AUTOR JAIRO ANIBAL NIÑO que no parecía volar sino caminar
por las carreteras del cielo. Zoro dirigió su ZORO barca a la orilla, la amarró cuidadosamente a un palo de caimo y se quedo mirando 2 y el niño abrió los ojos y lo primero que los saltos húmedos y llenos de colores,los saltos vio fue el plumón azul cobalto del pecho húmedos y llenos de colores, de del pájaro tente. El ave, su fiel compañera. un gallito de roca. la amiga incondicional de los niños de la Hizo una cama de hojarasca y junto al ave selva, estaba allí con él, a bordo de su canoa, guardiana se quedó profundamente dormido. de su endeble caballito de agua. Debía ser media noche porque cuando despertó por los gritos nerviosos del tente, la luna La nave trotaba en las oscuras aguas del río. parecía despedir un polvo dorado, como si la El muchacho creyó oir su nombre. Zoro, gritaba estuvieran sacudiendo y la luz cayera en forma el aire; Zara, gritaba la voz melcochuda de motas luminosas sobre un' piso de nubes. de la selva. Pensó encontrar detrás de El ave se agazapó en medio del acecho la voz, la figura de su padre Zicorauta, o y Zara vió al tigre de vidrio caminar con serenidad la de su madre Mélide, o la de su gente en el sendero. Tenía los ojos fosforescentes que minutos antes navegaba con él en busca y el cuerpo transparente, y avanzaba del país de los pastos verdes y de las con paso majestuoso. El niño se quedó quieto, bestias apacibles. Pero su pueblo, montado conteniendo la respiración, mientras el felino en las barcas, había desaparecido. Ahora recardaba marchaba hacia él, en línea recta, sin desviarse, un confuso griterío y un estampido saltando matorrales, zanjas y vallados, y al de pólvora y un golpe en la cabeza que lo hacerlo era como si dejara de ser tigre y se había desvanecido. Su mano corrió tras ese convirtiera en criatura voladora. Llegó a su recuerdo y encontró un camino ensangrentado lado y Zoro ocultó su cara entre las manos, en su cuero cabelludo, una costra de esperando el zarpazo que le quitara la vida, sangre seca, como rastro de la detonación Oía el resuello caliente, el ronroneo de quinientos que había salido de lo más oscuro del bosque gatos, el crujir de la hierba seca bajo el de chontaduros. peso enorme del animal de vidrio. De repente, el tigre comenzó a cantar. Era una canción sin Tomó en sus manos el remo, silbó para alegrar palabras, con musiquita que semejaba las palabras, el corazón del ave tente , e impulsó su con la cadencia del que quiere decir algo caballito de agua hacia el lugar señalado a otro y descubre que habla un idioma extranjero. por su padre para alojar en sus tibios aires Sin embargo, el niño le entendió. a su tribu, que desde tiempo inmemorial El tigre estaba caminando por todos los senderos le decía que había visto navegar a su pueblo de la floresta, en busca ·de un lugar donde río abajo, que acampaban a pocas millas de fuera posible la vida. ahí y que su padre y su madre lo estaban buscando Desechó la angustia de su corazón y se puso por los caños de La Buenaventura, que a pensar en que su pueblo, ante el sorpresivo quedan cerca de la de la madriguera de las sirenas ataque, había corrido veloz por el río, sin que del río. nadie se hubiera dado cuenta de que él había Zoro levantó la cara, miró al tigre y vio caído sin sentido en el fondo de su barca. reflejada en sus ojos la historia del día de la fiera ..La vio allí, levantarse por la mañana, Estaba convencido de que pronto les daría ocultarse entre los pastizales y lanzarse en una alcance. Remó el resto de la tarde. El sol carrera eterna contra un rebaño de toros de cayó con resplandores de algodón y una bandada monte, hacer la siesta bajo un cielo de calor, de garzas rosadas pasó volando tan lentamente y vio su propio retrato navegar por el río, atar su caballito flotante a un palo de calmo, dormir, olor. De trecho en trecho, navegaba sobre una vislumbrar la polvareda de la luna, ver al alfombra de jacintos, sobre un río vestido de tigre ~n el ojo del tigre, y cubrir su rostro con hierba, sobre un camino de rosas flotantes las manos del pánico, El tigre de vidrio dio que no eran rosas sino animales con caras de un salto enorme, y el niño lo vio brincar tras flor que formaban bandadas a la espera de lagartijas el aleteo sudoroso de un pato ciego que no atraídas por las corolas tornasoladas. encontraba la tierra para posar su agotado Las lagartijas saltaban al corazón del iris y las cuerpo, Vio desaparecer al pato entre la boca flores cerraban sus jetas con tal velocidad, que del tigre y luego vio desaparecer al tigre el salto fulgurante de los reptiles quedaba entre unas nubes negras. atrapado definitivamente entre masticaciones aromadas. No pudo volver a conciliar el sueño. Llegaron En un recodo del río varó su barca y decidió en bandada, como tropel de animales de pradera, descansar a la sombra de un árbol. El ave los recuerdos de su pueblo, la búsqueda tente extendió sus alas negras y se rascó con de un lugar donde pudieran vivir en paz, bajo sus patas amarillas. La modorra lo estaba cogiendo un cielo que oliera a limpio y en una tierra que al descuido cuando el suelo se estremeció les diera frutos perfumados y carnosos para y apareció un animal que nunca había llenar de dulce la existencia. Recordó las lar- visto. Colosal, con grandes orejas y una nariz 4 larguísima que enrollaba y desenrollaba con vigor, y dos dientes enormes, curvados, dos gas jornadas, las salidas precipitadas cuando dientes de hueso amarillo que hendían el aire tenían que abandonar las tierras ante el ataque amenazadoramente. de hombres con armas de candela, los La bestia se metió al combates, y los sueños que alimentaban la agua y retozó en medio de la dicha. De pronto, esperanza de una tierra feliz. lanzó un silbido de espanto y trató de salir rápidamente. Se derritió antes de que alcanzara El sol no pareció subir sino bajar entre un la orilla y se fue río abajo convertida en parloteo de loros y un chapoteo de caimanes una mancha aceitosa del color de las glicinias. cogidos por el día. Zara vagó un rato por la Estaba recogiendo cerezas silvestres cuando selva, se hartó de mangos maduros y subió una red cayó sobre él y el ave guardiana. El otra vez a su canoa, regalo de su padre en el día tente lleno de furor se lanzó contra los hilos de las tres lunas, el día en que en lugar del que los aprisionaban, pero pronto se' cerro sol salen tres lunas y se ponen a bailar en el 7 aire y dejan caer un polen de vida, como una la boca de la chuspa y fueron izados a la rama llovizna tibia y dulce. Quien ese día no es tocado de un árbol. Encogidos, vieron salir de la por el polen de las tres lunas, pierde la espesura una banda de hombres que los miraban facultad de reir para siempre jamás y ésa es con curiosidad. Uno de ellos, que parecía una de las mayores desgracias que le pueden ser el jefe, dijo: - No es más que un muchacho ocurrir a un hombre en la tierra, según decía de doce años -. con su voz perfumada, de Mélide, su madre. - De algo va a servir el cachorro - exclamó otro, flaco, de barba de oro y con un ojo viole-: El río había amanecido calmado. Sus ondas, ta y otro amarillo. como lomo de animal domesticado, se sacudían - ¿Qué hacemos con el ave? - exclamó el entre encajes de espuma producidos por hombre que parecía ser el jefe. el golpe de los remos. - Es un tente. Cuida a los niños de la selva Al medio día, el río se partió en dos brazos y mejor que un perro - farfulló un hombre rollizo, estuvo pensando largamente por cuál enrum- esférico, con un vientre repolludo, con un . bar su canoa. Decidió hacerlo por el brazo derecho rostro redondo y liso y brillante de sudor de del cual venía un aroma de agua de manteca. - ¿Así que este es un animal cuida niños? A la mañana siguiente, fue conducido a un patio - indagó el hombre que parecía ser el jefe. donde un centenar de personas, atadas a - Sí - contestó un hombre apoyado en su rifle. gruesas cadenas, sorbían café en tazas de lata. y agregó:- Son de una gran fidelidad. No conozco Fue empujado cerca de una olla grande y uno a un animal que quiera más a los niños de los guardias puso una vasija en su mano, que un tente- la cual fue colmada por un café humeante. - Pues esta vez - dijo el flaco - se fregaron el - Gracias - dijo Zara. buchiverde y el cuidandero. - Silencio. - rugió uno de los guardias-o No El gordo inmovilizó al ave con sus manazas puede pronunciar una sola palabra. Está prohibido adiposas y lo echó en 'una talega que llevaba hablar-. atada a la cintura. Uno de los prisioneros, harapiento, cubierto - De algo va a servir este pajarraco - observó por una capa de polvo encarnado, se le acercó 8 y susurró: - Calma muchacho -. el hombre flaco, de barba de oro y con un Zara lo miró a los ojos y sonrió. ojo violeta y otro amarillo. Fueron conducidos encadenados hasta un lugar Caminaron por una trocha de arcilla, mientras de barro escarlata que bordeaba la selva. el aire traía el inconfundible olor a sudor de Allí, los guardias armados se distribuyeron por caimanes. Los ojos de Zoro se toparon con un la zona y los prisioneros fueron desatados. peladera en medio de la selva. Todo parecía - A trabajar - rezongó uno de los guardias. ser de barro rojo. Los arbustos, unas carretas - ¿QUé es lo que tengo que hacer? - dijo Zara. destartaladas, la barcaza anclada en el río, el - Silencio - chilló un guardia. aire, el agua que hervía en los tubos de bambú. 