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POLISACARIDO

Los polisacáridos son biomoléculas formadas por la unión de una gran


cantidad de monosacáridos. Se encuentran entre los glúcidos, y cumplen
funciones diversas, sobre todo de reservas energéticas y estructurales. 1
Los polisacáridos son polímeros cuyos constituyentes (sus monómeros) son
monosacáridos, los cuales se unen repetitivamente mediante enlaces
glucosídicos. Estos compuestos llegan a tener un peso molecular muy elevado,
que depende del número de residuos o unidades de monosacáridos que
participen en su estructura. Este número es casi siempre indeterminado, variable
dentro de unos márgenes, a diferencia de lo que ocurre con biopolímeros
informativos, como el ADN o los polipéptidos de las proteínas, que tienen en su
cadena un número fijo de piezas, además de una secuencia específica.
Los polisacáridos pueden descomponerse, por hidrólisis de los enlaces
glucosídicos entre residuos, en polisacáridos más pequeños, así como
en disacáridos o monosacáridos. Su digestión dentro de las células, o en las
cavidades digestivas, consiste en una hidrólisis catalizada
por enzimasdigestivas (hidrolasas) llamadas genéricamente glucosidasas, que
son específicas para determinados polisacáridos y, sobre todo, para
determinados tipos de enlace glucosídico. Así, por ejemplo, las enzimas que
hidrolizan el almidón, cuyos enlaces son del tipo llamado α(1→4), no pueden
descomponer la celulosa, cuyos enlaces son de tipo β(1→4), aunque en los dos
casos el monosacárido sea el mismo. Las glucosidasas que digieren los
polisacáridos, que pueden llamarse polisacarasas, rompen en general uno de
cada dos enlaces, liberando así disacáridos y dejando que otras enzimas
completen luego el trabajo.
En la formación de cada enlace glucosídico «sobra» una molécula de agua, ya
que estos se forman por reacciones de condensación a partir de la unión de
monosacáridos por enlaces del tipo covalente. Asimismo, en su ruptura por
hidrólisis se agrega una molécula de agua para dividirlo en múltiples
monosacáridos,

Clasificación de los polisacáridos[editar]


Polisacáridos de reserva[editar]

Estructura del glucógeno.


Los polisacáridos de reserva representan una forma de almacenar azúcares sin
crear por ello un problema osmótico. La principal molécula proveedora de
energía para las células de los seres vivos es la glucosa. Su almacenamiento
como molécula libre, dado que es una molécula pequeña y muy soluble, daría
lugar a severos problemas osmóticos y de viscosidad, incompatibles con la vida
celular. Los organismos mantienen entonces solo mínimas cantidades, y muy
controladas, de glucosa libre, prefiriendo almacenarla como polímero. La
concentración osmótica depende del número de moléculas, y no de su masa, así
que la célula puede, de esta forma, almacenar enormes cantidades sin
problemas. Algunos ejemplos de polisacáridos de reserva pueden ser: el almidón
y el glucógeno.
Es importante destacar que los polisacáridos de reserva no juegan el mismo
papel en organismos inmóviles y pasivos, como plantas y hongos, que en los
animales. Estos no almacenan más que una pequeña cantidad de glucógeno,
que sirve para asegurar un suministro permanente de glucosa disuelta. Para el
almacenamiento a mayor escala de reservas, los animales recurren a las grasas,
que son lípidos, porque éstas almacenan más del doble de energía por unidad
de masa; y además, son líquidas en las células, lo que las hace más compatibles
con los movimientos del cuerpo. Un organismo humano almacena como
glucógeno la energía necesaria para no más de seis horas, pero puede guardar
como grasa la energía equivalente a las necesidades de varias semanas.
La mayoría de los polisacáridos de reserva son glucanos, es decir, polímeros de
glucosa, más exactamente de su isómero de anillo hexagonal (glucopiranosa).
Se trata sobre todo de glucanos α(1→4), representados en las plantas por
el almidón y en los animales por el glucógeno, con cadenas que se ramifican
gracias a enlaces de tipo α(1→6). En numerosos grupos de protistas cumplen la
misma función glucanos de tipo β(1→3).
Polisacáridos estructurales[editar]

Estructura de la celulosa.

Moléculas de glucosa encadenadas para formar celulosa.


