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CEDULARIO DE DERECHO COMERCIAL II

1.- Clasificación del Transporte y Fuentes del Derecho de Transporte.

“El transporte es el traslado de cosas, animales o personas desde un lugar hasta otro efectuado a través de
un vehículo o móvil, denominado medio de transporte. La cosa, animal o persona constituye el objeto
transportado”.

EL TRANSPORTE COMO FENOMENO Y SU IMPORTANCIA ECONOMICA


El transporte es una actividad productiva, implica el uso de los servicios de quienes lo efectúan y por ende un
aumento del valor de las especies transportadas desde el lugar en que se producen u ofrecen hasta los lugares de
su transacción o consumo.

CLASIFICACION DEL TRANSPORTE


En general podemos decir que existen grandes medios de transporte: según el lugar o entorno donde se efectúan
se clasifican en:
A) AEREO
B) TERRESTRE
C) MARITIMO

Dentro de cada uno de estos medios existen sub clasificaciones en función del móvil en el cual se transportan, sí
se habla de transporte acuático, por carretera, ferroviario, aéreo, por cañería o ductos.

1. TRANSPORTE ACUATICO: Transporte que se efectúa en el mar, ríos, lagos, canales y en general, en las
vías o cuerpos de agua.

2. TRANSPORTE POR CARRETERA: Es la modalidad más antigua dentro del transporte terrestre, que nace
a través de animales de carga y por caballos, medio que se desarrolló más despacio que el acuático.
El transporte terrestre evolucionó lentamente hasta 1820, año en que se adaptó un motor de vapor a una
locomotora e inició el primer ferrocarril de vapor.

3. TRANSPORTE POR FERROCARRIL: La ventaja del transporte ferroviario es que permite movilizar
grandes volúmenes de carga de personas.

4. TRANSPORTE AEREO: Se efectúa por medio de aeronaves. El transporte aéreo es la forma de transporte
moderno que más rápidamente se desarrolló, alcanza un lugar destacado después de la Primera Guerra
Mundial.

5. TRANSPORTE POR DUCTOS: Se trata del transporte efectuando por cañerías o ductos, como el de agua,
gas y petróleo.

6. TRANSPORTE INTERMODAL: No se trata de otro medio de transporte sino de una combinación de los
anteriores y consiste en el porteo de cosas, animales o personas por dos o más modos de transporte
combinados, el que se efectúa en la misma unidad cerrada o contenedor. Tratándose de la carga, el contenedor
de mercancía es enviado a través de ferrocarriles, camiones, naves o aeronaves, generalmente cerrado y
sellado en su origen, de manera que su contenido no se vacíe sino hasta su destino.
Este transporte generalmente se inicia y/o termina por un medio de un camión o remolque que recoge la
mercancía en el origen y la acerca a una nave o aeronave que la entrega a otro camión o remolque que la lleva
a su destino final. Esto se produce porque ni el barco ni el avión pueden llegar a los puntos precisos de origen
y destino, tampoco puede hacerlo un vagón de ferrocarril, excepto si hubiere zonas dotadas de red ferroviaria.
La unitarización de la carga en contenedores, paletas u otros recipientes ha permitido facilitar y agilizar el
transporte de la carga a través de los diversos medios, desarrollándose así el transporte intermodal.

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El transporte puede también clasificarse atendiendo el objeto de la conducción en:
a) Transporte de cosas o mercaderías.
b) Transporte de personas o contrato de pasaje.

FUENTES DEL DERECHO DEL TRANSPORTE

EN EL DERECHO CHILENO
El párrafo 10 Artículo 2013 y siguientes del título XXVI del libro IV del Código Civil reglamentan el
arrendamiento de transporte, normas vigentes y complementarias a las demás normativas sobre esta materia.
Desde un punto de vista jurídico el transporte se ha regulado como un contrato de arrendamiento de
servicios materiales desde el Derecho Romano hasta nuestra legislación, sí además, el servicio de transporte
se presta por empresas dedicadas a este giro, constituye una actividad mercantil.
El título V del libro II del Código de Comercio trata del transporte por tierra, lagos, canales o ríos navegables.
La Ley 18.696 de 1988 establece normas sobre el Transporte Nacional de Pasajeros por calles y caminos.
El párrafo 3 del Título V del libro III del Código de Comercio regula el contrato de transporte de pasajeros, en el
párrafo 2 el transporte de equipaje y en el párrafo 3 el de mercaderías.
El capítulo V del Código Aeronáutico trata el contrato de transporte aéreo, en el párrafo 1 el transporte de
pasajeros, en el párrafo 2 el transporte de equipaje y en el párrafo 3 el de mercaderías.
Se aplican también en esta materia las normas del párrafo 2 del título V del libro III relativas a los fletamentos de
naves y las normas del capítulo II del Código Aeronáutico relativas al fletamento de aeronaves.
El transporte ferroviario se regula en la Ley General de Ferrocarriles.

TRATADOS Y CONVENCIONES INTERNACIONALES


En el ámbito internacional, el Derecho de transporte se contiene en los Tratados y Convenciones internacionales
referidos a la materia.
Chile es parte, entre otros, de los siguientes tratados y convenciones internacionales.

1. Convenio de las Naciones Unidas relativo a la unificación de ciertas reglas en materia de Transporte
Marítimo Internacional conocido como Reglas de Hamburgo de 1978
2. El Convenio de las Naciones Unidas sobre Transporte Multimodal de Mercancías de Ginebra de 1980
3. El Convenio para la unificación de ciertas reglas relativo al Transporte Aéreo Internacional de 1929,
conocido como Convención de Varsovia
4. Acuerdo sobre Transporte Internacional Terrestre de 1990, también conocido como Acuerdo de Montevideo

LA COSTUMBRE Y LOS USOS DEL TRANSPORTE


Desde el punto de vista del empresario del transporte, el transporte es un acto de comercio, regulado como tal por
el Código de Comercio.
En materia mercantil la costumbre tiene un rol de integrador del Derecho, ya que el Artículo 4 del Código de
Comercio Leyes utiliza para suplir el silencio de la Ley y también de interpretador de las palabras o frases
técnicas del comercio y de los actos o convenciones mercantiles en virtud del Artículo 6.
La costumbre tiene una gran importancia práctica en los distintos tipos de transporte, dada la especialización
existente en esta rama del Derecho, a la rápida evolución tecnológica de los sistemas de transporte y del
consecuente dinamismo exigido al Derecho que regula este fenómeno para adecuarlo a sus constantes cambios.

EL TRANSPORTE COMO ACTO DE COMERCIO


Artículo 3 del Código de Comercio: “Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de
uno de ellos: N° 6 Las empresas de transporte por tierra, ríos o canales navegables”. Al transporte lacustre se
refiere el Artículo 166.
El transporte es un actividad mercantil si lo efectúa una persona, natural o jurídica que gire en esa actividad. Es la
dedicación a la empresa la que determina la mercantilizad del acto, no la aplicación del Código de Comercio. Esto
se confirma por el Artículo 171 que hace obligatorias las disposiciones del transporte terrestre a toda clase de
porteadores, cualquiera que sea la denominación que vulgarmente se les aplique, inclusas las personas que se
obligan ocasionalmente a conducir pasajeros o mercaderías.

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El N° 15 del mismo Artículo 3 cataloga como acto de comercio las “expediciones, transportes, depósitos o
consignaciones marítimas” y el N° 16 a los fletamentos, seguros y demás contratos concernientes al comercio
marítimo, esto significa que siempre estos actos se consideran como mercantiles, aún si el transportador no gira
habitualmente en el rubro.
En materia de transporte aéreo el Artículo 6 hace aplicable el Derecho Común chileno, en lo no previsto en ese
cuerpo y en los tratados internacionales aprobados por Chile, por lo que es aplicable el Artículo 3 del Código de
Comercio para determinar la mercantilizad de este transporte.
El Artículo 94 del Código Aeronáutico define la aeronáutica comercial como la que tiene por objeto prestar
servicios de transporte aéreo y trabajos aéreos con fines de lucro, definiendo el transporte aéreo como “toda
actividad destinada a trasladar en aeronaves, a pasajeros o cosas de un lugar a otro”. Agrega que los servicios
de trabajos aéreos consisten en la explotación de cualquier otra actividad comercial realizada por medio de
aeronaves. El Artículo 96 señala que estos servicios pueden ser regulares o irregulares, nacionales o
internacionales. La habitualidad no es un elemento esencial de la aeronáutica comercial.

La mercantilidad del transporte aéreo se determina por un criterio funcional: prestar servicios de
transporte o trabajos aéreos con fines de lucro, pero sin transformarse la habitualidad ni la calidad de
quien efectúa estas actividades en elementos esenciales de este concepto.

2.- El Empresario de Transporte.

La figura del empresario del transporte aparece cuando esta actividad se realiza con ánimo de lucro, a través de
una organización de los medios humanos y materiales que permiten generar el transporte que se ofrece como un
servicio a terceros, a cambio del pago de un precio.
El Artículo 166 del Código de Comercio define al empresario de transporte como: “El que ejerce la industria de
hacer transportar personas o mercaderías por sus dependientes asalariados y en vehículos propios o que se
hallen a su servicio”.
El Artículo 2013 del Código Civil expresa que el empresario de transportes es quien “ejerce la industria de hacer
transportar personas o cargar”.
Son elementos de la empresa del transporte el medio de transporte (el vehículo), el trabajo de conducción (el
medio humano) y el precio que se cobra a los usuarios por el porteo.

El Artículo 172 del Código de Comercio clasifica al empresario en particular y público:


a) Es particular el que conduce cosas o personas en forma libre, en las condiciones convenidas, pero sin ofrecer
sus servicios en forma abierta al público.
b) Es público quien ofrece sus servicios al público, por medio de un establecimiento abierto, por periodos y en
condiciones prestablecidas.

Estos preceptos del Código de Comercio se ubican entre las normas relativas al transporte por tierra, lagos,
canales o ríos navegables, esto es, el transporte por carreteras y el acuático no marítimo, sin embargo la
generalidad del contenido de tales normas permite sostener que, prescindiendo de su ubicación, ellas recogen
conceptos y clasificaciones aplicables a todos los medios de transporte.

En el tráfico marítimo, el empresario de transporte encuentra acogida en el armador o naviero definido en el


Artículo 882 como: "la persona natural o jurídica, sea o no propietario de la nave, que la explota y expide en
su nombre". Expedir una nave es hacerla a la mar, esto es, prepararla para zarpar y navegar, incluyendo la
organización de los aspectos de administración y navegación, conocidos como gestión náutica.
El naviero no es el único empresario de transporte marítimo, puesto que la gestión armatorial puede disgregarse a
través de distintos contratos para la explotación de la nave, los que conforman una cadena en la que el armador
coexiste y coopera con otros personajes, tales como los fletadores, transportadores, operadores y administradores
de la nave, que, en la medida y modalidad que los respectivos contratos les permitan también explotan la empresa
del transporte, al pretender lucrar con la capacidad de navegar y acarrear del buque.
Al empresario de transporte por ferrocarril o explotador ferroviario se le aplica la normativa propia del
empresario terrestre por disposición del Artículo 70 de la Ley General de Ferrocarriles.

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El explotador aeronáutico se encuentra regulado en el Titulo VII Artículo 99 y 100 del Código Aeronáutico y
definido como "la persona que utiliza la aeronave por cuenta propia, con o sin fines de lucro, conservando su
dirección técnica". El utilizar la aeronave por cuenta propia significa asumir la dirección o control técnico de la
aeronave, esto es, su administración, mantenimiento, dirección, seguridad y aeronavegabilidad, así como todos los
otros aspectos relacionados con la circulación aérea.
Toda aeronave deberá tener un Comandante, que será el piloto al mando, designado por el explotador para cada
operación aérea. Artículo 64 del Código Aeronáutico.
Al igual que en la actividad marítima, la gestión aeronáutica se distingue de la explotación comercial de la
aeronave, que consiste en la facultad de celebrar contratos de transporte aéreo, fletamento aeronáutico u otros
relativos a su uso y goce. No es esencial que el explotador aeronáutico ejerza la gestión comercial, puede ejercer
sólo la dirección técnica del aparato limitándose a designar al comandante, tripulación y velar por la segundad en
la aeronavegación, aunque no la explote comercialmente, sino ceder la gestión comercial a terceros, a través de
los contratos de fletamento u otro que importe compartir su uso. Si esta cesión se efectúa por medio de un
arrendamiento de aeronave, hay una entrega de ella al arrendatario y se le transfiere la calidad de explotador
(Artículo 101). Tratándose de un fletamento no hay entrega de la aeronave, ella solo se coloca a disposición del
fletador y lo que se cede es la facultad de dar órdenes al comandante de la aeronave, pero conservando el fletante
su calidad de explotador.

El operador de transporte multimodal es una especie contemporánea de empresario del transporte, surgido a
consecuencia de la difusión que ha tenido esta modalidad de transporte, con la unitarización de las mercancías
consistente en el porteo de mercancías a través de distintos medios, sean terrestres, marítimos o aéreos, pero bajo
un solo contrato y una sola responsabilidad que es asumida por el operador de transporte multimodal. Está
definido en el N° 2 del Artículo 1041 del Código de Comercio como: “toda persona que por si, o por medio de
otra que actúe en su nombre, celebra un contrato de transporte multimodal, actúa como principal y asume
la responsabilidad del cumplimiento del contrato.

3.- Transporte Terrestre.

“Es aquel contrato en virtud del cual el porteador se obliga, a cambio del pago de un precio o porte, a conducir
de un lugar a otro, pasajeros o mercaderías ajenas por tierra, canales, lagos o ríos navegables y a entregar
éstas a las personas a quienes vayan dirigidas"

PARTES DEL CONTRATO:


Las partes en este contrato son:
1. EL PORTEADOR, que es el nombre con el cual la ley define al transportador terrestre, que es quien
hace la conducción.
2. EL CARGADOR, REMITENTE O CONSIGNANTE, que es el que encarga al porteador la
conducción, sea por cuanta propia o ajena.
3. EL CONSIGNATARIO, que es a quien van dirigidas las mercaderías y puede coincidir con el cargador,
este porque una persona puede hacer transportar mercaderías remitidas a si mismo.

CARACTERÍSTICAS:

1. BILATERAL Y ONEROSO: En este contrato las partes se obligan recíprocamente una a favor de la
otra.
El Porteador se obliga a conducir las mercaderías a destino, custodiarlas y entregarlas en el mismo estado
en que las recibió.
El Cargador debe entregar las mercaderías al porteador bien acondicionadas; suministrarle los
documentos necesarios para su transporte y, eventualmente, pagarle el porte y los gastos de conservación.
El Consignatario debe recibirlas en destino y, en su caso, pagar el porte.
El porte corresponde y se determina por el valor del servicio de conducción en el mercado, por lo que
dichas prestaciones se miran como equivalentes y nos encontramos ante un contrato oneroso conmutativo,
en el cual cada parte se grava a favor de la utilidad de la otra. La utilidad del porteador se identifica

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con la percepción del porte. En tanto que al cargador la conducción de las mercaderías le permite, en
muchas ocasiones, cumplir con su obligación de entrega en un contrato de compraventa mercantil o
internacional que previamente ha celebrado con el consignatario.

2. CONSENSUAL: Este es un contrato que se perfecciona por el solo consentimiento de las partes, cuyo
acuerdo de voluntades debe recaer en el transporte de mercaderías determinadas y en el porte a pagarse
por aquél.

3. TÍPICO Y NOMINADO: Es un contrato regulado por la ley, por el Código de Comercio y el Código
Civil.

4. DE EJECUCIÓN DIFERIDA: Sus efectos se proyectan en el tiempo, por cuanto sus prestaciones, en
especial la de conducir, se cumplen transcurrido un plazo desde la celebración del contrato. El transporte
supone un lapso de tiempo desde que la mercadería o el pasajero se embarca hasta que se entrega en el
lugar de destino.

5. PUEDE ENVOLVER UNA ESTIPULACIÓN A FAVOR DE UN TERCERO: Este contrato se


perfecciona cuando el cargador y el transportador consienten en sus elementos esenciales, esto es el
objeto a transportar y el precio o porte. La voluntad del consignatario no es esencial para que el
contrato se perfeccione y puede no haberla y ser consignatario el propio cargador, el consignatario es un
tercero a cuyo favor se estipula un derecho, pero que no concurre al nacimiento del contrato. Esto
es posible debido a que el transporte es un contrato de ejecución diferida y su nacimiento y ejecución son
fases claramente separables. Esta característica aparece consagrada en el Artículo 201 del Código de
Comercio que señala que el transporte obliga directamente al porteador a favor del consignatario
designado. Pero, como nadie puede adquirir derechos y obligaciones sin su consentimiento, es
esencial que este tercero acepte el transporte de las mercaderías para que adquiera la calidad de
consignatario, y mientras ello no ocurra, el contrato no lo obliga, no le genera derechos ni le es
oponible. Desde el punto de vista de las obligaciones que genera para el consignatario, ellas pueden
explicarse por medio de la figura de la promesa de hecho ajeno del Artículo 1450 del Código Civil:
“Siempre que uno de los contratantes se compromete a que por una tercera persona, de quien no es
legítimo representante, ha de darse, hacerse o no hacerse alguna cosa, esta tercera persona no contraerá
obligación alguna, sino en virtud de su ratificación: y si ella no ratifica, el otro contratante tendrá acción
de perjuicios contra el que hizo la promesa". Si bien es indudable que para que el consignatario adquiera
las obligaciones que este contrato le impone, es necesario que consienta en asumir el rol de tal, ya que
nadie puede contraer obligaciones sin su consentimiento.

6. ES UN CONTRATO PRINCIPAL: Se trata de un contrato que se perfecciona y subsiste por si solo, sin
necesidad de otro contrato o convención.

7. PUEDE ENVOLVER UN CONTRATO DE ADHESIÓN: La tendencia contemporánea en las distintas


ramas del transporte es que el porteador pre-redacte unilateralmente las cláusulas del contrato de
transporte por medio de formularios tipos que somete a la aceptación del cargador. Si este formulario es
impuesto al cargador y se le restringe su libertad de configuración interna para discutir tales cláusulas,
estamos frente a un contrato de adhesión, que el cargador sólo puede aceptar o rechazar como un todo,
cuyo contenido es indivisible e inmodificable, lo que es mas frecuente si el servicio de transporte lo
ofrece un empresario público de transporte.

4.- La Carta de Porte o Carta Guía

Es “el documento que las partes otorgan para acreditar la existencia y condiciones del contrato, y la entrega de
las mercaderías al porteador”. Artículo 173 del Código de Comercio. La ley 19.755 de 2001 dio mérito
ejecutivo a la carta de porte en la que conste el recibo de la mercancía para el cobro del porte.

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NATURALEZA JURÍDICA DE LA CARTA DE PORTE Y DEL CONTRATO DE TRANSPORTE.
Esto se relaciona con el perfeccionamiento y prueba del contrato y al rol que cumple este documento.
El Artículo 174 del Código de Comercio establece que convenidos los contratantes en el otorgamiento de la carta
de porte, deberán extenderla y firmarla por duplicado. El Artículo 173 dispone que acredita la existencia y
condiciones del contrato, es sostenible que las partes convienen en su otorgamiento cuando han acordado los
elementos y condiciones del contrato, esto es, cuando se ha gestado el consentimiento acerca del objeto a
transportar, el lugar de inicio y destino del trayecto, el porte y los demás términos del contrato, y este se
perfecciona aun cuando no se haya emitido la carta de porte, cuyo otorgamiento se distingue y separa del
perfeccionamiento del contrato. El Artículo 179 dispone que en defecto de la carta de porte, la entrega de la
carga del cargador al porteador puede justificarse por cualquier otro medio probatorio. De esta norma se pueden
extraer dos conclusiones, primero, que el otorgamiento de la carta de porte no es la única forma de perfeccionar
el contrato, ni segundo, de acreditarlo. A mayor abundamiento, frente a la ausencia de la carta, de porte el
Artículo 181 hace presumir que las mercaderías fueron entregadas al porteador, sanas y en buena
condición, presunción que sólo es concebible en un contrato consensual.
En la práctica en la gran mayoría de los transportes (principalmente en los nacionales) no se otorga carta de porte
y sólo se transporta al amparo de una guía de despacho. Si bien la guía de despacho es un documento de
naturaleza tributaria, ella contiene los elementos que permiten probar la existencia, de un contrato de transporte,
al igual que la carta de porte. Por las razones antes explicadas se considera que se trata de un contrato
consensual, lo que está en armonía con la tónica del derecho mercantil que busca despojar a los negocios y actos
de comercio de ritos formales que los traben, dificulten o priven de efecto.

FUNCIONES DE LA CARTA DE PORTE:


1. Prueba la existencia de un contrato de transporte terrestre.
2. Acredita las condiciones del contrato.
3. Evidencia la entrega de las mercaderías que el cargador hace al porteador.

CONTENIDO DE LA CARTA DE PORTE:


Según el Artículo 175 ella debe expresar:
1. Nombre, apellidos y domicilio del cargador, porteador y consignatario.
2. La calidad genérica de las mercaderías, su peso y las marcas y número de los bultos que las contengan.
3. Lugar de la entrega
4. El precio de la conducción y el obligado al pago.
5. Plazo en que debe hacerse la entrega de la carga.
6. Fecha y lugar de otorgamiento.
7. El nombre, apellidos y firma de las personas que concurren a su otorgamiento, presumiéndose que estas
representan al cargador y porteador.
8. Cualquier otro pacto o condición que acordaren los contratantes. Esto se refiere a los elementos
accidentales que las partes agreguen al contrato.

La ley no sanciona la omisión de alguna de las menciones señaladas en el Artículo 175 para la carta de
porte. Incluso el Artículo 177 señala que tal omisión no destruye el mérito probatorio de la carta y las
designaciones omitidas pueden suplirse por cualquier medio de prueba legal.
El Artículo 179 establece que la entrega de la carta hecha por el cargador al porteador podrá justificarse por
cualquier medio probatorio y el Artículo 181 presume que ellas han sido entregadas al porteador sanas y en buena
condición. De ambas disposiciones se colige que la omisión la carta de porte no anula la existencia del contrato ni
impide acreditar la entrega de las mercaderías ni su estado por otros medios de prueba, lo que demuestra que la
presunción anterior es simplemente legal y que la carta de porte es un simple medio de prueba.

CLASES DE CARTA DE PORTE


El Artículo 176 señala que la carta de porte puede ser nominativa, a la orden o al portador.

5.- La Carta de Porte en cuanto Titulo de Crédito.

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La carta de porte es además, un Título de Crédito o de valor que representa las mercaderías porteadas y permite a
su dueño transferir su dominio de acuerdo a las reglas de la cesión de créditos. De esta manera, la transferencia
dependerá de la forma en que la carta se encuentre extendida.
Según el Artículo 176 la carta de porte puede ser extendida en forma nominativa, a la orden o al portador. El
carácter de título de crédito se plasma en el Artículo 149 Nº 1 que dispone que la entrega de la cosa vendida se
entiende verificada por la transmisión (en realidad es transferencia) del conocimiento, carta de porte o
factura en los casos de mercaderías que vienen en tránsito por mar o por tierra.
El Artículo 202 complementa lo anterior señalando que si la carta de porte hubiere sido cedida o negociada, la
entrega de las mercancías se hará al cesionario, endosatario o al portador, en su caso.
La forma de la entrega de la mercadería depende de la clase de carta de porte.

-Si la carta es Nominativa, en ella se identifica a la persona del consignatario, quien es el único facultado para
recibir las mercaderías del transportador en destino. Esta carta de porte se transfiere mediante la cesión de
créditos, de conformidad al Artículo 1903 del Código Civil.
-Si la carta es a la Orden, ella se emite a favor de una persona determinada, pero con la inclusión de la cláusula a
la orden, este documento puede ser transferido por medio de un endoso según dispone el Artículo 164.
-Si la carta se extiende al Portador y no se incluye la cláusula a la orden ni se indica persona alguna como
consignatario, su transferencia se efectúa por la simple entrega material del documento.

Según el Artículo 176 Inciso 2° una vez que ha operado la transferencia de la carta de porte, sea por cesión,
endoso o entrega material, el cesionario, endosatario o portador se subroga en todas las obligaciones y derechos
del cargador.

VALOR PROBATORIO DE LA CARTA DE PORTE


De acuerdo al Artículo 178 no se admite contra su tenor otras excepciones que la falsedad, omisión y error
involuntario. A falta de carta de porte, la entrega al porteador puede probarse por cualquier otro medio probatorio.

6.- Derechos y obligaciones del cargador.

A. DERECHOS DEL CARGADOR:

1. DERECHO A RESCILIAR UNILATERALMENTE EL CONTRATO: El Artículo 169 concede al


cargador el derecho a rescindir el transporte a su propia voluntad, antes o después de iniciado el viaje.
El efecto de esta rescilación unilateral, que en realidad es el ejercicio de un derecho legal de
terminación unilateral que la ley le concede al cargador, es que el cargador debe pagar al transportador
la mitad del porte, si lo rescilia antes del viaje, y la totalidad si lo hace comenzado que sea éste, lo que se
denomina “falso porte", ya que en realidad es un pago que se efectúa sin existir una contraprestación
de transporte a cambio.

2. DERECHO A CAMBIAR EL DESTÍNO Y CONSIGNACIÓN DE LAS MERCADERÍAS: El


Artículo 187 permite al cargador variar el destino y consignación de las mercaderías mientras estuvieren
en camino, siempre que no las hubiere negociado con el consignatario u otro tercero.
Ejercido este derecho antes de la aceptación del consignatario, el Artículo 187 ordena al porteador
cumplir con la orden, siempre que se le devuelva el duplicado de la carta de porte, que es la forma de
asegurar al porteador que no se ha cambiado de consignatario o entregado la carta de porte a otro tercero.
Lo que la ley busca es evitar que en virtud de una intervención del cargador y del porteador se efectúen
cambios de destino o consignación, habiéndose aceptado por este el transporte o traspasado la carta de
porte a un tercero, ya que las alteraciones a las condiciones del transporte van a perjudicar al
consignatario o al tercero, por ello el Artículo 187 Inciso 2° prescribe que si el porteador cumple esta
orden sin exigir el duplicado, es responsable de los daños y perjuicios que acredite la persona
damnificada por el cambio de destino o consignación.
El Artículo 188 se refiere al evento en que la variación de destino exigiere cambio de ruta o un viaje más
largo y dispendioso, caso en el cual, cargador y porteador deberán modificar el porte y, a falta de acuerdo,
el porteador deberá entregar las mercaderías en el lugar que diga el contrato. Esto significa que si no hay

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acuerdo en la modificación del precio, el cargador no podrá unilateralmente alterar lo que ya se ha
pactado.

3. PRIVILEGIO DEL CARGADOR: El Artículo 190 concede al cargador el derecho a ser pagado por
sobre los acreedores del porteador, de sus indemnizaciones por pérdidas, retardo, faltas o averías, con el
valor de las bestias, carruajes, barcas, aparejos y demás instrumentos principales o accesorios de
transporte.

B. OBLIGACIONES DEL CARGADOR:


Las obligaciones del cargador giran en tomo a dos ideas; permitir al porteador que conduzca las mercaderías
y pagarle el transporte.

1. OBLIGACIÓN DE ENTREGAR LAS MERCADERÍAS AL PORTEADOR: De acuerdo al Artículo


180 el cargador debe entregar al porteador las mercaderías bien acondicionadas, en el tiempo y lugar
convenidos. Si el cargador entrega las mercaderías al porteador, es importante determinar el estado en
que se entregan. Si bien no se exige que la carta porte especifique el estado en que se entregaron las
mercaderías, ello es factible de hacerse, ya que en este documento pueden anotarse los demás pactos o
condiciones que acordaren las partes. Si no se especifican o ella no se emite, el Artículo 181 presume
que fueron entregadas al porteador, sanas y en buenas condiciones.
Si no se entregan las mercaderías al porteador en el lugar y tiempo convenidos el art. 182 le concede a
este un derecho alternativo, puede solicitar la resolución del contrato y el pago de la mitad del porte
estipulado o bien llevar a cabo la conducción, pagando el cargador el aumento de los costos que le origine
el retardo en la entrega.

2. OBLIGACION DE ENTREGAR DOCUMENTOS: El cargador debe suministrar al porteador los


documentos necesarios para el libre tránsito o pasaje de la carga (Artículo 180). Por ejemplo: Guía de
despacho, informes sanitarios o de salud en el caso de vegetales o animales, autorización de tráfico de
explosivos armas, facturas, listas del contenido de los paquetes, etc.
Si no hay entrega de dichos documentos el Artículo 181 coloca de cargo del cargador los comisos, multas
y en general, todos los daños y perjuicios que sufriere el porteador por estar desprovisto de los
documentos indispensables para el expedito pasaje de las mercaderías.

3. OBLIGACIÓN DE PAGAR EL PORTE: El deudor de esta obligación puede ser el cargador o el


consignatario. Conforme al Artículo 175 N° 4, la carta de porte debe señalar el precio y la
designación del obligado al pago, redacción que fue introducida por la ley 19.755.
Antes de esta ley, no era obligación que la carta de porte señalara quien era el deudor de esta obligación,
de manera que para dilucidar esta interrogante se recurría al Artículo 189 que prescribe que si el valor de
las mercaderías fuere insuficiente para cubrir el porte y los gastos de conservación y por ello no quiera
recibirlas el consignatario, el cargador deberá pagarlos, esto es, el cargador debía pagar el porte.
Pasadas las 24 horas posteriores a la entrega de las mercaderías, el porteador puede cobrar el porte y los
gastos al consignatario, Artículos 211 y 216 N° 2.

7.- Derechos y obligaciones del porteador.

El porteador es el principal protagonista del transporte, actividad que suele ser su giro comercial y sus
obligaciones se desarrollan durante la ejecución del porteo y giran en torno a la mercancía, su acarreo y
custodia.

A. DERECHOS DEL PORTEADOR:

1.- DERECHO AL PORTE Y AL PAGO DE LOS GASTOS DE CONSERVACIÓN: Este derecho


se devenga pasadas las 24 horas desde la entrega de las mercaderías y el Artículo 211 señala que, de
no obtenerse pago puede solicitar el depósito y venta al martillo de las mercaderías que considere

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suficiente para cubrir su crédito. Estas acciones se sustanciarán de acuerdo al procedimiento sumario y se
establece un título ejecutivo especial contra el consignatario: el recibo de la mercadería consignada en la
carta de porte si, puesto en conocimiento del consignatario por medio de notificación judicial, este no
alegare tacha de falsedad o ella fuere rechazada por resolución judicial.
La ley 19.755 agregó un nuevo inciso sexto a este precepto, que permite endosar la carta de porte en la
que conste el recibo de las mercaderías por el consignatario. El endoso debe contener la individualización
del endosante y endosatario, la firma de aquel y se perfecciona por la entrega de la carta de porte,
constituyendo al endosante como codeudor solidario del pago del valor que se establezca en ella.

2.- EL ARTÍCULO 212 CONCEDE AL PORTEADOR UN PRIVILEGIO: Sobre los efectos que
conduzca para ser pagado del porte y los gastos efectuados, con preferencia a los demás acreedores del
propietario. Este privilegio se transmite de un porteador a otro hasta que se verifique la entrega.
El Artículo 213 señala que el privilegio se extingue transcurridos tres días desde que las mercaderías
hubieren pasado a tercer poseedor por título legal o si no se ejerce dentro del mes posterior a su
entrega al consignatario.

B. OBLIGACIONES DEL PORTEADOR:


Son obligaciones del porteador conducir los pasajeros o las mercaderías ajenas de un lugar a otro y entregar
éstas a las personas a quienes vayan dirigidas. Debe también, custodiar las mercaderías como un depositario
asalariado.

1. OBLIGACION DE RECIBIR Y CARGAR LAS MERCADERÍAS: El porteador, según el Artículo


191 debe recibir las mercaderías en el lugar y tiempo convenidos y cargarlas según el uso de personas
inteligentes, y a emprender y concluir el viaje en el plazo y por el camino que señale el contrato. No
habiendo plazo prefijado -según el Artículo 192- para cargar las mercaderías, el porteador deberá
recibirlas y conducirlas en el primer viaje que emprenda al lugar a que fueren destinadas.
El incumplimiento de la obligación de recepción hace al porteador responsable de los daños y
perjuicios causados al cargador, Artículo 191 Inciso final.
La importancia de la recepción de las mercaderías es que inicia su periodo de custodia por el porteador.

2. OBLIGACIÓN DE EFECTUAR LA CONDUCCIÓN: Como se dijo, debe emprender y concluir el


viaje en el plazo y por el camino que señale el contrato, si no hay plazo debe hacerlo en el primer
viaje que emprenda al lugar que fueren destinadas.
Con respecto a la ruta, el porteador debe observar la que disponga el contrato, de lo contrario se hace
responsable de las pérdidas, falta o averías que ella sufra cualquiera sea su causa, y de la multa que
se hubiere estipulado, Artículo 194. Si el contrato no señala la ruta, habiendo dos o más, según el art.
193 el porteador puede elegir la que más le convenga, con tal que se dirija en línea recta al punto en
que deba entregarlas.
Si la desviación se debe a una causa de fuerza mayor que sobrevenga iniciado que fuere el viaje, el
Artículo 195 faculta al porteador a rescindir el contrato (en realidad resciliación unilateral) o continuarlo.
Si opta por la rescisión puede depositar la carga en el lugar más próximo al de su destino o
retornarla a su procedencia, cobrando el porte a prorrata de lo andado, tanto de ida como de vuelta,
pero no puede pasar del porte íntegro
La otra posibilidad es esperar a que cese el obstáculo y retomar la ruta elegida u otra alternativa, pero si
esta es más larga y dispendiosa que la designada, el porteador tendrá derecho a un aumento del porte. Por
el contrario, si allanado el obstáculo retomare la ruta convenida, no podrá exigir indemnización alguna
por el retardo sufrido.
La violación de cualquiera de estas obligaciones hace responsable de los daños y perjuicios causados al
cargador.
La facultad de subcontratar es un elemento natural de este contrato. El Artículo 168 permite al
transportador encargar la conducción de cosas o personas a terceros. El transportador que subcontrata
adquiere la calidad de cargador respecto del transportador subcontratado y mantiene la de porteador
respecto del cargador propiamente tal.

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3. OBLIGACIÓN DE OBSERVAR LAS LEYES, REGLAMENTOS Y ORDENANZAS
RELATIVOS AL TRANSPORTE: El Artículo 196 hace responsable al porteador de todas las
infracciones a las leyes, ordenanzas y reglamentos que cometiere, tanto en el curso del viaje como en su
entrada al lugar de destino de las mercaderías.
El Artículo 197 dispone que si la infracción hubiere sido formalmente ordenada por el cargador o
consignatario, el porteador tendrá recurso contra éstos por la responsabilidad civil a la que hubiere sido
condenado.

4. OBLIGACIÓN DE CONSERVAR Y CUSTODIAR LAS MERCADERÍAS: De acuerdo al Artículo


201 el transporte obliga directamente al porteador a favor del consignatario designado, debiendo aquel
entregarle a éste las mercaderías tan luego como hubiere llegado con ellas a su destino so pena de
daños y perjuicios.
Señala el Artículo 202 que si la carta de porte hubiere sido cedida o negociada, la entrega de las
mercaderías se hará al cesionario, endosatario o al portador, en su caso. Por su parte el Artículo 204
establece que si las mercaderías vienen encajonadas, enfardadas o embaladas, el porteador cumple con
entregar los cajones, fardos o balas sin lesión alguna exterior.
El transportador no está obligado a entregarlas al peso, cuenta o medida, a menos que en la carta de porte
se haya estipulado que las recibió así o si el cargador ha colocado un sobrecargo o guarda de vista que
vigile su conservación, ello de acuerdo al Artículo 205.
El Artículo 208 se refiere al caso de discrepancias entre el porteador y el consignatario acerca del estado
de las mercaderías, señalando que deben nombrar judicial o extrajudicialmente un perito para que las
reconozcan y certifiquen el resultado de su operación. Si a pesar de ello no se resuelve la diferencia, las
mercaderías serán depositadas en el lugar que señale el Juzgado de Comercio y los interesados usaran de
su derecho corno mejor les convenga.

8.- Responsabilidad del porteador.

El Artículo 207 dispone que el porteador es responsable; hasta la culpa leve en el cumplimiento de sus
obligaciones.

FUENTES DE LA RESPONSABILIDAD
Estamos en presencia de una responsabilidad civil contractual, que nace cuando el deudor no ha cumplido
íntegra y oportunamente sus obligaciones, lo que sucede en los casos de incumplimiento total, parcial o
cumplimiento tardío.
Tratándose de las obligaciones del porteador, su responsabilidad se configura en los casos de pérdida de las
mercaderías o falta de entrega (incumplimiento total); averías, faltantes, daños o mermas en las mercaderías
(incumplimiento parcial) o retardo o mora en su entrega (cumplimiento tardío).
El Artículo 207 Inciso 2° presume que la pérdida, avería o retardo ocurre por culpa del porteador. Se trata
de una presunción general de culpa o imputabilidad en el incumplimiento, que coloca de cargo del
transportador la carga de refutarla, sea acreditando que ejerció la debida diligencia, o cuidado o probando
una causal de exoneración.
El Artículo 2015 del Código Civil establece que el acarreador es responsable del daño que sobrevenga a la
persona por la mala calidad del carruaje, barco o navío en que se verifica el transporte.

9.- Eximentes de responsabilidad del porteador.

Se trata de hipótesis en las cuales no nace responsabilidad para el porteador porque el incumplimiento de sus
obligaciones le es inimputable.

1. CASO FORTUITO O FUERZA MAYOR: Se aplica el concepto general del Artículo 45 del Código
Civil que lo define como el imprevisto al que no es posible resistir, mientras que su carácter de
eximente de responsabilidad lo consagra el Artículo 184 que, luego de establecer que las mercaderías se
transportan a riesgo y ventura del cargador, el consignatario o su propietario, por lo que serán de su
cuenta las: pérdidas y averías que ellas sufran durante su conducción, debido a caso fortuito o vicio

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propio, salvo en ciertos casos en que el caso fortuito o la fuerza mayor serán de cargo del porteador. Debe
recordarse que los elementos según la doctrina, del caso fortuito y la fuerza a mayor son, que sea
involuntario, impredecible e insuperable.

2. EL VICIO PROPIO DE LA MERCANCÍA: Está contemplado en el mismo Artículo 184, de manera


que las excepciones ya analizadas son también aplicables al vicio de la mercadería, y aplicando el
requisito de la diligencia, se puede concluir que se le exige al porteador verificar el estado y
condiciones de las mercaderías antes de transportarlas.
El vicio propio aparece definido en el Artículo 552 Inciso final: "entendiéndose por vicio propio el
germen de destrucción o deterioro que llevan en sí las cosas por su propia naturaleza o destino, aunque
se las repute de la más perfecta calidad en su especie”.
Al decir “se las repute de la más perfecta calidad”, puede haber envuelta una situación de error
común, de apariencia de buena calidad o mirado desde otro punto de vista, de vicio oculto o
escondido.
El error común constituye derecho, limpia de culpa a quien lo padece, ya que dota de una
apariencia de legalidad o normalidad algo que en el fondo puede no serlo, amparando la buena fe.
Vicio propio no es lo mismo que vicio oculto o escondido, el propio es un principio de destrucción que
puede tener cada cosa y el escondido es aquel que no es visible aparentemente, uno dice relación con el
origen y el otro con la evidencia. No son conceptos equivalentes.

3. LA CULPA O DOLO DEL CARGADOR O DE SUS DEPENDIENTES: No está específicamente en


el Código de Comercio, sí en el Artículo 2018 del Código Civil que señala que el que ha contratado con
el transportador para el acarreo de personas o de carga es obligado a resarcir los daños ocasionados por
el hecho o culpa del pasajero, de su familia o sirvientes o por el hecho de la carga.

4. DISCREPANCIAS ENTRE LAS MERCANCÍAS TRANSPORTADAS Y LA CARTA DE


PORTE: El Artículo 185 contiene otra excepción de responsabilidad del porteador al señalar que aun
cuando el cargador no sea propietario de las mercaderías, sufrirá las perdidas y averías de ellas siempre
que en la redacción de la carta de porte les hubiere atribuido una distinta calidad genérica de la
que realmente tuvieren. En ningún caso puede hacer el cargador responsable al transportador de las
pérdidas o averías que sufrieron los efectos que no se han expresado en la carta de porte, ni pretender que
los efectos expresados en la carta tenían una calidad superior a la enunciada en ella.

5. CLAUSULAS EXIMENTES O LIMITATIVAS DE RESPONSABILIDAD: Son convenciones


pactadas entre el cargador y el transportador para exonerar, atenuar o limitar la responsabilidad de este
frente a los casos de pérdida, daño o retardo en la entrega de las mercaderías.

Se estima que tienen cabida por:


 En el Derecho Privado puede hacerse todo lo que la ley no prohíba.
 El Artículo 12 del Código Civil permite renunciar derechos.
 Los Artículos 1547 y 1558 del Código Civil permiten a las partes alterar el régimen de
responsabilidad, lo que quiere decir que se trata de una normativa disponible por las partes y
supletoria a sus pactos.
 Lo mismo se reitera en el Artículo 2015 del Código Civil.

Pero, por otra parte, estos pactos o convenciones sufren ciertos límites
 No se pueden alterar los elementos esenciales del contrato, ya que este podría dejar de ser tal o
degenerar en otro contrato. Artículo 1444 del Código Civil.
 El pacto no puede envolver una exoneración de culpa grave o de dolo futuro.
 No operan en el caso de los empresarios públicos, ya que el Artículo 229 señala que los billetes
impresos que los empresarios entregan con cláusulas limitativas de su responsabilidad a una
determinada cantidad no los eximen de su obligación de indemnizar a los pasajeros y cargadores con
arreglo a los artículos precedentes, las perdidas que justifiquen haber sufrido, esto quiere decir, que
se indemniza el daño que se irrogue.

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 Según el Artículo 2015 del Código Civil, estas cláusulas no son aplicables respecto del daño que se
irrogue a las personas por la mala calidad del carruaje, barco o navío en que se verifica el transporte,
ya que el legislador permitió estipular en contralto sólo en los casos en que se refería al transporte de
cosas.

10.- Situaciones en que el caso fortuito o fuerza mayor no eximen de responsabilidad.

