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TEMA 6
EL PROCESO DE COMUNICACIÓN. LA SITUACIÓN COMUNICATIVA.

0. Introducción
1. El proceso de comunicación.
1.1. Concepto de comunicación.
1.1.1. Modelos de comunicación.
1.1.1.1. Modelo de Shannon y Weaver.
1.1.1.2. Modelo de Gerbner.
1.1.1.3. Modelo semiótico.
1.2. Concepto de información.
1.3. Elementos de la comunicación.
1.4. Concepto de código.
1.4.1. Clasificación de los códigos.
1.4.2. La lengua como código.
2. La situación comunicativa o contexto.
3. Las funciones del lenguaje.
3.1. Concepto de función.
3.2. Las funciones del lenguaje según Bühler.
3.3. Las funciones del lenguaje según Jakobson.
3.4. Otras consideraciones sobre las funciones del lenguaje.
4. Conclusión

0. INTRODUCCIÓN
Las formas de comunicación son múltiples y variadas, incluye desde los procesos más
simples a los más complejos y sofisticados (ordenadores). Así, una mirada, un gesto, el llanto, las
señales de tráfico, la comunicación entre máquinas, entre una máquina y un ser humano, la
intercomunicación de unos países con otros, el influjo de los mass media... son actos de relación
comunicativa en diferentes niveles que cumplen distintos objetivos. Temas 1 y 4.
En todo proceso de comunicación intervienen unos elementos característicos que señaló
la teoría de la comunicación durante los años 50, en ellos destaca el código lingüístico como el
más rico, complejo y elaborado. Por otro lado, Algunos lingüistas como Coseriu y,
posteriormente, la pragmática, se interesaron por los factores extralingüísticos, entre ellos la
situación comunicativa o contexto.
Por todo ello, en primer lugar, tratamos el proceso comunicativo, atendiendo al concepto de
comunicación y los modelos propuestos por la teoría de la comunicación y por la semiótica, el
concepto de información, desde dos puntos de vista, el de la teoría de la comunicación y el
lingüístico y los elementos de la comunicación, entre los que destacamos el código, su clasificación, y
la definición de código lingüístico. En el segundo punto, se trata la situación comunicativa o
contexto, con los autores y propuestas para definirla más importantes y, en último lugar, las
funciones del lenguaje, por ser éste el instrumento más importante que tiene el hombre para
comunicarse.
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1. EL PROCESO DE COMUNICACIÓN
1.1. CONCEPTO DE COMUNICACIÓN Y MODELOS

La Teoría de la Comunicación y de la Información, que se apoyó en la matemática y en la


lingüística para su desarrollo durante los años 50, define la comunicación como un proceso
mediante el que se transmite información de un emisor A a un receptor B a través de un medio o
canal C (el aire, la línea telefónica, el disco, la carta..). El mensaje enviado es una sustancia que ha
recibido cierta forma, como las vibraciones acústicas en el mensaje oral o el surco grabado del disco
fonográfico. Se transfiere una forma, pero jamás hay transferencia de sentido. El sentido lo pone el
receptor humano...
Destacan dos trabajos en este campo:
- La Cibernética de N. Wiener (1948), en el que se ponen las bases para el estudio del
control y la comunicación en el animal y en la máquina. Wiener parte del problema de
la trayectoria del tiro de los cañones antiaéreos durante la Segunda Guerra Mundial.
Dada la velocidad de vuelo del avión, era necesario hacer predicciones sobre su
posición futura a partir de posiciones anteriores. Así llega al principio de la
retroalimentación o feedback; si se concibe cualquier actividad como proceso circular la
información que proporcionan los hechos anteriores regula y mejora la realización de
los posteriores.
- La Teoría Matemática de la Comunicación de Shannon y Weawer: surge como
respuesta a las necesidades de la compañía Bell Telephone. Se pretendía mejorar el
rendimiento aumentando la velocidad de transmisión de mensajes y reduciendo las
pérdidas en el curso de la transmisión a base de referirse a la cantidad de información
que se puede emitir en un tiempo dado.
Por tanto, en su origen, el estudio de la comunicación se centra en el proceso de transmisión
de información y no en el significado de ésta (son dos conceptos diferentes).
Desde esta perspectiva se pueden analizar un elevado número de fenómenos. Las diferentes
disciplinas influidas por la teoría de la comunicación, entre ellas la lingüística, hacen uso de
conceptos y términos de la misma, si bien, el significado preciso de cada vocablo está siempre
restringido al contexto en el que se aplica. Términos como canal, emisor, receptor, información... son
utilizados en diversos campos ampliando o restringiendo su significado. Por ejemplo, la lingüística
restringe mucho el concepto de comunicación pues presupone en todo mensaje no sólo un
contenido informativo, sino además, una intención comunicativa por parte del emisor o fuente.
Por ello, Lyons (1977) define la comunicación como la transmisión intencional de información
por medio de algún sistema de señalización establecido. Intención y significado son los dos conceptos
que le permiten distinguir dos tipos de señales:
• La señal es comunicativa, cuando el emisor desea hacer consciente al receptor de algo
que éste desconocía antes; que una señal sea o no comunicativa depende de la
posibilidad que el emisor tenga de seleccionarla entre varias alternativas: el significado
implica opción.
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• La señal es informativa si (prescindiendo de la intención del emisor) hace que el


receptor se entere de algo que antes ignoraba; informativo equivale a significativo para
el receptor.
Beth y Pross (1987) proponen la distinción entre comunicación Intencionada y comunicación
indicadora, relacionándola con el hecho de que la comunicación es un hecho incontenible entre los
hombres. El hombre no puede no comunicar. Desde el momento en que se relaciona con otro
hombre, éstos se comunican algo aunque no se digan nada; ese algo es intencionado o descubierto.
La comunicación así concebida es el mecanismo que crea las relaciones humanas y en ellas, el rostro,
la postura, el tono de voz, indican o aluden a una determinada información aunque el emisor no sea
consciente de ello.
De esta manera, la teoría de la comunicación ha tenido que dar entrada, en su aplicación a las
ciencias sociales, a una serie de modificaciones para poder describir de forma satisfactoria la
comunicación interhumana, ya que, en principio, las estructuras a las que se aplicaba en la ingeniería
de telecomunicaciones eran mucho más sencillas.
A continuación, explicamos los diferentes modelos de comunicación que surgen. El de
estímulo respuesta, el de Shannon y Weaver, el de Gerbner y el semiótico.

