lo que quiere decir el tov orfirov ójicó-tCov • cbtávrcov
es absoluto: todos los seres (Wcsen) existentes. No hay xóapot
individualmente distintos. Así podemos inmediatamente com
pararlo con 1a expresión del £r. 114 £uvóv cbcavtíDv.8 Para
82
todos los seres vale lo mismo. Lo ^wóv es fa garantía de i a
verdad. De ahí que el nóXejrog sea £uvóv (fr. 80), y por lo
tanto [también] el xóauo;. Todos los hombres y todas las
cosas están incluidas en él.” ®
La réplica de Kirk muestra las debilidades del argumento
de Gigon, pero no es en si suficientemente fuerte.10 Gregory
Vlastos11 sugiere traducir, por la vecindad de la palabra
uvOé>újiü)v (en genitivo plural, com o chtárrcov) en el texto:
"este ordenamiento mundial, el mismo de todos los hom
bres". Pensado esto como una enmienda al texto, seria plau
sible pero pensado com o una interpretación del mismo, es
difícil de aceptar. Vlastos encuentra un posible apoyo en el
fr. 89: rolg EyQTiyÓQooiv iva v.ai xotvóv y.óopov elvai (trans
mitido por Plutarco: "para los despiertos el mundo es único
y común", en contraposición con quienes duermen, que se
sumergen en su “ mundo particular” ), Kirk considera que
este tipo de interpretación conferiría a xócpog un anacrónico
significado de “ mundo" en el fr. 89, y hace notar además
que la palabra /ioivóv ha de ser una glosa de Plutarco de
Sjuvóv.12 Lo segundo nos parece factible, pero lo primero no
es forzoso: ya hemos visto, al abordar el problema del signi
ficado de kósmos en el fr. 50, que incluso allí para Kirk
implica "orden más cosas" (o "cosas en orden"), de modo
que no es necesario, deseable ni plausible entender el kósmos
del fr. 89 como un “ orden abstracto” ni como un “ mundo
concreto” , sino como un “ ordenamiento de las cosas” (o sea,
un "ordenamiento universal” ), que, como el lógos del fr. 2 ,
es único y “ común" (precisamente en el fr. 1 se dice que la
mayoría de los hombres son ignorantes, tanto antes como
después de haber escuchado el ?.óyog, situación que se com
para a la de no advertir cuanto hacen despiertos, tal como
están inconscientes mientras duermen). En favor de la tex-
tualidad de las tres palabras cuestionadas —aunque haciendo
notar su preferencia por la tesis de Gigon respecto de la de
Vlastos— se inclina M ondolfo .13 Marcovich ,14 tras mencionar
85
posiciones a favor y posiciones en contra, apoya a las pri
meras (sin nuevos argumentos, como es también el caso de
Mondolfo).
d) La primera corrección de la puntuación del texto que
Diels transcribe para el fr. 30 —y aun de los manuscritos de
Clemente, parte de Reinhardt, quien coloca un punto entre
las tres formas verbales f¡v del xal Icttv xa! Ectai y la ex
presión jiño áett¡tt>Y-15 En rigor, en esta primera oportunidad,
Reinhardt no ha explicado claramente el porqué de su correc
ción (salvo que se tome como explicación la consideración
de “ las palabras [de Anaxágoras] formulares Jjv ts xai ton
xai toral [como] una expresión para la inmutabilidad” ).1®
Por ello no se ve por qué Kirk, ¿1 hablar de la puntuación
después de lorai, dice que "fue Reinhardt quien inició este
cambio (sobre el cual Kranz en D-K anota meramente que
‘parece imposible'), para el cual la principal razón es la de
que íjv xcd lf<mv xa! Eorai y sus variantes son una fórmula
frecuentemente usada desde Homero en adelante, pero nunca
copulativamente. Serla sorprendente que Heráclito alterara
la aplicación de tal solemne y casi hierática frase, abando
nando su sentido existencia!, real aun cuando tales distin
ciones entre diferentes usos de ‘ser’ no hablan sido propia
mente reconocidos”. Y cita ejemplos de usos de esa fórmula,
desde Homero hasta Platón.11 En esto último Kirk procede,
sin duda, por su cuenta. En lo anterior, puede haber sido
influido por el artículo de Reinhardt que toca más explí
citamente el tema,is donde, al hablar de la “ vieja fórmula
tjv xa! San xal Eatai” ("la fórmula de la eternidad” , la
llama en nota al pie de página) explica: "D e que en tal com
binación elvai, fiel a su significado indoeuropeo, no es có
pula —y de que también Heráclito, acorde al antiguo uso
del lenguaje, solía evitar la cópula— no tengo noticia de
que se lo haya refutado.” 1® Com o se echa de ver, Reinhardt
justifica su puntuación (así, al menos lo interpreta Kirk
15 Reinhardt, Pannenidcs, p. 171. Las frases cuestionadas vuelven a
transcribirse en, p. 172. (Aunque nos manejamos con la 2» ed. de 1959,
tenemos presente que es una reproducción de ta 1$ ed. de 1916, coi!
la cual la confrontamos.)
le Idem, p. 17ñ, n. 2.
i r Kirk, p. 310.
is "Heraklits Lchre vom Feucr", Hermes, 77, 1942, p. 10-11.
Naturalmente, Reinhardt no quiere decir que nadie haya refu
tado su interpretación, sino que no conoce textos que presenten la
triada mencionada con carácter copulativo.
84
—quien comparte su criterio—, y pensamos que lo interpreta
correctamente) en “base al carácter copulativo que resultaría
de la ausencia del punto, en un texto cuyo significado exis-
tencial es patente.
Hay investigadores com o Gigon —quien se atiene a la
puntuación de Diels—, que buscan una solución de compro
miso: "En conjunto el fr, 30 se divide en dos partes. La
solemne fórmula tripartita del ser separa y une las dos mi
tades: es tanto cópula como predicado del concepto princi
pal, en una suerte de doble referencia (Doppelbezogenheit).
La segunda mitad, desde jtGq, puede ser entendida también
como paradójica ‘disolución’, en el sentido de los fr. 51 y
52.” 20 Reinhardt rechaza la conciliación propuesta por Gi
gon: "L o ‘solemne’, lo de que 'separa y une’ (¿realmente
también ‘separa’?), la ‘doble referencia' no existen. Sería de
seable saber siquiera si en algún lado existen.’’21 Kirk tam
bién rechaza la propuesta de Gigon, pero remitiéndose sólo
al rechazo de Reinhardt.22
Pero hay quienes, com o Mondolfo, entran a combatir de
lleno la puntuación distinta a la de Diels. "Los críticos que
niegan la conflagración en Heráclito’’, dice Mondolfo, “ como
por ejemplo Kirk (Cosmic fragments, p. 307), dividen el
fragmento en dos partes, insertando un punto después de
la palabra ‘será’, de modo que la primera parte resulta: ‘este
cosmos . . . siempre fue, es y será'; y luego sigue, separada
de esta primera proposición, la frase relativa al fuego que
se enciende y se apaga. De esta manera, los tres tiempos (fue
y es y será) toman un sentido existencial y constituyen la
fórmula de la eternidad, afirmando precisamente la eterni
dad de este cosmos, cuya permanencia constante, por lo
tanto, no admitiría interrupciones de conflagración u oposi
ciones de momentos contrarios o fases de generación y diso
lución. En cambio, en la lección de Diels, Kranz, etcétera,
los tres verbos mantienen un sentido copulativo, aplicando
al sujeto ‘cosmos’ el predicado ‘fuego eternamente viviente'.
La inserción del punto obedece a un criterio preconcebido
(encontrar la afirmación de eternidad de este cosmos), sin
tener en cuenta ni la advertencia de Aristóteles (Rhetor.
1407b) acerca de las dificultades de puntuación de los escri
tos de Heráclito, ni e! hecho de que lo más natural y
=o Gigon, UH, p. 52.
21 Reinhardt, art. cil., p. 11, nota 2.
aa Kirk, p. 311.
85
probable es que, al negar la idea común de una creación
del cosmos por obra de un poder exterior trascendente, He-
ráclito le oponga la idea de una autoformación efectuada
por el poder inmanente del fuego siempre viviente con el
cual el cosmos se identifica. Esto es más coherente con la cos-
movisión dinámica de Heráclito, para quien la realidad es
todo un proceso de cambio y no una estática permanencia
inmutable. La separación que se quiere crear entre las dos
partes del fragmento, mediante la introducción de un punto
divisorio, no destruye por otro lado la vinculación necesaria
entre las dos, ni puede prescindir de la necesidad de atri
buir al 'fuego siempre viviente’ un papel predicativo con
respecto al cosmos, de modo que los verbos antecedentes re
cobran el sentido copulativo al lado del existencial.” 23
Por otra parte, en cuanto al argumento de Kirk de que
la tríada d e verbos ha sido usada desde Homero y Hesíodo
en sentido existencial, replica M ondolfo que eso constituye
“ innegablemente una alteración mucho más grave de parte
de Heráclito, puesto que sus predecesores —a los cuales puede
* añadirse Jenófanes B 34 con su fórmula negativa (‘que no
hubo y no habrá más un hombre que sepa claramente', et
cétera)— componían la fórmula como suma de las diversas
realidades temporales sucesivas (la pasada, la presente, la
futura), mientras Heráclito la aplica a una única y misma
realidad, para afirmar la continuidad eterna: en esto con
siste su novedad, porque es el primero en presentar en Gre
cia un concepto de eternidad que es infinidad temporal del
ser".24 Se trata, pues, de una importante contribución al
tema, que Marcovich no toma en cuenta, al mencionar dis
tintos autores de uno y otro lado de la alternativa, y escoger
por su parte la puntuación de Reinhardt, Gomperz, etcétera.25
Pero dentro de este entrecruzamiento de los tópicos que
nos propusimos tratar sucesivamente (como d y e), produ-
86
cido por quienes polemizan sobre la puntuación del pasaje,
ha quedado envuelto en un complejo manto el carácter se
mántico del verbo "ser"; por lo cual pensamos que, sólo
resuelto de algún m odo ese espinoso problema (manejado,
en su aspecto filológico-lingüístico, quizá con alguna ligereza
en la polémica reseñada) puede darse (o no) una respuesta
satisfactoria a la cuestión de si corresponde poner un punto
o no después de sorat. Porque lo que dice Aristóteles en el
pasaje de la Retórica al que M ondolfo alude no obstruye
a nuestro juicio las lecturas de los que puntúan tras Zarca,
sino antes bien las facilita o cuando menos las permite, ya
que lo que hace Aristóteles allí es quejarse de la dificultad
para poner puntos —lo que implica la ausencia de éstos en
el original que tuvo delante Aristóteles— en los escritos de
Heráclito (ejemplificando con el texto que está en “ el prin
cipio del escrito” , para nosotros fr. 1 ).
T al vez, entonces, la cuestión no resida tanto en si había
allí o no un punto en el original heracliteano, sino más
bien si corresponde al pensamiento de Heráclito el ponerlo
o no. Por lo demás, en lo concerniente a la fórmula de las
tres instancias en Homero y Hesíodo (que ya hemos citado,
a propósito de Frankel, p. 26, n. 23), es fácil advertir la co
rrección de la réplica de M ondolfo a Kirk. Pero el verbo
Etpí espera allí, en un sintético examen que intente poner
la cuestión en sus justos términos.
88
preposicionales. De aquí que la cópula es el verbo ser en la
sentencia de forma N es $». Esta es la cópula elemental o
aproximadamente elemental. Por analogía con este caso ele
mental podemos definir la cópula, en un sentido más am
plio, donde la posición de N puede ser asumida por cual
quier forma similar a un nombre, incluyendo cláusulas
íntegras, y donde 4> puede extenderse a participios, infini
tivos, cláusulas y otras formas nominalizadas . . . El predi
cado puede ser definido en uno de dos modos. Si lo tomamos
estrechamente, identificamos el predicado como <E> en la for
ma N es <f>, excluyendo la cópula. Pero si lo tomamos de
modo amplio, como para incluir a la cópula, lo definiremos
como es en la misma fórmula. Esta definición amplia pre
serva la analogía con la forma de la sentencia general NTQ,
donde queremos decir que VQ es el predicado. La definición
más amplia es esencialmente la misma que ofrece Chomsky
en términos de frase nominal y frase verbal, y corresponde
al uso tradicional en gramática.” 2 Ciertamente, al llegar a la
construcción impersonal, Kahn específica (luego de rechazar
alegatos de algunos lógicos y gramáticos en favor de un su
jeto en toda construcción): "Usaré los dos términos (se. ‘im-
peisonal’ y ‘carente de sujeto’) como designaciones equiva
lentes para un tipo de sentencia ( )VQ, que aparece sólo en
la tercera persona del singular, sin ningún sujeto N .“ 3
Desde el punto de vista semántico, Kahn rechaza la ca
racterística tradicional de 1 a cópula como vacía de contenido,
carente de significado. Así, a la pregunta "¿en qué contri
buye la cópula a la sentencia en la cual aparece?"4 respon
de: l9) “ sirve como signo distintivo de la pretensión de ver
dad (trutkdaim ) esencial a la sentencia general"; y 2 <") "re
presenta el valor del aspecto estático en contraste con el
kinético (o imitativo), representado por devenir (en griego
yiyvojtai, ,-tÉXopai, reAIfta, TÍruy^at, etcétera)".6
En tercer lugar, y en forma escueta, presentaremos la cla
sificación de Kahn con un ejemplo en cada caso, y conser
vando su nomenclatura.
- Idem, p. 38.
S Idem, p. 171; cf. p. 185.
* Idem, p. 194 y 217.
b Idem, p. 198. Cf. 395 ss.
lü
I u s o s CÓPUÚLÁ.TÍVOS dvt’ig PavA.qcpÓQog Soxro (!l. I 144: "q u e haya un solo hombre
consejero com o jefe").6
IA C ópula nominal. IE Genitivo predicativo (partitivo , patronímico, de m e
IA1 C on adjetivos com o predicado: x o í y<lg xgáxo; fo n dida o pertenencia): naxgóc; S'stp'dya0oto (//. 109: "soy
péytctov (lí- IX 25: "en efecto, su poder es el más grande” ). de buen padre" ); xoü ydg xgáxog S<itl pÉytoxov (H. II 118:
IA2 C on nombres com o predicados: ilpslc; yúg 0ecú to n "d e él es la mayor fuerza” ).
(Jl. II 485: ” pues vosotras sois diosas” ).
IA3 C on pronombres: a) pronombres demostrativos: IF Construcciones impersonales de la cópula: xÉxgaxov
M aíxiov xovxov TóC>£ foxí (H erodoto III 108, "la causa de -rjpag E'lv, O't' . . . exaget (Od. III 180-181: "era el cuarto día,
ello es esto” ); b) pronom bres interrogativos: xíg 8€ faoi, cuando los amigos” , etc.).
cpfgtoxE, xaxaOvqxotv dvOgwrcruv (ll. V I 123: "¿quién eres tú,
muy am igo, entre los hombres mortales?” ).
1A4 Construcción perifrástica con eípt com o verbo auxi II USOS N O -C O PU LATIV O S
liar y un participio com o predicado: aiEt t"Oi ‘giyioxa 6eot
xEX’Aqóxsc; etpfv (!l. V 873: "siempre Ios dioses somos quienes IIA Existencial; a) con matiz vital: ij yag f x ú ld xat d<pv£ioí
soportan las mayores crueldades” ). v.aAEovxat (O d. X V 433: "tus padres aú n viven y tienen fama
1A5 C on participio articulado co m o predicado (aquí no de ricos” ); b) con matiz locativo: lj ga xal fv TgCÓEaoi xvPto-
hay perífrasis; el participio reformula una sentencia subya Tqxíjge., Eaoiv (11. X V I 750: “ sin duda también en Troya hay
acróbatas '’); c) con noción durativa: oóv 8'i¡xoi XMoc; EO'tai
c e n t e ) : 5 ou S'Ecpq 'Eeaxoo0Év1c; ’OfiOs.v lJ r a r o n:párccov (L i
8oov x’LxwíSvaxai i¡aroc; (U. V II 458: "pero tu fama existirá
sias I 16: “ 'es' d ijo ‘Eratóstenes de Oa el que hace esto’ ” ).
tanto com o se esparce la luz de la aurora"); d) con la idea
IA 6 eípí en perífrasis com o operador verbal:6 dBavdxo^ <e
de cuantificador existencial: oVx. ea0'ofo:o; SiEgóg Pgoxó 5
0EO'lat xsxipévt) foot pdJ,icrxa (Hesíodo, Teogonia 415: ("H é-
oM€ yfvqxat, O; xt"A. (Od. VI 201-203: "n o vive ni nac«-á el
cate) es grandemente honrada p or los dioses inmortales” ).
mortal quien", etc.).
IB Cópula adverbial:7 £v0a Siayvwvat xa"A£nü>c; ^ v avSga
6Xa<rov (II. VII 424: "allí reconocer a cada hom bre era HB Construcción p o sesiva: &'J’oVY. f o t 0Í11 cpoEa'iv oúM x.;
difícil” ). (Zí. III 45; " no fray fuerza ni valentía en tu corazón” );
IC Cópula locativa y paralocativa:8 oq>g'é| "'OXvpaov de tal construcción es foTt 5¿ urn
Txcopai, i'v aOavdxtov E5oc; ferí (11. V 360: ‘'.de m odo que voy páXa ítoUú (II. IX 364: " ( e n Ptía) tengo muchos bienes” ).
al O lim po, donde está la sede de los inmortales"); ttagá yag
0eoí elot xai ím’rv (H. III 440: "tam bién ju n to a nosotros hay IIC Construcción potencial (sípf + infinitivo): &U'oúx faxt
dioses” ). Kgovtwvi. páx£o0m. (!í. x X i 193): "p ero no es posible
ID Cópula locativa o nominal con sentido existencial: combatir contra el cronida Zeus” ).
pLEcaqú 8’ ev ¿fot on:Éog fiEQOEt&ác; (O d. X II 80: "en
IID Construcción verídica: ¡{l TáSs y ’fo-rí . . . ¿ k
m edio del peñasco hay una oscura caverna” ); els Sé TtS &gxi>S
«YOOEit£lc (77. X X tV 3 73 "sí, estas cosas son ' en verdad
com o tú dices” ).
() Kahn, sigiuendo a Zcllíg Harrís, llama ‘•operador serbal” a ^ a
transfonnación que in trod u ce un nuevo verbo o una frase verbal t o
mando cJ núcleo verbal como su "‘objeto"; VBAG, p. 144-145. En cuarto lugar, debemos formular algunas observaciones
'i Co n un adverbio d e modo teno.inad o en -ro$. 1 especto de las tesis centrales de la obra. de Kahn. Pero c o
8 Kahn emplea el término ‘'paralocativo"' para describir una varie rresponde hacer notar, previamente, que un libro com o ése
dad de usos que no son distinguibles de la cópula locativa en cuanto
a fuma, pero donde el significado de l:\ sentencia no es primaria o 9 Seguimos el sentido de fa traducción de fntiwore, que Kaltn
exclusivamente locativo (id., p. 159) . adopta.
90 92
no puede caber en forma adecuada en ningún resumen,
tanto en lo que se refiere a lo que dice sobre la cópula y
sobre la dicotomía tradicional, cuanto en lo concerniente
a la descripción ejemplificada de los usos del verbo tlpí.
De la construcción verídica d'iremos algo más al hablar del
£r. 2 de Parménides, pero, respecto de los demás casos, nos
hemos limitado prácticamente a enunciar los prototipos con
un solo ejemplo y sin comentarios.
Evidentemente, la clasificación de Kahn enriquece en for
ma notable las descripciones tradicionales de los usos del
verbo en cuestión. En más de un caso cabe, por cierto, la
discusión de los ejemplos puestos o de lo adecuado de la cla
sificación de los casos. A veces, el mismo Kahn duda de en
cuál construcción corresponde clasificar un ejemplo, como
es el caso de ll. III 45, óW/oíix con píq cposciv origé ti£ ¿Xxi),
que presenta, dice Kahn, "una coincidencia entre el locativo
y la construcción posesiva” ,10 y en consecuencia aparece cla
sificado, un tanto paradójicamente, como un uso copulativo
(cópula locativa) y como un uso no-copulativo (constr ucción
, posesiva). No faltan tampoco ejemplos como e 1 de II. II 118
= IX 25. toü yáo xQÚto? ücm péyuJTOv, que figuran —inad
vertidamente, al parecer, ya que su doble figuración no se
explícita ni en el texto ni en el índice— clasificados como
uso copulativo "con adjetivos como predicado" y, a la vez,
como "con genitivo predicado”.
Pero no es nuestro propósito analizar en detalle la cla
sificación —que ni siquiera hemos presentado en su totali
dad—, ya que para eso lo adecuado sería reproducir o resu
mir las explicaciones que da Kahn en cada caso. Más bien
iremos a la base de la clasificación misma, ya que ésta pre
supone un concepto de "cópula" que no nos parece sufi
cientemente esclarecido. En efecto, la definición formal sim
bólica que propone Kahn no sólo no contiene un concepto
claro de "cópula", sino que se ve diluido por el hecho de
que no vale para las sentencias impersonales, donde Kahn
reduce la fórmula general N V Q a un tipo ( )EÍ1, que ex
cluye al sujeto N. Pero no se entiende entonces por qué
Kahn sigue haciendo uso del término "cópula", que signi
fica "unión", cuando aquí no se une nada. En cuanto a las
características semánticas que la cópula aportaría a la sen
tencia declarativa, es patente que Kahn, al enunciarlas, sólo
ío Idemj p. 165.
i
92
tiene en mente el verbo griego eípí —y, a lo sumo, otros
verbos indoeuropeos correlativos— pero no a cualquier otro
verbo que sirva de cópula. Porque, en lo que hace a la
"pretensión de verdad", el mismo Kahn reconoce que se
toma nula o al menos debilitada cuando la cópula es p. e.
"parecer”: "él parecía ansioso", y cree devolvérsela sólo me
diante la adición de to be: "él parecía estar ansioso” .11 Y en
lo concerniente al valor "estático", la contraposición que
hace entre etpí y yíyvopai, éste como verbo “kinético" ,12
muestra claramente que tal valor "estático" sólo es atribuido
a eíjil y no a cualquier cópula. Pero con eso queda sin pre
cisar el concepto de "cópula", tanto en lo sintáctico como
en lo semántico, y se vuelve difusa la clasificación misma en
usos copulativos y no-copulativos.
Porque ¿valen con seguridad al menos para elpi como có
pula las dos características apuntadas? Tal vez no esté claro
para nosotros qué entiende Kahn p o r ' "pretensión de ver
dad" (truth-claim). Porque, aunque al verbo "parecer" se
le añada "ser" o "estar", no vemos que cambie el hecho de
que sea posible que, aun cuando "Juan parece estar ansio
so", lo cierto sea que "Juan no está ansioso” , y tal posibi-
bilidad está ínsita en el verbo "parecer", por lo cual no
hallamos una "pretensión de verdad" en la primera senten
cia. Lo mismo sucede con el uso de "ser" o "estar" con
verbos como "querer” : "quiero ser el mejor” carece de “ pre
tensión de verdad”, ya que es sólo una expresión de deseos.
Por eso resulta extraño que, considerando que Kahn admite
que "la terminación del m odo indicativo, en su contraste
con las del optativo, subjuntivo e imperativo, es la única
marca formal declarativa, aparte de la entonación" ,15 nos
presente ejemplos de Eípí en subjuntivo e imperativo, ade
más de sentencias condicionales, como las que comienzan
con ei. aunque estén en indicativo. Y sobre todo abunde en
ilustraciones con eIjií en participio, que sirven ciertamente
para ejemplificar funciones distintas en casos diversos, pero
que en griego en ningún caso están enunciando algo (aun
que en lenguas modernas los podamos o debamos reemplazar
por oraciones de relativo o de otro tipo), y mal pueden por
ende tener "pretensión de verdad” .
Vayamos a muestras más concretas. En el canto I de la
11 Idem, p. 203.
12 Idem, p. 198 ss.
13 Idem, p. 189.
93
1
litada hemos contabilizado 69 apariciones del verbo eí^í cpaavny^, y que contiene una "pretensión de “ verdad" en lo
(cálculos sujetos a error, naturalmente): 51 de ellas en foim a q u e declara o enuncia. Es decir, excluye todo lo que sea
explícita y 18 en forma tácita. Ahora bien, ¿puede u n verbo una plegaria, un deseo o una orden (com o la de Agamenón
—o cualquier otra palabra— tener “pretensión de verdad” si es en /l. I 144, "q u e un solo varón del Consejo sea el jefe” ), la
om itido en la sentencia? A nuestro ju icio no. Por más clara indicación d e una eventualidad (Il. I 118-119: "para que
que resulte su inclusión tácita en la sentencia, el hecho de que n o sea (yo) aquel de los Aqueos que quede sin botín de
no figure significa que cualquier "pretensión de verdad” h on or” ), etcétera. Es decir, en la "sentencia declarativa" debe
q ue haya en la sentencia —si la h a y - reside en otras palabras haber una aserción, declaración o enunciado. Ahora bien,
de la misma; si no, sólo la estamos suponiendo o imaginando. si lo que se declara o enuncia es atribuido a algo, este "a lgo”
Pues bien, de los 51 usos explícitos de d p i en el canto I es sujeto de la sentencia. Podemos denominar a lo que se
de la litada hallamos 12 en form a de participio, 2 en sub declara o enuncia, también de acuerdo con la convención
juntivo, 1 en imperativo, 4 en sentencias con ei. y 2 con tradicional, predicado. Y en las sentencias declarativas que
Sacov (que suceden ambos a un o<pQa eí&o), 2 en constrac- tienen la forma S es P, y sólo en ellas, "es” cumple Ja fun
ciones perifrásicas con participio, l caso en que dvai sigue ción de "có p ula” , o sea, en sentido estricto, cumple la función
a síSerar y otro en q ue depende de !6éJ.c.o. En total 25 casos de unir o vincular lo que se declara o enuncia con aquello
donde b “ pretensión de verdad” es nula o sumamente dé a lo cual se atribuye lo que se declara o enuncia.
bil, a los que hay que añadir los 18 tácitos. Es decir, sobre De esto se sigue, am e todo, que - c o m o ya hemos seña
69 apariciones de elpl en litada I, tenemos 43 en que no lado— en una sentecia impersonal no puede haber cópula
cabe hablar de "pretensión de verdad” . (no tiene la forma S es P, pues n o hay sujeto, de forma
En lo que hace al valor "estático” nos encontramos, en el que no hay m odo de vincular P con S). Pero tampoco Ja
mismo canto I, con 9 casos de eIjú en futuro (lotai, lacEtai, hay en frases com o "Zeus está lejos” (ll. l l 27, que K ^ n
foEtai» &crovtat)> donde puede ser sustituido por yEWjat'to.L sin clasifica com o uso de “ cópula locativa” ). "L ejos” n o es atri
problemas, ya que su significado es el mismo. Para limitar buido a "Zeus", sujeto de la sentencia. L o que se aüibuye
nos a un par de ejem plos, en el veTSO 211 óveíóiaov foE'tai a "Z e m " es el “estm lejos " Y lo mismo con cualquier otro
JreQ, "repróchale lo que sucederá” , y en 546, 1.ale:toí xoi adverbio de lugar, tiem po, etc. Los adverbios de m odo ter
loovt' "te resultará difícil", está claro que el valor del futuro minados en son aparentemente una excepción, pero en
de eípí suele ser antes kinético” que "estático'. Porque si griego, pues proceden d e un adjetivo terminado en ^ . y
incluso en lenguas modernas el futuro "será” equivale fre en lenguas modernas en general debemos traducirlos p or un
cuentemente a "se tornará” , “ se volverá” , "resultará", etc. en adjetivo. Tal el ejem plo de cópula adverbial que tomamos
griego es más patente q ue el fu tu ro de elpt indica general de Kahn, "a llí reconocer a cada hom bre era difícil” (H. VII
mente un probable cambio de la situación presente, o, en 424). donde traducimos el adverbio por nuestro ad
fin, algo que sobrevendrá adelante, p or Jo cual no cabe jetivo “ ddifícil” . Pero tampoco hay cópula en el caso de un
hablar de un valor "estático” . "genitivo predicado", com o en ll. X XXI 109, "soy de buen
De lo expuesto creemos que se infiere claramente que las padre” , frase que hemos traducido literalmente para mostrar
dos características semánticas q ue Kahn atribuye a la cópula el genitivo, pero donde el significado obvio es "provengo de
n o sólo n o valen para los diversos verbos que ofician de có un buen padre” .
pula, sino que 11i siquiera pueden extenderse a todos los En síntess, pues, sólo hay "cópu la” donde la sentencia
casos de sl|ú, en distintos usos. Por ello nos vemos forzados tiene la form a S es P y donde P es un nombre (sustantivo o
a refonnul;u la caracterización de la cópula, comenzando adjetivo) o cualquier otra palabra o frase que equivalga a un
p o r decir algo sobre la estructura en que se halla inserta. nombre. Por consiguiente, estamos de acuerdo con la doc
Para usar los mismos' términos que Kahn, llamaremos a trina tradicional en que Ja cópula carece, com o tal, de todo
lo que hnbitualmente se denom ina "proposición” sentencia contenido semántico, y se limita a cumplir una función uni
declarativa, o sea, lo que Aristóteles denom inaba arto- tiva en aquellas sentencias que posean la forma descriptiva;
94 95
\
y que pueden ser, por cierto, no sólo sentencias declarativas,
sino también no declarativas, como las imperativas, deside-
rativas, interrogativas, etc., donde no hay la "pretensión de
verdad". En sentencias declarativas de forma S es P la "pre
tensión de verdad" la cumple P. ("Es” , en tales casos, es
usado, como diría Frege, tal como en aritmética se emplea
el signo " = ” ).
