Está en la página 1de 12

El Evangelio de hoy, es el comienzo de nuestro recorrido litúrgico por el Evangelio de San Mateo.

Comenzamos este recorrido por el Sermón de la Montaña, por las Bienaventuranza. Se nos
señalan aquí una serie de conductas que distinguen a los cristianos. Estas conductas, en estos
tiempos duros, no se nos deben olvidar, más bien hay que enfatizarlas. Ojalá vivamos como
pobres, compartamos los sufrimientos de los que sufren, luchemos por la paz, hagamos nuestros
los anhelos de justicia, aunque seamos perseguidos, calumniados y torturados. Ojalá que podamos
aparecer como hijos de Dios, seguidores de Cristo y hermanos de todos
Evangelio según Mateo 5,1-12
VIENDO LA MUCHEDUMBRE, SUBIÓ AL MONTE, SE SENTÓ Y SE LE ACERCARON LOS DISCÍPULOS. ÉL
ABRIÓ SU BOCA Y LES ENSEÑABA DICIENDO (La formulación no permite saber si Jesús esquivó a la
muchedumbre o se puso a enseñarle. Sólo la conclusión del sermón de la montaña (7, 28-29:
"Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza,
porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas") pone en claro que
ocurrió lo segundo. El sermón de la montaña tiene, pues, en cierto modo dos círculos concéntricos
de oyentes: los discípulos y el pueblo. Esto excluye determinadas interpretaciones del sermón de
la montaña: no se puede hablar de una ética para discípulos en sentido estricto ni, por tanto, de
una ética reservada a los perfectos. Queda excluida, pues, la ética de dos grados. El sermón de la
montaña es una ética para discípulos, pero ésta es válida también para el pueblo que escucha. El
sermón de la montaña se podría considerar más que nada como un discurso de propaganda
destinado a presentar el evangelio del Reino al pueblo que ya lo sigue de antemano. La montaña
es en Mateo lugar de oración (14, 23: "Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al
atardecer, todavía estaba allí, solo"), de curaciones (15, 29-30: "Desde allí, Jesús llegó a orillas del
mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó. Una gran multitud acudió a él, llevando
paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los
curó"), de revelación (17,1: "Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano
Juan, y los llevó aparte a un monte elevado"; 28,16: "Los once discípulos fueron a Galilea, a la
montaña donde Jesús los había citado") y de enseñanza (24, 3-6: "Cuando llegó al monte de los
Olivos, Jesús se sentó y sus discípulos le preguntaron en privado: «¿Cuándo sucederá esto y cuál
será la señal de tu Venida y del fin del mundo?». Él les respondió: «Tengan cuidado de que no los
engañen, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Yo soy el Mesías", y engañarán
a mucha gente. Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerras; no se alarmen: todo
esto debe suceder, pero todavía no será el fin"). No posee una significación fija. Pero es probable
que la frase ἀνέβη εἰς τὸ ὄρος (anabé eis to oros, subió a la montaña) encierre una alusión a la
subida de Moisés al Sinaí (Éxodo 19, 3: " Y Moisés ἀνέβη εἰς τὸ ὄρος, subió al monte, de Dios; y
llamóle Dios del cielo, diciendo: «Esto dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel").
También la conclusión del sermón, 7, 28-29 ("Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la
multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad
y no como sus escribas"), evoca tales textos. Esto no significa que el evangelista quiera establecer
un contraste entre Jesús y Moisés proponiendo la ley del segundo Moisés como derogación de la
ley del primero. Es clara alusión a la historia fundamental de Israel: Dios hablará ahora, de nuevo,
por medio de Jesús, como habló en otro tiempo en el monte Sinaí. Sólo el sermón mismo mostrará
qué relación guarda el evangelio de Jesús sobre el Reino con la ley de Moisés. Jesús se sienta,
como suele hacer el maestro en las celebraciones religiosas de la sinagoga. La expresión bíblica
ἀνοίγω τὸ στόμα αὐτοῦ (anoigó to stoma autou, abrió su boca), además de subrayar la
solemnidad, refuerza la idea del carácter bíblico de la escena: el Hijo de Dios anunciará por
primera vez su evangelio a Israel después de sus breves frases esenciales en 3, 15 (" Jesús le
respondió: «Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo».
