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Autores: MEDINA RIVILLA, Antonio (Coordinador) ; GAIRÍN SALLÁN, Joaquín ; ALBERT GÓMEZ, María José ; PÉREZ
PÉREZ, Ramón ; CACHEIRO GONZÁLEZ, María Luz ; PÉREZ NAVÍO, Eufrasio
EAN/ISBN: 9788480049450 Editorial:CERA (EDITORIAL UNIVERSITARIA RAMÓN ARECES Madrid: 2009
PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN Y COPIA SIN PERMISO DE LOS AUTORES
INDICE
3.0.1 Introducción
3.0.2. Competencias
3.0.3. Objetivos
3.0.4
3.3. EL CASO
3.3.3 Proceso de innovación, por dónde empezar, qué hacer y cómo hacerlo
3.4. SINTESIS
3.0.1. Introducción
3.0.2. Competencias
3.0.3. Objetivos
De acurdo con las competencias que se pretenden formar, los objetivos específicos de esta
unidad pueden quedar definidos en los siguientes términos:
Principios El conocimiento
de la para la
Innovación Innovación
EL CASO
exentos de un cierto grado de modificación en algunos casos tan comprometida como ser o
no ser, es decir, que de ella depende la oportunidad de su supervivencia, lo que ha llevado
a numerosos sistemas biológicos a sorprendentes adaptaciones sin las cuales hubieran
sucumbido a la alteración de las condiciones se su hábitat.
Sin embargo, los sistemas sociales no se rigen por este tipo de reglas adaptativas pues,
aunque si bien participan de ellas al no poder substraerse a su condición de sistema
biológico, tienen otros componentes que obedecen más la manifestación de una
racionalidad construida sobre la base de un desarrollo de tecnologías aprendidas que se
guían por otros intereses o necesidades no necesariamente en consonancia con su propia
identidad o naturaleza de base, ni derivadas de ésta, y que en numerosas ocasiones, incluso,
en clara confrontación con ésta.
El ser humano desde que ha construido un marco de identidad cultural se ha podido
permitir un cierto desapego de su condición biológica para atender otros intereses o
necesidades que no sean las derivadas de su condicionamiento genético o de quedar
sometido a la fuerza del azar.
Así pues, al margen de la omnipresencia del término innovación educativa en la actualidad,
especialmente en el último tercio de siglo, no siempre es utilizado con una unívoca e
inequívoca acepción, sino que en muchos casos sirve para etiquetar simples situaciones de
novedad frente a aquellas que no lo son, sin que por ello se pueda definir el alcance de sus
consecuencias efectivas. En este sentido, podríamos distinguir dos tipos de cambio,
aquellos ligados a un proceso adaptativo que permite a los sistemas asumir las condiciones
cambiantes de su entorno, y aquellos otros cambios que no afectan al sistema, pero que de
afectarle lo pueden llevar al casos o a su extinción.
Así pues diríamos que situados en el contexto de las entidades sociales, y las instituciones
educativas lo son, se hace necesario distinguir entre cultura del cambio y cultura de la
innovación por más que la innovación no deje de ser un cambio.
su conjunto, pues todo conocimiento supone una asimilación de un dato exterior a unas
estructuras del sujeto, mientras que los factores normativos del pensamiento corresponden
biológicamente a una necesidad de equilibrio por autorregulación. La renovación puede ser
entendida, tanto en un sentido amplio como restringido, como un proceso de actualización o
reactualización de viejas estructuras, algo así como una acción de "rejuvenecimiento",
dándole unas notas de continuidad.
La "innovación" ha de entenderse como algo nuevo, una aportación singular en un espacio
determinado. La innovación es, por tanto la incorporación de algo nuevo, pero novedoso al
mismo tiempo, no es un simple cambio o rejuvenecimiento, sino una aportación que facilita
resolver algunos de los problemas presentes o limita la influencia de condiciones adversas
para el desarrollo y desenvolvimiento del sistema. La nota característica de la innovación es
su orientación a objetivos deseables y deseados, para cuyo logro se despliega un esfuerzo
deliberado para la introducción de nuevas prácticas o la mejora de las ya existentes. Se trata
de desarrollar un modo de trabajar distinto, con la concurrencia de factores que introducen
ese carácter innovador: selección original y creativa tanto de recursos humanos como
materiales, procesos de organización y acción que introducen novedades que favorecen la
consecución de fines y objetivos.
