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“SEMINARIO
ARQUIDIOCESANO
SAN ANTONIO ABAD
DEL CUSCO”
2021
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INTRODUCCIÓN
El ejercicio de la razón con respecto al mundo, el hombre y la divina forma el tema central
del pensamiento de Juan Escoto Eriúgena (810-877). Este irlandés, cortesano de Carlos El
Calvo en el noveno siglo Francia, tiene una interesante que fusiona la filosofía, la teología y
el misticismo, en un reflejo de que la divinización del hombre busca, ya que su opinión
"nadie va en el cielo, sino por la filosofía". Se sabe que su trabajo fue condenado por el
Consejo París de 1210 y ese Papa Honorio III requiere que todas las copias de su trabajo
quemaran a Roma en 1225. Incluían las interpretaciones heterodoxas de ciertas cuestiones
teológicas, como confirmó que la salvación universal de cada persona sostiene que El
infierno no es más que un estado de conciencia, declarando que el pecado de Adán fue el
resultado de una distracción en lugar de un acto voluntario, alegando que la división de las
especies humanas en el sexo masculino y femenino es el resultado del pecado original, para
garantizar que ni siquiera Lo que nuestra visión Beatifica nos llama reflexión de la cara
divina y clara que la Sagrada Escritura está sujeta a infinitas de interpretación infinitas para
viajar por un escritor infinito. Tales ideas le dieron mal en los campos cristianos, pero más
recientemente, su figura fue salvada por esta tradición religiosa, por ejemplo, en Joseph
Ratzinger. Fue influenciado por el cristianismo neoplatónico, incluidos Dionisio Areópago,
Máximo el Confesor y Gregorio de Nissa. En Dionisio, descubrió el concepto de
manifestación divina, el universo es la encarnación de la divinidad, e hizo pleno uso del
método de la negación, de esta manera negó que Dios sea cualquier cosa que se pueda
pensar o hablar. En Máximo, el ímpetu por dos conceptos de unidad se convertirá en su
pilar filosófico: marcha y regreso. En el caso de Gregorio, una noción humana promovió su
imagen sagrada. Sin embargo, Eriúgena ha recibido influencias neoplatónicas tanto en sus
versiones cristianas como paganas, por los autores como Plotino, Porfirio y Proclo también
deben incluirse entre aquellos que resuenan en su obra. Incluso, en gran medida, en nuestra
opinión, la obra de Eriúgena representa la síntesis original y equilibrada de las dos
tradiciones del neoplatonismo. En Occidente, estas dos dimensiones del neoplatonismo se
han descubierto por primera vez, y su resultado más importante será el pensamiento de Juan
Escoto Eriúgena. Los lectores inmersos en sus obras encontrarán una lógica férrea al hablar
de Dios desde la perspectiva de la unidad, la sencillez, la eternidad, el infinito y el absoluto.
Sin embargo, al enumerar características similares a la existencia de Parménides, Eriúgena
advirtió a la gente que pensara en un "Dios inmóvil". Sólo introduciendo el concepto
cristiano de la creación en el abrazo de la divinidad se puede superar este problema. Este
problema lo lleva a pensar en un "Dios dinámico" que se creó a sí mismo cuando creó el
mundo. Para comprender mejor estas ideas, debemos referirnos al concepto de naturaleza y
la cuádruple distinción que hace el autor en su obra básica "Periphyseon" o "De Divisione
naturae", que resume todos los procesos de Dios y todo. Finalmente regresó a Dios.