Y Juan se lo permitió") y 4, 17 ("A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar:
«Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca»"). En este sermón, que comienza con las
bienaventuranzas, lo decisivo es la promesa incondicional, categórica, de salvación dirigida a las
personas que se encuentran en una situación desesperada. Las tres primeras bienaventuranzas
tienen un carácter paradójico. No deben interpretarse partiendo de la correlación sapiencial entre
acción y pasión, pues no colocan en primer plano la conducta humana, ni la promesa a los
bienaventurados es la consecuencia de un comportamiento humano. Al contrario: este tipo de
bienaventuranza de los hambrientos queda excluida por la experiencia diaria de no quedar
saciados. El trasfondo de estas tres bienaventuranzas es más bien la esperanza apocalíptica en un
cambio total de las circunstancias. Las bienaventuranzas de Jesús difieren de la expectativa
apocalíptica por su anuncio del reino de Dios: el futuro espléndido brilla ya en la conducta de
Jesús. Un aspecto de la salvación prometida a los pobres, a los hambrientos y a los que lloran se
hace ya realidad en la dedicación de Jesús a los desclasados, en su convivencia con ellos y en la
alegría experimentada por el goce del amor de Dios) BIENAVENTURADOS LOS POBRES DE
ESPÍRITU, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS (Examinemos el sentido originario de la
primera bienaventuranza: con su indicación general de los destinatarios, los «pobres» y su
apódosis «vuestro es el reino de Dios», ejerció probablemente la función de título en la serie
triádica originaria de Jesús; la segunda y la tercera bienaventuranza son concreciones ejemplares
de la primera. Es cierto que la palabra πτωχός («pobre», mendigo, quien se agacha y se encoge, de
ahí) miserable) no designa en lenguaje semita únicamente a aquellos que carecen de dinero, sino,
en un sentido más amplio, a los oprimidos, miserables, sojuzgados y humillados; pero en ningún
caso únicamente un determinado tipo de religiosidad ni únicamente una pobreza interior,
desligada de las circunstancias externas. Los datos filológicos lo sugieren con relativa claridad,
aparte las bienaventuranzas paralelas de los que lloran y tienen hambre, que no pueden desligarse
de las circunstancias externas. Así lo sugiere, en fin, la traducción con la palabra griega πτωχός
(pobre, mendigo, miserable) el término griego más fuerte para designar la pobreza social. La regla
fundamental es que el πένης (pobre) trabaja para ganarse la vida y el πτωχός (pobre, mendigo,
miserable) tiene que mendigar. Πτωχός (pobre, mendigo, miserable) es en los LXX traducción de
‫( עָ נִ י‬ani, pobre, afligido, humilde, Éxodo 22,25: "Si prestas dinero a mi pueblo, a los pobres entre
vosotros, no serás usurero con él; no le cobrarás interés") y de ‫( דַּ ל‬dal, pobre, afligido, débil,
Jueces 6,15: "Y él respondió: Ah Señor, ¿cómo libraré a Israel? He aquí que mi familia es la más
pobre en Manasés, y yo el menor de la casa de mi padre"). pero prácticamente nunca de ‫( עָ נָו‬anav,
humildes, mansos, pobres, afligidos). También de ‫( אֶ ְביֹון‬ebyon, necesitado, pobre, Deuteronomio
15,11: " Es verdad que nunca faltarán pobres en tu país. Por eso yo te ordeno: abre
generosamente tu mano el pobre, al hermano indigente que vive en tu tierra"; Job 30,25: "¿No
lloré con el que vivía duramente y mi corazón no se afligió por el pobre?") y ‫( רּוׁש‬rush, pobre,
necesitado, Salmo 82,3: " ¡Defiendan al desvalido y al huérfano, hagan justicia al oprimido y al
pobre"; Proverbios 13,7: " Hay quien presume de rico y no tiene nada, y hay quien se hace el
pobre y posee grandes bienes"). Esta traducción subraya el aspecto social de la bienaventuranza
conforme a su sentido jesuático. Ahora bien, cuando el texto mateano concreta el término Πτωχός
(pobre, mendigo, miserable); con la adición τῷ πνεύματι (de espíritu) destaca un aspecto de
Πτωχός (pobre, mendigo, miserable) que es inesperado y resulta sorprendente. El añadido revela
que es preciso interpretar la palabra Πτωχός (pobre, mendigo, miserable) en otro sentido. Se
produce, pues, un desplazamiento de sentido. Si nuestra interpretación del sentido originario de la
primera bienaventuranza es correcta, hay que suponer que Lucas (Lucas 6,20: "Volviendo su vista
hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de
Dios") mantuvo ese sentido, mas no Mateo. Algo similar se desprende de la bienaventuranza
sobre los hambrientos. De ese modo queda circunscrito el problema capital de la interpretación de
las bienaventuranzas mateanas: los añadidos premateanos y las interpretaciones mateanas
parecen haber producido un desplazamiento del sentido de las bienaventuranzas hacia un
enfoque parenético. La exégesis tiene que precisar ese desplazamiento e indagar su legitimidad.