10 De pronto, detrás de una nube rojiza, apareció - Pero es que ... la casa grande. Era una casa desmedida. Tan Las palabras del niño fueron cortadas por un grande, que se metía entre la espesura, y en latigazo. El gol pe lo lanzó a tierra y el dolor le su interior, por cuartos y corredores, pasaban congeló la piel. No tuvo fuerzas ni para gritar. ríos tormentosos y algunas de las salas albergaban Ya el zurriago empezaba a mover su cola en extrañas lagunas de aguas quietas, y el aire, cuando uno de los prisioneros sacó un para ir de una pared a otra de una alcoba había pedazo amarillento de papel y garrapateó velozmente que hacerlo a caballo. Y tenía balcones unas palabras. El quardia leyó con que se extendían hasta montañas cubiertas atención el mensaje.- No es mala idea - dijo. de nieve, y despensas tan grandes como plazas y añadió:- ¿Por qué lo hace?-. El hombre escribió de mercado. otras palabras y se las entregó al guardia. A este lado, junto al río, se amontonaban unas - Bueno. Usted se encargará de instruirlo. casitas de techo de lata y dos o tres galpones Como es un caso especial se le concederá el de grandes dimensiones, que desaparecían uso de diez palabras. Si excede ese número, por momentos, tragados por la polvareda. aunque sea en una palabra pequeñita, lo llevaremos Zara fue encerrado en una de las casuchas. al calabozo de castigo. ¿Entendido? Los hombres se alejaron y el niño ayo los gritos - Sí - dijo el prisionero. iracundos del tente, dentro de la bolsa del - Lleva una - barbotó el guardia gordo. El hombre se acercó al niño y le dijo: - Arrancar El polvo rojo fue tocado por el sol de los ve- - barro -llevarlo - sacos -lavaderos - allá -y nados y empezó a anochecer. señaló con el dedo un lugar cerca al río. Zoro escuchó todo el tiempo sonidos extraños, - Lleva siete - aulló el guardia. gritos que parecían provenir de alguno de los - Entendido - dijo Zoro. galpones, tempestades que se desataban en - Al mocoso nadie le ha dado autorización algunas de las habitaciones de la casa grande, para hablar. Se la cargamos a la cuenta. Lleva galopar de fieras, y el polvo que parecía gemir ocho -. bajo el helado viento nocturno. Durante el día no gastaron más palabras. Zara transportaba sacos de barro que eran lavados Desde un balcón, por el cual salía la ramazón 11 de una ceiba, el hombre flaco, de barba de en busca de piedras preciosas. Al terminar la oro y con un ojo violeta y otro amarillo, rugió: jornada, le dolían todos los huesos y estaba - Se acabó s-. exhausto. Los días siguientes transcurrieron exactamente En el mismo patio donde se reunieron en la como los precedentes, con el baño y los mañana a beber el café, les repartieron la cena cinco minutos de charla de los domingos. compuesta de arroz y plátanos. En las tazas Zoro estaba hundiendo su pala en la arcilla de lata les dieron agua dulce hirviendo. Cuando cuando un chillido familiar hizo que levantara le servían al amigo de Zoro, parte del líquido 13 mojó su mano y el hombre emitió un agudo la cabeza. Allí estaba el tente, amarrado a una quejido y soltó la vasija que cayó al suelo. soga, de la mano del hombre de la barriga colosal. - Lleva nueve - gruñó el guardia. El ave brincó hacia su amo, pero el gordo Se acostaron en un silencio sepulcral. Antes haló la cuerda y el pájaro quedó aleteando de dormir, el hombre colocó un papel en la en mitad de su salto cariñoso. El hombre soltó mano de Zoro. Este lo abrió y leyó: "Me llamo una carcajada de aceite, acezando, ahogándose Amadeo". con la risa que le estremecía el vientre. El niño, con un gesto, le pidió el lápiz y escríbió Un día, Zara descubrió al pie de la cascada debajo: "Me llamo Zara", un bosquecillo de árboles de la negrura. Sus Durante varios días, el niño, junto con sus compañeros semillas eran bolitas de terciopelo rojo que al de infortunio, trabajó en el acarreo ser mezcladas con sal, si se ponían al sol, estallaban del barro a los lavaderos. Una tarde, regresaron y dejaban escapar una gigantesca humareda más temprano que de costumbre. Fueron negra y espesa. Empezó a recolectarlas. conducidos al pie de una cascada que salía Los guardias pensaron que el niño las por una de las ventanas de la casa grande. Los guardaba para jugar. A la hora de la cena, prisioneros se metieron bajo la refrescante catarata. Zara se las ingeniaba para vaciar uno o dos El amigo de Zoro, dijo: - Hoy podemos hablar saleros y esconder el precioso elemento en cinco minutos. Es domingo -. una bolsa que había confeccionado con un El niño se metió bajo el salto de agua y descubrió trozo de su propia camisa. que su amigo era un anciano, negro Un domingo, a la hora del baño, Zara le comunicó 12 su plan a Amadeo. como el carbón, y con una brillante y ensortijada - ¿ y sí resultará? - preguntó el viejo. cabellera blanca, - Lo sabremos mañana - respondió el niño. Chapoteando en el agua espumosa, Zara se - ¿ La cosa es para mañana? le acercó y le susurró: - Sí. Las semillas estallarán cuando el sol esté - Debemos escapar-. más caliente; cuando haya llegado a lo alto - Imposible - musitó Amadeo de su camino. Ese será el momento de escapar. -¿Por qué? Bueno, dijo el viejo. Nada perdemos con - Nadie lo ha logrado-, intentarlo. - Podríamos ser los primeros-, Al otro día, los prisioneros trabajaron con entusiasmo. - Eres un niño; no resistirías el rigor de la El hombre que parecía ser el jefe selva -, salió de la casa grande montado en una mula - Se equivoca, Soy un niño, pero conozco la blanca y recorrió los lugares de trabajo. Llamó selva y la selva me conoce a mí -. al hombre flaco, de barba de oro y con un ojo - No te entiendo-, violeta y otro amarillo, que brotó de la casa - ¿ Por qué? grande bajo una sombrilla de plumas de ave - Hablas con la seguridad de un vleJo-, y le dijo: - Redoble la guardia. Noto.Noto algo raro. - ¿Los viejos hablan con seguridad? - ¿ Raro? - contestó el hombre flaco. Amadeo se rascó la cabeza y no respondió, - Sr. parece que están trabajando con alegría yeso no me gusta. afuera, tratando de encontrar un hueco El hombre flaco se rascó la cabeza como haciendo de luz para meter un disparo. esfuerzos para comprender lo que estaba Al abrir una de las puertas de un cuarto que pasando y llamó al hombre gordo y le era un bosque de frutales, quedaron estupefactos. dijo: - Que los guardias pongan mucho cuidado: En el centro, sobre una mesa de mármol, porque hay mucha alegría por ahí -. en un nido de hilos de oro, como huevo El hombre gordo abrió de par en par sus ojllos de ave de sueño, brillaba con resplandores de y sonrió estúpidamente. sol azul, el diamante más grande y hermoso Zoro miraba el caminado del sol. Los prisioneros de la selva. observaban con orsrmulo al muchacho - Tómalo -exclamó el viejo-o Es el diamante que les prometra ese dfa la libertad. más bello del universo -. Cuando el sol llegó a su cenit, las semillas estallaron Zara cogió la piedra preciosa. Pensó guardarla con estruendo. El aire se llenó de una dentro de sus bolsillos, pero cambió de idea. negrura de tinta y los guardias. aterrorizados, La alzó en su mano y como si fuera una antorcha Se quedaron convertidos en estatuas de sombra. iluminó el camino de la búsqueda. Los prisioneros se deslizaron hacia el río, Avanzaron por extensos salones, por intrincadas hacia la selva. hacia la cordillera. y se perdie- escaleras, por un dormitorio ubicado en un 15 puente que atravesaba una laguna de aguas ron en el medio día más oscuro del monte. El grises. corrieron por balcones que se asomaban hombre que parecía ser el jefe, el flaco de barba hacia abismos de ríos subterráneos, atravesaron de oro, el gordo y los guardias, chillaban cocinas que parecían exorbitantes y desesperados. solitarias plazas de mercado, alcobas matrimoniales Zara caminaba tanteando el sendero, con su sobre cúpulas donde caía la nieve, cuartos mano en la mano del viejo negro. de niños con juguetes extraños, un salón De pronto, Amadeo se paró y dijo:-¿Adonde de juegos con figuras mecánicas tan altas como vamos? montañas, un cuarto de San Alejo donde - A la casa grande - exclamó Zara estaba arrumado un tren con veinticinco vago- - ¿Está loco? - Tengo que encontrar al ave tente. No la nes cargados de baratijas, una sala donde había puedo abandonar. La tiene el gordo. una chimenea que consumiría fácilmente - Nos matarán - musitó el viejo. un bosque entero. - Yo iré solo - dijo el niño. Por ftn, llegaron a un cuarto que parecía una Soltó la mano de Amadeo y echó a andar. Se ilimite despensa, o a una despensa que parecía detuvo cuando escuchó en la oscuridad la voz un cuarto, y encontraron al ave tente. del viejo: - Espere, espere.¿ Dónde está? Cuando Zoro la desató, bordó en el aire una - Aquí - susurró Zoro. exquisita maroma de alegría, Alargó su mano y tomó otra vez la mano arrugada - Aquí es donde vive el gordo, - dijo el viejo. y dura del anciano. y añadió:-todo es comida. Fíjese; las paredes Marcharon sigilosamente. son de queso y los armarios de caramelo, y Amadeo exclamó: - Estaba muy equivocado las repisas de chocolate, y duerme sobre una si creía que lo iba a dejar solo entre tantos cama de jamones -El niño exclamó: - De peligros -. esta fuente no sale agua sino naranjada- Zara no dijo nada. Le estrechó la mano en - Vámonos de aquí - dijo el viejo. forma de sonrisa dicha con los dedos. A tientas, guiados por la maravillosa memoria Ya en la puerta, exclamó: - El gordo vive comiéndose de Zoro, encontraron la puerta principal de la su propia casa. 16 ., A propósito de comida, es mejor que nos casa grande. Entraron en los oscuros, desolados llevemos esto - dijo el niño. e inmensos corredores. Sus habitantes estaban - Es una buena idea - contestó Amadeo. Zoro. cogió entonces una mesita de cerezas y y Zara trajo otra vez a su corazón la imagen la echó sobre sus hombros. de su madre Mélide, de su padre Zicorauta, -Ahora no hay ningún problema-dijo el niño. de la abuela Artelia, de su amigo Roca. Todos - ¿ Ninguno?