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Las tipologías de los enunciados jurídicos.

Julio Gamba1

Sumario: I.- Introducción. II.- El enfoque clásico de Bentham y Austin. III.- La


tipología de Kelsen interpretada por Alchourrón y Bulygin. IV.-Las
concepciones de la regla de reconocimiento de Hart. V.- El funcionamiento de
los enunciados normativos en von Wright. VI.- Conclusiones VII.- Referencias
Bibliográficas.

I.- Introducción.

En este trabajo revisa la teoría de los enunciados jurídicos presente en


cuatro autores relevantes, agregando la discusión interpretativa de los
comentadores. No interesa conocer con exactitud todo lo que fue planteado en
su momento, por cada autor, sino tener en cuenta cuál es el fruto resumido de
dicha reflexión, para elaborar un catálogo de los diversos tipos de enunciados
jurídicos. Se culmina proponiendo ordenarlos en tres grupos relacionados
jerárquicamente: los niveles prescriptivo, técnico-conceptual y configurativo-
institucional. Cada nivel se interesa por un aspecto diferente (la conducta, el
acto y la condición), empleando un tipo de razonamiento distinto, que se puede
modelizar como el silogismo práctico normativo, técnico y (tal vez) institucional.

II.- El enfoque clásico de Bentham y Austin.

La caracterización los enunciados jurídicos más antigua que conserva


vigencia es la de Bentham y Austin. El Derecho se entiende constituido por
mandatos respaldados por amenazas. Las críticas que recibe por parte de
Kelsen, Hart y Ross, son demoledoras. La forma como se constituye y
transmite la autoridad normativa que los emite; la continuidad de los mandatos
más allá de la existencia de esa autoridad; y la generalidad de los
destinatarios, que incluyen la sujeción de su emisor a su contenido, indican que
las órdenes respaldadas por amenazas resulta una imagen incompleta de los
enunciados jurídicos.

1
Universidad Central de Venezuela
1
Además, es una descripción incorrecta que produce confusión. Si bien
las relaciones de poder concretas pueden presentarse dentro de lo jurídico (a
veces, efectivamente, un mandato respaldado por amenaza puede formar parte
del derecho), este no es un rasgo que baste para identificarlo. Se puede decir,
a partir de Ross2, que si el derecho fuese un conjunto de órdenes respaldadas
por amenazas, el delincuente que obliga a que le entreguen lo ajeno, se estaría
comportando jurídicamente.

Sin embargo, la concepción de Bentham y Austin no ha sido totalmente


desechada. Contiene una imagen fuertemente intuitiva de cómo es el derecho,
o en todo caso, el que eventualmente aplican los jueces para evaluar la
conducta, o dirimir controversias, al sentenciar, imponiendo responsabilidades
o castigos. Además, el silogismo práctico normativo como modelo de
razonamiento judicial, contiene como premisa mayor a un enunciado derivable
de un mandato respaldado por amenazas.

Las concepciones rivales como la de Hart, que pretenden superar la


noción del derecho compuesto exclusivamente de normas que regulan
conductas mediante sanciones, implican problemas de circularidad o regreso
al infinito, en relación al papel de las normas secundarias que producen,
precisan el contenido o aplican las primarias. Por otra parte, tales normas
secundarias no se adaptan bien al modelo del silogismo práctico normativo.

La concepción de órdenes respaldadas por amenazas contiene tres de


las cuatro propiedades que Raz entiende deseables en las normas: que sean
unidades manejables para diferentes fines (obligar, prohibir, permitir), con
independencia mutua, pero relativa uniformidad de estructura. En lo que no se
muestra muy adecuada es al reflejar las diversas formas en que el derecho
opera en la sociedad3.

Con ajustes, Bentham y Austin representan la raíz de una familia de


concepciones normativistas que cuenta con relevantes ejemplos actuales. El
modelo de sistema jurídico del súbdito, que proponen Alchourrón y Bulygin,

2
ROSS, Alf. Lógica de las normas. Granada, 2000, Editorial Comares, p.104
3
RUIZ MANERO, Juan, Jurisdicción y normas. Madrid, 1990, Centro de Estudios
Constitucionales, p.108
2
basado en la norma entendida como un enunciado que vincula un caso con
una solución, a partir del cual elaboran su matriz de casos y su concepción de
las lagunas, parte de una visión normativa fundamentalmente clásica. Aunque
hay notables diferencias respecto a la propuesta original. Dentro del sistema
del súbdito, hay enunciados que combinan casos con casos, y soluciones con
soluciones4. El sistema del juez, por su parte, cuenta con un tipo distinto de
enunciados. Además, las normas vinculan casos con soluciones en forma
abstracta, sin alusión a una relación concreta entre la autoridad y el súbdito, tal
como parece sostener Austin.

Pero incluso la noción de una relación concreta no ha sido superada.


La muy influyente tipología de las normas de von Wright, plantea que las
jurídicas están insertas en un vínculo de poder que se establece entre una
autoridad y un sujeto. Esta es una de las críticas que le dirige Ross: de ser así,
tales órdenes no necesitarían especificar al destinatario que se encuentra
presente al recibir el mandato. Eso diferencia las directivas personales de los
enunciados jurídicos, que Ross denomina directivas impersonales5.

Raz identifica en Bentham cuatro tipos de enunciados normativos:


mandatos, prohibiciones, no mandatos y no prohibiciones. A los dos últimos
también los llama permisiones 6. Se pueden también clasificar en
disposiciones obligativas (mandatos y prohibiciones) y desobligativas (no
mandatos y no prohibiciones). Como las disposiciones jurídicas son voliciones
que se refieren a una conducta que debe observarse en cierto caso, Raz
considera que Bentham no concibe, en definitiva, a las disposiciones
desobligativas en forma independiente, sino como prescripciones subsidiarias
que establecen excepciones a los mandatos y prohibiciones 7. La permisión
como prescripción dependiente, que modifica una obligación o prohibición
previa, es la concepción que tiene actualmente más vigencia. Esa es también
la posición de Ross8. Echave, Urquijo y Guibourg, quienes igualmente
consideran que las permisiones independientes, las que no modifican un
4
ALCHOURRON, Carlos y BULYGIN, Eugenio, Introducción a la Metodología de las Ciencias
Sociales. Buenos Aires, 2006 (5ta reimpresión), Editorial Astrea, pp.99-100
5
ROSS, Alf, Ob Cit p.50
6
RAZ, Joseph. El concepto de sistema jurídico. México, 1980, UNAM, p.78
7
Ibid p.81
8
ROSS, Ob Cit p. 157 y p.159
3
mandato o prohibición anterior, no tienen relevancia práctica 9. Las permisiones
relevantes sólo operan modificando una prohibición u obligación.

Von Wright plantea una noción aparentemente independiente y relevante


de la permisión. Entre las permisiones independientes identifica al permiso
como tolerancia, que es una simple promesa de la autoridad de no interferencia
con la conducta permitida; el permiso como prohibición dirigida a terceros de
impedir su ejercicio (aunque esto haría irrelevante el considerarlo como
permiso, en tanto operador deóntico diferente a la prohibición); y la habilitación
o acción, que obliga a los demás a colaborar con el beneficiario del permiso 10
(que también se ve afectado por la irrelevancia, ya que es una orden
encubierta). Von Wright considera que los permisos como tolerancia, en tanto
contienen una prohibición autoimpuesta, no son prescripciones, sino normas
morales. Nino sostiene precisamente lo contrario. Considerando a los
permisos independientes como obligaciones autoimpuestas, promesas del
emisor de no intervenir en la conducta permitida, entiende que serían
aplicables al campo jurídico, pero no a los principios morales, porque éstos por
definición carecen de órgano emisor 11. Atienza y Ruiz Manero apuntan,
además, que la promesa que auto obliga puede ser jurídica, siendo un ejemplo
de ella el contrato. Los permisos vistos así, serían auto prohibiciones de la
autoridad12 que pertenecen al mundo jurídico. Pero a diferencia de un permiso
dependiente, su relevancia consistiría en que restringen la conducta de la
autoridad, por lo que parecen más bien enunciados que limitan su
competencia normativa, antes que prescripciones propiamente dichas.

Esta es la función relevante de las permisiones independientes,


destacada por Bulygin: ser mandatos o prohibiciones indirectas dirigidas a una
autoridad normativa inferior. Cuando un general da un permiso a la tropa, un
oficial inferior no puede negarlo con una prescripción diferente. Antes que
prescripciones, estos también parecen ser enunciados jurídicos que modifican
o regulan el ejercicio de la competencia de los órganos inferiores 13. Aunque
9
ATIENZA, Manuel, RUIZ MANERO, Juan, Las piezas del derecho. Barcelona, 1996, Ariel,
p.112
10
Ibid p.98
11
NINO, Santiago, Etica y Derechos Humanos. Buenos Aires, 1989, p.27
12
Ibid, p.99
13
Ibid, p.95 y p.104
4
esta forma de operar no les quita su apariencia permisiva (deóntica), para sus
destinatarios directos. Mendonca y Guibourg comparten este punto de vista 14.
Esto obliga a no descartar a las permisiones independientes como posibilidad
teórica para encuadrar a los enunciados jurídicos.

Otra idea de Bentham, que tendrá continuidad hasta el presente, es la


distinción entre normas por un lado, y el contenido textual de las leyes o
reglamentos por el otro. Las normas son estructuras compuestas por diversos
artículos, producidas por la labor del intérprete, pudiendo un mismo artículo
formar parte de diversas normas15. Este artificio argumentativo resulta
imprescindible para mantener una idea predominantemente normativa de los
enunciados jurídicos, y para entender a lo normativo como lo prescriptivo, a
pesar de que la mayoría de los artículos que se encuentran en los cuerpos
jurídicos no contienen obligaciones, prohibiciones o permisiones expresas.

