Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
TEMA 63
ÍNDICE
BIBLIOGRAFÍA
1
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
2
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
incluye también a Fernando Villalón, a pesar de ser mayor que todos ello (nació en 1881);
últimamente se han incluido también los nombres de José María Hinojosa y de Juan Larrea
(éste último, pese a haber escrito casi toda su obra en francés y no haber mantenido apenas
relaciones con los otros componentes). Los nombres de José Moreno Villa y José Bergamín
han sido también citados por la crítica entre los del 27.
4
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
del 27, aunque más tarde cada uno buscara su propia voz.
Juan Ramón, además, estuvo ligado al 27 a través de la Residencia de Estudiantes, y en la
creación de revistas puestas al servicio de la juventud poética (Índice, Ley, SJ...), en las que
cuidó con esmero la presentación tipográfica. Alberti reconocía que “por aquellos
apasionados años madrileños, Juan Ramón Jiménez era para nosotros, más aún que A.
Machado, el hombre que había elevado a religión la poesía, viviendo exclusivamente por y
para ella, alucinándonos con su ejemplo». También el poeta de Moguer mostró en alguna
ocasión su apoyo: «Entre jóvenes llenos de entusiasmo por una dirección estética pura, sea
ésta la que sea, me encuentro mucho mejor que entre compañeros de mi generación, secos,
pesados, turbios, alicaídos”. Pero esa admiración se va a cortar en muchos casos, a medida
que los poetas jóvenes van adquiriendo personalidad propia, fama, y se van haciendo
independientes. La ruptura parece llegar con el Centenario de Góngora, en el que no quiere
colaborar, y en agrias diferencias con Gerardo Diego, Guillén o Dámaso Alonso. Hacia
1936, Juan Ramón ya no es el maestro de todos, sino el enemigo de bastantes. Incluso se
llegó a hablar de una campaña de difamación de Juan Ramón contra ellos. A pesar de todo,
muchos poetas del 27 han reconocido la influencia que ejerció sobre ellos, en dos puntos de
vista tan diferentes como en el neotradicionalismo y andalucismo de Lorca y Alberti y en la
poesía pura de Salinas y Guillén, por ejemplo. Juan Manuel Rozas ha encontrado
resonancias de los versos juanramonianos en casi todos los poetas del 27.
5
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
literaria sino como escritores clásicos. En el 27, es cierto, no aparece una actitud clasicista a
priori, pero en poetas tan poco clasicistas como García Lorca encontramos expresiones en
cierto sentido clásicas. El poeta más representativo de esta actitud es Jorge Guillén y su libro
Cántico, que para Cernuda es la consecuencia española de aquel clasicismo de inspiración
francesa
c) Influencia de Góngora: Clarísima en Cal y canto, en el Romancero gitano, en Cántico,
en Presagios, etc. Esta influencia, junto con la actitud clasicista, tuvo como consecuencia la
reaparición de la métrica —endecasílabos y octosílabos— y de las estrofas —sonetos y
octavas— que estaban en desuso. Es el momento formalista de la generación.
d) Influencia surrealista. En España sólo se dio en verso y no en prosa y vino a sumarse al
creacionismo; sin embargo, entre el verso surrealista y el creacionista apenas hay más
relación que la común a todos los ismos. Lo que parece unirlos es que, tanto uno como otro,
han dejado atrás el dinamismo afectado que exhibían los adeptos de otros movimientos
anteriores y, por otra parte, la metáfora en ambos es libre e ilógica.
Junto a estos cuatro puntos, señala Cernuda la influencia de Juan Larrea en todos los
miembros de la Generación. Separa el grupo en dos subgrupos a partir de la etapa
surrealista. El primero, formado por Salinas y Guillén; el segundo, por Lorca, Prados,
Aleixandre, Alberti y Altolaguirre. Gerardo Diego queda en el aire entre uno y otro grupo.
Señala, finalmente, el hermetismo del pensamiento poético y el lenguaje normativo en todos
ellos, aunque posteriormente evolucionen a un estilo más cercano al lenguaje hablado. Pero
recientemente, desde una mayor perspectiva histórica, otros críticos han trazado las
trayectorias poéticas de los autores del 27 haciendo referencia a la situación de la poesía
española en la época en que éstos han ido desarrollando su actividad. No hay duda del
acierto de esta propuesta, ya que evita el estudio aislado de la generación del 27 y engarza a
sus componentes con las corrientes poéticas coetáneas.
Una de las propuestas más acertadas, a nuestro parecer, es la que hace Gaspar Garrote
Bernal (Trayectorias poéticas del Veintisiete. Antología, Barcelona, Magisterio-Casals,
1994), que señala las siguientes etapas o trayectorias:
1) Postmodernismo. Como se sabe, a partir de 1905, con la publicación de Cantos de vida
y esperanza, Rubén Darío abandona la estética exuberante y ornamental del más puro
modernismo y ensaya la apertura de su poesía hacia una nueva temática y hacia la
búsqueda de nuevos caminos formales. Es el mismo itinerario que siguen en España poetas
como Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. En la formación y en ciertos poemas
iniciales del 27, el Modernismo y el magisterio machadiano son evidentes. Ocurre, por
ejemplo, en El romancero de la novia (G. Diego), en el Libro de poemas (Lorca), en
Poemas puros. Poemillas de la ciudad (D. Alonso), e incluso en Marinero en tierra
(Alberti). La presencia de Rubén Darío y del modernismo será más o menos constante en
muchos de estos poetas, como lo demuestran, además de los libros citados, los estudios
críticos que realizan Salinas o Gerardo Diego sobre Rubén Darío y otros poetas
modernistas.