Sin embargo, habremos de tener presente que la innovación no es gratuita, ni se hace a golpe
de fortuna o invención espontánea, sino que, por el contrario, la innovación es considerada
como una acción permanentemente realizada mediante procesos de información
procedentes de la investigación para buscar nuevas soluciones a los problemas planteados
en el ámbito educativo. Esa acción innovadora, presente ya en la tradición y desarrollo
histórico de la humanidad, en lo educativo queda ligada a dos problemas básicos:
- La creación de nuevas teorías, modelos o técnicas, y
- La aplicación, implementación y puesta en uso de tales descubrimientos o muevas
aportaciones.
Ambos problemas tienen un trasfondo común, además de las particularidades específicas de
cada uno de ellos. Notas de ese trasfondo común, son las referidas a las condiciones en las
que se desarrolla la investigación y el tipo de investigación que se realiza (básica, aplicada o
en acción) y los modos en que esa investigación se incorpora a las prácticas educativas, por
cuanto se supone que se ha de hacer sobre prácticas en acción, dinámicas preestablecidas y
estructuras en funcionamiento, todas ellas concebidas bajo criterios teóricos previos y
definidas por modelos determinados, que deberán asumir, cuando menos, la incorporación de
los nuevos planteamientos, tanto en la disposición de los recursos, su utilización como en el
tipo de actividad que han de desarrollar.
En cualquier caso, se asume que el esfuerzo deliberado está orientado a producir un
mejoramiento perceptible, medible y duradero, que acontece con escasa frecuencia y al que
se accede a través de la investigación (Huberman, 1.973).
Es decir, diríamos que la innovación educativa es un proceso que conlleva, a su vez,
procesos de selección, organización y utilización creativa de elementos vinculados a la
gestión institucional, del currículum y/o de la enseñanza-aprendizaje, dando por sumidos
sus impactos en distintos ámbitos, planteando así la necesidad de una respuesta integral. En
todo caso, la innovación acaba involucrando los distintos ámbitos de las prácticas
institucionales.
La naturaleza integral de la respuesta innovadora deberá atenderse siguiendo alguno de los
modelos, algunos de ellos ya descritos por el profesor Medina en la Unidad II y que
pudiéramos resumir en la concurrencia de dos características, la de interacción social y la
resolver las situaciones, recuperando la imagen del sentido que tiene la innovación en los
ecosistemas biológicos, como la fauna y la flora, que desarrollan mecanismos adaptativos
que les permiten sobrevivir en las condiciones cambiantes de su entorno, cuyo sentido
perfectivo no se detiene sólo en el hecho de la adaptación en sí, sino que además asegura
creativamente un mejor status ecosistémico.
En todo caso, la innovación no será posible sin la participación comprensiva, afectiva y
activa de quienes se vayan a ver implicados en el proceso. En un sistema como el educativo
las iniciativas de los procesos innovadores pueden tener tres orígenes, externas, internas o
mixtas, sin embargo no es posible hacerles prosperar sin una complicidad cognitivo–afectiva
y ético–moral. De ahí que sea necesario desarrollar situaciones contextuales de innovación
de naturaleza cultural, en las que es preciso desarrollar estrategia de promoción de valores,
actitudes y comportamientos en consonancia con las finalidades que se persiguen.
Avanzar en el desarrollo un modelo de innovación exige esfuerzos que tiene componentes
políticos y técnicos, pero que, en cualquier caso, pasan por procesos de información–
formación en los que el protagonismo decisivo ha de afectar a los implicados en el desarrollo
de toda situación innovadora, con un compromiso intelectual y ético asumido desde su
planificación a la evaluación de cualquier iniciativa que se desarrolle en este sentido.
Innovar, es en cualquier caso, recorrer un camino que casi siempre se ha de ir haciendo, la
investigación, en estos casos es imprescindible, definir el modelo de investigación que ha de
acompañar estos procesos, sumando así una responsabilidad más en todo ese proceso.
