Está en la página 1de 11

EL DEPORTE Y LOS JUEGOS EN LA EDAD MEDIA1

Roger Benito Julià

El deporte y los juegos son unas de las manifestaciones más antiguas de la


humanidad. El deporte, tal y como lo conocemos actualmente, tiene una concepción
de competición. Tiene también concepciones nacionales (los estados, las ciudades, los
asociaciones deportivas se enfrentan en los Juegos Olímpicos o en competiciones de
clubes). Es obvio también que hay un lado que concierne el deporte con la salud: se
practica deporte para “estar en forma”.
Esta concepción actual no era la misma en la Edad Media. En la esta época no existe
la relación entre el deporte y la salud. En cambio la concepción competitiva sí que
existe, o sea, se juega o se hace deporte para ganar. ¿Que se puede ganar? fama,
prestigio –por ejemplo en los famosos combates entre caballeros y las justas– así
como también riquezas y honores. Los juegos de azar aparte de divertir sirven para
ganar dinero, así como para perderlo. Este artículo pretende dar unas pinceladas sobre
la práctica del deporte y los juegos en la Edad Media, ya que estos aspectos, presentes
en ésta época, han sido poco tratados por los investigadores.
Hay una evolución general del deporte y los juegos en la Edad Media. Entre los siglos
XI y XIII sobre todo están los torneos y las luchas entre caballeros. En esta época el
ideal caballeresco está en pleno apogeo y esto hace que en las cortes europeas se
organicen torneos entre caballeros. Muchas de las novelas caballerescas tienen como
temática estas justas y torneos.
Posteriormente entre los siglos XIV y XV, hay un cambio. El paso de la Alta Edad
Media a la Baja Edad Media, provoca que el ideal caballeresco decaiga. La vida en las
ciudades se impone y con ella cambian las costumbres, juegos y deportes. Los juegos
y deportes practicados por los nobles y la gente del pueblo que ya eran diferenciados
en este momento se distancian aun más. Por lo que concierne a los juegos practicados
en la Edad Media también tienen una evolución similar a la de los deportes.

EL INICIO: EGIPTO, GRECIA Y ROMA

1
Publicado en la Revista Medieval. Barcelona: Toison. 2005.
Se tiende a buscar la base de la civilización occidental en Grecia. Pero en Egipto y en
las otras culturas del Próximo Oriente, ya se practican deportes que han llegado hasta
nuestros días.
Las celebraciones de eventos deportivos en Egipto, están muy relacionadas con el
Dios viviente: el faraón. El Estado organizaba eventos deportivos conjuntamente con
la repartición de carne o trigo entre los espectadores. Estos eventos deportivos se
celebraban en el día festivo de los trabajadores. La jornada laboral era de ocho horas
en una semana de diez días. Los deportes que practicaban los egipcios eran el tiro con
arco, la lucha con palos, el boxeo entre otros Todas estas manifestaciones servían de
entrenamiento para los soldados en tiempos de paz.
El inicio de la idea de deporte como competición hay que buscarla en la antigua
Grecia primero y posteriormente en el Imperio Romano. Las diferentes ciudades
helénicas tenían sus juegos deportivos. Los cuatro más importantes eran los juegos
ístmicos de Corinto, los juegos nemeos de la ciudad de Nemea, los juegos píticos en
la montaña sagrada de Delfos y los juegos olímpicos que se realizaban en la región de
Elida, en Olimpia. Estos últimos se establecen como el cómputo del tiempo en la
antigua Grecia. Estos juegos además de la competición tenían una significación
mítico-religiosa. Además muchas de las pruebas servían de entrenamiento para los
soldados que participaban. El tiro con arco, la lucha, las carreras, el lanzamiento de
jabalina eran pruebas y situaciones en las que los soldados se podrían encontrar.
En el Imperio Romano los deportes y los juegos se transformaron en espectáculo.
Todos tenemos en mente a los gladiadores romanos y los juegos y espectáculos en el
anfiteatro. Muchas ciudades de provincias tenían su estadio y su propio circo (dónde
se celebraban las carreras). El lema panem et circences (pan y circo) era habitual en la
época del Bajo Imperio, ya que el circo servía para distraer las masas de problemas
mayores del Imperio. En 393 d.C. se celebraron por última vez los Juegos Olímpicos.
Todo esto finalizó con la irrupción de los pueblos germánicos y la desmembración del
Imperio Romano de Occidente (año 476).

