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Seis sombreros para pensar


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Seis sombreros para pensar

El pensamiento es el recurso máximo del ser humano. Sin embargo, puede convertirse a su vez en su mayor
enemigo, debido a que, aunque parezca mentira, mucha gente todavía no aprendió a pensar.

Con demasiada frecuencia, cada interlocutor se encierra en su opinión y se empeña en "ganar" la discusión
antes que en resolver la cuestión bajo análisis. Una forma de liberarse de las ataduras de la discusión clásica
es aplicar la técnica de los seis sombreros para pensar, uno para cada modo de enfocar la situación.

La metáfora de los seis sombreros para pensar sirve para plantearnos las cosas desde otro punto de vista,
asumiendo que cada sombrero representa un tipo diferente de pensamiento.

Los seis sombreros para pensar, que representan cada uno un tipo determinado de pensamiento, se dividen
en seis colores, para que sean recordados con mayor facilidad:

Blanco (OBJETIVIDAD): El blanco es neutro y objetivo. El sombrero blanco es el de la información. Con este
sombrero hay que dejar de lado las propuestas y las conclusiones para concentrarse en los datos de que se
dispone para analizar la cuestión, qué información adicional hace falta y cómo se podría obtener. Si la
información no es concordante, no se discute para decidir cuál es la mejor, sino, sencillamente, se guarda todo
"en paralelo". Solo si se verifica que resulta esencial decidir entre las distintas versiones, se abre el debate.

La enseñanza que nos deja este sombrero es la capacidad de presentar los hechos en forma objetiva y neutral
antes de tomar una decisión. Cuando usa el sombrero blanco, el pensador debería imitar a una computadora,
que da los hechos y las cifras que le piden, sin hacer interpretaciones ni dar opiniones. Tu propia opinión
nunca es admisible en el pensamiento del sombrero blanco. Sin embargo, puedes informar, por supuesto, la
opinión de alguna otra persona. Cuando nos planteamos pensar con el sombrero blanco puesto, apuntamos a
dejar de lado nuestra costumbre de analizar en forma subjetiva la información que recibimos.

Rojo (SENTIMIENTOS): El rojo sugiere ira, furia, emociones, sentimientos. El sombrero rojo representa los
sentimientos, las emociones, la intuición. Es el fuego, el calor. En las cuestiones de negocios, supuestamente,
estos factores no intervienen. Por supuesto que lo hacen, salvo que "disfrazados" de razonamientos lógicos.
Con el sombrero rojo, se los puede manifestar con libertad, sin necesidad de explicarlos ni justificarlos. Antes
de las primeras elecciones en Sudáfrica, aplicaron esta técnica en las reuniones con los jefes de todos los
comités del acuerdo para la paz, obligados a resolver problemas locales constantemente. Siempre empezaban
con el sombrero rojo. Primero preferían que las personas expresaran sus sentimientos, y solo después
proseguían con la reunión. Este pensamiento es opuesto al del sombrero blanco. Con el sombrero rojo nunca
hace falta explicar o justificar lo que se siente.

Los científicos y empresarios exitosos parecen tener todos una capacidad de presentir lo que va a venir, sin
basarse en argumentos racionales, y dando como única explicación la convicción íntima de que las cosas van a
pasar de determinada manera.
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Negro (LO NEGATIVO): El negro es triste y negativo. Como la toga de los jueces, el sombrero negro simboliza
la precaución, la evaluación del riesgo y, también, el juicio crítico. Excelente sombrero que se convierte en un
peligro si se lo utiliza en exceso. Evita los errores, previene las decisiones irrazonables aportando mesura,
señala qué es lo que no se puede hacer, y explica las razones por las que la decisión no será provechosa. Es el
sombrero más usado y, tal vez, el de mayor utilidad directa, siempre y cuando no se caiga en el extremo de ser
excesivamente cauteloso y negativo.

Este sombrero siempre apunta al lado oscuro de las cosas y es el tipo de pensamiento más arraigado en la
cultura occidental, donde el "no se puede", es más habitual que el "voy a hacerlo, y voy a hacerlo bien". La
intención del pensador de sombrero negro no debe ser plantear todas las dudas posibles sobre un tema, sino
señalar las fallas en forma objetiva. También es útil para descubrir riesgos, peligros, déficits y problemas
potenciales que podrían surgir en el futuro.

Cuando consideramos nuevas ideas y cambios, tiene mucho sentido adoptar primero el sombrero amarillo
(optimista) y después el negro, para tratar de mejorarlos, poniendo sobre la mesa sus probables dificultades.
Al sombrero negro no le incumbe resolver problemas, sino tan solo señalarlos. El pensador con sombrero
negro indica porque algo no va a funcionar, precisando las imperfecciones de un determinado proyecto. El
pensamiento de sombrero negro puede confrontar una idea con el pasado para verificar si encaja con lo ya
sabido, o puede proyectarla en el futuro para ver que podría fracasar o ir mal.

Amarillo (LO POSITIVO): El amarillo es alegre y positivo. El sombrero amarillo, el lógico positivo, el que
permite ver el valor y los beneficios de las ideas, sobre una base lógica y real. Es como la luz del sol. Mientras
el cerebro acepta con naturalidad al sombrero negro, hace un gran esfuerzo para desarrollar la actitud
sensible a los valores del sombrero amarillo. Es una pérdida de tiempo intentar ser creativo si no se es capaz
de ver la fuerza de las ideas. Este sombrero exige mayor esfuerzo que cualquier otro porque los beneficios no
siempre son obvios y exigen un trabajo de búsqueda consciente riguroso.