Desde una perspectiva política y de acción del gobierno de los estados responsables de la
articulación del sistema educativo, el problema de la calidad educativa viene asociado casi
siempre con planteamientos de Reformas educativas y éstas con innovación educativa y
calidad de educación, lo cual suele generar un círculo vicioso, en el que éstas no siempre
tienen la correlación necesaria. Quizás por ello es necesario que nos situemos en una
perspectiva que nos permita ver el enmarque de las relaciones que se dan entre esos tres
conceptos:
Reforma educativa. Las reformas educativas suelen inspirarse en razones socio–
político–económicas, inscribiéndose en la política general del estado, asumida por el
gobierno bajo la legitimidad que le confiere la sociedad en su conjunto o las fuerzas
mayoritarias que le apoyan en la acción del gobierno. Y, aunque las razones últimas suelen
ser las de la calidad de la educación, el carácter polisémico del término "calidad" permite
tantas orientaciones de la reforma como ideas o ideales se tengan de tal calidad. Desde este
punto de vista una reforma educativa tiene poco que ver con la innovación educativa que
habrá de resolverse en el ámbito de las instituciones escolares.
Innovación educativa. Si la innovación educativa es entendida como un proceso
de legitimación y optimización de la cultura educativa, los resultados de la educación y las
estrategias necesarias para transformar cualitativamente la formación de los sujetos insertos
en el sistema escolar (Medina, 1.990), ese proceso de optimización sólo es posible en marcos
específicos y delimitados como "la comarca, el distrito escolar, el centro y/o el aula"
(González y Escudero, 1.986/87/88), todo parece indicar que además de un espacio físico
reducido, como el aula, centro y a todo más una comarca, la nota característica que la pone
en acción es, precisamente, un grupo humano interactuando (Medina, 1.990).
La innovación educativa, vista desde una perspectiva en la que se instala como un proceso
que se define, se construye y se desarrolla en un marco de participación social (Pérez Pérez,
1.993), cuyo proceso de diseño y desarrollo deben ser pensados bajo categorías sociales,
políticas, ideológicas y culturales (Escudero, 1.988), debe cumplir, a nuestro juicio, con
algunos requisitos que consideramos irrenunciables:
- No debe plantearse desde posturas frívolas, innovar por innovar, o como bandera de
grupos, centros, profesores o de los propios políticos. Por tanto:
- Necesidad de establecer la innovación como "categoría social", esto es, como
proceso de deliberación, concertación y planificación orientados a la reconsideración
de los contenidos y orientaciones de los procesos educativos en un momento
histórico dado, a la luz de coordenadas ideológicas, sociales, económicas y culturales
del sistema social.
- Innovación, que, en todo caso, se habrá de incorporar como tensión utópica en el
sistema educativo, en la escuela y en los agentes educativos.
- En definitiva la innovación como proceso de capacitación y potenciación de las
instituciones educativas en todas sus dimensiones, pero muy especialmente en las
referidas a la mejora del curriculum, la organización, el desarrollo profesional del
profesorado y la participación de la comunidad educativa.
Calidad de la educación. Dado lo equívoco del término calidad, es necesario
adentrarse en las posibles interpretaciones, así como analizar y comprender las posibles
consecuencias y derivaciones de cada una de las distintas acepciones y finalidades que
concurren o derivan de una reforma educativa. Todo intento de mejora de la calidad suele
pasar por una de las siguientes acciones: consolidar reformas iniciadas en los últimos años, o
instituir cambios más o menos radicales en lo que venía siendo la práctica habitual, ya sea
pedagógica y/u organizativa. Para profundizar en el análisis del concepto de calidad, aun
dentro de la complejidad que entraña éste, puede ser útil analizar las razones del enfatizado
interés actual, revelándose así la compleja red de intereses públicos y presiones fruto de
críticas de niveles sin precedentes, analizando y descubriendo alguna de las razones de tal
interés (Pérez Pérez, 1.993):
Como nota final de este apartado, en la siguiente tabla proponemos un análisis comparado
de los conceptos de reforma, innovación, así como los de sus relacionados de cambio y
mejora, al objeto de comprender mejor tales procesos y de que modo algunos de ellos se
sitúan en el plano de las acciones institucionales, de su desarrollo, mejora y aprendizaje.
