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MÉTODO Y SISTEMA EN SPINOZA

Dice F. Alquié’ que hay filósofos del método y filósofos del sis-
tema. Serían filósofos del método aquellos que se sienten obligados
a adoptar el punto de vista del hombre al comienzo de su discurso
filosófico —el hombre se eleva poco a poco hacia la verdad y el
método es la vía, el camino que conduce a ella. Spinoza, por el con-
trario> sería un filósofo del sistema; en él, método y sistema serían
indisociables; no parte del hombre para avanzar en busca de la
verdad, sino que su punto de partida es la verdad misma ya presente
en el hombre, Dios> principio del método y consumación del sistema.
La posesión de esta verdad, ya desde el comienzo, podría significar
la anulación del método, ya que ella es la culminación del sistema,
pero también podría significar el comienzo del método y del sistema
más perfectos 2 Decimos «método y sistema más perfectos» porque
en ellos se realizaría un modelo, un ideal de conocimiento presente
en la filosofía desde la antigUedad: el conocer a partir de las causas;
si desde el comienzo poseyéramos el conociminto de las causas>
podríamos construir el sistema más perfecto de explicación del mun-
do. Esta tarea es la que Spinoza se propone llevar a cabo con la
ayuda del modelo más perfecto de construcción científica: la Mate-
mática y su procedimiento deductivo. Pero semejantes pretensiones
no podrían caber en alguien que tuviera conciencia de las limitaciones
del entendimiento humano, de su indigencia, y Spinoza, alimentán-
colas, hace alarde de una infinita confianza en la capacidad de la
razón.

Algulé, F., Nature et vérité daus U philosoph¿e de Spinoza, lLes Cours de


Sorbonno, C. D. U., pág. 34.
2 Parkinson, G. H. R., Spinoza>s theory of knowledge, Oxford, At the Claren-
don Press> 1964, pág. 17.
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Estos tres presupuestos> cuyo común denominador es el tercero


de ellos, subyacen al sistema spinoziano. Si quisiéramos buscarles una
explicación tendríamos que acudir a la fuentes ideológicas de la época,
rica en novedades pero cargada de una enorme tradición filosófica;
Spinoza vive en la Europa del siglo xvíí, respira el aire de la Europa
del siglo xvíí y la plataforma de su pensamiento son las ideas de su
tiempo. Tentemos, pues, una breve explicación epocal.
En primer lugar, el conocimiento a partir de las causas posee
y poseerá un carácter modélico mientras la noción de causalidad,
tanto física como metafísica> no sea atacada en sus cimientos; este
ataque> como ya es sabido, se lleva a cabo en el mundo inglés y su
definitivo desmoronamiento no se producirá hasta un siglo más tarde>
por obra de la crítica de Hume. En el Continente, aunque el concepto
aristotélico de causa sufra interesantes modificaciones, nadie, ni
siquiera los antiaristotélicos osan acometer la tarea de zapa que
sería necesaria para que dicho concepto dejara de constituir un
presupuesto epocal. Es más> se da el caso de que en las disputas
postrenacentistas en torno a la división y clasificación de las ciencias
hubo quien negó a la Matemática el derecho a ocupar un puesto
entre ellas porque su conocimiento no era de tipo causal —aun admi-
tiendo y teniendo muy en cuenta su valor de instrumento Spinoza ~.

se propone realizar este ideal, e, invocando el modo de pensar de


los antiguos, no admite otro conocimiento verdadero que el que
procede de las causas a los efectos 4; y su sistema adquirirá un matiz
especialísimo por obra de la reducción de todo tipo de causalidad
al de causalidad inmanente.
Por lo que respecta al modelo matemático, Spinoza no pudo sus-
traerse a su fascinación menos que cualquiera de sus contemporáneos.
Los avances conseguidos por la Matemática deslumbran, y de manera
especial a los profanos o semiprofanos en la materia. Su método>
llamado indistintamente método matemático o método geométrico>
se intenta aplicar a todas las ramas de la Filosofía e incluso a la

3De ,Xngelis, E., II metodo geometrico nella filosol ja del Seicento, Felice
Le Monnier, Fironze, 1964, págs. 15-16.
4 Spinoza, Tractatus de Inteueetus Emendatione. Opera quotquot reperta
sunt. Recognoverunt 1. Van Vioten et 1. N. P. Land. Hagae comitum apud Mar-
tinuni Nijhoff, MCMXIV, vol. 1, pág. 27: «...veteres dixerunt, nempe veram
scientiam procedere a causa ad cli ectus».
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Teología, con el subsiguiente escándalo que este último intento estaba


destinado a producir. La claridad del conociminto matemático y el
rigor de su procedimieno deductivo se convierten en lugar comun
de la época; los «Elementos” de Euclides se consideran como el
ideal de demostración científica5. Y Spinoza construye su sistema
«more geometrico”, acarreándose con ello una acusación de incon-
secuencia, dado el estatuto ontológico de segunda categoría que las
entidades geométricas parecen tener dentro de dicho sistema 6, pero
evitándose con ello una posible acusación de platonismo.
Y, por último, la confianza en la razón> presente de uno u otro
modo en toda la corriente de pensamiento que tópicamente se ha
venido llamando <‘racionalismo>’, adquiere en Spinoza unas caracte-
rísticas que han permitido considerarlo como el racionalista por
antonomasia. Decía, y decía bien, que la razón puede más que las
pasiones, pero no alcanzó a ver que quizá la más funesta de todas
ellas sea precisamente el culto a la razón.

1. CONsIDERAcIÓN EXTERNA DEL MÉTODO EN SPINOZA

Teniendo en cuenta los presupuestos a que nos hemos referido,


veamos cómo Spinoza se dispone a construir su sistema bajo los
mejores auspicios: a partir de la causa deducirá los efectos «more
geometrico”; tiene en sus manos el método más perfecto para cons-
truir el sistema más perfecto. No dudará, como Descartes, ni siquiera
hiperbólicamente, aunque sus preguntas al comienzo del De Intellec-
tus Emendalione acerca de lo que constituya el sumo bien para el
hombre den pie para sospecharlo; y es que, con todas las reservas
que quieran hacerse> por debajo de todo su pensar late un orgullo,
orgullo que contrasta con la humildad gnoseológica de un Descartes
que, aun creyendo que el conocimiento perfecto sería el que proce-
diera de las causas a los efectos, se conforma con elevarse del cono-
cimiento de los efectos al de las causas, procedimiento regresivo
que se convierte en blanco de las críticas de Spinoza a su filo-
sofía. De esta manera nos encontramos con una curiosa asimilación

5 De Angelis, E., o. c., págs. 1-31.


6 Gueroult, M., Spinoza. 1: Dien., Aubier-Montaigne, Paris, 1968, págs. 419-422.
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entre la idea aristotélica de que lo primero en el orden del ser es


lo último en el del conocer y el método regresivo utilizado por Des-
cartes, en un tercer nivel de conocimiento, nivel imperfecto, preludio
del cuarto nivel en el que se sitúa Spinoza afirmando la prioridad
tanto gnoseológica como ontológica de la causa primera ~.

