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Marta Alesso

Odisea. Una edición crítica

I - Introducción

Confluyen en todo héroe lo histórico y lo simbólico. Su destino es ante todo,


vencerse a sí mismo, para no sucumbir al caos y resistir la atracción de las tinieblas.
Regreso al hogar del viajero apartado, es el argumento privilegiado de las leyendas
mediterráneas pre – griegas. Relatos breves y sencillos abundaban ante sociedad que
escuchaba con delectación.

Od. Sucesivos núcleos temáticos provenientes de relatos de marinos que


circulaban en el segundo milenio, en la época del poderío marítimo de Creta. Nostos, viaje
de regreso, es el nombre que designaba a cada uno de estos cantos que recitaban los
antiguos bardos en el palacio o las fiestas en las que se reunía el pueblo. Odiseo era el héroe
último de tantos relatos de retorno a Troya. Se destacaba su habilidad para tramar ardides
frente a un orden social homogéneo, en el que la fuerza era el imperativo dominante.

La filiación de este nostos con una periplografía pre – griega y un desarrollo


literario directo de algo previo, la ubica junto con la Il. (Menos compleja espacialmente), en
el comienzo exacto de la literatura occidental. Doce capítulos sobre el regreso, doce del
retorno. Los cuatro cantos iniciales, la “telemaquia”. Los tres y cuatro, otro Nostos, el de
Néstor, y el de Menelao, que deambuló por ocho años. Canto cinco: asamblea olímpica.
Canto 6: Esqueria, de Alcínoo, tres días, aunque parece mucho más. Atenea aparece en la
segunda parte. Luego del reencuentro (final, para los filólogos de la biblioteca de
Alejandria, aristarco y Aristófanes). Luego, sucesos un tanto contradictorios para la trama.

1 – Autor de la Odisea

Homero, grabado en Od, en Il, y en una colección de himnos (apócrifos,


adjudicables a épocas posteriores). La Batracomimaquia, del período helenístico, se
suponía escrita por él.

Circularon biografías desde temprano sobre él. Se supone originario de Asia


menor, de Quimos o Esmirna, en la actual Turquía. Las leyendas coinciden en su ceguera.
Otra tradición: contemporáneo de Hesíodo, hasta el punto de contender, en el Agón de
Homero y Hesíodo.
En Od, existen fórmulas verbales (“”Arrastramos las naves hacia la divina sal”), y
nominales (“Palacio de piso de Bronce”). Las más frecuentes, nombre y epíteto. La
longitud de una fórmula puede ser de versos o de dos palabras. Un recurso que permitía al
aedo memorizar una larga serie de versos y reducir al máximo la improvisación.

Fines del SXVIII, la “Cuestión Homérica” como controversia: Unitaristas, que


sostienen que el autor de Od e Il es uno, y los analíticos, que adjudican irregularidades e
inconsistencias, en las que participaron una gran cantidad de cantores, en larga tradición
oral.

La épica como unidad, aclamada por Quintiliano, se ve cuestionada, por una


tendencia desde, más o menos, su adaptación a la escritura. Las primeras críticas tal vez,
deriven del orfismo, en el SVII A.C, y hayan influido en Pitágoras. Estos cuestionamientos
terminan en el célebre rechazo a Homero, y a todos los poetas, que Platón proclama en su
Republica. Algunos círculos socráticos y estoicos defienden las historias de Homero como
formadores de la espiritualidad del pueblo griego. Aristóteles sostiene su importancia.

Los alejandrinos de los siglos III y I a.c, comenzaron a señalar estas


irregularidades a partir de su formación analítica aristotélica. Expurgaron el texto de
posibles interpolaciones y cambiaron pasajes de lugar para darle coherencia. Luego, varios
más. Es decir, Il y Od, tienen muchos menos episodios repetidos y contradictorios que las
versiones que habían ingresado a la biblioteca de Alejandría.

2 – las gnómai de Homero

Un conjunto de sólidos argumentos para defender la construcción oral de un


poema extenso como la Odisea. Un verso perfecto, hexámetro dactílico, sin
encabalgamientos, con una idea perfecta. Pausas respiratorios con una cesura o diéresis,
que divide en cuatro porciones al verso, imperceptibles para el oyente, pero que permiten al
poeta insertar las fórmulas con las variaciones que la situación requiera.

