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Beneficios Procesales: la interpretación de la Sala

Constitucional (I)
Estas últimas semanas he estado preparando un artículo relativo al alcance que el
término beneficios procesales contiene, de acuerdo a lo dispuesto en la última reforma del
Código Penal y, esencialmente, dentro del contexto interpretativo ofrecido recientemente por una
decisión de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de justicia. Este artículo conforma la
primera parte de aquel escrito que he querido construir, el cual he dividido para facilitar su lectura,
referido, tal como su título lo sugiere, a la determinación conceptual del término beneficios
procesales. La segunda parte, y última, analiza aquel mismo fallo pero con énfasis en las medidas
de coerción personal, principalmente, las medidas cautelares sustitutivas, entendidas – según la
Sala – como beneficios procesales.

Prohibición legal de beneficios


La reforma del Código Penal venezolano, del 13-04-2005 (publicada originalmente el 16-03-2005),
incluyó, curiosamente, una disposición común a varios tipos penales – como la violación, el robo y
el secuestro –, prescribiendo, además de la pena, la prohibición del otorgamiento de beneficios
procesales a quienes resulten implicados en ellos.

Así, para los delitos previstos en los artículos 456, 457, 459 y 470 la reforma del Código Penal
venezolano agregó básicamente la siguiente disposición[1]:

Quienes resulten implicados en cualquiera de los supuestos anteriores, no tendrán derecho a


gozar de los beneficios procesales de ley.

Otra disposición parecida, más extensa, adiciona la prohibición de aplicar medidas alternativas del
cumplimiento de la pena, como es el caso de los artículos 128, 140, 357, 360, 374, 375, 406, 407,
458 y 460, resultando una oración de – aparente – mayor restricción:

Quienes resulten implicados en cualquiera de los supuestos expresados, no tendrán derecho a


gozar de los beneficios procesales de ley ni a la aplicación de medidas alternativas del
cumplimiento de la pena.

Empero, no ha sido el Código Penal el único cuerpo normativo que ha dispuesto la exclusión de
beneficios, pues la “Ley Orgánica Contra el Tráfico Ilícito y el Consumo de Sustancias
Estupefacientes y Psicotrópicas” cuenta con un precepto semejante insertado en sus artículos 31 y
32, en su parte final, que ordena: “Estos delitos no gozarán de beneficios procesales”.

¿Qué son beneficios procesales?


La norma penal se limita a restringir los beneficios procesales sin detenerse a delimitar su
contenido.Beneficio, según el Diccionario de la Real Academia Española significa “bien que se
hace o se recibe”; interpretándose como una acción o hacer de utilidad, provecho.

MANUEL OSSORIO nos aporta nuestro primer motivo para argüir que beneficio es, en realidad,
jurídicamente, un derecho que compete por ley[2]. El término “beneficios procesales” es una
expresión equívoca utiliza por el legislador para identificar toda una suerte de derechos
determinados por la ley para afirmar las garantías y principios constitucionales asignados a todos
los ciudadanos, y que, en el campo de nuestra ciencia, se reconocen dentro del Derecho Penal de
garantías.

El penalista EDECIO CÁRDENAS también advierte el desatino del legislador y señala:


El carácter especialmente represivo de la reforma se pone de manifiesto con la eliminación para
muchos delitos de los mal llamados ‘beneficios procesales’, pues se trata simplemente de Derecho
Humanos que se reconocen al imputado y de las medidas alternativas del cumplimiento[3].

Los – erróneamente denominados – beneficios del proceso penal son, en definitiva, derechos y
facultades otorgadas por la ley penal en función de las previsiones constitucionales y políticas
criminales determinadas por el Estado, y que responden al criterio del Derecho penal mínimo,
tratándose de resolver los asuntos penales con prescindencia o reducción, en lo posible, del
sistema penal. Ejemplo de ello, son las Alternativas a la Prosecución del Proceso[4], previstas en
el Código Orgánico Procesal Penal, que otorgan al imputado la posibilidad de obtener una rebaja
en la imposición de la pena o declaratoria de extinción del proceso, según sea el caso, a cambio de
un acto retributivo, como la reparación del daño causado.