A partir de Bentham, interpretado por Raz, y el aporte de otros autores,


se pueden distinguir dos clases de enunciados jurídicos, y varios subgrupos
dentro de las permisiones:

I.- Obligaciones y prohibiciones, que orientan la conducta del destinatario


mediante la amenaza de una sanción. Son enunciados jurídicos
independientes, simples, con sentido completo.

II.A.- Permisiones dependientes, que representan excepciones a las


obligaciones y prohibiciones, por lo que pueden entenderse como partes de
enunciados compuestos, que modifican el sentido de los enunciados de base.

II.B.- Permisiones independientes que representan mandatos o


prohibiciones que una autoridad normativa se auto impone, respecto a no
interferir en la conducta del destinatario.

II.C.- Permisiones independientes que representan prohibiciones


dirigidas a terceros de no obstaculizar su ejercicio por parte del beneficiario, o
mandatos para facilitarlo. Se pueden considerar correlatos de deberes. Aquí se

14
GUIBOURG, Ricardo, MENDONCA, Daniel, Permisión, protección y libertad. Material no
impreso, suministrado por uno de los autores.
15
RAZ, Ob Cit p.96
5
incluyen inicialmente los mandatos o prohibiciones implícitos en las
permisiones, si se entienden dirigidos a una autoridad normativa inferior,
respecto a no impedir una conducta autorizada por un superior. Estas últimas
permisiones se entenderán, en la tipología siguiente, como parte del grupo de
enunciados de competencia.

III.- La tipología de Kelsen interpretada por Alchourrón y Bulygin

Alchourrón y Bulygin16 dan cuenta de la evolución que presenta el


pensamiento de Kelsen entre la primera y la segunda edición de la Teoría Pura
del Derecho. Kelsen definió la norma jurídica por oposición a otras normas
sociales, por lo que destacó su carácter sancionatorio. Todas las normas
jurídicas tienen una estructura común, un juicio hipotético que vincula un hecho
ilícito con una sanción.

Sin embargo, hay muchos enunciados sin sanción que figuran en textos
legales, con funcionamiento relevante. Al igual que Bentham, la primera
solución que ensaya Kelsen, que Alchourrón y Bulygin llaman la “teoría de la
norma incompleta”, fue considerar a los enunciados no normativos como
fragmentos de normas. Esto lleva, también como en Bentham, a la distinción
entre los enunciados tal como aparecen en los textos legales, y las normas,
que son la combinación de varios enunciados en estructuras complejas. El
problema, que al parecer no se planteó Bentham, es que resulta difícil conocer
qué conjunto de enunciados componen determinadas normas, y saber cuántas
normas hay, ya que hay muchas posibilidades de combinación.

Por eso, en la segunda versión de la Teoría Pura del Derecho, Kelsen


intenta una respuesta distinta. Los enunciados que no son plenamente
normativos ya no se conciben como fragmentos de normas sancionatorias, sino
como unidades con sentido completo, aunque no independiente, pero
cognoscible e identificable. Es lo que Alchourrón y Bulygin denominan “teoría
de la norma dependiente”. Reseñan, sin precisar si es una lista taxativa o
abierta, cinco casos de normas no independientes en el segundo Kelsen: las

16
ALCHOURRON y BULYGIN, Ob Cit pp.97-98, pp.103-107
6
que prescriben conductas sin establecer sanciones; las que permiten
conductas; las de competencia, que confieren potestad jurídica autorizando a
dictar otras normas; las derogatorias que limitan o suprimen el ámbito de
validez de otras; y las que aclaran el sentido de otras normas, al definir un
concepto que aparece en ellas. Todas estas normas no independientes sólo
tienen carácter jurídico porque están en una conexión esencial con las normas
que establecen sanciones17.

Ross mezcla ambas teorías, combinando la composición parcial (la


teoría de la norma incompleta) con una división funcional (la teoría de la norma
dependiente). Afirma que la norma jurídica que requiere que el vendedor
entregue los bienes de acuerdo con lo estipulado en el contrato, no establece
las condiciones por las que un Juez debe decidir a favor del comprador que
demanda. Si cada norma suministrara todas estas condiciones sería muy larga
y enrevesada, y además muchas cosas se repetirían continuamente de norma
en norma. Es mucho más fácil separar las normas en partes y unir las partes
similares de diferentes normas en conjuntos de reglas que constituyan un todo
independiente. Estos conjuntos separados pueden organizarse en una
jerarquía de tal manera que la condición de la aplicación de normas de un
nivel, se defina como la violación de normas de un nivel más bajo 18.

Ross distingue entre un derecho sustantivo o primario, que establece


qué se espera del comportamiento de un ciudadano; un derecho de sanciones
o secundario, que establece las obligaciones que se originan del
incumplimiento del derecho sustantivo; y el derecho procesal o terciario, que
establece el procedimiento que ha de seguirse para determinar y exigir la
responsabilidad. Aquí se aprecia la conexión, a nivel funcional, entre normas
no sancionatorias y sancionatorias. Además, en el seno de cada grupo, hay
trozos de normas, establecidas en artículos separados, que se ensamblan en
formas diversas para producir enunciados compuestos o normas propiamente
dichas. A pesar de los problemas teóricos que suscita, esta es una visión del
contenido de los cuerpos jurídicos cercana a la intuición y práctica
generalizada actual.
17
ALCHOURRON y BULYGIN, Ob Cit, p. 105
18
ROSS, Ob Cit, p.147
7
A partir de Kelsen, Alchourrón y Bulygin elaboran una tipología de los
enunciados jurídicos compuesta por cuatro clases, en base a las características
de normatividad (contenido regulativo) y juridicidad (pertenencia a un conjunto
normativo con contenido sancionatorio). 1.- Enunciados que prescriben actos
coactivos, que por ello son normativos y jurídicos por sí mismos y permiten
calificar de jurídico al sistema que los contiene. 2.- Enunciados que ordenan,
prohíben o permiten conductas sin establecer sanciones, que serían
normativos por regular conductas, y jurídicos por pertenecer a un sistema
jurídico compuesto por enunciados sancionatorios. Incluyen las tres primeras
clases de normas no independientes de Kelsen, siendo las más relevantes las
de competencia, que son consideradas permisiones. 3.- Enunciados no
normativos que influyen en los efectos normativos de otros enunciados, como
las definiciones o postulados de significación, y las normas derogatorias. Esta
tercera categoría abarca a los grupos cuatro y cinco de normas dependientes.
No son ni normativos, ni jurídicos por sí mismos, sino por la pertenencia a un
sistema compuesto por normas jurídicas. Y por último, 4.- enunciados que no
son ni normativos, ni jurídicos, ni se relacionan con los jurídicos, que expresan
teorías políticas, invocan la protección de Dios, etc. 19 Estos últimos pueden ser
desechados sin inconvenientes por el análisis de la teoría del derecho, lo que
reduce el grupo a tres.

Como el primer grupo tiene un contenido esencialmente similar a la


propuesta de Bentham, no se agregará al catálogo de enunciados en
elaboración. Lo que sí agrega la tipología de Kelsen, procesada por Alchourrón
y Bulygin, a la lista en construcción, son las siguientes clases de enunciados
jurídicos:

III.- Obligaciones y prohibiciones que prescriben conductas sin


establecer sanciones, que no constituyen enunciados de competencia.
Aunque Alchourrón y Bulygin no lo aclaran, y dejando de lado la opción de que
sean formulaciones imperfectas por fallas o descuidos en la redacción, hay
dos posibilidades para entender la forma como operan estos enunciados:

19
ALCHOURRÓN y BULYGIN, Ob Cit pp.106-107
8
III.A.- Entenderlos como imperativos hipotéticos o reglas técnicas, que
se formulan en forma diferente a las prescripciones acompañadas de
sanciones. Esta idea se ampliará al tratar la tipología de Hart.

III.B.- Obligaciones y prohibiciones que, siendo auténticas


prescripciones, por limitaciones lógicas del derecho, no pueden ser formuladas
coactivamente. Sería el caso, planteado por Ross, de las prescripciones
destinadas a los órganos de creación y de aplicación del derecho que ocupan
los puestos más elevados en sus respectivas escalas jerárquicas, que por no
estar sometidos a ninguna otra autoridad, es imposible que cumplan
prescripciones mediante el respaldado de una sanción 20. Es en este sentido
que Ross afirma que toda concepción sancionatoria del derecho implica el
regreso al infinito, por lo que se debe sustituir la idea de que el derecho es un
ordenamiento normativo que se impone por la fuerza, por la de considerarlo un
ordenamiento que regula el uso de la fuerza. De esto, por cierto, se dio
también cuenta Kelsen, quien entendió a tales enunciados finales como
autorizaciones.

IV.- Además de considerarlos reglas técnicas o prohibiciones u


obligaciones categóricas, los enunciados no sancionatorios también pueden ser
vistos como disposiciones que establecen una competencia. Sin embargo, los
enunciados de competencia pueden ser, a su vez, prescripciones.

Bobbio distingue entre normas de primera instancia, que son mandatos


de hacer o no hacer; y normas de segunda instancia, que son enunciados de
competencia entendidos como órdenes, prohibiciones o permisiones dadas al
legislador, por parte del constituyente, para que a su vez ordene, prohíba o
permita ciertas conductas mediante normas 21. A pesar de que son prescriptivas,
estas normas de segunda instancia no están respaldadas por amenazas.

Es una visión similar a la que von Wright tiene de las normas de


competencia. Von Wright considera que son permisiones de orden superior
dadas a la autoridad normativa, para fijar sanciones en caso de ocurrencia de

20
ROSS, Ob Cit. pp.116-17
21
BOBBIO, Norberto, Teoría de la norma jurídica. Bogotá, 1992, Temis, pp.160-161
9
conductas indeseadas22. Como la permisión no puede ser incumplida por su
beneficiario, en el sentido de que ni la acción, ni la omisión, ocasionan una
sanción, no requiere el respaldo de una amenaza. Sin embargo, es un
planteamiento cuestionado. La noción de competencia como permisión ha sido
criticada por Atienza y Ruiz Manero, porque no puede dar cuenta del uso
irregular de la competencia, que no es irrelevante, en tanto produce una
reacción del ordenamiento jurídico23.