2) Poesía pura. Superado el Modernismo y en vigencia, al menos en teoría, las
vanguardias, los jóvenes poetas del 27 se fijan en la obra de otro ex-modernista que actuará
como su guía inicial: Juan Ramón Jiménez, aunque muy pronto se enfriarán, como se sabe,
sus relaciones. Juan Ramón estaba proponiendo una estética pura, en la que el elitismo, el
esteticismo y la depuración lingüística aparecían como señas de identidad. La obra más
representativa de la poesía pura del 27 es Cántico (J. Guillen), regida por las actitudes
contemplativa —gozo y asombro ante la vida— y meditativa sobre la vida y la poesía, y
por un estilo en el que predominan la sintaxis simple y los tonos exclamativos. También
6
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
7
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
4. TEMÁTICA POÉTICA
Como es lógico, la literatura del 27 está inmersa en los grandes temas de la cultura
occidental. Pero es indudable su originalidad a la hora de tratarlos, así como el interés que
muestra por algunos y el olvido por otros. Estos temas, como veremos, no permanecen
invariables a lo largo de los años, sino que evolucionan al compás de los acontecimientos
8
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
9
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
que por sus cartas sabemos que marchó al extranjero empujado por un sentimiento de
frustración respecto a su vida en España. Desde el punto de vista interpretativo, la ciudad
neoyorquina se muestra metonímicamente, mediante referencias aisladas a sus elementos
más representativos: nombres geográficos (Battery Place, Coney Island, Wall Street,
Brooklyn) o aspectos definitorios de la ciudad (Harlem, mundo financiero, multitudes,
puentes, luces). El protagonista se ve a sí mismo formando parte de ese paisaje urbano.
Con frecuencia se ha hablado de la relación de Poeta en Nueva York con el surrealismo,
pero la huella surrealista es más evidente en el grito de rebeldía radical del poeta y en el
agudizamiento de su conciencia social que en el estilo, a pesar del torbellino de imágenes
frenéticas que utiliza.
Y, como casi siempre, García Lorca parte del mundo que le rodea, en este caso Nueva
York, pero lo somete a una transformación, ya que el realismo puro no permitiría la
comunicación poética. Cuando Lorca llega a la ciudad queda horrorizado, no sólo por el
famoso crac de la bolsa neoyorquina y sus consecuencias, sino también por lo que echa en
falta en ella: raíces naturales y un sueño colectivo que diera sentido a una sociedad
anónima, violenta y disgregada. La visión de la ciudad es, por fuerza, negativa:
aglomeraciones, problemas sociales de sus barrios... El poeta rechaza la civilización
mecanizada que destruye lo auténticamente humano. En este mundo deshumanizado, los
negros llevan la peor parte. A partir de esa realidad, se remonta Lorca a sí mismo, a sus
amargas experiencias pasadas y presentes, a su soledad y a sus deseos amorosos.
Ángel del Río ha hablado de la crisis espiritual del poeta en ese año de 1929. La
relación entre la situación dolorida del poeta y el símbolo patético de Nueva York es lo
más significativo del libro. Lorca abandona el pudor que ha mantenido hasta ahora y lleva
a cabo «una poesía de abrirse las venas», según sus propias palabras. Pero desde ahí,
valiéndose de la tercera persona, lanza su protesta contra los que coartan la realización
plena del hombre y se solidariza con los que, como él, padecen una situación de desamor.
El amor, según uno de los editores de la obra (María Clementa Millán, edición de Cátedra,
1989), se convierte en el eje vertebrador del libro, el que establece las relaciones entre los
distintos personajes y el que decide su carácter positivo o negativo según sea la
autenticidad del sentimiento amoroso.
4.2. NATURALEZA
La naturaleza también entra a formar parte de la temática del 27. Aleixandre, en su
primera época (Sombra del paraíso), aspira a la comunicación con la naturaleza salvaje y
virginal, pero la naturaleza que domina en casi todos los demás poetas está en contacto con
la ciudad y asumida por ella. Jorge Guillén, por ejemplo, habló de los jardines como
materiales refinados por el arte. Expertos contempladores, como eran, del mundo
cotidiano, sus poemas surgen de los escenarios que les ofrecen sus propios ventanales
ciudadanos (Cántico, de Guillén), y no necesitan buscar, como lo hizo el 98, paisajes
pintorescos, espectaculares o rurales.