Finalmente, examinemos un p oco más de cerca el empleo
de et|ií, valiéndonos del rastreo efectuado en IUada I. Hemos
visto que, sobre 69 casos, 18 —o sea, más de la cuarta parte—
son tácitos. Y de algún modo estos usos tácitos nos dicen
más que los usos explícitos sobre el verbo en cuestión. Porque
cuando señalamos que la omisión del verbo le resta toda
"pretensión de verdad” , estábamos hablando de elpt como
cópula, ya que vimos que Kahn considera ésa como una ca
racterística de la cópula. Pero el hecho es que (partiendo
de nuestra caracterización como exclusivamente vinculando
un S con un P nominal) hallamos 10 casos tácitos de uso
copulativo en el canto I (versos 9, 80, 116, 167, 266, 335,
404, 518, 525-526, 526-527; hay un caso dudoso, en el verso
589; “el Olímpico es difícil de ser combatido", donde puede
discutirse si se trata de una construcción nominal o una
perífrasis con el infinitivo pasivo dvrupépeoSai), junto a por
lo menos 7 usos no-copulativos. Podría decirse que, puesto
que incluimos en los casos nominales el verso 116, eI T<5y'-
átjmvov, "si esto es mejor”, deberíamos considerar como tales
también los versos 217. w ; yág aftEivov, "pues es mejor", y
274, I jieI itEÍOcoOai Cpeivov, "puesto que es mejor obedecer".
Pero el contexto muestra claramente que se trata de cons
trucciones impersonales; en el caso del v. 217 es patente, por
lo demás, que el ?tm que está tácito desempeña el mismo
papel que el Xf>q del v. 216. De esos 7 casos sin duda no-
copulativos, pues, tenemos 3 impersonales (v. 157, 217 y 274),
1 que puede ser impersonal pero también locativo existen-
cial, según se interprete (v. 174, jtág’Siioiye xal SXXoi oí,
"junto a mí hay otros, los cuales” o bien "junto a mí otros
existen, los cuales" o bien "otros están, los que"). Además,
1 construcción perifrástica con participio (v. 217), 1 cons
micción de relación con jespí (v. 258) y muy probablemente
un uso existencial en el verso 416: íjie! t o i aíaa píwvOá
JIE0 oím fícela 8r¡v, donde tanto píruvOá como 8f|v son adver-
bros de tiempo ("poco tiempo” o "breve vida", el pri
mero, “mucho tiempo" el segundo) que definen el infinitivo
96
tácito EÍvat, construido con atoa, que aquí equivale proba
blemente a yqrq (un uso similar de atoa con un infinitivo
también existencial, Puüycu, se halla en Od. X IV 359).
Y hemos dicho que de algún modo estos usos tácitos nos
dicen más acerca del verbo elpl que los usos explícitos, por
que si, por un lado, es notorio que dicho verbo es el m is
usado por Homero (y en lengua griega), p or otro lado es
el único verbo que puede omitirse, y p or cierto, como vemos,
en un número considerable de casos. La gran frecuencia de
su uso explícito y la estimable frecuencia de su uso tácito
nos llevan hacia una misma conclusión: tal verbo era tan
familiar a los griegos, que podía omitirse sin problema al
guno de comprensión por los oyentes o lectores. Y el hecho
de que encontremos casos tácitos no sólo de usos copula
tivos sino de usos predicativos sugiere, con alto grado de
probabilidad, que en la mayor parte de los casos no sólo
carecía de "pretensión de verdad" sino que padecía de cierta
vaciedad de contenido semántico, Puede objetarse que la fre
cuencia del uso de Etgi —explícito o tácito— muestra que la
lengua griega tenía necesidad de él; y esto es cierto, pero
siempre que no se entienda esta necesidad como de índole
semántica sino de índole sintáctica.
Con lo dicho no pretendemos revertir lo que Kahn llama
su "modesta revolución copernicana" —en cuanto otorga a
la cópula un papel central— y retornar a lo que califica de
"m ito de la primitiva sentencia nominal indoeuropea ".14 No
nos interesa aquí si en un ignoto estadio primitivo slpí fue
existendal, y de allí —por vaciamiento— derivó el uso copu
lativo necesario para la construcción, o, si al revés, fue del
uso copulativo (de la "cópula locativa", com o la llama Kahn)
que derivaron los demás. No hacemos cuestión de prioridad
cronológica. Simplemente señalamos un hecho: la frecuencia
del uso y de la omisión, y lo interpretamos. De acuerdo con
lo que nos sugieren múltiples casos de los cuales mis abajo
daremos algunos ejemplos, podemos conjeturar que el signi
ficado básico de sipí —no forzosamente el más primitivo— ha
sido en Grecia e l de " vivir" , y que éste haya permanecido
subyacente en todos los usos que distinguimos, incluso en el
puramente copulativo. Pero acaso en razón de que el vivir
es el hecho más obvio de todos, se ha usado vacio o semi-vacio
de contenido la mayor parte ele las veces, tanto en usos co
pulativos como predicativos.
ii Idem, p. 195 ss., p- 373 ss.
97
A l pensamiento moderno, por lo menos desde Descartes
en adelante, no le ha parecido tan obvio el “ vivir", y ha
emprendido toda clase de análisis metafísicos, lógicos y lin
güísticos del concepto “ ser". Quizá por eso (y a pesar de 1a
prodigalidad con que se emplea el verbo “ser” —y “ estar”
en español— en el habla cotidiana) en ámbitos filosófico-
científicos se tiende a hallar un verbo “ ser" preñado de sig
nificado existencial, y no sólo en la lengua griega, sino en
toda lengua indoeuropea. Pero el caso es que es forzado y
anacrónico buscar esa carga significativa antes de Parméni-
des. (Y aun en Parménides, el énfasis puesto en el partici
pio, en el infinitivo y especialmente en la persona del
singular del indicativo no es continuo ni idéntico.)
Vamos a intentar redondear nuestro pensamiento sobre el
punto con un breve análisis de los cuatro ejemplos que
da Kahn de "cópula nominal con sentido existencial” .
Dos de ellos están en modo imperativo, y carecen por lo
dicho, de la pretensión de verdad” propia de una sentencia
declarativa. Uno es el que ya hemos citado más arriba: sis
6é t i c apxo? ávf)9 |íotAr|(pÓQo; soto (77. I 144: "Let there be
one responsible man in charge o f her” , es la traducción
de Lattimore que Kahn adopta, y cuyo sentido hemos se
guido, aunque en forma menos libre, “ que haya un solo
hombre del Consejo como jefe", ya que “ in charge of her",
“ a cargo de ella" —Lattimore piensa sin duda “ a cargo de
Criseída” — no encuentra justificación en el texto ni en el con
texto: Agamenón ordena que un solo príncipe sea jefe de
la misión que devolverá Criseída a su padre y efectuará los
ritos reparatorios). Estamos aquí en presencia de una senten
cia imperativa con aposición en el predicado. El segundo
ejemplo imperativo es similar: (puXom'i 5é tig IpxsSo; larca
(/Z. VIII 521: “ que haya una guardia permanente’), aunque
aquí la construcción yuxtapone un adjetivo adverbial al sus
tantivo.
Veamos los otros dos ejemplos. Uno correspnde a 11. V
377, SUoi pÉv yág jtch'isq oaoi 0soí sía’lv ’OXúwaj): “todos los
demás, en cuanto son dioses en el Olim po", como traduce
Lattimore, o mejor, como sugiere Kahn como equivalente,
“ todos los demás, tantos dioses como hay en el Olimpo” , Se
trata, pues, de un locativo de sentido existencial. El cuarto
ejemplo es para nosotros el más interesante: olí 115 róov oí
vív Pqotol bioiv ¿mxBóvioi, II- I 272: “ no one of the moríais
now alive upon earth”, “ninguno de los mortales actualmen-
98
te vivos sobre la tierra", es ía traducción de Lattimore que
Kahn adopta, y 'que no presenta verbo alguno. De todos
modos, Kahn sugiere que también cabe la lectura “ aquellos
que son mortales sobre Iá tierra”. Pero esta traducción es
incorrecta. El hecho de que en inglés —como en español— no
haya un vocablo para émxQóvioi como lo hay para el término
correlativo ú:tox0óvioi, "subterráneos", dificulta sin duda la
traducción. Pero eloív, en esta sentencia, sólo puede signi
ficar "vivir” , y el adjetivo ¿mxBóviot, aunque concuerde en
género, número y caso con el sujeto oí . . . Ppotoí, cumple
función adverbial, en cuanto está especificando locativamen
te el verbo. Pero nótese lo que hemos ya anticipado, y que
aquí aparece, a nuestro juicio, claramente: lo que se declara
o enuncia de los mortales está más en ÉmxOóvioi que en
eícÍv (el adverbio vüv sólo refuerza el presente que indica
el verbo). En efecto, ¿mx0óvioi, como adjetivo (o sustantivo)
no significa “ sobre la tierra” (para tal expresión Homero
usa «ti x®óva), sino denota una calificación, la de “ quienes
están (o viven) sobre la tierra”. Cf. I 266: xájmcTOt Si] xsívoi
£jax0ovío)v tqú0£v ávSoñv, “ aquéllos (eran) los más valientes
de ios varones ‘habitantes sobre la tierra’ En el ejemplo
que estamos analizando, el verbo eIoív proyecta sobre &ux0ó*
viot la connotación existencial, como para que no quepan
dudas. Por eso la traducción de Lattimore nos parece la más
fiel, en cuanto omite el verbo pero deja intacta su proyección
sobre émx0óvioi: “vivos sobre la tieiTa” . (No podría tradu
cirse “terráqueos", pues serla impropio; ni “terrenos” o ‘he
rrenales", en contraposición con sxougdviot, “ celestiales", con
traposición completamente ausente aquí).
Ahora bien, obsérvese que los cuatro ejemplos analizados
son susceptibles de ser traducidos también nominalmente,
o sea, en forma copulativa, sin perder su sentido. En el
primer caso, el resultado sería “ que un solo hombre del
Consejo sea jefe” . £n el segundo, “ que la guardia sea
permanente" (claro que aquí se haría alguna violencia
al texto, ya que antes no se ha hablado de que hubiera
guardia, por lo cual la orden sería doble: que haya guar
dia, y que ésta sea permanente). En el tercer caso, el
resultado ya está en la traducción de Lattimore, “ todos los
demás, en cuanto son dioses en el Olimpo". En el cuarto,
de un modo más correcto que el que propone Kahn, “ aque
llos mortales que son habitantes de la tierra", o, más cerca
de la versión de Lattimore, “aquellos mortales que están
99
vivos sobre la tie n a ” . E n ninguno de los cuatro casos p en - ; blem a en disputa, e intenta explicar la ambigüedad y aplicar
samos que la sentencia de forma copulativa subyazga o deba sus esquemas de 1-973: "H a habido algún debate sobre si
sobreentende r se en la formulación Predicativa que correspon deberí a o no ponerse un punto después de ‘it ever was and
de (impersonal en los dos primeros casos, locativo-existen- is and will be’ y antes de ‘fire ever-living'. Puesto que Herá
cial en los dos restantes). Comprobamos, sim plem ente, que clito escribió sin signos de puntuación, no es una cuestión
el uso de crpt en esos casos es muy débil, y el peso de la de texto sino de interpretación. Pienso que aquí, com o en
declaración recae sobre sustantivos y adjetivos, lo que torna otros casos, debemos admitir ambas maneras. T a l com o Rein-
posible la conversión en una form ulación copulativa. hardt ha demostrado, las tres formas del verbo ‘ser' tienen
claramente su pleno valor existencial (o 'vital) en la fórmula
para la eternidad, que repercuten en aeizoon, 'everliving'.
3. El verbo d pí en el fragmento 30 de Heráclito Pero estos verbos sirven también com o cópula, con ‘everliv
ing fire’ com o predicado. La concepción de que ‘ser' en
Tras la presentación del análisis de Kahn, en forma harto griego debe ser o existencial o copulativo, pero n o ambas
resumida, y formular algunas observaciones, hemos p odido cosas a la vez, es una de esas supersticiones que deberían
acercarnos m ejor al uso de elpí en el griego pre-platónico, de haber sido ya descartadas. Véase T h e Verb ‘Be’ in Ancient
m odo de abordar el problema tal com o hemos visto que se Greek, p. 80, 139-141, 164-167, etcétera.” 2 (Dejamos en in
presenta en D-K 22 B 30. Pensamos que de algún m odo glés las palabras que corresponden al texto que está en dis
la polémica acerca de la puntuación de dicho texto y acerca cusión.)
de si e’ipí debe ser entendido en forma copulativa o exis Naturalmente, estamos de acuerdo con Kalrn en que no
tencial, ha quedado atrás. L o que n o está claro aún es la es cuestión de texto sino de interpretación. En lo que dice
reformulación de Jos términos del problema. inmediatamente después hay también una base de coinci
Lástima grande que Kahn no haya examinado, en su va dencia, lo cual es lógico, si se tiene en cuenta que nuesmi
lioso libro sobre el verbo "ser” , u n texto com o dicho frag revisión del tema p a n e del examen anteriormente hecho por
mento 30, que no sólo habría enriquecido el análisis del Kahn. Pero también de las críticas que hemos formulado
verbo, sino también habr í a remozado la cuestión. Incluso a dicho examen se desprenden claras discr epancias, que se
en su libro sobre Heráclito, publicado seis años después, no advertirán en nuestro análisis.
se ocupa del tema más que tangencialmente —acaso por El cuarto de los ejemplos que da Kahn de “ cópula nom i
hallarse inmerso en una problemática distinta-, e incluso nal con sentido existencial” , y que hemos analizado, resulta
lo maneja de una forma algo ambigua. paradigmático para el enfoque del fr. 30, ya que nos pre
En efecto, en su presentación bilingüe del fr. 30 nos im senta un Eicív con sentido de “ vivir” y conectado con un
presiona com o Jano. El texto griego mantiene la puntua término que también contiene implícitamente el significado
ción de los manuscritos, de m odo que se acomoda a la lec de "vivir” pero localizado, £mx.0(mot, que Lattimore tra
tura de quienes sostienen que allí las tres formas de eípí duce, según vimos, omitiendo el verbo, “ vivos sobre la tie
tienen valor copulativo, con "fu e g o siempre-vivo” com o pre rra” . Vimos también que el término es un nom bre (adjetivo
dicado nominal. La traducción inglesa, en cambio, es idén o sustantivo, no menos que “ mortales” cuando decimos "los
tica a la de quienes, com o Marcovich, ponen el punto au mortales” ) que, aun cuando concuerda gramaticalmente con
sente en los manuscritos. Así leemos en Kahn: “ but it ever el sujeto, cumple una función adverbial locativa, pero que,
was and is and will be: fire everliving” .1 (C f. Marcovich: en razón de la debilidad del verbo —incluso significando
“ but it always was and is and shall be: fire everliving'').2 “ vivir —, que abandona el peso significativo, carga con éste.
Apenas en una nota relativamente breve alude Kahn al pro Y sólo esto es lo que posibilita, según sostenemos, su lectura
com o formulación copulativa.
1 The Art and Thought, p. 44-45.
2 Her. Ed. Maior, p. 2G3. s The Art and Thought, p. 313, nota 127 (subrayados del autor).
100 101
Compárese con irug ¿sl^toov. De ImxBóviot ya lie
mos dicho que no puede traducirse “ sobre la tierra", puesto
que se trata de un adjetivo, a veces sustantivado: " (los) que
. . . sobre la tierra", pudiendo llenarse los tres puntos con
verbos como "vivir", “estar", "habitar", etc. (en todos los
cuales la noción de existencia subyace forzosamente, ya que
no se trata de hablar de "los que corren sobre la tierra"
o “los que matan” o "los que aman” ni de ninguna
"vivir” , diferenciándose además, de émxBóviot en que en él
otra acción o situación). Por eso hemos dicho que —en el
ejemplo homérico— el verbo eloív, si se halla debilitado, no
por eso deja de contribuir a enfatizar, con su proyección
sobre ámxBóvioi, el sentido de "vivir". En la expresión jcüq
áá^taov, por su parte, el sustantivo jtúg no dice en principio
mucho por sí solo; pero el término compuesto áeí^coov mues
tra mucho más enfatizado, sin duda alguna, el significado de
“ vivir”, diferenciándose además, de StuxBóvioi en que en él
hallamos, en lugar del sentido locativo del epíteto homéri
co, uno durativo, marcado por el adverbio ásí.
Como el epíteto compuesto úsfécoov es una creación de
Heráclito, veamos algunos usos del vocablo simple, En
11. VI 38, í^coóv Slív, " (lo) capturó vivo" (cf. XVI 445), el
verbo tiene valor fuerte, pero no menos peso declarativo
posee £ü>óv. Por ello no cuesta entender que, si el verbo es
eíjit, ha de ser £coóv quien cargue prácticamente por completo
con la predicación: AíSvwxi yáo eoav ?coaí, "las dos (islas)
eran vivas" (Pínd., Pit. IV 209-210; el texto continúa: "ro
dantes y más rápidas que remolinos de vientos”, en una
descripción animista de las pétreas islas Simplégades, que
tanto temor provocaban a los navegantes que debían pasar
entre ellas para entrar en el Ponto Euxino). Por la misma
razón eIjií queda tácito en un pasaje de la Odisea (XVII
114 115), que nos ofrece la curiosidad de presentar los dos
términos que estamos comparando: aínctp ‘O&'uaafjog xalaoí-
qjpovo; m¡ jtoT’üqpaoxs £aiov oíi&t flavóvto? £mx6óv(cov teu áxtñh
oai, “pero afirmó que jamás había oído hablar, a habitantes
de la tierra, que el paciente Ulises estuviera vivo o muerto".
Podría objetarse que, en el pasaje citado, el participio tácito
cóvtoc nial puede tener carácter vital o existencia!, ya que
se aplica tanto a tcooü como a BavóvtoS, y por ende no sólo
se refiere a la condición de Ulises de "vivo" sino también
a la posible de "muerto”. Pero esto no es tan obvio en Ho
mero: en II. X X III 103-104, Aquiles, tras la aparición onírica
102
del espectro de Patroclo, exclama: "O h, dioses! Entonces
existe (¿orí), en la morada del Hades xa! EÍSoXov”,
expresión esta última difícil de traducir, y que significa algo
así como “la vida perdida (i(aiXT¡) como espectro". La "m o
rada del Hades" es la morada de los muertos, y tyvx*í< cier-
tómenla, no significa "alma".* sino el muerto en tanto vida
tronchada, y de éste se afirma la existencia .Claro que, en
el pasaje de Od. X V II 114 ebú ve su significado muy debi
litado —más aún en cuanto se halla en participio, y tácito—
pero no más que lo que vimos en II. I 272 ni con menor
sentido vital.
Vamos a hacer otra comparación, esta vez con algunos
ejemplos del tipo que Kahn clasificaría como de “ matiz du-
rativo". Más arriba hemos citado uno de ellos (II. VII 458),
que tiene para nosotros el inconveniente de que contiene un
pronombre como oaoov ("tanto como"), que no hallamos en
el f r. 30. Pero en Homero leemos otros ejemplos que se acercan
más a éste: Od. X IX 328, &v0{>w:tot Ss jnvuvOáSuH téÁéOovoiv,
“los hombres son de vida breve", con un verbo similar a elptíi
pero con éste y el mismo adjetivo |.uvuv0á8iog, leemos en
i l . X V 612-613: (.uvi:v0á6tog yuQ eppeXXev locoOai, "pues (Héc
tor) iba a ser de vida breve" (o "habría de tener vida breve")-
Y en un uso participial, leemos en II. I 352: áiteí (.t’SreexÉS
ye pivuvOáBióv xso ióvta “ ya que me engendraste, aunque para
ser de vida breve". El hecho de que pt.vuv0á6tog sea un
adjetivo no nos debe llamar a engaño y hacer creer que, si
no en español, al menos en griego se forma una semencia
copulativa con predicado nominal. Dicho adjetivo es similar
a éjttxflóvioi: posee un valor adverbial (aunque sobre él recaiga
el peso de la significatividad). Hasta el punto de que, pocos
versos más abajo del último ejemplo citado, es reemplazado
por el adverbio p[vuv0a (sin duda, por razones de métrica),
y aun reforzado por la negación de otro adverbio tempo
ral 6iqv: II. I 416. JjtEÍ víi roí aloa pivuvOá jceq ovti páXa 5tlv»
sentencia que más arriba hemos clasificado —dentro de los
usos tácitos de sitú— como probablemente existencial. Así
[itvuv0áSiog, con un matiz temporal en lugar del locativo de
¿mx0óvioi» posee más explícitamente el valor vital de éste.
* S o b r e la discusión de este tópico, ver el pequeño libro de W. Otto,
V ie ¿tí(in e ti -crítica a la tesis de E . Rolide en Psyche— y el <le jaeger,
La teología de los primeros filósofos griegos, cap. v. Nosotros liemos
expuesto esas y otias opiniones, asi c o m o la nuestra, en un u a b a j o de
difusión limitada, E f concepto de alma en Homero.
103
Y se halla sin duda más próximo a deí^otov, ya que su signi
ficado es precisamente el opuesto, "de breve vida” (aunque
más literalmente sea traducido “ de breve tiempo”, o simple
mente “ breve” : es lo mismo, ya que el contexto meustra, en
todos los caso scitados, que se refiere al “ tiempo de vida” ).
Nuestra conclusión nos lleva, consiguientemente, a recha
zar la clasificación de slpí en el fr. 30 como un uso copu
lativo o como un uso existencial, pero también su clasifica
ción como un uso mixto copulativo-existencial.5 Entendemos,
ciertamente, que las tres formas de elpí tienen allí valor
existencial, pero sumamente debilitado, ya que sólo leve
mente proyectan el valor vital-existencial sobre jtÜQ ási^coov,
en tanto que su propio aporte a la sentencia lo configura la
continuidad, establecida por la sucesión de las instancias pa
sada, presente y futura. Pero la continuidad ya está estable
cida por el adverbio ctsí, y aparece luego reforzada, con el
énfasis del pleno valor vital, en el epíteto áeí^wov. En otras
palabras, esta sentencia puede ser convertida en —o consi
derada como— copulativa, pero no se trata en absoluto ele
• una sentencia copulativa, no más que en el ya citado caso de
//. VI 38, £coóv ghsv, “ (Menelao) capturó vivo (a Adrasto1'}.
Se trata, pues, de una sentencia declarativa, pero, como
en buena parte de las sentencias en que se halla eipt, el
valor semántico de este verbo —que en las sentencias copu
lativas es directamente nulo— queda considerablemente de
bilitado, y reducido a lo que hemos apuntado. Este hecho,
a nuestro entender, es el que ha creado la inconducente
polémica sobre si allí e u ú es copulativo o existencial. Lo
que se predica de xócpog es nüg g s u í c ü o v , con énfasis de la
continuidad de la vida del y.óopo£ en el tiempo.
104
lee en el texto de Clemente) o con v,óa\.io<; (como lo inter
preta Simplicio), y el significado de ambos participios; h) sig
nificado de pÉTQa (espacial, temporal, etcétera).
El segundo de estos problemas reclama —sin ser decisivo
para nuestra tesis— prioridad dentro del conjunto mencio
nado, aunque por razones de orden lógico, lo hayamos colo
cado en segundo lugar. Porque el caso es que ¿jrrópEvov y
áítoaPevvúpevov pueden ser utilizados tanto para calificar (o
predicar) un sustantivo neutro, como xvg, sea que esté en
nominativo (como sucede en el texto de Clemente), sea que
esté en acusativo, cuanto para calificar (o predicar) un sus
tantivo masculino, como xóojto?, si está en acusativo.
Veamos el pasaje de Simplicio. Se trata de un comentario
a un pasaje (I 10,279bl2) del tratado Del Cielo, donde Aris
tóteles dice; "T odos afirman [que el universo] es engendra
do, pero [además de que es] engendrado, algunos [dicen que
es] eterno (áíStov), otros [que es] destructible como cualquier
otra de las cosas compuestas, y otros [dicen que] de modo
alternado se destruye en un sentido o en otro, y que esto
continúa asi siempre, como Empédocles de Agrigento y He
ráclito de Efeso”
Simplicio, en el comentario respectivo (p. 293-294, ed. Hei-
berg), destaca “lo común a las opiniones precedentes” anota
das por Aristóteles, y ejemplifica luego la diferencia: “ algu
nos dicen que es eterno, como Orfeo, Hesíodo y, después de
ellos. Platón, según dice Alejandro” ; "otros, en cambio, afir
man que de modo alternado se engendra y se destruye, ge
nerándose el mismo de nuevo para destruirse de nuevo, y
que tal sucesión es eterna (¿ÍStov), como dice Empédocles del
Amor y del Odio". Poco después añade: “ también Heráclito
dice que el mundo (róv xóapog) a veces se incendia1 y a veces
se constituye de nuevo a partir de [el] fuego, según ciertos
periodos de tiempo (xaró nvag ygóvou jieqióSovs), en los
cuales, dice ‘con medida se enciende y con medida se apaga’
(pÉTQci áíTTÓiisvo; v.al pÉTQa frfievvúpEvog). De esta opinión
fueron más tarde los estoicos” .
Coino se puede ver por el texto aristotélico, no sólo por
vía de los estoicos podía inferir Simplicio un nacimiento
i El ‘'también'’ no implica que otros filósofos hablen de incendios
cósmicos, ya que antes sólo se menciona a Empédocles; por ende, el
“ también” alude a la destrucción y generación alternadas. Por ser
ovación indirecta, dependiente de ¡UyEt, xóon o; va en acusativo y el
verbo correspondiente en infinitivo.
105
del mundo a partir del fuego y una vuelta a éste eri uíiá
destrucción periódica (en Física III 5, 205a declara Aristó
teles que "Heráclito dice que todas las cosas alguna vez se
convertirán en fuego” ). Esto parece implicar, por parte de
Aristóteles, una "asimilación de Heráclito a los milésicos” ,
como dice Stokes;2 aunque tal vez sería más adecuado decir
que Aristóteles asimila lo principal en el pensamiento de
los milésicos y en el de Heráclito a su propio concepto
de arché y de stoicheion, como ya hemos visto. Si el “fue
go" es, al decir de Aristóteles, "lo primero a partir de lo
cual todas las cosas se generan y el término en que se des
truyen", los estoicos, que probablemente han leído a Aristó
teles han tenido que hacer poco esfuerzo para acomodar a
Heráclito a sus propias teorías de la conflagración.
Ciertamente tampoco Clemente vio eso de distinto modo,
pero distingue, con un vocabulario típicamente estoico,
un kóstnos como orden eterno que incluye la sucesión de un
mundo tras otro (como dice Simplicio al reunir a Heráclito
con Empédocles) de un kásmos “generado y destructible" pe
riódicamente. Y por eso junta también a Heráclito con
Empédocles —naturalmente que la razón última o primera
de tal vinculación puede o debe estar provista por la lec
tura del texto de Aristóteles—, atribuyendo al siciliano
la tesis de que "alguna vez tendrá lugar una transformación
de todas las cosas en la sustancia del fuego". Y agrega: "más
claramente es de esta opinión Heráclito de Efeso, cuando
juzga que hay un kósmos eterno pero reconoce otro perece
dero en cuanto a Ja transformación cósmica (SiaxoopriGic),
bien que sin diferir de aquél en punto a su realidad. Que
por un lado conoce un kásmos eterno, cuya cualidad es la
de toda la realidad, se hace evidente cuando dice: ‘el kósmos,
idéntico para todos, no lo ha hecho ninguno de los dioses
[ . . . ] se apaga con medida’. Pero que, por otro lado, pen
saba que había un [kósmos] engendrado y destructible, lo re
velan las siguientes palabras: ‘fases del fuego [ . . . ] torbelli
no’, etcétera".
Está claro, en el pasaje transcripto, por qué Clemente no
ha podido decir (como Plutarco y Simplicio; este último en
p, 294, lineas 15-16 de la ed. Heiberg del comentario cita
do) "este kósmos", ya que se está refiriendo a un único
kósmos, y no como "ordenamiento universal" como lo tra-
106
ducimos nosotros con Kranz y Kirk, esto es, como “ordena
miento de todas las cosas", sino un "cosmos de cosmos",
esto es, un ordenamiento cósmico de todos los mundos"
eterno. La diferencia con Simplicio salta a la vista, ya que
éste interpreta el mismo pasaje en que Clemente entiende
que se habla de un kósmos eterno, como un texto en el cual
se habla de un incendio del mundo, y con medidas, o sea,
“según ciertos períodos de tiempo”, de modo que a un pe
ríodo de incendio cósmico sigue otro de regeneración del
mundo a partir del fuego.
