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Origen y Desarrollo Histórico de la Neuropsicología Clínica

La Neuropsicología tiene sus orígenes miles de años antes de llegar a nuestra era. En
épocas primitivas cuando los humanos de ese entonces se comían cerebros de otros
humanos con la esperanza de “alimentarse de la inteligencia del ex dueño de esa materia
gris” es un acontecimiento que ya hacía creer que dentro de esa cavidad craneana existían
cualidades cognitivas.

A los 400 años antes de nuestra era Hipócrates fue quien afirmó que el cerebro era la sede
de la inteligencia. Al tener como punto de partida la afirmación de Hipócrates, permitió
que se desarrollara el estudio de la neurociencia, ya que las funciones cognoscitivas son
estudiadas en su origen, en el órgano que las produce; el cerebro.
En 1861 Broca es quien hace un gran aporte a la neurociencia, al presentar el cerebro de
un sujeto que había perdido la capacidad de articular palabras. En este estudio post
mortem, Broca demuestra a la comunidad científica de la época que la porción posterior
del lóbulo frontal del Hemisferio Izquierdo es la zona responsable de la articulación de las
palabras. Por ende dando a conocer a la humanidad que la función expresiva del lenguaje
tenía un asentamiento anatómico cerebral.

Karl Wernicke en 1874 demostró que el lenguaje tiene una función comprensiva y está
alojada en la zona posterior del lóbulo temporal izquierdo.
En 1945 producto de la segunda guerra mundial Alexander Luria estudia casos de sujetos
con lesiones cerebrales. Producto de estas investigaciones y de la genialidad innata del
maestro Luria propone grandes avances en Neuropsicología. Entre ellos:
El papel del lenguaje como mediador entre el lenguaje y el pensamiento.
La comprensión de que el funcionamiento del cerebro es en forma de sistemas
funcionales complejos.
El estudio de las funciones corticales superiores.

La neuroimagen hace que el desarrollo de la neurociencia siga a pasos agigantados. El


investigador en la actualidad cuenta con esta herramienta que permite realizar estudios de
cada proceso cognitivo y su relación con su base anatómica.
El boom de la neuroimagen a llevado a tener grandes avances en la neurociencia y por
ende actualmente existen estudios y publicaciones que han contribuido al desarrollo de la
ciencia del cerebro.
Artículo escrito y diseñado por Carlos Ramos
Psicólogo Posgradista Neuropsicología Clínica y Rehabilitación Neuropsicológica

http://www.neuropsicologiaplugins.es.tl/Fundamentos-de-Neuropsicolog%EDa.htm

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Neuropsicología – Neurología de la Conducta


Neurología Cognitiva y Conductal – Especialidades relacionadas
De la tradición neurológica a la neurología de la conducta, la neuropsicología y la neuropsiquiatría (notas)

Jordi Peña-Casanova. Julio de 2005.

Los orígenes próximos: Pierre Paul Broca

Las relaciones entre el cerebro y las actividades mentales han sido una cuestión que ha interesado desde los tiempos
más remotos. El problema tiene, de hecho, una raíces profundas y previas a la aparición de los términos neurología,
neuropsicología o neurología del comportamiento (Lecours y Joanette, 1991). En los libros de historia de la Medicina se
pueden encontrar datos sobre las medicinas arcaicas y su evolución hasta la actualidad.

De hecho el objetivo planteado a lo largo de la historia ha sido siempre el mismo:

"Observar sistemáticamente las anomalías del comportamiento propio de la especie y localizar en términos de
neuroanatomía macroscópica las lesiones que causan las enfermedades del telencéfalo humano e intentar comprender
tanto el funcionamiento y las disfunciones de éste, como substrato de las diversas aptitudes cognitivas" (p. vii) (1).

En esta línea de pensamiento el gran maestro Henri Hécaen reconocía claramente el nacimiento de la neuropsicología
mucho antes de la creación de este término:

"Aunque la neuropsicología nació mucho antes que se creara este término, sus inicios tras la comunicación de Broca a la
Société d'Anthropologie de Paris, en 1861, han estado señalados por el triunfo del método anatomo-clínico" [2, p. vii]. [Si
la Neuropsychologie est née bien avant que le terme fut crée, ses debuts depuis la communication de Broca à la Société
d'Anthropologie de Paris en 1861, on été marqués par le triomphe de la méthode anatomoclinique].

Pierre Paul Broca (1824-1880)

Los grandes maestros y fundadores de la neurología aportaron conocimientos capitales que


constituirían, directa o indirectamente, los cimientos de la moderna aproximación a las relaciones
entre el cerebro y las actividades mentales. Este proceso conduciría a la cristalización progresiva
del conocimiento sobre las formas clásicas de afasia, alexia, apraxia, acalculia, etc., tal como se
describen en los tratados de neurología contemporáneos (3). No nos detendremos en este
aspecto. Véase el apartado sobre el término neuropsicología.

Las primeras terminologías médicas sobre el mismo problema

Por motivos científicos o corporativistas el estudio de las relaciones cerebro-comportamiento ha


recibido distintos nombres. Desde la Psychologie physiologique de Jean-Martin Charcot y
Théodule Ribot; la Neuro-psycho-pathologie de Julián de Ajuriaguerra y Henri Hécaen que luego
se convertiría en Neuropsychologie a secas, como en Luria y Benton; o la Behavioral Neurology de los discípulos de
Norman Geschwind (1). En la actualidad, en el ámbito de la neurología, se ha establecido el término de "Neurología
Cognitiva y Conductual"

Cabe destacar que la segunda edición del libro "Principles of Behavioral Neurology" de M.-Marsel Mesulam lleva ahora el
título "Principles of Behavioral and Cognitive Neurology" (New York: Oxford University Press, 2000). También es
significativo que el la reunión administrativa de la Sección de "Behavioral Neurology" de la American Academy of
Neurology, en San Diego (2000), se planteara una discusión terminológica.

En Barcelona la influencia de la obra de Ajuriaguerra y Hécaen (4) fue capital y se concatenó con las aportaciones de
otros autores para constituir una primera aproximación sistematizada de los conocimientos sobre las bases cerebrales de
las actividades mentales.

El papel de Julián de Ajuriaguerra y Henri Hécaen

Julián de Ajuriaguerra (1911-1993)

Henri Hécaen (1912-1983)

Le cortex cérébral de Julián de Ajuriaguerra y Henri Hécaen (primera


edición 1949, segunda edición 1960) representó un verdadero hito en el
desarrollo clínico del conocimiento de las actividades corticales superiores.
Su capítulo de introducción es realmente remarcable para la época. Se ha
de destacar el subtítulo "Étude Neuro-psycho-pathologique" como
precedente terminológico. La obra se centraba básicamente en una
bipolaridad, por un lado una aproximación topográfica, "síndromes
anatomo-clínicos" (frontal, rolándico, calloso, parietal temporal y occipital),
y por otro una aproximación funcional, calificada de "problemas fisiopsicopatológicos"
(afasias; praxias y gnosias; apraxia; astereognosias; agnosia auditiva; agnosias visuales; trastornos de la somatognosia; y
alucinaciones y lesiones corticales focales).

Le cortex cérébral se continuó, en cierto modo, con otra obra titulada Introduction à la Neuropsychologie (5), aparecida en
1972. Esta vez con la firma aislada de Hécaen. Este autor actualizó y amplió los contenidos de la primera obra y se centró
en los aspectos funcionales: afasias, apraxias, trastornos de la percepción y anotaciones finales sobre las localizaciones,
la dominancia y la restauración funcional. En la introducción Hécaen presentó la siguiente definición, desde la medicina,
de neuropsicología:

"La neuropsicología es la disciplina que trata de las funciones mentales superiores en sus relaciones con las estructuras
cerebrales" [5, p. xi]. [La neuropsychologie est la discipline qui traite des fonctions mentales supérieures dans leurs
rapports avec les structures cérébrales].