Claro está que la pura Naturaleza ocupa muchas páginas de la poesía del momento,
especialmente en los poetas andaluces, ya se trate de una forma paisajística simplemente,
ya esté unida al «yo» del poeta por una cosmovisión o por algún simbolismo. Desde el
punto de vista paisajístico, encontramos libros deliciosos: Lorca, Impresiones y paisajes;
Gerardo Diego, Soria. Al mar dedican gran parte de su producción primera Alberti
(Marinero en tierra); Altolaguirre (Las islas invitadas) y Emilio Prados (Canciones del
farero). Un gran libro, que envuelve la pura descripción de la naturaleza para convertirse
casi en una filosofía, es El contemplado, de Salinas. Ya en el exilio, a veces hondamente
ligados al tema de la infancia y al recuerdo de su tierra, se escriben obras tan importantes
como Ocnos, de Cernuda, o De los álamos y los sauces, de Alberti. En su madurez, estos
10
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
poetas tienden a ver la naturaleza con un profundo sentido, ligándola a su propia visión del
mundo. Se crean así verdaderos paraísos personales (Sombra del paraíso, Aleixandre) o la
añoranza del Edén perdido (Desolación de la Quimera, Cernuda)
En este mismo tema, la obra de García Lorca es un caso especial. Toda ella está
impregnada de mitos y símbolos naturales, en relación con su Andalucía natal: la luna, el
agua, los animales (Libro de poemas). El mundo de los toros —mitad tema ciudadano,
mitad tema campero— está también presente en un grupo decididamente taurófilo (Alberti,
Lorca, Gerardo Diego). Libros importantes en los que podemos ejemplificar la visión de la
naturaleza son los siguientes:
- Cántico, es el título bajo el cual Jorge Guillén recoge toda su primera obra poética. Se
trata de un solo volumen, que fue creciendo en sucesivas ediciones, desde la 1928 que
constaba de 75 poemas hasta la de 1950 con 334 poemas. La distribución de los
poemas en las cuatro ediciones publicadas hasta esa fecha no fue siempre la misma. A
partir, sin embargo, de la tercera edición, las cinco partes en que dividió la obra
comienzan con un poema sobre el amanecer y acaban con otro sobre el anochecer, el
sueño o el amor. Cántico está estructurado de manera cíclica, muestra del sentido de la
perfección que persigue siempre Jorge Guillen. El título de cada una de sus cinco
partes posee un significado simbólico: Al aire de tu vuelo es un verso de San Juan de la
Cruz y significa el amor del conocimiento de la realidad; Las horas situadas, otro verso
de Fray Luis de León en este caso, representa al hombre que se siente ser en el mundo;
El pájaro en la mano, que recuerda el dicho popular "más vale pájaro en mano..." es la
posesión de la realidad; Aquí mismo es la encarnación del tiempo en su forma perenne;
Pleno ser habla del hombre que se abraza plenamente a la existencia, el dolor no existe.
Pero hay otros elementos menores que también muestran el sentido del orden y la
perfección: poemas de cinco estrofas, de cinco partes también cíclicas; poemas que
empiezan en el amanecer y acaban en el anochecer; ordenaciones de acuerdo con las
estaciones del año, etc. Todo ello hay que insertarlo en la interpretación simbólica de
los números y, a la vez, propician una lectura alegórica.
El tema que destaca en Cántico es el de la afirmación del ser y del vivir. El subtítulo de
la obra, Fe de vida, resume en gran medida las preocupaciones del poeta. No debe
sorprender, por tanto, su consideración de que el mundo está bien hecho y que muestre
su entusiasmo y su júbilo por vivir en plenitud con todo lo creado. El poeta parte
siempre de la realidad; como consecuencia exige que las cosas y las personas entre las
que se mueve aparezcan con sus perfiles propios y bien definidos. De ahí también que
evite los momentos crepusculares, que los contornos siempre se dibujen nítidamente y
que la luz se convierta en una palabra fundamental. La realidad, sin embargo, nunca es
captada aquí con técnicas tradicionales. La experiencia humana, las sensaciones
primarias y elementales son reducidas a lo esencial, depuradas de la escoria formal y
anecdótica. Amado Alonso, en este sentido, precisa que Guillén no quiere encubrir la
realidad, sino descubrir, desvestir el objeto de sus propiedades transitorias, para
sorprender su secreto sentido, su alma escondida, su esencia. Esto ha hecho pensar a
algunos críticos que Guillen es un poeta esencialista, que ve la imperfección del mundo
e inventa, por reacción, una perfección que no existe y que proyecta sobre la realidad
objetiva.
El tiempo de Cántico no lleva aparejadas, como en otros poetas, la melancolía y la
angustia, sino que es un tiempo presente siempre, en el que subyacen el pasado y el
futuro. Su misión es la de revivir una y otra vez las maravillas que envuelven al poeta:
la luz del mediodía, los amigos, el amor. Es este tiempo el que presta a Cántico su raíz
jubilosa. El tiempo es siempre presente, y su perfección invita a eternizarlo, a forzarlo
11
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
capaces de crear un clima que contagia al lector, que lo seduce y le transfiere los
mismos sentimientos que tiene el poeta. Este vocabulario ocupa todos los campos de la
naturaleza:
a) El reino animal: pájaros, peces, animales de la selva...
b) El reino vegetal: flores, árboles, bosques, jardines, frutos, hierba, césped...
c) El reino mineral: minerales, piedras, accidentes geográficos...
d) La naturaleza cósmica: cielo, sol, luna, estrellas, astros...
e) La presencia humana: hombre, amigo, muchacho, padre, hijo...
f) El cuerpo humano: cuerpo, ojos, pestañas, labios, boca, cabello, cabeza...
g) Los colores: azul, verde, blanco, rojo, negro...