 Artículo 184 N° 1. Si un hecho o culpa del porteador hubiere contribuido al advenimiento del caso
fortuito.
El Artículo 2016 del Código Civil reitera lo anterior al no liberar de responsabilidad al porteador, si pudo
evitar el caso fortuito o fuerza mayor con mediana prudencia.
 Artículo 184 N° 1. Si el porteador no hubiere empleado toda la diligencia y pericia necesarias para
cortar o atenuar los efectos del accidente que hubiere causado la perdida o avería.
El caso fortuito o fuerza mayor debe ser insuperable, esto es, que una vez producido, no pueda ser
evitado mediante la intervención humana o que ésta no haya disminuido sus efectos.
Se exige al porteador que quiera alegar caso fortuito que actúe con diligencia y pericia, esto es cuidado,
pero además se le exige proceder con profesionalismo o con un cuidado especial, atendiendo su calidad
de empresario y comerciante del rubro.
 Artículo 182 N° 3. Si en la carga, conducción o conservación de las mercaderías no hubiere puesto
la diligencia y cuidado que acostumbran los porteadores inteligentes y precavidos.
Aquí nuevamente el legislador le exige al porteador un nivel de cuidado y diligencia que es mayor al de
cualquier persona normal, colocándolo como patrón de conducta la de un porteador inteligente y
precavido, lo que constituye un parámetro abstracto que el juez debe aplicar en cada caso, comparando el
obrar del transportador, por ejemplo: con la actuación de los demás porteadores, la realidad en que se
generaron los hechos, los medios a su alcance, su preparación, capacidad de prevención y reacción,
cumplimiento de sus obligaciones, etc.

11.- Prueba, periodo y extinción de la responsabilidad del Porteador.

PRUEBA DE LA RESPONSABILIDAD
El Artículo 207 presume que la pérdida, avería o retardo ocurren por culpa del porteador es decir, el
incumplimiento del porteador se presume culpable.
Así, el reclamante (cargador o consignatario) debe probar que existe una obligación, que existió una perdida,
avería o retardo y que este ha generado un daño, por su parte, el porteador puede defenderse desvirtuando la
presunción de culpabilidad, negando los demás elementos de la responsabilidad o probando la concurrencia de
una eximente.

PERIODO DE RESPONSABILIDAD
Artículo 200. La responsabilidad principia desde que las mercaderías quedan a disposición del porteador o
sus dependientes y concluye con la entrega hecha a satisfacción del consignatario.

REGULACIÓN DE LA INDEMNIZACIÓN
Artículo 209. En el caso de pérdida de las mercaderías (incumplimiento total), el porteador debe pagar el precio
que tengan a juicio de peritos en el día y lugar en que se debió verificar la entrega. La estimación debe hacerse
con sujeción estricta a las indicaciones de la carta de porte.
Según el Artículo 210 la misma regla se aplica a la avería de las mercaderías que las inutilice para su venta o
consumo, caso en el cual el consignatario puede abandonarlas por cuenta del porteador y exigir su valor, pero si la
avería sólo disminuye el valor de la mercancía el consignatario debe recibirlas y cobrarle al porteador el importe
del menoscabo.
Según el Artículo 206 Inciso 2° en el caso de retardo deben indemnizarse los perjuicios que el interesado en el
arribo de las mercaderías hubiere sufrido por efecto directo e inmediato del retardo.
Si se ha pactado multa, por el retardo, se faculta al consignatario para hacerla electiva por el mero hecho de la
demora y sin necesidad de acreditar perjuicio, deduciendo su importe del precio convenido.

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EXTINCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD DEL PORTEADOR

Artículo 214. La responsabilidad del porteador por pérdidas, desfalcos y averías se extingue:
1. Por la recepción de las mercaderías y el pago del porte y gastos, salvo que cualquiera de los actos
fuere ejecutado bajo la competente reserva.
El canje del original de las cartas de porte prueba la recepción de las mercaderías y el pago del
porte y gastos. Esto significa que si el consignatario entrega al transportador la carta de porte para recibir
la mercancía, se entiende y acredita que la ha recibido a su satisfacción y por consiguiente ha
pagado.

2. Si el consignatario recibiere los bultos que presenten señales exteriores de faltas o averías, y no
protestare en el acto de usar su derecho.
En este caso estamos frente a un incumplimiento parcial, pero junto a una suerte de renuncia implícita
que la ley infiere del hecho que el consignatario no hace reserva de sus derechos.

3. Si el consignatario no hace reclamo dentro de las 24 horas posteriores a la recepción de las


mercaderías y ha notado sustracción o daño al abrir los bultos.
También es un caso de incumplimiento parcial y una situación de inactividad del perjudicado que la
ley conjuga para extinguir la responsabilidad del porteador.

4. Por la prescripción de seis meses en las expediciones realizadas dentro de la República y de un año
en las dirigidas a territorio extranjero.
Esta prescripción corre desde que debió ser cumplida la conducción y en el de avería desde la fecha de
entrega de las mercaderías.

12.- Concepto y características de las naves

“Toda embarcación apta para surcar las aguas, tanto marítimas como continentales y apta para recibir y
transportar personas o cosas”.
“Toda construcción apta para recibir y transportar sobre las aguas personas o cosas”.
Lo que caracteriza a una nave es el objeto de su estructura y su destino. De esto se desprende que se denomina
nave a aquella construcción o máquina que está científicamente desarrollada para flotar y navegar.
El art. 826 la define como “…toda construcción principal destinada a navegar, cualquiera que sea su clase y
dimensión”.

2. CARACTERÍSTICAS DE UNA NAVE:


a) Es una construcción principal o independiente, lo cual excluye del concepto jurídico de nave a los botes
salvavidas que dependen de una nave.
b) Esta construcción debe ser apta para navegar, con lo cual no son naves los diques, faros, grúas, dragas,
pontones, etc. Que en las legislaciones modernas se acostumbra englobar dentro del concepto de
“Artefacto Naval”.

Las naves tienen un nacimiento (momento en que es lanzada al mar o se les desprende de los astilleros donde se
ha desarrollado su construcción). Este nacimiento se inscribe en un Registro que generalmente se denomina
Registro de Matrícula. También perecen, cuando se hunden, destruyen o desguazan y en el mismo Registro se
les da de baja.
Las naves tienen un nombre que se les asigna por el dueño y se les distingue por él. También tienen
dimensiones que se emplean para singularizarlas. Dentro del patrimonio de sus dueños, se le atribuye una
especie de individualidad jurídica separada del resto de los bienes de ese mismo propietario. Esta singularización
en el patrimonio, no sólo comprende a la nave materialmente, sino además a todas las cosas que le pertenecen, e
incluso a ciertos créditos o títulos que tiene la nave para exigir determinadas prestaciones a su favor.
La nave no sólo está formada por su armazón y los elementos adheridos a ella, sino que también la integran
ciertos elementos accesorios que sirven para que esta opere normalmente. El art. 827 señala que el concepto de

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nave comprende tanto el casco como la maquinaria y las pertenencias fijas o movibles que la
complementan, pero no incluye el armamento, las vituallas ni los fletes devengados.
Pertenencias fijas o movibles son todos aquellos elementos que lleva como accesorios la nave y que
contribuyen a su operación. Ej. Son pertenencias movibles de la nave las anclas, las cadenas, los cables que se
utilizan para amarrar en los puertos y sus botes salvavidas, pero no incluye aquellas cosas que son consumibles.
Así, no forma parte de la nave el armamento, las vituallas ni los fletes.
La expresión armamento no se refiere a pertrechos de guerra, sino a aquellos elementos materiales que se
consumen mientras la nave opera. Ej. Aceites, repuestos y combustibles.
El término vituallas alude a las provisiones de alimentación que se llevan en una nave.
Los fletes devengados no se consideran, en principio, incorporados al concepto de nave, pero esta excepción es
una presentación evolucionada, porque en la idea clásica si se incluía dentro de la universalidad de la nave los
fletes que ella iba ganando.

13.- Para que interesa saber que es una nave y lo que incluye.

Ello tiene importancia para las siguientes operaciones:

a) Para la venta de la nave. Es importante saber lo que naturalmente incluye la nave cuando es objeto de una
compraventa.
b) Para la hipoteca de la nave. Se necesita saber que cosas quedan incluidas dentro de este gravamen real.
c) Para los efectos de ejercitar privilegios reales sobre la nave se requiere saber hasta donde se extienden.
d) Para los efectos del seguro sobre una nave interesa precisar qué cosas pueden asegurar con ella o que cosas
de la nave son cubiertos por el seguro por naturaleza.
e) Para los efectos de limitar responsabilidad por abandono, que es una facultad que se otorga al naviero o
armador frente a ciertos acreedores. En todo caso, esta institución ha evolucionado hacia la constitución de un
fondo de responsabilidad que reemplaza a la nave y se determina por valoración especial de ella para los
efectos de construir el fondo. Generalmente se basa en el tonelaje de la nave.

LA NAVE, BIEN MUEBLE CON ATRIBUTOS ESPECIALES:


Se discutió mucho tiempo si la nave debía agruparse entre los inmuebles o si debía reconocerse que por su
naturaleza ella era un bien mueble y consecuentemente seguir en su régimen de dominio, tenencia y enajenación,
todas las reglas generales que el derecho privado asigna para las cosas muebles.
Nuestro Código en el año 1865 se había definido por la opinión de asignar a la nave el carácter de bien mueble,
pero sometido a un régimen especial que se verá más adelante.
Este criterio no ha variado y el Art. 823 expresa que la nave es un bien mueble, sujeto a las normas que se
establecen en este libro y demás leyes especiales. Es decir, no obstante ser un bien mueble, hay normas
especiales para algunas relaciones jurídicas relativas a una nave y que pueden ser diferentes a las que en
forma general se dan para cualquier clase de muebles por el Derecho Civil.
De esta forma, donde no exista una norma expresa, las relaciones jurídicas respecto de una nave habrá que
determinarlas de la misma forma que si se tratase de una cosa mueble cualquiera. Desde ya, se puede advertir que
los dos temas más importantes en los cuales la nave se sustrae del régimen común para los bienes muebles son los
relativos a las formas de transferir su dominio o de constituir el derecho real de hipoteca sobre ella y el
sistema de registro o publicidad a que se les somete.

14.- Naturaleza jurídica de la nave y clasificación.

Nuestra legislación art. 825 asigna a las naves la naturaleza jurídica de bienes muebles, no obstante aclara que
están sujetas a las normas que se establecen en este libro y demás leyes especiales, y en defecto de estas normas
especiales, la disposición agrega que se aplicarán las disposiciones del derecho común sobre los bienes muebles.

a) Excepciones al régimen de los bienes muebles:


Tradicionalmente en el lenguaje jurídico se expresa que el gravamen real que se constituye sobre una
nave para garantizar una obligación convencional se denomina “Hipoteca” de la nave. Pudo haberse
llamado perfectamente prenda sobre la nave, pero el respeto a la norma clásica que era de la esencia de la

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prenda, consistente en que la cosa gravada pasara a la tenencia o poder del acreedor, lo que no ocurre en la
garantía real sobre una nave, llevó a los clásicos a conformar esta antítesis denominando “hipoteca” al
gravamen convencional y real sobre la nave.
Desde que el concepto de prenda sin desplazamiento se generalizó, es decir, desde que puede existir el
gravamen real sobre la cosa dada en prenda sin necesidad que ésta pase en depósito a la custodia material del
acreedor, en estricto lenguaje jurídico, una prenda equivale a una hipoteca. Pero tradicionalmente, el
concepto de hipoteca se asigna a los bienes que no se pueden desplazar de un lugar a otro y que no salen de
la tenencia de su dueño o poseedor cuando se constituye sobre ellos el gravamen real que garantiza una
obligación.
Para no romper con la idea que una prenda significaba la tenencia material del objeto de la garantía en manos
del acreedor, se elaboró la ficción de legitimar un gravamen real sobre una nave, bajo el esquema de una
hipoteca sin desplazamiento del deudor al acreedor. Esta costumbre ha significado que actualmente se
mantenga el nombre de hipoteca de naves a la prenda constituida sobre una nave.
Además, todos los instrumentos o convenios internacionales relacionados con hipotecas y privilegios
marítimos mantienen la denominación de hipoteca al gravamen real sobre las naves, y a fin de evitar
confusiones se sigue llamando a esta especie de garantía real “hipoteca de nave”.
Lo anterior explica el hecho que en nuestra legislación, como en todas las demás se establecen reglas
especiales para la hipoteca de una nave, diferentes a las que el Derecho Común da para la prenda ordinaria
sobre cosas muebles.
Otra de las materias sobre respecto de las cuales no se aplican las normas del Derecho Común, es la referida
a la nave como sujeto pasivo de privilegios reales que la ley asigna a determinados créditos, ya
provengan de obligaciones personales del dueño o del armador de la nave, o bien, se hayan originado por
acontecimientos o averías marítimas que generan esos privilegios. Hay en el Libro III y también en todas las
legislaciones comparadas, reglas especiales que no son precisamente similares a los privilegios que el
Derecho Común pueda establecer sobre los objetos muebles que pertenezcan al patrimonio del deudor.
Otra de las materias específicas en la cual la legislación marítima se aparta de las regla del Derecho Común
dice relación con la venta judicial de una nave, ya se trate de venta voluntaria o forzada. El Art. 835
indica el procedimiento precisando algunas exigencias de publicidad, y en lo demás, señala que la venta
judicial se rige por las normas que el Código de Procedimiento Civil establece para la venta judicial de
los inmuebles.
Con esta precisión del art. 835 terminan las dudas y discusiones generadas en nuestro país en torno a algunos
aspectos de la venta judicial. Como por ej., si la subasta debía hacerse ante un Martillero Público o por el
Juez de Letras que conocía del pleito. La misma aclaración lleva a concluir que no será el Martillero quien
emita una factura para producir la tradición del bien subastado y ser el título para su registro en las
reparticiones correspondientes. Será la escritura de adjudicación que otorgue el Juez, conforme a las reglas
procesales del caso, el instrumento legal encargado de producir todos aquellos efectos.
Hay otros aspectos de carácter reglamentario en la Ley de Navegación que imponen a las naves
exigencias que no existen en la ley común para los demás bienes muebles. Se trata de obligaciones que
afectan al dueño para cumplir con ordenamientos de seguridad y policía marítima, que no requieren de
mayores explicaciones en este somero bosquejo diferenciador de los demás bienes muebles.

b) Universalidad de hecho.
Dentro del examen de la naturaleza jurídica de las naves, es preciso señalar que pueden producirse
obligaciones para el dueño o quien ejerce la explotación de la nave, que se radican sobre esta. A su vez, la
explotación de una nave genera créditos o títulos a favor de terceros. El caso más gráfico es el flete que se
gana por quien explota la nave y el privilegio que se genera respecto de las mercaderías que se transportan;
también podemos mencionar el derecho a cobrar premios o remuneraciones de servicios que se presten a
terceros en el mar desde una nave, y como estos premios enriquecen a la materialidad de la nave en beneficio
de ciertos acreedores.
De las normas que establecen lo que comprende la venta de una nave, y los accesorios que incluyen en la
garantía real de un privilegio marítimo sobre la nave, concluimos que ésta es jurídicamente más que su
sola materialidad.
Así, por ej., el Art. 847 expresa que los créditos enumerados en los Arts. 844 y 846, gozarán de privilegios
sobre los fletes y pasajes correspondientes al viaje en que tengan su origen. Luego, el Art. 848 dispone que
los privilegios indicados en el Art. 844 se ejercerán también “sobre las indemnizaciones debidas por daños

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materiales sufridos por la nave y sobre las debidas por pérdidas y fletes; sobre contribuciones por daños
materiales sufridos por la nave admitidos en avería común y sobre las remuneraciones debidas por auxilios
en el mar”.
A su vez, el art. 840 dice que “en caso de deterioro, disminución o perdida del bien sobre el cual recae el
privilegio, este se ejercitará sobre lo que reste, se salve o recupere de aquel, o sobre la indemnización que
pague el responsable”.

En los seguros marítimos, lo mismo que en los seguros terrestres, se establece que la indemnización que
pague el asegurador sustituye a la cosa asegurada para que los acreedores hagan efectivos sus
privilegios sobre la indemnización que paga el asegurador (art. 849). Es decir, hay una subrogación real
de la indemnización por la cosa asegurada que está afecta a créditos y privilegios.
Entre las normas del contrato de transporte de mercancías por mar, al igual que en las normas de carácter
procesal, encontramos disposiciones que asignan competencia al tribunal del lugar donde se encuentra la
nave. Así, la notificación hecha al capitán de la nave en ese lugar, implica un emplazamiento en forma al
dueño, armador u operador en contra de quien se ejerce la acción que nace por la nave.
De las disposiciones aparece que la evolución del Derecho Marítimo ha contribuido a que la nave sea una
buena fuente de crédito y agilice la continuación de su aventura marítima, formando el concepto de “fortuna
de mar” o “universalidad autónoma de la nave”.

El sistema clásico del “abandono” de la nave como facultad para limitar la responsabilidad civil del dueño o
naviero frente a terceros, dejaba impreso el concepto de “universalidad autónoma” en el patrimonio naviero
deudor, formado por la nave y su explotación. Esta noción se ha expresado clásicamente bajo la
denominación de “fortuna de mar”. En el mundo marítimo internacional, este concepto se tiene muy claro y a
su sombra nació la figura de la “One ship, one company”. Es decir, un empresario de naves que explota
varias a la vez, para evitar interferencias de embargos sustitutivos o comprometer mayor parte de su
patrimonio, forma sociedades independientes por cada nave que explota.
Resumiendo estas ideas en torno a la relación de una nave y el patrimonio de su dueño o de quien la explota
comercialmente, diremos que si bien se le tipifica y aísla dentro de aquel patrimonio para todos los efectos
legales y de orden práctico ya mencionados, esto no permite, de acuerdo a nuestra legislación, afirmar que
una nave constituya un ente jurídico sujeto de derechos y obligaciones, con personalidad autónoma. Es usual,
en el lenguaje marítimo, decir que “la nave” es acreedora, que sobre “la nave” se interpone una acción, etc.,
pero esto no lleva, al menos entre nosotros, a crearle a “la nave” una personalidad jurídica independiente.
Posiblemente en los países donde el derecho de persecución se identifica plenamente con las “acciones in
rem”, podría hacerse más real esta idea de personificar a las naves, pero entre nosotros no es así, tal
personificación simplifica, en el momento de ajustar responsabilidades a quien demandar o contra quien
dirigirse.
En la práctica moderna las naves se fletan, subfletan, se entregan en administración de forma que se produce
todo un laberinto por donde el reclamante o perjudicado tiene que recorrer para descubrir al adecuado sujeto
por demandar, a riesgo de tropezar en una nulidad si no acertó con el legitimo contradictor.
Cuando los sistemas jurídicos o la jurisprudencia han reconocido la legitimidad de demandar a la nave “in
rem”, no se han preocupado tanto de la necesidad de emplazar a personas, sino de dar por supuesto que
alguien debe estar detrás de esa nave y que debe responder por ella. La ficción es aquí a la inversa: Una cosa,
una nave, tienen siempre alguna persona tras si, y ésta es la emplazada en la “acción in rem”, aunque se
oculte o esté en otro lugar del planeta.

CLASIFICACIÓN DE LAS NAVES:


Hay varias clasificaciones que conviene mencionar, porque de ellas se deriva la aplicación de normas específicas
o la excepción a ciertas generalidades.
La primera gran clasificación distingue entre naves de guerra y naves mercantes. Las mercantes, a su vez,
pueden subclasificarse en naves de comercio marítimo y naves de navegación interior sin etapas marítimas.
Otra clasificación que aparece de la reglamentación administrativa es la de naves mercantes y naves especiales.
Hay toda una gama de normas que se aplica a las naves mercantes que, en algunos aspectos se excluye para las
naves especiales.

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Por naves especiales se entiende aquellas que no están construidas para usarse como medios de transporte
de mercancías u objetos dentro de ellas. Así, por ej., son naves especiales las dedicadas a la pesca, a la
investigación científica, las embarcaciones deportivas, etc.
Otra clasificación distingue entre naves a vela, a remo, a vapor o con auto propulsión. Esta clasificación tiene
importancia para ciertos requisitos de la operatoria de la nave. También conviene diferenciar entre naves de
cabotaje y naves de navegación transatlántica o internacional.
En relación al tamaño de la nave, nuestra legislación hace una clasificación entre naves mayores y menores,
refiriéndola a si sobrepasa o no una determinada medida de volumen.

Para la medición de una nave, tarea que toma el nombre técnico de arqueo de la nave, así como para su
individualización, se consideran las medidas principales y que son:

- Eslora, que es su longitud de proa a popa, distinguiéndose entre la eslora total y eslora entre perpendiculares.
- Manga, que es el ancho medido hasta la cara exterior del planchaje en la cubierta.
- Puntal, que es la altura medida en el centro de la eslora desde la quilla hasta las diversas cubiertas. Por cierto,
hay variantes en la forma de medirlos y ello determina algunas denominaciones diferentes.

15.- Modos de adquirir las naves.

Se debe distinguir entre las formas como se adquiere el dominio de una nave, usando la estructura del Derecho
Privado, y que se denominan formas de adquirir las naves del Derecho Común y algunas formas de adquirir
las naves típicas del Derecho Marítimo. Finalmente se reconoce una manera específica de adquirir una nave, que
es propia del Derecho Internacional Público, cual es el apresamiento.

A. Modos de adquirir las naves del Derecho Común


Entre estos modos encontramos la donación y la sucesión por causa de muerte. Para adquirir una nave a través
de estos títulos no se requiere de ninguna de las reglas especiales que disponen el Libro III o la Ley de
Navegación. El tema se rige por las respectivas normas contractuales o de las herencias del Derecho Civil.

B. Modalidades de adquirir las naves del Derecho Marítimo.


Pueden señalarse los siguientes: a) la prescripción; b) el abandono cuando se hace en especie; c) el comiso; d)
la dejación; y e) la compraventa.

a) La prescripción: Respecto de la adquisición de una nave por prescripción, se aplican los mismos principios
del CC en cuanto a los presupuestos para que opere la prescripción adquisitiva. El tiempo de posesión se regirá
por las reglas del CC para la prescripción de los inmuebles según lo dispone textualmente el art. 836.
Debiendo agregar que respecto a las naves se da la presunción de posesión regular a favor de quien tenga la
nave inscrita en el Registro de Matricula a su nombre art. 830 inc., final.

b) El abandono: En cuanto al modo de adquirir denominado tradicionalmente “abandono” (que no debe


confundirse con “la dejación”), en esta nueva legislación se produce un cambio. Desaparece el abandono en
especie. Antiguamente en algunos países cuando el dueño o armador hacía el abandono de la nave a sus
acreedores, para que estos se pagaran con ella de sus créditos, les asistía a esos acreedores la posibilidad de
acordar la continuación de la explotación de la nave, produciéndose en ese evento una especie de
tradición precaria de la nave a favor de ellos. Esto producía una situación jurídica compleja, que no
afectaba en absoluto al primitivo naviero armador que había hecho el abandono de la nave y como no puede
haber bienes sin dueño, había que suponer que había ocurrido una transferencia que pudiéramos llamar
precaria. Pero, a través del sistema evolucionado de la limitación de responsabilidad por la constitución de un
fondo en dinero, aquella eventualidad de transferencia en dominio ha desaparecido concretamente.

c) El comiso: El comiso de una nave es una figura que opera a favor del fisco o del Estado respectivo, toda
vez que una nave es el instrumento que se emplea para cometer delitos. Dentro del sistema penal
respectivo, se contempla como una sanción más al hechor, privarle del dominio de los instrumentos del delito,
que pasan a propiedad del Estado o del Fisco. En Chile esta situación puede darse con relación al contrabando,

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o bien en alguna otra variedad de delitos en que se haya podido emplear una nave, ej., tráfico de
estupefacientes u otras actividades penadas por la ley.
También se da el comiso en el plano de los conflictos bélicos, cuando una nave enemiga es apresada. Pero la
legitimidad del apresamiento debe ser declarada por la Corte de Justicia Internacional, y conforme a reglas del
Derecho Internacional Público.

d) La dejación: Se acostumbra mencionar entre los modos de adquirir una nave, a la “dejación”. La “Acción
de Dejación” es un derecho que otorga la ley al asegurado en el seguro marítimo para exigir del
asegurador el pago total de la suma asegurada en los casos previstos en la póliza o en la ley.
El art. 1198 señala en su inc., 1° “La dejación aceptada o la declarada válida por sentencia firme, transfiere
al asegurador todos los derechos y obligaciones del asegurado respecto de la cosa asegurada, por el solo
ministerio de la ley”. Esta norma es igual a la que establece el Art. 553 del mismo código respecto de los
seguros sobre cosas.
Para lo que aquí nos interesa, debe destacarse que es el Ministerio de la Ley el que produce la transferencia
del dominio de la cosa asegurada del asegurado al asegurador.
La dejación es un concepto definido en nuestra legislación sobre los seguros marítimos. Se considera una
institución que pertenece al asegurado como connatural a toda póliza marítima, ya sea de casco o
mercancías. El asegurador podrá calificar los hechos que autorizan al asegurado para hacer uso de ella, pero
no puede suprimirla como facultad básica que facilita el resarcimiento de un siniestro en beneficio del
asegurado.
Conforme al inc., 1° del art. 1198 en esta especie de subrogación real, se deja al asegurador íntegramente en
el lugar que el asegurado, como dueño de la cosa asegurada, tenía frente a toda clase de terceros. Esto
significa que si el siniestro ocurrió por culpa de un 3°, el asegurador tendrá las mismas acciones para recuperar
o cobrar lo indemnizado al asegurado derivado de aquella responsabilidad del 3°. Así también puede rescatar,
reponer o reparar la cosa siniestrada y en provecho suyo como asegurador, ya dueño de las acciones o la cosa
siniestrada.
Pero también, como continuador en el dominio, soportará las obligaciones que pesan sobre el dueño de la
cosa. Por esto, los aseguradores no siempre estarán abiertos a aceptar la dejación. Así por ej., si se trata de una
nave hundida o varada en un puerto, lo que obstaculiza o es un peligro para la navegación de las demás, la
Autoridad Marítima intervendrá exigiéndole al dueño despejar el lugar, en una faena de elevados costos, que
el asegurador puede verse obligado a solventar, aun después de haber pagado una pérdida total.
En relación a lo anterior, el art. 132 de la Ley de Navegación dispone: “Cuando dentro de las aguas sometidas
a la jurisdicción nacional o en ríos y lagos navegables se hundiere o varare una nave, aeronave o artefacto
que, a juicio de la Autoridad Marítima, constituya un peligro o un obstáculo para la navegación, la pesca, la
preservación del medio ambiente u otras actividades marítimas o ribereñas, dicha autoridad ordenará al
propietario, armador u operador que tome las medidas apropiadas para iniciar, a su costa, su inmediata
señalización y su remoción o extracción, hasta concluirla dentro del plazo que se fije. Estas faenas incluirán
la carga, cuyos propietarios serán notificados por dos avisos que se publicarán, en días distintos en el diario
que indique la Autoridad Marítima respectiva”.

Si el propietario, armador u operador no iniciare o concluyere la faena en el plazo prescrito, se entenderán


abandonadas las especies y a aquellos se les aplicará una multa de hasta 2.000 pesos oro por cada tonelada de
registro grueso de la nave o de hasta 50.000 pesos oro en los demás casos. La Autoridad Marítima estará
además facultada para proceder a la operación de remoción o para vender la nave, aeronave o artefacto, su
carga y los restos, por medio de propuestas públicas o privadas.
Lo anterior es sin perjuicio de otros apremios, arraigos o embargos, respecto de la persona o de los bienes del
propietario, armador u operador, para obtener el cabal cumplimiento de la resolución de la Autoridad Marítima
que ordena el retiro, extracción, despeje o limpieza del área.
Las obligaciones que conforme a este párrafo correspondan al propietario, armador u operador, serán siempre
solidarias entre ellos.
Todo lo anterior explica que el mismo inc. 2° del Art. 1198 haya dado al asegurador una salida razonable para
evitarle el incremento del siniestro. Dispone este inc.: “Sin embargo, mientras no esté aceptada la dejación o
dictada sentencia firme que la declare válida el asegurador podrá reconocer su obligación de indemnizar la
perdida total del objeto asegurado y rechazar la transferencia de la propiedad de la cosa asegurada”.

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e) La compraventa: Obviamente, el acto jurídico más importante relativo a las naves es el de su compraventa.
Se distingue entre compraventa privada y compraventa judicial, y esta a su vez puede distinguirse entre
compraventa judicial voluntaria y judicial forzada.
La ley de Navegación estableció un régimen para regular la tenencia y la transferencia de las naves,
haciéndose una distinción entre naves mayores y naves menores. Se alude a esta materia, porque el sistema
legal creado para las naves es diferente al sistema que la ley común señala para la transferencia de los bienes
muebles en general.
En el sistema de tenencia y transferencia establecido para las naves se han dispuesto requisitos mínimos
externos o solemnidades formales, para procurar claridad sobre estas materias. También se ha establecido
una publicidad mínima, adecuada a la importancia económica que desempeña una nave que está siendo
operada y moviéndose día a día de un punto a otro.
Si bien el sistema escogido por Chile, pudiéramos decir que no corresponde a una teoría determinada, en todo
caso satisface en la misma forma que lo hacen la mayoría de las legislaciones extranjeras, ese rigor mínimo
que se requiere para negocios de importancia, a la vez que no significa un entrabamiento exagerado a
los cambios en la tenencia o propiedad de las naves.
El art. 832 dispone que “La enajenación de naves mayores por acto entre vivos y la constitución de derechos
reales sobre ellas se efectuará por escritura pública cuando ocurran en Chile”.
Esos mismos actos, cuando se trate de naves menores, dispone el inciso 2° del mismo art. “…deberán constar
por escrito y las firmas de los otorgantes ser autorizadas por notario”.
Para determinar cuándo se reputa mayor o menor una nave, el mismo art. 832 indica que se estará a lo que
disponga la Ley de Navegación que para estos efectos, atiende al tonelaje de Registro Bruto (sobre cincuenta
toneladas de Registro Bruto son naves mayores).

i. Contratos celebrados en el extranjero: Cuando estos se otorgan fuera del territorio, ellos se regirán por
la ley del lugar de su otorgamiento. Pero, la transferencia del dominio y la constitución de derechos reales
que puedan producir efecto en Chile, deberán constar, a lo menos, en instrumentos escritos cuyas firmas estén
autorizadas por un Ministro de Fe y además, se anotarán en los Registros respectivos en Chile.
Cuando los actos o contratos se otorgan en el extranjero, nuestra ley no hace distinción entre naves
mayores o menores y sólo se han puesto exigencias a tales actos cuando ellos hayan de producir efectos
en Chile.

16.- Construcción de naves y artefactos navales.

La legislación especial marítima no ha modificado las regla básicas dadas por el Código Civil, respecto “De los
contratos para la confección de una obra material”.
Las reglas básicas dadas por el Código Civil, rigen también para la construcción de una nave. Por lo tanto hay que
distinguir, en la construcción de una nave, si el astillero, el artífice en el art. 1996 del CC., adquiere o
suministra directamente todos los materiales que se requieren para la confección de la obra material –
nave-, entonces el contrato es de venta. Pero, como lo dice la misma disposición, esta venta sólo se perfecciona
por la aprobación del que ordenó la obra.
Por lo tanto, los riesgos de los materiales mientras la nave está en construcción o su unidad entera, hasta el
momento de su entrega final, son de cuenta del vendedor o astillero.
Cuando los materiales se van suministrando por el que encargó la obra, el contrato es una especie de
“arrendamiento para la confección de una obra material”. En este caso, los riesgos de destrucción de los
materiales con que se construye la nave los soportará el adquirente, sin perjuicio de las responsabilidades que
pudieren estipularse en el contrato por la negligencia del constructor.
En cuanto a la aprobación de la obra, para señalar el momento en que se transfiere el dominio cuando el
contratista ha puesto los materiales, hay que destacar que en la práctica, los contratos para la construcción de una
nave, son complejos, por ello se usan formularios estándares ya probados. La parte delicada se encuentra en el
periodo de prueba de la nave, después que se ha terminado su construcción y se puede decir que está “operativa”,
como por ej., quien pagará los gastos y consumos durante el periodo de prueba. La lógica del CC, que expresa
que la venta no se perfecciona sino por la aprobación del que ordenó la obra, está señalando que todos esos
gastos y consumos de la nave hasta que el comprador otorgue la aprobación, serán de cargo del vendedor,

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es decir, del astillero. Salvo que se estipule otra cosa. Así entonces la tradición, esto es la transferencia del
dominio, se producirá solo con el Acta de entrega final.
Lo mismo rige para los artefactos navales.

17.- La compraventa de las naves.

Obviamente, el acto jurídico más importante relativo a las naves es el de su compraventa. Se distingue entre
compraventa privada y compraventa judicial, y esta a su vez puede distinguirse entre compraventa judicial
voluntaria y judicial forzada.
La ley de Navegación estableció un régimen para regular la tenencia y la transferencia de las naves,
haciéndose una distinción entre naves mayores y naves menores. Se alude a esta materia, porque el sistema
legal creado para las naves es diferente al sistema que la ley común señala para la transferencia de los bienes
muebles en general.
En el sistema de tenencia y transferencia establecido para las naves se han dispuesto requisitos mínimos
externos o solemnidades formales, para procurar claridad sobre estas materias. También se ha establecido
una publicidad mínima, adecuada a la importancia económica que desempeña una nave que está siendo
operada y moviéndose día a día de un punto a otro.
Si bien el sistema escogido por Chile, pudiéramos decir que no corresponde a una teoría determinada, en todo
caso satisface en la misma forma que lo hacen la mayoría de las legislaciones extranjeras, ese rigor mínimo
que se requiere para negocios de importancia, a la vez que no significa un entrabamiento exagerado a
los cambios en la tenencia o propiedad de las naves.
El art. 832 dispone que “La enajenación de naves mayores por acto entre vivos y la constitución de derechos
reales sobre ellas se efectuará por escritura pública cuando ocurran en Chile”.
Esos mismos actos, cuando se trate de naves menores, dispone el inciso 2° del mismo art. “…deberán constar
por escrito y las firmas de los otorgantes ser autorizadas por notario”.
Para determinar cuándo se reputa mayor o menor una nave, el mismo art. 832 indica que se estará a lo que
disponga la Ley de Navegación que para estos efectos, atiende al tonelaje de Registro Bruto (sobre cincuenta
toneladas de Registro Bruto son naves mayores).

i. Contratos celebrados en el extranjero: Cuando estos se otorgan fuera del territorio, ellos se regirán por
la ley del lugar de su otorgamiento. Pero, la transferencia del dominio y la constitución de derechos reales
que puedan producir efecto en Chile, deberán constar, a lo menos, en instrumentos escritos cuyas firmas estén
autorizadas por un Ministro de Fe y además, se anotarán en los Registros respectivos en Chile.
Cuando los actos o contratos se otorgan en el extranjero, nuestra ley no hace distinción entre naves
mayores o menores y sólo se han puesto exigencias a tales actos cuando ellos hayan de producir efectos
en Chile.

18.- Venta judicial de la nave.

La venta judicial puede ser voluntaria o forzada.

La razón más importante por la cual todas las legislaciones se han ocupado de contemplar la venta judicial
voluntaria de una nave, dice relación con la extinción de los privilegios reales sobre la nave, que producen en su
explotación. Así, el art. 834 indica que la enajenación voluntaria no judicial de la nave hecha dentro o fuera de la
República incluye todas las responsabilidades que le afecte, y que, a su vez el art. 842 señala entre otros puntos,
que los privilegios que la ley establece sobre una nave, otorga al acreedor respectivo el derecho a perseguir la
nave en poder de quien se encuentre y hacerse pagar con su producto preferentemente a los demás acreedores,
según el orden establecido en estas mismas reglas.
Cuando se vende la nave, se vende esa universalidad jurídica que ella constituye, y consecuentemente, los
créditos que tienen privilegios sobre ella no caducan ni se pierden. Por lo tanto, el nuevo adquirente, aunque
nada se hubiere estipulado en el contrato, a veces tendrá que enfrentar gravámenes reales que no tuvieron la
publicidad para que el comprador les hubiere detectado oportunamente. Ej., un crédito por suministros de
combustibles, o piezas de repuestos, un crédito por servicios en el mar o de origen laboral.

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Por ello, como una manera de limpiar la nave de aquellos gravámenes reales, se establece esta formula que
se denomina “De la Venta Judicial Voluntaria de la Nave”, y esta operación precisamente, tiene por efecto
poner término a los privilegios o gravámenes reales que estuvieren afectando a la nave en la forma que se
establece en las mismas legislaciones. Así el art. 855 dispone que los privilegios marítimos terminan:” 2° por la
Venta Judicial de la nave sea voluntaria o forzada, desde su inscripción en el registro pertinente, o transcurridos
30 días consecutivos contados desde el día de la subasta, debiendo aplicarse el plazo que resulte menor”.
Obviamente si alguna parte del precio hubiere quedado pendiente de pago, aquellos acreedores privilegiados
podrán ejercitar el privilegio sobre ese saldo insoluto de precio.

19.- Los artefactos navales. Naturaleza jurídica de ellos.

El art. 826 inc. 2° señala “Artefacto naval es todo aquel que, no estando construido para navegar, cumple en el
agua funciones de complemento o de apoyo a las actividades marítimas, fluviales o lacustres o de extracción de
recursos, tales como diques, grúas, plataformas fijas o flotantes, balsas u otros similares. No se incluyen en este
concepto las obras portuarias aunque se internen en el agua”.
La necesidad de dar una definición más o menos ajustada, de los artefactos navales, es una preocupación
relativamente nueva en el Derecho Marítimo. La inquietud es creciente debido a la necesidad de definir
jurídicamente que son las plataformas de prospección o de explotación de recursos de la fauna marítima o de los
recursos del subsuelo de los océanos, o de la superficie o del fondo del mar (rico en recursos minerales y
orgánicos).
Las grandes interrogantes: ¿Tienen la calidad jurídica de una nave?, ¿Son bienes muebles o inmuebles?, ¿Qué
estatuto jurídico corresponde aplicarles según su naturaleza y en el silencio de la ley?
Esta materia ha sido largamente discutida sin llegar a un criterio único.

Nuestra legislación sobre artefactos navales.


Respecto de las plataformas, se distingue entre las que son construidas para quedar fijamente radicadas en
un punto del mar y aquellas que por su construcción o por la manera como anclan en el mar se puede
prever que son aptas para moverse a uno o varios lugares.
Las primeras, son construidas sin la intención de trasladarlas como unidad o un solo todo, después de prestar
servicios en un lugar ni es ello materialmente factible. A estas plataformas se les aplica el régimen de los
inmuebles. Las segundas, en cambio, mientras están ancladas o se estén moviendo pueden estar sometidas a lo
que se denomina peligros o riesgos del mar y consecuentemente son asimilables, en lo que sea compatible, a las
naves comerciales.

20.- Finalidades más importantes del Registro de Naves.

La nacionalidad chilena de una nave se acredita en nuestro país por la inscripción de ella en el Registro de
Matrícula correspondiente.

Finalidades más importantes del Registro de Naves:

a) De publicidad: Se trata de un Registro Público, consecuente, está a disposición de cualquiera que desee
consultarlo.
b) Al ser un Registro Público nos permite conocer la pertenencia de una determinada nave o naves, según lo
indique la inscripción en el registro, además nos permite saber los gravámenes reales que afectan a una nave.
c) Para fines estadísticos, para reflexiones económicas y para medir la capacidad de transporte de carga que tiene
una flota mercante, según los datos que arrojen esos registros.
d) Permite a los organismos encargados de la Defensa Nacional apreciar el potencial de la Reserva Naval que
signifique la respectiva flota mercante.

21.- Registros de Naves.

La nacionalidad chilena de una nave se acredita en nuestro país por la inscripción de ella en el Registro de
Matricula correspondiente.

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No sólo se matricula la tenencia de una nave, sino también se inscriben en los Registros que lleva la autoridad
marítima correspondiente otros actos relativos a las Naves o Artefactos Navales que requieren de publicidad, ya
sea como solemnidad o como medio de constitución de gravámenes.

Para estos efectos la Ley ha creado los siguientes registros:


a) Registro de Matricula de Naves Mayores.
b) Registro de Matricula de Naves Menores.
c) Registro de Matrícula de Naves en Construcción.
d) Registro de Matrícula de Artefactos Navales, y
e) Registro de Hipotecas, Gravámenes y Prohibiciones.

Completando la idea de publicidad agrega el Art. 10 de la Ley de Navegación que “Las transferencias o
transmisiones del dominio de las naves, deberán anotarse al margen de su inscripción en el Registro de
Matrícula, bajo sanción de ser inoponibles a terceros”.
Para distinguir entre una nave mayor y una menor hay que tomar en cuenta el tonelaje de la nave, y para estos
efectos el Reglamento alude al “Tonelaje Grueso”.
La operación de medir una nave se denomina “Arqueo”, que técnicamente consiste en medir su volumen. Al
respecto encontramos dos conceptos, el tonelaje bruto o grueso y el tonelaje neto.

i. El tonelaje bruto o grueso comprende todo el espacio físico que cabe dentro del casco de la nave.
ii. El tonelaje neto sólo considera los espacios útiles para ser cargados en la nave, o sea, debe descontarse al
tonelaje bruto o grueso el espacio que corresponde a las maquinarias y a las habitaciones, ya sean de
tripulantes o pasajeros.

El Arqueo de las naves es un proceso técnico que se realiza por las autoridades administrativas encargadas de
establecer la dimensión de las naves, por el astillero que la ha construido o por la sociedad de clasificación que
informa sobre sus características.

Chile adoptó la forma de medir establecida en el Convenio Internacional Sobre Arqueo de Naves, entendiéndose,
de acuerdo con esta convención, que el tonelaje bruto o grueso comprende todo el espacio físico que cabe
dentro del casco de la nave hasta su cubierta principal, es decir, lo que cabe dentro de los espacios internos o
cerrados de los buques.

a) El Registro de Matrícula de Naves Mayores está a cargo de la Dirección General del Territorio Marítimo y
de la Marina Mercante. En Chile existe un solo Registro para las matrículas de naves que midan más de 50
toneladas.

b) Los Registros de Matrícula de Naves Menores están a cargo de las Capitanías de Puerto y en ellos se
inscriben las naves Menores, cualquiera que sea su actividad. La inscripción debe practicarse en la Capitanía de
Puerto que tenga competencia jurisdiccional en la zona marítima donde opera habitualmente la nave.

c) El Registro de Matrícula de Naves en Construcción también comprende los Artefactos Navales. Este
Registro tiene por objeto facilitar la hipoteca de dichas unidades, facilitando los créditos durante su construcción.
La creación de estos Registros permite constituir hipoteca sobre ellos, aunque no se encuentren aun plenamente
singularizados.
Se exige un requisito mínimo, cual es que el Artefacto o Nave que se está construyendo adquiera al menos
una individualidad. En nuestro sistema se ha estimado que la Nave o el Artefacto en construcción la adquieren
desde el momento en que se pueden indicar las menciones contenidas en el art. 873.
Como concepto general, los artefactos navales tienen un estatuto jurídico paralelo al que nuestra legislación
ha dado para las naves.
Para determinadas materias el legislador ha indicado explícitamente que las reglas de un Título o de un Párrafo se
extienden también a los Artefactos Navales. Esto quiere decir, que en materias especificas, la institución propia
del Derecho Marítimo regulada por algún por algún Título o Párrafo, también se aplica a los Artefactos Navales.
Pero siempre teniendo presente la idea general del art. 838 que, si bien se ubica y alude al Título II del Libro III,

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tiene la adjetivización de que las normas le serán aplicables a los Artefactos Navales “en lo que les sean
pertinentes”.
Los artefactos navales tienen nacionalidad y deban matricularse cumpliendo con las normas pertinentes de la ley
de Navegación.

