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I.

ÉTICA GENERAL
I.1. Definición de la ética

La ética puede definirse como la ciencia normativa de la rectitud de los actos


humanos según principios últimos y racionales. Esta definición se explica
detalladamente de la siguiente manera:

I.2. La Ética como ciencia

La ética es un conocimiento que se preocupa por el fin al que debe dirigirse la


conducta humana y de los medios para alcanzar ese fin. Para ello resulta
fundamental establecer una ciencia de la conducta que se funde en la
comprensión de la "naturaleza", "esencia" o "substancia" humana. Esta "ciencia"
debe verse como un saber que incluye necesariamente la garantía o la prueba de
su propia validez. Así se entiende el ideal clásico o antiguo de la palabra ciencia,
aunque no de la ciencia moderna, que se asume como una serie de enunciados
matemáticos que son susceptibles de demostrarse experimentalmente.

La concepción de una ciencia ética debe apreciarse en el sentido que le otorgaron


los filósofos griegos de la antigüedad. Platón hace la distinción entre la ciencia o
conocimiento (epistéme) con respecto a la opinión (dóxa). La ciencia es un
conocimiento racional de la verdadera realidad; mientras que la opinión es algo
intermedio entre el conocimiento y la ignorancia, y comprende la esfera de la
percepción sensible (creencia y conjetura). La opinión, como una forma de juzgar
a través de las apariencias, no correspondería con el carácter probatorio que
presupone la ética.

Por eso nuestros valores éticos no deben fundarse en mitos, rumores o imágenes,
sino en conocimientos racionalmente fundamentados. También en Aristóteles
encontramos la misma definición de ciencia como "conocimiento demostrativo". Se
trata de un conocimiento por causas, que es capaz de determinar por qué un
objeto no puede ser diferente de lo que es. Es un conocimiento que no se limita al
plano de los hechos, sino que intenta explicar las causas y el porqué de esos
hechos. Por tanto, la ciencia tiene como objeto lo necesario y no lo accidental.

De la misma manera, los estoicos retomaron estas afirmaciones al señalar que la


ciencia es la comprensión segura, cierta e inmutable fundada en la razón. En todo
caso, la ética es una ciencia que aspira a explicar la validez de sus afirmaciones,
tratando de comprobar por qué algo es bueno o malo, justo o injusto, moral o
inmoral desde una perspectiva universal y necesaria.

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I.3. DIFERENCIA ENTRE MORAL Y ÉTICA

¿Qué es ética y que es moral? ¿Son lo mismo o hay que hacer distinciones entre
ellas? Hay mucha confusión acerca de esto.

En el lenguaje corriente e incluso culto, ética y moral son sinónimos. Así


decimos: \"aquí hay un problema ético\" o \"un problema moral\". Con eso
emitimos un juicio de valor sobre alguna práctica personal o social, si buena, mala
o dudosa.

Pero profundizando la cuestión, percibimos que ética y moral no son sinónimos.


La ética es parte de la filosofía. Considera concepciones de fondo, principios y
valores que orientan a personas y sociedades. Una persona es ética cuando se
orienta por principios y convicciones. Decimos entonces que tiene carácter y
buena índole. La moral forma parte de la vida concreta. Trata de la práctica real
de las personas que se expresan por costumbres, hábitos y valores aceptados.
Una persona es moral cuando obra conforme a las costumbres y valores
establecidos que, eventualmente, pueden ser cuestionados por la ética. Una
persona puede ser moral (sigue las costumbres) pero no necesariamente ética
(obedece a principios).

Estas definiciones, aunque útiles, son abstractas porque no muestran el proceso,


cómo surgen efectivamente la ética y la moral. Y aquí los griegos pueden
ayudarnos.

Ellos parten de una experiencia de base, siempre válida, la de la morada


entendida existencialmente como el conjunto de las relaciones entre el medio
físico y las personas. Y llaman a la morada, \"ethos\" (con e larga en griego). Para
que la morada sea morada, hay que organizar el espacio físico (cuartos, sala,
cocina) y el espacio humano (relaciones de los moradores entre sí y con sus
vecinos) según criterios, valores y principios para que todo fluya y esté como se
desea. Eso da carácter a la casa y a las personas. Los griegos también llaman a
esto \"ethos\". Nosotros diríamos ética y carácter ético de las personas.

Además, en la morada, los moradores tienen costumbres, maneras de organizar


las comidas, los encuentros, modos de relacionarse, tensos y competitivos o
armoniosos y cooperativos. A esto los griegos también lo llamaban \"ethos\" (con e
corta). Nosotros diríamos moral y la postura moral de una persona.

Sucede que esas costumbres (moral) forman el carácter (ética) de las personas.
Winnicot, continuando a Freud, estudió la importancia de las relaciones familiares
para establecer el carácter de las personas. Éstas serán éticas (tendrán principios
y valores) si han tenido una buena moral (relaciones armoniosas e inclusivas) en
casa.

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Los medievales no tenían las sutilezas de los griegos. Usaban la palabra moral
(viene de mos/moris) tanto para las costumbres como para el carácter. Distinguían
la moral teórica (filosofía moral), que estudia los principios y las actitudes que
iluminan las prácticas, y la moral práctica, que analiza los actos a la luz de las
actitudes y estudia la aplicación de los principios a la vida.

La ética y la moral tienen en común el hecho de guardar un sentido


eminentemente práctico; sin embargo, la ética es un concepto más amplio y rico
que la palabra moral. De esta manera, puede entenderse por moral cualquier
conjunto de reglas, valores, prohibiciones y tabúes procedentes desde fuera del
hombre, es decir, que le son inculcados o impuestos por la política, las costumbres
sociales, la religión o las ideologías. En cambio, la ética siempre implica una
reflexión teórica sobre cualquier moral, una revisión racional y crítica sobre la
validez de la conducta humana. En tal caso, la ética, al ser una justificación
racional de la moral, remite a que los ideales o valores procedan a partir de la
propia deliberación del hombre. Mientras que la moral es un asentimiento de las
reglas dadas, la ética es un análisis crítico de esas reglas. Por eso la ética es una
"filosofía" de la moral, si se entiende la filosofía como un conjunto de
conocimientos racionalmente establecidos.

La moral nace con la existencia misma del hombre, pues históricamente no se


conoce ningún pueblo, por "salvaje" o "primitivo" que se lo quiera suponer, que no
haya tenido normas, pautas o rituales de conducta. En cambio, la ética como
saber teórico que justifica o legitima la conducta moral, es relativamente reciente y
aparece con el advenimiento de la filosofía en el siglo VI a. C. en Grecia. Sin
embargo, la práctica de una ética teórica en sentido estricto surge hasta el siglo V
a. C. con Sócrates, quien hace tambalear la moral de su sociedad al proponer
como primordiales los valores espirituales antes que los materiales:

Mi buen amigo –dice Sócrates–, siendo ateniense, de la ciudad más grande y más
prestigiada en sabiduría y poder, ¿no te avergüenzas de preocuparte de cómo
tendrás las mayores riquezas y la mayor fama y los mayores honores, y, en
cambio no te preocupas ni interesas para nada por conocer el bien y la verdad ni
de hacer que tu alma sea lo mejor posible? Y si alguno de vosotros lo pone en
duda y sostiene que sí se preocupa de eso, no le dejaré en paz ni seguiré
tranquilamente mi camino, sino que le interrogaré, le examinaré y le refutaré, y si
me parece que no tiene ninguna virtud (areté), sino que simplemente la aparenta,
le increparé diciéndole que siente el menor de los respetos por lo más respetable y
el respeto más alto por lo que menos respeto merece.

La moral suele ser inseparable de las costumbres humanas, las cuales dependen
de la época, el clima, la región geográfica o de cualquier evento circunstancial. En
este sentido, la moral es cambiante y relativa a determinadas prácticas culturales.
El hombre generalmente se halla determinado por los valores de la sociedad en
donde vive, y por eso considera que las conductas acertadas son las que se
amoldan con esos patrones. Incluso en un caso tan controvertible como el aborto,
llama la atención que las mujeres de los países cuya práctica es legal suelen

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padecer menor remordimiento que en aquellos en que es ilegal e inmoral.
Usualmente, el influjo que ejerce la sociedad sobre sus miembros siempre es
mayor que el esfuerzo por educar a cada nueva generación de acuerdo con su
propio y verdadero sentido. Así, la estructura de toda sociedad descansa en las
leyes y normas escritas o no escritas que unen y ligan a los individuos. De esta
manera, la moral es lo que no es diferente dentro de toda forma de asociación, lo
mismo si se trata de la familia, una clase social, una estirpe o un Estado. El
problema de fondo radica en que el hombre si es un simple ser pasivo que acepta
todos los estándares de conducta que la sociedad le confiere, esta sociedad se
hunde porque por lo general no son los valores más humanos los que prevalecen.

A pesar del incesante "cambio" de moral, lo importante estriba en establecer un


criterio para delimitar las acciones buenas de las malas. Si consideramos que el
ser humano es sólo un ser de costumbres, realmente no lo podríamos distinguir
del animal. Pero si consideramos que es un animal con lógos, es decir, que habla
y piensa, lo bueno y lo malo no sólo es elegido por la colectividad, sino por la
propia razón. Muchas veces el hombre cree que piensa por el solo hecho de
seguir los dictados de la mayoría y no se percata de que la sociedad, aun antes de
que nazca, ya le ha escogido sus valores. Pero si alguien es capaz de reexaminar
esos valores, ya sea para eliminarlos, fortalecerlos o formar otros nuevos, ello
implica que también es capaz de pensar por sí mismo y de elaborar una ética o
filosofía moral. Por eso resulta fundamental el que la razón se convierta en una
fuerza que le permita gobernar al hombre los apetitos que comparte con los
animales, al dominarlos en una medida compatible con el bienestar de todo su ser.
Si los seres humanos únicamente reaccionáramos ante los estímulos del medio,
en nosotros sólo imperaría lo instintivo e irracional. Pero además de ello, podemos
crear otorgando significados y símbolos y elevar nuestra humanidad a veces a
costa del sacrificio de nuestra utilidad personal. Filósofos como Platón y Aristóteles
distinguieron la razón de la sensibilidad, considerando a esta última como la fuente
de las creencias infundadas y como el origen de los apetitos que se comparten
con los animales. Asimismo, a los estoicos se les debe la división entre los
animales y los hombres: a los animales les es dado como guía el instinto, que los
lleva a conservarse y a buscar lo ventajoso para ellos; a los hombres les es dada
la razón como la más perfecta guía y, por tanto, para ellos vivir conforme a la
naturaleza significa vivir conforme a la razón.

La racionalidad humana es el elemento que nos libera de prejuicios (ideas


fundadas en la ignorancia), estereotipos (imágenes rápidas y simplificadas de la
realidad) u opiniones arraigadas pero falsas, y que nos permite establecer un
criterio universal o natural para regir nuestra conducta. En este sentido, la razón
es capaz de penetrar en las leyes que rigen la perfección y la dignidad humanas,
las cuales son válidas para todos los tiempos y todas las culturas, siempre y
cuando no sean el resultado de los intereses individuales o las conveniencias
egoístas. Por eso la misión de la humanidad se centra en fundamentar una ética
cuyos valores sean universales y permanentes, y no el monopolio de una raza, un
credo o una determinada civilización. La ética es el arte de la perfección humana
que se extiende desde los individuos concretos hasta el conjunto de todos los

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seres racionales. En este orden de cosas, la ética es una forma saludable de vida
que muchas veces implica apartarse de las prescripciones que imponen los
grupos mayoritarios, en vistas a un desarrollo auténticamente humano.

1.4. El carácter normativo de la Ética

La ética es una racionalización del comportamiento humano, es decir, un conjunto


de principios o enunciados dados por la luz de la razón y que iluminan el camino
acertado de la conducta. Aristóteles define al hombre como un "animal racional".
En tal caso la razón o el lógos es lo que le indica al hombre lo beneficioso o lo
dañino, y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto. Pero al mismo tiempo es
poseedor de una parte animal que lo hace mantener una conducta no-racional y
que muchas veces lo aparta de su verdadera naturaleza. En este sentido, existe
una dimensión instintiva que, si no está subordinada a la razón, provoca que se
adopten conductas basadas en la opinión ajena, en comportamientos
temperamentales o en tempestuosas perturbaciones del alma. Si la parte irracional
del ser humano no se halla gobernada por la razón, a éste se le multiplican
desmesuradamente las necesidades y los apetitos relativos a la comida, la bebida,
los placeres sexuales y el dinero.

Esta conducta irreflexiva deberá ser normada o disciplinada por la razón y la


voluntad. Por eso hay que reconocer los "impulsos", "tendencias" o "fuerzas" que
determinan al hombre en contra de su verdadera naturaleza, para que puedan ser
encauzadas por sus mejores facultades en una medida compatible con el
bienestar de la totalidad de la persona. Existe una anécdota en la que un
extranjero, que pretendía conocer los caracteres a partir de los rostros, decía que
observaba en los rasgos de Sócrates muchos indicios de una naturaleza viciosa y
lasciva.

Los que se hallaban presentes se rieron de aquél, por lo que sabían de la vida
virtuosa y continente de Sócrates, pero éste mismo se puso de su parte: dijo que
todos esos placeres los había tenido en germen, pero que había llegado a
dominarlos por medio de la razón. Por eso la ética es una filosofía práctica que
busca reglamentar la conducta con vistas a un óptimo desarrollo humano. La ética
se propone perfeccionar al hombre en su acción. Aun cuando la ética sea un
conocimiento teórico, es, en última instancia, más importante el resultado de los
actos que mejoren la condición humana, que la más perfecta elaboración
especulativa de principios éticos que nunca se aplican a la vida práctica.

Sin embargo, es necesario saber cuáles son los medios para lograr la meta que
significa el desarrollo de lo genuinamente humano, y por eso se requiere de un
previo conocimiento del hombre (filosófico, científico, histórico y psicológico, entre
otros). En este sentido, si la ética busca alcanzar fines nobles, justos y buenos, los
medios para conseguirlos también deben ser nobles, justos y buenos. Por el
contrario, Maquiavelo asumía que el fin justificaba los medios, los cuales no eran
precisamente de índole ética. Tampoco deben aprobarse medios injustos aun

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cuando el fin a obtener sea el más justo, pues ello encierra un proceso de
corrupción que termina perdiendo de vista el objetivo, o que también puede
convertirse en una máscara de ideologías políticas que legitiman el uso de la
violencia en aras de beneficiar a determinados grupos sociales.

El carácter normativo de la ética tiene como fundamento un aspecto esencial de la


naturaleza humana, a saber: que el hombre es un ser imperfecto pero perfectible.
Si además de ser imperfectos fuéramos imperfectibles, no tendríamos ningún
problema moral, al no estar obligados a desarrollar todas nuestras
potencialidades. Por eso los principios éticos tienen una dimensión imperativa,
pues son mandatos u órdenes que nos damos para movernos a la realización de
actos que mejoren nuestra condición humana. Porque somos seres incompletos
buscamos perfeccionarnos y dirigir nuestras acciones hacia lo que debe ser.

Este deber se nos presenta como una necesidad de plenitud, de cristalizar al


máximo todas nuestras capacidades. Por tanto, en la ética el deber se manifiesta
como la conciencia de que no se es, pero que se puede llegar a ser. Por eso se
trazan metas o fines dados por la razón y se ejecutan a través de actos que
perfeccionan y ennoblecen al hombre. La ética queda plasmada como la exigencia
de perfección integral de la naturaleza humana, lo cual implica la búsqueda de la
excelencia como seres individuales, familiares y sociales. Como ya se ha
señalado, muchas veces los fines y deberes no surgen como fruto de una reflexión
propia, sino que son elegidos e impuestos de antemano por la colectividad. Incluso
suelen constituir patrones de conducta que disminuyen y empobrecen el ser propio
del hombre, al limitar todas sus capacidades sólo a aquellas a las que una
determinada época demanda, como puede ser el "éxito" económico.

El hombre, como animal que habla y piensa, también está supeditado a los
apetitos, sentimientos, emociones, estados de ánimo, prejuicios o
acondicionamientos sociales y psicológicos, que lo inhiben de promocionar su
dimensión específicamente humana. Por eso se hace indispensable que hagamos
un análisis racional y crítico, el cual reexamine los fines y deberes vigentes, ya sea
para eliminarlos, fortalecerlos o crear nuevas posibilidades. Para ello no es
suficiente la razón por sí sola, sino también un coraje y una tenacidad para
rectificar formas de pensamiento y conducta que la mayoría de las personas, por
costumbre o por temor al riesgo y a la soledad, no estarían dispuestas a cambiar.

La exigencia de perfección no puede estar centrada en un solo aspecto de nuestra


personalidad, pues la naturaleza humana es algo sumamente amplio y complejo.
Por eso, alcanzar una vida plena significa alcanzar un autodesarrollo integral, es
decir, la realización de nosotros mismos de manera completa. Para ello existe una
serie de elementos que nos configuran, que nos esculpen como personas y que
estamos impelidos a desplegar. En este sentido podemos enumerar los siguientes:

Espiritual: El ser humano busca desarrollar valores y virtudes relacionados con


actividades espirituales que enriquecen su alma, no sólo para la vida presente,
sino para después de la muerte física. La espiritualidad humana es la postulación

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del alma como sede principal, en cuyo terreno crecen la libertad y la
responsabilidad, las obligaciones morales, la virtud desinteresada, la
majestuosidad de la justicia, la superioridad del amor y la conciencia de un Dios
bondadoso y activo, que constituye un modelo para la humanidad. El crecimiento
de la espiritualidad se fomenta en la persecución de causas buenas y nobles, así
como en la disposición para tener una comunión con lo trascendente, practicando
virtudes como la fe, la esperanza, la caridad, la piedad y la santidad.

Físico: Existe una máxima de Juvenal que dice: "mens sana in corpore sano"
(mente sana en cuerpo sano). Se trata de la armonía existente entre un estado
psíquico y espiritual deseables y la buena salud física. Un cuerpo saludable y
robusto favorece la obtención de un mayor vigor moral e intelectual. Como señala
Spinoza, el alma y el cuerpo son dos manifestaciones distintas de una misma
realidad, pues el orden y la conexión de los fenómenos corpóreos corresponden
perfectamente con el orden y la conexión de los fenómenos anímicos. Con ello se
establece un paralelismo o una unidad psicofísica del hombre, es decir, la
indisoluble relación entre los procesos psíquicos y físicos. Como, por ejemplo,
cuando el alma afecta el cuerpo, las angustias, tristezas o traumas producen
alteraciones en el sistema nervioso; o cuando el cuerpo afecta el alma, los
desequilibrios químicos del organismo provocan estados depresivos. Por tanto, a
raíz del vínculo entre el alma y el cuerpo, también debe buscarse el
perfeccionamiento de éste a través del ejercicio, el deporte o la cultura física, la
buena nutrición y evitar todo tipo de exceso. Estas actividades favorecen, sin
duda, la adquisición de virtudes tales como la salud, la belleza y la fuerza física.
Por otra parte, el ejercicio físico no debe convertirse en una moda para cumplir
con un estándar social que establece un tipo de figura que se debe alcanzar, pues
ello significaría vivir en función de lo que dice la colectividad y no de un auténtico
aprecio por nuestro cuerpo.

Intelectual: Consiste en el desarrollo de la mente, la inteligencia o el


entendimiento. Para ello, el hombre se perfecciona a través de la educación o
cultura, que lo dispone a juzgar la validez de las cosas y a pensar por sí mismo sin
la guía de otros. El perfeccionamiento intelectual supone la profundización en
determinados campos del conocimiento, pero implica también la adquisición de
una cultura general o humanista, como ideal de la formación humana completa.
Nuestra educación no debe consistir en acumular información dispersa, sino en
adquirir una visión de conjunto que nos capacite para comprender y transformar el
mundo. En el desarrollo intelectivo es fundamental la no fragmentación científica o
cultural, pues difícilmente se podrán enfrentar problemas más allá de la rama o
disciplina específica, lo que puede generar un desequilibrio de la personalidad al
concentrarse en una única dirección, y sin interés, sin tolerancia y sin
comunicación con los que se encuentran fuera de ella. El conocimiento es uno
solo y su división en asignaturas o materias, corre el peligro de convertirse en
compartimentos estancos no estructurados ni interrelacionados ordenadamente,
hasta el punto de que pueden perder interés y sentido para la vida de la persona.
Por otra parte, el hombre culto que fomenta el crecimiento de su inteligencia, es
alguien abierto a la comprensión de las ideas de los demás, pues ello encierra un

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enriquecimiento aun en el caso de que no les reconozca validez. También es
alguien que conoce el pasado histórico, con el fin de interpretar mejor su presente
y su porvenir.

Además es capaz de apreciar las novedades en su justo valor, sin convertirlas en


objeto de adoración. Asimismo, el desarrollo racional implica la posibilidad de
abstraer, generalizar, deducir, inducir, comparar y valorar la información recibida.
De manera que el perfeccionamiento intelectual implica adoptar una posición
crítica frente a los prejuicios y estereotipos que permanecen arraigados en cada
época. Por eso no debe generarse una actitud pasiva frente a los saberes
consolidados, sino asumir que las respuestas que se han propuesto a los diversos
problemas son siempre aproximaciones a la verdad con un carácter provisional. La
búsqueda y creación de conocimientos no debe abandonarnos nunca, sobre todo
manteniendo una admiración y curiosidad sobre todo aquello que nos interroga.
Por tanto, podemos percatarnos de que saber por saber es un valor en sí mismo,
del que no necesariamente tenemos que devengar una utilidad económica.
Aristóteles dice al comienzo de la Metafísica: "Todos los hombres desean por
naturaleza saber".1

Volitivo: La voluntad es la apetencia o el deseo racional del hombre, y debe


distinguirse de la apetencia como deseo sensible, que está dirigido sólo por los
instintos irracionales. Puede observarse que la voluntad es el principio motor que
pone en práctica las decisiones de la razón, al estar siempre subordinada a ella.
Dice Platón que los tiranos no hacen lo que quieren, al hallarse gobernados por
deseos sensibles que son contrarios a la naturaleza y a la ley y que no han sido
dados por la razón, y, por consiguiente, no actúan conforme a la voluntad, es decir,
conforme a lo bueno. De ello podemos derivar que quien se deja arrastrar sin
medida ni orden por apetitos de comida, bebida, placeres amorosos y dinero, no
sigue la voluntad sino el puro deseo.

La voluntad, como principio de acción según el bien que proporciona la razón,


siempre está presente en los actos virtuosos. Sin embargo, muchas veces la razón
y la voluntad no operan conjuntamente sino que están al servicio de instintos
irracionales. Así, por ejemplo, un hombre con el instinto de la avaricia pondrá a su
"razón" a maquinar la forma de hacer cada vez mayor dinero, a la "voluntad" la
someterá a empecinarse por aquellos actos que le hagan acrecentar su capital
(negocios, trabajo, ahorros, etc.), y reprimirá sórdidamente los que impliquen
dispendio o gasto. Por eso la voluntad debe ser una aliada de la razón y no una
súbdita del deseo. No obstante, nuestra sola razón es insuficiente para alcanzar
un perfeccionamiento de nosotros mismos, a menos que contemos con el ánimo,
el empeño y la disciplina (la voluntad) para ponerlo en práctica. Nuestro desarrollo
volitivo se forja con la realización constante de virtudes tales como el respeto, la
perseverancia, la valentía, el pudor, la moderación, la responsabilidad y la lealtad.

1
Aristóteles, Metafísica, 980 a 1.

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Afectivo: El ser humano debe pulir sus emociones no desde una perspectiva
egoísta y utilitaria, sino teniendo apertura hacia las necesidades de los demás. Ser
"afectuoso" significa un conjunto de actos o actitudes que demuestren
sentimientos tales como la bondad, la benevolencia, la devoción, la protección, la
comprensión, la compasión, el cariño, la gratitud, la ternura, la confianza, y se
caracterizan cuando la persona, en una situación dada, "toma cuidado de" o "se
preocupa por" otra persona. En este sentido, el afecto es una de las formas del
amor. Este último puede entenderse, en primer lugar, cuando se da una relación
selectiva entre los sexos y que se halla acompañada por efectos positivos
(amistad, ternura, fidelidad, pasión, etc.). Para ello debe haber un compromiso
personal recíproco y no una simple relación sexual ocasional o anónima, es decir,
debe atenderse a que existe una relación en donde lo que se busca es compartir y
comunicarse en lugar de dominar, y en donde cada uno trata al otro como persona
y no como objeto.

En el amor de pareja pueden distinguirse el amor sensitivo, que responde a los


estímulos físicos y concupiscibles y que por sí solo es egoísta y narcisista, y el
amor metafísico, que significa darse al otro, comunicarse y compartir vivencias en
todas las dimensiones del ser: a nivel físico, volitivo, afectivo, estético, social,
espiritual e intelectivo. En segundo lugar, el amor aplicado a las relaciones
interpersonales se caracteriza por la solidaridad, la amistad, la fraternidad, la
tolerancia y la concordia entre los individuos. Tanto el amor entre el hombre y la
mujer, entre los padres y los hijos o entre ciudadanos, tiene como base el
reconocimiento de la dignidad del otro, lo que implica una relación libre y
recíproca, en la cual se busca el bien del otro como si fuera el propio bien. No
debemos olvidar que la razón se vuelve ciega, fría y calculadora cuando no está
acompañada de la voz que proviene del corazón.

Estético: El ser humano también se perfecciona cuando busca relacionarse con lo


bello y lo sublime, ya sea cuando contempla la naturaleza y las obras artísticas, o
cuando es capaz de crear cosas bellas. El nexo con el arte se da como una
experiencia en donde perfeccionamos nuestro gusto y sensibilidad. Las creaciones
artísticas también pueden apreciarse como otras formas de educación y
conocimiento, tanto para fines morales como de compromiso social y de crítica
política. En todo caso no debemos vincularnos con la belleza como un simple
objeto de consumo, siguiendo irreflexivamente el gusto dominante. Nuestra
relación con el arte no debe consistir en una imposición de los medios de
comunicación que, al intentar masificar y uniformar nuestra sensibilidad, buscan
que respondamos a intereses comerciales y no tanto estéticos.

Por eso el vínculo con la belleza puede representarnos una experiencia profunda y
transformadora de todo nuestro ser, permitiéndonos descubrir y comunicar a los
demás una infinidad de significados y símbolos. En este sentido, resulta
fundamental pulir nuestra sensibilidad y relacionarnos con la literatura, la pintura,
el teatro, el cine, la danza, la música, la escultura y la arquitectura. Por otra parte,
la naturaleza representa para nosotros no sólo algo bello, sino también un valor
ecológico que debemos preservar, así como algo sublime (aquello que desborda

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nuestra capacidad de comprensión y que nos hace sentir la dimensión infinita y
divina de la naturaleza).

Social: Los seres humanos buscan asociarse por naturaleza, pues su


perfeccionamiento completo sólo puede lograrse como seres sociales. De esta
manera, existe una disposición del hombre hacia el hombre, gracias a la cual el
uno se siente vinculado con el otro por la paz, la amistad, la cooperación, la
libertad, el pluralismo, la igualdad, la dignidad, la fraternidad, la generosidad y la
solidaridad. Nuestra misión social no consiste en fomentar antivalores como la
intolerancia, el individualismo egoísta o la dominación en cualquiera de sus
formas, sino en asumir los grandes problemas de la humanidad como si fueran
nuestros propios problemas.

Nuestro bienestar económico y social nunca debe construirse sobre las espaldas
de aquellos que hayan sido víctimas de la explotación, la miseria y el hambre. Por
eso la aspiración suprema como seres sociales es la de forjar en forma conjunta el
desarrollo de los valores verdaderamente humanos. Ello significa erradicar la
discriminación, el racismo y la xenofobia, pues sólo de esa manera la sociedad
humana puede evolucionar hacia la integración universal. Nuestro destino como
género humano es comprender la gran lección que nos dan otros seres como las
partículas subatómicas, las galaxias, las bacterias o el reino de lo biológico: la
tendencia común a asociarse en armonía y a entablar vínculos de mutua
dependencia. Plegarnos a ello ya no significa sentirnos superiores a nadie, ni
regirnos bajo estructuras políticas piramidales, sino estar facultados para convivir,
aprender y simpatizar con los otros, aun cuando sus formas de vida sean
diferentes de las nuestras.

Todos estos aspectos o dimensiones de nuestra verdadera humanidad pueden


ser objeto de una ordenación o jerarquía, es decir, donde podamos privilegiar
alguno o algunos de ellos por encima de otros. Sin embargo, todos tienen
importancia, se relacionan mutuamente y requieren ser cultivados con constancia,
si lo que perseguimos es un desarrollo armónico, equilibrado y saludable. El
problema radica cuando alguno de esos elementos adquiere un carácter absoluto
y el resto carece de consideración.

En estos casos, el ser humano se fragmenta como ser completo y entra en


estados de fanatismo, neurosis y depresión. En nuestro tiempo uno de los
mayores peligros estriba en que la mayor parte de los individuos se han convertido
en simples consumidores mecanizados y enajenados, sin otro horizonte que el
comprar y el usar, a la vez que han abandonado otras dimensiones que los
caracterizan como seres auténticamente humanos. Los individuos en lugar de
transformarse en una masa uniforme y global, deben ser personas dotadas de
singularidad, creatividad y originalidad propia e irrepetible. Por eso se hace
indispensable encontrar las formas de conducta o las condiciones que permitan el
perfeccionamiento integral de la naturaleza humana. En este sentido, todas
nuestras dimensiones espirituales, intelectuales, vitales, volitivas, afectivas,

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estéticas y sociales se desarrollan y perfeccionan a través de la práctica de cada
una de las virtudes y valores mencionados.

