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Debate
El debate es una discusión ordenada entre varias personas que exponen sus diferentes
opiniones sobre un tema determinado. No se trata de una lucha o una pelea, sino que el
debate es un acto comunicacional que constituye una técnica o modalidad para discutir de
manera formal a través de un moderador que dirige, guía y conduce el intercambio y la
discusión.
El debate comienza con una breve introducción por parte del moderador explicando la
temática del debate, quien debe señalar el orden de las intervenciones y otorgar el uso de
la palabra al que lo solicite, tratando de evitar las interrupciones a la persona que habla.
El desarrollo del debate debe acontecer en un clima de orden y respeto por las opiniones
de todos, donde los participantes esperan el turno para hablar y respetan el tiempo
asignado para argumentar y defender su posición.
Para finalizar el debate, el moderador realiza un breve resumen de las opiniones vertidas,
sintetizando las diferentes posturas e invitando a los oyentes a formar su propia
perspectiva del hecho o la situación debatida, considerando las opiniones expresadas a lo
largo del desarrollo del debate.
Es muy importante la figura del moderador, que es clave para el éxito del debate. El
moderador es quien determina la duración de cada exposición (5 minutos por ejemplo) en
la cual el participante expondrá los puntos más relevantes de su postura.
Argumentación
La argumentación consiste en defender una idea u opinión alegando una serie de razones
que la apoyan. El propósito de la argumentación es convencer a alguien de la validez de
una idea o persuadirlo para que adopte un determinado comportamiento. De ahí que en
la argumentación sea posible distinguir dos dimensiones: una lógica, en la medida en que
se aportan razones, y otra práctica, por cuanto la finalidad última es lograr la adhesión del
receptor.
Los argumentos
La opinión que se sustenta recibe el nombre de tesis y las razones que se alegan en su
defensa se denominan argumentos.
Para que la argumentación resulte eficaz, el emisor debe tener presentes las
características y creencias de las personas a las que se dirige; solo así podrá conocer a qué
argumentos son más sensibles. Además, estos deben estar relacionados con la tesis de tal
modo que la aceptación de los argumentos conduzca a la aceptación de la tesis. En las
argumentaciones es frecuente que el emisor se manifieste en su propio texto (mediante el
uso de la primera persona, por ejemplo) y que se refiera directamente al destinatario con
el fin de implicarle en el discurso.
• La película ha tenido más de dos millones de espectadores, así que debe de ser muy
buena.
No sería consistente, sin embargo, el argumento que se esgrime en este otro enunciado:
• Fumar es perjudicial para la salud porque mi primo sufrió un accidente cuando iba
fumando.
Un modelo para organizar las ideas
La aportación de Toulmin
El problema en este planteamiento empírico es que con él se borran todas las relaciones
internas entre lo que de hecho es aceptado como válido en el sentido de una pretensión
(universal) que trasciende todas las limitaciones locales, temporales y sociales.
Un caso concreto del riesgo que contiene esta aproximación es la política actual de control
del riesgo que contiene esta aproximación es la política actual de control de los
inmigrados en California. La propuesta 187 es un claro ejemplo de lo que colectivamente
es válido para una comunidad que defiende el destino de sus impuestos y se niega a
otorgar servicios a una población que no es estadounidense.
La ventaja de este esquema es que permite el juego plural de pretensiones de validez sin
negar el sentido crítico del concepto de validez. Se pretende con ello lograr un discurso
convincente por su contenido de verdad. Al mismo tiempo, se propone un concepto de
racionalidad que se adapte a los procesos tanto de comunicación como de formación del
consenso en las diversas áreas del comportamiento social.
El problema del modelo de Toulmin radica en la falta de adaptación convincente entre los
planos ideales y abstractos que representan lo lógico y lo empírico con las
argumentaciones reales y cotidianas. Sin embargo, hoy por hoy, es una herramienta de
organización que puede apoyar el proceso de argumentación y de formación de un
consenso en un grupo.
