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Resumen
En este artículo se presenta un panorama de las maneras de conceptualización de la
sexualidad humana y se revisan el modelo psicoanalítico de Sigmund Freud, el modelo de la
Secuencia de la Conducta Sexual de Donn Byrne y la Teoría Sociológica de la Sexualidad
Humana de Ira Reiss. Además, se propone un modelo de la sexualidad humana con base en la
Teoría del Sistema General, denominado El Modelo de los Cuatro Holones Sexuales, que el
autor propone.
El Modelo de los Cuatro Holones Sexuales propone que la sexualidad está conformada por
cuatro holones o subsistemas: reproductividad, género, erotismo y vinculación afectiva. La
estructuración mental de la sexualidad es el resultado de las construcciones que el individuo
hace a partir de las experiencias que vive y que se originan en diversas potencialidades vitales,
a saber, la de procrear, la de pertenecer a una especie dimórfica, la de experimentar placer
físico durante la respuesta sexual y la de desarrollar vínculos afectivos con otras personas. La
significación mental que el individuo hace de estas fuentes de experiencia, conforma su
sexualidad, - cuando comparte dichas significaciones con otras personas, hace posible la
consideración social de los procesos sexuales.
El estudio de la sexualidad puede hacerse desde las perspectivas biológica, psicológica, social,
antropológica y legal. Cada una de estas disciplinas del conocimiento ha abordado diversos
ángulos de la sexualidad humana. Presentamos un panorama de las principales áreas
especificas de estudio de la sexualidad humana organizada con base en los cuatro holones
mencionados. El trabajo finaliza con una breve consideración de los problemas sexuales. Se
concluye que el abordaje científico de la sexualidad humana necesita de un enfoque
multidisciplinario. Para que la integración del conocimiento sobre la sexualidad humana sea
posible, se requiere de modelos conceptuales integradores. El modelo propuesto puede ayudar
en esta tarea.
Introducción
Existen dos problemas fundamentales para que el intento científico fructifique: uno debido a la
naturaleza de la sexualidad, el otro consecuencia de la naturaleza de la ciencia. Veamos.
Primero, la mera definición de la sexualidad, objeto de estudio del científico que pretende
explicarla, o por lo menos parte de sus manifestaciones, expresiones, y condicionantes, es algo
que ha demostrado ser complicado. La razón de esta dificultad se encuentra en una de las
características fundamentales de la sexualidad: la sexualidad es ante todo una abstracción, una
manera de conceptualizar, es decir, de realizar formulaciones mentales ante realidades
percibidas de nuestra existencia que intentan ser capturadas por nuestro entendimiento. Si bien
es cierto que nuestras conductas de reproducción han sido siempre iguales desde que el ser
humano es ser humano, la manera en que los seres humanos se han explicado a sí mismos
esas conductas ha variado enormemente a lo largo de la existencia humana y, por
consiguiente, la sexualidad se ha ido conformando de maneras también diferentes. Esta
situación, que es observada de manera muy clara cuando se estudia la sexualidad desde los
puntos de vista histórico o transcultural, en el mundo de la ciencia, ha determinado también
formulaciones científicas muy diversas, es decir, explicaciones y definiciones de la sexualidad
muy diferentes.
de que sus conclusiones no son producto de la apreciación individual (subjetiva) del estudioso,
sino producto de la realidad que se intenta estudiar (objetividad). En este aún, se han
desarrollado maneras de asegurarse de que lo observado es lo que existe en la realidad
percibida y no en la mente del observador. La metodología científica (maneras de observación
y comprobación), busca, entonces, asegurarse de que lo que se ve pueda ser visto de la misma
manera, independientemente de quien observa y, para ello, se buscan maneras de medir lo que
se estudia. La medición científica, herramienta fundamental en las acciones de describir,
comparar y comprobar, se convierte, entonces, en una de las características fundamentales del
actuar científico y dota al estudioso de un poderoso medio para el logro de sus objetivos. ¿Por
qué digo, entonces, que esto es un problema, para el estudio científico de la sexualidad'?.