- contestó con sorna Amadeo. llegaron del recuerdo y su mirada se encamino Y agregó: - Nada menos que encontrar la salida hacia el río. hacia ese camino recorrido por y escapar de aquí -. su pueblo en su incesante búsqueda del país - No se preocupe - dijo Zara - A esta ave de la justicia y la felicidad. tente, el abuelo le enseñó a ver con claridad Estaba aspirando sus remembranzas cuando en medio de la noche-. vio un desfile de lucecitas, como hormigas luminosas 18 que se acercaban a la madre de las Guiados por el tente y por los resplandores de naranja golpe, el desfile pareció desbandarse, la piedra preciosa. abandonaron la casa grande, salirse de su camino de chiribita. La causa parecía después de cruzar al trote por una desolada ser una sombra que se balanceaba con habitación matrimonial que era un desierto caminado de animal de caucho. Sacó su piedra de arena. Al centro, en un oasis. una cama preciosa y le lanzó un rayo de luz. Descubrió blanca cubierta de velos temblorosos. se deshizo la larga y azucarada lengua de un oso en polvo cuando Amadeo acarició un en hormiguero. Avanzó hacia él y lo hizo retroceder caJe tan tibio como una piel. a voces. El oso huyó cuando sintió los picotazos del tente. Zara prorrumpió en sonoras Poco a poco. a medida que se alejaban. el carcajadas cuando ayo el fragoroso camino aire se fue aclarando y serían las cinco de la de la huída del oso hormiguero. tarde cuando se detuvieron para mirar un hongo Vio cuando ceniciento que se diluirá a lo lejos, a la orilla otra vez las luces caminaban en formación del río. y se percató de que pasaban al lado de la naranja que escurría sus mieles y sus perfumes Reanudaron la marcha hasta que les llegó un y se dirigían hacia él. Pronto se vio rodeado perfume dorado. Al descender a un pequeño por millares de puntos de luz. valle, descubrieron a la madre de las naranjas. Miró Un árbol garrafal, de hojas verde esmeralda y con atención y descubrió a unos hombrecillos con unas pomas llenas de dulzura. diminutos, con cascos luminosos. Pegó Se acercaron su oído a tierra y escuchó unas palabras a uno de los frutos, tan grande como un apenas audibles. Uno de los hombrecillos le caballo. y arrancaron parte de su cáscara y daba las gracias y lo invitaba esa noche a comieron parte de su pulpa, mientras la noche su casa. El niño preguntó si podía llevar al aromada extendía sus alas de olor. anciano y uno de los hombrecillos dijo que Improvisaron un lecho de flores secas y decidieron lo sentían, pero que en su ciudad sólo había que mientras uno dormita, el otro vigilaba. lugar para un gigante. Amadeo se ofreció como voluntario para Zoro le encargó al ave tente el cuidado de hacer el primer turno de la guardia. Zoro se extendió Amadeo y siguió, en medio de la espesura, en su nido y se quedó dormido. De el iluminado caminito de candela. Marcharon pronto fue despertado por unos ruidos extraños un largo rato hasta que se detuvieron y amenazadores. Abrió sus ojos hacia la al lado de una corpulenta ceiba. El hombrecito le dijo a Zara que avanzara hasta oscuridad de la selva y descubrió el origen del que encontrara una especie de alfombra de estruendo. Amadeo dormía a pierna suelta y hojas rojas, que buscara un bejuco en el roncaba con el ruido de cien cataratas juntas. centro y que lo halara con fuerza. Zara cumplió El niño se levantó, cubrió al viejo con un haz con todas las instrucciones y al tirar de hierbas, y se recostó en un tronco de carbonero. del bejuco descubrió una trampa y unos escalones La luna blanca navegaba en un cielo de viento que se perdían en la sombra. Descendió, no sin dejar en su lugar otra vez pueblo? la tapa que ocultaba la entrada. La escalera - Es posible. De un momento a otro deben era de caracol. Mientras bajaba, paula llegar. unos mensajeros -. tinamente se iluminaban más los escalones, - Los esperaré -. hasta que de improviso fue bañado por una - Bien. Mientras tanto, queremos brindarte luz intensa y descubrió una pared de cristal un espectáculo para regocijar tu corazón-o y, tras ella, una ciudad poblada por personas Zoro se acomodó en su estrecho observatorio no más grandes que una hormiga. y quedó maravillado cuando aparecieron Esas hombrecillos voladores sobre colibríes enjoyados, gentes se lanzaron hacia balcones refulgentes y hombres graciosos con trajes de y levantaban sus manitas y parecían sonreir. lianas y hojas, y una cantante con una voz Zara observó esa ciudad fantástica, tan dulce que lo llenaba a uno de recuerdos. con tasas de colores¡ calles rectas, bosques, Es decir, detrás de cada palabra cantada, y enjambres de insectos que eran utilizados saltaban como chispas, el rostro de la en los más diversos oficios y trabajos. Allí, madre, un amanecer flotando en garzas rosadas, un cucarrón empujaba un furgón cargado de la palabra del padre, y el canturrear comestibles; allá, varias hormigas arrastraban de la abuela inventando historias. lo que parecía un carro de flores; al fondo, Aparecía unas lombrices araban la tierra. Estaba contemplando también el pez dorado estremecido en una esos prodigios cuando escuchó red de espuma, la mariposa verdidorada que una voz perfectamente audible: - Bienvenido. se elevaba hasta el ojo del sol, y el sabor Ha salvado a muchos de nuestros hermanos. jugoso del melón cuando el calor hace chisporrotear Le damos las gracias. la sed entre los labios. Zara contestó: - Estoy muy agradecido con Se iluminó una parte de los innumerables ustedes. Tienen una linda ciudad-. pisos en los que estaba dividida la ciudad - Tú debes ser Zara - dijo la voz. subterránea y presenció el aleto de valor del - Sí. ¿ Cómo saben mi nombre? domador de escorpiones. - Lo suponíamos. Tu pueblo te ha estado Luego, surgió un buscando -. espectáculo de agua y crearon ríos, lagos, - ¿Conocen a mi gente? cascadas que bordaban figuras, figuras de - Sí. Conocemos todo lo que pasa en la selva. espuma que bordaban cuentos y, finalmente, y a tu pueblo, especialmente, le tenemos músicas cantadas por los líquidos, gorgoritos mucho afecto y respeto. de linfa, melodías de cristal.
Después, unas mujercitas con trajes amarillos,
- ¿Por qué? montadas en mariposas, surcaron el cielo - Porque están buscando el país de la felicidad subterráneo con piruetas y maromas de aire. y la justicia. Y han sido perseguidos Las jinetes se desvanecieron y surgió otra pero jamás han perdido la esperanza-o vez la voz: - Acaban de llegar los mensajeros. - Es cierto - corroboró Zoro. Dicen que tu pueblo ~e encuentra acam pado - Hay mucha injusticia en la selva-. a diez y seis jornadas de aquí, junto al -Sí-o no... bosque de animales-. - Pero también muchas posibilidades de felicidad - ¿El bosque de animales? - preguntó Zoro. -. - Sí. Y debes tener cuidado. Allí son los árboles - Lo creo - exclamó Zoro. los que se mueven de un lugar a otro - Estamos en deuda contigo-. y los animales han echado raíces, se han - No me deben nada-. 25 - ¿Qué podemos hacer por tí? sembrado en la tierra y han crecido alargándose - ¿ Me pueden ayudar a encontrar a mi hacia el cielo. No te acerques al árbol del jaguar, ni a las lianas de las anacondas, a su medida, se lo puso y sintió un ni a la enredadera de las tarántulas. bienestar repentino en todo su cuerpo. Era - Tendré mucho cuidado - dijo Zoro. un vestido encantado. No sentía ni frío ni - Marcha hacia el oriente, sin perder de vista calor. Sonrió cuando un pajarillo de plumas la montaña de la nariz de hielo. Ascenderás rojas se posó en su hombro y se puso a a ella y desde allí verás los bosques de cantar. maderas de olor. Desciende hasta el valle 27 refulgente. Allí está tu pueblo. Caminaron ese día y el siguiente por los - Gracias - exclamó Zoro. enmarañados senderos de la selva. Al tercer - Gracias a tí - dijeron millares de vocecitas. día, en un claro, se toparon con una vaca Al salir a la superficie, encontró un gran paquete, enorme, de ojos color de aceituna y con una regalo de sus diminutos amigos. Contenía piel blanca y brillante. comida, prendas de vestir para él y Se sorprendieron de para el viejo Amadeo, tejidas primorosamente que junto al vientre del animal hubiera una con sustancias vegetales, miel y un recipiente escalera de mármol. Subieron por ella y con jugo de frutas. cuando llegaron al último escalón, se abrió Cuando llegó al sitio donde habían acampado, una puerta en la barriga de la vaca. Descubrieron encontró a Amadeo, profundamente entonces que el animal, en su interior, dormido. El tente lo recibió batiendo sus era una casa. Penetraron a una sala alas con entusiasmo. Se recostó y se durmió. que tenía un tapete rojo con flores bordadas Muy pronto, brotó el sol de la selva. El negro en las orillas, cojines de raso) y un dormitorio Amadeo lo sintió arañándole la cara y con un colchón de plumas de garza. se despertó sobresaltado. Sonrió cuando vio Del techo pendían varios bejucos transparentes amodorrados, .al niño y al ave tente. Se sorprendió y pronto descubrieron que, al oprimirlos al ver el paquete con provisiones. soltaban un chorro de leche cremosa y fresca. Se acercó temeroso y empezó a destaparlo. Como estaban muy fatigados, se tendieron 26 en los cojines y durmieron mecidos por Dio un brinco, asustado, cuando el tente emitió el ronroneo y las respiraciones del animal. su grito de alarma. Zoro, con un salto, quedó atento y alerta. En su interior, la noche se cubrió de un titilante - No se preocu pe, no pasa nada - dijo Amadeo color rosado y aparecieron cinco lunas -. He estado vigilante y alerta toda la girando lentamente en un cielo dorado noche -. de piel. - ¿Toda la noche? - preguntó Zara. El ave tente fue quien despertó primero. Luego - Bueno ... casi toda la noche. lo hizo Zara y, finalmente, Arnadeo. Bebieron Zoro soltó una carcajada. El negro lo secundó una buena cantidad de leche y comieron y hasta el tente parecía retorcerse con entusiasmo pulpas de frutas en de la risa. conserva. Sacudieron sus vestidos y se prepararon - ¿ Qué es esto? - preguntó Amadeo, para reanudar la marcha. Cuando - Un regalo-. 