Con respecto a los Privilegios y a la Hipoteca Naval, Titulo III, aparece la necesidad de ver que materias no le
son pertinentes. En el Párrafo V de este titulo se incluye como susceptibles de hipoteca naval y de prenda a los
artefactos navales mayores y menores, respectivamente. Consecuentemente, podemos decir que sin lugar a dudas,
los artefactos navales pueden ser hipotecados si miden más de 50 toneladas, y que pueden darse en prenda
los artefactos que no alcancen a esa dimensión. También pueden darse en hipoteca los artefactos navales en
construcción.
Respecto de los demás privilegios señalados en los art. 844 y 846, estos también pueden gravar a un artefacto
naval en construcción. Pero, el art. 858 agrega otra exigencia: el artefacto debe encontrarse a flote.
También pueden quedar afectos, excepcionalmente de acuerdo con las disposiciones de la Ley de Navegación a
las responsabilidades reales por perjuicios en el derrame de hidrocarburos u otras sustancias nocivas. Y estos
privilegios se regularán en el orden preferencial sobre los demás privilegios, en la forma que se alude en la misma
Ley de Navegación (art. 142 y sgtes.).
Tampoco le son aplicables a los artefactos las normativas sobre la representatividad de los agentes de nave y del
capitán de la nave respecto de su naviero. No se concibe el agenciamiento de naves respecto de los artefactos
navales, como tampoco se concibe que el gerente, administrador o jefe de la planta industrial que funcione en el
artefacto naval deba tener el título de Capitán o de patrón de la embarcación. Dada la naturaleza de sus funciones,
no se ve porque debe estar revestido de aquel complejo mandato legal que le asignan todas las legislaciones al
Capitán, como representante de la autoridad pública y factor del naviero.
No les son aplicables las normas sobre averías gruesas porque no se divisa la situación de interés común entre
nave y carga que es una de los prerrequisitos para que puedan darse los demás requisitos inmediatos de las averías
comunes.

Finalidad de los Registros:


Los Registros que se han creado en Chile con relación a las naves y a los artefactos navales, y que se han puesto a
cargo de la Dirección General del Territorio Marítimo y de la Marina Mercante, y de los órganos subalternos, que
lo son las Capitanías de Puerto, apuntan a las siguientes finalidades:

a) Los que registran o matriculan la posesión o dominio y que tienen por finalidad precisamente dar publicidad en
el sentido administrativo, y para la acertada ubicación patrimonial de esos bienes. Esto son el Registro de
Matricula de Naves Mayores, y los Registros de Matriculas de las Capitanías de Puerto.

b) Los Registros de Matricula de Naves en Construcción o Artefactos Navales en Construcción.


Si se trata de naves o artefactos mayores se matricularán en sendos registros que son llevados en la dirección
misma del territorio marítimo y si son menores, en los registros de naves menores o de artefactos navales menores
correspondientes al lugar donde cumplen sus finalidades.
Según los términos de la Ley de Navegación no es obligación matricular una nave o artefacto en
construcción. Esto queda a la voluntad de su dueño y como se dijo, estos Registros sólo tienen por finalidad
facilitar la constitución de garantías reales sobre la correspondiente nave o artefacto en construcción.
Pero si obliga la ley a quien a matriculado una nave o artefacto en construcción en estos registros, a requerir,
luego de terminada la construcción que respectivamente ese bien sea matriculado en el respectivo registro
permanente.

c) El Registro de Hipotecas, Gravámenes y Prohibiciones, se refiere solo a las naves mayores, y


consecuentemente es llevado directamente en la Dirección General del Territorio Marítimo.
Este Registro tiene por finalidad dar publicidad a los actos que en él se contienen, y además, la inscripción
en él es requisito de validez para las hipotecas y demás derechos reales que graven a las Naves que midan
más de 50 toneladas de Registro Grueso. En cuanto a un Artefacto Naval Mayor, si este sigue el régimen de las
Naves, para la validez de la garantía real hipotecaria, también deberá inscribirse en este registro.
La ley alude a que este Registro es de hipotecas, gravámenes y prohibiciones.

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¿Qué otros actos deben o pueden también inscribirse en este registro?
Dice el art. 20 inc. 2º de la Ley de Navegación: “Para que surtan efecto respecto de terceros, deberán inscribirse
también en este Registro las Prohibiciones, Medidas Precautorias y Embargos que afecten a una nave mayor”,
es decir, es por razones de oponibilidad frente a terceros y no por razón de requisito de validez que deben
inscribirse en este registro las prohibiciones de gravar o enajenar u otras, las medidas precautorias y los embargos
que afecten a una nave mayor.
La misma disposición legal citada expresa: “no obstante, las prohibiciones judiciales de zarpe de una nave y su
alzamiento sólo requerirán ser notificadas a la Autoridad Marítima que corresponda”.
La debida armonía y correlación en la interpretación de los textos legales lleva a entender que la excepción de
inscripción en el Registro de Prohibiciones respectivo de una medida precautoria de prohibición sobre naves se ha
referido sólo a la nueva medida especial de arraigo o retención creada por el Art. 1231 del C. de C.
En cuanto a los gravámenes sobre las naves menores y su registro o inscripción lo veremos al tratar sobre la
Prenda de las Naves Menores.
Según lo explicado anteriormente, aparte de la inscripción que se exige como requisito de solemnidad, la
importancia de una inscripción cuando sólo es requerida como medida de publicidad está en que quien tiene el
derecho o crédito protegido por una acción que goza de privilegios sobre la nave, cuando inscribe la medida en
este registro, radica y gana privilegios con respecto a otros privilegios no especificados, o de igual rango que
posteriormente puedan gravar a la misma nave en su posterior operación y que según las reglas del Párrafo sobre
los privilegios, si no tienen señalado un texto expreso señalado sobre su rango, van prefiriendo en el orden
inverso al de sus fechas de inscripción.

22.- Cancelación de las inscripciones.

De acuerdo con el sistema dispuesto en el Reglamento de Naves y Artefactos Navales, hay singularmente un
Registro o asiento por cada nave, y en torno a este registro o matrícula se dispone del espacio adecuado
para que se hagan las anotaciones correspondientes a las transferencias que le afecten, de tal suerte que se
puede decir que una nave en Chile, se matricula una sola vez, salvo, la excepción del Nº 8 del art. 12 de la Ley de
Navegación, esto es, por cambio de nombre.
Para inscribir una Nave que ha estado o está matriculada en un país extranjero se requiere de un certificado
emanado de la autoridad competente del respectivo país, visado por un Cónsul Chileno, del que conste que
la Nave ha sido dada de baja de su anterior matrícula, o que lo será en el día que tenga lugar la nueva inscripción.
Sólo respecto de las Naves en construcción se repetirá su inscripción en el Registro de Matrícula
Permanente, si antes lo estuvo en el de “Naves en Construcción”.
Ahora bien, la matrícula puede morir o cancelarse y esto debe hacerse en los casos que señala el art. 21 de la Ley
de Navegación. Allí se señalan como causales las siguientes situaciones:

1. Perder la nacionalidad de chileno el propietario;


2. Por ocurrir la innavegabilidad absoluta o una pérdida total de la nave, situación que debe ser
comprobada por la Autoridad marítima respectiva;
3. Por presunción fundada de su perdida, si no se sabe de su paradero por un lapso superior a 4 meses, y
previa investigación sumaria se declarará su perdida presunta por la Autoridad Marítima.
4. Por enajenación al extranjero.

Sin embargo, para que esta cancelación por enajenación pueda otorgarse deben concurrir algunos requisitos,
según sea el caso:

i. Si se trata de una nave con gravámenes se requerirá el consentimiento de todos sus beneficiarios, y en su caso,
el alzamiento de las prohibiciones legales o judiciales que impidan su transferencia deberán constar por
escritura pública o por resolución del Tribunal que les hubiere concedido.
De acuerdo con esta norma, entonces, hasta donde tenga eficacia el derecho interno, una nueva inscripción
fuera del territorio nacional no debería habilitar a su adquiriente o poseedor para disponer libremente de la
nave.

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ii. Tampoco puede cancelarse la matricula de las naves mercantes cuando, de acuerdo con la Ley sobre Marina
Mercante Nacional, la enajenación al extranjero está sujeta a previa autorización del Presidente de la
Republica.
iii. También se cancela la inscripción por el cambio de bandera, salvo que por las razones especiales del Art.14 de
la Ley de Navegación se permita que la nave mantenga bandera chilena.
iv. Por el apresamiento de la nave, conforme a las normas del Derecho Internacional, que requieren de una
sentencia de un tribunal internacional que declare que la nave ha sido “buena presa”.
v. Por el cambio de nombre de la nave o por alteraciones en su casco que modifiquen su tonelaje.
vi. Porque los propietarios o los operadores en el caso de naves especiales pertenecientes a extranjeros, han
violado las restricciones sobre la finalidad que se le asignó a la nave al momento de requerir su matrícula.

Los pabellones de conveniencia.


La ventaja de liberalizar la nacionalidad operativa de las naves mercantes, mediante el cambio de su nacionalidad,
por el cambio de la nación en que se desea registrar la nave, se llega a la práctica del empleo de lo que ha dado en
llamarse los “Pabellones de Conveniencia”.
Esto significa que ciertas naciones conceden, a las naves que se registren o inscriban en el registro de Naves
respectivo en un determinado lugar, mayores franquicias o menores controles, ya de orden tributario o laboral,
etc. Llegando a extremos en que no hay rigores sobre la composición de la dotación, su estabilidad laboral o
regímenes de seguridad o previsión social. Estos regímenes de atractivas franquicias para el abanderamiento
foráneo se fueron desarrollando como reacción al hostigamiento de los pabellones “proteccionistas” sobre las
naves mercantes de sus registros nacionales.

23.- Principios generales del seguro.

El seguro es a la vez una actividad económica y un contrato sometido a una normativa jurídica especial.
La actividad económica del seguro comprende fundamentalmente las gestiones mercantiles relativas a la oferta
y contratación masiva de seguros en el mercado y la organización de la empresa mercantil aseguradora y
sus colaboradores.

“El contrato de seguro es una relación individual entre asegurado y asegurador, cuyo objeto fundamental es la
transferencia de los riesgos que el primero hace al segundo por el pago de una prima.”

La aparición del seguro es un fenómeno relativamente reciente. Prácticamente desconocido en la Antigüedad y en


la Edad Media, donde tuvo como antecedente el préstamo a la gruesa ventura, operación especulativa sobre las
posibilidades de arribada a puerto de destino de las mercaderías transportadas por mar; el empleo y desarrollo del
seguro datan de los siglos XVII y XVIII. Gracias a las contribuciones del matemático francés Blas Pascal, sobre
el cálculo de las probabilidades, y del astrónomo inglés Halley -que elaboró la primera tabla de mortalidad-
numerosos factores económicos y sociales contribuyeron al éxito del seguro. Entre los primeros pueden
destacarse la transformación de la economía, que se traduce en el paso de una economía agrícola a una economía
diversificada (industria, comercio), que multiplica las relaciones humanas y los riesgos; la importancia que se
atribuye al dinero en las relaciones económicas favorece la idea de una reparación pecuniaria de los perjuicios y
el desarrollo de los intercambios internacionales que requieren asegurar tanto las mercaderías como las naves que
las transportan. Los factores sociales están representados por el desarrollo de la urbanización y la organización de
grupos cuyos miembros se deben asistencia mutua.
En el contexto de nuestro trabajo, los esfuerzos se orientarán a presentar una apretada síntesis sobre el contrato de
seguro.

PRINCIPIOS GENERALES DEL SEGURO.


Existen de esta materia ciertos principios generales que se aplican y se entienden incorporados en la mayoría de
los contratos de seguros. Estos principios generales son fundamentalmente los siguientes:
a) Principio de la buena fe;
b) Principio del interés asegurable;
c) Principio de subrogación;
d) Principio de la indemnización;

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e) Principio de la contribución, y
f) Principio de la causa inmediata.

Tratándose de principios esenciales en el contrato de seguro, la omisión o la contravención de uno de ellos origina
un vicio de la relación jurídica que causa su nulidad o la, convierte en otra diferente.

a) Principio de la buena fe: Mediante el principio de la buena fe se exige que el contrato de seguro se celebre y
se ejecute por las partes de buena fe. Para el asegurado esto se traduce en el hecho de que al efectuar la
proposición del seguro no debe ocultar alguna circunstancia esencial para que el asegurador decida aceptar o
denegar la transferencia del riesgo de que se trate. Para el asegurado, implica que no puede dar al proponente
informaciones inciertas en las negociaciones del seguro; que no debe emitir pólizas con cláusulas ambiguas ni
aceptar seguros cuyo cumplimiento no pueda exigirse legalmente ante los tribunales de justicia.

b) Principio del interés asegurable: En virtud del principio del interés asegurable, el que contrata un seguro
debe tener un interés económico y legítimo para ponerse a cubierto del riesgo. El asegurado resulta
beneficiado con el traspaso del riesgo al asegurador y se verá perjudicado económicamente si ocurre el siniestro
sin que haya convenido el seguro. La propiedad de los bienes, la posesión y los contratos tales como el mutuo, la
hipoteca, el arrendamiento, por los derechos que originan, constituyen sin duda fuente de interés asegurable. Así
lo reconoce el Código de Comercio en el artículo 518 inciso 2° y sanciona al contrato en el que falte este interés
de “nulo y de ningún valor”.

c) Principio de subrogación: Gracias al principio de la subrogación la empresa aseguradora que paga una
indemnización puede perseguir a los terceros responsables del siniestro y obtener el reembolso de lo
pagado. El principio está implícito en los contratos de seguros de indemnización, sin que sea necesario
convenirlo expresamente. Nuestro Código de Comercio lo consagra en su Artículo 553. Pagada la indemnización
por el asegurador, tiene derecho a demandar a los terceros responsables sin necesidad de que el asegurado le ceda
sus derechos, porque la facultad emana de la propia ley.

d) Principio de la indemnización: Por aplicación del principio de la indemnización se establece un límite al


monto pagadero en caso de siniestro que corresponde tan sólo a la magnitud del daño sufrido por el asegurado.
No puede recibir más y es probable que reciba menos por alguna franquicia que se haya convenido en la póliza.
El principio de la indemnización está expresamente recogido en el artículo 517 del Código de Comercio cuando
señala que el contrato de seguro es de mera indemnización y jamás puede ser fuente de ganancia para el
asegurado. No se aplica en seguros personales ni en los patrimoniales.

e) Principio de la contribución: El principio de la contribución se aplica toda vez que se han celebrado dos o
más contratos de seguros de indemnización que conciernen al mismo interés sobre un mismo bien y en relación
con idéntico riesgo, caso en el cual, ocurrido el siniestro, el pago al asegurado tiene que repartirse a prorrata
entre los aseguradores. Esto es esencial para que opere el principio de la indemnización; no rige tratándose de
seguros personales, sino solamente en los de indemnización, y se aplica aunque las pólizas no lo estipulen
expresamente.

f) Principio de la causa inmediata: Finalmente, el principio de la causa inmediata exige una relación de causa
a efecto, según lo cual el siniestro debe haberse originado por una causa inmediata que esté comprendida en la
cobertura de los riesgos prevista en la póliza. Cumpliéndose esta exigencia, el siniestro queda amparado y será
indemnizado.

24.- Clasificación del seguro.

Diversos criterios permiten agrupar en distintas categorías a los seguros. Veremos sucintamente las
clasificaciones más importantes.

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1. Seguros terrestres, marítimos y aéreos. Para agruparlos de esta manera, se toma en consideración el lugar
donde se producen los riesgos que están cubiertos por ellos. Nuestro Código de Comercio, reglamenta los seguros
terrestres y marítimos y el seguro aéreo queda fundamentalmente regulado por las normas del seguro marítimo.

2. Según grupos, ramos y modalidades. Es la agrupación que mejor refleja la naturaleza jurídica y técnica del
seguro. Por grupos han de entenderse los contratos de seguros de objetos semejantes. En cada grupo pueden
distinguirse diversos ramos que están formados por contratos que cubren riesgos semejantes y los ramos pueden
adoptar distintas formas particulares denominadas “modalidades”.
Existen cuatro grupos de seguros, a saber:

a) Primer grupo, de seguros de cosas;


b) Segundo grupo, de seguros de derecho;
c) Tercer grupo, de seguros de patrimonio total, y
d) Cuarto grupo, de seguros de personas.

a) El primer grupo está formado por el conjunto de ramos de seguros en que el objeto del seguro es el
interés del asegurado en una cosa; ejemplo: seguro contra riesgo de incendio, seguro contra riesgos de
transporte terrestre, seguro contra robo, seguro de naves contra riesgos de la navegación. Puede apreciarse que
en todos estos ramos lo que el seguro ampara es una cosa.
b) El segundo grupo está integrado por ramos que protegen un derecho existente o que se espera exigir de
terceros, generalmente emanado de un contrato; ejemplos: seguro de garantías, seguro de pérdida de
utilidades, seguro de crédito.
c) En el tercer grupo encontramos los ramos en que el objeto del seguro es todo el patrimonio considerado
en su conjunto; ejemplos: ramo de seguros de responsabilidad civil, ramo de seguros de accidentes del
trabajo.
d) Finalmente, el cuarto grupo está compuesto por los ramos en que el objeto del seguro es la vida, la salud o
la integridad física o mental de una persona; ejemplos: el seguro de vida, el seguro de accidentes
personales, seguro de riesgo de enfermedades, seguro de desgravamen hipotecario, etcétera.

Las modalidades son distintas, variantes de cobertura que el seguro puede adoptar. En las condiciones generales
de las pólizas se señala que, salvo estipulación expresa, el asegurador no responde de siniestros originados por
huelgas, motines, actos terroristas, etcétera. La modalidad se presenta cuando tales sucesos quedan cubiertos por
el seguro. En el seguro de vida se dan fundamentalmente dos modalidades: el seguro puede ser en caso de muerte
o bien en caso de sobrevivencia del asegurado.

3. Seguros de daños y seguros de personas. Esta clasificación se emplea también para agrupar las compañías
aseguradoras en el artículo 8° del D.F.L. N° 251, de 1931.

Los seguros de daños se subclasifican en:


a) Seguros reales, que amparan cosas físicas o corporales (seguro de incendio, de transporte, etcétera), y
b) Seguros patrimoniales, que protegen la totalidad del patrimonio contra desembolsos que deben realizarse y
que puedan afectarlo desfavorablemente (seguro de responsabilidad civil, seguro de lucro cesante, etcétera).

Tratándose de seguros de daños se aplica el principio de la indemnización relacionado con el valor del bien
asegurado y con el grado de interés que el asegurado tenga sobre la cosa asegurada.
Los seguros de personas cubren riesgos relativos a la existencia, integridad física, salud o capacidad de trabajo de
las personas. No se aplica en ellos el principio de la indemnización y los contratantes están en libertad para fijar el
monto de los capitales asegurados y para acumular indemnizaciones.

25.- Definición de contrato de seguro.

De conformidad con el artículo 512 del Código de Comercio: “El seguro es un contrato bilateral, condicional y
aleatorio por el cual una persona natural o jurídica toma sobre sí por un determinado tiempo todos o alguno de
los riesgos de pérdida o deterioro que corren ciertos objetos pertenecientes a otra persona, obligándose,

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mediante una retribución convenida, a indemnizarle la pérdida o cualquier otro daño estimable que sufran los
objetos asegurados”.

La definición del Código de Comercio resulta obsoleta debido a los progresos técnicos y a los avances legislativos
en materia de seguros. De ahí que en doctrina se le han formulado una serie de objeciones fundadas en omisiones
y defectos.

a) Se trata de un concepto incompleto del seguro, porque alude tan sólo a los seguros reales, quedando fuera de
la definición los seguros de personas y los seguros patrimoniales.
b) Limita la finalidad del seguro a la indemnización de las pérdidas, excluyendo la moderna noción de
seguro de evento económicamente desfavorable que no comporta de manera específica pérdida o daño.
c) Carece de vigencia la definición en cuanto a que el asegurador pueda ser una persona natural, porque la
actividad aseguradora sólo puede ejercerse por personas jurídicas organizadas según las normas
especiales del D.F.L. N° 251, de 1931.
d) Se critica asimismo el concepto legal porque se señala que es un contrato condicional y aleatorio. No es en
verdad el contrato condicional sino la obligación del asegurador de indemnizar y el derecho del
asegurado a exigir dicha compensación lo que queda sujeto al evento de la ocurrencia del riesgo previsto
en la póliza.
e) También se sostiene que el contrato no es aleatorio porque el negocio del seguro técnicamente organizado
mediante estadísticas y ley de probabilidades tiene un rendimiento determinado científicamente. Sin
embargo, la objeción formulada confunde el contrato con el negocio o actividad del seguro. El contrato es
realmente aleatorio porque la ocurrencia o la ausencia de siniestros y el monto de ellos, durante la vigencia de
cada contrato, determinan para el asegurador una ganancia o una pérdida.

En cuanto a las características jurídicas del contrato de seguro tiene las siguientes: bilateral, solemne, nominado,
oneroso, de buena fe, de adhesión, dirigido, principal y generalmente es un contrato individual.

26.- Sujetos del contrato de seguro.

a) El asegurador. El concepto está definido en el artículo 513 del Código de Comercio como la persona que
toma de su cuenta el riesgo ajeno.
Según la normativa en actual vigencia, sólo puede ser asegurador una sociedad anónima nacional cuyo objeto
exclusivo sea el seguro, denominada “compañía de seguros”. Asimismo, actúan como aseguradores las
agencias de compañías de seguros extranjeras debidamente autorizadas para actuar en Chile. Como ya
expresamos, carece de vigencia la norma del artículo 512 del Código de Comercio, de que cualquier persona
natural o jurídica puede tener la calidad jurídica de asegurador.

b) Tomador, contrayente, asegurado. La contraparte del asegurador se denomina “tomador” o “contrayente”


del seguro y, por lo general, es el mismo asegurado.
En el contrayente recaen las obligaciones emanadas del contrato de seguro. Cuando la persona del tomador no
coincide con la del asegurado, algunas de las obligaciones pesan, además, sobre el propio asegurado.
El asegurado, según el artículo 513 del Código de Comercio, es quien queda libre del riesgo asumido por el
asegurador. Ej. El caso más simple del negocio del seguro se presenta cuando el contrato se celebra entre
asegurador y asegurado, actuando este último directamente por sí mismo.
Puede además celebrarse el contrato de seguro por una persona actuando en nombre de otra, ya sea porque es su
representante legal, ya sea porque es su mandatario; o su administrador, en el caso de las sociedades. En estas
situaciones, el contrayente es persona distinta del asegurado, pero en virtud del principio de la representación
(Art. 1448 del Código Civil) el contrato produce efectos respecto del representado como si hubiera contratado él
mismo.
También puede celebrarse el contrato de seguro por cuenta de otra persona de quien no se tiene facultad para
representarla. El segundo puede en este caso ejercer todos los derechos que corresponden a tal calidad, pero
mientras no otorgue su aceptación expresa o tácita, el seguro es revocable por el solo acuerdo del asegurador y del
contrayente. Se trata de la aplicación de la figura jurídica prevista en el Artículo 1449 del Código Civil. Mientras

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el asegurado no dé su aceptación no es parte del contrato y, en consecuencia, no resulta obligado sino el
contrayente; la aceptación puede darse, en opinión de la doctrina, aun después de ocurrido el siniestro.
Conviene destacar que en los casos de seguro por cuenta ajena, el asegurado puede ser persona determinada o
indeterminada, y esta falta de determinación puede deberse a la circunstancia de que al tiempo de contratarse el
seguro no se sabe quién es el dueño de la cosa asegurada. Esto último sucede en las ventas CIF, en que el seguro
se contrata “por cuenta de quien corresponda”, quedando cubierto el titular de los bienes asegurados contra los
riesgos previstos en el contrato, no obstante las transferencias de dominio de los bienes, sin necesidad de traspaso
de la póliza.
Otra forma de seguro por cuenta ajena es el seguro contratado por agente oficioso. Los efectos de esta gestión se
regulan por el Código Civil. El Código de Comercio se limita a señalar en el artículo 521 que carece de valor el
seguro ajustado por agente oficioso si la cosa ya estuviere asegurada por el propio interesado o su mandatario. No
estando la cosa asegurada por el propio interesado ni por su mandatario, la contratación del seguro por agente
oficioso, es válida, cumpliéndose los supuestos del derecho común sobre esta gestión.
Por último, no ha de olvidarse que el asegurado debe tener interés asegurable, esto es, un interés real y
efectivo en evitar los riesgos, ya sea en la calidad de propietario, copartícipe, fideicomisario, usufructuario,
arrendatario, acreedor o administrador de bienes ajenos, o sea, en cualquiera otra calidad que lo convierta en
interesado en la conservación del objeto asegurado. Cuando no existe ese interés, el seguro es nulo y de ningún
valor.

c) Beneficiario del seguro. Además del asegurador, del tomador y del asegurado, puede intervenir también en el
contrato de seguro una persona llamada “beneficiario”.
Es un tercero interesado, en cuyo provecho se conviene el seguro y que recibe las indemnizaciones que
corresponda pagar al asegurado en caso de siniestro. El beneficiario no es parte del contrato; en consecuencia,
no contrae obligaciones ni está afecto a cargas. Su expectativa se mantiene mientras el tomador no revoque su
nominación como beneficiario y ello puede ocurrir en cualquier momento. Su derecho eventual a beneficiarse del
seguro también puede terminar por nulidad, resolución o resciliación del contrato de seguro.
El derecho del beneficiario a cobrar la indemnización se explica jurídicamente por aplicación de la estipulación
en favor de otro (Art. 1449 del Código Civil) y éste al reclamar la indemnización manifiesta expresa o
tácitamente su aceptación. Es en el seguro de vida donde resulta más usual la institución del beneficiario, quien
recibirá la indemnización en caso de muerte del asegurado. Nada impide que pueda convenirse un beneficiario en
los seguros de cosas, siempre que tenga interés en el bien asegurado.

27.- Requisitos propios del contrato de seguro.

Nos referiremos sólo a los requisitos propios del seguro, sin considerar los generales de existencia y los de validez
de todo contrato. Los requisitos esenciales o propios del contrato de seguro son:

a) El interés asegurable;
b) El riesgo;
c) La prima.

Sin la concurrencia de tales presupuestos no existe el contrato de seguro.

a) El interés asegurable: Como todo contrato, el seguro requiere para su validez de un objeto lícito. Según el
Artículo 522 del Código de Comercio, los requisitos que debe reunir la cosa objeto del seguro son los siguientes:

i. Que se trate de cosas corporales o incorporales que existan al tiempo del contrato o en la época que
principien a correr los riesgos por cuenta del asegurador;
ii. Que tengan valor estimable en dinero;
iii. Que puedan ser objeto de una especulación lícita, y
iv. Que se encuentren expuestas a perderse por el riesgo que tome sobre sí el asegurador.

No hay que olvidar que los riesgos de la persona humana pueden también ser objeto del contrato de seguro, a

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pesar de que la disposición legal citada no los señala. Igual criterio debe tenerse para admitir los seguros cuyo
objeto es el resguardo del patrimonio del asegurado.
La norma del artículo 522 del Código de Comercio establece también algunas cosas que no pueden constituir
objeto del contrato de seguro; ellas son:

i. Las ganancias o beneficios esperados;


ii. Los objetos de ilícito comercio;
iii. Las cosas íntegramente aseguradas, a no ser que el último seguro se refiera a tiempo o riesgo diverso, y
iv. Las cosas que han corrido ya el riesgo, se hayan salvado o perecido en él.

Sin embargo, no basta que las cosas objeto del seguro cumplan las exigencias que acabamos de analizar, cuya
omisión está sancionada con la nulidad de pleno derecho del contrato, sino que se requiere además que la
persona que contrata el seguro tenga respecto de ellas un interés asegurable.

El interés asegurable “es una relación susceptible de valoración económica, entre un sujeto y una cosa apta
para satisfacer una necesidad o prestar una utilidad”. Se trata de una noción de índole económica y no afectiva,
toda vez que, según el Artículo 518 del Código de Comercio, se refiere al propósito de evitar los riesgos y al
interés en conservar la cosa asegurada.
Este interés asegurable, como elemento esencial del contrato de seguro, está consagrado en la norma legal recién
citada, que pone varios ejemplos de los diversos títulos en cuya virtud el asegurado debe tener, al tiempo del
contrato, un interés real en evitar los riesgos, a saber:

i. Propietario de cosa asegurada;


ii. Copartícipe de la misma;
iii. Fideicomisario;
iv. Usufructuario;
v. Arrendatario;
vi. Acreedor o administrador de bienes ajenos;
vii. Cualquier otro que lo constituya interesado en la conservación del objeto asegurado.

Tratándose de seguros de personas, el interés asegurable rige respecto de la persona misma que se asegura o
respecto de quien contrate el seguro por tener un interés actual y efectivo en la conservación de la vida o
integridad personal de un tercero.

b) El riesgo: Es otro de los elementos esenciales del seguro y constituye, a su vez, la causa lícita del contrato,
requisito de validez del mismo.
El riesgo es una amenaza de pérdida o deterioro que afecta a bienes determinados, o a derechos específicos,
o al patrimonio mismo de una persona, en su totalidad. Esta amenaza puede cernirse también sobre la vida, la
salud y la integridad física e intelectual de un individuo e importar un peligro de muerte, de enfermedad o de
accidente.
El concepto legal de riesgo está definido en el artículo 513 del Código de Comercio, como “la eventualidad de
todo caso fortuito que pueda causar la pérdida o deterioro de los objetos asegurados”.
La definición no es apropiada, porque el riesgo no sólo está constituido por la eventualidad de un caso fortuito,
sino también por actos culpables o intencionales de terceros, y porque la amenaza que comporta el riesgo no
sólo afecta bienes, sino también derechos específicos patrimonio, vida, salud e integridad física de las
personas. El riesgo está vinculado con el interés asegurable, porque para que un hecho sea riesgoso respecto de
un individuo, es preciso que éste tenga un interés real y efectivo en evitar los daños que puedan afectar al objeto
asegurado.

c) La prima del seguro: Es el precio del seguro, la remuneración que el asegurado debe al asegurador en
contrapartida del riesgo que toma a su cargo. Se trata de un requisito propio y esencial del contrato de seguro,
a tal punto que, en los términos del artículo 541 del Código de Comercio, “el seguro contratado sin estipulación
de prima es nulo y de ningún valor”.

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Por otra parte, la prima constituye una de las principales obligaciones del asegurado y su pago puede
convenirse en una cantidad de dinero o en la prestación de una cosa o de un hecho estimable en dinero. Si nada se
estipula, se entiende pagadera en dinero, como es lo usual en la práctica.
En conformidad con las normas del artículo 543 del Código de Comercio, la prima puede pagarse toda de una
vez, o parcialmente por meses o por años. Se hace exigible desde que el asegurador comienza a correr los
riesgos, y si es pagadera por parcialidades cada cuota debe pagarse al comienzo de cada uno de los
respectivos períodos. Si la prima no se paga en el plazo previsto, el asegurador puede demandar su pago o la
resolución del seguro, con indemnización de perjuicios. Demandándose el pago de la prima, el seguro queda
subsistente; en caso contrario, solicitada la resolución del contrato, los riesgos dejan de correr de inmediato por
cuenta del asegurador. Esto último se entiende que ocurre notificada que sea la respectiva demanda (Art. 544 del
Código de Comercio).
El asegurador debe ejercer sus facultades recién señaladas dentro del término de tres días, contado desde el
vencimiento del plazo estipulado para el pago de la prima. No ejerciéndolas, el seguro queda firme y el
asegurador sólo puede demandar el pago de la prima (Art. 545 del Código de Comercio).
Cuando el asegurador concede un plazo de gracia para el pago de la prima, y el siniestro tiene lugar dentro de tal
plazo, el seguro produce todos los efectos jurídicos que le son propios. Ocurrido el siniestro luego de expirado el
plazo de gracia, el asegurador sólo responde si la prima fue pagada oportunamente (Art. 546 del Código de
Comercio).
Finalmente, en caso de pagarse la prima mediante la aceptación de endoso de letras de cambio, u otros efectos de
comercio, deberá tenerse presente que, salvo pacto expreso en contrario, no se extingue la obligación de pagarle
emanada de la relación jurídica fundamental, contrato de seguro; ni se causa novación (Art. 12 de la Ley N°
18.092). Si se dieron en pago documentos al portador, se causa novación si el acreedor al recibirlos no hace
formal reserva de sus derechos para el caso que los títulos no sean pagados. Es usual, en la práctica, que los
formularios de pólizas contengan la cláusula en virtud de la cual los cheques, letras o pagarés que se reciben en
pago de la prima, no extinguen, por ese solo hecho, la obligación de pagarla.

28.- Devolución de la prima.

El asegurador gana irrevocablemente la prima desde el momento en que los riesgos empiezan a correr por
su cuenta (art. 542 del Código de Comercio). Conviene precisar el alcance de la norma en los casos de
inexistencia, nulidad, resolución o resciliación del seguro.
Cuando el contrato de seguro es inexistente, por omisión de un requisito esencial, según el Artículo 1444 del
Código Civil, el asegurador debe restituir la prima, en caso de haberla recibido, y el tomador no está
obligado a entregarla, si no la hubiere pagado. El pago de la prima en esta situación carece de causa.
Declarada la nulidad del contrato de seguro, queda sin efecto la obligación de pagar la prima, y si ha sido pagada,
debe ser devuelta. El Código de Comercio no ha modificado las normas del derecho común, de manera que la
regla general es que la prima no es exigible o debe restituirse, en caso de nulidad del seguro, salvo dolo por
parte del asegurador (Arts. 525, 534 y 558 del Código de Comercio).
Tratándose de la resolución o terminación del seguro, según las reglas generales procede la restitución de la
prima.
Sin embargo, por ser el seguro un contrato de tracto sucesivo, sólo debe devolverse la parte de la prima
correspondiente al tiempo por el cual los riesgos dejan de ser de cargo del asegurador. Terminado o resuelto
el seguro no puede exigirse pago de la prima (Art. 544 del Código de Comercio).

En el evento de que el seguro se deje sin efecto por acuerdo mutuo de los contratantes, resulta lógico sostener
que la prima se reduce al tiempo de vigencia del contrato. Igual solución ha de aplicarse a las hipótesis de
terminación del contrato por decisión unilateral del asegurador o del asegurado previstas en las pólizas.
En general, toda vez que el seguro concluye porque cesan los riesgos o expira el interés asegurable del
contrayente o asegurador debe restituirse la parte de la prima correspondiente al tiempo de vigencia del contrato
durante el cual éste no va a producir sus efectos. Con todo, el artículo 531 del Código de Comercio, que
contempla una situación muy clara de conclusión del interés asegurado (enajenación del bien asegurado)
establece que el asegurador puede reclamar la prima íntegra. Por otra parte, el artículo 547 del mismo Código
señala que, caducando el seguro contratado por meses o por años, el asegurado no deberá cantidad alguna por los

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meses o años que no hubieren principiado a correr; pero tampoco podrá repetir porción alguna de la prima que
hubiere pagado por la parte del mes o año que no hubiere corrido.

En conclusión, en caso de extinción del seguro por cesación de los riesgos o del interés asegurable se aplica
la regla del artículo 542 del Código de Comercio, en cuanto a que la prima se gana irrevocablemente. La
razón se encuentra en el carácter aleatorio del contrato de seguros dentro del cual queda comprendida la
contingencia incierta de ganancia o pérdida que favorece al asegurador precisamente por darse la eventual
cesación de los riesgos o del interés asegurable.

29.- Celebración del contrato de seguro.

a) La póliza de seguro. “El contrato de seguro es solemne, toda vez que se perfecciona y prueba por escritura
pública o privada” (art. 514 del Código de Comercio). “El documento justificativo del seguro se denomina
póliza”.
Cuando la póliza se emite por instrumento privado, que es lo que ocurre de ordinario en la práctica, es preciso
extender dos ejemplares, uno para la empresa aseguradora y otro para el tomador o contrayente del seguro.

La emisión de la póliza es la última de las numerosas etapas que comporta la celebración de un contrato de
seguro. En efecto, en primer lugar está una oferta indeterminada que hace al público la empresa
aseguradora contenida en avisos publicitarios, prospectos folletos, etc., dando a conocer las diversas
modalidades de los seguros ofrecidos. La segunda etapa consiste en una propuesta de seguro, mediante la cual
el asegurado requiere la cobertura de determinado riesgo, allegando los antecedentes necesarios para
evaluarlo y calcular el valor de la prima. En teoría la propuesta debe contenerse en un documento escrito y
firmado por el asegurado, pero en la práctica puede hacerse verbalmente, por teléfono, por télex o mediante el
empleo de cualquier medio moderno de comunicación.
Recibida la propuesta la compañía aseguradora puede dar su respuesta o exigir el cumplimiento de determinadas
condiciones previas como el reconocimiento del riesgo (en el seguro de incendio, revisar la vivienda para
verificar el grado de combustión, o en el seguro de vida, que se practique previamente examen médico del
asegurado). La aceptación de la empresa no importa por sí sola que el contrato se haya perfeccionado porque,
como dijimos, éste es solemne.
Para que se perfeccione el contrato, una vez que la compañía ha aceptado la propuesta presentada por el
asegurado, se requiere el otorgamiento de la póliza. Mientras no se emita la póliza, en estricto derecho el
contrato de seguro no existe, de manera que si se produce el siniestro en el tiempo que media entre la aceptación
de la propuesta y el otorgamiento formal de la póliza la compañía no es responsable porque el contrato no ha
nacido aún, ni está obligada a indemnizar, porque tal obligación es un efecto jurídico del contrato.
En la práctica, sin embargo, aceptada la propuesta y pagada la prima, la compañía se considera obligada a la
indemnización del siniestro por aplicación del principio de la buena fe, solución que en todo caso depende
únicamente de ella.
Si la empresa aseguradora retarda el otorgamiento de la póliza, lo que resulta sin duda perjudicial para el
proponente, este último puede demandar la emisión de dicho documento, toda vez que el seguro ajustado
verbalmente vale como promesa, con tal que se haya convenido formalmente en la cosa, riesgo y prima (art. 515
del Código de Comercio). Ahora bien, si en el hecho el proponente resulta perjudicado por la falta de
otorgamiento de póliza, puede demandar la indemnización de todos los perjuicios resultantes de un siniestro no
cubierto por el seguro, debido a la omisión culpable o dolosa de la empresa en otorgarle la póliza. De
conformidad con el Artículo 549 del Código de Comercio, la póliza debe entregarse firmada por el asegurador
al asegurado dentro de veinticuatro horas contadas desde que el contrato quedó convenido o ajustado entre
la compañía y el asegurado o su mandatario. Si el seguro se celebra por medio de corredor, la póliza debe ser
firmada y entregada por el asegurador en el término de cuatro días contados desde la conclusión del contrato.
Por último, si la empresa condiciona la emisión de la póliza o la aceptación de la propuesta de seguro al pago de
la prima, ello comporta una nueva propuesta, según el Artículo 102 del Código de Comercio, y no se formaría el
consentimiento sino una vez aceptada la contraproposición, esto es, pagada que sea la prima.

b) Contenido de la póliza. Las pólizas contienen, fundamentalmente, dos secciones;

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i. Las condiciones particulares, en las que se especifican las singularidades propias del contrato que se celebra,
como son: nombre y apellidos del asegurado, objeto materia del seguro, vigencia, etcétera, y
ii. Las condiciones generales que son estipulaciones para los seguros de un mismo ramo. El núcleo de las
condiciones generales está constituido por la determinación de los riesgos cubiertos, y por las exclusiones de
cobertura, que permiten determinar la responsabilidad que la empresa aseguradora asume ante el asegurado.

El Artículo 516 del Código de Comercio señala las menciones que deben contener las pólizas respecto de toda
clase de seguros; otras reglas contemplan exigencias especiales para ciertos tipos de seguros: Artículos 573,
respecto del seguro de vida; 579, relativo al seguro de incendio; 587, concerniente al seguro agrícola; 591, sobre
seguro de transporte terrestre, y 1173, referente al seguro marítimo.
Las normas legales citadas se ocupan de reglamentar las llamadas “condiciones particulares” del seguro. Al igual
que tratándose de otra clase de documentos, se pueden distinguir enunciaciones esenciales, de la naturaleza y
meramente accidentales. Pertenece a la primera categoría la mención relativa a la estipulación de prima cuya
omisión está sancionada expresamente con la nulidad (Art. 541 del Código de Comercio). Asimismo, la omisión
de cualquiera de los otros requisitos del artículo 516, relativos a la esencia del contrato, origina la inexistencia del
seguro. Tratándose de otras estipulaciones que no sean de la esencia del contrato, su omisión impide
probarlas porque la póliza es el único medio para acreditarlas. La omisión de cláusulas tales como la falta
de consignación del valor de las cosas aseguradas y del monto del seguro (Nos. 3º y 4° del art. 516), está
suplida por los Artículos 533 y 535, respectivamente, del Código de Comercio, de suerte que no produce la
nulidad ni la inexistencia del contrato. Igual cosa sucede cuando se omite la enunciación relativa a la duración
del contrato (N° 6° del art. 516), suplida por el artículo 537, y con la falta de designación del riesgo asegurado
(N° 5° del art. 516), que está suplida norma del artículo 586 del Código de Comercio. Por último, el artículo 516
N° 9°, en la parte final, deja, abierta la posibilidad de las partes para convenir otras estipulaciones que ni esencial
ni naturalmente pertenecen al seguro, pero que pueden introducirse mediante pacto expreso.
Con todo, en la práctica el contrato de seguro se celebra empleando pólizas impresas como formularios, cuyos
espacios en blanco se llenan siguiendo las instrucciones de la compañía, de donde resulta improbable que se
incurra e omisión de enunciaciones esenciales.

30.- Efectos del contrato de seguro.