1.1.1. MODELOS DE COMUNICACIÓN

Tanto los diagramas, las simulaciones por ordenador como los modelos a escala, pretenden
presentar los elementos esenciales de una situación real de forma simplificada para poder describirla
y comprenderla. Y, además, permiten manipular y predecir situaciones y comprobar los resultados
tras la puesta en práctica.
A) El modelo de comunicación más simple es la forma estímulo-respuesta (E-R). En él, el emisor
envía una señal al receptor ante la cual éste reacciona. En este proceso no hay código y, por tanto,
no hay significación; la señal no se pone en lugar de otra cosa, sino que provoca directamente esa
otra cosa (el impulso nervioso que hace mover un músculo).
B) En los otros modelos si que interviene la significación. Así, el proceso de comunicación
implica dos actividades muy diferentes, inversas una respecto a la otra, la de la emisión y la de la
recepción. La primera consiste en la codificación, llamado proceso onomasiológico, en el que se
estudia la semántica de las denominaciones. Parte del concepto y busca los signos lingüísticos que le
corresponden. El segundo se conoce con el nombre de proceso semasiológico. Parte del signo para
llegar al concepto. El receptor, tras captar físicamente la cadena hablada, a partir de los datos
fonológicos percibidos, va analizando en distintas unidades los distintos niveles, hasta llegar de
nuevo a la intención del hablante al comunicar el mensaje, lo interpreta.
Para que el proceso de comunicación tenga éxito no basta con que el oyente conozca y
reconozca el significado lingüístico, codificado, sino que ha de ser capaz de inferir el significado que
el emisor le quiso dar y, por tanto, el contenido que quiso transmitir. Escandell Vidal (2007) afirma
que sólo la comunicación humana pone en marcha a la vez dos clases de procesos comunicativos: el
de codificación/descodificación y el de ostensión/inferencia. Ni el lenguaje animal ni el lenguaje
de las máquinas son capaces de ir más allá de la fase puramente mecánica de codificación/descodi-
ficación.
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1.1.1.1. MODELO DE SHANNON Y WEAVER

La terminología que utiliza (de los sistemas de comunicación electrónica) se aplica a la


comunicación humana con alguna variación. Para este modelo la comunicación es un proceso lineal
en el cual se envía un mensaje directa e intencionadamente por medio de un transmisor (T) a un
receptor(R), quien lo recibe y entiende. La FUENTE es el origen del mensaje que a través de un
TRANSMISOR llega al RECEPTOR y de éste al DESTINATARIO.
Los términos transmisor y receptor se refieren a los instrumentos usados en el proceso de
transmisión: la voz y oído humanos, el teléfono... El canal utilizado debe ser compatible con ellos y
el método de codificar y descodificar el mismo para que la comunicación sea posible.
Este modelo se centra en el proceso de transmisión de información no en el contenido.
Estos autores también observan que el mensaje puede distorsionarse y llaman RUIDO a todo
aquello que interfiera u obstaculice una comunicación efectiva. Y a estos componentes añaden otros
que se infieren del modelo:
CANAL SOBRECARGADO: se presenta cuando se envían demasiadas señales al mismo tiempo,
quedando el canal imposibilitado para la transmisión efectiva; es otra forma de ruido.
REDUNDANCIA: una forma de evitar la sobrecarga del canal es asegurar la existencia de un
número adecuado de canales para transmitir todas las señales enviadas. Por ello, se transmite más
información de la necesaria. El aumento de la redundancia aumenta la probabilidad de que la señal
sea correctamente recibida. Así, por ejemplo, se puede aumentar la fuerza de una señal o bien
enviarla por diferentes canales simultáneamente.
Ellis y McClintock señalan que este último tipo de redundancia es el que se utiliza en la
publicidad: prensa, televisión, vallas... envían el mismo mensaje para asegurarse de que la señal será
recibida.
COMUNICACIÓN FÁTICA: se envían mensajes con la única intención de mantener abierto el
canal. Jakobson (1960), afirma que en el lenguaje verbal son palabras que no transmiten
información sino que muestran la predisposición del emisor a mantener la comunicación con el
destinatario. Así ocurre en los saludos, las conversaciones intrascendentes sobre el tiempo que se
mantienen en un ascensor...
ENTROPÍA: concepto tomado de la física, y significa la medida del desorden dentro de
cualquier sistema. En teoría de la comunicación, describe la información impredecible e inesperada
en el contexto en que aparece, por ello dificulta la descodificación y hace que las posibilidades sean
más variadas. En la publicidad, el arte... el uso de lo inesperado o sorpresivo aumenta la posibilidad
de que el destinatario repare en el mensaje y lo retenga en su memoria.
Ellis y McClintock critican este modelo en dos aspectos:
1) Al considerar el proceso como algo intencionado, dejan fuera toda la información que
se envía de forma inconsciente pero que contiene un mensaje para el receptor que lo
descodifica. Es lo que ocurre con muchas señales no verbales de cuya emisión no somos
conscientes pero son interpretadas por el receptor (expresión facial, cambio en
el tono de voz, el ritmo de elocución...).
2) Este modelo lineal ignora que el receptor recoge también señales que le aseguran que
su mensaje está siendo recibido y que además esas señales le hacen ajustar su emisión
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a lo que acaba de recibir. Se convierte así el modelo lineal en circular, ya que se da un


proceso de retroalimentación.

1.1.1.2. MODELO DE GERBNER

Completa el modelo anterior incluyendo los efectos de la percepción individual del emisor y
del receptor.
El emisor humano percibe de una forma determinada y única un acontecimiento dado y de
todos los datos selecciona lo que quiere transmitir de una forma totalmente subjetiva. Esta selección
influye en el canal de transmisión; así para una dimisión formal se elige una carta, para comunicar
un estado de ánimo se utiliza la vía oral… A su vez, la elección del canal condiciona la cantidad de
información que puede ser emitida: las noticias televisadas deberán ser más selectivas que las
escritas en un periódico.
El receptor también decide si quiere o no recibir la señal, cuánta información quiere atender y
cómo interpretar la señal recibida. El significado correcto del mensaje será el deseado por el emisor.
La cuestión del significado del mensaje se ha incorporado más tarde a partir de los estudios de
lingüistas y filósofos, que consideran el significado como el elemento más importante de la
comunicación. El contexto en el cual se recibe la información afecta al significado que el receptor
obtiene de ella. No hay, por tanto, un significado correcto sino que existe sólo como una
interpretación en la mente de la persona que descodifica el mensaje.

1.1.1.3. MODELO SEMIÓTICO

Sigue la línea iniciada por el modelo de Gerbner ya que no interesa tanto la transmisión, sino el
significado del mensaje. Trata de analizar cómo se interpreta y se adscribe un significado a los
mensajes enviados.
El objeto de estudio de la semiótica es el signo definido como algo que representa otra cosa.
Eco (1988) distingue dos procesos, el proceso de comunicación en el que sólo hay transmisión de una
señal (del tipo estímulo-respuesta) y el proceso de significación, en los que la señal tiene asociado un
valor semántico.
El origen de este modelo se encuentra en Peirce quien considera tres elementos en el proceso:
signo, objeto e intérprete que da significado al signo. El signo no tiene un valor intrínseco, sino como
representamen que envía a un objeto por mediación de un interpretante. Esta relación dinámica y
triádica es el proceso de la semiosis.
Peirce elabora una tipología de signos en la que se establecen relaciones entre los tres
elementos siendo la relación signo-objeto la más conocida. A partir de ella clasifica los signos en tres
tipos:

a) Iconos: signos que presentan una relación material con el objeto (fotos, onomatopeyas).
b) Índices: la relación entre signo y objeto es de contigüidad o inferencia (huellas, humo).
c) Símbolos: la relación es convencional (palabras, un himno).
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En realidad, no hay que considerarlos como tipos puros, sino caracteres que se actualizan en
distintos grados. Así por ejemplo, el color negro es por convención un símbolo del luto, pero en una
situación determinada puede ser un índice del que se infiere la muerte de alguien. De acuerdo con
esta observación, Peirce propuso tres grados de iconicidad, de mayor a menor grado de analogía con
la realidad representada: imágenes, diagramas y metáforas.
Actualmente, la semiótica no es una ciencia con un .aparato teórico fundamentado. La mayoría
de los trabajos continúan la línea iniciada por Peirce por varios caminos:

a) Una definición general del signo y su clasificación.


b) Una tipología de los sistemas de signos.
c) El análisis de los elementos del signo y las relaciones entre éstos.