28 - ¿ Un regalo? - exclamó incrédulo el viejo. bajaron por la escalera de mármol, descubrieron - Sí. Un regalo de unos amigos. a unos hombres altísimos, delgados, - ¿ Qué amigos? vestidos con pieles atigradas. En contraste - Un pueblo de personas diminutas. con sus cuerpos descarnados, sus pies eran El viejo iba a seguir con sus preguntas, enormes, como troncos de árbol viejo. Sus pero observó que Zara dormía apaciblemente pies y tobillos estaban envueltos en láminas en su lecho de flores. de madera labrada. Sacó las prendas vegetales y cuando se dio - ¿ Quiénes son ustedes? preguntó Zoro. cuenta que había un vestido exactamente Los gigantes de cuerpo de alambre no contestaron. El niño comprendió que habían de patas de tonel, hicieron señas negativas caído en una trampa. El viejo Amadeo empezó con la cabeza. El gordo fue sacando más a temblar cuando vio que la vaca se piedras de bolsillos secretos y las fue amontonando había transformado en un puma que lo miraba en el suelo. Al fin, cuando dejó escurrir con ojos de niebla. entre sus dedos el contenido de una Los obligaron a marchar por una húmeda bolsa de oro, los hombres flacos asintieron. trocha. Zara se estremeció al ver que se alejaban El gordo les estrechó la mano y se marchó: de la montaña de la nariz de hielo. - Estamos perdidos - dijo Amadeo. Y agregó: Después de medio día de marcha, llegaron - Parece que nos han vendido. a una ciénaga de aguas irisadas. De trecho - Parece que nos han comprado - contestó en trecho, flotaban colosales flores acuáticas Zara. de metal. Fueron llevados en una balsa de El ave tente se puso a gruñir. troncos hasta una de esas flores. Los desembarcaron - Tenemos que irnos de aquí - dijo Zara. sobre la corola flotante y se alejaron - Estas ciénagas son traicioneras. Nos ahogaríamos hacia la orilla. Allí, los hombres sacaron si intentáramos salir nadando - reflexionó un paquetico y lo fueron desenvolviendo Amadeo. y salía del paquetico una tela plateada con - Hay que pensar en algo, rápido - dijo el la cual hicieron el toldo más grande que niño -. Los del campamento seguramente no Zoro y Amadeo habían visto en su vida. Cuando demorarán en Ilegar-. la carpa de plata estuvo perfectamente - Si nos agarran, nos van a torcer el pescuezo- 29 dijo el viejo. instalada, emergieron de la ciénaga, montado en - Creo que nos debemos arriesgar - exclamó manatíes, una centena de mujeres el niño. Y añadió: - Prepárese a nadar- y niños. Eran como los hombres,' altísimos - Es una locura-dijo el viejo. y delgados, y tenían como ellos los pies El ave tente estiró una de sus largas patas de troncos de ceiba. amarillas, como si quisiera probar la temperatura Llegó el crepúsculo y en un paisaje de arreboles del agua y casi desaparece dentro de pasó una bandada de peces voladores. la boca de un caimán de cuerpo de piedra. La noche ya estaba crecida cuando a Zara le pareció ver la inconfundible figura del gordo - Se lo dije-exclamó temblando, Amadeo. de las minas de piedras preciosas. Llamó El caimán comenzó a nadar alrededor de la a Amadeo y le mostró la imagen. Sí; efectivamente, flor flotante. Debía medir unos diez metros era él. No había ninguna duda. y su espalda empezó a emitir brillos fosforescentes. Lo reconocieron cuando avanzó un poco y En medio de los espasmos de pánico de miró hacia la flor flotante donde estaban Amadeo, y de la muda interrogación del pájaro prisioneros. tente, Zoro recordó las enseñanzas de - ¿ Dónde tiene el diamante? - interrogó Amadeo. su padre. Le llegó otra vez su voz, serena - Aquí, en el bolsillo-. y apacible. - Es mejor ocultarlo-. Era como si estuviera sentado junto - ¿ Dónde? a él, en ese pétalo de metal, y observara -Entre la carne de este melón-,-. los círculos ominosos del caimán. El gordo movía sus manos como aspas. Parecía JI Hijo - dijo la voz del recuerdo - no permitas discutir con los flacos gigantescos. Estos, que el miedo inunde tu corazón. Ningún peligro, por lo visto, eran sordos, puesto que el por grande que sea, te debe impedir gordo hacía señas desesperadas con los brazos pensar y reflexionar. Tú puedes pensar y esa y con sus amorcillados dedos. De pronto, es tu mejor arma. Úsala ". sacó un puñado de esmeraldas que brillaron Zara dejó que la serenidad le cayera como en medio de la noche. un vaho. Poco a poco, elaboró su plan. Miró Los gigantes las lianas de la bolsa donde sus amigos de la ciudad subterránea habían empacado sus Lo reconocieron cuando avanzó un poco y regalos. Como probó que eran de una consistencia miró hacia la flor flotante donde estaban poco común. prisioneros. -Rápido-le dijo a un asombrado Amadeo-. - ¿ Dónde tiene el diamante? - interrogó Amadeo. Deshaga esas chuspas. Tenemos que hacer - Aquí, en el bolsillo-. una soga. - Es mejor ocultarlo-. Pronto, la soga estuvo lista. Amadeo ató una - ¿ Dónde? de sus puntas a uno de los pétalos. Luego, -Entre la carne de este melón-,-. 32 El gordo movía sus manos como aspas. Parecía enlazó el cuello del caimán y le ordenó al discutir con los flacos gigantescos. Estos, pájaro tente que volara junto a las fauces de por lo visto, eran sordos, puesto que el la fiera y que se dirigiera hacia la orilla. Entre gordo hacía señas desesperadas con los brazos tarascadas del caimán, la flor, empujada por y con sus amorcillados dedos. De pronto, el reptil, se fue acercando poco a poco a la ribera. sacó un puñado de esmeraldas que brillaron El negro mostró su impecable dentadura en medio de la noche. Los gigantes blanca en una sonrisa de gozo. El pájaro tente emitió un chillido nervioso de patas de tonel, hicieron señas negativas cuando el caimán le arrancó dos plumas de con la cabeza. El gordo fue sacando más la cola y las engulló con avidez. piedras de bolsillos secretos y las fue amontonando Llegaron El. la orilla sin ser descubiertos. El en el suelo. Al fin, cuando dejó escurrir caimán, enorme y fosforescente, se quedó entre sus dedos el contenido de una varado en la pedregosa orilla, con la jeta bolsa de oro, los hombres flacos asintieron. abierta. Sigilosamente, empezaron la huída. De golpe, El gordo les estrechó la mano y se marchó: se escuchó un silbido ensordecedor y se iluminó - Estamos perdidos - dijo Amadeo. Y agregó: la carpa de tela plateada. Los habían - Parece que nos han vendido. descubierto. Los gigantes, envueltos en transparentes - Parece que nos han comprado - contestó camisas de dormir, hicieron un cerco Zara. para impedir la salida de los fugitivos. Zoro El ave tente se puso a gruñir. se quedó asombrado al contemplar los desnudos - Tenemos que irnos de aquí - dijo Zara. pies de sus captores. Tenían pies y - Estas ciénagas son traicioneras. Nos ahogaríamos tobillos de vidrio. si intentáramos salir nadando - reflexionó - Avancemos hacia la ribera-dijo el runo. Amadeo. -¿Para qué? - exclamó Amadeo. Y añadió: - Hay que pensar en algo, rápido - dijo el - Eso es acercarnos más a ellos-. niño -. Los del campamento seguramente no - Hágalo, Amadeo-. demorarán en Ilegar-. - Está bien-, - Si nos agarran, nos van a torcer el pescuezo- Los gigantes comenzaron a moverse estre- dijo el viejo. 33sen manatíes, una centena de mujeres - Creo que nos debemos arriesgar - exclamó y niños. Eran como los hombres,' altísimos el niño. Y añadió: - Prepárese a nadar- y delgados, y tenían como ellos los pies - Es una locura-dijo el viejo. de troncos de ceiba. El ave tente estiró una de sus largas patas Llegó el crepúsculo y en un paisaje de arreboles amarillas, como si quisiera probar la temperatura pasó una bandada de peces voladores. del agua y casi desaparece dentro de La noche ya estaba crecida cuando a Zara la boca de un caimán de cuerpo de piedra. le pareció ver la inconfundible figura del gordo 31 de las minas de piedras preciosas. Llamó - Se lo dije-exclamó temblando, Amadeo. a Amadeo y le mostró la imagen. Sí; efectivamente, El caimán comenzó a nadar alrededor de la era él. No había ninguna duda. flor flotante. Debía medir unos diez metros y su espalda empezó a emitir brillos fosforescentes. -¿Para qué? - exclamó Amadeo. Y añadió: En medio de los espasmos de pánico de - Eso es acercarnos más a ellos-. Amadeo, y de la muda interrogación del pájaro - Hágalo, Amadeo-. tente, Zoro recordó las enseñanzas de - Está bien-, su padre. Le llegó otra vez su voz, serena Los gigantes comenzaron a moverse como y apacible. Era como si estuviera sentado junto manatíes, una centena de mujeres a él, en ese pétalo de metal, y observara y niños. Eran como los hombres, altísimos los círculos ominosos del caimán. y delgados, y tenían como ellos los pies JI Hijo - dijo la voz del recuerdo - no permitas de troncos de ceiba. que el miedo inunde tu corazón. Ningún peligro, Llegó el crepúsculo y en un paisaje de arreboles por grande que sea, te debe impedir pasó una bandada de peces voladores. pensar y reflexionar. Tú puedes pensar y esa La noche ya estaba crecida cuando a Zara es tu mejor arma. Usala ". le pareció ver la inconfundible figura del gordo Zara dejó que la serenidad le cayera como de las minas de piedras preciosas. Llamó un vaho. Poco a poco, elaboró su plan. Miró a Amadeo y le mostró la imagen. Sí; efectivamente, las lianas de la bolsa donde sus amigos de era él. No había ninguna duda. la ciudad subterránea habían empacado sus Lo reconocieron cuando avanzó un poco y regalos. Com probó que eran de' una consistencia miró hacia la flor flotante donde estaban poco común. prisioneros. -Rápido-le dijo a un asombrado Amadeo-. - ¿ Dónde tiene el diamante? - interrogó Amadeo. Deshaga esas chuspas. Tenemos que hacer - Aquí, en el bolsillo-. una soga. - Es mejor ocultarlo-. Pronto, la soga estuvo lista. Amadeo ató una - ¿ Dónde? de sus puntas a uno de los pétalos. Luego, -Entre la carne de este melón-,-. 