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EN EL CONSULTORIO
ERRNVPHGLFRVRUJ
Clínica del dolor
en el consultorio
J. Antonio Aldrete
Profesor de Anestesiología
Fundador y Presidente de
Arachnoiditis Foundation, Inc.
Promotor de la Anestesiología Latinoamericana
Birmingham, AL, EUA
e–mail: aldrete@arachnoiditis.com
Autor de las obras
Texto de anestesiología teórica–práctica,
Tratado de algiología, Manual clínico del dolor,
Arachnoiditis, the silent epidemic,
Cefalea, migraña y algias cefalocervicales y
El factor humano y la atención al paciente
durante la anestesia y la cirugía.
ERRNVPHGLFRVRUJ
Segunda edición, 2005
Editorial
Alfil
Clínica del dolor en el consultorio
ISBN 968–7620–03–X
Dirección editorial:
José Paiz Tejada
Editor:
Dr. Jorge Aldrete Velasco
Diseño de portada:
Arturo Delgado–Carlos Castell
Dibujos:
Alejandro Rentería
Los autores y la Editorial de esta obra han tenido el cuidado de comprobar que las dosis y esquemas
terapéuticos sean correctos y compatibles con los estándares de aceptación general de la fecha de
la publicación. Sin embargo, es difícil estar por completo seguros de que toda la información pro-
porcionada es totalmente adecuada en todas las circunstancias. Se aconseja al lector consultar cui-
dadosamente el material de instrucciones e información incluido en el inserto del empaque de cada
agente o fármaco terapéutico antes de administrarlo. Es importante, en especial, cuando se utilizan
medicamentos nuevos o de uso poco frecuente. La Editorial no se responsabiliza por cualquier alte-
ración, pérdida o daño que pudiera ocurrir como consecuencia, directa o indirecta, por el uso y apli-
cación de cualquier parte del contenido de la presente obra.
Autores y colaboradores
V
VI Clínica del dolor en el consultorio (Autores y colaboradores)
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IX
Editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI
VII
VIII Clínica del dolor en el consultorio (Contenido)
8. Cefalea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Sara Bistre Cohén, Moisés Bistre Hafif
9. Lumbalgias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Sara Bistre Cohén, Moisés Bistre Hafif
IX
X Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 34)
Editorial
XI
XII Clínica del dolor en el consultorio (Editorial)
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XIV Clínica del dolor en el consultorio (Editorial)
Sección I
Generalidades y
fisiología del dolor
1
El dolor al encontrarse los mundos
J. Antonio Aldrete
No obstante que el dolor es el síntoma más común del que se quejan pacientes que
asisten al consultorio de médicos generales, no se le ha dado la debida atención.
Se considera una maldición bíblica por unos y un elemento de fuerza anímica por
otros, desde el origen del hombre el dolor ha sido rodeado de mito, misticismo
y tabús en todas las culturas, no sólo en las más antiguas de las civilizaciones, sino
también a través de las múltiples creencias religiosas.
El sufrimiento del dolor ha sido visto como un castigo, como una admonición
y como un hecho inevitable a lo largo de la historia, tan viejo como la humanidad;
ya sea por el proceso evolutivo o simplemente por el fenómeno de Génesis, el
dolor ha sido una característica de malestar, de enfermedad, de trauma y sufri-
miento.
Paradójicamente, el dolor, habiendo sido el primer estigma de la humanidad,
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
3
4 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 1)
MALDICIÓN O CASTIGO
Por milenios la raza humana y sus antepasados han tenido que sufrir dolor, con
todas sus consecuencias de miseria, desesperación y terror. Cabe entonces consi-
derar como eventos importantes en el adelanto de la Humanidad y de la medicina
a aquellos sucesos históricos que directa o indirectamente han favorecido el ali-
vio del dolor, cualquiera que sea su causa.
Las algias, en sus múltiples formas, han acompañado al hombre desde su origen;
a tal punto ha llegado esa asociación, que diferentes grupos étnicos, culturas y reli-
giones lo han considerado como una parte integral de la vida, demandando toleran-
cia y sumisión al sufrimiento doloroso.
El hombre primitivo, desde los tiempos más remotos, debió utilizar diversas
plantas con el objeto de aliviar los diferentes tipos de dolor. Asimismo, debió in-
ventar variados procedimientos, como comprimirse el abdomen, en caso de dolor
abdominal, tal como hasta ahora sucede entre las poblaciones aborígenes y cam-
pesinas.
Fuego, frío (hielo) y presión habrán sido algunos de los recursos utilizados por
los habitantes primitivos. Ya en tiempos bíblicos, los derivados del zumo de la
amapola, la mandrágora y varios productos de fermentación que contienen alco-
hol fueron ingeridos para adormecer el filo del dolor. Posteriormente se aplicaba
una esponja impregnada en una solución que producía una forma de sedación su-
perficial, conteniendo opio, beleño y mandrágora, a la cual se llamó “esponja so-
porífera”, y que aparentemente fue usada por Hipócrates y Galeno.
La asfixia producida por estrangulación fue aplicada por los asirios en niños
a los que se les hacía la circuncisión. La pérdida de la conciencia también era ob-
tenida mediante una contusión cerebral, al golpear con una tranca o un platón de
madera puesto sobre la cabeza del inocente enfermo. La fuerza del golpe debería
ser leve, como el requerido “para abrir una almendra”.
El dolor al encontrarse los mundos 5
MITOS Y TRADICIONES
En el hombre prehistórico el dolor impedía buscar el sustento y era casi fatal, por
lo que era un mal augurio para quien lo padecía. Basado en el Viejo Testamento
de la religión judaica, el cristianismo adaptó el concepto de aceptación del dolor
como un castigo merecido por el pecado capital de Adán y Eva. Sufrir dolor fue
aceptado como una penalidad inevitable, a veces, y otras, recibido sin aparente
causa o justificación por la sabia rabia de Dios. Estas creencias persistían al final
del siglo XV, cuando Cristóbal Colón se embarcó hacia el occidente.
6 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 1)
Es fascinante que a cada lado del Atlántico, sin conocerse unos a otros, había
creencias similares. Entre los mayas, la medicina tuvo un carácter sagrado; la dio-
sa de la luna Ix Chel, patrona de los nacimientos y de las relaciones sexuales, Bo-
lon Dz’acab, el dios de la fertilidad y de la vegetación, e Itzam Na, creador y con-
servador de la especie humana, padre de la medicina maya, a quienes se les rendía
culto; peculiarmente los castigos aparecían en forma de enfermedades, y si se
agravaban, ofrecían rezos y ofrendas a Yum Cimil, el dios de la muerte, para pe-
dirle que aplazara la cita definitiva.
En el sistema médico náhuatl, Texcatlipoca era el verdadero dios invisible cau-
sante de las “guerras, las enemistades y las discordias”. Centéotl era la protectora
de las medicinas y las hierbas medicinales, adorada por médicos, cirujanos, sangra-
dores, parteras y abortadoras. Las enfermedades descendían de las montañas, lle-
vadas por los vientos o por Tláloc, el dios de la lluvia, quien castigaba con reuma-
tismos, tullimientos y úlceras de las piernas.
De cualquier forma, parece que el concepto de la enfermedad y el dolor era un
castigo a la contravención de las normas sagradas, asumiendo que el paciente era
amonestado por sus pecados.
HIERBAS Y HONGOS
tar tunas, capulines, pitayas, mezquites, saúco y maíz. La bebida más comúnmen-
te usada era el pulque.
COLONIZACIÓN EUROPEA
Durante esta época, en el viejo continente ocurrió una mezcla peculiar de los méto-
dos de sedación y adormecimiento del dolor con la integración de algunas de las
costumbres y remedios autóctonos.
El hielo y las mezclas refrigerantes se empleaban, sobre todo, en los lugares
donde estaban disponibles. Existen también descripciones que refieren que en
esa época se aplicaron nuevamente la cicuta, el beleño y la belladona.
Ocurrió lo que parece un mestizaje farmacológico, adoptando en el nuevo con-
tinente los métodos traídos de Europa.
Como vestigios de la Edad Media, durante la Colonia, la enfermedad y su com-
pañero inseparable, el dolor, tuvieron tratamientos que ahora se nos antojan im-
procedentes, pero a tales manifestaciones, como a muchas otras de la naturaleza,
se les personificó y aun se les deificó frecuentemente al ver fallar la medicina tra-
dicional; en su desesperación, los enfermos acudían a mitos del orden sobrenatu-
ral para la solución de sus malestares. El “curanderismo” estaba muy extendido
en la geografía rural de lberoamérica durante la Colonia. Debe observarse que
esto no puede quedar calificado simplemente de charlatanería. Tomando uno del
otro, en los siglos XVI y XVII, la medicina europea se enriqueció con ungüentos,
pócimas, tisanas, extractos y otros productos de raro nombre y aún más extraña
posología, llevados de América, y viceversa.
En la América hispánica se utilizaron algunos productos vegetales de alto po-
der alucinante y analgésico. Muchos de ellos tenían efectos colaterales, aunque
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
minia, que se consideró como una doctrina aceptable el sufrimiento del dolor y
la tortura soportados por los enfermos que tenían que ser sometidos a cualquier
procedimiento operatorio. Sin embargo, la necesidad de proveer de alivio a estos
infelices pacientes era patente. En esta atmósfera. altamente cargada con los des-
cubrimientos químicos que estaban por culminar, atizada por el sufrimiento cons-
tante del dolor y en continua combustión por los intentos de la investigación ex-
perimental y clínica, a mediados del siglo XIX el foro estaba listo para que la
anestesia, como arte y ciencia, apareciera en el teatro de la medicina. Este evento
en la historia del mundo atrajo la atención al maldito síntoma de algos, poniendo
en duda todo el misticismo que le rodeaba, haciendo desaparecer barreras artifi-
ciales erigidas por las creencias religiosas y acabando para siempre con mitos
seudocientíficos.
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2
Vías de conducción
del estímulo doloroso
J. Antonio Aldrete, Jorge Aldrete Velasco
Los nervios periféricos contienen uno o varios tipos diferentes de axones, los
cuales se clasifican dependiendo de su diámetro y grado de mielinización en fi-
bras A–b, A–d y C.
A mayor diámetro y grado de mielinización, mayor es la velocidad de conduc-
ción. Las neuronas aferentes nociceptoras primarias poseen axones de las subcla-
ses A–d y C. Las fibras C, delgadas y sin mielina, conducen muy lentamente (2
m/seg), a diferencia de las fibras A–d (20 m/seg).
Para poder transmitir información nociceptiva, las neuronas deben ser selecti-
vas. Los nociceptores poseen dos características para realizar esta función: un
umbral alto de estimulación y la capacidad de codificar la intensidad del estímulo
en una frecuencia de impulsos.
9
10 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 2)
La información sensorial que proviene del organismo a través de los nervios es-
pinales periféricos es transmitida a las células del asta posterior y luego a las regio-
nes superiores del neuroeje a través de los sistemas neuronales ascendentes. Tanto
en la primera sinapsis en el asta posterior como a todo lo largo del neuroeje, existe
un notable grado de modulación en la transmisión de los impulsos.1
Corteza
somatosensorial
Sistema Núcleos intralaminares
límbico del tálamo
Núcleos ventroposterolaterales
del tálamo
Formación reticular
Fibras A–beta
Bulbo raquídeo
Fibras C
Fascículo Fibras A–delta
neoespinotalámico
Fascículo Fascículo
paleoespinotalámico espinorreticular
Vías ascendentes
Las láminas III a V (núcleo propio) reciben tanto impulsos nociceptivos como
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
gran importancia para la modulación del estímulo nociceptivo debido a que son
capaces de liberar mediadores químicos como sustancia P (sP), ácido gamma–
aminobutírico (GABA) y prostaglandina E.
Las conexiones dentro del asta dorsal se realizan entre:
SISTEMAS SUPRAESPINALES
Tálamo (TL)
Permite hacer conscientes los estímulos cutáneos finos relacionados con dolor.
Filogenéticamente, se divide en áreas antiguas (paleotálamo) y recientes (neotá-
lamo). El paleotálamo recibe información de múltiples sistemas ascendentes de
la ME y FR. El neotálamo recibe información de los tractos neoespinotalámicos
y neotrigeminotalámicos.
Las neuronas del tálamo se disponen en racimos o núcleos, los cuales actúan
como relevos entre las vías aferentes y la corteza, entre ciertas regiones del tála-
mo y el hipotálamo y entre los ganglios basales y las regiones de asociación de
la corteza cerebral. Tiene un importante papel en la función discriminativa del
dolor. Permite discernir sensaciones dolorosas de quemadura, hormigueo (pares-
tesias) y cambios térmicos.
Hipotálamo (HTL)
Corteza cerebral
los tipos de sensación y las regiones en que los pacientes las referían (figura 2–2).
Obviamente, algunas áreas específicas se encuentran mejor representadas que
otras en la superficie cortical, como son la cara, la cavidad oral y la mano. Esta
aparentemente distorsionada representación del cuerpo en la superficie cortical
parece correlacionarse con la cantidad de receptores periféricos en las distintas
áreas del cuerpo. Sin embargo, aún se desconoce si la distribución de los nocicep-
tores periféricos sigue este patrón.
SISTEMAS DE MODULACIÓN
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
19
20 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 3)
RECEPTORES
les, los nociceptores deben estar equipados con repertorio diverso de sistemas de
transducción. Los nociceptores son también únicos, ya que sus propiedades re-
ceptivas pueden ser moduladas. No sólo alertan del dolor agudo, también contri-
buyen a las condiciones de dolor patológico y persistente. De hecho, la alodinia
puede estar presente por dos condiciones:
MECANORRECEPTORES
Éstos responden a los cambios mecánicos de la piel y pueden ser activados por
estímulos en el rango de no–nocivos, o pueden responder a estímulos mecánicos
nocivos (Burgess y Perl, 1967). Los mecanosensores activados por estímulos no–
nocivos pueden dividirse en dos grupos: los mecanosensores que se adaptan len-
tamente (MSAL) o rápidamente (MSAR). Los que se adaptan lentamente se pue-
22 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 3)
den dividir a su vez en dos: MSAL I y MSAL II; los primeros tienden a tener un
campo receptivo pequeño en comparación con los segundos. Los órganos senso-
riales terminales asociados a éstos son el disco de Merkel y los domos táctiles en
la dermis. Los MSAR detectan la velocidad del estímulo. Los órganos sensoriales
asociados con estos estímulos son los corpúsculos de Meissner en la piel sin ve-
llos y los corpúsculos de Pacini en la piel velluda. Estos órganos sensoriales están
asociados con fibras aferentes Ab mielinizadas.
Un estudio reciente ha demostrado que las fibras Ab tienen la capacidad de
cambiar su fenotipo bajo ciertas condiciones (Neumann et al., 1996). También
existen mecanosensores que responden a estímulos nocivos. Éstos son mecano-
sensores C asociados con fibras aferentes no mielinizadas; representan 10% de
los mecanosensores activados (Georgopoulos, 1976). La mayoría de estos meca-
nosensores se asocian con fibras mielinizadas aferentes, que son los mecanosen-
sores Ad de alto umbral (Georgopoulos, 1976); después de ser sensibilizados con
sustancias químicas como las prostaglandinas, los mecanosensores Ad pueden
responder como sensores polimodales C.
TERMORRECEPTORES
Son sensores que reciben la información de frío o calor en la piel u otras estructu-
ras, tanto de estímulos no–nocivos como nocivos (Georgopoulos, 1976).