Por lo que se puede hablar de tres corrientes semiológicas:


A. Los semiólogos de la escuela saussureana que estudian los códigos sistemáticos, es
decir, aquellos cuyos elementos se organizan por oposición y se utilizan con intención
comunicativa, prescindiendo, por tanto, de los indicios. Es la semiología de la
comunicación de Buyssens y Prieto.
Para Buyssens, el objeto de la semiología es la semia, que es un sistema de semas organizados
según relaciones de oposición; es abstracto frente al acto sémico concreto. Clasifica las semias desde
cinco puntos de vista:
1) Sensorial: según el sentido actuante en el acto comunicativo hay semias auditivas,
visuales, táctiles, gustativas y olfativas.
2) Semántico: hay semias directas (lenguas orales) y sustitutivas (morse, escritura). La
semia directa tiene como significado el contenido del mensaje; las sustitutivas el
significante de otra semia.
3) Económico: hay semias articuladas y no articuladas; en aquéllas los semas son
descomponibles en unidades inferiores que se llaman signos si a una forma le
corresponde un significado. En el código de circulación, el color rojo (= prohibición) es
un signo.
4) Social: se distinguen las semias por su extensión en un grupo social o profesional; sólo
el lenguaje es universal.
5) Legislativo: según estén sometidas o no a una autoridad (código de circulación frente al
lenguaje natural).

B. Semiólogos de la escuela americana seguidores de Peirce. La diferencia entre la


corriente americana y la europea estructural es que aquélla no tiene trasfondo
lingüístico. Charles Morris prescinde del mentalismo y desde el método conductista
define el signo como todo lo que rige la conducta de forma similar a como lo haría otra
cosa.
Morris determina las partes de la semiótica:
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1) Semiótica sintáctica: estudia las relaciones entre los signos.


2) Semiótica semántica: estudia las relaciones del signo con el objeto.
3) Semiótica pragmática: estudia la relación del signo con los usuarios.
Este autor ve la necesidad de trazar los límites entre el lenguaje humano y otros signos; se
plantea el estudio semiótico de las artes y define el signo estético como aquél cuyo valor reside en la
organización formal del mismo signo; es una formulación muy parecida a la de Mukarovsky y a la
función poética de Jakobson.
C. La semiología de la significación junto con la teoría de la comunicación e influida por la
antropología de Levi-Strauss dice que toda la vida es comunicación, luego es estudiable
por la semiología. Eco (1988) estudia todo hecho cultural como hecho semiológico. Se
incluyen estudios sobre el lenguaje no verbal.

1.2. CONCEPTO DE INFORMACIÓN

El concepto matemático de información tiene poco que ver con el del significado de los
mensajes. Para Weaver un mensaje lleno de contenido y otro lleno de tonterías pueden ser
equivalentes desde él punto de vista de la información. La información contenida en un mensaje es
una magnitud cuantificable de modo preciso, que depende de la probabilidad de selección por el
emisor o fuente de dicho mensaje entre los restantes que podrían aparecer en su lugar. La relación
entre la información y la probabilidad es inversamente proporcional: cuanto más probable es un
mensaje, menor información contiene.
La cantidad de información de un mensaje se puede medir en BITS. El BIT es la unidad de
información establecida también por Shannon, (Binary Unit o Binary Digit), que supone la elección de
una función logarítmica de base 2. Un BIT se define como la cantidad de información que se asocia a
un mensaje o a un suceso cuya probabilidad de aparición es de 1/2, es decir, se transmite un bit de
información cada vez que sólo son posibles dos mensajes igualmente probables. Es lo que ocurre
con la cara o cruz de una moneda, la situación arriba o abajo de algo, la respuesta a preguntas
totales del tipo: ¿Vienes al cine? sí/no...
Toda elección, incluso en los casos más complejos, puede reducirse, en última instancia, a una
sucesión de elecciones elementales binarias, que llevan a individualizar finalmente el mensaje o
hecho entre el número total de mensajes o hechos posibles.
La razón de la elección de la base 2, y, por tanto, del bit como la unidad de información más
utilizada, se debe a que la mayoría de los sistemas físicos que se emplean para almacenar, procesar y
transmitir la información operan sobre la base binaria (las tarjetas perforadas, las cintas magnéticas,
los sistemas on/off...). Dichos sistemas están integrados por unidades o posiciones que admiten dos
opciones. Cada posición puede almacenar por tanto, un bit.
En las lenguas naturales, la cantidad de información de una unidad lingüística en un
determinado contexto está en función de su frecuencia de aparición en dicho contexto, es decir,
cuanto más probable sea la aparición de una unidad menor es su contenido informativo. Así, en
cualquier lengua generalmente, las consonantes son más informativas que las vocales, ya que la
probabilidad de que una aparezca es menor que en el caso de las vocales; además, el comienzo de
una palabra es más informativo que el final. Por esta razón, lenguas como el árabe o el hebreo, con
sistemas de escritura consonánticos pueden prescindir de las vocales en la transcripción.
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En lingüística, semiología y otras ciencias humanas se utiliza el concepto de información para


referirse al plano del contenido significativo. Por ello, se hace abstracción de las unidades formales
para valorar la probabilidad de aparición de los contenidos semánticos de los mismos. Así, contiene
menor información un mensaje como Mañana comienza otro culebrón en televisión que otros como
Se ha aprobado una subida salarial real para los profesores de enseñanza secundaria.
A veces se simplifica el concepto de información vinculándolo al elemento de sorpresa por
parte del receptor. Se opera entonces una transposición al plano subjetivo del concepto de
probabilidad ya que no es exactamente cuantificable como en el caso de otros sistemas de
comunicación. Esto no es siempre cierto, ya que la información depende de la que previamente
tenga adquirida el receptor.
La información supone siempre reducción de incertidumbre sobre las respuestas posibles, a no
ser que se conozca de antemano la respuesta, caso en el que la información se reduce a cero.
El concepto de información supone aquellos contenidos comunicativos desconocidos por el
receptor. Por lo tanto, en el terreno lingüístico debemos diferenciar información y significación.