1. Obligaciones y cargas del contrayente y asegurada: Por ser el seguro un contrato bilateral, se generan
derechos y obligaciones recíprocos entre las partes. En estos términos, lo que constituye obligación para el
asegurado es un derecho para el asegurador, y viceversa. El contrato de seguro es más complejo en sus efectos en
cuanto a que da origen a obligaciones y cargas. Las obligaciones son deberes impuestos a un individuo para
tutelar un interés de la otra parte, a la cual corresponde un derecho subjetivo y por tanto dotado de una acción
para su resguardo. Las cargas, por el contrario, son deberes impuestos al sujeto en resguardo de un interés propio,
cuya observancia es necesaria para alcanzar un determinado resultado y cuya violación origina la pérdida o el
perjuicio del resultado. La distinción entre obligaciones y cargas no está expresamente contemplada en nuestro
derecho, pero tampoco está prohibido estructurar un contrato estipulando obligaciones como cargas. Las pólizas
están concebidas de manera que si ciertos deberes del asegurado o del contrayente no se observan, dicho
incumplimiento hace caducar o disminuir el derecho del asegurado.
Las obligaciones y cargas que el seguro genera pesan sobre el contrayente; éste puede ser la misma persona
asegurada o bien puede tratarse de sujetos diferentes. Cuando el contrayente y el asegurado son una misma
persona, no se plantea problema alguno; pero si son diferentes personas, pueden quedar sujetas a obligaciones y
cargas distintas y exclusivas. Siendo así, la obligación establecida en el Artículo 556 N° 1° del Código de
Comercio, consistente en declarar sinceramente para identificar la cosa y apreciar la extensión del riesgo, pesa
sobre el contrayente o tomador del seguro y no sobre el asegurado, salvo en la hipótesis que este último contrate
seguro en su propio beneficio.
Es importante precisar al sujeto pasivo de la obligación o de la carga, para determinar las consecuencias que
acarrean la infracción o el incumplimiento. Cuando el asegurado es el dueño y poseedor de la cosa asegurada
y ha tomado el seguro en su propio favor, el agravamiento de los riesgos ocasionado por él mismo le hace
perder su derecho a la indemnización del siniestro. En cambio, esta consecuencia no se produce cuando el
seguro se ha tomado para proteger a un tercero (acreedor hipotecario), porque ella no conculca deber alguno que
se haya puesto de su cargo.

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La ley impone una serie de obligaciones y cargas al asegurado, para cuyo análisis, resulta más didáctico
distinguir:

a) Las que se generan al tiempo de celebrar el contrato,


b) Las que existen durante su vigencia y, por último,
c) Las que deben observarse una vez ocurrido el siniestro.

a) Obligaciones o cargas al tiempo de la celebración del contrato. Según el Artículo 556 N° 1° del Código de
Comercio, el asegurado está obligado “a declarar sinceramente todas las circunstancias necesarias para
identificar la cosa asegurada y apreciar la extensión de los riesgos”. Tal obligación pesa sobre el asegurado
porque él es el interesado en señalar cuál es el objeto de su interés asegurable y cuáles son los riesgos que pueden
afectarlo.
La norma que impone la obligación de declarar sinceramente para identificar la cosa y apreciar la extensión del
riesgo, concuerda con el Artículo 516 N° 9°, que señala como enunciación de la póliza esta misma declaración
que debe hacerse al asegurador para que tenga un conocimiento exacto y completo de los riesgos que asume en el
seguro.
La falta de cumplimiento de esta obligación del asegurado está sancionada con la nulidad del contrato, en
el Artículo 557 N° 1° del Código de Comercio.
Otra obligación del asegurado al tiempo de la celebración del contrato es la de declarar los demás seguros que
pueda tener contratados sobre los mismos objetos materia del contrato que se celebra. El incumplimiento de esta
obligación libera a la compañía de la obligación de indemnizar en caso de siniestro.
También el asegurado está obligado a declarar el tipo de interés asegurable al momento de celebrar el
contrato. Dicha obligación se desprende del Artículo 516 N° 2° en relación con el Artículo 518 y el Artículo 556
N° 1°, todos del Código de Comercio. El incumplimiento de esta obligación se produce por omitir la declaración
como por efectuarla en forma errónea o falsa. Si omite la declaración, el asegurado debe probar, para reclamar la
indemnización, que tenía un interés legítimo en conservar la cosa asegurada tanto al convenir él seguro cuanto al
momento de producirse el siniestro. Tratándose de declaración errónea o falsa, la compañía puede excusarse de
pagar la indemnización, salvo que la equivocación no tenga ninguna influencia en la determinación del interés
asegurable.
La obligación esencial del asegurado consiste en pagar la prima y ella puede establecerse como condición
para la formación del contrato. Al ser de esta última forma ella debe cumplirse al tiempo de la celebración del
contrato. En cambio, si se ha estipulado pagarla por cuotas, es una obligación que debe cumplirse durante la
vigencia del contrato.
Cuando el pago de la prima es la condición que debe cumplirse para que el contrato se celebre, no es propiamente
una obligación, porque ésta es un efecto jurídico originado por un contrato legalmente celebrado, que en este caso
no existiría antes de pagar la prima.

b) Obligaciones o cargas durante la vigencia del seguro. Mientras el contrato está vigente deben observarse las
siguientes obligaciones o cargas:

i. Obligación de cuidar el objeto asegurado, contemplada en el artículo 556 N° 3 del Código de Comercio, que
impone emplear todo el cuidado y celo de un diligente padre de familia para prevenir el siniestro. En los
términos del Artículo 44 del Código Civil, el contrayente debe observar la diligencia o cuidado mediano en la
prevención del siniestro, por lo que responde de la culpa leve. Por disposición del Artículo 582, N° 1° del
Código de Comercio, el asegurador responde aun de los siniestros originados por culpa leve del asegurado, por lo
cual en el seguro de incendio, no rige la obligación en estudio, quedando el contrayente obligado sólo a no
incurrir en culpa grave.
De conformidad con lo previsto en el Artículo 539 del Código de Comercio, el siniestro se presume ocurrido
por caso fortuito. Corresponde al asegurador acreditar que el siniestro ha tenido origen en un accidente que no le
hace responsable según la ley o el contrato. Ahora bien, según el Artículo 584 del mismo Código, tratándose de
seguro de incendio, cesa la responsabilidad del asegurador si el incendio se origina por haber infringido el
contrayente las leyes o reglamentos de policía destinados a prevenir esos accidentes. En este caso la ley presume
que el asegurado ha infringido su obligación de emplear en la prevención del siniestro el cuidado correspondiente,
lo que queda de manifiesto una vez ocurrido el siniestro.

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ii. Obligación de no agravar los riesgos, que pesa sobre a asegurado durante la vigencia del contrato. La
fuente legal es el Artículo 538 del Código de Comercio, que impone al asegurado el deber de no variar por sí
solo el lugar del riesgo, ni cualquiera otra de las circunstancias consideradas para estimado, y haciéndolo
sin consentimiento del asegurador puede resolverse el contrato, si a juicio del tribunal ello importa la
agravación o extensión de los riesgos.
La obligación que nos ocupa está íntimamente vinculada con la que tratamos antes, consistente en cuidar el objetó
asegurado. En materia de seguro de incendio, el artículo 583 del Código de Comercio hace una aplicación
concreta de este principio al disponer que cesa la responsabilidad del asegurador si el edificio asegurado fuere
destinado, después, del contrato, a un uso que agrave los riesgos de incendio, de manera que pueda
presumirse que el asegurador no lo habría asegurado o lo habría hecho en distintas condiciones.

iii. Obligación de comunicar todo nuevo seguro que se contrate sobre las mismas cosas y riesgos. La fuente de
esta obligación está representada por las pólizas de seguro, que estipulan, en caso contrario, la falta de
responsabilidad de las compañías.

c) Obligaciones o cargas una vez ocurrido el siniestro. Básicamente, ellas son las siguientes:

i. Obligación de salvar la cosa asegurada o conservar sus restos. Tiene como fuente legal el Artículo 556 N°
4° del Código de Comercio, que impone al contrayente o al asegurado, ante la ocurrencia del siniestro, el
deber de esforzarse por limitar sus consecuencias para evitar que se extienda y, por último, para velar que
los restos queden debidamente custodiados, porque siempre tendrán un valor que pueda imputarse a la
indemnización o que permita a la compañía resarcirse en parte de las pérdidas. Dada la circunstancia de que
las medidas de conservación de los restos del siniestro (salvataje) benefician al asegurador, está obligado a
reembolsar al asegurado los gastos que le hubiere ocasionado el cumplimiento de este deber legal.

b) Obligación de denunciar el siniestro al asegurador. Contemplada en el Artículo 556 N° 5° del Código de


Comercio, ella debe cumplirse en el término de tres días, plazo que es variable según el tipo de seguro. A la
empresa aseguradora le interesa el cumplimiento de esta obligación, toda vez que le permite tomar medidas para
evitar el aumento de los daños, para dejar a salvo sus derechos de subrogación y para constatar fehacientemente el
siniestro y los perjuicios producidos.

c) Obligación de justificar el derecho de indemnización. En virtud del artículo 557 N° 7° del Código de
Comercio, el asegurado está obligado “a probar la coexistencia de todas las circunstancias necesarias para
establecer la responsabilidad del asegurador”. Cabe tener presente que, según el artículo 539 del Código, el
siniestro se presume ocurrido por caso fortuito, corresponde al asegurador probar que el siniestro se ha debido a
un accidente que no lo constituye responsable. Siendo así, el asegurado tiene que acreditar únicamente que ha
ocurrido el siniestro y que éste se ha debido al riesgo asegurado y el monto de los daños. Se trata en verdad de
una carga que impone el deber de probar sólo las circunstancias recién señaladas.

2. Obligaciones de la empresa aseguradora. Se trata fundamentalmente de dos obligaciones:


a) Entregar la póliza, e
b) Indemnizar los daños.

a) Obligación de entregar la póliza. Hemos tenido ocasión de señalar que el Artículo 549 del Código de
Comercio establece que, ajustado el seguro entre el asegurador y el asegurado, o su mandatario, el primero debe
entregar al segundo la póliza firmada dentro de veinticuatro horas contadas desde la fecha del ajuste.
Cuando el seguro se celebra por intermedio de un corredor, la póliza debe entregarse firmada en el término
de cuatro días contado desde la conclusión del convenio.
La sanción al incumplimiento de esta obligación consiste en el derecho que se reconoce al asegurado de reclamar
daños y perjuicios que pudiere haber experimentado por este motivo, tanto del asegurador como del corredor de
seguros.

b) Obligación de indemnizar. Para que proceda la obligación esencial del asegurador se requiere:
1° Existencia de un contrato de seguro y que éste sea válido.
2° Que el asegurado haya cumplido todas las obligaciones y cargas que le imponen el contrato y la ley;

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3° Que ocurra el siniestro por alguno de los riesgos previstos en la póliza y cubiertos por ella, y
4° Que el siniestro tenga lugar durante la vigencia del contrato.

31.- Los presupuestos de la quiebra.

Para que exista la quiebra se requiere:

a) Causa, esto es, la situación patrimonial de imposibilidad de pagar que afecta a una persona natural o jurídica y,
b) Acción de quiebra encaminada a lograr su declaración por los tribunales de justicia.

La acción de quiebra implica la actividad de un sujeto que la ejerce ante los tribunales de justicia y ello conduce
al resultado de obtener la declaración del estado de quiebra. En la generalidad de los casos el sujeto activo de la
acción de quiebra es el acreedor, quien la ejerce velando por sus derechos personales.
En ciertas situaciones la quiebra se declara sin que propiamente se ejerza la acción, como ocurre cuando el mismo
deudor la invoca en su favor o porque está obligado a hacerlo. Se declara asimismo la quiebra por el ejercicio de
otras acciones, como las de nulidad y de resolución del convenio judicial preventivo, las cuales al ser acogidas
traen aparejada tal declaración.
El rechazo de ciertas gestiones destinadas a solucionar la situación del deudor, como el pago por cesión de bienes,
o de la proposición de un convenio judicial preventivo, importan declaración de quiebra sin ejercicio de la acción.
Así como la acción de quiebra tiene un sujeto activo que la ejerce, también hay un sujeto pasivo en contra del cual
ella se dirige. El sujeto pasivo es el deudor, persona natural o jurídica, cuyo patrimonio está afectado por la
situación crítica de impotencia de pagar, que constituye la causa de la quiebra.
En fin, tratándose del derecho concursal chileno, la acción de quiebra se dirige contra toda persona, sea que
ejerza o no una actividad comercial, industrial, minera o agrícola. Claro está que para el deudor que ejerce
dichas actividades hay un trato distinto, en ciertos aspectos, que respecto de aquel que no las realiza.

32.- Clasificación de las causales de quiebra.

Si se tiene en cuenta el sujeto pasivo de la acción de quiebra, las causales contenidas en la legislación nacional
pueden clasificarse en tres grupos:

a) Las que son aplicables exclusivamente al deudor que ejerce actividad comercial, industrial, minera o agrícola;
b) Las que se aplican a toda clase de deudor, y
c) Las que se aplican exclusivamente al deudor que no ejerce actividad comercial, industrial, minera o agrícola.

33.- Las causales de quiebra.

a) CAUSAL APLICABLE AL DEUDOR QUE EJERCE ACTIVIDAD COMERCIAL, INDUSTRIAL,


MINERA O AGRÍCOLA. Está contenida en el Artículo 43 Nº 1 de la ley concursal vigente, en los siguientes
términos: “Cualquiera de los acreedores podrá solicitar la declaración de quiebra, aun cuando su crédito no sea
exigible, en los siguientes casos:
Cuando el deudor que ejerza una actividad comercial, industrial, minera o agrícola, cese en el pago de una
obligación mercantil con el solicitante, cuyo título sea ejecutivo”. La causal requiere para configurarse la
concurrencia de los siguientes requisitos copulativos:

i. Que el deudor ejerza una actividad comercial industrial, minera o agrícola.


En la práctica, la causal que estamos tratando puede tener mucha aplicación, si concurren los demás requisitos,
porque la mayoría de las actividades económicas son comerciales, industriales, agrícolas o mineras, con
excepción de las relativas al ejercicio de profesiones liberales, prestaciones de servicios mediante contrato de
trabajo y la dedicación a un determinado arte como modo de vida.

ii. Que haya cesado en el pago de una obligación con el solicitante de la quiebra.
Tal significado es el de estado patrimonial de imposibilidad de pagar. Se trata de una obligación que ha sido
cesada en su pago y no simplemente incumplida, cuando ella tiene determinados caracteres que permitan suponer,

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fundadamente, que la falta de pago se debió a la imposibilidad de hacerlo. Estos caracteres son la exigibilidad, la
liquidez y la indisputabilidad. Los dos primeros son esenciales para que pueda existir incumplimiento. Es la
característica indisputabilidad la que permite diferenciar esta interpretación de la anteriormente expuesta. La
indisputabilidad no es sinónimo de obligación no litigiosa. Una obligación es indisputada cuando el deudor no
puede oponer excepciones o pudiendo hacerlo no las opone, o las deduce tales que no son de aquellas que la ley
permite en ese caso, o que siendo de las que la ley contempla según las circunstancias, resultan infundadas sin
mayor examen.

iii. Que la obligación sea mercantil.


Son obligaciones de esta naturaleza las que emanan de actos que la ley califica de mercantiles, en el Artículo 3°
del Código de Comercio. Basta que la obligación tenga el carácter de comercial respecto del deudor, aunque
para el acreedor sea civil, por provenir de un acto mixto.
La exigencia relativa al carácter mercantil de la obligación en cuyo pago ha cesado el deudor se explica en esta
causal, porque el legislador atribuye mayor gravedad al atentado contra el crédito que emana de obligaciones
comerciales, cuyas consecuencias son más perniciosas que el simple incumplimiento de obligaciones civiles.
El peso de la prueba sobre el carácter mercantil de la obligación recae en el acreedor solicitante de la quiebra.

iv. Que la obligación conste de un título ejecutivo.


Se trata de una nueva exigencia para configurar la causal introducida por la Ley N° 18.175, de 28 de octubre de
1982, que contiene el nuevo texto de la Ley de Quiebras.
Se trata de una modificación que en alguna medida contribuye a la aplicación de la quiebra hacia las finalidades
que siempre ha debido tener, esto es, proteger los intereses del fallido, de los acreedores, de terceros y de la
comunidad, frente al estado patrimonial crítico del deudor que atenta contra el crédito.

b) CAUSALES COMUNES A TODO DEUDOR. Ellas están contenidas en el Artículo 43 Nº 2, 3 y 4 de la Ley


de Quiebras. Trataremos de cada una de ellas en forma separada.

I. Primera causal común a todo deudor, Artículo 43 Nº 2. En virtud de esta norma, cualquiera de los
acreedores puede solicitar la declaratoria de quiebra, aun cuando su crédito no sea exigible, “cuando el deudor
contra el cual existieren tres o más títulos ejecutivos y vencidos, provenientes de obligaciones diversas, y
estuvieren iniciadas, a lo menos, dos ejecuciones, no hubiere prestado en todas éstas, dentro de los cuatro días
siguientes a los respectivos requerimientos, bienes bastantes para responder a la prestación que adeude y las
costas”.
Para que la causa de la declaración de quiebra se configure, en este caso, se requiere la concurrencia de los
siguientes requisitos:

i. Que existan contra el deudor, a lo menos, tres títulos ejecutivos y vencidos.


La ley concursal no establece que los títulos ejecutivos vencidos en contra del deudor deban representar
obligaciones de dar una suma de dinero. Sin embargo, tal exigencia puede deducirse del contexto general del
precepto que consagra la causal en estudio. En efecto, el artículo 43 Nº 2 de la Ley de Quiebras establece que la
causal requiere, entre otros presupuestos, “que el deudor no hubiere presentado en todas éstas (ejecuciones),
dentro de los cuatro días siguientes a los respectivos requerimientos, bienes bastantes para responder a la
prestación que adeude y las costas”. La falta de presentación de bienes para cubrir la prestación adeudada destaca
el carácter de obligación de dar una suma de dinero que deben tener las contenidas en los títulos ejecutivos que se
hacen valer contra el deudor. Asimismo, esto pone de relieve su naturaleza patrimonial, que permite invocar la
declaratoria de quiebra.
Se ha discutido si los títulos ejecutivos invocados por el acreedor deben pertenecerle o si puede pedir la quiebra
fundado en títulos ejecutivos ajenos o en ejecuciones iniciadas por terceros. Creemos que para solicitar la
declaratoria de quiebra en virtud de la causal del Nº 2 del Artículo 43 de la Ley de Quiebras, basta ser acreedor,
aunque la obligación no sea exigible, pudiendo invocar títulos ejecutivos vencidos ajenos contra el deudor.
La razón que se tiene en vista para permitir al acreedor de crédito no vencido pedir la quiebra de su deudor
haciendo valer títulos ejecutivos ajenos, es proteger la igualdad que debe existir entre todos los acreedores,
principio este que informa toda la institución de quiebra.

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ii. Que provengan de obligaciones diversas.
Mediante esta exigencia se impide que el acreedor que cuenta con un título ejecutivo en el cual estén contenidas
obligaciones derivadas de un mismo contrato, pueda dividirlo y valerse de esta causal de declaratoria de quiebra
en contra del deudor. La circunstancia de que los títulos ejecutivos vencidos provengan de obligaciones diversas
revela el estado patrimonial crítico del deudor que no puede hacer frente a ellas.

iii. Que se hayan iniciado, a lo menos, dos ejecuciones.


Ejecuciones se entienden iniciadas desde el momento del requerimiento de pago. Estimamos que la ejecución se
entiende terminada cuando se haya pagado totalmente al acreedor.

iv. Que el deudor no hubiere presentado en todas éstas, dentro de los cuatro días siguientes a los
respectivos requerimientos, bienes bastantes para responder a la prestación que adeude y a las costas. Por
consiguiente, estimamos que si en las ejecuciones se ha realizado un embargo suficiente por indicación del
ejecutante, debe entenderse cumplido el requisito legal que estamos tratando. No pensamos así cuando los bienes
para la traba de embargo los ha señalado el receptor, a falta de indicación del ejecutante y del ejecutado. También
es necesario recordar que los bienes presentados por el deudor o que están embargados por indicación del
ejecutante deben ser distintos en ambas ejecuciones y ser en cada una de ellas suficientes para pagar el crédito
respectivo, las costas y, además, los intereses.
En lo relativo al plazo para la presentación de bienes, éste es de cuatro días a contar de los respectivos
requerimientos. Se trata de un término fatal, de carácter procesal, por lo que se suspende en días feriados.

II. Segunda causal común a todo deudor, Artículo 43 N°3. Esta causal tiene lugar “cuando el deudor se fugue
del territorio de la República o se oculte dejando cerradas sus oficinas o establecimientos, sin haber nombrado
persona que administre sus bienes con facultades para dar cumplimiento a sus obligaciones y contestar nuevas
demandas”.

La causal tiene lugar cuando se reúnen los siguientes presupuestos:

i. Fuga u ocultación del deudor.


Por fuga se entiende la huida del deudor fuera del territorio de la República. La ocultación, en cambio,
supone que el deudor se encuentra en el territorio nacional, pero “desaparece de la vista de la gente”, se
esconde. Para que tenga lugar este hecho revelador de la cesación de pagos es preciso que el deudor sea una
persona natural o que los actos de fuga u ocultamiento los realicen el o los administradores o representantes
legales de una persona jurídica. La persona que se oculta o que se fuga deja sus bienes abandonados, lo que
obliga al juez, en el juicio de quiebra, a nombrarle un curador de bienes que actuará por él mientras se
aplique el procedimiento de concurso. Cuando la quiebra se declara por virtud de la fuga u ocultación del
deudor, la conducta de este último será objeto de calificación penal para determinar su responsabilidad.

ii. Cierre de sus oficinas o establecimientos.


Entendemos que esta exigencia implica, por una parte, que el deudor tenga oficinas o establecimientos, ya que
si carece de ellos mal podría dejarlos cerrados. Por otra parte, el requisito va más allá del simple hecho que las
puertas estén materialmente cerradas. Se requiere que no se atienda al público y que, en consecuencia, no se
lleven a cabo los actos jurídicos propios de la actividad o giro del deudor.

iii. Que no haya nombrado persona que administre sus bienes con facultades para dar cumplimiento a sus
obligaciones y contestar nuevas demandas.
El deudor que desea evitar una declaratoria de quiebra por la causal en estudio debe dejar un mandato que cumpla
con las siguientes exigencias:

- Que se trate de un mandato de administración general;


- Que faculte expresamente al apoderado para dar cumplimiento a las obligaciones del mandante;
- Que lo faculte asimismo para contestar nuevas demandas, lo que supone que dicho mandato contiene
atribuciones en el orden judicial, y
- Que el mandatario comparezca aceptando expresamente el mandato.

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c) CAUSAL PROPIA DEL DEUDOR CIVIL: Rechazo de la cesión de bienes. De conformidad con lo
previsto en el Artículo 241 de la Ley de Quiebras, el deudor que no ejerce una actividad comercial, minera o
agrícola, al que se denomina en esta materia como deudor civil, puede hacer cesión de bienes, de acuerdo con
lo dispuesto en el Artículo 1614 del Código Civil, cuando no se encuentra en alguno de los casos
enumerados en el Artículo 43 de la ley concursal, en cuanto le sean aplicables.
La cesión de bienes es otro procedimiento o tutela colectiva que se aplica sólo respecto del deudor civil y
consiste en el abandono voluntario que el deudor hace de todo lo suyo a su acreedor o acreedores, cuando, a
consecuencia de accidentes inevitables, no se halla en estado de pagar sus deudas. El proceso termina en una
sentencia que acoge o rechaza la cesión de bienes propuesta por el deudor.

Otras causales de quiebra.


i. Quiebra solicitada por el propio deudor. La quiebra es una tutela colectiva que representa para el deudor la
posibilidad de resolver su situación patrimonial crítica, cautelando en mejor forma sus intereses que bajo el
régimen de las defensas individuales ejercidas por sus acreedores. Así, por ejemplo, puede celebrar un convenio
simplemente judicial para reglamentar el pago de sus obligaciones, por la mayoría legal, que sin la quiebra
necesitaría ser aprobado por la unanimidad de los acreedores.
La petición de quiebra por el propio deudor constituye un hecho revelador de su estado patrimonial crítico,
es una confesión expresa y judicial de cesación de pagos.
Respecto del deudor que ejerce una actividad comercial, industrial, minera o agrícola, no se trata de una
facultad, sino de una obligación de pedir su declaración de quiebra, que le impone el Artículo 41 de la ley del
ramo. Si no cumple con este deber, su quiebra se presume culpable y pierde el derecho de demandar
alimentos en contra de la masa (Arts. 219 Nº 4 y 60 de la Ley N°18.175).

ii. Convenio judicial preventivo rechazado o desechado. Como su nombre lo indica mediante este tipo de
convenio el deudor intenta evitar su declaración en quiebra y resolver su situación patrimonial crítica según las
fórmulas o proposiciones que constituyen su contenido.
El convenio judicial preventivo importa una confesión expresa y judicial del deudor de su estado de
cesación de pagos. Por lo mismo, cuando el deudor formula las proposiciones de esta clase de convenio, debe
acompañar los documentos señalados en el artículo 42, de la normativa del ramo, que son los mismos que
deben adjuntarse cuando él pide su propia quiebra.
Tanto en caso de que el convenio judicial preventivo sea rechazado, en la junta de Acreedores por no alcanzar la
mayoría necesaria para su aprobación, cuando en el evento de que sea desechado por acogerse una causal de
impugnación del mismo, procede la declaración de quiebra de oficio por el tribunal y sin más trámite. En
una y otra situación es evidente que estamos frente a una exteriorización unívoca del estado de cesación de pagos
del deudor, que amerita la declaración consecuencial de su quiebra.

iii. La no presentación de convenio judicial preventivo. Según lo previsto en el Artículo 172, de la normativa
concursal vigente, el acreedor de cuyo deudor se encuentra en alguno de los casos previstos en el Artículo 43
números 1 y 2, puede solicitar al tribunal competente que ordene a dicho deudor o a su sucesión, hacer
proposiciones de convenio judicial preventivo, dentro del plazo de 30 días contado desde la notificación efectuada
en la forma establecida en el Artículo 45, inciso final. La no presentación del convenio judicial preventivo dentro
del plazo señalado, originará necesariamente la quiebra del deudor y el tribunal la declarará de oficio. La quiebra
no se declara de oficio como señala la ley, porque es el acreedor quien comparece a pedir que el juez obligue al
deudor a proponer el convenio, de manera que el tribunal no toma la iniciativa de declarar la quiebra, sino actúa
en forma consecuencial.

Además, es preciso tener presente que, en la situación prevista en el artículo 172, el deudor dentro del plazo de 5
días, contado desde la notificación de la solicitud del acreedor para que proponga convenio, puede manifestar al
tribunal que se acoge irrevocablemente al artículo 177 ter, caso en el cual el juez convoca a la junta de acreedores,
para que en ella se designe a un experto facilitador, quien dentro de los 30 días siguientes a la celebración de la
junta, deberá evaluar la situación legal, contable, económica y financiera del deudor y proponer a sus acreedores
un convenio que sea más ventajoso que la quiebra de aquél, o en caso contrario, solicitar al tribunal que declare la
quiebra del deudor, el que deberá hacerlo sin más trámite. Asimismo, si el experto facilitador no diere
cumplimiento a la obligación de proponer un convenio ni solicitar la quiebra, en plazo previsto al efecto, el juez

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declarará de oficio la quiebra del deudor. Al ser de esta manera, se establecen estas nuevas situaciones o hechos
reveladores que permiten la declaración de quiebra del deudor.

Por último, si el tribunal no acoge la solicitud del acreedor en orden a que se obligue al deudor a proponer
convenio judicial preventivo al peticionario le queda a salvo el derecho de ejercer la acción de quiebra.

iv. Nulidad o incumplimiento del convenio judicial preventivo. Una vez que este tipo de convenio ha sido
aprobado y entra en vigencia, puede perder su eficacia por ser declarada su nulidad o su incumplimiento.
Los artículos 209 y siguientes de la regulación concursal se ocupan de establecer las causas y el procedimiento
que permiten declarar la nulidad o el incumplimiento de los convenios judiciales. De conformidad con lo previsto
en el artículo 214 de la ley del ramo, en el caso del convenio judicial preventivo una vez que la sentencia que
declara la nulidad o el incumplimiento se encuentra firme o ejecutoriada el tribunal de primera instancia debe
pronunciar de oficio y sin más trámite la quiebra del deudor.

v. Declaración de nulidad o de incumplimiento del convenio judicial preventivo por el árbitro competente.
De conformidad con lo previsto en el artículo 178, inciso 4°, la normativa de quiebras, en el contenido de un
convenio judicial preventivo se puede pactar que las cuestiones o diferencias que se produzcan entre el deudor y
uno o más de los acreedores o entre éstos, a propósito del convenio y en particular sobre su aplicación,
interpretación, cumplimiento nulidad o declaración de incumplimiento, pueda o deba ser sometida al
conocimiento o resolución de un juez árbitro, como asimismo estipular la naturaleza del arbitraje y cualquier otra
materia sobre él mismo. Este pacto compromisorio es obligatorio para todos a quienes afecta el convenio.
Siendo esto así, en el evento de que el árbitro declare nulo o incumplido el convenio, tiene que enviar
inmediatamente el expediente a la Corte de Apelaciones correspondiente, a fin de que ella designe al tribunal que
habrá de declarar la quiebra, según la normativa vigente.

vi. Rechazo del convenio judicial preventivo propuesto por sociedades sujetas a fiscalización de la
Superintendencia de Valores y Seguros. En virtud de lo previsto en el Artículo 2° de la Ley Nº 18.046, las
sociedades anónimas abiertas y las cerradas que así lo soliciten, están sujetas a la fiscalización de la
Superintendencia de Valores y Seguros, como asimismo las sociedades anónimas en las que el Estado tenga
participación, en la forma prevista en el aludido texto legal. El Artículo 180 de la normativa concursal, en las
referidas sociedades anónimas, con excepción de las compañías de seguros, cuando formulen proposiciones de
convenio judicial preventivo, deben hacerlo ante un tribunal arbitral.
La competencia del tribunal arbitral, en este caso, comprende todo lo relativo a la tramitación del convenio
judicial preventivo y los incidentes que se promuevan durante el procedimiento mismo, hasta que la resolución
que lo tenga por aprobado se encuentre ejecutoriada. Ahora bien, si este convenio fuese rechazado o desechado, el
tribunal arbitral lo declarará así mediante una decisión que no es apelable y enviará el expediente a la Corte de
Apelaciones respectiva, a fin de que ésta designe el tribunal ordinario que debe declarar la quiebra sin más trámite
y nombre del síndico.

vii. Quiebra de los socios de una sociedad colectiva comercial o de los gestores de una sociedad en
comandita. Declarada la quiebra de la sociedad colectiva comercial o de una sociedad en comandita mercantil, se
declara la quiebra de todos los socios colectivos y de los socios gestores que la componen, en su caso. Tratándose
de la quiebra de una sociedad colectiva comercial, la declaratoria en falencia de los socios se funda en la
responsabilidad ilimitada y solidaria de éstos por las obligaciones contraídas bajo la razón social. Esta causal se
funda en la teoría amplia de la cesación de pagos, porque implica que la sociedad por sí misma es incapaz de
pagar sus obligaciones y los socios que la integran, unidos por la affectio societatis y solidariamente responsables,
tampoco lo hacen para evitar su propia quiebra, lo que revela que se encuentran asimismo en cesación de
pagos, que en este caso no se exterioriza mediante incumplimiento de obligaciones propias.

viii. Deudor acogido al artículo 177 bis. En su texto actual fijado por la Ley N° 20.073, el artículo 177 bis
establece que al deudor que propone un convenio judicial preventivo con el apoyo de dos o más acreedores que
representen más del 50% del total pasivo, no puede pedírsele la quiebra ni iniciar en su contra juicios ejecutivos,
ejecuciones de cualquier clase o restitución en los juicios de arrendamiento, durante los noventa días siguientes
a la notificación por aviso de la resolución en que el tribunal cite a los acreedores a junta para deliberar
sobre las proposiciones de dicho convenio. Además, durante dicho período se suspenden los procedimientos

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judiciales antes señalados, que se hubieren iniciado contra el deudor y no corren los plazos de prescripción
extintiva. Ahora bien, si transcurre el plazo de noventa días, que es fatal e improrrogable, sin que se acuerde el
convenio judicial preventivo, el tribunal debe declarar de oficio la quiebra del deudor. Más que una quiebra de
oficio, es una quiebra refleja o consecuencial, toda vez que fue el propio deudor el que inició la gestión judicial
proponiendo el convenio preventivo, y la falta de acuerdo del mismo por la junta, en el término referido, es lo que
origina como consecuencia la declaración de quiebra por el tribunal.

34.- Quiebra solicitada por el propio deudor.

La petición de quiebra por el propio deudor constituye un hecho revelador de su estado patrimonial crítico, es
una confesión expresa y judicial de cesación de pagos. Tal confesión se encuentra contenida en la “memoria de
las causas directas e inmediatas del mal estado de sus negocios”, que debe presentar el deudor para pedir su
quiebra.
Pero el hecho de que el deudor pida su propia quiebra no significa que el juez esté obligado a declararla, para ello
se requiere que la confesión de la cesación de pagos se ajuste a las normas probatorias para constituir plena
prueba del fundamento de la acción.
Respecto del deudor que ejerce una actividad comercial, industrial, minera o agrícola, no se trata de una
facultad, sino de una obligación de pedir su declaración de quiebra, si no cumple con este deber, su quiebra
se presume culpable y pierde el derecho de demandar alimentos en contra de la masa, debe solicitar su
declaratoria de quiebra antes de que transcurran quince días contados desde la fecha en que haya cesado
en el pago de una obligación mercantil. Este plazo es un término no fatal, tal como se interpretó por la doctrina
y por los tribunales.
Si dentro de los quince días la declaración la pide un acreedor cualquiera, el deudor puede presentarse como
coadyuvante para no perder su derecho de alimentos en contra de la masa.

Los documentos que debe acompañar el deudor que solicita su propia quiebra son los mismos, para el deudor
calificado o no y son los siguientes:

1. Un inventario o relación detallada de todos sus bienes, con expresión del lugar en que se encuentren, de su
valor estimativo y de los gravámenes que los afecten;
2. Una relación de los bienes que, en conformidad a la ley, están excluidos en la quiebra;
3. Una relación de los juicios que tuviere pendientes;
4. Un estado de las deudas, con expresión del nombre y domicilio de los acreedores y de la naturaleza de los
respectivos títulos, y
5. Una memoria de las causas directas o inmediatas del mal estado de sus negocios, debiendo ella dar cuenta de
la inversión del producto de las deudas contraídas y de los demás bienes adquiridos en el último año. El
deudor que llevare contabilidad completa presentará, además, su último balance de ganancias y pérdidas.

Si el deudor fuere una sociedad colectiva o en comandita, las piezas indicadas serán firmadas por todos los socios
colectivos que envistan esta calidad por el contrato social y se hallen presentes en el domicilio de la sociedad.

35.- Limitaciones al ejercicio de la acción de quiebra invocada por el acreedor.

Hay ciertas situaciones en las cuales el acreedor no puede intentar la acción de quiebra respecto de determinados
deudores, tales como, el marido acreedor de su mujer, la mujer acreedora de su marido, el hijo acreedor de su
padre y el padre acreedor de su hijo. Esta limitación para solicitar la quiebra está orientada a evitar las
consecuencias que ello originaría en las relaciones de familia, tanto en el plano patrimonial como en el plano
moral y humano. La ley no expresa el alcance de esta disposición en que comprenda la madre, ya que sólo se
refiere al padre; sin embargo, la doctrina y la jurisprudencia han estimado que el precepto alcanza también a la
madre, puesto que existen las mismas razones que sirven de fundamento a la limitación.
Tratándose de la relación marido-mujer, no importa el régimen patrimonial del matrimonio, cualquiera que sea
este régimen no pueden solicitar la quiebra el uno respecto del otro.
El artículo 47 de la ley concursal se refiere al socio de la sociedad a que pertenece, si para ello quiere invocar su
sola calidad de socio, pero puede pedir perfectamente la quiebra cuando es acreedor particular de la misma.

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36.- Casos especiales de sujeto pasivo de la acción de quiebra.

a) La mujer casada. Según la norma del Artículo 137 del Código Civil, los actos y los contratos de la mujer
casada en sociedad conyugal sólo la obligan en los bienes que administre en conformidad a los Artículos
150, 166 y 167. En el inciso 2° de la disposición legal citada se establece una excepción en virtud de la cual las
compras que la mujer casada en sociedad conyugal haga al fiado de objetos muebles naturalmente destinados al
consumo ordinario de la familia, obligan al marido en sus bienes y en los de la sociedad conyugal; y obligan
además los bienes propios de la mujer, hasta concurrencia del beneficio particular que ella reportare del acto,
comprendiendo en este beneficio el de la familia común en la parte en que de derecho haya ella debido proveer a
las necesidades de ésta.
De conformidad con el Artículo 150 del Código Civil, la mujer casada de cualquier edad puede dedicarse
libremente al ejercicio de un empleo, oficio, profesión o industria.

i. Si la mujer casada en sociedad conyugal ejerce además un empleo, profesión, oficio o industria separados
de los del marido, puede ser declarada en quiebra, intentándose la petición directamente en contra de ella, y la
quiebra comprenderá los bienes que administre conforme al Artículo 150 del Código Civil y los bienes que
administre según los Artículos 166 y 167 del mismo cuerpo de leyes.
ii. Si la mujer casada en sociedad conyugal no ejerce ningún oficio, empleo, ni profesión separado de los de
su marido y contrae obligaciones, puede ser declarada en quiebra y dicha quiebra comprenderá los bienes
propios que administre en conformidad con los Artículos 166 y 167 del Código Civil. En el caso de haber
efectuado compras al fiado de objetos muebles naturalmente destinados al consumo ordinario de la familia,
compromete los bienes del marido y los de la sociedad conyugal. Además, resultan obligados los bienes
propios de la mujer, hasta concurrencia del beneficio particular que ella reportare del acto, comprendiendo en
este beneficio el de la familia común en la parte en que de derecho haya ella debido proveer a las necesidades
de ésta (Art. 137 del Código Civil).

b) El menor adulto. El inciso 2° del Artículo 48 de la Ley de Quiebras expresa que el menor adulto
administrador de su peculio profesional puede ser declarado en quiebra, comprendiendo ésta sólo los bienes
de este peculio.

c) Otros incapaces. El Artículo 49 dispone que los incapaces se declararan en quiebra por incumplimiento de
obligaciones válidamente contraídas por intermedio o con intervención de sus representantes legales o con
autorización de la justicia.
Los incapaces, en todo caso, conservan las acciones que les corresponden contra sus representantes legales
(Artículo 49 inc. 2°).

d) Personas que han dejado de ser comerciantes. La Ley N° 18.175, de 28 de octubre de 1982, vigente en
materia de quiebras, no contempla expresamente esta situación. Con todo, como la circunstancia de que la
persona ejerza una actividad comercial, minera o agrícola, debe apreciarse al tiempo en que ella contrae la
obligación (Art. 52 N° 1 de la Ley de Quiebras), se estima que cumplido dicho requisito, puede obtenerse su
declaración de quiebra como deudor comprendido en el artículo 41.

e) La sucesión del deudor como sujeto pasivo. La sucesión no es persona jurídica, sino comunidad. Se
produce así el caso extraño de un proceso sin sujeto demandado. Se abre en este caso la quiebra al patrimonio del
deudor.
Dispone el Artículo 50 de la Ley de Quiebras que la sucesión del deudor podrá ser declarada en quiebra a petición
de los herederos o de cualquier acreedor, siempre que la causa que la determine se hubiera producido antes
de la muerte del deudor y que la solicitud se presente dentro del año siguiente al fallecimiento.
La declaración de quiebra produce de pleno derecho el beneficio de separación a favor de los acreedores del
difunto. Las disposiciones de la quiebra se aplican sólo al patrimonio del causante.
La ley concursal requiere la concurrencia de dos requisitos para que pueda solicitarse la quiebra de una sucesión:

a) Que se trate de obligaciones contraídas por el causante con lo que se excluyen las obligaciones que hubieren
contraído los herederos, y

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b) Que la solicitud de quiebra se presente dentro del año siguiente al fallecimiento del causante. Es necesario
destacar que la ley sólo exige que la solicitud se presente dentro del año siguiente a la muerte del deudor, de
donde resulta que no es necesaria que ella sea notificada para llenar este requisito legal.

La declaración de quiebra puede ser pedida tanto por los herederos cuanto por los acreedores. Puede
interesar la quiebra de un difunto a sus herederos, aun cuando hayan aceptado la herencia con beneficio de
inventario, si el causante ha dejado muchas deudas y los herederos, para defender su propio patrimonio, están
obligados a interponer en forma frecuente la tercería especial que contempla el Artículo 320 N° 4 del Código de
Procedimiento Civil, pues con la quiebra se evitan todos esos trámites. También puede interesar a los herederos la
declaración de quiebra de su causante para poder presionar a los acreedores hipotecarios a aceptar el convenio que
les dé mejores condiciones de pago.
Interesa a los acreedores del difunto que la quiebra de éste se declare, aun cuando los herederos estuvieren en una
situación económica peor que la de su causante, pues con la quiebra gozarán automáticamente del beneficio
de separación de patrimonios, que importa darles preferencia sobre los acreedores de los herederos, de
conformidad a las reglas establecidas en el Código Civil, Artículos 1378 y siguientes, y se evitarán ejercer la
acción civil de separación de patrimonio que es de lato conocimiento.
La ley se encarga de señalar expresamente que la quiebra, en este caso, afecta sólo a los bienes del causante
y produce, de derecho, el beneficio de separación de patrimonios en favor de los acreedores del difunto.

Quiebra de las sociedades colectivas.

a) La sociedad colectiva comercial. La sociedad colectiva comercial se caracteriza por la responsabilidad


ilimitada y solidaria de los asociados frente a las obligaciones contraídas legalmente por quienes la representan.
Esto significa, consecuencialmente, que la aplicación del procedimiento concursal respecto de la sociedad trae
aparejada la quiebra de los socios que la componen.
- Declarada en quiebra la sociedad colectiva comercial, es obligación del juez declarar la quiebra de todos los
socios;
- La quiebra de los socios se tramita en cuadernos separados.
¿En qué situación quedan los acreedores de este tipo societario cuando se produce la declaratoria de
quiebra? Estos pueden verificar los créditos en la quiebra de la sociedad y en la de los socios. En cambio, los
acreedores de los socios pueden verificar sus créditos en la quiebra de los socios o del socio deudor.

b) La sociedad colectiva civil. Se rige la quiebra por las reglas generales, y como en ellas la responsabilidad de
los socios es ilimitada, pero no solidaria, la aplicación del concurso no produce como consecuencia la quiebra de
los socios. Sin embargo, vale la pena tener presente que en las sociedades colectivas civiles se puede pactar, en el
contrato social, la responsabilidad solidaria de los asociados, caso en el cual el juez no está obligado a declarar la
quiebra de todos los socios cuando se produce la falencia de la sociedad. Pero si alguno de los acreedores así lo
solicita, debe el tribunal declarar dicha quiebra.

c) La sociedad en comandita como sujeto pasivo, dos tipos de socios: gestores y comanditarios.
a.- Tratándose de los socios gestores, se aplican las mismas reglas que vimos al tratar de los socios de una
sociedad colectiva mercantil.
b.- Socios comanditarios, ellos no tienen responsabilidad sino hasta la concurrencia de sus aportes, de manera
que la quiebra de la sociedad es extraña al socio comanditario.