Ross, por su parte, si bien da pie para considerar a los enunciados de


competencia como prescripciones sin sanción, sin embargo entiende que son
distintos. La competencia hace que sea obligatorio actuar según las normas de
conducta creadas por la autoridad y procedimiento establecidos en las normas
de competencia24. La norma de competencia no es una prescripción, sino la
razón para tener la obligación de cumplir una prescripción, por dotarla de
validez. A pesar de esta aclaración, Hernández Marín ubica a Ross, junto a
Kelsen y a Hart, como sostenedores de la concepción de la competencia como
permisión25.

Estas consideraciones llevan a establecer distinciones dentro del cuarto


grupo de enunciados jurídicos:

IV.A.- Enunciados de competencia que se vuelven operativos de una


forma diferente al esquema de amenazas respaldadas por una sanción, es
decir, mediante la técnica de la nulidad. Se encuentran relacionados con los
mencionados en el grupo III-A, que son los enunciados que produce el
operador jurídico aplicando las disposiciones que establecen una
competencia, para verificar la validez de los actos producidos. Es la posición
posterior de Bulygin, quien deja de considerarlos permisiones, para entenderlos

22
VON WRIGHT, Georg, Norma y acción. Madrid, 1971, Tecnos, p.198
23
ATIENZA y RUIZ MANERO, Ob Cit p.47 y p.49
24
ROSS, Ob Cit p.153
25
HERNANDEZ MARIN, Rafael, Compendio de filosofía del derecho. Madrid, 2012, Marcial
Pons, p.88. El autor critica la concepción de la competencia como permisión, porque conduce
a resultados absurdos o superfluos. Si la norma de competencia es una prescripción, y en su
ejercicio se dicta una norma no prescriptiva, representaría una orden de imposible
cumplimiento. Y si en ejercicio de la competencia, se dicta otra prescripción, resulta superflua.
Tales señalamientos pasan por alto que el destinatario de la norma de competencia es distinto
del destinatario de la norma producida por ella.
10
como reglas conceptuales. Esto se verá con mayor claridad al tratar la tipología
de Hart.

IV.B.- Enunciados de competencia entendidos como prescripciones, que


por su peculiar naturaleza no pueden estar respaldadas por amenazas dirigidas
al titular, que está en la cúspide del ordenamiento y no se encuentra
subordinado a otra autoridad. Son los que constituyen el grupo III-B, pero
ahora entendido como normas de competencia, dentro del cual se identifican
los siguientes subgrupos:

a.- Enunciados de competencia entendidos como órdenes y


prohibiciones dirigidas al legislador.

b.- Enunciados de competencia entendidos como permisiones


dependientes dirigidas al legislador, que suponen un mandato que las
enmarca.

c.- Enunciados de competencia entendidos como permisiones


independientes dirigidas al legislador.

En la tipología de Kelsen, adaptada por Alchourrón y Bulygin, es posible


distinguir, por último, un quinto tipo de enunciado jurídico:

V.- Enunciados no normativos que influyen en los efectos normativos de


otros enunciados, entre los que están:

A.- Las definiciones entendidas como postulados de significación, y

B.- Las normas derogatorias de contenido conceptual (no prescriptivo),


que afectan la existencia, validez, aplicabilidad o pertenencia al sistema
jurídico de otros enunciados normativos.

En una obra posterior escrita junto con Mendonca 26, Bulygin introduce
una variación creando el sub-grupo V C, admitiendo que un enunciado
normativo (de contenido prescriptivo) puede afectar la aplicabilidad de otro
enunciado normativo.

26
BULYGIN, Eugenio, MENDONCA, Daniel, Normas y sistemas normativos. Madrid, 2005,
Marcial Pons.
11
IV.- Las concepciones de la regla de reconocimiento de Hart.

Según Ruiz Manero y Hacker, Hart plantea tres distinciones entre


normas primarias y secundarias. Estas son: 1.- reglas que imponen deberes y
reglas que confieren poderes; 2.- reglas que regulan acciones que implican
movimientos o cambios físicos, y reglas que prevén actos que conducen a
cambios normativos; y 3.- reglas que se refieren a las acciones que los
individuos deben o no hacer, y reglas que se refieren a las anteriores reglas.

En opinión de los comentadores de Hart, los tres criterios de distinción


no tienen la misma extensión y por lo tanto, no resultan intercambiables o
equivalentes. Esto trae como consecuencia que una misma regla puede
cambiar el grupo de pertenencia, según el criterio que se considere, por lo que
la diferencia que se supone constituye “la clave de la ciencia de la
jurisprudencia”, expresión con la que Hart parafrasea a Austin, se difumina
hasta anularse. Si una regla resulta primaria o secundaria, según el parámetro
con que se analice, se trata de una clasificación que no permite clasificar.
Ruiz Manero pone como ejemplo una disposición constitucional que ordena al
legislador respetar el contenido esencial de ciertos derechos y libertades
fundamentales. Puede ser vista como una regla que impone un deber, por lo
que sería primaria. O como una regla sobre un acto que regula los cambios
normativos, por lo que sería secundaria. Ruiz Manero reitera este ejemplo en
una obra posterior, escrita con Atienza27.

No comparto la posición de Ruiz Manero, Hacker y Atienza, por tres


razones que se refuerzan mutuamente. Se puede interpretar que la “orden” de
respetar el contenido de ciertos derechos y libertades (enunciado perteneciente
al grupo IV-B) no es una norma que regula la conducta del legislador,
imponiéndole deberes, sino una disposición que delimita “conceptualmente”,
según la terminología de Bulygin, los poderes cuyo ejercicio producen cambios
normativos (enunciado perteneciente al grupo IV-A). Según esta forma de
entender a la disposición constitucional en comento, ambos rasgos (otorgar
poderes y delimitarlos) serían igualmente secundarios según la terminología de
27
ATIENZA y RUIZ MANERO, Ob. Cit p. 46
12
Hart. Es una interpretación que resulta cercana a la visión que Hernández
Marín tiene de los enunciados de competencia, junto a los cuales incluye a los
enunciados de incompetencia y a los enunciados mixtos (de competencia e
incompetencia), considerándolos de naturaleza similar 28.

Además de salvar la aparente dificultad en Hart y de obrar así siguiendo


el principio de interpretar a favor del autor, existe otra razón que lleva a
privilegiar esta lectura por sobre la que realiza Ruiz Manero: la inobservancia
por parte del legislador de la disposición que indica que debe respetar cierto
contenido al legislar, produce la nulidad de la ley, y no una sanción. A menos
que otro enunciado prescriptivo así lo disponga. Esta diferencia entre nulidad y
sanción, también resaltada por Ross, es clave para el pensamiento de Hart,
tiene importantes consecuencias para la teoría de los enunciados jurídicos.

Por último, rechazo la opinión de Atienza, Ruiz Manero y Hacker porque


considero que si bien tiene alguna fundamentación, resulta insuficiente. En el
trozo de la obra de Hart citado textualmente por Ruiz Manero y Hacker para
avalar su posición, se distingue entre las reglas del primer tipo [que] se refieren
a acciones que implican movimiento o cambios físicos; [y] las del segundo tipo
[que] prevén actos que conducen no simplemente a movimiento o cambio
físico, sino a la creación o modificación de deberes u obligaciones 29 [subrayado
añadido].

No es del todo exacto decir, a partir de Hart, que unas reglas se refieran
a cambios físicos y las otras a cambios normativos. Las primeras se refieren
sólo a cambios en el mundo físico, mientras que las segundas tratan de hechos
que constituyen cambios tanto en el mundo físico, como en el normativo. Sólo
aceptando que los cambios normativos están acompañados de cambios físicos,
es posible entender cómo opera la nulidad, destruyendo la apariencia de
derecho que se desprende de un acto físico (la materialidad del documento,
que se mantiene a pesar de que su contenido ha sido anulado), que ahora
resulta jurídicamente irrelevante.

28
HERNANDEZ MARIN, Ob Cit p.96
29
RUIZ MANERO, Ob Cit, p.100
13
Esta última diferencia debe subordinarse a anterior, en atención a la
función que tienen las reglas secundarias de servir como pautas o criterios de
conducta para la apreciación crítica de acciones determinadas 30. Dos actos
distintos, naturales y normativos, deben ser evaluados en forma diferente.
Mientras la apreciación crítica de la acción independiente del ordenamiento
normativo social o jurídico, pero regulada por éste, puede producir el reproche
o la sanción, la apreciación crítica de la conducta creadora de normas y actos
jurídicos puede llevar a la nulidad, es decir, a negar tales efectos normativos.
En el primer caso se intenta prevenir o corregir los efectos del acto ilícito; en el
segundo, de no reconocer los efectos de un acto inválido.

Al referirse a dos formas distintas de reacción (nulidad, sanción) por


diferentes tipos de incumplimiento (conducta no regulada o inválida, conducta
regulada o sancionable), en relación a actos diferentes (normativos, no
normativos), es imposible que la distinción produzca adscripciones
clasificatorias inconsistentes31.

Otra cosa es que, como se dijo, por disposición especial y distinta, la


conducta normativa irregular sea también objeto de sanción por su
incumplimiento, en forma similar a como se reprime la conducta independiente
del ordenamiento jurídico, mediante una prescripción añadida al enunciado
conceptual que produce la nulidad.

Dicho lo anterior, sostengo que es nítida y operativa la distinción que


propone Hart entre normas primarias y las normas secundarias que otorgan
poderes para reconocer, modificar y aplicar las normas primarias.