EL IMPERIO BIZANTINO: EL HIPÓDROMO


Esta tradición romana que une el espectáculo relacionado con el deporte se mantuvo
en el hipódromo de Constantinopla, heredero directo del circo romano. En el
hipódromo se realizan las carreras de caballos y es también un indicador de la política
del Imperio. El emperador una vez elegido se presentaba públicamente en el
hipódromo y recibía las aclamaciones del pueblo. En esta época el Emperador iba al
hipódromo para ser reconocido por el pueblo. Si esto no ocurría el Emperador solía
ser depuesto. Era uno de los pocos lugares donde la opinión pública bizantina se podía
expresar libremente.
Además en esta instalación habían diferentes facciones políticas –representadas cada
una por un color– que apoyaban diversas opciones religiosas dentro del Imperio
Bizantino. En el siglo VI las facciones más influyentes eran la de los azules (venetoi),
partidarios de la ortodoxia y a quienes, por lo tanto, también se llamaban calcedonios
(partidarios del concilio de Calcedonia); y la de los verdes (prasinoi), que se atenían
al monofisismo (éstos creían que Jesucristo sólo tenía una sola naturaleza divina).
Bajo el reinado de Anastasio, había estallado una insurrección en la capital. El partido
ortodoxo, aclamando un nuevo emperador, se había precipitado en el hipódromo,
donde compareció Anastasio aterrado, sin diadema, y ordenó al heraldo declarar al
pueblo que estaba dispuesto a deponer el poder. Viendo la multitud al emperador en
tan deplorable estado, se calmó y la insurrección concluyó.
Es también conocido el episodio de la insurrección del año 532. La llamada revuelta
de la nika (victoria), quería derribar la emperador Justiniano y a su aparato
gubernamental (sobretodo a los juristas Triboniano y Juan de Capadocia, debido a sus
abusos). Las turbas empezaron en el hipódromo de Constantinopla. Teodora, esposa
de Justiniano y hija del cuidador de los osos del hipódromo, socorrió a su marido. El
historiador Procopio de Cesárea reproduce las palabras de Teodora:

“Es imposible al hombre, una vez venido al mundo, evitar la muerte; pero huir
cuando se es emperador es intolerable. Si quieres huir, césar, bien está. Tienes
dinero, los barcos están dispuestos y la mar abierta... Pero reflexiona y teme, después
de la fuga, preferir la muerte a la salvación. Yo me atengo a la antigua máxima de
que la púrpura es una buena mortaja”2

La revolución acabó con la matanza ordenada por Justiniano y ejecutada por el


general Belisario. A partir de este momento reinó con mano férrea sobre el Imperio.
Hubieron también otros episodios relacionados con el hipódromo bizantino. Cuando
los genoveses y pisanos tenían el monopolio comercial de la capital estos tenían

2
Procopio, De bello persico, I, 24, 35—37.
asientos reservados en el hipódromo, en época de la dinastía de los Comnenos y de la
familia Ángel (finales del siglo IX y siglo X). Juan Comneno se reunía con los
genoveses en el hipódromo.
Tales episodios son característicos del influjo ejercido por el hipódromo y la
muchedumbre de la capital sobre el gobierno y el emperador.

EL ISLAM
El ajedrez se introduce en la Europa occidental a través de los árabes que ocupan la
Península Ibérica en el año 711. El ajedrez, actualmente considerado un deporte, se
practica sobre un tablero dividido en sesenta y cuatro cuadrados, treinta y dos blancos
y treinta y dos negros. El jugador dispone de diversas piezas (ocho peones, dos torres,
dos caballos, dos alfiles, una reina y un rey) y cada una de ellas tiene un movimiento
característico. El objetivo es capturar el rey del contrario. Éste deporte fue muy
popular a lo largo de la Edad Media, y ha perdurado hasta nuestros días sin variación
alguna, desde que los musulmanes lo adoptaran de Persia, el cual había llegado a
través de la India. (donde ya se jugaba en los siglos V y VI d. C.). El juego, tal y
como apunta el arabista Juan Vernet, fue introducido por el iraquí Ziryab en la ciudad
de Córdoba, hacia el año 857. Por estas fechas ya era conocido en la zona oriental del
Islam en el siglo VI. El juego también fue difundido a través de las cruzadas desde
Oriente hacia Europa.
Otro de los deportes que también introducen los árabes es el polo, deporte que mezcla
el arte de montar a caballo y el manejo del mazo con el que se le da a la pelota, para
llegar al objetivo final de puntuar marcando.