Una versión ampliada de este continuum de libros se publicó en inglés con el título Human Neuropsychology (Hécaen y
Albert, 1978) [6]. En esta edición se introdujeron capítulos sobre trastornos de memoria, trastornos debidos a patología
del lóbulo frontal, plasticidad cerebral y recuperación de la función. El prefacio fue escrito por Norman Geschwind quien
destacó la importancia de la obra de Hécaen:

"...Henri Hécaen fue uno de los nuevos pioneros que reanimaron este campo. Sus contribuciones han llegado a ser tanta
parte de nuestro pensamiento básico diario que paradójicamente es fácil olvidar su papel" [4, p. v] [...Henri Hécaen was
one of the new pioneers who revivified the field. His contributions have become so much a part of our basic everyday
thinking that is paradoxically easy to forget his role].

Se puede ver, en consecuencia, la evolución de una obra --con cambios de autores y títulos-- y se puede considerar esta
evolución como el reflejo del cambio de ideas y aproximaciones acontecidas entre 1949 y 1978 (¡tres décadas!).

Entre finales de los cuarenta (1949), cuando aparece la primera edición de "Le cortex cérebral", y mediados de los
sesenta (1966) --quince años-- descollan una serie de autores importantes, que van a contribuir decididamente al
desarrollo y la consolidación, directa o indirectamente, de la neurología de la conducta: Bucy (7), Fulton (8), Critchley (9),
Eccles (10), Magoun (11) y Denny Brown (12) entre otros. Durante estos tres lustros destaca, también, un conjunto de
libros que recogen las aportaciones a reuniones internacionales de alto nivel y que se suman al proceso de configuración
de la neuropsicología. Entre estos libros cabe destacar los editados por Adrian, Bremer y Jasper (13); Wolstenholme y
O’Connor (14); Halpern (15); De Reuck y O’Connor (16); y Eccles (17). Sus aportaciones ciertamente no eran en absoluto
de conocimiento generalizado en nuestro medio.

Las "Neuropsicologías fundacionales" de los años 70. Principales citas.

El inicio de los años setenta está marcado por tres "neuropsicologías". La "Introducción a la Neuropsicología" de Benton
(1971)(18), la de Hécaen (1972)(5), y la de Luria (1973, 1974)(19-21), y por la "Behavioral neurology" de Pincus y Tucker
(1974) (22). Otras "neuropsicologías" son posteriores: la "breve" (un abrégé) de Barbizet y Duizabo (1977)(23); la "Human
Neuropsychology" de Hécaen y Albert (1978)(6) que se ha de ver como la continuación de "Le cortex cérébral" de
Ajuriaguerra y Hécaen, la más clínica y sintética de Walsh (1978)(24); la americana "de editores" de Heilman y Valenstein
(1979). El libro de Heilman y Valenstein se ha consolidado como un libro de texto y se han sucedido cuatro ediciones, la
última de 2004. New York: Oxford University Press. (25).

Con independencia del listado de libros que reflejan el desarrollo progresivo de un corpus de conocimientos se debe
hacer referencia al desarrollo de la neuropsicología experimental entre los años sesenta y setenta. Si bien el desarrollo
inicial de la neuropsicología se basó en el estudio de casos individuales o series de pacientes con trastornos similares, la
exploración se fundamentaba en la descripción de los síntomas sin que existieran métodos estandarizados.

Los diseños propios de la psicología experimental con grupos de sujetos sometidos a distintos tratamientos
experimentales (en el caso de la neuropsicología lesiones), protocolos estandarizados y seguimientos sistemáticos, se
inician en los años sesenta-setenta. Los trabajos de distintos autores se dirigieron al estudio de la percepción espacial,
memoria, lenguaje, atención, emociones, praxis, etc.

El estudio sistemático de pacientes sometidos a intervenciones quirúrgicas para el tratamiento de la epilepsia, en el que
destaca el papel de Brenda Milner en el Montreal Neurological Institute, representó un nuevo avance metodológico y
científico. También se han de destacar las aportaciones de Roger Sperry en el ámbito de las callosotomías. Estas
técnicas quirúrgicas implicaron el desarrollo de metodologías cognitivas para conocer el estado funcional de los
pacientes.

Las neuropsicologías de los años 80. Principales citas.

En los años ochenta aparecen diversas obras entre las que destacan la aproximación "de autor" erudita y completa, de
Dimond (1980)(26); o la más académica o "libro de texto" de Kolb y Wishaw (1980)(27). La "Neuropsicología" editada por
J. Peña-Casanova y Ll. Barraquer-Bordas (1983)(28) fue la primera obra de estas características generales en España.
Cabe destacar la "Localization in Neuropsychology" editada por Andrew Kertesz (1984) (29) que aportó una clara
novedad ya que el enfoque se realiza principalmente alrededor de los problemas de la localización cerebral de la función.
La segunda edición del libro editado por Kertesz se titula "Localization and Neuroimaging in Neuropsychology" (San
Diego: Academic Press, 1994).

La obra "Principles of Behavioral Neurology" editada por Marcel Mesulam (1984)(30) constituyó otro clásico. La
"Neuropsychologie Clinique et Neurologie du Comportement" editada por Mihai Ioan Botez (1987, segunda edición de
1997)(31) contiene una especie de vuelta a los orígenes ya que el libro se organiza en bases generales, en funciones y
en síndromes focales (temporal, parietal, frontal, etc.) al igual que el libro de Ajuriaguerra y Hécaen.

En los años ochenta aparece una obra que iba a tener una gran influencia en el ulterior desarrollo de la neuropsicología,
la "Human Cognitive Neuropsychology" de Andrew W. Ellis y Andrew W.Young (1988)(32). Esta obra establece
claramente los principios de la "neuropsicología cognitiva", destacando los conceptos de modularidad y exponiendo las
arquitecturas funcionales (modelos) de las funciones estudiadas. La semiología clínica (las capacidades afectadas y
preservadas) se analizan en relación con un modelo sobre el procesamiento normal. En 1996 los autores publican una
edición ampliada en la que incluyen una serie de lecturas sobre los temas de la primera edición. Por este motivo el libro
lleva el subtítulo de "A textbook with readings"

Las neuropsicologías de los años 90. Principales citas.

Los años noventa presentan la novedad del "Handbook of Neuropsychology" editado por François Boller y Jordan
Grafman (apareciendo volúmenes hasta el año 1997) (33).

Posteriormente aparecieron la "Neuropsychologie humaine" de Xavier Seron y Marc Jannerod (1994) (34), la "Behavioral
Neurology and Neuropsychology" de Todd E. Feinberg y Martha J. Farah (1997)(35), o la reciente obra "Handbook of
Clinical and Experimental Neuropsychology" de Gianfranco Denes y Luigi Pizzamiglio (1999)(36).

En 1994 aparece en Colombia la "Neuropsicología clínica" de Alfredo Ardila y Mónica Rosselli (37), "como texto básico de
entrenamiento universitario en neuropsicología" (cita en la contraportada), dos años mas tarde, en 1994, le sigue en
España otra obra de neuropsicología dirigida a estudiantes de las facultades de Psicología, es la "Neuropsicología" de
Junqué y Barroso (38).