Ocurre que las técnicas de medición científica requieren, para ser usadas, de la delimitación
precisa de lo que se va a medir y, para ello, los científicos escogen fenómenos que pueden
medirse a determinado nivel; por ejemplo, al nivel de la concentración de determinada molécula
en un líquido o, bien, al nivel de la frecuencia de aparición de determinado patrón de conducta
repetitiva, o de la vigencia de determinadas ideas en un grupo de personas o de pacientes, por
mencionar solo algunos casos. Cuando una dimensión humana se manifiesta en varios de los
niveles estudiados, es posible que distintos científicos estudien la misma cosa, pero con
metodologías de medición diferente. Por otro lado, la complejidad de las cosas humanas hace
extremadamente difícil el estudio objetivo de algún aspecto humano sin esta necesaria
atomización del conocimiento. Este es el problema al que el estudio científico de la sexualidad
se enfrenta: la sexualidad se manifiesta en todos los niveles de la existencia humana, pero su
estudio científico requiere de la elección de un nivel determinado de medición; la ciencia sexual
se encuentra buscando el camino de la integración del conocimiento ante la sexualidad que, en
la actualidad, es producto de la participación de muchas disciplines científicas. La formulación
integral de la sexualidad humana, es aún un deseo de la ciencia que no se ha visto satisfecho.
En este artículo, vamos a revisar varios modelos de la sexualidad que, a mi juicio, contienen
elementos que son titiles en nuestros intentos por entender nuestra realidad sexual. Incluyo los
conceptos psicoanalíticos postulados por Freud y dos autores, Bryne y Reiss, de pensamiento
empírico-positivista, que han propuesto modelos de la sexualidad humana. Después, presento
un modelo de la sexualidad humana que intenta resolver el segundo problema mencionado
arriba, a saber, la dificultad de integración del saber científico en sexualidad, a partir de un
modelo construido con base en la Teoría del Sistema General. Los conceptos básicos para el
estudio de la sexualidad son explicados dentro de este marco de pensamiento sistémico. Para
finalizar, consideraremos brevemente los problemas sexuales que pueden impedir que el
individuo y la sociedad alcancen el bienestar.
Los conceptos de sexualidad no son, contra lo que pudiera pensarse, fácilmente identificables
en los escritos de los diversos autores que han abordado el tema. Con frecuencia, los autores
empiezan a hablar de sexualidad simplemente asumiendo que son entendidos por sus lectores.
Esta situación es grave si se identifica una de las características fundamentales de la idea de la
sexualidad: lo que un grupo social en particular entiende, lo que a cada individuo en particular
le significa, el término sexualidad es el resultado de como (el grupo o el individuo) ha construido
el concepto. En efecto, la sexualidad es, ante todo, una construcción mental de aquellos
aspectos de la existencia humana que adquieren significado sexual y, por lo tanto, nunca es un
concepto acabado y definitivo, pues la existencia misma es continua y cambiante. Jeffrey
Weeks (1980) es, tal vez, quien mejor ha explicado esta característica de la sexualidad
humana. Sobresalen, sin embargo, algunos intentos por caracterizarla o representarla en
modelos que faciliten su comprensión. Los modelos de la sexualidad humana y los conceptos
de sexualidad que de ellos se derivan, pueden agruparse en dos polos de un continuo en el
que, en un extremo, se encuentran aquellos modelos que atribuyen a la sexualidad un carácter
de imperativo biológico que, ante la estructura social y educativa, lucha por expresarse; en el
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otro, la sexualidad es vista básicamente como la resultante de la interacción grupal que, a partir
de una base biológica relativamente invariante, origina la diversidad característica de ideas,
sentimientos, actitudes, regulación social e institucional de lo que el grupo entiende por
sexualidad. En el centro de ese continuo, me parece, se encuentra el modelo de sexualidad,
con base en la teoría de sistemas que desarrollamos hace algunos años.
El representante mas conocido del primer polo del continuo, el que adscribe a la sexualidad un
carácter biológico e innato, es la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud.
Freud postuló la existencia de pulsiones: la pulsión libidinal primero, luego la pulsión agresiva.