Hasta el presente no tengo conocimiento de ninguna in
terpretación moderna que prefiera la lectura de Simplicio
a la de Clemente, en lo tocante a la correspondencia de los
dos participios del fr. 50 con xóopog, en el primer caso, o con
mif>, en el segundo. Es este segundo caso el adoptado, sin
que se discuta el posible problema de dicha correspondencia
—lo que equivale a no admitir el problema como tal, o a no
verlo— y ni siquiera se examíne o aluda a la corresponden
cia que se lee en Simplicio.® Parecería que la mayor proxi
midad de jtv? con los participios fuera decisiva, como si
en griego fuera efectivamente decisiva; o bien que la carac
terización del “ ordenamiento universal" con el "fuego siem-
previvo” tomara estéril toda discusión acerca de qué es lo
que se enciende y se apaga. Evidentemente, se escoge el texto
de Clemente, aun cuando, como hemos visto, nadie adopta
integra y ¡o exclusivamente el texto de Clemente para cons
tituir el fr. 30.
Ahora bien, hay cuando menos dos razones para preferir
la correspondencia que establece Simplicio. La primera y
para nosotros decisiva —en tanto no hallemos refutación-
es la de que, si bien hemos dicho que los participios énxó-3
108
compuesto; cf. B 43” (el uso del compuesto en B 26 obede
cería a una concordancia "con la palabra precedente, ójio-
•Savtiv"). De este modo, correspondería leer "áictópevov pé-rpa /
opEwúpevov pérpa (pÉrpa repetida como expresión del equi
librio, del paralelismo)".* Adherimos a tal idea, pero con el
añadido de que la misma nos parece reforzada si leemos,
como en la cita de Simplicio (y en la de Galeno), el dupli
cado adverbio p¿rpa antes de cada participio, con lo cual
el ritmo de la frase se ve notoriamente acentuado: pétpa
ántópevov xal p'tp o opewúpevov.'1
Quizá para la comprensión del fr. 30 puede ayudarnos un
comentario de Sexto Empírico (Adv. Math. VII 130-131), no
referido a este fragmento en particular sino a la filosofía
de Heráclito en general, de la cual poco después cita lo que
—hemos visto que posiblemente siguiendo a Aristóteles— nos
dice que está al comienzo de su libro (fr. 1, y luego fr. 2).
Dice así: "tal como los carbones, al acercarse al fuego, por
transformación se convierte en brasas, mientras que al sepa
rarse se apaga oflér uvrat), así también la porción de lo cir
cundante (d»tó too JtEoiExovtoi;) albergada en nuestros cuer
pos, con la separación se torna prácticamente irracional, mien
tras que con la comunicación a través de las múltiples vías
alcanza un estado semejante al del todo. Este Xóyog común
y divino, por participación en el cual nos volvemos raciona
les, dice Heráclito que es criterio de verdad” .7
Naturalmente, la comparación introduce elementos ana
crónicos, aunque también usa términos típicamente preso
cráticos, como el de jrgpiÉxov. Pero básicamente leemos ahí
dos cosas: 1) si, como hemos visto, "fuego" y lagos son dos
de los nombres con que Heráclito se refiere a lo que para él
es lo principal, la comparación del alejamiento de los carbo
nes del fuego —que de ese modo se apagan con el cese de
participación en el lógos (de la cual se hace depender nues-
109
tra racionalidad), nos pone frente a una analogía cuyo fondo
puede muy bien ser heracliteano; 2) el ejemplo, en un con
texto en que habla de la filosofía de Heráclito e inclusive
donde hay algunos términos suyos, nos habla de un apagarse
no referido al fuego sino de lo que de él se alimenta, y eso nos
estimula aún más a pensar el fr. 30 con la correspondencia
sintáctica que leimos en Simplicio,
Al final de nuestras referencias al papel del sol en Herá
clito (p. 77), hemos aludido a testimonios de que Heráclito
habría dicho que el sol se enciende en cada autora y se
apaga en cada ocaso, en algunos casos con el añadido —con
siderado por Kirk como una contaminación con el fr, 30—
de que se enciende "con medida" y se apaga "con medida” ,
lo cual implicaba que la palabra pérpa tenía no sólo sentido
espacial (recorrido de! sol) sino temporal (períodos abarca
dos en cada trecho de su recorrido). Dijimos entonces que
esto podía ser extendido al xóopos en que habita el hombre,
y decir de él que se enciende con el sol y se apaga con el
sol. Y esto nos conduce efectivamente al fr. 30, sin temor a
Acontaminaciones.
Para nuestra interpretación resulta secundario el proble
ma de la conflagración; pero si lo principal, a diferencia del
sol, es tó [tt¡ óívov, “lo que no tiene ocaso", al menos esto
principal no se apaga nunca del todo (de hecho los partici
pios no están en perfecto ni aoristo sino en presente: no
indican, pues, una acción acabada ni que se cumple en un
momento preciso, sino inconclusa).3 Ciertamente, si atribui
mos al kósmos y no al fuego el "encenderse” y "apagarse” ,
podría entenderse que, mientras el fuego es "siemprevivo”,
el kósmos se acerca y se aleja de él, como los carbones en la
comparación de Sexto Empírico. Sin embargo, el fr. 30 no
dice que el kósmos se acerca ni se aleja del fuego, sino que
existió siempre, existe y existirá (por ende, sin incluir des
trucciones) en tanto fuego siemprevivo; y así es como se
enciende con medida (de día, en verano, pero sobre todo
cuando los hombres están despiertos y escuchan el lógos y
actúan según él) y se apaga con medida (en invierno, de
noche, cuando los hombres duermen y no atienden al lógos.0
110
5. Conclusiones generales acerca de la noción de " tiempo”
en Heráclilo
111
“ fase” del fuego en la cual los hombres están bien despiertos
y atienden al f.ógos comt'n. Aquélla es la noche, el invierno, I
Dios está casi ausente. Esta es el <l:a, el verano, Dios está
plenamente presente.
I
C. EL TIE M PO EN EL PO EM A DE PARMÉNIDES
I
T
i
%
i
I. R asgos P rincipales be la Filosofía b'e P arménides
116
■V
117
fr. 54), que sugieren rumbos o posibilidades qu e debían
esperar más tiempo para ser planteados más expresamente.
Reinhardt muy al contrario que ICahn, pensaba que Parmé-
nides dirigía su polémica "contra Anaxfmenes y su cosmogo
nía’'. Según Reinhardt, la palabra xóopog nunca significó, en el
lenguaje de los primeros milésicos, "estructura cósmica” (IVelt-
gefüge) ni "construcción del cosmos’’ (Bau der Vi ílt), sino que
"más bien los antiguos hablaban de los xóctroi, en plural, y
entendían por ello las distintas fases que, según sus teorías,
había experimentado el fliebcoopo;. Kóal*oi serían p.e. los extre
mos estados alternados de ápaímci; [rarefacción] y nvxvtooi; [con
densación] en Anaxímenes” . Reinhardt lee la polémica contra
éste en los dos últimos versos del fi. 6, oí; vo néJaiv T6 -cal oivt
rival, xaútiv vEvóntotai xal oéx tafixóv, que interpreta así: "si se
supone un ente aquí y un ente allá, han de estar separados y
diferenciados por medio del espacio y del tiempo, y sin embargo
[son] lo mismo según su esencia, o sea xaúxóv y.ui oú tcuStóv".1-
Dejando de lado la discusión del uso clel término x¿op.o;,
que no nos interesa aquí, podríamos decir que, en la medi
da que nos fiemos del dudoso informe del Pseudo-Piutarco (cf.
D-K 12 A10). cabn'a pensar algo similar respecto de Ana_x¡-
, mandro. Reinhardt no deja a éste de lado, pero considera que
"Anaxímenes ha concebido más precisamente la esencia de la
transformación y ha tratado de determinarla por medio de
sil doctrina del áeoicixn; y itúxvioavs".1* Lo finsigov de Anaxi-
mandro, para Reinhardt, es "como el 8v eléata, material, pero
su carácter de ápjrf debemos entenderlo "no en el sentido físico
posterior como materia primordial sino en sentido lógico y
conceptual: el comienzo y el fundamento originario de todas las
cosas es lo Infinito, debido a su infinitud, esto es, debido pre
cisamente a su concepto; es inmortal, imperecedero; puesto que
no tiene principio, todas las cosas que tienen un principio y
son finitas deben haber nacido de él". No es casual que encon
tremos en Parménides, dice Reinhardt, el atributo ávifiXeíIqoy
que también tiene lo Sikiqov de Anaximandro (cf., supra p. S7).
Pero "Parménides quiere superar aun a Anaximandro: elige
como principio un concepto más elevado, más abarcador y más
abstracto que lo Infinito: el Ente, xá üvra, que hasta entonces
significaba el conjunto de todas las cosas [ . . . ] Parménides elevó
el 5v mismo a principio, y con ello inviiLió toda la problemá-
119
Pero lo importante de esto es que n o sólo la segunda parte,
separadamente, sino todo el libro fu e llamado jtsgl (píioeo*;,
y, aunque no haya sido Parménides quien le puso tal título,
no es desatinado pensar que quien le puso ese título encon
tró una continuidad temática a lo largo de] poema (sería
sumamente extraño que se lo pusiera en base meramente al
contenido de la segunda parte del poema).
Por lo demás, y a pesar del últim o pasaje que hemos
transcripto de la interpretación de Reinhardt, no nos es po
sible sostener que Parménides vacia a td eón del mundo
entero. Pero su pensamiento ha tropezado con un proceso
universal seccionado conceptual y lingüísticamente, por me
dio de generaciones y destrucciones, de comienzos y términos
de existencias, por medio de una lucha cíclica entre con
trarios o por medio de ciclos con distintas fases o etapas,
cuya clave o sentido los filósofos tratan de detectar. Y la
inteligencia (o noús) de Parménides le hace percibir todas
las cosas como una (en lo cual podía coincidir con Herá-
clito, aunque para Heráclito esa percepción no anulaba el
^ciclo, sino que lo “omniabarcaba"), presentes aunque ya no
estén o todavía no estén: para el noús están (fr. 4). Y es tal
la ligazón que experimenta el noús de Parménides con el
"ser” o "estar" (ír. 3. fr. 8,34-36). que arriba a la conclusión
de que sólo pensando lo que existe como lo que existe, acd
y ahora, se puede encontrar el sentido del universo. Es difí
cil —no imposible— que haya pensado en una suerte de
“omnipresencia" como la de las Musas en 11. II 485, que les
permite ver y conocer todo. En todo caso, tenía que pen
sarlo como uno, compacto, continuo (fr. 8,5-6,25; cf. fr- 4,
2-4), semejante a una esfera maciza y bien redonda (fr. 8,
43), inengendrado e imperecedero (fr. 8,3-4) y por ende inmó
vil (fr. 8,26,38), ya que no puede nacer ni morir.
¿De qué modo puede servir esta teoría para entender el
mundo? Para darse cuenta, por ejemplo, de que “ nacer y
perecer" "son todos nombres que los mortales han impuesto,
persuadidos de que eran verdaderos” ,etc. (fr. 8, 38-40 y que
hay una realidad única y continuamente presente, por debajo
o por detrás de todo ese acontecer que es el ámbito cotidiano
objeto de las "opiniones de los mortales".
Compartimos la tesis de Jaeger50 y Verdenius1T —entre
otros— de que Parménides ha sentido el impacto de su des-
10 La teología de los primeros filósofos griegos, cap. vi.
n parménides, p. 67.68.
120
cubrimiento como una revelación divina, la cual se refleja
mitológicamente en" el Proemio del poema.
Y su descubrimiento ha sido el de la realidad, el de la
’AXTjSeta (única palabra que, por el tiempo que Parménides
compuso su poema, designaba a la realidad —al menos la
correspondencia de lo que se dice con ella—;18 Parménides
prefirió designarla como tó éóv, “ lo que es’’ o “ lo que
existe” , aprovechando las posibilidades significativas, gene
ralmente ocultas, del verbo eípí; de todos modos, es signifi
cativo que tanto a la “ Verdad", fr. 1 verso 29, como a “ lo
que es”, fr. 8 v. 43, se aplique el epíteto eüy.úxlcog, “ bien
redon d o".
Acaso resulte insólito o sorprendente que hablemos del
descubrimiento de la realidad; y esto no sólo para el pensa
miento ingenuo común —pensamiento que no se plantea pro
blema alguno acerca de la realidad de lo que sus ojos ven—,
sino también para el moderno pensamiento crítico, que cues
tiona que se llame "real" —o que se considere "real"— a lo
que vemos, decimos o concebimos, pero que no se pregunta
—ni tampoco, por lo general, le interesa la pregunta— si al
guna vez no se llamó ni se consideró ''leal” a lo que vemos,
etcétera, ni, por consiguiente, si alguna ve?, comenzó a hacerse
así. M is bien se presupone que siempre se hizo así, y que
sólo después de Descartes se cuestionó tal proceder.
Pero el caso es que, antes de Parménides, nadie —ni si
quiera Heráclito, suponiendo que éste haya sido efectivamen
te anterior a Parménides— se detuvo a pensar que estamos
inmersos en un mundo real, cuya condición previa a cual
quier calificación que se haga de él es la de ser “ real” , “exis
tir” . La expresión tú ovia atribuida a veces a Anaximandro
es sin duda un aditamento peripatético a su fr. 1. Dicha
expresión, hasta Parménides, sólo significa “ las cosas que pa
san" (cf. 11. I 70, Hes., Teog. 38) o simplemente “ las cosas”,
con una carga significativa tan tenue que con frecuencia se
omite el participio y se deja sólo el artículo neutro plural
con tal referencia. Parménides es el primero en afirmar ex
presamente la realidad de ¿óvra, su unidad por debajo
(o por encima) de los múltiples nacimientos y muertes que
conocemos.
12!
2 . PersiuLsitm y método en Parménides
122
perdido— y del hexámetro homérico en particular. Es lo que
explica, también, el recurso al mito en el proemio —para
subrayar el carácter religioso de la verdad que va a descri
bir— y a la cosmogonía en la segunda parte, como aparente
intento de brindar una visión del mundo adecuada a las
"opiniones de los mortales", pero también, de alguna manera,
iniciar a éstos en la percepción de algunos rasgos propios
de la realidad, presentados en la primera parte del poema.2
En el presente trabajo no nos ocuparemos de ninguno de
estos temas, pero aludimos a ellos porque nos interesa el
vínculo que poseen entre sí, o sea, el deseo de Parménides
de persuadir de lo que dice. Ese deseo lo lleva a argumen
tar de un modo tal que, como ha sido notado, en su poema
es donde por primera vez hallamos testimonios de una "prue
ba lógica". Poco es lo que sabemos en este sentido de los
pensadores anteriores a Parménides, pero, en todo caso, de
Heráclito ya hemos dicho que le importa mostrar más bein
que demostrar. Parménides, en cambio, quiere demostrar que
"lo que es" tó ióv, no puede haberse generado, es decir, no
puede no haber existido antes, ni puede perecer, o sea, dejar
de existir: "Pues ¿qué génesis le buscarlas? ¿Cómo, de dónde
habría crecido? De lo que no es, no te permito que lo digas
ni lo prenses, pues no se puede decir ni pensar lo que no es.
Y ¿qué necesidad lo habría impulsado a nacer antes o des
pués, partiendo de la nada?" (fr. 8, 6-10).
Cornford sostiene que en Parménides hay una influencia
de las 'demostraciones de la geometría” .3 Gigon, por su parte,
sugiere que el origen del procedimiento argumental que em
plea Parménides hay que buscarlo en la retórica judicial.4
Pero en ninguno de estos dos campos encontramos testi
monios de argumentos lógicos antes de llegar a Parménides.
Bartel L. van der Waerden ha intentado mostrar que ya
Tales hizo uso de tal procedimiento en geometría. Su in
tento se vale de la presunta autoridad de Eudemo como
historiador de la geometría y en nuestra ignorancia sobre esa
historia de la geometría, especialmente en lo que a Tales
concierne: "si Eudemo dice que Tales ha demostrado un
teorema, nosotros, ignorantes, no podemos hacer nada mejor
que creerle” . Y utiliza en su apoyo cuatro textos procedentes
123
del comentario al libro I de Euclides que conservamos de
Proclo, en los cuales hallamos referencias a Tales, aunque
sólo en dos de ellos Proclo se remite a Eudemo como auto
ridad, y sólo en uno de los cuatro textos —uno de los que
no menciona a Eudemo— leemos que Tales demostró algo:5
“ Tales fue el primero en demostrar” que el circulo es divi
dido en dos partes iguales por el diámetro. Algo que ni
siquiera hallamos demostrado por Euclides. Lo que Tales
puede haber hecho —si es que el testimonio es considerado
fidedigno— es medir comparativamente, con regla y compás,
las dos partes del circulo, procedimiento llamado de “ coin
cidencia” o écpcfgj-tó'Csiv-6 Pero ésta sería una prueba de tipo
empírico, ajena por completo al rigor de la deducción lógica
que hallamos en Parménides bajo la forma de ‘‘reducción al
absurdo” . Lo más probable, dada la carencia de testimonios
anteriores sobre ésta, es que la influencia haya sido la in
versa: de Parménides sobre los matemáticos.7
Ahora bien, por otro lado, "de acuerdo con la tradición
preservada en muchos escritores antiguos, el arte de la retó-
4rica fue inventada en el segundo cuarto del siglo v a. C. en
Siracusa, Sicilia” :s
124
eran todos ex-magistrados individuales, cuyos patrones retóricos
eran austeros (Aristóteles, Retórica I354a23)".°
Ciertamente, la persuasión ha sido ejercitada desde los tiem
pos homéricos, cu yo m om ento cum bre —y uno de los últimos
de dichos tiempos— es el de la argumentación de Fénix ante
Aquiles (íliada I X ), dirigida a que éste regrese al com bate. Pero
se trata de una argumentación que apela más al corazón de
Aquiles que a su razón: el aigum ento más persuasivo que uti
liza Fénix alude al hecho de que incluso los dioses, airados, se
dejan aplacar por las ofrendas humanas; por ser Aquiles un
hom bre y p or ende inferior a los dioses, debería aplacar su
orgullo c o n la reparación que, d e l agravio com etido, le ofrece
Agam em nón; lo cual es ilustrado p or el ejem plo de Meleagro.
Pero n o sólo la argumentación n o persuade a Aquiles, sino que
se trata de un relato que n o carece, ciertamente, de lógica, aun
que de una lógica que entraría dentro de lo que Ch. Perelman
y G . Kalinowski denom ina "lógica de la persuasión", propia
d el ám bito judicial, antes que dentro de la “ lógica de la coer
ció n intelectual” , que rige el ámbito matemático y el de la
lógica científica.i0
En un pleito judicial, en efecto, valen más los "testimonios”
y las “ evidencias” , las apelaciones a los sentimientos de los
jueces y las analogías (com o la que hace Fénix en II. IX-550-
599, entre la conducta de Aquiles y la de M eleagro, de m odo
que las terribles consecuencias de ésta —y su modificación por
el cambio de actitud de M eleagro— permitan concluir a A qui
les q u e en su caso sucederá lo mismo) q u e las argumentaciones
de tipo deductivo. T am bién Hesíodo, m od elo de Parménides en
lo que hace a la form a épico-didáctica del poem a, intenta per
suadir a su hermano Perseo (en Los trabajos y los días) para
que se ponga a trabajar y desista de despojarlo del patrim onio
heredado. P ero este intento está compuesto: a) de relatos m íti
cos aleccionadores, b) de reflexiones q u e abarcan tod a una
gam a de temas qu e van desde el trabajo y el matrim onio hasta
la siembra y la cosecha, c) de consejos y exhortaciones. Cierta
mente, n i el discurso de Fénix ni el de H esíodo se dirigen a
jueces o a tribunales, p e r o sus argumentos se m ueven dentro
de la “ lógica de la persuasión” .
Y a hem os d ich o que el carácter m itológico del proem io del
poem a de Parménides, su lenguaje, etc. peim iten inferir que 8 *lo
126
clíto jamás ha pensado, entre sus parejas de contrarios, "ser
y no ser").11
Antes de Parménides el sentido más claramente existen
cia! del verbo elpí se halla en referencias a la vida (y a la
muerte, cuando aparece negado) de cada individuo. En tal
sentido era claro que, individualmente, un hombre estaba
vivo o muerto, o sea "era” o "no era” ; y si vivía, si "era",
había nacido previamente, lo cual significaba que antes de
nacer no vivía, "n o era” . Es probable que Parménides tu
viera en mente tal empleo común, aunque lo profundizara
dentro de una concepción que, sin ser aún la de la transmi
gración de las almas (ya que hasta el último tercio del si
glo v a.C. no se puede hallar una distinción en "cuerpo” y
"alma” ), hablara de una continuidad de la vida más allá de
lo que habitualmente entendemos por "muerte” y más atrás
de lo que denominamos "nacimiento” . En todo caso, Par-
m.nides hace un planteo más unitario y universal. No dice
"somos o no somos” sino “ es o no es”, "ser o no ser”. O sea,
no vale para un individuo o para cada individuo: vale para
todos, o, quizá mejor, para todo.
De este modo, en la dicotomía de Parménides una sola
cara es antropológico-cósmica, la del "ser” : es el todo de la
realidad. Para decirlo, pues, con términos más familiares a
nosotros que los que usa Parménides, la alternativa está plan
teada entre "realidad” y "nada” , en forma universal.
11 Cf. Monclolfo, ETI, p. 186-188. Tarán (p, 71) séllala que la cri
tica a Heráclito implica, no la identificación de ser y no ser jpor éste,
sino más bien la "identidad entre contrarios” y su descripción a la
ver como “ sí y n o" (esto es, como siendo idénticos y no idénticos).
Como ilustración de tal caso, Tarán cita el fr. 10 de Heráclito 8Xa
xaX oix 8A.«, mWEeóíievov Sto.fpsoóftsvov ("íntegros y no íntegros, con
vergente divergente”) , etcétera. Cf. LFP 1, p. 444 nám. 27.
127
opción —la de la creación como novedad radical—, para no
hacer el mundo de la sustancia divina, pero tampoco de la ma
teria, mala en sí misma para el maniqueísmo, aunque Hermó-
genes mismo no fuera maniqueo). De tal modo, Parménides no
podía pensar —nosotros tampoco— que hubiese habido primera
mente "nada" y luego "ser” , pues “ ¿qué necesidad lo habría
impulsado a nacer antes o después, partiendo de la nada?” (fr.
8, 9-10).
128
actitud persuasiva, otra la "lógica” que se utilice para per
suadir. Muy frecuentemente la "lógica de la necesidad” es
empleada para persuadir. Es lo que hace Parménides (aun
que leamos "nó te permito que lo digas ni lo pienses", la
actitud es persuasiva, lo coercitivo está en los argumentos).
Su intento de persuadir a la gente de que debe reconocer
lo real, lo lleva a emplear argumentos de una concatenación
lógica tal, que muy probablemente, según lo ya dicho, ha
servido de modelo a la prueba matemática.
129
II. S er y T i e m p o e n P a r m é .n id e s
130
“ Pues bien, te diré, escucha con atención mi palabra,
cuáles son los únicos caminos de investigación que se
puede pensar.
Uno: que es y que no es posible no ser;
es el camino de la persuasión (acompaña, en efecto, a la
Verdad).
5 Otro: que no es y que es necesario no ser;
te mostraré que este sendero es por completo inescrutable.
No conocerás, en efecto, lo que no es, pues es inaccesible,
ni lo mostrarás",
131
claro que el infinitivo voíjocu pueda traducirse "conocer1', ni
tampoco que su uso sea "epexegético" (sobre tal uso, cf.
ejemplos en ICühner-Gerth II, p. 437). Tampoco se ve cómo
se removería la presunta contradicción, ya que el plural
"cuáles caminos" no permite suponer que lo que se quiere
decir es "cuál de los caminos sirve para conocer". Tratán
dose de ambos caminos, y con la afirmación posterior de que
uno de ellos no se puede conocer, subsistiría la contradicción.
Y la contradicción quedaría, de todos modos, al hablarse de
dos caminos y declararse luego que uno no es “ escrutable"
o "transitable", o sea, no es camino (a lo sumo, sería un
"camino jraAívTQOJto;" esto es, "que vuelve al punto de par
tida” , fr. 6, 9), que es lo que quiere decir Parménides. Pero
por lo mismo que esto es lo que quiere decir Parménides,
no hay contradicción en sentido estricto: se puede pensar
(o concebir) dos caminos, pero en seguida se ve que uno no
es camino, no permite llegar a destino ni conocer nada.
Por eso hemos dicho más arriba que primero se excluye, con
la "alternativa fundamental", una tercera posibilidad, pero
. luego también se excluye la segunda.
Quedan, pues, los cinco usos "fuertes" de eípí: las dos ne
gaciones del infinitivo, ¡.tri elvcu, en versos 3 y 5, y en cada
uno de estos dos versos un Üonv, negado en el segundo; final
mente este caso negado aparece sustantivado en el veno 7.
Centraremos primeramente nuestra atención en el Souv de
los versos 3 y 5.
Se ha discutido mucho acerca de si las sentencias de los
versos 3 y 5 tienen sujeto o no, y, en caso de tenerlo, cuál
es. Las respuestas más importantes a esta cuestión, en la
medida que tenemos conocimiento, son:
132
6) un sujeto indefinido;7
7) la sentencia es impersonal.8
133
primer planteo de la alternativa y un anticipo de la elec
ción, situación que se repite en los fr. 6 y 7, dejándose los
argumentos para el fr. 8.
Vista la cuestión de este modo, es completamente lógico
que las sentencias de los versos 3 y 5 carezcan de sujeto. Si
hubiera que entender el fr. 2 en el sentido de que “ la reali
dad existe y la nada no existe” , el texto de los restantes
fragmentos, del 8 en particular (cuyo comienzo presupone
la alternativa planteada en el fr. 2), perdería toda justifica
ción, ya que al comienzo se habría dicho todo. Más bien, la
búsqueda del sujeto es parte de la investigación, aunque
ésta esencialmente consiste en reconocer todas las ampara o
señales que hay en el camino, y que conducen a la afirma
ción de un solo caso, el anticipado en el fr. 2,3, ya que el
mencionado en 2,5 no existe ni es pensable. Por ello enten
demos que las sentencias son impersonales, no sólo gramati
cal sino lógicamente.
Como se desprende de lo dicho, el significado de gotiv,
de ovy. £crav y de pf¡ rival (así como del to lóv) en el
fr. 2 es netamente existencial. De todos modos, conviene que
precisemos un poco más dicho significado, para que se apre
cie mejor el aporte que hace Parménides al pensamiento filo
sófico.
Para ello, retornaremos por un momento a lo que Kahn
denomina —según vimos (p. 98) al comentar su clasificación
del verbo s’qit— "el mito de la primitiva sentencia nominal
indoeuropea” y a la crítica que de éste formula Kahn, quien
resume la sustancia de dicho mito refiriéndose a "la suge
rencia de Meillet y Vendriés de que, puesto que era nece
sario introducir un verbo en la sentencia nominal como un
recurso puramente gramatical para indicar la persona, tiem
po, aspecto y modo, el verbo elegido debería ser ‘lo menos
significativo posible por sí mismo'. La raíz es fue hallada
apropiada para cumplir el papel formal, ya que originaria
mente expresaba sólo ‘existencia’, y en su uso secundario
com o cópula perdió pronto la escasa significación que tenía.
Com o la mayor parte de los lingüistas comparativos, Meillet-
Vendriés dan por seguro un antiguo sentido de existir para
es, y no ofrecen análisis de su supuesto uso copulativo”. Y al
pie de página, tras la referencia bibliográfica del tratado de
gramática comparada de Meillet y Vendriés, hace una cita
de éste: "Pero para indicar en la frase nominal las diversas
nociones accesorias que expresan las formas verbales, ha sido
134
necesario introducir allí un verbo lo menos significativo po
sible por sí mismo. La raíz es- que significaba 'existir’ \cf-
eí jtov ts xa! Iotiv, II. X X IV 263) ha sido encontrada
apta, para esta función . . . El verbo de existencia, al perder
su significación propia, ha sido reducido poco a poco al pa
pel de simple cópula.” 3
Kahn ofrece, por su parte, cifras estadísticas de la apari
ción de elpí en los primeros 12 libros de la lUada: "451 cons
trucciones de usos copulativos contra 111 otros ejemplos (y de
estos otros, unos 19 son usos copulativos mixtos) . . . Sólo
consideramos . . . que la construcción con cópula abarca
aproximadamente el 80% del uso homérico . . . Es comple
tamente arbitrario suponer que, en algún momento del pa
sado remoto, esta cifra estuvo en cero”.10 Pero no por eso
Kahn renuncia al mito, al menos como recurso: "Postulemos,
entonces, un significado básico más general, del cual el uso
vital para personas podría ser un caso especial, y del cual,
a su vez, podría derivarse la construcción locativa. El can
didato natural es el uso locativo fuerte o expresivo, donde
el verbo es construido como cópula, pero tiene al mismo
tiempo una suerte de fuerza existencial: ‘está presente’, 'está
a mano’, ‘está efectivamente (aquí)’. Éste es el uso ilustrado
en los compuestos jtáo-Etpi, ux-api, con sus correlatos latinos
prae-senSj ab-sens . . . es natural tomar este uso locativo-exis-
tencial com o la base para una explicación del sistema íntegro
de usos de elpí.’’11
A nosotros n o nos interesa mucho —al menos para nuestro
tema presente— comprobar si el "mito de la primitiva sen
tencia nominal indoeuropea” es correcto o no, ni si el pri
mitivo uso de Eipí y sus derivaciones son los que se despren
den de aquel mito o del que propone Kahn. No nos parece
un procedimiento seguro el atenerse a estadísticas discutibles
(en las cuales, si redujéramos las "451 construcciones de usos
copulativos” que halla Kahn a los casos nominales, únicos
que hemos admitido como copulativos, tal cifra se reduciría
considerablemente, y aumentaría en cambio la de los l l l no
copulativos); el mismo Kahn, a propósito de la escasez del “ uso
verídico” de elpí, al cual confiere capital importancia, de
clara: “ el interés teórico de un uso dado no puede ser medi
135
do por las estadísticas de su frecuencia o de sus apariciones” .12
En cambio, nos resulta sumamente interesante la posibi
lidad de que un uso locativo-existencial (al cual, ciertamen
te, no vemos nada de copulativo, como ya hemos dicho)
pueda ser ubicado en el centro de la significatividad de
sipí, y no en función de una hipótesis acerca de su evolu
ción funcional y semántica ni de una sistematización de todos
los usos de dicho verbo, sino, simplemente, en el habla coti
diana del tiempo de Parménides, al menos tal como él la
percibió.