Biografía
Juan Escoto Erígena o Eriúgena (c.800 – c. 877)
No sabemos la fecha exacta de su nacimiento o muerte, pero sí sabemos que su primera
formación tuvo lugar en Irlanda. Hacia el año 845 se fue a Francia, donde durante muchos
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a) Naturaleza que no es creada y crea: se trata de Dios, increado y creador de todas las
cosas. Como es perfectísimo, Dios no es cognoscible, puesto que se halla más allá de todos
los atributos (supra-substancia, supra-bondad, supra-potencia, supra-vida, etc.): en esto
consiste la vía negativa del Pseudo-Dionisio, que supera la teología afirmativa porque
conduce a la negación de todos los predicados limitados y finitos que tendemos a atribuir a
Dios. Su primera manifestación sólo puede calificarse dé criatura de una manera impropia,
porque se identifica con el Logos o Hijo de Dios, que no fue producido en el espacio y en el
tiempo, sino que, como afirma el Prólogo del Evangelio según san Juan, es coeterno al
Padre y coesencial con Él. Dios no sería Dios si no hubiese engendrado desde la eternidad
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(http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=escoto-erigena-juan)
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tiempo que transcurre entre el origen y el regreso se halla ocupado por el empeño del
hombre en reconducirlo todo a Dios, a imitación del Hijo de Dios, que al encarnarse
recapituló en sí todo el universo y enseñó la senda del retorno. Por tanto, la encarnación de
Dios es un hecho capital, natural y sobrenatural al mismo tiempo, filosófico y teológico a la
vez. En el regreso aparecen fases distintas: la disolución del cuerpo en los cuatro
elementos; la resurrección del cuerpo glorioso; la división del hombre corpóreo en espíritu
y en arquetipos primordiales, y, por último, la naturaleza humana y sus causas que se
moverán en Dios al igual que el aire lo hace en la luz. Entonces, Dios lo será todo en todas
las cosas, más aún, sólo habrá Dios. No se trata de una disolución de la individualidad sino
de su conservación, en una forma más elevada: del mismo modo que el aire no pierde su
naturaleza cuando se ve atravesado por la luz o el hierro no desaparece cuando se funde al
calor del fuego, también al final de los tiempos toda la naturaleza se identificará con Dios,
sin perder su individualidad: Dios, incomprensible por sí mismo, será comprendido de
algún modo a través de la criatura, y la criatura gracias a un milagro inefable se convertirá
en Dios. Por lo tanto, el curso de las cosas es irreversible, porque éstas, una vez que han
sido creadas, resultarán un día transfiguradas, pero jamás destruidas.2 (Antiseri, 1985)
preeminencia evidente del factor espiritual, y por lo tanto de la Iglesia, sobre el factor
terrenal, es decir, sobre el Imperio.4
…La vía afirmativa o catafática llevada al extremo acerca demasiado a Dios respecto del
mundo. Es la vía por la que se afirma de lo divino lo característico de lo creado,
evidenciando que la causa deja una impronta en el efecto. Y dado que Dios es causa de
todo, contiene de antemano en tanto causa a todos sus efectos. "No creería que hay algo
otro más allá de Dios y fuera de Dios. Por el contrario, en Dios está todo y fuera de Dios no
hay nada. Si Dios es el todo y todo es causado por Dios, entonces es ilimitado,
incondicionado, absoluto y eterno. Así como todos los números subsisten en la unidad y
todas las líneas en el punto, así también todos los entes finitos subsisten en el ser infinito
como efectos de su causa.
Dios es todas las cosas en todas partes y todo en el todo, el hacedor y lo hecho, el que ve
y lo que es visto, el tiempo, el lugar y la esencia de todas las cosas, no solo la sustancia sino
también el accidente y todo lo que verdaderamente es y no es, el que comienza a ser por sí
mismo y el que se mueve por sí mismo a sí mismo, el que se multiplica a sí mismo al
infinito a través de los géneros y las especies sin abandonar la simplicidad de su naturaleza
y haciendo regresar hacia sí la infinitud de su multiplicación. En Dios, pues, todas las cosas
son uno.
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Reale y Antiseri. Historia del pensamiento filosófico y científico, 427-428
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Si bien por medio de la vía catafática el Eriúgena acerca demasiado a Dios respecto del
mundo, por medio de la vía apofática vuelve a despegar al mundo respecto de Dios. Uno de
los caminos que toma para ello es la utilización de una analogía establecida entre la
realidad divina y el intelecto humano. En efecto, para poder comunicarse con otros, el
intelecto humano se expresa en pensamientos inmateriales que deben materializarse y
articularse en palabras habladas o escritas, si es que quieren ser escuchadas o leídas.
También nuestro intelecto, aunque por sí mismo sea invisible e incomprensible, sin
embargo, es no sólo manifestado sino incluso comprendido a través de ciertos signos
cuando se materializa, como a través de ciertos sonidos, ciertas letras o ciertas señales. Y
mientras aparece así exteriormente visible, permanece interiormente invisible. Y por esto,
tanto calla como clama, y mientras calla, clama, y, mientras clama, calla.
Puede verse un correlato entre la expresión de Dios y la expresión del intelecto humano
porque, al igual que sucede con el ser divino, el intelecto humano es uno, espiritual y
permanente, aunque se manifiesta en expresiones múltiples, materiales y cambiantes que
pueden ser comunicadas a otros sin perder su identidad esencial. Esta analogía nos permite
comprender que expresarse es, en cierto sentido, negarse, y que siempre hay algo que, en el
interior de la expresión, permanece oculto y no puede revelarse. "La teofanía es así la
afirmación de lo negado, el intelecto de lo inteligible, el cuerpo de lo incorpóreo, la
definición de lo infinito. Al afirmarse en lo creado, Dios se niega como lo increado, su
esencia huella lo material y lo espiritual, pero se repliega más allá de toda materia y de todo
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Creemos que Dios de la nada hizo todo, a no ser que quizás, esa nada sea Dios mismo, el
cual puesto que se eleva superesencialmente por sobre todo y es glorificado por sobre todo
lo que se dice y se entiende, no sin razón se dice que es la Nada por excelencia, porque de
ningún modo se encuentra entre el número de las cosas que son. Si, pues, Dios es a la vez
todo lo que es y todo lo que no es, ¿quién dirá que Dios es o no es algo, cuando Dios es el
ser de todas las cosas y es más que el ser? O si, por excelencia y no por privación, no es
algo, se concluye que es Nada por su infinitud.
