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Juan Escoto Eriúgena

Contexto

Hay que entender que la filosofía cumplirá un rol dentro del mundo carolingio, que será un rol
cohesionador y legitimador del poder recién adquirido por el imperio. Poniendo así un
fundamento estable a este nuevo mundo que se presenta inestable. Por lo que no es
concebible en el mundo carolingio, considerar que hay un saber cómo la filosofía, que no tenga
ninguna finalidad práctica. Se constituyó el poder político, ahora de lo que se trata es de su
consolidación y fundamentación, y para tal cometido, se trae el saber clásico, para producir la
cohesión. El emperador, que era analfabeto, tae maestro de otros lugares, necesitará para
organizar y para apropiarse de la cultura antigua, de educadores, para lo cual trae maestros y
uno de estos fue Escoto Eriúgena. La racionalidad con la que está actuando está teniendo en
cuenta la contraposición de las supersticiones y el uso de imágenes en el imperio de Bizancio.

Escoto es traído a la corte en el siglo IX y en 824 se le encomienda la tarea de ser profesor de la


escuela de Palacio. La formación de Escoto es del griego, gramática y prosodia latina,
astronomía y se interesa por la especulación filosófica y teológica, tiene un gran conocimiento
de la patrística griega de Dionisio, de Gregorio de Nisa, y un gran conocimiento de la literatura
latina como Agustín, Cicerón, Macrobio.

Para comprender la actividad de Escoto Eriúgena, conviene situarlo dentro de lo que se ha


denominado el Renacimiento Carolingio. La tesis tradicional dice que, desde finales del siglo
VIII hasta inicios del IX, se realizó por obra e Carlomagno, la restauración de los estudios y de la
cultura, después de la decadencia de los siglos VII y VIII causada por la invasión de los barbaros
en Europa. El único lugar que mantuvo la cultura habría sido el mundo irlandés y anglosajón,
de quienes se sirvió Carlomagno para reorganizar las escuelas y la cultura. Pueden
considerarse cuatro etapas de la época carolingia, que se extiende, aproximadamente, desde
el último cuarto del siglo VIII hasta el primer cuarto del X: época de Carlomagno, época de
Ludovico Pío, la época de Carlos el Calvo, y la época del declive carolingio. La figura más
sobresaliente de la tercera época carolingia, fue Juan Escoto Eriúgena. Nació en Irlanda como
expresan sus dos nombres, entre el 800 y el 810. Fue el rey Carlos el Calvo quien lo invito a su
corte itinerante, encomendándole la tarea de profesor de la Escuela Platina.

Pensamiento

En cuanto al Periphyseon, es preciso relacionarlo con Dionisio Areopagita, además de tener


mucho que ver con San Agustín y Boecio. La originalidad de Escoto consiste esencialmente en
haber conocido y profundizado por primera vez en occidente las obras de Dionisio y de
Máximo. En el prólogo o primer capítulo del Periphyseon, maestro y discípulo, pues se trata de
un diálogo, se ponen de acuerdo sobre el plan de la obra: van a tratar de la naturaleza.

Presupuestos y lenguaje
No podríamos comprender en sus justas dimensiones la concepción eriugeniana del lenguaje
sobre Dios si no tenemos en cuenta algunos presupuestos. Primero: su situación de creyente
determina profundamente su manera de entender el lenguaje sobre Dios, lo mismo que
condiciona su doctrina sobre el hombre y el conocimiento. Cree para entender. Nuestro
lenguaje sobre Dios ha de inspirarse en el lenguaje de Dios. De tal modo que, toda su obra de
pensamiento puede entenderse como una exégesis de la biblia. Otro presupuesto es el
acuerdo que establece entre la autoridad y la razón. En primer lugar, no cabe oposición ente la
verdadera autoridad y la recta razón, pues ambas han brotado de la divina sabiduría. Por lo
que las contradicciones entre la recta razón y la autoridad surgen de una mala interpretación
de la Biblia o de una autoridad que no es verdadera autoridad. Su filosofía quiere descifrar el
libro del mundo sensible y la Biblia, donde se contiene la manifestación divina de la verdad.
Otro presupuesto a tener en cuenta son las fuentes neoplatónicas de su pensamiento,
especialmente en el neoplatonismo teológico de los Padres, especialmente de Agustín,
Dionisio Areopagita y Máximo confesor. El ritmo doble y simultáneo de su universo
corresponde fundamentalmente al esquema neoplatónico de la procesión y el retorno. En
principio todos los sistemas neoplatónicos, cuya finalidad consiste en explicar cómo se pasa de
la unidad a la multiplicidad, y de la multiplicidad a la unidad, presentan una doble cara, en el
sentido que la causación que establecen puede ser considerada o bien como un flujo
ontológico, o bien epistemológico, o ambos a la vez. En Escoto se encuentra los dos aspectos.
El presupuesto más importante de su concepción del lenguaje sobre Dios es el lenguaje de
Dios acerca de sí mismo. El lenguaje sobre de Dios sobre sí mismo ha de regular nuestro
lenguaje sobre Dios. El lenguaje de Dios no se limita a la biblia. Las cosas sensibles de nuestro
mundo nos hablan también de Dios. Juan Escoto escribe: “No hay nada visible y corporal que
no signifique algo incorporal e inteligible”. Nuestro lenguaje sobre Dios ha de esforzarse por
descifrar su propio lenguaje.

