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EL HECHO MORAL Y ÉTICO

EL HECHO MORAL

El hecho moral es la acción realizada por el hombre en cuanto hombre, sin


relación con las realidades de la naturaleza. Sus características son:

a) El hecho moral es consciente, porque el individuo que actúa moralmente es


consciente del fin que quiere conseguir y de los motivos que le han llevado a
realizar ese acto, lo cual comporta la previsión del resultado y la responsabilidad
de su actuación.

b) El hecho moral afecta al grupo social, porque el comportamiento moral del


individuo traen consecuencias que el grupo social lo aprueba o no. De ahí se
desprende los actos morales, inmorales y amorales.

c) El Hecho moral esta encaminado a la consecución de un fin, porque tiende a


identificarse con la práctica del bien.

d) El hecho moral está sometido a una norma, porque el individuo interioriza


conscientemente preceptos sin presiones externas, a diferencia de las normas
jurídicas o sociales.

HECHO ÉTICO

Es un saber normativo que reflexiona sobre los códigos morales presentes en


determinadas culturas y ámbitos humanos. Estudia el hecho moral, es decir, el
valor que tienen las conductas humanas en sociedad con vistas a hacer del vivir y
convivir algo bueno. Es una rama del saber dentro de la Filosofía. ETIMOLOGÍA:
Ética deriva del término griego hechos, carácter, modo de ser, modo de
comportarse. La ética abarca muchos ámbitos de la sociedad (ética científica,
ética profesional o deontológica, ética religiosa, ética social, ética personal.

CARÁCTER SOCIAL DE LA ÉTICA: La exigencia ética de la persona está


estrechamente conectada con el sentido moral de la sociedad en la que vive, se
desarrolla y se comunica, pues somos seres sociales, vivimos en sociedad.

El sujeto de los hechos morales


La existencia humana evoluciona
de acuerdo a la oscilación de sus experiencias. No es extraño que los individuos
de ámbitos conservadores tiendan a comportamientos liberales, y, los liberales
tiendan a lo conservador. Pero los individuos son parte de estructuras e
instituciones que no pueden eludir a su antojo. Socialmente se constata que las
instituciones sociales son más que los individuos.

Las instituciones permanecen aunque falten aquellos entes que la fundaron. Eso
es verdad. Sin embargo, las instituciones dependen de las personas, y según la
calidad de las personas, las instituciones son funcionales o disfuncionales, débiles
o fuertes. Al afirmar, por ejemplo, que las instituciones de justicia están en crisis,
debiéramos fijar nuestra atención en los individuos que la constituyen. Es por eso,
en los temas que tratamos a lo largo de esta unidad buscan comprender al ser
humano a partir de su voluntad , sus valores, su racionalidad, sus normatividad ,
su dignidad.

. Entendiendo al ser humano, en ese vaivén, que le permite su condición evolutiva,


comprenderemos su entorno social. Para empezar abordamos a la persona como
sujeto de los hechos o actos morales.

Actos del hombre y actos humanos Acción no-deliberada (Actos del hombre)
1 Actos del hombre es todo lo que la persona hace dándose cuenta o no.
Corresponden al ámbito de los instintos o de los actos reflejos que configuran la
naturaleza humana ( la inteligencia práctica ) o a los modos de ser de la persona
individual o social (ethos) que en cierto modo tiende ser “ inconsciente
”. Tales actos no siempre son deliberados.

Ejemplos: estornudar, pasear, correr, estudiar, comer, respirar, tocar, reír, mirar,
atravesar una puerta, Moralmente, no siempre se puede emitir un juicio de valor
o de responsabilidad.

