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ÉTICA Y LA MORAL
1. Definición
1
Paredes Hernández Esperanza & Velasco Espitia, María. (s/f). Ética. Universidad de Pamplona. Pág. 10)
Recup. de: http://www.unipamplona.edu.co/unipamplona/portalIG/
home_109/recursos/octubre2014/administraciondeempresas/semestre5/11092015/eticaadmin.pdf
afirma el citado psicólogo Jean Piaget, si cada uno de nosotros nos respondiéramos con
honestidad y sinceridad y vivenciáramos las siguientes preguntas:
➢ ¿Quién soy yo? Un hombre con lo que implica esta identidad antropológica. No soy un
animal de solos impulsos, pero tampoco soy un trozo de palo.
➢ ¿Quién soy yo realmente? Autoaceptación personal de mis propias y tal vez exclusivas
circunstancias, mi sexo, mi edad, mi cultura, mi situación socio económica, mi profesión,
mi religión, etc.
➢ ¿Cómo debo comportarme de acuerdo con este, mi ser humano y mi ser personal tanto
individual como social y profesional? Debo ser coherente con mis propios principios
filosóficos, políticos, etc.
➢ ¿Cómo me va? Con autenticidad y franqueza debo aceptar mis propias experiencias de
logros y fracasos buscando las causas y obrando nuevamente en consecuencia, evitando
los errores y perseverando en el bien.]2
2. El sujeto de la ética
El sujeto de la ética es la persona humana, pues sólo ella es capaz de la moralidad. Porque es un
ser racional, volitivo, sensitivo y consciente de sus propios actos, autónomo, libre e imperfecto;
capaz de distinguir el bien del mal. Asimismo, hay una convergencia en el pensamiento actual
hacia la dignidad y grandeza del hombre. Cristianos y pensadores en general, todos están de
acuerdo en que la persona humana constituye sujeto de la ética en cuanto es capaz de la conducta
ética y principio de todos los actos.
2
Paredes Hernández Esperanza & Velasco Espitia, María. (s/f). Ética. Universidad de Pamplona. Pág. 13) Recup. de:
http://www.unipamplona.edu.co/unipamplona/portalIG/home_109/recursos/octubre2014/administraciondeempresas/semestre5/1109
2015/eticaadmin.pdf
➢ Elemento ejecutivo o sea el compromiso: es la opción o aceptación explícita o implícita del
sujeto hacia determinada actitud o comportamiento y su consiguiente ejecución externa.]3
3
Paredes Hernández Esperanza & Velasco Espitia, María. (s/f). Ética. Universidad de Pamplona. ( Pág. 52) Recup. de:
http://www.unipamplona.edu.co/unipamplona/portalIG/home_109/recursos/octubre2014/administraciondeempresas/semestre5/1109
2015/eticaadmin.pdf
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Consciencia moral. (pág. 287 al 289). Recup. de http://www.eticaepolitica.net/corsodimorale/Fundamental10.pdf
ámbitos de la vida. Sin libertad no se puede hablar de actos humanos, de bien y de mal. El Concilio
Vaticano II afirma al respecto: “la orientación del hombre hacia el bien se logra con el uso de la
libertad, la cual posee un valor de nuestros contemporáneos que ensalzan su entusiasmo y con
razón la dignidad humana requiere que el hombre actúe, según su conciencia y su libre elección,
motivo inducido por convicción interna y personal, y no bajo la presión de un ciego impulso
interior o de la mera coacción externa.
a) ¿Qué es y cómo se divide la libertad?
Libertad, en general, es la facultad de autodeterminarse. Pero para hablar con propiedad de
libertad hay que distinguir entre:
Libertad Filosófica Es algo vital y objetivo en el hombre, pero no es un órgano o facultad que se
desarrolla físicamente como cualquier parte del cuerpo humano. La libertad no crece
espontáneamente sino que se conquista. Es la potencialidad de autodeterminarse, o sea de decir
sí o no libremente a una acción. Es un fenómeno típico y exclusivamente humano y se explica
por su racionalidad. El hombre no sólo apetece las cosas para satisfacerse instintivamente las
necesidades inmediatas, sino que puede valorarlas de acuerdo con intencionalidades o intereses.
