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Este documento resume Una excursión a los indios Ranqueles de Lucio V. Mansilla, un relato de viaje a caballo hacia las tribus ranqueles a mediados del siglo XIX. Mansilla elige este modo de transporte lento para entretener a sus lectores y presentar una visión más positiva de la vida en la naturaleza que la visión amenazante de Sarmiento. El viaje se demora para incorporar historias y describir la belleza de dormir bajo las estrellas, convirtiendo elementos considerados bárbaros en algo exótico.
Descripción original:
Resumen
Título original
Cristina Iglesia - "Mejor se duerme en la pampa. Deseo y naturaleza en Una excursión a los indios Ranqueles de Lucio V. Mansilla"
Este documento resume Una excursión a los indios Ranqueles de Lucio V. Mansilla, un relato de viaje a caballo hacia las tribus ranqueles a mediados del siglo XIX. Mansilla elige este modo de transporte lento para entretener a sus lectores y presentar una visión más positiva de la vida en la naturaleza que la visión amenazante de Sarmiento. El viaje se demora para incorporar historias y describir la belleza de dormir bajo las estrellas, convirtiendo elementos considerados bárbaros en algo exótico.
Este documento resume Una excursión a los indios Ranqueles de Lucio V. Mansilla, un relato de viaje a caballo hacia las tribus ranqueles a mediados del siglo XIX. Mansilla elige este modo de transporte lento para entretener a sus lectores y presentar una visión más positiva de la vida en la naturaleza que la visión amenazante de Sarmiento. El viaje se demora para incorporar historias y describir la belleza de dormir bajo las estrellas, convirtiendo elementos considerados bárbaros en algo exótico.
Mejor se duerme en la pampa. Deseo y naturaleza en Una excursión a los indios
Ranqueles de Lucio V. Mansilla UEIR es el primer y quizás único ejemplo de folletín autobiográfico en la literatura argentina. Una excursión relata un viaje a caballo hacia los indios. Casi veinte años después, “Los siete platos de arroz con leche”. Se narra otro viaje a caballo, esta vez desde el centro de la ciudad hasta sus alrededores, hacia la quinta de Palermo, la cueva de Rosas. Ambos viajes reúnen así los polos del imaginario liberal sobre la barbarie: por un lado, la barbarie rural, de la que el indio es la figura central y, por el otro, la barbarie más temida, entronizada en la ciudad con Rosas. Se trata de viajes descentrados, que se dirigen a dos exotismos cercanos y de diversa peligrosidad. El sueño del viaje Mansilla propone un desafío: narrar un demorado viaje a caballo exactamente en el momento en que la novela y la literatura de viajes se han apoderado del ferrocarril y del vapor para acelerar el pulso de sus lectores. Sarmiento reúne casi todos elementos del lujo y el confort modernos. En el extremo opuesto, al iniciar su Excursión, Mansilla se despoja de los enseres de la civilización. Mansilla, que ya ha disfrutado del viaje en barco y en tren, elige un viaje a caballo para entretener a sus lectores y competir con los exotismos más lejanos y refinados que plantean los itinerarios contemporáneos. Mansilla no importa in exotismo ni medios de transportes. La escritura de Mansilla convierte en exóticos dos elementos difíciles de incorporar de otro modo. Uno, del presente: los indios; y otro, del pasado reciente. Mansilla es el gran lenguaraz, la lengua contacto de la literatura argentina del siglo XIX porque parece posibilitar las traducciones necesarias cada vez que se instala una frontera histórica o cultural. Mejor se duerme en la pampa Las historias enlazadas por el fogón en las pausas de la expedición, o contadas sobre el andar al paso de los caballos, sostienen el interés del lector, hacen que vuelva a buscar la página del folletín en el diario. Pero lo asombroso es de qué modo el escritor sostiene día tras día la atención de sus lectores en los momentos en que no se incorporan relatos, ni hay encuentros con indios, ni sucede alguna cosa que