Está en la página 1de 49

UNIDAD IV. EDAD CONTEMPORANEA.

LIBERALISMO.

El liberalismo es una doctrina política que surge en el siglo XVIII en Inglaterra. Defiende a ultranza la libertad
individual, pregona la limitación de la intervención del estado, promueve la iniciativa privada y la igualdad ante la
ley, propone toda clase de libertades civiles y económicas, se opone al absolutismo político, al despotismo ilustrado,
al conservadurismo, y a todo sistema tiránico y autoritario.

Los hombres son seres racionales que poseen derechos individuales, y los tres derechos naturales según John Locke
son la vida, la libertad y la propiedad privada; el estado y el gobierno deben resultar del libre consentimiento de las
personas libres, solo pueden regular sin arbitrariedad la vida pública pero no la privada. El pueblo no tiene derecho a
sublevarse por cualquier nimiedad, e incluso es capaz de tolerar un gran número de injusticias: sin embargo si las
violaciones de la ley de parte del gobierno se perpetúan en el tiempo, este pierde legitimidad y el poder debe volver
al pueblo que puede ejercer el derecho de resistencia.

El estado de derecho con poderes limitados debe garantizar la igualdad ante la ley con un marco mínimo de normas
que resguarden las libertades, el bienestar de las personas y el desarrollo del progreso. Este modelo de democracia
liberal es aun hoy el modelo vigente en gran parte de occidente, y en lo referido a la libertad económica suele
asociarse a la llamada derecha económica.

El liberalismo es fuertemente individualista por encima de los aspectos colectivos, prima a la libertad como un
derecho inviolable en la medida en que no afecte la libertad ajena, erige a la propiedad privada como fuente de
desarrollo económico y social, brega por la libertad de cultos y la separación de la iglesia del estado laico; se funda
en constituciones que establecen la división de poderes, en la despolitización de los cargos de gobierno, de la
educación y la justicia; a diferencia del populismo y del marxismo que afirman que “todo es política” los liberales
prefieren una sociedad despolitizada.

Se debe distinguir entre:

- liberalismo social, que apoya la no intromisión del estado en la vida privada de los individuos, los derechos
de los colectivos sociales minoritarios, la libertad de paso o viaje, la no regulación del matrimonio o del
aborto, etc.
- liberalismo económico, que tiende a la mínima intervención del estado en la economía, a reducir impuestos
para impulsarla, a fijar mínimas regulaciones sobre el comercio y producción, a mejorar la competencia, a
privilegiar la oferta, etc.

El liberalismo era contrario a las restricciones económicas, sostenía conductas psicológicas estereotipadas, y
explicaba científicamente al comportamiento de los mercados en relación a la psique humana; era temerario en lo
político, al promover la destructividad social en un mercado desregulado.

Enfatizando la libertad por encima de la ley, y abogando por la menor cantidad posible de leyes, descuidaba el hecho
que sin ley la libertad es imposible.

El liberalismo siempre sostuvo que las mejores decisiones podían alcanzarse con el libre debate de las ideas, en un
“libre mercado de ideas”, ya que la experiencia humana no ha revelado mejor manera de llegar a un consenso
racional.

Esta doctrina, que representa la “tradición política occidental”, privilegia el individualismo en contraste con
cualquier colectivismo, y al mismo tiempo defiende que las relaciones entre individuos son esencialmente morales
ya que son seres intrínsecamente sociales.
1
Sus enemigos fueron así el comunismo y el fascismo, que definían al liberalismo como democracia simulada, y sin
embargo barrían con todo vestigio de libertad civil: ambas doctrinas totalitarias atribuían a una entidad colectiva,
racial o social, un valor superior al individuo liberal, y la política pasaba a ser cuestión de una elite.

El sentido que se confiere actualmente al liberalismo es la de una opción intermedia entre el conservadurismo de la
aristocracia económica y las posturas proletarias de mayor distribución de la propiedad privada, y por ello se lo
asocia a los ideales e intereses de la clase media e incluso al espíritu de las modernas democracias occidentales.

LAS IDEAS DE LA ILUSTRACIÓN.

La Ilustración o Iluminismo es un movimiento intelectual europeo del siglo XVIII que se origina en Inglaterra y se
expande en Francia donde culmina con la Revolución Francesa.

Su objetivo es crear conciencia por la propia razón, para alcanzar la libertad, la autonomía, la emancipación y la
felicidad del hombre, en una sociedad sin desigualdades, con garantía para los derechos individuales, con fe en el
progreso. Busca disipar las tinieblas de la ignorancia de la humanidad mediante las luces del conocimiento y la razón,
se propone educar a la sociedad, por ello el siglo XVIII es conocido como el Siglo de las Luces.

Solo el conocimiento humano puede derribar la ignorancia y a la superstición, de allí su influencia en el campo
científico y social, y en términos políticos se debe construir un mundo mejor combatiendo a la ignorancia sobre la
cual se basa la dominación y la tiranía, y se debe derribar por ello al Antiguo Régimen. Este pensamiento se
expande vigorosamente en la burguesía y parte de la aristocracia, a través de numerosos círculos culturales,
periódicos, academias, salones, sociedades del pensamiento e incluso sociedades secretas como la masonería.

Kant la define así: “La Ilustración significa el abandono del hombre de una infancia mental de la que él mismo es
culpable. Infancia es la incapacidad de usar la propia razón sin la guía de otra persona. Esta puericia es culpable
cuando su causa no es la falta de inteligencia, sino la falta de decisión o de valor para pensar sin ayuda ajena.
“Sapere aude”: “¡Atrévete a saber!”. He aquí el mandato de la Ilustración”.

Más importante que el contenido de sus doctrinas es la forma de pensamiento y valoración. Según las
interpretaciones marxistas, la Ilustración constituye una etapa histórica de la evolución global del pensamiento
burgués, que se inserta en el Renacimiento y en especial en las doctrinas empiristas y racionalistas de Locke,
Descartes, Hobbes, Newton, Bacon y Grocio, basando sus posibilidades sociológicas en las revoluciones inglesas y
holandesa, en el empuje de la burguesía y de las transformaciones económicas. Otros sostienen que está
estrechamente emparentado con la mayor parte del siglo XVI, al que llaman Era de la Razón, y que es una
consecuencia histórica del humanismo, del Renacimiento, de las ideas aristotélicas y de la reforma protestante.

Como vimos los rasgos esenciales de la Ilustración se crean en Inglaterra, y se transmiten en Francia donde la
anglofilia es difundida por Voltaire, produciendo el cuerpo ideológico del Enciclopedismo (Montesquieu, Diderot,
Rousseau) y alcanzando su plenitud en Alemania con Kant.

Los líderes de este movimiento se consideraban como la élite de la sociedad, con la misión de guiarla hacia el
progreso sacándola del largo periodo de tradiciones, supersticiones, irracionalidad y tiranía (la llamada Edad Oscura),
como así también de toda clase de dogma religioso. Seguramente no pudieron avizorar que este progreso que
inspiraron, positivo por definición, iba a lograrse mediante guerras sanguinarias (Independencia de Estados Unidos,
Revolución Francesa, guerras napoleónicas, nacimiento del capitalismo y socialismo).

2
EL ROMANTICISMO.

El Romanticismo es una corriente filosófica que reacciona contra el espíritu racional y universal de la Ilustración:

- confiere prioridad a los sentimientos y exalta lo instintivo y sentimental, el deseo de libertad extrema del
individuo, de sus pasiones por encima de la razón; denota nostalgia a los paraísos perdidos; el idealismo
exagerado de muchos de sus cultores frente a una realidad materialista, los lleva frecuentemente al suicidio;
- tiene preferencia por la creatividad personal frente a los modelos clásicos griegos, e incluso valora la edad
media;
- prioriza al Yo frente a la razón iluminista; es un movimiento de individualismo absoluto, un culto al yo
fundamental y al Volksgeist o carácter nacional, o sea es localista y nacionalista;
- ensalza a los héroes que son prototipos de rebeldía (Don Juan, Prometeo), prefiere los ambientes nocturnos,
sórdidos y siniestros, las historias fantásticas y llenas de superstición, el amor libre; crea corrientes literarias
populares nacionales, como reacción a las conquistas napoleónicas;
- crea la novela de aventura, la balada y el romance, se expresa en el teatro en el cual se canalizan los anhelos
de libertad y de sentimiento nacional, y en la poesía para cantar los aspectos marginados de las
convenciones sociales; en el rubro musical tiene autores destacados como Beethoven (1770-1827),
Mendelsshon (1809-1847), y en pintura a Francisco de Goya (1746-1828).

ALGUNAS TEORÍAS ECONÓMICAS DEL LIBERALISMO.

El Liberalismo y la Ilustración se caracterizan por generar la aparición de numerosas teorías y doctrinas económicas,
teñidas de empirismo y método científico:

- Los Fisiócratas de Quesnay (francés, 1694-1774) que sostienen que existe una ley natural por la cual el buen
funcionamiento del sistema económico se asegura sin la intervención del estado, que se resume en la frase
“laissez faire, laissez passer, le monde va de lui mëme” (dejen hacer, dejen pasar, el mundo va solo); las
únicas regulaciones estatales deben ser para proteger la vida de las personas y sus derechos individuales de
propiedad, en un mercado sin regulaciones, sin subsidio ni aranceles, con precios sin controles solo
regulados por la oferta y demanda; es un capitalismo en estado puro separado de la economía, así como de
la iglesia; la despolitización del estado asegura la plena libertad económica, política y social.
- Adam Smith (escocés, 1723-1790) se hace eco de esta teoría y la hace popular en su doctrina de no
intervención estatal, del libre mercado y del librecambismo: afirma que el estado es un mal administrador,
ya que no utiliza fondos propios, y que existe una mano invisible del mercado que guía sabiamente la
economía sin injerencia política. El laissez faire iluminista es un programa moral para abolir las leyes y las
corporaciones que limitan el mercado, pretende liberar el potencial humano mediante un sistema “natural”
que no esté obstaculizado por el estado: la economía es un sistema natural y el mercado es una parte
orgánica de ese sistema. Al aumentar la renta nacional el libre ejercicio del interés individual favorece, sin
proponérselo, al bien común (teoría del derrame). Hoy esta corriente se identifica con el neo liberalismo
económico, y no deja de ser una paradoja que un pensamiento avanzado como el de la Ilustración haya
potenciado la concentración de riquezas.
En su libro La Riqueza de las Naciones (1776), plasma la primera obra científica de la teoría económica mundial: en
la misma explica cómo puede subsistir una sociedad movida por el interés personal y cómo funciona el sistema de
libertad natural; apoyado en numerosas estadísticas (tendencia que marca el futuro de todos los economistas) se
demuestra optimista acerca del crecimiento económico. Alerta sobre el riesgo de la alienación humana por las tareas
repetitivas de la división del trabajo: “…un hombre que pasa toda su vida para completar unas pocas operaciones
simples…se vuelve tan estúpido e ignorante como se pueda convertir una criatura humana…hasta le impide sentir
alguna pasión noble…y formar algún juicio mínimamente justo sobre los deberes más ordinarios de su vida privada”.
Consciente de los efectos que su doctrina puede suscitar, recomienda una decidida intervención gubernamental en
la educación pública.
3
Describe con gran criterio empírico los procesos de acumulación del capital, de la distribución “natural” de los
productos entre las diferentes clases sociales, del diferente crecimiento de las naciones, de las ventajas de la división
del trabajo para mejorar la productividad manufacturera cuyo único límite es el mercado (en eso reflota el antiguo
modelo platónico de colaboración y satisfacción mutua de necesidades); aconseja la adopción de patrones por
encima del dinero (patrón oro, trigo, o sea con referencia a commodities), analiza en detalle la naturaleza del salario
que aumenta más donde la riqueza aumenta más rápidamente, ataca el corporativismo estatal que daña la
competencia, alienta la división internacional del trabajo que pregona que cada país debe dedicarse a producir
aquellos bienes para los cuales tiene ventajas productivas naturales (clima, suelo, capital humano, materias primas)
y los demás bienes debe importarlos en un esquema de libertad comercial total (esta última teoría sigue siendo
esgrimida por nuestros patéticos economistas de cabotaje que en un mundo con competitividad asimétrica que vira
hacia el proteccionismo, apoyan una doctrina que ensancha la grieta de desarrollo con el primer mundo).
- Los Mercantilistas, que apoyan la fuerte intervención del estado y del poder político en la economía, el
control de la moneda, la regulación estatal, el aumento y protección de la producción nacional de la
competencia extranjera, el arancelamiento de la importaciones; en general tienen como finalidad la
formación de un Estado-nación lo más fuerte posible; estas teorías caen a mediados del siglo XIX por la
fuerte crisis económica europea, y son reemplazadas por la doctrina fisiócrata y liberal.
- Los Utópicos, que sostienen que los trabajadores quedan a merced del “frío” cálculo de los patrones y por
ello la libertad del liberalismo económico es abstracta, solo enseña al hombre a ser egoísta, en convertirse
en su propio Dios y su propia razón. Conceden a la educación un rol prioritario para una sociedad igualitaria,
y comparten la idea de un internacionalismo que supere las rivalidades de los estados para una pacífica
convivencia entre los pueblos.
- David Ricardo (inglés, 1772-1823), uno de los principales exponentes de los radicales filosóficos, dedica
mucha atención a la teoría del valor de los bienes, profundiza la teoría de las ventajas comparativas de Adam
Smith y se opone al proteccionismo, proponiendo que un país debe especializarse en aquellos bienes o
servicios que puede producir de manera más eficiente, poniendo énfasis en la productividad de los países;
sostiene que no importa de qué manera un país financie su gasto público, sea a través del aumento de
impuestos o de la emisión de la deuda pública, en ninguno de los dos casos se mejora la economía real,
debido a que los contribuyentes frente a ello reducen su consumo y ahorran para el futuro.
- Jeremy Bentham (inglés, 1748-1832) fue el padre del utilitarismo e integrante de la corriente del
radicalismo filosófico. Sostiene que todo acto humano, norma o constitución, debe ser juzgado según la
utilidad que tiene: el placer y el sufrimiento guían las acciones humanas y la naturaleza nos ha colocado bajo
su imperio. La ética es una cuestión de cálculo de consecuencias, moralmente la mejor acción es la que
produce la mayor utilidad para la mayoría e incluso en las generaciones futuras.
Solo las consecuencias de una acción son el criterio a observar para definir si esta es buena o mala, pero
esta doctrina no es egoísta ya que no considera a todos los intereses por igual.
Con su modelo igualitarista sostiene que no puede valer cualquier distribución de la renta o riqueza: los
hombres somos esencialmente iguales, o similares dentro de categorías sociales de consumo análogas, y por
ello nuestras satisfacciones son comparables (la reciente controversia acerca de Facebook que permite
catalogar a millones de seres humanos según nuestras características de consumo, y de allí modelar la oferta
de bienes del mercado, viene a colación de estas teoría).
Esta doctrina ha recibido muchas críticas, por la dificultad de comparar la utilidad entre diferentes personas
y la imposibilidad de medirla cuantitativamente.
- Wilfredo Pareto (1848-1923), fue un ingeniero, sociólogo, economista y filósofo italiano.
Es el autor de la famosa observación que el 20 % de la población posee el 80 % de la propiedad en Italia
(regla del 80-20), e introduce el índice de Pareto (la medida de la desigualdad en la distribución del ingreso)
para demostrar que en la historia las teorías económicas liberales fallan, lo que lo empuja al estudio de la
sociología y la política.

4
Llega a la conclusión que el homo económicus es un ser racional con tendencia a maximizar su
satisfacción: aun así actúa basados en elementos instintivos residuales, no lógicos y racionales, lo que
explica con brillante claridad el consumo irracional de bienes innecesarios: en la escalada consumista a
menudo el consumidor toma decisiones que van contra de sus propios intereses.
Se hace famoso por sus Curvas de Indiferencia, que representan los bienes entre los cuales un consumidor se
siente indiferente, por la restricción devenida de su capacidad de adquirirlos, y su Óptimo Paretiano, un
equilibrio general en el cual los consumidores y los oferentes se encuentren en un punto en el cual no
puedan mejorar su utilidad sin perjudicar la del otro.
La satisfacción paretiana de un individuo siempre difiere de la de otra persona, por lo tanto no puede existir
una distribución óptima de la renta, en una velada crítica al sistema económico.
- John Rawls (1921-2002), es un pensador liberal que sostiene que frente a la injusticia, pobreza y desigualdad
en que está sumergido el tercer mundo actual, el liberalismo debe implementar sistemas de asistencia
social, pero no cambiar el sistema económico: las estructuras económicas mundiales no son responsables
de estos problemas sino los gobiernos locales ineficaces.

Existe así un sinnúmero de teorías liberales económicas y de otras que se les oponen, y estas se reformulan
permanentemente conforme a los tiempos políticos, sociales y económicos reinantes: el debate acerca de las
mismas es irresuelto y de permanente actualidad, ya que contraponen el modelo de individuo autónomo con un
estado poco presente frente al reclamo de un estado presente, subsidiario y nivelador de desigualdades.

EL CONTRACTUALISMO. LAS IDEAS DE ROSSEAU, MONTESQUIEU, KANT.

El contractualismo es una corriente moderna de filosofía que como vimos atribuye la existencia del estado a un
pacto entre los humanos, por el cual se aceptan la limitaciones de las libertades individuales a cambio de leyes y
gobiernos que garanticen la perpetuación individual y ciertas garantías del cuerpo social.

Es una de las teorías más influyentes de los últimos tres siglos y su combinación con el liberalismo configura en gran
parte a la estructura actual de los distintos estados modernos.

Hasta el siglo XVII predomina la creencia que el poder se justifica de manera natural o apelando a instancias
religiosas, con reglas que exceden la capacidad humana de decisión, entroncadas en el derecho natural y divino:
las relaciones de mando derivan de la naturaleza, de la tradición o la voluntad divina.

Estos conceptos, como ilustramos en detalle, cambian a la par de la cambiante realidad económica europea: la caída
del Antiguo Régimen implica pasar de un sistema feudal descentralizado a otro de monarquía absoluta centralizada,
que entre sus principales funciones debe proveer un sistema único de justicia y un ejército fuerte que asegure la
seguridad de las personas y de las rutas comerciales. La fuerte decadencia de la iglesia cristiana en los asuntos
temporales, genera que su lugar sea ocupado por la naciente y próspera burguesía mercantil.

Paulatinamente el modelo de súbdito es reemplazado por el de ciudadano secular, dotado de razón y derechos,
inspirado en los ideales del aristotelismo, del humanismo, del individualismo, de la emancipación política y
autonomía moral. Descartes proclama en el siglo XVII la independencia del hombre como criterio último de la
verdad, y la tendencia es clausurada por Kant con su ideal de autonomía moral.

La combinación de todas estas tendencias produce una profunda crisis política y una crítica social sin precedentes al
sistema imperante, expresada a veces pacíficamente y otras de manera revolucionaria: se asoma el contractualismo
como recambio teórico del Antiguo Régimen herido de muerte.

Hobbes, impresionado por los desórdenes de la revolución inglesa y la amenaza invasora de España, en su Leviatán
establece la estructura básica del contractualismo. Justifica ideológicamente la monarquía absoluta para fortalecer
5
la unidad nacional: con su visión antropológica lúgubre y pesimista del hombre y del estado de naturaleza, obliga a
un pacto entre humanos que entregan el poder al gobernante para proteger su propia vida frente al ominoso
escenario de la guerra de todos contra todos.

John Locke rescata la estructura de razonamiento de Hobbes (estado de naturaleza-pacto-estado) y la modera y


adapta a las necesidades del estado liberal. Sin prejuzgar la maldad o bondad del ser humano, afirma que la
aparición del estado es también pactista pero para resguardar a los derechos naturales más importantes: la vida,
la libertad y la propiedad privada.

Para garantizar una vida buena y pacífica el hombre entrega sus derechos a un soberano, pero no de manera
irrevocable sino conservando su poder delegado y el derecho de rebelión en casos extremos: de ello deriva el
modelo moderno de democracia liberal, en el cual los gobernantes se eligen periódicamente y son “echados” por el
voto popular o por la limitación constitucional de reelección.

ROUSSEAU.

Jean Jacques Rousseau (suizo francófono, 1712-1778) es una figura de la Ilustración


cuyas ideas influyen decisivamente en la Revolución Francesa. Considerado precursor
del Romanticismo, es también una figura clave del contractualismo.

Es un escritor muy polémico en temas religiosos, artísticos y de género, y se granjea por


ello a muchas enemistades. Casado con una mujer pobre, entrega a sus cinco hijos a un
hospicio público, y por ello es duramente criticado en panfletos por su enemigo jurado Voltaire.

Sus obras fuertemente anticlericales y misóginas y su estilo provocador le generan una antipatía general: debe
escapar de distintas órdenes de arresto en Francia e incluso en su natal Suiza, se refugia en Inglaterra bajo la
protección de David Hume, para volver en su vejez a Francia aislado del mundo.

Su otro enemigo Diderot afirmó que solo pensar en Rousseau perturbaba su obra “como si tuviese a su lado a un
alma condenada”, aun así dijo que quién dudara de su honestidad intelectual “merecía la horca”.

Visión roussoniana del hombre.

La escala de valores roussoniana pertenece al Romanticismo y difiere en mucho de lo que la Ilustración considera
admirable: no apela a la razón ni al valor de la ciencia que considera fruto de la curiosidad ociosa y cortesana, sino a
las emociones comunes, a los instintos que hacen a los hombres iguales entre sí, su modelo es el hombre sencillo
con buenos valores que se siente despreciado por los filósofos, por quienes Rousseau profesa una profunda
repugnancia.

La base común de la sociabilidad es el sentimiento por encima de la razón y del egoísmo, los hombres sienten una
reacción innata ante el sufrimiento de los demás, sienten compasión a menos que sean perversos; el egoísta
calculador solo existe en una sociedad pervertida.

Los filósofos “saben muy bien lo que es un ciudadano en París y Londres, pero no lo que es un hombre”. El hombre
salvaje primitivo no era desgraciado, tampoco moral y vicioso, era un bruto feliz, no tenía siquiera lenguaje, tenía
instinto de supervivencia y era bueno y pacífico: el egoísmo y los vicios recién aparecen cuando el hombre vive en la
sociedad pervertida moderna, en la cual es explotado económicamente, y el egoísmo y la propiedad privada lo
vuelven codicioso.

6
La inteligencia es peligrosa porqué mina la veneración, la ciencia es destructora porqué elimina la fe, la razón es
mala porqué se opone a la intuición moral. La ciencia debe limitarse al mundo de los fenómenos donde no puede
dañar las verdades del corazón, la religión y de la ley moral.

Kant valora de Rousseau el enorme valor de la voluntad moral por encima de la investigación científica, en una
filosofía política que engrandece los sentimientos morales sobre la razón, que niega el egoísmo racional como
motivo moral bueno, en una doctrina de igualdad más radical; Rousseau considera que las virtudes morales se dan
con mayor pureza en la gente vulgar, las clases sociales más numerosas son las que merecen mayor respeto.

