Está en la página 1de 14

MUNDIALISMO

CIUDADANO DEL MUNDO


Ciudadano del mundo o cosmopolita (del griego κοσμοπολίτης, y éste de κόσμος,
«universo», «orden», y ciudad) es una persona que desea trascender la división
geopolítica que es inherente a las ciudadanías nacionales de los diferentes Estados y
países soberanos. Al negarse a aceptar la identidad patriótica dictada por los gobiernos
nacionales y afirmarse cada uno como representante de sí mismo, los ciudadanos del
mundo afirman su independencia como ciudadanos de la Tierra, del mundo, o el cosmos.
Sin embargo, hay quien repele en este sentido también la terminología de ciudadano, en
tanto implica el sometimiento a la soberanía de una gobernanza nacional

Historia y significado
Los primeros en identificarse a sí mismos como ciudadanos del mundo fueron los
filósofos estoicos. Acuñaron el término de cosmópolis o ciudad universal de la que se
deriva la palabra cosmopolita. El estoicismo fue una filosofía importante del Imperio
romano, el cual esperaba crear tal cosmópolis.
La perspectiva de un ciudadano del mundo tiene afinidad con la perspectiva
existencialista en tanto en cuanto los ciudadanos del mundo:
No quieren ser clasificados mediante la imposición de categorías artificiales.
Gustan de identificarse a sí mismos principalmente como seres humanos y después como
pertenecientes a cualquier grupo o grupos a los que crean pertenecer.
También algunos ciudadanos del mundo pueden trabajar o querer trabajar para unas
Naciones Unidas reformadas que representen y respondan a la voluntad de los pueblos
del mundo, más que a los regateos y disputas entre gobiernos, y se adhieren a los
principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos como un sistema federal
en la escala nacional; asimismo, también pueden trabajar hacia el reforzamiento de la
identidad común y la armonía entre los ciudadanos del planeta, aún respetando la
diversidad local y nacional.
Quien se considere ciudadano del mundo no tiene por qué adherirse a ninguna ideología
en particular, aunque existe la tendencia a asociarlos con filosofías sobre la nación y el
mundo como el internacionalismo, el cosmopolitismo, el anacionalismo, el globalismo, o
el federalismo; y con filosofías políticas tales como el paternalismo libertario y el
racionalismo progresivo.

Nacionalismo, cosmopolitismo y ciudadanía mundial


Gran parte del pensamiento político de los dos últimos siglos ha dado por supuesto el
ideal del nacionalismo y la institución del estado-nación que justificaba la soberanía
estatal como "Los pueblos son libres e independientes entre sí". Ahora, con el
advenimiento de la globalización (aldea global) y el incremento de la facilidad de viaje y
comunicación (libertad de circulación), aumenta la sensación de que el sistema político
basado en el estado-nación se ha quedado obsoleto: los pueblos no son más totalmente
independientes entre sí, pues comparten la misma Tierra. Hemos pasado a una suerte de
glocalización. Diversos pensadores, desde Albert Einstein y Bertrand Russell hasta Jesús
Mosterín y Martha Nussbaum, consideran que ya es hora de diseñar una alternativa
cosmopolita, más adecuada a las nuevas y futuras circunstancias y que garantice mejor la
paz mundial. Mosterín piensa que no hay razón alguna para recortar las libertades
individuales, como la libertad de lengua, de religión, de costumbres o de viajes, en
nombre de la nación, la iglesia o el partido. Desde este punto de vista, Internet es un
modelo mucho más atractivo que los estados nacionales o los movimientos nacionalistas.
Considera que el estado-nación es incompatible con el pleno desarrollo de la libertad,
cuyo florecimiento requiere la reorganización del sistema político mundial en un sentido
cosmopolita. En concreto, sugiere un mundo sin estados nacionales, organizado
territorialmente en pequeños cantones autónomos pero no soberanos, sin ejército y sin
poder para frenar la libre circulación de personas, ideas y mercancías, complementado
por el establecimiento de fuertes organizaciones mundiales, empezando por un sistema
global de justicia que vele por los derechos humanos en el mundo entero.2 Sin embargo,
lo anterior significaría un retroceso al sistema de ciudades estado, por lo que otros
proponen un gobierno mundial regido, tal vez, por la ONU. Otros autores que siguen
también la tradición cosmopolita no se centran en la desaparición del estado-nación, sino
que ponen más bien el énfasis en la participación ciudadana global y en la reforma de
instituciones internacionales. David Held, por ejemplo, propone un nuevo convenio
global entre los diversos actores políticos para ordenar el fenómeno de la globalización.
Daniele Archibugi defiende la democracia cosmopolita. Martín Ortega Carcelén apunta
que ya se está creando un sistema político global, que llama "cosmocracia", en el que
intervienen principios fundamentales del orden internacional aceptados por los más
diversos países. Por último, otras corrientes como la del paternalismo libertario o el
racionalismo progresivo proponen una figura que trasciende en libertad al concepto de
ciudadano: la de ser humano; donde la estructura social jugaría un desempeño de ayuda
a la toma de decisiones de cada ciudadano con aquellas (pocas) certezas falseables que la
sociedad en su conjunto fuera adquiriendo.