Se trata de glúcidos que participan en la construcción de estructuras orgánicas.
Los más importantes son los que constituyen la parte principal de la pared celular
de plantas, hongos y otros organismo eucarióticos osmótrofos, es decir, que se
alimentan por absorción de sustancias disueltas. Estos no tienen otra manera
más económica de sostener su cuerpo, que envolviendo a sus células con una
pared flexible pero resistente, contra la que oponen la presión osmótica de la
célula, logrando así una solución del tipo que en biología se llama esqueleto
hidrostático.
La celulosa es el más importante de los polisacáridos estructurales. Es el
principal componente de la pared celular en las plantas, y la más abundante de
las biomoléculas que existen en el planeta. Es un glucano, es decir, un polímero
de glucosa, con enlaces glucosídicos entre sus residuos de tipo β(1→4). Por la
configuración espacial de los enlaces implicados, los residuos de glucosa
quedan alineados de forma recta, no en helicoide, que es el caso de los glucanos
α(1→4), del tipo del almidón. Ésta es la regla en cuanto a la conformación de
todos los polisacáridos estructurales de las paredes. Esas cadenas rectas se
enlazan transversalmente, por enlaces de hidrógeno, en haces de cadenas
paralelas.
La quitina cumple un papel equivalente al de la celulosa, pero en los hongos, y
además es la base del exoesqueleto de los artrópodos y otros animales
emparentados. La quitina es un polímero de la N-acetil-2, D-glucosamina, un
monosacárido aminado, que contiene por lo tanto nitrógeno. Siendo éste un
elemento químico de difícil adquisición para los organismos autótrofos, que lo
tienen que administrar con tacañería, la quitina queda reservada
a heterótrofos como los hongos, que lo obtienen en abundancia.
¿Qué son las proteínas y cómo se forman?
Se forman en los ribosomas celulares [complejo formado por proteínas y
ácido ribonucleico (RNA)] a partir de la información contenida en los genes. El
ribosoma, es capaz de descifrar el código de la secuencia de bases del mRNA
y traducirla a la cadena de aminoácidos de una determinada proteína.

El porcentaje de proteínas oscila entre un 20% en la vaina de mielina de las


neuronas y un 70% en la membrana interna mitocondrial; el 80% son intrínsecas,
mientras que el 20% restantes son extrínsecas. Las proteínas son responsables
de las funciones dinámicas de la membrana, por lo que cada membrana tiene
una dotación muy específica de proteínas; las membranas intracelulares tienen
una elevada proporción de proteínas debido al elevado número de actividades
enzimáticas que albergan. En la membrana las proteínas desempeña diversas
funciones: transportadoras, conectoras (conectan la membrana con la matriz
extracelular o con el interior), receptoras (encargadas del reconocimiento celular
y adhesión) y enzimas.

Las proteínas de la membrana están suspendidas en forma individual o en


grupos dentro de la estructura lipídica, formando los canales por los cuales
entran a las células.

La selectividad de los canales de proteínas le permite a la célula controlar la


salida y entrada de sustancias así como los transportes entre compartimientos
celulares.

Algunas proteínas de la membrana plasmática hacen contacto con el ambiente


externo, a este tipo se les denomina proteínas periféricas, las cuales tienen
regiones hidrofóbicas y regiones hidrofílicas. Otras penetran totalmente a través
de la membrana, y se denominan proteínas integrales.

Unas de estas proteínas forman canales que permiten a ciertas sustancias,


atravesar la membrana, y otras actúan como moléculas transportadoras. Las
funciones de las proteínas de la membrana son: transporte, el intercambio de
materia entre el interior de la célula y su ambiente externo, y reconocimiento y
comunicación, moléculas de proteínas situadas en la parte externa de la
membrana, que actúan como receptoras de sustancias. Según se grado de
asociación a la membrana se clasifican en:
Integrales o Intrínsecas: Presentan regiones hidrofóbicas, por las que se
pueden asociar al interior de la membrana y regiones hidrófilas que se sitúan
hacia el exterior, por consiguiente, son anfipáticas. La separación de una
proteína integral implica la destrucción de la membrana que está unida.

Periféricas o Extrínsecas: No presentan regiones hidrófobas, así pues, no


pueden entrar al interior de la membrana. Están en la cara interna de esta (en el
interior celular) Son péptidos que se unen parcialmente a la membrana por medio
de partes expuestas de las proteínas integrales con sencillos tratamientos
químicos, se separan fácilmente de la membrana sin que cambie la estructura
de la bicapa.