EL SUJETO DE LOS HECHOS MORALES Y ÉTICOS

EL SUJETO DE LOS HECHOS ÉTICOS

Es una Unidad Totalizante, es decir el sujeto moral es "todo" el hombre (no hay
separación de cuerpo y espíritu sino se refiere a la integridad): Concurre el hombre
integral y se expresa el hombre total. En efecto, al acto singular debe atribuírsele
mayor o menor valoración ética cuanto más profunda o superficialmente se
exprese la persona en él. A mayor o menor profundidad con que intervenga "toda"
la persona en un comportamiento moral, mayor o menor importancia tendrán sus
actos.

El hombre en cuanto a un todo aparece como una Inteligencia Sentiente: esto


significa que:

El hombre es un ser vivo en cuanto a que tiene actividad propia e interacción


adaptativa con el medio.

Es Original ya que tiene la capacidad de pensar abstractamente; comunicarse.


Es Inteligente, porque tiene la facultad de inteligir realidades. Ya que la intelección
es una habitud del hombre, lleva incluido el sentir, es decir la habitud del hombre
es la inteligencia sentiente. Posee una habitud que se manifiesta como intelectiva
y como sensitiva al mismo tiempo. La sensibilidad está intrínsecamente en la
inteligencia humana.
La comprensión del hombre como inteligencia sentiente debe ser asumida dentro
de la antropología moral. En ella se ve que en todo comportamiento moral la
manifestación unitaria del hombre es dimensión sensitiva e intelectiva. En todas
las acciones humanas, actúa siempre esta actividad de la inteligencia sentiente.
Posee además una Estructura Personal ya que el hombre es una realidad
personal.

Tenemos dos aspectos de la persona:


La estructura del ser personal: tiene que ver con su conformación, su
individualidad y su personalidad.

*Persona significa conformación, es decir, sus elementos son conectados en


estructura y función, donde cada una de sus partes subsisten desde el todo y el
todo subsiste desde las partes.

*Individuo significa una entidad cuya unidad se aplica negativamente, en el sentido


que alguien es individuo en cuanto no es otro, es decir está determinado a su ser.
Persona, en cambio, se refiere en cuanto dicha unidad es definida positivamente
ya que es libre y aún consistente en su tal.

*La personeidad lleva consigo una interioridad de autoconsciencia y autoposeción.


Persona es el ser conformado, interiorizado, espiritual y creador, siempre que esté
en sí mismo y disponga de sí. Para el hombre entender que "él es él y yo soy yo"
es algo natural, ya que cada persona es un centro dinámico único de los actos.

2.En cuanto a las Propiedades del ser personal, podemos señalar:


El ser personal es único e indefinible debido a su complejidad. No termina de
abarcar ni de acabar, lo que lo hace inaccesible; es nombrable pero no numerable.
El es él! , sin ser más que otro, haciéndolo incuantificable. Al revelarse desde su
interior y en el interior del otro, no puede ser indiferente ya que le atañe en lo más
vivo.
La noción de persona juega un papel decisivo en la moral ya que el sujeto y objeto
de la moral es la persona, es decir se trata de personalismo moral.
La importancia del concepto de persona para la moral se entendería en todo los
niveles, esto es, en el contenido y en la estructura. El contenido es primero y
fundamental, de donde se derivan todos los demás.
El sujeto del comportamiento moral es la persona, es decir, la unidad como un
todo, con todas las características mencionadas.
* El hombre es Un ser Para el Encuentro. Ya que es en el encuentro consigo
mismo; con lo trascendente; con los demás y con el mundo que la persona se va
descubriendo frente así misma y frente a los otros.
Aristóteles concibe al hombre como animal político en cuanto ser social, ya que se
realiza dentro de la polis, en el Estado-Ciudad, conviviendo con sus
conciudadanos y realizándose en cargos cívicos. En el pensamiento aristotélico la
comunidad política se identifica con la ciudad "ya que ella es la causa de todos los
bienes del hombre".
El hombre es un ser indigente porque precisa de los demás al interactuar en la
comunidad, formar familia etc. Está destinado por naturaleza a vivir políticamente.
La indigencia se fundamenta en el carácter sintáctico de su naturaleza (genitivo o
dependencia de; ablativo o existencia de; dativo o existencia de misión hacia y
tendencial).
*Por último el hombre es una realidad inter-subjetiva (inter-personal), es decir, la
persona tiene una estructura de diálogo , donde el "yo" se constituye en la
referencia a "tu".