merezca contarse: Mansilla narra el avance de la expedición, demorando las llegadas, no sólo para incorporar relatos, sino para contar algo tan simple y tan difícil como el puro desplazamiento de unos hombres a caballo en el espacio inmóvil de la pampa. Las zonas del viaje en las que parece no pasar nada están notablemente expandidas. Mientras sus compañeros de viaje duermen, él escribe: “sea lo que fuere yo digo que viajando por los campos en una noche clara es un placer dormir”. Cuando Mansilla afirma “mejor se duerme en la pampa”, coloca el lomo del caballo exactamente en el extremo opuesto del hotel, el lugar convencional que la ciudad ofrece para que el viajero descanse bajo techo del campo abierto. Mansilla se constituye en un sujeto en estado de naturaleza. Al suscitar en el lector la sensación de viajar, provoca también el deseo de estar en el lomo de su caballo, en una noche abierta, soñando. Estamos en el extremo opuesto de Sarmiento, para quien la naturaleza es siempre una amenaza: todo lo que rodea al viajero es un peligro latente. El lector de Sarmiento, mientras atraviesa la pampa, no debe cerrar los ojos. En estos capítulos, Mansilla logra convertir a un heterogéneo ejército de frontera basado en el reclutamiento forzoso en un lugar apropiado para el sueño colectivo. En su excursión, un conjunto de hombres felices y casi iguales avanzan en la noche con sus sueños. La expedición militar se ha convertido en un viaje de placer. La escritura de Mansilla no consiste en invertir la dicotomía civilización barbarie, sino en proponer como héroe un sujeto civilizado que elige narrar la felicidad del estado de naturaleza. Un narrador que se sustrae de la ciudad civilizada para instalarse en la frontera, punto de partida del viaje hacia los ranqueles. Mansilla, ciudadano de la frontera Mansilla no puede partir desde, ni arribar a lugares que expresen de manera pura la civilización y la barbarie. La dicotomía sólo podía sustentarse en una ficción sobre el otro, que para Sarmiento, por supuesto, no es el indio sino el gaucho. Mansilla y su texto no parten de Buenos Aires sino de la frontera. Mansilla es mirado como un raro, no sólo por los indios durante la excursión, sino por alguien de su misma clase. Y es mirado así, no sólo por sus extravagancias, sino porque se exhibe como un ciudadano de la frontera. También en esto mansilla parece burlarse de Sarmiento. La humillación que Sarmiento, ahora Presidente de la República, le ha infligido al enviarlo a un lejano y oscuro puesto de frontera en lugar de ofrecerle el Ministerio de Guerra se convierte en una estadía placentera. Mansilla se dirige deliberadamente a un espacio en el que la barbarie ya no es absoluta. Los indios que encontrará en el viaje no son muy diferentes de los que llegan al fuerte, trafican allí con los blancos, buscan su protección circunstancial y conviven en las tolderías con cautivas blancas e hijos mestizos. Una estética de la espera El personaje que Mansilla se construye no es, precisamente, una víctima de la espera. Mansilla, disfruta de la espera. Perder el tiempo, esperar lo que no debe esperarse, ser culpable de haber entrado en un terreno ajeno, haber insistido ante la autoridad del jefe militar para obtener el permiso de la excursión, haberse extralimitado, estar fuera de lo permitido. Todo esto está implícito en el momento de preguntarse por la razón del viaje. El lector, que ha acompañado el viaje, debe, también, dudar. Si el itinerario a Leubucó, a lasa tolderías del cacique Mariano Rozas, es largo, también lo es el trayecto textual hasta que se produzca el primer encuentro con los indios. Recién en el capítulo quince, los expedicionarios divisan, a lo lejos, al primer grupo de indios. De pronto, un indio solo se desprende del grupo. La escritura empieza a focalizar un individuo bárbaro. En el primer encuentro entre civilización y barbarie que el texto ofrece no hay violencia, tampoco palabras, sólo gestos que definen el reconocimiento recíproco de dos hombres.