Respecto a la desigualdad entre los hombres opina que “el salvaje vive para sí mismo; el hombre social, siempre
fuera de sí, no sabe vivir más que en la opinión de los demás, y del juicio ajeno deduce el sentimiento de su propia
existencia”.

En el espíritu de competencia y emulación con la propiedad privada a la cabeza, “las almas ya no son visibles, ni la
amistad posible, ni la confianza duradera, porqué nadie se atreve a parecer lo que es”. En este mundo artificial la
comunicación entre los humanos se desvanece, el hombre civilizado en su deseo de ser superior a los demás crea
un antifaz que muestra al mundo para distinguirse de sus semejantes, que pasan a ser sus rivales.

En ese orden de ideas incluye a las artes como viciosas y artificiales, como parte de ese esfuerzo para agradar a los
demás, para crear desigualdad, en un comportamiento que no es natural. Las ciencias, las letras y las artes tienden
guirnaldas de flores sobre las cadenas de hierro que cargan al hombre, sofocando la libertad original.

La alienación y la voluntad general.

En teorías constitucionales la propuesta de Rousseau se fundamenta en la libertad natural, no admite ninguna


restricción a los derechos y libertades individuales, el hombre que no goza de libertad completa no es un hombre.
Dedica especial atención a dos conceptos, la alienación y la voluntad general.

Es famoso por su obra El Contrato Social (1762), y por sus frases “el hombre nace libre, pero en todos lados está
encadenado; incluso el que se considera amo no es menos esclavo que los demás”, y “El hombre es bueno por
naturaleza”.

Si el hombre nace por naturaleza libre pero las convenciones sociales o el contrato social lo llevan a enajenar su
libertad, es que vive una vida de alienación.

Cabe preguntarse si el “derecho sagrado” del orden social, que es una convención, es o no compatible con el
derecho innato al hombre, la libertad: esa es la cuestión central que busca responder en su obra.

La alienación es el proceso mediante el cual un individuo se convierte en alguien ajeno a sí mismo, que se extraña,
que ha perdido el control de sí: es un proceso de transformación de la conciencia que puede realizarse sea en una
persona como en una colectividad. La alienación social de Rousseau es por ello un proceso de renuncia a la
naturaleza humana libre e innata.

El concepto de alienación es recurrente en pensadores posteriores como Hegel, Feuerbach y Marx.

El Contrato Social abre el camino a la democracia como un gobierno directo del pueblo, en el cual los ciudadanos
libres e iguales concurren a manifestar su voluntad general para llegar a un acuerdo común. Toda ley que el
pueblo no ratifica, es nula y no es ley.

El hombre que participe del contrato social es soberano, ya que la voluntad general que está por encima de la
voluntad común de un solo grupo, tiende al bien común.

7
“Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general,
y cada miembro es considerado como parte indivisible del todo”, la asociación entre los ciudadanos debe ser capaz
de defender con toda la fuerza común a la persona y los bienes de cada uno, y su libertad.

Esta asociación humana no es algo natural, nace por las necesidades de supervivencia y por ello es artificial ya que el
hombre no es sociable por naturaleza, y los vínculos se fundamentan con el desarrollo de la moralidad y
racionalidad.

La moral y la razón se evidencian socialmente al establecer un modelo normativo capaz de crear un orden social que
evite la dominación de uno sobre otros y que involucre la representación de todos los miembros de la sociedad.

La razón y la reflexión de la voluntad general desarrollan las leyes que rigen los hombres en la vida civil, y el
pueblo es el único calificado para establecerlas mediante la voluntad general.

Todo gobierno legítimo es republicano ya que su finalidad es el interés público guiado por la voluntad general, las
leyes de la república están desarrolladas conforme al orden social y por las convenciones humanas que traducen las
exigencias de moralidad y racionalidad, conforme a un ideal de justicia que impone que los “asociados” se respeten
unos a otros.

Estas reglas de asociación deben ser resultado de la deliberación pública del pueblo soberano, ya que en ellas se
encuentra el origen de la soberanía, pero en la medida en que las leyes de allí surgidas sean justas y sean iguales
para todos.

El ideal político de Rousseau se basa en la autonomía racional: cada ciudadano se entrega voluntariamente al
pacto social, se obedece a sí mismo ya que las leyes se fundamentan en la voluntad general por la cual cada uno es
a su vez legislador y súbdito. O sea el ciudadano tiene una doble dimensión de sujeto y objeto del poder soberano:
es contradictorio que el soberano como pueblo implemente algo contra de sí mismo como súbdito.

La voluntad general persigue el interés colectivo que no es diferente al individual, y por eso es inapelable, se forma
por una cualificación moral que obliga al cuerpo social a obedecerle.

Este ideal puede llevarse a cabo en la práctica bajo cualquier forma de gobierno, mientras respete la ley común,
“todo estado regido por leyes, cualquiera sea su forma de administración, es una república”, o sea que no excluye
que pueda cumplirse con un gobierno monárquico o aristocrático.

Se diferencia de Locke en que no comparte el egoísmo racional y universal como base del pacto social, la
propiedad privada es un derecho dentro de la comunidad y no fuera de ella.

Se diferencia de Hobbes al decir que la “guerra de todos contra todos” se limita a los soberanos y a las figuras
públicas, ya que los hombres comunes no luchan entre sí como individuos aislados, o sea confía en la bondad
humana. Influenciado por Platón entiende que la sujeción política es esencialmente ética y solo de modo
secundario un problema de poder y derecho.

Con ello empieza una nueva era de filosofía política que se extiende con Hegel y que vuelve a las fuentes griegas, con
la comunidad como instrumento de moralización: fuera de esta no hay nada moral, la categoría moral fundamental
es el ciudadano y la sociedad es una “persona moral”.

Esta vuelta al ideal griego de ciudad-estado coincide con su estadía en Ginebra, cuyo modelo político idealiza. Solo
como un elemento colorido extiende ese apego al estado nacional, aunque afirma: “…que debemos pensar de esos
cosmopolitas que al justificar el amor a su país por el amor a la especie humana, se jactan de amar a todo el mundo
para poder disfrutar el privilegio de no amar a nadie…”.

8
Aun así es considerado como un autor que aporta muchas de las bases del nacionalismo, al identificar al ciudadano
con su república.

Rousseau es un brillante pensador, integra con Hobbes y Locke la triada notable del pensamiento contractualista. Es
un hombre que ejerce hasta el final su libertad de expresión aunque sus ideas merezcan el repudio de la mayoría: su
teoría de la voluntad general se transforma en uno de los ejes ideológicos de la Revolución Francesa.

MONTESQUIEU.

Charles de Secondat, barón de Montesquieu (Francia, 1689-1755), fue un noble, filósofo y jurista francés, y una de
las principales figuras de la Ilustración.

Su principal obra es El Espíritu de las Leyes (1748), conocido por su articulación de la teoría de la separación de
poderes que es introducida en varias constituciones, con fuerte influencia en la de Estados Unidos. En la misma
desarrolla las ideas de Locke de división de poderes, con fuerte admiración por las instituciones políticas de
Inglaterra.

Sostiene que:

- Cuando en la misma persona confluye la potestad legislativa y ejecutiva no puede haber libertad, ya que se
puede temer que el mismo monarca o senado puede hacer leyes tiránicas, para ejecutarlas tiránicamente;
- Tampoco hay libertad si la potestad de juzgar no está separada de las otras: si el juez fuera legislador, el
poder sobre la libertad y la vida sería arbitrario, si se uniera a la potestad ejecutiva tendría la fuerza de un
opresor;
- Todo estaría perdido si un solo hombre o cuerpo, ya sea de los nobles o del pueblo, reuniera las tres
potestades: la potestad ejecutiva debe estar en las manos de un solo hombre, que de esa manera es ágil
frente a las urgencias, la potestad legislativa en manos de varios que ordenan mejor a las leyes que uno solo;
- En ningún caso los tres poderes deben reunirse en un solo cuerpo, “debe establecerse un gobierno de forma
tal que ningún hombre tenga miedo de otro”;
- La libertad puede ser resultado así no solo de una moralidad cívica, sino de una adecuada organización del
estado;
- El espíritu de las leyes se conforma en cada lugar conforme a la ley natural, a la razón, y a las características
locales (cultura, religión, formas de comercio, suelo y en especial clima) que definen la particularidad de sus
instituciones, y puede deducirse de estudios comparativos (al mejor estilo de Aristóteles); en ese marco
atribuye al clima un peso determinante en la formación del carácter de un pueblo (en la creencia que la
biología puede asociar el clima cálido a los pueblos subdesarrollados);
- Hay tres formas de gobierno, la republicana (mezcla de democracia y aristocracia), la monárquica y la
despótica. El gobierno popular se basa en la virtud cívica o espíritu público del pueblo, la monarquía en el
honor de una clase militar, y el despotismo en el temor o esclavitud de sus súbditos.
En lo referente a la sujeción a las leyes, una república puede ser tan ilegal como un despotismo, y en realidad
su modelo de gobierno es una idealización de la república romana que pretendía para Francia frente al
absolutismo de Luis XIV y el cardenal Richelieu.
- Los derechos naturales de las personas son inherentes al individuo y fijan los cánones de las leyes y los
límites que estas no deben traspasar.

El contexto histórico monárquico francés imperante en su época define su extrema repugnancia al despotismo, de
allí su encendido entusiasmo por la libertad y su valoración a las instituciones políticas británicas como medio de
libertad política: la separación de poderes permite el sistema de pesos y contrapesos, y se transforma así en el

9
dogma del constitucionalismo liberal, y en ese ámbito es innegable la influencia de Montesquieu en las futuras
constituciones de Francia y Estados Unidos.

El ideal de la forma mixta de gobierno desde ya no era nueva, y había sido sostenida por Platón en Las Leyes, por
Polibio para explicar la sustentabilidad del gobierno romano, y por el mismo Aristóteles con su politeia; la monarquía
moderada constitucional había sido el modelo medieval en contraposición con la monarquía absoluta moderna, y el
constitucionalismo medieval estaba basado en la práctica en un grado moderado de división de poderes, con un rey
que gobernaba con el expreso consentimiento de nobleza, clero y en menor medida del tercer estado (municipios,
corporaciones laborales, burguesía).

Las controversias entre rey y magistrados por cuestiones atinentes al common law habían generado en Inglaterra el
debate sobre la separación de poderes, con la pretensión de asegurar el equilibrio y el juego limpio entre todos. A
pesar que la Revolución Gloriosa inglesa de 1688 más que un equilibrio de poderes había instalado un predominio
parlamentarista, fue tomada igualmente por el francés como un modelo óptimo a seguir.

El aporte de Montesquieu, a pesar del carácter poco riguroso de sus teorías, consiste en instalar de manera
explícita a la división de poderes en la teoría política moderna, de allí el respeto que genera.

Con Rousseau, Montesquieu, Voltaire, Diderot, Helvecio, Holbach, Turgot, Condorcet, D’Alembert y muchas otras
figuras de la Ilustración, Francia aporta una visión quizás menos precisa que la de pensadores ingleses, al apelar a
los sentimientos incluso por encima de la razón que es su permanente guía.

Sin embargo esa visión tiene la ventaja de extenderse por toda Europa continental, sus ideales apasionados de
libertad tienen una decisiva influencia en la Revolución Francesa y en las democracias modernas.

Condorcet afirmó: “Llegará una época en que el sol alumbre solo a un mundo de hombres libres que no reconocerán
otro señor que su razón, y en que los tiranos y los esclavos y los sacerdotes y sus instrumentos estúpidos o hipócritas
no existirán sino en la historia”.

LA REVOLUCIÓN FRANCESA.

Estamos a fines del siglo XVIII: en Francia la monarquía absoluta muestra señales de clara decadencia: el estado
nacional se ha fortalecido, pero siglos de guerras permanentes entre los soberanos europeos, la consiguiente
quiebra económica del país, las terribles pestes y hambrunas, y una marcada desigualdad entre las distintas clases
sociales han generado un profundo descontento entre su población y en particular en su Tercer Estado.

El Tercer Estado es caracterizado genéricamente como uno de los tres estamentos básicos propios del feudalismo y
del Antiguo Régimen, compuesto por el pueblo llano y común, en su mayoría el campesinado, el artesanado, la plebe
urbana y los comerciantes, siendo el primer estado el clero y el segundo estado la nobleza.

A pesar de estar representado en muchos casos en la baja edad media en los parlamentos, el tercer estado carecía
de derechos políticos y estaba sometido a las decisiones del monarca y del resto de los estamentos, nobleza y clero.
En la España medieval la representación del tercer estado en las cortes se limitaba a las ciudades con derecho a voto
para cuestiones impositivas, y era ejercida por el patriciado y burguesía urbana: sin embargo con el advenimiento de
la monarquía absoluta los estamentos privilegiados locales dejaron de ser convocados a las cortes y quedaron
reducidos a meros procuradores de las ciudades.

En Francia el régimen monárquico estaba en plena decadencia, sucumbía bajo su propia rigidez y por su capitulación
frente a la violenta reacción de la nobleza y clero, que resistían las sucesivas reformas que se intentaron plantear
desde la corte aferrándose a sus antiguos privilegios medievales.
10
La burguesía urbana había adquirido un gran poder económico y nivel cultural y reclamaba aumentar su escasa
participación política; las clases populares estaban empobrecidas por la suba incesante de los precios de los
alimentos y de los impuestos, entre ellos el diezmo para mantener el clero y la explotación de los precios de los
arriendos agrícolas.

El primer y segundo estado encima estaban eximidos de pagar impuestos y el lujo de la corte de Versalles
exacerbaba a las grandes mayorías. El Estado nacional francés estaba quebrado y endeudado después de su
enfrentamiento con Inglaterra en las guerras independentistas en el norte de América, y tenía un enorme déficit
fiscal; en los meses previos a la revuelta se sufrió una gran escasez de alimentos por el descenso de la producción
agrícola.

Todo lo anterior, sumado a la expansión de las nuevas ideas ilustradas del liberalismo inglés, del Iluminismo de
Voltaire, Rousseau, Diderot y Montesquieu, basados en los ideales de igualdad, fraternidad y libertad política, de las
nuevas teorías políticas de separación de poderes del estado y la emancipación de Estados Unidos de América en
1776 con su moderna constitución, fue rompiendo el prestigio de las instituciones del antiguo régimen (“ancién
regíme”) y configuró el caldo de cultivo revolucionario.

Los Estados Generales de Francia del Antiguo Régimen eran asambleas convocadas por el rey de manera excepcional
a las cuales acudían los representantes de los tres estamentos: el clero (primer estado), la nobleza (segundo estado)
y los representantes de las ciudades (tercer estado), que se reunieron solo 21 veces en 487 años. Su reunión en
general respondía a una grave crisis política y financiera para conocer la opinión de los principales poderes del país
para confirmar una decisión real, en especial en temas impositivos. Como cada estado tenía un voto, normalmente
la alianza conservadora de clero y nobleza impedía los cambios reclamados por el único voto del tercer estado.

En mayo de 1789 frente a la bancarrota y arrinconado por la aristocracia regionalista, el rey Luis XVI en la esperanza
de distender la situación convoca a los Estados Generales (la anterior reunión de estos había sido en…¡1614!, lo que
refleja la ceguera de la monarquía absoluta), el tercer estado reclama infructuosamente democratizar el sistema: de
los 1139 diputados 578 eran del tercer estado (más del 50 %), pero igualmente estaban en minoría dos a uno por el
voto estamental.

El 20 de junio de 1789 los 578 diputados del tercer estado, 149 del bajo clero y 2 de la nobleza se constituyen en
Asamblea Nacional devenida en constituyente, y en el llamado Juramento del Juego de la Pelota (en un local de
juego de pelota vasca al frontón) se comprometen a redactar una Constitución para Francia, iniciando así la
Revolución Francesa.

El 14 de julio estalla la revuelta y el pueblo asalta la fortaleza de la Bastilla (que hoy ya no existe) símbolo del
absolutismo monárquico y punto estratégico ya que allí se situaban los cañones que apuntaban hacia los barrios
obreros: empezó la matanza de distintos funcionarios regios paseando la cabeza de los mismos clavadas sobre picas.
La revolución se extiende a todos el país creándose nuevos ayuntamientos que responden solo a la Asamblea
Nacional: la insurrección agraria arrasa con los privilegios señoriales y derechos feudales y es llamada la Grande Peur
(el Gran Miedo).

La Asamblea deroga las servidumbres personales feudales, las justicias locales impartidas por los señores y los
diezmos, y en cuestión de horas clero y nobleza pierden sus privilegios: la iglesia pasa a depender del estado, y se le
quitan las propiedades agrarias ya que la iglesia es la mayor terrateniente de Francia.

El 27 de agosto la Asamblea publica la famosa Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, inspirada en
la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, estableciendo los principios de libertad, igualdad y
fraternidad, base de la futura constitución: este documento contiene las bases de las constituciones europeas
democráticas modernas, incluye los derechos humanos y del ciudadano, es atemporal, universal y siempre vigente,
aunque es por demás genérica y excluye a las mujeres.
11
Durante 1790 fracasan distintas reacciones monárquicas y muchos nobles migran fuera de Francia, hasta que en
1791 se decreta que no pueden salir del país para evitar la fuga de capitales; el 20 de junio de 1791 el rey Luis XVI y
su mujer María Antonieta (austriaca, llamada Madame Déficit por sus dispendiosas fiestas) son arrestados. El 3 de
septiembre de 1791 se aprueba la primera Constitución Francesa, con magistrados totalmente independientes de la
corona, con el rey como figura decorativa, y con la supresión de las antiguas corporaciones; el rey pronuncia un
discurso aceptándola y es aclamado; la Asamblea cesa en sus funciones el 29 de septiembre.

Bajo la nueva constitución, Francia funcionaría como una monarquía constitucional de tipo inglés, y la primera
asamblea legislativa se reúne el 1 de octubre de 1791: sus diputados se agrupan en distintos clubes como los
jacobinos, los cordeliers (republicanos), los moderados girondinos (alta burguesía), los Amigos del Pueblo, y otros.
Los cordeliers de Marat y Danton reclaman la eliminación de la monarquía y el sufragio universal masculino, los
jacobinos de Robespierre (el Incorruptible) a posteriori se constituyen en la facción más extremista.

Los monarcas de Austria y Prusia se disponen a invadir Francia para restaurar la monarquía, y frente al temor de que
eso suceda las masas asaltan el 10 de agosto de 1792 al Palacio de las Tullerías donde vive la familia real; la asamblea
deroga la monarquía y proclama la República, el gobierno pasa a depender de la Comuna insurreccional; empieza la
matanza indiscriminada de los contrarrevolucionarios.

El rey es visto como un cómplice de las conspiraciones extranjeras y es decapitado el 17 de enero de 1793 (María
Antonieta el 16 de octubre): empieza el Reino del Terror, que produce la decapitación miles de personas, entre ellos
muchos nobles. En el frente externo Francia logra repeler a los ejércitos prusianos pero la situación económica
empeora y se generan revueltas entre los más pobres (los sans-culottes): las medidas económicas liberales
adoptadas por la nueva Convención, con libertad de precios y contratación, producen reacciones
antirrevolucionarias en todo el país que son reprimidas de manera sangrienta. Los jacobinos se alían con los sans-
culottes y con un golpe de estado toman el poder: no derogan la propiedad privada tal como sus aliados pobres
reclaman, y promueven un orden liberal y democrático, aunque siguen con la feroz represión, hasta que caen y
Robespierre es guillotinado en 1794.

NAPOLEÓN.

Finalmente frente a los permanentes desordenes y por la extrema necesidad de unidad nacional, el general corso
Napoleón Bonaparte, de regreso de su exitosa campaña de Egipto, toma el poder con un golpe de estado en 1799
instalando el Consulado hasta 1804, año en el cual es declarado Emperador.

Al igual que en la antigua Roma, la república necesita de un dictador para tiempos en que la patria peligra: después
de diez años de cambios dramáticos y vertiginosos, Francia busca recuperar el orden.

Napoleón Bonaparte (Córcega, 1769-1821) es un militar que gobierna Francia e impone el predominio francés en
toda Europa mediante distintas victorias contra todos los ejércitos europeos que pretenden restaurar la monarquía
en Francia; logra resistir hasta que en la desastrosa invasión de Rusia (en la cual la “Gran Armée” pierde 500.000
soldados) es derrotado, destituido y desterrado en 1815.

Se destaca por promulgar los Códigos Napoleónicos que lo distinguen como un déspota ilustrado: estos códigos
constituyen el primer derecho unificado francés, que deja sin efecto el desorden legal debido a los numerosos
derechos locales. El mismo Napoleón a posteriori dijo que su verdadera gloria no estuvo en sus numerosas victorias
militares (de hecho es considerado como uno de los mayores genios militares de la historia) sino en su Código Civil,
por sus principios de libertad individual de conciencia, religión y trabajo, por las reformas modernas en la
administración, en la educación pública universal, promoción de artes y ciencias e investigación científica. Si bien la
promesa de creación de un gobierno constitucional queda pendiente, la influencia de estos códigos en toda Europa
es notoria. Muchos en cambio describen a Bonaparte como un tirano megalómano y sanguinario que llevó muerte y
destrucción a toda Europa.
12
La ocupación napoleónica de España en 1808 y la caída temporaria de la monarquía española, es determinante
históricamente para allanar el camino a las emancipaciones sudamericanas, fomentadas con éxito por Inglaterra
para establecer su comercio en la región quitándoselo a España.

Por sus notorios excesos la Revolución Francesa y la ambición napoleónica generan no solo la cruel Restauración
absolutista posterior, sino una repulsión generalizada en toda Europa, postergando por muchos años la concreción
de las reformas políticas. En síntesis los excesos de este proceso revolucionario producen la rápida difusión de los
ideales libertarios, pero también su parcial desacreditación.

RESTAURACIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN.

El Congreso de Viena (1814-1815) restablece las fronteras de Europa después de la derrota de Napoleón, y
reorganiza las ideologías políticas del Antiguo Régimen, buscando asegurar un equilibrio de poder que evite la
reaparición de fenómenos revolucionarios como el francés.

De la mano del canciller austriaco Metternich las decisiones del congreso están marcadas por un firme
conservadurismo político y legitimismo dinástico que favorece la restauración inmediata de los gobiernos
absolutistas monárquicos en toda Europa, que reemplazan a los breves experimentos liberales: se propone la
permanente colaboración entre los monarcas absolutos para sofocar todo atisbo de liberalismo.

La primera mitad del siglo XIX constituye el canto de cisne del absolutismo monárquico, las teorías liberales inglesas
e iluministas francesas han generado ideales libertarios que terminan instalándose en toda Europa: los monarcas
absolutos deben enfrentar distintas reacciones a sus regímenes, en 1820, 1830 y en especial la oleada revolucionaria
de 1848.

