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Jorge Uscatescu

Pirandello y la reinvención
del teatro

Durante el medio siglo que ha trans- su tiempo. Sus «Novelle per un anno»,
currido desde la muerte de Luigi Pi- su gran novela, sus textos teóricos, pre-
randello, la aventura del teatro ha ceden e incluyen con mano segura y
constituido un hecho de gran peso en absoluta naturalidad su teatro. Que fue
la conciencia del siglo. El teatro del ab- «commedia delFarte» al día, llevada a
surdo, que en la obra del gran siciliano los escenarios con mano segura, con
había encontrado en gran parte su absoluta originalidad. Fue freudismo y
punto de partida y su materia viviente, nietzscheanismo sin que nada extra-
la compenetración entre teatro y polí- teatral empañe la perfecta arquitectu-
tica, teatro e ideologías dominantes, la ra y la gran obra de ficción que es su
influencia del cine y del desarrollo de teatro. Fiel sobre todo al gran princi-
los medios de comunicación, han sido pio de su teatro: «Fingir, fingir siem-
acontecimientos que llevan al balance pre, dar apariencia de realidad a todo
de la creación dramática de cara a este lo que no es verdadero». Ahí está la
fin de siglo y milenio. Pero un hecho es gran fórmula artística del siglo: teatro,
cierto, en la gran aventura del teatro en cine, mágica vivencia de la ilusión del
nuestro siglo: sin Pirandello, primero, doble. El mito de Rashomon y la ven-
y sin August Strindberg, en segundo tura y desventura de la política. Por-
término, el destino y la misma supervi- que el teatro es hoy el gran alimento in-
vencia del teatro hubieran sido diver- dispensable de la política. Según los
sos. políticos en la plaza, en la pantalla y
Y lo más estupefaciente del hecho es las tareas electorales. La Señora Pa-
que lo importante del teatro de Piran- ceen mil hipóstasis, quitado acaso
dello es el discurso. Más que en Sha- sólo el dramatismo de sus perfiles.
kespeare, lo que deñne a sus persona- Personajes pirandellianos, la mayor
jes que son y no son ellos, son ellos mis- parte de las veces menores. Pero el
mos y a la vez su doble, es el discurso, «meneur des foules» que decía Gusta-
casi podríamos decir la literatura. An- ve Lebon, o personaje de cine de Aki-
tes de ser hombre de teatro Pirandello ra Kurosawa, o «star» en Hollywood,
fue novelista. Original, de gran clase, hay que nutrirse un poco de materia
algo más que un escritor «verista» de teatral, que Pirandello supo hallar en

Cuenta v Razón, núm. 24


Septiembre 1986
la vida del siglo, y supo reinventar punto de vista filosófico está el tema de
como pocos en vivencias teatrales de la intencionalidad, tal como lo perfiló
clara definición en su mente de genial Brantano y como lo asumió la fenome-
artista, en perfectas elaboraciones es- nología. Y todo esto Pirandello -hom-
téticas. bre de ancha formación filosófica y lite-
La vida accede a la representación. raria- lo respiraba, tanto como respira-
Algo que se libera de sus cargas, de su ba las ideas de Schopenhauer y de
autor, de sus personajes. Que es ilu- Nietzsche. La realidad es para el dra-
sión, como ilusión y magia son los per- maturgo de Agrigento, y su profunda si-
sonajes de Pirandello. Pero que antes cilianidad-profunda y antigua, fruto de
de ser, teatralmente, tal cosa, están he- una combinación de culturas prodigio-
chos de carne, sangre y huesos, con su sa-, lo que la verdad para Antonio Ma-
tristeza, su melancolía, sus sufrimien- chado: «La realidad no es para mí. Re-
tos, sus contradicciones, sus frustra- servadla para vosotros», nos lo procla-
ciones sociales e interiores. ma Pirandello por boca de un personaje
Pero tras todo lo que se pueda decir y de la «Voluptad del honoD>. En esta
desprender de la abundancia del dis- realidad que uno mismo rechaza, pene-
curso teatral de Pirandello, permane- tra coriio a través de un abismo de am-
ce, con todo, una suprema dignidad. bigüedades, la lógica de la locura. Pero,
Un personaje que pudiera ser una en- ¡cuidado!, el tema de los dramas de Pi-
carnación del hecho representativo, randello no es la locura. Estamos lejos
Cotro, en «Los gigantes de la monta- de la dramaturgia del contemporáneo
ña», obra última e inacabada y enor- O'Neill, con sus ecos genéticos de la he-
memente bella de Pirandello, lo dice: rencia y el destino en el destino de los
«El verdadero milagro no será nunca personajes de ficción.