El lenguaje formular se apoya en la repetición de un mismo esquema de


locuciones estables, mínimo o no, como la comnibación de nombre y epíteto, o extendiendo
varias frase completas que reiteran escenas típicas (celebración de un banquete, preparación
de un baño, o realización de sacrificios).

En proverbios o aforismos, transmitidos generacionalmente, que permitía


organizar su poesía. Locuciones, con el nombre de gnómai, término intraducible (Gn, raíz
indoeuropea de sapiencia).

Un apotegma puede convertirse en fórmula y repetirse en otro contexto con


significación absolutamente diversa (Odiseo dice “La benevolencia es mejor”, y luego, “no
hay remedio para el mal cometido”. A veces no se trata de gnomai o sentencias, sino de
fórmulas en las que se ha incorporado, en la última porción, una sentencia que funciona
como recurso mnemotécnico para el poeta recitador.

Alocuciones que evocan la sabiduría popular respecto de temas como la amistad,


los defectos enmendables del ser humano, la muerte inexorable y, especialmente, al
condición que los dioses han impuesto a los hombres.

3 – Contexto histórico y social

Od, geografía intrincada; más aún, las condiciones políticas, sociales y económicas
que refleja el extenso poema. La yuxtapoisción artificial de elementos refleja los últimos
tiempos de la Grecia arcaica, entre los siglos XI y IX a.c. Las bases son las de una
economía natural”, , produciendo prácticamente lo que consume. La ganadería, escasa, con
un papel fundamental. El ganado sirve como unidad de valor (valor compensatorio, como
los pretendientes acorralados por Odiseo). La agricultura en segundo plano. Sólo se puede
labrar la tierra con arado de madera, pudiendo trabajar sólo los terrenos bajos y fértiles.

Los artesanos no existen como capa social intermedia diferente de los labriegos, ni
se venden en el mercado productos manufacturados, sino que se contrata a los alfareros,
herreros y albañiles para algún trabajo en particular. Los demiurgos (trabajadores del
pueblo) no siempre viven en el lugar, sino que se mandan a llamar para tareas específicas.

La sociedad homérica se basa en la estructura de clanes, pero ya en franca


disgregación, porque los bienes van pasando a ser propiedad privada. La tierra solamente
parece seguir siendo comunitaria. Tampoco una sociedad dividida en clases (sacerdotes,
magistrados), y sin organismos administrativos ni judiciales; no hay “estado”. El poder se
concentra en los basileis, nobles de nacimiento, que viven con sus familias, servidos por
esclavos, no muy numerosos, y lejos de una posición de sujeción, como la democracia
esclavista del siglo V a.c.

La casa de un basileius refleja la organización austera de una sociedad


aristocrática pero no monárquica. Los escenarios domésticos, no bastan para que la
sociedad homérica no fluctúe en torno al ethos e un grupo de guerreros, predominando la
competición sobre las relaciones humanas. Concepción agonística del hombre y de la
naturaleza.

La verdadera razón heroica es transformar el terreno en una contienda de acciones


y explorar los reflejos de la imagen propia en los mundos ajenos.
II – Análisis de la obra

1 –El héroe como ordenador del mundo

Límites. Más allá, los otros. Los cimerios, las sirenas, los cíclopes, los seres
monstruosos como Escila y Caribdis. Otredad que a veces, es posible hogar del héroe (Isla
de Calipso, los Feacios).

Esqueria (de los Feacios), de Alcínoo y Nausícaa, presenta la estructura de un


modelo matrilocal de matrimonio, porque el héroe, en caso de aceptar, hubiera debido
instalarse en la heredad de la novia y no al revés. No faltan pretendientes locales. Modelo
que se ve otras sagas de la edad de bronce, pero con modelos de competición previa (caso
de Helena en Esparta). En el caso de Calipso, isla Ea, es diferente. Circe otra cosa, que
quiere, como símbolo de espacio fértil fijo a la tierra, un héroe fundante, del viajero que en
su errar por el mundo depositará en su seno la semilla de una estirpe futura.

Od. Es un gran ejemplo literario de que identidad y alteridad se construen de


manera relacional y se fortalecen las características de singularidad y diferencia.