Así escapa al determinismo biofísico y se abre a la autodeterminación, atraído, incitado y
estimulado a actuar por un juego psicobiológico de emociones y motivaciones. Esto no quiere
decir que el hombre no tenga sus condicionamientos y sus limitaciones al autodeterminarse. Pero
la libertad no consiste en la carencia de condicionamientos si no en la reacción consciente sobre
los mismos condicionamientos.
Libertad Psicológica. Es la carencia de obstáculos, condicionamientos o presiones internas que
dificulten el ejercicio de la autodeterminación.
Libertad Física. Facultad de autodeterminarse sin presiones externas.
Libertad Moral. Facultad de elegir dentro del bien y lo indiferente, comienza en el momento en
el que el hombre se dice a sí mismo, aunque yo físicamente y psíquicamente pueda actuar de un
modo o de otro y aunque sintiéndome inclinado a actuar de esta o de aquella manera que me es
placentera y más útil, lo que más me conviene, o lo que debo hacer es tal cosa, y por lo tanto, mi
escogencia y mi comportamiento debe ser tal. De esta libertad es de la que se habla en ética y
suele definirse como la capacidad e autodeterminación y elección de medios para alcanzar el bien.
Es como la fuente de donde brota la decisión moral. No hay que confundir libertad con libertinaje.
Ésta es la licencia para hacer cualquier cosa con tal que deleite, aunque sea mala o perjudique, es
un auténtico abuso de la libertad.
b) Grados y Limitaciones de la Libertad. En sí y hablando teóricamente, dado que el hombre
filosóficamente considerado es un ser independiente y por naturaleza igual, no podría hablarse
de diversos grados de libertad y nadie tendría derecho de impedir a otro de que haga lo que
le plazca. Pero, como el hombre vive en sociedad, no existe vida en común sin acuerdos sobre
un conjunto de actitudes, acuerdo que cuando es total, hace las actividades obligatorias y así
como el hombre permanezca libre, de hecho, en muchos casos queda limitado o condicionado
de sus actos y por lo mismo en el ejercicio de su libertad. De modo que la libertad no es
absoluta. Está condicionada por el bien y la verdad, por las costumbres sociales y las leyes,
por las limitaciones de la propia naturaleza, pro los derechos ajenos, el bien público y la
moral. La misma “declaración universal de los derechos del hombre” votada y aprobada por
las naciones unidas en 1948, después de enumerar los derechos individuales concluye: “en el
ejercicio de sus derechos y limitaciones establecidas por la ley, exclusivamente son vistas a
asegurar el reconocimiento y respeto de los derechos y libertades de los otros y para satisfacer
las justas exigencias de la moral, el orden público y el bienestar general de una sociedad
democrática”. En este espíritu y con estas limitaciones, deben entenderse las tal promulgadas
libertades, como “libertad de enseñanza”, “libertad de cátedra”, “libertad de conciencia”,
“libertad religiosa”, etc. En todas partes existe, o por lo menos, debería existir una continua
integración entre el bien común y la conciencia de libertad individual.]5
6. Ética y la virtud.
5
Paredes Hernández Esperanza & Velasco Espitia, María. (s/f). Ética. Universidad de Pamplona. (Pág. 57-58) Recup. de:
http://www.unipamplona.edu.co/unipamplona/portalIG/home_109/recursos/octubre2014/administraciondeempresas/semestre5/1109
2015/eticaadmin.pdf
Según, Santo Tomás sostiene la virtud « tiene materia sobre la que (circa quam) versa, y materia
en la que (in qua) se da, esto es, el sujeto. […] Por eso, en lugar de la causa material se pone el
sujeto de la virtud, al decir que es una buena cualidad de la mente. [nota del traductor: La
“mente”, como sujeto o virtud, comprende no sólo el entendimiento, sino también la voluntad o
apetito racional y las facultades anímicas de orden sensitivo que participan intrínsecamente la
racionalidad]». (Suma I-II, q. 56).