En 1995 llega desde Brasil el libro "Neuropsicologia, das bases anatomicas à rehabilitaçao" (39), editado por Ricardo
Nitrini, Paulo Caramelli y Letícia L. Mansur. En 1998 Victor Feld y Mario T. Rodríguez editan en Buenos Aires la primera
"Neuropsicología infantil" (40) en español.

En resumen: la aparición de las "neuropsicologías fundacionales" a principios de los 70 y todas en un contexto netamente
neurológico, representa una abierta y clara cristalización del saber neuropsicológico, y una inflexión en el desarrollo de la
especialización. La gran diversificación de temáticas neuropsicológicas se produce alrededor de 1975, cuando aparecen
libros especializados. Los años ochenta y noventa aportan nuevas obras que van acumulando conocimientos destacando
un "Handbook of Neuropsychology" y la irrupción de la "neuropsicología cognitiva".

En 1974 aparece en España la primera aproximación sistematizada de Barraquer-Bordas en neuropsicología, su Afasias,


Apraxias, Agnosias (41). Esta obra cabe situarla en la línea de las obras de revisión y actualización pero centrándose en
el ámbito del lenguaje, la gestualidad y el reconocimiento.

Una nota sobre Aleksandr Romanovich Luria

La llegada de las obras de Aleksandr Romanovich Luria significó un nuevo impulso, ciertamente muy importante,
en el desarrollo subsiguiente de la neuropsicología en nuestro medio. Se ha de destacar su obra "The
working brain. An introduction to Neuropsychology" (del año 1973), versión inglesa discretamente modificada
de la versión rusa "Osnovi neiropsijologii" (Fundamentos de neuropsicología), que llegó a su edición
castellana (a partir de la inglesa) con el nombre de "El cerebro en acción" (1974).
La obra de Luria significó una concepción integral de la neuropsicología. Todo parecía estar claramente concatenado: la
concepción teórica, los métodos clínicos, los síndromes y la terapia. Al hacer referencia a las afasias, por ejemplo,
muchos colegas siguieron la clasificación de Luria y aceptaron, casi como dogma, los mecanismos fisiopatológicos
propuestos por este autor en cada forma clínica de afasia. Muchos descubrieron la neuropsicología a través de Luria y la
confundieron e igualaron a la obra de este autor.

En los aspectos prácticos los psicólogos, fundamentalmente en el área de la psicometría y relacionados con la clínica
psiquiátrica, realizaban exploraciones mediante tests "de organicidad" (¡!). La obra de Luria iba a representar un revulsivo
importante y un cambio de objetivos para los seguidores de la psicometría pura y dura. Pero no todos captaron
claramente el mensaje de Luria.

De la neuropsicología como encuentro a las fragmentaciones profesionales

Progresivamente, y partiendo de los mismos objetivos generales, han cristalizado en la actualidad tres disciplinas
relacionadas que tienen objetivos compartidos, pero distintas bases científicas e históricas y claras diferencias en relación
con los profesionales que las cultivan y sus organizaciones profesionales así como en los métodos de trabajo y de
intervención terapéutica. Estas tres disciplinas son la neuropsiquiatría, la neuropsicología y la neurología de la conducta.
En los párrafos siguientes se exponen brevemente y se complementan los rasgos y las diferencias, a veces de matiz,
entre estas disciplinas siguiendo el modelo de Mendez, Van Gorp y Cummings (1995).

La neuropsiquiatría, desarrollada por psiquiatras, se centra más en la neurofisiología y la neuropatología


relacionadas con enfermedades mentales (depresión, psicosis, cambios de personalidad), observadas en
pacientes eminentemente neurológicos que padecen secuelas de accidentes vasculares, epilepsia,
alteraciones neurodegenerativas, etc. Su método principal es la historia psiquiátrica y la descripción
psicopatológica.

A esta disciplina se podría aproximar la psicogeriatría. Esta disciplina, también eminentemente desarrollada por
psiquiatras, se centra en el estudio de las alteraciones psiquiátricas relacionadas con la ancianidad, en este ámbito unos
profesionales se centran más en la vertiente neurológica (demencias, fundamentalmente), mientras que otros se centran
en la vertiente más psiquiátrica (depresiones, delirios, etc.).

La neuropsicología, desarrollada por psicólogos, se centra en los mecanismos cognitivos de la memoria, el


lenguaje, las capacidades visuoespaciales, ejecutivas, etc. , en relación con mecanismos mediados por
estructuras cerebrales. La neuropsicología se sitúa en los confines de la neurología clínica, de la psicología
general y experimental. Su principal método de evaluación son los tests estandarizados, mientras que su
principal foco terapéutico es la rehabilitación cognitiva y la psicoterapia.

La neurología de la conducta es desarrollada por neurólogos tras una especialización que ha sido definida
recientemente por la Academia Americana de Neurología.

La Neurología de la conducta (neurología cognitiva y conductual)

La neurología, tras dar lugar al nacimiento de la neuropsicología, ha redefinido su tarea en el ámbito, con los siguientes
rasgos:

Profesional implicado: la neurología de la conducta la realiza un médico neurólogo que se ha especializado en este
ámbito. Las guías para la formación han sido establecidas por la Academia Americana de Neurología.

Bases teóricas: Los síndromes clínico topográficos clásicos (afasias, apraxias, agnosias, amnesias, etc.) constituyen los
cimientos de la especialidad, pero a estos conocimientos se incorporan las aportaciones más moleculares de la llamada
"neuropsicología cognitiva".

Aunque en un sentido original e histórico los síndromes focales hayan constituido las bases, la neurología no es en
absoluto ajena a todas las aportaciones de otras ramas del saber como la psicología, la lingüística o la sociología.
Ciencias de base: La Medicina y las neurociencias en general son las bases de la neurología de la conducta. Esto quiere
decir que el profesional se aproxima al problema con conocimientos de fisiopatología general, y específicos de
fisiopatología neurológica. Conoce, además, las entidades clínicas no neurológicas que pueden ser concomitantes o
condicionantes en un caso determinado.

Las neurociencias en general (neuropatología, neurobiología, neurogenética, neurofisiología, neuroquímica,


neurofarmacología, neuroimagen, etc.) aportan mucha información que se usará en el estudio y la comprensión de la
enfermedad.

Foco de trabajo: La correlación neuropatológica constituye en foco principal. El diagnóstico y la evaluación de las
lesiones del sistema nervioso es la actividad general del neurólogo, que en el caso de la neurología de la conducta se
centra en el cerebro. Si bien la correlación neuropatológica ha sido tradicionalmente el foco principal, la neurología no ha
sido en absoluto ajena a las aproximaciones funcionales y ha sido precursora de los modelos cognitivos.

La aproximación actual debe ir encaminada al estudio de las alteraciones cognitivas y del comportamiento en el ámbito de
entidades nosológicas definidas: enfermedad de Parkison, esclerosis múltiple, epilepsia, demencias, traumatismos
craneoencefálicos, etc. En este enfoque --superándose la visión clásica de los síndromes focales que podíamos llamar de
"afasias, apraxias, agnosias"—permite que el neurólogo pueda realizar el manejo de los pacientes con mayor base y
formación. Ejemplos de esta aproximación se encuentran en los libros editados por White (1992)(43), Grant y Adams
(1996, 2ª. ed.)(44) y por Goldstein, Nussbaum y Beers (1998)(45).

Método: En neurólogo del comportamiento realiza básicamente una evaluación dirigida a la cognición en el contexto
neurológico general del paciente. Las alteraciones cognitivas se estudian en el contexto de la historia del paciente y de
las exploraciones complementarias neurológicas. En este apartado en donde la actividad se concatena con la del
neuropsicólogo quién aportará –entre otros-- los datos obtenidos mediante test estandarizados.