Μακάριος (Bienaventurado, bendito, feliz), un término reservado originariamente a los dioses,
apenas difiere en épocas posteriores del término εὐδαίμων (feliz) y significa «feliz» en un sentido
pleno, insuperable. El sentido de la expresión «pobres de espíritu» ha sido objeto de muy diversas
interpretaciones: Hay que preguntar si Πτωχός (pobre, mendigo, miserable) tiene aquí el sentido
de pobreza real, material (1). O si significa, metafóricamente, «inferior» o, en general,
«menesteroso», «desvalido» (2). El dativo puede entenderse A) como dativo instrumental o B)
como dativo de relación. Πνεῦμα (espíritu), en fin, puede designar a) al Espíritu santo y b) al
espíritu humano. De todo ello derivan diversas posibilidades de interpretación. Si se entiende el
dativo en sentido instrumental (A), πτωχός (pobre, mendigo, miserable) significará la pobreza real
(lA). Y si se entiende πνεῦμα (espíritu) como espíritu humano (b), la interpretación será «pobre en
virtud del propio espíritu», es decir, «pobre voluntario» (lAb). Esta interpretación ha sido
frecuente; pero la formulación sería difícil. La otra posibilidad sería «pobre por (influencia de) el
Espíritu divino» (lAa). También esta interpretación encuentra muchas razones en contra. Por eso
suele entenderse el dativo como dativo de relación (B), y ello favorece la comprensión de πτωχός
(pobre, mendigo, miserable) en sentido general o metafórico (2B). De ese modo la referencia al
Espíritu divino resulta difícil: se ha propuesto la traducción «pobre en Espíritu divino» (2Ba); pero
esta traducción apenas es posible filológicamente. Queda, pues, la referencia al espíritu humano
(2Bb). Según lo que se entienda por «pobre» y por «espíritu» habrá diversos matices: τῷ πνεύματι
(de espíritu) puede desplazar el significado de «pobre» y entonces el sentido será: pobre, pero no,
o no solo, en sentido económico, sino respecto al ánimo, es decir, «desanimado», o
«desesperado». Esta traducción responde al texto de 9,36: " Al ver a la multitud, tuvo compasión,
porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor". Se puede entender
también πνεῦμα (espíritu) en referencia a la vida interior; los «pobres en el Espíritu» serán
entonces los «atentos a su vida interior... con la conciencia de su incapacidad para valerse por sí
mismos, los que se presentan como mendigos ante Dios». Muchas veces se ha hecho referencia,
en este punto, al «pueblo campesino» galileo, que nada contaba en el aspecto religioso. Si se parte
del matiz metafórico «inferior», relacionado con el ‫( עָ נָו‬anav, humildes, mansos, pobres, afligidos)
semita más que con el πτωχός (pobre, mendigo, miserable) griego, entonces la expresión «inferior
en el espíritu» no será un estado, sino una actitud: dichosos los inferiores en el espíritu, es decir,
los humildes. Es difícil la opción porque los matices pueden transferirse de unos a otros. ¿Hay
expresiones semitas afines o un equivalente semita de πτωχοὶ τῷ πνεύματι (pobre de espíritu)? El
AT presenta expresiones afines, pero formuladas con otros lexemas. Los únicos paralelismos
directos aparecen en los escritos de Qumrán (por ejemplo, El Rollo de los Himnos (1 QH) 14: " Te
doy gracias, Señor, porque fuiste mi maestro para la verdad. Me hiciste conocer tus maravillosos
misterios, tu bondad inclinada hacia el hombre débil, la muchedumbre de tus misericordias para
los que aún tienen corazón perverso"). Están formulados con el término ‫( עָ נָו‬anav, humildes,
mansos, pobres, afligidos) y no con ‫( עָ נִ י‬ani, pobre, afligido, humilde). En hebreo medio ‫( עָ נִ י‬ani,
pobre, afligido, humilde es el pobre, ‫( עָ נָו‬anav, humildes, mansos, pobres, afligidos), el inferior,
humilde. Observamos, pues, no solo un cambio lingüístico, sino también un desplazamiento del
contenido. La pobreza social pasa a segundo plano y la miseria psíquica pasa a ocupar el primero.
Esta apunta a la actitud ética de humildad. Hay que hablar, pues, de una tendencia a la
interiorización y a la eticización de la primera bienaventuranza. No es posible precisar claramente
qué postura adopta el evangelista. La expresión «pobre de espíritu» no permite decidir si los
humildes son pobres o ricos. La Iglesia antigua adoptó esta interpretación. La gran mayoría de los
Padres entendió la pobreza espiritual como humildad. El distanciamiento de la interpretación
«social» originaria aumenta, pobreza espiritual no significa necessitate pauperes (necesaria para
los pobres). En cualquier caso, «espiritualmente pobre» dice relación a la actitud interna ante la
riqueza: no hay que poner la esperanza en la riqueza. Pero los ricos son en principio tan
bienaventurados como los pobres, ya que ante Dios no hay diferencia de personas. El partidismo
de la bienaventuranza originaria, jesuática, ha desaparecido totalmente. También es imperante en
la Iglesia antigua la interpretación (rechazada más arriba, lAa, lAb) en el sentido de la pobreza
voluntaria. Pero entonces la primera bienaventuranza no se refiere ya a todos los cristianos, sino
solo a los «religiosos», clérigos y monjes. Esa interpretación encontró acogida en las reglas
monacales. No solía ser la única interpretación, sino que coexistía con la interpretación, más
general, referida a la humildad, porque las bienaventuranzas pronunciadas ante todo el pueblo en
modo alguno quedaban reservadas a los religiosos. Esa interpretación es desechada actualmente
por la mayoría, incluso entre nosotros los católicos. A los humildes se promete el «reino de los
cielos». Mateo hace extensiva esta promesa a todas las bienaventuranzas (versículo 3:
"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos"; versículo 10:
"Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
Cielos"); las otras proposiciones causales desarrollan lo que significa «reino de los cielos». Mateo
reitera así el título que había puesto a la predicación de Jesús en 4,17: " Desde entonces comenzó