Pulsiones en contraposición con la idea generalmente transmitida de instintos - imperativos
biológicos heredados -, divulgada como resultado de errores en las traducciones de los trabajos
de Freud. La idea de pulsión es mejor identificada con la idea de fuerza, de impulso que se
presenta dinámicamente para lograr su objetivo. En la dinámica de manifestación aparecen,
según la óptica de Freud, los problemas que la manifestación no regulada de las pulsiones
representarían: Freud es un teórico del conflicto. Primero el conflicto entre la manifestación
libidinal (placentera) y la imposibilidad dictada por la realidad (de vivencia placentera continua)
implicada la necesidad de supervivencia del individuo y la especie (tanto el individuo como la
especie necesitan hacer mas que dedicarse a experimentar placer para sobrevivir); más tarde
en el niño este conflicto se manifiesta con el surgimiento de sus impulsos placenteros y
sexuales a los que se opone la sociedad por medio de sus representantes (Padre y Madre); en
el adulto el Padre y la Madre son sustituidos por los principios, valores y normas que,
adquiridos (introyectados), por el individuo conforman el super-yo. Posteriormente se agrego al
pensamiento Freudiano la idea de conflicto en las pulsiones: la pulsión libidinal (eros o pulsión
de vida) y la pulsión agresiva (tánatos o pulsión de muerte). Para Freud y muchos de sus
seguidores, la satisfacción de la pulsión libidinal, puede darse en formas que a la simple
observación parecen no tener relación alguna con su objeto original (y.e. el encuentro genital
generador de vida); hay tres maneras en las que esto puede suceder y reciben los nombres de
perversión, sublimación y neurosis. La primera forma se establece cuando el objeto de
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Las implicaciones sociales del pensamiento de Freud han sido traducidas a la idea de que una
sociedad libre de represión sexual sería una sociedad con mayor bienestar. Sobresalen, entre
quienes tienen este abordaje más social en el esquema psicoanalítico, Wilhelm Reich (I 977) y
Herbert Marcuse (I 900), quienes han subrayado la importancia de liberar al placer de la
represión para favorecer una sociedad mejor. Desgraciadamente, la lectura de las propuestas
psicoanalíticas por los no entrenados en esta discipline es difícil y conduce con frecuencia a
simplificaciones. La riqueza del pensamiento psicoanalítico es tal, que su influencia se ha
evidenciado en una multitud de quehaceres intelectuales del mundo Occidental. Sin embargo,
la amplitud con la que se conceptualize la sexualidad en el marco del psicoanálisis, hace difícil
el desarrollo de modelos conceptuales con aplicabilidad fuera del marco teórico del propio
psicoanálisis.
Los representantes de la teoría del aprendizaje han desarrollado vanos modelos para entender
la conducta sexual humana. Los proponentes originales legaron a un nivel de simplificación
notable en el que la conducta observada (i.e. la conducta sexual definida como la búsqueda y
consecución de orgasmos) era vista como el resultante de estímulos específicos y sus
resultados, en un esquema que clásicamente se ha conocido como el del condicionamiento
operante (Skinner, 1953), sin embargo, este enfoque ha dejado de tener vigencia ante la
aceptación muy generalizada entre los representantes de esta escuela de la importancia de los
procesos internos, es decir, lo que ocurre dentro del individuo. La variedad de procesos
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internos considerados es grande, pero los que mas han llamado la atención de los
investigadores, son los procesos cognitivos. El mas acabado de los modelos derivados de esta
escuela es el Modelo de la Secuencia de la Conducta Sexual que a continuación explicamos.
El Modelo de la Secuencia de la Conducta Sexual fue propuesto por Donn Byrne (I 980) (ver
figura 2). Este modelo tiene tres niveles de observación: los estímulos externos, los procesos
internos y la conducta manifiesta. Los estímulos externos pueden ser de naturaleza no
aprendida o aprendida (estímulos a los que se les adscribe calidad erótica). Los procesos
internos son de varios tipos: afectivos, actitudinales, informacionales, de expectativas,
imaginarios y fisiológicos. La conducta manifiesta tiene como variables observables: los actos
instrumentales (los actos conducentes a hacer factible la actividad sexual), las respuestas meta
(interacción sexual conducente a excitación y/u orgasmo) y el o los resultados a corto y largo
plazo, que a su vez tienen relevancia para la modulación de los procesos internos. Todas las
variables enunciadas por Byrne se pueden operacionalizar, esto es, pueden ser evaluadas en
función de las operaciones que producen
y por tanto ser medibles. El estudio de esas variables ha permitido la documentación de las
relaciones entre ellas. Como la intención científica que guía esta vertiente de pensamiento es el
poder desarrollar predicciones, este modelo resulta muy interesante para quienes están
buscando incidir en la conducta de las personas, sea para modificar un modo de
funcionamiento patológico o para lograr cambios sociales deseables. Diversas investigaciones
empíricas,(ver por ejemplo Byrne y Kelley, 1986) documentan cómo las variables deducidas de
los conceptos propuestos y están relacionadas a la variabilidad en la conducta sexual, con una
forma de interacción, por cierto bastante compleja y que se ilustra en la figura no. 2, como la
multiplicidad de direcciones en las interacciones señaladas por flechas del dibujo.