I.5. Los actos humanos como objeto de estudio de la ética

La ética tiene como propósito fundamental indagar y explicar los "actos humanos".
Una distinción que realizan los escolásticos es la que se refiere a los actos
humanos y los actos del hombre. De los actos que realiza el hombre, se llaman
humanos solamente los que son propios del hombre en cuanto tal. El hombre se
diferencia de los demás seres irracionales en que puede llegar a ser dueño de sí.
De esta manera, sólo pueden ser actos humanos los que impliquen un dominio del
hombre sobre ellos. Ahora bien, el hombre es soberano de sus actos gracias a la
conjunción de la razón y la voluntad. Cualquier otro acto que no implique la
posibilidad de adquirir un mando racional y volitivo no es un acto específicamente
humano. En este caso se estaría hablando de actos que corresponden con
nuestra naturaleza animal, con sus diversas manifestaciones orgánicas y
fisiológicas.

Por eso la ética tiene como objeto de estudio los actos que se originan de la
concordancia entre la inteligencia y la voluntad, mientras que los procesos físicos
y químicos del cuerpo son abordados por disciplinas como la medicina, la biología
y la microbiología, entre otras. Son actos propiamente humanos los que se
realizan sabiendo o teniendo conciencia de ellos y queriendo por nuestra propia
voluntad hacerlos. En la afirmación "yo amo a Sofía", se trata de un acto humano
porque mi razón y mi afectividad tomaron la decisión de amar a Sofía y mi
voluntad lo puso en práctica. En cambio, si digo "tengo hipo", se trata de un acto
del hombre porque no es algo que depende de lo que pueda hacer o pensar.

Los actos humanos son una ordenación hacia las virtudes y los valores. Por
consiguiente, consideramos que no sólo la razón y la voluntad son los dos
aspectos que caracterizan el acto específicamente humano. Como hemos
apuntado, existen otras dimensiones del ser humano que, con la práctica de
determinadas virtudes y valores, lo perfeccionan de manera integral. Por eso un
acto humano implica también aspectos espirituales, afectivos, físicos, estéticos y
sociales. Asentarse sólo en lo estrictamente intelectual y volitivo conlleva el limitar
y fragmentar la naturaleza humana. Todas las virtudes y valores que se puedan
desplegar en cada una de estas dimensiones, hacen que el ser humano sea el
propio constructor de su personalidad ética, pues no depende para desarrollarla
de otra instancia más que de sí mismo.

I.6. Relación de la ética con otras ciencias

Cuando se habla de que la ética busca la rectitud de los actos humanos es


porque la ética –aun cuando sea una parte práctica de la filosofía– especula sobre
todo aquello que subyace o se oculta detrás de los hechos o las apariencias. Por
eso la ética intenta adherirse a "principios" que expliquen los actos humanos

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según un punto de partida, un fundamento o una causa. Este principio u origen de
los actos que trata de determinar la ética es siempre "último y racional", al tratar de
ir hasta las raíces más profundas para alcanzar una mejor interpretación de su
significado. Si un hombre comete un crimen, las leyes y el derecho lo castigarán
porque el acto que realizó está prohibido; en cambio, la ética indagará las causas
psicológicas, políticas, sociales, ideológicas, económicas, religiosas, pasionales e
instintivas que impulsaron ese acto. Estas razones últimas significan un criterio
más amplio para juzgar los actos humanos a partir de un análisis exhaustivo.

Por eso la ética recurre y se relaciona directamente con otras ramas del
conocimiento y de la cultura como la metafísica y la antropología filosófica, y de
manera incidental con la religión, el derecho, la psicología, la política y la biología,
entre otras. Un presupuesto básico de la ética es que es autónoma (de autós, sí
mismo; y de nómos, ley), es decir, que no está subordinada a lineamientos rígidos
y tajantes presentes en otras disciplinas, aunque pueda tomar de ellas lo que
juzgue necesario. En este sentido, la ética no puede ser heterónoma (de héteros,
otro; y de nómos, ley), es decir, que sigue al pie de la letra las leyes, normas o
principios dados por otros conocimientos, ideologías o religiones.

La ética debe darse a sí misma, con entera libertad, sus propios principios, aunque
alguna parte de ellos se hayan nutrido con otras formas del saber cultural.
Podemos destacar las relaciones de la ética con otros saberes de acuerdo con los
siguientes aspectos:

A) Ética y Metafísica: La ética como disciplina filosófica que procura encontrar


principios y normas de carácter universal, debe obtenerlos de la realidad misma.
La ética desciende de las abstracciones generales al orden de lo concreto y lo
práctico. No puede edificarse sobre imaginaciones subjetivas ni sobre
conveniencias meramente individuales y utilitarias, sino que debe fundarse en la
propia realidad del ser. La ética, al no poder partir de la nada para formular sus
propuestas, se vincula estrechamente con la "metafísica" (de metá, más allá; y de
fysis, naturaleza, realidad). La metafísica es el conocimiento de lo que es común y
esencial a todo lo existente, o de los caracteres que todo ser tiene y no puede
dejar de tener.

También puede entenderse como la indagación de los fundamentos permanentes


que componen la realidad en medio del cambio. La metafísica estudia el ser en
general y constituye un saber que está más allá de la experiencia, al abordar
temas como la naturaleza de Dios, las características y el destino del alma
humana, así como el origen y fin del universo. También se utiliza la palabra
"ontología" (de óntos, ser; y de lógos, tratado), para referirse al ser en general,
abarcando desde el ser más excelente hasta los seres más insignificantes, o los
seres cuya composición es de naturaleza espiritual o material.

B) Ética y Antropología Filosófica: Aun cuando la ética no está atada a otras


formas de conocimiento, tampoco es una disciplina aislada y completamente pura.
De esta manera, la ética tiene más afinidades con unas ramas del saber que con

14
otras. En este caso guarda una proximidad con la "antropología filosófica" (de
ánthropos, ser humano; y de lógos, tratado). La ética, a la hora de regular la
conducta, presupone necesariamente una concepción del hombre y de la esencia
o naturaleza humana. Antes de elaborar una teoría sobre los actos humanos, debe
haber una teoría que responda a la pregunta qué es el hombre y cuál es el sentido
de su existencia. Por tanto, la ética es una teoría sobre la acción del hombre que
lleva implícita la respuesta a la incógnita de "ser hombre". La antropología
filosófica estudia una serie de problemáticas como la existencia corpórea del
hombre, su dimensión social e histórica, la libertad, la felicidad, la muerte como
misterio fundamental de la existencia y la inmortalidad personal, entre otros. En
este sentido, las posibles respuestas a esas preguntas, nos llevan a edificar un
conjunto de valores éticos, religiosos, cognoscitivos, estéticos, volitivos, vitales y
sociales como fin primordial de nuestra vida.

C) Ética y Religión: La ética, aun cuando se nutra con otras ramas del
conocimiento, siempre es independiente al emitir sus puntos de vista. En cambio,
existen una serie de morales de índole religiosa que están subordinadas a
determinadas creencias, ritos y tradiciones. La moral religiosa es el resultado del
acatamiento de dogmas de fe (verdades únicas e inamovibles) y no de una razón
que busca probar y cuestionar las cosas. Por eso se habla de morales religiosas
como "moral judía", "moral cristiana", "moral musulmana", etc., para referirse a un
conjunto de comportamientos consecuentes con lo que la divinidad les ha
revelado; mientras que el término ética se suele utilizar para las morales
racionales o filosóficas, como en el caso de la "ética platónica", la "ética
aristotélica", la "ética kantiana", etc. Tanto la moral religiosa como la moral
racional, pueden diferir o coincidir en sus conclusiones. Lo importante estriba en
reconocer que el hombre religioso cumple con unas reglas que le son dadas por la
religión a la que pertenece, mientras que el hombre que es poseedor de una ética
sigue reglas de conducta que son dadas por su propia razón. En este orden de
cosas, la razón y la fe, a pesar de que son distintas, no son mutuamente
excluyentes. Por tanto, la ética no se cierra a la trascendencia, a la religión y a la
fe. Sin embargo, se permite revisar y cuestionar presupuestos religiosos que no
son consecuentes con un auténtico desarrollo de la naturaleza humana, como
pueden ser formas de culto en donde existan sacrificios humanos, superstición,
intolerancia, fanatismo, enajenación o búsqueda del poder político y económico
usando como mascarada la religión.

D. Ética y Derecho: Estas disciplinas coinciden en su carácter obligatorio y


regulador de las relaciones humanas. Pero una de las diferencias más ostensibles
es que en la ética las obligaciones son internas, pues pertenecen a la esfera
privada del yo, mientras que en el derecho son externas, pues las obligaciones
están dirigidas hacia los otros. Kant hace la importante distinción entre legalidad y
moralidad: la primera son deberes impuestos por la legislación jurídica y son
solamente externos; la segunda implica una idea universal del deber, que es
enteramente interna2 En este sentido, hay que distinguir el ámbito externo de la

2
Kant, Crítica de la razón práctica, I, 1, cap. 3

15
acción coercitiva, como propio del derecho, y el ámbito interno de la intención o de
la conciencia, como propio de la ética. La exterioridad del derecho y su naturaleza
rigurosamente coercitiva suscitan un carácter imperfecto e incompleto de la acción
legal frente a la acción moral.

Sin embargo, el derecho cuenta con un respaldo institucional y con estructuras de


poder que sancionan la trasgresión a la ley; la ética en este sentido se halla
desvalida, pues la observancia de sus principios depende de la interiorización que
cada sujeto libre haga de ellos. La única sanción es el remordimiento o la
necesidad de la conciencia por resarcir la ruptura de alguna norma moral. Por eso
la ética vive en la intemperie y se realiza al margen del aparato coercitivo de los
estados políticos, cuyo derecho está establecido para que las leyes se cumplan
muchas veces a través de la fuerza y la represión.

Hay que indicar que en esta aparente "debilidad" de la ética, puede radicar su
"fuerza", pues los seres humanos actuamos más efectivamente por convicción,
siguiendo valores éticos aprendidos en la experiencia e inculcados mediante una
buena educación, que por la estricta imposición externa.

I.7. La Ética y su método


El punto de partida de la Ética es un conocimiento profundo de la conducta
humana tal como se da en los individuos de cualquier época y cualquier lugar. El
método de la Ética en este punto coincide con la etapa de observación propia del
método científico en general. En efecto, para captar la conducta humana es
preciso acercarse al hecho real que se está dando. En esta aproximación se
utilizan los sentidos en forma acuciosa, penetrante y amplia.

Pero no basta el uso de los sentidos. Cada vez que una persona capta un objeto,
inmediatamente y en forma natural, aplica una cierta estructura al dato recibido.
Esta estructura, tal como vamos a explicar más adelante, es una especie de lente
de color que proporciona al dato una cierta unidad, un valor y un sentido. De esta
manera, el fenómeno o acto humano percibido adquiere un nombre, es decir, una
estructura que la identifica y la distingue con respecto a otros fenómenos
similares; y el encargado de aplicar esta forma o estructura al dato recibido por los
sentidos es el intelecto humano. Por ejemplo, veo que un individuo toma por los
hombros a una mujer. Si me fijo con detenimiento, ese dato se puede percibir con
diversas estructuras: alguien puede percibir que el hombre está agrediendo a la
mujer; otro que el hombre está acariciando a la mujer; y un tercer observador que
el hombre está apoyándose en la mujer o que el hombre está ayudando a la mujer,
etc. Una observación penetrante logra captar los datos suficientes para aplicar una
estructura completamente adecuada. En el caso concreto aquí descrito, lo que
sucede es que el hombre está saludando por sorpresa a una antigua amiga. La
observación de la conducta humana es un arte especialmente cultivado en las
novelas, el teatro, el cine, la historia, las biografías y, por supuesto, en la realidad

16
que nos rodea cotidianamente.

Un segundo aspecto del método propio de la Ética es el proceso de Evaluación. A


partir e a percepción que hemos descrito como un primer aspecto, el estudiante de
Ética emite enseguida un juicio de valor moral, es decir, trata de catalogar el acto
dentro de las categorías morales que previamente ha estudiado. Así por ejemplo,
puede utilizar las categorías de reprobable, honesto, obligatorio, bueno, amable,
virtuoso, denigrante, lícito, ilícito, indiferente, etc. En un estudio serio Ética no
bastan las categorías de bueno y malo, como si toda la variedad y riqueza de la
conducta humana pudiera caber en sólo dos grandes cajones. Los matices de la
valoración se expresan en una enorme variedad de calificativos, como los que
acabamos de mencionar.

Con esto llegamos al punto crucial en cuanto al método de la Ética. El tercer


aspecto de este método es la percepción axiológica. Se trata de descubrir, en
forma personal, los horizontes superiores de valores que todavía no habíamos
sido capaces de percibir y apreciar. Es evidente que el niño percibe algunos
valores; pero también es evidente que el niño no percibe todos los valores. La
ampliación del horizonte axiológico es un proceso que dura toda la vida.

Esta percepción axiológica es el aspecto más importante de nuestro método. En


efecto un curso de Ética no puede contentarse con describir situaciones y aplicar
las categorías morales; es una lástima que esos dos primeros aspectos pueden
expresarse por medio de un proceso memorístico. Se dan estudiantes que
obtienen la máxima calificación en un examen de Ética repitiendo de memoria los
principios, los casos y juicio moral que proporciona un manual, y todo esto sin
haber descubierto, penetrado y apreciado los valores éticos aludidos en los
conceptos utilizados. El objetivo prioritario de un curso de Ética tendría que
consistir en facilitar a los estudiantes la captación de los valores superiores, de tal
manera que el aprecio de ellos mueva al individuo hacia una nueva orientación de
su propia conducta.

En resumen, el método de la Ética puede desglosarse en tres aspectos (que no


necesariamente son tres etapas cronológicas): la percepción de la conducta
humana, la evaluación de la misma, y la intuición axiológica. La amplitud y
penetración de esta última es la que marca el auténtico avance dentro del ámbito
de la Ética.

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18
II. LOS VALORES Y SU SIGNIFICADO

Los valores son producto de cambios y transformaciones a lo largo de la historia.


Surgen con un especial significado y cambian o desaparecen en las distintas
épocas. Por ejemplo, la virtud y la felicidad son valores; pero no podríamos
enseñar a las personas del mundo actual a ser virtuosas según la concepción que
tuvieron los griegos de la antigüedad. Es precisamente el significado social que se
atribuye a los valores uno de los factores que influye para diferenciar los valores
tradicionales, aquellos que guiaron a la sociedad en el pasado, generalmente
referidos a costumbres culturales o principios religiosos, y los valores modernos,
los que comparten las personas de la sociedad actual.

II.1. ¿Qué se entiende por valor?

a) El Concepto de Valor

Este concepto abarca contenidos y significados diferentes y ha sido abordado


desde diversas perspectivas y teorías. En sentido humanista, se entiende por valor
lo que hace que un hombre sea tal, sin lo cual perdería la humanidad o parte de
ella. El valor se refiere a una excelencia o a una perfección. Por ejemplo, se
considera un valor decir la verdad y ser honesto; ser sincero en vez de ser falso;
es más valioso trabajar que robar. La práctica del valor desarrolla la humanidad de
la persona, mientras que el contravalor lo despoja de esa cualidad. Desde un
punto de vista socio-educativo, los valores son considerados referentes, pautas o
abstracciones que orientan el comportamiento humano hacia la transformación
social y la realización de la persona. Son guías que dan determinada orientación a
la conducta y a la vida de cada individuo y de cada grupo social.

El valor se define como aquello que es apetecible, amable, digno de aprobación,


de admiración o útil para un fin determinado.

La ética del valor tiene una raíz neokantiana (el deber como fin en sí mismo) y
fenomenológica (considera la experiencia moral como intuición emocional y
material de los valores).

Como concepto, el valor dice siempre relación a la persona en cuanto constituye


un bien para ella en lo que se refiere a la persona individual en cuanto tal y a la
sociedad (valor social o lo que dice relación de la persona a otras personas) ya
que el valor moral otorga el adjetivo de bondad o maldad.

El valor ético, es decir lo que dice relación a la persona en relación a sí misma, en


conformidad con el ser humano, la recta razón, la auténtica realización o con el fin
último de la persona, dependerá de lo que su valor supremo considera como
referente dentro de un pensamiento ético, y por lo tanto debido a su relatividad, el
pensamiento ético es divergente y en ocasiones absoluto.

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b) ¿Desde cuáles perspectivas se aprecian los valores?

La visión subjetivista considera que los valores no son reales, no valen en sí


mismos, sino que son las personas quienes les otorgan un determinado valor,
dependiendo del agrado o desagrado que producen. Desde esta perspectiva, los
valores son subjetivos, dependen de la impresión personal del ser humano. La
escuela neokantiana afirma que el valor es, ante todo, una idea. Se diferencia lo
que es valioso de lo que no lo es dependiendo de las ideas o conceptos generales
que comparten las personas.

Algunos autores indican que "los valores no son el producto de la razón"; no tienen
su origen y su fundamento en lo que nos muestran los sentidos; por lo tanto, no
son concretos, no se encuentran en el mundo sensible y objetivo. Es en el
pensamiento y en la mente donde los valores se aprehenden, cobran forma y
significado.

La escuela fenomenológica, desde una perspectiva idealista, considera que los


valores son ideales y objetivos; valen independientemente de las cosas y de las
estimaciones de las personas. Así, aunque todos seamos injustos, la justicia sigue
teniendo valor. En cambio, los realistas afirman que los valores son reales; valores
y bienes son una misma cosa. Todos los seres tienen su propio valor. En síntesis,
las diversas posturas conducen a inferir dos teorías básicas acerca de los valores
dependiendo de la postura del objetivismo o del subjetivismo axiológico.

II.2. Características de los valores

a) Características generales

¿Qué hace que algo sea valioso? La humanidad ha adoptado criterios a partir de
los cuales se establece la categoría o la jerarquía de los valores. Algunos de esos
criterios son:

(a) Durabilidad: los valores se reflejan en el curso de la vida. Hay valores que son
más permanentes en el tiempo que otros. Por ejemplo, el valor del placer es más
fugaz que el de la verdad.

(b) Integralidad: cada valor es una abstracción íntegra en sí mismo, no es divisible.

(c) Flexibilidad: los valores cambian con las necesidades y experiencias de las
personas.

(d) Satisfacción: los valores generan satisfacción en las personas que los
practican.

(e) Polaridad: todo valor se presenta en sentido positivo y negativo; todo valor
conlleva un contravalor.

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(f) Jerarquía: hay valores que son considerados superiores (dignidad, libertad) y
otros como inferiores (los relacionados con las necesidades básicas o vitales).

Las jerarquías de valores no son rígidas ni predeterminadas; se van construyendo


progresivamente a lo largo de la vida de cada persona.

(g) Trascendencia: los valores trascienden el plano concreto; dan sentido y


significado a la vida humana y a la sociedad. (h) Dinamismo: los valores se
transforman con las épocas.

(i) Aplicabilidad: los valores se aplican en las diversas situaciones de la vida;


entrañan acciones prácticas que reflejan los principios valorativos de la persona.

(j) Complejidad: los valores obedecen a causas diversas, requieren complicados


juicios y decisiones.

b) ¿Cómo valora el ser humano?

El proceso de valoración del ser humano incluye una compleja serie de


condiciones intelectuales y afectivas que suponen: la toma de decisiones, la
estimación y la actuación. Las personas valoran al preferir, al estimar, al elegir
unas cosas en lugar de otras, al formular metas y propósitos personales. Las
valoraciones se expresan mediante creencias, intereses, sentimientos,
convicciones, actitudes, juicios de valor y acciones. Desde el punto de vista ético,
la importancia del proceso de valoración deriva de su fuerza orientadora en aras
de una moral autónoma del ser humano.

II.3. Clasificación de los valores

¿Cómo se clasifican los valores? ¿Cuáles tipos de valores existen?

No existe una ordenación deseable o clasificación única de los valores; las


jerarquías valorativas son cambiantes, fluctúan de acuerdo a las variaciones del
contexto. Múltiples han sido las tablas de valores propuestas. Lo importante a
resaltar es que la mayoría de las clasificaciones propuestas incluye la categoría de
valores éticos y valores morales. La jerarquía de valores según Scheler incluye:

(a) valores de lo agradable y lo desagradable,


(b) valores vitales, (c) valores espirituales: lo bello y lo feo, lo justo y lo injusto,
valores del conocimiento puro de la verdad, y
(d) valores religiosos: lo santo y lo profano.

La clasificación más común discrimina valores lógicos, éticos y estéticos. También


han sido agrupados en: objetivos y subjetivos (Frondizi, 1972); o en valores
inferiores (económicos y afectivos), intermedios (intelectuales y estéticos) y
superiores (morales y espirituales). Rokeach (1973) formuló valores
instrumentales o relacionados con modos de conducta (valores morales) y valores

21
terminales o referidos a estados deseables de existencia (paz, libertad, felicidad,
bien común).

La clasificación detallada que ofrece Marín Ibáñez (1976) diferencia seis grupos:

(a) Valores técnicos, económicos y utilitarios;


(b) Valores vitales (educación física, educación para la salud);
(c) Valores estéticos (literarios, musicales, pictóricos);
(d) Valores intelectuales (humanísticos, científicos, técnicos);
(e) Valores morales (individuales y sociales); y
(f) Valores trascendentales (cosmovisión, filosofía, religión).

II.4. Jerarquía de Valores

Los valores (cada uno de ellos) admiten grados en la forma como se poseen o
viven. En efecto, una persona o una comunidad puede ser más o menos tolerante,
solidaria, laboriosa, etc. (puede ser tolerante siempre, o sólo en ciertos casos, o
con ciertas personas, etc.). Por ello, afirmaciones como "nuestra sociedad es
intolerante" deben ser matizadas. Y, además, existen niveles o jerarquías de
valores.

Aquí nos referimos a la jerarquía subjetiva de los valores, en el sentido de que


cada persona o sociedad concede más importancia a unos valores que a otros
(sea con carácter absoluto, o dependiendo de las circunstancias).

La existencia de esa jerarquía es importante, porque permite entender (y explicar,


y resolver) tanto las relaciones entre valores como las contradicciones axiológicas.
Si se trata de valores de distinto nivel, en principio el de nivel superior adquiere
precedencia sobre el inferior, de modo que, en este caso, no se puede hablar de
un verdadero conflicto de valores (lo que no significa que su solución sea banal,
sobre todo en el plano emocional). Y si se trata de valores del mismo nivel, el
agente decidirá en función de la prioridad de uno de ellos (en general, o en cada
caso concreto), o por el recurso a un valor superior, o por otros medios, como el
uso de reglas prácticas (sobre todo en valores de bajo nivel) y la consideración de
las circunstancias (que pueden hacer que un valor adquiera prioridad sobre los
demás).

Los valores de orden superior suelen referirse a los fines (valores finales o
básicos), y los de orden inferior, a los medios (instrumentales o no básicos). De
todos modos, es posible que los valores instrumentales al servicio de fines de
mayor nivel dominen a los valores finales de orden inferior.

Si el contenido de los valores cambia, la jerarquía de los valores puede cambiar


también. Y, de hecho, cambia. Por ejemplo, la aparición de inmigrantes
procedentes de otra cultura y religión puede obligar a una sociedad a replantearse
su concepto de tolerancia y, seguidamente, el papel de ese valor, junto con otros
como unidad, solidaridad, trato no discriminatorio, etc.

22
Los valores de nivel superior (aquellos que no ceden a otros valores, y hacia los
que se orientan los valores de nivel inferior, los instrumentales) suelen ser más
permanentes. Los valores superiores son los que nos llevan a ser la persona que
somos; de ahí su permanencia. Pero la firmeza en los valores superiores no es
síntoma de intolerancia.

Los valores superiores cambian, principalmente, cuando lo hace el paradigma


teórico del sujeto (paso de la fe religiosa al ateísmo, por ejemplo), cuando
aparecen problemas o circunstancias nuevos e importantes (convulsiones
sociales, cambios políticos, enfermedades graves, etc.), cuando las
contradicciones entre los distintos valores mantenidos por el sujeto se hacen más
agudas, cuando se producen discrepancias importantes con los valores del
entorno en que uno vive, etc.

Esta es una lista abierta, pero indicativa de las causas que llevan a revisiones
importantes en la jerarquía de valores.

Tesis 22: Los cambios en los valores principales provocan otros cambios (a
menudo radicales) en la estructura de valores y en la vida de la persona.

Por el contrario, los valores instrumentales suelen cambiar con más frecuencia y
ser más inestables, pero su cambio, o los conflictos que los afectan, suelen ser
menos traumáticos.

II.5. Escala de Valores

Valores Religiosos

Fin Objetivo: Dios


Fin Subjetivo: Santidad
Actividades: Culto interno y externo, virtudes sobrenaturales
Preponderancia: Toda la persona dirigida por la Fe.
Necesidad que satisface: Autorrealización
Tipo de Persona: Santo
Ciencia que lo estudio: Teología

Valores Morales

Fin Objetivo: Bondad


Fin Subjetivo: Felicidad
Actividades: Virtudes humanas
Preponderancia: Libertad dirigida por la razón
Necesidad que satisface: Autorrealización
Tipo de Persona: Íntegra
Ciencia que lo estudio: Ética

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Valores Estéticos

Fin Objetivo: Belleza


Fin Subjetivo: Gozo de la armonía
Actividades: Contemplación, creación, interpretación
Preponderancia: Toda la persona ante algo material.
Necesidad que satisface: Autorrealización
Tipo de Persona: Íntegra
Ciencia que lo estudio: Estética

Valores Intelectuales

Fin Objetivo: Verdad


Fin Subjetivo: Sabiduría
Actividades: Abstracción y Construcción
Preponderancia: Razón
Necesidad que satisface: Autorrealización
Tipo de Persona: Íntegra
Ciencia que lo estudio: Lógica

Valores Afectivos

Fin Objetivo: Amor


Fin Subjetivo: Agrado, afecto, placer
Actividades: Manifestaciones de afecto, sentimientos y emociones
Preponderancia: Afectividad
Necesidad que satisface: Del Yo
Tipo de Persona: Sensible
Ciencia que lo estudio: Psicología

Valores Sociales

Fin Objetivo: Poder


Fin Subjetivo: Fama, prestigio
Actividades: Relación con hombre masa, liderazgo, política
Preponderancia: Capacidad de interacción y adaptabilidad
Necesidad que satisface: Sociales
Tipo de Persona: Famosa, líder, política
Ciencia que lo estudio: Sociología

Valores Físicos

Fin Objetivo: Salud


Fin Subjetivo: Bienestar Físico
Actividades: Higiene
Preponderancia: Cuerpo
Necesidad que satisface: Fisiológicas

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Tipo de Persona: Atleta
Ciencia que lo estudio: Medicina

Valores Económicos

Fin Objetivo: Bienes, riqueza


Fin Subjetivo: Confort
Actividades: Administración
Preponderancia: Cosas a las que se da valor convencional
Necesidad que satisface: Seguridad
Tipo de Persona: Hombre de Negocios
Ciencia que lo estudio: Economía

II.6. Guía Práctica para vivir los Valores

Hablar de los valores es una cosa, pero vivirlos es otra historia. ¿Realmente es tan
difícil? La respuesta es no. Requiere cierto esfuerzo, concentración y
perseverancia, pero no es tan difícil. Con algunos pasos simples podrás lograr que
tu vida, tus acciones y la sociedad tengan como columna vertebral a los valores.

Paso 1. Conocer su Importancia

El primer paso para vivir los valores es la conciencia de lo importantes que son.
Una sociedad basada en individuos con valores es la llave para una convivencia
más sana. Las leyes civiles no son suficientes. En ellas se establece solo lo
elemental para asegurar una convivencia medianamente decente, sin embargo no
es suficiente con solo "cumplir la ley". Los valores van mucho más allá de cumplir
el reglamento de tránsito, van a la raíz de las cosas. Por ejemplo, el reglamento
dice que no puedes pasar una luz roja en el semáforo (bastante elemental para no
matarse), sin embargo no dice que en un atasco de tráfico el cederle el paso a una
persona es algo amable, que hace que todos estemos más contentos y que
incluso puede ahorrarnos un percance.

Para vivir los valores, lo primero es estar conciente de que son vitales, y que son
lo que puede cambiar verdaderamente a una persona, una familia o una nación.

Paso 2. Analizar mi conjunto de Valores

Una vez que se ha aceptado la importancia de vivir los valores, hay que analizar
claramente qué valores son la base de tu vida. Aquí podríamos establecer dos
clases: los que ya tienes, y los que quieres construir. Para saber cuáles son los
valores. Por otra parte, también debes hacer un esfuerzo y meditar detenidamente
en cuáles son aquellos principios, normas y comportamientos que son
fundamentales para ser mejor, para vivir mejor. ¿Cuáles te enseñaron en casa?
¿Cuáles has ido aprendiendo con la vida? ¿Cuáles sabes que existen, pero no los
vives mucho? ¿Cuáles son los que te gustaría tener? ¿Necesitas investigar más
sobre ellos?