EL SUJETO MORAL

I. ORIGEN DEL TRATADO ACERCA DE LOS "ACTOS HUMANOS". Ha sido


preocupación constante de la ética y de la moral teológico la comprensión y el
estudio de los actos humanos. Es decir, aquella actividad, propia del hombre, que
permite calificar como "buenas" o "malas" las acciones de cada persona.

1. Ya desde la filosofía griega, el estudio de los actos humanos se hace a partir de


la perspectiva del conocimiento y de la voluntariedad de dichos actos. Así lo
expone Aristóteles en su Ética a Nicómaco.

2. En la misma línea, Tomás de Aquino expone la doctrina en varios de sus


escritos. Si bien es en la I—II de la Suma Teológica donde lo hace
sistemáticamente. La extensión de esta parte de la Suma indica la importancia que
tiene el estudio de las condiciones requeridas para que la actividad humana pueda
ser objeto de juicio moral.

3. Los autores posteriores siguieron esta misma vía y, de este modo, este tratado
adquirió gran importancia en los Manuales. Según los distintos autores, al estudio
de la actividad humana se le aplicaban los conocimientos de la psicología de la
época. Pero son, precisamente, estos estudios los que exigen hoy una orientación
nueva: ha cambiado la terminología y las ciencias humanas aportan nuevos datos
que es preciso incorporar.

II. LA PERSONA HUMANA: SUJETO MORAL

1. La primera inculpación que se hace a la doctrina de los viejos Manuales es que


no han considerado la unidad de la persona, por lo que se les acusa de cierto
platonismo en la distinción entre cuerpo y alma. Por el contrario, subrayar la
unidad radical de la persona es una exigencia que viene demandada tanto desde
el punto de vista psicológico, como por parte de la teología. Pero es preciso evitar
el riesgo de pasar desde el dualismo al monismo. Para ello, se puede recurrir a la
doctrina, tan frecuente en teología, de "distinguir", pero no "separar".

2. Además de la unidad cuerpo—alma, es necesario atender otros aspectos


constitutivos del ser del hombre, que son inseparables de su propia vida y que han
de tenerse en cuenta para el juicio moral de sus actos: son su condición social o
sociabilidad, la historicidad y, en el cristiano la realidad de la gracia, por la
elevación sobrenatural.

3. En este punto se pretende examinar la condición del ser espiritual. El texto trata
de descubrir las características del alma humana, que concreta en cuatro:
autorreflexión (de la que brota el juicio de la conciencia); la autoposesión (o
conocimiento profundo de sí mismo); la autocomunicación (que redimensiona la
condición social del hombre) y la autodeterminación (que especifica la carácter de
ser libre). Estas cuatro dimensiones u operaciones del espíritu deben ser
valoradas y reflexionadas.

4. De las anteriores consideraciones se siguen consecuencias muy decisivas para


juzgar la moralidad de los actos humanos. Para hacer un juicio moral, es preciso
tener a la vista todas esas dimensiones que confluyen en el hombre. El acto
humano es rico y complejo, en él se dan cita múltiples elementos y circunstancias.
Por eso entraña también la obligación individual de alcanzar el desarrollo de esa
riqueza que encierra su vida. A este respecto, es importante incorporar los
hallazgos ciertos de las ciencias, pero sin subordinar la teología moral a las
corrientes de opinión que no gozan de la garantía de certeza científica.

III. EL ACTO HUMANO ES EL QUE SE REALIZA CON ADVERTENCIA. En este


apartado se estudian las condiciones para que el acto se lleve a cabo con
conocimiento, que es lo que posibilita que sea racional. El acto ejecutado sin
suficiente conocimiento no se le puede imputar al sujeto. La advertencia requerida
puede faltar por causas muy diversas.