Existen dos situaciones en que los socios comanditarios tienen la misma responsabilidad que los gestores:
i. Cuando han participado en la administración de la sociedad conjuntamente con los gestores y
ii. Cuando han permitido la inclusión de su nombre en la razón social.
En el primer caso, si bien responden solidariamente de las obligaciones sociales, la quiebra de la sociedad no
acarrea la quiebra de los comanditarios. En el segundo caso, los comanditarios que toleran la inclusión de su
nombre en la razón social pueden ser declarados en quiebra cuando la sociedad sea objeto de una sentencia en tal
sentido. Con todo, es facultativo para el tribunal declarar la quiebra en este caso de los comanditarios, porque la
disposición legal pertinente no es imperativa, en su redacción emplea la expresión “podrá”.

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d) La sociedad anónima como sujeto pasivo. De conformidad con el art. 101 del citado texto legal, el directorio
de la sociedad anónima, abierta o cerrada, que ha cesado en el pago de una o más de sus obligaciones o que ha
sido declarada en quiebra por resolución ejecutoriada, debe citar a junta de accionistas dentro de los treinta días
siguientes de acaecidos estos hechos para informar ampliamente sobre la situación legal, económica y financiera
de la sociedad.
Tratándose de sociedad anónima abierta que cese en el pago de una o más de sus obligaciones, el gerente, o el
directorio en su ausencia, debe dar aviso al día siguiente hábil a la Superintendencia de Valores y Seguros. Igual
comunicación debe enviar si algún acreedor de la sociedad solicitare la quiebra de ella, sin perjuicio de que el
juzgado ante el cual se entablare la acción debe poner este hecho en conocimiento de la Superintendencia, como
asimismo comunicarle la declaratoria posterior de quiebra.

e) La sociedad de responsabilidad limitada como sujeto pasivo. Si se instaura la acción de quiebra en contra de
la sociedad, el estado de falencia se producirá sólo respecto de ella y no de los socios que la componen.

f) Situación de las personas jurídicas de derecho público. No obstante que el Artículo 10 de la ley concursal
vigente autoriza pedir la quiebra de las personas jurídicas, el procedimiento de concurso no se aplica a las
personas jurídicas de derecho público, en especial al fisco, contra el cual se puede perseguir el cumplimiento
forzado de las obligaciones por medio del juicio de hacienda.

37.- La solicitud de declaración de quiebra.

Requisitos. Para obtener la declaración de quiebra se requiere que el sujeto activo concurra ante los tribunales de
justicia, instaurando la acción de quiebra.
La solicitud debe contener los requisitos comunes a todo escrito o presentación que se hace ante los tribunales y
las exigencias generales de toda demanda (Art. 254 C.P.C.) y las propias que señala la Ley de Quiebras que son
las siguientes:

1. Señalar la causal que la justifica y los hechos constitutivos de dicha causal;


2. Acompañar los documentos para acreditar los fundamentos de la petición;
3. A falta de antecedentes o documentos, debe ofrecer las pruebas que correspondan;
4. Además, señalará el nombre del síndico titular y del suplente, y sólo a ellos el tribunal deberá designar en la
sentencia que declara la quiebra.

Junto con solicitar la quiebra, el peticionario deberá acompañar vale vista o boleta bancaria a la orden del
tribunal por una suma equivalente a 100 unidades de fomento, para subvenir a los gastos iniciales de la
quiebra. Dicha suma se considera como un crédito del solicitante en contra del fallido, que goza de preferencia.

Esta exigencia, por una parte, es censurable la imposición de esta carga que deja sin posibilidad de intentar la
tutela de la quiebra, que protege los derechos personales, a un individuo que no cuente con tal suma de dinero, lo
que en buenas cuentas significa que el que ocurre en justicia pidiendo una declaratoria de quiebra tiene que contar
con ciertos medios económicos, de lo contrario no puede hacerlo. Esta norma es contraria a la garantía
constitucional de igualdad ante la ley. Por otra parte, no puede desconocerse que la exigencia de acompañar
vale vista o boleta bancaria a la orden del tribunal, por el peticionario de la quiebra, constituye un
mecanismo empleado por el legislador para disuadir a quienes hacían de la quiebra un verdadero juicio de
cobro, lo que había hecho perder a la institución en estudio su carácter de tutela colectiva, aplicable sólo
subsidiariamente ante la insuficiencia de las ejecuciones individuales.

Actitud del tribunal. Frente a la solicitud de quiebra el tribunal debe adoptar cierta actitud, dentro de un plazo
determinado, en el caso de la Ley de Quiebras, el juzgado se pronunciará sobre la solicitud de quiebra a la
brevedad posible, el juez ante la solicitud de quiebra debe actuar sin dilación, no debe dar lugar a otro
trámite que no sea la audiencia del deudor, si los antecedentes acompañados acreditan la efectividad de la
causal invocada, podría proceder el Recurso de Queja en contra del juez que dilatara abusivamente el
pronunciamiento de sentencia sobre una petición fundada de quiebra o que se negara a desecharla cuando resulta
a todas luces falta de fundamentos.

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La disposición exige ahora el trámite de audiencia del deudor, además, impone al juez la obligación de
cerciorarse, por todos los medios a su alcance, de la efectividad de las causales invocadas. El tribunal debe
decretar, como medidas para mejor resolver, toda diligencia, trámite o probanza destinada a establecer la
efectividad de la quiebra, sea admitiéndola o desechándola.

El carácter meramente informativo que debe tener la audiencia del deudor.


Antes de la actual ley se había convertido en un traslado de la solicitud de quiebra, que los jueces concedían al
deudor y que éste aprovechaba para plantear todo tipo de incidencias, excepciones, defensas de fondo, etc., que
hacían controvertido al juicio de quiebra antes que naturalmente lo fuera. Para evitar realmente lo anterior,
depende en gran medida de la actitud de los tribunales al respecto, por cuanto los deudores seguirán formulando
incidentes, excepciones o defensas, requiriendo trámites dilatorios, los que, a nuestro juicio, deben desecharse de
plano.

La audiencia del deudor puede aprovecharse por éste para consignar fondos suficientes para el pago de los
créditos que hubieren servido de base a la solicitud de quiebra y las costas correspondientes, en cuyo caso no
procede la declaración de quiebra.

También debe el tribunal cerciorarse acerca de la calificación profesional del deudor, si ejerce una actividad
comercial, minera o agrícola, o no la ejerce.

Responsabilidad del solicitante de la quiebra.


Si la solicitud fuere desechada en definitiva, el deudor puede demandar indemnización de perjuicios al acreedor,
si prueba que éste ha procedido culpable o dolosamente. No basta con que la acción de quiebra sea desechada
para que el deudor pueda intentar la acción de indemnización de perjuicios en contra del acreedor; se requiere
además que acredite que este último ha procedido con dolo o culpa al pedir la quiebra.

38.- La sentencia que declara la quiebra.

Importancia. Esta sentencia es de gran importancia dentro del procedimiento concursal, porque recae sobre la
cuestión debatida, es decir, la existencia del estado de cesación de pagos respecto del sujeto pasivo de la
acción.

Requisitos de la sentencia. Las exigencias que deben cumplirse en su pronunciamiento son de dos clases:

a) Requisitos propios de toda resolución judicial, debe contener una parte expositiva, en la que figuran el
nombre del solicitante, el nombre del deudor, si no es el mismo peticionario, la causal invocada, los hechos en
que se funda, etc. Contiene asimismo una parte considerativa, donde se señalan los fundamentos de derecho
aplicados a los hechos que sirven de base a la causal planteada. Finalmente, en la parte resolutiva estará la
decisión del tribunal sobre la solicitud de quiebra, que la acoge o desecha.

b) Requisitos especiales de la sentencia que declara la quiebra.

i. La determinación de si el deudor está o no comprendido en el Artículo 41. Tiene importancia la


determinación que en este sentido debe hacer el juez en la sentencia que declara la quiebra, porque de ella
depende todo un régimen de tratamiento diverso, que se advierte, fundamentalmente, en los siguientes
aspectos de la quiebra: de solicitar la declaratoria, existencia de causal exclusiva para deudores que ejercen
alguna de dichas actividades, derecho de alimentos, acciones revocatorias concursales más severas y
calificación penal de la conducta del fallido. Ante la equivocación de esta determinación cabe el Recurso de
Reposición en contra de la resolución que declara la quiebra. En este caso la reposición puede intentarla también
el síndico. Esta determinación se hace atendiendo a la actividad que el deudor ejercía a la fecha en que
contrajo la obligación.

ii. La designación de un síndico provisional titular y de uno suplente y la orden de que el síndico se incaute
de los bienes y documentos del deudor. Se deben considerar dos aspectos:
a. La designación de síndicos provisionales: titular y suplente.

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Ahora esta función esta en manos de síndicos particulares, sometidos al control de una Fiscalía Nacional, con
sede en Santiago, antes se ocupaba un funcionario auxiliar de la administración de justicia: el Síndico de
Quiebras. Sólo pueden ser nombrados síndicos de una quiebra aquellas personas que a la época de solicitarse la
respectiva declaración de quiebra formaban parte de la Nómina Nacional de Síndicos, y que permanezcan en ella
al momento de su designación por el juez o por la junta de acreedores. El juez puede hacer la designación de los
síndicos provisionales, titular y suplente, tomando en cuenta la proposición de nombres que en este sentido le
haya hecho el solicitante en su petición de quiebra.

b. La orden de incautarse de los bienes y documentos del fallido bajo inventario.


La sentencia que declara la quiebra debe contener esta orden para que el síndico realice la diligencia de
incautación, que es fundamental para el éxito del juicio colectivo.

La incautación es una actuación de resguardo mediante la cual el síndico, asistido de un ministro de fe,
procede a recoger todos los bienes, libros y documentos del fallido, para ponerlos en lugar seguro,
contribuyendo así a la preservación de los mismos, a fin de ocuparse de su administración y posterior
realización, según corresponda.

Debe contener otra orden destinada a cumplir con la incautación y es que se preste el auxilio de la fuerza pública,
con la sola exhibición de copia autorizada de dicha resolución. La incautación se hace tan pronto el síndico asuma
oficialmente el cargo, en presencia del secretario del tribunal o de un notario o de otro ministro de fe designado
por el juez. La exigencia relativa a la presencia del secretario, notario u otro ministro de fe, no contribuye en
manera alguna a la celeridad que ella requiere y se debe al hecho de que el síndico ya no es un funcionario
auxiliar de la administración de justicia.

iii. La orden de que las oficinas de correos y telégrafos entreguen al síndico la correspondencia y despachos
telegráficos cuyo destinatario sea el fallido. El síndico está facultado para abrir la correspondencia del fallido
con intervención del tribunal y retener las cartas y documentos que tengan relación con los negocios de la quiebra.
Esta facultad del síndico implica una excepción a la garantía constitucional de inviolabilidad de la
correspondencia epistolar y telegráfica. Por tal razón, la ley dispone que el síndico proceda a abrir la
correspondencia del fallido con intervención del tribunal.
Sólo pueden retenerse los documentos que tengan relación con los negocios de la quiebra, el legislador quiere
decir con ella que la correspondencia epistolar y telegráfica, así como los documentos que se retienen, deben ser
los relativos a la actividad que el deudor ejerce, a la obligación, acto o contrato o hecho en que se funda la causal
invocada, mas no a la correspondencia familiar, personal o privada del quebrado.

iv. La orden de acumular al juicio de quiebra todos los juicios pendientes contra el fallido. La acumulación
de juicios es una consecuencia del carácter unitario de la quiebra y del efecto del desasimiento, en cuanto a que el
fallido está inhibido de estar en justicia, salvo los casos expresamente exceptuados por la ley.
La acumulación o competencia atractiva de la quiebra tiene lugar cuando concurren los siguientes requisitos:

- Que se trate de juicios en los que el quebrado tenga el carácter de demandado;


- Que los juicios estén pendientes, y
- Que puedan afectar sus bienes.

v. La advertencia al público de no pagar ni entregar mercaderías al fallido, y la orden a las personas que
tengan bienes o papeles pertenecientes al fallido, para que los pongan a disposición del síndico.

Hay cuatro aspectos que considerar en este requisito:


a) Los pagos y entregas de mercaderías al fallido, y
b) La entrega al síndico de bienes o documentos del fallido que se encuentran en manos de terceros.
c) Se advierte al público que no debe hacer pagos ni entregas de mercaderías al fallido, en virtud del desasimiento
está inhibido de administrar sus bienes.
Son inoponibles los actos y contratos que el fallido ejecute o celebre después de dictada la sentencia que declara
la quiebra, con relación a los bienes de la masa, aun cuando no se hayan practicado las inscripciones en los
registros respectivos del Conservador de Bienes Raíces.

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d) Los papeles y bienes de propiedad del fallido que se encuentren en manos de terceros deben ser entregados al
síndico.
La entrega debe hacerse dentro del plazo fatal de tres días, bajo apercibimiento de que serán tenidos como
encubridores o cómplices de la quiebra quienes conserven en su poder documentos o bienes del fallido. Quienes
no cumplan esta orden serán objeto de sanción penal, lo que requiere acreditar intención de retener los
documentos o bienes del quebrado con el propósito de perjudicar a los acreedores. Puede suceder que la persona
no haya tenido conocimiento de la quiebra, y la retención no sea voluntaria, todo lo cual se probará y apreciará en
la instancia.

vi. La orden de hacer saber a todos los acreedores residentes en el territorio de la República que tienen el
plazo de treinta días, contados desde la fecha de la publicación de la sentencia, para que se presenten con
los documentos justificativos de sus créditos, bajo apercibimiento de que les afectarán los resultados del
juicio sin nueva citación. Se trata del llamado que se hace a los acreedores para apersonarse al juicio de quiebra.
Esto se denomina, en lenguaje de quiebras, verificación de créditos. Es fundamental verificar en la quiebra,
porque en ella sólo se consideran los créditos que se hayan hecho valer y que posteriormente se declararen
reconocidos.
Todos los acreedores residentes en el territorio de la República, sin excepción alguna, tienen el plazo de treinta
días, a contar de la notificación de la declaración de quiebra, para verificar sus créditos y alegar sus preferencias
ante el tribunal que conozca de ella.

vii. La orden de notificar por carta certificada, la quiebra a los acreedores que se hallen fuera de la
República. Es el llamado a verificar que se hace a los acreedores residentes en el extranjero. Ellos tienen el plazo
de treinta días, aumentado con el emplazamiento que corresponda, que se expresa en cada carta aérea
certificada, para apersonarse al concurso, bajo apercibimiento de que les afectarán los resultados del juicio sin
nueva citación. La Ley de Quiebras ha creado así un nuevo sistema de notificación, la carta aérea certificada, que
no está contemplado en el Código de Procedimiento Civil.
No se reglamentó en forma detallada desde cuándo se entiende emplazado el acreedor residente en el exterior
desde que se le despacha la carta o desde que la recibe. No se especifica en el texto legal si se trata de una carta
certificada con aviso de recepción
La circunstancia de saber cuándo ha sido emplazado el acreedor residente en el extranjero es fundamental para
distinguir, en caso de que comparezca al juicio, si está verificando ordinaria o extraordinariamente.

viii. La orden de inscribir la declaración de quiebra en el Registro de Interdicciones y Prohibiciones de


Enajenar del Conservador de Bienes Raíces del Departamento en que se hubiera declarado la quiebra y
también en el de los Conservadores correspondientes a cada uno de los inmuebles pertenecientes al fallido.
Esta inscripción no es un requisito especial del procedimiento de quiebra. Su falta u omisión no anula el juicio ni
tiene importancia en los actos o contratos futuros que ejecute el fallido. El objeto de esta inscripción es sólo de
publicidad, para que los terceros se enteren del estado de quiebra que afecta al fallido. Su importancia radica en
materia de prueba para prevalerse de alguna acción destinada a declararlo inoponible.

ix. La indicación precisa del lugar día y hora en que se celebrará la primera junta de acreedores. La
primera junta de acreedores se realiza en la sede del tribunal o en el lugar ad hoc que éste designe en la sentencia
que declara la quiebra, no antes de treinta días ni después de cuarenta días hábiles contados desde la publicación
de dicha sentencia. Esta primera reunión de la junta de acreedores es importante porque se trata de la sesión
constitutiva del órgano.

x. Designación de curador de bienes. Cuando la quiebra se declara por la causal de fuga u ocultación del
deudor, la sentencia definitiva debe designar un curador especial para que represente al fallido.

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Diversas formas de notificación.
a) Notificación al fallido, a los acreedores y a terceros. Artículo 54 de la ley del ramo, la sentencia que declara
la quiebra se notifica al fallido, a los acreedores y a terceros por medio de un aviso en el Diario Oficial y su texto
debe ser aprobado por el tribunal.
b) Notificación al síndico. Art. 55 de la ley concursal ordena que, inmediatamente de pronunciada la sentencia el
secretario del tribunal cuidará de que se notifique, a la brevedad posible, al síndico provisional, titular o suplente.
El secretario puede notificar por sí al síndico provisional, titular o suplente, o bien encomendar esta diligencia a
otro ministro de fe. El secretario notificará por sí al síndico cuando pueda hacerlo en el oficio. En caso contrario,
cometerá la diligencia a otro ministro de fe, particularmente a un receptor.

39.- La impugnación de la sentencia de quiebra.

El recurso especial de reposición. Es diverso del que contempla el Artículo 181 del C.P.C.
La importancia de este recurso queda de manifiesto si se tiene presente que ante la petición de quiebra el juez
debe pronunciarse a la brevedad posible, agotando todos los medios a su alcance para averiguar la efectividad de
la causal. Surge entonces este recurso como el único medio que la Ley de Quiebras contempla para dejar sin
efecto o para modificar la sentencia declaratoria (Artículo 56).
Es diferente al recurso de reposición del Código de Procedimiento Civil, no sólo en cuanto a que se tramita en
forma diversa de aquél, sino porque su finalidad es dar lugar a una controversia que no se ha originado antes de la
declaratoria de quiebra. En efecto, en el trámite de audiencia el deudor no puede oponer excepciones ni formular
incidentes. En cambio ahora, mediante la interposición del recurso especial de reposición, puede controvertir
la causa de la quiebra o el fundamento invocado para ejercer la acción, esto es, el estado de cesación. El
deudor no tiene otra oportunidad procesal para defenderse ni dar origen a la contienda.
Si durante la tramitación del recurso especial de reposición se decreta la suspensión del procedimiento o se dicta
una orden de no innovar con posterioridad a la incautación de los bienes, esto no impide que el síndico realice
todos los actos necesarios para, la debida conservación del activo de la quiebra.
El tribunal que haya decretado la suspensión o dictado la orden de no innovar debe resolver en audiencia verbal
cualquier diferencia que se suscite entre el síndico y el peticionario.
El síndico sólo puede vender los bienes expuestos a próximo deterioro, sin perjuicio que con acuerdo del deudor o
con autorización judicial ante la negativa de éste, pueda vender también los bienes sujetos a desvalorización
inminente o de dispendiosa conservación.
En caso de que la suspensión o la orden de no innovar se concedan antes de la incautación de los bienes, en la
resolución que se pronuncie sobre ellas debe establecerse que el síndico tiene que actuar como interventor, con
1indicación de las facultades de que estará investido al efecto.
La circunstancia que no tenga determinadas las causales en virtud de las cuales puede hacerse valer ni el
procedimiento propio de tramitación, confirma el carácter de oposición que el recurso tiene en la ejecución
colectiva que es el juicio de quiebra. No parece apropiado que esta oposición se tramite en forma incidental, no
obstante que ello facilita la contienda y contribuye a su rápida decisión. Por último, la sentencia que recae sobre
este recurso especial es una sentencia definitiva.

Personas que pueden oponerse a la quiebra.

a) Los acreedores. Cualquier acreedor aun cuando no haya verificado su crédito y por lo mismo aunque no sea
parte en el juicio, puede oponerse a la quiebra, sólo se exige que el acreedor tenga un interés actual, que justifica
con su calidad de tal.

b) El fallido. Cuando el fallido ha pedido la declaración de su propia quiebra, también puede oponerse fundado
en la calificación profesional que le atribuye la sentencia.

c) Los terceros interesados. Ellos no son parte en el juicio, pero están autorizados para alzarse contra la
declaratoria, porque habiendo contratado con el deudor antes de su pronunciamiento, pueden verse afectados por
los efectos retroactivos representados por las acciones revocatorias o de inoponibilidad concursal. Asimismo
pueden estar interesados como codeudores solidarios o como avalistas del quebrado.

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d) También, excepcionalmente, puede oponerse el síndico, en el caso de errada calificación profesional del
deudor, velando por el interés general de los acreedores.

Causales de oposición. La ley no señala en forma precisa y determinada las causales para oponerse o para
impugnar la quiebra ya declarada. En términos generales puede afirmarse que la oposición se hace valer contra
una quiebra mal declarada. El rol del oponente consiste en demostrar que la causal invocada para declarar
la quiebra no concurre en la especie, porque los hechos constitutivos de la misma no se han acreditado o no
corresponden a la realidad; por ejemplo, que los títulos ejecutivos provienen de una misma obligación y no de
fuentes diversas, como exige la ley; que el deudor no se ha fugado, sino que está ausente por viaje o enfermedad,
etc.
Puede fundarse también la oposición en una errada determinación de la actividad del deudor hecha por la
sentencia de quiebra.

Tramitación. La defensa o medio de impugnación se debe presentar ante el mismo tribunal que declara la
quiebra y se tramita corno incidente. La oposición a la quiebra, aun cuando se tramita como incidente sin serlo,
no suspende la ritualidad del procedimiento concursal, aun cuando el síndico se abstiene de realizar bienes
mientras no haya una sentencia definitiva al respecto.
El plazo para oponerse o para interponer el medio de impugnación es de diez días, que se cuenta desde la
notificación, sin distinción, desde la fecha de publicación del aviso.
Las resoluciones dictadas durante la tramitación de este medio de oposición a la quiebra son inapelables.

Recursos procedentes. El juez debe pronunciarse acogiendo o desechando la oposición formulada a la


quiebra a través del recurso especial de reposición. Debido al hecho de que el mecanismo de oposición se
tramita como si fuera un incidente, la resolución que lo resuelve es una sentencia definitiva, y como tal
procede de recursos en su contra, particularmente el de casación en la forma.
Siendo sentencia definitiva, la resolución que falla este incidente es susceptible del recurso de apelación.
En materia procesal, dentro de la Ley de Quiebras, la regla general es que el recurso de apelación se
concede en el solo efecto devolutivo, salvo que la ley diga expresamente que se conceda en ambos efectos.

Efectos de la oposición a la quiebra. La interposición, tramitación y fallo del recurso especial de reposición no
suspenden la quiebra, que sigue produciendo todos sus efectos. Sin embargo, el síndico de quiebras no llega a la
realización de los bienes del fallido, pendiente la resolución del recurso, pero ejecuta todos los demás actos que la
preparan.
Fallado el recurso denegándole lugar, la quiebra mantiene y sigue los efectos que le son propios. Cuando, por
el contrario, el fallo acoge el recurso, se deja sin efecto todo lo obrado durante el juicio, por haber sido mal
declarada la quiebra.
El recurso de reposición no constituye un medio de alzar la quiebra, porque si tiene acogida, se considera
como si la quiebra no hubiera sido nunca declarada, sino que se trató de corregir un error.

50.- Los efectos de la quiebra.

“Son aquellos efectos permanentes y definitivos en el plano jurídico-económico que se producen al


momento de dictarse la resolución que declara la quiebra”.

Clasificación efectos de la quiebra:


A.- Efectos que afectan a la persona del fallido: Inhabilidades y proceso de calificación.
B.- Efectos sobre los bienes del deudor.
C.- Efectos inmediatos: Son aquellos que rigen y regulan con posterioridad a la resolución que declara la
quiebra.
1.- Derecho a pedir alimentos art. 60 ley 18.175
2.- El desasimiento. Arts.64 y 65 ley 18.175
3.- Fijación irrevocable y definitiva de los derechos de los acreedores.
4.- La exigibilidad anticipada de todas las obligaciones del fallido.
5.- Suspensión del derecho de ejecutar individualmente al fallido.
6.- Acumulación de juicios.

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D.- Efectos retroactivos: Afectan relaciones jurídicas anteriores a la declaratoria de quiebra.
1.- Efectos respecto de actos a título gratuito
2.- Efectos respecto de actos a título oneroso.
3.- Acciones revocatorias concursales.

51.- Efectos inmediatos de la Quiebra.

A.- DERECHO A PEDIR ALIMENTOS: Art. 60 ley 18.175: “Derecho que la ley concede al deudor que ha
sido declarado en quiebra, a un monto o cuantía determinado por el tribunal que conoce la quiebra con
audiencia del sindico y los acreedores, con el objeto de asegurar la subsistencia del fallido y su familia”. Se
ejerce en contra de la masa con el objeto de asegurar la subsistencia del fallido y su familia.
El deudor que no está comprendido en el Artículo 41 tiene derecho a que la masa le dé alimentos para él y su
familia. En cambio, el deudor comprendido en el Artículo 41 es decir, aquel que ejerce una actividad comercial,
industrial, agrícola o minera, sólo puede pedir alimentos si hubiere solicitado su propia quiebra.
El derecho a pedir alimentos asiste al deudor obligado a solicitar su quiebra, aun cuando la pida después de
transcurrido el plazo de quince días desde que haya cesado en el pago de una obligación mercantil. Así lo ha
declarado la jurisprudencia.
Se suspende el derecho a pedir alimentos mientras el fallido esté encargado reo, y cesa si es condenado en
definitiva por quiebra culpable o fraudulenta o por alguno de los delitos a que se refiere el Artículo 466 del
Código Penal.
La cuantía de los alimentos se determina por el tribunal que conoce de la quiebra, con audiencia del síndico y de
los acreedores. La solicitud de alimentos del fallido se tramita como incidente, en ramo separado del cuaderno
principal de la quiebra.
La petición se notifica al síndico personalmente o por cédula y a los acreedores por aviso. Este aviso debe
cumplir con las exigencias del Artículo 6° de la ley. Los acreedores pueden oponerse a la solicitud de alimentos
del fallido, fundándose en que éste tiene medios para asegurar su sustento y el de su familia.

B.- DESASIMIENTO: Efecto más importante de la quiebra por cuanto permite cumplir con el objeto del
procedimiento concursal. Consiste en la inhibición o privación que la ley impone al fallido del derecho de
administrar y disponer de los bienes que conforman su patrimonio. Todos los bienes presentes y futuros e
incluso aquellos que el fallido tenga en usufructo, se excluyen los bienes inembargables.
Esta inhibición se produce de pleno derecho, en el instante mismo en que se dicta la resolución que declara la
quiebra del deudor.

Alcance del desasimiento. Tiene el desasimiento dos aspectos que hay que considerar:
1. En el orden puramente material, significa el desapoderamiento de los bienes respecto del fallido.
2. En el plano jurídico es la pérdida del derecho de administrar, involucra, dos aspectos: el judicial y
extrajudicial.

1. Desasimiento en el orden jurídico, se traduce, en la pérdida del derecho a administrar.


Como el desasimiento no transfiere el dominio, si los frutos de estos bienes dieran lo suficiente para pagar las
deudas y dejaran un sobrante, este sobrante volvería al fallido (art. 168 de la Ley de Quiebras).

Valor de los actos posteriores a la quiebra: “Son inoponibles los actos y contratos que el fallido ejecute o
celebre después de dictada la sentencia que declara la quiebra, con relación a los bienes de la masa, aun cuando
no se hayan practicado las inscripciones en los registros respectivos del CBR” (Art. 72).

Bienes comprendidos en el desasimiento: Bienes presentes; bienes que tenga el fallido en usufructo, y bienes
futuros.
a) Bienes presentes. Los que le pertenezcan a cualquier título por haber ingresado a su patrimonio
b) Bienes que tenga el fallido en usufructo. El fallido conserva la administración de los bienes que tenga en
usufructo como marido o como padre y que pertenezcan a su mujer o a sus hijos. Sin embargo, el síndico
debe intervenir con el objeto de velar porque los frutos líquidos de esos bienes ingresen a la masa.
c) Bienes futuros. Respecto de los bienes que han sido adquiridos con posterioridad a la declaración de quiebra
o bienes futuros, para conocer la suerte que ellos corren respecto del desasimiento es necesario distinguir:

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1.- Bienes futuros adquiridos a título gratuito, (entran a la masa).
2.- Bienes futuros adquiridos a título oneroso, (El quebrado conserva el dominio y la administración de estos
bienes. Pero, pero según 65 inciso 2° de la Ley de Quiebras, los acreedores pueden someter esa
administración a intervención del síndico y tendrán derecho a los beneficios líquidos que de ellos se
obtengan, dejando al fallido lo necesario para sus alimentos, como en el caso del artículo 64 inciso 4°.

Bienes que no ingresan o no se ven afectados por el desasimiento:

1.- Bienes inembargables.


2.- Bienes ajenos objeto de acciones reivindicatoria.
La ley 18.175 establece como sanción a los actos o contratos que afecten a los bienes objeto del desasimiento y
que violen este efecto de la sentencia declaratoria de quiebra, la inoponibilidad.

Art. 72 ley 18.175: “Son inoponibles los actos y contratos que el fallido ejecute o celebre después de dictada la
sentencia que declara la quiebra, con relación a los bienes de la masa, aun cuando no se hayan practicado las
inscripciones en los registros respectivos del conservador de bienes raíces.”

2. Desasimiento en los actos judiciales.


Como regla general, el fallido no puede actuar en juicio como demandante ni como demandado, lo que significa
que su representación la toma el síndico de quiebras. Esto es muy importante, por cuanto se debe demandar al
síndico en representación del fallido. Art. 64 inciso 3º, pero podrá ejercitar por sí mismo todas las acciones que
exclusivamente se refieran a su persona y que tengan por objeto derechos inherentes a ella, y ejecutar todos los
actos conservatorios de sus bienes en caso de negligencia del síndico.

C.- FIJACIÓN IRREVOCABLE DE LOS DERECHOS DE LOS ACREEDORES: Art. 66 de la Ley de


Quiebras: La sentencia que declara la quiebra fija irrevocablemente los derechos de todos los acreedores en el
estado que tenían al día de su pronunciamiento sin perjuicio de los casos especialmente previstos por la ley.
El monto y calidad de los créditos de la quiebra no pueden variar o modificarse después de la declaración de
quiebra. El pasivo de la quiebra queda inmóvil o petrificado.

Consecuencias de la fijación irrevocable en las compensaciones. Declarada la quiebra, toda compensación que
no se ha producido antes no puede originarse después, de acuerdo con lo prevenido en el artículo 69, salvo que se
trate de obligaciones conexas, derivadas de un mismo contrato o de una misma negociación y aunque sean
exigibles en diferentes plazos.

D.- EXIGIBILIDAD ANTICIPADA DE TODAS LAS DEUDAS: Efecto inmediato de la declaratoria de


quiebra establecido en el Art. 67 con el objeto de cumplir o hacer valer el principio de igualdad de los
acreedores.
“En virtud de la declaratoria de quiebra quedan vencidas y exigibles, respecto del fallido, todas sus deudas
pasivas, para el sólo efecto de que los acreedores puedan intervenir en la quiebra”
El acreedor puede hacer efectivas sus acreencias sin esperar el vencimiento del plazo convenido.
El Art.1469 Nº1 del Código Civil señala que “caduca el plazo cuando el deudor esté constituido en quiebra o en
notable insolvencia”.

Alcance de la exigibilidad anticipada. La aplicación de este efecto de la quiebra es restringida y sólo afecta al
fallido y no a sus codeudores y fiadores.
El legislador lo ha establecido en esta forma, porque los codeudores y fiadores del fallido no tienen culpa alguna
de que éste haya sido declarado en quiebra.
Por excepción, la ley contempla algunos casos en que terceras personas que han garantizado el cumplimiento de
obligaciones del fallido, como avalistas o como codeudores solidarios, puedan verse afectados por la exigibilidad
anticipada de las deudas del fallido y responder antes del vencimiento de tales obligaciones.

E.- SUSPENSIÓN DEL DERECHO DE EJECUTAR INDIVIDUALMENTE AL FALLIDO: El Art. 71


dispone que la declaración de quiebra suspende el derecho de los acreedores para ejecutar individualmente al

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fallido, pero los acreedores hipotecarios y prendarios podrán iniciar o llevar adelante sus acciones, en los
bienes afectos a la seguridad de sus respectivos créditos.
La suspensión sólo se refiere a los juicios ejecutivos, vale decir, a los procedimientos compulsivos que los
acreedores podrían invocar en contra del quebrado. Nada impide a los acreedores iniciar juicios ordinarios.
Excepciones al efecto:
- Los acreedores hipotecarios o prendarios, y
- Los créditos que gozan del derecho legal de retención.

En cuanto al procedimiento y realización de las garantías de los acreedores prendarios e hipotecarios, si


bien es cierto que pueden actuar independientemente, están obligados a pagarse de su crédito a través del
procedimiento de quiebra.

Situación de los créditos con derecho legal de retención. Para que exista el derecho legal de retención es
necesario que haya una disposición legal que lo contemple y que una resolución judicial lo declare expresamente.
Este derecho se define como aquella facultad que permite al acreedor de una obligación no cumplida retener
la cosa en su poder, mientras la prestación se cumpla.
Los requisitos exigidos por la ley son:
- Que los bienes retenidos pertenezcan al fallido;
- Que la tenencia nazca de un hecho voluntario de éste;
- Que el hecho voluntario haya sido anterior al pago o a la obligación de que se trata, y
- Que dichas mercaderías no hayan sido entregadas por el fallido con un destino determinado.

F.- LA ACUMULACIÓN DE JUICIOS: Art.70 Ley 18.175 en relación al Art. 52 Nº4: La resolución que
declara la quiebra debe contener como requisito o mención la orden de acumular al juicio de quiebras todo
juicio ya iniciado en contra del deudor fallido.

Requisitos para la acumulación de juicios:


a) Al proceso de quiebra se acumulan juicios, no se acumulan los asuntos no contenciosos o de jurisdicción
voluntaria, como, por ejemplo, una posesión efectiva, una rectificación de inscripción de nacimiento, etc.;
b) Se refiere a los juicios en los que el fallido es demandado y no a aquellos en los cuales es demandante.
c) Se acumulan los juicios pendientes.
d) Deben ser juicios que se ventilan ante tribunales de jurisdicción común. Se excluyen los juicios de menores y
los que se tramitan ante jueces árbitros.

Excepciones a la acumulación de juicios.


1. Los juicios posesorios;
2. Los juicios de desahucio y los de terminación inmediata del contrato de arrendamiento;
3. Todos aquellos que se sigan ante jueces árbitros;
4. Los juicios que según la ley deben someterse a compromiso, y
5. Los juicios del trabajo (lo ha establecido la jurisprudencia)

Procedimiento de los juicios acumulados. Es necesario distinguir:


a) Los juicios declarativos. Art. 70 inciso 3°, señala que los juicios ordinarios seguirán tramitándose con
arreglo al procedimiento que corresponda según su naturaleza, hasta que quede ejecutoriada la sentencia
definitiva. Condenado el fallido, el síndico dará cumplimiento a lo resuelto en la forma que corresponda.
b) Los juicios ejecutivos: En esta materia hay que hacer una doble distinción:
1. Juicios ejecutivos en los que se han opuesto excepciones; se siguen tramitando ante el juez de la quiebra y
con el síndico en representación del fallido hasta que se dicte sentencia. Si la sentencia es favorable para el
ejecutante, debe verificar su crédito en la quiebra.
2. Si no se han deducido excepciones en el juicio ejecutivo, éste se paraliza en el estado en que se encuentre.
La verificación es siempre necesaria en estos casos, sobre todo si se piensa que el síndico pagará más
adelante sólo los créditos que se hayan verificado y reconocido en la quiebra.

En los juicios ejecutivos de obligaciones de hacer es necesario distinguir:

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1. Si hay fondos depositados para el cumplimiento de estas obligaciones, el procedimiento continúa hasta la
inversión completa de esos fondos o hasta la terminación de la obra si los fondos fueren suficientes, y
2, En caso de no existir fondos depositados para llevar a efecto la obra, o si el hecho debido consiste en la
suscripción de un documento o en la constitución de una garantía, deberá el acreedor iniciar las acciones
pertinentes para que se considere su crédito por el valor de los perjuicios declarados o que se declaren.

Situación de los embargos y medidas precautorias. Los embargos y medidas precautorias que se hubieren
trabado o declarado con anterioridad a la declaratoria de quiebra, quedan sin efecto, toda vez que la quiebra en sí
misma no es sino un embargo general.

52.- Inhabilidades del fallido.

Las inhabilidades constituyen efectos inmediatos de la quiebra sobre la persona del fallido y son
independientes de toda condena de carácter criminal. Son las siguientes:

a) Art. 497 N° 4° del C.C., el fallido, mientras no haya satisfecho a sus acreedores, no puede ser tutor o
curador;
b) Art. 1272 del C.C., que se remite al 497 del mismo cuerpo legal, no puede ser albacea, es decir, no puede ser
designado ejecutor testamentario;
c) Art. 509 del Código Civil, se pone fin a la tutela o curatela por la quiebra;
d) Art. 256 N° 7° del C.O.T. señala que no pueden ser jueces, a menos que hayan sido rehabilitados en
conformidad a la ley.
El juez expira en sus funciones si sobreviene alguna incapacidad de las establecidas en la ley para ejercer su
cargo, de acuerdo con lo dispuesto en el Artículo 332 N° 1 del COT. De manera que la declaración de
quiebra respecto de un juez le hace expirar en sus funciones;
e) Por último, según lo prevenido por los Artículos 461 a 464 del Código Orgánico de Tribunales, el fallido no
puede ser fiscal de Corte de Apelaciones o de Corte Suprema, secretario o relator de Corte Suprema o de
Corte de Apelaciones, oficial del Ministerio Público o Defensor Público.

Las inhabilidades son temporales, porque cesan con la rehabilitación del fallido. Art. 235.

53.- Actos y contratos pendientes del fallido.

¿Qué se entiende por actos o contratos pendientes o relaciones jurídicas preexistentes?


Son aquellas relaciones jurídicas que se encuentran perfeccionadas pero todavía no terminadas o
completamente ejecutadas al tiempo de la declaración de la quiebra del deudor que ha intervenido en ellas.
No quedan comprendidos en esta categoría los contratos que no se han celebrado aun cuando existiere una
obligación de celebrarlos (contratos de promesa-contrato preparatorio) El principio general que rige estas
relaciones jurídicas preexistentes es que el sindico no podrá ser compelido u obligado a cumplir la obligación,
pero podrá cumplir o allanarse a cumplir la obligación si el contrato pendiente respectivo es favorable a los
intereses de la masa.
Tampoco se consideran relaciones jurídicas pendientes o preexistentes aquellas en que una de las partes ha
cumplido su obligación y la otra no, ya que la parte que ha cumplido tendrá un crédito que deberá hacer valer en
la quiebra.

54.- Efecto de la quiebra en las relaciones jurídicas preexistentes.

En virtud del carácter universal de la quiebra y del desasimiento, todos los bienes del fallido excepto aquellos
inembargables quedan destinados a su realización para satisfacer los créditos. La quiebra implica el efecto de que
la administraron de los bienes del fallido pasa de pleno derecho al síndico de quiebras, esto genera el
problema de determinar que suerte correrán las relaciones jurídicas convenidas por el deudor con anterioridad a la
quiebra y que no se han terminado de ejecutar.

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Los derechos del tercero contratante contemplados por esta situación excepcional de la quiebra del deudor, sea en
interés de la quiebra misma para no crear desigualdades, o sea en interés del mismo tercero que no debe sufrir los
daños que pueden derivar de la situación de falencias declarada en que se encuentra su contraparte.

Principio general: La ley concursal chilena no contempla una regla general aplicable a las relaciones jurídicas
preexistentes al tiempo de la declaratoria de quiebra. Sin embargo la doctrina y jurisprudencia han logrado
establecer una suerte de principio general que indica que: “La quiebra no es causal de resolución o terminación
de los actos o contratos pendientes del deudor fallido”.

Fundamentos del principio. El principio general de que la quiebra no origina de pleno derecho la resolución de
los contratos pendientes del fallido existe como regla general, porque la ley civil o comercial cuando ha
querido que tal consecuencia se produzca lo ha dicho expresamente, como ocurre con el mandato (Art. 2163
N°6 del Código Civil) y con la cuenta corriente mercantil (Art. 611 del Código de Comercio). En los casos en que
la ley nada dice, se entiende que la quiebra no causa la resolución de las relaciones jurídicas preexistentes del
deudor fallido. En cuanto a los efectos de la quiebra en los actos y contratos en general, respecto de los cuales no
existe una norma especial, es preciso dilucidarlos distinguiendo tres situaciones que el fallido puede tener en
ellos:

1. Actos o contratos en los cuales el fallido era acreedor;


2. Actos o contratos en que el fallido había contraído obligaciones recíprocas, y
3. Actos o contratos en los cuales el quebrado era deudor.

1. Actos o contratos en que el fallido es acreedor. Tratándose de esta clase de relaciones jurídicas preexistentes,
la situación es muy simple: el síndico, actuando en interés de la masa de acreedores, está obligado a exigir el
cumplimiento judicial o extrajudicial de todo lo que se le deba al fallido. En consecuencia, debe ejercer todas
las acciones y derechos que la legislación común otorga al deudor falente, tanto por la vía de las tutelas
individuales corno por la vía de las ejecuciones colectivas.

2. Actos o contratos en que el quebrado ha contraído obligaciones reciprocas con su contraparte. Se trata de
contratos bilaterales que generan obligaciones para ambas partes. Encontrándose en curso de ejecución estas
convenciones al tiempo de la declaratoria de quiebra, es dable distinguir las siguientes situaciones para su
cumplimiento o ejecución:

a. Que el contrato sea beneficioso para la masa. En tal evento el síndico, como representante del deudor
quebrado, está facultado para recabar el cumplimiento del contrato, a condición de que por su parte lo cumpla
o se allane a cumplirlo, pues en caso contrario el cocontratante puede eximirse legítimamente de ejecutarlo,
oponiendo la excepción del contrato no cumplido (Art. 1552 del Código Civil).
b. Que el contrato no sea beneficioso para la masa. Siendo así, el síndico por lo general se abstendrá de
ejecutar las obligaciones que pesan sobre el quebrado, quedando la iniciativa en el cocontratante para exigir el
cumplimiento forzado o la resolución.

3. Actos o contratos en que el fallido era únicamente deudor. La contraparte que detenta la calidad de
contratante in bonis tiene una serie de derechos frente al fallido; derecho a pedir el cumplimiento de la obligación,
derecho a solicitar la resolución del contrato y facultad de recabar indemnización de perjuicios por
incumplimiento.

55.- Consecuencias de la quiebra en ciertos contratos en curso de ejecución.

Trataremos la situación de dichos contratos, entre los cuales cabe señalar el de cuenta corriente mercantil y
bancaria; el de mandato civil y comercial, y dentro de esta última clase, la comisión; los contratos de
arrendamiento, compraventa, sociedad, etc.

a) Contrato de cuenta corriente mercantil. Este contrato está definido por el Artículo 602 del Código de
Comercio. Las partes que lo celebran se obligan a efectuar o a recibir remesas en propiedad de dinero u otros

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valores. Se caracteriza este contrato por ser de aquellos que se celebran en consideración a la persona y por la
confianza que en ella se tiene.
Atendidos los efectos que este contrato origina, no puede menos que terminarse en el caso de declaración de
quiebra de uno de los contratantes. Así lo establece el Artículo 61 inciso 2° del Código de Comercio.
La solución del legislador concuerda con la naturaleza y efectos del contrato de cuenta corriente mercantil, como
asimismo con las consecuencias que la quiebra ocasiona respecto de los bienes del fallido y de los acreedores y
sus créditos.