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La idea aquí es que te sientes en un lugar tranquilo, y en una hoja de papel.
Escribe la fecha y traza dos líneas verticales dividiendo la página para crear tres
columnas. (Puedes ver un ejemplo de lo que vamos a hacer aquí). En el lado
izquierdo, en la primera columna, vas a escribir una lista con los valores más
importantes para ti, sin importar el orden o si los vives actualmente, simplemente
escribe aquellos principios que consideras fundamentales.

Cuando hayas terminado, en la columna del centro vas a hacer una lista con los
valores que aprendiste desde niño en casa, los que has aprendido con la vida y
los que has aprendido últimamente pero que no sueles vivirlos.

Una vez terminado, pasa a la columna de la derecha, y dibuja un triángulo y


escribe en cada vértice: Mis Fortalezas, Mis debilidades, Lo que quiero ser. Vas a
hacer tres listas, donde vas a escribir aquellos valores que ya existen en ti, que te
definen como una persona especial y que vives continuamente. En "Mis
debilidades" vas a escribir aquellos defectos que tú conoces, y que te impiden vivir
mejor los valores. Por último, escribe aquellos valores que desearías vivir en "Lo
que quiero ser".

Esta hoja debes guardarla, es muy importante porque es la base de tu trabajo y de


los siguientes pasos de esta guía.

Paso 3. El "Plan Maestro".

Ahora que ya conoces tu valores, tus debilidades y lo que quieres llegar a ser,
llega el momento de usar una agenda. Cualquiera puede ser útil (una de escritorio,
de bolsillo, electrónica -una Palm es ideal para esto). En otra hoja, vas a
establecer tres bases de tiempo: anual, mensual y por día. En la base de tiempo
anual escribirás lo que esperas lograr en un año. Los valores concretos que
quieres alcanzar (incluye los que ya vives y los que quieres vivir). De esta lista,
vas a dividirla en una base de tiempo mensual, concentrando un mes para cada
actividad. En la base de tiempo por día establecerás una lista de "Lo que vivo y
debo reforzar" y otra de "Lo que me falta".

En tu agenda, establece una meta concreta diaria (pequeña, pero significativa) de


los valores que vas a reforzar y los que quieres vivir. Una meta concreta diaria
puede ser "Hablarle por teléfono a Juan", para fortalecer el valor de la amistad (tal
vez tienes meses sin acordarte de alguna persona), o puedes establecer "Ayudar
a alguien pobre" para fortalecer o crear la generosidad. Hazlo para el primer mes
(es decir, el mes en el que estás).

Cada mes, debes revisar tu "Plan Maestro", establecer los valores con su actividad
diaria y hacer una reflexión sobre los resultados.

Si por cualquier motivo no te fue muy bien en un mes determinado, no te


preocupes, vuelve a ponerlo en tu plan diario y analiza por qué no pudiste

26
cumplirlo. Reflexiona en las razones que te lo impidieron (falta de tiempo, falta de
constancia, olvido, etc.) y establece medios para que esto no ocurra de nuevo.
Aquí lo que es importante es que estés avanzando, aunque sea a pequeños
pasos.

4. El examen diario.

Si realmente quieres vivir los valores, durante una parte del día (puede ser en la
tarde o noche -si es en la noche, asegúrate de no estar demasiado cansado-) date
10 minutos para reflexionar. Debes pensar en cómo te ha ido en el día, si estás
cumpliendo tu meta (o metas) diarias, qué te falta por hacer y qué has hecho. Este
examen es vital, si no lo haces, todo el sistema para vivir los valores va a irse
perdiendo hasta que te olvides de él. El examen te permite dos cosas: analizar de
manera realista y rápida cómo están resultándote las cosas, y propósitos
concretos para hacer algo y vivir tus valores.

El camino que hemos emprendido, es en cierta forma “cuesta arriba”; si


las metas que nos propusimos para comenzar son relativamente sencillas, todavía
existe un “enemigo” al cual debemos vencer: nosotros mismos.

Es muy fácil sentirnos motivados a alcanzar nuestras metas, sobre todo


si las cosas salen bien; pero conforme pasa el tiempo, ese ánimo corre el riesgo
de decaer por el natural cansancio, la rutina diaria de nuestro trabajo, las
obligaciones cotidianas en casa o la escuela, el excedernos en la diversión...; en
esos momentos, cuando “el ímpetu” comienza a desfallecer, necesitamos nuevos
bríos para seguir luchando.

El recobrar ánimo no debe identificarse con el sentirnos bien, a gusto,


cómodos y “con ganas” de continuar, de ahí la importancia de saber como va
nuestra vida. Comparemos nuestro Examen Diario de los valores con la labor de
un comerciante: este último revisa diariamente cuanto vendió, la ganancia o
pérdida que obtuvo, los productos que más se vendieron y cuales le hicieron falta,
con esos datos está en condiciones de establecer la estrategia del día siguiente, y
así, impedir que su negocio vaya a la ruina.

Por eso es de vital importancia hacer el Examen Diario de cómo


estamos viviendo los valores y si estamos cumpliendo con nuestras metas.

Para hacer nuestro examen, daremos los siguientes pasos:

1.- Establece 10 minutos diarios para reflexionar. Cualquier hora es


buena, siempre y cuando tengas tiempo de hacerlo con calma. De otra manera,
por la prisa o el cansancio perdemos de vista los detalles importantes.

2.- En una hoja de cuadrícula dibujarás una tabla con filas


y columnas. Del lado izquierdo y en la primera columna, escribe la lista

27
con las metas que propusiste en el Plan Maestro; en la parte superior de las
siguientes columnas escribirás los días con su fecha

3.- En la parte inferior y después de la tabla, dibujarás


tres columnas para escribir el resultado de tu examen (no olvides escribir la fecha),
cada una tendrá los siguientes encabezados:

a) Lo que hice bien


b) Lo que hice mal y por qué
c) Lo que haré mañana

Te quedará una tabla como la siguiente (la cual puedes hacerla por semana,
quincena o mensual):

Lun Mar Meri Jue Vié Sáb Dom Lun Mar Miér Jue ...
2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12
Metas

1.-

5. Mantenimiento

Mes con mes, revisa tus valores, revisa lo que has aprendido, piensa cómo te ha
ido en tus exámenes diarios. ¿Mejoras? ¿Empeoras? ¿Ha habido un gran
avance? Lo fundamental en este sistema es la constancia. Si ahora mismo haces
tu plan maestro y estableces tus prioridades pero no las vives, no haces el
examen y no sigues tus propósitos concretos, entonces en quince días te habrás
olvidado de todo.

Si realmente quieres vivir los valores, debes hacerte el propósito. Esta guía está
hecha de tal manera que te permite analizar y plantear metas de manera
ordenada, y pequeñas acciones para lograrlas. Es mejor hacer una acción
pequeña todos los días, que grandes acciones muy de vez en cuando.

Tu guía es algo personal, sin embargo no dudes en compartirla con otros amigos,
y especialmente que alguien de confianza te ayude a establecer qué valores te

28
vendrían bien, porque a veces uno pierde la perspectiva de sí mismo o hay
defectos que uno simplemente no ve.

II.7. La bipolaridad de los valores

Cuando hablamos de valores podemos denotar una característica peculiar:


siempre los consideramos por pares, siempre se trata de binomios, como por
ejemplo: belleza y fealdad, verdad y falsedad, bondad y maldad. Ahora bien, esta
peculiaridad axiológica se puede estructurar de diversas maneras, es decir,
podemos detectar varias escalas que utiliza la mente humana para referirse al
tema de los valores, aun cuando siempre van desde un polo superior hasta otro
polo inferior y viceversa. En el fondo estamos vislumbrando diversas estructuras
noéticas con las cuales catalogamos y damos peso a esos dos polos y, además,
ordenamos los valores intermedios entre los dos puntos extremos. Distinguiremos
por lo menos cuatro escalas diferentes, cuatro modos de ordenar y sopesar los
valores que se nos presentan. Por su analogía con escalas numéricas, a pesar de
que los valores se perciben sobre todo en un terreno cualitativo, las vamos a
denominar:

1. Escala bipolar, sólo hay un polo positivo y un polo negativo.


2. Escala de múltiples valores positivos y negativos.
3. Escala de la normalidad central, en la cual se da mayor peso a un valor
intermedio.
4. Escala del cero absoluto, en la cual no hay valores negativos.

Existen valores que utilizan de preferencia la primera escala (verdad y falsedad),


otros se expresan mejor dentro de la segunda (calificaciones escolares); las
virtudes tal como son definidas por Aristóteles se expresan mejor en la tercera
escala (el justo medio), la teoría del mal como privación del bien se expresa mejor
en la cuarta escala. Algunos valores pueden utilizar varias escalas. Hay casos en
los que la utilización de cierta escala resulta ridícula para el tipo de valor que se
está tratando. Veremos las ventajas y las deficiencias de cada una de estas cuatro
maneras de ordenar y sopesar los valores.

Conviene aclarar que el uso de estas escalas originalmente es de tipo numérico,


pero la igualmente puede aplicadas en forma analógica en temas cualitativos. En
algunos casos conviene utilizar números, en otros casos resulta ridículo cuantificar
ciertos valores.

a) La escala bipolar.

La primera escala es la más sencilla de todas. Es exclusivamente bipolar, es decir,


sólo considera dos calificativos, dos extremos opuestos, uno positivo y otro
negativo, por ejemplo: verdadero y falso, vida y muerte, aceptado o no
aceptado.’m una solicitud de trabajo), aprobado o reprobado (en el dictamen de un
examen), no hay puntos intermedios y en algunos casos es imposible encontrarlo.

29
Se trata de dos polos y nada más, el caso más claro es la verdad y la falsedad de
una proposición, en Lógica hemos visto ya el Principio del Tercero Excluso (aun
cuando también puede recordarse la posibilidad de la Lógica polivalente). De la
misma manera, Algunas personas califican a la gente como buena o como mala,
sin ningún punto intermedio. Esta escala en algunos casos es demasiado simple e
ineficaz: la gente advierte con facilidad que entre el blanco y el negro existe una
enorme variedad de tonos grises. Sin embargo, popularmente se sigue utilizando,
así es como se califica a una persona como inteligente o tonta, rica o pobre, guapa
o fea, buen o mal partido. Los niños siguen preguntando si el personaje de la
televisión es de los buenos o de los malos.

La ausencia de matices para calificar la diversidad de valores que entraña un


objeto dado es una característica de esta escala. En algunos casos se requiere
esta bipolaridad exclusiva y no podría ser de otra manera: Miguel es útil o inútil
para el servicio militar, Manuel está aceptado o rechazado en determinado trabajo,
Juan es culpable o, Antonio ha aprobado o reprobado en el examen de
Matemáticas. Algunos dictámenes en medicina, en la universidad y en los
tribunales, sólo utilizan estos dos polos y así es como conviene para la eficiencia
del asunto tratado.

En cambio, esta escala resulta inoperante y deficiente cuando se requiere


expresar el matiz, la graduación, los puntos intermedios entre los dos polos. Las
calificaciones en la escuela suelen utilizar una amplia escala: del cero al diez, del
cero al cien, (en algunos casos tan sólo se utilizan 3, 4 o 5 niveles), los precios de
las mercancías se expresan en monedas y fracciones, los grados de inteligencia
también se expresan en escalas que abarcan varios dígitos. Sería ridículo utilizar
en estos casos una escala de tan sólo dos calificaciones.

En la actualidad suele utilizarse el vocablo maniqueísmo para designar la postura


que sólo considera, en el terreno moral, dos polos opuestos y sin puntos
intermedios. También se utiliza este término para designar a la mentalidad que da
demasiado peso al polo negativo. Se da el nombre de maniqueísmo a la postura
que descalifica con facilidad a una nación, a un partido, a un grupo social o a una
persona, tachándolos como "los malos" desde el momento en que no llenan
ciertos requisitos considerados como buenos y deja sin valorar otras cualidades
que posee dicha entidad, burdamente descalificada.

b) La escala de múltiples valores positivos y negativos.

La segunda escala considera los dos polos opuestos pero también la posibilidad
de matices entre los dos extremos. Se puede comparar a la escala algebraica que
utiliza el cero y a partir del cual se dan números positivos hacia arriba y números
negativos hacia abajo. El termómetro con escala Celsius es el ejemplo más
sencillo de esta escala, aun cuando también podemos mencionar casos en los
cuales, sin necesidad de números, concebimos los valores de mayor a menor en
una amplia gama que incluye valores positivos y valores negativos.

30
Las habilidades deportivas, manuales, artísticas, por ejemplo, admiten una gama
en la cual se pueden concebir personas más valiosas que otras en lo que respecta
a una misma cualidad, aun sin necesidad de introducir números. Lo mismo se dice
en el caso de los juicios que elaboramos cuando calificamos la belleza y otras
cualidades en una película, en la eficacia de un profesor, en la aptitud de un
ingeniero, en la bondad de una madre, etc.

Una característica de esta escala es que promueve siempre el nivel positivo, más
y más cualidades, más riqueza, más belleza, más bondad, mejores calificaciones,
mayores sueldos. En la siguiente escala que explicaremos se promueve un centro
normal entre dos extremos opuestos, tal como explicaremos en la sección que
sigue.

La ventaja enorme de esta escala con respecto a la primera que hemos explicado
consiste en que ahora sí se admiten los matices, lo cual proporciona a la mente
una facilidad para emitir sus juicios de valor y se sale del encasillamiento de la
bipolaridad pura. La desventaja que podemos detectar consiste en que la
aplicación de los números puede ser inapropiada y hasta ridícula en cienos casos
como el amor, la bondad, la belleza. Por tanto, se trata de una escala que sólo en
forma analógica utiliza los matices entre los dos polos, es decir, no se pretende
que los matices sean expresados exclusivamente por medio de números; en
algunos casos es adecuado, pero en otros no.

c) La escala de la normalidad central.

Esta escala es un poco más sofisticada. Los valores se conciben también como
polos opuestos y con matices, pero el peso axiológico lo tiene el centro de la
escala, no el extremo positivo. Esto se expresa en forma sencilla por medio de la
famosa Campana de Gauss tan utilizada en Estadística. En efecto, se trata de una
curva parecida a la parábola y que en el extremo superior marca el mejor valor,
enseguida baja hacia la derecha y hacia la izquierda y allí se expresan los valores
positivos y negativos, respectivamente. De esta manera se concibe lo normal
como un valor en el centro y lo anormal como valores hacia la derecha y hacia la
izquierda. Los ejemplos son claros: Normalmente mueren al at1o varios miles de
personas en un país dado. Si aumenta ese número nos salimos de lo normal, si
decrece ese número también nos salimos de lo normal. Lo mismo se puede decir
cuando se habla de nacimientos, accidentes, siniestros, ilícitos, etc. Las
estadísticas proporcionan datos muy útiles aun cuando no se asocien con el
mundo axiológico que aquí estamos explicando. Veamos - _ la analogía con los
valores.

El caso más famoso para esta estructuración de los valores está en Aristóteles
cuando explica uno de sus principios morales: "La virtud está en medio de dos
extremos viciosos". Efectivamente: una persona puede ser ahorrativa, esto es una
virtud, pero puede ser demasiado ahorrativa y en ese caso cae en el vicio de la
avaricia, o puede ahorrar muy poco y en ese caso cae en el despilfarro. Lo mismo
se puede decir de muchos casos similares: la valentía es una virtud, y está en el

31
término medio entre la cobardía por un lado y la osadía por el otro. Una madre
cuida a su hijo pequeño, pero puede caer en el sobre proteccionismo por un lado o
en el descuido por el otro. En todos estos casos se puede notar que el valor que
se promueve está entre dos extremos viciosos. No siempre es posible aplicar esta
escala, pero los ejemplos dados son suficientes para darle un lugar aparte.

Hay un dicho popular que lo expresa con claridad: "Ni tanto que queme al santo, ni
mi poco que no lo alumbre". Esta idea nos indica que en ciertas cualidades y
actitudes existe la posibilidad de excederse y en ese momento caer en el vicio.

d) La escala del cero absoluto.

La cuarta escala es la más difícil de captar y de aceptar, es la de la Filosofía


escolástica, y es comparable a la escala termométrica de Kelvin que considera el
cero absoluto en el punto inferior: (-273 grados centígrados equivalen a cero
grados Kelvin) de tal manera que toda graduación de temperaturas se da siempre
con números positivos. Así, por ejemplo, el punto de congelación del agua está a
273 grados Kelvin. En esta escala no hay valores negativos, y ésta es
precisamente la tesis que sostiene esta Filosofía, tesis que normalmente produce
un fuerte rechazo mando se oye por primera vez. A la gente le cuesta entender
que alguien sostenga la so existencia de valores negativos y la inexistencia del
mal. Para la Filosofía escolástica el mal es una privación, es decir, la ausencia de
algo que debería existir. Sin embargo, si .se capta la analogía de esta tesis con la
escala del cero absoluto, perfectamente científica, podría captarse su utilidad al
referirse a cierto tipo de valores, como explicamos a continuación.

El caso más importante se da en los trascendentales del ser, que (de acuerdo con
la Filosofía tomista) son la unidad, la verdad, la bondad y la belleza (esta última no
se considera en algunas escuelas). Todo ente, por el hecho de existir posee esas
propiedades, que por eso se llaman trascendentales. La conclusión es obvia: no
existen cosas malas ni feas. Pero la mente humana requiere una cierta educación
para saber descubrir la belleza y la bondad de algunas cosas o situaciones que
normalmente se califican con valor negativo. Es así como explican que sólo
algunas personas captan la unidad, la verdad y la bondad de objetos o personas
que normalmente son tratados como adefesios, monstruosos o desquiciados. El
tomismo insiste en que hasta la persona más desquiciada o criminal, de todas
maneras conserva en su ser aunque sea una pizca de bondad.

De la misma manera: un psicólogo Rogeriano insiste en que el núcleo personal de


cualquier sujeto, aunque sea un criminal, es bueno en sí, y gracias a esa bondad
puede llegar a regenerarse. Cuando el psicólogo expresa a dicho criminal que lo
acepta, que tiene fe en su bondad interior, que es posible salir de ese estado de
criminalidad, entonces se puede iniciar un verdadero proceso de rehabilitación de
dicha persona. He aquí uno de los beneficios de la escala del cero absoluto: creer
y aprender a descubrir la bondad de todo cuanto existe, tan sólo por el hecho de
que existe.

32
Por otro lado, esta escala del cero absoluto rechaza la actitud exagerada de la
gente catastrofista y de la gente hipocondriaca, que exageran las enfermedades,
que sólo ven lo malo, el peligro, la inminente llegada de la peor noticia: la caída del
peso frente al dólar, el fin del mundo, el peligro del accidente, la exageración de
los síntomas y las enfermedades. En todo ven una señal de un mal inminente. En
estos casos es la inversión de la escala del cero absoluto: todo es malo, el hombre
es malo por naturaleza, espera siempre la peor noticia, si existe la posibilidad de
que algo pueda salir mal, no dudes que saldrá mal.

En Pedagogía se explica la tesis de "la profecía que se cumple a sí misma". Esto


tiene mucho que ver con lo que estamos explicando: Si un profesor tiene bajas
expectativas de sus alumnos y así se los da a entender, el promedio de
calificaciones bajará; en cambio, si tiene fe en sus alumnos y así se los hace notar,
ese promedio subirá. Infinidad de experimentos y de vivencias casuales han
demostrado la verdad de esa tesis.

La bipolaridad, en resumen, es la característica por la cual los valores se dan por


pares, uno positivo y otro negativo; pero la mente humana posee por lo menos
cuatro tipos de estructuras noéticas o escalas para captar y ordenar los valores:
en una primera escala nada más concibe los dos polos opuestos, en la segunda
concibe una serie de matices entre los dos polos opuestos, en la tercera da peso
axiológico al centro de la serie considerada, en la cuarta sólo! concibe una
gradación siempre creciente sin que se pueda hablar propiamente de valores
negativos.

II.8. Crisis de Valores

Puede haber y, de hecho, hay verdaderas crisis de valores.


Si lo que he dicho más arriba es válido, las sociedades y las personas pueden
sufrir verdaderas crisis de valores: no simples racionalizaciones por la pérdida de
poder que el abandono de algunos valores representa, sino verdaderos pasos
atrás en el equilibrio y en el progreso de las sociedades y de las personas.

Pero no es fácil entender la naturaleza de un declive de los valores, no consiste


en la simple supresión de algunos, sino en su sustitución por otros o, en un plano
más alto, en el traslado de la preeminencia de unos valores a otros.

Por tanto, la hipótesis de que "estamos ante una gran crisis de valores" no debe
ser aceptada sin un cuidadoso análisis de los valores y de los "hechos". Como
tampoco hay que aceptar sin más su contraria, de que "hemos dado un gran paso
al frente al sustituir valores exclusivos, excluyentes e intocables por otros
dinámicos, abiertos y flexible" (una tesis que se escucha con frecuencia, quizás sin
un análisis suficientemente detallado de lo que eso significa). Por ejemplo, una
sociedad económicamente atrasada, rural, cerrada y sometida a graves crisis
potenciales -invasiones, epidemias, hambrunas, etc.- necesita una estructura de
valores muy rígida, y no podría sobrevivir con los que hoy tienen nuestras
sociedades abiertas, democráticas e innovadoras. Desde nuestro punto de vista,

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el cambio de aquéllos a éstos parece un progreso, pero esto no pasa de ser un
calificativo, dado quizás con criterios emocionales.

Los Juicios sobre valores formulados desde otros entornos -culturales,


geográficos, históricos- deben hacerse con gran circunspección.
Lo que tiene también su corolario: En el mundo de los valores, la tesis de que
"cualquier tiempo pasado fue peor" es, probablemente, tan falsa como la de que
"cualquier tiempo pasado fue mejor".

0 sea, la sociedad cultural del siglo XXI no es necesariamente una cima en la


historia de la civilización, y basta mirar a nuestro alrededor para comprobarlo. Y la
razón es que, en ética, cabe el aprendizaje negativo, es decir, el aprendizaje que
nos lleva a hacer no lo que es bueno, sino lo que es malo, a consolidarlo en
nuestra vida, a vivir de acuerdo con ello y a hacerlo norma de nuestra conducta. Y,
de nuevo, basta el recurso a la propia experiencia y a la historia reciente para
verificarlo.

34
III. LA LIBERTAD
III. 1. El Concepto de Libertad

a) La Esencia de la Libertad

La libertad humana se puede definir como autodeterminación axiológica. Esto


significa que una persona libre se convierte, por _ mismo hecho, en el verdadero
autor de su conducta, pues él mismo la determina en función de los valores que
previamente ha asimilado. Cuando no se da la libertad, o se da en forma
disminuida, entonces el sujeto actúa impelido por otros factores, circunstancias y
personas, de modo que ya no puede decirse que es el verdadero autor de su
propia conducta.

De acuerdo con esta definición, podemos asentar que la condición previa de la


libertad: en un individuo es la captación y la asimilación de valores. En este
capítulo vamos a dejar en claro que solamente en función de valores (que se han
captado como tales y que funcionan como motivo del acto ejecutado), es como
podemos hablar de libertad en cada persona. En la medida en que un individuo
amplía su horizonte axiológico, podrá ampliar paralelamente el campo de su
propia libertad. En la medida en que una persona permanezca ciega a ciertos
valores, podemos señalar una limitación en su libertad.

Así pues, una persona que actúa libremente puede señalar con claridad cuál es el
motivo de su acción, que es precisamente el valor que lo movió a actuar. Los
valores actúan como móviles o motivaciones internas de la conducta humana. Los
valores tienen una especie de imán o atractivo especial para todo ser humano que
se abre a su comprensión. Estamos hablando, por supuesto, de valores
asimilados y comprendidos como tales, no de valores impuestos por la fuerza. El
papel del educador no es imponer valores, sino proponerlos y develar en qué
consiste esa calidad valiosa.

Con frecuencia la libertad humana ha sido malinterpretada; para algunas personas


la libertad consiste en la capacidad de hacer lo que se le pegue la gana, o la
arbitrariedad, o la ausencia de responsabilidades, o la acumulación de poder, etc.
En realidad, la libertad humana, para ser correctamente entendida, tiene que ir
paralela con el sentido axiológico y el sentido de responsabilidad,
.. .
Evidentemente, nuestro tema se refiere a la libertad interior de un individuo, no a
la libertad externa, que puede ser definida como ausencia de obstáculos físicos.
Un prisionero no tiene libertad externa, pero puede conservar y aun incrementar
su libertad interna, gracias a la cual su conducta puede llegar a ser altamente
meritoria.

La postura que niega la libertad humana es el determinismo. En la actualidad ha


cobrado auge la postura de Skinner, psicólogo conductista que rechaza la libertad

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en función de un fenómeno también real: los _9ndicionamientos en que vive
inmersa la mayoría de la gente. Veremos más adelante cuáles son los argumentos
de los autores deterministas y cómo se puede argüir en su contra.

Uno de los aspectos más importantes en la vida de una persona es su proceso de


liberación. La libertad puede incrementarse o disminuirse a lo largo de la vida. Los
principales factores que limitan la libertad del hombre son: los condicionamientos,
el Super Yo, las manipulaciones ajenas, las emociones sofocantes y las ataduras
de una filosofía pesimista. Estudiaremos más adelante los efectos de estos
obstáculos de la libertad humana.

b) La libertad se ejerce en función de valores.

El tipo de libertad que nos interesa está íntimamente relacionado con los valores.
En este capítulo estudiaremos algunas relaciones entre libertad y el terreno
axiológico. En primer lugar analizaremos la libertad humana en cuanto
fundamentada en el valor. Si no se da una previa captación de algún valor, no hay
propiamente libertad.

Ser libre no es fácil. Pero la libertad, igual que el amor, ha sufrido un proceso de
degradación que es necesario detectar. No basta declararse libre para sedo
efectivamente. La libertad que ahora estamos explicando requiere una condición
que no siempre se cumple, a saber, la captación, el aprecio y el convencimiento
acerca de uno o varios valores. La libertad se ejerce entonces, en función de esos
valores captados. El hombre elige realizar algún valor o rechazado. La libertad no
existe cuando una persona es ciega para los valores.
Actuar libremente significa inclinarse, adoptar y realizar un valor, o rechazado.
Cuando no existe uno o varios valores en la mente del individuo, su conducta va a
estar orientada, ya no por valores, sino por instintos, reflejos, condicionamientos,
hábitos, inclinaciones surgidas del inconsciente, presiones externas, etc. Ya
estudiaremos más adelante qué sucede con la moralidad de un individuo afectado
por estos factores mencionados. Por lo pronto, expliquemos la percepción de
valores, que es condición indispensable para el acto libre.

c) Dos modos de percibir los valores

La percepción de un valor puede tener lugar de dos maneras, en forma conceptual


o en forma intuitiva u holística. (La Verstand y la Vernunft son las dos funciones
cognoscitivas, ya descritas anteriormente, que se ejercen con respecto al valor.)

a) La percepción de un valor en forma conceptual es la que se logra por medio de


explicaciones teóricas o descripciones más o menos distantes del objeto valioso.
Por ejemplo: si explicamos el valor de una sinfonía o de un hecho heroico, lo más
probable es que nuestro entendimiento capte ese valor en forma conceptual y
general. Un estudiante puede explicar con relativa facilidad la definición del valor
belleza, del valor virtud, del valor de una ley específicamente señalada, etc. La
ventaja de este conocimiento del valor es la objetividad, la universalidad y el

36
carácter científico que pueda adoptar. La desventaja del conocimiento conceptual
es el posible alejamiento. Con respecto a los intereses, inclinaciones y mundo
existencial del sujeto que conoce. Los valores así conocidos corren el riesgo de no
ser tratados en serio, de no ser apreciados como tales. En este nivel, una persona
podría conocer perfectamente las tesis de la Ética y al mismo tiempo llevar una
vida deshonesta.

b) La percepción de un valor en forma intuitiva es la que se logra por medio de una


vivencia en la cual se capta, se aprecia y se adopta ese valor como tal, dentro del
mundo personal del sujeto cognoscente. Los caminos más eficaces para obtener
este tipo de percepción axiológica se encuentran en las obras de arte, como la
novela, el cine, el teatro, y sobre todo, el ejemplo vivo de las personas que lo
realizan. El caso más importante es el de los padres que educan a sus hijos con
su propio modo de ser. Este tipo de percepción implica un aprecio del valor (o
desprecio, en el caso de un valor negativo) y una consideración y recuerdo
especial de tales contenidos. La desventaja reside en que dicho valor no siempre
se puede describir ni tampoco tiene garantías de universalidad y de objetividad.
Sin embargo, desde el punto de vista del valor moral de una persona, más vale
apreciar y realizar un valor que saber definido y distinguido con precisión de un
científico.