1.3. ELEMENTOS DE LA COMUNICACIÓN

Los elementos de cualquier sistema de comunicación son: fuente o emisor, transmisor, canal,
mensaje, receptor, destino y código. Y deben ser entendidos como funciones que pueden ser
desempeñadas por muy diversos seres u objetos. A estos hay que añadir el contexto ya que la
cuestión del significado del mensaje se ha incorporado más tarde a partir de los estudios de
lingüistas y filósofos, que consideran el significado como el elemento más importante de la
comunicación. El contexto en el cual se recibe la información afecta al significado que el receptor
obtiene de ella.
FUENTE O EMISOR (E.): es el origen del mensaje y puede ser animal o humano. En el ámbito
más limitado de la comunicación humana, el E. es la persona que produce el mensaje con la
intención de comunicar algo. Para ello selecciona del sistema los signos necesarios y las leyes
combinatorias de los mismos y da forma al contenido que desea transmitir; es decir, codifica el
mensaje.
DESTINATARIO (D.): es el punto de llegada del mensaje, ser o mecanismo capaz de reaccionar
ante la señal recibida. En la comunicación humana, el D. es la persona a la que el E. dirige su
enunciado y con la cual intercambia su papel en el acto de habla. Frente al oyente, que supone una
capacidad abstracta de comprender un código lingüístico, el D. es alguien concreto, sea único o
plural, a quien se envía el mensaje y de quien se espera respuesta. No es ocasional porque el
mensaje está construido específicamente para él, por lo que la forma del mensaje está determinada
por esta elección. Si el mensaje se dirige a un D. con el que el E. mantiene relaciones estrechas será
más informal e incluirá datos que no contendría si se dirige a un desconocido.
MENSAJE (M.): es lo que produce la fuente: un sonido, un gráfico, un acontecimiento... En la
interacción humana, un gran número de M. son lingüísticos, aunque sepamos que éstos van
normalmente matizados y complementados por M. no verbales.
Los M. elaborados con códigos lingüísticos se denominan enunciados en pragmática.
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Cada una de las intervenciones del E. es un enunciado, independientemente de su extensión,


desde una interjección hasta un discurso o un libro; el enunciado aparece delimitado por dos pausas
y por el posible cambio de emisor.
V. Escandell (2007) caracteriza el enunciado por oposición al concepto de oración. Esta es una
entidad abstracta perteneciente a la gramática, cuyo significado depende de su estructura y se
evalúa en términos de correcta o incorrecta; el enunciado es la realización concreta de la oración y
se define desde criterios discursivos; su significado depende de las condiciones de uso y se evalúa en
términos de adecuado o inadecuado, efectivo o inefectivo...
CANAL: es aquello que pone en contacto al emisor con el receptor para la transmisión del
mensaje. Puede ser un medio físico natural (el aire, un nervio...) o artificial (el papel, los cables...).
El uso de un canal determinado, aparte de las condiciones de la situación comunicativa,
depende también del grado de evolución de las especies. Así, el canal olfativo es el medio más
primitivo, propio de muchas especies animales en que la información se transmite mediante unas
sustancias llamadas feromonas. En el hombre, el canal táctil tiene gran importancia en la
comunicación infantil, pero va reduciendo su uso con la edad, por lo que, en la comunicación
humana, los canales más utilizados son el auditivo y el visual. El canal condiciona la forma del
mensaje. En las sociedades orales, la necesidad de memorizar el mensaje obligaba a darle una forma
peculiar sobre la que recayera la atención. Según S. Serrano (1984), éste podría ser el origen de la
función poética formulada por Jakobson. Actualmente, al predominio del canal audiovisual es
absoluto. La televisión se ha impuesto a cualquier otro medio. McLuhan dice que los nuevos medios
de comunicación, basados en el canal visual, anulan las diferencias lingüísticas y conducen a una
armonía colectiva procedente de una futura condición humana averbal. Indica que cada canal
selecciona sus mensajes y condiciona las operaciones mentales que exige su desciframiento; la
imagen es la forma de mensaje más primitiva e inmediata, que no alcanza el nivel simbólico de la
palabra y no exige el mismo esfuerzo mental para su comprensión.
TRANSMISOR (T.): es el elemento que transforma el mensaje en señal que es enviada por el
canal. Así, en el habla, el T. es el aparato fonador (cuerdas vocales y órganos de articulación) que
produce las ondas acústicas, que es la señal que se transmite. En el telégrafo, el telegrafista es el
transmisor que convierte el mensaje escrito en una sucesión de puntos y rayas, que se transforman
luego en una sucesión de impulsos eléctricos de diferente duración.
RECEPTOR (R.): retransforma la señal en la forma inicial para llegar al DESTINATARIO.
Transmisor y receptor llevan a cabo dos operaciones, respectivamente, la codificación y la
descodificación, es decir, la traducción del mensaje a una señal compatible con el canal; para que
haya comunicación ambos deben compartir el mismo código entendido como sistema de
equivalencias entre unas señales y unos valores semánticos.
En el caso de la comunicación humana, al estar asociados emisor-transmisor y receptor-
destinatario se suele simplificar en emisor y receptor.

CÓDIGO: es un sistema de equivalencias entre dos formas distintas de un mensaje establecido


convencionalmente. Se trata más ampliamente en el apartado siguiente.
CONTEXTO: de un modo general se entiende por contexto todo lo que rodea al acto de
comunicación. No obstante, tiene dos acepciones bien diferenciadas:

- Contexto lingüístico: signos lingüísticos que rodean a otro, confiriéndole el significado que
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le corresponde. Ej.: Me voy a dar un paseo (acción) / Me lo encontré en el paseo (lugar).