¿Cómo hablar de lo inefable? Juan Escoto nos invita a hablar de lo que no se puede hablar. El
que la naturaleza divina sea incomprensible e inefable en sí misma no implica que no podamos
referirnos a ella con nuestro lenguaje. Las teofanías son la expresión de lo inexpresable. En las
teofanías Dios se revela y oculta. Nuestro lenguaje sobre Dios ha de reflejar ese doble aspecto.
Por eso hallamos en Juan Escoto una valoración simultánea del lenguaje afirmativo y negativo
sobre Dios. En cuanto que es más lo que se oculta que lo que se revela, hemos de preferir el
lenguaje negativo. Juzga que el lenguaje afirmativo sobre Dios, tanto el que emplea Dios en la
biblia como el que utilizan os teólogos y filósofos, es siempre metafórico. La acción creadora
determina el significado fundamental del lenguaje afirmativo en la teología de Escoto. No en
vano la creación es concebida como manifestación de Dios en las cosas creadas. Lo mismo que
el mundo sirve para que Dios se conozca y se haga conocer de las criaturas racionales, también
sirve para que los hombres podamos referirnos a él con nuestro imperfecto lenguaje.

El lenguaje negativo sobre Dios queda expresado en la obra Periphyseon cuando divide la
totalidad de las cosas, a la que llama naturaleza, en dos porciones: la de las cosas que son y la
de las que no son. Por cosas que no son suele entenderse en la segunda etapa las que “debido
a la excelencia de su naturaleza” superan la capacidad de nuestros sentidos, razón y
entendimiento. Que Dios pertenece a las cosas que no son quiere decir, pues, que está más
allá de las capacidades de nuestro conocimiento y lenguaje.
Teofanía

La doctrina de la teofanía es un punto central de la filosofía de Escoto. Por medio de creatura


es Dios quien se manifiesta, por lo que todas las creaturas pueden ser entendidas como ciertas
apariciones divinas, esto es, las teofanías. En este sentido, la teofanía, nombra la paradoja que
dice que lo infinito deviene finito. Toda contemplación de Dios es indirecta o negativa, es decir,
por medio de ciertas apariciones. Lo fundamental en la doctrina de las teofanías es la reunión
que supone entre Dios y el intelecto humano, por medio del mundo en que vive el hombre,
por lo que teofanía es una apariencia o aparición de Dios.

Teofanía también se entiendo como el proceso creador de lo infinito hacia lo finito, por lo que
podría entenderse a la cuádruple división de la naturaleza como aquello que nos permite
comprender el proceso de la configuración de la realidad partiendo de Dios a través de la
creación como una teofanía, o manifestación de Dios mismo y el retorno de todos los seres a
su principio que es también Dios.

“La teofanía no proviene de otro, sino de Dios; y surge por condescendencia de la Palabra
divina, como en un movimiento descendente hacia la naturaleza humana por él creada y
purificada, y una exaltación hacia arriba de la naturaleza humana por el amor divino hasta la
misma palabra”. Este movimiento, de descenso y ascenso, de la Palabra divina y de la
naturaleza humana respectivamente, expresa el modo del encuentro entre Dios y el hombre,
la deificación.

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