El modelo de Toulmin
En las formas de expresión del contenido las opciones son: a) asertiva (de
afirmación contundente) b) imperativa (de deber u obligación) c) interrogativa (de
duda o cuestionamiento) d) optativa (de elección o decisión)
Optar por cualquiera de ellas requiere decidir acerca de una estrategia
argumentativa y un efecto conscientemente deseado.
3. La razón o fundamento obtiene su fuerza gracias a una regla de inferencia, un
principio, una ley, una norma que debe hacerse suficientemente explícita y que
funcione como el aval o garantía de lo dicho, prescrito o supuesto.
En esta fase se invoca con frecuencia al argumento por autoridad, que se
caracteriza por utilizar actos o juicios de una persona o de un grupo de personas
como medio de prueba en favor de una tesis.
Las autoridades invocadas son, la mayoría de las veces, salvo cuando se trata de un
ser absolutamente perfecto, autoridades específicas a las cuales la audiencia les
reconoce su capacidad en el asunto que se debate. La pregunta que se responde
en esta fase es en esencia: ¿Está la autoridad capacitada para juzgar, para tomar
una decisión y zanjar el debate?
Antes de invocar a una autoridad se confirma su capacidad, se consolida, se
fundamenta con una prueba o referencia válida. La mayoría de las veces el
argumento de autoridad, en lugar de constituir la única prueba, viene a completar
una rica argumentación.
4. La regla, norma, valor o acción se apoya en evidencias de tipo diverso. Al conjunto
de experiencias, suposiciones y declaraciones que avalan las bases sobre las que se
apoya la ley o norma se le conoce como respaldo. Una vez que ciertos datos han
quedado suficientemente asentados dentro de la fase de las bases, es necesario
que éstas se refuercen con declaraciones hipotéticas (inferencias-efectos), que
puedan actuar como puentes y autorizar el tipo de conclusiones y prácticas que se
desprenden de nuestro razonamiento.
Esta fase es delicada, tanto para el oponente como para el que propone; en una
negociación, de esto depende poder lograr el consenso paulatinamente, o en casa
del oponente, localizar la falla, o la falacia en el argumento o la propuesta. La
forma usual en la que se presenta este tipo de argumentación es: si D, entonces C;
en la mayoría de los casos no se presenta tan claramente, ya que es posible
expandir o hacer más explícitas las conexiones. Por ejemplo, podrían enunciarse
como: “Datos como D nos dan derecho a concluir…, o a hacer propuestas o
demandas de que…, o como en el caso C, o alternativamente a…, o dados los datos
D…, uno puede tomarlo como C”.
5. Se contempla en cada caso la posibilidad de modificar o recortar la pretensión de
validez, lo que llamamos factor negociador. Hay que considerar los topes máximo y
mínimo.
El tope máximo se refiere a la aspiración mayor, a lo que se considera como todo
lo que se desea lograr sin hacer ninguna concesión. En cambio, el tope mínimo se
refiere a aquello que sería como lo menos que se desea conseguir.
Incluir dentro de la argumentación el factor negociador implica la existencia de una
voluntad de moderación por parte del hablante. Mediante la actitud negociadora
se proyecta también la seguridad y confianza en lograr un acuerdo o consenso por
la vía de la argumentación. Se provee de un terreno donde el participante admite
la existencia de diversos grados e interpretaciones de la realidad, de jerarquías y
principios sujetos a la crítica y más que nada proyecta la certeza de que no hay
verdad absoluta ni una solución única, sino un buen argumento y la mejor
propuesta razonable.
Con esta actitud negociadora se abre el campo del debate a la argumentación con
horizontes de racionalidad y esto favorece que la audiencia escuche con menos
reservas su planteamiento. También es cierto que puede actuar en su contra e
indique precisamente su inseguridad: esto depende estrechamente de si este
factor negociador se presenta como punto de arranque del debate o, por el
contrario se guarda hasta el final.