32 El gordo movía sus manos como aspas. Parecía enlazó el cuello del caimán y le ordenó al discutir con los flacos gigantescos. Estos, pájaro tente que volara junto a las fauces de por lo visto, eran sordos, puesto que el la fiera y que se dirigiera hacia la orilla. Entre gordo hacía señas desesperadas con los brazos tarascadas del caimán, la flor, empujada por y con sus amorcillados dedos. De pronto, el reptil, se fue acercando poco a poco a la ribera. sacó un puñado de esmeraldas que brillaron El negro mostró su impecable dentadura en medio de la noche. Los gigantes blanca en una sonrisa de gozo. El pájaro tente emitió un chillido nervioso de patas de tonel, hicieron señas negativas cuando el caimán le arrancó dos plumas de con la cabeza. El gordo fue sacando más la cola y las engulló con avidez. piedras de bolsillos secretos y las fue amontonando Llegaron El. la orilla sin ser descubiertos. El en el suelo. Al fin, cuando dejó escurrir caimán, enorme y fosforescente, se quedó entre sus dedos el contenido de una varado en la pedregosa orilla, con la jeta bolsa de oro, los hombres flacos asintieron. abierta. El gordo les estrechó la mano y se marchó: Sigilosamente, empezaron la huída. De golpe, se escuchó un silbido ensordecedor y se iluminó - Estamos perdidos - dijo Amadeo. Y agregó: la carpa de tela plateada. Los habían - Parece que nos han vendido. descubierto. Los gigantes, envueltos en transparentes - Parece que nos han comprado - contestó camisas de dormir, hicieron un cerco Zara. para impedir la salida de los fugitivos. Zoro El ave tente se puso a gruñir. se quedó asombrado al contemplar los desnudos - Tenemos que irnos de aquí - dijo Zara. pies de sus captores. Tenían pies y - Estas ciénagas son traicioneras. Nos ahogaríamos tobillos de vidrio. si intentáramos salir nadando - reflexionó - Avancemos hacia la ribera-dijo el runo. Amadeo. - Hay que pensar en algo, rápido - dijo el El pájaro tente emitió un chillido nervioso niño -. Los del campamento seguramente no cuando el caimán le arrancó dos plumas de demorarán en Ilegar-. la cola y las engulló con avidez. - Si nos agarran, nos van a torcer el pescuezo- Llegaron El. la orilla sin ser descubiertos. El dijo el viejo. caimán, enorme y fosforescente, se quedó - Creo que nos debemos arriesgar - exclamó varado en la pedregosa orilla, con la jeta el niño. Y añadió: - Prepárese a nadar- abierta. - Es una locura-dijo el viejo. Sigilosamente, empezaron la huída. De golpe, El ave tente estiró una de sus largas patas se escuchó un silbido ensordecedor y se iluminó amarillas, como si quisiera probar la temperatura la carpa de tela plateada. Los habían del agua y casi desaparece dentro de descubierto. Los gigantes, envueltos en transparentes la boca de un caimán de cuerpo de piedra. camisas de dormir, hicieron un cerco 31 para impedir la salida de los fugitivos. Zoro - Se lo dije-exclamó temblando, Amadeo. se quedó asombrado al contemplar los desnudos El caimán comenzó a nadar alrededor de la pies de sus captores. Tenían pies y flor flotante. Debía medir unos diez metros tobillos de vidrio. y su espalda empezó a emitir brillos fosforescentes. - Avancemos hacia la ribera-dijo el runo. En medio de los espasmos de pánico de -¿Para qué? - exclamó Amadeo. Y añadió: Amadeo, y de la muda interrogación del pájaro - Eso es acercarnos más a ellos-. tente, Zoro recordó las enseñanzas de - Hágalo, Amadeo-. su padre. Le llegó otra vez su voz, serena - Está bien-, y apacible. Era como si estuviera sentado junto Los gigantes comenzaron a moverse estre- a él, en ese pétalo de metal, y observara chando el cerco. Zoro cogió una piedra y la los círculos ominosos del caimán. lanzó contra uno de ellos. El guijarro hizo blanco JI Hijo - dijo la voz del recuerdo - no permitas en el pie de cristal que se quebró como que el miedo inunde tu corazón. Ningún peligro, una frágil copa. El hombre se desplomó. por grande que sea, te debe impedir Amadeo agarró otras piedras y con gran puntería pensar y reflexionar. Tú puedes pensar y esa las lanzó contra sus larguiruchos enemi-' es tu mejor arma. Úsala gos. Los langarutos de pies de vidrio huyeron Zara dejó que la serenidad le cayera como aterrados y se perdieron en la oscuridad de un vaho. Poco a poco, elaboró su plan. Miró la manigua. las lianas de la bolsa donde sus amigos de Zara y sus amigos caminaron toda la noche. la ciudad subterránea habían empacado sus La marcha empezó a tornarse difícil y agotadora. regalos. Como probó que eran de' una consistencia Tuvieron que hacer grandes rodeos para poco común. esquivar los pantanos. -Rápido-le dijo a un asombrado Amadeo-. Amadeo empezó a sentirse fatigado y enfermo. Deshaga esas chuspas. Tenemos que hacer Se habían agotado las provisiones y tuvieron una soga. que alimentarse de frutas silvestres y Pronto, la soga estuvo lista. Amadeo ató una de raíces. Afortunadamente, Zara conocía la de sus puntas a uno de los pétalos. Luego, selva y sabía dónde hallar comestibles. Cuando las lluvias empezaron a caer con enlazó el cuello del caimán y le ordenó al persistencia, descubrieron que los trajes vegetales pájaro tente que volara junto a las fauces de eran, en verdad, formidables. Los protegían la fiera y que se dirigiera hacia la orilla. Entre del agua, del viento, del calor, del frío. tarascadas del caimán, la flor, empujada por El viejo Amadeo se llenó los ojos de ternura, el reptil, se fue acercando poco a poco a la ribera. cuando se dió cuenta de que su vestido estaba El negro mostró su impecable dentadura vivo, que las plantas que lo conformaban blanca en una sonrisa de gozo. habían empezado a florecer. Entonces, el negro Amadeo no solo era un hombre totalmente florecido, inundado de colores, de la tormenta. sino también un negro perfumado. El ave tente fue levantada por un golpe de 34 viento y sus alas, inútiles ante la embestida, Una tarde, Amadeo, acezando, se apoyó en se agitaron desesperadas. Al caer a tierra un tronco de caimo y bajo la charla estridente fue recibida por Zara, quien la tornó en sus de los micos araguatos dijo: -Ya no brazos. puedo más. Es mejor que siga solo, muchacho Iniciaron el ascenso de manera penosa. El -. viento y el agua los inmovilizaban y la oscuridad Zara se detuvo, lo miró con sus ojos almendrados se desparramó como una espesa niebla. y le dijo: - Usted sabe, Amadeo, Zoro exclamó: - Amadeo, ¿ vió esa luz? que no lo voy a abandonar-. - ¿ Dónde? - Lo sé - respondió el viejo -'. Pero le estoy 36 haciendo perder mucho tiempo. Usted está - Allá arriba. En esa cueva. Parece que hay buscando a su pueblo, a sus padres-. alguien en ella-. - Y usted me está ayudando mucho en esa - ¿ Podremos llegar hasta allá? búsqueda -. - Sí. -¿Yo? - ¿ Por qué todo lo ve tan fácil? - Sí. Acampemos aquí esta tarde. Recuéstese. - Porque todo es difícil-, Voy a buscar leña para hacer una hoguera - No le entiendo-. -. - Deme la mano, Amadeo. Subamos rápidamente, Zara, flanqueado por el tenté, empezó a recoger antes de que la tormenta nos desbarranque chamizas. Su rostro se iluminó cuando -. descubrió unos racimos maduros de uva de - Es una suerte tener estos vestidos. monte. - SíI detienen el paso del agua y nos mantienen La noche se bajó tibia, llena de suaves rumores, tibios-, de conversaciones de habitantes secretos - Zoro. de la selva, de pasos afelpados de -¿Qué? bestia. Esa noche, parecía que los nacimientos - ¿ Sabe que un pájaro ha hecho un nido en y las muertes de los inquilinos de la selva, mi hombro? llegaran con la suavidad de la carne de jazmín. - Maravilloso -, Posiblemente, en esa azulada atmósfera, - Creo que está empollando-, 35 - Así que pronto vamos a tener una f?lmilia- nadie pereciera esa noche. Como si se hubiera - Sí. Hay que alcanzar esa cueva. Este viento hecho un armisticio. Como si todas las puede estropear el nido-. criaturas de la espesura estuvieran invitadas De golpe, la tormenta se inmovilizó. La luz a los esponsales de una magnífica pareja de en la entrada de la cueva tenía un resplandor fieras, y el tigre, envuelto en los aromas de la dorado ylleqaba hasta ellos con palpitaciones fiesta, mirara al ciervo con ojos de ciervo, y al de corazón. El viento se había congelado. conejo con ojos de conejo, y al tití con ojos El huracán pendía del paisaje como de tití, y al ave tente con ojos de niño. 37 El viejo Amadeo aspiró también ese aire de un retrato, como una estampa sin vida y sin paz que le espantaba la fiebre. movimiento. Cuando entraron a la caverna, Zoro recordó con más nitidez a su gente, acampada la tormenta se desgajó otra vez y azotó la entre las lejuras de la selva. selva con una furia de espanto. A la aurora, la montaña de la nariz de hielo Zara, Amadeo y el ave tenté, fueron bañados emergió entre nubes de algodón amarillo y por el fulgor que despedían un hom-' su lejana cúspide parecía estallar en rayos bre y una mujer, dorados, con ojos transparentes de carámbano. y cabelleras onduladas de metal. El cielo se oscureció y llegó el negro graznido - Pasen - dijo el hombre con una voz de campanas. 