la representación. Será siempre la ima- Así,: la locura y la imaginación en Pi-
ginación del poeta en el cual estos per- randello rozan el juego. Fracasa la reali-
sonajes han nacido, vivos, tan vivos dad, pero tampoco triunfa la imagina-
que podéis verlos incluso sin existir ción. Lo que triunfa de veras es la ten-
ellos corporalmente. Traducirlos en sión dramática. En este sentido el dra-
realidad ficticia, en la escena, es lo que ma novelesco de Matías Pascal es mo-
habitualmente se hace en los teatros». delo y arquetipo de los dramas pirande-
Inventar, reinventar el teatro, con llianos. Y la culminación es cuando la
personajes que son y no son, que son Signpra Ponza dice: «Per me, io sonó
tantas cosas y situaciones cuantas pa- colei che mi si crede». Y la pedante con-
recen, ha sido tarea de grandes logros clusión de Laudisi: «Ed ecco, o signori,
de Luigi Pirandello. Asombro de crea- come parla la venta» (Cosí é se vi pare).
tividad en los tiempos que corren y que Hace casi veinte años, concreta-
son, si nos parece, nuestros. mente en 1967, tenían lugar en todo el
mundo las celebraciones del centena-
* * * rio de Luigi Pirandello. Acudimo.s a la
interesante efeméride en compañía de
Es la nueva situación del teatro. Su lo que en aquellos días pudimos consi-
radical contemporaneidad. En su cen- derar como un verdadero aconteci-
tro Pirandello emplaza dos perspecti- miento teatral italiano. En efecto, las
vas, que a la modernidad pertenecen. celebraciones pirandellianas aporta-
La perspectiva de la realidad y la pers- ron una novedad teatral con Pirande-
pectiva de la locura. Tras ello, desde el llo de protagonista. Asistíamos enton-
ees a la representación en un teatro de miento de Pirandello en Agrigento (Si-
Roma por la compañía de la incompa- cilia), volvemos ahora a renovar la ac-
rable Valentina Córtese -por muchos tualidad de su obra al cumplirse el me-
recordada quizás en su papel de actriz dio siglo de su muerte. En 1936 moría
madura en la película «La noche ame- el dramaturgo cuya vida, trágica en lo
ricana» de Francois Truffaut-, de la personal, tuvo compensaciones con su
obra postuma de Pirandello, «Los gi- presencia en la Academia de Italia, el
gantes de la montaña». Se dijo enton- Premio Nobel de Literatura y el reco-
ces que nadie podía imaginar un prelu- nocimiento de todos en su patria y fue-
dio más significativo, más auténtica- ra de ella. Bien sabemos que su crea-
mente pirandelliano a las celebracio- ción dramática no se puede aislar de su
nes del gran dramaturgo. «Los gigantes obra épica, anterior en gran parte a su
de la montaña» es, en realidad, una teatro, en el cual Pirandello en cierto
sinfonía inacabada. De ella Pirandello modo se «estrena» pasados los cin-
había dejado, en 1936, poco antes de cuenta años, en plena madurez, caso
su muerte, sólo tres actos completos. considerado único en la historia de la
Pero había dejado también una idea creación dramática occidental. Sabe-
bien acabada de lo que intentaba ha- mos que en su obra pesa, en primer lu-
cer, así como la escenografía del cuarto gar, la tradición literaria del verismo
y último acto. Los estudiosos de Piran- siciliano, ante todo, la presencia de
dello saben con cuánta claridad mar- Giovanni Verga y de Luigi Capuna, su
caba en sus dramas las connotaciones «mentor» directo, corriente literaria
escenográficas, todo el dinamismo so- de la cual Pirandello se separa más tar-
brio y marcado de la escena que hace
una unidad con el texto literario. El de, con bastante fuerza. Que sin la gran
híjo de Pirandello, Esteban -el drama- riqueza temática y estilística de las
turgo Stefano Landi- excelente hom- «Novelle per un anno» y de novelas
bre de teatro, dio término a la obra que, grandes como «El difunto Matías Pas-
junto con «Los seis personajes en bus- cal» y toda la obra teórica de Pirande-
ca de autor», «Questa sera si recita a llo en materia de literatura y de teatro,