Otra forma de considerar el factor negociador es como la frontera que tiene el
participante para moverse en su intención argumentativa y en su temática.
a) Tiene que quedar clara la clase de asuntos que intenta abordar el argumento y
circunscribir el campo de la argumentación al tipo de discurso, ya sea estético,
práctico-moral. Científico u otro.
b) Debe quedar asentado el propósito subyacente en el debate.
c) Las razones o fundamentos en que se base la argumentación tienen que ser
relevantes en relación con la emisión problemática planteada en el argumento, y
ser suficientes para apoyar la conclusión a la que conduce.
d) La garantía con que se cuenta para asegurar la fuerza de convicción del argumento
tiene que ser aplicable al caso que se discute y tiene que basarse en un sólido
respaldo de una autoridad o ley.
e) La fuerza de tal pretensión resultante tiene que hacerse explícita y han de
entenderse bien las posibles refutaciones o excepciones.
f) Toda argumentación debe contemplar dentro de sus límites la conciliación y
modificación de la pretensión de validez para ser considerada como razonable.
Técnicas y estrategias argumentativas
Consideraciones preliminares
Creemos que, más que aprender un manual de técnica o recetas, es necesario precisar
ciertos mecanismos en torno al proceso de argumentación que es deseable tener en
cuenta, lo que no obsta para recomendar el empleo de la estrategia que, en el
contexto de las reglas de juego y en vista del tipo de público que se tenga, prometa el
resultado más favorable.
Así como a cada campo de estudio, sea historia, lingüística, química o computación, le
corresponde un cierto tipo de lenguaje técnico y de auditorio, de la misma forma
también le son propios ciertos mecanismo de argumentación. Por eso, no sólo el tipo
de discurso –teórico-instrumental, práctico, estético o terapéutico-, sino el campo de
estudio, deben considerarse cuando de un debate se trata, tanto si se sostiene la
proposición o si se objeta.
Por tanto, los factores a los que hay que atender se centran no en mecanismos
puramente lógicos y aplicables a cualquier discurso, sino idealmente en recursos de
memoria, atención y asociación de ideas que favorezcan seguir de cerca el proceso
argumentativo propio y ajeno. Otros factores se refieren a la necesidad de atender al
contexto del debate, a las reglas a las que estamos sometidos y a los límites
considerados tanto aceptables como apropiados para el campo de estudio y por el tipo
de auditorio.
Otro asunto es cuando hablamos del tipo de discurso teórico e instrumental, ya que en
ellos las preguntas se concentran en contestar a preguntas como: ¿Lo que se dice
acerca del mundo –el qué- puede ser demostrado o probado? A partir de las bases, el
respaldo y las evidencias presentados, ¿las conclusiones son concluyentes? ¿Las
inferencias que se desprenden de sus declaraciones son probables? ¿Su conclusión es
necesaria? ¿Está completa? Con estas preguntas en mente se abre el debate
enfocándose directamente al contenido mismo de lo que se quiere defender como
argumento a favor o en contra. No podríamos hablar de un procedimiento
suficientemente eficaz que pudiera abarcar cada uno de los tipos de discursos o
campos. Más bien podemos considerar, en cambio, ciertas técnicas y estrategias
orientadas hacia la compatibilidad y coherencia en los planteamientos de acuerdo con
el tipo de argumentación.
Lo que hay que tener en cuenta es que, mientras no se desee un cambio, no hay razón
para plantear o explicar incompatibilidades. Al hablar tanto de discurso práctico como de
crítica estética, una de las cuestiones implícitas es que se debate sobre valores y normas.