- Contexto extralinguístico o situacional: conjunto de circunstancias, espaciales y
temporales, sociales e incluso personales que rodean y enmarcan el acto comunicativo. Este tipo
de contexto condiciona fuertemente el proceso, ya que determina el uso de un canal u otro (aire,
ondas, papel), e incluso de un código u otro. Las circunstancias propias de cada situación son las que,
en definitiva, permiten interpretar unívocamente su mensaje.
En los mensajes semiológicos y lingüísticos es la Pragmática la que estudia esta relación entre
el mensaje y los usuarios. Ej. Esta manzana es enorme, donde manzana puede referirse a un
conjunto de casas o a una fruta, dependiendo de la intención comunicativa del emisor.
Del contexto también tratamos en el punto 2. La situación comunicativa.
RUIDO Y REDUNDANCIA: cualquier perturbación o alteración en la transmisión de la señal a
través del canal recibe el nombre de RUIDO. Cualquier deficiencia del emisor o del receptor también
se incluyen en este concepto: la distorsión del sonido, una imagen borrosa, una letra ilegible,
defectos de dicción en el emisor, sordera o despiste en el receptor...
Para contrarrestar este efecto del posible ruido se introduce la REDUNDANCIA, una
información adicional. Ésta puede presentarse de formas muy variadas: los mensajes entre pilotos
de avión y la torre de control se repiten dos veces; en la carretera aparece de forma redundante, la
señal que prohíbe el adelantamiento y la raya continua; en los cheques la cantidad va en cifras y en
letras...
Pero también existen códigos no redundantes, en los que los signos tienen un máximo de
imprevisibilidad, siendo ésta la medida de la información. Ocurre así en el sistema numérico que
utiliza todas las combinaciones posibles de sus diez cifras, por ello la probabilidad de que salga una u
otra es siempre la misma.
En la lengua, sin embargo, la redundancia es alta porque se basa en un serie de reglas de
combinación restrictivas, por ello es fácil restablecer una letra perdida.
Se pueden distinguir dos tipos de redundancia:
a) La redundancia inherente al código: hay códigos con muy baja redundancia (fórmula de
un compuesto químico, una expresión matemática, un número de lotería...) y otros que
tienen un alto grado de redundancia en todos los niveles como es el caso de las lenguas
naturales. Así en la oración Mañana compraremos nosotros las fresas más caras, desde
el punto de vista morfológico, el futuro aparece expresado dos veces, una con el
adverbio mañana y otra con el morfema verbal de tiempo -re-; la persona, también,
con el morfema verbal -mos y con el pronombre personal nosotros; el género y el
número aparece tres veces, en el artículo, en el sustantivo y en el adjetivo.
b) La redundancia libremente introducida por el emisor, ya por la repetición del mensaje,
ya por la utilización simultánea de distintos códigos. Se da en el plano léxico al
transmitir una serie de números bien repitiéndolos o transmitiéndolos en cifras y en
letras. Y en la lengua oral levantamos el tono de voz, esmeramos la articulación y la
enfatizamos; en la escritura se subraya, se pone en negrita; y en los textos publicitarios
el mismo mensaje puede aparecer en forma gráfica de imagen o escritura y de forma
oral.
1.4. CONCEPTO DE CÓDIGO
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El código es un sistema de equivalencias entre dos formas distintas de un mensaje establecido


convencionalmente. El código transforma la forma de un mensaje, así, la escritura cambia un
mensaje acústico en un mensaje visual gráfico.
Conviene distinguir los conceptos código y sistema. Eco (1988) define el sistema como una
forma de organización de unos elementos cuyo valor se define en términos de presencia o ausencia;
así, se puede hablar de sistema fonológico, semántico... Sin embargo, hay un código cuya función es
asociar semánticamente valores a elementos de un sistema con valores de otro. Por ejemplo, el
semáforo tiene un sistema formal de señales que se organizan por oposición rojo/verde; a estos
significantes se les asocia un sistema de valores semánticos no pasar/pasar, y se crea así el código.
De la misma manera, el código Morse.
Todo código debe responder a los principios de operatividad y economía. Un código es
superior a otro si en las mismas condiciones permite transmitir más cantidad de información por
unidad de tiempo sin aumentar el riesgo de pérdida de la misma. Por ello, en la elaboración de los
códigos se ha de tener en cuenta la frecuencia de los símbolos de los mensajes que traducirá el
código; cuanto más frecuente sea un símbolo más simple tendrá que ser su transcripción.
Por otro lado, excepto las lenguas naturales, el resto de los códigos suelen ser restringidos en
cuanto a su capacidad de expresar los más diversos contenidos, puesto que cada uno de ellos ha sido
creado para una finalidad determinada. Además deberán ser adecuados a las circunstancias que lo
originan: las señales de humo son adecuadas a las praderas americanas igual que los símbolos
visuales a la incapacidad auditiva de los sordos.

1.4.1. CLASIFICACIÓN DE LOS CÓDIGOS

Existen diversas clasificaciones de tipos de códigos. Para la teoría de la información se restringe


a los códigos de transmisión, que son artificiales. Para la semiología el concepto es más amplio.
Atendiendo a tres criterios, Prieto establece los siguientes tipos de códigos:
a) Según las articulaciones que presentan, se distinguen:
- Códigos sin articulación: compuestos por semas (enunciados) no susceptibles de
descomponerse, porque sólo existe el sema, que no integra a ningún otro signo, ni a
ninguna figura. Ej. el bastón del ciego sólo significa que el portador es ciego. Son
códigos con significante cero, que poseen una posibilidad de significar, según se
manifiesten o no.
- Códigos que poseen sólo la segunda articulación: los semas que lo componen se
d escomponen en figuras, que no representan fracción alguna de significado. Ej. la
numeración de líneas de autobuses que poseen dos o más cifras, en conjunto
significan un determinado recorrido, pero separadamente sus unidades no tienen
ninguna significación.
- Códigos que poseen sólo primera, articulación: los semas que lo integran están
formados por signos. Ej. la numeración de las habitaciones de hotel, en las que la
primera cifra indica el piso y la segunda la habitación concreta.
- Códigos que poseen dos articulaciones o doble articulación: los semas que lo
integran están compuestos por signos y figuras. Ej. los códigos de tipo verbal que
poseen signos descomponibles en unidades dotadas de significación (monemas) y de
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unidades sin significación (fonemas). Eco señala, los números de teléfono de seis
cifras, donde cada dos números significa sector, calle, bloque... pero cada unidad no
significa nada.
b) Según las relaciones entre los significados de las señales: hay códigos cuyas señales se
hallan en relación de exclusión (el del semáforo) y otros en los que la relación puede ser
de exclusión, de inclusión o de intersección, como ocurre en las lenguas en que
podemos decir: Dame un cigarro, Dame uno negro, Dame uno, Dame un cigarro negro.
c) Según sean directos o sustitutivos: los códigos directos traducen directamente la
sustancia semántica; los sustitutivos, reconvierten otro código. Ejemplos de códigos
directos son la lengua oral, el código que regula el tráfico, los símbolos químicos, el
sistema de los sordomudos y de códigos sustitutivos, de primer grado, la escritura, de
segundo grado los códigos que sustituyen a la escritura, como el Morse, el Braille o los
que sustituyen a la lengua oral como los silbidos de la Gomera o los golpes de tambor de
los bantúes.

1.4.2. LA LENGUA COMO CÓDIGO

Las lenguas naturales, por un lado, constituyen un sistema de equivalencias entre el sistema de
representaciones fónicas y el de representaciones semánticas; por otro, como la sustancia fónica del
habla es extraña a la sustancia mental y emocional que traduce, la relación entre ambas es arbitraria
y convencional. Hasta aquí, la lengua, como sistema de equivalencias establecidas de forma
convencional, cumple las condiciones básicas de un código; pero si ahondamos un poco más
veremos que las cumple de una forma bastante atípica y especial.
En la lengua se codifican formas que no tienen existencia objetiva y que son creaciones de
experiencias del sujeto. El referente de signos como familia, felicidad, placer, aunque sea común a
los hablantes no lo es totalmente. No hay una correspondencia exacta entre los signos fragmentarios
del discurso y el continuo de lo vivido por el sujeto. La sustancia no está estructurada sino que la
lengua da forma a un contenido mental informe.
Por otro lado, su sistema de convenciones o el acuerdo es más bien vago, tácito, raramente
explicitado, a no ser que sea preciso deshacer un malentendido, al que se llega implícitamente por el
uso en el acto de comunicación.
Una tercera diferencia radica en que en la lengua un signo puede tener más de un valor,
depende, entre otros, de la intención del hablante. ¡Cuánto que habéis estudiado! (ante un
suspenso). Así, las palabras pueden tener un valor diferente al que se les asigna en el código.
A pesar de ello, el hablante entiende perfectamente lo que se quiere decir, porque es capaz de
contextualizar el mensaje y ajustar su significado a las circunstancias en que se emite y a otros
factores extralingüísticos; así sabemos que el contexto al que se refiere la respuesta del diplomático
se inscribe en un ámbito social o político, en tanto que la respuesta de la dama tiene connotaciones
sexuales.
Además, la lengua es el único código capaz de referirse a sí mismo en la función metalingüística
(tratada en el último punto del tema).
Por tanto, el código en la lengua no se comporta como un código estricto.
13