A – No soy Nadie

Sin nombre no hay identidad personal, imprescindible para individualizarse, para


ser singular y diferente, en una experiencia que implica siempre una manera de ver el
mundo y un modo de sentirse en él.

El universo narrado por Odiseo a los Feacios, sonaría ilimitado, inimaginable, si


no fuese por la astucia que le otorga un orden y ubica cada acción en una dimensión
perceptible para el auditorio. Días y noches, reales o simbólicos, trazan la noción de
desplazamiento en el espacio para que el relato se inserte en el verosímil.

El juego con el cambio de nombres para confundir al interlocutor es típico de los


cuentos populares.

El héroe recobra luego su identidad y entrado en la tradición occidental como


vencedor de uno de los seres más grotescos de la historia de la literatura.

Cíclopes pastores: no siempre monstruos carentes de Themis (cordura que regula


la convivencia y dicta las normas para acoger a un huésped), como el cíclope enamorado de
Teócrito, siglo III a.c. Ruiz de Elvira, tres categorías: los hermanos de los titanes, hijos de
Gea y Urano, según Hesíodo, semejantes a los dioses en todo, menos en el ojo. Diferentes
son los pastores de Od. Una tercera categoría, los constructores de murallas, de los que
habla Estrabón.

Polifemo, ¿Por qué era un cíclope, dado su padre y su madre? Posible explicación:
en el imaginario mítico de los pueblos, cada relato funciona de modo aislado, formando
parte de un sistema. Od propone una semántica que revela una perspectiva topológica,
separando el espacio salvaje del civilizado. Los hombres feacios habitaban antes cerca de
los cíclopes, que los saqueaban (canto 6). El náufrago itacense está manifestándose ante la
audiencia feacia: Yo soy alguien, yo soy un hombre civilizado que agradece los dones de la
hospitalidad, y aunque llego desnudo a esta morada, tengo casa y hacienda y merezco las
prerrogativas de un rey.

B– Viaje al país de los muertos

Los confines del mundo están marcados por Océano. Más allá de los klímites del
mundo está el Hades. Con este mismo nombre se denomina al rey del lugar, soberano de los
muertos quien, con su sobrina y esposa, gobierna un país al que no se puede ingresar sin
determinados sacrificios rituales. El mundo de los muertos está separado del de los vivos
por extensiones de agua difíciles de mesurar: la laguna estigia (abominable) o el río
Aqueronte (el desdichado), todos los cuales se deben atravesar en una embarcación. Las
potencias divinas gracias a estas ofrendas, responderán con benevolencia y prosperidad- Se
busca el favor de los dioses, no para lavar culpas o pedir perdón por errores o imprudencias
del pasado. Odiseo toma las reses, luego de votos y súplicas, las degüella encima del hoyo.
La negra sangre congrega a las almas de los muertos. Luego queman en honor de Hades y
Perséfone, y no permite que ninguna se acerque antes de interrogar a Tiresias.

Los rituales para despedir a los muertos fueron los mismos durante siglos. Cuando
escapaba la vida del “cerco de los dientes”, lo único que permanecía era una especie de
sombra, semejante a una imagen onírica, que podía adquirir fuerza si consumía sangre o
bebidas energéticas, como la miel o el vino. Para lograr cierta paz en el otro mundo, había
que realizar ceremonias fúnebres: inhumación e incineración. Si no, vagaban errantes sin
sosiego. (Elpénor)

Dos términos técnicos para designar el viaje a los infiernos:

Katábasis (Descenso, Kata – hacia abajo, a diferencia de ana – hacia arriba). El


descenso nunca está exento de un contenido ideológico o filosófico, siempre se presentan
teñidos de una concepción de ultratumba. Héroe que desciende a los infiernos y luego sube
otra vez. A Odiseo lo empujaba el anhelo de conocer qué sucedía en la casa con su esposa
legítima, Penélope.
nékula. Corresponde mejor a este viaje de Odiseo. No es un descenso al
inframundo, dado que las almas suben a comunicarse con él, ni salida, en sentido de
Anábasis o resurrección. Nekus – muerto (¿?)

En las palabras de Aquiles (“es preferible estar vivo como siervo asalariado, que
ser rey en el país de los muertos), se produce una negación de la aspiración aristocrática de
gloria imperecedera de la época agonística, cuya obtención construye el objetivo más alto
del héroe. La supervivencia investida de gloria de ciertos aristoi (Los mejores entre pares)
da sentido a la existencia de una tradición de poesía oral que funciona como memoria
colectiva y transmisora de la cultura compartida por la sociedad helénica.