IV. EL ACTO HUMANO EXIGE LA DELIBERACIÓN. En este amplio apartado se


expone la doctrina sobre la libertad humana. El tema es de excepcional interés y
debe reflexionarse sobre él, de modo que, en lo posible, se adquieran ideas claras
sobre la libertad. La importancia del tema supera la doctrina de la aplicación
concreta a los actos humanos, dado que debe ser objeto de enseñanza más
detallada con el fin de valorar la libertad y ayudar a fortalecerla. Sólo el hombre
verdaderamente libre será capaz de conducirse moralmente.

V. LA LIBERTAD Y SUS CONSECUENCIAS. Se estudian en este último apartado


tres enunciados que han ocupado muchas páginas en los Manuales de Moral
tradicionales y que en la actualidad no han perdido importancia. Más aún, en su
solución o interpretación se dan cita las distintas corrientes actuales en el campo
de la ética teológica.

1. El "voluntario in causa". No se da una nomenclatura común entre los autores,


pues algunos lo identifican con el "voluntario indirecto". Aquí se distinguen:
mientras el "voluntario in causa" puede desconocer que se siga otro efecto distinto
del que se pretende alcanzar, el "voluntario indirecto" se sabe ya, antes de realizar
la acción, que tal acto lleva consigo dos efectos, uno bueno y otro malo. Este es el
tema que se trata en el apartado segundo.
2. El "voluntario indirecto". Tal como aquí lo entendemos, se identifica con el tema
clásico de la "acción de doble efecto". El tema es importante, pues es de frecuente
aplicación. Los ejemplos de los Manuales son sólo tipo, pero la actividad del
hombre, máxime en la complejidad de la vida actual, es frecuente que a su acción
se sigan dos o más efectos, de los cuales alguno sea considerado inmoral. Ahora
bien, el hombre debe actuar y no se le puede condenar a abstenerse en su
actividad. De aquí la necesidad de esclarecer la doctrina moral. Es conveniente
una comprensión adecuada de las cuatro condiciones que se repiten en casi todos
los Manuales de teología moral. Su aplicación no es siempre fácil, por lo que en
ocasiones entra en vigor el principio de la prioridad de la recta conciencia.

¿QUÉ ES LA EMPATÍA?

La empatía es la capacidad de entender los pensamientos y emociones ajenas, de


ponerse en el lugar de los demás y compartir sus sentimientos.

No es necesario pasar por las mismas vivencias y experiencias para entender


mejor a los que nos rodean, sino ser capaces de captar los mensajes verbales y
no verbales que la otra persona nos quiere transmitir, y hacer que se sienta
comprendida de manera única y especial.

2. ¿Cómo se desarrolla la empatía?


La empatía se da en todas las personas en mayor o menor grado.

No se trata de un don especial con el que nacemos, sino de una cualidad que
podemos desarrollar y potenciar.

La capacidad para la empatía empieza a desarrollarse en la infancia.

Los padres son los que cubren las necesidades afectivas de los hijos y los que les
enseñan, no solo a expresar los propios sentimientos, sino también, a descubrir y
comprender los de los demás.

Si los padres no saben mostrar afecto y comprender lo que sienten y necesitan


sus hijos, estos no aprenderán a expresar emociones propias y por consiguiente,
no sabrán interpretar y sentir las ajenas.

De ahí la importancia de una buena comunicación emocional en la familia desde el


principio.

La capacidad para la empatía se desarrollará más fácilmente en aquellas


personas que han vivido en un ambiente en el que han sido aceptadas y
comprendidas, han recibido consuelo cuando lloraban y tenían miedo, han visto
como se vivía la preocupación por los demás...

En definitiva, cuando las necesidades afectivas y emocionales han estado


cubiertas desde los primeros años de vida.
3. Obstaculos que dificultan la empatía
Muchas veces hemos podido preguntarnos por qué la gente no busca apoyo en
nosotros o se retraen a la hora de hablarnos de sentimientos.