Porque el hecho es que no sólo encontramos en los frag
mentos del poema de Parménides fuertes indicios de un uso
tal de eípl, sino que, en el fr. 4, hallamos los participios de
jrágapi y cútEipi, compuestos de slpt que, como Kahn, creemos
muy íntimamente vinculados —en Parménides— con el verbo
simple.
Precisamente Kahn da dos ejemplos homéricos de estos
verbos, incluyéndolos "entre los usos 'puros' de la cópula
locativa":13 dXX'SiE Sr¡ q' ¿úcsaav SaugrivEXES fj xa! ¡ftauaov (II.
X 357), "pero cuando estuvieron a la distancia de un tiro
de lanza"; y épEÍ? Seat sote, JcÚQEOré te, hité te Jtávra
(II. II 485), "for you are goddesses, are there, and you know
all things” (traducción de Lattimore, subrayado de Kahn).
En el primer ejemplo, sólo el adjetivo Souqtjvexes, aunque en
función adverbial, "a tiro de lanza” , podría crear la apa
riencia, en el texto griego, de una fórmula copulativa. En el
segundo ejemplo, suponemos que Kahn ha subrayado el are
there no para mostrar una función copulativa de be, sino
para enfatizar el carácter locativo. La traducción de Latti
more sería, pues, "vosotras sois diosas, estáis ahí y conocéis
todas las cosas", donde el "estáis ahí” correspondería a jtá-
QEOCE, por lo cual no se entiende por qué Kahn considera
copulativa la sentencia.
Pero este segundo ejemplo nos importa, porque el uso
de itágEipi, no sólo tiene que ver con el del fr. 4,1 (no así el
uso de anequ en el primer ejemplo), sino con lo que denomi
namos “el significado básico de clpí en Parménides”. Porque,
en la traducción de Lattimore, ¿dónde quedarla el "ahí”
(there)? A todas luces, la intención del poeta no es la de
localizar el puesto desde el cual las Musas pueden conocer
12 Idem, p. 3S3.
ls Idem, p . 159,
136
todo, sino afirmar su omnipresencia, que es la que les per
mite suministrar información a los poetas cuando éstos la
requieren (como en ese caso Homero, para conocer "cuáles
eran los caudillos y los jefes de los dáñaos” ).
Porque scávxa, “ todas las cosas” (o, mejor, "todo") pre
cisa no sólo el Íote sino también el TtáoEOXE. Ambos verbos
están indisolublemente ligados, porque la omnisapiencia por
la cual las Musas saben todo se debe a su omnipresencia. De
este modo, el itágEors debe traducirse "estáis presentes", o
bien "presenciáis” ("todo” , no, naturalmente, como objeto
del verbo, que no es transitivo, sino adverbialmente). Es
decir, no se trata de una localización en sentido estricto, sino
de una localización figurada: en lugar de adecuar sintácti
camente el alsl éóvtES que Homero dice habitualmente de
los dioses, dice jiúqeoxe, pero el significado es básicamente
el mismo: apunta a la existencia continua de las Musas (la
que permite también a Heslodo preguntarles por xci x’éóvxoc
xá f ’Jcoóftsva XQÓ x’éóvxa. “las cosas que pasan, las que pa
sarán, y las que pasaron”, Teog. 38). De hecho, aunque el
prefijo naga tenga primariamente un valor locativo, la con
tinuidad de la existencia de las Musas a la que recurre
Homero es temporal, ya que, en el ejemplo que analizamos,
se trata de recordar hechos pasados.
Un uso locativo metafórico semejante de jiáoEi^u ha sido
propio de Platón, y no sólo en textos juveniles como el del
del Lisis 2I7d, sino en su teoría de las Ideas, En el Fedón
lOOd-e, por cierto, al tratar de explicar por qué "todas las
cosas llegan a ser bellas por causa de lo Bello” , duda acerca
de si tal causación consiste en una mQOuaia, "presencia” , o
en una xoivcovía, "comunión". Pero que el uso del verbo
jtáQEtpt era usual en Platón en tal sentido, lo muestra el
pasaje del diálogo Eutidemo 300e-301a, donde el sofista Dio
nisodoro juega con el sentido locativo vulgar del verbo y el
sentido más profundo que le da Platón. Dionisodoro, en
efecto, pregunta a Sócrates si alguna vez ha visto alguna
cosa bella; y, tras la respuesta afirmativa, torna a preguntar
si es algo distinto o bien lo mismo “ que lo bello” . Sócrates
contesta que, en cierto modo, es distinto: “no obstante, cierta
belleza está presente (xágeaxi) en cada una de las cosas be
llas". La réplica del sofista no se hace esperar: ” En tal caso,
si se te aproxima (jweayévqxcu) un buey, ¿eres un buey? Y si
ahora yo estoy junto a (jtágeqii) ti, ¿eres Dionisodoro?” El
juego es posible por la equivocidad del lenguaje. Y si se alega
137
que la equivocidad está en el uso m etafísico que Platón hace tiempo y eternidad, se hallan en H eráclito y en Parménides.
del término, podemos convenir, pero haciendo notar que, al N o se trata, en séntido amplio, de una interpretación nue
menos como base de tal uso metafísico, el uso locativo figu va. La leemos, p or ejem plo, en M on dolfo, cuando dice que
rado lo encontramos ya en el ejem plo homérico, donde a "Parménides, en fr. 8 verso 5”, cuyo texto transcribe casi
todas luces está más próxim o del platónico que del de Dio- inmediatamente, com pletado con las dos primeras palabras
n'sodoro en el pasaje citado. del verso 6: oti5É :tor' íjv oM ‘ €otm, viiv foi:tv ópoii n:ñv, /
Una vez observada la ambivalencia de uÓQEtpi, podemos ev, envExé?, habría polemizado co n la fórmula herachítea
abordar con mayor bagaje el fr. 4 de Parménides: "Observa de la eternidad com o continuidad del pasado, presente y
cóm o, estando ausentes (foeóvra), para la inteligencia (vótp) futuro (22 B30), oponiéndole otra del eterno presente atem
las cosas están presentes (jraQsóvrot) firm em ente". A qu í halla poral, como lo hace también Platón en T im eo 37e” .1 Casi
mos una clara relación del pensamiento o inteligencia (vo'Üg) co n idénticas palabras leemos este pensamiento en un artícu
con tú éóvra de m odo tal que puede decirse de éstas jcotQEÓvta. lo de W . R . Chalmers.2
Esta relación nos trae a Ja memoria cuatro versos de H om ero Sin aludir en principio a la triple conexión (Heráclito-
( //. X V 80-83): "tal com o vuela el pensamiento (voóg) de un Parménides-Platón), Tarán anota una numerosa lista de " a á
hombre, quien, tras haber recorrido muchas regiones, piensa ticos que a e e n que Parménides fue el primer griego que
(vo1¡an) en su corazón ‘estuve ahí o allí” , deseando - a l recor alcanzó la noción de eternidad atemporal” , y cita: "p . e.
d a r - ir a muchas p a tes, con semejante prisa en su anhelo Patin (p. 536 s.), Diels (p. 86), H oífm ann (Die Sprache und
voló ia divina Hern.u Ciertamente, el "pensam iento" homé clie archaische Logilt, p. 9, núm. 2), Levi (Athenaeum [N. S.
rico es menos absüacto que el de Parménides: vóo; y voelv 5], 1927, p. 277 ss.), Calogero (p. 23 y 61, nota 1), Calogero
..sugieren "m em oria” e “ im aginación". Pero es interesante ad (ASNP, 1936, p. 165-167), M on d olfo (p. 91 ss.), M ondolfo
venir que ya en H om ero el hace presente de algún m odo (ZM IV, p. 77, 399 ss.), Cornford (Plato’ s Cosmology, L on
las cosas lejanas en el espacio y en el tiempo. Y análoga dres, 1937, p. 102), G igon (p. 261, 263), Raven (P.E., p. 27),
mente, en el espacio y en el tiempo, com o hemos de ver, el Raven (K R , p. 274), Untersteiner (p. ^ x i v , ^ ^ ^ v, i,
voiig de Parménides se conecta co n las cosas.13 Con la dife c 1.x x x i, etcétera), Deichgraber (p. 48-49), Pasquinelli (p. 401,
rencia, claro está, de que para Parménides n o se trata de nota 42), Loenen (p. 62 s.), Ram noux (HerácHte, p. 281),
hacer presentes mentalmente las cosas pasadas o distantes, Chalmers (Phronesis 5, 1960, p. 16 ss.), Owen (CQ [N. S. X ],
sino, más bien, que la inteligencia puede entender la reali 1960, p. 100-101“ . Añade Taran: "N o todos los intépretes
dad de todo, aunque parezca ausente (pasado o distante) en están de acuerdo, sin embargo, en cuanto a lo que era pre
su unidad presente. cisamente la concepción de Parménides. Levi y Raven pien
Por eso, en el fr. 4,1, los verbos aneipL y mógeipi conservan san que Pannénides elim inó totalmente el tiempo; Corn
del locativo sólo la apariencia m orfológica. Y ese sentido ford habla de duración sin cambio (pero sobre la afirmación
existencia! continuo (c f. fr. 4,2-4) es el que hallamos en el de Cornford, cf. nota 18); Calogero y M on d olfo piensan que
“ significado básico” de Etpí en Parménides. Parménides alcanzó el concepto de atemporalidad, pero
que también afirmó que el Ser (Being) está dentro del tiem
po; finalmente, casi todos los intérpretes aluden a un ‘eterno
2. T iem po y eternidad en el fragmento 8, 5-6 presente'.” :: Si se piensa que este listado, de un libro escr ito
1 "Disct!S5ÍODÍ su un testo parmolideo", RCSF, 1964, 310. Esta inter
En la "In trodu cción ” a este trabajo (p. 11) hemos anunciado pretación ha sido reiterada en diversos escritos posteriores, hasta ETI,
que rastrearíamos los antecedentes que, de las nociones de en 1972 (e/., p. LXH-LXlU, d ond e critica a Tardn) .
2 ‘Tarmciides and thc Bclicís of Mortals", Ph vol. 5, 1, 1960, p. 16
14 Fi!inkcl, WFFGD, p. 160, cita el mismo texto homérico, aunque y nota I.
relacionándolo con el verso 3 del fragmento 1. S Tarán, Porménideí, p. 175 y nota l. Infra, p. 173 y nota 9 alu
t* Sobre esto e/. Untcrsieiner, Parmenide, p. XCV y ss., y Taran, dimos al pasaje de Cornford y a su critica por Tarán, a Ja que aqui
p. 46. ’ se remite.
138 139
en 1965, es forzosamente incompleto, y ha sido aumentado en los últimos tiempos p o r Untersteiner,8 quien prefiere el
luego (incluso con críticas a Tarán), se tendrá una idea texto suministrado ”p or Asclepio - q u e , con alguna variante,
aproximada de la abundancia de literatura sobre el tema; se halla también en A m onio y Filópono—, pues dicha en
en particular, com o se ve, sobre las nociones de tiempo y mienda ha sido rechazada en forma prácticamente unánime.8
eternidad en el poem a de Parménides. Según M ondolfo, este pasaje constituye una clara réplica
C om o nuestra investigación no se ciñe estrictamente a una al fr. 30 de Heráclito, y así lo incluye entre los textos que
interpretación form ulable en esos términos, nos resultaría im - c o n distintas intenciones y formas— parecen parafrarear el
procedente abocarnos al examen de todo lo escrito (o lo pensamiento o el estilo de Heráclito.? Heráclito decía que
más representativo de lo escrito) en favor y en contra de la el mundo era (l'¡v), es (Ictiv) y será (la'tat), de un m od o tal
tesis q u e Tarán ataca, y cuyos expositores principales (has que su aserción configuraba lo que Gigon-Reinhardt deno
ta 1965) cita. Como se verá por lo que hemos de bosquejar, minaban la “ fórm ula de la eternidad", y que en págs. 92-95
tal examen nos alejaría de nuestro tema. hemos considerado com o una sentencia declarativa de carác
Veamos, primeramente, el texto de Parménides en el cual ter existencial (con matices vital y durativo) pero con un
se centra la discusión aludida p or Tarán. D icho texto, BS, verbo sumamente debilitado, que abandona prácticamente
5-6, se halla precedido - e n la recopilación de D ie ls - p or todo el peso significativo en la expresión "fuego siempre-
tres versos y medio (los versos l a 4, pero decimos "tres vivo". Pues bien, en 28 BS,5-6 estamos frente a un uso simi
versos y m edio", ya que la primera m itad del vel'SO 1, o, más lar, ya que al viiv fon v siguen caracterizaciones nominales
concretamente las tres primeras palabras de ese primer hexá (com o era xúq &itwov en 22 B30) tales com o ópoü mSv y
metro, son consideradas p or Diels com o parte del inconcluso cruvsyég. La diferencia radica, naturalmente, en que Parmé
• verso 6 del fr. 7) que dicen: “ un solo camino narrable que nides rechaza el f¡v y el gorat, afirmando sólo el fon, lo cual
da: que es Éo'tiv); sobre él (ta'Ú'tl, o sea, sobre ese camino) implica negar el tiempo, al privarlo de las dos instancias —la
hay muchos signos (crY¡|.iaT'?otm. 1CoW.¿ p U a ); que, en tanto es pasada y la futura— que aseguran el transcurso de los sucesos
(á>; [ . . . ] Mv),4 es ^ ^ i v ) inengendrado (áyévr¡tov) e impe en forma ordenada, característica que M ondolfo y otros pien
recedero (ávcók{}Qov), íntegro (oUJ.ov), único en su género san com o esencial al tiem po.
(pouvoyevé;), inestremecible (¿tQ e^q) y realizado plenamen Más arriba, prácticamente al comienzo de este trabajo
te (tel.s<T"Cóv)’\ En seguida viene el controvertible 8,5-6: (p. 26 y la correspondiente nota 23) hallamos ya en H om e
ro y H esíodo la fórm ula -rá 't' M ^ a 'tú -e éonsópíva tcoó 't’
MvTct; pero también alH debemos tener en cuenta la obser
"N unca fue (ov8É lto't' 1ív) ni será (rá&'S^ai), puesto que
vación de M ondolfo, de que H omero, en esa fórmula, "co n
es ahora (én:El w v lotiv), todo a la vez ó p w :rt&v),
sidera la sucesión infinita de los hechos diversos en el curso
u n o (fv), continuo (a vE ^ i;)” . del tiempo; no presenta una permanencia constante de un
ser ú n ico y siempre idéntico, y com o tal eterno. Es esta
N o entraremos a examinar aquí la textualidad originaria
última idea la que aparece en la fórmula heraclitea de la
de este pasaje, porque la misma sólo ha sido controvertida
g M. Untersteiner, Parmenide, p. x:t.vr-L y p. 144-145; Zertone, Tes
that Reing suele ser la traducción inglesa, pero al amparo de! ca timoníame e Frammenti (Florencia, J963), p. 215 y ss.; "Ancora su
rácter de "comodín" que tiene Ja palabra Being, como bien advierte Parmenide’', en RCSF, 1965, p. 533.
Kahn ("Thc Thesis", p. 701, nota 1). Pienso que, si Parménides o Cf. Mondolfo, "Discussioni su un testo parmenideo", p. 310-314;
hubiera querido decir "que eí Ente (o el Ser) es inengendrado”, etc., Taián, p. lSS y nota 37; Heitsdi, Parmcnides, p. 154-, etcétera. Reale
habrta escrito Mv. o al menos la contracción t'Mv. De todos modos, ZM, p. 198-201, se limitá a exponer argumentos de las partes en
en uno u otro caso no cambia el sentido bflsico, ya que se está siem pugna, trasluciendo una simpatía mayor con la tesis de Untersteiner
pre refiriendo a lo mismo. En Homero hemos visto usos análogos, con (aun cuando sólo en lo concerniente a las palabras que reemplazan a
matiz vital (¡7., XXII 5S4, Od. 1 289). Pero hay que advertir que en las que inequívocamente indican la "unidad”, pero no en lo que
el presente caso también podríamos traducir: "que, existiendo" o toca a la et^uidad del Mv, que sostiene en p. 201-202).
''que, estando presente". 7 Mondolfo, ETI, p. 188-189.
perennidad del fuego siempre vivo (B30), que íjv áei xal
lonv vjdx Earai; y contra esta perennidad (que para Herá-
clito era permanente identidad del ser en el devenir cam
biante de los fenómenos y en la sucesión del tiempo) Par-
ménides opone una eternidad del ser que no puede conci
llarse con el devenir, porque excluye la sucesión del tiempo
en cuanto eterno presente extratemporal".8
Por cierto que esta interpretación de Mondolfo no coin
cide con todas las que ven en 28 B8,5 la primera afirmación
de “ eternidad” en Grecia, pero la hemos reproducido porque
contiene varios puntos fundamentales para el problema que
nos ocupa. Veamos ahora una interpertación opuesta a ésta,
y que resulte en lo posible similarmente paradigmático. Ele
gimos la de Leonardo Tarán, discípulo de Mondolfo.
La objeción de Tarán propiamente dicha comienza con
la afirmación de que “ la sentencia no termina en la línea 5
sino que prosigue hasta incluir hi, ovvsxás en la Línea siguien
te, y ambas palabras califican el hecho de que el ente [Being]
es un ópoí a«v. El texto mismo de la sentencia muestra que
lo que se afirma allí no es la doctrina de la atemporalidad,
sino sólo que el ente no era una vez (no siendo [being]
ahora), lo cual constituye una negación de ote-Upo?, ni será
(no siendo ahora), lo cual constituye una negación de yévECic-
N o hay nada en el texto que respalde la pretensión de aque
llos que afirman que Parménides mantiene que el pasado y
el futuro no pueden ser predicados del ente, al cual sólo
corresponde en realidad el presente ‘es’ . Parménides está ne
gando sólo que el ente alguna vez perezca o alguna vez
llegue a ser, la razón de lo cual es que existe ahora [al pie
de la página va la nota 7: "El mismo hecho de que Parmé
nides emplee la palabra vüv muestra que no estó afirmando
atemporalidad, porque vüv es parte del tiempo tanto como
el pasado y el futuro, un hecho del cual Platón estaba bien
consciente (cf. más abajo y nota 19)]° todo en conjunto (esto
S M ontllolEo, Z M , p . 3 9 9 -4 0 0 (n o ta s ) .
o Subrayado nuestro. L a n o ta 7 d e T a l á n c o n t in ú a c o n u n a r é p lic a
a C h a lm e rs en la q u e n os sorp ren de con la a f ir m a c ió n de que P ar
m é n id e s "a rg u m e n ta que el en te no e ra d ife r e n te en el p asad o ni
será d ife r e n t e , p u e s t o q u e e s a h o r a , e s to e s e n él m o m e n t o p r e s e n t e ,
c o m p le t o [...] P a r m é n id e s n o dice (c o m o dijo P la tó n en el Timeo)
q u e s ó lo E<rtLv p u e d e se r a p lic a d o a l e n t e ; lo e s e n cia l p a r a ¿1 es s ó l o
q u e e l e n t e q u e era y e l e n te q u e s e r á s o n id é n t ic o s c o n e l e n te q u e es
a h o ia ” (lo s su brayad os m ío s a lo s u sos d e l v e r b o “ d e cir ” s ó lo e s tá n
d ir ig id o s a m o s tr a r q u e esa t r a s p o s ic ió n m e r a m e n te g r a m a tic a l p a rece
1-12
es, completo) [ . . . ] La ansiedad por leer en las lineas 5-6 la
noción de eternidad atemporal fue probablemente la causa
del descuido de la conexión de esta línea con las que le
siguen; y este descuido tuvo como consecuencia oscurecer
la razón y los alcances de la negación de yéveotg y
en las líneas 5-6. Es comprensible que los que trataron de
leer aquí el concepto de atemporalidad no prestaran aten
ción a la conexión de ópou tcüv, ev, tmvsysg con vüv Ectiv,
porque, si lo hubiesen hecho, eso habría invalidado su ase
veración de que la razón de oflSs jiot -fjv ovS' Eotcu es el
eterno presente. La razón completa de oí5é jiot fjv *003' l'oxai
es que el ente existe ahora todo en conjunto; y esto (es
decir, el hecho de que el ente sea completo en el presente)
muestra que Parménides no sólo está negando que el todo
del Ser perezca o nazca, sino también que haya cualquier
parcial yévEcig y oXE&Qog, esto es, que haya algún proceso
como sea o que algún ente perezca o nazca [ . . . ] Además,
Parménides no dice que el pasado y el futuro como tales no
pueden ser predicados del ente [B eing, que, por lo que
sigue, parece corresponde al griego EÍvat y al español “ser”];
debemos notar que usa jiote, que acompaña tanto a f j v cuanto
a loica [las dos formas de dicho verbo d v a t que están aquí
en discusión: “ era" y "será"]. Este uso de :hot6, del cual el
v S v que acompaña al Eotiv es el complemento natural, indica
143
verbo ser, sino un modo de existencia que consiste en la
intemporalidad", por lo cual hay que considerar que ‘ ‘pre
cisamente el hecho de que diga vuv fcriv sem'a una razón
suficiente para que Platón lo critique; cf. Cherniss (JHS 77
{parte 1], 1957, p. 22, nota 46)".11
No deseo, para no mezclar las cuestión», anticipar lo que
concierne a la intei’pretación del pasaje del Timeo, por lo
que dejo para más abajo la consideración de afirmaciones
tan extrañas como la que allí “es", aplicado al modelo eterno,
“ no es la forma presente de verbo ser", Pero hay puntos en
común entre un caso y el otro que importa dilucidar aquí
en lo que hace a nuestro problema.
En primer lugar, confrontando 22 B30 con 28 B8,5, cabe
distinguir entre "perpetuidad" y eternidad", importante dis-
144
tinción que señala Cherniss respecto del Timeo 37e (incluso
con la reflexión de éste en el sentido de que Platón pudo
entender que Parménides fracasara en su intento de formular
adecuadamente la "eternidad*’);i 2 o bien, entre sempitemitas
en un caso y aeternitas en el otro.1® Pues lo importante, en
primera instancia, no es decidir si Parménides formuló o no
la caracterización filosófica de la "eternidad" por primera
vez, sino decidir acerca de los matices que pueden corres
ponder a esta diferenciación entre "perpetuidad’* y "eterni
dad", para precisar mejor el aporte que puede haber hecho
Parménides.
Recordemos que, cuando Homero o Hesíodo dicen acerca
de los dioses atei éóvres, no piensan siquiera en una ausen
cia de comienzo, ya que para ellos los dioses nacen, no
mueren, y en ese sentido —y sólo en ése—" ‘'existen siempre”
(a diferencia de los mortales, que también nacen, pero mue
ren). Y muy presumiblemente de la misma raíz de ateí o áeí
han nacido las palabras claves para “continuidad temporal”
(siempre), “perpetuidad”, "eternidad”, como áíóiov, altóv y
auúviov.14 Esto quiere decir que, cuando se habla de la "fór
mula de la eternidad” en Heráclito, pero se la caracteriza,
como hace correctamente Mondolfo, como una "Continuidad
del pasado, presente y futuro” , para ser precisos deberíamos
considerarla como la "fórmula de la perpetuidad", ya que
estamos frente a la afirmación de una continuidad infinita
en el tiempo. Si aceptáramos tal precisión, ya no podríamos
aferramos anacrónicamente a adverbios como vüv o noté para
demostrar que allí donde se encuentran, hay una inequívoca
connotación temporal. En efecto, tal argumentación no ten
dría mayor valor —quizá tendría menor valor— que la de
adjudicar, a toda forma verbal precedida por los adverbios
aieí o áeí (o sus derivados), una similar connotación de con
tinuidad temporal. De eso se desprendería que tanto atei y
creí como sus derivados áíÓiov, aiwv y alcímov deberían tener
siempre exclusivamente un significado de perpetuación en
la continuidad temporal,,c con lo que vamos a parar a un
concepto cuantitativo de lo infinito, como el que ha predo-
145
M
146
manencía sustraída al transcurso cíe instancias temporales.
La interpretación de Tarán, en el sentido de que tal continui
dad implica una identidad entre "el ente que era y el ente
que será” con “ el ente que es ahora", es inadmisible: Par
ménides dice claramente que el ente "no fue ni será". De
modo que, si no queremos hablar de una distinción entre
"perpetuidad' y "eternidad", cabe hablar de una perm anen
cia a través de instancias temporales sucesivas (en Heráclito
B30) y una permanencia sustraída al transcurso de instan
cias temporales (como en Parménides B8).
En segundo lugar—ya dejando sentada, en primer lugar, la
diferencia aludida—, de lo dicho a propósito del aUt y del
tote, se infiere que el vüv no puede ser tomado inequívoca
mente como una "palabra.tiempo" ( time word), como la
llama Stokes. Sería equivalente a tomar las palabras I8éct y
elSos en la metafísica platónica con el sentido que tenían
en Homero (e incluso en diálogos tempranos de Platón,
como el Cármides 154d-e) de "figura corporal” . Por lo de
más, como hace notar Chcrniss, incluso aceptando la posibi
lidad de que Platón baya visto en el vüv frmv una deficien
cia para expresar con precisión la eternidad, "Platón mismo
en el Tim eo usa habitualmente pata el mundo fenoménico
la clase de expresiones que aquí dice que son imprecisas, p.e.
váyovev ytyoYQK fottv xal et’ fcrtcu, xtX” .la Ciertamente, la
afirmación de Chalmers, que él cree poder dirigir contra Cher-
niss, en el sentido de que "el ftmv de Parménides está en el
eterno presente, y el vüv también es seguramente intem po
r a l ’,30 suena tan temeraria como la opuesta de Tarán, de
que cuando "es" se aplica en T im eo al modelo eterno carece
de sentido temporal y expresa "un modo de existencia que
consiste en intemporalidad” .-1 Y aunque dentro del pensa
miento contemporáneo tiene cabida toda una doctrina del
“ eterno presente" (que llega al plano escatológico), no con
viene asumir una perspectiva tal para considerar la tesis
parmenídea, no sólo por presentar rasgos distintos a los de
ésta sino por acarrear forzosamente un fuerte anacronismo
al ser retrotraída hasta Parménides.
Probablemente, en lugar de decir vüv goriv, Parménides
habría podido decir Jiágeanv. Naturalmente, no en el con
texto de B8,5, donde ha afirmado que oí)8á tot iV oü5‘ catea;10
2
9
19 Cherniss (art. cít. en nota 12), p. 23.
20 Chalmers, art. cit., p. 1G, nota 1 (subr. m ío).
21 Tarán, p. 188, nota 19.
147
si, en cambio, en un contexto como el de B4,l, donde se
correspondería con un cútEtmv. Pero parece que las expresio
nes vüv Etmv y ;tQQE<mv son equivalentes, aunque no en
sentido temporal, la primera, ni en sentido espacial, la se
gunda, salvo en la forma figurada o metafóricamente de que
hablamos a propósito del locativo en el fr. 4 de Parménides.