La Sala Constitucional responde


En el mes de febrero de 2007, la Sala Constitucional dictó la sentencia Nº 136 – objeto del
presente artículo y de su segunda parte — donde se analiza e identifica el contenido de
aquellos beneficios procesales que ha restringido el Código Penal para ciertos delitos.

Por beneficio procesal entiende esta juzgadora a toda disposición legal que produzca una
modificación favorable a la situación actual bajo la cual se encuentre una persona sometida a
proceso penal[5].

Infelizmente, la Sala Constitucional – paradójicamente, garante de las previsiones constitucionales


– ha identificado como beneficios en el proceso penal todo precepto legal que mejore la condición
actual del imputado, consintiendo la exclusión de derechos fundamentales y facultades que el
Código Penal haidentificado para ciertos delitos. Así, el supuesto de delación[6], por nombrar
alguno, se determina como un “beneficio” ya que de cualquier forma mejora la situación del
imputado, pues al condenársele sólo se le aplicará la mitad de la pena. Como corolario, el
imputado que requiera hacer uso de esta figura procesal y esté implicado, verbigracia, en el delito
de homicidio calificado – que según la nueva reforma excluye la aplicación de beneficios – se verá
impedido de hacerlo por cuanto dicha disposición legal (delación) produce “una modificación
favorable a la situación actual bajo la cual se encuentre una persona sometida a proceso penal”.

La conceptuación que realiza la Sala Constitucional resulta vaga, abstracta e ilógica, aunque el
problema original viene de la propia norma. En este sentido, el precepto legal que se identifica
como beneficio procesal queda supeditado al estado o situación actual del imputado que es el
elemento que finalmente lo condiciona. Así, por ejemplo, la libertad será un beneficio si el imputado
se encuentra sometido a una medida cautelar sustitutiva[7], o inclusive, podrá
considerarse beneficio la rebaja de la pena que obtenga el imputado por haberse sometido al
procedimiento de admisión de los hechos[8].

Siguiendo con la línea interpretativa de la Sala, también será un beneficio procesal la aplicación de
cualquiera de las fórmulas alternativas al cumplimiento de la pena[9], ya que – según la sentencia
– son, efectivamente, disposiciones legales que mejoran la situación actual de la persona sometida
al proceso penal, en este caso el penado, a quien se le permite un tratamiento no institucional, es
decir, extramuros; cumplir la sanción fuera de un establecimiento penitenciario. En este punto
resulta curioso que la reforma del Código Penal haya incluido dos restricciones diferenciadas al
momento de excluir los llamadosbeneficios procesales: en unos delitos (por ejemplo: artículos 456,
457 y 459) establece la imposibilidad de “gozar de los beneficios procesales de ley”, mientras que
en otros (por ejemplo: artículos 357, 360, 374 y 375) ordena que los implicados “no tendrán
derecho a gozar de los beneficios procesales de ley ni a la aplicación de medidas alternativas del
cumplimiento de la pena”. Nótese, que el Código Penal sugiere una dicotomía entre beneficios
procesales y medidas alternativas del cumplimiento de la pena, en el sentido que la primera no
incluye a la segunda, que parece ser la única razón – o sinrazón – para establecer dos clases de
exclusión legal. De todas formas, siguiendo con fidelidad la sentencia del TSJ, debe concluirse que
aquellas medidas alternativas del cumplimiento de la pena están comprendida dentro del concepto
debeneficios procesales que explica la Sala, advirtiéndose otro elemento más de incongruencia.

Breves argumentos sobre la inconstitucionalidad.