Esta distinción entre Descartes y Spinoza es la que permite inter-


pretar la filosofía de aquél como aplicación del método analítico,
mientras que la de éste constituiría el ejemplo más claro de un
sistema sintéticamente construido. No está tan claro, sin embargo,
que ninguno de los dos utilizara exclusivamente el procedimiento
analítico o el sintético y muchísimo menos si identificamos el análisis
con la descomp’osición y la síntesis con la composición, ya que tanto
en el análisis como en la síntesis se dan momentos compositivos y
descompositivos alternativamente. En el caso concreto de Spinoza se
quieren ver momentos analíticos en el Breve Tratado ~, así como en
la Reforma del Entendimiento y en las cinco primeras definiciones
de la Ética ‘~, aunque esto último sea difícil de sostener- Estas mati-
zaciones hacen que sintamos suspicacia ante las distinciones tajantes
y que suscribamos con cierta tranquilidad afirmaciones como la de
Lachiéze-Rey, el cual manifiesta sus reservas en cuanto a la utilización
del término «analítico” o «sintético’> para etiquetar a un sistema
cualquiera, ya que un método puede parecer analítico o sintético
según el punto de vista en que nos situemos para estudiarlo 1¼
Con todas estas reservas y muchas más, parece, sin embargo, nece-
sano que califiquemos de sintético al método de Spinoza, aunque sólo
sea para no traicionar su propia visión del asunto. Esta visión, desde
un punto de vista externo, la encontramos expuesta en el Prefacio
de Meyer a los Principios de la Filosofía de Descartes, more geome-
trico demonstratí, por Spinoza. Este Prefacio conlíeva el planteamiento

7 Como por una ironía, el procedimiento silogístico de Aristóteles y cl ana-


lítico de Descartes caen bajo la misma crítica. De Intcliectus Emendatione.
Opera, tomo 1, pág. 7.
8 Lachiéze-Rey, Les origines cartesiennes du Diez, de Spinoza, Vrin, París,
1950, págs. 34-36, y en otros pasajes de esta obra se mantiene la tesis de que el
procedimiento analítico es utilizado por Spinoza.
9 De Angelis. E.. o. e., págs. 67 77-78: el De mt. Emendatione seria una intro-
ducción, analíticamente demostrada, a la =tica,puesta en práctica del método
sintético a partir de los principios ya conseguidos.
10 Gueroult, M., o. o., págs. 37-38.
11 Lachiéze-Rey, P., o. c., pag. 40, nota.
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de una doble problemática con respecto al método y una solución de


la que hacemos responsable al propio Spinoza> ya que él corrigió y
dio su asentimiento a lo que allí se dice.
Primero: es invocada la figura de Descartes como innovador, como
el hombre que puso los fundamentos indestructibles para que la filo-
sofía pudiera ser construida según el orden de las matemáticas y para
que poseyera la misma certeza que éstas. Es indiscutible que el mé-
todo matemático ofrece un modelo que hay que seguir. Pero inmedia-
tamente aparece una discordancia con respecto al tipo de método
matemático que se deba utilizar: ‘<aunque las obras filosóficas de este
hombre tan ilustre (Descartes) procedan según el orden y según el
método demostrativo de las matemáticas, no es éste el método que se
usa habitualmente en los ‘Elementos> de Euclides y en otras geome-
trías... Utiliza una manera muy diferente, que él dice que es la verda-
dera y mejor vía para enseñar> y que llama analítica” 12 Dejamos para
el segundo punto la discusión acerca de la expresión via docendum
y nos centramos en la explicación de lo que sea el análisis. Al final
de las Respuestas a las Segundas Objeciones, Descartes reconoce la
existencia de un doble método de demostración apodíctica: el análi-
sis, «quae veram viam ostendit, per quam res methodice et tanquam
a priori inventa est. ». Y la síntesis, «quae utitur longa definitionum,
- -

petitionum, axiomatum, theorematum, et problematum serie, ut, si


quid ipsi ex con~ecuentibus negetur, id in antecedentibus contineri
statim ostendat, sicque a lectore, quantumvis repugnante ac pertinaci,
assensionem extorqueat. » 13 ~ método matemático> pues, puede ser
- -

tanto analítico como sintético; el modelo es doble: la geometría ana-


lítica de Descartes o los «Elementos» de Euclides. Spinoza, como
veremos, se ajustará a este segundo modelo, introduciendo ciertas
innovaciones. Pero el texto que acabamos de transcribir —aparte del
problema hermenéutico que plantee ya en el propio Descartes la
expresión tanquam a priori— nos lleva al segundo de los puntos a
que querríamos aludir.
Segundo: si por el procedimiento analítico ponemos de manifiesto
«como a priori” la vía por la que la cosa ha sido descubierta> debemos

12 Renatj Descartes Principiorum Philosophiae, Prefacio; Opera, tomo II,


págs. 104-105.
13 Renati Descartes Principiorum Phutosophiae, Prefacio; Opera, tomo II,
pág. 105.
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deducir de ahí que el análisis es la auténtica vía de invención, mien-


tras que la síntesis quedaría reducida a simple procedimiento expo-
sitivo. Y esto parece admitirlo Meyer, al decir que Spinoza era un
hombre hábil tanto en el método que sirve para descubrir —el aná-
lisis— como en el que sirve para demostrar —la síntesis 14 Es el
problema que nos plantea lo que, ya clásicamente, se ha venido lla-
mando ars inveniendi y ars demonstrandi. Si admitimos esta distin-
ción, tendríamos que admitir a continuación que, por una parte, el
método sintético, utilizado por Spinoza, sería un mero procedimiento
demostrativo que nos obligaría a aceptar ciertas conclusiones, aunque
no estuviéramos convencidos de ellas y, por otra, que dicho método
no descubriría nada nuevo. Pero no es Spinoza el único en afirmar
que la síntesis es un verdadero procedimiento inventivo, ya que
Hobbes —cuyo influjo sobre Spinoza no es menospreciable— afirma
que el «ars inveniendi” puede proceder tanto de los efectos a las
causas como viceversa ~.Yunto a esto, se da la paradoja de que el
propio Descartes, después de afirmar que la verdadera demostración
procedía por vía de análisis, condesciende con sus objetantes al final
de las Respuestas a las Segundas Objeciones y accede a dar una
demostración de los puntos fundamentales de sus Meditaciones si-
guiendo el método sintético, dando un mal ejemplo que Spinoza sigue
al exponer los principios de la filosofía de Descartes por idéntico
procedimiento. Y esto nos sorprende más que en el caso anterior, ya
que Descartes al menos creía en aquello que estaba demostrando, pero
en Spinoza se da la auténtica incoherencia al intentar demostrar, con
la misma apodicticidad que un tratado de geometría, unas conclu-
siones en las cuales no creía 1e Cierto es que Meyer, en el Prefacio>
pide al lector que tenga en cuenta que «nuestro autor expone las puras
opiniones de Descartes y sus demostraciones, tal como se pueden
encontrar en sus escritos o tal como pueden ser deducidas en legí-
tima consecuencia a partir de los fundamentos por él establecidos»;
y advierte: «que ninguno crea> pues, que el autor —se trata de Spino-
za— enselia aquí sus propias ideas o incluso ideas que aprueba, ya
que, aunque estima que algunas de ellas son válidas y confiesa haber

14 Renati Descartes Prineipiorum Philosophiae, Prefacio; Opera> tomo II,


pág. 105.
15 De Angelis, E.> o. e., pags. 55-56.
16 De Angelis, E., o. e., pags. 53-59.
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añadido alguna que otra> hay muchas que rechaza y a las que opone
una opinión completamente distinta’> 17 Así pues, la duda que nos
asalta es la de si el procedimiento sintético es verdaderamente inven-
tivo y demostrativo o si no lo es; como veremos más adelante, Spinoza
afirma incesantemente que ésta es precisamente «la vía correcta de
invención” ~ pero esto no le libra de la acusación de incoherencia.
Es más, Descartes> en la exposición de sus propios principios a que
acabamos de referirnos, utiliza el término more geometrico disposi-
tum, lo cual pone de manifiesto su escepticismo con respecto a la
capacidad demostrativa del método que está utilizando, pero Spinoza
escribe los Principios more geometrico demonstratum, mostrando su
convencimiento de que dicho método es probativo.
No intentaremos ahora explicar estas incoherencias, pues creemos
que> para hacerlo, es preciso avanzar un poco más y, dejando al
margen toda consideración externa al método, adentramos en el sis-
tema para que el método se muestre en su propio desarrollo. Sólo
apuntamos que posiblemente Spinoza no vería ninguna contradicción
en esta utilización del método sintético para demostrar unos princi-
pios en los que no creía; hay en su exposición demasiadas infidelidades
al pensamiento de Descartes —recordemos lo que dice Meyer a este
respecto— como para no suponer una respuesta por su parte que
aludiera a la inadecuación del punto de partida de Descartes, lo
cual imposibilitaría la deducción a partir de él de una filosofía verda-
dera. Avancemos> pues, y veamos cuáles son los verdaderos princi-
pios de que hay que partir.

