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Pulgar, pulgar,
se llama éste,
éste se llama índice
y sirve para señalar,
éste se llama corazón
y aquí se pone el dedal,
aquí se pone el anillo
y se llama anular
y este tan chiquitín
¡meñique, meñique!.
2 Los patitos
Todos los patitos
se fueron a nadar
y el más pequeñito
se quiso quedar
su mamá enfadada
le quiso regañar
y el pobre patito
se puso a llorar
3 Los ratoncitos
Cinco ratoncitos de colita gris,
mueven las orejas, mueven la nariz,
abren los ojitos, comen sin cesar,
por si viene el gato, que los comerá,
comen un quesito, y a su casa van,
cerrando la puerta, a dormir se van
CANCIONES GUATEMALTECAS
2. COBÁN
EN COBÁN YO DISFRUTÉ
DEL ENCANTO DE SU SUELO
LAS BELLEZAS QUE ADMIRÉ
MOTIVARON ESTA CANCIÓN.
EN COBÁN ME QUEDARÉ
DISFRUTANDO DEL PAISAJE
Y DEL CLIMA ENCANTADOR
DE COBÁN CIUDAD IMPERIAL.
//ADMIRANDO SU VERDOR
SE DIVISA EL ENCANTO DE LA ORQUÍDEA
MONJA BLANCA PRIMOROSA
QUE EN SU SUELO FLORECIÓ
QUE ES LA FLOR NACIONAL//
LUNA DE XELAJÚ
QUE SUPISTE ALUMBRAR
EN MIS NOCHES DE PENA POR UNA MORENA
DE DULCE MIRAR
LUNA DE XELAJÚ
ME DISTE INSPIRACIÓN
LA CANCIÓN QUE TE CANTO
REGALA CON LLANTO DE MI CORAZÓN
EN MI VIDA NO HABRÁ
MAS CARIÑO QUE TU MI AMOR
PORQUE NO ERES INGRATA
MI LUNA DE PLATA
LUNA DE XELAJÚ
LUNA QUE ME ALUMBRÓ
EN MIS NOCHES DE AMOR
HOY CONSUELAS LA PENA
POR UNA MORENA QUE ME ABANDONÓ
POEMAS INFANTILES:
1 La Tarara
La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.
Lleva la Tarara
un vestido verde
lleno de volantes
y de cascabeles.
La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.
Luce mi Tarara
su cola de seda
sobre las retamas
y la hierbabuena.
Ay, Tarara loca.
Mueve, la cintura
para los muchachos
de las aceitunas.
3 El renacuajo paseador
El hijo de Rana, Rinrín renacuajo,
salió esta mañana muy tieso y muy majo
con pantalón corto, corbata a la moda,
sombrero encintado y chupa de boda.
—¡Muchacho, no salgas! —le grita mamá
pero él hace un gesto y orondo se va.
Halló en el camino, a un ratón vecino
y le dijo: —¡Amigo!— venga usted conmigo.
Visitemos juntos a doña Ratona
y habrá francachela y habrá comilona.
A poco llegaron, y avanza Ratón,
Estírase el cuello, coge el aldabón,
da dos o tres golpes, preguntan ¿quién es?
—Yo doña ratona, beso a usted los pies.
¿Está usted en casa? —Sí señor, sí estoy,
y celebro mucho ver a ustedes hoy;
estaba en mi oficio, hilando algodón,
pero eso no importa; bienvenidos son.
Se hicieron la venia, se dieron la mano,
y dice Ratico, que es más veterano:
— Mi amigo el de verde rabia de calor,
démele cereza, hágame el favor.
Y en tanto que el pillo consume la jarra
mandó la señora traer la guitarra
y a renacuajo le pide que cante
versitos alegres, tonada elegante.
—¡Ay! de mil amores lo hiciera, señora,
pero es imposible darle gusto ahora,
que tengo el gaznate más seco que estopa
y me aprieta mucho esta nueva ropa.
—Lo siento infinito —responde tía Rata—,
aflójese un poco chaleco y corbata,
y yo mientras tanto les voy a cantar
una cancioncita muy particular.
Mas estando en esta brillante función
de baile, guitarra y canción,
la gata y sus gatos salvan el umbral,
y vuélvese aquello el juicio final
Doña gata vieja trinchó por la oreja
al niño Ratico maullándole: “¡Hola!”
Y los niños Gatos a la Rata vieja
uno por la pata y otro por la cola.
Don Renacuajito mirando este asalto
tomó su sombrero, dio un tremendo salto.
Y abriendo la puerta con mano y narices,
se fue dando a todos noches muy felices.
Y siguió saltando tan alto y aprisa
que perdió el sombrero, rasgó la camisa,
se coló en la boca de un pato tragón
y este se lo embucha de un solo estirón.
Y así concluyeron, uno, dos y tres
Ratón y Ratona, y el Rana después.
Los gatos comieron y el pato cenó,
¡y mamá Ranita solita quedó!
LEYENDA
1 LA RIQUEZA Y LA POBREZA
Existió, hará un largo tiempo, un humilde hombre que
vivía en la más absoluta pobreza. Este hombre tenía un
hijo muy egoísta, que cansado de no recibir de su pobre
padre cuanto le pedía, decidió que era hora de
marcharse a iniciar su propia vida, llena de más
caprichos y lujos.
Transcurridos unos cuantos años desde la partida de su
hijo, el padre habría logrado salir adelante con muy
buen pie, enriqueciéndose de tal forma gracias a sus
negocios en el mundo del comercio, que se había
trasladado de casa y de ciudad, rodeado de mil y una
comodidades. Su hijo, por el contrario, no había
conseguido salir de la pobreza, y caminaba mendigando
de pueblo en pueblo y viviendo gracias a la ayuda de
las gentes.
Aquel padre, a pesar de haber abandonado su vida
anterior y haberse convertido en un hombre con tanta
suerte, no conseguía olvidarse de su hijo, lamentándose
día a día de su marcha y soñando con su llegada:
¡Dónde estará mi hijo! Yo ya soy viejo, y ¡desearía
tanto que pudiese acompañarme en mis últimos días de
vida, y heredara con mi despedida toda mi riqueza!
Y, cosas del destino, ocurrió que su hijo buscando
limosna, llegara a la ciudad a la que se había traslado el
padre y que tocara a su misma puerta. Tan cansado de
caminar de allá para acá, el hijo ni siquiera reconoció a
su padre, que se encontraba reposando placenteramente
sobre un sillón de buena mimbre en el porche
ajardinado de su gran casa.
Pero el padre sí reconoció a su hijo, y muy emocionado
se levantó de su sillón para darle un gran abrazo, así
como la bienvenida a su nuevo hogar. Sin embargo,
aquello no tuvo nunca lugar, porque el hijo, asustado
ante tanta riqueza y temeroso de ser humillado, salió
corriendo de allí como alma que lleva el diablo.
ADIVINANZAS
TRABALENGUAS