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Los Sombreros de Colores ¿Una alternativa para tomar las mejores decisiones?

En esta oportunidad abordaremos una temática que goza de gran interés ante cualquier persona
que busque ampliar su conocimiento y sensatez en materia de toma de decisiones, las decisiones
hacen parte de nuestra vida cotidiana y su adopción se aplica en cualquier ámbito de la sociedad
que se enfrente, y éstas van desde las relaciones interpersonales hasta un contexto laboral y
más esquematizado; todo esto en aras a la perspectiva y autodeterminación que se debe utilizar
a la hora de tomar decisiones en cualquier contexto, decisiones qué cada quien a pesar de los
errores que se puedan llegar a cometer siempre están encaminadas en pro de ser acertivas y
productivas en nuestro diario vivir. Es por esta razón que, la teoría planteada en la obra “Seis
sombreros para pensar” de Edward de Bono se convierte en una alternativa eficaz para tomar
decisiones de forma más acertada y eficaz.

En primera instancia, es de destacar que en la citada obra se hace una clasificación a las
posturas que se toman en el ejercicio de nuestro pensamiento a la hora de tomar decisiones o
de adoptar una postura crítica ante cualquier situación, de manera que, el autor nos organiza
estas actitudes en seis sombreros de colores. En primera medida, encontramos el sombrero
blanco que hace referencia a los hechos, cifras y se proyecta de una forma neutral y objetiva; en
segundo lugar, se plantea el sombrero rojo que hace alusión a las emociones, sentimientos y
pasiones ejercitándose de esta manera los instintos viscerales de las personas. En consonancia,
se propone el sombrero negro que alude a la cautela y a la precaución desarrollándose de este
modo un “juicio negativo” que busca adestrar una crítica constructiva en pro al mejoramiento de
las ideas instruidas.

Por consiguiente, el autor nos propone el sombrero amarillo que nos simboliza la figura del
optimismo proyectándose un juicio positivo, pero a su vez, realista y muy aterrizado frente a las
alternativas que se condicionen de una manera optimista pero visionadas de una forma sensata,
en este orden de ideas, se condiciona el sombrero verde, en el cual, figura la creatividad y
alternatividad como las mayores aliadas, en busca de qué, las ideas se conviertan en el
patrimonio de todos permitiendo de esta forma que dentro de las posibilidades presentadas sea
imposible no progresar, por último, tenemos el sombrero azul, el cual, permite organizar el
pensamiento, este sombrero tiene una función esencial, pues a través de él se definen los
propósitos y las pautas del ejercicio, al tiempo que se vela por su buen desarrollo, representa la
capacidad de enfocar, cualidad que diferencia al buen pensador del mediocre.

En contraste, ante esta teoría de los sombreros de colores, se exige a las personas una postura
proactiva, en especial, ya que de la proactividad deviene la iniciativa que debemos tener a la
hora de conducir cualquier camino que se presente en el transcurso de nuestros proyectos,
decisiones y situaciones, por lo cual, el sentido analítico y crítico que brindemos a cada decisión
será esencial y primordial frente al resultado que queremos obtener, todos queremos aciertos,
todos queremos éxito, todos queremos oportunidad, todos queremos logros, todos queremos la
mayor perfección posible y frente a todas estas metas trazadas se debe proyectar una forma
adecuada y contundente a la hora de condicionar nuestros objetivos, y es aquí, donde los seis
sombreros para pensar juegan un papel fundamental para conseguir el resultado esperado en
nuestras contiendas en la sociedad.

En efecto, el ser humano es golpeado y herido en el transcurso de su vida frente a la toma de


malas decisiones, a su vez, poco acertivas y productivas frente a cualquier proyecto de vida,
algunas impulsadas por bajas pasiones, otras por delirios fantasiosos y poco realistas, otras por
poca objetividad, otras por nula precaución, otras por exceso de subjetividad, otras porque en
ellas rescinde la creatividad y el emprendimiento, es por esta razón, qué de aquellas se generan
tantos desmanes, traspiés y obstáculos que condicionan al frustramiento y poco afán de
superación de las personas hasta deprimirlas, todo por falta de no instruirse o aplicar un método
que los ayude a organizar las ideas de su pensamiento de una forma adecuada y concisa que
permita la proyección de la buena toma de decisiones, las cuales son fundamentales para
engalanar el camino a la felicidad que todos queremos alcanzar.

Por otro lado, un buen planteamiento que se expone en la obra como regla general es el
siguiente, se plantea qué conviene fijar un sombrero azul al inicio y otro al final de la discusión,
como si fueran dos pilares. Esa etapa inicial de sombrero azul permite fijar el recorrido entre
todos los participantes. Si el tema provoca sentimientos intensos y despierta emociones fuertes,
sería conveniente seguir con uno rojo para sacarlas a la luz. En consecuencia, se podría pasar
a uno blanco, que permita poner de manifiesto toda la información relevante de la que se dispone.
En consonancia, se puede aplicar el amarillo, para que los participantes planteen sugerencias y
proposiciones, y este puede ir intercalado con el azul, para la formulación de preguntas centrales
y el señalamiento de zonas problemáticas en las que se hacen necesarios nuevos conceptos. A
continuación, el sombrero verde puede contribuir a llenar esos vacíos, generando algunos
conceptos novedosos.

De acuerdo con lo anterior, una nueva fase de sombrero azul serviría para organizar los
conceptos que hayan surgido en una lista más formal para clasificarlos según algún criterio. Tras
esto, podría tener lugar una etapa de pensamiento constructivo, en la cual se alternen los
sombreros blanco, amarillo y verde, con el fin de desarrollar cada propuesta y de ir dándoles a
todos una valoración positiva. Llega el turno del sombrero negro, que serviría como chequeo.
Con él se podría estudiar cuáles de las alternativas son imposibles o inservibles, y definir las
debilidades de las demás. El método de los seis sombreros parte de esa constatación y ofrece
una novedosa alternativa para maximizar nuestra capacidad de pensamiento. Cada sombrero
simboliza un modo de pensar, y todos ellos, al igual que las máscaras del actor, le exigen al
pensador realizar un esfuerzo consciente por pensar de una determinada manera.

Por último, la enseñanza que se desencadena por parte de la teoría planteada es que es una
herramienta psicológica muy útil, en la cual, se proponen comportamientos de diferentes índoles
y especies con el afán de obtener, en medida de lo posible, resultados mucho más aceptables y
eficaces frente aquellos métodos analíticos arcaicos que sustentan la promesa de transformar al
individuo, todo en aras, de maximizar nuestra capacidad de pensamiento. Es por esta razón, qué,
los sombreros de colores hacen del ejercicio del pensamiento, un juego de normas definidas que
permiten organizar puntos de vistas diferentes en momentos exactos o posibles y crear un
esquema proyectado para tomar mejores decisiones; sombreros de colores que a su vez
representan directrices para observar, pero no para mirar lo ya ocurrido, sino aquello que está
por venir y llevarlo por el cauce correcto para alcanzar la progresión que tanto anhelamos.

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