Considero por tanto inadecuado el ajuste que propone Ruiz Manero, que
pretende incluir dentro de las reglas secundarias no solo las disposiciones que
confieren poderes, las que guían su ejercicio y las que establecen
compensaciones o castigos para el caso de incumplimiento de las reglas de
deber, sino también aquellas que estipulan el deber de cumplir las reglas

30
HART, Herbert, El Concepto de Derecho. Buenos Aires, 1963, Abeledo Perrot, p.41
31
RUIZ MANERO, Ob Cit p.102
14
establecidas de acuerdo con una determinada regla que confiere poder para
establecerlas.32

La interpretación rival que propongo (o que más bien tomo de Bulygin)


de las reglas secundarias, sustituye la concepción prescriptiva del enunciado
de competencia constitucional referido al legislador, para ser entendido como
una regla conceptual. Cabe apuntar que Ruiz Manero también sostiene una
posición anti reduccionista, que plantea que las normas de competencia no
pueden ser entendidas como prescripciones, porque esto distorsiona las
funciones sociales que las reglas cumplen, y las actividades que son posibles
dentro del derecho33.

Tenemos así en Hart una tipología con cuatro clases de reglas, que
pueden entenderse como tipos de enunciados jurídicos, agrupadas en dos
niveles. En el nivel primario se encuentran las normas que regulan conductas,
las prescripciones. No parecen ofrecer nuevas dudas, ni mayores variaciones,
respecto a lo ya hecho en la tipología en construcción. El nivel secundario está
compuesto por las reglas de reconocimiento, de creación-modificación y de
aplicación de normas primarias. Dentro de este segundo grupo abundan, en
cambio, las novedades y las dificultades.

Hay problemas para mantener la independencia entre los tres tipos de


reglas secundarias. Las reglas de cambio se confunden con la de
reconocimiento. Reconocer una regla válida consiste en evaluar si fue
producida conforme a una regla de cambio, por lo que ambos tipos de reglas
resultan más bien dos momentos en el funcionamiento de la misma regla.
Además, la regla de reconocimiento resulta circular respecto a las reglas de
adjudicación. Si la regla de reconocimiento es la costumbre judicial que orienta
la forma de tomar decisiones válidas, presupone la existencia de Jueces. Y no
es claro que tales jueces hayan sido establecidos por reglas de adjudicación.
Parece que también interviene en ello la regla de reconocimiento.

Una forma de tratar el primer inconveniente, la indiferencia entre reglas


de cambio y reconocimiento, es pensar a la regla de reconocimiento como una
32
Ibid, p.106
33
Ibid. p.110
15
regla última, por lo que las cuestiones de existencia, pertenencia al sistema y
validez de las normas producidas se plantearían en un plano diferente al del
que opera la regla de cambio. Pero para que esta regla de reconocimiento
funcione, debe informar sobre los parámetros que regulan la forma de
creación de normas válidas. Debe aludir a reglas de cambio, aunque tenga un
carácter último. La regla de reconocimiento sería así la aplicación primordial de
una norma de cambio superior o fundamental. Una distinción meramente
topográfica, sin que se aclare la diferencia funcional.

Otra vía para distinguirlas consiste en diferenciarlas por el destinatario:


las reglas de cambio estarían orientadas al legislador, las de reconocimiento al
Juez. Esto parece claro e inobjetable, salvo por el hecho de que termina
eliminando la diferencia que pretende fundamentar. Se trataría igualmente de
una misma regla que es empleada por operadores jurídicos diferentes,
realizando operaciones de cambio o de reconocimiento.

Entender a las reglas de reconocimiento como costumbre, frente al


carácter escrito de las reglas de cambio, podría permitir introducir una
distinción en la manera como ejercen presión normativa sobre el destinatario.
El problema es que la presión prescriptiva de la regla de reconocimiento resulta
difícil de percibir. Según Ruiz Manero, en la regla de reconocimiento se mezcla
un criterio conceptual y un elemento normativo. Se trataría por una parte de un
criterio común y publico de decisiones judiciales correctas34, pero al mismo
tiempo sería una regla consuetudinaria que impone a los jueces y tribunales el
deber de usar, para fundamentar sus decisiones, las reglas identificadas a
partir de los criterios de validez jurídica que la propia regla de reconocimiento
establece35. Sin embargo, como advierte Robles, una regla que establece
cuáles son los movimientos correctos en un juego es de naturaleza diferente a
otra que regula normativamente el comportamiento de los jugadores 36. Según
se mencionó antes, esta distinción también fue establecida por Hart: la
inobservancia de un criterio para una decisión judicial válida (o un movimiento
correcto del juego), es el no reconocimiento de la actuación como

34
Idid p. 119
35
Ibid p. 120
36
ROBLES, Gregorio, Teoría del Derecho. Navarra, 2010, Editorial Thomson Civitas, p.236
16
perteneciente al ámbito normativo correspondiente, es decir, su inexistencia o
nulidad. En cambio, el incumplimiento de una prescripción conlleva,
habitualmente, la imposición de una sanción. El acto correctamente elaborado,
y el acto debido, parecen tener distinta naturaleza, sin que termine siendo
relevante para explicar la diferencia entre reglas de cambio y reconocimiento, el
que se formulen en forma escrita o consuetudinaria.

La comprensión de la costumbre judicial que contiene la regla de


reconocimiento, parece sugerir que se debe traducir el deber de usar no como
una prescripción deóntica, sino como un tener que, un empleo técnico
conforme al criterio que Ruiz Manero adopta de Robles. Se trataría de un
imperativo hipotético37. Para comprender mejor esto, es necesario entrar en el
estudio de la tipología de enunciados normativos de von Wright, lo que se hará
más adelante. Cabe ahora apuntar que en un trabajo posterior, redactado en
conjunto con Atienza, Ruiz Manero distingue entre el imperativo hipotético
problemático, derivado de una norma de competencia de ejercicio facultativo; y
el imperativo hipotético asertórico, derivado de una norma de competencia de
ejercicio obligatorio. Dejando de lado el aspecto prescriptivo (facultativo u
obligatorio), la distinción que interesa resaltar ahora es el carácter “técnico”,
que permite reconocer los actos válidos provenientes del ejercicio correcto de
la competencia. Estos enunciados de reconocimiento, elaborados por el
operador jurídico, son diferentes de los que otorgan la competencia, que
Atienza y Ruiz Manero denominan anankástico-constitutivos 38. Así, la distinción
entre las reglas de cambio y la regla de reconocimiento en Hart, puede ser
parcialmente explicada. Las primeras resultan reglas conceptuales o
configurativas. La segunda es el conjunto de imperativos hipotéticos o técnicos
construidos sobre las reglas configurativas o conceptuales 39.
37
RUIZ MANERO, Ob Cit, p.111
38
ATIENZA y RUIZ MANERO, Ob Cit, p.110.
39
ATIENZA y RUIZ MANERO consideran que no se debe hablar de reglas conceptuales, tal
como propone Bulygin, porque entre éstas también se encuentran los postulados de
significación que aclaran el contenido de expresiones, además de las que establecen una
forma de proceder. Prefieren considerarlas proposiciones anankástico-constitutivas, que no
sólo aclaran el sentido de expresiones, sino que establecen un modo de proceder. No sólo
permiten comprender, sino hacer (Ob Cit p.62 y p.64) A su vez, el criterio de ATIENZA y RUIZ
MANERO se vincula con el de ROBLES, quien establece que los enunciados técnicos
“constituyen” un procedimiento. Además, para ATIENZA Y RUIZ MANERO están, junto a las
definiciones que aclaran el sentido, y las reglas anankástico-constitutivas que establecen una
forma de obtener algo, las reglas puramente constitutivas: cuando un estado de cosas se
17
Tal como también parece admitir von Wright al comienzo de Norma y
Acción, al hablar de los enunciados determinativos 40, Atienza y Ruiz Manero
consideran que de los enunciados anankásticos no se derivan sólo enunciados
técnicos, sino también auténticas prescripciones. Sin embargo, esta lectura
tropieza con una dificultad evidente, ya señalada: es difícil comprender la
presión normativa de una prescripción, sin la presencia de una sanción. Y
además, no se entiende cómo se relaciona la prescripción con el carácter
técnico. Atienza y Ruiz Manero consideran que una ley inconstitucional es una
ley que, en tanto existe, responde al ejercicio de competencias. Sería anulable
por violarse una prohibición referida al ejercicio de las competencias
legislativas41. Eso permitiría diferenciar entre el aspecto técnico del prescriptivo.
Sin embargo, la opinión más extendida es considerar a la ley anulada (al
menos la que contenga vicios absolutos), inexistente desde su creación, salvo
que la protección de los intereses de terceros sugiera cosa distinta. Y
entender a la operación de anulación como exclusivamente técnica, sin
implicaciones prescriptivas o sancionatorias, salvo disposición añadida.

