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Interacción, comunicación y lenguaje.

Tres conceptos diferentes

Con frecuencia, utilizamos como sinónimos los términos interacción y comunicación, y también es
bastante habitual el uso aleatorio de comunicación y lenguaje como si estos se correspondieran
exactamente.

Diferenciar estos tres conceptos es fundamental para comprender cómo se produce la adquisición
del lenguaje en las personas en general, y ayuda a comprender por qué las personas con
sordoceguera solo pueden adquirir lenguaje si el proceso es inducido mediante la adecuada
intervención.

El término interacción se refiere a un efecto de algo en algo, y la interacción social se refiere a


un cambio en el comportamiento de alguien a consecuencia de la «acción» de un interlocutor. No
sabemos si el interlocutor intentaba realmente conseguir algo con su comportamiento, si quería
producir lo que produjo, ni si luego capta «la reacción» que el otro produce como este realmente
espera, o si el interlocutor simplemente reacciona de una manera arbitraria que puede generar o
no en el otro una nueva reacción.

Comunicación significa, en cambio, que el efecto de la interacción social se pretende y, por tanto,
se inicia y se sostiene intencionalmente, es decir, de forma deseada, mediante un proceso de
análisis y comparación por parte de ambos interlocutores de los mensajes producidos entre ellos.

La interacción se produce fácilmente porque hasta la más pasiva de las personas llega a
interactuar si el interlocutor es hábil, pero para que esta interacción llegue a ser social y luego
comunicativa debe resultar interesante para la persona hasta el punto de incitarla a que participe y
la provoque intencionalmente, de forma que su acción, que ya tendría un sentido comunicativo,
pueda ser captada por su interlocutor y anime a este a continuar con la interacción.

Puede ser que la reacción del interlocutor sea la esperada o no, pero la persona sentirá, en todo
caso, que está siendo atendida, lo que la animará a hacer otras propuestas de acuerdo a su
repertorio, que, a la vez, provocarán nuevas reacciones del interlocutor. De esta forma, ambos
están creando conjuntamente comunicación.

Si la reacción del interlocutor es la esperada por la persona, esta se siente entendida y vuelve a
manifestar su deseo de la misma forma en otras ocasiones, siempre que quiera obtener la misma
respuesta de su interlocutor. Si la reacción conseguida no es la esperada, la persona adoptará una
actitud que mostrará al interlocutor que no ha sido entendida (pasividad, rechazo…). El interlocutor
puede ofrecer nuevas reacciones (respuestas) de acuerdo con las acciones de la persona o
interrumpir el proceso. Inician así una negociación del significado de sus respectivas acciones, y el
acuerdo en esta negociación es fundamental porque constituye la base de la interacción
comunicativa y del proceso de comunicación.

La comunicación precisa de la interacción e incluye la interpretación de «símbolos» (signos,


acciones…) que tienen un significado que ha sido negociado hasta ser compartido.

El lenguaje resulta de la combinación estructurada, de acuerdo a reglas previamente pactadas, de


esos signos o símbolos que representan significados ya compartidos, con el objeto de comunicar
un mensaje. Debe ser interpretado como un sistema de elementos (señales, signos o símbolos)
que resultan relevantes comunicativamente porque remiten a objetos o aspectos a los que
representan.

Todo lenguaje presupone, pues, la existencia de signos, independientemente de cuál sea la


modalidad perceptiva de estos (en los lenguajes hablados serían las palabras, en la lengua de
signos, los signos...), y la capacidad para establecer correspondencias entre significantes y
significados (entre el objeto y su representación). El lenguaje debe ser entendido como la
combinación sistematizada de elementos simbólicos de acuerdo a unas reglas compartidas por los
interlocutores. No debe ser nunca considerado como la suma de los signos individuales que lo
componen, porque los elementos, que constituyen la materia prima y esencial de cualquier
lenguaje, pueden existir sin que ello implique necesariamente la existencia de un lenguaje o de un
conocimiento lingüístico por parte de quienes lo utilizan.

La adquisición de los elementos simbólicos o signos y su combinación para el desarrollo de un


lenguaje van ligadas al conocimiento de la realidad, a la posibilidad de interacción social, a la
capacidad de representación y también a la intención de comunicar.

Imaginemos que tomamos café en una pequeña cafetería sentados en una mesa, estamos solos y
saboreamos el café pensando en nuestras cosas o leyendo el periódico. Cerca de nosotros, en
otra mesa, alguien toma también café (pensemos en alguien que pueda atraernos, para que nos
sea más fácil seguir el ejemplo). No habíamos reparado en esta persona, levantamos la vista y la
vemos casualmente. Volvemos a ensimismarnos en nuestros pensamientos o en nuestra lectura,
pero la consciencia de la presencia de la otra persona cerca, enfrente, por alguna razón llama
nuestra atención y hace que miremos de nuevo con más interés. Desde la otra mesa, la persona
quizá se siente observada, o quizá también por casualidad desvía su mirada hacia nosotros de
forma que las miradas se encuentran por un momento. Si ese encuentro de miradas produce
desagrado o incomodidad, quien se haya sentido molesto volverá a su café y mostrará su rechazo
a otro encuentro visual, evitando un nuevo cruce de miradas e interrumpiendo la interacción
iniciada. Si, por el contrario, algo pasa en ese cruce de miradas, algo despierta un mutuo interés y
la sensación es de agrado, las miradas se alternarán y se mantendrán ya intencionalmente, de
acuerdo a los intereses de cada uno, observando aquello por lo que tienen más curiosidad, al
tiempo que buscan estrategias para conseguir la atención del otro.

Se establece así una comunicación, un diálogo, que llega a producirse porque hay elementos
significativos, implícitos en una forma determinada de mirar, que tienen un significado claro en
nuestra cultura y que, por tanto, pueden ser interpretados fácilmente por el otro. Es obvio, por
tanto, que este diálogo sería imposible si el significado de esa «forma de mirar» no fuera
compartido. Podríamos también seguir jugando con nuestras miradas y combinarlas de acuerdo a
un lenguaje en el que los elementos significativos serían las miradas, probablemente
acompañadas de gestos de la cara o, en general, del cuerpo (guiñar el ojo, insinuar con el
movimiento de los labios un beso...), porque esta «forma de hacer» tiene un valor simbólico dentro
de la cultura en la nos desenvolvemos y atiende a unas reglas que compartimos quienes
pretendemos el diálogo.

El desarrollo de la comunicación en las personas con sordoceguera congénita. La


adquisición del lenguaje

Desde el momento del nacimiento, la persona interactúa con el mundo que le rodea. Comienza a
comunicarse apoyada en la sobreinterpretación que de sus actos interactivos hacen las personas
de su entorno y desarrolla comunicación desde la comprobación de la efectividad que sus actos
tienen en lo que pasa a su alrededor. Así, seleccionando aquellos actos comunicativos más
eficaces e imitando a los que con ella interactúan, estructura poco a poco su comunicación hasta
convertirla en un lenguaje.