Si avanzamos un poco más en nuestro análisis de la percepción axiológica,


podemos señalar lo siguiente:

a) Los valores que influyen en la gente generalmente han sido captados en


situaciones concretas, ante un hecho singular, vital, gracias al cual es recordado
con facilidad. Por tanto se trata de un "descubrimiento", que la persona recuerda
con especial afecto. Es así como se descubre el valor de una sinfonía; el valor de
la justicia, el valor de la carrera de ingeniería, el valor de una persona, o el valor
de un libro. Descubrir, en este contexto, quiere decir que el sujeto por primera vez
cae en la cuenta de un contenido, que posiblemente ya había percibido con
anterioridad, pero sin percatarse del aspecto valioso que implicaba. Esto es
semejante al acto de develar (quitar velos) que ya Platón había explicado cuando
define la verdad como alétheia (develamiento). Se trata, pues, de ir al ser mismo
del objeto que se tiene enfrente, y que anteriormente sólo se había captado en la
superficie, en la apariencia, en la capa engañosa que encubre su ser y su valor.

Esto nos explica por qué tratamos en forma diferente a un individuo cuya
comunicación empieza a ser más personal e íntima. Sucede normalmente que con
dicho trato estamos descubriendo su ser y su valor. Ante ese descubrimiento, ya
no es tan fácil la manipulación, la objetivación y el trato mecanizado o
estereotipado que solemos dar al individuo anónimo. Los valores descubiertos en
esa persona nos dan la oportunidad para elegir un trato más adecuado a ella.

b) El niño (o el adulto, en su caso) que aún no ha percibido una cierta zona o


estrato de valores (por ejemplo, estéticos) mantiene un comportamiento más o
menos alejado de dichos valores. No los elige voluntariamente; su criterio para

37
actuar es diferente, tan sólo cumple con algún reglamento o con alguna norma
social, o asiste a un concierto porque quiere agradar a otra persona, o se aprende
la biografía de los músicos clásicos porque quiere obtener una buena calificación.
Sólo cuando descubre el valor de dicho concierto o de dichas biografías, puede
elegir libremente oír el concierto o leer las biografías, independientemente de las
presiones, premios o castigos a que se encuentra sometido.

e) La espontaneidad y gracia de los niños pequeños y de las personas en una


fiesta o en vacaciones es muy diferente a la libertad que estamos explicando. La
raíz de esas conductas está en los instintos o en los estímulos sensibles recibidos
en ese momento. Con cierta razón se llama a esto actuar libremente, porque de
hecho se da una liberación con respecto a normas, convenciones, y demás
ataduras propias de la civilización que vivimos. Sin embargo, esta libertad todavía
no es la libertad axiológica que nos interesa como condición de la conducta
moralmente valiosa. No podemos hablar de méritos morales en el niño que se
mueve de manera espontánea. La base del mérito moral está en la conducta que
se ejecuta en función de un valor intrínseco, como explicaremos después.

La libertad del niño se puede denominar libertad de espontaneidad, para


distinguirla de la libertad axiológica, que es la que nos interesa por ahora. Esto
mismo lo podemos expresar en función de una terminología más precisa que
explicaremos con detalle más adelante: no basta la libertad-de; es necesaria la
libertad-para. La primera consiste en abstenerse de ciertos vínculos; la segunda
consiste en actuar en función de un objetivo valioso. La primera se preocupa de
las ataduras. La segunda se preocupa de las metas. Las dos son necesarias y
pueden influir una en la otra. Sin necesidad de menospreciar la primera, lo que
interesa a la Ética es la segunda.

d) Ahora conviene aclarar que el conocimiento intuitivo de los valores sólo es una
condición para el mérito moral, no es una causa ni tampoco un determinante. De
hecho se dan casos de personas que cultivan valores de alto nivel, pero no por
eso se puede decir que todos sus actos dentro de esa actividad son meritorios. Un
individuo puede conocer el valor de una ciencia y elegidos para sí mismo, pero en
un momento: posterior podría claudicar con respecto a esos valores y elegir en
contra de ellos. Esos nuevos valores, en función de los cuales ha elegido en
contra de los primeros, son los que ahora están en la base de su mérito moral.
Ese mérito dependerá de la calidad de valores que de hecho han funcionado como
motivación de su conducta.

e) El conocimiento conceptual de los valores difícilmente puede mover a una


persona actuar en función de dichos valores. El conocimiento conceptual tiene un
efecto objetivante que coloca a lo conocido en un plano diferente al del sujeto.
Éste no se involucra con dicho objeto y, por tanto, no se siente inclinado por dicho
objeto, ni a favor m en contra. Sin embargo, pueden coexistir los dos tipos de
conocimiento en una misma persona con respecto al mismo objeto. Por eso no es
extraño que un sujeto pueda manejar conceptualmente un tema, y al mismo
tiempo se sienta motivado por él. Un científico y un artista pueden haber captado

38
de manera intuitiva el valor de su área y al mismo tiempo pueden manejarlo en
forma conceptual. Por desgracia, si se trata de un profesor que, frente a sus
alumnos, maneja su tema sólo conceptualmente, ame el riesgo de no influir
axiológicamente en dichos alumnos, si acaso no sabe manejar las técnicas de la
enseñanza y el aprendizaje significativo.

Otra terminología para esta temática es la proporcionada en el capítulo II que


explican la Verstand y la Vernunft: La enseñanza de los valores por medio de la
Verstand produce un conocimiento conceptual, frío y falto de fuerza motivadora.
En cambio, la Vernunft produce un conocimiento holístico, que envuelve al sujeto y
que le da oportunidad para elegir el valor captado.
.
g) En resumen: la libertad axiológica tiene como condición de posibilidad un
conocimiento holístico o intuitivo de uno o varios valores. Sin este tipo de
conocimiento, muy diferente al conocimiento conceptual, no es posible que se dé
la libertad que nos lleva al valor moral En otros términos: para elegir un valor,
primero hay que conocerlo y apreciarlo en cuanto tal.

d) Libertad-de y libertad-para.
Las clasificaciones de la: libertad suelen ser muy confusas. En aras de la claridad,
aquí estableceremos una división muy sencilla: libertad de y libertad-para.

a) La expresión libertad-de significa libertad de obstáculos, de vínculos o de


restricciones, sean éstos de orden físico o de orden moral. Por tanto, podemos
distinguir dos tipos de libertad-de: de orden físico o externo y del orden psíquico,
moral o interno.

De acuerdo con lo anterior, estar libre significa, en primer lugar, no tener cadenas,
lazos, o limitaciones de orden material (como sería el caso de la cárcel) y poder
moverse físicamente. Ésta es, pues, la libertad física o externa.

En segundo lugar, también se aplica esta expresión para el caso de las


restricciones de tipo psíquico o moral. Las leyes, los mandatos, las amenazas,
etc., constituyen limitaciones en este orden psíquico y restringen la libertad-de. Es
típico el caso de los pueblos que luchan por su libertad en contra de las
restricciones que impone un tirano. Lo que pretenden es obtener su libertad de
imposiciones y leyes que consideran exageradas. En este mismo sentido se dice
que una persona divorciada o viuda ha recuperado su libertad y puede casarse de
nuevo. El vínculo que tenía con el cónyuge le restringía la posibilidad de otro
matrimonio. Análogamente puede considerarse el caso de las amenazas. Éstas
suelen producir en la mente del amenazado una restricción dentro de las
posibilidades de conducta, y por eso se dice que pierde libertad. Ésta es la
libertad-de en el orden interno, que también se llama psíquico o moral.

Lo que se opone a esta clase de libertad son los obstáculos, sean de orden físico

39
o de orden psíquico. Cuanto mayor sea la libertad-de, menor es la cantidad de
obstáculos, vínculos y restricciones. A medida que crecen estos vínculos y
restricciones, va disminuyendo la libertad-de. Es importante hacer notar que esta
libertad-de puede disminuir en forma considerable sin menoscabo de la libertad-
para, como explicaremos más adelante.

b) La expresión libertad-para significa libertad para alcanzar un objetivo o para


realizar un valor o para llegar a una meta. Esta libertad es de tipo interno, reside
en la voluntad y es mucho más valiosa que la libertad de.

La libertad para es una potencialidad interna, es una capacidad que puede


fortalecerse o debilitarse por diversos procedimientos que posteriormente
analizaremos. Coincide con la libertad axiológica que ya hemos explicado. Como
puede notarse, el tipo de libertad que interesa primordialmente en Ética es esta
libertad-para, puesto que se trata de la facultad para elegir, decidir y auto
determinarse en función de un valor previamente percibido como tal.

Si analizamos la combinación de la libertad-de y la libertad-para en un mismo


individuo, podemos observar lo siguiente:

a) Ordinariamente la libertad-de en el orden interno tiende a disminuir. Es decir,


una persona tiene cada vez un mayor número de compromisos y un mayor
número de leyes y obligaciones que pesan sobre él. Contraer matrimonio, tener
hijos, alquilar una casa, comprometerse laboralmente en una oficina, son actos
que disminuyen la libertad de, sobre todo en el orden interno. Por eso decimos
que un casado pierde libertad, los hijos quitan libertad, las obligaciones de un
contrato disminuyen la libertad, el compromiso en el trabajo también produce un
decremento en la libertad. Estamos mencionando, pues, una serie de
restricciones que normalmente adquiere el hombre alo largo de su vida y que, por
tanto, disminuyen su libertad-de.

Sin embargo, esta serie de restricciones no disminuyen la libertad-para. El mismo


individuo que acaba de casarse, conserva su libertad axiológica con la cual es
capaz de cumplir con sus compromisos.

La conocida fiase: "puedo, pero no debo" está indicando esta doble faceta de la
libertad. "puedo" quiere decir: tengo la capacidad interna para hacer algo. El "no
debo" quiere decir: hay una restricción que voy a respetar. Esa persona es libre en
un sentido, pero al mismo tiempo no es libre en otro sentido.

b) En cambio, a medida que madura y se desarrolla un individuo, su libertad-para


(libertad axiológica) tiende a aumentar, es decir, a fortalecerse y a poseer un
potencial cada vez más decidido, firme y seguro. Esto significa que internamente
el individuo se está haciendo más capaz de captar y apreciar valores y que, por
tanto, cada vez es más apto para decidirse en favor de ellos y realizarlos con
mayor facilidad.

40
Por supuesto, puede darse un retroceso. Es el caso del vicioso o del neurótico que
cada vez pierde más facilidad para percibir valores auténticos, cada vez se vuelve
más defensivo, cerrado y apegado a estereotipos que le quitan espontaneidad y
creatividad.

c) Un caso extremo es el de los prisioneros en los campos de concentración. La


libertad-de (sobre todo en el orden físico o externo) tiende a disminuir casi
totalmente. Sin embargo, es factible que la libertad interna (libertad-para) se
conserve e inclusive se fortalezca en función de un ideal, del tal manera que ese
individuo mantenga su energía disponible para soportar el sufrimiento y luche para
salir de esa prisión.

d) Cuando una persona capta que se van reduciendo sus posibilidades reales,
siempre podrá contar con un par de opciones: decir sí o no ante el único camino
que se le está ofreciendo. Éste es el caso extremó en el momento de la muerte.
Aceptar dignamente la propia muerte es la última oportunidad que tiene el
individuo para manifestar su libertad-para. Cuando se reduce al mínimo la libertad-
de, siempre queda la libertad para.

En resumen, la libertad puede ser libertad-de y libertad-para. La primera se


subdivide en libertad externa y libertad interna. La segunda coincide con lo que
hemos llamado libertad axiológica. Normalmente tiende a decrecer la libertad-de,
pero lo importante es el fortalecimiento de la libertad-para. En adelante, el término
"libertad" a secas se referirá a la libertad-para.

e) La libertad humana es limitada.

La libertad humana no es absoluta. Existen varios obstáculos que disminuyen y, a


veces, nulifican la libertad de la conducta humana. El estudio de ellos proporciona
mayor claridad para la comprensión dé los actos humanos en la vida real. En la
medida en que falta libertad, el acto humano pierde su calidad de humano y llega
a convertirse en un simple acto del hombre.

Existe la libertad humana, cierto; pero no todos los actos ejecutados por el hombre
son libres, ni entre los actos libres, tienen todos el mismo grado de libertad. En
efecto, sólo unos cuantos actos durante el día pueden llamarse verdaderamente-
libres. La gran mayoría es producto del automatismo, y sólo en unas cuantas
ocasiones realizamos una auténtica autodeterminación. Pero esto varía mucho de
una persona a otra. El extremo inferior es el de los que apenas emergen al mundo
de la conciencia en ocasiones especiales, para luego volver a sumergirse en la
modorra del ensueño, la fantasía, el proyecto fácil, la envidia y el resentimiento,
mientras, externamente, todo movimiento se encarga a una especie de piloto
automático que los lleva al trabajo, a su casa, a la diversión, a la conversación con
el amigo. Termina el día, y la corriente ordinaria de la vida ha arrastrado consigo a
un bulto llamado hombre.

En el extremo superior podemos detectar el caso de las personas que actúan en

41
un nivel de conciencia muy claro, saben manejar sus propios mecanismos
automáticos, pueden modificar los roles utilizados en su vida de una manera
consciente, se responsabilizan de sus emociones y sus pasiones, se hacen cargo
de su propia conducta y de sus consecuencias, toman una actitud creativa, saben
difundir la alegría y la felicidad que proviene de su propia interioridad. Estas
personas son libres en un grado superior y, además, utilizan su libertad en un
sentido correcto.

La libertad del hombre no es ilimitada; pero puede conquistarse e incrementarse a


partir del nivel de desarrollo y madurez propio de cada uno. Afortunadamente
existen procedimientos psicológicos que fomentan este gradual crecimiento de la
libertad personal. La clave de la eficacia de estos métodos consiste en que no
niegan la necesidad de los automatismos y de los roles en la vida de cada uno,
sino que deslindan con toda claridad la situación de la persona, y el papel
adyacente de los roles y los automatismos que normalmente afectan a los
diversos estratos del ser humano. La libertad consiste en que la persona pueda
manejar esos roles y automatismos conforme a sus propios criterios.

III.2. LOS OBSTÁCULOS A LA LIBERTAD

Veamos en qué consisten esos obstáculos contra la libertad y de qué manera


limitan nuestro grado más o menos desarrollado de autonomía personal. En primer
lugar estudiaremos el caso de la ignorancia, en segundo lugar el miedo, en tercer
lugar, la ira y otras emociones y pasiones, en cuarto lugar la violencia física y
psíquica y, en quinto lugar, el caso de los desajustes psíquicos, principalmente la
neurosis:

a) La ignorancia
Consiste en la ausencia de conocimientos porque para elegir- Es un obstáculo a la
libertad porque para elegir algo es preciso conocerlo.

Hay un tipo de ignorancia culpable, cuando no se sabe lo que se debería saber,


por ejemplo: el médico que, en el momento preciso y por falta de estudio, no sabe
diagnosticar y recetar en una enfermedad corriente. A esto se le llama ignorancia
positiva. En cambio, la ignorancia negativa no es culpable. Consiste en no saber lo
que _ sería necesario saber el ingeniero, por ejemplo, no tiene obligación de
conocer los síntomas de las enfermedades; es ignorancia, pero ignorancia
negativa, no culpable.

b) El miedo.

El miedo consiste en una perturbación emocional producida por la amenaza de un


peligro inminente. El miedo, en casos extremos (pavor), puede producir una
ofuscación completa de las facultades superiores, y todo lo que se ejecuta en esos
momentos pierde el carácter de acto humano, pues el sujeto no puede responder

42
de ello.

En ciertos casos es urgente saber resistir a los impulsos característicos del miedo.
Por ejemplo, un soldado en la trinchera necesita saber controlar su propia
perturbación para no correr despavorido ante las balas que silban a su alrededor.
En casos extremos, gracias a la fuerza de la voluntad, se puede llegar a
situaciones de franco heroísmo. La valentía no consiste en no tener miedo, sino en
saber controlarse a pesar de él. Los toreros, en momentos de sinceridad,
confiesan que sienten miedo delante del toro; pero, con todo, se plantan firmes y
arrostran el peligro con arte.

Los psicólogos han detectado un tipo especial de miedo que lleva el nombre de
angustia. Se caracteriza porque el objeto que la produce permanece desconocido
para el mismo sujeto. En ciertos casos toma el nombre de ansiedad, y se
caracteriza por un especial estado de nerviosismo que impide o dificulta la
concentración mental, el estudio y la reflexión. La angustia y la ansiedad se dan
con frecuencia en algunos casos de desajuste psíquico y los estudiaremos un
poco más adelante. Por ahora podemos concluir que el miedo, sea que se
conozca o no el objeto amenazante, es un obstáculo que disminuye o anula la
libertad humana.

c) la cólera y otras emociones.

En este apartado estudiaremos el hecho de que la cólera (también llamada ira,


enojo o coraje), al igual que otras emociones y pasiones, producen una fuerte
limitación en nuestra capacidad de elegir libremente. Imagínese el caso concreto
del marido que vacía la pistola al cónyuge y a su pareja cuando los encuentra en
flagrante adulterio.

En general, las emociones, como el odio, la tristeza, la alegría, los celos, la envidia
y el enamoramiento, son respuestas orgánicas (de adecuación o de inadecuación,
de aceptación o de rechazo) por parte del sujeto cuando percibe un objeto afín o
discordante. La emoción llevada a grados extremos recibe el nombre de pasión.
La palabra sentimiento expresa casi siempre lo mismo que la palabra emoción,
cuando se trata de un fenómeno persistente.

En los casos extremos las emociones arrastran por completo al hombre entero,
que pierde todo control de sí mismo y realiza actos de los que fácilmente se
arrepiente unos momentos después. Éste es el caso frecuente de la cólera, los
celos y el odio. Las leyes civiles ya han tenido el cuidado de señalar ciertos
atenuantes en los llamados crímenes pasionales. Sin embargo, en la mayoría de
los casos, el sujeto, advertido por su propia experiencia acerca de la fuerza de las
pasiones, debería estar prevenido para controlarlas en el momento preciso. Una
persona madura y plenamente desarrollada, lejos de arrojar toda la culpa a sus
emociones, se responsabiliza por ellas y asume las consecuencias de la conducta
ejecutada bajo sus efectos.

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Al revés de lo que suele pensarse en los medios puritanos y estoicos, las
emociones y las pasiones son buenas. En su origen, surgieron en el ser humano
como una defensa ante la posibilidad de un peligro inminente. Lo único malo, en
todo caso, sería la pasión desordenada, es decir, la que orienta al sujeto en un
sentido radicalmente opuesto a lo que ordena la recta razón, tema que será
estudiado en un capítulo posterior. En la educación del niño y del adolescente, uno
de los principales capítulos consiste en aprender a controlar las emociones y las
pasiones. Dicho control sabe tomar un camino intermedio entre dos extremos
igualmente viciosos: la represión de ellas y la sumisión

d) La violencia.
La violencia es una fuerza externa, física o psíquica, ante la cual es difícil, o
imposible resistirse. La violencia puede debilitar la libertad del sujeto hasta el
grado de suprimir toda responsabilidad en lo que se refiere a la conducta realizada
en esos momentos. El ejemplo típico es el de la cajera de un banco que entrega el
dinero al ladrón amenazante con una pistola oculta. No por esto se convierte en
cómplice del asaltante. La mujer violada por una pandilla es otro caso por demás
execrable. Generalmente la violencia va acompañada de otros obstáculos a la
libertad, como el miedo, la ignorancia y las pasiones. Sólo en algunos casos, con
suficiente preparación y precaución, es posible disminuir y hasta anular la fuerza
de la violencia.

Es importante destacar el caso de la violencia psíquica en función de amenazas


veladas. De hecho, el sujeto ve disminuida su capacidad de decisión ante esa
violencia psíquica; sin embargo, no encuentra suficientes motivos para protestar o
para deshacerse del agresor, que puede actuar, en ocasiones, bajo una bandera
aparentemente lícita y noble. Me refiero a la violencia que puede ejercer el
autoritarismo de un padre, un profesor o el jefe de oficina excesivamente exigente
ante un grupo de personas, o a la violencia que puede ejercer un marido ante su
esposa en el terreno sexual, o la que ejerce el líder .runa pandilla ante sus
secuaces, o la de un político ante los miembros de su partido, o la actitud agresiva
y chantajista que suelen asumir algunos jefes, directores o presidentes frente a
los miembros de sus asociaciones. En todos estos casos se trata de persona
abusiva, que aprovecha la superioridad otorgada por el cargo o la función
desempeñada y obtiene ciertos beneficios, sin que exista una clara conciencia de
la clase de abusos que está cometiendo pues, en general, la sociedad suele
confundir el sano ejercicio de la autoridad con el autoritarismo.

e) Los desajustes psíquicos.

Los desajustes psíquicos, entre los cuales sobresale la neurosis, debilitan la


libertad debido a que la persona se siente atada a ciertos patrones de conducta, a
mecanismos de defensa, a lo que le dicta el autoconcepto o el Super Yo, a las
emociones exageradas, como la ansiedad y la angustia, que ya hemos
mencionado.

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No debería utilizarse con tanta frecuencia la etiqueta de "ser neurótico". Lo que
abunda es más bien el síntoma neurótico, "tener un síntoma neurótico", lo cual se
da con bastante frecuencia en la mayor parte de los individuos. Evidentemente, la
frecuencia y la causa de estos síntomas varían de persona a persona.

La neurosis es el arte de hacerse infeliz. Más exactamente, el síntoma neurótico


consiste en una respuesta emocional exagerada ante un estímulo que
normalmente sería inocuo o sólo ligeramente peligroso o molesto. Algunos
ejemplos típicos son: la fobia a los ascensores, la ansiedad permanente sin motivo
claro, la depresión, la obsesión, la histeria.

El neurótico tiende a señalar los acontecimientos externos y a las demás personas


como la causa de su infelicidad. Sin embargo, uno de los factores más importantes
de la neurosis es la distorsión de la percepción, con lo cual se producen
emociones inadecuadas y exageradas. Ahora bien, esta distorsión de la
percepción es el resultado de una actitud defensiva del propio autoconcepto, es
decir, de la propia dignidad personal. Todos los síntomas (agresivos, depresivos,
obsesivos, ansiosos) del neurótico son la consecuencia de una creencia falsa: "Mi
dignidad y mi valor como persona están en peligro". El único modo de abandonar
esos síntomas consiste en caer en la cuenta del valor de la propia persona y
modificar el autoconcepto que exagera laS cualidades positivas o negativas.

Ahora bien, la lucha por la propia dignidad es natural y correcta; es propia de la


naturaleza humana; su fuerza y arraigo en cada sujeto desbanca cualquier
oposición o tendencia contraria. En este momento no hay libertad. El sujeto se ve
fuertemente impulsado a defender su propia dignidad. Lo único malo del neurótico
es que está defendiendo un falso concepto acerca de su propia dignidad. Defiende
contra viento y marea los papeles y funciones con los cuales se ha identificado,
defiende su estatus; sus ideas, sus valores, sus títulos, su honor, su inteligencia,
su belleza, su habilidad deportiva o comercial, porque falsamente cree que allí
reside el núcleo de su dignidad. .

El síntoma del neurótico se manifiesta en una emotividad exagerada, pero la raíz


de su mal está en el plano cognoscitivo: cree que su identidad y su valor residen
en esos elementos mencionados y no se da cuenta de que su dignidad como
persona es mucho más profunda y valiosa que esas cualidades periféricas y
accidentales. Con todo el valor que poseen estos elementos mencionados, de
ninguna manera despreciable, nunca se comparan con el valor de la persona
como tal.
.
El remedio radical del síntoma neurótico consiste en percibir el propio ser, el
núcleo de identidad personal (con conocimiento holístico, no conceptual) y des
identificarse con respecto a los demás elementos que no pertenecen al plano del
ser sino al plano del tener. De lo contrario, el sujeto permanecerá condenado a
defender sus tablitas de salvación, con el consiguiente sabor de frustración,
peligro, ansiedad e infelicidad pues como ya se mencionó, la neurosis es el arte de
hacerse infeliz.

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Por lo que respecta a nuestro tema de la libertad y sus limitaciones, ahora
podemos obtener la siguiente conclusión: la defensa de la propia dignidad humana
es una necesidad en todo individuo, y por tanto, allí no hay libertad. El error del
neurótico consiste en identificar su dignidad con algo ajeno a ella. Su libertad-de
ha quedado limitada debido al obstáculo que hemos detectado: un autoconcepto
equivocado. De cualquier manera, el neurótico conserva su libertad-para, y debido
a esto es posible el alivio y la recuperación de una conducta amable y valiosa.

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IV. ASPECTOS DEONTOLÓGICOS DEL UNIVERSITARIO.
IV.1. Introducción

Los años de actividad intelectual y de convivencia humana transcurridos durante


los estudios de una carrera, el modo de ser del ambiente y de la vida entera de
una Institución de Educación Superior, dejan un pozo que se manifiesta en rasgos
difíciles de describir, que configuran en conjunto lo que se ha dado en llamar
estilo, talante o espíritu universitario, algo no bien definible, pero fácilmente
apreciable, que permite descubrir a quien ha cursado estudios superiores. Son
rasgos de carácter intelectual y cultural en amplio sentido, que contribuyen a
configurar la propia personalidad y que deben reflejarse en la conducta, poseen
trascendencia ética.

Parece obvio, efectivamente, que la incorporación del espíritu universitario


dependerá de muchas circunstancias personales y, en especial, del grado de
inserción, comunicabilidad, sensibilidad y apertura con que se participe
personalmente en la vida de la Universidad. Y también será dependiente, por otra
parte, de cómo se entienda en la corporación Académica la función propia de la
Universidad.

Por lo que se refiere a este último punto, hay general coincidencia en considerar
que la Universidad debe ocuparse de la enseñanza superior y de la investigación
científica. Y que en el aspecto docente se ha de tender a una transmisión dinámica
de saberes, que despierte la participación activa y creadora del estudiante, de
modo que al terminar la carrera haya adquirido un bagaje suficiente de los
conocimientos básicos y específicos correspondientes a su especialidad,
imprescindible para el ejercicio de su futura actividad profesional, así como hábitos
de estudio, de trabajo intelectual, capacidad para el manejo de las fuentes, y cierta
familiaridad con la adecuada metodología.

La Universidad no se limita únicamente a proporcionar conocimientos técnicos


para el desempeño de la futura profesión. Parece por tanto más adecuado trate de
proporcionar a la sociedad hombres que no sólo estén profesionalmente bien
preparados, sino que sean a la vez personas cultivadas, con criterio, de mente
abierta, capaces de hacer un recto uso de su profesión en servicio de los hombres
y de participar libre y responsablemente en las diversas actividades de la
convivencia social. Cuando se valoran estos objetivos y la Universidad no se
desentiende de su misión educativa en el ámbito humano y espiritual, encuentra
medios para estimular el desarrollo de la personalidad, despertar el interés hacia
muy diversos temas de importancia para el hombre, avivar la iniciativa cultural y
crear un ambiente apropiado para que surja con natural espontaneidad en cada
uno el espíritu universitario. Desde el punto de vista ético, no cabe duda de que la
Universidad, como institución educativa debe contribuir cuanto sea posible a que
el estudiante llegue a ser un hombre de criterio, consciente de sus
responsabilidades.

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IV.2. Rasgos del universitario

a) Cultivo del espíritu, interés por los valores culturales

El universitario posee una amplia capacidad de interés libre de utilitarismos, una


gran "curiosidad" intelectual, que es de suyo prácticamente universal, sólo limitada
por la imposibilidad humana de satisfacerla, que obliga a seleccionar
determinadas áreas para cultivarlas más a fondo. Con todo, este hábito intelectual
le lleva a la adquisición de cierto grado de conocimiento de muchos aspectos del
saber humano, a contemplar con gozo las diversas manifestaciones de la creación
artística, a interesarse por la historia del hombre, por su modo de pensar, por su
significación, por su futuro. Considera todas estas cuestiones como valores
culturales muy estimables que le gustaría poder alcanzar, que merecen su
atención.

b) Hábito de estudio

Los años universitarios generan el hábito de querer conocer a fondo los temas
acerca de los que se ha de formar opinión. La metodología propia de la
Universidad se basa en estudiar los datos de un problema, reflexionar sobre sus
distintos aspectos, analizar con ponderación los pros y los contras de las posibles
soluciones. La respuesta a una cuestión nueva no se debe improvisar, sino que ha
de ser antes estudiada y para eso se precisa disponer de la información
imprescindible.

Por poco que se haya tenido acceso a la bibliografía científica, se ha adquirido el


convencimiento de que sobre cualquier materia se ha pensado y escrito mucho,
por lo que antes de pretender descubrir o aportar algo original es más honrado y
provechoso acudir con sencillez y estudiosidad a las abundantes publicaciones
existentes, porque en otros casos se corre el riesgo de descubrir lo que ya se
sabía, cuando no de caer en el error o el disparate.

c) Rigor crítico

La actitud crítica, la capacidad de discernimiento, el hábito de análisis, es otra


cualidad indudable del universitario, quizá una de las más destacadas. Le lleva a
discriminar entre la verdad y el error con apariencia de verdad; entre la afirmación
bien fundamentada y la gratuita o no avalada suficientemente. Descubre con
agudeza el sofisma, el engaño. Esta actitud habitual le defiende entre el "slogan",
le protege frente al deslumbramiento, le permite rechazar con firmeza aquello que
entiende equivocado, no aceptar algo como verdad por el mero hecho de que se le
repita con machacona insistencia; hace que no ceda ante el argumento de una
autoridad que no merece su confianza y que no dé por buena una solución ni una
conducta por el simple hecho de que está avalada por la simple aceptación
mayoritaria. Somete todo a reflexión, a estudio, sopesa los razonamientos, gusta
conocer los argumentos a favor y en contra; antes de aceptar una proposición,
necesita saber bien de qué se trata y adquirir un convencimiento suficiente.

