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Ahmad Shah Durrani, fundador del último imperio afgano, y considerado padre de la nación.
La decadencia de los mogoles y el debilitamiento de los Safawíes, a principios del siglo XVIII, hicieron que las
inquietas tribus afganas recuperaran sus libertades y permitieron el nacimiento del Afganistán moderno, gracias a
la rebelión y la declaración de independencia de Mir Uways, jefe de la tribu de los Gilzai. Pero los Gilzai tuvieron
que afrontar el movimiento nacional de Nader Shah, que conquistó Kandahar y Kabul en 1738. Un oficial
de Nader, Ahmad Khan, de la tribu de los Abdalíes, se proclamó rey en Kandahar, tan pronto como Nader Shah
fue asesinado (1747), y fundó la dinastía de los Durraníes, primera dinastía afgana independiente. Este intervino
repetidas veces en la India, como sus antecesores, y constituyó un reino extenso pero inestable. Su sucesor, Timur
Shah Durrani, que trasladó su capital a Kabul, mantuvo la paz en el reino, pero, tras su muerte, sus hijos y jefes
tribales se disputaron su sucesión (1793). Finalmente, Dust Muhammad, cuya presencia se data desde 1818, fue
reconocido emir en Kabul (1838) y fundó la dinastía de los Barakza´i o Muhammadza´i. Renunció a las provincias
indias y se dedicó por entero a Afganistán, convertido en Estado tapón entre los imperios británico y ruso.
Dust Muhammad, unas veces víctima y otras veces beneficiario de la intervención británica, durante la primera
guerra anglo-afgana (1839-1842), fue sustituido por Suya´ al-Malk (1839) y, después tras una insurrección y la
aniquilación del ejército británico de Alexander Burnes (1842), fue restablecido en el trono a cambio de aceptar
un protectorado británico.
La presión rusa sobre el Asia central llevó en 1878 a una segunda guerra afgana contra Gran Bretaña, y Abd ur-
Rahman Khan (1880-1901) hubo de reconocer las fronteras de la “Línea Durand” en 1893. Los esfuerzos de Habib
Allah (1901-1919) y de Aman Allah Khan (1919-1929) para sacar a su país del aislamiento fueron anulados por la
voluntad británica de reforzarlo. Solamente la tercera guerra afgana, llamada de la independencia, consagró el
pleno reconocimiento de la soberanía de Afganistán: armisticio de Rawalpindi (8 de agosto de 1919) y tratado de
Kabul (22 de noviembre de 1921). Aman Allah Khan inició la modernización del país: constitución (1922), código
administrativo (1923), comienzo de la instrucción femenina (1924), nueva constitución (1928), viaja a Europa y se
hace coronar rey. La reacción conservadora no tardó mucho. El soberano fue derrocado, y un aventurero, Habib
Allah Khan, ejerció durante seis meses una sangrienta dictadura.
Nadir Shah, pariente de Aman Allah Khan, elimina al usurpador y se hace proclamar rey en 1929. Instruido por la
experiencia, reemprendió con prudencia las reformas, pero fue asesinado en 1933. Le sucedió su
hijo Mohammed Zahir Shah de cultura francesa y adicto a ideas nuevas, quien hizo que su país entrara en la
Sociedad de Naciones (1934) y abrió progresivamente el país a la influencia exterior. En 1937 firmó el pacto de
Sa‘dabad con Turquía, Irán e Irak, pero no se dejó arrastrar a la segunda guerra mundial.
Relaciones diplomáticas[editar]
La división de la India planteó de nuevo el problema de la “Línea Durand”, además de que Zahir reivindicó los
territorios de los afganos que vivían en el nuevo Estado de Pakistán (problema del Pathanistán). La crisis se
prolongó hasta 1963, cuando se firmó un acuerdo con Pakistán; casi al mismo tiempo se firmó un acuerdo con
AFGANISTAN
China. Resueltos estos problemas exteriores, Zahir dio una nueva prueba de voluntad reformadora al hacer
aprobar, en 1964, por la Asamblea constituyente, una nueva constitución y al estimular la escolarización de las
mujeres, a las que en 1959 se había concedido el derecho de no llevar velo. La ayuda internacional, en la que
participaban la República Federal de Alemania, Estados Unidos y, sobre todo, la U.R.S.S.(acuerdos de 1964),
empezó a ser más importante.
Revolución e invasión soviética[editar]
Tras las reformas de Zahir una crisis de modernización sacudió el país, poco preparado para una transformación.