Así, cuando un bebé levanta casualmente sus brazos coincidiendo con la presencia de la madre,
esta puede sobreinterpretar que quiere que lo coja y, si lo hace, el niño relacionará, después de
varias veces que esto haya sucedido, la acción de levantar los brazos en presencia de mamá con
que esta le coja, lo que provocará que levante los brazos intencionalmente en presencia de la
madre siempre que quiera que esta le coja.

El comportamiento comunicativo sobreentiende, en aquellos con quienes la persona intenta


comunicarse, capacidades similares a las suyas para captar estímulos, de forma que, cuando se
enfrenta a interlocutores con diferentes posibilidades para captar estos estímulos, se produce una
situación de indefensión que bloquea el proceso comunicativo.
Si el bebé sordociego, cuando siente la presencia de su madre, arquea la espalda elevándola
ligeramente, porque ahí es donde siente sus manos cuando le levanta, pretendiendo que lo haga,
es muy probable que la madre no interprete esa actitud como que quiere que le levante, porque la
acción del niño, lógica desde su experiencia táctil, no tiene para la madre ese significado desde su
experiencia visual, por lo que puede reaccionar de cualquier otra forma no deseada por el niño. No
se han entendido, y la frustración que esto produce en ambos abre un camino de dificultad para
encuentros posteriores.

Las personas que nacen o quedan sordociegas al poco de nacer tienen grandes dificultades para
iniciar el proceso de comunicación. El desconocimiento de quién está o qué hay y qué pasa a su
alrededor, la falta de interés por la interacción que de ello se deriva, la expresión de deseos o
emociones cuyo significado es de difícil comprensión para los demás porque se ajusta a su
experiencia perceptiva esencialmente táctil y no a la de sus interlocutores, que tratan de
interpretarla desde su propia experiencia y cultura visual y auditiva, hacen, si no se interviene, que
el proceso de comunicación quede detenido antes de iniciarse, imposibilitando el desarrollo del
lenguaje.

Para que el proceso de desarrollo de la comunicación tenga lugar en las personas con
sordoceguera congénita es necesario contar con interlocutores competentes, capaces de, a través
de la observación de una acción de la persona sordociega en determinado contexto, inferir su
significado y ofrecer una respuesta (reacción) fácilmente perceptible, coherente y acorde con lo
que la persona con sordoceguera espera. Esta sentirá así que su acción tiene un significado que
es compartido por ella y por su interlocutor, lo que la animará a utilizar la misma acción en
situaciones futuras cuando quiera conseguir la misma reacción. El éxito que su acción le ha
procurado motivará nuevas intenciones comunicativas y acciones cuyo significado deberá ser de
nuevo descubierto para ser compartido.

Compartir significados es un aspecto clave en el desarrollo comunicativo y adquiere especial


dificultad cuando uno de los dos participantes en la interacción es una persona con sordoceguera,
porque su experiencia perceptiva está condicionada esencialmente a estímulos próximos táctiles,
lo que la hace bien distinta de la de su interlocutor, que ve y oye y puede apoyarse en estímulos
distales.

La «huella» que esa experiencia perceptiva imprime, es decir, la representación mental que esa
experiencia deja, será también necesariamente distinta y, por tanto, distintos serán los elementos
simbólicos que ambos interlocutores usen para expresar dicha experiencia.

La negociación de significados exige el acuerdo entre la expresión de las percepciones,


esencialmente táctiles, que la persona con sordoceguera hace y la expresión de las percepciones
basadas principalmente en estímulos visuales y auditivos que hace la persona que no tiene
problemas de vista y oído. La búsqueda de este acuerdo, de esta negociación de significados,
debe guiar la intervención desde los primeros momentos y en todas y cada una de las
interacciones que se produzcan.

La experiencia compartida y el contexto en el que se produce la interacción facilitan la negociación


de significados, pero solo un interlocutor experimentado podrá entender las manifestaciones que la
persona con sordoceguera congénita hace y, por tanto, darles una respuesta que motive y permita
el avance del proceso comunicativo.

En este sentido es fundamental considerar que la adquisición del lenguaje solo se producirá como
resultado, como consecuencia, de un adecuado proceso del desarrollo de la comunicación, y este
proceso implica necesariamente la negociación de significados hasta llegar a significados
compartidos.

De lo anteriormente expuesto se deducen los siguientes enunciados:


 El proceso de desarrollo de la comunicación y la adquisición del lenguaje debe tener lugar
en la persona con sordoceguera, como en las demás, a través de múltiples experiencias de
interacción social en diferentes contextos y con diferentes interlocutores comunicativa y
lingüísticamente expertos en el sistema de comunicación más asequible para ella.

 La persona con sordoceguera congénita necesita interlocutores expertos «especiales»


capaces de: adaptar las situaciones de interacción a sus posibilidades perceptivas, utilizar
formas comunicativas y lingüísticas táctilmente asequibles, y también de captar e
interpretar las expresiones particulares que la persona con sordoceguera puede hacer
referidas a experiencias propioceptivas.

 El adecuado desarrollo de la comunicación, y especialmente la adquisición del lenguaje, es


imposible que se produzcan en la persona con sordoceguera congénita sin intervención.

CLASIFICACION DE LOS TRASTORNOS DEL LENGUAJE -


HABLA – VOZ

Trastornos del desarrollo del lenguaje

Primarios:
• Dislalia funcional
• Retraso del habla (leve, moderado)
• Retraso del lenguaje (leve, moderado)
• Disfasia (receptiva y/o expresiva)

Secundarios a:
• Hipoacusia
• Retraso mental
• Alteración psiquiátrica
• Alteración neurológica (disartria del desarrollo)
• Alteración morfológica (disglosia)

Trastornos del lenguaje establecido

• Afasias (del adulto o infantiles)


• Hipoacusias postlocutivas
• Asociados a síndromes psiquiátricos
• Asociados a deterioro neuro psicològico (demencias)

Trastornos que afectan al habla o la voz

• Disfonías
• Disfemias
• Disartrias del adulto
NORMAS PARA LA VALORACION DE LA DISCAPACIDAD
PRODUCIDA POR LOS TRASTORNOS PRIMARIOS DEL
DESARROLLO DEL LENGUAJE

DISLALIA

- En este terreno se presenta una alteración en la emisión de un fonema o grupos de


fonemas aislados (ej. : rotacismo).
- Es de carácter leve y pronóstico favorable, aunque será conveniente su rehabilitación si se
superan edades consideradas límite para la adquisición espontanea y correcta de cada fonema.
Por ello, la primera exploración no se hará hasta la edad de cinco años.
- No se considera causa de discapacidad permanente del lenguaje, por lo que una vez
confirmado este diagnóstico, “dislalia funcional”, no se precisarán nuevas evaluaciones.

RETRASO LEVE DEL HABLA

- En este trastorno se observa un ligero retraso en la adquisición o maduración del código


fonológico. El patrón de errores del habla muestra una escasa desviación respecto a la
normalidad.
- La primera exploración puede hacerse después de los tres o cuatro años de edad,
debiéndose confirmar a los seis meses de la misma.
- Suele remitir totalmente entre los seis y siete años. Su pronóstico es favorable y su
recuperación, incluso sin intervención terapéutica, es completa, por lo que no se considera que
cause discapacidad permanente del lenguaje.

