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Universidad Veracruzana

Facultad de Medicina “Miguel Alemán Valdés”

Experiencia Educativa: Oncología Docente: Dra. Carmen Sofía del S. Silva Cañetas

Alumno: Benjamín Segura Román

Cáncer de próstata y testículos

La etiología es desconocida, pero en cáncer de pene se ha implicado a la fimosis, la mala higiene y la irritación crónica
que permitirían al Corynebacterium smegmatis transformar el esmegma en estero les carcinógenos. La circuncisión neo
natal es un factor protector (44- 90% de los pacientes con cáncer de pene tienen fimosis en su presentación). Los virus
del papiloma humano (VPH) 16 Y 18 se asocian a más de 50% de los casos y hasta 90% de los carcinomas in situ,
basaloide y verrucoso. Las malignidades del testículo representan 1 % de las neoplasias en los varones, pero es la
neoplasia más común entre las edades de 15 y 35 años. Casi de forma invariable se trata de tumores de células
germinales (TCG); éstos representan una entidad importante, ya que su mayor impacto se da entre jóvenes en edad
reproductiva. El antecedente de criptorquidia es el factor de riesgo cuya relación es más clara con desarrollo de un TCG.
El antecedente está presente en 12% de los casos; el mecanismo de la transformación no es claro, aunque el testículo
retenido en el abdomen tiene mayor riesgo (5%) que el ubicado en el canal inguinal (1 %). El testículo que se encuentra
descendido contralateral al criptorquídico también tiene riesgo de desarrollar TCG. Otras alteraciones asociadas son el
síndrome de feminización testicular, el síndrome de Klinefelter (con los TCG primarios de mediastino) y quizá la infección
por el virus de la inmunodeficiencia humana. La lesión primaria compromete al glande (48%), prepucio (21%) o ambos
(9%), al surco coronal (6%) y cuerpo del pene (2%). Usualmente las lesiones no son dolorosas. La exploración debe
definir el diámetro, localización y número de lesiones, su morfología (papilar, nodular, ulcerado, plano), color, límites y
relación con otras estructuras. El diagnóstico histológico mediante biopsia es indispensable para decidir el tratamiento,
ya que confirma el diagnóstico y establece el grado tumoral. El diagnóstico se hace mediante la historia médica, el
examen físico y la toma de biopsia. Estudios de imágenes adicionales como la radiografía de tórax, el ultrasonido, la
tomografía axial computarizada o la resonancia magnética nuclear, se usan para determinar la presencia de metástasis.
A veces el diagnóstico se retrasa por la presencia de fimosis, un prepucio redundante, la dificultad de voltear de adentro
hacia afuera el prepucio o la vergüenza de consultar al médico. El tratamiento depende del sitio y de la extensión del
tumor primario y de la presencia de metástasis inguinales.

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