En tercer lugar, no es correcto atribuir —como hace Ta-
rán— a quienes leen en 8,5 una formulación de la ‘'eterni
dad” un "descuido" de la "conexi’ón de 8po5 «dv, Iv, 0WEXÉ5
con vvv iariv" y con las líneas siguientes, "descuido" que
impediría la debida comprensión de la negación de yévsoig
y SXcñgoq. El hecho de que, por contraposición con 22 B30,
se suela restringir la cita de Parménides E8 al verso 5 o,
incluso dentro de éste, a la frase que recoge la tríada y se
cierra con vüv icruv, no puede ser tomado como prueba
de que se piense que la sentencia termina allí; menos aún,
por cierto, que en el caso de 22 B30, donde vimos que, desde
Reinhardt y Gomperz, varios helenistas de nota se empeña,
ron en puntuar el texto después de laxai. Como contraste,
. cabria desafiar a Tarán a que indicase un solo helenista que
quisiera puntuar 28 B8, 5 después de vüv £cmv. La mayor
parte cita el pasaje cuando menos hasta auvexé? (en el verso
6),22 y todos o casi todos tienen en cuenta que áyévr|rov y
dvéteflpov se complementan con las expresiones correlativas
de que tó táv no será en el futuro (o sea, no nacerá) ni ha
sido en el pasado (o sea, no ha muerto), "puesto que es
ahora". Y no se trata, para Parménides, de un simple hecho
ni de una mera posibilidad, sino de algo inexorablemente
necesario: Dike "no le permite nacer ni morir, aflojándole
las cadenas" (8,14-15). “ Inmóvil en los limites de grandes
cadenas, existe (Eonv) sin principio y sin cesar, puesto que
Y^vccv; y fiXeOgoq han sido muy alejados” (8,26-28). La argu
mentación de que lo real no está sujeto al transcurso tempo
ral no sólo no es incompatible con la refutación de naci
mientos y muertes, sino enlaza ambos temas como argumen
tos complementarios.23
En cuarto lugar, los croata que en 8,2 se dice que hay
148
sobre el camino n o son argu m en tos s in o signos de w? Éotw,
o sea de to lóv:24 áyévíitov, dvcóXeflQOv, oflXnv, (.louvoyevés,
¿tgepÉg, tcXectóv, vüv óju>í» jtcív, ív, owE^ég. Si en el camino
se muestra (<pgá£íi)) que es inengendrado, imperecedero,
íntegro, único en su género, inestremecible, completo, aho
ra todo en conjunto, uno y continuo, se muestran signos
de que es. La p a rte argum ental comienza, como entienden la
mayoría de los intépretes modernos, según admite Stokes,25
con las preguntas de 8,6-7: "en efecto, ¿qué génesis le bus
car as? ¿Cómo, de dónde habría crecido?" Y sigue con la
refutación ( red u ctio ad absurdum ): *'de lo que no-es no te
permito que digas ni pienses, pues no es decible ni pensable
que no sea. ¿Qué necesidad lo habría impulsado a nacer
antes o después, comenzando de la nada?" (8,7-10) "¿Cómo
perecería después el ente? ¿Cómo se generaría? En efecto, si
se engendró, no es, ni tampoco si alguna vez está a punto de
ser” (8,19-20: nótese que aquí ten em os n u eva m en te las tres
instancias temporaleSj qued an d o n u eva m en te negadas —esta
vez de modo indirecto— la pasada y la futura, pero la actual
m en ción no incluye la mal denom inada " palabra-tiem po"
vüv)- "Ni es divisible, puesto que es un todo homogéneo;
ni mayor en algún lado, lo que 1c impediría su cohesión, ni
algo menor, sino que todo está lleno de ente; por ello es
todo continuo, ya que [el] ente se reúne con [el] ente" ( 8,22-
25). “L o mismo permanece en lo mismo y en si mismo yace,
y permanece firme en su lugar” (o "allí” ; 8,28.29).2G
150
1
de eimi alcanza allí un énfasis decisivo, así como en el caso de
su compuesto páreimi, “ estar presente". Ciertamente, y como
ya en algunos ejemplos homéricos y luego en Platón, no se
trata de un locativo en sentido estricto, sino sólo figurado:
hay una presencia de “ lo que es", que el noús o intelecto
puede comprender.
De este modo, en el fr.8,5-6 (“nunca fue ni será, puesto
que ahora es” ) hay una patente contraposición con la fórmula
heracliteana de la perpetuidad (“fue, es y será” ), y un in
tento de superar las instancias temporales. Sólo queda el pre
sente, cuya permanencia se enfatiza. El tiempo es así negado,
y se esboza una descripción de la eternidad como presencia
inalterable.
151
D. L A SÍNTESIS P L A T Ó N IC A
I. L a C ontr apo sic ió n entre H er á c lito y P arm énides vista
por Platón
155
de la paternidad de H eráclito y Sócrates de lo qu e A ristó
teles les adju dica, así com o la de qu e P la tón haya concebidc> a la m ay ° ría, [ai p o r ejem plo,] que Océano y T e f ;s
sus "Ideas” com o conceptos a los que se ha con ferid o exis ?°nn éla geness ? e todas las demás cosas [cf. Híada X y ^ o ?
tencia sustantiva autónom a—, en ningún pasaje de su obra ' ‘O Céa n0, g.enes‘ s d los y la m adre Tetis “y X I V 246*
escrita P latón se declara partidario de las enseñanzas de H e O céano g énesis d e todas las cosas” ], de m od o quey r X I V c S l
ráclito ni sugiere que alguna vez las haya adop tado ni que pon com o c r o m e s y nada es estable? Y lo S q u e ^ m ^ n o S ?
haya sido discípu lo de C ratilo; el ú n ico m aestro que nos p u ra ^ sab ios, lo m anifestaron en form a más evidem e
presenta com o tal, sobre tod o desde la A p olog ía , es Sócrates. i r s q ^ í y ^ c e S ^ a h u c h a r lo s , c o m p e l í
Precisamente Cratilo es el nom bre de u n o de los primeros
diálogos, en que Platón se aproxim a a temas com o el que ^ u n a s de lae cosa" están f u í e s CeSeSStrI; : : eeeS ::ee:n eU V U
m enciona Aristóteles en los pasajes citados; pero allí Platón
se o p o n e a lo que considera opin ion es de H era d ito , y afirma e0 áH °ls a ^ l ^ á m u i v i yl
la necesidad de una realidad estable q u e respalde al lenguaje. casi ttip o i je honraran a estos [maestros]. Pero
En contraste con . el C ratilo (o con las te o rías allí enun
ciadas p or el sofista Cratilo, com o pertenecientes a H eráclito,
y com batidas por Platón), en un diálogo que es posterior a
i S ^? ' q :: l :l° « l “^ ° ' . h;T s, t T;:.-> ° .:'" n m ^
aquél p o r lo menos en veinte años, el Sofista, Platón habla hano °e5suueí ° , ya ^^^<’f ^cll,'a°ss■cy<;>’Shal,'1T:“ y ig°°rs°3 ;m reTTtéenqaees
del "gran Parm énides” (237), a qu ien ll^ n a ‘ 'nuestro padre’ ’
cual m o v e r * ? ' ( r e f t,eO«oe,S80dm;:m ° , ^ ^ en '>
(24ld), aunque para com eter un p^arncidio: la tesis de que
n o se forzará que exista un prj eóv (com ienzo del fr.7) es °S°i!■ll;,V°^S° S del C ra“ ‘ ° , T e e te lo y Sofista que he-
refutada p o r la conclusión de que -co pr| ov en ciertas con d i q a , “ “ j3* » debidam en te, dejan pocas
ciones Smi., mientras -co ov en algu n sentido oúx ■ : : (2 4 ld ) .‘L ® p la tón te nía ante una tradición que enfren-
(aunque la refutación platónica recurre al uso copulativo de a ^ m ^ e s . aquél com o el ^ s o f «
slul , que obviam ente n o es el de las palabras de Parmenides).
Esto conduce a la superación de la d i p u t a entre monistas y
plur alistas, así com o entre m aterialstas-m ovilistas ("h ijos de
a é d eTí t= ^ ^ ^
'
cncontraba c°ntrapuestas las tesi¿
' ° 'T ° I s £'nei ó ^ quien
d J
s q u e de a.mbos conocía. En
enp;a i
la tierra” , 248c) e idealistas-mmovilistas (“ amigos d e las ese sen tid0, puede advertirse claramente qu e sus referenc;as
Ideas" o "e id ó filo s” , 248a). El rechazo p o r P latón de ciertas ^cfla' 27 d<ie 8 l ,) de5" ? ' el 78c' d hasta el Táme o 5 l iS- l !al:
tesis —cuando menos similares a las que él m ism o habia sos (cf . _ 7 d -2 8b), enfatizan el aspecto invariable e A-
tenido en el F e d ó n - qu e en parte atribuye a Parménides, a se:Tlaese n :c° ntrapos,i ción al .constaílte cambio, de las cosas sen-
q u ien sin ironía llam a "nuestro padre” , nos hace pensar en sibles (éstas situadas en el ám bito de la
yévsoiq o "d ev en ir”
una influencia del eléata sobre Platón, abiertam ente reco C en el de la oUcrícx o “ esencia” ,' com o se d S L
nocida por éste aun en el m om ento de declararse liberado m SO111, ? ' Í n R e P ú blica V II, 534a). Ciertamente que^lls^¡aa
de ella. Ideas más de u na vez son consideradas como, -cO veZ
Podem os rechazar que H eráclito haya sostenido afirm acio p o r antonomasia (p. ei en Fedón 78d y en R-cp. v i l 526e),
nes tales com o que “ tod o fluye, nada perm anece” (cf. págs-
53-58), p e r o es innegable que Platón se las atribula. Y hemos ^ r a s d e Ja frase que cita, sin
visto que en el T e e te to incluso se con trapon ía dichas afir incompleto y t]ue no tíen^scntaO T£J.é5ÍS]L x4) 0v°w' svai, verso
m aciones (aunque n o se m encionara explícitam ente a H erá del hecho de qUee £ W ^ i ^ b c r ; además
clito, en 180 c-d, p ero que correspon den a las que atribuye presocrático, al menos con al siJgíbifica,d;;),£dei " s ^ E n ^ K s e ^ en -en
explícitam ente a H eráclito en 160d) con otras atribuidas a
Parménides: ;Nr> tenemos acaso la tradición de los anti Jf'0nmWícdnía e n í* 1ecoUaal)Cle 28 B8'38; C° mford (Plato’s T/enry°enf
sid<?ra/Cagíe«érPtícoa4; , nota 1} ’ en cambi0' rechaza esa posibilidad y° con'
guos, quienes m ediante la poesía ocultaban [su pensam iento] c:,__ 1,... , . e! vclso* con alguna modificación, bas árs e l o .».
basándose que
Sin p1icía lo cita dos ■vi
eccs sin ruencionar el Teeteto.
156
157
sólo son una para cada cosa (para cada m u ltip licidad de
cosas qu e reciben ese nom bre), pero form an u n con ju n to
m últiple, son Ideas, en plural (una p o r cada térm ino que
usamos en el lenguaje). Esto queda d ich o , com o es ob v io,
para señalar una diferen ciación patente respecto de Parmé-
aiides (para qu ien ró eóv es lv, ú n ico ); pero queda d ich o
precisamente porqu e, en cuanto a su co n d ició n de realidad
inm utable que contrasta con la cam biante m ovilidad de las
cosas sensibles, nos hace ver el cu adro aristotélico del naci
m iento de las Ideas más com o una síntesis de Heráclito-Par-
m énides (sin suprim ir del tod o la búsqueda socrática de “ lo
com ú n ") q u e com o una con ciliación de H eráclito c o n Sócra
tes. M áxime tras el intento de superar (en el citado pasaje
del Sofista) la polém ica que advierte en tre los materialistas-
movilistas y los idealistas-inmovilistas.
Vale la pena hacer notar tam bién que, ya antes de forjar
lo que se ha dado en llamar “ teoría de las Ideas” , Platón ha
pen sado que, para hacer algo bien o saber si el nom bre
está bien puesto, hay qu e “ m irar (j3Xéxetv o ¿bcopAéxeiv) a un
“ m o d e lo ” . C on la explicitación de que se trata de un “ m o
delo” ya podem os leerlo en E utifrón 6 e; pero con la signi
ficativa m ención del verb o pXéjtsiv o el com puesto djto(3X¿-
jtsiv lo hallam os innúmeras veces, desde el ju ven il Laques
197e, pasando p o r el H ippias M ayor 295d, el Cratilo 389a-
390e, el Gorgias 503d, M en ón 72c, etcétera, hasta llegar al
T im eo 28a, donde hallamos el verbo técnico y la palabra “ m o
d e lo ” . A q u í se explícita lo qu e estaba im p lícito en el desa
rro llo de la teoría, a lo largo de la o b ra platón ica (y qu e
Aristóteles deja de lado en su exposición, p o r n o convenir
a la misma, pero qu e oscurece la com pren sión a quien
apele a ella para entender a P latón ): contra lo que decía Herá
clito (B30), el cosmos ha sido hecho p or un dios-artesano,
quien ha “ m irado” al “ m od elo” idén tico a sí m ism o e in
m utable, para lograr un resultado lo m ejor posible (29a-b).
Naturalm ente, esto n o im pide qu e d ich o resultado sea m u
table, en devenir, im perfecto, pero el “ m od elo” nos habla
de su origen y de su meta posible.
Retengam os, pues, antes de entrar en el texto del T im eo
qu e más n os interesa, los siguientes elem entos de ju icio :
1) En 22 B30 (qu e Platón al menos en parte ha de haber
con ocid o, según cabe inferir de R ep . V I 498a; cf. supra, p. 71;
y si n o se adm itiera eso, habría qu e aceptar de todos m odos
qu e Platón vio —incluso exageró— la n oció n de m ovim iento
158
y cam bio e n H eráclito) leem os la p r i m e r a fo r m u l a c ió n d e
la p e r m a n e n c ia d e l m u n d o a tra v é s d e t r e s in s ta n c ia s t e m p o
ra les : f|v asi x a ! ecmv xa! sarai irug aeítooov-
2) En 28 £8,5-6 (que tiene q u e haber sido con ocid o p or
Platón, y así lo recon ocen casi unánim em ente sus intérpre
tes), leemos la p r im e r a f o r m u l a c ió n d e la p e r m a n e n c ia d e lo
r e a l e n u n a id e n tid a d c o n s ig o m is m o q u e lo m u e s tr a i n m ó
v i l y s u s tra íd o a in s ta n c ia s te m p o r a le s , a l m e n o s a n te r io r e s
y p o s t e r i o r e s : oú5é ñ o r ’ fjv o\>5’ ecjtcl etheI vüv eoxiv Ó|íoü jiqv,
gv, cruvex^S-
3) En el T e e t e t o I80d-e Platón con trapon e la afirm ación
de una m ovilidad perm anente (H om ero, H eráclito, etc., se
gún se advierte com parando el pasaje con el 160d) a la afir
m ación de la in m ovilid ad de lo real p o r parte de Parméni-
des y M eliso.
4) En el S o fista 245e-249d P latón trata de superar la an
tinom ia entre los q u e afirm an que tod o es y é v z o v ; y está en
m ovim ien to y los qu e sostienen que sólo hay ovala, con ex
clu sión de m ovim iento.
5) En el T i m e o 27e-28a Platón presenta una construcción
artesanal del m u n d o en que vivim os, apelando al m ito de
un dios que lo hace m ira n d o a un m o d e lo idén tico a sí mis
m o e inm óvil.
6 ) En el T i m e o 37d-38a (qu e en su con texto presentare
mos en seguida) Platón narra que, para intentar hacer más
semejante aún la copia al m odelo, el dios m iró la “ eterni
dad” (aíóv) de éste y así d o tó a aquélla de “ tiem p o” (%gó-
vos), qu e es una im a g e n m ó v il d e la e t e r n id a d .
159
a lgo p reexisten te —adem ás d e l d e m iu rg o y d el m o d e lo eter
n o —, a lo cual P la tó n a lu d e co m o “ to d o cu a n to era visible”
q u e se m o v ía “ de m o d o e rra n te " y “ d e so rd e n a d o ” , y q u e el
d io s d e c id ió c o n d u cirlo “ h acia [el] o rd e n ” “ desde el desor
d e n ” , " p o r con sid erar que a q u e llo [ = e l ord en ] era m e jo r
q ue esto [ = el d esord en ] e n to d o se n tid o ” (30a). Para eso,
II. L a DI^^XNCIA KNTRE T1EMPO y ET^Wí IDAD era n ecesario u n " in te le c to (voü ;); p e r o además, d a d o que
es im p o s ib le q u e exista el n oú s “ fu e ra d e un, alm a” , p uso el
l. E l t e x to d el T im e o 37c6-39e2 n oú s en una p sy c h é y a ésta en un som a, con stitu yen do así
"e l T o d o ” . C iertam ente, el resu ltad o es sin duda u n ser vivo,
C o m o ya h em os d ich o, el pasaje d e la o b r a p la tó n ic a en h e c h o a im agen y sem ejanza d el “ V iv ie n te p e rfe cto ” , 30b-
q u e se en cu en tra delin eada su co n c e p c ió n d el tie m p o y - j u n 3 lb . A este relato siguen algunas con sid era cion es (d e im p or
to c o n é s t a - la de la eternidad, lo h allam os en u n o d e sus tancia, p e ro que n o trad u cim os ni intentam os resum ir en
ú ltim os d iálogos, el T im e o . C o m o la parte tal vez más im pocas p alabras, pues su c o m p le jid a d n os distraería d e nues
p o rta n te o al m en os más d iscu tid a en lo c o n c e rn ie n te a nu es tro tem a) acerca de la co n s titu ció n del cu e rp o , prim ero, y
tro tem a o cu p a u n os p o co s p á rra fos d e n tro d e u n co n te x to d e l alm a cósm ica, después, hasta q u e llegam os al texto que
m ás a m p lio y q u e con sid era m os d e im p o r ta n c ia trad u cir, a más d em an d a nuestra aten ción .
los efectos d e su p osterior análisis - q u e d e to d o s m o d o s n o
p u e d e ser ex h a u stiv o----- d iv id irem os el te x to en cin c o sec I. • "C u a n d o el p a d r e g en era d or v io [al m u n d o ] m o
cion es (señalizadas co n n ú m eros ro m a n o s ), y d e n tro d e a lg u v ién d ose y v iv ie n d o , ico n o n a c id o d e los dioses
nas d e esas seccion es d istin g u irem os su b-seccion es (m ecliante eternos, se r e g o c ijó ; y, en su satisfacción , pen só
n ú m eros ará bigos); in clu so, sobre to d o en la sección qu e c o n en h acerlo aun más p a r e cid o al m o d e lo . Y puesto
tiene los p árra fos que más nos interesan, d iscern irem os d e n q u e su cede q u e éste es un V iv ien te etern o (át&t.ov) 37d
tro d e las sub-seca'ones algunas cláusulas (m arcadas cada se esforzó en re a liza r este u n iv e rso d e ese m od o,
u n a c o n u n a letra m ayúscula; tod as estas señ ales nuestras en la m e d id a d e lo p o s ib le ” .
irán a la izq u ierd a del t e x t o : a la d erech a del m ism o, los
n ú m eros co r resp o n d ien tes ci la trad icion al ed ició n S teph a n u s), I I . l .A "A h o r a b ien , su ced ía (é't'Úyxav£v)1 q u e la natu
q u e fa ciliten n o sólo referen cia s p osteriores, sino ta m b ién la
a ten ción d eten id a e n la m i s m a lectura. raleza del V iv ie n te era eterna (ai.<.í>vio;), y esto
P revia m en te al pasaje q u e tra n scrib im os en n u estro id io n o se p o d ía a daptar p len a m en te a lo en gen dra
m a, se d escribe u na cosm og on ía , a p a rtir d e 20 d-e. El te x to d o ; en ton ces [el dios] id e ó u n a cierta im agen m ó
d el T im e o com ien za en 17a co n u n a co n v e rs a ció n p re lim i v il de e te rn id a d (ai<i>vo;)”.
n ar q u e d esem b oca en u n a d is trib u c ió n d e tem as para re la
tar, en la cual co rresp on d e al " m e jo r a s tr ó n o m o ” d e ellos, I I .I .B “ Y, a la vez q u e org a n iza b a cósm ica m en te el cie
T im e o , h a b la r d e la gen era ción del u n iv e rso y d e la n atu lo , h izo, d e esta etern id a d (atw vo;) q u e p erm a n e
raleza h u m a n a ; en 27c-d T i m e o hace u n a suerte d e in v o ca c e en unidad (liévovroc; tv Vvi) una im agen p e r -
ció n co n v e n cio n a l a la d iv in id a d para q ue lo insp ire, y en
seguida se n os presen tan d os p o sib ilid a d e s p ara eí a ccio n a r 1 A. J. FesLugicre, Proclus. Commentaire sur le T i ^ e (trad. y no
artesanal d el dios q u e hará d e 8v|piougyóc;: u n a, la d e to m a r tas, París, 1968), IV, IV, p. 32 nota 1, interpreta el cueetionamiento
c o m o m o d e lo a lo q u e es id é n tico a sí m is m o y e te rn o ; otra, de Proclo al “sucedía” en lugar de “sucede” como “residente en Ja
la d e m irar a lo q u e está en con tin u a tr a n s fo rm a ció n ; d a d o noción misma de Tuyxáveiv, que por si misma no indica más que una
coincidencia y necesita, para su comprensión, de un participio"-
q u e el dios-artesan o era b u e n o , "la m e jo r d e las ca u sas", to m ó Pero el caso es que Proclo no ha cuestionado el xuyyAvew anterior
lo p erm a n en te co m o p a ra d ig m a ). Esta c o s m o g o n ía im p lic a (en la sección I) .
160 161
p e tu a - (alwvov ety.óva) q u e m a rch a d e a cu erd o a ser (yí’yvV&aftat) m ás v ie jo o m ás jo v e n a u av és
con [el] n ú m ero,* a la cual hemos llamado tiem - del tie m p o ” ,
P o (XQÓvov)".
11.3. B "n i q u e h u biera lle g a d o a ser (yEvÉodai) alguna
11.2. A “ En efecto, días y noches, meses y años, no exis v ez (trote) ni q u e haya lle g a d o a ser (yEyovívat)
tían antes de que se generase el cielo; la gene ahora (vüv), n i q u e sea (foec3-ai) en adelante
ración de aquéllos fue tramada simultáneamente ( eí? a ífrtc)” ,
con la constitución de éste. Ahora bien, todas ellas
[se los días y noches, meses y años,) son partes 11.3. C “ y en gen eral [n o le co rre sp o n d e ] nada d e lo q u e,
del tiempo” ; e n ta n to deven ir, se aplica a [las cosas) q u e se
m u e v e n sen sib lem en te'',
11.2. B “ y el ‘era' y el 'será' [son] formas (eí&ri)4 engen d el tiem p o, [el cu a l] im ita a [la] ete rn id a d (alwva)
dradas (yEyovóta) del tiempo, que inadvertida
mente aplicamos de m odo incorrecto a la reali 11.3. D “ sin o que éstas se han co n v e rtid o en fo rm a s (ÉÍS11)
dad eterna áíSiov o-Uotav)” . y se m u eve circu la rm en te d e acu erd o co n el n ú
m e r o ".
11.2. C “ Decimos, en efecto, que 'era' (jv ), 'es' (gotiv)
y 'será' (gotai), pero só lo el ‘'es' ("tó f’attv) se ade- IIA .A “ Y adem ás [decim os] cosas c o m o éstas: lo q u e ha 38b
cua al discurso verdadero", g e n e r a d o (i:o yéyovór;) es g e n e r a d o (yeyovóg), y lo
q u e se g en era ( t ó ytyvó^evov) es (a lg o q u e ) se g e
11.2. D “ mientras el ‘era' y el ‘será' conviene decirlos res- 38a nera (ytyvópEvov), y lo qu e se gen erará (tó yevq-
pecto del devenir (yevEotv) que transcurre en el oó^evov) es [algo q u e ] se gen erará (yEvqoópevov),
tiempo, pues [el ‘era' y el ‘será'] son ( eotlv) mo y el no-ser (tó )ti¡ l>v) es n o-ser (uY¡ Sv)” .
vimientos” .
11.4. B “ D e n in g u n a d e tales [cosas] h a b la m o s co n e x a c
11.3. A “En cuanto a lo que siempre (&Elí) es del mismo titu d. P ero acerca de estas cosas, tal vez n o sea
la presente la o ca s ió n p r o p ic ia p a ra d iscu tir e n
modo, inmóvilmente, no conesponde que llegue
d e ta lle ” .
Traducimos por “pe^setia” y no por "eterna" (como
parecería más lógico, por su derivación de aioov) , porque de otro modo 11.5. A “ P o r con sigu ien te, el tie m p o se g e n e r ó ju n t o c o n
la traducción perdería sentido. La raíz al.et (ver infra, p. 176) confiere el cielo, a fin d e q u e , h a b ié n d o se g e n e r a d o sim u l
valor de "continuidad", pero ambiguamente, por lo cual debe mirarse táneam ente, ta m b ién sim u ltán ea m en te se d isu el
el contexto parí traducir correctamente. van, si es q u e alguna v e z (uv note) les advien e
8 Cornfoid, Plato's Cosmology, p. 102 expira: ^ esto significa que el
tiempo "es medido por una pluralidad de 'pa^rtes' r^merrates, en los u na d is o lu c ió n ” ;
periodos llamados dla, mes, afio”. '
4 Traducimos EÍSq como “formas" (también podrta vertirse "tipos", 11.5. B “ y [se g e n e ró ] segú n el m o d e lo 0 d e la naturaleza
"especies”) , pero naturalmente no en el sentido aristotélico, donde etern a (t1); Siairoví ac; q>'ÚaEM c;), p ara q u e fu ese lo
“fo^rma” se contrapone a "materia". En ^ sentido se dirige anacróni más p a r e cid o a e lla ".
camente 1a interpretación de Proclo (ín Tim. Ill, S6, 33-87, 7) , quien
intenta demostrar que el "era”, "es" y "será" son para Platón etói y
11.5. C "E n efecto, el m o d e lo es existen te (e o n v Ov) p o r
no itécm (como ha dicho de los días meses y afíos) del tiempo, porque "no
poseen materia (ü?.»l) propia, esto es la [materia] diurna, nocturna, tod a la ete rn id a d (n:úvta. atw va), m ientras el [cie- 38c
etcétera". En los pánafos I1.2.B-C y II.3.C-D se aclara más el signifi lo ] se ha e n g e n d ra d o (yeyovrór;), es (&>v) y será
cado de EÍÓri, al advertirse que “era." y “será” son movimientos, espe
cies del p^K^o temporal. 11 Sobre este concepto, véase ín/ra, p. 176.
163
162
(éaófevog) a través d e la to ta lid a d d e l tie m p o to oblicuo que era el de lo Otro, marchando a 39a
(8ta i-É/.ov; tov cin:avta xgóvov)’ ’. través del movimiento de lo M ism o6
7 y dominado
[por éste]; unos [avanzando en un círculo] mayor
III. l. " A partir d e este ra z o n a m ie n to y d e la in te n ció n que los otros; otros avanzando en un círculo me
del d io s respecto d e la gén esis d e l tie m p o , para nor; más rápidamente los [que tenían] el círculo
q u e fu e r a g e n e r a d o el tiem p o se g e n e r a r o n el sol, menor, más lentamente los del [círculo] mayor. Y,
la lu n a y o tros c in c o astros, q u e tien en p o r n o m debido al movimiento de lo Mismo, los que más
bre ‘ errantes', p a ra d e lim ita c ió n y v igila n cia de rápidamente circulaban parecían ser sobrepasa
los n ú m eros d el tie m p o . H a b ie n d o fa b r ic a d o el dos por los que marchaban más lentamente, [aun
d io s cu erp os p ara ca d a u n o de e llo s , los c o lo c ó cuando en realidad los] sobrepasaban.8 En efecto,
en los circuitos, p o r los cuales m a rch a b a la re [el movimiento de lo Mismo], al enroscar en es
v o lu c ió n de l o o t r o * - e r a n siete [circu itos] p o r piral todos sus círculos por medio del avance
ser siete [los c u e r p o s ] - : la lu n a e n el p rim e r [cir doble0 y a la vez en sentidos contrarios, [sucedía
cu ito] en to r n o a la tierra; el sol en el segu n do que] el que más lentamente se alejaba de este 39b
p o r sobre la tierra; el astro m a tu tin o [se V en u s] 38d [movimiento] más rápido pareciera [seguirlo] más
y el con sa gra d o - s e d i c e - a He^rrnes [se M e rcu de cerca".
rio], re co rrie n d o [cada u n o su] círc u lo c o n velo
c id a d al m ism o p aso q u e el sol, p e r o c o n una IV. l. "Para que hubiera una medida manifiesta para la
fuerza con traria a la d e éste; de a lli q u e el sol, •lentitud y la rapidez relativas con las cuales re
el astro d e H erm es y el astro m a tu tin o sobrepasan corrían sus ocho movimientos, el dios encendió
y so ■ sobrepa sad os d el m ism o m o d o u n o p o r el una luz en la segunda de las órbitas en relación
o tr o . E n cu a n to a los dem ás [planetas], d ó n d e y con la tierra: lo que ahora llamamos 'sol', con
p o r q u é causas [el d ios lo s] h a . u b ic a d o , si u n o se el fin de que brillara al máximo todo el cie
p u s ie ra a e x p lica r tod o, el d iscu rso q u e es a u x i lo, y participaran del número [todos] los vivien
liar p e rtu rb a ría más a a q u ello q u e se tien e en tes a los cuales fuera conveniente, aprendiendo
vista al h ab la r; de a cu erd o c o n e l tiem p o lib re de la revolución de lo Mismo y semejante. Así
q u e q u e d e , m ás tarde tal vez se p u e d a h acer u n a y por esto se generaron [la] noche y [el] d ía, 39c
e x p o s ic ió n d ign a d e estas cosas". formando [la] revolución del círculo único y
más inteligente.1" [El] mes nació cuando [la]
III.2 . "D e sp u é s d e q u e ca d a u n a de las [cosas] q u e se
vez se divide en siete círculos clesiguaJes (conespoudicnte cada uno
n ecesitaba p ara fo r ja r en c o n ju n t o el tie m p o , a ^ planeta) ; ‘•y cortcetlió supremacía al movimiento de lo Mismo,
se p u s o en m a rch a el m o v im ie n to q u e le co n por sor el único que no permitió la división". Esta supremacía debe ser
venía, y q u e, liga d os los cu erpos co n ligaduras entendida, como dice Cornford (Plato s Cosmology, p. 7G), "como la
supremacía de la Razón en el Alima del Mundo, que regula sus otros
anim adas, lleg a ron a ser vivientes y a p re n d ie ro n movimientos, sus juicios y deseos" (simbolizados por el circulo de ]o
lo [q u e les] estaba a sign ad o, segú n el m o v im ie n - Otro). Por lo demás, dicho movimiento impulsa a estrellas fijas y pla
netas en conjunto alrededor de la tierra una ves al día.