CARACTERÍSTICAS (PÉREZ PÉREZ, 1993, 1999) REFORMA CAMBIO M EJORA INNOVACIÓN
Cambios en las estructuras X X X X
Cambios en los procesos X X X
Cambios estructura/procesos con valoración respecto de
situación previa
X X
Hay aspectos cualitativos en resultados o en procesos X X
Modificaciones a gran escala del sistema, global o
parcialmente
X X ¿? ¿?
Modificaciones que no suponen valoraciones de estados
o situaciones previas
X X
Modificaciones específicas en aspectos concretos o
dimensiones institucionales
X X X
Intencionalidad/planificación de la modificación X X X X
Su justificación puede venir dada desde instancias muy
diversas
X X X X
Desde algún punto de vista se percibe algo novedosos X X X X
Como se puede apreciar Mejora e Innovación son prácticamente coincidentes toda vez que
el requisito de la innovación es una mejora, si bien pudiera haber mejoras que no requieren
ser innovación en sentido estricto, pues bastaría un simple sistema de evaluación, control o
supervisión, es decir, que el sistema funcione adecuadamente. Sin embargo, en ambas
concurren cualidades o características que no se dan en las reformas o en los cambios, por
más que en todos los casos se deba hablar de cambio.
De todos modos, lo relevante es comparar reforma e innovación puesto que “cambio” dice
de una condición necesaria –modificar algo-, mientras que mejora dice de la cualidad de
ese cambio respecto de una situación pre-valorada.
sistema en si mismo lejos de contentarse con la corrección de errores, a las que denomina
de “lazo único”. En este sentido, Nonaca (1991) llega a afirmar que la verdadera
rentabilidad de la institución se halla precisamente en la innovación, por lo que lo
importante aquí no es saber “qué” sino saber “cómo”, y para ello es necesario generar
conocimiento compartido, haciendo posible que las iteraciones de aprendizaje individual
pasan al dominio compartido convirtiéndose en un conocimiento organizado y
organizativo. En esta situación, aprender de forma guiada fuera de las propias
organizaciones se convertiría algo extraño difícil de compatibilizar con este sentido del
concepto de innovación basado en el “aprendizaje de las organizaciones”, aprender en ellas
y para ellas.
Algunos de los criterios básicos a considerar a la hora de plantearse el problema del
aprendizaje con relación a los procesos de aprendizaje y que han resultado ser una
constante en aquellas organizaciones innovadoras, cualquier que fuera su línea productiva
o de servicios, son aquellos que tienen que ver con el aprendizaje personal, que siempre
habrá de estar presente en el aprendizaje compartido o de la organización.
Sin entrar en el fondo de las teorías del aprendizaje, un concepto básico e imprescindible, a
la hora de abordar esta cuestión con relación a la actividad institucional, es que no hay
aprendizaje –creación de conocimiento-, o éste no cabe considerarlo como tal desde esta
perspectiva, si no es resultado de una transformación de la experiencia. En este sentido, he
aquí la razón por la que con frecuencia confronto a mis alumnos ante el dilema de que solo
podremos probar que hemos aprendido algo si somos capaces de demostrarlo, bien fuera
por comparación con lo que sabíamos o no sabíamos con anterioridad o bien somos
capaces de ponerlo en acción (desempeño de competencia).
Los aprendizajes prácticos, mejor aún, los aprendizajes que están orientados a las prácticas,
y los de la gestión y desarrollo de las instituciones educativas lo son, requieren de un
proceso similar al del ciclo del conocimiento tecnológico y que para mejor comprensión
podríamos definir en un circulo reiterativo de experiencia-reflexión-revisión-acción y así
sucesivamente en similitud de un proceso de investigación-acción, pero aplicado al
aprendizaje personal.
La extensión del aprendizaje individual a un aprendizaje compartido requiere la puesta en
marcha de un proceso de compartición que pasa por los equipos, las redes o las
comunidades.