El pensamiento de sombrero amarillo es un recurso deliberado que el pensador elige adoptar, rescatando los
aspectos positivos de una idea. Algunos de estos aspectos no siempre son obvios a primera vista: en efecto,
los empresarios exitosos son quienes tienen la capacidad de encontrar un valor en las cosas que sus
colaboradores no han descubierto.

La clave consiste en comprender que aquellos que esperan tener éxito son quienes, en efecto, lo consiguen.

El sombrero amarillo se ocupa de la generación de propuestas, de desarrollarlas y también de hacer una


evaluación positiva de las mismas. Utiliza la especulación y la visión para asegurarse de los beneficios y la
factibilidad del proyecto. Esta visión es importante, porque establece una dirección para el pensamiento y
para la acción.
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Verde (CREATIVIDAD): El verde es césped, vegetación y crecimiento fértil, abundante. El sombrero verde es
crecimiento, energía, creatividad. Con este sombrero, todos deben ser creativos, desarrollar nuevas ideas,
buscar alternativas y otras posibilidades no exploradas. Abarca la provocación y el movimiento. No se trata de
que una sola persona intente ser creativa mientras todos los demás se quedan esperando, dispuestos a
criticarlo. Todos deben hacer el esfuerzo creativo. El uso constante de este sombrero, el de las "posibilidades"
fue el responsable de los logros, hace 2.000 años, de una de las grandes civilizaciones, la china. La pólvora, el
papel, el bronce. Si hubieran seguido a ese ritmo, llevarían una ventaja considerable al mundo occidental. Pero
con el advenimiento de los mandarines, dejaron de pensar en las "posibilidades". Y la rueda se detuvo.
Académicos, la nueva dinastía necesitaba describir, nunca desarrollar una hipótesis, o arriesgar un esquema
de posibilidades.

La creatividad implica tres "experimentos del pensamiento", como la provocación de ideas, la exploración y la
toma de riesgos. Esto quiere decir en otros términos que si uno pasa mucho tiempo buscando alternativas, es
posible que las encuentre. De lo que se trata en este sombrero es de sacar a flote la inquietud y la insistencia.

Con el sombrero verde reemplazamos el juicio por el movimiento. Avanzamos con nuestros pensamientos
convencidos de que la calidad de una decisión depende en gran medida de la cantidad de alternativas
disponibles. EL punto crucial de toda la creatividad es la pausa creativa, y esta no se presentará a menos que
decidamos convocarla. Surge cuando decimos: "No hay una razón aparente para que me detenga en este
punto a considerar alternativas, pero lo voy a hacer".

Azul (ORGANIZAR): El azul es frío, y también es el color del cielo, que está por encima de todo. El último de los
sombreros, el azul, representa la visión panorámica, el control, la serenidad y el manejo del pensamiento.
Mientras los otros cinco sombreros buscan los temas, el sombrero azul se concentra en el pensamiento en sí,
en definir la situación y las soluciones alternativas para el problema. Es el que verifica los procesos, el que
sigue la agenda, el que exige informes, conclusiones y decisiones. Por lo general, el líder es el que usa este
sombrero porque es el responsable de que el proceso de pensamiento termine siendo productivo.

El pensador de sombrero azul es el coreógrafo que diseña los pasos, pero también el crítico que observa lo
que acontece. Debe encargarse de sintetizar y de exponer ordenadamente las conclusiones finales sobre una
cuestión determinada. Su preocupación debe ser hacer respetar las reglas del juego.

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Cuando utilizamos los seis sombreros tenemos más poder porque todos utilizan su pensamiento e
inteligencia en la misma dirección y no discuten con los demás. La discusión es un sistema sumamente
ineficiente. En este método todos miran el objetivo no lo que dijo la otra persona.

Además esta técnica elimina el ego. Es el problema más importante en el pensamiento. Con los sombreros
esta traba no existe. Si uno quiere jactarse de sí mismo no lo hace ganando una discusión sino realizando una
mejor labor con cada uno de los sombreros.

Otro motivo para los sombreros es la separación. Cuando pensamos hacemos todo al mismo tiempo. Con los
sombreros hacemos una cosa por vez: ser cautos, intuitivos, etc. Es mejor para optimizar el uso del cerebro ya
que se presensibiliza para cada una de las tareas.
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Hay dos formas de utilización de los sombreros:

1) Uso único: el sombrero se convierte en el símbolo de un tipo de pensamiento. Se usa en cierto momento
un sombrero, según la situación lo requiera.

2) Uso secuencial: se establece una secuencia de sombreros y se usa uno por uno. Mejor determinar la
secuencia de antemano.

Si bien el orden puede cambiarse según la situación, es conveniente empezar y terminar con el sombrero azul.
En general, es mejor emplear el amarillo antes que el negro, ver los valores antes de lanzarse a la crítica. A
continuación se emplea el verde para superar las dificultades. También es importante emplear el rojo después
del negro porque algo que no es aceptable puede gustarnos igual. En el final, después del sombrero azul, se
puede volver a emplear el rojo para ver si estamos de acuerdo con el proceso.

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