- Declarada la quiebra de uno de los contratantes, queda inhibido de administrar sus bienes, luego no puede
hacer ni recibir remesas de dinero u otros valores en propiedad, lo que constituye el elemento esencial del
contrato;
- El hecho de que un contratante sea declarado en quiebra implica pérdida de la confianza que en él se tuvo al
tiempo de celebrar el contrato y que determinó que se le eligiera entre muchos para trabar con él esta relación
intuito personae.

b) Cuenta corriente bancaria. La Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques hace aplicable el Artículo 611
del Código de Comercio a la conclusión de esta clase de cuentas corrientes. Las razones se fundan sin duda en la
naturaleza y efectos del contrato, cuya vigencia no se concilia con el estado de falencia de una de las partes
contratantes.

c) Mandato. Según lo previsto en el Artículo 2163 N° 6° del Código Civil, el mandato termina por la quiebra del
mandante o del mandatario.

i. Tratándose de la quiebra del mandante, éste no puede administrar los bienes comprendidos en el concurso por
si ni por mandatario, en virtud del desasimiento. La terminación del mandato se produce, en este caso, respecto
del mandatario, desde que se notifica por aviso en el Diario Oficial la quiebra del mandante. Después de esa
notificación, que se hace para dar a conocer la declaratoria de quiebra al fallido, a los acreedores y a terceros, el
mandatario no puede alegar que lo ignoraba y seguir desempeñando el encargo.

ii. En el caso de quiebra del mandatario, atendido el hecho de que los derechos y obligaciones de los actos o
contratos que celebre el apoderado se radican en el patrimonio del mandante, en virtud de la representación la
quiebra, en principio, no debiera ocasionar, en esta situación, el término del mandato. Sin embargo, siendo el
mandato un contrato de confianza, que se celebra en consideración a la persona del apoderado en este caso, se
justifica la solución legal de ponerle término; la confianza del mandante desaparece al ser declarado en quiebra el
mandatario, porque revela que si no ha sido capaz de administrar con éxito sus propios bienes, mal puede
encargarse de negociar ajenos.

Como la terminación del mandato por declaración de quiebra del mandatario está establecida en favor del
mandante, no hay inconveniente en que este último, manteniendo confianza en su apoderado, pueda conferirle
uno nuevo. El desasimiento no importa una incapacidad para el quebrado, sino una simple inhibición para
administrar los bienes comprendidos en su quiebra, de manera que podría legalmente cumplir el encargo y la
remuneración no entraría en el concurso.

i. Comisión para vender. En el evento de ser declarado en falencia el comisionista encargado de vender
mercaderías, el comitente puede reivindicarlas de la masa, de la cual no forman parte.
ii. Comisión para comprar quiebra del comitente. En virtud de lo establecido en el artículo 91 de la Ley de
Quiebras, el comisionista que ha pagado o se ha obligado a pagar con sus propios fondos mercaderías compradas
por orden y cuenta del fallido, puede ejercitar las mismas acciones que el artículo 87 de la referida ley otorga al
vendedor a quien no se le ha pagado el precio, esto es, puede dejar sin efecto la tradición, adquirir la posesión y
pedir la resolución de la compraventa. Puede también retener las mercaderías hasta el completo pago de su
crédito.

d) Contrato de confección de obra material. El contrato de confección material “es aquel por el cual una
persona llamada artífice se obliga, mediante cierto precio, a realizar una obra”. Cuando el artífice proporciona
todo el material o la parte principal de él, el contrato es de venta, y se perfecciona por la aprobación del que

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encargó la obra. En el evento de que la persona que encarga la obra proporcione la totalidad de la materia, el
contrato es de arrendamiento. Así lo establece el Artículo 1996 del Código Civil.

1.- Quiebra del artífice. La declaratoria de quiebra del artífice, en principio, implica que no podrá dar
cumplimiento a la obligación esencial del contrato de ejecutar la obra encomendada. Tal situación, aplicando
las reglas generales, da derecho al que encargó la obra, si tiene la calidad de contratante in bonis, para pedir
la terminación del contrato, cobrando los perjuicios correspondientes.

2.- Quiebra del que encargó la obra. Queda imposibilitado de cumplir su obligación de pagar el precio. El
artífice puede pedir la terminación o resolución con indemnización de perjuicios.

e) Contrato de sociedad

1. Efectos de la quiebra de un socio en la existencia de la sociedad. Conviene al respecto hacer una distinción
entre sociedades de capitales y sociedades de personas.

a) Quiebra de un socio de sociedades de capitales. Si se declara en quiebra a un accionista de una sociedad


anónima o a un comanditario de una en comandita por acciones, dicha declaratoria no afecta en nada la existencia
de la sociedad a la cual pertenece, porque ella se fundó sin consideración de los individuos, sino en base a las
aportaciones de capital.

b) Quiebra del socio de una sociedad de personas. De conformidad con lo previsto en el Artículo 2106 del
Código Civil, la sociedad colectiva expira por la insolvencia de uno de los socios. Esta causa de disolución se
aplica a las sociedades colectivas comerciales y a las sociedades de responsabilidad limitada (Art. 407 del Código
de Comercio y 4º de la Ley Nº 3.918).
Sin embargo, según el inciso 2° del Artículo 2106 del Código Civil, la sociedad puede continuar con el fallido, y
en tal caso los acreedores de la sociedad ejercerán sus derechos en el patrimonio social. Como el Código Civil
emplea la expresión “fallido”, no hay duda de que la causal se refiere al caso de quiebra de un socio.
Ahora bien, el hecho de que la sociedad pueda subsistir con el socio fallido implica que la disolución no se
produce en este caso de pleno derecho, quedando facultados los demás socios y el propio quebrado, representado
por el síndico, para solicitar la terminación de la misma. También puede sostenerse que la norma del Artículo
2106 del Código Civil, que establece la expiración de la sociedad colectiva en caso de quiebra de un socio, no es
una norma de orden público.

2. Derechos sociales y quiebra. El problema consiste en determinar si ingresan o no a la masa concursada los
derechos que el socio declarado en quiebra tenía en la sociedad de la cual formaba parte. Para dilucidar este
problema conviene mantener la distinción entre sociedades de personas y sociedades de capitales.

a) Sociedades de personas. En doctrina son conocidas las opiniones de don Arturo Alessandri R. y de don
Manuel Somarriva U., según las cuales los acreedores de un socio de una sociedad de personas no tienen otros
derechos que los que les reconoce el Artículo 2096 del Código Civil, de manera que no pueden embargar los
derechos sociales, porque este embargo y el posterior remate de dichos derechos pueden conducir al ingreso de
otros socios en la sociedad, sin el consentimiento de los restantes asociados, violando la ley del contrato y la
naturaleza intuito personae que éste tiene. Para don Enrique Munita B. los derechos sociales, en sociedades de
personas, son bienes que la ley no ha declarado expresamente inembargables, por lo que pueden ser objeto de
embargo.

b) Tratándose de sociedades de capitales, las acciones que el socio fallido haya suscrito y pagado en sociedades
anónimas o en sociedades en comandita por acciones, ingresan en el activo de su quiebra y, en consecuencia,
serán enajenadas por el síndico para el pago de los créditos.

56.- Consecuencias que la quiebra origina en los derechos y obligaciones que emanan de los títulos
de crédito.

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Títulos de crédito. Trataremos las consecuencias que la quiebra origina en los derechos y obligaciones que
emanan de los títulos de crédito cuyo contenido es el pago de una suma de dinero: letra de cambio, pagaré,
cheque.

1. Letra de cambio. Analizaremos las normas de la Ley N° 18.092, que rige en la materia, respecto de la
declaratoria de quiebra de algunos de los sujetos que intervienen en la letra de cambio.

a) Quiebra del portador. Noción de portador. Puede ser portador de la letra el tomador o beneficiario de la
misma cuando ella no ha circulado por endoso. Cuando el documento ha circulado, el tenedor de la letra se
considera portador legítimo si justifica su derecho por una serie no interrumpida de endosos, aunque el último
esté en blanco (art. 26 inc. 1 de la Ley N° 18.092).
En caso de quiebra del portador, el artículo 57 de la Ley de Letra de Cambio y Pagaré establece que puede
prohibirse el pago o entrabarse la circulación de la letra.
La norma concuerda con el efecto fundamental que la quiebra produce en los bienes del fallido, esto es, el
desasimiento.

b) Quiebra del librado-aceptante. Noción de librado. Es la persona a cuyo cargo el librador gira la letra. No
asume ninguna responsabilidad cambiaria mientras no preste su aceptación, porque él no interviene en la emisión
del título. Si es declarado en quiebra el librado antes del vencimiento de la letra y antes de haber dado su
aceptación, no puede aceptarla después porque se lo impide el desasimiento. Surge la responsabilidad del librador
de los endosantes traslaticios de dominio que no la han limitado y de los avalistas de ambos, aun cuando la letra
no se proteste oportunamente.
Ahora bien, el Artículo 78 de la Ley N° 18.092 dispone que el portador no queda dispensado de la obligación de
protestar la letra por la quiebra, interdicción o muerte del librado. La norma es exacta en cuanto al protesto por
falta de fecha de aceptación, pero no en el caso del protesto por falta de aceptación o del protesto por falta de
pago. De conformidad con lo previsto en el Artículo 79 inciso 2° de la Ley N° 18.092, la letra no se perjudica si
no se protesta por falta de pago en caso de quiebra del librado o aceptante ocurrida antes del vencimiento.
En cuanto al protesto por falta de aceptación, que permite cobrar antes del vencimiento la letra al librador,
endosante y avalistas de ambos, en caso de quiebra del librado o aceptante, no es necesaria esta diligencia para
efectuar el cobro anticipado:

1. Cuando quiebra el librado o cualquiera de los librados conjuntos, y


2. Quiebra antes del vencimiento de alguno de los librados subsidiarios o del librado subsidiario que otorgó la
aceptación (art. 81º 2 y 3 de la Ley N° 18.092).

Cuando quiebra el librado o aceptante después del vencimiento de la letra, el portador en este caso no queda
exonerado de la obligación de protestar la letra por falta de pago para hacer efectivos sus derechos contra el
librador, endosante y avalistas de ambos.

c) Quiebra del librador. Noción de librador. Es el creador del documento y primer obligado cambiario:
garantiza al portador la aceptación y el pago de la letra de cambio.
Si es declarado en quiebra el librador de una letra no aceptada, es lógico que el librado no admita la orden que
éste le da en el documento. La ley autoriza el cobro anticipado de la letra, sin necesidad de protesto (Art. 81 N°4
de la Ley N° 18.092). El portador tiene como alternativa verificar el crédito en la quiebra del librador para ser
pagado en moneda de quiebra, o bien, en el caso de que la letra tenga endosantes traslaticios de dominio que no
hayan limitado su responsabilidad y avalistas, cobrarla anticipadamente respecto de dichos responsables por
garantía. Sin duda que esta segunda posibilidad es más favorable para el portador de la letra.

d) Quiebra del suscriptor de un pagaré. A diferencia de la letra de cambio, que contiene una orden del librador
al librado para que pague al beneficiario una cantidad determinada de dinero, lo que supone una relación entre
tres personas o a lo menos dos (librador-beneficiario y librado), el pagaré es una confesión o reconocimiento de
deuda que hace al suscriptor del mismo, respecto de un beneficiario nominativamente designado, a su
orden o al portador. El pagaré no requiere aceptación. Por ende, sólo interesa la quiebra del suscriptor.
Cuando se produce la declaración de quiebra del suscriptor, el beneficiario o portador puede, sin esperar el
vencimiento del título, cobrarlo anticipadamente respecto de los endosantes o del avalista del suscriptor o avalista

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de los endosantes (Art. 67 de la Ley de Quiebras), sin necesidad de protesto. En el caso de que la quiebra del
suscriptor del pagaré se produzca después del vencimiento, es necesario efectuar el protesto por falta de pago para
cobrar el pagaré respecto de los otros obligados por garantía.
El portador mantiene la posibilidad de verificar su crédito en la quiebra del suscriptor del pagaré.

57.- La quiebra y los contratos de arrendamiento, compraventa, cuenta corriente bancaria y


contrato de trabajo.

La declaración de quiebra por regla general no trae aparejada la resolución de los contratos que al tiempo
de la declaración se encontraban pendientes, sin embargo la ley se encargó de regular los efectos que la
quiebra produce en determinados contratos en curso de ejecución:

a) Contrato de arrendamiento. La declaración de quiebra no pone término al contrato de arriendo. Sin embargo,
en cierta medida, esta norma sufre modificaciones.

i. Respecto del arrendador. La quiebra no pone fin al contrato de arriendo y el arrendatario seguirá gozando
de él, no obstante que, en virtud del desasimiento, se le obliga a ingresar las rentas a la masa, y sin perjuicio,
también, de la posterior realización del bien.
ii. Quiebra del arrendatario. La insolvencia declarada del arrendatario no pone necesariamente fin al
arriendo. El acreedor o acreedores podrán sustituirse al arrendatario, prestando fianza a satisfacción del
arrendador. Sólo si el síndico, como órgano ejecutivo de la masa de acreedores, no ejerce la facultad de
sustituir en los derechos al fallido, el acreedor puede solicitar la terminación de contrato, invocando como
causales la quiebra y los correspondientes perjuicios.

b) Contrato de compraventa.

i. Quiebra del vendedor.

1) Si el fallido vendedor había transferido el dominio o efectuado la tradición respecto de la cosa vendida.
En este caso, la declaración de quiebra no afecta al contrato de compraventa ni a la tradición de la cosa.
2) Si la quiebra del vendedor se produce entre la celebración del contrato y la tradición de las cosas objeto
del mismo. La Ley no da una solución al caso en particular. Las cosas objeto del contrato no han salido de la
propiedad del vendedor porque no ha operado el modo de adquirir tradición; en consecuencia, siendo del
vendedor, las especies entran en la masa del concurso.

ii. Quiebra del comprador. De conformidad con lo prevenido por el Artículo 86, el contrato de compraventa
puede resolverse por falta de cumplimiento de las obligaciones del comprador fallido, salvo cuando se trate de
cosas muebles que hayan llegado a poder de éste.

c) Cuenta corriente bancaria y cheque. Declarada la quiebra de cualquiera de las partes del contrato de cuenta
corriente bancaria, el contrato termina.
Los cheques que se giran por el fallido después de ser declarado en quiebra deben ser protestados por cuenta
cerrada, si es el banco el que ha sido declarado en quiebra, se protestan por quiebra del banco librado.

d) Contrato de trabajo. Respecto del contrato de trabajo se mantiene la regla general de que la declaración de
quiebra no tiene por efecto producir la resolución o terminación de las relaciones jurídicas preexistentes.
Tratándose de la quiebra del trabajador, sin duda la quiebra no significa una causal de terminación del contrato de
trabajo, de suerte que los sueldos o salarios que se le paguen con posterioridad a ella no ingresan a la masa
concursada, por pertenecer a la categoría de bienes inembargables.
Cuando se trata de la declaración de quiebra del empleador, podemos señalar que tampoco configura una causal
de caducidad de las relaciones laborales. En efecto, el Artículo 155 del Código del Trabajo, Ley N° 18.620, no
contempla, dentro de los motivos que justifican poner término al contrato de trabajo, la quiebra del empleador.
La jurisprudencia de la Corte Suprema también se ha manifestado en orden a que la quiebra del empleador no
origina el término del contrato de trabajo.

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58.- Efectos retroactivos de la quiebra.

Como consecuencia del desasimiento, el Artículo 72 de la Ley de Quiebras y el Artículo 2467 del Código Civil
declaran inoponibles todos los actos que el quebrado ejecute con posterioridad a la declaración de falencia.
Es necesario dar la posibilidad de declarar inoponibles ciertos actos o contratos ejecutados o celebrados
con anterioridad a la declaración de quiebra.
La quiebra viene a ser, en consecuencia, el resultado de una situación preexistente, producida en un lapso más o
menos prolongado, que empezó con la cesación de pagos. Por esta razón, la ley se preocupa de dar ciertas
acciones que permiten anular los actos celebrados con anterioridad a la declaración de quiebra. Estas
acciones constituyen los llamados “efectos retroactivos de la quiebra”.
En general, se entienden por efectos retroactivos de la quiebra ciertas acciones de inoponibilidad que
pueden ejercitar los acreedores para lograr la anulación de los actos o contratos ejecutados o celebrados
por el fallido en el espacio de tiempo denominado “periodo sospechoso”, que se extiende desde la cesación de
pagos, o a veces desde diez a ciento veinte días antes, hasta la declaración de quiebra.
Resulta necesario determinar en qué momento se produce la cesación de pagos para saber desde cuándo pueden
anularse los actos del deudor fallido, mediante el ejercicio de las acciones revocatorias que constituyen los efectos
retroactivos de la quiebra.

Fijación de la fecha de cesación de pagos. Es necesario para ello distinguir entre:


a) Deudor comprendido en el artículo 41. La ley concursal entrega la fijación de la fecha de cesación de pagos,
en este caso, al juez. El síndico debe proponer al tribunal la fecha de cesación de pagos y el juzgado ordena
notificar por avisos esta proposición.
Notificada por avisos la proposición, empieza a correr un plazo de diez días para que los acreedores, el fallido o
los terceros interesados puedan objetar la fecha propuesta. Artículo 61 de la ley.
Al fallido le convendrá que la fecha de cesación de pagos sea la más próxima posible a la de la declaratoria de
quiebra, por:

1. La amplitud del periodo sospechoso no lo beneficia de manera alguna.


2. Tratándose del deudor comprendido en el artículo 41, le interesa que la fecha de cesación de pagos sea tan
próxima que quede comprendida dentro del plazo de quince días en que, de acuerdo con el artículo 41, debió
pedir su propia quiebra. De ser así, evita las consecuencias por no haberla solicitado;
3. Porque desea escapar de la presunción de quiebra fraudulenta contenida en el Artículo 220 N° 6: pago a un
acreedor después de la cesación de pagos

Para terceros resulta conveniente que la fecha de cesación de pagos sea vecina a la de la declaración de quiebra,
a fin de evitar la utilidad de los actos y contratos que han celebrado con el fallido en ese posible periodo
sospechoso.
Si no hay objeción a la fecha propuesta por el síndico dentro del plazo de diez días, o luego de falladas las
objeciones que se hayan hecho valer, el juez dicta una resolución que fija la fecha de cesación de pagos. Esta
resolución se notifica por el estado diario y sólo será susceptible de apelación.

b) Deudor no comprendido en el artículo 41. El Artículo 62 señala que esa fecha será aquella en que primero se
produjo la exigibilidad de alguno de los títulos ejecutivos que existan en su contra.
Tal disposición obliga a concretar de este modo la fijación de la fecha de cesación de pagos.
Es interesante la disposición del Artículo 63 de la Ley de Quiebras, que por razones de estabilidad y seguridad
jurídica fija un plazo máximo hacia atrás, contado desde la declaración de quiebra, dentro del cual puede
establecerse la fecha de cesación de pagos: dos años.
La disposición del ya citado artículo 63 se aplica a todo deudor.

59.- Acciones revocatorias concursales.

Son aquellas que tienen por objeto dejar sin efecto los actos o contratos celebrados por el fallido durante el
periodo sospechoso. La ley señala que los actos celebrados por el fallido durante el periodo sospechoso son
inoponibles a la masa por lo tanto la inoponibilidad de esos actos puede ser solicitada por el sindico o por los

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acreedores en interés de la masa, a través de las acciones revocatorias o de inoponibilidad concursal
señaladas en los Artículos 74 a 79 de la ley de quiebras.

Procedencia y clasificación. Los mecanismos jurídicos que el legislador establece para dejar sin efecto esos
actos o contratos por el fallido durante la época anterior a la quiebra son la acción pauliana del Artículo 2468
del Código Civil y las acciones revocatorias concursales.
La ley califica de inoponibles a la masa los actos o contratos ejecutados o celebrados en periodo sospechoso. La
inoponibilidad sólo puede ser solicitada por la masa representada por el síndico y no puede ser ejercida por
cualquiera persona que tenga interés en ello, como sucede con la nulidad absoluta.

Época en que operan las acciones revocatorias:


a) Actos y contratos celebrados por el fallido antes del periodo sospechoso. Sólo pueden ser afectados por la
acción pauliana del Artículo 2468 del Código Civil;
b) Actos y contratos celebrados por el fallido durante el periodo sospechoso. Pueden ser afectados por las
acciones de los Artículos 74 al 79 de la Ley de Quiebras, es decir, la acción pauliana del Artículo 2468 y las
acciones revocatorias concursales;
Las acciones que pueden hacerse efectivas para declararlos inoponibles a la masa pueden clasificarse en:

1.- Quiebra de todo deudor:


1.a.- Inoponibilidad de actos gratuitos: Artículo 74 de la Ley de Quiebras, “son inoponibles a la masa los actos
o contratos a título gratuito que hubiere ejecutado o celebrado el deudor desde los diez anteriores a la fecha de
la cesación de pagos y hasta el día de la declaración de quiebra”.
Es una inoponibilidad de derecho, acreditados los requisitos el juez debe declararla. No requiere perjuicio.
En los casos en que los beneficiados con estos actos fueran los parientes a que se refiere el Artículo 74 inciso 2°,
se amplía el periodo sospechoso a ciento veinte días antes de la cesación de pagos.

1.b.-Inoponibilidad de los actos onerosos. Acción pauliana contemplada en el Artículo 2468 del Código Civil.
Ella tiende a la revocación de actos celebrados en fraude de los acreedores y la restitución a la masa de los bienes
que salieron del patrimonio del deudor, causando con ello perjuicio a los acreedores.

Las características son:


a) La acción se puede ejercer para anular los actos o contratos a título oneroso celebrados en todo tiempo, aun
antes del periodo sospechoso, y los actos a título gratuito celebrados antes de los diez o ciento veinte días del
artículo 74;
b) Se trata de una inoponibilidad de derecho y no hay innovación a las reglas generales de que el juez debe fallar
conforme al mérito del proceso;
c) Exige los requisitos de la acción pauliana.

Requisitos. Hay que distinguir actos a título oneroso y actos a título gratuito.

a) Actos a título oneroso. Para invalidar este tipo de negocios se requiere:


- Que estén de mala fe ambos contratantes, y
- Que se acredite perjuicio de los acreedores.

b) Actos a título gratuito. Para anularlos deben concurrir dos presupuestos:


- Que se pruebe mala fe del deudor, y
- Que se pruebe perjuicio de los acreedores.

¿Cómo operan las dos acciones de nulidad?


- Si el acto se realizó durante el periodo sospechoso, para anularlo se invoca la acción de nulidad del Artículo 74;
- Si se ejecutó antes del periodo sospechoso, el acto se anula por medio de la acción pauliana.

2.- Quiebra del deudor que ejerce una actividad comercial, industrial, minera o agrícola:

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a.- Acciones destinadas a revocar actos a título gratuito o que signifiquen liberalidades. El Artículo 76 de la
ley señala tres clases de actos inoponibles:
1.- Los pagos anticipados;
2.- Dación en pago y
3.- Constitución de ciertas garantías reales de obligaciones contraídas anteriormente.

Requisitos de estas acciones. Para que operen estas acciones es necesario que concurran dos presupuestos:
1. Naturaleza del acto; ser un acto de los taxativamente indicados en el artículo 76, y
2. Época de celebración; en periodo sospechoso, desde diez días antes de la cesación de pagos hasta la
declaración de quiebra. No requiere analizar la buena o mala fe de los contratantes ni el eventual perjuicio a
los acreedores; los actos por su propia naturaleza envuelven una presunción de mala fe. Veremos los actos a
que se refiere el artículo 76 de la Ley de Quiebras.

b.- Acciones destinadas a revocar actos a titulo oneroso. Ejecutados o celebrados por el deudor a contar de la
fecha de cesación de pagos y hasta el día de la declaración de quiebra, siempre que los acreedores pagados y
los que hubieren contratado con el fallido hubieren tenido conocimiento de la cesación de pagos.

c.- Las compensaciones que hubieren operado desde la fecha de cesación de pagos hasta el día de la
declaración de la quiebra, son inoponibles a la masa si se hubieren efectuado con créditos adquiridos
contra el fallido por cesión o endoso, con tal que el cesionario haya tenido conocimiento de la cesación de pagos
al tiempo de la cesión o endoso.

d.- Acciones destinadas a revocar ciertas inscripciones hipotecarias. Las hipotecas válidamente constituidas
sobre bienes del fallido con anterioridad a la quiebra pueden inscribirse hasta el mismo día en que se declara la
quiebra. El precepto parte del supuesto de la validez de la constitución de la hipoteca.
El otorgamiento de la garantía hipotecaria puede dejarse sin efecto conforme a las reglas del Código Civil,
mediante la acción pauliana de que trata el Artículo 2468.

a) Que la inscripción se haga en periodo sospechoso, que se extiende desde diez días antes de la cesación de
pagos hasta la declaración de quiebra, como en el caso de las inoponibilidades de derecho;
b) Lapso de quince días entre la fecha de la escritura pública que contiene el contrato hipotecario y la
inscripción de la hipoteca, y
c) Que el tribunal declare inoponible la inscripción. Se trata de una inoponibilidad facultativa.

Tribunal competente. Aunque la ley concursal no lo indica expresamente, se ha llegado a la conclusión de que el
tribunal competente para conocer de las acciones revocatorias es el mismo que conoce de la quiebra.

60.- Efectos de las acciones revocatorias.

Las acciones revocatorias tienen por efecto hacer inoponible el acto respecto de la masa, por lo cual deben
reintegrarse al activo los bienes objeto del acto o contrato declarado inoponible.
Respecto del demandado se plantea el problema de saber si la masa está obligada a devolver lo que éste haya
dado o pagado en virtud del acto o contrato revocado.
Tratándose de terceros subadquirentes del bien objeto de la acción revocatoria, surgen las siguientes
interrogantes: ¿Les afecta esta acción? ¿De qué forma y en qué condiciones?
Las opiniones se encuentran divididas en la doctrina. En el derecho nacional, Arturo Alessandri Rodríguez
sostiene que la revocación declarada judicialmente produce los mismos efectos que la nulidad, es decir, que
tendría plena aplicación la norma contenida en el Art. 1687 del Código Civil, que permite reivindicar la cosa de
manos de terceros subadquirentes, sin distinguir la buena o mala fe del adquirente.
Para Luis Claro Solar y Manuel Vargas, la revocatoria tiene efectos propios, por lo que debe atenderse a la buena
o mala fe del tercero para fijar la extensión o alcance de tales efectos. Si está de buena fe, debe restituir hasta el
monto del enriquecimiento injusto, y si se encuentra de mala fe, debe restituir hasta concurrencia del daño
causado.

61
61.- Otras acciones que pueden intentarse contra el fallido.

a) Acción reivindicatoria: Esta acción puede intentarse contra el fallido de acuerdo a las reglas generales.

i. Reivindicación de los efectos de comercio: Los efectos de comercio son títulos de crédito que contienen
una obligación de pagar una suma de dinero a la orden del beneficiario indicado o al portador. Por lo tanto,
un efecto de comercio que se ha entregado a una persona que ha sido declarada en quiebra puede ser reivindicado
mientras no se haya cobrado ni pagado por el tercero deudor siempre que se cumplan los siguientes requisitos:

- Que se trate de un efecto de comercio o cualquier otro titulo de comercio.


- Que no se haya pagado.
- Que el fallido lo tenga en su poder por si, o por otra persona que lo tenga a nombre de él.
- Que haya sido entregado al fallido por un titulo no traslaticio de dominio.

ii. Reivindicación de mercaderías consignadas al fallido: Estas mercaderías pueden reivindicarse siempre que
concurran los siguientes requisitos:

- Que se trate mercaderías consignadas al fallido a titulo de depósito, comisión de venta o a cualquier otro titulo
que no transfiera el dominio.
- Que se trate de mercaderías identificables.
- Que no hayan sido vendidas estas mercaderías por el fallido.

b) La acción resolutoria: Es aquella que emana de la condición resolutoria tacita o del pacto comisorio. La
regla general es que se puede ejercer esta acción contra el fallido salvo en el caso de la compraventa de cosas
muebles que hayan llegado al poder del comprador fallido, en este caso no podrá hacerse efectiva la acción
resolutoria en su contra.

c) El derecho legal de retención: El derecho legal de retención procede en favor de determinadas personas
cuando se cumplen con los siguientes requisitos:

- Que la persona haya pagado o se haya obligado a pagar por el fallido.


- Que tenga en su poder mercancías o valores de crédito que pertenecen a aquel
- Que la tenencia de estas especies haya nacido de un hecho voluntario del fallido anterior al pago o a la
obligación
- Que tales bienes no hayan sido remitidos con un destino determinado.

62.- La liquidación del pasivo.

Supone determinar cuáles son los acreedores a quienes se les va a pagar y cómo se les van a solucionar sus
acreencias.
De todos los acreedores con derecho de participar en el concurso, la ley se interesa en particular de aquellos que
efectivamente concurren para ser pagados en la quiebra.
Para determinar cuáles son estos acreedores concurrentes se ha establecido, en el procedimiento concursal, la
institución de la verificación de créditos y la alegación de preferencias.
No basta con verificar los créditos para obtener su pago, puesto que en algunos casos concurren personas que no
tienen la calidad jurídica de acreedor del deudor quebrado o bien carecen de la preferencia que invocan respecto
de su crédito. Con tal propósito se ha establecido la impugnación de los créditos y preferencias destinadas a
determinar cuáles son los acreedores concurrentes que tienen derecho a ser pagados en la quiebra y en qué
orden.
La concurrencia de los acreedores a hacer valer sus derechos en la quiebra y la posibilidad de impugnarlos
conducen a un resultado indispensable para la liquidación del pasivo, cual es el reconocimiento de los créditos,
sometidos en nuestra ley concursal a una serie de formalidades.
Reconocidos los créditos en la quiebra, corresponde pagarlos de acuerdo con las preferencias invocadas y
reconocidas y con la situación particular en que se encuentre dicho acreedor con respecto al fallido.

62
63.- La verificación de Créditos y la alegación de preferencias.

El conjunto de los acreedores compone el pasivo y el conjunto de bienes representa el activo de la quiebra.
Verificación es esencial para la determinación del pasivo del deudor fallido. Verificar un crédito significa, ante
todo, hacerlo valer en la quiebra.
Para hacerlo valer el acreedor debe demandar ejecutivamente a la masa de acreedores.
En efecto, en la presentación que el acreedor concurrente hace al tribunal de la quiebra, debe señalar el título de
su acreencia, la preferencia invocada en su caso y los intereses que la deuda ha devengado.
La verificación de créditos es la concurrencia de los acreedores a hacer valer sus derechos en la quiebra. Es
sinónimo de “demanda ejecutiva” que intenta el acreedor que verifica, contra la masa de acreedores.

El acreedor debe concurrir al tribunal y presentar la solicitud (demanda). El tribunal pone la demanda en
conocimiento de los demás acreedores, del síndico, y del fallido, para que hagan para que hagan valer los
derechos que les corresponden, mediante la impugnación.
Si transcurre el plazo que señala la ley sin que los créditos sean impugnados o si la impugnación es rechazada, se
tendrán por reconocidos para ser solucionados en la quiebra.

64.- La verificación ordinaria

Es la concurrencia del acreedor al juicio de quiebra dentro de los plazos que la ley contempla. Quiénes
están obligados a verificar sus créditos.
Existen dos grandes grupos de acreedores en cuanto a quienes están obligados a verificar, hay que distinguir:

1) Acreedores EN la masa: Aquellos que existen al tiempo de la declaratoria de quiebra (sus títulos nacen
antes de ella), están obligados a verificar sus créditos, ya que es la única manera de hacer valer sus
derechos. Incluso deben verificar los acreedores hipotecarios, prendarios y privilegiados, y aquellos cuyos
créditos han servido de base para la declaratoria de quiebra.
2) Acreedores DE la masa: Aquéllos cuyos títulos son posteriores. No están obligados a verificar, ya que el
síndico debe pagarles inmediatamente.

Plazo para verificar: 30 días hábiles contados desde la fecha de la notificación de la resolución que declara la
quiebra (publicación del aviso), hasta el día anterior a la publicación de la resolución judicial que declara cerrado
el proceso de verificación.

Es un plazo no fatal, porque mientras el juez de la quiebra no dicte la resolución que declara cerrado el plazo para
verificar, los acreedores pueden hacerlo, y tal verificación sigue siendo ordinaria.
Para los acreedores residentes en el extranjero, el plazo es de 30 días más el emplazamiento que corresponda. En
este caso el cierre del proceso se practica respecto de cada acreedor.

Sanción al incumplimiento: El acreedor no es pagado por el síndico, porque no podrán figurar en la


nómina de los créditos y preferencias reconocidos.

Solicitud de Verificación: Esta equivale a una demanda ejecutiva y debe contener:


a) El monto del crédito que se verifica (valor actual).
b) Los intereses del mismo (valor actual).
c) Los títulos justificativos del crédito verificado (aunque no sean ejecutivos).

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d) Una minuta explicativa de su crédito e intereses (en caso de diferencias numéricas, prima la minuta).
e) Las preferencias alegadas.

Notificación de la Solicitud: Una vez presentada la solicitud de verificación, el tribunal debe ordenar su
notificación mediante aviso, a costa de la masa.
Los gastos que irroga la notificación por aviso de las solicitudes de verificación son de cargo de la masa y los
soluciona el síndico.

Cierre del Proceso de Verificación Ordinaria: Se cierra a solicitud del Síndico, Acreedores o Fallido, una
vez transcurrido el plazo de 30 días hábiles, excepto respecto de los que residan en el extranjero, porque se
cerrará conforme a los plazos de cada uno.
La resolución de cierre también se notifica por aviso, dentro del 5to día.

Efectos:
- Si los créditos NO son impugnados legalmente, quedan aptos para figurar en la nómina de créditos
reconocidos.
- Tiene posibilidades de participar en los repartos de la quiebra.
- Los gastos de la notificación de la solicitud son de cargo de la masa.

65.- La verificación extraordinaria.

Es aquella que se realiza fuera del plazo señalado por la ley, siempre que se haga mientras haya fondos para
repartir, en cualquier tiempo (de lo contrario no son considerados en ningún reparto).
La solicitud debe cumplir con los mismos requisitos de la de verificación ordinaria.

Notificación de la solicitud de V. Extraordinaria: Se notifica al Síndico por cédula, y a los acreedores y al


fallido por aviso, a costa del solicitante.

En este caso, las impugnaciones deben deducirse dentro de quince días, contados desde la notificación
precedente.

Efectos de la verificación extraordinaria. Los acreedores que han verificado en forma extraordinaria tienen
básicamente dos derechos en relación con el pago de sus respectivas acreencias:

a) Si durante la verificación extraordinaria estuviere en trámite un reparto a los acreedores que han
verificado ordinariamente, será necesario reservar una suma de dinero para responder a la verificación
extraordinaria. Tal reserva debe hacerse aun cuando no se asegure que se les van a pagar sus créditos, porque
todavía puede estar pendiente su impugnación.
b) En cuanto a los dividendos pagados a los acreedores que verificaron en forma ordinaria, el acreedor que
hace valer sus créditos fuera del plazo no tiene derecho a pedir reembolso, pero en los fondos sobrantes de la
quiebra puede hacer efectivo su crédito con preferencia sobre esa masa, por la cuota que le corresponda y que
no recibió.

La solicitud debe cumplir con las exigencias ya señaladas respecto de la verificación ordinaria.

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66.- La impugnación de créditos y preferencias

El legislador ha establecido un sistema o procedimiento para discutir la validez de los créditos verificados y
de las preferencias invocadas por sus titulares.
Este procedimiento se conoce como la “impugnación de créditos y preferencias”. El tribunal resuelve en
definitiva, cuáles son los créditos que ingresan a la quiebra, su monto y el orden o prelación de los pagos.
En el evento de que no se discuta la existencia del crédito, ni su monto ni la preferencia invocada, ellos se
tendrán por reconocidos por el solo ministerio de la ley, sin que medie resolución judicial alguna.

Titulares: Mientras que para los acreedores y para el fallido es facultativo impugnar los créditos, para el síndico
de quiebras representa una obligación cuando a su juicio no se encuentren debidamente justificados.
Para que un acreedor pueda ejercer la acción de impugnación es necesario que sea parte en el juicio de
quiebra, es decir, que haya, a su turno, verificado un crédito.

a) El síndico: Puede impugnar tanto la existencia del crédito como la preferencia invocada.
La impugnación la realiza en interés de todos los acreedores.
En caso de que el título no se encuentre debidamente justificado, está obligado a impugnar, porque es él
quien debe realizar un prolijo examen sobre el origen, legitimidad y cuantía del crédito.
b) El Fallido: Puede impugnar la existencia del crédito y su monto, pero no la preferencia alegada (porque no
le interesa ya que será un crédito en su contra al fin y al cabo). Debe actuar representado por abogado
habilitado.
c) Los Acreedores: Si bien el síndico es quien debe velar por los intereses de la masa, los acreedores pueden
actuar solos en esta oportunidad, tanto para impugnar la existencia del crédito como las preferencias
invocadas.
Para actuar debe haber verificado un crédito (de esa forma es “parte”).

Plazo para ejercitar la acción: El término es diferente según se trate de verificación ordinaria o
extraordinaria. El inicio del plazo está determinado por la ocurrencia de un hecho: el “momento en que la
solicitud de verificación es agregada a los autos” hasta quince días después de notificada la resolución que
da por cerrado el procedimiento de verificación.

i. Tratándose de la verificación ordinaria, el plazo para impugnar se cuenta desde el momento en que ha sido
agregada a los autos la solicitud de verificación hasta quince días después de notificada la resolución que da
por cerrado el procedimiento de verificación ordinaria (Art. 137 de la Ley de Quiebras). Hasta 15 días
después de la notificación de la resolución por Aviso.
ii. Respecto de la verificación extraordinaria el término para intentar la acción de impugnación es de quince
días y comienza a correr desde que ha sido notificada esta verificación. Hasta 15 días después de notificada
la resolución por cédula al síndico, y por Aviso a los acreedores y fallido (el plazo será entonces distinto
según la forma de notificar).

Este plazo es fatal, excepto para el síndico cuando ha hecho reservas respecto a algunos créditos antes de los 15
días, porque en ese caso tendrá un plazo adicional de 10 días para impugnar, contados desde el vencimiento del
plazo de 15 días.

Tribunal competente: Aquél que esté conociendo de la Quiebra.

Procedimiento: Las diversas impugnaciones se tramitan en cuadernos separados.


Son partes el que haya intentado la acción, el Acreedor contra el que se dirige, y el síndico como coadyuvante (si
es que no fue él quien impugnó), para que acuse las rebeldías de las partes y reclame el fallo oportuno.

- Se notifica la demanda de impugnación personalmente o por el Art. 44 C.P.C.


- El demandado (titular del crédito) tiene 6 días para contestar la demanda.
- En lo demás se sigue el procedimiento incidental.

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Contenido: No se señala expresamente, pero como tiene por objeto enervar la existencia del crédito, su monto,
y/o las preferencias invocadas, por lo general se harán valer excepciones como los modos de extinguir las
obligaciones. También pueden oponerse las destinadas a obtener la nulidad de la obligación, o las revocatorias
concursales.

- El juez resolverá, para así saber a cuanto asciende el pasivo y en que orden se va a pagar (Determinación del
Pasivo).

67.- Efectos de la nómina de créditos reconocidos.

Una vez concluido el procedimiento de Verificación, el síndico forma una nómina de los acreedores cuyos
créditos NO han sido impugnados, con su monto, intereses y preferencias.
Esta nómina se agrega a los autos y se notifica por aviso.

No figuran en la nómina:
- Los acreedores de créditos impugnados.
- Los acreedores que verificaron extraordinariamente.
- Los residentes en el extranjero porque tienen un término más prolongado para verificar (30 días más
emplazamiento).
- Los que el síndico omitió por error.

Efectos:
- Se pueden comenzar a hacer los repartos con los fondos que haya
- Los que figuren en la nómina tienen derecho a participar en dichos repartos.

Pago de los créditos verificados: Lo hace el síndico según las normas de prelación de créditos.

Momento: Hay que distinguir según los órdenes de prelación

1. Créditos de PRIMERA CLASE (Art. 2472 Código Civil):


- Costas Judiciales (no requieren verificación)
- Gastos de enfermedad del deudor
- Gastos de declaración de quiebra solicitada por el deudor (no requieren verificación)
- Remuneraciones de los trabajadores y Asignaciones familiares (se pagan con los primeros fondos del fallido
de que pueda disponerse, aun antes de su verificación).
- Cotizaciones previsionales adeudadas a organismos de seguridad social; y los créditos del Fisco en contra de
AFP por aportes del Estado.
- Artículos necesarios de subsistencia
- Indemnizaciones legales y convencionales de origen laboral devengadas, hasta un límite de 3 ingresos
mínimos mensuales (No requieren verificación. Se pagan con el sólo mérito de la sentencia que lo ordene,
también con cargo a los primeros fondos de que pueda disponerse, cuidando de que el saldo sea suficiente para
asegurar el pago de los créditos de mejor derecho)
- Créditos del Fisco por impuestos de retención y recargo

En caso de no haber lo necesario para cubrir estos créditos, prefieren unos a otros en orden de numeración, y si
están comprendidos en un mismo número concurren a prorrata.

2. Créditos de CUARTA CLASE: Son generales. Se pagan una vez pagados los de Primera clase, y habiendo
reservado lo necesario para los gastos de la quiebra y para responder a los créditos impugnados y a los acreedores
residentes en el extranjero que no hayan alcanzado a comparecer.

3. Créditos de SEGUNDA CLASE (Acreedores Prendarios y Retencionarios): Pueden ser pagados sin
aguardar las resultas de la quiebra (directamente en los bienes en prenda o retenidos), siempre que se asegure lo
necesario para los de Primera Clase, si los demás bienes no parecieren satisfacerlos.

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Pueden iniciar los procedimientos que correspondan (o continuar los ya iniciados) ante el tribunal que conoce de
la Quiebra, si prefieren no dejar en manos del síndico la realización de los bienes gravados.
El síndico puede exigir la entrega de la cosa dada en prenda o retenida, siempre que se pague la deuda o deposite
suma a la orden del tribunal.

4. Créditos de TERCERA CLASE (Acreedor Hipotecario): Si bien pueden pagarse fuera de la quiebra en los
bienes afectos a la hipoteca, de todas formas deben verificar porque la ley no los ha dispensado expresamente de
esta carga, y porque así se permite impugnar la preferencia.