Trabajando también desde una óptica empírico - positivista, el sociólogo norteamericano Ira
Reiss ha propuesto un modelo explicativo de la sexualidad en sus niveles sociales (Reiss,
1986). Reiss toma el concepto de guión sexual propuesto por Simon y Gagnon (1984)
extendiéndolo a nivel cultural. El concepto de guión cultural se refiere de hecho a un "modelo
de interacción" conformado por papeles o roles sociales. El guión es una especie de código
compartido por los miembros de un grupo que entienden quo se debe hacer sexualmente (o
mejor dicho, quo espera el grupo), con quién, cómo, para qué y por qué. Propone entender la
sexualidad como "el conjunto de guiones culturales compartidos acerca de las conductas de
excitación erótica que se supone inducen a la excitación erótica y a las respuesta genitales".
Reiss documentó que la conducta erótica tiene dos consecuencias universales (i.e. observadas
en todas las culturas de las que se tienen datos científicos): a) esta revestida de importancia
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Uno de los problemas epistemológicos más importantes en esta área del saber científico, es
el hecho de que con frecuencia se confunde un método para averiguar un saber con el objeto
del saber mismo. Voy a ilustrar. Si se estudian con una metodología psicológica-empírica las
Por otro lado, la idea central de la Teoría del Sistema General, es que todos los sistemas están
formados por elementos en interacción, y que estos elementos son a su vez sistemas. Arthur
Koestler (1980) propuso que se les denominara holones para subrayar el hecho de que son
partes constituyentes de un sistema (de ahí el uso del sufijo on como electrón o protón) pero
que tienen en sí mismos, un alto grado de complejidad e integración (holos en griego quiere
decir Todo). Digamos que el reto para aplicar la teoría, es identificar los holones sexuales.
Los holones sexuales o sea las partes, elementos o subsistemas de la sexualidad, deberán ser
conceptos que conserven su aplicabilidad vertical, es decir, que puedan aplicarse a las diversas
metodologías de estudios: antropológica, sociológica, psicológica y biológica.
El desarrollo de estas ideas me llevó a proponer (Rubio, 1983, 1984, 1992a, 1992b) que la
sexualidad humana es el resultado de la integración de cuatro potencialidades humanas que
dan origen a los cuatro holones (o subsistemas) sexuales, a saber: la reproductividad, el
género, el erotismo y la vinculación afectiva interpersonal. Como señalaba arriba, estos
conceptos tienen aplicabilidad vertical, esto es, cada uno de ellos tiene manifestaciones en
todos los niveles de estudio del ser humano y por ello no son ofrecidos como conceptos
biológicos, sociales o psicológicos. El contar con conceptos que puedan aplicarse a los
diversos niveles y disciplines que aporten conocimiento, reduce el riesgo que describí antes:
pensar que si un proceso tiene manifestaciones en un nivel digamos, el biológico, el proceso es
biológico. Recientemente, por ejemplo, al proceso de la vinculación afectiva humana se le han
encontrado correlatos en el plano neurobioquímico, (i.e. la identificación de modificación en las
concentraciones de neurotransmisores correlacionadas con la experiencia del enamoramiento,
ver Ortega-Soto y Brunner, en esta misma obra); la posibilidad de que a partir de este hecho
lleguemos a la conclusión errónea de que el fenómeno del amor humano es un fenómeno
biológico se ve reducida si mantenemos en mente nuestra cualidad holónica. Este ejemplo, útil
por reciente, se repite en cada uno de los abordajes posibles de las manifestaciones sexuales.