2 –Un mundo de dioses

Dioses antropomórficos significa que representan fantasías y deseos humanos. En


Od, doble aspecto: Devenir, parte del relato y la crónica; pero también una densidad
cultural, aportando información sobre un sistema de vida. Son portadores de las cualidades
que el hombre homérico quisiera detentar para convertirse en un ser superior. Verdaderos
portadores de Areté (superioridad física y moral), y timé (honra y honor ante los ojos de los
demás). Garantizan el orden decretado por el destino y castigan su transgresión.

El lenguaje es el mismo al de los mortales, salvo en algunos términos, cosas que


nombran de otra manera. Poetas posteriores plantearon que debería diferenciarse del
interlocutor mortal. Desde Homero, y sus orígenes cretomicénicos (2000 a.c – 1200 a.c).
Los dioses no son impersonales que protegen a una casa o a una ciudad, sino muchas veces
de héroes.

a– Atenea, la acción efectiva

Los dioses se reúnen en banquetes. Tienen la ambrosía, que es un elixir que


permite que el cuerpo permanezca incorruptible. Se le echa a los cuerpos (Sarpedón,
Patroclo), para conservar los restos. También tienen néctar. Atenea tiene el poder de otorgar
la inmortalidad mediante el don de la ambrosía (Tideo). Las divinidades como ella realizan
cambio súbitos que interrumpen La rutina de la vida de los mortales. Los dioses pueden
trastornar el juicio, entorpecer al discreto y dar prudencia al simple.

En las relaciones con los hombres, las divinidades revelan una extensa gama de
aptitudes, tanto emocionales como intelectuales: voluntad (boulé), corazón (thýmos), e
inteligencia (noús). También son consustanciales a su naturaleza divina las actividades
propias de la subjetividad: dependen del thymos (que origina sentimiento y voluntad), tanto
como los mortales.

b– Poseidón o las fuerzas antagónicas

Odiseo es un verdadero Aristos (areté: excelencia. Pero también sobresalir). El


Aghatos (noble), se convierte en aristos (el mejor). Areté contiene una impronta
aristocrática. La epopeya homérica consiste en acometer lo imposible: la vida como
combate, la areté como supervivencia.

La guerra es un fenómeno cultural, de contexto, fenómeno humano, no natural o


puro. La guerra de Troya, por ejemplo, es diferente a la estratega de masas de Alejandro
Magno, o de la actualidad. El héroe se pone es llevado al límite y entra en contradicción, en
las batallas sucesivas contra Poseidón. Se mueve entre lo colectivo, de los ideales
compartidos, y su individualidad, que lo mete en una escalada de violencia y lo excluye de
los suyos.

En el camino, las divinidades femeninas lo terminan ayudando.

El destino decreta que varios héroes cumplan su nostos. El Logos, por ejemplo, es
la idea de un dios único que lo atraviesa todo, acentuado en el SI a.c, coincidiendo con el
judaísmo Helenista Monoteísta de Alejandría.

El mito representa una mediación entre extremos, expresando los valores sobre los
que se edifica una sociedad, reflejando los conflictos que habitan en su seno, sin plantear
una solución unívoca. Entre transformación y permanencia, muestra una rica gama de
respuestas a los problemas de la humanidad, reinterpretados en cada tiempo de muchas
formas.

3 –El héroe como ordenador del mundo

Entre naufragio y naufragio avanzan las aventuras.

En el Canto IV, la anagnórisis, es decir, el reconocimiento, una escena típica de


la épica y de la tragedia, refleja la atmósfera de incertidumbre y frustración. La verdadera
identidad, primero, es ignorada por los personajes secundarios. Suelen ser dialógicas en
estructura, siendo la más típica, el reconocimiento por señales, como el caso de Euríclea. La
definitiva, Penélope, reestablece las leyes del Oikos, sobre la familia patriarcal y esposa
legítima.
a– La última cena de los pretendientes

Un sentimiento de preocupación por la venganza, no aparece con frecuencia, dado


que la situación legal de Ítaca no se revela muy clara.