5. Créditos de QUINTA CLASE (Créditos sin preferencia, o con preferencia pero que no alcanzaron a
pagarse): Una vez pagados los de Primera y Cuarta Clase con el producto de la realización de los bienes del
deudor, y los remanentes de la realización de los bienes afectos a créditos de Segunda y Tercera (prenda,
retención, hipoteca), si quedan fondos se pagan estos créditos en su totalidad o a prorrata.

Forma de pagar el dividendo: El síndico está obligado a hacer un Reparto de fondos a los acreedores de la
nómina cuando reúna la cantidad suficiente para hacer un abono no inferior al 5%, reservando lo necesario para
los gastos de la quiebra y para responder de los créditos impugnados y de los acreedores residentes en el
extranjero que no hayan alcanzado a comparecer. Debe presentar solicitud al tribunal, indicando porcentaje y
forma de repartir. El reparto se notifica por Aviso y por carta certificada a todo acreedor.

Situación especial de algunos Acreedores:


a) Acreedor Condicional:
i. Condición suspensiva: El acreedor puede exigir la consignación de los dividendos que le correspondería
cumplida la condición, o su entrega bajo caución suficiente de restituirlos a la masa con el interés corriente si
la condición no se verifica. Se debe solicitar.
ii. Condición resolutoria: Puede exigir el pago de su crédito, sin perjuicio del derecho de la masa a repetir en
caso de que se cumpla la condición (porque el derecho se extingue).

b) Acreedor que es a la vez deudor del fallido:


i. Crédito vencido ANTES de la declaratoria de quiebra: Se produce la Compensación
ii. Crédito vencido DESPUES de la declaratoria: Lo ejecuta el síndico
iii. Crédito NO vencido: Las sumas que le correspondan se aplican al pago de la deuda.

c) Acreedor que verificó Extraordinariamente:


i. Aún no había dividendos: Debe incluirse para ser pagado.
ii. Hay reparto, pero el crédito está pendiente de reconocimiento: Debe ser considerado en este reparto, pero
la suma se le entrega cuando su crédito se reconozca.
iii. Ya está reconocido: Se considera en los repartos futuros, y puede exigir el pago de los que no percibió.

d) Acreedores residentes en el Extranjero: Se pagan con la reserva que hizo el síndico para efectuar el reparto.

e) Acreedor que no comparece a recibir dividendo: Si no comparece hasta 3 meses después de la notificación
del reparto, se deposita su importe en arcas fiscales a la orden de acreedor.

68.- La conservación y realización del activo.

Conservación: Comprende la Incautación, Formación del Inventario, y Administración de los bienes del
fallido.

a) Incautación: Acto en virtud del cual el síndico, en presencia del secretario del tribunal o de un notario o
de otro ministro de fe designado por el juez, procede a recoger los libros, documentos y bienes del fallido y
a ponerlos en un lugar seguro si estima que peligran o corren riesgos donde se encuentran.

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i. Es distinto del desasimiento, porque la incautación es un efecto material o de hecho (apoderamiento), mientras
que el desasimiento es un efecto jurídico. Tampoco se distingue si los bienes están comprendidos o no en la
quiebra, porque el síndico se apodera de todos los bienes en poder del quebrado.
ii. Debe practicarse dentro del más breve lapso después de declarada la quiebra, una vez asumido oficialmente el
cargo.
iii. Debe realizarse en presencia de ministro de fe (porque ya no es un auxiliar de la administración de justicia)

Procedimiento: Si se trata de deudor que declara su propia quiebra, se efectúa la incautación según el
inventario que presentó.
El deudor esta obligado a poner a disposición del síndico sus documentos y antecedentes, y si ha fallecido o
se ha fugado lo harán sus colaboradores. El Síndico debe cerrar los libros de comercio del fallido que ejerza
esta actividad.

b) Inventario: Consiste en la relación de todos los bienes muebles e inmuebles que han sido objeto de la
Incautación, particularizándolos y señalando su número, peso o medida, cantidad y calidad. Comprende
también los títulos de propiedad, indicando escrituras públicas e inscripciones.

- Se realiza a más tardar al día siguiente hábil de la Incautación, también en presencia de ministro de fe
(secretario del tribunal, notario, otro).
- Debe dejar constancia de todo derecho o pretensión de terceros.
- Puede exigir que el fallido le suministre la información y correspondencia necesaria.
- Una vez cumplida se agrega a los autos a más tardar al día siguiente, y esta resolución se notifica por aviso.

Objeciones: El fallido o los acreedores pueden realizar objeciones para lograr la exclusión de bienes de la
quiebra, dentro de los 15 días siguientes a la publicación del Aviso. Se someten a tramitación incidental.

El síndico puede cerrar bajo sello y paralizar la actividad de todo o parte de los locales, oficinas y
establecimientos hasta la primera junta de Acreedores.

Si no aparece ningún bien perteneciente al fallido, se deja constancia de ello en un acta, y no habiendo objeciones
en plazo, o habiéndolas son desechadas, se pronuncia el Sobreseimiento Temporal de la quiebra. Se notifica de
ellos a los acreedores y al síndico por carta certificada. El síndico tendrá un plazo de 30 días para presentar su
cuenta.

c) Administración de los Bienes del fallido: La administración pasa del Fallido al Síndico de pleno derecho
en virtud del desasimiento.

i. Objeto: La conservación, incremento (reintegrando el patrimonio), y posterior realización de los bienes del
deudor.
ii. Facultades: Representa los intereses de los Acreedores y del fallido (en cuanto puedan interesar a la masa).
Puede continuar el giro del fallido provisionalmente en forma total o parcial, hasta la primera junta de
acreedores, e incluso iniciar de inmediato la continuación efectiva si hubiese causas graves que lo justifiquen.
Las obligaciones que contraiga por esta razón solo se hacen valer en los bienes de la quiebra.
Puede celebrar transacciones, compromisos, cobrar letras de cambio, cheques, requerir su protesto, contratar
empréstitos, provocar partición, liquidar sociedades, etc.

69.- Realización de los bienes del fallido.

La “realización” es el conjunto de operaciones destinadas a convertir en dinero los bienes del deudor
declarado en quiebra para pagar a los acreedores. Fundamentalmente a cargo de los acreedores reunidos en
junta.

Procedimientos de realización de los bienes en la quiebra:

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A. Procedimiento de realización sumaria: Tiene lugar cuando de la cuenta rendida por el síndico a la primera
reunión de la junta de acreedores aparece que el producto probable de la realización del activo de la quiebra no
excederá de 1.000 unidades de fomento (Art. 109 inc. 1° de la Ley de Quiebras).
El fallido o cualquiera de los acreedores que no estuviere de acuerdo con la estimación del valor del activo
presentada por el síndico, deberá así manifestarlo en la misma junta. El tribunal resuelve sobre esta objeción a
más tardar dentro de quinto día, pudiendo solicitar informe pericial si lo estimare necesario.
Contra de la resolución que se pronuncia sobre el valor del activo no procede recurso alguno (Art. 109 inc. 2°).
Cuando hay lugar a la liquidación sumaria debe decretarse, de oficio, el sobreseimiento temporal, una vez
finalizada la liquidación practicada en esta forma y distribuido el excedente pudiere resultar (Art. 158 N°
2).

B. Procedimiento de realización ordinaria: Salvo el caso de realización sumaria, el síndico procede a la


realización del activo de la quiebra, ateniéndose a los acuerdos de la junta de acreedores y a las normas
supletorias que la ley contempla en defecto de acuerdo del citado organismo.
La junta de acreedores, con el voto favorable de más de la mitad del pasivo de la quiebra con derecho a voto
y del fallido, puede acordar, en cualquier tiempo, la forma de realización de los bienes de la masa y las
modalidades de la misma.
Si la junta de acreedores acuerda efectuar la realización de los bienes en subasta pública, y al mejor postor, no es
necesario contar con el voto favorable del fallido. La subasta en este caso debe efectuarse ante el juez que conoce
de la quiebra.

Reglas supletorias.
a) Especies corporales muebles. Las especies corporales muebles se venden al martillo.
b) Valores mobiliarios que tengan cotización bursátil deben venderse en remate en la Bolsa de Valores;
c) Créditos de morosa o difícil realización, pueden venderse por el síndico por un precio alzado;
d) Otros bienes. Todos los demás bienes, corporales e incorporales, quedando comprendidos los valores
mobiliarios no sujetos a cotización bursátil, los bienes raíces, etc., se venden en pública subasta ante el juez de
la quiebra, en conformidad a los trámites del juicio ejecutivo, o en licitación pública cuyas bases deberán ser
aprobadas por la junta de acreedores;
e) Bienes expuestos a próximo deterioro. En todo caso, los bienes expuestos a próximo deterioro o a una
desvalorización inminente y los que exijan una conservación dispendiosa pueden ser vendidos por el síndico
provisional o definitivo, en cualquier momento, al martillo o en venta privada (Art. 121).

C. Procedimiento de realización como unidad económica: Los acreedores que reúnan más de la mitad del
total pasivo de la quiebra pueden acordar la enajenación de todo o parte del activo de la quiebra como
conjunto o unidad económica, en pública subasta y al mejor postor. La subasta se lleva a cabo ante el juez
que conoce de la quiebra.
La ley faculta al síndico para formular oposición fundada a este acuerdo, dentro de tercero día, la que el
juez resuelve corno un incidente.
En las bases de este tipo de enajenación se indica, a lo menos, lo siguiente:

1. Los bienes que integran la unidad económica.


2. Precio mínimo, forma de pago, plazos, garantías y demás modalidades y condiciones de la enajenación.
Suspensión del derecho de los acreedores hipotecarios, prendarios y retencionarios.

Segunda oferta. Al tenor del Artículo 127, cuando no hay interesados en la primera oferta de enajenación como
unidad económica, conforme con las bases, se procede a ofrecerla nuevamente en subasta pública y al mejor
postor, pudiendo en tal caso rebajarse el precio hasta los dos tercios del fijado en las aludidas bases.

Escritura pública. La enajenación como unidad económica debe constar en escritura pública.

La aprobación de las bases equivale a la autorización judicial o del acreedor, que requieren los N° 3° y 4º del
Artículo 1464 del Código Civil, con lo que se evita que la venta de la unidad económica pueda ser declarada nula
por ilicitud del objeto (Art. 128 inc. 2° de la Ley de Quiebras).

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Plazo máximo para la realización de bienes. Cualquiera que sea la forma de realización del activo de la
quiebra, debe efectuarse en el menor tiempo posible y, en todo caso, dentro del plazo de seis meses contado
desde la primera reunión de la junta de acreedores, salvo en el caso de los inmuebles, en que el plazo es de
nueve meses. Ambos plazos pueden prorrogarse por el tribunal de la quiebra, por una sola vez y hasta por el
máximo de seis meses, a solicitud del síndico.

70.- Los órganos de la quiebra.

Referirse a los órganos de la quiebra en el derecho concursal chileno importa analizar:

1. Rol del tribunal de la quiebra. La quiebra constituye un estado excepcional, requiere la intervención del
órgano jurisdiccional por cuanto es preciso que mediante una declaración del tribunal se constituya el estado
jurídico especial de quiebra respecto del deudor.
La creación del estado jurídico excepcional de quiebra produce efectos respecto de todos, erga omnes, y no
sólo a quienes han intervenido en el juicio.
La misión del tribunal consiste esencialmente en pronunciarse sobre la materia, determinar si procede y
dictar la resolución correspondiente o denegarla.
En los procedimientos de la quiebra que se ventilan ante el juez corresponde a éste, además de la declaración o
denegatoria de la misma, resuelve por ejemplo:

a) Las impugnaciones de créditos, admitiéndolos o excluyéndolos del concurso;


b) Dirimir la contienda que se suscite respecto de la preferencia o privilegios invocados;
c) Pronunciarse sobre la reposición de la declaratoria de la quiebra;
d) Decidir respecto de las acciones de inoponibilidad concursal, de las acciones resolutorias, reivindicatorias, del
ejercicio del derecho legal de retención, tercerías de dominio, etc., que se hagan valer por los respectivos
interesados o titulares de los derechos;
e) Remover al síndico a petición de la Superintendencia de Quiebras,
f) Continuar la sustanciación y fallar las causas que se acumulan a la quiebra, como así también conocer del
cumplimiento de dichas sentencias;

2. El síndico. Misión del síndico. Corresponde fundamentalmente al síndico asumir la función del órgano
ejecutivo de la quiebra.
La Ley N° 18.175 sustituyó la antigua Sindicatura Nacional de Quiebras, integrada por síndicos funcionarios
públicos, por la existencia de síndicos privados encargados de la conservación, administración, realización de
bienes y pago de los créditos en la quiebra, dejando subsistente un órgano público, llamado Superintendencia de
Quiebras, a cargo de la fiscalización de aquéllos privados.

Funciones del síndico en la quiebra. Se agrupan en cuatro.


a) Funciones representativas;
b) Funciones administrativas;
c) Funciones de depositario, y
d) Funciones de liquidador de bienes.

a) Funciones representativas, le corresponde al síndico, per se, representar judicial y extrajudicialmente al


fallido. Asume asimismo la representación judicial de la masa de acreedores.
El síndico representa al fallido en resguardo de sus intereses durante el procedimiento de quiebra, lo que se aviene
con el carácter tutelar que la quiebra tiene. El deudor falente no puede ejecutar actos ni celebrar contratos válidos
después de la declaratoria de quiebra; tampoco puede comparecer en juicio como demandante ni como
demandado, en lo relacionado con los bienes comprendidos en el concurso.

b) Funciones administrativas, el síndico asume la misión de administrar, conservar, incrementar y liquidar


los bienes del fallido. La administración de la cual es privado el fallido pasa de derecho al síndico. Se trata de
una administración diferente la que puede ejercer un mandatario o un representante legal, porque está destinada a
la conservación, incremento y liquidación de los bienes.

70
c) - d) Funciones de depositario y de liquidador de bienes que conciernen a los deberes que la ley impone al
síndico de actuar de depositario en ejecuciones especiales (créditos hipotecarios) y de liquidador en orden a
realizar el activo de la quiebra.

3. La junta de acreedores. Rol de la junta de acreedores. Se trata de una unión virtual que se produce entre
los acreedores del concurso, que permite que la mayoría de ellos pueda imponer su criterio a la minoría.
Jurisprudencia: “El juicio de quiebra implica una especie de asociación virtual de todos los acreedores del fallido,
destinada a mantener la igualdad entre todos ellos y a facilitar la realización del patrimonio del deudor y la
repartición proporcional del producto entre todos ellos...”
La junta de acreedores es el órgano donde los acreedores expresan su voluntad en relación con sus intereses y
con los fines de la quiebra.
El problema de la administración de los bienes en la quiebra sólo concerniría a los acreedores, quienes,
organizados en juntas, deben adoptar las decisiones más importantes relativas a dicha administración, a la
liquidación de los bienes, a la continuación del giro del quebrado o, por último, a la conclusión de convenios.
Además, este mismo órgano designa al síndico privado definitivo que se encarga de ejecutar los principales
acuerdos relativos a la administración y realización de los bienes del concurso.

Las juntas de acreedores son de diferentes clases, según la materia que les corresponde conocer y decidir; así
pueden distinguirse tres tipos de juntas:

1. Juntas para deliberar y acordar convenios;


2. Primera junta de acreedores, que es la reunión constitutiva del órgano en la oportunidad indicada por la
declaratoria y a la cual la ley le concede una competencia propia, y
3. Las juntas ordinarias y extraordinarias, que conocen de las materias propias de la administración y realización
del activo, reuniéndose periódicamente o cuando lo requieran los intereses de los acreedores.

La junta de acreedores es:

a) Un órgano creado por la ley para que cumpla ciertas y determinadas funciones tendientes a alcanzar los
fines de la quiebra. El órgano no nace del concierto de voluntades de sus integrantes sino por requerimiento de la
ley cumplido el supuesto de una declaratoria de quiebra. Sin estado de quiebra, sólo puede constituirse para
deliberar sobre proposiciones de convenio judicial preventivo;

b) Un órgano necesario. La creación de la junta responde a la necesidad de dar a la masa de acreedores un


órgano jurídico a través del cual pueda expresar su voluntad como colectividad. En la medida que a la junta de
acreedores corresponde llevar a cabo gran parte de las operaciones de administración y realización de los bienes
del concurso.

c) Desde el punto de vista de su estructura, es un órgano colegiado. La determinación de la voluntad del


órgano resulta ser el producto de la conjunción de las voluntades de los acreedores.

d) Desde el punto de vista funcional es un órgano complejo, en cuanto a que su actividad no se agota en un
solo cometido, sino que se le ha dotado de facultades que permiten su intervención en diferentes materias.
Desde el punto de vista funcional es un órgano deliberante y resolutivo, porque considera detenida y
atentamente las ventajas o desventajas de cada decisión, tomando en cuenta las razones que las hacen
aconsejables. El carácter deliberante se concreta en los acuerdos que toma por las mayorías necesarias en cada
caso.
Es un órgano resolutivo en cuanto a que sus decisiones las impone a los demás órganos de la quiebra cuando ellas
se han adoptado legalmente.
Actúa como órgano consultivo en aquellas materias en las cuales no tiene expresamente competencia deliberativa
y resolutoria.
La junta de acreedores presenta asimismo el carácter de órgano fiscalizador, en la medida que ejerce funciones de
control respecto del síndico, quien debe rendirle cuenta periódica de su actuación y también al término de su
administración. Tiene incluso la facultad de revocarlo.

71
e) Finalmente, el rasgo más destacado de la junta de acreedores es su carácter de órgano administrativo.
i. Asume la administración propiamente tal de los bienes, adoptando los acuerdos al respecto,
ii. Decide la realización de los bienes, ratificando la competencia normal del síndico o bien otorgándole
facultades extraordinarias.

4. La Superintendencia de Quiebras. Es una institución destinada a supervigilar y controlar la actuación de los


síndicos. Organismo público, con personalidad jurídica propia, en cuya cabeza se encuentra un jefe superior del
servicio y su representante, denominado Superintendente de Quiebras, designado por el Presidente de la
República.

Atribuciones.
1) Fiscalizar las actuaciones de los síndicos en las quiebras, convenios o cesiones de bienes en todos los
aspectos de su gestión, sean técnicos, jurídicos o financieros; así como las de los administradores de la
continuación de giro.
La facultad de fiscalizar comprende la de interpretar administrativamente las leyes, reglamentos y demás
normas que rigen a las personas fiscalizadas, sin perjuicio de las facultades jurisdiccionales que corresponden
a los tribunales de justicia
2) Examinar, cuando lo estime necesario, los libros, cuentas, archivos, documentos, contabilidad y bienes
relativos a la quiebra, convenio o cesión de bienes. La no exhibición o entrega de lo indicado
precedentemente por parte del síndico a la Superintendencia para su examen, se considera falta grave para los
efectos de proponer la remoción de éste al tribunal de la quiebra.
La Superintendencia de Quiebras puede, en casos calificados que se comprendan dentro de las normas que
haya dictado al efecto, exigir auditorías externas de auditores independientes, para determinadas quiebras;
3) Impartir a los síndicos instrucciones generales obligatorias sobre las materias sometidas a su
fiscalización, y en especial fijar normas para la presentación de informes, estados de avance y cuentas
provisorias o definitivas que deben presentar los síndicos
4) Aplicar a los síndicos y administradores de la continuación del giro del fallido, como sanción por el
incumplimiento de las instrucciones que imparta y de las normas que fije, censura por escrito, multa a
beneficio fiscal de una a cien unidades de fomento o suspensión hasta por seis meses para asumir nuevas
quiebras. El afectado puede reclamar de las suspensiones ante la Corte de Apelaciones de su domicilio;
5) Objetar las cuentas de administración en conformidad a lo previsto en Artículo 30 de la ley del ramo.
6) Poner en conocimiento del tribunal de la causa o de la junta de acreedores cualquier infracción, falta o
irregularidad que observe en la conducta del respectivo síndico o administrador de la continuación del
giro, y proponer, si lo estima necesario, su remoción al juez de la causa o su revocación a la junta
7) Llevar registro de las quiebras, continuaciones de giro, convenios judiciales y cesiones de bienes, los que
tienen carácter público y expedir las certificaciones y copias que procedan;
8) Recibir, dentro del ejercicio de sus funciones fiscalizadoras, las denuncias que los acreedores, el fallido o
terceros interesados formulen en contra del desempeño del síndico o del administrador de la
continuación del giro.

71.- Continuación del giro del fallido.

La nueva normativa consagra dos clases de continuación del giro del quebrado: provisoria y efectiva.

1. Continuación provisoria del giro del fallido. Es facultad del síndico continuar provisionalmente el giro de
los establecimientos del fallido, con conocimiento de éste. En la continuación provisional del giro del fallido el
síndico sólo podrá ejecutar aquellos actos que tiendan a facilitar la realización de los bienes y preparar una
liquidación progresiva. Por otra parte, las obligaciones contraídas por el síndico en la continuación provisoria
del giro sólo pueden hacerse efectivas sobre los bienes comprendidos en la quiebra, sin perjuicio del derecho
preferente de los acreedores privilegiados e hipotecarios,
La continuación provisoria no es en verdad una continuación del giro de las actividades del deudor declarado en
quiebra, sino más bien un procedimiento destinado a preparar la realización de los bienes y la liquidación
progresiva.

72
2. Continuación efectiva del giro del fallido. Puede llevarse a cabo por el síndico con autorización del tribunal
o con acuerdo de la junta de acreedores.

La continuación efectiva del giro del fallido con autorización del tribunal constituye una excepción, por
cuanto normalmente la acuerda la junta de acreedores. La situación está prevista en el Artículo 99 inciso 2°
parte final de la Ley de Quiebras: cuando hubiere causas graves que la justifiquen, el síndico puede, con
autorización del tribunal, iniciar de inmediato la continuación efectiva del giro.
La proposición de continuar efectivamente el giro del quebrado puede hacerse a la junta de acreedores, en
cualquier tiempo, por el síndico o por dos o más acreedores. Para su aprobación requiere el acuerdo de los
acreedores que representen a lo menos los dos tercios del pasivo de la quiebra con derecho a voto. Cuando la
continuación efectiva del giro comprende bienes constituidos en prenda o hipoteca o afectos al derecho legal de
retención, no se suspende el derecho de los respectivos acreedores para ejercer sus acciones.

Contenido del acuerdo. Se trata de un acuerdo fundado que debe adoptar la junta de acreedores. Esta
decisión tiene que contener, a lo menos, la determinación del objeto y de los bienes a que se extiende la
continuación efectiva, la designación de su administración y las facultades especiales que les son conferidas, en
las que se pueden comprender las relativas a la obtención de los recursos necesarios para ello y el plazo de
duración, que no podrá exceder de un año. El plazo acordado para la continuación efectiva del giro del deudor
falente puede prorrogarse, por una sola vez, hasta por un año, en virtud de decisión de la junta de acreedores
adoptada al menos quince días antes de su expiración.

Administración de la continuación efectiva. Corresponde a la junta de acreedores designar administrador


de la continuación efectiva del giro del deudor. Asimismo la junta de acreedores establece la estructura de esa
administración y las facultades que le otorga. La administración de la continuación efectiva puede ejercerla el
sindico de la quiebra o bien otra persona. Cuando la administración del giro no es ejercida por el síndico, éste
tiene, respecto de tal administración, las facultades del interventor.
Los administradores de la continuación del giro tienen las responsabilidades inherentes a todo mandatario y
quedan sometidos al control de la Superintendencia de Quiebras. En todos los actos de administración de la
continuación del giro es preciso dejar constancia del hecho que se trata de una continuación efectiva del giro del
deudor en quiebra, mediante la incorporación en el nombre o en la razón social del fallido, de las palabras “en
continuación de giro”, antes de estampar las firmas respectivas. En caso de omisión, será solidariamente
responsable de las obligaciones contraídas la persona que ejecutó o celebró el acto o contrato. Cuando la
administración de la continuación del giro es confiada al síndico de la quiebra, éste sólo puede ejercerla hasta por
un año no prorrogable.

Riesgo de la continuación del giro. La continuación efectiva del giro del fallido es de cuenta y riesgo de los
acreedores.
Los créditos provenientes de la continuación efectiva, total o parcial, pueden perseguirse solamente en los bienes
comprendidos en ella y gozan de preferencia para el pago respectivo de los demás acreedores del fallido, pero no
alcanzan a los bienes hipotecados, pignorados o retenidos en favor de acreedores que no hayan consentido en la
continuación del giro.
Los excedentes que se obtengan en la continuación efectiva del giro corresponden a los acreedores del fallido sólo
hasta concurrencia del monto de sus créditos, reajustes e intereses que se les deba pagar en la quiebra, con
deducción de los gastos.
El remanente pertenece al fallido.

Efectos de la continuación efectiva del giro. El acuerdo de continuar efectivamente el giro del fallido no
entorpece los procedimientos de la quiebra, ni la realización de los bienes no comprendidos en ella.
Sin embargo, acordada la continuación efectiva del giro, se suspenden los derechos de los acreedores prendarios,
hipotecarios y retencionarios que hayan votado a favor de ella, con el objeto de iniciar o proseguir en forma
separada sus acciones para la realización de los bienes comprendidos en ella.

73
72.- Los convenios.

La quiebra termina de dos formas, a saber:


1.- Por celebración de convenio, y
2.- Por sobreseimiento

1. Los convenios judiciales: Son acuerdos entre el deudor y una mayoría legal de sus acreedores, que
expresa su voluntad en una junta, propuestos, tramitados y aprobados ante la autoridad de justicia
competente, con la finalidad de evitar o de poner fin a la quiebra.
Según su objeto, el convenio puede celebrarse para evitar la declaración de quiebra o bien para poner término a
una quiebra ya declarada, esto es, el convenio puede ser:

a) Convenio judicial preventivo. “El convenio judicial preventivo es aquel que el deudor propone, con
anterioridad a la declaración de quiebra y en conformidad a las disposiciones de este Párrafo. Comprende todas
sus obligaciones existentes a la fecha de las resoluciones a que se refieren las letras a) y b) del artículo 200, aun
cuando no sean de plazo vencido, salvo las que la ley expresamente exceptúe”.

Requisitos para proponer convenio judicial preventivo. La única exigencia para formular proposiciones de
este tipo de convenio, es que el deudor no se encuentre declarado en quiebra.

Contenido de las proposiciones de convenio judicial preventivo. Son las fórmulas de pago que se plantean a
los acreedores como proyecto de arreglo. Las proposiciones van orientadas básicamente a la solución de las
obligaciones impagas del deudor, pueden versar sobre cualquier objeto lícito destinado a evitar la declaración en
quiebra del deudor.
Para preservar el principio de “pars condictio creditorum” el inciso 2° del Artículo 178 dispone que: “El
convenio será uno y el mismo para todos los acreedores, salvo que medie acuerdo unánime en contrario...”
Excepción: El convenio puede tener una proposición principal y proposiciones alternativas a ella para todos los
acreedores, en cuyo caso éstos deben optar por regirse por una de ellas, dentro de los 10 días contados de la fecha
de la junta que lo acuerde.

Efectos de la proposición del convenio judicial preventivo. La presentación y tramitación de esta clase de
convenios no entorpece el ejercicio de ninguna de las acciones que procedan en contra del deudor, no
suspende los juicios pendientes, ni obsta a la realización de los bienes. Por excepción, se suspende el plazo de
prescripción de las acciones de inoponibilidad.

Efectos suspensivos del convenio apoyado por 50% del total pasivo. Cuando la proposición de convenio
judicial preventivo se presenta con el apoyo de dos o más acreedores que representen más del 50% del total
pasivo, no puede pedirse la quiebra del deudor ni iniciarse juicios ejecutivos, ejecuciones de cualquier clase o
restitución en los juicios de arrendamiento, ni corren los plazos de prescripción durante el lapso de 90 días
siguientes a la notificación por avisos de la resolución que cita a los acreedores a junta para deliberar acerca de tal
proposición.
Durante el aludido periodo de suspensión, al deudor le está vedado gravar o enajenar sus bienes, salvo aquellos
expuestos a un próximo deterioro, o a una desvalorización inminente, o los que exijan una conservación
dispendiosa. Si transcurre el plazo de 90 días, que es fatal e improrrogable, sin que se acuerde el convenio, el
tribunal declara en quiebra al deudor, sin petición de parte.

Tramitación del convenio judicial preventivo. Las proposiciones de convenio judicial preventivo se presentan
ante el tribunal que debiera conocer de la quiebra del proponente y deben estar acompañadas de los documentos a
que se refiere el Artículo 42. El escrito mediante el cual se formulan las proposiciones de este tipo de convenio
debe hacer expresa mención del domicilio en Chile de los tres mayores acreedores.
Una vez presentadas las proposiciones de convenio judicial preventivo, el juez tiene que designar a un síndico
titular y uno suplente, que sea nominado por el acreedor domiciliado en Chile que aparezca con mayor crédito en
el estado de deudas presentado por el deudor.

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Atendida la circunstancia de que el tribunal no es el que se pronuncia acerca de las proposiciones de esta clase de
convenio, en la misma resolución que designa al síndico titular y suplente dispone las siguientes diligencias o
actuaciones:

1. Que el deudor quede sujeto a la intervención del síndico titular designado.


2. Que el síndico informe al tribunal acerca de las proposiciones de convenio dentro del plazo de 20 días, el
que es prorrogable por una sola vez a petición del síndico, por un máximo de 10 días, si así lo determina el
tribunal. El contenido del informe del síndico está ahora regulado por la ley y debe versar sobre:

a) La calificación fundada acerca de si la propuesta es susceptible de ser cumplida, teniendo en cuenta la


situación del deudor;
b) La apreciación de si el convenio resultará más conveniente para los acreedores que la quiebra del deudor, y
c) El monto probable de recuperación que le correspondería a cada acreedor valista en la quiebra.

3. Que todos los acreedores, sin excepción alguna, se presenten y verifiquen sus créditos, con los
documentos justificativos correspondientes, bajo apercibimiento de proseguir la tramitación del convenio
sin volver a citar a ningún ausente.
4. Que los acreedores concurran a una junta, que no puede reunirse antes de vencer los 80 días siguientes al
pronunciamiento de la resolución descrita, para deliberar en ella sobre las proposiciones de convenio;
5. Que se notifique personalmente esta resolución a los síndicos titular y suplente, para los efectos de la
aceptación del cargo, y por cédula a los tres mayores acreedores, para los efectos de la nominación del
síndico. A los demás acreedores la proposición de convenio judicial preventivo se notifica por aviso, dentro de
los 8 días siguientes a la fecha de resolución recaída en la propuesta de convenio, y si no se hace en el plazo
previsto, sin causa justificada, se tendrá por no presentada;
6. Que dentro de tercero día de efectuada la última notificación al sindico y a los tres mayores acreedores,
el síndico titular, los últimos nombrados y el deudor asistan a una audiencia que se realizará con los que
concurran, para pronunciarse sobre la proposición de honorarios del síndico.

Acreedores que votan el convenio judicial preventivo. El síndico presenta una nómina de acreedores con
derecho a voto y sus respectivos créditos, con 10 días de anticipación a la fecha señalada para la celebración de la
junta que se pronuncia sobre el convenio judicial preventivo.

Tramitación abreviada de un convenio judicial preventivo. Artículo 17 quáter otorga una tramitación sucinta y
expedita del convenio judicial preventivo, que se presenta con el apoyo del 66% del total pasivo, originándose
algunos efectos suspensivos de los previstos en el Artículo 177 bis, con las siguientes modificaciones:

1. El juez cita a una junta de acreedores que ha de efectuarse a más tardar a los 30 días, contados desde la
notificación por avisos de la resolución recaída en la proposición de este convenio;
2. El síndico, que se designa según lo previsto en el Artículo 173, carece de la facultad de informar acerca de las
proposiciones, en los términos del Artículo 174 N° 2, y
3. La suspensión se mantiene sólo hasta el día fijado para la reunión de la junta de acreedores, en la cual se debe
acordar o rechazar el convenio.

b) Convenio simplemente judicial. Es aquel que se propone, tramita y aprueba durante el estado de
quiebra del deudor, con el objeto de poner término a dicha situación. Por esto último también se le conoce
como convenio solución.
“El convenio simplemente judicial es el que se propone durante el juicio de quiebra para ponerle término”.

Proposiciones de convenio simplemente judicial. Ellas pueden tener su origen tanto en el fallido como en
cualquiera de los acreedores, quienes están facultados para presentarlas en cualquier estado de la quiebra.
El requisito consistente en que se encuentre presentada por el síndico la nómina de créditos reconocidos para
poder deliberar en tomo a las proposiciones de convenio simplemente judicial.
El contenido de las proposiciones de esta clase de convenio ellas pueden versar sobre cualquier objeto lícito,
en este caso destinado a solucionar las deudas del quebrado y poner fin al estado de falencia que lo afecta,
salvo sobre la alteración de la cuantía de los créditos. Asimismo, es aplicable el principio de pars condictio

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creditorum, en cuanto a que el convenio simplemente judicial ha de ser uno y el mismo para todos los
acreedores, salvo que medie acuerdo unánime en contrario.

Efectos de la proposición del convenio solución. La tramitación de esta clase de convenio no impide el
ejercicio de las acciones que proceden en contra del quebrado, no suspende los procedimientos propios de
la quiebra o juicios pendientes, ni obsta a la realización de los bienes. Por excepción, si el convenio
simplemente judicial se presenta apoyado por a lo menos el 51% del total pasivo de la quiebra se limita la
realización por el síndico de los bienes del concurso sólo a los que estén expuestos a próximo deterioro o a una
desvalorización inminente, o los que exijan una conservación dispendiosa.

Tienen derecho a votar: a) Los acreedores cuyos créditos estén reconocidos, y b) Los acreedores cuyos créditos
no se encuentren reconocidos y a los cuales el juez de la quiebra les reconozca derecho a votar.

Mayoría para acordar convenios judiciales. Para acordar el convenio judicial se requiere, en primer lugar, el
consentimiento del deudor o del fallido, en su caso. En efecto, la no concurrencia del deudor, personalmente o
representado, a la junta en que debe deliberarse sobre las proposiciones de convenio, salvo excusa justificada,
hace presumir que las abandona o las rechaza.
Se exige, en segundo lugar, la existencia de una doble mayoría, porque el convenio debe reunir en su favor:

a) Los votos de dos tercios o más de los acreedores concurrentes a la junta; siendo este porcentaje
representativo de la masa o conjunto de acreedores;
b) Los dos tercios o más de los acreedores deben representar las tres cuartas partes del total pasivo con
derecho a voto, excluidos los créditos preferentes cuyos titulares se hayan abstenido de votar por ellos.

Aprobación del convenio por resolución judicial. El convenio, sea preventivo o simplemente judicial, se
acuerda en la junta de acreedores por la mayoría legal, pero se aprueba mediante una resolución que el
tribunal dicta al efecto.
La resolución que aprueba el convenio judicial se pronuncia por el tribunal, de oficio o a petición de cualquier
interesado, cuando se encuentra vencido el plazo de 5 días para impugnarlo.

Efectos del convenio judicial.


I. Efectos del convenio respecto de los acreedores. El convenio judicial obliga a todos los acreedores, hayan o
no concurrido a la junta que lo acuerda y hayan o no tenido derecho a voto, por los créditos anteriores a la fecha
de las siguientes resoluciones:
a) La que ordena citar a junta para la designación del experto facilitador, en el caso del Artículo 177 ter;
b) La que recae en las proposiciones de convenio, en el caso de los demás convenios judiciales preventivos, y
c) La que declare la quiebra, si el convenio es simplemente judicial.

II. Efectos del convenio respecto de la persona del deudor. Las consecuencias jurídicas son diferentes según el
tipo de convenio judicial de que se trate.

a) En el caso del convenio judicial preventivo, su efecto normal es evitar la declaración de quiebra y el pasivo
del deudor se pagará de acuerdo con las fórmulas o proposiciones de su contenido.

b) Convenio simplemente judicial, su aprobación trae como efecto que cesa el estado de quiebra y se devuelven
al deudor sus bienes y documentos, sin perjuicio de las limitaciones previstas en el mismo convenio. Asimismo se
cancelan las inscripciones de la declaración de quiebra, que se hubieren practicado en el Conservador de Bienes
Raíces de la comuna de la quiebra u otras comunas. Los acreedores recuperan el derecho de iniciar acciones
ejecutivas en contra del deudor, relativas al incumplimiento de las obligaciones que este hubiere contraído
después de la aprobación del convenio.
Otra consecuencia jurídica de la aprobación del convenio simplemente judicial consiste en que el síndico debe
presentar la cuenta definitiva de su administración.
La aprobación del convenio simplemente judicial no impide que continúe el proceso de calificación penal de la
quiebra, no obstante que el convenio solución haya sido aprobado, se mantienen las inhabilidades que pesan sobre
la persona del deudor, mientras no obtenga su rehabilitación legal o judicial.

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73.- El sobreseimiento

a) El sobreseimiento temporal.
Concepto. “El sobreseimiento temporal suspende provisoriamente los procedimientos de la quiebra".
Procedencia. El sobreseimiento temporal tiene lugar en las situaciones previstas en el artículo 158.

1. Cuando, de conformidad con el Artículo 97, no apareciere ningún bien perteneciente a la masa, o
2. Cuando resultare de la cuenta presentada por el síndico en la primera junta de acreedores que el
producto probable de la realización del activo no alcanzare para cubrir los gastos de prosecución de la
quiebra y se procediere, de acuerdo con el Artículo 109, a la realización sumaria del activo. En este caso
el sobreseimiento temporal se decretará de oficio, una vez finalizada la realización sumaria del activo y
distribuido el excedente que de ella pudiere haber resultado.

Tramitación del sobreseimiento temporal. La tramitación es diferente según la causal que origine el
sobreseimiento.

a) En el caso contemplado en el Artículo 158 N° 1 de la Ley de Quiebras, el sobreseimiento sólo se decreta


a solicitud del síndico, la que se notifica en igual forma que la declaración de quiebra. Si algún acreedor
se opone dentro del plazo de siete días, se tramita su oposición como incidente.
La oposición al sobreseimiento temporal puede fundarse en la existencia de bienes suficientes para proseguir
la quiebra. Si se justificare la existencia de bienes o un tercero anticipare los fondos suficientes para la
prosecución de la quiebra. En el primer caso se seguirá el procedimiento dirigido a la realización sumaria de
los bienes, y en el segundo, el procedimiento normal establecido en esta ley.
Estos anticipos gozarán del privilegio concedido a las costas judiciales y se pagarán con los primeros fondos
que se obtengan.

b) En el caso del Artículo 158 N° 2, el sobreseimiento temporal se decreta de oficio por el juez, una vez
finalizada la realización sumaria del activo y distribuido el excedente que de ella pudiere haber
resultado.

Efectos del sobreseimiento temporal. El sobreseimiento temporal no pone término al estado de quiebra. El
estado de quiebra queda subsistente, pero se restituye a los acreedores el derecho de ejecutar individualmente al
fallido.
La subsistencia del estado de falencia implica que se mantienen los efectos que su declaración trae
aparejados, entre ellos, el desasimiento.
Cesa la actividad del síndico, que debe presentar, conjuntamente con la petición de esta medida, la cuenta
general de su administración.

Como termina el sobreseimiento temporal. Los efectos de este sobreseimiento, como su nombre lo indica, son
esencialmente temporales. En consecuencia, en cualquier tiempo, el fallido, los acreedores o cualquier otro
interesado pueden solicitar al tribunal que se deje sin efecto la resolución que aceptó el sobreseimiento temporal.
Para tal fin, los solicitantes deben acreditar la existencia de valores suficientes, en dinero o en especies, para
atender a los gastos que exijan los procedimientos de la quiebra, o depositar, a la orden del tribunal, una suma de
dinero suficiente para cubrirlo (tienen preferencia de costa judicial).
Acogida la solicitud, se reponen las cosas al estado que tenían antes de pronunciada la resolución de
sobreseimiento temporal, pero no hay derecho para reclamar la entrega de las sumas que los acreedores hubieren
percibido en el ejercicio de las acciones individuales entabladas por ellos contra el deudor.

b) El sobreseimiento definitivo.
Concepto. El sobreseimiento definitivo pone fin al estado de quiebra. Se trata de una resolución judicial que
tiene por objeto concluir o cerrar la quiebra del deudor.

Causales de sobreseimiento definitivo. Tiene lugar el sobreseimiento definitivo en la quiebra, en los siguientes
casos:

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1. Cuando todos los acreedores convienen en desistirse de la quiebra o remiten sus créditos. La expresión
“todos los acreedores”. Interpretaciones: En sentido amplio: Se desistan todas aquellas personas que revistan la
calidad jurídica de acreedores del fallido, no sólo los que han concurrido al procedimiento concursal; estricto, la
ley exige que se desistan los acreedores que han verificado sus créditos en la quiebra, esto es, sólo los acreedores
concurrentes. Última interpretación es la acertada.
Que los acreedores concurrentes se desistan no implica que pierdan su acción, sino que renuncian a ella en forma
expresa.
En cuanto a la remisión de las deudas, no tiene otro alcance que el señalado por la legislación común. Sin
embargo, para los efectos del sobreseimiento definitivo debe tratarse de remisión total de las deudas.

2. Cuando el deudor, o un tercero por él, consigna el importe de las costas y créditos vencidos y cauciona
los demás a satisfacción de los acreedores. Esta consignación se refiere a las costas y a todos los créditos
vencidos y no solamente a los que dieron origen a la declaratoria de quiebra.
Para hacer la consignación, el fallido puede valerse de los fondos que se encuentran en poder del síndico de
quiebras, por efectos del desasimiento.

3. Cuando todos los créditos han sido cubiertos, en capital e intereses, con el producto de los bienes
realizados en la quiebra. Es la terminación natural que debiese tener el proceso.

Causal extraordinaria de sobreseimiento definitivo. Artículo 165, situación extraordinaria que permite
sobreseer definitivamente en el procedimiento concursal.
En efecto, aun cuando las deudas no se hubieren alcanzado a cubrir con el producto de la realización de todos los
bienes de la quiebra, se sobresee definitivamente, concurriendo los siguientes requisitos:

1. Que hayan transcurrido dos años, contados desde que hubiere sido aprobada la cuenta general del síndico, y
2. Que, habiendo terminado el procedimiento de calificación de la quiebra por sentencia ejecutoriada, haya sido
calificada de fortuita, y que el deudor no haya sido condenado por alguno de los delitos contemplados en el
Artículo 466 del Código Penal.

Esta forma de poner término a la quiebra constituye una verdadera prescripción extintiva, cuyo plazo, en este
caso, es sólo de dos años, contados desde la aprobación de la cuenta general del síndico.