RETRASO MODERADO DEL HABLA

- En este caso el patrón de errores del habla (fonológicos y/o fonéticos) es claramente
patológico, estando la evolución ligada al tratamiento rehabilitador.
- La primera exploración puede hacerse después de los tres o cuatro años, debiéndose
confirmar a los seis meses de la misma.

- La inteligibilidad del habla estará marcadamente limitada en edades tempranas, pero es un


trastorno transitorio.

- En algunos casos, dentro de esta categoría diagnóstica, puede llegarse a una discapacidad
leve pero permanente de la capacidad oral, si coexisten otros factores.
- Esta valoración sería provisional, debiéndose revisar hacia los siete años de edad, en las
que el niño habrá superado las dificultades más relevantes, pudiendo persistir escasos errores del
habla, sin gran repercusión sobre la inteligibilidad o eficiencia funcional de la expresión oral.

- La valoración de las posibles – pero poco probables – secuelas permanentes de un retraso


moderado del habla deberá hacerse en forma definitiva a partir de los catorce años.

RETRASO LEVE DEL LENGUAJE

- El retraso diagnosticado como leve supone un retardo en la adquisición de la habilidad


comprensiva o expresiva, teniendo en cuenta la que correspondería por la edad.
- Su pronóstico es bueno y suele haber una resolución íntegra sin secuelas.
- La primera exploración debe hacerse a la edad más temprana posible a fin de instaurar un
precoz tratamiento, debiéndose confirmar el diagnóstico a los seis meses de la primera valoración.
RETRASO MODERADO DEL LENGUAJE

- Son significativos, sistemáticos y patológicos los errores, limitando la capacidad receptiva


y/o expresiva. En el caso de estar afectadas las dos vertientes, la limitación en el desarrollo de las
habilidades lingüísticas es más acusada e implica una mayor limitación en la comunicación,
pudiéndose afectar secundariamente el desarrollo cognitivo, afectivo y social del niño. Para evitar
secuelas importantes, debe establecerse un tratamiento temprano.
- Dependiendo del nivel especialmente afectado, se distinguen diferentes sub grupos:
fonológico, sintáctico, mixto, semántico - pragmático o léxico - sintáctico.
- La primera exploración deberá hacerse lo antes posible, debiéndose confirmar el
diagnóstico a los seis meses de la primera exploración.

- Puede haber remisión total o parcial a los siete años, pero la valoración de las secuelas
definitivas deberá hacerse a partir de los catorce.

DISFASIA

- El término “disfasia”, dentro del marco de los trastornos del desarrollo del lenguaje, designa
los retrasos más graves y duraderos que de forma sistemática, por su mala evolución, determinan
una limitación permanente en el desarrollo cognitivo y en la capacidad para adquirir y manejar
otros códigos lingüísticos (lenguaje lecto - escrito).
- Con referencia a este trastorno, se habla de disfunción en los mecanismos o sistemas
cerebrales implicados en la comprensión, elaboración y producción del lenguaje.
- En la disfasia receptiva – expresiva el trastorno primario se asienta en la dificultad para la
decodificación del mensaje verbal, que suele acompañarse de un déficit equivalente en la
expresión. En la disfasia expresiva, la dificultad estriba en una alteración de los mecanismos
implicados en la codificación, encontrándose preservada al menos parcialmente, la comprensión.
- Dependiendo del nivel afectado se pueden distinguir diferentes sub tipos: fonológico –
sintáctico mixto, semántico - pragmático o léxico – sintáctico. Aunque no sean exactamente
trastornos difásicos, incluimos aquí por su gravedad extrema la agnosia auditivo – verbal y la
apraxia del habla. En el primer caso, el proceso alterado es la decodificación fonológica y en el
segundo la programación fonológica y codificación del programa motor que sustenta el habla.
- En muchas ocasiones, el niño disfàsico tiene un primer diagnóstico de retraso moderado o
grave del lenguaje, retardándose hasta los cinco o siete años la confirmación de disfasia.
- Las secuelas permanentes derivadas de este trastorno deben valorarse a partir de los
catorce años.

AFASIA INFANTIL

- Para definir, diagnosticar o valorar esta patología debemos basarnos en la existencia


previa de lenguaje antes de producirse el proceso patológico. Es un trastorno del lenguaje
consecutivo a una afección objetiva del SNC y producido en un sujeto que ya había adquirido un
cierto nivel de comprensión y expresión verbal.
- La evolución de la afasia en el niño depende de la edad en que aparece: si se inicia entre
los dieciocho meses y los tres años, desaparece todo resto del sistema lingüístico. La
recuperación es igual a la evolución normal del lenguaje, pero más deprisa. Entre los tres y cuatro
años, el desorden afásico es rápidamente reabsorbido. Entre los cuatro y diez años, el cuadro
clínico es propiamente el de la afasia del niño, con

características propias que la diferencian del adulto y sólo desaparece progresivamente. Si se


inicia a los diez años, las características son parecidas a las del adulto, teniendo una línea de
recuperación semejante.
- La valoración se hará siguiendo los criterios de trastornos del desarrollo del lenguaje hasta
la edad de diez años. Si el cuadro se inicia con posterioridad, se aplicarán los criterios de afasia
en el adulto.
NORMAS PARA LA VALORACION DE LOS
TRASTORNOS SECUNDARIOS DEL DESARROLLO
DEL LENGUAJE

Secundario a Hipoacusia
La gravedad del trastorno dependerá de los siguientes factores:

Nivel de pérdida auditiva

Edad de aparición de la sordera:


Se diferencian tres tipos de sordera dependiendo de la edad de aparición:

- prelocutivas cuando se inician antes del desarrollo del lenguaje es decir, antes de los dos años
de edad.
- perilocutivas cuando se inician durante el desarrollo del lenguaje, entre los dos o cinco o
seis años.
- poslocutivas serían las sorderas que se inician tras la consolidación del lenguaje, después
de los seis años de edad.

Dentro de las prelocutivas debemos a su vez distinguir las congénitas de las adquiridas, ya
que observan diferencias en la evolución del deficiente auditivo, según haya o no tenido
experiencia auditiva antes de los dos años.

En general, el inicio tardío de la hipoacusia y la existencia de restos auditivos


aprovechables durante los primeros años van a marcar diferencias muy importantes en la
evolución.

Diagnóstico precoz y tratamiento instaurado:

El diagnóstico precoz y la instauración de un tratamiento protésico, rehabilitador y educativo


adecuados mejoran notablemente el pronóstico. Deberá instaurarse un tratamiento que permita al
niño acceder lo más pronto posible a un código lingüístico (oral o gestual) y valorar la posibilidad
de aplicar ayudas protésicas convencionales o implantes cocleares.

Nivel intelectual y existencia de otras deficiencias asociadas.

Entorno socio - familiar y comunicativo:

- Debido a la influencia de tantas variables, es imposible considerar de forma global e


indiferenciada la valoración de la discapacidad comunicativa asociada a hipoacusias, por lo que se
hará individualizadamente.
- La discapacidad derivada del deficiente desarrollo auditivo deberá combinarse con la
originada por la hipoacusia.
- Aunque la confirmación diagnóstica de la sordera puede ser temprana, la determinación del
nivel de pérdida auditiva y el aprovechamiento protésico requiere un tiempo evolutivo. Por ello,
antes de los catorce años, las valoraciones serán provisionales. Después de esa edad, podemos
considerar que las repercusiones en la expresión oral o escrita de una hipoacusia son definitivas o
secuelas estables.