De este modo establece la distinción entre virtudes intelectuales y virtudes morales, con la
salvedad que si bien, las virtudes intelectuales perfeccionan la inteligencia, guiando y ayudando
al hombre al recto conocimiento de la verdad; las virtudes morales, al ser de carácter apetitivo y
perfeccionar el acto humano en orden a su fin –que puede ser natural o sobrenatural–, propiamente
perfeccionan a la totalidad del hombre con sus facultades y potencias. Por eso, en cierto modo, al
referirnos a la educación es preferible la formación de las virtudes morales, sin menosprecio de
las intelectuales, pues queda claro que es más perfecto quien obrar el bien que quien simplemente
lo define en conceptos.
Es importante, entonces, tener claridad acerca de dónde residen las virtudes y a qué perfecciones
apuntan las mismas, pues suele ser un lugar común en la universidades pensar que el mejor
alumno es el que da muestras de mayor capacidad intelectual y no aquel que es bien dispuesto y
moralmente ordenado; y en otras ocasiones, por el contrario, se premia la pura espontaneidad del
alumno y se descuida la formación intelectual y doctrinal necesaria que sustenta la vida moral del
educando.
Si tenemos en cuenta las potencias que son sujeto de la virtud, a partir de las virtudes cardinales
tenemos, por ejemplo, la siguiente disposición:
✓ A la Prudencia en la inteligencia.
✓ A la Justicia en la Voluntad.
✓ A la Fortaleza en el Apetito Irascible.
✓ A la Templanza en el Apetito Concupiscible.]6
Ahora bien, determinado el sujeto de las virtudes, nos interesan especialmente las reflexiones
sobre las virtudes cardenales que educan las facultades y las potencias que son sujetos de la virtud.
6
Matías Castro Videla (2010) Los fundamentos de la formación en virtudes en el ámbito escolar. Una reflexión a luz
de pensamiento Tomista. (Tesis pregrado) Universidad Fasta. Mar de Plata.
Pag. 25, 26 y 29, 30). Recup. de:
http://redi.ufasta.edu.ar:8080/xmlui/bitstream/handle/123456789/68/castro2010.pdf?sequence=1
a) Prudencia. - Virtud infundida por Dios en el entendimiento para que sepamos escoger los
medios más pertinentes y necesarios, aquí y ahora, en orden al fin último de nuestra vida, que
es Dios. Virtud que juzga lo que en cada caso particular conviene hacer de cara a nuestro
último fin. La prudencia se guía por la razón iluminada por la fe.
Abarca tres elementos: pensar con madurez, decidir con sabiduría y ejecutar de la mejor
manera.
Los medios que tenemos para perfeccionar esta virtud son: preguntarnos siempre si lo que
vamos a hacer y escoger nos lleva al fin último; purificar nuestras intenciones más íntimas
para no confundir prudencia con dolo, fraude, engaño; hábito de reflexión continua.
b) Justicia Virtud infundida por Dios en la voluntad para que demos a los demás lo que les
pertenece y les es debido. La justicia es necesaria para poner orden, paz, bienestar, veracidad
en todo.
Los medios para perfeccionar la justicia son: respetar el derecho de propiedad en lo que
concierne a los bienes temporales y respetar la fama y la honra del prójimo.
La virtud de la justicia regula y orienta otras virtudes: La virtud de la obediencia que nos
inclina a someter nuestra voluntad a la de los superiores legítimos. Estos superiores son: los
papás respecto a sus hijos; los gobernantes respecto a sus súbditos; los patrones respecto a
sus obreros; el Papa, los obispos y los sacerdotes respecto a sus fieles; y en el caso
profesional el superior directo (empleador) respecto a su personal (empleados).
c) Fortaleza. - Es la virtud que da fuerza al alma para correr tras el bien difícil, sin detenerse por
miedo, ni siquiera por el temor de la muerte. También modera la audacia para que no
desemboque en temeridad. Tiene dos elementos: atacar y resistir. Atacar para conquistar
metas altas en la vida, venciendo los obstáculos. Resistir el desaliento, la desesperanza y los
halagos del enemigo, soportando la muerte, si fuera necesario, antes que abandonar el bien.