Algunos de las estrategias planteadas para el discurso práctica se emplean también para la
crítica estética. Sin embargo, lo más característico en este tipo de argumentación es la
discusión de valores y su dilema. El dilema radica en que sólo se puede considerar como
válidos universalmente a aquellos valores que se presentan de manera abstracta y sin
especificar su contenido. Estos pueden ser: lo verdadero, el bien, lo bello, lo absoluto, lo
gracioso, lo trágico y otros, ya que es necesario llevar estos valores a lo concreto (acto u
objeto), a lo particular y necesitamos de la adhesión de un auditorio específico: al que
debemos convencer, persuadir o motivar para aceptar, modificar o restablecer el valor
que deseamos destacar. La dificultad mayor es cuando el consenso que requerimos de
una comunidad está en pugna o diferencia con la valoración que defendemos o atacamos
y es cuando se precisa de la actividad argumentativa.
Los lugares comunes pueden dar lugar a grandes debates, especialmente cuando la
discusión se centra en conflictos entre calidad y cantidad, por ejemplo ¿qué es mejor,
incrementar el número de alumnos para obtener mayores recursos, o mejorar la
educación para menos alumnos y con mayor costo?
En especial, hay que cuidar para este tipo de discurso y argumentación varias estrategias,
entre ellas:
Tan importante para el debate es evitar la incompatibilidad como evitar el ridículo. La risa,
recordemos, es la sanción que se otorga a un argumento absurdo, incoherente o
inaplicable. Una afirmación es ridícula cuando entra en conflicto, sin justificación alguna,
con una opinión sostenida por el grupo. Decimos “sin justificación” debido a que en
ocasiones estas afirmaciones resultan ser la mejor estrategia para romper las
expectativas, modificar un estado de ánimo e introducir de manera abrupta un nuevo
cuestionamiento, o incluso como recurso para llamar la atención.
Por lo regular se considera como ridículo aquello que va contra la lógica, un equívoco en la
pronunciación o en la comprensión de los términos, o una falla en la enunciación de los
hechos. Imputar de ridícula una aseveración o de ridículo un hecho implica que, de alguna
manera, ésta o éste ha quebrantado algún principio lógico o sociocultural y que, por tanto,
es rechazado o sancionado. La tendencia en un grupo es a favor de la conservación y
fomento de lo que está admitido. Decir que una persona y sus opiniones son inadmisibles
porque las consecuencias serían ridículas, es normalmente considerado como una de las
más graves objeciones que pueden presentarse en la discusión.
Enlaces: persona-acto
El problema de la argumentación en el tipo de discurso terapéutico se centra en las
nociones de persona y de acto en su enlace, y en su independencia relativa, por el otro. La
veracidad tiene que ver con la posibilidad de analizar en la persona el grado de solidaridad
entre el que dice ser y lo que hace.
Por otra parte, también cuenta el grado de conocimiento personal que se tiene de sí y la
honestidad con que se admiten prejuicios o tendencias subjetivas. Probarle a alguien que
actúa por sus prejuicios es delatar su ignorancia con respecto a sus actitudes y reacciones.
Los prejuicios raciales pueden hacer variar un veredicto de culpable o inocente en un
juicio por asesinato. Si el jurado desconoce sus prejuicios, éstos actuarán en contra de una
decisión justa y pueden ofuscar la evaluación del hecho. Actuar y decidir bajo el influjo de
concepciones heredadas o sin analizar puede ser la causa más importante de incurrir en la
falta de veracidad.
Enlaces: signo-símbolo-objeto
Cualquier símbolo puede utilizarse como signo y servir de medio de comunicación, con la
condición de que se integre en un lenguaje comprendido por una comunidad. Sea cual sea
la génesis del nexo simbólico, el símbolo se modifica por su uso. También es cierto que, al
no ser convencional en el enlace simbólico, ni estar basado en una estructura de lo real
universalmente conocida y admitida, la significación de un símbolo puede reservarse sólo
a los iniciados y permanecer para otros incomprensible por completo, como si se tratara
de una lengua extranjera. Lo que era símbolo pierde totalmente este carácter si falta ese
lazo de significación y representación.
En este tipo de discurso el empleo de la analogía, la metáfora y la metonimia son los
principales recursos para entablar los enlaces entre la imagen-significación-cosa y el
símbolo.