LAS JUSTAS Y TORNEOS


Paralelamente al auge y posterior desmoronamiento del Imperio Bizantino en la
Europa Occidental se desarrolló el ideal caballeresco y con él la celebración de justas
y torneos.
Éstos torneos son la válvula de escape de la ínfulas bélicas de la caballería feudal y de
la violencia señorial indiscriminada. Esta actividad es muy semejante al deporte y se
encuentra en la frontera entre el juego y la guerra. El marco dónde tiene lugar son los
castillos y campamentos reales. El poder de convocatoria de las justas y de los torneos
es enorme; podemos afirmar que es un espectáculo público, pero no con la magnitud
de los juegos olímpicos o de las carreras en el hipódromo bizantino. Estas dos
actividades mezclan elementos deportivos (competitividad, destreza, fuerza), con
elementos lúdicos (premios, honores, recompensas) y también militares (combate,
armamento, riesgo físico) que llevan a la gloria, a la victoria, a la humillación o a la
mutilación en el mejor de los casos, ya que la muerte siempre estaba presente en los
torneos, no tanto por una herida recibida, sino por la infección o la gangrena.
En los libros de caballerías se describe la crudeza de los torneos. Roger de Hoveden
relata cómo los hijos de Enrique II de Inglaterra se trasladan a Francia para justar, ya
que el rey había prohibido los torneos en las islas dado el alto peligro que suponen
para la integridad física de los caballeros.3 Otro autor William de Newburgh, en su
Historia Regum Anglicarum, nos explica que Ricardo I revoca la orden de su padre al
opinar que los soldados ingleses son inferiores a los franceses debido a su falta de
entrenamiento.4
La participación en estos torneos está reservada exclusivamente a la cúpula de la
pirámide social y goza de gran popularidad entre los magnates y barones, capaces de
disponer de tres o cuatro caballerías adiestradas para la guerra. Pero además tienen los
fondos necesarios para el salario de una serie de servidores (pajes, escuderos,
armeros, portadores de lanzas y estandartes etc.) Los verdaderos protagonistas de los
torneos son los miembros más jóvenes de los clanes familiares de la alta y baja
nobleza, siempre dispuestos a dar rienda suelta a sus instintos militares para así
alcanzar la gloria y los favores de las mujeres. Geoffrey de Monmouth en su Historia
Regum Britanniae escribe a mediados del siglo XII:

“Los caballeros miden sus fuerzas en viriles juegos ecuestres que imitan los combates
verdaderos, mientras las damas los contemplan desde lo alto de las murallas,
estimulándoles a combatir y apasionándose ellas mismas por el juego y los
protagonistas” 5

Con el transcurso del tiempo los torneos se desplazan del mundo rural a los centros
urbanos, dónde se acondicionan plazas y espacios capaces de contener cabalgadas y
combates. En Barcelona, en la Plaza del Born (al final de la actual calle Montcada) se
realizan obras de ampliación a finales del siglo XII y principios del XIII para