Sin entrar ahora en la caracterización de los equipos que pueden adoptar modalidades muy
diversas, hay algunos aspectos que son comunes a todos ellos cuando se trata de promover
aprendizajes compartidos, caso de las innovaciones. Algunas de estas condiciones o
consideraciones para su buen desarrollo pueden pasar por tener en cuenta los siguientes
criterios:
a) Crear los equipos y generar clima de trabajo en equipo. Un equipo no solo es el
responsable de ejecutar una tarea u obtener unos resultados, también debería
tener capacidad de autogestión y eso implica participar en numerosas decisiones
de forma compartida.
b) Compartir el conocimiento. En los equipos de esta naturaleza todo el
conocimiento se pone en común, es compartido, no solo se busca generar
conocimiento de forma conjunta sino que los logros personales también se
transfieren al grupo, esto es “aprender unos de otros”, la rivalidad personal solo
es la espoleta de creatividad, un reto interpersonal, pero no hay reservas. Las
opciones son dos:
i. Compartir conocimiento.
ii. Generar conocimiento conjuntamente.
c) Diálogo y heterogeneidad. Los equipos deben mantener una comunicación
sistemática, su razón de ser está en la capacidad de actuar unitariamente y para
ello es necesario un ajuste permanente de esa capacidad, sin diálogo esta no es
posible y el punto de partida pueden ser los desajustes o errores de cada una de
las anteriores acciones. La heterogeneidad de los equipos es un aspecto cada vez
más presente en los mismos, lo más habitual es que las personas que los integran
pudieran tener distinta formación pero también distintas responsabilidades en el
seno de la institución o con relación al resto de los miembros de esta. Valorar
esta diversidad y comprender sus puntos de vista no solo resta fuerza al equipo
sino que lo hace más fuerte y capaz.
d) Redes y comunidades. Las redes son espacios para compartir intereses de grupo,
perfil profesional e incluso de tipo personal con otros miembros de otras
organizaciones que pueden tener los mismos intereses o que, en todo caso, hay
una base para la comprensión mutua, y son oportunidades que canalizan
vínculos de identidad sin que ello suponga amenaza alguna para la institución,
más bien lo contrario, es lo que algunos autores han denominado las “ventanas
abiertas de la organización”. Los formatos tipo Congreso o las redes virtuales
pueden ser un ejemplo de este tipo de oportunidades. Las comunidades, sin
embargo, tratan de relacionar a personas que tienen responsabilidades similares,
dando así oportunidades a compartir conocimiento e interés relacionados con
similares o mismas funciones o sus áreas de trabajo. La característica de este
tipo de comunidades es que el vínculo de sus miembros es similar al que se
pudiera dar en cualquier otro tipo de comunidad social
Así, a modo de síntesis, diríamos que en este contexto de aprendizaje individual y de
aprendizaje grupal y compartido el paso que deben dar las organizaciones innovadoras
tienen casi siempre que ver los principios básicos siguientes:
Atender a las estructuras
Compartir el aprendizaje
Compartir las mejores prácticas
Ejercitar el Benchmark (buscar las buenas prácticas, allí donde estén)
diagnóstico y diseño de solución, y toda vez que, de otro modo, no sería posible hablar de
innovación al margen de tales exigencias.
Sistematicidad y cientificidad son gradientes necesarios en todo proceso de esta naturaleza
que podrán ser más o menos sacrificadas en función de otros condicionantes pero en la
seguridad de que la aminoración de tales características compromete la propia naturaleza
del proceso innovador y de los resultados esperables de éste.
Cuando el gradiente de sistematicidad y cientificidad se haga más efectivo en el diseño y
desarrollo del modelo, la complejidad se acrecienta no solo por la incorporación de nuevos
elementos a ser considerados y controlados, sino porque también se exigirá mayor
conocimiento sobre los mismos y su posible influencia en la varianza/invarianza del
sistema.