En 1965 se creó por un grupo de intelectuales, del P.D.P. (Partido Democrático del Pueblo), una escisión dentro
del partido gobernante, que acabó por dividirse, en 1967, en dos partidos, el Khalq y el Parcham, que se
enfrentaron violentamente en movimientos de agitación estudiantil (1969), dando como resultado un parlamento
incapaz de legislar. Además, en 1970 y 1971, las cosechas fueron catastróficas y el hambre asoló el país. Esto
provocó un cambio de gobierno, aunque la inestabilidad continuó. El 16 y 17 de julio de 1973, un golpe de
estado militar, dirigido por Sardar Muhammad Daud, primo y cuñado del rey, y apoyado por los dos partidos de la
oposición derrocó a Zahir Shah, quien salió hacia el exilio hacia Roma. Fue proclamada la república. Pero la
reforma agraria que obtuvo poco apoyo y el autoritarismo del presidente condujeron al derrocamiento de este en
abril de 1978.
El socialista Nur Muhammad Taraki tomó el poder; pero, aunque de inspiración comunista, el nuevo régimen
evitaba cuidadosamente toda alusión al marxismo. Sin embargo, el dominio soviético, directo o indirecto,
aumentaba. En diciembre de 1978, se firmó un tratado de amistad y de cooperación entre Kabul y Moscú, que
permitía, entre otras cosas, a la URSS intervenir militarmente para “proteger el país”.
30 por ciento los precios de artículos de primera necesidad. En cuanto a los derechos de la mujer, el régimen
socialista otorgó permiso de no usar velo, abolió la dote, promovió la integración de mujeres al trabajo (245 000
obreras y el 40 % de los médicos son mujeres) y a la educación (el analfabetismo femenino es reducido del 98 %
al 75 %, el 60 % del profesorado de la Universidad de Kabul son mujeres, 440 000 mujeres más trabajaban en
educación y 80 000 participaban en la campaña de alfabetización), así como a la vida política. El Decreto Nº 7
del 17 de octubre de 1978 otorgó a las mujeres iguales derechos que los varones. El período de la República
Democrática fue en el que más mujeres profesionales hubo en Afganistán.4
Tras la invasión del país por la U.R.S.S., en diciembre de 1979, 120 000 soldados soviéticos se establecieron en
Afganistán. La resistencia afgana se dividió en siete partidos políticos sunníes establecidos en Peshawar y ocho
partidos chiitas establecidos en Irán. Los partidos sunníes (el 80% de la población afgana es sunní) eran
mantenidos por Pakistán y recibían armas de E.U.A. Los chiitas administraban el centro del país (Hazarayat), que
mantenían liberado casi en su totalidad desde 1979. Una guerra de 10 años enfrentaría a un ejército soviético
pesado y poco motivado, y una guerrilla legitimada por el Islam y el nacionalismo. El gobierno y los soviéticos
controlaban las grandes ciudades y los ejes de comunicación, la resistencia dominaba el campo. En el interior del
país, la resistencia se dividió en centenares de pequeños frentes, correspondiendo a menudo a la segmentación
por comandantes locales, en general, intelectuales venidos de las ciudades, mullahs, o pequeños notables. Entre
cuatro y cinco millones de refugiados se instalaron en Pakistán o en Irán. Babrak Karmal, al frente del Partido
comunista y del estado afgano, de diciembre de 1979 a 1986, no consiguió establecer el régimen socialista y
revolucionario que soñaba. El partido estaba minado por la división entre la facción Khalq, mayoritaria y radical,
que recluta sus efectivos sobre todo de la etnia pashto y la facción Parcham, más moderada. Los comunistas
aparecían además, como el partido del extranjero.
Implicaciones internacionales: Estados Unidos pretendió oponerse a la brecha abierta por los soviéticos en los
países del tercer mundo durante los años setenta, preparando represalias contra la URSS si aumentaba la
amenaza que la ocupación de Afganistán suponía para el control del golfo pérsico. El momento culminante de su
ayuda financiera y militar fue la entrega a la resistencia de misiles antiaéreos Stinger (1986). Arabia Saudí se
preocupó por impedir cualquier incursión de Irán, entonces en guerra con Irak. Se esforzó en constituir un frente
de fundamentalistas sunníes, reclutados sobre todo entre la etnia pashto, en perjuicio de los chiitas e incluso de
los sunníes de habla persa (llamados impropiamente tayikos), susceptibles a los ojos de los saudíes, de preferir a
Irán. Pakistán, bajo la égida del general Zia Ul-Haq, cuya política proseguiría tras su muerte (1988), tenía dos
objetivos: eliminar la amenaza soviética con el fin de evitar quedar atrapado entre Afganistán y la India, aliados de
la URSS, pero también establecer una especie de protectorado en un futuro Afganistán islámico.
A pesar de las ofensivas sangrientas, sobre todo entre 1984 y 1986, los soviéticos no pudieron vencer en batallas
decisivas contra la resistencia, ni siquiera cerrar la frontera con Pakistán. La guerra impidió también cualquier
posible tregua con los Estados Unidos. Cada año, en noviembre, una mayoría aplastante de los países miembros
de la asamblea general de la ONU pedía la retirada de las tropas soviéticas. Desde su llegada al poder en
1985, Gorbachov se esforzó por salir del punto muerto militar y eliminar el obstáculo que representaba la
cuestión afgana para la nueva distensión.