3
Citado por KEEN, Maurice: La caballería, Barcelona: Ariel. 1986. Pág. 121.
4
Ídem. Pág. 122.
5
Historia Regum Britanniae. Madrid: Ed. Siruela. 1984. Pág. 161.
conseguir unas medidas adecuadas para las carreras de los caballos y para instalar
tarimas de madera para los espectadores. Más adelante, a principios del siglo XV, se
decide una nueva remodelación y en el mes de julio de 1424 los consellers (miembros
del gobierno municipal) expropian la casa del mercader Joan Ballaró y proceden a su
derribo con objeto de “exemplar e embellir la dita plaça” (agrandar y embellecer la
dicha plaza).6 El motivo real es la voluntad de Alfonso el Magnánimo, quien el 6 de
agosto organiza un torneo espectacular en que él mismo rompe lanzas con los nobles
Bernat de Centelles y Ramon de Mur.7
Algunos torneos se celebran con motivo de la llegada a la ciudad de reyes o miembros
de familias reales, como pasa el 30 de mayo de 1366 a raíz de la visita de la reina
Juana, mujer de Enrique de Castilla.8
De esta forma los torneos pierden su componente básico militar y ganan publicidad y
asistencia de espectadores, posibilitando al pueblo llano el acceso a un ritual hasta el
momento reservado a las clases dirigentes. También se celebran con la llegada del
conde de Foix (el 13 de noviembre 1455) o el del duque de Calabria, hijo del rey de
Nápoles (el 5 de agosto de 1477).

LA CAZA Y LA CETRERÍA, DEPORTES REALES


No hay duda de que la caza es uno de los deportes por antonomasia, como tampoco la
hay de que se practica desde el paleolítico de muy diversas maneras. La caza, de
cualquier modo, puede ser defensiva u ofensiva, según si el hombre se limita a
protegerse de las agresiones de los animales salvajes o, por el contrario, toma la
iniciativa ante el estímulo de un beneficio monetario o de procurarse el sustento. Pero
existe una eventualidad que no contempla los supuestos anteriores, al menos de forma
directa, y es cuando el hombre caza por placer, por deporte, dando lugar así a lo que
entendemos por caza lúdica, practicada por la alta nobleza y la realeza de forma casi
exclusiva.
En la Edad Media la caza es al igual que las justas un signo de distinción social y un
substituto de la guerra. Se organizan cacerías para probar tanto el valor de los
cazadores como la destreza en el uso de las armas. La ventaja inmediata se traduce en

6
Llibre de les solemnitats de Barcelona, I, Barcelona: 1930. Págs. 24-26.
7
Llibre de les solemnitats de Barcelona, I, Barcelona: 1930. Págs. 28.
8
Rúbriques de Bruniquer, I, Barcelona, 1912. Pág. 230.
la obtención de buenas piezas que surtirán la mesa de una aristocracia que hace de la
carne la base de su alimentación hasta límites insospechados.
La caza está monopolizada por el rey y hay monarcas adictos a este deporte. Los reyes
de la Corona de Aragón son un buen ejemplo: desde Jaime II hasta Alfonso el
magnánimo, pasando como su apodo indica por Juan el cazador –quien murió
mientras cazaba–, organizan cacerías y muchos abandonan los asuntos de estado para
disponer de unos días de montería. Existían medidas para proteger algunas especies
de animales sobre todo a lo largo de los siglos XIV y XV. Las variedades más
protegidas eran los ciervos y corzos, por un lado, y perdices, faisanes y francolines
por el otro.
Jaime II, rey de la Corona de Aragón, repobló su finca de Valldaura de ciervos, cabras
hispánicas y otros animales. La finca pasó en 1298 a manos de Romeu Marimon,
miembro de la aristocracia barcelonesa, con la condición que siempre tuviera en ella
ciervos y otros animales, pero que no críe jabalís. En muchos viajes Jaime II captura
animales vivos y los lleva a su finca de Valldaura.
Hay dos formas básicas de practicar la caza: a pie y a caballo. Se usan perros y aves
de presa así como diferentes tipos de armas. Éstas principalmente son arrojadizas
(venablos, flechas, lanzas) pero también las hay manuales (dagas, cuchillos, espadas),
que sirven para preparar las piezas in situ.