Por otro lado, la idea de integración es central en este modelo teórico. Por integración se
entiende, en el pensamiento de sistemas, que un elemento no puede ser correctamente
representado si se considera aisladamente, pues su actuar depende de los otros elementos del
sistema. La integración en los sistemas se alcanza de diversas maneras pero en el caso de la
sexualidad, ésta se hace presente gracias a los significados de las experiencias, es decir, la
integración es fundamentalmente mental, producto de la adscripción de sentido,
significado y afecto a aquello que el individuo en lo personal y el grupo social en general, viven
como resultado de que las potencialidades sexuales están biológicamente determinadas (y por
tanto son compartidas por la mayoría de individuos). Sin embargo, lo que está determinado por
nuestra naturaleza biológica es la potencialidad para tener experiencias en las cuatro
dimensiones señaladas: la reproducción, el género, el erotismo y el vínculo afectivo; de la
potencialidad a la actuación hay un proceso que recorrer. Literalmente, la sexualidad se
construye en la mente del individuo a partir de las experiencias que su naturaleza biológica y la
interacción con el grupo le hacen vivir. En un proceso paralelo pero que solo se observa si el
método de estudio es social, los grupos humanos construyen ideas compartidas acerca de sus
potencialidades sexuales. En la figura 4 se observan los cuatro holones sexuales unidos por
líneas que van desde cada uno de los holones a los otros tres, estas líneas representan las
significaciones mentales que integran el significado de las experiencias de un holón, por
ejemplo, el placer genital con otro, el género. Si bien la caricia genital que el niño de meses de
edad percibe como placentera es una experiencia erótica relativamente simple, una caricia en
la misma zona corporal sentida por un adulto casi siempre se significa en relación (en
interacción) con el género propio y el de la persona que acaricia, es decir, existe una
significación que integra el erotismo con el género. La complejidad de nuestras sexualidades se
debe en gran medida a que las significaciones casi siempre aluden a los cuatro holones.
EN ESTA sección abordaremos cada uno de los holones que conforman la sexualidad. Su
tratamiento en forma independiente debe contextualizarse con los comentarios de la sección
procedente puesto que la sexualidad es, en realidad, resultante de la integración de cada uno
de estos subsistemas. Sin embargo, estos elementos son lo suficientemente complejos como
para merecer un estudio independiente, razón por la que formalmente se les denomina
holones.
Por reproductividad se quiere decir: tanto la posibilidad humana de producir individuos que en
gran medida sean similares (que no sean idénticos) a los que los produjeron, como las
construcciones mentales que se producen acerca de esta posibilidad. Existen consecuencias
evolucionarias de la mayor trascendencia en el hecho de que los seres humanos no nos
reproducimos como réplicas exactas de nuestros predecesores, consecuencias que han sido
resumidas por los estudiosos de la evolución de las especies (Galup, 1986). Desde luego, el
tema de la reproductividad parece ser identificado de inmediato con nuestra condición biológica
y es en ese nivel en el que generalmente se estudia, sin embargo, la reproductividad humana
es un holón sexual que tiene manifestaciones psicológicas y sociales de la mayor importancia y
no se limita al evento biológico de la concepción, embarazo y parto. Hay manifestaciones de
nuestra reproductividad en hechos tan lejanos de la concepción como el acto educativa mismo.
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El plano psicológico de la reproductividad humana suele ser ignorado con mayor facilidad que
los temas biológicos. Resulta claro observar como la función reproductiva no termina con el
nacimiento de un nuevo ser, la función de maternidad y paternidad se prolonga de hecho
muchos años antes de poder considerar completo el evento reproductiva. Otros temas
psicológicos suelen ser relevantes: la reproductividad, como anotamos no se limita a la
reproducción biológica, sino que puede expresarse a través de la maternidad y paternidad en
adopción o bien, a través del ejercicio de muchas actividades humanas cuyo resultado final es
la reproducción de la completud del ser humano.
En la evolución de los seres vivos apareció en cierto momento el sexo, es decir, el hecho de
que en un mismo tipo de organismos ( una misma especie) surgieron dos formas. Los
científicos le llaman a esta cualidad de los seres vivos dimorfismo, que quiere decir dos formas.
La base biológica del género es el dimorfismo, y esta es la base para la conformación del
segundo elemento de la sexualidad que vamos a considerar.
La dimensión humana del género, expresión de este holón, permea casi toda la existencia
humana. Es por medio del género que los grupos sociales realizan una multitud de
interacciones. La identidad misma, es decir, el marco mental interno de referencia de nuestro
ser esta construido en el género como elemento central.