El Botín de guerra es la base de la riqueza, con una población creciente,


aumentaba el ganado, la agricultura y los oficios manuales, pero la verdadera diferencia
económica del sistema aristocrático, es la adquisición por medio de la rapiña, en las
guerras: arrebatar a sus congéneres objetos y tierra, es el patrimonio y la honra (Timé),
antes que el comercio. “Comerciante” era el peor insulto; era mejor cualquier otro, hasta
“saqueador de ciudades” (Canto 8, V 62, Euríalo; Canto 19, V 395 – 6, Autólico).
Sobresalir por “hurto y juramento”.

La raíz ética es Micénica (Ethos y moral). El contexto de Od. Es el de la lucha por


la existencia. Predominan la desconfianza y la mentira, como armas legítimas, y el saqueo
es un medio legítimo de enriquecimiento, más aún: es alabado, enaltecido.

Orestes, es el modelo para Telémaco, como castigo público, única forma de


justicia.

Od. Tres categorías de grupos humanos entremezclados, siempre en conflicto de


intereses: Clase, parentesco (que no implica sucesión dinástica, dado que Telémaco no es
rey) y el oikos.

b– el varón idealizado

c– Las clases serviles

Il. Y Od., se insertan en un marco de referencia de un mundo aristocrático y


heroico que toma como modelo las estructuras de poder de la soberanía micénica (más
fuerte en la Ilíada).

Od. Presenta como núcleo temático el nostos, menos sobrenatural y con más
relatos populares y módulos narrativos de la vida y las costumbres. Sólo los representantes
de la clase social dominante influyen en el relato. Estudios posteriores analizan la relación
nobleza y pueblo y el problema de la pobreza y la desigualdad.

El texto presenta una nueva tipología de personajes: Euríclea, modelo de anciana


fiel que ama a sus señores. Una incorporación que luego se universaliza en la literatura
(Romeo y Julieta). Euríclea también es Tamíe, es decir, ama de llaves, ,despensera,
administradora.
En el Oikos, dmoé, es la esclava, cautiva, relacionada con el sojuzgamiento y la privación
de la libertad en Il. Amphípolos (parecido), es la sirvienta, en sentido de “Andar alrededor”,
cuidar y proteger. Euríclea ya no es nodriza o dispensera anciana. La función se categoriza
en función de su edad, opuesta a la juventud concupiscente de Melanta que es dmoé,
llamada “perra infiel” por Penélope.

Thes, es el asalariado”, libre pero en peor posición que un esclavo (Eurímaco le pregunta al
Odiseo Pordiosero si quiere ser su Thes). El salario es esporádico, fuera del orden de los
siervos del Oikos. Descartado, podía sufrir como el pordiosero, por no tener lugar en el
orden establecido (Eumeo tiene incluso esclavos). Eurímaco, similar al prejuicio actual,
“No agarrar la pala”, para vivir sin trabajar, de arriba, como si lo eligiera.

El vagabundo está fuera del Oikos, fuera de la casa y su producción, a diferencia del
mendigo, que puede ganar su lugar en el palacio, si no hay otro en disputa (Iro, canto
XVIII).

d– Adivino Teoclímeno

El personaje es incómodo. La adivinación (Mentike Techné), es un discurso


respetado, que requiere una profunda preparación. Sin embargo, Helena se arroga el poder
para si (Canto XV).

El componente religioso se mecla con el mágico: se trata de controlar el medio


circundante para conocer su destino y observar señales de dioses por la naturaleza
(constelación, animales, plantas).

Teoclímeno, adivino fugitivo, se aparece a Telémaco en el canto XV. La


ornitomancia, característica de las aves para interpretar y pronosticar, no encaja aquí. Es
similar al de Helena, ratificando lo que el auditorio sabe se cumplirá con certeza. El
personaje confunde augurios, haciendo suyo el de Helena.

En el canto 20, la belleza de una Pitia, Eros y Thanatos, orden construido por el
desorden, entre la ley y el deseo, como un abrazo recíproco. eros se disuelve en la muerte
doméstica.

