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Taller V

Importancia semántica de los signos de puntuación

“Sin conocer el valor y la significación de los signos


de puntuación no podremos entregar jamás la
expresión correcta de nuestro juicio mental y
darnos cuenta de las malas interpretaciones de
nuestros lectores. Por esta razón debería
llamárseles signos de interpretación (…)”
Saad, Antonio (1994).

Objetivo:

Reflexionar sobre la importancia


semántica de los signos de puntuación.

Contenido:

 A manera de introducción.
 ¿Qué son los signos de
puntuación?
 ¿Nos dicen algo o nos
ayudan comprender?
 ¿Qué podemos decir a
través de los signos de
puntuación?
 Otra perspectiva.
 Evaluemos lo aprendido.
 Bibliografía.

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¿Qué conocemos respecto al tema?

1. Define signos de puntuación:


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2. ¿Los signos de puntuación tienen significado? Argumenta tu respuesta:


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3. ¿Los signos de puntuación ayudan a otorgar sentido a los textos? Argumenta tu respuesta:
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4. ¿Tienes dudas en cuanto al uso que debes dar a los signos de puntuación? En caso de que
tu respuesta sea afirmativa, indica con qué signos se te presentan las mayores dificultades:
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¿Qué conocemos respecto al tema?

5. Indica si en los siguientes ejemplos varía el sentido de la expresión con la presencia,


ausencia o cambio de los signos de puntuación:

Expresión ¿Varía el ¿Qué quiere decir?


sentido?

María busca “amigo” en vez de


“novio”.

María busca amigo en vez de


novio.

¡María busca amigo en vez de


novio!

¿María busca amigo en vez de


novio?

María busca amigo en vez de


novio.

María, busca amigo en vez de


novio.

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A manera de introducción:

Durante casi todo el proceso de nuestra educación escolar y más allá de éste (en los últimos
años de bachillerato y el primer semestre de los diferentes programas de formación universitaria),
participamos de sesiones dirigidas al aprendizaje de las normas de uso de los signos de puntuación;
hemos copiado y memorizado las reglas (generalmente casi ininteligibles, gracias al vocabulario que
se emplea para enunciarlas: un léxico que parece más dirigido a catedráticos que a aprendices de
escritura); sin embargo, muchos de nosotros llegamos a ser profesionales universitarios y seguimos
albergando dudas respecto a cuándo y por qué puntuar.

¿Cuántas veces dudamos si debemos colocar una coma o punto y coma?, ¿cuántas nos
han devuelto un escrito con correcciones que suponen la ausencia o el uso inapropiado de la
puntuación?, ¡cuánta inseguridad nos asalta a la hora de escribir y someter nuestros textos a la
lectura de los otros?… ¿Acaso no deberíamos tener un mayor dominio de un recurso tan común y
necesario después de tantos años de usar los signos y encontrarlos en los textos que leemos?

Ante los interrogantes formulados nos corresponde cuestionar la efectividad de los procesos
de enseñanzas basados en la enunciación de las reglas, también en los que se fundamentan en el
aprendizaje por impregnación (“de leer se aprende a escribir”), y buscar otras fórmulas que nos
ayuden a apropiarnos de unos signos cuya función es tan relevante que da sentido a nuestra
expresión.

Este texto apunta hacia la búsqueda de una estrategia de enseñanza reflexiva sobre el uso
de los signos. No se trata de una estrategia novedosa, sino de una propuesta alternativa para
aquellos aprendices que, habiendo probado con los referidos métodos, no han alcanzado el objetivo
de emplear con propiedad la puntuación en sus textos.

Iniciaremos con la reflexión en torno al valor semántico de los signos de puntuación para
luego adentrarnos en el uso que hacemos de cada uno de ellos, no desecharemos de ningún modo
la presentación de las normas, pero éstas se estudiarán una vez puesto de manifiesto el sentido del
empleo de cada signo.

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¿Qué son los signos de puntuación?

En el epígrafe que seleccionamos para este texto dejamos ver que concebimos los signos
de puntuación como recursos que no sólo sirven para separar o diferenciar incisos (oraciones,
expresiones), sino que funcionan para otorgar sentido a lo que se escribe.