En sus niveles biológicos, existen desarrollos importantes que hay que considerar: la
determinación del mismo, los múltiples niveles en los que opera en proceso prenatal y postnatal
de diferenciación sexual (genérica), las manifestaciones anatómicas (más que evidentes) del
dimorfismo, las manifestaciones (menos evidentes) del dimorfismo en el sistema nervioso
central, entre otros temas.
La expresión pública de nuestra identidad genérica se llama papel sexual o papel genérico
(también llamados roles sexuales o genéricos). Cuando estos papeles sexuales son estudiados
en los grupos humanos, es posible la identificación de guiones que dictan lo que es esperado
por el grupo en función del género de los individuos y la sociedad norma muchas de sus
interacciones en función de estas conceptualizaciones. El género, y su institucionalización en
papeles, estereotipos y guiones, es uno de los filtros más eficaces para la regulación del poder
entre los seres humanos.
Por erotismo entendemos: los procesos humanos en torno al apetito por la excitación sexual, la
excitación misma y el orgasmo, sus resultantes en la calidad placentera de esas vivencias
humanas, así como las construcciones mentales alrededor de estas experiencias. Al igual que
los otros holones sexuales, el erotismo tiene niveles de manifestación biológica, pero son sus
componentes mentales, especialmente en lo que se refiere a las representaciones y
simbolizaciones, así como a la significación social y su regulación, lo que hacen del erotismo,
una característica específicamente humana.
El reciente prestigio de la sexología como ciencia, de manera especial entre los médicos, es
debido al esclarecimiento de muchos de los procesos fisiológicos responsables de la
experiencia erótica humana. Si bien en este campo del conocimiento aún existen lagunas
importantes, mucho se ha avanzado en la formulación de modelos que explican la biología del
erotismo. La forma más aceptada de conceptualización de la fisiología del erotismo humano, es
verlo como el resultado de tres procesos fisiológicos interdependientes, concurrentes, pero
distintos: El deseo o apetito sexual, la excitación y el orgasmo (Kaplan, 1979).
Los sociólogos y antropólogos, han identificado guiones de conducta erótica en cada una de ]
as culturas que han venido estudiando. Una de las primeras consecuencias del estudio
transcultural, es la identificación de códigos de conducta tan diversos, que permiten la
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visualización del carácter relativo de las normas de conducta erótica vigentes en nuestra
cultura.
Ninguna consideración sobre lo sexual puede estar completa sin incluir el plano de las
vinculaciones afectivas entre los seres humanos.
Del amor se han ocupado casi todos los escritores en el mundo Occidental (ver por ejemplo
Hutchins, 1988). Las características del vínculo afectivo amoroso, es decir, de la forma ideal de
vinculación, han sido revisadas por varios autores. Uno de los mas conocidos es Erich Fromm
(1991) quien enumera las características del amor así:
el amor da y además tiene cuidado, El amor tiene un carácter activo, responsabilidad, respeto y
conocimiento por la otra persona con la que experimentamos afectos intensos.
El estudio de las vinculaciones afectivas entre los seres humanos tiene contenidos en todos los
niveles en los que los otros holones sexuales se manifiestan. Las bases biológicas de estos
fenómenos empiezan a identificarse, cuando menos en lo que se refiere a algunas formas de
vinculación afectiva como el amor romántico, el enamoramiento y posiblemente la matriz del
vínculo materno-infantil.
La experiencia subjetiva del amor y los patrones de vinculación (llamado por algunos autores
patrones de apego), constituyen temas centrales en la psicología. El establecimiento de la
pareja humana, su formación, ciclo y disolución, así como la institucionalización de los vínculos
afectivos a través del matrimonio, su disolución a través del divorcio y otras formas de
terminación de vínculo, así como la regulación institucional y legal de estos procesos, se
estudian por métodos de la psicología de la interacción, la psicología social, la sociología y la
antropología. Finalmente, muchos de los fenómenos demográficos Como las migraciones y los
patrones de formación de uniones, están relacionados en alguna medida con los fenómenos de
la vinculación humana.