El neurólogo especializado en neurología de la conducta ha de conocer los principios de la "neuropsicometría" y las


características, indicaciones y el valor específico de cada test neuropsicológico.

Es importante destacar el impacto de las corrientes de la Medicina Basada en la Evidencia (pruebas) en todo el ámbito
metodológico de la neurología y de la neurología de la conducta. Véase la web de la Western Ontario University:
Evidence Based Neurology (http://www.uwo.ca/cns/ebn)

La neurología debe desarrollar instrumentos de evaluación neuropsicológica que permitan una actividad clínica objetiva,
sin sesgos y con alto valor de predicción, en los ámbitos del pronóstico, el diagnóstico y el tratamiento. La publicación en
Neurology (1999) del MIS (Memory Impairment Screen) de Herman Buschke y cols. es un claro ejemplo.

Terapia: La intervención terapéutica del neurólogo se centra en la enfermedad de base. En este ámbito el neurólogo
incide en los aspectos más importantes del proceso de afectación cognitiva: en la etiología y en la fisiopatología biológica.
El uso de fármacos es la terapia fundamental pero el neurólogo también puede indicar otras intervenciones o participar en
decisiones que tomará un equipo.

Véase: afasiología, psicolingüística

Neuropsicología

El término "Neuropsicología" se atribuye a veces a Karl Lashley (1890-1958). Este autor experimentalista usó el térmico
en el contexto de las lesiones cerebrales y la conducta en una presentación que realizó en el año 1936 ante la Boston
Society of Psychiatry and Neurology. Su conferencia apareció publicada en 1937 (Lashley, KA. Functionals
determinants of cerebral localization. Archives of Neurology and Psychology, 1937; 38:371-387).

A pesar de esta atribución Lashley no fue el primero en usar este término. Dado que Lashley cita el libro ded Goldstein
de 1934 (cfr. infra), y no usara la palabra antes de 1936 hace pensar que la tomara de Goldstein (ver: Finger S. History
of Neuropsychology. En: DW (ed.) "Neuropsychology". San Diego: Academic Press, 1994:1-28).

La palabra "neuropsicología" había sido usada en 1913 por William Osler (1849-1919) en una conferencia sobre la
formación en la Phipps Psychiatric Clinic. Osler utilizó el término "neuro-psychology" en el contexto de la idea de que los
estudiantes deberían tomar cursos sobre los trastornos mentales (Osler W. Specialism in the general hospital. Johns
Hopkins Hospital Bulletin, 1913:24:167-233.

Kurt Golsdtein (1878-1965), también usó el termino neuropsicología en su clásico Der Aufbau des Organismus (La
construcción del organismo), publicado en 1934. Esta obra se publicó en inglés en el año 1939 con el siguiente título y
subtítulo: The Organism. A Holistic Approach to Biology Derived from Pathological Data in Man. La palabra "neuro-
psychological" aparece en la introducción del tema de los procesos aberrantes del pensamiento que aparecen en
pacientes con lesiones cerebrales.
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http://www.publicacions.ub.es/refs/Articles/neuropsicologiau.pdf

Momentos y personas importantes


en el surgimiento de la Neuropsicología

1861 Broca define afemia, mejor conocida como “afasia de Broca” o afasia motora.
1873 Jackson propone que un daño cerebral focal desorganiza una función, pero no la
hace desaparecer.

1874 Sechenov publica Bases de la psicología fisiológica donde propone el estudio del
psiquismo a través de la fisiología. Wernike identifica afasia sensorial, mejor conocida
como “afasia de Wernike”.

1905 Aparece la Escala Binet de Inteligencia.

1906 Ramon y Cajal establece la doctrina de la neurona como primer principio de la


neurociencia.

1907 Bejterev funda el Instituto Psiconeurológico.

1914 Pavlov presenta la autentica fisiología del cerebro.

1919 Aparece la Escala de Evaluación del Desarrollo Infantil de Gesell. Precursor de


las actuales Escalas de Evaluación Neuropsicológicas Infantil.

1924 Vygostky presenta su trabajo en el Congreso de Neuropsicología proponiendo la


evaluación de la conciencia con métodos objetivos.

1929 Berger descubre el electroencefalograma.

1933 Se publica Brain and its mecanism por Sherrintong.

1940 Luria comienza sus fructíferos estudios de neuropsicología.

1947 Halstead publica Brain and Intelligence.

http://members.tripod.com/neuro_psic/pagina3.htm
ALCMEON 11
Antecedentes y perspectivas de la neuropsicología actual
Víctor Feld

Del corazón al cerebro


Egipto ha sido cuna de importantes aportes científicos. Un papiro que data del siglo XVII a.C., describe
un tratado neuroquirúrgico que presenta 48 casos clínicos. Entre otras cosas, manifiesta los daños
producidos en el cráneo y en el cuello. Marca las consecuencias de éstos a gran distancia. Uno de los
casos produce asombro porque la dislocación de las vértebras del cuello determina en el paciente
“inconsciencia de sus dos brazos y piernas, erección del falo, eyaculación y pérdida involuntaria de
orín”.
A pesar de la objetividad con que los egipcios trataron estos temas, no pudieron abstraerse de la
subjetividad predominante en la época y persistió la idea de que el corazón es el órgano responsable de
la vida, de la inteligencia y de los sentimientos. Esos conceptos fueron los que desde esos días
contribuyeron a una permanente búsqueda de la verdad. Y extrañamente, a su vez, el estudio del cerebro
quedó para mejor momento por siglos, a pesar de las manifestaciones existentes.
El cerebro ha sido un órgano que abrió en el campo de las ciencias grandes interrogantes vinculados a la
esencia de la vida misma. Su conocimiento ha dividido a la investigación entre quienes postularon un
dogmatismo cerrado y los que buscaron entender el dinamismo que entraña el funcionamiento del
sistema nervioso, de su organización y del desarrollo de los procesos superiores, así como de sus
actividades fisiológicas.

El momento actual
Vivimos una época apasionante, de grandes transformaciones, cambios y modificaciones en la vida de
los hombres. Nuevos fenómenos en el presente permiten anticipar que es factible un salto de cualidades
similares al que nos legaran sabios del nivel de Darwin y Newton.
Los estudios sobre la astrofísica, la ecología, las comunicaciones, la cibernética, los sistemas integrados,
e incluso nuevos conceptos paleontológicos y filosóficos, exigen revisar nuestras teorías. Sin renegar de
ellas, debemos abordar la aventura de nuevos y renovados conocimientos.
Al calor de estos hechos buscamos afirmar, mejorar o modificar las explicaciones del funcionamiento
cerebral. Un renovado interés se produce en su conocimiento. Es conveniente definir un hilo conductor
en la historia de la neuropsicología que dé sustento a su desarrollo actual. Es una tarea apasionante y no
por cierto fácil.
A lo largo del tiempo pueden encontrarse referencias más o menos precisas sobre el conocimiento de las
funciones cerebrales superiores y su desarrollo, como elementos anticipatorios.

Los conocimientos a.C.