La evolución más frecuente de una sordera profunda prelocutiva es hacia una discapacidad del
desarrollo del lenguaje expresada en una importante limitación para comprender o expresarse.

La valoración de la discapacidad para la comunicación verbal en sorderas postlocutivas del adulto


se hará aplicando los criterios descriptos en la Tabla 2.
A la discapacidad derivada del deficiente desarrollo lingüístico deberá combinarse la derivada de la
hipoacusia.

Secundario a alteración neurológica (encefalopatía):


Disartria del desarrollo

- En las encefalopatías pueden presentarse alteraciones motoras, cognitivas o intelectivas,


auditivas, etc., pudiendo influir cada una de ellas en el desarrollo del lenguaje. Por ello, la posible
asociación de diferentes complicaciones muestra una gran variabilidad de unos pacientes a otros,
debiéndose efectuar la valoración de forma individualizada.
- El porcentaje de discapacidad originada por deficiencias del lenguaje se combinará con el
derivado de otras deficiencias neurológicas, si las hubiere, siguiendo los criterios descriptos en el
capítulo correspondiente a Sistema Nervioso.
- Cuando la encefalopatía afecta exclusivamente a nivel motor, encontraremos un lenguaje
disártrico. En el niño la disartria adquiere una mayor relevancia, por ello se usa el término “disartria
del desarrollo”. En algunos casos y a nivel de lenguaje éste puede ser el único síntoma, pero lo
más común es que se asocie a un retraso secundario del desarrollo del lenguaje.
- Si la expresión clínica de la encefalopatía cursa con retraso mental, la valoración se hará
de forma global aplicando los criterios expuestos en los capítulos correspondientes.
- En el caso que la valoración se lleve a cabo en un adulto, con sólo trastorno del habla
secundario a una encefalopatía perinatal, se aplicarán las tablas de valoración de trastornos del
habla – articulación (Tabla 4).
- Como en el niño es difícil discernir si detrás de un mismo error de articulación se encuentra
una lesión neurológica (disartria) o sólo un retraso en la adquisición de habilidades motrices
necesarias para producir un sonido, la primera evaluación de la discapacidad por trastorno
disártrico se efectuará a partir de los seis años de edad, confirmando el diagnóstico a los seis
meses de la misma. Esta primera evaluación será provisional, debiéndose esperar hasta los
catorce años para valorar las secuelas permanentes.

Secundario a alteración morfológica: disglosia

- Las disglosias son alteraciones del habla o en su caso del lenguaje, secundarias a
alteraciones morfológicas de órganos articulatorios. Teniendo en cuenta las técnicas actuales, la
mayoría de los casos mejorarán tras el tratamiento quirúrgico y rehabilitador.
- Cada malformación o deformidad (labio leporino, fisura palatina, fisura submucosa, velo
corto, maloclusiones dentarias) determinará una alteración fonética.
- Cuando la patología morfológica es relevante, de inicio pre o perilocutivo y sin un
tratamiento correcto, puede haber repercusión a nivel fonológico, uniéndose al trastorno fonético
un posible retraso del habla.
- Unicamente en malformaciones graves y no tratadas o cuando se añaden otros factores
individuales o sociales, podría afectarse el desarrollo del lenguaje, con repercusiones a nivel
sintáctico, semántico o pragmático. En este caso, tendríamos que considerar el trastorno del habla
y del lenguaje para la valoración de la discapacidad.
- Para la evaluación en adultos, se aplicarán los criterios descriptos en la Tabla 4.
- Como caso particular, en un paciente adulto con disglosia que, de forma altamente
improbable (sólo por asociación de factores limitantes), presente limitación en su desarrollo
lingüístico, habría que aplicar los criterios de valoración del desarrollo del lenguaje.
- Siempre habría que considerar si se han tomado todas las medidas terapéuticas y
rehabilitadoras antes de efectuar una valoración de discapacidad permanente.
TRASTORNO DEL LENGUAJE ESCRITO

Se considera que la limitación de la lecto – escritura forma parte del trastorno del lenguaje,
pudiendo ser secuela de retrasos en el desarrollo del lenguaje o disfasias. Al considerarse un
síntoma dentro de un síndrome, no requerirá valoración específica.

Los trastornos adquiridos del lenguaje escrito suelen acompañar a las afasias y se valoran como
trastornos del lenguaje establecido.

NORMAS PARA LA VALORACION DE LOS TRASTORNOS


DEL LENGUAJE ESTABLECIDO

AFASIAS

- La afasia es un trastorno del lenguaje, como forma de la función simbólica, que puede
afectar tanto a la expresión como a la comprensión verbal o gráfica (lecto – escritura). La
valoración de la discapacidad lingüística se sustentará en los resultados obtenidos en las
diferentes pruebas aplicadas para el diagnóstico de la afasia.
- Las áreas básicas sujetas a la valoración de un paciente afásico son: Expresión oral,
comprensión oral, comprensión del lenguaje escrito y escritura. La áreas exploradas deberán ser
las siguientes:

1 – fluidez
2 – comprensión auditiva
3 – denominación
4 – repetición
5 – habla automatizada
6 – lectura y escritura
A través de esta exploración deberá identificarse la forma clínica de la afasia.
- La valoración sólo se dará como definitiva al año de haberse instaurado el cuadro afásico,
salvo en pacientes mayores de 65 años, en los que puede establecerse la discapacidad
permanente a los tres meses.
- Todo paciente afectado de una lesión cerebral (traumática, vascular, tumoral, etc.) puede
manifestar alteraciones conductuales o alteraciones de las actividades mentales superiores, por lo
que deberá ser explorado en este sentido.
- En el caso de trastornos afásicos secundarios a traumatismos craneoencefálicos, procesos
vasculares, tumorales, etc., en los que la alteración afásica es el núcleo del problema, será
necesario combinar esta discapacidad a otras posibles discapacidades neurológicas, según las
normas expuestas en el capítulo Sistema Nervioso.
- Los cuadros afásicos pueden formar parte de un síndrome de deterioro neuropsicológico,
en cuyo caso la valoración de la discapacidad se deberá establecer en base al trastorno del que
forma parte. En estos casos, las tablas de valoración de los trastornos afásicos serán sólo
orientativas.

Sordera postlocutiva

- Aunque el período sensible para el desarrollo del lenguaje se sitúa en torno a los cinco
años, consideraremos que la sordera profunda postlocutiva aparecida antes de los catorce años se
valorará como trastorno del desarrollo del lenguaje, como sordera pre o perilocutiva. Por encima
de los catorce años, se aplicará la Tabla 2.
- La valoración se hará siempre de forma individualizada, ya que cada paciente tiene una
propia adaptación a su sordera, teniendo ésta diferente repercusión sobre la capacidad de
comunicación.