Citas
"No he nacido para un solo rincón, mi patria es todo el mundo." Séneca.
"Mi patria es el mundo; mi familia la humanidad." Mijaíl Bakunin.
Bibliografía
 ARCHIBUGI, Daniele, The global commonwealth of citizens: towards cosmopolitan
democracy, Princeton University Press, 2008.
 AUGUSTO, Roberto, Del cosmopolitismo a la globalización: Kant y la paz perpetua, en:
Logo. Revista de Retórica y Teoría de la Comunicación, Universidad de Salamanca, Año
III, n.º 5, diciembre de 2003, pp. 45-51.
 CORTINA, Adela, Ciudadanos del mundo.
 HELD, David, Global covenant: the social democratic alternative to the Washington
consensus, Polity, Cambridge, 2004.
 HÖFFE, Otfried. Ciudadano económico, ciudadano del Estado, ciudadano del mundo:
ética política en la era de la globalización. Katz Editores, 2007.
 MOSTERÍN, Jesús, La cultura de la libertad, Espasa-Calpe, Madrid, 2008.
 NUSSBAUM, Martha C., For love of Country?, Beacon Press, Boston, 1996. Traducción
española: Los límites del patriotismo, Paidós, Barcelona, 1999.
 ORTEGA CARCELÉN, Martín, Cosmocracia. Política global para el siglo XXI,
Editorial Síntesis, Madrid, 2006.
 VELASCO, Juan Carlos, "Ayer y hoy del cosmopolitismo kantiano", en: "Isegoría.
Revista de Filosofía Moral y Política", nº 16, 1997, 91-117

ANTIPATRIOTISMO
El antipatriotismo o antinacionalismo es un concepto ideológico aplicado a aquella
doctrina o movimiento cuyo fin es desconocer y eliminar el concepto patria como
referente jurídico y político, mas no afectivo. Sostiene que ningún individuo está atado
obligatoriamente a su país de origen y que ningún individuo es superior o inferior por su
lugar de origen, generalmente proviene de una perspectiva cosmopolita (ciudadanía del
mundo) y asociativista (asociación libre).
Los partidarios de estas ideas, llamados «antipatriotas», aseguran que el concepto de
patria es contrario al desarrollo humano y que sólo sirve para dividir a las personas y
enfrentarlas en entidades que no provienen de la libre elección. Según ellos, sin las
nociones territoriales como algo relevante para la organización política, se da preferencia
a la organización política basada en la asociación y se favorece el respeto mutuo entre
individuos.
Los partidarios del patriotismo y el nacionalismo usan el término antipatriotismo en un
sentido generalizado, en contraparte los partidarios del antipatriotismo usan los términos
cosmopolitanismo o ciudadano del mundo para referirse a sus ideas específicas y evitar
confusiones

ANACIONALISMO
El anacionalismo (a veces traducido como apatriotismo, en el original sennaciismo en
esperanto) es una ideología desarrollada especialmente en el seno del movimiento
esperantista, que no acepta la existencia de las naciones definidas como tales, y pretende
un cosmopolitismo radical.
Se trata de una tendencia impulsada en el seno de la Sennacieca Asocio Tutmonda
(Asociación Anacional Mundial, SAT), especialmente por su fundador Eugenio Lanti. Se
caracteriza por:

un rechazo a participar en cualquier lucha nacionalista,


una defensa de los trabajadores contra el sistema económico capitalista,
un esperantismo que no se limita a la cuestión lingüística.
El anacionalismo va más allá del más tradicional internacionalismo, en el sentido de que
no acepta la propia existencia de las naciones, y en este sentido experimentó en sus
comienzos diversos enfrentamientos con las ideas entonces prevalentes en el movimiento
comunista internacional. Su cosmopolitismo es más radical, ya que emplea una lengua
común (el esperanto), y no depende de los idiomas dominantes en cada coyuntura
histórica.