soggett», «Cosí é se vi pare», «Lióla» su teatro no hubiese sido posible. Pero
(teatro de las «Máscaras desnudas» queda el hecho de que Pirandello fue,
éste), «Enrique IV», constituyen las por encima de todo, hombre de teatro
columnas sobre las cuales Pirandello y que vivió, sufrió y luchó para el teatro,
la crítica pirandelliana han construido por el teatro y en el teatro. Viajó con su
el importante edificio de una de las teatro a través de los continentes, des-
creaciones teatrales más importantes de Roma hasta Nueva. York y desde
que existen. Pirandello introdujo en la Buenos Aires hasta Berlín. Hizo de la
idea del teatro el método de los sofistas ficción y la representación teatral la
griegos, sus parientes lejanos. Pero su gran realidad de su vida, de su obra y de
teatro bebió de lo trágico de los tiem- sus personajes; jugando como un pres-
pos modernos. Y lo hizo moderna- tidigitador y como un ilusionista, em-
mente, con equilibrio y mesura grie- pleando el humor, el sarcasmo, lo trá-
gos, meridionales. Por esto se dijo, con gico y lo cómico, introspecciones y ex-
razón, que sus héroes «rehuyen el exte- traversiones, libertad dialéctica y rigi-
mismo trágico shakespeariano». dez formal, mito y realidad, hasta el fi-
Como lo hicimos en agosto de 1967, nal sería difícil decir si su existencia y
con ocasión del centenario del naci- su genio pudieron expresarse en cosa
que no fuese, en verdad, teatro y repre- todo el teatro de vanguardia, teatro del
sentación.' absurdo y de la utopía de hoy.
La personalidad de Pirandello se nos Pero absurdo y utopía no fueron
antoja como algo sumamente compli- para Pirandello y su dramaturgia un
cado. Y la complicación aumentaría y asunto de programa, sino más bien un
dificultaría aún más la comprensión si resultado de elaboraciones largas y
algunas claves no las hubiera propor- complicadas. Corrientemente, incluso
cionado él mismo en el terreno confe- críticos y hombres de teatro vieron en
sional. Más que defender la novedad la vocabión dramática de Pirandello
fundamental de su teatro, Pirandello una realización tardía, pasada ya la
quiso poner de manifiesto la novedad media centuria de su vida. Nada más
de su método teatral. Todo parte de su falso. No porque la obra épica del gran
propia posición ante la historia de la li- siciliano tuviera condiciones, esque-
teratura italiana, posición que pone de mas y propósitos dramáticos, sino que
manifiesto en su discurso ante la Aca- al mismo tiempo que la realizaba es-
damia de Italia en 1931. Distingue el tuvo componiendo continuamente
dramaturgo siciliano en la literatura obras dé teatro que, desde el punto de
de su país dos tendencias precisas. vista de la representación, preparan su
Hubo, así, una literatura de las pala- teatro. Obras de teatro y al mismo
bras y otra literatura de las cosas. Su tiempo teorías teatrales, que luego irán
propia situación es intermedia. Coloca acentuándose en una verdadera preo-
en cierto modo el mundo de las pala- cupación suya de hombre de teatro y
bras al servicio del mundo de las cosas. más tarde -a partir de 1936- incluso de
hombre de cine, de escenógrafo, teóri-
Pero ni las palabras ni las cosas son he- co de la representación, de la función
chos sencillos. Sobre ambos se proyecta del acto del autor, del espectador y del
un universo caleidoscópico donde público. Incluso la teoría de la distan-
realidad y verdad son conceptos equí- ciacióni que en realidad fue de los grie-
vocos, fluctuantes. Subjetivismo y ob- gos y de Hóderling, y modernamente
jetivismo, individuo, pareja, sociedad, de Schiller (en su prólogo a «Die Braut
realidad y sueño, todo asoma a nuestra von Méssina») y que los ideólogos de
conciencia artística en forma compli- hoy atribuyen a Brecht en exclusiva,
dada y confusa. «Uno, nessuno e cen- fue algo que preocupó seriamente a Pi-
tomila», como en el título de una suge- randello hombre de teatro.