Es sabido que desde Hipócrates (siglo V a.C.) se considera al encéfalo como asiento del intelecto del ser
humano. Herófilo, 200 años más tarde, dividió el encéfalo en ventrículo medio, depositario de las
cogniciones, y ventrículo posterior. El salto más interesante lo dio Galeno, en el siglo II a.C., al proponer
que la cognición tiene lugar en las áreas corticales y subcorticales del encéfalo. Esta teoría fue
confirmada 1800 años más tarde por Vesalio.
Pero los principales avances en el estudio de las funciones encefálicas se logran en los últimos tres
siglos. La investigación clínica funcional y patológica permitió nuevos hallazgos.
Gall sugirió la localización diferencial de las funciones, aunque evidenciando las limitaciones del
momento. Planteó que el habla y el lenguaje se encuentran en el manto cortical de los lóbulos frontales.
De un modo adecuado, a su vez, sugirió que los mecanismos sostenedores de la vida debían encontrarse
en el tronco encefálico, en tanto las funciones intelectuales y cognitivas serían resultantes de la actividad
neural en los dos hemisferios cerebrales.
Un propagador de la teoría de Gall fue Jean Baptiste Bouillaud, quien sugirió que discretas lesiones
podían dar por resultado la parálisis de las extremidades.
Ernest Auburtin, en 1861, presentó un trabajo en la Sociedad de Antropología de París y avaló las
hipótesis de Gall. Señaló en su información que los lóbulos anteriores eran responsables del habla.
Pierre Paul Broca presenció la presentación de Auburtin y lo invitó a visitar a un paciente “que padecía
de bloqueo en el habla, junto con una parálisis del lado derecho del cuerpo”. Este paciente, de nombre
Laborgue, era llamado “Tan Tan” por ser la única sílaba que podía pronunciar.
Cuando el enfermo falleció, Broca examinó el encéfalo y encontró una lesión que tomaba la primera
circunvolución temporal, la ínsula, el cuerpo estriado y porciones de la circunvolución transversal
inferior.
Más tarde Broca examinó a 8 pacientes que no podían hablar y que padecían lesiones en la región frontal
izquierda. Esto atrajo sin duda el interés de los anatomistas y neurólogos de su época.
En 1874, a los 26 años, von Wernicke publicó su disertación doctoral “Der aphasiche
Symptomenkomplex” demostrando que el daño en la región posterior del lóbulo temporal daba por
resultado un déficit en la comprensión. Pensaba que esa área encefálica era “responsable de las imágenes
auditivas en comparación con el área de Broca preprogramada para imágenes motoras, ambas conectadas
mediante una comisura neural”.
El análisis de esos casos, la comprensión de los mismos por dos eminentes neurólogos, el debate abierto
acerca de la importancia del descubrimiento para considerar el funcionamiento del sistema nervioso,
abrió infinitas especulaciones, de las cuales dan cuenta las importantes reuniones científicas realizadas
en la época en La Salpêtrière, con defensores y detractores, particularmente desde enfoques que
especulaban con criterios ya localizacionistas, ya funcionalistas.
“Evidentemente, esos descubrimientos habían aparecido en el momento justo, cuando la búsqueda se
centraba en la necesidad de ubicar el órgano de la actividad mental. Las investigaciones eran rigurosas y
los resultados aparentemente contundentes. Es la belle époque de las localizaciones cerebrales y se
deberá a Broadmann, en 1909, el mapa más discriminativo, resultado de múltiples trabajos en monos y
hombres”.
Un avance en esta diversidad de aportes y en contra de los rígidos conceptos localizacionistas lo
constituyeron los trabajos de Jackson (1874), quien pensaba “que el encéfalo está organizado
jerárquicamente y que la patología revierte, en esencia, el proceso evolutivo, permitiendo que tomen el
comando sistemas neurológicos más primitivos”.
Jackson lanzó la idea de que la función del hemisferio izquierdo era revivir automáticamente imágenes,
y la del hemisferio derecho era la del recuerdo y del reconocimiento voluntario de éstas.
El auge del localizacionismo llegó a la Primera Guerra Mundial, facilitando el estudio de las afecciones
encefálicas limitadas.
Lashley (1938) fue uno de los que proporcionó evidencias contra esos argumentos. Señaló que la
localización de lesiones no era tan importante en la pérdida funcional como la masa de tejido
involucrada en la lesión, posición que se incorporó reiteradamente en distintos momentos y fue apoyada
por eminentes autores (Flourens, en 1824, y Coltz, en 1884).
Un enfoque particular fue dado a su vez por Monakov (1914), Head (1926) y Goldstein (1927), quienes
sostuvieron que “los complejos fenómenos de semántica o conducta categorial son el resultado de la
actividad de todo el cerebro más que el producto del trabajo de áreas del cortex cerebral”. Las
limitaciones de este enfoque estuvieron dadas por el hecho de separar las estructuras cerebrales y
reconocer su especial naturaleza espiritual, posición que asumieron finalmente autores como Monakov y
Mourgue (1928), y Sherrington (1934, 1942).
Es en este punto donde autores como Anokhin (1935) y posteriormente Luria (1974) abordan la
estructura cerebral desde una concepción funcional, ubicándola en la dimensión de “complejo sistema
funcional” que abarca muchos componentes pertenecientes a diferentes niveles de los aparatos secretor,
motor y nervioso. Dichos sistemas funcionales no sólo difieren entre sí en la complejidad de su
estructura, sino también en la movilidad de sus partes componentes.
De este modo Luria postula dos características vitales de tales sistemas. La primera se refiere a la
realización de estos sistemas complejos funcionales como una tarea continua ejecutada por mecanismos
variables que llevan el proceso a un resultado constante. La segunda característica distintiva es la
composición compleja del sistema funcional que incluye siempre una serie de impulsos aferentes (de
ajuste) y eferentes (efectores), de acción.
Esta concepción aparece en esencia como un punto de corte entre los postulados mecanicistas del
funcionamiento cerebral y aquellos cuyo objetivo es descubrir “las bases cerebrales de las más complejas
formas de actividad mental”. En estos momentos podemos ubicar en consecuencia el nacimiento de la
neuropsicología.
Antepuesto a los criterios enunciados más arriba se eleva el fundamento de la existencia de distintos
niveles de jerarquía subordinados unos a otros o bien en interacción. De tal modo las estructuras
inferiores se subordinan a las estructuras superiores, pero en esencia no explican la capacidad de las
funciones superiores en un todo. De un lado los conceptos surgidos en ámbitos de Europa y del otro los
países anglosajones.
Habiendo pasado varias décadas y si se quiere siglos, la dualidad persiste. Y aun más, la división entre
los anatomistas, fisiólogos, psicólogos, neurólogos, atrapados todos por las limitaciones de los campos
conceptuales, “dejando para los psicólogos la explicación del papel de las funciones cerebrales
superiores”.
Es en los primeros años de este siglo que las ciencias se maravillan frente a los movimientos científicos
que revolucionan el pensamiento. La psicología avanza hacia el fenómeno de la conducta, con el
inconsciente oscuro e insondable. Hacia el siglo XXI esperamos encontrar un camino común que
sintetice y aclare los interrogantes existentes.
En este recorrido es lícito considerar los antecedentes de Pavlov. Pavlov concibió su actividad
investigativa como un método de análisis de la actividad nerviosa superior, con lo que contribuyó a su
vez a una mejor comprensión de la doctrina de los analizadores y el concepto de unidades de
aprendizaje. Demostró el carácter dinámico flexible y plástico propio de la corteza cerebral, sobre la cual
se sustenta la actividad psíquica y las funciones cerebrales superiores. Este criterio dinámico es lo que
permitió ver en la corteza la función, la actividad nerviosa superior y los complejos procesos de análisis
y síntesis.
Pavlov caracterizó los comportamientos en relación con tres aspectos:
1) Las experiencias vividas y su fuerza,
2) las características funcionales del cerebro, y
3) el concepto de analizador.
El contexto conceptual de esta propuesta pone en tela de juicio el criterio sobre la especificidad de las
fibras nerviosas. El mismo procesamiento de la información requiere tanto de los receptores como de su
conducción, dejando para la corteza la función integrativa de la información y el carácter de la respuesta.
El “reflejo condicionado de Pavlov” se diferencia sustancialmente del tradicional concepto de reflejo
como mecanismo automático e involuntario, transformándose en una característica de los grandes
hemisferios cerebrales. Éste y la capacidad de memoria son la esencia para considerar los fundamentos
neurodinámicos del funcionamiento cerebral.
Con los estudios de Pavlov comienza un proceso nuevo en el conocimiento de la actividad nerviosa
superior. Son sus sucesores científicos Luria, Vigostsky y Leontiev quienes dan al conocimiento del
funcionamiento cerebral una nueva dimensión. Sus fundamentos se basan en el criterio de funcionalidad,
modificando el localizacionismo estricto y ubicando la actividad nerviosa superior en un contexto
dinámico y social.

