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1) _ ¿Qué es la Revelación?
Es un acto libre por el que Dios comunica su misterio a la humanidad invitándola a
compartirlo. La revelación constituye el fundamento de la fe y su referencia constante;
la teología, que nace de la revelación, intenta comprender su misterio a la luz de la
inteligencia.
2) _ ¿Cómo se da esa Revelación?
Esta Revelación que utiliza Dios, se va a dar, progresivamente y por etapas.
3) _ Esas etapas son:
Cósmica o Natural.
Histórica.
Profética.
Cristica.
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como si se llegara a una identificación entre los dos, de manera que en las mismas
peripecias de la historia Dios se manifiesta en su realidad personal.
C) _ Profética: La tercera expresión de la revelación es la profética. Se reconoce en los
diversos oráculos o en los signos proféticos que se realizan. Esta revelación pasa a través
de la mediación personal de algunos hombres llamados a expresar las palabras mismas de
Yahvé; escuchar o rechazar su palabra coincide con escuchar o rechazar a Dios. La
revelación profética recorre las grandes etapas de la historia de Israel, como la alianza, la
Torá y la fidelidad a Yahveh, pero las inserta en una perspectiva más profunda y más
espiritual, para que nadie se quede en una relación puramente formal con Dios.
D) _ Cristica: La cima de la revelación es la revelación crística. La revelación de la palabra
se hace ella misma «carne» y el alfabeto de Dios toma cuerpo en el lenguaje de Jesús de
Nazaret. Esta revelación, como indica la Dei Verbum en la n. 4, debe considerarse
«definitiva» y «completa», ya que en Jesús Dios nos dice todo lo que, en su misterio de
amor, quería comunicar a la humanidad. La revelación que lleva a cabo Jesús es
definitiva, porque en él se da a conocer plenamente el misterio de Dios. En efecto, él
manifiesta que Dios es Padre, Hijo y Espíritu; esta revelación sólo podía hacerla él, que
comparte con Dios su misma naturaleza. Por tanto, la dimensión trinitaria de la
revelación es fundamental, ya que permite alcanzar la unicidad de la naturaleza divina y
su racionalidad diversificada en la economía de la revelación. Esta perspectiva trinitaria
es la que permite ver la revelación de Jesús de Nazaret completa, pero al mismo tiempo
abierto, ya que remite siempre al misterio más grande de Dios. Dios, aun revelándose, no
se deja aprisionar en las redes de lo humano; las asume en plenitud y se hace conocer por
medio de ellas, pero todo el lenguaje humano es incapaz de expresar la grandeza de su
misterio.
4) _ Resumen Explicativo:
Por lo tanto, la revelación constituye el fundamento de la fe porque en ella Dios no sólo
se comunica a sí mismo, sino que en la persona del Hijo hace evidente su proyecto sobre
el hombre. Al revelarse a sí mismo en la naturaleza humana, Dios revela al hombre a sí
mismo: le permite descubrir el plan de salvación original más allá de la desobediencia del
pecado y le invita de nuevo a reconciliarse con él. La revelación, que es ante todo signo
del amor que quiere darse a conocer para que el amado sea feliz, supone también la
dimensión soteriológica en cuanto que la condición real de la persona humana es la del
pecado y de la desobediencia. Y al revelarse, Dios no sólo se da a conocer a sí mismo y
su misterio de amor, sino que al mismo tiempo salva a los hombres de la condición de
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esclavitud, puesto que Dios entra en la historia, su revelación se dirige hacia un
cumplimiento definitivo que sólo se dará al final de los tiempos. Así pues, la revelación
posee en sí misma una dinámica creciente que mueve a entrar en la plenitud del misterio
sabiendo que éste sólo podrá ser conocido plenamente en la visión final. Esto significa
que la verdad comunicada y expresada por la revelación se ha dado una vez para siempre,
pero tiene necesidad de ir creciendo hasta alcanzar la plenitud en el acontecimiento
escatológico (Jn 16,13).
¿Qué es la Biblia?
Cuando nos ponemos a hojear una Biblia, inmediatamente nos damos cuenta que está
formada por muchos libros, unos más extensos que otros. Esta serie de libros que forman la
Biblia o Sagradas Escrituras fueron escritos por muy diversos hombres, en épocas muy
distintas, en circunstancias muy variadas y con diversa finalidad. Hay en ellos, por ejemplo,
historias populares, leyendas, dichos, plegarias, himnos, leyes civiles y religiosas, hechos
portentosos, etc.
¿Por qué libros tan variados y sin aparente conexión se han reunido para formar lo que
conocemos como Biblia?
Todos estos libros son expresión de la fe en Dios y del sentir común de un pueblo, del
pueblo de Israel primero y del pueblo cristiano después. Con la convicción de que estos libros
son documentos escritos de las actuaciones y comunicaciones de Dios con los hombres, siempre
se han tenido como una unidad.
Para el pueblo cristiano esta unidad la realiza Jesucristo siendo el eje, centro, culmen y
explicación de todos los escritos sagrados.
La Biblia, es el libro por excelencia del Pueblo de Dios y, junto con la Tradición
(testimonio vivo de la Revelación o Historia de la Salvación) es Palabra de Dios y Palabra
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humana consignada por escrito bajo la acción del Espíritu Santo, cuyo contenido lo forman
todos los escritos canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento.
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Génesis, Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, los dos libros de
Samuel, los dos libros de los Reyes, los dos libros de las Crónicas, Esdras y Nehemías, Tobías, Judit,
Ester, los dos libros de los Macabeos, Job, los Salmos, los Proverbios, el Eclesiastés, el Cantar de los
Cantares, la Sabiduría, el Eclesiástico, Isaías, Jeremías, las Lamentaciones, Baruc, Ezequiel, Daniel,
Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás Miqueas, Nahúm , Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías
para el Antiguo Testamento; los Evangelios de Mateo, de Marcos, de Lucas y de Juan, los Hechos
de los Apóstoles, las cartas de Pablo a los Romanos, la primera y segunda a los Corintios, a los
Gálatas, a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses, la primera y la segunda a los
Tesalonicenses, la primera y la segunda a Timoteo, a Tito, a Filemón, la carta a los Hebreos, la carta
de Santiago, la primera y la segunda de Pedro, las tres cartas de Juan, la carta de Judas y el
Apocalipsis para el Nuevo Testamento.
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uno, versículos 14 y 41
El Guión - “al” Is. 55, 10-13. Isaías, capítulo
55, versículos del 10 al 13
El Punto y ; Nueva cita de un mismo libro Gn. 15 ; 17 ; 25, 19-28.