Las consideraciones jurídicas sobre la inconstitucionalidad de las disposiciones legales que
excluyen los derechos y facultades otorgadas por la ley, llamados beneficios procesales, ha sido
denunciada y desarrollada por varios exponentes de la doctrina penal venezolana[10], no sólo en
base a esta cuestión, sino también respecto a la mayor parte de la reforma del Código Penal.

La violación del principio de presunción de inocencia, derecho al debido proceso y a la dignidad


humana, por nombrar los más importantes, resuelta de preceptuar la restricción de los
denominados beneficios procesales en el Código Penal.

Vale señalar, en este momento, que la inconstitucionalidad en cuestión fue contenida en el Veto
Presidencial cuando fue sancionada por la Asamblea Nacional la Ley de Reforma del Código
Penal, solicitándose su modificación:

En los artículos 455 ahora 453, (del hurto calificado), y 457 ahora 455 (del robo), se suprimen los
beneficios procesales y/o medidas alternativas del cumplimiento de la pena. Ahora bien, la
eliminación de beneficios procesales o de las fórmulas alternativas de cumplimiento de pena en el
proceso penal venezolano, constituye violación de los artículos 19 y 272 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, así como, del Capítulo III del Libro Quinto del Código
Orgánico Procesal Penal Venezolano.

Así, el artículo 19 de la Carta Magna consagra el principio de progresividad de los derechos y


garantías constitucionales, en los siguientes términos:

‘Artículo 19. El Estado garantizará a toda persona, conforme al principio de progresividad y sin
discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los
derechos humanos. Su respeto y garantía son obligatorios para los órganos del Poder Público de
conformidad con esta Constitución, con los tratados sobre derechos humanos suscritos y
ratificados por la República y con las leyes que los desarrollen’.

Dicho principio informa que debe existir una realización progresiva de reconocimiento de los
derechos humanos. En efecto, en nuestro sistema constitucional se configura la garantía de que no
es permisible ninguna medida represiva adoptada en relación con derechos humanos
fundamentales como la libertad. Se trata por el contrario, de un concepto destinado a hacer cada
vez más rigurosos los estándares de garantías de los derechos humanos en los países. En
Venezuela, y más aún a raíz de la entrada en vigencia del Texto Fundamental, los imputados
gozan de beneficios procesales, por tanto, se han erigido como derechos adquiridos de los cuales
sería imposible despojar. Ello responde más bien a las obligaciones asumidas por el Estado a
través de nuestra legislación (Constitución, Código Orgánico Tributarlo, tratados internaciones
referidos a la organización de los sistemas penitenciarios).

En cuanto al artículo 272 constitucional, el mismo consagra:


‘Artículo 272. El Estado garantizará un sistema penitenciario que asegure la rehabilitación del
interno o interna y el respeto a sus derechos humanos. (Omissis) En todo caso las fórmulas de
cumplimiento de penas no privativas de la libertad se aplicarán con preferencia a las medidas de
naturaleza reclusoria. El Estado creará las instituciones indispensables para la asistencia
postpenitenciaria que posibilite la reinserción social del exinterno o exinterna y propiciará la
creación de un ente penitenciario con carácter autónomo y con personal exclusivamente técnico’
(énfasis nuestro).

De allí que nuestra Carta Magna hace prevalecer siempre la rehabilitación y la reincersión social
del interno y las penas no privativas de la libertad a las medidas de naturaleza reclusoría.
Entonces, la eliminación de beneficios procesales en el la Ley de Reforma Parcial del Código
Penal sancionado, además de inconstitucional, indefectiblemente redundaré en una crisis
carcelaria derivado del aumento de la población reclusa[11]. (sic)

Lo que llama la atención es que el contenido del Veto Presidencial sólo haya hecho referencia a las
normas de los artículos 453 y 455 del Código Penal y no a las demás (128, 140, 357, 360, 374,
375, 406, 407, 456, 457, 458, 459, 460 y 470), lo que provocó la eliminación de la disposición
excluyente de losbeneficios procesales en esos dos únicos artículos, mientras que los demás
permanecieron incólumes tal como fueron sancionados, mas resulta evidente que la
inconstitucionalidad del resto de los artículos debe declararse por igualdad de condiciones.