EL JUEGO DE LA BALLESTA
Con el desarrollo de las ciudades en la Baja Edad Media y la aparición de la
burguesía, se desarrollan nuevos juegos y deportes más populares.
Uno de los prácticas deportivas más populares en las ciudades de la Baja Edad Media
es el juego de la ballesta. Es una prueba difícil que combina la fuerza física con la
precisión y la destreza. La ballesta se introduce en Europa a partir del siglo XIII y la
celebración de concursos y juegos se convierte en un hecho cotidiano. En la
Barcelona medieval del siglo XIV se celebraba una competición anual llamada joc de
la ballesta, convocada por las autoridades municipales.
El premio para el ganador es la joya, premio consistente en una ballesta decorada al
estilo genovés, con el escudo de la ciudad en plata fina. En la Mallorca del siglo XV,
en la ciudad de Palma, los premios para los ganadores del juego de ballesta son
totalmente monetarios. El gobierno municipal de la ciudad desvía dinero de los
impuestos recaudados (sobre el aceite, el vino, las carnes...) para pagar al ganador del
torneo.
En un principio las dianas de los ballesteros son inmóviles pero pronto se dispara
contra aves, animales y frutas colgadas en los árboles. El gobierno municipal de
Barcelona se ve forzado en 1313 a prohibir cazar palomas en la ciudad y disparar
contra los frutos de los árboles frutales.

EL JUEGO DE PELOTA
Conjuntamente con los deportes-espectáculos –como los torneos– y los deportes de
aventura –como la caza mayor–, se practica en las ciudades un juego más sencillo y,
en cierto modo, más humilde. No precisa de grandes espacios ni de grandes medios,
sino de un plano vertical y de una pequeña pelota confeccionada con trapos envueltos
en una cubierta de cuero. Se trata del juego de pelota, que consiste en impulsar la
pelota con la mano (desnuda o protegida por un guante) o con la ayuda de una pala o
raqueta contra la pared o frontón.
El juego, por su simplicidad, se conoce desde tiempos antiguos en distintas latitudes.
Gozó de divulgación entre griegos, egipcios, romanos e incluso en ciertas culturas
precolombinas, como los mayas, seguramente como actividad lúdico-ritual.
En la Edad Media se practica desde el siglo XII, aunque alcanza verdadera difusión en
el XIV. En un primer momento se juega en plazas y calles, ya que la construcción de
locales cubiertos (tripudia) –al estilo de los frontones modernos– se inicia a finales de
la Baja Edad Media por iniciativa pública o privada.
A lo largo de los siglos XIV y XV es habitual la imagen de niños y adultos
practicando este juego en las calles de las ciudades, organizando competiciones o
apuestas y causando molestias a los vecinos con la algarabía de los participantes y el
continuo golpear de la pelota. También se juega frenéticamente en los patios de las
casas, en el interior de las tabernas, burdeles y garitos, donde su popularidad alcanza
cotas inauditas.
Hay testimonios literarios que hablan del juego de pelota, como Curial, personaje del
romance anónimo de Curial i Güelfa, que cuando se ve apartado de su amor, Güelfa,
recluida en la mansión del marqués de Monferrato, se pasa tot lo jorn jugant pilota
davant lo palau (se pasa todo el día jugando a pelota delante del palacio).

OTROS DEPORTES Y JUEGOS PROHIBIDOS


Aparte de los juegos y deportes meramente físicos, en la Baja Edad Media destacan
también los juegos de azar. Los ciudadanos de los núcleos urbanos se distraen con un
juego muy parecido al juego de bolos, que en las ordenanzas municipales de
Barcelona se le llama joc de bitlles. La tella es un otro juego de destreza, en que los
jugadores colocan dinero y otros objetos de valor junto a un poste (el palet) y lanzan
una especie de disco (la tella). Todo aquello que se separa del poste pasa a poder del
afortunado lanzador.
También está el lanzamiento de dardos, así como el ajedrez y las damas. Estos juegos
están permitidos por el gobierno municipal ya que estimulan la capacidad intelectual
(como el ajedrez), el ejercicio físico (como el tiro con ballesta) o bien la habilidad o la
destreza (como lo son los bolos). Es bien conocido el manuscrito de Alfonso X el
sabio, rey de Castilla, titulado “Libro de ajedrez, damas et tablas”. Este manuscrito
que habla de los juegos de tablero y de su reglamentación, se conserva en la
Biblioteca del Monasterio de El Escorial y fue realizado en Sevilla en el año 1283 y
seguramente se inspiraba en fuentes árabes. Colaboraron con el rey especialistas
árabes, hebreos y cristianos.
En las ordenanzas municipales de Barcelona aparecen juegos prohibidos tales como
las iugescas (apuestas), el cabraboc (de mecánica desconocida) y las creueres. La
mecánica de éste último consiste en dibujar un rectángulo en el suelo y dividirlo en
ocho triángulos. Cada jugador dispone de tres fichas (llamadas dametes) y gana quien
hace creueta, o sea quien consigue colocar una dameta en el centro y dos en los
extremos transversales. Éste juego es muy parecido al tres en raya.