2. CoNsIDERACIÓN INTERNA DEL MÉTODO COMO ELEMENTO DEL SISTEMA

Si hubiéramos continuado nuestro estudio desde un punto de vista


externo al sistema de Spinoza, tendríamos que exponer a continua-
ción los puntos fundamentales que> con respecto al método, se en-
cuentran en la Reforma del Entendimiento. En esta obra buscaríamos
las normas, las reglas del método que nos ayudarían a conseguir

17 Renatj Descartes Principiorum Phllosophiae, Prefacio, Opera, tomo II,


pág. 107.
iS De Intellectus Emendatione, Opera, tomo 1, pág. 29, y en otros muchos
pasajes, algunos de los cuajes citaremos a continuación
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nuestra meta —en el caso de Spinoza, la Beatitud. Este procedimiento


vendría apoyado por interpretaciones que> como la de De Angelis 19,
quieren ver en dicha obra una introducción analítica a la Ética, que
es llevada a cabo según el método sintético; en la Reforma del Enten-
dimiento se nos señalaría la vía para acceder al punto de partida, la
causa primera, del cual habría que deducir todo. La consideración, ya
clásica, de que las tres obras fundamentales que expresan la preocu-
pación metodológica que caracteriza al pensamiento filosófico del
siglo xvíí son el Novum Organum de Bacon, el Discurso del Método
de Descartes y el Tractatus de Intellectus Emendatione de Spinoza ~,
parece indicar que la vía correcta para el tratamiento del tema ha de
ser ésta. Pero, dejando a un lado la obra de Bacon, cuya resonancia
en Spinoza es innegable 21, creemos que, así como nadie debe equivo-
carse yendo a buscar en el «Discurso del Método» unas reglas fijas
a modo de canales hormigonados por los que hubiera de discurrir
todo pensar con pretensiones de verdad 22, ni debe tampoco pensar
que Descartes filosofé por la vía estrecha de las reglas de su método>
tampoco creemos que sea lícito hacer un inventario de las normas
que pueda haber en la citada obra de Spinoza para ir, a continuación,
a contemplar su funcionamiento en la Ética. Y esto porque creemos
que ambas obras tienen un germen común en el pensamiento de Benito
de Spinoza y que ninguna de las dos puede ser entendida sin tener
en cuenta a la otra. Innumerables escolios de la Étíca nos aclaran
puntos oscuros de la Reforma del Entendimiento y, viceversa, la
prosa pedagógica de esta obra nos hace comprender el sentido de
muchas definiciones y axiomas de la fltica. Y es que el método, como
vamos a ver, es, al tiempo que método geométrico con todas las
connotaciones que este calificativo conlíeva, un elemento que no
podría sacarse al margen del sistema sin que éste se desmoronase.
Es sabido que estas dos obras fueron publicadas después de la
muerte de Spinoza y que el hecho de que permanecieran inéditas, al
alcance de su mano para hacer las reformas y anotaciones que en

De Angelis, E., o. e., pags. 77-78.


19
Un amplio tratamiento del tema en Bacon se encuentra en el artículo del
20
doctor Rábade Romeo en este número de Anales.
21 Parkinson, G. fi. R., Spinoza>s theory of knowledge, Oxford, At the CIa-
rendon Press, 1964, pág. 8.
22 Véase a oste respecto el artículo del doctor Navarro Cordón en el presente

número de Anales.
MÉTODO Y SISTEMA EN SPINOZA 93

cada momento le parecieran convenientes> dificulta enormemente un


estudio de la génesis del pensamiento de nuestro autor. Por otra parte,
la cohesión entre ambas obras se hace todavía más fuerte y profunda,
de tal manera que no nos ha parecido totalmente ilegitimo partir
de ciertos presupuestos de la =ticapara interpretar la Reforma del
Entendimiento, presupuestos a los que difícilmente podría haber
llegado Spinoza por la mera reflexión, que es el punto de partida de
esta última ~.

El primero y más importante de estos presupuestos nos parece su


altísima valoración del entendimiento. Si no partimos de la caracte-
rización del entendimiento que se nos da en la Etica, difícilmente
podríamos comprender cómo éste, por un desdoblamiento reflexivo,
puede llegar a manifestarse a sí mismo como portador de un germen
que no sólo nos dará la pauta a seguir en el discurso sino que, a
través de su desarrollo, constituirá también el propio sistema. En
relación con esto está lo que dijimos en la introducción a este estudio
acerca del racionalismo de Spinoza.
Partamos, pues, del entendimiento, del lugar que ocupa en el
sistema —la fltíca, que es su gran expresión— para poder ver cómo
el método se autoconstituye y genera el sistema.
Tres definiciones nos servirán para establecer el estatuto del enten-
dimiento> y éstas son las definiciones de sustancia, atributo y modo:

Per substantiam intelligo id, quod in se est, et per se


concipitur: hoc est id, cujus conceptus non indiget conceptu
alterius rei, a quo forman débeat.

Per attributum intelligo id, quod intellectus de substantia


percipit, tanquam ejusdem essentiam constituens.

Per modum intelligo substantiae affectiones, sive Id, quod


in alio est, per quod etiam concipitur ~‘.

El lugar que el entendimiento ocupa dentro de este concierto es


lo que nos va a permitir acceder, con gran economía de medios, a la

23 Intencionadamente eludimos la referencia a una primitiva intuición origi-


nal de procedencia mística, fuente y origen de la construcción spínozíann.
24 Elhica, 1, definiciones III, JV y V; Opera, tomo 1, pág. 38.
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idea verdadera, «fuente y origen de la Naturaleza” ~, por cuya norma


deberemos guiamos para alcanzar el conocimiento perfecto y la su-
prema felicidad.
La definición de sustancia sólo puede ser aplicada a Dios, fuera
del cual ninguna sustancia puede darse ni ser concebida 26 Las cosas>
pensantes o extensas, no son sustancia, no son en sí, por lo tanto,
o bien son atributos, o bien son modos —afecciones de la sustancia.
Según el axioma uno del libro 1 de la Ética, «todo lo que es, es en
sí o en otro» 27; en sí es la sustancia, en otro, los modos; luego, a
excepción de la sustancia y de los modos no hay nada 28 Los atributos
poseen un estatuto de diferente categoría que no nos permite incluir-
los entre las «cosas’> que son. Por lo tanto, la cosa pensante y la
cosa extensa tienen que ser incluidas en la categoría de modos, los
cuales, según la definición citada, necesitan de otro para ser conce-
bidos y para ser; eso «otro» de que necesitan es Dios, la sustancia 29•
Que los modos necesiten de Dios para ser significa que Dios es su
causa; pero como Spinoza reduce la causalidad transitiva a causa-
lidad inmanente, Dios es causa inmanente de los modos; las cosas,
pensantes o extensas, son en Dios. Dios es causa de todas las cosas
en el mismo sentido en que se dice que es causa de sí ~<‘.