La neuropsicología actual
La Neuropsicología, desde nuestro enfoque, ha llenado un vacío teórico. Su ubicación en el cruce que
compone la neurología y las neurociencias por un lado y la psicología por el otro, es el sustrato que
permite explicar la base material sobre la que se asientan los fenómenos de la psiquis humana.
Tanto los fenómenos representacionales como la explicación de las represiones exigen una estructura
que la sustente como una base funcional (que dinamice esos fenómenos). Sobre la base de los sistemas
interfuncionales cerebrales se establecen y crean conexiones e interrelaciones dinámicas y a su vez
estables.
Dichos sistemas funcionales tienen un origen social si se considera la interacción del individuo con el
medio y la interiorización de dispositivos externos como fenómenos de permanente adaptación y
aprendizaje que implican la actividad coordinada y jerárquica de las distintas áreas corticales y
subcorticales, donde cada eslabón aporta sus aptitudes para el logro correspondiente. Por lo tanto el
cerebro no contiene todas las aptitudes psíquicas encerradas en su estructura morfológica; por el
contrario, lo que contiene el cerebro humano es la potencialidad para formarlas, pero esta base biológica
deberá interiorizar en el proceso de aprendizaje el mundo de los objetos y fenómenos humanos.
Naturalmente que dichos sistemas funcionales no determinan el contenido psicológico de las distintas
estructuras de la personalidad, sino solamente posibilitan su funcionamiento y permiten darle un
fundamento material-funcional.
Como consecuencia de ello “el hombre no nace provisto de todas las adquisiciones históricas de la
humanidad. Aquellas que resultan del desarrollo de las generaciones humanas no están encarnadas en él,
en sus disposiciones naturales; sino que se encuentran en el mundo que rodea al hombre, en las grandes
obras de la cultura humana. Sólo después de todo un proceso de apropiación de estas adquisiciones —el
cual se desenvuelve en el curso de su vida— puede el hombre adquirir de verdad propiedades y aptitudes
humanas. Ese proceso lo pone, por así decir, sobre los hombres de las generaciones anteriores y lo ubica
muy por encima del mundo animal” (Leontiev).

El aporte de la fisiopatología a la neuropsicología


Como queda demostrado en múltiples trabajos históricos y considerando la primer parte de esta reseña,
la patología realizó un invalorable aporte a la comprensión de las funciones cerebrales. En nuestro
medio, Azcoaga realizó una interesante síntesis de este concepto. Así señala que “la fisiopatología de la
actividad nerviosa superior comprende un conjunto de procesos dinámicos que son la modificación, en
otro nivel, en el patológico, de los procesos normales de la actividad nerviosa superior”. Esta
postulación, que ha servido para comprender las modificaciones funcionales de la actividad nerviosa
superior, está asentada en los rasgos sintomáticos y signológicos característicos de cada fenómeno de
desorganización funcional como en las variadas y rápidas modificaciones que se producen en el proceso
de una enfermedad.
Del mismo modo, Luria postuló que “el hecho de que perturbaciones del sistema funcional puedan
aparecer prácticamente al lesionar cualquier eslabón, no significa en modo alguno que la función se
altere en la misma medida con cualquier lesión del cerebro, ni que tengan razón los antilocalizacionistas
y el cerebro funcione como un todo homogéneo, equipotencial”.
Basta recordar la compleja y altamente diferenciada estructura del cerebro para percibir toda la
inconsistencia de esos puntos de vista. “De este modo el funcionamiento cerebral y sus actividades
psíquicas pueden perturbarse en diferentes regiones. La perturbación así establecida puede ocasionar
diferentes sufrimientos de la función”.

La neuropsicología cognitiva
A partir de la década de 1940 comienza a desarrollarse una corriente de pensamiento nuevo en la
neuropsicología. Su inspiración deviene de la contribución realizada por las ciencias cognitivas. Estas
últimas se producen a consecuencia de una reacción en el seno de los investigadores (particularmente
anglosajones) contra el behaviorismo, que había triunfado poco tiempo atrás.
Más precisamente, setiembre de 1948 marca un giro en la neuropsicología norteamericana y mundial. En
el Instituto de Tecnología de California se reúnen diversos investigadores de variadas disciplinas para
discutir la manera en que el sistema nervioso controla el comportamiento (título del Simposio: “Cerebral
mechanism in behaviour”). Entre los presentes figuran John von Neuman, Warren Mc Cullogh y Karl
Lashley. El eje de sus posturas es encontrar el vínculo entre el modo de tratamiento de la información
por el cerebro humano y su correlación con el tratamiento “estrictamente lógico de las máquinas
computacionales salidas de la ficción científica de un Da Vinci, de Julio Verne”.
Karl Lashley plantea la necesidad de no prescindir nunca más de la noción de representación mental, del
concepto de anticipación y representación. En consecuencia estos investigadores se oponen firmemente a
la noción de “estímulo-respuesta” (Nespoulous).
En septiembre de 1956, nuevamente en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, se produce un
nuevo evento que incide en la neuropsicolingüística. En esta instancia se realiza un nuevo Simposio
sobre la teoría de la información, donde nuevos investigadores presentan sus afirmaciones en el sentido
de nuevos aportes.
Noam Chomsky postula que “el espíritu humano, hospedado en el cerebro, elabora en su profundidad el
lenguaje cuyas ramificaciones superficiales observadas en el mundo visible del comportamiento no
pasan apenas de un pálido reflejo engañoso”.
Gardner propone en 1985 cinco aspectos de las ciencias cognitivas vigentes hasta nuestros días,
íntimamente relacionados con la neuropsicología.
Los mismos son:
1) Diferentes niveles de representación sobre los que se apoyan las funciones mentales;
2) necesidad del computador como simulador lógico de las operaciones mentales;
3) necesidad de minimizar el contexto para no introducir muchos grados de libertad en la arquitectura
funcional que se intenta producir;
4) constituir una interdisciplinariedad en torno a la filosofía, psicolingüística, inteligencia artificial,
antropología y neurociencias;
5) un enfoque filosófico que cuestione y al mismo tiempo se apoye en esta nueva realidad.
Nespoulous sintetiza de este modo su particular enfoque del aporte tanto de Lashley como Chomsky: “El
objetivo de la neuropsicología cognitiva es por lo tanto claro: determinar la arquitectura funcional que
sustenta el comportamiento verbal y los núcleos que pueden estar alterados. Determinar los núcleos de
representación de los procesos que en un determinado paciente se encuentran alterados. Caracterizar de
la forma más precisa posible las operaciones mentales que están alteradas o intactas en el afásico, y
especificar también las posibilidades adaptativas y algunas veces paliativas”.