El vocabulario, pues, nos presenta el mundo poético de Vicente Aleixandre. Se centra
este mundo en un paisaje en el que domina el mar, el cielo y las montañas, sobre colores
azules, verdes y blancos. Es un mundo en el que Aleixandre desea vivir y que sólo
permanece en el recuerdo o en el ensueño. Es un paraíso perdido por la acción del
hombre. Este drama poético que es Sombra del paraíso fue, como se sabe, el milagro de
la postguerra. El poeta definió el libro como un canto de luz desde la conciencia de la
oscuridad. Es decir, el ensueño de una época paradisíaca desde una época oscura y
triste. El poeta canta un mundo luminoso desde la constatación de un tiempo dominado
por la oscuridad. Por eso, un libro que es, que tiene que ser pesimista por el tiempo
presente, se convierte en un libro resplandeciente por el tiempo soñado.
4.3. AMOR
Son muy abundantes los poemas del 27 dedicados al amor o a situaciones amorosas
concretas. El amor no se puede separar absolutamente de la visión de la naturaleza a la
que hemos hecho referencia. La mayor parte de las veces, el amor se encierra en un
paisaje urbano, entre las cuatro paredes de una habitación, donde la naturaleza humana
triunfa desnuda y elemental. Salvo en Aleixandre, donde el desnudo, igual que la pareja,
va unido a las fuerzas naturales, en la mayoría de los poetas el desnudo aparece en un
interior, o en un primer plano, sin la necesidad de un paraíso natural envolvente. Es lo
que sucede en Altolaguirre, Un día, en Salinas, La voz a ti debida o en Dámaso Alonso,
Oración por la belleza de una muchacha.
Por otra parte, un dato que ha llamado poderosamente la atención de los críticos es que
los poetas del 27 canten al amor pleno de la pareja, de forma bastante liberal, teniendo
en cuenta la escasa tradición de literatura erótica existente en nuestras letras
prácticamente hasta el novecentismo. Así, Juan José Domenchina escribe uno de los
libros más sexuales de nuestra poesía, Dédalo, aunque casi todos cultivan un erotismo
más o menos acentuado. La libertad y plenitud de la pareja no sólo está buscada con las
palabras, sino en la propia vida. Interesante es, en este sentido, el relato de Miguel
García Posada (Acelerado sueño, 1999) de las relaciones amorosas entre los poetas de la
generación, no sólo las relaciones heterosexuales, sino también las homosexuales entre
sus miembros. De todas maneras, algunos poetas han desarrollado en sus libros una
verdadera teoría del amor, de las relaciones amorosas:
- La voz a ti debida, tal como aparece en las Poesías completas se presenta como un
largo y único poema, aunque el poeta va separando las distintas variaciones que lo
componen, para formar un auténtico cancionero amoroso. Las 68 variaciones (poemas)
se distribuyen en cuatro momentos: a) poema prólogo; b) nacimiento de la pasión; c)
inicio de la ruptura, del adiós de los amantes; d) poema epílogo. El centro del proceso
amoroso se sitúa en los versos en los que el poeta exclama: «¡qué alegría, vivir
sintiéndose vivido!», concibiendo así su existencia en una unidad acorde con la de la
13
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
amada. Así, Pedro Salinas plasma en La voz a ti debida y en alguna obra posterior el
relato de una historia personal y vivida del sentimiento amoroso, desde que éste
aparece hasta el momento en que, tras lograr la unión plena y absoluta con la amada, se
coloca en el umbral de la separación. Este proceso amoroso, sin embargo, no se
presenta de forma cronológica y ordenada, sino que el poeta alterna continuamente las
horas felices y las atormentadas. La reflexión y la teorización sobre esa experiencia de
amor, como fuente de conocimiento, como vehículo de comunicación y como factor
que da sentido y plenitud al universo y a la vida, es constante. Ambos, amada y amante,
aparecerán a lo largo del libro en el anonimato, desprovistos de nombres propios, de
rasgos externos reconocibles. Piensa Salinas que todo lo que tiene nombre está
delimitado, acabado, y esto es incompatible con la metamorfosis que sufren él y la
amada. Por eso pedirá a la amada que se despoje de todas las señas de identidad
impuestas desde antes de nacer, de todo lo que la ata a un pasado y a unas
circunstancias concretas. Los pronombres son, por tanto, la forma idónea para reflejar
la identidad de los amantes.
Pero en La voz a ti debida, se produce también la amenaza de la ruptura o se reflejan
las dificultades de acceder plenamente a la comunicación absoluta con la amada. El
«yo» lírico se silencia progresivamente y va perdiendo intensidad. La despedida, el fin
inevitable, se producirá en Razón de amor, Largo lamento, cuyo título ya resume el
sentimiento del amado ante la conciencia de un imposible reencuentro, es un poemario
de dolor intenso. A pesar de todo, esto no podría destruir el bien y lo positivo del
amor. Aunque quede la nostalgia y la melancolía, la amada lo acompañará como una
sombra. Como a Garcilaso, nadie podrá quitarle su dolorido sentir.
La primera etapa poética de Vicente Aleixandre se caracteriza por la actitud panteísta
adoptada por el autor, según la cual todos los seres de la creación, tanto los animados
como los inanimados, se sienten arrebatados por un impulso erótico que los encamina
a fundirse unos con otros, a participar en la unidad cósmica del universo. No sólo las
fuerzas elementales —mar, montes, ríos, sierras, viento, fuego—, sino también los
animales y el hombre participan de este anhelo, en un deseo de destrucción de las
realidades particulares para llegar a una unión cósmica. En una carta a Dámaso Alonso
le explica estas ideas: «...el amor personal, es decir, individual, en mí trasciende
siempre en imágenes a un amor derramado hacia la vida, la tierra, el mundo. ¡Cuántas
veces confundo a la amante con la amorosa tierra que nos sustenta a los dos!».