Coma Génesis, capítulo 15, capítulo
25, versículos del 19 al 28
La “S” s Versículo siguiente St. 1, 21s. Santiago, capítulo
uno, versículo 21 y siguiente
La doble S ss Versículos siguientes Rom. 8, 14ss. Carta a los
romanos, capítulo 8, versículo
14 y siguientes
El número diferencia a los libros que tienen el 1Co. 2Co. Primera carta a los
anterior a la mismo nombre Corintios. Segunda carta a los
Sigla Corintios.
Para encontrar en la Biblia una cita, téngase en cuenta lo siguiente: los capítulos están
generalmente indicados con números grandes y resaltados. Los versículos están dentro del texto.
Además, en el margen de arriba se indican ordinariamente el capítulo y los versículos que se
encuentran en cada página.
GÉNEROS LITERARIOS1
Cada uno de los textos literarios guarda relación con otros textos. A través de una red
compleja de relaciones que se manifiesta, bien en la repetición o recuperación de determinados
temas, bien en unas opciones formales específicas. Este hecho determina la investigación sobre
los géneros literarios, que representan las diversas formas o maneras de expresarse (orales o
escritas) que se usan comúnmente en una época y región determinada y puestas en relación
constante con determinados contenidos. La investigación sobre los géneros literarios en el
terreno de la Biblia tuvo un notable impulso a partir de H. Gunkel (1862-1932), profesor de
Antiguo Testamento en Giessen y en Halle. Según Gunkel, son tres los factores internos y uno
externo los que constituyen el género literario: un tema peculiar, una estructura o forma
interna propia, un repertorio de procedimientos frecuentes y dominantes (factores internos); el
factor externo es la situación vital o circunstancia social, que Gunkel ha llamado Sitz im
1
Bove G. (1995). DICCIONARIO TEOLÓGICO ENCICLOPÉDICO. España: Ed. Verbo Divino.
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Leben. Por eso se puede afirmar que el género literario responde a una necesidad social
específica por medio de un contenido literario concreto que tiene su propia estructura, su
vocabulario y su estilo. Gunkel, a pesar de las fuertes resistencias que encontró, tuvo pronto
muchos discípulos, y su método (la “crítica de los géneros literarios”) se ha impuesto en la
exégesis tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo. En el campo católico este método de
investigación se afirmó con la encíclica Divino Aftlante Spiritu, de pío XII, y la Constitución
dogmática Dei Verbum, del concilio Vaticano II. En lingüística se definen como, “tipos
textuales” los grupos de textos con características comunes; los problemas relacionados con
ellos, así como su identificación, se tratan en el capítulo “géneros literarios”. La exégesis
histórico-crítica habla de ellos en el capítulo de la “historia de las formas” (Fomzgeschichte),
aunque actualmente se tiende a distinguir, por motivos de orden metodológico y de orden
histórico, entre "crítica de las formas" y "crítica del género literario", entendiendo por “forma” el
aspecto individual de cada texto y por “género literario” los aspectos comunes a varios textos.
F. Dalia Vecchia
Libros Históricos (Josué- Jueces- Rut- 1y2 Samuel – 1y2 Reyes- 1y2 Crónicas –
Esdras – Nehemias): Explican las complejas relaciones de Dios con su pueblo. Es la
historia de la misericordia y fidelidad de Dios y de las infidelidades del pueblo a su
palabra. Narran la ocupación y el establecimiento en la Tierra Prometida, la crisis que
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Rivas L.H. (2010). Diccionario para el estudio de la Biblia. Bs. As: Ed. Amico.
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condujo a la institución de la monarquía (David) en peligro de la teocracia, las luchas de
Israel con sus enemigos, el destierro a Babilonia y la vuelta, la lucha heroica del
judaísmo frente al helenismo.
Narraciones Didácticas (Tobías– Judit- Ester): Relatos de tipo biográfico sobre
familias y personas. Su valor histórico es escaso (se presentan anacronismo e
inexactitudes), son obras de ficción de carácter didáctico, parecidas a novelas ejemplares.
Se sirven de la narración para ascender a la enseñanza de otro orden, algo semejante a las
parábolas.
Libros proféticos (Isaías-Jeremías-Baruc-Ezequiel-Daniel-Oseas-Joel-Amós-Abdías-
Jonás-Miqueas-Nahúm-Habacuc-Zofonías-Ageo-Zacarías-Malaquías): El profeta es
una figura característica de la religión israelita y tiene una presencia destacada en la
Biblia. Eran llamados por Dios; eran hombres de la palabra; profundamente religiosos;
intercesores por el pueblo delante de Dios. Se mostraron críticos del culto por aquellos
que en su vida no mostraban una sincera adhesión a la voluntad de Dios. Los libros
proféticos recogen datos biográficos, discursos, sentencias, advertencias constantes al
pueblo y a sus dirigentes para que no se apartaran de los caminos de Dios. El profeta
actúa como guardián de la alianza, denuncia situaciones y anuncia la salvación.
Libros poéticos: Profetas y sabios se expresaron a veces con formas poéticas. Pero aquí
nos referimos al grupo de los tres libros de poesía lírica: Salmos, Cantar de los Cantares
y Lamentaciones (para los fallecimientos). Presentan tres variantes de la literatura
universal: Oración, canto al amor y lamentación. En la antigua literatura oriental se
encuentran paralelismos, estrofas, se encuentran palabras que se repiten o asocian,
quiasmos3, estructuras concéntricas, acrósticos4, etc.
Libros sapienciales (Job- Proverbios- Eclesiastés- Sabiduría- Eclesiástico): El
término hebreo equivalente a sabiduría es hokmah, que puede designar distintas formas
de habilidad (la capacidad para tareas manuales y la magia, el buen sentido de la
conducción política, el buen criterio para juzgar, la astucia para comportarse en
situaciones comprometidas). Comunican experiencias de vida, dan consejos. Muestran
con sentencias cortas, refranes o discursos una forma de entender el presente. La
adquisición de la Sabiduría promete una larga vida y feliz, libre de contratiempos. El
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Quiasmo: figura literaria griega donde se intercambia el orden de los elementos de dos secuencias. Se
realiza a partir de la repetición de frases o términos iguales, pero de manera cruzada y conservando la
simetría.
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Acróstico: Es un poema, griego, que con las letras iniciales, intermedias o finales de sus versos, forma
una expresión o una palabra.
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que la poseía era sabio, pero el que carecía de ella era necio. Algunos de estos libros
rezuman optimismo al descubrir la naturaleza, obra de Dios; otros problemas de la
existencia, y otros reflejan la paz que proporciona el hallazgo de soluciones.
NUEVO TESTAMENTO.
El tema del Nuevo Testamento es Jesucristo. Se trata mediante varios géneros
literarios, y se contempla desde diversas perspectivas. Su objetivo es anunciar
el mensaje cristiano.