En Francia los socialistas utópicos (Proudhon, Saint Simon, Blanc) tienen un gran protagonismo en los
acontecimientos de 1848 proponiendo un programa político con la toma de conciencia de la clase popular: sin
embargo el sistema capitalista, en su permanente capacidad de reinventarse a sí mismo, genera su fase expansiva y
la reconducción conservadora del proceso.

Los acontecimientos económicos negativos contribuyen coyunturalmente a desencadenar las revueltas:

- en 1845 y 1849 la Plaga de la Patata echa a perder las cosechas en toda Europa y produce la Gran Hambruna
de Irlanda (o Holocausto Irlandés, en el cual un millón muere de hambre y otro millón emigra a
Norteamérica, las revueltas populares son reprimidas cruelmente por los ingleses lo que impulsa el
nacionalismo irlandés posterior);
- la crisis del comercio e industria de 1847 en Inglaterra afecta a la banca;
- la crisis industrial de Francia en la cual los grandes establecimientos arruinan a los pequeños comerciantes;
- En Alemania la Confederación Germánica (que sustituye al Sacro Imperio Romano Germánico disuelto por
Napoleón) registra en 1848 fuertes revueltas que tratan de instalar una monarquía constitucional unificada
bajo los prusianos, pero el intento no prospera y Alemania sigue desunida dos décadas más;
- En el Imperio Austro-Húngaro plurinacional de los Habsburgo, al no existir una fuerte clase media, el papel
revolucionario corresponde a la nobleza media y a la plebe, que exigen la definitiva derogación de obsoletos
privilegios feudales;
- En Italia hay revueltas en las zonas controladas por los austriacos en el norte, y además en los Estados
Pontificios y en el reino español de las Dos Sicilias (Nápoles y Sicilia). En Rusia y España se producen
acontecimientos similares.

Los emperadores de Rusia, Austria y Prusia agrupados en la Santa Alianza, mediante sucesivos congresos tratan de
controlar los sucesivos estallidos revolucionarios: son los tres imperios más conservadores y duraderos, que junto al
otomano (el “enfermo” de Europa) recién desaparecen en 1918 con su derrota en la Primera Guerra Mundial.
13
Estas revoluciones sociales son de carácter liberal y nacionalista, y denotan las primeras muestras organizadas del
movimiento obrero en plena Revolución Industrial: el restablecimiento del Antiguo Régimen de monarquías
absolutas en un periodo de cambios socio económicos profundos (revolución burguesa, revolución industrial,
desarrollo del capitalismo industrial y financiero, importancia creciente de la opinión pública, desarrollo de las
comunicaciones con el telégrafo, aumento de la cantidad de profesionales liberales y estudiantes universitarios,
aparición de sindicatos y movimientos obreros organizados) no se corresponde a su época y va a contramano de la
historia.

En Francia en 1848 es derogada la monarquía y es electo por el sufragio Napoleón III, nieto político de Napoleón
Bonaparte, quién a posteriori se transforma en emperador: en los 22 años de gobierno del Segundo Imperio Francia
se moderniza e industrializa, se establecen legislaciones sociales, y se construye el Canal de Suez.

Finalmente es destronado a manos de los prusianos en la derrota de la Guerra Franco-Prusiana de 1870; se genera
el breve y sangriento suceso de la Comuna de París en 1871: los comuneros anarquistas y marxistas toman París
estableciendo un breve y caótico experimento de auto gestión revolucionaria, que es tomada como ejemplo a
posteriori por rusos y chinos.

A posteriori de la caída de la Comuna, son ejecutados sin piedad decenas de miles de comuneros (entre ellos las
mujeres “petroleras” que acercaban los bidones de petróleo para incendiar más de 200 edificios públicos que
simbolizaban el viejo régimen): se instala definitivamente la república parlamentaria.

A raíz de esta victoria, el sentimiento nacionalista alemán se consolida y Alemania finalmente se unifica bajo la
dinastía prusiana de lo Hohenzollern.

Las monarquías absolutas siguen en el poder en los imperios alemán, austro-húngaro, ruso y otomano: en los
primeros dos se concretan reformas políticas y sociales similares a Inglaterra, pero no así en los otros dos.

En Italia se verifica un proceso similar con la ayuda encubierta de la diplomacia inglesa y francesa que persiguen el
definitivo debilitamiento español y del papado: con la sabia guía del conde Cavour canciller de Piamonte, el
aventurero Garibaldi derriba al Reino español de las Dos Sicilias, ocupa los Estados Pontificios y finalmente Italia se
unifica bajo la dinastía piamontesa de los Saboya en 1861, incorporándose a Roma como capital en 1870, bajo la
forma de una monarquía parlamentaria con el rey Vittorio Emmanuele II.

Europa finalmente se configura totalmente en estados nacionales de fuste bajo sistemas monárquicos ¡catorce siglos
después de la caída del imperio romano!, pero desde ya sin haber recuperado la ansiada unidad del imperio, que se
transforma en el anhelo de los totalitarismos posteriores.

REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.

La Primera Revolución Industrial es un proceso de transformación que inicia en


la segunda mitad del siglo XVIII en Gran Bretaña, y a posteriori se extiende al
resto de Europa hasta fines del siglo XIX: presupone el paso de una economía
rural basada en la agricultura y comercio a una economía urbana industrializada
y mecanizada.

Muchos la distinguen de la Segunda Revolución Industrial que ubican entre 1850 y 1914, que instala la
internacionalización de la economía y la primera globalización, sentando las bases para la presente revolución
tecnológica.

14
Inglaterra es la protagonista casi excluyente de la Primera Revolución, a la Segunda se incorporan Francia, Alemania
y Bélgica, mientras España, Rusia, Italia, Austria y Hungría se incorporan a posteriori de la Primera Guerra Mundial,
de allí su notorio atraso relativo.

La tecnología industrial avanza en el siglo XIX más que en varios siglos anteriores: inventos como la máquina de
vapor, los altos hornos para el acero, la pila voltaica, la batería eléctrica, la electricidad, el telégrafo y muchos más
generan el mayor conjunto de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de la historia de la humanidad
desde el Neolítico.

La productividad aumenta enormemente al lograr mayor producción en menor tiempo, en instalaciones industriales
basadas en la producción serial y la mano de obra altamente especializada de la división del trabajo; se crean
estándares de vida hasta entonces reservados a pocos; se multiplica la renta per cápita que había estado estancada
por siglos; por primera vez en la historia el nivel de vida de las masas y la gente común experimenta un crecimiento
sostenido, en un nivel que nadie hubiera podido imaginar.

De la mano de condiciones sanitarias claramente mejoradas (agua potable, alcantarillado y hospitales), se produce
una revolución demográfica al aumentar la expectativa de vida: la población de Inglaterra crece de 6 millones en
1740 a 17 millones de habitantes en 1850, y a 30 millones en 1900: Europa pasa de 100 millones en 1700 a 400
millones en 1900.

La utilización del carbón, el reemplazo de la tracción animal por máquinas a vapor en barcos y ferrocarriles, y
finalmente la aparición del motor de combustión interna genera una multiplicación del comercio internacional; la
mejora de la industria textil es notoria (el número de telares en Inglaterra pasa de 2400 a 250.000 en solo medio
siglo).

El tratado de Utrecht de 1713 liberaliza el comercio internacional, elimina las protecciones comerciales y los
privilegios corporativos y gremiales medievales, y se abren nuevos mercados.

Este fenómeno contribuye a la creciente urbanización y a la aparición de un nuevo actor social, el obrero
industrial, que junto al campesino pobre forma el naciente proletariado, y de la burguesía industrial, dueña de los
medios de producción y poseedora de la mayor parte de la renta y el capital.

La creciente proletarización industrial de las clases más bajas, que al inicio de este proceso son brutalmente
explotadas (aparecen las primeras patologías sociales urbanas como el alcoholismo y la drogadicción), genera la
aparición del movimiento obrero organizado y sindicalizado, especialmente en Gran Bretaña. El Manifiesto
Comunista de 1848 de Marx y Engels ilustra con claridad la realidad social de la época, planteando la división de la
sociedad entre explotadores y explotados.

En Gran Bretaña el sistema muestra cierta flexibilidad y asume algunas reivindicaciones del movimiento cartista: este
reclama el sufragio universal secreto y la participación de los trabajadores en el Parlamento, y genera la conciencia
en las clases obreras que solo a través de su alianza con las clases medias pueden mejorar su situación.

Las Reform Acts o Reform Bill se constituyen en las sucesivas reformas del sistema electoral inglés que amplían entre
1832 y 1885 la base del sufragio universal secreto masculino, equiparan el voto rural con el urbano, exigen la
propiedad de la vivienda como único requisito para el voto, y fijan la distribución más racional de los escaños entre
las distintas circunscripciones electorales y geográficas, eliminando los “rotten boroughs” (“burgos podridos”,
ciudades despobladas que continuaban teniendo su representación medieval).

No debemos olvidar la anterior Bill of Rights de 1689, que luego de la Revolución Gloriosa que depone a Jacobo II y
consolida el protestantismo, constituye uno de los precedentes de las modernas Declaraciones de Derechos de la

15
Guerra de Independencia norteamericana y de la Revolución Francesa: establece la libertad de expresión y la
libertad de comercio, asegurando definitivamente el desarrollo del capitalismo.

KANT. EL RACIONALISMO KANTIANO.

Immanuel Kant (1724-1804) fue un filósofo prusiano de la Ilustración, el más importante exponente del criticismo y
precursor del idealismo alemán. Es considerado el último pensador de la edad moderna, anterior a la filosofía
contemporánea que inicia Hegel.

Su obra más famosa es la Crítica a la Razón Pura. En la misma Kant plantea:

- los límites del conocimiento a través de una investigación sistemática de las condiciones de posibilidad del
pensamiento: mediante el criticismo se realiza una doble crítica al racionalismo y al empirismo al considerar
que cada uno de estos dos planteos han tenido en cuenta solo un punto de vista de la realidad, y no el papel
activo de las personas en el acto de conocer;
- no todo el conocimiento deriva de lo percibido sensorialmente, existen formas a priori de la inteligencia;
- “Sapere Aude” (atrévete a saber, o ten el valor de usar tu propia razón): Kant revaloriza esta antigua frase
del antiguo poeta romano Horacio (también autor de la frase “carpe diem”, aprovecha el momento, no lo
malgastes, o no confíes en el incierto mañana, o no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy);
- la reinterpretación de la metafísica tradicional a través de la epistemología, o sea mediante el estudio o
ciencia o teoría del conocimiento, con el estudio de las circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas
que llevan a la obtención del mismo, con la definición precisa de conceptos epistémicos como la verdad, la
objetividad, la realidad y la justificación, al igual que en Grecia donde la episteme se oponía a la doxa o
conocimiento ordinario del ser humano, no sometido a la reflexión científica;
- que los valores de la vida serían completamente subjetivos si no hubiesen sido conjugados con la razón pura,
y que usar esta sin aplicarla a la experiencia llevaría a ilusiones teóricas, con lo cual trata de lograr un
compromiso entre racionalismo y empirismo;
- su famoso imperativo categórico, independiente de toda religión e ideología, es un mandamiento moral
autónomo y autosuficiente, capaz de regir el comportamiento humano en todas sus manifestaciones: nace
de la razón y no de Dios, y lo define como cualquier proposición que declara a una acción (o una inacción)
como necesaria, en contraposición a otras filosofías que se basaban en imperativos hipotéticos y de no
obligado cumplimiento.
Por ejemplo en la afirmación “si quiero el bien común no debo cometer asesinato”, si no comparto la
condición (querer el bien común) no estoy obligado a la afirmación, en cambio el imperativo absoluto
denota una obligación incondicional y autosuficiente que no requiere justificación externa.
- O sea la humanidad es siempre un fin y no un medio, la ley básica de la razón pura práctica o simplemente
ley moral es “obra de tal modo que la máxima de tu voluntad siempre pueda valer al mismo tiempo como
un principio de legislación universal”.
La personalidad humana es la única susceptible de valorizarse: si el valor de una práctica social o de una
forma de gobierno está en tela de juicio, la norma para medirla es su efecto sobre los hombres.
Estas propuestas indican que solo la autonomía de la voluntad moral, fundamentada en la racionalidad
individual, puede ser un principio de moralidad: dicha autonomía constituye propiamente la libertad, el
sujeto racional que actúa por deber, respetando el mandato que proviene de su propia razón, es libre.
Si en cambio el hombre es el personaje ficticio de sí mismo en esa acción (heteronomía del sujeto) comete
actos que se desvían de la ley moral. El concepto de ética kantiana del deber tiene una enorme influencia en
muchos filósofos posteriores.
- su concepto de idealismo trascendental sostiene que todo lo que el ser humano intuye en el tiempo y
espacio y con ello todos los objetos de nuestra experiencia posible, no son más que fenómenos, o sea
meras representaciones que del modo en que se representan en sus alteraciones, no tienen existencia

16
propia e independiente fuera de nuestro pensamiento. Esta forma de pensamiento revoluciona la filosofía
moderna, la propuesta kantiana hace que el problema del conocimiento ya no gire alrededor del objeto sino
que deba adecuarse a las condiciones del sujeto: sin caer en un subjetivismo extremo, sostiene que las
formas de captar los universales son idénticas para todos los seres humanos, en sintonía con los ideales de la
Ilustración del cual es el principal exponente en Alemania.

El concepto de voluntad moral autónoma de este filósofo lleva a consecuencias extremas al subjetivismo derivado
del antropocentrismo moderno: si bien su filosofía no niega la existencia de Dios y de un orden trascendental o
moral, prescinde de la naturaleza del objeto y solo presta atención al efecto que produce en nosotros, en lo
puramente subjetivo y fenomenológico.
Su planteo filosófico es absolutamente novedoso, revolucionario, y tiene una enorme influencia en Fichte, Hegel,
Schopenhauer, y aun en los pensadores contemporáneos, y es rebatido por el materialismo marxista.

EL IDEALISMO ALEMÁN: FICHTE.


El idealismo plantea que el objeto conocido no tiene más realidad que en el ser pensado por el sujeto, el objeto en sí
es incognoscible: esta escuela filosófica se origina en Kant, en la Ilustración y el Romanticismo, y tiene como
exponentes a Fichte, Schelling y Hegel.
FICHTE.
Johann Gottlieb Fichte (1762-1814) fue un filósofo alemán exponente del idealismo alemán, continuador de Kant y
precursor de Schelling y Hegel.
Difiere del concepto kantiano de las “cosas en sí”, ya que lo considera como una invitación al escepticismo, y cree
que la consciencia no tiene su fundamento en el mundo real, en el afuera, y que no necesita más fundamento que
ella misma.
O sea el conocimiento no es parte del fenómeno, sino del sujeto mismo que dota de sentido al proceso cognitivo:
crea el Idealismo, que implica que la realidad desde un punto de vista epistemológico es un producto del sujeto
pensante, los objetos no existen independientemente del sujeto que las percibe (en una vuelta de tuerca del
antiguo nominalismo y conceptualismo).
Esta noción es la característica fundamental del Idealismo alemán, Fichte es el enlace entre Kant, su maestro, y el
giro hacia el sujeto del pensamiento de Hegel.
Fichte en su obra El Fundamento del Derecho Natural, establece que la auto-consciencia es un fenómeno social, o
sea el hombre es definido como consciente por los demás seres racionales fuera de él mismo: a causa de esta
necesidad de relación con otros seres racionales para la consecución de su propia consciencia, se establece una
relación de derecho en la cual hay un mutuo reconocimiento de racionalidad por ambas partes.
En lo político Fichte estuvo vinculado a los valores de la Revolución Francesa y a la defensa de su patria dominada
por Napoleón, en lo económico desconfiaba del librecambismo y abogaba por un estado proteccionista frente a la
irracionalidad del mercado; respecto a la propiedad privada sostiene que existe derecho a ella a través del trabajo y
no del privilegio, y en eso se hace eco de Locke.
Su “socialismo fichteano” recomienda que cada hombre que trabaja tiene el derecho a poseer, a una alimentación
justa, a una vestimenta adecuada, a una morada sólida y sana: el estado racional debe garantizar que cada persona
reciba el mínimo de bienes que le permita vivir de su propio trabajo tan libre como la naturaleza lo permita, y para
ello debe impartir la “educación nacional”.
“El hombre debe trabajar no como una bestia de carga que se adormece bajo su propio peso, y que después de
reponer en forma insuficiente su agotada fuerza, es despertado de nuevo para llevar el mismo peso. Debe trabajar
sin el aguijón del miedo, con gusto y alegría, conservando tiempo libre para levantar su espíritu y su mirada hacia
el cielo, para cuya contemplación está hecho”.
El objetivo del estado no es una igualación artificial de las condiciones ni un reparto mecánico de los bienes, deja al
trabajo individual la tarea de acrecentar la propiedad: el socialismo de Fichte es ético, su fin es la realización del
destino superior de los individuos.
17
El equilibrio se con sigue manteniendo el precio de las cosas con respecto a salarios justos, con clases sociales con un
número determinado de personas, y sin comercio exterior alguno con un estado comercial cerrado.

NACIONALISMO: FORTALECIMIENTO DEL ESTADO-NACIÓN.

Hay distintas enfoques para definir al nacionalismo:


- por el apego y amor de un pueblo a su territorio, identidad, origen, historia, idioma, etnia, religión,
tradiciones y cultura, y en general al principio identificado como patriotismo;
- por su proceso histórico y su época: en el siglo XIX cuando se forman las naciones-estado, con las
revoluciones burguesas y liberales como la francesa, en el periodo de entreguerras del siglo XX con el
fascismo y nazismo, y en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial con los procesos de
descolonización y de tercermundismo;
- en relación a los logros de la nación (científicos, culturales, bélicos, económicos), que generan un
sentimiento de orgullo en sus miembros;
- por la conveniencia que el estado controle el gobierno y todos los medios de producción (comunismo o
populismo); por el deterioro de los términos de intercambio de la división internacional del trabajo; por el
nacionalismo económico que promueve activas políticas nacionales de industrialización y sustitución de
importaciones, para romper el círculo vicioso del subdesarrollo;
- por el acuerdo y conveniencia de una sociedad que deriva del consenso de la población de una región para
constituir una nación;
- por principios básicos como la soberanía nacional, con la nación como única base legítima para el estado, y
el principio de nacionalidad, por el cual cada nación debe formar su propio estado y sus fronteras deben
coincidir con su carácter identitario (por ejemplo en la escisión de Pakistán de India, se consideró la
diferencia religiosa entre pueblos hinduistas y musulmanes);
- por su carácter ideal y no presente en la realidad (por ejemplo el ideal de Patria Grande Latinoamericana hoy
desunida, es el caso fallido del nacionalismo iberoamericano de los grandes próceres de la independencia,
frente a la creación de estados con fronteras fijadas artificialmente por los ingleses y el quiebre de su
identidad étnica, cultural e histórica);
- por la necesidad de legitimación política de un régimen nacionalista, mediante la reconstrucción ficticia de
un pasado glorioso (ver el fenómeno del nuevo estado de Macedonia, que pretende heredar la gloria
histórica de Alejandro Magno pero su territorio y población eslava nada tiene que ver con ello); a veces esa
legitimación adquiere rasgos belicistas (ver guerra de Malvinas, guerras napoleónicas, nazismo) con
consecuencias desastrosas.

El movimiento nacionalista se consolida a través de las monarquías absolutas a partir del siglo XVIII, y con
movimientos como el Romanticismo en reacción a las ocupaciones napoleónicas: hasta ese momento la identidad
étnica de un pueblo como nación no existía, y se basaba en una religión o en el carácter de súbditos de un mismo
rey.
A partir de la Revolución Francesa aparece el término de ciudadano, la nación ya no está personificada en el rey y se
instala el concepto del tercer estado como nación.
La formación del estado-nación implica así la coincidencia de múltiples factores identitarios, políticos, económicos e
históricos que son el eje para la unidad del estado nacional: a la realidad de los estados nacionales unificados por
las monarquías absolutas, el nacionalismo le suma el concepto identitario de nación, que fortalece la unidad del
país.
La formación de la Comunidad Económica Europea ha plasmado una marcada tendencia anti nacionalista, al implicar
una transferencia de autonomías nacionales a una entidad continental y supranacional: sin embargo la misma está
fuertemente cuestionada con los planteos del actual gobierno italiano de la Liga del Norte, con la salida inglesa con

18
el Brexit, y con la xenofobia presente en países eslavos y en la misma Francia, que pretenden achacar sus problemas
sociales al gobierno europeo.
La celebración de distintos acuerdos comerciales como el NAFTA y GATT ha generado la asignación del rol de los
estados como simples agentes del comercio internacional: la creciente internalización productiva, de la mano de
empresas multinacionales (o sea sin identidad nacional) que deslocalizan su actividad productiva con rapidez y
realizan transferencias financieras imposibles de ser controladas, debilita en forma creciente el poder del estado-
nación y la legitimidad de su clase política, y en definitiva su soberanía es ficticia.
De la mano de nacionalismos de tercera generación, se hacen presentes movimientos centrífugos separatistas como
el de la “Nación Mapuche” en Chile, o el siempre presente movimiento kurdo en Turquía, habiéndose moderado las
recurrentes intentonas vasca y catalana en España.
En Argentina los mismos no están asociados a secesiones o separatismos territoriales, sino a reclamos por derechos
identitarios previos de las comunidades aborígenes sobre recursos naturales.

LAS IDEAS DE TOCQUEVILLE Y STUART MILL.


TOCQUEVILLE.
Alexis de Tocqueville (1805-1859) fue un pensador, jurista, político y diplomático francés, ideólogo del liberalismo y
precursor de la sociología clásica, quién abogó por el gobierno parlamentario y fue escéptico con los extremos de la
democracia. Como diplomático viajó a Estados Unidos donde estuvo nueve meses, estadía que lo inspiró para
escribir su mayor obra “La democracia en América” (1835).
En esta obra sostiene que:
- existe la tendencia de las sociedades modernas hacia la igualdad de condiciones entre las personas, que se
plasma en la oposición entre aristocrático y democrático;
- la filosofía de la historia y su devenir son impredecibles;
- el cambio social es el resultado de la aspiración a la igualdad entre los hombres, si la humanidad debe elegir
entre la libertad y la igualdad siempre elegirá por la segunda, incluso a costa de alguna coacción, siempre y
cuando el poder público proporcione el mínimo nivel necesario de vida y seguridad;
- la libertad política es un bien superior de largo plazo que es el único que puede evitar el despotismo, y que
debe privilegiarse incluso por encima de la ilusoria igualdad;
- las leyes deben basarse en las Escrituras cristianas;
- “las naciones deben hacer que la igualdad lleve a la libertad y no a la servidumbre, a las luces y no a la
barbarie, a la prosperidad y no a la miseria”;

Concreta un análisis de las fortalezas y debilidades de la democracia en Estados Unidos, de su sistema de democracia
representativa republicana y de las razones de su éxito.
El movimiento democrático es una transformación social antes que una institución política, que impulsa a la
democracia y sus leyes, y define las costumbres, las ideas y la cultura.
Alerta sobre los peligros que encierra la democracia en degenerar hacia un despotismo popular suavizado, hacia una
tiranía de la mayoría con violencia partidista, hacia la subordinación de los más capaces a los prejuicios de los
ignorantes, la degradación de la administración pública, la decadencia de la asistencia social, la educación y las bellas
artes (que tales cosas sucedan en las democracias modernas naturalmente es un tema discutible).
La obra ha sido aclamada por predecir la abolición de la esclavitud en Estados Unidos y la consecuente guerra civil,
como así también el futuro surgimiento de las superpotencias mundiales y el equilibrio bipolar (la futura guerra fría).