Hemos dicho que los atributos tienen un estatuto que no nos


permite incluirlos entre las cosas que son. En la definición de atributo
nos encontramos por primera vez en la Étiea con la palabra «enten-
dimiento”; si atributo es «lo que el entendimiento percibe como cons-
tituyenclo la esencia de la sustancia», por una regla lógica elemental
que impide que un término definido entre en la definición, tenemos
que concluir que el entendimiento no es ningún atributo; tampoco
es sustancia, ya que sólo Dios lo es; luego, la única alternativa que
nos queda es que el entendimiento sea un modo, una afección de la
sustancia concebida en un atributo y por medio del cual la sustancia
se expresa de determinada manera ~‘ Huelga decir que el atributo en
el que el entendimiento es concebido es el pensamiento, siendo la
25 De mt. E.nendatione, Opera, tomo 1, pág. 13.
26 Ethica, 1, prop. XIV; Opera, tomo 1, pág. 47.
27 Ethica, 1, axioma 1; Opera, tomo 1, pág. 38.
28 Damos por supuesta la demostración de la unicidad de la sustancia.
29 Ethica, 1, prop. XV y demostración; Opera, tomo 1, pág. 47.
30 Etl,ica, 1, prop. XXV, escolio; Opera, tomo 1, pág. 58.
31 Ethica. 1, prop. XXV, corolario: Opera, 1, pág. 58.
MÉTODO Y SISTEMA EN SPINOZA 95

extensión el otro atributo de la sustancia que nosotros conocemos.


Veamos cómo caracteriza al entendimiento el propio Spinoza:
Per intellectum enim (ut per se notum) non intelligimus
absolutam cogitationem, sed certum tantum modum cogi-
tandí, qui modus ab aliis, scilicet cupiditate, amore, etc.,
differt, adeoque (per Defin. 5.) 32 per absolutam cogitationem
concipi debet.. -

Y su nota principal es:


Nihil enim intefligere possumus, quod ad perfeetiorem
intellectionis cognitionem non conducat ~.

La cosa que más claramente percibimos es el acto mismo de


comprensión. Esto da una idea dc la potenciación del intelecto que
se produce en Spinoza y que condiciona todo lo que a continuación
diremos. Por otra parte, está claro que el funcionamiento de la
causalidad inmanente lleva a una identificación entre el entendimiento
humano y el divino que es lo que va a garantizar el que toda verdad
sea índex sui.
Todas estas formulaciones, sin embargo, resultan demasiado per-
fectas si las comparamos con los tanteos e indecisiones que aparecen
en la Reforma del Entendimiento; el que las hayamos puesto en
primer lugar obedece fundamentalmente a imperativos de compren-
sión, ya que nada más lejos de nuestra intención que el hacer un
estudio diacrónico de la formación del método y del sistema spirio-
zianos. ¿Cómo, si no fuera partiendo de esta concepción del enten-
dimiento, podríamos comprender la relativa facilidad con que Spinoza
accede a la idea verdadera, norma de nuestro discurso y fuente de
la naturaleza y su afirmación de que ya está en nosotros?
Ahora sin apartar la vista de estos presupuestos que hemos avan-
zado, nos adentraremos en la Reforma del Entendimiento para ver
cuál es el camino que habremos de seguir para llegar a la meta que
Spinoza nos propone: conseguir la perfección humana y, con ella,
la Beatitud.
32 La definición a que se refiere es la de modo.
33 Ethiea, 1. Prop. XXXI, demostración; Opera, 1, pág. 61.
34 Ethica, 1, Prop. XXXI, escolio; Opera> 1, pág. 62
96 MARIA DEL ROSARIO ZURRO

El De Intellectus Emendatione se propone reformar el entendi-


miento y hacerle apto para comprender las cosas de manera que
podamos alcanzar la meta a que nos hemos referido. Para ello, lo
primero que hace Spinoza es pasar revista a los modos de percepción,
a fin de conocer las propias fuerzas y la naturaleza humana que se
intenta perfeccionar Dichos modos de percibir los reduce a cuatro:
~

a) Percepción adquirida «de oídas» o por cualquier signo


escogido arbitrariamente.
b) Percepción adquirida por una experiencia vaga, no deter-
minada por el entendimiento y que se produce casual-
mente.
e) Conocimiento de las causas a partir de los efectos o
deducción de una conclusión a partir de un universal
siempre acompañado de una cierta pí-opiedad ~.

cl) Percepción en la que se conoce la cosa por su sola esen-


cia o por el conocimiento de su causa próxima. La cosa
conocida de esta manera nos hace comprender lo que
en verdad sea conocer una cosa ~.

Los tres primeros modos de percibir son imperfectos, no nos hacen


conocer adecuadamente ~, siendo el tercero el menos imperfecto de
todos ellos. El cuarto es el modo ideal de conocer> modo por el cual
Spinoza reconoce haber conocido muy pocas cosas hasta ese momen-
to, y a él debemos aspirar. El método ha de llevarnos a este tipo de
conocimiento «de las cosas que interesa conocer”, de lo cual se des-
prende que hay cosas cuyo conocimiento no nos interesa y de las
cuales basta con tener un conocimiento inferior. Veamos, pues, cuáles
son esas cosas que nos interesa conocer y cómo podemos llegar al
conocimiento perfecto de ellas.

3~De mt. Emendatione; Opera, tomo 1, pág. 7.


36Aquí tenemos la equiparación entre Aristóteles y Descartes a que nos
referíamos en la nota 7 del presente trabajo.
~‘ De Jet. Emendatione; Opera, tomo 1, págs. 7-9. Compárc,se con la clasi-
ficación dc los modos de conocer en la Ethica, Prop. XL, escolio II; Opera,
tomo 1, pág. 106.
38 En páginas sucesivas daremos una amplia explicación de lo que significa
conocer adecuadamente.
MÉTODO Y SISTEMA EN SPINOZA 97

Dice G. Deleuze ~ que el De Intellectus Emendatione presenta dos


partes distintas: una referente a la meta del método y que versa en
principio sobre la forma de la idea verdadera; otra que se refiere
sobre todo a los medios para alcanzar esa meta y que versa sobre
el contenido de la idea verdadera. Siguiendo este orden, estudiaremos
primero qué es el método para Spinoza (a), después veremos en que
consiste la verdad de una idea (b) y, finalmente, expondremos el con-
tenido de esa idea verdadera (e) por cuya norma habremos de regir-
nos a la hora de construir el sistema en ella implicado.

a) Reflexión y verdad

«El verdadero método, nos dice Spinoza, es la vía por la cual la


verdad misma o las esencias objetivas de las cosas o las ideas —pues
todo significa lo mismo— son buscadas (quacrantur) en el orden que
conviene.. Consiste en comprender lo que es la idea verdadera, dis-
-

tinguiéndola de las otras percepciones, investigando su naturaleza...


El método no es otra cosa que el conocimiento reflexivo o idea de la
idea”. Pero, como sin una idea verdadera primitivamente dada no
hay idea de la idea> o sea, rellexión sobre la idea verdadera, o sea,
método, « .ante todo debe haber en nosotros una idea verdadera que
. .

sea como un instrumento innato que, por su misma comprensión


(qua intellecta), nos haga comprender al mismo tiempo la diferencia
entre semejante percepción y todas las demás>’. Y el buen método
será «el que muestre cómo dirigir el espíritu según la norma de una
idea verdadera». En esto consiste la primera parte del método ~«
Así pues, el punto de partida del método parece ser la necesidad
de que en nosotros se dé una idea verdadera, ya que, si no se diera>
no podría haber reflexión sobre ella, no podría mostrarnos su norma
ni podría haber método. No partiremos, pues, de la ignorancia; si
el método es posible, tiene que existir un instrumento innato, instru-
mento que podríamos calificar de capacidad de verdad por parte del
entendimiento, el cual «vi sua nativa facit sibi instrumenta intellec-

39 Deleuzo, G., Spinoza et le probl~me de lexpression. Les Éditions de Minuit,


París, 1968, pág. 114.
~O fle Jet. Emendatione; Opera, tomo 1, pág. 12.