2. LA SITUACIÓN COMUNICATIVA

La situación comunicativa o lo que para algunos autores también se denomina contexto está
constituida por las coordenadas espacio temporales en que se desarrolla el acto de comunicación,
en Lyons (1977). Los factores denominados contextuales o situacionales son aquellos que al
enmarcar e incidir sobre el hecho comunicativo determinan la forma, la adecuación y el significado
de los mensajes. Así, las banderas de Fórmula 1 no tienen ningún significado en una pista de
aterrizaje de aviones.
En la comunicación verbal, Ch. Bally (1941) distingue entre situación, el alrededor general o
particular en que se inscribe la comunicación, y el contexto, los enunciados que se han emitido
antes. Estos aspectos que rodean al discurso permiten sobreentender la mayor parte de lo que se
quiere hacer comprender; así un mensaje como Déjalo donde siempre no tiene significado concreto
si se concibe independiente de la situación en que se emite.
Coseriu (1973) Ilama contexto a toda la realidad que rodea un signo, un acto verbal o un
discurso, como presencia física, como saber de los interlocutores y como actividad. Y distingue tres
tipos de contexto: el contexto idiomático, el contexto verbal y el contexto extraverbal.
El contexto idiomático es el trasfondo lingüístico que subyace al enunciado que se produce.
Este se halla en relación paradigmática con los términos que hubieran podido aparecer en su mismo
lugar. Ese trasfondo no se explícita pero pertenece también al saber lingüístico del hablante. Por
ejemplo, un adjetivo como estupendo se halla en relación con otros también valorativos como
fantástico, nefasto, horrible, y significa en relación con ellos.
El contexto verbal es el discurso mismo, lo dicho antes y lo que se va a decir. Puede ser
inmediato, lo más cercano en el espacio discursivo, o bien mediato, abarcando todo el discurso.
El contexto extraverbal está constituido por todo lo extralinguístico percibido o conocido por
los interlocutores. Pueden distinguirse varios subtipos:
a) El contexto físico, que abarca las cosas que están a la vista de quienes hablan o a las
que un signo adhiere. En él tienen sentido los elementos deícticos de las lenguas, como
los demostrativos, personales, posesivos del español.
b) El contexto empírico, formado por los estados de cosas objetivos que se conocen por
quienes hablan en un lugar y en un momento determinados, aunque no estén a la vista.
En un instituto, no necesita más explicación el enunciado El director no ha llegado aún
porque el artículo remite a alguien concreto en ese lugar.
c) El contexto natural, es la totalidad de los contextos empíricos posibles, es decir, el
universo empírico conocido por los hablantes. Así el sol, la luna, son realidades
determinadas y consabidas.
d) El contexto práctico es la ocasión del hablar, la particular coyuntura subjetiva u objetiva
en la que ocurre el discurso. Así, hablar para desahogarse o para conseguir un trabajo,
con un amigo o con el jefe de personal de una empresa, en un bar o en un despacho
lujoso, todo ello condiciona la selección de los recursos lingüísticos que se ponen en
práctica.
e) El contexto histórico, constituido por las circunstancias históricas conocidas por los
hablantes. Puede ser particular de un individuo, una comunidad, o universal.
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f) El contexto cultural, abarca todo aquello que pertenece a la tradición cultural de una
comunidad. Así, decir de alguien que es un donjuan tiene absoluta validez en el
contexto español, pero no, probablemente, en una tribu africana.

V. Escandell (2007) propone el concepto de información para designar el conjunto de


conocimientos, creencias, supuestos, opiniones y sentimientos de un individuo en un momento
cualquiera de la interacción verbal, dentro de la cual se puede distinguir tres componentes:
1. General: comprende el conocimiento del mundo en sus aspectos naturales, culturales...
2. Situacional: lo derivado de lo que los interlocutores perciben durante el acto de habla.
3. Contextual: lo que se deriva de las expresiones enunciadas con anterioridad inmediata.
La capacidad que tiene el hablante de comunicarse a pesar de las imprecisiones de la lengua,
los casos de polisemia y homonimia, los enunciados sin referente explícito... procede de esa
información que comparte con el interlocutor que denomina esta autora, entorno cognoscitivo
compartido.
Lyons (1977) señala que una forma de abordar el análisis del contexto consiste en considerar
qué tipos de conocimiento debe tener un hablante de una lengua para poder interpretar
adecuadamente todos los enunciados posibles de una lengua. Para ello, introduce el concepto de
Hymes(1971) de competencia comunicativa definido como la capacidad de un individuo para utilizar
todos los sistemas semióticos que le proporciona su pertenencia a una comunidad determinada;
desde esta perspectiva el conocimiento lingüístico es sólo una parte de ese conocimiento más
amplio. La posesión de esa competencia supone, además de dominar las reglas de creación de
enunciados, la capacidad de contextualizarlos adecuadamente en cualquier situación.

3. LAS FUNCIONES DEL LENGUAJE

Ya que la lengua es el código más habitual en los actos comunicativos humanos, aunque que
no el único, conviene tratar los fines de la comunicación a partir de los usos que se hacen de la
lengua: pensar, expresar sentimientos, preguntar, ordenar, aconsejar, influir sobre el prójimo para
fastidiarlo o hacerlo feliz... Todos estos usos pueden reducirse a unas cuantas funciones.

3.1. CONCEPTO DE FUNCIÓN

Puede entenderse en dos sentidos:


A) En el contexto matemático, el término designa una relación de mutua dependencia entre
dos magnitudes diversas y determinadas, de manera que a la variación de una de las
magnitudes corresponde una variación determinada también en la otra (Hjelmslev).
B) En biología, significa la actividad determinada, normal de un órgano concreto, con un
sentido de causalidad final. En lingüística se toma esta acepción biológica trasladada a la
actividad psíquica del hombre y en especial a la facultad de hablar.
Las funciones del lenguaje han sido objeto de estudio de filósofos y gramáticos desde la
Antigüedad. Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino...
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Los autores que conciben el lenguaje como formador y estructurador del pensamiento
anteponen la función representativa como la fundamental, ya que el lenguaje permite generalizar,
abstraer a partir de lo concreto, argumentar..., es decir, posibilita el razonamiento lógico.
Por el contrario, Bally (1941) defiende la función expresiva como la principal ya que hasta el
pensamiento más racional expresado en palabras traduce la subjetividad del hablante hacia lo que
dice.
Para los lingüistas que estudian el lenguaje como sistema de signos dentro del ámbito de la
semiología y la comunicación, éste es el instrumento que posibilita la vida social, la interrelación
entre los miembros de una comunidad y los vincula a ella sirviendo como signo identificador.