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Por este motivo, el auténtico universitario es difícilmente manipulable, se resiste a
cualquier intento de manejo, de instrumentalización; no se deja influir -y menos
arrastrar- porque sea mayor o menor el número de quienes han adoptado una
determinada postura; no es apto para ser llevado y traído en rebaño de un lado
para otro. De aquí que se le tache en ocasiones de "rebelde".

d) Humildad intelectual

Ciertamente, el hábito de rigor crítico, de análisis personal de las cuestiones que


se acaba de referir, puede llevar al universitario a una desviación fácil: a la
valoración desmesurada del propio criterio, a no admitir nada que él no puede
comprender, a menospreciar campos del saber lejanos al suyo; en breve, a la
autosuficiencia intelectual o aun, si se quiere, a la soberbia intelectual.

Mas esta desviación no suele darse cuando hay finura de espíritu, cuando se tiene
verdadera perspicacia. Porque el propio rigor científico conduce a hacer patentes
las limitaciones personales, y aun la entera insuficiencia humana.

e) Criterio

Como resultado de la reflexión sobre las cosas y de profundizar en las cuestiones,


se adquiere el criterio, como algo que se sedimenta con los años. Un criterio en
cuya formación han intervenido múltiples elementos, pero que se ha hecho ya
personal, está integrado en uno mismo. El criterio queda muy directamente
incluido en la personalidad; es un elemento por el que se manifiesta el ser
personal de cada uno. El "hombre de criterio" nunca es parte de masa, no es
conformista, no se somete pasivamente, jamás será juguete de otros a modo de
un "robot" programado. Cualquiera que sea el ambiente que le circunde, no se
deja arrastrar por él, no navega en él a la deriva, ni en él naufraga, sino que
adopta su rumbo personal. Si es preciso, va contra la corriente, e incluso crea a su
alrededor un ámbito de influencia más o menos extenso, al que irradia su propio
modo de entender las cosas.

Ser hombre de criterio -de recto criterio- es poseer un enfoque y una respuesta
acertada ante las situaciones y problemas de mayor trascendencia, es ser capaz
de encuadrar los hechos y las argumentaciones en unas coordenadas justas, es
tener de las cosas una visión serena, ponderada, real.

f) Actitud consecuente

Las cualidades hasta ahora referidas hacen que el universitario no adopte de


ordinario postura sin cierta maduración del tema, que no sea fácil de convencer sin
suficientes argumentos, que no se entregue a un razonamiento superficial ni
admita a la ligera la autoridad de otro. No obstante, una vez que un hombre
cultivado ha adquirido suficiente convicción sobre algún punto, éste queda
arraigado fuertemente en la mente, porque la luz que se ha encendido en su

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inteligencia ya no declina y la adhesión que se ha prestado a esa verdad
descubierta es muy firme y estable.

Esto explica que cuando se está bien convencido intelectualmente de algo, no sea
posible admitir el error sobre aquello; no se puede ceder ni por un equivocado
deseo de complacer, ni por miedo a ser tachado de intransigente. Mucho menos
comprensible sería mantener personalmente una postura en contra de lo que se
sabe es verdadero. La solidez en las convicciones conduce así a ser lealmente
consecuente con ellas, no sólo en la esfera de la adhesión intelectual, sino
también a la hora de orientar la propia conducta.

g) Amor a la libertad

No se puede ser consecuente con las propias ideas, si no se tienen ideas sobre
las cosas. Pero quien es de verdad universitario ha ido adquiriendo criterio sobre
muchas cuestiones, más firme en unas, menos seguro en otras. Y, sobre todo, no
cambia de manera de pensar ante la lisonja, la simple amistad, ni la presión o
amenaza exterior, no se deja comprar por ventajas ni halagos. Solamente cambia
porque los datos y las razones que reciba, con la garantía que le merecen, le
llevan a comprender que estaba equivocado, adquiriendo de este modo una nueva
y más firme convicción.

Esto hace sin duda que el talante universitario confiera a quien lo posee una
mayor independencia, ser mucho más celoso de la libertad y lo es tanto de la
libertad propia, como de la ajena. Se es tanto más libre cuanto con más claridad
se descubre la verdad encerrada en los términos de una elección, cuanto más y
mejor se conoce; y también, cuanto más se descubre lo engañoso de un atractivo
falaz.

Por otra parte, uno se deja llevar por otros tanto más fácilmente cuanto menos
hábito crítico posee, cuanto menos acostumbrado está a reflexionar y decidir por
sí mismo, cuanto más desarmado se halla para darse cuenta de la falsedad de
una razones, de la incongruencia de un planteamiento.

h) Respeto a los demás

El gran valor que se da al modo personal de entender las cuestiones, a la


necesidad de adquirir personalmente convicciones, y el rechazo de cualquier
acción que pretenda imponerse por la violencia, también impide la pretensión de
forzar a los demás a que piensen como uno mismo. Se exige respeto para sí y se
guarda también un delicado respeto a los demás.

El respeto a quien piensa de otro modo, el respeto a la libertad de los demás, no


debe interpretarse como signo de debilidad de convicciones, como postura
escéptica o relativista. Responde simplemente a la elevada consideración que se
tiene de la libertad del hombre y al convencimiento de que la verdad jamás puede
ser impuesta a la mente desde fuera, sino que para ser aceptada ha de ser antes

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contemplada, comprendida o al menos se han de dar motivos merecedores de
suficiente confianza.

i) Sentido de la dignidad de la persona y de la convivencia social

El universitario que ha adquirido los hábitos intelectuales que se vienen


considerando, se encuentra en excelentes condiciones para profundizar en el
carácter personal del hombre y para actuar en consecuencia. De este modo se
convierte en poderoso y tenaz defensor de la dignidad humana ante las fuertes
tendencias que amenazan anegar al hombre, dejándolo sometido a impulsos
ciegos que le superan por todas partes y le despersonalizan. Ante los riesgos de
masificación, de colectivización, de que el hombre se vea reducido a la condición
de número, sujeto pasivo e irresponsable, simple juguete del ambiente, de las
circunstancias, de una pretendida fuerza ciega de la historia, resulta más que
nunca necesario ahondar en el valor de la persona humana; valorar bien el hecho
real de que el hombre es un ser inteligente y libre, responsable de sus
actuaciones, con necesidades espirituales y materiales, con derechos y
obligaciones; un ser que es sujeto de la historia, capaz de influir para bien o para
mal en esa historia, de contribuir a que la sociedad sea mejor o menos buena, de
hacer que las relaciones entre los hombres sean más o menos justas y gratas.

Pero, además, el hombre vive en sociedad, en unión de muchas otras personas


como él, con las que establece múltiples interrelaciones. Y esto ocurre porque así
corresponde a la naturaleza humana, para que todos puedan satisfacer sus
necesidades materiales y aún más las del espíritu, ayudándose mutuamente,
complementándose unos y otros conforme a sus diversas aptitudes y funciones.
Cualquier miembro de la sociedad es, en cuanto persona, igualmente respetable;
tiene la misma dignidad esencial, sin que esto signifique que todos posean las
mismas cualidades o que todos merezcan la misma consideración por su
conducta.

Una mente cultivada, como cabe esperar sea la del universitario, ha de ser en
principio más capaz de liberarse de la tendencia egoísta que sólo busca el bien
particular; está en condiciones de apreciar mejor el superior valor del bien común,
de apetecer ese bien más amplio y elevado, que de algún modo es a la vez bien
para él mismo. El universitario, que ha adquirido los hábitos intelectuales, debe
también ser más generoso y magnánimo; y más perspicaz para calibrar el alcance
y la gravedad de los deberes para con el bien común, los que exige la justicia en
los ámbitos individual y social. La nobleza, la lealtad, el espíritu de sacrificio, y
tantas otras virtudes humanas, habrían de brillar más en él, precisamente por su
mayor capacidad para estimar los más altos valores que encierran.

Es razonable, por esto, que el verdadero universitario cuide tantos aspectos que
hacen más grata, amable y beneficiosa la convivencia social: el respeto a los
demás, a sus derechos, a sus opiniones, a su libertad; el trato lleno de
consideración, de delicadeza, de atención; el saber escuchar y esforzarse en
comprender; el estar abierto a gustos distintos de los propios, a temas que a otros

51
interesan; toda una amplia gama de cualidades que se suelen atribuir al hombre
educado y correcto. Y no actúa así solamente por cuanto esto permite una
coexistencia más cómoda, sino por el personal convencimiento de la dignidad de
quienes le rodean, por la íntima consideración que éstos le merecen, porque los
demás no le son indiferentes, sino que le importan, por humana fraternidad.

La convivencia social no es simplemente fruto de un orden procurado


extrínsecamente, ni es algo aceptado como mera e ineludible forma de
supervivencia, bajo una normativa ordenadora que intenta proteger la
independencia y la paz, sino que ha de ser querida, ha de lograrse como resultado
de una integración participativa de voluntades, que se manifiesta también en el
interés de unos por otros, en la relación cordial, en el ánimo de colaboración, en la
disposición para el trabajo en equipo, en el afán por complementarse unos con
otros en busca de logros comunes más elevados.

Es importante conseguir que la Universidad constituya un modelo de convivencia


social, que marque esa impronta en cuantos pasan por ella. El ambiente de las
relaciones personales en las aulas, en los laboratorios, en los pasillos, cafeterías o
bibliotecas, en el trabajo y en el esparcimiento, en las actividades deportivas o en
cualesquiera otras, debe ser escuela viviente para el ejercicio de las virtudes de la
convivencia, de modo que éstas sigan más tarde vigorosas y actuales, una vez
que se esté definitivamente inserto en la sociedad.

j) Mentalidad de servicio

Una consecuencia de poseer un sentido suficientemente elevado de la dignidad de


la persona humana es encontrar satisfacción en ayudar a los demás, sentir la
alegría de servirles, descubrir esta nueva dimensión de la actividad humana que
puede definirse como "mentalidad de servicio".

Esta mentalidad de servicio constituye un deber ético, erigido por la solidaridad y


fraternidad humanas, que ha de poseer el universitario como un elemento de su
espíritu, que incluye diversas manifestaciones:

a) En primer término, esmerarse en realizar el propio trabajo profesional, la función


que cada uno desempeña dentro de la sociedad, de la manera más acabada que
se pueda, lo mejor que sea posible. Supone el fiel cumplimiento de los deberes
profesionales, el continuo afán por perfeccionar los propios conocimientos, el
superarse en el ejercicio de la profesión, como medio primario de ofrecer a la
sociedad, a los demás, un buen servicio.

b) Otro servicio, muy propio del universitario, y más si se dedica profesionalmente


al cultivo de una Ciencia, es hacer a los demás partícipes de su saber personal, de
sus hallazgos científicos, o aun de los interrogantes que se plantea ante
determinadas cuestiones. Y así procura publicar los resultados de su labor de
investigación, para que pasen a ser del dominio de todos, y se da con sencilla

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generosidad a los alumnos, discípulos o colaboradores, en una entrega intelectual
abierta de efectos multiplicadores.

c) Se ha de mencionar también el servicio a la sociedad que se deriva de la


posesión de sensibilidad social, del vivo sentido de la responsabilidad ante los
asuntos de interés común, de la conciencia clara de que al universitario le atañen
mayores deberes sociales justamente por tener mayores conocimientos y cultura,
por haber podido adquirir más hondo sentido de la justicia.

d) El universitario ha de ser también sensible para prestar ayuda espiritual y


material a los demás, para hacerles llegar los beneficios de la cultura, para que
descubran en mayor grado su propia dignidad y sepan actuar en consecuencia. En
todos los ambientes en los que convive, en el profesional, familiar y social, hay
junto a él personas que necesitan de su generosidad, de su entrega a una siembra
de verdad, de justicia, de amor y de paz.

e) Por otra parte, cuando en el ambiente se perciben corrientes embrutecedoras, o


se lesionan derechos esenciales de las personas, la responsabilidad social impide
el silencio, la pasividad o la indiferencia, reclama del universitario las actuaciones
oportunas. No se puede dudar de que un universitario pueda hacer mucho para
despertar a otros de su letargo de pasividad y que debe estimular la iniciativa en
servicio de tantas empresas generosas en bien de los hombres. De igual modo,
esa misma responsabilidad debe incitar al interés por las cuestiones públicas y a
la participación en la recta configuración de la sociedad.

A nadie escapa que la mentalidad de servicio requiere vencer en tantas ocasiones


la comodidad y aceptar "complicarse la vida" en bien de muchos. Pero es una
virtud muy propia del verdadero talante universitario. El servicio así entendido no
rebaja, no esclaviza, sino que por el contrario, enseñorea y ennoblece, por lo
mismo que es libremente querido y generosamente practicado.

IV.3. RESPONSABILIDADES DEL UNIVERSITARIO ANTE LA SOCIEDAD

Todas estas características éticas que contribuyen a configurar el talante


universitario deben estar presentes, con naturalidad, en la vida de cualquier
profesional procedentes de una Universidad, a modo de hábitos intelectuales que
informan las más diversas manifestaciones de su quehacer diario: en los
diferentes aspectos de su dedicación profesional, en su comportamiento como
ciudadano, en todas sus relaciones en la sociedad y en su propia vida personal y
familiar. La formación adquirida supone haber asimilado una consideración
elevada de la dignidad de la persona y una profunda estimación de los valores
más nobles del hombre. Todo esto representa a su vez más consciente
responsabilidad ante uno mismo y ante los demás, que emana de la mayor
claridad de convicciones, del conocimiento más pleno de la realidad.

El universitario ya inserto en la sociedad debe asumir en ella esa responsabilidad


mayor:

53
1) siendo consecuente con la verdad;

2) cumpliendo con ejemplaridad los deberes que le competen como profesional y


como hombre;

3) contribuyendo cuanto le sea posible, con generosidad y alteza de miras, en


favor de la justicia, respeto, comprensión y concordia entre los hombres.

Este modo de comportarse no sólo le viene exigido por la más alta educación que
ha tenido oportunidad de recibir, sino también como algo que la sociedad tiene
derecho a esperar del universitario, ya que esos niveles educativos, con el
especial cultivo de la inteligencia que conllevan, son soportados en cierto modo
por toda la sociedad para que aunque sólo sean seguidos por una parte de ella,
reviertan en estimación de los valores del espíritu y logros científicos y culturales
que a todos interesan.

54
V. ÉTICA PROFESIONAL

V.1. La Profesión

La palabra "profesión" se deriva del latín, con la preposición pro, delante de, en
presencia de, en público, y con el verbo fateor, que significa manifestar, declarar,
proclamar. De estos vocablos surgen los sustantivos professor, profesor, y
professio profesión, que remiten a la persona que se dedica a cultivar un arte o
que realiza el acto de saberse expresar ante los demás. Con base en ello, puede
decirse que la profesión es beneficiosa para quien la ejerce, pero, al mismo
tiempo, también está dirigida a otros, que igualmente se verán beneficiados. En
este sentido, la profesión tiene como finalidad el bien común o el interés público.
Es más, nadie es profesional, en primera instancia, para sí mismo, pues toda
profesión tiene una dimensión social, de servicio a la comunidad, que se anticipa a
la dimensión individual de la profesión, la cual es el beneficio particular que se
obtiene de ella.

En tiempos del Imperio Romano a las personas que realizaban hazañas a favor
de la patria, el pueblo les tributaba gloria imperecedera para su nombre. Estos
hombres por otros medios tenían asegurada su subsistencia y no aceptaban
dinero como pago a su labor, solamente recibían los "honores" concedidos por su
comunidad. La fuerza que los movía era el cumplimiento de sus deberes, tanto en
relación con los demás como consigo mismos, en aras de contribuir a la
prosperidad comunitaria.

En nuestro tiempo, la remuneración o estipendio que se le da al profesional como


sueldo periódico recibe el nombre de honorarios. A la luz de estos elementos, el
ejercicio de la profesión significa el actuar principalmente con vistas al bien común
y en segundo término como medio para el beneficio personal. El individuo es
interdependiente de su sociedad y por eso la realización de todas sus capacidades
sólo es posible en una sociedad capaz de propiciarlas. Resulta absurdo buscar el
propio beneficio, sin importar el beneficio comunitario, porque lo que pase en
cualquier colectividad siempre afectará para bien o para mal a todos sus
integrantes.

Al término "profesión" debe asociársele la idea de "servicio", pues, al hablar de las


profesiones, existe una conexión entre la práctica profesional y la vocación que se
tenga hacia ella.

V.2. La Vocación

La palabra "vocación" procede del verbo latino "voco", que significa llamar o
convocar. La vocación es el llamado que sentimos en nosotros mismos para
profesar un espíritu de servicio en aras del bien universal. En alemán el término
"Beruf" tiene el doble significado de "profesión" y "vocación", lo cual remite a una
concepción religiosa del trabajo en donde Dios le hace un llamado al hombre para
que lo cumpla a través del desarrollo de su profesión. La profesión se basa en el

55
servicio altruista a la sociedad, para que los demás vivan mejor, el mundo
progrese y, consecuentemente, nosotros también progresemos. El que no vive
para servir no ha encontrado su llamado para vivir. Por eso en toda profesión
existe un cumplimiento de deberes, dados por designio divino (sentido religioso), y
como manifestación del amor al prójimo y servicio a los demás (sentido ético). El
predominio de los intereses egoístas, el afán de lucro y la ciega obtención de las
utilidades propias de una categoría social, significan la manera de desvirtuar y
degenerar la profesión.

El reino de los valores éticos y espirituales se vuelve plenamente efectivo cuando


el hombre hace que sean parte de su naturaleza y parte esencial de su trabajo,
aportando con ello, un inmenso grano de arena a un mundo que crece en
humanidad; así como el trabajo, sin valores éticos y espirituales, provoca que el
hombre se convierta en una máquina insolidaria e irresponsable.

La vocación no es, pues, un asunto de estómago, ni de riquezas, ni siquiera


de pan, sino de corazón, de ilusión, de ideales. No se trata del cumplimiento
estricto de la obligación, sino del entusiasmo que trasciende la reglamentación
del deber. Quien siente la vocación por la música, tendrá, para comer, que en -
señar historia, hacer zapatos o barrer las calles, pero nada de ello le ocasiona
el gozo que le proporciona la música. Una cosa es el estó mago y la
tranquilidad, y otra la cabeza y el corazón. La profesión de educador si no da
mucha riqueza, sí asegura el pan sin muchos quebraderos de cabeza.
Asegurar el pan es el primer problema y el más necesario, pero no es el
principal, ni el de mayor dignidad.

V.3. Responsabilidades Éticas

Las diversas profesiones surgen históricamente a raíz de la progresiva división del


trabajo. Por lo común se distingue la profesión –que se adquiere a través de una
larga preparación universitaria– de los oficios o trabajos manuales, en donde lo
que predomina es el carácter empírico. Lo importante es establecer que, para
alcanzar un óptimo desarrollo laboral y humano, tanto las profesiones como los
oficios requieren que las personas que los ejerzan sean excelentes, creativas e
innovadoras.

Resulta injustificado hablar de trabajos serviles, pues todo trabajo tiene una
dignidad inalienable. Por eso en el trabajo concurren dos dimensiones: A) la sub-
jetiva, o sea, el ser humano o el sujeto que trabaja; y B) la objetiva, o sea, la obra
o el objeto producido por el trabajo. Estas dos dimensiones son inseparables e
igualmente importantes. Lo que un niño hace para darlo como obsequio tiene valor
sobre todo porque el niño lo hizo (dimensión subjetiva) y menos por el regalo
mismo (dimensión objetiva).

Por eso la raíz más profunda del trabajo humano es la que procede de su
intimidad, su creatividad y su libertad, para luego proyectarse en la obra que
construye, pues nada hay en el hombre que se parezca tanto a sí mismo como

56
aquello que hace. Antes de realizar un trabajo existe por parte del profesional
esfuerzo, dedicación, amor, diligencia, responsabilidad, preparación académica,
que luego se traducirán en una obra digna de su creador.

De esta manera, en todo trabajo, independientemente del valor económico que le


corresponde, el hombre se dignifica y ennoblece a sí mismo, y hace que el mundo
progrese y sea más humano. Por tanto, el trabajo es un instrumento mediador que
le permite al ser humano humanizar y dotar de dignidad los seres que crea en el
mundo. Un aspecto esencial de la naturaleza humana es el de su trascendencia
individual y, por consiguiente, el de su trabajo. El ser humano después de la
muerte puede trascender a través de las cosas buenas que haya hecho, que, en el
caso del trabajo, corresponde a su contribución a luchar, desde su puesto, por una
mejor humanidad. El valor de una profesión se mide por el grado de servicio que
hagamos al bienestar general.

Debemos considerar que todo trabajo es digno, merece profundo respeto y tiene
que ser justamente retribuido. Desde el trabajo de limpiar las cloacas hasta el de
Presidente de la República, son puestos útiles e importantes al contribuir al
desarrollo de la colectividad. Desde un punto de vista particular y subjetivo,
sustentado en estereotipos sociales, los diversos trabajos tienen un determinado
estatus y se los aprecia diferente en relación con otras ocupaciones en donde
suele predominar el trabajo corporal; pero desde un punto de vista universal, que
es el de la especie humana en su conjunto, no hay jerarquías en los trabajos:
todos son necesarios e interdependientes. En suma, a través del trabajo cada
individuo, de acuerdo con su vocación y aptitudes, se transforma a sí mismo y a la
realidad existente, proyectándole sus valores humanos. Debe atenderse que el
verdadero sustento de una profesión es la condición de persona. En el momento
en que separamos nuestra humanidad de la profesión es cuando se termina
privilegiando únicamente lo económico y lo material, y engendrándose una
alienación en la que el trabajo se vuelve una mercancía, vendible al mejor postor.
En toda actividad que deshumanice y haga perder los valores inherentes a la
condición de persona, sólo por obtener dinero, tenemos la obligación, como
miembros de la especie humana, de denunciar y rechazar.

Con base en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada en


París, el 10 de diciembre de 1948, en el seno de la Organización de las Naciones
Unidas, pueden considerarse los siguientes artículos que, en torno a la dignidad
del trabajo, siempre debemos velar por su cumplimiento:

Artículo 23. 1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su


trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección
contra el desempleo.

2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por
trabajo igual.

57
3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y
satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la
dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera
otros medios de protección social.

4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa


de sus intereses.

Artículo 24. Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a
una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas
pagadas.[27]

Todas las profesiones implican una ética, puesto que siempre se relacionan de
una forma u otra con los seres humanos: unas de manera indirecta, que son las
actividades que tienen que ver con objetos –como la construcción de puentes y
edificios, la reparación de automóviles, de equipos de cómputo, etc.–, aunque en
última instancia siempre están referidas al hombre. Así, por ejemplo, si un
ingeniero diseña una carretera y se percata de que sus condiciones se prestan
para que ocurra un gran número de accidentes, faltaría a su ética profesional si
autoriza ese proyecto, aun cuando estuvieran de por medio intereses políticos y
económicos.

Otras profesiones se relacionan de manera directa con los seres humanos, como
son los casos de educadores, periodistas, psicólogos, médicos, abogados, etc.
Para estos últimos son más evidentes las implicaciones éticas de su profesión,
puesto que deben dar un trato hacia los demás de persona y no de objeto. La ética
de cada profesión depende de los deberes o la "deontología" que cada profesional
aplique a los casos concretos que se le puedan presentar en el ámbito personal o
social. La deontología es el estudio o la ciencia de lo debido (del griego: to déon,
lo necesario, lo conveniente, lo debido, lo obligatorio; y de lógos, estudio o
conocimiento). La deontología es un conjunto de comportamientos exigibles a los
profesionales, aun cuando muchas veces no estén codificados en una
reglamentación jurídica. En este sentido, la deontología es una ética profesional
de las obligaciones prácticas, basadas en la acción libre de la persona, en su
carácter moral, carentes de un control por parte de la legislación pública. El fuero
interno es el único tribunal que sanciona las acciones que son impropias dentro
del marco ético de la profesión. La deontología es el cumplimiento de los deberes
que a cada cual se le presentan según la posición que ocupe en la vida, y que
están dados por el grado de compromiso y conciencia moral que se tenga con
respecto a la profesión. La indagación y el acatamiento de los principios
deontológicos significan dirigirse por el camino de la perfección personal,
profesional y colectiva.

Existen también una serie de normas cifradas en un código de ética, que están
supervisadas por un colegio profesional respectivo. Muchos de esos principios
pueden resumirse en los siguientes: guardar fidelidad a la institución o al patrono
que suministra el trabajo; dirigirse a los colegas con respeto y consideración,

58
evitando la competencia desleal; actualizarse con los conocimientos propios de su
disciplina; guardar el secreto profesional; no sacar provecho de la superioridad del
puesto para manipular o chantajear a otros; etc.

V.4. CÓDIGO DE ÉTICA PROFESIONAL

a) INTRODUCCIÓN

El Prototipo de Código de Ética Profesional tiene como propósito servir de apoyo


a los Colegios de Profesionistas en la elaboración del Código de ética de su rama
profesional, y en el caso de que ya se cuente con éste, incorporar algunos
elementos innovadores o adicionales para su enriquecimiento o actualización.
Este prototipo es resultado de las actividades realizadas en el marco del Programa
de Vinculación de la DGP con los Colegios de Profesionistas y en su elaboración
participaron 19 Colegios.
Cabe señalar que en el contenido del documento, se encuentran los elementos
básicos para la estructuración del Código de Ética, que deberá ser enriquecido
con los conceptos y elementos inherentes a cada profesión, de tal manera el
presente modelo no deberá ser tomado textualmente, sino que requerirá ser
adaptado a las necesidades propias de cada organización.

Su estructura está compuesta por los siguientes capítulos:


 disposiciones generales
 de los deberes del profesionista;
 de los deberes para con sus colega;
 de los deberes para con sus clientes;
 de los deberes para con su profesión; y
 de los deberes para con la sociedad.

b) MARCO CONCEPTUAL

El Código de ética Profesional tiene como función sensibilizar al profesionista


para que el ejercicio profesional se desenvuelva en un ámbito de honestidad,
legitimidad y moralidad, en beneficio de la sociedad.
Sin perjuicio de las normas jurídicas plasmadas en las leyes que regulan el
ejercicio de las profesiones y el cumplimiento de las obligaciones surgidas de los
contratos de prestación de servicios profesionales, es deseable que un sentido
ético prevalezca en el ánimo de quienes tienen el privilegio de poseer los
conocimientos y habilidades propios de una profesión. Para alcanzar este objetivo,

59
se debe contribuir solidariamente el reencuentro de nuestra identificación con los
valores que propicien una vida digna, justa e igualitaria, pero también se debe
estar convencido del compromiso que se contrae al recibir la investidura que
acredita para el ejercicio profesional.

Puede y debe ser propósito esencial de los Colegios de Profesionistas tener una
presencia gremial en el ejercicio de las profesiones, capaz de contribuir a que se
realicen como una expresión fructífera de los más altos valores morales y sociales.
Los profesionistas agrupados en Colegios y desde la ascendiente social y moral
que éstos tienen en los ámbitos de cada una de las profesiones, deben propiciar
que su ejercicio se desenvuelva en planos morales elevados y con plena
observancia de las normas legales aplicables.

En el hombre, la tendencia al gobierno de los instintos proviene del espíritu y de la


razón, que son las facultades humanas que permiten la percepción del entorno
natural en el que se habita y facilita la vinculación intelectual con él.

De esta manera, el don del raciocinio permite al hombre sujetar sus impulsos
instintivos a través de la observancia de ciertas normas de carácter social, cultural
y legal. La observancia de normas implica que el hombre regule su conducta
mediante el respeto a lo que considera deseable y conveniente que sea al deber
ser.

Este deber ser, que preside la vida de los hombres civilizados se ramifica en
diversos códigos de conducta pertenecientes a diferentes sistemas de normas
legales o jurídicas y normas éticas o morales, dependiendo del sistema normativo
al que se pertenezcan.

Las normas legales o jurídicas se caracterizan y se distinguen de las de otros


sistemas, principalmente por que el Estado puede imponer su cumplimiento y
castigar su inobservancia.

La norma jurídica protege valores que responden a necesidades sociales que


importan a la colectividad. Por ello, la formación de la norma jurídica y la decisión
de acatarla no dependen ni pueden depender de la voluntad individual. La norma
jurídica es expresión de la voluntad colectiva a través del Estado, para definir las
reglas obligatorias de conducta que garanticen la protección de los valores
sociales considerados por la norma. De ese interés de la colectividad en atender
necesidades del todo social deriva la protestad del Estado para imponer el
cumplimiento de la norma jurídica y las atribuciones para castigar su
inobservancia.

No es este el caso de las normas éticas que deben regir en otros ámbitos de la
actividad humana.

A diferencia de las normas legales, en el caso de las normas éticas no se da la


facultad punitiva del Estado para sancionar su incumplimiento la observancia de la

60
ética depende exclusivamente de la voluntad de quién se ha impuesto por sí
mismo, por autoconvencimiento, el deber de cumplirla. La voluntad es del todo
autónoma y no hay quien pueda imponer su cumplimiento.