tiva nove la del propio Pirandello. Tras Entre 1895 y 1910 la carrera litera-
todo ello, la sombra de una auténtica ria se asienta como un hecho de presti-
angustia existencial. Con esta perspec- gio en Italia, Francia y Alemania. En
tiva final, así formulada en «Los gigan- 1910 era ya el autor consagrado de va-
tes de la montaña»: «El cuerpo es la rias novelas cortas y grandes, especial-
muerte. Tinieblas y piedra». mente de «II fu Mattia Pascal». Es pro-
Por todo esto, tras todos los esfuer- fesor dql Instituto Superior del Magis-
zos de la crítica pirandelliana, subsis- terio de Roma, de una asignatura que
ten en la obra y la personalidad de Pi- tiene ni más ni menos que este título:
randello valores aún no descifrados, a «Lengua italiana, estilística y precep-
pesar del universal reconocimiento del tística y estudio de los clásicos com-
gran autor siciliano como uno de los prendidos griegos y latinos en sus ver-
primeros, acaso el primer dramaturgo siones mejores». Discípulo de Verga y
del siglo, precursor incontestable de Capuana, novelista, ensayista y dra-
maturgo, Pirandello participa a. prin- el gran congreso Volta de la ciencia
cipio del siglo en una polémica de esté- que se celebra en Roma. Es una etapa
tica y estilo que lo coloca desde el prin- bastante difícil y angustiosa no sola-
cipio en la fila de los anticrocianos. mente de su vida sino también de su
Cosa que hará que decenios más tarde, creatividad teatral. Su obra última en
en plena gloria, ganador del Premio el sentido del valor, ya que obras me-
Nobel, su obra no fuera del todo del nores están realizadas del todo en los
agrado del propio Croce, o de erocia- últimos años de su vida, «I giganti della
nos como Luigi Russo o Attilio Momi- montagna» Pirandello había empeza-
gliano. La política no estuvo ausente. do a escribirla en 1928 y en 1936 -a su
Adriano Tilgher, que lan/ara como la muerte- queda aún sin acabar. Esta
gran novedad del siglo «el sistema pi- obra deja constancia de lo que le im-
randelliano» del teatro, en sus «Estu- portaba a Pirandello esta envoltura
dios sobre el teatro contemporáneo» metateatral de su propio teatro. En su
(1922) romperá definitivamente con intervención en el Congreso Volta, Pi-
Pirandello Académico de la Italia fas- randello pone de manifiesto los valo-
cista. Attilio Momiglia no acusaba aún res de la utopía intelectual. Habla en
en 1936 en su «Historia de la literatura términos críticos de la caída y de la
italiana» toda la obra pirandelliana pérdida de lo sagrado, de los males de
posterior al «Matías Pascal» de cere- la civilización industrial, de la «muerte
bralismo y falta de poeticidad. Luigi de la fiesta religiosa». Al mismo
Russo y Gramsci no retienen del gran tiempo que Artaud en Francia, el au-
teatro de Pirandello más que dramas tor italiano tomaba actitud ante la pre-
rústicos como «Lióla». Todo menos el sencia del hecho cultural cinemato-
olvido. El olvido no pudo con la gran- gráfico. Pero a diferencia de Artaud,
deza de Pirandello. De modo que en su quiso defender un teatro como espec-
«Luigi Pirandello» (1948) Arminio táculo selectivo ante la invasión de lo
Janner pudo ver en la totalidad de la cinematográfico. Se refiere a la fun-