Virtudes compañeras de la fortaleza: magnanimidad (emprender cosas grandes en la virtud),
magnificencia (emprender cosas grandes en obras materiales), paciencia (soportar
dificultades y enfermedades), longanimidad (ánimo para tender al bien distante),
perseverancia (persistir en el ejercicio del bien) y constancia (igual que la perseverancia, de
la que se distingue por el grado de dificultad).
d) Templanza. - Virtud que modera la inclinación a los placeres sensibles de la comida, bebida,
tacto, y demás. Para lo referente al placer desordenado del gusto, la templanza me dicta la
abstinencia y la sobriedad; y para lo referente al placer desordenado del tacto: la castidad y la
continencia.
Virtudes compañeras de la templanza: humildad, que modera mi apetito de excelencia y me
pone en mi lugar justo; mansedumbre, que modera mi apetito de ira.]7
7
Pascual J., Torres J., Vargas D. & Villagra N. (2015). Ética y RSE. (pág. 3 al 4). Recup. de:
http://cpcesanluis.org.ar/archivos/UCCUYO.pdf
➢ recta intención: que la voluntad quiera un fin bueno, conforme a la recta razón;
➢ recta elección: que la razón determine bien la acción que se va a poner como medio para
alcanzar aquel fin bueno, y la voluntad elija esa acción; y
➢ recta ejecución de la acción elegida.
8 Trigo, Tomás (). Las virtudes Humanas. Pag. ( 8 al 11) Recup. de: http://mercaba.org/ARTICULOS/L/lvhtt.pdf
La facilidad y prontitud del obrar virtuoso no es consecuencia del automatismo o de la falta de
deliberación, sino fruto de la mayor capacidad de conocer el bien y amarlo que proporciona la
virtud. En efecto, el que posee, por ejemplo, la virtud de la justicia quiere de modo firme un fin
determinado: ser justo. Por eso, cuando juzga una acción como conveniente para realizar ese fin
–después de una deliberación que puede ser breve o larga, según los casos-, la elige
inmediatamente, sin dudar entre ser justo o no serlo, y la pone en práctica diligentemente, sin
plantearse la opción por la injusticia.
La acción virtuosa se realiza con gozo, que no implica necesariamente placer sensible, y está muy
lejos de ser autocomplacencia. Las virtudes, al adaptar y asimilar las facultades humanas a los
actos buenos, connaturalizan a la persona con la conducta virtuosa, de modo que ésta se convierte
en algo natural que causa el gozo y la satisfacción.
Gracias a las virtudes, el hombre realiza la acción buena que ha elegido no con amargura o como
quien tiene que soportar una pesada carga, contradiciendo una y otra vez sus afectos para no
volverse atrás, sino con alegría y con verdadero interés, porque todas sus energías –intelectuales
y afectivas- cooperan a la realización del bien.
Influidos todavía por una cierta mentalidad puritana y por el pensamiento kantiano,
algunos juzgan que realizar acciones con facilitad y gozo tiene menos valor moral y
menos mérito que hacer el bien sintiendo repugnancia y disgusto. Pero lo esencial para
que una acción sea moralmente buena no consiste en la dificultad de su realización, sino
en su perfección interior y exterior, es decir, en el amor al verdadero bien. La persona
virtuosa actúa con más facilitad y gozo, y su acción tiene más valor, porque esa facilidad
y ese gozo son consecuencia de amar más el bien. Por eso se puede decir que «la verdadera
virtud no es triste y antipática, sino amablemente alegre». S. Josemaría Escrivá, Camino,
Rialp, Madrid 2001, 72ª, n. 657.
De esto no se debe deducir que el actuar virtuoso aleje de la persona el sufrimiento. El virtuoso
también sufre y siente pena y dolor, y a veces más que el vicioso o el mediocre, por tener una
sensibilidad más perfecta; pero sufre por amor al bien, y ese sufrimiento es perfectamente
compatible con la alegría y el gozo interior. De todas formas,]9
9
Trigo, Tomás (). Las virtudes Humanas. Pag. ( 11 al 12) Recup. de: http://mercaba.org/ARTICULOS/L/lvhtt.pdf
De ahí que un acto externo bien realizado no signifique, sin más, la existencia de verdadera virtud.