La voluntad de adherirse a un código ético de conducta se determina por el valor


que se atribuye y se reconoce a la razón de ser la norma, que no es otra que el
bien cultural y social que resguarda. Así, la opinión o valoración respecto a este
bien es indispensable para formar la voluntad de aceptar o rechazar la norma ética
y comprometerse a cumplirla.

La fuente de la norma ética es entonces, la propia conciencia del individuo o del


grupo que a ella se adhiere, formada por los valores heredados de la tradición y
asimilados en la vida, que inspiran actitudes de comportamiento congruentes con
la dignidad, con lo que es virtuoso trascendente y honorable.

I. DSPOSICIONES GENERALES
Artículo 1°.- El presente Código orientará la conducta del profesionista en sus
relaciones con la ciudadanía, las instituciones, sus socios, clientes,
superiores, subordinados, sus colegas y consigo mismo, el cual será
aplicable en cualquier actividad profesional

II. LOS DEBERES DEL PROFESIONISTA

Artículo 2°.- El profesionista debe poner todos sus conocimientos


científicos y recursos técnicos en el desempeño de su profesión.

Artículo 3°.- El profesionista debe conducirse con justicia, honradez,


honestidad, diligencia, lealtad, respeto, formalidad, discreción,
honorabilidad, responsabilidad, sinceridad, probidad, dignidad, buena fe y
en estricta observancia a las normas legales y éticas de su profesión.

Artículo 4°.- El profesionista solamente se responsabilizará de los asuntos


cuando tenga capacidad para atenderlos e indicará los alcances de su
trabajo y limitaciones inherentes. Aceptará únicamente los cargos para los
cuales cuente con los nombramientos necesarios y suficientes y realizando
en éstos todas sus actividades con responsabilidad, efectividad y calidad.

Artículo 5°.- El profesionista debe mantener estrictamente la


confidencialidad de la información de uso restringido que le sea confiada en

61
el ejercicio de su profesión, salvo los informes que le sean requeridos
conforme a la ley.

Artículo 6°.- El profesionista debe responder individualmente por sus actos,


que con motivo del ejercicio profesional dañen o perjudiquen a terceros o al
patrimonio cultural.

Artículo 7°.- El profesionista no debe asociarse profesionalmente con


persona alguna que no tenga cédula para el ejercicio profesional, ni dejar
que ésta u otras utilicen su nombre o cédula profesional para atender
asuntos inherentes a la profesión.

Artículo 8°.- El profesionista debe respetar en todo momento los derechos


humanos de su cliente, colegas y sociedad en general.

Artículo 9°.- El profesionista debe prestar sus servicios al margen de


cualquier tendencia xenofóbica, racial, elitista, sexista, religiosa o política.

Artículo 10° - El profesionista debe ofrecer sus servicios profesionales de


acuerdo a su capacidad científica y técnica. Esta circunstancia debe
observarse en la publicidad que haga el profesionista de sus servicios en
cualquier medio informativo y promocional.

Artículo 11°.- El profesionista debe observar puntualidad y oportunidad en


todos los asuntos relativos al ejercicio profesional.

Artículo 12°.- El profesionista al emitir una opinión o juicio profesional en


cualquier situación y ante cualquier autoridad o persona, debe ser imparcial,
ajustarse a la realidad y comprobar los hechos con evidencias.

Artículo 13°.- El profesionista deberá evaluar todo trabajo profesional


realizando desde una perspectiva objetiva y crítica.

62
III. DE LOS DEBERES PÁRA CON SUS COLEGAS

Artículo 14°.- El profesionista debe dar crédito a sus colegas, asesores y


subordinados por la intervención de éstos en los asuntos, investigaciones y
trabajos elaborados en conjunto.

Artículo 15°.- El profesionista debe repartir de manera justa y equitativa los


frutos del trabajo realizando en colaboración con sus colegas, asesores y
subordinados, apoyando en la medida del posible su desarrollo profesional.

Artículo 16°.- El profesionista debe respetar la opinión de sus colegas y


cuando haya oposición de ideas deberán consultar fuentes de información
fidedignas y actuales y buscar asesoría con expertos reconocidos en la
materia de que se trate.

Artículo 17°.- El profesionista debe mantener una relación de respeto y


colaboración con sus colegas, asesores, subordinados y otros
profesionistas, consecuentemente evitará lesionar el buen nombre y el
prestigio de éstos ante autoridades, clientes, profesionistas y cualquier otra
persona.

Artículo 18°.- El profesionista debe abstenerse de intervenir en los asuntos


donde otro profesionista esté prestando sus servicios, salvo que el cliente y
el otro profesionista le autoricen para tal efecto, evitando con ello la
competencia desleal.

Artículo 19.- El profesionista debe intervenir en favor de sus colegas en el


caso de injusticia.

Artículo 20°.- El profesionista debe apoyar a sus colegas en situaciones


manifiestas cuando su conocimiento profesional sea limitado.

IV. DE LOS DEBERES CON SUS CLIENTES

63
Artículo 21°.- El profesionista debe limitarse a mantener una relación
profesional con sus clientes.

Artículo 22°.- El profesionista debe ser honesto, leal y conducirse con


verdad ante su cliente en todo momento, salvaguardar los intereses del
mismo, y deberá además comunicarle los riesgos cuando existan, en
atención a su servicio.

Artículo 23°.- Con respecto al principio de la voluntad de las partes, el


profesionista debe cobrar sus honorarios en razón a la proporcionalidad,
importancia, tiempo y grado de especialización requerido para los
resultados que el caso particular requiera.

De igual manera, el profesionista deberá reconsiderar el monto de sus honorarios


de acuerdo a la limitación económica de su cliente.

Artículo 24°.- El profesionista debe renunciar al cobro de sus honorarios, y


en su caso devolverlos, si los trabajos que realizó no fueron elaborados en
concordancia con lo requerido en el caso particular de que se trate o el
profesionista haya incurrido en negligencia, incumplimiento o error
profesional.

Artículo 25°.- El profesionista al reconocer su mal servicio ante su cliente,


debe advertir las consecuencias.

Artículo 26°.- El profesionista debe realizar los ajustes necesarios por su


servicio ineficiente, sin cobro adicional.

Artículo 27°.- El profesionista debe anteponer sus servicios profesionales


sobre cualquier otra actividad personal.

V. DE LOS DEBERES PARA CON SU PROFESIÓN

64
Artículo 28°.- El profesionista debe mantenerse actualizado de los avances
científicos y tecnológicos de su materia a lo largo de su vida para brindar un
servicio de calidad total.

Artículo 29°.- El profesionista debe transmitir sus conocimientos y


experiencia a estudiantes y egresados de su profesión, con objetividad y en
el más alto apego a la verdad del campo de conocimiento actualizado del
que se trate.

Artículo 30°.- El profesionista debe dignificar su profesión mediante el buen


desempeño del ejercicio profesional y el reconocimiento que haga a los
maestros que le transmitieron los conocimientos y experiencia.

Artículo 31°.- El profesionista debe contribuir al desarrollo de su profesión


mediante la investigación profesional, realizada con apego a normas
metodológicas científicas y la docencia.

Artículo 32°.- En las investigaciones realizadas, debe expresar las


conclusiones en su exacta magnitud y en estricto apego a las normas
metodológicas acordes con el tipo de estudio.

Artículo 33°.- El profesionista debe poner en alto el prestigio de su


profesión en todo lugar y momento.

VI. DE LOS DEBERES PARA CON LA SOCIEDAD

Artículo 34°.- El profesionista debe prestar el servicio social profesional por


convicción solidaria y conciencia social.

Artículo 35°.- El profesionista debe dar servicio a los indigentes o a


cualquier persona económicamente desprotegida cuando así se lo soliciten.

Artículo 36°.- El profesionista debe ser respetuoso de las tradiciones,


costumbres y cultura de los diversos grupos que conforman a la nación
mexicana.

65
Artículo 37°.- El profesionista debe poner a disposición del gobierno sus
servicios profesionales cuando ocurran circunstancias de emergencia.

Artículo 38°.- El profesionista debe servir como auxiliar de las instituciones


de investigación científica, proporcionando a éstas los documentos o
informes que se requieran.

Artículo 39°.- El profesionista debe participar activamente en su entorno


social difundiendo la cultura y valores nacionales.

Artículo 40°.- El profesionista debe buscar el equilibrio entre los distintos


aspectos del desarrollo humano y la conservación de los recursos naturales
y el medio ambiente, atendiendo a los derechos de las generaciones
futuras.

Artículo 41°.- El profesionista debe procurar su desempeño y desarrollo


profesional en las localidades donde más puede contribuir con sus
conocimientos al desarrollo nacional.

TRANSITORIO
El presente Código de ética entrará en vigor el día______de_____de ______
En caso de duda o conflicto en la interpretación o cumplimiento del presente
Código de Ética, éstas se resolverán de conformidad con lo que disponga la Junta
de Honor y Justicia del propio Colegio

66
JURAMENTO
P rotesto por mi honor, poner todos mis conocimientos y experiencia al
servicio de quien me lo solicite, en beneficio de la sociedad y la nación entera
cuando las circunstancias así me lo exijan.

Defenderé con la verdad y fortaleza los derechos de las personas e instituciones


para enaltecer con mis actos la profesión a la cual pertenezco.

De faltar a la conciencia ética y a un comportamiento coherente con ella como


profesionista, que se haga de mi conocimiento y que la comunidad científica y la
sociedad, me lo reclamen

67
ANEXO I: EL ACCIDENTE 
1 — ¿Bueno?
2 — Hola má. Oye, hablo para pedirte un permiso
3 — ¿Permiso para qué?
4 — Pues mira, estábamos acá cenando en las hamburguesas cuando nos
llamó Yoyis para invitarnos a una fiesta en su casa.
5 — ¿Vas con Javier y Miguel?
6 — Sí, má. Mira, la fiesta es para festejar su cumpleaños. No llegaría
muy tarde a casa.
7 — ¿Pero te trae Javier, verdad?
8 — Sí, má.
9 — Bueno, hijo, ándale, ve a tu fiesta. Nada más cuídate mucho, eh.
10 — Sí, má, no te preocupes. ¡Gracias!

8 de septiembre - 21:25 hrs.


La Sra. Margarita no se imaginaba que esa noche iba a recibir una de las peores
noticias de su vida: su hijo Lalo había muerto en un accidente automovilístico.
Lalo tenía apenas 18 años, acababa de terminar la prepa, y tenía poco tiempo
trabajando en una farmacia como mensajero. Lalo quería estudiar una licenciatura pero por
cuestiones académicas no pudo comenzar ese semestre, de manera que tomó el puesto de
mensajero para ganar unos pesos. Esa noche había quedado de cenar con unos amigos de la
prepa, y le había hablado a su mamá para pedirle permiso. Siempre había sido un joven
responsable. Ahora le decían a Margarita que el cuerpo de su hijo estaba tirado en medio de
una avenida.

La noticia dejó a Margarita totalmente paralizada. Nada pudo haberla preparado para un
dolor tan grande. ¿Cómo era posible que hacía apenas unas horas le hubiera dicho a su hijo
que se cuidara, y ahora ya nunca más pudiera hablarle? ¿Que había sido un accidente?
¿Tenía que presentarse a reconocer el cuerpo?
Los hermanitos de Lalo, Laura y José, de 12 y 9 años respectivamente, no sabían qué le
pasaba a su mamá, pero intuían que era algo malo. Su mamá no se atrevía a verlos. ¿Cómo
iba a decirles que su hermano mayor había muerto?
Margarita vivía sola desde hacía un par de años. Tenía 45 años y hacía 2 se había
separado de su esposo, quien murió poco tiempo después. Ella era la encargada de una
tienda de zapatos en el centro de la ciudad, y con eso apenas le alcanzaba para mantener a
su familia.
Al colgar el teléfono llamó inmediatamente a su compadre Roberto. Él era perito en
la delegación Azcapotzalco y se ocupaba de tomar fotos a las víctimas de deceso en la
delegación. El compadre, impactado por la noticia, aceptó ir a tomar fotos —aunque no era
su jurisdicción— ; eran las 9:30 pm.
8 de septiembre 20:15 hrs.
Lalo se dirigía con Javier y Miguel a una fiesta a la que los habían invitado. Javier y
Miguel eran hermanos. Acababan de cenar y estaban contentos por la invitación, que había
salido de pronto. Javier iba manejando un auto compacto que les había prestado su papá.


Todos los nombres y apodos han sido cambiados para proteger las intimidades de los
personajes.

68
Los tres jóvenes decidieron que la mejor ruta era ir por el Eje Central. Javier circulaba por
el carril de extrema izquierda, cuando en el retrovisor vio que una camioneta se dirigía a
gran velocidad en el mismo carril. Como Javier no se quitó, la camioneta con vidrios
polarizados tuvo que frenar de golpe. A Javier no sólo le echaron las altas, sino que el
conductor de la camioneta los insultó con el claxon. Javier siguió su camino un poco
asustado, dejando la Suburban atrás. Unas cuadras después la camioneta comenzó a pegarse
mucho a la defensa del pequeño auto donde iban los tres amigos. Asustado, Javier intentó
cambiar de carril y bajar la velocidad, pero la camioneta le dio un golpe directo, no muy
fuerte, pero que sí asustó a los muchachos. Javier aceleró y trató de orillarse, pero la
camioneta era más rápida y se preparaba para otra embestida.

La volcadura se provocó cuando el auto de Javier, tras dar un volantazo, fue


golpeado de lado por la camioneta. El conductor de ésta, asustado, intentó frenar. Su
camioneta se patinó hasta golpear un coche que estaba estacionado en la lateral. Dentro del
auto no había nadie, pero el dueño estaba parado en la banqueta y vio todo.
Después de la colisión, de la camioneta se bajaron dos jóvenes —de la edad de Lalo,
aproximadamente— en estado de ebriedad. El golpe que le habían propinado al auto
estacionado era menor, pero el dueño parecía muy alarmado.
1 — ¿Qué les pasa? ¿Por qué hacen eso?
2 — ¡Sólo fue un rasguño! Mejor ni se queje— contestaron los jóvenes.
3 — ¿Pero ya vieron lo que hicieron? — y señaló hacia unos metros atrás. El coche de
Javier se había incrustado en una pared. Había vidrios por todas partes. En el
pavimento, yacía el cuerpo de un muchacho. Era Lalo.
4 — ¡Te dije que nada más un golpecito! — le dijo el otro.

Espantados, los dos jóvenes escaparon a toda prisa. Un vecino llamó a la ambulancia, y
a la policía. Al llegar las patrullas, tomaron la declaración del dueño del coche chocado y de
otros testigos del siniestro. Todos estaban horrorizados e indignados. Javier estaba bañado
en su propia sangre y tuvo que ser llevado al hospital enseguida. Miguel tampoco daba
señales de vida.
La patrulla tardó un buen rato en llegar. El dueño del coche que estaba estacionado y al
que le chocó la camioneta, llamó a su seguro. Estaba precisamente hablando con el
ajustador, cuando vio aparecerse a uno de los jóvenes que conducía la camioneta. Vio que
éste se apalabraba con un policía. Algo le dio, pues le permitieron acercarse a la camioneta,
sacar unos papeles y nuevamente huir. En cuanto lo reconoció, le dijo al ajustador y alertó
al policía.
—Mejor ni se meta, señor —le dijo el oficial—, ¿para qué quiere tener problemas si lo de
su golpe lo paga el seguro?
— Así nosotros ya no podemos hacer nada señor, cuando la policía se mete, nosotros no
podemos llegar a ningún lado —le dijo el ajustador.
10 de septiembre
En la casa de Margarita se estaba rezando el novenario por la muerte de Lalo,
cuando a la mitad de éste tuvo que salir. Tenía cita en el Ministerio Público para darle
seguimiento al caso de Lalo. Al llegar a la delegación el agente del Ministerio Público, sacó
un fólder con una hoja que describía la muerte de Lalo como accidente. En el expediente no
había fotos, ni estaba el informe del peritaje. Sólo había una hoja. Margarita preguntó
dónde estaba la información que faltaba y por qué el informe tan escueto que había ahí

69
decía que había sido un accidente. Apenas ayer el expediente contaba con las declaraciones
escritas de los testigos, además de las fotografías del perito de la delegación. El agente se
molestó por sus observaciones, pero aseguró que esa era toda la información que existía.
Más aún: le dijo que el informe estaba terminado, y que se declaraba el asunto como un
accidente vial.
Margarita se indignó de lo que estaba escuchando, y le reclamó al agente la poca
sensibilidad y actitud de prepotencia que tenía. ¿Cómo era posible que el asesinato de su
hijo lo despachara como un mero accidente? El agente sonrió y le dijo: Hágale cómo
quiera. Más tarde averiguaría que los jóvenes sobornaron también al agente del Ministerio
Público y a otros burócratas de la misma agencia.

La búsqueda

Margarita sabía que no había sido sólo un accidente. La noche en que fue a
reconocer el cuerpo, tuvo la oportunidad de platicar con uno de los vecinos quien le relató
lo que vio. Ella sabía de los dos jóvenes alcoholizados que bajaron de la camioneta y que
huyeron. Ella sabía que había sido un asesinato y no un accidente.
Margarita sabía que si habían extorsionado al agente del Ministerio Público, éste no
iba a contestar nada. Así que salió directamente a las instalaciones de una radiodifusora
importante con el fin de exponer su caso, y denunciar los hechos que vivía.
En la estación de radio se interesaron por su caso, y le dijeron que lo único que
podían hacer era exponerlo en público. Ellos empezarían sus propias investigaciones y
tardarían unas semanas en darle su respuesta. Margarita hizo su denuncia, sin saber ya por
qué medio buscar justicia.
Se dirigió entonces a la Comisión de Derechos Humanos, la cual también prestó
atención. Los abogados tomaron nota de lo que había pasado, pero le dijeron que su caso
tardaría un poco pues había que hacer investigaciones y entrevistar a muchas personas,
entre ellos al agente del Ministerio Público.
Desesperada, Margarita no sabía qué hacer. Ya todo lo que estaba en sus manos lo
había hecho. Entonces fue a visitar a la mamá de Javier y Miguel para ver cómo estaban.
Javier estaba en estado de coma. Su hermano menor había sufrido serios golpes en la
cabeza y los doctores no se atrevían a hacer un diagnóstico de cómo quedaría de sus
facultades mentales. La mamá estaba desolada. No sabían tampoco si podrían procurar
todos los gastos médicos necesarios. Margarita intentó hablar con los padres acerca de la
desaparición del expediente, y de lo que había hecho ella para buscar justicia. A los padres
de los jóvenes no les interesó nada, prefirieron dejar las cosas como estaban para no
meterse en problemas.
—¿Para qué pelear si a mis niños no les devuelven la salud?
—Para que no les pase a otros —dijo Margarita.
—De nada sirve. Prefiero usar el dinero para pagar doctores que para sobornar a un
juez —fue la respuesta del padre.
Después de esta entrevista, Margarita se dirigió con tristeza a su casa. Escuchando
el radio se enteró de que había una instancia del gobierno local encargada de la
investigación a servidores corruptos. Decidió ir al siguiente día muy en la mañana. Estando
ahí, tuvo la oportunidad de exponer su caso al director y éste se mostró indignado. Hizo
algunas llamadas, concretamente al agente encargado del Ministerio Público donde se

70
levantó la investigación. Le dijo en voz de mando que recibiera a la Sra. Margarita y le
ayudara en lo que pudiera.
Posteriormente Margarita se regresó a la agencia del ministerio público, pero al
entrevistarse con el “servidor público” encargado, éste le dijo que no importaba a quién le
denunciara lo sucedido, que mejor se olvidara del caso o que le iría muy mal.
Margarita le habló al director y le contó lo que había pasado. El director le dijo que
le hablara en dos horas, cosa que hizo. En ese momento el director le habló al delegado al
que le correspondía esa agencia y le explicó la situación, exigiéndole que actuara. El agente
del ministerio público que había desaparecido la información del expediente fue despedido
y encarcelado. El juez que cerró prematuramente el caso de Lalo fue sancionado y
suspendido. Las fotografías que tomó el compadre de Margarita fueron aceptadas como
evidencia para la investigación. Los vecinos y el dueño del coche aceptaron volver a hacer
las declaraciones.
El caso sigue abierto.

71
ANEXO 2: “UN ASUNTO ENTRE COLEGAS”

Cuando tenía 17 años tenía la firme intención llegar a ser un médico renombrada, conocida
por mi calidad, pero por sobre todas las cosas por mi integridad moral. Tenía ilusiones
como cualquier adolescente que se entusiasma y no mide sus propias fuerzas, pero además
tenía la mente muy clara y como en casa me habían enseñado a vivir enérgicamente los
valores, creí que tenía la vida resuelta. Hoy he conseguido lo que en aquellos días me
propuse, aunque confieso que no ha sido gratis, mis responsabilidades a veces me impiden
darme cuenta de lo feliz que soy y lo más duro: estoy sintiendo que me he traicionado a mí
misma.
El origen de mis valores
Soy hija única y eso no es fácil, mi madre ha trabajado siempre y me ha dado todo
lo que ha podido. De mi padre prefiero no hablar, pues es como si no lo tuviera. Los
primeros doce años de mi vida mi mamá y yo vivimos en casa de mis abuelitos. Ahí
vivíamos mi abuelito, mi abuelita, mi tía Andrea, mi mamá y yo.
Mi abuelita estaba al pendiente de la comida y de que la ropa estuviera limpia,
además de la casa. Era como mi mamá durante todo el día. Mi abuelito ya no trabajaba por
su edad y porque su estado físico ya no se lo permitía. Él era una persona muy noble y
comprensiva, platicábamos por horas, yo le decía lo que sentía y él me escuchaba
pacientemente. Era mi mejor aliado; yo podía platicarle mis secretos, mis tristezas y todo lo
que me molestaba de la vida (aunque fueran cosas pequeñas). Él simplemente se reía
haciéndome sentir que era mi cómplice. Yo lo admiraba y lo quería como se debe querer a
un papá, bueno eso digo yo, quizá porque no tuve uno de verdad.
Mi tía Andrea era la directora de la primaria en la que la mayoría de mis primos y
yo, estudiamos. Ella era quien me ayudaba con mis tareas por las tardes y la que me exigía
ser muy responsable en el colegio. Aunque me exigiera tanto, yo sentía su cariño.
El abuelo murió en febrero de 1981 cuando yo todavía no cumplía los diez.
Mi primera edad adulta
En la navidad de 1983, después de la cena en la que estuvieron casi todos mis tíos y
mis primos, mi mamá anunció que tenía una buena noticia: “Ya pagué el enganche de mi
casa y me la entregan en la primera semana de febrero. Así que están todos ustedes
invitados”. Entre risas, felicitaciones y abrazos, lamenté mucho enterarme de esa noticia.
Ahora viviría casi sola. Mi mamá tenía muchas deudas y ahora esto. Seguramente casi no
estaría en casa.
Ella estaba acostumbrada a trabajar desde las siete de la mañana hasta las seis de la
tarde. Yo salía de la secundaria y me iba a casa de mi abuelita a comer. Cerca de las cuatro
yo tenía que irme a mi casa, para hacer el aseo, lavar la ropa que se juntaba, preparar algo
de cenar y esperar a mamá. Después de ayudarle a limpiar la cocina comenzaba a hacer mi
tarea. A veces terminaba muy noche, o muy de mañana, pero siempre hacía la tarea. Mi tía
Andrea me enseñó que las tareas bien hechas son importantísimas para adquirir hábito de
estudio y fuerza de voluntad.
Extrañaba mucho mi vida en la otra casa, sobre todo al abuelo, pero sabía que todo eso era
imposible de volver a vivir. Mi mamá y yo no teníamos mucha comunicación, posiblemente

72
porque ella trabajaba mucho y llegaba agotada, tal vez me seguía viendo como a una niña y
por eso no me platicaba sus cosas, pero siento que pudimos ser mejores amigas. Total, yo la
quería mucho y sabía cuánto se sacrificaba por mí, sólo faltaba disfrutar más de nuestra
compañía.
La elección de universidad
Durante el verano del 87, cuando terminé el penúltimo año de la prepa comencé a
investigar en las distintas universidades los costos y los planes de estudio. Yo sabía desde
niña que lo mío era ser doctor, ahora sólo faltaba saber de cuál universidad. Busqué en tres
o cuatro y la verdad es que me percaté de que mi madre no podía pagar una escuela
particular. Qué lástima. Yo recorría cada una de las universidades por todos sus rincones y
preguntaba todo sobre ellas; me ilusionaba la pequeña esperanza de que mi mamá me dijera
que de alguna forma ella me la pagaría.
Al cabo de dos semanas me dirigí a la Universidad Autónoma, la que pertenece al
Estado y no cobran más que una cuota anual de recuperación. Me dieron ficha para
presentar examen de admisión y me dijeron que tenía que pagar doscientos pesos el día de
la entrega de documentos. Le platiqué a mamá todo este asunto. Ella me explicó que
aunque pudiera intentar pagarme una universidad privada y yo consiguiera beca por mis
buenas calificaciones, era un alto riesgo: “Mira Susy, yo qué más quisiera, y de verdad que
puedo intentarlo, pero nadie sabe... Dios no lo quiera que te falte yo un día o que pierdas la
beca, y entonces sí que te quedas sin estudios. Mejor vamos a inscribirte a la autónoma,
¿sí?”
¿Qué podía yo responderle a mi mamá?, ella hacia lo que podía. Sería injusto
pedirle más de lo que podía dar, o mejor dicho, pedirle más de lo que me había dado sería
una manera ingrata de corresponder a todos sus sacrificios. “Pues ni hablar, Mamá”.
Entonces me apunté para el examen de admisión y me hice a la idea.
Toda una novedad
En agosto de 1988 ingresé a la H. Facultad de Medicina, ¡sí que me sentía adulta!,
con tantas cosas que estudiar, con las labores de la casa, yendo de un lado para otro con
libros y fotocopias. Los primeros días sentí que el cerebro me explotaba de leer y leer, la
carga fue incrementando; sin embargo, sentía que aprendía sobre la salud humana, sobre
cómo curar enfermedades y muchísimas cosas más. Todo esto me hacía sentir satisfecha.
Casi no veía a mi abuelita ni a mi mamá, yo entraba muy temprano y llegaba muy
cansada a casa. Mi mamá tuvo que comenzar a cargar con todas las tareas de la casa. Ahí
fue cuando se dio cuenta de todo lo que yo hice sola por más de cinco años. Los fines de
semana tratábamos de pasar un rato juntas, pero yo comenzaba a salir con Joaquín; y mi
tiempo se disminuía considerablemente. A Joaquín lo conocí desde la preparatoria, pero
nunca fuimos novios.
Aunque sentía estar muy enamorada de él, yo me dedicaba 100% a mis estudios, no
me podía dar el lujo de perder una clase o de hacer el ridículo frente a alguno de mis
maestros. Diario había cosas nuevas que aprender, exámenes por preparar y también
necesitaba descansar.

73
Los libros de medicina son sumamente caros y para mi mamá era imposible
comprarlos, bueno algunas veces sí se podía, sin embargo, ahí fue cuando mi tío Víctor me
ayudó. Él también estudió medicina y me prestaba sus libros, incluso me llegó a regalar
algunos, y hasta me compraba alguno que no tenía.
Yo sentía mucho compromiso con la gente que me apoyaba en mis estudios; era
justo que no fallara en mis obligaciones.
Otra persona importante en mi vida
Por otra parte, conocí a Fausto, un compañero de la universidad. Cuando teníamos
que hacer trabajos en equipo para alguna clase, Fausto y yo tratábamos de formar equipo,
ya que me di cuenta de que era muy responsable y eso me agradaba bastante. No se
distinguía por tener muchos amigos ni por ser muy amable, sin embargo era muy destacado
en su desempeño como estudiante.
El padre de Fausto era dueño de unos laboratorios y creo que tenía mucho dinero,
pues vivían en una casa muy bonita en una zona muy exclusiva de la ciudad.
Independientemente de mi noviazgo con Joaquín, yo llevaba una excelente relación de
amistad con mis compañeros de clase, y entre ellos Fausto. A veces comíamos juntos o
cenábamos, ya que las horas de estudio eran una eternidad y en algún momento teníamos
que comer.
Años más tarde, cuando salí del servicio y pensé bien la especialidad que escogería,
el padre de Fausto falleció y él heredó los laboratorios y todo lo que el señor poseía.
Entonces Fausto decidió construir un pequeño hospital y reunir a un grupo de especialistas.
Me propuso unirme a él y hasta asociarme. Yo no tenía dinero para figurar como socia, pero
por supuesto que era atractiva la idea, hoy en día más vale tener un consultorio propio, ya
que la consulta privada es lo que deja lana.
Por estas mismas fechas, Joaquín me propuso matrimonio y acepté, ya que la vida
para mí había sido muy apurada y nunca me procuré más cariño que el de mi familia, pero
en mi familia ya todos eran muy mayores y una tiene que hacer sus propios planes, así que
fechamos nuestro compromiso.
El sábado 24 de septiembre de 1996 fue nuestra boda. Nunca me imaginé estar tan
contenta. Joaquín ha sido un gran hombre durante todos estos años y me siento muy
orgullosa de ser su esposa. Sabía que seríamos una gran pareja.
Mi marido tenía una plaza en el sector público, su sueldo no era gran cosa, por ratos
daba consulta en la clínica de Fausto —en mi consultorio— para ganar más dinero. Yo
ganaba mejor que Joaquín porque terminé mi especialidad en Ginecología y Obstetricia,
por las mañanas yo daba consulta y operaba en un hospital privado —de ahí obtenía la
mayor parte de mis percepciones—, y por las tardes consultaba en la clínica de Fausto.
En lo que respecta al aspecto económico no nos podíamos quejar. Lo único en lo
que no estábamos muy de acuerdo era en eso del consultorio de Fausto. Joaquín nunca
congenió con Fausto porque pensaba que por ser un joven adinerado sentía que podía
decidir cualquier cosa sin pensar en las consecuencias. En una sola palabra lo definía con la
palabra “utilitario”. Y por el otro lado, Fausto prefería “no lidiar” con Joaquín porque
siempre lo consideró un mediocre (aunque no me lo decía desde hacia mucho tiempo). Mi
esposo quería rentar otro consultorio para evitarse la pena de convivir con Fausto.