Neuropsicología y avance tecnológico


El avance tecnológico ha favorecido enormemente el conocimiento de la actividad nerviosa superior. Su
utilización en beneficio del hombre ha permitido mejorar la perspectiva de vida y el conocimiento más
íntimo del cerebro. Gracias a las imágenes anatómicas y funcionales, mejoró la detección precoz de
enfermedades invalidantes. A su vez, en la neuropsicología los aportes que devienen de la
electrofisiología, de las imágenes anatómicas y funcionales como la tomografía, la resonancia, la
emisión de positrones o del diagnóstico clínico, han mejorado la detección de la patología
neuropsicológica.
También en el plano de la neuropsicología infantil los avances son evidentes. Podemos corroborarlo por
ejemplo en las posibilidades que nos brinda la ecografía cerebral en los primeros seis a doce meses de
vida a través de las imágenes transfontanelares que permiten tener una idea dinámica de las lesiones
cerebrales, sus consecuencias y su evolución.
Los estudios recientemente realizados con SPECT han facilitado afirmar la presunción existente en la
afasia epiléptica de regiones temporales comprometidas con esta patología.
Estudios realizados con isótopos de xenón radioactivo detectan mayor activación en las regiones
cerebrales comprometidas con diversas funciones específicas, como puede ser la escritura o la lectura.
La tomografía y aun más la resonancia magnética nuclear muestran lesiones del cerebro que hasta hace
poco tiempo era imposible ver.
Sin embargo, esta gama de hallazgos y otros a los que en esta oportunidad no hacemos referencia, no
dejan de plantearnos interrogantes frente a variaciones específicas.

La dominancia hemisférica
Gran interés ha despertado entre los neuropsicólogos y lingüistas los problemas que evidencia la
comprensión de la dominancia cerebral. Más de cien años nos separan de los primeros estudios sobre
lateralidad y dominancia cerebral. Desde los primeros trabajos de Dax, no reconocidos en su época, el
debate abierto principalmente por la dominancia cerebral ha dividido a científicos y clínicos. Pero a su
vez ha puesto en tela de juicio los conceptos monolíticos del psiquismo humano. Diversos estudios han
mostrado que “las tareas asignadas, el papel del trabajo y la estrategia para desarrollarlas han sido los
que a lo largo de la historia del hombre conforman la dominancia cerebral hemisférica”.
Dice al respecto Azcoaga “una concepción así nos permitirá descubrir, detrás de la aparente dicotomía
de zurdos y diestros, una más amplia variedad de categorías que van de los mencionados a otras como
los ambidextros, los ambilevos, los zurdos latentes, etcétera. Esta misma concepción permite en
consecuencia especular sobre el carácter transmitido, heredado de la dominancia”.
En efecto, se ha señalado que los rasgos de la dominancia se transmiten por un gen. Sin embargo, este
hecho no ha sido plenamente observado. Asimismo la dexteridad o zurdería ha sido aparentemente
observada en la actitud del recién nacido y en las actitudes instintivas o adquiridas de las próximas
semanas a su nacimiento. Podemos afirmar que si bien ello no es definitivo, ambos elementos —tanto la
herencia como las costumbres sociales— pueden definir la conducta de estos niños, asentados en
diferentes estrategias para la utilización de las manos. Esta preferencia se consolida en etapas posteriores
a los tres o cuatro años.

Lateralización y funciones cerebrales superiores


Un punto de gran interés en los temas relacionados con la dominancia cerebral es el lenguaje. En
particular a la hora de intentar explicar las correlaciones entre localización y afasia. Lo contradictorio ha
sido manifestado por el hecho que no todos los que sufrieron una hemorragia o lesión en centros
nerviosos comprometidos con el lenguaje tienen afasia, aunque su conducta haya sido la de un diestro.
Es por ello que este fenómeno abona la idea que “la lateralización de la función del habla y su
dependencia del hemisferio izquierdo no es absoluta” (Luria).
Vuelve a plantearse la posibilidad de que esta función dependa del hemisferio izquierdo o de una serie de
formas intermedias no definidas absolutamente. Posiblemente el reconocimiento de una mayor tendencia
del hemisferio derecho para las funciones del habla haya sido el elemento principal que lleva a
considerar el hemisferio izquierdo como dominante y el derecho como subordinado.
La asimetría anatómica también ha estado en el centro de las explicaciones con respecto a la lateralidad
cerebral. Efectivamente, diversos estudios anatómicos intentaron demostrar la predominancia del
hemisferio izquierdo contra el derecho. Por ejemplo, se ha encontrado que la cisura silviana izquierda es
más larga que la derecha. Sin embargo, esta tendencia no pudo ser demostrada ni en hombres ni en
animales.
Geshwind señaló que “si se pudiera descubrir correlatos funcionales de este sesgo anatómico llegaría a
contarse con un modelo animal de la dominancia cerebral antropoide. Pero hasta ahora no se ha descrito
ningún ejemplo definitivo de asimetría funcional en el cerebro de los grandes monos, que son más
próximos al hombre”.
A lo expresado se une la asimetría existente para los que desarrollan actividad musical. Lo mismo ocurre
con las praxias, las gnosias, la memoria topográfica, etcétera.
En síntesis existe una especialización no absoluta de los hemisferios cerebrales, como ser para la
creatividad práctica o el lenguaje en el caso del hemisferio izquierdo. Fue Levy (1977) quien señaló que
la asimetría funcional es el resultado biológico del proceso de adaptación del individuo en el transcurso
de la evolución filogenética. La lateralización de las funciones permitió a la especie humana el desarrollo
de formas particulares de habilidades, de destrezas manuales y de modos de pensamiento, aumentando
su adaptación.

Nuestra perspectiva
Ninguno de los temas enunciados hasta aquí pueden ser considerados cerrados. Es mucho más aun lo que
se puede expresar sobre la diversidad en la neuropsicología. Un importante movimiento de esta ciencia
se produce en el mundo, tanto en los países desarrollados como en el Tercer Mundo. Diversos grupos y
universidades postulan la formación académica, científica, de licenciaturas y maestrías que redundarán
sin duda en mayores y mejores explicaciones de los entrañables y por momentos insondables fenómenos
del cerebro.

Bibliografía
Pulse F5 para regresar
A. Ardila, Neuropsicología Clínica, Asociación Colombiana de Neuropsicología, Prensa Creativa, 1992.
J.E. Azcoaga y col., Las funciones cerebrales superiores y sus alteraciones en el niño y en el adulto,
Buenos Aires-Barcelona, Paidós, 1983.
V. Feld, “La neuropsicología y sus contribuciones teóricas”, en: 1º Congreso Latinoamericano de
Neuropsicología, Buenos Aires, junio 1989.
H. Gardner, La nueva ciencia de la mente, Paidós, 1988.
E. Guzmán, Neuropsicología, Universidad Nacional de Colombia, 1983.
W.G. Hynd, Dislexia, Panamericana, 1987.
R. Krawchik, “Bases neurobiológicas de la conducta y la cognición”, en: Enfoque Neuropsicológico,
mayo 1992.
A.R. Lecours, “A Season in the Life of a Chair”, en: Twenty-fourth Annual Meeting of the Academy of
Aphasia, Santa Fe (Nueva México), oct. 1989.
A.R. Luria, Cerebro y lenguaje, Barcelona, Fontanella, 1978.
A.E. Luria, El cerebro en acción, Barcelona, Fontanella, Barcelona.
J.L. Nespoulous, “Temas de neuropsicología”, en: Sociedad Brasileña de Neuropsicología, vol. 1, 1993
págs. 19-37.
S.P. Springer, Cerebro izquierdo, cerebro derecho, Barcelona, Gedisa, 1985.

http://www.alcmeon.com.ar/3/11/a11_06.htm

Lev Semionovich Vygotsky. Psicólogo judío, uno de los más destacados teóricos de la psicología del desarrollo,
fundador de la Psicología histórico-cultural y claro precursor de la neuropsicología soviética de la que sería
máximo exponente el médico ruso Aleksandr Lúriya. Fue descubierto y divulgado por los medios académicos del
mundo occidental en la década de 1960.