3.2. LAS FUNCIONES DEL LENGUAJE SEGÚN BÚHLER

K. Búhler parte de la observación de Platón de que el lenguaje es un instrumento para


comunicar uno a otro algo sobre las cosas. En su esquema, parte de la existencia del fenómeno
acústico concreto, la onda sonora, que se eleva a la categoría de signo en virtud de tres relaciones
diferentes:
a) Se convierte en símbolo al representar objetos y relaciones. Es la función representativa por
la que el hablante representa hechos objetivos, transmite un contenido relativo a lo que no es el
hablante ni el oyente. Esta parece ser la función específica del hombre frente a los animales, en que
prima la apelación y la expresión.
b) Se hace síntoma, en virtud de su dependencia del emisor, por lo cual sirve para la
manifestación de sus estados emocionales, sus actitudes ante las cosas, etc. Es la función expresiva.
c) Se constituye en señal en virtud de su apelación al oyente para que se conduzca de una
determinada forma. Es la función apelativa que espera del interlocutor una respuesta factual.

3.3. LAS FUNCIONES DEL LENGUAJE SEGÚN JAKOBSON

La formulación más completa de las funciones en relación con el acto de comunicación la


ofrece R. Jakobson (1960). Parte de los factores presentes en todo hecho comunicativo y establece
seis funciones correspondientes a cada uno de los elementos:
- EMISOR-------------------------------------- EMOTIVA
- DESTINATARIO----------------------------- CONATIVA
- MENSAJE ----------------------------------- POÉTICA
- CONTEXTO---------------------------------- REFERENCIAL
- CONTACTO --------------------------------- FÁTICA
- CÓDIGO ---------------------------------------- METALINGÜÍSTICA
1. FUNCIÓN REFERENCIAL, también llamada denotativa, representativa o simbólica. Es la
orientada al contexto. Consiste en la transmisión de un saber, un contenido objetivo
referente al mundo externo. Los medios lingüísticos con que se realiza esta función son,
entre otros, la entonación enunciativa, el modo verbal indicativo, la tercera persona
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gramatical, los adjetivos determinativos y especificativos. Es la función característica de la


exposición del conocimiento y aparece de forma más neta en los textos científicos, jurídicos
y técnicos en general. Ej.: Está anocheciendo.
2. FUNCIÓN EXPRESIVA o emotiva: es la orientada al emisor. Expresión directa de la
subjetividad del hablante ante aquello de lo que habla, expresada más o menos
voluntariamente. En la comunicación no verbal, se materializa en expresiones faciales,
gestos y posturas corporales, elementos paralingüísticos como el tono de voz, el ritmo de la
elocución... En el lenguaje verbal, el estrato puramente emotivo aparece representado por
las interjecciones (¡Oh!, ¡Ay¡, ¡Horror¡). Además se utiliza la entonación exclamativa
aplicada a la modalidad optativa y dubitativa, los diminutivos, aumentativos y despectivos
en el nivel morfológico, el orden de las palabras anteponiendo siempre aquello que más
interesa, los adjetivos valorativos, la primera persona...
Ejs.: ¡Qué harta estoy! ¡Qué niñito tan mono¡ (valoración positiva o irónica) ¡Vaya cochazo¡
Esta función es la predominante en los textos coloquiales.
3. FUNCIÓN APELATIVA o conativa: es la orientada al receptor. Se actúa sobre el oyente para
provocar en él una reacción de cualquier tipo: una acción, una respuesta verbal...
Marcas lingüísticas utilizadas: los vocativos, el modo imperativo, la modalidad interrogativa e
imperativa, la segunda persona gramatical... Ejs.: Dame un cigarrito. ¿Por qué no te vienes un rato?
Aparece en el lenguaje coloquial, y sobre todo, con una utilización consciente y premeditada,
en el lenguaje publicitario, donde se pretende captar la atención del oyente y conducir su acción
hacia el consumo. Las formas de apelación en la publicidad son, a veces, evidentes, pero tienden
sobre todo a actuar subliminalmente de forma que penetre en el subconsciente del futuro
consumidor. Ejs.: El coche X es para gente especial, que busca calidad de vida, que quiere distinguirse
... Y tú ¿no tienes aún un coche X?
Algunos autores incluyen en la apelativa lo que denominan la función mágica que aparece en
los conjuros, las maldiciones, las plegarias.
4. FUNCIÓN FÁTICA: es la orientada al canal o contacto, entendido éste como el canal físico o la
conexión psicológica entre emisor y receptor. Son mensajes cuya única finalidad es
establecer, prolongar o interrumpir la comunicación, o, simplemente, comprobar que el
canal sigue abierto.
El término procede de un antropólogo, Malinowsky, quien lo utiliza para caracterizar
determinados comportamientos rituales en tribus primitivas. Esta función puede aparecer en un
intercambio profuso de fórmulas ritualizadas, en diálogos enteros con el simple objeto de prolongar
la comunicación. A veces es síntoma de comportamientos neuróticos (deseo de contacto); es la
primera función que aparece en los niños.
Predomina en un mensaje cuando la información que éste contiene es muy baja o nula: Ej.:
- Bueno, dijo el joven.
- Bueno, dijo ella.
- Bueno, aquí estamos, dijo él.
- Aquí estamos, ¿verdad?, dijo ella.
- Yo diría que sí; aquí estamos.
- Bueno, dijo ella.
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- Bueno, bueno... dijo él.