Trastornos del lenguaje asociados a síndromes psiquiátricos o neuropsicológicos (demencias)


- En estos casos la valoración se hará según los criterios del capítulo “Impedimento en Salud
Mental”.

NORMAS PARA LA VALORACION DE LA DISCAPACIDAD POR TRASTORNOS QUE


AFECTAN AL HABLA O LA VOZ

DISFONIAS

- Se habla de disfonía cuando únicamente se encuentran alteradas las características


acústicas de la voz: intensidad, tono o timbre. La falta total de emisión vocal sonora se denomina
afonía. Pueden ser orgánicas, funcionales o psicógemas.
- No serán valorables aquellas disfonías hiperfuncionales aisladas de carácter mecánico por
mala técnica vocal.
- Dentro de las disfonías orgánicas las limitaciones más graves son las derivadas de
laringuectomías totales o parciales. La discapacidad no sólo depende de la lesión, sino de los
tratamientos paliativos: erigmofonía, fístulas fonatorias, utilización de medios técnicos paliativos
(electrolaringe), que deberán haber sido empleados antes de realizar la valoración de discapacidad
permanente. La discapacidad para la comunicación verbal deberá ser combinada con la valoración
otorrinolaringológica..
- Entre las disfonías psicógenas merece especial mención la “disfonía espástica”,
especialmente resistente al tratamiento. En casos avanzados de la enfermedad el paciente emite
las palabras con gran esfuerzo y dificultad y la voz llega a ser muy débil o áfona.
- Una vez considerados estos trastornos como permanentes, habiéndose aplicado las
medidas terapéuticas y rehabilitadoras, la discapacidad que derive se valorará según los criterios
especificados en la Tabla 3.

Trastornos de la fluidez: Disfemia / tartamudez

- Para considerar que un sujeto padece este trastorno, deberán coexistir tres aspectos junto
a la falta de fluidez: Tensión muscular excesiva durante el habla y ritmo respiratorio inadecuado;
ansiedad ante ciertas situaciones de comunicación social, y expectativa negativa del sujeto
tartamudo ante su habilidad en la dicción. Se suman, pues, factores fisiológicos, psicológicos y
situacionales.
- Por tanto, para valorar la tartamudez será preciso atender a varios niveles: fluidez, tensión
muscular y actitud ante la comunicación.
- No deberá abordarse la valoración de la discapacidad asociada a la tartamudez antes de
los catorce años.
- Previamente a la valoración deberán haberse agotado todas las medidas terapéuticas.
- Dado que la conciencia del trastorno y la valoración negativa de la dicción pueden tener
una repercusión negativa (diagnosogenia), deberá consultarse al especialista la posible
repercusión negativa de la valoración del trastorno como una discapacidad.
- Si la tartamudez forma parte de enfermedades neurológicas que cursan con disartria o
afasia, limitación intelectiva o trastorno del desarrollo del lenguaje, la valoración se hará siguiendo
los criterios de estos apartados.
- La valoración de la disfemia/tartamudez se hará siguiendo los criterios descriptos en la
Tabla 4 (habla – articulación). En el caso de tartamudez muy grave, se asignaría una discapacidad
de Grado II B (24 – 35%) de Discapacidad para la C.V.

Disartrias y disglosias del adulto

- Las disartrias son alteraciones del habla debidas a trastornos del control neuromuscular de
los mecanismos de expresión del lenguaje. La lesión puede por tanto estar a nivel del Sistema
nervioso, Sistema nervioso periférico o en el propio músculo.
- La valoraciópn de la disartria estará ligada al carácter de la lesión neuromuscular que la
originó. Así, en lesiones no evolutivas, secuelas de TCE, secuelas de ACVA, etc., podrá hacerse
una valoración provisional una vez pasada la fase aguda, pero la valoración definitiva se efectuará
tras un año de evolución.
- Sin embargo, las disartrias secundarias a enfermedades neurológicas progresivas o
degenerativas (esclerosis múltiple, ELA, Parkinson, etc.), exigen una valoración periódica o tras
cada nuevo episodio de reagudización.
- En todos estos casos en que el trastorno del lenguaje sea un síntoma más dentro de un
síndrome neurológico, la valoración se hará según lo especificado en el capítulo Sistema Nervioso.
- El tratamiento rehabilitador en las disartrias sólo compensa parcialmente, pudiendo ser
suficiente la aplicación del mismo durante seis meses para proceder a la valoración de
discapacidad permanente.

- La valoración se hará siguiendo los criterios

DISGLOSIAS

- Son alteraciones en la producción de fonemas por alteración morfológica de los órganos


articulatorios y órganos periféricos del habla. Aunque sean previsibles las dificultades fonético
articulatorias
que deriven de un trastorno anatómico, deben tenerse en cuenta las posibilidades de adaptación
funcional de cada paciente, por lo que la valoración se efectuará individualizadamente y no sólo
siguiendo la lesión.
- Teniendo en cuenta que las alteraciones del habla en las disglosias están determinadas
exclusivamente por la deformidad o ausencia de órganos articulatorios, el tratamiento quirúrgico es
casi siempre una solución eficaz. Por ello, para proceder a la valoración deberán haberse agotado
las medidas quirúrgicas, protésicas y rehabilitadoras.
- Las disglosias que incidan durante el desarrollo del lenguaje pueden alterar el proceso de
adquisición del mismo, por lo que deberán valorarse como trastorno del desarrollo del lenguaje.
- Las disglosias más graves en la actualidad, son las debidas a procesos tumorales que
exigen amplias resecciones quirúrgicas. En estos casos esta discapacidad se combinará a las
coexistentes propias del proceso tumoral..
- La valoración de la discapacidad secundaria a disglosias se hará siguiendo los criterios
expuestos en la Tabla 4.

CRITERIOS PARA LA ASIGNACION DEL GRADO DE DISCAPACIDAD

La discapacidad para la comunicación verbal en los trastornos del desarrollo del lenguaje debe
valorarse conforme a los criterios expuestos en el Capítulo “RETARDOS MENTALES,
TRASTORNO DEL DESARROLLO, DEL COMPORTAMIENTO Y DE LAS EMOCIONES”.

A continuación se incluyen las Tablas que deben manejarse para la valoración de las restantes
discapacidades para la comunicación verbal.

CRITERIOS PARA LA ASIGNACION DEL GRADO DE DISCAPACIDAD DE LAS


DISFUNCIONES DE LA COMUNICACIÓN

Clase I < a 25%


Limitación LEVE O MINIMA
• Existe mínimo deterioro observable en el habla, pudiendo presentar dificultades subjetivas
no evidentes para el oyente.
• La dificultad de compresión es leve para expresión compleja.
• La escritura puede estar deformada pero es legible. El relato escrito
puede presentar errores gramaticales.
• Existe dificultad en la compresión de oración y textos complejos.

Clase II 26 - 40%
Limitación MODERADA
• Pérdida de la fluidez del habla sin limitación significativa de su forma de expresión.
Puede tener dificultad para encontrar la palabra adecuada, el discurso puede ser impreciso y a la
vez la articulación lenta torpe y distorsionada. Se hace difícil la intelegibilidad en ambientes
ruidosos.
• La dificultad de compresión se hacen patentes. Los problemas pueden ser compensados
con la ayuda de un interlocutor o diferentes estrategias utilizadas por el paciente.
• La escritura se limita a una o mas frases o consigna una lista extensa (cinco o más) de
palabras de significado.
• Muestra dificultad de compresión en lectura de oraciones simples.

