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Cuadro clínico.

La bartonelosis tiene un cuadro clínico caracterizado por un primer periodo agudo, febril,
septicémico y anemizante y luego de un periodo de latencia de varias semanas o meses
aparece la erupción verrugosa crónica.
La primera fase se la denomina “fiebre de Oraya” y tenía un índice de mortalidad de casi
el 70%. El periodo de incubación es de 20 días y los síntomas aparecen bruscamente con
fiebre y escalofríos intensos, acompañado de malestar general, artralgias y anorexia.
Existen casos de intensidad leve y moderada. La característica clínica es la presencia de
anemia, tipo hemolítico e intensidad variable, llegando en caso extremo a 15% de
hematocrito.
Además hay ictericia, hepatoesplenomegalia y crecimiento ganglionar. El periodo agudo
dura de 15 a 20 días y el paciente entra en el periodo de convalecencia. En algunos lugares
endémicos se ha observado ausencia importante del cuadro inicial, sospechándose cambio
de la relación huésped-parasito que hace el curso inicial benigno.
La segunda fase corresponde a la erupción verrugosa o la propiamente llamada “verruga
peruana”. Las lesiones son en número y tamaño variables. Las más comunes son verrugas
rojo vinoso o pálidas de 4 a 6 mm de diámetro con la superficie ulcerada y con costra,
que al ser manipuladas sangran fácilmente, poco dolorosas. La piel adyacente no muestra
signos inflamatorios sino que hay una separación neta con la parte enferma.

La evolución en varios meses es hacia la atrofia y desaparición sin dejar vestigios.


Diagnostico.
En la fase aguda se busca la B. baciliformis en frotis de sangre, dentro de los glóbulos
rojos, donde predominan las formas bacilares. También puede practicarse hemocultivos
sobre el caldo nutritivo o medio de giemsa.

Durante la fase eruptiva no hay bacterias en la sangre y es difícil encontrarlas en las


verrugas. El diagnostico se basa en datos clínico-epidemiológicos pero debe intentarse el
cultivo a partir del líquido de verrugas.
La reacción de aglutinación directa de una suspensión de bartonella, demuestra la
presencia de anticuerpos, que son de utilidad diagnostica con títulos superiores de 1:10.
Tratamiento y profilaxis.
El cloranfenicol es el tratamiento de primera línea, por la sensibilidad de la bacteria y la
fácil administración del antibiótico. B. baciliformis es sensible a la penicilina,
aminoglucósidos y eritromicina, entre otros.
La dosis es de 30 a 40 mg/kg/día dividido en tres a cuatro tomas durante 8 a 10 días.
Como alternativa se puede utilizar eritromicina o tetraciclina. Los cuidados son
importantes, aunque en la actualidad la disponibilidad de antibióticos ha disminuido la
mortalidad a niveles insignificantes.
La prevención es difícil pero la utilización de insecticidas puede controlar el vector
durante epidemias, pero no es medida de erradicación. También se aconseja el uso de
repelentes y educación de la población sobre la picadura del insecto al anochecer. El
tratamiento precoz es otra medida para evitar complicaciones.

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