Hay otra alternativa para vincular el contenido conceptual con la presión


normativa, que consiste en una concepción distinta de la presión normativa
proveniente de la costumbre, diferente a la amenaza sancionatoria y al
condicionamiento técnico. No entender la presión de la costumbre en forma
prudencial (como si proviniese de prescripciones no escritas), sino como
proveniente de la existencia de una identidad y de un sentimiento de
pertenencia a esa identidad, lo que será considerado al tratar la tipología de
Von Wright.

presenta como condición de un cambio normativo o institucional, como en la sucesión. Una


razón adicional para distinguirlas de las definiciones, en las que palabras se vinculan con
palabras, es que éstas no son guías para la acción. Por su parte, las reglas puramente
constitutivas, al relacionar estados de cosas con cambios normativos, pueden también ser una
razón para actuar, si el sujeto está en capacidad de producir voluntariamente el estado de
cosas. (Ob Cit p.68) En total, ATIENZA y RUIZ MANERO distinguen cuatro tipos de reglas: los
mandatos, las reglas que confieren poder, las reglas puramente constitutivas y las definiciones
(Ob Cit p.69). Aquí se consideran como sinónimos a las reglas constitutivas y a las reglas
conceptuales que no se orientan a aclarar el sentido de los términos.
40
Aunque también en dicha obra, von Wright vincula a los enunciados anankásticos con las
directrices técnicas aplicadas al mundo natural. En La diversidad de lo bueno, considera que
las directrices técnicas son aplicables al mundo jurídico
41
ATIENZA y RUIZ MANERO, Ob Cit, p.61
18
Volviendo a Hart, la deficiencia consistiría en pasar por alto un tercer
nivel de reglas. Si las reglas de reconocimiento son, adaptando la visión de
von Wright que puede considerarse definitiva, a través de Robles y Ruiz
Manero, un grupo de directrices técnicas elaboradas sobre enunciados
anankásticos que constituyen las reglas de competencia o de cambio; y si
estos enunciados anankásticos de competencia o de cambio son reglas de
segundo grado; las reglas de reconocimiento que se constituyen sobre las de
segundo grado son de tercer grado. Esta lectura elimina o al menos reduce el
riesgo de confusión entre reglas de reconocimiento y cambio, al ubicarlas en
distintos niveles. Mientras las reglas de cambio son enunciados jurídicos
presentes en los cuerpos constitucionales y legales, las reglas de
reconocimiento serían enunciados elaborados por el operador jurídico al aplicar
técnicamente los enunciados de segundo grado, con independencia de que
formen parte de la sentencia o constituyan los razonamientos no expuestos por
escrito, que llevan a la elaboración de la sentencia.

En relación a la otra dificultad, la de la circularidad que se da entre las


reglas de adjudicación y la regla de reconocimiento, MacCormick considera que
se puede vencer entendiendo que la regla de reconocimiento establece
consuetudinariamente quienes tienen el deber de juzgar, por lo que procede en
forma distinta a las reglas de adjudicación que forman parte del sistema
jurídico escrito y que establecen cómo se ejerce dicho poder 42. Sin embargo, la
definición consuetudinaria de Juez debería incluir el poder para que sus
decisiones sean obedecidas, y esto pertenece al campo de la adjudicación, lo
que termina eliminando la distinción formulada. Ante el fracaso de la alternativa
normativa, Nino intenta caracterizar en términos fácticos el reconocimiento del
Juez, pero termina en una posición similar al soberano de Austin: Juez es
aquel que obtiene obediencia habitual a las decisiones que dicta 43. Ruiz
Manero, por su parte, intenta fundamentar la definición de Juez en una regla
social, aunque es difícil entender en qué se diferencia esta propuesta de las
anteriores, y cómo supera los problemas que enfrentan.
42
RUIZ MANERO, Ob Cit p.125 necesitamos explorar mas la idea de un `deber judicial'
establecido en la regla de reconocimiento [ . . .). Ello nos mostrara que el concepto de deber
judicial no depende en realidad de la pre existencia de una `regla de adjudicación' que confiera
poderes
43
Ibid, p.130
19
Propongo aplicar aquí también la solución vista para superar la
confusión entre las reglas de cambio y reconocimiento. La distinción entre la
regla constitutiva y el momento evaluativo que emplea el imperativo hipotético
del que trata la regla de reconocimiento, orientada a la evaluación del acto
normativo, también está presente en la relación entre las reglas de adjudicación
y la regla de reconocimiento que evalúa la validez de la decisión judicial. La
regla de reconocimiento es aquí también de tercer grado. Se ocupa de la
correcta aplicación a los actos juridiciales de las reglas secundarias de
adjudicación. Las reglas de adjudicación, a su vez, incluyen tanto los
procedimientos, como las competencias44.

Pero el término “regla de reconocimiento” tiene otro uso. No sólo alude a


los criterios para la evaluación de la aplicación de las reglas de cambio y
adjudicación, interpretados como imperativos hipotéticos o técnicos de
corrección o validez. También se refiere al resultado de la aplicación de tales
imperativos, que puede considerarse como el conjunto de reglas primarias que
constituyen el derecho válido y vigente, reflejado en los criterios de decisión
que forman parte del contenido normativo del conjunto de las sentencias
judiciales45.

La regla de adjudicación que implica el poder del juez para juzgar,


orientada a la validez de la decisión judicial, produce una regla de
reconocimiento de tercer grado. Orientada a la evaluación de la conducta
enjuiciada, en cambio, produce una regla de reconocimiento de las
prescripciones válidas, que es de primer grado.

Las reglas secundarias, que compartían inicialmente el mismo nivel,


quedan así ubicadas en tres niveles distintos:
44
Esta solución, evidentemente, no aclara el problema de la fundamentación de la regla de
adjudicación, que es el problema que ocupa a Nino, MacCormick y Ruiz Manero. Sólo permite
distinguirlas conceptualmente, una vez que se dan por aceptadas. Sólo sirve para distinguir los
posibles grupos de enunciados jurídicos.
45
Sucar objetaría que esto sería confundir existencia con eficacia derivada del comportamiento
de las autoridades judiciales, distinción que permite superar el problema de la circularidad. Sólo
es posible hablar de jueces una vez determinada la existencia de un orden jurídico. Ver
SUCAR, Germán. Concepciones del derecho y de la verdad jurídica. Buenos Aires, 2006,
Universidad de Buenos Aires, Tesis Doctoral, pp. 656-58 (Existe edición impresa de la Editorial
Marcial Pons, Madrid, 2008)

20
1.- Reglas de cambio y adjudicación de segundo grado, que son
enunciados de competencia y procedimiento entendidos conceptual o
configurativamente.

2.- Reglas de reconocimiento aplicadas a la evaluación de un acto


normativo (ley) o decisión judicial (sentencia), para establecer su validez, que
son un imperativo técnico que construye el operador jurídico al aplicar los
enunciados de competencia y procedimiento, al objeto normativo o decisión
bajo examen. Desde esta perspectiva, siguiendo la nomenclatura hartiana,
propongo considerarlas una regla de tercer grado, construidas sobre reglas de
segundo grado.

3.- Reglas de reconocimiento como reglas primarias resultantes de la


aplicación de la competencia compartida contenida en las reglas de cambio y
adjudicación, que producen el conjunto de enunciados prescriptivos generales,
formulados por la autoridad legislativa y revisados por su aplicación judicial a
un caso concreto.

La relación entre las reglas conceptuales de cambio y adjudicación, y la


regla de reconocimiento como imperativo técnico de tercer grado es, hablando
figurativamente, hacia “arriba”, evaluativa, e interesada por el acto o decisión
normativa. La relación entre la regla de reconocimiento de primer grado,
resultado de la aplicación de la competencia compartida de las reglas de
cambio y adjudicación, es, hablando figurativamente, hacia “abajo”, orientada
a la conducta regulada en la norma y evaluada en la decisión judicial.

Probablemente, la interpretación propuesta se oponga a la intención de


Hart de colocar en un nivel fundamental a la regla de reconocimiento, por lo
que no contribuye a superar totalmente las dificultades de confusión y
circularidad entre las normas secundarias, tal como se encuentran en pasajes
no considerados de la obra del autor inglés, sino sólo a encubrirlas o
desplazarlas. Por ello, puede considerarse que los siguientes tipos de
enunciados jurídicos no se derivan de los planteamientos de Hart, sino que
son creados a partir de ellos. Así, hay:

21
I.- Reglas primarias, similares a las prescripciones de Bentham, por lo
que se agrupan bajo el mismo tipo. No hay nada que agregar aquí al respecto.

IV.A.- Enunciados de competencia, entendidos como reglas


conceptuales o configurativas, orientadas a producir un acto válido. Este sub-
grupo ya había sido enunciado. Son las reglas de cambio y adjudicación
consideradas en forma independiente, para posibilitar la producción de actos
normativos y decisiones judiciales. Funcionan conjuntamente con un grupo,
que había sido formulado en forma poco diferenciada:

VI.- Imperativos hipotéticos técnicos que son las reglas de


reconocimiento de tercer grado, que formula el operador jurídico al aplicar las
reglas conceptuales de competencia, para evaluar la validez de los actos
normativos o las sentencias. Son los que anteriormente conformaban el grupo
III-A, que conviene ubicar ahora en un tipo separado.

IV.C.-Enunciados no normativos de competencia que influyen sobre la


competencia normativa de una autoridad distinta, modificando, ratificando o
completando el contenido de los actos normativos. Son las reglas de
adjudicación que revisan o completan las reglas de cambio y aclaran, con su
aplicación, las reglas de reconocimiento de primer grado. El ejercicio conjunto
de una competencia, conduce a prescripciones revisadas, completadas y
aplicadas. Por tanto, este grupo implica otros dos tipos de enunciados
pertenecientes al grupo de las prescripciones:

I.B- Obligaciones y prohibiciones revisadas, que orientan la conducta del


destinatario mediante la amenaza de una sanción. Son enunciados jurídicos
legislativos alterados tras su aplicación a un caso particular por la autoridad
judicial, lo que eventualmente implica modificar o completar su contenido.
Son las reglas de reconocimiento primer grado.

II bis.- Permisiones revisadas, que representan excepciones a las


obligaciones y prohibiciones como enunciados jurídicos legislativos tras su
aplicación a un caso particular por la autoridad judicial, lo que eventualmente
implica la modificar o completar su contenido. Son también reglas de
reconocimiento de primer grado.
22
V.- El funcionamiento de los enunciados normativos en von Wright.

En el primer capítulo de Norma y acción, von Wright desarrolla la más


conocida tipología de enunciados normativos. Hay tres tipos de normas
principales: las prescripciones, las reglas determinativas y las directrices; y tres
secundarios: las costumbres, los preceptos morales y los tipos ideales 46.

Sobre las prescripciones no es necesario ahondar. Conforme se


expresó, von Wright sostiene una noción semejante a la clásica, equivalente a
mandatos respaldados por amenazas, en el contexto de una relación normativa
concreta de subordinación a una autoridad.