Por su parte, la Fiscalía General de la República interpuso, en fecha 22 de noviembre de 2005,


recurso de nulidad de la reforma del Código Penal, por motivos de inconstitucionalidad, entre otros,
por la eliminación de beneficios procesales y formulas alternativas de cumplimiento de la pena.
Todavía no ha sido resuelta por la Sala Constitucional.

Claramente, se advierte la inconstitucionalidad de la norma, pues al ser los beneficios


procesalesderechos fundamentales consagrados a favor de los ciudadanos para su protección, y
como límite impuesto al Estado dentro del proceso penal, al eliminarse dichos derechos el precepto
que autoriza la exclusión deviene contrario a los principios y garantías consagrados en la
Constitución y, al gozar la carta magna del principio de supremacía, la ley resulta nula al tener una
inferioridad jerárquica.

Por cierto, la designación de “beneficios procesales” denota, peyorativamente, una prerrogativa o


ventaja otorgada por el Estado por ser su decisión o capricho, que, por supuesto, niega todo el
desarrollo histórico del hombre en lucha del reconocimiento de los más altos valores que son la
esencia de ser humano, como la libertad e independencia; lucha ésta que, precisamente, puso fin
al Estado absolutista en la Revolución Francesa, permitiendo la formación, posterior, del Estado de
Derecho. Lo que se quiere significar es que los beneficios procesales, llamados así por el Código
Penal, no son privilegios o concesiones asignadas por el Estado que, por su propia derivación, él
mismo puede revocar; por el contrario, aquellos son derechos fundamentales por los cuales el
hombre ha luchado a lo largo de su existencia y que han sido reconocidos por los Estados
democráticos, con el deber o la obligación de respetarlos, no teniendo facultad ni poder legítimo
para imponer su revocación.

En este orden de ideas, EDECIO CÁRDENAS expone unas disertaciones significativas en cuanto
al Derecho Penal y la autoridad del Estado:

Hoy en día se asiste a una evidente expansión del Derecho Penal, la tiene diversas
manifestaciones, entre las cuales cabe mencionar la criminalización de nuevas figuras, muchas de
las cuales tienen un carácter simbólico, es decir, se crean o se modifican para evidenciar que el
poder es eficiente y que responde a las exigencias de más seguridad que hace la ciudadanía; se
convierte así al Derecho Penal en un símbolo de la autoridad estatal. El problema principal de tal
‘expansionismo’ se centra en que se sacrifican las garantías penales en procura de una supuesta
‘lucha eficaz contra la impunidad’ olvidándose de que ella sólo tienen sentido cuando se respetan
de manera escrupulosa los límites establecidos de manera precisa en las garantías penales y
procesales que emanan de la Constitución, las cuales persiguen el respecto de la persona y su
dignidad. En la Constitución se establece diáfanamente cómo debe funcionar el papel del Estado
Democrático en relación al Derecho Penal, lo que supone que los Derechos fundamentales de la
persona no pueden ser sobrepasados para luchar por la ‘eficacia’, ‘utilitarismo’ o mero
‘pragmatismo’ penales. Generalmente en aras de la obtención de una mayor eficiencia se suele
violar las garantías penales[12].

Lo expuesto por dicho autor, reconocido penalista e investigador, apunta a que, efectivamente, la
exclusión de beneficios en el proceso penal, según la última reforma del Código Penal, germinó
como un intento de evitar la impunidad y lograr un mayor grado de eficacia de los casos sometidos
al sistema penal. Empero – tal como lo advierte EDECIO CÁRDENAS – no puede estar el Derecho
Penal al servicio del autoritarismo del Estado en función de una “lucha contra la impunidad”,
apartando las garantías y principios de los ciudadanos consagrados en la Constitución. Dada la
magnitud de daño que puede ocasionar un proceso penal en contra de un individuo, se han fijado
límites para el legítimo uso del ius puniendi, pues no existe procesal judicial más desigual que el
Estado, con todas las instituciones y el poder que comporta, frente a un individuo.