¿Nos dicen algo o nos ayudan comprender?

En líneas generales podemos afirmar que los signos por sí mismo no cuentan con una carga
significativa, ellos no nos dicen nada al encontrarse sin palabras.

Verbigracia:
,
;
:
“” ‘ ’ ‹‹ ››
() [ ]
--
––
No obstante, tenemos tres signos que pudieran generar significado independiente de las
palabras (aunque siempre demandan de un contexto situacional que los justifique y expliquen al
lector), estos signos son: exclamación, interrogación y suspensivos.

Tomemos en cuenta los siguientes ejemplos:

Qué entenderíamos si encontráramos una valla publicitaria con la siguiente impresión:

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Seguramente pensaríamos que nos encontramos ante una campaña de intriga y que pronto
comenzarán a aparecer otros textos que se publicitarán en la valla en cuestión.

¿Cómo interpretas las siguientes representaciones?:

?
Más allá de las excepciones referidas, debemos expresar que los signos de puntuación
cobran vida entre las palabras, a la vez que agregan sentido a las mismas, a las ideas que
intentamos transmitir a través de la escritura. Vale decir que una intención expresiva puede ser
alterada al agregar o elidir signos.

Leamos el siguiente ejemplo que me fue narrado por una Profesora del estado Bolívar:

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Un terrateniente se apropió de un río y escribió el siguiente cartel para evitar que los
campesinos pudiesen servirse del agua:

Propiedad privada
No pase

Un lugareño, que decidió intervenir en la injusta decisión, usó algunos signos para dar un
giro a la expresión del terrateniente:

¿Propiedad privada?
No, pase.

Reiteremos que la puntuación nos ayuda a expresarnos y nos facilita la comprensión de


los textos, nos sirve para separar incisos y no sólo como “tanques de oxígeno” (según lo critica
Escalante, 2001), por indicar al lector las pausas que debe hacer al leer.

Veamos algunos ejemplos que nos ayudarán a ilustrar nuestra idea:

Expresión Sentido
María camina sola. Nos indica que María camina sin compañía.
María camina “sola”. Las comillas nos dejan ver que no es exactamente sola que
camina María (se puede estar ironizando sobre el hecho).
¡María camina sola? El que aparezca el signo de interrogación y el de
exclamación nos indica que hay una interrogante a la vez
que una expresión de sorpresa por el hecho de que María
camine sola.
María, camina sola. La coma vira el sentido, dado que ahora se le está pidiendo
a María que acometa la acción de caminar sola.

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¿Qué podemos decir a través de los signos de puntuación?

Con el uso cuidadoso de la puntuación logramos sustituir palabras, demostrar sorpresa o


admiración, manifestar que ponemos en tela de juicio algo.

Verbigracia:
Podemos emplear los dos puntos para sustituir palabras:

 Karirna estaba contenta: había conseguido trabajo.


 Raquel es una excelente trabajadora: se merece el premio.
 Adelina recibió muchos regalos: tiene diez hijos.

En los casos presentados los dos puntos sustituyen expresiones como: “pues”,
“porque”, “así que”, "por ello”, “por tal razón”, “por lo tanto”, “en consecuencia”…

Para demostrar sorpresa o admiración, ya conocemos el uso tradicional de los signos de


puntuación, pero si queremos interrogar al tiempo que deseamos manifestar una emoción, los
emplearemos de la siguiente forma:

 ¿Cómo es la cosa!

Si pretendemos poner en tela de juicio alguna afirmación podemos recurrir a la interrogación


entre paréntesis o a las comillas:

 Ella es honrada (?).


 Ella es “honrada”.

Otra perspectiva:

José Saramago, el gran escritor portugués, sólo hace uso de dos signos de puntuación en
sus textos literarios: la coma y el punto; el autor integra diálogos y descripciones en un mismo
párrafo, los cambios de voz los marca con el uso de la mayúscula; de este modo ha logrado escribir

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obras tan maravillosas como Los últimos días de Ricardo Reis, Ensayo sobre la ceguera, Todos los
nombres, El hombre duplicado, Caín…

La escritura es rica en recursos expresivos que el Nobel maneja con una maestría inusual en
su intención de reproducir la oralidad, por lo que se puede permitir, incluso, no emplear algunos
signos de puntuación que el lector no echa en falta.