74
Yo estaba tranquila en términos generales. Sé que Fausto no era ninguna “monedita
de oro”, pero a mí me trataba con respeto y sentíamos gran estimación el uno por el otro.
Sin embargo, de tanto que Joaquín hablaba de la mala administración de esa clínica y del
maltrato a varios empleados, comencé a percatarme de que Fausto era muy déspota con los
empleados y eso no me causaba ningún agrado. Si yo no había tenido conflictos con él era
porque yo era la más destacada entre su cuerpo de especialistas.
Pero un buen día, sin que yo estuviera presente, Fausto le reclamó a Joaquín por su
manera de vestir y por su irregularidad en el uso del inmueble. Lo acusaba de “no conservar
la calidad de su hospital”. No puedo decir que Joaquín se distinga por su belleza, pero sí
puedo defender su pulcritud y su buen trato a los pacientes. Esto fue suficiente para que
Joaquín decidiera no volver a pisar ese hospital, su indignación desvanecía su capacidad de
diálogo cuando yo quería arreglar ese tema. Lo entendía pero yo pensaba que nuestra
estabilidad dependía de ese consultorio.
Hasta este momento siguen las discusiones en casa. Joaquín siente que yo no lo
apoyo, a pesar de que él es un médico muy honorable, dice que me he puesto de parte de
Fausto y que él sí que es un aprovechado de las circunstancias.
Soy médico, soy mujer y no me olvido de mi condición humana
Para mayo de 2000 Joaquín y yo nos enteramos de que esperábamos nuestro primer hijo.
Esta noticia sorprendentemente cambió nuestra manera de tratarnos, éramos mucho más
cariñosos uno con el otro. Él en especial me cuidaba más que de costumbre y me llamaba
tres o cuatro veces al día, para saludarme o sólo para saber que estaba bien.
Se puede decir que mi embarazo fue muy saludable, no sentí grandes incomodidades ni
mayores complicaciones. Incluso, como ginecóloga puedo decir que fue un muy buen
embarazo. Me sentía tan fuerte y tan sana que no dejé de trabajar casi como lo hago
normalmente.
Según mis cálculos nuestro hijo llegaría para la tercera semana de febrero
aproximadamente, entonces yo pensaba trabajar hasta enero. Mi mamá, Joaquín y tías mías
me rogaban que dejara de trabajar, o que por lo menos sólo diera consultas, pero que ya no
me exigiera tanto en las cirugías. Les agradecí su preocupación pero de verdad que me
sentía muy entera para continuar trabajando. De algo estaba muy convencida: Mientras yo
gozara de buena salud y mi hijo no estuviera en riesgo, yo seguiría cumpliéndole a mis
pacientes. Ellos me necesitaban porque mi trabajo estaba en permanente contacto con la
vida.
Una de mis pacientes tenía programado su parto para la segunda semana de enero y
necesariamente recurríamos a una cesárea por su edad. Para esas fechas yo también estaría
cerca del nacimiento de mi hijo, por lo que yo no estaba completamente segura de poder
realizar esa operación personalmente, pero sí estaría asistiéndola ya que ella contaba
conmigo porque sentía una profunda confianza en mi calidad. Recuerdo perfectamente que
desde su primera cita ella me dijo: “Doctora, estoy muy nerviosa porque durante muchos
años no he podido tener hijos, y ahora que sé que estoy esperando al primero sólo puedo
dejarme en sus manos y hacer todo lo que usted me diga. Este es el momento más
importante de mi vida”. Valoré profundamente sus palabras.

75
¿Acaso estoy en un error pensando que mi trabajo es importante para mis clientes?
¿Debería hacer a un lado mi rol de médico porque estoy embarazada?
Mi ética se pone a prueba
La mañana del ocho de enero teníamos todo listo para la cesárea de mi paciente. Le
pedí al Dr. Gonzaga que participara como cirujano en esta ocasión y yo lo asistiría. Pero no
me sentí del todo bien al llegar al hospital, me faltaba aire y tuve náuseas. De cualquier
modo me preparé para entrar y revisar que todo marchara correctamente. Me sentía fatigada
pero no creí que pudiera empeorar mi estado físico.
La noche anterior habíamos tenido una discusión seria Joaquín y yo respecto al
lugar donde me intervendrían para el parto. No teníamos mucho dinero porque estábamos
pagando renta, las mensualidades del auto, un seguro de gastos médicos mayores y todo lo
que habitualmente se gasta al mes. Él quería atenderme con amigos del hospital donde él
trabajaba —del sector público—, yo prefería que fuera en una clínica particular, y por
facilidad pensaba en que fuera en la de Fausto. Como no llegamos a ningún acuerdo nos
fuimos a dormir muy molestos.
Durante la preparación de mi paciente me vinieron unos fuertes dolores y respiraba
con mucha dificultad. Cinco minutos después de entrar al quirófano se me nubló la vista y
no supe más. Me desmayé. Cuando desperté estaba acostada en la cama de un hospital,
conectada al suero y con un ventilador —para ayudarme a respirar.
Joaquín, que estaba tomándome la mano derecha, me decía que todo estaba bien,
que no me preocupara. Yo necesitaba saber sobre mi bebé. Dormí más de 18 horas y cuando
volví a despertar le pregunté a una de las enfermeras por mi historial clínico, —siempre que
entra uno a urgencias se debe investigar si uno es alérgico a algún medicamento y se asienta
en el expediente. Ahí se describía mi proceso:
Presentaba infección de vías respiratorias alta (faringitis). Ellos debían saber
perfectamente que yo soy alérgica a la penicilina y me preocupaba mucho saber quién me
estaba monitoreando. Pero nadie apareció en el rato que angustiosamente estuve despierta.
En un lapso de pocas horas no supe nada. Alguien mandó a suministrarme
cefalosporinas y me causó una reacción cruzada. Dado que estaba trabajando, les pareció
fácil administrarme antibiótico por vía intravenosa, junto con un anti-inflamatorio y un
mucolítico (para bajar la inflamación).
Debo mencionar que el error de quien me haya medicado de esta manera me
provocó un choque anafiláctico, sé que suena muy raro este término médico y por eso
mejor explico las implicaciones. Probabilidades: 93% de mortalidad, falla orgánica múltiple
(daño en riñones, corazón, hígado, cerebro o pulmones), paro cardiorrespiratorio. Síntomas
esperados: edema, bronco-espasmo y urticaria. Necesitaba un tratamiento urgente para
sacarme de esa situación ya que no sólo corría riesgos mi vida, sino también la de mi hijo.
No podían hacer nada por mi bebé hasta que estabilizaran mis condiciones generales.
Joaquín no dejó de decirme que en cuanto me estabilizara me trasladaría al hospital
donde él trabajaba. Yo le dije que no, que estaba decidida a permanecer en aquella clínica
—la de Fausto. Pero Joaquín ya había hablado con un abogado para demandar la
negligencia de quien resultara responsable.

76
Fausto corrió a un pasante, acusándolo de haber cometido el error. En el momento
en el que yo ingresé a urgencias no había doctor de guardia. Joaquín discutió airadamente
con Fausto amenzándolo de meterlo a la cárcel, pues tenía el historial médico y pruebas que
demostraban la mala administración del hospital.
Fausto devolvió la amenaza a Joaquín, él lo demandaría por haber robado
documentos confidenciales de su hospital, por abuso de confianza y por calumnias.
En este momento en el que estoy por dar a luz, no sé que hice mal. Estoy muy
angustiada porque no sé en qué situación legal quedará mi marido. Espero que mi hijo
nazca bien y que no haya consecuencias de lo sucedido.
Quiero pedirle a Joaquín que retire la demanda en contra del hospital porque sé que
Fausto, por su posición económica, puede perjudicarnos. Pero, ¿qué le responderé a mi
esposo cuando me vuelva a decir que no lo he apoyado? ¿Qué puedo hacer si siempre quise
ser responsable?
Me doy cuenta de que todo esto es la consecuencia directa de la mala ética que
Fausto tiene. Ha sido un hipócrita y ha abusado de muchos empleados. De todo me he dado
cuenta, pero me siento una traidora porque sólo en este momento —cuando yo soy la
perjudicada— estoy juzgando a Fausto.
¿Qué debo hacer en este momento? ¿Cuál sería la mejor decisión?

77

ANEXO 3: “HURACÁN 
“No estoy en la cárcel por asesinato. Estoy en la cárcel porque soy un negro
en Estados Unidos de América, donde quienes ostentan poder sólo
permitirían a un negro ser un bufón o ser un criminal.”
Rubin Carter, entrevista en 1975.

Corría el año de 1966 cuando la carrera del púgil Rubin “Huracán” Carter subía como la
espuma. Al menos dentro del cuadrilátero, pues su condición de negro en Estados Unidos le
seguía haciendo sufrir problemas de racismo. En ese mismo año hubo un triple asesinato en
un bar cercano en donde el “Huracán” había estado esa misma noche. Era el principal
sospechoso de las autoridades. Algunas investigaciones apuntaban a su culpabilidad. Era un
ex-convicto. Era negro.
Catorce años, y tras conocer la biografía del boxeador, un muchachillo decide estudiar su
caso. Tal es su interés y tan poderosas las evidencias que encuentra, que sus esfuerzos
abren de nuevo la investigación.
Antecedentes
Mi nombre es Lesra Martin y estudié derecho en la Universidad de Toronto. Soy litigante
en Vancouver y me sorprendo cuando las personas me dicen que no hay nada que hacer
frente a la corrupción; que los derechos humanos son letra muerta, y que tanto el sistema
judicial como la sociedad son agentes pasivos frente a ésta.
Nací en Brooklyn y viví en un barrio violento y peligroso. Tuve una infancia rodeada de
alcoholismo —por parte de ambos padres—, crímenes, violencia y sobre todo racismo.
¿Había olvidado decir que soy negro? La historia que ahora cuento comenzó hace más de
veinte años.
En 1980 yo tenía quince años y apenas a esa edad estaba comenzando a leer. Iba en una
escuela pública y aunque era analfabeta era el 3er mejor alumno de mi clase. Eso fue lo que
llamó la atención de Terry, Sam y Lisa, quienes llegaron a mi escuela gracias a un programa
de ayuda a gente de escasos recursos. Me sacaron del arrabal donde vivía, me educaron y
ahora son mis protectores y amigos. El primer libro que me regalaron y leí era uno en cuya
portada aparecía un joven negro tras las rejas. El libro se llamaba: El decimosexto round.
Del contendiente No.1 al 45472. Era la biografía de un boxeador: Rubin “Huracán” Carter.
Rubin “Huracán” Carter
Rubin “Huracán” Carter: campeón mundial de peso medio. Leer su biografía fue muy
impactante para mí, pues me identifiqué con muchas de las cosas que el Huracán había
padecido de chico. Rubin tuvo una infancia difícil. Cuando tenía 11 años un hombre blanco
adinerado y viejo se acercó al grupo de amigos de Rubin intentando seducir a uno de ellos
—en ese tiempo era muy común que personas adineradas buscaran cometer ese tipo de
crímenes, pues los niños negros eran presa fácil. ¿Quién le iba a hacer caso a un niño negro
denunciando un abuso sexual de parte de un miembro distinguido de la comunidad? (blanco
obviamente). Rubin defendió a su amigo lanzando una botella de vidrio que le pegó en la
cabeza al acosador. Ambos forcejearon, pero Rubin huyó tras clavarle una navaja en el
brazo. Una semana después lo arrestaron; el policía que lo interrogó —se llamaba Della
Pesca—,aprovechó para amenazarlo y humillarlo por ser negro. Llevaron a Rubin a una
corte para menores y le dictaron sentencia de permanecer en un reformatorio varonil hasta
los 21 años.

Este caso fue basado en la película The Hurricane, Universal Pictures, Special Edition
2000

78
En ese violento reformatorio aprendió a sobrevivir, entre peleas y abusos sexuales. Rubin se
escapó dos años antes de cumplir su sentencia. Se enroló en el ejército y se hizo
paracaidista. Superó problemas personales como su tartamudez (por la que lo discriminaban
aún más) y se hizo boxeador profesional. Cuando volvió a su pueblo natal era ya campeón
de peso Welter europeo. En cuanto pisó de nuevo su territorio Della Pesca, ahora
convertido en Sargento, lo encarceló para que cumpliera su condena.
Rubin salió de la cárcel el 21 de septiembre de 1961, tras entrenar mucho para convertirse
en boxeador profesional, y al salir juró nunca más volver a pisar una prisión. Contrajo
matrimonio con una joven de su vecindario, con quien tuvo un hijo, y al siguiente año fue
nombrado púgil del año.
Aún cuando era una figura pública reconocida, sufría por ser de raza negra. Uno de los
ejemplos más escandalosos sucedió el 24 de diciembre de 1964, día en que le propinó una
paliza al entonces campeón mundial de peso medio (Joey Giardello); sin embargo, el
cinturón se lo dieron a Giardello después de una deliberación de 35 minutos. El motivo: un
negro no podía ganarle a un blanco.
En 1966 ocurrió el suceso trágico que llevó a Rubin a la cárcel: Estaba bebiendo en un bar
para relajarse, donde uno de sus fans –John Artis (también negro) – lo reconoce y más tarde
se ofrece llevarlo a su casa (aproximadamente a las 2:30 de la madrugada). Ya
encaminados, una patrulla los detiene y sin interrogarlos, son forzados a acompañar a los
policías.
Después se enterarían que se había cometido un asesinato a sangre fría en otro bar, y se
reconoció a dos negros en un auto blanco como los agresores. Rubin y Artis eran
sospechosos.
Sin decirles la razón por la cual los llevaban detenidos, Rubin y Artis fueron conducidos al
bar donde estaban los testigos, quienes aseguraron que ellos no eran los negros que habían
visto. Posteriormente los llevaron al Hospital St. Joseph para que una de las víctimas los
reconociera, y aunque estaba mal herido aseguró que ni Rubin ni Artis habían sido los
agresores3. En ese lugar estaba el sargento Della Pesca, quien parecía inducir al herido para
que los reconociera. Rubin “Huracán” Carter se dio cuenta que aquel sargento que lo había
discriminado y humillado, quería involucrarlos en el asesinato a como diera lugar.
Ese mismo año juzgaron a Rubin Carter y a John Artis, en un juicio lleno de mentiras y
prejuicios raciales, condenándolos a tres cadenas perpetuas. Cabe hacer mención que el
jurado estaba conformado solamente por hombres blancos.
El encuentro
Al leer su vida y las injusticias que cometieron con el Huracán, vinieron muchos recuerdos
de mi vida y automáticamente me identifiqué con él, pues yo fui y sigo siendo víctima del
racismo. Me dolieron enormemente los prejuicios raciales en contra de los negros y las
injusticias que se cometen cuando alguien no aplica la justicia de igual manera para todos.
¿La policía no está para defendernos a todos?, era frustrante que ellos mismos fueran los
agresores. Me di cuenta que lo que yo había vivido en mi vida era sólo una muestra de los
alcances del odio hacia una raza minoritaria. Aunque son derechos universales la vida, la
libertad y la seguridad de la persona, hay quienes pasan sobre ellos impunemente.

3
Esta víctima murió poco después a causa del atentado contra su persona.

79
Inspirado por su vida e indignado por la injusticia que le habían cometido le escribí al
Huracán. Rubin me contestó, y entablamos una amistad por correspondencia que duró
meses. Después tuvimos un primer encuentro en la cárcel. Esa plática marcó mi vida, y me
impulsó más a encontrar la justicia para ese hombre.
No me enteré hasta después cuántas dificultades tienen los reclusos para recibir visitas
familiares, dificultades que rayan en la humillación. Por ejemplo, desnudan a todos los
presos que reciben visitas y los “revisan” minuciosamente para que no guarden nada. Sobra
decir que los métodos de “buena conducta” que la autoridad administraba no eran sino
golpizas, aislamiento, privación de los alimentos, y cosas innombrables. Me pregunto si hay
alguna justificación para que se les trate así. ¿Es justicia no tratar a los reclusos como
personas? Los delincuentes cometieron un delito, pero ¿cuál es la medida para que la
sociedad pase de la justicia a la venganza? Muchas personas piensan que es más fácil
encerrarlos y olvidarse de ellos, no importando las condiciones en que vivan, pues si son
injustas o deshumanizadas, “se lo ganaron a pulso”.
La investigación
Yo era sólo un muchacho, pero les pedí a Terry, Sam y Lisa que me ayudaran. Ellos no
tenían prejuicios raciales. Dedicamos todo nuestro tiempo y esfuerzos para sacar al
Huracán de la cárcel, comenzando por las investigaciones. Visitamos también a los
abogados de Rubin, quienes nos recibieron desanimados: llevaban ya una década con el
caso del Huracán.
Descubrimos que había personas influyentes e importantes a quienes íbamos a exponer, el
tipo de persona que por un prejuicio no se tientan el corazón para destruir la vida de un
hombre inocente encarcelándolo. En la investigación encontramos todo tipo de
declaraciones falsas e incongruentes con las que se culpaba al Huracán4.
En la cárcel el Huracán volvía a recibir amenazas. En esta ocasión fue el director del
reclusorio quien le aclaró que, en caso de que alguien quisiera hacerle daño, él no podría
protegerlo.

Yo mismo fui amenazado por el sargento Della Pesca, quien ahora había ido en ascenso en
puestos públicos. Como ven, las presiones de las autoridades en turno porque no se supiera
la verdad eran muy grandes5.
Dilema
Reunimos pruebas de corrupción policial y ministerial, de los prejuicios raciales de los
tribunales que juzgaron el caso de Rubin “Huracán” Carter 6, coerción de declaraciones, y
retención y falsificación de pruebas.

4
Aquí mencionamos sólo algunas:
A la hora en la que se llamó para denunciar los asesinatos, Rubin y Artis estaban aún
en el otro bar; sin embargo los policías declararon que había sido antes.
Uno de los testigos que estaba en el bar, declaró esa noche que no reconocía a Rubin
ni Artis como los asesinos. Sin embargo, como tenía problemas con la autoridad, mintió
en el juicio a cambio de su propia libertad.
Patty Valentine —otra testigo—, dijo que el auto en que se alejaban los asesinos era un
Dodge Monaco; sin embargo el modelo que conducía Artis era un Dodge Polaro.
5
Durante nuestras investigaciones sufrimos un “accidente”. Al ir por la autopista
inexplicablemente se salió una llanta y tuvimos un choque fuerte; la intención era
matarnos, estoy seguro.
6
Todos los jurados eran personas de raza blanca.

80
Hubo entonces que hacer una elección difícil, pues si se presentaban las pruebas al Tribunal
Estatal podrían pasar años antes de la resolución; en cambio, si se presentaban al Tribunal
Federal, el juez tendría la oportunidad de rechazar esas pruebas (por saltar al Tribunal
Estatal) y entonces se perderían para siempre. Todo dependía de si el juez se daba la
oportunidad de revisar las pruebas y de su aceptación.
Teníamos miedo, pues ya en los dos juicios anteriores se había chantajeado a jueces,
fiscales y abogados. Todos tenemos derecho a un justo proceso, pero ¿cómo podríamos
confiar en las autoridades estatales si había de por medio la idea generalizada de la
inferioridad de la raza negra?, ¿podríamos confiar nuevamente en las instituciones
judiciales, si no estatales, federales, ante el caso de un negro? No lo sabíamos…
Pero sí sabíamos que de haber justicia, el esfuerzo de civiles comunes y corrientes en busca
de la verdad daría fruto. Comprobaríamos que si la ley busca la verdad sin prejuicios, se
puede ejercer la justicia; y sobre todo, que denunciando la corrupción se puede realizar el
ideal de una sociedad justa. Cualquier persona que deje pasar una injusticia, se hace
cómplice, pues el silencio o la apatía frente a hechos injustos dañan a la sociedad
enormemente. Una sociedad callada y apática frente a la injusticia es una sociedad corrupta.

Conclusión
En noviembre de 1985 se le da la oportunidad a Carter de presentar las pruebas. El juez,
tras revisar las pruebas, le concedió a Carter la libertad inmediatamente. Se reconocieron
los elementos de racismo durante el proceso penal. Se reconoció la corrupción de la fuerza
policial con la que se coercionaron declaraciones y se manipularon pruebas.
Carter fue puesto en libertad.

81
ANEXO 4: “MANDELA”

Aún en la hostilidad de la época y entre los obstáculos, Mandela obtuvo intacto el deseo
que lo convirtió en líder. Sin traicionar sus orígenes, sin defraudar a su gente y sin perder
sus principios luchó hasta acabar con la violencia y la marginación racial. Como guerrero
Xhosa, como caballero inglés, alcanzó la libertad para Sudáfrica.

Rolihlahla y Nelson

Rolihlahla Mandela nació en Qunu, Sudáfrica el 18 de Junio de 1918 dentro de la tribu de


los Xhosas. Desde chico su padre lo fascinaba narrándole las historias de su pueblo
luchando contra la opresión del hombre blanco. Fue criado en medio de una tradición que
sobre todo guardaba respeto a los ancestros.

Había dos tribus principales en Qunu: los Xhosas y los Mfengu. Éstos últimos se
distinguían por ser los más cultos de la comunidad. Había dos sujetos: George y Ben
Mbekela, dentro de la tribu de los Mfengum que eran íntimos amigos de los padres de
Rolihlahla. Habían recibido educación y profesaban la religión cristiana. Y por azares del
destino lograron convertir a la mamá de Rolihlahla, quien más tarde hizo bautizar a su hijo
en la Iglesia Metodista. También consiguieron que Rolihlahla estudiara en otro lugar,
situación que nunca se había presentado dentro de la tribu de los Xhosas.

Desde los 7 años fue a la escuela primaria; ahí la maestra le dio a cada uno de los chicos un
nombre inglés. A Rolihlahla lo nombró Nelson. Ahí recibió una enseñanza británica con
una negación absoluta de los valores africanos.

Los caballeros ingleses fueron su modelo. Su sueño era convertirse en un “perfecto


caballero inglés negro”.

Su padre murió y Nelson se convirtió en el protegido del jefe supremo de los Thembu,
quien lo prepararía para el futuro liderazgo. Concluidos sus estudios en la escuela primaria,
fue mandado a la escuela Secundaria Bautista de Healtdown. Influenciado por los casos
que llevaba la gente al jefe Thembu, decidió convertirse en abogado.

Carácter y conocimiento.

Ingresó a la facultad para negros de Fort Hare, donde fue elegido miembro del Consejo
Representativo Estudiantil y más tarde logró ser suspendido por organizar un boicot de
protesta junto con Oliver Tambo. Entonces viajó a Johannesburgo en donde terminó su
licenciatura por correspondencia.

En 1942 ingresó al Consejo Nacional Africano (CNA). En aquel tiempo se armó un grupo
de jóvenes bajo el mando de Antón Lembede. El grupo comenzó con apenas 60 miembros,
entre ellos Nelson y Oliver Tambo. El objetivo del grupo era convertir el CNA en un
movimiento de masas que abarcara a millones de campesinos, obreros y profesionales
negros sudafricanos. A diferencia de la vieja guardia del congreso, los jóvenes
adoptaron un nacionalismo africano radical bajo el principio de autodeterminación.

82
Dos años después fundaron la liga juvenil del CNA, Mandela fue elegido Secretario de esta
liga tres años más tarde.

En 1948 ganó las elecciones el Partido Nacional. En 1949 el CNA hizo suyo el programa
de acción impulsado por la Liga Juvenil de Mandela y sus compañeros, que abogaba por el
uso del boicot, las huelgas, la desobediencia civil y la no cooperación.
Al año siguiente, Mandela fue elegido miembro del Comité Nacional Ejecutivo. Al mismo
tiempo, fue coautor de los documentos del programa del CNA, en donde se buscaba lograr
la plena ciudadanía, la representación parlamentaria directa para todos los sudafricanos, la
redistribución de la tierra, la educación gratuita y obligatoria para todos los chicos y la
educación masiva para adultos.

El CNA inició la “Campaña de Desafío a las Leyes Injustas” en 1952. Como Mandela fue
el encargado máximo de alistamiento de voluntarios en el ámbito nacional y como recorrió
todo el país en pos de ese objetivo, fue generando una bola de nieve que logró captar la
atención de toda la población negra. Esto fue concebido como una campaña de
desobediencia civil de masas, por lo que fue acusado y llevado a juicio. Aunque la Corte
encontró que Mandela y sus compañeros aconsejaran a sus seguidores actuar pacíficamente
y evitar toda manifestación violenta, fue encontrado culpable de contravenir la “Ley de
represión al Comunismo” y se le sentenció con prisión preventiva en suspenso. También se
le prohibió que concurriera a las reuniones políticas y fue confinado a permanecer en
Johannesburgo por seis meses.

Durante este semestre de restricciones, Mandela se recibió de abogado. Abrió el primer


estudio de abogados dirigido por negros en Sudáfrica junto con su amigo Oliver Tambo.

En reconocimiento por su participación en el “Desafío” fue elegido presidente de la Liga


Juvenil y de la región Transvaal del CNA.

Por la ley de segregación racial las autoridades exigieron que trasladaran su estudio varios
kilómetros afuera de la ciudad, en donde los clientes estuvieran imposibilitados de llegar
durante horas de trabajo. Mandela y su socio decidieron desafiar la ley. No sólo el gobierno
quería impedir que ejercieran su profesión, la Sociedad de Abogados de Transvaal le pidió
a la Suprema Corte de Justicia que le quitaran el título de abogado basándose en la Ley de
Represión al Comunismo. El pedido fue rechazado por el juez, quien expresó que Mandela
fue motivado por el deseo de mover a los ciudadanos negros y no había hecho nada malo
para dañar la dignidad de su profesión.

Debido a que estaba prohibido reunirse, el CNA le encargó a Mandela que preparara un
plan de organización para los líderes del movimiento pudieran mantener contacto dinámico
con sus miembros. El objetivo era prepararse contra la contingencia de la proscripción, es
decir, contra las políticas segregadoras y excluyentes, creando poderosas locales filiales
subversivas en la que se pudiera delegar el poder. Este plan fue denominado Plan M.

Mandela tuvo un papel fundamental en la difusión de la “Carta de la Libertad”. Participó


activamente en la resistencia a la expulsión de los negros del área occidental y en la

83
introducción de la educación Bantú. También se opuso a la segregación de universidades
mixtas.

Durante la década de los cincuentas Mandela fue víctima de varias formas de represión,
hasta ser encarcelado. A finales de la década fue uno de los acusados en el “juicio por
traición”, lo que significó un gran costo en su carrera política. Él ejerció su propia defensa
y fue absuelto de todos los cargos.

No hay prisión para su espíritu

En 1961 al quedar liberado, pasó a la clandestinidad junto con el CNA. Nelson Mandela se
convirtió e el líder indiscutible de esta nueva época de lucha. Recorrió el país para
organizar una huelga de tres días y consiguió la simpatía de la mayoría negra.

Fue forzado a vivir separado de su esposa y sus hijas, trasladándose de un lugar a otro para
evadir a detección policial. Se disfrazó de obrero, de chofer,…a tal grado que lo llegaron a
llamar el “Pimpinela Negra”. Fue por entonces que, con sus otros compañeros, formó el
brazo armado del CNA “la lanza de la nación”, y él mismo se convirtió en su comandante y
jefe. A pesar de ser un grupo armado, el propósito de este movimiento no era bélico, pero
necesitaban fortalecerse para resistir a la opresión.

En enero de 1962, Mandela abandonó Sudáfrica ilegalmente para participar en el


“Congreso de Movimientos de Liberación Panafricanos” en Etiopía. Luego viajó a Argelia
en donde fue entrenado militarmente para la lucha guerrillera. Finalmente viajó a Londres,
para encontrarse con los líderes de la oposición en el exilio.

En julio, volvió a Sudáfrica y fue detenido bajo el cargo de abandono a su país e incitación
a huelga general. Nuevamente condujo su propia defensa. Recusó al juez aduciendo que el
juicio era conducido por blancos, y por lo tanto no tenía imparcialidad. “Detesto el
racismo. Lo veo como un acto de barbarie, ya sea que provenga de un hombre blanco
o de un hombre negro” fueron sus más emotivas y consistentes palabras. Fue sentenciado
a 5 años de prisión.

“Yo he luchado contra la dominación blanca y he luchado contra la dominación negra.