NOCIRRECEPTORES
Conforme aprendemos más sobre la transmisión del dolor, tenemos que modifi-
car la definición del neurotransmisor sináptico, aquella sustancia contenida en
una neurona que es secretada por ésta para transmitir información a su efector
postsináptico. Clásicamente, los signos electrofisiológicos de la acción de un
neurotransmisor auténtico entran en dos categorías:1
a. Excitación: aquí los canales iónicos se abren para permitir una entrada neta
de iones con carga positiva, lo que provoca una despolarización con caída de
la resistencia eléctrica de la membrana.
b. Inhibición: en esta categoría los movimientos selectivos de iones conducen
a la hiperpolarización, también con resistencia de la membrana disminuida.
También pueden existir respuestas condicionadas, llamadas moduladoras. Mo-
dulación es el proceso por el cual la transmisión es incrementada (facilitada) o
deteriorada (disminuida), y es realizado a través de complejas interacciones diná-
micas de estímulos recibidos de la periferia, de las neuronas del neuroeje y desde
sistemas descendentes de control cerebrales.2 Estas complejas interacciones in-
volucran sustancias endógenas neuroquímicas y circuitos neurales que, a través de
procesos de modulación, determinan el carácter de la información nociceptiva.
El rango distintivo de los neuromoduladores es que se originan en sitios celula-
res y no en regiones sinápticas, influyendo, sin embargo, en la excitabilidad de las
células nerviosas. Dentro de este grupo de sustancias pueden considerarse las hor-
monas esteroides circulantes, adenosina liberada localmente y prostaglandinas.1
Asimismo, las sustancias que participan en la producción de una respuesta
postsináptica a un transmisor o modulador se denominan neuromediadores. Den-
tro de este grupo de sustancias se encuentran el adenosín monofosfato (AMPc)
y el guanosín monofosfato (GMPc).
Histamina
Serotonina (5–HT)
Acetilcolina
Neuropéptidos
Dopamina
Norepinefrina
Epinefrina
Bradicinina
Prostaglandinas
Todas estas sustancias algogénicas pueden producir dolor por tres diferentes me-
canismos:
Sustancia P (SP)
Encefalinas
PAF
Glu
Glu Glu Glu
cGMP Ca++–CM
Expresión
de genes
NO NOS L–Arg
L–Cit ?
¿Efectos presinápticos?
Figura 3–1. Un modelo de tolerancia a la morfina en médula espinal. Algunas de las vías
de acción implicadas en la producción de tolerancia a los analgésicos opioides son simi-
lares a las involucradas en la sensibilización central. Ambos casos involucran el ingreso
de calcio, la translocación de proteincinasa–C a la membrana celular y cambios en la
sensibilidad del receptor de membrana. Debido a que no se han identificado estos dos
fenómenos de manera completa, han implicado amplias posibilidades de sobreposición.
Abreviaturas: PAF: aferentes primarios; Glu: glutamato; AMPA/KA–R: RS a–amino–3–
hidroxi–5–metilisaxzole–4–ácido propiónico/ácido kaínico receptor; G: guanosina tri-
fosfato (GTP); Ca++–CM: complejo calcio–calmodulina; NOS: sintasa del óxido nítrico;
L–Arg: L–arginina; L–Cit: L–citrulina; cGMP: guanosina monofosfato cíclica; PKs: protein-
cinasa. Modificado de: Mao J, Price DD, Mayer DJ: Mechanisms of hyperalgesia and
morphine tolerance: a current view of their possible interactions. Pain 1995;62:259– 274.
Ácido nítrico
Participa en el desarrollo de hiperalgesia extendida (wind up) a través de la acti-
vación de la sintetasa, aumentando el calcio intracelular y la inhibición de recep-
tores NMDA.
Fisiología del dolor 29
1. ¿PAF?
2. Rutas descendentes
3. ¿Interneuronas?
?
Glu m–R
Glu
+ Glu Glu Glu
EXO
G
PKs Mg++
Na+
cGMP ?
Ca++ PKC G
L–Arg NO K+
L–Cit ENO
m–R
NOS
Expresión
de genes
Ca++–CM
Figura 3–2. Un modelo de hiperalgesia inducida por daño a la médula espinal. La sensi-
bilización central es ocasionada por los nociceptores–C, los cuales utilizan glutamato
como uno de sus transmisores. El glutamato actúa sobre las neuronas postsinápticas
por medio de una variedad de receptores sensibles al glutamato, uno de los cuales es
el receptor NMDA. Abreviaturas: PAF: fibras aferentes primarias; mR: receptor
m–opioide; Glu: glutamato; EXO: opiáceos exógenos; AMPA/KA–R: RS a–amino–3–
hidroxi–5–metilisaxzole–4–ácido propiónico/ácido kaínico receptor; NMDA–R: receptor
N–metil–D–aspartato; mGluR: receptor glutamato metabotrópico; PKs: proteincinasa;
G: guanosina trifosfato (GTP); cGMP: guanosina monofosfato cíclica; PKC: proteinci-
nasa C; L–Arg: L–arginina; NO: óxido nítrico; NOS: sintasa del óxido nítrico; L–Cit: L–ci-
trulina; ENO: opiáceos endógenos; Ca++–CM: complejo calcio–calmodulina. Modifi-
cado de: Mao J, Price DD, Mayer DJ: Mechanisms of hyperalgesia and morphine tole-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Monóxido de carbono
Dinorfina
B–endorfina
Norepinefrina (NE)
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substance prelease from mammalian spinal cord in vivo. Nature 1980;286:155–157.
32 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 3)
33. Yaksh TL: The central pharmacology of primary afferents with emphasis on the disposition
and role of primary afferent substance P. In: Yacksh TL (ed.): Spinal afferent processing.
New York, Plenum, 1986:165–195.
34. Eisenberg E, Pud D: Can patients with chronic neuropathic pain be cured by administration
of the NMDA receptor antagonist amantadine? Pain 1998;74:37–39.
Sección II
Prevalencia y
medición del dolor
4
Prevalencia del dolor
J. Antonio Aldrete, Miguel Luján Estrada
INTRODUCCIÓN
Quizás uno de los prejuicios más establecidos es la creencia de que el dolor es sub-
jetivo. Este síntoma es difícil de describir por quien lo sufre, ya que dos individuos
con la misma lesión pueden expresar su dolor de manera diferente. Además, el len-
guaje, las manifestaciones y los gestos de un paciente pueden ser interpretados de
forma distinta por varios observadores. Ahí yace gran parte de la dificultad para
el estudio de este problema que actualmente alcanza proporciones epidémicas.
Sólo en EUA existen de 50 a 80 millones de personas con dolor crónico. El
costo anual en atención médica, medicamentos, compensaciones laborales y pér-
dida de ingresos se ha estimado en más de 50 billones de dólares.1 El dolor es el
síntoma que con más frecuencia obliga a los seres humanos a buscar atención mé-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
dica. Millones de personas visitan al médico por primera vez para consultar sobre
algún quebranto cuya manifestación inicial y principal es el dolor.2 Innumerables
personas sufren traumatismos severos alrededor del mundo. En EUA hay más de
50 millones de traumatismos anuales, casi todos asociados con dolor de diversa
intensidad. Cada año se diagnostican más de 15 millones de pacientes con cáncer,
que en más de 50% de los casos se quejan de dolor moderado o severo.3 Además,
a medida que la población envejece, se eleva el número de procedimientos qui-
rúrgicos, y un gran número de estos pacientes se quejan de dolor en el periodo
posoperatorio.
En Dinamarca se llevó a cabo una investigación para determinar la prevalencia
de dolor severo en pacientes fuera de los hospitales en una muestra de 480 000 per-
35
36 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 4)
sonas (10% de la población) durante un mes. Las condiciones más frecuentes fue-
ron el dolor de espalda (23%) y los traumatismos (17%). Las condiciones agudas
recurrentes más frecuentes fueron la cefalea (25%) y la angina de pecho (17%).
Las condiciones crónicas no malignas más comunes fueron el dolor de espalda
(29%) y la pancreatitis (7%). Las condiciones malignas más comunes fueron el
cáncer de pulmón (20%) y el cáncer de colon y recto (14%).4
EL GÉNERO Y EL DOLOR
Parece que hombres y mujeres sienten el mismo tipo de dolor de una manera dife-
rente; es evidente que los varones y las mujeres perciben la misma intensidad de
dolor, pero los hombres responden de una manera más aparente, sugiriendo que
sienten más dolor, pero es sólo la respuesta lo que es diferente.
La mayoría de los estudios señalan que las mujeres reportan más dolor y demues-
tran menor tolerancia que los hombres ante estímulos dolorosos similares.5 No
existe una explicación clara para esto; sin embargo, un estudio publicado recien-
temente por Gear y col. sugiere diferencias importantes a nivel de los receptores
de opioides que pudieran estar relacionadas con el mecanismo de percepción de
dolor entre hombres y mujeres.
Más de 50% de los pacientes que sufren una intervención quirúrgica padecen de
dolor en el periodo posoperatorio.
Hay evidencia científica que demuestra que la analgesia efectiva contra el
dolor agudo disminuye la duración de la hospitalización, la morbilidad y la mor-
talidad, y aumenta la satisfacción del paciente.6 La alta incidencia del dolor agu-
do debe disminuirse.
Existen tratamientos efectivos y comprobados que pueden implementarse con
relativa facilidad. El mayor obstáculo para ello consiste en la reeducación de los
médicos y la transformación de una actitud insensible ante el sufrimiento de los
pacientes.
Prevalencia del dolor 37
DOLOR LUMBAR
DOLOR DE CABEZA
Las quemaduras probablemente ocasionan el dolor más severo que un ser huma-
no puede sufrir. En EUA se reportan más de dos millones de quemaduras al año.
Las más frecuentes son de tipo térmico, es decir, las producidas por líquidos u
objetos calientes y llamas. Mucho menos frecuentes son las producidas por elec-
tricidad y productos químicos. En general, más de 3% de estos pacientes requie-
ren hospitalización.
Las quemaduras de primero y segundo grados son en su mayoría extremada-
mente dolorosas. Las quemaduras profundas de segundo grado y las de tercer gra-
38 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 4)
DOLOR OBSTÉTRICO
LA ETNICIDAD Y EL DOLOR
La particularidad más específica que diferencia a los latinos de los habitantes cau-
cásicos, orientales y negros americanos es el “fatalismo”, la creencia de que no
pueden cambiar su destino con relación a la enfermedad y la muerte.15 Los latinos
tienen un alto sentido del familismo y la simpatía, preocupándose altamente por
los miembros de la familia y por mantener relaciones interpersonales positivas.
Además, los latinos están orientados cronológicamente hacia el presente, preocu-
pándose más por el dolor mismo que por sus consecuencias.16
El mecanismo a través del cual la etnicidad influencia el tratamiento analgé-
sico no ha quedado elucidado. Entre las posibles explicaciones se han menciona-
do las diferencias culturales en cuanto a la expresión del dolor y la incapacidad de
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
los médicos para apreciar la magnitud del dolor, debido, precisamente, a barreras
culturales. También se ha considerado la posibilidad de que el médico o la enfer-
mera evalúen el dolor en varios grupos étnicos por igual, pero que traten al grupo
foráneo con menos agresividad terapéutica.
OTRAS CONSIDERACIONES
CULTURALES Y EPIDEMIOLÓGICAS
giendo dolor a los desobedientes. La tortura física todavía se aplica con frecuen-
cia en ciertas áreas del mundo. La Biblia misma indica que el dolor fue uno de
los primeros castigos para los pecados del hombre. Muchos creyentes, sin impor-
tar su religión, consideran el dolor como una penitencia por sus pecados. La pala-
bra castigo viene del latín poena, derivado del sánscrito pu, que significa purifi-
cación.17 Estos datos son muy importantes, y deben tomarse en consideración
cuando se estudia el dolor en pacientes y en poblaciones culturalmente diversas.
Todavía hay individuos que piensan que el hombre debe pagar sus pecados con
alguna dolencia o martirio. La capacidad para controlar el dolor se ha asociado
con la fortaleza del carácter de un individuo. El dolor también se ha asociado con
infelicidad y miseria, y está considerado en varias culturas como símbolo de tris-
teza y luto.17 Estas fuerzas culturales obligan a algunos pacientes a enmascarar
y disimular el dolor. Otros simplemente lo soportan con un estoicismo innecesa-
rio. El médico deber comprender y reconocer las diversas creencias relacionadas
con el dolor. Así se facilitará el tratamiento, no tan sólo de la etiología del dolor,
sino también del dolor mismo.
CONCLUSIÓN
El dolor, tanto agudo como crónico, es un gran reto para la medicina actual, y su
prevalencia es probablemente mucho mayor de lo que se ha estudiado hasta la
fecha. La repercusión económica de los síndromes dolorosos es inconmensurable.
Desafortunadamente, muchos países en vías de desarrollo carecen de equipos y
personal entrenado para hacerle frente a este problema. A pesar de los muchos
adelantos recientes, el tratamiento efectivo y práctico del dolor sigue siendo una
meta elusiva.
REFERENCIAS
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a geographically defined population in Denmark. Dan Med Bull 1992;39:464–467.
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Prevalencia del dolor 41
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tion: a prevalence study. J Clin Epidemiol 1991;44:1147–1157.
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
42 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 4)
5
Medición del dolor
J. Antonio Aldrete, Miguel Luján Estrada
El dolor, más que cualquier otro síntoma, hace que el hombre sienta la imperiosa
necesidad de consultar a su médico, de tal forma que alrededor de 70% de las con-
sultas que se ofrecen en los hospitales generales son por esta causa. Sin embargo,
para muchos integrantes del grupo de atención para la salud el dolor es poco com-
prendido, a pesar de que esta sensación es capaz de producir uno de los daños más
grandes a la persona, vulnerando uno de los derechos humanos primordiales, que
es el de vivir en equilibrado bienestar.1,2
Se ha postulado por algún grupo médico que el dolor agudo es un síntoma que
no siempre hay que aliviar, por ser de gran ayuda para el diagnóstico; sin embar-
go, en aras de esta propuesta, se permite que un enfermo sufra innecesariamente
por varias horas o días, hasta que se toma una decisión, quirúrgica o no.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
DEFINICIÓN DE DOLOR
The International Association for the Study of Pain (IASP), después de múltiples
reuniones, definió al dolor como “una experiencia sensorial y emocional desa-
gradable, asociada o no a daño real o potencial de los tejidos, o descrito en térmi-
nos de dicho daño”.3
Según el Comité de Taxonomía de la IASP, el dolor agudo es una desagradable
y compleja constelación de experiencias sensoriales, perceptuales y emociona-
les, relacionadas con respuestas autonómicas producidas por daño a estructuras
somáticas o viscerales.
43
44 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 5)
El dolor crónico es aquél que persiste al curso natural de un daño agudo, con-
comitante con procesos o patologías duraderos, intermitentes o repetitivos en un
término de tres a seis semanas, o inclusive meses.
Siendo el dolor un fenómeno complejo, sin duda su manifestación dependerá
no sólo de aspectos biológicos y respuestas fisiológicas, sino de variables tales
como:
S Personalidad.
S Experiencias dolorosas previas (memoria dolorosa).
S Estatus social y cultural.
S El estado emocional en el momento del estímulo nociceptivo.
S Las experiencias dolorosas de personas cercanas e importantes.