Historia
Los primeros miembros de SAT (fundada en 1921) consideraban a menudo el
anacionalismo como una especie de ideología general del SAT, y les gustaba llamarse a
sí mismos "sennaciulo" ("el anacional"). Sin embargo, en este contexto el
"anacionalismo" era un término que se aplicó a diversas ideas no siempre muy definidos.
Para muchos miembros del SAT el anacionalismo en ese momento simplemente quería
decir "internacionalismo proletario más Esperanto", una especie de versión obrera del
homaranismo de Zamenhof, el iniciador del esperanto.
Sin embargo, al final de los años 20 comenzaron a producirse tensiones entre el punto de
vista de los comunistas esperantistas, liderados por Ernst Drezen, que teóricamente
promovían el derecho de autodeterminación y la lucha contra el colonialismo, y el
anacionalismo tal como lo entendía Lanti y una parte importante de SAT, que preferían
omitir la variable nacional en la lucha política.
Poco a poco Lanti fue precisando su pensamiento en diversos artículos. En 1928, publicó
un folleto, La laborista esperantismo ("El esperantismo obrero"), en el que dedicó un
capítulo entero a la definición de la nueva doctrina. El esfuerzo culminó en 1931 con la
publicación del Manifesto de la Sennaciistoj (Manifiesto de los anacionalistas), que luego
fue traducido a varios idiomas, incluyendo una versión en español.
Para subrayar que SAT mantenía su carácter superpartidario, se creó una fracción
anacionalista, que editó su propia revista.
Tras la muerte de Lanti en 1947 el anacionalismo sufrió un cierto debilitamiento. No
obstante, en los años 80 se revivió la fracción anacionalista de SAT, y todavía existen
sectores dentro del movimiento esperantista que mantienen el objetivo de cultivar y
desarrollar las corrientes de opinión universalistas y antinacionalistas, y de oponerse a las
ideologías etnicistas, puristas y partidarias de políticas de identidad, extendidas en ciertos
ámbitos políticos.

COSMOPOLITISMO
Cosmopolitismo es una teoría y un enfoque de análisis que sostiene que todos los seres
humanos en su diversidad forman parte de una única comunidad, basada en una moralidad
compartida. Una persona que se adhiere la idea de cosmopolitismo en cualquiera de sus
formas, se denomina cosmopolita.

Contrasta con las ideas de patriotismo y nacionalismo.

Filosofía cosmopolita
Las raíces del cosmopolitismo tienen su origen en el siglo IV a.C. cuando Diógenes utilizo
la palabra “cosmopolita” y definió el “cosmopolitismo” que viene del griego “kosmou
polites” , siendo este filósofo que después encabezaría la escuela cínica. Diógenes nació
a fines del siglo V a. C. en Sinope, en la costa meridional del mar negro, actual Turquía.
Los cínicos rechazaban la tradición y los ritos locales, en general lo que el resto de la
gente consideraba conducta “civilizada”. Para él, todos los humanos podemos ser
conciudadanos, incluso si no somos miembros de una comunidad mundial única.
También se retoma la idea de éste filósofo de preocuparnos por la suerte que tienen
nuestros congéneres, y de que podemos adoptar ideas provenientes de todo el mundo,
pues vale la pena la reciprocidad del aprendizaje.

Diógenes dijo ser un “ciudadano del mundo”, claro que esta es una metáfora porque los
ciudadanos forman parte de un Estado y no de un Estado mundial “kosmopolis”.

Cosmopolitismo en la actualidad
El cosmopolitismo puede comprender algún tipo de gobierno mundial (en especial de
democracia directa mundial) o puede simplemente referirse a relaciones, entre naciones
o individuos de diferentes naciones, más inclusivas desde un punto de vista moral,
económico, y/o político.
La comunidad cosmopolita puede estar basada en una moralidad inclusiva, una relación
según la cual los individuos de diferentes sitios (estados o naciones) establecen relaciones
entre sí de mutuo respeto. Por ejemplo, Kwame Anthony Appiah sugiere la posibilidad
de una comunidad cosmopolita en la cual individuos de diferentes sitios (físicos,
económicos, etc.) establecen relaciones de respeto mutuo a pesar de sus diferentes
creencias (morales, religiosas, políticas, etc.). De madre inglesa y de padre ghanés
Kwame nos habla de la problemática que tuvieron que enfrentar sus padres al principio,
puesto que también eran de religiones diferentes; su madre anglicana y su padre
metodista. A sus padres no les importo esta situación, y habla de que estaban abiertos a
las ideas de nuevas culturas.
El cosmopolitismo es universalidad más diferencia y acepta la idea del cambio constante
a la cual se está expuesto como ser humano, la dignidad de cada ser humano reside en su
capacidad y derecho al autodominio, siendo este quien tome sus decisiones en las
diferentes sociedades sin que afecten a sus congéneres.