En efecto, desde Pasión de la tierra, donde el poeta defiende lo elemental, lo
auténtico, frente a las trabas sociales que coartan la libertad y los impulsos
espontáneos del hombre, hasta La destrucción o el amor, donde abiertamente el amor
es interpretado ya como una fuerza destructora que, paradójicamente, conduce a la
fusión con lo cósmico, nos encontramos desarrollada la teoría amorosa de Vicente
Aleixandre. La idea central de esta última obra es que la destrucción provocada por el
amor reviste caracteres deseables y positivos, ya que nos conduce a una vida más
auténtica y profunda en el ser amado. Así no debe extrañar que la amada se transforme
a veces en el mayor monstruo o que la unión de los amantes pueda ser calificada de
acoplamiento sangriento. Sólo se llegará a la raíz más honda del amor cuando el
amante se destruya en la llama amorosa para nacer, para vivir en la sangre del amado.
Este amor, sin embargo, es un simulacro del amor total y definitivo que sólo puede
conseguir el hombre en la fusión, en la integración última con la tierra.
Toda esta teoría amorosa se concreta en Historia del corazón, libro en que evoca una
historia amorosa, un amor vivido y sufrido, con sus alegrías y sus tristezas. Sin
embargo, ahora el amor se convierte en una fuerza congregadora, en un símbolo de la
14
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
fraternidad entre las personas: lo mismo canta al amigo que ha perdido un hijo que a
los ancianos cansados que se sientan al sol. Ha entrado ya Aleixandre en la poesía
social, en la poesía solidaria con el esfuerzo y el vivir diario de los demás hombres.
Importante es también la teoría amorosa de Luis Cernuda. Su obra, a pesar de los
lógicos cambios de estilo y de temas, guarda una notable unidad y presenta una
estrecha relación con su vida. Toda ella constituye una proyección y un retrato moral
del hombre que siente, ama, contempla o desprecia. El tema que destaca es el de la
lucha dolorosa entre sus anhelos, libres e ilimitados, y las dificultades de
materializarlos. El desacuerdo entre realidad y deseo, entre su «yo» y el mundo, entre
su amor por lo natural y la sociedad mezquina e hipócrita, irá en progresivo aumento.
Al final le lleva a una amarga y violenta soledad, pero también a reafirmar, con una
actitud de rebeldía y desafío, su independencia, su individualidad y sus peculiaridades,
incluida su nunca disimulada homosexualidad.
Realidad y deseo son, por tanto, las dos palabras que nos dan la clave para
aproximarnos a su obra. Recordemos que con el título de La realidad y el deseo
recoge toda su obra escrita antes de 1936. Debe tenerse en cuenta que el deseo,
siempre idéntico en su esencia, está condicionado por una realidad cambiante y
variable, por lo que el poeta se esfuerza en explorarla, en desvelar el sentido profundo
del mundo en que vive. La contraposición entre realidad y deseo da origen a las
variaciones temáticas de su obra: la añoranza de un mundo habitable, la soledad, el
ansia de alcanzar y poseer la belleza absoluta, la angustia ante el paso del tiempo y,
sobre todo, la conciencia del fracaso a que está abocado todo amor.
De esta manera, el amor se presenta como una pasión y una fuerza que aspira a la
comunicación, espiritual y sexual, con el amante, pero la relación amorosa, como el
resto de sus anhelos vitales, está condenada irremisiblemente a la frustración. El
amante busca una posesión erótica (física y efímera), pero no se satisface con ella
porque anhela una posesión absoluta (espiritual y eterna) que está abocada al fracaso,
ya sea por el egoísmo de la persona amada o por el intento imposible de querer fijar lo
efímero y pretender dar eternidad a lo temporal.
Precisamente en el libro Un río, un amor desarrolla el tema de la imposibilidad de
satisfacer los impulsos amorosos y su desolación ante los desengaños personales.
Cernuda se rebela contra las injusticias de un mundo hostil que niega el amor y deja al
hombre ante una única verdad: la muerte. En Los placeres prohibidos, la jubilosa
experiencia del amor se mezcla con un fuerte sentimiento de soledad y de vacío
espiritual: con imágenes violentas, el poeta se enfrenta al mundo, a sus leyes, a sus
códigos, y proclama la condición solitaria, altiva y libre del que escoge el amor
prohibido. No debe interpretarse esta rebelión sólo como fruto del conflicto de sus
inclinaciones sexuales y una sociedad que las rechaza, sino también como una
exaltación del amor, del placer y del deseo, pese a su carácter efímero, y al vacío que
dejan cuando desaparecen. La pasión erótica es un medio de trascender la mezquindad
del mundo visible y de lograr la comunión con una realidad superior. Finalmente,
Donde habite el olvido, libro compuesto a raíz de un reciente desengaño sentimental,
el amor es presentado como una experiencia amarga: cuando el amor desaparece, nada
queda, sólo el recuerdo de un olvido.
