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DESCOLONIALIDAD.
APUESTAS EPISTÉMICAS POR
LA DESCOLONIZACIÓN DE
LAS MUJERES
Seminario Feminismos en Disputa, 2018.
1
Mignolo, W. (2007) “El pensamiento decolonial: desprendimiento y apertura. Un manifiesto”, en
Castro-Gómez, S. y Grosfoguel, R. (comp.) El giro decolonial: reflexiones para una diversidad epistémica
más allá del capitalismo global, Siglo del Hombre editores, Universidad Central, Instituto de Estudios
Sociales Contemporáneos y Pontificia Universidad Javeriana, Instituto Pensar, Bogotá.
elementos constitutivos de la modernidad, disfrazándolos como efectos colaterales
de un proceso que, a fin de cuentas, no sería su punto de gestación. Sin embargo,
Mignolo argumenta también que la decolonialidad es también constitutiva de la
modernidad. El giro decolonial nace, en esta perspectiva, como contrapartida de la
imposición de la violencia colonial. Por ello, Mignolo detecta sus primeras
manifestaciones en los virreinatos hispánicos, en Tawantinsuyu, entre otros.
“el modo otro es aquello que vive en las fronteras, bordes, fisuras y
grietas del orden moderno/colonial, es aquello que continúa siendo
(re)modelado, (re)constituido y (re)moldeado tanto en contra como a pesar
de la colonialidad”2.
2
Walsh, C. “Pedagogías coloniales caminando y preguntando. Notas a Paulo Freire desde Abya Yala”, en
-Entramados. Revista de Educación y Sociedad. Año 1, número 1 – Pp. 17-31. UNMDP-UGC. P. 20.
3
Lugones, María (2008) Colonialidad y Género. Tabula Rasa: Bogotá – Colombia, N. 9: 73-101.
incorporación a tal marco teórico de la interseccionalidad. De esta manera, la raza,
pensada como el mecanismo opresor fundamental para la descolonialidad, se vería
“interseccionada por el género/sexo/religión/locus de enunciación”4. La intersección,
de esta manera, mostraría aquello que la diferencia categorial entre género y raza
invisibiliza: la violencia ejercida sobre las mujeres de culturas distintas a la occidental
eurocéntrica moderna, sometida, como demostrará Segato en adelante, tanto por los
hombres colonizadores como por los colonizados.
MULTICULTURALISMO Y FEMINISMO
Okin, en una línea diferente, desarrolla las posturas que han llevado a la
creación de derechos especiales para aquellos grupos subalternizados por el
sistema-mundo moderno y eurocéntrico. Sin embargo, para la autora, en los casos
donde se pone de manifiesto la clara vigencia de prácticas patriarcales, donde se les
niega a las mujeres el derecho a la educación, al voto, entre otros, no debería existir
ningún tipo de consideración de corte cultural. De esta manera, en concordancia con
lo anterior, Okin establece una matriz holística para el análisis cultural, entendiendo
que el patriarcado opera con mecanismos similares en cada una de las culturas
abordadas. Latinoamérica y Medio Oriente, por ejemplo, como cuestiona Benhabib,
son concebidas como entidades totales y cerradas. Además, niega, paralelamente,
la historicidad de los sistemas opresores. Estableciendo que todas las culturas son
patriarcales y que, por consiguiente, en todas debería de aplicarse un mismo sistema
4
Bidaseca, K. (2017) “Cuerpos femeninos colonizados, tiempo y espacio en las estéticas descoloniales
selknam”, en Conti, R. (comp.) Perspectiva Descolonial, EUDEM: Mar del Plata.
5
Benhabib, S. (2006), "El multiculturalismo y la ciudadanía de género", en Las reivindicaciones de la
cultura. Igualdad y diversidad en la era global, Buenos Aires: Katz, p. 177.
de defensa para las mujeres, se desprende que las relaciones de poder no han
cambiado desde la creación del patriarcado hasta la actualidad. En este sentido, en
principio, la creación del sistema de subordinación atravesado por el género habría
sido similar en todos los territorios, y, por otro lado, se habría mantenido inmutable
hasta hoy.
Por otra parte, en los casos abordados por Benhabib, quienes esgrimen como
defensa la culturalidad son juzgados por tribunales estadounidenses.
Independientemente de la cuestión de la ciudadanía, es decir, que quienes, a pesar
de pertenecer a una cultura diferente, son residentes en Estados Unidos y, por
consiguiente, son juzgados en torno a sus normas, en ningún caso mencionado se
encuentra la presencia de representantes de la cultura sostenida como defensa. Es
decir, son juzgados a través de un marco legal foráneo, ajeno a la comunidad a la
que apelan para defenderse.