En el contexto de cambios constantes y de diversidad de contextos de interacción, el


cosmopolita es el individuo que logra integrar la diferencia, el cambio, y las diversas
identidades. En este sentido Giddens (1997) afirma que "una persona puede aprovecharse
de la diversidad para crear una identidad propia específica que incorpore de manera
favorable elementos de diferentes ámbitos en una crónica integrada. Así, un cosmopolita
es aquel que saca fuerzas precisamente de encontrarse como en su casa en una
multiplicidad de ambientes" (p. 242).
La conciencia cosmopolita sirve para fundamentar nuevas propuestas de organización
mundial que, además de los estados-nación, tengan en cuenta la participación ciudadana
global y otros actores internacionales. David Held, por ejemplo, propone un nuevo
convenio global entre los diversos actores políticos para racionalizar el fenómeno de la
globalización. Daniele Archibugi defiende la democracia cosmopolita con una
participación activa de los ciudadanos y las organizaciones no gubernamentales. Martín
Ortega Carcelén apunta que ya se está creando un sistema político global, que llama
"cosmocracia", en el que intervienen principios fundamentales del orden internacional
aceptados por los más diversos países.

Oposición
Existen dos clases de enemigos del cosmopolitismo, los que niegan la legitimidad de la
universalidad y los que niegan la legitimidad de la diferencia. Por ejemplo podemos no
ser partícipes de una religión pero debemos aceptar el pluralismo del Humano.

Bibliografía
 Amanda Anderson. 1998. Cosmopolitanism, Universalism, and the Divided
Legacies of Modernity. In Cosmopolitics: Thinking and Feeling beyond the
Nation, edited by P. Cheah and B. Robbins. Minneapolis and London: University
of Minnesota Press.
 Roberto Augusto, «Del cosmopolitismo a la globalización: Kant y la paz
perpetua», en: Logo. Revista de Retórica y Teoría de la Comunicación,
Universidad de Salamanca, Año III, n.º 5, diciembre de 2003, pp. 45-51.
 Ankerl, Guy. Global communication without universal civilization. INU societal
research. Vol.1: Coexisting contemporary civilizations : Arabo-Muslim, Bharati,
Chinese, and Western. Geneva: INU Press. ISBN 2-88155-004-5.
 Daniele Archibugi and David Held. editors, 1995. Cosmopolitan Democracy. An
Agenda for a New World Order. Cambridge: Polity Press.
 Bilbeny, Norbert (2007). La identidad cosmopolita: Los límites del patriotismo
en la era global. Barcelona: Editorial Kairós. ISBN 978-84-7245-656-3.
 Kwame Anthony Appiah, 2006. Cosmopolitanism: Ethics in a world of strangers.
New York: W. W. Norton and Co.
 Fernández Manzano, Juan Antonio, 2010 “Ciudadanos cosmopolitas sin
instituciones globales” Actas del XLVII Congreso de Filosofía Joven, Murcia,
Fundación Caja Murcia, editr.um y Universidad de Murcia.
 Luke Martell. 2008. Beck's Cosmopolitan Politics Contemporary Politics 2008.
 Ortega Carcelén, Martin, Cosmocracia: política global para el siglo XXI,
Editorial Síntesis, Madrid, 2006.
 Bruce Robbins. 1998. Comparative Cosmopolitanisms. In Cosmopolitics:
Thinking and Feeling beyond the Nation, edited by P. Cheah and B. Robbins.
Minneapolis and London: University of Minnesota Press.
 2005. The Political Philosophy of Cosmopolitanism, edited by Gillian Brock and
Harry Brighouse. Cambridge University Press.
 2005. Power in the Global Age, by Ulrich Beck. Cambridge: Polity Press.
 Kleingeld, Pauline; Brown, Eric. Edward N. Zalta, ed. Cosmopolitanism (Fall
2002 edición). The Stanford Encyclopedia of Philosophy.
 ref 1: GTI Paper Series see Dawn of the Cosmopolitan: The Hope of a Global
Citizens Movement, paper #15, and Global Politics and Institutions, paper #3
 Velasco, Juan Carlos, "Ayer y hoy del cosmopolitismo kantiano", en: "Isegoría.
Revista de Filosofía Moral y Política", nº 16, 2007, 91-117.
 Danilo Zolo (2002), «Una crítica realista al globalismo jurídico desde Kant a
Kelsen y Habermas», en Anales de la Cátedra Francisco Suárez, nº 36, pp. 197-
218
 Giddens, A. (1997), "Modernidad e identidad del Yo". Barcelona: Península.

TRANSNACIONALISMO
El transnacionalismo es un fenómeno social y una agenda de investigación académica
surgida de la creciente interconectividad entre las personas y el significado económico y
social cada vez mayor de las fronteras entre los estados-nación.