En estos casos, se trata de mantener el contacto, igual que ocurre con las conversaciones sobre
el tiempo, la familia, la salud. Otras veces, sirve para abrir el canal, ¿Dígame?
Con esta función se registran muchas señales no verbales como las segregaciones vocales del
tipo "hum", "m-hmm", los movimientos de cabeza con valor de asentimiento, etc.
5. FUNCIÓN METALINGÜÍSTICA: es la centrada en el código. Es la función que se da cuando
empleamos el lenguaje para referirnos al propio lenguaje, el referente es la propia lengua,
bien para asegurarse de que hablante y oyente manejan el mismo código, o bien como
análisis del sistema. Cualquier aprendizaje de una nueva lengua utiliza esta función.
Ejs.: ¿Cómo se dice luna en inglés? Ayer es un adverbio temporal.
6. FUNCIÓN POÉTICA: se da cuando la expresión lingüística atrae la atención sobre su propia
forma. Es la función orientada al mensaje. Cualquier procedimiento que suponga un uso
desviado de la norma o cause extrañamiento responde a esta función, que no se circunscribe
sólo a la poesía, sino también en el habla cotidiana y en cualquier utilización oral o escrita del
lenguaje con propósito estético o chocante.
Los recursos utilizados: cualquier juego fónico o léxico de creación espontánea que se puede
definir a partir de los procedimientos estilísticos que la tradición retórica ha inventariado (rimas,
aliteraciones, personificaciones, incompatibilidades semánticas, ambigüedades, ruptura de sintaxis,
comparaciones sorprendentes, creaciones deformadoras...). Ejs.: Eres más feo que el Fary comiendo
un limón. Está como una cabra. Trae el flux-flux de limpiar el polvo.
La formulación de esta función tiene precedentes en el Círculo de Praga. Uno de sus
fundadores, J. Mukarowsky propuso la función estética como constituyente del hecho lingüístico.
Sin embargo, la que ha hecho más fortuna es la de Jakobson, que formula de la siguiente manera: la
función poética proyecta el principio de equivalencia del eje de selección sobre el eje de la
combinación. Se basa en la recurrencia en todos los niveles de la lengua. Ej.: Verde que te quiero
verde/ Verde viento, verdes ramas...
Algunos autores como Ynduráin proponen una función lúdica del lenguaje, en relación con la
poética. La actividad lúdica y la disposición del ser humano a convertir juego lo que no lo es, le lleva
a utilizar el lenguaje como actividad gratuita, sin ninguna finalidad usual. Se diferencia, según este
autor, de la función poética, en la ausencia de contenido referencial.
Se encuentran ejemplos abundantes en la historia de la literatura desde muy antiguo. Así en el
Cancionero musical español del Siglo XV y XVI aparecen textos como estos:
Ejs.: La zorrilla con el gallo zangorromango. Zanquil y mandil y la val de Andorra. Guilindón,
quilindón: quien no tiene posada que busque mesón.
En Quevedo: burrungóngoros, móngorros, chóngorros; en poetas cultos que se inspiran en la
lírica popular como Lorca: En la noche, platinoche/ noche, que noche, nochera.... Entre los escritores
hispanoamericanos, destacan Alfonso Reyes con sus Jitanjáforas o N. Guillén.
Estas funciones del lenguaje aparecen también en otros sistemas de signos no lingüísticos. Así,
las señales de tráfico tienen función conativa, una imagen publicitaria puede cumplir función
poética, etc.
Además las funciones no se dan separadamente sino que se entremezclan en el enunciado.
Pueden aparecer varias simultáneamente pero una de ellas será la dominante. En todas subyace de
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algún modo la función referencial ya que normalmente se informa de algo, ya sea del emisor o de
otro elemento.

3.4. OTRAS CONSIDERACIONES SOBRE LAS FUNCIONES DEL LENGUAJE

El enfoque comunicativo del lenguaje pone de relieve la relación existente entre la actividad
lingüística y otras formas de actividad humana.
De este modo se da cuenta de una serie de hechos que no pueden ser explicados sólo desde la
lingüística, sino que hay que considerarlos en su uso pragmático. Así, oraciones como las siguientes:
No fumes. Podías dejar de fumar ¿no? Te ordeno que apagues ese cigarro. ¡Aquí no se puede
respirar de humo que hay¡ ¿Le importaría apagar el cigarro? ¿No ha visto el cartel?
Son expresiones totalmente diferentes tanto formalmente como desde el punto de vista de la
modalidad utilizada, pero el hablante persigue con todas ellas la misma finalidad, que el interlocutor
deje de fumar.
A partir de estos hechos, desde la filosofía del lenguaje, en los años 60, Austin y Searle,
proponen la teoría de los actos de habla, según la cual cuando el hablante emite una determinada
secuencia en una situación concreta, realiza tres actos distintos:
- UN ACTO LOCUTIVO (o locucionario): consiste en la producción del enunciado.
- UN ACTO ILOCUTIVO (o ilocucionario): es la intención con la que el hablante produce el
enunciado (mandar, preguntar, afirmar...).
- UN ACTO PERLOCUTIVO (o perlocucionario): los efectos que produce en el oyente sobre
sus sentimientos, ideas o acciones. Así, con una afirmación se puede convencer a alguien
o aconsejarle, asustarle,... En los enunciados anteriores, una oración con una fuerza
ilocutiva de pregunta, en realidad pretende el efecto perlocucionario de obligar a alguien
a dejar de hacer algo (dejar de fumar).
También aporta esta teoría que los enunciados en los que aparecen los llamados verbos
performativos o realizativos se realiza, al pronunciarlos, la acción que descubren.
Ejs.: Juro decir la verdad. Prometo serte fiel. Te condeno a cadena perpetua.
Estos sólo tienen efecto pronunciados por el emisor adecuado en las circunstancias oportunas;
en cualquier tiempo que no sea el presente y en otra persona que no sea la primera los enunciados
se hacen constativos: Juré decir la verdad.
En la teoría de los actos de habla, se subraya sobre todo la relación entre el acto lingüístico y su
capacidad para equivaler a una acción, identificándose, entonces, la función con el acto mismo. Se
estudia además desde un punto de vista pragmático cómo las presuposiciones, los conocimientos
compartidos por los interlocutores, el contexto, y otras circunstancias que rodean al acto de habla
permiten una perfecta comunicación.
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4. CONCLUSIÓN
La comunicación por medio del lenguaje nos permite a los seres humanos relacionarnos unos con
otros. Es en el siglo XX, a partir de los años 60, debido a la influencia de la teoría de la comunicación
de Shannon, cuando se valoran los aspectos extralingüísticos del acto comunicativo, es decir, deja de
atenderse sólo al código (enfoque tradicional) y se abren nuevas expectativas para la lingüística al
relacionarse con otros factores del acto de la comunicación con el surgimiento de la Pragmática. Se
valora el papel que juega el emisor, el receptor... y, fundamenalmente, el contexto o situación
comunicativa. Con el enfoque comunicativo, se desarrolla la teoría de la actividad y lo importante es
el acto de comunicación y los factores que intervienen en él.

BIBLIOGRAFÍA

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BETH, H. y PROSS, H. (1987): Introducción a la ciencia de la comunicación. Ed. Anthropos. Barcelona.
BÜHLER,K. (1934): Teoría del Lenguaje. Madrid, Rev. De Occidente.
COLLADO,J.A.:(1974): Fundamentos de Lingüística General. Madrid. Ed. Gredos.
COSERIU, E. (1973): Teoría del Lenguaje y Lingüística General. Madrid. Ed. Gredos.
ECO, U. (1988 ): Signo. Ed. Labor. Barcelona.
ESCANDELL, M. V. (2007): Introducción a la pragmática. Ed. Ariel. Barcelona.
JAKOBSON, R. (1960): Ensayos de lingüística general. Ed. Ariel. Barcelona.
LYONS, J. (1977): Semántica. Barcelona. Ed. Teide.
RUBIO, A (1974): Teoría General de la Información y de la Comunicación. Madrid. Ed. Pirámide.
SERRANOS. (1984): La semiótica. Ed. Montesinos. Barcelona.

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