Su aporte consiste en introducir en Europa un análisis del funcionamiento de la democracia americana, que en su
época es claramente un sistema adelantado y progresista con respecto a la realidad europea, todavía atrasada y en
manos de monarcas absolutos, y con países con sentimientos nacionales embrionarios.
STUART MILL.

19
John Stuart Mill (1806-1873) fue un filósofo, político y economista inglés del utilitarismo, continuador del
planteamiento ético de su padrino Jeremy Bentham.
En su obra “Sobre la Libertad”, Mill desarrolla el “principio del daño” o “principio del perjuicio”, que sostiene que
“cada individuo tiene el derecho a actuar de acuerdo a su propia voluntad en tanto que tales acciones no
perjudiquen o dañen a otros” (la libertad de uno termina donde comienza la del otro), la sociedad no tiene derecho
a intervenir si esa acción abarca a la propia persona, y solo debe hacerlo si los daños que se provoca el individuo son
excesivos.
Como los seres humanos están interrelacionados, el daño que recibe uno mismo también perjudica a otros: en los
estados atrasados en los cuales no hay capacidad de autogobierno responsable, el despotismo puede ser aceptable
en la medida en que el déspota considere el interés general.
Mill realiza una encendida defensa de la libertad de expresión, condición necesaria para el progreso social e
intelectual: solo a través del fecundo intercambio de ideas el individuo puede analizar si sus creencias son
verdaderas o se desvirtúan en dogmas, hasta las ideas falsas son útiles en ese sentido para llegar a la verdad.
No es suficiente la defensa de una creencia cierta: el creyente debe entender porque la idea es verdadera. La
pretensión de infalibilidad de cualquier creencia, incluso religiosa, es la más fatal de las opiniones, y la censura de
cualquier opinión es un peligro para el progreso.
Se destaca además por sus opiniones progresistas en distintos temas: ideas favorables a los derechos humanos,
contrarias a la esclavitud, y en especial a favor de la liberación femenina, ya que considera al sometimiento
femenino como un vestigio conservador y obsoleto que impide el progreso de la humanidad, promoviendo los
derechos de la mujer con su apoyo a los movimientos sufraguistas y a la educación pública femenina. Sostiene
además que los niños hasta entrar a la escuela reciben una educación defectuosa al ser criados por madres
ignorantes, e incluso eso implica una desventaja económica para los maridos.
Preconizó que el crecimiento ilimitado de la riqueza iba a llevar a un grave daño del medio ambiente y la calidad de
vida, y que por ello no se podía justificar, abogando por ello por estados estacionarios de la economía.

Libertad social y tiranía de la mayoría.


La lucha entre libertad y autoridad es el rasgo más destacado de la historia: la libertad social es la protección del
individuo frente a la tiranía del gobernante político, y entre los distintos tipos de tiranías está la tiranía de la
mayoría.
La amenaza a la libertad que Mill temía no era de un gobierno sino de una mayoría intolerante a lo no
convencional, represiva hacia las minorías divergentes y atrincheradas.
Las reformas al sistema electoral no habían resuelto los viejos problemas de falta de participación y se había hecho
claro que la felicidad y realización de la libertad eran mucho más que un problema de mecánica de organización
política: Mill entrevió claramente que detrás de un gobierno liberal tiene que haber una sociedad liberal, y para eso
no alcanza con promulgar una constitución acorde.
Mill manifiesta su desaliento al percibir que el individualismo sin límite de la primera etapa del liberalismo es
inadecuado, al producir una opinión pública opresiva e intolerante hacia ideas distintas a las imperantes.
La libertad social consiste en poner límites al poder del gobernante, debe usar ese poder para evitar sus excesos y
perjuicios, la libertad social es “la naturaleza y límite del poder que puede ser legítimamente ejercitado por la
sociedad sobre el individuo”.
La interferencia en la libertad de acción, individual o colectiva, solo se justifica por la protección personal: pero la
teoría de Mill es insuficiente e imprecisa al no ligar al concepto de libertad el de responsabilidad, derechos y
obligaciones sociales y legales.

“La sociedad puede ejecutar, y ejecuta, sus propios decretos; y si dicta malos decretos, en vez de buenos, o si los
dicta a propósito de cosas en las que no debería mezclarse, ejerce una tiranía más formidable que muchas de las
opresiones políticas, ya que, si bien de ordinario no tiene a su servicio penas tan graves, deja menos medios de
escapar de ella, pues penetra mucho más en los detalles de la vida y llega a encadenar el alma”.
20
La libertad de un ser racional consiste en tomar decisiones para su propio bien y elegir la religión que le plazca, el
gobierno debe intervenir en tanto se trate de la protección de la sociedad, en la protección personal de sus
miembros contra el daño ajeno.
La única parte de la conducta de una persona por la cual esta es dócil ante la sociedad es aquella que atañe a los
demás; en la parte que solo atañe a uno mismo, su independencia es absoluta, el individuo es soberano.
En su libro Utilitarismo, Mill realiza la exposición de los conceptos utilitaristas bajo la influencia de Bentham:
sostiene su celebérrimo principio “greatest-happiness principle” o “principio de la mayor felicidad”, según el cual
debemos actuar para producir la mayor felicidad para el mayor número de personas, dentro de lo razonable.
La mayor contribución de Mill a la teoría utilitarista es la separación cualitativa de placeres: mientras Bentham trata
a todas las formas de felicidad por igual, Mill sostiene que los placeres morales e intelectuales son superiores a las
formas más físicas de placer. Distingue entre felicidad y satisfacción y expresa “…es mejor un ser humano
insatisfecho que un cerdo satisfecho, mejor ser Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho. Y si el necio o el
cerdo tienen una opinión diferente es porque solo conocen su propio lado de la cuestión” y “La doctrina utilitaria
afirma que la felicidad es deseable y lo único deseable como fin en sí, siendo todo lo demás únicamente deseable
como medio para tal fin”.

Mill crea el Principio de Compensación, que trata de responder si los ganadores de un determinado intercambio
pueden compensar a los perdedores; la compensación permite adoptar una decisión económica cuyo valor en
términos de aumento de renta nacional es superior a la que se habría producido sin compensación, y permite
mejorar la economía; es la llamada redistribución de la renta o de la riqueza, mediante decisiones públicas del
gobierno que producen beneficios sociales en la comunidad.
Se anticipa con ello al concepto de estado de bienestar, que sostiene que no es posible el bienestar de una sociedad
sin que se asegure el bienestar de los individuos.
La filosofía económica de Mill es la de libre mercado:
- los impuestos progresivos penalizan a los que trabajan y producen más, por lo tanto son “una forma leve de
robo”;
- la herencia debe gravarse ya que no supone esfuerzo personal;
- defiende la democracia económica de las cooperativas de trabajadores por encima de las empresa s
capitalistas, con trabajadores que participan de la administración de las empresas;
- los beneficios obtenidos mediante empleos improductivos no generan acumulación de capital y riqueza, la
tasa de acumulación de capital es la función de la proporción de la fuerza de trabajo empleada
productivamente;
- defiende la teoría malthusiana de control de la población; Malthus (1766-1834) sostenía que el explosivo
crecimiento de la población era superior a la capacidad de la economía mundial para producir a la par
suficientes alimentos, y que por ello en algún momento estos iban a resultar insuficientes causando graves
conflictos; en la actualidad, habiendo la tecnología multiplicado ad infinitum la capacidad de producir
alimentos, esta teoría tiene un nuevo escenario por el perjuicio al medio ambiente y por la creciente
dificultad de creación de puestos de trabajo de calidad frente a la robotización y mecanización.

La filosofía política de Mill defiende los principios de amplia participación ciudadana y de competencia ilustrada de
los gobernantes, lo que ha producido la impresión que promueve una democracia elitista, aunque cree que la
incompetencia de las masas puede llegar a superarse mediante su participación local en las ciudades.
Su pensamiento liberal modernizado es seguido y perfeccionado a posteriori por Herbert Spencer y Thomas Green.
Toda cuestión política es finalmente resuelta a favor de la libertad individual, o en su defecto hace recaer la carga de
la prueba sobre la restricción o la coerción, suponiendo que la coerción solo puede justificarse por una ganancia neta
de libertad cuando se toman en cuenta los intereses de todos.

21
HEGEL.
Georg Friedrich Hegel (1770-1831) es considerado el filósofo cumbre del idealismo alemán y de la
dialéctica, que influye decisivamente en el materialismo dialéctico de Marx, y en pensadores como
Nietzsche, Kierkegaard, Heidegger, Sartre y Lacan.
Recibe la influencia de Kant y Fitche, pero difiere del pensamiento kantiano de la “cosa en sí”, la razón
en sus distintas categorías va barriendo con todo lo incognoscible.
DIALÉCTICA HEGELIANA.
Define como “dialéctica” a la progresión en la que cada movimiento sucesivo
surge como solución de las contradicciones inherentes al movimiento anterior; inspirado
en Platón, rescata la antigua idea griega por la cual los procesos históricos se
desarrollan a través de los contrarios, o sea toda tendencia llevada al extremo conlleva en sí misma una tendencia
opuesta que la destruye, la oposición de los contrarios es una tendencia universal de la naturaleza.
Pero en su método este proceso no genera un equilibrio permanente sino uno en constante cambio, ninguna
tendencia desaparece por completo: ambas partes tienen parcialmente razón y error, y la verdad o síntesis de
ambas posturas se plasma en una tercera posición.
Ninguna doctrina o filosofía capta por sí sola toda la verdad, que es relativa, solo lo hace con una parte de la misma,
una parte complementa a la otra y el problema eterno es conciliar las aparentes contradicciones entre sistemas
opuestos, o sea en cierto sentido los problemas nunca se resuelven: la fuerza impulsora de la historia es la
contradicción.
Aplicando el método dialéctico a la historia, por ejemplo a la Revolución Francesa, se cumplen las siguientes etapas:
- el proceso revolucionario introduce la libertad a las sociedades occidentales;
- debido a sus métodos violentos consume a sus oponentes y por consiguiente ya no tiene hacia donde
volverse sino hacia sí mismo: la libertad conseguida con tanto dolor es consumida por el Reino del Terror;
- finalmente la historia aprende de esos errores y entonces puede postularse el estado constitucional con
ciudadanos libres.
Esta dialéctica se visualiza así en tres etapas: la “tesis” (la revolución), “antítesis” (el terror subsiguiente) y
la “síntesis” (el estado constitucional), según un esquema de pensamiento creado por Fitche aunque
comúnmente atribuido a Hegel.

Para explicar el funcionamiento de la sociedad Hegel utiliza el historicismo, método que considera toda realidad
como producto de un devenir histórico; la filosofía es un complemento de la historia en el cual el devenir es un
proceso temporal que no puede ser captado íntegramente por la razón.
La historia no solo ofrece la clave para comprender la realidad, sino que se transforma en el tribunal de justicia del
mundo: la evolución histórica aporta así un método específico aplicable al estudio de otras disciplinas, de ella
derivan normas de valoración científicas y éticas y patrones de evolución social, todo lo real es racional.
El desarrollo de la historia puede compararse al desarrollo de un organismo en el cual cada componente tiene una
función definida y condiciona a los demás.
La voluntad de Dios es conducir al hombre a la libertad, y por ello justifica la desgracia histórica: toda la sangre,
guerras y pobreza son “el precio” a pagar para lograr la definitiva libertad de la humanidad.
Su pensamiento lógico se ordena alrededor de la contradicción, su lógica dialéctica supera a la lógica formal, todas
las cosas son contradictorias en sí mismas.
Mientras la identidad determina lo inmediato y estático, la contradicción define el movimiento y la vitalidad: algo
se mueve solo si encierra una contradicción, y la historia no es la excepción.
En ese proceso lo más difícil es captar la transición entre una etapa y otra, la misma cosa se manifiesta primero como
causa y después como efecto: para entender los cambios sociales se debe entender la lucha y unidad de los
contrarios, de sus transiciones y transformaciones.
Hegel utiliza este esquema de pensamiento para explicar todas las ciencias, religiones y artes, forzando su
interpretación para adaptarlas a su rígido molde dialéctico, por lo cual recibe muchas críticas posteriores; Karl
Popper opina que quizás ello sea determinado por su sincero deseo de creación de un estado alemán similar al
22
prusiano; esta visión de Hegel como apólogo del poder estatal y del totalitarismo del siglo XX es criticada por Herbert
Marcuse, mientras Schopenhauer lo desprecia por su excesivo historicismo y define su pensamiento de pseudo
filosofía.
Otro concepto hegeliano es el de la “burla de la historia”, que sostiene que los hombre creen conducirse por sí
mismos, como individuos y sociedades, pero finalmente la historia-mundo los castiga produciendo resultados
contrarios y paradójicos, retrocediendo en un dilatado giro y reordenándose. El Espíritu Absoluto engaña al hombre
racionalista en una burla y paradoja sarcástica, lo particular pierde su valor y los individuos son sacrificados y
abandonados por la historia.

FASES DE LA HISTORIA.
En su más famosa obra La Fenomenología del Espíritu trata la historia europea desde la antigua Grecia hasta su
época y la divide en tres fases:
1. la de unidad originaria (polis griega clásica) con el Espíritu verdadero (Der wahre
Geist) con felicidad y armonía entre el todo (la polis), y las partes (los ciudadanos).
La ley humana y la divina coinciden, los individuos entienden su destino como una expresión
colectiva; su ética es espontánea y no alcanza una moral reflexiva.
ES EL PERIODO DE ESPONTANEIDAD “NATURAL” DEL ESPÍRITU HUMANO, la etapa de la infancia de la
humanidad, de las certezas, de la inconsciencia, que no puede durar ya que su precio es la falta de
desarrollo; Adán come el fruto del árbol de la sabiduría y rompe el encanto del paraíso terrenal abriendo
un abismo entre la ley divina y la humana.
Es cuando empieza el enfrentamiento de familias y ciudades, cada uno quiere imponer a los demás sus verdades, la
guerra se hace inevitable, pero el Geist (Espíritu) no retrocede frente al sufrimiento.
2. la de división conflictiva desarrolladora (Roma, el feudalismo, la edad moderna hasta la Revolución
Francesa); este segundo momento de desarrollo lo denomina del “Espíritu Extrañado de sí mismo”, es la
fase de juventud activa y conflictiva, el espíritu entra en el reino de la alienación; la unidad del mundo ha
cedido terreno a la división donde lo particular (individuos o grupos) se rebelan contra lo general
(sociedad), el tejido social se escinde entre una esfera privada y una pública, la vida individual se
privatiza y lo público pasa a ser propiedad de unos pocos. La marcha del progreso que resulta de esta
división se hace ajena a sus propios creadores, la historia discurre a espaldas de sus protagonistas, se
crea la “conciencia infeliz”, que encuentra en el cristianismo la expresión religiosa de extrañamiento, la
vida se hace un misterio y este pasa a ser la esencia de Dios; es una etapa dolorosa como lo enseña el
sacrificio de Cristo.
ES EL PERIODO EN QUE EL ESPÍRITU HUMANO SE VUELVE SOBRE SÍ MISMO, en el cual pierde su creatividad
espontanea.
Este conflicto entre el todo y las partes alcanza su apogeo en la lucha entre Ilustración y superstición: la fuerza
racional del intelecto, las ciencias y de la individualidad contra el sentimiento religioso y místico.
Resume esta etapa en tres: a. el intelecto desintegra la fe que niega el todo, b. la totalidad de la razón restablece la
unidad, c. de esta manera la negación de la negación es la vuelta a la afirmación original pero enriquecida por el
desarrollo intermedio; es la separación del todo en partes para luego volver a unirlas con el conocimiento de las
mismas.
La última etapa del Espíritu Alienado la identifica con la Revolución Francesa, que Hegel analiza brillantemente: la
define como el intento de instaurar sobre la tierra a la “libertad absoluta”, es la plena soberbia de la razón que actúa
sin límites para crear de nuevo al mundo, con el intelecto reemplazando a Dios, la razón se vuelve contra todo lo
existente.
Sin embargo para Hegel la revuelta de la razón revolucionaria no es más que un malentendido trágico que solo
puede degenerar en la lucha entre las facciones decididas a hacer el bien aunque eso cueste la vida a incontables
seres humanos, con aquella ceguera y ensañamiento que solo los pretendidos “portadores de la bondad extrema”
pueden exhibir. La rivalidad se generaliza y la voluntad general degenera en el terror de Robespierre: sin embargo
23
ello no implica que Hegel juzgue a este proceso como negativo, ya que en su visión hasta la violencia más
repugnante juega un rol necesario para la posterior realización del Espíritu, en un injusto pero necesario proceso de
aprendizaje del Geist.
Se cumple así el programa de la Ilustración que Kant resume en su famosa frase de “la salida del hombre de su
minoría de edad”.
El tribunal de la razón se transforma en tribunal revolucionario, que decapita no solo el pasado sino también a sus
propios revolucionarios: el apocalipsis revolucionario es un hito decisorio para el futuro, es la tormenta previa al
cielo despejado, el paso del Espíritu a la fase de reconciliación final.
3. al recuperarse la normalidad después de la revolución, el nuevo “estado racional” distinto a la situación
previa y enriquecido por la experiencia anterior, plasma la reconciliación de las partes con el todo, es la
etapa del Espíritu cierto de sí mismo,
ES EL PERIODO EN QUE EL ESPÍRITU HUMANO VUELVE A ENCONTRARSE, es el tiempo del abandono definitivo de los
juveniles sueños utópicos, pertenece al pensador conservador de la edad madura, sin la destrucción de la herencia
del pasado sino con la reconciliación o la vuelta del Espíritu; detrás del telón del fin de la historia solo está la historia.

VISIÓN DE EUROPA.

Hegel tiene una visión eurocéntrica, al considerar a Europa como la región más civilizada de todas, es uno de los
promotores del ideal de superioridad europea, en especial germánica: la manifestación más alta del espíritu humano
coincide con la Reforma Protestante, la Revolución Francesa y la Ilustración.
El Espíritu Germánico tiene como fin la realización de la verdad absoluta: como autodeterminación infinita de la
libertad, el principio del imperio germánico se ajusta a la religión cristiana, a la que debe difundir.
Considera que la civilización occidental es el producto de dos grandes fuerzas, la libre inteligencia de la antigua
Grecia y la visión moral más profunda y religiosa del cristianismo: todos los elementos de una cultura forman una
unidad en que la religión, la filosofía, el arte y la moral se influencian mutuamente, y expresan el espíritu de un
pueblo que se realiza y desarrolla.
En su obra La Constitución de Alemania (1802) cuenta del triste estado del Sacro Romano Imperio Germánico, que
de hecho es disuelto por Napoleón cuatro años después, y en ella trasunta su resentimiento como alemán y su
envidia por los demás países europeos que gozan de una nación fuerte y unida (a excepción de Italia que comparte
el mismo destino, en un extraño presagio de la Segunda Guerra Mundial, de allí su lógica admiración por El Príncipe
de Maquiavelo).
Su principal preocupación es generar las condiciones para un estado alemán, e identifica como principales
obstáculos al mismo al amor anárquico por la libertad de los alemanes, y al contraste entre el derecho privado y el
derecho público o constitucional (volvemos al génesis de los códigos bárbaros, tribales e individualistas, que
asimilaron con dificultad al evolucionado derecho romano a posteriori de la caída del imperio).
Considera para ello natural la necesidad de una monarquía constitucional para lograr la unidad nacional, la
aparición de un monarca y gran líder militar que identifique a la unificación nacional como una gran causa moral, y
a la guerra como el canal inexorable para ello, ya que la modernización de Alemania solo es posible mediante una
era de sangre y fuego guiada por Austria (a posteriori la cambia por Prusia).

VISIÓN DE ESTADO.
Hegel tiene por ello una alta valoración del estado nacional, con su método dialéctico de la filosofía pretende exhibir
los logros históricos de cada nación como un elemento de una civilización mundial en vías de progreso: el genio o
espíritu de una nación (VOLKGEIST) actúa a través de los individuos en forma independiente a la voluntad de cada
uno de ellos, y es el verdadero creador del arte, del derecho, la moral y la religión.
Cada genio nacional debe ser considerado solo como un caso individual en el proceso de la historia universal.

24
De allí que la historia sea una sucesión de distintas culturas nacionales que hacen su propio particular aporte a la
totalidad del esfuerzo humano: en la Europa moderna es donde por primera vez ese esfuerzo es racional y
consciente, merced a la existencia de estados nacionales que son el rector y el fin del desarrollo nacional histórico.
El estado nacional es la emanación del Espíritu Absoluto, trasciende por encima de la sociedad civil y eleva al hombre
a una nueva altura de libertad, “…los estados son seres espirituales…podría decirse que son pensamientos de Dios”.
Obviamente esta visión nacionalista se opone con el individualismo de las corrientes liberales, y por ello la teoría
política de Hegel plasma las tendencias antiliberales en ascenso en toda Europa.
En el caso particular de la Alemania de su época, dividida en un sinnúmero de pequeños principados, el filósofo
atribuye esa división al carácter provinciano e individual derivado de la influencia de Lutero, que había convertido a
la libertad cristiana en una independencia mística del alma en relación a las condiciones seculares.
El filósofo identifica el individualismo con la violencia, el fanatismo y ateísmo de la revolución francesa; condena al
racionalismo filosófico, al considerar que causa el desapego del ser humano de su dependencia dentro de una
sociedad en la cual tiene un papel que desempeñar.
El hombre no es solo un miembro de la sociedad sino también un miembro del estado, porque el estado nacional,
junto al cristianismo protestante, es la realización de la civilización moderna: “la esencia del estado moderno es que
lo universal está ligado a la plena libertad de sus miembros y su bienestar privado”.
Su visión de estado no es utilitarista, y lo visualiza como un garante de las cualidades y fines morales de la sociedad
civil; el estado es un fin en sí mismo, representa el ideal espiritual de desarrollo occidental, es la voluntad divina
que organiza al mundo.