40 - Gracias-contestó Zoro. que tendrán exito-. Amadeo y el ave tente estaban paralizados Zoro dijo:- Tenemos informes de que han acampado de asombro. a pocas jornadas de aquí, en el bosque - ¿ Ouiénes son ustedes? - indagó Amadeo. refulgente. Pronto los encontraremos-. -¿Nosotros?-dijo la mujer con una voz de dulzaina. El hombre exclamó:- Tendrán que escalar esta Y agrego: - Somos criaturas del aire-. montaña, descender, pasar por el bosque de - Estamos de paso - dijo el hombre. animales y navegar unas millas por el río - Venimos del sol - exclamó la mujer. hasta llegar al bosque refulgente - Deben estar muy fatigados - dijo el hombre - Así es - asintió Zoro, -. Será mejor que descansen un poco -. - Necesitarán una canoa - dijo la mujer. - Amadeo empezó a examinar con curiosidad - Tal vez podamos improvisar una balsa-dijo el nido de su hombro. Zara. La mujer dorada se acercó y dijo: - ¿Oué - Es peligroso - reflexionó la mujer-, Ese río lleva ahí? es muy caudaloso-. - Es un nido. Es la casa de un pájaro. Está - Cuando lleguemos a él veremos lo que empollando y tengo temor de que la tormenta tendremos que hacer - exclamó Zoro haya echado a perder los huevecillos. - Tal vez les podemos prestar una canoa dijo La mujer acarició el nido con el espejo de el hombre, sonriendo. 38 La mujer tomó en sus manos unos algodones de luz y poco a poco comezaron a crecer, sus manos. De pronto, los huevecillos se abrieron hasta tomar la forma de una canoa bruñida, y emergieron tres pichones abriendo con unos remos que parecían joyas, tan fuerte sus picos de escándalo, mientras sus padres que parecía de hierro y tan liviana, que revoloteaban por la cueva mostrando un el niño podía alzarla con el dedo meñique, plumaje amarillo y verde y cantando con Zoro dijo: - Parece hecha con un tronco de unas voces de flauta. luna-. - ¿ A dónde se dirigen? - interrogó el hombre, El hombre quitó una varita que estaba en - Estoy buscando a mi pueblo - dijo Zoro-. la proa de la barca y la canoa empezó a Nos emboscaron en el río y los perdí. Mi 41 padre se llama Zicorauta- encogerse hasta quedar convertida en una - Yo -exclamó Amadeo- espero dejar a éste esfera del tamaño de un limón. muchacho sano y salvo con su gente, y luego - Eso hará fácil su transporte - exclamó el me marcharé también en busca del sitio hombre en medio de una carcajada luminosa donde nací -. -. Cuando quieran usarla, colocan otra vez Hizo una pausa y agregó: - Se ve que ustedes la varita en esta abertura y a los pocos segundos son muy poderosos. tienen lista su nave-oGracias - exclamó Zoro. - ¿ Nos pueden llevar a este niño y a mí a - Muchísimas gracias - dijo Amadeo. nuestros respectivos destinos.? El pájaro tente batió sus alas y emitió un - Somos poderosos, es cierto - dijo el hombre chillido musical y suave. -. Pero son ustedes los que con su inteligencia - Ahora tenemos que irnos - dijo la mujer. y esfuerzo, deben hacer. todo el camino- - ¿Vendrán un día a nuestra casa a visitamos? o - preguntó Zoro. - Me parece estar oyendo a mi padre - pensó - Iremos - prometió el hombre. Zoro. - ¿y podré ir a la casa de ustedes? La mujer añadió: - Podemos proporcionarles - Tal vez, algún día - exclamó la mujer dorada-. algunos medios, pero tendrán que resolver Cuando mires al cielo y sientas en tu sus propios problemas-. cuerpo el calor del sol, debes pensar que Luego miró al niño con dulzura, y dijo: - Sé nosotros, en cierta manera, te estamos visitando. Nosotros y nuestra casa.-. que habían madurado en el vestido vegetal - No los olvidaré - balbució Zara. del anciano. - Yo tampoco - dijo Amadeo. Continuaron el ascenso y poco a poco el - Ni nosotros a ustedes - expresó el hombre. paisaje se convirtió en nieve y viento ululante. En las manos de la mujer apareció una cajita Amadeo protegía a sus avecillas dentro de negra, pendiente de una cadena. Avanzó un rincón de su traje. El tente avanzaba dando hasta el niño y a manera de collar, la colocó muestras de extraordinaria resistencia y en su cuello. coraje. 42 Zoro, con su grácil y menudo cuerpo, subía - ¿ Qué es?- indagó el muchacho. con paso firme hacia la cima. - Dentro de esa cajita - dijo la mujer- hay Amadeo, de vez en cuando, arrancaba frutillas un pedazo de sol. de su vestido y las daba a comer a Luego se acercó a Amadeo, quien estaba sus alados amigos, feliz con los pichones recién nacidos y le Al escalar una yerta superficie, Amadeo resbaló colocó en la muñeca una. pulsera plateada. y estuvo a punto de rodar hacía el abismo. - Gracias - exclamó el viejo. Se pudo sostener de un borde afilado, - Es' nuestro regalo para usted-. con sus manos llenas de cortaduras, - ¿ Qué es? - preguntó Amadeo. mientras Zoro, con grandes esfuerzos, logró La mujer dijo: - Esa pulsera es una flor que 44 crece en un planeta habitado por criaturas ayudarle a trepar de nuevo. Ouedaron exhaustos. que son olores, aromas, aire. De pronto, Amadeo empezó a tiritar. La tormenta había pasado. Ahora entraba a Su traje se había roto en el muslo y la caverna una luz rosada como vuelo de a su pierna se la empezaba a comer el hielo. flamenco. Zoro dijo: - Tenemos que remendarlo rápidamente La selva, abajo, parecía cantar. Cantaban no -. solamente los pájaros hechos para el canta, - Si no nos apuramos me voy a congelar-. sino las fieras, los árboles, los insectos, el Zoro se acordó del regalo de sus amigos agua, las piedras, el viento. dorados y destapó la cajita negra que pendía Los bruñidos cuerpos del hombre y la mujer de su pecho. En ese momento, el pedazo se recortaron en la entrada de la cueva. de sol los cubrió con sus tibios dedos, Les hicieron un ademán de despedida, miraron mientras Zara y Amadeo remendaban de la la espesura con sus ojos transparentes, mejor manera posible el estropeado traje. y, tomados de las manos, silbaron una melodía Cuando concluyeron, el niño guardó otra vez como de flauta. A medida que subía el su pedazo de sol y siguieron ascendiendo. volumen de la exquisita música, de sus espaldas Pronto llegaron a la nariz de hielo, una protuberancia emergieron unos chorros azules de helada, que no meramente tenía la fuego. Se convirtieron entonces en dos líneas forma de una nariz, sino que estornudaba cada quince segundos. de luz y se perdieron entre unas nubes pintadas Era un violento estornudo de escarcha, que por el sol de los venados. barría con violencia el único sendero por el Zoro, Amadeo y el ave tente se quedaron cual era posible pasar al otro lado y llegar largo tiempo mirando el lugar del cielo por a los valles. donde se habían ido sus amigos. - ¿ Lo lograremos? - preguntó .Arnadeo Amadeo, de golpe, dio un grito de júbilo. Los - Es cuestión de pasar al otro lado en quince pichones, de manera prodigiosa, habían crecido segundos -exclamó Zara. en pocos minutos lo que les hubiera - Es una distancia larga - balbució Amadeo. costado varias semanas. Volaron fuera del - Por lo tanto hay que apresurarse-gritó Zara. nido y después de estrenar el cielo con sus 45 acrobacias, se pusieron a comer unas frutillas Avanzaronhacia el borde y esperaron el tremendo estornudo. Entonces) Zoro avanzó velozmente - No lo sé,- respondió el viejo. por el borde rocoso y cuando surgió - Tenemos que ayudarle. No se puede defender- el segundo resuello ya estaba al otro lado. exclamó Zoro. - Ahora le toca a usted-. - No nos metamos - dijo el viejo - Podríamos - Que pase primero el tente - respondió el salir quemados -. vieJo. - Cuide al tente - dijo el niño -. Yo iré a ayudarle-. - Esta bien -. - Tenga cuidado,- exclamó Amadeo. Zara le hizo una señal al ave y cuando la 47 nariz lanzó su tempestad, corrió a todo lo El niño descendió, mientras observaba el punto que daban sus patas amarillas. Resbaló de candela que giraba en el aire, preparándose a mitad del recorrido y la salvó el hecho para el ataque. Se hundía en la nieve de que se estiró como una flecha y voló hasta las rodillas y avanzaba con mucha dificultad. al lado del niño. El águila de hielo giró su cabeza transparente - Muy bien - exclamó Zara. y lo vislumbró con una dulce y esperanzada El niño le acarició la cabeza con orgullo, mirada de agua. Zoro llegó junto pues sabía que el tente no era un gran volador al águila y lo primero que hizo fue observar y que sólo lo hacía de vez en cuando el muñón de su ala que chorreaba una porque el abuelo le había enseñado. linfa cristalina y cálida. Lo cubrió con un poco Tuvieron que esperar un largo rato hasta que de nieve y se percató de cómo se hacían Amadeo se decidió a cruzar el angostísimo cada vez más estrechos los círculos en el camino. Cuando llegó al lado de Zara, su piel aire del perro volador. Se puso a hacer, con se había puesto del color de la ceniza y sus agilidad y rapidez, unas bolas de nieve. Cuando ojos estaban abiertos de par en par. el perro de fuego bajó sobre sus presas, Descansaron un buen rato y contem pIaron el niño lo esquivó mientras le disparaba bolas los valles y bosques que se extendían cubriendo de nieve. Resistieron varios asaltos hasta que todo el horizonte. Zoro le acertó con uno de sus proyectiles, Abajo, el río hervía, mientras bañaba las orillas en una de sus alas. El perro volador perdió del bosque de animales. altura mientras el niño le seguía lanzando 46 guijarros congelados. Zoro dio en el blanco Junto a ellos, se extendía una plaza congelada, varias veces y observó cómo. a gran altura de forma rectangular y de dimensiones se le apagaron las alas al perro de candela enormes. Estaban observando esa rara y cayó como una piedra en el abismo arquitectura, cuando muy cerca se posó un de carámbano. águila de hielo. Sus ojos de granizo miraban Amadeo se reunió con el niño, que estaba a todos lados con temor. Pronto supieron absorto al pie del águila muerta. El viejo la causa. le echó un brazo sobre el hombro y dijo: Arriba apareció un perro volador, con alas - Hay que enterrarla. de fuego. El águila trató de ocultarse entre 48 la nieve, pero el perro de candela la descubríó y descendió en picada, y con sus remos - ¿Enterrar un águila de hielo?