Cada individuo aprende lo que es dolor desde temprana edad a través de experi-
mentar lecciones dolorosas, lo que le da a esta sensación un carácter de irrepeti-
ble, personal, íntimo e intransferible, pero expresable. En suma, una experiencia
multidimensional con fisiopatología psicoafectiva, sociocultural y espiritual.
Lo “sensorial” nos lleva a pensar en los sentidos, al percibir sus impresiones
por causas internas o externas. Tal es el caso de un tejido dañado. El dolor no es
un recurso protector efectivo contra el daño, dado que se produce tarde en caso
de una lesión brusca o de un daño lento, por lo que no podemos considerarlo como
una medida preventiva, sino como un mecanismo que indica que se ha iniciado
una serie de cambios físicos tendientes a reparar el daño mismo. Es necesario
agregar que el dolor involucra el “umbral” (mínima sensación que el sujeto reco-
noce como dolor), que es muy variable en cada persona, al cual se le incorpora
la intensidad de los estímulos con sus consecuentes efectos o respuestas, que se
traducirán desde una leve molestia hasta un dolor intolerable.
Vale la pena distinguir entre umbral y tolerancia (que es el mayor grado de do-
lor que un sujeto está preparado a tolerar, de gran variabilidad, mismo que puede
modificarse por el entrenamiento), lo que puede expresarse dentro de un rango
de sensibilidad.
En cuanto a las manifestaciones de la “emoción”, se pueden encontrar temblor,
rubicundez, palidez, aumento de la secreción salival o de la sudoración, trastor-
nos intestinales, variaciones en la frecuencia respiratoria y cardiaca y de la ten-
sión arterial, además de trastornos digestivos, todos referentes a la disfunción del
SNC o vegetativa. Asimismo, la repercusión manifiesta sobre los sistemas endó-
crino, inmune o hematopoyético.4
Se han logrado reproducir los eventos secundarios a toda agresión que cursa
con dolor, tanto en hombres como en animales de experimentación, pudiéndose
observar tres fases:5 fase inmediata, en la que el dolor es algo secundario y sobre-
salen otras actividades como la pelea, la huida y el deseo de obtener protección
Medición del dolor 45
El dolor clínico representa una experiencia subjetiva, y por ello su mejor descrip-
tor es el que la sufre.6 Se han intentado múltiples comparaciones entre lo reporta-
do por los pacientes, la apreciación de los familiares y la estimación de los médi-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Escalas analógicas
Entre éstas gozan de popularidad las escalas visuales, tales como la escala visual
análoga (EVA), la cual permite que un paciente trate de objetivizar su dolor asig-
nándole un valor numérico. Se han intentado muy diversos tipos de las mismas;
la más aceptada es una línea horizontal de 10 cm de largo con topes en las puntas,
sobre la cual el individuo marca cuánto dolor tiene con una serie de señalamientos
numéricos del 0 al 10, en donde 0 es ausencia de dolor y 10 el dolor más intenso
que el individuo haya padecido (figura 5–1).
1 = Leve.
2 = Moderado.
3 = Severo.
0 = No hay dolor.
1 = Dolor leve.
2 = Dolor moderado.
3 = Dolor severo.
4 = El peor posible.
Se han intentado múltiples escalas dependiendo de la edad del niño. En los neona-
tos se basan esencialmente en la observación conductual, llanto, caracterización
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Escalas multidimensionales
El dolor es una experiencia compleja de orden multidimensional que va más allá
del aspecto meramente sensorial, e implica la participación de la esfera psicoa-
fectiva de cada paciente en una interrelación de impacto mutuo dolor–afectivi-
dad, en la que el primero altera el equilibrio y aun la salud de la segunda, y en la
que el aspecto afectivo, a su vez, puede modificar la percepción dolorosa, y con
frecuencia incluso amplificarla bajo condiciones de angustia y/o depresión que
suelen acompañar al cuadro clínico del paciente con dolor crónico. Asimismo,
el dolor implica un impacto tal en la vida del paciente que condiciona que en ma-
yor o menor medida su conducta, y aun su interrelación con su familia, círculo
de amigos, ámbito laboral, etc., sufra cambios, ajustes y trastornos diversos. Por
todo lo anterior, no es de extrañar que diversos investigadores en las últimas déca-
das hayan intentado incluir todos estos aspectos de la experiencia dolorosa en el
diseño de escalas de evaluación del dolor, a las que daremos en lo sucesivo el
nombre de escalas multidimensionales.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
S Sensorial (S).
S Afectivo (A).
S Evaluativo (E).
S Misceláneo (M).
S Total.
S No dolor.
S Ligero (suave).
S Molestia (malestar).
S Angustiante (o que produce aflicción).
S Terrible.
S Insoportable.
Medición del dolor 49
S Breve–momentáneo–transitorio.
S Rítmico–periódico–intermitente.
S Continuo–estable–constante.
La cuarta parte está representada por dos figuras humanas (proyección anterior
y posterior) para que los pacientes dibujen la localización de su dolor. También
hay un cuadro en blanco para comentarios.
Para fines prácticos, el puntaje de cada una de las cuatro subclases y el PRI–T
constituyen el principal resultado de la evaluación del dolor por el cuestionario
de McGill, combinado con el puntaje PPI y con el número de palabras elegidas
(NWC = number of words chosen).
Ha habido un número importante de trabajos acerca de la utilidad y validez de
este cuestionario. La sensibilidad del mismo a estímulos nociceptivos ha sido
bien documentada.15
El cuestionario McGill ha sido extensamente aplicado, tanto en la clínica
como en el campo de la investigación sobre el dolor. Ha sido empleado para esti-
mar dolor crónico,16 dolor asociado a cáncer17,18 y en dolor agudo y en el inducido
en el laboratorio. Las siglas aceptadas en lengua inglesa para este cuestionario
son “MPQ”, y son frecuentemente empleadas en la literatura.
Dolor en niños
Entre las técnicas de autorreporte, las unidimensionales, como son las escalas vi-
suales análogas (EVA), escalas verbales análogas (EVERA) o la escala frutal
análoga (EFA), tienen como principal limitación el que antes de los siete a ocho
años de edad los niños no son usualmente capaces de hacer abstracciones numéri-
cas con un cuadro de dolor que los aqueje. No ocurre lo mismo con las escalas
categóricas diseñadas en base a figuras faciales, las cuales han sido investigadas
ampliamente en los últimos años, destacando la escala facial de McGrath.
La escala McGrath
Es una escala “afectiva” de dolor que consta de nueve dibujos faciales: cuatro ca-
ras “positivas”, una neutral y cuatro “negativas”. Mide alegría y tristeza asocia-
das a la ausencia o presencia de dolor.20
Medición del dolor 51
Figura 5–2. Escala Olivares–Durán. Formato para varones. Se anota calificación para
facies de: niños/gato/y promedio. V. G. R.: 67/84/75.5. Equivalente EVA: cara elegida
de abajo hacia arriba 1a = 0, 2a = 33, 4a = 50, 5a = 67, 6a = 84, 7a = EVA 100.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Escala Olivares–Durán
Las escalas faciales son baratas, fáciles de aplicar y de entender por los niños y
han mostrado ser válidas y confiables. No conocemos alguna escala con figuras
faciales diseñada ex profeso para su aplicación en niños latinoamericanos. En las
figuras 5–2 y 5–3 se muestra el formato preliminar de una escala diseñada en Mé-
xico por Olivares–Durán, cuya validación se encuentra actualmente en proceso.
Como particularidades de esta escala se encuentran el que proporciona un for-
mato diferente para niños o niñas y el que, en forma paralela a las “caritas” de un
niño o niña, se presentan expresiones faciales caricaturizadas de un gatito o gati-
ta, según el caso, con expresiones “faciales” análogas a las mostradas en las cari-
tas respectivas de niño(a). Aprovechando conceptos ya validados en el proceso de
desarrollo de otras escalas de este tipo, no se incluyen caritas con expresión son-
52 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 5)
Figura 5–3. Escala Olivares–Durán. Formato para niñas. Se anota calificación para
facies de: niñas/gato/y promedio. V. G. R.: 67/84/75.5. Equivalente EVA: cara elegida
de abajo hacia arriba 1a = 0, 2a = 33, 4a = 50, 5a = 67, 6a = 84, 7a = EVA 100.
preferirse una línea vertical en lugar de la tradicional línea horizontal, dado que
para los niños puede ser más fácil conceptualizar “mayor dolor” correlacionán-
dolo con “arriba” en lugar de con “más a la derecha”. Dadas la facilidad y rapidez
de su aplicación, la amplia experiencia que se tiene en su uso y que no representan
mayores costos en su empleo, seguramente se continuarán contando entre los ins-
trumentos de estimación del dolor más ampliamente usados en adultos y niños
mayores de cinco años.
Figura 5–4. Escala frutal análoga (EFA). Equivalencia EVA: de derecha a izquierda: 10,
9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1. No hay cero representado en esta escala. Cero = no siento dolor.
El estado crítico es una de las experiencias más estresantes que pueda enfrentar
y soportar el ser humano. El alivio del dolor, la atenuación del estrés físico y psi-
cológico y una actitud humanitaria y compasiva hacia el dolor–sufrimiento hu-
manos, constituyen el fundamento y justificación para el uso de analgésicos y se-
dantes en pacientes hospitalizados en las unidades de terapia intensiva —UTI.25
No existe ningún sistema o escala de estimación del dolor específicamente di-
señado para su empleo en la UTI. Dadas las muy variadas situaciones de afección
multiorgánica posibles en pacientes internados en estas unidades, la invasividad
en el monitoreo y/o tratamiento de los mismos y la diversidad potencial en su ni-
vel de conciencia (que va desde la integridad de la misma en 100% hasta el estado
de coma, pasando por el paciente en estupor o aquél sedado para tolerar —por
ejemplo— el tubo endotraqueal y la ventilación mecánica), tenemos situaciones
clínicas que pueden hacer muy compleja y difícil la evaluación de los cuadros de
dolor —agudo, habitualmente— que suelen presentarse en los pacientes hospita-
lizados en las UTI; cuadros que, a su vez, pueden variar mucho de un paciente
a otro, y aun en la evolución de un mismo paciente, en cuanto a su naturaleza,
etiología, topografía e intensidad.
Dadas las circunstancias antes mencionadas, no resulta práctico en las UTI el
utilizar escalas de estimación del dolor muy elaboradas o complejas, debiéndose
preferir el uso de escalas sencillas, fáciles y rápidas de aplicar. Nunca se insistirá
Medición del dolor 55
RESUMEN
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
REFERENCIAS
S Ficha de identificación.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
S Antecedentes heredofamiliares.
S Antecedentes no patológicos.
S Antecedentes patológicos.
S Padecimiento actual, con semiología del dolor que explora: localización,
tiempo de evolución, características, periodicidad, intensidad y factores
que influyen para aumentarlo o disminuirlo.
S Examen físico.
S Examen neurológico completo.
S Evaluación de estudios previos.
S Evaluación psicológica.
S Contacto con médicos tratantes.
59
60 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 6)
Tiempo de evolución
¿El dolor es agudo, crónico o crónico agudizado?
El dolor agudo se resuelve en un tiempo breve, al controlar la causa que lo pro-
duce. Se presenta como respuesta del organismo a un estímulo nociceptivo que
se reconoce por manifestaciones inflamatorias y repercusión neuroendócrina.
Usualmente es de tipo somático o visceral; como ejemplos pueden indicarse el
dolor posoperatorio y el causado por trauma.
Se considera dolor crónico aquél que persiste por semanas, meses o años; el
que rebasa el curso natural de un daño agudo, como en la neuropatía posherpéti-
ca; el concomitante a enfermedades prolongadas, como la artritis reumatoide; in-
termitente, como la cefalea, y repetitivo, como la neuralgia del trigémino,
El conocimiento de la fisiopatología del dolor permite clasificarlo de acuerdo
a las características que describa el paciente, para pronosticar el mecanismo que
lo produce y diferenciar el tratamiento. Debemos preguntar: ¿cómo es el dolor?
El paciente, habitualmente, no sabe cómo describir su malestar. La expectativa
respecto al diagnóstico disminuye su competencia y propicia que no pueda o no
quiera detallar lo que siente. Pero aun en ausencia de estrés o depresión no es fácil
expresar qué es el dolor; por ello conviene sugerir palabras como punzante, opre-
sivo, quemante, continuo, cólico, etc., después de lo cual el paciente puede en-
contrar su “forma de decir”, y generalmente es suficiente orientación para encon-
trar el mecanismo del dolor.
El dolor somático es la respuesta del estímulo nociceptivo del tejido osteomus-
cular, por traumatismo, infección, insuficiencia vascular, compresión o invasión
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
PERIODICIDAD
mitente o transitoria? ¿Cómo y cuándo aumenta el dolor? ¿Cuáles son los factores
que lo alivian?
Determinar la periodicidad permite regular la administración de analgésicos,
anticipar con niveles plasmáticos constantes o establecer rescates oportunos en
el dolor incidental.
A partir del inicio del manejo, deben hacerse evaluaciones con intervalos regu-
lares, particularmente cuando se informa de cambios en la situación de los pa-
cientes.
near patologías que pueden ser referidas al especialista dental, oftalmólogo, oto-
rrinolaringólogo o especialista maxilofacial.
Las lesiones dermatológicas dolorosas pueden documentarse con fotografías,
para ser objetivos al observar su evolución, como en herpes zoster o neuroderma-
titis. Específicamente se debe identificar si las alteraciones presentes se manifies-
tan o no en dermatomas.
La inspección, palpación, percusión y auscultación se aplican en el examen del
tórax para reconocer pulmones, corazón, diafragma; en abdomen, vesícula y
bazo, y los órganos pélvicos cuando se amerite, en la búsqueda de visceromega-
lias o alteraciones funcionales.
En las extremidades se investigan pulsos, competencia venosa, edema y lesio-
nes dolorosas de la piel, músculos, ganglios linfáticos y movilidad de las articula-
ciones. La medición comparativa de las extremidades inferiores es de utilidad en
64 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 6)
CONCLUSIÓN
La evaluación y el control del dolor deben ser prioritarios, como derecho huma-
no. La situación ideal es que todos los pacientes puedan ejercer su autonomía,
para mantener su capacidad de adaptación y valorar la información que reciben
de los médicos, para aceptar opciones, firmar el consentimiento informado y reco-
nocer el resultado de los tratamientos.
Por obvias razones, el tiempo que se requiere para la evaluación completa de
estos pacientes suele ser más prolongado.
En la medicina tradicional, con menos tecnología aparentemente, la relación
médico–paciente, denominada paternalista, permitía al facultativo tomar las de-
cisiones sobre la salud de su paciente. Este proteccionismo, sinónimo de huma-
nismo, se ha modificado por la socialización, la biotecnología y la comercializa-
ción de la medicina.
En el actual modelo de atención, basado en la autonomía del paciente, el médi-
co actuará como consejero e informador, de ser posible educando al ofrecer las
opciones y posibilidades para que cada enfermo tome sus propias decisiones, de
acuerdo a su entorno y a la comprensión de su enfermedad.
Historia clínica y examen físico en el paciente con dolor 65
Figura 6–1. Dibujos que permiten localizar el dolor y sus indicaciones en el formato de
historia clínica y exploración física.
ANEXO 1
SEMIOLOGÍA DEL DOLOR
Localización del dolor
¿Cuál es la localización del dolor?
¿Dónde se inicia?
