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Primero es necesario señalar que el tráfico marítimo está organizado según dos sistemas de
gestión: el servicio de las líneas regulares y el de los buques tramp o de oportunidad.
Las líneas regulares actúan en tráficos determinados, con tarifas de fletes e itinerarios fijos,
anunciados previamente al público interesado, mediante buques adecuados al tipo de carga
habitualmente transportada en dichos tráficos, que realizan viajes regulares. Su función es
brindar a cargadores y receptores de mercaderías, en una ruta particular, la regularidad y la
frecuencia de las salidas y llegadas de los puertos que necesitan para el eficiente desarrollo
de sus operaciones comerciales.
Los buques que no prestan servicios regulares desenvuelven su actividad en el aérea de la
navegación libre y cumplen prestaciones de oportunidad, son los denominados buques
tramp, dedicados al transporte de cargamentos completos o parciales. No tienen itinerario
fijo y transportan sus cargas en distancias relativamente largas y con tarifas negociadas
caso por caso.
Los buques tramp son afectados significativamente por las fluctuaciones del mercado por lo
que no existe una correlación entre los costos y los niveles de fletes. Diferente a las líneas
de fletes regulares que mantienen niveles de fletes más estables. Las oscilaciones en los
fletes de buques de línea son menores debido a que son fijadas por conferencias de fletes u
otros acuerdos.
Las empresas que operan buques en forma regular y según itinerarios fijos, dentro de un
tráfico determinado, están por lo común vinculadas entre sí, formando organizaciones
conocidas como conferencias marítimas o de fletes; lo que no significa que algunas se
mantengan al margen actuando como outsiders.
Las conferencias de fletes son asociaciones de armadores o transportadores que fijan las
tarifas de fletes correspondientes a cada mercadería. Está destinada a proteger a las
empresas de navegación y al comercio de exportación y de importación, mediante la
estabilización de las tarifas que todos los miembros de la organización deben respetar.
Esta situación fue consecuencia de la aparición del buque a motor que provoco la
desorganización del negocio marítimo y una despiadada competencia que llevo a la
bancarrota a muchas empresas. Así surgió la idea de constituir conferencias de armadores.
La primera fue creada en 1875 para cubrir el tráfico entre Reino Unido y la India.
En las conferencias se fijan fletes uniformes mínimos, no pudiendo los miembros percibir
fletes inferiores sin caer en las sanciones previstas en el acuerdo respectivo.
La regularidad, frecuencia y calidad del servicio ofrecido de líneas conferenciadas asegura
a exportadores e importadores buenas condiciones de las mercaderías en el tiempo previsto
o deseado en correspondencia con las exigencias de los ciclos comerciales; en algunos
casos hasta ventajas económicas adicionales que se otorgan a clientes fieles como el
sistema de reembolso diferido y el sistema de contrato.
Este sistema tiende a eliminar la competencia externa no así la interna que surge entre las
líneas de una misma conferencia. Para esta situación suelen negociarse y estructurarse
dentro del marco conferencial acuerdos de distribución de cargas, son llamados pools, y
que adjudican a cada armador un porcentaje en toneladas o en valor flete. Se constituyen en
acuerdos independientes.
Estos acuerdos contienen normas sobre escalas mínimas que cada línea miembro debe
hacer en cada puerto y es práctica necesaria que se reúnan periódicamente para tratar acerca
de la situación del pool.
Las conferencias de fletes son estructuras eficaces de regulación del tráfico marítimo,
aunque pueden convertirse en instrumentos de presión económica si no están controladas.
Se ha mantenido vigente pero ha ido perdiendo fuerza por las nuevas circunstancias
política-económicas, la acción de los países en desarrollo y por la penetración de las
mentalidades estadounidenses y orientales ya que este tipo de organización obedece a una
inspiración británica.
Estas conferencias son meras asociaciones de armadores sin existencia jurídica autónoma,
de ahí que los acuerdos con terceros sean concluidos con cada empresa que la conforma
separadamente y solo obligan a las que llevan a cabo los transportes respectivos.