BUROCRACIA ESTATAL.
Hegel sostiene que el estado y sus funcionarios por igual deben regirse por la ley, y su carácter absoluto no debe ser
despótico: el estado debe tener un alto nivel de eficiencia administrativa, su sistema judicial debe asegurar los
derechos de propiedad y de las personas, y la clase gobernante oficial debe tener la formación necesaria para
gobernar, debe tener una tradición de imparcialidad entre los intereses sociales y privados que regula.
La organización burocrática de la sociedad civil es su culminación, debe estar debidamente especializada en la
administración del estado, ser la guardiana del interés público.

CRITICA HEGELIANA AL INDIVIDUALISMO.


El individualismo falsea la naturaleza del individuo y de la sociedad, ya que considera a las instituciones sociales
como simples accidentes, creadas para satisfacer los deseos irracionales y egoístas de los hombres: el “estado de
naturaleza” es una ficción moral, y políticamente genera la anarquía.
La estructura psicológica de la personalidad individual está estrechamente ligada con la estructura y posición social;
la sociedad con sus leyes, costumbres, instituciones y valores morales de un pueblo reflejan su mentalidad y
modelan al mismo a medida que se desarrollan.
Hegel protesta contra la identificación de las necesidades económicas con las necesidades biológicas: la esencia de la
pobreza consiste en el rechazo social y la pérdida de estima personal, la pobreza “no hace de por sí a un pobre”,
depende de la estimación social que se le dé.
“En Inglaterra hasta los más pobres creen que tienen derechos, esto es muy distinto que en otros países…una vez
establecida la sociedad, la pobreza toma de inmediato la forma de un daño infligido por una clase a otra” : pasajes
como este ya contienen la semilla de las ideas de Marx de que la ideología depende de la posición social.

SÍNTESIS.
La filosofía política de Hegel en síntesis se basa en la dialéctica como método para producir conclusiones nuevas,
indemostrables con otras disciplinas, y su teoría del estado nacional como encarnación del poder político y
culminación de la historia conlleva la definitiva decadencia del rol del derecho natural.

25
LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA DE HEGEL CON SU MÉTODO DIALÉCTICO ES UN INTENTO DE INTERPRETAR LA
HISTORIA DE EUROPA OCCIDENTAL, Y EN ELLA EL ESPÍRITU NACIONAL ES UNA ETAPA PARTICULAR DEL DESARROLLO
HISTÓRICO.
LA SOCIEDAD SE TRANSFORMA EN UN SISTEMA DE FUERZAS MÁS QUE EN UNA COMUNIDAD DE INDIVIDUOS, Y SU
HISTORIA ES LA DE INSTITUCIONES, CONSTITUCIONES, DERECHOS, RELIGIONES QUE TIENEN TENDENCIAS
INHERENTES A SU PROPIA NATURALEZA: LOS JUICIOS MORALES DEL INDIVIDUO Y SUS INTERESES PRIVADOS
CARECEN DE INTERÉS, YA QUE LOS VERDADEROS FACTORES DE LA SOCIEDAD SON FUERZAS QUE SE JUSTIFICAN POR
SÍ MISMAS YA QUE SU CURSO ES INEXORABLE.
Esta visión empobrece la existencia de la política, al amenazarla con una visión que la reduce a un reflejo de las
fuerzas sociales, de rivalidades entre naciones o antagonismos de clases, y minimiza el factor humano de
negociación a través de las instituciones.
El marxismo toma de la dialéctica hegeliana su método “científico” para elaborar la conclusión de una sociedad sin
clases, descartando su factor nacionalista; en cambio el conservadurismo y el nacionalismo extraen del método
hegeliano la conclusión que la voluntad humana no puede causar cambios drásticos, y que la sociedad requiere de
un estado nacional poderoso que garantice el orden.

ANARQUISMO.
Este fue un movimiento radicalizado e idealista que sostuvo una revolución social anti estatal, basada en colectivos
de trabajadores dueños de sus medios de producción, con una distribución del producto del trabajo conforme al
aporte y necesidad de cada uno. Admitía el mercado, con grandes federaciones de productores que cooperaran
entre sí, en un mutualismo llevado a las últimas consecuencias. Tuvo distintos matices entre Mijaíl Bakunin y James
Guillaume (anarquismo colectivista), Piotr Kropotkin (anarco comunismo) y Pierre Proudhon (mutualismo, quién es
recordado por su frase “la propiedad es un robo”).
En general aboga por una sociedad sin estado y sin clases, con distintos enfoques sobre la propiedad privada, en
general limitándola y en algunos casos considerándola anti social.
El anarquismo tiene influencia posterior en algunos aspectos del marxismo.

SOCIALISMO UTÓPICO Y CIENTÍFICO.

El socialismo utópico es una corriente heterogénea de pensamiento de la primera mitad del siglo XIX que es
fuertemente influenciada por Rousseau, y se entronca en la naturaleza.
Se centra en la creación de una sociedad ideal, en la cual los seres humanos se relacionen en paz, armonía e
igualdad, de manera pacífica sin lucha de clases, sin huelgas ni revoluciones.
Denuncian los efectos perniciosos del capitalismo, emprendiendo diversos planes basados en la solidaridad,
filantropía y amor fraternal; el término utópico se inspira en la famosa obra Utopía de Tomás Moro.
Entre estos se destacan Saint Simon, Fourier, y Robert Owen. Este último es un reformador del trabajo industrial en
la misma fábrica de su propiedad, beneficiando a los obreros al suprimir las penosas jornadas de trabajo y
manteniendo el salario aun con la caída de las ventas, en un mundo de salarios variables; propone además el
establecimiento de granjas colectivas como remedio a la desocupación.
Se le opone el socialismo científico, con exponentes como Marx y Engels que se mofan de los socialistas utópicos al
considerarlos cómplices de la burguesía.

MARX.

Karl Marx (1818-1883) fue un filósofo, economista, sociólogo, periodista y militante


comunista prusiano de clase media acomodada, ateo, de origen judío y familia
cristianizada (ambos abuelos eran rabinos, su familia materna a posteriori fundó la
26
compañía Philips). Junto a Friedrich Engels (prusiano, 1820-1895) es considerado el padre del socialismo científico,
del comunismo moderno, del marxismo y del materialismo histórico. Doctorado en filosofía, es estudioso de Kant y
Hegel.
Escribe numerosas obras, y las más conocidas son el Manifiesto del Partido Comunista (coautor con Engels) y El
Capital.
Le toca vivir la primera gran crisis del capitalismo en 1830, y las sucesivas revoluciones de 1848, que lo llevan a
plantear un sistema político distinto.
En ese marco histórico la filosofía histórica de Marx es la primera en llamar la atención sobre un cambio social de
primerísima importancia: el surgimiento de la conciencia política y en especial el ascenso de la clase trabajadora
industrial como nuevo sujeto político (en Argentina eso sucede en 1945 con Perón).
Se traslada en 1843 a París y a posteriori a Bruselas donde conoce al socialista alemán Engels, lo que deriva en una
gran amistad entre ambos para el resto de sus vidas, y es convencido por este acerca del papel de la clase obrera
como agente de la última revolución de la humanidad.
Critican ferozmente la metafísica y el idealismo de Hegel pero adoptan plenamente su método dialéctico, que
utilizan para dar un sesgo científico a sus teorías políticas.
Ambos revolucionarios tienen permanentes problemas con las censuras de los gobiernos totalitarios de la época,
debiendo cambiar su país de residencia más de una vez.

PENSAMIENTO DE MARX: ANTECEDENTES.


El pensamiento liberal concebía tradicionalmente que la política sea en esencia el arte de llegar a acuerdos no
coactivos entre intereses antagónicos, equilibrios solo posibles a través de procedimientos democráticos. Por ello el
liberalismo nunca asimiló como propia la dialéctica social de Hegel de una sociedad con un equilibrio cambiante de
intereses opuestos.
Sin embargo la dialéctica hegeliana termina desempeñando un rol fundamental en la teoría política del siglo XIX, y
Marx la utiliza.

Marx coincide con Hegel en que:


- la dialéctica es un método lógico y válido para interpretar las contradicciones de la historia;
- la base de un cambio social es su inevitabilidad y necesidad;
- el progreso social material implica altos valores morales;
- la fuerza impulsora del cambio social es la lucha y el factor determinante es el poder económico más que el
político;
- la lucha por el poder no es susceptible de un arreglo pacífico y de mutuo beneficio entre las partes en
disputa;
- ambos son escépticos acerca de la capacidad humana y de las leyes para modificar un orden social injusto;

Marx difiere con Hegel al afirmar que:


- las naciones no son la etapa final de la historia, o sea difiere con el nacionalismo;
- la lucha entre naciones es sustituida por la lucha entre clases sociales;
- la revolución francesa es solo una revolución burguesa más que sustituye la explotación de la nobleza y clero
por la de la burguesía mercantil e industrial, y por ello su resultado es transitorio; o sea las revoluciones
políticas se limitan a transferir el poder de explotar de una clase a otra, mientras solo las revoluciones
sociales pueden eliminar la explotación;
- al no tener por debajo de sí a otra clase explotada, la revolución proletaria no puede transferir el poder de
explotar sino que abole la explotación y determina el fin del capitalismo;
- mientras Hegel configura la elevación de Alemania en una posición de dirección espiritual en toda Europa,
Marx asigna ese rol a la clase proletaria de todos los países;

27
- mientras para Hegel la fuerza impulsora de la historia es el Geist-espíritu auto desarrollado en las naciones
históricas, para Marx el impulso deriva del sistema de distribución económica entre las distintas clases; o sea
el determinismo económico juega un rol principal en su pensamiento;
- como el cristianismo, la revolución francesa es de carácter solo político y superficial ya que deja a los
hombres en la doble vida de la libertad imaginaria y la servidumbre real;
- solo la revolución social puede lograr la definitiva identificación del hombre con su categoría de ciudadano;
la apropiación de los medios de producción de parte del estado elimina la propiedad privada como causa
principal de la desigualdad;
- el Espíritu Absoluto de Hegel es sustituido por las fuerzas de producción; el fundamento económico
determina a la sociedad civil; la vida determina la conciencia y no la conciencia a la vida;
- elimina las “mistificaciones” del idealismo hegeliano por las realidades concretas del materialismo histórico:
el orden económico es el que “produce”, mientras la mente solo “refleja”.

La coincidencia de ambos pensamientos es que incitan a la acción, son una fuerte exhortación moral no al interés
personal sino a la lealtad entre semejantes, son un llamado a los deberes más que a los derechos: la “necesidad
histórica” exige la participación activa de todos, es un imperativo cósmico, es una ética del deber, lo que es una
religión para los calvinistas, es una ciencia para los marxistas.

CRÍTICA A LA RELIGIÓN.
En su obra Crítica a la filosofía del derecho de Hegel (1843), se puede leer la celebérrima oración:
“La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el
suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin
alma. Es el opio del pueblo. Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para
que pueda darse su felicidad real. La exigencia de renunciar a las ilusiones sobre su condición es la exigencia de
renunciar a una condición que necesita de ilusiones. La crítica a la religión es, por tanto, en germen, la crítica del
valle de lágrimas, cuyo halo lo constituye la religión”.
La comparación de la religión con el opio no era original y ya había sido utilizada por otros autores. Por ejemplo
Heine ya la empleaba: “bienvenida sea la religión que derrame en el amargo cáliz de la sufriente especie humana
algunas dulces, soporíferas gotas de opio espiritual, algunas gotas de amor, esperanza y creencia”, y Hess: “la
religión puede hacer soportable la infeliz conciencia de servidumbre…de igual forma el opio es de buena ayuda en
angustiosas dolencias”.
En la obra La Ideología alemana (1846) Marx y Engels sin embargo afirman que la crítica unilateral del cristianismo
no es útil de por sí, “…mientras los franceses e ingleses se aferran a la ilusión política, la más cercana a la realidad,
los alemanes se aferran a la esfera del espíritu puro y hacen de la ilusión religiosa la fuerza motriz de la historia…”,
por ello la crítica al cielo se transforma en crítica a la tierra, y se deja de lado la transformación de las condiciones
sociales.
Por ello ambos se abocan a una visión dialéctica de la religión: por un lado critican el papel ideológico del clero a
favor del sistema económico imperante, y por el otro aprecian su aspecto reivindicativo como factor de resistencia
de los oprimidos, facetas que coexisten entre sí en una permanente contradicción. Interpretan así las diferentes
ideas religiosas que manifiestan los diferentes intereses de clase social.
A posteriori sea Rosa Luxemburgo como Antonio Gramsci sostienen que los principios del cristianismo primitivo son
similares al socialismo, y que hay un catolicismo para los campesinos, uno para la pequeña burguesía, uno para la
mujer, y otro para los intelectuales. Gramsci afirma: “… nos emborrachamos con ese sentimiento místico religioso
del socialismo, de justicia que lo impregna todo…sentimos en nosotros una nueva vida, una creencia más fuerte,
alejada de las ordinarias y miserables polémicas de los pequeños y vulgares políticos materialistas”.
El peruano Mariátegui describe el espíritu revolucionario como una fuerza mística y religiosa, opuesta al
racionalismo de los burgueses intelectuales. Asimismo la moderna Teología de la Liberación antepone el rol de la
religión al del materialismo en las disputas sociales.
28
Con ello queremos remarcar que la famosa frase de Marx no debe ser tomada en forma aislada y fuera de contexto,
para evitar malentendidos históricos.
El marxista analítico Gerald Cohen afirma que “la religión es el sueño de un mundo mejor que vendrá cuando el
pueblo se dé cuenta de lo que es la religión. Mostramos a la criatura oprimida lo que significan sus suspiros y como
consecuencia de ello se producirá la revolución”; “no son los sacerdotes nombrados por la clase dominante para su
misión analgésica, los que inventan la religión, sino es la gente la que crea la religión que acaba por ser su opio…la
gente necesita de la religión porque habita en un valle de lágrimas”.

EL MATERIALISMO HISTÓRICO.
El materialismo histórico es el marco conceptual del marxismo y a posteriori es enriquecido por las ideas de Lenin y
de dirigentes soviéticos, dando origen al materialismo dialéctico: ambos pensamientos son profundamente
agnósticos y se oponen al idealismo filosófico que concibe al espíritu como el principio de la realidad, al defender
que todas las ideas derivan de la materia para luego incorporarse a la conciencia.
Lenin dice que “Materialismo es reconocer los objetos por sí mismos o fuera de la mente; las ideas y las sensaciones
son copias o imágenes de esos objetos. La doctrina opuesta, el idealismo, afirma que los objetos no existen sin la
mente y son combinaciones de sensaciones”, y afirma la superioridad del materialismo.
Engels en su crítica a Hegel afirma “Los filósofos no han hecho más que interpretar al mundo de diversos modos,
pero lo que se trata es de transformarlo”, y que el idealismo hegeliano se encontraba cabeza abajo hasta que Marx
lo puso sobre sus pies.
En palabras de Marx: “…en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones
necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase
de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la
estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a
la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material
condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que
determina su ser, sino por el contrario el ser social es lo que determina la contingencia”, y: “…mi revisión crítica de
la filosofía hegeliana del derecho…me llevó a la conclusión que tanto las relaciones jurídicas como las formas de
estado no pueden comprenderse por la evolución del espíritu humano, sino que radican en las condiciones
materiales de vida cuyo conjunto es la sociedad civil, y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la
economía política”.

En una sociedad los modelos económicos predominantes conforman su propia ideología, cultura, valores morales,
sistemas legales y formas de gobierno: cuando surgen nuevas formas de producción que requieren de nuevos
marcos socio-políticos para su desarrollo, aparecen las contradicciones históricas que perduran mientras estas
formas coexistan con las anteriores, hasta que el cambio logra imponerse y el proceso se repita a posteriori con
nuevos actores (por ejemplo la transición del sistema feudal al capitalista mercantil, que coexistieron siglos creando
tensiones y conflictos).
En base a ello, el capitalismo no es un factor estático sino un carácter histórico transitorio, y la sociedad burguesa es
una etapa de transición hacia una sociedad comunista, o sea hacia un regreso al estado de naturaleza pero con
formas modernas de organización.

Al interpretar la historia en base a las contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción,
en la constante histórica de las luchas de clases, se combate la visión burguesa de la historia basada en la historia
de las ideas y de los grandes hombres, o de los ideales abstractos y engañosos de libertad, justicia e igualdad.
Solo el sujeto histórico del proletariado encarna el tránsito revolucionario hacia una sociedad sin clases, en la cual
con el exterminio del capitalismo todas las necesidades humanas serán satisfechas: de esta manera el materialismo
histórico está unido en forma indisoluble a la lucha de clases.

29
Engels sostiene en 1880 “La concepción materialista de la historia parte de la tesis de que la producción, y tras ella el
cambio de sus productos, es la base del orden social; la división de clases es determinada por lo que la sociedad
produce y como lo distribuye, y por eso los cambios sociales y las revoluciones no se originan en las cabezas de los
hombres ni en la idea que ellos forjen acerca de la verdad eterna o de la eterna justicia, sino en las transformaciones
operadas en el modo de producción o cambio. Cuando nace en los hombres la conciencia que las instituciones
sociales son irracionales e injustas, de que la razón se ha transformado en sinrazón y la bendición en plaga, ello
comprueba que los métodos de producción y cambio han producido transformaciones que no concuerdan con el
orden social, y son necesarias nuevas relaciones para poner remedio a los males descubiertos”. Dialéctica pura, con
su devenir histórico y el permanente cambio de las relaciones de poder…
EL MANIFIESTO COMUNISTA.
Habiendo sido expulsado de Francia Marx emigra a Bélgica, donde a pesar de prometer al gobierno local de no
publicar nada sobre política, se reúne allí permanentemente con otros revolucionarios exilados.
En 1845 Marx y Engels viajan a Inglaterra para estudiar al movimiento cartista.
El 21 de febrero de 1848 ambos publican el Manifiesto del Partido Comunista:
“La historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido sino la historia de la lucha de clases. Hombres libres y
esclavos, patricios y plebeyos, nobles y siervos, maestros artesanos y jornaleros, en una palabra, opresores y
oprimidos, en lucha constante, mantuvieron una guerra ininterrumpida, a veces abierta, a veces disimulada; una
guerra que terminó siempre con una transformación revolucionaria de la sociedad, o con la destrucción de las dos
clases antagónicas.”
Este manifiesto establece las bases para la formación de la Liga Comunista, con su célebre proclama “¡Proletarios del
mundo uníos!”, que en su documento preparatorio rezaba:
“No nos distinguimos por el hecho de querer en general justicia, que cada uno puede defender por su cuenta;
somos comunistas porque queremos atacar el presente orden social y la propiedad privada, y queremos por lo
tanto la comunidad de bienes”.
Engels explicó que se denominaron comunistas por el criterio de que “la emancipación de la clase obrera debe ser
obra de clase obrera misma”, para diferenciarse del socialismo que consideraba burgués porque buscaba apoyo en
las clases instruidas.
Las metas del movimiento eran ambiciosas: liberar al hombre de su esclavitud mediante la difusión de la comunidad
de bienes, la conquista de los derechos políticos, el derrocamiento de la burguesía, el dominio del proletariado, y la
fundación de una sociedad nueva, sin clases ni propiedad privada.
Al estallar la revolución de 1848 en Alemania, Marx vuelve allí y difunde su Manifiesto, pidiendo por una República
alemana fuerte y unida, por la nacionalización de las propiedades de la nobleza, de los ferrocarriles y de la Banca,
hasta que es nuevamente expulsado.
Al fracasar la insurrección Marx se refugia en 1849 en Londres, se vuelve pesimista y propone que la Liga se
transforme en un grupo de conspiradores profesionales para inculcar la conciencia de clase entre el proletariado,
mientras otros piensan que si una minoría decidida encabeza la revolución, esta es posible.
Marx se diferencia de estos últimos al llamarlos “alquimistas” para quienes “el motor de la revolución no es la
situación real, sino la simple voluntad” (la Revolución Rusa Bolchevique demuestra lo contrario).
Siendo perseguida, la Liga se disuelve y a posteriori se forma la Primera Internacional de Trabajadores en 1864 con
Mijaíl Bakunin, que agrupa no solo a alemanes, sino también a sindicalistas ingleses, socialistas franceses y
republicanos italianos.
LA LUCHA DE CLASES.
La lucha de clases se erige así en un concepto radical que sostiene que los conflictos sociales son el resultado de un
conflicto central derivado de los intereses contrapuestos de las distintas clases sociales.
Es un concepto presente en el pensamiento de muchos pensadores políticos:
- en la Ciudad de los Pobres y los Ricos de Platón;
- Maquiavelo explica que tal conflicto se origina en los “tipos de vida”: la del pueblo y la de los “grandes” que
lo gobiernan: la división social es propia del orden político, y más allá del “ruido” que estos enfrentamientos
30
suponen, hay que fijarse en los buenos efectos que producen; o sea considera que generan cambios sociales
y progreso, y las leyes que promueven la libertad nacen de la desunión de las clases.
- Rousseau dijo: “El primer hombre al que se le ocurrió cercar un terreno, y dijo “esto es mío”, y encontró
gente que le hiciera caso, fue el fundador de la primera sociedad civil”: reconoce esta realidad, si bien cree
que eso presupone la degeneración de un estado de naturaleza hacia un estado social en el cual la
propiedad privada genera desigualdades sociales, y un abismo (brecha) entre las clases.
- Quesnay califica la “clase productora” (agricultores) y la no productiva o explotativa (funcionarios, nobles,
militares, académicos).
- Adam Smith dice que el producto de una nación se distribuye “naturalmente” en tres:
la renta de la tierra, los salarios del trabajo y las ganancias del capital; ello constituye el ingreso a tres
órdenes de personas: los que viven de renta, los que viven del salario, y los que viven de la ganancia.
Sin embargo a pesar de las críticas sobre la propiedad privada, este derecho se veía en general como
positivo, según el conservador Burke la lucha recíproca de poderes discordantes extrae la armonía del
universo; según el griego Heráclito “Los opuestos acuerdan, y de la discordia resulta la mejor armonía”.
- Stuart Mill comprende la irrupción en el escenario de las nuevas clases desposeídas y los desequilibrios
sociales futuros, y reflexiona acerca de la legitimidad y utilidad de la propiedad privada.
- el anarquista Proudhon subraya que alrededor de las clases que detentan el poder se forman privilegios
plutocráticos y burocráticos devenidos del “derecho de conquista”: ser oprimido es ser explotado, pero no
se puede ser explotado si no se es oprimido.
La lucha de clases del anarquismo se basa contra el poder político organizado, o sea contra el estado, todo se reduce
a la discusión acerca de la subordinación de la libertad a la autoridad o de la autoridad a la libertad.
Los anarquistas hablan de clases revolucionarias, obreros, artesanos, campesinos, sumadas a lo que Marx define
como Lumpen-proletariado, la capa social más baja que por su extrema degradación social se ubica incluso por
debajo del proletariado; a los elementos desclasados y no organizados del proletariado urbano, vagabundos y
carentes de conciencia de clase, que no poseen medios de producción pero tampoco fuerza de trabajo, que
recurren a la caridad y al robo, que son susceptibles de ser utilizados por grupos de poder con fines espurios a
cambio de dinero (por ejemplo los barras bravas).
Asumidas estas posturas, la lucha de clases produce movimientos sociales con los cuales las clases buscan su
ascenso o movilidad social, por ejemplo la revolución francesa es la colonización del estado de parte de la burguesía
contra el primer y segundo estado.

