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LA CAÑIHUA

LA GRAN BOA DEL GRAN BOSQUE


Dicen que cierta vez un zorro se encontraba al lado de un río y melancólicamente observaba las imágenes que
Una noche el jefe Tintayo de una tribu huambisa de la selva amazónica tuvo un sueño reflejaban sus aguas, como si se tratara de un espejo. Se veía a gente que bailaba y reía. ¿Qué pasaba? Las aguas
muy extraño, en el que guacamayos y loritos le avisaban de que las partes bajas del del río no hacían más que reflejar la alegría que allá arriba se vivía: en el cielo estaban de fiesta.
territorio se inundarían por acción de inesperadas y torrenciales lluvias. Estas aves le El zorro, que andaba cabizbajo1 y pensativo, no se dio cuenta de que un cóndor había bajado a tomar agua. El
dijeron que huyese con toda su tribu y que buscara los árboles más fuertes y altos. cóndor, al verlo triste, le preguntó:
― ¿Qué pasa amigo tiwula?
Cuando Tintayo despertó, el cielo estaba despejado. Sin embargo, decidió hacer lo que
las aves le dijeron en su sueño. Dijo a las familias de su tribu que buscaran los árboles Entonces, al zorro se le ocurrió una idea y le dijo:
más altos y ahí lo esperaran. ― Es que quiero ir a la fiesta del cielo y, como no tengo alas, no puedo. ¿Por qué no me llevas?

Tintayo también decidió avisar a las tribus vecinas para que salvasen sus vidas. Como El cóndor aceptó de “buena gana” el pedido del zorro y le dijo que subiera a su espalda. Volando hacia las alturas,
tenía el poder de transformarse en jaguar, usó este poder y se convirtió en este animal. llegaron al cielo y se unieron a la fiesta. Comieron, bebieron y se divirtieron bastante.
Así, con la agilidad y la velocidad logró alertar del peligro a las otras tribus. En el preciso Al cabo de un rato, el cóndor buscó al zorro, que andaba perdido entre tanta gente alegre, y le dijo que ya era hora de
momento en el que terminó de avisar a la última familia, en lo profundo del bosque, volver. El zorro, entusiasmado con el festín, no quiso regresar y se quedó allá arriba. Cansado de esperar, el cóndor
comenzó la gran lluvia. De inmediato, el nivel del río se duplicó y continuó creciendo retornó sin él a la tierra.
con gran intensidad. Tintayo, aún convertido en jaguar, logró llegar al lugar donde Acabada la fiesta, el zorro, que se había quedado solo, se fue de visita a la casa de unaestrella. Como todavía tenía
estaba su propia tribu. Por suerte, todos ya estaban ahí, protegidos en las copas de los hambre, la estrella le alcanzó una olla de barro y le dio un granito de cañihua para que se hiciera una mazamorra. El
grandes árboles de lupuna. zorro miró el grano con asombro y, pensando que eso no iba a ser suficiente, le dijo a la estrella:

Con gran rapidez, las partes bajas del territorio selvático se inundaron y comenzaron a ―Pero ¿cómo va a alcanzar un solo grano de cañihua para los dos? Eso no alcanza ni para mí.
movilizarse grandes masas de lodo, fango, follaje1 y troncos que arrasaban todo a su Y sin que la estrella se diera cuenta, rápidamente aumentó diez granos más a la olla. Así comenzó a preparar su
paso. Todas las familias estaban protegidas por la fortaleza de las grandes lupunas. mazamorra de cañihua mientras se le hacía agua la boca.
Estos árboles soportaron el diluvio sin fatiga, pero algo inesperado pasó. La familia del El zorro, contento, seguía en la tarea de remover la mazamorra que estaba casi a punto. De pronto, la olla comenzó a
propio jefe Tintayo corría mayor peligro. En su ausencia, habían elegido un árbol de rebalsar y la mazamorra chorreando, chorreando fue a dar al suelo. Como el zorro andaba muerto de hambre, se puso
bajo tamaño. Por este motivo, la fuerza de la inundación comenzó a mover ese árbol a lamer muy rápidamente lo que caía de la olla; y, casi sin descansar, trataba de comérselo todo. Pero la alegría pronto
se convirtió en preocupación, porque la olla seguía rebalsándose y la habitación se iba llenando de cañihua sin que el
desde la raíz y el agua casi les llegaba a sus pies. Convertirse nuevamente en jaguar zorro pudiera hacer nada para detenerla.
no le serviría de mucho a Tintayo para proteger a su familia, por lo que pidió a los
espíritus protectores del bosque que lo transformaran en una boa gigante. De esa La estrella, al ver su casa llena de mazamorra, se puso muy enojada y colérica, y a gritos le dijo al zorro:
manera, él se colocaría como si fuera un largo puente, para que su familia encontrase ―¡Zonzo nomás siempre habías sido, tiwula! ¿Por qué has aumentado más cañihua? ¿Acaso no te había dado
un árbol más alto y fuerte. Con gran concentración, Tintayo se transformó en una suficiente? ¡Ahora todito te lo vas a tener que comer!
anaconda, la gran boa de la Amazonía, y con los dientes de su hocico cogió las ramas El zorro, arrepentido y triste por su desgracia, se preocupó más. Entonces, lo único que le quedaba era regresar a la
de un árbol más grande. Así, la familia de Tintayo logró escapar a tiempo. Cuando todos tierra. Se ató a una soga y fue donde la estrella a suplicarle que le ayudara a bajar. La estrella aceptó ayudarlo y sujetó
ya se habían salvado, Tintayo, que había agotado sus últimas fuerzas, no soportó más la soga para que el zorro pudiera descender.
la tensión y el peso de la maniobra, y cayó en las turbulentas masas de lodo que lo Camino a la tierra y cuando le faltaban solo diez metros, el zorro vio a un loro que volaba frente a él y, liso como era,
arrastraron hasta que desapareció. sin más ni más, lo insultó diciéndole:

Cuando la lluvia pasó, luego de cinco días, el nivel de las aguas descendió con gran ―¡Loro lengua de papa! ¡Loro lengua de chuño! ¡Yo te puedo matar!
rapidez. Durante semanas la tribu entera buscó a su jefe inútilmente, pues no lo El loro, lleno de furia por los insultos del zorro, comenzó a picotear la soga por la que este descendía. Al ver que la
encontrarían nunca más. Desde entonces, la gran serpiente sería vista por pocos soga se rompía, el zorro comenzó a gritar fuertemente diciendo:
testigos dentro de las profundidades de la Selva; es una gran boa anaconda que, lejos ―¡Extiendan una manta suave! ¡Miren que vengo del cielo!
de causar miedo, parece prestar ayuda cuando más se le necesita. Los desesperados gritos del zorro fueron inútiles. Nadie los escuchó. A gran velocidad, cayó en medio de duras rocas
y su panza, repleta de mazamorra, se reventó y la cañihua que tenía en su estómago se esparció por todas partes.
Cuentan los abuelos y las abuelas que fue así como apareció este alimento en el altiplano y en toda la zona andina del
Perú.

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