4.4. COMPROMISO SOCIAL
El compromiso social también está presente en una generación nada frívola, a pesar de
haber vivido en los felices años veinte. Son poetas que se sienten comprometidos con
la vida, con su tiempo y con la historia. Por una parte, como críticos y literatos,
15
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
abordan los más diversos temas culturales: las artes plásticas (A la pintura, Alberti), la
música (Nocturnos, de Gerardo Diego); la exaltación del artista toma aire de denuncia
de la lucha que ha de entablar el hombre creador contra una sociedad hostil (Cernuda,
Mozart). Se sienten también comprometidos con sus camaradas y amigos (son
innumerables los poemas de elogio en la vida y la muerte de sus compañeros de
promoción: todos lloran la muerte de Lorca en espectaculares elegías).
Pero también hay poesía social y política, aunque sea muy escasa antes de 1936
(Romancero gitano y Poeta en Nueva York, Lorca; La realidad y el deseo, Cernuda;
Un fantasma recorre Europa, Alberti; No podréis, Emilio Prados). Pero es con el
estallido de la Guerra, cuando estos poetas se unen a poetas mayores (Machado, León
Felipe) u a otros más jóvenes (Miguel Hernández, Serrano Plaja) y forman la base de
un impresionante cancionero de guerra en libros colectivos como Romancero de la
guerra civil o Romancero general de la guerra española, recopilado este último por
Emilio Prados, en donde están los nombres de Altolaguirre, Aleixandre, Alberti,
Prados, Cernuda, Gil-Albert, etc. De manera individual no aparecen muchos libros
sobre el tema de la guerra: Alberti, De un momento a otro, o Emilio Prados, Llanto en
la sangre. Era una poesía para ser recitada en ciudades o en las trincheras. Tras la
guerra, sin embargo, muchos poetas, con la excepción de Alberti (Entre el clavel y la
espada), abandonan su actitud combativa. En compensación, otros poetas que no
habían abordado el tema del compromiso social y político lo hacen ahora (Dámaso
Alonso, Hijos de la ira; Jorge Guillen, Maremagnum; Vicente Aleixandre, Sombra del
paraíso). Tres obras destacan en el tema del compromiso social:
En el Romancero gitano, García Lorca exalta la dignidad de una raza marginada y
perseguida. En realidad, ya en Poema del cante jondo, apartándose de la expresión
intimista, el poeta capta todo lo que de frustración histórica y existencial, de protesta
por las injusticias de la vida y de la historia, emana del cante flamenco. El amor, la
soledad, la muerte, el destino trágico, la pena, las ansias de vivir sofocadas por las
circunstancias adversas, serán motivos que, nacidos en esta obra, se prolongarán al
Romancero gitano. Pero Lorca rehúye de la visión pintoresca y colorista del mundo
gitano y apunta, más incluso que a la situación social concreta, a los aspectos más
profundos de la misma, como símbolo de la lucha constante del pueblo andaluz. Dijo
una vez el poeta en una conferencia pronunciada en 1935: «El libro en conjunto,
aunque se llama gitano, es el poema de Andalucía, y lo llamo gitano porque el gitano
es lo más elevado, lo más profundo, lo más aristocrático de mi país, lo más
representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad
andaluza y universal..», y más adelante: «...no hay más que un solo personaje grande y
oscuro como un cielo de estío, un solo personaje que es la Pena que se filtra en el
tuétano de los huesos y en la savia de los árboles [...]; pena andaluza que es una lucha
de la inteligencia amorosa con el misterio que la rodea y no puede comprender».
El gitano se presenta en el Romancero con sus creencias y su código de vida
enraizados en lo primitivo y natural, pero choca con dos realidades inmediatas: el
amor, que desemboca casi siempre en el mundo natural del sexo, y «los otros» que
invaden lo que el gitano cree sus derechos o su prestigio, y que desemboca casi
siempre en la sangre derramada. Estos «otros» son, en primer lugar, gentes de su
propio código y raza, pero sobre ellos la sociedad, la civilización ajena que les
margina y oprime y cuyo brazo armado es la Guardia Civil, vista casi siempre con
valores negativos.
Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, es un libro producto de la herida vital y estética
que dejó la guerra civil en esta generación de poetas. Frente a la respuesta silenciosa
16
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
de otros escritores que habían quedado en España, Dámaso Alonso opone el grito
airado, la furia de sus versos. El impacto de la obra había de ser enorme y su
publicación vino a romper el maleficio que parecía pesar sobre los poetas españoles y
que les impedía hablar de la realidad más inmediata. Para el propio autor Hijos de la
ira era un libro de protesta cuando en España nadie protestaba: protesta social, ante la
comodidad que se había implantando tras la guerra en algunos poetas, que, bien por la
censura, bien por encontrarse satisfechos con la situación que queda en España tras la
guerra, siguen cantando los temas tradicionales: Dios, la naturaleza, el amor; protesta
literaria, porque Dámaso Alonso forja un nuevo lenguaje poético, a base de nuevos
ritmos, uniones de palabras e imágenes. La ruptura de las formas clásicas es patente.
Es importante señalar que el libro se subtitula «Diario íntimo», anunciando de entrada
la nota autobiográfica y el tono de monólogo o de confesión que tiene la obra entera.
Para la mayor parte de los críticos, se trata de un libro de poesía social, de denuncia
social. Efectivamente, el autor se centra en la realidad que le rodea y denuncia las
injusticias que contempla, aunque este realismo está, a veces, tocado con un algo de
ternura. No podemos olvidar los dos hechos históricos que conmueven la vida del
poeta: la guerra civil y la guerra mundial. Esto provoca en él una reacción violenta que
define como el asco y la total desilusión de ser hombre, aunque no sólo da cuenta de
ello, sino que indaga en sus causas. El resultado es un estallido contra el odio y la
injusticia como fuerzas que dominan al hombre desde su expulsión del paraíso.