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Es absurda, ante los ojos del pensador irlandés, la concepción tradicional de la creación
a partir de la nada, la cual entiende esta nada como ausencia total del ser en vez de ser
entendida como el mismo ser apofático de la divinidad.
Así, si decimos por vía afirmativa 'Dios es el ser' y por vía negativa 'Dios no es el ser',
entonces por vía superlativa decimos 'Dios es el súper ser'. Repitiendo las enseñanzas
dionisianas, el Eriúgena nos dice que "de Dios se dice que es el ser, pero propiamente no es
el ser, pues el ser tiene un opuesto, el no ser, en consecuencia, es súper ser. Dios está más
allá de la síntesis misma de los contrarios, del ser y la nada, de la unidad y la multiplicidad,
del cambio y de la permanencia, porque en Dios se superan todas las oposiciones: Dios es
todo en el todo y nada en el todo. "Para referirse a la divinidad inefable e incomprensible,
cualquier denominación con que la vista una, llega inmediatamente otra para desvestirla,
pues Dios se encuentra más allá de toda oposición.5
CONCLUSIÓN
Hemos encontrado una tensión dialéctica que no se corta nunca entre el polo de la total
inmanencia y el polo de la total trascendencia, tal vez por tener clara conciencia que la
resolución de esta cuestión implica, por un lado, salvaguardar la presencia de Dios en el
mundo, según aquello de San Pablo de que existimos, vivimos y nos movemos en Dios, y
por otro lado, respetar la distancia inconmensurable que separa al mundo respecto de Dios,
según aquello de Salomón de que los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte.
Eso hace que el pensador irlandés conciba alternativamente a Dios como Todo y Nada,
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Revista chilena de estudios medievales
versión impresa ISSN 0719-2215versión On-line ISSN 0719-689X
Rev. chil. estud. mediev. no.18 Santiago dic. 2020
http://dx.doi.org/10.4067/S0719-689X2020000200020
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articulando la vía catafática y la vía apofática, aunque sin llegar a una solución convincente.
Se hace sentir la falta de la noción de analogía, con cuya presencia hubieran desaparecido
muchas aparentes paradojas en el lenguaje eriugeniano sobre Dios. Al no articular
correctamente la relación entre Dios y el mundo por carecer de las categorías adecuadas,
Juan Escoto Eriúgena termina en un planteo dialéctico en el que se comienza afirmando a
Dios como el 'Todo' y en el que se lo termina considerando como la Nada, sin arribar jamás
a una síntesis final productiva. La tensión entre la postura para la cual Dios se identifica
con la creatura y aquella para la cual la diferencia entre ambos es abismal e insalvable
recorre el Periphyseon de punta a punta. En efecto, el ser que se atribuye a Dios
análogamente no es la noción abstracta del ser en general, a la que arriba el pensamiento al
considerar el ser que todo lo que existe tiene en común. Esa es una idea general del ser, a la
que arribó Parménides en los albores del pensamiento occidental, una idea con fundamento
real, pero de ninguna manera atribuible a Dios. Además, el Eriúgena dice que Dios al crear
se crea, porque supone que la causa cambia al producir sus efectos. Dios mismo es no solo
el hacedor de todas las cosas, sino que también es hecho en todas ellas. Si la creatura
proviene de Dios, entonces Dios es causa y la creatura es efecto. Pero si la creatura es
efecto y el efecto no es sino la causa hecho efecto, se sigue que, como causa, Dios se hace
en sus efectos. Con esta concepción equivocada, en vez de concebirse como una operación
'ad extra' de Dios, la creación termina concibiéndose como una operación ad intra, esto es,
como un proceso esencial en la autoconstitución del ser divino. Sin embargo, el pensador
irlandés no recae en que la relación causal real es el vínculo de dependencia en el ser que el
mundo manifiesta respecto de Dios, en tanto que la conexión que va de Dios hacia el
mundo es una mera relación de razón. Dicho en pocas palabras, es cierto que Dios crea el
mundo, pero no es cierto que el mundo crea a Dios. Todo ello en una época de poca
fertilidad para la ciencia, la filosofía y la teología en Occidente, como ha sido el
renacimiento carolingio, época en la que florecían la ciencia, la filosofía y la teología en el
mundo árabe.
Bibliografía
(http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=escoto-erigena-juan)
Revista chilena de estudios medievales
versión impresa ISSN 0719-2215versión On-line ISSN 0719-689X
Rev. chil. estud. mediev. no.18 Santiago dic. 2020
http://dx.doi.org/10.4067/S0719-689X2020000200020
GIovanni Reale y Dario Antiseri Historia del Pensamiento filosófico y Científico Barcelona editorial
Herder 1995