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Evangelios: Evangelio significa Buena Noticia. El evangelio era un anuncio. Los
cristianos emplearon el término para designar la buena noticia del Reino anunciado por
Jesús y proclamado por sus discípulos. Cuando la proclamación del reino pasa a unos
escritos, a éstos se les llama evangelios. Son los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
a) El anuncio de Jesús: “El primero es el anuncio hecho por el mismo Jesús”. Como todos
sabemos, Él no escribió ningún libro. Siempre predicaba a viva voz y lo más importante estaba
en su misma presencia. Si quisiéramos hacer un resumen de lo que es la predicación de Jesús, el
anuncio de la Buena Noticia por parte de Jesús, tendríamos que decir que la Buena Noticia es El
mismo. Él es aquel en quien se manifiesta el Reino de Dios. Los Santos Padres alguien decían
que Jesús es el Reino de Dios porque es Dios entre nosotros.
Y esta Buena Noticia aparece sobre todo cuando Jesús es crucificado, muere y resucita para
salvarnos. En resumen, la Buena Noticia será: "Cristo murió por nuestros pecados y resucitó
para nuestra justificación". Nuestros pecados han quedado borrados por la muerte de Cristo, y
tenemos una nueva vida a partir de la resurrección del Señor.
b) La predicación de los Apóstoles: El segundo momento del Evangelio está constituido por los
discípulos de Jesús que fueron testigos de todo lo que Él hizo y dijo. Mientras Jesús actuaba o
predicaba los discípulos estaban a su lado, pero entendían poco o nada de lo que sucedía. Así,
durante la pasión: uno lo traiciona, otro lo niega, todos huyen, durante la cena discuten en la
mesa sobre quién es el más grande entre ellos. La visión que ellos tenían en ese momento era
muy reducida. Entendían el Reino, pero no en el sentido de los profetas.
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Pero hubo un acontecimiento que cambió esta situación: la resurrección del Señor y la
donación del Espíritu Santo. Los Apóstoles bajo la influencia de los sucesos de Pascua y
Pentecostés sentirán una transformación de la visión que ellos tienen del Señor. Al ver a Cristo
resucitado entienden de otra forma todo lo que ha sucedido, y, principalmente con la venida del
Espíritu Santo, profundizan y comprenden el verdadero sentido que tenían las expresiones, las
palabras, los hechos y la misma muerte del Señor. (Jn 2,18-22; 12,14-16).
Si el Evangelio anunciado por Jesús es una presencia, una persona que actúa, el Evangelio
anunciado por los Apóstoles es una visión de toda la actuación de Jesús (hechos y palabras) a la
luz de dos experiencias irrepetibles: Pascua y Pentecostés, que les hacen comprender y
profundizar todo lo que esto significa.
c) La etapa de los Escritores: Cuando los Apóstoles predicaron la Buena Noticia y fundaron
comunidades en distintos lugares del mundo, fueron apareciendo algunos textos escritos. En
primer lugar aparecen las cartas: como los Apóstoles no pueden estar en todas partes al mismo
tiempo se comunican con las comunidades a través de cartas, como hace San Pablo. Pero dentro
de las comunidades también aparecen textos: Por ejemplo las celebraciones litúrgicas dan
ocasión a que se pongan por escrito algunas palabras del Señor. La celebración de la Eucaristía,
o del Bautismo requieren palabras del Señor para leer en esos momentos.
Será necesario tener algunos textos para ayudar a la predicación: hay que recordar
ciertas frases de Jesús, o algunas parábolas, citas del A T que hay que relacionar con los hechos
o los dichos de Jesús.
La comunidad cristiana debía polemizar en distintos frentes con diversos adversarios,
judíos o paganos. Es necesario retener frases o gestos de Jesús que sirvan para oponer a estos
adversarios en las discusiones.
Asimismo hay que tener textos para la catequesis, es decir para los que ya son cristianos
y deben profundizar su fe: para esto es necesario tener un buen material de discursos y parábolas
de Jesús.
Igualmente se necesitan normas para la organización de las comunidades: palabras de
Jesús que sirvan para indicar cómo tienen que ir los misioneros, qué requisitos deben cumplir,
cómo tienen que predicar, qué actitudes debe asumir el que es presidente de una comunidad, etc.
Esta es la ocasión para que las comunidades fundadas por los Apóstoles vayan dejando
anotadas todas estas cosas que recibieron de estos predicadores: la enseñanza apostólica. Pero
cuando los Apóstoles mueren, les sucede otra generación con el consiguiente peligro de que toda
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la enseñanza se desvirtúe como pasa con otras enseñanzas. Es aquí cuando el Señor va a suscitar
en las comunidades algunas personas para que pongan por escrito lo que los Apóstoles
predicaron. Ellos irán recorriendo las iglesias para recoger todo este material apostólico
perteneciente a cada una de las comunidades. Lucas nos dice en el prólogo de su Evangelio que
él investigó cuidadosamente lo que muchos escribieron (Lc 1,1-4).
La primera tarea de los Escritores es recopilar: deben ir a las comunidades buscando los
textos que se conserven de la enseñanza de los Apóstoles. Deben realizar una selección porque
muchas cosas estarán repetidas, otras no estarán tan bien conservadas. Una vez seleccionado el
material, se lo debe sintetizar, encontrar el contexto apropiado para una frase, el encuadre
histórico conveniente, la relación con otros textos, etc.
Por último, viene el trabajo de adaptación: éste es el más interesante y el que caracteriza
a esta tercera etapa de los Evangelios. Los Escritores no se encuentran en comunidades
exactamente iguales a las que se formaron en torno a Jesús y a los Apóstoles. Están en otros
territorios, en otras circunstancias, en otro grado de institucionalización. Estas comunidades ya
han profundizado más el misterio cristiano, viven en iglesias organizadas, con problemas que no
se daban en la época en que predicaba Jesús. El Evangelio escrito debe dar una respuesta a estas
comunidades en estas situaciones nuevas.
Los Escritores, bajo la luz del Espíritu Santo, van a recoger ese material de la época de
los Apóstoles y lo van a expresar adaptándolo a este nuevo auditorio, teniendo en cuenta cual es
su estado cultural, la situación de su fe, los interrogantes que puedan tener, los errores que se
pueden dar en cada comunidad. Esta es la primera explicación a las variantes que encontramos
cuando comparamos los cuatro evangelios entre sí.
Cuando pasamos de un evangelio al otro, encontramos los mismos hechos o las mismas
palabras de Jesús. Pero cada uno los ha tomado con ese mayor conocimiento y esa mayor
profundización y las ha expresado para que sean una enseñanza, una respuesta a este nuevo
auditorio.
