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Latina 1990-2016
1.- Introducción
En los países en desarrollo latinoamericanos nada genera tantas expectativas
como la inversión extranjera. Grandes esperanzas se depositan en esta fuente de
inversión de la que se espera un maná de secuelas positivas. Se dice que
contribuye al crecimiento y al empleo gracias a las inversiones en capital, que
genera transferencia de tecnología y hasta que traerá un “saber hacer” gerencial
derivado de la sola existencia de firmas extranjeras. Se espera que la inversión
extranjera contribuya a desarrollar eslabones de las cadenas productivas que
impulsen las exportaciones, o que ocupen sectores que nunca podrían ser
desarrollados por productores locales, y que, en el caso que existan productores
locales, se dice que estimulará una sana competencia que mejorará las empresas
locales. Y también se espera, por supuesto, un aporte fresco de capital financiero
que contribuya a aliviar el insuficiente ahorro interno.
Según la CEPAL, entre 2006 y 2012 las utilidades obtenidas por la IED
representaron el 92% de la IED recibida, lo que muestra el potencial de
generación de ganancia de esta inversión debido, especialmente, al crecimiento
de los precios de las materias primas en ese período y también muestra que la
IED no genera fondos frescos de divisas sino que los extrae de las mismas
economías receptoras.
Una parte importante de esas utilidades son repatriadas por los capitales
extranjeros, aproximadamente el 55% dependiendo del país y el período. Esto
significa que grandes cantidades monetarias de divisas “vuelan” de
Latinoamérica cada año agravando el problema de la restricción externa
característico de nuestros países dificultando nuestro desarrollo económico.
En la tabla 2 se muestran los datos acumulados por país sobre las utilidades
repatriadas que tienen como fuente la IED y la inversión en cartera. Tan solo en
concepto de repatriación de utilidades de la IED, en el período que va del 1990 al
2016, se fueron de la región más de 935 mil millones de dólares, una cantidad
similar al PIB anual de México o de Corea del Sur. El grueso de esta salida de
divisas se concentró en el segundo período (2001-2016), por lo que el crecimiento
de los precios de las materias primas tuvo un papel protagonista explicando esta
evolución.
Debe tenerse en cuenta que el rol más financiero de la inversión extranjera nos
hace prever un comportamiento cortoplacista, más propenso a repatriar
utilidades y por lo tanto, menos relevante que la IED para cumplir los objetivos
de desarrollo nacional. Sin embargo, a lo largo del período 1990-2016, la
inversión en cartera ha repatriado utilidades que representan un 39% del influjo
de divisas a los países latinoamericanos, mientras que la inversión extranjera ha
repatriado un 49%. No quiere esto decir que la inversión en cartera está más
comprometida con el desarrollo latinoamericano que la inversión en cartera, sino
que por el contrario, sugiere que son muy pocas las diferencias entre ambos tipos
de inversión y que ambos tienen una conducta especulativa similar.
Debe destacarse el caso de Brasil, cuyas repatriaciones de IED son menores que
las procedentes de la inversión en cartera, aun siendo la primera sustancialmente
superior. Es un caso interesante que merece un estudio teniendo en cuenta
distintas variables como las tasas de rentabilidad de ambos tipos de inversión y
el porcentaje de repatriaciones de las utilidades totales. Resultados sugerentes
son los casos de Bolivia, Ecuador o Nicaragua, que en el período muestran una
salida neta de inversión en cartera, es decir, los aportes de esta inversión
extranjera de capital fresco en estas economías fueron inferiores a las
extracciones de capitales, lo que a nuestro criterio muestra una acertada política
de regulación y soberanía financiera de parte de estos países.
.
[1] Como el método más utilizado para valuar una empresa es el Valor Actual
Neto, que es una sumatoria de los beneficios futuros descontados por los tipos de
interés futuros (), al ser los tipos de interés más altos en los países en desarrollo,
el denominador es mayor en los países en desarrollo por lo que el valor actual de
esta corriente de beneficios futuros de una empresa propiedad de un empresario
de un país en desarrollo es menor al que la misma empresa tendría de tener un
propietario externo. Este fallo de origen explica la mayor proporción de empresas
de países en desarrollo que son adquiridas por empresas de países desarrollados
y no al revés.