En relación a las reglas determinativas, von Wright destaca tres usos del
término ley: aplicado a la naturaleza, al Estado y a la lógica. Las leyes de la
naturaleza describen regularidades que existen en el mundo, son por tanto
verdaderas o falsas según capten adecuadamente o no dicha regularidad. Las
leyes del Estado no tienen valor veritativo, no describen, sino que prescriben.
Su finalidad es influir en la conducta de los destinatarios. En relación con las
leyes de la lógica, no está claro si describen, prescriben, hacen otra cosa, o
hacen más de una cosa, o qué es lo que hacen.

En un sentido, las leyes de la lógica y la matemática no son descriptivas


de la forma de pensar, de manera análoga a como las leyes de la naturaleza
captan las regularidades de la experiencia, porque contienen una verdad a
priori, necesaria. Por otra parte, si son prescriptivas, lo son en una forma
distinta, meramente evaluativa y no correctiva. Las leyes de la lógica no
pretenden hacer que la gente piense correctamente como puede decirse de las
leyes del Estado que pretenden hacer a la gente proceder de una manera
determinada. Las leyes de la lógica suministran un patrón por el que juzgan si
la gente piensa correctamente o no47.

46
Sin embargo, hay dudas en relación a los tipos ideales que no se relacionan con un hacer,
sino con un ser
47
VON WRIGHT, Ob Cit, p. 24
23
Para desempeñar la llamada función prescriptivo-evaluativa, las leyes de
la lógica deben previamente describir cómo están constituidas las entidades
lógicas, a fin de que puedan determinar como correcto el pensamiento que
procede de conformidad con ellas. Esta posibilidad de descripción implica la
existencia, como objeto ideal, de lo descrito, lo que lleva al platonismo, posición
muy cuestionada. Sin embargo, asumir el punto de vista opuesto, considerar a
las leyes lógicas y matemáticas convenciones libremente modificables por
acuerdo, tampoco resulta muy plausible, porque no parecen establecerse en
forma arbitraria.

El carácter prescriptivo-evaluativo se asienta en el carácter descriptivo.


Pero por las dificultades en establecer en qué consiste dicho carácter
descriptivo, del que depende el uso prescriptivo-evaluativo, von Wright ensaya
una nueva caracterización: las leyes de la lógica (matemática) ni describen ni
prescriben, sino que determinan algo48.

Von Wright señala para las reglas de los juegos, algo aplicable a las de
la lógica, donde se combina la dimensión determinativa y un efecto similar al
prescriptivo. Se podría decir que, desde el punto de vista del juego mismo [y de
la lógica], las reglas determinan cuáles son los movimientos [y razonamientos]
correctos y, desde el punto de vista de la actividad de jugar [o razonar], las
reglas determinan cuáles son los movimientos [y razonamientos] permitidos.
Se entiende que los movimientos [y razonamientos] incorrectos les están
prohibidos a los jugadores del mismo juego [y a los pensadores que emplean la
lógica], y que un movimiento [o razonamiento] que es el único movimiento [o
razonamiento] correcto en una situación específica del juego [o pensamiento]
es obligatorio49

La presión que ejerce sobre la voluntad este tipo de enunciados no es la


sanción prescriptiva, ni el simple desconocimiento técnico del acto inválido. El
jugador que no respeta las reglas constitutivas de un juego, deja de jugarlo y de
ser jugador. Se asienta en un sentimiento de pertenencia con una actividad,
institución o comunidad.

48
VON WRIGHT, Ob Cit, p.25
49
VON WRIGHT, Ob Cit, p.26
24
El otro tipo de norma principal, junto con las reglas que determinan un
objeto, y las prescripciones que regulan la conducta bajo amenaza de sanción,
son las directrices o normas técnicas que señalan los medios para lograr un fin
deseado. Las directrices se fundamentan en una proposición anankástica que
describe una regularidad de la naturaleza, vinculando dos fenómenos: un
antecedente, que lleva a la aparición de un consecuente. La proposición
anankástica es una ley de la naturaleza. Y la directriz es un enunciado
construido a partir de la proposición anankástica, intentando su manipulación.
El esquema del modelo es que si se desea el consecuente, debe producirse el
antecedente. Aplicado a los enunciados jurídicos, es el fundamento teórico de
la regla técnica que, a partir de Robles, toma Ruiz Manero para explicar el
enunciado de reconocimiento de Hart.

En La diversidad de lo bueno, von Wright explica las diferencias entre las


prescripciones y las directrices, por sobre la similitud de su formulación. “Si
llueve, cierra la ventana” es distinto a “Si quieres q tienes que hacer p”. El “si”
de la directriz o regla técnica no es condicional, no significa “en el caso que”,
sino “dado que”. El esquema de razonamiento “técnico” es el siguiente: 1.-
quieres q; 2.- a menos que hagas p, no conseguirás q; 3.- tienes que hacer p.
Por eso, en esta obra, von Wright denomina a las directrices como
necesidades prácticas. La primera premisa es un enunciado que expresa un
deseo. La segunda premisa es un enunciado que expresa una necesidad
natural (…) ¿es la conclusión un mandato? Podría llamarse un cuasi-mandato
que la persona que formula el argumento se dirige a sí misma. Sin embargo
prefiero llamarlo un enunciado de necesidad práctica 50

Von Wright compara los silogismos prácticos normativo y técnico. Hay


dos tipos de silogismo práctico normativo, que son los que emplea dentro del
mundo jurídico la autoridad adjudicativa, aplicando prescripciones. Es un modo
de razonamiento en el que tanto las premisas, como la conclusión, son
prescripciones. Una inferencia que explicita prescripciones deducidas: 1.- está
permitido hacer p; 2.- uno no debe omitir q si quiere p; y 3.- está permitido
hacer q. Además, hay otro razonamiento normativo que no las produce, sino

50
Von WRIGHT, La diversidad de lo bueno. p.185
25
las aplica. En este segundo caso, por silogismo práctico se puede también
entender un esquema en el cual de una premisa normativa y una premisa
fáctica se sigue una conclusión normativa. Por ejemplo: Todos los ladrones
deben ser colgados. Este hombre es un ladrón. Este hombre debe ser
colgado51.

El silogismo práctico de carácter técnico, en cambio, ilustra cómo los


deseos y las necesidades naturales generan necesidades prácticas para la
acción. La conclusión de un silogismo práctico técnico son normas
autónomas, que son necesidades de la voluntad de actuar bajo la influencia
conjunta de los fines deseados y las creencias acerca de las necesidades
naturales52.

Si se acepta la traducción del razonamiento técnico al mundo jurídico,


hecha al examinar la tipología de Hart, es posible postular que el silogismo
práctico técnico es el tipo de razonamiento que se emplea cuando se usa regla
de reconocimiento de tercer grado, para evaluar la corrección de los actos
normativos de cambio y las decisiones adjudicativas. Y el silogismo práctico
normativo es al menos uno de los razonamientos que se usa para formular la
regla de reconocimiento de primer grado, que reconoce o modifica la
prescripción legislativa aplicada al caso.

Además de los tipos normativos principales, mandatos, directrices y


reglas determinativas, en Norma y acción se consideran otros tres tipos
secundarios, que se configuran mediante la combinación de elementos
contenidos en los principales.

La costumbre es el primero de ellos. Es una regularidad de conducta que


se diferencia de las que reflejan las leyes de la naturaleza, en que ejerce
presión normativa, influyendo sobre la conducta que describe y determina,
mediante la amenaza punitiva. Una descripción respaldada por la fuerza, para
que no se altere el objeto descrito. En la presión normativa, las costumbres se
parecen a las prescripciones. Sin embargo, von Wright aclara que los que no
siguen las costumbres, raramente son sancionados en forma semejante a
51
Ibid, p.186
52
Ibid, p.194
26
como sucede con el incumplimiento de una prescripción. Además, la costumbre
se diferencia de las prescripciones en que no hay una autoridad que las dicte,
que sostenga una relación normativa de superioridad con el destinatario; y
también en que no son promulgadas por escrito. Por otra parte, las costumbres
se parecen a las reglas en su carácter determinativo. Definen las formas de
vida que son características de una comunidad. Así, la consecuencia de no
seguir una costumbre configurativa, es quedar fuera de la comunidad. Es de
esta forma, impidiendo la integración, que la costumbre ejerce presión
normativa sobre el sujeto.

Schauer menciona la distinción entre reglas regulativas que se ocupan


de conductas previamente existentes, que no se constituyen por esa regla y
que por tanto son independientes; y reglas constitutivas, que se ocupan de
conductas creadas por la regla, que por lo tanto dependen lógicamente de
ella53. Esto tiene como consecuencia que una prescripción que limita la
velocidad en una autopista pueda ser desobedecida, por lo que es necesaria
la sanción. En cambio, es imposible violar la regla de un juego. O se cumple, o
no se hace un movimiento válido que cuente para el juego. Por lo tanto, no hay
necesidad de sanción para regular esta otra conducta 54. Von Wright da
precisamente, como ejemplo de regla determinativa, la que regula los juegos,
de la que se deriva una prescripción técnica. Resulta imposible hacer un
enroque sin llevar a cabo, en las circunstancias adecuadas, los movimientos de
las piezas del juego que constituyen un enroque, por lo que éstos tienen que
hacerse para lograr enrocar.

Una posible diferencia consistiría entonces en que las costumbres, a


pesar de ser determinativas, pueden ser violadas. Para entender esto,
conviene revisar el segundo tipo de norma secundaria, la norma moral, que
tiene diversas manifestaciones.