Contemplando estas tres etapas en conjunto percibimos que se trata siempre del mismo
Evangelio en tres formas diferentes. En definitiva es el único Evangelio: el Evangelio de
Jesucristo expresado según Mateo, según Marcos, según Lucas y según Juan. Por eso no
puede haber Evangelios nuevos: la Iglesia primitiva recogió en estos libros lo que venía de los
Apóstoles, y que éstos a su vez habían recibido de Jesucristo. Si alguien quiere agregar algo más,
eso ya no es de los Apóstoles y, por lo tanto, no viene de Jesús, y, por lo tanto, no tiene autoridad
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en la Iglesia. El magisterio de la Iglesia reconoce a estos cuatro Evangelios como los únicos
inspirados y los propone a los fieles como fundamento de la fe.”5
Finalmente, de manera sintética elencamos algunos factores que influyeron o fueron
determinantes en la configuración de nuestros cuatro evangelios:
- la resurrección de Jesús
- un cambio en los oyentes
- la influencia del Antiguo Testamento
- cambio en el ambiente cultural
- cambio en la situación dentro de la misma comunidad eclesial
Hechos de los Apóstoles: El nombre refleja su contenido: los hechos o gestas de los
primeros testigos de la Iglesia, principalmente de Pedro y Pablo. En el libro se expone
qué es la Iglesia y cuál es su misión.
Cartas (1, 2 y 3 de Juan; 1 y 2 de Pedro, Santiago y Judas): Medios de comunicación
que en el nuevo Testamento se convierte en instrumento de evangelización a distancia,
por obra, sobre todo de Pablo. Son cartas abiertas de comunicación entre el apóstol y las
comunidades. Tratan del acontecimiento cristiano y de cómo se interpreta y aplica su
mensaje a situaciones diversas.
Apocalipsis: Apocalipsis significa Revelación, “correr un velo”. Dentro del género
apocalíptico se encuentra el Apocalipsis del N. T. Se dice que es obra de Juan, vidente
desterrado en Patmos. El libro afirma que lo que revela se refiere a Jesús. Se dirige a
cristianos perseguidos para alentarlos con la esperanza del triunfo del bien sobre el mal y
de la resurrección sobre la muerte.
5
Cfr. RIVAS L.H., ¿Qué es un Evangelio?, 2001, 20-25.
6
Aramayo N. (2009). Apuntes de Evangelios Sinópticos. San Salvador de Jujuy: Seminario Mayor.
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En los antiguos manuscritos no se lee: “el evangelio de Mateo, de Marcos, de Lucas...”,
sino: “el evangelio según (katà) Mateo...” casi para subrayar la viva conciencia del origen oral
de los evangelios de la predicación apostólica. Además, si bien se conocen los cuatro escritos, se
continúa con el uso del término evangelio en singular.
Según E. Schweizer7 el evangelista Marcos habría hecho una síntesis original de tres
componentes del cristianismo primitivo, ligadas respectivamente a tres ambientes:
1. En el ambiente judaico prevalecía el aspecto de la enseñanza: Jesús era visto como
Rabbí;
2. En el ambiente siriano (regiones desde el noreste de Palestina hasta el Eufrates): Jesús
era visto como el hombre divino, obrador de milagros;
3. En el ambiente helenístico (regiones evangelizadas por Pablo) gozaban de particular
favor las religiones mistéricas (misterios de Eleusis, orfismo, etc.) y he aquí que el cristianismo
se presenta como una religión de iniciados centrada sobre el misterio de la muerte y resurrección
del Cristo (bautismo y eucaristía).
Marcos habría juntado estos tres elementos: enseñanzas, milagros, liturgia, mostrando
que ellos no están disociados y que no debe prevalecer un único aspecto. El evangelio es
7
Cfr. E. SCHWEIZER, Il Vangelo secondo Marco, Brescia 1971, 403-410.
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enseñanza, pero no es solamente eso; es manifestación del poder de Dios, pero no solamente eso;
es también una religión con sus misterios y su iniciación, pero no es solamente eso.
8
Conferencia Espiscopal Argentina. (2005). CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Bs. As: Ed. Oficina del Libro.
16
"La santa Madre Iglesia, fiel a la base de los apóstoles, reconoce que todos los libros del
Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que,
escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales han sido
confiados a la Iglesia" (DV 11).
106 Dios ha inspirado a los autores humanos de los libros sagrados. "En la composición de los libros
sagrados, Dios se valió de hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos; de este modo
obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios
quería" (DV 11).
107 Los libros inspirados enseñan la verdad. "Como todo lo que afirman los hagiógrafos, o autores
inspirados, lo afirma el Espíritu Santo, se sigue que los libros sagrados enseñan sólidamente, fielmente y sin
error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvación nuestra" (DV 11).
108 Sin embargo, la fe cristiana no es una "religión del Libro". El cristianismo es la religión de la
"Palabra" de Dios, "no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo" (S. Bernardo, hom.
miss. 4,11). Para que las Escrituras no queden en letra muerta, es preciso que Cristo, Palabra eterna del Dios
vivo, por el Espíritu Santo, nos abra el espíritu a la inteligencia de las mismas (cf. Lc 24,45).
III EL ESPÍRITU SANTO, INTÉRPRETE DE LA ESCRITURA
109 En la Sagrada Escritura, Dios habla al hombre a la manera de los hombres. Por tanto, para
interpretar bien la Escritura, es preciso estar atento a lo que los autores humanos quisieron verdaderamente
afirmar y a lo que Dios quiso manifestarnos mediante sus palabras (cf. DV 12,1).
110 Para descubrir la intención de los autores sagrados es preciso tener en cuenta las condiciones de su
tiempo y de su cultura, los "géneros literarios" usados en aquella época, las maneras de sentir, de hablar y de
narrar en aquel tiempo. "Pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa índole
histórica, en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios" (DV 12,2).
111 Pero, dado que la Sagrada Escritura es inspirada, hay otro principio de la recta interpretación, no
menos importante que el precedente, y sin el cual la Escritura sería letra muerta: "La Escritura se ha de leer e
interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita" (DV 12,3).
El Concilio Vaticano II señala tres criterios para una interpretación de la Escritura conforme al
Espíritu que la inspiró (cf. DV 12,3):
112 1. Prestar una gran atención "al contenido y a la unidad de toda la Escritura". En efecto, por muy
diferentes que sean los libros que la componen, la Escritura es una en razón de la unidad del designio de Dios,
del que Cristo Jesús es el centro y el corazón, abierto desde su Pascua (cf. Lc 24,25-27. 44-46).
El corazón (cf. Sal 22,15) de Cristo designa la sagrada Escritura que hace conocer el corazón de Cristo. Este
corazón estaba cerrado antes de la Pasión porque la Escritura era oscura. Pero la Escritura fue abierta
después de la Pasión, porque los que en adelante tienen inteligencia de ella consideran y disciernen de qué
manera deben ser interpretadas las profecías (S. Tomás de A. Expos. in Ps 21,11).