Finalmente, Vicente Aleixandre desarrolla una poesía social en Sombra del paraíso.
El libro, publicado también en 1944, arranca del mismo punto de partida que Hijos de
la ira: una tierra dolorida en una hora cruel de los hombres. Pero las reacciones son
diferentes: Dámaso araña, grita y protesta; Aleixandre construye el mito de la edad
dorada. En el momento en que España está totalmente arruinada y en Europa triunfa el
horror de la guerra mundial, mientras los poetas comprometidos afrontan la realidad y
denuncian la injusticia y el horror, Vicente Aleixandre parece que se tapara los ojos y
tratara de huir al mundo mítico de su infancia y juventud. Pero no es así. El
descontento ante la vida concreta española deriva hacia la solidaridad con los seres
humanos. El propio Aleixandre dijo que había escrito su libro «desde el hombre
presente, desde la conciencia de la oscuridad, desde el estremecimiento doloroso del
hombre de hoy». Esta escritura, pues, implica tener presente la realidad histórica de la
España de la postguerra. Los recuerdos infantiles contrastan con los hechos concretos
que el poeta está viviendo, y sus deseos de recobrar el paraíso perdido resultan
insatisfechos como consecuencia de esta realidad. El presente temporal (1939-1943)
constituye sin duda el punto de mira desde el que se persigue el paraíso, la tierra
amarga desde la que se añora la tierra de promisión frustrada.
Todo el libro se estructura entre un ayer y un hoy, y avanza sobre una continua línea
temporal:
- El ayer está constituido por dos núcleos de consideración concéntrica: el ayer
primigenio, paradisíaco, del mundo, antes de que el hombre lo corrompiera; y el ayer
alegre y feliz de la etapa infantil y juvenil del poeta.
- El hoy es un tiempo de corrupción y de tristeza. La convicción existencialista de
Aleixandre le hace contemplar el tiempo como un agente erosionador de la felicidad.
4.5. RELIGIÓN
La preocupación religiosa como compromiso cristiano es escasa en el grupo, fuera de
la valiosa labor de Gerardo Diego que había publicado ya en 1931 un famoso
Víacrucis, aunque la temática religiosa en su sentido etimológico y amplio no está
17
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
ausente del todo (García Lorca). Sin embargo, después de la guerra aparece en muchos
poetas: Dámaso Alonso, Hijos de la ira y Hombre y Dios y Manuel Altolaguirre, Las
islas invitadas. De manera agnóstica, o incluso anticristiana, aparece la preocupación
por el significado final del hombre en Luis Cernuda, Desolación de la Quimera o en
Emilio Prados, Jardín cerrado.
Gerardo Diego fue un hombre profundamente católico. Cultivó muy pronto, tanto en
formas populares como en formas cultas, una poesía religiosa, que, como hemos
dicho, no era un tema habitual en los demás poetas. Aparte de algunos poemas sueltos
recogidos en libros incluso creacionistas, su profunda religiosidad se hace palpable en
Viacrucis, Versos divinos y Ángeles de Compostela. El primero es un libro sencillo y
emotivo, donde se pone de manifiesto la sinceridad absoluta del poeta; el segundo
destaca por la perfección y la gracia heredada de los cantarcillos populares del Siglo
de Oro (Lope de Vega); el tercero, mucho más perfecto y cuidado, señala su autor que
se trata «de un verdadero poema a Compostela, al dogma de la Resurrección de la
Carne simbolizada por los ángeles, y a Galicia representada en sus mitos poéticos». La
poesía religiosa de Gerardo Diego se inscribe siempre dentro de la ortodoxia católica.
No veremos en ella ni las dudas o angustias existenciales de Dámaso Alonso, ni las
inquietudes religiosas que mostraron después de la guerra Cernuda y Altolaguirre. Sus
ángeles, heraldos de paz y bienaventuranza, tampoco tienen nada que ver con los que
atormentaron a Rafael Alberti en Sobre los ángeles.
Dámaso Alonso, por el contrario, parte de la idea de que el mundo no está bien hecho
(en contra del mundo está bien hecho que por las mismas fechas defendía Jorge
Guillen en Cántico). Sus dudas, sus angustias vitales, le llevarán con frecuencia a
dirigir la vista a Dios en busca de una explicación y de un consuelo. A lo largo de toda
su producción mantendrá una lucha, que no tuvo un claro vencedor, entre la
aceptación de un alma perecedera, que «muere al punto que muere el cuerpo» o de un
alma eterna, «que requiere la existencia de un Dios todopoderoso». Todas estas
angustias se recogen en Oscura noticia, compuesto por textos escritos en diferentes
épocas, e Hijos de la ira, ambos de 1944. En el primero se enfrenta abiertamente con
los grandes problemas y misterios del hombre e inicia sus conflictivas relaciones con
Dios. El título procede de San Juan de la Cruz que, en repetidas ocasiones, habló de la
«oscura noticia de Dios». Esa noticia es, para Dámaso, además de oscura, amorosa y
no intelectual.