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Tiempo de evolución
Con dolor 1a3m 3a6m 6 a 12 m 12 m o más
Inicio
Dolor Evaluación
No
Sí
Localización
No No No No No
Cabeza Cuello Tórax Abdomen Extremi-
dades
Sí Sí Sí Sí Sí
Tiempo de
evolución
Característica
Sí Osteo- No No
Somático muscular Visceral
No Sí Sí
Intensidad
Sí No No
Neuro- Periférico Central
pático
No Sí Sí Severo No
7, 8, 9, 10
Sí
Periodicidad
Moderado No
3, 4, 5, 6
Sí
Sí No No
Persis- Leve No
Continuo tente Cíclico 0, 1, 2
No Sí Sí
Sí
Sí No No Tratamiento
Discon- Intermi- Transi-
tinuo tente torio
No Sí Sí Fin
Periodicidad
Es crucial determinar los efectos que produce el dolor en las diferentes funciones,
como la vesical, la rectal, la sexual, la locomoción, la capacidad de caminar, de
dormir, de ingerior alimentos, de trabajar, etc.
REFERENCIAS
1. Román J: Historia clínica y el examen físico en el paciente con dolor. En: Aldrete JA: Tra-
tado de algiología. México, JGH Editores, vol. 3:169–184.
68 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 6)
2. Prithvi P: Historia y exploración física del paciente con dolor. En: Tratamiento práctico
del dolor. 2ª ed. Mosby, cap. 6:80–117.
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7. Grond D et al.: Valoración del dolor oncológico. Rev Soc Esp Dolor 1996;3:401–410.
7
Métodos de imagen en el diagnóstico
y tratamiento del dolor
Margarita Araujo Navarrete
INTRODUCCIÓN
RADIOGRAFÍAS SIMPLES
69
70 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 7)
También tienen valor terapéutico las radiografías que excluyen toda patología.
Las fracturas patológicas son el resultado de un trauma mínimo sobre tejido
óseo lesionado por metástasis, mieloma múltiple o en trastornos generalizados
como osteoporosis. Éstas producen intenso dolor osteomuscular localizado y, en
los casos de compresión radicular, también se observa dolor neuropático. Se
identifican en placas radiológicas simples de la región afectada.
En la artritis reumatoide los cambios de estructuras corporales son aparentes,
y en los estudios radiológicos simples la morfología y distribución de las lesiones
son características. En las manos compromete a las articulaciones interfalángicas
proximal y distal; en la articulación carpometacarpiana se identifican osteofitos
y esclerosis, y en las articulación metacarpofalángicas existe estrechamiento del
espacio articular y erosiones marginales.
Los pacientes con esta patología presentan dolor crónico de tipo somático, que
puede evitarse si llevan la enfermedad controlada y con tratamiento farmacológi-
co e invasivo. La evolución de la enfermedad puede ser documentada radiológi-
camente.
ULTRASONIDO
dos; se obtienen así imágenes sin incomodidad para el paciente y sin material de
contraste.
En la imagen transmitida por US, la diferencia de los tejidos sólidos y líquidos
permite reconocer los quistes de las masas sólidas, por lo cual, en el colédoco y
en el sistema colector renal, es posible identificar los cálculos. El US detecta la
oclusión arterial y trombosis venosa, conjuntamente con el Doppler.
Con la vejiga urinaria llena de líquido se visualiza el útero y anexos.
Toda vez que el gas intestinal no interfiere en la transmisión del haz ultrasó-
nico, es factible la localización de masas o abscesos en pelvis o en abdomen supe-
rior. Es ideal para mujeres en edad fértil y para los niños, ya que no existen efectos
adversos.
La exploración del tórax, abdomen medial y sistema musculosquelético está
excluida, debido a que el aire y el hueso no transmiten apropiadamente el sonido.
72 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 7)
RESONANCIA MAGNÉTICA
S Estenosis espinal.
S Hipertrofia ligamentaria.
S Alteración en carillas articulares, compresión radicular.
S Degeneración o hernia de disco.
S Disquitis.
S Traumatismo.
S Subluxación.
S Osteomielitis vertebral.
S Neoplasias intramedulares y extramedulares.
S Malformaciones arteriovenosas.
S Siringomielia.
Traumatismos Hemoglobinopatías
Procesos infiltrativos Administración de esteroides
MIELOGRAFÍA
Permite mostrar la morfología del saco dural, cordón medular y raíces nerviosas,
con lo que se evalúa la amplitud del canal raquídeo y la compresión discal u ósea.
Indirectamente se diagnostican procesos ocupativos medulares o extramedulares.
El procedimiento se realiza al introducir medio de contraste en el espacio suba-
racnoideo mediante punción espinal. En los primeros ensayos se utilizó aire
como medio de contraste para la localización de tumores medulares. Posterior-
mente, hasta la década de 1970, se aplicó un medio liposoluble (PantopaqueR),
altamente neurotóxico,5 que ha sido seguido por el uso de contrastes iodados
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
ARTROGRAFÍA
DISCOGRAFÍA
FLUOROSCOPIA
PROCEDIMIENTOS INVASIVOS
Las estructuras corporales con respuesta a los estímulos nociceptivos son la piel,
el tejido celular subcutáneo, músculos, articulaciones, tendones, ligamentos,
costillas, huesos largos, cuerpos vertebrales, el sistema nervioso central y perifé-
Métodos de imagen en el diagnóstico y tratamiento del dolor 77
rico, el sistema nervioso simpático y las vísceras. Todas estas estructuras son sus-
ceptibles de recibir anestesia; la diferencia y dificultad es el abordaje a través del
cual puede llegarse a ellas. El entusiasmo está en la posibilidad de efectuar los
procedimientos bajo visión con imágenes para procurar mayor seguridad y mejo-
rar la evaluación de los resultados.
Actualmente los bloqueos periféricos y la infiltración de articulaciones se
guían por referencias anatómicas. Incluso en los bloqueos peridurales y espinales
la ubicación del catéter se controla radiológicamente para permanencia prolon-
gada, es decir, no en todos los casos en que se practica este procedimiento. Con
los bloqueos intercostales y del plexo braquial sucede lo mismo; la fluoroscopia
se usa en ciertos casos con mayor riesgo. Por lo tanto, los procedimientos invasi-
vos para control de dolor que se realizan guiados por métodos de imagen son:
La mejoría del dolor fue excelente en 89% del total de eventos; el rango de mejo-
ría individual, con variación de 70 a 90% con permanencia del alivio por tres
meses.
Los efectos adversos son los esperados: dolor local 96%; diarrea 44%; hipo-
tensión 38%, y se presentaron en forma similar independientemente de la super-
visión con la que se practicaron. La tasa de riesgo/beneficio de estos procedi-
mientos no se ha definido.
78 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 7)
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
1. Lowry P: Radiología en el tratamiento del dolor. En: Prithvi P: Tratamiento práctico del
dolor. 2ª ed. Mosby, cap. 12:180–191.
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analysis. Anesth Analg 1995;80:290–295.
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noiditis, the silent epidemic. Denver, Futuremed, 2000:49–54.
5. Aldrete JA, Brown TL: Laboratory and radiological diagnosis. En: Aldrete JA (ed.):
Arachnoiditis, the silent epidemic. Denver, Futuremed, 2000:221–222,252.
Sección IV
Diagnóstico y
tratamiento de
cefalea y lumbalgias
8
Cefalea
Sara Bistre Cohén, Moisés Bistre Hafif
INTRODUCCIÓN
Entre las afecciones dolorosas aún sin resolución completa destaca la del dolor
de cabeza, o cefalea, que afecta a una porción importante de la humanidad desde
la más remota antigüedad, y es la presencia de dolor en la porción cefálica del
cuerpo, en toda o en partes, y en diferentes intensidades y estilos. Es uno de los
síntomas más frecuentes experimentados por la población de todas las edades. Se
calcula que hasta 30% de las personas llegan a padecerlo; sin embargo, sólo 5%
de ellas buscan alguna forma de atención médica. Esta paradoja es inexplicable.
Puede haber cefalalgias primarias, en las que el síntoma no se asocia a ninguna
patología subyacente, como en la cefalea tensional. En la cefalea de Horton o en
racimos, la cefalea idiopática, cefalea por ejercicio, cefalea masturbatoria y/u or-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
81
82 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 8)
Cefalalgias primarias:
1. Migraña.
2. Cefalalgia de tipo tensional.
3. Cefalalgia en salvas y hemicránea paroxística crónica.
4. Formas diversas de cefalalgia no asociadas con lesión estructural.
Cefalalgias secundarias:
MIGRAÑA
Epidemiología
Fisiopatología
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Vasoconstricción
Vasodilatación
Los niveles de CGRP, que es liberado por las terminales del nervio trigémino, au-
mentan en animales y en el hombre tras la estimulación del ganglio trigémino.
Además, el CGRP se libera al estimular las estructuras intracraneales producto-
ras de dolor, como el seno sagital superior. Durante la migraña los niveles de
CGRP aumentan en la sangre venosa de la yugular externa. Estos datos demues-
tran que las neuronas trigeminovasculares se activan durante la migraña con o sin
aura y que el tratamiento con sumatriptán disminuye los niveles de CGRP en hu-
manos a medida que la migraña disminuye de intensidad. En otros tipos de cefa-
Cefalea 85
Diagnóstico de la cefalea
Paciente que
consulta por
cefalea
No
Exploración médica
general y
neurológica ¿Es Sí
anormal la
exploración?
No
Diagnosticar una
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
No
Tratar la
cefalea primaria
leas, como la cefalea en racimos y la hemicránea paroxística, los niveles del poli-
péptido intestinal vasoactivo (VIP), un marcador de activación de los nervios
parasimpáticos craneales, también aumentan. La liberación de este péptido ofre-
ce la posibilidad de disponer de un marcador de migraña que se puede medir en
una muestra de sangre venosa y puede ayudar a predecir el resultado del trata-
miento con fármacos prescritos para abortar los ataques agudos de migraña.
Clasificación
3. Migraña oftalmopléjica.
4. Migraña retiniana.
5. Síndromes periódicos de la infancia relacionados con la migraña:
Vértigo paroxístico benigno.
Hemipléjica alternante.
6. Complicaciones de la migraña:
Status migrañoso.
Infarto migrañoso.
1. Uno o más síntomas de aura que indiquen disfunción cortical o de tallo ce-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Migraña hemipléjica
Es un cuadro extraordinariamente infrecuente constituido por episodios idénti-
cos. Deberán realizarse estudios complementarios que descarten otras causas de
déficit motor transitorio.
Migraña basilar
Los síntomas aura se refieren a déficit de tallo cerebral o a ambos hemisferios
cerebrales. Deben presentarse dos o más de los siguientes criterios: defectos vi-
suales en ambos ojos y en ambos hemicampos, disartria, vértigo, acúfenos, défi-
cit de audición, diplopía, ataxia, parestesias bilaterales o disminución del nivel
de conciencia. Fue descrita por Bickerstaff en mujeres migrañosas jóvenes. En
niños puede manifestarse con somnolencia extrema.
Migraña oftalmopléjica
Migraña retiniana
Es la migraña cuya aura está constituida por un defecto visual monoocular cum-
pliendo los demás criterios de la migraña con aura. Para su diagnóstico se exige
la normalidad de la exploración oftalmológica fuera del episodio.
Cefalea 89
Status migrañoso
Es aquélla causada por la existencia de síntomas aura con una duración superior
a siete días, o menos de siete días pero con signos neurorradiológicos (TC, IRM)
de lesión isquémica cerebral. Aparte de la duración del déficit, debe cumplir los
demás criterios de migraña. Deberán descartarse otras causas de infarto cerebral;
por tanto, deberán realizarse estudios analíticos, cardiológicos y vasculares de
troncos supraaórticos.5
Diagnóstico
ción inicial, el médico debe buscar “signos de alarma de la cefalea” que podrían
señalar la presencia de una cefalea secundaria.
La tecnología puede servir para diferenciar patologías de tipo orgánico, como,
por ejemplo, el electroencefalograma, para descartar aneurismas, calcificacio-
nes, hipertensión intracraneal, etc. Estos estudios se indican sobre todo si el pa-
ciente es adulto y empieza con cefaleas de tipo migrañoso y/o tensionales sin an-
tecedentes en su niñez o juventud (cuadro 8–1).6
Un gran avance ha sido el desarrollo de la tecnología en este campo, entre la
cual se encuentra la tomografía por emisión de fotón único (SPET) y más recien-
temente la tomografía por emisión de positrones (PET); sin embargo, esta última
tiene un uso limitado debido a su complejidad y alto costo, por lo que la SPET
Cefalea 91
constituye una de las técnicas que en la última década ha sido la modalidad diag-
nóstica útil en la identificación temprana de anormalidades funcionales del sis-
tema nervioso central, especialmente en las personas con enfermedad vascular
cerebral (EVC), enfermedades arteriales de las carótidas, hematoma subdural
crónico, epilepsia, enfermedades psiquiátricas, tumores, enfermedad de Parkin-
son y muerte cerebral, las cuales presentan alteraciones en el flujo sanguíneo ce-
rebral regional (FSCr). La imagen de perfusión cerebral ha requerido el desarro-
llo de radiotrazadores que crucen eficientemente la barrera hematoencefálica y
sean captados en forma proporcional al FSCr. El tecnecio 99 metaestable (99
Tcm) es muy útil y preciso. El gammagrama durante la migraña nos señala cam-
bios en la perfusión cerebral. El SPET cerebral es un método útil, inocuo y repro-
ducible, y nos permite confirmar el diagnóstico en este tipo de migraña.7
Tratamiento
Prevención
humo del cigarrillo y en especial del cigarro (puro). Los humos del diesel
de la gasolina y el gas natural también pueden ser factores desencadenantes.
d. Cambios hormonales: es conocido el hecho que la menstruación puede in-
crementar las migrañas. Se ha mencionado que el embarazo “mejora” la
migraña, sobre todo después del primer trimestre del mismo. Por último,
el uso de los anticonceptivos ha demostrado ser un factor “desencadenan-
te” de ataques de migraña en algunas mujeres. Los reemplazos hormonales
juegan un papel parecido.
e. Otros. Los trastornos del sueño, ya sea insomnio o hipersomnolencia, las
dietas para estudio de acidosis metabólica y el uso de ciertos medicamen-
tos (nitroglicerina, vasodilatadores, reserpina, etc.) pueden servir de “gati-
llo” para que el proceso migrañoso se desencadene.
Tratamiento no farmacológico
Cuadro 8–2.
Analgésicos
Aspirina Codeína
Paracetamol Tramadol
Propoxifeno Clonixinato de lisina
Agonistas de 5–HT B y D selectivos
Dehidroergotamina Naratriptán
Ergotamina Rizatriptán
Metisergida Zomiltriptán
Delta 9 tetra hydro Cannabiol Eletriptán
Sumatriptán
Antagonistas b–adrenérgicos
Propranolol Atenolol
Metoprolol
Bloqueadores de los canales del calcio
Nifedipina Verapamil
Nimodipina Flunarizina
AINEs
Indometacina Rofecoxib
Ketoprofeno Celecoxib
Diclofenaco Ketorolaco
Naproxeno sódico Valdecoxib
Ácido mefenámico Ibuprofeno
Antagonistas de dopamina
Meclopropamina Clorpromazina
Misceláneos
Ácido valproico Fenelzina
Hidantoína Gabapentina
Amitriptilina Topiramato
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Otros agentes
Inhalación de oxígeno Butorfanol intranasal
Acupuntura Ergotamina
En esencia, los triptanos pueden actuar tanto sobre el brazo periférico del sis-
tema trigémino–vascular como sobre el brazo central del núcleo trigémino. De
este modo pueden:
Otros compuestos
Cefalea tensional
La mayoría de pacientes con cefalea tensional son mujeres de mediana edad con
historia de dolor de 10 o más años de evolución. La cefalea tensional suele cursar
con un patrón temporal crónico continuo. Se acepta una variedad episódica, que
puede evolucionar o no a la forma crónica.