Gobierno de Najibullah y guerra civil[editar]
Karmal, reelegido jefe de estado y secretario general del partido (enero de 1986), fue desplazado de este último
cargo y del poder por Mohammad Najibulá (mayo de 1986). M. Najibulá, en 1987, lanzo un llamamiento a la
“reconciliación nacional” e hizo adoptar en noviembre una constitución que no tenía influencias comunistas. En
abril de 1988, los acuerdos de Ginebra ratificaron el calendario de retirada de las tropas soviéticas, sin que se
llegara a un verdadero acuerdo político. Las últimas tropas soviéticas abandonaron el país en febrero de 1989. Su
partida no permitió a la resistencia afgana apoderarse de la capital, sumida en numerosos conflictos tanto étnicos
como políticos. En Peshawar, los moderados, en gran medida partidarios del anterior rey Mohammed Zahir Shah y
pertenecientes a la élite tribal, se opusieron a los fundamentalistas que preconizaban un estado islámico y que
eran apoyados por el ejército paquistaní, los Hermanos Musulmanes Árabes y Arabia Saudí. El jefe de los
fundamentalistas, Gulbuddin Hekmatyar, tomó posiciones claramente antioccidentales y lanzó ataques armados
contra los otros grupos mujahiddines, liderados por Mas‘ud, del valle del Panjshir. Un gobierno interino de
Afganistán formado en Peshawar en febrero de 1989 por los partidos sunníes, bajo la presión de Pakistán, no
consiguió unir a los comandantes mujahiddines del interior, acostumbrados a una gran autonomía, ni a los chiitas.
Se llegó a una fase de estabilidad precaria; las grandes ciudades pasaron a estar controladas por el régimen, en
tanto que el campo lo estaba por los mujahiddines. Pero la guerra había perdido su aspecto ideológico, por
cuanto el régimen de Kabul había renunciado a su supremacía sobre el consumismo: el P.D.P.A. cambio su
AFGANISTAN
nombre en 1990 por el de Hizb-i Watan, Partido de la Patria. Por su parte, muchos mujahiddines luchaban más por
conservar el poder local que habían adquirido que por crear una improbable república islámica. Estados Unidos y
la Unión Soviética, dada su voluntad de poner fin a uno de los últimos conflictos del tiempo de la Guerra Fría, se
comprometieron en septiembre de 1992 a interrumpir sus entregas de armas a todos los bandos de la lucha en
Afganistán (acuerdo que entró en vigor en enero de 1992). Al perder el apoyo soviético, Najibullah, que además
había de enfrentarse a graves disensiones en el seno de su propio partido, vio debilitarse su posición en los
primeros meses de 1992; su propuesta de un alto el fuego unilateral no logró la aceptación de las organizaciones
de la resistencia. Mientras la O.N.U. multiplicaba sus intervenciones tratando de establecer una regulación política
del conflicto, los mujahiddines acentuaron su presión en el norte. En abril, se hicieron con el control de todo el
país, y obligaron a Najibullah a dejar el poder.5 Un Consejo islámico, resultante de un pacto entre las diferentes
facciones de la resistencia, se hizo cargo interinamente del gobierno del país, bajo la dirección de Sigbatullah
Mojaddedi. Mas´ud fue nombrado ministro de defensa. En junio, Mojaddedi cedió el poder a un consejo dirigente
de diez miembros, presidido por Burhanuddin Rabbani. Sin embargo, pronto se reprodujeron las antiguas
rivalidades entre mujahiddines y etnias, y en agosto G. Hekmaktyar lanzó una gran ofensiva contra la capital: los
enfrentamientos entre milicias fundamentalistas y fuerzas gubernamentales causaron más de 2000 muertos y
provocaron el éxodo de más de un tercio de la población. Esta segunda “batalla de Kabul” fue acompañada de
una multiplicación de los combates por el resto del país. Un consejo de 1335 delegados eligió a B. Rabbani jefe
de estado por un periodo de 18 meses (diciembre de 1992) y designó a cincuenta de sus miembros para formar
un parlamento con poderes constituyentes (enero de 1993). En marzo las distintas facciones alcanzaron un
consenso para que Gulbuddin Hekmatiar, dirigente de Hezbi Islami, ocupara el puesto de primer ministro, a la vez
que ratificaban la elección de B. Rabbani.
Desde la invasión estadounidense[editar]
Collage que demuestra la fuerza armada extranjera y las visitas de diplomáticos estadounidenses a Afganistán.
En diciembre de 2001, después de que el gobierno talibán fue derrocado y se formó el nuevo gobierno
afgano, Hamid Karzai, el presidente, la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) establecido por
el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para ayudar a la administración Karzai y proporcionar una
seguridad básica.6 Las fuerzas del Talibán también comenzaron a reagruparse dentro de Pakistán, mientras que
más tropas de la coalición entraron en Afganistán y comenzaron la reconstrucción del país devastado por la
guerra.7 8
AFGANISTAN