Filosofía
El término fue popularizado a principios del siglo XX por el escritor Randolph Bourne
para describir "una nueva forma de pensar sobre las relaciones entre culturas". Sin
embargo, el término en sí mismo fue acuñado por un colega de la universidad.
El transnacionalismo como proceso económico implica la reorganización global del
proceso productivo, en el que pueden darse diversas etapas de la producción de cualquier
producto en diversos países, con el objetivo típico de minimizar los costos. El
transnacionalismo económico, comúnmente conocido como globalización, fue
estimulado en la segunda mitad del siglo XX por el desarrollo de Internet y las
comunicaciones inalámbricas, así como por la reducción de los costos globales de
transporte provocados por la contenedorización. Las corporaciones multinacionales
podrían ser vistas como una forma de transnacionalismo, en el sentido de que buscan
minimizar los costos y, por lo tanto, maximizar las ganancias, organizando sus
operaciones de la manera más eficiente posible, independientemente de las fronteras
políticas.
Los defensores del transnacionalismo capitalista buscan facilitar el flujo de personas,
ideas y bienes entre las regiones. Creen que tiene una creciente relevancia con el rápido
crecimiento de la globalización capitalista. Sostienen que no tiene sentido vincular las
fronteras específicas entre los Estados-nación y, por ejemplo, la mano de obra migratoria,
las corporaciones globalizadas, el flujo monetario mundial, el flujo de información global
y la cooperación científica mundial.
Sin embargo, las teorías críticas del transnacionalismo han argumentado que el
capitalismo transnacional se ha producido a través de la creciente monopolización y
centralización del capital por parte de los principales grupos dominantes en la economía
global y de varios bloques de poder. Los eruditos críticos con el capitalismo global (y sus
crisis ecológicas y de desigualdad globales) han argumentado en su lugar por un
transnacionalismo desde abajo entre los trabajadores y las cooperativas, así como los
movimientos sociales y políticos populares.
El transnacionalismo como concepto, teoría y experiencia ha alimentado una importante
literatura en ciencias sociales. En la práctica, el transnacionalismo se refiere a la creciente
integración funcional de los procesos que cruzan las fronteras o que, según otros, se
refieren a las relaciones transfronterizas de individuos, grupos, empresas y a las
movilizaciones más allá de las fronteras estatales. Individuos, grupos, instituciones y
Estados interactúan entre sí en un nuevo espacio global donde las características
culturales y políticas de las sociedades nacionales se combinan con actividades
multinacionales y de múltiples niveles emergentes. El transnacionalismo es parte del
proceso de globalización capitalista. El concepto de transnacionalismo se refiere a los
múltiples vínculos e interacciones que unen a las personas y las instituciones a través de
las fronteras de los estados nacionales. Aunque gran parte de la literatura más reciente se
ha centrado en la protesta popular como una forma de activismo transnacional, algunas
investigaciones también han llamado la atención sobre las redes clandestinas y criminales,
así como sobre los combatientes extranjeros, como ejemplos de una forma más amplia de
transnacionalismo.
Algunos han argumentado que las diásporas, como los chinos de ultramar, son un
precursor histórico del transnacionalismo moderno. Sin embargo, a diferencia de algunas
personas con vidas transnacionales, la mayoría de las diásporas no han sido voluntarias.
El campo de la política de la diáspora considera que las diásporas modernas tienen el
potencial de ser actores políticos transnacionales e influenciadas por fuerzas políticas
transnacionales.6 Mientras que el término "transnacionalismo" enfatiza las maneras en
que las naciones ya no pueden contener o controlar las disputas y negociaciones a través
de las cuales los grupos sociales anexan una dimensión global a sus prácticas
significativas, la noción de diáspora trae a primer plano las dinámicas raciales
subyacentes a la división internacional del trabajo y el caos económico del capital global.
En un artículo publicado en 2006, Asale Angel-Ajani afirmaba que "existe la posibilidad,
dentro de los estudios de la diáspora, de apartarse del discurso políticamente saneado que
rodea a los estudios transnacionales". Dado que los estudios de la diáspora africana se
han centrado en la formación racial, el racismo y la supremacía blanca, la teoría de la
diáspora tiene el potencial de aportar al transnacionalismo "una perspectiva política
variada, si no radical, para el estudio de los procesos transnacionales y la globalización".

Actividades transnacionales de inmigrantes


Cuando los inmigrantes realizan actividades transnacionales, crean "campos sociales" que
vinculan su país de origen con su nuevo país o países de residencia. "Hemos definido el
transnacionalismo como el proceso mediante el cual los inmigrantes construyen campos
sociales que unen a su país de origen con su país de asentamiento". Estos campos sociales
son el producto de una serie de actividades económicas, políticas y socioculturales
interconectadas y superpuestas:

Actividades transnacionales económicas


Las actividades económicas transnacionales, como las inversiones empresariales en los
países de origen y las remesas monetarias, son omnipresentes y están bien documentadas.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que en 2006 los inmigrantes que
vivían en países desarrollados enviaron a sus hogares el equivalente a 300.000 millones
de dólares en remesas, una cantidad que duplica con creces el nivel de la ayuda
internacional. Esta intensa afluencia de recursos puede significar que, para algunas
naciones, las perspectivas de desarrollo se unen inextricablemente -si no dependen de las
actividades económicas de sus respectivas diásporas.