Clase III 41 - 65%


Limitación SEVERA
• La reducción del habla y/o la compresión hacen sumamente difícil la comunicación. Toda
conversación que se aleja de temas familiares o que estén fuera de contexto será imposible de
mantener.
• Solo puede emitir palabras aisladas o frases cortas, o la intensidad de la voz es tan débil
que apenas lo oye un oyente cercano.
• Lo gráfico apenas es legible y la escritura se limita a palabras mal deletreadas, aisladas sin
estructuración de la frase.
• Dificultad para la lectura de palabras aisladas.

Clase IV > 66%


Limitación GRAVE
• Existe fracaso al expresar una idea ya que su lenguaje se ve reducido a palabras mal
emitidas pudiendo llegar a ausencia total del habla o produciendo estereotipos verbales.
• La compresión está muy limitada, reduciéndose a tareas de designación y compresión de
órdenes.
• En casos más graves el paciente es incapaz de realizar ordenes sensible o
designar partes del cuerpo, objetos o imágenes.

GRADOS DE DISCAPACIDAD PARA LA COMUNICACIÓN VERBAL EN SORDERAS


POSTLOCUTIVAS DEL ADULTO

GRADO I – mínima limitación para la recepción – articulación < a 6%


- El paciente es capaz de expresar con claridad y de comprender los mensajes en LA
MAYORIA de las situaciones normales de comunicación de cada día con lenguaje oral. El habla
puede presentar leves alteraciones en la articulación o en la prosodia, pero no llega a determinar
limitaciones relevantes en la inteligibilidad. Aprovecha la ayuda protésica convencional y puede
mantener una conversación con propios y extraños si se tiene en cuenta su problema.

GRADO II – moderada limitación para la recepción – articulación 7 a 14%


- El paciente es capaz de expresar con claridad y comprender los mensajes en MUCHAS de
las situaciones normales de comunicación de cada día con el lenguaje oral. El habla puede
presentar alteraciones en la articulación y en la prosodia, pero no llega a determinar limitaciones
relevantes en la inteligibilidad. Complementa con lectura labial y otras estrategias de tal manera
que es capaz de mantener con esfuerzo una conversación con propios y extraños sobre temas
conocidos, siempre que el hablante tenga en cuenta su problema.
GRADO III – severa limitación para la recepción – articulación 15 a 20%
- El paciente puede expresar con claridad y comprender los mensajes en ALGUNAS de las
situaciones normales de cada día con lenguaje oral o gestual. El habla presenta alteraciones en la
articulación y en la prosodia que dificultan levemente la inteligibilidad.
- Si utiliza implante coclear, le permite mantener una conversación con personas conocidas
en ambientes adecuados que tengan en cuenta su limitación.
- Su si lenguaje es gestual, puede comunicarse plenamente en el entorno lingüístico que le
es afín, pero encuentra dificultades relevantes para comunicarse en medios exclusivos de lenguaje
oral.

GRADO IV – grave limitación para la recepción – articulación 21 a 27%


- Puede expresar y comprender los mensajes en POCAS situaciones normales de
comunicación de cada día con lenguaje oral o gestual. El habla presenta alteraciones en la
articulación y la prosodia que dificultan de forma relevante la inteligibilidad en circunstancias
desfavorables.
- Si utiliza un implante coclear, le permite con dificultad, y de forma limitada mantener una
conversación con personas conocidas en ambiente adecuado, apoyándose en lectura labial, sobre
temas conocidos y siempre que se tenga en cuenta su limitación.
- Si su lenguaje es gestual, puede comunicarse con limitaciones en el entorno lingüístico que
le es afín, pero encuentra dificultades graves para comunicarse en medios exclusivos de lenguaje
oral.

GRADO V– muy grave limitación para la recepción – articulación 28 a 35%


- El paciente no es capaz de expresar con claridad y de comprender los mensajes en
NINGUNA de las situaciones normales de comunicación de cada día, con lenguaje oral o gestual.
No es posible conseguir un mínimo rendimiento del tratamiento protésico y el paciente; si utiliza el
gesto en su comunicación, sólo le sirve para referirse a aspectos concretos estrechamente ligados
al contexto en el entorno lingüístico que le es afín.

TABLA 3: GRADOS DE DISCAPACIDAD SECUNDARIOS A TRASTORNOS DE LA VOZ

GRADO I – limitación mínima < a 6%


- Ronquera, monotonía, etc., que no limita la eficacia
de la emisión vocal para la comunicación.
- Puede que exija esfuerzo

GRADO II – limitación moderada 7 a 14%


- Fatiga fácil, voz siempre alterada
- Especial dificultad en ambientes ruidosos comunes
- Buena inteligibilidad en ambiente adecuado
- Tiempo de fonación menor de cinco segundos

GRADO III – limitación severa 15 a 20%


No puede hacerse oír en ambientes ruidosos
- Puede con dificultad hacerse oír en ambientes normales, cortos períodos de tiempo.
- La voz erigmofónica u otros métodos técnicos alternativos permiten una emisión eficaz.
(hay que tener en cuenta que al paciente laringectomizado que usa erigmofonía u otras técnicas
alternativas, habrá que combinar a ésta otras discapacidades que deriven de su deficiencia
laríngea y al traqueostoma, según criterios descriptos en el capítulo ORL)
GRADO IV - limitación grave 21 a 27%
- Voz siempre áfona, entrecortada y con esfuerzo
- Tiempo de fonación de uno o dos segundos, que apenas permite emisión incluso áfona de
palabras aisladas
- La voz erigmofónica u otros métodos alternativos apenas compensan la limitación,
pudiendo sólo emitir palabras aisladas con ruido y esfuerzo

GRADO V – limitación muy grave 28 a 35%


- No puede emitir ningún sonido articulado sonoro. (Sería el caso de un paciente con
largingectomía total que no consigue emisión erigmofónica de monosílabos, y no puede usar
electrolaringe por empastamiento y edemas de tejidos cervicales)

GRADOS DE DISCAPACIDAD SECUNDARIOS A TRASTORNOS DEL HABLA –


ARTICULACIÓN

GRADO I – mínima limitación <a6%


- Puede ejecutar la mayoría de los actos articulatorios necesarios para la comunicación oral
de cada día con la suficiente intensidad, claridad, velocidad y facilidad, aunque le pueda significar
cierto esfuerzo o pueda tener dificultades para producir algunas unidades fonéticas o mantener una
velocidad eficaz. En ocasiones el oyente puede precisar que el paciente repita.