obra de Pirandello -teatro, épica, teo- ción social y didáctica del teatro ante la
rías estéticas incluidas- un grande he- invasión hegemónica del cine. Busca
cho de la cultura europea. Las etique- senderos y núcleos litúrgicos del Tea-
tas veristas, relativistas, pesimistas, ce- tro en los límites de la «Sacra Rappre-
rebralistas que algunos ilustres críticos sentazione». Teatro onírico, teatro ri-
habían puesto a obras suyas, nadie las tual, teatro litúrgico. Teatro intelec-
puede recordar frente a la grandeza, tualista, en suma, que Pirandello aca-
sobre todo de su obra dramática, que ba por defender y hacer suyo, al cabo
culmina en la inacabada «Gigantes de de toda una larga polémica sobre el ce-
la Montaña». rebralismo y el 2intelectualismo de su
En el centro de todo está la esencia obra dramática. Lo cierto es que Pi-
de lo teatral. Pero para poner dé mani- randello, a la postre, fijará esta sor-
fiesto esta misma esencia de lo teatral y prendente posición, si se tiene en
lo dramático, autor, personajes, acto- cuenta la lucidez de la arquitectura de
res y público están destinados en la su teatro, el magnífico equilibrio lúdi-
idea que Pirandello posee y practica co en las situaciones, el perfil de los
del teatro con mano segura e infalible, personajes, el diálogo, la palabra, el
a acceder siempre a envolturas meta- estilo, la claridad sin par de su lenguaje
teatrales. Y ahí está su originalidad lí- dramático. «Liberar al artista y
mite. En 1934 Pirandello interviene en también al público de la influencia de
la opinión de los cultos... de los profe- Se abre el horizonte de este triunfo del
sionales... plaga de la sociedad civil.3 teatro y ¡los ecos de las obras capitales
A través de la obra, la gran obra ina- de Pirandello se hacen presentes. Se
cabada de Pirandello, «I giganti della presenta a la cita una obra gloriosa y
montagna», se ha realizado más de un sin tacha como «Los seis personajes en
viaje a través de su importante obra busca de autor». Y la magnífica y paté-
dramática. La reinvención del teatro ticamente llevada «Enrique IV» y la
llevada a cabo en plena crisis de la mo- brillante, sin tacha, «Cosi é se vi pare»
dernidad por Pirandello, sobre bases imagen perfecta de las «máscaras des-
dramáticas y de representación segura, nudas». Y la perfecta presencia del
ha sido como una especie de «pulsión «teatro en el teatro» de «Questa sera si
del viaje». «Pulsione al viaggio» la de- recita a soggetto». La visión es cinema-
fine un hombre de teatro de la más au- tográfica. Tras la «pantalla-muro» de
téntica especie en los tiempos que co- «I giganti...» se perfilan las estructuras
rren en Italia como Luigi Squarzina. mismas del teatro, los valores univer-
Pero los fantasmas oníricos pirande- sales del teatro de Pirandello que ocu-
llianos no se prestan fácilmente a una pa y entusiasma con trepidación toda
lectura en clave freudiana. Pero una una época que se precipita en estrenar
lectura es posible, y «Los gigantes de la algunas de sus obras en traducciones
montaña», con sus fantasmas, sus gi- francesas como las de Crémieux o ale-
gantes, su delirio utópico, ofrecen la manas como las de Fest, antes de que
mejor apertura al análisis de todo el los escenarios italianos las conozcan.