Actividades transnacionales políticas


Las actividades políticas transnacionales pueden ir desde la pertenencia a partidos
políticos en el propio país de origen y la votación en sus elecciones hasta incluso
postularse para cargos políticos. Los papeles menos formales pero aún significativos
incluyen la transferencia o diseminación de ideas y normas políticas, tales como publicar
un artículo de opinión en un periódico local, escribir un blog o presionar a un funcionario
local electo. También está el ejemplo más extremo de individuos como Jesús Galvis, un
agente de viajes en Nueva Jersey que en 1997 se presentó a un escaño en el Senado en su
nativa Colombia. Fue elegido y tenía la intención de ocupar simultáneamente el cargo en
Bogotá y Hackensack, Nueva Jersey, donde sirvió como concejal de la ciudad.

Economía política
El ascenso del capitalismo global se ha producido a través de una integración novedosa y
cada vez más funcional de las cadenas capitalistas de producción y finanzas a través de
las fronteras, que está ligada a la formación de una clase capitalista transnacional. Este
enfoque ha llevado a un estudio más amplio de las redes corporativas, la clase obrera
global y la transnacionalización de los aparatos estatales y las elites.

Bibliografía

 Robinson, William I. (2004). A Theory of Global Capitalism: Production, Class,


and State in a Transnational World.
 — (2012). «Global Capitalism Theory and the Emergency of Transnational
Elites». Critical Sociology 38 (3): 349-363.
 Schiller, Nina Glick; Basch, Linda; Blanc-Szanton, Cristina (1992).
«Transnationalism: A New Analytic Framework for Understanding Migration.».
Annals of the New York Academy of Sciences 645 (1 Towards a Tra): 1-24. ISSN
0077-8923. doi:10.1111/j.1749-6632.1992.tb33484.x.
 Sklair, Leslie (2000). The Transnational capitalist class. Wiley-Blackwell.
 Sprague, Jeb (2012). «Transnational State». En Ritzer, George. The Wiley-
Blackwell Encyclopedia of Globalization (First edición). Malden, MA, USA and
Oxford, UK: Blackwell Publishing Ltd. pp. 2031-2037.
 Struna, Jason (2009). «Toward a Theory of Global Proletarian Fractions».
Perspectives on Global Development and Technology
 Jorge Márquez (2011). Gobierno Mundial y Fin del Mundo. Uruguay-Montevideo:
Pesur. ISBN 978-9974984981.

FEDERALISMO MUNDIAL
El federalismo mundial propugna que para garantizar la paz en el mundo y alcanzar una
gestión ordenada de los asuntos humanos de ámbito planetario, hace falta que los pueblos
consigan que los estados renuncien a algunos aspectos de su soberanía para delegarlos en
organismos supranacionales.
Esta transferencia no implica en absoluto peligro o perjuicio para ningún Estado. Para
ello hace falta que todos los Estados del mundo deleguen una parte o fracción de su
soberanía de manera que no se pueda derivar ninguna ventaja particular de un Estado en
relación con ningún otro. Esta idea ya fue defendida apasionadamente por intelectuales
como Albert Einstein, Bertrand Russell, Jean Rostand, Albert Camus y Karl Jaspers, entre
muchos otros científicos y filósofos del mundo moderno. Lo que defienden es, pues,
garantizar la paz en el mundo a través de una organización política de la humanidad que
suponga la transferencia de una parte de la soberanía de los Estados a una autoridad
federal mundial.
Naturalmente, la creación de instituciones y leyes supraestatales de estructura federal
tiene que respetar, en todo momento, la idiosincrasia de las diversas naciones de la Tierra.
La personalidad de cada nación, sus estructuras sociopolíticas internas específicas, sus
costumbres y sus tradiciones son perfectamente compatibles con el hecho de delegar de
forma simultánea en el poder central todas aquellas competencias que no pueden ser
gestionadas dentro del ámbito nacional, por el grave riesgo de afectar o perjudicar otras
naciones del entorno. El federalismo mundial y el nacionalismo no se oponen, sino que
se complementan y enriquecen identificándose en el principio de Unidad en la Diversidad.
La organización mundial federal se opone, en cambio, al estatismo (abuso de poder de
algunos Estados).
El principio básico del federalismo mundial, huyendo de abstracciones filosóficas que
han pretendido convertirlo en inoperante, podría ser descrito como el intento de resolver
los problemas desde el nivel más bajo posible, ascendiendo en la medida de lo necesario
con el fin de resolver los problemas que no tienen solución desde un nivel inferior. De
esta manera se tiende a la universalidad sin renunciar a la individualidad más de lo
necesario, y se podrían resolver los grandes problemas que afectan a toda la humanidad.
Las bases del principio de organización política del federalismo mundial fueron creadas
del 17 al 23 de agosto de 1947 en Montreux, fruto de la tarea de los mundialistas. "Un
mundialista es un técnico que quiere dotar a los habitantes del planeta de los medios con
que organizar la democracia a escala mundial".