113 2. Leer la Escritura en "la Tradición viva de toda la Iglesia". Según un adagio de los Padres, "sacra
Scriptura pincipalius est in corde Ecclesiae quam in materialibus instrumentis scripta" ("La Sagrada Escritura
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está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos"). En efecto, la Iglesia encierra
en su Tradición la memoria viva de la Palabra de Dios, y el Espíritu Santo le da la interpretación espiritual de
la Escritura ("...secundum spiritualem sensum quem Spiritus donat Ecclesiae": Orígenes, hom. in Lev. 5,5).
114 3. Estar atento "a la analogía de la fe" (cf. Rom 12,6). Por "analogía de la fe" entendemos la
cohesión de las verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación.
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Métodos para leer la Biblia
¿Cuál es el mejor camino para acercarse a la Biblia, descubrir su mensaje y sentirse
involucrados en ella?
Primer método: Historia de la Salvación
El método consiste en seguir las etapas descritas en la misma Escritura, a saber: lectura del
Antiguo Testamento, según el orden tradicional de sus escritos y luego, del Nuevo. Si bien este
método parece resultar convincente, lógico y adecuado teniendo presente la pedagogía divina,
por las dificultades que tiene puede ser inconveniente.
Las principales inconveniencias son éstas:
se tarda en llegar a Cristo, mensaje y eje central de la Escritura;
el Antiguo Testamento puede resultar más difícil al lector con poca preparación
que los escritos del Nuevo (más escuchados y más familiares) ;
la lectura de pasajes áridos y monótonos del Antiguo Testamento para un lector
poco acostumbrado a la lectura, puede restar su interés y voluntad en continuar
metódicamente.
Positivamente, el método da serenidad a lectores no apresurados y sensibiliza la mente y el
corazón hacia el horizonte luminoso que es Cristo.
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el creyente se acostumbra a sentirse Iglesia con sus hermanos en la fe, quienes
escuchan y meditan las mismas lecturas bíblicas en todo el mundo.
el creyente sintoniza con la Iglesia universal, vive los misterios de la fe de
acuerdo al calendario litúrgico (Adviento, Navidad, Epifanía, Cuaresma,
Pascua, Pentecostés y demás fiestas del Año);
el lector se acostumbra a meditar en forma unida eventos salvíficos de ambos
Testamentos que aclaran idéntico o parecido tema;
el creyente, por último, tiene la posibilidad de saborear la gran tradición de la
Iglesia Católica, de gustar la búsqueda y acercamiento al misterio total de
Cristo y de integrarse al mismo itinerario espiritual que ha hecho santos en
todo lo largo y ancho del mundo.
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otra forma consiste en seleccionar pasajes sobre un determinado tema,
apoyándose en algún comentario de refuerzo. El método es bueno para
personas y grupos que ya manejan el texto sagrado y poseen una formación
bíblica general.
Otra forma del método consiste en estudiar sistemáticamente todos los escritos
bíblicos apoyándose en comentarios, introducciones generales a los mismos y
concordancias (especie de diccionarios que reúnen por orden alfabético todos
los textos bíblicos sobre un mismo tema) y bajo la guía de un experto.
Literalismo: Es un error frecuente aun en personas que conocen bastante el texto bíblico.
Consiste en leer pasajes de la Escritura y pretender entenderlos, explicarlos y aplicarlos al pie de
la letra. Ejemplos: como el texto dice que Adán vivió 931 años, el lector se empecina en probar
que los hombres de entonces eran longevos. Esta lectura, tan frecuente y tan nociva, no considera
para nada que el texto bíblico de hace más de 2000 años usó formas de hablar desacostumbradas
para nosotros.
Alegorismo: La alegoría es una ficción literaria que consiste en representar la realidad de un
objeto a través de otro. Así, por ejemplo: un esqueleto con guadaña evoca o representa la
muerte. La lectura alegórica o alegorista pretende encontrar en cada pasaje de la Escritura otra
realidad escondida, superior o mejor. Aunque lo anterior es cierto en varios casos, no debe
abusarse de este método de lectura para buscar misterios por todas partes, pues la Biblia se
convertiría en adivinanza o crucigrama. Otro abuso del alegorismo podría llevar a aberraciones
y a que cada quien encuentre en el texto sagrado lo que se le ocurra, le convenga o hasta donde
llegue su fantasía, su preparación, su estado de ánimo o su devoción.
Ideologismo: El concepto de “ideología” se ha prestado a múltiples confusiones. Aquí lo
entendemos y describimos en forma muy general: término negativo que indica el monopolio de
una idea o doctrina con fines partidistas y se orienta a un poder. Ahora bien, cuando la Biblia es
leída con este enfoque puede llegarse a decir atrocidades de ella. Se le ha querido explotar:
en sentido político: para someter la autoridad civil y política a la religiosa;
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en sentido militar: para justificar que quienes tienen el poder militar son los
“pobres de Dios”, o “los elegidos”, a quienes se les ha premiado con el
dominio sobre los enemigos;
en sentido ritual: para justificar que los ritos son los más importantes en la fe;
en sentido legal: para apoyar el poso y supremacía del Derecho (la ley) sobre
otras instancias;
en sentido moralista: afán desmedido de sacar de la Escritura normas de
conducta precisas y válidas para toda situación, persona y actitud, a manera de
“recetas”;
en sentido dogmático: para probar esto, comprobar eso y reprobar aquello...
En definitiva, todo abuso contra la Palabra de Dios es un atentado contra la Iglesia que es su
depositaria y es también una ofensa a la humanidad a quien le fue dada.
Algunas aclaraciones
Lo primero que hay que tener en cuenta es que no tenemos los originales de puño y letra de
Jesús, ni de los Evangelistas, ni de ningún libro del Antiguo o del Nuevo Testamento. Así
que el primer trabajo, antes de traducir, es el de tratar de reconstruir el mejor texto hebreo,
arameo y griego, en base a los miles de manuscritos que se conservan en distintos lugares.
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Popular: Apta para difusión masiva. En el campo católico, no tenemos ninguna edición de la
Biblia completa, o al menos del Nuevo Testamento, para este fin. La única que reúne todas las
características es - que sepamos - una edición protestante, distribuida por las Sociedades
Bíblicas. En su elaboración han colaborado también católicos. De ella hay también una edición
para católicos, que lleva la indicación: “con Deuterocanónicos” y una carta de Mons. López
Trujillo (que era Presidente del CELAM), que dice: “El CELAM mira con satisfacción la
publicación de Dios habla hoy, la cual, realizada con la colaboración de biblistas católicos,
contiene, de acuerdo con nuestra petición, los libros deuterocanónicos”.