-exclamó Zoro flamígeros golpeó al ave derritiéndole y añadió - La dejaremos en el centro de esta una de sus alas plaza. Hasta que algún día trepe hasta aquí Los pajarillos de Amadeo chillaban en el interior el verano y se la lleve a las nubes. de su vestido y el ave tente se acurrucó Descendieron con facilidad. Antes de llegar al al lado de su amo. bosque de animales, el viejo sacó las avecillas, . - El águila de hielo está herida - dijo el niño. las puso en sus manos y les dijo:-Es hora de - El perro de fuego pronto va a derretirla - que vuelen libres. Busquen a sus compañeros contestó Amadeo. de vuelo y hagan con ellos su vida-. - ¿ Por qué lo hace 7 Los pájaros parecieron entender. Volaron durante algunos minutos alrededor de Amadeo. navegando, cuando Amadeo señaló hacia atrás Luego se alejaron y se perdieron en las estribaciones y dijo: - Viene una canoa-. de la montaña de la nariz de hielo. - ¿ Ouién será? - preguntó el niño. El bosque de animales se hizo visible. Lo El negro casi se cae de la embarcación, cuando primero que vieron fue a un larguísimo tapir, exclamó:-Son los de las minas. Es el gordo clavado en la tierra, inmovilizado por raíces y su pandilla-. de pezuñas. Más allá, había un bosquecillo - ¿Cómo llegarían hasta aquí? - reflexionó de tigres. Los felinos ronroneaban Zara. mecidos por el viento. Estiraban sus garras - Nos van a alcanzar-chilló Amadeo. y observaban un sembrado de liebres con Zoro exclamó: - Reme con todas sus fuerzas-o sus ojos de color verde plata. En la barca perseguidora, el hombre que parecía Cerca del río se estiraba un bosque de caballos ser el jefe, soltó una sonrisa pálida. Agarrando de monte. Sus crines descendían hasta con fuerza su látigo, dijo:-Esos no se el suelo y habían adquirido colores Ilameantes, nos van a escapar -. seda que brillaba al golpe del viento. - Sí! señor; - asintió el gordo-. En el centro se alzaban árboles de mariposas. - Cállese - dijo el que parecía ser el jefe -. Usted Frondosos, conformados por millones de está condenado a no hablar más en su vida. mariposas que abrían y cerraban sus alas - Pero ... - balbució el gordo. enjoyadas. - Por su culpa, ésos se escaparon con el diamante 50De repente, vieron correr a una calabaza perseguida -. por una mata de caucho y a un rosal El hombre flaco, de barba de oro y con un ojo que reptaba lentamente al lado de un sembrado violeta y otro amarillo, exclamó: - Los tuvo en de colibríes. Cuando éstos lo tuvieron a sus manos cuando se los compró a los gigantes tiro, desplegaron sus alas en un estallido y -. lanzaron sus picos hacia las azucaradas car-. El gordo en tono quejumbroso, dijo: - No me nes de las rosas. atreví a llevarlos yo solo, Son demasido peligrosos Los caballos habían hecho presa también de -. una bandada de hierbas voladoras. -A callar-barbotó el que parecía serel jefe. - Debemos avanzar con mucho cuidado-dijo 53 el viejo. El gordo se puso a llorar mientras se comía - Si. No podemos descuidarnos-. un pavo relleno y la mitad de uno de los remos. Caminaron despacio. Amadeo se puso a temblar -Qué canoa tan rara- dijo uno de los guardias. cuando una ahuyama gigante les salió al - Qué tiene de raro-gritó el hombre flaco, de paso. Afortunadamente era inofensiva. La ahuyama barba de oro y con un ojo violeta y otro amarillo, retrocedió, para caer desgraciadamente - Parece de oro- dijo el guardia. bajo un corpulento cerdo rosado que la engulló El hombre flaco miró el chispear de la nave y luego se dejó caer sobre sus raíces peludas persequída y los dos ojos se le pusieron azules. en una siesta de ruidajos y gruñidos. Zara y Amadeo remaban febrilmente pero la Dejaron pasar a un corpulento árbol de mango distancia entre una y otra embarcación se acortaba que se dirigía a beber al río y cruzaron con inexorablemente. rapidez bajo un ruidoso bosquecillo de micos - Nos van a alcanzar-exclamó Arnadeo. titiés. - ¿ Cuántos son? -=. preguntó el niño. Llegaron sin ninguna novedad a la orilla del El viejo miró hacia sus perseguidores y dijo: río. Allí sacaron la canoa, la esfera bruñida, y - Creo que son cinco-, esperaron sacudidos por el prodigio, su transformación. Zoro exclamó: - Vamos a varar la barca en la La echaron al no y se pusieron orilla. La selva es nuestra única salvación -. a remar con entusiasmo. - Estoy de acuerdo-, Hacía más o menos una hora que estaban Empujaron la canoa a una playa de arena amarilla, 52 saltaron a tierra y corrieron hacia la espesura, El ave tente graznaba amenazadoramente. de una fogata, a pocos metros de donde alumbraba Los perseguidores se dieron cuenta de la la' barca de sol, varada en la playa. maniobra. Amadeo, Zoro y el ave tente, desde lo alto de El que parecía ser el jefe, bramó: - Se están una ceiba, vieron el ojo iluminado de la candelada. metiendo en la selva -, - Están en el río - dijo Amadeo. 54 - y son como perros de cacería. No abandonarán - Maldita sea. - exclamó un guardia. nuestro rastro - dijo el niño. - No escaparán - dijo el flaco con extraña En ese momento, sintieron un estremecimiento tranquilidad. en la selva. Después, fue un silencio que Zoro, Amadeo y el ave tente, se ocultaron se precipitó con trote de caballo. en el corazón de un helechal. 56 - Se nos olvidó convertir la canoa en una esferita- - ¿ Qué será7- dijo Amadeo. dijo Amadeo. - No lo sé - contestó Zoro-. Algo ha llegado - Sí - exclamó con tristeza el niño. a la espesura-. - Esos se la van a robar - susurró el viejo. Efectivamente, el tigre de vidrio caminaba con - No teníamos tiempo para hacer la transformación suavidad de espuma. Sus ojos; lunitas verdes - dijo Zoro. y agregó:-Nos estaban ahora, giraban en el fondo de la negrura, flotaban alcanzando -. en las sombras del pavor. El que parecía ser el jefe, el flaco, el gordo y Cuando lleqó junto a la ceiba llamó a Zara los dos guardias miraban fascinados la canoa con esa musiquita que parecía palabras, con de oro. ese ronroneo de quinientos gatos, con ese fragor - Qué suerte,- musitó el flaco -. Es una joya-o de leño que chisporrotea. Lentamente se acercó y la acarició con sus - ¿ Qué pasa7- rugió el tigre. dedos febriles. Luego, miró a sus amigos con - Nos persiguen-. su ojo violeta y su ojo amarillo J y se introdujo ~ ¿ Esos hombres de la playa 7 dentro de la canoa sonriendo. Estaba en esas - Sí.-. cuando la nave se iluminó y el flaco desapareció El tigre miró a Amadeo y canturreó: - ¿ Un convertido en una nube de humo.' amigo 7 Los hombres retrocedieron espantados. - Un amigo- contestó el niño. - Se derritió el flaco - sollozó el gordo. - Tu gente está cerca-o - Cállese - dijo el hombre que parecía ser Zara se estremeció de emoción. el jefe. - Contenga su corazón - rugió el tigre. Y El gordo se sentó en una piedra y se comió agregó:- Parece que quiere salir corriendo. 55un lechón dorado y un par de botas de repuesto - ¿ Los ha visto 7 que había llevado el flaco. - Sí-rezongó el tigre-o Ayer vi atu madre, Mélide. Los dos guardias estaban lívidos de espanto. Estaba recogiendo agua en un riachuelo. - No sequeden ahí. Hay que empezar la persecución Llevaba su pelo lleno de flores, su vestido olía - dijo el hombre que parecía ser el jefe. a corazón de agua, pero ella estaba triste. Vi Señalando a uno de los guardias, agregó:-Usted sus ojos y me di cuenta de que estaba triste. es un magnífico rastreador. Empiece a 57 trabajar -. Eran dos soles negros en cielo de lágrimas. Y El guardia respondió: - Es fácil seguir un rastro estaba triste por Zoro. Todo el pueblo está en esta playa, pero en plena selva es casi imposible. triste por Zara. Muchos creen que ya no volverá, Tal vez, si nos dividimos ... que la selva le quitó la vida, que ahora - De acuerdo. Nos veremos en este mismo camina su cuerpo repartido en la hormiga, el sitio -. buitre, el árbol, el polvo, las rocas chupadoras Los hombres se desparramaron tras los fugitivos. de agua. Al anochecer regresaron sudorosos, malhumorados, El tigre hizo una pausa, mientras su cuerpo de y se sentaron en silencio alrededor vidrio despedía una llamarada transparente. - Se debe apresurar en el regreso - cantó la hacerlo - dijo el niño. fiera. - Tendremos que meternos a la ciénaga-. - Lo haré- exclamó-el niño. - Si - afirmó Zoro. El gran gato movió su cuerpo, se fue entre flotaciones, - Pues andando - exclamó el viejo. parecía untarse de sombras, hasta - Esperemos al tente, que está bebiendo-o que cayó en la playa y agarró entre sus colmillos Se sentaron sobre unas rocas mientras el ave vitrificados a dos de los hombres. Luego tente bebía con deleite de las sonrosadas aguas voló como si se fuera a recostar en la luna. del río. El crujir de una rama hizo que El hombre que parecía ser el jefe balbució: volvieran las cabezas y se encontraran con el - ¿ Qué fue eso? hombre que parecía ser el jefe y con el gordo, - Un tigre -lloró el gordo. quienes sonreían con un inquietante fulgor en - ¿ Vio cómo brillaba?" los ojos. -Sí-o - Por fin nos encontramos - dijo el hombre - Es una joya. Un tigre de diamante-. que parecía ser el jefe. - ¿ De diarnante ? - Por fin - repitió el gordo como un eco. - Un tigre de prodigio. ¿ Lo vislumbró por Zoro, Amadeo y el pájaro tente permanecieron dentro? inmóviles y en silencio. - No me dí cuenta - se disculpó el gordo. El hombre que parecía ser el jefe desenrolló - Su corazón era un rubí. Está relleno de parsimoniosamente su látigo. Cuando lanzó el golpe, Amadeo se interpuso recibiendo el quemanaza zafiros, esmeraldas, perlas) aguamarinas y topacIos en el pecho. Sobreponiéndose a su - dolor, se abalanzó contra el hombre y se aferró - Qué les hábrá pasado a los guardias - suspiró a él. Zara intentó moverse pero el gordo le el gordo. cortó la retirada. Como si no lo hubiera oído, el hombre que Amadeo y el hombre rodaron a tierra abrazados, parecía ser el jefe masculló-Hay que agarrarlo-. forcejeando. El negro lo atenazó y su adversario - ¿Agarrar a ese animal? - hipó el gordo Y hacía esfuerzos desesperados por li- añadió: - ¿Cómo lo vamos a hacer? 