4 – personajes femeninos
Calipso y Penélope, figuras clásicas, estereotipos posteriores

a– La fidelidad de Penélope

(Versiones posteriores sostienen que no fue tan casta por veinte años; las más
extremas, se acostó con todos los pretendientes y engendró al dios Pan)

B – Circe

C – Sirenas

D –Calipso

III – Conlcusión

EN Od, los inmortales irrumpen de continuo en la vida de los seres humanos. A


diferencia de Mesopotamia o Egipto, que se limitan a historias de dioses, los relatos
tradicionales griegos se entrelazan en una variada complejidad narrativa, en la que
conviven los olímpicos con los héroes, y los hombres consumen.

La diosa tutelar es Atenea, Parthenos (virgen), antítesis de Afrodita y análoga a la


de Ártemis de la tragedia de Hipólito de Eurípides. El matrimonio (Hera) y el cuidado de la
casa (Atenea) están alejados del amor como pasión (Afrodita). Hay algo en estas
construcciones simbólicas, una valoración de las organizaciones sociales “Avanzadas”,
aunque estas divinidades formen parte de mitos originados en épocas en las que
predominaban los problemas de fertilidad.

Las divinidades responden ahora a la nueva sociedad, instaurada entre los siglos
XI y VIII a.c, obsesionada por las genealogías y dirigida por una nueva elite que justifica su
supremacía y privilegios por la pertenencia a linajes determinados, que dicen entroncar con
grandes héroes del pasado e incluso con las divinidades. El desciframiento de la escritura
Lineal B (encontrada como escritura silábica en tablillas de ladrillo crudo, encontradas en
Micenas, datan de período entre 1400 y 1150 a.c, luego cocido por el fuego que incendió el
palacio de Micenas), develó instituciones sin paralelo en la estructura social de Il. Y Od.
Los poemas homéricos desarrollan una teología que se suponía vigente en el universo
social del S. XIII a.c, centrada en torno del palacio y de un rey (anax) con funciones
políticas, económicas, militares y religiosas al mismo tiempo. Un pequeño reino como
Ítaca, gobernado por un señor local (Basileus), con su asamblea, sus nobles tumultuosos, su
pueblo laborioso y oscuro, nada tiene que ver con el sistema palatino centralizado, donde
no se permitían especulaciones políticas ni acciones independientes, que generaba en el
plano religioso, dinastías estrictas más parecidas a las del imperio hitita o babilónico o que
lo había precedido. Los creadores de una “teología” griega, como la conocemos hoy, son
poetas inspirados (Homero, Hesíodo), y no sacerdotes, que construyen una religión
relacionada con la ideología de los grupos sociales a los que su poesía se orientaba, esto es,
al sistema de ciudades independientes (póleis) que comienza a surgir a partir del S IX a.c.

El particular amor por su libertad de los griegos permitió la inexistencia de un


dogma sancionado por un sistema eclesiástico. Creó un mundo religioso complejo y
abigarrado, acorde a las necesidades de comunidades y clanes que actuaban de modo
tangencial y coordinado a la vez con la religión oficial. La fiesta, por ejemplo, es el marco
en el cual la identificación del grupo se refleja con nitidez, implicando prácticas que buscan
neutralizar las injusticias por diferencias sociales, devolviendo a la comunidad por el
reparto. El banquete es una forma de resarcimiento, como una excusa. Para neutralizar
demandas. EL evento que sigue al banquete es el concurso agonístico, certamen para
determinar el más hábil o fuerte. El vencedor concentraba la destreza, el ingenio y las
cualidades de sus dotes naturales, como una imaginaria elección divina que lo hacía
depositaria del favor indudable de una deidad.

El banquete ritual supone un sacrificio, de un animal o de productos agrícolas.


Esto era para neutralizar demandas y repartir excedentes, pero también de desarrollar una
cto religioso de particular importancia. Los hombres, mancomunados por una decisión
colectiva, apelan a la voluntad divina y celebran una comunión en la que participa la
naturaleza (animales y frutos de los campos) y las potencias celestiales para crear un lazo
imaginario que conjugue todos los elementos del orden cósmico.

El héroe posee su individualidad como cualidad absoluta. No podría existir otro


Odiseo, ni siquiera un personaje con características similares. No queda otro camino que
definirlo en su singularidad, que viene dada en el marco de los otros actores de la epopeya.
El héroe labra su destino a través de la hazaña y trasciende la muerte a través de la
memoria. Conquista la rememoración colectiva, mediante la gesta estética, relativizando
absolutos y haciendo posible el proceso de identificación con cada uno de sus lectores.

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