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Si de tradición y leyendas se trata, Pátzcuaro es el lugar más popular en México tanto de leyendas,
tradiciones y festividades. Hoy haremos mención de una:
Esta pila, data del siglo XVI y se localiza en la esquina de la calle de Navarrete y Dr. Coss, a corta
distancia de la Casa de los Once Patios.
La Pila de San Miguel se dice que fue mandada a hacer por Don Vasco de Quiroga, con el fin de
hacer llegar el agua a las casas de Pátzcuaro.
La leyenda de la Pila de San Miguel, relata que era un lugar en donde se manifestaba el demonio
en forma de un gato feroz de color negro, atacando a los habitantes y jinetes; maullando
horrendamente. La gente que pasaba por ahí huía persignándose. Se relata que varios visitantes y
jinetes que llegaban con mercancía de Santa Clara bajaban por la calle de Dr. Coss y aquí veían al
antes mencionado Demonio. Por lo anterior Don Vasco de Quiroga hizo pintar en ese lugar, la
imagen de San Miguel Arcángel, con lo que el gato negro dejo de molestar a los vecinos, sin
embargo, cambio su lugar de aparición hacia la roca ubicada en la calle de DR. Coss conocida como
“La silla del diablo”, aquí se relata que debajo de esta piedra hay un tesoro millonario, pero la roca
es indestructible y los que logran fracturarla o dañarla sufren una trágica muerte o enfermedad.
Las voces más viejas de la ciudad relatan que: recién acaecida la conquista de Pátzcuaro, los
antiguos sacerdotes purépecha, acudían a la tal fuente con el propósito de mojar en sus aguas sus
collares de caracoles plenos de sangre de sus clandestinos sacrificios. Poco a poco, el agua de la
fuente adquirió un marcado sabor salino.
La fuente tenía una especie de hornacina en la parte de arriba, como adorno que la embellecía. A
la fuente acudían las mujeres indígenas para acarrear agua y solventar sus necesidades. Pero de
pronto, empezaron a decir que en la fuente se podía ver al Diablo, hecho que asustaba
considerablemente a las mujeres y a los habitantes de la ciudad.
Ante tal calamidad, don Vasco de Quiroga, el primero obispo de Michoacán, -Tata Vasco como le
llamaban los indígenas- que vivía y trabajaba en ella, decidió encargar a un pintor indio que
colocase en la hornacina la imagen del Arcángel San Miguel.
Ante tan sabia decisión, el Diablo nunca más se presentó a la fuente. Desde entonces se la ha
conocido como la Pila de San Miguel, y se afirma qu e el agua es milagrosa, pues contiene
propiedades que ayudan a curar las enfermed ades.