6 Ver la nota siguiente. s Por ejemplo, la luna recorre su órbita en un mes y ve una ves a
7 En el pasaje 36b-d se describen dos movimientos principales en la Saturrno: la luna "sobrepasa" a Saturno, pero, a causa 1lel
. movimiento
esfera celeste: uno que corresponde al "círculo exterior" (lo que Aris de lo Mismo "parece" que fuera al revés (Cornford, P.s Cosrn., p. HS) .
tóteles llama "primer cielo" o "cielo de las estrellas rijas”) , el movi 9 = en dos planos diferentes (Cornford, P.'s Cosm., p. H2,
miento de lo Mismo, cuya revolución va de izquierda a derecha, según nota 3) .
el lado de un paralelogramo, mientras que el que gira en el "circulo 10 Conford, P.'s Cosm., p. 115, nota 2; “es la indivisa cerolucabo
interior" (o ciclo de las estrellas errantes o "planetas") de derecha a de io Mism0. que es el único molimiento de translación peselto p°r
izquierda, según la diagonal, es el movimiento de lo Otro, que a su las estrellas .Cijas".
164 165
luna, tras recorrer su p r o p io círcu lo, ha sobre
pasado a [el] sol; [el] año, cu an do [el] sol ha
recorrid o su p ro p io círcu lo ” .
11 T a y l o r , A C P T , p . 2 1 5 , d i c e : " o s e a , n o s a b e n q u e s e p u e d e m e d i r
el tra n scu rso de lo s su cesos ta n to por la s r e v o lu c io n e s r e g u la r e s del
s o l y d e la lu n a c o m o p o r lo s de c u a lq u ie r o t r o cu erp o".
12 Se llam a así porque m ide un "a ñ o p erfecto" (A C P T . p. 21G)
Cf. nota 13.
ls T aylor, A C P T , p. 216-217: "Puesto que, c o m o se nos lia d ich o
antes (36d6) , las revoluciones de los diversos círcu los tienen cada u n o
rev, at
un X óyoí o tatio respecto de cualquier otta (la fracción _____ es siem-
rev. y
pre una fracción t a d o n a l), debe haber un p e rio d o m u y largo tía s el
cual todos los cuerpos celestes ocupan una v ez m ás las precisas p osi
ciones relativas en que estaban al com ienzo, o sea, tod os los planetas
una vez retornan simultáneamente a su prim itiva posición en el
Zodiaco. Con un conocim iento suficiente de las revolu d on es de los
o ch o círculos, se puede descubrir la extensión d e este gran d o lo , que
es llam ado xé>.so; ¿viauxó;, ‘alio perfecto', p orq u e es una revolución
com pleta del conjunto de lod os los círculos” . Este "gran año", qu e a l
gunos dicen q u e Cleóstrato de Ténedos calculó en 8 años, M etón en 19
(ver supra, p . 44 y 48, notas 9 y 26) y E nópides en 59, n o im plica
forzosamente que su fin esté “m a rcad o p o r algún cataclismo cósm ico
[com o la conflagración universal que pensaban los estoicos y atribuye
ron a H eráclito] o que los sucesos d e l ciclo sean repetidos en el ciclo
siguiente".
165
V. "D e este m odo, y con estos fines, fu eron engen
drados todos aquellos astros que, al marchar por
el cielo, tienen fases,14 a fin de que este [m undo]
sea lo más p a recid o posible al V iviente perfecto
e in teligible respecto de la im itación de su eterna 59e
naturaleza (Statcovíai; cpú<j£ü)g).'’
IG 7
sol y la luna; p ero a la vez sujeto a una realidad objetiva
—aunque sea una im itación im perfecta de un m od elo per
fecto— co m o la con figu ran los m ovim ientos de todos los
planetas-
D en tro de ese con ju n to, se patentiza que el pasaje II, aun
que es el qu e m ayor relevancia adquiere para nuestro tema,
constituye una suerte de digresión dentro del relato princi
pal, que tiene p o r ob je to explicar la generación del tiem po,
0 —si se prefiere— los mecanismos de que éste se com p on e, y,
que básicamente pertenecen al cam po de la astronomía. D ice
C o m fo rd : “ N osotros estamos dispuestos a hablar de lo que
se genera c o m o sucediendo 'en el tiem po y en el espacio’,
com o si estas dos condiciones estuvieran en el m ism o nivel-
Platón n o los considera así. El tiem po es in clu id o aquf en
tre las criaturas de la inteligencia divina que orden a el
m undo. Es un rasgo ele ese orden, no una estructura preexis
ten te-” 1 A lgo en parte sim ilar dice T a y lo r, a prop ósito del
pasaje 37e (II.2.A), en el cual se establece una sim ultaneidad
de generación y posible disolu ción entre tiem p o y cielo: "L a
cuestión consiste en q u e el tiem po n o es algo qu e existe
antes, después o ju n to a los sucesos qu e caracterizan la vida
de la naturaleza, una suerte de trama en la cual sean pues
tos los sucesos, qu e puede incluso ser algo com o una estruc
tura propia, si n o hubiera sucesos que la llenaran. En sí
mismo es un carácter de los sucesos, o más bien, una ex p re
sión del carácter más universal de su naturaleza, su 'trans
curso'.” 2*
N aturalm ente, un problem a qu e surge inm ediatam ente de
la lectura del T im eo —y qu e ya en la antigüedad se p re
sentó a sus comentaristas— es hasta qué pu n to lo qu e narra
Platón debe ser tom ado literalm ente; ya que, aun cuando se
declare la sim ultaneidad de generación y p osible destrucción
del tiem po y del cielo, se ha h ech o notar que “ n o obstante,
son descritos sucesos qu e han tenido lugar antes de la crea
ción del tiem po” ,8 lo cual parece una contradicción, que
algunos helenistas han buscado resolver.
16 8
En rigor, en las páginas anteriores al texto que hemos tra
du cido, Platón n o describe “ sucesos” qu e hayan tenido lugar
antes de la creación del tiem po, excepto el acto mismo crea
d or del universo p o r el dem iurgo, pero lim itándose a algu
nos aspectos, com o la com posición del cuerpo y del alma
del m u n do, p o r lo cual éste es considerado com o un ser vivo.
Y es a partir de esta consideración de que el m undo es un
Viviente q u e Platón habla de la generación del tiem po com o
simultánea a la del m u n do, “ en el sentido de que uno no
puede existir sin el otro” , al decir de C orn ford.4 Claro está,
la m ención de la existencia de a lgo qu e “ era visible” , “ que
se m ovía de m od o errante y desordenado” (30a) puede suge
rir una instancia pre-cósm ica que ha servido de material
o de base para la creación (ésta ha com en za do p o r una c o n
ducción “ hacia el ord en desde el desorden” ; “ desorden” que
torna a ser descrito y con m ayor detalle en 52d-53b, tras
introducir en el relato a la yajoct o lugar en el cual se m ue
ven “ las cosas qu e entran" en él y “ las cosas que salen de
él” —50c— borrosam ente hasta que “ el dios las constituyó
del m o d o m ejor y más b e llo ” ). Sin em bargo, el h ech o de que
su estado sea considerado en 53b “ com o es natural cuando
un dios está ausente” , sugiere un paralelism o con el pasaje
de L ey es X 897a-b, en qu e se h abla de las afecciones, im
pulsos y otros m ovim ientos del A lm a cósm ica (“ m ovim ientos
prim arios” , qu e a su vez prod u cen —o , diríam os nosotros, se
expresan en— “ m ovim ientos secundarios” ), “ de todos los cua
les se sirve el A lm a ", prosigue el tex to de L e y e s : “ ahora bien,
siempre que se le añade el intelecto d iv in o, es [ella misma]
ciertam ente un dios y con du ce todas las cosas hacia la rec
titud y dicha; en cam bio, si le adviene la insensatez, lleva
a ca b o tod o en sentido con trario” . Y el pasaje 53b del T im eo
hace recordar asimismo el m ito d el P olítico, en aquel lugar
(273b-e) en que se habla de un “ desorden ” "antes de llegar
al kósmos actual” , al que arribó gracias al dem iourgós, pero
al distanciarse de éste —que es su p ilo to o con du ctor— p oco a
qu e lo organizó” teme p o r la suerte del m u n d o del cual se
ha ausentado, retom a el tim ón y endereza el rum bo.
a su vez a los argumentos con qu e Cherjaiss (ArisloLle's Criticism of
Plato, p. 426-427 y notas 361-365) cuestiona interpretaciones literales
com o la del mismo Vlastos, en un articulo escrito p or éste en 1939,
" T h e Disorderly M otion in the Tim aeus" (SPM ) , p. 386.390.
4 Cornford, P /s Cosm., p. 102. Cf. Proclo in Tim . IIÍ4 9 ,29-52,16
(Diehl) . Para P roclo, las palabras de 3Sb (= : I1.5A) "muestran clara
mente qu e el cielo es in engen drado e im perecedero” .
169
P u ede tratarse de un dilu vio com o el descrito en L eyes
III (677a y ss.);5 desastre qu e acaso se repita cíclicamente,
poco vuelve a su “ antigua turbulencia’’, hasta que “ el dios
o que sucedió una sola vez. Puede tratarse, específicam ente
en el caso del Tim eo, de un estadio inicial, o bien de la
descripción de uno de los com ponentes o posibles com porta
m ientos cósm icos: en tod o caso, en el texto q u e hem os tra
du cido el tiem po es inherente al orden y señalizado p o r los
astros en la form a descrita.
170
sentido de "eternidad"’ q u e ha ad qu irid o a ió n lia surgido de la
n oción de “ p eríod o de vida de cada in d iv id u o ” , que ha llegado
a aplicar a la duración infinita del m u n d o y de lo divino. Ya
en Esquilo, S u p lica n tes 574,3 leem os de Zeus qu e 6i’ aíóóvog
xpécov ánavcTTOv: Zeus rein a durante “ u na vida sin fin ". “ Este
es el epíteto q u e da el sentido de eternidad: al ser Zeus inm or
tal, la du ración de su vida, su a ión es ápau stos (C f. Parm.
8,26 S.: á v id o doávricov . . . scrciv &vao-/ov obrcruOTov, Pl. T ím .
36e4: el A lm a del M u n d o -freíav ñox'nv iío^aco dutaúaiov « a i
lífitpoovog 6íov Jtpós onfucavla XQÓvov)” -4
A l preguntarse por la inversión sem ántica p rod u cid a en la
relación entre a ión y c h r ó n o s desde E urípides (y su fam osa
frase de H erá clid es 900: Ald>v X qóvov nmg) hasta P roclo (quien,
siguiendo la caracterización de P latón en el T im e o 37d — II.l.B ,
d el tiem po com o im agen d e la eternidad, d ic e J n R e m p . II,
p. 17,10 K roll: aítóv coñ xoóvov jiuttiq, d e m o d o que el h ijo se
ha con vertido en padre), Festugiére en tien de q u e estamos frente
a la ev olu ción indicada p o r Aristóteles en el citado pasaje de
D e l C ie lo : "En otros términos, me parece qu e esta evolu ción
se ha ¿lehido a pensadores qu e han razonado sobre la duración
de la vida —el aUErv— d el C ielo o del M u n d o, y h an recon ocido
que, en este caso, el aíc&v carecía verdaderam ente de fin : a la
vez, y habien do sido declarado in m orta l el C ielo o el M u n d o ,
se lo d ebía tener p o r d ios o al m en os d iv in o : el ctlcbv cúcavaiog
del M u n d o se conjugaba con el aíárv ¿étavcíxog de Zeus. De
h echo es en u n filó so fo , E m pédocles, d o n d e lo hallam os p o r
prim era v ez".56 D e la d u ración de la v id a del Esfero, qu e se
ren u eva incesantemente, Festugiére en tien de qu e se pasa a “ una
d u ración de la vida sin límites. C u a n d o esta du ración de la
V id a es la d el avrot^ov qu e con tien e a todos los Inteligibles
inm utables, y q u e p o r eso es tam bién in m óv il, el aU&v se co n
vierte en eternidad en sentido propio, el etern o presente” .®
Pero en esta descripción hay algunas ecuaciones y saltos ca
rentes de lógica. Zeus n a ce, vive, no m uere p ero se m u e v e .7
172
l
te, qu e la. con trap osición en tre " t ie m p o " y "etern id a d" que
nos traza P latón en el T im e o , co m o correctam ente señala
Degani.s
Es seguramente im portante insistir en la diferencia entre
el contenido conceptual qu e da P latón a aión y el provisto
p or Aristóteles, ya qu e C o rn fo rd h abla del aión del T im eo
com o "la eterna d u ración sin cambio".® E n el otro extrem o
de las interpretaciones, D egani habla de "la extratem pora
lidad puntual del aíwv” en P latón (en contraposición con
"la tem poralidad m ú ltiple del xQÓvo?” ); "puntualidad aorís-
tica que excluye pasado y fu tu ro y reduce todo al ‘es’ " .10
Degani añade significativam ente: “ así c o m o el p u n to mate
m ático está privado de d im en sión ". Esto de la "p u n tu a lid a d ”
se asemeja notoriam ente al “ instante" o lo “ instantáneo" (ró
éqpfkcívv]c, palabra tam bién em pleada p o r D egani,11 aunque
sin citar expresam ente el d iá log o P arm énides) del final de
la segunda hipótesis del Parm énides. A llí el "instante" “ no
está en el tiem po” (156d-e), y es considerado por C orn ford 12
en estos» términos: "el tratam iento de P latón del instante
co m o el p u n to ‘hasta el cual’ o ‘desde el cual' se produce la
transición, nos recuerda su nota de que el punto es 'una
ficción [Sóyua] de geóm etras'; ‘lla m ó p u n to al com ienzo de
una línea, mientras hablaba con frecuencia de líneas indivi
sibles' [Arist. M et. A 9, 992a21-22]’ ’. Y au n que Aristóteles
objeta esto que él atribuye a P latón, C o rn fo rd 13 interpreta
que el mismo Aristóteles d ice algo sim ilar: "el ‘ahora’ (ró
vüv) es com o el pu n to indivisible de una línea” (D el Cielo
III 1, 300al4; cf. Fi<¡. IV Il,220a9-M , don d e añade: "el ‘aho
ra’ n o es parte del tiem po ni es división del m ovim iento,
com o tam p oco el p u n to [es división] de la lín ea” , 220al9-20).14
8 Degani. p. 84-85.
0 C ornford, P.‘i Cown., p. 102 (subr. m í o ) ; a continuación aíiade:
"e l concepto de dutación sin cam bio, com o atributo del ser real, que
fu e form ulado p o r primera vez p o r Parm énides’ ’. T a l concepción p er
mite a T arán (p. 175 y 184, notas 1 y 18) rechazar esa idea de eter
nidad, puesto que para Platón la du tación im plica m ovim iento, al
contrario de lo eterno.’
10 Degani, p. 80-81 (subr. ra lo s ). E n este úlLimo caso, Degani extien
d e el con cep to (de "puntualidad aorística" d el aión) también a Par-
ménides.
11 Degani, p. 82, nota 124.
12 CornfoTd, Plato and Partnenicles, p. 201.
13 Id em , p. 201-202 y nota 1.
14 pero corresponde aclarar qu e el vñv n o tiene ni con m ucho, para
Aristóteles, el carácter "sú b ito” o "instantáneo” del éiaítpvris; de otro
173
N o p o d e m o s exten d ern os en u n e x a m e n d e ío ex a ip h n es existen cia a n terior a P la tó n ten em os n o ticia s es díStos. Si des
d el P a rm én id es. P e r o lo d ic h o a n teriorm en te m u estra una cartam os algunos e je m p lo s de usos arcaicos d e a u ten ticid a d
co n tr a d icc ió n d e D eg a n i e n tre su c o n c e p c ió n d el a ión co m o d iscu tid a , s ó lo lo e n co n tra m o s c o n s e g u rid a d d e sd e m e d ia d o s
"p u n tu a lid a d aorística” (te rm in o lo g ía q ue sin d uda a lu d e d el sig lo v. El fr. 4 (D -K ) d e M e liso in d ica p er p e tu id a d :
al carácter tem p oral p u n tu a l d e l a oristo g r ie g o , en co n tra “ n ad a q u e tenga p r in c ip io n i fin es p e r p e tu o (díStov) e in
p o sició n a la ín d o le "d u ra tiv a ” del im p e rfe cto y d e ciertos fin ito (ansLpov). T r a d u c im o s “ p e r p e t u o ” y n o “ e te r n o ” , a
usos del presente) y la n e g a ció n del tie m p o p o r carecer de pesar d e q u e M e lis o d iga , sim ila rm en te a Parm énides " n o
“ la esta b ilid a d del 'es’, fu era d el tie m p o , q u e es u n etern o tie n e p r in c ip io ni fin , p o r q u e esta frase ta m b ién figu ra en
p resen te".15 El névstv tv éví, "p erm a n ecer en u n id a d ” , in tro el' fr. 2, a! c o n tin u a c ió n d e una fó rm u la sim ila r a la d e H erá-
d u ce u n e lem en to q u e exclu ye tan to la “ d u r a c ió n ” tem p ora l clito B30 (y que, p o r en d e, P arm én id es rech azaría): Ecrxt -re
co m o la “ p u n tu a lid a d a orística ” . Y a v o lv e re m o s sobre el xat aet '1)v xat a£t eoi;at. El fr.7 re p ite los dos ep ítetos q u e
tem a al h a b la r del “ p resen te” en el T im e o , p e r o p o r a h ora cita m o s d e l fr.4.
baste d ecir q u e en aión n o se trata d e u n a p erm a n en cia a E n gen eral, e l v o c a b lo aíStog es u sa d o p ara expresar una
lo largo d e (o a través d e ) u n cu rso d e a co n tec im ie n to s sin o d u r a c ió n p ro lo n g a d a : así en el o r a d o r A n tifo n te , d o n d e lo
d e u na p erm a n en cia en u n id a d , en id e n tid a d co n sig o m ism o, h alla m os ju n to a (xQÓvo? (I 21: ró v díStov xQÓvov, “ p o r to d o
q u e exclu ye con sigu ien tem en te " d u r a c ió n " , p e r o q u e ta m el tie m p o ” ), o en el h istoria d or T u c íd id e s (I V 20: los lace-
p o c o p u ed e red u cirse a la casi ficticia in sta n ta n e id a d d e tó d e m on ios instaron a los atenienses a n o o b ra r d e m o d o q u e
exa ip h n es (recuérdese q u e esta p alab ra tie n e la co n n o ta c ió n les tu viera n u n " o d i o in cesa n te” , dtStov Éx'3-Qav).
d e “ s ú b ito ” , “ r e p e tin o ” ), la cual “ n o está en el tie m p o ” p r e C o m d ' es fácil a dvertir, Stauóvio? es un v o c a b lo co m p u e sto
cisam ente p o r n o ser más q u e u n im a g in a rio p u n to d e trán p o r alcóvio; y la p re p o sició n 5 iá ; n o sé si el fre cu e n te u so
sito, p e r o n o p o r q u e pertenezca a u n á m b ito d e “ etern i d e esta p re p o sició n c o n el g e n itiv o d e atcóv e n la literatura
d a d " .16 p receden te, 3t' alrovog,1 p u e d e h a b e r s u g e rid o el a co p la m ie n
to q u e d a c o m o resu lta d o el s u so d ich o a d je tiv o , tal c o m o lo
leem os en el T im e o 39e ( = V ). Su a c e p c ió n es a q u í u n ív o
cam en te la d e “ etern a ” , referid a a la naturaleza d el m o d e lo .
4. E l v o ca b u la rio p la tó n ic o r e fe r e n te a lo e te r n o
El tercer a d je tiv o , atrovw;, n o es cierta m en te tan u n ív o c o
c o m o su com pu esto, según ya vim os. En 37d = I l . l . A se
V eam os ah ora los tres a djetivos q u e usa P la tó n en el
refiere al m o d e lo , y p o r e n d e es in d u d a b le su s ig n ifica d o d e
T im e o p a ra sig n ific a r " e t e r n o ” . El ú n ic o d e ello s d e cuya
“ e te r n o ” . P ero in m ediata m en te (II. l.B ) ca lifica a la co p ia :
modo no podría decir que lo percibimos “ como uno” refen'do a un “ h izo, d e esta ete rn id a d (atrov) [ . . . ] , u n a im a g e n p e rp e tu a
“ antes” y un “ después” (Fís. IV, 11, 2l9a30-32) . (alcbvwv eíxóva) [ . . . ] a la cu a l h e m o s lla m a d o ‘ tie m p o ’.”
is Degani, p. 80 (subr. m io).
is Prescindo aquí del análisis de interpretaciones como la de P. Fried- Señala al resp ecto C h ern iss: “ p u esto q u e en el m ism o p á
Iaender (Plato, III, trad. ingl. H. Meyerhoff, p. 206^207) de que este rra fo P la tó n d ic e q u e la c o p ia n o p o d r ía ser atcóvto? c o m o
constituya una “ síntesis" de la antinomia —planteada en las es el m o d e lo (37c3-4), p a rece ser u na c o n tr a d ic c ió n n o dis
páginas anteriores del Parménides- entre la participación de lo Uno frazada lla m ar al tie m p o una alcóviov eíxóva, 'im agen eterna’
en todo lo que existe y el rechazo de tal participación; o como la de
N. Hartmann (Platos Logik des Seins, p. 355-360) de que el (37d7), y la e n m ie n d a su gerida p o r C o r n fo r d , dévavov ety.óva,
como p.ETa.l;ú entre y parmite, como otros conceptos que 'im agen siem pre flu y e n te ’, n o p arece m u y p la u sib le ( . . . ] si
en obras de Platón hacen el papel de pera!;ú, la “ continuidad", y, en P la tó n e s cr ib ió alcóvwv a q u í, d e b e m o s su p o n e r q u e lo h izo
este caso más que en otos, la del pensamiento. Entiendo que el trata c o n p le n a con cien cia d e la a paren te a u to co n tra d icció n , Y
miento del tiempo en el Parménides (140-e-14Ie, 15le-155d y I55e-155b)
está enmarcado en una temática distinta a la del Timeo, y por ende co n sigu ien tem en te c o n la in te n ció n d e p o n e r especial énfasis
no nos ayuda a resolver la interpretación de la relación “ tiempo-eter
nidad" en Platón. i C/. el caso de Esquilo, Suplicantes 574 (supra, p. 171).
175
174
en alguna característica del tiem po q u e p a ra la form a de su
exposición es inadecuado describir” .4
Vlastos replica: "P latón n o dice que la imagen n o es
alomo?, sino que n o es ‘plenam ente’, ‘perfectam ente’ así
. . .N o hay p or lo tanto m ayor con tradicción entre decir que
el tiem po es u n a imagen alom o? de aiatv que la qu e habría
al decir que H elena es una imagen bella de la Belleza, in
mediatamente después de admitir, p o r cierto que c o n énfasis,
que aquélla n o es jtavteTiWg b ella ".4
Por su parte, T a rá n tercia en la discusión: “ co m o Platón
m ism o implica en el T im eo 37d7, cu a n d o dice que el d e
m iu rgo hizo del tiem po una ‘im agen eterna’ (atcóviov clxóva),
el universo pu ed e imitar más estrechamente al m odelo que
en sí es eterno (37d3). Puesto qu e la palabra alcóvto? es
aplicada al m od elo y a la cop ia , en este segundo caso n o
p u ed e significar só lo im perecibilidad: d eb e haber algo com ún
al m od elo y a la copia, para que de am bos pueda ser dich o
aíxóvioc. Y el T im eo 37a6-38b5 im plica la respuesta: tanto el
m odelo com o la co p ia son alom o?, pero m ientras el prim ero
es eterno y atemporal, la últim a posee la eternidad de la
duración in fin ita".4
C om o se ve, T aran escoge com o solu ción la de distinguir
dos m odos de “ eternidad” , al segundo de los cuales, en base
al Tim eo, preferim os —siguiendo a Cherniss----- llam ar ‘per
petuidad” . En prin cipio, para n o hacer una mera cuestión
de preferencias term inológicas, basta con apelar al parentesco
o raíz com ún que tienen altóv, altovioc y «leí (y átSio?),0 y
certificar el ma¡iz de continuidad qu e suelen expresar, y que
pueden hacerlos valer tanto para lo que llam am os "eterni
dad’’ cuanto para lo qu e preferim os decir “ perpetuidad” .
Ciertamente, com o dice Vlastos, en I I .1.A n o se dice que
el alia vio; p ro p io de la naturaleza del m o d e lo no correspon
da a la imagen: “ esto", dice Platón, “ n o se p od ía adaptar
plenam ente (jtavreloñ;) a lo engendrado” , p o r lo cual el de
m iurgo co n cib ió “ una cierta im agen m ó v il de eternidad” .
Y luego, en IT.l.B, puede entonces verse la aplicación del
alcímog a lo engendrado: "h izo, de esta eternidad (aicí)v) que
perm anece en. u n idad una imagen aleóvio;, que m archa de
acuerdo al n ú m ero” . C uando T a rá n dice q u e el alom o?, apli-
- Cherniss, A P s. Crit. o f Plato, p. 419, nota 350.
8 Vlastos, "Creation in the Tim aeus: is it a fiction?” (SFM) , p. 408.
4 Tarán, "T h e Creation Myth" (ed. cil.) , p. 397-398, nota 60.
5 Chantraine, DicL, E iym . I, p. 42-43,
176
cad o al m odelo debe significar "etern o y atem poral” , en
tanto que, referido al tiem po, im plica "etern o en cuanto dura
infinitam ente” , im plícitam ente hace consistir la diferencia en
u n a negación o ausencia de du ración en el m odelo. Pero,
en tod o caso, en el tex to P latón explícita otra d iferencia: la
eternidad consiste en "perm anencia en la u n idad” (identidad
consigo misma), mientras el tiem po, en la m edida en que
es una im itación de la eternidad (y en esa m edida es alcímog,
en el sentido de "p e rp e tu o ” , ya que hay concepciones del
tiem po lim itado), "m archa en la m u ltip licidad” (transfor
m ación continua). El a ló v io ; vale para el m o d elo y para la
copia, com o " continuidad” , pero n o se puede "adaptar p le
namente a lo engendrado” , ya qu e éste, p o r naturaleza, está
sujeto a los cam bios del devenir. L o qu e se le confiere, al
hacerlo átom o?, es la continuidad ordenada m ediante astros
y planetas que se m ueven circularm ente (cf. II .l.B : "m archa
de acuerdo con el núm ero” , y V : "fu eron engendrados todos
aquellos astros que, al marchar p o r el cielo, tienen fases, a
fin de «que este m u n d o sea lo más parecido p osible al V i
viente perfecto e inteligible respecto de la im itación de su
eterna naturaleza” ).5
178
es el presente d el verbo ser, es en si m ism o incorrecta, ya
qu e "es” , ? btiv, corresponde gram aticalm ente, sin dejar lugar
a dudas, al presente del v e r b o "ser” (elvctt), en tercera per
sona singular (m odo indicativo). Pero el aspecto gramatical
y la incongruencia de la interpretación de Tarán en ese
plano es secundaria. L o que T a rá n ha qu erido decir, entien
do, es que, aplicado al m o d e lo eterno, el "es” n o tiene el
mismo significado q u e cuando ordinariam ente se utiliza
com o form a presente (tercera persona singular del indicati
vo) del verbo "ser". Y esto pu ede ser com partido,34 pero n o
resuelve el problem a que ofrece el h ech o de que Platón diga
sólo del “ era” y del “ será” qu e son y.ivecéis (tradúzcase esta
palabra com o “ m ovim ientos” o com o “ procesos” , ya qu e el
problem a n o está en esa traducción). P orque, cuando menos,
uno tendría que suponer que el “ es” , cuando es aplicado al
cielo o m undo, es tam bién >;Lvti(ti5 (¿no está esto im plicado
al afirmarse en 38b = II.3.B-C, que expresiones com o las de
que "haya llegad o a ser ah ora” , yeyovéva.i v ív , corresponden
“ a las (tosas que se m ueven sensiblem ente” ?). Y sin em bargo,
Platón no dice explícita m en te q u e el presen te sea un m ovi
miento,, lo cual nos lleva a suponer que, independientem ente
de que el tiem po sea un flu jo a través de las tres instancias,
qu e sin cesar deviene cada una en la siguiente, ha hallado
en el presen te indicativo del verb o " ser", o sea "es’, algo que
pueda valer para su co n cep to de eternidad.* Y p or eso, en
tiendo, no dice que el “ es” no deba ser aplicado al m odelo,
aun siendo una form a verbal.
El hecho es que n i Frankel, ni Stokes, ni T arán ni ningún
investigador que, com o ellos, niegue la influencia de Parmé-
3 Proclo (In Tim. III 42, 24-33) lo explica asi: "fie estas tres [for
mas], el ‘era’, ‘es' y ‘ serA’, n o conviene decir !as [formas] extremas
respecto de ios inteligibles, sino sólo Ja intermedia, ¿o acaso ninguna?
En efecto, el ‘es’ que se cordina con el ‘era’ y el ‘será) n o conviene a
los inteligibles: sólo aquel f e s ’] alejado totalm ente de aquéllos, y que
no tiene reflejo alguno del tiem po y [está] delim itado según la medida
de lo Eterno, es atribuible a los dioses y a los inteligibles. Porque así
com o hay un ‘siempre’ tanto para lo eterno com o para lo tem poral,
también es doble el ‘es’: el que armoniza con los seres verdaderamente
reales y el [que armoniza] con las cosas del m u n do".