Sin embargo, se ha aceptado que no hay modelos deseables en términos de bondad, o dicho
de otro modo no se han descrito modelos que por sí mismos garanticen tanto su posible
éxito como su pertinencia para ser aplicados en todas o la mayoría de las circunstancias, lo
que nos lleva a concluir que no es posible entrenarse en el manejo de un único modelo
ideal.
Así pues, en el contexto del discurso que antecede, sería posible partir de dos principios
que pueden ayudarnos a comprender mejor cual es la naturaleza del aprendizaje que
requieren los procesos innovadores, porque de esta comprensión se pudiera derivar algún
modo de acercarse a la forma de construir ese aprendizaje. Inicialmente podríamos partir
de la consideración de los siguientes principios:
1. La formación para la innovación no es una formación de base, sino una
formación avanzada que requiere, no obstante, sólidos conocimientos de base, En
consecuencia, posiblemente, sea poco operativo incluir estos procesos en la
formación de base cuando los sujetos no tienen referencias prácticas de su
aplicabilidad ni consolidados conocimientos de base suficientes, o ambas cosas a
la vez.
2. La formación para la innovación requiere experiencias de los sujetos que les
confronte en el sistema relacional teoría-práctica para que puedan dar cuenta de
las fracturas que hay entre una y la otra, retándoles a hallar los eslabones perdidos
de ese sistema relacional. Este no es un problema solo de información, fácilmente
solucionable, es sobre todo es un problema de comprensión.
Una de las modalidades de innovación que más se aproximan a la acción de la cotidianidad
es la de “resolución de problemas” por cuanto requiere una acción inmediata para el
reequilibrio del sistema, sin embargo, ni siquiera en esta modalidad sería posible prescindir
de las condiciones a las que aludíamos de sistematicidad y cientificidad por cuanto en la
medida que se pretendiese consolidar la innovación sería necesario adoptar procedimientos
de esta naturaleza solo diferenciados en el modo. Características básicas de este enfoque
de resolución de problemas pudiéramos sintetizarlas en los siguientes términos:
El agente/institución es el punto de partida.
Hay un diagnóstico que precede a cualquier solución.
Si hay una ayuda externa, ésta no asume un rol directivo, sino de asesoramiento y
orientación.
Los recursos internos y su forma de gestionarlos son la llave para la solución de los
problemas.
será muy importante que la presentación del caso a estudiar se defina en su singularidad y
unicidad, procurando ver qué se puede identificar como común a otros casos y qué
pertenece a su propia idiosincrasia o singularidad. Para ello será imprescindible conocer
algunos datos relevantes del caso, sin los cuales sería difícil ubicarlo en su naturaleza de
único, esto es:
1. Contexto físico y socio-cultural
2. Historicidad
3. Naturaleza y características definitorias
4. Contexto socio-normativo (legislación, política, valores predominantes,
condicionantes de tipo económico o de recursos, etc.)
5. Posibilidades de comparar este caso con otros similares, resaltando su naturaleza de
singularidad/estandarización
6. Procedimientos seguidos para su documentación, es decir sistema de información
para reproducir el caso
Para Stake (1994) esta singularidad no exime al caso de complejidad, por tanto esta
también debe ser considerada, ya fuera por el número de elementos, hechos,
acontecimientos, o subsistemas que lo definen, sino, y sobre todo, por los sistema
de relaciones que entre tales elementos se pudieran dar, lo que requerirá abordar esa
mirada integradora, global y profunda que requieren las complejidades.3.3. EL
CASO
Al objeto de profundizar en los aspectos que hemos venido comentando y reflejarlos en
sus posibilidades, presentamos un caso reconstruido a partir de una experiencia innovadora
real definida a partir de un conjunto de necesidades que requerían una respuesta global,
sistémica tal y como venimos proponiendo.
En su estudio procuramos, dentro de los límites de extensión que nos exige este formato,
aquellos elementos básicos que nos ayuden a comprender la idiosincrasia del caso, así
como el conjunto de decisiones que se han ido adoptando, en base a qué criterios y con qué
resultados.
Procuraremos situar el caso en un proceso definido en sus fases fundamentales cuya
descripción y análisis también coincidirá con tres apartados en su exposición, el caso y su
diagnóstico, las soluciones y los procesos de toma de decisión y los resultados y sus
consecuencias.