En general, los pacientes describen sus molestias de forma vaga e imprecisa.
La cefalea suele percibirse como de inicio gradual, fluctuante en intensidad, mode-
rada en general, sin interferir con las actividades cotidianas. El dolor tiene cualidad
de pesadez, tirantez, plenitud u opresión, y la localización es holocraneal o “en
banda” alrededor de la cabeza. Frecuentemente se superponen paroxismos pun-
zantes fugaces de localización cambiante. El dolor raramente se asocia a otros
fenómenos acompañantes, que en todo caso tienen una intensidad modesta. Entre
ellos, fotofobia y náuseas, que pueden aparecer de forma ocasional y leve, espe-
cialmente derivadas de la ansiedad. El examen neurológico normal es la norma.
En muchos pacientes pueden encontrarse signos de contractura e hipersensibili-
dad de la musculatura pericraneal y cervical por palpación o EMG. Sin embargo,
la IHS distingue cefaleas tensionales con o sin contractura y quizá en su respuesta
al tratamiento, por ejemplo amitriptilina.
Cefalea 95
Hallazgos clínicos
Los más característicos son su presentación en brotes o ataques, entre los cuales
el paciente está asintomático. Estos brotes de dolor duran sin tratamiento de 15
a 180 minutos. El dolor es severo, siendo máximo en la región orbital; sin embar-
go, se puede presentar además en la región supraorbital y/o temporal.
En general es unilateral. Se asocia a multitud de fenómenos autonómicos, que
son: hiperemia conjuntival, lagrimeo, congestión nasal, rinorrea, sudor en la
frente y cara, miosis, ptosis y edema palpebral. La frecuencia es de uno a ocho
al día, ocurre en series durante semanas, a lo que se le llama “racimos de ataques”.
Hasta 10% de los pacientes tienen la forma crónica en la que existen remisiones.
En la forma episódica hay periodos de uno a siete días. Los ataques son más
frecuentes en la tarde/noche. El dolor es tan súbito y severo que es común que
los pacientes se paren súbitamente de una mesa o de una reunión y se ausenten
para caminar desesperados.
Hay que descartar alteraciones orgánicas como glaucoma y sinusitis, y enfer-
medades vasculares como ruptura de aneurisma intracraneal y hemicraneal cró-
nica paroxística.
Tratamiento
Abortivo: el uso de oxígeno aborta 80% de los ataques. Se inhala por mascari-
lla en una concentración a 100% de 8 a 10 L/min por 10 a 20 minutos.
La lidocaína, 1 mL a 4% instilada en la fosa nasal ipsilateral al dolor, con el
paciente acostado y la cabeza flexionada hacia atrás. Los agonistas del receptor
de 5–HT: sumatriptán 100 mg SC durante el ataque o VO como preventivo, o uti-
lizar corticosteroides en dosis altas y sólo para los racimos.
Metisergida, en dosis de 4 a 8 mg/día; cada cinco meses debe ser interrumpida
y reevaluar su uso, ya que puede producir fibrosis retroperitoneal.
La ergotamina, 1 mg cada cuatro a seis horas a una dosis máxima diaria de 6
mg por no más de una semana; se pueden usar combinaciones de ergotamina/ca-
feína. Está contraindicada en pacientes con enfermedad vascular periférica, coro-
nariopatías o hipertensión grave.
Calcioantagonistas: verapamil 40 mg VO cada cuatro horas; nimodipina 30
mg VO cada cuatro horas. Están contraindicados en los bloqueos cardiacos A,
síndrome del nodo e insuficiencia cardiaca.
Uno de los problemas en el tratamiento médico crónico de la cefalea en raci-
mos es que la mayoría de los medicamentos útiles son peligrosos por sus efectos
secundarios con el uso prolongado. Dentro de los que no son tóxicos se encuen-
tran la inhalación de oxígeno y la xilocaína intranasal.13
S Rinosinusitis.
S Patología nasal (pólipos, tumores).
S Neuralgia del glosofaríngeo: se presenta con estímulos fríos, dolor unilate-
ral de garganta a oído y empieza en la fosa amigdalina.
S Síndrome de Coster. Por inflamación de la rama auriculotemporal del tri-
gémino.
S Neuralgia del trigémino: ramas mandibular, maxilar y oftálmica.
S Neuralgia posherpética del trigémino.
S Radiculopatía de las raíces C1, C2, C3 y C4.
CONCLUSIÓN
En todas las presentaciones una buena historia clínica y la exploración física son
básicas para el diagnóstico y tratamiento. La tecnología sirve para afinar la
impresión clínica y/o hacer el diagnóstico diferencial de enfermedades con sínto-
mas comunes. De un buen diagnóstico dependerá una buena profilaxis y un mejor
tratamiento, para que los pacientes tengan una buena calidad de vida. En el caso
de los nuevos medicamentos para la migraña, como son los triptanes, la mayoría de
los médicos los prescriben para las cefaleas sin que sean precisamente migraña;
por lo tanto, los resultados no adecuados no se hacen esperar.
En el área psiquiátrica se promueven tratamientos con productos que inhiben
la recaptura de serotonina, y en el caso de las migrañas pueden aumentar la sinto-
matología; este medicamento dará buenos resultados en la cefalea por tensión
nerviosa. En cuanto a la psicoterapia y la retroalimentación, pueden ser comple-
mentarias, pero no son el eje del tratamiento.
REFERENCIAS
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10. Saper J: Lidocaine for the relief of vascular headache. Topic Pain Manag 1998;3:46–47.
Cefalea 101
INTRODUCCIÓN
BASES ANATÓMICAS
103
104 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 9)
S Arco posterior.
S Apófisis articular superior.
S Apófisis articular inferior.
S Cuerpo vertebral: cilindro esponjoso:
S Posee trabéculos que cruzan y aumentan la resistencia con hueso cortical
recubriéndolo.
S Las caras anterior y lateral son cóncavas.
S Arco posterior.
S Apófisis articular superior.
S Apófisis articular inferior.
BASES FISIOLÓGICAS
Sistema muscular
BIOMECÁNICA
La fuerza que ha de soportar la columna a dicho nivel es tan importante que los
sistemas de resistencia a veces se rompen y aparecen las molestias o dolores lum-
bares. En los sistemas de resistencia intervienen el sistema óseo, el muscular y
el articular. El núcleo pulposo y el anillo fibroso, por su estructura y composición
química, contribuyen a amortiguar las fuerzas y a aumentar la resistencia del
disco intervertebral. Sobre dicho disco actúan distintas fuerzas que se pueden
agrupar en dos:
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Según Herbert, en un hombre que pese unos 80 kg y mida 1.80 metros de estatura,
al adoptar distintas posturas las fuerzas de carga se multiplicarán:
ETIOLOGÍA
Las causas del dolor de espalda son múltiples. Es importante mencionar que el
dolor puede deberse a estructuras propias de la columna lumbar, pero también
puede deberse a causas extracolumna, como se mencionan en el cuadro 9–1.2
FISIOPATOLOGÍA
Cuadro 9–1.
Origen musculos- Degenerativas Osteoartitris
quelético Esteonaquis
Espondilolistesis
Espondilosis
Enfermedad degenerativa discal
Enfermedad degenerativa facetaria
Inflamatorias Artritis reumatoide
Artritis reumatoide juvenil
Espondilitis anquilopoyética
Síndrome de Reiter
Sacroileítis psoriática
Pelviespondilopatía seronegativa
Metabólicas Osteoporosis
Osteopenia
Osteomalacia
Osteítis fibroquística
Espondilosis crónica
Osteocondrosis juvenil
Neoplásicas Benignas
Malignas
Metastásicas
Infecciosas Bacterianas
Mal de Pott
Artritis séptica
Otras infecciones
Traumáticas Fracturas
Luxación y subluxación
Congénitas Escoliosis
Espondilosisteis
Epifisitis vertebral
Seudoartrosis interespinosa
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
DIAGNÓSTICO
Si dolor intensidad
Reposo en cama
Fármacos
AINEs
Relajantes musculares
Frío o calor superficial
TENS
Si no cede
Buscar etiología
Tratamiento quirúrgico
Figura 9–1.
se debe evaluar el carácter y conducta del enfermo, así como su condición socio-
laboral.
EXPLORACIÓN FÍSICA3
Examen de pie
En el plano lateral se coloca una plomada que debe pasar por el conducto auditivo
externo hasta el maléolo peroneo; cuando la plomada pasa por delante es una co-
lumna “inestable anterior”; cuando pasa por detrás se trata de una “columna ines-
table posterior”. Las curvas normales de la columna no deben exceder los 30_.
Hay lordosis cervical y lumbar en caso de que esté aumentado el ángulo más de
30_, y se habla de xifosis torácica
Se indica al paciente que flexione su columna a 90_; se observan tangencial-
mente los dos hemitórax para verificar si éstos se encuentran a la misma altura.
En caso de encontrarse más elevado, aplicar una regla en forma tangencial y me-
dir la profundidad con otra regla; el resultado se expresa en milímetros o centíme-
tros. Se lleva a cabo palpación paravertebral para valorar si existe contractura,
la cual se expresa en cruces (ligero = +, moderado = ++, intenso = +++; también
se realiza palpitación de cada una de la apófisis espinosas en forma lateral, tratan-
do de despertar dolor. Se lleva a cabo palpitación lateral hacia ambos lados de la
columna, cada 2 cm, hasta la línea auxiliar media, tratando de despertar dolor.
Con un martillo se percute cada una de las apófisis espinosas para valorar si se
despierta una respuesta dolorosa.
En forma pasiva y con el enfermo de pie, se evaluará la amplitud de cada movi-
miento y si despierta dolor o no al grado máximo de movimiento. Los movimien-
tos que se observan son:
a. Maniobras de punta (S1) y de talón (L5). El paciente camina con los talones
una distancia de tres metros, se valora si hay fatiga de los músculos que le
obligue a dejar esa posición; de la misma manera, se le hace caminar de pun-
tas; cuando es positiva indica que hay debilidad de la raíz de L5 o S1.
b. Maniobra de carga. Consiste en brincar y caer sobre los talones; se pregunta
al paciente si se origina algún dolor al nivel de la columna; en caso de que
éste exista, indica que hay falta en la función de carga, ya sea en el cuerpo
vertebral o en el disco.
c. Maniobras de pujo. Se llevan a cabo invitando al paciente a que puje con
la boca cerrada, realizando un esfuerzo semejante a levantar un objeto pe-
sado. Al realizar esta maniobra también aumenta la presión del líquido cefa-
lorraquídeo y, por lo tanto, la presión de la raíz afectada, reproduciendo el
dolor del que se queja el paciente.
112 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 9)
Examen sentado
Posición acostado
ción, y tomando una referencia de cuatro dedos del borde superior e inferior
de la rótula, medir la circunferencia para determinar si existe o no atrofia
muscular. También deben valorarse los movimientos del pie, de las rodillas
y de la cadera.
b. Signo de Laségue. También denominado de elevación de la pierna; se sabe
que la elevación de las piernas hasta 30_ no produce estiramiento del nervio
ciático, pero a partir de este punto se empieza a distender, alcanzando a 90_
una longitud de estiramiento de 3 cm. Si el nervio está comprimido o infla-
mado, la distensión originará dolor, que se valora de acuerdo al grado en que
se presenta. Hay que corroborar si realmente el dolor se debe al nervio ciá-
tico: al realizar flexión de la rodilla o de la cadera, el dolor debe desaparecer.
c. Examen neurológico. En esta posición se vuelven a valorar los reflejos rotu-
lianos y aquíleos, las áreas de sensibilidad, y en especial las de silla de mon-
tar y valoración de la fuerza muscular. También debe evaluarse la sensibili-
dad a nivel de los agujeros de conjunción de la columna cervical, los cuales
se localizan inmediatamente por detrás del borde posterior del músculo es-
ternocleidomastoideo.
d. Examen acostado en decúbito ventral. El paciente se coloca en esta posición
tratando de corregir los defectos de simetría en forma pasiva; en caso de no
lograrlo, es indicio de que se trata de una lesión estructural. Se repiten las
maniobras que se realizan con el paciente en posición de pie: palpación, per-
cusión, etcétera. Es importante examinar los puntos específicos, como son
articulación sacroiliaca, sacro, músculo interespinoso de la columna lum-
bar y “signo de timbre” (al presionar un nivel paravertebral se provoca dolor
lejano dentro del territorio del ciático). Asimismo, es indispensable llevar
a cabo la palpación del coxis para observar si se produce dolor.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Los exámenes complementarios que se utilizan para su diagnóstico son las radio-
grafías convencionales y dinámicas (para así determinar algún grado de inestabi-
lidad), la TAC y la RNM; estos últimos exámenes no son imprescindibles. En esta
patología se utiliza específicamente el bloqueo facetario lumbar, que consiste en
la inyección de corticoides de acción prolongada local (metilprednisolona) más
un anestésico local a nivel de la faceta articular, inyección que debe de ser apli-
cada bajo visión de rayos; como método diagnóstico produce la remisión del dolor
por un tiempo corto, pero la utilización en numerosos pacientes ha confirmado su
efecto terapéutico al lograr remisiones del dolor prolongadas en el tiempo, permi-
tiendo con ello iniciar un plan de rehabilitación muscular.
114 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 9)
TRATAMIENTO
Reposo en cama por dos a cuatro días puede ser una opción para los pacientes con
síntomas de dolor en las extremidades, pero no suele ser útil para otros enfermos
con lumbalgia no complicada.
Ejercicios. Se sugiere iniciar con ejercicios isométricos del cuadríceps y recto
abdominal. El ejercicio aeróbico de bajo impacto durante el primer mes de sínto-
mas puede ayudar a evitar la pérdida de condición física causada por la inactivi-
dad. La mayoría de los pacientes pueden iniciar ejercicios aeróbicos sin impacto
(caminar, bicicleta estacionaria, natación, etc.) en las primeras dos semanas. Los
ejercicios para los músculos del tronco, en especial los de extensión para la es-
palda, son útiles si se realizan en forma progresiva, sobre todo si persisten los sín-
tomas. Sin embargo, durante las primeras dos semanas pueden empeorar las mo-
lestias. Los ejercicios de estiramiento de la espalda y los equipos para ejercitar
agresivamente la espalda están contraindicados en esta etapa.8
Medicamentos
Manipulación y masajes
Puede ser útil en pacientes sin radiculopatía en el primer mes de los síntomas.
Debe suspenderse y reevaluar al paciente si empeora el dolor. No se recomiendan
como tratamiento a largo plazo. Además, debe instruirse al paciente sobre el uso
de calor y frío en casa. No se recomiendan la tracción espinal ni la biorretroali-
mentación.
Terapia intervencionista
Referencia a un especialista
Considerar la evaluación si después de dos semanas de tratamiento conservador
la ciática sigue siendo seria e incapacitante; si los síntomas progresan o persisten
sin mejorar y si existe evidencia de compromiso radicular, la alternativa es con-
sultar a un especialista en medicina laboral o un médico dedicado al tratamiento
del dolor. No se requiere una consulta quirúrgica si el paciente tiene probable her-
nia de disco sin evidencia de compromiso radicular.