4 Plotino, parafraseando el T im eo, entiende lo eterno com o el “ V i
viente” "qu e existe siem pre en el presente“ (év tq> jtapóvti áeí: p re
sente que se presta para ser referido a la eternidad: "e l 'ahora' (xó
Vív) es más afín qu e lo pasado {xó jtctpE^kufló;) a la eternidad”
(In T im ., III 16, 12-13) .
179
nides sobre este pasaje del T im eo, han explicad o, que yo
sepa al m enos, p o rq u é e l “ es” es escogido p o r P latón para
denotar un rasgo básico especifico de lo etern o. El m otivo
n o es, p o r ejem plo, el considerar que el “ era” y el “ será”
son mvr)G8tS, ya que, co m o queda dicho, el proceso temporal
im plica tam bién la instancia presente co m o un tránsito del
pasado al futuro. Y T a rá n lo reconoce, cu an do advierte que
“ nada im pide al 'es* ser usado respecto del proceso” .5
S ólo si u n o piensa, com o Parménides, q u e decir que algo
"era” im plica que "ya n o es” , y que decir que algo “ será”
vale tanto com o afirm ar que “ todavía n o es” (D -K 28 118,20)
puede tal vez aproxim arse al posible m otivo. O bien si uno
piensa el ésti co m o un páresti (un G egenw artige que sea a
la vez A nw esende, para decirlo con los vocablos germanos
que usamos supra, p. 151 nota 27), cabe la posibilidad de
concebir a la eternidad com o perm a n en te en su unidad.
Y recuérdese que tam bién esto lo leíam os en Parm énides B8,
29-30, lo m ism o que su con d ición de “ in m ó v il” T im eo 38a =
H .3.A; cf. Parménides B8,26 y 38).
Se pod rá alegar que P la tón n o piensa que lo que “ era”
“ ya n o es” y lo que ‘será” “ aún n o es” , puesto que nos dice,
com o vim os (38c — II.5.C ) que el cielo “ ha sido engendrado,
es y será“ . Pero eso im plica un proceso, una génesis, com o
gusta decir P latón (cf. II-2-D, además de los diversos pasajes
en que usa el verbo yíyvofiai, con la variedad de traducciones
posibles a que hem os aludido más arriba, en p. 163). C uando
se rechaza la génesis, al menos respecto de una realidad fu n
dam ental —co m o la que, p o r lo m enos desde R ep . V II 534a-b,
Platón llam a ousia y la contrapone a la génesis—, respecto
de esa realidad al m enos rechaza el proceso y resulta válido
el rechazo del lenguaje de las instancias temporales.
Si quisiera aventurar una m otiva ción qu e n o se lea siem
pre en los textos (y m enos en el T im eo). yo pensaría en un
éxtasis religioso o en alguna vivencia sim ilar (p. e. un m o
m ento intenso de amor, la detención ante una puesta de sol,
una concentración atenta en algo que prod u ce goce espiri
tual), que suele dejar com o saldo una nostalgia p o r el hecho
180
de haber cesado, aparejada a m en u do con una pérdida de la
n o c ió n del tie m p o transcurrido durante la vivencia.®
N o necesitamos asum ir una perspectiva filosófica m oderna
para imaginarnos tal situación. Platón, excelente observador
de estados anémicos y de distintas experiencias del alma, des
cribe a veces vivencias de esa índole, com o el caso del Ban
q u ete 2l0a-212a o del Fedro 249c-253c (qu e P lotin o tiene
p or fuente en Enéada "Sobre lo B ello" I 6). De m od o que
la hipótesis de qu e haya arribado a su con cepción de ‘ ‘eter
n idad” sobre la base de experiencias de esa especie n o debe
parecer extravagante. Si algo semejante pu ed e h aber m oti
vado a Parménides, tenem os m enos elem entos de ju icio para
sospecharlo, aunque n o deja de ser incitante, a esos efectos,
el hecho de que ex p on g a su tesis co m o revelación personal
de una diosa.
En to d o caso, existiera o n o una vivencia mística en la
obra de Parménides o de P latón o en la de ambos, nos p a
rece cla ro qu e el texto del T im eo (37e-38e = IL 2.A .— II.5.G)
se apo^a en la lectura de Parm énides (y m uy probablem ente
tam bién en la de H eráclito y M eliso), aunque adm itam os la
posib ilid a d q u e sugiere Cherniss, en el sentido d e q u e Par
m énides ha em pleado —según Platón— un lenguaje incorrecto
para expresarse, al anteponer al eottv una palabra com o vuv.'
P ues bien , si estaba preanunciado en Parménides el con
cepto de "etern idad” (que insistimos en contraponer al de
la perpetuidad heracliteana), es en el pasaje analizado del
T im eo donde aparece explicitad o p o r prim era vez. Y cabe
observar que Platón, co m o Parménides, con trapon e el ám bito
del "es” perm anente al cam biante ám bito del “ era” y del
"será” . Pero también puede observarse que P latón considera
IS1
al prim er ám bito com o originario, co m o "m o d e lo ” , y al se
gundo com o copia, com o "im ita ción ” del prim ero.
Naturalm ente, el m ecanism o de co n cep ción de la eterni
dad en la m ente humana ha sido inverso al del proceso cos
m ogón ico. D ice Bonifaz Ñ u ñ o : "es im posible pensar en la
eternidad si n o se le prestan las bases del tiem po, porqu e
únicam ente lo qu e ocurre en éste puede alcanzar la infinita
realización e n aqu élla” .8 D e este m odo, haya n acido o n o
el con cepto de "etern idad” en P latón a raíz de una vivencia
mística, —o, en fin, extática—, es patente que ha sido con
cebido a imagen y semejanza del tiem po, p ero de un tiem po
deten ido en un presente con tin u o y dichoso. *
182
APÉNDICE I
EL P R E SE N T E E T E R N O EN L A V IS IÓ N DE O S T IA
184
( m e n t e s ) y tam bién las trascendimos, a fin de llegar a la
región de la abundancia inagotable, don d e apacientas a Israel
eternamente ( in a e t e r n u m ) con el pasto de la verdad, y es
la V ida la sabiduría p o r la cual todas las cosas son, fueron y
serán, y ella m ism a n o fu e h ech a p o r nadie, sino qu e es com o
fue y com o será siempre (s ic e s t , u t f u i t , e t e r i t s e m p e r ) . O más
bien, e n e lla n o f u e n i s e r á s i n o s ó l o e s ( q u i n p o t i u s fu is s e
e t f u t u r u m e s s e n o n e s t in e a , s e d e s s e s o l u m ) , p o r q u e e s
e t e r n a ( q u o n i a m a e t e r n a e s t ): p u e s lo q u e f u e y s e r á n o
es e t e r n o ( n a m f u is s e e t f u t u r u m e s s e n o n e s t a e t e r n u m ) .
Y mientras hablábam os y suspirábamos p or ella, llegamos a
tocarla un p o c o con tod o el ím petu de nuestro corazón,
y tras suspirar y dejar allí las prim icias de nuestro espíritu,
retornam os al estrépito de nuestros labios, don d e nace y m ue
re nuestra palabra; cuán diferente a tu palabra, Señor nues
tro, qu e perm anece en si (in s e p e r m a n e n t i ) sin envejecer
( s in e v e t u s t a t e ) y renovando todas las cosas” . ( C o n f e s i o n e s
IX 10,23-24).
Ciertamente, la narración del éxtasis n o configura un he
ch o novedoso ni aislado en la literatura religiosa (de hecho,
la referencia a un ascenso m ístico desde lo corpóreo hasta
lo espiritual, y de allí casi directam ente hacia la realidad
suprema la hallam os en el ya m encionado pasaje platón ico
del B a n q u e t e 210a-212a, y la tam bién aludida E n é a d a I 6 ,
especialm ente 4 y ss.). M utilado el relato, además, p o r nues
tra necesidad de m antenernos en los límites de nuestro tra
bajo, puede incluso parecer pobre. Pero aquí hay p o r lo
menos dos puntos que m erecen nuestra atención.
El prim ero es el de que, si bien Agustín tiene el p r o p ó
sito de narrar una vivencia —im borrable entre otras razones
p orqu e ha precedido a la m uerte d e su m adre— el hecho de
que nos diga qu e la conversión giraba sobre la vida eterna,
nos sugiere la posib ilid a d de recortar ese trozo de las C o n
f e s i o n e s , aunque sea un m om ento para nuestro sucinto aná
lisis aquí, com o constituyendo un muy breve d i á l o g o cuyo
tema es " l a v i d a e t e r n a ” . N o es el p rop ósito explícito de
San Agustín; pero nadie pu ed e negar tal posibilidad.
El segundo p u n to es que, al hablar de la V ida eterna,
Agustín com ienza por usar un lenguaje m uy semejante al
de H eráclito B30 y al de otros pensadores posteriores qu e
han em pleado —para decirlo c o n las palabras de Gigon, M on-
dolfo, etc.— “ la fórm ula de la eternidad” , y que nosotros
hemos preferido corregir considerándola “ la fórm ula de la
18 5
p e rp e tu id a d ” . Y al h acer n osotros esta co r re c ció n , nos en co n
tramos sorpren d en tem en te con q u e A gu stín hace la mUma
corrección en su lenguaje. Es d ecir, n o ca m b ia la d e n o m in a
ció n "p e r p e tu id a d " p o r "e te r n id a d ” , s in o q u e cam bia de
fórm u la, pasa d e la fó r m u la d e H e rá clito a la de P arm ém -
des; y este pase, en el cu a l sólo p arecería e n p r in c ip io p re
cisar su len g u a je, consiste en d a r lugar a u n a s u e c e d e me- ^APÉNDICE 11
talen gu aje c o m o el q u e en co n tra m o s en el T im eo 37e y ss.
D esd e A g u stín en adelante, el len g u a je rela tiv o a lo etern o l. P R IN C IP A L E S P U N T O S D E V I S T A S O S T E N ID O S EN
se con v ierte en una c o n c e p c ió n cristiana d e la etern id ad , E L PRESENTE T R A B A J O
q u e p arece fu n d a d a p o r él. N o es una vida sin fin , s in o u n a
vida en don d e e l tiem po no transcurre, y perm anece idénti A l co m ie n z o d e este trabaj'o, esp ecia lm en te en las págs. 14 y 15
cam ente. D ijim o s q u e en el te x to d el T im eo se prerisa lin d e su In tr o d u c ció n , h em os re s u m id o los cu a tro p un tos bási
gü ísticam en te lo s rasgos d e l o etern o, tras los cuales im a g i cos d e la tesis d e nuestra in v estiga ción , to d o s referid os a la
n ábam os u n a viven cia m ística c o m o la d el B anquete. E n el n o c ió n d e "tie m p o ” y /o n o c ió n d e “ e te r n id a d ": u n o , con cer
re la to d el éxtasis d e O stia, en ca m b io, n o q u e d a d u d a d e la n ien te a la literatura griega p re-h eraclítea, o tr o a H e rá clito ,
c o n e x ió n en tre u n a v iven cia c o m o la d el B a n qu ete y u n a o tr o a Parm énides y o tr o a P latón .
ca ra cteriza ción d e la e te rn id a d - d e la q u e M ó n ic a y A gu stín D e h ech o, a lo la rgo de nuestra e x p o s ic ió n , ha p o d id o co m
p arecen p a rticip a r p o r a n tic ip a d o a u n q u e sea u n m o m e n to , p rob arse la a m p litu d y c o m p le jid a d im p lica d a s e n el estu dio
“ llega m os a tocarla un p o c o " -a ttin g im u s eam m o d ic e -, d e a q u e llo s cuatro p u n tos básicos. P o r eso h e m o s cre íd o c o n
para referirse a la cual corrige, c o m o P la tó n en el T im eo, ven ien te trazar una reseña fin a l d e los distin tos aspectos de
el le n g u a je d e la "p e r p e tu id a d ” p o r el q u e co n v ie n e a la la cu estión investigada y d e otras cu estion es entrelazadas
"e te r n id a d ” . c o n la q ue es cen tral p ara n u estro tra b a jo . Para e llo lo p r i
N atu ralm en te, n o es p o r m e d io d e A g u s tín q u e p ro b a m o s m e r o es en u m erar las p rin cip a le s a firm a cion es efectuadas.
lo q u e p en só P la tón ; más bien, gracias al T im eo p o d e m o s c o m 1) L a b ú sq u ed a d e la c o n c e p c ió n d e l “ tie m p o ” e n la lite
p re n d e r m e jo r el s ig n ifica d o d e este p asaje d e las C on fe ratu ra griega n o d e b e lim itarse a in d a ga r la e v o lu c ió n sem án
siones. tica d e lo s v o c a b lo s q u e en la é p o ca clásica sign ifican sin
d u d a “ tie m p o ” sin o co m p le m e n ta rse c o n u n estu d io d e Jas
situ a cion es en d o n d e , a u n cu a n d o n o h a llem os n in g u n o d e
esos v oca b los, p u e d e n en con trarse rasgos d e u n p en sa m ien to
p r e o c u p a d o p o r el “ t ie m p o ” .
2 ) L a palabra chrónos carece en H o m e r o d e l carácter ge n e
ra l y abstracto q u e d esign a la e x p re s ió n " e l t ie m p o ” ; más
b ie n , co m o d ice F ran kel, a q u e lla p a la b ra im p lic a “ d u r a c ió n ” ,
y especialm ente a partir d e situaciones en q u e se aguardan
sucesos.
3) T a m p o c o la palabra aión (q u e en P la tó n tom a el sen
tid o d e “ e te rn id a d ” ) tien e en H o m e r o re la ció n estricta c o n
el co n c e p to d e “ t ie m p o ” , s in o más b ie n co n el d e “ v id a ",
c o m o "fu e rza v ita l” (D ega n i); s ó lo tras H o m e ro , ya en H e-
síodo, se añade a su s ig n ifica ció n d e " v i d a ” el m atiz d e d u ra
ció n tem p oral.
187
186
4) En e l sig lo v i desde S o ló n hasta J en ófa n es, p e r o espe trasta en H o m e ro la lin e a lid a d d e Ja v id a hum ana, q u e
cia lm en te en A n a x im a n d ro, la p a la b ra ch ró n o s aparece co m o term in a c o n la m uerte.
“ tie m p o ” , n o co m o m era “ d u r a c ió n ” in d ife re n te a los suce 10) L a d o ctrin a a trib u id a p o r Platón a H e rá clito d el flu jo
sos q u e se p ro d u z c a n en ella, s in o c o m o a lg o en cu y o cu rso p e rp e tu o d e las cosas, e n q u e n ada p erm a n ece, es u n a exa ge
se aclaran o c o n o c e n cosas (o a p ren d en , e n E sq u ilo), se ra ció n d e C ra tilo o a l o sum o u na in te rp re ta ció n errón ea d e
hace ju sticia, etc. u n a frase e n q u e alu día al co n tin u o f lu jo de las aguas del r ío .
5) El s ig n ific a d o d e la p alab ra a ió n e n el fra g m e n to 52 11) A u n q u e al referirse a H e rá clito , al co m ie n z o d e la M e
d e H e rá clito es in cierto; p ro b a b le m e n te q u ie r e d e cir ‘tie m tafísica, A ristóteles com ete el m ism o a n a cron ism o e n q u e e n
p o ” , p e r o c o n características bastan te d ifícile s d e en ten der. casilla a los p r e s o a á tic o s e n general, la a trib u c ió n d e u n a
6) E n E sq u ilo y E m p édocles B l6 a ión se h alla c o n sig n ifi arché, si la e n ten d em os n o e n el se n tid o aristotélico sin o
ca d o tem p ora l, c o n ca lifica tivos q u e n os in d ica n q u e se trata co m o “ lo p r in c ip a l” e n la cosm o v isió n d e H e rá clito (q u e
d e u n a “ vid a sin f in ” o d e u n a “ d u r a c ió n in fin ita ” . ha d a d o así p ie a la a trib u c ió n aristotélica) es correcta.
7) A lo la rgo d e los p o e m a s h om éricos, y al m argen de 12) H e rá clito n o ha p ro p u e sto a rgu m en tos filo só fico s , pues
las palabras que p osteriorm en te in d ica n “ t ie m p o ” , se a d v ie r n o h a in ten ta d o d em o stra r sin o m ás b ie n m o stra r “ lo p r in
te u n cla ro se n tim ien to d el cu rso d e l tie m p o , en el cu al, si la c ip a l” en sus diversos aspectos, para lo cu a l ha e m p le a d o
ju v e n tu d p u ed e eq u iv a ler a in ex p erien cia y / o a u n fo g o s o m ú ltip le s n om b res y expresiones.
a p a sion am ien to q u e llega a h acer p erd er el co n tr o l d e sí 13) “ L o p r in c ip a l” p ara H e rá clito h a q u e r id o ser m ostra
m ism o, co n tien e u n a etapa - “ la flo r d e la j u v e n t u d " - e n d o p o r éste sobre to d o c o m o sab id u ría absoluta, c o m o l o
la cual se ex p erim en ta n e l v ig o r y las en ergías vitales, q u e q u e et¡lgloba y re la cion a tod as las p arejas d e con trarios, y,
lu eg o se irá n p e rd ie n d o gra d u a lm en te h asta lle g a r a la m u e r fin a lm en te, co m o lo q u e p rov ee d e r itm o y m e d id a al c ic lo
te. P o r eso, la vejez, p o r más q u e traiga co n s ig o la ven ta ja cósm ico.
d e la cordura, d e l b u e n co n s e jo , es con sid era d a a lg o p e n o s o . 14) E l sol es, p a ra H e rá clito , una pieza fu n d a m e n ta l en
P o r eso ta m b ién los h é ro e s h o m éricos se q u e ja n d e ser m o r el m a n ten im ien to d e la “ a rm o n ía v is ib le ” , ya q u e b u e n a
tales, y más d e una vez p ro c la m a n su d eseo d e ser “ in m o rta p arte d e la vid a h u m a n a se rig e p o r él; se e n cien d e ca d a
les y sin e n v e je c e r” , fó rm u la q u e usa ta m b ién H e s ío d o y au rora y se apaga e n ca d a ocaso. A su im a g e n y sem ejanza
m uy p rob a b le m e n te A n a x im a n d ro . H e rá clito co n c ib e el fu e g o q u e m a n tie n e la “ a rm o n ía in v i
8) E n H o m e r o y H e s ío d o hay u n a m e d ic ió n d el tie m p o sib le ” , p o rq u e “ n o se p o n e ” y es así “ s ie m p re v iv o ” .
—si b ie n n o c o n el u so d e tales p a la b ra s n i d e los co n ce p to s 15) E l te x to q u e p r o p o r c io n a D iels d el fra g m en to 30 se
respectivos— en d ía y n och e, c o n tres p a rte s' claram en te dis basa u n ila te ra lm e n te en C lem en te d e A le ja n d r ía , e x c e p to la
tinguidas en el día, y otras tres —p re su m ib le m e n te — e n la seg u n d a p alabra, q u e es to m a d a d e citas d e P lu ta r co y Sim
n och e, to m a n d o c o m o pautas e n e l p rim e r caso e l re co rr id o p lic io . E n éstas, p o r d e p r o n to , n o a p a re ce n tres palabras q u e
d el sol y en el segu n d o el d e la lu n a y o tro s astros. El d e la in clu ye C le m e n te y c o n él D iels, y q u e h a n d a d o lu g a r a
lu n a d a o rig e n al co n c e p to d e “ m es” lu n a r, d e n tro d el cual controversias sobre su o rig e n y s ig n ifica d o , to n a u to n hapán-
se d istin g u en d os (la p rim era m ita d y la segu n da) o tres ton, y los argu m en tos e n fa v o r d e su in c lu s ió n son en debles
(una p arte in term ed ia, en H e s ío d o ) partes. N o está cla ro e n y n o Ja ju stifica n .
q u é m om e n to se d iv id e el a ñ o e n d o ce m eses; p e r o e n to d o 16) A dem ás, e,n el te x to d e l fra g m en to 30 q u e to m a D iels
caso, la idea d e 'esta ción ” ya está presente en H o m e ro , q u ie n d e C lem en te, los p a r tic ip io s q u e s ig n ifica n “ se e n cie n d e ” y
d istin gu e el in v ie rn o d e l veran o, y a veces u n “ a lto v e r a n o ” , “ se apaga” p u e d e n d a r lu g a r a d u d a s s o b r e si corresp on d en
antecesor d el o to ñ o ; p e r o ta m b ién se r e c o n o c e la “ estación a k ó sm os o a " fu e g o sie m p re v iv o ". El te x to q u e p r o p o r c io n a
flo r id a ” o prim avera. S im p licio , en ca m b io , m e n cio n a los p a r tic ip io s e n u n caso y
9) Y a desde H o m e r o se a dvierte el carácter cíclico d e la gé n e ro q u e s ó lo p u e d e n co n c o r d a r c o n kósm os, a p esa r d e
naturaleza (pasa el año, y “ las estaciones v u e lv e n ” ), q u e p e r n o co n v e n ir ese caso y gé n e ro a la sintaxis d e l co n te x to
m ite m a n ten er en ella u n a v id a p eren n e. F ren te a eso c o n de S im p licio, lo cual con stituye una p r u e b a d e su textuah -
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dad auténtica. Además, estos participios suelen usarse —y así
lo hace Sexto E m pírico— más de las cosas que se encienden
(p. e. de los carbones) qu e del fuego. Y en el texto p rop or
cionado p o r Sim plicio, la anteposición del adverbio metra
a los participios (en lugar de ir coloca d os después, co m o en
el texto de Clem ente) favorece el ritm o de la frase, lo cual
se adecúa m u ch o más a su sentido. C o m o los participios n o
están en aoristo ni en perfecto sino en presente, n o debe
tom arse el "apagarse” com o una ex tin ción total (así com o
"encenderse” n o es lo m ism o qu e "in cendiarse").
17) L os helenistas han discutido a m en u d o si tras las tres
formas del verbo eínai ("ser” o "existir” ), pasado, presente
y futuro, debía puntuarse el fragm ento; según eso, la dis
cusión ha alcanzado al valor de dich o verbo, acerca de si
d eb ía ser tom ado com o có p u la (“ ha sido, es y será fuego
siem previvo", referido a kósmos) o co m o verbo existencial
(el kósmos "h a existido, existe y existirá; fuego siem previ
v o ” , etcétera). El problem a de la pu n tu ación n o tiene mayor
sentido, ya q u e Aristóteles atestigua qu e H eráclito ha o m i
tido con frecuencia el puntuar.
18) Kahn ha dem ostrado qu e la red u cción de las posibi-
dades de usos de ein ai al uso copu lativo y al u so existencial
em pobrecen el em pleo real de d ich o v e r b o . Su enriquecedora
clasificación parte, em pero, de un con cepto de "có p u la " p o co
claro, sobre tod o en tanto le asigna "pretensión de verdad".
En rigor, cabe hablar de "c ó p u la " cu an do la sentencia decla
rativa es de form a E es P , y d on d e P es un n om bre; o sea,
la "cóp u la " cum ple una fu n ción puram ente unitiva. A p li
cado esto a eim í, el verb o griego más usado y el único que
se puede om itir, vim os qu e solía carecer de "pretensión de
verdad” e incluso sufría cierta vaciedad semántica. T a l vez
se deba a que su significado básico es el d e “ v iv ir", el hecho
más o b v io para el hom bre com ún. Sin perder totalm ente ese
significado básico, el verbo eim i cede el peso de la declara
ción al n om bre sustantivo o adjetivo.
19) En tal sentido, en el fr. 30 de H eráclito, el verbo
eim i conserva su significado vital-existencial, p ero notoria
mente debilitado, ya q u e el peso declarativo recae sobre la
expresión "fu e g o siem previvo” : su aporte a la sentencia está
constituido p o r la con tin uidad señalada p o r la sucesión de
instancias pasada, presente y futura.
20) A la inversa de H eráclito, Parm énides sí qu iere dem os
trar, p orq u e en la dem ostración ve la m ejor form a de per
190
suadir, y él quiere convencer. En eso n o in flu y e la demostra
ción usada en la retórica ju d icial, ya qu e la que em plea Par-
ménides es más rigurosamente lógica. T a m p o co parece haber
in flu id o la dem ostración matemática —la influencia inversa
puede ser más correcta—, dado que, antes de Parménides, no
hallam os testimonios en ese sentido.
21) L a dem ostración parm enídea parte de la alternativa
"ser o n o ser": n o hay una tercera posibilidad. El prin cip io
del tercero ex clu id o es aplicado, aunque n o enunciado ex
plícitam ente. Pero en dich a alternativa tam p oco es adm itido
el "no-ser” , p o r ser im pensable; p o r "red u cción al absurdo”
se dem uestra qu e sólo puede haber "ser” .
22) P ero Parménides n o tiene preocupaciones lógicas o
epistem ológicas, sino predom inantem ente cosmológicas. Su
pensam iento se alinea más con el d e los m ilesios q u e con
el de H eráclito. La diferencia con los m ilesios puede haber
sido que éstos buscaron la clave de un acontecer seccionado
lingüísticam ente en cosas, en tanto Parménides halló, por
detrás de ese acontecer y de esas cosas que se generan y pe
recen, una realidad única y continuam ente presente.
23) El sujeto lóg ico del "es” y del "no-es” del fr.2 (versos
3 y 5) tendría que haber sido "la realid ad" o “ lo que es",
pero, dado que es algo que se está buscando y se está tratan
d o de demostrar, Parménides n o lo postula com o punto de
partida, sino qu e quiere arribar a él co m o resultado. Por
eso de hecho ambas proposiciones carecen de sujeto.
24) El significado del verbo eim i en Parménides tiene un
fuerte co lo r "locativo-existencial", pero un locativo figurado,
n o espacializado, co m o perm ite el verbo páreim i ya en litada
II 485 y en el £r.4 de Parménides. Es decir, designa básica
m ente presencia existencial.
25) El significado de "presencia existencial” se acentúa en
el fr. 8,5-6, d o n d e afirm a: "n u n ca fu e ni será", puesto qu e es
ahora to d o a la vez, u no, con tin u o” . A q u í cabe con trapo
nerlo a H eráclito y su "fórm u la de la perpetuidad", que
postula una continuidad a través de las tres instancias tem
porales: “ el kósm os ha existido siempre, existe y existirá,
etcétera". El pensam iento de Parménides busca, en cam bio,
la "etern idad", com o una perm anencia sustraída a las ins
tancias tem porales e idéntica a sí misma. T a l vez n o logró
su intento, al menos a los ojos de Platón, al decir "es ahora".