4. Mansilla: Sueños y vigilias
El viaje de Mansilla hacia los ranqueles no es el único viaje hacia los indios en el interior de la Argentina a mediados del siglo XIX. Pero Una excursión es el primer relato de un viaje hacia los indios que produce una fuerte estatización, no sólo del indio, su organización social, sus costumbres, su paisaje, sino también de la figura del narrador. La llegada a Tierra Adentro La llegada a Leubucó, a las tribus ranqueles, implica en la escritura del viaje un punto de máxima tensión y complejidad; un grado máximo de duda. La duda es compartida con el destinatario y con el público que recibe la carta a través del diario. Para este viajero, llegar implica, también, someterse a un grado máximo de indiferenciación, de contaminación con el otro; y, al mismo tiempo, obliga a derrotar esa indifierenciación con un movimiento que le permita discriminarse, seguir siendo diferente aun inmerso en las tierras del otro. El viajero, al llegar al umbral de lo desconocido, decide, luego de la duda final, avanzar hacia el centro mismo de la otredad. No hay imperativo antropológico, militar ni económico que parezca sustentar este avance final: sólo el imperativo del deleite, del regodeo del relato frente a lo desconocido. El arribo al centro de las tierras del otro, al centro de Tierra adentro, se narra con pausas y detenciones. Cuando finalmente el encuentro se produce, el texto comienza por registrar gestos o sonidos sin sentido. Aparecen, entonces, frases o palabras que carecen de autonomía porque sólo sirven para ratificar estos gestos. Este intercambio de gestos o de sonidos entre el civilizado y los indios, produce el efecto de reciprocidad, de indiferenciación. Cuando la palabra se articule en frases y las frases en diálogo, cuando la palabra se autonomice del gesto, la diferencia volverá a establecerse y la traducción estará, nuevamente, operando. Mansilla es el gran traductor del siglo XIX: traduce Europa para América, América para Europa, la barbarie americana para la civilización americana y viceversa. La traducción es equivalencia y diferenciación. Una excursión asume idéntica importancia el trabajo con los códigos de la costumbre, es decir con los códigos no vinculados a la lengua, escrita u oral, y el que se realiza con los códigos lingüísticos. El trabajo con ambos códigos define y organiza dos universos de representación: el primero, el que se vincula al código no escrito, puede adscribirse a la indiscriminación; el segundo, en cambio, el trabajo con los códigos lingüísticos, se adscribe a la discriminación. Quién es quién en Tierra Adentro: mímesis y alteridad Cuando ya dentro del toldo, Mansilla se sienta en el suelo y come “como un bárbaro”, y luego produce con sus movimientos una suerte de diálogos gestual. La escena está articulada sobre el fundamento de una especie de simulacro de diálogo que se da con los gestos. Mansilla es un narrador entre los indios, pero esta vez no narra historias, sino que produce una nueva manera de centralidad. Está volviéndose mimético, tratando de encontrar formas que lo acerquen a su auditorio y que, al mismo tiempo, le permitan conservar un lugar de autoridad. La capa colorada es famosa porque diferencia a Mansilla de los otros militares, nadie tiene una capa colorada como la suya. La capa colorada es signo de su extravagancia. Pero ahora, en medio del desierto, la capa se utiliza ante el peligro que supone el acoso de Epumer, un cacique borracho que está comenzando a extralimitarse. “Me quité la histórica capa, le dije: Tome, hermano, esta prenda, y se la coloqué sobre los hombros. Y el indio quedó idéntico a mí”. La operación se parece a la milagrosidad que juega en el acto del bautismo, o a la transfiguración que sigue a todo rito de iniciación: después del rito, alguien es, ya, otro. Se sabe que el que imita queda bajo la autoridad del otro. Mansilla decide perder su capa para ganar la vida y retornan al lugar jerárquico. La borrachera hace que Mansilla pierda la posibilidad de seguir mirando la fiesta del otro. Sumido en esa sinrazón para la razón civilizada, él no sabe dónde está (en tierras del otro), ni quién es (si es él o el otro), aunque lo único que puede percibir, es que su cabeza está recostada sobre un seno palpitante de mujer. Y es en esta zona del texto, impregnada por la borrachera, cuando Mansilla tiene el sueño de gloria que lo convierte en emperador de los ranqueles. Cuando el peligro de la barbarización acecha, por la pérdida de control de la identidad que la borrachera entre los indios, con el vino de los indios, provoca, aparece el sueño de gloria. El sueño, precisamente, la necesidad de subordinar al indio al mando imperial del viajero, pero también reescribe sus propias debilidades.