Marx se diferencia de todo pensamiento anterior y opina que el conflicto de clases no produce libertad y armonía,
sino cambio social y progreso:
- la historia de todas las sociedades existentes es la historia de las luchas de clases antagónicas: en ella
influyen las formas de gobierno reinante, el desarrollo económico y los modos de producción, o sea la lucha
puede tener distintas características según los tiempos, el país, las formas y relaciones de producción;
- la burguesía es la clase de los modernos capitalistas, son los propietarios de los medios de producción y los
patrones de los modernos asalariados, que se ven obligados a vender su fuerza de trabajo al no poder
producir por sí mismos;
- la existencia de las clases va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción;
- la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado, que solo es el tránsito hacia la
abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases y de total igualdad; el ciclo es feudalismo-
capitalismo burgués-dictadura del proletariado-sociedad sin clases.

CRÍTICA AL CONCEPTO DE LUCHA DE CLASES.


Ludwig von Mises afirma que la “lucha” es el esfuerzo que hacen las personas que se enfrentan en el mercado para
asegurarse el mejor precio posible, la economía es el verdadero teatro permanente de todos contra todos, y no la
lucha de clases.
31
La lucha de clases es por ello una “idea” irreal fruto de la ideología marxista y no de los trabajadores.
Karl Popper sostiene que la lucha de clases es solo un concepto interpretativo de la historia y peca de exceso
historicista, en inciertas teorías predictivas del desarrollo de futuros acontecimientos, en fracasadas leyes o
explicaciones científicas de la historia.
Otros recuerdan que Marx se equivoca al considerar al campesinado y pequeña burguesía como clases
socialmente inertes e incapaces de protagonizar la revolución: predice erróneamente que esta iba a suceder
primero entre los obreros industriales por su mayor conciencia de clase, y la historia lo desdice ya que el actor
revolucionario ruso y chino es el campesinado pobre. O sea subestima la tendencia conservadora del obrero
industrial para conservar su empleo y sobreestima su conciencia de clase, frente al campesino que nada tiene para
perder y que debidamente conducido se rebela simplemente por hambre.
Frente al fracaso de la revolución de 1848 en Alemania y en contra de la postura de varios de sus seguidores,
sostiene que los revolucionarios deben erigirse en un grupo de conspiradores que se dediquen a la formación de la
conciencia de clase como factor previo al proceso revolucionario, lo que es rebatido por la historia tanto en Rusia
como en China, donde se plasma por la acción decidida de una minoría fuertemente adoctrinada, como
“vanguardia proletaria”.
Aparece el riesgo que el materialismo histórico pueda convertirse en mero determinismo económico, en un análisis
demasiado estrecho y contaminado de un peligroso reduccionismo que genere que el hombre se transforme en un
simple espectador de la historia sin capacidad alguna de influir en la misma.
Por ello a posteriori de la muerte de Marx, Engels se ve obligado a resaltar la importancia de los factores extra-
económicos, o sea de hecho acepta que la teoría carece de una visión completa de la realidad.
Fuera del materialismo histórico marxista existen así otras corrientes de investigación histórica materialista, como el
materialismo cultural, el funcionalismo ecológico, el determinismo geográfico, que no consideran solo los factores
económicos para interpretar el devenir histórico de cada pueblo.
TEORÍA MARXISTA DEL VALOR: EL CAPITAL.
El Capital (Das Kapital-1867) es la obra cumbre de Marx, escrita en el llamado periodo científico de su pensamiento
que inicia en 1850. Trata de economía política y de filosofía, y en la misma analiza en detalle los procesos globales de
producción y circulación del capital.
Marx define que la moderna sociedad capitalista difiere por completo de la anterior sociedad mercantil, donde solo
existían productores de mercancías, ya que esta nueva sociedad además produce capital en forma exponencial
merced a la mayor productividad derivada de la revolución industrial.
Lo que distingue a la nueva sociedad capitalista industrial es la aparición masiva y sistematizada del trabajo
asalariado: al llamado capital constante (los medios de producción) el capitalista suma el capital variable (las
materias primas y la fuerza de trabajo) como factores de producción, con relaciones de producción basadas en la
explotación (el enriquecimiento del capitalista es merced al empobrecimiento del trabajador asalariado).
La “fuerza del trabajo”, productora de la mercancía, se cambia, se compra y se vende como una mercancía
cualquiera conforme a las leyes del mercado, sin tener en cuenta el aspecto humanitario intrínseco: el proletario
es “libre” pero en el doble sentido de ser libre o carente de medios de existencia y medios de producción (si no
vende su trabajo al capitalista no sobrevive, su fuerza de trabajo no puede separarse de él y su personalidad
completa pasa así a manos de otro), y de su libertad civil virtual dentro de la corografía burguesa.
La relación entre patrón y obrero en la industria es desprovista de humanidad y de obligación moral, es solo una
relación de poder.
La teoría del valor de Marx se diferencia de los demás economistas, en especial liberales, y la explica como base
fundamental para entender al capitalismo: sostiene que el trabajo no es “valor” por naturaleza, sino que produce
valor exclusivamente debido a la organización social en la cual es empleado.
El capitalismo es la sociedad mercantil más desarrollada, en la cual la producción es una mercancía, que no es solo
para satisfacción propia sino para el intercambio, o sea sus características son el valor de uso y el valor de cambio.
El valor de uso es la capacidad de un objeto o servicio para satisfacer alguna necesidad de una persona (por ejemplo
la capacidad nutritiva de un alimento), y es de carácter cualitativo.
32
Por otra parte existe el valor de cambio, que es un valor cuantitativo y no cualitativo.
Si “x” cantidad de una mercancía “z” tiene en el mercado el mismo valor de “y” cantidad de otra mercancía “p”,
significa que algo hace equivalente su valor, y eso es la sustancia de su valor.
La sustancia del valor es el trabajo socialmente necesario para producir cierta cantidad de una mercancía con las
condiciones medias de trabajo (que pueden variar conforme a la tecnología, al equipamiento moderno, al mayor
adiestramiento personal, a las condiciones locales, al acceso a los recursos, al clima): según el producto en cuestión,
el valor de la hora-hombre varía en cada caso conforme a la complejidad y a la valoración que la sociedad tiene de
cada tarea. Por ejemplo la hora humana de un técnico especializado al ser más compleja es más costosa que la de un
ayudante raso sin destreza particular alguna.
Merced a la tecnología y a la superior organización del capitalismo, en una jornada laboral el trabajador produce
más de lo que consume o necesita: o sea una parte de la jornada laboral es remunerada al reponer su propio valor
y las necesidades del trabajador (el marxismo lo define como el Tiempo de Trabajo Socialmente Necesario),
mientras el resto del día el asalariado trabaja de hecho sin remuneración para él y sí para el capitalista: es la
generación de la llamada PLUSVALÍA ECONÓMICA (si a ese valor se restan los demás costos e impuestos, queda el
margen comúnmente llamado ganancia empresarial).

Hace también referencia al fetichismo de la mercancía: el intercambio comercial es la relación social entre las
personas, proceso que ocurre “a espaldas de los productores” pero el verdadero sujeto del intercambio es la
mercancía misma ya que lo único que importa es su valor económico, pasando el hombre a un segundo plano.
Este concepto preconiza claramente al consumismo desaforado de nuestra actualidad, con el apego a los productos
de las marcas famosas a través del comportamiento gregario de las tribus urbanas (por ejemplo la tribu de los
iPhone): la fidelización o endiosamiento de un producto refleja supuestos valores culturales de identificación y
pertenencia social, o sea el “valor” de una persona depende de la calidad de los productos que consume, y no de
principios morales.

TEORÍA MARXISTA DE LA ALIENACIÓN.

Esta teoría es la interpretación antropológica del concepto sociológico de la alienación, que considera que para el
capitalismo el trabajador es una mercancía y no una persona, es la “fuerza de trabajo” que puede representarse
por su equivalente dinerario que a su vez multiplica el dinero, es un costo más en un libro de contabilidad.

Influido por el griego Epicuro, Marx la aplica al materialismo y relaciona la alienación a la explotación del
proletariado y a las relaciones con la propiedad privada.
Debido a la división moderna del trabajo, cada tipo de actividad se convierte en un monopolio de un grupo aislado
de personas, cuyo hacer es extraño al resto de la sociedad: en las tareas fabriles el hombre se aísla y pierde el
contacto con la naturaleza y la sociedad que es una relación esencial para su propia naturaleza humana, y la
alienación surge cuando el producto por él elaborado en lugar de satisfacer sus necesidades, se vuelve algo ajeno y
cobra una existencia totalmente independiente de su autor.
En el trabajo alienado el hombre se vuelve esclavo de las cosas que produce, cuanto más trabaja tendrá menos y su
vida dejará de pertenecerle. La división del trabajo produce el trabajo alienado y este produce propiedad privada: en
un proceso similar al hombre que se subordina a Dios (idea abstracta de naturaleza), los bienes materiales pasan a
ser el nuevo Dios.
El trabajador alquila su fuerza de trabajo a la clase de los capitalistas pero no recoge el valor de lo que produce, es
decir su plusvalía, y esta explotación lo priva de las herramientas y capacidades de artesano, ya que la tarea que
realiza es fragmentada y le quita toda aptitud de emprendedor independiente.
El concepto marxista de alienación tiene cuatro componentes:
1. el producto del trabajo es un objeto ajeno que domina al trabajador, lo que deriva en una relación hostil
con el mundo que lo rodea;
33
2. el trabajo que realiza es una actividad extraña, que no le pertenece;
3. la esencia espiritual y humana terminan siendo ajenas al hombre, este se vuelve genérico;
4. la consecuencia de lo anterior es que el hombre es la enajenación del hombre respecto del hombre, el
hombre se enfrenta consigo mismo y con el otro, la relación deshumanizada con su trabajo la traslada a
su relación con la sociedad.

La alienación es diseñada por la clase capitalista que no solo se apropia de los medios de producción y de la
manufactura, sino también del trabajo intelectual del diseñador o del ingeniero. Para maximizar su ganancia tipifica
a los salarios como a un costo y no como justa retribución de una actividad humana, lo que configura la explotación
de los trabajadores.

En el modo de producción capitalista, los bienes se producen con una secuencia interminable de movimientos
repetitivos, que no ofrecen satisfacción alguna por el “trabajo bien hecho”, el trabajo no es voluntario sino forzado
para la subsistencia, y produce serios trastornos psicológicos al trabajador (ver la película Tiempos Modernos con
Charles Chaplin).

El trabajador como padre de familia es un rehén del sistema, ya que el sistema capitalista se basa en el intercambio
monetario y lo obliga a vender su fuerza de trabajo.

En su trabajo el trabajador no se afirma, se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla energía espiritual
y libre, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu.

Por eso el trabajo es externo, ajeno al trabajador, no es parte de su ser, le es impuesto por el capitalista que posee
su vida y dirige su mente; no es parte del concepto platónico de justicia, de dar a cada uno el lugar que le
corresponde para su plena realización como ser humano pleno y en armonía con la sociedad.

La diversidad de actividades es necesaria para el equilibrio psicológico, para sus conexiones emocionales: el trabajo
fabril repetitivo se las niega, le quita su creatividad, su capacidad de pensar, su consciencia de una dimensión futura.

LOS TOTALITARISMOS MODERNOS.


LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL.

La escultura de una mujer con gesto abatido, ataviada con capa y encapuchada, preside la colina de Vimy (Francia).
Representa a Canadá́ y forma parte del monumento que rinde homenaje a los cerca de 60.000 soldados de esta
nacionalidad que perdieron la vida en los campos de batalla de Francia.
Foto: Javier González Prieto

Estamos a inicios del siglo XX: han transcurrido setenta años desde la publicación de El Capital de Marx y Europa está
conformada políticamente en distintos estados nacionales con monarquías absolutas (imperio alemán, austro-
húngaro, ruso, otomano), monarquías constitucionales (Inglaterra, Italia y España) y repúblicas presidencialistas
parlamentarias (Francia y Estados Unidos).
Con su explosión demográfica Europa concentra una cuarta parte de la población mundial; millones de europeos
migran para establecerse en distintos países del mundo y desarrollan países casi despoblados; la superioridad
técnica e intelectual europea es abrumadora; el 60 % de las exportaciones mundiales y del monopolio
manufacturero son concentrados por Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania; Europa es la fábrica del
mundo.
El predominio europeo entra en crisis por el ascenso de Estados Unidos y el Imperio de Japón, y por los fuertes
conflictos sociales de corte marxista que amenazan el orden liberal.

34
En China cae la última dinastía imperial Qing, y en 1927 empieza la guerra civil entre los nacionalistas del general
Chiang Kai-shek y los comunistas de Mao Zedong, que se unen temporariamente contra la invasión japonesa de
1937, para reanudar su lucha en 1945 hasta la definitiva victoria comunista en 1949.

Todas las naciones de Europa, sedientas de materias primas baratas para alimentar su aparato industrial, se lanzan
en la segunda mitad del siglo XIX a una desenfrenada carrera colonialista, en especial en África y Asia, siendo
Inglaterra la principal potencia colonial con India bajo su dominio.
De esa manera el nacionalismo europeo pasa a su siguiente etapa, la del imperialismo colonial territorial y
explícito, y en Europa el predominio industrial y comercial inglés se ve amenazado por el explosivo crecimiento
económico de Alemania y en menor medida de Francia.
Francia había perdido la rica región de Alsacia-Lorena en su derrota con Prusia de 1870, y su orgullo nacional estaba
muy herido.

El imperio austro-húngaro sufre permanentes problemas: con 50 millones de habitantes reina sobre distintos
pueblos, con idiomas y culturas disimiles, enfrenta tendencias separatistas en especial en los Balcanes (el polvorín de
Europa), y tiene una economía atrasada y poco industrializada.
En los Balcanes hasta 1913 se registran guerras entre el imperio otomano, Bulgaria, Grecia y Serbia, y la situación
política sigue muy inestable en toda la región.
Después de su derrota en 1866 con la Prusia de Bismarck e Italia, en la cual pierde muchos territorios, Austria se ve
obligada a compartir el carácter de capital de Viena con Budapest bajo la monarquía dual de los Habsburgo, lo que
debilita aún más al imperio.

Rusia se unifica bajo el Zar (César) Iván III a fines del siglo XV, consolidándose con Iván IV (Iván el Terrible); a partir de
1613 se instaura la dinastía de la familia Romanov que dura tres siglos y amplia enormemente las fronteras rusas
hasta Siberia y el Océano Pacífico.
A pesar de los esfuerzos modernizadores de zares como Pedro I el Grande y Catalina II, Rusia no se incorpora a la
revolución industrial y su economía agraria es de corte feudal, con una clase mayoritaria de campesinos
empobrecidos y embrutecidos en un total estado de opresión, que sufren recurrentes hambrunas.
En 1861 las fisuras del régimen feudal son imparables y se decreta la abolición de la servidumbre, y parte de los
siervos liberados se desplazan a las ciudades convirtiéndose en mano de obra industrial, aunque el 85 % sigue
viviendo en la zona agrícola, donde la mayoría no posee tierras.
Rusia es el país con menor pbi per cápita de Europa (seis veces menor al de Alemania), el incipiente proceso de
industrialización está en manos de capitales extranjeros y la explotación de los obreros genera reacciones adversas.
Se generan sucesivas revueltas que empeoran en 1905 con la derrota en la guerra con Japón: el marxismo penetra
en la clase obrera y aparecen los primeros soviets o consejos obreros en San Petersburgo, bajo diseño leninista, y la
represión zarista se incrementa.

Las distintas naciones establecen acuerdos diplomáticos entre sí, a efectos de resguardar el equilibrio europeo y
para contar con aliados en casos de agresiones bélicas: uno de ellos es el pacto de Rusia con Serbia, ambas naciones
eslavas (la interferencia rusa en territorios del imperio austro-húngaro se basa en la doctrina racial del pan-
eslavismo).
A comienzo de siglo se profundiza la carrera armamentista entre Inglaterra y Alemania, y las industrias se dedican a
la producción de armas para el futuro conflicto que todos avizoran y nadie se ocupa de prevenir, a la par de
sentimientos nacionalistas mesiánicos.
El 28 de junio de 1914 salta la chispa cuando el separatista serbio Gavrilo Princip asesina en Sarajevo al archiduque
Francisco Fernando de Austria, heredero al trono: el imperio austro-húngaro declara la guerra a Serbia, y Rusia en
cumplimiento de su pacto con esta moviliza sus tropas contra los austriacos.

35
Por el intrincado efecto dominó de los pactos entre los distintos países, quedan conformados dos bandos y la guerra
es global: por un lado la Triple Alianza de las potencias centrales (imperio austro-húngaro y alemán, más el otomano
y Bulgaria, con un total de 138 millones de habitantes, de los 33 millones podían ser reclutados para el combate), y
por otro lado la Triple Entente (Francia, Reino Unido y Rusia, más Italia, Serbia, Bélgica, Japón, Grecia, Rumania y
finalmente en 1917 Estados Unidos, que con sus respectivas colonias agrupaban a 708 millones de habitantes, 179
reclutables).

En esta guerra hacen su primera aparición los aviones, los tanques y los gases letales (luego prohibidos): es una
espantosa guerra estática de trincheras en las fronteras, que presupone una cantidad de bajas sin antecedentes en
la historia (70 millones de soldados movilizados, 9 millones de soldados y 7 millones de civiles muertos). Es el quinto
conflicto más mortífero de la historia humana, por eso es llamado la Gran Guerra.
Por primera vez en la historia los países ponen a disposición del esfuerzo bélico a la totalidad de su economía, con
fuerte participación del sector privado, y durante la guerra los países quedan más de una vez al borde de la
bancarrota, quedando fuertemente endeudados con los bancos norteamericanos (lo que preanuncia la siguiente
etapa de hegemonía estadounidense).
La alta mortalidad masculina obliga al ingreso de las mujeres al mundo laboral, incluso fabril, lo que a posteriori
ayuda a la obtención del voto femenino; se duplica la afiliación de los trabajadores a los sindicatos; se crean cartillas
de racionamiento de alimentos para la población civil.
La industria alemana es la más eficiente, y al final del conflicto faltan hombres para todos los armamentos que
produce.
El hartazgo de la población empieza a hacerse sentir, frente a la conciencia que la guerra se prolonga mucho más de
lo previsto: se registran revueltas y hambrunas e incluso motines entre las tropas; finalmente la revolución estalla
en Rusia en 1917.
El conflicto termina en 1918 con la victoria de la Entente, y el Tratado de Versalles disuelve el imperio alemán,
austro-húngaro, otomano y ruso; Francia recupera muchos territorios a expensas de Alemania, que además es
obligada a pagar multas absurdas de guerra y se le prohíbe tener ejército; Italia es recompensada con muy pocos
territorios y queda insatisfecha; la sangría económica inglesa genera las condiciones para su decadencia colonial; la
excesiva humillación de Alemania, a instancias de Francia, crea el temerario caldo de cultivo que unido a la crisis
económica mundial de 1929 facilita el ascenso del nazismo.

LA REVOLUCIÓN RUSA. EL COMUNISMO.


En febrero de 1917 la situación rusa es insostenible y el débil zar Nicolás II abdica (la zarina era acusada de
dominarlo junto a Rasputín, el monje loco), siendo reemplazado por un gobierno provisional: como este pretende
continuar la guerra, en octubre del mismo año es sustituido por un gobierno bolchevique comunista, que en marzo
de 1918 firma un ruinoso armisticio con Alemania que presupone la pérdida de territorios con un cuarto de su
población (Polonia, Lituania y Ucrania) y el 75 % de su producción de acero. En julio de 1918 el zar y su familia son
asesinados por los bolcheviques.
El fermento revolucionario se expande a Italia, Estados Unidos y Alemania (en ese periodo es asesinada Rosa
Luxemburgo) con huelgas y manifestaciones, pero finalmente retrocede y el régimen bolchevique ruso queda
aislado, aun sin aprobación unánime en su país.
La situación económica en Rusia al comienzo de la revolución es dramática, y las hambrunas recurrentes: finalmente
el gobierno expropia las tierras a los kulaks (pequeños terratenientes) y concreta la reforma agraria a favor de los
campesinos rasos, buscando su apoyo.
Aun así el desabastecimiento de alimentos en las ciudades se agrava, y el gobierno debe requisar la producción a los
campesinos: acaba con los soviets, centraliza brutalmente el gobierno y el poder pasa al partido bolchevique, que
pronto anula todas las libertades políticas.
Explota una descontrolada guerra civil entre la facción “roja” bolchevique y la “blanca” monárquica (esta cuenta con
el apoyo externo de las grandes potencias): el ejército rojo al mando de León Trotsky es más disciplinado y derrota al
36
ejército blanco con sus cosacos, que solo tiene para ofrecer el regreso del anterior régimen monárquico con sus
irritantes privilegios.
Los campesinos resisten ser reclutados por uno y otro bando pero finalmente se vuelcan a los bolcheviques que les
prometen la propiedad de las tierras (a posteriori desconocerán ese compromiso).
Finalmente en 1922 se crea la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (los “soviets” eran los concejos
revolucionarios de los trabajadores). Se crea la “Cheka” (policía secreta, antecesora de la futura KGB), que persigue
sin proceso judicial a todo elemento contrarrevolucionario. La mano dura de Lenin desarticula la oposición socialista
y anarquista, se cierran los periódicos opositores.
Se instaura el “comunismo de guerra”: Lenin nacionaliza la banca, el comercio, la industria y el artesanado; las
viviendas de las clases acomodadas son colectivizadas, la moneda desaparece y reina el trueque, los servicios
públicos son gratuitos.
El gobierno instaura un potente dirigismo sobre toda la economía, y no duda en recurrir a una férrea disciplina y a
cuanto método sea necesario para conservar el orden, con numerosas detenciones y deportaciones a los gulags
siberianos; los sindicatos son absorbidos y los soviets vaciados de contenido, se militariza el trabajo, y se inicia un
enorme esfuerzo alfabetizador.
Las ciudades se vacían y la clase obrera se descompone (disminuye de tres a un millón de miembros), la gente vuelve
al campo para huir del hambre y de la epidemia de tifus.
Frente a la extrema crisis y a las permanentes revueltas, Lenin “capitula” y en el “repliegue táctico” del 10° Congreso
del Partido Comunista de 1921 lanza la NEP (Nueva Política Económica), a la que denomina Capitalismo de Estado:
esta permite el establecimiento de algunas empresas privadas agrícolas, reemplazando las requisiciones por
impuestos en especie, y luego la expande a algunas industrias menores.
Esta política implica la transitoria modernización de la economía bajo un esquema de economía mixta, con una
nueva política agrícola frente al fuerte rechazo de la agricultura colectivizada.
“No somos lo suficientemente civilizados para pasar directamente al socialismo” afirma Lenin: la NEP se aplica a la
pequeña economía, mientras las grandes fábricas (de acero, carbón y electricidad), el comercio exterior y el sector
financiero siguen en manos del estado.
La NEP es exitosa, ya que al cobrar al campesino un determinado impuesto le permite vender el exceso de
producción, dándole un incentivo para producir más: aumenta la producción.
Como la agricultura empieza a crecer mucho más que la industria, se produce un alza de precios en los productos
industriales, a lo cual los campesinos responden especulando con sus productos.
Finalmente la NEP es reemplazada por Stalin con el Primer Plan Quinquenal de 1928 por la colectivización agrícola, al
considerarla una claudicación de los principios comunistas ya que permite la intermediación de los comerciantes:
Stalin plasma una profunda planificación de la economía en manos del estado, con el objetivo prioritario de acelerar
la industrialización del país, y en adelante el campesinado ruso recibe un trato muy duro, que lleva al permanente
fracaso de las metas de producción de los sucesivos planes quinquenales agrícolas.
Vladimir Ilich Lenin (1870-1924) es con León Trotsky (1879-1940) el principal líder de la Revolución Rusa. Debilitado
por un atentado a su vida, a su muerte asume el poder Iosif Stalin (1878-1953).
Lenin es una figura controvertida, ya que es calificado como el gran intelectual revolucionario, al igual que Stalin, a
quién se le reconoce el mérito de haber derrotado a Hitler y de haber industrializado a Rusia en pocas décadas hasta
erigirla en segunda potencia mundial; pero también son vistos como dos líderes sanguinarios y despiadados.
Nikita Jrushchov al suceder a Stalin, denuncia los crímenes masivos cometidos por su predecesor en los gulags
(campos de concentración siberianos), como así también las sanguinarias purgas entre los principales líderes del
Politburó (entre ellos Zinoviev, Kamenev, Bujarin, Yezhov, Yagoda y el mismo Trotsky que es asesinado en su exilio
en Méjico en 1940) y varios generales, lo que desarticula al ejército y lo debilita durante la invasión nazi. Debemos
ser cuidadosos con la propaganda occidental contra Stalin, aunque parece ser cierto que millones de rusos fueron
asesinados o perecieron de hambre durante su exilio a los gulags o a causa de las ruinosas políticas agrícolas
colectivistas.

