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A ...L ...G ...D ...G ...A ...D ...U ...

S ... F ... U ...

(insertar, de ser posible, una frase alusiva al tema de la plancha)

El trabajo del aprendiz masón

Introducción

La Masonería proviene de una iniciación de oficio derivada de las corporaciones de constructores


medievales, las que le han transmitido su estructura, grados iniciáticos y su simbología relacionada con
el Arte de Construir.

Esta construcción es simultáneamente interior y exterior; interior en cuanto el masón es él mismo un


templo en el que se manifiesta el espíritu; exterior en cuanto que es una piedra del templo que levanta
junto a sus hermanos de todos los tiempos "extendidos sobre toda la superficie de la tierra".

Participar de esta Obra, ser obrero activo en esta construcción, requiere un aprendizaje del oficio, lo
que incluye el manejo de las herramientas y el conocimiento de las reglas correspondientes que rigen
la edificación; este aprendizaje constituye la base del trabajo interior y supone una verdadera ascesis
tendente a la obtención del Conocimiento.

Contenido

El trabajo del Aprendiz tiene un comienzo, pero no un final. La perfección es una tarea permanente del
Masón, independientemente del Grado alcanzado, hasta lograr el dominio de sus pasiones, instintos y
vicios para dejar que brillen las virtudes que debe revertir un verdadero masón.

El catecismo del Aprendiz define claramente que el principal trabajo es desbastar la Piedra Bruta, a fin
de despojarla de sus asperezas y acercarla a una forma en consonancia con su destino. 

Esa Piedra Bruta es el símbolo del Aprendiz, la piedra que habiendo sido extraída de la cantera del
mundo profano es trasladada al Atrio del Templo, lugar donde trabajan los aprendices.

Desbastar la Piedra quiere decir despojarse de los prejuicios, creencias, opiniones y valores que han
sido aprendidos y asumidos como propios a través de la educación, costumbres y ambiente profano,
mundo al que en su proceso iniciático el Aprendiz debe morir para renacer como Hombre Nuevo.

Para alcanzar dicho objetivo, el Aprendiz se vale de tres herramientas, el martillo, el cincel y la regla de
24 pulgadas.
El Martillo simboliza la fuerza de la voluntad, es el impulso de querer despojar a la Piedra de sus
imperfecciones, lo que implica que el Aprendiz debe reconocer y abandonar los múltiples egos que dan
forma a su individualidad.

Manejar el Martillo requiere destreza, hay que aprender a graduar la fuerza y la intensidad del golpe.
Golpear con excesivo ardor puede hacer que la Piedra se rompa haciéndola inadecuada para su
colocación en el Templo, por el contrario, golpear sin la suficiente fuerza puede hacer imposible su
desbastado. De la misma manera, golpear con mucha rapidez puede llegar a fatigar al Aprendiz y
hacerle errar la precisión necesaria del golpe, realizarlo con lentitud puede hacerlo indolente y no
digno de pertenecer al oficio.

La segunda herramienta, complementaria del martillo, es el Cincel, símbolo de la inteligencia y el


discernimiento; dirige con precisión la fuerza del martillo; relacionado con el rayo, es la Luz que golpe a
golpe va penetrando en el corazón, disipando las tinieblas de la ignorancia y ordenando el caos
interior.

Para que el Cincel sea plenamente efectivo es necesario que se mantenga perfectamente afilado
mediante la meditación y el estudio de los códigos simbólicos correspondientes.

El trabajo masónico requiere paciencia y perseverancia, es un Arte que se practica las 24 horas del día,
no en vano se afirma que el masón lleva consigo su propia logia.

La regla de 24 pulgadas, la encontramos relacionada con la necesidad de medir el resultado de


nuestros actos, de nuestro horario, de nuestro trabajo, de nuestras palabras, de nuestros impulsos, de
nuestros deseos y de nuestras pasiones, en el ideal pulimento de la Piedra Bruta personal, la
construcción de unas respetuosas y gentiles relaciones humanas y la materialización de sus
circunstancias.

Tomando las palabras de Mainguy: “La regla utilizada de la manera correcta ayuda al masón a
encontrar la medida, la precisión y la corrección en su conducta, el orden inherente a todas las cosas,
la disciplina diaria, la presencia en el instante, la atención a todo lo que hace, la constancia en su
libremente asumido compromiso de realizar la construcción de su templo interior.”

Todo Arte o Ciencia tradicional reviste un carácter sagrado y ritual; si efectivamente el trabajo del
Aprendiz es fundamentalmente el realizado sobre la Piedra, este no puede ser cumplido de cualquier
manera, antes bien debe estar signado por ese carácter sagrado y ritual, siendo la Plomada del
Hermano Seg:. Vig:. quien le indica cómo hacerlo.

