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En clínica la “amnesia de fijación” constituye la médula del síndrome de Korsakoff,
y es expresión de cualquier daño cerebral agudo o crónico y de toda la alteración de la
conciencia, la que obra naturalmente por los factores psicológicos anotados más arriba y
también por el orgánico.
Lo dicho nos lleva al interesante problema de las relaciones entre las funciones de
evocación y fijación. Para que un recuerdo sea evocado oportunamente no basta que halla
dejado una huella (engrama) duradera, sino que precisa haber quedado incorporado y
ordenado en los jalonamientos temporal, espacial y conceptual que dan estructura a la
memoria, y nos permiten orientarnos en ella y utilizarla a voluntad. Cada experiencia queda
retenida en la memoria en conexión con el espacio y tiempo en que sucedió y en la
ubicación conceptual o genérica que le corresponde. El nombre de una flor, la geografía de
un río, las propiedades de un metal, estarán incluidos en la constelación categorial
respectiva y gracias a esta asociación será aceptable su fijación y fácil y oportuna su
evocación.
Uno de los primeros trastornos psicológicos que dan cuenta de los déficits de
fijación y sobre todo de evocación es el quebramiento y desorganización de los
jalonamientos de la memoria. Los recuerdos sueltos no se reviven oportunamente: se piensa
que no han sido fijados, cuando en realidad se hallan el la memoria, pero aislados, dispersos
y sin vinculación a los hitos de tiempo, espacio y género: así se ha observado que ocurre
muchas veces en el síndrome amnéstico de Korsakoff. Por eso también los recuerdos,
concernientes al hecho anterior al accidente, que se van restituyendo después de lesiones
cerebrales (heridas a bala, por ejemplo) se presentan primero aislados, dispersos, flotantes,
inseguros y falsamente orientados, y sólo más tarde, a medida que mejora la situación,
toman una estructura sumaria u onírica para, finalmente, presentarse completados y
constelados normalmente. Esta misma sucesión se advierte si nos remontamos de los
recuerdos más inmediatamente anteriores al accidente hasta los más alejados.
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En cuanto a la amnesia de conservación, ella se debe al borramiento de los engramas, ya
sea por la acción del tiempo o por alguna cerebropatía orgánica. El material de recuerdos va
desapareciendo en estos casos en sentido retrógrado, de acuerdo con la “Ley de regresión
de la memoria” de Ribot y las vivencias de los tiempos más anteriores de la vida pueden
subsistir tan vivas que el sujeto se crea transportado a ésa época y actúe en consecuencia:
mujeres seniles que se dan el nombre de solteras, nada saben de sus hijos y nietos, y se
visten y adornan como muchachitas.
Cada uno sabe por experiencia propia que las vivencias placenteras son más estables
y más fácilmente recordables que las displacenteras, y éstas más que las indiferentes. Es
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una peculiaridad la tendencia del ser humano a no recordar, a “reprimir” los recuerdos
penosos a la personalidad.
Nietzsche reconoció antes que Freud que “no querer recordar”, llamado después
“represión”, cuando acuñó su famosa sentencia: “esto lo he hecho, me dice mi memoria;
esto no lo he hecho, me dice mi orgullo; y al fin vence el orgullo”. Quizás si sería más
adecuado convenir que en el hombre sano se borra el tono afectivo, pero no el suceso
mismo, el cual como experiencia útil, sirve para prevenir futuros fracasos. Así quedaría
justificada la palabra de Edvinghaus de que “el éxito y la afrenta no se olvidan tan
fácilmente”. Pero en los histéricos el olvido de los recuerdos penosos, no sólo en su parte
afectiva, sino también representativa, es un hecho diario y mucho más frecuente que en el
hombre normal; además, como lo expresamos más arriba, estos psicopáticos pueden
recordar como felices, sucesos dolorosos de su vida pasada.
Si el tiempo no se llevase en sus alas las penas y dolores del vivir, y dado el hecho
que cada año nos trae nuevos sufrimientos y nos arrebata algunas esperanzas, nuestra
existencia estaría al cabo de pocos lustros condenada a la desesperación. Felizmente no es
así y el olvido de los pasares sufridos explica el optimismo del pasado y da cuenta de por
qué para todo el mundo los años de infancia y juventud son la edad dorada de la vida.
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En la amnesia catatímica histérica, la personalidad en virtud de un mecanismo
defensivo subconsciente llamado “represión”, excluye de la conciencia el afecto
traumatizante con la representación de recuerdo que lo porta, al igual que en otros casos se
excluye una idea, una sensación (anestesia, analgesia), o una percepción (amaurosis,
sordera) actuales, así como también una parte del cuerpo (nihilismo histérico) o aún la
personalidad toda entera, dando lugar en este último caso al extraño fenómeno de la
“personalidad alternante”: individuos que de repente olvidan toda su vida, no saben quiénes
son, se conducen como extraños hasta que, pasado el acceso, vuelven al recuerdo y
posesión de su antigua personalidad, pero olvidando la identidad, experiencias y
comportamiento que han tenido durante todo el acceso.
El individuo que se recupera de un trastorno que ha dejado una amnesia lacunar cree
hallarse en el día que sigue al último del cual tiene memoria, tal como le acontece al que
sale de un largo dormir.
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Paramnesias: se designan bajo este nombre las perversiones de la memoria, que van
desde los fenómenos simples del extrañamiento o distanciamiento de las representaciones
de recuerdo hasta las alucinaciones mnésicas.
Es comprensible que las imágenes de recuerdo, por ser menos precisas, estables y
sujetas a control objetivo que las percepciones sean más vulnerables a la deformación por
influencias afectivas, trastornos de conciencia, sugestiones, etc.
Los falseamientos identificantes del recuerdo son el “ya visto” y el “nunca visto”.
En el primero se experimenta con cualidad de recuerdo, pese a que el sujeto sabe que no es
así, vivencias que se tienen por primera vez. Se da este síntoma en asténicos, epilépticos,
traumatizados del cráneo, etc. En el “nunca visto” se trata de lo contrario: recuerdos que
emergen sin la cualidad de tales, dejando la impresión de experiencias nuevas; se observa
este fenómeno, por ejemplo, en seniles.
Las fabulaciones son narraciones ficticias de sucesos que habrían acontecido a los
enfermos en períodos del pasado sobre los cuales no tienen memoria a causa de una
amnesia de fijación y que se provocan bajo las exigencias del interrogatorio. Este último
hecho, así como el de ser cambiantes de un momento a otro y marcadamente accesibles a la
sugestión, diferencia a las alucinaciones de las alucinaciones mnósicas y de las formaciones
delirantes. Presentan fabulaciones los enfermos de Korsakoff, de presbiofrenia y de
parafrenia fabulatoria.