Jesús a predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado»"; 4,23: "Recorría
Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando
toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo". El sermón de la montaña sería entonces el
desarrollo del «evangelio del Reino». Al igual que 21,43 ("Por eso os digo: Se os quitará el Reino de
Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos") y 25,34 ("Entonces dirá el Rey a los de su
derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros
desde la creación del mundo"), el Reino es evidentemente un bien soteriológico. El texto 4,17:
"Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha
llegado»" y los verbos en futuro de los versículo 4-9 ("Bienaventurados los mansos, porque ellos
POSEERÁN EN HERENCIA LA TIERRA. Bienaventurados los que lloran, porque ellos SERÁN
CONSOLADOS. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos SERÁN
SACIADOS. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos ALCANZARÁN MISERICORDIA.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos VERÁN A DIOS. Bienaventurados los que
trabajan por la paz, porque ellos SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS") ponen de manifiesto que ese
Reino está aún por llegar. También queda claro que la denominación «reino de los cielos» no
significa una espiritualización o transcendentalización de la promesa: en los versículos 4-9
("Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los
que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la
justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados
los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios") aparece descrito con
imágenes parcialmente escatológicas muy concretas y abarca también la tierra, si cabe interpretar
así la yuxtaposición del versículo 3 ("Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el
Reino de los Cielos") con el versículo 5 ("Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la
tierra") BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN, PORQUE ELLOS SERÁN CONSOLADOS (En la
segunda bienaventuranza sobre los que lloran podemos observar asimismo una tendencia a la
espiritualización: si en la versión primigenia, jesuática, se hablaba concretamente de «los que
lloran» (Lucas 6, 21b: " Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis"), en la exégesis
eclesial posmateana la bienaventuranza no se refiere a la «tristeza del mundo», sino a la tristeza
por el pecado propio y ajeno. La cuestión es saber dónde hay que situar a Mateo en esta línea de
desarrollo. Sin duda, la sustitución del término πενθεῖν («llorar») por el término λύπη («tristeza»),
más general, habría permitido ya antes de Mateo la interpretación religiosa que encontramos
posteriormente, pero no fue esto lo que motivó el cambio de términos. Πενθεῖν (llorar) y
παρακαλέω (consolar) proceden más bien de Isaías 61,1-3a ("El espíritu del Señor Yahveh está
sobre mí, por cuanto que me ha ungido Yahveh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha
enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la
libertad; a pregonar año de gracia de Yahveh, día de venganza de nuestro Dios; para consolar a
todos los que lloran, para darles diadema en vez de ceniza, aceite de gozo en vez de vestido de
luto, alabanza en vez de espíritu abatido"); ahí se habla de la tristeza en este mundo en términos
muy generales, y especialmente de la tristeza por Jerusalén. La literatura de la época de Mateo
tampoco ofrece documentos, a mi juicio, donde la palabra πενθεῖν (llorar) sin otra determinación
adicional adquiera el sentido de tristeza por la imperfección o el pecado. Así pues, podemos
concluir que el sentido en Mateo es el mismo que en Lucas: la tristeza incluye cualquier aflicción
de este mundo, que en el eón futuro será reemplazada por el consuelo. Esta conclusión es
importante porque muestra la cautela de Mateo al modificar su tradición: él mismo reforzó la
tendencia de la eticización de las bienaventuranzas (versículo 6: "Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados"), existente ya en su tradición, pero no la
llevó hasta el extremo. En Mateo no cabe suponer, pues, aún un sentido religioso o ético unitario
de las cuatro primeras bienaventuranzas) BIENAVENTURADOS LOS MANSOS, PORQUE ELLOS
POSEERÁN EN HERENCIA LA TIERRA (La comprensión de la bienaventuranza de los πραεῖς
(mansos) aparece extraordinariamente dificultada por la amplitud semántica de esta palabra. No
es casual que se pueda reflejar en ella el ideal de la espiritualidad de cada exegeta: «sumisión a la
voluntad de Dios», dice Gaechter; «resistencia pasiva» (frente a los celotes), dice Shalom ben
Chorin. Del dominio de la ira por la razón habla el griego Gregorio de Nisa: «La mansedumbre... no
permite que... se haga violencia ni se cometa injusticia con nadie» y hay que diferenciarla de la
debilidad, dice el político Zwinglio, al que sigue el socialista Ragaz. En la parénesis del cristianismo
primitivo figura πραΰς (manso) paralelamente a ἡσύχιος (pacífico: 1 Pedro 3,3-5: "Que vuestro
adorno no esté en el exterior, en peinados, joyas y modas, sino en lo oculto del corazón, en la
incorruptibilidad de un alma πραέως, dulce, y ἡσυχίου, serena: esto es precioso ante Dios"; 1
Clemente 13: "Seamos, pues, humildes, hermanos, poniendo a un lado toda arrogancia y
engreimiento, y locura e ira, y hagamos lo que está escrito. Porque el Espíritu Santo dice: No se
alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus
riquezas; mas el que se alabe que lo haga en el Señor, que le busca y hace juicio y justicia; y, sobre
todo, recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo, enseñando indulgencia y longanimidad:
Tened misericordia, y recibiréis misericordia; perdonad, y seréis perdonados. Lo que hagáis, os lo
harán a vosotros. Según deis, os será dado. Según juzguéis, seréis juzgados. Según mostréis
misericordia, se os mostrará misericordia. Con la medida que midáis se os volverá a medir.