 Bordas Piferrer, Mariano (1982). Mundialidad. Barcelona: Hogar del Libro. ISBN 84-7279-
139-4.

MUNDIALISMO
El mundialismo puede definirse como el conjunto de ideas, sentimientos y actos que
propugnan y expresan la solidaridad entre los pueblos de la Tierra y que tienden a
establecer una ley y unas instituciones de carácter supranacional que les sean comunes.
Por su propia naturaleza, el mundialismo no es partidista ni política ni confesionalmente.
Es también la corriente de pensamiento que adoptan las personas que se identifican como
ciudadanos del mundo.

Según es definido autorizadamente,


el mundialismo es un conjunto de ideas y actos encaminados a expresar la solidaridad de
todos los pueblos de la Tierra, que tiene como objetivo crear instituciones y leyes
supranacionales de estructura federativa, con el debido respeto hacia las diferentes
culturas y pueblos. Trata de llevar a cabo una nueva organización política de la humanidad
que suponga la transferencia de una parte de la soberanía nacional a una autoridad federal
mundial capaz de resolver mediante decisiones mayoritarias los problemas que amenazan
la continuidad de la especie humana: la guerra, el hambre, la contaminación, la
superpoblación y la energía.

Antecedentes
Aunque las raíces del mundialismo se encuentran en la antigüedad, reaparece en la época
contemporánea poco después de la Segunda Guerra Mundial – la Primera ya engendró
los primeros pacifistas, pero no fueron capaces de frenar la Segunda –, cuando toda una
red de organizaciones sin fronteras (veterinarios, médicos, reporteros, homeópatas,
arquitectos, juristas, educadores, etc.) y la asociación esperantista Servas impulsan este
ideario de fraternidad.2 Lo que diferencia a estas organizaciones del mundialismo es que
éste incluye propuestas no partidistas orientadas a una nueva estructura política mundial.
Nació en Francia en el año 1946 de la mano de Robert Soulage, más conocido como
Robert Sarrazac, su nombre de resistencia, quien impulsó el denominado Frente Humano
de los Ciudadanos del Mundo y lanzó en Europa la idea de una asamblea constituyente
de los pueblos. Esta idea ya había sido propuesta en Estados Unidos en 1924 por las
pacifistas Lola M. Lloid y Rosika Schwimmer. Pero el hecho que más notoriedad y
difusión otorga a esta diferente óptica o concepción del ser humano y de su ámbito
sociopolítico tiene lugar en 1948, año en que Garry Davis rompe su pasaporte
norteamericano y decide situarse bajo la protección de la ONU — que entonces estaba
todavía situada en París — al tiempo que se autoproclamaba ciudadano del mundo. Acto
seguido efectuaba una petición ante la asamblea general del citado organismo
internacional — que no supranacional — para la convocatoria de una asamblea
constituyente mundial. Según Davis — que se instaló en una tienda de campaña durante
unas semanas delante de la sede de la ONU para reivindicar las ideas mundialistas —,
dicha asamblea izará la bandera de la soberanía de un solo gobierno para un solo pueblo.
La idea de la ciudadanía mundial cobra tal éxito que al año siguiente se inscribe en París
el Registro Internacional de los Ciudadanos del Mundo, que se expande rápidamente por
78 países y sigue un progresivo crecimiento en los años posteriores. Tanto es así que en
el año 1969 se organizan las primeras elecciones transnacionales para el Congreso de los
Pueblos, símbolo y simiente de una futura asamblea mundial.
Guy y Renée Marchand, que dedicaron toda su vida a la causa mundialista, fueron los
activistas más significados desde entonces e impulsaron el tratado Summa mundialista,
referente fundamental sobre la entidad y el contenido del mundialismo.

La propuesta mundialista de Unidad en la Diversidad


El mundialismo no engloba un odio hacia la patria propia o el lugar donde se ha nacido o
donde se reside. Al contrario de esto, un mundialista desea la prosperidad en dicho lugar.
Lo que ocurre es que en su mentalidad creerá que la mejor forma de conseguir prosperidad
en la patria es consiguiendo prosperidad en el mundo, de forma que la patria será próspera.
Así pues, el mundialismo no pretende de ningún modo la homogeneización de los
diversos pueblos y culturas, ni tampoco que desaparezcan las soberanías nacionales, pero
sí que se autolimiten en lo necesario. Es decir, que determinados problemas de alcance y
entidad auténticamente universales sean afrontados y resueltos mediante la intervención
de una autoridad realmente supranacional, cuyas decisiones puedan extenderse a todo el
planeta, sin execepción. Quienes en verdad se sienten mundialistas insisten, pues, en el
respeto a la entidad y a la integridad de cada persona en la toma de conciencia de los
problemas actuales y en el desarrollo de una actitud cívica y solidaria hacia los demás.