Tramitación del sobreseimiento definitivo. La solicitud de sobreseimiento definitivo se notifica por aviso.
Dentro del plazo de quince días, contados desde la notificación, pueden deducirse oposiciones, las que se
tramitan como incidentes. Son partes del incidente el deudor y el opositor. La resolución recaída en la solicitud
de sobreseimiento definitivo es apelable en ambos efectos.
Ejecutoriada la resolución que declare el sobreseimiento definitivo, cesa el estado de quiebra y se
cancelarán las inscripciones que se hubieren practicado en el Conservador de Bienes Raíces de la
resolución que la declaró.
Ejecutoriada la sentencia que declara el sobreseimiento definitivo y siempre que hubiere terminado por sentencia
ejecutoriada el respectivo proceso a que se refieren los Nº 2 y 3 del Artículo 165, se hará entrega al deudor de los
bienes sobrantes, de sus libros y papeles, y del remanente, si lo hubiere.
El sobreseimiento definitivo civil de la quiebra no tiene efectos como causal eximente de responsabilidad penal.
El sobreseimiento definitivo no pone término a las inhabilidades que el fallido sufre como consecuencia de su
declaración de quiebra, para esto existe el procedimiento de rehabilitación del deudor.

31.- La quiebra ilícita

Elementos del delito


Generalidades. Por ser la quiebra la consecuencia de un estado patrimonial critico que se exterioriza a través de
ciertos hechos reveladores, como el incumplimiento, la fuga, la ocultación o el empleo de medios anormales:
ilícitos, ficticios, ruinosos o fraudulentos por parte del deudor, para evitar el incumplimiento de sus obligaciones
su conducta debe ser calificada desde un punto de vista penal, a fin de determinar en qué medida ella es
reprochable y qué sanciones merece.

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A diferencia de lo que ocurre en otras legislaciones más avanzadas que la nuestra, en las que se contempla un
régimen de responsabilidad muy detallado por la acción reprochable de los empresarios individuales de comercio
o de los dirigentes de las empresas colectivas organizadas bajo alguna forma societaria, el derecho chileno sólo
establece sanciones respecto del deudor que ejerce una actividad comercial, minera o agrícola, esto es, el
comprendido en el Artículo 41 de la Ley de Quiebras, cuando declarado en quiebra, su conducta se juzga
culpable o dolosa (Art. 234).
Sin duda que estas normas represivas no suplen la ausencia de un régimen de responsabilidad penal de los
empresarios mercantiles, pero al menos constituyen un paliativo cuando específicamente incurren en el delito de
quiebra ilícita. Con todo, la Ley N° 18.046, sobre Sociedades Anónimas, contiene numerosas disposiciones que
configuran el estricto régimen de responsabilidad de los directores de estas compañías.

Unidad del delito de quiebra ilícita. No obstante que la ley del ramo se refiere a la quiebra culpable y a la
fraudulenta, estableciendo todo un sistema de presunciones para calificar el grado de reprochabilidad de la
conducta del fallido, el delito de quiebra ilícita es uno solo, que puede ser cometido con culpa o dolo. De esta
suerte, el fallido no puede ser condenado por delito de quiebra culpable y fraudulenta a la vez.
Según el grado de reprochabilidad de la conducta del fallido (dolo o culpa), la sanción será diferente, pero el
delito de quiebra ilícita sigue siendo uno solo. Así lo ha reconocido la jurisprudencia de nuestros tribunales
cuando declara: “En buena técnica jurídica, debe admitirse que el delito de quiebra es uno solo y que puede
realizarse con dolo o con culpa”.

Elementos del delito. Presupuestos que deben concurrir para que se configure. Los elementos de este delito son:

a) Que se haya declarado una quiebra;


b) Que el fallido sea un deudor comprendido en el Artículo 41 de la Ley de Quiebras, y
c) Que la conducta del fallido sea reprochable en grado de culpa o de dolo.

a) Que se haya declarado una quiebra: El derecho chileno exige que el deudor sea declarado en quiebra, pues
este delito se comete por la conducta culpable o fraudulenta con que el deudor administró sus negocios y que
precisamente le condujo al estado de quiebra.
Es importante que la quiebra sea declarada judicialmente, porque el delito de quiebra ilícita se entiende
consumado a partir de este momento y porque, además, el plazo de prescripción de la acción penal comienza a
correr desde ese instante.

b) Que el fallido sea un deudor comprendido en el Artículo 41 de la Ley de Quiebras: Respecto del segundo
requisito sólo se requiere que el fallido ejerza una actividad comercial, industrial, minera o agrícola. El deudor
que no ejerce tales actividades, declarado en quiebra, no comete este delito. Sin embargo, la ley concursal
sanciona como autores del delito en estudio a personas que no son fallidos y que pueden no tener la calidad de
comerciantes. Así sucede con los gerentes, directores o administradores de una sociedad anónima o de una
sociedad de responsabilidad limitada, cuando en la dirección de los negocios sociales, y con conocimiento de la
situación de éstos, hubieren ejecutado alguno de los actos o incurrido en alguna de las omisiones a que se refieren
los Artículos 219 y 220 de la Ley de Quiebras, o cuando hubieren autorizado expresamente dichos actos u
omisiones (art. 232 inc. 1° de la Ley de Quiebras).
Es interesante consignar que esta disposición constituye un paliativo a la ausencia de un régimen de
responsabilidad de los administradores de sociedades comerciales en nuestra legislación. Resulta significativo
asimismo que el inciso 2° del Artículo 232 de la ley del ramo contemple una figura tipo propia del derecho penal
de sociedades, el delito de distribución de dividendos ficticios, que debería formar parte de un conjunto de
sanciones penales en la legislación de sociedades. No se trata, pues, del delito de quiebra ilícita la situación
prevista en el citado inciso 2° del Artículo 232, pero esta disposición, viene a suplir un silencio del derecho de
sociedades. Según dicho inciso 2° del Artículo 232 de la ley concursal chilena, serán castigados con reclusión o
relegación menores en su grado mínimo a medio si se han repartido dividendos a los socios, a propuesta del
directorio, a sabiendas de que no correspondían a utilidades efectivas. La pena se elevará en un grado si esos
repartos han ocasionado la quiebra.
Por otra parte, los factores o representantes del fallido serán castigados como autores de quiebra, culpable o
fraudulenta, si, en representación de su principal o mandante y en conocimiento de la situación de éste, hubieren

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ejecutado sin órdenes o instrucciones suyas alguno de los actos o hubieren incurrido en alguna de las omisiones a
que se refieren los Artículos 219 y 220 de la Ley de Quiebras (Art. 233 inc. 1°).

c) Que la conducta del fallido sea reprochable en grado de culpa o de dolo: Con respecto al tercer requisito de
la quiebra ilícita, la conducta culpable o dolosa del fallido, trataremos de él separadamente a continuación.

La imputabilidad en la quiebra ilícita. Para que se cometa el delito de quiebra ilícita se requiere que la
conducta del fallido comerciante sea reprochable en grado de culpa o de dolo. Sin embargo, la ley concursal no
definió la figura tipo de este delito y se limitó solamente a establecer un conjunto de presunciones relativas al
delito de quiebra ilícita, ya sea culpable o fraudulenta. El haber ejecutado alguno de los hechos o el haber
incurrido en alguna de las omisiones a que se refieren los Artículos 219 y siguientes de la ley del ramo, implica
que, acreditados dichos hechos u omisiones, se condena por quiebra culpable o fraudulenta, son meras
descripciones de tipos o figuras penales, respecto de las cuales el juez debe proceder a establecer la
responsabilidad criminal según las reglas generales.

Clasificación de las presunciones. La ley del ramo establece presunciones de autoría y de complicidad del delito
de quiebra ilícita. Son presunciones de autoría de quiebra culpable las indicadas en el Artículo 219; de
quiebra fraudulenta las del Artículo 220; de complicidad de quiebra fraudulenta, las del Artículo 221.
Atendiendo a su contenido, es decir, a los hechos u omisiones que a juicio del legislador configuran la conducta
reprochable del fallido en grado de culpa o dolo, las presunciones admiten varias agrupaciones, de las cuales
trataremos las más importantes.

a) Presunciones relativas a libros de contabilidad. El delito de quiebra ilícita lo comete el deudor comprendido
en el Artículo 41 de la Ley de Quiebras, esto es, el que ejerce alguna de las actividades allí indicadas. A algunos
de ellos se les impone llevar contabilidad. Respecto de quienes no están obligados a llevarla, se aplican las
normas sobre tributación simplificada establecidas por el Servicio de Impuestos Internos.

La ley del ramo establece tres presunciones relativas a los libros de contabilidad:

1. El Artículo 219 N° 9 dispone que la quiebra se presume culpable “si no tuviere libros o inventarios o si
teniéndolos, no hubieren sido llevados los libros con la regularidad exigida, de tal suerte que no
manifiesten la situación de su activo y pasivo”. El precepto legal contempla dos situaciones diferentes; no
llevar libros de contabilidad y carecer de inventarios, y no llevar los libros con la regularidad exigida. La
primera situación no requiere de mayor comentario. Por el contrario, el hecho de que el comerciante fallido no
haya llevado su contabilidad con la regularidad debida puede prestarse a dos interpretaciones:

a) Que los libros no cumplan con los requisitos de regularidad externa a que se refiere el Artículo 31 del
Código de Comercio, y
b) Que no manifiesten la verdadera situación de su activo y pasivo.

Resulta más fácil inclinarse por la primera interpretación, pero el incumplimiento de esas exigencias tiene otra
sanción: Los libros de contabilidad no tendrán valor en juicio a favor del comerciante a quien pertenezcan
(Art. 34 del Código de Comercio). Sin duda que la conducta reprochable del fallido consiste en llevar una
contabilidad que no es verdadera, que no es sincera, que no refleja la situación de su activo y pasivo porque
culpablemente se ha disminuido el primero y aumentado el segundo.

2. Por su parte, el Artículo 220 N° 7 indica que se presume de derecho que la quiebra es fraudulenta “si
ocultare o inutilizare sus libros”. La conducta del fallido es evidentemente dolosa, porque la ocultación o la
inutilización de sus libros constituyen un hecho ilícito. Ocultar los libros de contabilidad implica ponerlos
fuera del alcance de las personas que tienen derecho a exigirlos; la contabilidad está protegida por el
secreto (Art. 42 del Código de Comercio), pero en este caso el fallido comerciante los oculta de quienes
tienen derecho a conocerlos. La inutilización se refiere a la acción de hacer desaparecer algunas partidas que
le son desfavorables para juzgar su conducta en los negocios. Si la pérdida o destrucción de los libros es
fortuita, le corresponderá al fallido acreditar esta circunstancia.

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3. La tercera presunción relativa a los libros de contabilidad aparece establecida en el Artículo 220 N° 11, que
señala que se presume fraudulenta la quiebra “si no resultare de sus libros la existencia o salida del
activo de su último inventario, o del dinero y valores de cualquier otra especie que hubieren entrado en
su poder posteriormente a la facción de aquél”. La presunción contiene dos casos:

a) El hecho de que los libros de contabilidad del fallido no acrediten la existencia o salida del activo de su último
inventario, y
b) Que los libros no acrediten la existencia de dinero y valores de cualquier otra especie que han entrado con
posterioridad al último inventario.

Finalmente, es necesario concordar esta presunción de quiebra fraudulenta del Artículo 220 N° 11 de la ley del
ramo con la disposición del Artículo 29 del Código de Comercio, que obliga a todo comerciante, al abrir su
giro, a hacer en el libro de balances una enunciación estimativa de todos sus bienes, tanto muebles como
inmuebles, y de todos sus créditos activos y pasivos. Según esta misma disposición, al fin de cada año el
comerciante formará en este mismo libro un balance general de todos sus negocios, bajo la
responsabilidad que se establece en el Libro IV del Código de Comercio (hoy Ley de Quiebras).

b) Presunciones relativas a los pagos. El pago hecho por el fallido a sus acreedores antes de ser declarado
en quiebra, bajo ciertas circunstancias, se presume ilícito y es sancionado por el legislador desde el punto
de vista penal. Según el Artículo 219 N° 1 de la ley concursal chilena, se presume que la quiebra es culpable
cuando “el deudor ha pagado a un acreedor en perjuicio de los demás, después de la cesación de pagos”. Es la
única presunción de quiebra ilícita cometida por culpa del fallido. Asimismo, resulta excepcional que esta
norma exija perjuicio a los acreedores para que se tipifique la acción culpable sancionada penalmente.

Por otra parte, el Artículo 220 N° 6 dispone que se presume que la quiebra es fraudulenta “si después de la fecha
asignada a la cesación de pagos, hubiere pagado a un acreedor, en perjuicio de los demás, anticipándole el
vencimiento de una deuda”. Esta regla se diferencia de la anterior en cuanto a que la conducta del fallido hace
presumir el fraude por anticipar el pago de una deuda a un acreedor después de la cesación de pagos y en
perjuicio de los demás acreedores. Es la anticipación del pago lo que tipifica el fraude sancionado por la
ley.
La ley sanciona asimismo como cómplices del delito de quiebra ilícita fraudulenta a “los que, con
conocimiento de la cesación de pagos, obtuvieren el pago anticipado del todo o parte de su crédito” (Art. 221
N°6).
Tanto el Artículo 219 N° 1 como el 220 N° 8 de la ley exigen que los pagos se hayan hecho después de la
fecha asignada a la cesación de pagos y que el pago se haya efectuado en perjuicio de los demás acreedores.

c) Presunciones relativas a donaciones. Según el Artículo 219 N° 8, la quiebra se presume culpable si el deudor
“hubiere hecho donaciones desproporcionadas a su situación de fortuna, considerada en el momento de
hacerlas”. Resulta reprochable para el legislador que el deudor que se encuentra en una situación patrimonial
crítica de imposibilidad de pagar haga donaciones desproporcionadas a su fortuna, porque tales actos
pueden envolver el ánimo deliberado de perjudicar a los acreedores o, al menos, revelan una negligencia
inexcusable de su parte. Se trata de una presunción legal que permite al fallido demostrar que dichas
liberalidades no constituyen actos ilícitos.
Además, el Artículo 220 N° 12 presume fraudulenta la quiebra del deudor que “en estado de manifiesta
insolvencia hubiere hecho donaciones cuantiosas”. Dado el estado patrimonial de imposibilidad de pagar, al cual
sin duda se refiere el legislador cuando habla de “insolvencia manifiesta”, hace presumir que la donación
cuantiosa constituye una conducta dolosa. Sin embargo, al igual que el caso anterior, por tratarse de una
presunción legal, el deudor puede demostrar que dichos actos se realizaron sin fraude.

d) Presunción relativa a la fianza. En los términos del Articulo 219 N° 7 de la ley concursal vigente, la quiebra
se presume culpable si el fallido “hubiere prestado fianzas o contraído por cuenta ajena obligaciones
desproporcionadas a la situación que tenía cuando las contrajo, sin garantías suficientes”. Para que opere la
presunción se requiere la concurrencia de los siguientes presupuestos:

i. Que el fallido haya prestado fianza o contraído obligaciones por cuenta ajena;

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ii. Que las obligaciones o cauciones sean desproporcionadas a la situación cuando las contrajo, y
iii. Que ellas sean celebradas sin garantías suficientes.

Sin duda, estos requisitos son copulativos para que tenga lugar la presunción. Se sanciona la imprudencia
temeraria del fallido, que mediante estos actos pone en peligro a los acreedores.

e) Presunciones relativas a compras. De acuerdo con el Artículo 220 N° 8, se presume fraudulenta la quiebra si
el deudor, con la intención de retardar la quiebra, hubiere comprado mercaderías para venderlas a menor
precio que el corriente, contraído préstamos a un interés superior al corriente en plaza, puesto en
circulación valores de crédito o empleado otros arbitrios ruinosos para hacerse de fondos.

Para que opere la presunción se requiere la concurrencia de dos requisitos:


a) Intención de retardar la quiebra, y
b) Comprar mercaderías para venderlas a menor precio que el corriente, contraer préstamos a un interés superior
del corriente en plaza, poner en circulación valores de crédito o emplear cualquier otro arbitrio ruinoso para
hacerse de fondos.

Por otra parte, el Artículo 220 Nº 9 presume fraudulenta la quiebra “si, inmediatamente después de haber
comprado mercaderías al fiado, las vendiere con pérdidas”. No se exige, como en el caso anterior, relativo a
compras al contado, que el fallido lo haya hecho con la intención de retardar la quiebra.
En fin, en los términos del artículo 220 N° 10 de la ley, se presume fraudulenta la quiebra si antes o después de la
declaratoria el deudor hubiere comprado para sí, por la interposición de un tercero y a nombre de éste, bienes de
cualquier clase. Resulta sospechoso al legislador que el fallido compre bienes a nombre de un tercero o por
intermedio de un tercero, ya que tal acto revela la intención de perjudicar a sus acreedores, excluyendo por este
arbitrio bienes que normalmente quedarían sujetos a intervención del síndico, para obtener los frutos líquidos,
previa deducción de lo necesario para los alimentos del quebrado (Art. 65 inc. 2°).
El tercero por cuya interposición se adquieren los bienes es sancionado como cómplice de quiebra ilícita
(art. 221 N°2).

f) Presunción relativa a gastos del fallido. Se presume culpable la quiebra si los gastos domésticos o personales
del fallido hubieren sido excesivos, habida consideración a su capital, a su rango social y al número de personas
de su familia. Debido al estado patrimonial crítico que afecta al deudor y que motiva su declaración de
quiebra, no parece razonable que éste disminuya su patrimonio en detrimento de los acreedores ni que
aparente una situación económica holgada que no tiene. Dicha conducta merece ser sancionada al menos en
grado de culpa para los efectos de la quiebra ilícita (art. 219 N°2).
Vale la pena tener presente que para determinar el carácter de excesivos de los gastos domésticos o personales del
quebrado, se toma en cuenta una serie de circunstancias que el juez deberá apreciar en cada caso particular: su
capital, el rango social y el número de personas que componen el grupo familiar del fallido.

g) Presunción relativa a juegos, apuestas u operaciones ficticias de bolsa. Se presume culpable la quiebra si el
fallido hubiere perdido fuertes sumas en cualquier especie de juegos, en apuestas cuantiosas o en operaciones
ficticias de bolsa (art. 219 N° 3). El hecho de que el fallido juegue fuertes sumas de dinero o se dedique a
hacer apuestas cuantiosas u operaciones de bolsa ficticias, evidencia una conducta imprudente, habida
consideración de su estado de cesación de pagos en que se encuentra. Tal conducta debe ser sancionada como
quiebra ilícita cometida con culpa.

El hecho de no solicitar oportunamente la quiebra. Sabemos que, en los términos del Artículo 41 de nuestra
Ley de Quiebras, el deudor comprendido en este Artículo 41 deberá solicitar la declaración de su quiebra antes de
que transcurran quince días contados desde la fecha en que haya cesado en el pago de una obligación mercantil.
El incumplimiento de dicha obligación comporta dos tipos de sanciones: en el plano civil, el deudor pierde el
derecho de alimentos contra la masa contemplado en el Artículo 60 de la ley del ramo; en el orden penal, su
quiebra se presume culpable (Art. 219 N° 4), igual que si la manifestación de los antecedentes que hiciere para
solicitar su declaratoria de quiebra no cumple con las exigencias del Artículo 42 de la misma ley.

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La quiebra aparece como una institución más severa respecto del deudor comerciante que respecto del deudor
civil. La calificación de la conducta del deudor comerciante en este caso, como asimismo la sanción de orden
civil, lo ponen de manifiesto.

Segunda quiebra sin cumplir un convenio precedente. Según el Artículo 219 N° 5 de la ley del ramo, la
quiebra se presume culpable “si el deudor fuere declarado en quiebra, por segunda vez, sin haber cumplido las
obligaciones que hubiere contraído en un convenio precedente”.
La disposición legal citada no indica a qué tipo de convenio se refiere. Sin embargo, nada obsta a que pueda
tratarse del convenio simplemente judicial o solución, por cuanto la ley no exige que el deudor sea
declarado en quiebra por segunda vez por incumplimiento de las obligaciones del convenio precedente,
pues, en tal caso, la misma sentencia que pronuncia la resolución del convenio declarará reabierta la
quiebra. Se trata de un deudor cuya quiebra ha sido clausurada por convenio solución y que se encuentra
cumpliendo este acuerdo con sus acreedores cuando es declarado nuevamente en quiebra por cualquiera de las
causales que la ley establece.

Ausencia o no comparecencia del deudor durante el curso del juicio o comparecer sin dar al síndico
explicaciones sobre sus negocios. Esta presunción está contenida en el Articulo 219 N° 6 de la Ley de Quiebras.
En realidad, la disposición contempla tres situaciones:

a) El deudor se ausenta al tiempo de la declaración de quiebra o durante la tramitación del juicio;


b) El deudor no comparece al tiempo de ser declarado en quiebra o durante la secuela del juicio, y
c) El fallido se niega a dar al síndico explicaciones sobre sus negocios.

Esta norma debe concordarse con el Artículo 27 N° 3 de la ley del ramo, que impone al síndico la obligación de
“exigir del fallido que le suministre la información que juzgue necesaria para el mejor desempeño de su cargo, y
le entregue sus libros, papeles y documentos”. Si el deudor es renuente a cumplir con este deber, la ley
califica su conducta de culpable y sanciona su acción, su desidia o rebeldía configurando la presunción de
quiebra. La ausencia o rebeldía del quebrado puede ocasionar entorpecimientos que atentan contra el éxito del
procedimiento concursal.

No conservar las cartas que se le hubieren dirigido en relación con sus negocios. La presunción se contiene
en el Artículo 219 N° 10 de la ley concursal. Esta presunción debe analizarse en relación con las normas
contenidas en el Párrafo 3 del Título II del Libro 1 del Código de Comercio, relativo a la correspondencia.
Según el Artículo 45 del C. de C., los comerciantes deben dejar copia íntegra y a la letra de codas las cartas
que escribieren sobre negocios de su giro en el libro destinado a este objeto. Por su parte, el Artículo 47 de
ese mismo cuerpo legal dispone que los juzgados podrán decretar de oficio, o a instancia de parte, la exhibición
de las cartas originales que tengan relación con el asunto litigioso y ordenar que se compulsen de los libros
respectivos las de igual clase que se hayan dirigido los litigantes.
Sin duda las cartas que el comerciante debe guardar son las que recibe y a las cuales se refiere el Artículo 47, pues
la correspondencia que él despacha debe quedar en el libro copiador de cartas, que en la actualidad se ha
reemplazado, en la práctica, por un archivo de correspondencia recibida y despachada.

Omitir la inscripción de documentos que exige la ley. En los términos del Articulo 219 N’ 11, la quiebra se
presume culpable si se hubiere omitido la inscripción de los documentos que ordena la ley.
El deudor fallido no cumplió con la obligación que se le impone a todo empresario mercantil de inscribir ciertos
documentos en el Registro de Comercio, particularmente aquellos a que se refiere el Artículo 22 de nuestro
Código de Comercio, cuya inscripción está establecida como medida de publicidad en favor de los terceros que
contratan con él. El hecho de que el fallido comerciante no cumpla con esta obligación de publicidad
involucra que actúa de mala fe para ocultar su verdadera situación patrimonial a quienes tengan interés en
entrar en relaciones jurídicas con él. Aparte del Artículo 22, numerosas otras disposiciones del Código de
Comercio imponen la obligación de inscribir documentos en el Registro de Comercio (Art. 16, 350, etc.).

Ocultación de bienes. La Ley de Quiebras establece tres presunciones relativas a la ocultación de bienes:
Articulo 220 N° 1, 11 y 14. A este último nos referimos al tratar de las presunciones relativas a compras.

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a) Según el Artículo 220 N° 1, se presume que la quiebra es fraudulenta si el deudor hubiere ocultado
bienes. Se trata de una conducta evidentemente dolosa, a tal punto que el legislador no permite al deudor
declarado en quiebra probar que la ocultación de bienes obedece a otras razones o que no es ilícita. La ocultación
puede referirse a cualquiera clase de bienes y puede tener lugar antes o después de la declaración de quiebra del
fallido.
Cuando el deudor está obligado a solicitar su propia declaración de quiebra, debe acompañar, por duplicado,
según el Artículo 42 N° 1 de la ley del ramo, un inventario o relación detallada de todos sus bienes, con expresión
del lugar en que se encuentren, de su valor estimativo y de los gravámenes que los afecten. Si el deudor omite
bienes en esta declaración, puede ser sancionado por la presunción del Artículo 220 N° 1, puesto que la omisión
voluntaria equivale a una verdadera ocultación.

b) De acuerdo con lo prevenido en el Artículo 220 N° 14, se presume que la quiebra es fraudulenta si el
deudor se ausentare o fugare, llevándose una parte de sus haberes. El hecho de llevarse una parte de sus
bienes implica sustraer estos mismos del procedimiento concursal para satisfacer a los acreedores; es
precisamente esto lo que tipifica la presunción, pues si se fuga o ausenta sin llevarse los bienes o parte de ellos,
nos encontramos ante la presunción de quiebra culpable que establece el Artículo 219 Nº 6.
Finalmente, vale la pena considerar que este caso lo contempla también el Código Penal en el Artículo 466,
respecto del deudor no comerciante, pero esta disposición exige que la acción implique perjuicio a los acreedores,
requisito que no está contenido en la presunción establecida por la ley concursal.

Simulaciones. La simulación como conducta reprochable del deudor comprendido en el Artículo 41 declarado en
quiebra aparece tratada en el Artículo 220 N° 2, 3 y 11 de nuestra ley concursal.
Se presume que la quiebra es fraudulenta si el deudor hubiere reconocido deudas supuestas (Art. 220 N° 2). El
fallido, con el propósito de defraudar a los acreedores que realmente tiene, crea acreedores ficticios, supuestos o
inexistentes. La mala fe es en este caso evidente: el deudor, de acuerdo con terceros, inventa deudas inexistentes
para perjudicar a sus verdaderos acreedores, hasta acreditar que la deuda es falsa o supuesta, la intención dolosa
se presume.
La ley concursal sanciona asimismo a los terceros que intervienen en este caso de simulación como cómplices
de quiebra fraudulenta (Art. 221 N° 1).
La quiebra es también calificada de fraudulenta cuando el deudor hubiere supuesto enajenaciones con
perjuicio de los acreedores (Art. 220 N° 3). El deudor aparenta que se han realizado actos destinados a transferir
la propiedad de ciertos bienes a otra persona, con la intención de perjudicar a los acreedores. Para configurar la
presunción se requiere que las supuestas enajenaciones hayan efectivamente ocasionado perjuicio a los
acreedores. Se sanciona como cómplices de quiebra fraudulenta a quienes auxilien al fallido para ocultar o
sustraer sus bienes, sea cual fuere su naturaleza, antes o después de la declaración de quiebra (Art. 221 N°2); el
hecho de ayudar al fallido a suponer enajenaciones implica auxiliarlo a ocultar o sustraer sus bienes.

Comprometer en sus propios negocios bienes que hubiere recibido en virtud de un cargo de confianza. En
los términos del Artículo 220 N° 4, se presume que la quiebra es fraudulenta si el deudor hubiere
comprometido en sus propios negocios los bienes que hubiere recibido en depósito, comisión o
administración, o en el desempeño de un cargo de confianza. Como la norma legal no establece distinción
alguna respecto de la naturaleza de los bienes, éstos pueden ser de cualquiera clase: muebles, inmuebles,
corporales o incorporales.
Por su parte, el Artículo 251 del Código de Comercio dispone que el comisionista que habiendo recibido fondos
para evacuar un encargo, los distrajere para emplearlos en un negocio propio, abonará al comitente el interés legal
del dinero desde el día en que hubieren entrado a su poder dichos fondos, y deberá también indemnizarle los
perjuicios resultantes de la falta de cumplimiento del encargo. Agrega la disposición que incurrirá además en las
penas del abuso de confianza, y en caso de quiebra será tratado como fallido fraudulento.
En consecuencia, los que usaren bienes que se les entregaron en comisión, administración, depósito o cualquier
otro encargo de confianza, pueden ser sancionados, desde el punto de vista penal, en dos casos:

a) Si los usan en nombre propio, por delito de estafa, contemplado en el Artículo 470 N° 1 del Código Penal,
siempre que haya perjuicio, y por delito de quiebra fraudulenta (Art. 220 N° 4 de la Ley de Quiebras); y
b) Si los distraen sin ocuparlos en sus propios negocios, serían castigados por el Artículo 470 N° 1 inc. 1° del
Código Penal, siempre que haya perjuicio.

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En fin, el comisionista que contraviene la prohibición del Artículo 252 del Código de Comercio, dando en prenda
de sus propias obligaciones las mercaderías que, con cualquier objeto, tuviere en consignación, al ser declarado en
quiebra ésta podría ser calificada de acuerdo con la presunción que estudiamos como quiebra fraudulenta, aparte
de la sanción penal por el delito de abuso de confianza que tal conducta configura.

Percibir y aplicar a usos propios bienes de la masa con posterioridad a la declaración de quiebra. Para que
opere esta presunción, contenida en el Artículo 220 N° 5, se requiere la concurrencia de tres presupuestos básicos,
a saber: a) que el fallido haya percibido los bienes con posterioridad a su declaratoria de quiebra; b) que los haya
aplicado a usos propios, y c) que los bienes sean de la masa, es decir, que queden comprendidos dentro del
desasimiento en su aspecto jurídico.

Celebración de convenio privado en perjuicio de la masa. De acuerdo con lo prevenido en la norma del
Artículo 220 N° 13 de la ley concursal vigente, se presume fraudulenta la quiebra si el deudor comerciante
hubiere celebrado convenios privados con algunos acreedores en perjuicio de la masa.
Esta presunción tiende a hacer aplicable el principio de la igualdad de los acreedores en la quiebra y a sancionar
el dolo del deudor que pudiendo celebrar convenios, según las exigencias legales, realiza estas maniobras para
favorecer a algunos de sus acreedores y, seguramente, para beneficiarse él mismo.
La conducta del fallido que incurre en este tipo de acción va directamente en contra del precepto contenido en el
Artículo 178 de la ley del ramo, según el cual el convenio debe ser uno mismo para todos los acreedores, salvo
acuerdo unánime en contrario (inc. final).

Cualquiera otra operación con que dolosamente se haya aumentado el pasivo o disminuido el activo. Se
trata de una disposición de carácter general que comprende otros casos distintos de los expresamente señalados
(Art. 220 N°16). Esta norma amplia tendrá aplicación cuando el deudor ejecute alguna operación
intencionada destinada a disminuir su activo o a aumentar su pasivo, lo que sin duda va contra los intereses
de los acreedores.
Conforme a la Ley N°18.175, de 1982, la quiebra culpable se sanciona con presidio menor en cualquiera de sus
grados, esto es, de sesenta y un días a cinco años. Por otra parte, el juez no tiene opción para condenar a
relegación (Art. 229 inc. 1°). Como puede apreciarse, la nueva ley sanciona de una forma más severa el delito de
quiebra ilícita cometido en forma culpable y a ello se suma que la pena de presidio es más rigurosa que la de
reclusión (Art. 32 del Código Penal).
La quiebra fraudulenta estaba castigada, bajo la vigencia de la ley anterior, con presidio o extrañamiento menor
en su grado medio, es decir, de quinientos cuarenta y un días a tres años. En virtud de la nueva normativa, dicha
pena es de presidio menor en su grado medio a presidio mayor en su grado mínimo, es decir, de quinientos
cuarenta y un días a diez años. Desaparece asimismo la opción para condenar por extrañamiento. La penalidad es
también más severa en este caso. Se aplica esta pena a menos que cualquiera de los actos delictuosos que el
fallido hubiere cometido tuviere asignada mayor pena, pues entonces se aplica ésta.
Para que tenga aplicación la presunción de quiebra fraudulenta se requiere acreditar la intención dolosa del
deudor.

Penalidad de la quiebra ilícita


Sanciones aplicables. Aun cuando, como hemos señalado, el delito de quiebra ilícita es uno solo, nuestra ley
concursal lo sanciona de manera diferente según se cometa con dolo o con culpa.
Tratándose de la quiebra culpable la pena es presidio menor en cualquiera de sus grados, esto es, de sesenta y un
días a cinco años.
La quiebra fraudulenta se sanciona con presidio menor en su grado medio a presidio mayor en su grado mínimo,
salvo que cualquiera de los actos delictuosos que el fallido hubiere cometido tuviere asignada mayor pena, pues
entonces se aplica ésta.
La pena va de quinientos cuarenta y un días a diez años.
El Artículo 230 establece las penas accesorias aplicables al cómplice de delito de quiebra fraudulenta.

Procedimiento de calificación

Juicio de calificación. Para sancionar la quiebra ilícita, el derecho concursal establece un conjunto de normas
destinadas a investigar si el estado patrimonial crítico del deudor comerciante se debe o no a una conducta

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culpable o fraudulenta. Este procedimiento es el juicio de calificación. Establecida la responsabilidad,
corresponde sancionar a los autores, cómplices o encubridores de este delito.
No obstante que, en términos generales, deben aplicarse las normas del Código Procesal Penal, la legislación de
quiebras contiene ciertas reglas especiales que vale la pena comentar, aun someramente.

Tribunal competente. De acuerdo con las reglas generales, para conocer de estos delitos será competente el
tribunal que tenga jurisdicción en lo penal correspondiente al lugar donde se cometieron estos ilícitos.
Ahora bien, sin duda lo más frecuente es que haya coincidencia entre el lugar de perpetración de estos delitos y la
comuna donde funciona el tribunal civil que declaró la quiebra. De no existir esta coincidencia se puede estimar
que el delito se cometió en el lugar donde se ejecutaron los hechos constitutivos de las presunciones que la Ley de
Quiebras emplea para la tipificación del mismo, de manera que sería ése el tribunal penal competente.
Determinada la competencia criminal territorial respectiva, queda asimismo fijada la jurisdicción del tribunal que
deberá conocer de las acciones en contra de los cómplices o encubridores de los delitos relacionados con la
quiebra.

Inicio del procedimiento. La Ley N° 19.806, publicada en el Diario Oficial de 31 de mayo de 2002, relativa a la
puesta en marcha de la Reforma Procesal Penal, estableció significativas modificaciones en cuanto a la forma en
que comienza el procedimiento destinado a sancionar los delitos de la quiebra.
De conformidad con el texto actual del Artículo 222 de la Ley N° 18.175, una vez declarada la quiebra, la
junta de Acreedores o cualquier acreedor puede hacer denuncia o interponer querella criminal si considera
que se ha configurado alguna de las circunstancias previstas en los Artículos 219, 220 y 221 del mismo texto
legal. Se trata de una innovación interesante, porque ahora se otorgó el derecho a efectuar la denuncia o se
confiere legitimación activa para el ejercicio de la acción penal correspondiente a la junta de acreedores,
como órgano que representa los intereses generales del colectivo de acreedores o a cualquier acreedor, si
estima que se ha configurado alguno de los delitos relacionados con el estado de falencia judicialmente
declarado. Antes que se introdujera la reforma que estamos analizando, el juez que declaraba la quiebra, si tenía
competencia en lo penal, debía iniciar de oficio el procedimiento de calificación criminal, tan pronto como
hubiese declarado la quiebra. Por el contrario, cuando carecía de competencia criminal el juez que declaraba la
quiebra tenía que oficiar al tribunal penal respectivo para que iniciara el procedimiento destinado a establecer la
existencia de estas figuras delictivas, adjuntándole copia autorizada de la declaratoria en falencia del deudor. En
tales casos el juez penal respectivo, sin esperar la comparecencia del Fiscal Nacional de Quiebras, instruía de
oficio el sumario correspondiente, todo ello porque los delitos relacionados con la quiebra conceden acción
pública para su castigo.
Por otra parte, el actual Artículo 222, de la Ley de Quiebras, previene que si no se ejercitare la acción penal, pero
existiere mérito para que se investiguen los hechos, la Superintendencia de Quiebras los denunciará al Ministerio
Público, poniendo en su conocimiento la declaración de quiebra y los demás antecedentes que tienen en su poder.
De manera pues que se contempla ahora una obligación del órgano de supervigilancia de la quiebra de hacer una
denuncia ante el Ministerio Público, lo que no ocurría en el pasado, en que esta entidad figuraba como parte en el
proceso penal desde que se apersonaba al juicio, sin necesidad de formalizar querella. En la práctica la antigua
Fiscalía de Quiebras, en la mayoría de los casos, comparecía en estos juicios criminales solicitando diligencias
para el esclarecimiento de los hechos para la aprehensión de los responsables y el embargo de bienes del
quebrado.
Finalmente, según el texto vigente del Artículo 222 de la ley concursal, el hecho de que se conceda la facultad de
hacer denuncias o de interponer querella criminal a la Junta de Acreedores o a cualquier acreedor y la
circunstancia de que la Superintendencia de Quiebras esté obligada a denunciar ante el Ministerio Público, no
obstan para que este último inicie de oficio la investigación criminal destinada a perseguir los delitos de la
quiebra.

Muerte del fallido. La muerte del fallido durante el proceso de calificación no impide la continuación del juicio,
a fin de establecer en definitiva el carácter de la quiebra y perseguir a los demás responsables.
Se trata, sin duda, de una situación excepcional, toda vez que el Artículo 408 N° 5 del Código de Procedimiento
Penal consagra como causal de sobreseimiento definitivo, que permite clausurar el juicio criminal, la muerte del
reo.

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Las penas de los delitos de la quiebra. Según el Artículo 229, de la Ley N° 18.175, el delito de quiebra
culpable es sancionado con presidio menor en cualquiera de sus grados, esto es, de 61 días a cinco años. La
quiebra fraudulenta se castiga con presidio menor en su grado medio (de 541 días a 3 años) a presidio
mayor en su grado mínimo (de 5 años y un día a 10 años), salvo que cualquiera de los actos delictivos que
hubiese cometido el quebrado tuviese asignada una pena mayor, pues en tal caso se aplicara esta última.

Además el artículo 230 de la ley de quiebras establece que sin perjuicio de la pena que corresponda con arreglo al
Código Penal, la sentencia de término que condene a una persona como cómplice de una quiebra dispondrá:

1. La pérdida de cualquier derecho que tenga en la masa.


2. El reintegro a la misma de los bienes, derechos y acciones sobre cuya sustracción hubiere recaído su
complicidad.
3. La indemnización de los perjuicios irrogados a la masa.

Finalmente, los Artículos 231, 232 y 233 de la ley concursal sancionan la participación del cónyuge y los
ascendientes o descendientes consanguíneos o afines del fallido y de los gerentes, directores o administradores de
una persona jurídica declarada en quiebra, como asimismo de los factores o representantes del fallido que sea una
persona natural, en los delitos relacionados con la quiebra.

Caso del deudor civil que se fuga u oculta. Cuando la declaratoria de quiebra de un deudor no comprendido en
el Artículo 41 se haya pronunciado teniendo como fundamento legal la situación prevista en el Artículo 43 N° 3
de la ley concursal, esto es, fuga u ocultación, la disposición del Artículo 234 inciso 2° del mismo texto legal
establece que debe iniciarse sumario criminal. Este sumario se rige por algunas de las normas que la ley del ramo
contempla para el juicio de calificación, vale decir, las disposiciones del Párrafo 3 del Titulo XIII.
No se trata en verdad de un procedimiento de calificación destinado a establecer y sancionar el delito de quiebra
ilícita, ya sea culpable o fraudulenta, que sólo comete el deudor calificado. Al deudor civil se le investiga y
sanciona la comisión de alguno de los delitos mencionados en el artículo 466 del Código Penal (alzamiento
de bienes en perjuicio de los acreedores).

La rehabilitación del fallido


Aspectos generales. La rehabilitación tiene por objeto hacer cesar las inhabilidades que pesan sobre la persona
del fallido (Art. 73 de la Ley de Quiebras), que no terminan por la clausura de la quiebra (convenio o
sobreseimiento).
Puede revestir la rehabilitación, fundamentalmente, dos modalidades:

1) Rehabilitación legal, y
2) Rehabilitación judicial.

Trataremos separadamente de cada una de ellas.

1) La rehabilitación legal. Como su nombre lo indica, es aquella que se produce por el solo ministerio de la
ley, sin necesidad de declaración judicial. Sólo se requiere sentencia firme o ejecutoriada que absuelve al
fallido o que sobresee definitivamente en el juicio de calificación.

Efectos de rehabilitación legal. Como una modalidad de rehabilitación, esta que se produce por el solo
ministerio de la ley tiene como consecuencia fundamental, en el plano jurídico, la de hacer cesar las
inhabilidades.
Pero asimismo, de conformidad con lo prevenido en el Artículo 237 de la ley concursal, el fallido rehabilitado por
la ley goza del beneficio de competencia que acuerda al deudor insolvente el N° 6° del Artículo 1626 del Código
Civil, mientras no se haya sobreseído definitivamente en el caso del Artículo 165 de la ley citada, es decir, este
beneficio dura hasta que se dicte sobreseimiento como clausura de la quiebra y no sobreseimiento en el
juicio de calificación. Además, como hemos visto, el sobreseimiento a que se refiere el Artículo 165 de la ley del
ramo tiene la virtud de extinguir todas las obligaciones del quebrado, de suerte que una vez pronunciado no
tendría objeto el beneficio de competencia, pues, demandado el deudor por algún acreedor, podrá oponer
la excepción de extinción de la obligación.

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2) La rehabilitación judicial. Se aplica respecto del Fallido que ha sido condenado por delito de quiebra ilícita,
sea culpable o fraudulenta, y requiere expresamente de un pronunciamiento de la justicia.
Para que el fallido pueda solicitar judicialmente su rehabilitación, se requiere que se reúnan las siguientes
exigencias legales:

a) Que se trate de un fallido culpable o fraudulento;


b) Debe justificar que ha cumplido las penas que se le han impuesto o que se le ha indultado, y
c) Debe acreditar que ha satisfecho íntegramente sus deudas.

Procedimiento de rehabilitación. La demanda de rehabilitación se interpone ante el juez que ha conocido


de la quiebra del deudor. En este procedimiento, el Fiscal Nacional hace las veces de contradictor respecto
del fallido solicitante de rehabilitación.
Pueden también apersonarse al juicio de rehabilitación los acreedores cuyos créditos no hayan sido íntegramente
pagados. La demanda de rehabilitación se notifica en igual forma que la declaratoria de quiebra y se tramita con
arreglo al juicio sumario.
La sentencia que conceda la rehabilitación será publicada en los diarios que designe el fallido. De la misma
forma en que se dio a conocer la declaratoria de quiebra del fallido culpable o fraudulento debe publicarse
la sentencia que acoge su demanda de rehabilitación.

Rehabilitación del fallido no comprendido en el Artículo 41. Este deudor puede solicitar su rehabilitación, de
conformidad con lo establecido en el Artículo 240 de la Ley de Quiebras, siempre que se reúnan los requisitos
que dicha norma exige, a saber:

a) Transcurso de un plazo de un año desde la declaratoria de quiebra;


b) Que no se hayan deducido acciones criminales en su contra dentro de dicho plazo;
c) Que, habiéndose deducido acciones criminales, hubieren recaído en todas ellas resoluciones ejecutoriadas que
absuelvan al fallido o que sobresean definitivamente, y
d) Que, habiendo sido condenado el fallido en alguno de dichos juicios criminales hubiere cumplido las penas y
satisfecho íntegramente las deudas.

La rehabilitación especial del deudor no comprendido en el Artículo 41 está sometida a un procedimiento muy
similar al que analizamos respecto del fallido culpable o fraudulento (Artículo 240 de la Ley de Quiebras).

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