7
98 MARIA DEL ROSARIO ZURRO

tualia, quibus alias vires acquirit ad alia opera intellectualia. » . .

esta capacidad es la que nos pone de entrada en posesión de la idea


verdadera, idea adecuada o esencia objetiva de la cosa. Dicha idea
verdadera es la certeza misma> ella representa el criterio y por su
orden nos tendremos que regir; la reflexión sobre ella constituye el
método. A esto se impone una objeción, y es que la reflexión sobre
la idea podría no ser necesaria, quizá el método sea un aditamento
innecesario puesto que, si la primera idea verdadera se nos da pres-
cindiendo de él, ¿no podríamos seguir descubriendo ideas verdaderas
de la misma manera? 42• Nos parece que la objeción sólo tiene sen-
tido desde una consideración del método externa al sistema; si nos
quedáramos en el primer momento de descubrimiento de la idea
verdadera, no habría método, pero tampoco habría sistema; la idea
verdadera funciona como criterio y, una vez que le reconocemos ese
carácter, no podemos menos que exigir las mismas condiciones al
resto de las ideas.
En una nota a pie de página, Spinoza dice que lo que nos interesa
saber es cuál es esa idea verdadera y no cómo la primera esencia
objetiva es innata en nosotros, lo cual pertenece al estudio de la
naturaleza ~La caracterización que hicimos del entendimiento y el
establecimiento de su estatuto a partir de la Etica quizá nos ayude
a no pedir explicaciones de lo que en realidad son peticiones de
principio.
Hasta este momento, la exposición tiene todo el aspecto de presen-
tar una hipótesis. Hemos visto cuáles son las condiciones para que
pueda darse el método tal como lo hemos caracterizado. Nos falta esa
idea verdadera, principio del método y del sistema, que barrería todo
tipo de hipótesis; Spinoza afirma que la tenemos y la designa como
«algo distinto de su objeto’> esencia objetiva que a su vez es esencia
<~,

formal de la certeza de tal manera que la certeza no es otra cosa


~,

que la esencia objetiva, es decir, «quod certitudo nihil sit praeter

41 De mt. Emendatione; Opera> tomo 1, pág. 10.


42 Parl<inson, G. fi. R., o. c., págs. 11-12.
43 De mt. Emendatione; Opera, tomo 1, pág. 11, nota.
44 De ini. Emendatione; Opera, tomo 1, pág. 11.
45 Ñiid&{jeEt~nto que esencIa formal de mi ohi~fo ~úédéséi’ á~u éz
esencia objetiva de otra idea; es la ya conocida idea ideae, idea ideae ideae...,
y su eterna posibilidad de reflexión.
MÉTODO Y SISTEMA EN SPINOZA 99

ipsam essentiam objectivam; id est, modus, quo sentimus essentiam


formalem, est ipsa certitudo” 4~. De donde se deduce que, para tener
certeza de lo verdadero, no hace falta ningún signo más que la pose-
sión de la idea verdadera> es la ventas índex sui Resumiendo con
~

palabras de M. Gueroult, «la idea es inmediatamente idea de la idea,


rellexión, saber del saber, en una palabra, certeza» ~

b) La forma de la verdad y el modelo matemático

La tarea que se nos presenta ahora es la de buscar esa idea que


presente los caracteres de verdad, que conlleve la certeza requerida,
que sea signo y norma de si misma y de las demás ideas. Si, por ven-
tura, accediéramos a la idea y al conocimiento reflexivo del ser más
perfecto —seguimos jugando con las hipótesis—, siendo esta idea
superior a las demás, su conocimiento reflexivo seria superior al del
resto de las ideas y por su norma deberíamos regimos ~.

Esta idea> pues no otra busca Spinoza, la hemos de adquirir «lo


antes posible’>, repite en numerosos pasajes del De Intellectus Emen-
datione; ella será la que nos ayude a barrer las hipótesis entre las
que nos estamos moviendo, hipótesis que podemos considerar fingidas
si recordamos la caracterización preliminar que del entendimiento
dimos.
La idea verdadera es índex sui, lleva en sí misma la marca de su
verdad, lo cual quiere decir que no podemos buscar un criterio extrín-
seco para definirla. No consiste la verdad en una adecuación del
entendimiento y la cosa: «Nam, quod id spectat, quod formam ven
constitutit, certum est, cogitationem veram a falsa non tantum
per denominationem extrinsecam, sed maxime per intrinsecam dis-
tingui” ~, pero tampoco consiste en que conozca por la causa primera,

46 De mt. Emendatione; Opera, tomo 1, pág. 11.


No es sólo «index» sino también «norma» de sí misma: Sane sicut lux
47

seipsam et tenebras manifestal, sic ventas norma sui et falsi est. Fihica, II,
Prop. XLIII, escolio; Opera, tomo 1, pág. 108.
48 Gueroult, M., o. e., pág. 29.
49 Perfecíissí,na ea erit nielbodus, quae ad datae ideae Entis perfectissinii
norman ostendit, quomodo mons sit dinigenda. De ini. Emendatione; Opera,
tomo 1, pág. 12.
50 De bit. Emendatione; Opera, tomo 1, pág. 21.
loo MARIA DEL ROSARIO ZURRO

lo cual sería un criterio para diferenciarla de la idea falsa, ya que:


«Cogitatio enim vera etiam dicitur, quae essentiam alicujus principii
objective involvit, quod causam non habet, et per se et in se cognos-
citur. Quare forma verae cogitationis in eadem ipsa cogitatione sine
relatione ad alias debet esse sita; nec objectum tanquam causam
agnoscit, sed ab ipsa intellectus potentia et natura pendere debet” ~‘.

La forma del pensamiento verdadero no reconoce un objeto exterior


al pensamiento como causa, sino que debe depender de la capacidad
y de la naturaleza misma del entendimiento. Precisamente de esta
concepción de la verdad se deriva la beatitud en el libro V de la
Ética.
Para estudiar la forma de la verdad no tenemos que hacer más
que ponernos en presencia de una idea verdadera de la cual sepamos
con la mayor certeza que su objeto depende del poder de nuestro
pensamiento y que no corresponde a ningún objeto en la naturaleza,
por ejemplo, la idea de esfera, en la cual yo invento una causa, como
es un semicírculo que gira alrededor de su centro, y la esfera es,
por así decir, engendrada por rotación. Esta idea es verdadera con
certeza aunque sepamos que ninguna esfera de la naturaleza se ha
formado así 52 Partimos en busca de una idea verdadera en la que se
cumplieran los requisitos necesarios para serlo y nos encontramos, en
primer lugar, con la idea de una figura geométrica. Dice M. Gueroult53
que el paralelo que en Spinoza podamos encontrar entre Geometría
y Metafísica se basa en el hecho de que la revelación del entendi-
miento como capacidad de verdad es aportada al hombre precisa-
mente por la Geometría. En la Geometría, el hombre capta en acto
la producción espontánea de ideas por su pensamiento y ve cómo
la verdad de esas ideas se impone a él por el hecho de que, produ-
ciéndolas él mismo, las capta interiormente en su génesis. En efecto,
por ello encierran necesariamente en sí el conocimiento de su causa
o razón total y se atestiguan como necesariamente verdaderas. Es
más, sólo las ideas de esta clase pueden imponerse como verdaderas.
De donde resulta que el hombre, no habiendo visto en ninguna parte