60berarse. Por fin lo logró y lanzó un puntapié - Le tenderemos una trampa-. contra Amadeo que lo echó a tierra retorciéndose - ¿Abandonamos la persecución del negro del dolor. y del niño? Acezando, el hombre aulló ,- Ni más faltaba - Ni más faltaba. ¿Se le olvidó que ellos tienen que un viejo y un niño nos vencieran -. el diarnante ? En ese momento, el ave tente lo atacó. El - No. No se me ha olvidado-. hombre con gran agilidad lo esquivó y lanzó - Los agarraremos durante el día. Por la noche, con su látigo un golpe que desvaneció al ave el tigre enjoyado caerá en nuestro poder. sobre la empedrada ribera. Vamos a dormir -. Al observar al ave herida, el hombre prorrumpió - ¿y si vuelve el felino? en una estruendosa carcajada. El gordo lo - Esta noche no volverá-. secundó. Cuando amaneció, ya hacía rato que Zoro, - Ahora - dijo el hombre dirigiéndose al niño Amadeo y el pájaro tente, habían comenzado - va a probar los dientes de mi látigo -, su marcha. Llegaron a un punto en que el río Alzó el arma y se aprestaba a dar el golpe bajaba en una profundísima cascada, sobre cuando de repente le cayó encima un águila una especie de escalones altísimos de roca. de hielo, El choque fue tan sorpresivo que el Parecía una escalera de espuma por la cual hombre que parecía ser el jefe, perdió el equilibrio subían los vapores del arco iris. y cayó al río. Lo absorbio la catarata y - Es imposible vadear este río - exclamó Amadeo. bajó escalón tras escalan hasta el fondo del 59 abismo. - Seguiremos por la orilla hasta donde podamos El águila de hielo, lejos de su país natural, lejos del frío de la altura, había bajado hasta ese escapar un suspiro de dolor. sitio, a sabiendas de que el calor derretiría su - El tenta-- exclamó Zoro. cuerpo. Se abalanzaron y tomaron al ave en sus manos. Zara com prendió el generoso gesto del ave, El niño la llevó al agua y le mojó la cabeza. cuando en un vuelo rasante se dio cuenta El pájaro se sacudió, abrió su pico y saludó que volaba con una de sus alas semiderretida. a su amo con una voltereta en el aire. Reconoció a su amiga de la montaña de la Zara recogio el pedazo de sol que palpitaba 61 en el suelo, lo introdujo en la cajita neqra y nariz de hielo. dijo: - Vamos a buscar nuestra barca -. Amadeo exclamó: - Es el águila de hielo. No - Vamos - respondió Amadeo con alegría. estaba muerta -. Regresaron a donde el día anterior habían dejado - No estaba muerta - repitió Zoro abandonada en su preci pitada carrera la Se quedaron mirando cómo el ave volaba resbalando, canoa, obsequio de sus amigos dorados. tropezando con el filo del aire, hasta Allí estaba, junto a la barca de sus perseguidores. que el calor la convirtió en una pequeña nube. 63 El gordo, saliendo de su asombro, movió su Amadeo miró con satisfacción su traje, cubiertoahora barriga gigantesca y dijo:- Conmigo no le va a por una cosecha de flores amarillas. valer ninguno de sus trucos-. Se embarcaron y empezaron a remar con - Al decir esto - exhibió en sus manos un fuerza. Desembarcaron antes de llegar a las arma para cazar pumas. cataratas y caminaron un trecho por la selva Se acercó al niño y chilló:- Déme el diamante-o hasta que dejaron atrás las escaleras de El niño empezó a buscar la bolsa de tela que espuma. llevaba en su pecho. Reanudaron la navegación hasta que el río En ese momento el gordo se fijó en el collar. se empezó a poner del color de la plata. - ¿ Qué es eso? farfulló- - Estamos entrando a las aguas de los espejos - Un regalo de unos amigos-contestó el niño. - dijo el niño. - Démelo-. - Algo había oído de eso-respondió Amadeo - No. Es un recuerdo s-. - Es un río muy caprichoso - dijo Zara -. Cambia - Démelo - gritó el gordo levantando el arma. de lecho de un momento a otro y hay que El niño se despojó del collar. buscarlo a veces por largas horas para encontrar El hombre lo abrio con avidez y quedó sorprendido otra vez su cauce-o del lustre del objeto que guardaba Hundieron los remos en el agua plateada y de la cajita. repente, la barca embarrancó en una loma de - Es una maravilla - chilló, arena seca. El río, como cortado a cuch illo, Colocó el pedazo de sol en sus manos regor- se había acabado. Era una congelada línea 62 longitudinal, detas y se puso a acariciarlo. De golpe, dio - Se lo dije-exclamóZoro un gritico y dijo - Me pinché-. - ¿ y ahora qué hacemos? - preguntó Amadeo. Mostró en un dedo de morcilla un punto rojo - Hay que buscar el río-. por el que salia una gotita de sangre. Se llevó Se pusieron a buscarlo. El ave tente lo halló el dedo a la boca y lo chupó. Estaba mirando doscientos metros a la izquierda, escondido la punta de su dedo cuando se dio cuenta de entre un bosque de helechos. que se estaba desinflando. Como un globo Subieron otra vez a la canoa y navegaron du- empezó a perder su forma, hasta que quedó 64 sobre la playa, convertido en una vacía vegiga PAJA, p,o TU.'n multicolor. ( f'<.O - ...~....... ~~ - Se desinfló,-dijo Amadeo. rante toda la noche. A la mañana siguiente, - Se desinfló - dijo Zara. Zara presintió que habían llegado al valle refulgente. El ave tente estiró sus patas amarillas y dejó Al medio día, el niño divisó el embarcadero y las inconfundibles naves de su pueblo, amarradas el puerto desde el cual podría iniciar su regreso. y mecidas por una brisa con aroma de En su barca se amontonaban los presentes. uva de monte. Desde una bolsita de esmeraldas, regalo El ave tenté, a la cual el abuelo le había enseñado de Zicorauta, hasta una piedrita pintada, también a volar, surcó el aire y se precipitó obsequio de uno de los niños del pueblo. en la mitad de la aldea. Todos reconocieron Todos estaban en el muelle. Zoro avanzó al ave de Zara y salieron en tropel al improvisado 67hasta el viejo y puso una bolsita en su mano. muelle. Cuando divisaron la canoa - Es el diamante - exclamó Amadeo. dorada, levantaron las manos y gritaron en señal - Es suyo - respondió el niño: de júbilo. - Recuerdo a todos mis compañeros de infortunio. Al desembarcar, Zoro fue abrazado por Zicorauta, Los buscaré y les daré la parte que su padre, por Mélide, su madre, por Artelia les corresponde - dijo el viejo. y Rombo, sus abuelos, y por toda la gente Zoro le dio un beso en la mejilla y se agachó que se sentía feliz por lo que ellos consideraban para que no lo viera llorar. la resurrección del querido Zoro. Partieron las naves, mientras el viejo negro El niño tomó de la mano a Amadeo y lo presentó recorría los rostros de Zoro, de Zicorauta, de a todos los habitantes de la aldea. Mélide,. de Artelia, de Rombo, de Aicadur, Hacía varias semanas que el anciano estaba de Roca, de Irise, de Soleal, de toda la gente viviendo en el pueblo, cuando un día, mientras del pueblo, y veía en ellos los resplandores recorría con Zara un sembrado de espigas, le de la amistad. dijo.- Zara, tengo que partir-o Cuando se~ alejaba, se percató de un extraño - ¿ Por qué? movimiento en la proa de su barca. - Yo también tengo que buscar a mi gente-o Avanzó y vio que dentro de un saco de fique, - Lo comprendo-o algo se movía. Lo destapó y quedó - Estos últimos días han sido maravillosos. sorprendido al encontrar un ave tente, a la 66 cual el abuelo le había enseñado a cuidar Tu padre y los demás, son personas llenas de a los viejos y que no lo abandonaría para bondad y sabiduría. Pero siento que me llaman siempre jamás. fin. los recuerdos del corazón. Ya soy viejo y no me gustaría cerrar definitivamente los ojos sin ver otra vez el mar, el caserío de pescadores donde nací y me crié, y los amigos que se quedaron esperándome un día ya hace veinte años, para jugar una partida de dominó. Sé que todavía me están esperando, que entraré como si nada y tomaré mi mantoncito de fichas y que el compadre Sebastián me dirá, con esa cara de alegría que tiene por las tardes, me dirá, que bueno que llegó, Amadeo; coja sus fichas. Le ha ido bien en el juego, porque mientras estaba afuera, su hijo Antonio ha estado jugando por usted-. Siguieron caminando en silencio. Un tropel de caballos le puso tambor a ese claro día del verano. Al amanecer, Amadeo se preparaba para partir en una barca engalanada con flores de monte. Seis más, con sus respectivos- remeros, estaban listas para escoltar al viejo hasta
Metodología de Cálculo de Las Tarifas Por Utilización de La Infraestructura Hidráulica Menor y Mayor Y, Por El Servicio de Monitoreo y Gestión de Aguas Subterráneas