37
PENSAMIENTO DE LENIN.
Lenin hace una revisión superficial del pensamiento marxista, y transforma el materialismo histórico en materialismo
dialéctico, por eso a su pensamiento se lo denomina marxismo-leninismo.
Según Stalin, “el leninismo es el marxismo en la etapa del imperialismo y la revolución proletaria”, o sea es un
pensamiento marxista actualizado surgido después de la publicación de El Capital, con la lectura histórica de un
capitalismo europeo ya erigido en imperialismo colonial.

Lenin no escribe nada profundo sobre el capitalismo, más bien se interesa por el lado táctico del mismo, por las
oportunidades que ofrece a la dirigencia revolucionaria: su singular éxito consiste en lograr el triunfo del marxismo
en un país agrícola y poco industrializado, impenetrable hasta entonces para los pensamientos occidentales.

Su adaptación del marxismo a la etapa del imperialismo no la lleva a cabo en un país central imperialista como
había predicho Marx, sino en un país periférico y pobre, por eso sirve de ejemplo para muchos países similares que
desean liberarse del yugo colonial europeo, en eso consiste la medida de su éxito.
A posteriori Mao Zedong lleva a cabo un proceso similar en China, con premisas y desarrollo similares, lo que
confirma el éxito del comunismo en naciones atrasadas.
En Europa occidental tiene algún avance electoral en Italia en las décadas de los 60 y 70 (el PCI llega al 34 % de los
votos), hasta que decae bruscamente debido a los actos terroristas de la Brigadas Rojas (orquestados por la CIA, ver
“Operación Gladio”).

Lenin siempre dio a las creencias de Marx un sentido de imperativo moral, un sentido casi religioso, nunca puso en
duda que la revolución crearía una sociedad comunista sin los males del capitalismo, y con frecuencia acusaba a
otros marxistas de apartarse de esas enseñanzas, tal como lo hacía la iglesia con sus herejes.
Sin embargo su marxismo era práctico y flexible y Lenin fue acusado de utilizarlo a su antojo: no podía ser de otra
manera ya que en Rusia la realidad era muy distinta a occidente, y el marxismo ruso se fue construyendo paso a
paso, el resultado final obviamente no coincidió con los postulados teóricos de la doctrina.
En Rusia la inexistencia de una clase media obligaba a “saltar las fases naturales de la evolución”: a la serie
feudalismo-capitalismo-comunismo le faltaba a Rusia la segunda etapa, en este país no había habido una
revolución burguesa como en Francia y menos aún Ilustración o Liberalismo.

Por ello Lenin, en una sorprendente enmienda ideológica, asume que los trabajadores se hacen sindicalistas, y desde
afuera un núcleo comunista pequeño, recio, experimentado y leal, organizado en todos los distritos y con reglas
claras, debe inculcar la conciencia social de la que carece el proletariado ruso, cuya sociedad no ha vivido la etapa
burguesa.

Esto lógicamente difiere en mucho del marxismo occidental, que requiere la conciencia revolucionaria proletaria
como condición sine qua non para el desarrollo de su revolución social: Lenin asume que en Rusia la conducción
debe ser asumida por una elite de intelectuales de clase media que debe hacerle entender al pueblo lo que este
necesita.

Frente al eterno desvarío de los marxistas teóricos, el pragmatismo de acción de Lenin es total, por eso trasciende la
semántica de salón y se transforma en una figura política de la historia mundial.

De hecho a su primer gobierno lo llamó “un gobierno para la clase trabajadora, de los elementos avanzados del
proletariado (el partido), pero no de las masas trabajadoras”.

La excusa del atraso cultural del proletariado, se hizo característico de todos los partidos comunistas: el concepto de
“vanguardia comunista” fue el de una elite superior en lo intelectual y moral, de un sector más avanzado de la
clase trabajadora que no debía ni adelantarse ni atrasarse en el camino que recorría junto al pueblo que debía
dirigir.

38
El partido está armado de la ciencia marxista, que es infalible, siempre tiene razón y nada tiene que aprender de los
fines: solo debe interpretar como impulsar al pueblo lo más rápido y lejos que pueda, sin el uso indebido de la fuerza
y con la propaganda.

El partido comunista debe cumplir tres requisitos:

- es el órgano que mejor conoce la doctrina marxista de la que es guardián celoso, sus decisiones deben ser
morales y sus miembros deben tener una dedicación total típica del sacerdocio, una sumisión de juicio y una
sujeción total a la dirección superior;
- el partido tiene una superioridad moral, y sus miembros se dedican sin egoísmos a la realización de la nueva
sociedad;
- debe ser altamente centralizado, de estructura militar, con estricta disciplina y obediencia de sus miembros
a las decisiones superiores.

Lenin dijo: “en su lucha por el poder el proletariado no tiene más arma que la organización. Dividido por el
predominio de la competencia anárquica del mundo burgués, quebrantado por el trabajo esclavo para el capital,
constantemente empujado hacia la más tremenda pobreza, salvajismo y degeneración, el proletariado se convertirá
inevitablemente en una fuerza invencible solo cuando su unidad ideológica en torno a los principios del marxismo se
consolide a través de la unidad material de una organización, que una a los millones de obreros del ejército de la
clase trabajadora”.

Lógicamente este modelo de partido no cuajaba con la teoría marxista, era antidemocrático y antiliberal: la marxista
polaca Rosa Luxemburgo decía que lo que Lenin denominaba “disciplina proletaria” era la disciplina impuesta por el
Comité Central del Partido, y no la “autodisciplina voluntaria”; Trotsky afirmó que “la organización del partido asume
el lugar del partido mismo, el Comité Central asume el lugar de la organización, y por último el dictador asume el
lugar del Comité Central”, lo que finalmente se cumple con Stalin, su enemigo jurado.

Lenin estaba absolutamente convencido que la dialéctica de Hegel y Marx constituía el camino para desentrañar la
relación entre pensamiento y realidad, que los filósofos solo habían interpretado al mundo cuando lo que hay que
hacer es transformarlo: por eso fue un dirigente práctico, de acción, astuto y no demasiado escrupuloso.
Lenin adopta el dogma de Engels que solo hay dos sistemas filosóficos, el idealismo y el materialismo: su
fundamento materialista que la realidad objetiva (o sea la materia) existe independientemente de la conciencia que
se tiene de ella, que los objetos determinan las percepciones, no es muy profundo y poco aporta a la filosofía, y
tampoco pretende hacerlo. Simplemente actualiza el materialismo histórico en dialéctico, y lo adapta a las nuevas
exigencias del régimen, en el marco de un capitalismo que se había transformado.
Si podemos aprender a través de la experiencia y de la vida, descubrir sus reglas, podemos saber cuál es el “siguiente
paso”: por eso para Lenin la dialéctica es la unión de la abstracción, intuición, dogmatismo e improvisación, y marca
su vida como revolucionario.
En muchas controversias ideológicas de su vida, cuando no deseaba rebatir las teorías de sus opositores, Lenin no
dudaba en atacar a la personalidad de estos, acusándolos de pobreza de espíritu: del científico Mach dijo que “su
filosofía es a la ciencia lo que el beso de Judas a Cristo”, “una charlatanería conciliadora”, “una tolerancia burguesa,
filistea y cobarde de los dogmas”. Un gran sofista, sin dudas.
Su planteo de superioridad del materialismo dialéctico incluso en temas científicos, solo por el hecho de representar
a un proletariado en ascenso, por encima de la ciencia occidental que representa a una burguesía decadente, es
simplemente desopilante y el dogmatismo que implica trae a la historia posterior rusa no pocas confusiones.
En síntesis, el marxismo-leninismo como teoría política poco aporta a las ciencias políticas en general, y lo más
interesante del comunismo ruso es su proceso histórico.

39
Después de la definitiva consolidación del régimen comunista con el fuerte centralismo del estado, Rusia concreta:
- un fuerte crecimiento industrial, haciendo crecer su infraestructura energética con fuerte acento en la
industria pesada del acero; debe recordarse que este crecimiento fue a través de un bajo nivel de tecnología,
aunque Rusia logró ser la primera en enviar al espacio al satélite Sputnik en la década del sesenta;
- la eliminación total de la propiedad privada, y la colectivización total de la propiedad agrícola;
- la militarización de la sociedad y de los cuadros del partido;
- la intensa represión de los opositores “contrarrevolucionarios”, con irracionales purgas que instalan un reino
del terror para consolidar la autoridad;
- fuerte acción de propaganda estatal para fomentar el patriotismo, con un fuerte culto a la personalidad de
Stalin, que gobierna entre 1924 y 1953;
- la victoria sobre la Alemania nazi de Hitler, que había agredido a Rusia violando el pacto de no agresión
firmado en 1939; en la segunda guerra mundial, Rusia sufrió la pérdida de más de 20 millones de vidas, casi
lo mismo que todos los demás países juntos.

Los logros del ciclo estalinista deben ser analizados en perspectiva y comparados con la Rusia que recibió el
comunismo: en pocas décadas convirtió en potencia mundial a una de las cenicientas de Europa, alfabetizando a un
pueblo de analfabetos y brindando educación universitaria para todos.

Sin embargo el mundo occidental, aprovechando el largo periodo de paz posterior a 1945, llevó a Rusia a una
irrazonable carrera armamentista que terminó liquidando la economía soviética, provocando su implosión en 1989.

La falsa creencia de encarnar a un modelo superior, la privación permanente de libertades civiles, la baja calidad de
vida en la sociedad, la falta de estímulos personales y de incentivos económicos para aumentar y mejorar la
producción, su dogmática rigidez ideológica y su resistencia al cambio, provocaron que la glasnost (apertura,
liberalización política) y la perestroika (reestructuración del sistema económico) llevados a cabo entre 1985 y 1991
por Mijaíl Gorbachov para reorganizar al sistema socialista para conservarlo, fueran esfuerzos tardíos y realizados en
forma intempestiva.

Se privatizan las grandes empresas públicas a manos de los amigos del poder, se liberaliza la economía, la
distribución del ingreso empeora de golpe y para 1993 Rusia registra más de un tercio de la población debajo de la
línea de pobreza: después del nefasto interregno de Boris Yeltsin, Vladimir Putin (ex director KGB) toma el poder en
el 2000 y desde entonces encarna el resurgimiento nacional, con fortalecimiento económico, militar y patriótico.

La Unión Soviética se disuelve: Ucrania, Lituania, Estonia, Letonia, Bielorrusia, Georgia, Azerbaiyán, Turkmenistán,
Uzbekistán, Tayikistán, Kirguistán y Kazajistán se constituyen como repúblicas independientes; el “Telón de Acero”
(tal como lo había definido Churchill) cae junto a la Guerra Fría (combate ideológico, con conflictos bélicos indirectos
entre USA, URSS y China en Corea, Vietnam, África y Sudamérica).

Los países comunistas del este que después de la Segunda Guerra Mundial forman parte del bloque comunista con
gobiernos satélites (Polonia, Hungría, Alemania del Este, Rumania, Bulgaria, Yugoslavia, Checoslovaquia), abandonan
el comunismo y se democratizan, y Alemania oriental se reunifica con la occidental estableciendo a Berlín como
capital.

Europa se organiza alrededor de la Comunidad Económica Europea, unificando su moneda y sistema comercial, y
constituyendo un poderoso bloque comercial liderado de hecho…por Alemania! Los ideales perdidos del antiguo
imperio romano se restablecen así parcialmente 15 siglos después.

En la actualidad Rusia tiene en teoría a un sistema de elecciones libres con el liderazgo fuerte de Putin, el nuevo zar
que ha recuperado el orgullo nacional, y juega como país dentro del esquema capitalista pero con fuerte
independencia nacional.
40
El fenómeno chino es muy especial, casi único por su escala: logra mantener precios y salarios internos muy bajos en
dólares, y es el mayor exportador mundial de bienes.

O sea utiliza a la globalización para su provecho, con más de 1200 millones de habitantes en un sistema comunista
en lo político y capitalista en lo productivo.

UNA ÚLTIMA REFLEXIÓN SOBRE EL MARXISMO.

La apasionante utopía marxista sigue siendo una referencia ineludible para cualquier movimiento político que
pretenda instalar una sociedad igualitaria, y un ideal que expresa los entusiastas sueños juveniles por una
sociedad más justa.
En clave política moderna es la exposición “científica” de muchos ideales anteriores de libertad e igualdad,
incluyendo a muchos pensadores griegos, cristianos, iluministas y liberales.
Muchos califican de errónea la idea marxista inicial de que el desarrollo del capitalismo dependa de una reducción
progresiva de los niveles de vida del trabajador: de hecho si leemos con atención los informes acerca de los
Objetivos del Milenio, deducimos que la marcha de progreso material de la humanidad es sostenida, aunque no en
los plazos deseados.
Seguramente en la época de Marx los niveles de explotación laboral en fábricas y minas eran escandalosos, pero a
posteriori y merced a un activo movimiento sindical las reivindicaciones sociales y políticas de los trabajadores
fueron paulatinamente tenidas en cuenta (la moderna Europa es un claro ejemplo de ello, mientras en Sudamérica
los permanentes esfuerzos en ese sentido de los gobiernos “populistas” son frustrados cíclicamente por los intereses
de las multinacionales y sus ventajas competitivas).
El marxismo degeneró en la aparición de distintos totalitarismos, como el soviético de Stalin y el chino de Mao
Zedong, que fueron funcionales sin proponérselo a la aparición de los fascismos de Mussolini e Hitler: ambas
ideologías extremas supusieron exterminios masivos y la supresión total de las libertades civiles en un innegable
retroceso histórico.
El baño de sangre que había preconizado Hegel se terminaba cumpliendo en todo el orbe.
El modelo de “mundo libre” occidental impuesto por el Pentágono después de la Segunda Guerra Mundial, con el
macartista pretexto del peligro “subversivo” comunista, generó la Guerra Fría, los conflictos de Corea y Vietnam y los
golpes militares en el Tercer Mundo, con millones de muertos y el enriquecimiento de los nuevos señores de la
guerra global.
Especialmente en Sudamérica la CIA instaló mediante golpes a distintas dictaduras militares, eliminando todo
vestigio de democracia hasta la década de los ochenta, con fuertes aparatos represivos.
Solo en épocas recientes el “cuco” marxista ha sido sustituido con el espectro terrorista religioso del medio oriente,
en vistas de la caída del Muro de Berlín y de la adopción fulminante de los regímenes “comunistas” de China y Rusia
de prácticas económicas capitalistas.
No se debe negar el rol central y persuasivo de la doctrina marxista en la construcción de un capitalismo con rostro
humano, su influencia innegable en la morigeración de la explotación escandalosa de la revolución industrial, y en la
necesaria destrucción de los sistemas feudales tardíos en Rusia y China.
En Rusia el comunismo logra transformar en pocas décadas una sociedad agraria atrasada y paupérrima en una
sociedad industrializada de altos niveles educativos, lo que había insumido un proceso de muchos siglos en el resto
de Europa; China con su modelo mixto comunista va camino a erigirse en la principal potencia mundial.
Debemos preguntarnos si en la actualidad muchos de los derechos sociales, laborales y personales de los cuales
disponemos en nuestras imperfectas democracias, serían posibles sin el “peligro intimidante” y potencial del regreso
del comunismo al poder.
¿Cómo actuaría hoy el capitalismo sin el reflejo de su propia imagen en el espejo virtual del ideal marxista?

41
Seguramente sin ese elemento de “regulación” o comparación, muchos de los excesos iniciales del capitalismo re
aparecerían, y de hecho frente a la desaparición de regímenes comunistas, la oleada neo liberal imperante avanza en
la actualidad en ese sentido al no tener adversarios de fuste moral, a excepción del Papa Francisco.
Hoy se puede observar la creciente depreciación global del salario de los trabajadores, y como se crean una y otra
vez en nuestras sociedades las contradicciones dialécticas que Marx tan bien explicitó, generando el caldo de cultivo
para nuevos cambios sociales.

FASCISMO Y NAZISMO.

Si aceptamos que el estalinismo constituyó el totalitarismo de izquierda por antonomasia, en Europa occidental su
contraparte de derecha fueron el fascismo italiano de Mussolini y el nazismo alemán de Hitler.

Ambos nacen en la convulsionada Europa posterior a la Primera Guerra Mundial, en la cual la agitación social es
permanente, y se agrava por la crisis económica mundial derivada del crack bursátil de Wall Street de 1929:
Mussolini toma el poder en 1922 con la complicidad de la monarquía italiana, e Hitler en 1933 con el apoyo
encubierto de los grandes empresarios y del ejército. El proceso en Japón, luego aliado de los primeros dos en la
guerra, es similar con su expansionismo a expensas de China.

Ambas ideologías son muy nacionalistas y comparten su profunda aversión a los gobiernos liberales y a la tolerancia
en todas sus facetas, su miedo a la diferencia, su racismo con leyes raciales criminales, sus persecuciones políticas a
los opositores y a las minorías raciales (judíos, gitanos), su intento de unificar la cultura nacional, su militarismo y
sueños imperiales, su marcado anti comunismo, su terrorismo de estado.

Mussolini dice: “Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado”, y su débil ideología comparte con
el marxismo el rechazo al mercado libre, a la sociedad burguesa, al gobierno limitado y a la propiedad privada; con
un gobierno al que le está permitido violar la ley, con un estado con un fuerte centralismo político y económico.

Lo de Hitler va mucho más allá, con su convicción de una raza alemana como raza superior, racial y moralmente, que
debe guiar a toda Europa a la civilización, con su explotación del resentimiento nacional por las humillantes
condiciones de paz de la Gran Guerra. El exterminio que lleva a cabo contra los judíos constituye uno de los peores
crímenes de lesa humanidad, la “banalidad del mal” de Hannah Arendt describe con justeza la naturaleza de la
máquina de exterminio nazi y su irracional odio racial.

Al comienzo de su ciclo y merced al totalitarismo recuperan el orden social y consiguen cierto éxito económico; sin
embargo las pretensiones expansionistas de Hitler, que desea invadir el este para destruir al comunismo y para
conseguir el Lebensraum (espacio vital) a expensas de los rusos, que consideran salvajes, genera la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945).

El conflicto, el más sangriento de la historia de la humanidad, con alrededor de 60 millones de muertos, con los
bombardeos de poblaciones civiles, con el uso de la bomba atómica sobre Japón, devastó totalmente a Europa:
luego de algunos éxitos iniciales, a partir de la campaña rusa y la derrota de Stalingrado, a partir de 1942 la debacle
alemana es incesante hasta el suicidio de Hitler en una Berlín arrasada.

A diferencia de la Primera Guerra Mundial, cuyo inicio fue responsabilidad de todos, en cambio la Segunda Guerra
Mundial fue responsabilidad exclusiva de Alemania y de Hitler con sus delirios expansionistas: a pesar de ello esta
vez Alemania no es castigada, sino incorporada definitivamente al esquema capitalista mundial guiado por Estados
Unidos, como uno de sus principales aliados.

El resultado del conflicto es un mundo bipolar, la nueva hegemonía mundial de Estados Unidos, el comienzo de la
Guerra Fría con su anterior aliado Rusia, la división de Europa en dos bloques ideológicos y económicos (el Pacto de

42
Varsovia pro-ruso, y la OTAN pro-occidental), la creación de las Naciones Unidas, la reconstrucción de Europa con el
financiamiento norteamericano del Plan Marshall, la caída de los sistemas coloniales europeos mediante la paulatina
independencia de los países de la Tercera Posición, y el comienzo del periodo de paz europea más extendido (son ya
73 años) desde la pax romana de Augusto.

El fascismo y el nazismo nada aportan al pensamiento político moderno y esta cátedra los reseña con sincero
desgano y repulsión, al solo efecto de completar la perspectiva histórica.

Los totalitarismos de cualquier bando producen exterminios masivos y retrocesos de las libertades civiles, y lo peor
es que se auto justifican al sostener con convicción que su objetivo superior es el bienestar general.