teatro de Pirandello. El marco final y La visión última es de crisis de la civili-
último es concretamente éste, en su zación y crisis del teatro. La ciudad
condición de sinfonía pirandelliana está lejos y los personajes del drama se
inacabada. «Una villa abandonada, difuminan en perfiles fantasmales. Se
más cercana a los montes que a la ciu- presentan a la vista, uno por uno, to-
dad, en medio de una isla perdida, ha- dos. El primero el profesor Hinkfuss,
bitada por extrañas figuras, monstruo- el esteta teórico del teatro, «alter ego»
sas criaturas que juegan a tiempo lleno de Pirandello mismo maduro. Es nor-
con sus sueños, dedicadas a. prácticas mal que así fuese, ya que el profesor
clandestinas de magia para tener lejos Hinkfuss afirma la autonomía del tea-
a los inoportunos, conducidas por un tro con respecto a todo lo demás, in-
extraño maestro de ceremonias, Co- cluida la literatura. Se proclama así la
trone. Llegan actores extravagantes, supremacía del teatro y lo teatral y éste
extraños en busca de un público, que es el terna iluminante de «Questa sera
arrastran a una primadonna, Use, in- si recita a soggetto». Junto a esta obra y
vadida por los fantasmas de un perso- sus personajes se asoman en la panta-
naje de fábula y de un autor muerto por lla-murp de la obra final, los protago-
ella, fantasmas tiránicos que la obse- nistas de «Seis personajes» (1921)y de
sionan con frecuencias cada vez más «Ciascúno a suo modo» (1924). Se tra-
periódicas» (Puppa, op. cit. p. 11). ta de un auténtico juego de los perso-
En este paisaje de utopía los temas se najes. A Pirandello, novelista que ha-
multiplican y entrecruzan. Creadores bía superado los límites estéticos del
de construcciones gigantescas que naturalismo, le preocupaba el leit-
amenazan con mutilar la naturaleza y motiv dé la «tragedia de un personaje».
el paisaje. Pero por encima de todo, la El gran escenario está desnudo y desde
gran exaltación del mundo del teatro. ahora los personajes pirandellianos to-
dos buscan a su autor. En una trayecto- sintegrarse en esta visión final. Tras
ria amplia que va desde Lióla, fuerte y ellos se colocan en una fila fantasmal y
vital, hasta Enrique IV, el personaje de cierta ensoñación los actores, auto-
capital perfecto. El personaje que en- res y público. Todos ellos, y en la in-
cama el drama de la historia «uno de tención de Pirandello, el destino mis-
los más dramaturgos personajes jde la mo del teatro, se proyectan en la pan-
dramaturgia contemporánea»,4 el más talla-muro de la escenografía final. El
libre «de los esquemas y el más rico de teatro mismo, «ciudadela del espíritu
trágicas motivaciones intelectuales. sitiada por el desarrollo de la Metrópo-
El, en efecto, vive en continua y qspas- lis» (Puppa), se halla finalmente en
módica tensión interior, todo encami- busca no tanto de su autor, de sus per-
nado a la busca de un espacio real suyo sonajes y su público, sino de su propia
en el cual pueda vivir, con o sin másca- supervivencia.