En consecuencia, es imposible que subsistan en un mismo tiempo y espacio dos normas o


preceptos que son excluyentes entre sí. O se mantienen las garantías y principios de un Derecho
penal liberal o volvemos al Antiguo Régimen, como sistema político y jurídico, imperante en la
Edad Moderna, donde existía un poder ilimitado del Estado y la población estaba a su merced

[1] Por su parte, el artículo 470, en su parte final, prevé: “…en el caso de que el objeto provenga de la comisión de los delitos
previstos, y sancionados en los artículos 405, 406, 407, 413, 414, 415, 451, 452, 453, 455, 457, 458 y 460 de este Código, la
agravación de la pena será de una tercera parte, sin derecho a los beneficios procesales que le concede la ley penal.”
[2] OSSORIO, MANUEL. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. 32ª Edición. Editorial Heliasta. Buenos Aires,
2006. p. 120
[3] EDECIO CÁRDENAS ÁNGEL. Constitución y Reformas del Código Penal, publicado en: "Derecho Penal: Ensayos",
Colección Estudios Jurídicos Nº 13, Tribunal Supremo de Justicia, Caracas, 2005. p. 167
[4] Artículos 37 y ss. del Código Orgánico Procesal Penal.
[5] Sent. del 06-02-2007, exp. 06-1270, Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. Ponencia: Pedro Rafael Rondón
Haaz. Disponible en: <http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/Febrero/136-060207-06-1270.htm>
[6] Art. 39 COPP: “Supuesto Especial. El Fiscal del Ministerio Público solicitará al Juez de control autorización para suspender el
ejercicio de la acción penal, cuando se trate de hechos producto de la delincuencia organizada o de la criminalidad violenta y el
imputado colabore eficazmente con la investigación, aporte información esencial para evitar que continúe el delito o se realicen
otros, ayude a esclarecer el hecho investigado u otros conexos, o proporcione información útil para probar la participación de otros
imputados, siempre que la pena que corresponda al hecho punible, cuya persecución se suspende, sea menor o igual que la de
aquellos cuya persecución facilita o continuación evita. (…) /El Juez competente para dictar sentencia, en la oportunidad
correspondiente, rebajará la pena aplicable, a la mitad de la sanción establecida para el delito que se le impute al informante
arrepentido, cuando hayan sido satisfechas las expectativas por las cuales se suspendió el ejercicio de la acción, lo cual deberá
constar en el escrito de acusación.”
[7] Artículos 256 y ss. del COPP.
[8] Artículo 376 del COPP.
[9] Artículos 493 y ss. del COPP.
[10] Vid., entre otros, FERNÁNDEZ FERNANDO, Comentarios a la Reforma Parcial del Código Penal de 2005, en Código Penal
de la República Bolivariana de Venezuela, Editorial Livrosca, Caracas, 2006; GRISANTI AVELEDO HERNANDO, Anotaciones a la
Reforma del Código Penal, Segunda Edición, Vadell Hermanos Editores, Venezuela, 2005; EDECIO CÁRDENAS ÁNGEL, ob. cit.;
FERREIRA DE ABREU FRANCISCO, ¿Resocialización o Inocuización? Acerca del Derecho Penal del Enemigo en el
Contexto de la Reforma Penal venezolana, CC. [online]. sep. 2006, vol. 34, no. 3 [citado 02 Mayo 2007], p.363-414, disponible en:
<http://www.serbi.luz.edu.ve/pdf/cc/v34n3/art_04.pdf>
[11] Tomado de: <http://www.asambleanacional.gov.ve/ns2/PaginasPlanas/VETO-COPP(2005).asp>
[12] EDECIO CÁRDENAS ÁNGEL, ob. cit. pp. 156 y 157

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