Las proteínas de la membrana pueden ser periféricas o integrales. Las proteínas


periféricas de la superficie interna de la membrana a menudo se mantienen en
su sitio por filamentos del cito esqueleto. Las proteínas integrales están formando
parte de la membrana, sin embargo, pueden moverse lateralmente de un lado a
otro. La mayor parte de estas proteínas abarcan toda la membrana, con una
región hidrófoba dentro de la misma y regiones hidrófilas que sobresalen por
ambas superficies de la bicapa. Estas proteínas se conocen como proteínas
transmembranas.

Existen tres categorías principales de proteínas de membrana:

Proteínas de transporte: regulan el movimiento de las moléculas solubles en


agua mediante la membrana plasmática. Algunas, llamadas canales proteicos,
forman poros o canales que dan la oportunidad de que moléculas pequeñas
solubles en agua penetren la membrana. Estas forman una estructura parecida
a una manga con forro. Cada membrana plasmática contiene una gran variedad
de canales proteicos, cada uno alineado con aminoácidos específicos que
permiten que ciertas moléculas como el potasio (K+), el sodio (Na+) y el calcio
(Ca2+), pasen por el mismo.

Proteínas portadoras: Tienen sitios de unión, parecidos a los sitios activos de


las enzimas, que se pueden asir a moléculas específicas en uno de los lados de
la membrana. Proteína de membrana que facilita la difusión de sustancias
específicas a través de la membrana. La molécula que será transportada se une
a la superficie externa de la proteína portadora y ésta cambia entonces de forma,
para permitir que la molécula atraviese la membrana.

Proteínas receptoras: Proteína localizada sobre la membrana (o en el


citoplasma), que reconoce y se une a moléculas específicas. La unión con los
receptores frecuentemente dispara la respuesta de la célula, como en la
endocitosis, el incremento en la tasa metabólica o la división celular.

Proteínas de reconocimiento: Proteína o glucoproteína que sobresale de la


superficie exterior de la membrana plasmática e identifica a la célula como
perteneciente a una especie particular, a un individuo de esa especie y, a
menudo, aun órgano específico del individuo.
Estos polipéptidos constituyen gran parte la constitución de las membranas, por
ejemplo en los animales alrededor del 50% de la masa total de la mayoría de las
membranas plasmáticas mientras que el otro 50% constituyen lípidos y una
pequeña porción relativamente pequeñas de hidratos de carbono.

Las proteínas de membrana cumplen muchas otras funciones además de


transportar nutrientes, metabolitos y iones a través de la bicapa lipídica. Algunas
de estas contribuyen al anclaje de la membrana a macromoléculas presentes a
cualquiera de los dos lados de la capa.

Otras actúan como receptores capaces de detectar señales químicas en el medio


celular y transmitirlas al interior de la célula, mientras que otras actúan como
enzimas que catalizan y coayudan en reacciones específicas, dichos ejemplos
podemos observarlos en la siguiente gráfica.

Estos polipetidos se asocian a la bicapa lipídica de diversas maneras, a


continuación se enumeran las diferentes formas:

Muchas proteínas atraviesan la bicapa de fosfolípidos de manera que se


encuentran tanto dentro como fuera de la célula, estas al igual que los
fosfolípidos poseen un área hidrófoba y otra hidrofilica.
Otras se localizan exclusivamente en el citosol y se asocian con la lámina interna
de la bicapa mediante una hélice alfa anfipatica expuesta en la superficie de la
proteína.

Algunas se encuentran enteramente por fuera de la bicapa (tanto afuera como


por el lado de adentro) y se unen a la membrana solo mediante uno o dos grupos
lipídicos unidos por enlaces covalentes.

Por otra parte, existen unas que están unidas de manera indirecta a las
superficies de la membrana y se mantienen in situ solo mediante interacciones
con otras proteínas de membrana.

En la siguiente imagen se puede observar las diferentes formas en las que se


pueden adosar las proteínas a la bicapa fosfolipídica que constituye la estructura
de las membranas plasmáticas en los seres vivos, cada una de ellas con una
función específica como anteriormente se describió.

Gran parte de lo que se sabe acerca de la estructura de las proteínas de la


membrana se aprendió mediante técnicas indirectas. El método directo estándar
para determinar la estructura proteica es la cristalografía con rayos X, pero esta
técnica requiere un ordenamiento cristalino de la molécula y se ha observado
que las proteínas de membrana son más difíciles de cristalizar que las proteínas
solubles del citosol celular.

El estudio de las estructuras de estas proteínas permitió comprender en forma


precisa la manera en que las hélices α atraviesan la bicapa lipídica y la forma en
la que un conjunto de moléculas proteicas distintas pueden ensamblarse para
generar complejos funcionales en la membrana plasmática.

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