26) D e todos m odos, adverbios co m o nyn, "ah ora", p o té,
"alguna vez” y aei, "siem p re", n o denotan forzosamente tem-
191
p o ra lid a d , ya q u e su u s o es a m biva len te. Y P r o c lo con sidera ” m u n d o ” ; d e tod os m o d o s, la re fe re n cia al “ n a c im ie n to " pa
q u e “ el a h ora es más a fín a la e te r n id a d q u e e l p a s a d o ". rece re sp o n d e r a la n ecesid a d del relato m ito ló g ic o , y valer
(Y el m ism o P latón , c o m o W ce C herniss, si rea lm en te p en só sólo p o r su im p lic a n c ia d e q u e n o es ousía sino gén esis) im i
q u e el in ten to d e P arm én id es p o r a lu d ir a la “ e te rn id a d " ta n d o la “ e te rn id a d ’ d e l m o d e lo .
fracasó al em p lea r para eso u n len g u a je c o n referencias tem 30) El m o tiv o a d u c id o p o r P latón en el T im e o para q u e
porales, c o m o el “ a h o ra ” , ta m p o co en el T im e o lo g r ó u n a el d e m iu r g o trate d e im itar, en la co p ia , la “ e te rn id a d "
to ta l coh e re n cia en u n len g u a je u n ív o co .) P o r eso, fracasado d e l m o d e lo , parece ser el d e garan tizar así la p erm a n en cia de
a m edias o n o, P arm én id es se a p r o x im ó más q u e n in g ú n la copia. P ero c o m o la “ e te rn id a d ” , q u e asegura al m o d e lo
g rieg o a n terior al co n ce p to d e "e te r n id a d ” : su “ a h o r a " e li n o sólo su p er m a n e n c ia sin o q u e ésta sea tal e n unidad e
m in a el “ a n tes” y el “ d esp u és", y co n fie re a lo real p e rm a id en tid a d con sig o m ism o y p o r co n sig u ie n te in m ovilid a d ,
n en cia in m ó v il, en id en tid a d con sig o m ism a, única, etcétera. n o p u e d e aplicarse “ p le n a m e n te ” a lo "e n g e n d r a d o ", la c o
27) A ristóteles presenta a la d o ctrin a p la tó n ic a d e las Ideas p ia resultante fu e el. " t ie m p o ” , im ag en p e rp e tu a y m ó v il
c o m o u n in ten to d e c o n c ilia ció n del flu jo u n iversal h eracli- d e la “ e te rn id a d ” . T a n t o al m o d e lo c o m o a la co p ia se a p lica
tea n o - q u e h a b ría co n o c id o al ser d is c íp u lo d e C ra tilo , antes e l a d je tiv o a ió n io n (d e r iv a d o d e a ió n , q u e e n el T im e o sig
d e seg u ir a S ó c r a t e s - c o n la b ú sq u ed a socrática d e lo u n i n ific a “ e te r n id a d "), p e r o c o n u na s im ilitu d y una d ife re n
versal p en n a n en te. E sto tiene p r o b a b le m e n te a lg o d e verdad , cia: la sim ilitu d es la d e la p erm a n en cia , la d e la co n tin u i
p e ro de verd a d a m edias. P la tón , en sus escritos, n u n ca d ice d ad ; la d ife re n cia es la d e q u e e n u n caso im p lic a in m ovilid ad
q ue C ratilo haya sid o ' su m aestro n i q u e h ay a a d o p ta d o d o c y p er m a n e n c ia en u n id a d (y p o r eso tra d u cim o s allí “ eter
trinas h eraclíteas, a u n q u e es cierto q u e a trib u y e - n c o r e c t a - n o ” )!' en el o tro casi d en ota m o v im ie n to o rd en a d o n u m ér i
m e n t e - u n a tesis d el flu jo p e r p e tu o a H e rá clito . D esd e sus ca m en te ( p o r e llo tra d u cim os “ p e r p e t u o ” ); y las pautas de
p rim eros d iá lo g o s r e c o n o ce c o m o m aestro a Sócrates, a u n q u e este o rd e n a m ie n to n u m é rico son tom adas d el re co rrid o d e los
más tarde (en el Sofista) h a b la d e P a rm én id es c o m o su “ p a astros.
d r e ” - e s decir, c o m o m a estro—, a la vez q u e r e fu ta e n p a rte 31) A sí p u e d e P la tón co rre g ir lengu ajes c o m o el d e H erá
sus tesis, y p ro cu ra arribar a u n a c o n c ilia c ió n en tre m o v i- clito B30 ("h a sid o, es y será” ) e n cu a n to se p reten d a n a p li
listas e inm ovilistas. T o m a n d o ese W á logo ju n ta m e n te c o n ca r al m o d e lo e te r n o : s ó lo va le n p a ra e l “ tie m p o ” cósm ico.
el C ra tilo y el T eeteto es a cep ta b le a firm ar q u e P latón veía Si h a b la m os d el m o d e lo e te r n o s ó lo p u e d e decirse “ le g ítim a
co m o contrapu estas las d octrin a s d e H e r á c lito y d e P arm é m en te q u e “ es” , p e r o n o q u e “ e ra " y “ será ". P la tó n p re fie re
nides. Y si b ie n para arribar a su teoría d e las Ideas ha el presen te, p o r q u e en cu en tra a llí la m ism a p o s ib ilid a d de
rechazado d e p la n o a H erá clito, p o c o a p o c o b u sca u n a c o n d e n o ta r p resen cia q u e ya h a b ía señ alad o Parm énides BS,5-6,
cilia ció n de éste co n Parm énides.
presen cia p er m a n e n te e in m ó v il- El p a sa d o “ era ” y el fu tu r o
28) T a l c o n c ilia ció n se da a p a rtir d e u n d eslin d a m ie n to
“ será” , e n ca m b io , d e n o ta n “ m o v im ie n to s ", in d ica n una v a
en tre la esfera d e la gén esis o “ d e v e n ir” y d e la. ou sia o “ rea
ria ció n , d e a lg o q u e “ ya n o es" o “ to d a v ía n o es".
lid a d esen cial” . Esto p o c o a p o c o se v in cu la c o n la n o c ió n
32) U n a p o sib le m o tiv a ció n extra-argu m en tal, y q u e n o
d e “ m o d e lo " estable q u e es m ira d o p ara h acer o n o m b ra r
se lee en el T im e o p e r o sí en otros d iá lo g o s p la tó n ico s co m o
algo, o saber si algo está b ie n h e ch o y / o si m erece el n o m
bre q u e se le da. Estas dos c o n c e p c io n e s rem atan en el B a n q u e te y F ed ro , y p u e d e ser con sid e ra d a c o m o u n p r o b a
T im e o en el relato m ític o d el dios-artesano q u e hace u o r b le re sp a ld o d e tal co n s id e ra ció n d e la "e te r n id a d ” en el
d en a este m u n d o m ó v il y ca m b ia n te en q u e v iv im o s, m ira n d o T im e o , sería la e x p e rie n cia d e u n éxtasis m ístico, q u e, m i
a las Ideas (con ten id a s en u n t o d o d iv in o q u e es d e n o m i r a d o desde una r e fle x ió n p o s te r io r a la v iv e n cia m ism a, p er
n a d o el “ V iv ien te p e r fe c to ” ) c o m o m o d e lo . m ite u n g o ce espiritu al en cu y o tran scu rso el q ue lo e x p e ri
29) E n el pasaje 37d-39e d el T im e o , P la tó n e x p lic a el n a m e n ta p ie rd e n o c ió n d el tiem p o. D e a llí hay u n s o lo paso a
c im ie n to del “ tie m p o " (sim u ltá n eo al n a c im ie n to d el “ m u n su p r o y e c c ió n sobre la v id a eterna, con siderad a, a la lu z d e
d o " , ya q u e el “ tie m p o ” es u na ca racterística in sep a ra b le del ese m o m e n to m ístico, c o m o u n p r e s e n te sin m u ta cio n es y
192 193
p o r en d e sin la in terrupción q u e vu elve a l m ístico a la vida
co tid ia n a .
33) E n las Confesiones (IX .1 0 ) —o b r a e scrita a lre d e d o r d el
a ñ o 400 d .C .—San A g u stín narra u n im p o r ta n te m o m e n to
d e su vida, in m ed iata m en te p osterior a su b a u tism o e in m e
d ia tam en te a n te rio r a la m u e rte d e su m a d re M ó n ica , a p r o x i
m a d a m en te en el a ño 387. Se trata d e uuna a p a sion ad a c o n
versación d e A g u stín c o n su m a d re acerca d e la vida eterna. 2. S IN T E S IS D E LAS C O N C L U S IO N E S F IN A L E S
El rela to se asem eja m u ch o al ascenso m ístico d escrito p o r
P la tón en el B an qu ete 210-212, y cuyos térm in o s son en b u e E l estu d io d e la e v o lu c ió n sem ántica d e los v o ca b lo s q u e
na p a rte retom a d os p o r P lo tin o (V 1). en el Tim eo p la tó n ico sign ifican , sin lu g a r a dudas, “ tie m
P ero l o m ás sig n ifica tiv o p ara n osotros es q u e, al p ro m e p o '' o “ e te r n id a d ” , ha p restado u n a im p o rta n te ayu da a
d ia r el relato, A ^ ^ t í n com ien z a p o r caracterizar a la vid a nuestra in v estiga ción , p e r o d e n in g ú n m o d o h a s id o d ecisivo.
etern a c o m o la sa b id u ría d iv in a “ q u e es c o m o fu e y co m o H e m o s p o d i d o a d vertir, en e fe cto , q u e tales v o ca b lo s n o
será siem p re". Y sú bitam en te corrig e este m o d o d e expresarse, tien en ese s g n ific a d o en H o m e r o n i en H e sío d o . U n o de
tan afín a las fórm u las d e Ja “ p e r p e tu id a d " en u n cia d a s d esde ellos, aión, s ó lo design a la "e te rn id a d ” a partir d e P la tón ;
H e rá clito B30 en adelante; lo sustituye p o r o tr o a n á lo g o d e y aparece e n H e rá clito c o n se n tid o d u d o s o , p e r o en to d o
P arm énides, p e r o c o n u n tip o d e r e fle x ió n s o b re el le n g u a je caso c o m o “ tie m p o ” . El o tr o , chrónos, co m ie n za p a u la tin a
q ue es p rá ctica m en te id é n tico al m eta len g u a je e m p le a d o p o r m en te a p oseer a cep cion es q u e se acercan a la q u e in d u d a
P latón en e l T im eo (y q u e h a sid o ta m b ié n e n este caso b lem en te tiene e n P la tó n , a p a rtir d el sig lo v i , co n S o ló n y
r e to m a d o p o r P lo tin o , I D 7): “ n o fu e n i será sin o s ó lo es, A n a.xim andro.
p o rq u e es eterna: en e fecto, lo q u e fu e y será n o es e te r n o ” . A llí, c o m o p o ste rio rm e n te en J en ófa n es y más tarde en
D a d o q u e parece im p r o b a b le q u e A g u stín haya le íd o d ire c P ín d a ro y E sq u ilo , el “ tie m p o ” se m uestra c o m o u n trans
tam ente a P la tón , p e ro h ay con sen so en q u e leyó a P lo tin o , curso de sucesos ordenadam ente, d e m o d o tal q u e , a través
lo más p r o b a b le es q u e , antes d e escrib ir al m en os ese p a d e él o gracias a él, el h o m b r e p u e d e a p re n d e r o co n o c e r
saje d e las C onfesiones haya seg u id o el p en sa m ien to p la tó cosas, y lo q u e es ju s to se a cred ita c o m o tal, o , más b ie n , se
n ic o a través d e P lo tin o . D e ser así, u n e l o q u e e n P la tó n a p lica la ju sticia. P e r o sin re cu rrir a ese v o ca b lo , H erá clito
está sepa ra do: la d e s c rip c ió n d e la v iv e n cia m ística c o n la e x p licita ese m ism o transcurso ordenado. Su o rd e n a m ie n to
r e fle x ió n sobre la etern id a d y e l le n g u a je q u e es p r o p io d e n o tiene el carácter te le o ló g ico , p o r así d e cirlo , d el a trib u id o
ésta, a d ife re n c ia d e l q u e co rre s p o n d e al tie m p o . al co n c e p to chrónos a p a rtir d e S o ló n y A n a x im a n d ro . Su
o rd e n a m ie n to está r e fe r id o a tres instancias e n q u e p u e d e
clasificarse tod a e v o lu c ió n : p a sa d o , p resen te y fu tu ro .
C iertam ente, estas tres instancias ya h a b ía n sid o e n u n ciad as
en u na vieja fó rm u la usada p o r H o m e r o y H e s ío d o , re fe rid a
p recisam en te a los sucesos d el p asad o, d el p resen te y d e l fu
tu ro. P e r o la n o v e d a d , en lo q u e a las tres instancias se
refiere, es q u e H e rá clito n o a lu d e a tipos diversos d e suce
sos, ca d a u n o u b ica d o e n u n a instancia y s ó lo en ella, sin o
a una sola cosa ( o u n a m u ltip licid a d d e cosas, p e ro tom a d a
c o m o totalidad ún ica,. c o m o kósmos): e xistió siem pre, e x iste
y existirá. C o n e sto se a firm a a la v e z u n a p e rp e tu id a d , u n a
co n tin u id a d a través d e estas tres instancias.
E n H o m e r o y e n la p o esía lírica y é p ica arcaica, p e r o tal
194
vez in clu y e n d o la prosa de A n a x im a n d r o en u n p u n t o al m a n a y d e la vejez c o m o antesala d e la m u erte, e n la pers
m en os (si b ie n la p a la b ra ch rón os n o d esign a b a p o r e n to n p e ctiv a h om érica , queda ya e rra d ica d o o cu a n d o m en os des
ces el tie m p o o r d e n a d o y o rd en a d or) leem os re fle x io n e s so p la za d o a u n s e g u n d o p la n o , el d e las "o p in io n e s d e los
b re la caducidad. de la vida hu m an a, s ob re lo d o lo r o s o de m ortales” , d o n d e , d e to d o s m od os, las creencias religiosas h o
la vejez; en fin , sob re u n in e x o ra b le tran scu rso d e l tie m p o m éricas ya h a n variad o.
q u e acabará c o n la vid a d e cada h o m b re . F in a lm e n te P latón , q u ie n desde jo v e n sin tió la n ecesidad
El curso d e la n aturaleza es co n s id e ra d o , p o r e l ' con tra rio, d e elevarse p o r s o b re la m u ltip licid a d d e actos y cosas q u e
p eren n e a través d el c ic lo d e las estaciones; p a ra d ó jica m e n te , n u n ca lle g a b a n a la p le n itu d (p le n itu d o a reté q u e Sócrates
en con tra m os q u e a lgu n os elem en tos q u e sirven de p au ta p ara lo im p u lsó a buscar, m u ch o más q u e co n ce p to s o d e fin ic io
m e d ir ese cu rso, n o tien en en e l m ito h o m é r ic o u n p aso tan nes, f o r jó to d o u n á m bito p e r fe c to e n q u e ca d a Id ea era
in e x o r a b le ; al m en os, en más d e una o c a s ió n es a corta d o el p arad igm ática respecto d e los actos y cosas q u e p o d ía n llevar
día o alargada la n och e, p o r o b ra d e u n a d iv in id a d q u e d e su n o m b re . Para eso ca d a Id e a era ú n ica e n su gé n e ro y
tiene el cu rso d el so! o lo acelera p ara a rrib a r al desenlace com p leta m en te in m u ta b le.
q u e las circunstancias d el rela to solicitan . E n H e rá clito n o ’ P ero P la tó n sentía n ecesida d d e d e s a ib ir la co sm o g o n ía
h allam os tal sepa ra ción en tre el p ro ce so có s m ico y la vid a q u e ya desde el F e d ó n , p o r lo m enos, b u sca ra sin é'xito e n
h u m an a . E l p ro ce so es m u c h o m ás in e x o ra b le q u e e n H o A n axágoras. A sí e n el T im e o , el d e m iu rg o , u n a fuerza d ivin a ,
m ero, esp ecíficam en te en situ a cion es en q u e H o m e r o se in teligen te y bu en a, trata de q u e la gén esis visib le se o rd en e
p e rm itía relajarlas, p e ro su carácter c íc lic o p a rece in c lu ir al del m e jo r m o d o . Para ello tom a co m o m o d e lo al V iv ien te
h om b re. p e rfe cto , á m b ito d e las Ideas in teligib les, y q u e posee la eter
P ^ m é n id e s ha r e c o g id o la p r e o c u p a c ió n co sm o ló g ica de n idad. A l q u erer el d e m iu rg o im itar esta eternidad, q u e es
los jo n io s, p e r o llega a la co n clu s ió n de q u e tras ese a co n p erm a n en cia en la u n id a d , se en cu e n tra c o n q u e eso n o es p o
tecer cu yo s en tid o buscaban los jo n io s hay u n a rea lid a d ú n i sible del to d o , ya q u e lo e n g e n d ra d o - e l á m b ito d e la g é n e
ca y p erm a n en te; to d o lo q u e los h o m b r e s su elen ver co m o sis— p o r n aturaleza cam bia. L a im ita ció n d e la eternidad,
m om en tos o situ acion es u o b je to s d en tro d el a con tecer son pues, es el tiem p o, q u e se m u eve segú n pautas n um éricas
m eros n om b res, q u e va len ciertam en te p a r a m ^ e ja r s e en él q u e p u e d e n extraerse d el re c o r r id o d e los planetas, a u n q u e
sin desechar la relig iosid a d p o p u la r , p e r o q u e el h o m b r e sabio d e h e ch o el h o m b r e se lim ita al sol y a la lu n a para esos
d e b e re c o n o ce r c o m o a lg o b a jo lo cu a l su bya ce u n a re a lid a d fines.
ú n ica e in m ó v il. P o r eso, si b ie n reco g e la ca ra cteriza ción El len g u a je del tiem po es el de las instancias anotadas ya
te m p o ra l d e la rea lid a d c o m o a lg o q u e h a sid o, es y será p o r H e rá clito : "e r a ” , " e s ” y "se rá ” ; lo cual corresp on de d e
(o m e jo r, ha existid o, existe y existirá), ta l c o m o es fo r m u cir d e la copia. El le n g u a je de la eternidad, q u e co rre sp o n d e
lada p o r H erá clito, rechaza las “ in sta n cia s” c o m o ca m b ios al m o d e lo , n o p u e d e a d m itir - c o m o n o lo adm itía P ?Im é-
d e la re a lid a d q u e p u e d e n im p lica r u n cesar de existir, u n n i d e s - el "era ” y “ será” , q u e son " m ovim ien tos ’ ': sólo e l
m o r ir , o u n com enzar a existir, u n n acer. D e este m o d o a fir " e s " co r resp o n d e al e te r n o p resen te.
ma, resp ecto de lo real, q u e n o existió n i existirá, s in o q u e
existe ahora, to d o a la vez, ú n ic o , co n tin u o . Esto n o sig n ifica
q u e n o adm ite el presente c o m o instancia te m p o ra l.
El sen tid o c o n q u e P arm én id es usa el v e r b o “ ser” (etn a i)
es, m u ch o más acen tu ad am en te q u e en H e r á c lito , u n o lo-
cativo-existen cial (m ix to, p o r q u e co n tie n e ta m b ié n u n uso
co p u la tiv o ): lo real es p resen cia , tan to en sen tid o físico (es
p a cia l y tem p ora l) c o m o m eta físico, si se n os p e rm ite esta
ca teg oriza ción a n a crón ica. L o real, to eó n , está p resen te en
to d o sen tid o. C o n ello, el sen tim ien to d e la ca d u c id a d h u
197
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203
202
i
*
é
I. IN D IC E DE PASAJES G R IE G O S
207
i
M e te o ro ló g ic a I 6, 3 43 b ....................................... 45 n. 16, 47 r fr.
49a . . 56
II 2, 355a .............................................. 77 fr.
50 . . . 31,65
Physica I I I 4, 2 0 3 b .......................................................... 37 fr.
52 . . . 27, 31-33
III 5, 204b .............................. 60 fr.
53 . . . 67,68
I I I 5, 205a .......................................................... 107 fr.
54 . . . 68, 118
IV 1 1, 2 l 9 b .......................................................... 172 fr. 57 . . . 40
IV 11, 2 2 0 a ............................... ...................... 172 fr. 64 . . . 63, 64, 65
R h etorica III 5 1407b ................................................... 86 fr. 66 . . . 63. 64
A r q u ilo c o fr. 82 (Lasserre) .............................................. 75 n. 8 fr. 67 . . . 63, 64, 65
C lem en te de A leja n d ría , Strom ata V 104 (D iels) j fr. 76 . . . 63, 65
.................................................................................... 79, 82. 107 108 fr. 80 . . . 67, 68
D iógen es L a ercio I X ]O( H i c k s ) ........................................ 70 fr. 83 . . . 32
E scolio a H o m e ro , Ilía d a X V I I I 107 (D in d o r f) . . . 67 fr. 89 . . . 77, 84
E scolio a P latón , R e p ú b lica V I 498a ( G r e e n e ) ......... 71, 77 fr. 90 . . . 62, 65. 66
E squilo, fr. 91 . . . 57 n. 9
A g a m en ón 894 .................................................................. 25 fr. 92 . . . 70
967 .................................................................. 46 n. 22 J fr. 93 . . . 70
C oéfora s 648 ....................................................................... 24 l fr. 94 . . . 73 n. 4, 76
E u m én ides 286 .................................................................. 24 • fr. 102 . . 69
P rom eteo 981 ........................................ 25 fr. 103 . . 62
Suplicantes 574 .................................................................. 171 y 175 fr. 108 . . 69
732 .................................................................. 25 i fr . 112 . . 69
E squines II 91 (Blass) ..................................................... 45 n. 19 fr. 114 . . . 69
E urípides, i fr. 123 .. . 69
Bacantes 92 ......................................................................... 30 1 fr. 124 . . . 32
H erácl ides 900 .................................................................. 171 Heraclitus H om ericus, Quaestiones Homericas
E usebio, P raeparatio E vangelica X V 20 (G iffo r d ) . 56 (Diels) .................................................................... . 56
H e rá clito (D -K ) H eród oto I 16 ................................................... . 59
fr. 1 ...................................................... 68, 69 I 32 ................................................... . 48 n. 26
fr. 2 ...................................................... 68 II 4 ..................................................... . 48
fr. 3 ............................................... 71,72 n. 2 ,7 6 II 109 .................................................... 40
fr. 6 ...................................................... 71,76 III 108 .................................................. . 91
fr. 8 .................................................. . . 67 H esíodo,
fr. 10 ................................................. 65, 128 n. 11 T e o g o n ía 38 ............................................................... 122,138
fr. 12 ..................................................... 56 74 ............................................................... 82
fr. 14, 15 ................................................ 45 207 .............................................................. . 37
fr. 16 ...................................................... 76, 111 305 ............................................................... 37
fr. 28 ...................................................... 64 415 .............................................................. . 91
. 30 ........................ 62, 66, 71, 79-103, 142, 158 759 .............................................................. . 144 n. 10
fr. 3 l a ............................................... 62, 65, 71, 77 949 .............................................................. . 37
fr. 32 ...................................................... 65, 68, 69 L o s trabajos y los días, 176-177 ............................ 144 n. 10
fr. 41 ...................................................... 69 276 .............................................................. 82
208 209
385-386 ................................................................ 42 I I I 45 ......... 92, 93
422, 448-450, 460 ................................................ 45 277 . . . . 70, 76
479 ........................................................................... 77 I V 478 ____ 28
491-492, 494-495, 502-503 .................................. 46 V 360 ____ 91
504 ........................................................................... 45 4 90 . . . . 41
552 ........................................................................... 42 506-507 . 75
574-575 ................................................................ 46 873 ____ 91
609-610 ........................................................... 4 6 n. 22 877 . . . . 99
765, 766 .................................................................. 43 V I 38 ......... 103,105
765, 769 .................................................................. 47 t 99 ......... 144 n. 10
770 ........................................................................... 44 1 2 3 ____ 91
772-773, 780 ........................................................... 44 145-149 . 49
780-781 ................................................................ 44 V I I 157 ____ 38
782, 785 ................................................................. 43 424 . . . . 91, 96
795, 798, 800, 805 .................................................. 44 458 . . . . 92, 104
810 ........................................................................... 42 V I I I 68 ......... 42
81 l, 821 ................................................................. 42 i 521 . . . . 99
H ip ó lito , 539 . . . . 37
R e fu ta tio O m n iu m H aeresiu m (W e n d la n d ) I X 9 31 • I X 25 ......... 9 1 ,9 3
I X 10, 7-8 .................................................................................... 63 364 ____ 92
H o m e ro , U fada I 415 . . . . 28
53-54 ............................................................................................... 41 550-599 126
70 ............................................................................................. 26. 122 X 357 . . . . 137
116 ................................................................................................... 97 X I I 322-327 . 37
118-119 .......................................................................................... 96 X I I I 4 84 . . . . 3 8 ,4 8
144 ........................................................................................... 92, 9 6, 99 X I V 201, 246 55
155 ........................................................................................... 144 n . 10 X V 80-83 .. 139
157, 217 ......................................................................................... 97 328 . . . . 38
226 ........................................................................................... 144 n . 10 612-613 104
266 ........................................................................................... 100 X V I 445 . . . 103
272 ........................................................................................... 99, 100 453 . . . 2 7 ,2 9
352 .................................................................................................. 104 750 . . . 92
416 .................................................................................................. 104 856 . . . 30 n . 10
i
472-476 ......................................... : ....................................... 41 X V I I 302 . . . 28
518, 525-527, 589 ...................................................................... 97 432 . . . 41
i
11 2 ......................................................................................... 41 X V I I I 94-126 . 36
27 ...................................................................................... 96 107 . . . 67
118 ........................................................................... 92, 93 239-241 75
134 .................................................................................... 47 X I X 25 . . . . 27
468 ........................................................................... 4 6, 48 i 336 . . . 37
471 .................................................................................... 46 X X I 109 . . . 92, 96
485 .............................................................. 91, 121, 137, 138 111 . . . 42
'.10 i 211
193 ................................................ ...... .. . .. 92 X X I 265, 428-429 ..................................... 41 n. 9
X X I I 26-29 ........................................... .. .. ..... ... 46, n . 22
X X I I 195-197 .............................................. 41 n . 9
59-76 ........................................... ... 38 X X I I I 243-244 ........................................................ 75
116 ................................................ .. 59 336 ................................................................. 37
317-318 .........................
X X I V 63 .................................................................... 41
X X I I I 103-1 04 ........................... 30 n . 10, 103 223 ................................................................. 38
226-227 ....................................... . . .. .... .. . 43 250 ................................................................. 38
702 ................................................ . . . . . . . . ... 66 n. 12 344 ................................................................. 47
X X I V 373 ................................................ ..............- . . . 92
J enófanes, fr. 18 D-K. ................................................................. 24
O d isea ii 203-204 ..................... •- . 144 n . 10
284 ............................. ... 41 n. 9 Lisias, I 16 .............................................................................. 95
I I I 180-181 ..................... . .. 92
I V 663 .............................. ................. .. . 38 M á x im o d e T i r o , X I I 4 p. 489 ( H o l b e i n ) ........................... 63
668 .............................. . . . . . . . . -. . 38
V 136, 238 .................. . .. 37 M e liso, . 2 D -K ................................................................ 175
V I 201-203 ..................... . .. 92 fr. 4 ........................................................................... 175, 178
V I I 117-121 ..................... ... 49
224-225 ..................... ... 28,29 M ia e rm o d e C o lo fó n , fr. 2, l -8 (D ie h l) .................. 49
257 ............................. .............. .. ... 38 N a n n o 2, 5-7 (D ie h l) .................................................. 39 n. 5
288 ............................. ... 42
V I I I 522 .............................. . -. 28 N u m e n io d e A pam ea, fr. 16 ( T h e d i n g a ) ........................... 67
I X 523 .............................. .. . 28
X 469 .............................. ... 50 O lim p io d o r o , I n A ristotelis M eteora 136,6 (Stüve) 71, 77
X I 109 .............................. . .. 76 In P laton is P h a e d o n e m 237, 12(N o rv in ) ............ 71
1 9 2 .............................. . .. 46
222 .............................. .. . 30 n. 10 Parm énides (D -K ), fr. 1, 28-32 .......................................... 123
295 .............................. . .............. 29 ................................................... 122
... 50
X I I SO ................................ fr. 2 ............................................ 127,131-135
... 91
fr. 3 ................................................. 121
3 1 2 .............................. .............. ... 43
X I V 1 6 2 .............................. fr. 4,1 ............................................. 137-139
... 43
2- 4 ....................................... 121,139
294 .............................. . . . . . . . . ..- 50
fr. 6,1-2 .......................................... 134
X V 404 .............................. . .. 77 4 .............................................. 127
433 ................ •............ ... 92 8-9 ........................................... 119,127
505 .............................. .............. .. . 42 fr. 8,1-2 ..................................... 134,149,150
X V I I 52-53 ......................... ... 38 3- 4 ................................... 121
114-115 .................... ... 104 5 .............................................. 134-145
191 ............................. ... 42 5- 6 .................................. 121,139-151
X I X 204 .............................. ... 28 6 - 10 ..................................... 124
307 ............................. .............. ... 43 7- 10 ..................................... 150
. 328 ............................. . . . . . . . . ... 104 11 ............................................. 127
368 ............................. .............. ... 37 14-15 ....................................... 149
212 I
213
1 6 ........................................... 127
16-18 ..................................... 127,129
20 ........................................... 134,180
22-25 ..................................... 150
2 5 ......................................... 121
26 ...................................... 121,171,180
28- 29 ................................. 150
29- 30 ................................. 180
34 36 ..................................... 121
38-40 ..................................... 121,180
43 ........................................... 122
50-52 ..................................... 123
214
V II, 52Ge, 5 3 4 a .............................. 155,180
Sofista 237a, 2 -ild ............................................. 156
245e-249d ............................................... 159
T eeteto 160d ...................................................... 55,157
180c e ............................................. 55,58,157,159
2 0 1 e ........................................................ 60
T im e o 17a, 2 7 c - d ............................................... 160
27e-28a .................................................... 159
2 7 d -2 8 b .................................................... 157
2 8 a ....................... - .................................. 158
2 9 d - 3 l b .................................................... 161
30a .......................................................... 169
36b d ........................................................ 164
3 6 e ............................................................ 171
3 7 a -3 8 b .................................................... 176
37c ............................................................ 175
37c-39e .................................................... 160-170
37d .................................................. 27,171,172,175
37d-38a ................................................... 159
3 7 e ............................................................ 168-183
37e-38c .................................................... 181
38a .......................................................... 178, 180
38b .......................................................... 179
38c ........................................................... 180
39e .......................................................... 175
50c ........................................................... 169
51d-52a ................................................... 157
52d-53b ................................................... 169
53b .......................................................... 169
218
Sinclair, T . A . 43 n .6 y 7, 44 n .8
Solmsen, I . 170 n.5
Stokes, M. C. 65 n . l l , 107 n.2, 116 n.3, 144 n.10, 150 n.25
(ver tam bién Kirk-Stokes)
Szabó, A. 119 n.12, 127 n.7
Taran, L . 128 n . l l , 134 n. 8, 139 n.15, 140 n.3, 142 n. 6, 143 n.9,
144 n.10, 145 n . l l , 148 n.21, 149 n.23, 168 n.3, 173 n.9,
176, n.4, 178 n.l y 2, 180 n.5
T aylor, A. J. 145 n . l l , 165 n . 11-13, 167 n.14
Untersteiner, M . 133 n . 6 , 139 n.15, 142 n.5, 150 n.24
Vlastos, G. 84 n . l l , 168 n.3, 176 n.3
Verdenius, W . J. 111 n . 8, 121 n.17, 133 n.3 y 4
W arden , B. L. van der 125 n.5
W alzer, R . 54 n .l, 108 n.3
W est, M . L. 31 n.12
W ilam ow itz, U. v on 64 n.4
Zeller, E -N estle, W . 64 n.7
f
219
ÍN D ICE GENERAL
N o ta P relim in a r ........................................................................... 5
A breviatu ras d e revistas, anales y ob ra s más citadas . . 6
I n tr o d u c c ió n .................................................................................... 9
I. D e lim ita ció n d e l p ro b le m a ....................................... 11
II. P u n tos básicos d e nuestra tesis ................ ................. 14