En cuanto a los trabajos del Aprendiz, lo primero es llevar la idea de rito a todos los ámbitos de la vida
y su cotidianidad personal, y lo segundo es saber que esto no debe realizarse nunca de manera literal,
de una forma lineal, sino que más bien se trata de "vivir al ritmo del compás cósmico, advirtiendo la
sacralidad del entorno físico anímico derivado de un ser espiritual, tan invisible como inteligente".
En este trabajo de desbastar la piedra, se reconocen varios deberes.

La humildad

El Aprendiz debe reconocerse a sí mismo como un ser perfectible e inacabado por lo cual deberá
aplicar la voluntad, la inteligencia y el juicio para acercarse cada vez más a un estado de perfección que
sólo es posible en la medida en que reconozca que hay un potencial interior latente, que debe
manifestarse en la armonización de su papel transformador con el Universo, en la perfección de su
espíritu y en el servicio de los otros.

El trabajo

El Aprendiz debe trabajar con esmero, paciencia, inteligencia, comprensión e interpretación de signos
y símbolos para hacerse cada vez digno de la investidura del masón, alcanzar la iluminación y
perfeccionar su inteligencia.

El Silencio.

El Aprendiz debe aprender a callar, a guardar silencio, a hacer su trabajo discretamente, a no entrar en
conflicto, a no discutir y a evitar las alteraciones de su ánimo, a no proferir palabras gravosas, así como
a mantener la honra de sus hermanos.

En los toques, es el silencio el que habla, el que pone de presente que hay que buscar la Verdad para
encontrarla, hay que pedir la Luz para recibirla y hay que llamar a las puertas del Templo para que
éstas se abran. Es también el reconocimiento de que existe algo más allá de la apariencia, que debajo
de la piel de cada ser está la esencia que nos une y que la discreción y el control de la palabra no
permitirá la ofensa de los otros.

La Obediencia.

El Aprendiz debe reconocer el orden y las autoridades de la Logia, encontrar en sus jerarquías la
orientación, el conocimiento, la organización y la sabiduría en la conducción de los trabajos masónicos
para impregnarse de ellos y avanzar en las gradas que conducen al Templo. Mantener un respeto
profundo por las Leyes y Autoridades que rigen la Orden Masónica y sin sometimientos, ni
humillaciones, mantener la calma ante las situaciones consideradas de injusticia, no entrar en
rebeldías, ni discusiones y en cambio sí practicar la caridad, la cooperación y la fraternidad.

El autocontrol.

El Aprendiz debe aprender a dominar sus pasiones, instintos y vicios, a pensar positivamente y a dirigir
y controlar su voluntad hacia el camino del bien.
La práctica de la fraternidad y de la caridad

Solo en el reconocimiento de la hermandad en la búsqueda de la verdad, hará que el sentimiento


masónico que nos caracteriza aflore. La fraternidad es evidente cuando entendemos que todos
conformamos una sola unidad, indivisible en nuestro propósito como masones. La caridad, es causa y
efecto de la hermandad y debe practicarse tanto al interior de las Logias, con los que reconocemos
como nuestros hermanos, así como también ésta debe trascender las barreras físicas para sentarse y
practicarse con la humanidad.

Asociados a los deberes, se identifican algunos derechos de los Aprendices:

Derecho a la instrucción.

Recibir la Luz que guíe su camino, proveniente en primer lugar del Segundo Vigilante por la dignidad
que representa y los deberes que le son asignados; en segundo lugar, por el V... M..., quien orienta los
trabajos de la Logia y se constituye en su Luz y en tercer lugar por los HH... que completan el cuadro
Logial, quienes son soporte y Luz desde sus dignidades y oficios.

La Libertad de expresión.

Constituye en otro derecho, si bien no es través del uso de la palabra hablada si a través de la escrita,
donde el Aprendiz manifiesta su comprensión de la Logia y de la Masonería y su interpretación de los
signos y símbolos que debe corresponder con la interpretación justa a la luz de la doctrina que nos
orienta.

La asignación de un lugar dentro del Templo

Sin esta participación no podría tener sentido el papel del Aprendiz. Su posición de Aprendiz y la
ubicación en el septentrión indican la tenue luz que le cobija y cuyo esplendor solo puede ser
alcanzado en la medida en que sus deberes sean cumplidos en el tiempo asignado para ellos y con la
edad requerida.

Derecho a recibir un trato entre iguales

Aun reconociendo las jerarquías y el orden de la Logia, el Aprendiz es reconocido como un Hermano
desde el momento de su Iniciación y como tal es su trato. La Igualdad se da en la medida en que nos
reconocemos como esa unidad indivisible que formamos todos al hacer parte de la masonería.

El trabajo del Aprendiz y sus Deberes, está revelado desde la Cámara de Reflexiones, pero solo
adquiere significado cuando se avanza en el camino hacia la verdad, que encuentra en sí mismo.

He cumplido V...M...
Bibliografía




H.·.A.·. Sergio Rodrigo Terrazas Zenteno


R.·.L.·.S.·. Fuerza y Esplendor Nro. 41
29 de Marzo de 2021 e.·.v.·.

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