Tratamiento quirúrgico
Esta modalidad terapéutica se indica a los pacientes en quienes la compresión del
saco dural o raíces nerviosas está dando sintomatología rebelde al tratamiento
conservador con alteración severa de la sensibilidad y fuerza muscular o bien en-
fermedades congénitas, con cuadros compresivos, fractura, tumor o infecciones.
El propósito de la cirugía es descomprimir las zonas afectadas, tomando en
cuenta que la columna vertebral debe permanecer estable antes, durante y después
de la intervención quirúrgica, por lo que en la valoración prequirúrgica debe de-
terminarse si el caso amerita la fusión de los cuerpos vertebrales. Para lograr estos
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CONCLUSIÓN
REFERENCIAS
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Sección V
Manejo del dolor en
quemaduras y trauma
10
Tratamiento del dolor
en el paciente q
uemado
J. Antonio Aldrete
EL DOLOR EN Q
UEMADURAS
ción en los sitios en que son fácilmente accesibles es la base en el tratamiento del
dolor. Los medicamentos más utilizados son los opiáceos, aunque su utilización
en forma adecuada no ha resistido los prejuicios tanto de médicos como de enfer-
meras,1 sobre todo cuando el necesitado es un niño.
Todos los receptores de dolor son terminaciones nerviosas libres repartidas en las
capas superficiales de la piel. Existen tres tipos de estímulos dolorosos: mecáni-
119
120 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 10)
cos, químicos y térmicos, y es posible que haya fibras especializadas para cada
tipo de estímulos. La bradiquinina, la serotonina, la histamina, el potasio, los áci-
dos, la acetilcolina, las enzimas proteolíticas y las prostaglandinas aumentan la
sensibilidad al dolor. Los receptores al dolor se adaptan poco o no se adaptan, por
lo que estímulos repetidos aumentan la intensidad y/o el tiempo de duración del
dolor.2
En la piel se inicia el dolor cuando la temperatura alcanza los 45 _C. La veloci-
dad del daño tisular a 72 _C es intensa, resultando en dolor. La liberación de sus-
tancias como la bradiquinina y el potasio disminuye el umbral en los receptores
mecánicos térmicos. Ésta es la razón por la que la presión sobre las quemaduras
y el roce del aire provocan dolor.
En la médula espinal, el dolor tiene dos vías de transmisión: el haz neoespino-
talámico y el haz paleoespinotalámico, provocando además estimulación cere-
bral intensa, por lo que el paciente con dolor no puede dormir y se mantiene des-
pierto mientras no exista un control adecuado del mismo.
EV
ALUACIÓN DEL DOLOR
Cuadro 10
–1. Intensidad del dolor en las u
qemaduras
Quemaduras de primer grado (epidermis) Dolor moderado (++)
Quemaduras de segundo grado superficial (dérmico–papilares) Dolor muy intenso (+++)
Quemaduras de segundo grado profundo (dérmico–reticulares) Dolor extremo (++++)
Quemaduras de tercer grado (dérmico–totales) Dolor intenso (+++)
ción fatal. Por otra parte, niños pequeños pueden manifestar la percepción del do-
lor por cambios de su comportamiento, como llanto prolongado, caprichos y re-
gresión.2
Respecto al mito de que las quemaduras de tercer grado no duelen, se ha en-
contrado que la extensión (área de superficie) y la profundidad/porcentaje de ter-
cer grado de la quemadura están relacionadas directamente con la intensidad del
dolor,3,6 como se ve en el cuadro 10–1.
Otro obstáculo para la aceptación de la importancia de lograr una analgesia óp-
tima ha sido el prejuicio, sin fundamento, del injustificado temor a dar opiáceos
porque los pacientes pueden desarrollar adicción a los mismos.6 No obstante, de-
berán aplicarse con precaución en lactantes, así como en pacientes en choque sép-
tico e hipovolémico; para el resto está indicada la administración de opiáceos en
dosis progresivas en una forma gradual.
122 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 10)
Figura 10
–1. Requerimientos analgésicos en las fases del manejo del paciente quemado.
TRATAMIENTO
Cuadro 10
–2. Dosis de analgé
sicos administrados por infusión
Analgé
sico Dosis de carga Dosis de
mantenimiento
Alfentanil 0.03 mg/kg en 15 min 0.06 mg/kg/h
Buprenorfina 0.004 mg/kg en 15 min 2 mg/kg/h
Meperidina 1.5 mg en 15 min 1 mg/kg/h
Fentanil 1.5 mg en 15 min 1 mg/kg/h
Morfina 0.3 mg/kg en 15 min 0.4 mg/kg/h
IV IM
5 A
5
4 4
Dosis
Dosis
3 3
2 A 2
1 1
B B 0
0
0 1 2 3 4 5 0 1 2 3 4 5 5 4 3 2 1 0
Tiempo Tiempo
A: proporciona analgesia por infusión
B: analgesia en bolos
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Oral Tópica
5 5
4 4
Dosis
Dosis
3 3
2 2
1 1
0 0
0 1 2 3 4 5 5 4 3 2 1 0 0 1 2 3 4 5 5 4 3 2 1 0
Tiempo Tiempo
Figura 10–2. Manejo farmacológico de pacientes quemados. La obtención de analgesia
mediante diferentes vías de administración. El tiempo está extrapolado en minutos teóri-
cos y las dosis están en relación con la concentración abstracta del analgésico en el
plasma. De lo anterior deducimos que en el manejo del paciente quemado los resultados
antiálgicos son superiores por infusión.
124 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 10)
la semana en que el paciente va a ser dado de alta del hospital disminuir las dosis
y quizá poder utilizar opiáceos como codeína, hidrocodona o antiinflamatorios
no esteroideos en la fase de rehabilitación.4
En la fase de cubrimiento de las áreas afectadas, durante la cual se requieren
frecuentes curaciones, cambios de apósito y debridamiento de las heridas, aplica
el mismo precepto, insistiendo en una analgesia completa o anestesia, si es nece-
sario. Para procedimientos anestésicos repetidos puede administrarse ketamina
por vías poco usadas, como nasal (5 mg/kg), oral (6 mg/kg) o intramuscular (4
mg/kg) si no hay vía de acceso.8
Si hay una vía de acceso endovenosa, se puede usar propofol endovenoso en
infusión o en dosis pequeñas en bolo, permitiendo una recuperación rápida. El
midazolam también puede administrarse por vía oral (150 mg/kg). Los analgési-
cos no opiáceos y no esteroideos a largo plazo pueden producir gastritis, hemo-
rragia y úlceras, así como disfunción plaquetaria y sangrado, por lo que no se re-
comiendan. El acetaminofén es una excepción. También se ha utilizado el óxido
nitroso a 50% y 50% de oxígeno por inhalación.9
En el caso de los procedimientos de aseo y cambios de apósito, se ha utilizado
ketamina intramuscular, 1 a 3 mg, o IV, 0.6 a 1.0 mg. También se usa anestesia
general inhalada y anestesia intravenosa con diversos medicamentos, como pro-
pofol, diazepam o midazolam, en combinación.
Al entrar a la fase de convalescencia (de 72 horas hasta que el paciente cica-
triza) el dolor de fondo disminuye, y se pueden utilizar para su control dosis más
pequeñas y/o más distanciadas; los analgésicos agonistas–antagonistas, como
nalbufina, son útiles para tratar el dolor que provocan los procedimientos.4
Otras alternativas son las rutas subcutánea10 o intramuscular,11 en las que se
puede poner un catéter a largo plazo para administrar opiáceos (figura 10–2). La
utilización de dosis de sulfato de morfina, 30 mg cada 5 a 12 horas por vía oral,
es adecuada para controlar el dolor de fondo, y es casi tan efectiva como la vía
intramuscular.
Al cambiar los apósitos, las técnicas de distracción con videos o música redu-
cen la ansiedad y el dolor; la utilización de hipnóticos a dosis pequeñas de ansiolíti-
cos, como lorazepam, ha demostrado facilitar el cambio de apósitos.
En esta última fase, que abarca desde la curación de las quemaduras hasta la
total recuperación del paciente, denominada de rehabilitación, el dolor puede
convertirse en un compañero desagradable del paciente (figura 10–1). Las lesio-
nes han sanado; sin embargo, el dolor continúa. Aunado a ello, el paciente debe
readaptarse a la vida social y ajustar su imagen corporal; puede también haber
adquirido alteraciones físicas leves o importantes. Todo ello lo lleva a periodos
de depresión y ansiedad, lo que aumenta su percepción del dolor.7
El paciente, como terapia complementaria para su dolor, debe recibir ayuda
psicológica adecuada, técnicas alternativas para el manejo del dolor, como acu-
Tratamiento del dolor en el paciente quemado 125
REFERENCIAS
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
INTRODUCCIÓN
Los traumatismos, en una u otra forma, son parte de nuestra vida cotidiana, al gra-
do que sólo los más impresionantes y extraordinarios son los que aparecen en los
titulares de los periódicos. Sin embargo, sus consecuencias casi siempre modifi-
can radicalmente la vida de las personas, sus familias y su comunidad, y la magni-
tud del problema va en aumento día a día. Los traumatismos pueden ser la causa
de cuadros que guardan relación directa con muy diversas y variadas disciplinas
clínicas, pero, si bien sólo en unas cuantas el impacto es directo, es de suma im-
portancia que todos los médicos conozcan el fundamento principal de los méto-
dos empleados para salvar la vida del paciente traumatizado.1
El trauma es responsable de la muerte en más de 150 000 personas en EUA
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
127
128 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 11)
Regulación 2000–2001
Inflamación
Dolor
agudo
Alteración de la
ventilación
Supresión de la tos
Infección/neumonía
Dolor
agudo
Efectos respiratorios
Algunos de los efectos respiratorios se listan en la figura 11–1.20
Efectos cardiovasculares
En la figura 11–2 se listan algunos de los efectos cardiovasculares en dolor agudo,
siendo el infarto coronario el peligro más serio.21
Efectos musculosqueléticos
Dentro de las modificaciones que a nivel musculosquelético ocasiona el dolor
agudo se encuentran vasoconstricción refleja por aumento en la estimulación
Dolor en el paciente traumatizado 133
Dolor
agudo
Motilidad intestinal
Retención urinaria
Probabilidad de sobrevivencia
100
80
60
Sobrevida
40
20
0
0 15 30 45 60 90
Figura 11–4. La hora dorada. Modificado de John S, Giesecke C: Shock and resuscita-
tion. In: Trauma anesthesia. USA, Williams & Wilkins, 1991:100–130.
1. Primera prioridad:
a. Inspección rápida del paciente. Atención, estado de alerta, color de la
piel, movimientos del tórax y extremidades.
b. Establecer una vía aérea y proporcionar una adecuada ventilación.
c. Auscultar el tórax para revisar la presencia de sonidos ventilatorios.
d. Palpar el pulso (lento, rápido, fuerte, débil) y obtener la presión sanguí-
nea.
e. Evaluar si el paciente responde órdenes.
f. Valorar la postura de extremidades o compresiones externas.
g. Valorar el tamaño de cada pupila y determinar si la pupila reacciona a
la luz.
h. Controlar hemorragias externas.2
Dolor en el paciente traumatizado 135
2. Evaluación de extremidades.
3. Exploración pélvica, perianal y rectal.
4. Exploración de columna vertebral.
b. Estudios radiológicos.
1. Radiografías adicionales.
2. Tomografía axial computarizada.
3. Pielografía o cistografía.
c. Interconsulta a especialidades.
d. ECG.
e. Temperatura.
f. Cirugía de urgencia.
g. Catéter de Swan–Ganz si está indicado.2
h. Saturación de oxígeno.
136 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 11)
Una preparación apropiada podría prevenir más de 70% de las muertes relaciona-
das a trauma en los hospitales. El contar con una infraestructura adecuada y comple-
ta para recibir a los pacientes con trauma que incluya un equipo multidisciplinario
actualizado, así como los instrumentos necesarios para realizar una evaluación
eficiente y completa del paciente traumatizado, disminuye la mortalidad en for-
ma importante.24
2
Dolor
1 severo
Dolor
moderado Opioides
Dolor leve potentes
AINEs + AINEs
Analgésicos + opioides + adyuvantes
+ débiles +
adyuvantes adyuvantes
de los de mayor uso en el ámbito hospitalario, el cual, usado a dosis adecuadas por
kilogramo de peso y a intervalos de aplicación de 6 a 8 horas, provee una analgesia
adecuada y suficiente.45–49 En Argentina hay combinaciones con propoxifeno.
El ketorolaco fue el primer analgésico parenteral en EUA a partir de 1990. Es
un AINE con buena potencia analgésica, útil en periodos cortos; en pacientes po-
litraumatizados, iniciar con 60 mg. No deberá utilizarse por tiempo prolongado.
Se deberá tener precaución en pacientes con enfermedad acidopéptica, insufi-
ciencia renal y problemas de sangrado.
No. 1
Opioides No. 2
potentes
vía No. 3
IV, IM Opioides
+ anestesia vía oral
local, AINEs
bloqueos
Figura 11–6. Escalera analgésica para tratar el dolor agudo. La Federación Mundial de
Sociedades de Anestesiólogos (WFSA) desarrolló y modificó la escalera para el manejo
del dolor agudo. Inicialmente el dolor deberá ser manejado con analgésicos potentes,
en combinación con bloqueos terapéuticos, tronculares o regionales, y AINEs. Charlton
ED: The management of postoperative pain, Issue 1997;2:1–7.32
Dolor en el paciente traumatizado 139
Nota. Los AINEs arriba mencionados tienen la aprobación de la FDA para su uso como
analgésicos simples. Referencia de una guía rápida para los médicos. Manejo del dolor
agudo en los adultos procedimientos operativos.
Analgesia regional
Infusores
Los infusores desechables son una bomba de infusión ambulatoria con un sistema
cerrado para la administración de medicamentos en forma continua y con veloci-
dades preprogramadas. Son relativamente económicos. En México tenemos dis-
ponibles infusores BaxterR para una sola aplicación, en los cuales podemos mez-
clar un opioide aforado con solución glucosada, e incluso con anestésicos locales,
o si es de su elección un analgésico antiinflamatorio no esteroideo podría admi-
nistrarse por infusión continua. Los infusores son de gran utilidad cuando se de-
sea una analgesia efectiva y prolongada.
La analgesia subaracnoidea tiene la ventaja de un efecto de instalación más
rápido, así como menores dosis para suprimir de manera eficaz el dolor, con un
rápido comienzo y acción relativamente prolongada, que son las ventajas de pro-
porcionar una bloqueo subaracnoideo, comparado con un bloqueo peridural.
Los pacientes afectados por lesiones torácicas o abdominales altas obtienen
grandes beneficios con los bloqueos intercostales. Los anestésicos inyectados en
el espacio interpleural producen una analgesia unilateral excelente en la región
inervada por los nervios intercostales o interpleurales.
La mayoría de las víctimas de trauma padecen lesiones de los miembros supe-
riores e inferiores. La mejor analgesia, sin duda, es la obtenida con los bloqueos
nerviosos a estos niveles, e incluso se pueden manejar con catéteres a permanen-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
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Sección VI
Analgesia posoperatoria
y futuro del
manejo del dolor
12
Dolor posoperatorio
César A. Amescua García
INTRODUCCIÓN
El dolor es el síntoma más común que hace que el paciente consulte a un médico.