53
SUCAR, Germán, Ob Cit p. 494
54
Sin embargo SUCAR considera que no se entiende cómo regulan la conducta humana, sin
sanción. Las únicas posibilidades para interpretarlas, según SUCAR, son verlas como
permisiones, mandatos o normas que confieren potestades. (p.497) Esto a pesar de que trata
pormenorizadamente de la tipología de von Wright que permite otra lectura, a través del fracaso
por la nulidad.
27
La norma moral se relaciona con distintas normas principales. Puede
ser un caso semejante a la regla determinativa, como sucede con la obligación
de cumplir las promesas, en el sentido de que es algo inherente a la institución
de hacer las promesas. Esta primera acepción tal vez arroje luz sobre la
naturaleza de las costumbres. La promesa parecería un buen ejemplo de una
regla determinativa que, sin embargo, puede ser violada.

Searle explica en qué consiste el hecho institucional de prometer. Un


acto ilocucionario es la interpretación de un acto de habla desde el punto de
vista de la intención del hablante. Es posible distinguir entre una familia de
actos ilocucionarios en los que se incluyen las evaluaciones, y otra familia de
actos ilocucionarios en los que se encuentran las descripciones, por una parte;
y las emisiones que contienen asuntos meramente opinables, subjetivos, no
sujetos a verificación, frente a las que contienen afirmaciones objetivamente
verificables, por la otra. Se ha supuesto que la primera distinción es (debe ser)
un caso especial de la segunda; que si algo tiene la fuerza ilocucionaria de una
evaluación, no puede ser entrañada por premisas fácticas 55.

Searle considera que esto no es siempre cierto. En el caso de una


promesa se mezclan las dos dimensiones, vinculándose hechos “brutos” con
“institucionales”. Si bien prometer no tiene como significado un hecho del
mundo en “bruto” que sea verificable, sino que sólo tiene sentido
interpretándolo institucionalmente como compromiso del hablante con la
consecuencia lógica de asumir una obligación, sin embargo, la acción de
prometer también implica un hecho fáctico que puede ser objeto de un
enunciado descriptivo.

Desde el punto de vista del observador, en el enunciado “Juan promete


hacer X” se mezcla la dimensión descriptiva, cuyo significado refiere a la
emisión de las palabras “te prometo” por parte de Juan, con la evaluativa, cuyo
significado refiere a la asunción de una obligación por parte del promitente. Sin
embargo, el sentido que pretende soportar el aspecto descriptivo del acto,
percibido por un observador, no es autónomo respecto al significado que tiene

55
SEARLE, John R., Actos de habla. Ensayo de filosofía del lenguaje. Madrid, 1986, Editorial
Cátedra, p. 190
28
como acto ilocucionario de prometer. No existe ningún significado literal de
`prometer` en el cual todo lo que signifique sea emitir ciertas palabras 56 .

Prometer es un hecho institucional y no un hecho bruto, porque para su


interpretación se requiere que el oyente sepa que implica asumir una obligación
por parte de quien promete, significación que es aportada por la regla
constitutiva del acto ilocucionario de hacer una promesa. Esto permitiría que un
elemento deóntico se vincule con una descripción fáctica. Interpretar que el
significado de prometer implica asumir una obligación, es similar a entender
que el significado de triángulo es el de una figura que contiene tres lados 57.

Así, según Searle, en una tesis que ha sido cuestionada por von Wright
y Mendonca, entre otros, se vinculan hechos y valores en un mismo fenómeno,
lo que permite una lectura descriptiva y una comprensión evaluativa, vinculadas
dentro de un mismo silogismo práctico que bien puede denominarse
“institucional”. Su estructura es: 1.- Juan ha expresado “prometo x” en las
circunstancias adecuadas; 2.- Juan ha emitido una promesa; 3.- Juan se ha
comprometido a x.

Más allá del paso correcto o indebido entre el ser y el deber ser, lo que
interesa es que sin el cumplimiento del procedimiento institucional para
formular una promesa, la promesa no se realiza. Es en este sentido que la
regla determinativa de la promesa resulta inviolable. Pero el contenido de la
promesa es una conducta futura que resulta independiente de ella, por lo que
puede ser incumplida. Es necesario que esto sea así, ya que no tiene sentido
prometer algo que necesariamente va a suceder. Ese es, precisamente, uno de
los requisitos institucionales que debe satisfacer la formulación de una promesa
válida.

Aplicando lo dicho a la comprensión de la costumbre, hay una


importante diferencia entre el hecho institucional de prometer (que en esta
exposición se vincula con un tipo de norma moral) y la costumbre, que
imposibilita que una se tome como un ejemplo que explica a la otra. En el caso
de la costumbre, la conducta regulada no es independiente, sino que resulta
56
SEARLE, Ob Cit, p.196
57
Ibid, p.197
29
precisamente constitutiva de la costumbre, la determina. La conducta
regulada, constitutiva de la costumbre, sería el equivalente al hecho
institucional, que en este caso sí puede ser incumplido, en tanto los sujetos no
la sigan, al punto de extinguirla. Mientras el incumplimiento generalizado de las
promesas no afecta en principio al hecho institucional de prometer 58, el
incumplimiento de la costumbre afecta en cambio a la determinación de la
conducta constitutiva de la costumbre.

Este problema fue planteado por Raz, al tratar de la regla de


reconocimiento de Hart, que ha sido considerada una costumbre 59.
Adaptándolo a la presente discusión, se puede decir que mientras resulta
indiferente para las reglas del juego de ajedrez cualquier movimiento no
establecido, porque no lo reconocen como perteneciente al juego, la costumbre
entendida como regla determinativa con efectos prescriptivos, no sólo no
permanece indiferente a las conductas que no la respetan, sino que
precisamente se interesa en ellas de un modo esencial, estableciendo una
sanción persuasiva, aunque informal, ya que de no hacerlo corre el riesgo de
resultar modificada por una práctica distinta. Parece por tanto
constitutivamente necesario a la costumbre, ejercer una presión normativa
similar a la prescriptiva, sobre la conducta contraria a la determinada por ella.
Es por este aspecto prescriptivo, que la regla de reconocimiento se entiende
no tanto como una norma conceptual, sino como algo análogo (aunque
distinto) a la prescripción, por ejercer una presión normativa que no es
formalmente sancionatoria. El sentimiento de pertenencia a una comunidad,
determinada por sus costumbres, y el deseo de ser reconocido como un
miembro prominente en ella. Sin este elemento, no se explicaría la obligación
que guía a los jueces en sus decisiones, a partir del cual se percibe cierta
regularidad jurisprudencial, sin que se encuentren sometidos, al menos en la
última instancia, a un poder sancionador60.

58
Aunque pueden existir dudas, ya que se puede pensar que un incumplimiento generalizado
también afectaría a la institución de la promesa, que se extinguiría. Sin embargo, la
consecuencia sería distinta respecto a la costumbre, en la que una conducta es desplazada por
otra conducta.
59
ATIENZA y MANERO, Ob Cit. P. 157
60
Esto en el caso en que exista una comunidad judicial prestigiosa que haga relevante
integrarla e importante el respeto y reconocimiento de sus miembros, lo que tal vez no siempre
suceda
30
Los tipos ideales, el último tipo de norma secundaria a considerar, tienen
un rasgo especial que los diferencia del resto: no se relacionan inmediatamente
con la acción, sino con cosas que deben, o pueden, o no tienen que ser. Se
refieren a un ser, no a un hacer. Y están estrechamente conectadas con el
concepto de bondad. Hay otras diferencias igualmente notables. La bondad
del tipo ideal admite grados y resulta inacabada, en tanto no es un estado de
cosas que una vez alcanzado permanezca, ni que se agote con su consecución
o logro.

El ser del tipo ideal se relaciona con el hacer desde dos puntos de vista.
De manera genética y externa, es un hacer conducente a un ser. Desde esta
perspectiva, los tipos ideales se asemejan a los objetivos de las reglas
técnicas, en que esforzarse por el ideal se parece a la persecución de un fin.
Pero a diferencia de las reglas técnicas asentadas sobre proposiciones
anankásticas que describen regularidades del mundo natural, las cualidades
que conforman el tipo ideal no están causalmente relacionadas con la acción.
La conexión es lógica, a partir de un concepto que determina tales cualidades.
Son por tanto una mezcla entre directrices y reglas determinativas. Pero por
otra parte, sus rasgos esenciales no pueden modificarse por falta de
observancia, a diferencia de lo que sucede con la costumbre. No necesitan,
por lo tanto, de la presión prescriptiva que protege una determinación social de
las conductas contrarias. Si bien no puede modificarse, sin embargo, su
posesión puede perderse. El tipo ideal motiva la conducta en tanto es un
estado de cosas deseado y no permanente, que implica una constante
actividad para su consecución y mantenimiento.

También es posible considerar la relación entre el ser y el hacer desde el


punto de vista interno y funcional. Un ser del que se deriva un hacer. Desde lo
interno y funcional, los tipos ideales se parecen a los juicios de valor, tal como
los entiende Ross, en que no presentan una forma definida de conducta, sino
una actitud a favor o en contra de cierto fin, por lo que se relacionan con
conductas normativamente abiertas 61. El tipo ideal interno y funcional es un

61
ROSS, Alf, Ob Cit., p.49
31
estado de cosas inacabado, del que se desprenden posibilidades de actuación
facultativas.

La tipología de enunciados jurídicos que se puede elaborar a partir de


von Wright, con el añadido de interpretaciones posteriores, es compleja. Una
forma de presentarla, es ordenarla por grados.

En un primer nivel están los enunciados normativos que no requieren


conectarse con enunciados no normativos, aunque admiten vínculos entre
enunciados sancionatorios y no sancionatorios. En esta dimensión funcionan
las prescripciones, incluyendo a las permisiones dependientes (se vinculan con
otras prescripciones) e independientes. Es en esta zona primaria donde se
apoya la imagen del derecho como un conjunto de mandatos respaldados por
amenazas, o incentivados por recompensas. Los sistemas normativos se
interesan por regular prescriptivamente la conducta.