No es justo el que sólo ejecuta un acto externo de justicia de modo correcto, sino el que lo hace,
antes de nada, porque quiere el bien del otro. Sin embargo, el valor esencial del acto interior no
debe restar importancia al acto exterior. Si no se realiza el acto exterior de dar lo que se debe a
quien se debe, no se vive la virtud de la justicia; no vive la virtud de la gratitud el que solo se
siente agradecido, sino el que además lo manifiesta del modo adecuado.
10
Trigo, Tomás (s/f). Las virtudes Humanas. Pag. (15 al 16). Recup. de:
http://mercaba.org/ARTICULOS/L/lvhtt.pdf
6.7. Práctica profesional mediante la acción de las virtudes
[Prudencia: debe ser la virtud que debe guiar en todo momento al profesional, en cada decisión
que toma y en cada acción que ejecute. Como virtud que hace que el hombre distingue la acción
más razonable en cada situación (Aristóteles), el profesional debería elegir las mejores
alternativas que se le presenten, teniendo en cuenta las consecuencias de cada una. Prestando
atención, no solo a los efectos directos que le caerían sobre sus hombros, si no también, cómo
afectaría a su entorno (colegas, familia, amigos, sociedad).
Cuando no se practica esta virtud, se toman decisiones que pueden afectar de manera negativa a
otras personas, entidades e incluso países enteros. Como es el caso del escándalo ético de la
manipulación de los libros contables por parte de la empresa Enron y su auditora Andersen.
Justicia: es la virtud que debe disponer un profesional, para darle a los demás lo que les pertenece
y les es debido, respetando los derechos de las personas, incluidos los derechos de propiedad en
lo que concierne a los bienes temporales, respetar la fama, honra de cada una de las personas y
establecer relaciones humanas en armonía que promuevan la equidad respecto a las personas y al
bien común. Debe velar por la paz, el orden, el bienestar y la veracidad en todo. Esta virtud marca
a un profesional de modo que los inclina a someterse a la voluntad de los superiores.
Fortaleza: ésta virtud es la que da fuerza al profesional para conseguir un bien determinado el
cual parece dificultoso alcanzarlo, es la fuerza que le da al profesional la voluntad para superar
todos sus miedos e incertidumbres. Tiene dos elementos como se dijo: atacar y resistir. Atacar
para conquistar metas altas en la vida, venciendo los obstáculos. Resistir el desaliento, la
desesperanza y los contratiempos del enemigo, soportando diversos daños tanto físicos como
psicológicos si fuera necesario, antes que abandonar el bien querido.
La fortaleza, le da firmeza a la personalidad de un profesional, le da seguridad a la hora de tomar
una decisión cuando sabe que lo que está eligiendo es lo correcto y lo mejor para el bienestar de
la organización. Si, el profesional se encuentra en ausencia de esta virtud, no sabrá defender su
posición y decisión tomada, perderá seriedad en sus opiniones, perderá respeto; hasta llegar a un
punto en que ya no sepa qué decisión tomar o que hacer sin dudar totalmente de lo que piensa y
sepa: por más conocimiento y prácticas que haya acumulado en su carrera profesional.
Templanza: el profesional nunca debe perder la humildad que lo define, donde todas las personas
somos iguales y no hay nadie que sea mejor que él, ni él es mejor que nadie. Debe reflexionar que
su función es dentro de la organización, compuesta por personas, pero no es dueño de las mismas.
A su vez, el deseo de tener más éxito no se debe dejar llevar por la codicia; puede soñar con
crecer, alcanzar puestos más altos, pero sin perjudicar a sus compañeros/colegas. También, debe
pensar sus decisiones con claridad y objetividad; por ejemplo, en el caso de darle un ascenso a un
empleado, las emociones no deben influir, porque puede ser que se lo dé a alguien que sea su
amigo pero no lo merezca tanto como otro empleado con el que no tiene tanta relación.]11
11
Pascual J., Torres J., Vargas D. & Villagra N. (5015). Ética y RSE. (Pág. 6). Recuperado de:
http://cpcesanluis.org.ar/archivos/UCCUYO.pdf.
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