Contenido
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 1 Síntesis biográfica
o 1.1 Estudios
o 1.2 Facetas de su vida
o 1.3 Problemas de salud
o 1.4 Último pensamiento
 2 Fuentes

Síntesis biográfica

Lev Semionovich Vygotsky nació en Orsha, pequeña ciudad de Bielorrusia, el 17 de noviembre de 1896, en una próspera
familia judía, siendo el segundo de una familia de ocho hijos. Antes de cumplir su primer año, su familia se trasladó a la ciudad
de Gómel, lugar donde creció.

Estudios
En su adolescencia, era fanático del teatro y decide reescribir su apellido Vygotski, en lugar de Vígodski ("vígoda" significa
"beneficio" en ruso). Tras concluir la enseñanza secundaria en la ciudad de Gomel, a partir de 1912 cursó estudios
universitarios de derecho, filosofía e historia en Moscú. Durante sus estudios secundarios y universitarios, Vygotsky adquirió
una excelente formación en la esfera de las ciencias humanas (lenguas y lingüística, estética y literatura, filosofía e historia).
Ya a la edad de 20 años escribió un estudio voluminoso sobre Hamlet.

Se inscribe en medicina y luego en Leyes en la Universidad de Moscú, terminando en 1917 las dos carreras, y graduándose
en 1918. Luego, vuelve a la ciudad de Gómel, con un anhelo difícil de cumplir: enseñar psicología y literatura. Es en ese
momento, cuando, debido a la Revolución de Octubre, se abolieron todas las discriminaciones contra los judíos. A partir de
este hecho, él comienza a vincularse a la actividad política.

La poesía, el teatro, la lengua y los problemas del signo y del significado, la teoría literaria, el cine, los problemas de la historia
y de la Filosofía, interesaron vivamente a Vygotsky mucho antes de que abordara la investigación en materia de psicología.
Es importante señalar que su primer libro, que le orientó definitivamente hacia la psicología, se titulaba Psicología del arte
(1925).

Vygotsky será con el tiempo, al igual que Piaget, el autor de una notable teoría del desarrollo mental, Vygotsky destaca las
contribuciones de la cultura, la interacción social y la dimensión histórica del desarrollo mental. En Gomel, terminados sus
estudios universitarios, Vygotsky se dedica a actividades intelectuales muy variadas.

Enseña Psicología, comienza a preocuparse por los problemas de los niños impedidos y prosigue sus estudios de teoría
literaria y psicología del arte. Tras sus primeros éxitos profesionales en psicología (ponencias en congresos nacionales), se
instala en Moscú en 1924 y pasa a ser colaborador del Instituto de Psicología. En Moscú, durante un prodigioso decenio
(1924-1934), Vygotsky, rodeado de un grupo de colaboradores tan apasionados como él por la elaboración de una verdadera
reconstrucción de la psicología, crea su Teoría histórico-cultural de los fenómenos psicológicos.

Facetas de su vida
Contrae tuberculosis en 1919 y en 1920 es internado en un sanatorio. Sin embargo, intuyendo que su vida será breve, esta
situación permite intensificar su espíritu de trabajo.
Sus diversas actividades lo convierten en el centro de la actividad intelectual y cultural de Gómel. Enseña lengua y literatura
en la Escuela del Trabajo para los obreros; enseña psicología y lógica en el Instituto Pedagógico; Estética e Historia del Arte
en el Conservatorio, dirige la sección teatral de un periódico y funda una revista literaria. Es en esta época cuando se dedica a
leer a Marx y Engels, Spinoza y Hegel, Freíd, Pávlov y Potebnia (lingüista en Járkov).

En el Instituto Pedagógico crea un laboratorio de psicología para estudiar a los niños de los jardines infantiles. De aquí obtiene
material para su libro “Psicología Pedagógica” que aparece en 1926.

En 1924, Vygotski se casa con Rosa N. Sméjova (fallecida en 1979), de cuya unión nacerán dos hijos: Gita L. y A.L.
Vígodskaya.

Vygotski presenta en 1924, en el 2º Congreso Panruso de Psiconeurología en Leningrado, un ensayo sobre Los métodos de
investigación reflexológica y psicológica, tema que profundizó posteriormente en “La conciencia como problema de la
psicología del comportamiento”. Estas investigaciones produjeron una fuerte impresión en Kornílov, líder de la corriente
marxista en psicología y director del Instituto de Psicología de la Universidad de Moscú.

Posteriormente, Vygotski trabajó en el Instituto de Psicología de Moscú junto a Lúriya y Leóntiev, quienes eran un poco más
jóvenes que él y que, posteriormente, también adquirirían reconocimiento a nivel mundial. Ellos buscaban reformular la teoría
psicológica tomando como base la mirada marxista, inventando estrategias pedagógicas que permitieran luchar en contra del
analfabetismo y de la defectología, condición atribuida, en esa época, a aquellos niños considerados como “anormales” o
“difíciles”, dentro de la cual se incluían situaciones como ser zurdo o retrasado mental.

Crea un laboratorio de psicología para la infancia anormal en 1925, Vygotski, transformado, luego, en el Instituto de
Defectología Experimental de la Comisaría del Pueblo para la Educación, el mismo que él tendrá la misión de presidir.

En la primavera de 1925, es el delegado en el Congreso Internacional sobre la Educación de Sordomudos que se lleva a cabo
en Inglaterra. Aprovecha la ocasión para visitar Alemania, los Países Bajos, y Francia.

Problemas de salud
De regreso en la URSS, ingresa al hospital por una grave recaída de la tuberculosis, momento en el que acaba su tesis
Psicología del Arte, que es defendida en otoño, pero que no conseguirá editar. Nuevamente es internado en el hospital en
1926, donde escribirá un ensayo sobre “La significación histórica de la crisis en psicología”, texto que tampoco logrará
publicar.

Luego, su salud mejora y él retoma una larga actividad de investigación con sus alumnos, surgida de una nueva concepción
histórica cultural del psiquismo y de la enseñanza en psicología, ciencias sociales, educación y defectología. Sin embargo,
estos trabajos sólo son parcialmente publicados.

Al comienzo de 1929, como su reputación se extiende a lo largo de URSS, es invitado a permanecer varios meses en
Tashkent, para formar pedagogos y psicólogos en la Universidad de Asia Central. En 1930, dirige en Moscú un seminario con
Lúriya, Eisenstein y el lingüista Marr.

Siempre activo, en 1933, emprende una gran síntesis de su obra para responder a las diversas críticas que le han sido
hechas. Este material termina por constituirse en pensamiento y lenguaje.

Último pensamiento
En la primavera de 1934, es hospitalizado y desde su cama dicta el último capítulo de pensamiento y lenguaje, publicado poco
después de su muerte, que ocurre en la noche del 10 al 11 de junio de 1934. Fue enterrado en el cementerio de Novodiévichi.

Su bibliografía contempla 180 títulos, de los cuales 80 no son publicados.

http://www.ecured.cu/index.php/Lev_Semionovich_Vygotsky

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