Esta edición se titula Dios habla hoy. Además de un índice de materias (unas veinte páginas), un
glosario de palabras difíciles, una tabla cronológica, mapas, pesas y medidas, hay que señalar,
como una característica peculiar de esta edición, que la hace eminentemente popular y apta para
niños, las pedagógicamente valiosas ilustraciones, que hacen atractiva la lectura sin distraer la
atención.
Catequística: El Libro del Pueblo de Dios, Fundación Palabra de Vida - Ediciones Paulinas. Se
trata de la segunda traducción de toda la Biblia hecha en la Argentina (la primera fue la de Mons.
Strubinger, por los años cincuenta), por un equipo dirigido por los PP. Armando Levoratti y
Alfredo Trusso. Primero se fueron publicando, en tomos separados, el Nuevo Testamento (con el
título de El Libro de la Nueva Alianza), que se difundió por miles, y algunas partes del Antiguo
(Salmos, Hexateuco), hasta que, tras doce largos años, se completó la traducción, las
introducciones y las notas a toda la Biblia.
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Si tuviéramos que resumir en una palabra lo característico de esta versión, la llamaríamos
“catequística”. Porque no es popular, ni actualizadora o hermenéutica, sino que pretende
explicar, aclarar, allanar el camino, para que luego uno actualice o popularice, si quiere. Para eso
trae buenas introducciones; es decir que, sin recargar de erudición, da breves explicaciones
prácticas, en las secciones en que se dividen hoy los libros bíblicos, según la ciencia exegética
actual. Junto con estas introducciones hay breves notas al pie de página, que tratan también de
ser actualizadas y prácticas, explicativas, aclaratorias del texto. En cuanto al lenguaje usado,
digamos que está a mitad de camino entre lo popular y lo literario: supone una cultura letrada
similar a la que podría tener un alumno de segundo o tercer año de la escuela secundaria. Es una
traducción argentina y dado que es la traducción que usamos en la liturgia (de la Iglesia Católica
de la República Argentina) es la más recomendable entre nosotros, porque es la que sirve para
más cosas.
Científica: La Biblia de Jerusalén. Con este nombre se conocer una versión de la Biblia llevada
a cabo por la Escuela Bíblica de los dominicos franceses de Jerusalén. Originalmente, fue
editada en francés, luego fue traducida a otros idiomas. Los textos (hebreo, griego, arameo)
fueron traducidos al español por un equipo de unos veinte autores españoles, que no lo hicieron
del texto francés (para que no sea traducción de traducción), sino de las lenguas originales. Lo
que sí fue traducido del francés es todo el resto que le da características propias de esta edición:
presentación, introducciones y notas, y apéndices (unas cuarenta y cinco páginas, que contienen
una sinopsis cronológica y un índice alfabético de las notas más importantes).
La edición GRANDE tiene, además, copiosas citas cruzadas o referencias marginales que
remiten a otros textos bíblicos, que pueden ser: citas de otros pasajes bíblicos, duplicados o
paralelos del texto que se está leyendo o textos parecidos, o relacionados, o útiles para entender
mejor ese pasaje.
Las introducciones a los bloques de libros, las notas a pie de página y las referencias cruzadas
marginales (más el apéndice cronológico de más de veinte páginas) hacen de esta Biblia una
pequeña enciclopedia actualizada de ciencia crítica bíblica, que aprovecha y resume los
últimos cien años de estudios bíblicos como nadie había logrado hacerlo hasta ahora. Esta es su
riqueza y su limitación: es estrictamente crítica y científica. En la actualidad, es de uso obligado
en seminarios y facultades de teología, católicos y protestantes, para acompañar el estudio
exegético sistemático, científico, de la Biblia.
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Para la tarea pastoral o catequística, ofrece más dificultades que ventajas. En primer lugar, la
traducción es demasiado española. En segundo lugar, todo el aparato científico está pensado
para estudiar, pero no para facilitar la tarea pastoral inmediata.
Literaria: La Nueva Biblia Española. Se trata de una traducción de toda la Biblia hecha por un
equipo de traductores, lingüistas, y literarios españoles, bajo la dirección del jesuita Luis Alonso
Schökel, profesor del Antiguo Testamento en el Pontificio Instituto Bíblico (Roma), que goza de
vasta fama, no sólo exegética, sino también por sus preocupaciones literarias (es autor de
numerosos artículos y libros).
Lo propio de esta versión es su sistemática preocupación por lo literario, los géneros, las
formas, los juegos de palabra, la sonoridad y musicalidad del lenguaje. Por eso, trataron de
reproducir en castellano todos los efectos verbales, sonoros y estilísticos, de las lenguas
originales. Si se trataba de una pieza poética, buscaron recrear poéticamente el trozo en
castellano. Si de un trozo jurídico, buscaron terminología jurídica usual en castellano, que
pudiera dar no sólo los conceptos, sino también el estilo y el sabor jurídico en nuestro idioma.
Por ejemplo: “Ish/ishá” (hombre/hembra).
Si un dicho o sentencia se basa en una sutileza o juego de palabras, procuraron reproducirlo. En
Gn. 2, 23b, se dice “se llamará mujer, porque ha sido sacada del varón” (el hebreo juega con
“ish” - varón, “ishá” - mujer). Los traductores optaron, tradicionalmente, por dos caminos: o bien
traducían la idea y explicaban en nota el juego de palabras, o bien trataban de reproducirlo,
traduciendo “varón/varona” (que no existe). Existe una edición para América latina, con una
serie de retoques (ustedes en lugar de vosotros, y la modificación de una serie de palabra no
usuales habitualmente, o chocantes) que la aproximan mucho a nuestras necesidades.
Nos hemos detenido en estas cinco Biblias, porque las consideramos las mejores, pero ninguna
es la mejor para todos los usos y necesidades.
Como hemos señalado:
Dios Habla Hoy, es popular.
Biblia Latinoamericana, es pastoral, actualizadora o hermenéutica.
El Libro del Pueblo de Dios, es catequística, explicada.
Biblia de Jerusalén, es crítica y científica.
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Nueva Biblia Española, es literaria.
En cuanto a las otras ediciones que hay en castellano, hay algunas antiguas, como la protestante
Reina Valera y la católica de Torres Amat (traducción del latín), que ya no tienen más que
interés que el histórico. Más o menos lo mismo puede decirse las traducciones católicas de la
década del cuarenta: Nacar Colunga, Bover Cantera; Straubinger, etc.
TRADICIÓN9
Es propio del ser humano transmitir los contenidos que constituyen parte de su historia.
