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5 estrategias para vencer la pereza

Llámalo como quieras: pereza, desidia, desmotivación, ociosidad… Puede que tu problema
no sea este, sino que simplemente estés tan abrumado y sobrecargado que el panorama te
paraliza. Pero al final, sea lo que sea, el resultado es siempre el mismo: inmovilismo ante las
tareas pendientes.
El resultado de esta pereza, de no hacer eso que tenemos que hacer o hacerlo con
desgana, tiene consecuencias directas sobre nuestra calidad de vida. Además, el
sentimiento de culpa afecta a nuestra autoestima.
Todos conocemos esta sensación en multitud de acepciones, aunque no siempre sabemos
identificarlas bien y las agrupamos todas en el mismo saco. En el fondo, las estrategias para
superar la situación, independientemente de lo que haya detrás, son las mismas. Vencer la
pereza es bastante más fácil de lo que puede parecer. Solo hace falta tomar la decisión
de hacerlo y poner en práctica algunas sencillas estrategias.

¿Cómo vencer la pereza?


Hay muchas formas de vencer la pereza. Algunos métodos requieren analizar cuál es el
problema real o la fijación de objetivos concretos para establecer una meta que sirva de
faro. Sin embargo, no todo en la vida es tan complicado.
Las siguientes estrategias te servirán en cualquier situación. Empieza por aquí para
conseguir resultados prácticos rápidos. La ventaja de lo que vas a ver a continuación es que
no tienes que empezar pensando demasiado, por lo que podrás mecanizar el sistema para
todos esos momentos en los que necesitas ponerte con algo rápidamente.

Las cosas simples primero


Por obvio que parezca es necesario recordar que para hacer algo hay que empezar a
hacerlo. Pensar en hacerlo no vale, sino que hay que empezar. Lee atentamente esta
adivinanza que propone Ana Moreno: “Hay tres pájaros en un árbol y dos de ellos deciden
saltar. ¿Cuántos pájaros hay ahora?”
Sigue habiendo tres pájaros. Mientras los que piensen en saltar no salten seguirán estando
en la rama. Lo mismo ocurre con la pereza. De nada sirve que pienses que tienes que
hacer algo mientras no lo hagas.
El problema es el bloqueo que acompaña a la pereza: ¿por dónde empiezo? No te
compliques la vida y empieza por lo más simple. Y si todo es igual, simplifica tu elección
haciendo lo primero que surja. No es la mejor forma de organizarse, pero sí la más eficaz
para empezar a hacer algo.

Paso a paso
Otro de los grandes problemas que nos bloquean y nos hacen entrar en modo perezoso es
que las tareas son tan grandes que nos abruman. Para salir de ahí lo mejor es dividir las
tareas en otras tareas más pequeñas para reducir la presión y mantenernos
motivados.
Esto requiere pensar un poco en lo que hay que hacer, pero no es para tanto. Divide
primero la tarea en 3, 4 o 5 partes (las que necesites, pero que no sean muchas). Si
esto todavía es abrumador, coge la primera parte y divídela de nuevo, dejando las demás
para cuando les toque. Si sigue siendo mucho, vuelve a dividir hasta que puedas empezar
por algo digerible y tengas unas referencias para avanzar.
Lo ideal para obtener buenos resultados sería dividir todo en pequeñas partes y planificar su
desarrollo. Esto en sí mismo puede ser una tarea abrumadora. Pero estamos hablando de
vencer la pereza, no de alcanzar la máxima productividad y eficacia, así que con esto nos
vale de momento.

Haz una lista de tareas pendientes


A veces nos encontramos en situaciones caóticas con un montón de trabajo
pendiente. Es muy difícil no perder la pista de todo el trabajo que hay que hacer. ¿Cómo
empezar por lo más sencillo si no sabes lo que hay que hacer? Y de ir paso a paso ni
hablamos, porque cada tarea es independiente.
Para solucionar esto, siéntate un momento y anota lo que tienes que hacer en una lista
en el formato que más te guste: anota todo en un papel o en notas independientes que
colocarás en un tablero, por ejemplo. Regálate este momento previo para definir lo que
tienes por delante.
Con esta lista delante ya puedes decidir. Elimina las tareas superfluas y deja las tareas
menos urgentes para otro día. Luego, coge la tarea más sencilla, la que menos tiempo te
lleve y da ese primer paso. Después, paso a paso, vete avanzando en la lista. No te juzgues,
no intentes abarcar intelectualmente todo el problema. Simplemente, avanza, tachando o
retirando lo que esté hecho.

Visualiza los beneficios de una tarea hecha


Si te da pereza hacer algo por el esfuerzo que supone, piensa en lo que pasará cuando
esté hecho. Visualiza el resultado y disfrútalo. Esto te llenará de energía y restaurará tu
motivación. Visualizar las tareas terminadas ayuda a vencer la resistencia interior que
te estaba impidiendo involucrarte con esas tareas.
La visualización también ayuda a plantear opciones sobre cómo solucionar los posibles
problemas para realizar una tarea o a plantear algo tan sencillo como por dónde empezar.

Elimina las distracciones


Habitualmente las distracciones son la fuente de la pereza y la única razón por la que
decidimos aplazar las tareas para otro momento, lo que hace que hace que estas parezcan
aún más aburridas.
Sea lo que sea aquello que te distrae, elimínalo. Asegúrate de que una vez que hayas
comenzado con una de las tareas no haya nada que te distraiga. De sobra sabes lo que es,
para esto no vas a tener que hacer un gran ejercicio de autoexploración.

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