Afiancémonos en este mandamiento y estos preceptos, para que podamos andar en obediencia a
sus santas palabras, con ánimo humilde. Porque la palabra santa dice: ¿A quién miraré, sino a
aquel que es manso y humilde de espíritu y teme mis palabras?"; Epístola de Bernabé 19,4: "Serás
manso, serás tranquilo, serás temeroso de las palabras que has oído. No le guardarás rencor a tu
hermano"), y ἐπιεικής (moderado, modesto, equitativo, Tito 3, 2: "no injurien a nadie, no sean
contenciosos, sino amables, mostrando toda consideración para con todos los hombres"; 1
Clemente 21,7: "Que nuestros hijos sean participantes de la instrucción que es en Cristo; que
aprendan que la humildad de corazón prevalece ante Dios, qué poder tiene ante Dios el amor
casto, que el temor de Dios es bueno y grande y salva a todos los que andan en él en pureza de
corazón y santidad. Porque Él escudriña las intenciones y los deseos; su aliento está en nosotros, y
cuando Él se incline a hacerlo, lo va a quitar"; 2 Corintios 10,1: "Soy yo, Pablo en persona, quien os
suplica por la mansedumbre y la benignidad de Cristo, yo tan humilde cara a cara entre vosotros, y
tan atrevido con vosotros desde lejos"; 1 Clemente 30,8: "El atrevimiento, la arrogancia y la
audacia son para los que son malditos de Dios; pero la paciencia y la humildad y la bondad
convienen a los que son benditos de Dios"). Aparece, sobre todo, como lo contrario a la ira
(Ignacio, Efesios, 10,2: "Frente a sus iras, vosotros sed mansos; a sus jactancias, vosotros sed
humildes; a sus blasfemias, vosotros mostrad vuestras oraciones; a sus errores, vosotros sed
"firmes en la fe"; a su fiereza, vosotros sed apacibles, sin buscar imitarlos"). Esto se corresponde
con el uso lingüístico griego, pero es menos concluyente para Mateo que para la tradición
exegética eclesial posterior. El uso lingüístico determinante es el lenguaje judeohelenista, ya que
la bienaventuranza es una cita de Salmo 36,11 (LXX: "Mas los mansos heredarán la tierra, y se
deleitarán en muchedumbre de paz"). En ese lenguaje suele traducirse la palabra πραΰς (manso)
por el hebreo ‫( עָ נָו‬anav, humildes, mansos, pobres, afligidos), especialmente cuando se entendió
en el sentido de una actitud ética. Πραΰς (manso) adquirió para personas que vivían en el ámbito
de lenguas semitas el significado de «humilde». Tampoco Mateo lo desconoce; así lo muestran
Mateo 11,29: " Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón, y hallareis descanso para vuestras almas" y 21,5: "decid a la hija de Sión: ``mira, tu rey
viene a ti, humilde y montado en un asna, y en un pollino, hijo de bestia de carga". En 21,5: "decid
a la hija de Sión: ``mira, tu rey viene a ti, humilde y montado en un asna, y en un pollino, hijo de
bestia de carga", con el sentido de la no violencia, y en 11,29: " Tomad mi yugo sobre vosotros y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas",
con el de la afabilidad. El examen de la parénesis judía muestra que apenas cabe separar en el
judaísmo los matices de la humildad y la afabilidad. Así, πραΰτης es humildad, que se manifiesta
en la afabilidad. La tercera bienaventuranza se encuentra, en cuanto al contenido, entre la primera
y la séptima. Los mansos poseerán la tierra, y no solo el país de Israel, pues la promesa tradicional
sobre la tierra se había traspuesto desde tiempo atrás hacia lo cósmico, pero no hacia el más allá,
ya que la promesa de la tierra pone en claro que el reino de los Cielos implica una renovación de
este mundo) BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE LA JUSTICIA, PORQUE ELLOS
SERÁN SACIADOS (En la cuarta bienaventuranza Mateo insertó su término clave δικαιοσύνη
(justicia), como objeto de tener hambre y sed. Hay tres posibilidades exegéticas: δικαιοσύνη
(justicia) puede designar: 1. Una conducta humana: 2. un don divino o poder de Dios. 3. En la
combinación de ambas interpretaciones, el orden de la alianza de Dios como don y tarea. La
alternativa tiene que resolverse claramente, a mi juicio, en favor de la primera exégesis, la
antiguo-eclesial-católica. El término δικαιοσύνη (justicia) puede entenderse en todos los pasajes
mateanos como conducta humana, y en algunos tiene que entenderse así. Dado que la primera y
segunda estrofa de las bienaventuranzas concluyen con este término, todo parece indicar que
δικαιοσύνη (justicia) significa lo mismo en el versículo 6 ("Bienaventurados los que tienen hambre
y sed de la justicia, porque ellos serán saciados") y en el 10 ("Bienaventurados los perseguidos por
causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos"). En el versículo 10
("Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
Cielos") es mucho más probable la referencia a una conducta humana. Así lo sugiere también el
contexto, sobre todo el de la tercera bienaventuranza ("Bienaventurados los mansos, porque ellos
poseerán en herencia la tierra"), y 3,15 ("Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda
justicia"). Así, resta sólo preguntar si esta exégesis es compatible con la metáfora «tener hambre y
sed» o si los verbos sugieren una exégesis referida a la justicia de Dios. Los lugares paralelos judíos
y helenísticos muestran que «tener hambre y sed» puede significar tanto «anhelar» como
«esforzarse por» algo. Por eso, nada se opone a la interpretación ética que la iglesia antigua
propuso casi exclusivamente, con buen criterio. De ese modo se mantiene la estructura
veterotestamentaria de la «justicia». Justicia es la conducta ordenada por Dios a su pueblo en
virtud de la alianza. Su contenido aparece descrito más concretamente en 5,20-48 ("«Porque os
digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino
de los Cielos. «Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo
ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el
tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame
"renegado", será reo de la gehena de fuego. Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te
acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del
altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte
enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario
te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí
hasta que no hayas pagado el último céntimo. «Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio.
Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su
corazón. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te
conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehena.
Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se
pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehena. «También se dijo: El
que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio. Pues yo os digo: Todo el que repudia a su
mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada,
comete adulterio. «Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que
cumplirás al Señor tus juramentos. Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo,
porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén,
porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus
cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de
aquí viene del Maligno. «Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo:
no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al
que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a
andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas
la espalda. «Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo:
Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre
celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si
amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los
publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen
eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre
celestial"). El intento de combinar la interpretación «activa» y la «pasiva» partiendo de un sentido
más general del término δικαιοσύνη (justicia), que englobe a Dios y al hombre, es una
complicación innecesaria que trasciende las reflexiones de Mateo) BIENAVENTURADOS LOS
MISERICORDIOSOS, PORQUE ELLOS ALCANZARÁN MISERICORDIA (Con las tres bienaventuranzas
siguientes nos acercamos al postulado central de la parénesis judeo-sapiencial. La quinta
bienaventuranza, la de los misericordiosos, formula la prótasis (Parte de la oración condicional que
expresa la condición o hipótesis y va introducida por la conjunción si; es la proposición
subordinada: Si eres misericordioso) y la apódosis (Parte de la oración condicional que expresa una
acción, un proceso o un estado condicionado por una suposición; es la proposición principal:
alcanzarás misericordia) en una correspondencia más exacta. Se aproxima tanto a la «ley»
veterotestamentaria del «comportamiento afortunado» como al tema parenético de la
correspondencia entre conducta divina y conducta humana. Dado que el deber de misericordia
constituye el modelo judío de las obras de amor, existen numerosos lugares paralelos judíos.
Mateo habla de primacía de la misericordia sobre el sacrificio (9,13: " Mas id, y aprended lo que
significa: ``misericordia quiero y no sacrificio; porque no he venido a llamar a justos, sino a
pecadores", 12,7: " Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de: Misericordia quiero, que
no sacrificio, no condenaríais a los que no tienen culpa"), ya que ἐλεέω (Misericordia); forma parte
de la βαρύτερα τοῦ νόμου ( Los preceptos de más peso de la Ley 23, 23: " Ay de vosotros, escribas
y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis
descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y éstas
son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquéllas"). En los relatos sobre milagros
mostrará que la misericordia del Hijo de David coincide con la misericordia exigida al hombre.
Queda sin definir, como en las otras bienaventuranzas, la relación del significado soteriológico de
la proposición antecedente con la promesa de la proposición consecuente. No está claro si la
misericordia de Dios precede y motiva la acción humana (así 18, 23-35: "Por eso el Reino de los
Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le
fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor
que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el
siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: "Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré."
Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. Al salir de
allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y,
ahogándole, le decía: "Paga lo que debes." Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: "Ten
paciencia conmigo, que ya te pagaré." Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta
que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a
contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: "Siervo malvado,
yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también
compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?" Y encolerizado su
señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con
vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano") o, como
formuló poco después la parénesis eclesial, si la misericordia humana tiene como fin inducir la
misericordia divina) BIENAVENTURADOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN, PORQUE ELLOS VERÁN A
DIOS (καθαρός τῇ καρδίᾳ («Limpio de corazón» o «de corazón limpio») es una expresión judía que
procede de la espiritualidad veterotestamentaria de los salmos (Salmo 32,11: " Alegraos en
Yahveh y regocijaos, justos; dad voces de júbilo, todos los rectos de corazón"; 37,11: "La ley de su
Dios está en su corazón; no vacilan sus pasos"; 51,11: " Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y
renueva un espíritu recto dentro de mí"). Significa la obediencia absoluta a Dios, lejos de todo
pecado. El ‫( לֵב‬leb, «corazón», entendimiento, intelecto, sentimientos, voluntad) designa, en
lenguaje judío, no una esfera interna del hombre, sino el centro del querer, pensar y sentir
humano. Como la expresión va ligada a un lenguaje judío establecido, no se puede ver en ella una
postura anticultual. El judaísmo habló siempre -al lado del lenguaje cultual, más estricto- de
pureza del hombre en sentido global. Mateo conoce asimismo la pureza entendida íntegramente,
que relativiza sin duda el ámbito cultual, pero en modo alguno lo anula (5,23-24: "Si, pues, al
presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti,
deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves
y presentas tu ofrenda"; 23, 25-26: " «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis
por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña e intemperancia! ¡Fariseo
ciego, purifica πρῶτον, primero, por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!").