51 De bit. lE,nendatione; Opera, tomo 1, pág. 22. Compárose con la definición


de sustancie que da en la Stica, Opera, tomo 1, pág. 37. La verdad de esta defi-
nición tiene aquí su fundamento.
52 D¿ bit. Ernendatíane: Opera, tomo 1, pág. 22.
53 Gueronlí, M., o. e., pág. 28.
MÉTODO Y SISTEMA EN SPINOZA 101

más que en la Geometría tales ideas, les confiere de entrada el privi-


legio de verdad. Por lo tanto, si la Metafísica es posible como ciencia>
también debe poner en juego esta capacidad de verdad, de tal manera
que el entendimiento produzca espontáneamente las ideas de los seres
reales, al igual que en Geometría produce espontáneamente las ideas
de los entes de razón. Los principios de estos presupuestos> que se
desarrollan en el De Intellectus Emendatione, no se elevan más allá
de la «idea verdadera dada» y de la «potencia innata del entendimiento
humano». La justificación de la doctrina del saber, fundamento de la
de las definiciones, no reposa en dicha obra más que sobre el análisis
del acto de intelección. Este acto, originalmente captado en la con-
ciencia en su forma psicológica, se encuentra finalmente reabsorbido
en la operación lógica del conocimiento geométrico ~

Estamos, pues, en presencia del modelo matemático a que nos


referíamos en la primera parte de este trabajo. El propio Spinoza dice
—acometiendo una vez más la crítica de la finalidad o causa final—
que la verdad habría permanecido oculta para siempre al género
humano si la Matemática, que se ocupa no de los fines sino solamente
de las esencias y propiedades de las figuras, no hubiera mostrado
a los hombres otra regla de verdad El funcionamiento de este
~.

modelo nos conducirá a una teoría de la definición, de la cual no


anticipamos más que el nombre porque ella constituye la segunda
parte del método, tercero de los puntos que nos habíamos propuesto
tratar y que consiste en una consideración desde el punto de vista
material de la idea verdadera, de su contenido.
La idea verdadera que se nos ha puesto como modelo no es ni
más ni menos que una definición geométrica; una serie de notas van
a caracterizarla: la claridad y distinción —que, por formales, son
insuficientes— y la adecuación> que hace referencia a un contenido.

e) Idea adecuada y definición

1) La idea formalmente verdadera es «index sui”, lleva en sí su


certeza, es clara y distinta, pero aparece solitaria y vacua, inexpresiva.
La idea formalmente verdadera es la idea de la idea; la idea material-

54 Gueroult, M., o. o., pág. 29.


55 Ethica, 1, Apéndice; Opera> tomo 1, pág. 69.
102 MARIA DEL ROSARIO ZURRO

mente verdadera es, como vamos a ver, la idea adecuada. Éste es el


momento en que debemos explicar qué es la adecuación, en qué
consiste.
En muchas ocasiones da la impresión de que Spinoza habla indis-
tintamente de idea verdadera, idea adecuada e idea clara y distinta>
pero nada más lejos de su intención que el identificarlas. Cada una
de estas expresiones corresponde a un nivel distinto de consideración.
Veamos, en primer lugar, cómo define la idea adecuada:
Per ideazn adaequatam intelligo ideam, quae, quatenus in
se sine relatione ad objectum consideratur, omnes verae ideae
proprietates sive denominationes intrinsecas habet.
(Dico intrinsecas, ut illam secludam, quae extrinseca est,
nempe convenientiam ideae cum suo ideato) ~

No podemos acudir a un criterio extrínseco, como podría ser la


adecuación con el objeto, para definir la idea adecuada; los caracteres
intrínsecos de la idea verdadera son: claridad, distinción y adecuación.
Puede haber una idea verdadera que sea clara y distinta, pero que
no sea adecuada; ésta nunca puede servirnos de norma. La idea
adecuada, sin embargo, siempre es clara y distinta, pertenece a un
género superior, ella puede servirnos de norma. La adecuación es
fundamento de la claridad y distinción, pero nunca viceversa. ¿En qué
consiste, pues, la adecuación? G. Deleuze57 nos dice que la idea de
la idea se define como idea reflexiva (clara y distinta) mientras que
la idea adecuada se define como idea expresiva. Es idea expresiva la
que expresa su causa, explica la esencia de la cosa y encierra el
conocimiento de la causa próxima de la cosa.
Supongamos que tenemos una idea verdadera que reconocemos
por su claridad. Esta idea, al no encerrar el conocimiento de su causa,
se nos manifiesta aislada y su carácter es azaroso. Para que pierda
ese carácter azaroso será preciso engarzarla con otras ideas, incluirla
en un encadenamiento que, siendo necesario, la convertirá a ella en
necesaria. Ese encadenamiento es la referencia a la causa; una idea
formalmente verdadera se convierte en adecuada si la ligamos a su
causa. Tenemos una idea adecuada en la medida en que, de la cosa

56 Ethica, II, Definición IV y Explicación; Opera, tomo 1, pág. 73


S~ Deleuze, O., o. c., pág. 118.
MÉTODO Y SISTEMA EN SPINOZA 103

de la cual concebimos claramente ciertas propiedades, damos una


definición genética, de la cual se derivan por lo menos todas las
propiedades que conocemos (e incluso otras que no conocemos) ~

Hemos dicho <cdefinicián genética” y no «nominal» ni «real» porque


estos dos últimos tipos de definición quedan englobados en el primero,
que es el que Spinoza pretende utilizar. Justamente a continuación,
cuando hablemos de la teoría de la definición, veremos claramente
por qué lo que a Spinoza le interesaba de las matemáticas no era la
geometría analítica de Descartes> sino el método sintético de los «Ele-
mentos» de Euclides conjugado con las concepciones genetistas de
Hobbes ~ La definición genética es la expresión más clara de la sín-
tesis como composición y método progresivo> «ars inveniendi» ~.

Quizá comprendamos mejor lo que es una idea clara pero no ade-


cuada si acudimos a un ejemplo que nos pone el propio Spinoza 61:
si definimos el círculo como una figura cuyas rectas trazadas del
centro a la circunferencia son iguales, estamos expresando una pro-
piedad del círculo, lo cual es una idea clara pero no adecuada porque
esta definición no revela la esencia del círculo; sin embargo, silo defi-
nimos como la figura engendrada por una línea en movimiento> uno
de cuyos extremos permanece fijo, habremos explicado la génesis del
circulo, habremos expresado su esencia y tendremos una idea ade-
cuada. Las propiedades deberán ser derivadas de la esencia, pero no
viceversa, ya que éstas son efectos y el conocimiento del efecto pro-
cede del de la causa; las notas de claridad y distinción son aplicables
a los efectos, pero no así la de adecuación, que sólo podemos aplicar
a la causa; el conocimiento del efecto puede ser claro y distinto, pero
el conocimiento de la causa es más perfecto, es adecuado. Lo claro
y lo distinto se derivan de lo adecuado. En definitiva, la idea clara
y distinta queda asimilada a una percepción, mientras que la idea
adecuada es conocimiento62.
2) Con esto nos hemos introducido en el núcleo de la segunda
parte del método, que es la teoría de la definición. En esta etapa se

58 Deleuze, O., o. e., págs. 118-120.


59 Con respecto al tema de la definición genética en flobbes, véase la citada
obra de De Angelis, págs. 92-93.
60 Contróntese con lo que decíamos acerca del método sintético, sur-a.
61 De mt. En;endatione; Opera, tomo 1, pág. 29,
62 Deleuze, O., o. e., págs. 137-138.
104 MARt A DEL ROSARIO ZURRO

ha de realizar todo un programa: tener ideas claras y distintas —o


sea, formalmente verdaderas—, que posteriormente se convertirán en
adecuadas, cuando demos de ellas una definición que exprese su causa,
causa que, en definitiva, no es otra que Dios 63, al cual se remiten, en
el cual tienen su origen —al igual que las cosas o modos de la exten-
sión— y de acuerdo con cuyo orden se encadenan; de esta manera
podremos reproducir la estructura real de la Naturaleza ~.