Abracé el ideal de una sociedad libre y democrática en donde todas las personas viven
juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el cual espero vivir
para ver. Pero si tuviera que ser de otra forma, es un ideal por el cual estoy preparado
para morir”

Mandela fue sentenciado a cadena perpetua en el año de 1964 y enviado a prisión de


máxima seguridad en Roben Island. El racismo del Apharteid7 seguía existiendo en prisión.

7
El apharteid consistió en proponer el desarrollo separando las diferentes razas, bajo la dirección de la raza
blanca, considerada superior. Para mantener su control, los blancos crearon leyes raciales que tocaban todos
los aspectos de la vida social. Así mismo, se llevó a cabo la clasificación racial de los ciudadanos
sudafricanos a parir de tres criterios: apariencia, aceptación social y descendencia. Una persona no podía ser
considerada “blanca” si sus padres no lo eran.

84
No había guardias negros ni prisioneros blancos. Permaneció 20 años encarcelado hasta
1984. Durante estas dos décadas lo trasladaron de cárceles.

Le ofrecieron dejarlo en libertad a cambio del repliegue de os negros de su “homeland”


enTranskei.

En el año de 1985 nuevamente rechazó el ofrecimiento del Presidente Pieter Willem Botha,
de ser liberado a cambio de renunciar a la oposición. Su respuesta fue muy clara e
inteligente: “Los prisioneros no pueden hacer contratos, sólo los hombres libres
pueden negociar”.

La presión internacional contra el apartado del Apharteid era muy grande. Botha no tuvo
más remedio que comenzar a desmantelar el aparato segregacionista y renunció en 1989-
Al renuncia, el CNA declaró al fin la lucha armada. El nuevo presidente, Frederik W. De
Klerk pateó el tablero y en febrero de 1990 levantó la prohibición que pesaba sobre el CNA
y puso en libertad a Mandela, luego de 28 años de prisión.

En 1991 Mandela fue electo presidente del CNA.

La negociación fue larga y complicada. El partido Nacional de De Klerk no quería


transferir el control del país a la mayoría negra e intentó por todos los medios instituir un
poder de veto de la minoría blanca sobre las decisiones negras. El CNA con Mandela a la
cabeza, organizó huelgas generales para persuadir a los nacionalistas blancos de cambiar su
posición sobre esta última cuestión. Finalmente se alcanzó un acuerdo el 13 de noviembre
de 1993 en el que se acordaba instituir en Sudáfrica un régimen democrático no racial ni
sexista, basado en el principio enarbolado por los luchadores negros, de “una persona, un
voto”.

El final del camino: la recompensa


Mandela y De Klerk compartieron en 1993 el “premio Nóbel de la Paz” por sus esfuerzos
para establecer la democracia y la armonía social en Sudáfrica.

Las primeras elecciones libres de la historia de Sudáfrica se celebraron del 26 al 29 de abril


de 1994. El CNA obtuvo una clara victoria y Nelson Rolihlahla Mandea fue elegido como
el primer presidente negro del país el 10 de mayo de 1994. Su vicepresidente fue De Klerk.

La institucionalización de la discriminación raciales Sudáfrica incluyó: represión policíaca, prohibición de


matrimonios interraciales e incluso las relaciones sexuales; la exigencia que todos cargaran con su certificado
de identidad racial, la prohibición de que cualquier negro participara en la vida pública de Sudáfrica; se
estableció la delimitación de zonas territoriales según los grupos raciales reconocidos. Con esta medida se
expulsó a los negros que residían en zonas “blancas” y se crearon 10 homelands (o áreas de reserva) para los
negros.
Los “homelands” eran regiones independientes alas que era asignado cada africano según su clasificación
oficial. Dentro de este territorio los ciudadanos negros tenían derechos políticos, incluida la posibilidad de
votar. Pero fuera de su respectiva homeland” los derechos se anulaban, e incluso necesitaban pasaporte para
ir a Sudáfrica. Por ello los negros no contaban con representación en el Parlamento Sudafricano, mismo que
controlaba los “homelands”.

85
En Junio de ese año, Sudáfrica volvió a ingresar al Commonwealth 8. Torturas y largos años
de prisión habían pasado pero en el corazón de Mandela no había cedido el deseo de ser un
“perfecto caballero negro inglés”.

Nelson Mandela de pequeño había escuchado las leyendas de los Xhosas luchando contra
la oposición del hombre blanco. Por a tradición de su tribu, sabía que no debía defraudar a
sus antepasados, y no los defraudó.

ANEXO 5: “LA MUJER EN EL CAMPO PROFESIONAL”

8
Es la denominación por la que es más conocida la Commonwealth of Nations que, entre 1931 y
1946 se llamó British Commonwealth of Nations, asociación de diversas entidades políticas que, de
forma voluntaria, ofrecen una simbólica o real fidelidad a la corona británica.

86
Todavía existe un importante desequilibrio entre mujer y profesión. Es un hecho que ya no
es monopolio del hombre ganar el sustento. Las circunstancias económicas del momento no
permiten que sea el hombre el único proveedor de la familia; sin embargo, sigue habiendo
desequilibrio para la mujer entre trabajo y familia y profesión son factores complejos.

CONOCIMIENTOS PREVIOS SOBRE EL TEMA


INSTRUCCIONES: Contesta las siguientes preguntas.
1. ¿Existe discriminación de la mujer profesionista en las empresas mexicanas?
2. ¿Qué debe cambiar para tener igualdad de oportunidades?

POSICIÓN EN ESTE TÓPICO


INSTRUCCIONES: Subraya Sí o No, según tu opinión con respecto al tema.
1. La mujer profesionista tiene todo el derecho de trabajar y realizarse
Sí No
2. La mujer profesionista debe considerar que la familia es más importante que el
trabajo
Sí No
3. Ser una mujer profesionista y no trabajar es un costo muy elevado
Sí No
4. Las condiciones laborales para la mujer en México son todavía injustas
Sí No
5. Considero poco ético que una empresa despida a una mujer porque contrae
matrimonio.
Sí No

EJERCICIO 1

INSTRUCCIONES: Realiza las siguientes actividades.

a. Lee la lectura número 1, acerca de las mujeres: amor o empleo.


b. Identifica las palabras desconocidas y búscalas en el diccionario.
c. Subraya con un color rojo las ideas principales.
d. Realiza un organizador gráfico con su síntesis.

LECTURA NO. 1 MUJERES: AMOR O EMPLEO

“¿Desde luego usted sabe que si contrae matrimonio tendrá que dejar la empresa?”,
pregunta el encargado de reclutar nuevos talentos para una compañía regiomontana de
vanguardia. “Desde luego que no, zoquete Tyranosaurio Rex”, piensa para sus adentros la
veintiañera que acaba de derrotar a todos sus competidores varones en las exigentes
pruebas de elección de la compañía. El Tyranosaurio es nada menos que el director de
Recursos Humanos y acaba de adelantar en forma discreta y suave, que lo que sabe, o
debería saber, constituye una flagrante violación a los derechos constitucionales, civiles y

87
laborales de la joven; de hecho, porque lo sabe se ha cuidado de que semejante disposición
decimonónica no aparezca por escrito en el contrato. Se trata de un sobreentendido.

Cuando la divisa de “vivir en un Estado de Derecho” se ha convertido en una exigencia que


se discute en todos los hogares de México y que se reclama al gobierno por ciudadanos de
todos los niveles, grandes empresas de Monterrey y de otras partes del país hacen a un lado
las letras y el espíritu del Artículo Cuarto constitucional que establece la igualdad del
hombre y de la mujer mexicanos ante ley. ¿Cómo reclamar políticamente por el frágil
estado de la empresa, el departamento de Recursos Humanos sólo trata como verdaderos
hermanos a los varones y disminuye los derechos de las jóvenes?

Hasta hace unos 10 años ésa era la política de empleo hacia las mujeres en los bancos más
importantes del país, grandes empleadores de personal femenino. Paulatinamente se ha ido
abandonando ante la entrada masiva de las mujeres al mercado laboral y ante su creciente y
valiosa participación en la educación superior. Sin embargo, en la pujante capital de Nuevo
León ésa continúa siendo la estrategia hacia las mujeres por parte de empresas de gran
peso e influencias nacionales. Se trata de empresas a la vanguardia de la vanguardia, con
los ojos bien puestos en el siglo XXI, convencidas las más de ellas de que su mayor recurso
es la “inversión en el capital humano”.

Empresas que destinan grandes sumas para la capacitación de sus ejecutivos, para la caza
de talentos, y que están seriamente comprometidas con una cultura de de excelencia
empresarial. Pero mientras sigan discriminando a las mujeres, sus miras estarán en el siglo
próximo pero sus pies estarán anclados en el XIX.

¿Por qué exigir que las mujeres dejen la empresa en cuanto se decidan a contraer
matrimonio? Por la misma razón por la que Venustiano Carranza se inclinó por el voto
universal en contra del voto selectivo, restringido a quienes supieran leer y escribir -en la
Constitución de 1917-, pero excluyó de ese universo el voto femenino. A principios de
siglo, “voto universal” significaba solamente el voto de los hombres, y las mujeres flotaban
en algún éter aparte.

En 1997, se cumplen apenas 50 años de que las mujeres empezaron a votar en México a
escala Municipal y 44 de acceder a la ciudadanía plena. Carranza ignoró a las mujeres por
inercia y por costumbre.

Inercia y costumbre describen conductas repetitivas, automatizadas y hasta inconscientes,


orientadas hacia el pasado, cuando lo que describe lo que los teóricos llaman la
“modernidad” es el ritmo incesante del cambio. Si lo sólido, lo acostumbrado, lo inercial
era que la mujer casada se quedara en casa, ¡esa es una decisión que debemos dejar a las
mujer y no a las empresas!

Para las empresas, el matrimonio de sus empleados varones significa estabilidad y


responsabilidad hacia el trabajo. Por ello, en los avisos económicos, las empresas
especifican que necesitas “profesionistas, no mayores de 25 años, casados, etc.”. Para estas
mismas empresas, el matrimonio de sus empleadas significa maternidad próxima o
probable, por ello exigirán “Mujer profesionista o secretaria ejecutiva, con excelente

88
presentación, no mayor de 25 años, soltera…” La empresa ve a la mujer acompañada de
permisos de maternidad, de ausencias por enfermedad de los hijos, de incapacidad de tres
meses por parto. En suma, en el caso de la mujer, la empresa sólo ve el vaso medio vacío.
¡Que error!

En la actualidad, en México trabajan tres de cada cinco mujeres en edad de hacerlo. Para la
gran mayoría de ellas, el trabajo es una necesidad, no una opción. Una opción económica
de primera necesidad y una opción vital para el desarrollo personal.

En un mundo así, la protección de la maternidad de las mujeres debe asumirse como una
responsabilidad de la sociedad en conjunto. Argumentar que la erosión de los valores
familiares y la desorientación en la juventud se debe a que las mujeres trabajan es querer
refugiarse en un pasado que no volverá.

Lo que procede, en cambio, es proporcionar las mejores condiciones para que la mujer
trabajadora (y ello debe incluir en el futuro derechos de paternidad), ya sea en su condición
de obrera, de empleada de confianza o de ejecutiva, pueda cumplir con sus
responsabilidades de madre y de trabajadora.

Precisamente por su condición de mujer y por el privilegio de la maternidad que acompaña


a esta condición, las mujeres aportan una riqueza inusual a la empresa.

El trabajo nos humaniza y estimula a ser mejores. Pule nuestros talentos y nos hace conocer
nuestras fallas; nos exige y nos hace creer, y con ello aumenta la confianza y el sentido de
autovaloración. Una madre que se sabe valiosa por ser creativa y productiva, transmitirá un
sentido más positivo del mundo a sus hijos e hijas. El siglo XXI será, sin duda, el siglo de
la mujer. La empresa que quiera destacar, tendrá que hacerlo junto con ellas.

EJERCICIO 2

INSTRUCCIONES: Subraya sí o no, según corresponda a tu opinión.

1. Las responsabilidades se identifican tanto con las acciones (hacer) como por las
omisiones (dejar de hacer).
Sí No
2. Una de las condiciones que tipifican el nivel de responsabilidad es el conocimiento
de las implicaciones y consecuencias de la acción.
Sí No
3. Cuando alguien actúa bajo amenaza o bajo presión, deja de ser responsable.
Sí No
4. Ser responsable es ser capaz de justificar las acciones propias, de dar razón de lo
que se hizo y por qué se hizo.
Sí No

Síntesis de mi aportación:

LECTURA NO. 2 LA MUJER HOY

89
México y las mujeres que hoy en día tienen entre 20 y 30 años se están enfrentando a dos
grandes temas: el número de hijos a tener y el desarrollo profesional dentro del matrimonio.
El tiempo y los números así lo están demostrando.

Esto no es sorpresa para nadie; con sólo echar un vistazo alrededor, platicar con los padres
o, más aún con los abuelos, podemos comprobar que cada vez nacen menos niños. Las
casas en donde habitan 10 o hasta 15 hijos prácticamente ya no existen. Actualmente se
considera como una familia grande la que es integrada por tres hijos, e incluso hay muchos
que planean sólo el primero.

Según datos del INEGI, en 1976 la Tasa Global de Fecundidad fue de 5.7 hijos por mujer;
10 años después, dicha tasa se redujo a 3.8 por mujer.

Viendo estos números, yo me pregunto, ¿qué estará sucediendo en el año 2005?


¿Seguiremos viendo los parques llenos de niños o de ancianos?

A muchos les tranquiliza saber lo que dicen los expertos:

“Con sólo tener un crecimiento del 2.1 sería suficiente para equilibrar la balanza de los
jubilados y la de natalidad”. Por lo que a mí me concierne, esta cifra está a tiro de piedra, y
por lo que veo, en el año 2000 la podríamos alcanzar fácilmente.

Dos son los motivos por los que las parejas actuales han decidido tener menos hijos. El
primero es la imposibilidad para soportar los costos que supone tener dos o más hijos; el
segundo, es el costo emocional, de atenderlos. Antes no había que dedicarse a ellos con
tanta preocupación como hasta ahora.

Parece ser que una crisis en la vocación por la maternidad anda rondando entre los
matrimonios jóvenes, debido, por un lado, al miedo económico y sus consecuencias, y, por
el otro, a no poder dar a los hijos la educación que se quería, a no poder guiarlos por el
mundo que se nos viene encima y a no poder dedicarles el tiempo que ellos se merecen.

Además, la mujer que trabaja se enfrenta también a la cuestión de tiempo efectivo dedicado
a los hijos.

Antiguamente, la mayoría de las mujeres tenía que escoger entre su profesión o dedicarse
de tiempo completo al cuidado de los hijos y de la casa. Hoy en día, conozco muy pocas
mujeres que quieran hacer esto último; ahora lo normal es hacer un poco de cada cosa.

Un comentario típico de un ama de casa que a la vez es profesionista es el siguiente:


“Quiero trabajar medio tiempo y la otra parte del día la podré dedicar a mis hijos”. Trabajar
y tener hijos no es fácil, la maternidad es especialmente difícil para las mujeres que
desempeñan su profesión fuera del hogar. Por un lado, deben atender las exigencias del
trabajo mostrando gran interés para no ser rechazadas, y por el otro ejercer como madres
con todo lo que esto conlleva.

90
“Salí de la casa muy temprano, cuando regrese a comer, mi hija estaba en la siesta, tuve que
regresar al trabajo en la tarde y cuando regresé a casa ya estaba dormida. Al día siguiente
me preguntó: “¿Dónde estuviste todo el día? Te estuve esperando”, cuenta una mujer.

Esta situación es muy común y provoca cierta culpabilidad al pensar que, pese a todos los
intentos, no se atiende a los hijos como uno quisiera. Lamentablemente, esta mezcla de
autoexigencia y culpa suelen provocar estrés, frustración, cansancio y mal humor, y los que
cargan con todo esto son los hijos y la pareja.

Así que, es recomendable tomar las cosas con calma y organizarse de tal manera que la
mujer no sólo cargue con el peso y las presiones de la casa y de los hijos, sino también el
hombre. Los médicos, las reuniones del colegio, las clases de karate y de música son
responsabilidad de ambos, no sólo de la madre.

Aunque la responsabilidad es de ambos, curiosamente, el sentido de culpabilidad por


entregar o dedicar más tiempo al trabajo o a la profesión que a los hijos, lo tienen las
madres y no los padres. Por tradición, la cultura social o educativa, el hombre no se implica
del mismo modo y su trabajo no se ve afectado por el hecho de convertirse en padre.

No hay que olvidar que, en lo que se refiere al tiempo para los hijos, más vale la calidad
que la cantidad. No por pasar muchas horas con ellos se les atiende mejor. Lo que pide un
bebe es muy diferente a lo que pide un joven o un adulto. Un niño pide atención afectiva,
así que en la medida en que los padres, y en especial la madre, estén tranquilos y de buen
humor, de esta manera el tiempo dedicado a los hijos será efectivo y no desperdiciado.

EJERCICIO 3

INSTRUCCIONES:

a. Lee la lectura no. 2, la mujer hoy.


b. Realiza un cuadro, en el que identifiques los enunciados que correspondan a un
hecho, inferencia y comentario.
c. Anotas tus opiniones, con respecto a la lectura y presenta un caso real con respecto
al tema.
d. Consideras justo que la mujer de hoy, se quede en el hogar cuidando a sus hijos y
que no se desarrolle profesionalmente y por qué.

LECTURA NO. 3 EL COMPROMISO DE COMBATIR LA CORRUPCIÓN

91
A don Antonio López de Santa Anna sus contemporáneos lo apodaban “El quince uñas”; él
prefería, en cambio, que lo llamarán Su Alteza Serenísima. Al dictador no le alcanzaban ni
las manos, ni los dedos, ni las uñas, ni las horas del día, ni el tamaño del tesoro nacional
para saciar su veracidad. A don Antonio de deba por llevarse, descaradamente o por medio
de subterfugios, por las buenas o por las malas, para sí o sus cortesanos, para sus parientes
y sus amigos, y con mucho esmero también para sus galanas, lo que no era suyo, lo que le
gustaba, lo que quería regalar.

Don Antonio, no escondía su concupiscencia, ni se avergonzaba de su afición por los bienes


públicos y los haberes ajenos. Todo lo contrario: se ufanaba de ello, lo hacía con
desfachatez y buen humor, con audacia y picardía. El pueblo tampoco se lo reprochaba,
más bien lo festinaba; hacía de ello burlonamente una leyenda, un regocijante tema de
tertulia. Hasta sus victimas aceptaban con resignación el atraco e incluso se avenían a
compartir su patrimonio con el opresor. Don Antonio era un tirano que jugueteaba todo el
tiempo con su pueblo. Robaba y dejaba robar, siempre y cuando, claro está a él le tocara
una tajada. Le encantaban las multitudes, los bailes y las francachelas; lo mismo se
aposentaba en los refulgentes y perfumados salones de la elegante sociedad que en los
sombríos y hediondos burdeles donde sin pudor, sin pedantería, populacheramente, el
Presidente se entregaba al desenfreno. Entre sus mayores aficiones estaban el azar, las
peleas de gallos, los naipes. Era un apostador compulsivo y habituado a ganar, y sólo muy
contadas veces, por algún motivo avieso, honraba sus deudas de juego. Tal vez la gente no
lo quería; de hecho sus amigos y beneficiados, aún más que sus rivales, conspiraban
incesantemente contra él. No obstante, el pueblo lo festejaba, y más que tolerarlo,
compartía con él sus inclinaciones libertinas, su desenfado para timar y sorprender al
prójimo, su sensualidad vulgar y grotesca, su ansia por sacar ventaja de los puestos
públicos, el púlpito y los rangos militares: su cinismo para burlar y engañar.

En aquel México recién emancipado del tutelaje colonial, todo era provisional e incierto. La
sociedad no sabía muy bien qué hacer con su independencia., con sus gobiernos y sus
tesoros; la de México era una gente desorganizada y dispendiosa, ebria y trasnochada por
los jalones y sobresaltos de constantes guerras civiles, asonadas y levantamientos de de
jefecillos militares, de próceres y caudillos instantáneos. La caída de la producción y el
comercio, la pérdida de la opulencia colonial y el asedio a la integridad por el
ensoberbecido y vecino del norte dejaron sin rumbo y sin fe en sí mismo a los mexicanos.
El santanismo era un pueblo sin entusiasmo por su nación, con muchas ganas de edificar su
futuro. Aquel México –tan parecido al del salinismo y el zedillismo, tan similar el México
perdido, derrumbado y quejumbroso que tenemos ahora- se desorientó de manera que echo
por la borda oportunidades excepcionales de construir una nación fuerte y desperdició un
tiempo precioso. La sociedad sobre la cual gobernaba Santa Ana no supo –o no pudo-
encontrar otro motivo de vinculación con el Estado ni otra relación con sus gobernantes y
con sus líderes que no fuera la corrupción, el relajo, el chisme, el rumor la conjura, la
sedición. Los mexicanos de aquel entonces, como en cierta medida nos ocurre a los de
ahora, se dejaron llevar por la desilusión, por el desengaño y la resignación.

En esos años extraviados y pintorescos que van desde la caída de Iturbide hasta el última
día de don Antonio –jocosamente relatados por Leopoldo Zamora Plaws en su historia

92
novelada de la dictadura de Santa Anna-, México sucumbió a las extravagancias de su
caudillo y a la crueldad de los caciques; estuvo a punto del desmoronamiento y dejó que los
estadounidenses, súbitamente transformados en imperio, pararán sobre él, le arrebataran
parte de su espacio físico geopolítico vital y lo redujeran, de ahí en adelante, a la triste
condición de “patio trasero”.

Don Antonio López de Santa Anna era sin lugar a duda un gran corruptor; sin embargo, la
sociedad mexicana, asentada en la fangosa mezcla de dos culturas con densidad muy
distinta, que juntas no llegaban a cuajar, tenía en su ser y en su entraña todos los
antecedentes culturales patrimoniales de la Colonia, todos los hábitos, los valores y los
estímulos y hasta las instituciones formales e informales con los cuales nutrir el hambre
santanista de corrupción.

La corrupción tiene en México un continuo histórico, un hilo conductor que viene de muy
atrás, de los vestigios combinados de nuestra civilización india, mestiza y criolla. Se
manifiesta de múltiples maneras, unas ominosas y otras benignas; está en los actos más
ruines de nuestros gobernantes y en los gestos más solidarios de la sociedad; el abuso del
poder para fines de lucro, el tráfico de influencias, la “transa”, se manifiesta en la ambición
y soberbia de las autoridades, lo mismos que en la camaradería de los compadres y la
solidaridad de los parientes; forma parte de las grandes decisiones públicas y también de las
infinitas transacciones privadas.

En todo el mundo hay algo de corrupción, poca en sociedades resguardadas por


instituciones políticas resguardadas por instituciones políticas democráticas y responsables,
donde están en vigor estrictos regímenes jurídicos de observancia generales, y mucha en
órdenes prejurídicos y antidemocráticos como el nuestro.

En la muy rica y diversa experiencia política internacional, el autoritarismo y la


concentración desmedida del poder no han sido, por definición y en todos los casos,
sinónimo de impunidad y corrupción. En otras culturas con otros antecedentes y otras
motivaciones, el autoritarismo dictatorial ha sido generalmente causa de la cancelación de
libertades civiles, de violaciones graves, criminales y sistemáticas a los derechos humanos,
pero no necesariamente de corrupción gubernamental, entendida ésta en su acepción más
general como el hecho de anteponer al ejercicio de las funciones públicas las relaciones
personales, los intereses individuales, familiares, de clan o de grupo.

En el caso de México, sí existe una relación muy estrecha entre el autoritarismo y la


corrupción, entre la falta de democracia y la deshonestidad gubernamental. En efecto, el
régimen presidencialista posrevolucionario configuró sus mecanismos de poder y autoridad
de tal manera que la corrupción pasó a ser, quizá, la más valiosa y perversa herramienta de
la gobernalidad. Por ello la experiencia política mexicana arroja una curiosa y muy
reveladora relación de proporción inversa entre represión y corrupción.

La corrupción -manifiesta en sobornos directos e indirectos, en la cooptación, en los


programas de inversión y dádivas públicas, en el ofrecimiento de canonjías, concesiones,
plazas, cargos y privilegios- sustituyó con gran eficacia a la represión como mecanismo de
control político y como arma para neutralizar a grupos sociales y a muchos detractores y

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adversarios del régimen. Se reprime no a quien ofende, contraviene o conjura contra el
gobernante, sino a quien no se deja gobernar, a quien no tiene precio.

Esa fluidez política de la corrupción es lo que hace ya cerca de veinte años, y por cierto con
muy mala leche, Alan Riding llamó en sus Vecinos distantes, el “aceite y pegamento”del
sistema político mexicano. Gracias al uso, a la diseminación y al fomento indiscriminado,
audaz, imaginativo y muy hábil de la corrupción el régimen pudo incumplir en mayor o
menor medida prácticamente todas sus ofertas revolucionarias, y al mismo tiempo logró
eludir las consecuencias políticas de ese incumplimiento. El régimen logró, en efecto, con
el uso selectivo y ejemplar de la fuerza, reprimir relativamente poco; y con el abuso
indiscriminado y absolutamente discrecional del tesoro público, corromper mucho y
conservar el poder, disgregar a sus oponentes, diluir la inconformidad y contener las
demandas sociales. Debido precisamente a su inmenso valor político y a su muy extensa
base de sustentación cultural y social, la corrupción adquirió en México un carácter
sistémico; es decir, se encarnó, por propio derecho y su propia lógica, en su estructura
institucional del Estado, en su andamiaje jurídico y en la esencia misma de las funciones
públicas.

Del valor político de la corrupción y de su papel como generador del poder corporativo y
reproductor del poder político, se desprende la trascendencia que tiene la jerarquía que
deberá tener la reforma política del país. Cambiar de régimen significa, necesaria e
ineludiblemente, erradicar al menos esas dimensiones político-corporativas de la corrupción
mexicana. Sin ello, cualquier cambio, hasta el más aparentemente espectacular, será
cosmético. Democratizar al país supone, por tanto, dar al traste con la impunidad que se
hermana con la corrupción.

EJERCICIO 4
INSTRUCCIONES: Realiza las siguientes actividades
a. Subraya todas las palabras que no conozcan qué significan y buscalas en el
diccionario.
b. ¿Qué entiendes por corrupción?
c. ¿Cuál crees que sea la principal causa de la corrupción y por qué?
d. ¿Cómo crees que podemos abatir o disminuir la corrupción en México?
e. Realiza una síntesis de todo lo que entendiste de la lectura

EJERCICIO 5

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INSTRUCCIONES: Contesta las siguientes preguntas, según sea el caso y subraya sí o
no, de acuerdo a lo que consideres apropiado.

1. ¿Cuáles son los tres ámbitos en donde se presenta un mayor índice de corrupción?
( ) Gobierno ( ) El sistema de impartición de justicia
( ) Los ciudadanos ( ) Los medios de comunicación
( ) Las grandes empresas ( ) Las cárceles
( ) Los sindicatos ( ) Las instituciones religiosa

2. La corrupción es inevitable y nunca se va a terminar


Sí No
3. La corrupción es parte de nuestra cultura o es idiosincrasia
Sí No
4. Se presenta porque existe impunidad o falta de sanciones
Sí No
5. La corrupción comienza y termina en el gobierno.
Sí No
EJERCICIO 6

INSTRUCCIONES: Califica, encerrando en un círculo, el grado de las siguientes


acciones según tu criterio de aprobación o desaprobación.

a. Copiar en un examen
Aprobación 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Desaprobación
b. Conservar el cambio de un encargo ($)
Aprobación 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Desaprobación
c. Pasarte un semáforo en rojo
Aprobación 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Desaprobación
d. Conseguir un empleo por influencias
Aprobación 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Desaprobación
e. Tomar dinero de un amigo o un familiar
Aprobación 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Desaprobación
f. Disimular inocencia para obtener algo ajeno
Aprobación 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Desaprobación
g. Llenar documentos con datos falsos
Aprobación 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Desaprobación
h. Inventar tu currículum vitae
Aprobación 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Desaprobación
i. Mentir sin dañar a alguien
Aprobación 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Desaprobación
j. Dar mordida en algún trámite o infracción
Aprobación 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Desaprobación

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k. No respetar las filas (tortillas, carros, trámites)
Aprobación 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Desaprobación
l. Mentir para conseguir un cargo mayor en un empleo
Aprobación 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Desaprobación

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BIBLIOGRAFÍA

1. ARANGUREN, J., “Ética”, Ed. Alianza Universidad”

2. GARCIA DE ALBA, JUAN M., “Ética profesional”; pte. Fundamental, AMIESIC,


México, 1998.

3. GARZA TREVIÑO, J, “Valores para el ejercicio profesional”, Ed. McGraw-Hill

4. GUTIERREZ Saenz, Raúl, “Introducción a la ética”, Esfinge, México, 24a. ed.


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5. VIDAL, M., “Moral Fundamental”, Ed. Covarrubias, Madrid.

6. www.arvo.net

7. http://www.uaca.ac.cr/acta/1998nov/rcanas.htm#[16]#[16]

8. www.encuentra.com

9. www.eticapractica.gob.mx

10. www.sec-sonora.gob.mx/cordina/Prototipo%20eticap.doc

11. http://www.sep.gob.mx/work/resources/LocalContent/4309/1/images/eticap.doc

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