No debemos olvidarlos, ya que son una alerta permanente de los peligros que pueden derivar de las ideologías
nacionalistas extremas, de la xenofobia, de la falta de ideales democráticos y humanistas, de la intolerancia y el odio,
de los momentos de confusión histórica de los pueblos, del ominoso y pernicioso impacto de los aparatos
propagandísticos, sea estatales como privados, y en general del oportunista aprovechamiento de las coyunturales
crisis económicas que degeneran en la selección de líderes mesiánicos y poco instruidos para la res pública.

Debemos luchar para defender nuestras modernas y aun imperfectas democracias, hoy jaqueadas y reducidas a
meros acompañantes de un sistema globalizado de comercio y finanzas que amenaza sus propias raíces.

El neo totalitarismo del neo liberalismo, que poco tiene que ver con las raíces iluministas del primer liberalismo,
potencialmente puede crear las condiciones dialécticas para nuevos totalitarismos: el exceso de tecnología destruye
fuentes de trabajo, la excesiva concentración de riqueza en manos de un puñado de híper millonarios y la
desigualdad creciente socavan la base moral del sistema, la exclusión es creciente en el tercer mundo y aun en los
países centrales, el descontento social crece, y se crean las condiciones objetivas para totalitarismos de lunáticos
(Brasil y Estados Unidos son un claro ejemplo de ello).

Renovemos así nuestro común compromiso para plantear en el campo de las ideas, de las convicciones, de las
utopías en común, la defensa irrestricta de sociedades inclusivas, el rechazo a los autoritarismos, la elevación
cultural de nuestros pueblos, el aprendizaje de la historia, la condena a los falsos profetas, y en definitiva la defensa
de toda creencia y sistema de valores que desde la razón o el sentimiento rescaten y promuevan lo mejor de nuestra
naturaleza humana: la compasión, la solidaridad, el coraje de pensar un proyecto social común, sin ganadores ni
vencidos.

CONTAMOS CON TODOS USTEDES PARA ESTE HERMOSO DESAFÍO. A NO BAJAR LOS BRAZOS.

MAX WEBER:

El sociólogo e historiador alemán Max Weber, nació el 21 de Abril de 1864 en Erfurt, la actual Turingia, en aquella
época parte del Reino de Prusia (murió en 1920 a los 56 años).

Fue testigo del nacimiento del Imperio Alemán en 1871 y su desaparición en 1918 tras la Primera Guerra Mundial.
Consejero para la delegación alemana que negoció la rendición del país en el Tratado de Versalles, y uno de los
redactores y supervisores de la Constitución de la República de Weimar.

Centró su trabajo en dos cambios cruciales: el nacimiento de las modernas naciones-estado basadas en una
burocracia profesional, y la expansión del capitalismo occidental por todo el mundo.

43
Weber fue testigo de la Revolución alemana de 1919, que se inicia en noviembre de 1918 en Alemania y hacia el final
de la Primera Guerra Mundial y, que llevó al cambio desde la Monarquía constitucional del Kaiserreich alemán a una
república parlamentaria y democrática.

Revolución de 1919: las causas de la revolución se encontraban en las cargas extremas sufridas por la población
durante los cuatro años de guerra, el fuerte impacto que tuvo la derrota en el Imperio alemán y las tensiones
sociales entre las clases populares y la élite de aristócratas y burgueses que detentaban el poder y acababan de
perder la guerra.

Comenzó con un motín de marineros que; se negaban a colaborar para librar una última batalla contra la escuadra
británica. En pocos días se extendió por toda Alemania y forzó la abdicación del Káiser Guillermo II en noviembre de
2018. Los objetivos de los revolucionarios, guiados por ideales socialistas, fracasaron en enero de 1919 ante la
oposición del Partido Socialdemócrata (SPD). Estos líderes socialdemócratas temían que se desencadenara una
guerra civil, por lo que rechazaban la idea revolucionaria radical de despojar completamente del poder a la élite afín
al káiser y promulgaban, en cambio, conciliar a estos sectores con las nuevas relaciones democráticas. Con este fin,
el SPD acordó una alianza con los militares y lograron sofocar el violento levantamiento “espartaquista”.

El desenlace formal de la revolución ocurrió el 11 de agosto de 1919 con la rúbrica de la nueva Constitución de la
nueva República de Weimar. Weber predijo que la excitación emocional del momento en 1919 sólo traerá "noches
polares con una oscuridad y dureza heladas, sin importar qué grupo tenga éxito en tomar el poder en el presente."

República de Weimar: es el período de la historia Alemana comprendido entre 1918 y 1933, tras la derrota del país
en la Primera Guerra Mundial, se conoce con el nombre de República de Weimar. La denominación procede de la
ciudad de Weimar donde se reunió la Asamblea nacional constituyente y se proclamó la nueva Constitución, que fue
aprobada el 31 de julio y entró en vigor el 11 de agosto de 1919.

Este período, aunque democrático, se caracterizó por la gran inestabilidad política y social, en el que se produjeron
golpes de Estado militares y derechistas, intentos revolucionarios por parte de la izquierda y fuertes crisis
económicas. Toda esta combinación provocó el ascenso de Adolf Hitler y el Partido Nacionalsocialista. El 5 de marzo
de 1933, los nazis obtuvieron la mayoría en las elecciones al Reichstag (parlamento), con lo que pudieron aprobar el
permiso para aprobar leyes sin la participación del Parlamento, lo que significó el final de la República de Weimar. Si
bien la Constitución de Weimar no fue revocada hasta el término de la Segunda gran Guerra en 1945, el triunfo de
Hitler y las reformas llevadas a cabo por éste los la invalidaron mucho antes, instaurando el denominado Tercer
Reich.

OBRA:

Su obra más reconocida es el ensayo de La ética protestante y el espíritu del capitalismo, fue el inicio de un trabajo
sobre la sociología de la religión. Pero la recopilación Economía y Sociedad, publicada póstumamente entre 1921 y
1922, es la suma más completa y sistemática de sus ideas y conceptos.

Max Weber, es uno de los autores que llevó la cultura de la Ilustración a su cénit, reconoció en su método la
dicotomía que aquejaba a las ciencias sociales. Weber mantuvo que la sociología no podría llegar a ser una ciencia
exacta comparable con las matemáticas o la física, dado que los principios sobre los que se sustentaba eran
humanos, por tanto susceptibles de ser subjetivos en vez de objetivos.

La ética protestante y el espíritu del capitalismo, publicado en 1905, se convertiría en su obra más influyente.
Intrigado por la creciente desigualdad comercial y tecnológica entre Occidente y Oriente, Max Weber trató de
encontrar la excepcionalidad europea que había hecho posible el nacimiento y la expansión del modelo de
producción capitalista, centrando su investigación en las diferencias culturales y religiosas entre ambos extremos
cardinales.
44
En su ensayo, sugirió que el nacimiento del capitalismo - y por extensión de lo que hoy entendemos por
"modernidad" - había sido posible en Europa debido al componente exclusivamente racional de la religión
protestante.

Weber escribía desde un punto de vista eurocentrista que buscaba explicar el gran enigma del mundo moderno. Por
su paradójica utilización en las medidas socializantes tanto de la socialdemocracia como del nacionalsocialismo, las
contribuciones del liberalismo de Max Weber a la política alemana siguen siendo sujeto de controversia.

Weber abogaba por la democracia como una herramienta para elegir líderes fuertes; veía a la democracia como una
forma de liderazgo carismático donde la "demagogia imponía su deseo sobre las masas". Por esta razón, la izquierda
europea es muy crítica con Weber, por "haber preparado el terreno intelectual para la posición de liderazgo de Adolf
Hitler, aunque no intencionadamente.

El firme anti-comunismo de Weber y el reclamo insistente por una política agresiva de imperialismo alemán le ganó
la crítica de la mayoría de los marxistas alemanes. Las cartas personales y profesionales de Weber muestran un
disgusto considerable por el antisemitismo de sus días, por lo que, tomando además en consideración el carácter
antiliberal del corporativismo de Estado y el totalitarismo de partido único, sería dudoso que Weber hubiera tenido
la convicción de apoyar a los nazis, como sí hicieron Schmitt, Spengler y Sombart.

Aplicó la investigación sociológica a diversos campos: política, derecho, economía, música y religión. Junto a Karl
Marx, Alexis de Tocqueville, Wilfredo Pareto, Ferdinand Tönnies y Émile Durkheim, Weber fue uno de los fundadores
de la sociología moderna. Mientras Pareto y Durkheim trabajaron en la tradición positivista siguiendo los postulados
de Auguste Comte, Weber creó y trabajó en una tradición anti positivista, idealista. Estos trabajos iniciaron la
revolución anti positivista en las ciencias sociales, que marcó la diferencia entre éstas y las ciencias naturales,
especialmente debido a las acciones sociales de los hombres. Los primeros trabajos de Weber estaban relacionados
con la sociología industrial, pero son más conocidos sus últimos trabajos sobre sociología de la religión y sociología
del gobierno.

Pensamiento

Para Weber la sociología es la “ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social para de esa manera
explicarla causalmente en su desarrollo y efectos”. La acción social es toda conducta humana cuyo sentido se refiera
a la acción de otros sujetos. La sociología tiene como dato central a la acción social, es su base constitutiva, y ésta, a
su vez, tiene como elemento principal el sentido que debe imprimirle el sujeto y que debe estar orientado a otros. La
acción social, como concepto relacionado a cualquier tipo de comportamiento humano orientado a otros, se divide
en cuatro tipos:

1. Acción social racional con arreglo a fines: “determinada por expectativas en el comportamiento tanto de objetos
del mundo exterior como de otros hombres, y utilizando esas expectativas como condiciones o medios para el logro
de fines propios racionalmente sopesados y perseguidos” (Weber, 1983, p. 20). Esta acción exige ponderación de
medios y fines perseguidos, así como de las consecuencias que traería la acción sobre otros. Todo aquel que actúe
con arreglo a fines debe tener en cuenta la relación fines-medios y las posibles consecuencias de su acción, para
orientar su conducta.

2. Acción social racional con arreglo a valores: “determinada por la creencia consciente en el valor propio y absoluto
de una determinada conducta, sin relación alguna con el resultado, o sea puramente en méritos de ese valor”. Esta
acción exige, al contrario, pasar por encima de toda consideración de los alcances y las implicaciones de la acción,
está dirigida por un valor superior que debe ser alcanzado sin importar las consecuencias.

3. Acción social afectiva: “emotiva, determinada por afectos y estados sentimentales actuales” Esta acción se realiza
bajo motivación emotiva, puede ser una reacción a estímulos afectivos.
45
4. Acción social tradicional: “determinada por una conducta arraigada”. Esta acción se realiza bajo la motivación de
la costumbre o el hábito.

Cuando varias personas realizan acciones sociales con un sentido común, esto es, recíprocamente referidas, estamos
ante una relación social.

Orden, convención y derecho. Ideas políticas.

Dentro de la sociología de las políticas y gobierno, el ensayo más significativo de Weber es probablemente La política
como vocación.

La acción social y la relación social pueden derivar en un orden legítimo cuando se orientan por máximas que se
presentan como obligatorias o modelos de conducta. La relación social puede derivar en una comunidad cuando “la
acción social se inspira en una unión de intereses con igual motivación.

Weber define al Estado moderno como una "asociación de dominación con carácter institucional que ha
monopolizado dentro de un territorio la violencia física legítima como medio de dominación y que, con este fin,
reúne todos los medios materiales en manos de sus dirigentes y ha expropiado a todos los seres humanos que antes
disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias jerarquías supremas”.

Si bien habla del monopolio de la violencia física, aclara que la misma debe ser ejercida como último recurso.

El Estado moderno para su fin, ha concentrado todos los medios materiales de dominación, en manos de sus
dirigentes y ha expropiado a todos los funcionarios estamentales que antes poseían estos medios por derecho
propio. El Estado ha tomado su lugar y ha sustituido esas jerarquías. A esto lo denomina: proceso de expropiación
política.

El proceso de expropiación política hace referencia a los medios por los cuales los políticos logran afirmar su
dominio. Así se refiere a que el político no sólo necesita de la obediencia, sino también de medios o recursos para el
uso de la fuerza, diferencia los medios materiales del equipo o personal administrativo. Repasa todas las formas de
organización a lo largo de la historia, destacando la existencia de estructuras o “estamentos” que coadyuvan en la
administración. Los líderes dominantes contaron con colaboradores tales como plebeyos o esclavos en la antigüedad
o aristócratas y señores feudales, que aportaron recursos –impuestos- o fuerza laboral, a las que llama estructuras o
estamentos. (“estamentos”: conjunto de propietarios por derecho propio de los medios bélicos materiales, o
propietarios de derechos señoriales y personales)

Para Weber tener poder no significa necesariamente tener autoridad. Tanto la autoridad como el poder que de ella
emana dependen de la legitimidad, es decir, de la capacidad de justificar su ejercicio, la cual implica la creencia del
que obedece en la validez de la dominación, en que quien imparte la orden tiene los atributos como para hacerlo,
más allá de lo que opine el que obedece sobre dicha orden.

Para Weber, el Estado se define por su pretensión al monopolio legítimo de la violencia dentro de un determinado
territorio geográfico. Sólo al Estado, los individuos que habitan ese territorio, le otorgan el derecho al uso de la
violencia.

Por lo tanto, es en el Estado donde se manifiesta, de mejor manera, lo que Weber señala como dominación, ya que
éste se basa en la obediencia de los subordinados y tiene los instrumentos necesarios para hacer cumplir
permanentemente dicha obediencia y sancionar las desobediencias.

Señala tres tipos de dominación a los que corresponde una forma de legitimidad distinta y, por lo tanto, de
autoridad. Los tres tipos son:

46
1) La dominación tradicional: Quien gobierna se presenta como el sucesor de una larga secuencia de
antepasados que a su vez habían gobernado. De las características de este tipo de dominación se desprende su alto
grado de estabilidad.

2) La dominación carismática: Se apoya en el carácter supuestamente extraordinario del gobernante, en su


carisma, en su pretensión de que se crea en sus cualidades singulares. Este tipo de dominación tiene una gran
capacidad de innovación ya que la palabra líder es suficiente para cambiar aspectos de la sociedad y, típico-
idealmente, no necesita sujetarse a ninguna tradición o norma. Pero, a su vez, es un tipo de dominación inestable, ya
que si el líder no satisface las necesidades y expectativas de los dominados puede perder su legitimidad.

Respecto de este tipo de dominación señala: Cuando la dominación carismática toma el carácter de una relación
duradera, tiende a la racionalización. Por la fuerte presión que ejercen, tanto el cuadro administrativo como los
dominados, de mantener y perpetuar el estado en que se encuentran, especialmente, mantener la posición
privilegiada en que están los funcionarios carismáticos. La principal consecuencia de lo que Weber llama la
“rutinización del carisma” es que la dominación carismática termine convirtiéndose en un patrimonialismo o en una
dominación burocrática. El problema está en que la dominación carismática está condenada a su transformación tan
pronto intente asegurar su dominio.

3) La dominación legal-racional es centralmente un fenómeno que aparece con la modernidad y se basa en normas y
reglas racionalmente definidas que establecen los derechos y deberes de quien manda. Por ejemplo, en las
democracias modernas una asamblea constituyente define una constitución de la que surge un sistema de
procedimientos por el cual alguien es electo para un cargo. Este tipo de dominación tiende a ser estable y poco
flexible ante situaciones cambiantes.

La Burocracia:

El surgimiento de la burocracia está íntimamente ligado al desarrollo del Estado moderno. Cuando el monarca
decide centralizar su poder y consolidar su posición, expropiando los medios de gobierno (económicos y bélicos) a la
nobleza estamental, prefiere un personal que dependa absolutamente de él, que esté separado de dichos medios de
gobierno y que sirva para la administración del territorio. En el campo bélico también se da una centralización con la
formación de ejércitos profesionales dependientes del soberano. Este proceso termina en el Estado burocrático. El
proceso de concentración de los medios administrativos va de la mano del proceso de burocratización del gobierno.
La complejidad creciente de la civilización impulsó la burocratización. Exigencias como el establecimiento de un
sistema fiscal, la creación de un sistema de orden y protección (policía), y la promulgación de políticas de bienestar
social, influyeron, fomentando y promoviendo, la burocratización.

En La política como vocación Weber habla del carisma y sobre los líderes, y el tipo de personas que son llamadas a
la profesión de la política. En la descripción del político, su punto principal es que el político necesita balancear una
"ética de convicción moral", con una "ética de responsabilidad". La ética de convicción moral se refiere a las
creencias internas inquebrantables que un político debe sostener. La ética de responsabilidad se refiere a la
necesidad diaria de usar los medios del Estado en una manera en la cual preserve la paz para un bien mayor (la
controversia de si el fin justifica los medios). Weber concluye que, un político debe hacer compromisos entre las dos
éticas.

Weber puntualiza que "La política está hecha con la cabeza, no con otras partes del cuerpo, ni con el alma". El
político más efectivo es aquel que puede excitar las emociones de la gente que lo sigue, mientras gobierna
estrictamente con una razón dura y fría en la cabeza.

Sociología de la religión

47
La obra de Weber sobre sociología de la religión se abre con el ensayo La ética protestante y el espíritu del
capitalismo. (Continúa con La religión en China: confucionismo y taoísmo, La religión de India: la sociología del
hinduismo y budismo y Judaísmo antiguo. Su trabajo sobre otras religiones fue interrumpido por su muerte en
1920).

Sus tres ideas principales sobre la religión eran: el efecto de las ideas religiosas en las actividades económicas, la
relación entre estratificación social e ideas religiosas, y las características singulares de la civilización occidental.

Su objetivo era encontrar razones que justificaran la diferencia entre el proceso de desarrollo de las culturas
Occidental y Oriental.

La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo.

Señala que cuando se analizan las estadísticas de los países con libertad religiosa, se descubre el carácter
eminentemente protestante tanto de los dueños de las empresas capitalistas, como del personal directivo de las
mismas. ¿Cuál es la causa?, se pregunta. La reforma protestante significó no sólo la eliminación del poder
eclesiástico sobre la vida, sino más bien la sustitución por una forma diferente. Son los protestantes de distintos
países económicamente avanzados, los que han tenido mayor predisposición al materialismo. Es decir: los pueblos
católicos tienen un tipo de educación más ascética, orientada a ideales, tienden a educar a sus fieles en un espíritu
de indiferencia hacia los bienes materiales. Para los católicos, los protestantes son “materialistas”. Es decir: el
calvinismo y el protestantismo son doctrinas religiosas que “favorecen el espíritu comercial”.

La devoción religiosa está usualmente acompañada por el rechazo a los asuntos mundanos, incluyendo el rechazo a
la búsqueda de una mejor posición económica.

Define al «espíritu del capitalismo» como las ideas y hábitos que favorecen la búsqueda racional de ganancias
económicas, aunque también considera que estos individuos no podrían, por sí solos, establecer un nuevo orden
económico (capitalismo): «Para que una forma de vida bien adaptada a las peculiaridades del capitalismo, pueda
superar a otras, debe originarse en algún lugar, y no solo en individuos aislados, sino como una forma de vida común
a grupos enteros de personas».

Después de describir los rasgos del espíritu del capitalismo, Weber argumenta que hay muchas razones para buscar
sus orígenes en las ideas religiosas de la Reforma.

Weber mostró que algunos tipos de protestantismo favorecían la búsqueda racional del beneficio económico. No era
el objetivo de esas ideas religiosas, sino más bien un producto de su espíritu, de la lógica inherente de dichas
doctrinas. Espíritu que, respecto de sus resultados derivados directa o indirectamente, promovía la planificación y la
búsqueda de beneficios económicos.

Max Weber fue sin duda uno de los estudiosos que más se ha acercado a comprender el espíritu del capitalismo
desde sus raíces éticas en la religión.

KEYNES.

John Maynard Keynes (1883-1946).


Economista británico de enorme influencia en el siglo XX.

48
Sostiene que el capitalismo no tiende al pleno empleo sino en forma accidental, y con su análisis de la oferta
agregada relacionada al desempleo estudia los fenómenos de variaciones de precios. Llega a la conclusión que es
necesaria la intervención del estado para cubrir el déficit de la llamada demanda agregada (suma de bienes y
servicios que los consumidores, empresas y estado están dispuestos a adquirir con un determinado nivel de precios):
su teoría intervencionista descree de la bondadosa “mano invisible del mercado”, y es criticada agriamente por
Milton Friedman y otros jinetes del apocalipsis monetarista.

Si bien el keynesianismo es liberal, difiere de otras teorías liberales: frente a la crisis de 1929, aconseja la activa
intervención del estado en épocas de recesión y crisis, mediante la inyección de dinero y un fuerte plan de obras
públicas para reducir el alto desempleo (el New Deal de Roosevelt en Estados Unidos).

Sostiene que un país sale de una profunda crisis solo a través del efecto multiplicador que su política fiscal puede
producir, o sea las políticas públicas deben ser anticíclicas: en nuestro país el peronismo y el kirchnerismo son
keynesianos (a excepción del periodo menemista) utilizando al déficit fiscal como impulsor de la economía, en
cambio el macrismo y los gobiernos militares son monetaristas y neo liberales, demonizando al déficit y tratando de
eliminarlo sin éxito con profundas recesiones.

Como vimos el molde clásico liberal sostiene que la economía se regula sola y tiende automáticamente al pleno uso
de los factores productivos (capital y trabajo), y para fomentar el crecimiento económico no hay que penalizar la
industria con impuestos, y a largo plazo se alcanza el equilibrio entre demanda agregada y pleno empleo.

Keynes demuestra que ese esquema es ideal y el pleno empleo no existe, analiza los efectos del ahorro que no se
vuelca al consumo y de los depósitos bancarios que no generan inversión productiva, ya que los empresarios
invierten sobre la base de una percepción central, la diferencia entre la tasa de interés y la tasa de ganancia: si
perciben que la primera supera a la segunda, se vuelcan a la especulación y difieren el consumo o la inversión, y con
ello se producen las distorsiones de la oferta y en general de toda la macro economía.

Ello a su vez reduce el nivel salarial, la demanda de trabajo y las inversiones, y se genera un círculo vicioso: la
paradoja del ahorro o paradoja de la austeridad reza que si en una recesión todos tratan de ahorrar, la actividad
económica cae y con ella el ahorro disponible a futuro.

Keynes tiene el coraje de cuestionar y refutar las teorías de Ricardo y Adam Smith, de allí su valioso aporte a las
teorías modernas económicas: en la actualidad sus posturas son tachadas de populistas y demagogas por un neo
liberalismo que es vocero de la usura internacional financiera.

Sin embargo frente a la insalvable desventaja competitiva de la oferta agregada en países como el nuestro, con
atraso tecnológico insalvable frente a los centrales, muchos adoptan esta teoría económica y priorizan la fuerte
intervención del estado como factor regulador de los desequilibrios sociales de demanda.

Sus teorías son aplicadas exitosamente en la economía posterior a la Segunda Guerra Mundial, configurando la
llamada época de oro del capitalismo, con enormes tasas de crecimiento económico de todos los países.

49

También podría gustarte