Transmitir es un acto típico de la cultura que tiende a conservar los elementos que la
caracterizan, como la investigación, la reflexión y las expresiones materiales y espirituales más
significativas. Puesto que el hombre vive constantemente en una tensión entre la propia finitud
y el sentido de trascendencia que lo acompaña, la tradición le permite mantener viva esta
tensión y expresarla como fenómeno universal.
Mediante la tradición, los grupos étnicos y culturales se comunican entre sí y la historia
de un pueblo se le da a conocer a otro. El instrumento esencial de la tradición es el lenguaje, en
su expresión más amplia, ya que permite la comunicación y la transmisión de los contenidos,
creando a su vez con ello más tradición. Con la tradición cada uno se forma a sí mismo y forja
su personalidad, se auto-comprende como inserto en una genealogía que lo ha preparado y que
lo sigue condicionando, pero sobre todo descubre que es creador de una nueva tradición y
transmisor primero entre sus contemporáneos. En una palabra, es un dato adquirido por la
reflexión especulativa el hecho de que sin tradición no se da ninguna posibilidad de
comprensión de uno mismo ni de la historia.
En la concepción teológica de tradición se suelen distinguir tres elementos que forman
conjuntamente el fenómeno: el proceso de la transmisión, que, técnicamente, se define como
actus tradendi; el contenido que se transmite, definido como traditum o traditio objectiva; y
los sujetos de la tradición, llamados tradentes o traditio subjetiva.
En el origen de la tradición cristiana está la persona misma de Jesús de Nazaret, que,
convocando a su alrededor a un grupo de discípulos, les transmitió su propia enseñanza para
que la mantuviesen íntegra y se la comunicasen a todos los que creyeran en su predicación. En
efecto, su mandamiento final se resume en estas palabras: “Se me ha dado todo poder en el cielo
y en la tierra: id, pues, y haced discípulos míos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que os he transmitido
a vosotros” (Mt 28,18-20).
9
Bove G. (1995). DICCIONARIO TEOLÓGICO ENCICLOPÉDICO. España: Ed. Verbo Divino.
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A la luz de esta palabra, la comunidad primitiva fue tomando progresivamente
conciencia de la tarea y de la misión que se le había confiado: transmitir universalmente y en
todos los tiempos la palabra de salvación del Señor, tal como se la había transmitido a ella el
mismo Jesús de parte del Padre: Mt 5 y Mt 25.
En este proceso, la comunidad ve constantemente presente la acción del Espíritu del
Resucitado que la acompaña en la conservación íntegra y pura de todo lo que el Maestro le
había confiado, y al mismo tiempo se abre a sí misma para crear una tradición que logre expresar
la fe de siempre a las generaciones futuras.
Ireneo y Tertuliano fueron los primeros en explicitar el concepto de los verdaderos
transmisores del kerigma, es decir, los apóstoles, porque mediante la imposición de manos
hicieron a sus sucesores los transmisores garantizados de la verdadera y correcta tradición.
El concilio de Trento tomó una postura fundamental. En la sesión IV, con el Decretum de
libris sacris et de traditionibus recipiendis, Trento ofrece una enseñanza que puede sintetizarse
en estos puntos:
a} La Iglesia debe permanecer “en la pureza del Evangelio”, es decir, ligada al
acontecimiento Jesucristo, que constituye la fuente única y última de la verdad de fe y de la
norma moral; por consiguiente, él es la misma continuidad de la revelación;
b} La revelación está contenida y mediada necesariamente “en los libros sagrados y en
las tradiciones no escritas”; el concilio, por consiguiente, reconoce dos mediaciones de la
Palabra de Dios: la Escritura y la Tradición;
c} Se definen las tradiciones no escritas en las que el Evangelio se transmite como todo
aquello que “a partir de la voz del propio Cristo, de los apóstoles bajo la inspiración del
Espíritu Santo, ha llegado hasta nosotros como transmitido de mano en mano” (DS 1501).
A partir de Trento hasta el concilio Vaticano II es posible ver una triple interpretación
teológica del concepto de tradición: a} La teoría de "las dos fuentes» tiende a distinguir la
Escritura y la Tradición como dos fuentes independientes que transmiten cada una parte
(«partim») de la revelación; b} La teoría de "la suficiencia de la Escritura», propone que la
Escritura contiene ya en sí la parte suficiente de la revelación, por lo que la Tradición tiene sólo
un papel interpretativo y explicativo del contenido bíblico; c} La teoría de “la suficiencia
relativa de la Escritura" se sitúa como síntesis de las dos anteriores y sostiene la unidad de la
Escritura y de la Tradición, mientras que la Escritura contiene la substancia de las verdades
reveladas, su plenitud le viene de la tradición, (…).
La tradición en la vida de la Iglesia es un hecho esencial, ya que, según las palabras de la
Dei Verbum, «contribuye a la conducta santa del pueblo de Dios y al incremento de la fe» (DV
27
8); por tanto, es necesario que, una vez definida, se establezcan también los criterios a través de
los cuales se haga posible el reconocimiento de sus contenidos, su valor normativo y el sujeto
capacitado para su recta interpretación. R. Fisichella
MAGISTERIO10
La afirmación de que existe una relación intrínseca entre el Magisterio de la
predicación de la Palabra verdadera y la sucesión apostólica (cf 1 Tim 1,10; ~,6; 2 Tim 4,3; Tit
1,9) está en la base de la comprensión y de la justificación de un Magisterio en la Iglesia. Se trata
del poder conferido por Cristo a los apóstoles y a sus sucesores de exponer, guardar y defender
la doctrina de la revelación de forma auténtica, y en ciertos casos infalible, presentándola como
objeto de fe para conseguir la salvación. Esta potestad de enseñanza es de institución divina,
como se deriva de las palabras con que Cristo confía a los apóstoles la misión de evangelizar a
las gentes: “id y enseñad a todos los pueblos” (Mt 28,18), y también: “id por todo el mundo y
predicad el evangelio a toda criatura” (Mc 16,15). Por lo demás, la misma Iglesia primitiva es
consciente de que el evangelio no es la doctrina de la comunidad entendida de manera distinta,
sino que es la “enseñanza de los apóstoles” (Hch 2,42). Así pues, los apóstoles constituyen el
punto de referencia irrenunciable para conocer con certeza la palabra del Señor y la
verdad salvífica.