Veamos un ejemplo ubicado en la novela Todos los nombres:

Antes que la madre de la criatura tuviera tiempo de


responder, una voz de hombre preguntó desde dentro, Quién es,
ella volvió la cabeza, Es una persona preguntando por la señora del
entresuelo, después miró a don José y dijo (…)

Ciertamente, en la Literatura acaecen tales prodigios; no obstante, el mismo Saramago, en


otra tipología textual, nos da cuenta de un fino uso de los signos de puntuación, más allá de las
comas y puntos que suele emplear en su narrativa.

Lee el siguiente texto:

“Manifiesto Contra la Guerra”


(Leído por el autor al finalizar la manifestación de Madrid,
el sábado 15 de marzo de 2003)

José Saramago

Ellos creían que nos habíamos cansado de protestas y que les habíamos dejado libres para
seguir en su alucinada carrera hacia la guerra. Se equivocaron. Nosotros, los que hoy nos estamos
manifestando, aquí y en todo el mundo, somos como aquella pequeña mosca que obstinadamente
vuelve una y otra vez a clavar su aguijón en las partes sensibles de la bestia. Somos, en palabras
populares, claras y rotundas para que mejor se entiendan, la mosca cojonera del poder.

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Ellos quieren la guerra, pero nosotros no les vamos a dejar en paz. A nuestro compromiso,
ponderado en las conciencias y proclamado en las calles, no le harán perder vigencia y autoridad
(también nosotros tenemos autoridad) ni la primera bomba ni la última que vengan a caer sobre Irak.
No digan los señores y las señoras del poder que nos manifestamos para salvar la vida y el
régimen de Sadam Hussein. Mienten con todos los dientes que tienen en la boca. Los
manifestamos, eso sí, por el derecho y por la justicia. Nos manifestamos contra la ley de la selva que
Estados Unidos y sus acólitos antiguos y modernos quieren imponer al mundo. Nos manifestamos
por la voluntad de paz de la gente honesta y contra los caprichos belicistas de políticos a quienes les
sobra en ambición lo que les va faltando en inteligencia y sensibilidad. Nos manifestamos en contra
del concubinato de los Estados con los super-poderes económicos de todo tipo que gobiernan el
mundo. La tierra pertenece a los pueblos que la habitan, no a aquellos que, con el pretexto de una
representación democrática descaradamente pervertida, al final les explotan, manipulan y engañan.
Nos manifestamos para salvar la democracia en peligro.

Hasta ahora la humanidad ha sido siempre educada para la guerra, nunca para la paz.
Constantemente nos aturden las orejas con la afirmación de que si queremos la paz mañana no
tendremos más remedio que hacer la guerra hoy. No somos tan ingenuos para creer en una paz
eterna y universal, pero si los seres humanos hemos sido capaces de crear, a lo largo de la historia,
bellezas y maravillas que a todos nos dignifican y engrandecen, entonces es tiempo de meter mano
a la más maravillosa y hermosa de todas las tareas: la incesante construcción de la paz. Pero que
esa paz sea la paz de la dignidad y del respeto humano, no la paz de una sumisión y de una
humillación que demasiadas veces vienen disfrazadas bajo la mascarilla de una falsa amistad
protectora.

Ya es hora de que las razones de la fuerza dejen de prevalecer sobre la fuerza de la razón.
Ya es hora de que el espíritu positivo de la humanidad que somos se dedique, de una vez, a sanar
las innúmeras miserias del mundo. Esa es su vocación y su promesa, no la de pactar con supuestos
o auténticos "ejes del mal".