GRADO II – limitación moderada 7 a 14%


- Puede ejecutar muchos de los actos articulatorios necesarios para la comunicación oral de
cada día con la suficiente intensidad, claridad, velocidad y facilidad, aunque el habla es casi
continuamente débil, imprecisa, lenta o interrumpida de tal manera que se hace difícil la
inteligibilidad en los ambientes ruidosos comunes en la vida normal (estaciones, restaurantes,
vehículos, etc.). Le entienden propios y extraños en ambientes normales) conversaciones en
grupos no numerosos, conversaciones reposadas y en entornos sin ruido excesivo)

GRADO III – limitación severa 15 a 20%


- Puede ejecutar algunos de los actos articulatorios necesarios para la comunicación oral de
cada día con la suficiente intensidad, claridad, velocidad y facilidad, aunque tienen considerables
dificultades para hacerse entender en ambientes ruidosos, se cansa rápidamente y apenas puede
mantener una articulación fluida, audible e inteligible por breves períodos de tiempo. Puede
conversar con personas conocidas, pero los extraños le entienden con dificultad incluso en
ambientes normales.

GRADO IV – limitación grave 21 a 27%


- Puede ejecutar pocos de los actos articulatorios necesarios para la comunicación oral de
cada día con la suficiente intensidad, claridad, velocidad y facilidad. Sólo puede emitir palabras
aisladas o frases cortas, o la intensidad es tan débil que apenas le oye un oyente cercano, o la
articulación es tan imprecisa que solamente se le entienden expresiones ligadas al contexto.

GRADO V – limitación muy grave 28 a 35%


- No puede ejecutar ninguno de los actos articulatorios necesarios para la comunicación oral
de cada día con la suficiente intensidad, claridad, velocidad y facilida
Es importante tener siempre presente cómo informar o comunicar:

• a las personas en situación de discapacidad, en términos de una comunicación accesible

• y cómo informar sobre la discapacidad, en tanto temática general.


Como hemos señalado, es importante tener presente el uso del término personas en situación de
discapacidad; esto significa que la discapacidad no define a la persona por sí misma, sino que se
constituye en tanto situación.

Entendemos a las “buenas prácticas” como las relaciones entre las personas que conviven a diario
en la sociedad que constituimos. Las “buenas prácticas”, bajo este entendido, tienen que ver con
los vínculos sociales, con el contacto diario que desarrollamos indispensablemente para nuestra
vida en sociedad. Vínculos que establecemos con personas a las que estamos muy cercanos/as:
familia, amistades, compañeros/as de trabajo, de estudio. Así como con personas desconocidas en
nuestra vida privada, eventuales o circunstanciales, transeúntes con quienes compartimos un
mismo espacio urbano, un mismo servicio, un mismo transporte colectivo, espacios públicos de
ocio. De aquí que lo que entendamos por “buenas prácticas” tendrá un grado de condicionamiento
respecto a las pautas que cada sociedad ha venido construyendo e instaurando para su
organización y funcionamiento micro, cotidiano.

A modo de realizar un rápido recorrido por las diversas vías y formas de comunicación, las mismas
pueden ser agrupadas básicamente en tres: medios escritos, medios auditivos y medios visuales.
Todos ellos pueden encontrarse conjuntamente en una sola vía de trasmisión del mensaje, o por
separado.

Para cualquiera de los casos es imprescindible que en una comunicación inclusiva se tenga en
cuenta cómo se nombra a las personas con discapacidad:

¡USTED NO DIGA! Discapacitado Deficiente Enfermito Incapacitado Personas con capacidades


diferentes Lisiado Minusválido Inválido Paralítico Mutilado Rengo Tullido Mongolito
Mongólico Retardado Retardado Mental Lenguaje de señas
Defecto de nacimiento

LA FORMA CORRECTA ES... Persona con discapacidad


Persona con discapacidad física
Persona con discapacidad intelectual
Lengua de señas Comunicación que utilizan las personas sordas y las personas oyentes con las
personas sordas Discapacidad congénita Persona con discapacidad congénita

“El” ciego Invidente Cieguito No vidente Corto de vista


Relegado a una silla de ruedas Confinado a una silla de ruedas
“El” Sordo Sordito Sordomudo* Insano Demente Loco Trastornado Esquizofrénico Anormal
(Hombre, mujer, niño) que padece... (Hombre, mujer, niño) que sufre... (Hombre, mujer, niño)
aquejado de... Víctima de... parálisis, Autismo Afectado por... parálisis, autismo
Persona con discapacidad visual Persona ciega
Persona con baja visión
Persona que usa silla de ruedas Usuario de silla de ruedas Persona que se traslada en silla de
ruedas Persona con discapacidad auditiva Persona sorda
Persona con discapacidad mental Persona con discapacidad psíquica
Persona con discapacidad
Que presenta discapacidad
Que tiene discapacidad
Las personas con discapacidad auditiva no necesariamente son mudas. (**) No corresponde
referirse a una persona sin discapacidad como “normal” respecto a una que tiene discapacidad
Nota: extraído del documento de SENADIS (Servicio Nacional de Discapacidad – Chile)
Recomendaciones para el uso correcto del lenguaje en temas relacionados con discapacidad.
Disponible en: www.senadis.cl

Caracterización general de las situaciones de discapacidad:

Situaciones de discapacidad motriz: Limitaciones en la marcha u otra función que responda al


sistema motor, acompañadas por situaciones de clara restricción para participar de las actividades
de su vida privada y social. Sobre todo en lo vinculado con el acceso edilicio, el transporte, el uso
de servicios públicos como cabinas de teléfonos, mostradores de atención al público, baños,
ascensores, entre otros.

Situaciones de discapacidad sensorial: Limitación visual, auditiva o sordoceguera; acompañadas


por situaciones de clara restricción para establecer una comunicación efectiva con otras personas.
Es decir, las personas con discapacidad, tienen derecho a utilizar LSU, de leer en sistema braille y
de acceder a la información del ambiente a través del audio, de contraste de colores, entre otras
especificidades.

Situaciones de discapacidad intelectual: Limitaciones en el área del desarrollo cognitivo y la


compresión, pueden ser de diferentes grados o niveles (como en los demás tipos de discapacidad).
Estas limitaciones pueden profundizarse o disminuirse dependiendo de las condiciones y
oportunidades del entorno (incluidas las instituciones educativas formales) así como del trato y las
prácticas que ejerzan las demás personas. Es importante no confundir las limitaciones de orden
cognitivo con aquellas de orden psíquico o mental.
Situaciones de discapacidad psíquica, mental: Limitaciones en la construcción de realidad
compartible que repercute en el área vincular (personal/social). Suele asociarse con limitaciones de
orden cognitivo, lo cual es incorrecto.
Situaciones de discapacidad “múltiple”: Limitaciones en diferente orden que pueden ser motriz,
sensorial, cognitivo o psíquico. Por ejemplo, una persona con discapacidad auditiva y motriz. Es
muy frecuente que en esta situación la dependencia se vea aumentada para el ejercicio de las
actividades más simples de la vida cotidiana, como alimentación, vestimenta o higiene personal.
Aun en estos casos debe favorecerse y privilegiarse la autonomía.

1- Cómo informar/comunicar a las personas en situación de discapacidad


ENTREVISTAS CARA A CARA
Es prioridad, frente a una entrevista que será publicada por cualquiera de los tipos de medios de
comunicación, que se obtenga el consentimiento de la persona con la información debidamente
explicitada sobre el medio y el programa en el que se enmarca la entrevista; el objetivo de la
misma, día, horario y modalidad en la que será difundida.