Si bien es un modelo incompleto, resulta parcialmente funcional en tanto


los elementos técnicos e institucionales pueden considerarse implícitos y no
resultan siempre relevantes en la práctica. Hay fenómenos indudablemente
jurídicos que continúan respondiendo al modelo del mandato respaldado por
amenazas, o el prestigio de la autoridad, análogamente.

Esta dimensión no aporta nuevos elementos a la tipología de enunciados


jurídicos.

Hay un segundo nivel que combina enunciados de naturaleza distinta. A


diferencia de las prescripciones, los enunciados anankásticos y determinativos
no tienen incidencia directa sobre la conducta, sino a través de su relación con
otros enunciados. Las directrices suponen las proposiciones anankásticas de
las que se derivan como necesidades prácticas para la consecución de un fin.
Las reglas determinativas establecen posibilidades válidas de acción, y a su
vez ejercen una presión similar a la prescriptiva en un sujeto que desea obtener
un resultado válido. La combinación de tales elementos (conceptual-técnico y
prescriptivo), produce la propuesta de Atienza y Ruiz Manero, antes
comentada, que desarrolla el contenido de un grupo ya antes esbozado:

32
IV.B.- Enunciados prescriptivos que se añaden a los enunciados
jurídicos de competencia. Constituyen la aplicación o desarrollo de los
enunciados III-B y IV-B funcionan mediante reglas orientadas a mantener el
núcleo determinativo, que asumen la forma de:

a.- imperativos hipotéticos problemáticos que son prescripciones


permisivas que regulan el uso de la competencia en forma no obligatoria.

b.- imperativos hipotéticos asertóricos, que son similares a


prescripciones obligatorias que regulan el uso de la competencia.

Este segundo sistema, técnico, se interesa primordialmente por el acto


válido, aunque también, indirectamente, por la conducta prescriptiva vinculada
a tales actos.

Además, hay un tercer nivel en von Wright. Los tipos secundarios


combinan los atributos de dos tipos puros, por lo que las constelaciones de
enunciados aparecen ahora concentradas en unidades de complejidad
superior. La costumbre, que combina en su seno algo equivalente a la
prescripción y la determinación. La norma moral, que contiene rasgos
prescriptivos y directivos. Y el tipo ideal, que presenta elementos
determinativos inalterables, pero no permanentes, y se relaciona con las
directrices técnicas.

La costumbre es la explicación mejor aceptada de la naturaleza de la


regla de reconocimiento, que aquí se ha denominado enunciado jurídico de
tercer grado. Las normas morales incorporadas al contenido positivo del
derecho, pueden considerarse prescripciones reforzadas mediante sanciones.

Los tipos ideales suponen una configuración de enunciados jurídicos,


que constituye un nuevo grupo:

VII.A.- Enunciados técnicos que conducen a un estado de cosas


inalterable en su contenido, pero no permanente, por lo que requieren de una
constante actividad. Ejercen presión similar a la técnica, mediante el éxito o el
fracaso, en tanto el estado de cosas a conseguir con la actividad normativa se
presenta como algo deseado.
33
VII.B.- Enunciados facultativos que se desprenden de la posesión de un
estado de cosas inalterable en su contenido, pero no permanente. Las
facultades son distintas a las permisiones, en el sentido de que determinan la
conducta o la omisión conjuntamente.

Ambos suponen un enunciado configurativo, que establece un estado de


cosas o condición, (VIII), que es el que se expresa mediante los tipos ideales.
La relación entre el enunciado configurativo que establece un tipo ideal, por
una parte, y los enunciados técnicos orientados a producirlo, así como los
enunciados facultativos que se desprenden del tipo ideal, por la otra, es similar
a la que se da entre las reglas conceptuales de segundo grado y las reglas
técnicas de tercer grado, vista en la tipología de Hart. Se diferencia de los
enunciados orientados a la revisión de actos definitivos, en que el estado de
cosas o tipo ideal no es permanente, por lo que pueden presentarse
situaciones de decaimiento o prescripción. El centro de interés aquí es una
condición subjetiva o institucional, de la que se deriva directamente la
permisión independiente entendida como norma de competencia para producir
actos válidos, e indirectamente las prescripciones regulatorias de la conducta
que pueden estar contenidas en los actos válidos.

VI.- Conclusiones

Hay una dimensión que considera a los enunciados jurídicos


fundamentalmente como normativos, asumiendo que los enunciados no
prescriptivos son parte, dependen o funcionan como normas, o tienen una
relevancia sólo eventual. Es un enfoque vigente y tal vez predominante en el
uso actual de los enunciados jurídicos. Está integrado por todos los
enunciados del grupo I y II, así como III B, y IV B.

Muestras teóricas de esta dimensión prescriptiva, están en la vigencia


de la lectura prescriptiva de Kelsen y enfoques similares; y en las
definiciones contenidas en los textos teóricos que se emplean para la
formación jurídica, donde al derecho se le considera un conjunto de normas
que regulan la conducta mediante la amenaza de una sanción.
34
El silogismo práctico normativo de von Wright, centrado en un hecho y
su consecuencia jurídica sancionatoria, se adapta a esta dimensión
prescriptiva. Sólo se tiene en cuenta las conductas y las prescripciones, o las
prescripciones que se encuentran implícitas en otras prescripciones.

También coincide con la matriz de casos y soluciones de Alchourrón y


Bulygin, que se orienta a determinar si todas las conductas jurídicamente
relevantes para un caso determinado han sido reguladas en forma completa, y
lleva a una noción de lagunas normativas como fallas en la cobertura de las
prescripciones.

Desde el punto de vista de las razones para la acción, los enunciados


jurídicos prescriptivos operan mediante los castigos y recompensas.

Si bien el derecho parece ser, fundamentalmente, una técnica de


regulación de la conducta mediante un conjunto de prescripciones que la
determinan deónticamente, esta noción “estática” debe convivir con un punto
de vista “dinámico” cuando se quiere entender la producción y fundamentación
de las normas, o cuando se presentan conflictos entre normas prescriptivas.
Este segundo enfoque, que podemos llamar conceptual-técnico, también
resulta central cuando lo relevante es la revisión de los actos legislativos,
judiciales e institucionales, y no las conductas y prescripciones que se derivan
o dependen de ellos.

Dentro de esta segunda dimensión, existen dos modelos


predominantes, que bien se pueden representar mediante el funcionamiento de
la regla de reconocimiento de tercer y de primer grado de Hart, tal como aquí
es presentada, orientada a la revisión técnica de los actos normativos
legislativos, judiciales o institucionales, o al ajuste judicial de las prescripciones
mediante el ejercicio conjunto y sucesivo de competencias similares. Este
grupo está compuesto por los enunciados jurídicos III-A, IV-A, V-B y VI.

El silogismo técnico es un modelo de razonamiento que explica el uso


adjudicativo o productivo de los enunciados configurativos que establecen
competencias. Algunos autores consideran que este también sirve para dar
cuenta del punto de vista externo del destinatario de las prescripciones,
35
mediante un razonamiento técnico-prudencial, que orienta su conducta a evitar
la sanción.

La dimensión conceptual-técnica y revisora se relaciona con el nivel


prescriptivo, en los conflictos de normas. Mientas las lagunas normativas son
problemas que se presentan en un sistema jurídico incompleto, los conflictos
normativos se dan en un sistema inconsistente, que establece prescripciones
enfrentadas. Es en estas circunstancias que el nivel técnico, centrado en el
acto normativo válido, opera a nivel prescriptivo, modificando el contenido de
las normas. También se relaciona con las prescripciones cuando éstas se
vinculan con un acto que debe ser objeto de verificación externa o técnica,
para constatar si ha sido debidamente configurado. Y por último, podrían
funcionar relacionados con prescripciones añadidas, que ejercen presión
adicional para preservar el núcleo determinativo de una práctica.

Hay problemas para comprender cómo los enunciados de competencia,


y las reglas técnicas o prescripciones revisadas que se desprenden de ellos,
ejercen presión normativa sobre los operadores judiciales de última instancia,
donde los parámetros del éxito o fracaso técnico, o la presión prescriptiva
añadida, que valen sólo para los operadores sometidos a otra autoridad,
pueden cuestionarse. La explicación más plausible es la que considera que la
regla de reconocimiento funciona como una costumbre judicial, que influye en
la conducta técnica o revisora adjudicativa, protegiendo su contenido
determinativo mediante el deseo de pertenencia a la comunidad jurídica, de
que se desprende el valor de las reacciones de aceptación o rechazo de sus
miembros.

Además de la dimensión prescriptiva y conceptual-técnica, está por


último la dimensión configurativa, que está compuesta por los enunciados VII
(A y B) y VIII. Se interesa predominantemente por una configuración subjetiva o
institucional entendida como un estado de cosas ideal, inalterable en su
contenido pero no permanente en su posesión. Frente a la dimensión
prescriptiva orientada a la conducta, y a la dimensión técnica y revisora que
examina el acto, la dimensión configurativa se centra en la condición del sujeto
o el contenido de una institución. Además, se distingue de la dimensión
36
técnico-conceptual porque toma un punto de vista interno para el que las
situaciones configurativas no son actos o conductas acabadas, sino de
permanente realización.

El funcionamiento de la dimensión configurativa podría estar relacionado


con el silogismo práctico institucional, aunque para ello habría que hacerle
algunos ajustes. Lo relevante de este tipo de razonamiento es que parece
establecer una relación entre un deber ser orientado a un ser, y viceversa, a
pesar de los problemas tal vez insuperables que suscita ese vínculo.

Se relaciona con el nivel de las prescripciones y el técnico-conceptual


de dos formas. Por un lado, puede llevar a producir lagunas valorativas
cuando el análisis del contenido de la “naturaleza” de las instituciones sugiere
un ajuste en las prescripciones. Por el otro, puede intervenir en la solución de
las lagunas normativas, precisando el alcance de las prescripciones que se
derivan de la posesión de una condición.

VII.- Referencias Bibliográficas

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