Aunque el dolor es generalmente el resultado fisiológico de una lesión del tejido
y tiene una importante función protectora, en ocasiones puede convertirse en una
enfermedad cuando persiste aun después de que el tejido lesionado ha sanado.1
En consecuencia, la relación entre el dolor y el daño al tejido puede no ser cons-
tante. Como lo define la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor
(IASP), el dolor se reconoce no sólo como una experiencia sensitiva, sino tam-
bién como un fenómeno con respuestas afectivas y cognoscitivas. El dolor es
“una experiencia desagradable, sensorial y emocional, asociada a daño real o po-
tencial de los tejidos, descrita en términos de dicho daño”.2
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Esta definición nos deja ver que en un individuo con dolor participan diferen-
tes estructuras anatómicas, tanto del sistema nervioso central y periférico como
de los tejidos del cuerpo que están sufriendo propiamente una lesión. Sin embar-
go, también se considera la posibilidad de que el daño a dichos tejidos sea única-
mente potencial, es decir, que no se pueda en ese momento comprobar un daño fí-
sico, lo que lleva a considerar la participación límbica en los mecanismos de dolor,
y esto es mucho más obvio en los procesos de dolor crónico que en los de dolor
agudo, sin restarle importancia a los aspectos emocionales en el último caso. Se
sabe que cada individuo responde de diferente manera ante un estímulo doloroso,
y también que, ante estímulos o lesiones iguales o muy similares, una persona de-
sarrollará un dolor crónico y otra se repondrá sin mayor problema después del
147
148 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 12)
CONOCIMIENTOS BÁSICOS
Dolor somático
Es producido por la activación de los nociceptores (fibras nerviosas transmisoras
de dolor), cutáneos o de tejidos profundos, como la piel, músculos, tendones, fas-
cias, huesos, periostio, etc. Es un dolor bien localizado, punzante, sordo, agudo
y/o crónico con agudizaciones, que varía en intensidad, dependiendo del estímu-
lo que lo provoque, y que sigue los planos metaméricos.
La nocicepción4
Entre el sitio real de daño tisular y la percepción del dolor a nivel cerebral, existen
una serie de eventos electroquímicos de gran complejidad y diversa índole, cono-
cidos como nocicepción, los cuales se dividen en cuatro procesos fundamentales:
1. La corteza somatosensitiva.
2. El diencéfalo, incluyendo la sustancia gris periacueductal.
3. El mesencéfalo, incluyendo la sustancia gris periacueductal, los núcleos
dorsales del rafe y la formación reticular mesencefálica.
4. El bulbo raquídeo, incluyendo el núcleo magno del rafe.13,14
La respuesta neuroendócrina
Después de una lesión tisular extensa, el estímulo neurogénico afecta al hipotála-
mo, la secreción de órganos blanco o ambos, con profundas alteraciones en la res-
puesta neuroendócrina. Esos cambios se caracterizan por un incremento en la se-
creción de hormonas catabólicas (cortisol, glucagón, hormona de crecimiento,
catecolaminas) y una inhibición de mediadores anabólicos (en particular insulina
y testosterona). Tales alteraciones median el aumento de la movilización del sus-
trato, hiperglucemia y un balance nitrogenado negativo. Se asocian cambios me-
tabólicos como gluconeogénesis, glucogenólisis, proteólisis y un aumento de lí-
pidos que provee al organismo lesionado un beneficio a corto plazo por aumento
en la producción de energía y en la disponibilidad de ésta. Sin embargo, cuando
esto se amplifica o prolonga, los aspectos catabólicos de la respuesta al estrés pue-
den afectar adversamente los resultados posquirúrgicos de la siguiente manera:
tencia a infecciones.16
Sitio de afección
En el paciente posoperado el principal sitio de afección de tipo somático es en el
área quirúrgica.
Dolor visceral
Aspectos clínicos
El dolor visceral es producido por la estimulación de los nociceptores (mecanis-
mo descrito previamente), debido a infiltración, compresión, distensión o estimu-
lación de vísceras. La manipulación quirúrgica de las vísceras, especialmente si el
paciente no está en un plano anestésico adecuado, provocará durante la interven-
152 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 12)
Fisiopatología18
El dolor abdominal agudo tiene siete diferentes componentes:
a. Dolor somático cutáneo que se distingue del dolor somático y visceral pro-
fundos por su calidad y localización. La lesión tisular superficial, causada
por una incisión quirúrgica, se describe como dolor agudo, quemante, pul-
sante y punzante y/o como “puñalada”.
b. Sensibilización de nociceptores. Después de estimulaciones repetidas, los
nociceptores de alto umbral mecanorreceptores, termorreceptores y poli-
modales C en la piel, incrementarán su frecuencia de descarga y llevarán
a cabo un menor umbral estimulatorio. Este proceso es conocido como sen-
sibilización,19 que es responsable de la hiperalgesia y de la alodinia asocia-
das con incisiones abdominales (entre otras).
c. Dolor somático profundo. Se identifica en músculos, ligamentos y fascias,
y se caracteriza por ser de tipo “fastidioso” y de “adolorimiento”. Es menos
localizable que el dolor cutáneo, pero bien puede circunscribirse. Como el
dolor visceral y cutáneo, el dolor somático profundo está asociado a hipe-
ralgesia, hipersensibilidad, espasmo muscular reflejo e hiperactividad sim-
pática.
Dolor posoperatorio 153
les entran por los mismos segmentos espinales que como aferentes somáticos
nociceptivos, inervando la región del cuerpo a la cual se refiere el dolor.
f. Respuesta refleja secuencial. Un número de reflejos viscerosomáticos, vis-
cerosimpáticos y visceroviscerales pueden ocurrir después de cirugía abdo-
minal. Es importante apreciar el papel de tales reflejos en la activación de
nociceptores sobre una amplia área del cuerpo y la contribución de tal acti-
vación al fenómeno de dolor referido.
g. Respuestas corticales. El dolor agudo está invariablemente asociado con
ansiedad, miedo y quizás sentimientos de desesperanza. Tales emociones
pueden aumentar enormemente la respuesta neuroendócrina al estrés.25
ASPECTOS CLÍNICOS
Hay varios parámetros que son particularmente importantes para distinguir las
diversas causas del dolor agudo: el inicio del dolor y las características e intensi-
dad del mismo. Estas características generalmente indican si el dolor es de origen
somático o visceral. El dolor somático es agudo y definido, y generalmente se lo-
caliza en el sitio del estímulo nocivo. En cambio, el dolor visceral, que se asocia
con factores internos, es moderado y difuso, y puede ser referido a otras áreas.
Dolor posoperatorio 155
algógenas como producto de la inflamación, ya sea por vía hematógena o por re-
flejo espinal, al momento de la incisión quirúrgica. La cirugía origina respuestas
nociceptivas no sólo en el transoperatorio, sino también en el posoperatorio, lo
cual mantiene el estado de hipersensibilidad.
El modo de evitarlo es mediante la administración de analgésicos previos a estos
eventos o infiltrando la piel en el sitio donde se realizará la incisión quirúrgica, para
evitar el reflejo espinal mediado por el CGRP. No debe pasarse por alto que el es-
tado de ansiedad del paciente es un factor importante en su respuesta al trauma
anestésico–quirúrgico. Los ansiolíticos juegan un papel fundamental en el periodo
preoperatorio para evitar complicaciones innecesarias, como aumento de la ten-
sión arterial y una menor tolerancia al dolor y/o a las incomodidades que origina
la cirugía. Un paciente tranquilo requerirá menores dosis de analgésicos, tendrá
menor morbilidad y una más pronta recuperación.
Analgésicos
a. Opioides.
b. Comunes o no opioides, que son los antiinflamatorios no esteroideos o AINEs.
La mayoría de los pacientes (70 a 90%) con dolor agudo obtendrán un alivio ade-
cuado con la combinación de estos agentes.
Opioides: este grupo de medicamentos tiene grandes virtudes sabiéndolos uti-
lizar. Sin embargo, también es importante conocer sus efectos indeseables, con
la finalidad de evitar que se presenten y no esperar a que ocurran para después
querer controlarlos. Esto es fundamental, ya que un paciente que vomita o se ma-
rea, además de que se sentirá insatisfecho con la atención médica, puede presen-
tar complicaciones en el posoperatorio.
Es indispensable la administración anticipada de antieméticos, solos o combi-
nados; como ejemplo está la metoclopramida, que, además de tener un efecto
central, acelera el vaciamiento gástrico y evita la retención de bilis, especialmen-
te en el paciente ansioso. Este medicamento se puede combinar con cualquiera
de los antieméticos comunes como difenidol, tietilperacina, etc., o los inhibido-
res específicos de los receptores HT3, como el ondansetrón, tropisetrón o granise-
trón. Se recomienda su uso con horario por lo menos las primeras 24 horas. Tam-
bién debe pensarse en proteger rutinariamente la mucosa gástrica, ya que existen
múltiples factores que pueden llevar al paciente a sangrado de tubo digestivo, o
por lo menos a gastritis. La administración de inhibidores H2, o bien de la bomba
de ácido o protones, durante las primeras 24 a 48 horas, es suficiente para prote-
ger el posoperatorio.
Dolor posoperatorio 157
Los opioides han sido utilizados por siglos para el alivio del dolor; sin embar-
go, en México han tenido una historia muy aberrante, con épocas en que la dispo-
nibilidad es mínima o el acceso para prescribirlos es difícil por trabas burocráticas.
Hoy en día se cuenta con varias opciones, sin tener todos los recursos disponibles,
pero al menos suficientes para un buen manejo analgésico combinado.
Se sabe que existen opioides débiles y fuertes. Se consideran débiles aquéllos
que tienen una potencia limitada por sus características farmacológicas relacio-
nadas con su actividad intrínseca,28 es decir, los hay agonistas–antagonistas,
como la nalbufina, butorfanol, pentazocina, etc., agonista parcial (el único dispo-
nible es la buprenorfina) y agonistas puros: morfina, meperidina, hidromorfona,
metadona, fentanil, sufentanil, alfentanil, etc. (cuadro 12–2). No es correcto esta-
blecer un esquema analgésico combinando los opioides entre sí; la administra-
ción de un agonista puro con otro de las mismas características no ofrece ninguna
ventaja analgésica, y sí puede incrementar los efectos colaterales indeseables.
Por otro lado, el uso de un agonista–antagonista en presencia de otro opioide pro-
vocará el bloqueo de la analgesia en vez de potenciarla, ya que este tipo de opioi-
de actuará como antagonista, de tal manera que sólo deberán utilizarse cuando
no exista previamente el uso de ningún otro opioide. La única forma de optimizar
la analgesia cuando un medicamento ha llegado a su límite terapéutico, como se
mencionó anteriormente, es combinándolo con el otro grupo de medicamentos
analgésicos (AINEs). Sin embargo, éstos también tienen un límite de acción tera-
péutica, conocido como efecto “techo”: después de cierta dosis no mejorarán la
analgesia, pero sí incrementarán su toxicidad; esto nos lleva a lo dicho previa-
mente: opioides más no opioides = analgesia óptima.
Los AINEs están constituidos por un grupo de fármacos químicamente hetero-
géneos que se caracterizan por poseer en diferente grado una actividad analgési-
ca, antiinflamatoria y antipirética. El mecanismo de acción en la mayoría de los
AINEs se debe probablemente a una acción bioquímica de inhibición de la ciclo-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
oxigenasa (figura 12–1), una enzima que transforma el ácido araquidónico en en-
doperóxidos cíclicos, a partir de los cuales se sintetizan varios eicosanoides que
se conocen como prostaglandinas, dentro de las que se incluye a la prostaciclina
y a los tromboxanos. Sin embargo, en los últimos años han aparecido datos que de
alguna manera cuestionan tales argumentos.
Un elemento de gran actualidad y de fundamental importancia es el descubri-
miento realizado por varios investigadores a finales de la década de 1980 y princi-
pios de la de 1990.29 Este hallazgo está relacionado con la existencia de una ci-
clooxigenasa inducible en el tejido inflamado, con la participación de las
interleucinas en este proceso y, finalmente, con la identificación de una enzima
(ciclooxigenasa) diferente de la previamente estudiada. De ahí surgió la clasifica-
ción de las ciclooxigenasas en tipo 1 y tipo 2 (COX–1 y COX–2).30 Estas dos en-
zimas poseen diferencias importantes en su regulación y en su expresión. La
158 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 12)
Ácido araquidónico
Inhibición COX Lipooxigenasa
por AINEs
Endoperóxidos cíclicos LT A4
LT B4
Leucotrienos LT C4
LT D4
Prostaglandinas Prostaciclina
PG A2 PGI 2 – PGE 1
PG D2
PT E2
PG F2 alfa
Figura 12–1. Cascada del ácido araquidónico.
bular.
Durante muchos años el medicamento de elección para estos fines ha sido la bu-
pivacaína,35 por su tiempo de duración y su potencia analgésica. Sin embargo, hoy
en día se cuenta con un anestésico local relativamente nuevo, la ropivacaína,36
con una potencia analgésica similar a la de la bupivacaína, un efecto prolongado
y mucho menor bloqueo motor, además de una mucho menor neurotoxicidad y
cardiotoxicidad. Por otro lado, puede también utilizarse la ropivacaína sola sin
opioides debido a su pobre bloqueo motor y excelente poder analgésico. Sin em-
bargo, una limitación en el uso de los anestésicos locales solos es el fenómeno
de taquifilaxis;37,38 esto implica disminución progresiva del efecto analgésico del
anestésico local que ocurre después de la administración repetida de estos medi-
camentos; el mecanismo no está muy claro, pero existen diversas hipótesis que
tratan de explicarlo (cuadro 12–5).
160 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 12)
CONCLUSIONES
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13
Futuro de la investigación en medicina
del dolor. Terapias unimodal y
multimodal en el tratamiento del dolor
J. Antonio Aldrete
INTRODUCCIÓN
El tratamiento del dolor ha sido objeto de interés y discusión desde hace más de
4 000 años. Registros de la utilización de henbane en la terapia del dolor dentario
están fechados en 2250 a. C. El uso racional del opio como analgésico fue descri-
to por Hipócrates en 500 a. C. La morfina, aislada en 1803 por Sertuner, fue du-
rante mucho tiempo utilizada en el tratamiento del dolor cuando no se conocía
su mecanismo de acción. En 1970, con la demostración de los receptores de opiá-
ceos, la atención de diversos investigadores se dirigió hacia esta vía de modula-
ción nociceptiva. Después de un intervalo de casi 20 años, las investigaciones
sobre otros neuromoduladores o vías nociceptivas se intensificaron.