También el recurso a Salmo 23,3-4 ("¿Quién subirá al monte de Yahveh?, ¿quién podrá estar en su
recinto santo?"), que se cantaba al entrar en el templo, sugiere la unidad interna de la idea de
pureza (no la polémica) con el culto (23,5: " El que tiene las manos limpias y puro el corazón; el
que no rinde culto a los ídolos ni jura falsamente"). La promesa tiene sentido escatológico, como
en las restantes bienaventuranzas. El judaísmo, como el cristianismo primitivo, espera que Dios,
que no se hizo visible en este mundo ni siquiera a Moisés, pueda ser contemplado cara a cara en el
Último Día. Entonces desaparecerá la lejanía y el enigma de Dios. Esta bienaventuranza ha
alumbrado una enorme riqueza de autocomprensión y de esperanza cristiana. Sería un error abolir
como ilegítimo todo lo que no esté respaldado exegéticamente por el texto bíblico. Los textos
bíblicos capitales tienen la propiedad de alumbrar nuevas dimensiones en las personas. No
obstante, estas nuevas dimensiones y nuevas esperanzas han de mantener un diálogo permanente
con el antiguo enunciado del texto. Partiendo del sentido originario del texto, se hace notar
constantemente que la pureza de corazón y la visión de Dios no llevan a la desmundanización y a
la beatitud privada del hombre religioso, sino que se manifiesta como obediencia a Dios en el
mundo y como esperanza de una futura visión de Dios que es más que la profundidad privada del
individuo. La sexta bienaventuranza está en un contexto que habla de relaciones interhumanas y
no pretende desligar al hombre de ellas para conducirlo a la autosatisfacción religiosa)
BIENAVENTURADOS LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ, PORQUE ELLOS SERÁN LLAMADOS HIJOS DE
DIOS (También la séptima bienaventuranza, la de los pacificadores, ofrece un matiz judío. La
exhortación a trabajar por la paz ocupa un puesto central en la parénesis sapiencial rabínica. Se
refiere a pasos concretos dados en las relaciones interhumanas. Numerosos documentos
atestiguan la conexión del trabajo por la paz con la promesa escatológica; pero nunca aparece,
junto a la promesa escatológica de la filiación divina, la exhortación a trabajar por la paz. Hay, sin
embargo, enunciados que articulan la filiación divina de Israel como esperanza de futuro.
Εἰρηνοποιός (pacificador) designa algo activo y no la mera disposición a la paz. Esta
bienaventuranza, junto con la siguiente, apunta al precepto del amor a los enemigos 5, 44-48
("Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos
de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e
injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo
también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular?
¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto
vuestro Padre celestial"): también allí se promete la filiación divina (5, 45: "para que seáis hijos de
vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e
injustos"); también allí se trata, como en los versículos 10-12 ("Bienaventurados los perseguidos
por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os
injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma
manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros"), de enemigos y perseguidores. Mateo,
pues, no se refiere solo, probablemente, a una convivencia correcta entre los miembros de la
comunidad, sino que apunta más allá del límite de ésta. Falta una referencia cristológica directa;
sólo en el curso de la lectura de todo el evangelio comprende el lector hasta qué punto el Hijo de
Dios práctica aquello que exige. La promesa de la filiación divina no tiene una conexión directa
evidente con el trabajo por la paz. El lector del evangelio de Mateo no la comprenderá
primariamente sobre el fondo de analogías judías, sino partiendo de como el Hijo de Dios, Jesús,
se acredita en la obediencia al Padre, la obediencia a su voluntad hace que también sus discípulos
puedan llamarse -en el Último Día- hijos del Padre) BIENAVENTURADOS LOS PERSEGUIDOS POR
CAUSA DE LA JUSTICIA, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS (La bienaventuranza de los
perseguidos (versículo 10: "Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de
ellos es el Reino de los Cielos") no añade nada a lo dicho en el versículo 3 ("Bienaventurados los
pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos") y los versículos 11-12
("Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal
contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en
los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros"). Pretende
subrayar los dos puntos de vista capitales de toda la serie: la δικαιοσύνη (justicia) y el reino de los
cielos. El participio perfecto δεδιωγμένοι (perseguidos) viene a generalizar el hecho actual de la
persecución descrito en los versículo 11-12 ("Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os
persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y
regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera
persiguieron a los profetas anteriores a vosotros"). Mateo, que tiene en cuenta las persecuciones
ya producidas, entiende en cierto modo la persecución como signo general del ser cristiano.