Es importante consultar a la persona con discapacidad acerca de las características de su


comunicación (si usa fundamentalmente: lengua de señas, lectura labial, lenguaje escrito y/o
lenguaje gestual) y las condiciones más apropiadas para una entrevista (por ej. un ambiente muy
ruidoso no favorece la escucha y la comprensión de las preguntas).
Si va a entrevistar a una persona que viene acompañada, diríjase a la persona a entrevistar y no a
su acompañante únicamente.

En el trato hacia personas con discapacidad auditiva o hipoacusia:


• Si se reúne con una persona sorda debe preguntar o consultar si sabe LSU y en ese caso es
imprescindible la presencia de un/una intérprete de LSU. • Diríjase siempre a la persona sorda y no
al/la intérprete. Éste/a no la sustituye. • Diríjase a la persona cuando está de frente a usted,
evitando hacerlo si está de espaldas. • Atraiga su atención haciéndole una seña, de no conseguirlo
toque el hombro con un movimiento muy suave y siempre estando dentro de su campo visual
(evitar tocar a la persona cuando está de espaldas). • Si es una entrevista donde participan
muchas personas, ordene el diálogo de modo que no se hable al mismo tiempo. Esto es necesario
para dar espacio a que la persona sorda se ubique y sepa quién le está hablando.

La interpretación en LSU no es ni puede ser textual, sino que es una representación conceptual del
contenido del mensaje, del diálogo que se está estableciendo. El/la intérprete necesita tiempo y
detalles para lograr trasmitir con exactitud ese contenido.

Se representa una entrevista entre dos personas sentadas una persona sorda... y un periodista,
éste dirige el micrófono al entrevistado. Se ven 3 personas sentadas, la persona entrevistada junto
a su intérprete y el periodista ubicado frente a estas dos personas, el micrófono del periodista va
dirigido hacia el/la intérprete, aunque su mirada va dirigida al entrevistado.)

• Si se reúne con una persona con hipoacúsia (pérdida auditiva parcial), pregúntele dónde sería
mejor que se ubique.

• Si hay varias personas en la reunión es necesario sentarse en semicírculo para que la persona
tenga visión de todas las demás y pueda saber quién está hablando.

• Si la persona realiza lectura labial mírela directamente y háblele de manera natural y clara.
Asegúrese de que la persona está comprendiendo el mensaje. Recuerde que no todas las
personas realizan lectura labial.

• No es necesario levantar la voz, a no ser que la persona solicite que se le hable más fuerte.

• Sea expresivo/a al hablar ya que los movimientos faciales y corporales ayudarán a la persona a
comprenderlo. Especialmente si el/la interlocutor/a tiene barba o bigote.
Una consideración sumamente importante para las personas sordas o hipoacúsicas es que la
iluminación debe permitir una buena visibilidad del entorno. Una iluminación intensa no permite la
visión necesaria como para realizar una correcta lectura labial y/o de la interpretación en LSU.

• Verifique que ha comprendido lo que le quiere trasmitir. • Asegúrese de que entendió el mensaje
correctamente.

• Por el contrario, si usted no entiende, pida que la persona repita lo que quiere trasmitir.
Existe la creencia errónea de que las personas en situación de discapacidad auditiva pueden
escribir y leer con facilidad. Esto no es así para todos los casos. El español escrito para las
personas sordas es su segunda lengua. No tiene que ver con su capacidad de aprendizaje, sino
con el manejo de una segunda lengua. La LSU es la primera lengua de la persona sorda y así lo
reconoce la legislación de nuestro país.

En el trato hacia personas ciegas o con baja visión:


• Hágale saber a la persona que se dirige a ella nombrándola o colocándole la mano sobre el
hombro, de modo que tenga certeza de que la comunicación es para ella.
• Identifíquese siempre al dirigirse a ella.
• Describa clara y brevemente el espacio donde se realizará la entrevista.
• Si le ofrece o indica alguna cosa, aclárele de qué se trata y en qué lugar exacto se encuentra
utilizando expresiones tales como a su derecha o izquierda, delante o detrás de usted, arriba,
abajo, entre otras similares.
• Para indicar un asiento oriente su mano hacia el respaldo del asiento.
• Pregunte a la persona si requiere ayuda para trasladarse.
• Si es necesario que le preste ayuda para ser guiada en el lugar donde se realizará la entrevista,
ofrezca el brazo. Ella le pedirá según su mano hábil, si prefiere tomarse del brazo izquierdo o
derecho.
• La persona seguirá los movimientos de su cuerpo, caminando a su lado, ligeramente detrás de
quien la guía.
Dos personas caminando, una de ellas es ciega y porta bastón blanco, ésta toma del brazo a la
persona que la guía. Estas personas se acercan a una silla frente al entrevistador y quien hace de
guía le indica dónde está el asiento, para ello toca el respaldo de la silla mientras la persona ciega
acompaña con su mano el movimiento hasta tocar el respaldo para luego sentarse.

• Advierta de posibles obstáculos que se encuentren a su paso explicitando de qué se trata. No se


exprese diciendo “¡cuidado!”, sin especificar cuál es el motivo de esa señal.

Existe la creencia errónea de que las personas en situación de discapacidad visual tienen mayor
capacidad a nivel de oído, tacto o de memoria, cuando lo que en realidad sucede es que optimiza
la información recibida de los demás sentidos.
Limitación en la producción del lenguaje oral:
• Tenga presente que el tiempo, el ritmo y la pronunciación son distintos.
• Si no comprende lo que le dice, hágaselo saber para que lo repita o lo comunique de forma
alternativa.
• Realice preguntas cortas y que requieran respuestas cortas.
• Es muy importante el manejo del tiempo en la comunicación. Mantener su atención, sosteniendo
la mirada ante la espera de la respuesta.
• La dificultad es en el habla, no es cognitiva; por tanto no está comprometida su capacidad para
responder.

En el trato adecuado a personas con discapacidad intelectual y/ limitaciones en la comprensión.


Es particularmente necesaria la utilización de un lenguaje llano, que no escatime en información,
pero que sea brindada con claridad, sin tecnicismos innecesarios. • Realice preguntas breves y
precisas.
• Si le parece que la persona no le entendió, debe reiterar la pregunta o reformularla, y si fuera
necesario ejemplificar.
• Trate a la persona de acuerdo a su edad, evitando infantilizar a las personas adultas.
• Es posible que en algunas ocasiones deba prever que la información esté en formatos sencillos
con fotografías o dibujos y que la letra de los documentos sea grande (macrotipo) y en doble
espacio.
• Utilice dos tipos de letra como máximo: para texto y para títulos.
• El tamaño de letra debe ser suficientemente grande, entre 12 y 16 puntos, siendo una opción
habitual 14 puntos, aunque varía según el tipo de letra.
• Utilice tipografías de trazo recto, sin accesorios, por ser más claras. Entre otras, se pueden
destacar Arial, Calibri, o similares.
• Si la persona tiene dificultades en el relacionamiento personal, tenga en cuenta eso y evite
situaciones que puedan generar discusiones o violencia.

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