A pesar de que la morfina epidural1 o endovenosa2 reduce la morbilidad y la
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
1. Terapia unimodal.
2. Terapia multimodal.
163
164 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 13)
Opiáceos
Antiinflamatorios no esteroideos
tolerancia gastrointestinal. Otro grupo de AINEs incluye los derivados del ácido
propiónico, entre ellos el ibuprofén, el naproxén y el fenoprofen. Otra clase inclu-
ye los derivados del ácido feniláctico, el diclofenaco, muy eficaz en el tratamien-
to del dolor posoperatorio inmediato por vía intramuscular. El ketorolaco es un
derivado pirrólico, y 30 mg corresponden a 10 mg de morfina intramuscular. Los
efectos adversos de los AINEs incluyen trastornos gastrointestinales y hemato-
poyéticos. Se ha observado un bloqueo simpático crónico cuando los opiáceos
se administran intratecalmente a largo plazo, exacerbando el complejo venoso
cutáneo de miembro inferior y linfedema.29
Recientemente se encontró que la aplicación de indometacina (2 mg) por vía
peridural producía el mismo efecto que 80 mg de metilprednisolona en pacientes
con persistencia de sintomatología a pesar de cirugía de columna vertebral10 y al-
teraciones hematopoyéticas, por lo que recomendamos limitar su uso a 1 mg y uti-
166 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 13)
Prurito Rostro, cuello o tórax, incidencia de 0 Interacción con el núcleo del trigémino,12
a 100%, el prurito severo es raro, acción excitante de los opiáceos a través
ocurriendo en 1% de los pacientes, de la disminución de la conductancia del
común en la población obstétrica10 K+ y aumento de la conductancia del
debido a interacción estrógeno–opiá- Ca++13
ceo,11 ¿dosis–dependiente?
lizar de manera secuencial diferentes AINEs cada dos meses para mantener su
efectividad.
Mecanismo de acción
En términos prácticos, la lesión del tejido causa la liberación de mediadores y
sensibilizadores del dolor en las terminales nociceptivas periféricas. Un determi-
nado número de sustancias algógenas o lesión del tejido resulta en liberación del
ácido araquidónico (parte integrante de la membrana celular) por activación de
la enzima fosfolipasa A2 y/o C. Una vez liberado, el ácido araquidónico es meta-
bolizado por las enzimas ciclooxigenasa y lipooxigenasa. Los leucotrienos son
producto del ácido araquidónico vía lipooxigenasa, y las formas D4 y B5 parecen
tener un papel en la sensibilización de los nociceptores,37 indirectamente a través
de la liberación de prostanoides38 y de la liberación de la sustancia P.39 Las prosta-
glandinas y el tromboxano son productos de la acción de la enzima ciclooxige-
nasa bajo el ácido araquidónico. Las prostaglandinas E e I2 están probablemente
involucradas en el proceso inflamatorio, causando hiperalgesia a través de la sen-
sibilización de los nociceptores a la acción de otros mediadores algógenos. Las
prostaglandinas pueden causar dolor de baja intensidad cuando son inyectadas
intradérmicamente.40
Otro aspecto crucial es la formación de la enzima ciclooxigenasa2. El proceso
inflamatorio por sí mismo es responsable por la inducción de la forma enzimática
ciclooxigenasa2, y el efecto analgésico de los AINEs sería resultante a la inhibi-
ción de esta forma inducida,41 y la enzima no–inducida ciclooxigenasa sería res-
ponsable por los efectos adversos observados clínicamente. El ácido acetilsalicí-
lico, la indometacina y el sulindaco son relativamente selectivos para la
ciclooxigenasa1, en cuanto el ibuprofén y el piroxicam son menos selectivos.
Otros mecanismos periféricos no relacionados a la inhibición de la síntesis de
prostaglandinas pueden presentar un papel relevante en la acción analgésica final
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Ketamina
Clonidina
S Aminoácidos excitativos
S ATP
S Sustancia P
S Prostaglandinas
S Opiáceos
S Colecistocinina
S Aminas biogénicas
(noradrenalina, seroto-
nina, dopamina)
S Acetilcolina
S GABA B
S Adenosina
S Somatostatina
S Óxido nítrico
Figura 13–1. Vías involucradas en la nocicepción y la modulación del dolor a nivel espi-
nal.
Neostigmina
Óxido nítrico
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Amitriptilina
Midazolam
Las sustancias benzodiazepínicas endógenas fueron descritas en el líquido cefa-
lorraquídeo68 y parecen tener un papel en la modulación del dolor agudo posope-
ratorio69 y crónico.70 La administración intratecal o epidural de midazolam pro-
mueve una analgesia dosis–dependiente en ratones71 y humanos, a pesar de la
controversia, dependiendo de la vía de administración.72,73 Los benzodiazepínicos
por vía intratecal fueron más eficientes para el dolor somático que para el visce-
ral,74 y desprovistos de depresión respiratoria.70,75 Cuando fue administrado por
vía endovenosa como premedicación76 o intratecal, el midazolam potencializó el
efecto de la anestesia regional, tal vez en parte por su efecto ansiolítico.77 En adul-
tos78 o niños,69 la dosis de 50 mg/kg de midazolam epidural logró analgesia poso-
peratoria, mientras que la de 500 mg de midazolam por vía epidural en pacientes
terminales avanzados potencializó el efecto analgésico de la morfina epidural.79
Anestésicos locales
La acción anestésica de bajas dosis de lidocaína en la médula espinal es diferente
de su acción analgésica periférica. Es más potente a nivel espinal que a nivel perifé-
rico. Su administración intratecal combinada con morfina presenta un efecto anti-
nociceptivo sinergístico para el dolor de origen somático y visceral, sin que por eso
se destaquen los efectos individuales adversos de los dos fármacos.80
Esteroides
El uso racional de esteroides se fundamenta en su acción antiinflamatoria. Se dis-
cute que la inyección de esteroides deba ser hecha cercana a la raíz nerviosa com-
prometida y no intramuscular. Hace 10 años se sugirió que la inyección de este-
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roides por vía epidural para el dolor lumbar bajo o ciático sería preferible y
presentaría bajos niveles circulatorios y menos efectos sistémicos.81 Entretanto,
el análisis de 12 estudios utilizando en general 80 mg de prednisolona asociados
al anestésico local por vía epidural es contradictorio. Seis de los estudios presen-
taron resultados positivos y seis negativos.82 La aplicación de esteroides por vía
intratecal después de cirugía de hernia de disco logró una analgesia de corta dura-
ción.83 En conclusión, la eficacia de los esteroides en los procesos inflamatorios
como dolor lumbar y ciático no está esclarecida.
Lamotrigina
La lamotrigina es un anticonvulsivante que inhibe los canales de Na+ voltaje–
sensitivos84 de una forma semejante a la fenitoína y a la carbamazepina.85 Puede
172 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 13)
ser usado de forma profiláctica en la terapia del dolor agudo, y estaría involu-
crado en la sensibilización central wind up, siendo útil en la prevención de estados
hiperalgésicos.
Naloxona
Dopamina
redujo la incidencia de emesis y prurito del sufentanil por vía epidural; sin em-
bargo, aumentó el grado de sedación y disminuyó la duración de la analgesia pos-
operatoria en 27%.95 Entretanto, la adición de droperidol a la infusión continua
de bupivacaína y fentanil epidural para el dolor de columna secundario a lami-
nectomía es útil cuando tiene carácter continuo.96
Antagonistas de la bradicinina
La bradicinina es liberada después del trauma del tejido, y produce efectos algo-
génicos a través de la interacción con receptores bradicina de B1 y B2.97 Algunos
estudios sugieren su participación en dolores agudos o crónicos, y existe un po-
tencial terapéutico para los antagonistas B1 en el dolor crónico inflamatorio.98
Adenosina
Sulfato de magnesio
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Las opciones para la analgesia profiláctica incluyen la infiltración del área con
anestésicos locales, bloqueo regional, bloqueo de la raíz nerviosa, antiinflamato-
rios no esteroideos, opiáceos y antagonistas del receptor N–metil–D–aspartato.
Una vez que la memoria del dolor agudo fue prevenida, la duración del efecto
analgésico del fármaco administrado profilácticamente debe extenderse a la du-
ración farmacológica usual del mismo. Clínicamente, esta prevención causaría
una prolongación del tiempo de la administración del primer analgésico después
de que el estímulo doloroso se haya instalado, disminución de la intensidad del
dolor y de la cantidad de analgésicos requerida en el tiempo, y prevención de sín-
dromes dolorosos crónicos, que pueden ser una complicación de estímulos dolo-
rosos repetitivos. Sin embargo, la eficacia de esta técnica está en conflicto en la
literatura y parece depender de las condiciones escogidas para la demostración
del efecto.113
CONCLUSIONES
Existen por lo menos dos direcciones en el futuro para el tratamiento ideal del
dolor. Tanto la utilización de analgesia unimodal balanceada como la analgesia
multimodal representan alternativas promisorias. El desarrollo de la analgesia
podrá beneficiarse con la introducción de analgésicos subtipos–específicos. Es
importante recordar que la individualización del tratamiento para los diferentes
tipos de dolor y el tratamiento preventivo del mismo contribuyen al éxito de la
Futuro de la investigación en medicina del dolor 175
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180 Clínica del dolor en el consultorio (Capítulo 13)
A algiología, 5
alodinia, 21, 152
absceso epidural, 107 alucinógenos, 25
acetilcolina, 16, 25, 27 amapola, zumo de la, 4
ácido analgesia, 7, 30
acetilsalicílico, 167 con cloroformo, 5
araquidónico, 27, 149, 158, 167 mediada por opioides, 30
metabolitos del, 25, 26 multimodal, 174
feniláctico, 165
obstétrica, 38
gamma–amino butírico, 12, 166
perioperatoria, 155
hidroindolacético 5, 83
preventiva, 174
nítrico, 28
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
181
182 Clínica del dolor en el consultorio (Índice alfabético)
del hueso, 72
múltiple, 73 glaucoma, 96
escoliosis, 70, 106, 107 glicina, 12, 17
espondilitis anquilopoyética, 107
espondilolistesis, 107, 115 H
espondilosis, 107
crónica, 107 hematoma, 72
esponja soporífera, 4 subdural crónico, 91
estado alterado de conciencia, 6 hemiplejía alternante de la infancia,
estenosis 89
degenerativa, 115 hemofilia, 38
del canal hemoglobinopatía, 74
espinal, 72 hemorragia, 124
186 Clínica del dolor en el consultorio (Índice alfabético)
intracraneal, 72 sistémica, 81
herbolaria, 6 infiltración de articulaciones, 77
hernias discales, 37, 72, 73, 107 inflamación
herpes zoster, 63, 107 de tejido cicatricial, 73
hiperalgesia, 152, 167, 170 neurogénica aséptica, 84
primaria, 149 información nociceptiva, 9, 23, 24
secundaria, 149 inhibidor de la monoaminooxidasa,
térmica, 149 25
hipercapnia, 55 insomnio, 92, 125
hiperemia conjuntival, 97 insuficiencia cardiaca, 97
hiperreflexia, 109 interneurona
hipersomnolencia, 92 excitatoria, 12
hipertensión inhibitoria, 12
arterial, 81 irritación
grave, 97 cortical cerebral aguda, 75
hipertrofia ligamentaria, 73 meníngea, 75
histamina, 25 radicular, 75
hongos, 7 isquemia, 109
con propiedades sedantes y aluci-
nógenas, 6
hormonas esteroides circulantes, 24 L
lesión
dermatológica dolorosa, 63
I esquelética, 74
isquémica, 73
ictericia, 63 cerebral, 89
impulso neoplásica, 73
doloroso, 20 leu–encefalina, 27
sensorial, 13 leucotrieno, 26, 27
índice linfadenopatía carcinomatosa,
de estimación del dolor, 48 108
presente de intensidad de dolor, linfosarcoma, 108
48 lipooxigenasa, 27
infarto listesis, 70
del miocardio, 148 litio, 25
migrañoso, 87 lordosis, 70
óseo, 74 cervical, 111
infección lumbar, 111
de la columna vertebral, 74 LSD, 25
respiratoria, 99 lumbalgia, 70, 103
Índice alfabético 187
aguda, 103 N
natriuresis, 27
M necrosis avascular, 73
del hueso, 74
magnesio, 173 neoplasia, 72, 75
mal de Pott, 107 extramedular, 73
malestar, 3 intramedular, 73
malformación nervios periféricos, 9
arteriovenosa, 73 neuralgia
de Chiari, 99 del trigémino, 61
mandrágora, 4 facial, 82
marcapaso cardiaco, 73 neuritis, 107
mecanosensor, 20, 21 neurodermatitis, 63
mediadores endógenos neuroquími- neuromodulador, 24, 45
cos, 24 neuronas, 9
medicina tradicional, 7 aferentes nociceptoras primarias,
médula espinal, 9, 10 9
memoria dolorosa, 44 sensoriales, 21
mensajes sensoriales, 19 neuropatía simpática refleja, 170
mescalina, 25 neuropéptido, 26
met–encefalina, 27 neurotensina, 12
metástasis, 71, 72, 74, 75 nocicepción, 21
metilxantina, 25 bloqueo de la, 12
mieloma múltiple, 71, 75 modulación de la, 10
migraña, 82, 83, 84, 96, 100 nociceptores, 9, 20, 22
basilar, 86, 88 cutáneos, 22
clásica, 82, 87 silentes, 22
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
P
R
paciente con dolor, 59 receptores, 20
Pain Rating Index, 48 b–adrenérgicos, 26
palidez, 44 cutáneos, 9
pancreatitis, 36 de opioides, 36
parestesia, 109 opiáceo, 151
patología discal, 76 reflejo
patrón de reacción somática y visce- del despertar, 13
ral, 14 espinales, 12
pelviespondilopatía seronegativa, reserpina, 25
107 retención urinaria, 168
péptido(s) rinosinusitis, 98
intestinal vasoactivo, 12 rubicundez, 44
opioides endógenos, 27
periodonitis, 96
peyote, 6 S
plantas, 4
analgésicas antiespasmódicas, 6 sacroileítis psoriática, 107
psicoactivas, 6 secreción salival, aumento de, 44
pólipos, 98 sedación, 7
potasio, 25, 27 superficial, 4
preparaciones opioides, 7 sensibilidad dolorosa, 23
presión sobre el área dolorosa, 3 sensibilización
pro–opiomelanocortina, 30 central, 21
propéptido, 27 periférica, 21
prostaglandina, 24, 25, 26, 27 sensor, 20
E, 12 potencial de membrana del, 20
protoporfirina, IX, 29 serotonina, 12, 25
Índice alfabético 189
seudoartrosis, 74 tensión
interespinosa, 107 arterial, variaciones en la, 44
signo de Laségue, 112, 113 muscular, 95
síndrome psíquica, 95
de abstinencia termografía, 46
de alcohol, 55 termosensor, 20, 22
de drogas, 55 toloache, 7
de Coster, 98 tono catecolamínico, 16
de Reiter, 107 tracto superficial de Lissauer, 10
de Tolosa–Hunt, 88 transmisión nociceptiva, 22
del nodo, 97 trastornos
doloroso, 74, 148 del sueño, 92
crónico, 174 digestivos, 44
miofascial, 107 intestinales, 44
premenstrual, 173 tratamiento
sintetasa, 28 herbolario, 6
sinusitis, 96 shamánico, 6
siringomielia, 73 trauma, 3
sistema craneoencefálico, 70, 72
de acción, 13 traumatismo, 74
endógeno cerebral de analgesia, en área craneoencefálica, 81
13 trombina, 25
nervioso central, 20 tromboflebitis, 74
neuronal ascendente, 10 trombosis venosa, 71
somatostatina, 12 tumor, 71, 74, 91, 98, 107
sudoración, aumento de, 44 benigno, 74
sufrimiento, 3 de fosa posterior, 99
anímico, 4 de vísceras, 72
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
T úlceras, 124
umbral
técnica de auto–reporte en niños, 50 de activación, 26
temblor, 44 de estimulación, 9
190 Clínica del dolor en el consultorio (Índice alfabético)
V visceromegalia, 63
vasoconstricción intracerebral, 83
vasodilatación, 84 X
velocidad de conducción, 9
vértigo paroxístico benigno, 89 xifosis torácica, 111