ra y precisamente de esta su ininte- El analista actual del significado del
rrumpida búsqueda surge el tema, ba- teatro de Pirandello sigue la pauta del
silar en el drama, del conflicto entre mundo de la comunicación y de la ar-
realidad exterior y realidad interior». quitectura interna, geométrica, del
¡Extraordinario personaje teatral, éste teatro de Pirandello. Destaca tres eta-
de Enrique IV pirandelliano! Ruggero pas precedentes a ésta final de la pan-
Ruggeri lo estrenó en el Teatro Man- talla-muro. La reflexión sobre el tea-
zoni de Milán, en 1922. El autor de es- tro, el análisis de la comunicación lin-
tos apuntes tuvo la feliz oeasión de ver güística del trinomio autor-actor-
al mismo Ruggero Ruggeri en los pa- espectador, llegan ahora a una especie
ños del mismo inolvidable personaje, de «muro insuperable», un muro
exactamente veinte años después, en allende el cual no se puede andar más
1942, en el Teatro Argentina de que modificando globalmente los pro-
Roma. Joven estudiante entonces en la pios modos, las propias técnicas de
Ciudad eterna, recordaré siempre el existencia y de circulación. Lo que une
timbre inconfundible de la voz de giganti della montagna a las otras
Ruggero Ruggeri, en todas las tonali- tres estaciones es por lo tanto la inte-
dades posibles, en uno de los momen- rrupción, bajo la enseña de una come-
tos de vivencia teatral más inolvidable. dia que no puede ser representada has-
¿Cómo lleva ante nosotros a todos sus ta el final. En Sei personaggi son los
personajes este Pirandello último que personajes mismos que bloquean a los
trabaja durante ocho años en su obra actores incapaces para dar vida a su
inacabada «Los gigantes de la trauma y luego volver a morir; en
montaña», mientras da término defi- Ciascuno a suo modo son aún los per-
nitivo a obras como: «O di uno o di sonajes, esta vez saliendo violenta-
nessuno» (1928), «Come tu mi vuoi» mente desde el patio de butacas y no
(1930), «Sogno ma forse no» (1931), desde un montacargas, los que blo-
estrenada en portugués en Lisboa. quean los actores para caer luego en las
«Trovarsi» (1932), «Quando si é qual- propuestas sugeridas por la escena. En
cuno» (1933), estrenada en Buenos Questa sera si recita a soggetto son los
Aires en español, «La nuova colonia», actores mismos los que se rebelan con-
«Lazzaro», «Non si sa come» (1934), tra la interrupción, intentada esta vez
representada por primera vez eri Praga por el director; son los actores los que
en lengua checa. Ellos, los personajes, se liberan en el prodigio del viaje, a sa-
son los primeros en reencarnarse y de- ber, en la penetración-posesión sufri-
da por uno de ellos por parte del perso- ra y ninfa egeria Marta Abba, fiel du-
naje, si bien luego se bloquearán para rante años después al bello mensaje
evitar precisamente el exceso del viaje teatral ¡ de Pirandello. Lo vivo de la
sin retorno» (Puppa, cu. p. 12). reinvención del teatro pertenece para-
El teatro de Pirandello permanece dójicamente a lo metateatral y a la me-
vivo en su propia eterna reinvención. tahistoria. Y cuando el asalto de la his-
La fúnebre visión final tiene acaso, en toria y el teatro mismo se producen,
la plenitud de su metáfora y su alego- sobreviene la visión desintegradora,
ría, algo de testimonio existencial del fúnebre. Pero ella no hace sino fortale-
propio drama de Pirandello mismo. cer la feinvención del teatro. En una
Durante un decenio el autor, víctima especie de sacralidad global, cuya cri-
de un drama familiar profundo, hace sis tanto reprochaba Pirandello a su
sentimental y profesionalícente teatro propia época.
a través y para su gran actriz inspirado-
J.U.*

* Escritor.
1
cfr. Jorge Uscatescu, Teatro occidental con acento sobre «la tecnicitá poietica deli'arte come
temporáneo. Ed. Guadarrama. Madrid, 1968, formativitá», en Pirandello. Cifr. Stella: Forma e
pp.2 149ysigs. Memoria,
4
Roma, 1985,p. 195.
cfr. Paolo Puppa, Fantasmi contra giganti cfr. Elisabetta Boschiggia, Guida e lettura di
(scena e immaginario in Pirandello), Patrón Edi- Pirandello, Mondadori, Milano, 1986, p. 87.
tore. Bologna, 1984, pp. 162 y sigs.
3
Vittorio Stella, el penetrante Catedrático de
Estética de la Universidad de Roma, pone el

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