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Los principales descubrimientos se han obtenido a través de estudios de lesiones, observando qué
conductas dejaba de hacer el sujeto tras un daño en cierta zona del cerebro. Dichos estudios
provienen tanto de humanos como de animales.
La neuropsicología se centra en los procesos cognitivos superiores del córtex cerebral. Por ejemplo:
la atención, memoria, lenguaje, funciones visoespaciales, etc.
Aun así, el término neuropsicología se utilizó con moderación. Comenzó a extenderse en 1930
cuando Hebb lo utilizó en su libro “Los determinantes de la conducta. Un análisis neuropsicológico”.
Entre 1950 y 1965 la neuropsicología humana adquirió un gran desarrollo. Se hizo firme con la
aparición de dos revistas internacionales especializadas: “Neuropsychologia” fundada en Francia en
1963 por Henry Hecaen, y “Cortex”, fundada por Ennio de Renzi en 1964 en Italia.
Después se crearon diversas sociedades como The International Neuropsychological Society (INS) y
la división de Neuropsicología de la APA en Estados Unidos.
Según Ardila y Roselli (2007) podemos dividir la historia de la neuropsicología en cuatro periodos:
Este autor planteó que el cerebro humano posee divisiones que alojan distintas cualidades
intelectuales y morales. La forma del cráneo, cabeza y rostro se consideraban indicadores de la
personalidad, inteligencia o tendencias criminales.
Este es uno de los intentos más importantes de vincular la conducta con las características del
sistema nervioso.
En ese mismo año murió el famoso paciente “Tan” estudiado por Paul Broca. Este científico, en el
examen postmortem, demostró que una lesión en la zona frontal posterior podía afectar a la
capacidad de hablar. Broca llamó la atención de sus compañeros al señalar que sólo el hemisferio
izquierdo se alteraba cuando se perdía el lenguaje.
En este periodo, ocurrió otro avance fundamental: la publicación de la tesis doctoral de Karl
Wernicke en 1874. Este autor propuso la existencia de una zona del cerebro que nos ayudaba a
comprender el lenguaje. Además, observó que se conectaba con el área de Broca.
Si esas zonas se dañaban o las conexiones se interrumpían, podían surgir diferentes problemas del
lenguaje denominados afasia. Wernicke también definió varios tipos de afasia que podáis separarse
clínicamente según la localización de la lesión cerebral.
Los trabajos de Wernicke propiciaron el surgimiento de una serie de esquemas y clasificaciones para
los diferentes síndromes neuropsicológicos. Los llamados “localizacionistas” afirmaban que existían
zonas específicas del cerebro que se relacionaban con ciertas actividades psicológicas.
Esto hizo que se propusiera un “centro de la escritura”, un “centro del lenguaje”, un “centro
glosoquinético”, etc. Numerosos autores siguieron este enfoque; como Lichtheim, Charcot, Bastian,
Kleist o Nielson.
En esta etapa, apareció el libro de A. R. Luria, “La afasia traumática”, publicado en 1947. En él
propuso varias teorías acerca de la organización cerebral del lenguaje y sus patologías, teniendo
como base las observaciones obtenidas de los pacientes heridos en la guerra.
Lo que ocurre es que cada área se especializa en una forma de procesar la información. Sin embargo,
este procesamiento puede ocurrir en varios sistemas funcionales.
Por otro lado, cabe destacar los trabajos de Geschwind. Éste propuso una explicación de los
síndromes corticales basado en anomalías de la transmisión de información entre distintos centros
de la corteza cerebral.
Esto ha permitido que se obtengan correlaciones clínico-anatómicas más precisas y que muchos
conceptos sean redefinidos y aclarados. Con los avances se ha podido comprobar que existen otras
áreas que no son “clásicas” en la neuropsicología y que participan en procesos cognitivos.
Por ejemplo, las que se obtienen a través de la resonancia magnética funcional (RMf) y la tomografía
por emisión de positrones (TEP). Estas técnicas permiten observar la actividad cerebral durante la
realización de actividades cognitivas como hablar, leer, pensar en palabras, etc.
Ésta parte de la idea de la plasticidad cerebral, señalando que nuestro cerebro cambia con nuestras
experiencias. Por ello, ejercita mediante distintas tareas a pacientes con daño cerebral para revertir
sus repercusiones o mejorar la calidad de vida de éstos.
El avance es mayor día a día, pudiendo observarse en el gran incremento de publicaciones científicas
internacionales. Así como en el mayor número de profesionales dedicados a su estudio.