Este programa sólo podríamos entenderlo a partir del paralelismo


enunciado en la Ética 65 con palabras que se han convertido en uno
de los tópicos spinozianos: «Ordo et connexio idearum idem est, ac
ordo et connexio rerum a sive Naturam sub attributo Extensio-
nis, sive sub attributo Cogitationis, sive sub alio quocumque conci-
piamus, unum eundemque ordinem, sive unam eandemque causarum
connexionem, hoc est easdem res, invicem sequi reperiemus». Quizá
el término «paralelismo” no sea correcto en el caso de Spinoza y sólo
sea lícito aplicarlo cuando se refiere a series autónomas e indepen-
dientes en su principio; pero se nos antoja que incurrimos en idéntica
falta si calificamos la relación existente entre la serie de los modos
del pensamiento y la de los modos de la extensión de «isomorfismo»,
lo cual hace referencia a una identidad de estructuras con indepen-
dencia de los contenidos; por eso nos parece que la denominación
de «isonomía”, que tomamos de Deleuze es la más acertada. Isono-
~

mía que comporta una igualdad de principio entre series autónomas


o independientes. Y si a esto añadimos que dicho principio es causa
inmanente de los modos de cada atributo, no podrá extrañarnos ni
la manera como Spinoza pretende conocer el orden de la naturaleza
ni su convencimiento de que ésta es la verdadera vía.

~ convertir las ideas en adecuadas equivale a hacerlas verdaderas en el más


pleno sentido de la palabra por medio de su referencia a Dios. «Omnes ideae,
quatenus ad Deum referuntur, yerno sunt», Ethica, II, Prop. XXXII; Opera,
tomo 1, pág. 100.
64 «Seopus itaque (hujus Methodi) est claras et distinctns babero ideas, tales
videlicet, quae cx pura mente, et non ex fortuitis motibus corporis factae sint.
Deinde, omnes idcae ad unam ut redigantur, conabimur eas tau modo conca-
tonare et ordinare, ut mens nostra quond ejus fien potest, referat objective
formalitatom naturao, quoad totam et quoad ejus partes». De bit Emendatione;
Opera, tomo 1, pág. 28.
65 Ethica, II, Prop. VII y escolio; Opera, tomo 1, págs. 77-78.

~ Dcleuze, O., o. c., pág. 95.


MÉTODO Y SISTEMA EN SPINOZA 105

Volviendo a nuestro programa, lo primero de que se trataba en


esta segunda parte del método era de convertir las ideas claras y
distintas en adecuadas. Así pues, debemos concebir los objetos sola-
mente por su esencia o por su causa próxima, a saber: «si el objeto
existe en sí o, como se dice comúnmente, es causa de sí, deberemos
comprenderlo sólo por su esencia. Si, por el contrario> no existe en
si, sino que necesita una causa para existir, entonces tendremos que
comprenderlo por su causa próxima, ya que el conocimiento del efecto
no es, en realidad, más que la adquisición de un conocimiento más
perfecto de la causa» ~. Y en una nota a pie de página añade: «De
todo esto resalta que no podemos comprender nada de la naturaleza
sin hacer al mismo tiempo más amplio el conocimiento de la causa
primera, Dios» 68
Puesto que las ideas se convierten en adecuadas por medio de la
definición, nos interesa en gran manera conocer las condiciones de
la buena definición y el medio para encontrarla. Máxime cuando la
vía para adquirir nuevos conocimientos es la que parte de una defini-
ción: «...recta inveniendí via est ex data aliqua definitione cogitatio-
nes formare’> 69 El método sintético se afirma, una vez más, como
«ars inveniendi”; si la definición de que partimos es buena, podremos
reproducir correctamente el orden de la naturaleza, con lo cual se
anuncia el carácter deductivo del sistema del saber.
Siguiendo a Spinoza, «la mejor conclusión se extraerá a partir de
una esencia particular afirmativa o de una definición verdadera y
legítima, ya que de los meros axiomas universales 70 el entendimiento
no puede descender hasta las cosas singulares» «Para ser perfecta,
...

la definición deberá explicitar la esencia íntima de la cosa y no poner


ciertas propiedades del objeto en lugar de su esencia» ~‘ «Sin lugar
..

a dudas... esto importa poco en el caso de las figuras y de todos los

67 De mt. Emendatione; Opera, tomo 1, pág. 28.


~ Esto puede ser interpretado como regresión (cuanto mejor conocemos la
naturaleza, mejor conoceremos a Dios) o como anticipo del punto de partida
de la Ético: sólo si conocemos adecuadamente la esencia de Dios, podremos
comprender la naturaleza. Esto segundo parece encajar mejor con el contexto.
69 De bit. Emendatione; Opera, tomo 1, pág. 29.
7O No podríamos entrar a explicar el estatuto de los axiomas; para ello remi-
timos a la obra ya citada de Gueroult, págs. 85-92.
71 Véase la definición inadecuada de círculo que dimos, supra, pág. 103.
106 MARIA DEL ROSARIO ZURRO

entes de razón, pero con respecto a las cosas físicas y reales es muy
importante> ya que no comprenderemos las propiedades de las cosas
mientras ignoremos sus esencias; si dejamos a éstas de lado, perver-
tiremos el encadenamiento de las ideas del entendimiento, que debe
reproducir el de la naturaleza y así nos alejaremos de nuestro fin>’ 72~
He aquí las reglas de una buena definición:
Si se trata de una cosa creada: a) la definición deberá comprender
la causa próxima; ¿4 el concepto de la cosa —su definición— debe
ser tal que todas sus propiedades> considerándola aisladamente y no
junto a otras, puedan ser deducidas de ella.
Si se trata de una cosa increada: a) la definición excluye toda
causa, es decir, que el objeto> para ser explicado, no necesita más
que de su ser propio; /,) dada la definición, no hay lugar para pre-
guntarse por la existencia de dicha cosa; c) concerniendo al espíritu,
no debe contener sustantivos que puedan ser adjetivados> es decir, no
debe contener términos abstractos; cl) de su definición se deben poder
concluir todas sus propiedades ‘¾
Y para respetar el orden ~, para que todas nuestras percepciones
puedan ser unificadas y ordenadas, la razón exige que averigUemos
«lo antes posible” si existe un Ser que sea causa de todas las cosas,
de manera que su esencia objetiva sea también causa de nuestras
ideas, y cuál es ese Ser. Entonces nuestro espíritu podrá, como hemos
dicho, reproducir perfectamente la naturaleza, ya que poseerá objeti-
vamente su esencia, su orden y su unidad ~‘.
Ahora bien, si queremos buscar aquello que precede a todo lo
demás, necesitamos un principio que rija nuestro pensamiento. Y
puesto que el método es el conocimiento reflexivo mismo, «este prin-
cipio que debe regir nuestros pensamientos no puede ser otra cosa
que el conocimiento de lo que constituye la forma de la verdad, así

72 De bit. Emendatione; Opera, tomo 1, pág. 29.


73 De mt. Emendatione; Opera, tomo 1, págs. 29-30.
74 Parkinson, en la obra que hemos citado, pág. 13, hace notar que el concep-
to de orden propio es característico de las metodologías racionalistas del si-
glo xvíí. Este concepto está presente en la idea cartesiana de «mathesis univer-
salis» y en la leibniziana de «characteristica universalis», metodologías cuyo
modelo es el de las matemáticas. Para Descartes el método consiste en orden,
aserción que coincide con la de Spinoza acerca de la necesidad de seguir el
orden propio.
75 De bit. Enzendatione; Opera, tomo 1, pág. 30.
MÉTODO Y SISTEMA EN SPINOZA 107

como el conocimiento del entendimiento, de sus propiedades y de


su fuerza... » Estas propiedades y fuerza del entendimiento habría
~.