El mundialismo no es el Nuevo Orden Mundial (New World Order).


Esta etiqueta corresponde en realidad a la imposición mundial del modelo ideológico
cultural anglosajón, que afecta a la humanidad con la alienación consumista. De ninguna
manera pueden ser citadas como vinculadas al mundialismo personas bien notorias –
políticos o no–, que se hayan significado por su autoritarismo o espíritu poco democrático.
En el Mundialismo se habla de Nueva Organización, no de Nuevo Orden.
El mundialismo propugna y se hace suyo el principio Unidad en la Diversidad dentro del
ámbito planetario, que en ningún caso se ha de confundir con uniformidad. Lo que el
mundialismo propone es que las fronteras5 pierdan su carácter de separación y sean, en
cambio, oportunidades de convivencia y solidaridad.6 Es conveniente – dicen los
mundialistas – que existan etnias, países, naciones, etc.,7 en el sentido de que son factores
de afirmación personal dentro de la colectividad, pero todo esto tiene que servir para
enriquecer este concepto de etnia (o cualquier otro de similar entidad) con otro más
universal. La propuesta mundialista no quita fuerza, importancia, variedad ni
particularismo, sino que aporta un factor nuevo de dimensión planetaria. Nacionalismo y
mundialismo, pues, no se oponen; en todo caso, se complementan. La función de los
organismos mundiales es la de limitarse a garantizar el derecho de convivencia pacífica
entre las diversas naciones del mundo y facilitar intercambios entre ellas para que se
enriquezcan mutuamente.
Muchos mundialistas se llaman a sí mismos ciudadanos del mundo,8 especialmente si se
han inscrito en el Registro de Ciudadanos del Mundo (RECIM). Éstos afirman que el
mundialismo no es utópico, pero sí difícil."El mundo será uno o no será".

El Manifiesto de los Trece


Los ciudadanos del mundo protagonizaron un acto mundialista muy importante en 1966,
cuando trece personalidades de renombre universal – inscritos en el Registro de
Ciudadanos del Mundo – publicaron un manifesto a favor del civismo mundial, conocido
como Manifiesto de los Trece. Estas trece personalidades firmaron el Manifiesto aquel 3
de marzo de 1966 con los siguientes nombres y distinciones:

Lord Boyd Orr (Reino Unido) exdirector de la F.A.O., premio Nobel de la Paz 1966.
Josue De Castro (Brasil), expresidente de la F.A.O. y presidente fundador del Centro
Internacional del Desarrollo.
Danilo Dolci (Italia), pionero del desarrollo socioeconómico de Sicilia, premio Lenin.
Shinzo Hamai (Japón), alcalde de Hiroshima.
Profesor J. L. Hromadka (Checoslovaquia), decano facultad de Teología de Praga,
presidente de la Conferencia Cristiana de la Paz.
Profesor Alfred Kastler (Francia), miembro del Instituto Academia de les Ciencias,
premio Nobel de Física 1966.
Señora Rajan Nehru (India), escritora.
Profesor Linus Pauling (EUA), premio Nobel de Química 1954, premio Nobel de la Paz
1962.
Abbé Pierre (Francia), fundador de las Comunidades Emaús.
Jean Rostand (Francia), miembro del Instituto Academia Francesa
Lord Bertrand Russell (Reino Unido), premio Nobel de Literatura 1949.
Profesor Ivan Supek (Yugoslavia), miembro de la Academia de Ciencia y Letras de
Zagreb, presidente del grupo de Pugwash.
Profesor Hanz Thirring (Austria), miembro de la Academia de les Ciencias Austriaca.

Lo que piden los mundialistas


Creación de un legislativo mundial: la asamblea general de la ONU sería el senado
mundial y una segunda cámara la del pueblo mundial.
Reforma de la Carta de las Naciones Unidas, a fin de que la ONU adquiera la autoridad
de que ahora carece.
Creación de una policía mundial integrada por agentes independientes de los Estados
soberanos y dependiendo directamente de la ONU.
Creación de un tribunal mundial para juzgar a los criminales de guerra.
Creación de una autoridad mundial del medio ambiente.
Creación de una autoridad mundial encargada de velar por el respeto de los deberes y
derechos humanos.
Creación de una autoridad mundial para garantizar, con caràcter de prioridad absoluta, la
autosuficiencia alimentaria.

También podría gustarte