Por consiguiente, es verdad que toda la Iglesia, globalmente entendida, vive de la verdad
de Cristo. Y es el sujeto portador y fiel de la revelación, que no puede engañarse en el creer; pero
es igualmente verdad que la Iglesia es jerárquica por su misma naturaleza y que en ella la
autoridad está relacionada con la sucesión apostólica y deriva su origen del propio Cristo,
confiado al colegio de los apóstoles, después de la constitución del primado de Pedro (Mt
16,18; Jn 21,15ss), principio de unidad y pastor supremo y universal de la Iglesia, este
Magisterio reside en los sucesores de Pedro y de los apóstoles, mediante la sucesión apostólica,
garantizada por el sacramento del orden. A la luz de la enseñanza dogmática de la Iglesia, con
especial referencia al Vaticano I (DS 3074) y al Vaticano II (LG 25), se pueden precisar
ulteriormente el sujeto, las modalidades de ejercicio del Magisterio Y el objeto de la enseñanza
magisterial
El sujeto del Magisterio es todo el colegio episcopal en unión con el papa y bajo su
autoridad; este colegio expresa la continuidad con el colegio apostólico constituido por Cristo, y
es sujeto de plena y suprema potestad sobre toda la Iglesia (LG 22). También el sucesor de
10
Bove G. (1995). DICCIONARIO TEOLÓGICO ENCICLOPÉDICO. España: Ed. Verbo Divino.
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Pedro es, por otra parte, sujeto y portador de la misma potestad (DS 3074; LG 22). Sin
embargo, no hay que pensar que existan dos sujetos adecuadamente distintos, sino un solo sujeto
magisterial, que actúa de dos maneras: o con un acto propiamente colegial, o con un acto del
papa como cabeza del colegio. El ejercicio del Magisterio puede expresarse de varias
modalidades. Según la enseñanza de la Lumen gentium (n. 25), se pueden considerar tres modos
de ejercicio del Magisterio, desde la perspectiva del sujeto que actúa:
- la enseñanza de los obispos dispersos en sus respectivas diócesis, en comunión entre
ellos y con el papa;
- la enseñanza del colegio episcopal, reunido en concilio;
- la enseñanza del papa, en cuanto cabeza del colegio episcopal.
Esta enseñanza o Magisterio puede ser de dos tipos:
- Magisterio auténtico infalible, - Magisterio auténtico ordinario (no infalible).
El Magisterio auténtico infalible se expresa en tres modalidades específicas:
- la 1ra modalidad se llama Magisterio extraordinario del concilio, que se realiza
cuando todos los obispos unidos al papa proclaman de forma solemne y formal una doctrina
como procedente de la revelación y que todas las Iglesias tiene que creer o retener
definitivamente (LG 25);
- la 2da modalidad es el Magisterio extraordinario del papa, que se realiza cuando el
sumo pontífice proclama ex cathedra, es decir, solemnemente y con una declaración oficial, que
una doctrina relativa a la fe o a la moral tiene que creerse o retenerse de modo definitivo por
todos los fieles (DS 3074; LG 25).
- la 3ra modalidad es el Magisterio ordinario universal, que se realiza cuando una
doctrina de fe o de moral es enseñada constantemente por todos los obispos unidos al papa,
dispersos por el mundo, sin que haya una proclamación solemne, sino con el convencimiento
concorde y explícito de que transmiten una enseñanza verdadera y definitiva (LG 25). El
Magisterio auténtico ordinario (no infalible) es la forma común y más frecuente del ejercicio de
la enseñanza magisterial. El carácter fundamental de esta enseñanza (del papa y de cada uno de
los obispos) es que se trata de una enseñanza « auténtica », es decir, ejercida por la autoridad de
Cristo (LG 25). Actúa y hace concreta en la comunidad del pueblo de Dios la autoridad
intrínseca de la palabra divina, dado que la autoridad del Magisterio está al servicio de la Palabra
de Dios (DV 10. LG 25). La tarea del Magisterio ordinario no es la de formular con precisión
una verdad, sino la de guiar a la comprensión de los misterios de la salvación, la de indicar los
medios de la acción pastoral y la de aplicar espiritual y vitalmente el mensaje de la fe. Esto
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explica por qué las indicaciones del Magisterio ordinario no son de suyo irreformables, sino que
tienen a menudo un valor y un significado prudencial.
El objeto de la enseñanza del Magisterio es la Palabra de Dios en toda su amplitud, es
decir, la doctrina revelada que concierne a la fe y a las costumbres (DS 3018). La reflexión
teológica distingue un objeto primero y otro secundario. El objeto primario comprende todo lo
que Dios ha revelado con vistas a nuestra salvación (DV 11). El objeto secundario, aunque no ha
sido directamente revelado por Dios, está sin embargo ligado íntimamente con los misterios de la
salvación, de manera que no es posible un anuncio eficaz de éstos sin unas aclaraciones
doctrinales del objeto secundario (DS 3015; 3017). Este objeto secundario se refiere a los
preámbulos de la fe, a la ley moral natural, a los llamados «hechos dogmáticos », como la
legitimidad de un concilio, la validez de la elección papal, la canonización de los santos.
Deben creerse como inspiradas por Dios las doctrinas contenidas en la Palabra de Dios
escrita o transmitida, y proclamadas como tales por un acto solemne del Magisterio
extraordinario o por el Magisterio ordinario universal. Se trata de las verdades de fe divina.
- Deben retenerse firmemente todas y cada una de las doctrinas que propone el
Magisterio de manera definitiva. Se trata de doctrinas que el Magisterio enuncia, no como
reveladas por Dios, pero a las que se debe un asentimiento definitivo, ya que están íntima y
estrechamente relacionadas con la revelación (objeto secundario).
- Deben aceptarse con el obsequio religioso del entendimiento y de la voluntad las
doctrinas que se refieren a materias de fe y de moral, que el Magisterio auténtico del papa y del
colegio episcopal proponen de manera no definitiva. Se trata de una enseñanza sobre la fe y las
costumbres que no pretende pronunciarse de modo definitivo sobre las cuestiones en discusión,
pero que intenta ser orientativa y que, por tanto, obliga según el modo con que se propone tal
enseñanza. El asentimiento que se exige no es de fe, ni tampoco es definitivo, sino religioso,
mediante el cual uno se adhiere a esa enseñanza, sin excluir una maduración ulterior en la
comprensión del problema ni una reforma eventual de la misma enseñanza.
Así pues, la misión del Magisterio es la de afirmar, en coherencia con la «naturaleza
escatológica» propia del acontecimiento de Jesucristo, el carácter definitivo de la alianza
salvífica establecida por Dios por medio de Jesucristo con su pueblo, protegiéndolo de
desviaciones y errores y garantizándole la posibilidad objetiva de profesar sin equivocaciones la
fe auténtica, en todo tiempo y en las diversas situaciones históricas. El servicio a la verdad
cristiana que rinde el Magisterio es un servicio a todos los fieles llamados a entrar en la libertad
de la verdad que Dios ha revelado en Cristo y que, mediante la asistencia del Espíritu Santo, es
guardada y profundizada por la Iglesia. G. Pozzo
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BIBLIOGRAFÍA
Rivas L.H. (2010). Diccionario para el estudio de la Biblia. Bs. As: Ed. Amico.
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