que deducirlas de su definición”, definición que no podemos dar


porque el entendimiento no es una idea clara en si misma. Por lo
tanto, el procedimiento que se impone es el regresivo: partir de las
propiedades del entendimiento que percibimos clara y distintamente
para aclarar su definición 78
Las propiedades claramente percibidas del entendimiento son:
a) encierra certeza; b) forma ideas o bien absolutamente o bien a
partir de otras ideas; e) las que forma absolutamente expresan la
infinitud; d) forma las ideas positivas antes que las negativas; e) per-
cibe las cosas sub specie aeternitatis; f) las ideas claras y distintas
que formamos parecen derivar de la sola necesidad de nuestra natu-
raleza, de tal manera que parecen depender únicamente de nuestra
capacidad; g) las ideas que forma a partir de otras ideas pueden ser
determinadas por el espíritu de muchas maneras, y ti) las ideas son
más perfectas cuanto mayor es la perfección del objeto que ex-
presan ~

Para Parkinson ~‘, esta descripción de las propiedades del enten-


dimiento no tendría otra finalidad que la de avanzar ciertos rasgos
del sistema deductivo. Lo que está claro es que esta caracterización
del entendimiento no nos permite dar una definición del mismo> no
podemos infringir Ja norma que nos prohibe poner las propiedades
del objeto en lugar de su esencia al definirlo; por otra parte, nos
encontraríamos en un atolladero si, partiendo de ellas, quisiéramos
dar una definición, ya que en su inventario se detiene la exposición
del De Intellectus Emendatione. Pero esto no importa, como tampoco
nos importa en este momento averiguar los motivos de esta detención.
A través de muchas páginas de este estudio hemos podido ver cómo
Spinoza tenía ya en sus manos la pieza maestrá del sistema.

76 De mt. Emendatione; Opera, tomo 1, pág. 32.


77 Definición que avanzamos, sur-a, pág. 95.
78 Procedimiento regresivo fingido, a nuestro parecer, y que responde a la
intención pedagógica del De bit. Einendatione.
~ De mt. Emendatione; Opera, tomo 1, pág. 33.
~ Parkinson, o. e.> págs. 30-31. Conipárese también este inventario de propie-
dades con las obtenidas por deducción en la Ethica, II, Prop. XLIII, XLIV y
corolario II; Opera, tomo 1. págs. ¶07-110.
108 MARIA DEL ROSARIO ZURRO

La capacidad de verdad del entendimiento que Spinoza plantea


como tesis desde el primer momento, capacidad que se revela en la
geometría, sumada al hecho de que el entendimiento no puede con-
cebir ~‘ más de lo que en realidad puede existir ~, nos garantiza la
rectitud y adecuación con que hemos de concebir la idea de Dios.
Si tenemos una idea de Dios —idea que no es un simple nombre—,
simple, clara y distinta, idea que no sólo es posible —posibilidad
entendida como no contradicción en afirmar su existencia— sino que
es necesaria, ya que la contradicción estaría precisamente en negar
su existencia 83, esta idea, por fuerza, tiene que tener un ideatum:
Dios, fuente y origen de la naturaleza, que no puede ser un concepto
abstracto ni un universal. Con palabras de Spinoza: «...nulla circa
ejus ideam metuenda est confusio, modo normam veritatis (quam
jam ostendimus) habeamus: est nimirum hoc ens unicum, infinitum,
hoc est, est omne esse, et praeter quod nullum datur esse>’. Y añade
en una nota a pie de página: ‘<Si enim tale ens non existeret, nunquam
posset produci; adeoque mens plus posset intelligere, quam Natura
praestare, quod supra falsum esse constitit» ~.

De nuevo tenemos que acudir al modelo matemático, al modelo


que nos ofrece la geometría, cuyos objetos, por el mero hecho de
poder ser concebidos y definidos de tal manera que sus propiedades
se deriven de la definición, adquieren el privilegio de la existencia; la
coherencia de las notas de su esencia lleva consigo la necesidad de su
existencia. Si este modelo lo aplicamos a la realidad, tenemos el
sistema de Spinoza; la definición clave del sistema es la definición de
Dios 85, si de ella se desprenden todas sus propiedades, tendremos
una idea adecuada de Dios a partir de la cual podremos deducir todo
el sistema.

81 Nótese que decimos «concebir» y no «imaginar». La imaginación, modo


ínfimo de percibir> sólo puede ser fuente de errores: EdUce, II, prop. XL> esco-
ho II; Opera, tomo 1, pág. 106.
82 Afirmación que viene avalada por la isonomía existente entre las series

de los modos.
83 « nec possum, postquani naturam Dei novi, fingere eum existentem aut
non exístentem». Y en nota a pie de página: «Ouamvis multi dicant se dubi-
tare. an Deus existat, illos tanien nihil praeter nomen habere, vel aliquid fingere,
quod Deum vocant.. .». De bit. Emendatione; Opera, tomo 1, pág. 16.
8-4 De ini. Emendatione; Opera, tomo 1, pág. 24.
85 Ethica, 1, Def. VI; Opera, tomo 1, pág. 37.
MÉTODO Y SISTEMA EN SPINOZA 109

3. LA DEDUCCIóN PRODUCTIVA

La metodología de Spinoza se consuma en una teoría de la deduc-


ción productiva ~La metodología de Spinoza encierra la afirmación
de que el conocimiento constituye un sistema deductivo, al cual sub-
yace la idea de orden a que aludimos un poco más arriba. La teoría
de la definición 87 y el sistema deductivo poseen una relevancia espe-
cial para la metodología en el sentido moderno de la palabra; efecti-
vamente, no podría ser de otra manera desde el momento en que el
valor de verdad de una proposición viene dado por su inclusión en
un sistema deductivo. Cierto es que la metodología moderna se mueve
en un nivel formal, mientras que Spinoza opera con contenidos, pero
esto sólo podría constituir una prueba más de que éste está aplicando
un modelo matemático a la explicación metafísica de la realidad. Por
otra parte, no sería el único ejemplo de una ontología condicionada
por una metodología que podemos encontrar en la historia del pensa-
miento. Esta afirmación, sin embargo, no es correcta del todo, ya que
parece aludir al método como algo externo al sistema y no es éste,
precisamente, nuestro punto de vista con respecto a Spinoza.
A partir de la idea de Dios deducimos todas las ideas> unas de
otras, en el debido orden ~ Siendo real dicha idea, las ideas que de
ella se deduzcan tendrán que ser ideas de seres reales; su producción
es al mismo tiempo la deducción de lo real, de ahí que le llamemos
«deducción productiva». A partir de la idea de Dios> la producción
de las ideas es en sí misma una reproducción de las cosas de la
naturaleza; el encadenamiento de las ideas no tiene por qué copiar
el encadenamiento de las cosas, sino que reproduce automáticamente
este encadenamiento en la medida en que las ideas se producen a sí
mismas y por su cuenta a partir de la idea de Dios.

Hemos visto cómo Spinoza plantea explícitamente su metodología


como una «reforma del entendimiento”, reforma que difícilmente

86 Deleuxe, G., o. o., págs. 123-126.


87 Parkinson, o. e., pág. 13. Allí se hace referencia únicamente a la defi-
nicion.
88 Deleuze, G., o. e., pág. 123.
110 MARIA DEL ROSARIO ZURRO

podría ser llevada a cabo si éste, desde el comienzo, no fuera suscep-


tibIe de tal tipo de reforma. Por eso partimos del sistema para explicar
el método, por eso suscribimos de buena gana, y para concluir> las
palabras de Lachiéze-Rey ~: «No podemos separar en el spinozismo
el sistema del método> ya que éste, dada la teoría de la causalidad
inmanente, no podría ser otra cosa que la expresión directa de la
arquitectura del Universo> desde el momento en que este Universo
ha sido reconocido como inteligible». Reflexión, definición, deducción;
no podríamos verlas como partes independientes del método, sino
como momentos en la expresión de una idea que se constituye en
sistema.
MARÍA DEL ROSARIO ZURRO

89 Lachieze-Rey, 1’., o. e., pag. 261.

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