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LIBET.

El determinismo neural o cerebral, es parte de lo que podríamos llamar


determinismo materialista porque todo se reduce finalmente a la materia, que en
este caso es el cerebro. Por tanto, en el determinismo neural es el cerebro, aquella
cosa que causa nuestras acciones y no nosotros mismos, es un cerebro como sujeto
separado de nosotros. En el experimento de Libet, esencialmente, se trata de
investigar en qué orden van nuestras acciones como: la actividad cerebral y el
movimiento muscular

En un esquema de libertad; (1) primero nuestra voluntad dispone la acción,


nuestra voluntad nos mueve hacia aquello que queremos conseguir (2) luego,
nuestro cerebro inicia los procesos químicos que nos llevarán a realizar la acción
que pretende la voluntad. Abre paso a los procesos nerviosos que darán inicio a la
accion, y (3) finalmente el musculo se mueve, realizando la acción deseada.

1) Voluntad
2) Actividad cerebral
3) Movimiento muscular

Pero, en el experimento de Libet se demuestra que hay un orden secuencial


distinto del mencionado anteriormente. El orden va así: 2, 1, 3 en lugar de ser 1, 2 y
3 (esquema de libertad).

(2) Primero se da acción cerebral, en este esquema se entiende que es lo primero


que sucede y por lo tanto causa a (1) la voluntad que va a querer aquello que le
informa el cerebro y que finalmente (3) mueve al músculo.

En el esquema original de Libet, se puede entender que primero nuestro cerebro


decide una cosa, luego nuestra voluntad se apega a lo ya decidido por el cerebro y
tercero, el músculo se mueve. Entonces, la voluntad, aunque exista, no es
propiamente lo que nos permite querer lo no necesario, en un sentido de querer en
un esquema de libertad.

La voluntad solo se apega a aquel querer previo dado por el cerebro, es una
voluntad ilusoria.

El problema es que se entiende este sistema causal (que uno causa al otro) de
forma muy reduccionista. Replicas al experimento de Libet.

1. No todo antecedente de una acción implica que lo que sucedió sea su efecto.
No todo antecedente es causa y no todo movimiento es un efecto necesario
de su antecedente.

Ej: Si un día llueve, y al día siguiente sale el sol, eso no implica que el hecho
de que haya llovido ocasione que salga el sol, de modo que si ocurriera que
llueve nuevamente, no necesariamente saldría el sol al día siguiente.
A veces vemos que sucede “A” y luego “B”, y constantemente sucede lo
mismo. Entonces pareciera que hay una relación de causalidad entre “A” y
“B”, pero esto no es necesariamente de este modo. No toda acción
antecedente causa una acción posterior en un momento determinado. Alguna
vez podría darse “A” y no darse “B”, entonces me daría cuenta de que
aquello que creía que causaba “B”, no lo hacía efectivamente y que era una
mera coincidencia.

 Que haya acción cerebral no implica que nuestra voluntad se apegue a


ello necesariamente, que haya acción cerebral no implica que algo ya está
decidido o determinado.

2. La distinción de actos humanos y actos del hombre. Es muy diferente


aquello que nuestro cerebro tiene como acciones eléctricas, como el latido
del corazón, la digestión, etcétera, que poco dice acerca de la libertad. A
aquello que hacemos porque decidimos hacerlo, pudiendo haber hecho otra
cosa.

No hay equivalencia de libertad ni de consciencia entre las reacciones


eléctricas de mi cerebro con decidir algo efectivamente (Ej: comer un pan o
dárselo a alguien libremente, porque yo lo quiero hacer).

Por lo tanto, la conclusion a la que llega el experimento de Libet no es


equiparable al total accionar del hombre. Los actos del hombre son aquellos
que caen fuera de nuestra voluntad porque son actos que no podemos
controlar, en cambio, lo actos humanos son aquellos por los cuales yo me
muevo a mi mismo a hacer una u otra cosa.

3. El experimento de Libet entiende los actos libres, primero como endógenos


(que se originan por causas internas) lo cual está bien, y segundo como
actos meramente espontáneos, lo cual es una definición de libertad que
carece totalmente de aplicación universal puesto que el hombre es una
realidad compleja y, por tanto, el hombre que usa su consciencia, su
entorno, su juicio, etc. Dispone de todas esas herramientas para cometer un
acto libre.

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