Amenamente estaban Bush, Blair y Aznar charlando sobre lo divino y sobre lo deshumano,
seguros y tranquilos en su papel de poderosos hechiceros, expertos en trucos de trilero y
conocedores de eméritos de todas las trampas de la propaganda engañosa y de la falsedad
sistemática, cuando en el despacho oval donde se encontraban reunidos irrumpió la terrible noticia
de que los Estados Unidos de América del Nortehabían dejado de ser la única gran potencia
mundial. Antes de que Bush pudiera asestar el primer puñetazo en la mesa, vuestro presidente José
María Aznar se dio prisa en declarar que esa nueva gran potencia no era España. "Te lo juro,
George", dijo. "Mi Reino Unido tampoco", añadió rápidamente Blair para cortar la naciente suspicacia
de Bush. "Si no eres tú y tú no eres, ¿quién es entonces?", preguntó Bush. Fue Colin Powell, mal
creyendo él mismo en lo que estaba pronunciando su propia boca, quien dijo "La opinión pública,
señor presidente".

Ya habéis comprendido que esta historieta es un simple invento mío. Os pido por tanto que
no le deis importancia. Pero sí la tiene que lo que ya es una evidencia para todos, la más exaltadora
y feliz evidencia de estos conturbados tiempos: los hechiceros de Bush, Blair y Aznar, sin quererlo,
sin proponérselo, nada más que por sus malas artes y peores intenciones, han hecho surgir,
espontáneo e incontenible, un gigantesco, un inmenso movimiento de opinión pública. Un nuevo
grito de "No pasarán", con las palabras "No a la guerra", recorre el mundo.

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No hay ninguna exageración en decir que la opinión pública mundial contra la guerra se ha
convertido en una potencia con la cual el poder tiene que contar. Nos enfrentamos deliberadamente
a los que quieren la guerra, les decimos "NO", y si aún así siguen empecinados en su demencial
afán y desencadenan una vez más los caballos del Apocalipsis, entonces les avisamos desde aquí
que esta manifestación no es la última, que continuaremos las protestas durante todo el tiempo que
dure la guerra, e incluso más allá, porque a partir de hoy ya no se tratará simplemente de decir "No a
la guerra", se tratará de luchar todos los días y en todas las instancias para que la paz sea una
realidad, para que la paz deje de ser manipulada como un elemento de chantaje emocional y
sentimental con que se pretende justificar guerras.

Sin paz, sin una paz auténtica, justa y respetuosa, no habrá derechos humanos. Y sin
derechos humanos (todos ellos, uno por uno) la democracia nunca será más que un sarcasmo, una
ofensa a la razón, una tomadura de pelo. Los que estamos aquí somos una parte de la nueva
potencia mundial. Asumimos nuestras responsabilidades. Vamos a luchar con el corazón y el
cerebro, con la voluntad y la ilusión. Sabemos que los seres humanos somos capaces de lo mejor y
de lo peor. Ellos (no necesito ahora decir sus nombres) han elegido lo peor. Nosotros hemos elegido
lo mejor.

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Para la comprensión lectora

¿En qué marco histórico se da el discurso?

¿Cuál es el llamado que hace el escritor a la humanidad?

¿En qué consiste la democracia para el autor?

¿Qué opinas respecto del discurso?

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¿Qué hemos aprendido?

1. Define signos de puntuación:


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2. ¿Los signos de puntuación tienen significado? Argumenta tu respuesta:


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3. ¿Los signos de puntuación ayudan a otorgar sentido a los textos? Argumenta tu


respuesta:
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4. ¿Has aprendido algún uso de la puntuación distinto al que ya conocías? En caso de ser
afirmativa tu respuesta, ejemplifica:
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Bibliografía:

Escalante, Beatriz (2001): Curso de redacción para escritores y periodistas. Editorial Porrúa, S.
A., México.

Halperín, Jorge (2003). Saramago: “soy un comunidata hormonal”. Conversaciones con Jorge
Halperín. Capital intelectual, S.A., Le Monde Diplomatique, Buenos Aires.

Rodríguez, Lourdes (2007). La lengua escrita. Fondo Editorial Question, Caracas.

Saad, Antonio (1999). Manual del redactor. Editorial Diana, S.A., México.

Saramago, José (2003) Manifiesto contra la guerra. En: http://www.fntcm-euskadi-


ugt.org/documentacion/saramago.pdf (23/04/08).

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