Rita Segato, en este contexto, propone una profundización de la crítica
planteada por Benhabib. La autora sostiene que, inserta en una apuesta descolonial,
muchos términos que utilizamos (y que son nodales en los discursos de Okin y
Benhabib) se subsumen en la obsolescencia. La palabra cultura, por ejemplo,
comienza a perder su potencial explicativo. En este marco, Segato desarrolla una
serie de nuevas consideraciones, en concordancia con su planteo de una
antropología por demanda. Tal consideración, es decir, que las respuestas
esbozadas por la autora son aquellas para las que lxs mismxs sujetos observados
formulan preguntas, implica, en primer término, la humanización de quienes carecían
de voz. La epistemología de las ciencias sociales, en términos descoloniales, ha
invalidado aquellos discursos que se distancian del hegemónico mundo moderno. La
propuesta de Rita Segato, nuevamente en términos descoloniales, rompe con este
marco de deshumanización, brindándole la palabra a sectores subalternizados. De
esta manera, Segato parte de una diferencia fundamental con las dos autoras
anteriores; su discurso está articulado con culturas otras, es decir, estos discursos
se encuentran presentes en su análisis. La diferencia tanto con Okin como con
Benhabib radica, en este punto, en que ambas analizan culturas diferentes a partir
de procesos jurídicos o discursivos que no atienden a las consideraciones propias
de las culturas mencionadas. La diferencia cultural aparece sólo esgrimida como
defensa.
6
Segato, R. L. (2016), "Genero y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un vocabulario
estratégico descolonial", en Bidaseca, K. y Vazquez, Laba, V. Feminismos y Poscolonialidad. Buenos
Aires: Godot. P. 17.
7
Segato, R. L. Op. Cit.
8
Segato, R. L. Op. Cit. P. 29.
distinta de la raza, por ejemplo, sino que propone darle al género “un estatuto teórico
y epistémico al examinarlo como categoría central capaz de iluminar todos los otros
aspectos de la transformación impuesta a la vida de las comunidades al ser captadas
por el nuevo orden colonial moderno”9. Es decir, mientras que sostenemos que cada
pueblo contiene un desarrollo histórico particular del que se desprenden las
dinámicas de opresión legitimadas en su discurso, de manera que sólo en los
términos de dicho desarrollo histórico pueden re-significarse tales relaciones en aras
de contribuir a la emancipación de las mujeres en sus propias comunidades, también
tales relaciones se ven atravesadas por otros elementos, que Benhabib no considera
a la hora de referirse a la autonomía. Un ejemplo de lo anterior se encuentra en la
descripción de la adaptabilidad del patriarcado que propone Rita Segato, donde
mientras que las mujeres de las comunidades latinoamericanas son sometidas a un
sistema que las encierra en las dinámicas de la vida privada y las excluye del mundo
público, los varones colonizados se encuentran también atravesados por sus
diferencias de raza frente a los colonizadores y, al generar un poder sustentado en
la superioridad frente a las mujeres, son también invisibilizados en el discurso al ser
oprimidos por un nuevo grupo; el hombre blanco europeo.
CONCLUSIÓN
En “Mujeres blancas buscando salvar a las mujeres color café de los hombres
color café. O reflexiones sobre desigualdad y colonialismo jurídico desde el
feminismo poscolonial”, Karina Bidaseca sostiene que la subalternidad femenina se
sustenta en dos elementos fundamentales; racismo y colonialidad constituyen las
relaciones de género, por un lado, y el feminismo blanco ha desarrollado lo que la
autora denomina retórica salvacionista de las mujeres color café, donde este
feminismo, detentado desde los sectores hegemónicos, sostiene una narrativa
9
Segato, R. L. Op. Cit. P. 24.
imperialista que busca intervenir en la autonomía de los pueblos para “rescatar” a las
mujeres de los sistemas patriarcales imperantes. En este punto, consideramos
fundamental la advertencia de Spivak: “la pretensión de restituir la voz de la
conciencia (subalterna), podría caer en el espacio de una violencia logocéntrica”10.
La subalternidad no es homogénea; contrariamente, se trata de un espacio de
disputa, donde las voces son silenciadas, y, por otra parte, son luego interpeladas
en términos salvacionistas.
Como se pregunta Bidaseca, entonces, ¿De quién necesitan ser salvadas las
mujeres color café? Cuando Okin desarrolla la presencia del patriarcado en todos los
pueblos, da cuenta de una consideración universalista del sistema de opresión de
las mujeres, donde en todas partes fue gestado por igual. Contrariamente,
consideramos que la tensión entre multiculturalismo y feminismo no debería
encontrar su foco fundamental en las similitudes entre un sistema y otro, sino en las
dinámicas a través de las cuales se generaron tales similitudes, apelando, en
términos descoloniales, a la desarticulación de los discursos deshumanizadores que
invalidan la palabra en sujetos colonizados. Por otra parte, cuando Benhabib
sostiene la importancia de tener fe en las deliberaciones de cada cultura para
sancionar los actos que consideren anti-jurídicos, como podría ser una violación,
invisibiliza que muchos de los actos que menciona se sustentan en la implantación
violenta de un sistema jerárquico y opresor en territorios colonizados.
10
Bidaseca, K. (2016) “Mujeres blancas buscando salvar a las mujeres color café de los hombres color
café. O reflexiones sobre desigualdad y colonialismo jurídico desde el feminismo poscolonial”, en
Bidaseca, K. y Vazquez, Laba, V. Feminismos y Poscolonialidad. Buenos Aires: Godot. P. 91.
distinto de lo que sostiene Okin. Cada pueblo, en concordancia con Segato, ha
sedimentado su historia en las narrativas que los constituyen, y la introducción de la
retórica salvacionista, por consiguiente, implica una nueva imposición colonial a
sujetos ya silenciados.
BIBLIOGRAFÍA