Δικαιοσύνη (justicia) designa una conducta humana. Sólo por una conducta - y no por simple
anhelo de justicia (divina)- se puede ser perseguido. La justicia implica la praxis cristiana y la
profesión de fe en Jesús. La persecución por la Justicia en el versículo 10 ("Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos") y la persecución por
«mi causa», formulada en el versículo 11 ("Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os
persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa"), se interpretan
recíprocamente. La confesión de Cristo se manifiesta en las obras (7, 21-23: "No todo el que me
diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre
celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les
declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!""; 25, 31-46: "«Cuando el Hijo
del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono
de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros,
como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su
izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la
herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y
me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba
desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme." Entonces los
justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y
te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?" Y el Rey les dirá: "En verdad os digo
que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis." Entonces
dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el
Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de
beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la
cárcel, y no me visitasteis." Entonces dirán también éstos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o
sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él entonces les
responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños,
también conmigo dejasteis de hacerlo." E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida
eterna»") BIENAVENTURADOS SERÉIS CUANDO OS INJURIEN, Y OS PERSIGAN Y DIGAN CON
MENTIRA TODA CLASE DE MAL CONTRA VOSOTROS POR MI CAUSA. ALEGRAOS Y REGOCIJAOS,
PORQUE VUESTRA RECOMPENSA SERÁ GRANDE EN LOS CIELOS (La última bienaventuranza se
dirige directamente a todos los discípulos. La comunidad tiene que contar con la injuria y la
persecución. Esto fue una realidad, sobre todo en tiempo de Domiciano. Las numerosas parénesis
del Nuevo Testamento sobre la persecución ilustran este punto (Hebreos 10,32-36: "Traed a la
memoria los días pasados, en que después de ser iluminados, hubisteis de soportar un duro y
doloroso combate, unas veces expuestos públicamente a ultrajes y tribulaciones; otras,
haciéndoos solidarios de los que así eran tratados. Pues compartisteis los sufrimientos de los
encarcelados; y os dejasteis despojar con alegría de vuestros bienes, conscientes de que poseíais
una riqueza mejor y más duradera. No perdáis ahora vuestra confianza, que lleva consigo una gran
recompensa. Necesitáis paciencia en el sufrimiento para cumplir la voluntad de Dios y conseguir
así lo prometido", 1 Pedro 2,12: "Tened en medio de los gentiles una conducta ejemplar a fin de
que, en lo mismo que os calumnian como malhechores, a la vista de vuestras buenas obras den
gloria a Dios en el día de la Visita", 3,13-17: "¿quién os hará mal si os afanáis por el bien? Mas,
aunque sufrierais a causa de la justicia, dichosos de vosotros. No les tengáis ningún miedo ni os
turbéis. Al contrario, dad culto al Señor, Cristo, en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar
respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza. Pero hacedlo con dulzura y respeto.
Mantened una buena conciencia, para que aquello mismo que os echen en cara, sirva de
confusión a quienes critiquen vuestra buena conducta en Cristo. Pues más vale padecer por obrar
el bien, si esa es la voluntad de Dios, que por obrar el mal"; 4,12-16: "Queridos, no os extrañéis del
fuego que ha prendido en medio de vosotros para probaros, como si os sucediera algo extraño,
sino alegraos en la medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo, para que también os
alegréis alborozados en la revelación de su gloria. Dichosos de vosotros, si sois injuriados por el
nombre de Cristo, pues el Espíritu de gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros. Que
ninguno de vosotros tenga que sufrir ni por criminal ni por ladrón ni por malhechor ni por
entrometido: pero si es por cristiano, que no se avergüence, que glorifique a Dios por llevar este
nombre"). El término ψευδόμενοι (con mentira) manifiesta la preocupación ética. No cualquier
persecución es objeto de promesa, sino aquella que se realiza por causa de Cristo, es decir, por
causa de la justicia. El versículo 12a ("Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será
grande en los cielos") interpreta la palabra μακάριοί (feliz, dichoso, bienaventurado): la alegría y el
júbilo por el sufrimiento deben reinar en la comunidad. La razón para la alegría reside en la
inversión de las circunstancias, que traerá un futuro mejor: será grande vuestra recompensa en el
Cielo. La «recompensa» se da siempre, en Mateo, en el más allá, en el último juicio) PUES DE LA
MISMA MANERA PERSIGUIERON A LOS PROFETAS ANTERIORES A VOSOTROS (Este versículo 12b es
un apéndice. No está claro hasta qué punto la persecución de los profetas veterotestamentarios
fundamenta la promesa de la recompensa celestial. Mientras que Lucas sólo menciona a profetas
del antiguo testamento, Mateo habla de la persecución de los «profetas anteriores a vosotros».
Los profetas itinerantes revisten una cierta importancia en Mateo (10,41: " «Quien reciba a un
profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo,
recompensa de justo recibirá"; 23,34-37: " Por eso, he aquí que yo envío a vosotros profetas,
sabios y escribas: a unos los mataréis y los crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras sinagogas
y los perseguiréis de ciudad en ciudad, para que caiga sobre vosotros toda la sangre inocente
derramada sobre la tierra, desde la sangre del inocente Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de
Baraquías, a quien matasteis entre el Santuario y el altar. Yo os aseguro: todo esto recaerá sobre
esta generación. « ¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son
enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las
alas, y no habéis querido! "). Él asumió las tradiciones de signo profético de la comunidad Q con
más claridad que Lucas. En resumen, la interpretación mateana de las bienaventuranzas forma
parte de una larga historia hermenéutica, de la que en modo alguno constituye el punto final. Hay
que caracterizar a esa interpretación con el término etización. Las bienaventuranzas pasan a ser
un catálogo de virtudes. El segundo término que se impone es el de interiorización. Pasan a primer
plano, cada vez con más fuerza, las virtudes religiosas: humildad, renuncia al mundo y al pecado,
perseverancia en la fe, etc. Esta tendencia se dejó sentir plenamente con posterioridad a Mateo.
Las bienaventuranzas mateanas traen, pues, consigo una serie de exigencias. Plantean la pregunta
de si somos aún capaces de realizar su pretensión soteriológica. Es, en definitiva, la exigencia de
proclamar en ellas, no la dicha de una interioridad religiosa, sino la de unos cristianos que
practican su fe dentro del mundo, en sus relaciones con otras personas.

También podría gustarte