Los dados también son objeto de persecución por los gobiernos municipales en la
Baja Edad Media. La motivación de este juego es también económica y no lúdica.
Existen numerosos bandos en las ordenanzas municipales de las ciudades de esta
época, en donde se expulsan a los tahúres, ya que no aportan nada bueno a la ciudad.
Éstos una vez expulsados van a otra ciudad. Por esto los nombres que aparecen en los
bandos son de gente foránea de la ciudad, que seguramente ya han sido expulsados
anteriormente de otro núcleo urbano. Alfonso X ya legisló en 1276 las casas de juego
en el manuscrito titulado “Ordenamiento de la Tafurerías”.
La razón de la prohibición de estos juegos es debido a que éstos pierden su carácter
lúdico-deportivo, ya que los participantes no buscan la distracción sino el beneficio
económico. Los lugares en donde se desarrollan es en el sórdido mundo de las
tabernas y burdeles medievales.

A MODO DE CONCLUSIÓN
El deporte en la Edad Media no es igual en Oriente que en Occidente. En Oriente se
transmite la celebración de grandes espectáculos derivada del Imperio Romano y
cómo el hipódromo es la continuación del anfiteatro.
Tampoco es igual el deporte que practican los altos estamentos que las clases más
bajas de la sociedad. A lo largo de la historia vemos como el deporte va muy ligado al
entrenamiento militar. Muchos de los deportes y juegos que se practican sirven para
entrenar a los soldados en tiempo de paz. Éste fenómeno es visible desde el antiguo
Egipto hasta la Alta Edad Media.
Es en la Baja Edad Media donde hay un gran cambio ya que los deportes se
popularizan. Anteriormente el deporte (como la caza o el ajedrez) era casi exclusivo
de la aristocracia y la realeza. Frente al despliegue de medios de la aristocracia, a
partir del siglo XIV, con el apogeo de las ciudades medievales y la aparición de una
nueva clase social (la burguesía) es cuando el deporte ya no es exclusivo de las clases
altas. Se desarrollan en las ciudades juegos más populares en que todo el mundo
puede participar (el juego de pelota).
Con la aparición de los juegos populares aparecen también las regulaciones reales y
municipales de las ciudades. Se prohíben los juegos de azar en donde se puede apostar
dinero para primar a los deportes más físicos y de destreza.

PARA SABER MÁS


Espai i Temps d’Oci a la Història, Actas de las XI Jornades d’Estudis
Històrics Locals. Palma de Mallorca: Institut d’Estudis Baleàrics. 1993.
Fiestas, juegos y espectáculos en la España Medieval, Actas del VII Curso de
Cultura Medieval, celebrado en Aguilar del Campo (Palencia) del 18 al 21 de
septiembre de 1995. Madrid: Ediciones Polifemo. 1999.
CARRERAS CANDI, Francesc; GUNYALONS BOU, Bartomeu (Eds.):
Rúbriques de Bruniquer. Barcelona: Ajuntament de Barcelona. 1913.
DURAN I SANPERE: Llibre de les solemnitats de Barcelona, vol. I
(1424-1546). Barcelona: Institució Patxot. 1930.
HUIZINGA, Johan: Homo Ludens. Madrid: Alianza Editorial / Emecé. 2002.
KEEN, Maurice: La Caballería. Barcelona: Editorial Ariel. 1986.
VASSILIEV, Alexander A.: Historia del Imperio Bizantino. Barcelona: Ed.
Iberia. 1946.
VERNET, Juan: Lo que Europa debe al Islam de España. Barcelona: El
Acantilado. 1999.

También podría gustarte