El segundo, Hijos de la ira, es una clara autobiografía espiritual y constituye la más
desnuda confesión del desamparo del poeta. Hay que precisar que, pese a su constante
preocupación religiosa, Dámaso nunca actúa como un místico, ya que en todo
momento tiene presente la realidad en que vive. Su relación con Dios tiene siempre un
intermediario: el mundo. Así que, partiendo siempre de la realidad concreta —una
noticia del periódico, una criada, un hombre—, ahonda en los misterios de la
existencia humana y se adentra en los terrenos del símbolo y de la alegoría. Los tres
puntos más significativos de esta visión son los siguientes:
a) El mundo y la vida se presentan como realidades sin sentido, sin una función y sin
un significado preciso. El ser humano es un pozo de miseria. Todo ello le lleva a
protestar airadamente contra el dolor, la crueldad, el odio, la soledad, el desamparo
del hombre, y, por consiguiente, a un creciente deseo de solidaridad con los
problemas de los demás.
b) Desesperado por no comprender al ser humano, se vuelve hacia sí mismo e indaga
en su propia esencia, pero las profundidades de su propio ser le resultan tan
incomprensibles e inexplicables como las del resto de los humanos.
18
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
5. VALORACIÓN FINAL
Deberíamos hacer, para acabar el tema, un breve resumen sobre la Generación del 27,
su influencia y su función dentro de la poesía española del siglo XX. En principio, el 27 se
apartó de la Generación anterior tanto en la técnica como en la temática.
Antonio Machado, que siempre fue amable con la juventud, mostró su disgusto por la
manera de escribir de estos jóvenes; les censuró el empleo de imágenes conceptuales, en
lugar de las intuitivas, que eran para él las más puramente poéticas: "Me siento, pues, algo
en desacuerdo con los poetas del día; ellos propenden a la destemporalización de la lírica,
no sólo por el desuso de los artificios del ritmo sino sobre todo por el empleo de imágenes
en función más conceptual que emotiva. [...] Son poetas sin alma, yo no vacilaría en
afirmarlo si por alma entendemos aquella cálida zona de nuestra psique que constituye
nuestra intimidad, el húmedo rincón de nuestros sueños humanos, demasiado humanos,
donde cada hombre cree encontrarse a sí mismo, al margen de la voz cósmica universal".
Esta opinión es exagerada. La crítica actual piensa en el hondo significado que la palabra
alma tiene en estos poetas, lo que sucede es que ellos no la exhiben. Pero, aunque fuera
cierto, sólo sucede esto en una etapa primera; después hemos visto sus preocupaciones
sociales, aumentadas enormemente como consecuencia de la guerra civil.
Los jóvenes poetas catalanes (los «novísimos») que giraron alrededor de Castellet
lanzaron también ataques a los poetas del 27. Castellet, inspirado en los críticos del
materialismo histórico, ve la justificación de la poesía en su contenido socio-político y,
como ese contenido apenas si existe en los del 27, considera que el grupo en los primeros
años se incorpora a la poesía europea (simbolismo, surrealismo), pero sólo algunos se
incorporaron al realismo social. Parece no tener en cuenta Castellet que la mayoría de estos
poetas marcharon al exilio, donde el recuerdo de España, la nostalgia y las preocupaciones
personales se convierten en temas repetidos de sus libros. Los que quedaron, salvo Gerardo
Diego, marcaron un cambio importantísimo en la poesía de los años cuarenta (nos
referimos a Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre, con Hijos de la ira y Sombra del
paraíso).
A pesar de las opiniones en contra, los propios poetas del 27 han sido los que han
revalorizado su generación y la poesía de sus miembros. Todos ellos, grandes críticos, han
19
TEMA 63. La lírica en el grupo poético del 27
hablado con categoría y honradez de las que fueron sus inquietudes. Respecto de los
cambios en su temática, alguno piensa que no existen (mantienen los mismos temas,
aunque con la evolución normal); otros, sin embargo, advierten la evolución formal a la
que hemos hecho referencia.
La revolución poética del 27, porque revolución hay que llamarla como Max Aub, fue
fructífera y sus frutos se están recogiendo todavía hoy en las actuales generaciones.
Pensemos en la influencia que han ejercido Vicente Aleixandre o Rafael Alberti, o los
grupos (devotos» de Cernuda, o la impresión que causó Hijos de la ira en su publicación.
Para terminar, recordemos las palabras de Dámaso Alonso: "Curioso destino el de mi
generación. Salió a la vida como llena de pudor, con limitación de temas, como con miedo
a expresar la pasión, con un sacro horror a lo demasiado humano, con muchas
preocupaciones técnicas, con mucho miedo a las impurezas, desdén de lo sentimental; pero
aún en aquellos versos, escarbando un poco se encontraba la pasión que se quería ocultar
por muchas causas. Por un entrecruzamiento de canalillos como bella inundación irrumpe
la vida. Y la poesía que no con entera razón se había tildado de poco humana termina
siendo apasionada, llena de ternura y no pocas veces frenética." (Poetas españoles
contemporáneos). Y un poeta de hoy, Alfonso Canales, resume con estas palabras la deuda
contraída con ellos por los poetas jóvenes: «Del grupo del 27 quisimos aprender la
importancia de compaginar el amor a la tradición con la tarea innovadora; la integración de
lo popular con el rigor que impone el conocimiento de lo ya irremediablemente hecho; el
respeto al lenguaje, con la seguridad de que siempre admite nuevas formas de torturas; y la
convicción de que la amistad entre los poetas debe ser infranqueable, puesto que todos
cantamos en el mismo coro.»
20