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Las reflexiones de las secciones precedentes nos llevan a identificar algunos de los problemas
del abordaje de la sexualidad como objeto de estudio. Un problema ya discutido es el de la
multiplicidad de modelos teóricos en la definición del objeto mismo de estudio. Otro, es el de la
necesaria intervención de múltiples disciplines científicas para poder esclarecer las diversas
cuestiones que el conocimiento sexual plantea. En efecto, la intervención de la biología, la
psicología individual, la psicología grupal, la sociología y la antropología es indispensable para
el avance del saber científico. Por otro lado, las soluciones a las diversas problemáticas de la
sexualidad reclaman de la intervención de profesionales en la educación, la medicina y la
psicoterapia, la legislación y la definición de políticas de población.
La intervención de todas estas disciplines hace del estudio de la sexualidad, una labor
multidisciplinaria. Esto plantea otros problemas. La metodología que cada una de estas
disciplinas sigue, si bien comparte los principios de la ciencia, usualmente es lo suficientemente
diferente como para provocar problemas de comunicación entre los estudiosos de la sexualidad
que no siempre trabajan con la misma metodología, ni usan el mismo lenguaje, ni tienen el
mismo grado de familiaridad con los otros niveles en los que la sexualidad puede estudiarse. La
comunicación interdisciplinaria es pues algo que resulta indispensable, aunque para que ella
sea eficiente se requiere de modelos conceptuales que permitan este flujo de información
Existe otro problema más alrededor del carácter multidisciplinario del estudio de la sexualidad
humana. Donn Byme (198o), ha utilizado la metáfora del elefante y los investigadores
vendados de los ojos, frecuentemente objeto de cuentos infantiles, para ilustrar este problema:
En esta, un elefante es explorado por cinco personas con los ojos vendados pero cada uno de
ellas explora una parte diferente del elefante. El comparar lo que cada uno de ellas encontró
resulta, en el cuento infantil, una incomprensible suma aislada de hallazgos sin sentido.
Por eso, a pesar de que la metodología de la ciencia empírica actual implica el aislar los
procesos de la realidad hasta niveles capturables por una metodología específica que permita
su estudio objetivo, la consideración de estos hallazgos en una acción integradora, es
indispensable. Para ello se requiere de modelos conceptuales que permitan la comunicación
interdisciplinaria por un lado, y que faciliten, la integración del conocimiento por el otro.
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CUADRO I.
RELACION DE ALGUNOS CONCEPTOS Y VARIABLES DE LA SEXUALIDAD DE ACUERDO
AL NIVEL DE ESTUDIO Y HOLON SEXUAL
Vinculación
Holón Sexual Reproductividad Género Erotismo Interpersonal
Afectiva
BIOLÓGICO Sistema Dimorfismo en Bases Bases biológicas de
Reproductivo, los niveles bioquímicas y los fenómenos de la
Concepción, genético, neuronales de la vinculación
Embarazo y parto. anatómico, vivencia erótica. humana.
Anticoncepción genital, Fisiología de la
neurológico, con respuesta sexual.
su expresión
funcional.
PSICOLÓGICO Identidad Identidad de Identidad erótica. Emociones
INDIVIDUAL reproductiva. género. Simbolización vinculativas.
Significados Desarrollo de las erótica. Experiencia
psicológicos de la conductas Experiencias amorosa. Patrones
paternidad y la dimórficas. autoeróticas. de vinculación
maternidad. (apego).
Enamoramiento.
El bienestar social, requiere de una definición de la calidad de vida que se propone. Por
ejemplo, Manuel Urbina (1992), ha sintetizado los retos actuantes del desarrollo social en
México: 1) Combatir la desigualdad económica, 2) Aumentar la capacidad técnica y mejorar la
educación básica, 3) Mejorar la salud y la nutrición y 4) Reducir el crecimiento de la población y
reordenar su distribución en el territorio.
El hecho de que existan enfermedades infecciosas que se transmiten por contacto erótico,
convierte en problema de la sexualidad a las mismas, sobre todo, en lo que se refiere a las
acciones que se pueden tomar para evitar su contagio. Si bien la fama de enfermedades tales
como la gonorrea, la sífilis, el herpes genital y las infecciones genitales por Chlamydia han
cedido el paso al temible y mortal síndrome de inmunodeficiencia adquirida, su incidencia hace
que deban ser consideradas hasta nuestros días dentro de los problemas por resolver.
Conclusiones