3.3.1 Definición del caso. La problemática y su diagnóstico
El caso que vamos a estudiar se identifica con la problemática de un Colegio de Educación
Básica de una ciudad de más de comprendida entre los 200 y 300 mil habitantes y situado
en uno de sus barrios que ni cuya característica principal era la de no estar en el centro ni
en la periferia por lo que su condición no cabe identificarlo como suburbial pero si
sometido a tensiones de naturaleza tanto económica como socio-cultura. Nos situamos en
la década de los años 80 (siglo XX), con un escenario político–económico complejo en el
que algunas variables más destacables pueden quedar reflejadas en los siguientes
indicadores:
Alto grado de politización de la vida nacional, proceso de estabilización del
primer gobierno socialista en la democracia española.
Alguna salida
3.4. SINTESIS
A modo de síntesis muy breve señalaremos aquellos aspectos que consideramos más
relevantes del contenido aquí expuesto y que debería estar en la consideración de cualquier
proceso de aprendizaje sobre innovación educativa.
En primer lugar es importante disponer de un marco conceptual amplio que nos permita
precisar y delimitar el concepto de innovación al objeto de enmarcarla en el contexto del
cambio, advirtiendo que los cambios por si mismos no son innovación y que con
demasiada frecuencia se postulan como innovaciones iniciativas o acciones que de modo
alguno pueden ser encuadradas en este concepto. El problema no solo es semántico, que lo
es, sino cultural. Resultará muy difícil resolver problemas en un contexto cultural que se
acepte el cambio, por el mero hecho de cambiar algo, como una innovación.
En consecuencia, solo podrá ser considerado cambio aquello que supone mejora en
resultados o en procesos. En el contexto de la educación los resultados o procesos en
mejora debieran ser los del aprendizaje del alumnado, pues hacerlo en otras variables del
sistema no necesariamente repercute en éstas que son su verdadera justificación de
existencia. Claro que hay innovaciones centradas en las áreas de gestión o recursos que
pueden economizar procesos, energías o insumos, pero en sentido estricto no deberían
etiquetarse como innovación educativa si esa mejora no se traslada al hecho educativo,
aprendizaje del alumnado.
Cualquier innovación es una acción que requiere mucho esfuerzo humano pues está
exigida de un proceso de aprendizaje intenso y extenso, en ocasiones parte de ese
conocimiento está disponible y solo es movilizarlo, pero en casi todas ellas hay un
conocimiento que debe ser creado de nuevo, es decir necesita ser incorporado a la
institución de ahí que la institución educativa venga exigida de aprendizaje en tanto que
supone patrimonializar en el grupo/grupos todo el conocimiento que aportan todos y cada
uno de sus individuos.
En consecuencia desarrollar innovaciones requiere asumir una serie de principios básicos
que se postulan desde la propia naturaleza del hecho innovador y que requieren conjugar
los propios de una institución educativa, visión, misión y acción en el marco de una
estructura cultural que se define en términos de valores y actitudes centradas en procesos
sometidos a procedimientos basados en el desarrollo de competencias propias a la
naturaleza de la innovación.
Este componente formativo, iluminado por el conocimiento está determinado hacia el éxito
por la capacidad de liderazgo/s presente/s y la extensión que se haya hecho de ese
conocimiento en el principio de una acción cooperativa que singulariza y particulariza en
función de la idiosincrasia de cada institución.
La dimensión cultural es un elemento que habrá de hacerse presente en todo el proceso de
innovación, no solo por el conocimiento que se habrá de disponer de ella a la hora de
evaluar las limitaciones y oportunidades sino porque forma parte del nuevo marco de la
intervención y sin el cual se hará imposible su implementación. Tan importante como los
conocimientos técnicos son los elementos culturales que les acompañan en términos de
valores, actitudes y comportamientos, que también son objeto de revisión y redefinición.
Ante un proceso de innovación es importante la consideración de la luz y la sombra,
aquello que ya sabemos pero también lo que no sabemos, esto no solo nos permitirá buscar
la luz sino también hacerlo con relación a lo que necesitamos, para ello existen vías de
conocimiento que deben utilizarse y generalizarse, dese los propios equipos de trabajo
hasta las comunidades, pasando por clubes, redes, etc.