Existen una serie de barreras que suelen impedir este acercamiento.

Entre los errores que solemos cometer con más frecuencia a la hora de
relacionarnos con los demás están esa tendencia a quitarle importancia a lo que le
preocupa al otro e intentar ridiculizar sus sentimientos; escuchar con prejuicios y
dejar que nuestras ideas y creencias influyan a la hora de interpretar lo que les
ocurre; juzgar y acudir a frases del tipo "lo que has hecho está mal", "de esta
forma no vas a conseguir nada", "nunca haces algo bien"... ; sentir compasión;
ponerse como ejemplo por haber pasado por las mismas experiencias; intentar
animar sin más, con frases como "ánimo en esta vida todo se supera"; dar la razón
y seguir la corriente....Todo esto, lo único que hace es bloquear la comunicación e
impedir que se produzca una buena relación empática.

Las personas que están excesivamente pendientes de sí mismas tienen más


dificultades para pensar en los demás y ponerse en su lugar.

Por lo tanto, para el desarrollo de la empatía tendríamos que ser capaces de salir
de nosotros mismos e intentar entrar en el mundo del otro.

4. Estrategias para desarrollar la empatía


Es evidente que hay personas que por diversas razones tienen mucha capacidad
empática y sin embargo otras, poseen enormes dificultades para entenderse con
la gente y ponerse en su lugar.

En cualquier caso, conviene saber que las habilidades empáticas se pueden


potenciar y desarrollar:

En cuanto a las actitudes que se deben tener para desarrollar la empatía


destacan:

Escuchar con la mente abierta y sin prejuicios; prestar atención y mostrar interés
por lo que nos están contando, ya que no es suficiente con saber lo que el otro
siente, sino que tenemos que demostrárselo; no interrumpir mientras nos están
hablando y evitar convertirnos en un experto que se dedica a dar consejos en
lugar de intentar sentir lo que el otro siente.
Habilidad de descubrir, reconocer y recompensar las cualidades y logros de los
demás. Esto va a contribuir, no solamente a fomentar sus capacidades, sino que
descubrirán también, nuestra preocupación e interés por ellos.
5. ¿Cómo expresar la empatía?
Hay varias formas de expresar empatía.
Una de ellas es hacer preguntas abiertas. Preguntas que ayudan a continuar la
conversación y le hacen ver a la otra persona que estamos interesados por lo que
nos está contando.

Es importante, también, intentar avanzar lentamente en el diálogo, de esta forma


estamos ayudando a la otra persona a que tome perspectiva de lo que le ocurre,
dejamos que los pensamientos y sentimientos vayan al unísono y nos da tiempo
de asimilar y reflexionar sobre el tema.

Antes de dar nuestra opinión sobre el tema, debemos esperar a tener información
suficiente, cerciorarnos de que la otra persona nos ha contado todo lo que quería y
de que nosotros hemos escuchado e interpretado correctamente lo esencial de su
mensaje.

En ocasiones los otros no necesitan nuestra opinión y consejo, sino saber que los
estamos entendiendo y sintiendo lo que ellos nos quieren transmitir.

Cuando tengamos que dar nuestra opinión sobre lo que nos están contando es
muy importante hacerlo de forma constructiva, ser sinceros y procurar no herir con
nuestros comentarios.

Para esto es muy importante ser respetuoso con los sentimientos y pensamientos
de la otra persona y aceptar abiertamente lo que nos está contando.

Es aconsejable tener una buena predisposición para aceptar las diferencias que
tenemos con los demás, ser tolerantes y tener paciencia con los que nos rodean y
con nosotros mismos.

Aunque ser tolerante no quiere decir que tengamos que soportar conductas que
nos hacen daño o que pueden hacer daño a otros, sino aceptar, comprender y
respetar las diferencias.

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