Los estudios de caso se vienen definiendo como un referente adecuado para el aprendizaje,
no solo permiten análisis adecuados de una realidad, propiamente dicha, o de una realidad
recreada a partir de evidencias o determinados elementos que nos permiten acercarnos a
los mecanismos de relaciones que en el caso de establecen. Cuando se trata de casos reales
que ya constituyen una experiencia reconocida aportan ventajas incontestables como son:
La posibilidad de interpretarlo
Valorar la pertinencia de los procesos de decisión una vez que ya se conocen sus
efectos
Utilizar el caso en una simulación suministrando la información tal y cómo se había
dado en la situación real de modo que se pueda valorar como el grupo o los
individuos resolutores del caso van tomando decisiones y que tienen en cuenta o
no tienen que si había sido considerado en la situación real
Además el caso permite no solo someterse a una evaluación que permita valorar el
proceso innovador en su integridad sino que además permite compararlo, tanto
desde un punto de vista del modelo o de las acciones, sino también de cómo los
estudiosos del mismo afrontan su visión crítica del mismo
Los casos ideales no existen, por tanto carecen de valor universal en tanto que modelos,
pero aproximan al sujeto que aprende a situaciones cercanas a la realidad, proceden de la
realidad, y esto se aproxima bastante a una situación de experiencia si bien no lo es.
Así pues, partiendo de la concepción de que las instituciones educativas son ecosistemas
sociales que tienen por tarea prioritaria procesos de aprendizaje, con la finalidad de que los
estudiantes se eduquen a lo largo de su vida adquiriendo aquellos elementos que hacen más
autónomos en sus respuestas a las necesidades individuales y colectivas y concretados en
términos de hábitos, competencias, destrezas, valores, actitudes, etc., se definen en un
proyecto vital, tal y como se le ha propuesto en el anterior capítulo. Pero no es menos
cierto que dar respuesta a estas exigencias requiere de docentes y gestores institucionales
una actitud permanente de cambio y adaptación a las necesidades cambiantes, aunque solo
éstas vinieran definidas por la evolución del propio proyecto y la madurez formativa de
quienes están implicados en el mismo.
Consideramos que las organizaciones educativas deben afrontar situaciones de atención de
necesidades y cambios continuos derivados tanto de la sociedad del conocimiento y de la
pluralidad cultural como de su propia dinámica, siendo necesarios el desarrollo de modelos
para su comprensión y las necesarias dinámicas de transformación.
Es en este contexto que se hace necesario desarrollar una cultura para el análisis y la
mejora sistemática y profunda de las instituciones educativas en un proceso riguroso de
innovación que nos asegure la calidad de las intervenciones educativas en el necesario
equilibrio entre cambio y aseguramiento de la calidad de los procesos, especialmente de los
aprendizajes, establecidos los criterios necesarios y adecuados tanto para el propio análisis
como para la necesaria transformación.
La escuela ha de ser entendida en términos de organización compleja, multidimensional,
cuyas dimensiones estructurales y procesuales no siempre responden a lo establecido
formalmente. Así que podremos concluir que toda innovación debe considerar la
complejidad de lo institucional para su buen desarrollo manifestada a través de sus
dimensiones, entre las que destacamos:
La cultura. La cultura organizativa viene a configurarse como el halo que
envuelve a todas las demás, quedando definida por el conjunto de creencias,
supuestos básicos, normas implícitas, sentimientos, etc., acerca de las personas,
la educación y el modo más adecuado de resolver las cosas. Operan los
mecanismos simbólicos, la representación de las cosas y los significados que se
le atribuyen a los hechos.
Estructura. Establecida en la definición organizativa junto con la pedagógica. La
primera queda definida por las unidades organizativas que tienen asignados
determinados roles (Directivos, coordinadores, asesores, etc.). destacándose en
ella el conjunto de unidades operativas.
Contexto. El centro educativo no es una unidad aislada del resto del sistema
social, más al contrario, mantiene estrechos lazos de dependencia e